CAMPS La Sinrazon de La Razon
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es
CRITICA DE LIBROS
LASINRA2DN
DELARA2DN
VICTORIA CAMPS
Barcelona
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se manifiestan en la sociedad humana en forma de programas, propuestas, ideales, etc. Por medio de ellos se
aspira a transformar el mundo, es decir, a realizar 'sentidos' (pg. 155). Tendencias, pues, que coinciden con
el ejercicio de la racionalidad, el cual determina
cmo conocer adecuadamente la realidad y cmo comportarse de acuerdo con tal conocimiento. La conciencia
de las deficiencias de nuestro conocer implica la conciencia de las deficiencias de la razn, y ello implica a
su vez que la revisin y la crtica son componentes de
la racionalidad, que aparece entonces como tarea o actividad nunca agotada y posiblemente nunca agotable
(pg. 188). En definitiva, razn, moral y sentido
coinciden en la constatacin de una falta (de razn, de
moral o de sentido); o, como lo expresa Ferrater, la
insatisfaccin ante lo qUe es exige de nosotros hacer
algo para mejorarlo, hasta el punto de que si tal exigencia llega a parecemos vacua o absurda, habr que
pensar que nuestro juicio ha quedado mellado quedando con ello desvirtuado el ejercicio de la racionalidad (pg. 155).
Ese modo de funcionar en el mundo que es la
racionalidad, ese ejercicio de dar sentido llega hasta la
conjetura de las valoraciones o preferencias irreductibles, los fines supersuficientes que no por ser ltimos
gozan de esta total y extraa autonoma atribuida por
Kant al imperativo categrico. Los fines supersuficientes son los modos de vivir o modelos de existencia u objetos de un sistema de preferencias, irreductibles a la experiencia emprica aunque informulables
independientemente de ella, pues es el caso, la situacin concreta lo que da sentido y contenido al fin
abstracto. Los fines o preferencias que, siguiendo un
criterio minimalista, propone Ferrater Mora viPir,
ser libre, ser igual, no son absolutos, sino hiptesis criticables y refutables si se les sita en la coloracin
propia de cada caso. Dicho de otra manera, en abstracto, la vida, la libertad y la igualdad son los fines, preferencias, valores ltimos y absolutos, pero carecen de
contenido y al proponerlos como tales no decimos
nada. Si, por el contrario, hacemos elesfierzo de colorear la vida y tratamos de especificar qu clase de
vida merece tal nombre y cul no vale la pena de ser
vivida, nos encontramos valorando desde unas situaciones empricas e histricas y conjeturando sobre lo que
creemos que debe ser o esperamos que sea la vida.
N o he hecho ms que reproducir ciertas ideas de
Ferrater, y es aqu, en la caracterizacin de los fines
superficientes, donde vislumbro las mayores dificultades con que ha de tropezar el supuesto ejercicio de la
razn. Con Schopenhauer y Wittgenstein pienso que el
conocimiento tico no puede expresarse porque no es
abstracto, no debe serlo, y si se expresa no tiene ms
remedio que echar mano de frmulas tan abstrusas y
crpticas como la as denunciada por el propio Ferrater: la libertad es libertad para la libertad (pg. 183).
Dudo, pues, que el ejercicio de la razn nos permita
decidir qu es mejor o peor en las distintas coloraciones situacionales. Entre otras cosas, porque nunca sabemos a ciencia cierta el grado de racionalidad que
motiva nuestros juicios y nuestras opciones. N o slo lo
que hoy parece racional puede no serlo dentro de veinte aos, sino que ima sola situacin hoy puede parecer100