Economía y Cultura. Néstor García Canclini
Economía y Cultura. Néstor García Canclini
Economía y Cultura. Néstor García Canclini
Las teoras culturales y artsticas (Bourdieu, Eco) demostraron largamente que la creacin
cultural se forma tambin en la circulacin y recepcin de los productos simblicos. Es
necesario, entonces, dar importancia en las polticas culturales a esos momentos posteriores a
la generacin de bienes y mensajes, o sea al consumo y apropiacin de las artes y los medios
masivos. El Estado puede contrarrestar la segregacin comercial producida en el acceso a los
bienes y mensajes entre quienes tienen y quienes no tienen recursos econmicos y educativos
para obtenerlos y disfrutarlos. En una poca en que la privatizacin creciente de la produccin
y difusin de bienes simblicos est ensanchando la grieta entre los consumos de las lites y
de las masas, no son suficientes las tecnologas avanzadas para facilitar la circulacin
transnacional y el consumo popular. El abandono de los Estados de su responsabilidad por el
destino pblico, y la accesibilidad de los productos culturales, sobre todo de las innovaciones
tecnolgicas y artsticas, est agravando la brecha. La reestructuracin desregulada y
transnacional de la produccin y difusin de la cultura neutraliza el sentido pblico de la
creatividad cultural, as como el intercambio entre los pases europeos y latinoamericanos. El
volumen que histricamente tuvo este intercambio entre los pases latinos se empobreci al
ceder el manejo de los mercados audiovisuales a empresas de origen estadounidense. Las
preferencias an visibles en los pblicos por la msica latina, que en otro tiempo se notaban
tambin en el eco del cine europeo en Amrica Latina, encuentran escasa oferta en las
pantallas cinematogrficas y televisivas actuales.
4. Cmo puede situarse la integracin econmica y cultural de los pases latinos en esta
recomposicin de los mercados globales? Qu se puede entender hoy por latinidad? No es
posible restringirla al uso y enseanza de lenguas latinas. Tampoco a un conjunto de hbitos de
pensamiento y de vida ligados a un grupo de pases europeos diversos entre s (Espaa,
Portugal, Italia, Francia) y de naciones de Amrica que absorbieron con nfasis distintos esas
influencias (religin catlica, liberalismo modernizador, etctera). Ms que una identidad comn
o una historia cohesionada, existe un espacio cultural latino euroamericano muy heterogneo.
En ese espacio o red las lenguas latinas van asociadas a circuitos editoriales y acadmicos,
gastronmicos, tursticos y comunicacionales, todos los cuales movilizan altas inversiones
econmicas. Lo latino se manifiesta hoy significativamente, como veremos, en modos
distintivos de entender temas claves de la relacin economa-cultura como son la valoracin del
patrimonio y la definicin de la propiedad intelectual.
Por otra parte, la latinidad no puede ser un territorio aislado despus de que cayeron las
retricas defensivas de los Estados nacionales. La latinidad siempre fue una construccin
hbrida, en la que confluyeron las contribuciones de los pases mediterrneos de Europa, lo
indgena americano y las migraciones africanas. Actualmente, esas fusiones constitutivas se
amplan en interaccin con lo anglo por la voluminosa presencia de migrantes y productos
culturales latinos en Estados Unidos, y tambin por el injerto de anglicismos en los lenguajes
electrnicos. Ms all, lo latino interacta y se remodela tambin en dilogo con culturas de
Europa y aun de Asia.
Adems de considerar la diseminacin de lo latino fuera de las fronteras de Amrica Latina y de
los pases latinos de Europa - lo cual tiene gran inters como ampliacin de los mercados -, es
necesario tener en cuenta las condiciones histricas desiguales de desarrollo dentro del
espacio sociocultural euroamericano.
Por ejemplo, la comparacin entre Amrica Latina y el proceso de integracin europeo sirve
para comprender las muy diferentes condiciones en que se coproducen filmes franco-italoespaoles, o el canal franco-alemn ARTE de televisin, en relacin con sus mercados,
nmero de espectadores y capacidad de recuperacin de las inversiones. En Amrica Latina
existen unas pocas experiencias en aos recientes que confirman el valor de esta cooperacin
internacional. Pero no es lo mismo si el programa Media o Eurimages es aprovechado por
Claude Chabrol, Pedro Almodvar o los canales Plus europeos que por un director de cine
uruguayo, un editor mexicano o un productor de televisin costarricense que deben batallar con
legislaciones premediticas en las aduanas de sus pases, con burocracias para las cuales las
pelculas y los libros no merecen en el correo trato distinto que los objetos suntuarios. Pese a
los acuerdos firmados para liberalizar la circulacin de bienes y servicios culturales en 1988
(ALADI, el artculo XIII del Protocolo del Mercosur) las prcticas aduanales de los gobiernos
desconocen esas facilidades (Saravia). Esto nos lleva a dos desafos estratgicos: la
integracin multimedia y las legislaciones de proteccin a la cultura.
Hay una diferencia fundamental entre el cine europeo y el cine hablado en espaol ( el
latinoamericano y tambin el que produce Espaa). En varios pases de Europa - Francia,
Italia, Alemania - la reactivacin parcial de la industria cinematogrfica es encarada como un
movimiento multimedia que da a la televisin un papel clave como generador de recursos y
aliada en la difusin de los filmes. En tanto, las empresas televisoras espaola y
latinoamericanas trabajan de espaldas al cine y nadie las obliga a pagar siquiera derechos
dignos para la proyeccin de las pelculas del propio pas. La euforia que algunos funcionarios
y productores exhiben por el pequeo aumento de las filmaciones en Argentina, Mxico y
Espaa en los dos ltimos aos, la obtencin de premios internacionales, casi todos de
segunda importancia, y un relativo incremento de pblico se ven como fenmenos frgiles por
la desconexin entre la industria cinematogrfica y la televisiva que debilita a ambas ramas y
desalienta las sinergas entre ambas clases de ficcin (Bustamante - lvarez Monzoncillo).
Qu cine y qu televisin queremos? Para qu clase de integracin entre pases latinos, y
con qu otras regiones? Si estamos convencidos de que las industrias culturales son un
instrumento clave para fomentar el conocimiento recproco y masivo entre las sociedades, la
renovacin de la legislacin, la profesionalizacin de la gestin cultural y la participacin de
creadores y receptores en estas decisiones deben ser partes prioritarias de las polticas
culturales. Esta participacin social, a travs de organizaciones de artistas y consumidores
culturales, puede lograr que las diferencias culturales sean reconocidas, que aun los sectores
menos equipados para intervenir en la industrializacin de la cultura, como los pases
perifricos, los indgenas y los pobres urbanos, comuniquen sus voces y sus imgenes. Tal vez
as contribuyamos a que en las polticas culturales haya lugar no slo para lo que al mercado le
conviene, sino tambin para la diferencia y la disidencia, para la innovacin y el riesgo, para
elaborar imaginarios colectivos multinacionales y ms democrticos.
Puede la creatividad ser objeto de polticas? En parte s, pensando que los creadores no son,
como suponan las estticas idealistas, dioses que emergen de la nada, sino de escuelas de
cine y facultades de humanidades, que necesitan editoriales, museos, canales de televisin y
salas cinematogrficas para exponer sus obras. Pero tambin porque la creatividad
sociocultural, como dijimos, implica a los pblicos. Afirmar que los lectores y espectadores
tienen la ltima palabra en la decisin de lo que merece circular y ser alentado es una verdad a
medias de los discursos mercadotcnicos; pero resulta una afirmacin engaosa en
sociedades donde los Estados cada vez hacen menos por formar pblicos culturales, con
bibliotecas entendidas como depsitos de libros y casi nunca como clubes de lectura, con
sistemas educativos que aun no advierten - como recientemente ocurri en Francia - que
aprender a valorar los medios audiovisuales es parte de la educacin contempornea.
5. Por ltimo, quiero destacar la importancia de que la integracin econmica y cultural de los
pases latinos sea sostenida con leyes y acuerdos legales transnacionales que protejan el
sentido cultural de su produccin. Un ejemplo que hace visible la importancia de esta cuestin
es la polmica que est desarrollndose en los ltimos aos entre la concepcin latina y la
anglo sobre la propiedad intelectual.
La disputa ocurre por la intencin de globalizar el sistema que en algunos pases
angloparlantes privilegia la apropiacin empresarial de los derechos de autora en pelculas y
televisin, por lo cual los canales de TV y los productores de cine remuneran una primera vez a
los directores, guionistas y actores con la posibilidad de repetir la obra, copiarla y modificarla
todas las veces que quieran sin pagar derechos ni consultar a los creadores. Se trata de la
disputa entre el sistema de origen francs, extensivo a gran parte de Europa y Amrica Latina,
que reconoce la autora al creador intelectual, y la legislacin estadounidense que atribuye
esos derechos al productor empresarial, o simplemente al inversionista.
Esta transferencia de la propiedad intelectual a los que financian los bienes culturales,
separndolos de los creadores o las comunidades tradicionalmente conocidos como autores,
ha motivado esta reflexin del francs Jack Ralite: Despus de los sin-documentos, de los sintrabajo, ahora llegar el tiempo de los sin-autor. Al oponerse a esta modificacin comercial de
los criterios que la modernidad haba establecido para identificar la generacin de obras
culturales, Ralite afirma: El papa Julio II no pint la capilla Sixtina. La Fox no realiz Titanic. Bill
Gates y la Compaa General de Agua no son autores. Ese experto francs reclama, por tanto,
que los organismos nacionales y supranacionales reconozcan la autora intelectual y protejan la
creatividad e innovacin esttica para que no sean sometidas a las reglas del lucro (Ralite,
1998: 11).
Estas discrepancias se estn debatiendo desde hace dos aos en la Organizacin Mundial de
Comercio. Cmo articular la propiedad empresarial y los derechos intelectuales en una
economa que tiende a desregular las inversiones? Varios pases miembros de ese organismo
quieren fijar sanciones a los gobiernos que favorezcan la produccin nacional, aunque la
oposicin de algunos gobiernos europeos y de Canad ha postergado hasta ahora la decisin.
Si se aprueba este proyecto, afectar la concepcin del patrimonio cultural que se concibe en
los pases latinos como expresin de pueblos y/o individuos. Ser particularmente problemtico
en relacin con el patrimonio intangible (lenguas, msica, conocimiento), cuya comercializacin
crece al poderse difundir estos bienes internacionalmente mediante tecnologas avanzadas de
fcil reproduccin (videos, Internet).
Hay que reconocer que no es sencillo proteger, ni delimitar la autora de productos de las
culturas comunitarias tradicionales (diseos artesanales y msicas tnicas convertidos en
prsperos negocios mediticos). Pero estas acciones se vuelven ms complejas al
incorporarse bienes creados en las comunidades electrnicas, sobre todo el patrimonio
musical, econmicamente an ms rentable que el patrimonio monumental. Las ganancias
obtenidas en sitios arqueolgicos y centros histricos asociados al turismo siguen creciendo en
muchos pases, pero an ms rpido aumenta la comercializacin en medios masivos e
Internet de msicas populares y clsicas, sin que existan regulaciones pblicas adecuadas a
esta nueva etapa. En varias naciones latinoamericanas y europeas, y en los foros de la
UNESCO (Throsby), se debatieron recientemente las condiciones en que la expansin
comercial del turismo utiliza el patrimonio histrico, pero no existen polticas pblicas, ni
suficiente movilizacin social, para preservar y promover el patrimonio intangible en los nuevos
contextos transnacionales.
Qu hacer, por ejemplo, ante los conflictos entre empresas productoras de discos y servidores
de Internet respecto de las facilidades dadas por el sistema Napster para pasar msicas de
computadora a computadora sin pagar derechos? Una posibilidad es lo que estuvo ocurriendo
en los ltimos meses: que negocien las empresas discogrficas y las empresas de informtica.
Napster acord ceder una parte de sus ganancias a las productoras de discos. As, se cre un
modelo para otros conflictos que ya irrumpen por la circulacin en internet de pelculas y libros.
La integracin multimedia facilitada por los nuevos soportes digitales vuelve an ms imperiosa
la legislacin en estos campos.
Pero qu pasa con los artistas y consumidores? No estamos postulando oponerse en general
a la liberalizacin de mercados, a la apertura de las economas y culturas nacionales, porque
junto a la globalizacin tecnolgica contribuyen a que conozcamos y comprendamos ms de
otras culturas. Tambin ayudan a que telenovelas, msicas y libros de unos pocos autores
latinoamericanos, africanos y asiticos se difundan en el mundo. Pero esta expansin y estas
interconexiones necesitan ser situadas en polticas culturales que reconozcan los intereses
plurales del conjunto de artistas, consumidores y de cada sociedad. En parte, esta tarea debe
ser encarada por los ministerios de cultura y organismos internacionales. En parte, depende de
la movilizacin de asociaciones de artistas, comunicadores y consumidores culturales. Y
tambin sera til establecer una figura jurdica que represente a los consumidores-ciudadanos:
un ombudsman de las industrias culturales.
Las desigualdades entre regiones angloparlantes y latinas, y entre pases europeos y
latinoamericanos, son an mayores en el campo de las tecnologas ms avanzadas, o sea con
el pasaje del registro analgico al digital, y el acoplamiento de recursos telecomunicacionales e
informticos. Es un territorio de disputa entre norteamericanos, europeos y japoneses por el
control del mundo entero con consecuencias a largo plazo en la acumulacin de informacin
estratgica y de servicios, que abarca todos los campos de la cultura, desde la documentacin
del patrimonio histrico y la experimentacin artstica hasta la comercializacin de los bienes
Ibermedia, nutrida en los avances de la poltica audiovisual europea, muestra que los
organismos supranacionales pueden expandir su eficacia si se dirigen no slo a las
instituciones estatales, cuya incidencia en los mercados transnacionalizados es cada vez
menor, sino tambin a productores y distribuidores independientes, redes de artistas y
comunicadores, que encaran los nuevos desafos de la globalizacin y las integraciones
regionales.
Bibliografa