Leges de Toro
Leges de Toro
Leges de Toro
CONSTRUCCIONES INTERPRETATIVAS E
HISTORIOGRFICAS
Por
JAVIER GARCA MARTN
Profesor Titular de Historia del Derecho
Universidad del Pas Vasco
[email protected]
De abandono del viejo sistema de recopilacin lo califica Andrs Mara GUILARTE, Principales
generaran - los que explican el buen nmero de comentarios de los que seran objeto
3
durante todo el s. XVI -su poca fundamental-, algunos hoy desconocidos , y otros
4
Rafael GIBERT, Las leyes de Toro en B. PELLIS PRATS (dir.), Nueva Enciclopedia Jurdica.
As, el P. Burriel mencionara, confesando no haberlos visto, los comentarios Luis de Toro o el
DE
SOTOMAYOR, Cartas
DE
commentarii Pinciae, Apud Franciscum Ferdin. a Corduba, 1560, Proemii relectio, f. 45, n. 304.
Una relacin de comentaristas en Ernst HOLTHFER, Die Literatur zum gemeinen und partikularen
Recht in Italien, Frankreich, Spanien und Portugal, en H. COING (ed.), Handbuch der Quellen und
Literatur der Neueren Europischen Privatrechtsgeschichte. Neuere Zeit (1500-1800). Munich, C.H.
Becksche Verlagsbuchhandlung, 1977, pp. 305-306.
4
Por el pleito que Miguel de Cifuentes sostuvo entre 1531 y 1534 con el impresor salmantino
Juan Porras, sabemos que sus comentarios estaban ya escritos en 1527, seran contemporneos
por ello de los de Diego del Castillo. La ejecutoria del pleito en Jos Mara MUOZ-PLANAS, La
glosa sobre las Leyes de Toro de Miguel de Cifuentes y el pleito de su edicin, Libro del
Bicentenario del Ilustre Colegio de Abogados de Oviedo, Oviedo, 1975, pp. 85-106.
5
Paolo PRODI, Una storia della giustizia. Dal pluralismo dei fori al moderno dualismo tra
coscienza e diritto, Bolonia, Il Mulino, 2000, p. 169. La pragmtica de publicacin de las leyes,
segua anteponiendo, no obstante, como rasgo caracterizador de la Monarqua vicaria la religin:
Y porque la guarda de estas dichas leyes paresce ser muy complidero al servicio de Dios y mio, y
a la buena administracion y ejecucion de la justicia y al bien y pro comun deestos mis reinos y
seoros. De hecho, el modelo de la reforma parece haber sido en el caso de las Ordenanzas de
quien puede dar y revocar leyes, puede tambin limitare, derogare, excipere a lege ,
independientemente de la forma de esas leyes o del rgano utilizado para su
promulgacin.
Y desde el punto de vista judicial, el rasgo fundamental sera la tendencia a la
reorganizacin de los tribunales superiores, encargados del control ltimo en la
aplicacin de la ley (las Chancilleras en Castilla) as como la introduccin de importantes
mejoras en el proceso ordinario, sujeto por entonces en el sentir popular, a excesivas
8
dilaciones . La intencin era limitar la potestad interpretativa de los jueces, por lo que
inicialmente se favoreci la seleccin ordenada de los ms difundidos autores del
9
10
11
Madrid de 1499 la decretal pontificia Saepe contingit, (1307), conforme a Jos Manuel PREZPRENDES, Las leyes por la brevedad y orden de los pleytos, de 1499. Reforma procesal de la
Reina Isabel, en Arbor 701, mayo 2004, pp. 97-98.
6
Katia W EIDENFELD, Le modle romain dans la construction dun droit public mdival:
assimilations et distinctions fondamentales devant la justice aux XIVe et XVe sicles, en Revue
dhistoire du droit 81 (4), oct.-dic. 2003, p. 482.
7
Mario ASCHERI, Tribunali, giuristi e istituzioni dal medioevo allet moderna, Bolonia, Il Mulino,
1989, insiste en la necesidad de relacionar las reformas institucionales con las construcciones
judiciales del momento.
10
Subraya los paralelos con Italia y Portugal, Carlos PETIT, Derecho comn y Derecho
castellano. Notas de literatura jurdica para su estudio Tijdschrift voor Rechtsgeschidenis 50, 1982,
p. 165. Con todo, Espinosa Gomes da Silva observa cmo en toda Europa a partir de Brtolo,
12
-, que, en cualquier
13
14
Jos Manuel PREZ-PRENDES, Historia del Derecho espaol, Madrid, Universidad Complutense,
2004, II, p. 869. El mismo autor se encarg de su publicacin impresa como Leyes hechas por los
muy altos e muy poderosos principes e seores el rey don Fernando e la reyna dona Ysabel
nuestros soberanos seores por la breuedad e orden de los pleytos, fechas en la villa de Madrid
ao del Seor 1499, Granada, 1973 (facs.). Alonso de Santa Cruz indicara en su crnica referida
al ao 1502: ordenaron y mandaron Sus Alteas cerca de la orden judicial ciertas ordenanas
para abreviar los pleitos, rebocando las hordenanas que avian fecho para el mismo efecto, por
quanto se corrigieron y aadieron algunas cosas de las que en [las] otras estaban (Alonso de
SANTA CRUZ, Crnica de los Reyes Catlicos. Ed. de J. de Mata Carriazo. Sevilla, Escuela de
estudios hispano-americanos, 1951, p. 283. Esta reforma figura con el ttulo Ordenanas fechas
en la villa de Madrid para abreuiar pleytos a quatro de deziembre de mill e quinientos e dos aos..
(Libro de las Bulas y Pragmticas de los Reyes catlicos (Ed. Alfonso GARCA-GALLO y Miguel
ngel PREZ DE LA CANAL, Madrid, Instituto de Espaa, 1973, ff. LXIII-LXXVI).
12
organizacin jerrquica de la Iglesia, Antonio PADOA-SCHIOPPA, Italia ed Europa nella storia del
diritto. Bologna, Il Mulino, 2003 p. 190.
13
que hablar, por ello, de relacin entre la ley territorial y la costumbre local (escrita o no),
aspecto ste que se tratar ms adelante.
En estas coordenadas, el punto de partida para la novedad normativa sera, en el
caso castellano, la reiterada peticin de los afectados. Tanto los testimonios literarios
15
16
17
Baste sealar entre los textos literarios de denuncia, alguno de los que cuenta con un estudio
especfico que puede consultarse en Faustino MARTNEZ MARTNEZ, La crtica al sistema jurdico del
Derecho
comn
en
el
cancionero
de
Juan
Alfonso
de
Baena.
Siglo
XV,
en
DE
AYALA, Libro rimado del Palaio. Ed. y estudio de J. JOSET, Madrid, Alhambra,
CLC de Madrid de 1433, pet. 36 (v. III, pp. 181-82), Valladolid 1447, pet. 22 (v. III, pp. 523-24),
Madrid 1458, Toledo 1462. Advierten sobre la no inclusin de las dos ltimas, conocidas por el
acuerdo de 1465 (vid. nota siguiente) en la edicin de la Real Academia de la Historia, Alfonso
GARCA-GALLO y Miguel ngel PREZ DE LA CANAL, Prologo a Libroop. cit.,1, p. 13, n. 4.
17
fechas e establecidas por el rey nuestro seor, por los reyes sus antecesores en estos regnos
18
Es, en continuidad con poca bajomedieval, una de las aspiraciones de los Reyes
Catlicos, que coincide ya, sin embargo, con la incipiente difusin de las potencialidades
poltico-jurdicas de la imprenta
19
han grande prodigalidat e confusin, e las mas son diversas aun contrarias a las otras, otras
son obscuras, non se pueden bien entender, son interpretadas, entendidas, aun usadas en
diversas maneras, segunt los diversos intentos de los jueces abogados; otras non proveen
cumplidamente en todos los casos que acaescen sobre que fueron establecidas, de lo cual ocurren
muy grandes dudas en los juicios; por las diversas opiniones de los doctores las partes que
contienden son muy fatigadas, los pleitos son alongados dilatados, los litigantes gastan,
muchas cuantas, muchas sentencias injustas, por las dichas causas son dadas, otras que
parescen justas por la contrariedad diversidad algunas veces son revocadas, los abogados
jueces se ofuscan intrincan, los procuradores los que maliciosamente lo quieren facer, tiene
color de dilatar los pleitos defender sus errores, los jueces non pueden saber, ni saben los
juicios ciertos que han de dar en los dichos pleitos, por lo cual los procuradores de las cibdades
villas logares de estos regnos sennoros suplicaron al sennor rey D. Juan, padre del rey
nuestro sennor (). De los cual non vino cosa alguna efecto: por la cual causa los procuradores
de las dichas cibdades villas suplicaron al rey nuestro sennor en las cortes que fizo en Toledo el
anno pasado de sesenta dos, que su sennora mandase diputar cinco letrados famosos, de
buenas conciencias, de buenos entendimientos, para que entendiesen en lo sobredicho,
ficiesen ordenasen las dichas leyes, declaraciones interpretaciones concordia de las dichas
leyes ordenanzas, fueros Derechos, premticas-sanciones: que lo redujesen todo en buena
igualdad opiniones en un breve compedio, declarando lo que sea obscuro, interprentando lo
que es dubdoso, annadiendo limitando lo que viesen que era menester, cumpliesen todo lo
sobredicho: ca era muy cumplidera servicio de Dios suyo: a pro e bien de los suyos de los
dichos sus regnos e sennorios (La reproduce, Juan SEMPERE Y GUARINOS, Historia del Derecho
espaol. Continuada hasta nuestros das, Tercera edicin, Madrid, Establecimiento tipogrfico de
D. Ramn Rodrguez de Rivera, 1846, pp. 409-11). Texto completo en Memorias de D. Enrique IV
de Castilla. Madrid, Estab. Tip. Fortunet, v. 2, p. 474-75.
18
19
forales, Rafael
DE
aprovechar este medio para fijar, uniformar y difundir de forma eficaz la diversidad de
disposiciones entonces existente, como prueban las ediciones sucesivas de incunables
del Ordenamiento de Montalvo [OM] (1484, 1492, 1496)
20
21
. El tan citado
ideal recopilador de la reina catlica no sera, en este sentido, sino una manifestacin
ms de lo pretendido en poca bajomedieval por Juan II y Enrique IV, con el lmite de
que en la propia ordenacin de normas los soberanos castellanos actan siempre como
vicarios de las doctrinas de la Iglesia catlica.
Ilustrativo de todo ello es el codicilo del testamento de Isabel I que aboga por alcanzar
el mas brebe compendio que ser pudiere, ordenadamente por sus ttulos, por manera
que con menos trabajo se puedan estudiar saber, dando cabida expresa, no obstante,
a la posibilidad de derogar aquellas normas contrarias a la libertad inmunidad
eclesistica y a la modificacin del tenor literal de las leyes contradictorias si les
pareciere no ser justas, que no conciernen al bien pblico de mis reinos, sbditos, las
ordenen por manera que sean justas, servicio de Dios, bien comun, manteniendo
expresamente adems en vigor las leyes de Partidas salvo si algunas se hallaren contra
la libertad eclesistica, o que parezca ser injustas
22
20
Id., El trabajo de un legislador cortesano: Alonso Daz de Montalvo, Torre de los Lujanes 56,
Manuel DANVILA Y COLLADO, El poder civil en Espaa, Madrid, Imprenta y Fundacin de Manuel
23
24
. Estas
son las Cortes primeras que se han impreso -observaran significativamente dos siglos
ms tarde I. Jordn de Asso y M. de Manuel-, de que hemos visto exemplares sin lugar,
23
Muchos devates diz que ay entre nuestros subditos sobre las diferencias de los trminos que
fueron dados para apelar, ca por Derecho comn, el que se falla agraviado por la sentencia ha de
apelar della dentro de diez das despus que uiniere a su noticia; e despus sobrevinieron las
leyes de nuestros reynos, por las cuales el condenado es atenudo de apelar a tercero da, e en
algunas partes y prouincias de nuestros reynos diz que es costumbre de apelar a diez das,
seguiendo el Derecho comun; e en otras partes e provincias diz que apelan a tercero da
seguiendo las dichas leyes de nuestros reynos; e los unos dizen que es corto trmino el que dan
las dichas leyes, e los otros dizen que es largo trmino e en danno de aquellos en cuyo fauor se
dan las sentencias, el que da el Derecho comn. E nos por reducir los unos e los otros a
concordia, en por que en todos nuestros reynos sea introducido un trmino conforme a todos para
apelar: ordenamos e mandamos que de aqu adelante en nuestra casa e Corte, e en la nuestra
Corte e chancillera, en todas las cibdades e uillas, e logares, e prouincias, de nuestros reynos ()
qual quiera que ouiere de apelar de qual quier sentencia o mandamiento () sea tenido de apelar
y apele dentro de cinco dias desde el dia en que fuere dada la dicha sentencia o mandamiento, o
uiniere a su noticia; e si as no lo feziere, dende en adelante la sentencia e mandamiento quede e
finque firme. Lo qual mandamos que se faga e cumpla, non embargante las dichas leyes e
Derechos que lo contrario disponen, e qual quier costunbre que en contrario sea introducida, lo
qual todo nos, por la presente reuocamos, e por esto non se inouen la leyes que disponen sobre la
suplicacin, CLC, IV, p. 183.
ni dia de impresin; por lo que discurrimos sea de los que se formaron para comunicar
las Capitales
25
26
. Explicaba
adems cmo en el caso de laguna legal, aunque el Derecho justinianeo [C. 1.14.9]
contemplaba tambin el recurso al prncipe, algunas leyes del Cdex remitan con
preferencia a la costumbre o a la razn natural. La costumbre, eso s, no poda ser
contraria a otras leyes, y como regla general cuando resultaban posibles interpretaciones
diferentes sobre una misma ley aconsejaba aplicar preferentemente la menos rigurosa y
a falta de ella la analoga [similibus ad similia] antes de recurrir a la intervencin del
prncipe. De modo que, en su opinin, slo si el juez no vea forma de resolver un
determinado caso habra de acudir al rey quia illius est interpretari: cuius est condere
25
27
Ignacio JORDN DE ASSO y Miguel DE MANUEL, Instituciones del Derecho civil de Castilla, Madrid,
Absurdum enim videretur pro qualibet parva dubitatione principem adire [Juan LPEZ
DE
PALACIOS RUBIOS, Glossemata legum Tauri quas vulg[us] de Toro appellat omnibus in iure
versantibus nimis proficua., Salamanca, Juan de Junta, 1542, f. 2 v., n. 8].
27
Ibid., f. 3, n. 11-13.
28
29
Por qu este recelo de los primeros comentaristas a la interpretatio regia, que por lo
dems ambos admitan como regala del legislador?. Entiendo que la razn resida en la
diferente naturaleza jurdica atribuida por los juristas del ius commune a las leyes
resultantes de la interpretacin regia. De acuerdo con Marcos Saln de Paz, autor no
siempre tenido en cuenta por la historiografa, la interpretacin daba lugar a leyes
declarativas no creadoras de nuevo Derecho (quod ad interpraetantem nouum facere,
sed tantum exponere et explicare, minime pertinet
30
28
31
Ennio CORTESE, La norma giuridica. Spunti teorici nel diritto comune classico. Miln, Giuffr,
1995 (reimpr.).
29
Utilizo la edicin de Las leyes de Toro glosadas. Utilis et aurea glosa domini Didaci Castelli,
doctoris iuris Cessarei et Romani interpretis optimi super leges Tauri, 1544, Prohemium, f. 7v. et
sic nota quod causa finalis istius prohemii est vt sumptibus et danna vitentur.
30
Marcos SALN DE PAZ, op. cit., Proemii relectio, f. 64, n. 434, quos facultatem habentem leges
Distinguendo est ergo duplex lex, quaedam dicitur declaratiua, alia constitutiua iuris, quarum
legum differentia ex ipsis vocibus satis nota est. Nam lex declaratiua non condit ius, quatenus talis
est, sed declarat quid secundum aliud antiquius ius fieri debeat, aut non fieri: lex autem constitutiua
nouum introducit ius, quantum in ipsa est Dico ergo primo. Lex declaratiua, quantum in se est,
comprehendit non tantum futura, sed etiam praeterita. Est communis sententia Abbatis, Decii,
Felin. etc [Francisco SUREZ, Tractatus de legibus ac Deo legislatore. Coimbra, apud Didacum
Gomez Loureyro, 1612 (facs bilinge, 1967), 2, ff. 251-252, cap. XIV. 1-2].
10
que no poda ser regula actionis ya que sta se supona preexistente y por ello aqulla
slo interpretativa,
Ergo ante legem declaratiuam erat lex, vel ius inducens obligationem, vel alium
effectum; ergo lex quae declarat tale ius, supponit semper habuisse talem effectum: nam
effectus antiqui iuris non pendet ex declaratione postea futura
32
33
34
sera la retroactividad uno de los problemas jurdicos fundamentales que presentaran las
leges -en la terminologa del ius commune- de Toro en su poca, a pesar de que
expresamente en la pragmtica de publicacin se ordenaba que se aplicasen en los
pleytos y causas que de aqu adelante de nuevo se movieren y escomenzaren. Es de
creer que la propia pragmtica dara lugar a interpretaciones contrarias, lo que explicara
que Fernando el Catlico y su hija Juana dictasen en Sevilla una Real Cdula de 1511
[R. 2.1.6] sobre el modo de aplicar en los tribunales las Leyes de Toro, que no dejaba
dudas sobre su retroactividad salvo indicacin especfica contraria en cada una de ellas:
Mandamos que las leyes por Nos hechas, y publicadas en la Ciudad de Toro..los
juezes de nuestros Reynos las guarden, y cumplan, y executen en todo, segn que en
ellas, y en cada vna dellas se contiene, aunque los casos, y negocios, sobre que los
dichos pleytos se comenaron, o se comenaren, mouieren de aqu adelante, ayan
acaecido y passado ante que las dichas leyes se fiziessen, y ordenassen, excepto en los
casos que las dichas leyes de Toro expresamente dizen, y declaran, que no se
entiendan, ni estiendan las cosas, y negocios pasados.
Esta disposicin, caracterizada por la amplia extensin dada a la retroactividad de las
leyes toresanas como regla general, encuentra su mejor referente de Derecho comn, no
en el Derecho justinianeo sino en una Decretal pontificia del ao 1227 [Decretales de
Gregorio IX1.2.13]
35
32
Ibid., f. 252, 3.
33
Marcos SALON DE PAZ, op. cit., Proemii relectio, ff. 35 v.-36, n. 236.
34
Jos MARTNEZ GIJN, La vigencia temporal de las Leyes de Toro, en Homenaje al profesor
non ad praeterita, sed ad futura tantum extendi, quum leges et constitutiones futuris certum
sit dare formam negotiis, non ad praeterita facta trahi, nisi nominatim in eis de praeteritis caveatur,
11
36
37
, Juan Gutirrez
38
Alfonso de Azevedo, que vera en ellas una excepcin explicable por los numerosos
Aemilius FRIEDBERG, Corpus Iuris Canonici. Decretalium Collectiones. Graz, Akademische Druck-U.
Verlagsanstalt, 1959, 2, p. 16.
36
37
DE
PAZ, op. cit., f. 64, n. 432. Tomara como referencia la frase viesen y
declarasen lo que por ley en las dichas dudas se deba de all adelante guardar de la pragmtica
de publicacin.
38
En su comentario, sobre la debatida ley 46 de Toro relativa a las mejoras sobre mayorazgo,
insista en su carcter declarativo excepcional con respecto al ius commune: Nam verius est
nostram l. no esse iuris communis correctoriam, sed potius declaratoriam, vt sunt generaliter
omnes leges Taur. vt constat ex earum proemio, cum conditae sint ad extirpanda dubia, quae
communiter in his regnis contingebant, et ad declarandas alias leges huius regni. Nec obstat
quod dicta. l. domos haereditarias, contrarium videatur probare de iure comuni [D. 6.1.65] nam
ille casus est diuersus nostro. Non etiam obsunt verba nostrae l. ibi, de aqu adelante quia
non inducum expresse correctionem, nec ad eum finem adiecta sunt., Juan GUTIRREZ,
Practicarvm Qvaestionum circa Leges Regias Hispaniae. Matriti, Apud Ioannem de la Cuesta,
1606, II, q. 82,p. 486.
12
39
40
-, la tendencia a partir de
principios del s. XVII, con la publicacin de la glosa a las leyes del Estilo de Cristbal de
Paz como obra prctica sera, sin embargo, la de calificarlas de forma diversa segn el
contenido de cada ley -tal y como estableca la cdula de 1511-, lo que supondra
distinguir, en igualdad de condiciones tres tipos de leyes toresanas: declaratorias,
correctorias y promulgadoras de nuevo Derecho
41
42
Pona como ejemplos de ello, las leyes 11 (sobre la declaracin de hijos naturales),
17 (sobre la mejora del tercio a los hijos en vida) y 44 (referente a la libre revocacin
exclusiva del segundo mayorazgo). La razn de la limitacin del carcter declarativo de
estas leyes la pona de manifiesto adems de Cristbal de Paz, otro prctico, Juan
39
Et ideo propter lites, et negotia finienda per nostram legem [2.1.6] statutum est, ut leges Tauri,
quae casus dubios determinaverunt, in negotiis ante earum promulgationem accisis, vel tunc
pendentibus, vel post promulgationem illarum inceptis, locum habeant, Alfonso
DE
AZEVEDO,
Commentarii Iuris Civilis in Hispaniae Regias Constitutiones. Lyon, apud Fratres Deville, 1737, f.
129, n. 4. Llamaba ya la atencin, no obstante, al hecho de que F. Vzquez de Menchaca haba
puesto en duda este carcter en su comentario a la ley de Toro 47 [R. 5.1.9] entiendo como
excepcin: nisi per aliquam ex ipsis legibus Tauri aliud disponatur.
40
Est ratio, quoniam hae leges non sunt nouae constitutiones, sed potius declarationes,
declarant enim ea quae ex iure communi dubia erant, vt deducitur ex hac praefactione, ibii Avian
menester declaracion,, o Viessen y declarassen lo que por ley en las dichas dudas se auia
guardar, Juan GUILLN
DE
Carpetanae, Excudebat Guillemus Drouy Typographus, Anno 1594 comment. in Praef, n. 20, f. 6
v.
41
Cristbal
DE
Ibid., 2, p. 29.
13
44
45
46
un amplio nmero de autores comunitarios con los que sustentar la necesaria communis
opinio que evitase el recurso al rey.
El fin, en cualquier caso, con el que se otorgaron las Leyes de Toro -agilizar la
justicia- no resultara efectivo. Daran lugar a nuevos pleitos, precisando pronto
aclaraciones que motivaron el recurso -como la propia ley I estableca- al Prncipe
47
que,
sin embarg, no las modific. El texto de las Leyes, plagado, segn J. C. Gonzlez
43
Juan Bautista LARREA, Novarum Decisionvm Sacri Regii Senatus Granatensis Regni Castellae,
Lyon, sumptibus Philippi Borde, Lavrentii Arnaud, et Clavdii Rigavd, 1668. f. 70, Disp. 8, n. 95:
Sed etiam supra probauimus, nec retrotractione id fieri posse, quia illa nunquam in praeiudicium
tertii operatur. Tambin SALN
DE
Tambin Cristbal de Paz la reduca a los casos en los que fuese necesaria propter
specialitatem casus et in scriptis redigenda, Cristbal DE PAZ, Scholiaop. cit., p. 206, l. 39 n. 22.
46
Gino GORLA, I tribunali supremi delgi stati italiani preunitari quali fattori della unificazione del
diritto nello stato e della sua uniformazione fra stati en Diritto comparato e diritto comune europeo,
Miln, Giuffr, 1981, pp. 557-558. Tras la bsqueda de criterios seguros de interpretacin
descansa la voluntad de reordenar las transformaciones del Derecho y la crisis de adaptacin a
ellas del sistema jurdico. Vid. Italo BIROCCHI, Alla ricerca dellordine. Fonti e cultura giuridica
nellet moderna, Turn, Giappichelli Editore, 2002, pp. 269-274.
47
As los procuradores de las Cortes de Valladolid de 1548 se dirigiran al rey para solicitar
nueva determinacin en las leyes 26 y 29 de Toro dado los diversos entendimientos que les han
dado y dan los juezes, e aun los expositores dellas, por lo que han nacido muchos pleytos y
diferencias, y se han dado sobre ellas diversas y contrarias sentencias, y se han errado y yerran
muchas particiones de bienes, CLC, pet. 30, V, p. 750.
14
Ferrero
48
mantendra invariable a lo largo de los siglos, siendo objeto de disputas, una de cuyas
causas, en la interpretacin dos siglos posterior de R. Floranes -que curiosamente hace
referencia a ellas en una obra dedicada al origen y antigedad de los protocolos
49
- sera
, no consiguieron librarse.
48
Juan Carlos GONZLEZ FERRERO, La lengua espaola de las Cortes y Leyes de Toro (1505),
DE
progresos y estado actual de los protocolos en que se prueba contra la comun inteligencia del foro
y universal tradicin de los Juristas y pragmticos, no hauerse conocido en tiempo de los romanos,
no en el de los godos, no despues en nuestra Espaa hasta la legislacin de las Partidas, epoca
cierta de su origen desde la se tira la serie de providencias de nuestros legisladores, que los fue
conduciendo al pie de arreglo en que oy se hallan.
50
Valladolid. Edicin de Salamanca, Juan de Porras, ca. 1505, a cargo de M. Soledad Arribas y
Ramn Falcn Rodrguez, Ministerio de Educacin y Ciencia, 1981.
15
publicatoria .
Segn este autor el origen era la escasa fiabilidad de la impresin hecha de la
Pragmtica de publicacin. En ella, como se ha indicado, se da cuenta detallada de los
dos tiempos de redaccin y promulgacin, entre las Cortes de Toledo de 1502 y las de
Toro de 1505, fecha esta ltima de entrada en vigor. Ocurri, no obstante, segn R.
Floranes, que entre ambas algunos testadores con la noticia solo de esta leyes,
tuvieron, dispusieron fundaron arreglndose ellas, razn de ser -en su opinin- de la
Real Cdula de 30 de marzo de 1511 que el Rey Catlico se habra visto obligado a
dictar -luego incluida en R. 2.1.6- sobre los lmites de su retroactividad. Por otra parte, no
faltaron autores, como el propio Nicols Antonio que desconociendo la Pragmtica de
1505 -ya que sta no se incluy en la Recopilacin de 1567- llegaron incluso a sostener
que las leyes haban sido publicadas por la reina Juana y su hijo Carlos.
Para R. Floranes el problema resida simplemente en la ignorancia del texto de la
citada Pragmtica de publicacin, y no tanto en que no hubiese sido incluida en la
Recopilacin de 1567. En su opinin ya a partir de Antonio Gmez -al que buena parte
de los autores posteriores siguen- los comentaristas, por lo general, haban dejado de
publicarla al inicio de sus obras. De hecho, slo cinco de estos comentaristas la incluyen
y comentan en sus obras: J. Lpez de Palacios Rubios, Diego del Castillo, Marcos Saln
de Paz, Fernando Gmez Arias (que no la comenta) y Juan Guilln de Cervantes. Y an
as, Saln de Paz tan solo traslad y coment la cabeza ingreso de la Pragmtica
hasta donde empieza la insercin de las leyes [como es sabido slo coment las
primeras leyes] y por consiguiente qued sin ingerir la conclusin o parte ltima,
inseparable de la primera para tener la historia completa
52
Junto a ello censuraba el que la Audiencia de Valladolid hubiese optado asimismo por
no incluirla en las ediciones que de las Ordenanzas se hicieron a partir de 1601, lo que,
en su opinin, haba contribuido a que se mantuviese la confusin. En cualquier caso,
como se ha visto el problema no resultaba tan simple ya que la nica gua posible era el
de la resolucin caso a caso.
Es importante sealar, no obstante, como observaron I. Jordn de Asso y M. de
Manuel que entre las ediciones de las Leyes de Toro posteriores a las de los primeros
aos tuvo amplia difusin la de Salamanca de 1599 -que contiene la citada pragmtica-,
impresa junto con el Modo de pasar, compuesto por el Dr. Diego de Cceres,
Catedrtico de Prima de aquella Universidad, impreso en casa de Diego Cusio, costas
51
52
Ibid., f. 40.
16
de Martn Prez con notas al margen que remitan a las correspondientes leyes de la
Recopilacin
53
plan de trabajo diario aconsejado a los bachilleres que pretendan obtener el grado de
licenciado en leyes- si bien, como advirtiese C. Petit, predomina el del ius commune
54
las Leyes de Toro con los comentarios de A. Gmez, las Partidas con los de Gregorio
Lpez, la Recopilacin con el de Matienzo, y el Ordenamiento Montalvo se presentaran
como lecturas esenciales en el mbito acadmico salmantino
55
56
Sea como fuere la vigencia de las leyes vendra garantizada no slo por su inclusin
en los correspondientes ttulos de las Recopilaciones castellanas posteriores, sino
tambin y de modo reforzado, porque dos leyes toresanas (I y II) y la ya citada real
cdula de rey Fernando el Catlico y la reina Juana de 1511 sobre la obligatoriedad de
su observancia vendran insertas en el ttulo de la Recopilacin de 1567 dedicado a las
53
DE
55
Y porque ahi en la recapitulacin de cada ley de la partida vienen concordantes, las demas
leyes del Reyno como es la del ordenamiento, y la de Toro, y la de nueva recopilacin para que
todo lo vaya passando vea lo que ay practicable, y se guarda vea a Diego Perez sobre la ley
concordante del ordenamiento y Antonio Gomez sobre la ley concordante de Toro, y a Matieno y
a Auendao sobre la nueva recopilacin, Leyes de Toro. Qvaderno de las Leyes de Toro y
Nvuevas decisiones hechas y ordenadas en la ciudad de Toro, sobre las dudas de Derecho que
continuamente solian y suelen ocurrir en estos Reynos en que auia mucha diuersidad de opiniones
entre los Doctores y Letrados de estos Reynos. Con un modo de passar del Doctor Espino.
Salamanca, en casa de Diego Cussio, 1605, f. 36. Hay ediciones de 1559, 1591 y 1605 en
Salamanca. Insiste en la importancia del estudio del Derecho real para los juristas de la poca en
la Universidad de Salamanca M. P. ALONSO, Ius commune y Derecho patrio en la Universidad de
Salamanca durante los siglos modernos. Trayectoria docente y mtodo de enseanza de A.
Pichardo Vinuesa, J. de Solrzano Pereira, F. Ramos del Manzano y J. Fernndez de Retes, en
Salustiano
DE
17
leyes (R. 2.1.3, 2.1.4 y 2.1.6), en especial esta ltima, como se ha indicado, referente a
la expresa retroactivada de las mismas en los procesos abiertos, conforme a lo
establecido en las propias Leyes de Toro
57
58
de modo que las innovaciones que respecto a ellos introduce se presentan slo como la
puesta al da del orden fijado ya por el primero en poca de Alfonso X, ante su
pretendida relacin (teolgica) con el Derecho natural-religioso del ius commune. Pero lo
interesante es comprobar que esa puesta al da la hacen en ese momento las Leyes de
Toro entonces incluidas -expulsando para ello de la Recopilacin, a OM 1.4.6 que
contena la conocida Pragmtica o ley de citas de Juan II del ao 1427 y derogando
expresamente la Ordenanza de Madrid de 1499 en esta materia-, puesta al da que
durar hasta la edicin de la Recopilacin de 1640
59
Pragmtica de Felipe III de 1610 (R. 2.1.9) sobre la obligacin de guardar todas las
leyes contenidas en los nueue libros de la Recopilacion, en quanto no estuuieren
derogadas por otras.
Aunque la ley de Toro exiga su aplicacin excluyente, como se ha explicado, los
conflictos interpretativos se multiplicaran durante todo el Antiguo Rgimen, fomentados
por los numerosos comentarios de los que fueron objeto, a pesar de que, sin duda, su
fijacin impresa, contribuy a difundir el texto de las leyes y a favorecer su
mantenimiento en las recopilaciones posteriores
Por ello, los comentarios de que fueron objeto -pero tambin las sucesivas
interpretaciones historiogrficas- constituyen un medio idneo, al que este trabajo
57
Mandamos, que las leyes por Nos hechas, y publicadas en la Ciudad de Toro, en siete dias
del mes de Maro del ao de mil y quinientos y cinco aos, que van comprehensas en esta nueua
Recopilacion, como leyes generales en los pleytos y causas, que despues de la dicha publicacin
de nueuo se huuieran comenado, comenaren. mouieren, los juezes de nuestros Reynos las
guarden, y cumplan y executen en todo, segn que en ellas, y en cada vna de ellas se contiene,
aunque los casos y negocios, sobre los que dichos pleytos se comenaron, o se comenaren,
mouieren de aqu adelante, ayan acaecido, y passado ante que las dichas leyes se hiciessen, y
ordenassen, excepto en los casos que las dichas leyes de Toro expressamente dizen y declaran,
que no se entiendan, ni estiendan las cosas, y negocios passados.
58
59
Juan
DE LA
Imprenta de la Viuda e Hijo de Marn, 1799, v. 1, p. 187 (Leyes aumentadas en la 4. impresin del
ao 1640), y v. 2, p. 6.
18
pretende dirigirse, no slo para conocer la diferente perspectiva de la que parte la cultura
jurdica de cada poca sino de las decisivas consecuencias que la interpretacin de cada
uno de ellos tendra para la propia definicin del orden de prelacin de fuentes, en
ocasiones flexibilizado o rgido hasta el extremo.
II. LA LEY TERRITORIAL ESCRITA Y SU RELACIN CON LA COSTUMBRE Y EL IUS
COMMUNE. LOS COMENTARIOS A LAS LEYES DE TORO DE LOS SIGLOS XVI Y XVII
La ley I de Toro remita, como es sabido, a la ley 28.1 del OA. La continuidad con
poca bajomedieval en cuanto al orden de prelacin de fuentes quedaba de este modo
asegurada.
Sin embargo, la vuelta a la propia literalidad de la norma de Alcal supona la
introduccin de importantes cambios tanto respecto a la ms reciente legislacin como a
la articulacin hecha por Montalvo de los textos legales castellanos para su uso prctico.
En el caso de la primera, pasaba por la derogacin -que la ley I hara expresamente- de
la Ordenanza 37 de las de Madrid de 1499, lo que, sin embargo, sera objeto de
interpretaciones restrictivas por parte de los juristas castellanos. Y respecto a la
segunda, M. J. de Mara e Izquierdo ha puesto de manifiesto recientemente cmo si
bien la redaccin la ley I de Toro se aleja de la versin contenida en OM 1.4.4, para
regresar a O. A., se encargara de asegurar, como en OM, la preferencia del Derecho
legal escrito sin necesidad de probar su uso o consultar, en caso de duda, al rey
60
, al
aadir:
se siga y guarde lo que en ellas [las leyes de los ordenamientos y
pragmticas] se contiene: no embargante, que contra las dichas leyes de
ordenamientos y premticas se diga, y alegue, que no son vsadas ni guardadas.
Ambos problemas pasan, no obstante, por la necesidad previa de entender el valor y
extensin relativos dados por los juristas castellanos a la ley escrita en su relacin con la
local no escrita y al Ius commune.
1. Flexibilidad interpretativa de la ley I de Toro
En la mentalidad jurdica del naciente S. XVI, para que las leyes tuviesen la condicin
de tales se les exiga, conforme a D. del Castillo, ser justas, preceptivas, comunes y
escritas -aspecto en el que de modo detallado insiste este autor-. De acuerdo, no
obstante, con la opinin de Baldo y Juan Andrs -a los que, como es conocido, remita
60
Mara Jos MARA E IZQUIERDO, Las fuentes del Ordenamiento de Montalvo, Madrid, Dykinson,
19
61
62
, pero no
63
64
Paz la ley I de Toro derogaba las costumbres a ella contrarias tanto anteriores como -lo
que tena mayores consecuencias- futuras
65
61
62
63
Hieronimo
DE
Para Palacios Rubios se imitaba a la ley, donde sta era deficiente. Juan LPEZ
DE
PALACIOS
Marcos SALN
DE
20
66
67
68
. Es evidente que
el valor y sentido dados en la poca a las leyes no eran los decimonnicos, en especial,
en cuanto a su derogacin o no.
De hecho, el criterio seguido por Marcos Saln de Paz para excluir a los citados
cuerpos normativos de la consideracin de leyes sera, conforme a los parmetros
toresanos, la exigencia de fuerza vinculante como norma territorial, nica a la que no se
presupona el desuso. De este modo, en el caso del Fuero Real [F.Real] en tanto fuero
municipal -que las propias Leyes de Toro buscaban limitar frente al Derecho territorial- el
criterio sera el de su uso, necesitado de prueba, ms all de su consideracin como
derogado o no, que a este respecto no resultaba determinante
69
al F. Real se refiere, para este autor -sin lugar a dudas el que ms en detalle trata estas
cuestiones- sus leyes habran de guardarse en quanto el que las alegare en su favor
provare ser usadas
70
Este aspecto pone de manifiesto una de las principales finalidades de las Leyes de
Toro, observada en su da por A. Otero: hacer prevalecer la ley territorial sobre la local
(fuero), entendida sta como costumbre puesta por escrito -de ah la exigencia de
66
Alfonso DAZ
DE
68
69
70
21
prueba para que adquiriese valor de ley- con la intencin ltima de excluir, como haba
pretendido ya O A en 1348, la costumbre contra ley
71
Respecto a las Leyes del Estilo los argumentos empleados por M. Saln de Paz
haban sido, sin embargo, otros. En primer lugar insista, conforme a un argumento ya
conocido, en el carcter declarativo de estas normas con respecto a las propias leyes del
F. Real:
Praedictae leges styli appellantur declarationes legum dicti fori regii, vt in
earum constat initio, et in eis saepius, consequens ergo est, quod sicut praedictae
leges fori regii (vt hac nostra sanctione cauetur) nisi earum usus probetur,
obseruandae non sunt
72
73
Las leyes nuevas para ser tales tenan que ser, por tanto, territoriales y cumplir una
serie de requisitos de los que no era menor como recordaba uno de los pocos
comentaristas de las leyes toresanas que inclua la pragmtica de publicacin, J. Guilln
de Cervantes, el de su promulgacin y publicacin, sin ser suficiente el ser ordenadas
para entrar en vigor y ser obedecidas
74
71
73
74
Juan GUILLN
DE
CERVANTES, Prima pars..op. cit.: quasi clarius dicant, non sufficere aliquid
teneantur, nisi tales leges publicatae, intellectae que sint; idque etiam ex eo sint notorium.
22
auctoritatem
75
de las Leyes de Toro, no faltaron otros posteriores como J. Castillo de Bovadilla, que
interpretara la derogacin de esa ordenanza por la primera de estas leyes, como mera
derogacin de la autoridad conferida a los juristas en ella mencionados, y por tanto una
mayor libertad para recurrir a otros, con los que conformar la communis opinio a la que el
juez deba atender en su sentencia, idea sta recogida an en la edicin oficial que de su
obra se hara en 1775
76
mejor opinin, peca exerciendo el Oficio, recomendando, por ello, a los Corregidores
que sigan el parecer comun de los sabios, y huyan de su opinin particular, pues en
las residencias, que se han de hacer de los Oficios, no merece ser aprobado por bueno
el Corregidor, que en todas las cosas quiso ser singular, y nunca seguir el sentido
comun
77
Ya se ha visto adems cmo Diego del Castillo y Juan Lpez de Palacios Rubios
coincidiran en defender que el recurso al ius interpretandi del rey tena carcter
excepcional
78
una general y necesaria, de obligada escritura que slo el Principe poda hacer. Y otra
interpretacin de leyes probable, y que se puede poner por escripto, si bien no sea
necessaria -explicaba F. Bermdez de Pedraza- y esta es la que hazen los Doctores,
como Bartolo, Baldo y los demas, porque no obliga a seguirse ni juzgando, ni
disputando, segn resuelve Constantino Rogerio
79
75
Diego
DEL
CASTILLO, Utilis ley 1, glosa no se use de ellas, Cfr. Carlos PETIT, Derecho
no es contra la ley de Toro, la qual no contradice que se siga la opinion de Bartulo, y Juan
Andres en caso de duda, sino deroga la ley, que obliga los Jueces seguirla, y ponelos en
libertad que antes tenian para no seguirla, Jernimo CASTILLO
DE
Ibidem, n. 25 y 26, f. 346. Asimismo, 5.3, n. 28 sobre escusar en residencia al Juez por
79
23
80
Ahora bien, en la mentalidad de los juristas castellanos, la autoridad del ius commune
no se conceba con igual rango en todos sus componentes. Es significativo que F.
Bermdez de Pedraza tras identificar el Derecho comn de Castilla con el orden de
prelacin que fija la ley I de Toro, diera preferencia, en su defecto, al Derecho cannico
frente al civil, remitindose, para ello, a la glosa de los tres primeros comentaristas de las
Leyes de Toro y junto a ellos a Diego Prez, Catedrtico de Cnones de la Universidad
de Salamanca
81
82
80
Juan Francisco
DE
Se ha de acudir al Derecho Cannico, segn la mas comn opinin, que refieren Palacios
Rubios, Castillo, Cifuentes, y Bernardo Daz: los quales refiere Diego Perez, y a falta de Canon se
ha de acudir al Derecho ciuil de los Romanos; no en quanto a Derecho, porque no lo es de
Espaa, sino en quanto est fundado en razon, para arguyr della segn resuelue Diego Perez.
Esto es verdad siendo la causa profana; pero si fuesse espiritual Ecclesistica de f se ha de
buscar autoridad del Nueuo, Viejo Testamento, sentencia de Sancto, Concilio, Francisco
BERMDEZ DE PEDRAZA, Arte legal, op. cit., p. 72.
82
Diego PREZ
DE
han de librar, y juzgar todos los pleytos ciuiles y criminales, Nuevamente glosadas, y enmendadas
en el texto, con las aplicaciones de los fueros de Aragon y Ordenanas de Portugal. Salmanticae,
Excudebat Ioannes Maria Terranoua, 1560, Tertia quaestio proemialis, f. 12.
24
Deficiente iure canonico, vel regio, ad ciuile esse recurrendum, eo quod illa
habuerint ab hoc originem: illud enim habet locum, quando ius, quo aliud sumitur,
manet in virtute iuris, non alias
83
En este marco general, uno de los problemas clave sera el valor dado por los juristas
castellanos de esta poca a las Partidas, como Derecho supletorio. Se ha atribuido a
Antonio Gmez la inversin doctrinal del orden de prelacin contenido en la ley I de Toro
para situar con preferencia a stas sobre el F. Real
84
85
86
muy significativo que F. Bermdez de Pedraza viese en ellas, como el propio Gregorio
Lpez, un medio con el que facilitar el recurso al ius commune, y no de prohibirlo,
entendiendo ste que slo en casos expresos las Partidas corregan a aqul
87
. Llama la
atencin adems que Bermdez de Pedraza, como Nicols Antonio, entre otros,
entendiesen que las Partidas slo haban tenido fuerza de ley en Len y Castilla desde el
reinado de los Reyes Catlicos:
83
DE
Regias Constitutiones, Lugduni, Fratres Deville, 1737,I. Coment. a R. 2.1., ff. 102-103.
84
M. PREZ-VICTORIA
DE
Ideo ad earum veteres codices, manu scriptos plerunque recurri conspeximus: quibus iudicari
saepius vidi, omissis legibus impraessis, vt pote errorem continentibus, at ver hodie Grego. Lup.
cesaris consiliis viro iucundi ingenii authore, dictae sanctiones emendate correctae que sunt,
Marcos SALN DE PAZ, op. cit., com. a l. 1, n. 367, f. 118].
87
Lo ponen de manifiesto, Gregorio LPEZ, Las Siete Partidas glosadas, Salamanca, Andrea de
Portonariis, 1555 (facs.) entre otras las glosas a P. 5.13.24 l (Entonce, P.6.4.9, f) Valdra el
testamento, hacindose eco de la opinin de Rodrigo Surez, o P. 7.15.28 m) Fruto.
25
Estas leyes son las que mas se han de tener delante de los ojos; porque se
formaron de las selectas assi del Reyno, como del Derecho ciuil. Donde casi para
cada vna se hallara concordante: porque segun Gregorio Lopez todas, las
mas fueron trasladadas de los Iurisconsultos y Emperadores. Pero no se gouerno
Espaa por ellas, ni tuuieron fuera de ley hasta los Reyes Catholicos Don
Fernando y Doa Isabel, que las promulgaron y mandaron que los pleytos se
determinassen por ellas.
88
89
. De nuevo
90
Exigiendo la prueba del uso de cada una de aquellas normas que fuese a ser
alegada.
En su interpretacin se basara A. Marcos Burriel, en su bsqueda erudita de la ms
antigua legislacin hispana, para insistir, desde los parmetros del s. XVIII, en su
carcter de compilacin privada.
2. Valoracin que los juristas de esta poca hacen de las Leyes de Toro
El criterio del inters pblico parece ser el que acaba arraigando a partir de mediados
del siglo XVI, sobre todo, tras la inclusin que de las leyes I y II de Toro se hara en la
88
89
Un repaso historiogrfico en Mara Jos MARA E IZQUIERDO, Las fuentes, op. cit., pp. XXXI-
XL.
90
Marcos SALN
DE
26
Recopilacin de 1567. Este sera el parecer explcito de Gaspar de Baeza que las
entendera como las ms destacadas de las disposiciones legales hispanas en la
medida en la que todas fueron cuidadosamente discutidas para el fin de pblica utilidad
91
.
Con l viene a coincidir Fernando Gmez Arias -uno de los autores que publica la
92
Sin embargo, si esta es la opinin de los letrados castellanos, cuando menos las
reuniones de Cortes del siglo XVI ponen de manifiesto la existencia de demandas
frecuentes al rey para que en uso del ius interpretandi aclarase o modificase el contenido
de diversas Leyes referentes al exceso en las dotes (Cortes de Madrid de 1528, pet.
118), mayorazgo (Cortes de Valladolid de 1544, pet. 89, 1548, pet. 30
93
al modo de probar la posesin (Cortes de 1573, pet. 34) sobre ejecucin de sentencias
dictadas en beneficio de los alimentistas a pesar apelacin (1610, pet. 51), etc. Por lo
dems, no faltaron discrepancias en la poca con lo contenido en alguna de ellas, como
el amplio reconocimiento que la ley 11 de Toro hara como hijos naturales de los
adulterinos en funcin de la condicin de los padres en el momento del nacimiento o la
91
.. apud nos leges Tauri supra caeteras Hispaniae constitutiones in pretio sunt, nihil in eis
crecimus esse, quod non discussum, ac magnopere consideratum ad publicam utilitatem fuerit De
non meliorandis, cap. 11, n. 110 en Gaspar
DE
Sanctium, 1592.
92
En estas se indicaba expresamente Otrosi, dezimos que por las dudas que resultan del
entendimiento de las leyes veynte e seys e veynte e nueve de Toro, y por los diversos
entendimientos que les han dado y dan los juezes, e aun los expositores della han nacido muchos
pleytos y diferencias, y se han dado sobre ellas sentencias diversas e contrarias sentencias, y se
han erraso y yerran muchas particiones de bienes. Las quales dudas se manifiestan por las dichas
leyes, y las tiene mejor entendidas los del vuestro real consejo: e convernia mucho que las
declarasen hiciesen sobrello nueva determinacin(CLC, V, p. 750).
27
concepcin, lo que poda resultar contrario al derecho divino, al que en ningn caso el
derecho regio poda contradecir
94
95
96
97
94
98
Mucho parece que se enganaron los que hicieron la ley 11 de toro porque expressamente es
contra la l.8, tt. 13, p. 6 y contra la ley 9 de toro donde se dice que es bastardo el hijo que conive
la muger cassada por adulterio y conforme a la ley 11 quando era el marido muerto avia de ser hijo
natural; y conforme a la ley divina y humana tambien es adulterio el que comete el cassado
conociendo otra muger como la cassada conociendo otro varonDe suerte que la ley 11no
muda ni puede mudar la naturaleza del pecado ni puede quitar que no se mire el tiempo de la
concepcin que es quando se comete el pecado para tener por legitimo al tal hijo[UNIVERSIDAD
DE GRANADA.Mss.
95
96
28
Un elemento relevante lo constitua, segn este mismo autor lo diminuto del orden
de prelacin de fuentes fijado en las Leyes de Toro incapaz, afirmaba, de penetrar hasta
la raz de la dolencia, puesto que si expresamente haba derogado la citada de las
Ordenanzas de Madrid de 1499, deba haberse entendido en ltima instancia, en su
opinin, que haba restablecido la pragmtica de Juan II del ao 1427 que limitaba la
alegacin de juristas del ius commune a un nmero menor, y que Montalvo haba
recogido en su Ordenamiento (1.4.4) -cuerpo al que Martnez Marina otorgaba pleno
valor normativo-, y sin embargo no se haba incluido ni en la Recopilacin de 1567 ni en
la Novsima, perdiendo as la oportunidad de utilizar un medio con el que frenar el
recurso frecuente al ius commune
99
Sobre la flexibilidad con la que se haba entendido la ley I de Toro haba llamado ya la
atencin con anterioridad J. F. de Castro mostrando cmo a pesar de ella se segua
alegando el OM en los tribunales y no solo esto sino que por las Leyes del
Ordenamiento Real, se interpretan, restringen y amplan las de Toro y recopiladas
100
Pona como ejemplo de ello, la significativa correccin que OM haba llegado a hacer, de
conformidad con la interpretacin de Antonio Gmez de la ley 63 de Toro (R. 4.15.6) en
materia de prescripcin de acciones u obligaciones personales reduciendo el perodo de
20 aos que contemplaba sta, a los 10 aos de aqul.
De hecho, el debate sobre el carcter pblico o privado de las Ordenanzas Reales de
Castilla y por tanto, sobre su vigencia y autoridad, sera uno de los elementos clave de
discusin entre los juristas historiadores de la segunda mitad del siglo XVIII. El recurso a
la crtica histrica en busca de cdigos antiguos autnticos se presentaba para ellos
como un medio con el que prescindir de las ataduras de un Derecho extranjero como
ahora se haca aparecer al ius commune
101
102
se propondran someter a crtica las fuentes originales con el fin de editar como cdigo
99
100
Juan Francisco
DE
CODOIN 13, 1848, pp. 229-365, en especial las cartas entre el secretario de Estado R. Wall y
A. M. Burriel.
29
103
- la pretendida constitucin
105
tradicional de algunos comentaristas del siglo XVI como F. Espinosa y M. Saln de Paz o
con la de J. Lucas Corts. Frente a ellos, no obstante, como es conocido, aunque desde
103
Permitid que os pregunte quin ser el hombre a quien el cielo ha dado las luces y talentos
necesarios para hacer el anlisis de este cdigo, donde estn confusamente ordenadas las leyes
hechas en todas las pocas de la constitucin espaola, Gaspar Melchor
DE
JOVELLANOS,
Levantose pues el Ordenamiento de Montalvo al parecer sin razon () y ahogo para reynar
sin susto a los Codigos, legitimos Principes de nuestro Derecho, jurados y recibidos por tales en
las mismas Cortes y leyes de Toro: entre ellos uno es el Ordenamiento Real de Alcal,
acompaado del Ordenamiento de Nxera (). Y afirmando y fianzando la que creo nica y
verdadera inteligencia de las leyes de Toro () quanto ninguno de los Autores que yo he visto
sobre la materia explica estas leyes de Toro de manera que no dexe duda, de si los
Ordenamientos mandados guardar por ella son los de Alcal y Nxera, si son otros, si es el de
Montalvo. Siendo esto cosa tan importante, y la primera basa y cimiento del Derecho, es cosa
notable, que entre los glosadores de las leyes de Toro la omiten, Andrs Marcos BURRIEL,
Cartas eruditas, op. cit., pp. 150-151.
105
Juan SALA, Ilustracin del Derecho Real de Espaa. Nueva edicin, corregida y adicionada
por su autor y arregladas las citas de leyes a la Novsima Recopilacin, Madrid, Imprenta de D.
Ramn Verges, 1839, t. I. p. XI. Jovellanos se basaba en la ausencia de referencias a OM en la
legislacin posterior ms inmediata, Ordenanzas de Madrid de 1499, Leyes de Toro, y pragmtica
de publicacin de stas de 1505, que autoriz la legislacin anterior. Asimismo llamaba la
atencin sobre el hecho de que ni Palacios Rubios, que asisti a las leyes de Toro, ni el gijons
Cifuentes, su contemporneo, ni Tello, ni Gomez, cercanos su tiempo, y todos los comentadores
de aquellas leyes, cuentan el Ordenamiento Real entre los cdigos legales. Es, pues, creble que
solo fue un trabajo privado, que nunca logr la sancin Real, Gaspar Melchor
DE
JOVELLANOS, Al
Doctor [Juan Nepomuceno] San Miguel, del gremio y claustro de la Universidad de Oviedo, sobre
el origen y autoridad legal de nuestros Cdigos, en Obras, BAE, II, p. 152.
30
106
107
108
Por ltimo, respecto a los dems libros de leyes que haban de entrar a formar parte
del orden de prelacin de fuentes de la ley I de Toro, la propia bsqueda de una edicin
crtica de F. Real en la poca, conformado al ejemplar aportado por Campomanes
106
otros tantos volmenes () en tal suerte que si abriendo el primero se halla la ley que se busca y
se puede determinar con l el negocio, no ay para qu abrir el segundo y si con este se sale,
estar por dems consultar el tercero: asi los otros hasta averlos dexado atrs todos en cuyo lance
al Legislador difunto sucede el viviente, Rafael de Floranes, De la necesidad de una obra que
muestre la autoridad legitima de nuestros Cdigos legales y su uso y orden gradual en la escala
legislativa, BN mss. 11230, f. 23.
107
sera hacer relacin de las disposiciones particulares que ordenaban juzgar por las leyes del
Ordenamiento (Vitoria, Sevilla, etc).
108
Sera omisin culpable dexar de advertir los errores cometidos en las [leyes] que se
DE
ASSO y Miguel
DE
31
muestra que el inters del momento es tericamente dar cabida a los fueros municipales
de los que se probase su uso, limitadores en ocasiones de los privilegios eclesisticos
109
110
aqullos -el ejemplo ms significativo sera el complejo orden de prelacin expuesto por
F. Martnez Marina en su Ensayo, en el que Partidas habra de ocupar el noveno lugar
111
-.
Algn autor de finales del s. XIX no dud en acusar a los jurisconsultos de esta poca
112
. La admiracin obedeca, no
113
-.
En cualquier caso las valoraciones incluso entonces no dejaron de ser muy diferentes:
desde su consideracin como mera obra doctrinal apuntada por J. Sempere y Guarinos
114
a la ley I de Toro S. de Llamas Molina al considerar a Partidas como mera traduccin del
Derecho romano
109
115
Vid., Jess Vallejo, El Fuero Real bajo las luces o las sombras de la edicin de 1781. en
Aquilino IGLESIA FERREIRS (ed.), Homenaje al Prof. J. M. Gay i Escoda, Barcelona, Associaci
catalana dHistoire del Dret, 1996, pp. 611-643.
110
Parece haberse equivocado el Maestro Antonio Gomez en posponer las leyes del Fuero las
Partidas, presencia de lo expresivo de esta ley I de Toro, que estas solo da autoridad
subsidiaria, Pedro NOLASCO
DE
Antonio Gmez a las ochenta y tres leyes de Toro, Madrid, en la Imprenta de D. Joseph Doblado,
1785 (facs.), coment. l.1, p. 9, n. VI.
111
112
Manuel F. FERNNDEZ LADREDA, Estudios histricos sobre los Cdigos de Castilla, La Corua,
Discurso sobre la necesidad de una nueva legislacin para todas las Provincias espaolas y
sobre los medios de formarla. Por un antiguo Magistrado, Madrid, en la Imprenta Real, 1810.
114
Juan SEMPERE GUARINOS, op. cit., pp. 284-290. En la misma lnea se sitan I. J.
DE
ASSO y
DE
Pues la verdad nuestro Derecho ptrio tiene tal enlace y conexin con el romano, que en la
actualidad es casi imposible imponerse en el Derecho real sin tener un exacto conocimiento del
que recopil Justiniano, no siendo el cdigo mas completo que tenemos de jurisprudencia, que el
32
116
. El elemento
117
118
119
Id., Disertacin histrico-crtica sobre la edicin de las Partidas del Rey Don Alonso el sabio,
2, pp. 1514-1518.
118
El Derecho cannico, de que no hace memoria nuestro Maestro, merece lugar preferente al
romano: pues aquel y el real se ayudan recprocamente en los casos que alguno de ellos no
menciona, Pedro NOLASCO DE LLANO, op. cit., coment. 1, p. 9.
119
DE JOVELLANOS,
Al Doctor [Antonio
33
120
. En ambos
casos, la pretensin segua siendo, como durante todo el sistema jurdico del ius
commune, la conciliacin entre la teora (el ius commune) y la prctica (el Derecho regio
castellano).
En cualquiera de los dos casos, la ordenacin de la ley I, revestida de la autoridad
histrica que le otorgaba la ley 28.1 del recientemente impreso OA permita ahora
presentar al ius commune como Derecho extranjero, aunque la prctica judicial
siguiese admitiendo el recurso a l en la interpretacin extensiva o restrictiva de las
normas
121
, lo que nos sigue situando, de hecho, ante el sistema jurdico de recepcin del
122
123
124
120
121
Bartolom CLAVERO, Leyes de la China: Orgenes y ficciones de una Historia del Derecho
123
124
34
Quanto digan las leyes Romanas en este particular, nada hacen al caso,
supuesto de que carecen de autoridad en nuestra Espaa y indubitablemente
despues de la publicacin de las leyes de Toro
125
Hay que concluir, por ello, que identificacin entre el Derecho territorial castellano como Derecho comn del reino- y el Derecho espaol se lleva a cabo de modo
consciente, desde este momento, por oposicin al ius commune. Ya unas dcadas
antes, T. Fernndez de Mesa, preguntndose por el mbito de aplicacin de las leyes
regias castellanas haba llegado a sostener que aunque inicialmente slo deban regir en
Castilla, los restantes reinos deban obedecerlas como leyes de sus Soberanos,
entendindose el Derecho castellano como Derecho comn, de aplicacin preferente al
Derecho romano -en tanto razn natural- y a la costumbre
126
dems, en la consideracin de que las leyes de Toro haban sido sancionadas tanto por
la reina de Castilla, Juana I, como por el rey de Aragn, Fernando el Catlico, razn de
su consideracin como espaolas.
No sera casual, por ello, que los comentarios a las leyes de Toro se redactasen
ahora en castellano, aunque su justificacin respondiese a razones diversas segn los
autores: en el caso de lvarez Posadilla, para que todo espaol, sea hombre o muger,
pueda entender las materias practicas que en las leyes de Toro se tratan, mientras que
S. Llamas no dudara en recurrir incluso a la analoga con el Antiguo Testamento: que
todas nuestras leyes estn en lengua castellana, imitacin de lo que observ Moiss
poniendo en lengua hebrea las leyes que dio al pueblo de Israel
127
125
126
Toms M. FRNANDEZ
DE
Derechos nacional y romano en Espaa y de interpretar aqul por ste y por el propio origen,
Madrid, en la imprenta de D. Benito Cano, 1802, p. 115.
127
35
contenan los puntos mas capitales de nuestra jurisprudencia nacional, por haberse
formado con mucho juicio y meditacin. Su comentario responda, por ello a una
finalidad prctica: formar un eptome resumen de sus disposiciones que me sirviera explicaba- de prontuario para la resolucin de las dudas que me ocurrieran en el ejercicio
de la judicatura
128
La segunda, sin embargo, sera la iniciada por G. M. de Jovellanos, entre otras obras
en su Informe sobre la Ley Agraria, en el que insista en las consecuencias negativas
derivadas del favor maioratus a las que la normativa toresana habra dado lugar, en la
medida en la que permitiendo vincular las mejoras, priv unos y otros de este recurso
y este premio, y rob la virtud todo lo que dio a la vanidad de las familias en las
generaciones futuras, por lo que, conclua es ciertamente digno de admirar el trastorno
causado en el Derecho espaol por aquellas mismas leyes que se hicieron para
mejorarlo
129
adems que su valoracin negativa se extenda tambin a la inclusin que los redactores
de la Recopilacin de 1567 haban hecho en ella de la ley I de Toro, entendiendo que en
buena lgica la Pragmtica de promulgacin de este cuerpo legal haba derogado por s
la ley I de Toro, como sta lo haba hecho con OA 28.1 en cuanto ordenadora de la
relacin entre fuentes normativas, en la medida en la que su autoridad no sera otra
desde 1505 que la de los Ordenamientos y pragmticas en general. He aqu -sealabaun vicio de nuestra enseanza en que se hace menos reparo del que merece
De la misma opinin fue J. Sempere y Guarinos
Ibid., p. 7 (prlogo).
129
Gaspar Melchor
DE
131
128
130
132
. l, sin embargo, no
Supremo Consejo de Castilla en el expediente de Ley Agraria, extendido por el autor en nombre de
la Junta encargada de su formacin, en Obras. BAE, II, p. 105.
130
131
Nada aprovecharon los buenos deseos de los Reyes Catlicos acerca de la reforma de la
jurisprudencia espaola. Lejos de haber servido las leyes de Toro para reintegrar los cdigos
nacionales en la autoridad y grado que les corresponda fueron ellas mismas (dgalo si no la ley I
de Toro, en que se autorizan todos los cdigos) un nuevo y copiossimo manantial de dudas,
controversias y pleitos: tanto que fue necesario crear nuevos tribunales, y aumentar el nmero de
ministros en los antiguos, multiplicndose al mismo paso la voraz polilla de los curiales, Juan
SEMPERE
GUARINOS, Historia de los vnculos y mayorazgos (1805), Ed. de Juan Rico Jimnez
Cap. 21 en http://www.cervantesvirtual.com.
36
133
134
peculiaridad de buena parte del siglo sera no ya que la Ley de Enjuiciamiento civil,
encargada de uniformar el procedimiento (art. 1414) no se aprobase hasta 1855, sino la
inexistencia de un Cdigo civil hasta 1889, lo que, entre otras cosas, explica que el
132
Manuel GARCA
DE LA
tablas cronolgicas de los Cdigos y Colecciones de todos tres, escritas en latn y en castellano.,
Madrid, Imprenta de D. Pedro Sanz, 1831, pp. 247-248.
134
Pio CARONI, Lecciones catalanas sobre la Historia de la Codificacin, Madrid, Marcial Pons,
1996, p. 59.
37
135
Por lo dems, el ideal codificador tender a desligarse, a medida que avanza el siglo
y por influencia doctrinaria de la propia Constitucin, entendindolo como medio de
hacer efectiva la unidad jurdica de la nacin
136
de acuerdo con esta interpretacin, los elementos histricos que habra definido aqulla
de forma estable: el Derecho romano, el espiritualismo cristiano y el individualismo
godo
137
138
Junto a ello, tampoco dudaron los primeros liberales en marcar distancias con
respecto a estas Leyes tanto en temas como la amortizacin de la propiedad o la propia
regulacin de la familia burguesa -piedra angular del nuevo orden civil-. Lo ponen de
manifiesto los comentarios al respecto, en la tercera edicin del conocido Diccionario de
J. Escriche, tanto de la voz amortizacin civil como de la de leyes de Toro.
En la primera, en continuidad con Jovellanos, llamaba la atencin sobre cmo
Las cortes de Toro celebradas en el ao de 1505, con el deseo de fijar la
verdad legal, canonizaron las opiniones ms funestas, y ampliando la doctrina de
135
Carlos PETIT, El cdigo inexistente. Por una historia conceptual de la cultura jurdica en la
Espaa del siglo XIX, en Historia contempornea. Historia y Derecho 12, 1995, p. 56.
136
La evolucin paralela en el caso italiano en Floriana COLAO, La idea di nazione nei giuristi
italiani tra otto e novecento, en Quaderni Fiorentini, 30, 2001, pp. 255-378.
137
Luis MOROTE Y CREUS, La codificacin civil, su historia, su necesidad, en RGLJ 59, 1881, p.
31.
138
Juan Francisco PACHECO, Comentario histrico, crtico y jurdico las leyes de Toro, Madrid,
38
los fideicomisos y de los feudos, dieron la primera forma a los mayorazgos, cuyo
nombre no haba manchado hasta entonces nuestra legislacin...Con estas
disposiciones y estas doctrinas se quit todo freno al furor de las vinculaciones y
mayorazgos, y qued enteramente abierta la honda sima de la amortizacin,
donde as el plebeyo como el noble, as el pobre como el rico, en corta o inmensa
cantidad, iban echando diariamente sus fortunas y sepultando la propiedad
territorial con menoscabo de los Derechos de la sangre y gravsimo perjuicio del
Estado.
Y en la voz leyes de Toro enumeraba las novedades introducidas por ellas, para
acabar insistiendo en la excesiva extensin que daban al concepto de hijos naturales
que antes eran solamente los habidos entre solteros y segn ellas podan ser tambin
hasta los adulterinos, lo que supuso que complicaran en vez de simplificar la
jurisprudencia, dando abundante materia muchos comentaristas
139
140
con fines mnemotcnicos. He localizado dos versiones de ellos, con redacciones muy
diferentes, como prueba la comparacin en ambas, a modo de ejemplo, de la ley primera
de Toro:
El orden y autoridad/ de nuestras leyes te ensea/la que es de Toro primera/
en sobrada nimiedad./Autos recopilacin,/no habiendo ley posterior/ tienen grado
superior/ en cualquier decisin/no embargante las del fuero/ Real o municipal,/a
139
corregida y aumentada, Madrid, Librera de la Seora Viuda de D. Antonio Calleja, editores, 1847,
I, pp. 191-192, II, p. 515.
140
LA CAADA,
39
las que debemos dar,/si se usan, lugar tercero./Por fin, a las de Partida/ en falta te
has de ceir, /sin que te obste el advertir /que no est en uso recibida.
Esta primera versin de fecha que su editor no indica
141
142
A este tipo de ejercicios seguira, desde la segunda mitad del s. XIX, una serie de
tesis doctorales o de licenciatura ledas en la Universidad Central y posteriormente
impresas, que tenan como objeto el estudio de alguna de las leyes de Toro y su posible
interpretacin adaptativa a los nuevos criterios liberalesl
143
A. BARREDO DE VALENZUELA, Las Leyes de Toro en verso, en Hidalgua 164, 1981, p. 258.
142
BDFV [Biblioteca de la Diputacin Foral de Vizcaya], Mss. 750. Las Leyes de Toro en Verso.
Ao de 1842.
143
Entre otros, Luis SILVELA, La ley sexta de Toro. Discurso leido en el acto solemne de recibir
DE
inteligencia errnea que dan los jurisconsultos espaoles a la ley de diez de Toro sostenida en la
Universidad de Buenos Aires, corregida y publicada, Buenos Aires, Imprenta Argentina, 1837.
40
144
, si bien la
145
146
En este contexto, con todo, continu presente, entre los doctrinarios, la construccin
interpretativa del orden normativo fijado en la ley I de Toro, como pona de manifiesto el
comentario de F. Pacheco a las leyes toresanas, objeto de recensin a su vez por P.
Gmez de la Serna a partir de las decisivas diferencias que, sin embargo, observaba con
respecto al de S. Llamas Molina de principios del siglo. Del de Pacheco destacaba su
carcter ms filosfico e histrico que el de Llamas Molina, que por su escolasticismo se
vinculaba claramente al Antiguo Rgimen
147
144
Las opiniones de P. GMEZ DE LA SERNA y A. GROIZARD en RGLJ 9, 1857, pp. 38-45 y 195 y ss.
Carlos GARRIGA y Marta LORENTE, El juez y la ley: la motivacin de las sentencias (Castilla,
Manuel ORTIZ
DE
consignadas en los fallos del Tribunal Supremo de Justicia, Madrid, Imprenta de Jos Rodrguez,
1869, pp. 9-10.
147
41
mismo entenda en pleno vigor todos los fueros municipales y el propio Fuero Juzgo. De
este modo, en su interpretacin el orden de prelacin de fuentes quedaba fijado del
siguiente modo:
- Las Leyes modernas en Cortes, las nuevas compilaciones de ellas y los reales
decretos.
- Las Recopilaciones en sus tres ediciones Novsima, Nueva y Primitiva, compuesta
por los ordenamientos, pragmticas, autos acordados del Consejo, algunas leyes del
Fuero Real y del Estilo.
- El Fuero Real, el Fuero Juzgo y los fueros municipales, debiendo aplicar en el caso
de los dos primeros lo que no est derogado (que ser rarsimo), y de los otros lo que
est en uso.
- Las Partidas.
- La razn natural, buen sentido y jurisprudencia
148
149
Sera el citado el orden aceptado por los juristas ms influyentes del momento, en
especial P. Gmez de la Serna, sin embargo, no faltaron voces discrepantes en cuanto a
la aplicacin prctica del F. Juzgo, que el diputado a Cortes y Gobernador civil J.
Snchez de Molina Blanco no dudara en situar a continuacin de las Partidas por
entender, siguiendo al autor de los Cdigos espaoles, que sus disposiciones slo
podan entenderse en vigor si se probaba su uso o formaban parte de uno de los
148
149
F. ROMERO ROBLEDO, La costumbre como fuente de Derecho, en RGLJ 65, 1884, p.569.
42
cuerpos legales anteriores, pero en ningn caso si los contradeca -incluidas las Partidas
150
.
Por lo que a la aplicacin de Partidas como posible Derecho general subsidiario se
Esta opinin no significaba que no reconociese el valor doctrinal del texto de Partidas,
y o la necesidad de su consulta entendiendo que exista ms civilizacin cuanta ms
armona con la ley romana, pero slo a efectos de analoga y razn natural alegables en
los tribunales. De hecho, una conclusin importante de esta poca es que durante el S.
XIX la valoracin que de Partidas se haca haba cambiado de forma decisiva, aun
reconocindolas como modelo de cdigo -ideal perseguido por los juristas liberalesvendran juzgadas negativamente por su identificacin con las instituciones del Derecho
romano. As, R. Quiroga Porras, tras subrayar la renuncia de jurisdiccin real en
beneficio de la eclesistica que suponan sealara:
Las Partidas introdujeron la legislacin romana y las sentencias de sus
interpretes, alterando toda nuestra constitucin civil y eclesistica en los frutos
mas esenciales con notable perjuicio de la sociedad y de los Derechos y regalas
de nuestros Soberanos
152
Jos SNCHEZ
DE
vigentes, jurisprudencia del Tribunal Supremo de Justicia (en 1700 sentencias) y opiniones de los
jurisconsultos, Madrid, Imprenta de Manuel Minuesa, 1873 (2), pp. 4-5, n. 4.
151
152
Ibid., p. 43.
Rodrigo QUIROGA PORRAS, Compendio histrico del Derecho civil de Espaa, Santiago,
43
romanas que si bien eran extranjeras por su origen, pertenecan todo el gnero
humano por la universalidad y justicia de sus preceptos, pero -con la vista siempre
puesta en la Codificacin- les reprochaba la introduccin de novedades como la
aceptacin de ideas ultramontanas o la no conciliacin con lo existente, declarndose
partidario -significativamente- de llevar a cabo reformas paulatinas, que evitasen las
innovaciones peligrosas
153
154
. En su conocida obra
155
153
156
Pedro GMEZ DE LA SERNA, El Cdigo de D. Alfonso el Sabio conocido con el nombre de Las
Siete Partidas. Introduccin histrica, en Los Cdigos espaoles concordados y anotados, Madrid,
Imprenta de La Publicidad, 1848, 2, pp. XXIV- XXVI.
154
Rafael Gibert, Benito Gutirrez, redactor y orador del Cdigo civil, en Francisco Rico Prez
(dir. y coord..), Centenario del Cdigo civil, Consejo General del Poder Judicial, Ayuntamiento de
Yecla, 1989, t. V-1, p.165, n. 44. Sobre el Anteproyecto de Cdigo, Manuel PEA BERNALDO
DE
QUIRS, El Anteproyecto del Cdigo civil en 30 de abril de 1888, en Anuario de Derecho Civil
[ADC], 13, 1960.
155
156
Felipe SNCHEZ ROMN, La Codificacin civil en Espaa en sus dos perodos de preparacin y
de consumacin. Estado del Derecho civil de Espaa, comn y foral, antes y despus de la
promulgacin del Cdigo civil, Madrid, Establecimiento tipogrfico Sucesores de Rivadeneyra,
1890, pp. 109-110.
44
157
158
157
159
Eduardo PREZ PUJOL, Apuntes sobre la fuerza obligatoria del Fuero Real, en RGLJ, 60,
1882, p. 505.
158
159
Diego CLEMENCN, Elogio de la Reina Catlica Doa Isabel, Estudio preliminar de C. Segura
45
160
incluso los histricos (el legicentrismo decimonnico), propugnado por los liberales del
s. XIX.
No puede huirse ante estas interpretaciones dadas a la ordenacin que las Leyes de
Toro hacan del Derecho castellano, de considerar que el obsesivo fin perseguido desde
mediados de siglo era el de culminar la Codificacin civil. Las formas de llevarla a cabo,
conforme a F. Snchez Romn eran fundamentalmente tres: la centralista (un cdigo),
descentralizada (cada territorio foral un cdigo) y armnica o eclctica. En este contexto,
el recurso a la interpretacin histrica para una legislacin que era en s histrica alent
la bsqueda de los fundamentos legales de una tradicin jurdica que sirviese de base
a la Codificacin. Es en estas coordenadas donde cobra sentido la propuesta historicista
ya indicada de E. Prez Pujol, para quien la reconstruccin del Derecho civil espaol ha
de hacerse teniendo en cuenta no slo las aspiraciones del ideal, las exigencias de la
Filosofa, sino tambin las imposiciones de la Historia, para reanudar nuestras
tradiciones jurdicas en cuanto tengan hoy animacin y vida
161
160
Pedro GMEZ DE LA SERNA y Jos Manuel MONTALBN, Elementos del Derecho civil y penal de
46
162
163
No faltan ahora, sin embargo, textos que rechazan las crticas ilustradas para, desde
un doctrinarismo muy transigente con regulaciones normativas contrarias al liberalismo,
justificar las Leyes con criterios historicistas. Como la introduccin que acompa la
edicin de Las Leyes de Toro de La Publicidad en 1849, en la que frente a las crticas de
Jovellanos, I. J. de Asso y M. de Manuel, y W. H. Prescott, se insista: es preciso
considerarlas segn las opiniones de la poca en que se promulgaron y el fin a que se
dirigen. De modo que siendo la mentalidad de aquella poca favorable a las
vinculaciones, su regulacin paradjicamente habra servido para perfeccionar la
institucin evitando posibles pleitos, como un instrumento pacificador ms de los
monarcas legisladores por excelencia -los Reyes Catlicos- y que podran servir de
modelo para aquella nueva poca codificadora
164
165
. La
interpretacin tendra pleno xito entre los juristas de la poca, en especial entre los
civilistas, mostrndose coincidente con l J. M. Antequera, incluso cuando las leyes
162
163
554.
165
47
haban dejado de tener vigencia, tras la aprobacin del Cdigo civil en 1889, para pasar
a ser ya propiamente Historia del Derecho. Para este autor, no obstante, culminada la
codificacin, la transaccin, se concretaba en dos cdigos: Fuero Real y Partidas
166
Por ltimo, es necesario hacer mencin de una tesis doctoral de 1886, obra de
Antonio Mejas y Asensio, doctor en Letras y Derecho dedicada a las Leyes toresanas en
su conjunto, en la que por primera vez se haca un repaso historiogrfico de las
opiniones de los autores ms prximos: Morat, Antequera, Snchez Romn, para
concluir el autor adhirindose, conforme a la interpretacin ms generalizada, a la
valoracin transaccional de las Leyes en continuidad con O.A. Entenda que al
mantener el orden de prelacin de fuentes fijado por ste daban preferencia a las
Colecciones legales informadas por el elemento germano frente al romano. Sin
embargo, su mera sancin pona de manifiesto el fracaso de 1348, correspondiendo a
las Leyes de Toro no slo mantener la continuidad sino dar estabilidad a nuestro
Derecho, resolviendo sus dudas, corrigiendo sus errores, y supliendo, en fin los vacos
que en su aplicacin se notaban
167
exigencias del s. XVI. Introducan para ello una novedad determinante: la supresin de la
ley de citas de 1499, dejando con alto criterio a la razn natural, al buen sentido y la
jurisprudencia de los Tribunales el influjo que slo ellos deben tener en la legislacin, y
que con exclusin de toda otra influencia ejercen en nuestros das
168
169
166
Jos Mara ANTEQUERA, Historia de la legislacin espaola desde los tiempos ms remotos
hasta nuestros das, Madrid, Imprenta de San Francisco de Sales, 1895 (4), p. 428.
167
Ibid., p. 27.
169
48
La entrada en vigor el 1 de mayo de 1889 del Cdigo civil (R.D. 11-2-1889), supuso -a
tenor de lo recogido en su art. 1976
170
171
entrada en vigor, las Leyes de Toro, como otras normas histricas, pudieron seguir
aplicndose tanto en los casos de Derechos adquiridos como en el de instituciones que
como el mayorazgo no estaban ya reguladas por aqul
172
173
de llamar la atencin que la STS de 2-7-1925, apoyndose en la ltima parte del art.
1976 sobre la legislacin que el Cdigo dejaba subsistente, no dudase en afirmar que:
170
Quedan derogados todos los cuerpos legales, usos y costumbres que constituyen el Derecho
civil comn en todas la materias que son objeto de este Cdigo, y quedarn sin fuerza y vigor, as
en su concepto de leyes directamente obligatorias, como en el de Derecho supletorio. Esta
disposicin no es aplicable las leyes que en este Cdigo se declaran subsistentes. Utilizo la
edicin Cdigo civil de Espaa por el Municipio, Madrid, El Secretariado, 1915.
171
Se regirn por la legislacin anterior al Cdigo los Derechos nacidos, segn ella, de hechos
realizados bajo su rgimen, aunque el Cdigo los regule de otro modo o no los reconozca. Pero si
el Derecho apareciere declarado por primera vez en el Cdigo, tendr efecto desde luego, aunque
el hecho que lo origine se verificara bajo la legislacin anterior, siempre que no perjudique a otro
Derecho adquirido de igual origen.
172
Muy crtico con los criterios de transicin establecidos en el Cdigo se muestra, Felipe
nacido antes de la publicacin del Cdigo, se halla condicionado no por los preceptos de ste en
consonancia con alla base 5. de la ley de 11 mayo 1888 sino por la ley 11 de Toro. Asimismo las
STS de 9-7-1896, 29-11-1899, 9-4-1904 (las condiciones que han de concurrir en los hijos
ilegtimos para ser reputados como naturales, segn el prrafo dos del artculo 119 del Cdigo, no
afectan en pro ni en dao a los nacidos con anterioridad y sometidos, consiguientemente, a las
requeridas por la ley 11 de Toro, cualquiera que sea la poca del reconocimiento de tales hijos),
11-4-1906, 28-12-1906 y 22-4-1908 (Rafael GARCA ORMAECHEA
49
174
175
176
174
Felipe CLEMENTE
DE
177
Ibid., dictamen n. 8, pp. 91-114. Aos ms tarde ideologa oficial del primer franquismo
Felipe CLEMENTE
DE
DIEGO, Las fuentes del Derecho civil comn en general segn el Cdigo
Sin ms Constitucin que discutir -observa C. Petit-, el Cdigo civil se convierte de nuevo en
problema principal...por fin el discurso del jurista sobre el Cdigo parte del Cdigo mismo, se
articula desde las premisas de su vigencia, se fundamenta en la clausura de cualquier otra
posibilidad. Y tambin por fin acaba por triunfar aquella vieja querencia que centraba en un
50
178
- supuso a partir de 1889 un cambio de paradigma, que afect tanto al Derecho civil en
179
180
Derecho Civil la cultura misma de los juristas (C. PETIT, El Cdigo inexistente (II). Por una
arqueologa de la Civilstica espaola, en Anuario de Derecho Civil 49, oct-dic. 1996, pp. 14151450, p. 1447).
178
pensamiento jurdico espaol, en Magdalena RODRGUEZ GIL (ed.), Pareceres III (19992004).Interpretatio 10, 2004, p. 67. Para este autor, seran los juristas profesionales ms
interesados en la aparicin del Cdigo civil, los responsables del desmontaje del proyecto jurdico
krausista, indiferentes a la realidad consuetudinaria, la desigualdad social y las libertades
individuales.
179
Felipe SNCHEZ ROMN, Estudios de Derecho civil, Madrid, Est. tipogrfico Sucesores de
Ibid., p. 373.
51
punto de vista interno, constituan un cuerpo casi completo de Derecho civil, de una
gran bondad cientfica, conforme a la mentalidad de la poca, en la medida en la que
regulaban legalmente instituciones hasta entonces slo sujetas a la costumbre
181
Su posicin, con todo, era crtica con el Cdigo Civil de 1889, al que contemplaba
como una ley mantenedora de la diversidad incluso en el Derecho castellano, y frente a
la que propona redactarlo a partir de una uniformidad eclctica, inspirada en un espritu
de concordia y transaccin entre los distintos elementos que constituyen el Derecho civil
patrio
182
histrica.
De cualquier modo, el anlisis ms acabado en esta lnea nos lo proporciona otro
civilista crtico -al igual que Snchez Romn- con el Cdigo de 1889, D. de Buen.
Siguiendo, como aqul, los criterios de la Escuela Histrica del Derecho lamentara la
falta de fidelidad de la Codificacin a la tradicin jurdica espaola:
Cuando los autores de nuestro Cdigo civil lo redactaron, tenan ante s una
tradicin jurdica, la cual con sus enseanzas, de haberse consagrado
examinarla, les hubieran garantizado un mayor xito en su misin
183
184
posteriores- para buscar coincidencias formales con el Derecho romano que el Cdigo
civil de 1889 hubiese acabado recogiendo, sino, para incidir de forma crtica en dos
formas de creacin normativa que el Cdigo civil relegaba
185
juez y la costumbre (P. 1. tit. 1. y 2. y P. 3.4.3). En relacin a ellas, O.A. y las Leyes de
Toro cobraban valor en la medida en la que haban mantenido en vigor, aunque fuese
181
182
183
Demfilo
DE
BUEN LOZANO, Las normas jurdicas y la funcin judicial alrededor de los artculos
bid., p. 52.
185
Para D. de Buen, la Codificacin civil espaola haba sido tratada teniendo en cuenta ms el
lado poltico que el filosfico-jurdico, pero desde el punto de vista de las fuentes de creacin del
Derecho, los legisladores se haban mostrado claramente intransigentes, dictando los artculos 5.
y 6. de nuestro actual Cdigo, y concediendo as la ley una autoridad omnmoda y reduciendo la
costumbre y la libertad del intrprete lmites estrechsimos (Ib., p. 70).
52
186
. Tambin las
legislaciones forales las habran mantenido, por lo que podan haber constituido un
elemento de unificacin del Derecho si hubiesen sido tenidas en cuenta por los
codificadores de 1889.
Aunque la obra de F. Snchez Romn sera, como se ha indicado, la referencia
fundamental entre los civilistas de este perodo, no todos los autores haran uso de ella
en sentido anlogo. Dos de ellos se distanciaran de la interpretacin precedente,
admitiendo las soluciones adoptadas por el Cdigo de 1889: Felipe Clemente de Diego y
Jos Castn Tobeas. En sus obras no faltara la mencin a las Leyes de Toro en
relacin al Cdigo como meta.
As, en la breve introduccin histrica a su Curso, F. Clemente de Diego centrara su
exposicin en los antecedentes de unidad jurdica que habran preludiado la
codificacin: un Derecho romano popular espaolizado, el Imperio de Toledo en el
que pareci alborear la nacionalidad espaola, y sobre todo el reinado de los Reyes
Catlicos, cuando:
Nuestro Derecho, como la lengua, est ya formado, y no se trata ms que de
recopilarlo (no hay instituciones nuevas) y de concertarle y explicarlo despus
(comentarios); de aqu el florecimiento de la literatura jurdica
187
186
Y ello, sin que el valor de la costumbre contra ley fuera derogado por la Novsima
Recopilacin, pues lo nico que esta haca (en su ley 11., tit. II, lib. 3. ) era prohibir la alegacin
del no uso; pero no la de la costumbre contra ley, Demfilo DE BUEN, Derecho civil espaol comn.
Madrid, Reus, 1930 (2), p. 27].
187
Felipe CLEMENTE DE DIEGO, Curso elemental de Derecho civil espaol, comn y foral, Madrid,
53
siglo XIX
188
189
190
Manejo Jos CASTN TOBEAS, Derecho civil espaol, comn y foral, Madrid, Instituto editorial
bid., p. 50.
190
54
191
mediados del s. XIX de que el glosador de principios del s. XVI, Miguel de Cifuentes no
haba hecho sino oscurecer el texto con su comentario.
Dos seran, en ltima instancia, los tpicos generalizados entre los partidarios de esta
interpretacin a partir del valor preferente e indiscutido que otorgaban a la ley frente a
otras formas de creacin del Derecho: la pretensin armonizadora de legislaciones
opuestas, aun sin ser un cdigo stricto sensu y la responsabilidad de sus comentaristas
en el surgimiento de pleitos y dudas en torno a ellos. El Catedrtico de Historia del
Derecho de la Universidad Central en estos aos, M. Barrio y Mier, sostendra incluso
que si bien no es lcito afirmar que constituyan un cdigo, cabe sostener que guardan
grandes semejanzas con obras de esta naturaleza. E introduca un nuevo elemento de
valoracin positiva de las Leyes de Toro que los historiadores de principios de siglo
coincidiran en aceptar aunque dotndolo de contenidos diversos: el acierto de sus
redactores haba consistido en dar
la debida importancia al elemento tradicional y como realmente fueron
apropiadas las necesidades de la poca, justo es reconocer que prestaron un
gran beneficio la legislacin patria
192
193
. Su argumento
191
Eusebio Mara CHAPADO GARCA, Historia general del Derecho espaol, Valladolid, Imprenta y
Matas BARRIO
Y MIER,
A. RODRGUEZ
DEL
Surez, 1912, p 136. Recopilacin de las cartas enviadas por el autor a los redactores del Cdigo
de procedimientos de los tribunales de Crdoba, publicadas en 1896 en el diario La Patria.
55
limitador de los Derechos regios frente a Roma, identificando como Derecho patrio el
194
-,
195
196
. La
consecuencia fundamental respecto a las Leyes de Toro sera la de otorgar mayor valor
a la literatura jurdica en torno a ellas que la corriente precedente.
Slo desde de la segunda dcada se pronunciaran respecto a estas cuestiones los
miembros de la Escuela de Hinojosa. Partidarios de incidir en la consideracin de la
Historia del Derecho como especialidad de la historia general asumiran la divisin en
pocas de sta, tomando de la Escuela histrica, como los krausistas, su renuncia a
contemplarla como una historia de Cdigos, tal y como la haban entendido los civilistas.
L. Dez Canseco, en este sentido, hablara de aquel antiguo y defectuoso ngulo visual,
ya superado en la Historia jurdica, que identifica sta con la de la formacin de Cdigos
y Compilaciones. Entenda, de acuerdo con ello, que la unidad jurdica hispana haba
tenido lugar con anterioridad a la unidad poltica. No haba sido necesario esperar a la
Recopilacin castellana de 1567, nuestro Derecho civil -afirmaba- como nuestra lengua
194
195
Derecho, y en su formacin es dominante; hasta el punto que, sin exageracin, puede afirmarse
que durante los primeros siglos de la Reconquista el Derecho civil espaol es un Derecho
germnico sin que se encuentren huellas visibles de Derecho romano, ni en las fuentes ni en los
documentos privados y pblicos de aplicacin del Derecho, hasta muy entrado el siglo XII, en cuya
poca penetra la corriente romanista, procedente de las escuelas italianas, Laureano DEZ
CANSECO, Recensin a Peter Hamilton: Germanic and moorish elements of the spanish Law
(Harvard Law Review, feb.. 1917), en Revista de Derecho privado 4, 1917, p. 302.
196
Es notorio que la mayora de las historias del Derecho escritas hasta ahora son ms bien
historias de la legislacin , lo sumo, de la legislacin y la ciencia jurdica (). Su arraigo era tal
en la doctrina de los jurisconsultos, que la vigorosa sacudida impresa por la escuela de Savigny
los conceptos fundamentales de la vida del Derecho no consigui en mucho tiempo quebrantar la
antigua manera de ver la historia, ni ha logrado todava renovar prcticamente el contenido de
ella, Rafael de ALTAMIRA, Historia del Derecho espaol, Madrid, Librera general de Victoriano
Surez, 1903, pp. 81-82.
56
tiempo
que
ponan
de
relieve
elaboraban
tcnicamente
sus
197
En sentido similar, y por lo que aqu interesa, G. Snchez vera en las Leyes de Toro
uno de los primeros cuerpos normativos de la Edad Moderna, cuyo rasgo fundamental
sera la territorializacin del Derecho, es decir su aplicacin en los tribunales como
Derecho general del reino, aunque no su uniformizacin -rasgo exclusivo de la poca
contempornea-. Otorgaba por lo dems valor como L. Dez Canseco, frente a la
interpretacin de los civilistas, a la literatura jurdica -entre la que deben incluirse los
comentarios a las leyes de Toro- como instrumento para la fijacin de los Derechos que
se desenvuelven en los diversos territorios peninsulares y la resolucin, en los primeros
siglos de la Edad Moderna, de las divergencias (antinomias) que presentaban aqullos
frente al Derecho comn (romano) para fusionar as los elementos tradicionales y los
extranjeros en un sistema armnico
198
197
198
Galo SNCHEZ, Curso de Historia del Derecho, Valladolid, Universidad, 1972 (10), pp. 144-
57
199
200
201
, a pesar de su declarado
202
203
configuracin del Derecho nacional frente a la doctrina jurdica que no duda en calificar
de extranjerizante
199
204
Ciencias Jurdicas y Sociales (1918-1936), en Quaderni Fiorentini per la Storia del Pensiero
Giuridico 24, 1995, pp. 282-284.
200
Eduardo DATO, La moral en el Cdigo civil, en RGLJ 112, 1908, pp. 5-29. Contrapona en l
el socialismo jurdico a los principios jurdicos del Cdigo civil, entre los cuales situaba el
concerniente a la moral, o conducta conforme a una vida recta y honesta que se esforzaba en
rastrear en el Derecho de familia, sucesiones y contratacin del Cdigo.
201
Jos Manuel PREZ-PRENDES, Las ciencias jurdicas en Pedro LAN ENTRALGO (coord.): La
Edad de Plata de la Cultura espaola (1898-1936). Historia de Espaa fundada por Menndez
Pidal. Madrid, Espasa Calpe, 1994, XXXIX, II, p. 371.
202
Lourdes SORIA
SES,
Romn RIAZA y Alfonso GARCA-GALLO, Manual de Historia del Derecho espaol, Madrid,
Es significativo el juicio que le mereca la obra de P. Mora y Jaraba, Los errores del Derecho
civil y abusos de los jurisperitos, como endeble, por considerarla ms la crtica de un hombre de
buen sentido, que protesta contra los artificios y sutilezas a que se ha llegado en la interpretacin
58
205
permitiran, no obstante, ponderar este tipo de juicios para valorar positivamente, entre
los comentaristas de las Leyes de Toro, la obra de A. Gmez, del que destacara un
buen sentido jurdico y hasta una cierta finura tcnica que hacen an hoy da utilizables
sus disquisiciones debiendo tenerse en cuenta adems las dificultades ofrecidas por la
glosa de una legislacin, como la de Toro, que regula extensamente por primera vez una
materia tan complicada como la de mayorazgos
206
207
Litografa E. Nieto, 1930 (tambin edicin en Interpretatio. Revista de Historia del Derecho 5, 1998,
pp. 179-180).
206
Ibid., p. 157.
207
DE
Derecho Civil] 2, 1949, pp. 1003-1046: Podr renunciarse al Derecho foral () en aras de la
unidad nacional, del sentimiento patritico, o bien por el sentimiento de justicia () en la aspiracin
de implantar en toda Espaa un mismo Derecho civil, que sea reflejo exacto de la idea catlica y
espaola de vida (p. 1043). En lnea semejante pero dando cabida frente al anterior autor a
algunas instituciones del Derecho foral, propondra la necesaria, urgentsima e inminente tarea del
Cdigo civil de Franco, como instrumento de unidad de la Espaa de la Cruzada, la que quiere
enlazar con aquella otra que engendr juristas de la talla Vzquez de Menchaca, Diego de
Covarrubias Leiva, Antonio Gmez, Juan Gutirrez, Castillo Sotomayor, Alfonso de Olea, Salgado
de Somoza, Luis de Molina y tantos otros, la Espaa que quiere asegurarse la sucesin de
Francisco Franco en su inconmensurable calidad de Caudillo que no muera, Pascual MARN
PREZ, Estudios sobre el Derecho privado y sus transformaciones actuales, Barcelona, Bosch,
1959, p. 780.
59
208
, con reflejo
209
que F. de Castro, haca las leyes de Toro como precedente regulador de los contenidos
del Cdigo genuinamente espaol.
En las Leyes de Toro -sealaba- se regulan y completan, dndole adems
indiscutible vigencia general a instituciones tan espaolas como las de la sociedad
de gananciales y de la mejora, que todava hoy dan propio carcter a nuestro
Derecho
210
No es una interpretacin aislada. Coincide con l, entre otros civilistas, L. RodrguezArias, quien tomando como referencia algunos de los estudios de civilistas historiadores
de la segunda mitad del s. XIX, como Elas Fernndez o Modesto Falcn, situaba las
Leyes de Toro al comienzo del perodo que defina como de unidad espiritual, reflexiva,
racional, para entender que con todos sus defectos () haban establecido el imperio
de la antigua legislacin espaola proclamando principios derogatorios de la romana,
con lo que echaron los cimientos de la moderna codificacin civil
211
Todo ello indica que se haca uso de la Historia para definir un modelo jurdico cultural
espaol basado en el Derecho castellano de poca moderna, en el que el historiador
del Derecho adems, tal como se sealaba en el citado Congreso de Zaragoza de 1946,
estaba llamado a desempear un importante papel en los fines pretendidos por el
civilista, a los que deba -eso s- subordinar sus investigaciones.
En estas coordenadas resulta ilustrativo comprobar que el AHDE no vacil en
hacerse eco de las conclusiones del Congreso de Zaragoza y recalcar la presencia en l
de uno de los miembros de su Consejo de redaccin, A. Garca-Gallo, para acabar
sumndose a los objetivos all propuestos por entender que la necesidad de la
208
Francisco TOMS Y VALIENTE, Manual de Historia del Derecho espaol. Madrid, Tecnos, 1987,
p. 554.
209
210
Federico
DE
161.
211
60
cooperacin principal del historiador del Derecho en estas tareas aparece a todas luces
evidente
212
213
215
214
216
212
213
Alfonso GARCA-GALLO, Manual de Historia del Derecho espaol. Madrid, 1975, I, p. 197 y ss.
215
El epgrafe aparece ya id., Curso de Historia del Derecho espaol, Madrid, 1946. Utilizo la 5.
ed. revisada, de 1950, I, p. 463 y ss., con el ttulo La extranjerizacin del Derecho espaol.
216
Id., Estudios de Historia del Derecho privado, Sevilla, Universidad, 1982. Siguiendo a los
civilistas de la primera mitad del siglo XX sostendra que el Cdigo civil de 1889 recoga con
fidelidad el Derecho espaol, con prudencia -sin innovaciones radicales- apartndose para ello
cuando es preciso -indicaba- del proyecto de 1851 (p. 35). Tambin de Curso.., t. II, v. I, p. 37. La
influencia de las Leyes de Toro como parte de la tradicin que se busca mantener residira en la
inclusin en el Cdigo como forma normal la sociedad de gananciales en el matrimonio.
61
217
218
Esta interpretacin se ajustara bien a la que desde finales de los aos cuarenta
seguira la civilstica dominante, al terminar por fracasar la propuesta de un nuevo
Cdigo civil general. Se opt frente a ello, por conservar el Cdigo de 1889, viendo en l,
o la culminacin del mantenimiento de una tradicin nacional anterior con la que se
pretenda enlazar
219
220
217
Id., La ley como fuente del Derecho en Indias en el siglo XVI, AHDE, 1951-52, pp. 627 y
705.
218
219
Antonio HERNNDEZ-GIL, En defensa del Cdigo civil, en RDP 32, 1948, pp. 776-783.
220
Pascual MARN PREZ, Estudios, op. cit., pp. 753-754. De hecho, desde el extranjero era
sta la imagen que la historiografa jurdica espaola estaba difundiendo: The year 1505 sealaba a finales de los 60 E. N. van Kleffens- marked the culmination and final stage of a
process which took two and a half centuries to complete. The issue was the quality and the degree
of diversity of Leonese-Castilian law. The result, though far removed from uniformity, was a
workable balance acceptable to the contending forces. What more can any country rightfully claim?,
E.N.
VAN
KLEFFENS, Hispanic Law until the end of the Middle Ages, Edinburgh, University Press,
1968, p. 236.
221
Jos CASTN TOBEAS, La vocacin jurdica del pueblo espaol, Madrid, Instituto Editorial
62
222
jueces castellanos haban hecho de las Partidas -cuyos principios y orientaciones son
siempre los propios del espritu catlico y espaol
223
224
226
Ibid., p. 90.
223
Ibid., p. 38. Segua en ello a Federico de Castro que reaccionaba contra la consideracin las
Partidas como mera copia del Derecho romano: La diferencia esencial est -afirmaba- en que se
parte de una idea de la vida distinta a la romana () el conjunto de sus disposiciones se halla
impregnado del espritu catlico () es cierto que el legislador no puede ser obligado por
premia, pero est vinculado por estrictos deberes morales y jurdicos, respecto de sus naturales,
de sus vasallos y de la Patria. Nada ms lejos de la concepcin abstracta y fra del Estado
legalista: la relacin entre soberano y naturales es viva y cordial: los mandatos son de jefe y padre,
que ordena y adoctrina, Federico DE CASTRO, Derecho, op. cit., p. 158.
224
225
Alfonso OTERO, Recensin a R. Gibert: Historia general del Derecho espaol, Granada,
orgenes estaran en los libros jurdicos romanos occidentales, catalizados por la presencia
germnica y su continuidad medieval en la particular configuracin de lo regio-seorial-municipal
sobrenadando en un rescoldo de visigotismo subsidiario, Jos Manuel PREZ-PRENDES, Los
horizontes jurdicos de Alfonso Otero prlogo a Alfonso Otero: Obras. Madrid, Colegio de
Registradores de la Propiedad, en prensa. Agradezco al Prof. Prez-Prendes el haberme permitido
consultar el texto para este trabajo antes de su publicacin.
63
labor de juristas formados en el ius commune, como los propios comentaristas de las
leyes taurinas. Desde esta perspectiva, las Leyes de Toro se presentaban como el
instrumento jurdico por excelencia que habra hecho posible la persistencia de algunas
de nuestras instituciones ms tpicas, lo que, con todo, no le impeda calificarlas de
desafortunadas por haber sido hechas por estos juristas desconocedores del Derecho
tradicional y ebrios de romanismo, y que fueron lo que persisti del Derecho tradicional
en Castilla despus de la Recepcin total operada con la ayuda de esta interesada
interpretacin de los juristas
227
228
vigencia por falta de uso, identificando por el contrario el Derecho de los fueros -tambin
F. Real- con la costumbre tradicional necesitada de uso y no contradictoria con la ley. De
ah su ubicacin en segundo lugar en el orden de prelacin de fuentes toresano. Pero
era sobre todo esa ubicacin preferente sobre las Partidas -a pesar de la alteracin del
orden de prelacin, de la que responsabilizaba a Antonio Gmez, que los comentaristas
tendan a hacer, en beneficio de stas, aun siendo obra principalmente doctrinal
229
- la
medieval, en AHDE 53-54, 1993-1994, pp. 451-547, p. 464. Se hizo necesario aclarar el Derecho
tradicional que se quera conservar, porque era controvertido. Las Leyes de Toro hicieron esta
labor de aclarar y fijar aquellas instituciones ms tpicas del Derecho tradicionalSe recibi el
Nuevo Derecho, las Partidas, en Castilla, que se hicieron Derecho comn, quedando como
Derecho especial aquello que salvaron las Leyes de Toro de la Recepcin total de las Partidas, p.
530.
228
229
Se quiere y se permite que las Partidas sean usadas en la aplicacin judicial, en la aplicacin
litigiosa y en todas las otras cosas, esto es, en la aplicacin extrajudicial pero solamente en
aquello que no fueren contrarias a las leyes y a los fueros municipales, Alfonso OTERO, Las
Partidas, op. cit., p. 460.
64
230
231
-. El
estudio, con todo, no se limitaba a los aspectos formales, trataba del contenido de las 83
leyes, agrupadas por temas, transcendiendo la mera contraposicin habitual entre la
regulacin del Fuero Real y de las Partidas, para dar cabida a las opiniones de los
juristas castellanos, a partir fundamentalmente -aunque no slo- de la obra de S. de
Llamas Molina, cuando no a los debates publicados por la Revista General de
Legislacin y Jurisprudencia sobre, entre otras, la ley 61, y algunas monografas muy
seleccionadas. No faltara una puntual relacin de la legislacin en Cortes que directa o
230
231
65
indirectamente afectaba a cada una de las leyes. Su interpretacin final, en polmica con
A. Otero, sera la de considerar positiva -coincidiendo, como se ha visto, con la civilsticala labor de los comentaristas de estas Leyes, haciendo suya la idea de L. Dez Canseco
de haber sido la literatura que generaron, el origen de la unidad y formacin tcnica del
Derecho civil de Castilla, si bien para llegar a la conclusin, no obstante, de que falta
una interpretacin moderna de conjunto de este cuerpo legal.
El segundo estudio, en la misma lnea, son las pginas dedicadas por G. Villapalos a
su anlisis tanto formal como de contenido en una monografa sobre la legislacin del
reinado de los Reyes Catlicos. Para este autor el centro de inters no es la procedencia
de cada una de las Leyes o los comentarios a los que daran origen sino la legislacin
posterior a ellas hasta el Cdigo civil. En cualquier caso, los testimonios de Palacios
Rubios en las leyes 12 y 49, sobre las disputas en el Consejo durante su redaccin le
llevan a subrayar, en continuidad con A. Garca Gallo, la evidencia de una realidad
impresionante, pero tambin un melanclico signo de los nuevos tiempos: la total
ausencia de las medievales Cortes en el proceso de creacin normativa
232
, insistiendo
desde perspectiva legicntrica, en la supuesta exclusin del ius commune que habran
llevado a cabo
233
232
Sin duda los legisladores de Toro y los monarcas bajo cuyo reinado se dictaron estas leyes -
virtualmente los Reyes Catlicos- buscaron en primer lugar una clarificacin del Derecho,
solucionando las disensiones entre los propios ordenamientos jurdicos vigentes pero, asimismo,
quisieron hacer constar la primaca del ordenamiento real, lo que equivale a la consideracin de la
potestad legislativa como suma expresin de los valores de justicia que contena el Derecho
emanado de su autoridad frente a Derechos recibidos, o ms bien frente al uso abusivo del
Derecho comn, ibid., p. 285.
66
234
235
referencias que a las leyes de Toro hace B. Clavero en su estudio sobre el mayorazgo
dos son, a mi modo de ver, las innovaciones fundamentales planteadas: la constatacin
del tratamiento favorable que las Leyes y la doctrina jurdica daban al mayorazgo, lo que
supona cuestionar la representacin que se haba hecho de los Reyes Catlicos como
contrarios a la nobleza feudal, y la propuesta de un anlisis de las leyes desde la
literatura jurdica espaola y europea como medio de integracin de las contradicciones
suscitadas entre los iura propria (las leyes de Toro) y el ius commune
236
. Este
planteamiento -transformador del valor hasta entonces otorgado a la ley- tiene su mejor
desarrollo en el estudio de C. Petit sobre el Derecho comn y el Derecho castellano, en
el que adems de constatar la equivocidad del trmino derecho comn en el s. XVI,
muestra de forma exhaustiva cmo la doctrina castellana, entre la que destacaron los
comentaristas de las Leyes de Toro, se encarg de adaptar el orden de prelacin de
fuentes consagrado por stas -mediante la adaptacin de los materiales y tpicos al uso
en un sistema jurdico efectivamente comn y la adopcin de una abierta postura contra
legem- al fin de hacer del ius commune autntico derecho supletorio. Se habra logrado
as por va jurisprudencial, en su opinin, salvar el obstculo que pudiera singularizar
a Castilla de los restantes pases de su crculo cultural
237
234
en Centenario del Cdigo civil (1889-1989), Madrid, Ramn Areces, 1990, II, pp. 1121-1129, y
Mariano ALONSO PREZ, Actitud metodolgica en la sistematizacin del Derecho agrario, en ADC,
1973, pp. 811-12.
236
Bartolom CLAVERO, Mayorazgo. Propiedad feudal en Castilla 1369-1836, Madrid, Siglo XXI,
67
constituyendo slo una pequea parte del discurso que sobre la institucin han
transmitido las fuentes
238
Y junto a esta propuesta, debe destacarse el intento emprendido por J. M. PrezPrendes de dar cabida en la manualstica histrico-jurdica a los estudios de Historia del
Derecho privado -el contenido fundamental de las Leyes de Toro- reservado en exclusiva
bajo la Dictadura -con la excepcin J. Lalinde desde una Historia del Derecho conceptual
239
240
241
VIII. CONCLUSIN ABIERTA: LA RELATIVIDAD DE LOS MODELOS JURDICOCULTURALES Y DE LOS CONCEPTOS DE CDIGO Y LEY
Un anlisis jurdico-cultural de las leyes de Toro que suponga, en la caracterizacin P.
Kahn, el acto imaginativo de la separacin, de la creacin de la distancia entre el sujeto
y sus creencias en reemplazo de la razn prctica normativa
242
dominante siempre en
la investigacin jurdica positiva, pasa por no identificarlas con una idea cultural concreta
de nacin artificialmente proyectada al Estado en pocas pasadas ni con el excluyente
y unificador concepto de ley de los juristas decimonnicos -sobre todo si se tiene en
238
Jess VALLEJO, Vida castellana de la muerte civil. En torno a la ley cuarta de Toro, en HID
Jess LALINDE ABADA, Iniciacin histrica al Derecho espaol, Barcelona, Ariel, 1970, pp. 573-
Jos Manuel PREZ-PRENDES, Curso de Historia del Derecho espaol. Introduccin, fuentes y
Remedios MORN MARTN, Historia del Derecho privado, penal y procesal, UNED-Universitas,
Paul KAHN, El anlisis cultural del Derecho. Una reconstruccin de los estudios jurdicos,
68
cuenta que prescindan del de Constitucin-, desvinculacin que adquiere hoy, frente a
pocas anteriores, plena posibilidad si se repara en que tambin desde el mbito del
Derecho civil ha acabado teniendo lugar, lo que J. M. Scholz denomina dinamizacin de
la jerarqua de las fuentes del Derecho en vigor
243
244
Pasa asimismo esta pretensin por romper con la idea de lucha entre el Derecho
romano y el castellano medieval, concebido ste al estilo de los juristas decimonnicos
como Derecho nacional y aqul como Derecho extranjero, distincin que el
espritupopulismo de Savigny foment. Las culturas jurdicas no responden a meros
actos de voluntad selectiva del legislador sino a condicionantes econmicos, sociales y
de pretensin de justicia, diferentes en cada perodo histrico-jurdico que se considere.
Las Leyes de Toro, en este sentido se presentaran como un intento de conciliacin no
de una tradicin nacional y otra importada, sino como ha sealado C. Petit, de dos
universos jurdicos coexistentes
245
246
Y junto a ello, pasa por la comprensin del valor que en la poca habran de tener los
instrumentos jurdicos de los que se hace uso para disciplinar la conflictividad social, sin
proyectar sobre ellos la exclusividad derogatoria de la ley propia del s. XIX y principios
del s. XX. Un ejemplo significativo lo constituye el reciente estudio de J. M. PrezPrendes sobre el valor en su poca de OM, como un simple instrumento de orientacin
y consulta para los prcticos, no necesitado de sancin real, lo que exige por parte del
estudioso la flexibilidad mental necesaria para no proyectar al pasado el concepto de
243
Carlos PETIT, Introduccin a G. LOZANO LPEZ (ed.), Texto y concordancias de las Leyes de
Javier GARCA MARTN, Costumbre y fiscalidad de la dote. Las Leyes de Toro entre Derecho
69
247
En esta lnea, y por lo que al concepto de ley se refiere, tal como ha tratado de
ponerse de manifiesto a lo largo de estas pginas, resultan imprescindibles estudios
como los de J. Martnez Gijn
248
categoras jurdicas del ius commune, para determinar su carcter retroactivo (ms
cercano al Derecho cannico) o irretroactivo o su pretensin de mantener el Derecho
vigente o modificarlo y en qu trminos, lo que a menudo supuso la desigual aplicacin
de las leyes en funcin de las materias y explicara, entre otras cosas, la multitud de
pleitos a los que dieron lugar y la sucesin de comentarios destinados a proponer
criterios judiciales adecuados.
En ltima instancia, la paradoja insalvable de las leges de Toro, generadora de
multiplicidad de interpretaciones habra residido en pretender dar cabida a un nuevo
Derecho en moldes jurdicos escolsticos, paradoja que conlleva en s el Estado
moderno en la Europa del ius commune, de la que los historiadores del Derecho
debemos ser quizs ms conscientes antes de decidirnos a interpretarlas.
247
248
Jos MARTNEZ GIJN, La vigencia temporal de las leyes de Toro, op. cit. Del mismo autor
Textos castellanos de la Baja Edad Media sobre los efectos temporales de las Leyes, en HID 22,
1995, pp. 307-328.
70