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CULTURAL

CIENCIAS, ARTES Y LETRAS

Ao XXVI N 1285 Montevideo, viernes 4 de septiembre de 2015

James Joyce ms uruguayo


(desde Buenos Aires)

S UNA MAANA helada de


domingo, pleno julio, en un
caf de Agero y Santa F. Son
las nueve y hay pocas mesas
ocupadas. En una est Marcelo Zabaloy,
traductor del Ulises, la famosa novela
de James Joyce que dice el lugar comn es intraducible por los mltiples
experimentos que el escritor irlands
llev a cabo con el lenguaje. Zabaloy,
autor de una nueva traduccin al castellano rioplatense, no es porteo sino de
la ventosa Baha Blanca, ex jugador de
rugby, corpulento, de tez curtida y manos enormes. No es ingeniero ni investigador, como se dijo por las redes. Fue
instalador de cables, pero en la industria, con tableros muy complejos aclara. Tiene familia, seis hijos ya grandes,
e insiste en hablar de su vida, de quin
era, de quin es. Le preocupa aquello
que deca Cortzar de los argentinos:
que slo hacan las cosas por fanfarronera o por obligacin. Quiero que sepas que no soy un fanfarrn.
Solo soy un buscavidas que cree
que todos nacemos canallas, insiste.
Y qu tiene que ver esto con el Ulises?
En ese libro est todo, y seala su
original del Ulysses en ingls, depositado en la mesa. Fue slo un gesto con el
dedo. Y agreg: es un libro que te convierte en mejor persona.
Entonces todo cambia. Zabaloy no
slo era una persona comn que haba
acometido una tarea extraordinaria; pareca ser un personaje
ms de la saga. Pero las claves para comprenderlo seguan difusas. Por ah record
mi propio fracaso con la espaolsima traduccin del

Ulises de Jos Mara Valverde que intent leer de un tirn en 1992 sin xito,
a pesar de que el libro se ocupa, hora
tras hora, de las peripecias de dos protagonistas en Dubln a lo largo de un da
entero, un 16 de junio de 1904.
Veintitrs aos ms ms tarde, en
mayo de 2015, Jorge Fondebrider, fundador y director del Club de Traductores Literarios de Buenos Aries, me
cuenta de unas Jornadas que est organizando al cumplirse 70 aos de la primera traduccin al espaol del Ulises
(realizada por el argentino J. Salas Subirat, 1945). Se llevaran a cabo en la
Biblioteca Nacional de Recoleta y
vendran especialistas de Irlanda, Estados Unidos y Espaa. Con la traduccin de Zabaloy bajo el brazo (que deba, ahora s, leer de un tirn) me dispuse a cruzar el charco.

El instalador
que tradujo el

Lszl Erdlyi

Ulises

Marcelo Zabaloy y James Joyce por Omb

FOGONAZO EN EL PECHO. Zabaloy habla


de su infancia en Baha Blanca. En el
ao 1961 yo tena cinco aos. No era

Hannah Arendt 5 I Enrique Estrzulas 6 I Zygmunt Bauman 10 I Michel Foucault 8


John Berger 9 I Francis Scott Fitzgerald 10 I Mara Teresa Andruetto 12 I

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habitual que los chicos estudiaran ingls, pero a mi no me costaba, me gust, se me hizo como un caramelo.
Ley mucho en ingls. A los diecisiete
lleg a Counterparts, cuento del libro Dublineses de Joyce. En un viaje
que su esposa hizo a Estados Unidos
en el 2004 le trajo un Ulysses original
en ingls, la edicin Gabler. Menos
mal que yo no saba que haba muchas
ediciones en ingls del Ulises, y que la
de Gabler en particular era muy discutida. Ignoraba todo eso, gracias a
Dios. Tard un ao en leerlo; lo haca
de noche, cuando poda, mientras instalaba cables en la planta de Coca
Cola diez horas por da, a veces subido a escaleras. Sin libros de apoyo,
descubri que la cuestin se abra al
infinito. Se apoy en el Ulysses Annotated de Don Gifford, y tambin en
Allusions in Ulysses de Thornton.
El Ulises lo emocion, y busc
compartir esa emocin con los ms
queridos. Zabaloy quera lerselo a su
esposa. Por ejemplo el prrafo donde
compara a la mujer con la luna (cap.
17). Quera contar lo extraordinario
que era, pero no recurrir a traducciones ya hechas, ya que iba a estar en
desacuerdo con el resultado. Comenz a balbucear una traduccin, hasta
que lleg al trmino satellitic. Dice el
Ulises al comparar a la mujer con la
luna: Su antigedad en preceder y sobrevivir sucesivas generaciones telricas; su predominio nocturno; su dependencia sateltica. O mejor satelital? Le leo a mi mujer cuando estamos en la cama, y si dudo, mi mujer
se me duerme. Porque no poda decirle
lo hermoso que era, si se lo contaba

Jorge Fondebrider, Marcelo Zabaloy


y Eugenio Conchez

mal. A la maana siguiente me sent y


empec. Tard una hora en traducir
ese prrafo. Cuando termin dije qu
hermosura. Entonces segu con otro
prrafo, y con ste otro.
Era abril de 2007. En cierto momento estaba traduciendo Hades, el captulo
6, donde Leopold Bloom asiste al entierro de Paddy Dignam en el cementerio.
Bloom piensa en la muerte de su amigo,
en su corazn detenido para siempre:
La sede de los afectos. Corazn destrozado. Una bomba despus de todo,
bombeando centenares de litros de sangre por da. Un buen da se atasca: y
ah ests. De hecho Zabaloy haba ido
con su mujer de paseo a Mar del Plata,
cuando estaba traduciendo ese prrafo.
Era un da de invierno muy fro. Recuerda que en el momento en que estaba con esa frase sinti un fogonazo en
el pecho. Vamos a caminar un poco a
ver si se me va, le dijo, y cuando vuelva
a Baha Blanca voy al cardilogo. Pas.
Lleg tres das despus, sali caminando para el hospital y en la esquina sinti
un tac fuerte, en el pecho. Luego otro

tac. Sigui despacito, apoyndose en


las paredes, y lleg al hospital. Zaf.
Aos ms tarde cuando iba a revisar
ese prrafo con Edgardo Russo, el editor que haba decidido publicarlo, le
dijo por skype: Edgardo, por favor,
Hades lelo solo. Me dice no seas boludo. Le dije que no, que no lo quera
volver a leer, pues yo saba en qu palabra haba sentido el fogonazo, estaba
sincronizado. Tens que leerlo, insista. Es que revisbamos cada prrafo N
veces. Entonces me arm de valor, respir hondo, me agarr los huevos (hace
el gesto), cruc los dedos, rec y uff,
pas.
Russo no tendra tanta suerte.
NO ERA BROMA. Mientras cruzaba en ferry desde Colonia hacia Buenos Aires
recib un email del escritor espaol
Eduardo Lago: Falleci Edgardo
Russo. Lo encontraron muerto de un
ataque cardaco en su escritorio de la
editorial El cuenco de plata. En el caf
de Santa F y Agero, apenas un da
despus del entierro, Zabaloy siente que
no puede expresar el dolor. No hay palabras agrega.
Recuerda el momento en que, una
vez terminada la traduccin, su seora
le pregunt por qu no buscaba editor.
Yo no saba, porque por ah algo te da
mucho placer hacerlo y para otro es
una porquera. Adems estaba muy deprimido. Entonces un domingo a la maana empec a escribir por email a las
editoriales que encontr en una lista.
Adjuntaba el captulo 15, Circe, el que
transcurre en el burdel a medianoche,
para mostrar que la cosa iba en serio.
Escrib a todas las editoriales en Ar-

gentina, Mxico, Espaa. Pero nada.


Ni una respuesta.
En febrero de 2010, seis meses despus, recibi una llamada en Baha
Blanca. El seor Zabaloy? Buenos
das, le habla Edgardo Russo. Le cuenta que cuando recibieron el email con el
adjunto pensaron que era un chiste.
Tiempo despus se lo dio a leer a algunos amigos, lo releyeron juntos, y vieron
que no. Cuando venga a Buenos Aires
charlamos, me dijo. Te podes imaginar
mi alegra pero yo no conoca a nadie. Soy ajeno al mundo literario.
Trabajaron juntos hasta el 2012, captulo tras captulo. Mientras tanto,
como yo necesitaba mi droga, me
puse a traducir el Finnegans Wake.
En el 2012 tena el 70% hecho. El
Finnegans, novela de Joyce publicada completa en 1939, es an ms
experimental que el Ulises. Est escrita en un extrao idioma polglota que
puede incluir palabras en ingls, polaco, serbo-croata e incluso persa, entre
otras lenguas.
Al equipo ya se haban sumado varios especialistas locales y extranjeros,
pero un da me cans de tantas idas y
vueltas con las correcciones de mi Ulises. Yo fui feliz en ese proceso de traduccin, y venan a enmendarme la plana que se metan el libro en el culo!
Russo qued plido, y dijo tens razn, que se lo metan en el.... Y se pusieron a trabajar juntos en el Finnegans hasta el 2013, donde Zabaloy le
sugiri retomar el Ulises.
Durante el 2014 se leyeron mutuamente los captulos va skype, porque
de la lectura en voz alta debe surgir una
musicalidad mgica, envolvente. De

Anomala
DURANTE mucho tiempo el Ulises fue un libro
ignorado en la propia Irlanda. Barry McCrea, escritor irlands y docente en la Universidad de Notre
Dame, Illinois (USA), seal en las Jornadas que
si el Ulises durante muchos aos fue un texto literario clave para los extranjeros, para los irlandeses durante la mayor parte del siglo XX fue una
anomala. Preferan pensar en Yeats o en Heaney
como escritores nacionales. Cuenta que creci en
Sandycove, Dubln, cerca de donde se inicia el Ulises en la torre Martello. En Bloomsday (16 de junio) solan darse pequeas celebraciones alrededor de la torre. Pero Joyce no se enseaba ni en la
escuela, ni en el liceo, ni en las universidades. En
parte por la presin de la Iglesia Catlica, tambin por su dificultad y obscenidad, y adems porque Joyce no corresponda a la imagen que Irlanda tena de s misma. De hecho la cultura de Dubln nunca se identific con el alma nacional de Ir4 septiembre 2015

landa, al contrario. La Irlanda independiente


siempre ha tenido un prejuicio anti-urbano. Las
ciudades eran consideradas inglesas, protestantes,
impuestas desde afuera. El alma real de la nacin
es rural. Cuando McCrea cumpli 23 aos se fue
a una universidad norteamericana a realizar un
doctorado en literatura comparada. All me reconocan por el acento, y al enterarse adems que
haba crecido en Sandycove, se emocionaban. Me
hablaban de los personajes del Ulises, me preguntaban por expresiones que no entendan. Y yo me
senta muy avergonzado... porque no haba ledo el
Ulises. Tanto que no me animaba a confesarlo.
Rea de forma enigmtica, como dando a entender
que s, por supuesto, lo haba ledo muchas veces,
muchsimas. Tantas, que ya no poda hablar ms
de ella. En mi primer verano del doctorado me fui
a Pars y me le el Ulises completo. Fue una extraordinaria revelacin, ya que reconoc calles, ex-

presiones, actitudes, acentos y sobre todo el lenguaje de mi Irlanda, y el de mis abuelos. Ante mis
ojos se present una luminosa realidad literaria.
Con el boom econmico irlands de 1995 al 2007
el Ulises pas a ser un texto nacional emblemtico, un
smbolo tanto para el sector pblico como para el privado. Instalado en el imaginario popular, en las casas,
en las decoraciones callejeras, el nuevo Joyce apropiado ocultaba un hecho: que nunca fue aceptado en Irlanda. Quiz eso explique la paradoja de por qu tantos dublineses afirman hoy adorar y celebrar el Ulises,
sin haberlo ledo. Cuenta Eduardo Lago que en un
Bloomsday reciente el periodista del Irish Times que
cubra los festejos en Dubln pregunt a decenas de
personas y no encontr uno que hubiera ledo el libro.
Hasta que se cruz con los Caballeros de la Orden del
Finnegans, grupo fundado por Lago, que merodeaba.
Algunos, no todos, confesaron haberlo ledo. Todos
eran extranjeros.

forma paralela Zabaloy, en su nuevo


trabajo, viajaba a Australia y a Nueva
Zelanda acompaando a grupos de chicos a jugar al rugby. En determinado
momento Russo lo llama y me dice
que el captulo 15, Circe, es dificilsimo,
no se termina de pasar, es largo hasta
para hojear. Tiene 145 pginas.
Edgardo, tranquilizate, ya s que no
se puede leer. Pero igual me dice que lo
enderece, porque de lo contrario el lector lo va a tirar a la basura. Que lo
tire, le dije. Colg. Un rato ms tarde
llegan a un acuerdo; Russo acept una
versin menos densa. Le dijo: Tens
razn, no podemos enmendarle la plana. Si Joyce lo hizo as, fue a propsito. Por ejemplo en la comparacin entre la mujer y la luna, Joyce utiliza el
trmino propinquity, que Russo insista
en traducir como proximidad. Pero
por qu? Si propincuidad en espaol
existe y suena fantstico. De a poquito lo iba convenciendo de que era conveniente seguir todas las tortuosidades
hasta el lmite de lo posible. Y cuando
ya no se poda hacer ms, como en Circe Pero ah est la belleza del texto.
GENTE COMN. El ambiente literario
porteo no termina de digerir a Zabaloy.
Sin conocerlo le adjudicaron ttulos o
educacin especializada que no tena.
Le pidieron por email su currculum, y
l contest no tengo. El irlands Declan Kiberd entiende que esto es maravilloso. Autor de la introduccin al Ulises ms vendido del mundo anglosajn
(el de Penguin Classics) y de libros notables como La invencin de Irlanda
(Adriana Hidalgo, 2006), Kiberd est en
Buenos Aires para otro congreso sobre

cultura irlandesa. En su hotel nos cuenta que Joyce amara esto, porque l escribi el Ulises pensando en gente
como Zabaloy. Lo hizo para porteros,
para guardas de tren, personas con oficios comunes o trabajos mecnicos. l
con el Ulises estaba celebrando a la
gente comn, a la mujer comn. Es
realmente un privilegio que el Ulises
est siendo traducido por gente que no
proviene del mundo literario. Casi todo
el libro se nutre del discurso y el habla
comn de la gente de la calle. Joyce,
por ejemplo, poda discutir varios temas
con la mujer que atenda la ropera de
un hotel; crea que el Ulises deba ser
propiedad de todos aquellos que compartan una cultura en comn. El problema es que esa cultura ms democrtica fue sustituida por la creacin de
elites de especialistas a partir de mediados del siglo XX. Dej de prevalecer
la idea de que cualquier persona inteligente poda leer y entender el Ulises, o
Hamlet, y se instal la idea de que
cualquier persona hbil poda aspirar a
ser un especialista profesional que se
hiciera cargo de la tarea. Pero incluso
ya antes de que ocurriera esto, Joyce era
en muchos sentidos un anti bohemio,
en la nocin parisina de bohemia. l
rechazaba la idea del arte como separado de la vida cotidiana, crea que el
arte verdadero se nutra del lenguaje
del pueblo, y a l deba volver.
Zabaloy, en trminos biogrficos, se
parece al primer traductor al espaol del
Ulises, Jos Salas Subirat, que tambin
fue un buscavidas y trabaj mucho
como vendedor de seguros. El periodista Lucas Petersen tiene casi finalizada
una biografa sobre l. En las Jornadas

Eve Arnold, 1955

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Marilyn con el Ulises

de la Biblioteca Nacional cont que Salas Subirat vena de un hogar humilde,


su padre tuvo muchos oficios, entre
ellos el de afilador. Su abuela materna
no saba leer. De hecho Salas Subirat
no termin la escuela, pues como muchas familias de inmigrantes tuvo que
salir a trabajar. Sin embargo lo que caracteriz a este hombre fue un hambre
descomunal por el conocimiento, con
lecturas que llev a cabo de manera desordenada y voraz. Autodidacta en su
aprendizaje del ingls, Salas Subirat
funda en la dcada del 20 una academia
de ingls y taquigrafa, pero es un mis-

terio cmo aprendi ingls. Optar por


traducir un libro es un buen medio para
aprender un idioma. Y tambin para
leer. Pero, el Ulises?
Marietta Gargatagli, doctora en Filologa Hispnica y docente en la Universidad Autnoma de Barcelona, me
muestra una curiosidad mientras esperamos en la cafetera del jardn de la Biblioteca Nacional. Es la introduccin de
Salas Subirat a la primera edicin del
Ulises, un texto didctico de notable
claridad. All Salas Subirat explica, justifica, advierte. Desarma, por ejemplo,
los mecanismos mentales que operan en
la mente del lector en trminos de tiempo y espacio. Se introduce en los mecanismos no visibles del Ulises, y relata
ese periplo como si fuera una crnica de
viaje, sin palabras difciles o amaneramientos. Dice: Una obra difcil de entender en ingls tena forzosamente que
desanimar a los traductores. Pero traducir es el modo ms atento de leer, y el
deseo de leer atentamente es responsable de la presente versin.
Lo que deriva hacia cuestiones futbolsticas. Hay cuatro traducciones del
Ulises al castellano: dos argentinas y
dos espaolas. La primera de Salas Subirat, la segunda del espaol Jos Mara
Valverde (1976), la tercera de los espaoles Garca Tortosa y Venegas (1999),
y la ltima de Zabaloy. Dos a dos. Los
chismes previos caldean los nimos y
previenen que el espaol Eduardo Lago,
invitado a las Jornadas, viene a defender
las traducciones de la Madre Patria. No
es cierto. Mi Ulises es el de Salas Subirat, dice en voz alta al ingresar. No
hay partido.
(sigue en pg. 4)

El Ulises los derrota de entrada


LA EDITORIAL Interzona acaba de reeditar Ulises,
Claves de lectura de Carlos Gamerro. En una charla
en un caf de French y Laprida, Gamerro advierte que
el Ulises es un libro que genera mucho enojo, sobre
todo en lectores experimentados que tienen como un
orgullo de saber leer, y de vencer textos difciles. El
Ulises los derrota de entrada. Pero entonces, por
qu gastar energa? Porque el Ulises, al igual que el
psicoanlisis de Freud, le ense a la humanidad a
escuchar su pensamiento. Yo creo que sos otra persona cuando termins de leer el Ulises. Un lector puede sentir, ante tanta dificultad, que el autor no lo respeta, lo desprecia. No, a Joyce le importa tanto que no
escribe para el lector que sos, escribe para el lector
que pods llegar a ser. Tiene tanta fe que cree que podrs cambiar, ser mucho mejor lector.
Hace falta entonces muchas ganas de leer, y de
asumir desafos. Si hoy hay una cultura de la dificultad y del desafo en el deporte, porque luego de

escalar una lomita ya quers ir al Aconcagua, si la


lgica de los videogames es que la recompensa por
ganar un juego es pasar a jugar otro ms difcil,
por qu la literatura tiene que ser distinta? Seala, adems, que la obra ha pasado la prueba del tiempo. A los que insisten con que es difcil, les digo:
no se dan cuenta que se quejan por leer una novela
experimental, de vanguardia, escrita hace casi cien
aos? Parte de la vigencia del Ulises se debe a que
fue una novela adelantada a su poca, y creo que
toda la literatura del siglo XX es en gran medida un
intento por alcanzar el Ulises.
Igual la gente se pregunta quin lee el Ulises. A lo
largo del tiempo vas a ver que hay ms lectores del
Ulises que de Cincuenta sombras de Grey. Adems,
hay mucha gente que ley el Ulises sin leerlo. En realidad lo han ledo grandes escritores, periodistas, estrellas de rock, y por todas esas cadenas les va llegando por ejemplo, si no leste el Ulises pero leste a

Virginia Woolf, ests leyendo el Ulises. Igual con


Faulkner, o con Juan Carlos Onetti.
Pero, insisto, por-qu-es-importante-el-Ulises?
Es un texto que carece de narrador; es como si Joyce
tomara al lector de la nariz, lo pusiera en el lugar del
narrador y le dijera, arm tu mundo o mor en el intento. Claro, por supuesto. Los personajes como
Bloom, Stephen o Molly estn atomizados, dispersos,
sus conciencias, sus inconscientes, sus distintas facetas. Y sos vos, como lector, el que tens que armarlos. Joyce construy sus personajes de forma tan minuciosa, compleja, y con tantos elementos dismiles,
que ocurre lo que dice Borges, pods recorrer el
Ulises como una ciudad, no hace falta recorrerlo
todo. Es decir, no tens que recorrer todas las calles
de una ciudad para conocerla, pero siempre vas a
encontrar calles nuevas para recorrer. Pasa con
Leopold Bloom, con Dedalus, con Molly: siempre
descubrs cosas nuevas.
4 septiembre 2015

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Pero del Ulises de Zabaloy, durante


las Jornadas, poco, a pesar de que dio
una conferencia junto a Eugenio Conchez explicando su mtodo. Quien se
acerc a la Biblioteca Nacional para saber si algn especialista recomendaba la
versin de Zabaloy, se vuelve con las
manos vacas. La crtica la ha recibido
bien en Uruguay y en Argentina; este
cronista pudo comprobar que la versin
fluye, es coloquial y muy de ac, a diferencia de las versiones espaolas, ms
acadmicas. Pero los especialistas son
cautos. Zabaloy reflexiona sobre esto en
el caf. Quin se va a tomar el trabajo de leer y compararlo con las versiones ya existentes? Porque criticar es
comparar.
Para el ao 2014 el nuevo Ulises estaba maduro. Recibi aportes de Pablo
Hernndez, y cont con la participacin
activa de Eugenio Conchez, Teresa Arijn y Anne Gastchet, especialistas en la
obra. Comenzaron con la bsqueda de
erratas. Para enero de 2015 Conchez haba encontrado ms de 150 pginas donde haba cosas para mejorar y corregir.
EL ULISES URUGUAYO. Hace cinco aos
se public una nueva traduccin del
Ulises al hngaro. La ltima traduccin
al rumano, la de Mircea Ivanescu (versin 1984), est bajo fuego por haber
sustituido trminos obscenos por eufemismos. Zabaloy aclara que, en todos
los lugares donde ocurre, utiliz la palabra coger. Sobre todo en el monlogo
de Molly, captulo 18, el ms escandaloso. Es que Joyce busc confrontar al
lector con sus tabes y fobias al descri-

Declan Kiberd

bir de forma detallada y sin eufemismos


los fluidos corporales, la mugre, las flatulencias, las secreciones, sean mocos,
uas enrojecidas de aplastar piojos en
los nios, o los olores de hombres de
la imperdible escena del almuerzo en el
restaurante Burton (cap. 8).
Y esto permite reflexionar sobre el
lector ideal del Ulises. A la hora de adquirir alimentos, por ejemplo, hay dos
clases de personas: los que slo compran envasado en el supermercado, creyendo lograr as mayor asepsia, y los
que compran ah pero tambin van a la
feria barrial de frutas y verduras porque
disfrutan de la variedad en el desorden,
de lo imprevisto, de los aromas frescos
a veces brutales, de la charla con el
amigo feriante. El primero difcil que
lea el Ulises; pero si lo logra, seguro
termina en la feria.

Entonces, de a poco, comenzamos a


comprender por qu Zabaloy pudo traducir el Ulises: posee, adems de una
inteligencia poco comn, la capacidad
de comprender sistemas muy complejos, y de resolver con solvencia en lo
concreto. Siempre pensando en su comunidad en un sentido amplio, no slo
en los argentinos, sino tambin en los
uruguayos. Por eso opt por el t en lugar del vos. En el noreste de la Argentina, donde se habla un castellano ms
ortodoxo, es muy habitual el t, igual
que en Uruguay. Una decisin nada
inocente. Esto reafirma la sensacin,
obtenida durante mi lectura atenta, de
que esta traduccin es la ms uruguaya
de todas las versiones actuales.
Algo que parece simple a primera
vista. Pero no con Joyce, que detestaba lo obvio. Una referencia lateral, sugerida a medias, en la mitad del libro,
puede estar refiriendo a otra ocurrida
en la otra punta del Ulises. Ocurre
cientos de veces. O encontrar frases
incomprensibles hasta para un lector
anglosajn, como la que balbucea el
ahorcado antes de morir, en ingls,
con la soga apretada al cuello: Horhot
ho hray ho rhothers rest (cap. 15).
Zabaloy explica cmo hizo para traducirlo: el ahorcado dice literalmente
Forgot to pray for mothers rest, es
decir, Olvid rezar por el alma de mi
madre, pero le sale eso porque ya no
puede respirar. Es una ltima confesin para que no lo ahorquen. Entonces lo que hice fue apretarme la garganta, y con fuerza. Despus dije, o
trat de decir esas palabras y puse lo

que me sali, Ogoold doror gor olgogoso do momodro. Como explicacin es pobre, pero es cierto. En
otros casos las disputas entre Zabaloy
y Russo se daban palabra por palabra.
Tambin en el cap. 15 optaron por esta
frase: Se destap la olla. Un alcahuete
le bati la posta a la yuta (en el original, the squeak is out. A split is gone
for the flatties). En lugar de alcahuete
Zabaloy quera alcachofa. Russo no
me dej y se enoj, un rato.
Era extenuante. Cuando los venca el
desnimo lean en voz alta, en ingls y
luego en castellano. Y entonces de pronto me dice, en el caf, a ver contigo,
vamos a ver si funciona. Ahora, le en
voz alta, en ingls, a partir de ac, y
seala una pgina. Comienzo con el libraco en la mano, dudando, sin subir
mucho la voz. Ms alto!, insiste. No
hay escapatoria. La gente en el bar comienza a mirarnos, siento un sudor fro
en la nuca cuando de pronto, zs, la sonoridad del texto me envuelve. Un calor
sube de las entraas, la musicalidad de
la prosa de Joyce ocupa todo el espacio... y el bar entero queda en armona.
Y es todo as, una enorme masa
que se te viene encima, no la pods parar y termins siendo parte de la rueda,
y vas girando, girando. Aclaremos: estas cosas casi como que no las pods
hablar con nadie. Por eso cuando vos
me dijiste que queras hablar conmigo,
dije por favor! y abre las manos en un
gran gesto.
Nota: El cuenco de plata y Adriana Hidalgo son
distribuidos por Gussi. Interzona, por Aletea.

Libro de autoayuda
CREO QUE el Ulises nos ensea cmo vivir
dice Declan Kiberd. No debera decir esto de una
obra maestra, que hace un uso admirable de la lengua. Pero es un libro que vive, y una de las razones
est en el protagonista, un joven graduado llamado
Stephen Dedalus que sufre una leve depresin por
un reciente fracaso acadmico, y que se encuentra
con un hombre algo mayor que l, Leopold Bloom,
que es menos brillante pero ms vivo. Hay que
pensar en todos los recin graduados de las universidades que sufren esas leves depresiones, que el
propio Joyce sufra, y que sufre Dedalus. Entonces
Bloom lo ayuda, le da un caf, un bizcocho. Trata
entonces de la tristeza de la juventud a veces curada por la visin de un hombre un poco ms maduro. Es una relacin teraputica, que apunta a la autoayuda. Walter Benjamin deca que el efecto de la
Primera Guerra Mundial iba a ser que las generaciones ya no podran hablarse ms entre ellas. Por
eso el Ulises es optimista, porque a pesar de todo
lo malo que le ha ocurrido a estos dos hombres, se
comunican. Yo acostumbraba a decirle a mis estu4 septiembre 2015

diantes en Dubln, si se les aparece un tipo ms o


menos parecido a ste, un poco sucio, a la una de
la maana, lo invitaras a que se tome un caf en
tu cocina? No, seguro no. Entonces les sealaba
que esto es lo que se ha perdido: la capacidad de
encontrar al extrao, de vincularnos con l, y de
percibir el extrao que hay dentro de nosotros mismos. Por eso la gente queda fascinada con el libro.
Yo he sido acusado, sealando esto, de intentar
convertir el Ulises en una suerte de libro de autoayuda. Y yo me declaro culpable.
El Ulises es un libro que ha viajado por todo el
mundo como un test de culturalismo y tolerancia.
Porque es universal en su humanidad, pero a la vez
es muy local. Joyce deca que si poda llegar al corazn de Dubln, llegara al corazn del universo.
Pero a la vez lo haca pensando en un lector participante. Joyce la daba copias gratis del Ulises a
porteros nocturnos de los edificios, o a mozos de
restaurantes, gente cuyo trabajo exiga estar alerta,
atentos, con capacidad para entender los diferentes
tipos humanos con que interactuaba en el da. Sen-

ta que esas eran las cualidades ideales de un lector


del Ulises. Joyce estaba en contra de la idea del experto como un ser superior. Trataba de abrir la experiencia de la lectura a esos lectores inesperados,
que a priori nadie los pensara como tales. Joyce
miraba por la ventana de su apartamento parisino y
deca, ves ese nio? Un da ser lector del Ulises. Tanto Leopold Bloom como su esposa Molly
son personas comunes, que estn siendo celebrados, mientras otros modernistas como Ortega y
Gasset o Yeats quedaban aterrados ante las masas
de las nuevas sociedades. Y aparece Joyce y les
dice, no, estas son personas amorosas, tienen sabidura, son dbiles, a veces abyectos, y tambin fracasan. Pero no son basura. Eso se ve cuando
Bloom piensa en el agua. Ve el agua como la poltica democrtica, con esa capacidad de autonivelarse. El agua a menudo es una imagen que se utiliza
para representar el inconsciente. Joyce dice: miren
el inconsciente de estas personas, es muy interesante, hay fuerzas ocultas, hay miedos. Utiliza entonces al Ulises para desafiar esos miedos.

5 / E L P A I S C U L T U R A L / N 1285

Revisando a Hannah Arendt

La mujer que encantaba


Virginia Martnez

ILSOFA e intelectual, la alemana Hannah Arendt (19061975) es autora de una obra terica clave para entender el siglo
XX, ms precisamente los horrores de
ese siglo. Naci en una familia juda y
fue discpula de Martin Heidegger y
Karl Jaspers. Con el ascenso del nazismo emigr a Estados Unidos donde consolid su carrera acadmica y escribi la
mayora de los trabajos por los que gan
prestigio y admiracin, y tambin gener polmicas y rechazo. El totalitarismo,
el antisemitismo, el genocidio judo, el
sistema de los campos de concentracin
y el imperialismo son algunos de los temas sobre los que investig y teoriz.
Entre sus principales obras se cuentan
Los orgenes del totalitarismo (1951),
La condicin humana (1958) y
Eichmann en Jerusaln (1963).
Pensadora difcil de clasificar, se la
ha definido como existencialista, conservadora, liberal o anarquista. Sin embargo ninguna de esas categoras alcanza a
la integralidad de su pensamiento, agudo
y original. Ella rechaz todos los ismos
y fue un ejemplo de lo que se conoce
como intelectual libre.
De esa riqueza y complejidad da
cuenta Hannah Arendt, El orgullo de
pensar, una compilacin de ensayos a
cargo de la espaola Fina Biruls. La
edicin es del 2006, pero recin se distribuye localmente.
TRES RETRATOS. Dos amigos y un antiguo alumno escriben el captulo ms
breve del libro, que evoca a la profesora
y a la mujer. Entraba, ligeramente encorvada, con su cara seria, de mirada
melanclica. Tena, calculo echando
cuenta, unos 57 aos en 1963, pero a m
me pareca an mayor. Su cara, sus obvias arrugas y ojos grandes, con prpados cansados, era atractiva: resplandeca en ella la sabidura. Sus vestidos estaban siempre desajustados y eran holgados, pero tena un aire de limpio desalio, dice Salvador Giner, quien asisti a sus clases en la Universidad de
Chicago.
El ensayo del filsofo Hans Jonas,
alemn, judo y emigrado a Estados
Unidos como Arendt, tambin da un
testimonio personal pero centrado en
su pensamiento. Estudia la que consi-

dera su obra magna, La condicin


humana.
Cierra el tro la entraable despedida
de su gran amiga la escritora estadounidense Mary McCarthy. La define como
una persona luminosa, seductora y femenina. Una mujer que encantaba con la
palabra y la inteligencia. Generosa e impaciente. Histrinica pero no exhibicionista, dice McCarthy que cuando hablaba en pblico, en sus gestos y actitud, en
la manera de caminar, de fumar o poner
las manos en los bolsillos, Arendt dejaba
ver su espritu.
PENSAMIENTO CONSERVADOR. Qu es
usted? Es usted conservadora? Es usted liberal? Cul es su posicin en el
espectro contemporneo?, le pregunt
el politlogo alemn Hans Morgenthau
en un coloquio realizado en Toronto en
1972. No lo s. La verdad es que no lo
s y no lo he sabido nunca. () Ya sabe
que desde la izquierda se me considera
conservadora, mientras que los conservadores a veces piensan que soy de izquierdas, que soy una inconformista o
Dios sabe qu. Y la verdad es que no me
importa en absoluto, respondi.
Casi medio siglo despus la politloga inglesa Margaret Canovan intenta
responder a aquella pregunta. Si bien
en los ltimos aos ha sido la izquierda la ms interesada en ella (por el potencial radical de su pensamiento), es
un error considerarla una pensadora
radical. Canovan la define como conservadora aunque a distancia de formas corrientes del conservadurismo,
tanto religioso como econmico. Dice
que no subordinaba su pensamiento al
dogma religioso puesto que fue claramente secular y humanista, ni tampoco al libre mercado como los conservadores ms recientes. Por el contrario, tema el efecto destructivo de las
fuerzas que desataba el mercado.
Era muy sensible al potencial desestabilizador de la accin humana. Entenda que la funcin de la ley no era tanto
proteger derechos sino contener esa desestabilizacin. Ejemplo de ello fue el
crecimiento econmico sin lmites, iniciado en la Reforma Protestante, que
convirti a la propiedad privada en propiedad a gran escala. As el goteo se
convirti en torrente y cubri todo el
planeta bajo la forma de imperialismo.
Y este luego prepar el terreno para el
totalitarismo.

Afiche del film de Margarethe Von Trotta


(2012) protagonizado por Barbara Sukowa

EXISTENCIALISMO POLTICO. El ensayo del


profesor de Historia de la Universidad de
Berkeley, Martin Jay, se concentra en la
filosofa de su pensamiento poltico. Jay
sita a Arendt en la tradicin del existencialismo poltico de la dcada del veinte.
Hannah Arendt deja claro su convencimiento de que la tradicin que arranca
con Schelling y Kierkegaard y culmina
con los que fueron sus maestros en los
aos veinte es la filosofa de la era moderna. Los existencialistas franceses, y
Sartre en particular, son excluidos de
esta valoracin, aunque en aos posteriores encontrar muchos motivos para
admirar a Merleau-Ponty.
Jay es crtico con Arendt, sobre todo
con la lectura que hace del marxismo.
Dice que, aunque no es posible fijar el
momento en que comenz a leer a Marx,
ella misma reconoci que haba empezado tarde puesto que en su juventud no le
interesaban la poltica ni la Historia. Dos
o tres son los aspectos en lo que, a su juicio, Arendt se equivoca en su interpretacin de Marx: cuando le atribuye el haber reducido al hombre a su condicin de
animal laborans (cuya nica preocupacin es reproducir las condiciones de su
supervivencia biolgica) y en la cuestin
del papel de la violencia en la Historia.
ASESINOS DE OFICINA. El filsofo estadounidense Richard Bernstein estu-

dia uno de los conceptos ms divulgados de Arendt: la banalidad del


mal. O ms precisamente su evolucin desde la idea del mal radical,
que formul en Los orgenes del totalitarismo, al concepto de banalidad
del mal que expresa en Eichmann en
Jerusaln y en la polmica epistolar
que tuvo con el historiador alemn
Gershom Scholem.
Para Arendt el mal radical, que tambin llam mal absoluto, surge en un
sistema en el que todos los hombres se
han vuelto igualmente superfluos. En
ese sistema totalitario, que tiene como
institucin mxima al campo de concentracin y exterminio, los hombres no
pertenecen a ninguna comunidad y no
hay leyes para ellos. Lo nuevo de los
campos no es el sufrimiento provocado
ni el nmero de vctimas sino que all
est en juego la anulacin de la naturaleza humana (de ah que considere los crmenes del nazismo como crmenes contra la Humanidad).
Scholem le reproch el abandono
de la tesis del mal radical por el concepto de banalidad del mal. Esta nueva tesis me parece un simple slogan,
le escribe. Arendt replic, haciendo
de la acusacin una fortaleza: Tiene
usted mucha razn: he cambiado de
opinin y ya no hablo de mal radical. () Ahora estoy convencida de
que el mal nunca puede ser radical,
sino nicamente extremo, y que no posee profundidad ni tampoco ninguna
dimensin demonaca. Puede extenderse sobre el mundo entero y echarlo
a perder precisamente porque es como
un hongo que invade las superficie.
El genocidio no fue obra de monstruos
ni demonios sino de burcratas, hombres comunes. La redefinicin del mal,
lejos de atenuar o diluir la responsabilidad de los asesinos, volva la tesis
ms provocativa e inquietante.
Aunque parezca innecesario, se impone sealar que El orgullo de pensar no es, ni se lo propone, una puerta
de entrada al pensamiento de Arendt
sino una reflexin acadmica y erudita
sobre su obra, destinado ms a quienes
ya la han estudiado que a los interesados en iniciarse en ella.
HANNAH ARENDT, EL ORGULLO
DE PENSAR, compilado por Fina
Biruls. Gedisa, 2006. Barcelona,
287 pgs. Distribuye Ocano.
4 septiembre 2015

6 / E L P A I S C U L T U R A L / N 1285

Con Enrique Estrzulas

Hay lectores buenos,


Juan de Marsilio

RAS ALGUNAS gestiones,


recibe amable y as se mantendr. Enrique Estrzulas
(Montevideo, 1942) es poeta,
novelista, periodista, ensayista y dramaturgo. Ha sido diplomtico. Su novela ms conocida, Pepe Corvina
(1974), tiene numerosas traducciones.
El objetivo es grabarlo para el ciclo
Los poetas dicen leyendo de su ltimo
libro Claroscuros (2013), y de paso
charlar sobre el conjunto de su obra.
Pero no ser un entrevistado fcil.
Responder con amplitud, salvo cuando no quiera entrar en un tema. Por
ejemplo, sobre su novela Tango para
intelectuales (1990) dir que ya no le
gusta, que no tiene el libro y no desea
hablar sobre l. No habr cmo seguir
por ese rumbo.
En determinado momento, charlando sobre las dificultades para hallarlo,
le confieso haber credo por instantes
que estaba tratando de reportear a un
ermitao, pero que ese pensamiento
no lo voy a poner en la nota. Re y me
dice que lo escriba.

VOLVER.
Ha viajado mucho, y se nota en
su obra, pero parece que siempre pensando en volver.
Anduve por ah, s. Por Buenos
Aires, por Roma, por Pars. Fui embajador en Cuba.
En Tango para intelectuales escribe que otras ciudades le han gustado mucho, pero siempre pensando en
volver ac.
Posiblemente. Sobre todo a Montevideo.
Pero parece, ms en concreto,
que en su poesa y narrativa est volviendo a la Punta Carretas de la infancia.
Yo recuerdo que en Roma extraaba mucho. Luego me acostumbr.
Despus en Pars tambin. Pars es, digamos, una ciudad ms triste que
Roma. Ms atractiva, tal vez. En todos
lados extra. Pero tambin disfrut
las ciudades. Despus disfrut tambin Cuba, en lo que se refiere a otra
cosa. Cuba es una isla que est llena
de playas, de calor, de mulatas. Pero el
clima no da eso que dara, por ejemplo, una isla como la Martinica.
4 septiembre 2015

JOVEN POETA VIEJO.


Sus primeros libros, El stano y
otros poemas (1965), Fueye (1968), y
Caja de tiempo (1971), son de antes de
cumplir los treinta, pero trasuntan la
nostalgia propia de un hombre maduro.
Eso es lo que me deca Onetti.
Es un libro de un hombre que tiene
ms de cuarenta aos, me dijo hablando de mi primer libro, El stano y
otros poemas.
Nostalgia tanguera con lenguaje
culto. Fue buscado o le sali solo?
Era mi lenguaje interior de esos
aos. No pens ni en Cadcamo, ni en
Manzi ni en ningn otro de los grandes autores del tango. Que son letristas, no poetas. Han escrito letras, que
luego, en muchos casos, valen como
poemas por s solas, incluso separadas
de la msica.
Y lo suyo es lo opuesto.
Lo opuesto, puede ser, s. Yo recuerdo una nota de Onetti, del ao 69,
por ah, en Marcha, en que me pone
por los cuernos de la luna, medio en
serio y medio en joda. Haca esas cosas. Dice de m que con el paso del
tiempo bamos a saber que tenamos
un poeta extraordinario, y que ignoraba a quin copiaba yo, pero que le pareca que vena de Vallejo y de Gardel.
Vallejo se nota, aunque usted, sin
caer en la obviedad, es ms llano.
S, es ms difcil Vallejo. S, puede ser. Pero creo que me sali solo. Yo
no tuve una influencia que notara. La
de Gardel, puede ser. Y la de Vallejo
es posible. Creo que son todas cosas
posibles, pero no puedo decir como
dice el propio Onetti, copio a
Faulkner desde que empec a escribir. Que era una broma.
LOS CUENTOS, LAS NOVELAS.
Bajo muchos pasajes de su narrativa se nota la escritura en verso.
Se le cuela el poeta al narrador?
Bueno, hay un cuento que se llama Aprendiz de barro, dedicado a
Jos Sasa, que evidentemente est
todo hecho en endecaslabos.
Tambin son poticas las imgenes que muestra, por ejemplo lo del
elefante, en la novela Lucifer ha llorado (1980). Trat de deslindar gneros?
No, me import un comino. La
novela tena que salir como yo la sintiera.

Es un poco la continuacin de
Pepe Corvina, al menos por dos personajes.
En parte s. Pero la gente no se
da cuenta. Hay muy buenos lectores,
pero hay otros que no tienen una fuerza natural como para comprender la literatura. El caso de Pepe Corvina,
que algunos la consideran un clsico,
y es una novela mucho ms fcil de
leer, ms entretenida que Lucifer ha
llorado.
Pepe Corvina es su novela ms
clebre. Es la mejor?
En su momento me pareci que
era. Despus opt por Lucifer ha llorado. Y ms tarde por una novela que
muy pocos han ledo que se llama Esprame, Mann (2008). Creo que es
una novela importante.
Se nota desde Pepe Corvina un
volver a hechos y paisajes de infancia,
con esos caserones en decadencia.
Lo que pasa es que hay lectores
que son buenos, realmente buenos lectores, que pueden ver cosas. Y aparecen generalmente en Pepe Corvina
porque no son lectores, cmo decirlo,
de cualquier novela. Existen esos lectores. Son los que la convirtieron en
best seller tanto ac como en el exterior. Pero hay los que empezaron a leerla y no la entendieron.
Insisto: lo veo volviendo a su
paisaje de infancia.
Entonces por qu Pepe Corvina tuvo tanto xito en Pars, por ejemplo? Hasta hubo que cambiarle el ttulo (se llama Les feux du Paradis).
Por qu tuvo tanto xito en Portugal,
en Grecia?
Es universal: en todas partes hay
gente volviendo.
S, puede ser.
En Pepe Corvina hay un boxeador que llega de casualidad a Presidente. La escribi a principios de la
dictadura. Temi que se leyese como
una burla al ex presidente Jorge Pacheco Areco?
Lo que pasa es que yo estaba escribiendo un poco desde el pasado, y
al mismo tiempo nunca me interes la
literatura politizada. Qu clase de artimaa puedo hacer para que la novela
sea politizada? Ninguna.
El protagonista es real, fue cancin y despus novela
La cancin es anterior. El hombre fue ballenero, ese es Pepe Corvi-

na. Y volvi. Lo curioso es que los balleneros casi nunca vuelven.


Son excelentes, en poesa o narrativa sus evocaciones de personajes
reales, como esa trasposicin del poeta Rolando Faget que hace en El ladrn de msica (1982).
Yo lo fui a ver a Faget, donde estaba internado, al final. Varias veces.
No lo dejaban comer chocolate, que a
l le gustaba. Evidentemente se iba
morir, igual con chocolate o sin chocolate. La ltima vez que lo vi, pocos
das antes de morir, le llev un chocolate grande as y se lo comi todo. Yo
le prologu el primer libro (Poemas
del ro marrn, 1971), que era superior a los ms recientes.
CANTAR EN URUGUAYO.
Ud. fue amigo de Zitarrosa y escribi sobre l. Tenemos hoy quien
cante, a su manera personal, pero en
uruguayo?
No. Pero tambin comete errores,
Zitarrosa. Hay muchas canciones admirables de Alfredo, y estupendamente bien cantadas. Y hay otras que son
cancioncitas, para rellenar un disco.
Con poca obra no debera haberle pasado. Y es la mejor voz que hemos tenido ac.
Ud. seala en el libro que Zitarro-

7 / E L P A I S C U L T U R A L / N 1285

Ins Guimaraens

que pueden ver cosas

sa interpretaba algunos temas mejor


que sus autores. Yamand Palacios u
Osiris Rodrguez Castillos, por ejemplo.
No hay que olvidar que Osiris
Rodrguez Castillos s que era un poeta. Aunque no un cantor. Acaba de salir un libro de Guillermo Pellegrino
sobre Osiris, A la orilla del silencio.
Desde el punto de vista de la literatura
tiene algunas cosas olvidables, pero la
mayora son clsicos. Y creo que en
ese orden es superior a Zitarrosa. Cantando, no.
No hubo ms cantores en uruguayo?
El Sabalero cantaba en uruguayo.
Numa Moraes canta en uruguayo, del
norte, pero en uruguayo. Creo que
Gardel canta en uruguayo. Tiene cantidad de tangos, sobre todo, y milongas, elaboradas en la Argentina, pero
hay, por ejemplo, tres temas del Viejo Pancho. Son netamente uruguayos,
y cantados por un uruguayo. Y hay
ms. Creo que voy a presentar un libro
sobre Gardel que se llama Gardel ntimo. Nunca he presentado un libro
sobre Gardel. En ese libro est hablando de pe a pa de que extraa a la
verdadera madre. No a Berta Gards.
Ni siquiera una foto tiene con Berta
Gards. Hay un cuadrito con una foto
de ella y l al lado. No es lo mismo.

AIRE TANGUERO.
En su escritura hay una atmsfera tanguera. No se puede hablar de
una influencia directa, pero recuerda
un poco a Manzi o Ctulo Castillo.
Astor Piazzolla me dijo una vez
que no le tena simpata a La Cumparsita. Como no le tenan simpata
muchos, como Ctulo Castillo. Pero
me dijo que Sur era un himno. Le
dije que no, que era mucho ms que
un himno. Es un tango completo.
Piazzolla hizo grandes cosas, esas sonatas, esas piezas instrumentales que,
para el que no sabe, no son tango,
pero para m es tango. Pero su obra
con Ferrer no llega a la altura de lo
que produjeron Troilo y Manzi.
Ud. aprecia el lunfardo, como se
ve en su libro sobre Carlos de la Pa,
pero no lo usa.
A m me gusta mucho el lunfardo. S de lunfardo. Pero no hablo en
lunfardo ni tengo ningn poema que
con palabras lunfardas. Escribiendo
poesa, o novela, o escribiendo lo que
sea, no tengo nada que ver con el lunfardo. Aunque me guste mucho.
LOS HOMBRES FUERTES.
En su pieza teatral Borges y Pern: historia de dos muertes (1993),
donde se entrevistan el escritor y el
caudillo ya viejo, y en su novela caribea Los manuscritos del caimn
(2004), aborda el tema de los dictadores y sus ambivalencias. Desde
una fuerte distancia crtica, los comprende.
Jorge Luis Borges y Juan Domingo Pern no se conocieron jams.
No s si hubiera sido posible una entrevista entre ellos. Creo que hubiera
sido imposible. A Borges lo conoc y
lo trat. Y a Pern creo que lo comprend, desde una distancia crtica
muy fuerte. Pern, ms all de estar
de acuerdo o no estar de acuerdo con
l, fue un conductor de masas como
no hubo otro en Amrica Latina. Si
no, no pasara lo que pasa en Buenos
Aires, no lo de ahora, lo del asesinato de Nisman, sino lo de que el peronismo no se va. No hay vuelta: sigue
siendo una fuerza muy potente. Lo
que no quiere decir que no desaparezca algn da. Pero hace tiempo
que est.
Hay quien compara a Pern
con figuras como Hitler, Mussolini o

Franco. En otra cuerda, hay quienes


lo vinculan con Luis Alberto de Herrera.
La comparacin con Hitler, con
Mussolini o con Franco me parece imposible. Algunos lo comparan con
Mussolini, pero no con Hitler ni con
Franco. No tienen nada que ver con
Pern. Y lo de Herrera tiene que ver
porque en definitiva estaba ah flotando el Tercer Mundo. En mucha cosa
fueron dismiles, pero Herrera fue el
nico en ir al entierro de Evita Pern.
Ac haba una actitud de los polticos
exagerada, desde el punto de vista de
ese desprecio por Pern y tambin por
Evita. Creo que no corresponda. Tampoco corresponda apoyar a ninguno
de ellos, pero haba una actitud hicieron al Uruguay antiperonista. En
ese aspecto, lo de Borges no tuvo nada
que ver con el antiperonismo. Borges
adoraba a la madre y Pern la tuvo
presa. Es muy difcil que no saliera el
odio por algn lado.
En ambos textos muestra el lado
humano y vulnerable del tirano. El
amor del Caimn por Casandra, su
hija. Y ese Pern casi tierno en su admiracin por el escritor.
Tena muchas personalidades,
Pern. Poda presentarse como dbil y
tierno o como un tirano terrible. Era
muy simptico eso me lo dijo Cadcamo pero al mismo tiempo poda
ser terrible. Yo eleg el Pern que me
gustaba a m. Lo de la ternura ya le
pas a Rosas, con Manuelita. Y la relacin de Pern con Evita era tierna.
FE, ILUSIN, MARAVILLA.
En varias de sus novelas es tema
la bsqueda de lo imposible, sea el
mapa al paraso en Pepe Corvina o la
octava nota, en El ladrn de msica.
Algo que tiene que ver El ladrn de msica con Pepe Corvina,
ese viaje. Aunque es inferior a Pepe
Corvina.
Se repite la escena del caballo
entrando a la sala. Eso pas?
Pas, s (re). Juan Zorrilla de
San Martn, hijo, estaba en un sanatorio de las Piedras y llegaba a caballo
desde Las Piedras a lo de Cocholita
Zorrilla, que era en la rambla, y para
no dejar el caballo atado afuera lo tena que meter en el jardn de esa casa.
Entonces, claro, estaban unas seoras
tocando el piano, o hablando de poe-

sa hablaban de una poesa que a m


no me interesaba y de repente entraba l. Y ah si entraba la poesa,
cuando entraba Juan a caballo. Era un
hecho potico notable.
Cmo se le ocurri lo de la
octava nota, que aturda a casi todos
lo que la oan?
Justamente, para ensordecer.
Porque al no existir, era una invencin de locos.
Sin embargo los personajes que
la captan son humildes. Pienso en la
relacin entre Juan Len, el protagonista, y Alipio, un guitarrista popular.
Bueno, uno se encuentra con un
personaje en la calle, de los tantos
que pasan por ah. Me reconoce y me
pregunta si soy escritor y qu estoy
escribiendo. Le digo que una novela
sobre la octava nota musical. Varios
me respondan que era una maravilla.
Se lo crean. Yo no les quise aclarar
que ambos debamos saber que eso
no exista. No existe en la realidad,
pero en la novela s.
En Lucifer ha llorado, el Hermano Lobo halla la mujer inolvidable
Evidentemente Irene es inolvidable, y totalmente invivible. Adems no
la conoc, la invent. A Ligia, la muchacha, s la conoc. Al mago Tangasis
lo invent. Y al elefante lo vi. Lo vi
porque hubo un elefante que tuvo dolor de muelas, de colmillos eso me
lo cont mi padre y varias personas
en el zoolgico de ac. Y hubo que sacarlo de la jaula para que se sintiera
un poco mejor. Despus le dieron no
s qu medicamento. Y pap, con una
mentira no literaria, una mentira que
no era para que yo escribiera, me dice
que al tipo que lo cur se lo dieron y
se fue con l tan tranquilo, por las calles de Montevideo.
En su narrativa, en la bsqueda
de lo imposible, se entretejen las
ideas de fe, ilusin y maravilla. A varios de sus personajes les falta fe.
Ud. la tiene?
No s, depende de lo que escriba.
El encuentro con la maravilla, yo creo
que est ah, y no s si volver a insistir con el tema.
Qu est escribiendo ahora?
Ahora no estoy escribiendo nada.
No s si se mantendr as, porque tengo ganas de escribir. Pero no me sale
lo que estoy escribiendo, todava.
4 septiembre 2015

8 / E L P A I S C U L T U R A L / N 1285

Foucault y la literatura

El francs que lea a Faulkner


Hugo Fontana

S POSIBLE que en algn remoto momento


alguien, de igual modo remoto, informe
que todo lo que alguna vez Michel Foucault escribi, dijo o dict, se termin de
publicar. Pero, mientras tanto, las editoriales de
aqu y de all siguen reuniendo papeles dispersos,
agrupndolos segn los temas abordados, y dndolos a conocer en volmenes esenciales o aleatorios,
sea por la fecha de origen de los textos o por la distancia de enfoques tericos que su obra supo registrar. De alguna manera ste es el caso de La gran
extranjera. Para pensar la literatura, libro que
rene charlas dictadas en radio y conferencias.
En una entrevista de 1975, el periodista Jean Le
Marchant le pregunt a Foucault si, adems de clsicos de la literatura lea autores contemporneos, a
lo que contest: Poco. () Para la gente de mi
generacin, la gran literatura era la literatura norteamericana. () La literatura era la gran extranjera, refirindose en particular a William
Faulkner, cuyos escenarios visit en 1970 en un
viaje por el valle del Mississippi. As comprendida
la idea que da ttulo al libro, la misma resulta sugestiva aunque luego en los textos la metfora no
se hace presente o se diluye en consideraciones ms
prcticas, sin por ello abandonar el estilo refinado y
desafiante que caracteriz a toda su obra.

UN HORIZONTE COMN. Foucault analiza los vnculos entre lenguaje y locura, tema sobre el que ya
haba trabajado en su primer libro Enfermedad
mental y personalidad (1954) y en Historia de la
locura en la poca clsica (1961), y sobre el que
volver en Las palabras y las cosas (1966) bajo la
hiptesis de que el parentesco entre la locura y el
lenguaje no es simple ni de pura filiacin; el lenguaje y la locura estn ligados, antes bien, en un
tejido enredado e intrincado donde, en el fondo, es
imposible distinguir uno de otro. Esa indistincin
implica, sin embargo, que entre el uso y el no uso
del lenguaje en el sentido del habla o la escritura
queda establecido un ejercicio de libertad, y que
all donde se descifran o se confunden los signos es
donde se establece el lmite entre la salud y la enfermedad.
As planteado el inicio del asunto, Foucault sostiene que las locuras, aun las que son mudas, pasan, y pasan siempre, por el lenguaje. Que no son
tal vez ms que la extraa sintaxis de un discurso.
Interpretar, pues, el discurso del loco en todas sus
reas (incluso en su silencio) es parte de una tarea
central, que suele verse interrumpida, no porque estos no hablan, sino tal vez porque, justamente, hablan demasiado, con su lenguaje sobrecargado, en
una especie de profusin tropical de los signos en
el que se confunden todos los caminos del mundo.
Habitar el espacio del lenguaje con la posibili4 septiembre 2015

dad de desentraar su constitucin, alumbrar sus


secretos todo lo que el loco no puede hacer en
un momento de la Historia en el que una vez aceptada la muerte de Dios y el fin de las utopas sabemos que no seremos felices, es el nico recurso, nuestra nica fuente, y una vez trasvasados
sus lmites nos acercamos a dos caminos que corren paralelos: la locura y la literatura. En el marco
de ese extrao, colindante y a la vez alejado vnculo, Foucault da el ejemplo de Antonin Artaud,
quien en cartas dirigidas a Jacques Rivire, se pregunta por qu dar apariencia de ficcin a aquello
que est hecho de la sustancia inextirpable del
alma, como si uno y otro lenguaje el de la locura y el de la creacin literaria pudieran confundirse arbitrariamente.
Y bien enfatiza Foucault la literatura y la
locura, en nuestros das, tienen un horizonte comn, una suerte de lnea de unin que es la de los
signos.
VERDAD Y DESEO. El libro La gran extranjera... recoge conferencias ofrecidas en las Facultades Universitarias Saint-Louise (Bruselas), en la Universidad de Bufalo (Nueva York) y en Montreal entre
1963 y 1971. Se divide en tres mdulos: El lenguaje de la locura, Literatura y lenguaje y Conferencias sobre Sade. Ofrece adems de un ndice
de notas en las que Foucault abord el tema de la
literatura y de los escritores, ya sobre Raymond
Rousell, Gustave Flaubert, Maurice Blanchot, Grard de Nerval, Julio Verne u otros menos conocidos.

Las dos partes que dan forma al apartado Literatura y lenguaje fueron dictadas en Bruselas en
1964, y muestran a un Foucault an atrapado en
los esquemas del estructuralismo, del que se ira
apartando desde la publicacin de Las palabras y
las cosas, para alejarse en forma definitiva en los
70 y 80. Las conferencias ponen el foco en algunos
fenmenos del lenguaje que por entonces se consideraban relevantes, en el marco de pesquisas literarias caracterizadas por el detalle, por las metforas
improbables o a veces directamente caprichosas (la
frecuencia del bucle en el teatro de Corneille, la
metfora del abanico y el ala en la poesa de Mallarm), la distincin entre obra, lenguaje y literatura, el lenguaje como espacio o como tiempo, el
paso de la memoria a la conciencia de s como fundante de la literatura a partir del siglo XVIII, que
requeriran de un lector dispuesto a una complicidad terica hoy poco frecuente.
No obstante Foucault detecta ya, cincuenta aos
atrs, algunos de los elementos clave de lo que ser
el posmodernismo literario, en particular las formas
de escritura y el anlisis simultneo de esas mismas
formas, por ejemplo estructurales en autores como
Don DeLillo, o en la relativa libertad establecida
por la literatura ante su elemento constitutivo: Es
cierto que la literatura se hace con lenguaje. As
como la arquitectura, despus de todo, se hace con
piedras. Pero no hay que extraer de ello la conclusin de que es posible aplicarle indistintamente las
estructuras, los conceptos y las leyes que valen
para el lenguaje en general.
La ltima parte del libro, dedicada a la obra del
Marqus de Sade, es notable por su poder de anlisis y por la sntesis con la que son planteados sus
cuatro conceptos fundantes: la inexistencia de Dios
(como lmite moral), la inexistencia del alma
(como lmite espiritual), la inexistencia de la naturaleza (como lmite biolgico) y la inexistencia del
crimen (y por ende de la ley). Es desde ese poliedro
que los discursos de Sade se establecen con funciones especiales, transformndose en gestores de lo
ilimitado, en la irrupcin del libertino como hroe
positivo, en la distincin entre verdugos y vctimas,
y en una ingeniera racional que apunta a convalidar los cuatro conceptos mencionados. Una nueva
relacin entre verdad y deseo se desprende de este
mundo, en tanto que Foucault determina en la escritura de Sade un principio de recomienzo perpetuo del goce sexual, convirtindose en el instrumento bsico para borrar las diferencias entre el
principio de placer y el principio de realidad.
A pesar de algn reparo, el libro es un componente ms de una de las obras filosficas ms importantes de nuestro tiempo.
LA GRAN EXTRANJERA, PARA PENSAR LA
LITERATURA, de Michel Foucault. Siglo XXI
Editores, 2015. Buenos Aires, 189 pgs. Distribuye Amrica Latina.

9 / E L P A I S C U L T U R A L / N 1285

John Berger ante el dolor

La intimidad del adis


en 2013, l y su hijo Yves escriben e ilustran Rond
para Beverly (2014), un libro de tamao chico que
hace lo fundamental y primario del duelo: llora.

Mercedes Estramil

L PUDOR atraviesa desde la escritura, la


lectura o ambas la sustancia de las elegas
fnebres, esos recordatorios escritos sobre los
muertos queridos, sean familiares, amantes o
amigos. Cmo se escribe eso, desde qu lugar, con
qu finalidad, a qu distancia? Cuando esas elegas se
publican se suele decir que son los textos ms personales de sus autores. As rezan las solapas, dando por
sentado que ah est el escritor desnudo emocionalmente ante nosotros, lectores, y vaciado de literatura. Nunca es del todo as. De la misma forma que un
fotgrafo en plena guerra y por ms implicado que
est con la desgracia humana ve la foto, la muerte
no desaparece como tema para el escritor cuando le
toca de cerca. En otras palabras: conoce el tpico, y ya
sea que lo escriba de modo torrencial y catrtico o
que borde con exactitud cada palabra, su oficio no desaparece ah. No tendra por qu, por otra parte.
EL VARIADO DOLOR. Tambin vale aclarar que no todas
las elegas fnebres son cantos de amor, admiracin y
respeto hacia el ausente; en algunas pesa ms la reflexin filosfica sobre el paso del tiempo y el destino
humano; en otras se sospecha algn ajuste de cuentas
afectivas. Entre las ms antiguas en lengua espaola
la incluida hacia el final en Libro de buen amor de
Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, y Coplas por la muerte
de su padre, de Jorge Manrique los muertos evocados (la trotaconventos en uno, el padre del autor en el
otro) tienen menos protagonismo que la propia muerte
y que esas consideraciones universales sobre su presencia igualadora, lo efmero del placer y los dolores
del recuerdo. La generacin espaola del 27 aport
elegas memorables en el terreno de la amistad: el
Llanto por Ignacio Snchez Meja de Federico Garca Lorca a su amigo torero, la Elega de Miguel
Hernndez a su amigo Ramn Sij, y poco despus las
que recibe Lorca de sus compaeros de generacin
(Antonio Machado, Rafael Alberti, Luis Cernuda,
Emilio Prados, etc.). En el poema de Hernndez hay
una justificacin interesante y por algo la titula Elega
primera: Entre todos los muertos de elega,/ sin olvidar el eco de ninguno,/ por haber resonado ms en el
alma ma,/ la mano de mi llanto escoge uno. Incluso
en el caso de Hernndez, que hizo ms de una, se impone la eleccin. Los escritores no andan haciendo elegas de todos los muertos a su alrededor, y son contados los casos de repeticiones excelsas: se podran citar,
siguiendo en el canal lrico, los extensos poemarios
que le dedic el mexicano Jaime Sabines tanto a su padre como a su madre.
Por otra parte, hay una expectativa lectora respecto
al tono de la composicin, hasta dnde mostrarse y
mostrar al muerto, qu lneas cruzar y cules no. Un
texto audaz sigue siendo el del argentino Guillermo
Saavedra que en el poemario El velador (1998) compone una perturbadora y demoledora semblanza de la

Beverly Bancroft

madre escapando de los cliss del dolor manifiesto, y


estableciendo una suerte de llanto mordaz y grotesco.
No es lo usual. Podra citarse tambin, ya en prosa y
ms reciente, la novela de la francesa Delphine de Vigan, Nada se opone a la noche (2011), una biografa
familiar que le permite sacar al sol los trapos sucios y
de algn modo terminar con el entierro. Porque eso
son tambin las elegas, un modo de decir adis que al
imprimirse cobra consistencia y efectiviza el duelo.
En Inglaterra sentaron precedentes pesados en los
siglos XVII y XIX respectivamente los poetas John
Milton y Percy B. Shelley, homenajeando la muerte de
dos amigos. El de Shelley era nada menos que John
Keats y para l escribi el emotivo Adonas. En
1936 W.H. Auden public la primera versin del luego
famoso Funeral Blues que pide que el mundo entero
se paralice ante la muerte del amante.
De ese pas llegan ahora traducidas casi juntas
dos formidables elegas narrativas, firmadas por viudos de renombre: Julian Barnes y John Berger. La
agente editorial Pat Kavanagh era la esposa del primero, muri en 2008, y Barnes public en 2013 un
libro ambicioso que podra catalogarse de novela,
Niveles de vida. Es un trptico de ascensin y descenso que recin en la ltima parte hace entrar a Pat
(sin nombrarla, solo en la dedicatoria aparece), sin
sensiblera, pero con una ptina de dolor y desamparo sobre la herida abierta (el libro fue reseado en El
Pas Cultural No. 1283). A su vez, Beverly Bancroft
estaba casada en segundas nupcias con el escritor y
crtico de arte John Berger (n. 1926). Cuando muere

LA COMN BELLEZA. El comienzo de Rond para Beverly es una fotografa en blanco y negro de su despacho, tomada en 2009 por John Christie: la luz que
entra por una ventana ilumina un espacio atiborrado
de libros y lmparas torcidas que sin embargo no parece asfixiante. Inmediatamente despus de esa entrada al hbitat de Beverly, la breve frase de su hijo:
Mam, estoy a punto de inaugurar mi primera exposicin en Londres. Cunto te echo de menos. S lo
contenta que estaras. No puede ser ms ntimo, y
tampoco puede ser ms colectivo. En todos los fragmentos de Yves, sealados en cursiva, aparece el
apelativo en mayscula, Mam. En los correspondientes a John la cuerda de la emocin est menos
exigida, quiz, o solo lo parece: da cuenta de cmo
naci el texto (a travs del arte musical: la audicin
del rond N 2 para piano de Beethoven), menciona
la tierra en la que ella regaba sus plantas (el libro termina con la alusin a las plantas que pondrn en la
tumba), los poemas que escucharon juntos, la manera de ella de abrir una puerta, los lentes nuevos que
l le compr y que no lleg a usar, los viajes en
moto, la belleza que tena cuando estaba muriendo.
Es un adis escueto y certero y exhibe, s, da el
muerto al mundo para que el mundo lo vea. Era as,
nos dice, aqu estn sus retratos, fotografas, vicios,
virtudes, sus lugares amados y su final. Los dibujos
de su ropa y sus zapatos, hechos por John en 2013,
tienen esa fragilidad conmovedora que nace de querer conservar sustitutos, lo que serva, protega,
adornaba al ser amado y cuya funcionalidad ahora es
otra. Se puede hablar de golpes bajos, e incluso uno
se puede preguntar qu valor tendra esto si no fuera
porque lo firma Berger (Hacia la boda, Lila y Flag,
Aqu nos vemos) y porque lo expone con belleza
narrativa y afirma dos o tres lugares comunes sobre
la vida, la muerte, y la posteridad. Y es cierto. Como
tambin lo es que la elega permite y hasta reclama
una cada de barreras de la sensibilidad, autoriza la
vulnerabilidad, la bsqueda de refugio, la autocompasin y el uso sin culpa (pero con criterio) de los
lugares comunes. En parte porque ms que un dilogo escritor-lector, como son la mayora de los textos,
el de las mejores elegas es un monlogo del escritor
al muerto. La ms pura de las ficciones, un dilogo
para siempre imposible que por eso mismo, para tener razn de ser, necesita un lector que se conmueva,
alguien que haga de cable a tierra para la descarga.
Los Berger John e Yves pueden estar seguros de
que su llanto efectivo y discreto encuentra eco en
cualquiera que haya vaciado un ropero.
ROND PARA BEVERLY, de John e Yves Berger.
Alfaguara, 2014. Buenos Aires, 54 pgs. Traduccin de Pilar Vzquez. Distribuye Penguin Random House.
4 septiembre 2015

// ESCRIBEN: PEDRO PEA / JORGE GUTIRREZ

Clsico de Scott Fitzgerald

El coraje de la ingenuidad
Carlos Mara
Domnguez

COTT Fitzgerald escribi esta novela antes de alistarse en el


ejrcito para ir a la Primera Guerra Mundial, bajo el
ttulo que nombra la primera
parte, El egocntrico romntico, pero la guerra termin antes de ser enviado al frente y la
novela fue rechazada dos veces. Le aceptaron la tercera
versin en 1919 y bajo el ttulo
A este lado del paraso vendi cincuenta mil ejemplares
en un ao. Fue su consagracin como escritor, y como un
cono de la llamada generacin perdida. El paso de un
siglo no ha hecho ms que sumar prestigio a la obra y al
malogrado talento de Fitzgerald, que muri a los 44 aos
luego de una vida que se extravi en el alcohol. Dej escritos
sin embargo excelentes cuentos y su novela mayor, El gran
Gatsby, ttulo que merecera
no ser confundido con la deplorable versin cinematogrfica que Baz Luhrmann estren en 2013, y que podra adjudicarse a la completa incomprensin de la excitada estupidez que el propio Fitzgerald

Filosofa
EL RETORNO DEL PNDULO. SOBRE PSICOANLISIS Y EL FUTURO DEL
MUNDO LQUIDO, de
Zygmunt Bauman y Gustavo Dessal. Fondo de Cultura Econmica, 2014. Buenos Aires, 162 pgs. Distribuye Gussi.
EL PRLOGO del psicoanalista Gustavo Dessal (Buenos
Aires, 1952) plantea la tesis
4 septiembre 2015

avizor a los 23 aos, cuando


escribi A este lado del paraso.
Lleva muchas reediciones y
acaba de regresar en una edicin de Losada con una traduccin muy mala del argentino Pablo Ingberg, enturbiada
desde la primera frase:
Amory Blane hered de la
madre todas las caractersticas, excepto algunas inexpresables extraviadas, que lo haca valioso. Para defenderse
la novela necesita de la voluntad del lector y la ayuda de
otras traducciones, entre las
que destaca la que el escritor
espaol Juan Benet hizo para
Alianza. Y si importa defenderla es porque todava hoy
como entonces ofrece el prstino espritu de la juventud de
Fitzgerald a travs de su alter
ego, Amory Blane, un chico de
pretensiones tan vanidosas
como elocuentes de su audacia
y el genio para dar cuenta de la
moral norteamericana a inicios
del siglo XX, del tormento de
su educacin cnica, y de la vitalidad de su corazn.
Blane es un presumido seorito descendiente de irlandeses nacido en Minnesota, mimado por las virtudes y defectos de su madre, educado en
Princeton, incapaz de sostenerinicial del libro: las ideas se
mueven en movimientos pendulares, van y vienen a travs
del tiempo y es posible rastrear
en las nuevas formulaciones
resonancias de otras pocas.
Con tal premisa, el psicoanlisis freudiano y el concepto de
lo lquido en Zygmunt Bauman interactan de forma natural a pesar de la distancia
temporal e histrica. Eros y
Tnatos, las pulsiones de vida
y de muerte, el amor, el mercado, la identidad, el tiempo, son

se a la altura de sus pretensiones, pero notablemente diestro


en convertir sus fracasos intelectuales y amorosos en una
conmovedora saga de experiencias que lindan con la astucia y la inocencia, incluso a la
hora de narrar la extraa alucinacin del diablo. Por momentos no solo es brillante, tambin tiene la virtud de recuperar experiencias delicadas,
como la emocin del primer
beso en la mejilla de una nia
o el descubrimiento de la propia mente, y el beneficio de
educarla en la lectura.
En el canon literario anglosajn qued el procedimiento
de intercalar cartas, monlogos, poemas, guiones de tealos ejes comunes de una charla
atemporal entre dos marcos de
pensamiento que, al final, resultan complementarios.
Para Bauman el mercado
parece haber formateado las
percepciones humanas: El
tiempo percibido por la actual
generacin joven no es cclico
ni lineal, sino puntillista,
como los cuadros de Seurat,
Signac o Sisley; cada punto
es minsculo, pero cualquiera
de ellos puede convertirse en
un momento del Big Bang....

tro, saltos en el tiempo del relato, asociado a lo que dio en


llamarse modernismo; fugas
del encuadre tradicional de la
novela que inaugur Joyce y
Fitzgerald ley tempranamente. El resultado es, naturalmente, desordenado, y se sostiene
por el vigor de la expresin
que en el caso del joven
Fitzgerald vacila y vuelve a
irrumpir con inesperadas derivaciones. Comparecen sus lecturas, amores adolescentes,
ilusiones, sarcasmos sobre la
vida norteamericana, denuncias de su decadencia y las esperanzas despertadas por la revolucin sovitica, el mundo
catlico y el protestante, la baratura del mercado, los prestigios ganados y perdidos, todo
revuelto como en un cuarto de
estudiante.
Hay en esta novela una reducida galera de mujeres intrigantes y encantadoras: la madre, de una indolente audacia,
una prima mayor de arrobadora lucidez, una chica deliciosa
y demasiado cuerda, una joven
misteriosa y demasiado loca, y
un sacerdote catlico que oficia
de gua espiritual con muy singulares interpretaciones sobre
los desafos del crecimiento.
Conviven con una zona francamente tediosa que transita por

detalles irrelevantes sobre la


vida de los clubes y asociaciones estudiantiles de Princeton,
pero es indudable que Fitzgerald narr la suma de sus experiencias con la genuina desesperacin de hacerlas brillar en
su naturaleza ms sensible. Estaba lleno de ideas acerca del
mundo que lo rodeaba y se
preocupaba ms por esgrimirlas que en ordenarlas.
Los libros que llegan del
pasado tienen la virtud de devolver, junto a la imagen en la
que todava es posible reconocerse, lo que ha dejado de ser
frecuente. A este lado del paraso trae a la palabra el coraje
de la ingenuidad, una actitud a
la hora de emitir la voz y pronunciarse, a sabiendas de que
por mucho que las ideas luzcan arbitrarias o discutibles,
tienen la propiedad de destazar
la vida y abrirla, incluso por el
error, y que las emociones pertenecen al orden del azar y las
confusiones. No es una gran
novela, pero est colmada de
brillos, un gran carcter, y sobre todo, originalidad.
A ESTE LADO DEL PARASO, de Francis Scott
Fitzgerald. Losada, 2014.
Buenos Aires, 309 pgs.
Distribuye Ocano.
Si esa es la forma actual de vivir el tiempo, es necesaria una
nueva estrategia que permita
asociar la vida a la sensacin
de libertad. Nada es para siempre: ni los vnculos, ni los trabajos, ni siquiera las vocaciones. El principio de realidad
freudiano se ve vulnerado hasta desaparecer: La gran novedad es la eminente revocabilidad de este principio. La realidad se percibe cada vez ms
como una irritacin temporal
que es preciso circunvalar, y no

11 / E L P A I S C U L T U R A L / N 1285

algo a superar o ante lo cual


darse por vencido; en nuestro
mundo de repuestos y del derecho a devolver en la tienda
cualquier producto que no nos
brinde plena satisfaccin, los
objetos que causan incomodidad se descartan y se sustituyen por otros nuevos y mejorados.
El mecanismo del libro
hace que Dessal deba siempre
comentar el planteamiento previo de Bauman. Como el argentino se adhiere de forma
militante al psicoanlisis freudiano, su aproximacin a los
postulados del polaco pasar
siempre por ese tamiz. Aparecen entonces las ideas reformuladas de sujeto, objeto, deseo y frustracin. El sujeto
siempre se orientar en direccin al objeto de su deseo, lo
que en la mayora de las ocasiones le deparar una segura
desilusin: La frustracin
desequilibrada que provoc el
iPhone 5S en los expectantes y
vidos consumidores de sueos
gener una seria cada de las
acciones de Apple. El mercado
y el sujeto, atrapados ambos
en un circuito perverso y por
ahora indestructible, se dirigen mutuamente demandas imposibles que se declinan siempre alrededor de la fantasa de
la novedad. Cada producto
que sale al mercado se convierte automticamente en un
objeto caduco. Y a la vez, el

sujeto demanda lo nuevo, cada


vez ms nuevo, ms rpido,
porque el avance de la tcnica
tambin puede medirse (con
una rigurosidad casi cientfica)
en funcin de la velocidad con
la que un objeto deja de satisfacer al consumidor.
La lucidez de Bauman para
plantear mediante la metfora
lquida su visin sobre el presente convive en El retorno
del pndulo con un bienvenido descubrimiento: la prosa
elegante y fundamentada de
Gustavo Dessal. Ambos estn a
la misma altura, como prueba
notable de la vitalidad con que
algunas ideas pasan y vuelven
a pasar por las distintas generaciones del pensamiento.
P. P.

Policial
EL LEOPARDO, de Jo Nesb.
Literatura Random House,
2014. Montevideo, 691
pgs. Distribuye Penguin
Random House.
EL LEOPARDO es una voluminosa y entretenida novela policial, la octava que Jo Nesb
(Noruega, 1960) escribi sobre
el comisario Harry Hole, del
grupo de Delitos Violentos de la
polica de Oslo (la primera de la
saga, El murcilago, est llegando a libreras en estos das).
En El leopardo, Hole (admira-

do por algunos de sus colegas y


despreciado por otros debido a
su individualismo y a sus arriesgados mtodos de investigacin) es llamado a atrapar un
asesino serial, previsiblemente
sdico y casi omnisciente, cuyas vctimas tienen en comn el
haber coincidido una noche de
invierno en un apartado refugio
de montaa. La investigacin,
de por s difcil, se complica
an ms por la lucha de poder
entre la polica de Oslo y el Servicio Nacional de Investigacin
Criminal (Kripos), dirigido por
el trepador e inescrupuloso comisario Mikael Bellman.
A diferencia de otros novelistas policiales europeos como
el sueco Henning Mankell,
creador del inspector Wallander, o el italiano Andrea Camilleri, autor de la serie sobre el
comisario Montalbano, Nesb
casi no muestra rasgos personales o nacionales. Esto se debe a
que El leopardo es un perfecto

H Terror y utopa,
ay que leer

Mosc en 1937
de Karl Schlgel
PORQUE ES un retrato agudo, muy bien investigado y mejor
escrito, de cmo se vivi en la ciudad de Mosc el momento
cumbre de la paranoia estalinista, ese donde la fuga hacia adelante de la utopa comunista corri paralela a un minucioso plan
de purgas, asesinatos y terror que alcanz a toda la sociedad sovitica. El funcionamiento de un totalitarismo modlico surge poderoso y actual, al punto que la descripcin del da a da del moscovita
de a pie, sus penurias, alegras y miedos, sorprende como si este fuera el primer libro escrito
sobre el asunto. Imperdible, entre muchos otros captulos, el que relata el suicidio de un
alto dirigente bolchevique, Sergo Orzhonikidze, y cmo el rgimen lo vendi luego como
un hroe de acuerdo a un curioso ritual colectivo de la muerte. (El Acantilado/Gussi)

best seller, es decir, una novela


diseada de acuerdo a probados
estndares internacionales a los
que pocos lectores son inmunes. La receta comprende un
estilo fcil y funcional, pulido
hasta eliminar cualquier rastro
de belleza formal; la priorizacin de lo fctico sobre lo introspectivo y descriptivo; una
trama compleja pero bien controlada, con momentos de suspenso estratgicamente situados e inesperadas vueltas de
tuerca; mucha accin; y personajes ms o menos estereotipados. En este sentido, Harry
Hole est construido sobre el
molde de la novela negra: un
tipo duro, solitario y algo atormentado por hechos del pasado
(que, en el caso de Hole, lo llevan al alcoholismo y el consumo ocasional de opio), y aunque Nesb se empea en describirlo como un hombre que
hace lo que haga falta por conseguir lo que quiere, que pasa
por encima de cadveres si es
necesario, es en el fondo noble y sacrificado. En cuanto a la
chica, nada nuevo: hermosa, in-

teligente, entusiasta y frgil sin


caer en la neurosis. La mayor
parte de la historia se desarrolla
en una Oslo que podra ser
cualquier ciudad del mundo desarrollado, y algunos captulos
en las bellas pero ominosas
montaas noruegas, en los hacinados y peligrosos bajos fondos
de Hong Kong y en el infierno
volcnico de Goma, en el Congo.
La receta no tendr un sabor inolvidable pero funciona.
Hay abundancia de estremecimientos epidrmicos y no pocos horrores, aunque stos ltimos estn restringidos a un
asesino serial y no son directamente extensibles a la familia, la pareja o los vecinos del
lector. Si ste desea algo original y que diga algo real sobre la naturaleza humana, mejor no lea este libro. Pero si
slo desea entretenerse y tener un libro con una trama
atrapante, que no dejar secuelas y durar muchos das,
El leopardo es una buena
eleccin.
J. G.

NVENTARIO

Poesa I

Poesa II

POESA 1, de Roberto
Appratto. Yaugur, 2015.
Montevideo, 190 pgs.

LA IMAGINACIN INVISIBLE, Antologa (19822015), de Eduardo Espina. Seix Barral, 2015.


Montevideo, 352 pgs.
Distribuye Planeta.

RECOPILACIN de los
primeros cinco libros de
poesa del uruguayo Roberto Appratto, en una bellsima edicin de la coleccin
dirigida (y cuidada) por
Gustavo Wojciechowski.
Advierte Eduardo Miln en
el prlogo que estos poemas son una leccin a la
poesa uruguaya, una
suerte de sabotaje del andamiaje potico practicado
por un partcipe fundamental de ese mundo potico.
Appratto (n. 1950) es profesor de literatura, ejerce la
docencia en la Universidad
Catlica, y ha publicado
narrativa y ensayo.

VOLMEN que rene cinco libros del poeta y ensayista uruguayo residente en
Estados Unidos: Valores
personales (1982), La caza
nupcial (1992), El cutis
patrio (2006), y dos libros
inditos. No incluye otras
obras del perodo. Marosa
di Giorgio ha dicho que su
poesa es fascinante, nica, original, que invita al
asombro; Jos Emilio Pacheco confes admirarla
por su fuerza y originalidad; lvaro Mutis porque
conspira y deslumbra.
4 septiembre 2015

12 / E L P A I S C U L T U R A L / N 1285

Libros que abren puertas


Mara Teresa Andruetto

quien perdi todo por aferrarse a las cosas del mundo. Este Rembrandt que
en esa tarea de sucesivos despojos de lo
superfluo que es envejecer a medida
que perda cosas y personas, como dice
Genet, se fue volviendo bueno y levanta
la cabeza para decirnos: A esto llegaremos, tambin vos que ests ah mirndome a lo largo de los siglos. Debo el
amor por esa obra, un amor de casi cincuenta aos, a aquel libro sin duda no
destinado a una nia, y a un cuadernillo
de Genet con un dibujo de Saskia en la
tapa. Un libro puede abrirnos la puerta
hacia grandes obras, y las puertas que se
abren traen consecuencias.

IERTA VEZ mi pap trajo a


nuestra casa una Historia
ilustrada de la pintura. Estoy hablando de una poca en
que no slo no exista Internet, sino que
casi tampoco accedamos a reproducciones, de modo que en aquel libro que
tena pequeas imgenes de grandes
obras, rectngulos no ms grandes que
una cajita de fsforos, a razn de cinco
por pgina, vi casi todas las obras de
arte que conozco. As sucede que un libro que hace muchos aos fue a parar a
otras manos, est en mi memoria como
una suerte de museo universal, la matriz
de todos los museos a los que he ido y
todos los que nunca visitar. Ah estaban La Anunciacin de Simone Martini,
Santa Ana con la Virgen y el Nio de
Leonardo, La pesadora de perlas de
Vermeer, La muerte de la Virgen de Caravaggio, La batalla de San Romano de
Paolo Uccello, Adn y Eva de Durero,
Las espigadoras de Jean Franois Millet, La comida frugal de Picasso, Los
jugadores de cartas de Czanne, entre
muchos otros (mientras repaso en la
memoria aquellas imgenes me pregunto por qu no habra en ese libro mujeres, es que acaso ellas no pintaban?).
Estaba tambin el Autorretrato ante el
caballete de Rembrandt. Aun en aquella
pequea reproduccin se podan ver los
ojos desolados de un hombre que lo
tuvo y lo ha perdido todo, un hombre al
que le han embargado cuanto posee, incluso lo que su mano es capaz de producir, pero que aun as no puede dejar
de pintar. Est frente a nosotros, con su
gorro de dormir y su camisn; ha levantado los ojos de la tela y nos mira. Desde 1660, la fecha de su realizacin, no
ha dejado de preguntarnos: Has visto
lo que soy, en qu me he convertido?.
El hombre que se pint a s mismo ms
de sesenta veces, aquel al que podramos considerar un egocntrico, se ha

EDITOR JEFE:
Lszl Erdlyi
SECRETARIA:
Susana Yaquinta
CORRESPONSALES:
Juana Libedinsky (Nueva York)
Ioram Melcer (Jerusaln)
4 septiembre 2015

La autora

Rembrandt, Autorretrato ante el caballete, 1660

convertido en su opuesto, una persona


capaz de mirarse sin prejuicios y sin piedad a lo largo de la vida y de mostrarse
ante nosotros joven, soberbio, excntrico, maduro, sensato, dolorido, miserable en fin, un hombre. La imagen de
ese hombre (el que habita detrs del artista) me persigui tanto que termin escribiendo un poema que se llama precisamente Autorretrato ante el caballete,
del que leo un fragmento: Esto es lo
que queda/ de un hombre que se muere:/

Laura Falcoff, Victoria Verlichak,


Fernando Garca, Fernando
Chiapussi, Jorge Fondebrider
(Buenos Aires)
Gabriel Gargurevich (Lima)
IIan Stavans (Amherst,
Massachusetts)
Patricio Pron (Madrid)
Oriol Rodrguez (Barcelona)

un pincel y la mano agrietada/ que sostiene el pardo, el rojo/ el amarillo la


mano que va,/ que se desvela, desde el
charco/ de luz hacia la tela.
Hace poco pude ver finalmente, en el
Louvre, el original de aquel autorretrato,
uno de los ltimos del holands, un leo
sobre lienzo que en su tamao real mide
111 x 90 centmetros. Ah estaba, cincuenta aos ms tarde de aquel descubrimiento de infancia, el hijo del molinero despojado ya de toda ambicin,

CULTURAL

MARA Teresa Andruetto es narradora, poeta, ensayista y promotora de lectura de nacionalidad


argentina. Ha formado maestros,
dirigido colecciones infantiles,
creado planes de lectura, y escrito
en revistas especializadas. Fund
en 1983 el Centro de Difusin e
Investigacin de la Literatura Infantil y Juvenil, asociacin civil
sin fines de lucro no gubernamental que funciona en Crdoba, Argentina. Ha publicado numerosas
novelas para adultos, libros de
poesa, y obras para nios y jvenes. Recibi el Premio Hans
Christian Andersen. El texto adjunto fue tomado del libro La lectura, otra revolucin (2015), publicado por Fondo de Cultura
Econmica en su coleccin Espacios para la lectura. El poema
citado, Autorretrato ante el caballete, pertenece a su libro Beatriz (Crdoba, Argos, 2006).

DISEO: del Grupo Metro

Este es un suplemento del diario EL PAIS,


Zelmar Michelini 1287, Montevideo,
Telfonos 29020115, 29023061, int. 464-850.

DEPARTAMENTO DE DISEO:
Ezequiel Prez Medeiros (Editor)

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