Orientaciones Tecnicas

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ORIENTACIONES TÉCNICAS

PARA LA EVALUACIÓN DIAGNÓSTICA DE ESTUDIANTES QUE PRESENTAN


NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES ASOCIADAS A DISCAPACIDAD
INTELECTUAL

DEFINICIÓN

Se entenderá por discapacidad intelectual a la presencia de limitaciones


sustantivas en el funcionamiento actual del estudiante, caracterizado por un
desempeño intelectual significativamente por debajo de la media que se da en
forma concurrente con limitaciones en su conducta adaptativa, manifestada en
habilidades prácticas, sociales y conceptuales, y que comienza antes de los 18
años. (Luckasson y cols, 2002, p.8).

Está definición, basada en el Modelo Multidimensional de la Discapacidad


Intelectual1 y en el marco conceptual de la OMS2, debe considerar las siguientes
premisas para su aplicación:

• Las limitaciones en el funcionamiento presente del estudiante, se deben


considerar tomando en cuenta el contexto de su ambiente comunitario
típico y a su grupo de iguales en edad y cultura.

• Una evaluación válida tiene presente la diversidad cultural y/o lingüística


del estudiante, así como las diferencias en comunicación y en aspectos
sensoriales, motores y de comportamiento (enfoque multidimensional de
la Discapacidad Intelectual).

• En un o una estudiante, las limitaciones coexisten con capacidades.

• El propósito de describir las limitaciones, así como las fortalezas, que


presenta un o una estudiante, es desarrollar un perfil de los apoyos que
necesita para aprender y participar.

• La discapacidad intelectual implica necesidades educativas especiales


(NEE) permanentes aunque no inmutables. Si se ofrecen los apoyos
personalizados apropiados, durante un periodo prolongado, el
funcionamiento en la vida del estudiante con discapacidad intelectual
generalmente mejorará.

                                                        
1
Asociación Americana de Discapacidad Intelectual y del Desarrollo - AAIDD, 2002 (ex AAMR)
2
Organización Mundial de la Salud - OMS, Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la
Discapacidad y de la Salud (CIF-OMS, 2001)
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discapacidad intelectual. MINEDUC. 2009. Unidad de Educación Especial - DEG.
El diagnóstico de discapacidad intelectual tiene como propósito proporcionar o
mejorar los apoyos al estudiante, a fin de que le permitan un mejor
funcionamiento individual. Para ello, el proceso de evaluación debe ofrecer
información de su funcionamiento en cinco dimensiones que abarcan diferentes
aspectos personales y del ambiente, Estas dimensiones son: 1. Habilidades
intelectuales; 2. Conducta Adaptativa; 3. Participación, Interacción y Roles
Sociales; 4. Salud; y 5. Contexto.

1. La dimensión Habilidades Intelectuales está referida al funcionamiento


intelectual general del estudiante, representado por el coeficiente intelectual
o CI. Incluye habilidades tales como “razonar, planificar, solucionar
problemas, pensar de manera abstracta, comprender ideas complejas,
aprender con rapidez y aprender de la experiencia” (Luckasson et al., 2002,
p.40).

2. La dimensión Conducta Adaptativa, hace alusión “al conjunto de


habilidades conceptuales, sociales y prácticas aprendidas por las personas
para funcionar en su vida diaria” (Luckasson et al, 2002, p.73), tales como:

a. Habilidades conceptuales: lenguaje (expresivo y receptivo), lectura y


escritura, conceptos de dinero, auto dirección;

b. Habilidades sociales: habilidades interpersonales, responsabilidad,


autoestima, credulidad (probabilidades de ser engañado o
manipulado), ingenuidad, sigue las reglas, obedece las leyes, evita la
victimización, y

c. Habilidades prácticas: actividades de la vida diaria (comida,


transferencia/movilidad, aseo, vestido); actividades instrumentales de
la vida diaria (preparación de comidas, mantenimiento de la casa,
transporte, toma de medicinas, manejo del dinero, uso del teléfono);
habilidades ocupacionales, mantiene entornos seguros.

3. La dimensión Participación, Interacción y Roles Sociales, se refiere a las


interacciones con los demás y al rol social desempeñado por el estudiante en
su comunidad. Se destaca la importancia de analizar las oportunidades y
restricciones para participar de la vida de la comunidad. Se evalúa a través
de la observación directa de las interacciones cotidianas que establece con
su mundo material y social, basándose en el comportamiento activo e
involucrado (asistiendo a, interaccionando con, participando en) que tiene
con su ambiente, así como también en el conjunto de actividades valoradas
como normales para su grupo específico de edad (personales, escolares,
laborales, comunitarias, de ocio, etc.)

4. La dimensión Salud, considerada ésta desde la perspectiva de la OMS,


como un “estado de completo bienestar físico, mental y social”, alude a

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cualquier condición -física o mental- del estudiante que altere su salud,
afectará su funcionamiento y tendrá repercusión en las otras dimensiones.

Se distinguen cuatro categorías que agrupan factores de riesgo: biomédico,


social, comportamental y educativo y que interactúan en el tiempo. La
evaluación de esta dimensión, debe identificar el estado de salud física así
como las características particulares del funcionamiento emocional y
psicológico del estudiante, como antecedente para la toma de decisiones
respecto a los apoyos a implementar en el centro educativo y en el hogar.

5. La dimensión Contexto (ambientes y cultura) está referida a las condiciones,


tanto ambientales como culturales interrelacionadas, en que el o la
estudiante vive diariamente. Distingue 3 niveles para la descripción y análisis
de la situación del estudiante: a) el espacio social inmediato que incluye a su
familia y amigos, b) la comunidad y las organizaciones e instituciones que
prestan servicios sociales, educativos o de salud; y c) los patrones generales
de la cultura y la sociedad en su conjunto. Cada uno de estos sistemas
puede proporcionar oportunidades y fomentar el bienestar y desarrollo de las
personas con discapacidad. La evaluación del contexto no suele realizarse
con medidas estandarizadas, sino que es un componente del juicio clínico, la
observación integral y la comprensión del funcionamiento de la persona y de
la provisión de apoyos individualizados.

DEL PROCESO DE EVALUACIÓN

Consideraciones previas:

- El proceso de evaluación desde la perspectiva asumida, deja de lado la


concepción psicométrica, para entender al estudiantado con limitaciones
intelectuales en la interacción que establece con su entorno biopsicosocial.

- Conocer el grado o severidad de las limitaciones en las habilidades


intelectuales implica conocer las barreras que dificultan su aprendizaje y
participación, antes que hacer énfasis en el déficit del estudiante. Se deben
identificar también sus capacidades y potencialidades individuales -así como
las oportunidades del contexto (eliminación de barreras) -, que facilitan su
desarrollo y educación.

- La evaluación diagnóstica en el ámbito educativo, tiene sentido con miras a


prescribir una enseñanza más efectiva, y proporcionar los apoyos que un o
una estudiante requiere para progresar, aprender y participar.

- Se debe tener presente que el o la estudiante, aún cuando existan


limitaciones, está involucrado/a de manera activa en su propio proceso de
evaluación, desde el cual también se modifica y construye conocimiento de sí
mismo. La evaluación ha de referirse por tanto, también a la propia actividad,
proceso y resultados de la evaluación.
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- La evaluación en el ámbito educativo, requiere que el/la profesional
considere e integre los conocimientos y aportes teórico-prácticos que brindan
la evaluación estática3, la evaluación dinámica4; así como sustentos
conceptuales de la Psicología General, Psicología del Desarrollo, la
Neuropsicología y de la Psicología Educacional, entre otros.

EVALUACIÓN DE DISCAPACIDAD INTELECTUAL

El proceso de evaluación de discapacidad intelectual comprende tres


funciones:
A. La función de Diagnóstico,

B. La función de Clasificación y Descripción, y

C. La función de Planificación de Apoyos.

A. FUNCIÓN DIAGNÓSTICA

Tiene como propósito identificar la discapacidad intelectual y determinar si, el


o la estudiante puede acceder a los recursos de la subvención de educación
especial.

Para diagnosticar discapacidad intelectual deben estar presentes los


siguientes criterios:

Criterio 1: Hay limitaciones significativas del funcionamiento


Intelectual.

Criterio 2: Hay limitaciones significativas de la conducta


Adaptativa.

Criterio 3: La edad de aparición es antes de los 18 años.

                                                        
3
Evaluación Estática (Thurstone, Spearman, Binet, otros): Se orienta a los resultados de la evaluación; mide
conocimientos y/o habilidades ya obtenidos o desarrollados; el rol del examinador es neutro, es otro elemento de la
prueba.
4
Evaluación Dinámica (Vygotsky, Feuerstein): Centrada en los procesos de aprendizaje; asume que el conocimiento y
las competencias son sensibles al cambio; aprendizaje y cambio ocurren desde la experiencia; énfasis en los
procesos de cognición y aprendizaje; rol del examinador es de colaborador, facilitador.
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Criterio 1: Hay limitaciones significativas del
funcionamiento intelectual.

Se considera que se cumple este criterio, cuando el o la estudiante,


obtiene un puntaje igual o menor a 69 puntos de CI (coeficiente
intelectual), en una prueba de inteligencia que cumpla los requisitos de
confiabilidad y validez estadística y que posea normas estandarizadas
para nuestra población general.

De acuerdo a la definición asumida, un CI igual o menor a 69 puntos, no


implica por sí solo la presencia de discapacidad intelectual, la evaluación
en la dimensión habilidades intelectuales debe ser complementada con la
evaluación y caracterización del nivel de funcionamiento del estudiante en
las dimensiones: conducta adaptativa; participación, interacción y roles
sociales; salud, y contexto.

Para determinar el nivel de funcionamiento intelectual de un o una


estudiante sobre la base del CI, se usará la clasificación siguiente (CIE-
10):

Clasificación del rendimiento intelectual a base del CI:

CATEGORÍA RANGO DE PUNTAJE – CI


Limítrofe 70 - 79
Discapacidad intelectual Leve 50 - 69
Discapacidad intelectual Moderada 35 - 49
Discapacidad intelectual Grave o Severa 20 - 34
Discapacidad intelectual Profunda por debajo de 20

Cuando existe presunción de bajo nivel intelectual, pero el CI no puede ser


especificado, porque las habilidades intelectuales del estudiante no son
posibles de evaluar mediante los test usuales, se recurrirá, al juicio clínico
del especialista para determinar el grado de limitación del funcionamiento
intelectual.

El juicio clínico, para estos efectos se orientará por las normas establecidas
por el Ministerio de Salud y por la CIF5 respecto al Funcionamiento, la
Discapacidad y la Salud de una persona, como por las pautas para el
diagnóstico de retraso mental de la CIE-10 (F70 -79) y las cinco
dimensiones propuestas por la AAIDD (2002).
                                                        
5
CIF- Clasificación internacional del funcionamiento de la discapacidad y de la salud, de la Organización
Mundial de la Salud, OMS, 2001.

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Sin perjuicio de lo anterior, este juicio clínico podrá, además, sustentarse y
acompañarse con información aportada por otros instrumentos y/o
procedimientos para orientar el diagnóstico, tales como, observación
clínica, hora de juego diagnóstica, tableros de comunicación, tests gráficos,
escalas o cuestionarios no estandarizados en Chile o adaptaciones a los
tests estandarizados (por ejemplo, aplicar prueba WISC en lengua de
señas), entre otros, debiendo registrarse las razones que fundamentan la
utilización de los procedimientos y/o instrumentos escogidos, así como
sobre las ventajas y limitaciones de esta elección. Al igual que en los otros
casos, el término retraso mental utilizado en la CIE-10, será reemplazado
por el de discapacidad intelectual.

Para diagnosticar discapacidad intelectual en estudiantes pertenecientes a


comunidades que se comuniquen en una lengua distinta a la oficial, como
la comunidad sorda, o los pueblos originarios, el/la profesional que realice
dicho diagnóstico se deberá comunicar con el/la estudiante (y su familia) en
la lengua de que se trate o en su defecto usar intérprete. Igualmente, dicho
profesional deberá tener conocimiento de la cultura, idiosincrasia, valores y
cosmovisión de la comunidad a la que pertenece el o la estudiante que
evalúa.

En el caso de evaluar a estudiantes que experimentan barreras visuales,


auditivas y/o motoras, los/las profesionales deberán utilizar los medios
alternativos o aumentativos de comunicación que sean necesarios de
acuerdo con las necesidades de cada uno de ellos.

De los instrumentos para evaluar el funcionamiento


intelectual

La selección, por parte del profesional competente, del instrumento de


evaluación a utilizar para determinar el CI y evaluar el funcionamiento
cognitivo del estudiante, debe considerar factores tales como: que la
prueba cumpla con condiciones de confiabilidad y validez estadística; que
posea normas adaptadas y estandarizadas –actualizadas- para la población
que pretende evaluar; así como, la utilización de una versión del
instrumento apropiada para el nivel etario y condición particular del
estudiante. En casos excepcionales, el/la profesional podrá utilizar pruebas
adaptadas y/o con normas extranjeras, debiendo fundamentar en el
registro de evaluación respecto a las razones de esta elección. Asimismo,
deberá cautelar al momento de la evaluación, que se cumplan, al menos,
las condiciones ambientales mínimas exigidas para la evaluación, esto es,
un lugar de trabajo con mobiliario, condiciones de luz, espacio y aislamiento
necesarios para la apropiada atención al estudiante.

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Para los efectos de este reglamento, se utilizarán las Escalas de
Inteligencia de Wechsler, dado que constituyen un instrumento
psicométrico, internacionalmente reconocido6 por su fiabilidad y validez
para la evaluación del funcionamiento intelectual y posee formas para
niños/as y para adultos, además de diferentes revisiones y actualizaciones.

Las versiones más recientes de estas escalas, estandarizadas y/o


adaptadas para la población chilena son:

Para la población de niños, niñas o jóvenes a partir de los 6 años:

-La “Escala de Inteligencia de Wechsler para Niños” (WISC-IIIv.ch),


estandarizada para la población de niños/as y jóvenes chilenos de
6 a 16 años por Ramirez y Rosas (2007).

Para la población de jóvenes mayores de 16 años:

-La “Escala de Inteligencia de Wechsler para Adultos”, WAIS,


adaptada para nuestro país por Berdicewsky (1960)

-Nueva redacción en castellano del Manual de la Escala de


Inteligencia de Wechsler para adultos (WAIS) realizada por
Hermosilla (1982).

Considerando la importancia de utilizar instrumentos actualizados y


adaptados a nuestro medio, a partir del año 2009, para evaluar el
funcionamiento intelectual de los estudiantes entre 6 y 16 años, se exigirá
la utilización de la “Escala de Inteligencia de Wechsler para Niños - WISC-
III”7, estandarización chilena, hasta que exista una versión estandarizada
más reciente.

Para poder desarrollar estrategias de procesamiento y de aprendizaje más


funcionales para el o la estudiante que presenta un funcionamiento
intelectual disminuido, el/la profesional psicólogo/a podrá además utilizar
otros instrumentos y/o métodos, que permitan enriquecer la caracterización
de los procesos básicos de pensamiento y conocimiento del estudiante y de
su potencial y funciones cognitivas superiores.

Será de responsabilidad del sostenedor, facilitar a los/las profesionales que


realizan la evaluación diagnóstica en su establecimiento educativo, tener
acceso a los instrumentos de evaluación actualizados requeridos, así como
a capacitación respecto a los mismos, cuando sea necesario.

                                                        
6
Válido para la sociedad occidental.
7
La versión chilena del WISC III fue estandarizada entre el año 2002 y 2005 por los académicos de la
Escuela de Psicología de la Universidad Católica, V. Ramirez y R. Rosas. Los derechos de distribución
del Test, propiedad de Harcourt Corporation, los obtuvo Ediciones UC, el año 2007. 
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Del profesional competente para evaluar el funcionamiento
intelectual

Se entenderá por profesional competente para evaluar el funcionamiento


intelectual de un o una estudiante, al profesional psicólogo/a, cualificado en
el ámbito de la discapacidad intelectual, es decir, que tenga conocimiento y
experiencia en la aplicación e interpretación de pruebas psicométricas de
inteligencia, como también dominio del marco teórico que lo sustenta, el
enfoque actual de la discapacidad y el modelo multidimensional de la
discapacidad intelectual utilizado, además de conocimiento del contexto
educativo y de cómo funciona el sistema escolar chileno.

Para certificar lo anterior, el/la profesional tendrá que:

− Poseer título profesional de Psicólogo(a)

− Estar inscrito en el Registro Nacional de Profesionales del Ministerio de


Educación.

Criterio 2: Hay limitaciones significativas de la conducta


adaptativa.

Se considera que existen limitaciones significativas en la conducta


adaptativa -entendida ésta como el conjunto de habilidades conceptuales,
sociales y prácticas que han sido aprendidas por la persona para
funcionar en la vida diaria-, cuando el o la estudiante presenta
limitaciones que afectan el funcionamiento esperado, tanto en la vida
diaria como en la capacidad para responder a cambios vitales y a las
demandas del ambiente.

Se entiende por capacidades adaptativas básicas aquellas


imprescindibles para una persona en cualquier contexto social e histórico
(no obstante se manifiesten de manera distinta en diferentes momentos
del ciclo vital), tales como: poder comunicarse con otros/as, procurarse
alimento, identificar y manejar riesgos, entre otras destrezas de
autonomía elemental.

Las habilidades a considerar para su evaluación son:

Habilidades conceptuales, tales como lenguaje receptivo y


expresivo; leer y escribir; concepto de dinero; conocer direcciones
personales, auto dirección.

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Orientaciones Técnicas para la Evaluación Diagnóstica de estudiantes que presentan NEE asociadas a
discapacidad intelectual. MINEDUC. 2009. Unidad de Educación Especial - DEG.
Habilidades sociales: habilidades interpersonales,
responsabilidad, autoestima, credulidad (probabilidades de ser
engañado o manipulado), ingenuidad, sigue las reglas, obedece las
leyes, evita la victimización, y

Habilidades prácticas: actividades de la vida diaria: comida,


transferencia/movilidad, uso del baño, aseo personal, vestido;
actividades instrumentales de la vida diaria: preparación de
comidas, mantenimiento de la casa, transporte, tomar medicinas,
manejo del dinero, uso del teléfono; habilidades ocupacionales,
mantiene entornos seguros.

La evaluación de la conducta adaptativa debe tener en cuenta que:


Las limitaciones en habilidades adaptativas en un o una estudiante,
a menudo coexisten con puntos fuertes en otras áreas de
habilidades adaptativas.
Las capacidades y limitaciones en las habilidades adaptativas de
una persona, se deben evidenciar en los ambientes comunitarios y
culturales típicos para sus iguales en edad, y se deben asociar a
necesidades de apoyos individualizados.
Las limitaciones en la conducta adaptativa se deben considerar a la
luz de las otras cuatro dimensiones: Capacidades Intelectuales;
Participación, Interacciones y Roles Sociales; Salud; y Contexto.
El propósito de evaluar las limitaciones en la conducta adaptativa
es identificar las necesidades de apoyos que un determinado
estudiante requiere para participar en su comunidad, para asumir
roles valorados socialmente y experimentar mayor satisfacción y
realización personal.

De los procedimientos e instrumentos para evaluar la


conducta adaptativa.

En nuestro medio no existen actualmente escalas estandarizadas con


baremos sobre población con y sin discapacidad para evaluar conducta
adaptativa. Por lo que esta evaluación se realiza con información recogida
en base a instrumentos extranjeros y al juicio clínico de los expertos.

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Algunas escalas disponibles en idioma español para evaluar esta
dimensión, con miras a la planificación de apoyos, son:

Inventario para la planificación de servicios y la programación individual


(ICAP) (1993, 1999), el Inventario de destrezas adaptativas (CALS)
(Morreau, Bruininks y Montero, 2002) y del Currículum de destrezas
adaptativas (ALSC) (Gilman, Morreau, Bruininks, Anderson, Montero y
Unamunzaga, 2002), entre otras. En general, se considera que existen
limitaciones significativas de la conducta adaptativa cuando los resultados
se encuentran a más de 2 desviaciones estándar por debajo de la media.

Para efectos de estas orientaciones técnicas, y mientras no existan escalas


adaptadas y validadas con baremos para nuestra población con y sin
discapacidad, se recomienda el uso preferente de:

Para todas las edades:

- “Evaluación de la conducta adaptativa en personas con


discapacidades” Adaptación y validación del ICAP, (Montero
Centeno, 1993)8

- Escala de Madurez Social de Vineland, adaptación chilena de


Otero Quiroz9 (1959)

Para los jóvenes de 16 años en adelante:

- “Escala de Intensidad de Apoyos – SIS”, reciente adaptación


española (Verdugo, Arias, Ibañez, 2007), de la Supports
Intensity Scale (SIS) de la AAIDD (2004).

Limitaciones significativas de la conducta adaptativa suponen dos


desviaciones típicas por debajo de la media en la evaluación de uno de los
tres componentes (conceptual, práctica, social) o en una puntuación global
de estos tres.

                                                        
8
“Evaluación de la conducta adaptativa en personas con discapacidades” Adaptación y validación del
ICAP, (Montero Centeno, 1993)
9
Otero Quiroz, A. – “La Escala de Madurez Social de Vineland: primeros ensayos de aplicación”.. Tesis
para optar al título de Psicólogo/a, Universidad de Chile. Profesor patrocinante: Carlos Nassar, Santiago
de Chile, 1959. La referencia original del test es: Doll, E. A. (1964) “Vineland Scale of Social Maturity”.
Mineapolis:AGS.
 
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De los/las profesionales competentes para evaluar conducta
adaptativa

La evaluación de la conducta adaptativa debe ser abordada desde un


enfoque multidisciplinario, por profesionales con entrenamiento en la
observación del comportamiento y en la aplicación de los instrumentos
utilizados para su medición, además de, preparación y experiencia en el
campo de los servicios humanos (psicólogo/a, terapeuta ocupacional,
profesor/a especialista, entre otros). La información que permitirá
determinar la existencia de limitaciones en la conducta adaptativa, será
obtenida por medio de la observación directa, el registro y evaluación con
instrumentos, y la información proveniente de la familia, profesores/as u
otras personas que se relacionen directamente y de manera frecuente con
el o la estudiante.

Se deberán considerar además:

El informe de salud del estudiante, emitido por un médico, que dará


cuenta de eventuales déficits físicos, neurológicos, psiquiátricos,
sensoriales y/o motores --a menudo asociados a la discapacidad
intelectual--, con los que se deberá contar para la planificación del
proceso de evaluación del comportamiento adaptativo (y posteriormente
de la respuesta educativa). Aunque no en todos los casos, este informe,
también podrá dar información respecto de factores etiológicos o
causales de los que depende la discapacidad intelectual en un
determinado estudiante.

La evaluación educativa del estudiante realizada por el/la docente de


educación diferencial y/o regular, relativa a las capacidades,
conocimientos y competencias que forman parte del contenido del
curriculum, con las correspondientes adaptaciones de los criterios de
evaluación, a las características y condiciones del estudiante que se
evalúa.

La evaluación de las características del contexto y ambiente escolar


(existencia de barreras para una mejor adaptación).

Criterio 3: La edad de aparición es antes de los 18 años

Se refiere a que las limitaciones señaladas en los Criterios 1 y 2, se hayan


manifestado o adquirido, a causa de una patología, daño o enfermedad, en
el curso del desarrollo de la persona, es decir, antes de que el/la estudiante
cumpla los 18 años y sea formalmente considerado adulto en nuestra
sociedad.

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Teniendo en cuenta que el desarrollo humano es un proceso dinámico en el
que se articulan elementos biológicos, psicológicos y sociales que van
variando en el tiempo, y la evidencia científica que avala la modificabilidad y
versatilidad del cerebro humano producto de la interacción con el ambiente,
no se debe hablar de discapacidad intelectual en un niño o niña antes de
los cinco años de edad.

Cuando un niño o niña menor de seis años, presenta retraso en el


cumplimiento de las secuencias esperadas de desarrollo en relación a sus
iguales en edad y contexto sociocultural, en dos o más áreas (sensorio-
motriz, lenguaje, cognitiva, socialización, entre otras), se hará referencia a
un retraso global del desarrollo. Sólo si esta dificultad persiste por sobre los
cinco años de edad, y se cumplen los criterios para ello, se podrá
diagnosticar como discapacidad intelectual.

En situación de excepcionalidad, cuando un niño o niña menor de seis


años presente manifestaciones severas de retraso en su desarrollo global,
en dos o más áreas (desarrollo sensorio-motor grueso, fino, lenguaje,
cognitiva, socialización, entre otras), a causa de un cuadro clínico,
enfermedad o dificultad de etiología conocida y/o reconocible o de
evolución y pronóstico poco favorable, progresivo o deteriorante, se podrá
diagnosticar como discapacidad intelectual, aplicando los criterios
diagnósticos de la CIE-10, adaptada a la terminología de la AAIDD. Esta
situación deberá ser acreditada y documentada con los informes de los/las
profesionales competentes que corresponda en cada caso: médico
especialista, psicólogo/a, educadora de párvulos, entre otros.

Para estos casos, se podrán aplicar pruebas estandarizadas en nuestro


país tales como: la Escala de Evaluación del Desarrollo Psicomotor de 0 a
24 meses (EEDP), el Test de Desarrollo Psicomotor de 2 a 5 años (TEPSI),
las escalas que miden conductas adaptativas anteriormente mencionadas,
u otras, considerando respecto a la aplicación de instrumentos no
estandarizados en nuestro medio, como por ejemplo la Escala de
inteligencia para niños/as de preescolar y primaria de Wechsler (WPPSI)10,
las mismas recomendaciones señaladas con anterioridad.

                                                        
10
La Escala de Inteligencia para niños/as de preescolar y primaria (entre 3 años, 10 meses y 6 años) de
Wechsler, WPPSI, no podrá ser utilizada para diagnosticar discapacidad intelectual, sino solamente para
consignar un Retraso del Desarrollo.
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B. FUNCIÓN DE CLASIFICACIÓN Y DESCRIPCIÓN DEL PROCESO
DE EVALUACIÓN.

Esta función se refiere a la agrupación y descripción funcional de las


características del estudiante como fase previa para la planificación de los
apoyos11. Se orienta a identificar las capacidades y limitaciones, los puntos
fuertes y débiles del estudiante, en cada una de las cinco dimensiones12
señaladas anteriormente y a obtener datos que permitan determinar las
necesidades de apoyos que requiere para mejorar su funcionamiento individual y
participar en su comunidad. La clasificación se hace en términos de la cantidad y
calidad de los apoyos (intermitentes, limitados, extensos o generalizados) que el
o la estudiante requiere para desenvolverse en su medio. Mientras más apoyos
necesite, mayor será su grado de discapacidad.

Se consideran áreas relevantes de apoyos las siguientes:

1. Desarrollo humano: proceso por el cual una persona puede ampliar


sus opciones y capacidades humanas, en un entorno en el que se
respeten sus derechos humanos esenciales, tales como: una vida larga
y saludable, acceso a conocimientos y acceso a los recursos necesarios
para un nivel de vida digno y todas aquellas necesarias para gozar de
respeto por sí mismo, potenciación y sensación de pertenecer a una
comunidad.
2. Enseñanza y educación: para tener éxito en las actividades de
aprendizaje se requieren diferentes acciones por parte de las personas,
tales como interactuar, participar, utilizar, aprender, etc. De acuerdo a
la naturaleza de la actividad específica de que se trate, serán la
frecuencia, tiempo diario y tipo de apoyo que el o la estudiante
necesiten.
3. Vida en el hogar: habilidades y tareas que permiten desenvolverse con
un mínimo de autonomía e independencia, tales como el cuidado
personal, las actividades domésticas básicas, la movilidad esencial,
reconocer personas y objetos, orientarse, entender y ejecutar órdenes o
tareas sencillas.
4. Vida en la comunidad: oportunidades y participación en actividades de
la vida en la comunidad: recreativas, ir de compras, interactuar con los
vecinos, entre otras.
                                                        
11
Se entiende por apoyos, a “los recursos y estrategias que pretenden promover el desarrollo, aprendizaje,
intereses y bienestar personal del estudiante y que mejoran su funcionamiento individual. Implican
variedad de recursos e intervenciones, que pueden provenir del propio individuo, de su familia y amigos,
de apoyos informales, de servicios genéricos, hasta llegar a servicios especializados”.
12
Habilidades intelectuales; Conducta Adaptativa; Participación, Interacción y Roles sociales; Salud, y
Contexto.

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discapacidad intelectual. MINEDUC. 2009. Unidad de Educación Especial - DEG.
5. Empleo: competencias y conductas requeridas para trabajar y
desempeñarse con éxito en una actividad laboral.
6. Salud y seguridad: competencias y conductas requeridas para realizar
actividades o enfrentar situaciones que dependen del uso de la
tecnología, de indicaciones individualizadas o sistemas de aviso (tomar
medicinas, uso de electrodomésticos, entre otros).
7. Conductual: referida a problemas conductuales como por ejemplo,
actitudes desafiantes, que pueden requerir apoyos sustanciales.
8. Social: referida a la participación en actividades sociales. Aquí es clave
que el o la estudiante tenga oportunidades tanto de interactuar con otros
y otras como de acceder a actividades sociales.
9. Protección y defensa: apoyos que la persona necesita para desarrollar
habilidades tales como, defenderse ante los demás, manejar dinero,
protegerse de la explotación, ejercer responsabilidades legales.

El perfil de necesidades de apoyos considerará la frecuencia, la intensidad


y el tipo de apoyo13 que el o la estudiante en particular requiere para
realizar una determinada actividad.

Según su intensidad, se pueden distinguir cuatro niveles de apoyo:

1. Intermitente: es un apoyo que se entrega “cuando sea necesario”. Se


caracteriza por ser episódico, se entrega cuando el o la estudiante lo
necesita o por períodos de corta duración frente a transiciones en el
ciclo vital (crisis familiar, agudización de una enfermedad). Pueden
proporcionarse con baja o alta intensidad.
2. Limitado: se caracteriza porque su persistencia es temporal, o sea, por
un tiempo determinado, pero no intermitente (habilitación laboral por un
tiempo acotado, por ejemplo).
3. Extenso: caracterizado por su regularidad (p.e. diaria, semanal) en más
de un ambiente (p.e. la casa y la escuela) y sin limitación temporal
(apoyo a largo plazo).
4. Generalizado: se caracteriza por su estabilidad y elevada intensidad,
proporcionada en distintos entornos, con posibilidad de mantenerse de
por vida. Suelen requerir más personal y mayor tendencia a intrusión
que los apoyos extensos o limitados (AAMR, 1997).

                                                        
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No se debe identificar los apoyos exclusivamente con los servicios, los apoyos son una alternativa mucho
más extensa y general y posibilitan más recursos e intervenciones que los propios servicios.

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C. LA FUNCIÓN DE PLANIFICACIÓN DE APOYOS DEL PROCESO
DE EVALUACIÓN

Esta función tiene como propósito establecer el perfil particular de necesidades


de apoyo que el o la estudiante requiere en los diferentes ámbitos de
funcionamiento y etapa del ciclo vital en que se encuentre. La evaluación se
orienta a identificar el tipo e intensidad de apoyos necesaria, y la persona
responsable de proporcionarlos en cada una de las nueve áreas relevantes de
apoyo, señaladas con anterioridad, de tal modo de reducir la discrepancia entre
las capacidades y habilidades que el o la estudiante poseen y las que el medio
le exige para funcionar en su ambiente. En el ámbito educativo, dicha evaluación
determinará el plan educativo o de enseñanza para ese estudiante.

Para establecer el Perfil de necesidades de Apoyos que el o la estudiante


requiere, el proceso de evaluación y planificación debe considerar los siguientes
componentes:

a. Identificar las áreas relevantes de apoyo, entre las nueve


anteriormente señaladas, para que el o la estudiante pueda aprender y
participar en la comunidad en la que vive;
b. Identificar las actividades de apoyo relevante para cada una de las
áreas: de acuerdo con los intereses y preferencias personales y la
probabilidad de participar en ellas, de acuerdo a las características del
estudiante y de su contexto familiar y social;
c. Valorar el nivel de intensidad de las necesidades de apoyo que
necesitaría si fuera a realizar la actividad de que se trate (frecuencia,
duración y tipo de apoyos);
d. Determinar (escribir) el Perfil necesidades de Apoyos que refleje al
estudiante. Éste debe determinar los objetivos a trabajar y las personas
responsables de entregar los apoyos en cada área en particular.

Los apoyos deben ser proporcionados por el profesor o profesora de aula, en


conjunto con los/las profesionales especializados que corresponda (profesor/a
educación especial, psicólogo/a, fonoaudiólogo/a, terapeuta ocupacional, entre
otros), en contextos inclusivos o en la escuela especial. También deben ser
facilitados por la familia, la comunidad y por otros profesionales, según el o la
estudiante lo requieran.
En el establecimiento educacional se deberán priorizar todos aquellos apoyos
que contribuyan a desarrollar en el/la estudiante habilidades y competencias
para participar en el contexto escolar y comunitario y mejorar su funcionamiento
en la vida.

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De los informes y registros

La información recopilada en el proceso de evaluación diagnóstica de


discapacidad intelectual, será volcada en un informe que dará cuenta de sus
resultados, este informe deberá contener:
- Antecedentes relevantes del estudiante y de su entorno.
- Especificación de los procedimientos y pruebas empleadas, para
evaluar las habilidades intelectuales, fundamentando su uso cuando
corresponda.
- Información referida a cada uno de los criterios diagnósticos de
discapacidad intelectual, basándose en evaluación directa y
antecedentes entregados por otros u otras profesionales y por la familia
del estudiante.
- Diagnóstico de la presencia o no de discapacidad intelectual en la o el
estudiante.
- Necesidades de apoyos específicos (tipo de apoyos, cantidad y calidad)
en el contexto educativo y familiar, u otros.
- Consignar la fecha en que corresponde llevar a cabo la reevaluación y
los informes de avance.

Se deberá entregar a la familia, un informe escrito que resuma de manera clara


y entendible -para personas no especialistas-, los resultados obtenidos por el o
la estudiante en el proceso de evaluación, las sugerencias de actividades de
apoyo en el hogar y las opciones escolares disponibles para él o ella.

El Ministerio de Educación entregará a los profesionales protocolos y


orientaciones más específicas que deberán cumplir para realizar la evaluación
de esta discapacidad.

De la reevaluación

Los procesos de reevaluación son muy importantes ya que permiten verificar los
avances obtenidos, determinar la continuidad de los apoyos establecidos,
rediseñar la planificación de la intervención educativa para el o la estudiante y,
cuando corresponda, reevaluar su funcionamiento intelectual.

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La reevaluación del funcionamiento intelectual de los/las estudiantes debe
considerar la siguiente frecuencia:
TABLA

Frecuencia de la reevaluación del funcionamiento intelectual


según edad y rango de CI (Estudiantes de la Educación Especial)
Edad
Categoría 6 a 10 años 11 a 16 años
Leve Anual Cada 2 años
Moderado Anual Cada 2 años
Grave o Severo Cada 2 años Cada 3 años
Profundo Cada 2 años Cada 4 años

No se debe olvidar que la discapacidad intelectual implica necesidades


educativas especiales permanentes, pero no estáticas e invariables, es decir, no
obstante perduran a lo largo de la vida de la persona, se debe tener en
consideración, que existen factores protectores que de estar presentes,
posibilitarán en el o la estudiante un mejor desarrollo personal y una mejor
integración socioeducativa y laboral.

Entre los factores protectores más destacables están: interacciones


interpersonales positivas; participación social; tolerancia y apoyo social;
capacidad para enfrentar el estrés; autonomía; adaptabilidad social y una
estimulación cognitiva temprana.

Entre los factores de riesgo más comunes se encuentran: falta de educación,


circunstancias socioculturales y económicas adversas; deficiente alimentación;
aislamiento y marginación social.

Se debe tener siempre presente la importancia de la familia, como primer agente


socializador y modelador por excelencia de la personalidad de los/las
estudiantes que presentan discapacidad intelectual. En la medida en que ésta
pueda posibilitar una pertenencia temprana a grupos, influya positivamente en la
autoestima y en el desarrollo tanto cognoscitivo como moral de sus hijos e hijas,
podrá disminuir los factores de riesgo a que se ven expuestos.

La institución escolar a su vez, debe contribuir proporcionando sistemas eficaces


de apoyo, formando y desarrollando competencias en los/las estudiantes en
diferentes áreas de su funcionamiento, considerando intervenciones tanto en
habilidades para la vida como en la implementación de estrategias de
afrontamiento para favorecer el bienestar físico y psicológico del estudiante. De
esta manera se posibilita, conjuntamente con la familia, mejores expectativas
para el desarrollo y participación.
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REFERENCIAS

- OMS-OPS – “Clasificación Internacional del Funcionamiento de la


Discapacidad y la Salud : CIF”, Organización Mundial de la Salud, 2001.
Edición en español, Instituto de Migraciones y Servicios Sociales (IMSERSO).
Madrid. España

- Verdugo, M.A. (1994). “El cambio de paradigma en la concepción del retraso


mental: la nueva definición de la AAMR”. Siglo Cero, 25 (5), 5-24.
- En: http://sid.usal.es/mostrarficha.asp?id=4099&fichero=8.2.6

- Verdugo, M.A. (2002). “Análisis de la definición de Discapacidad Intelectual


de la Asociación Americana sobre Retraso Mental de 2002”. Instituto
Universitario de Integración en la Comunidad. Universidad de Salamanca.
- En: http://www.usal.es/~inico/investigacion/invesinico/AAMR_2002.pdf

- Verdugo, M.A. (2004). “Cambios conceptuales en la discapacidad”. Instituto


Universitario de Integración en la Comunidad. Universidad de Salamanca. II
Congreso Internacional de Discapacidad Intelectual: Enfoques y Realidad: Un
Desafío. Medellín, Colombia; 23-25 de septiembre de 2004. En:
http://www.pasoapaso.com.ve/CMS/images/stories/Integracion/conceptdiscapverdugo.pdf
 

Este documento ha sido elaborado por la Unidad de Educación Especial del Ministerio de
Educación con la participación y aporte de:

ƒ María José Arancibia Urrutia, Psicóloga C.A.I. Centro de Atención Integral, Corporación de
Desarrollo Social de Buin, miembro Asociación Nacional de Psicólogos Educacionales,
ANPsE.

ƒ Elisabeth Anríquez Ebner, Psicóloga, Presidenta Asociación Nacional de Psicólogos


Educacionales, ANPsE del Colegio de Psicólogos.

ƒ Sara Diez de Oñate Crespo, Psicóloga. Docente de pregrado Escuela de Psicología,


Universidad Arcis y Escuela de Psicología, Universidad de las Américas. Docente de Magíster,
Universidad Central. Psicóloga-Orientadora Colegio Pedro de Valdivia de Providencia.

ƒ Paulina Godoy Lenz, Coordinadora Nacional de Educación Especial. División de Educación


General. Ministerio de Educación.

ƒ María Cecilia González Meyer, Psicóloga, Escuela Especial Nuestro Mundo, de la Asociación
Nacional del discapacitado mental (ANADIME), colaboradora Asociación Nacional de
Psicólogos Educacionales – ANPsE.

ƒ María Soledad González Serrano, Psicóloga, Unidad de Educación Especial. División de


Educación General. Ministerio de Educación.
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ƒ Lourdes Ilizastigui del Portal, Psicóloga, Dra (c) en Investigación Científica e Innovación
Educativa. Coordinadora del área de Psicología Educacional, Facultad de Humanidades y
Ciencias Sociales, Universidad Santo Tomás.

ƒ Luis Alfonso Inostroza Bravo, Psicólogo, Director nacional Colegio de Psicólogos de Chile.
Vicepresidente Asociación Nacional de Psicólogos Educacionales, ANPsE.

ƒ Alejandra Melus Folatre, Psicóloga, representante Asociación Nacional de Psicólogos


Educacionales, ANPsE.

ƒ María Teresa Muñoz Quezada, Psicóloga, Doctora en Salud Pública, Académica


Departamento de Psicología. Universidad Católica del Maule, miembro ANPsE

ƒ Lillian Pérez Loezar, Psicóloga. Directora Escuela de Psicología y Coordinadora Área de


Salud, Sede San Felipe, Universidad de Aconcagua. Psicóloga Educacional Departamento de
Educación Municipalidad de Putaendo

ƒ Ricardo Rosas Díaz, Psicólogo, PhD en Psicología Cognitiva. Docente titular, Facultad de
Psicología, Pontificia Universidad Católica de Chile.

ƒ Alida Salazar Urrutia, Vice-coordinadora Unidad de Educación Especial. División de


Educación General. Ministerio de Educación.

ƒ Marcela Tenorio Delgado: Psicóloga, PhD (c) Programa de Doctorado en Psicología.


Escuela de Psicología, Pontificia Universidad Católica de Chile.

ƒ César Trigo Vilches, Psicólogo, Escuela Especial Nuestro Mundo, de la Asociación Nacional
del discapacitado mental (ANADIME) y Colegio Aldebarán de Puente Alto, miembro
Asociación Nacional de Psicólogos Educacionales – ANPsE.

ƒ Ana Valdés Pérez, Médico Psiquiatra, Encargada Red de Salud Mental, SSMSO, Comisión
de Servicio Ministerio de Salud.

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