Revista 1
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Revista 1
MAGISTRATURA
REVISTA
Lima, enero de 1998 /1\12 1
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13
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550
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Editor Responsable
Francisco Eguiguren Praeli
Comit Editorial
Jos Hugo Rodrguez Brignardello
Julia Zamora Leclre
Patricia Sibille Yika
Carolina Garcs Peralta
Martha Mantilla Falcn
C) ACADEMIA DE LA MAGISTRATURA
Av. Gregorio Escobedo N 426
Jess Mara, Lima 11, Per
Central telefnica: (51-1) 261-1977
Fax: (51-1)463-6499
E-mail: [email protected]
Cuidado de la edicin:
Cecilia Heraud Prez
Diseo y diagramacin:
Gisella Scheuch Pool
Impreso en:
Siklos S.R. Ltda.
Lima, Per, enero de 1998
ct
Contenido
Presentacin
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Anexo
Academia de la Magistratura: lineamientos generales
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Presentacin
La aparicin del primer nmero de la Revista institucional de la Academia de la Magistratura, publicacin que inicialmente tendr periodicidad anual, adquiere singular importancia
y significado pues marca una nueva actividad que complementa el trabajo de formacin y
capacitacin que venimos realizando.
Conviene recordar que la Academia de la Magistratura fue constituida mediante Ley
Orgnica aprobada por el Congreso de la Repblica en julio de 1994, siendo el ao 1995
donde su cuerpo directivo emprendi las primeras acciones para ponerla en funcionamiento. De all que el trabajo de la Academia se inici propiamente en enero del 96, privilegiando la inmediata implementacin del Programa de Actualizacin y Perfeccionamiento, consistente en cursos de especializacin y profundizacin de temas especficos, dirigidos a
magistrados del Poder Judicial y del Ministerio Pblico.
Cabe tener presente que los 28 cursos de dicho Programa desarrollados en 1996 y
los 62 cursos de 1997, han permitido que estas actividades de capacitacin de la Academia lleguen directamente a 1,156 y ms de 2,500 magistrados respectivamente. Sin embargo, pese a este esfuerzo de brindar una gran cantidad de cursos, a cargo de distinguidos profesores y especialistas nacionales y extranjeros, no ha sido posible llegar a todos y
cada uno de los magistrados del Per por esta va; ni mucho menos, por las propias caractersticas de esta actividad, mantener un contacto individual frecuente o desarrol,lar una
accin formativa continuada en relacin con los magistrados.
Simultneamente, desde octubre del 97 se puso en marcha el Programa de Formacin de Aspirantes, dirigido a los abogados y magistrados provisionales o suplentes que
--tras aprobar este curso de la Academia desean postular ante el Consejo Nacional de la
Magistratura para acceder a un cargo como magistrado titular en el Poder Judicial y el
Ministerio Pblico. Esta labor, que se desarrollar tanto en Lima como en provincias, brinda
a la Academia un espacio de contacto y de contribucin a la capacitacin de amplios
sectores de la comunidad jurdica nacional, lo que se complementa con el conjunto de
conferencias y foros que peridicamente se desarrollan.
A fin de contar con un canal ms permanente de comunicacin y "contacto" de la
Academia con cada uno de los magistrados a nivel nacional, durante el ao 97 se ha
venido elaborando un Boletn institucional, de periodicidad trimestral, que llega a la totalidad de magistrados brindndoles informacin sobre las actividades que programa y ejecuta la Academia, debates y opiniones de especialistas nacionales y extranjeros sobre temas
de actualidad y relevancia jurdica, resumen de las principales normas legales dictadas en el
perodo, orientacin y servicios bibliogrficos, etc.
Pero quedaba pendiente realizar una tarea fundamental, que aunque constitua una
preocupacin constante, inevitablemente resultaba postergada por la ejecucin urgente de
otras actividades cotidianas. Esta no era otra que elaborar y editar una revista orientada a
la produccin acadmica, la reflexin jurdica y la capacitacin. Esta revista debera recoger
ensayos y artculos sobre temas jurdicos que ofrezcan aportes doctrinarios o de anlisis
jurisprudencial, as como tambin abordar aspectos propios de la funcin jurisdiccional,
problemas inherentes al sistema de administracin de justicia y a la reforma judicial.
Este primer nmero de la Revista de la Academia de la Magistratura, busca y espera
alcanzar este propsito. Siendo los destinatarios directos de esta Revista los magistrados de
nuestro pas, as como tambin la comunidad jurdica nacional y las instituciones acadmicas del extranjero que realizan labores similares a las nuestras, su contenido presenta,
deliberadamente, un conjunto plural y variado de temas, propios de distintas reas jurdicas y del quehacer de la funcin judicial, a fin de procurar satisfacer los diversos intereses e
inquietudes existentes.
Es as, que dado que actualmente el Per y la mayora de pases de Latinoamrica se
encuentran inmersos en muy importantes procesos y debates vinculados a la reforma del
sistema judicial, y en experiencias de formacin y seleccin de magistrados, hemos credo
conveniente ofrecer en este su primer nmero cuatro trabajos que abordan estos temas. En
ellos se conjugan los enfoques y propuestas de especialistas nacionales y extranjeros.
Por otro lado, un distinguido grupo de expertos peruanos examinan diversos temas
de especial inters para el trabajo de los magistrados. As, se analiza el lmite temporal de
las normas legales, las experiencias recientes sobre el hbeas corpus y la proteccin de la
libertad individual, los mecanismos jurdicos en los sistemas modernos de contratacin, la
conciliacin tanto en materia civil como laboral, el delito continuado, las resoluciones que
ponen fin al procedimiento administrativo, y un tema que viene cobrando cada vez mayor
importancia tanto a nivel jurdico como social, cual es el de la violencia familiar. Como se
podr apreciar, se trata de una temtica en verdad variada, actual y atractiva.
Otro tema sobre el que tambin cabe hacer especial referencia, es el de los tratados
internacionales, tanto por el vigente proceso de globalizacin -del que no pueden quedar
excluidos los magistrados nacionales- como por los aportes normativos y doctrinarios que
surgen de su contenido y aplicacin. El tema reviste incluso inters constitucional, pues la
vigente Carta, a diferencia de la del 79, establece que los tratados tienen rango de ley, pero
no regula cmo debe resolverse en caso de conflicto entre tratado y ley, crendose un vaco
legal al respecto que resulta aun mucho ms serio en el caso de tratados sobre derechos
humanos. Por ello, y dado el escaso tratamiento existente sobre el tema, hemos considerado indispensable incluir dos interesantes artculos complementarios entre s, a fin de que
los aplicadores del derecho tomen conciencia de su importancia y asuman una posicin
sobre el particular.
Cabe asimismo resaltar el tratamiento por parte de dos destacados especialistas
argentinos, de dos temas en materia de derecho procesal civil de vital importancia para el
trabajo de los magistrados y, por ende, para el logro de la justicia en el proceso. Estos son
el del exceso ritual manifiesto y su vinculacin con la actividad probatoria y el de los problemas de arbitrariedad que pueden producirse en la instancia de apelacin, en los que los
autores -adems de un importante anlisis doctrinario y jurisprudencial- hacen especial
referencia a la legislacin peruana sobre la materia.
Esperamos que el contenido de este primer nmero de nuestra Revista resulte de
utilidad para el trabajo de los jueces y fiscales del pas, a quienes va dedicado este esfuerzo,
as como de inters para la comunidad jurdica. Desde ya sus pginas estn abiertas para
acoger colaboraciones y trabajos que nuestro comit editorial recibir y analizar con especial agrado. Finalmente, queremos expresar el sincero reconocimiento institucional a cada
uno de los autores, quienes desinteresadamente y con el mayor entusiasmo, han contribuido a hacer de esta Revista de la Academia de la Magistratura una realidad.
El tema del que me ocupar en los minutos que siguen, es el de la carrera judicial con
especial referencia a los sistemas de nombramiento de jueces. Es este un tema que no
obstante su ruda apariencia que parece convocar slo reglamentaciones y preceptos
rene en torno suyo buena parte de las cuestiones ms frecuentemente asociadas, en la
dogmtica y en el derecho comparado, a la funcin jurisdiccional. Sostendr, en trminos
generales, que el tema de la carrera judicial, y en especial el de los sistemas de nombramiento, se relaciona tanto con el lugar que asignamos a los jueces al interior del Estado,
como con el tpo de jueces que un Estado quiere tener para s, y que por lo mismo, para
decidir qu especfico sistema de nombramiento ha de adoptarse, conviene revisar las
caractersticas que reviste la profesin judicial y el sistema poltico al interior del Estado.
El plan de mi exposicin es el que sigue. En la primera parte, procurar poner de
relieve el doble carcter expresivo e instrumental que posee la carrera judicial y en especial los sistemas de nombramiento. Luego de ello, revisar someramente los modelos generales que, respecto de esta materia, es posible advertir en el derecho comparado. Por ltimo, y a la luz de los antecedentes que acabo de anticipar, intentar sugerir algunas conclusiones. Mi propsito, en general, es el de identificar algunas variables que habrn de tenerse en cuenta al tiempo de disear un sistema de nombramientos o evaluar un sistema
existente.
Como acabo de sealar, la carrera judicial y en especial los sistemas de nombramiento, poseen un doble carcter: un carcter expresivo y otro instrumental. Por una parte,
expresan el modo de concebir la funcin jurisdiccional; por la otra, constituyen un instru-
* Ponencia presentada en el Seminario Internacional: "Reforma Judicial en el Per: logros y retos; en busca de un plan de mediano
plazo". Lima, marzo 1997.
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diccin constitucional como cosa aparte del sistema judicial. En la medida que la jurisdiccin constitucional debe hacer frente a las decisiones mayoritarias es decir, debe bloquear
las decisiones de un parlamento democrticamente electo, por ejemplo parece natural
que la seleccin y el nombramiento de los jueces constitucionales sea distinto y parece
correcto, adems, que no se espere de ellos que se comporten como jueces profesionales.
Al lado de esas ventajas, el sistema exhbe una desventaja que deriva del hecho que su buen
funcionamiento depende intensamente de variables contextuales: es fcil advertir que en
un sistema poltico con rutinas clientelsticas o confianzas puramente verticales, el sistema
acenta una dependencia explcita de los jueces.
De otra parte, subyace a la precedente evolucin evolucin en la que es fcil advertir las influencias del sistema poltico en el tratamiento de la cuestin judicial una cuestin
que ya no es poltica o histrica sino conceptual. Los sistemas de seleccin, reclutamiento y
nombramiento de jueces depende tambin de la manera en que, conceptualmente, concebimos a la funcin jurisdiccional. Parece evidente que si concebimos a la tarea jurisdiccional como una tarea esencialmente tcnica, en que los espacios de discrecin son mnimos,
tenderemos a favorecer un sistema que acente los componentes que he denominado
burocrticos. Si, por el contrario, concebimos la labor de los jueces como una labor inevitablemente transida de discrecin, en la que una amplia contingencia obliga a los jueces
no slo a inteligir, sino, tambin, a decidir, entonces, naturalmente, tenderemos a favorecer
un sistema de seleccin y nombramiento que acente las vinculaciones entre la legitimidad
del sistema poltico y el sistema judicial. Algo de esto es posible observar, por ejemplo, en
lo que atinge a la jurisdiccin constitucional. La jurisdiccin constitucional es aquel mbito
del sistema normativo en el que se maneja la frontera ltima del sistema poltico y, en
definitiva, la sujecin de la poltica al derecho. Se trata de un mbito del sistema normativo
que posee alta contingencia y, por lo mismo, no parece sensato reclamar en este mbito un
diseo burocratizado y con tendencia al corporativismo.
Desde luego, y como ustedes saben, hace excepcin a la gruesa evolucin que he
trazado, la tradicin angloamericana. En esta tradicin y segn se suele recordar, lo sugiri Hamilton en El Federalista los jueces son considerados la rama menos peligrosa del
poder (ms peligrosas, sola decir Madison, son las facciones); existe una amplia tradicin
en el uso del razonamiento prctico; y, en fin, un fuerte constitucionalismo material. Esas
caractersticas debidas, seguramente, a la diversa evolucin del Estado me obligan a
dejar aparte el caso angloamericano, al menos por un momento.
Ahora bien. Qu podemos aprender de ese constraste entre esos modelos de cara a
un anlisis de los sistemas de nombramiento y los tipos de carrera judicial?
Me parece que, sin nimo de exhaustividad, podemos identificar los siguientes aspectos como importantes. Algunos de ellos derivan directamente de lo que he dicho; otros,
en tanto, creo que resultan sugeridos por esa exposicin.
En primer lugar, y ante todo, me parece que al examinar la precedente evolucin,
debemos evitar la confianza excesiva en el constructivismo, o sea, en la idea de que es
posible premeditar las instituciones sociales desde un gabinete de planificacin. Presos de
un suave constructivismo y siguiendo la tradicin europea de la postguerra hemos efectuado reproches a los jueces latinoamericanos como si se tratara de jueces europeos presos
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Uno de los campos donde la Constitucin peruana de 1993 introdujo un alentador conjunto de positivas novedades, ha sido el referido a la administracin de justicia y a los rganos
involucrados en dicha funcin. Cabe mencionar, entre las principales, la sustantiva ampliacin de las atribuciones del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), as como la creacin de la Academia de la Magistratura (AMAG), instaurndose con ello un nuevo sistema
de seleccin, nombramiento, formacin y capacitacin de magistrados.
La vigente Carta constitucional confiere al Consejo Nacional de la Magistratura las
potestades de seleccionar, nombrar, promover y destituir a los magistrados de todos los
niveles del Poder Judicial y del Ministerio Pblico, excluyendo toda participacin en estas
funciones a los rganos polticos, quienes tampoco intervienen en la designacin o composicin de los miembros del Consejo. A su vez, la Academia de la Magistratura es la encargada de la formacin y capacitacin de los magistrados, siendo indispensable que los postulantes aprueben previamente los programas de la Academia a fin de poder concursar ante
el CNM y lograr su ingreso o ascenso a la carrera judicial.
La adopcin de estas medidas en el Per, recoge preocupaciones similares que
concitan actualmente el inters en Latinoamrica. En efecto, como sostiene Sags, "el
Consejo de la Magistratura, junto con la Escuela Judicial y los concursos, importan un
dispositivo destinado a resolver la "cuestin judicial", esto es, la crisis contempornea de
legitimidad del Poder Judicial, que es triple: de calidad, de imparcialidad y de eficacia. Esta
crisis, algunas veces terminal, asumida hoy plenamente por la sociedad toda, demanda
para su solucin reprogramar una judicatura idnea, independiente de los partidos y lob-
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Por lo general, los distintos sistemas de seleccin, formacin, capacitacin y promocin de magistrados existentes en los diversos pases buscan, cuando menos en teora,
garantizar una magistratura idnea, calificada y confiable. Es frecuente que los procedimientos para cumplir estas funciones, su determinacin y la de los rganos encargados de
realizarlas, suelan incidir en el grado de independencia y eventual legitimidad de la labor
jurisdiccional, aunque las frmulas adoptadas y los resultados alcanzados difieren grandemente en cada realidad.
Cierto es pues, ms bien, que ningn sistema ni "modelo" de seleccin y nombramiento de magistrados, garantiza por s solo obtener un resultado positivo. Tenemos as
que sistemas calificados como tpicamente "polticos" han dado resultados muy favorables
en pases como Estados Unidos, Canad o Inglaterra, cuyo prestigio es indudable en materia judicial, a pesar de no cultivar la carrera judicial. En cambio, esta misma modalidad de
seleccin, nombramiento y promocin de magistrados result muy negativa en la mayora
de pases latinoamericanos.
Una afirmacin de Luis Salas y Jos Mara Rico ilustra lo polmico y opinable del
tema, aunque confirma las fundadas razones de la "apuesta" por despolitizar el proceso de
seleccin, nombramiento y promocin de magistrados, encomendndolo a un rgano autnomo, distinto del Poder Judicial y de los Poderes Ejecutivo o Legislativo, dotado de una
composicin plurirepresentativa, como es el Consejo de la Magistratura. As, concluyen
estos autores sealando que:
"La tendencia latinoamericana consistente en instaurar una carrera judicial est
estrechamente vinculada al oscuro pasado poltico de estos pases y al dbil papel
que la magistratura ha jugado en su historia. La seguridad en el empleo, las
normas de seleccin y nombramiento y los sueldos constituyen en estos pases
criterios importantes para la independencia judicial, mientras que en otros se
privilegia una mayor estabilidad poltica. Sin embargo, el hecho de que diversos
pases poseen una carrera judicial desde hace tiempo, no garantiza la independencia de la magistratura en pocas tumultuosas"2.
En el presente trabajo abordaremos las caractersticas y alcances del sistema vigente
en el Per en materia de seleccin y formacin de magistrados judiciales, analizando a su
vez el mbito competencial y la labor que vienen desarrollando el Consejo Nacional de la
Magistratura y la Academia de la Magistratura, instituciones directamente involucradas en
dicho proceso, culminando con la referencia a los principales problemas y retos que se
vislumbran actualmente en este campo.
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Cfr. Matnez Neira, Nstor Humberto. "Los Consejos de la Magistratura en Latinoamrica. Anotaciones sobre el 'autogobierno'
judicial". En: Segunda Mesa Redonda sobre Reforma Judicial; National Center for State Courts; Virginia, USA, mayo 1996.
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las funciones del Consejo Nacional de la Magistratura, que resultan positivamente ampliadas, y a su composicin. En relacin a sus funciones (Art. 154) stas son:
a) Nombrar, previo concurso pblico de mritos y evaluacin personal, a los jueces y
fiscales de todos los niveles, salvo aqullos que provienen de eleccin popularg.
Dicho nombramiento requiere el voto favorable de los dos tercios del nmero
legal de sus miembros.
b) Ratificar a los jueces y fiscales de todos los niveles cada siete aos; dicho proceso
de ratificacin es independiente de las medidas disciplinarias. Los magistrados no
ratificados no pueden reingresar al Poder Judicial o al Ministerio Pblico.
c) Aplicar la sancin de destitucin a los vocales de la Corte Suprema y fiscales
supremos; y, a solicitud de la Corte Suprema o la Junta de Fiscales Supremos,
respectivamente, disponer la destitucin de los jueces y fiscales de todas las instancias. La resolucin final del Consejo ser motivada, y dictada con previa audiencia del interesado; tal resolucin es ininipugnable.
d) Extender a los jueces y fiscales el ttulo oficial que los acredita como tales.
En la Ley Orgnica del Consejo Nacional de la Magistratura (Ley N 26397, Art. 21)
se agregan otras funciones, algunas de las cuales se originan en otros preceptos de la
Constitucin. Tenemos as:
a) Nombrar al Jefe de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (Constitucin, Art.
182)
b) Nombrar al Jefe del Registro Nacional de Identificacin y Estado Civil (Constitucin, Art. 1831.
c) Elaborar y aprobar su reglamento interno y los dems que contemple su Ley
Orgnica.
d) Ejercer el derecho de iniciativa legislativa (Constitucin, Art. 107).
e) Establecer las comisiones que considere convenientes.
En cuanto a la composicin del Consejo Nacional de la Magistratura, el Art. 155
establece que son sus miembros:
1) Uno elegido por la Corte Suprema, en votacin secreta de la Sala Plena.
2) Uno elegido por votacin secreta de la Junta de Fiscales Supremos.
3) Uno elegido por los miembros de los Colegios de Abogados del pas, en votacin
secreta.
En el Art. 152 de la Constitucin se dispone que los jueces de paz sern elegidos por votacin popular. La ley que debe regular este
precepto no se ha dictado hasta el momento. El referido artculo prev tambin la posibilidad de que la ley pueda disponer la
eleccin popular de los jueces de primera instancia.
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4) Dos elegidos, en votacin secreta, por los miembros de los dems colegios profesionales del pas.
5) Uno elegido, en votacin secreta, por los rectores de las universidades nacionales.
6) Uno elegido, en votacin secreta, por los rectores de las universidades particulares.
El mismo artculo contempla la posibilidad de que el nmero de miembros del Consejo Nacional de la Magistratura pase de siete a nueve, siendo los dos adicionales elegidos
por el propio Consejo en votacin secreta de listas propuestas por instituciones representativas de los sectores laborales y empresariales.
Es interesante anotar que un cambio introducido por la Constitucin del 93 se refiere a la Presidencia del Consejo, que la Carta del 79 asignaba necesariamente al Fiscal de la
Nacin. La vigente Ley Orgnica del Consejo Nacional de la Magistratura (Ley N 26397,
Art. 36) dispone que el Presidente del Consejo ser cualesquiera de los consejeros, elegido
por stos en votacin secreta por la mitad ms uno del pleno; su cargo dura un ao, con la
posibilidad de la reeleccin inmediata por tina sola vez.
Si bien se mantiene la exclusin de toda participacin de los poderes Ejecutivo y
Legislativo en la eleccin de representantes como integrantes del Consejo, cabe destacar
que se introducen algunas modificaciones en la composicin de dicho rgano. Ello fortalece su carcter pluralista e incrementa su representatividad al contemplar la pertenencia
como miembros de personas ajenas a la profesin de abogado, que seran los dos elegidos
por los colegios profesionales distintos a los Colegios de Abogados. Similar posibilidad
podra darse en caso de adoptarse la participacin de consejeros provenientes de organizaciones laborales y empresariales, cuyos representantes no necesariamente tendran que
provenir de la profesin jurdica.
Para ser miembro del Consejo se deben cumplir los requisitos exigidos para ser vocal
de la Corte Suprema. Su nombramiento es por un perodo de cinco aos, eligindose
simultneamente a los miembros titulares y a sus suplentes. No cabe la reeleccin inmediata de los Consejeros (L.O.CNM, Art. 4). Los miembros del Consejo no estn sujetos a
mandato imperativo ante las instituciones que los eligen; pueden ser removidos de su
cargo por causa grave, mediante acuerdo del Congreso adoptado con el voto de los dos
tercios del nmero legal de sus miembros (Art. 1571.
Si bien La Constitucin de 1993 previ la composicin y funciones del Consejo Nacional de la Magistratura, su conformacin y el inicio de sus actividades tardaron algn
tiempo y no estuvieron exentas de dificultades. La ley orgnica del CNM, que fue aprobada
por el Congreso en diciembre de 1994, resultaba un paso previo indispensable para iniciar
la marcha del nuevo rgano, tanto por la necesaria reglamentacin y desarrollo de los
preceptos constitucionales como por la regulacin de los procedimientos para la eleccin
de los consejeros. Luego vino el arduo proceso de designacin o eleccin de sus integrantes, tarea especialmente compleja en el caso de los representantes provenientes de los
colegios profesionales.
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porque acoge esfuerzos similares que se vienen impulsando en diversos pases de Latinoamrica. Pero, sobre todo, resulta un avance sustancial porque buscar elevar el nivel de
calificacin de los magistrados en funciones lo que redundar en la mayor calidad de sus
actuaciones y resoluciones a la par de mejorar la formacin acadmica de los aspirantes a
la carrera judicial y de los candidatos al ascenso, lo que permitir que la seleccin y promocin de magistrados se sustente en los conocimientos y calificaciones de los postulantes.
Sin embargo, poner en funcionamiento la Academia de la Magistratura supuso tambin un proceso arduo y complejo. Su ley orgnica fue dictada en julio de 1994, procedindose a elegir a su primer Consejo Directivo que aprob los estatutos en diciembre del
mismo ao. Por mandato legal, el Consejo Directivo est conformado por siete miembros;
tres designados por el Poder Judicial, dos por el Ministerio Pblico, uno por el Consejo
Nacional de la Magistratura y uno por el Colegio de Abogados de Lima.
Durante 1995 se dieron los primeros pasos para disear y organizar la nueva institucin, dotarla de personal (de direccin, cuadros profesionales y administrativos), definir sus
lneas de accin, etc. Es por ello que el inicio efectivo de las actividades de la AMAG se
produce en enero de 1996, priorizando la ejecucin del Programa de Actualizacin y Perfeccionamiento. En este campo, se haba planeado realizar un mnimo de catorce cursos
entre marzo y diciembre, pero se pudo ejecutar veintiocho, que beneficiaron a casi 1,200
magistrados del Poder Judicial y el Ministerio Pblico de todo el pas. En 1997 se desarrollaron sesenta y dos de estos cursos, siendo fundamental adems el diseo e inicio del
Programa de Formacin de Aspirantes a la Magistratura'.
26
'2 Cfr Consejo Nacional de la Magistratura. "Informe"; Lima, noviembre 1997; pp. 69-90.
27
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1) Aunque la experiencia dernuestra claramente que ningn sistema o "modelo" de seleccin, nombramiento y promocin de magistrados basta por s solo para garantizar la obtencin de un resultado favorable en cuanto a la mayor idoneidad e independencia de
quienes ejercen la funcin jurisdiccional, lo cierto es que la adopcin y regulacin del
Consejo Nacional de la Magistratura y de la Academia de la Magistratura, hechas por la
Constitucin de 1993, deben considerarse como un acierto y un avance significativo frente
a la realidad anteriormente vigente.
No obstante, dado que tanto el Consejo como la Academia son an dos instituciones particularmente "jvenes", lo aconsejable parece ser darles un tiempo razonable de
desarrollo y maduracin antes de efectuar una evaluacin seria de su labor; con mayor
razn cuando los pasos que vienen dando hasta el momento abren fundadas expectativas
de que en el futuro puedan alcanzarse logros realmente importantes.
Precisamente por estas consideraciones, resultara apresurado y carente de sustento
razonable emprender cualquier reforma constitucional de las funciones o competencias
sustantivas de ambas instituciones. Ello, obviamente, no excluye la posibilidad de efectuar
alguna revisin o reajuste en aspectos no esenciales de su regulacin legal, tanto para
armonizar y optimizar las actividades que demandan su concurso comn, como para corregir alguna severa deficiencia comprobada.
2) El incremento cuantitativo y cualitativo de las competencias y funciones del Consejo
Nacional de la Magistratura, confirindole la conduccin del proceso de seleccin, nom29
bramiento y promocin de los distintos niveles de magistrados del Poder Judicial y del
Ministerio Pblico, resulta justificado y destacable para afianzar la independencia y autonoma de la rama judicial. Asimismo, expresan el intento de que estas funciones se sustenten en criterios tcnicos y de mritos, para superar la tan negativa experiencia de "clientelismo" poltico y "partidarizacin" evidenciadas cuando esta labor era ejercida por el Poder
Ejecutivo o el Congreso.
Si bien es verdad que el Consejo de la Magistratura peruano, pese a este incremento
de sus funciones sigue apareciendo como una versin algo "disminuida" en comparacin a
algunas instituciones anlogas de otros pases, creemos que por el momento no se justificara extender sus competencias. En efecto, la seleccin, nombramiento y promocin de
magistrados constituyen una labor tan delicada y trascendental, que resulta conveniente
que el Consejo afiance y perfeccione criterios y experiencias en este campo, antes que
pretender asignarle el desempeo de otros nuevos roles.
En tal sentido, resulta primordial que el Consejo, recogiendo los aportes de las dems instituciones involucradas en el sistema de administracin de justicia, defina el perfil
del magistrado que sirva de gua en sus decisiones para efectuar la seleccin, el nombramiento y la promocin del personal que ejerce la funcin jurisdiccional.
Tambin consideramos indispensable una estrecha coordinacin entre el Consejo y la
Academia para determinar, en comn, el tipo y contenido de las pruebas de evaluacin a
aplicar por ambas instituciones a los aspirantes y los postulantes al ascenso; pautas que
tambin servirn para que la Academia disee los programas y cursos de formacin y
capacitacin a dictarse para estos efectos.
Un tema importante, que por los alcances de este trabajo slo podemos dejar sealado, es si debe optarse por un sistema "cerrado" de carrera judicial en las instancias inferiores". Asimismo, si el nombramiento de los magistrados de la Corte Suprema debe someterse a las mismas reglas de formacin y seleccin existentes; o si, ms bien, convendra
establecer un procedimiento especial para este caso.
3) Que la Constitucin haya otorgado al Consejo de la Magistratura la ratificacin, cada
siete aos, de los jueces y fiscales de todos los niveles, resulta preferible que haber confiado
esta funcin a los rganos polticos. Si bien pueden haber opiniones contrapuestas sobre la
conveniencia o no de contemplar esta ratificacin peridica, lo cierto es que la Constitucin
condiciona expresamente la permanencia en la carrera judicial a la observancia de la idoneidad y conducta propias de la funcin (Art. 146, inc. 3) situacin que conlleva la existencia de alguna forma de evaluacin.
En todo caso, para efectos de la ratificacin es conveniente que prevalezca el criterio
de que sta involucra una evaluacin integral y objetiva, que abarca la medicin de conocimientos y razonamiento jurdico, la apreciacin de la produccin en materia de resoluciones, el desempeo en la administracin del despacho, conducta funcional, antecedentes
disciplinarios, trayectoria profesional y personal, etc.
14 Es decir, que el nico canal de acceso a la carrera judicial y fiscal en su primer nivel sera a travs de los cursos para aspirantes de
la AMAG; mientras que el acceso a instancias superiores para quienes ya se encuentran dentro de la carrera sera previa aprobacin
del Programa de Capacitacin para el Ascenso de la AMAG. As, bajo este esquema, slo a nivel de la instancia suprema cabra el
acceso de abogados ajenos a la carrera judicial y fiscal.
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I. A manera de introduccin
1. Un punto clave en toda reforma de la justicia es el referido a la vigencia de los principios.
Por ello, y sin lugar a dudas, se debe partir de lo que se denomina "El Programa Procesal
Constitucional" y a partir de l desarrollar un modelo coherente, eficaz y garantista a la vez
de justicia penal.
No es posible, acota Binder' pregonar eficacia, desarrollo moderno y gerencial de las
estructuras administrativas de los rganos pblicos encargados de la persecucin del delito
y de la jurisdiccin penal que por lo dems requieren de una urgente y progresiva reforma
y atencin presupuestaria de parte de los poderes pblicos desconociendo o negando los
principios bsicos sobre los que se estructura un modelo de justicia, sustentado en las ideas
matrices de igualdad de armas y debido proceso.
2. Si estamos inmersos en un Estado que se rotula democrtico y social, organizado sobre
la base del principio de la separacin de poderes (Art. 43 Constitucin) y que afirma la
justicia como un valor superior del ordenamiento jurdico (Art. 44 Constitucin), obviamente la pauta directriz de la reforma de la justicia penal debe circunscribirse a hacer
efectivos esos lineamientos supremos. Es absolutamente impropio y ticamente censurable, obviar los baremos impuestos por la Constitucin y sobre la precaria nocin de la
emergencia o de la transicin verdadera punta de lanza de la categora autoritaria de la
"razn de Estado" construir en los hechos un modelo organizacional y procesal inquisitivo, negando principios y garantas bsicas de los justiciables.
* Ponencia presentada en el Seminario Internacional: "Reforma Judicial en el Per: logros y retos; en busca de un plan de mediano
plazo". Lima, marzo de 1997.
Binder, Alberto. "Justicia Penal y Estado de Derecho". Ed. Ad Hoc. Buenos Aires, 1993; p. 218.
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3. Esta afirmacin de los principios, incorporados explcita o implcitamente en la Constitucin, resulta de trascendental importancia. Sobre esa base, y ms all de exponer vagas y
confusas disquisiciones puramente tecnocrticas, debe enmarcarse la discusin acerca de
las acciones de reforma que es necesario emprender para la transformacin global de la
justicia penal.
Es de afirmar, a estas alturas del debate, que no se conocen con suficiente precisin
las bases polticas de derecho orgnico y de derecho procesal de la reforma de la administracin de justicia penal. El descuido en este orden de cosas ha sido, y contina siendo,
patente y peligroso. Sobre esa sombra metodolgica, que niega la participacin de la
comunidad acadmica y de la sociedad civil, obviamente no es posible arribar a buen
puerto.
Por ello, mi primera invocacin es un retomo a los principios y, en tal virtud, inaugurar una discusin radicada en la definicin acerca de lo que se quiere hacer y de los medios
y recursos necesarios para su debida ejecucin.
4. Ahora bien, es de afirmar siguiendo a la mejor doctrina que toda Constitucin traza
un programa, orgnico y procesal, en materia de administracin de justicia, al que no es
ajena nuestra Ley Fundamental. En l, ocupa un lugar trascendental el Ministerio Pblico,
por lo que es del caso precisar lo que es dicha institucin y las caractersticas que debe
reunir desde el punto de vista orgnico, a la vez que acomodar su organizacin a un
sistema procesal de contenido acusatorio, asentado en las ideas matrices de igualdad de
armas, debido proceso y presuncin de inocencia.
34
SU
y
e
a
po funcional equivalente al judicial, son nombrados, al igual que los jueces, por otro rgano constitucional autnomo: el Consejo Nacional de la Magistratura, precedidos de una
habilitacin proporcionada por la Academia de la Magistratura y un concurso pblico de
mritos y evaluacin personal, verdadera base para estructurar una carrera fiscal sustrada
al poder burocrtico de la jerarqua. El principio de unidad y dependencia no es un criterio
organizativo del Ministerio Pblico peruano.
El Ministerio Pblico es presidido, en su calidad de mximo representante de la
corporacin con todo lo que ello conlleva por el Fiscal de la Nacin, quien es elegido
entre sus miembros por la Junta de Fiscales Supremos, rgano colegiado de la institucin
que debe estar llamado a cumplir dos roles: a) ser la mxima instancia de deliberacin en
materia presupuestal y disciplinaria (Arts. 160 y 154.3 Constitucin) y de conformacin
interinstitucional (Arts. 155.2 y 179.2 Constitucin); y b) ser un ente de consulta obligatoria o de mxima deliberacin en los asuntos que le encomienda la ley. Esta ltima funcin,
en nada obsta a la necesaria conformacin de un Consejo Fiscal integrado por todos los
niveles de la carrera fiscal como rgano exclusivamente asesor en la materia y de reformas
en lo referente al servicio y al ejercicio de la funcin fiscal, con lo que la institucin gana en
una mayor integracin y ejercicio horizontal de la funcin constitucionalmente asignada.
3. Es de tener presente que si bien el Ministerio Pblico est dotado de un status "cuasi
judicial", en reaccin al carcter meramente administrativo propio de los rganos que
integran el Poder Ejecutivo o a la Administracin en general, al ser titular de la accin
penal, conductor de la investigacin del delito y director jurdico-funcional de la actividad
de la polica cuando realiza funciones de polica judicial, tiene sin duda alguna una responsabilidad constitucional en la definicin de la poltica criminal del Estado. Estas funciones
activas, en orden al combate contra la delincuencia y la proteccin de los intereses pblicos
tutelados por el Derecho, obligan a matizar la configuracin orgnica de la Fiscala y, por
consiguiente, a atribuir efectivos poderes de direccin al Fiscal de la Nacin, de suerte que
oyendo a la Junta de Fiscales pueda dictar directivas que unifiquen el comportamiento
de los miembros de la carrera fiscal.
4. Dos son los temas que es del caso poner en el tapete de la discusin: 1) la necesidad de
que el Fiscal de la Nacin imparta rdenes e instrucciones a los integrantes de la carrera
fiscal; 2) las funciones de la Fiscala.
Existen dos normas aparentemente contradictorias: el Art. 5, 2a parte, de la vigente
Ley Orgnica del Ministerio Pblico, que estatuye que el Ministerio Pblico "siendo un
cuerpo jerrquicamente organizado [los fiscales] deben sujetarse a las instrucciones que
pudieren impartirles sus superiores"; y, el Art. 60, II Prrafo, del Cdigo Procesal Penal de
1991 que dispone que "Los fiscales actan en el proceso penal con independencia de
criterio, rigindose nicamente por la ley".
La autonoma interna de los miembros del Ministerio Pblico est garantizada por la
Constitucin, al trazar una equivalencia entre jueces y fiscales. Esa autonoma se da en aras
de hacer valer los principios de imparcialidad y objetividad, compatibles con la defensa del
inters pblico y la representacin de la sociedad en juicio.
35
Empero, como la Fiscala tiene asignada una misin activa en la defensa de la legalidad y la
persecucin del delito, al habrsele configurado siguiendo el modelo germano como un
"custodio de la ley", slo es posible admitir las instrucciones del superior jerrquico que es
del caso residenciarlas en la Fiscala de la Nacin, previa opinin de la Junta de Fiscales
Supremos en cuanto sean de carcter tcnico y cientfico para el mejor gobierno del
organismo y con el objetivo de orientar la actividad de los fiscales en los supuestos del
principio de oportunidad y en los interrogantes tcnico-tctivos de la persecucin pena13.
5. Es de precisar que en las decisiones de oportunidad, se trata de definir si en el caso
concreto es til una persecucin o la imposicin de una sancin. Este, acota Roxin4, no es
un problema jurdico, sino un problema poltico-jurdico, que por supuesto puede ser decidido por la va de la instruccin. De igual manera, en las cuestiones tcnico-tcticas, tampoco se trata de la orientacin hacia la verdad y la objetividad, materia de la responsabilidad de cada fiscal, sino de la practicabilidad y la efectividad, dictadas por las necesidades
de la investigacin criminal.
En ambos supuestos es de recordar no se trata de una manipulacin del Derecho,
no est en tela de juicio la conviccin jurdica de un fiscal ni se tergiversa la premisa de que
el fiscal debe fundar su accionar exclusivamente en parmetros jurdicos. Fijar criterios
generales en orden a la interpretacin general de las leyes que gobiernan la actuacin de la
Fiscala y guiar en un determinado sentido la conducta de la corporacin, constituyen a mi
juicio fundamentos razonables para amoldar la independencia a la necesidad de actuacin
nica y uniforme de la institucin.
Lo que s est vedado es que se dicten directivas especficas u rdenes en casos
concretos, porque tergiversara la funcin fiscal y cuestionara seriamente la funcin de
custodio de la ley asignado a los integrantes del Ministerio Pblico. Ello significa, como ya
se ha expuesto, que el principio francs de unidad e indivisibilidad del Ministerio Pblico no
es de recibo en nuestra institucin.
6. En cuanto a las funciones penales de la institucin, es del caso puntualizar las siguientes:
a) Que, funcionalmente, el Ministerio Pblico es un rgano colaborador del Poder
Judicial en orden a obtener el efectivo cumplimiento de la Ley. El M.P. no forma
parte del Poder Judicial, no ejerce la potestad jurisdiccional, sino ms bien la
promueve, consecuentemente, el Fiscal nunca podr asumir la realizacin de actos jurisdiccionales.
Por ello, es de tener presente que constitucionalmente dentro del proceso le est
vedado la ejecucin de: 1) actos procesales que incidan definitivamente en el
derecho "a la tutela": sentencias y sobreseimientos; 2) actos de prueba (sumaria!
y preconstituida); 3) actos que entraen la limitacin al libre ejercicio de los dere-
'Hurtado Pozo, Jos. "El Ministerio Pblico". Ed. Sesator. Lima, 1981; p. 85.
AA.VV. El Ministerio Pblico en el Proceso Penal. Claus Roxn. "Posicin jurdica y tareas futuras del Ministerio Pblico". Ed. Ad Hoc.
36
37
criminis al Ministerio Pblico. En cambio, si nicamente exige una reparacin por el dao
ocasionado, en tanto ella no importa el ejercicio de la pretensin punitiva, tiene el derecho
de acudir directamente al juez civil.
El Ministerio Pblico tiene el derecho-deber de ejercitar la accin penal ante la fundada sospecha de la comisin de un delito. Ante la noticia de un delito, de ser el caso, debe
llevar a cabo una investigacin preliminar y de existir "causa probable" est obligado a
promover la accin penal, es decir, a instar la incoacin de un proceso penal en orden a
obtener una resolucin motivada y fundada que ponga fin al procedimiento.
Las decisiones del Ministerio Pblico, si acuerda denegar la promocin de la accin
'Montero Aroca, Juan y otros. "Derecho Jurisdiccional". TIII. Proceso Penal. Ed. Libreras Bosh. Barcelona, 1991; pp. 35-40.
'Esparza Leibar, Iahi. "El Principio del Debido Proceso". J.N: Bosh Editor S.A. Barcelona 1995; pp. 236-239.
38
penal, como quiera que incden en el derecho a la tutela, deben estar debidamente motivadas.
3. El derecho de defensa es un autntico derecho fundamental de carcter instrumental.
Asiste a todo imputado y a su abogado defensor. Nace con la imputacin y finaliza con la
obtencin de una resolucin firme de finalizacin del proceso. En su virtud, estn facultados para comparecer inmediatamente en la instruccin y a lo largo de todo el proceso
penal a fin de poder contestar con eficacia la imputacin, articulando con plena libertad de
igualdad los actos de prueba, de postulacin e impugnacin.
En virtud de este derecho el imputado tiene el poder de acceder al proceso y de que
su intervencin sea efectiva, lo que implica conocer la imputacin y tener tiempo para
preparar su defensa, sn que se le pueda negar acceso a las pruebas o actos de investigacin o limitar su intervencin en la actuacin de aquellas, menos a restringir la intervencin
del abogado defensor.
4. El derecho a la presuncin de inocencia, anota Vegas Torres, tiene tres distintos significados. El primero hace referencia al establecimiento de garantas para el imputado frente a la
actuacin punitiva estatal. El segundo est referido al tratamiento del imputado durante el
proceso penal, en cuya virtud ha de partirse de la idea de que es inocente y, por tanto,
reducir al mnimo las medidas restrictivas de sus derechos durante el proceso. El ltimo
constituye una regla referida al juicio de hecho de la sentencia, con incidencia en el mbito
probatorio, conforme a la cual, la prueba completa de la culpabilidad del imputado debe
ser suministrada por la acusacin, imponindose la absolucin si la culpabilidad no queda
suficientemente demostradas .
Desde el tercer significado, es de destacar que la doctrina exige el cumplimiento de
cinco presupuestos bsicos: a) que se realice una actividad probatoria necesaria y suficiente; b) que la actividad probatoria se produzca con las garantas procesales, proscribiendo la
denominada "prueba prohibida", c) que la prueba pueda entenderse de cargo; d) que de
ella pueda deducirse la culpabilidad del imputado; y, e) que se haya producido en el juicio
oral, salvo los casos de prueba preconstituida y de urgencia.
5. La Constitucin del Estado garantiza la publicidad del juicio. De este modo no slo
asegura el acceso del pblico, con las excepciones reconocidas en el Derecho Internacional,
sino que erige el juicio como una etapa imprescindible para la declaracin de responsabilidad penal de una persona acusada de un delito (garanta procesal consagrada en el Art.
13910 Constitucin). Durante esta etapa estrictamente judicial a la que diferencia de la
investigacin, cuyo dominus o titular es el Ministerio Pblico (Art. 1 59.4 Constitucin) y su
funcin ms importante es preparar en su caso el juicio oral deben actuarse las pruebas
bajo la vigencia de las reglas de oralidad, inmediacin y contradicin. De lo expuesto fluye
que el juez del debate, unipersonal o colegiado, slo podr sustentar su fallo en verdaderas
pruebas, es decir, siempre que hayan sido actuadas bajo su direccin en el juicio oral y con
escrupuloso respeto al derecho de las partes.
8
Vegas Torres, Jaime. "Presuncin de Inocencia y Prueba en el Proceso Penal". Ed. La Ley. Madrid, 1993; pp. 35-36.
39
unidades especializadas y equipos de investigacin; y, en segundo lugar, garantizar la unidad de mando y de gestin sobre los casos que se generen. No considero recomendable
separar al fiscal que hace la investigacin, preliminar y/o formal, con el que interviene en el
juicio; en todo caso, debe construirse una Oficina Fiscal lo suficientemente compleja para
absorber estas tareas y erigir al fiscal, unipersonal o colegiado, como un gran director
ejecutivo del conjunto de casos que se manejen en la Oficina.
Garantizar la unidad de mando sobre un caso, significa fortalecer el principio de
responsabilidad, y en su momento, determinar si se aplica o no el principio de oportunidad
reglada y decidir las estrategias ms adecuadas de investigacin.
A partir de lo expuesto, debe quedar bien en claro que es absolutamente improcedente homologar la oficina fiscal a la oficina judicial. Como los papeles del fiscal y del juez,
aun cuando tienen puntos de contacto, son funcionalmente dismiles, no es posible trazar
un paralelismo organizacional. La especializacin de las fiscalas en las grandes urbes; el
trabajo colegiado o en equipos con un poo/ de auxiliares y organismos de apoyo; la misin
del decanato de la fiscala en las tareas de coordinacin y apoyo logstico; las relaciones
con la polica y dems rganos pblicos encargados de tareas de control (Contralora,
Conasev, Superintendencia de Banca y Seguros, Sunat, Aduanas y otras); la creacin de
fiscalas especializadas (antinarcticos, antiterrorista, anticorrupcin, delincuencia econmica y tributaria, etc.) y las divisiones territoriales; y, la incorporacin de expertos en contabilidad, finanzas muy importantes en los delitos financieros etc., exige un diseo propio
y la definitiva superacin del paradigma del casi-juez an susbistente en muchos fiscales.
4. Tal vez el reto ms importante de un nuevo Ministerio Pblico es construir un modelo
eficiente y razonable de relaciones con la Polica Nacional. La legalidad de la actuacin
policial no se da cuando en un atestado policial aparece interviniendo el fiscal en determinadas diligencias, sino y esto es esencial cuando el Fiscal ejerce una doble funcin: de
control y de impulso de la actividad de la polica judicial. Es necesario entender que el
fiscal no es un notario de las actuaciones policiales ni un dependiente del Ministerio del
Interior y que la investigacin preliminar policial deber producirse en el mbito de la
directivas impartidas por el Ministerio Pblico, que es el titular del poder de investigacin y
dispone de la polica judicial.
La polica judicial es slo una funcin de las varias que desde su origen histrico
tiene la polica, circunscrita sta ensea Moreno Catena a la averiguacin del delito y al
descubrimiento y aseguramiento del delincuente, as como al apoyo en lo necesario para
las tareas de la administracin de justicia'. No est constituida solamente por una unidad
orgnica adscrita a la Fiscala o a los juzgados. Por consiguiente, el poder de direccin del
Ministerio Pblico se extie'nde a toda la polica cuando realiza tareas de investigacin del
delito. Es muy importante, desde luego, que la Fiscala tenga unidades adscritas, pero lo es
ms que pueda trazar determinados vnculos y modelos organizativos con el conjunto de la
institucin policial, que potencialmente est en condiciones de realizar tareas de polica
9
Cascini, Francesco y Cascini, Giuseppe. "Nacimiento, Pasin y Muerte del Cdigo Procesal Penal Italiano de 1989". En: Revista
41
judicial. La conformacin de comisiones de Polica Judicial o de Coordinacin Interinstitucional resultara muy importante en esta perspectiva de ejercicio del control fiscal y para
garantizar la legalidad de las actuaciones policiales.
5. Es de entender que la Constitucin enfatiza que el Ministerio Pblico tiene la misin de
conducir desde su inicio la investigacin del delito. Ello significa que no slo todo acto de
investigacin de un presunto delito le debe ser comunicado, sino que la Administracin en
general no puede abocarse a conocer de delitos sin la conduccin de la Fiscala. La investigacin de delitos no es una funcin de la administracin ni una tarea autnoma de la
polica sta siempre acta "a prevencin" sino que est intervenida por el Ministerio
Pblico.
Lo expuesto obliga a prevalecer la intervencin de la Fiscala y a modificar aquellos
procedimientos que marginan al Ministerio Pblico de la conduccin efectiva de la investigacin, sealadamente el tributario y los modelos de colaboracin eficaz. La polica es del
caso enfatizar, es un auxiliar de la administracin de justicia y, por ello, se limita a actuar a
prevencin en aras de una pronta intervencin directiva e la Fiscala.
6. Otro tema que me parece clave para "poner en su puesto al Ministerio Pblico" segn
frase de Carnelutti tiene que ver con la consideracin legal de los acto de la Fiscala, si
puede generar actos de prueba, pareciera que el Decreto Legislativo 124, al modificar el
Art. 72 del Cdigo Procesal Penal de 1940, considera que la presencia del Fiscal en una
diligencia preliminar da a ese acto valor de prueba, susceptible de analizarse con arreglo al
criterio de conciencia. De hecho nuestra jurisprudencia no ha credo necesario analizar la
correccin constitucional de esa referencia normativa.
Los actos de prueba, ensea Gimeno Sendra" , requieren el cumplimiento de un
requisito subjetivo y otro de carcter objetivo. Conforme al primero de ellos, la prueba ha
de ser intervenida por un rgano institucionalmente dotado de independencia e imparcialidad, lo cual tan slo puede suceder con los rganos jurisdiccionales y en especial el juez o
tribunal sentenciador (principio de inmediacin). En base al segundo de ellos, la prueba
requiere necesariamente la instauracin del contradictorio, de tal suerte que, tal como
dispone el Art. 6.3.d Comisin Europea de Derechos Humanos Art. 8.2.F. Comisin Americana de Derechos Humanos pueda el acusado y su abogado interrogar directamente a los
intervinientes en la prueba. Es obvio que en determinados actos dirigidos por el fiscal
puede instaurarse el contradictorio, pero lo que no puede cumplir el Ministerio Pblico es
el primer requisito, puesto que siendo un rgano encargado de la persecucin no tiene la
suficiente independencia frente al imputado; es parte acusadora en el proceso..
Sin embargo, sostener que el Ministerio Pblico y en cascada la Polica no pueda
generar actos de prueba, no significa necesariamente que le est vedada la actividad de
"asegurar las futuras fuentes de prueba". El denominado "peligro en el retardo" por la
llegada del juez al lugar de los hechos, obliga a una frmula legal que impida que desaparezcan las futuras fuentes de prueba. Por ello es que el derecho comparado confiere cierto
IlGimeno Sendra, Vicente y otros. "El nuevo Proceso Penal". Ed. Tirant Lo Blanch. Valencia, 1989; pp. 80-81.
42
derse a aquellos actos que importen limitacin de derechos fundamentales bajo reserva
judicial (interrogatorio del imputado, registro domiciliario, intervencin corporal, etc.).
Tratndose de diligencias de incautacin, detencin en flagrancia, allanamiento de oficio, actas de pesaje, inspeccin tcnico-policial, su consideracin probatoria est con-dicionada, como es obvio, a su carcter documental y sobre todo al ulterior interrogatorio
del polica en el acto oral, lo que permitir a la defensa del acusado someterla a contradiccinu
7. Lo expuesto importa dinamizar la reforma del proceso penal. Es sabido que el encargo al
Ministerio Pblico de la etapa de investigacin del delito y la administracin del principio
de oportunidad reglada tienden no slo a desformalizar la instruccin haciendo ms clebre el proceso penal, sino a seleccionar para el juicio aquellos hechos de determinada
entidad y contenido de injusto. Igualmente, la potenciacin de los sistemas de transaccin
procesal penal (conformidad, terminacin anticipada y colaboracin eficaz) y la configuracin de procedimientos simplificados para delitos de escasa entidad (decreto penal de
condena) y de comisin flagrante, tiende a una respuesta procesal ms clere. Sin embargo, la bsqueda de celeridad no puede ir en desmedro de los derechos individuales de los
imputados y, menos, a expandir irrazonablemente los poderes del Ministerio Pblico, pues
ello lesionara la garanta de igualdad de armas y los principios acusatorio y contradictorio.
La celeridad es, en todo caso, el resultado de un modelo organizacional eficiente, un
adecuado sistema de directivas o instrucciones de la Fiscala de la Nacin, un apoyo presupuestario consistente, un sistema de inspeccin preventivo y represivo muy elaborado
que mida la produccin y la productividad de las unidades de la Fiscala y detecte a tiempo
las trabas, disfunciones o irregularidades del personal, y un sistema legal flexible que se
amolde a las necesidades del pas.
Creo que, a final de cuentas, existe un espacio muy amplio para que el reformador
acte en la direccin correcta. Si se tienen recursos y existe suficiente imaginacin es posible fortalecer la Fiscala. Si se asumen los valores democrticos es posible cumplir las metas
del programa procesal que fija la Constitucin. En suma si se quiere ser independiente y
ocupar un espacio institucional adecuado al Ministerio Pblico, resultar inevitable propiciar un sistema acusatorio de enjuiciamiento.
12 Burgos Ladrn de Guevara, Juan. "El valor probatorio de las diligencias sumariales en el Proceso Penal espaol". Ed. Civitas.
Madrid; p. 198.
43
legislativa; la judicial siempre haba sido relegada a un segundo plano. A pesar de que
desde hace tiempo hemos sostenido, con muchos otros autores, la necesidad de la integralidad de la reforma del Estado, la reforma judicial apenas se inicia en aos recientes. En los
pases de la regin, su inclusin parti ms por iniciativa externa que por una medida
conciente de los actores poltico-institucionales nacionales. Es en los planes de ajuste econmico, recomendados por las asesoras multilaterales, donde se encuentra el motivo que
posibilit las propuestas de reforma judicial. Estos consideran que su xito depende de
garantizar el cumplimiento de las relaciones entre los actores econmicos y de bajar los
costos de transaccin en el intercambio comercial.
En definitiva, la reforma judicial nace en la regin como una condicin para la transformacin econmica y no asociada a una problemtica propia. Ello explica el inicial sesgo
mercantilista de las modificaciones judiciales recomendadas. Sin embargo, poco a poco se
avanza a una agenda ms integral, orentada tanto a servir a los ajustes econmicos como
a resolver los problemas de la justicia como un producto social de la democracia. En todo
caso, lo importante es que por fin s reconoce que la salud del sector justicia es indispensable para la consolidacin y gobernabilidad democrtica y para el desarrollo socio-econmico de nuestras naciones.
Si bien la debilidad del Estado de Derecho es una realidad temprana en la democracia venezolana, y si la ineficiencia e ineficacia del Sistema de Administracin de Justicia
* Ponencia presentada en el Seminario Internacional: "Reforma Judicial en el Per: logros y retos; en busca de un plan de mediano
plazo". Lima, marzo 1997.
45
' Nos referimos al Sistema de Administracin de Justicia (SAJ) como el conjunto de servicios pblicos del sector justicia del Estado,
que comprende, adems del tradicionalmente denominado Poder Judicial, al Ministerio Pblico, y a los organismos de instruccin
como el Cuerpo de Policia Tcnica Judicial y de ejecucin como los servicios carcelarios, ambos ejemplos en manos del Ministerio de
Justicia de! Poder Ejecutivo.
46
2North, Douglas: "El Marco Institucional para el Desarrollo Econmico. Gran charla magistral". Instituto Apoyo/Banco InterAndino.
Lima, junio de 1995
lbidem; p. 40.
47
II) La Infraestructura Auxiliar de Justicia es la que est integrada por los rganos y
organizaciones encargados de la preparacin y ejecucin complementaria de la
actividad judicial (policas de investigacin y sustanciacin, Ministerio Pblico,
administracin penitenciaria, registros y notaras, entre otros). Su actividad se
desarrolla de mltiples formas. Como insumo de la justicia y como actividad de
ejecucin complementaria se dirige tanto a los rganos de produccin judicial
como a los usuarios del SAJ.
III) La Infraestructura de Apoyo Logstico, comprende a la organizacin encargada
de grantizar el buen funcionamiento de los rganos de producin, suministrndoles los servicios y los recursos humanos, materiales y tecnolgicos indispensables para el cumplimiento de su misin. En Venezuela, esta infraestructura est
representada por el Consejo de la Judicatura. En el Caso de la Corte Suprema de
Justicia, sta cuenta con un servicio de apoyo logstico propio.
La disgregacin institucional del SAI en tres infraestructuras, que fragmentan y des49
I)
Autonoma funcional con control posterior. Entre los rganos de la infraestructura de produccin judicial (Corte Suprema de Justicia y tribunales) existe autonoma funcional, vale decir, que para el tratamiento de cada caso judicial, el tribunal competente es absolutamente autnomo para dirigir el proceso y para sentenciar; ningn otro tribunal, ni la Corte Suprema de Justicia, puede decirle con
anticipacin cmo actuar y qu decidir. Sin embargo, el sistema judicial venezolano sigue, en general, la frmula de las dos instancias ms la posibilidad, en
ciertos casos, de la llamada casacin. As que el proceder y la decisin de un
juez, de origen absolutamente autnomo, pueden ser revisados despus por
otro juez de un nivel superior. Este sistema es contrario al sistema anglosajn de
los precedentes, esto es, en los que la jurisprudencia es de obligatorio cumplimiento para el juez en los casos semejantes.
50
Ante esta realidad organizacional tan compleja, el estudio multidisciplinario del SAJ
?s vital para comprenderlo mejor. Nos referimos al estudio jurdico, complementado y
:ontrastado con otras visiones disciplinarias como las provenientes de la politologa y de las
dencias administrativas y gerenciales.
2.
3.
flictos. Ya contamos con una Ley Orgnica de Justicia de Paz que encarga su
desarrollo a los municipios. Implica la socializacin de la justicia, haciendo que
el vecino pueda acceder y participar en una justicia que aplica la mediacin y el
arbitraje para solucionar conflictos que, por su naturaleza o costo, no son resueltos por la justicia formal. Sin embargo, requiere de un apoyo mayor, adems
de que debe ser complementada con el desarrollo de mtodos alternativos de
solucin de conflictos en los propios tribunales formales y en otros mbitos de la
actividad humana. La reforma legislativa puede ayudar, aun cuando se deba
acometer tambin una campaa de formacin ciudadana.
4. El fortalecimiento de las instituciones de instruccin y de ejecucin judicial. La
reforma procesal penal obliga a la reforma de instituciones como la Polica Tcnica Judicial y la Fiscala. Esta dinmica que crea la reforma legislativa debe
servir para modernizar y fortalecer otros organismos auxiliares de la justicia. En
tal sentido, se debe apoyar la intencin del Ministerio de Justicia de modernizar
y descentralizar el sistema carcelario, as como los registros y notaras.
La coordinacin y mutuo apoyo de estas reformas dara una direccionalidad hacia la
seguridad jurdica que los venezolanos y nuestra democracia requieren para lograr las metas de desarrollo econmico y social que todos anhelamos.
52
I. Introduccin
El presente estudio se formula tomando como punto de referencia el artculo I del Ttulo
Preliminar del Cdigo Civil del Per de 1984, que a la letra dice:
"La ley se deroga slo por otra ley.
La derogacin se produce por declaracin expresa, por incompatibilidad entre la
nueva ley y la anterior o cuando la materia de sta es ntegramente regulada por
aqulla.
Por la derogacin de una ley no recobran vigencia las que ella hubiese derogado".
Adicionalmente, considera lo establecido en el tercer prrafo del artculo 103 de la
Constitucin Poltica del Per de 1993, que se ocupa tambin de la materia, pero slo para
ampliar los alcances del primer prrafo del artculo I citado. El prrafo en cuestin establece lo siguiente:
"La ley se deroga slo por otra ley. Tambin queda sin efecto por sentencia que
declara su inconstitucionalidad".
No nos proponemos, sin embargo, reducir los alcances de este trabajo a un mero
estudio exegtico de los citados artculos, pues la materia relativa a la cesacin de la vigencia de las normas legales excede largamente el texto de los preceptos transcritos.
Si bien el artculo I en cuestin supera la extrema parquedad de su equivalente en el
Cdigo Civil de 1936 (artculo I del Ttulo Preliminar: "Ninguna ley se deroga sino por otra
ley"), son mltiples sus limitaciones, como tambin las que afectan al tercer prrafo del
53
artculo 103 citado. Rubio Correa' ha advertido algunas. As, la ley puede ser tambin
derogada "por una norma de su mismo rango de distinta denominacin y procedimiento
de formulacin como, por ejemplo, un decreto legislativo"2.
Igualmente, si bien la ley no puede ser derogada por una norma de inferior jerarqua, s puede acontecer que su vigencia cese por una de rango superior como la Constitucin.
De otra parte, tanto el artculo I como el artculo constitucional se refieren slo a la
"ley", es decir, stnctu sensu, a aquella norma jurdica aprobada por el Congreso de acuerdo
con el trmite fijado en la Constitucin. Sin embargo, nada impide entender la expresin
con alcances amplios y, por tanto, comprensiva de otras normas de rango equivalente
(decretos legislativos, por ejemplo) o inferior (decretos y resoluciones supremas, por ejemplo). A este respecto, dice Len Barandiarn3: "Cuando se habla aqu de ley, se entiende ley
en sentido formal o material (Reglamento, Decreto Supremo)".
Cabe agregar otras limitaciones no mencionadas por el autor citado: el artculo I y el
tercer prrafo del artculo 103 no se han ocupado de la derogacin de una ley por efecto
de un tratado (salvo, en el caso de la Constitucin, para dejar establecido en el prrafo final
de su artculo 56 que los tratados que exijan modificacin o derogacin de alguna ley
deben ser aprobados por el Congreso) o como resultado de un decreto de urgencia (inciso
19 del artculo 118 de la Constitucin); el artculo I tampoco se refera a la derogacin de
una ley en virtud de una sentencia del Tribunal de Garantas Constitucionales (en concordancia con los artculos 301 y 302 de la Constitucin de 1979), hiptesis que, en cambio,
s contempla el tercer prrafo del artculo 103 de la Constitucin de 1993 (que concuerda
con lo establecido en su artculo 204, referido a los efectos de la sentencia del Tribunal
Constitucional que se pronuncia por la inconstitucionalidad de una norma) que, al entrar
en vigencia, ha modificado tcitamente el texto original del artculo I del Ttulo Preliminar
del Cdigo Civil. Lo expuesto revela que el vocablo "slo" utilizado en los artculos mencionados no tiene el carcter terminante, categrico, que aparentemente quiso atribuirsele.
Igualmente, los artculos citados han omitido brindar regulacin a la modificacin
de las normas legales.
El artculo I no contempla todas las modalidades que puede revestir la derogacin,
ni los conflictos que pueden plantearse entre las normas generales y especiales. No se
pronuncia tampoco sibbre las causas intrnsecas de cesacin de vigencia cte una norma. El
tercer prrafo del artculo 103 de la Constitucin tambin omite pronunciarse sobre estos
temas.
Adicionalmente, el artculo I se limita a referirse a la no reviviscencia de la norma
derogada por otra como consecuencia de la derogacin de la segunda, pero no al caso del
no restablecimiento de la norma modificada por efecto de la derogacin de la modificatoria. No obstante, cabe la aplicacin por analoga del artculo a esa hiptesis. El artculo
constitucional no se ocupa de estas cuestiones. Como lo hace notar Rubio Correa4, "un
' Rubio Correa, Marcial. "Ttulo Preliminar". Coleccin Para leer el Cdigo Civil, III. Pontificia Universidad Catlica del Per. Fondo
Editorial. Lima, 1986; pp. 28-30.
2 Rubio Correa, Marcial. Op. cit.; p. 28.
Len Barandiarn, Jos, Exposicin de Motivos y Comentarios al Ttulo Preliminar. En: ''Cdigo Civil". Tomo IV. Exposicin de
Motivos y Comentarios. Comisin Encargada del Estudio y Revisin del Cdigo Civil. Lima, 1985; p. 23.
Rubio Correa, Marcial. Op. cit.; p. 29.
54
aspecto que s queda manifiestamente claro de la primera parte de este artculo, y que es
una de las intenciones normativas con las que est hecho, es la determinacin de que ni el
desuso, ni la costumbre contra ley, derogan o quitan efecto a una norma jurdica de Derecho positivo".
Ahora bien, resulta objetable la inclusin del actual artculo I del Ttulo Preliminar en
el Cdigo Civil. A nuestro entender y considerando su relacin con el sistema jurdico en su
totalidad, lo propio hubiera sido que su texto se encontrara contenido slo en la Constitucin, mxime cuando ella regula el proceso de formacin y promulgacin de las leyes, su
publicacin, as como la vigencia y obligatoriedad de las mismas, y contempla la competencia exclusiva del Congreso para dar leyes, interpretarlas, modificarlas y derogarlas'. En
este sentido, es correcta la inclusin de la materia en la nueva Constitucin de 1993. No
obstante, resulta igualmente criticable la parquedad de su texto.
La situacin que origina el nuevo texto constitucional es equivalente a la que plantea
el artculo 177 de la Constitucin de Venezuela (donde el artculo 7 de su Cdigo Civil
tambin se ocupa del tema') que establece lo siguiente:
"Las leyes slo se derogan por otras leyes, y podrn ser reformadas total o parcialmente. La ley que sea objeto de reforma parcial se publicar en un solo texto que incorpore
las modificaciones aprobadas".
Se trata, empero, de una circunstancia singular, pues la regla es que sean los cdigos
5"El Ttulo Preliminar del Cdigo Civil espaol, aunque formalmente reviste el carcter de ley ordinaria, es, por la materia que abarca,
una norma de especial trascendencia, que podra calificarse como bsica en nuestro ordenamiento jurdico. Regula materias que
constituyen los fundamentos mismos del ordenamiento jurdico-poltico del Estado. Algunos de ellos son casi ms propios de una ley
constitucional... Todo el Ttulo Preliminar est en muy directa conexin con las bases ltimas del ordenamiento jurdico-poltico del
Estado..." Comentarios a las reformas del Cdigo Civil, volumen I, Ed. Tecnos S.A., Madrid, 1977; p. 8. Cit. por Arce y Flrez-Valds,
Joaqun, El Derecho civil constitucional. Cuadernos Cvitas. Ed. Cvitas, S.A., Madrid, 1986; pp. 78-79.
Refirindose igualmente al Ttulo Preliminar del Cdigo Civil espaol, Miguel Herrero de Min sostiene: "Se trata en este caso de
una norma no ya de fundamentacin, sino de introduccin al ordenamiento en la que se establece las condiciones de posibilidad
para la aplicacin y eficacia del derecho todo". Agrega Prez Luo que: "A su entender, el Ttulo Preliminar al sentar las bases para la
plenitud, univocidad y coherencia de todo nuestro sistema jurdico contiene unas normas que, sin ser formalmente una Constitucin, poseen aspectos constitucionales. Pablo Lucas Verd, que acepta en trminos generales esta argumentacin, puntualiza que
ms correcto que hablar de aspectos constitucionales de dicho Ttulo Preliminar se trata de que tales normas son materialmente
constitucionales". Prez Luo, Antonio-Enrique, "La interpretacin de la Constitucin". En: Revista de las Cortes Generales, N 1,
Primer cuatrimestre 1984, Publicaciones del Congreso de los Diputados, Madrid; p. 111.
Arce y Flrez-Valds, op. cit.; pp. 62-63, se refiere, aparte del contenido propio o especfico del Derecho Civil, a uno residual y
variable, el mismo que "aunque actualmente lo conserva y as se reconoce por la doctrina, ni le es consustancial al Derecho Civil, ni
resulta necesariamente acorde con sus principios e instituciones por cuanto obedece a puras razones formales. En parte, se explica
por la ausencia de integracin en otras disciplinas o ramas especficas; otras veces, responde a la mayor elaboracin doctrinal y legal
que, por su antigedad e importancia, tiene el Derecho civil; en ocasiones, es atribuible a razones de generalidad y universalidad de
las materias. En cualquier caso, estrictamente, seran contenidos o materias ms peculiares segn los supuestos de la Ciencia
general del Derecho; del Derecho constitucional, del Derecho administrativo o del Derecho procesal. El conjunto de materias residuales y variables lo encontramos cifrado, fundamentalmente, en lo que hoy constituye la regulacin comprendida en el Ttulo
Preliminar del Cdigo Civil: fuentes del Derecho, su enumeracin y jerarqua, vigencia y derogacin de las leyes... Las materias
mencionadas, en puridad, no constituyen objeto propio del Derecho Civil ni, en gran parte, del Derecho privado. Pero, por tradicin,
por historia y, en definitiva, a causa de la virtualidad que el Derecho Civil conserva como antiguo tronco comn del Derecho que le
hizo ser, en tiempos pasados, el Derecho total de un pueblo, mientras no sean individualizadas o especficamente recibidas por otra
rama jurdica, han de continuar formando parte integrante del Derecho Civil". Y ms adelante agrega (p. 78): "El contenido jurdicocivil que se ha venido encuadrando como residual o impropio, con mayor razn que otro alguno, encuentra asiento constitucional.
Precisamente porque, en buena medida, su lugar ms adecuado de regulacin es la Constitucin o porque su carcter, en otra parte,
es cuasi-constitucional o jurdicamente introductorio".
Es posibie constatar la existencia de un proceso de "civificacin" del Derecho Constitucional, que se traduce en la incorporacin en
las constituciones de instituciones de las que se han ocupado normalmentemalmente los cdigos civiles. Como seala Arce y FlrezValds, op. cit.; pp. 37-38, "efectivamente, el tradicional, aunque residual, campo civil sobre las fuentes del Derecho, mbito de los
derechos forales, persona y derechos de la personalidad, su capacidad de obrar; el derecho de propiedad y su funcin social; en
materia de Derecho de Familia, instituciones como el matrimonio, la filiacin o la patria potestad; el reconocimiento de la herencia;
as como otras varias materias toman ahora cuerpo y presencia en la Norma fundamental".
6 Art. 7.- Las leyes no pueden derogarse sino por otras leyes; y no vale alegar contra su observancia el desuso, ni la costumbre o
prctica en contrario, por antiguos y universales que sean.
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A decir de DezPicazo y Gulln', "como todo fenmeno humano, las normas jurdicas en
general viven dentro de unos lmites temporales y, por consiguiente, dentro del tiempo que
media entre el momento de su aparicin y el momento de su desaparicin y extincin".
En el mismo sentido se pronuncia Coviello": "Con respecto al tiempo, la ley, como
todo hecho humano, tiene un principio y un fin: el principio es su entrada en vigor, el fin la
cesacin de su eficacia obligatoria".
Las normas legales tienen por lo general una vigencia indefinida; empero, puede
ocurrir, por ejemplo que su duracin est limitada a un plazo determinado o en razn de
una circunstancia que constituye la razn de ser de la norma y que una vez desaparecida
hace que pierda vigencia.
La cesacin de vigencia de una norma legal puede deberse a dos tipos de causas:
una extrnseca, es decir, exterior a la propia norma, y otra intrnseca, esto es, inherente a
ella misma.
As ocurre, por ejemplo, con los cdigos civiles de Ecuador, Chile, Colombia, Panam, Mxico D.F., Austria, El Salvador, Uruguay,
Costa Rica, Paraguay, Portugal y Espaa, entre otros. Tambin: la Ley de Introduccin al Cdigo Civil del Brasil y las Disposiciones
sobre la ley en general que preceden al Cdigo Civil de Italia de 1942.
8 Rubio Correa, Marcial. Op. cit.; p. 22.
9 De acuerdo con Luis Mara Dez Picazo. "La derogacin de las leyes". Editorial Civitas, S.A., Madrid, 1990; pp. 161-162, "muchos
de los autores que se han ocupado del instituto derogatorio coinciden en sealar que el efecto tpico que se desprende de todo acto
de derogacin expresa consiste en la cesacin de la eficacia de la ley derogada. Dicho de otro modo, la esencia del efecto derogatorio
radicara en que la ley derogada deja de surtir los efectos propios de toda ley: pierde la fuerza para regular los supuestos de hecho
a que ella misma se refiere. (...) Para que la configuracin del efecto derogatorio como cesacin de la eficacia fuera correcta, sera
necesario que la ley derogatoria se subrogara inmediatamente a la ley derogada en la regulacin de la materia de que se trate o, en
su caso, que desregulara con la misma inmediatez esa materia, dejando un espacio normativamente vaco y libre; es decir, sera
preciso que la sucesin de leyes en el tiempo como consecuencia de la derogacin tuviera lugar por medio de cortes limpios, de
suerte que no se diera jams una superposicin entre la antigua y la nueva ley. La ms elemental experiencia ensea, no obstante,
que slo en contadas ocasiones las cosas se desarrollan con tanta sencillez. (...) De ah, que resulte ms ajustado a la realidad definir
el efecto derogatorio como cesacin de la vigencia, entendiendo por vigencia la pertenencia actual y activa de una norma al
ordenamiento, de manera que es potencialmente capaz de regular todas las situaciones subsumibles en su supuesto de hecho".
' Dez-Picazo y Ponce de Len, Luis y Gulln Ballesteros, Antonio. "Sistema de Derecho Civil". Volumen I. 6' edicin. Ed. Tecnos,
S.A., Madrid, 1988; p. 115.
" Coviello, Nicols. "Doctrina General del Derecho Civil". 4a edicin italiana revisada por el Prof. Leonardo Coviello. Traduccin por
Felipe J. Tena. Concordancias de Derecho Mexicano por Ral Berrn Mucel. Unin Tipogrfica Ed. Hispano-Americana, Mxico,
1938; p. 103.
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gatio', slo era suprimida o borrada una parte de la ley; 'subrogatio', cuando se agregaba
algo a la ley; y 'obrogatio', cuando slo se cambiaba o transformaba algo en la ley".
En el Digesto (50, 16, 102, Mod. 7 regul.) encontramos la siguiente definicin:
"'Derogatur' legi aut 'abrogatur': derogatur legi, cum pars detrahitur; abrogatur legi, cum
prorsus tollitur", es decir: "La ley se 'deroga' o se 'abroga': se deroga cuando se suprime
una parte; se abroga cuando se elimina totalmente".
No obstante la perfecta distincin existente en Roma entre ambos conceptos,
lo cierto es que se ha generalizado el empleo de la expresin "derogacin" como comprensiva de ambas situaciones. Algunos pocos Cdigos las distinguen'''. Otros Cdigos, en cambio, usan la expresin "derogacin" en forma exclusival5 o emplean los vocablos "insubsistencia"16 o revocacin". Finalmente, algunos utilizan la frmula "abrogacin" exclusivamente18.
'2 Windscheid, Bernard. "Tratado de Derecho Civil Alemn" (Derecho de Pandectas). Traduccin de Fernando Hinestrosa de la octava
edicin con anotaciones comparativas sobre el Derecho Civil Alemn de Theodor Kipp. Universidad Externado de Colombia, Bogot,
1976; p. 108.
'3 Cit. por Sarmiento Garca, Luis Eduardo. "La llamada derogacin de las leyes y sus consecuencias normativas". En: Revista Jurdica
Argentina La Ley. Tomo 124, Buenos Aires, 1967; p. 1434.
14 Cdigos Civiles de Mxico D.F. (artculo 9) y Costa Rica (artculo 12).
15 Cdigos civiles de Ecuador (Arts. 37, 38 y 39), Chile (Arts. 52 y 53), Colombia (Arts. 71 y 72), Panam (Art. 37), Cuba de 1889
(Art. 5), Venezuela (Art. 7), El Salvador (Arts. 50 y 51), Uruguay (Arts. 9, 10 y 11), Paraguay (Art. 7), Blgica (Art. 6), Francia (Ar-t. 6)
y Espaa (Art. 2, pargrafo 2).
'6 Cdigo Civil de Panam (Art. 36).
17 Ley de Introduccin al Cdigo Civil brasileo de 1942 (artculo 2) [La antigua Ley de Introduccin de 1917 utilizaba las expresiones
"revoca" y "deroga" como equivalentes (Art. 4)] y Cdigo Civil portugus (Art. 7).
Para Messineo ("Manual de Derecho Civil y Comercial". Traduccin de Santiago Sentis Melendo. Tomo I. Ediciones Jurdicas Europa-
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Messineo19 distingue claramente entre abrogacin y derogacin. Seala que: "Diversa de la abrogacin es la derogacin; resultando que hay normas que son derogatorias
respecto de otras, esto es, respecto de las que son derogadas por las primeras. Derogar
significa, o bien introducir excepciones a una norma, o bien crear normas que se apartan,
por su contenido, de otras normas preexistentes y de este modo las abroga parcialmente. En efecto, derogacin es abrogacin parcial". En el mismo sentido se expresa Coviello2:
"La cesacin de la eficacia de una ley por fuerza extrnseca no es ms que su abolicin,
llamada abrogacin, si es total, y derogacin, si es parcial".
Con el objeto de guardar fidelidad a las fuentes romanas sera justificado sostener la
necesidad del mantenimiento de la distincin. Empero, no se advierte inconveniente alguno en generalizar el empleo del vocablo "derogacin" con alcances amplios, esto es, incluyendo los supuestos de supresin tanto total como parcial de las normas jurdicas.
Precisa aclararse que cuando se habla de derogacin, se hace referencia a aquellos
casos en que una norma legal se extingue sin ser sustituida por otra, ya sea en forma total
o parcial.
Empero, es posible que la norma correspondiente no se limite exclusivamente a
suprimir una anterior, sino que adems formule una nueva que sustituya sta, tambin en
forma total o parcial. En este caso hablamos de modificacin total o parcial de las normas
lega les.
Como expresa Regelsberger21, "la nueva norma jurdica puede revocar total o parcialmente la norma anterior. Su contenido puede estar limitado a la revocacin o puede
adems regular los mismos hechos de modo diferente...".
Sarmiento Garca", siguiendo a Aftalin, Garca Olano y Vilanova", sostiene la existencia de cuatro formas de extinguir o modificar leyes: abrogacin (supresin total), derogacin (supresin parcial), modificacin (sustitucin parcial) y subrogacin (sustitucin
total).
Tcnicamente, la distincin es absolutamente exacta, si bien en un afn de sntesis
tales categoras podran reducirse a dos, cada una de ellas con dos variantes: derogacin
(total y parcial) y modificacin (total y parcial).
En cualquier caso, interesa destacar los efectos que producen tanto la modificacin
como la subrogacin.
Amrica. Buenos Aires, 1979, op. cit.; pp. 88-89), "figura diversa de la abrogacin es la revocacin de normas jurdicas. Es fenmeno
absolutamente anmalo, ya que una norma jurdica, una vez dictada, no puede ser revocada (del modo como puede ser revocado un
negocio jurdico); puede ser solamente abrogada, con la consecuencia de que los derechos objetivos, nacidos dependientemente y
durante el tiempo en que la norma estaba en vigor, no sufren perjuicio por el hecho de la posterior abrogacin. La revocacin de
normas jurdicas se ha tenido, entre nosotros, respecto a algunos actos normativos de la Repblica Social Italiana, considerada como
ilegtima. Al respecto se dict el Decreto Ley del Lugarteniente, de 5 de octubre de 1944, N 249, que en su Art. 1, declara privados
de eficacia jurdica, o sea que revoca (entre otras) las providencias legislativas y las normas reglamentarias, dictadas bajo el imperio
de aquel gobierno. Sin embargo, no siempre de la revocacin de las normas se sigue la revocacin de los actos y negocios que se
formen bajo el imperio de las normas revocadas; y, en general, si se produce controversia sobre la validez de aquellos actos o
negocios, de esa validez debe juzgarse sobre la base de las normas revocadas y no de la providencia de revocacin".
'8 Cdigo Civil de Austria (Art. 9), Disposiciones sobre la ley en general que preceden al Cdigo Civil italiano de 1942 (Art. 15) y
Disposiciones sobre publicacin, interpretacin y aplicacin de las leyes en general que preceden al Cdigo Civil italiano de 1865
(Art. 5).
19 Messineo, Francesco. Op. cit.; p. 88.
2 Coviello, Nicols. Op. cit.; p. 103.
2' Cit. por Kelsen, Hans. "Derogacin". En: Boletn Mexicano de Derecho Comparado. Ao VII, N 21, setiembre-diciembre, 1974.
Universidad Nacional Autnoma de Mxico, Mxico D.F.; p. 265.
22 Sarmiento Garca, Luis Eduardo. Op. cit.; pp. 1434 1435.
23 Aftalin, Enrique R., Garca Olano, Fernando y Vilanova, Jos. "Introduccin al Derecho". La Ley. Buenos Aires, 1964; p. 299.
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tido amplio que incluye la total y la parcial) importa una supresin (derogacin) de la
norma anterior, pero no toda supresin implica una modificacin.
A este ltimo respecto es ilustrativo lo que aprecia Messineo26: "Si se abroga una
norma particular, sin sustituir a ella una nueva, debe entenderse que se quiere dejar al
derecho comn la disciplina del caso, o bien que se quiere abolir su disciplina jrdica".
Refirindose a un supuesto similar, Kelsen apunta": "De la anulacin resulta, por decirlo
as, un vaco jurdico. Una materia que hasta entonces estaba regulada deja de estarlo;
desaparecen las obligaciones jurdicas y les sucede la libertad jurdica".
Sin embargo, es posible advertir que la modificacin no consiste slo en sustituir
una norma por otra en forma total o parcial. En efecto, la modificacin puede tambin
importar agregar algo nuevo a una norma, es decir, adicionar un nuevo concepto, sin
alterar en lo dems el texto original el mismo que se mantiene inclume n ese sentido.
Nada excluye, empero, que la modificacin comprenda la sustitucin parcial de
ciertas normas y la adicin de nuevos textos. Cabra hablar, por tanto, de una modificacin
sustitutiva (total o parcial) y de una modificacin aditiva.
IV Clases de derogacin
Segn se ha explicado, la derogacin implica la supresin de una norma.
La derogacin puede revestir diversas modalidades que pasamos a exponer a continuacin.
En primer lugar, teniendo en cuenta la extensin o amplitud de la derogacin, sta
puede ser total o parcial.
La derogacin total o abrogacin se producir cuando la supresin afecta completamente a una norma. La derogacin parcial o derogacin propiamente dicha, en cambio, la
afecta slo en parte, conservando vigencia en lo restante.
Expresa Sarmiento Garca" que "en el caso de abrogacin, al extinguirse la ley anterior no se produce la sustitucin por otra. Simplemente, el ordenamiento 'expulsa' de su
" Sarmiento Garca, Luis Eduardo. Op. cit.; p. 1435.
" Sarmiento Garca, Luis Eduardo. Op. cit.; p. 1435.
26 Messineo, Francesco. 0o. cit.; p. 23.
Kelsen, Hans. "La garanta jurisdiccional de la Constitucin (La justicia constitucional)". En: Escritos sobre la democracia y el
socialismo. Seleccin de Juan Ruz Manero. Coleccin Universitaria. Editorial Debate. Madrid, 1988; p. 144.
28 Sarmiento Garca, Luis Eduardo. Op. cit.; pp. 1434-1435.
Se refieren a la derogacin total y parcial los artculos 37, cuarto prrafo, del Cdigo Civil ecuatoriano, 52, cuarto prrafo, del Cdigo
chileno, 71, cuarto prrafo, del Cdigo colombiano, 9 del Cdigo mexicano (D.F.), 50, cuarto prrafo, del Cdigo salvadoreo, 10,
59
seno (abroga) una norma (ley abrogada), en virtud de otra norma (ley abrogante)". Y
agrega, refirindose a la derogacin (parcial), que "cualquier ley puede contener una o
ms normas jurdicas. En este ltimo caso, la ley derogante extingue algunas de las normas
contenidas en la ley derogada, pero las restantes continan en vigencia. Por tanto, la derogacin es siempre parcial, pero jams sustituye por otras, las normas derogadas".
Luego, la derogacin puede ser expresa o tcita. Es expresa "cuando la nueva ley
declara que deroga la antigua"". Albaladejo aclara los alcances de la derogacin expresa
al decir que ello ocurre "cuando el propio legislador establece explcitamente que tal o cual
ley pierde su vigencia"". En el mismo sentido, Ducci Claro indica: "Es expresa cuando la
nueva ley dice taxativamente que deroga la antigua. (...) Para que exista derogacin expresa es necesario que la nueva ley diga que deroga tal ley, o el artculo tal de tal ley, o el inciso,
frase o palabra de tal artculo de tal ley"31. Para Puig Brutau", "derogacin expresa es la
que hace constar de manera especfica y detallada las leyes que quedan derogadas, por
cualquier medio seguro de identificacin, como su nombre oficial y la fecha, con indicacin de si se deroga de manera total o slo en parte".
En consecuencia, habr derogacin expresa cuando hay un pronunciamiento explcito, individualizado, concreto, de la norma derogante acerca de la norma objeto de derogacin. A ese caso se refiere la primera parte del segundo prrafo del artculo I del Ttulo
Preliminar del Cdigo Civil del Per".
La derogacin tcita se presenta en cambio, a decir de Albaladejo, "cuando una ley
posterior resulta ser incompatible con la anterior, o, aun sin resultarlo y sin haber sido
derogada expresamente la ley anterior, sin embargo, a travs de la interpretacin de la
posterior, se averigua que se propuso incluso la derogacin de los preceptos de la anterior
no incompatibles con ella"34.
En opinin de los Mazeaud", "la derogacin es tcita cuando el legislador dicta un
texto contrario a las disposiciones anteriores sin precisar que las deroga".
quinto prrafo, del Cdigo uruguayo, 7, primer prrafo, del Cdigo paraguayo, X, primer prrafo, del Ttulo Preliminar del Proyecto
de Gsperi del Cdigo Civil paraguayo y 4, primer prrafo, del Anteproyecto de Ley General de Aplicacin de las Normas Jurdicas del
Profesor Haroldo Valladao.
29 Pescio V., Victorio. "Manual de Derecho Civil". Ttulo Preliminar del Cdigo Civil. Tomo I. Ed. Nascimento, Santiago, Chile, 1948;
p. 255.
" Albaladejo Garca, Manuel, "Derecho Civil". Tomo I. Librera Bosch, Barcelona, 1961; p. 86.
31 Ducci Claro, Carlos, "Derecho Civil". Parte General. 3' edicin. Ed. Jurdica de Chile. Santiago de Chile, 1988; p. 54.
32 Puig Brutau, Jos, "Introduccin al Derecho Civil". Bosch, Casa Editorial S.A., Barcelona, 1981; p. 178.
" Tambin se refieren a la derogacin expresa los artculos 37, primer y segundo prrafos, del Cdigo Civil ecuatoriano, 52, primer
y segundo prrafos, del Cdigo chiieno, 71, primer y segundo prrafos, del Cdigo colombiano, 36 del Cdigo panameo, 2,
pargrafo 1, de la Ley de Introduccin al Cdigo brasileo, 9 del Cdigo mexicano (D.F.), 9 del Cdigo austriaco, 6, primer y segundo
prrafos, del Proyecto colombiano de Cdigo de Derecho Privado, 7, primer prrafo, del Proyecto colombiano del Cdigo Civil de
1981, 50, primer y segundo prrafos, del Cdigo salvadoreo, 10, primer y segundo prrafos, del Cdigo uruguayo, 7, pargrafo 2,
del Cdigo Portugus, 2, pargrafo 2, del Cdigo espaol, 15 de las Disposiciones sobre la ley en general que preceden al Cdigo
italiano de 1942, 5 de las Disposiciones sobre publicacin, interpretacin y aplicacin de las leyes en general que preceden al Cdigo
italiano de 1865 y 4, primer prrafo, del Anteproyecto de Ley General de Aplicacin de las Normas Jurdicas del Profesor Haroldo
Valladao.
34 Albaladejo, Manuel. Op. cit.; p. 86.
Contemplan la derogacin tcita, los artculos 37, primer y tercer prrafos, del Cdigo Civil ecuatoriano, 52, primer y tercer prrafos,
del Cdigo chileno, 71, primer y tercer prrafos, del Cdigo colombiano, 36 del Cdigo Panameo, 2, pargrafo 1, de la Ley de
Introduccin al Cdigo brasileo, 9 del Cdigo mxicano (D.F.), 6, primer y tercer prrafos, del Proyecto colombiano de Cdigo de
Derecho Privado, 7, prrafo 2, del Proyecto colombiano de Cdigo Civil de 1981, 50, primer y tercer prrafos, del Cdigo salvadoreo, 10, primer y tercer prrafos, del Cdigo uruguayo, 7, pargrafo 2, del Cdigo portugus, 2, pargrafo 2, del Cdigo espaol, 15
de las Disposiciones sobre la ley en general que preceden al Cdigo italiano de 1942, 5 de las Disposiciones sobre publicacin,
interpretacin y aplicacin de las leyes en general que preceden al Cdigo italiano de 1865 y 4, primer prrafo, del Anteproyecto de
Ley General de Aplicacin de las Normas Jurdicas del Profesor Haroldo Valladao.
" Mazeaud, Henri, Len y Jean. "Lecciones de Derecho Civil". Parte Primera. Volumen I. Traduccin de Luis Alcal Zamora y Castillo.
Ediciones Jurdicas Europa-Amrica, Buenos Aires, 1959; p. 134.
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En la derogacin tcita, no hay una manifestacin explcita acerca de las normas que
quedan derogadas, sino una de carcter implcito. Como advierte Pescio36, "la derogacin
tcita se funda en la regla de razn que estatuye que cuando el legislador ha manifestado
sucesivamente dos voluntades diferentes sobre una misma materia, debe prevalecer la ltima". Se trata de la aplicacin de la mxima "Lex posterior derogat priori" (D. 1, 4, 4, Mod.
2 excus)".
Barberom, con un planteamiento semejante al de Albaladejo, sostiene que la derogacin tcita puede darse de dos modos: "en cuanto la disposicin de una ley precedente
es incompatible (contradictoria) con una ley posterior hecho en el cual es implcita la
abrogacin de la primera, aun en defecto de referencia alguna a ella, o en cuanto la nueva
ley, aunque no todas sus disposiciones singularmente sean incompatibles con cada una de
las de la ley anterior, se propone regular la materia entera objeto ya de aqulla: en virtud de
lo cual, aun las disposiciones singulares que fuesen abiertamente idnticas a dispsiciones
anteriores pueden recibir, en el espritu unitario de la nueva ley, una interpretacin diferente". Precisamente, a ambos supuestos se refiere el segundo prrafo del artculo I del Ttulo
Preliminar del Cdigo Civil del Per.
Coviello", a su turno, expresa: "La abolicin indirecta o tcita puede realizarse de
dos modos. El primero tiene lugar cuando una ley posterior contiene normas jurdicas
incompatibles en todo o en parte con las contenidas en una ley anterior; esto es, cuando la
aplicacin contempornea de las normas establecidas por las dos leyes es imposible por la
contradiccin que de all se seguira. (...) Se tiene el segundo modo cuando una nueva ley
disciplina toda la materia regulada por una ley precedente, aunque no haya incompatibilidad entre las normas contenidas en ellas. Y esto por la razn de que si el legislador ha
reordenado toda la materia, es necesario suponer que haya partido de otros principios
directivos, los cuales en sus variadas y posibles aplicaciones pueden llevar a consecuencias
Pescio V., Victorio. Op. cit.; p. 259.
" A este respecto, interesa esclarecer lo siguiente: Qu norma debe ser considerada posterior? Aquella que ha sido promulgada
despus de otra aun cuando haya sido publicada antes que sta o, por el contrario, la publicada con posterioridad, aun cuando su
promulgacin haya sido anterior?
Coviello. Op. cit.; p. 104, sostiene sobre el particular lo siguiente: "La ley posterior, por lo dems, es la que ha sido promulgada
despus de otra, aun cuando por una circunstancia cualquiera haya entrado en vigor antes". Y en apoyo de su posicin refiere el
siguiente caso presentado en Italia, op. cit.; p. 104: "La ley sobre justicia administrativa, art, 1 y 2, establece la competencia de la
Junta provincial administrativa en materia de gastos de hospitales, en tanto que la ley sobre obras pas divide tal competencia entre
la Junta y el Ministerio del Interior. Pues bien, la ley sobre justicia administrativa fue promulgada el 1 de mayo de 1890, es decir, antes
que la ley sobre obras pas, promulgada el 17 de julio de 1890; pero la primera no entr en vigor sino hasta el 1 de julio de 1891,
cuando rega ya la segunda de fecha posterior. El Consejo de Estado (IV ses.) por decisin de 11 de junio de 1897 resolvi la cuestin
en el sentido indicado en el texto".
La solucin propuesta por Coviello no es aplicable en nuestro ordenamiento jurdico. En efecto, de acuerdo con el artculo 51 in fine
de la Constitucin "la publicidad es esencial para la vigencia de toda norma del Estado".
Por otro lado, el artculo 109 de la Constitucin establece que: "La ley es obligatoria desde el da siguiente de su publicacin en el
diario oficial, salvo disposicin contraria de la misma ley que posterga su vigencia en todo o en parte". La regla transcripta es
aplicable a los decretos legislativos (artculos 104, tercer prrafo, de la Constitucin y 3, inciso 1, del Decreto Legislativo N 560 Ley
del Poder Ejecutivo). En cuanto a los decretos supremos, stos rigen desde el da que el propio decreto indique; y en defecto de ello,
desde el da siguiente a su publicacin (artculo 3, inciso 2, del Decreto Legislativo N 560). Respecto a las resoluciones supremas,
rigen desde el da en que son expedidas, salvo los casos en que requieran notificacin o publicacin, en los que regirn desde que tal
requisito se cumpla (artculo 3, inciso 3, del Decreto Legislativo N 560).
En consecuenCia, no es la oportunidad de promulgacin de la norma la que define su carcter de posterior a otra, sino la fecha de
su entrada en vigencia, de lo cual puede resultar que una ley publicada con anterioridad a otra entre en vigencia despus de otra
publicada ulteriormente. En ese supuesto, la primera deber considerarse posterior.
Por otro lado, si dos leyes, incompatibles entre s, fueran publicadas en la misma oportunidad y tuvieran que regir tericamente a
partir de la misma fecha, para considerar cul es posterior a la otra deber tomarse en cuenta su numeracin.
38 Barbero, Domnico. "Sistema del Derecho Privado". Tomo I. Traduccin de Santiago Sentis Melendo. Ediciones jurdicas EuropaAmrica-Buenos Aires, 1967; p. 136.
Coviello, Nicols. Op. cit.; pp. 104-105.
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diversas o aun opuestas a las derivadas de la ley anterior: existe siempre por eso una especie
de incompatibilidad implcita".
Sin embargo, estrictamente hablando, el segundo caso mencionado no es uno de
derogacin tcita, sino de modificacin total tcita, pues no se presenta simplemente un
supuesto de supresin total de la norma sino tambin la sustitucin completa de la misma.
Por ello, es ms propio considerar que la derogacin tcita slo resulta de la existencia de una incompatibilidad absoluta entre la norma nueva y la antigua, que determina la
supresin de sta, sin mediar un pronunciamiento explcito en torno a la derogacin de la
misma.
Al respecto, Ducci Claro') advierte que "el artculo 53 del Cdigo Civil (chileno)
semejante a los artculos 38 del Cdigo ecuatoriano, 72 del Cdigo colombiano, 51 del
Cdigo salvadoreo y 10, cuarto prrafo, del Cdigo uruguayo dice que la derogacin
tcita deja vigente en las leyes anteriores, aunque versen sobre la misma materia, todo
aquello que no pugna con las disposiciones de la nueva ley. Lo anterior determina la dificultad de establecer a veces si ha existido derogacin tcita, porque para ello debe existir
incompatibilidad entre preceptos cuyos presupuestos coinciden, es decir, es necesario determinar si existe contradiccin entre ellos y no una simple discrepancia".
Ello explica que en ciertos casos se exija que la derogacin o modificacin de una
norma se produzca necesariamente.en forma expresa, excluyendo anticipadamente la posibilidad de la derogacin o modificacin tcita, total o parcial, de una norma jurdica por
efecto de la simple incompatibilidad con una posterior.
En nuestro pas encontramos algunos ejemplos de este tipo de solucin. As, la
norma VI del Ttulo Preliminar del Cdigo Tributario establece que: "Las normas tributarias
slo se derogan o modifican por declaracin expresa de otra norma del mismo rango o
jerarqua superior.
Toda norma tributaria que derogue o modifique otra norma, deber mantener el
ordenamiento jurdico, indicando expresamente la norma que deroga o modifica".
El artculo 122 del Decreto Legislativo N 85 Ley General de Cooperativas seala:
"Las disposiciones de la Ley General de Cooperativas se entendern suspendidas, modificadas o derogadas solamente por normas legales que as lo establezcan, refirindose expresamente a la presente ley".
Por ltimo, l'a Sexta Disposicin Final del Decreto Legislativo N 45 Ley de la Empresa Petrleos del Per PETRO PERU, dispone lo siguiente: "El presente Decreto Legislativo entrar en vigencia a partir del da siguiente de su publicacin en el Diario Oficial y slo
podr modificarse o derogarse parcial o totalmente por Ley que expresamente se refiera a
este dispositivo legal".
Dispositivos de esta clase tienen pleno valor y gozan de la gran virtud de excluir la
posibilidad de dudas de interpretacin en torno a la posible afectacin de una norma por
otras posteriores de modo tcito. Como expresa Kelsen41, la norma "puede determinar que
podr ser revocada solamente de una cierta manera prescrita por ella misma...".
4 Duce Claro, Carlos. Op. cit.; p. 55.
Kelsen, Hans. Op. cit.; nota 21, pp. 263-264.
El planteamiento de Kelsen puede extenderse a la modificacin de las normas jurdicas. As ocurre, por ejemplo, con la Constitucin
del Per de 1993, la cual establece un procedimiento especial para su reforma (artculo 206). Si el proceso de modificacin se
4'
62
Vinculado con el tema de la derogacin tcita se encuentra el de la llamada derogacin expresa genrica en oposicin a la especfica, que supone la indicacin precisa de las
normas que resultan derogadas.
Es frecuente el uso de frmulas derogatorias en las leyes en las que se indica: "Quedan derogadas todas las dRposiciones que se opongan a la presente ley".
Cabe tipificar ello como un caso de derogacin expresa, pero de carcter genrico?
Lacruz Berdejo42, quien distingue entre derogacin expresa especfica y genrica,
sostiene que esta ltima "slo formalmente es expresa; funcionalmente, se identifica con la
tcita".
Empero, estimamos que acierta Albaladejo43 cuando observa que la declaracin genrica de derogacin "huelga porque no aade fuerza derogatoria a la que tiene la incompatibilidad entre las dos leyes, y, adems, no sirve como el precepto en el que se especifican las disposiciones que se drogan para aclarar posibles dudas sobre cules sea stas".
En el mismo sentido opina Ducci Claro", para quien "no constituye una derogacin
expresa, sino solamente la innecesaria consignacin por escrito de la abrogacin tcita".
Pescio45 sostiene que "no constituye derogaci.n expresa el caso en que la nueva ley se limite
a declarar, con la frase que ya se ha hecho de estilo y no por eso menos inoficiosa 'quedan
derogadas todas las disposiciones contrarias a la presente ley'. Sin formular esa declaracin, la derogacin se produce de todos modos por la incompatibilidad de la nueva ley con
la antigua, incompatibilidad que constituye el fundamento de la derogacin tcita".
De Ruggiero46, por su parte, expresa que "para dar seguridad a las relaciones y evitar
controversias graves en toda ley nueva, se suele dictar una disposicin derogando la anterior expresamente... Precisa aadir que tal fin no se consigue cuando el legislador se limite
a declarar derogadas todas las disposiciones contrarias a la nueva ley o incompatibles con
ella; muy frecuentemente se recurre a tal frmula que no dice nada y es superflua y ociosa
con relacin al principio establecido en el artculo 5 de las disposiciones preliminares" (del
Cdigo Civil italiano de 1865).
Son de opinin contraria DezPicazo y Gulln47, quienes consideran que "la derogacin contina siendo expresa por cuanto que la voluntad derogatoria ha sido expresamente manifiesta. Sin embargo, la indeterminacin relativa de las disposiciones que se
entienden derogadas las que se 'opongan o sean incompatibles con la presente ley'
apartase de las formalidades establecidas para el efecto, la ley correspondiente sera inconstitucional. En el Per aconteci una
situacin como la planteada respecto de la Constitucin de 1933, la que fue reformada por etecto de un plebiscito realizado el 18 de
junio de 1939. Este procedimiento se apartaba del previsto en la Constitucin (artculo 236), por lo que la Ley N 10334 de 29 de
diciembre de 1945 declar que dicho plebiscito "estuvo fuera del rgimen constitucional y que, en consecuencia, a partir de la
promulgacin de la presente ley, recupera la plenitud de su imperio la Constitucin de 9 de abril de 1933".
Sobre la inconstitucionalidad de las reformas constitucionales pueden ser confrontados los siguientes textos: Bidart Campos, Germn Jos. "Constitucin y Revolucin en el Derecho argentino". Ed. Alfa. Buenos Aires, 1959; pp. 27-37; y Roldn, Tarcisio, Alarcn,
Oscar, Cancino, Antonio J., Clmaco Giraldo, J. y Gaona, Manuel. "La cada de la reforma constitucional del '79". Ed. Temis Librera,
Bogot, 1981..
Lacruz Berdejo, Jos Luis. "Elementos de Derecho Civil", tomo I. Parte General del Derecho Civil, Volumen I. Introduccin. Librera
Bosch, Barcelona, 1982; p. 216.
43 Albaladejo, Manuel. Op. cit; p. 86.
44 Ducci Claro, Carlos. Op. cit.; p. 54.
45
46
De Ruggiero, Roberto. "Instituciones de Derecho Civil". Traduccin de la 4a. edicin italiana anotada y concordada con la legisla-
cin espaola por Ramn Serrano Suer y Jos Santa-Cruz Teijeiro. Volumen primero. Madrid. Instituto Editorial Reus. s.f.; p. 167.
Dez-Picazo, Luis y Gulln Ballesteros, Antonio. Op. cit.; p. 116.
47
63
plantea un delicado problema de interpretacin que tendr que ser en cada caso resuelto
por el intrprete".
No participamos del planteamiento transcrito en ltimo trmino, pues consideramos que la derogacin expresa importa necesariamente una manifestacin explcita de las
normas que quedan derogadas, lo que excluye toda duda acerca de cules dejan de tener
vigencia. En cambio, resulta incuestionable que en la llamada derogacin expresa genrica
se presentarn las mismas dificultades de interpretacin que suscita la derogacin tcita.
Por tal razn, es "aconsejable que las derogaciones sean expresas y precisas", como sugiere
Bade Vsquez".
Tapia Valds", afirma con razn que ese tipo de derogacin "coloca al intrprete
frente a un verdadero 'puzzle de reconstitucin legal' e introduce un factor de incertidumbre de perniciosos efectos. Ninguna disposicin hasta entonces vigente puede, en hiptesis, aplicarse sin un examen previo de su contenido y de verificar que l no se contrapone
con el de la nueva ley. Sera de suma importancia emplear una frmula ms precisa en que
se hiciera referencia expresa y completa a todos los textos legales que se derogan, para
hacer lo cual bastara una investigacin cuidadosa encargada a personal especializado".
V La derogacin indirecta
Como una modalidad de derogacin tcita puede considerarse la que se produce cuando
se deja sin vigencia una norma en funcin de la cual otras cobraban sentido. En otras
palabras, derogada la norma principal, el efecto derogatorio alcanza automticamente a
las que se encuentran supeditadas a ella (accesorias) aun cuando no se haga mencin
expresa a stas.
Este concepto no slo se aplica al caso de normas jerrquicamente inferiores respecto de otras (caso de los Decretos Supremos reglamentarios frente a las leyes), sino tambin
al supuesto de leyes que desarrollan conceptos o instituciones establecidas por otras leyes.
Messineo califica este caso como uno de "abrogacin indirecta" y lo define del
siguiente modos: "consiste en quitar eficacia a las normas de ley (o equiparadas) que
dependen de institutos expresa o tcitamente derogados y cuya super-vivencia no slo carecera de fundamento, sino que estara en pugna con las innovaciones legislativas introducidas. As, aun cuando no hayan sido expresamente abrogadas, las normas del Cdigo Civil
que contemplan el matrimonio del Rey o de la familia real y las normas corporativas, deben
igualmente considerarse no susceptibles de ulterior aplicacin, es decir, indirectamente
abrogadas, por haber desaparecido los institutos, algunos de cuyos aspectos se regulaban
en dichas normas".
En el mismo sentido se expresa Branca cuando afirma51: "Excepcionalmente, la ley
" Batlle Vsquez, Manuel. "Comentarios al Cdigo Civil y Compilaciones Forales" (dirigidos por Manuel Albaladejo), Tomo I, EDERSA, Madrid, 1978; p. 73. En el mismo sentido se pronuncia De Ruggiero, op. cit.; p. 167.
" Tapia Valds, Jorge A. "La tcnica legislativa". Ed. Jurdica de Chile, Santiago de Chile, 1960; p. 52.
5 Messineo, Francesco. Op. cit.; p. 87.
Branca, Giuseppe. "Instituciones de Derecho Privado". Traduccin de la 6' edicin italiana por Pablo Macedo. Editorial Porra,
S.A., Mxico, 1978; p. 11.
64
puede perder eficacia... (cuando) se haya producido tal cambio en el ordenamiento jurdico, que se haya tornado incompatible con l (por ej. las leyes relativas a la monarqua, al
feudalismo, etc.)"
priori speciali". Sin embargo, ciertos autores" advierten acertadamente que tales aforismos
son falsos.
Se trata, en efecto, de problemas de orden interpretativo, "que se resuelven por la
indagacin de la voluntad legislativa"".
Como explica Benettini": "La cuestin de si la norma especial deroga siempre a la
general y la general no deroga nunca a la especial no es susceptible de una solucin apriori
sobre la base de las gastadas mximas generi per speciem derogatur y de lex specialis non
derogat generali... es una cuestin de interrelacin que slo puede ser resuelta buscando
con los criterios de interpretacin corriente, la mens legis; las mximas arriba citadas no
pueden sino proporcionar al intrprete un criterio de orientacin en su bsqueda de la
mens legis".
En consecuencia, no puede resolverse el asunto planteado por anticipado, en forma
segura y categrica, de acuerdo con principios generales. Obviamente no se presentar
dificultad alguna en caso de mediar un pronunciamiento explcito del legislador. Pero en el
52 Albaladejo, Manuel. Op. cit.; p. 21.
53 Por ejemplo, De Ruggiero. Op. cit.; p. 168, Albaladejo. Op. cit.; p. 87 y Len Barandiarn. Op. cit.; p. 7.
54 De Ruggiero, Roberto. Op. cit.; p. 168.
En el mismo sentido opina Coviello, op. cit.; pp. 104-105: "Si a una ley general sucede otra ley general, la incompatibilidad resulta
fcilmente. Pero si a una ley general sucede una de ndole especial, no hay incompatibilidad, siendo posible la coexistencia de las
excepciones con la regla; slo que la que antes era regla absoluta, se convierte en regla limitada por excepciones. En fin, aun en la
hiptesis inversa en que a una ley de ndole especial sucede una ley de ndole general, se debe creer por la misma razn que no hay
incompatibilidad, y que la ley antigua contina rigiendo al lado de la nueva. Pero cuando la nueva regla general est concebida de
modo de excluir cualquier excepcin, o enumere en forma taxativa las nicas excepciones de que es susceptible, surge evidente la
incompatibilidad con la ley especial. Todo depende, pues, del examen de la intencin del legislador, por lo cual no siempre es
verdadera la mxima 'lex posterior generalis non derogat priori speciali"'
55 Cit. por Len Barandiarn, Jos. "Comentarios al Cdigo Civil Peruano". Tomo IV. Librera e Imprenta Gil, S.A., Lima, 1952; pp. 7-8.
Para Du Pasquier ("Introduccin al Derecho". Traduccin del francs y notaS por Julio Ayasta Gonzlez. 3a edicin. Lima, 1983; p. 83):
"Si la (ley) ms antigua es general (por ejemplo: todas las personas morales deben pagar el impuesto) mientras que la ms reciente
es especial (las instituciones de utilidad pblica estn exentas de impuesto), es evidente que la segunda aporta una excepcin a la
primera: specialia generalibus derogant. Pero si la regla reciente es general y la ms antigua es especial, se puede raciocinar de dos
maneras: o bien se considera la regla nueva como suprimiendo todo lo que le es contrario; o bien se sobreentiende la frmula
frecuentemente expresada "bajo reserva de las excepciones ya consagradas"; generalia specialibus non derogant. Entre estas dos
interpretaciones opuestas es el estudio de las dos leyes que deber inspirar la respuesta: el fin perseguido por el legislador cuando ha
65
66
cin expresa; que si bien el artculo primero del Ttulo Preliminar del Cdigo Civil
consigna otras formas de derogacin de las leyes (incompatibilidad entre la nueva
ley y la anterior o cuando la materia de sta es ntegramente regulada por aqulla),
no debe perderse de vista que relacionndose las leyes especiales a determinadas
materias en forma privativa, es evidente que sus mandatos crean situaciones jurdicas peculiares por cuya razn no es admisible la derogacin tcita; y, desde este
punto de vista el rgimen de incentivos que contiene dicho Decreto Ley est vigente;
declararon NO HABER NULIDAD en la sentencia de vista de fojas doscientos treintisis,
su fecha nueve de abril de mil novecientos ochentisiete que, confirmando la apelada
de fajas doscientos doce, fechada el treintiuno de octubre de mil novecientos ochenta y seis, declara FUNDADA la accin de amparo interpuesta a fojas ciento
ochenticuatro y, por tanto, que no es aplicable a "Concentrados Marinos Sociedad
Annima" el Decreto Supremo nmero ciento uno ochenticinco ICTI/C0 de nueve de
agosto de mil novecientos ochenticuatro; DISPUSIERON se publique en el Diario
Oficial El Peruano dentro del trmino que establece el artculo cuarentids de la Ley
nmero veintitrs mil quinientos seis; en los seguidos por Concentrados Marinos
Sociedad Annima contra el Estado; sobre accin de amparo; y los devolvieron.
S.S. ESPINOSA S.; CASTAEDA L., MANRIQUE D.; SILVA V.; VASQUEZ V".
La decisin transcrita incurre en error, pues descarta de plano la derogacin tcita
de una norma especial anterior por una general posterior, circunstancia que puede producirse perfectamente (y que en el caso particular glosado efectivamente aconteci). Obviamente, para llegar a la conclusin de que tal derogacin tcita se ha producido en un
caso en especial, ser preciso establecer, a travs de la interpretacin de las normas, cul
fue el propsito del legislador. Esta circunstancia lamentablemente se omiti en el caso
mencionado.
Es usual que las leyes consignen un texto igual al siguiente: "Quedan derogadas o
modificadas en su caso las disposiciones que se opongan a la presente ley".
Como hemos concluido al analizar el tema en materia de derogacin, este caso no
constituye un supuesto de modificacin expresa, pues no hay un pronunciamiento explcito
del legislador en torno a qu normas, especficamente consideradas, quedan modificadas.
Las clases de modificacin a que hemos hecho referencia (total o parcial, de un lado,
y expresa o tcita del otro) pueden a su vez combinarse. As, por ejemplo, la modificacin
total tcita resultar del hecho de que la nueva norma es absolutamente incompatible con
la anterior, sin mediar una indicacin precisa y explcita del legislador en tal sentido. Sin
embargo, tambin constituir un caso de modificacin total tcita el supuesto en que, a
decir de Ruggiero58, "no habiendo incompatibilidad, siendo regulada la materia toda por
la nueva disposicin, se revela la intencin del legislador de querer sustituir la vieja por la
nueva regulacin". Se produce as un caso de absorcin completa de la norma anterior por
la posterior, que determina la supresin de la primera y su sustitucin por la segunda, no
obstante no existir propiamente incompatibilidad entre ellas.
Ducci Claro" considera este caso como uno de "derogacin orgnica". Sin embargo, teniendo en cuenta que la nueva norma no se limita a suprimir completamente la
antigua, sino que tambin la sustituye ntegramente, no puede considerarse un supuesto
de simple derogacin, sino de modificacin total tcita (vid. supra IV).
Por ltimo, conviene sealar que participamos de la opinin de Messineo" acerca de
que "cuando la nueva norma sea compatible con la norma antigua, o cuando la norma no
regula la materia completa ya regulada por la norma antigua, hay lugar a la coexistencia de
varias normas y al consiguiente y delicado (y con frecuencia arduo) problema de su coordinacin, o eventualmente conciliacin".
68
prescriben una cierta conducta y no pueden ser obedecidas y aplicadas como otras normas, ellas tampoco pueden ser inobservadas.
Si la norma derogatoria ha cumplido ya su funcin, esto es, si la norma con la cual se relaciona ha perdido su validez, entonces la
70
"Interprtese que la Ley N 11771, vigente nuevamente desde que el Decreto Ley N
21354 fue derogado por el Decreto ley N 22015, es aplicable al Fiscal de la Nacin
y a los dems rganos del Ministerio Pblico quienes cesan definitivamente en sus
funciones al cumplir los 70 aos de edad en armona con lo dispuesto por los artculos 251 y 242, inciso 2, sde la Constitucin".
Ahora bien, precisa aclararse que el asunto de la no reviviscencia de la norma derogada por efecto de la derogacin de la norma derogante, se plantea slo en la medida en
que la supresin de la norma derogante se haya producido despus de su entrada en
vigencia. Si tal derogacin debe operar despus de un transcurso de tiempo (vacatio legis)
y la norma que la contiene es suprimida antes de que la derogacin produzca consecuencias jurdicas, es evidente que la primera norma no ser alterada en lo ms mnimo.
Como expresa Kelsen", "la situacin es diferente cuando el efecto de la norma derogatoria no tiene lugar inmediatamente despus de que ha sido establecida, sino en una
fecha posterior. Si, por ejemplo, la norma derogatoria determina: 'la validez de la norma
que estipula... terminar seis meses despus'; entonces, la validez de esta norma derogatoria puede ser revocada, entre tanto, por otra norma derogatoria".
76
operacin late un poso execrable y repugnante por la deslealtad con que se acta: no son
casos de errata sino de felona"91.
Si la rectificacin no guarda armona con el texto efectivamente aprobado carece de
todo valor legal.
As lo ha resuelto la Corte de Casacin francesa, Sala de lo Criminal, en sentencia de
30 de diciembre de 1922, que declar "que una rectificacin de errata en el peridico
oficial no tena ningn carcter vinculante, ni modificaba legalmente el texto primitivo"92.
El concepto es reiterado en la sentencia de la Corte de Casacin francesa de 5 de
febrero de 1947, en la que declar la rectificacin del decreto ley de 11 de julio de 1939,
publicada en el diario oficial de 14 del mismo mes y ao, "como carente de valor legal;...
en efecto aparece no como destinada a reparar un simple error material o una omisin
evidente, sino como disposicin nueva con el fin de restringir considerablemente el alcance
del texto publicado primitivamente en el Diario Oficial..."93.
Otras sentencias de la Corte de Casacin francesa insisten en el concepto:
En la de 18 de diciembre de 1993 se sostuvo:
"Pero considerando que la rectificacin, por va de fe de erratas, de las disposiciones
legales o reglamentarias insertas en el Diario oficial no es admisible ms que cuando
se trata de enmendar un simple error material, y que pertenece al juez apreciar,
tenidas en cuenta las circunstancias, si la existencia de tal error es bastante evidente
para que convenga que prevalezca sobre el texto primitivo, inserto en el Diario oficial, el texto as modificado".
Y en la de 20 de mayo de 1948 se resolvi:
"Pero considerando que una fe de erratas, publicada sin intervencin del legislador,
no podra alterar, en manera alguna, el sentido y el alcance de una ley regularmente
publicada en el Diario oficial"94.
Comentando esta ltima sentencia, los Mazeaud indican que "se produjo a consecuencia de una curiosa rectificacin, que haba consistido solamente en suprimir una coma
y agregar una 's' a la palabra 'ocupante'; pero esa modificacin, en apariencia venial,
'tenda a agregar a las previsiones de la ley una nueva categora de inquilinos, los ocupantes de buena fe', en perjuicio de los derechos de los propietarios; era, pues, una 'alteracin'
del alcance de la ley"95.
10 de julio siguiente) dispuso en su artculo 3 que disfrutarn de las pensiones correspondientes segn el Estatuto de Clases Pasivas
' las viudas, hurfanos y madres viudas' de funcionarios que se hallaban en prisin. No cabe dudar del generoso espritu que
animaba al legislador; mas como quiera que resultaba evidentemente un tanto extrao que existieran viudas y beneficiarios cuando
viva el marido y padre de los interesados, pronto vino la rectificacin, y el peridico oficial, con fecha 17 de julio, volvi a publicar
el texto, pero hablando ya de 'esposas, hijos y madres viudas' (aparte de alguna otra variante).
Error, que no errata, y de tipo muy grave en la promulgacin. El caso tpico lo tenemos en la Ley de Propiedad Intelectual de 1879.
En el ejemplar de dicha ley que sancion la Corona en 19 de diciembre de 1878 (y que por escrpulo hubimos de compulsar) figura
redactado el artculo 6 en forma correcta, y de acuerdo con toda la tramitacin parlamentaria, pues dice que esa propiedad se
trasmite.a 'Ios herederos, testamentarios y legtimos, por el trmino de ochenta aos'. Pero al promulgarse y publicarse oficialmente
el texto, el vocablo 'legtimos' se convirti en legatarios. Y as sigue, aunque de hecho vengan heredando al autor sus sucesores
legtimos, incluso ab intestato". Prez Serrano, Nicols. Op. cit.; pp. 850-851).
91 Prez Serrano, Nicols. Op. cit.; p. 847.
92 Cit. por Prez Serrano, Nicols. Op. cit.; p. 841.
93 Cit. por Mazeaud, Henri, Len y Jean. Op. cit.; p. 143.
94 Cit. por Mazeaud, Henri, Len y Jean. Op. cit.; p. 144.
95 Cit. por Mazeaud, Henri, Len y Jean. Op. cit.; p. 144.
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toliere cujus est condere. No es que deba exigirse siempre una nueva votacin parlamentaria, por ejemplo, del texto legal adulterado. Pero si en el decreto de promulgacin se
produjo el yerro, parece natural que la misma autoridad (y en rigor con idnticas formalidades) deje sin efecto la versin equivocada y d a conocer la vlida y vinculante... DesgraPrez Serrano, Nicols, op. cit.; p. 863. Participa de su parecer Rodrguez Zapata, Jorge, "Sancin, promulgacin y publicacin de
las leyes". Ed. Tecnos, S.A., Madrid, 1987; p. 174.
96
78
"
Ya concluida la redaccin del presente ensayo, con fecha 10 de diciembre de 1997 ha sido publicada en el Diario Oficial "El Peruano"
la Ley Marco para la produccin y sistematizacin legislativa N 26889 de 9 de diciembre de 1997. El artculo 6, que lleva por ttulo
"Fe de erratas", y que modifica el artculo 4 del Decreto Supremo N 018-97PCM citado anteriormente, indica lo siguiente:
"6.1. Las Leyes y normas de menor jerarqua publicadas en el Diario Oficial que contengan errores materiales deben ser objeto
de rectificacin medionte fe de erratas. Las erratas en que incurra el Diario Oficial son corregidas por ste, bajo responsabilidad,
dentro de los diez das tiles siguientes.
6.2. La rectificacin debe ser solicitada, bajo responsabilidad, por el funcionario autorizado del rgano que expidi la norma,
mediante un escrito en que exprese con claridad el error cometido y el texto rectificatorio. La solicitud debe ser entregada al
Diario Oficial dentro de los ocho das tiles siguientes a la publicacin original, a fin de que se publique en un plazo perentorio
no mayor de los dos das tiles siguientes, bajo responsabilidad del Director del Diario Oficial. De no publicarse la fe de erratas
en el plazo sealado, la rectificacin slo procede mediante la expedicin de otra norma de rango equivalente o superior".
' El artculo 19 del Real Decreto 1511/1986 de 6 de junio de ordenacin del diario oficial del Estado (espaol) establece lo
siguiente:
"Si alguna disposicin oficial aparece publicada con erratas que alteren o modifiquen su contenido, ser reproducida inmediatamente en su totalidad o en la parte necesaria, con las debidas correcciones. Estas rectificaciones se realizarn de acuerdo con
las siguientes normas:
1a. El diario oficial del Estado rectificar, por s mismo o a instancia de los Departamentos u Organismos interesados, los errores
de composicin o impresin que se produzcan en la publicacin de las disposiciones oficiales, siempre que supongan alteracin
o modificacin del sentido de las mismas o puedan suscitar dudas al respecto. A tal efecto, los correspondientes servicios de la
Direccin General del Boletn Oficial del Estado conservarn clasificado por das, el original de cada nmero, durante el plazo de
seis meses, a partir de la fecha de su publicacin.
2a. Cuando se trate de errores padecidos en el texto remitido para publicacin, su rectificacin se realizar del modo siguiente:
a) Los meros errores u omisiones materiales, que no constituyan modificacin o alteracin del sentido de las disposiciones o se
deduzcan claramente del contexto, pero cuya rectificacin se juzgue conveniente para evitar posibles confusiones, se salvarn
80
por los Organismos respectivos instando la reproduccin del texto, o de la parte necesaria del mismo, con las debidas correcciones.
b) En los dems casos, y siempre que los errores u omisiones puedan suponer una real o aparente modificacin del contenido
o del sentido de la norma, se salvarn mediante disposicin del mismo rango.
81
Mecanismos de incorporacin
de los tratados internacionales sobre
derechos humanos al derecho interno
1. Introduccin. Alternativas
Como es sabido, una de las estrategias que ms esperanzas ha suscitado en el siglo XX para
lograr la vigencia de los derechos humanos en un pas determinado, consiste en proyectar
en ese Estado reglas de derecho internacional declarativas de aquellos derechos.
Tal aterrizaje jurdico tiene, en principio, evidentes ventajas. En primer lugar, significa que en el Estado en cuestin ciertos derechos humanos deben regir no solamente por
voluntad del mismo, sino tambin por la voluntad de otros Estados, e incluso de una
organizacin supranacional. En segundo trmino, advierte que en la vigencia de dichos
derechos se encuentra comprometido, adems del bien comn nacional, el bien comn
internacional. En tercer lugar, alerta que si los derechos humanos incluidos en un tratado
internacional son incumplidos por un Estado, ste puede contraer responsabilidades internacionales. Ms todava: en ciertos casos, la "asimilacin" nacional de un documento internacional sobre derechos humanos puede implicar el sometimiento del Estado local a organismos o tribunales supranacionales, ante los cuales deben doblegarse las autoridades
nacionales, incluso la Corte Suprema de un pas (que, por ende, deja en sentido estricto de
ser "suprema"). Por ejemplo, tal es el supuesto, de resultas del Pacto de San Jos de Costa
Rica, de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
En sntesis, la incorporacin al mbito nacional de derechos humanos enunciados en
una convencin o tratado internacional da a dichos derechos un fundamento "reforzado"
de aplicacin, de tipo normativo, axiolgico y hasta fctico.
Ahora bien: en este terreno cabe distinguir tres temas. El primero refiere a los medios de incorporacin del tratado internacional al derecho interno, eso es, al "cmo" y al
83
84
MECANISMOS DE INCORPORACIN DE LOS TRATADOS INTERNACIONALES SOBRE DERECHOS HUMANOS AL DERECHO INTERNO
3. Efectos
Las consecuencias de la tesis de la supremaca del tratado sobre la Constitucin son dobles,
partiendo del supuesto de que el tratado, ya sea entendido "fuera" o "dentro" del ordenamiento interno nacional, de cualquier manera se halla "superpuesto" jurdicamente a la
Constitucin:
a) efecto 1 (o de la invalidez): De haber conflicto entre la Constitucin y el tratado,
prevalece el tratado. Conviene aclarar que la confrontacin entre estos instrumentos puede ser tambin doble: oposicin normativa (la regla jurdica del tratado
entra en colisin con una regla de la Constitucin), u oposicin ideolgica (la base
filosfico-poltica del tratado es incompatible con la base filosfico-poltica de la
Constitucin. Por ejemplo, un hipottico enfrentamiento entre el sustrato indivi2 La Ley, 1992-C-543. Conviene advertir que poco despus, en "Fibraca" (Jurisprudencia Argentina, 1993-IV-471), la Corte Suprema
cambi de parecer y declar que la primaca de los tratados dependa de su conformidad con la Constitucin.
Debe recordarse de modo especial que la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica haba dicho, dcadas atrs, que los principios de
derecho internacional universalmente reconocidos, contenidos en tratados vlidos, son superiores a los preceptos constitucionales.
V. Piza Escalante Rodolfo. "Rgimen de los tratados internacionales en el derecho de la Repblica de Costa Rica". En: Revista de
Ciencias Jurdicas, San Jos, 1967, N. 9; pp. 191-198, cit. por Burgenthal Thomas, Norris Robert E. y Shelton Dinah, "La proteccin
de los derechos humanos en las Amricas", Madrid 1990, Instituto Interamericano de Derechos Humanos-Ed. Civitas; p. 503.
85
dualista del derecho de propiedad enunciado en la Constitucin, y una concepcin afiliada al estado social de derecho, que pueda animar, respecto al mismo
derecho, al pacto o tratado internacional).
En cualesquiera de estas variables (conflicto estrictamente normativo o conflicto
ideolgico; o conflicto mixto, normativo-ideolgico), debe, en esta posicin, triunfar
el tratado internacional. La clusula constitucional contraria al tratado Pasa a ser
derecho invlido.
b) efecto 2 (o de la armonizacin). Desde esta perspectiva, como derecho inferior,
los preceptos de la Constitucin tienen que interpretarse segn los artculos y la
ideologa del tratado. Una directriz en tal sentido puede hallarse en el Art. 93
de la Constitucin de Colombia de 1991, inspirado sin duda' en el Art. 10 de la
espaola de 1978: "Los derechos y deberes consagrados en esta Carta, se interpretarn de conformidad con los tratados internacionales sobre derechos humanos ratificados por Colombia". Vale decir, que entre las mltiples posibilidades exegticas que puede brindar una norma constitucional, el aplicador de ella
debe preferir la alternativa que adecue la Constitucin al tratado, y no la que la
oponga.
Mediante la interpretacin "armonizante"3 de la Constitucin respecto al tratado,
pueden "rescatarse" numerosas normas constitucionales, a fin de evitar la declaracin de su invalidez y en cambio, tornarlas tiles y acordes con el instrumento
internacional.
Sobre la doctrina de la interpretacin armonizante, nos remitimos a nuestro "Derecho Procesal Constitucional. Recurso extraordi-
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MECANISMOS DE INCORPORACIN DE LOS TRATADOS INTERNACIONALES SOBRE DERECHOS HUMANOS AL DERECHO INTERNO
be el Congreso, pero siempre que lo haga con una mayora calificada de las dos
terceras partes de la totalidad de los miembros de cada Cmara. En ese caso, es
factible divisar una "jerarqua constitucional mediata" (en el maana, y por voluntad del Congreso) de esos instrumentos sobre derechos humanos4.
b) otro procedimiento estriba en reconocer a los habitantes "la plena vigencia de los
derechos consignados" en determinados tratados o convenciones aludidos explcitamente por la Constitucin (tal es la ruta elegida por el Art. 46 de la nicaragense). En tal hiptesis la Constitucin no dice expresamente que los tratados
del caso posean rango constitucional, pero de todos modos tienen ese nivel, ya
que el texto constitucional los declara vigentes en el pas. Si una ley ordinaria se
opusiera a alguno de dichos tratados, tambin se opondra al precepto constitucional que los proclama como obligatorios. Los tratados referidos tuentan con
jerarqua constitucional "inmediata".
c) en otros supuestos se opta por una asimilacin genrica de los tratados o convenciones al texto constitucional. Tal fue la opcin del Art. 105 de la Constitucin del
Per de 19795, cuando dijo que "Los preceptos contenidos en los tratados relativos a derechos humanos, tienen jerarqua constitucional". Vemos que en esta
variable la Constitucin involucra tanto a los tratados presentes como a los futuros, esto es, que cubre las hiptesis de "jerarqua constitucional inmediata" y
"mediata".
5. Efectos y conflictos
La variante de la "constitucionalizacin" de un tratado de derechos humanos genera puntos de contacto del tratado tanto con la Constitucin local como con el resto de las leyes de
un Estado.
A) Aproximaciones con la Constitucin nacional
Suponiendo que no haya oposiciones entre la Constitucin y el tratado, el intrpreteoperador se encontrar con documentos de la misma categora jurdica. Eso genera ya un
problema de "entendimiento" o de "comprensin" de los derechos humanos en juego,
esto es, si se los interpreta con "sintona nacional" o con "sintona internacional", vale
decir, segn las pautas ideolgicas y las creencias de la Constitucin y de la comunidad
local, o con las del tratado internacional.
Esta grave cuestin ha sido enfrentada alguna vez sostenindose, v. gr. por la Corte
'Conviene advertir que en el caso argentino, fuera de los tratados "constitucionalizados" del Art. 75 Inc 22, hay otros que tambin
versan sobre derechos humanos pero que al no tener rango de norma constitucional, valen ms que las leyes comunes, pero menos
que la Constitucin (Art. 75 Inc. 22 in limine).
'Cabe pensar que si un tratado internacional sobre derechos humanos entraba en colisin con algn artculo de la referida Constitucin, deba ser aprobado por el mismo procedimiento que regulaba la reforma de ella, a tenor del Art. 103 de tal texto.
87
Suprema de Justicia de Argentina, que los derechos constitucionales que son tambin contemplados por el Pacto de San Jos de Costa Rica tienen que ser interpretados segn las
pautas de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y los pronunciamientos de la
Comisin Interamericana de Derechos Humanos, cuyas directrices deben servir en tales
temas de gua para los jueces argentinos6. Es una buena solucin, que en el fondo prioriza
al derecho internacional sobre el nacional.
Pero tambin es correcto sostener que en la aplicacin local de los derechos de
fuente internacional "constitucionalizados", puede y debe haber un cierto "margen nacional" en su entendimiento y efectivizacin, atendiendo razonablemente las particularidades
nacionales (creencias, valoraciones, idiosincrasia, posibilidades, normas constitucionales
conexas, etc.), siempre que ellas no desvirten la esencia de lo que el tratado internacional
quiere asegurar. Con esto quiere significarse que el mismo derecho enunciado en un tratado puede tener algunas variantes justificadas de aplicacin, en distintos Estados.
Un dilema muy especial se presenta cuando alguna clusula de un tratado "constitucionalizado" resulta opuesta a alguna regla de la Constitucin. La cuestin no es meramente terica: En Argentina, por ejemplo, fue muy discutida la compatibilidad del Art. 14 del
Pacto de San Jos de Costa Rica, constitucionalizado segn el Art. 75 Inc. 22 de la Constitucin, y que garantiza el derecho de "rplica" (o de rectificacin y respuesta), con el Art.
14 de la Constitucin, que al proclamar el derecho de publicar las ideas sin censura previa,
implicaba, para algunos, la imposibilidad de obligar a alguien a publicar algo, aunque
fuera a ttulo de "rplica"7.
El tema da lugar a varias opciones. Una, paradojalmente, es negarlo. Recientemente, por ejemplo, la Corte Suprema argentina dijo que si el constituyente dio a algunos
tratados sobre derechos humanos alcurnia constitucional, eso significa que previamente
los estudi y consider compatibles con la Constitucin, razn por la que los poderes
constituidos (lase Corte Suprema, por ejemplo), no podan descalificar el juicio de armonizacin que ya haba hecho el poder constituyente'.
Otra va es reconocer que el conflicto puede existir, y que el operador del caso debe
primero procurar por todo medio razonable posible "compatibilizar hasta lo incompatibilizable". Despus, si esto es en el caso concreto una suerte de misin imposible, podr
recurrir a una regla cada vez ms preferida en la doctrina contempornea: dar prioridad al
precepto (Constitucional o del tratado) que mejor proteja al dere cho personal en cuestin9.
De no hallarse pese a todos estos intentos una respuesta jurdica razonable, habr que
ocurrir a los complejos y siempre opinables procedimientos de solucin de las "incoheren-
Corte Suprema de Justicia de la Nacin, La Ley Buenos Aires 1995-D-461 (caso "Giroldi") y La Ley Buenos Aires 1996-E-409 (caso
"Bramajo").
' El problema en el texto argentino es muy complejo, ya que el Art. 75 Inc. 22 de la Constitucin puntualiza que los tratados,
convenciones y declaraciones que all menciona, "...en las condiciones de su vigencia, tienen jerarqua constitucional, no derogan
artculo alguno de la primera parte de esta Constitucin y deben entenderse complementarios de los derechos y garantas por ella
reconocidos...". Ello permiti conjeturar que esos documentos internacionales, de haber conflicto, deban ceder ante los artculos de
la primera parte de la Constitucin, pero prevalecan sobre los de la segunda. Otros juzgaron que siempre haba que priorizar al
artculo que ms garantizase a las personas el derecho en cuestin. Una tercer postura privilegiaba en todo caso al texto constitucional sobre los instrumentos internacionales. V. Sags, Nstor Pedro. "Los tratados internacionales en la reforma constitucional
argentina de 1994", en La Ley 1994-E-1036.
'Corte Suprema de Justicia de la Nacin. En: "Chocobar" (27/12/96), considerando 12. Rev. La Ley, 1997-B-240.
9Cfr Albanese Susana, "La primaca de la clusula ms favorable a las personas", en La Ley 1996-C-518.
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MECANISMOS DE INCORPORACIN DE LOS TRATADOS INTERNACIONALES SOBRE DERECHOS HUMANOS AL DERECHO INTERNO
cias" o "inconsistencias" normativas entre normas de igual nivel, que sern resueltas en la
experiencia jurdica, habitualmente, segn las bases ideolgicas del operador del caso'.
B) Aproximaciones de un tratado con otro tratado
Pero con esto no terminan todos los problemas. Bien puede ocurrir que una regla de
un tratado "constitucionalizado", entre en colisin con la norma de otro tratado igualmente "constitucionalizado". Es una situacin parecida a la oposicin descrita en el prrafo
anterior, y donde pueden aplicarse las mismas frmulas iniciales de solucin.
C) Aproximaciones entre el tratado constitucionalizado y las leyes ordinarias
El otorgamiento de rango constitucional a un tratado sobre derechos humanos coloca sin dudas al tratado por sobre la ley ordinaria. Esto provoca dos consecuencias:
' Sags, Nstor Pedro, "Derecho Procesal Constitucional. Recurso Extraordinario", op. cit.; p. 96 y ss. Entre algunos recursos de
compatibilizacin, pueden usarse el de dar prioridad a la norma ms nueva (aplicando analgicamente la tesis lex posterior derogat
priori), de tratarse de preceptos aprobados en distinto momento; o entender que las dos reglas jurdicas, de ser totalmente contrapuestas, se neutralizan entre s y por ende, nada disponen, etc. Cfr sobre el tema Kelsen Hans, "Teora pura del derecho", trad. de
Moiss Silva, 12a. edicin, Buenos Aires, 1974, Ed. Eudeba; pp. 164-169; Ross Alf, "Sobre el derecho y la justicia", 3a. edicin,
Buenos Aires, 1974, Ed. Eudeba; pp. 124 y ss.
En definitiva, y de haber conflicto entre la Constitucin y un tratado "constitucionalizado", es muy probable que el adscripto a una
posicin "monista" (v. supra, pargrafo 2) prefiera al tratado, y un simpatizante de la postura "dualista" (v. infra, pargrafo 6), a la
Constitucin. En esta ltima hiptesis, la Constitucin es tradicionalmente valorada como jurdica y polticamente "sagrada", pero
no es sntido como "sagrado" el tratado con valor de texto constitucional.
" Sobre el criterio de la Corte Suprema de Justicia de Chile y su desestimacin por la Comisin Interamericana de Derechos Humanos
(Informe 11/96), v. La Ley, Buenos Aires 1996-D-1687, y Dulitzky Ariel, "La censura previa en la Convencin Americana sobre
derechos humanos. El caso Martorell", en La Ley, Buenos Aires 1986-D-1677. En cuanto el criterio de los jueces de la Corte Suprema
de Justicia de Argentina Barra y Boggiano, que admiten en ciertos casos la censura judicial en pro de la tutela del honor e intimidad,
aun dentro del Pacto de San Jos de Costa Rica, v. el caso "Servini de Cubra". En: Corte Suprema de Justicia de la Nacin, "Fallos"
315:1943; y Sags Nstor Pedro, "The Judicial Censorship to the Press in Argentina", En: Southwestern University Journal of Law
and Trade in the Americas, en prensa.
89
nal, para que sta las corrija (tal es el caso de, por ejemplo, la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, para el caso del Pacto de San Jos de Costa Rica). Pero si tal sistema
recursivo no existe, es probable que la interpretacin desnaturalizadora local quede firme e
impune.
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MECANISMOS DE INCORPORACIN DE LOS TFtATADOS INTERNACIONALES SOBRE DERECHOS HUMANOS AL DERECHO INTERNO
cionalistas del pacta sunt servanda y de la bona fide, al obligarse el Estado a cumplir con el
tratado digan lo que digan las leyes locales.
Consltese sobre el tema: Casiello, Juan P. "Derecho Constitucional argentino", Buenos Aires 1954, Ed. Perrot; p. 132; y en especial
a Barberis, Julio A., "La convencin de Viena sobre el derecho de los tratados y la Constitucin argentina". En: Prudentia Juris,
Buenos Aires, 1985/6, vols. XVII-XVIII; p. 178, con mencin de las sentencias de la Corte Suprema de Justicia de la Nacin registradas
en Fallos 150:86 y 165:145.
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MECANISMOS DE INCORPORACIN DE LOS TRATADOS INTERNACIONALES SOBRE DERECHOS HUMANOS AL DEFtECHO INTERNO
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Presentacin
Empleando como marco de referencia bsico a la Constitucin Peruana de 1993, en este
trabajo formulamos un anlisis sobre aquellas normas que adems de responder a la idea
de "derechos humanos", se encuentran contempladas en los tratados internacionales sobre
la materia en los cuales el Per es parte concernida.
Estos tratados recogen obligaciones de los Estados partes como el Per para con
los individuos sujetos a su jurisdiccin, quienes aun cuando no intervinieron en la adopcin
de los acuerdos respectivos, resultan sin embargo los destinatarios principales de dichos
acuerdos.
La temtica a que aludimos est muy lejos de ser meramente retrica o de poca
entidad. Advirtase que los contenidos de las disposiciones sobre derechos humanos se
refieren a aspectos trascendentales como son entre otros y por ejemplo las libertades y/
o derechos relativos a la vida, opinin, expresin, trnsito, salud y educacin, que asisten a
las personas.
Con todo, el texto que ac se ofrece mantiene un carcter de ensayo y expresa la
opinin del autor, sin que necesariamente involucre una posicin institucional de la Academia de la Magistratura.
La naturaleza verdaderamente esencial de este tipo de materias, ha llevado a importantes sectores de la doctrina a referirse a los derechos humanos con el calificativo de
* Este tema fue tambin abordado bajo el ttulo "Los Tratados Internacionales sobre Derechos Humanos en la Constitucin Peruana
de 1993" (Cfr Revista Jurdica del Per, N 4. Ed. Normas Legales, Trujillo, 1996; pp. 91-104. Asimismo, Revista Derecho y Sociedad,
N 12. Ed. Asociacin Derecho y Sociedad, Lima, 1997; pp. 91-100). Sin embargo, en esta oportunidad no slo se incluyen nuevos
elementos sino que, producto del debate suscitado por aquellas publicaciones, se formulan replanteamientos sustanciales en algunos puntos y se ajustan numerosos enfoques.
95
96
TIDH sobre reconocimiento del derecho al "Debido Proceso" en toda circunstancia y para
todas las personas que lo requieran, de un lado, no debera incorporarse al ordenamiento
jurdico peruano si nuestras normas constitucionales permitieran recortar o desconocer tal
derecho en determinadas circunstancias a algunas personas y, de otro lado, que una ley
dictada con posteridad a la adopcin por el Per del TIDH podra derogar a ste.
Dicho en otras palabras, por su rango de "ley" el TIDH debera corresponder a los
contenidos de la norma de rango mayor, como es la Constitucin, y a la vez, podra ser
derogado por una ley posterior en el tiempo.
Sin embargo, un anlisis ms preciso de las reglas constitucionales especficas encamina el anlisis hacia derroteros diferentes.
En efecto, la propia Carta Poltica actual regula la circunstancia de que un Tratado
Internacional "afecte" disposiciones constitucionales, en cuyo caso aqul debe ser aprobado "por el mismo procedimiento que rige la reforma de la Constitucin, antes de ser ratificado por el Presidente de la Repblica" (Art. 57 segundo prrafo)2.
Al respecto, valga hacer el siguiente hincapi. El vocablo "afectar " alude esencialmente a generar alteracin o cambio, lo que en la situacin mencionada supondra que un
Tratado acarrease la modificacin de los alcances de una o varias normas constitucionales.
Es importante precisar adems que en rigor el empleo y culminacin del procedimiento aludido, cuando se refiere a tratados internacionales (incluidos los TIDHs), no comportar la variacin o reforma stricto sensu de las respectivas normas constitucionales originarias, sino slo la puesta en suspenso de las mismas.
En este sentido, el anlisis del Art. 103 de la Constitucin de 1979 resulta apropiado
para el examen de la disposicin correspondiente de la Carta actual, dada su similitud3.
Retomando las opiniones de Miguel de la Lama cuando aborda este tema4, es de
sealar que l puntualiza que aun cuando existiera incompatibilidad entre las estipulaciones de un Tratado y disposiciones constitucionales, no existe impedimento para la aprobacin del Tratado. Aade que ante tal circunstancia el Tratado regir las relaciones del Per
con los otros estados u organizaciones internacionales involucrados en dicho convenio,
mientras, por otro lado, las normas constitucionales podrn seguir siendo invocadas frente
a estados u organizaciones que no resulten partes en el acuerdo internacional.
An ms, a los efectos de nuestro objeto de anlisis, precisa dicho autor que la
norma constitucional recobrvigencia plena si el Tratado llega a terminar o si es sustituido,
Estando a los alcances del Art. 206 de la Carta, la iniciativa para la reforma de la Constitucin corresponde al Presidente de la
Repblica con la aprobacin del Consejo de Ministros, y a los congresistas.
El procedimiento supone la aprobacin respectiva por el Congreso durante dos legislaturas ordinarias sucesivas con una votacin
favorable, en cada caso, superior a los dos tercios del nmero legal de congresistas.
Si no se opta por la va de las dos legislaturas, cabe la iniciativa en el trmite a un nmero de ciudadanos que represente al menos el
0.3% de la poblacin electoral, con firmas comprobadas ante la autoridad correspondiente; circunstancia sta en la que el procedimiento slo exigir la mayora absoluta del nmero legal de congresistas y la ulterior confirmacin mediante referndum.
3 El texto de la Carta anterior sealaba: "Cuando un Tratado Internacional contiene una estipulacin que afecta a una disposicin
constitucional, debe ser aprobado por el mismo procedimiento que rige la reforma de la Constitucin, antes de ser ratificado por el
Presidente de la Repblica".
En esencia igual dispositivo se reitera en el segundo prrafo del Art. 57 de la Constitucin actual, pues su texto establece: "Cuando
el tratado afecte disposiciones constitucionales debe ser aprobado por el mismo procedimiento que rige la reforma de la Constitucin, antes de ser ratificado por el Presidente de la Repblica".
De la Lama Eggerstedt, Miguel. "La Constitucin Poltica de 1979 y los Tratados". En: "La Constitucin Poltica de 1979 y sus
problemas de aplicacin". Ed. Cultural Cuzco SA. Lima, 1987; pp. 487-492 especialmente.
Cfr. igualmente a Fernndez Maldonado, Guillermo. " Los Tratados Internacionales y el Sistema de Fuentes de Derecho en el Per".
En: Revista Derecho N42-43, Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Catlica del Per, Lima, 1991; pp. 337-370.
98
por cuanto aquella norma (constitucional) no fue en estricto modificada sino como antes
se dijo suspendida parcialmente en su vigencia, mediante un procedimiento idntico al de
la reforma de la Constitucin pero acarreando consecuencias distintas a las de la reforma
propiamente dicha.
Acudiendo al ejemplo hipottico antes imaginado, el TIDH que reconociera el Derecho al "Debido Proceso" en forma total podra ser adoptado por el Pen aun cuando la
Constitucin admitiera el recorte o desconocimiento de tal derecho "en algunos casos". Y
dado que, ya fuera del ejemplo, la propia Carta Constitucional franquea este tipo de posibilidad, aparece evidente que los tratados internacionales en general y ciertamente los
TIDHs, no se cien al Principio de Jerarqua Normativa de la misma manera que lo hacen las
leyes comunes de nuestro ordenamiento jurdico interno, pues stas no deben dictarse en
ningn caso al margen del conjunto de preceptos constitucionales, mientras que, como
vimos, los tratados pueden no coincidir con uno o varios preceptos constitucionales por as
autorizarlo la misma Carta, siempre que para la adopcin de aquellos se hubiere recurrido
a idntica va procesal que la que se emplea cuando se busca reformar la Constitucin.
Resta an por analizar si una ley dictada con posterioridad a un TIDH, puede derogarlo o
descartarlo del ordenamiento por poseer un contenido opuesto al de ste; vale decir, si con
los TIDHs rige estrictamente el Principio de Sucesin de Normas en el Tiempo que se aplica
al comn de las normas jurdicas en el Per.
En torno a esto debe advertirse que en la Carta vigente, las regulaciones sobre normas con rango de ley no son uniformes para efectos de su derogatoria.
Un caso que tomamos a guisa de ejemplo, es el de las Leyes Orgnicas. Para sancionarlas, segn las regulaciones vigentes, adems de requerirse que la Constitucin haya
previsto que una determinada materia sea regulada por este tipo de norma, los proyectos
respectivos deben ser aprobados con el voto de ms de la mitad del nmero legal de los
congresistas; as tambin para que las leyes orgnicas ya en vigor puedan sufrir modificacin y por extensin derogatoria se precisar que los proyectos legales respectivos sean
aprobados por una mayora igual o superior a la ya mencionada (Art. 106 in fine de la
Carta actual). Se sigue de ello, que una disposicin legal dictada con posteridad a una ley
orgnica, no podr derogar a sta aun cuando verse sobre una materia prevista constitucionalmente, si no resulta aprobada cumplindose el aludido requisito de la mayora calificada de votos.
Otro caso de mencin especial es el de los denominados "Contratos-Ley", en cuya
virtud el Estado puede establecer garantas y otorgar seguridades en materia econmica,
sin que sea posible que mediante ley "posterior" sufran modificaciones (Art. 62 in fine de
la actual Carta).
En el caso de los TIDHs tambin existen peculiaridades de gran importancia, pues
como se advertir de inmediato no resulta factible que las leyes, aun cuando fueren posteriores en el tiempo, puedan "derogarlos", enervados o descartarlos de nuestro ordenamiento jurdico.
99
En este sentido cabe enfatizar que la Constitucin dispone que tanto la Declaracin
Universal de Derechos Humanos como los tratados y acuerdos internacionales sobre las
"mismas materias" ratifiqdos por el Per, son pauta de interpretacin de los derechos y las
libertades reconocidos en la Carta (Cuarta de las Disposiciones Finales y Transitorias). Siendo as, los TIDHs ratificados poseen fijeza y por consiguiente no pueden sufrir derogatoria
por ley alguna, mientras permanezcan reconocidos. por nuestra Carta Magna como matriz
interpretativa de los derechos y libertades constitucionales'.
100
El que establece como deber primordial del Estado peruano, el garantizar la plena
vigencia de los derechos humanos (Art. 44).
Precepto cuyo contenido no deja dudas acerca del respeto a los TIDHs como parte
de la garanta de la vigencia plena de los derechos humanos.
Dicho en otras palabras, la denuncia de un TIDH queda abierta en trminos formales como posibilidad, pero siempre y cuando resulte "constitucional"; es decir,
resulte congruente, al menos, con las disposiciones de la Carta que acabamos de
mencionar; hiptesis sta inimaginable toda vez que no encontramos cmo la
supuesta denuncia de un TIDH puede conciliar con tales disposiciones. Pero en
todo caso, mientras una denuncia que cumpla con estas disposiciones no se presente, el TIDH permanecer inclume e integrando el ordenamiento jurdico del
Per por mandato del Art. 55 de la Carta, sin que ley incluso posterior repetimos pueda enervar su aplicabilidad y alcances.
11.1.a) Los T1DHs poseen un rango jerrquico normativo superior al de las leyes
Esta tesis, tomando precisamente en cuenta que la existencia y permanencia jurdica de los
TIDHs en el ordenamiento no responde a las reglas comunes o caractersticas de las leyes en
general, considera que ellas ocupan inequvocamente un rango jerrquico inferior. Eso
explica que las leyes encuentren en los TIDHs una "fuerza de resistencia" que hace imposible derogarlos o descartarlos del ordenamiento jurdico.
Esta tesis, adems, no olvida que la letra del artculo 200 numeral 4 de la Constitu-
101
cin seala a la Accin de Inconstitucionalidad como medio, llegado el caso, para fulminar
a los TIDHs contraventores de la Carta Poltica "en la forma o en el fondo".
En torno a esto se plantea que segn el Art. 55 de la Carta, los tratados ya adoptados por el Per al entrar a regir aquella forman parte del Derecho nacional, por lo que
no podran resultar inconstitucionales en principio. (salvo que algn precepto recogido en
un TIDH resultara abiertamente incompatible con la Carta; hiptesis que examinaremos
luego).
Y en cuanto a los TIDHs adoptados a partir de la entrada en vigencia de la Carta, es
obvio que si respetan lo previsto en ella devendra infructuoso su cuestionamiento mediante la Accin de Inconstitucionalidad, pues no obstante que los TIDHs en referencia tuvieren
estipulaciones que no coincidieran o colisionaran con algunas normas constitucionales "originarias", podran ser vlidamente acogidos en nuestro ordenamiento si es que se hubiere
cumplido lo preceptuado por el segundo prrafo del Art. 57 de la Carta Magna; vale decir,
si se emple para su incorporacin al Derecho nacional el procedimiento que tambin se
destina a la reforma de la propia Carta. De tal manera, entonces, en este supuesto tampoco
se habr contradicho la Constitucin sino, ms bien, cumplido la misma.
Concluye la tesis sosteniendo que el ya acotado Art. 200.4 constitucional, debe
entenderse en el sentido de habilitar la Accin de Inconstitucionalidad solamente contra las
normas congresales con rango de ley que aprueban la incorporacin de los TIDHs al ordenamiento jurdico. Esto en el Per se formaliza mediante Resoluciones Legislativas, a las que
se les asigna dicho rango' .
Dicho en otros trminos, slo cabra impulsar la Accin de Inconstitucionalidad contra las Resoluciones Legislativas referentes a la incorporacin de los correspondientes TIDHs
al ordenamiento jurdico, franquendose as un anlisis jurisdiccional no ya sobre el contenido del Tratado, sino sobre si en la dacin o dictado de la Resolucin Legislativa se cumplieron el procedimiento y las exigencias constitucionales en general, previstas al efecto.
Concluimos la referencia a esta tesis de la superioridad jerrquica de los TIDHs ante
las leyes, citando sucintamente una reflexin que creemos podra esgrimirse a favor de la
misma:
"Es improbable que se ratifique un tratado que contravenga en el fondo una norma
constitucional. Mxime, cuando el segundo prrafo del Artculo 57 contempla el procedimiento para aprobar un tratdo que 'afecte disposiciones constitucionales'.
Se asumira por tanto que las acciones de inconstitucionalidad pueden interponerse vlidamente contra resoluciones legislativas a
pesar que el Art. 200.4 de la Carta no indica expresamente a tal especie normativa, cuando menciona los textos legales susceptibles
de cuestionarse mediante aquella accin.
Ello descansa en el entendido razonable por cierto de que el listado de tipos normativos que seala el acotado precepto, no es en
modo alguno taxativo o cerrado, sino que puede comprender en sus alcances tanto a las resoluciones legislativas como tambin, por
ejemplo, a los "Decretos Leyes" dictados por gobiernos de facto. Este criterio evita excluir del control de constitucionalidad directo
a las especies normativas que acabamos de indicar, las cuales, de otro modo y a diferencia de todas las otras formas legales,
102
Congreso aprueba un tratado que afecte disposiciones constitucionales, sin seguir el procedimiento que se establece en el segundo prrafo del artculo 57"8.
rango jerrquico normativo puede suceder que algunos asuntos sean regulados por determinado tipo de preceptos; y a la vez existan otros asuntos cuya regulacin corresponda
prioritariamente a otro tipo de especie normativa que, no obstante, insistimos, se encuentre en igual nivel.
La doctrina habla de la posibilidad de "una distribucin de competencias entre fuentes situadas en el mismo grado jerrquico", y con mayor detalle recuerda que "las fuentes
[fuentes del Derecho, se entiende. HRES1 tienen siempre una jerarqua (elemento necesario,
supone relacin de subordinacin y rea coincidente) y pueden tener una competencia
(elemento [...que...] supone una relacin de equiparacin y reas separadas por el territorio, la materia, el rgano o el procedimiento). La jerarqua, por tanto, coloca a las fuentes
en lnea vertical, en un mismo campo, sometiendo unas a otras; mientras la competencia
las coloca en la lnea horizontal, en campos diversos, a un mismo nivel"'.
Este principio aparece en nuestro ordenamiento cuando, por ejemplo, se dispone
que las municipalidades tienen competencia para "planificar el desarrollo urbano y rural de
sus circunscripciones, y ejecutar los planes y programas correspondientes" (Art. 192.4 consCfr. de Pirola y Balta, Nicols y Carolina Loayza Tamayo. "Comentarios sobre la recepcin del Derecho Internacional en las Constituciones de 1979 y 1993". En: lus et Praxis Nros. 21-22. Ed. Facultad de Derecho y Ciencias Polticas de la Universidad de Lima,
Lima, 1994; p. 174.
9 Cfr Pizzorusso, Alessandro. "Lecciones de Derecho Constitucional". Ed. CEC, Madrid, 1984; Tomo II, p. 199. Valga aadir que este
autor considera que el Principio de Competencia es, a fin de cuentas, "una especfica manifestacin del de especialidad" (icf).
' Neves Mujica, Javier. "Fuentes y Principios Laborales en la Constitucin". En: Trabajo y Constitucin. Ed. Cuzco S.A., Lima, 1989;
p. 35 (los resaltados son nuestros).
8
103
titucional), y a la vez se seala que, al igual que las leyes, poseen idntico rango jerrquico
"las ordenanzas municipales" (Art. 200.4 constitucional).
Similarmente se dispone que "las Regiones tienen autonoma poltica, econmica y
administrativa en asuntos de su competencia", como la "coordinacin y ejecucin de los
de tratados, si bien forman parte del Derecho peruano mientras estn en vigor (Art. 55
constitucional), a diferencia del resto de especies normativas NO podrn ser fulminados o
excluidos de nuestro ordenamiento sino por el especfico procedimiento de la "denuncia"
ya mencionado anteriormente, o merced a la terminacin de su vigencia por expresa disposicin del mismo Tratado o, finalmente merced a su sustitucin por otros TIDHs que as lo
establezcan y que hubieren sido adoptados por el Per segn las pautas constitucionales
respectivas. La manera especial de adopcin (produccin) y extincin de los TIDHs, as, da
cuenta de la presencia del Principio de Competencia que es, en palabras de Pizzorusso,
"una especfica manifestacin de especialidad" (crf supra la nota 8).
Es esta posicin, creemos, la que aparece ms consistente al asimilar el rango de
"ley" de los TIDHs con la virtual invulnerabilidad de stos frente a las leyes, las cuales no
podrn ser aplicadas si contravienen los alcances de dichas normas internacionales (y nacionales) sobre derechos humanos.
I' Se ha sostenido al respecto que una tal interpretacin "debe efectuarse cuidadosamente para que la frmula del contrapeso o
'balancing' atienda a la funcin que le es propia, es decir, que respete el equilibrio constitucional y garantice la efectividad de los
derechos en su conjunto y para el caso concreto a la vez". Cfr. Freixes Sanjun, Teresa. "Constitucin y Derechos Fundamentales I
- Estructura Jurdica y Funcin Constitucional de los Derechos". Ed. PPU, Barcelona, 1992; p.63.
105
En este supuesto queda abierto el camino para que se reconozca a las disposiciones
del TI DH un carcter directamente constitucional. En efecto, as lo permite el Art. 3 de la
Carta donde se explicita que la enumeracin de los Derechos Fundamentales referida en los
artculos precedentes no es taxativa, sino que tambin tienen esa naturaleza otros derechos
recogidos en la propia Carta e igualmente "otros de naturaleza anloga o que se fundan en
la dignidad del hombre, o en los principios de soberana del pueblo, del Estado Democrtico de Derecho y de la forma republicana de gobierno" (sic).
Los TIDHs recogen derechos que responden a esas caractersticas, pues resultan "anlogos" a aquellos que la Carta denomina Derechos Fundamentales, se fundan sin duda en
la "dignidad" del hombre'', y lejos de oponerse, son congruentes con los principios de
soberana del pueblo, Estado Democrtico de Derecho e inclusive con los de la forma
republicana de gobierno.
Siendo as, creemos que todos los derechos recogidos en los TIDHs; aun cuando no
posean un equivalente en el texto de la Carta, pueden ser constitucionalizados. Para ello,
no ser preciso ampliar dicho texto con nuevos preceptos expresos mediante el mecanismo
de reforma constitucional, sino que bastar que merced al Art. 3 de la Carta se declare
jurisdiccionalmente la constitucionalizacin respectiva. Declaratoria que de principio estimamos corresponde principalmente al Tribunal Constitucional, pues segn la propia Carta
"es el rgano de control de la Constitucin" (Art. 201) y tiene la atribucin de resolver en
ltima instancia las resoluciones denegatorias de las acciones de Hbeas Corpus, Hbeas
Data y Amparo y de Cumplimiento (Art. 202).
'2 Nos remitimos en este aspecto a lo sealado en la nota 6 del presente trabajo.
107
derechos constitucionales propiamente tales, sino a procurar el respeto del orden normativo establecido y de las disposiciones administrativas derivadas de l.
108
Se sigue de lo dicho que las acciones de garanta que hemos referido ltimamente
no seran susceptibles de derivar en la recurrencia ante instancias internacionales, si es que
no involucran una afectacin clara de derechos constitucionales, y an ms, si es que no
conciernen a la defensa de derechos fundamentales o derechos humanos, pues los tratados
internacionales sobre la materia que establecen instancias precisamente supranacionales,
estn diseados para la atencin de reclamos sobre esos y no otros derechos.
Ahora bien, detengmonos en el tema de los derechos susceptibles de protegerse
mediante acciones de garanta especialmente diseadas para tal propsito (y que posibilitan, como se dijo, la recurrencia ante instancias supranacionales de ser el caso).
La Accin de Hbeas Data concierne de manera exclusiva a los derechos a solicitar
informacin y a que los servicios informticos no suministren informaciones daosas a la
intimidad personal o familiar (los prev, segn se indic, el Art. 2 incisos 5 y 6 de la Carta).
La Accin de Hbeas Corpus concierne a los derechos relativos a "la libertad individual o los derechos constitucionales conexos" (sic, Art. 200.1 de la Carta), y finalmente, la
Accin de Amparo concierne a "los dems derechos reconocidos por la Constitucin" (sic,
Art. 200.2 de la Carta).
En nuestra opinin, las acciones de Hbeas Corpus, Hbeas Data y de Amparo
dentro de sus respectivos mbitos de proteccin as como se destinan a la defensa de los
derechos fundamentales recogidos expresamente por la Constitucin, son susceptibles de
emplearse para la defensa de aquellos otros que estando recogidos slo en los TIDHs lleguen a ser "constitucionalizados" en la va jurisdiccional conforme indicamos en el punto III
del presente trabajo, suscitndose la posibilidad de la recurrencia a instancias supranacionales.
Valga nuevamente recordar que segn el Art. 205 constitucional, la opcin de acudir a
dichas instancias queda consagrada con un tenor que seala la posibilidad de "recurrir a
tribunales u organismos internacionales constituidos segn tratados o convenios de los que
el Per es parte".
Un primer aspecto a anotar es que entre las entidades internacionales de proteccin
de derechos humanos ms relievantes puede mencionarse al Comit de Derechos Humanos
del Sistema de las Naciones Unidas, y a la Comisin y a la Corte Interamericanas de Derechos Humanos (Sistema de Proteccin Interamericano).
Slo los pronunciamientos definitivos de la Corte en casos de litigio poseen la condicin de sentencias, entendindose que por ello deben ser de obligatorio acatamiento. En
cuanto a los otros organismos, los pronunciamientos que emiten poseen una naturaleza no
jurisdiccional y se asimilan a la idea.de recomendaciones o simples requerimientos, por lo
cual suele asumirse que no son vinculantes u obligatorios.
Creemos, empero, que el examen de nuestra normativa constitucional arroja una
interpretacin distinta. En efecto, adems de que el acatamiento de los pronunciamientos
debera producirse siempre en virtud del principio pacta sunt servanda toda vez que con
109
V Palabras finales
El conjunto de anlisis efectuados en este documento deriva principalmente de las opciones de nuestra Constitucin respecto a los preceptos sobre derechos humanos contenidos
en los tratados internacionales sobre la materia; ellos, al encontrarse integrados a nuestro
Derecho nacional, determinan las consecuencias que hemos venido anotando en los diversos puntos abordados.
Resulta evidente que esto concierne y obliga a los poderes constituidos, como lo son,
caractersticamente, el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial. Sin duda, lo dicho adems se
hace extensivo a todas las autoridades, sea que fueren administrativas, policiales o de
cualquier responsabilidad competencial.
No obstante, queremos ir 'concluyendo nuestras reflexiones enfatizando que laS normas de los TIDHs conciernen tambin a todos los peruanos que no desempean funcin de
autoridad pblica. Ciertamente, es respecto de ellos que en gran medida las autoridades
deben buscar el cumplimiento efectivo de dichas normas, pero suele olvidarse que conforme al Art. 38 de la Carta tales normas deben ser respetadas por todos sin distincin. No
cabr pues que se entienda vlida la afectacin por parte de un ciudadano, de los derechos
humanos o fundamentales de otro ciudadano pues ello atenta contra el ordenamiento
jurdico y es susceptible de rechazo legal.
Con todo, es preciso otra vez recordar que la bsqueda de cumplimiento de las
normas de derechos humanos tiene sentido y resulta necesaria aun ms all de la racionalidad propiamente jurdica, pues esas reglas y valores, por la naturaleza de su contenido,
aparecen como exigencias permanentes para lograr pautas aceptables de relacin entre
1 10
nosotros como individuos integrales. Tal, insistimos, posee una importancia que excede los
foros y abogados, pues se articula con la realidad cotidiana de nuestras vidas y determina
buena parte de la calidad real de las mismas. Por tanto, la bsqueda del cumplimiento de
los derechos humanos no es slo una aspiracin moral o exclusivamente jurdica, sino
tambin la pretensin de alcanzar niveles concretos de conviviencia social elementalmente
apropiados para el despliegue de nuestras posibilidades como personas.
111
113
ejemplo en Chile'. La diferencia ms notable se aprecia en Mxico pues su amparo comprende al hbeas corpus. Asimismo, en los pases que distinguen el amparo del hbeas
corpus, el objeto de proteccin no siempre es el mismo. En Colombia, por ejemplo, el
hbeas corpus slo protege la libertad personal (derecho a no ser detenido en forma arbitraria o ilegal); la integridad personal se defiende a travs de la tutela o amparo. En cambio, en Argentina, Costa Rica y Per, el hbeas corpus protege tanto la libertad fsica como
la integridad personal. Se trata, pues, de diferencias que hay que tomar en cuenta para
evaluar los alcances de algunos de los problemas que plantearemos en las lneas siguientes.
114
115
caso de que sta se constate, se dispone judicialmente que se repongan las cosas al estado
anterior a la violacin o amenaza de violacin del derecho en cuestin.
En consecuencia, no debe interpretarse que la vigencia de la libertad individual y la
eficacia de una sentencia de hbeas corpus que la protege trata de exonerar al quejoso del
juzgamiento correspondiente por los presuntos delitos cometidos, cuya responsabilidad
deber esclarecer el juez penal competente.
e) Por lo dems, el artculo 139 inciso 1) de la Constitucin reconoce la unidad y
exclusividad de la funcin jurisdiccional, precisando que no existe ni puede establecerse
jurisdiccin alguna independiente, con excepcin de la militar y la arbitral. En esta direccin, el artculo 173 del texto constitucional seala que en caso de "delito de funcin", los
miembros de las Fuerzas Armadas y de la Polica Nacional estn sometidos al fuero respectivo y al Cdigo de Justicia Militar. Los referidos dispositivos establecen la competencia de
los tribunales militares a partir de la nocin de delito de funcin sin referirse expresamente al proceso de hbeas corpus y, evidentemente, sin establecer que ste no procede frente
a las decisiones de la justicia militar.
f) De otro lado, tratndose del hbeas corpus carece de sustento constitucional
sostener que la Corte Suprema es la instancia que debe determinar cul es el rgano jurisdiccional competente, es decir, si conocer de este proceso le corresponde a la justicia ordinaria en rigor, constitucional o a la justicia militar; sencillamente porque el habeas corpus slo puede ser tramitado ante el Poder Judicial y, cuando la resolucin es denegatoria,
ante el Tribunal Constitucional. Y es que en el ordenamiento jurdico peruano, los tribunales
militares carecen de competencia para tramitar el hbeas corpus.
g) Adicionalmente, la experiencia comparada evidencia que la justicia militar no se
encuentra ajena a la procedencia del hbeas corpus cuando en forma manifiesta se afecte
la libertad individual. As por ejemplo lo ha entendido la doctrina y la jurisprudencia norteamericana al precisar que:
"las condenas de las cortes marciales militares estn sujetas a la revisin colateral
por los tribunales civiles federales en las peticiones de mandamientos de habeas
corpus, cuando se sostiene que la corte marcial procedi sin jurisdiccin, o que
fueron violados derechos constitucionales bsicos, o que se han presentado circunstancias excepcionales que son tan invalidantes que determinan una flagrante
injusticia"7.
Por tanto, los tribunales militares deben acatar las resoluciones de hbeas corpus. Su
incumplimiento vulnera el artculo 200 inciso 1) de la Constitucin, que contempla al
hbeas corpus como garanta constitucional, as como el respeto al debido proceso reconocido por el artculo 139 inciso 3) de la Constitucin.
' Corwin, Edward. "La Constitucin de los Estados Unidos y su significado actual", Buenos Aires, 1987; p. 158.
116
' Sentencia del Tribunal de Garantas Constitucionales, diario oficial El Peruano, Lima, 22 de agosto de 1987; p.13.
119
3. Hbeas Corpus correctivo y derechos de los reclusosLa doctrina ha bautizado al tipo de hbeas corpus destinado a corregir el trato indebido en
prisin y, de ser el caso, disponer el cambio de lugar de la detencin cuando no fuera el
adecuado, como hbeas corpus correctivou . En el derecho comparado lo admiten entre
otros pases, Argentina, Costa Rica y Per.
a) Uno de los casos polmicos se suscit con motivo de la incomunicacin de las
personas detenidas por delito de terrorismo pertenecientes al Movimiento Revolucionario
Tpac Amaru. Esta situacin se present en el contexto de la toma de la Embajada del
Japn y la vigencia de un rgimen de excepcin precisamente por miembros de dicha
agrupacin terrorista. Los familiares del lder de tal movimiento que se encontraba en
prisin presentaron la demanda de hbeas corpus pues la orden de incomunicacin y la
cancelacin de todo tipo de visitas careca de base legal.
b) El Juez Penal que conoci el caso declar infundada la demanda. La Sala Especializada de Derecho Pblico de la Corte Superior de Justicia de Lima que resolvi la apelacin,
en votacin dividida, declar fundada la demanda13 . La Corte sostuvo que:
"si bien se desprende de lo actuado que existira un hecho generador de la medida de suspensin de visitas; como es el de una probable toma de personalidades,
motn o huelga de hambre por parte de los internos tambin lo es que dadas las
condiciones de seguridad y control existentes en los Penales en que se encuentran
los sentenciados y procesados por delito de terrorismo, se puede establecer de
conformidad con lo sealado en el artculo 200 inciso 6 de nuestra Carta Magna, el cual seala que cuando se interponen acciones de esta naturaleza en rela" Defensora del Pueblo, "Informe sobre las levas y el Servicio Militar Obligatorio", Serie Informes Defensoriales N 3, Lima, agosto
1997.
Sags, Nstor, "Derecho Procesal Constitucional, Hbeas Corpus", Tomo 4, Buenos Aires, Ed. Astrea, 1988; p. 211.
13 Exp. N 265-97-HC, Lima, 18 de abril de 1997.
120
121
fueron designados para integrar otras Salas. Ello puede explicar que pese a que en este
caso tambin resultaba viable acudir al hbeas corpus correctivo, el Poder Judicial haya
desestimado las demandas presentadas.
122
terrorismo, espionaje y trfico ilcito de drogas constituyen los supuestos de excepcin respecto al plazo de detencin preventiva a que se refiere el literal f) del inciso 24) del artculo 2
de la Constitucin de 1993. En estos casos, las autoridades policiales pueden efectuar la
detencin preventiva de los presuntos implicados por un trmino no mayor de quince das
naturales. Aade este literal en su tercer prrafo que "Deben dar cuenta al Ministerio Pblico
y al Juez, quien puede asumir jurisdiccin antes de vencido dicho trmino"16.
De esta manera, se advierte que el trmino legal de quince das en que se ampara la
resolucin no constituye un plazo de exclusin de cualquier actuacin jurisdiccional respecto de las personas detenidas. Por el contrario, si un juez toma conocimiento de la detencin
de alguna persona bajo cualquier cargo y antes del vencimiento del plazo previsto, ser
competente para intervenir a fin de verificar que se hubieran configurado alguno de los dos
supuestos posibles de detencin legal mandamiento escrito y motivado del juez o flagran te delito.
c) Cabe agregar que el hbeas corpus puede incluso ser formulado en forma verbal,
tal como lo dispone el artculo 14 de la Ley de Hbeas Corpus y Amparo, Ley N 232506.
En efecto, podra ocurrir que un juez se apersone a una dependencia policial y que en tal
ocasin un detenido le pida verbalmente su intervencin porque considera que sufre una
privacin arbitraria de su libertad. En este caso, el juez podra acoger el hbeas corpus,
investigar, y si lo considera necesario disponer la libertad de la persona.
d) De lo expuesto se aprecia la legalidad de la actuacin de la jueza que resolvi el
hbeas corpus respecto a los delitos que se le imputaban ya que, conociendo la detencin
de dos personas, verific la legalidad de dichas intervenciones y, ante la arbitrariedad de la
detencin de una de ellas, dispuso su inmediata liberacin en cumplimiento del mandato
constitucional. Para ello no constitua impedimento alguno que no se hubieran vencido los
quince das naturales con que contaban las autoridades policiales por cuanto el origen de
dicha investigacin era un acto arbitrario revocado por la jueza. Resultaba evidente, adems, que este comportamiento no importa la comisin de delito alguno y, menos aun, del
delito de terrorismo.
De esta manera, en virtud del anlisis expuesto consideramos que los argumentos
esgrimidos por el ministro del Interior contenidos en la Resolucin Ministerial N 0595-971N-010101000000 carecen de sustento jurdico alguno. Es ms, podemos afirmar que la
mencionada resolucin constituye un acto inconstitucional que afecta la autonoma e independencia de los jueces. As lo entendi la Defensora del Pueblo al solicitar al Ministro del
Interior que deje sin efecto la citada resolucin administrativa. Posteriormente, ante la
intensos cuestionamientos, se expidi la Resolucin Ministerial N 0703-97-IN010101000000 que dej sin efecto la anterior resolucin.
e) Lo sucedido con los magistrados integrantes de la Sala Especializada de Derecho
Pblico de la Corte Superior de Lima fue algo similar, pues se denunci a sus integrantes,
Cfr Eguiguren Praeli, Francisco,"Libertad personal, detencin arbitraria y hbeas corpus: las novedades en la Constitucin de
1993", Lecturas sobre Temas Constitucionales 11. Lima, Comisin Andina de Juristas; pp. 13 y ss.
16
123
los doctores Sergio Salas Presidente, Elizabeth Mc Rae y Juan Cancio Castillo por haber
cometido delito de prevaricato y porque se consideraba que interferan con el ejercicio de
la jurisdiccin militar. Todo ello por haber resuelto sendas demandas de amparo y hbeas
corpus en contra de los tribunales militares.
Es ms, el Fiscal de la Nacin cuando consider que quien estaba cometiendo
delito era precisamente el Consejo Supremo de Justicia Militar al no acatar una orden
judicial firme y definitiva, fue amenazado de ser denunciado ante el Congreso de la Repblica por el Presidente de dicho Consejo Supremo por los delitos de prevaricato y abuso de
autoridad.
En la actualidad, la denuncia penal contra los magistrados ha sido desestimada,
pero qued sentado un grave precedente de afectacin a la independencia judicial de
quienes resolvan al margen de la opinin de ciertos sectores de poder y de una evidente
ausencia de apoyo de parte de la Corte Suprema respecto de sus propios jueces. Cabe
recordar que la Sala Constitucional de dicha Corte al amparo de una resolucin administrativa de la Comisin Ejecutiva del Poder Judicial, cambi la composicin de la Sala de Derecho Pblico y sustituy a los magistrados injustamente denunciados por otros.
124
todos los jueces penales. La racionalidad del citado dispositivo descansa en la necesidad de
brindar el ms amplio acceso a todas las personas para obtener una tutela judicial efectiva
de su derecho a la libertad individual.
b) Por tal razn, consideramos que la Resolucin dictada por la Comisin Ejecutiva
del Poder Judicial no slo afecta el principio de legalidad pues una resolucin administrativa no puede modificar una ley, sino adems restringe el libre acceso al hbeas corpus.
c) Esta situacin, motiv la intervencin de la Defensora del Pueblo a travs de la
Resolucin Defensorial N 052-97-DP de fecha 14 de octubre de 1997, mediante la cual se
recomend a la Comisin Ejecutiva que precise la resolucin que haba dictado en el sentido que todos los jueces penales pueden conocer y resolver los procesos de hbeas corpus,
En efecto, se resolvi "RECOMENDAR a la Comisin Ejecutiva del Poder Judicial que aclare el sentido de
la Resolucin Administrativa N 399-CME-PJ precisando que los procesos de hbeas
corpus pueden iniciarse no slo ante los Juzgados Transitorios Especializados en
Derecho Pblico, sino tambin ante cualquier juez penal".
De esta manera, se efectuaron puntuales recomendaciones a fin de establecer que el
proceso de reforma administrativa del Poder Judicial deba ser respetuoso del derecho al
debido proceso y no poda restringir el acceso al hbeas corpus.
6. Reflexin final
Hemos querido plantear uno de los temas centrales en la agenda de derechos humanos;
nos referimos a la vigencia de la libertad individual y la dificultad con que el proceso de
hbeas corpus se encuentra al momento de tratar de protegerla en el marco de una democracia debilitada.
Y es que an contina el desencuentro entre lo previsto por la Constitucin y lo que
sucede en la vida cotidiana, ejemplos concretos lo constituyen los temas aqu planteados.
No ha sido extrao que su empleo haya generado crticas indebidas y que algunos sectores
se hayan negado a respetarlo, propiciando enfrentamientos innecesarios y cuestionando de
raz su vigencia.
Esta situacin debe renovar la necesidad de fortalecer el proceso de hbeas corpus,
no slo en el plano normativo sino fundamentalmente en la forma cmo ha de ser resuelto
por las autoridades judiciales, y acatado por las autoridades polticas, militares y policiales.
No debe olvidarse que su eficacia constituye un decisivo indicador de la existencia de un
rgimen democrtico. Enfrentar colectivamente estos temas contribuir a garantizar no
slo la vigencia de la libertad individual, sino que a la vez, paulatinamente ir fortaleciendo
125
moderna aparecera en la doctrina contractualista, que, aun cuando tiene puntos de coin128
cidencia con los contratos por adhesin, rene caractersticas propias que lo distinguen de
los mismos con nitidez. Se trata de las denominadas clusulas generales de contratacin.
Este nuevo mecanismo jurdico, al igual que los contratos celebrados por adhesin no ha
sido producto de la imaginacin de juristas y doctrinarios, sino expresin de una realidad
econmica y social, y como tal se encuentra regulado adecuadamente en los cdigos civiles
modernos.
existe negociacin sobre los trminos contractuales que son impuestos necesariamente por
una parte a la otra, en las clusulas generales, gran parte de los trminos contractuales
vienen predispuestos con el fin de acelerar la contratacin, pero existiendo la posibilidad de
negociar elementos propios de cada uno de los contratos particulares.
Evidentemente, cuando las empresas ofrecen contratos por adhesin en base a formularios prerredactados o predispuestos, no se estar ante el fenmeno de las clusulas
generales, sino exclusivamente ante un contrato por adhesin ofrecido en base a formularios predispuestos. La nota caracterstica de las clusulas generales es la de acelerar la
contratacin masiva, dejando abierta la posibilidad a alguna negociacin entre las partes,
pero imponiendo el contenido de los contratos incluido en las condiciones generales. Como
se podr observar, existen elementos comunes entre ambas figuras, pero diferencias insalvables que impiden su confusin.
Caractersticas
Dentro de las caractersticas de las clusulas generales destaca en primer lugar, como es
evidente, la de su predisposicin, por cuanto son un instrumento utilizado por todas las
grandes empresas proveedoras de bienes y servicios consumidos o utilizados masivamente,
que tienen en consecuencia necesidad de celebrar contratos particulares en gran escala,
esto es, en masa o en serie con sus clientes, es decir, con los consumidores de los bienes y
servicios que proveen, fabrican o producen, estableciendo por anticipado gran parte del
contenido contractual de los mismos, con el fin de evitar la discusin o negociacin sobre
todo el contenido del contrato, dejando abierta la posibilidad de negociacin nicamente
respecto a los elementos propios de cada uno de los futuros contratos particulares. Sera
absurdo imaginar por un momento, que una empresa proveedora de un bien o servicio que
se utiliza en forma permanente y masiva, tenga que establecer caso por caso el contenido
de cada uno de los contratos que celebre con cada uno de los consumidores respecto del
mismo producto o servicio.
Con la utilizacin de las clusulas generales se facilita la contratacin en serie, hacindola ms rpida y fluida. Y para ello la predisposicin de las mismas es una caracterstica esencial, que no se presenta necesariamente en los contratos por adhesin, a pesar de
que los mismos se ofrecen tambin en gran medida en base a formularios predispuestos,
segn se ha indicado antes, aun cuando es bueno insistir que en esos casos se estar frente
a los contratos por adhesin, no a las clusulas generales de contratacin.
Como consecuencia de su naturaleza predispuesta, sealada claramente en el artculo 1392 cuando indica que las mismas son "redactadas previa y unilateralmente", otra
caracterstica esencial de las clusulas generales es que son siempre abstractas, es decir,
pensadas no en un contratante en particular, sino en una masa indeterminada de consumidores o futuros contratantes, y que son generales, en el sentido que sern de aplicacin a
una gran cantidad de futuros contratos, que sern celebrados con uniformidad justamente
en base a las mismas clusulas y no en consideracin a un contrato en particular. Por ello en
131
doctrina se entiende que las clusulas generales son un reglamento o esquema contractual
uniforme predispuesto elaborado con el fin de facilitar la contratacin masiva. La predisposicin, abstraccin y generalidad de las clusulas generales son pues las caractersticas
propias a las mismas y que las distinguen no slo de los contratos por adhesin, sino
tambin de las denominadas clusulas particulares que son las que forman parte del contenido propio de cada uno de los contratos particulares, y que podrn ser resultado de la
libre negociacin entre las partes.
Naturaleza jurdica
Ahora bien, ya se ha indicado que las clusulas generales de contratacin en s mismas no
tienen carcter vinculante sino desde el momento en que se incorporan al contenido de
cada uno de los contratos particulares celebrados con arreglo a ellas, pues al pasar a
formar parte del contenido de un contrato en particular las mismas ya forman parte de
dicho contrato y adquieren por ello fuerza obligatoria. No debe olvidarse que otro de los
principios fundamentales en materia de contratacin es que lo pactado es obligatorio, ley
entre las partes y por ende debe ser respetado y cumplido, segn lo indica con claridad el
artculo 1361 del Cdigo Civil cuando nos dice que "los contratos son obligatorios en
cuanto se haya expresado en ellos". La tesis del carcter normativo es minoritaria en la
doctrina contractualista, y entiende que las mismas clusulas, antes de su incorporacin al
contenido de los contratos particulares, tienen carcter y naturaleza normativa y como tal
seran vinculantes jurdicamente, no por su incorporacin al contrato, sino en s mismas por
su propia naturaleza. Esta tesis podra considerarse incorporada en el Cdigo Civil en la
medida que el artculo 1392 menciona expresamente "con el objeto de fijar el contenido
normativo de una serie indefinida de futuros contratos particulares".
No cabe duda alguna que la tesis normativa es reflejo de la concepcin del negocio
jurdico y del contrato, que se contrapone a la concepcin preceptiva negocial y a la doctrina del supuesto de hecho.
Como es sabido el negocio jurdico fue definido clsicamente como una declaracin
de voluntad que produca efectos jurdicos por haber sido queridos por el declarante. Esta
orientacin individualista resalt nicamente el rol del sujeto en el campo de la autonoma
privada, haciendo nfasis en el dogma de la voluntad, segn el cual si los negocios jurdicos
y contratos producan efectos jurdicos, ello era consecuencia del valor y la fuerza de la
voluntad individual en la medida que hubiera sido manifestada adecuadamente.
Esta tesis fue rechazada desde hace muchsimo tiempo por cuanto se entendi que
conceda al ordenamiento jurdico un rol meramente pasivo, dejando de lado el aspecto
fundamental de la valoracin normativa en el campo de los actos de autonoma privada.
Frente a la tesis clsica naci como respuesta la nocin del negocio jurdico como un
supuesto de hecho, es decir, como una hiptesis prevista en abstracto de una determinada
conducta humana que produca efectos jurdicos en la medida que se ajustara al esquema
legal contenido en el supuesto de hecho.
132
Esta segunda tesis tuvo y tiene todava un xito impresionante, por cuanto dej de
lado los prejuicios individualistas y voluntaristas que contaminaban el campo de la autonoma privada. Pero como no poda ser de otro modo, no lleg a satisfacer el criterio de todos
los juristas y pensadores en esta materia, que si bien aceptaron de buena gana el concepto
del supuesto de hecho, cuestionaron el contenido del mismo, o la abstraccin de la misma
nocin negocial. Frente a esta segunda tesis naci la doctrina preceptiva en materia de
negocios jurdicos y contratos.
La teora preceptiva en materia de autonoma privada plantea en esencia que slo
deben merecer la calificacin, o mejor dicho, la caracterizacin de negocios jurdicos y
contratos, los actos de la autonoma privada que estn dirigidos a cumplir una funcin
econmico social. Se entiende por esta ltima, dentro de la concepcin de Emilio Betti, la
funcin prctica que tiene trascendencia social, o que es til socialmente, o que responde
a un inters social, por 1..1 relevancia, constancia y normalidad, aprobada por la conciencia
social y que por ello mismo el derecho la considera digna de tutela.
El aspecto fundamental de esta teora se muestra no tanto con respecto a los contratos tipificados legalmente, sino principal y fundamentalmente con relacin a los contratos
atpicos; ya que en los tpicos, al estar su funcin econmico social incorporada en el
esquema negocia! establecido por la norma jurdica, es evidente que la funcin social del
contrato ha sido ya valorada por el ordenamiento jurdico como socialmente trascendente
y por lo mismo digna de la tutela legal, dentro de la lgica de esta orientacin. En los
contratos atpicos, por el contrario, no se produce esta valoracin especfica y anticipada
de su funcin social y es por ello precisamente que respecto de los mismos se plantea en
toda su magnitud la cuestin sobre el significado social de la autonoma privada. Los
contratos atpicos, como es evidente, para su justificacin y admisin por el ordenamiento
jurdico requieren necesariamente de una valoracin por parte de las normas jurdicas, la
misma que se da, no a travs de un esquema legal especfico o tipo legal, salvo el caso de
los contratos mixtos (que son el resultado de la combinacin libre y voluntaria de dos o ms
tipos legales), sino de esquemas legales genricos que reconozcan la posibilidad de celebrar contratos no tipificados legalmente, en la medida que se cumplan con determinados
requisitos legales y de valoracin social. Por ello, el significado social de la autonoma
privada, segn la tesis preceptiva, adquiere un matiz fundamental en el supuesto de los
contratos atpicos, por cuanto en ellos la valoracin del resultado social debe ser realizada
en cada caso en concreto, es decir, debe establecerse si su funcin social es digna o no de
tutela y reconocimiento.
Ahora bien, al aceptar la casi totalidad de los autores (posteriores a Betti) que se
puedan celebrar contratos atpicos que no estn tipificados socialmente, sino que sean
exclusiva creacin de la voluntad de los particulares, en forma indirecta e inconsciente
dicha doctrina posterior a Betti ha modificado sustancialmente el concepto de autonoma
privada como fundamento en la funcin socialmente relevante del negocio jurdico y el
contrato. Definitivamente se acepta en la actualidad en la doctrina italiana, y estamos de
acuerdo con ello, que en los contratos tipificados legalmente existe una funcin socialmente relevante y constante, que ha determinado al ordenamiento jurdico a sancionar especficamente, tpicamente, las distintas figuras de contratos tpicos. En este sentido las moder-
133
nas doctrinas italiana y espaola han seguido fielmente la concepcin de Betti. La han
seguido tambin al aceptar la categora de los contratos tipificados socialmente. En efecto,
nadie duda de que se encuentra perfectamente legitimada la nocin de tipicidad social,
pues existen muchos contratos que se encuentran tipificados, contando con una detallada
regulacin, no por un esquema legal, sino por su uso constante en una determinada realidad. Sin embargo, la moderna doctrina sobre la autonoma privada, no ha seguido totalmente la nocin de tipicidad social desarrollada por Betti, pues ha utilizado para estos
negocios jurdicos la calificacin de contratos atpicos. Es decir, se acepta que una modalidad de contratos atpicos es justamente la de aquellos que se encuentran tipificados socialmente, adems de los denominados contratos mixtos.
Por el contrario, se han alejado definitivamente de la formulacin de Betti al aceptar
que los contratos atpicos puedan ser obra de la creacin exclusiva de los particulares, lo
cual Betti no acept en ningn momento, pues dentro de su construccin conceptual, lo
atpico no existe, sino nicamente lo tipificado legal o socialmente; siendo esto ltimo todo
aquello que por su constancia, normalidad y trascendencia social, haya sido aprobado por
la conciencia social, determinando definitivamente la aprobacin o el reconocimiento por
parte del ordenamiento jurdico. Dicho de otro modo, la moderna doctrina sobre el significado social de la autonoma privada admite que pueden existir contratos atpicos que no
sean mixtos o que no se encuentren tipificados socialmente, sino que sean creacin de la
exclusiva iniciativa de los particulares, pero en la medida que estn orientados al logro de
una funcin socialrnente digna o razonable, aun cuando no sea socialmente til o trascendente para toda la comunidad.
El significado actual sobre el valor social de los actos de autonoma privada, en lo
que podramos denominar "teora preceptiva moderna" nos seala con toda claridad que
todos los actos que estn orientados al logro de una funcin socialmente digna y razonable, aun cuando se trate de una funcin estrictamente individual, por satisfacer nicamente una necesidad tambin individual o privada, merecen el reconocimiento y la tutela del
sistema jurdico como contratos atpicos, a pesar de no estar tipificados socialmente, ni ser
resultado de la combinacin de dos o ms tipos legales. Este es justamente el significado
social de la autonoma privada en la orientacin moderna sobre la tesis preceptiva en
materia de negocios jurdicos y contratos.
La funcin ordenadora del Dercho de las conductas de los hombres que deben sr
vinculantes jurdicamente en correspondencia con el propsito prctico que los hubiere
determinado, como es evidente, no puede establecerse nicamente en base a significados
exclusivamente sociales, o simples hechos sociales, pues supone como toda valoracin
normativa, una conformacin jurdica a travs de normas jurdicas. Y son justamente las
normas jurdicas las que nos dicen qu resultados prcticos o funciones sociales son las que
deben merecer la proteccin legal y justifican el reconocimiento y la eficacia jurdica de un
acto de la autonoma privada, entendido como una autorregulacin de intereses particulares con miras a la satisfaccin de determinadas necesidades, bien sean socialmente tiles,
socialmente necesarias o estrictamente individuales pero socialmente dignas y razonables.
Nosotros participamos de esta orientacin modificada de la teora preceptiva, que
toma en cuenta tanto el aspecto legal como el aspecto social e individual, sobre la base que
134
la sociedad est conformada por individuos que tienen necesidades e intereses semejantes
y distintos, que no estn necesariamente vinculados con los intereses comunes de todos los
miembros de la misma sociedad. En nuestra opinin los intereses estrictamente individua-
les, en cuanto sean considerados socialmente razonables, serios y dignos, deben merecer la
proteccin legal. Es decir, el derecho debe acudir al criterio social de lo que es normalmente
legtimo o debe serlo.
En tal sentido, la tesis preceptiva, que goza de gran prestigio en la doctrina moderna, ha entendido desde siempre que es la funcin econmico social del negocio lo que
justifica su reconocimiento jurdico. Sin embargo, como sucedi en relacin a las otras dos
orientaciones, frente a esta tercera, surgi como respuesta en la misma doctrina italiana a
la tesis normativa del negocio jurdico. La posicin normativista parte de la base de aceptar
que el negocio jurdico es tambin un supuesto de hecho, pero no con contenido social
dirigido a lograr una funcin socialmente trascendente o socialmente digna y razonable,
sino un supuesto de hecho con un contenido normativo en el sentido de ser el mismo
negocio jurdico una norma jurdica de carcter concreto y particular. Los negocios jurdicos en s mismos segn esta orientacin son normas jurdicas y como tales deben ser cumplidos y respetados. Esta posicin resalta y rescata, como es evidente, el individualismo en
la teora general del negocio jurdico, por cuanto la obligatoriedad del negocio y su fuerza
vinculante no radican ya en la valoracin normativa de una conducta humana, sino en la
propia conducta, la misma que llega a tener carcter y fuerza de norma jurdica.
En nuestra opinin, resulta absurdo concederle a la voluntad humana el carcter de
norma jurdica cuando haya sido expresada adecuadamente, no slo por cuanto se deja de
lado el aspecto fundamental de la valoracin normativa, sino porque se estara desconociendo el mismo principio de la autonoma privada, segn el cual los particulares estn
facultados en una determnada sociedad a satisfacer sus diferentes necesidades mediante
autorregulaciones de intereses privados establecidas individualmente o en relacin con
otros sujetos. Autonoma privada que adems de contenido social, tiene tambin un eminente valor jurdico. Por ello nos parece preferible la posicin preceptiva, pero exigiendo no
una funcin econmico social en todos los casos, sino siendo suficiente con una funcin
socialmente razonable y digna.
Como es evidente, la doctrina que concede a las clusulas generales de contratacin
carcter o contenido normativo es una clara derivacin de la tesis normativista en materia
de negocios jurdicos y de actos de autonoma privada en general, por cuanto se seala que
las clusulas por s mismas tienen carcter de norma jurdica de carcter particular. Desde
nuestro punto de vista es preferible la tesis contractualista, por cuanto, como ya hemos
indicado anteriormente, antes de su incorporacin al contenido de un contrato en particular, las mismas no tienen fuerza obligatoria ni carcter vinculante, sino slo desde que se
incorporan a la oferta y la misma es aceptada, en cuyo caso la fuerza obligatoria de las
mismas es por pasar a formar parte del contenido del contrato. Una cosa es que se reconozca que las clusulas generales abstractamente consideradas son una declaracin unilateral de voluntad y otra muy distinta el que se afirme que tienen contenido o carcter
normativo.
En nuestra opinin, cuando el Cdigo Civil hace referencia en el artculo 1392 al
135
contenido normativo de los futuros contratos particulares que se celebren en base a las
clusulas generales, nos est indicando nicamente que dichas clusulas establecen gran
parte del contenido de dichos contratos, siendo su objetivo uniformizar los mismos, es
decir, establecer un reglamento o esquema contractual, o lo que es lo mismo una normatividad contractual que regir una serie indefinida de futuros contratos, pero ni de dicho
artculo ni de ningn otro se deduce que el sistema jurdico peruano le confiere a las
clusulas generales carcter de norma jurdica concreta y particular.
Desde nuestro punto de vista, la orientacin del Cdigo Civil es tpicamente contractualista en esta materia. Por ello se insiste permanentemente en la incorporacin de las
clusulas a las ofertas de los contratos que se celebren con arreglo a ellas, segn lo explicaremos posteriormente.
mente, nos est diciendo que no es necesario que las mismas sean conocidas por la contrapar-te, es decir, por el consumidor. La razn de esta regulacin entendemos radica en el
hecho de que al haber sido aprobadas administrativamente, las mismas ya han sido debidamente valoradas por una entidad ajena a la propia parte que las formul previa y unilateralmente, en cuyo caso estara descartada la posibilidad de abuso respecto de la contraparte, o de que las clusulas estn predispuestas de modo que sean totalmente convenientes para la parte que las ha formulado y en perjuicio del consumidor. Por ello el artculo
1394 dispone con toda claridad que el Poder Ejecutivo sealar la provisin de bienes y
servicios que deben ser contratados con arreglo a clusulas generales de contratacin aprobadas por la autoridad administrativa.
Por el contrario, como esta garanta de valoracin posterior no existe en las clusulas
no aprobadas administrativamente, el sistema peruano exige en este caso especfico que
las mismas sean conocida-s por la contraparte para que puedan considerarse incorporadas
en la oferta de un contrato particular. Sin embargo, el Cdigo Civil aade que no es necesario que las clusulas hubieran sido conocidas efectivamente por la contraparte, pues
bastara con que hubiera podido conocerlas usando de una diligencia ordinaria. Esto significa que el Cdigo establece un criterio de diligencia y responsabilidad para todos aquellos
que contratan con arreglo a clusulas generales de contratacin no aprobadas. El fabricante o empresario no slo est en la obligacin de dar a conocer las clusulas adecuadamente
a los consumidores, sino que estos mismos tienen el deber de conocer dichas clusulas
usando de una diligencia ordinaria.
Adems de lo expuesto, el Cdigo Civil en el mismo artculo 1397 establece claramente una presuncin de conocimiento de las clusulas generales por la contraparte cuando las mismas hubieran sido puestas en conocimiento del pblico mediante adecuada
publicidad. Esta presuncin de conocimiento de las clusulas no aprobadas es consecuencia, desde nuestro punto de vista, de la carga de responsabilidad que pesa sobre todo
consumidor cuando contrata en base a dichas clusulas; tratndose por otro lado en nuestra opinin de una presuncin que no admite prueba en contrario, obviamente en la medida que se acredite el requisito legal de la adecuada publicidad.
137
138
ciones que puedan sealar que se trata de clusulas anulables o ineficaces, en cuyo caso la
proteccin al consumidor sera menor y menos efectiva.
Sin embargo, consideramos que la frmula elegida por el legislador peruano no es
la ms adecuada, por cuanto se ha indicado o sealado un numerus clausus de clusulas
abusivas que son consideradas nulas de pleno derecho, es decir, una lista taxativa de las
mismas, con lo cual la proteccin de los consumidores no nos parece la ms adecuada.
Hubiera sido preferible optar por una frmula genrica que establezca el concepto de
clusulas abusivas y su nulidad expresa. En todo caso en el sistema jurdico nacional tendremos que optar para llegar a resultados prcticos positivos en favor de la proteccin del
consumidor por una interpretacin extensiva del artculo 1398, y permitir de esta manera
la incorporacin de nuevas figuras de clusulas abusivas que la realidad social y econmica
nos vaya mostrando, debiendo ser las mismas tambin privadas de validez por imperio de
la ley.
En consecuencia, aun cuando creemos adecuado que el concepto de clusulas abusivas se extienda no slo al campo de las clusulas generales de contratacin, sino tambin
al mbito de los contratos por adhesin, no resulta conveniente que se hayan dejado de
lado las clusulas generales aprobadas administrativamente. Del mismo modo, aun cuando consideramos oportuna la sancin elegida por el legislador peruano, que sanciona con
nulidad dichas clusulas, pues se trata de un evidente supuesto de nulidad textual, no nos
parece conveniente establecer un numerus clausus de clusulas que debern ser consideradas abusivas. Hubiera sido preferible optar por una frmula genrica para poder implementar un control ms efectivo de las clusulas no aprobadas, y tutelar de modo ms
efectivo al consumidor nacional. Por el momento, desde nuestro punto de vista, tendremos
que acudir a una interpretacin extensiva de los supuestos contemplados directamente en
el artculo 1398 del Cdigo Civil.
139
El exceso ritual en
relacin a la omisin
de valorar pruebas
I . Introduccin
La doctrina del "exceso ritual" a poco tiempo de irrumpir en el mbito del sistema jurdico
argentino, se convirti por su eficacia en una herramienta de utilizacin frecuente en el
derecho judicial prctico.
Frente al avanzado desarrollo que presenta el instituto, y considerando las virtudes
que su aplicacin prctica prodiga, procuraremos delinear los contornos que delimitan su
permetro conceptual, especialmente en relacin a la omisin de valorar la prueba
1 41
procesales,... se sitan dentro del campo normal o fisiolgico del proceso"5. Lo anormal es
el exceso del rito es decir el ritualismo (formulismo).
En consonancia con lo expuesto precedentemente y en una primera aproximacin al
fenmeno sub examen podemos indicar que el exceso ritual consiste en una abusiva o
antifuncional sujecin a las normas formales.
Sin embargo, si pretendemos profundizar ms an en el tema y llegar hasta su
mdula, nos encontraremos con que el "exceso ritual" constituye en esencia un "abuso del
derecho", toda Vez que se configura cuando la aplicacin de las normas procesales excede
en forma irrazonable los lmites impuestos por la tlesis a que tienden las mismas.
As entonces, si partimos de la premisa que la idea de proceso, como enseaba
Couture, es necesariamente teleolgica, pues slo se explica por su fin, y su fin es dirimir los
conflictos de intereses sometidos a los rganos de la jurisdiccin satisfaciendo "el inters
individual comprometido en el litigio, y el inters social de asegurar la efectividad del
derecho mediante la obra incesante de la jurisdiccin"6, el excesivo apego a las normas
formales, en detrimento de la verdad jurdica objetiva, conspira letalmente contra dicho fin
impidiendo por lo tanto su conquista.
Y as razonamos, pues el proceso debe servir como vehculo para realizar el derecho
sustantivo. En consecuencia, al efectuarse un uso abusivo o antifuncional de las normas
procesales, se produce una desvirtucin de la funcin jurisdiccional que impide al procso
cumplir su rol de herramienta apta para lograr la actuacin o realizacin del derecho.
Por su parte, el exceso ritual para que pueda tener virtualidad descalificatoria del
fallo que lo padece, debe ser "manifiesto", o "notorio".
Esta caracterstica de "manifiesto" que debe poseer el exceso ritual exigida por la
C.S.J.N., significa que debe poder aprecirselo sin necesidad de un juzgamiento previo.
Ramacciotti, Hugo. "Compendio de D. Proc... Civ. y Com. De Cba.". Ed. Depalma. Bs. As., 1981; TI pp. 291 y 292.
lbid, p. 292.
Bertolino, Pedro J. "El exceso ritual manifiesto", Librera Editora Platense S.R.L., La Plata, 1979; pp. 39 y ss.
5
/bid, p. 50.
Couture, E.J. "Fundamentos del Derecho Procesal Civil", Ed. Depalma, Bs. As. 1981, pp. 145 y ss.
Couture, con su habitual maestra, nos ensea en que "toda sentencia es, en cierto modo, la ley especial del caso concreto. La ley,
anterior, normalmente abstracta genrica e hipottica, se hace actual, concreta, especfica y coactiva en la especie decidida". Op.
cit.; p. 308.
142
143
Este es el autntico sentido con que la C.S.J.N. ha elaborado la doctrina del exceso
ritual y tanto es as que hace casi 40 aos en el caso "Colalillo" sentenciaba al respecto:
"que la condicin necesaria de que las circunstancias de hecho sean objeto de comprobacin ante los jueces, no excusa la indiferencia de stos respecto a su objetiva verdad. Es, en
efecto, exacto que, por lo regular, a fin de juzgar sobre un hecho, no cabe prescindir de la
comprobacin del modo de su existencia, que en materia civil incumbe a los interesados. Y
tambin es cierto que esa prueba est sujeta a ciertas limitaciones, en cuanto a su forma y
tiempo, pues es exacto que de otro modo los juicios no tendran fin. Que sin embargo, el
proceso civil no puede ser conducido en trminos estrictamente formales...,12.
IV Carcter excepcional
La pretoriana creacin de la C.S.J.N. de la doctrina del "exceso ritual", aparece signada por
la caracterstica de que slo es aplicable a "casos excepcionales" o de "particulares circunstancias".
La Corte comenz a marcar esta exigencia desde los orgenes de la doctrina del
exceso ritual. As en "Colalillo" puede observarse que luego de destacar las "caractersticas
singulares del caso", en funcin de ellas seal: "que es propio de tales situaciones la
obligacin de los jueces de ponderar con mayor rigor la aplicacin de los principios jurdicos pertinentes, a fin de no incurrir, con dao para la justicia, en una aplicacin slo
mecnica de esos principios".
Esta conditio sine qua non de las "particularidades" que debe poseer la causa para
que le pueda ser aplicable en su caso la doctrina del exceso ritual, hace referencia a
supuestos de excepcin. En 'consecuencia, tal doctrina, slo ser aplicable en aquellos su-
V Valores comprometidos
Como puede apreciarse, surge a raz de esta doctrina, un dilema entre el valor seguridad y
el valor justicia en cuanto a su primaca a la hora de su aplicacin. De tal modo, la actuacin de la doctrina del exceso ritual si bien por un lado hace prevalecer el valor justicia, por
otro, hace tambalear el valor seguridad jurdica.
Ante tal dicotoma, la solucin ms adecuada parece ser la propuesta por Bertolino13
cuando seala que la "tensin entre seguridad y justicia se manifiesta... de la manera
siguiente: a) Mantenimiento del valor seguridad en los supuestos de no considerar a los
casos como excepcionales o singulares y por tanto, rechazo en la aplicacin de la doctrina
Fallos 238:553.
'30p. cit. nota 4; p. 194.
12
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de excepcin. b) Prevalencia del valor justicia por sobre el valor seguridad en los casos que,
por razn de la exigencia de la propia justicia, sea necesario el desfraccionamiento que tal
cosa significa el dejar de lado el empleo riguroso de las formas".
145
hechos del caso, sino precisamente la frustracin ritual de la aplicacin del derecho..."
"...en el caso de autos, la sentencia que rechaza la demanda omite toda consideracin del
documento oficial agregado... por razn de la oportunidad de su incorporacin al juicio.
Y.. el fallo se limita a comprobar la extemporaneidad de su presentacin".
Por las razones expuestas, la Corte anul el fallo y reenvi la causa a fin de un nuevo
juzgamiento en el cual deba meritarse expresamente la prueba documental aludida
2. El caso "Berardi"
Los supuestos de hecho en "Berardi"16, fueron los siguientes: a la accin deducida por los
actores reclamando la consignacin del saldo de precio, escrituracin y fijacin de plazo a
tal fin, de dos predios rurales comprometidos en venta a los accionantes mediante boleto
privado, los demandados opusieron reconvencin reclamando la nulidad del referido boleto, fundada en la desproporcin de las prestaciones (Art. 954 C.C.A.)1'.
En la etapa probatoria, la demandada ofreci pericial para comprobar sus alegaciones referentes a la desproporcin entre el precio pactado y el valor de los inmuebles18.
Discutida por extempornea la agregacin de la pericial, el Juez de primera instancia
permiti su incorporacin al proceso, cuestin que al ser objetada por la actora, determin
finalmente el dictado de una resolucin de la Cmara ordenando el desglose del dictamen
pericial.
El fallo de primera instancia resolvi rechazar la demanda, y admitir la reconvencin.
La resolucin declar la nulidad del boleto de compraventa de referencia.
Apelado el decisorio, la Cmara lo revoc, acogiendo la demanda incoada por los
actores. En orden a la desproporcin en el precio de venta alegada por los demandados-el Tribunal seal que no exista prueba alguna que permitiera afirmar el desequilibrio
pretendido.
De lo expuesto surge claramente que la sentencia de Cmara prescindi de la prueba
pericial.
Esta resolucin, fue recurrida por los codemandados, razn por la que la causa lleg
a conocimiento del T.S.J
EI mximo tribunal de la provincia, parti de la premisa de la necesidad de establecer previamente si la negligencia oportunamente declarada por la Cmara al ordenar el
desglose de la pericia, haba sido correcta o incorrectamente valorada. En consecuencia,
las respuestas podan ser: 1) Que la Cmara en base a un excesivo rigor formal hubiera
valorado incorrectamente la actuacin de los demandados al declarar negligente su actuacin en la produccin de la prueba pericial; 2) Que la Cmara mensurando la conducta
18 Berardi, Mario A. y otra c,/ Hugo R. Carnero y otros Ordinario Recurso de Revisin, sentencia N 26 del 11 de octubre de 1995
dictada por el T.S.J. de Crdoba Sala Civil y Comercial.
'' El Art. 954 del C.C.A. 2 prr. prescribe: "Tambin podr demandarse la nulidad o la modificacin de los actos jurdicos cuando una
de las partes explotando la necesidad, ligereza o inexperiencia de la otra, obtuviera por medio de ellos una ventaja patrimonial
evidentemente desproporcionada y sin justificacin". Esta norma encuentra sus correlativas en el Cdigo Civil del Per en los Arts.
1447 y ss.
18 El instituto de la lesin requiere de dos condiciones para su configuracin: excesiva desproporcin y aprovechamiento de la
contraria. La primera de ellas, trat de acreditarse en el caso mediante prueba pericial, pero no fue incorporada al proceso por
negligencia de la demandada, cuestin que as fue declarada judicialmente.
146
procesal asumida por las partes, arrib a la conclusin de que la demandada fue negligente en la produccin de la prueba pericial y que por lo tanto corresponda ordenar el desglose del respectivo dictamen atento su extemporaneidad.
Para poder llegar a buen puerto en orden a la cuestin propuesta, el T.S.J. tuvo
especial atencin en el orden secuencial en que se haban desarrollado los actos procesales
y as consign que: el 24-6-86 comenz a correr el plazo probatorio de 40 das y que el 122-87 el Juez interviniente dispuso la clausura del trmino de prueba, da en que los peritos
presentaron su informe, ordenndose su agregacin con noticia, lo que origin los planteos recursivos pertinentes.
Seguidamente el Alto Cuerpo Judicial, tras consignar que era de aplicacin al caso el
Art. 187 C.P.C.19, seal que la actuacin de los revisionistas en el proceso, en orden a lo
que era la propia carga procesal en la por ellos considerada prueba de superlativa importancia result deficiente.
Esta conclusin del Tribunal, obedeci a distintas razones meticulosamente consignadas en el decisorio. As se seal que los impugnantes no requirieron en su momento
fijacin de ningn plazo, ni efectuaron emplazamiento alguno a los peritos. Adems se
afirm que el propio representante de la demandada fue el primero en solicitar la clausura
del trmino probatorio, demostrando con dicha actitud la intencin de superar la etapa
probatoria, aun cuando era incipiente el diligenciamiento de la prueba pericial
Seguidamente, el Tribunal sent la siguiente premisa: "si se ha superado la etapa de
la justicia por mano propia... y se ha reglado el modo cmo debe peticionarse en justicia,
a travs del proceso, las normas que lo regulan deben ser respetadas pues a travs de ellas
se reglamentan los derechos de defensa en juicio, propiedad y la garanta de igualdad ante
la ley". Por lo que la demandada no poda so pretexto de la proteccin del principio de
defensa en juicio, introducir "al proceso elementos cuya agregacin no se inst oportunamente, haciendo caso omiso de las reglas de forma".
En este andarivel argumentativo, puede leerse en el voto del Dr. Luis Moisset de
Espans: "El suscrito ha destacado en otras oportunidades el carcter instrumental del
derecho procesal, en tanto realizador de los mandatos del derecho sustantivo. Asimismo
ha defendido frreamente el respeto por la verdad jurdica objetiva, como norte al que ha
de propender el proceso".
Tras estas irrefutables argumentaciones lgicas y axiolgicas, el T.S.J. concluy "Si se
ha predispuesto que el sistema es predominantemente dispositivo... son las partes las que
deben demostrar inters en justificar el supuesto de hecho de sus pretensiones, son ellas las
que deben urgir el oportuno diligenciamiento de los medios probatorios de que han de
valerse. Admitir la agregacin de un dictamen pericial claramente extemporneo importara premiar a la parte que fue negligente en instar su oportuna produccin y perjudicar a la
contraria, lo que es inadmisible. La buena fe en el proceso impone esta solucin".
Despus de haber reseado los fundamentos dados por el T.S.J., nos permitimos
efectuar algunas reflexiones.
'9 El Art. 187 ley 1419 y sus modificaciones en redaccin anloga al Art. 212 ley 8465 (C.P.C. vigente), estableca: "Toda diligencia
probatoria, a excepcin de la presentacin de los documentos y confesional, de acuerdo a las disposiciones especiales de este
Cdigo, debe ser pedida, ordenada y practicada dentro del trmino designado. A los interesados incumbe urgir para que sean
practicadas oportunamente...".
147
Creemos que la decisin del Alto Cuerpo de no aplicar al caso la doctrina del exceso
ritual fue acertada.
As pensamos, pues en el caso escrutado no se presentaban los requisitos que tornan procedente su aplicacin. Tales recaudos consisten bsicamente en el ocultamiento de
la verdad jurdica objetiva provocado por la denegacin a una peticin de las partes, fundada en un excesivo rigor formal en la apreciacin de los requisitos formales para su admisibilidad.
En efecto, "Colalillo" es completamente distinto a "Berardi". As pues, si quisiramos trazar un paralelo imaginario entre ambos, podramos observar que en el primero,
la prueba dirimente registro de conducir, fue agregada con posterioridad al dictado de
la sentencia por motivos ajenos a la diligencia de la parte, quien haba realizado los actos
de instancia necesarios para producir la prueba, la que fue incorporada tardamente por
tales razones y antes de que fuera notificada la sentencia. Tal prueba, fue desatendida por
el juez.
Llegado el caso a la C.S.J.N., sta descalific el fallo recurrido entendiendo que "...
El proceso civil no puede ser conducido en trminos estrictamente formales. No se trata
ciertamente del cumplimiento de ritos caprichosos, sino del desarrollo de procedimientos
destinados al establecimiento de la verdad jurdica objetiva, que es su norte".
En sntesis en "Colalillo" la prueba aunque fue agregada extemporneamente, fue
tenida en cuenta por la Corte pues ya constaba en el expediente y no poda omitirse su
valoracin porque as lo dispusieran las normas formales; pues lo contrario hubiera implicado una negacin consciente de la verdad jurdica objetiva.
En "Berardi", la prueba pericial fue agregada extemporneamente por negligencia
3. El caso "Moyano"
En el caso2, en la etapa probatoria la demandada ofreci pericial caligrfico-qumica para
acreditar su tesis tendiente a invalidar el instrumento privado, en base al cual el tribunal
luego consider que se estaba en presencia de una tenencia precaria.
Discutida por va de reposicin la produccin de la prueba pericial ofrecida oportunamente, el Juez de Primera Instancia la deneg.
La sentencia de dicho tribunal, acogi la demanda. Apelado el fallo, la Cmara lo
confirm. La resolucin de la alzada fue recurrida por la accionada con lo que la causa
lleg a conocimiento del T.S.J.
' "Moyano, Jos Mara c/ Luisa Isabel Peralta y otros "Desalojo-Precario-Recurso de Revisin" (Sentencia N 78 del 2 de octubre de
1996. T.S.J. de Crdoba, Sala Civil y Comercial).
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El Alto Cuerpo ante las circunstancias reseadas, parti de la premisa que era necesario establecer de modo previo, si la negligencia oportunamente declarada y con ello
justificacin de la clausura del perodo probatorio, haban sido correcta o incorrectamente
valoradas.
Para poder arribar a una conclusin justa, el TS.J. centr primeramente su atencin
en la cronologa con que se haban ido produciendo los distintos actos procesales. As
rese que la accionada solicit se certificase que la audiencia prevista para la iniciacin de
las tareas periciales, no se llev a cabo por no encontrarse abocado el nuevo juez, solicitando dicho abocamiento y la fijacin de nuevo da y hora de audiencia, a lo que el Tribunal
decret "... Abcase. Notifquese", sin proveer al nuevo pedido de audiencia. Notificadas
las partes del pertinente abocamiento con fecha 18-8-94, el da 6-9-94 la actora solicit la
clausura del trmino probatorio, lo que as fue provedo, dando ello origen al recurso de
reposicin interpuesto por la demandada.
Seguidamente el Tribunal, tras consignar que era de aplicacin al caso el Art. 187
del C.P.C., seal que "la conducta procesal de la demandada en relacin a la efectiva
produccin del informe pericial, es demostrativa de un particular desdn en relacin a la
recepcin de su propia prueba y a la celeridad y simplificacin que debe primar en esta
clase de procesos".
Esta asercin del Tribunal obedeci a la razn de que la demandada, "... no puede
bajo ningn aspecto, atribuirle responsabilidad al Tribunal de primer grado en la frustracin de la pericial, so pretexto de que no se provey al pedido de fijacin de nueva audiencia, ya que el rgano judicial decret lo que deba, esto es el abocamiento y su respectiva
notificacin.
Luego de esta efectiva noticia, la demandada ya estaba en condiciones procesales de
realizar el nuevo pedido. Al no hacerlo, y ante la legtima solicitud de la contraria de
clausura del trmino probatorio, al juez a-quo slo le quedaba la posibilidad de proveerlo
favorablemente".
Como podemos apreciar, el Tribunal no aplic la doctrina del exceso ritual, toda vez
que en el caso no concurrieron los supuestos necesarios para tornar viable su procedencia.
En otras palabras, en el caso, la denegatoria a la produccin de la prueba pericia'
caligrfica, no se produjo por un excesivo apego a las normas rituales en detrimento de la
verdad jurdica objetiva sino que por el contrario, tal denegatoria fue provocada por la
propia negligencia de la parte en la instancia de la prueba que ella misma estimaba como
fundamental.
En el caso sub examen, la accionada mal pudo atribuirle responsabilidad al Tribunal
de primera instancia en la frustracin de la pericial en el sentido que no provey el pedido
de fijacin de nueva audiencia efectuado, pues el rgano judicial estim indispensable el
cumplimiento de un paso previo, esto es el abocamiento y su respectiva notificacin. Luego
de esta noticia, la accionada estaba en condiciones de reaFizar un nuevo pedido de fijacin
de audiencia. El no hacerlo y ante la solicitud de la actora de la clausura del trmino
probatorio, le vali a la demandada que el Juez hiciera lugar a la legtima solicitud de
aqulla.
149
Por eso es que decimos que la demandada debi seguir instando su prueba para
evitar esta consecuencia, pues "el diligenciamiento de la prueba de peritos consiste en la
forma de convocar a las partes para una audiencia, proceder a la designacin de los tcnicos, sealar los puntos de decisin, recabar la aceptacin de los peritos designados, y as
sucesivamente, llevar adelante el conjunto de trmites y formas requeridos para la incorporacin de ese medio de prueba al juicio"2'.
Asimismo en un proceso enmarcado en un sistema predominantemente dispositivo,
es la parte quien debe asumir el rol protagnico a la hora de luchar por arrimar la prueba
de sus dichos al mundo del expediente
De tal modo, si la propia parte interesada en la produccin de la prueba no hizo lo
suyo en el momento oportuno, al Tribunal no le quedaba otra alternativa que resolver la
cuestin en el sentido en que lo hizo, pues la negligencia de la parte no puede ser enmendada, contrariando las consecuencias preclusivas legalmente previstas, con la invocacin
de esta doctrina de carcter excepcional.
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Dos problemas en la
instancia de apelacin
Introduccin
Las doctrinas del abuso del derecho, el exceso ritual manifiesto y la sentencia arbitraria
Se ha pensado, con acierto, que las bases del estado de derecho radican en gran parte en
el logro de la seguridad jurdica. El ciudadano debe contar con la posibilidad de saber a
qu reglas tiene que atenerse para el desarrollo de su conducta, de modo tal que pueda
actuar con el convencimiento de que sus actos no podrn ser cuestionados por la sociedad.
El principio de legalidad juega como un elemento fundamental para alcanzar tal cometido,
desde que garantiza la decisin judicial fundada en ley anterior al hecho del proceso,
evitando de este modo que el justiciable sea condenado por una conducta que previamente la ley no tachar de antijurdica. De all el respeto casi sacramental que se le ha atribuido
a tal principio del derecho.
Sin embargo, en la prctica, la mera fundamentacin legal no basta para impartir
justicia en debida forma. Es que en muchas oportunidades la norma no se adecua a la
justicia del caso que palmariamente se aprecia con el simple auxilio del sentido comn.
La necesidad de contar con un sistema preestablecido de reglas de conducta, y de
garantizar su cumplimiento en base al principio de legalidad, no puede constituir un obstculo para la obtencin de una declaracin jurisdiccional justa, cuando la iniquidad de la
norma respecto del caso particular surja de manera ostensible. El derecho positivo es slo
una creacin del hombre, y como tal, imperfecto; o sea, pasible de no contener la solucin
justa para todos los conflictos que se presentan a juzgamiento
As, la evolucin histrica de la doctrina de la arbitrariedad, en la Repblica Argentina, nos demuestra cmo la prctica judicial fue poniendo al descubierto los defectos de la
ley escrita, y cmo fue surgiendo la necesidad de suplir tales falencias.
1 51
puesto por la ley respecto del caso"' . Es decir, que el concepto de lo arbitrario estaba
ligado con la configuracin de una actividad caprichosa del juzgador, producto de su mera
voluntad, y desconectada de sustento legal alguno. As, tal doctrina apareca como un
instrumento sancionatorio de la no aplicacin del principio de legalidad.
Amn de ello, la evolucin jurisprudencia! fue ampliando los motivos que habilitaban la funcin descalificadora de un pronunciamiento por "arbitrario". La mera fundamentacin legal ya no sera suficiente para garantizar la construccin de un acto jurisdiccional
vlido. La configuracin de otros errores inexcusables en el acto de juzgar, justificaron
ampliar la funcin de polica del servicio de administracin de justicia, estableciendo cnones mnimos para su adecuada prestacin. De esta manera, hay sentencias que han sido
descalificadas por arbitrarias en virtud de defectos en el establecimiento del fundamento
no normativo o de hecho (Vg.: por qu prescinden de prueba decisiva; o invocan prueba
inexistente; o contradicen abiertamente otras constancias de autos; o hacen afirmaciones
dogmticas que slo constituyen un fundamento aparente; o incurren en excesos formalistas o rituales; etc.)2
En definitiva, el desarrollo evolutivo de los alcances de la arbitrariedad, nos muestra
la progresin del concepto que comienza como una forma de descalificar un pronunciamiento por no estar fundado en ley, y culmina abarcando una nocin en sentido contrario,
o sea, desautorizando la validez de pronunciamientos que aplican a rajatabla el texto legal,
sin reparar en la notoria injusticia que ello provoca en el caso particular.
Es all cuando se presentan ante el mundo jurdico las teoras del exceso ritual manifiesto y el abuso del derecho, como una forma de paliar los defectos del andamiaje normativo. La primera, descalificando el acto jurisdiccional que prioriza el formalismo en desmedro de la verdad jurdica objetiva. La segunda, poniendo lmites al ejercicio de un derecho
subjetivo que atenta contra los fines que la ley tuvo en mira al reconocerlo.
Ello constituye la prueba palpable de que la eficacia del acto de juzgar depende de
la autocomplementacin armnica y equilibrada que el juez realice de la legalidad y la
equidad. La aplicacin abstracta de uno de dichos presupuestos, con prescindencia del
otro, genera una actividad con un tangible riesgo de incurrir en vicios que descalifiquen la
eficacia del pronunciamiento.
Lo apuntado no debe tildarse de novedoso o aventurado. En realidad, desde las ms
remotas concepciones del derecho se ha insistido en que la base de un sistema judicial
justo, se funda en la aplicacin moderada de la ley. Es decir, en la utilizacin del principio
de equidad, entendido ste como el principio general basado en la justicia distributiva, que
siempre debe guiar la facultad discrecional del juez, atemperando segn aquel criterio de
justicia el rigor de la letra'. La puesta en prctica de tal actividad, no debe interpretarse
como una forma de bregar por la vulnerabilidad de la ley, sino tan slo como un intento de
mantener vigente el fin ltimo del derecho, cual es dar a cada uno lo suyo. En realidad, ello
2Carri, Genaro y Alejandro Carri. "El recurso extraordinario por sentencia arbitraria". Ed. Abeledo Perrot, Bs. As.:T. I, p. 58.
'Ossorio, Manuel. "Diccionario de Ciencias Jurdicas, Polticas y Sociales". Ed. Eliasta. S.R.L., Bs. As. 1992; p. 388.
1 52
importa dar vida a la verdadera virtud de juzgar, ms all del presumible "riesgo" que
implique la excepcional desatencin al texto legal.
Sin embargo, en los pases latinoamericanos, diferentes factores se han asociado
para que aquel presupuesto del derecho deje de ser reconocido como tal, y de ese modo
haya perdido la vigencia constante y perenne que tal atributo garantiza. Tal vez la desconfianza social en la probidad de los jueces haya ocasionado una suerte de conformismo con
las decisiones que siguen parmetros objetivos predeterminados, y que no dependen de
la capacidad del juzgador para interpretar la justicia de cada caso particular que se presenta a juzgamiento4. Tal vez los propios jueces procuren esquivar la responsabilidad
judicial individual, "...amparndose exculpatoriamente en una presunta obligacin legal
inevitable"'.
En fin, al margen de las razones que hayan dado lugar a que los jueces se muevan en
un sistema exegtico, lo ci-erto es que los vacos legales, la incompatibilidad d'e la norma
con la justicia en un determinado caso, la actitud descomprometida de los jueces al fallar,
y otras imperfecciones de un modo de juzgar que no contempla la natural inclusin de la
equidad como principio fundamental, han ocasionado la aparicin de teoras del derecho,
que inspiradas en dicho presupuesto general, intentan standarizar algunas soluciones a los
problemas que el legalismo exacerbado ha producido.
As, entrando al motivo de la presente glosa, en lo que sigue intentaremos analizar
dos problemas que suelen presentarse en la etapa procesal de la apelacin, y cuyas hiptesis de solucin, precisamente encuentran sus races en dos de las teoras consideradas ms
arriba: la sentencia arbitraria y el exceso ritual manifiesto.
Concretamente, se examinarn dos problemticas que se interrelacionan: 1. el exceso en la declaracin de desercin de la apelacin; 2. la remisin a los fundamentos de la
sentencia de primer grado: causal de nulidad por falta de fundamentacin.
A travs del estudio de estos problemas, procuraremos demostrar que algunos pases latinoamericanos, cuentan con un rgimen legal en la prctica no utilizado en toda su
dimensin que est inspirado en el dualismo de aquellos principios del derecho (legalidad
y equidad), y que autoriza la aplicacin de las teoras enunciadas supra. La normativa
constitucional de dichos pases, o las reglas del derecho sustantivo o del procedimiento que
en ellos rigen para la construccin de un acto jurisdiccional vlido, constituyen ejemplos de
disposiciones legales que facultan y obligan a sus jueces a realizar una actividad que va
mucho ms all de la simple aplicacin e interpretacin exegtica de la ley, o de la mera
aplicacin de un formalismo exagerado que contradiga la realidad objetiva que se presenta
ante los sentidos del juzgador.
4Cfr Psara, Luis. "Jueces y justicia en tela de juicio", pgfo. 1.1, El rechazo social y otras impugnaciones. En: Gaceta Jurdica T. 20,
agosto de 1995, Lima, Per; pp. 37-A/40-A.
Psara, Luis, Op. cit.; pgfo. 2.3, El ncleo del problema; p. 47-A. En: Gaceta Jurdica, T. 20, agosto de 1995, Lima, Per.
153
154
ciones, sino que deben contar con armazn lgico que supere el razonamiento del juez de
primer grado.
Otros Cdigos como los de Colombia, Honduras y el de la Provincia de Crdoba
(Argentina), nada dicen acerca de los recaudos de orden tcnico necesarios para habilitar
la competencia del tribunal de apelacin'. Sin embargo, al menos en el caso de la Provincia.
de Crdoba, la doctrina y jurisprudencia se han ido encargando de fijar pautas evaluativas
de la suficiencia tcnica de dicho acto procesal.
En fin, como se podr apreciar, varios pases de Latinoamrica han intentado definir
qu debe entenderse por expresin de agravios apta para provocar un nuevo juzga miento
de la cuestin. Al respecto, cabe destacar, que a pesar de que las tcnicas legislativas
citadas son diversas, todas ellas coinciden en la intencin de explicar de una manera u
otra que el fundamento de la apelacin debe dirigirse a marcar los presuntos errores de la
resolucin impugnada.-
155
Ahora bien, para criticar fundadamente a una de las proposiciones que componen
el juego dialctico, es necesario "explicar la utilidad, coherencia, etc., de la premisa que se
estima verdadera, y por otro lado efectuar la mostracin del necesario desacierto, inadecuacin o inutilidad en que se caera, de seguir la tesis contraria"1.
Esta es la actividad que deber realizar el impugnante para marcar el presunto error
de la resolucin irnpugnada. Demostrar la incorreccin del fallo, cordrontando al mismo
con las razones que en principio prueban su incoherencia. Esas razones, al nacer en
funcin del fallo que se ataca, adquieren la calidad de una nueva proposicin en el juego
dialctico de las partes, capaz de refutar la decisin de primer grado, y de generar un
nuevo juicio mejorado sobre la cuestin.
Cuando decimos que la proposicin debe presentarse como novedosa respecto del
fallo que se ataca, nos referimos a que el apelante debe proponer un nuevo elemento
argumental, que al no. haber sido incluido dentro del razonamiento del Juez de primer
grado, genere una presuncin de error en la construccin de dicho razonamiento. Slo
cuando el escrito de expresin de agravios cumpla con ese cometido, tendr la virtualidad
suficiente para lograr que el tribunal de segunda instancia brinde una respuesta sobre
aquel elemento argumental; ya sea, confirmando el error que denuncia este ltimo, o
negando la existencia del mismo en virtud del temperamento propio del tribunal de alzada.
Por ello, cuando se dice que la expresin de agravios debe refutar el razonamiento del juez
de primer grado, se entiende a la refutacin, no en el sentido estricto de su acepcin
argumento que destruye las razones del adversario sino en su nocin lgica, es decir,
como una nueva proposicin que se agrega al juego dialctico; capaz de generar un nuevo
juicio de la cuestin, no necesariamente contrario al anterior, pero s mejorado.
De lo dicho se colige que la fundamentacin de la apelacin no constituye una mera
repeticin de lo argumentado en presentaciones anteriores (demanda o alegatos), pues
tales proposiciones ya han sido consideradas conjuntamente con las de la contraria en el
acto decisorio impugnado. Es decir, en orden a los razonamientos, no deben existir repeticiones argumentales. En cuanto a esta ltima limitacin, cabe aclarar que la misma no
alcanza a la versin de los hechos que el apelante sustenta desde la traba de la fitis, la que,
obviamentes se puede reiterar, sino que se refiere a la imposibilidad de insistir sin ms, con
los argumentos que fundamentaron aquella versin en la demanda, contestacin, o alegatos; porque esos argumentos mal o bien ya han sido juzgados. Slo cuando permanecen
incontestados es lcito reiterar el contenido argumenta! de las defensas argidas".
a.l. Ejemplos
Algunos supuestos podrn explicitar mejor lo apuntado en el punto anterior.
Primer ejemplo:
Imaginemos un caso de resarcimiento de daos en el que el Juez de primer grado niegue
valor convictivo a una declaracin testimonial, por encontrar factores que demuestran que
el testigo ha sido inventado, y que en realidad no presenci el mentado accidente.
10 Andruet, Armando Segundo (h). Op. cit.; nota 6, p. 65.
" Ver punto A I.b. "El caso de la sentencia de primer grado infundada".
156
que no se compadece con lo que normalmente una persona podra recordar, teniendo en
cuenta el tiempo transcurrido desde el momento en que se produjo el hecho daoso hasta
la fecha de la testimonial. Ello la toma sospechosa, en el sentido de que la declaracin
podra haber sido preparada, ms aun teniendo en cuenta la marcada contradiccin de sus
dichos con los testigos que ofrece la actora, y que, por otro lado, existen elementos que
acreditan fehacientemente la presencia de estos ltimos en el suceso motivo del presente
pleito."
El demandado perjudicado por la desestimacin de dicho medio probatorio, apela
la resolucin, fundando el recurso con la siguiente base argumenta!: "...el Juez yerra al
desestimar el testimonio del Sr Juan Escobar, pues la precisin de los dichos del testigo no
puede constituir un elemento que lo invalide, ms an cuando existe prueba que demuestra que estuvo en el lugar del hecho, como el sumario policial labrado por el agente que
intervino en la constatacin del siniestro, donde se dej constancia de la presencia del Sr
Juan Escobar..".
La parte remarcada constituye la nueva proposicin del apelante, no considerada en
el temperamento del Juez de primer grado. En efecto, si confrontamos el razonamiento del
sentenciante, con la expresin de agravios del impugnante, se podr observar cmo el
primero nada dice acerca de la constancia que surge del sumario policial. De este modo, la
fundamentacin del recurso ha incorporado un nuevo elemento no tenido en cuenta por el
magistrado interviniente, que desarticula la estructura lgica de su razonamiento, poniendo en duda la certeza del mismo.
Dicho en trminos ms didcticos, la incertidumbre que ha generado la expresin de
agravios del ejemplo, se podra formular as: Si en el razonamiento del juez de primer
grado incluimos la cuestin del sumario policial, la conclusin, ser la misma?
Cuando la fundamentacin del recurso genere una duda del tipo sealado, significa
que tiene idoneidad para mantener abierta la instancia de apelacin, y que, por lo tanto,
resulta merecedora de un nuevo juzgamiento de la cuestin, que dilucide aquella incertidumbre, confirmando o revocando la sentencia impugnada, pero siempre incluyendo en su
temperamento la respuesta a la nueva proposicin esgrimida por el apelante.
As, en el caso que imaginamos, la respuesta del tribunal de alzada podra ser la
siguiente: Si bien es cierto que en e/ sumario policial obra constancia de la presencia del Sr
Escobar en el lugar del hecho al momento en que se labrara aquel ello no es suficiente para
acreditar su asistencia en el preciso instante del siniestro. Por el contrario, se puede haber
promovido maliciosamente su inclusin en el sumario, con el fin de ser utilizado posteriormente como testigo. Tal hiptesis se hace convincente, teniendo en cuenta que los testigos
de la contraria declaran de manera ms creble, y que la imparcialidad de los mismos puede
inferirse con conviccin, en virtud de la calidad de propietarios del negocio que se encuentra justo al frente del lugar del accidente, lo que los convirti en ocasionales observadores
del siniestro, segn lo han reconocido ambas partes".
Puede observarse cmo el tribunal de apelacin, implcitamente, ha admitido la
suficiencia tcnica de la expresin de agravios, pues ha ingresado directamente a juzgar
1 57
Segundo ejemplo:
En el primer supuesto la nueva proposicin esgrimida por el apelante, al fundar su recurso,
radica en la omisin en que ha incurrido el juez de primer grado, de valorar una constancia
de la causa (sumario policial).
Ahora bien, tambin puede suceder, que el argumento de la expresin de agravios,
no se refiera a una omisin de valoracin de una constancia de la causa, sino, que enuncie
una diferente forma de valoracin.
Para dar un ejemplo, tomemos el mismo caso anterior, pero con una variante. Imaginemos que el Juez de primer grado haya negado el valor convictivo de la testimonial,
pero esta vez incluyendo en su razonamiento la cuestin del sumario policial: "...el testigo
Juan Escobar realiza una descripcin del siniestro en exceso detallada que no se compadece
con lo que normalmente una persona podra recordar, teniendo en cuenta el tiempo transcurrido desde el momento en que se produjo el hecho daoso hasta la fecha de la testimonial. Ello, la toma sospechosa, a pesar de la constancia del sumario policial que da cuenta de
la presencia de dicho testigo al momento del arribo de la polica al lugar del hecho. Tal
constancia no es suficiente para probar la presencia de Escobar en la oportunidad del
siniestro. Ms an teniendo en cuenta la marcada contradiccin de sus dichos con los
testigos que ofrece la contraria, y que, por otro lado elementos que acreditan fehacientemente la presencia de estos ltimos en el suceso motivo del presente pleito".
El apelante podra fundar su recurso de la siguiente manera: "...el Juez yerra al
desestimar el testimonio del Sr Juan Escobar pues la precisin de los dichos del testigo no
puede constituir un elemento que lo invalide. Por otro lado, el magistrado no puede apartarse de las constancias que surgen del sumario policial, pues el mismo constituye un instrumento pblico cuyo contenido no puede reputarse invlido, sin que haya sido redargido
de falsedad por la parte interesada. Circunstancia sta, que no se ha dado en el caso de
autos".
Nuevamente la parte remarcada constituye la nueva proposicin del apelante no
considerada en el temperamento del Juez de primer grado. En este caso el recurrente ha
marcado un presunto error de la decisin impugnada, haciendo referencia a una forma de
158
casos jurisprudenciales que con gran eficacia a mi criterio describe al contenido exigible
a la expresin de agravios: "Si bien la expresin de agravios no requiere de frmulas sacra1 59
mentales para que se pueda considerar cumplida la carga procesal respectiva, se requiere
que sea una crtica concreta y razonada que ataque la lnea de razonamiento del a quo,
indicando concretamente los puntos con los cuales el apelante est disconforme. A tal fin
el interesado debe precisar punto por punto los errores, omisiones o deficiencias de la
sentencia, y poner de manifiesto los errores de hecho o derecho, indicando con argumentos y pruebas dnde se encuentra el yerro de juicio del juez, o la equivocacin en el proceso
mental y lgico del pensamiento del mismo y expresando cul es la solucin que se pretende del tribunal ad quem"12.
dirima definitivamente el conflicto que lo acucia. Ello as, el perfeccionamiento de las conclusiones de la judicatura, tiene un lmite,
el que est marcado por el ms alto tribunal al que la contienda tenga capacidad de acceso.
160
del necesario desacierto, en que se caera de seguir la tesis contraria. Por lo tanto, si la
decisin que se pretende impugnar carece de premisas fundantes, el impugnante se ver
privado de la posibilidad de rebatirlas.
La decisin jurisdiccional debe cumplir con el razonamiento prctico prudencial; es
decir, debe explicar las razones en virtud de las cuales se acoge una pretensin y se rechaza
la otra. De otro modo la resolucin ser arbitraria, pues habr impedido la posibilidad de
que ella sea criticada con eficacia, y con ello se eliminar el nico medio con que cuenta el
proceso para garantizar el acercamiento a la verdad.
As se ha dicho, que la correcta construccin de la sentencia requiere que el juzgador "...brinde al justiciable las razones jurdicas por las que se rechazan y acogen las respectivas pretensiones. Si ello no se cumple, se privar a las partes de conocer y fiscalizar el
proceso racional de deliberacin y reflexin del tribunal,..." impidiendo al perdidoso la
posibilidad de rebatir la decisin que lo perjudica.
En definitiva, ante tal situacin, no podr exigirse al apelante una expresin de
agravios que refute un razonamiento que no existe, siendo suficiente, a los fines de la
idoneidad del escrito, reiterar los argumentos incontestados que se esgrimieron en presentaciones anteriores, y destacar la ausencia de fundamentacin del fallo, solicitando la nulidad del mismo.
c. Criterios de evaluacin
Teniendo en cuenta que estamos en presencia de un recurso ordinario, la interpretacin de
los requisitos de admisibilidad de la apelacin deben ser amplios, a diferencia de lo que
acontece con relacin a las impugnaciones extraordinarias, donde el criterio de evaluacin
es estricto.
Tal diferencia surge de la propia naturaleza de uno y otros: en el caso de la apelacin,
se intenta corregir los presuntos errores cometidos por el juez de primera instancia, de modo que exista un doble juzgamiento sobre los hechos y el derecho, a fin de garantizar una
decisin ajustada a derecho y, por sobre todo, que concretice el ideal de justicia en el caso
concreto. En los recursos extraordinarios, ya ha habido un control anterior, de modo que
slo cuando existan vicios serios y predispuestos legalmente, se justificar su viabilidad.
Lo expuesto no significa que, en aras de la justicia del caso, se deje absolutamente
de lado el principio dispositivo que, en general, informa a los ordenamientos procesales
civiles. Esto es, el tribunal de alzada no puede suplir la falta de expresin de agravios, sea
sobre la sentencia en general o sobre algn captulo de la misma, en particular. Pero,
expuesto el disenso, aunque sea mnimamente, debe ser atendido por la cmara, como
una forma de garantizar al justiciable el acceso a la justicia, el cual no se limita a peticionar
ante los rganos competentes, sino que incluye la posibilidad de obtener de ellos una
resolucin fundada.
As la jurisprudencia argentina ha sostenido que: "En orden a la valoracin de la
suficiencia o insuficiencia de la expresin de agravios debe aplicarse un criterio amplio, por
ser el que mejor armoniza con el ejercicio irrestricto del derecho de defensa tutelado por la
CN. Sin que esa flexibilidad llegue a un extremo tal que se traduzca en los hechos en la
161
II. Exceso
a. Origen histrico del problema
La expresin de agravios se ha definido como: " el escrito en el cual el apelante examina los
fundamentos de la sentencia y concreta los errores que a su juicio ella contiene, de los
cuales derivan los agravios que reclama ante el tribunal de mayor jerarqua"''.
Tambin se ha sostenido que "es el acto mediante el cual, fundando la apelacin, el
recurrente refuta total o parcialmente las conclusiones establecidas en la sentencia en lo
que atae a la apreciacin de los hechos o de la prueba o a la aplicacin de las normas
jurdicas"1".
Los conceptos transcritos parecen no presentar mayores dificultades de interpretacin, sin embargo, si nos atenemos a las variadas y diferentes formas en que los tribunales
han fallado sobre tal materia, inmediatamente llegamos a la conclusin de que la cuestin
presenta aristas complicadas que requieren de un tratamiento particularizado a los fines de
su clarificacin.
En realidad, el problema se inicia con la evolucin del concepto y funcin del escrito
de expresin de agravios.
Los viejos cdigos procesales no contaban con normas que reglamentaran acerca de
los requisitos tcnicos con que deba cumplir la expresin de agravios para ser reconocida
como suficiente o idnea, y de ese modo mantener abierta la segunda instancia. Ello provoc una doctrina jurisprudencial, en principio beneficiosa, que pretorianamente fue elaborando aquellas reglas, con el fin de evitar impugnaciones meramente dilatorias que
carecan de una crtica fundada a la resolucin de primer grado. Luego, los modernos
textos legales fueron paulatinamente incorporando algunas de estas reglas, las que al aplicarse en forma rigurosa, llegaron a desvirtuar este acto procesal, y a consolidar un fenmeno ritualista ocioso en la forma de evaluar la idoneidad del escrito de expresin de agravios.
As las cosas, lo que comenz siendo una mejora del sistema apelatorio, se convirti
en un instrumento inquisitorio, con una marcada tendencia' a declarar desierto el recurso
de apelacin.
Al respecto, cabe aclarar, que la tcnica legislativa que motiv la incorporacin de
normas que exigen el cumplimiento de recaudos de orden tcnico al fundamentar la ape"CFCC Cap, 1a, 30.4.84, ED, 111-513., 31.3.86, LL, 1986-C-468
'5CNCom, A, 27.3.81, ED, 93-592
16 C. S. de Justicia de la Repblica Argentina de, 26.11.71, U_ 146-624 (28.355 S); 18.3.80, LL, 1980-C-255
17 Alsina. "Tratado Terico Prctico de Derecho Procesal Civil". Ed. Ediar Bs. As. T. IV, p. 389
'8Palacio, Lino Enrique. "Derecho Procesal Civil". Ed. Abeledo Perrot, Bs. As. 1977; T.V, p.266.
162
lacin, sn duda import la concrecin legal de basamentos lgicos que garantizan el juego
dialctico necesario para la obtencin del razonamiento prctico-juridico, en oposicin al
razonamiento arbitrario'9. Pero es que tal vez el desconocimiento de los jueces del sentido
de tales normas, sumado a una interpretacin literal del texto legal, produjo una desnaturalizacin de aquellas disposiciones, y as, el denominado exceso ritual en la declaracin de
desercin de la apelacin.
163
mente aquellas faltas son imputables a los abogados, y no a sus defendidos, y que el deber
de la Judicatura es velar por estos ltimos ms que por los primeros.
Respecto de la falta de claridad y mtodo, la jurisprudencia tambin se ha expresado
de manera flexible, intentando rectificar el rumbo. As se ha dicho que "...la falta de concrecin y de mtodo no invalida, como tal, al escrito de expresin de agravios si de su
contenido puede inferirse una crtica a la sentencia y una enumeracin de los errores que se
le atribuyen..."20.
Asimismo, en lo que hace a este tema, la doctrina se ha inclinado por un criterio
amplio de admisibilidad. As, el destacado procesalista argentino, Dr. Augusto Mario Morello, refirindose a la manera en que debe actuar el magistrado ante una expresin de
agravios, improlija, confusa, o carente de mtodo, ha aconsejado que "...los tribunales de
instancia tienen el deber moral de hacer un cierto tipo de docencia..., " y "sin desairar el
empeo del letrado, entrar al estudio de los agravios renuentes, en vez de abusar del
cmodo y debilitador arbitrio de la desercin por insuficiencia"21.
Convalidando este criterio, la Corte Suprema de Justicia de la Repblica Argentina
ha dicho: "Aunque la expresin de agravios adolezca de graves faltas de estilo procesal, si
contiene referencia concretadas a elementos probatorios y constituye una crtica razonada
del fallo no se la puede descalificar como actuacin judicial"".
1124.
164
global del escrito de expresin de agravios, revela la concreta disconformidad del recurrente, que puede no aparecer en forma ostensible si se repara slo en los desaciertos aislados
en que puede incurrir el impugnante.
b.4. Falsa ausencia de crtica
El juicio de admisibilidad no debe limitarse al anlisis separado de la expresin de agravios,
sino que siempre debe incluir la confrontacin de aquella con la resolucin impugnada y
las constancias de la causa. Aunque la regla apuntada puede resultar obvia al lector, en la
prctica se ha dado que los tribunales declaren la desercin por ausencia de crtica concreta, cuando en realidad, esa falla del escrito ha sido una consecuencia de las caractersticas
argumentales de la sentencia impugnada.
As, como ya hemos expresado en el desarrollo del punto A.I.b., si el sentenciante no
brinda las razones jurdicas en virtud de las cuales se re-chazan o acogen las pretensiones, se
priva al perdidoso de conocer el proceso racional del juzgador, y con ello, la posibilidad de
rebatir adecuadamente a la resolucin. En esas condiciones, no puede exigirse al apelante
la carga de refutar en forma clara y precisa los fundamentos de una resolucin, cuando
aquellos en realidad no existen.
Asimismo en los casos en que el punto controvertido se refiere a cuestiones de puro
derecho, y el sentenciante ha fundado su resolucin con afirmaciones meramente dogmticas, tampoco puede pretenderse que el recurrente desarrolle una actividad argumental
diferente a la que surge de la resolucin impugnada. As se ha sostenido que: "Ante un
tema de complejidad doctrinal y no meramente de diversas cuestiones fcticas contenidas
en una sentencia, es adecuado oponer al razonamiento del juez, el propio razonamiento, la
formulacin doctrinaria adversa, en tanto gire en torno, exactamente, a la cuestin que
determin la solucin judicial" ". Es decir que si el thema decidendum refiere a una cuestin de puro derecho, en la que slo est en juego la dilucidacin de un debate de tipo
doctrinario, no es necesaria la mencin expresa de los datos fcticos contenidos en el fallo
impugnado.
En definitiva la tarea que desarrolle el apelante en la fundamentacin del recurso,
siempre estar limitada por las caractersticas de la resolucin que se impugne, razn por la
cual el juicio evaluativo de la expresin de agravios nunca debe limitarse al anlisis abstracto de dicho acto procesal, sino a la confrontacin del mismo con la resolucin atacada, e
inclusive con las constancias de la causa.
b.5. Falta de critica a algunos captulos
Otro aspecto a tener en cuenta, es que la desercin del recurso de apelacin a raz de
haberse presentado una expresin de agravios inidnea puede ser parcial; es decir, que el
susodicho escrito puede tener aptitud para mantener abierto el recurso en todo cuando
hubiera rebatido adecuadamente las consideraciones de la sentencia apelada, y al mismo
tiempo inaptitud para provocar la apertura de instancia de apelacin en todos aquellos
puntos de la resolucin de primera instancia que no han sido correctamente refutados por
el recurrente.
Peyrano, Jorge W. y Julio O. Chiappini. "Tcticas en el Proceso Civil", T. III. Ed. Rubinzal-Culzoni. C.; p. 105.
165
Tener en cuenta esta posibilidad, tambin es vital para evitar el abuso que nos ocupa. Ello as, pues ha sucedido que los tribunales declaren la desercin total de un recurso en
virtud de la ausencia de crtica en algunos puntos de la decisin, sin reparar en la suficiencia del escrito respecto de otros captulos.
b.6. Legalismo exacerbado
Al margen de las diferentes formas en que se ha configurado el abuso que nos ocupa, lo
cierto es que todas ellas estn relacionadas con la interpretacin exegtica del texto legal.
En efecto, la aplicacin de la ley abstrada de las circunstancias particulares del caso que se
somete a juzgamiento, importa un legalismo exacerbado que nos coloca en la corniza del
error judicial.
Lo que sucede, es que el texto normativo choca con obstculos insoslayables cuando
intenta legislar sobre la forma de juzgar. Debe comprenderse lo difcil que resulta al legislador fijar pautas evaluativas que garanticen el correcto juzgamiento; ms an, cuando
aquellas deben referirse a cuestiones de hecho, como el escrito de expresin de agravios. Es
que, como expresramos en la introduccin a la presente glosa, la actividad del Juzgador
no puede reducirse a la aplicacin mecnica de la ley. Las limitaciones insoslayables de la
norma lo impiden. Ella no puede prevenir la solucin. exacta para todos los casos, ni tampoco desarrollar en su texto el devenir histrico-social que le dio origen y sentido. Tan slo
se limita a mostrar las reglas de conducta que surgieron en virtud de las necesidades que se
plantean en la prctica. De all que su aplicacin requiere siempre el aporte complementario del juzgador, en el ejercicio de una correcta interpretacin del significado y alcance de
la norma, en base a su buen criterio y sentido comn, guiados siempre por el fin ltimo de
administrar justicia. Es por ello que "el examen de los agravios se debe abordar con una
actitud cognoscitiva ms hacia la justicia de la composicin de la causa, que al flanco de la
legalidad. ...Ms solidaria con el justiciable"26.
b.7. Falta de aplicacin del criterio amplio de evaluacin
Por ltimo, una causal ms que ha producido el exceso ritual en la forma de evaluar la
admisibilidad del recurso de apelacin, se ha operado cuando los tribunales de alzada se
colocan en un punto de apreciacin equivalente al rgano de casacin.
En efecto, tal como expresramos al desarrollar el punto A.I.c., la interpretacin de
los requisitos de admisibilidad de la apelacin, debe realizarse en base a un criterio amplio
de evaluacin, en virtud de la naturaleza y funcin de los recursos ordinarios; a diferencia
de las impugnaciones extraordinarias, donde la viabilidad de las mismas se justificar slo
cuando existan vicios serios y predispuestos legalmente.
Ello as, cuando el tribunal de apelacin olvida que su funcin tiene el carcter de
instancia ordinaria, adquiriendo una fisonoma evaluativa propia de los tribunales extraordinarios, se configura un exceso rigor formal, en lo que atae a la admisibilidad del recurso
de apelacin.
26
166
En los sistemas procesales en que el recurso debe fundarse ante el tribunal de alzada, se
admite sin discusiones que cuando el escrito de fundamentacin no se presentare en el
plazo sealado en la ley, o cuando se lo hace sin firma, o sin patrocinio letrado, o ante
cualquier otro vicio formal ostensible, la declaracin de desercin puede sobrevenir inmediatamente al vencimiento del plazo, sin necesidad de correr previo traslado a la contraria.
Pero respecto a la desercin por vicios de idoneidad tcnica, se ha dicho que "cuando el memorial se ha presentado dentro del trmino, con todos los signos exteriores de
admisibilidad formal y lo que debe considerarse es algo ms sutil, como si se ha censurado
o no en forma concreta y razonada todas y cada una de las partes de la sentencia que se
apelaron por agraviants, de ninguna manera puede rechazarse in limine l escrito bajo
imputacin de insuficiencia. Para ello habr que sustanciar previamente el memorial, dndole traslado de la misma a la contraria"".
La solucin transcrita resulta razonable cuando en un sistema procesal que admte el
rgimen del recurso por adhesin, existan vencimientos recprocos. En esos casos, el traslado al no apelante se hace necesario, aunque el escrito de expresin de agravios sea tcnicamente inidneo. Ello as, pues una declaracin apresurada de la desercin, conculcara el
derecho del no apelante, a hacer uso de la segunda oportunidad que el rito le concede para
plantear su disconformidad con las partes del fallo que lo han perjudicado parcialmente.
Sin embargo, cabe preguntarnos si en los sistemas procesales donde no se admite la
apelacin por adhesin, o cuando previsto ese rgimen la sentencia no imponga vencimientos recprocos, el tribunal de alzada tiene algn obstculo que le impida declarar la
desercin in limne de la apelacin, ante la falta de idoneidad tcnica de la fundamentacin del recurso.
El interrogante propuesto, an no ha sido planteado en la doctrina, ni en la jurisprudencia. De todos modos considero oportuno efectuar algunas consideraciones al respecto.
As, entiendo que ante la situacin descrita ms arriba, no existe razn lgica alguna
que obligue al tribunal de alzada a disponer la sustanciacin del recurso. Por el contrario,
considero que si dicho tribunal advierte la insuficiencia tcnica del escrito de expresin de
agravios, y an as dispone correr traslado de dicho escrito al no apelante, habr generado
un desgaste jurisdiccional innecesario que inclusive incrementar las costas del juicio, en
virtud de los honorarios por las tareas que el patrocinante del no apelante desarrolle en la
alzada contestacin a la expresin de agravios.
En efecto, qu sentido tiene proponer el contradictorio si el escrito de expresin de
agravios carece de suficiencia para abrir el debate sobre los hechos controvertidos?
Si el apelante no desarrolla argumento alguno que refute el razonamiento del juez
de primer grado, eso significa que dicho juzgador ha dado trmino a la discusin, pues el
impugnante no ha logrado poner en duda la certeza de la conclusin. Tal actividad inidnea, a pesar de la impugnacin, en realidad importa haber dejado firme al fallo que se
pretenda apelar. Distinta es la situacin en que la expresin de agravios plantea un nuevo
" Acosta, Jos V. Op. cit.; p. 215.
167
168
V Conclusin
" Palacio, Lino E. y Adolfo Alvarado Velloso. Op. cit.; nota 12, pp. 386-388.
169
As se ha sostenido que "...el referido deber funcional tiene que ver con el principio
de imparcialidad, pues debe considerrselo implicancia lgica del imperio de ste. Ello
es as, en tanto y en cuanto la fundamentacin, verbigracia, de una sentencia, es el nico
rastro que posibilita comprobar si el sentenciante ha resuelto imparcialmente la contienda"29.
Por otro lado, ya hemos explicado que nicamente cuando la resolucin jurisdiccional brinda las razones por las cuales se acoge una pretensin, y se rechaza la otra,
explicando la conveniencia de la primera, y la inutilidad de la segunda, el impugnante
podr conocer y fiscalizar el proceso racional de deliberacin y reflexin del tribunal. Y as,
tendr la posibilidad de controvertir aquellas razones, en virtud de las suyas propias (nueva
proposicin).
Tambin hemos advertido sobre la importancia de la actividad fundante del juzgador, explicando que de ella depende la concrecin del razonamiento prctico prudencial.
Es decir, de la forma de conocimiento que impide la configuracin de la arbitrariedad, al
permitir siempre la crtica fundada, en aras de obtener un mayor acercamiento a la verdad.
As las cosas, si el juzgador no brinda la motivacin de su decisin, su resolucin ser
arbitraria, pues eliminar toda posibilidad de control y crtica eficientes por parte del vencido, atentando, en definitiva, contra el derecho de defensa en juicio.
Es por estas razones, que muchos de los sistemas normativos imperantes en Latinoamrica, han incorporado entre sus reglas procesales y hasta en sus constituciones polticas, disposiciones que exigen a sus magistrados el deber de fundar sus resoluciones.
En este sentido, la Constitucin Poltica del Per, impone a los magistrados "la motivacin escrita de las resoluciones judiciales, en todas las instancias, excepto loS decretos
de mero trmite, con mencin expresa, de la ley aplicable y de los fundamentos de hecho
en que se sustentan". (Art. 139 inc. 5).
Advirtase que aun tratndose de una norma de ndole formal, y de carcter operativo, el constituyente ha credo necesario incluirla en la ley fundamental de la Nacin, como
una forma de garantizar el derecho de defensa de los justiciables, el que se integra, por el
derecho de audiencia, prueba y la obtencin de una resolucin fundada.
De manera concordante el C.P.C.C. de Per, impone a los jueces fundamentar los
autos y las sentencias, explicitando la sancin para el caso de inobservancia al precepto: la
nulidad de los referidos aCtos decisorios (Art. 50 inc. 6, en concordancia con' el Art. 121
ultimo prrafo, del referido cuerpo legal).
En la Repblica Argentina, si bien no existe una norma de raigambre constitucional
que expresamente prescriba el deber de motivar las resoluciones jurisdiccionales, el mismo
se ha interpretado implcitamente contenido en la norma fundamental, en virtud de los
dispositivos que consagran los derechos implcitos, y las garantas de propiedad y defensa
en juicio (arts. 33, 14 y 18). Por su parte el denominado Cdigo Procesal de la Nacin, del
mencionado pas, s prescribe entre los deberes de los jueces, el de "fundar toda sentencia
definitiva o interlocutoria, bajo pena de nulidad". (Art. 34 inc. 4). Lo mismo ha sucedido
con la Constitucin de la Provincia de Crdoba, Argentina, la que en su Art. 155, impone
29
170
que las resoluciones sean fundadas de manera lgica y legal. As, tambin el Cdigo de
Procedimientos de esa provincia, ratifica el mandato impuesto a los magistrados, transcribiendo en su Art. 326 el texto del dispositivo constitucional citado, y advirtiendo que su
transgresin puede ser causa de anulacin.
mentos dados por el juez de primer grado, porque dejara inconstestados aquellos argumentos impugnativos que reconoci existentes al admitir formalmente la apelacin.
En otras palabras, una vez reconocida la habilidad de los argumentos impugnativos
para provocar la admisibilidad formal del recurso, el tribunal de alzada que pretenda coincidir con la conclusin arribada en primera instancia, se encuentra compelido a brindar las
razones por las cuales aquellos argumentos no alcanzan para producir la reforma de lo
decidido en primera instancia.
As las cosas, si el acto decisorio de segunda instancia se limita a remitirse a los
fundamentos del inferior, habr incumplido con el deber funcional de los Jueces de fundamentar sus resoluciones, violentando el principio de imparcialidad y el derecho de defensa
en juicio.
Por otro lado, cabe aclarar que lo apuntado supra, constituye una explicacin en
trminos del derecho procesal, de las consecuencias que devienen de la inaplicacin de las
reglas de la lgica judicial en la construccin del acto jurisdiccional. En efecto, si la sentencia de segunda instancia remite a los fundamentos de la resolucin de primer grado, no
habr contestado a la nueva proposicin del recurrente, incumpliendo de ese modo con el
razonamiento prctico prudencial. Dicho de otro modo, la decisin carecer de los basamentos que permiten la posibilidad de controlarla, y de mejorarla haca la verdad, mediante la crtica fundada.
Cuando esto ocurre, ya hemos dicho que debe descalificarse al pronunciamiento por
mente haber interrumpido la prescripcin antes de expirar los tres meses desde la posesin
del inmueble que adquiri. Esto es suficiente para no atender el reclamo y ratificar lo decidido por el a quo".
Como se advertir, el temperamento del Tribunal de alzada ha ingresado directamente al fondo de la cuestin, razn por la cual implcitamente ha reconocido la idoneidad
formal del fundamento de la apelacin, y con ello, la necesidad de contestar los argumentos de la expresin de agravios. Sin embargo, omite la consideracin de la base argumental
del apelante. Su mera remisin a lo decidido por el Juez de primer grado, incluye la desestimacin de la apelacin, pero privando al impugnante del conocimiento de las razones en
virtud de las cuales sus argumentos se reputan improcedentes.
As lo entendi el mximo Tribunal de la Provincia de Crdoba, mediante-un temperamento que por su claridad transcribimos prcticamente en forma completa:
"Las escuetas manifestaciones de la Cmara a quo no bastan para sostener esa
parte de la resolucin y por ello, se vulneran las reglas de la lgica que garantizan
la correcta construccin de la sentencia, pues la conclusin a que se arribe en el
acto decisorio debe ser el resultado de la consideracin razonada de las posiciones contrapuestas de las partes, que ostenten el carcter de dirimentes respecto
de la controversia planteada.
La sentencia que desestima una de las defensas argidas en el pleito debe
ineludiblemente brindar las razones jurdicas que, aplicadas a la base fctica de la
litis, refuten el argumento y la prueba sobre los que se funda la pretensin enervada.
172
III. Conclusin
Siempre que se cumpla con los recaudos de admisibilidad del recurso, el tribunal de grado
no tendr otro camino que motivar su sentencia con argumentos autnomos, por ello, aun
173
en el caso de que alguna norma positiva autorice la remisin a los fundamentos de primera
instancia, el acto jurisdiccional que se valga de tal autorizacin, no ser vlido, pues habr
vulnerado el deber funcional de los jueces de motivar sus resoluciones, y con ello, el principio de imparcialidad, y el derecho de defensa en juicio; preceptos stos, consagrados en
toda Constitucin Poltica que pretenda contener las garantas mnimas con que debe contar el individuo para el logro de sus necesiciades.
174
El modelo conciliatorio
en el CPC peruano:
conciliacin o coerciliacin?
Introduccin
La Conciliacin ha cobrado recientemente una importancia sin precedentes a raz de la
promulgacin de la Ley de Conciliacin Extrajudicial 26872 del 13 de noviembre de 1997.
A nivel judicial, la conciliacin ya haba sido incluida en textos procesales de mxima importancia. As, tenemos la Audiencia de Conciliacin obligatoria en los procesos civiles, de
familia y de trabajo. La conciliacin ha sido y sigue siendo un medio importantsimo de
autocomposicin en los Juzgados de Paz y Juzgados de Paz letrado. An ms, la conciliacin ha sido incluida en otras instituciones como el Ministerio Pblico, a travs de los
Fiscales de Familia que realizan una funcin conciliatoria en los casos de violencia familiar,
o bajo la direccin de los fiscales provinciales penales quienes tienen la facultad de realizar
una especie de conciliacin su generis en virtud del artculo segundo del Cdigo Procesal
Penal principio o criterio de oportunidad.
La conciliacin tambin ha sido impulsada en el mbito administrativo, como en el
Ministerio de Trabajo que brinda servicios de conciliacin en el procedimiento de negociacin colectiva o cese colectivo, y a travs de su Servicio Gratuito de Orientacin Legal en
Materia Laboral; en las diversas Comisiones y Oficinas del Instituto Nacional de Defensa de
la Competencia y Proteccin de la Propiedad Intelectual (INDECOPI), y en el Organismo
Supervisor de Inversiones Privadas en Telecomunicaciones (OSIPTEL). En el mbito municipal, la conciliacin es mecanismo de solucin de conflictos familiares gracias a las Defensoras Municipales del Nio y del Adolescente (DEMUNAS) y en la esfera comunal con los
consultorios jurdicos gratuitos, defensoras del nio y del adolescente, centros de conciliacin y otros servicios auspiciados por ONGs.
El creciente inters en el tema y la fuerte tendencia a concebir una conciliacin
175
La conciliacin
Aspectos generales
La conciliacin es un medio alternativo de resolucin de conflictos que tiene por finalidad
lograr consensualmente el acuerdo entre las partes gracias a la participacin activa de un
tercero. Este tercero conciliador, en su afn de realizar una ptima gestin, se moviliza en
tres niveles: facilitacin, impulso y proposicin.
En este sentido, el conciliador es un facilitador ya que procura-que el proceso de
tomar decisiones y solucionar problemas sea manejado eficientemente, es un impulsor del
proceso conciliatorio en tanto que lo conducir activamente hacia la bsqueda de soluciones y es un proponente de soluciones al conflicto puesto que puede participar muy activamente en la generacin de alternativas de solucin.
Esta labor del conciliador se manifiesta a travs de un procedimiento que tiene fases
pre-establecidas, cada una de ellas con objetivos concretos y con acciones que debe llevar
a cabo para el buen desarrollo de la audiencia.
176
Fases de la conciliacin
Fases de la Conciliacin
(Grfico 1)
Introduccin
Discusin de
Identificacin
Bsqueda de
(Monlogo)
los hechos
de problemas
soluciones
El Acuerdo
Actos Previos
Pasado
Presente
Futuro
177
178
1. Inicio de la Audiencia: El Juez como director del proceso da por iniciada la audiencia.
2. Explicacin de razones: Se inicia la discusin con el demandante quien explicar
sus razones. Posteriormente, el demandado participar explicando las suyas.
3. Proposicin de la frmula conciliatoria: Inmediatamente, el Juez est obligado a
proponer la frmula de conciliacin segn su prudente arbitrio o suspender la
audiencia y reanudarla dentro de los siguientes diez das.
Juez
Inmediatamente el Juez
propondr la frmula
de conciliacin.
wilor
.1.
No se acepta la formula.
Se acepta la frmula.
111.1.1111
Se inscribe en el Libro
de Conciliaciones.
lo.,
:411:: 11:1:111:11:81:1211:
Se redacta la frmula en un
acta mencionndose qu
parte la rechaz.
A continuacin discutiremos cada una de las fases conciliatorias bajo la luz de las
premisas de la conciliacin.
Professionals in Dispute Resolution-SPIDR) en una resolucin expedida por la Comisin sobre Calificacin de Terceros sealando:
Que ningn tipo de grado en especial, ttulo profesional o experiencia laboral ha
demostrado ser un efectivo requisito de xito para ser conciliador, mediador, rbitro u otro profesional neutral; ms bien donde deban fijarse algunos estndares
de calidad [para estos terceros] stos deberan orientarse hacia la demostracin
de habilidades antes que a satisfacer requisitos formales (Honeyman: 1993).
Consideramos que los magistrados s renen las cualidades y la capacidad para
tramitar el proceso e interpretar el derecho y no negamos que existan y de hecho existen
jueces que pueden cumplir con la funcin conciliatoria y se sienten cmodos realizndola.
Aun as, creemos que la funcin conciliatoria, en tanto ajena a la funcin judicial, no corre
la misma suerte, lo cual nos lleva a concluir que la primera premisa (condiciones adecuadas
del conciliador) no necesariamente se cumple cuando el criterio optado por el legislador se
ha centrado en asignar la funcin conciliatoria a una calidad profesional determinada'.
' Por esta razn la Ley de Conciliacin 26872 ha dispuesto en su artculo 4 que la conciliacin no constituye acto jurisdiccional.
Queremos dejar muy en claro que esta primera conclusin no es ningn tipo de diatriba o ataque a la recargada y multifactica
180
Primera posibilidad: las partes exclusivamente sealan sus argumentos y dan las
razones que creen conveniente para sustentar su caso. Es decir hacen uso de unos
minutos para persuadir al juez y sealar las fortalezas de su caso a modo de
informe oral.
Segunda posibilidad: el magistrado invita directamente a las partes a que propongan alguna solucin definitiva hacindoles ver las ventajas de arribar a un
acuerdo conciliatorio.
Tercera posibilidad: las partes exponen su perspectiva acerca de la situacin conflictiva y el Juez estimula a que las partes den propuestas de solucin
Complementariamente a estas tres aplicaciones, el Juez puede o no permitir participar a los abogados patrocinantes en la audiencia con el fin de contribuir a la
discusin fctica o jurdica del conflicto.
En general, hemos podido observar en las diversas simulaciones realizadas en los
cursos de Tcnicas de Conciliacin auspiciados por la Academia de la Magistratura que la
fase de escuchar ha sido internalizada como la etapa en la cual se reconoce la necesidad de
or a las partes. Las partes asumen un rol protagnico al contar la realidad conflictiva que
atraviesan y el Juez trata de fomentar el arreglo a travs de preguntas y la bsqueda de
soluciones, antes de dar una frmula conciliatoria.
Esta tendencia de escuchar no slo la versin de las partes sino sus propuestas de
solucin comprueba en los hechos el respeto a la segunda premisa de la conciliacin, la
cual asume que la participacin de las partes es necesaria para buscar soluciones al conflicto. Esto a su vez demuestra que la sabidura del Juez peruano al interpretar la fase de
"escuchar a las partes" ha rebasado a la literalidad del supuesto y ha involucrado las fases
siguientes: Identificacin de Problemas y Bsqueda de Soluciones (ver grfico 1).
labor judicial. Unicamente reafirmamos nuestra posicin en cuanto a que la funcin conciliatoria no puede ir ligada a ninguna
calidad profesional como forma de asegurar la calidad del procedimiento y del resultado conciliatorio. Se requiere demostrar en los
hechos que uno posee las habilidades personales para conducir una audiencia de conciliacin sujetndose a los objetivos y acciones
que plantean cada una de las fases de la conciliacin. An ms, debemos concluir que el recibir un curso de conciliacin no es
suficiente para la capacitacin de los conciliadores, es necesario adicionalmente una fase de seguimiento guiado por un conciliador
experimentado. Se requerir, en todo caso, evidencia emprica para demostrar esta afirmacin.
181
niendo una frmula y eventualmente vinculndola a una multa ante un rechazo de las
partes.
Los problemas sin embargo no se quedan tan slo a ese nivel. Existe una serie de
problemas procesales producto de la obligacin de dar la frmula conciliatoria, inconveniente que trataremos a continuacin.
acarrea serios riesgos que pueden al final perjudicar a las partes afectndoseles en sus
derechos. As lo ha sealado la jurisprudencia de la Segunda Sala Civil de Lima (Exp. 21-95
del 21/6/95 Segunda Sala Civil) que seala que:
"Resulta un exceso del Juez proponer como frmula conciliatoria que el demandado desocupe el predio despus de siete meses de iniciada la demanda y sancionar al actor con una multa por no. haber aceptado la frmula, mxima si el inquilino no se hallaba al da en el pago de la renta".
En este caso de desalojo, el demandante probablemente frustrado por el incumplimiento del pago de la renta de varios meses, demand a su inquilino exigindole la devolucin del bien. Al momento de encontrarse las partes en la audiencia de conciliacin, el
Jueipropone la frmula de devolver el inmueble al cabo de cuatro meses' a cambio de que
el demandante condone la deuda y eventualmente que no se pague arriendo por esos siete
meses.
Resulta racional pensar que efectivamente un demandante que inicia un proceso
judicial espera que se le restituya el bien cuanto antes ante el incumplimiento del pago del
arriendo y decida no aceptar la frmula antes citada. Habiendo sido sta la situacin en
este caso, el demandado acepta la frmula conciliatoria mientras que el demandante no.
El hecho se torna ms dramtico cuando con la sentencia se multa al demandante
por no haber aceptado la frmula conciliatoria porque aquella concedi igual o menor
derecho al presentado en la frmula antedicha, tal cual lo prescribe el artculo 326 del CPC.
Eso nos demuestra lo injusto que puede ser este sistema conciliatorio que no slo propicia
soluciones rpidas que cualitativamente pueden ser inadecuadas sino que adems estn
vinculadas a una multa, con lo cual se podra acabar sancionando al demandante, que es
quien recurre al rgano jurisdiccional a exigir la cautela de sus derechos.
Por qu el legislador opt por obligar a que el Juez d una frmula conciliatoria en
la audiencia de conciliacin?
Existen diversas hiptesis.
Primero, evitar que la audiencia de conciliacin acabe en la inocua pregunta de
antao: "Tienen las partes nimo de conciliar?", que de no dar resultado positivo
alguno pona fin a la conciliacin.
Segundo, obrgar, a que el rol del Juez sea muy activo a travs de-la generacin de
diversas frmulas conciliatorias o dando al menos una para lograr efectivamente la
conclusin anticipada del proceso.
Creemos que no era necesario legislar en favor de una frmula conciliatoria obligatoria, ya que desnaturaliza la institucin conciliatoria y adems, como seala el Doctor
Jorge Peyrano:
"No estamos del todo persuadidos de las ventajas del sistema utilizado en otros
pases4 consistente en imponerle al magistrado interviniente el deber de proponer
'Segn lo seala esta jurisprudencia hubo un lapso de tres meses desde que se present la demanda hasta el da en el que se celebr
la respectiva audiencia de conciliacin.
'Art. 326 del Cdigo Procesal Civil del Per:"Audiencia de conciliacin. Presentes las partes, o sus apoderados o representantes con
capacidad para ello, el juez escuchar por su orden las razones que expongan. De inmediato propondr la frmula de conciliacin
que su prudente arbitrio le aconseje. Tambin puede disponer la suspensin de la audiencia y sus posterior reanudacin dentro de un
plazo no mayor de diez das...".
184
185
darse la frmula conciliatoria? Creemos que no salvo el caso de los alimentos donde
expresamente se permite la rebaja de la multa de ser necesario segn lo dispone el Art. 326
CPC por dos razones fundamentales. Primero, los otros derechos de familia como tenencia, rgimen de visitas, etc. son derechos personalsimos que a diferencia de los derechos
patrimoniales a los que se dirige el modelo conciliatorio del CPC, no pueden ser afectados
por sancin similar. Adicionalmente, la *multa en tanto tiene naturaleza sancionatoria no
puede aplicarse extensivamente o supletoriamente como inicialmente pudiera pensarse.
Las sanciones deben aplicarse en forma restrictiva, con lo cual concluimos que en conflictos
donde se discutan derechos personalsimos como los de familia y, por extensin los de
trabajo, no podra aplicarse la multa salvo disposicin expresa en ese sentido.
Conclusiones y sugerencias
Hemos demostrado que el modelo conciliatorio diseado por el legislador del Cdigo Procesal Civil ha afectado radicalmente las premisas que subyacen a la Conciliacin, y que
nicamente la experiencia judicial ha evitado que la fase de escuchar a las partes consista
tan slo en escuchar lo que stas manifiesten sino que en esta fase las partes participen
activamente con el conciliador en la bsqueda de soluciones. De esta forma se satisface la
segunda premisa de la conciliacin que seala que la participacin del tercero y las partes
en la bsqueda de soluciones es necesaria para la eficiente resolucin del conflicto.
Otro punto importante se relaciona con la capacitacin a los magistrados a quienes
se les debe dotar de las herramientas necesarias para mejorar sus habilidades conciliatorias, para lo cual no bastan los cursos de capacitacin en tcnicas de conciliacin sino que
se requiere realizar procedimientos de seguimiento posterior para afinar sus aptitudes.
Por otro lado, creemos que el modelo conciliatorio del Cdigo Procesal Civil requiere
modificaciones a las fases tal cual han sido diseadas por el legislador. Primero, es necesario modificar la parte en la cual se exige dar una frmula conciliatoria porque sta es a
veces de difcil proposicin, en otras ocasiones resulta riesgosa proponerla y en tercer lugar,
es extraa al contenido esencial de la conciliacin que seala que se debe generar no slo
una sino varias alternativas de solucin y menos an zanjarse el conflicto con frmula
alguna
Sobre este tema sugerimos que el Juez tenga como obligacin propiciar una fase de
bsqueda de soluciones en la cual tanto las partes como el conciliador judicial brinden
diversas alternativas de solucin.
Finalmente quisiramos incidir en la derogacin de la multa o cualquier tipo de
sancin vinculada al rechazo de la frmula conciliatoria propuesta, porque sta ha sido
pensada con un fin efectista y coercitivo. La multa no hace ms que desnaturalizar la
conciliacin al afectar la voluntariedad o consensualidad que debe reinar al momento de
aceptar una alternativa y probablemente asustar a los litigantes que a fin de evitar la multa,
deciden no acudir a la audiencia de conciliacin.
186
Concluimos sealando que es necesario dar un cambio legislativo al modelo conciliatorio del Cdigo Procesal Civil con el fin de fomentar un proceso ms eficiente y consensual. Con este objetivo en mente, esperamos que este trabajo constituya un aporte para el
fortalecimiento de esta institucin.
Bibliografa
Honeyman, Christopher
"A Consensus on Mediators' Qualifications". Negotiation Journal.; Vol. 9, nota 4, pp. 295-308.
Ormachea Choque, Ivn
"Manual Judicial de Conciliacin". Academia de la Magistratura, Lima 1997 (a ser publicado).
Ormachea Choque, Ivn
La Conciliacin como mecanismo de acceso a la justicia. En: Acceso a la Justicia. Poder Judicial. Lima 1997.
Ormachea Choque, Ivn
Conciliacin: una visin crtica desde la resolucin de conflictos. En: "Libro de Ponencias de la I Conferencia Nacional de
Derecho Procesal". Pontificia Universidad Catlica del Per, Lima 1996.
Ledesma Narvez, Marianella
"La Conciliacin". Legrima Editorial, Lima, 1996.
Peyrano, Jorge W.
"Cartilla para Jueces Conciliadores de Derecho Procesal Civil de acuerdo al CPC Peruano". Lima: EJ. 1993.
187
La conciliacin en los
procesos individuales
de trabajo
La puesta en vigor, relativamente reciente, de la Ley Procesal del Trabajo, Ley N 26636 y del
Decreto Supremo 002-96-TR, que regula el servicio gratuito permanente de orientacin
legal, dirigido a empleadores y trabajadores, y la aun ms flamante Ley de Conciliacin, Ley
N 26872, han colocado a la conciliacin en una posicin de gran actualidad.
La conciliacin, como es sabido, ha tenido siempre en el proceso laboral un lugar
preeminente; el gran maestro espaol Eugenio Prez Botija hablaba de "hipervaloracin de
la conciliacin" para resaltar el hecho de que en dichos procesos se estimula ms que en
ningn otro su utilizacin forzosa. Ahora, la citada Ley N 26872 la instituye como trmite extrajudicial previo obligatorio, que es requisito para la interposicin de cualquier
demanda.
Son esas las razones que justifican la renovacin de su estudio, as como el inters de
la Academia de la Magistratura por su divulgacin entre magistrados y abogados. En nuestro caso, la referiremos en concreto a los procesos jurisdiccionales en materia laboral, principalmente en su perspectiva terica, pero remitindola en la parte final a la novsima
legislacin antes citada.
Introduccin
La conciliacin puede ser definida como "un acuerdo precoz, justo y definitivo que pone fin
a una controversia laboral, prescribiendo la ejecucin o reconocimiento de un derecho o
creando uno nuevo o modificando el ordenamiento convencional vigente. Es precoz, porque se da y surte efecto antes de la sentencia, laudo o resolucin. Es definitivo porque
189
produce el mismo efecto que la sentencia, laudo o resolucin. Es justo porque no implica
renuncia o reduccin de derechos o beneficios adquiridos y tutelados por las leyes laborales"'. La conciliacin es, pues, una forma de solucin de una controversia que acelera su
terminacin definitiva a travs de un acuerdo de las partes, asistidas por un tercero el
conciliador, respecto de derechos que no tienen carcter de indisponibles.
La conciliacin no es, por cierto, creacin del proceso laboral ni resulta privativa del
mismo; antes bien, es una institucin de antiguo arraigo y gran prosapia en los diversos
procesos civiles y de otra ndole. En el proceso laboral, empero, ocupa una posicin ms
destacada y su necesidad es constantemente reconocida, entre otras razones por la muy
importante de su eficacia para lograr el fin del proceso en tiempo razonablemente breve si
se lo compara con la duracin dilatada del trmite judicial corriente.
Si la lentitud de un juicio comn es negativa, la de un juicio laboral, en el que los
derechos en disputa tienen calidad alimentaria, adquiere mucha mayor gravedad. De all,
entonces, que una frmula que permite una solucin clere y que, al mismo tiempo, resguarda los derechos irrenunciables debe ser no slo admitida sino estimulada.
190
y la transaccin evita un posible litigio/ c) El avenimiento o conciliacin puede o no significar renuncia de derechos, en tanto que la transaccin por esencial debe envolver concesiones recprocas./ El mismo autor destaca, no obstante, que ambas ponen trmino al
proceso y producen efecto de cosa juzgada"4.
No compartimos totalmente estos criterios de diferenciacin, primero, porque puede haber una conciliacin extra-procesal, cuando tiene carcter previo al inicio de un litigio
tal cual prevn algunas legislaciones; segundo, porque por va transaccional puede tambin ponerse trmino a un proceso; y, finalmente, porque, a nuestro entender, la conciliacin no puede significar renuncia de derechos, que es, en cambio, la caracterstica esencial
de la transaccin.
En efecto segn la definen, entre otros, el Cdigo Civil italiano, el brasileo y el
peruano, es de la naturaleza misma de la transaccin el que haya renuncia recproca de
derechos; si no la hubiera, estaramos ante un desistimiento o un allanamiento.
Por esa misma razn, la transaccin slo puede versar sobre derechos que estn
dentro del patrimonio disponible, lo cual excluye a la mayora de los derechos laborales.
La transaccin, finalmente, opera en controversias en las que se oponen dos derechos actuales y presentes, ambos legtimos y equiparables, que corresponden a contendores que son en abstracto iguales.
En la conciliacin, en cambio, slo tiene derechos actuales y presentes una de las
partes, pues la otra tiene, frente a aqulla, slo obligaciones; no son derechos que se
oponen a otros derechos, sino derechos que se exigen; las partes, adems, no son iguales,
pues una dbil enfrenta a otra ms fuerte. La conciliacin procura un acuerdo armonioso
que no menoscabe tales derechos irrenunciables. Por eso, como seala Zegarra
Garnica', "Algunos autores dudan que en los conflictos de aplicacin sea operativa la
conciliacin ya que al no ser transigibles por irrenunciables los derechos de los trabajadores, el acuerdo se limitara a un reconocimiento del derecho controvertido con lo que
bastara el allanamiento o, en contraro, el desistimiento". Pero l mismo responde que no
es as: "Las controversias no plantean dilemas tan simples, sino ms bien cuestiones complejas, que requieren de difcil o imposible probanza o de interpretacin de hechos o de
normas convencionales o de situaciones nuevas que no han sido expresamente previstas en
las normas, o de obligaciones de difcil o imposible ejecucin y en esos casos pueden
avenirse las partes sin incurrir en la renuncia de derechos adquiridos. Esta flexibilidad es la
que diferencia la conciliacin, que es justa, de la transaccin que implica sacrificio de
derechos".
4 Murgas Torrazza, Rolando. "La conciliacin". En: Estudios Laborales. Panam, 1982; p. 191.
sZegarra Garnica, Federico. "Naturaleza jurdica..." Op. cit.; p. 321.
191
A tan certeros conceptos debemos aadir que, de otro lado, no todos los derechos
laborales son irrenunciables. Frente a declaraciones enfticas en sentido contrario, la realidad nos muestra que existe un gran nmero de derechos de los que el trabajador puede
libremente disponer. Sin ir lejos, el trabajador puede renunciar a su empleo, con lo cual
renuncia al trabajo que es la fuente de todos los dems derechos: la remuneracin, que es
consecuencia ineluctable de aqul, la estabilidad laboral, que es tambin derecho subjetivo
reconocido en numerosos pases, etc.
Pero hay por otro lado derechos dudosos res dubia y derechos litigiosos. La demanda de un trabajador no es una verdad cierta e inconcusa, sino apenas una hiptesis de
192
Intervencin de la autoridad
Para preservar los derechos irrenunciables, la conciliacin laboral debe celebrarse necesariamente bajo la tutela de un conciliador, quien debe estar premunido de autoridad.
La funcin del conciliador es doble: por un lado, instrumentalmente, el conciliador
es un amigable componedor que orienta, conduce, estimula a las partes hacia el logro de
un acuerdo honroso y legtimo. Por otro lado, funcionalmente, el conciliador tiene la misin de apreciar que el acuerdo no vulnere derechos indisponibles; si los vulnerara, su deber
es desaprobarlo.
Algunas veces las dos funciones se separan: la primera es cumplida por el conciliador; la segunda es reservada al juez. El acuerdo adoptado ante el primero debe ser aprobado u homologado por el segundo, requisito sin el cual carece de validez, como disponen, entre otras, las legislaciones de Costa Rica, Guatemala, Panam, Per y Repblica
Dominicana.
Clases de conciliacin
La conciliacin puede ser clasificada por el rgano que la practica, por la oportunidad en
que se produce o por su obligatoriedad.
Por su oportunidad, puede ser previa al proceso judicial, darse con carcter forzoso
dentro del mismo o producirse en cualquier momento de dicho proceso. Montenegro Baca,
el ilustre maestro peruano, las denomina preprocesal, intraprocesal y postprocesa18.
Algunas legislaciones imponen una conciliacin como requisito formal previo a la
interposicin de una demanda judicial, de tipo judicial en Espaa, de tipo administrativo
en Uruguay. Es lo que hace nuestra recientsima Ley N 26872, cuya aplicacin el proceso
laboral examinaremos al final de este artculo.
Otras exigen que la conciliacin sea promovida como un acto forzoso del proceso,
llegando alguna incluso a sancionar con nulidad en caso de inobservancia.
Otras, que acaso sean mayora, la permiten y hasta estimulan en cualquier etapa del
trmite, como una manera de lograr un atajo que permita una solucin veloz, evitando los
inconvenientes del pronunciamiento judicial.
Por su obligatoriedad, la conciliacin puede ser preceptiva, voluntaria o potestativa.
193
Como hemos visto lneas arriba, en gran nmero de pases es obligatoria la conciliacin,
sea con carcter previo, sea intraprocesal. En cambio, la conciliacin no programada, que
puede producirse en cualquier momento procesal, es por su propia naturaleza de carcter
voluntario. Por potestativa se entiende aquella que, al ser solicitada por una de las partes,
obliga a la otra.
Efectos de la conciliacin
La conciliacin produce efectos de forma y de fondo. De los primeros es satisfacer el requisito o exigencia procesal en aquellos ordenamientos que la imponen, sea como paso previo, sea como etapa obligada del proceso.
En este punto cabe destacar que el trmino conciliacin tiene dos acepciones, una
instrumental y otra material: conciliacin es procurar el acercamiento en bsqueda de una
solucin consensuada, pero conciliacin es tambin y fundamentalmente el acuerdo mismo. Para cubrir el requisito formal basta la conciliacin como instrumento, pues ello permite la continuacin normal del proceso, pero si se logra la conciliacin material el efecto es
ms radical, puesto que lo extingue definitivamente.
El efecto de fondo se traduce, por un lado, en la conclusin del proceso, pero a la
vez, y esto es lo ms importante, en la solucin de la controversia sustantiva. Al determinarse la existencia de derechos ciertos y crditos exigibles, ello otorga ejecutoriedad al acuerdo, al cual se atribuyen las mismas virtudes que a la resolucin judicial.
Si la conciliacin es previa y extrajudicial, sin embargo, no siempre se la admite
como un ttulo ejecutivo, sino a lo sumo como constancia de la existencia de la obligacin.
En cambio, si se da intraprocesalmente, al extinguir el proceso, asume las mismas caractersticas que la sentencia y es directamente ejecutable.
La conciliacin trasciende incluso del proceso y es base sustantiva para la excepcin
de pleito acabado o de cosa juzgada, segn la terminologa que se utilice en cada pas.
194
Gelsi Bidart, Adolfo. "Proceso laboral y conciliacin". En: Revista Derecho Laboral, N 115, Montevideo, julio-setiembre 1979; p. 472.
Ameglio, Eduardo J. "Las peculiaridades del procedimiento laboral". En: Revista Derecho Laboral, N156, Montevideo, octubrediciembre 1989; p. 615.
" Russomano, Mozart Vctor. "Caractersticas esenciales del procedimiento en la Jurisdiccin del Trabajo", ponencia al II Congreso
Iberoamericano de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, Lima, 1967. Anales; p. 104.
195
tras las apariencias para tratar de llegar a la verdad profunda; y, en caso de descubrir un
desaguisado, tener la entereza de oponerse a l, aunque con tal actitud vaya en contra de
la nica ley que todos siempre respetamos, que es la del menor esfuerzo.
Especialmente crtico es Juan Carlos Fernndez Madridu quien, sostiene que "La
conciliacin...es considerada por la mayora de los autores una institucin especfica del
procedimiento laboral que coadyuva a la rp.ida y justa satisfaccin de los derechos, pero
en la realidad slo significa la terminacin del proceso por razones de necesidad del trabajador y en esas condiciones frecuentemente se vulnera el orden pblico laboral. Es cierto
que en el derecho argentino, se establece que los acuerdos transaccionales, conciliatorios o
liberatorios slo sern vlidos cuando se realicen con intervencin de la autoridad administrativa o judicial, mediante resolucin fundada de cualesquiera de stas que acredite que
mediante tales actos se ha alcanzado una justa composicin de la litis (Art. 15 Lct). Sin
embargo, tanto el organismo administrativo de aplicacin como los jueces raramente podrn establecer la existencia de esa justa composicin y salvo casos excepcionales la conciliacin implica un pacto econmico en desmedro de los derechos de los trabajadores".
Nada sintetiza mejor esta dualidad agridulce que la sentencia de Pla Rodrguez: la
Clases de conciliacin
Sealbamos que la conciliacin puede ser clasificada por el rgano que la practica, por la
oportunidad en que se produce y por su obligatoriedad. Pues bien, la nueva legislacin
virtualmente comprende todas las modalidades, segn veremos.
12 Fernndez Madrid, Juan Carlos. "Solucin de los conflictos individuales del trabajo". En: Revista Debate Laboral, N 5, San Jos de
Costa Rica, 1990; p. 165.
196
Por el rgano
La legislacin prev la posibilidad de conciliacin judicial, administrativa y privada. La conciliacin judicial est contemplada, obviamente, en la LPT, a la que se refieren los artculos
45 y 66, en cuanto a su aspecto instrumental. La conciliacin administrativa est regulada
por el Decreto Supremo 002-96-TR. Y la conciliacin privada es objeto de regulacin por la
LPT, en sus artculos 102 y 103, as como en el artculo 4, inciso 1, pargrafo g), con
relacin a su aprobacin u homologacin.
Por su oportunidad
Como en el caso anterior, la nueva legislacin contiene conciliacin prejudicial, pudindose
dar bajo forma administrativa (D.S. 002-96-TR y Art. 102 DPT) o privada (arts. 102 y 103
DPT), intraprocesal (arts. 66 DPT) y eventual (Art. 45 DPT).
Por su obligatoriedad
La conciliacin slo asume carcter obligatorio en su modalidad intraprocesal (Art. 66
DPT). La conciliacin administrativa es, ms bien, de tipo potestativo: si el trabajador la
solicita, recurriendo para ello a los servicios del Ministerio de Trabajo, el empleador queda
obligado a asistir. La conciliacin privada es, por su propia naturaleza, esencialmente voluntaria, como lo es tambin la que es promovida en forma eventual dentro de un proceso
judicial (Art. 45DPT).
Segn se ve, el ordenamiento peruano acoge todas las modalidades posibles de
conciliacin.
Efectos
El D.S. 002-96-TR confiere expresamente a la conciliacin administrativa mrito ejecutivo.
La LPT por su parte, considera tal atributo en forma explcita, en su artculo 72 inc. 2, el
cual seala a la conciliacin extrajudicial (dentro de la cual debe incluirse a la conciliacin
administrativa), debidamente homologada, como un ttulo ejecutivo.
De otro lado, la LPT reconoce a la conciliacin fuerza de cosa juzgada. As lo declaran terminantemente sus artculos 45 y 103. Tal autoridad, empero, no proviene del acto
conciliatorio mismo, vele decir, del simple avenimiento de las partes, sino que le es conferida desde fuera, por el juez, a travs de su homologacin. As tratndose de la conciliacin
privada, el artculo 103 expresamente condiciona su fuerza vinculante a tal requisito, lo
que concuerda con el artculo 4, inciso 1, pargrafo 4, segn el cual compete a las salas
laborales de la Corte Superior la homologacin de conciliaciones privadas.
Pero el requisito de aprobacin u homologacin, que podra estar presunto en la
conciliacin judicial, es sin embargo exigido tambin con carcter expreso para sta, segn
se desprende de los artculos 45 y 66 DPT.
Silencian las normas la situacin de la conciliacin administrativa. No obstante, cae
por lgica que tambin deben ser objeto de aprobacin judicial, la cual no est invvita en
197
las facultades del conciliador administrativo. Ello se infiere de la circunstancia de que la ley
exija taxativamente la aprobacin aun en la conciliacin judicial y tambin, obviamente, en
la privada, por lo que no existira argumento para sostener que la administrativa puede ser
exonerada de tan importante atributo.
13 La Ley hace uso de los dos vocabloS: procedibilidad, en su artculo 6'; admisibilidad, en su sexta disposicin final.
198
199
1 . Antecedentes
Cabe recordar que el denominado delito continuado fue incorporado en nuestra legislacin penal a travs del Proyecto de 1916 (Art. 81) y se le mantuvo en el Cdigo Martua de
1924, cuyo artculo 107 precisaba que "cuando varias violaciones de la misma ley penal
hubieran sido cometidas en el mismo momento de accin, o en momentos diversos con
actos ejecutivos de la misma resolucin criminal se considerarn como un solo delito continuado y se reprimirn con la pena correspondiente a ste"1.
Segn Hurtado Pozo la fuente legal extranjera de dicho dispositivo fue el artculo 78
del Cdigo Penal italiano de 1889, de all que su funcin poltico criminal "significaba una
atenuacin de la pena" al constituirse como una excepcin al tratamiento represivo que
caba aplicar al concurso real de delitos. Esto es, el delito continuado fue introducido en
nuestro sistema legal con el claro y expreso propsito de "evitar que el delincuente sea
castigado con extrema severidad"2.
Ahora bien, el delito continuado requera para su configuracin y efectos sobre la
determinacin de la pena, de la concurrencia de seis requisitos:
1) Identidad de auto.r.
2) Pluralidad de acciones homogneas.
3) Pluralidad de violaciones de la misma ley penal.
' El Cdigo Penal de 1863 por su origen hispnico careca de disposiciones relativas a la configuracin del delito continuado. El
Anteproyecto de 1927, en cambio, en su artculo 21 estableca que "cuando la reiteracin de un mismo hecho deba considerarse
como una sola infraccin sucesiva, se impondr la pena correspondiente al resultado total de su actividad punible".
2 Cfr Hurtado Pozo, Jos. "Manual de Derecho Penal. Parte General". 2a edicin. EDDILI. Lima, 1987; pp. 598 y ss.
201
tadas con acciones u omisiones homogneas que obedecen a un mismo mvil y en identidad de ocasin se considerarn como un solo hecho punible continuado y se reprime con la
pena correspondiente a este.
Tal regla no es aplicable a los delitos de homicidio o de lesiones de personas distintas,
ni en general, cuando se lesionan bienes jurdicos eminentemente personales". Si bien esta
construccin del delito continuado se ratific en el Proyecto de 1986, el legislador, finalmente, se decidi por mantener en el Cdigo Penal de 1991 los mismos requisitos y efectos
del artculo 107 del Cdigo Penal del 24. Vale decir, el delito continuado representaba un
solo delito y mereca como respuesta nicamente la pena que la ley conminaba para el tipo
de delito cometido. Por lo dems, el tratamiento de la prescripcin de la accin penal previsto para estos
casos, ratificaba que el delito continuado representaba un solo delito. En efecto, el inciso
3 del artculo 82 del Cdigo vigente dispone que los plazos de prescripcin comienzan
"En el delito continuado desde el da en que termin la actividad delictiva".
Lamentablemente, la claridad original de la regulacin del delito continuado en el
artculo 49 del Cdigo Penal de 1991, ha sido perjudicada con las modificaciones y adiciones promovidas en su texto legal por la Ley 26683 del 11 de noviembre de 1996.
30p. Cit.; p. 608. Gr. Ral Pea Cabrera. "Tratado de Derecho Penal. Estudio Programtico de la Par-te General", 3a edicin. Grijley.
Lima, 1997; pp. 546 y ss.
Tomado de Julio D. Espino Prez. "Cdigo Penal". 7' edicin. Cultural Cuzco S.A., Lima, 1988; p. 124, Sumilla N I.
202
LA REFORMA DEL DELITO CONTINUADO EN LA LEY 26683: iUNA SOLUCIN AL FRAUDE COLECTIVO?
los hechos cometidos o las consecuencias, revistieran notoria gravedad y se hubiera perjudicado a una multitud de personas, el agente ser reprimido con pena privativa de la
libertad no menor del doble de la que corresponde por el delito cometido ni mayor de
veinticinco aos". Por su parte, el 31 de octubre de 1995 en el Parlamento se reciba un
nuevo proyecto que presentaba Roger Cceres Velsquez, quien sustentaba una opcin
ms especfica, dirigida a incluir una circunstancia agravante, basada tambin en el volumen masivo de vctimas, pero que deba figurar en el propio artculo 196 que tipificaba la
estafa. Su propuesta era en estos trminos: "La pena no ser menor de quince aos, ni
mayor de 25 aos, cuando el delito se hubiera cometido en forma masiva, en agravio de
numerosas personas, utilizando artificios o mecanismos no autorizados por la legislacin
vigente sobre instituciones financieras. Para estos casos, no sera de aplicacin ninguna
medida de gracia ni de reduccin de pena por motivo alguno, debiendo cumplirse a plenitud la sancin correspondiente".
Finalmente, desde la bancada de Accin Popular el doctor Javier Alva Orlandini, el
19 de febrero de 1996, ofreca tambin como alternativa adicionar al artculo 196 un
supuesto de agravacin, aunque menos complejo que el proyectado por Cceres Velsquez. Segn la propuesta Alva "La pena ser privativa de libertad no menor de cuatro ni
Sobre el concepto y evolucin del delito masa en Espaa, vase: Jos A. Sanz Cantero. "Lecciones de Derecho Penal. Parte General
III". 2a edicin. Bosch. Barcelona, 1989; p. 233 y ss.
Gr. Documentos Parlamentarios N 1025/ 95-CR del 20 de febrero de 1996. N 146195-CR del 18 de agosto de 1995; N 586195CR del 31 de octubre de 1985.
203
Hasta aqu, las tres opciones resultaban factibles y tenan como ventaja no afectar la
estructura y tradicin del delito continuado. Lamentablemente, el Congreso dej de lado a
todas ellas y se decidi por un modelo distinto, ajeno a nuestra legislacin histrica y poco
prctico para nuestra judicatura. En efecto, el legislador se inclin por adoptar el delito
masa pero con las mismas caractersticas que tiene l en su regulacin del artculo 74 del
Cdigo Penal espaol de 1995. Es decir, como una hiptesis derivada de un delito continuado orientado por una funcin poltico criminal represiva y, por tanto, totalmente opuesta, en dicho dominio, a nuestra tradicin jurdico-penal. El texto aprobado y que fue
remitido al Ejecutivo era como sigue: "Artculo 49 A: Cuando mediante varias acciones u
204
LA REFORMA DEL DELITO CONTINUADO EN LA LEY 26683: UNA SOLUCIN AL FRAUDE COLECTIVO?
49. La solucin ser establecer para el delito continuado la pena correspondiente al delito
ms grave, por haberse incluido la violacin de la misma ley penal o una de igual o semejante naturaleza.
En cuanto al delito masa la pena debera ser aumentada en un tercio de la mxima prevista para el delito ms grave, por tratarse de una figura agravada del delito continuado".
Consecuencia legal, pues, de todo este proceso result ser la nueva redaccin del
artculo 49 que ahora comentamos, y en la que se observa una incongruente mixtura de
requisitos del delito continuado original peruano con algunos de los propuestos en el artculo 74 del Cdigo Penal Espaol. Segn su nueva estructura el delito continuado puede
ahora materializarse si hay pluralidad de violaciones de la misma ley penal o una de igual o
semejante naturaleza. Y la sancin que correspondera a su autor ser la pena correspondiente al delito ms grave de los diferentes ilcitos que componen el delito continuado.
Por otro lado, el delito masa se configurara como un agravante que demanda dos
requisitos. Primero, que el agente haya cometido un delito continuado; y, segundo, que se
hubiera perjudicado una pluralidad de personas. Y para el delito masa la ley establece que
la pena aplicable sera equivalente a un tercio de la mxima prevista para el delito ms
grave.
Ahora bien, lo que queda es preguntarnos si esta reforma alcanza el objetivo poltico
criminal perseguido. Esto es, posibilita una represin adecuada y equitativa del fraude
colectivo? En definitiva, casos como el de CLAE ya no sern sancionados con penas benignas? Desafortunadamente la respuesta categrica a todas estas interrogantes tiene que ser
negativa. Fundamentalmente porque si aplicamos los requisitos del nuevo artculo 49 al
supuesto de una estafa masiva, la penalidad que correspondera a su autor sera nicamente de ocho aos, ya que se tratara del mismo delito y por ende de un solo mximo legal, el
previsto en el artculo 196. Esto es, la reforma slo permite aumentar en dos aos la pena
ya definida como lmite para los delitos de estafa. Esto significa que el efecto de la reforma
del artculo 49 es puramente simblico. Como dice el adagio popular es ms bien "mucho
ruido y pocas nueces", ya que para lograr tan insignificante resultado el Parlamento debati por ms de un ao.
Por lo dems, el nuevo texto del artculo 49 deja serias incgnitas que deber resolver el rgano jurisdiccional a travs de la jurisprudencia. Por ejemplo, si el delito continuado es configurable en atencin a uno o a varios sujetos pasivos. Al respecto es de advertir
que la redaccin peruana no ha incluido la frase "que ofenda a uno o varios sujetos" que s
contiene el artculo 74 del Cdigo Penal espaol. Asimismo, la ley no insina, siquiera,
desde qu nmero mnimo de personas afectadas cabe ya reconocer una pluralidad capaz
de permitir la configuracin del agravante del delito masa. Sobre ello, cabe recordar que la
jurisprudencia y doctrina espaolas han insistido en conceptualizar que se requiere una
"masa de personas" cuyos componentes individuales, en principio indeterminados, no estn unidos entre s por vnculos jurdicos. Por ltimo, el nuevo texto crea dudas de aplicacin a las reglas de prescripcin del inciso 3 del artculo 82.
205
' Castineira, M.T. "El Delito Masa en la Jurisprudencia del Tribunal Supremo espaol". En: Estudios Penales. Libro Homenaje al
profesor Jos Antn Oneca. Salamanca, 1982; p. 162.
206
Introduccin
Mediante Ley N 26810, publicada el 18 de junio de 1997, se han modificado varios
artculos de la Ley de Normas Generales de Procedimientos Administrativos (en adelante
LNGPA), segn Texto nico Ordenado aprobado mediante Decreto Supremo N 02-94-JUS,
as como el numeral 3) del artculo 541 del Cdigo Procesal Civil en la parte referida al
plazo para interponer la denominada accin contenciosa-administrativa.
Del tenor de las modificaciones operadas sobre la LNGPA es claro que el objetivo
central del legislador ha sido precisar en qu situaciones se puede considerar agotada la
denominada va administrativa, de modo que quede expedito el camino para que los particulares puedan impugnar judicialmente las resoluciones administrativas que consideren
violan sus derechos o atentan contra sus intereses legtimos.
La necesidad de dicha precisin legislativa se justifica porque son numerosos los
casos en que se han generado controversias acerca del cumplimiento o no de la regla de
agotamiento de la denominada "va gubernativa o previa", lo que motiva que con mucha
frecuencia los jueces y tribunales declaren la improcedencia de los procesos judiciales iniciados por los particulares contra resoluciones administrativas que se considera no satisfacen el requisito de ser las que ponen fin al procedimiento administrativo. La ausencia de
normas precisas al respecto ha trado consigo que se expida jurisprudencia contradictoria,
la que origina que el particular vea rechazadas sus pretensiones ante el Poder Judicial con
grave lesin a sus derechos constitucionales a la tutela judicial y de acceso a la justicia,
porque los magistrados muchas veces por desconocimiento rechazan demandas bajo el
criterio equivocado de que no se agot la va previa.
Asimismo resultaba indispensable regular los casos en que las resoluciones son expe207
didas por rganos administrativos que no estn sometidos a un superior jerrquico (caso
de los alcaldes, ministros, jefes o titulares de entidades pblicas descentralizadas, etc.) y
por ende respecto de las cuales no es posible la interposicin del recurso de apelacin,
como lo prescriba inexorablemente el tenor ahora suprimido de la primera parte del
artculo 100 de la Ley, conforme al cual la va administrativa slo se consideraba agotada
con la resolucin expedida en segunda instancia.
El objetivo de este trabajo es estudiar los alcances de las mencionadas modificaciones introducidas por la Ley N 26810 en la LNGPA y en el Cdigo Procesal Civil, ya que
dichas normas tendrn repercusiones incluso respecto de las leyes relativas a los procesos
constitucionales de garanta en las que, como sucede en la accin de amparo, la regla
general tambin consiste en que los particulares ejerciten previamente todos los recursos
administrativos que precisamente la LNGPA les franquea.
y 1 1 7, critique que la Carta de 1993 no haya consagrado la accin contenciosa-administrativa, como en su opinin s lo hizo
acertadamente su antecesora.
2 En tal virtud resultara violatorio de la Constitucin el enunciado amplio del segundo prrafo del artculo 540 del Cdigo Procesal
Civil vigente, en la parte que regula el proceso contencioso-administrativo bajo la denominacin de "Impugnacin de acto o resolucin administrativa", porque admite con carcter general que por ley se puedan establecer casos de inimpugnabilidad de actos
administrativos, lo que atenta contra el principio de control judicial de las decisiones administrativas, que constituye uno de los
elementos esenciales del Estado de Derecho en orden a encausar la actuacin de la administracin pblica dentro del marco de la
legalidad.
208
LAS RESOLUCIONES QUE PONEN FIN AL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO. LAS LLAMADAS RESOLUCIONES "QUE CAUSAN ESTADO"
Sobre el tema: Alberto Ruiz-Eldredge. "Manual de Derecho Administrativo", Lima, 1990; pp. 276 y 277. Se pueden leer antecedentes jurisprudenciales en: Juan C. Morn Urbina. "La va administrativa en el derecho peruano". Lima, 1992; pp. 208 y 209.
4 Pemn Gavn, Juan. Va administrativa previa y derecho a la tutela judicial. En: Revista de Administracin Pblica. Madrid, 1992; N
127, p. 145.
5 En: "Curso de Derecho Administrativo". Madrid, 1890; p. 766.
6 Revisar: Santamara Pastor, Juan Alfonso. Sobre el origen y' evolucin de la reclamacin administrativa previa. En: Revista de
Administracin Pblica. Madrid, N77; pp. 84 a 101, para quien la reclamacin administrativa previa surgi como consecuencia de
la conjuncin de varias necesidades coyunturales existentes en Espaa en la segunda mitad del siglo XIX, y aunque a su criterio
constituye "un autntico fsil de singular valor", considera que representa uno de los aspectos capitales del Derecho Administrativo
como ordenamiento exorbitante o privilegiado de la administracin. Sobre el tema se puede revisar tambin: Manuel Clavero
Arvalo "Estudios de Derecho Administrativo", Ed. Civitas, Madrid, 1992; pp.185 y ss.; asimismo Enrique Serrano Girado. "El recurso
contencioso-administrativo y el requisito de que la resolucin cause estado". En: Revista de Administracin Pblica, N 10. Madrid,
1953; pp. 109 y ss. y Andrs Betancor R. "El Acto Ejecutivo", CEC., Madrid, 1992; pp. 186 y ss.
209
' Sobre los conceptos de "acto que causa estado" y "acto definitivo" o que "hace cosa juzgada administrativa" revisar entre otros
autores: Tomas Hutchinson "Ley Nacional de Procedimientos Administrativos". Astrea, Buenos Aires, 1997; Tomo 1, pp. 339 y ss.;
Eladio Escusol Barra y Jorge Rodriguez-Zapata Perea "Derecho procesal Administrativo". Tecnos, Madrid, 1995; p. 347; Luis De la
Morena y De La Morena "Curso de Derecho Administrativo". Madrid, 1990; T 2, p. 88 y Jess Gonzlez Prez "Comentarios a la Ley
del Rgimen Jurdico de las Administraciones Pblicas y Procedimiento Administrativo Comn". Civitas, Madrid, 1997; Tomo II, p.
1712.
En Espaa la posibilidad de iniciar el contencioso administrativo contra resoluciones de trmite que impiden la culminacin del
procedimiento administrativo provocando indefensin est contemplada en el artculo 37.1 de la denominada ley de la Jurisdiccin
Contenciosa-Administrativa de 1956, en Argentina la misma regla est recogida en el inciso b) del artculo 23 de la Ley Nacional de
Procedimientos Administrativos. Sobre Espaa se puede revisar a Jos A. Garca-Trevijano Garnica "La Impugnacin de los actos
administrativos de trmite". Ed. Montecorvo, Madrid, 1993. Respecto de Argentina revisar Tomas Hutchinson, op. cit.; T. 1, p. 443.
210
LAS RESOLUCIONES QUE PONEN FIN AL PROCEDIMIENTO ADMINISTFtATIVO LAS LLAMADAS RESOLUCIONES "QUE CAUSAN ESTADO"
cin, situacin que puede vulnerar los derechos constitucionales de acceso a la jurisdiccin,
de defensa y de tutela judicial.
Sin perjuicio de que posteriormente ahondemos sobre lo expuesto, es conveniente
sistematizar los argumentos que en la doctrina se han esbozado para explicar y justificar la
obligatoriedad de agotar la va administrativa previa como condicin para demandar judicialmente las actuaciones de la administracin:
a) Desde el ngulo de los fines que sirven a los intereses de la administracin:
Seala Luis De la Morena y De la Morena9 que los recursos administrativos "cumplen una funcin de garanta para la administracin: la de darle, al menos, una
segunda oportunidad de rectificar sus errores jurdicos, si considera que actu de
manera ilegal o inconveniente, o de aprestarse a mejor defender el inters pblico, si estima que acto correctamente...".
Para Juan Jos Diez Snchez"' los recursos impugnativos "pueden funcionar como
filtros de reclamaciones evitando que conozcan los tribunales de asuntos que
hubieran sido zanjados, quiz por la administracin atendiendo los argumentos
de los recurrentes"; tambin permiten que la propia administracin pueda "rectificar o resolver a instancia de parte esos litigios sin necesidad de recurrir a las
instancias judiciales".
Asimismo, en palabras de Luis De la Morena y De la Morena (op. cit.), los recursos
impugnativos tienden a asegurar el control de legitimidad y conveniencia de los
actos administrativos de los rganos inferiores por los superiores, porque como la
administracin tiene una estructura jerarquizada "le interesa mucho que los rganos superiores puedan controlar lo que hacen los inferiores. Y es evidente que ese
control, salvo que una norma les permita, excepcionalmente, revocar o suspender
de oficio los actos de sus subordinados..., slo lo podrn ejercer si los administrados recurren ante ellos (en va de recurso de alzada) los actos de estos ltimos
trasladando as desde abajo hacia arriba, unas competencias decisorias que, en
circunstancias normales, no podrn ejercer por no ser suyas".
b) Desde el ngulo de los fines que sirven a los intereses de los administrados:
Comenta Luis De la Morena y De la Morena (op. cit.; p. 108) que a travs de los
recursos administrativos podra llegar a obtenerse una suerte de solucin negociada extrajudicial o amistosa (etapa previa conciliatoria), mediante la utilizacin
del "poder decisorio que la obligacin de resolver el recurso interpuesto pone en
sus manos, para convenir, de hecho, con el recurrente el contenido de la resolucin a dictar, por cuanto en ella, s podr reconocerle ya los derechos que tenga y,
excepcionalmente, tambin los que no tenga, si existen razones de equidad para
con l o de conveniencia para el inters pblico si as lo exigieran". A decir de
Martn Ma. Razquin Lizrragan los recursos administrativos evitan que los parti"Curso de Derecho Administrativo", Tomo III. Madrid, 1990; pp. 106 y 107.
1 "El Procedimiento Administrativo Comn y la Doctrina Constitucional". Ed. Civitas, Madrid, 1992; p. 238.
'' "Recursos Administrativos y Administracin Local. Rgimen general y rgimen especial". En: Revista Vasca de Administracin
Pblica N 41, 1995; p. 452
211
LAS RESOLUCIONES QUE PONEN FIN AL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO. LAS LLAMADAS RESOLUCIONES "QUE CAUSAN ESTADO"
'2 Jos Alvarez Cienfuegos hace notar que la legislacin administrativa espaola se ha equiparado en cierta medida a la alemana en
la que desde 1960 se sustituyeron todos los recursos impugnativos dispersos por un nico recurso administrativo denominado de
contradiccin. En: "Comentario Sistemtico a la Ley del Rgimen Jurdico de las Administraciones Pblicas y del Procedimiento
Administrativo Comn", Juan A. Santamara Pastor y otros autores. Madrid, 1993; p. 337.
13 En el derecho comparado no es extrao que se exima de la obligacin de agotar la va administrativa a los particulares que
demandan la tutela judicial de sus derechos fundamentales, tal es el caso de Espaa cuya Ley 62/1978 titulada de proteccin
jurisdiccional de los derechos fundamentales de la persna, en su artculo 7.1.1e otorga carcter potestativo al agotamiento de la va.
administrativa para la interposicin del denominado "recurso de amparo ordinario" (Marc Carrillo. "La aplicacin jurisdiccional del
recurso de amparo ordinario". En: Revista del Centro de Estudios Constitucionales, N 11, Madrid, 1992; p. 93), es tambin el caso
de Colombia respecto de la Accin de Tutela para cuya interposicin no es requisito agotar previamente la va administrativa, segn
lo establece el artculo 9 del respectivo Decreto reglamentario. (Jorge Arenas Salazar. "La tutela. Una accin humanitaria". Bogot,
1993; p. 160).
14 El numeral 5 del artculo 446 del Cdigo Procesal Civil consagra la denominada excepcin de "falta de agotamiento de la va
administrativa".
213
15 Sobre el tema ver: Jorge E. Soriano Garca. "Desaparece la va previa?" En: Civitas-Revista Espaola de Derecho Administrativo, N
34, 1982; pp. 505 y ss.; Juan Pemn Gavn. "Va administrativa y derecho a la tutela judicial". En: Revista de Administracin Pblica,
N 127. Madrid, 1992; pp. 145 y ss, tambin Toms-Ramn Fernndez. "Reflexiones sobre la utilidad de la va administrativa de
recurso". En: Documentacin Administrativa, N 221, monogrfico dedicado a los recursos administrativos, Madrid, 1990; pp. 5 y ss.
16 Ello es perfectamente explicable porque la Administracin Pblica como toda organizacin de gran dimensin se asienta en una
estructura bsicamente jerarquizada y piramidal, es decir con escalonamiento de los rganos en una estructura de mayor a menor
mando sobre la organizacin. Entre los poderes que doctrinalmente se le reconocen a un superior jerrquico se cuenta precisamente
la posibilidad de controlar la actuacin de los rganos inferiores va la resolucin de los recursos que se interpongan para impugnar
sus actos. Sobre el tema se puede revisar: Luciano Parejo Alfonso "Apuntes de Derecho Administrativo. La organizacin administrativa en general". Universidad Complutense, Madrid, 1982; pp. 75 y ss. En cambio Gustavo Bacacorzo parece estar en contra de la
utilizacin de los criterios de jerarqua y correlativamente de subordinacin para determinar cuando se agota la va administrativa,
op. cit.; T. 1, p. 103.
214
LAS RESOLUCIONES QUE PONEN FIN AL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO. LAS LLAMADAS RESOLUCIONES "QUE CAUSAN ESTADO"
Conforme al inciso a) del mencionado artculo 8 si el acto o resolucin administrativa ha sido dictado por un funcionario que no est sometido a subordinacin, es decir que
carece de superior jerrquico, dicho acto por s mismo agota la va administrativa porque
no constituye un requisito exigible la interposicin del recurso de reconsideracin, ya que
como reza expresamente el artculo 98 del TUO dicho tipo de recurso impugnativo tiene
carcter opcional, y es obvio que no cabe interponer recurso de apelacin porque en el
supuesto indicado no existira superior jerrquico que pueda resolverlo. Tal es el caso de los
actos administrativos dictados por titulares de entidades pblicas que no estn funcionalmente sometidos a superiores jerrquicos, como entre muchos otros, el del Superintendente de Banca y Seguros, del Contralor General, de los ministros'', de los titulares de entidades descentralizadas del gobierno central y de los alcaldes, porque en nuestra opinin los
respectivos concejos de los gobiernos locales no pueden considerarse "superiores jerrquicos" de los alcaldes ya que ejercen funciones que han sido plenamente diferenciadas por la
Constitucin de 199318.
Como se puede apreciar en el caso descrito la interposicin del recurso de reconsideracin es una facultad enteramente discrecional del interesado, quien deber evaluar la
conveniencia o no de su planteamiento, lo cual es una regla que nos parece justificada para
no dilatar innecesariamente el acceso a la jurisdiccin, porque corresponder al particular
realizar la evaluacin de la posibilidad de que sus argumentos encuentren o no receptibilidad ante la misma instancia administrativa que expidi el acto administrativo cuestionado.
El dispositivo objeto de este comentario precisa que igual regla se aplica respecto
del silencio administrativo negativo que se produzca como consecuencia de la no expedicin de la correspondiente resolucin por el rgano o funcionario no subordinado dentro
del plazo de 30 das tiles establecido por el artculo 87 del TUO. Asimismo norma
semejante se aplica en virtud del segundo prrafo del artculo 98 del TUO si el particular
hubiere optado por interponer recurso de reconsideracin contra la resolucin administrativa expresa o contra el silencio administrativo de carcter negativo. En este punto conviene
enfatizar que en caso de producirse el silencio administrativo negativo por la no resolucin
dentro de los plazos legales ello no determina el inicio del cmputo de los plazos para
impugnar en sede administrativa o interponer demanda contenciosa-administrativa o de
garanta ante el Poder Judicial porque, conforme desarrollaremos ms adelante, el silencio
administrativo negativo es una figura creada por la ley en garanta y nunca en perjuicio de
los particulares.
Nos parece importante resaltar que el legislador no ha considerado inexorable la
vigencia del principio de la instancia plural en el procedimiento administrativo porque, en
criterio que compartimos, es evidente que existen circunstancias en que es imposible la
apelacin de un acto administrativo ante un superior jerrquico que no existe, como suce-
'' Conforme al penltimo prrafo del artculo 37 de la Ley Orgnica del Poder Ejecutivo dictada mediante Decreto Legislativo N 560.
por regla general el Ministro es la ltima instancia administrativa del sector o de los sectores a su cargo respecto de las reclamaciones
interpuestas contra rganos (no organismos con personalidad jurdica) dependientes de l (conviene hacer notar que conforme a los
artculos 46 al 50 slo son rganos las Oficinas o Direcciones internas de los Ministerios), salvo aquellos casos, en nuestro concepto
excepcionales, en que las leyes especiales exigen la expedicin de una Resolucin Suprema con intervencin del Presidente de la
Repblica.
18 Ver segundo prrafo del artculo 191 de la Constitucin: "Corresponden al Concejo las funciones normativas y fiscalizadoras; y a
la alcalda, las funciones ejecutivas".
215
de cuando un acto ha sido dictado por funcionarios que por mandato constitucional o
legal gozan de autonoma administrativa en sus funciones. Ello no es novedoso en nuestro
ordenamiento administrativo en el que existen numerosas normas que establecen una sola
instancia de impugnacin en sede administrativa, porque lo decisivo para la proteccin de
los derechos e intereses de los particulares no es el establecimiento de numerosas instancias
'administrativas, sino que no se obstaculice innecesariamente sus posibilidades de acceder
a la tutela judicial en demanda del control de legalidad de la administracin pblica.
2) Conforme al inciso b) del artculo 8 del TUO si el acto o resolucin administrativa
ha sido dictado por un funcionario subordinado a otro de superior jerarqua se requiere la
interposicin del correspondiente recurso de apelacin para agotar la va administrativa.
En dicho caso se considera que causa estado el acto administrativo que resuelva expresamente la apelacin o el silencio administrativo que se produzca como consecuencia de la
no resolucin del recurso de apelacin dentro del plazo de 30 das tiles fijado por el
segundo prrafo del artculo 99 del TUO.
En virtud de la citada norma queda claro que el recurso de apelacin es el recurso
impugnativo que por regla general agota la va previa cuando se trata de resoluciones o
actos dictados por rganos administrativos sometidos a jerarqua.
Lo dicho no significa en modo alguno que en nuestro ordenamiento procesal administrativo se haya consagrado con carcter obligatorio la regla de la doble instancia, porque es evidente que en virtud de las modificaciones dispuestas por la Ley N 26810 se ha
suprimido lo expresado por la primera parte del artculo 100 del TUO que textualmente
estableca lo siguiente: "La va administrativa queda agotada con la resolucin expedida en
segunda instancia...", en base a las siguientes consideraciones que resumimos de la exposicin de motivos del proyecto que dio origen a la mencionada ley:
a) Como se ha comentado en el acpite anterior es perfectamente posible que la va
administrativa se agote con la sola resolucin expedida por una autoridad no
sometida a subordinacin jerrquica o con la interposicin del recurso de
reconsideracin en el mismo supuesto,
b) En el caso de actos o resoluciones expedidos por una autoridad sometida a jerarqua se puede agotarla va administrativa con la sola interposicin de un recurso
de apelacin sin que se tenga que recurrir a dos instancias porque el recurso de
reconsideracin es por naturaleza de carcter voluntario.
c) Finalmente, es necesario recordar que no siempre es posible para los particulares
interponer recurso de reconsideracin porque el artculo 98 del TUO exige para
dichos efectos el acompaamiento de "nueva prueba instrumental" lo cual no es
viable en todos los casos, razn por la cual en ocasiones los particulares slo
pueden interponer el recurso de apelacin que permite la discusin de asuntos de
puro derecho.
3) Conforme al inciso c) del artculo 8 del TUO es indispensable interponer recurso
de revisin para agotar la va administrativa cuando se trate de actos o resoluciones admi216
LAS RESOLUCIONES QUE PONEN FIN AL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO. LAS LLAMADAS RESOLUCIONES "QUE CAUSAN ESTADO"
nistrativas que hayan sido impugnadas ante instancias administrativas que no tienen competencia nacional, siempre que la autoridad que en ltima instancia resolvera el recurso de
revisin s tenga dicho carcter. La obligatoriedad de interponer el recurso de revisin slo
opera respecto de entidades administrativas con presencia nacional cuando la controversia
se ha originado respecto de actos o resoluciones dictados por rganos desconcentrados
ubicados fuera de la capital, tal es el caso de los ministerios y de otras entidades como el
Instituto Peruano de Seguridad Social, etc. Por dicha razn se debe entender que jams
procede el recurso de revisin en el caso de actos administrativos dictados por municipalidades, porque no existe constitucionalmente posibilidad de que exista alguna autoridad
administrativa "de competencia nacional" que tenga jurisdiccin para resolver en ltima
instancia administrativa sus controversias.
En nuestra opinin el inciso c) del artculo 8 del TUO y la modificacin operada
sobre el texto del artculo 100 del TUO ponen en evidencia' que el denominado recurso de
revisin tiene carcter sumamente extraordinario porque slo es indispensable su interposicin como requisito para agotar la va previa cuando se impugnen actos o resoluciones
administrativas expedidas por autoridades descentralizadas o desconcentradas dependientes de otra autoridad de competencia nacional que ser la llamada a resolverlo'''.
4) Finalmente, en el inciso d) del artculo 8 del TUO se repite una norma que ha
estado vigente desde que fuera dictado en 1967 el Decreto Supremo N 006-SC, denominado Reglamento de Normas Generales de Procedimientos Administrativos, conforme a la
cual las resoluciones expedidas por la Administracin Pblica en ejercicio de la facultad de
declarar la nulidad de oficio de los actos administrativos en base a los artculos 109 y
siguientes del TUO no requieren de impugnacin alguna en sede administrativa, por lo que
agotan por s mismas la va administrativa pudiendo ser demandadas directamente ante el
Poder Judicial.
Entendemos que la regla glosada se justifica porque la referida potestad de la Administracin para declarar de oficio la nulidad de sus propios actos administrativos es una de
las modalidades de procedimientos que la legislacin contempla para la revisin de sus
actos en sede administrativa.
Como se sabe, los actos administrativos pueden ser objeto de revisin en va administrativa a pedido de parte o de oficio por decisin de la propia Administracin. La revisin
de los actos administrativos a pedido de parte se instrumenta travs de la interposicin de
los recursos administrativos que la ley franquea a los particulares para impugnarlos y que
pueden dar lugar a la modificacin, revocacin o declaratoria de nulidad de los actos
cuestionados. En cambio la revisin de los actos administrativos de oficio por la Administracin motu proprio, sin requerimiento de parte, se produce cuando ejerce la potestad
que le confiere el artculo 109 y siguientes del TUO para declarar la nulidad de un acto
administrativo por razones de legalidad siempre y cuando se cumpla con los requisitos
previstos por los citados dispositivos: que se trate de un acto que padezca de vicio de
19 SObre lOS recursos administrativos se puede consultar a Juan Carlos Morn Urbina "Derecho Procesal Administrativo", Pgina
Blanca editores, Lima, 1997; pp. 305 y ss., obra que no obstante haber sido escrita con anterioridad a las modificaciones dispuestas
por la ley N 26810 formula interesantes apreciaciones sobre la materia.
217
nulidad de pleno derecho, que agravie el inters pblico, que la nulidad sea declarada por
el superior jerrquico del funcionario que expidi el acto administrativo que se anula y que
dicha potestad sea ejercitada antes de los seis (6) meses contados a partir de la fecha en
que qued consentido el acto objeto de la revisin.
Como se puede apreciar, siendo la declaratoria de nulidad de oficio de un acto
administrativo una manifestacin de las modalidades de revisin de los actos administrativos en sede administrativa, se justifica que el TUO le asigne la calidad de resolucin que
pone fin al procedimiento administrativo eximiendo al particular de la carga de impugnarla
mediante recursos administrativos, dejando ms bien la puerta abierta para su impugnacin directa ante el Poder Judicial.
No podemos terminar este trabajo que da cuenta de las reglas sobre agotamiento
de la va previa en la ley de procedimientos administrativos sin explicar el propsito de la
modificacin del texto del numeral 3) del artculo 541 del Cdigo Procesal Civil, en lo
referido al silencio administrativo negativo. Conforme a dicho dispositivo, en caso de que
se produzca el mencionado silencio administrativo negativo en los procedimientos iniciados por interposicin de recursos administrativos en cualesquiera de los casos contemplados por los incisos a) b) y c) del segundo prrafo del artculo 8 del TUO dicha circunstancia
no implica el inicio del cmputo de los plazos para que el particular interponga la correspondiente demanda contenciosa-administrativa, quedando ms bien habilitado para interponer la demanda en cualquier momento, en tanto la Administracin no cumpla con resolver de manera expresa.
En nuestra opinin sta es una norma correcta porque responde al carcter garantista del silencio administrativo negativo que es una figura creada por el legislativo con el solo
propsito de favorecer al particular frente a la inercia de los rganos administrativos. El
silencio administrativo no produce un acto presunto, se trata ms bien de un hecho al que
la ley permite que el particular le asigne efectos jurdicos. En tal virtud debe entenderse que
la Administracin conserva la obligacin de resolver de manera expresa en tanto el particular no ejercite su derecho a impugnar el referido silencio en el momento que lo considere
conveniente. El vencimiento de los plazos establecidos para que la Administracin conteste los recursos de los administrados no puede volverse en perjuicio de estos ltimos ni
dar lugar a la caducidad del derecho o prescripcin de la accin.
La norma objeto de este comentario final se ha limitado a recoger el criterio establecido por la jurisprudencia de la Corte Suprema en diversas ejecutorias publicadas en el
Diario Oficial respecto de procesos contenciosos-administrativos y de amparo, por lo que
consideramos que si bien se trata de un dispositivo formalmente referido a dichos procesos
contenciosos-administrativos que tienen por finalidad cuestionar la validez o eficacia de
actos administrativos la misma regla es predicable respecto de los procesos constituciona2 Sobre el tema se puede revisar un trabajo nuestro. "El silencio administrativo como tcnica de garanta del particular frente a la
inactividad formal de la Administracin". En: lus et Veritas, revista de estudiantes de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Catlica del Per, N 13, 1996; pp. 225 y ss. Seala Tomas Hutchinson, op. cit., T. 1, p. 503 que el artculo 26 de la Ley Nacional
de Procedimientos Administrativos de Argentina consagra tambin la regla que en caso de producirse silencio administrativo negativo se puede iniciar el contencioso-administrativo contra el Estado en cualquier momento. Semejante es tambin la solucin
consagrada por el artculo 94 de la Ley Federal de Procedimiento Administrativo de Mxico de 1994. En: Revista de Administracin
Pblica, N 138. Madrid, 1995, p. 453.
218
LAS RESOLUCIONES QUE PONEN FIN AL PROCEDIMIENTO ADMINISTFtATIVO. LAS LLAMADAS RESOLUCIONES "QUE CAUSAN ESTADO"
219
La violencia familiar y su
tratamiento en el
derecho peruano
221
respuestas o mecanismos que proponen pueden ser utilizados indistintamente por varones
o mujeres y sus posibilidades se extienden a otros integrantes del grupo familiar. De ah que
la mayora de leyes aprobadas aludan a la violencia familiar, intrafamiliar o domstica. Sin
embargo, conviene tener presente que las usuarias por excelencia de este tipo de recursos
son las mujeres, debido a que la violencia al interior de las relaciones familiares se dirige
fundamentalmente contra ellas y tiene como agresores en la mayora de casos a los
varones (cnyuges, convivientes o no, hayan o no procreado hijos, etc.).
Cfr. Rico, Nieves. "Violencia de gnero: un problema de derechos humanos". Comisin Econmica para Amrica Latina, Serie Mujer
y Desarrollo, N 16. Santiago de Chile, 1996; p. 8.
En 1980, Naciones Unidas calific a la Violencia contra la mujer como el "crimen encubierto ms numeroso del mundo". Citado
por: Falcn, Lidia. "Violencia contra la mujer". Vindicacin Feminista publicaciones. Madrid, 1991; p. 41.
4Heisse, Lori, Pitanguy, Jacqueline; Germain, Adrieene. "Violencia contra la mujer: la carga oculta de salud". Programa Mujer, Salud
y Desarrollo. Organizacin Panamericana de la Salud. Washington D.C., noviembre de 1994; p. 2.
sMayor informacin sobre las implicancias de la violencia de gnero para el desarrollo socioeconmico las encontramos desarrolladas en: Heisse,
Op.cit.; pp. 33-34.
222
6 Bunch, Charlotte. "Los derechos de la mujer como derechos humanos: hacia una revisin de los derechos humanos". En: "Violencia
de gnero. Un problema de desarrollo y derechos humanos". Center for Women's Global Leadership. USA, agosto 1995; p. 15.
' Galeana, Patricia. "La Violencia Intrafamiliar como delito tipificado. Un proyecto pendiente". En: "Memoria de la reunin nacional
sobre derechos humanos de la mujer". Comisin Nacional de Derechos Humanos, Mxico, 1995; p. 21.
Cfr. Heisse, Lori L. with Jacqueline Pintanguy and Adrienne Germain. "Violence against Women. The Hidden Health Burden" World
Bank discussion papers. The World Bank, WaShington D.C., 1994; pp. 17-22.
9 Prez Duarte, Alicia Elena. "Las vctimas de la Violencia Intrafamiliar". En: ''Memorias de la reunin nacional sobre derechos de las
mujeres". Comisin Nacional de Derechos Humanos. Mxico, 1995; p. 27.
u' Cfr. Corsi, Jorge. "Abuso y victimizacin de la mujer en el contexto conyugal". En: "Las mujeres en la Imaginacin colectiva. Una
historia de discriminacin y resistencias". Paids, Buenos Aires, 1992; p. 86.
Cfr Declaracin y Programa de Accin de Viena. II Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos, Viena, 1993.
223
de las mnimas relacionadas con los roles tradicionales), como la participacin en organizaciones, grupos o reuniones; del derecho a la libertad de expresin, y del derecho a una
salud fsica y mental ptima"12.
224
225
asuntos de la mujer. En el Per, la ley vigente indica que las acciones que se desarrollen en
la lucha contra la violencia familiar sern coordinadas por el Ministerio de Promocin de la
Mujer y del Desarrollo Humano; en Ecuador corresponde a la Direccin Nacional de la
Mujer; en Costa Rica el ente rector es el Centro Nacional para el Desarrollo de la Mujer y la
Familia; en el caso argentino corresponde al Consejo Nacional del Menor y la Familia y en
Colombia el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. La ley de Guatemala dispone que
en tanto se cree el ente rector, corresponder a la Procuradura General de la Nacin ser el
ente asesor encargado de las polticas pblicas que impulsen la prevencin, atencin, sancin y erradicacin de la violencia intrafamiliar.
Cabe indicar que si bien la ley boliviana indica que la erradicacin de la violencia
intrafamiliar es una estrategia nacional, no precisa la instancia o ente responsable de esta
funcin.
En sntesis, la consignacin de polticas pblicas en los textos legislativos sobre esta
materia podra entenderse como un reconocimiento estatal de la gravedad del problema
de la violencia familiar y como una expresin de la voluntad de enfrentarlo y erradicarlo13
226
LZZ
ap pep!unpodo
ap ol!x anb eDwub!s ol.s3 .ewpiA ap pepy6aw! lez!lueJe6 opueDsnq 'o6say als!xe
opuenD eDznpoid GS elsa anb Jel!Aa eied o epualo!A el e u!j. Jauod eJed ei.e!pawu! u9puan
zan( e6an( anb loJ a seppaw
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ap od!1 alsa ap u9pdope e! u3 leJodwal JG1.DeJeD un uauap. aisa alueJnp o osaDoid le
o!naid sepwwa AGS uapand 'openu! eq as owoD .ew!pin ap eD!691oD!sd o eD!sji. pepyb
-al.u! a pepynbas Jez!lueie6 sa on!larqo onD JelalneD ezaleJnleu ap sep!paw uauap.uoD
anb se! 1119!)Dal.md ap sauapn OW07 opeJedwoD otpaiap ua u!qwel seppouoD uos
saJelalneD seppaw sels3 .u9peilwen ns alueinp osaDaid iap u9pep!u! apsap opuoj.
alcios seped!D!lue saaelai.neD seppaw Jeldope efflod e!uwed ap zanr `alied ns Jod
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lesaDom oB!p9D iod olsandsp 01 9 opianDe ap 'osaDaid ap 9.211j. seped!Dp.ue sep!paw
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oseD epeD ap solua!wyanbaJ sol urAas Imeldope as selewawu! u9pDal.o.id ap sep!paw
.oseD lap u9pepaide ns e u9puale UG oncind opals!umi iap alueluasaidai lap enp.ep!u!
Jod o empjA ap pnlp!los e sepeldope .19S uapand sels3 .e(!xa upern,!s anb sele!pawu!
u9pDalaid ap seppaw SE1 Jel.D9 eTwei ap lepu!noid leDsu 19
euemad a!
sanialneD sempaw s'el X empawu! ugnalcud ap sempaw sei L.E
n u9pDe Ja!nblenD OWOD Je!!!wej. elDualov\ el e ilupp Jod avied onmsodsp ai.s3
ns A INI111,1V3 VDN310IA V1
finalidad de buscar una solucin que permita el cese de los actos de violencia. La ley precisa
con claridad que sern nulos los acuerdos que legitimen los actos de violencia y aqullos
referentes a la renuncia de los derechos de la vctima.
Al respecto cabe mencionar que la conciliacin debe ser entendida como una va
para resolver un problema que consiste en la intervencin de un tercero en este caso el
Fiscal de Familia que habr de buscar un acercamiento entre las partes procurando el
acuerdo basado en la voluntad de ellas. Dada las caractersticas de la violencia familiar en
la que existe desequilibrio de poder entre las partes, se requiere de la intervencin calificada del Fiscal de Familia para evitar el uso errneo y distorsionado que, en muchas ocasiones, se suele hacer de la conciliacin entendindola como "reconciliacin" que prioriza la
"unidad familiar", sin poner atencin en los derechos y en la proteccin de la (o de las)
vctimas.
En tal sentido, un estudio realizado por el Movimiento-Manuela Ramosmediante el
cual analizaron 40 expedientes seguidos al amparo de la Ley contra la violencia familiar
durante los primeros tres aos de su vigencia, concluy que algunas actas de conciliacin
conciben a este mecanismo como un sinnimo de reconciliacin. As por ejemplo:
"...Este despacho actuando de acuerdo a sus atribuciones, exhorta a las partes a
fin de que depongan sus actitudes negativas se perdonen cuidando de no cometer los mismos errores... Para ello hicieron los siguientes acuerdos PRIMERO: Ambos convivientes, aceptaron, vivir como Dios manda ...SEGUNDO: La denunciante, tambin tratara al igual que su conviviente de darse todos sus afectos recprocamente y someterse a su compaero y juntos dirigir la mejor marcha de sus
14.
hogar...
En otro caso suscitado en 1996, la representante del Ministerio Pblico en la Audiencia de conciliacin fij reglas de conducta y orden pericias psicolgicas para ambos.
En dos oportunidades posteriores, la denunciante reiter que la violencia continuaba y dos
meses ms tarde el Ministerio Pblico volvi a fijar reglas de conducta.
Si bien no se puede sostener que sta constituye una tendencia en la actuacin de
los representantes del Ministerio Pblico, es bastante conocido que tradicionalmente, en
materia de familia, el rol que se esperaba de los fiscales fundamentalmente era el de ser un
promotor de la preservacin del vnculo entre las partes, pues se entenda que la vigencia
de la familia era el objeto central de la intervencin del Estado. Sin embargo, desde que la
violencia contra la mujer es considerada como una violacin de los derechos humanos, el
rol que corresponde al Ministerio Pblico es el de garantizar la proteccin y seguridad de la
vctima de violencia.
Siguiendo esta lnea, la Ley vigente indica que "el Fiscal est obligado a suspender la
conciliacin, cuando la vctima experimente temor ante la coaccin presente o eventual y se
sienta en una situacin de inseguridad o se desista de participar en ella" (Art. 13). De esta
manera, la norma peruana otorga al Fiscal la responsabilidad de velar por los derechos de
las vctimas.
"Movimiento Manuela Ramos: "Anlisis de la Aplicacin de la Ley 26260. Estudio de Casos". Acta de la Audiencia de Conciliacin
celebrada en una Fiscala de Lima el 29 de enero de 1997. s.p.
229
230
4. Reflexiones finales
A lo largo del presente artculo hemos podido constatar que la proteccin normativa de las
vctimas de violencia familiar es relativamente reciente. Por tal motivo, corresponde a las
autoridades responsables de la aplicacin de esta legislacin desarrollar pautas de actuacin eficaces para la proteccin de los derechos afectados por este grave problema. En este
orden de ideas somos de la opinin que ha de tenerse presente lo siguiente:
a) La violencia contra la mujer en el mbito de las relaciones familiares es un problema
complejo que constituye un obstculo para el desarrollo de nuestras sociedades. Por ello, la
legislacin no debe ser considerada como el nico instrumento para su erradicacin, aunque s como uno de los ms importantes. En efecto, sin un real compromiso de nuestros
Estados y sin recursos legales de proteccin a las vctimas y de promocin de sus derechos
no ser posible avanzar en la sensibilizacin, capacitacin y actuacin de todos los agentes
involucrados en el problema. El Estado tene pues el deber de intervenir a travs de sus
autoridades y rganos competentes en aras de lograr la equidad, la paz y el desarrollo.
b) Si bien el objetivo de la ley vigente es la proteccin de los integrantes del grupo familiar
conviviente o no frente a cualquier forma de violencia que se produzca en el seno de las
relaciones familiares, la realidad del problema indica que, en el Per, las vctimas mayoritarias de esta forma de violencia son mujeres.
c) Teniendo en cuenta que este problema requiere de respuestas oportunas y eficaces, entre
las medidas que son importantes de adoptarse tenemos a las de naturaleza cautelar. La
caracterstica principal' de estas medidas es que son temporales y su objeto se dirige a evitar
la vulneracin del derecho en peligro, es decir que buscan evitar que el dao se produzca
a travs de la injerencia, de una autoridad facultada para tal propsito y mediante una
resolucin, en la esfera de la libertad del agresor. Esta injerencia se justifica plenamente en
la necesidad de proteger de manera urgente y oportuna a los derechos amenazados o
vulnerados. En tal sentido, es recomendable que la intervencin de las autoridades se oriente
231
hacia la adopcin de tales medidas, enriqueciendo el inventario de posibilidades que ofrece la Ley contra la violencia familiar.
d) Aunque la ley peruana presta puntual atencin al campo penal como mecanismo para
enfrentar la violencia en la familia, se estima que ubicar este tipo de agresiones en el
mbito penal puede contribuir a disuadir a muchos agresores de la comisin de estos
hechos; as como, proyectar una postura social de rechazo y censura a la violencia familiar.
e) Respecto del carcter conciliatorio que se le otorga a este tipo de procesos. La experiencia peruana y la de otros pases latinoamericanos que han puesto en prctica estas normas
nos alerta sobre el uso errneo y distorsionado que algunos operadores de justicia hacen de
la institucin de la conciliacin, mal entendindola como una "reconciliacin" que prioriza
la preservacin de una mal concebida "unidad familiar" y que deja de lado la proteccin de
la vctima.
Por ello, es importante que las autoridades responsables de aplicar la norma conozcan con claridad lo que debe entenderse por conciliacin. La conciliacin es una va para
resolver un problema que consiste en la intervencin de un tercero que busca un acercamiento de las partes procurando el acuerdo basado en la voluntad de ellas''. Dada las
caractersticas de la violencia familiar en la que, conforme hemos visto, existe desequilibrio
de poder entre las partes, se requiere de la intervencin de personal capacitado, pues la
vctima podra llegar a aceptar acuerdos que en el fondo no quiere y que la perjudican, slo
por el temor que le inspira el agresor.
La conciliacin no debe ser entendida en ningn caso como un requisito para acceder a la intervencin jurisdiccional, sino como un recurso adicional del cual podr hacer uso
la autoridad competente una vez garantizada la seguridad y los derechos de la vctima y
siempre que ella est de acuerdo con el uso de esta va. En tal sentido, el primer paso,
habr de ser la proteccin de la vctima para, en un segundo momento, evaluar las posibilidades de proponer la conciliacin.
f) Finalmente, es importante tener presente que la violencia familiar es un problema de
derechos humanos y que sus consecuencias tienen incidencia en el desarrollo, el progreso
y la paz de nuestro pas. En este sentido, las declaraciones y convenios internacionales
sobre derechos humanos de las mujeres constituyen fundamentales pautas orientadoras en
esta materia, particularmente la Convencin Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, adoptada por la Asamblea General de la Organizacin de
Estados Americanos en junio de 1994, instrumento ratificado por el Estado peruano y que
en consecuencia forma parte de nuestro derecho nacional.
'7 Vescovi, Enrique. "Teora General del Proceso". Ed. Temis, Bogot, Colombia, 1984; pp. 6 - 7.
232
ANEXC
Academia de la Magistratura:
lineamientos generales
Principios
La AMAG inspira su accionar en los siguientes principios:
La primaca de la persona humana y sus derechos a la vida, a la paz y a la justicia
social como valores centrales de la sociedad.
El servicio de justicia como funcin fundamental para la consolidacin de la democracia.
La funcin jurisdiccional como la de mayor responsabilidad y prioridad social.
La independencia del magistrado.
La formacin integral de los magistrados y su permanente capacitacin y superacin profesional.
La honradez, la prudencia, la firmeza y la integridad moral como virtudes inherentes a la persona del magistrado.
Misin
La Academia de la Magistratura tiene como misin consolidarse como la institucin autnoma y especializada en la formacin, capacitacin y perfeccionamiento de los nuevos y
actuales magistrados del Poder Judicial y del Ministerio Pblico. La AMAG busca propiciar
la integracin de competencias tcnico jurdicas con valores inherentes a una magistratura
democrtica y moderna.
Esta misin tiene como propsito fundamental lograr una magistratura independiente, eficiente y creativa, capaz de interpretar jurdicamente las normas, principios y
valores del sistema legal, consciente del impacto socioeconmico de sus decisiones. Para
cumplir esta misin la Academia enfatiza en:
ANEXO
Objetivos
La AMAG tiene como propsito fundamental contribuir a la formacin y capacitacin de
los jueces y fiscales, a fin de propiciar la mejora y desarrollo del servicio pblico de la
administracin de justicia en el Per. Se trata de una capacitacin integral de los magistrados a travs de cuatro ejes centrales de formacin: la formacin humanista integral, el
entrenamiento en conocimientos tcnico legales, el desarrollo de habilidades propias de su
funcin y el conocimiento de las relaciones entre magistratura y sociedad.
La Academia tiene como objetivos especficos desarrollar programas de formacin
para aspirantes, capacitacin para el ascenso, y de actualizacin y perfeccionamiento de
magistrados; descentralizar dichos cursos para promover un equilibrio formativo de los
magistrados de todos los distritos judiciales del pas; conducir e impulsar la investigacin
as como la publicacin de sus resultados; establecer relaciones operativas y tcnicas con
otras instituciones como el Consejo Nacional de la Magistratura, Poder Judicial, Ministerio
Pblico, Colegios de Abogados, etc. Asimismo, con entidades vinculadas a la cooperacin
tcnica internacional como la Unin Europea, Agencia para el Desarrollo Internacional,
Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Banco Interamericano de Desarrollo y
Banco Mundial, entre otras.
Organizacin
De conformidad con lo establecido en su Ley Orgnica, la conduccin de la Academia de la
Magistratura correspondi inicialmente a un Consejo Directivo como mxima autoridad
rectora, integrado por siete miembros: tres representantes del Poder Judicial, dos del Ministerio Pblico, uno del Consejo Nacional de la Magistratura y uno designado por el Colegio
de Abogados de Lima, entre los cuales es elegido su Presidente.
Sin embargo, la Ley N 26623, del 19 de junio de 1996, que cre el Consejo de
Coordinacin Judicial, incluy a la AMAG en el proceso de reorganizacin del sistema
judicial (Sexta Disposicin Transitoria), cesando a su Consejo Directivo y a su Presidente, y
237
encargando temporalmente dichas funciones al Secretario Ejecutivo de la Comisin Ejecutiva del Poder Judicial, facultado para delegarlas.
Fue as que mediante Resolucin Administrativa N 241-96-SE-TP-CME-PJ, del 26 de
junio de 1996, el Secretario Ejecutivo de la Comisin Ejecutiva del Poder Judicial deleg las
funciones del rgano rector de la AMAG en una Comisin de Reorganizacin y Gobierno,
presidida por el Director General e integrada por tres juristas propuestos por el Presidente
al Secretario Ejecutivo. Por Resolucin Administrativa N 256-96-SE-TP-CME-PJ, del 11 de
julio de 1996, qued conformada dicha Comisin, ejerciendo la conduccin institucional
durante el proceso de reorganizacin.
Marco de accin
La AMAG no pretende reemplazar ni repetir la formacin que se imparte en las facultades
de Derecho ni en las escuelas de postgrado. Prueba de ello es el diseo de un perfil institucional propio en el desarrollo de su labor centrado en tres grandes lneas de actuacin: los
programas, los proyectos y las actividades.
Los Programas constituyen espacios de capacitacin de naturaleza permanente, establecidos en su ley orgnica. La AMAG tiene a su cargo tres clases de programas: el
Programa de Formacin de Aspirantes, el Programa para el Ascenso y el Programa de
Actualizacin y Perfeccionamiento.
Estos tres programas tienen como meta impartir conocimientos en el campo jurdico y disciplinas no jurdicas complementarias, reforzar habilidades y aptitudes as como
el compromiso con los valores y principios ticos constitucional y democrticamente asumidos.
El Programa de Formacin de Aspirantes (PROFA) est destinado a preparar candidatos profesionalmente competentes para los concursos de seleccin ante el Consejo Nacional de la Magistratura. De acuerdo a lo sealado en la Ley 26696, promulgada en
diciembre de 1996, que modific el artculo 22 de la Ley Orgnica del Consejo Nacional de
la Magistratura con arreglo a los mandatos constitucionales, se establece la obligatoriedad
de que los candidatos a magistrados sean egresados del PROFA, a cargo de la AMAG. Este
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ANEXO
programa, que viene operando bajo una modalidad de "emergencia", tiene una duracin
de seis meses y est dirigido a magistrados -provisionales y suplentes- as como a abogados, interesados todos ellos en postular ante el Consejo Nacional de la Magistratura a
cargos titulares en el Poder Judicial y el Ministerio Pblico, como jueces de paz letrados,
jueces especializados y mixtos, fiscales adjuntos provinciales y fiscales provinciales.
El Programa de Actualizacin y Perfeccionamiento (PAP) tiene por fin la capacitacin
y especializacin de los magistrados del Poder Judicial y el Ministerio Pblico en forma
permanente y descentralizada. Est destinado a reforzar y actualizar conocimientos as
como promover las habilidades y calidades necesarias para lograr un cabal ejercicio de la
funcin jurisdiccional y fiscal.
El Programa para el Ascenso busca capacitar a los magistrados a fin de habilitarlos
para los ascensos respectivos en la carrera judicial y fiscal. Su diseo, para su ulterior ejecucin, est en curso durante el presente ejercicio.
Los Proyectos son acciones de naturaleza temporal que responden a encargos de
carcter legal, requerimientos de servicios o convenios de cooperacin especficos.
Finalmente, las Actividades constituyen acciones complementarias a los programas y
proyectos, y su ejecucin se traduce en resultados peridicos o puntuales.
Metodologa de accin
En sus programas de formacin y capacitacin dirigidos a magistrados y aspirantes, es
decir, profesionales del Derecho, la AMAG privilegia en sus cursos la denominada "Meto' dologa Activa". Esta consiste en considerar a los destinatarios de las acciones de capacitacin como agentes activos, protagonistas de su propia educacin.
Los profesores actan como "conductores" de un trabajo de profundizacin y debate, y posteriormente, de reflexin general donde se imponen la razn y los fundamentos.
De esta forma se pretende que las actividades acadmicas constituyan un fructfero intercambio entre el conductor y los magistrados o aspirantes a sedo.
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ANEXO
Organigrama
gIll.111"11:'1111
'1.10111:MiNTIM.~~11~1::21?T..:11111k.n.1:~a,,,,n..
CONSEJO DIRECTIVO
(COMISIN DE REORGANIZACIN
Y GOBIERNO')
AUDITORA
PROYECTOS
ESPECIALES Y
COOPERACIN
INTERNACIONALk
SECRETARA ADMINISTRATIVA
1170,11.1T1111.91,.,.
IBLIOTECA
,.n.111m
PROGRAMA DE
FORMACIN
IDEA.q.
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Plana Ejecutiva
Director General
Dr. Franc sco J. Eguiguren Praeli
Director Acadmico
Dr. os Hugo Rodrguez Brignardello
Secretario Administrativo
Sr. Elio Baltodano Novoa
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