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FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES

SEDE ECUADOR
PROGRAMA ESTUDIOS DE GNERO Y DE LA CULTURA
CONVOCATORIA 2010 2012

TESIS PARA OBTENER EL TTULO DE MAESTRA EN CIENCIAS


SOCIALES CON MENCIN EN GNERO Y DESARROLLO

NUEVAS MASCULINIDADES: DISCURSOS Y PRCTICAS DE


RESISTENCIA AL PATRIARCADO

LEONARDO FABIN GARCA

MAYO DE 2013

FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES


SEDE ECUADOR
PROGRAMA ESTUDIOS DE GNERO Y DE LA CULTURA
CONVOCATORIA 2010 - 2012

TESIS PARA OBTENER EL TTULO DE MAESTRA EN CIENCIAS


SOCIALES CON MENCIN EN GNERO Y DESARROLLO

NUEVAS MASCULINIDADES: DISCURSOS Y PRCTICAS DE


RESISTENCIA AL PATRIARCADO

LEONARDO FABIN GARCA

ASESORA: CRISTINA VEGA SOLS


LECTORES: FERNANDO URREA GIRALDO Y ANBAL PARRA DAZ

MAYO DE 2013

DEDICATORIA
A Aid Garca de quien aprend el valor de luchar por la dignidad que reivindica nuestra
humanidad y a Mnica con quien me he permitido construir familia
y mi ser hombre de otro modo.

AGRADECIMIENTOS
A los hombres, hombres con experiencia de vida trans y mujeres que hacen parte del
Colectivo Hombres y Masculinidades, por haberme permitido compartir su experiencia
de cambio y transformacin personal y social. A quienes reconozco su importante labor
a nivel nacional y regional en el abordaje de las masculinidades.
A Andrea Neira, compaera de la vida y cmplice en el tema de las
masculinidades, con quien tuve la fortuna de intercambiar preguntas, anlisis y nuevas
miradas a los procesos de cambio que experimentan los hombres y las masculinidades
en la regin.
Al Colectivo Varones Antipatriarcales de Argentina, quienes me abrieron el
espacio de su organizacin para dialogar sobre la resistencia patriarcal. No fue posible
integrar su experiencia en la investigacin pero se abrieron nuevos escenarios para
construir propuestas de integracin a nivel latinoamericano.
A los hombres latinoamericanos acadmicos y pertenecientes a diferentes
organizaciones y experiencias de trabajo con hombres y masculinidades por compartir
sus iniciativas y alimentarme con sus importantes aportes.
A la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales por creer en el talento y
capacidades de los hombres y mujeres de la regin.
A Cristina Vega, asesora de este trabajo, quien me nutri con sus preguntas.
A las profesoras y profesores con quienes tuve la oportunidad de problematizar
mi pregunta por las masculinidades.
A Fernando Urrea y Anbal Parra por el tiempo y la lectura crtica de este texto.
A la familia de sangre y por eleccin que me llen y sigue llenando de preguntas
y razones para transformar-me y construir, a nivel personal y colectivo, masculinidades
otras.

NDICE
RESUMEN.......................

CAPTULO I. EL PROBLEMA DE LAS MASCULINIDADES, LOS HOMBRES


Y EL PATRIARCADO...

Planteamiento del problema.

Proceso metodolgico..

11

Masculinidades, hombres y patriarcado...

14

Teoras de gnero y los estudios de masculinidad(es). Los hombres como


sujetos de gnero..

15

La construccin social de las masculinidades..

19

El patriarcado como identificador de la(s) masculinidad(es)...

27

La masculinidad hegemnica...

34

CAPTULO II. PANORAMA DE LOS PROCESOS ORGANIZATIVOS DE


HOMBRES EN AMRICA LATINA.

38

Recuperando la memoria de los procesos organizativos de los grupos de hombres


en Amrica Latina

40

Principales perspectivas sobre masculinidad en Amrica Latina.

43

Las primeras experiencias de trabajo con hombres y masculinidades.

47

El trabajo de Patrick Welsh.

48

La experiencia inicial en Mxico: CORIAC...

50

La experiencia inicial en Argentina: Juan Carlos Kreimer....

50

La experiencia inicial en Colombia....

54

Principales intereses polticos de las organizaciones de hombres y


masculinidades en la regin.

59

CAPTULO III. LA EXPERIENCIA DEL COLECTIVO HOMBRES Y


MASCULINIDADES..............................................................................

65

Compromiso de cambio personal y colectivo..................................................

66

La diversidad humana del Colectivo................................................................

72

Consolidacin organizativa del Colectivo....

77

Los hombres como sujetos de gnero......

77

De la deconstruccin del patriarcado a las Nuevas Masculinidades...

80

Nuevas Masculinidades por la equidad de gnero..

81

La eliminacin de la violencia contra las mujeres..........

81

Nuevas Masculinidades, incidencia poltica y polticas pblicas...

82

CAPTULO IV. NUEVAS MASCULINIDADES COMO RESISTENCIA AL


PATRIARCADO.

83

Nuevas masculinidades como discurso de resistencia.

83

Nuevas masculinidades como alternativa al patriarcado.

84

Nuevas masculinidades como apuesta tico poltica

88

CAPTULO V. PRCTICAS ORGANIZATIVAS DE RESISTENCIA...

98

Dispositivos pedaggicos de gnero

99

El taller como laboratorio de cambio...

101

Marchas de faldas (como trastocamiento)

115

Dispositivos artsticos de resistencia

120

Promocin y acompaamiento de procesos organizativos de hombres y


masculinidades.

126

Produccin de conocimiento

129

(Re)pensar el Colectivo

135

Es el Colectivo una organizacin patriarcal?................................................

135

Club de amigos o empresa? una falsa disyuntiva...

136

De lo personal a lo estructural.

139

CAPTULO VI. MASCULINIDADES Y HOMBRES CON EXPERIENCIAS DE


VIDA TRANS..

142

Transexualidad, transgeneridad y (trans) masculinidad..

142

El Colectivo y la transmasculinidad.

147

Situacin de los hombres con experiencias de vida trans

151

Fortalecimiento organizativo de EntreTrnsitos

156

Experiencia personal de vida trans..

160

Masculinidades (trans): aprendizajes y tensiones

161

CAPTULO VII. CONCLUSIONES...

169

BIBLIOGRAFA.

176

ANEXOS.

183

RESUMEN
Nuevas masculinidades: discursos y prcticas de resistencia al patriarcado, es una
investigacin cualitativa que busca analizar los discursos y prcticas de resistencia
antipatriarcales producidas por el Colectivo Hombres y Masculinidades de la ciudad de
Bogot, Colombia, como accin poltica que pone en tensin la supuesta imposibilidad
de las organizaciones que trabajan con hombres y masculinidades de romper el cerco
patriarcal y de dejar de ser cmplices de la dominacin social sobre las mujeres y lo
feminizado. Para alcanzar ese propsito se problematiza la relacin hombres,
masculinidades y patriarcado intentado develar que esta secuencia socialmente
naturalizada no es tautolgica, no responde a una esencia ontolgica y sus contenidos
no son fijos y por el contrario, son significados en disputa por la legitimidad de su
representacin. Para situar la experiencia del Colectivo Hombres y Masculinidades se
realiza un acercamiento a diferentes procesos organizativos de hombres en Amrica
Latina y las diferentes estrategias utilizadas en la regin para posicionar la lucha
antipatriarcal. En ese contexto se analiza la emergencia de las nuevas masculinidades
como discurso de resistencia al patriarcado y apuesta tico poltica centrada en la
prctica como examen crtico de las relaciones de poder hegemnico. Asimismo se
introduce un nuevo campo para los estudios de masculinidades: el anlisis de la relacin
masculinidades y hombres con experiencias de vida trans, escenario que a partir de la
experiencia del Colectivo permite su reconocimiento como una prctica de resistencia
que rompe el cerco patriarcal.

CAPTULO I
EL PROBLEMA DE LAS MASCULINIDADES, LOS HOMBRES Y EL
PATRIARCADO

Me interesa sealar cmo las definiciones dominantes de la `hombra y de lo que cuenta como
conocimiento se vuelven cmplices para producir un silencio, una exclusin del conocimiento de
dimensiones importantes de la vida de los hombres, que se relacionan precisamente con su construccin
como sujetos genricos. Un silencio y un encierro masculino que es visible en la vida cotidiana de
muchos varones.
Guillermo Nez (2004: 31)

Planteamiento del problema


La pregunta central que gua este proyecto de investigacin es conocer en la actualidad
cules son los discursos y prcticas antipatriarcales que producen las organizaciones de
hombres en Amrica Latina y cules son los procesos de resistencia a las
masculinidades hegemnicas que genera el activismo de estos grupos. Problematizo la
pregunta partir de algunos cuestionamientos claves para la configuracin y comprensin
del problema que me interesa abordar. Cmo se producen en Amrica Latina las
expresiones organizativas y acciones colectivas contemporneas de los colectivos de
hombres autodenominados como no hegemnicos o antipatriarcales? De qu manera
los colectivos de hombres como actores sociales experimentan, reflejan, resisten o
negocian las relaciones sociales que producen el patriarcado y la masculinidad
hegemnica? Cules son las discusiones, fracturas y renuncias que han incorporado
como sujetos colectivos?
Estas preguntas las formulo para poner en tensin una aseveracin, que define el
contorno del trabajo organizativo con hombres y masculinidades, y que considero el
problema central de esta indagacin, la cual me propongo abordar a la luz de la
experiencia del Colectivo Hombres y Masculinidades de Bogot. Nez (2004)
identifica un lnea de pensamiento que define a los hombres como incapaces de romper
el cerco epistmico de la sociedad patriarcal; de romper con una forma de conocer la
realidad construida por relaciones de poder/saber en la que estn inmersos. Esta
imposibilidad de ruptura se traducira, siguiendo esta lgica, en la imposibilidad de
dejar de ser cmplices de la dominacin social sobre las mujeres como gnero (Nez,
2004: 21).

A partir de esa postura determinista, que reduce al hombre y la masculinidad a la


identificacin con el patriarcado debido a la incapacidad de los sujetos para separarse de
l y renunciar a los privilegios que se derivan de la posicin dominante sobre las
mujeres, planteo la hiptesis de que los discursos y prcticas de los colectivos que
trabajan con hombres y masculinidades, revelan que el ser hombre, la masculinidad y el
patriarcado no son categoras tautolgicas, y que progresivamente a partir del ejercicio
crtico del poder, el ser hombre y la masculinidad se configura en una categora poltica
de resistencia que reta el cerco patriarcal.
Los estudios de gnero han subrayado de manera contundente que las
identidades de gnero, en las distintas sociedades y culturas, muestran una variabilidad
y heterogeneidad tal, que el foco de la reflexin debe dirigirse hacia el anlisis y
explicacin de esta diversidad y no hacia la construccin de unas categoras que por
universalizadoras encubren e invisibilizan las formas identitarias de los grupos no
hegemnicos (Otegui, 1999: 153). Categoras de las que hacen parte los colectivos de
varones sujetos de mi estudio, en la medida que no han sido incluidos en los modelos
explicativos y analticos que estudian la dominacin masculina, las relaciones de poder
y la produccin contempornea de sujetos varones con gnero, y no han sido incluidos
porque si las resistencias masculinas al cambio han sido poco examinadas (Viveros,
2007: 30) las resistencias al patriarcado menos an.
Entonces, por qu estudiar los discursos y prcticas que el Colectivo Hombres y
Masculinidades produce

bajo

el signo

de

masculinidades

no

hegemnicas

antipatriarcales? La pertinencia acadmica y necesidad social de esta indagacin


responde en parte a las siguientes razones, que a la vez se relacionan y potencian entre
s: la falta de produccin terica sobre las iniciativas organizativas y polticas de
hombres en oposicin al modelo hegemnico de masculinidad; la configuracin de la
accin poltica de los colectivos de hombres antipatriarcales como una nueva
perspectiva de anlisis en el campo de las masculinidades contemporneas; la necesidad
poltica de conocer, documentar y evidenciar los cambios, rupturas y fugas en la
construccin de masculinidades no hegemnicas; el compromiso poltico de conocer las
mltiples formas en que se tejen e interconectan las resistencias en los colectivos de
hombres, buscando develar las interfaces entre los discursos y prcticas entre el sujeto
colectivo y el individual, entre el sujeto colectivo y otros colectivos sociales, entre las
luchas activas del Colectivo y las luchas sociales de grupos especficos (LGBTI,
mujeres, indgenas, afro descendientes).
9

El argumento central para abordar el tema, consiste en que los colectivos de


hombres estn introduciendo un cambio no documentado en las formas sociales y
organizativas de posicionar el tema de las masculinidades, de problematizar el
patriarcado y de orientar el trabajo con hombres en Amrica Latina. Campo que
tradicionalmente se ha desarrollado en tres niveles: la eliminacin de la violencia contra
las mujeres; el cuestionamiento del proceso de ser y hacerse hombre y la deconstruccin
del modelo hegemnico de masculinidad en cada varn, y recientemente en la
construccin de escenarios de equidad entre los gneros.
El giro cualitativo que introducen, refiere al desarrollo de dos lneas de accin
poltica. En la primera, como colectivos de hombres que se desmarcan pblicamente
dirigiendo su activismo poltico antipatriarcal (a nivel personal, al interior del grupo y
en escenarios pblicos: materiales y virtuales) en articulacin con las luchas de otros
grupos sociales para la eliminacin del sexismo, la homofobia, la transfobia, entre otros,
es decir, salen de los procesos de trabajo personal casi privado que les han definido
histricamente y se desplazan a lo pblico como un escenario de resistencia. En la
segunda, introducen el tema de la transmasculinidad como un nuevo referente para
replantear lo masculino y desestabilizar el sistema patriarcal.
Con ese contexto, el objetivo general de esta investigacin es analizar los
discursos y las prcticas de resistencia antipatriarcales producidas por el Colectivo
Hombres y Masculinidades, de Bogot Colombia, como prctica poltica que pone en
tensin la imposibilidad de las organizaciones que trabajan con hombres y
masculinidades de romper el cerco patriarcal. De manera complementaria los objetivos
especficos que contribuyen a su desarrollo son: 1) documentar y analizar los discursos
de resistencia que produce el colectivo frente a las masculinidades hegemnicas, en el
marco de relaciones sociales que originan la matriz de dominacin tnicoracial, sexual,
de clase y gnero; 2) analizar las prcticas de resistencia social y cultural antipatriarcal
que el colectivo est generando a las masculinidades hegemnicas y a los diferentes
tipos de dominacin patriarcal; 3) indagar los cambios, resistencias y tensiones en la
construccin de identidades masculinas no hegemnicas que se producen o no a partir
de las conexiones entre el colectivo, los hombres que lo conforman y su accin
colectiva.
La unidad de anlisis y sujeto de conocimiento de esta investigacin es el
Colectivo Hombres y Masculinidades, de ahora en adelante el Colectivo. Para su
seleccin me bas en dos tipos de criterios. De acceso: que fuera una organizacin de la
10

sociedad civil constituida de manera formal o informal como iniciativa dirigida al


trabajo con hombres y masculinidades y que contara con algn espacio virtual donde
hiciera difusin de su accin poltica, y por esa va, tener acceso a los datos que
produce.
De experiencia. Cumplidos los criterios de acceso, la eleccin del Colectivo se
bas en que es la experiencia vigente de trabajo con hombres y masculinidades con
mayor trayectoria y antigedad en Bogot y Colombia. Porque es reconocida en
Latinoamrica por su trabajo con hombres y en su historia ha atravesado diferentes
momentos que permiten conectar su actuacin con los procesos organizativos de
hombres y masculinidades en la regin y finalmente porque su experiencia colectiva
constituye un claro ejemplo de cmo los hombres rompen el cerco patriarcal que
produce masculinidades hegemnicas y en ese proceso construyen masculinidades
alternativas

Proceso metodolgico
La investigacin se desarroll en cuatro momentos. Primer momento, aproximacin al
tema; la estrategia para acercarme al tema se bas en tres ejercicios: la revisin
bibliogrfica, en esta fase revis la produccin acadmica existente sobre procesos y
experiencias organizativas que abordaran el trabajo con hombres y masculinidades, el
primer hallazgo fue la ausencia de produccin de conocimiento cientfico sobre este
campo, salvo iniciativas marginales en las que el objeto de conocimiento son los
procesos de organizacin en torno a las masculinidades (Figueroa, 2010; Welsh, 2010),
la conclusin que se deriv de esta bsqueda es la existencia de un silencio en la
literatura especializa sobre las experiencias de resistencia al patriarcado situadas desde
los colectivos que trabajan masculinidades.
Este vaco de conocimiento me orient al segundo ejercicio, la consulta a
expertos y activistas en masculinidades de la regin. En los dilogos e intercambio de
correos confirm que efectivamente la relacin entre academia y activismo es una
relacin paradjica, porque es a la vez cercana y distante, cercana porque reconocidos
acadmicos y acadmicas en los estudios de masculinidad tienen relacin de proximidad
con las organizaciones o en algunos casos hacen parte de ellas, no obstante no se
investiga sobre stas. Distante, por la existencia de mltiples prejuicios sobre la prctica
de cada sector, as encontr que en algunas organizaciones la labor acadmica se
considera como una externalidad que no se relaciona para nada con su experiencia y en
11

otros casos es cuestionada por su falta de compromiso poltico con el activismo. Por
parte de la academia, se referenci de manera crtica la falta de produccin,
sistematicidad y profundizacin en los desarrollos tericos sobre masculinidades y
feminismo, como elementos que dificultan el posicionamiento y reconocimiento social
de esas experiencias.
Tercer ejercicio, exploracin virtual. Por referencia de activistas, expertos y por
conocimiento propio, realic una extensa indagacin en el mundo virtual, en webs,
blogs, redes sociales, portales especializados y bibliotecas virtuales para identificar las
organizaciones y experiencias de trabajo con hombres y masculinidades, este rastreo lo
registro en el Anexo 1. A partir de esta exploracin hice seguimiento al perfil social del
grupo del Colectivo en la red social Facebook, desde 2009 a inicios de 2012.
Algunos de los hallazgos de esta bsqueda fueron identificar la existencia de
redes de organizaciones formales e informales que buscan la articulacin del trabajo que
se realiza en diversas partes del mundo. Una experiencia a destacar es la Red
Iberoamrica y Africana de Masculinidades RIAM,

que articula esfuerzos

organizativos, activistas y acadmicos en el continente americano, en Espaa y frica.


Otro hallazgo permite evidenciar que las diferentes organizaciones de hombres estn
conectadas entre s y poseen algn grado de conocimiento o interaccin, as no
pertenezcan o estn vinculadas a alguna red o plataforma organizativa.
Una prctica que se logr identificar, refiere a que las dinmicas entre el trabajo
virtual y el realizado con las organizaciones de bases es muy diferenciado, por ejemplo,
se encontr que algunos espacios que se presentan como procesos organizativos, tienen
una amplia difusin y actividad en sus blogs o perfiles en redes sociales, pero su accin
con poblacin de base es baja o nula y, en algunos casos, toda la gestin recae sobre una
persona. En otros casos, las organizaciones que tienen una amplia actividad con sus
grupos de base, actualizan permanente sus espacios virtuales, contando casi en tiempo
real sus actividades, por ejemplo, una accin realizada en Argentina, ese mismo da o al
da siguiente ya es conocida en el mundo, prctica que ampla exponencialmente el
efecto de la accin misma, posicionando y visibilizando esa accin poltica de
resistencia y el tema de las masculinidades desde la militancia.
Segundo momento, el trabajo de campo. La incursin en terreno se dio en dos
partes, paso previo a negociar con los sujetos del Colectivo que sirvieron de porteros
para entrar a la organizacin. En breve, la negociacin para la realizacin de esta
investigacin se bas en tres criterios: planear las actividades de acuerdo a los tiempos y
12

posibilidades de los integrantes del Colectivo; orientar los productos hacia el inters
coyuntural de la organizacin de sistematizar la experiencia organizativa; en este
sentido se realizaron dos acciones que contribuyen directamente a ese propsito: la
realizacin de un taller para construir la Lnea del Tiempo del Colectivo (identificando
tiempos, personas, acciones, hitos, metodologas, prctica, logros y limitantes), aqu
participaron cinco personas de tres generaciones del Colectivo y el desarrollo de una
gua, planteada como un dialogo, para realizar una mirada general al proceso
organizativo del Colectivo y como un ejercicio de recuperacin de memoria para
localizar las historias, trayectorias, apuestas, discursos y prcticas que configuran el
sentido ms amplio de la organizacin1.
La primera parte del trabajo de campo consisti en la salida a comunidades
rurales en la ciudad de Sincelejo al norte de Colombia, all se realizaron actividades de
formacin (talleres) con grupos de comunidades indgenas y mestizas. En este espacio
particip como observador y cofacilitador de las actividades pedaggicas
acompaando el proceso metodolgico con grupos. Durante una semana conviv con
dos de los integrantes del Colectivo. La segunda parte se orient a la realizacin de
entrevistas en Bogot, durante cinco semanas realic entrevistas a ocho integrantes del
Colectivo. La tercera parte se orient a la observacin en dos talleres con jvenes
estudiantes realizados en Colegios urbanos pblicos en Bogot. La cuarta parte se
centr a la recoleccin de material documental y audiovisual producido por el Colectivo
y por fuentes secundarias.
Durante el trabajo de campo, mi relacin con el Colectivo se plante desde la
confianza, la cercana y la complicidad, durante el proceso ocup diferentes posiciones
donde fui ledo como un amigo, como un par, como un activista que ocupa un lugar de
conocimiento, como un referente para conversar de lo local y lo regional, como una voz
legitima para interactuar.
Tercer momento. Sistematizacin y anlisis de la informacin, se hizo la
transcripcin de los audios de la entrevistas, se clasific la informacin y se
construyeron dos grandes categoras de anlisis: nuevas masculinidades como discurso
1

La gua se divide en dos componentes. El primero, el sujeto colectivo, all se abre el dialogo en dos
reas. La dinmica interna: de cmo llegaron a ser colectivo; del cambio en las prcticas colectivas; de lo
metodolgico; de la(s) sexualidad(es); de las mujeres; de las masculinidades trans; de la relacin con
Entre-Trnsitos; de las prcticas. La dinmica externa: de las luchas sociales y la incidencia poltica; del
movimiento social de mujeres; del movimiento LGBTI; de las agencias de cooperacin; del Estado,
gobierno y las instituciones pblicas. El segundo, el sujeto individual, all se abre el dialogo sobre: de t
historia; del colectivo y del cambio en las prcticas personales. No se incluye la gua por su extensin y
porque no hizo parte de los insumos de este anlisis.

13

de resistencia al patriarcado y prcticas de resistencia, a su vez sta, estaba compuesta


por cinco sub categoras: dispositivos pedaggicos de gnero; promocin y
acompaamiento a procesos de trabajo con hombres y masculinidades; produccin de
conocimiento, (re)pensar lo organizativo y transmasculinidad.
Cuarto momento, retroalimentacin con el Colectivo, durante el proceso de
anlisis y escritura, los textos que se iban configurando fueron enviados a integrantes
del Colectivo para que realizaran lecturas crticas y aportes concernientes a las formas
en que estaban siendo representados all. A partir de esa devolucin se realizaron ajustes
y se efecto la escritura de este informe de investigacin.
La estructura de este informe est organizada en funcin de las categoras y sub
categoras que emergieron. En este captulo sito las preguntas que orientan el debate
terico sobre masculinidades, hombres y patriarcado. En el segundo, reconstruyo el
panorama de los procesos organizativos de hombres en Amrica Latina. En el tercero,
localizo al Colectivo Hombres y Masculinidades en sus trayectorias y conformacin
organizativa. En el cuarto, desarrollo las nuevas masculinidades como discurso de
resistencia al patriarcado. En el quinto, realizo un recorrido a travs de las principales
prcticas de resistencia y tensiones al interior del Colectivo y en el sexto, analizo la
relacin entre masculinidad y transmasculinidad como un nuevo campo de accin
poltica a partir de la relacin del Colectivo con hombres con experiencias de vida trans
y el Colectivo EntreTrnsitos.

Masculinidades, hombres y patriarcado


La discusin terica sobre la relacin entre masculinidades no hegemnicas y los
procesos organizativos de hombres en Amrica Latina es incipiente, por lo tanto
propongo realizar una aproximacin preliminar a tres lneas de debate internamente
conectadas, en la perspectiva de comprender desde un enfoque crtico de masculinidad,
la emergencia de los discursos y prcticas producidas por las organizaciones de hombres
que resisten al patriarcado, particularmente el Colectivo. En primer lugar sito la teora
de gnero y los estudios de masculinidades, como el escenario que visibiliza a los
hombres como sujetos de gnero; en segundo lugar, recorro las diversas perspectivas
sobre la construccin social de la masculinidad, para entender la produccin de la
identidad masculina; en tercer lugar, realizo una lectura del patriarcado como
identificador de las masculinidades y en cuarto lugar, localizo la produccin de la

14

masculinidad hegemnica como categora analtica para situar los procesos de


resistencia antipatriarcal.

Teoras de gnero y los estudios de masculinidad(es). Los hombres como


sujetos de gnero
La construccin social de la masculinidad leda desde una perspectiva de gnero y desde
el enfoque de los estudios crticos de la masculinidad cuestiona el sistema de gnero
occidental, el cual se basa en conjuntos de categoras binarias opuestas (Rubin, 1997)
(Rich, 1999), en tanto las masculinidades entendidas como procesos histricos
dinmicos que se configuran de manera diversa y localizada en cada tiempo y grupo
social sealan la agencia y movilidad de los sujetos individuales y colectivos para
significar su experiencia vital de acuerdo a la interpretacin que hace de los recursos
simblicos, en torno a los gneros femenino y masculino, que le ofrece su cultura de
referencia, en un proceso mediante el cual las personas recibimos significados
culturales, pero tambin los innovamos (Butler, 2007: 58).
En esa perspectiva, propongo de manera sumaria una ruta comprensiva y
cronolgica para precisar el origen de los estudios sobre masculinidades en los estudios
de gnero y cmo el hombre pasa de ser el representante de la humanidad a convertirse
en sujeto productor y portador de gnero (Gutmann, 1998). En primer lugar sito las
teoras feministas, producto del movimiento social y poltico de mujeres originado en
Europa a finales del siglo XIX (Nash, 2004: 63) y los avances feministas
norteamericanos del siglo XX (Scott, 1999: 13, 15)2, gracias a los cuales se puede
localizar el surgimiento, en primer lugar, de los estudios de las mujeres en la dcada de

Amors sostiene que el feminismo es un producto de la Ilustracin [europea] (Amors, 2005: 242);
Radcliffe seala que en Latinoamrica, particularmente en los Andes, los estudios feministas poseen un
origen deferente al anglosajn A diferencia de otros pases, el inicio de los estudios feministas no resulta
del movimiento de mujeres populares; es decir basados en la comunidad; se basaron, sobre todo, en el
reflejo de lo que suceda en los pases del norte (Radcliffe, 2006: 111). Por otra parte, Lugones (2008),
muestra que hay una crtica al feminismo blanco eurocentrado, porque ste ha excluido de los anlisis, las
realidades histricas de las mujeres no blancas, y destaca el trabajo de los feminismos de mujeres de color
de Estados Unidos y del Tercer Mundo al desarrollar el concepto de interseccionalidad para demostrar
cmo se ha ignorado la simultaneidad de la raza/clase/sexualidad/genero en la produccin de las
identidades y en la lucha poltica, por lo cual se denuncia la exclusin histrica y terico-prctica de las
mujeres no-blancas de las luchas liberatorias llevadas a cabo en el nombre de la Mujer (Lugones, 2008:
77). En esa perspectiva, estos feminismos, denuncian la tradicin feminista blanca occidental por
considerarla un producto de la colonialidad del gnero e inseparablemente de la colonialidad del poder.
Un ejemplo de esta diversidad de configuraciones feministas en la regin andina es la existencia de
propuestas como el feminismo comunitario desarrollado en Bolivia por mujeres de races indgenas.

15

los sesenta; en segundo lugar, de los estudios de gnero3 en la dcada de los setenta
(Lamas, 1997: 65), y a partir ste, en tercer lugar, los estudios crticos de la
masculinidad a finales del setenta e inicios de los 80 (Gomriz, 1997: 9; Gutmann,
1998: 50; Minello, 2002: 12).
Joan Scott (1999) y Marta Lamas (1997) localizan el origen del gnero como
categora de anlisis en el marco de los desarrollos tericos feministas anglosajones en
los aos setenta y su posicionamiento4 a finales del siglo XX; proceso histrico y social
donde

el

naciente

campo

de

estudio

adquiere

legitimidad

epistemolgica,

posicionamiento poltico y validez (Lamas, 1997: 65) para el anlisis social a la par de
categoras como clase y raza, de hecho, en los ltimos veinticinco aos, el gnero ha
ingresado junto con la clase y la raza a formar parte de los principales cortes analticos
de la realidad social (Kimmel, 1992: 130).
Scott recoge en los trabajos de la tradicin feminista norteamericana, los
enfoques ms utilizados para la produccin de conocimiento, en tres posiciones tericas:
la primera, esfuerzo completamente feminista, intenta explicar los orgenes del
patriarcado. La segunda se centra en la tradicin marxista y busca en ella un
compromiso con las crticas feministas. La tercera, compartida fundamentalmente por
posestructuralistas franceses y tericos angloamericanos de las relacionesobjeto, se
basa en esas distintas escuelas del psicoanlisis para explicar la produccin y
reproduccin de la identidad de gnero del sujeto (Scott, 1999: 45). De manera que la
labor feminista puso especial nfasis en develar la dominacin masculina y la
subordinacin de la mujer, ambos procesos marcados por categoras occidentales
binarias,

basadas

en

principios

esenciales

universales:

hombre/mujer,

masculino/femenino, sobre las cuales se sustent y sustenta el proyecto patriarcal


hegemnico de las sociedades capitalistas modernas (Lerner, 1990; Jakobson, 2003).
Guttman indica que si bien durante las dos ltimas dcadas el estudio de gnero
conforma el cuerpo terico y emprico nuevo ms importante dentro de la antropologa

Scott ilustra cmo la nocin de estudios de la mujer y la posterior designacin como estudios de gnero
atraves un proceso que podra llamarse la bsqueda de la legitimidad acadmica par parte de las
estudiosas feministas en la dcada de 1980 (Scott, 1999: 15), tal proceso, seala, se da en respuesta a la
acogida poltica, a la asimilacin analtica del gnero al lenguaje de las ciencias sociales como
posicionamiento estratgico y al propsito de alejarle, en cuanto categora de anlisis, del vnculo con la
poltica feminista de donde paradjicamente es producida. De manera que se sustituye en la literatura
y estudios acadmicos mujer por gnero, negando implcitamente su filosofa y reivindicaciones.
4
Lamas resalta entre los diversos usos de la categora dos bsicos: el que habla de gnero refirindose a
las mujeres; y el que se refiere a la construccin cultural de la diferencia sexual, aludiendo a las relaciones
sociales de los sexos (Lamas, 1997: 67).

16

en su conjunto, los estudios de gnero an son equiparados con los estudios de las
mujeres (Guttman, 1998: 48). En respuesta a estas crticas y para responder a las
demandas acadmicas y de algunas feministas no blancas, se introdujo en el cuerpo
terico de los estudios de gnero una dimensin relacional (Scott, 1999: 13, 15) para el
anlisis de mujeres y hombres como sujetos que producen gnero.
Es as como los profundos cuestionamientos al sistema patriarcal y los
privilegios masculinos realizados por el movimiento feminista, habilitaron la
posibilidad de considerar a los hombres como sujetos con caractersticas genricas y de
conocimiento cientfico, como lo confirma Scott en la cita de 1975 que hace de Natalie
Davis, me parece que deberamos interesarnos tanto en la historia de las mujeres como
de los hombres, que no deberamos trabajar solamente sobre el sexo oprimido, del
mismo modo que un historiador de las clases sociales no puede centrarse por entero en
los campesinos. Nuestro propsito es comprender el significado de los sexos, de los
grupos de gnero, en el pasado histrico [] para encontrar qu significado tuvieron y
cmo funcionaron para mantener el orden social o para promover su cambio (Scott,
1999: 39).
Enrique Gomriz refrenda ste nuevo posicionamiento y evidencia que con el
surgimiento de la teora de gnero a mediados de los aos setenta, los estudios sobre
masculinidad eran necesarios, tambin como dice Teresita Barbieri para poder hablar
con propiedad de una verdadera teora, tanto identitaria como sistemtica y relacional
(Gomriz, 1997: 9). En este sentido cuando se habla de gnero se habla de relaciones de
gnero y de relaciones de dominacin, hecho ampliamente evidenciado por la teora
feminista. Es as que con la visibilizacin del hombre como sujeto portador de identidad
genrica o como lo acua Gutmann los hombres como sujetos que tienen gnero.
(Gutmann, 1998: 48), en los aos ochenta los estudios sobre masculinidad son asumidos
como campo de investigacin cientfica, en cierta medida, gracias a la constatacin por
parte de numerosos autores de la invisibilidad en las ciencias sociales del varn como
actor dotado de gnero (Viveros, 2002: 35).
Para el mundo angloparlante, Norteamrica, Inglaterra y Francia, este proceso se
registra con el surgimiento de un nuevo campo de estudios: los mens studies o
Critical Studies of Men and Masculinities, que Viveros, citando a Kimmel, clasifica
en dos orientaciones: los que se definen como `aliados del feminismo y los que
reivindican una forma autnoma de estudiar la masculinidad (Viveros, 1997:5 6).
Segn esta autora, En Amrica Latina, los escritos sobre los hombres y lo masculino,
17

en una perspectiva de gnero, slo han cobrado importancia desde fechas relativamente
recientes. En contraste con la produccin terica norteameamericana, los estudios
latinoamericanos sobre masculinidad fueron iniciados en casi todos los pases por
mujeres provenientes del feminismo y slo ms tarde por varones, como resultado del
espacio abierto por estas acadmicas y de las orientaciones impartidas en algunas
conferencias internacionales (Viveros, 2002: 35)
Para finales de la dcada ochenta e inicios del noventa Gomriz identifica tanto
en el mundo anglo como en Latinoamrica, la configuracin de un objeto de estudio
suficientemente claro, ncleos temticos y la acumulacin de una importante
produccin de conocimiento sobre los varones y los estudios de masculinidad (Gomriz,
1997: 9). De esa manera se identifican corrientes, perspectivas tericas y ejes temticos
en el anlisis sistemtico de los varones como lo recogen para el caso de Latinoamrica
en los estudios pioneros de Viveros (1997), Gomriz (1997), y posteriormente en
Olavarra (2003) y Hernndez (2007).
Desde entonces la produccin de conocimiento sobre los varones se ha
diversificado a nivel terico y metodolgico, aunque como lo plantea Viveros hacen
falta trabajos histricos sobre los hombres, que los analicen como actores sociales
pertenecientes a un gnero y que develen la participacin de las ideologas masculinas
en la vida cotidiana (Viveros, 1999: 63) asimismo etnografas ms sistemticas,
trabajos histricos e interpretaciones sociolgicas (Andrade, 2001: 24) comprometidas
en visibilizar la existencia y en localizar la condicin genrica de los varones; de
develar de manera crtica la presencia de una masculinidad hegemnica y de suscribir el
compromiso de recrear y visibilizar nuevas formas de construccin de identidades
masculinas y de relacionamiento inter e intra genrico. Como tambin es necesario
indagar los procesos organizativos de hombres en Amrica Latina, de manera que
podamos conocer cmo los hombres histricamente asociados a una matriz de
dominacin patriarcal estn enfrentando, cuestionando y transformando el cerco
patriarcal (Nez, 2004), para ello no sera malo que empezramos a mirar esas otras
formas de masculinidades que siempre hemos tenido a nuestro lado y que sin ser
hegemnicas se han encarnado en los hombres reales en cada uno de ellos (Otegui,
1999: 159)
En ese sentido concuerdo con Andrade en que los estudios de masculinidad son
en el estado actual del debate, un conjunto de nociones superpuestas y no
necesariamente correspondientes unas con otras. Cuando distintos autores invocan
18

conceptos tales como `masculinidad (en singular o plural), `machismo, `identidad


masculina, `hombra, `virilidad y `rol masculino, diferentes posibilidades analticas
se abren (Andrade, 2001a: 14).

La construccin social de las masculinidades


En los estudios de masculinidad, como lo sugiere Andrade (2001a), convergen diversas
perspectivas de anlisis con diversos propsitos: para conocer, conceptualizar y orientar
la accin respecto a la construccin social de las masculinidades, la identidad masculina
y el contenido mismo de la masculinidad, de acuerdo a las tradiciones disciplinares y a
los intereses ticos y polticos de cada actor. Es cierto entonces, que el estudio de la
masculinidad ha visto nacer muy diversas perspectivas de aproximacin, con fuertes
cargas valorativas sobre el ser, el deber ser y el hacer de los hombres (Faur, 2004: 41).
Rozn por la cual presento los diversos enfoques, tensiones y perspectivas presentes en
la definicin de la masculinidad hegemnica, como un acercamiento necesario para
entender la construccin de la masculinidad de los sujetos y colectivos de hombres que
se resisten al modelo patriarcal.
Connell, plantea que el concepto occidental de masculinidad es un producto
reciente, y que sta no puede ser entendida de manera aislada sino como parte de una
estructura mayor, lo que sera el gnero, entendido como una manera de estructurar la
prctica social, de forma tal que al hablar de masculinidad se est haciendo gnero
(Connell, 1997: 32-38). Para Connell en cada sociedad y momento histrico, se han
adoptado estrategias para determinar qu tipo de persona puede ser considerada
masculina. El autor clasifica cuatro enfoques utilizados en la contemporaneidad para
definir la masculinidad y la produccin de identidades, que aunque diferentes,
frecuentemente se intersectan en la experiencia prctica, como lo hacen categoras de
identidad como raza, etnia, clase, sexualidad, nacionalidad, gnero, entre otras (Connell,
1997: 32).
El enfoque esencialista, determina un rasgo central que define el ncleo de lo
masculino y le incorpora una serie de rasgos para la vida de los hombres, un ejemplo de
ello, es la definicin psicoanaltica hecha por Freud de lo masculino como principio
activo y lo femenino como pasivo. La debilidad de este enfoque para Connell radica en
la arbitrariedad en la eleccin de la esencia, en caso de que existiera.
El enfoque positivista, define la masculinidad como lo que los hombres son.
Definicin que se convierte en la base lgica de la escala masculinidad/feminidad en
19

psicologa y en el trabajo etnogrfico, a partir de los cuales la ciencia social valida


cientficamente la diferencia entre grupos de hombres y mujeres y construye modelos de
masculinidad. Connell encuentra tres dificultades en este enfoque. La primera, es que no
hay ninguna construccin sin un punto de vista, lo cual implica la existencia de una
prenocin del gnero. La segunda, cuestiona que construir categoras sobre lo masculino
y femenino, supone partir de las propias nociones para realizar atribuciones de gnero.
Y la tercera, pone en duda la existencia de una identidad fija encerrada en un cuerpo y
seala que los trminos masculino y femenino apuntan ms all de las diferencias de
sexo sobre cmo los hombres difieren entre ellos, y las mujeres entre ellas en materia de
gnero (Connell, 1997: 33).
El enfoque normativo, reconoce las diferencias inter e intragenricas y define la
masculinidad como lo que los hombres deberan ser. Es decir, establece la masculinidad
como norma ordenadora de la conducta de los hombres; la cual cuestiona por considerar
que no es posible la adecuacin completa a la norma, razn por lo que diversos sujetos
se acercan a ella en diferentes grados. Otra dificultad reside en que al reducir la
masculinidad a la norma, y sta a los roles, no ofrece un explicacin sobre la identidad,
lo cual produce paradojas, en las cuales pueden emerger resistencias a la norma, en
trminos del deber ser. Segn Viveros otro problema de las nociones normativas, es que
a los sujetos se les dificulta construir una imagen propia que tome otros aspectos de la
masculinidad ms all de los determinados por la norma, por ejemplo, el estereotipo
del macho excluye estas diferentes dinmicas subjetivas, haciendo creer al individuo
que un hombre se hace a partir de una serie de absolutos: no llorar nunca, ser el mejor,
competir siempre, ser fuerte, no implicarse afectivamente ni renunciar nunca (Viveros,
2002: 60).
El enfoque semitico, define la masculinidad mediante un sistema de diferencia
simblica en que se contrastan los lugares masculino y femenino (Connell, 1997: 34).
Por definicin, en este enfoque que sigue la lingstica estructural, la masculinidad es
nofemineidad, y ocupa el lugar de la autoridad simblica mientras que la feminidad es
definida por la carencia. Segn Viveros (2002), este enfoque tiene lmites relacionados
con su excesiva focalizacin en el discurso y el desconocimiento de algunas relaciones
(de produccin, consumo, poder) centrales en cualquier anlisis social (Viveros, 2002:
55). En esa perspectiva Connell plantea que en lugar de intentar definir la masculinidad
como un objeto (un carcter de tipo natural, una conducta promedio, una norma),

20

necesitamos centrarnos en los procesos y relaciones por medio de los cuales los
hombres y mujeres llevan vidas imbuidas en el gnero (Connell, 1997: 35).
Segn Gutmann (1998), en la literatura de la antropologa de la masculinidad,
son cuatro las entradas conceptuales y usos que se le dan a la masculinidad como
categora analtica en la construccin de la masculinidad: 1) la identidad masculina, que
refiere a cualquier cosa que los hombres piensen y hagan, 2) la hombra, que es todo
lo que los hombres piensen y hagan para ser hombres, 3) la virilidad, que sugiere que
algunos hombres, inherentemente o por adscripcin, son considerados ms hombres
que otros hombres y 4) los roles masculinos, que subraya la importancia central y
general de las relaciones masculinofemenino, de tal manera que la masculinidad es
cualquier cosa que no sean las mujeres (Gutmann, 1998: 49).
Para Gutmann, son dos los enfoques temticos en la antropologa de la
masculinidad los que han predominado en las definiciones y estudio de lo masculino,
por una parte estn los que se ocupan exclusivamente de los hombres, considerando que
existe una `estructura profunda de masculinidad subyacente transcultural y
transhistrica, por otra parte, estn los que incluyen a las mujeres como parte integral
del estudio de la masculinidad en un sentido amplio; en este enfoque se reconoce el
carcter complejo de la masculinidad en condiciones histricas concretas, enfoque a
partir del cual se ha logrado establecer que no existe un `punto de vista masculino
nico (Gutmann, 1998: 49). Y al no existir un punto de vista nico que defina la
identidad masculina, por un lado, se disuelve la idea de que el contenido de la
masculinidad lo definen exclusivamente sujetos asignados socialmente como hombres,
y por el otro, se define la masculinidad como una construccin no esencial, en la que
participan socialmente, hombres y mujeres y sujetos con otras identidades sexo
genricas, como lo sera el caso de hombres trans.
Por su parte, Faur (2004) identifica tres tensiones conceptuales para definir la
masculinidad. La primera tensin es la relacin entre la naturaleza y la cultura en las
identidades masculinas. Segn Faur, este debate lo alimentan tres posturas. Por una
parte estn las corrientes conservadoras y espirituales o mitopoticas que consideran
que existe una esencia masculina, profunda e inmutable; por otro lado la perspectiva
profeminista, para quienes la masculinidad es un producto histrico, que excede con
creces los lmites de la determinacin biolgica; para Faur la aproximacin que supera
esta tensin de un modo ms profundo es la que, sin negar las determinaciones fsicas o
materiales, logra repensar an la construccin simblica de los cuerpos como expresin
21

de las relaciones de poder entre hombres y mujeres (Faur, 2004: 48). Segn la autora,
hablar de una esencia masculina definida a partir de rasgos biolgicos, es ms una
ficcin creada y sostenida histrica y socialmente que una realidad comprobable (Faur,
2004), de la cual se han servido quienes se benefician de los beneficios patriarcales,
para mantener su hegemona sobre mujeres y hombres subordinados.
La segunda tensin interroga si es la masculinidad una construccin individual
o relacional? La respuesta ms aceptada es que en el sistema sexo gnero la
masculinidad existe en tanto exista la feminidad, por lo tanto la masculinidad es una
construccin relacional. Para Faur, esta relacin est plagada de falacias que buscan
naturalizar lo culturalmente creado; en primer lugar, porque define lo masculino y
femenino como complementario, atribuyendo a unos y a otras, caractersticas binarias
opuestas; en segundo lugar, porque sobre esta clasificacin arbitraria se otorga una
mayor valoracin social a las caractersticas masculinas; en tercer lugar, porque al tomar
por natural el comportamiento cultural se considera que hombres y mujeres
efectivamente son as. Para Faur en las sociedades donde funciona el sistema de gnero
occidental no hay una construccin identitaria independiente de la simbolizacin de las
relaciones entre los gneros, sino que la misma se activa en una trama de prcticas
sociales (Faur, 2004: 51).
La tercera tensin interroga si hay eleccin individual o coercin social en la
construccin de identidades. Faur se pregunta cmo se construyen las identidades de
gnero? y si stas responden a guiones volitivos o a formatos establecidos en distintos
contextos sociales? Para la autora, segn los estudios de masculinidad, los sujetos se
debaten entre guiones monolticos con escasas alternativas o propuestas de
transformacin personal de las identidades en las que bastara la voluntad individual, y
es enftica en sostener que las identidades no responden meramente a elecciones
personales ni exclusivamente a formatos construidos en el orden social. Por lo cual,
simultneamente hombres y mujeres se comprometen con su posicin en el sistema de
gnero y producen masculinidades y femineidades, a la vez que sus identidades son
impactadas por las normas y las instituciones, de manera que aunque los sujetos tienen
un margen limitado de maniobra para traducir la norma, esa libertad no es completa.
Para Faur, hay en este punto una tensin que no se resuelve, que permanece en
un vaivn entre las voluntades (de cambio o de permanencia) y los dispositivos sociales
(que tienden hacia modelos ms o menos tradicionales). Por ello, cualquier intento de
anlisis y/o transformacin de modelos de masculinidad se enriquece al observar
22

simultneamente estos dos niveles: el individual y el relativo a relaciones e instituciones


sociales (Faur, 2004: 52).
Segn Bonder el pensarnos como un conjunto heterogneo de posiciones de
sujeto que en ciertas circunstancias "armonizan", en otras cristalizan y en otras se
colocan en tensin, nos permite explicar el `agenciamiento sin necesidad de apelar a
una metafsica del voluntarismo, ni recrear la idea de un sujeto histrico
teleolgicamente designado. Aunque si nos habilita a reconocerle su capacidad de
devenir en actor/actora `poltico tico en determinados contextos y situaciones
(Bonder, 1998: 13).
A partir de estos planteamientos podra decirse, entonces, que si bien la
construccin de la masculinidad se da en la tensin entre elementos individuales y la
norma social, en el campo de disputa que emerge entre la voluntad y la coercin, se
pueden materializar ejercicios de resistencia patriarcal, en los cuales algunos sujetos
reconocen el sistema de relaciones en el que se encuentran y articulando otros factores
contextuales, se revelan e inician un proceso, que en pases como Bolivia se denomina,
de despatriarcalizacin5, entendido como la praxis insurgente de la identidad para
erradicar al machismo, como lucha contra el sistema patriarcal (Chivi,/ 2011: 8).
Kimmel (1997), desde una perspectiva sociolgica y apoyndose en la teora
psicoanaltica Freudiana del Edipo, define la masculinidad desde cuatro perspectivas. La
masculinidad como relacin de poder. Para Kimmel el mercado define las normas por
las que se rige la masculinidad, por lo cual las definiciones culturales de gnero son el
territorio de disputa que determina la masculinidad como relacin de poder, debido a
que no todas las masculinidades son valoradas del mismo modo en cada sociedad. Al
contrario, cada grupo social realiza un definicin de hombra y la convierte en norma
para medir otras formas de masculinidad y las jerarquiza. En Norteamrica, por
ejemplo, la masculinidad de los hombres blancos, heterosexuales, de clase media,
adultos jvenes, es el modelo hegemnico que sirve para que otros hombres aprendan a

Segn Uriona, la despatriarcalizacin como principio es un pilar del proceso de transformacin, de


inclusin y desestructuracin de las relaciones de poder que excluyen y oprimen a las mujeres (Uriona,
2010: 37). En el contexto boliviano las propuestas de descolonizacin y despatriarcalizacin, se entienden
como la transformacin del marco de relaciones de poder y de sus expresiones en los espacios de
institucionalidad, de las normas y en las prcticas cotidianas, tanto en el mbito de lo privado como de
lo pblico (Uriona, 2010: 47). En esta investigacin la despatriarcalizacin se entiende como el proceso
de transformacin radical de la identidad hegemnica, hacia modelos alternativos que involucren el
ejercicio democrtico del poder, que promuevan la experiencia gozosa del gnero, la sexualidad y el
deseo sin restricciones normativas y por ltimo, como principio poltico de la experiencia de la
masculinidad.

23

ser hombres de verdad. En ese sentido la definicin hegemnica de la virilidad es un


hombre en el poder, un hombre con poder, y un hombre de poder (Kimmel, 1997: 51).
Pero la masculinidad como relacin de poder no slo perpeta el poder que unos
hombres cercanos al modelo tienen sobre otros, sino que sirve para mantener el poder
efectivo que los hombres en su conjunto tienen sobre las mujeres, segn Viveros
porque ellos estn socialmente producidos para ocupar esta posicin y porque luchan
para mantenerse en ella (Viveros, 2002: 49).
La masculinidad como huida de lo femenino. Esta dimensin de la identidad
descansa sobre la primera regla de la masculinidad cualesquiera sean las variaciones de
raza, clase, edad, etnia, u orientacin sexual, ser un hombre significa no ser como las
mujeres (Kimmel, 1997: 52). Como la masculinidad se aprende en el proceso de
socializacin y sus agentes (familia, escuela, pares, medios de comunicacin, el estado,
el trabajo, entre otros), la tarea central de todo nio, segn el psicoanlisis, es renunciar
a la identificacin con la madre para desarrollar una identidad segura de s mismo. As
la masculinidad se convierte en una bsqueda permanente para demostrar su posesin,
por la va de la negacin de lo femenino y del propio vnculo, ms que por la afirmacin
de lo que sera masculino. En este caso lo femenino, se entiende como vnculo, no tanto
como esencia o norma. Para Kimmel a travs de la negacin de lo femenino, los
hombres aprenden la misoginia, el sexismo y a restringir elementos centrales del mundo
emocional.
Es por ello que en los ltimos aos en Amrica Latina, Nolasco citado por
Viveros, reconoce que en diferentes pases un nmero cada vez mayor de hombres
busca caminos, teraputicos o comunitarios, que los lleven a descubrir otro tipo de
subjetividad en que las emociones no estn clasificadas segn un referente sexista o
sean adjetivadas como algo nocivo que se opone a la razn (Viveros, 2002: 60) o en
palabras de Bouerdieu ser un hombre es, de entrada, hallarse en una posicin que
implica poder (Bourdieu, 1999: 21).
La masculinidad como validacin homosocial. Esta dimensin se centra en la
aprobacin del desempeo de la masculinidad hegemnica por parte de otros hombres.
Al hacer parte de un rgimen sexista, la validacin no proviene de las mujeres, aunque
del cuerpo y subjetividad de stas se obtiene un dividendo patriarcal: demostrar que se
es hombre y heterosexual. Para Kimmel, la masculinidad como legitimacin est llena
de peligros, por una parte en el miedo al fracaso y por otra, en los comportamientos de
riesgo hacia s mismos, de competencia con los otros varones y de violencia con las
24

mujeres, en los que incurren los hombres para ganar la aprobacin que les mantenga en
el universo de lo masculino y les acredite el acceso a sus privilegios. Riesgos que para
la mayora de los hombres significan una fuente de confusin, miedo y dolor,
principalmente porque tal modelo es, por supuesto, irrealizable para cualquier persona
(Kimmel, 1997: 51). Para Amors, la masculinidad no existe sino en tanto que idea
fantasma regulador del comportamiento de los varones, de ah que

la

autorepresentacin de la masculinidad de los hombres nunca se produce in recto que


macho soy, soy un hombre! sino que, contra lo que podra parecer, se agota en la
tensin referencial haca los otros varones soy un hombre porque soy uno de ellos
(Amors, 1992: 45).
La masculinidad como homofobia. Esta dimensin es la otra consecuencia de la
separacin de los hombres de lo femenino. Kimmel retoma a Freud para plantear que en
la identificacin del nio con el padre, tras renunciar al deseo por su madre, se cristaliza
el modelo de gnero que liga la identidad del hombre como masculino, con una
orientacin sexual normativa heterosexual o como lo plantea Rubin (1977), siguiendo a
Freud, en este caso la fase edpica constituye el deseo heterosexual. Igualmente para
LviStrauss, el tab del incesto, se apoyara en la heterosexualidad obligatoria como
prerrequisito para el ordenamiento de gnero, siendo el gnero slo una identificacin
con un sexo, el opuesto (Rubin, 1997: 19).
En el escenario edpico, el nio no se refugia en su madre sino que se une la
fuente del miedo que implanta el padre, para Kimmel esto significa que los hombres
llegan a ser masculinos al identificarse con el opresor. Razn por la cual, el nio debe
suprimir cualquier deseo homoertico como deseo femenino. En ese proceso, segn
Kimmel, aparece la homofobia como mandato para reprimir ese deseo. Sin embargo,
esta no es la nica fuente de la homofobia, pues, a los hombres en la separacin de lo
femenino se les ensea a odiar lo que pueda asemejarlos a esto, negacin antifemenina
que se convierte en poltica central del patriarcado. En palabras de Rubin, la supresin
del componente homosexual de la sexualidad humana, y su corolario, la opresin de los
homosexuales, es por consiguiente un producto del mismo sistema cuyas reglas y
relaciones oprimen a las mujeres (Rubin,1997: 23).
Finalmente Kimmel define la masculinidad como un conjunto de significados
siempre cambiantes, que construimos a travs de nuestras relaciones con nosotros
mismos, con los otros, y con nuestro mundo (Kimmel, 1997: 49). Y afirma que el
carcter social de esa construccin, que se modifica en el tiempo, da un sentido de
25

posibilidad histrica de reemplazar la abatida resignacin, que invariablemente


acompaa los esencialismos ahistricos y atemporales (Kimmel, 1997: 50). Ese
sentido de posibilidad histrica, define la actuacin individual y colectiva de los sujetos
que se revelan a la construccin normativa de la masculinidad como poder, como huida
de lo femenino, validacin hegemnica y como homofobia y reclama para los sujetos
masculinos definiciones polticas de la masculinidad ms abiertas e incluyentes en
aquello que es lo ms especficamente caracterstico de la humanidad: la diversidad
(Otegui, 1999: 159).
Por su parte Connell, dice que la masculinidad es al mismo tiempo la posicin
en las relaciones de gnero, las prcticas por las cuales los hombres y mujeres se
comprometen con esa posicin de gnero, y los efectos de estas prcticas en la
experiencia corporal, en la personalidad y en la cultura (Connell, 1997: 35), y sus
principales patrones son hegemona, subordinacin, complicidad, marginacin e
individualismo 6. Definicin que rompe con los determinismos conservadores
esencialistas que preservan y reproducen la masculinidad hegemnica, como la
definicin moral y biolgicamente adecuada de lo que deben ser y hacer los sujetos para
ser valorados como hombres, y abre posibilidades epistemolgicas y prcticas de situar
en el lugar de lo masculino, tanto experiencias no hegemnicas, como sujetos que no se
corresponden con el modelo cultural que encadena el sexo, el gnero y el deseo. Con
esta nocin de la masculinidad se habilita para los sujetos antipatriarcales un lugar
poltico de compromiso que les permite escalar a lo pblico los efectos corporales e
identitarios del uso del poder como acto creativo contra hegemnico (Collins, 1990: 2).
Para Viveros la masculinidad es una construccin cultural performativa que se
materializa en condiciones diferenciadas de clase, edad, raza y etnicidad que se
interrelacionan entre s (Viveros, 2011: 113), lo cual permite establecer, para esta
autora, que la masculinidad no es una cualidad esencial fija sino un proceso de
negociacin permanente que se inicia desde la infancia y se prolonga a lo largo de la
vida y en el cual intervienen tanto los juicios de los "otros significativos" (De Singly
1998) como las propias orientaciones y autodefiniciones (Viveros, 2002: 32-68).
6

Izquierdo, plantea que el individualismo es la expresin de la socializacin en el ms alto grado


(Izquierdo, 2003:4). En ese sentido a los hombres en el sistema sexo-gnero se les socializa como
individuos dotados de poder, y se les ensea a defender esa posicin durante toda la vida, instaurando la
autosuficiencia como un principio de la masculinidad hegemnica, de ah que, segn Izquierdo, la idea
del selfmade man, de ese hombre que no le debe nada a nadie puesto que se ha hecho a s mismo es una
fantasa omnipotente que forma parte de la mitologa de las democracias modernas. El hambre de libertad,
el ansia de independencia, la aspiracin a la autosuficiencia, son mviles que nos hacen crecer porque
constituyen estmulos sumamente atractivos, pero nunca se llegan a realizar (Izquierdo, 2003:5).

26

Kimmel (1997), completamente de acuerdo con esta definicin, precisa que a partir de
esas negociones los sujetos pueden crear activamente sus mundos e identidades, lo cual
constituye la base y condicin de posibilidad para que los hombres puedan cambiar, en
tanto sujetos de gnero, a nivel individual y colectivo. Sin embargo y con fundamentos,
tericas feministas, son crticas a las cambios reales de los hombres y cuestionan este
propsito como un optimismo riesgoso7.
Para terminar se puede concluir diciendo que las diversas perspectivas sobre las
construccin de la masculinidad (hegemnica), contribuyen a entender la construccin
de la identidad masculina como un proceso que se complejiza con la interseccin,
superposicin y/o simultaneidad con otras categoras identitarias como raza, etnia, clase,
edad y sexualidad, a partir de las cuales y en permanente tensin con elementos
individuales, culturales e histricos, los sujetos definen, negocian y disputan el
contenido de su hombra, de la virilidad, los roles y de la identidad masculina, para
definir su compromiso con una posicin normativa o de resistencia de gnero que los
coloque en una situacin de hegemona, subordinacin, complicidad, marginacin o
alternativa. Simultneamente a este proceso se define el carcter mismo de la
masculinidad como construccin social.

El patriarcado como identificador de la(s) masculinidad(es)


Los hombres no son el enemigo. El enemigo es el concepto del patriarcado. El concepto del
patriarcado como forma de dirigir el mundo o hacer las cosas Toni Morrison 8

En el debate clsico sobre el patriarcado (Scott, 1999) se han velado las particularidades
de la experiencia masculina de hombres de diversos grupos, clases, etnias, razas,
edades, nacionalidades, entre otras categoras, que localizan y producen identidad. ste
hecho epistmico y social introduce el patriarcado como categora universal cuya
impronta homogeneiza el ser hombre y la masculinidad como esencia de todo sujeto
varn humano9.
7

Un trabajo de esta lnea puede encontrarse en Viveros (2007), donde la autora demuestra, que pese a los
avances jurdicos en relacin a la paternidad, por ejemplo, en Brasil los padres se resisten a reconocer la
paternidad de hijos o hijas nacidos fuera del matrimonio, o en Colombia, donde la inasistencia alimentaria
ocupa el segundo puesto entre los delito que ms se presentan en ese pas (Viveros, 2007: 32-33).
8
Publicado en el perfil de Facebook del Colectivo.
9
Entre los diferentes feminismos existen diversas formas de abordar este fenmeno, por ejemplo,
Amors, identifica que Mouffe prefiere emplear el concepto de sistema-sexo gnero, ya que el
patriarcado no se puede aplicar a todos los contextos, sin embargo, Amors considera que no es necesario
este uso, porque este es un producto patriarcal (Amors, 1991: 310). Por otra parte Luce Irigaray emplea
el trmino falogocentrismo, desarrollado por Derrida, para dar cuenta de la asimetra patriarcal donde lo

27

Segn Lerner el patriarcado, en su definicin ms amplia, es la manifestacin y


la institucionalizacin del dominio masculino sobre las mujeres y los nios de la
familia (Lerner, 1990: 340). Rubin afirma que el patriarcado es una forma especfica
de dominacin masculina (Rubin, 1996: 45). Amors entiende al patriarcado, a partir
de la definicin de Heidi Hartrnann, como un conjunto de relaciones sociales entre los
hombres que tienen una base material y que, si bien son jerrquicas, establecen o crean
una interdependencia y solidaridad entre los hombres que les permite dominar a las
mujeres (Amors, 1992: 43). Millet, citada por Gomriz, lo define como un sistema
poltico que tiene como fin consciente la subordinacin de las mujeres. (Gomriz,
1992: 95). Scott identifica que los tericos del patriarcado han dirigido su atencin a la
subordinacin de las mujeres y han encontrado su explicacin en la "necesidad" del
varn de dominar a la mujer (Scott, 1995: 16). Bourdieu, citado por Lamas, dice que
el orden social masculino est tan profundamente arraigado que no requiere
justificacin: se impone as mismo como autoevidente, y es tornado como `natural
(Lamas, 1997:71).
Nez (2004) argumenta que relacionar a los hombres como grupo homogneo
refiere a una cosificacin de los `hombres bajo algn criterio pretendidamente
`objetivo (como la posesin de una anatoma y fisiologa particular o `la experiencia de
ser hombre), se entiende que la regularidad de su comportamiento es o una expresin
de la `naturaleza de la cosa misma, `los hombres, o una consecuencia inevitable de su
`experiencia de ser hombre en una sociedad patriarcal. [] una vez establecida esa
`naturaleza o `esencia de `los hombres, se instaura una relacin de poder sobre los
seres concretos de quienes se espera o supone un comportamiento determinado
(Nez, 2004:21), segn el cual los sujetos hombres responden a un destino y un guin
culturalmente predeterminado. Argumento que el mismo autor contesta al sostener que
el proceso de construccin de `los hombres como sujetos genricos no es homogneo
y coherente (Nez, 2004: 29), por tratarse de una elaboracin heterognea, inestable y
en permanente disputa.
Nez agrega que si asumimos como transparente, obvio por s mismo, quines
son los `hombres y en nuestros estudios asumimos de manera implcita que son machos
biolgicosmasculinosheterosexuales, estamos entonces asumiendo un ideologema

masculino [referente del falo] se ha situado en una posicin de superioridad o ventaja respecto de lo
femenino (Glavic, 2010: 4).

28

central del sistema sexognero que llamamos patriarcal, que supuestamente nos
interesa conocer y denunciar (Nez, 2008: 56).
Por su parte YuvalDavis (2004) pone en evidencia el uso frecuente e indistinto
de la nocin de patriarcado como contenido de pretensin universal y de significacin
de construcciones y representaciones genricas abstractas como varn hombre y
masculino10, con las cuales se alude a un sujeto hombre unitario inexistente,
categoras que en s mismas no dan cuenta de cmo hombres y mujeres, en plural, se
posicionan en relacin a l. Asimismo, esta autora cuestiona el uso problemtico de la
nocin de patriarcado, particularmente en momentos donde se ha negado y demostrado
sistemticamente desde los feminismos, la inexistencia de un sujeto mujer esencial y de
manera crtica sostiene que en s misma, la nocin de `patriarcado es altamente
problemtica. Aunque con frecuencia se reconoci que la ley del `pater11, el padre, ha
sido aplicada tradicionalmente a hombres jvenes, no slo o las mujeres, ello no jug un
papel terico significativo en los usos feministas generalizados del trmino. Permaneci
as, incluso, cuando dichos usos fueron desarrollados en modelos tericos ms
sofisticados (YuvalDavis, 2004: 21).
En ese mismo sentido Viveros (2006) problematiza el patriarcado y su versin
regional y local, en la cual se enlaza el patriarcado como sistema de dominacin con una
de las identidades que produce, la cual es fabricada bajo la figura del macho latino
como representacin que transforma en homognea la experiencia de ser y hacerse
hombre, argumentando que el machismo ha sido definido como la obsesin masculina
con el predominio y la virilidad que se expresa en posesividad respecto de la propia
mujer y en actos de agresin y jactancia en relacin con otros hombres [este trmino] se
ha convertido, en el lenguaje corriente, en un sinnimo de la masculinidad
latinoamericana (Viveros, 2006: 113), esencialismo que cataloga como un persistente
malentendido (Viveros, 2006: 111).
Para Minello, el machismo es un nombre aplicado a situaciones contradictorias.
Su uso, ms que aportar nuevos conocimientos sobre la masculinidad, confunde [y]
10

Viveros refirindose al pensamiento de Butler argumenta que la masculinidad y la feminidad son


posiciones vacas, que no se corresponden con los hombres y las mujeres (Viveros, 2007: 28).
11
Para no desconocer las deconstrucciones crticas realizadas por el feminismo, es necesario decir, en
contraste a lo planteado por Yuval-Davis que en la constitucin del patriarcado moderno, los varones
tambin pactan su poder como hermanos (Fontenla, 2008: 3). En ese sentido Pateman plantea que la
sociedad civil moderna no est estructurada segn el parentesco y el poder de los padres; en el mundo
moderno, las mujeres estn subordinadas a los hombres en tanto que varones, o a los varones en tanto que
fraternidad. El contrato original tiene lugar despus de la derrota poltica del padre y crea el patriarcado
fraternal moderno (Pateman, 1995: 12).

29

contribuye tambin a una reificacin o quizs esencializacin del sujeto, al declararlo


macho, no reconocerle ambigedades o contradicciones en s mismo, negarle la riqueza
de una identidad construida por muchos factores y condenarlo a un estereotipo
(Minello, 2002: 722).
Viveros desarrolla un argumento que permite desestabilizar esa nocin cuando
plantea que el machismo como categora esencial es una nocin con muy corto alcance
analtico y explicativo para dar cuenta de los fundamentos simblicos y sociales de la
dominacin masculina en Amrica Latina [] porque constituye un trmino
mistificador que permite naturalizar el comportamiento de los varones de los grupos
sociales subalternos (Viveros, 2006: 126).
Argumentacin que permite establecer que los contenidos y las prcticas de
dominacin encarnadas por algunos hombres tienen lmites, fronteras que contribuyen a
definir sus contornos y su especificidad, como tambin deja ver que es un fenmeno
histrico y, por lo tanto, no corresponde a una esencia ni a una forma natural de las
relaciones entre hombres y mujeres. En consecuencia, puede decirse que el patriarcado
no es una estructura fija que reproduce sistemas de dominacin masculina simtricos
alrededor del mundo, como lo confirma Burque hemos llegado a entender las
relaciones de gnero como un proceso dinmico. As, la subordinacin y la dominacin
no son situaciones fijas: ms bien son el producto actual de procesos dinmicos e
interactivos, y como tales, estn abiertos al reto y al cambio (Burque, 1996: 135).
De la misma forma Rubin, demuestra el carcter situado del patriarcado y seala
la existencia de grupos sociales donde este carcter no es vivido ni entendido como en
Occidente hay sistemas estratificados por gnero que no pueden describirse
correctamente como patriarcales, [como es el caso de] muchas sociedades de Nueva
Guinea (enga, maring, benabena, huli, melpa, kuma, gahukugama, fore, marindanim
yad nauseam) (Rubn, 1996:45).
Razones por las cuales, segn Viveros, es necesario modificar la imagen
esencializante y homogeneizadora que se ha tenido de la masculinidad latinoamericana
y a pensar el machismo latinoamericano como el resultado de prejuicios etnocntricos y
de la fabricacin de imgenes nacionales difundidas a travs de los medios de
comunicacin (Fuller, 1998). Las identidades masculinas latinoamericanas son
mltiples y diversas, tal y como lo muestran numerosos trabajos realizados en la regin
[por lo tanto] no pueden ser reducidas a generalizaciones reificadas y esencializantes
sobre los varones latinoamericanos (Viveros, 2006: 125).
30

No significa esto que histricamente hombres y tipos de masculinidad no se


hayan producido y encarnen lo hegemnico y patriarcal, beneficindose de sus
dividendos (Connell, 1997: 40), en el marco de una sociedad que se ha organizado y
jerarquizado alrededor de lo masculino (Rubin, 1997: 45) y la heterosexualidad
obligatoria (Rich, 1999; Rubin, 1997; Connell, 1997), como norma para la regulacin
de la vida de hombres, mujeres y sujetos con otras expresiones identitarias. En esa lnea
argumental, es preciso asumir, como lo sugiere Viveros, una postura crtica respecto a
los diversos comportamientos cotidianos individuales y colectivos que realizan los
hombres con el fin de proteger sus privilegios y conservar los beneficios que obtienen
de su posicin dominante en las relaciones de gnero (Viveros, 2007: 30).
Del mismo modo, es necesario precisar que construir una identidad de gnero
como hombre, no constituye en s mismo una condicin de dominacin o desigualdad 12,
sino una diferencia, entre las diversas opciones existentes para construir ese tipo de
identidad. Que identificar el deseo y el erotismo en la heterosexualidad no constituye en
s mismo una forma de discriminacin o desigualdad, o como lo plantea Martn ser un
hombre heterosexual no implica una posicin poltica concreta ni el acceso automtico a
la hegemona patriarcal (Martn, 2011: 48), as como ser homosexual no constituye a
priori modificar las relaciones de poder, las asimetras en las relaciones, o en ltima
instancia ser transgresor al orden social establecido, dado que un sujeto homosexual

12

Algunas posturas plantean que ser hombre es una posicin hegemnica socialmente validada, lo cual en
parte es cierto, en la medida que los hombres como grupo se han beneficiado histricamente de los
dividendos del patriarcado (Connell, 1997). Sin embargo como se ha sostenido arriba, esta postura corre
el riesgo de convertirse en un esencialismo que fije la posicin de los hombres (antipatriarcales) como
dominacin y en contraste, la posicin de las mujeres como vctimas, ocultando la actora y agencia de las
mujeres para transformar su posicin en las relaciones de poder y en los hombres, para superar el modelo
patriarcal de las identidades. Al respecto, Mohanty, argumenta que el feminismo occidental al asumir a
las mujeres como una unidad ahistrica y universal sobre la base de su subordinacin, produce la
colonizacin de lo especfico de la existencia cotidiana y de las complejidades de los intereses polticos
que representan y movilizan a las mujeres de diferentes clases sociales y culturas (Mohanty, 1997: 38).
Por lo tanto, asume que ese modelo no hace sino reforzar las divisiones binarias entre hombres y mujeres,
donde se parte del supuesto de que los primeros tienen poder y son quienes explotan y las segundas, sin
poder, son exploradas, ignorando las relaciones complejas y mviles entre su materialidad histrica en el
nivel de las opresiones especficas y las oposiciones polticas (Mohanty, 1997: 42). Segn Mohanty,
desde las lecturas del feminismo blanco occidental, las mujeres son un grupo coherente en cualquier
contexto, siempre se les ve en oposicin a los hombres y el patriarcado siempre es necesariamente el
dominio del macho, y se asume que los sistemas religiosos, legales, econmicos y familiares son
construidos por los hombres (Mohanty, 1997: 42). En contraste lo que exige Mohanty, es ver la forma
como las mujeres se han constituido a travs de estas mismas estructuras (Mohanty, 1997: 44). En el
mismo sentido de lo dicho por Mohanty, es que asumo que construir una identidad como hombre, no
responde a una unidad, a un grupo coherente, sino que pasa por reconocer lo especfico de la existencia
cotidiana de los sujetos y la complejidad de los intereses polticos que contribuyen a la formacin de una
identidad masculina. .

31

perfectamente puede quedarse anclado a un sistema heteronormativo (Parker, 2002;


VidalOrtiz, 2011).
En esa lnea argumental, la existencia de hombres de clases medias y bajas
organizados en colectivos que resisten al modelo cultural patriarcal, abre posibilidades
de anlisis para identificar, documentar y reflexionar sobre cmo en los mrgenes del
mismo

sistema

de dominacin existen sujetos

colectivos e

individuales

comprometidos en realizar cuestionamientos crticos a la heterosexualidad y por esa va


al modelo hegemnico de masculinidad. Pensando en Martn se trata as pues
prioritariamente de distinguir entre lo masculino y lo patriarcal, incidiendo en el hecho
de que el patriarcado es una construccin especfica de un tipo de masculinidad
heterosexista, homfoba, racista y machista (Martn, 2007: 90).
En esa perspectiva analtica, la teora queer, que tiene por objetivo superar al
gnero subvirtiendo las categoras de sexo y gnero y su inters por el gnero se funda
en l como `representacin casi teatral (`performativadad) cuyo sentido puede ser
asignado por el individuo (Viveros, 2011: 111), aporta a los estudios de los varones y
las masculinidades su crtica a la heteronormatividad que funda la dominacin
masculina (Viveros, 2007: 29), a partir de la cual es factible introducir en los estudios
de masculinidades perspectivas tericas que permiten abordar la flexibilidad y
variabilidad de la identidades de gnero y de los deseos y preferencias sexuales
(Viveros, 2011: 111).
La importancia de la teora queer radica en que es a partir del cuestionamiento
de las formas en que adoptamos nuestros gneros y sexualidades (Viteri y otros, 2011:
48), que se puede dar cuenta de la temporalidad de los sujetos y los significados en
constante reformulacin (Viteri y Otros, 2011: 48), es decir, la perspectiva queer
ofrece un marco crtico analtico para entender que no existe una secuencia determinada
entre el sexo, el gnero y el deseo.
Segn Viveros (2007), en los estudios queer, la feminidad y la masculinidad son
posiciones vacas por lo cual no se corresponden con los hombres y las mujeres
socialmente asignados, de all que desde estos estudios, a partir del trabajo de
Halbertam (2008), se da cuenta de la existencia masculinidades femeninas o
masculinidades sin hombres (Halbertam, 2008: 35). Perspectiva que resulta til para
indagar en los colectivos de varones cmo estn problematizando la heteronormatividad
como imperativo de la masculina hegemnica.

32

Por otra parte, en esta investigacin adquiere una especial significacin la


perspectiva crtica de la transgeneridad, desarrollada por Cabral (2008) como referente
interpretativo para comprender las relaciones que se establecen entre la masculinidad y
la transmasculinidad como un campo de disputa por la legitimidad de la representacin.
Esta perspectiva le aporta a los estudios de los hombres y las masculinidades el
cuestionamiento de los supuestos normativos que constituyen necesariamente a los
sujetos generizados, el orden de necesidad que parece derivarse para hombres y
mujeres, para heterosexuales y tod*s los dems de la bioanatoma como mandato
(Cabral, 2008: 7), en otras palabras, la transmasculinidad cuestiona el supuesto
encadenamiento

entre

sexo,

gnero

sexualidad,

sosteniendo

que

tales

encadenamientos son, en cambio, contingentes (Cabral, 2008: 7), donde sexo y gnero
son categoras socialmente construidas y no existe una relacin ontolgica de stas con
el deseo y la prctica sexual.
Otra contribucin sustancial de la perspectiva crtica de la transgeneridad
consiste en introducir a travs de estudio de la transmasculinidad una mirada crtica de
cmo se construyen las masculinidades no trans, sean hegemnicas o no. Aporte que
permite establecer que la masculinidad no es un dominio de los hombres socialmente
asignados y que no existe una esencia natural que defina su produccin, vinculada sta a
la posesin de un pene, a la heterosexualidad obligatoria o al poder hegemnico sobre lo
femenino o feminizado.
Establecida esa distincin entre el patriarcado y el ser varnhombremasculino,
como trminos relacionados pero no inherentes, ni definitorios de las identidades
genricas de los varones, sito la accin poltica de los varones y colectivos que resisten
al patriarcado como un campo de anlisis que permite dar cuenta a nivel epistemolgico
y metodolgico en tiempos, lugares, subjetividades, corporalidades y relaciones
concretas de los procesos contemporneos de dominacin, resistencias y de cambio en
los sistemas de gnero latinoamericano.
De ese modo es pertinente, entonces, retomar la invitacin de Viveros (2006) de
modificar la imagen esencializante y homogeneizadora que se ha tenido de la
masculinidad [porque] son mltiples y diversas, tal y como lo muestran numerosos
trabajos realizados en la regin [por lo tanto] no pueden ser reducidas a
generalizaciones reificadas y esencializantes sobre los varones latinoamericanos
(Viveros, 2006: 125). Sin embargo es necesario evidenciar la conexin existente entre la
masculinidad hegemnica y los procesos de resistencia.
33

La masculinidad hegemnica
El concepto de masculinidad hegemnica ha sido desarrollado y depurado desde los
aos 80 por Connell (1995), para quien significa la configuracin de prctica genrica
que encarna la respuesta corrientemente aceptada al problema de la legitimidad del
patriarcado, la que garantiza (o se toma para garantizar) la posicin dominante de los
hombres y la subordinacin de las mujeres (Connell, 1997: 39). Es decir la
masculinidad hegemnica expresa la existencia de un sistema de gnero donde unas
formas de masculinidad son jerarquizadas y mejor valoradas que otras, instaurndose
legtimamente como norma, donde lo masculino se ubica en posiciones de superioridad
y dominacin sobre lo no masculino.
Para Ramrez (2006) la hegemona es subordinacin de todo un gradiente
opuesto al polo denominado como masculinidad hegemnica, empezando por las
mujeres, seguido de los nios, los homosexuales y los que no llegan a representar a
cabalidad la masculinidad hegemnica, pero que gozan de ciertos beneficios de la
misma (Ramrez; 2006: 42). Esta hegemona, se inscribe en la subjetividad y cuerpos
de los varones y enfatiza, desde su definicin, la existencia de una otredad masculina
que no cumple con un patrn exigido del `ser hombre en un contexto sociocultural
determinado (Ramrez; 2006: 49). Por su parte Olavarra (2006) sugiere que lo
hegemnico y lo subordinado emergen en una interaccin mutua, pero desigual. La
masculinidad que no corresponde al referente es disminuida, subordinada, pero se
necesitan una a otra en este sistema interdependiente (Olavarra; 2006:123).
Estas expresiones que no corresponden al referente hegemnico, Connell y
Messerschmidt (2005) las denominan `masculinidades no hegemnicas y las sitan en
un proceso interactivo de disputa y reconfiguracin el concepto de la masculinidad
hegemnica supone la subordinacin de masculinidades no hegemnicas (Connell y
Messerschmidt, 2005: 846). Sin embargo, es pertinente reconocer que la existencia de
masculinidades subordinadas no implica la existencia de una postura poltica
antipatriarcal, porque se puede ocupar una posicin de subordinacin, pero ello no
significa que se establezca una oposicin consciente e intencionada a la idiolgia y
expresiones de lo hegemnico. En otras palabras, se puede experimentar una hombra
subalternizada pero compartir y beneficiarse de los principios patriarcales que la
producen. Esta posicin en las relaciones de gnero Connell (1995) la denomina
masculinidades cmplices. En contraste, una masculinidad antipatriarcal refiere al
proceso poltico consciente de oposicin a los principios, estructuras, instituciones y
34

expresiones que se derivan del ordenamiento patriarcal, en ese sentido sera apropiado
hablar de masculinidad no hegemnica antipatriarcal.
A nivel de las biografas, sera pertinente preguntarse cmo y de dnde nacen las
masculinidades no patriarcales. A nivel de los procesos organizativos, la masculinidad
no hegemnica antipatriarcal, en el caso del Colectivo, se construye a parte de las
diferentes trayectorias e intereses polticos por los que ha atravesado y le constituyen,
particularmente, a partir de la elaboracin del discurso de las nuevas masculinidades
como eje de la crtica al poder hegemnico y de las prcticas que materializan dicha
crtica.
En el marco de tales relaciones se encuentra el carcter histrico, dinmico y
relacional del concepto, la masculinidad hegemnica no es un tipo de carcter fijo, el
mismo siempre y en todas partes. Es, ms bien, la masculinidad que ocupa la posicin
hegemnica en un modelo dado de relaciones de gnero, una posicin siempre
disputable (Connell, 1997: 39).
En esa direccin, reconociendo que las masculinidades son un proceso de
construccin y un campo de representaciones en permanente disputa, en lugar de
rastrear nociones hegemnicas que la definan como un antagonismo, como carcter
inmanente en los hombres, como un tipo natural, como una conducta promedio o una
norma, Connell (1995) defiende que la masculinidad alude a la posicin en un sistema
de gnero y las prcticas a travs de las cuales establecen un compromiso con tal
posicin (Connell, 1997: 35), por lo tanto esas relaciones son susceptibles de ser
estudiadas de manera crtica y en ellas reconocer cmo se involucran hombres y
mujeres, cmo se dan de manera interna a cada gnero y en el caso de los colectivos de
hombres y masculinidades de qu manera se producen como formas no hegemnicas de
masculinidad.
Entendiendo que las masculinidades son configuraciones de prcticas que se
construyen, extienden y cambian a travs del tiempo, despus de veinte aos de haber
acuado el concepto, Connell y Messerschmidt (2005) sugieren que una comprensin
de la masculinidad hegemnica necesita incorporar una comprensin ms integral de la
jerarqua de gnero, reconociendo la agencia de los grupos subordinados as como el
poder de los grupos dominantes y el condicionamiento mutuo de la dinmica de gnero
y otras dinmicas sociales (Connell y Messerschmidt, 2005: 848). En esta ampliacin
conceptual de las masculinidades, Connell y Messerschmidt dejan ver las tensiones que
se suceden al interior del sistema de gnero y reconocen, a la vez, la existencia de
35

agencia en los sujetos individuales y colectivos que encarnan masculinidades no


hegemnicas, y exhortan a reconocer las luchas sociales en las cuales las
masculinidades

subordinadas

influyen

las

formas

dominantes

(Connell

Messerschmidt, 2005: 589), y en ellas advierten la posibilidad de cambio en las


relaciones de gnero, en la idea de que un patrn dominante de la masculinidad est
abierto al desafo de la resistencia de las mujeres al patriarcado, y de los hombres como
portadores de masculinidades alternativas (Connell y Messerschmidt, 2005: 846).
En ese sentido destaco el reconocimiento de la agencia de los sujetos varones
que suscriben y/o asumen posiciones crticas como alternativas al modelo hegemnico,
no obstante, hay que cuidar de no caer en el error de entender lo no hegemnico como
un antagonismo binario a lo hegemnico, puesto que al aceptar que las masculinidades
son configuraciones de la prctica que se construyen, se extienden y cambian a travs el
tiempo (Connell y Messerschmidt, 2005: 852), no se puede reducir su comprensin y
anlisis a una simple oposicin contestara. En ese campo, Connell argumenta que si
un gran nmero de hombres tiene alguna conexin con el proyecto hegemnico, pero no
encarna la masculinidad hegemnica, requerimos de una manera de teorizar su situacin
especfica (Connell, 1997: 41). A partir de esta alternativa analtica es que es posible la
identificacin y revisin crtica de los discursos y prcticas antipatriarcales que
producen los colectivos de varones en Latinoamrica y en ellos los posibles
desplazamientos de la masculinidad hegemnica local y regional.
En esa perspectiva Connell y Messerschmidt (2005) proponen tres niveles para
el anlisis emprico de las masculinidades hegemnicas 1. Local: construido en
mbitos de interaccin cara a cara con las familias, organizaciones, y las comunidades
inmediatas, como se encuentra tpicamente en la investigacin etnogrfica e historias de
vida; 2. Regional: construida a nivel de la cultura o el Estadonacin, como se
encuentra tpicamente en la investigacin discursiva, poltica y demogrfica, y 3.
Mundial: construido en espacios transnacionales, como la poltica mundial y negocios
transnacionales y medios de comunicacin, estudiado en la investigacin emergente
sobre las masculinidades y globalizacin (Connell y Messerschmidt, 2005: 849).
En lnea con las motivaciones identificadas en los colectivos de varones, Connell
y Messerschmidt (2005), abren un horizonte de posibilidades para situar sus agendas
antipatriarcales y afinar su accin poltica, al reconocer su potencial y la necesidad de
operar resistencias y cambios a las formas hegemnicas de representar socialmente y de
encarnar individualmente la masculinidad, la conceptualizacin de la masculinidad
36

hegemnica puede aceptar explcitamente la posibilidad de democratizar las relaciones


de gnero, o suprimir poderes diferenciales, y no slo la reproduccin de jerarquas
(Connell y Messerschmidt, 2005: 853).

37

CAPTULO II
PANORAMA DE LOS PROCESOS ORGANIZATIVOS DE HOMBRES EN
AMRICA LATINA

Para la construccin de un contexto que me permita dar cuenta de los discursos y


prcticas antipatriarcales en la organizacin Colectivo Hombres y Masculinidades,
encuentro necesario registrar los procesos organizativos de hombres en Amrica Latina,
entendindolos como el escenario general, en el cual se inscriben las acciones de este
colectivo. Para ese propsito realizo una aproximacin en perspectiva histrica a los
mismos, en razn a que una historicidad de los procesos organizativos de grupos de
hombres permite dar cuenta de los aportes, continuidades y resistencias que se estn
produciendo actualmente en el trabajo con hombres, el abordaje de las masculinidades y
las prcticas antipatriarcales que constituyen el objeto de esta investigacin.
En esa perspectiva, es preciso advertir sobre un elemento de orden metodolgico
y epistemolgico, que ya haba anticipado arriba, referido a la falta de informacin e
investigacin sistemtica sobre procesos organizativos de hombres en Amrica Latina.
Carencia que obliga a reflexionar y a indagar Por qu el silencio sobre los procesos
organizativos de los hombres? Por qu los procesos organizativos de hombres
emprendidos en los ltimos aos no se constituyeron en objeto de investigacin? Por
qu los procesos de resistencia al patriarcado encarnados por hombres, no se
constituyen en campo de inters acadmico? A quin(es) o a qu instancia(s) le
beneficia este silencio?
Esta carencia la interpreto en dos sentidos: como potencialidad y limite. Como
potencialidad porque evidencia la necesidad social, acadmica y poltica de construir
conocimiento sobre el tema, porque si bien los estudios de masculinidades aparecieron
en Latinoamrica en la dcada de los ochenta consolidndose progresivamente y aunque
el surgimiento del tema como problemtica de investigacin se dio paralelamente al
desarrollo de grupos de hombres interesados en transformar sus prcticas en las
relaciones de gnero por considerar que stas eran fuente de opresin e insatisfaccin no
slo para las mujeres sino para ellos mismos (Viveros, 2002:52), hasta ahora, stos no
se ocupan ni de la gnesis, ni de los problemas, ni los aportes, y en general, de los
diferentes procesos organizativos emprendidos por hombres en la regin.
Como lmite, porque representa un reto que implica una labor ms intensa
orientada a la reconstruccin, casi que en su totalidad, de cmo se ha configurado el
38

trabajo con hombres y masculinidades en Amrica Latina. Tarea que realizada con la
rigurosidad, amerita la elaboracin de un estado del arte, de recuperacin/reconstruccin
de la memoria de tales procesos organizativos, por lo tanto advierto que dicho proceso
excede los alcances de esta investigacin, teniendo en cuenta aspectos como la
diversidad de grupos existentes desde Mxico hasta Argentina, los tiempos y los
recursos econmicos personales e institucionales con los que se cuenta para efectuar
esta investigacin.
Actualmente, puedo afirmar que la historia de los grupos y los procesos
organizativos que tuvieron lugar en el Latinoamrica en los ltimos 25 aos, la poseen
las mismas organizaciones13, algunos de sus integrantes y en algunos casos acadmicos
y activistas en cada pas. Sin embargo ese lmite lo asumo como una potencialidad
poltica que me permite aportar desde mi doble condicin de investigador y miembro de
redes y grupos de hombres que trabajan masculinidades en la regin.
De la misma manera y pese a las restricciones anteriores, tengo que reconocer
que no se parte de cero, como lo sugiere Gomriz (1997), quien seala que uno de los
problemas ms frecuentes en la investigacin en los estudios de masculinidades es la
tendencia de producir conocimiento sin considerar el acumulado existente. La ausencia
de una produccin sustantiva realizada desde Amrica Latina, ha hecho que la gran
mayora de esas experiencias puntuales, valiosas en trminos existenciales, hayan
tendido de forma recurrente a partir desde cero en su reflexin sobre la masculinidad, o
bien aceptar lo primero que caa en sus manos, dndole un valor completamente
desproporcionado, si se relaciona con el panorama que ya existe sobre masculinidad en
el plano mundial (Gomriz, 1997: 10).
Tomando en cuenta esta recomendacin, la estrategia metodolgica que he
asumido inicialmente para avanzar en la superacin de este vaco de conocimiento,
consiste en realizar entrevistas a hombres y mujeres con experticia en el tema de
masculinidades y/o involucrados en algunos de los grupos y/o colectivos en Amrica
Latina14. A continuacin, y como una aproximacin general para contextualizar a la
13

Segn expertos y activistas de Centro y Sur Amrica el estado y ubicacin de esta informacin tiene
una dinmica propia en cada grupo. Asimismo resaltan la falta de sistematicidad de las experiencias
organizativas, refiriendo que reconstruir la historicidad de estos procesos en la regin, es una tarea
pendiente en los estudios de masculinidades, pues si bien algunas personas puntuales poseen informacin
general y se conocen referentes claves en los diferentes procesos, advierten que ninguna investigacin los
recoge sistemticamente. Hecho que ratifica la distancia existente entre activismo y academia.
14
Para ese efecto realic entrevistas a reconocidos activistas Latinoamericanos. Hugo Huberman,
argentino, educador, facilitador en gnero, titulado en masculinidades en el Centro Bartolom de las
Casas en El Salvador, coordinador de la campaa del Lazo Blanco Argentina-Uruguay. John Bayron

39

organizacin sujeto de mi investigacin, presento un ejercicio de recuperacin de la


memoria de los procesos organizativos de los grupos de hombres en Amrica Latina
como el escenario donde se sitan las acciones del Colectivo.

Recuperando la memoria de los procesos organizativos de los grupos de hombres


en Amrica Latina.
Segn los datos recopilados, todo indica que la dinmica de los procesos organizativos
de hombres en Amrica Latina tuvo influencia directa de los desarrollos de los grupos
de hombres de Norte Amrica y de algunos hombres particulares de Europa. En esa
lnea, y de forma concisa se puede afirmar que en la historia reciente de Norteamrica,
Europa y Australia, la conformacin de grupos de hombres y los procesos de cambio
alrededor de las masculinidades se registra desde los aos 70 y desde entonces han
adquirido dinmicas y trayectorias propias de acuerdo a cada realidad y momento
histrico. los varones pueden cambiar y lo estn haciendo. En pases como Australia,
Canad y Estados Unidos, Holanda, Inglaterra, los pases escandinavos y Espaa han
surgido los mens grups (Segarra y Carab, 2000: 23).
Es de anotar que en la literatura, si bien se nombra recurrentemente la existencia
de estos grupos, no hay un desarrollo amplio sobre los mismos, en los cuales se d
cuenta de sus dinmicas de trabajo, relacionamiento e interaccin internas y externas.
Connell plantea que estos grupos han sostenido una amplia gama de actividades, desde
explorar cuestiones relacionadas con el gnero en sus propias vidas (el fundamento
slido de todo) hasta publicar revistas, organizar manifestaciones, ofrecer cuidado
infantil durante las conferencias feministas, establecer programas para prevenir la
violencia, organizar grupos de representacin teatral y otras acciones ms (Connell,
2003: 316).
Una aproximacin al desarrollo de los grupos de hombres en Norte Amrica, la
realiza Gomriz (1997) quien identifica las primeras expresiones organizativas de
hombres en Estados Unidos, a partir de la realizacin de un estado del arte acerca de la
produccin de conocimiento sobre masculinidades en el mundo; en su taxonoma, el
Ochoa, Colombiano, cooperante de la Agencia Britnica de Cooperacin Progressio en el rea de
masculinidades, experto metodlogo en gnero y VIH Sida. Luciano Fabri, argentino, activista y fundador
del Colectivo Varones Antipatriarcales. Devanir Silva Concha, chileno miembro del Kolectivo Poroto.
Douglas Mendoza, nicaragense, integrante de Puntos de Encuentro, RedMas Nicaragua y MenEngage.
Asimismo puede entrevistar a Mara Viveros, una de las investigadoras ms importantes en ese tema en
los ltimos aos, y tambin puede intercambiar comunicaciones con el Fallecido Daniel Cazs,
importante investigador mexicano y con el antroplogo Matthew Gutmann.

40

autor propone un sistema de ordenacin basado en unidades de tiempo, por dcadas, a


partir de tres importantes trabajos. En los aos setenta, resalta la investigacin realizada
por Tim Carrigan, Bob Connell y John Lee, donde seala la identificacin de diversos
grupos existentes en el contexto americano y los agrupa de acuerdo a los siguientes
criterios: tema, estilo de trabajo y motivo. Los grupos identificados fueron: grupos de
liberacin masculina; de reaccin antifeminista; progresistas; movimiento de
crecimiento personal; afines al movimiento feminista; hombres radicales y grupos de
anlisis acadmicos (Gomriz, 1997: 16).
Para la dcada de los ochenta y noventa presenta dos importantes revisiones, por
un lado la realizada por Kenneth Clatterbaugh quien no slo se centra en la produccin
acadmica sino que en su anlisis toma en cuenta aquellas opciones culturales o
polticas (Gomriz, 1997: 19) de su tiempo; y por otro lado, la revisin de Michael
Kimmel. Clatterbaugh identifica seis perspectivas, que ofrecen una versin de la
masculinidad, las relaciones de gnero y su papel en el mantenimiento o transformacin.
La perspectiva conservadora defiende, desde una base moral judeo cristiana y/o
biolgica, la existencia de una masculinidad esencial, por defecto sana y natural. Esta
masculinidad sera actualmente la masculinidad patriarcal hegemnica.
La perspectiva profeminista incorpora la teora feminista para abordar y analizar
la masculinidad y apoya su visin sobre el cambio. Incluye al gnero como categora de
anlisis relacional para el estudio de los hombres y la comprensin de las relaciones
sociales. Reconoce al modelo hegemnico de masculinidad como causante de la
opresin y dominacin histrica que experimentan las mujeres y lo encuentra restrictivo
para los hombres. Entre sus principales reivindicaciones polticas propone: lograr la
equidad e igualdad real entre los gneros, la eliminacin de la violencia contra las
mujeres y la transformacin crtica de la masculinidad y el sistema de gnero.
La perspectiva de los derechos masculinos o Mens Rigths, cuestiona los efectos
negativos del patriarcado en los hombres, que el feminismo no ha generado para los
varones las mismas opciones que ha logrado para las mujeres (Viveros, 2007: 34) y
considera necesario la defensa de los hombres frente a los ataques del feminismo
radical, esta perspectiva es ciertamente antifeminista (Flood, 1996). En esta corriente
convergen hombres conservadores y liberales con el objetivo de reclamar la
formulacin de derechos para los hombres: especialmente relacionados con procesos de
separacin y custodia de hijos e hijas. Para Flood ciertos puntos de vista de los grupos

41

de defensa de `los derechos de los hombres van ms all de lo admisible, al ser tan
ofensivos, resentidos y destructivos (Flood, 1996).
La perspectiva espiritual o mitopotica 15 Se tratara de una respuesta a las
heridas de la masculinidad, sobre la base de `refugiarse en una homosocializacin,
donde los hombres se puedan validar unos con otros y aumentar su propio sentimiento
de masculinidad (Gomriz, 1997: 19). Se fundamenta en la obra potica de Robert Bly
y la teora psicoanaltica de Carl Jung sobre los arquetipos, a travs de los cuales, los
hombres pueden alcanzar la masculinidad por medio de mitos, historias y rituales a
partir de la exploracin de los niveles subterrneos de la universalidad transhistrica
`profunda de la masculinidad (Kimmel, 1991: 135). Su accionar se orienta a la
bsqueda de la energa masculina y la reconexin con el padre (pater family). Connell
seala que los primeros grupos en los setenta estaban superficialmente cerca al
feminismo liberal y fueron llamados grupos de aumento de conciencia (Connell,
2003: 279), pero se dieron cuenta que les faltaba algo y decidieron buscar lo
masculino, en vista de que el feminismo haba tratado injustamente a los hombres sin
lograr los mismos desarrollos para ellos, de ah que el centro de su bsqueda sea curar
las heridas provocadas por las relaciones de gnero en los hombres heterosexuales
(Connell, 2003: 277).
La perspectiva socialista, comparte los principios del feminismo socialista, y
concibe la produccin social de la masculinidad como el producto de las estructuras de
clase. Esta perspectiva alcanz su mejor momento con las lecturas marxistas del
feminismo pero pierde su fuerza interpretativa de las relaciones sociales, pues segn
Young, el objetivo de esta unin era comprender el patriarcado capitalista como un
sistema en el cual la opresin de la mujer es un atributo central (1992), sin embargo no

15

El cuestionamiento central a esta corriente es su falta de reflexin crtica en las relaciones de poder y
los efectos de stas en las mujeres. Autores pro-feministas como Kimmel y Connell consideran que se
basa en un modelo patriarcal, donde a los hombres les marcaron el poder como derecho propio, en el cual
no es obstculo que la bsqueda de un mayor sentimiento de masculinidad -profunda- se logre
subordinando a las mujeres y/o a otros hombres. Kimmel seala que en los retiros espirituales se olvidan
de los problemas materiales y descontextualizan la masculinidad de la experiencia real en las relaciones
masculinas-femeninas como si los hombres pudieran saber el sentido de la masculinidad sin el `otro
contra el cual organizar su propia identidad (Kimmel, 1991: 137). Connell sostiene que muchos hombres
que acuden a las terapias de la masculinidad como respuesta a los cuestionamientos del feminismo,
desarrollaron un sentimiento de culpa, pero la perspectiva mitopotica les ofreci confianza y una forma
personal de resolver la culpabilidad -en lugar de cambiar la situacin que la produca- (Connell, 2003:
283).

42

permita comprender otras realidades, por lo cual se le denomin El infeliz matrimonio


entre marxismo y feminismo 16.
La perspectiva de la diversidad o GroupSpecific. Recoge la produccin de los
grupos de hombres negros, judos, latinos y del movimiento homosexual que critican
las discusiones estandarizadas que presumen una masculinidad universal referida al
hombre blanco, heterosexual, y de clase media (Gomriz, 1997: 22).
Para la dcada de los noventa Kimmel (1991) propone dos clasificaciones que
no se quedan en el plano del conocimiento sobre la masculinidad sino que recoge la
accin sociopoltica coyuntural. En la primera, llama la atencin sobre el incremento de
publicaciones sobre masculinidades en dos sentidos, uno, las publicaciones de corte
acadmico, interesada en conocer y debatir sobre el poder, y el otro, publicaciones de
literatura de desarrollo personal muy cercana a los grupos de autoayuda, preocupada
ms por conocer qu es lo que fragiliza ese poder. La segunda clasificacin es de
carcter disciplinar y marca tres lneas principales: 1) la reflexin histrica y
antropolgica sobre la masculinidad. 2) La relacin entre masculinidad y teora social.
3) La bsqueda espiritual de los hombres o corriente mitopotica, la cual resalta por su
abrumador impacto en el mercado literario y su amplia divulgacin en todo el pas
(Kimmel, 1991). Kimmel se muestra muy suspicaz con esta ltima por su posicin
acrtica sobre las relaciones de poder, y los efectos de la dominacin masculina sobre
las mujeres.

Principales perspectivas sobre masculinidad en Amrica Latina


En Amrica Latina las perspectivas identificadas en Norte Amrica por Clatterbaugh y
Kimmel han tenido un desarrollo diferenciado, aqu destaco cuatro de ellas. La
perspectiva conservadora, la identificacin de grupos en esta lnea es tarea compleja,
debido a que en su mayora no se reconocen o se denominan pblicamente como grupos
de hombres conservadores. Sin embargo, existen facciones de grupos e instituciones que
desarrollan ese tipo de acciones, generalmente estos se asocian a iglesias, partidos
polticos, servidores pblicos, grupos Provida, entre otros.
En Colombia, un ejemplo de la perspectiva conservadora es el Movimiento
Machista Casanareo, liderado por Edilberto Barreto, en el cual se reivindica la
16

Trabajos que dan cuenta de la relacin feminismo socialismo son Weinbaum (1984) [1978]. El curioso
noviazgo entre feminismo y socialismo. Hartmann (1991) El infeliz matrimonio entre marxismo y
feminismo: hacia una unin ms progresista. Young (1992) Marxismo y feminismo, ms all del
`matrimonio infeliz (Una crtica al sistema dual).

43

superioridad esencial de los hombres sobre las mujeres y el mantenimiento de un orden


de gnero patriarcal heredado e incuestionable. La pertenencia a esta organizacin se
alcanza a partir de tres requisitos bsicos: ser hombre, el gusto por las mujeres y
certificar una demanda por alimentos o de paternidad. Como lo demuestran sus
declaraciones, dichos criterios pueden traducirse como las bases del sistema patriarcal
occidental: ser hombre (sistema binario de gnero), heterosexual (heterosexualidad
obligatoria) y misgino (odio y desprecio por las mujeres y lo femenino).
Para poder ingresar al Movimiento Machista, la condicin grande es que le
gusten las mujeres, y luego acreditar, homologar, por ejemplo, tener una demanda por
paternidad; tener una demanda por alimentos. Que haya dado muestras de un acto de
hombra [] que tenga su seora en su casa y tenga dos ms. Porque aqu ms que
ninguna otra parte de Colombia estamos acostumbrados a ejercer los privilegios que nos
donaron nuestros antepasados. El machismo es el ordenamiento natural de las
sociedades desde el principio de los tiempos, entonces tenemos que partir de esa base,
porque se necesita un hombre que gobierne y una mujer que haga caso (Chaparro,
2010). `La infidelidad es un defecto de la mujer, pero en el hombre es una
caracterstica innata. La hembra infiel debe ser lapidada [] `El hombre es fuerte e
inteligente, y la mujer es hermosa y bruta, y por tanto debe hacer caso. La que no
cumpla recibe su castigo. Mujer que no se educa, se descarra. Hay que darles duro
como al ganado17 (El Espectador, 17 agosto 2012).
La perspectiva de los derechos masculinos puede localizarse en organizaciones18
que reivindican derechos sobre la paternidad, especialmente sobre la patria potestad o
custodia compartida de hijos e hijas. A parte de la asesora jurdica, algunas de estas
organizaciones, han orientado sus acciones a denunciar la violencia hacia los hombres y
falsas denuncias de violencia realizadas por mujeres sobre sus (ex) parejas.
Una experiencia de esta perspectiva se registra en Mxico con la organizacin
Crculo Masculino, fundada en 2004, entre otras personas, por Lorenzo da Firenze autor
del libro La conspiracin feminista. En ese mismo ao la organizacin divulga el
Manifiesto Masculino, documento de quince puntos que se convirti en su plataforma
17

Por las constantes declaraciones de carcter misgino de Barreto, en agosto de 2012, fue denunciado
penalmente por un representante a la Cmara de la Repblica, por la presunta comisin de actos de
discriminacin y violencia contra la mujer, en los que incita al maltrato y hasta la lapidacin.
18
Algunas organizaciones son Paps por siempre (Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Per, Mxico);
Associao de pais e mes separados (Brasil); Padres por la igualdad parental (Chile); Padres separados
(Costa Rica); Asociacin de padres cubanos; Asociacin mexicana de padres separados, Padres unidos,
Asociacin de padres y madres no-custodios; Alianza puertorriquea de padres no-custodios (Puerto
Rico); Asociacin de Padres de Panam (Panam); Sos Pap (Uruguay).

44

poltica, en l establecen su voluntad de lucha por los derechos masculinos, la


institucin del da (20 de marzo) y el ao internacional del hombre (2010), la creacin
de una entidad encargada de atender y defender a los hombres vctimas de la violencia
de las mujeres, y entre otras reivindicaciones orientadas a recuperar el rol histrico del
macho el eterno masculino, reclaman el respeto y colaboracin de las mujeres hacia
el carcter macho de los hombres, y los valores que derivan del machismo impreso,
intrnseco y milenario del hombre, constructor y punta humana de las civilizaciones
(Manifiesto Masculino, 2004).
Segn esta organizacin, claramente patriarcal y antifeminista, las mujeres, los
homosexuales, el feminismo (o femichismo, femimachismo, ejrcitos de
lesbianacas, feminazis, femiterroristas), y sus secuaces varones, son los
responsables de una campaa mundial de misandria diseada para fustigar la integridad,
dignidad e imagen del hombre (Manifiesto Masculino, 2004). Entre sus estrategias de
lucha patriarcal han organizado La marcha masculina, en el ao 2005 y 2007 en
Ciudad de Mxico y en 2006 en el Aconcagua en Argentina. En estas marchas se
reivindica el manifiesto y la consigna Hombres del mundo: unos!.
En 2005, organizaciones sociales, entre ellas una organizacin feminista lsbica
y organizaciones de

hombres (antipatriarcales) realizaron una contramarcha

manifestando su rechazo a este tipo de planteamientos. En un comunicado posterior, el


Circulo Masculino plante que los grupos de hombres que contramarcharon son seudo
hombres y, que las dems organizaciones son una vergenza de nuestro tiempo o
demonios que danzan en azufre (La Marcha Masculina, s/f). Certificando de esa
manera su posicin patriarcal (moralista) y la existencia de una masculinidad
hegemnica genuina, de la cual los hombres del Crculo Masculino son portadores.
En la regin los grupos asociados con esta perspectiva y la conservadora, son
catalogados nominalmente por Viveros (2007) como grupos masculinistas de presin.
La autora argumenta que dichos grupos efectan la defensa reaccionaria de un orden
de gnero `natural que se percibe amenazado por la emancipacin de las mujeres y el
cuestionamiento de la heteronormatividad (Viveros, 2007: 32).
Viveros establece una importante distincin entre las dos perspectivas, a los
grupos de la perspectiva conservadora los identifica como expresin de la dominacin
masculina tradicional y los de la perspectiva de derechos masculinos, como grupos de
dominacin reaccionaria, donde los primeros presuponen el poder masculino
hegemnico y los segundos asumen una posicin defensiva ante el riesgo de la prdida
45

de poder que supone la prctica (y teora) feminista, la incursin de las mujeres en todos
los mbitos de la vida (pblico y privado) y la demanda de derechos por parte de stas y
el movimiento gay y lsbico. Para Hernndez (2005) estos grupos sostienen que las
mujeres y las feministas especialmente, les han causado un gran dao a los hombres y
adems niegan que los hombres ostenten poder argumentando que en realidad los
hombres son las vctimas (Hernndez, 2005: 330).
Segn Viveros, adems de la produccin de discursos reaccionarios respecto a la
custodia parental y el rol reproductivo del padre, En los pases latinoamericanos este
tipo de reacciones masculinistas se han expresado con particular agudeza en relacin
con dos temas: la despenalizacin del aborto y la concesin de derechos patrimoniales y
otras garantas sociales a las parejas del mismo sexo (Viveros, 2007: 32).
Viveros analiza dos tipos de riesgos en los grupos reaccionarios de presin, en
primer lugar, que pueden obstaculizar los avances sociales con los que podran
beneficiarse las mujeres, gays y lesbianas, en segundo trmino, su capacidad de incidir
en esferas sociales, polticas y morales, para manipular la idea de equivalencia de los
sexos, por ejemplo, para defender un orden moral y natural en casos como la
despenalizacin del aborto o en el reconocimiento de derechos a parejas del mismo sexo
(salud, pensin, adopcin) aludiendo la defensa de la familia. Para Viveros este tipo
de grupos constituyen una nueva forma de dominacin masculina, que tambin podra
catalogarse como una expresin de la masculinidad hegemnica, que no suple la accin
de los grupos conservadores, sino que la conjuga y potencia.
No obstante, hay que decir, que en Amrica Latina, no existe una investigacin
sistemtica que documente y analice la accin, posturas y reivindicaciones de los grupos
que se asocian a la perspectiva de los derechos masculinos, por lo cual no slo es
menester de los estudios crticos de masculinidades ocuparse de ello, sino indagar, si al
interior de estos grupos que reivindican el derecho al ejercicio de la paternidad, existen
discursos y prcticas antipatriarcales, que no vayan en detrimento de los derechos de las
mujeres, y que se correspondan con su legitimo derecho a paternar.
La perspectiva Profeminista y la perspectiva Mitopotica tienen una relacin
ms cercana con la historia del trabajo con hombres y masculinidades en Amrica
Latina, por lo cual har referencia a estas a partir del acercamiento a las primeras
experiencias de trabajo en Mxico, Argentina y Colombia.

46

Las primeras experiencias de trabajo con hombres y masculinidades


Gomriz asegura que para Amrica Latina desde fines de los ochenta, es posible
percibir experiencias de grupos, seminarios, etc., en varios pases de la regin sin que
ello vaya acompaado de una produccin cognitiva semejante [a la anglosajona]. Desde
Argentina, Puerto Rico y Mxico surgieron iniciativas, principalmente mediante
talleres, bien ligados a distintas corrientes psicolgicas, bien ligados a corrientes
feministas (Gomriz, 1997: 9). Este planteamiento de Gomriz concuerda con la
reconstruccin que hace Huberman (2011), de cmo se dieron los procesos
organizativos de hombres en Amrica Latina, pero difiere de lo que registra Juan Carlos
Kreimer como se ver ms adelante.
Para Huberman (2011) hay tres puntos fundacionales de referencia en el trabajo
con hombres en Amrica Latina: Mxico, Nicaragua y Argentina. En Mxico refiere al
Colectivo de Hombres por Relaciones Igualitarias Coriac, como el primer grupo en
desarrollar este tipo de actividades, en esto concuerda Lomas quien lo define como una
de las entidades ms representativas del estudio de las masculinidades en Mxico y
Latinoamrica (Lomas, 2003: 224). En Nicaragua refiera a Cantera 19, organizacin co
fundada por Patrick Welsh, a la cual Lomas califica como paradigma de los grupos que
trabajan sobre masculinidad en Latinoamrica (Lomas, 2003: 228).
En Argentina, en Buenos Aires, y paralelo a lo que pasa en Nicaragua y Mxico,
bajo la influencia de la corriente mitopotica junguiana y vinculados con Robert Bly 20 y
Sam Keen, se conforma un grupo de hombres de clase media y alta, el cual funcion sin
nombre y era liderado por Juan Carlos Kreimer. Huberman realiza una crtica a este
grupo, al cual vincula con el proceso de entrada de la New Age a ese pas, su
cuestionamiento radica en que esa iniciativa carece de perspectiva crtica a nivel
poltico, social y de gnero y porque, siendo hombres con un capital cultural importante
y con acceso a escenarios de poder, no problematiza al sistema de opresin de entonces
no ponen en juego al patriarcado, debido al intento de adaptarse a la dictadura militar
poco antes de que sta llegara a su final, no obstante, reconoce que fue una de las
primeras iniciativas significativas con hombres en Argentina.

19

Organizacin adscrita a la Red Alforja (para ms informacin visitar http://www.cepalforja.org). Un eje


transversal de Cantera es la re-construccin de la cultura e identidad patriarcal tanto de parte de los
hombres como de las mujeres, construccin de nuevas relaciones de equidad y compromiso poltico para
transformar la realidad. Visita 30 de noviembre 2011 en http://www.canteranicaragua.org/cantera.html
20
Recocido escritor e impulsor de la corriente mitopotica en Estados Unidos.

47

En concordancia con la referencia geogrfica que hace Gomriz y Huberman


para el inicio del trabajo con hombres, es oportuno sealar que Gomriz lo sita en
Mxico, Argentina y Costa Rica, y que Huberman coincide en Mxico y Argentina,
pero no con Costa Rica, esta diferencia se debe a una cuestin interpretativa, para
Gomriz el punto de referencia de ese proceso con hombres es Alforja y para Huberman
Cantera. Sin embargo valdra la pena profundizar ms en esa lnea, aunque
transitoriamente ambos pueden tener la razn, debido a que Cantera, organizacin
donde se desarroll propiamente el trabajo con hombres, hace parte orgnica de Alforja,
red de organizaciones populares que fue fundada en Costa Rica en el ao 1980 y en la
cual se asesor a Patrick Wels.
No obstante, Kreimer, en entrevista con Coll y Peragn (1997), aporta un
registro que problematiza estas referencias. Kreimer localiza la existencia de los
primeros grupos de hombres en el mundo, incluyendo a dos Latinoamericanos: Brasil y
Chile, los grupos de hombres ya existan en Canad, Brasil, Costa Oeste
Norteamericana, en Espaa y Chile. Haba grupos de hombres que estaban investigando
esta problemtica, investigando a partir de vivencias (Coll y Peragn, 1997). Esta
afirmacin, extiende el marco de compresin de los procesos de trabajo con hombres en
la regin, a la vez que demanda mayor indagacin que permita establecer con claridad
las trayectorias, tiempos y localizaciones del trabajo con hombres en Amrica Latina.
El trabajo de Patrick Welsh21
Volviendo a Huberman, quien identifica otra perspectiva fundacional en el trabajo con
hombres y masculinidades, plantea que el norirlands Patrick Welsh, radicado
actualmente en Managua, inicia en Amrica Latina un proceso de formacin sobre
masculinidades con personas de diversas nacionalidades en pases como Nicaragua, El
Salvador, Ecuador, Per, Bolivia y Argentina.
21

Activista Nacido en 1960 en Irlanda del Norte, tiene experiencia de Cooperacin Internacional en
Nigeria y en Amrica Central, y una larga trayectoria en la educacin popular. Patrick es Vicepresidente
de la Asociacin de Hombres contra la Violencia en Nicaragua Visita 30 de noviembre de 2011 en
http://www.educarueca.org/spip.php?article302. Patrick Welsh ha estado involucrado en el cambio
social y el desarrollo comunitario en Nicaragua desde mediados de los aos ochenta, y comenz
trabajando en temas de educacin popular en reas rurales afectadas por la Guerra de los Contras. Luego
trabaj con ONG nicaragenses, el Centro de Comunicacin y Educacin Popular (Cantera) y la
Asociacin de Hombres contra la Violencia, de la que es miembro fundador, en el desarrollo de
metodologas participativas para la formacin en temas de gnero y concientizacin de los hombres. Ha
trabajado como consultor autnomo desde 2003, apoyando las iniciativas de otras organizaciones
interesadas en `el tema de las masculinidades y trabajando directamente con hombres en diversos pases
en Amrica Central y del Sur, frica y Europa Nota del Oxford University Press and Community
Development Journal en Welsh (2010).

48

Segn Huberman, Welsh, es quien despliega en la regin, a partir de la lectura


de Jorge Corsi, el modelo integral de intervencin con hombres agresores diseado por
las feministas estadounidenses. Asimismo es quien afianza junto a Roberto Barda y
Antonio Bentez de Coriac la idea del crculo de la violencia desarrollada por Corsi.
Una vez se adapta este modelo en el contexto Latinoamericano sobre la base del modelo
de intervencin comunitaria de Coriac, Welsh inicia en los aos noventa un proceso de
formacin con personas de y en diversos pases, las mismas que actualmente son las
encargadas de liderar el trabajo con hombres y masculinidades en la regin. Para
registrar algunos de los casos ms relevantes es preciso citar cuatro experiencias en
Centro y Sur Amrica.
En Nicaragua, entra en relacin con la organizacin feminista Puntos de
Encuentro, a partir de la cual se conforma la Red de Masculinidades de Nicaragua
REDMAS. All trabaja con personas como Oswaldo Montoya y Fernando Carcache. En
El Salvador contribuye a la formacin de Larry Jos Madrigal y Walberto Tejada,
quienes estn al frente de la Escuela (nacional e internacional) Equinoccio de
Masculinidades en el Centro Bartolom de las Casas, escuela que es considerada hoy
como una de las experiencias ms significativas 22 en la regin y que en los ltimos aos
ha multiplicado su propuesta pedaggica en casi toda Latinoamrica y Espaa,
implementando el enfoque Integral en Masculinidades, enfoque diseado para el trabajo
con hombres jvenes, adultos y adultos mayores. En Bolivia, contribuy a la formacin
de Jimmy Telleria de CISTAC (Social Training Research Center), organizacin
especialista en advocacy participativo y masculinidades, actualmente Coordinador
Campaa del Lazo Blanco capitulo Bolivia. Y en Per, contribuye a formar los
programas de atencin a agresores, del cual varias personas estn vinculas con la Red
Peruana de Masculinidades (RPMASC).
Asimismo, Huberman registra que en Brasil en 1997 nacen tres importantes
grupos de trabajo orientados a hombres: el Instituto Papai, Promundo y Nos. El primero
con el propsito de abordar las masculinidades en relacin a la salud sexual y
reproductiva y el cuidado en nios y jvenes; el segundo orientado a eliminar la
violencia contra las mujeres y a buscar la equidad de gnero.

22

Este reconocimiento se registra en el informe mundial El Estado Mundial de las Nias 2011: Y los
nios qu? elaborado por Plan Internacional en 2011. Visita noviembre 8 de 2011 en http://planinternational.org/about-plan/resources/publications/campaigns/because-i-am-a-girl-so-what-about-boys

49

La experiencia inicial en Mxico: CORIAC23


Para ampliar la referencia que hace Huberman del caso mexicano, retomo a Figueroa
(2010), autor que produce recientemente uno de los pocos ejercicios acadmicos
dedicados a la historia de los procesos de trabajo con hombres. Para construir una
historicidad de los procesos organizativos en Mxico, Figueroa propone representar la
experiencia de ser hombre como una categora poltica, y para ello retoma el caso ms
sobresaliente de los procesos organizativos en los ltimos treinta aos en ese pas. En
este proceso vale la pena destacar la fundacin a principios de los noventa del siglo XX
del Colectivo de Hombres por Relaciones Igualitarias (Coriac) (Figueroa, 2010: 112).
Segn Figueroa, Coriac le apost a la formacin de hombres que reconocan su
problema con la violencia, y por esa va a la posibilidad de un cambio personal, cultural
y social de los hombres hacia la eliminacin de la violencia contra las mujeres,
transformaciones que impulsaban a travs de su labor en los grupos de reflexin y
autoayuda para hombres. Inicialmente su trabajo se centr en la reflexin sobre la
masculinidad y la responsabilidad de los hombres de detener la violencia domstica
(Figueroa, 2010: 113), pero es a partir del primer programa para hombres dispuestos a
eliminar la violencia hacia las mujeres y el modelo de intervencin para agresores que
se desarroll, que Coriac se constituy en una asociacin de referencia en Mxico y en
diferentes pases de Amrica Latina desde principios de la dcada de los noventa
(Figueroa, 2010: 113).

La experiencia inicial en Argentina: Juan Carlos Kreimer


Para Huberman (2011), Kreimer es uno de los pioneros del trabajo con hombres en
Argentina. Segn Huberman, Kreimer, un hombre intelectual de clase media, estaba
influenciado por la corriente mitopotica, en el grupo que lideraba estaba reflexionando
sobre diferentes roles y trabajaba con el concepto de energa masculina y femenina, sin
integrar la pregunta por la inequidad de gnero en el pas ni en las relaciones personales
(Huberman, 2011, entrevista). Esto es, aborda la masculinidad sin incluir de manera
crtica la perspectiva de gnero y el cuestionamiento a las relaciones de poder
hegemnicas.

23

Se funda en 1993 y es clausurada en 2006 por sus integrantes para dar lugar a cuatro nuevos grupos:
Corazonar; Hombres por la Equidad; Diversidades y Movimiento de Hombres por Relaciones Equitativas
y Sin Violencia MHORESVI. (Figueroa, 2010).

50

Por su parte, para Kreimer su llegada a la corriente mitopotica, est relacionada


con la carencia de trabajos sobre masculinidad en la regin, empec a buscar trabajos
de reflexin sobre la condicin masculina y solamente encontraba algunos hechos por
mujeres, en verdad haba muy pocos hace seis o siete aos [inicios del 90]. Salvo
`Hombres de Hierro [Robert Bly] escrito por hombres, en Estados Unidos. Esta
realidad me hizo dar cuenta de que eso era lo mejor que nos poda pasar porque nos
permitira empezar de cero, empezar a investigar y ver qu nos pasaba, a reflexionar
sobre nuestra condicin con menos condicionamientos (Coll y Peragn, 1997)24.
Bajo esa lnea de pensamiento, la creacin de grupos de hombres y el trabajo
sobre masculinidad que desarroll Kreimer en Argentina, surge como una necesidad
personal y de un grupo de hombres que empezamos a reconocer que no tenamos un
espacio propio donde compartir lo que nos pasaba sin ser interpretados, estereotipados o
criticados (Coll y Peragn, 1997). A nivel ms amplio, Kreimer especfica que los
grupos de hombres empezaron a salir a la superficie junto con el feminismo, que no con
las feministas, porque el movimiento de las mujeres tuvo un primer periodo, all en los
aos 60-70, de mucha confrontacin, de mucho rechazo, donde todo vnculo con
hombres era malo, daino, txico. Poco a poco el movimiento se fue desnudando y las
mujeres se dieron cuenta de que no podan hacer un cambio social sin los hombres.
Vieron que era mucho ms rico para ellas empezar a descubrir la Mujer, lo Femenino, y
ah aparecieron todos los grupos de identidad femenina, los grupos junguianos,
empezaron a hablar de los arquetipos femeninos, de ser mujer, de la diosa que haba en
toda mujer, y en trminos mucho ms cotidianos, las mujeres empezaron a descubrir su
aspecto femenino. Entonces surgen los grupos de hombres. (Coll y Peragn, 1997).
Hasta aqu se evidencia la diversidad de experiencias y formas de entender los
mismos fenmenos sociales en la regin, como lo es la integracin de los hombres al
trabajo de gnero. Ya vimos que para Kreimer esa inclusin se da a partir del encuentro
de las mujeres con su feminidad a travs de los grupos junguianos, en contraste a esta
postura, Welsh (2010), expone la experiencia vivida en Nicaragua, donde la inclusin
de los hombres no estuvo determinada por una perspectiva espiritual (mitopotica o
junguiana), sino directamente desde el feminismo y el movimiento social de mujeres,
experiencia donde reconoce la existencia de dos posturas antagnicas entre distintos
grupos de mujeres. Por un lado sita a las mujeres que construyen a los hombres como
24

Algunas de las publicaciones ms importantes de Kreimer son El Varn Sagrado (1993) y Rehacerse
Hombres (1994), textos que se homologan al texto cumbre de esta corriente: Iron John de R. Bly (1990).

51

enemigos, los hombres eran vistos como el archienemigo que deba ser derrotado si se
esperaba que la emancipacin de las mujeres se convirtiera en realidad (Welsh, 2010:
4).
Por el otro lado, refiere a las mujeres de base popular que consideran que su
inclusin en el trabajo de gnero es crucial para la equidad. Para muchas otras mujeres,
sin embargo, especialmente aquellas a nivel de los grupos de base que ya se haban
embarcado en empresas personales y colectivas de empoderamiento y que estaban
involucradas en organizaciones comunitarias, el anlisis era simple: si los hombres no
cambian, no se puede avanzar. A su manera de ver, el principal obstculo para su
crecimiento y desarrollo continuo como mujeres era la intransigencia y el machismo de
los hombres con quienes compartan espacios comunes de vida: sus esposos,
compaeros, padres, hermanos y colegas. A medida que las mujeres entendan mejor la
naturaleza histrica y sociocultural de su propia identidad de gnero mediante procesos
personales de concientizacin y empoderamiento, muchas se convencieron de que dada
la oportunidad de tener experiencias similares de creacin de conciencia, los hombres
podran desaprender sus actitudes, valores y comportamientos machistas y descubrir
formas alternativas de expresar su masculinidad que no implicaran la subyugacin
sistemtica de las mujeres (Welsh, 2010: 4).
Aunque la va para la integracin de los hombres en los procesos de cambio, en
Kreimer y Welsh, es la toma de conciencia sobre la propia identidad de gnero, la
perspectiva metodolgica que plantea cada uno es diferente, como lo es su finalidad, en
Kreimer, desde una bsqueda espiritual o ligth, se busca que los hombres se conecten
con su masculinidad reconociendo su feminidad y en Welsh, desde una perspectiva
popular, se busca que los hombres acaben con la subyugacin de las mujeres y, a travs
de la transformacin de sus masculinidades, lograr acabar con el patriarcado.
Volviendo a Kreimer, ste establece una distincin entre los tipos de grupos que
empezaban a conformarse, por un lado los grupos mitopoticos (aunque l no los
denomina de esta manera), donde se trata de recuperar la parte masculina, es decir, la
parte masculina afectuosa, el padre amoroso, le llamamos en estos grupos. El hombre
que puede amar a otro hombre por el solo hecho de ser, un ser que est en la vida, un ser
divino, sin que por esto sea homosexual, da mucho miedo! [...] partimos de aceptarnos
con tendencias femeninas sin ningn cuestionamiento, lo cual ya es novedoso en los
grupos de hombres (Coll y Peragn, 1997) y por el otro, identifica a grupos de
hombres machistas; [que] no van a trabajar su aspecto ms sensible, sino que son
52

hombres que acompaaron los fenmenos sociales que hubo en las ltimas dcadas;
hombres que comprendieron los reclamos del feminismo hacia lo masculino por todo lo
que la masculinidad acarreaba de ideas patriarcales, de ideas de predominancia de ser un
modelo que responda a un sistema capitalista destructor y empezaron a replantearse su
parte masculina (Coll y Peragn, 1997).
El segundo grupo sealado por Kreimer, corresponde a los grupos profeministas
que comparten los principios del feminismo, organizaciones ms comprometidas con las
causas sociales y el cuestionamiento de las relaciones de poder hegemnicas, que los
mitopoticos que estn ms centrados en trabajar el aspecto femenino del hombre
(Coll y Peragn, 1997). Sobre estos grupos Kreimer no profundiza, ni aporta ninguna
informacin que facilite su identificacin, pero deja abierto un mbito a investigacin
Cules eran estos grupos y sobre qu perspectiva orientaban su trabajo?
Kreimer reconoce la importancia del feminismo en la emergencia de los grupos
de hombres, pero la influencia del movimiento gay la limita a un reconocimiento
sesgado y esencialista de sus valores, asumiendo que la homosexualidad y lo femenino
son partes de un mismo conjunto, y que los hombres homosexuales comparten una
misma identidad, ratificando as el principio patriarcal que sita a los hombres gay
como grupo abyecto ms cerca de lo femenino que lo masculino. Yo considero seres
maravillosos a los hombres gays. Nos han enseado a muchos hombres a convivir con
nuestra parte femenina, con menos prejuicios.
A propsito de los aportes del movimiento homosexual al trabajo con hombres,
recojo la pregunta que Herrera (2002) le plantea a Gutmann, en un dilogo denominado
Masculinidades en Amrica Latina, ms all de los estereotipos sobre masculinidades,
ao donde se puede visualizar el papel de los hombres gay en los grupos de hombres en
la regin. G.H.: T planteaste una diferencia entre los estudios de la masculinidad en
Amrica Latina y los estudios en Estados Unidos y le atribuas un origen desde los
estudios gay a la produccin sobre las masculinidades en los Estados Unidos, mientras
que para el caso ecuatoriano, veas un punto de partida desde las mujeres. Qu
consecuencias crees han tenido estos distintos puntos de partida en los avances sobre la
conceptualizacin de la masculinidad? [M.G.:] hoy en da una mezcla de estos temas,
intercambios entre los estudios gay, con aquellos que se han realizado en torno a los
tpicos heterosexuales, y entre los estudios realizados en el norte, con los que se han
desarrollado en el sur. Si bien los activistas gay en Amrica Latina han desempeado un

53

papel sumamente importante desde el principio, no han tenido un impacto tan


importante como en el mundo anglosajn (Herrera, Troya y Ramrez, 2002: 120).
No obstante, a la dbil influencia directa de los homosexuales en los grupos que
trabajan con hombres y masculinidades, Gutmann seala, en algunos pases como
Brasil, los activistas y los acadmicos gay, queran estudiar a los hombres que tenan
sexo con hombres; en ese pas en particular, han desempeado un papel muy
importante, sin que se pueda decir lo mismo del resto de pases (Herrera, Troya y
Ramrez, 2002: 120). La influencia, interaccin y el impacto del movimiento
homosexual en los grupos de hombres que trabajan la masculinidad, no es muy clara
hasta el momento, pocas son las referencias especficas que se registran. Sin embargo,
es preciso aclarar que una cosa son los avances en el campo de los estudios gay o sobre
homosexualidades, cada vez ms numerosos en la actualidad, y otra los procesos
organizativos de los hombres, de tal manera que esa relacin exige un mayor desarrollo
descriptivo y analtico, empezando por la identificacin de los puntos de encuentro entre
ambas perspectivas.

La experiencia inicial en Colombia


Garca y Gmez (2003), para la construccin de un marco contextual orientado a
entender el fenmeno de la violencia en Colombia, sealan que si bien, la temtica
problematizadora o los fines polticos o sociales no siempre han girado en torno al
fenmeno de la violencia en Colombia. Es destacable que repetidamente el tema de la
violencia se constituye en uno de los ejes temticos que se abordan con mayor
reiteracin y urgencia por parte de los hombres mismos que han participado de las
investigaciones o de las intervenciones (Garca y Gmez, 2003: 20). En ese esfuerzo
por contextualizar el inters por el estudio de los hombres y las masculinidades en
Colombia, identifico cuatro lneas de contribuyen a su configuracin.
Como primera lnea, Garca y Gmez, consideran que el contexto del trabajo con
hombres y masculinidades en Colombia, lejos de estar asociado a la investigacin o al
activismo de los hombres, surge desde la iniciativa privada con la oferta de servicios en
salud. En general, se pueden situar ciertas acciones precursoras del inters por los
varones, no tanto desde una perspectiva acadmica o investigativa como desde la oferta
privada de servicios, especialmente de los de salud sexual y reproductiva masculina
(Garca y Gmez, 2003: 20). Los autores registran a Profamilia, institucin fundada en
1965, como pionera a inicios de los aos setenta en el diseo y oferta de servicios
54

especializados para varones; institucin que para el ochenta abre la primera clnica
especializada para el hombre en Colombia (Profamilia, 2010).
Esta valoracin de los autores se debe analizar crticamente en dos sentidos. En
primer lugar, es cierto que Profamilia es pionera en disear servicios de salud para la
atencin especializada para hombres, no obstante esto no significa que desde la apertura
de estos servicios haya incorporado un enfoque crtico de gnero o de masculinidades
que sea significativo en el marco del trabajo con hombres en el pas. En segundo lugar,
es preciso reconocer que en los aos 90 empiezan a disear e incorporar la perspectiva
de gnero en algunos de sus programas y proyectos como parte de sus principios, a
partir de los cuales buscan proponer nuevos significados para la masculinidad y la
feminidad, que se opongan a la tradicin y permitan el establecimiento de relaciones
interpersonales no basadas en la opresin sino en la solidaridad, la autodeterminacin, la
responsabilidad personal y el respeto (Mogolln, S/F: 5).
Aunque los autores sitan la influencia del feminismo en el trabajo con hombres
hacia los aos noventa, puede rastrearse en Profamilia y en Orintame, la otra entidad
privada pionera en el trabajo con hombres en el rea de salud sexual y reproductiva,
fundada en 1977, y que ha comenzado a hacer consideraciones acerca del lugar y las
caractersticas de la participacin masculina en este campo (Garca y Gmez, 2003:
20), una cierta influencia del pensamiento feminista, en razn a que ambas instituciones
suscriben, entre otros propsitos, la defensa de los derechos de las mujeres.
Como una segunda lnea de trabajo con hombres, Garca y Gmez, registran la
influencia directa del feminismo en los primeros grupos que emergieron en Colombia,
grupos localizados en las ciudades de Cali y Bogot, en los cuales se debe resaltar, por
un lado, que ambos surgen en el marco de instituciones feministas que tradicionalmente
trabajaban con mujeres, y por el otro, que ninguno surge como iniciativa de varones. Un
aspecto relevante, es que los contenidos y propuestas metodolgicas implementadas con
estos grupos estn diseados especficamente para el trabajo con hombres y entre
hombres. Slo en los aos 90 surgen algunas experiencias y grupos de reflexin de
carcter diverso sobre la masculinidad en los crculos allegados el feminismo. En la
organizacin Taller Abierto de Cali, que vena desarrollando un trabajo con mujeres de
sectores populares, se comenz en 1993 a realizar talleres de sensibilizacin con
hombres adultos, jvenes e indgenas del Cauca, abordando temas relacionados con la
identidad masculina, el ejercicio de la paternidad y la violencia. De otro lado, tanto el
grupo de masculinidad creado por la Fundacin Dilogo Mujer de Bogot, en 1996,
55

como el Primer Encuentro de Hombres realizado en Cali en el mismo ao, se pueden


calificar como las primeras experiencias reflexivas vivenciales, casi teraputicas, que
reunan nicamente a hombres (Garca y Gmez, 2003: 20).
Como una tercera lnea, en la que no se puede identificar la influencia del
feminismo, los autores localizan entre 1997 y 1999 el surgimiento de otras dos
experiencias de trabajo heterogneas con hombres en Bogot. Por un lado sealan la
agrupacin creada por los educadores Javier Omar Ruz y Jos Manuel Hernndez,
inicialmente en 1997 con un grupo de jvenes hombres y mujeres que, al servicio de la
Veedura Distrital de Bogot, efectuaba talleres en colegios. Otro [grupo] ms, fue
impulsado en Bogot por profesionales de diversas disciplinas como la sociloga
Mnica Tobn y los psiclogos Germn Moreno (Q.E.P.D.) y Jorge Enrique Guzmn,
entre otros; la dinmica de sus reuniones se mantuvo entre 1997 y 1999 (Garca y
Gmez, 2003: 20). La diferencia entre ambas experiencias radica en que, el primer
grupo, aunque es una experiencia civil, est orientado al trabajo con instituciones del
estado y el otro, es un grupo de reflexin conformado por profesionales y su proceso
organizativo se nuclea alrededor de lo disciplinar, sin llegar a ser un grupo de
investigacin o un grupo de activismo social.
En este caso, los autores no proporcionan mucha informacin sobre los grupos,
sin embargo, pude determinar, segn Ruz (2012, entrevista) que la primera iniciativa
hace referencia a la experiencia previa a la conformacin del Colectivo Hombres y
Masculinidades, pues a partir del trabajo que realizaban Javier Omar Ruz y Jos
Manuel Hernndez se origin el inters de stos por el tema. Asimismo se estableci
que la segunda iniciativa, se llam Grupo de los martes, espacio que surge como parte
de la estrategia metodolgica para la realizacin de un proyecto de investigacin que
lideraba la Agencia de Cooperacin Tcnica Alemana (GTZ) 25.
Una cuarta lnea, que configura el contexto del surgimiento de grupos y la
preocupacin por el trabajo con varones en Colombia en la dcada del noventa, tiene un
carcter institucional, en esta lnea confluyen diversas institucionalidades (la oficial
gubernamental, la universitaria y la cooperacin internacional) a partir de la cual se
orientan trabajos de reflexin, investigacin e intervencin a nivel local y nacional. A
instancias del Fondo de Documentacin Mujer y gnero, del Programa de Gnero,
Mujer y Desarrollo del Centro de Estudios Sociales de la Universidad Nacional y del
25

Segn Ruz (2012, Entrevista) este espacio se mantuvo por casi dos aos, aunque la investigacin
finalmente no se realiz por razones personales e institucionales.

56

grupo feminista Mujer y Sociedad, surgi de otra parte, la Red de estudios de


masculinidad de la Universidad Nacional, que congreg a hombres y mujeres con
experiencias en la reflexin y en algunos casos elaboraciones escritas sobre el gnero
para analizar y discutir las obras de las figuras ms importantes en el campo de los
estudios de la masculinidad. Con algunos altibajos, la Red mantuvo reuniones
mensuales entre 1996 y 1998. Por otra parte, la Fundacin Mujer y Futuro de
Bucaramanga implement en 1998 una lnea de atencin a hombres agresores en el
mbito familiar, remitidos por los juzgados de familia locales en el marco de la Ley 294
de 1996 sobre violencia intrafamiliar, para lo cual dise servicios teraputicos
individuales y grupales (Garca y Gmez, 2003: 20).
Otra de las experiencias universitarias se localiza en el ao 2000, el Centro
Interdisciplinario de Estudios en Gnero de la Universidad de Antioquia, crea el grupo
de investigacin Construccin de Identidades Masculinas CIMAS 26. Y ese mismo ao
realiza el primer Encuentro de Masculinidades para esa regin, que reuni a acadmicos
y activistas nacionales.
De lo expuesto hasta ahora, encuentro pertinente establecer la relacin entre los
procesos desarrollados en Estados Unidos, recogidos por Gomriz, y las primeras
iniciativas de trabajo con hombres en Amrica Latina. En ese sentido, puedo decir que
aunque Gomriz no plantea una relacin directa entre el desarrollo de los grupos en
ambas geografas, es evidente que existe una estrecha relacin. De manera sustantiva, es
posible afirmar que las dos corrientes que ejercen mayor influencia en la regin son la
profeminista y la mitopotica. Por una parte es evidente la influencia de la corriente
mitopotica, (o espiritual, segn Kimmel, o terapia de la masculinidad segn Connell o
corrientes psicolgicas como la llama Gomriz), sobre las iniciativas y el surgimiento
de grupos de hombres en Argentina, lnea de trabajo liderada por Juan Carlos Kreimer y
seguida entre otros, por personajes como Sergio Sinay27. Un campo donde se evidencia
una trayectoria similar a lo ocurrido en Estados Unidos con la literatura mitopotica
(guardando las proporciones), es su impacto en la industria cultural Argentina con la
amplia produccin y divulgacin de literatura de desarrollo personal y autoayuda.
Otro autor de la corriente mitopotica que tuvo presencia en Amrica Latina fue
el norteamericano Frank Cardelle quien realiz talleres sobre masculinidad en Brasil,
26

Video Historia del Centro Interdisciplinario de Estudios en Gnero Universidad de Antioquia. Visita
septiembre 5 de 2012 en http://video.google.com/videoplay?docid=7253797371512982996
27
Reconocido escritor argentino autor de textos como Masculinidad Toxica (2006); Misterios masculinos
que las mujeres no comprenden (2000) y Esta noche no, querida (1997).

57

Chile y Colombia (Ruz, 2012, entrevista). En Colombia logr influenciar el Primer


Encuentro de Hombres, en Cali, a travs de su orientacin temtica y metodolgica, que
Garca y Gmez sitan como una de las primeras experiencias reflexivas vivenciales,
casi teraputicas, que reunan nicamente a hombres (Garca y Gmez, 2003: 20).
Por el otro lado, la presencia de la corriente profeminista, puede identificarse en
la importacin y adaptacin de los modelos de atencin a mujeres vctimas de
violencia desarrollados por mujeres feministas en Estados Unidos, especficamente en
Boston (Huberman, 2011, entrevista) (Ruz, 2012, entrevista) y que fueron introducidos
en Centro y Sur Amrica por el grupo Coriac, el norirlands Patrick Welsh y Sergio
Corsi. Esta influencia puede apreciarse directamente en el trabajo desarrollado por
Coriac en Mxico, que inicia su trabajo reflexionando sobre la masculinidad y el papel
de los hombres para detener la violencia domstica pero termina convirtindose en una
experiencia educativa y de activismo nacional para la eliminacin de la violencia contra
las mujeres y la transformacin del patriarcado, constituyndose as en la primera
organizacin en llevar, en alianza con organizaciones feministas, el trabajo con hombres
de los espacios cerrados teraputicos, de formacin o reflexin, que caracterizaron el
trabajo en la dcada de los noventa, al espacio pblico, en alianza con organizaciones
feministas 28.
En trminos generales puede asegurarse que la perspectiva profeminista fue y es
la corriente que mayor influencia ha tenido en los procesos organizativos de hombres y
masculinidades en Amrica Latina en los ltimos veinticinco aos, gracias a la cercana
de hombres a organizaciones feministas y a los desarrollos tericos y metodolgicos del
feminismo. Actualmente aunque muchas de las organizaciones no se nombran
profeministas, la prctica y el compromiso poltico de desmontar el patriarcado, analizar
crticamente las masculinidades, eliminar la violencia hacia las mujeres y alcanzar la
igualdad y la equidad entre los gneros, en teora, les inscribe en esta corriente.
En este sentido un pendiente en la agenda de los estudios feministas y de
masculinidad es el anlisis situado de las relaciones que establecen las organizaciones
con el feminismo, en al menos tres reas. La primera se relaciona con el debate
contemporneo pueden ser los hombres sujetos del feminismo? Debate que cobra cada
vez mayor relevancia y complejidad, porque si bien muchos sectores feministas y
28

Algunos de estos espacios fueron la campaa por una maternidad sin riesgos (1993), el tribunal por la
defensa de los derechos reproductivos (1996) y las acciones por los das internacionales de la mujer, de la
salud de la mujer y de la lucha contra la violencia hacia las mujeres, as como el da por la
despenalizacin del aborto (Figueroa, 2010: 124).

58

hombres reconocen esta posibilidad, posturas como la adoptada en el XII Encuentro


Feminista Latinoamericano y del Caribe realizado en 2011 en Colombia, de no permitir
la participacin de hombres en el evento, profundizan la discusin. En segundo lugar, es
necesario indagar por cmo las organizaciones estn integrando el feminismo en su
trabajo con masculinidades. En tercer lugar, establecer puntos de (des)encuentro,
tensiones polticas, diferencias epistemolgicas y resistencias de las organizaciones
tanto con la teora feminista como con la prctica feminista del movimiento social de
mujeres.

Principales intereses polticos de las organizaciones de hombres y


masculinidades en la regin
Hasta el momento, esta primera aproximacin constituye por un lado, un esfuerzo por
reconstruir las dinmicas y la historicidad del trabajo con hombres en la regin, y por el
otro, marca la necesidad de seguir ampliando las fuentes primarias y secundarias para
recoger las diversas voces, registros y perspectivas sobre la temtica. En esa lgica y
para enriquecer este panorama, propongo ordenar la configuracin de los intereses
polticos de los grupos de hombres en la regin29 en cuatro grandes lneas, las cuales no
se dan como etapas o prerrequisitos unas de otras, pues en algunas se dan de manera
simultnea y en otras no, sin embargo, en su conjunto permiten ver cmo se ha venido
abordando el trabajo con hombres y masculinidades y sus perspectivas actuales.
Lnea eliminacin de la violencia contra las mujeres (surge en los noventa y se
mantiene actualmente). Este ncleo de inters es retomado por los grupos de varones
como legado, influencia y demanda del movimiento social de mujeres y las teoras
feministas, las cuales han visibilizado las mltiples violencias de las que son vctimas
las mujeres, a la vez que generan profundos cuestionamientos al sistema patriarcal
(Gomriz, 1997), (Segarra y Carab, 2000), (Seidler, 2000), (Ramrez, 2008).
Interpelacin que favorece a que se constituya la eliminacin de las violencias contra las
mujeres como plataforma poltica de la mayora de colectivos de varones,
posicionamiento a partir del cual se desarrollan numerosas campaas de sensibilizacin,
prevencin y rechazo hacia esas violencias. La mayora de estos grupos fueron
construidos por hombres prximos a mujeres feministas (Segarra y Carab, 2000: 23).
En la dcada de los noventa Coriac, Cantera, la Asociacin de Hombres contra la
29

En Anexo 1. presento el rastreo de las principales organizaciones que trabajan con hombres y
masculinidades en la en Amrica Latina.

59

Violencia AHCV, entre otros, representaron este tipo de compromiso. Una estrategia
contempornea que recoge esas iniciativas es la Campaa del Lazo Blanco, que si bien
nace en Canad, se despliega rpidamente a lo largo de Amrica Latina.
Lnea los hombres como sujetos de gnero y la deconstruccin del modelo
hegemnico de masculinidad (aparece en los noventa y se mantiene actualmente). En
los grupos y colectivos emerge un inters progresivo por pensar desde los hombres y de
manera relacional a los varones como sujetos de gnero, planteando serios
cuestionamientos al patriarcado como sistema de dominacin que opera tanto en
mujeres como en los mismos varones. Este eje de inters y accin configura la apertura
a mltiples espacios de formacin, reflexin y trabajo con varones en la tarea de hacer
consciente la construccin de las identidades masculinas y la presencia del modelo
hegemnico en los cuerpos, subjetividades, lenguajes y prcticas de los hombres, como
condicin crtica para su transformacin, este reto personal es lo que los hombres
intentaron afrontar en los grupos de toma de conciencia (Seidler, 2000: 150).
Este inters Gomriz la ubica como parte de las tres reacciones de los hombres
ante los sntomas de crisis de la masculinidad, y la denomina profundizacin de la
crisis hasta la deconstruccin de la masculinidad (Gomriz, 1997: 60). La Escuela
Equinoccio de Masculinidades en El Salvador, se constituye en un excelente ejemplo de
este tipo de prcticas, a travs de la implementacin del enfoque Integral en
Masculinidades. Las otras reacciones son: la reconstruccin de la masculinidad, donde
ubica de los derechos de los hombres, los conservadores y los mitopoticos y la tercera
reaccin, hace referencia a la construccin de una masculinidad alternativa (Gomriz,
1997: 60) donde pueden localizarse los grupos profeministas y antipatriarcales. Un
ejemplo de esta lnea es el Colectivo Hombres y Masculinidades de Bogot.
Lnea construccin de escenarios de equidad entre los gneros (emerge
tmidamente en los noventa y empieza su consolidacin a final del dos mil). Como
producto de las lneas anteriores, las iniciativas organizativas de los hombres y de su
accin poltica pblica, se han tejido redes humanas y virtuales para articular esfuerzos
a nivel nacional e internacional en la tarea de construir nuevos referentes de lo
masculino y generar propuestas societales y de desarrollo alternativas (al patriarcado)
sobre la base de la igualdad y la equidad real entre los gneros. En la regin, el
desarrollo social y poltico de esta lnea coincide con el argumento de Connell quien
sostiene que para que la justicia social y la equidad de gnero sean posibles como
proyecto de lucha con peso poltico contra la masculinidad hegemnica en vez de un
60

movimiento de hombres, de lo que hablamos es de una poltica de alianzas (Connell,


2003: 320).
En Amrica Latina actualmente no se hace referencia a un movimiento de
hombres30, se habla de redes, plataformas y alianzas entre grupos de hombres, grupos
mixtos, organizaciones sociales y agencias de cooperacin, como estrategia para
potenciar reconocer el trabajo de las organizaciones y empezar a tener influencia en
la formulacin de polticas pblicas. Acciones colectivas contemporneas que dan
cuenta de ello son el Simposio global involucrando a hombres y nios en la equidad de
gnero (Brasil, 2009) animado entre otras organizaciones por Papai y Promundo de
Brasil; la creacin del captulo Latino Amrica y Caribe de la alianza global
MenEngage (2009) y de la Red colombiana de masculinidades por la equidad de
gnero (2010).
Por otra parte segn Amuchstegui el desarrollo alcanzado en esta rea tiene, en
parte, origen en los documentos internacionales firmados en las conferencias de Cairo
y Pekn, en los cuales se enfatiza la importancia de `incrementar la participacin de los
hombres en los procesos reproductivos [y] el incremento de los financiamientos que se
derivaron de tales compromisos. (Amuchstegui, 2001: 107). En este caso podra
incluirse la campaa de Naciones Unidas nete para poner fin a la violencia contra las
mujeres.
Lnea resistencia al patriarcado (surge a final de la dcada del 2000 e inicios de
la dcada actual). Su nombre es provisional mientras se configura su campo de accin.
En esta categora podran agruparse varias de las organizaciones localizadas en las
lneas anteriores, debido al compromiso de stas con alcanzar la equidad de gnero y
eliminar la violencia contra las mujeres como formas de enfrentar al patriarcado. Sin
embargo la especificidad de las organizaciones que localizo en este grupo consiste en
asumir explcitamente una postura antipatriarcal como elemento medular de su
reivindicacin poltica y sentido organizativo. En ellos la masculinidad es concebida
como una categora eminentemente poltica. Estos grupos son de reciente aparicin, en
Amrica Latina el caso ms representativo es el Colectivo de Varones
Antipatriarcales, formado en 2009 en Argentina. En esa misma lnea se encuentra el
Colectivo Varones contra el patriarcado constituido en 2011 en Costa Rica.

30

Para ampliar algunos argumentos de por qu no hablar de un movimiento de hombres, revisar el texto
Masculinidades de Connell (2003), captulo 10 La prctica y la utopa.

61

La caracterstica central de estas organizaciones es la influencia directa del


feminismo (en sus diversas corrientes) y el compromiso con sus luchas ideolgicas y
sociales. En estos colectivos la mayora de integrantes se considera feminista o pro
feminista. Una particularidad de los colectivos es que sus integrantes provienen de
procesos de militancia poltica en organizaciones de izquierda, como sindicatos,
organizaciones estudiantiles o de base popular comunitaria. Un elemento que les
distingue es el abordaje de temas ampliamente politizados como el aborto, campo que
marca una diferencia fundamental con los grupos de las lneas anteriores donde la
participacin en este debate es marginal y en muchos casos inexistentes.
Una de las diferencias sustanciales de estos colectivos es su problematizacin de
la categora hombre, reemplazndola por el trmino varones como una reivindicacin
poltica de su identidad y como un acto de resistencia a la posicin que ese marcador
(hombre) ha tenido histricamente en el sistema patriarcal. Se piensan varones como
una interpelacin a los hombres y a la posicin de stos en las relaciones de gnero, es
decir, a travs del cuestionamiento de esa posicin se cuestiona los privilegios
asignados socialmente a los hombres. La lnea de resistencia al patriarcado, es una de
las nuevas perspectivas polticas de trabajo con hombres y masculinidades en la regin.
Otra posible lnea que podra configurarse en la regin no sin la posible
oposicin de grupos conservadores, mitopoticos y de los derechos de los hombres
sera la Transmasculinidad como prctica y discurso en las organizaciones que trabajan
con hombres y masculinidades. Esta lnea se caracteriza por el reconocimiento de la
masculinidad como categora poltica en hombres con experiencias de vida trans o
transmasculinos, es decir, el reconocimiento de la masculinidad en sujetos que al nacer
fueron asignados socialmente como mujeres pero en su ciclo vital transitan hacia lo
masculino, una experiencia de esta nueva perspectiva se desarrolla en el sexto captulo.
La relacin entre las perspectivas sobre masculinidades en Amrica Latina y las
lneas descritas, es dinmica, obedece a los contextos locales y a las apuestas polticas
de cada organizacin. No obstante, stas convergen (con diferentes intensidades) en: el
reconocimiento de los aportes de las teoras feministas para pensar crticamente la
masculinidad; la necesidad de intervenir (transformar, combatir y/o acabar,) al
patriarcado; entender a los hombres como sujetos de gnero; la necesidad de emprender
procesos educativos, comunicacionales, polticos y de movilizacin social para
involucrar a los hombres en el logro de la igualdad y equidad real entre los gneros.

62

Considero relevante registrar que tambin existen voces crticas sobre los
fenmenos actuales en el trabajo con hombres y masculinidades en la regin. En
comunicacin personal Notas breves sobre el trabajo de masculinidades Chiapas,
Mxico, Palma (2011) interpela el trabajo con hombres y masculinidades en Mxico y
lo extiende a la regin y su relacin problemtica con la academia. Para Palma, en los
noventa el intercambio de experiencias sobre masculinidades se realizaba en encuentros
entre hombres y mujeres en un marco organizativo, pero en la ltima dcada ese
proceso se racionaliz y pas a ser un dominio de la academia, afectando directamente
las experiencias de encuentro e intercambio. Producto de ello, por un lado, actualmente
se reemplazan tales acciones por eventos para presentar resultados de investigaciones
que definen las realidades sobre las masculinidades, por el otro, las acciones se centran
en construir grandes proyectos de redes, con el propsito de orientar el trabajo con
hombres hacia la incidencia en polticas pblicas. Aspectos que, segn Palma, se
consideran importantes, pero que contienen una gran debilidad todos esos esfuerzos no
han logrado o no han podido articularse a los movimientos sociales. Necesidad que ha
sido expresada desde las redes y en los eventos acadmicos, pero que no han logrado
cuajar o acercarse a ellos. Y eso se explica porque sus estrategias apuntan a la
incidencia a nivel de las legislaciones y no hacia la incidencia en espacios organizados
del movimiento social y/o comunitario (Palma, 2011).
La crtica de Palma concuerda con el planteamiento de Flood para quien las
organizaciones que trabajan con hombres deben ser capaces de encajar la crtica y el
debate intelectual si esto significa avanzar (Flood, 1996). Sin embargo, el autor
tambin es escptico al afirmar que dedicar demasiada energa a esto puede ralentizar
nuestros diversos proyectos (Flood, 1996). Aunque en los ltimos aos hay esfuerzos
por articular la militancia y el activismo con la academia, en la regin no se ha logrado
construir alianzas sostenibles que potencien el trabajo de ambos campos. Entre los
argumentos que mantienen esta situacin se encuentra, por un lado, la falta de
compromiso con los procesos organizativos y la militancia poltica por parte de quienes
investigan, y por el otro, el papel limitado que le asignan las organizaciones a la teora
en la prctica. Uno de los resultados de esta compleja relacin es que si bien la
investigacin en los estudios de masculinidad crece, el conocimiento sobre los procesos
organizativos orientados al trabajo con hombres y masculinidades, las perspectivas,
lneas de trabajo y prcticas de resistencia al patriarcado es casi nulo, profundizando las
diferencias en las posturas epistemolgicas y polticas. Circunstancia que invita a pensar
63

sobre el impacto y el peso poltico de estos procesos en la regin y el papel de la


academia en esa rea, mientras se avanza en la produccin del suficiente conocimiento
sobre los procesos colectivos de resistencia al patriarcado por parte de las
organizaciones que trabajan con hombres y masculinidades.
Esta lnea crtica se suma a otros cuestionamientos que se realizan en algunos
escenarios organizativos, donde se interroga la influencia de las agencias de
cooperacin y algunos sectores de gobierno en los procesos de trabajo con hombres y
masculinidades, bajo la hiptesis de que puede tratarse de un proceso de
institucionalizacin o cooptacin del discurso de las masculinidades (o nuevas
masculinidades), en el cual, a travs de los recursos que suministran se est influyendo
directamente en las agendas, temas y prioridades en el trabajo de las organizaciones.
Situacin que habilita la produccin de una nueva clase de burocracia acadmica
activista internacional de las masculinidades. Clase que genera escepticismo en
militantes de las organizaciones de base, por considerar este fenmeno una expresin
del modelo tradicional, que genera beneficios individuales y no recoge las necesidades
reales de los colectivos.

64

CAPTULO III
LA EXPERIENCIA DEL COLECTIVO HOMBRES Y MASCULINIDADES
En este captulo realizo un acercamiento histrico31 al proceso organizativo del
Colectivo Hombres y Masculinidades a travs de los discursos y prcticas que a lo largo
de su funcionamiento constituyen las trayectorias, posiciones y experiencias que le
definen como una organizacin que se resiste al cerco patriarcal. La relevancia de este
acercamiento consiste en dos aspectos, en primer lugar, contribuir a nivel local a
recuperar la memoria de los procesos organizativos que se oponen al sistema social
patriarcal, a nivel regional, aportar a la identificacin y visibilizacin de las experiencias
que trabajan con hombres y masculinidades de la regin. En segundo lugar, contribuir al
avance de la produccin de conocimiento sobre los procesos organizativos de hombres y
masculinidades32 en Latinoamrica con el propsito de convertir este campo en una
futura lnea de investigacin en los estudios de masculinidad.
La Asociacin Colectivo Hombres y Masculinidades, nace jurdicamente en el
ao 2003 en la ciudad de Bogot, en Colombia, como una entidad sin nimo de lucro,
con el objeto principal de adelantar procesos de proteccin y promocin de la dignidad
humana y coadyuvar a la transformacin social, mediante el impulso de la equidad de
gnero y de dinmicas de construccin de nuevas masculinidades (Estatutos, 2003).
Objeto que traducen en un posicionamiento ticopoltico en dos planos de actuacin.
El personal: contribuir a que los hombres puedan replantear sus construcciones
masculinas patriarcales, e iniciar procesos personales de cambio hacia otras posibilidades
de hombra o de nuevas masculinidades. Hombres ms distantes de la violencia, ms
expresivos, ms crticos de las estructuras patriarcales de dominacin y discriminacin,
ms cercanos y participes de los intereses estratgicos de las luchas de las mujeres, ms
interesados en el paternaje, ms reconciliados con sus orientaciones sexuales, ms
comprometidos en poner tambin en el mundo de lo pblico, sus bsquedas de nuevas
masculinidades. El sociopoltico: Adelantar acciones de movilizacin social y de opinin
pblica, con el fin de remover las lgicas patriarcales de programas, normatividades,
enfoques de trabajo, funcionamientos organizacionales, y de polticas pblicas, adems de
sensibilizar sobre los impactos del sistema patriarcal de gnero en las relaciones de
hombres con las mujeres y en las de los hombres entre s (Archivo CHM, 2004).
31

A partir de tres estrategias metodolgicas. 1. La realizacin de un taller en el cual se construy la Lnea


del Tiempo del Colectivo. 2. La revisin de documentos de la organizacin como actas, contratos,
informes, textos personales, presentaciones, publicaciones. 3. La realizacin de entrevistas a ocho de sus
integrantes.
32
En este caso me refiero a los colectivos que cuestionan y generan alternativas al patriarcado, no
obstante, las organizaciones que se identifican en el marco de accin de la perspectiva conservadora, de
los derechos de los hombres o mito poticos, ameritan ser objeto de estudio de manera que se pueda
conocer cmo se actualiza y defiende la produccin de masculinidades esenciales, normativas o
transhistricas y el mantenimiento del orden social que permite su desarrollo; a estas organizaciones
Viveros las denomina como grupos de resistencia masculina al cambio, de reaccin masculinista o como
un fenmeno de resaca que pretende frenar los logros adquiridos por las mujeres (Viveros, 2007: 33).

65

Con estas apuestas, el Colectivo expresa la ruptura ideolgica que realiza con los
modelos de subjetivacin patriarcal, haciendo inteligible su resistencia al modelo
hegemnico de la masculinidad. Pero llegar a ese posicionamiento tiene una historia con
races ms profundas, compuestas por las trayectorias vitales, bsquedas e intereses
mltiples de los hombres, mujeres y hombres trans que han construido a travs del
tiempo su sentido organizativo. Para reconstruir esa historia se elabor la Lnea del
Tiempo del Colectivo. A partir de este ejercicio de reconstruccin de la memoria
histrica, se da cuenta de cmo se configura un proyecto poltico, colectivo y personal,
que cumple quince aos de darle significado a los discursos y prcticas de este grupo
humano.
Para efectos esquemticos presento este ejercicio de recuperacin de memoria
histrica, a partir de su Lnea del Tiempo en dos bloques, cada uno marcado por
diferentes hitos, como hechos significativos para la vida organizativa: el primer bloque
lo sito desde su fundacin (1997) hasta su constitucin legal (2003) y lo presento como
el Compromiso de cambio personal y colectivo y La diversidad humana del Colectivo, y
el segundo bloque, que va desde 2005, cuando la organizacin asume la direccin de la
Campaa del Lazo Blanco, hasta la fecha y lo abordo como la Consolidacin del
Colectivo, a travs de la identificacin de sus trayectorias temticas y polticas.

Compromiso de cambio personal y colectivo


Firmamos un compromiso personal y colectivo para cambiar nuestras vidas en cuanto
hombres en el ejercicio de masculinidades (Garca, 2012, entrevista). Este es el punto
de partida en el cual convergen las diversas bsquedas y trayectorias que se cristalizan
en el compromiso de cambio personal alrededor de las masculinidades y de instalar en
la piel y como proyecto poltico la pregunta: qu significa ser hombre?
Venamos del control social, de la promocin juvenil, de la educacin popular, de
bsquedas personales en torno al cuerpo, de la promocin de la expresividad emocional,
de la Red de Masculinidad de la Nacional, de unas primeras apariciones del tema de los
hombres en revistas, de diversas historias, pero por fecha, hoy hace quince aos, el 12 de
abril de 1997, un sbado, confluimos doce de nosotros para hacer un taller especfico
sobre masculinidades (Garca, 2012, entrevista).

Quienes asistieron a ese taller, calificado como fundante, conforman la primera


generacin de siete que ha identificado el Colectivo en estos quince aos de vida. Segn
los testimonios fueron cuatro los elementos comunes que se articularon ese da para
avanzar en el trabajo crtico por las masculinidades en la lnea fundacional del
66

Colectivo. En primer lugar, la perspectiva poltica vinculada a la militancia en


organizaciones y el pensamiento crtico de izquierda33. En segundo lugar, la pregunta
por el significado de ser hombre, las masculinidades y las relaciones de gnero. En
tercer lugar, las preguntas por el cuerpo y las emociones masculinas, alrededor de
experiencias comunes con la biodanza, la bioenergtica y el teatro. Y en cuarto lugar,
relaciones conflictivas y de violencia derivadas la experiencia de la paternidad en tanto
hijos. Este primer grupo lo conforma Javier Omar Ruiz, Jos Manuel Hernndez y
Carlos Ivn Garca, quienes inician y movilizan el trabajo hasta la actualidad, y un
grupo de nueve jvenes hombres y mujeres, que estaban articulados al trabajo de
promotoras juveniles en la Veedura Distrital de Bogot.
Una instancia posibilitadora de la conexin entre los diversos caminos y
bsquedas de los fundadores del Colectivo es el pensamiento crtico de izquierda. La
trayectoria vital y profesional de Carlos Ivn Garca en la izquierda colombiana, lo lleva
a formar parte de medios de comunicacin alternativos como las revistas Colombia
Hoy y Alternativa segunda poca en las cuales ocup el cargo de Director. Para
situar el lugar poltico de este espacio, es preciso decir que su precedente la revista
Alternativa, fue considerada en Colombia como la primera versin de periodismo
militante, del que formaron parte personajes como Gabriel Garca Mrquez y Orlando
Fals Borda. En la revista se abordaban temas de poltica crtica en artculos como En
qu anda las FARC34? y lvaro Uribe mano dura o tenaza paramilitar.
En ese contexto de izquierda yo propongo un informe de portada. Y aparece un
informe especial en portada y unas cuatro pginas de un artculo que no escribo yo, sino
que lo escribe una compaera periodista, el artculo se llama Masculinidades. Hombres
que crisis tan macha (Garca, 2012, entrevista). El artculo se public en noviembre
de 1996, siendo cuestionado en algunos sindicatos como un tema de poca relevancia
poltica, pero contrariamente a esta reaccin, tres meses despus Javier Omar y Jos
33

Las trayectorias personales y profesionales de Carlos Ivn Garca y Javier Omar Ruz se ubican, entre
otros aspectos, en la izquierda colombiana desde diferentes mbitos, el primero en el periodismo militante
y la investigacin social; como experiencia preliminar a la conformacin del Colectivo, presenta en 1994
Los 'pirobos' del Terraza: interaccin y discriminacin sociales en un grupo de trabajadores sexuales, su
tesis del pregrado Licenciatura en Filologa e Idiomas en la Universidad Nacional de Colombia, a partir
de este trabajo tiene el primer acercamiento acadmico al gnero y las masculinidades. En 1995 se
relaciona con el Grupo Mujer y Sociedad de la misma universidad, donde presenta los resultados de su
investigacin y de manera conjunta realizan varios encuentros acadmicos, los mismos que sirven de
antecedente a la conformacin de la Red de Masculinidades de la Universidad Nacional en el 2007. El
segundo, desde su ejercicio profesional como Licenciado en educacin realiz trabajos de educacin
popular con grupos de base comunitaria, alrededor de procesos formativos y de comunicacin en
Colombia, Ecuador y Per.
34
FARC, Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.

67

Manuel sostienen una reunin con Carlos Ivn en la sede de la revista, en la cual
intercambian emocionados las insipientes experiencias y la mltiples preguntas que les
habita sobre el tema. Reconocindose en sus trayectorias y en el inters compartido,
finalmente Javier Omar y Jos Manuel proponen juntemos para hacer algo con ese
grupo de jvenes de la veedura y nos juntamos en un primer taller (Garca, 2012,
entrevista).
Este taller inaugural del 12 de abril de 1997, se convierte en el primer hito para
la historia del Colectivo por cuatro razones. 1. Convergen diversas trayectorias vitales,
polticas y metodolgicas. 2. Se trabaja intencionalmente el tema de las masculinidades
desde la perspectiva de gnero. 3. Se establecen las bases de la propuesta pedaggico
metodolgica del Colectivo, centrada en el componente emocional y corporal. 4.
Finalmente, se pacta un compromiso colectivo de cambio, en el primer ejercicio de
reconocimiento como sujetos de gnero (Guttman, 1998: 48).
Compartimos vivencias, hicimos un taller en el que elaboramos mscaras y luego las
deshicimos a pedacitos para despojarnos de ataduras sociales, soamos con la posibilidad
de modificar nuestras vidas y terminamos con un ritual de fuego y, con base en una
dinmica sugerida en el libro Rehacerse Hombres de Juan Carlos Kreimer, firmamos un
compromiso personal y colectivo para cambiar nuestras vidas en cuanto hombres y en el
ejercicio de masculinidades, y las relaciones de gnero (Garca, 2012, entrevista).

En ese sentido, en su etapa inicial, el Colectivo se acerca a la perspectiva espiritual


desarrollada por Kreimer(1994), a travs de la adaptacin de actividades de su
propuesta metodolgica, especialmente con la incorporacin de algunas tcnicas
asociadas a la realizacin de rituales, sin llegar a ser mitopoticos en la acepcin
anglosajona, ni buscar la restauracin de la masculinidad profunda, sino orientando el
trabajo hacia el cambio de las relaciones de gnero y la toma de conciencia como
sujetos de gnero, acercndose de esto modo ms a los intereses profeministas.
A partir de este punto, el grupo adquiere una dinmica de encuentros informales,
talleres, tertulias y comienzan a establecer vnculos fuertes de amistad que afianza el
sentido de colectividad, el cual se materializa en doble va, como proceso de
consolidacin organizativa y escenario de reto a la masculinidad en su definicin
normativa y como huida de lo feminizado.
Lo que nos mantena ms eran los encuentros amistosos y tertulias, de poner temas entre
nosotros e irnos revisando crticamente acerca de esos temas, tuvimos muchas
conversaciones sobre paternidad, sexualidad, pensando en el compromiso del cambio. Lo
que nos ligaba fue una alta expresividad y que empezamos a generar relaciones afectivas
muy fuertes muy rpidamente, quizs porque nos dbamos la libertad de ser afectivos, por
ejemplo, en un apartamento en el que yo viva en el centro, era estar 10 de nosotros y era
de estar uno echado encima del otro y uno le acaricia la cabeza a otro, o sea, una vaina

68

fresca, diferente, de encontrar gente a la cual uno quera mucho, hoy todava hay
relaciones muy afianzadas, muy ligadas desde esa poca (Garca, 2012, entrevista).

Michael Sedler, plantea que la masculinidad hegemnica impone ciertas normas que
hacen que para los varones, a distintas escalas, no sea comn expresar sus ms ntimos
sentimientos, expresar ternura, mostrarse sobrepasados hasta las lgrimas (Sedler,
2007: 443). Normatividad que impone no mostrarse demasiado emotivo, reduciendo al
mximo la escala de expresividad entre hombres.
En este contexto, la amistad, expresividad y libertad emocional desarrolladas por
los miembros del Colectivo se convierte en un elemento embrionario en la
configuracin de las expresiones de afecto no convencionales, aun vigentes en la
organizacin, como la proximidad corporal, saludos con beso, el contacto fsico
permanente, las caricias y masajes corporales, los abrazos largos y pausados con
caricias en la espalda, sentarse o acostarse unos sobre otros, como prcticas que
trasgreden la vincularidad emocional y corporal entre hombres, lo cual se traduce en un
ejercicio personal y colectivo de desacato de la restriccin normativa de control
emocional. Prctica de resistencia que se conecta con la afirmacin de Toni Cade
Bambara, citado por Patricia Hill Collins, "la revolucin comienza con el yo, en el yo"
(Collins, 1990) y podra agregarse, que en el cuerpo y de manera colectiva.
Los pelaos tenan un avance fundamental en la prctica cotidiana de
relacionamiento, era casi como enfrentarse a barreras sociales para poder ser expresivos
entre hombres (Garca, 2012, entrevista). En esa perspectiva, es pertinente resaltar que
el valor de esa resistencia, radica en que la expresividad alcanzada entre sus miembros,
implic un trabajo personal y grupal intenso en la generacin de las condiciones
necesarias para reflexionar, nombrar, llorar, acompaarse crticamente e ir venciendo
progresivamente las restricciones a la proximidad, la vincularidad y el mundo
emocional, como lo registra este par de testimonios antes lloraba para dentro, en los
talleres con los pelaos aprend a llorar para afuera (Ruz, 2012, entrevista). Anglica y
Jazmn planteaban, `ustedes van a hacer un taller para aprender a llorar, para aprender a
abrazarse y dijeron, aqu vamos entrar en una fase muy personal de movilizacin y
nosotras estamos impidiendo que los muchachos se suelten, mejor nos retiramos (Ruz,
2012, entrevista). La salida de estas mujeres del proceso marca la entrada a un tiempo
de trabajo grupal exclusivo entre hombres.
A nivel de las relaciones externas, la intensidad del trabajo, el manejo del tema,
la innovacin y experticia metodolgica que se fue adquiriendo en el proceso interno,
69

genera que ese mismo ao se invite al grupo a realizar proyectos con y para varias
instituciones, como La Red de Solidaridad Social, Asesorar y Cenfor. En ese momento,
como respuesta a la necesidad de soporte jurdico para poder realizar contratos, se
conforma una organizacin que brinda soporte legal y un marco de trabajo institucional,
la Asociacin Colombiana Juventud y Ciudad JUCI. Un dato que no se logr
establecer con precisin es en qu momento se empieza a usar su nombre actual,
Colectivo Hombres y Masculinidades, se tiene claridad en que se define durante un
encuentro informal entre Carlos Ivn y Javier Omar, en la casa del ltimo. No obstante,
en la Lnea del Tiempo se estableci que empieza a utilizarse como tal entre 1998 y
1999. Este uso no excluye que se mantenga la relacin estratgica con JUCI.
Con esta organizacin como paraguas para el accionar del Colectivo, se inicia la
labor de traducir la experiencia de encuentros y tertulias interna, y se convierte en una
propuesta de siete talleres para el fortalecimiento de las masculinidades nosotros
fuimos conejillos de indias de nosotros mismos (Lnea del Tiempo, 2012). Con este
diseo se consolida la propuesta metodolgica inicial del Colectivo y se lleva en 1998 a
varios colegios de tres localidades de la ciudad: Santa Fe, Ciudad Bolvar y Tunjuelito.
La propuesta, para trabajar con grupos mixtos, consista en realizar los talleres
partiendo de lo personal, realizando aproximaciones vivenciales y reflexivas a nivel
corporal, afectivo y emocional para la transformacin de las identidades masculinas y
femeninas. La implementacin de estos talleres tiene un dato anecdtico, no tenan
costo pero implementaron la estrategia de recoger aportes voluntarios en monedas, para
solventar los costos mnimos de materiales y as hasta 1999. Este hecho permite precisar
que en Colombia, slo hasta la dcada del dos mil, se empieza un proceso creciente de
destinacin de recursos limitados pblicos y de la cooperacin para el trabajo con
hombres y masculinidades. Por otra parte, a principios de ese ao, el Colectivo cae en
un proceso de dispersin parcial con la salida del pas de algunos de sus miembros y por
el cambio de escenario laboral de otros.
Otro hito que marca la historia pedaggica y metodolgica del Colectivo, sucede
ese mismo ao, se realiza el primer taller de pintura corporal en Santandercito,
Cundinamarca, en este encuentro se logra un salto cualitativo muy recordado por los
hombres del Colectivo, debido a su poder liberador, se trata de la llegada al desnudo
corporal en un espacio colectivo, como contestacin y fractura a las restricciones de la
desnudez entre hombres. Se incorpora entonces el desnudo como instancia
transformadora de la masculinidad (Ruz, 2012, entrevista). El Colectivo utiliza una
70

interesante metfora donde representa la masculinidad hegemnica como un nudo que


va conteniendo la humanidad de los hombres y sujeta sus cuerpos, modos de estar y
relacionarse en el mundo. La alternativa pedaggica que propone el Colectivo para
desatar esa masculinidad patriarcal es el desnudo, desanudar las inscripciones
subjetivas y corporales que limitan el desarrollo humano de los hombres, para que stos
puedan conectarse con sus cuerpos, su deseo y emociones.
En la primera mitad del 2000, el Colectivo consolida nuevamente la dinmica
organizativa y experimenta tres momentos muy significativos. En el primero empieza a
proyectar su trabajo organizativo a nivel poltico y acadmico en trminos de ciudad y
pas, en el contexto local realiza el Encuentro Distrital de Hombres, con la Universidad
Javeriana y el apoyo del Instituto Pensar; espacio dirigido a estudiantes universitarios,
empleados, profesores y personas del sector social que convoca a cien hombres y cien
mujeres. La trascendencia de este espacio radica en que se convirti en el primer
encuentro de masculinidades en Bogot y el segundo en el pas. Con l buscaron instalar
la pregunta por el significado de ser hombre en Bogot y posicionar el tema de las
masculinidades como un tema para la agenda pblica.
A nivel acadmico, en 2001, participan en el Diplomado en Gnero, organizado
por la Universidad Javeriana, como responsables del componente de masculinidades,
introduciendo la perspectiva relacional de gnero problematizando la visin que asocia
gnero con mujeres y la revisin crtica de las masculinidades como tema de trabajo
personal e investigacin social. En el mbito nacional empiezan a posicionar su
actividad acadmica con la participacin de Carlos Ivn Garca y Fredy Gmez, en un
evento en Medelln organizado por el Centro Interdisciplinario de Estudios de Gnero
CIEG de la Universidad de Antioquia y presentan el trabajo La masculinidad como
campo de estudio y de accin social".
En el segundo momento, realizan la primera versin del proyecto
Conversatorios Entre Hombres con el Departamento Administrativo de Bienestar
Social de Bogot DABS, con el cual tienen un impacto de ciudad muy importante por
tratarse del primer ejercicio de poltica pblica dirigido hacia hombres que se lleva a
todas las localidades, donde el tema central es revisar la experiencias de los hombres
como sujetos de gnero y las masculinidades como objeto de preocupacin social en el
desarrollo local y la vida de las mujeres. Sin duda esta experiencia configurara la
masculinidad como una categora poltica e instala en la ciudad la pregunta por el papel
de los hombres como sujetos de las polticas pblicas de gnero.
71

En el tercer momento, se constituye jurdicamente la Asociacin Colectivo


Hombres y Masculinidades, conformada por 29 hombres, convirtindose esta accin en
un hito y en la afirmacin poltica por el trabajo de cambio personal como hombres y de
la centralidad del tema de las masculinidades como un eje para contribuir al desarrollo
humano y alcanzar la equidad entre los gneros. Despus de 1997 y a hasta el 2004 se
integran de manera individual las personas que conforman la segunda y tercera
generacin del Colectivo, en su mayora estudiantes universitarios o profesionales que
llegan a travs de relaciones laborales y de investigacin con Carlos Ivn y Javier Omar.

La diversidad humana del Colectivo


Localizar las masculinidades implica como lo propone Nez preguntarnos cuando
hablamos de `los hombres, qu queremos decir? A qu nos referimos? Cul es la
condicin ontolgica de `los hombres? Cmo conceptuamos nuestra aproximacin a
esta realidad? Cules son las consideraciones epistemolgicas y tericas para
aproximarnos a la realidad llamada `hombres? (Nez, 2004: 27). O cmo subraya
Abarca Cul es la representacin de lo masculino que opera como modelo de
identidad genrica y sexual? Existen quiebres en el discurso dominante? Existen
diferencias segn edad y nivel socioeconmico? (Abarca, 2000: 241).
Partiendo de la premisa que ni los hombres, ni las masculinidades son
construcciones transparentes (Nez, 2004) localizo al Colectivo como una
organizacin con apuestas tico polticas claras sobre las construcciones identitarias de
los hombres y las masculinidades en el marco de las relaciones de poder y como
alternativa al sistema patriarcal de gnero. Organizacin donde la diversidad adquiere
matices y posicionamientos polticos individuales y colectivos, a travs de los cuales los
hombres enuncian su lugar como sujetos productores de gnero, las mujeres como
coproductoras de la masculinidad social y los hombres trans masculinos como
desestabilizadores de la nocin tradicional de la masculinidad, originando desde la
diferencia rupturas en las formas hegemnicas de identidad, representacin y
vincularidad poltica con las masculinidades.
En ese sentido, actualmente la diversidad humana del Colectivo la conforman
sujetos que se reconocen como hombres (lase no machos, ni varones) que se distancian
de la masculinidad hegemnica; sujetas que se reconocen como mujeres y sujetos que se
reconocen como hombres con experiencias de vida trans (lase no varones trans).
Posicionamientos que indica, por un lado, la heterogeneidad en las formas de producir
72

la identidad como hombre (no hegemnico, transmasculinos, feminista, profeminista) y,


por otro, el ensanchamiento y la coexistencia de diversas maneras de conceptualizar la
masculinidad en el Colectivo35. En esa perspectiva encuentro que la nocin de hombre y
el significado de sujeto hombre, es entones contingente, complejo, se abre, se muestra
heterogneo, adopta formas diversas, fragmentadas y cambiantes (Minello, 2002: 727).
De ah su potencial poltico como agente colectivo que se resiste al sistema patriarcal.
El Colectivo lo integran, con presencia, intensidades y dinmicas diferenciadas,
sesenta personas, 47 hombres, once mujeres y dos hombres trans, con trayectorias y
posicionamientos heterogneos autoreconocidos como mestizos. De modo diferencial,
su estrato socioeconmico es medio y bajo, donde mayoritariamente los hombres de las
nuevas generaciones residen en barrios populares de diversas localidades, especialmente
las de Rafael Uribe Uribe, Bosa, Fontibn y Usaqun.
En materia de composicin etarea hay adultos, adultos jvenes, jvenes y
adolescentes. La relacin de las generaciones del Colectivo con las edades de sus
integrantes tiene la siguiente lgica: de la primera a la tercera generacin se encuentran
hombres adultos y adultos jvenes, quienes se integraron desde 1997 hasta 2004. En la
cuarta generacin (2005 a 2008) se da el ingreso masivo de mujeres jvenes y
adolescentes, en este momento el Colectivo vuelve a ser mixto. En la quinta generacin
(2008), ingresan jvenes y adolecentes. En la sexta generacin (2010) se unen hombres
trans jvenes. En la sptima generacin (2011) se vinculan hombres y mujeres jvenes.
A partir de la cuarta generacin el ingreso de personas al Colectivo se da
mayoritariamente a partir de la articulacin en procesos especficos como la Campaa
del Lazo Blanco y el trabajo en colegios. Composicin que refleja que el Colectivo est
conformado mayoritariamente por jvenes y adultos jvenes.
En trminos de relaciones intergeneracionales se evidencia un alto nivel de
interaccin y la existencia de un discurso unificado orientado a aceptar y promover la
produccin de nuevos lenguajes, estticas, expresiones sociales, culturales y sexuales en
los miembros del Colectivo. En ese sentido, se asume la diferencia y el dialogo inter e
intra generacional como potencialidad del Colectivo, a travs de los cuales se estimula
la creacin de vnculos de proximidad y nuevas formas comunicacin, referidas a la
bsqueda de lenguajes propios, a la exploracin de diferentes modos de expresar sus
35

Los contenidos de la masculinidad tanto para los hombres, hombres trans y mujeres del Colectivo son
diversos. Esta investigacin no tiene como propsito recogerlos, lo que s logr establecer, es que el punto
de convergencia para estos sujetos es la construccin del sentido y la prctica de ser hombre a partir del
cuestionamiento del modelo hegemnico de la masculinidad.

73

realidades, de tramitar sus apuestas tico polticas, de relacionarse con el entorno


familiar y de producir nuevas formas de llegar a acuerdos y pactos sobre la sexualidad
(Lnea del tiempo, 2012). Por otra parte las relaciones y posiciones de poder, de entrada,
no son adultocntricas, en el sentido que buscan construir otras lgicas de
relacionamiento frente al poder, donde el punto de conexin es el sujeto, no su situacin
etarea, sexual, genrica o econmica. Prcticas que refrendan ese discurso pueden
localizarse en dos experiencias concretas, por una parte, que el cargo de presidente de la
Junta Directiva de la Asociacin entre 2009 y 2011, lo haya ocupado un hombre joven.
Asimismo que dos proyectos emblemticos para el Colectivo, a nivel nacional y local,
como la Campaa del Lazo Blanco y Masculinidades Transgresoras fueron
coordinados por hombres, hombres trans y mujeres jvenes.
No obstante, existe un elemento para el anlisis crtico en las relaciones
intergeneracionales, referido a otro nivel de las prcticas, relativo a que en la
construccin de relaciones afectivas de poder se hace la proyeccin, en los hombres
ms adultos del Colectivo, de una imagen paternal, lo que se explica en parte por los
vnculos de proximidad que stos construyen, especialmente, con las nuevas
generaciones. As lo registra este testimonio,
Yo he identificado que los ms jvenes hemos buscado como una especie de padres
dentro del Colectivo, y hay unos padres que tienen demasiados hijos. Esas son cosas que
se van dando, yo no soy consciente en el momento que busco a mi padre en el Colectivo,
pero s pasa y siento que tengo a mi pap en el Colectivo y as pasa, pero particularmente
con los jvenes. Mientras que con otras generaciones principalmente anteriores se maneja
ms como por ideales y por metodologas (Sarmiento, 2012, entrevista).

Esta circunstancia puede resultar paradjica, porque justamente la apuesta tico poltica
del Colectivo radica en la transformacin y el desarrollo personal en lo colectivo, sin
embargo, se corre el riesgo de cruzar la fina frontera entre el cuidado mutuo de manera
horizontal y asumir comportamientos paternales, donde se pueda producir algn tipo de
jerarqua y/o subordinacin en la interaccin.
Un componente que permite evidenciar un posicionamiento diferencial en el
proceso de construccin del sentido de lo organizativo, se estructura alrededor de la
sexualidad, como un factor constitutivo de los sujetos individuales y de la experiencia y
proyeccin poltica del sujeto colectivo. La pregunta por este tema se inscribe en la
discusin sobre si los procesos organizativos de hombres y masculinidades que se
adelantan en Amrica Latina son inminentemente espacios heterosexuales o es la
heterosexualidad lugar de construccin de una identidad poltica de las organizaciones.

74

En particular, el Colectivo posee una postura generalizada acerca de que ste es un


espacio abierto y plural que no se construye o representa como una organizacin
heterosexual, as la mayora de sus miembros experimente prcticas de esta naturaleza.
El Colectivo s se ofrece como un espacio amplio y abierto donde yo puedo llegar con m
particularidad, con mi especificidad y all lo vivo. Yo s que tengo el espacio de
aceptacin, entendimiento, comprensin y acompaamiento all. Por ejemplo, llegan a la
casa algunos y me presentan su novia, pero a los tres meses me presentan el novio.
Porque el Colectivo, incluso en el imaginario en general es muy abierto, por el hecho de
haber roto los paradigmas del modelo patriarcal (Ruz, 2012, entrevista).

Por experiencia personal, debido al conocimiento previo del Colectivo, por la


convivencia cotidiana durante cinco semanas de trabajo de campo y por los testimonios,
puedo afirmar que el Colectivo se configura como un espacio organizativo y humano
para el real desarrollo de la diversidad de experiencias acerca de la sexualidad, el deseo
y el gnero. Entre sus miembros se reconoce la diversidad de prcticas hetero, homo y
bisexuales y este registro abre, con un profundo carcter subversivo, mltiples
posibilidades relacin erticoafectiva para la experiencia de la sexualidad y el gnero
al interior o por fuera del Colectivo. El siguiente testimonio sugiere la diversidad de
experiencias sexogenricas que se encuentran all. Yo creo que el asunto de la
orientacin sexual se ha tocado pero de una manera muy plural, aqu estamos todo tipo
de hombres y la sexualidad no se limita a lo hetero (Garca, 2012, entrevista).
Se origina de esa manera, en la prctica cotidiana de la organizacin, una
expresin poltica de resistencia que desestabiliza el modelo binario heteronormativo
(Connell, 1997), que ms all de instaurase como una reflexin discursiva colectiva, se
produce en la prctica cotidiana de sus miembros. En ese sentido es preciso recordar las
palabras de Scott, si la oposicin binaria y el proceso social de relaciones de gnero
forman parte del significado del propio poder; [y] cuestionar o alterar cualquiera de sus
aspectos amenaza a la totalidad del sistema (Scott, 1999: 24), esas prcticas y la
apertura a potenciales prcticas, se traducen en rupturas al sistema patriarcal.
Con todo, esta experiencia no es homognea ni totalizante, resulta que se ha
identificado en hombres jvenes posturas de este tipo: Cmo as, yo marica? Yo soy
heterosexual! Yo soy hombre! (Lnea del Tiempo, 2012) o en adultos que asumen un
discurso en el cambio personal como masculinos, pero son homofbicos" (Garca, 2012,
entrevista). De manera, que si bien el Colectivo es un espacio para la pluralidad,
subsisten procesos de cambio personal en trnsito, orientados a pasar de la homofobia a
(como en la mayora de los sujetos) la ruptura con la heteronormatividad como eje
determinante de las identidades masculinas. En relacin a la sexualidad yo siento que
75

ya hemos pasado el nivel de tolerancia, ya no es que te tolero, ya hemos pasado eso, ya


hay un poder mirar al otro y reconocerlo, ya no nos cuesta, ya no hay el dolor, ya no hay
la piquia, no hay el malestar y los pelados lo hacen (Huertas, 2012, entrevista).
En este trnsito de la identificacin a la eliminacin de las remanencias de la
homofobia, se debe advertir que los procesos personales son diferenciados y que el
ingreso de hombres y mujeres al Colectivo no significa que posean una conciencia
crtica en este u otros temas de igual complejidad, porque quiz la bsqueda por la de
construccin del modelo hegemnico es el motivo de la vinculacin y que los procesos
de cambio personal y colectivo tienen dinmicas, tiempos e intensidades diferenciadas.
En cualquier caso, la mirada autocrtica del Colectivo expresa la necesidad de disear
estrategias pedaggicas en dos direcciones, hacia la apertura de espacios amplios de
formacin temtica y conceptual en temas como la diversidad sexual, y hacia el trabajo
experiencial para la compresin, a nivel personal, de los posicionamientos
antipatriarcales respecto al tema.
Retomando la localizacin de caractersticas que configuran la diversidad
humana del Colectivo, a nivel de escolaridad, el promedio de sus integrantes se ubican
en la educacin superior desde el nivel tcnico, pasando por el profesional (representa la
mayora entre estudiantes y graduados) hasta el doctoral (minora). Esta particularidad
sugiere que las personas que lo integran tienen o pueden acumular un capital social y
cultural alto, ms all de su situacin econmica, donde el acceso a diferentes ramas del
conocimiento ampla las posibilidades individuales y colectivas para complejizar la
reflexin y anlisis temticos, lo cual promueve que haya mayor circulacin de nuevos
conocimientos y de all se deriven aportes para las producciones del Colectivo.
Asimismo, contribuye a la incorporacin de las masculinidades a nuevos escenarios. En
suma se puede afirmar que el Colectivo posee un capital social y cultural acumulado
creciente, en forma de conocimiento acadmico en diversas reas, capital que se traduce
en la produccin discursiva que da soporte a su apuesta tica, pedaggica y poltica.
Un elemento que resulta de la interseccin entre nivel escolar y clase social, se
localiza en el encuentro entre hombres jvenes provenientes de sectores populares y
hombres adultos con un capital social y cultural alto, de cuyo relacionamiento, sin
desconocer otros factores personales y familiares, se alimenta el deseo y la necesidad
manifiesta de los jvenes de acceder a niveles de educacin superior. Un tema que no
desarrollo en profundidad, pero me interesa resaltar, se refiere a las diferentes
trayectorias que tienen estas dos generaciones en el proceso de politizar del tema de la
76

masculinidad, por una lado los hombres adultos de clases medias provienen de procesos
sociales, de la militancia en la izquierda, de experiencias laborales con el estado y de
procesos de educacin superior, espacios donde lograron transformar sus preguntas y
malestares individuales en procesos colectivos de cambio, o lo que podra llamarse
politizacin desde los mrgenes de la masculinidad. Por su parte, los hombres, hombres
trans y mujeres jvenes, si bien parten de sus malestares y bsquedas, el contacto con el
Colectivo les permite interpretar ese malestar en el marco de la crtica patriarcal.
En sntesis, la diversidad del Colectivo est compuesta de hombres, mujeres y
hombres con experiencias de vida trans, personas con orientacin sexual diversa con
prcticas hetero, homo y bisexuales, donde predominan personas jvenes y adultas
jvenes, a nivel tnico es un grupo de personas que se reconocen mestizas, provenientes
de estratos socioeconmicos medios y populares, localizados en zonas urbanas, con un
nivel escolar profesional con estudiantes y graduados, con articulacin laboral en
sectores sociales y acadmicos, con experiencias estticas, polticas y culturales
mltiples, a travs de expresiones como la escritura, la danza, el grafiti, entre otras.
Composicin que permite definir los lugares desde los cuales el Colectivo est
produciendo sus discursos y prcticas, que a su vez, lo dotan de singularidad en el
marco ms amplio de las experiencias de trabajo con hombres y masculinidades a nivel
nacional y latinoamericano y en cmo stas le hacen frente a las relaciones sociales que
producen la dominacin tnicoracial, de clase y gnero.
Consolidacin organizativa del Colectivo
La consolidacin organizativa del Colectivo se da como un doble proceso, a nivel
interno a travs de desarrollo conceptual y pedaggico que sustenta el abordaje de las
masculinidades y la intervencin metodolgica con grupos especficos de hombres,
hombres trans y mujeres y, a nivel externo, con el posicionamiento poltico del tema de
las nuevas masculinidades y la equidad de gnero. En un ejercicio de sntesis 36,
identifico los avances temticos y polticos del Colectivo, en cinco trayectorias que dan
cuenta de su consolidacin y proyeccin a nivel local y nacional.
Los hombres como sujetos de gnero
El Colectivo inaugura la perspectiva de gnero y masculinidades en su experiencia
organizativa cuando instala la pregunta por los hombres, ya no como la representacin
36

En este ejercicio de sntesis condenso la revisin del archivo del Colectivo y ms de cuarenta proyectos
ejecutados por el Colectivo con agencias de cooperacin, instituciones pblicas y proyectos propios.

77

de lo humano universal, sino como individuos que son el resultado de un proceso de


sujecin a una cultura especfica, lo cual implica unas representaciones y disposiciones
sobre su cuerpo y subjetividad, como lo explica Nez los sujetos han sido
posicionados, a travs de un complejo proceso de socializacin, en determinadas
coordenadas culturales de gnero [que] involucra en s mismo una serie de expectativas
de ser: de percepcin, de pensamiento, sentimiento y accin. Se trata de un discurso
integrado en una tecnologa de poder operante sobre los sujetos, en la construccin de
sus subjetividades y cuerpos (Nez, 2004: 29).
La pregunta por los hombres como sujetos con gnero, en el Colectivo, a
diferencia de la experiencia de organizaciones como Coriac, que la instaura a partir de
la cercana con organizaciones feministas, se visibiliza a partir de las tensiones
cotidianas y los malestares de sus miembros con el sistema de gnero patriarcal, tensin
que se localiza particularmente en conflictos con la experiencia de la paternidad (padres
que ejercen violencia contra la madre o contra ellos, controladores e imponentes y/o
ausentes), relacin que como lo indica Viveros pone al descubierto una serie de
carencias e inconformidades masculinas (Viveros, 2011: 114) hasta entonces
invisibilizadas. Asimismo lo sitan en relaciones problemticas con las mujeres y otros
hombres, en preguntas por la sexualidad normativa y en una vida emocional
confrontada entre el deber ser (norma) y la experiencia concreta. Respecto a la situacin
emocional esta se complejiza con la ausencia de espacios de reflexin y expresividad en
los cuales tramitar el malestar, situacin subjetiva que lleva a los jvenes a realidades
vitales complejas como el abuso del alcohol y a cuadros de depresin y estrs.
En los jvenes veo un vnculo por ausencia emocional, cuando se dan cuenta de que en
sus vidas la figura masculina es tan diluida, tan borrosa, tan viscosa y encuentran que hay
un grupo de hombres que les brindan un colchn emocional, cercana, acompaamiento,
entonces se enganchan. Claro ellos llegan y ven un Javier Omar o un Carlos Cordobs,
Omar Olaya y los ven como tan familia. Ellos empiezan a generar una familia entre ellos,
entre estos grupos de jvenes y lo que hacen es seguir la directriz, entonces ah siento que
ellos encuentran una referencia de masculinidad (Huertas, 2012, entrevista).

Este tipo de relaciones problemticas con el gnero a nivel personal, familiar y social,
son una constante en todas las generaciones del Colectivo, donde resalta la alta
conflictividad como hijos e hijas con la paternidad. Muestra de ello, son las experiencias
de vida de uno de los hombres jvenes de las ltimas generaciones que antes de ingresar
al Colectivo, sostuvo enfrentamientos fsicos con su padre y repetidos episodios de
depresin profunda que lo llevaron a experimentar tres intentos de suicidio. Otra
referencia a esa permanencia la indica este testimonio,
78

Uno de los pelaos tiene un pap cuya visin para lo masculino es la del man para el
trabajo, entonces permanentemente le seala todas esas maricadas que usted se inventa,
Aqu lo concreto es producir mijo!, obviamente el modelo es sper machista, donde
todo el tiempo lo est criticando en su msica, su gusto, su pelo, todo un rechazo a su yo,
y ese pelao encuentra a un espacio afectivo, un espacio de conversacin y ese mismo
modelo podra situarlo 15 aos atrs, con otros de los pelaos que en ese momento estaban
entrando, entonces, hay historias repetidas (Garca, 2012, entrevista).

En ese contexto, se puede afirmar que la politizacin de la masculinidad y el gnero


parte de una malestar frente al sistema, de la experiencia de desajuste con los
parmetros definidos desde el enfoque normativo sobre cmo experimentar el ser
hombre, de manera que el Colectivo abre espacios donde los hombres se permiten
cuestionar el ser hombres desde una masculinidad patriarcal (Huertas y Otros, 2009:
45), y se configura como un espacio seguro, protector y poltico para el desarrollo
humano, donde los sujetos pueden tramitar sus preguntas y ganar conciencia sobre sus
procesos personales de cambio, que guardando distancias con lo experimentado con las
mujeres y el feminismo en los aos setenta, lo convierte en un grupo de autoconciencia,
que le permite a los hombres reconocerse como sujetos de gnero. Lo que yo encuentro
es un espacio en el Colectivo en donde hay hombres que tambin entienden mis
angustias y mis inquietudes y aunque no den respuesta a mis preguntas, son vlidas para
ellos, eso me hace encontrarme (Huertas, 2012, entrevista). Este espacio de
autoconciencia se construye a partir de elementos como el establecimiento de vnculos
personales de amistad muy fuertes y se consolida a travs de encuentros informales
tertulias, talleres y campamentos en los cuales se le otorga centralidad al trabajo
afectivo, emocional y corporal como dispositivos para afianzar el compromiso del
cambio.
Producto de esta nueva posicin epistemolgica, el Colectivo incorpora la
perspectiva relacional de gnero (Gomriz, 1997; Scott, 1999), y la concibe como el
marco interpretativo de los hombres en tanto portadores de gnero y de la produccin
relacional de la masculinidad. Con esa incorporacin ampla la concepcin
estereotipada de gnero igual a mujer(es) (Viveros en Faur, 2004: 18) y la apropia como
una categora que refiere a la construccin del sentido de ser hombres y mujeres y a las
distintas posiciones que ocupa cada quien en las relaciones de gneros (Connell, 1997).
Este hecho se explica en el marco general de lo que vena sucediendo en la
regin como lo registra Viveros, las publicaciones sobre los hombres como seres
marcados por el gnero slo comenzaron a realizarse en Amrica Latina desde finales
de la dcada de los ochenta. Hasta ese momento, la identificacin de los varones con lo
79

humano, y con una serie de privilegios haca invisible su problemtica de gnero. Fue
necesario que los estudios feministas y de gnero entendieran la importancia del aspecto
relacional de este concepto para que las preocupaciones sociales en torno a los varones
y las masculinidades se abrieran camino (Viveros en Faur, 2004: 17).
En esa lnea, el Colectivo argumenta que al implementar una perspectiva
relacional se est abriendo terreno para que el trabajo sea inclusivo y si se quiere ms
integral, al incorporar a hombres y mujeres por igual en la luchas contra el sistema
patriarcal de gnero, sin que con ello se desconozca la pertinencia de las luchas
particulares tanto de las mujeres como de los hombres (Huertas y Otros, 2009: 46), ni
las particularidades de mujeres y hombres frente a la experiencia masculina. De manera
notable y como consecuencia de este marco interpretativo, el Colectivo concluye que la
masculinidad como producto social excede a los hombres como sujetos marcados que
producen y otorgan gnero, fisurando de esa manera la nocin conservadora que asume
como natural, la relacin macho, hombre, masculino, bajo el principio biolgico de la
genitalidad. Se puede concluir, entonces, que la masculinidad no es un asunto
exclusivamente masculino, sino por el contrario una cuestin relacional (Viveros,
2002:48) o en palabras del Colectivo, que la masculinidad no es un modo de estar en el
mundo exclusivo de los hombres, sino que es un sistema de ideas y de prcticas que
tambin las mujeres construyen en sus vidas (Huertas y Otros, 2009: 47).

De la deconstruccin del patriarcado a las Nuevas Masculinidades


Con la conciencia de ser sujetos de gnero y el compromiso de cambio en tanto
hombres, pero sobre todo con una experiencia viva de desajuste, el Colectivo realiza
una lectura crtica del contexto de las relaciones de gnero y ubica al patriarcado como
la fuente de la opresin de las mujeres y el malestar de los hombres. Entonces lo define
como el sistema que organiza la sociedad desde la lgica masculina desde la
valoracin diferencial de lo masculino sobre lo femenino, como un sistema que da a los
hombres el poder sobre las mujeres, estableciendo una cultura patriarcal que es
androcntrica (el hombre y lo masculino como medida de las cosas), homofbica (ms
que miedo a lo homosexual, es miedo al mismo hombre) y misgina (odio a las
mujeres) (Presentacin CHM, s/f). En consecuencia, bajo el presupuesto de replantear
el patriarcado en la vida de hombres y mujeres, emprende la tarea de que unos y otras
reconozcan en sus cuerpos y subjetividades la normativa masculina (Connell, 1997) o
dispositivos de gnero (mandatos roles, libretos discursos) que de ese sistema
80

tienen instalados, desde la socializacin, a travs de las pautas de crianza en la familia,


la escuela, los pares, la iglesia y los medios de comunicacin.
Durante, once de sus quince aos de trabajo, el Colectivo referenci al
patriarcado como el eje de intervencin para la transformacin del sistema de gnero y
particularmente de la experiencia masculina, pero sobre la necesidad descentrarlo como
explicacin de toda la experiencia masculina y de posicionar otros referentes, desarrolla
una apuesta tico poltica sobre la construccin de una masculinidad alternativa: las
nuevas masculinidades. Este trnsito marca un giro sustancial en su produccin
discursiva y prctica poltica. Desarrollo el anlisis de este tema en el prximo captulo.

Nuevas Masculinidades por la equidad de gnero


Con el posicionamiento poltico de las nuevas masculinidades, el Colectivo ratifica su
compromiso con la perspectiva relacional de gnero y asume como apuesta poltica la
equidad de gnero, bajo el presupuesto de que la equidad de gnero debe ir ms all de
un ejercicio de nivelacin de las condiciones de vida de la mujer (CHM, 2004), en
tanto refiere, al logro de la igualdad y la justicia real, como lo expresa su ideario tico
poltico en el cual se comprometen a promover la equidad como sendero hacia el logro
de una igualdad real y no formalista entre los gneros (Carta de Compromisos, 2011).

La eliminacin de la violencia contra las mujeres


La principal estrategia del Colectivo para materializar el compromiso de la equidad y la
igualdad real, se basa en la incorporacin de la eliminacin de la violencia contra las
mujeres como agenda poltica. En esta perspectiva, el Colectivo adems de mltiples
proyectos en los que instala este propsito como horizonte tico poltico, se posiciona
de manera pblica asumiendo la direccin y liderazgo de espacios como la Campaa del
Lazo Blanco, campaa mundial que busca la eliminacin de cualquier tipo de violencia
contra las mujeres, en ella asume la coordinacin para Colombia (2005). Se articula
como miembro en la campaa nacional Sin mi puo y con mi letra, promovida por la
Red Nacional de Mujeres en alianza con la campaa 'Ni Con el Ptalo de una Rosa' y el
Programa Integral Contra las Violencias de Gnero de UNIFEM, que promueve la firma
de un pacto de no agresin a las mujeres y el compromiso de cambio desde las
masculinidades (2009). Promueve la conformacin de la Red Colombia de
Masculinidades por la Equidad de Gnero y asume su coordinacin colegiada (2010).
Participa de la Red MenEnage como punto focal para Colombia (2007).
81

Nuevas Masculinidades, incidencia poltica y polticas pblicas.


A partir de las trayectorias anteriores el Colectivo se posiciona como un actor social
legitimo en el contexto de la lucha contra el patriarcado. Las acciones que le han
permitido desarrollar incidencia pblica son diversas, entre ellas se destacan, la
participacin en escenarios de construccin de polticas pblicas a nivel distrital, en
espacios como el Plan de Desarrollo, el Plan de Igualdad, la Poltica Pblica de
Juventud, la Poltica Pblica de Adultez, la Poltica de Seguridad Ciudadana y la
Poltica de Mujer y Gneros. Asimismo la participacin en escenarios colegiados como
el Equipo Multifuncional Contra la Violencia de Gnero, las Casas de Igualdad de
Oportunidades, la Mesa de Diversidad Sexual de la localidad Rafael Uribe; en la
participacin en campaas con otras organizaciones, como el hermanamiento de
campaas entre el Lazo Blanco, Violeta Vive (Alcalda de Bogot) y la Red Nacional de
Mujeres: Encuentre el rostro de la violacin y la Campaa Sin mi puo y con mi letra;
en la produccin y divulgacin de comunicados pblicos en temas como el rechazo al
feminicidio, en la realizacin de numerosas marchas de no violencia contra las mujeres
y el respeto a los derechos de la comunidad LGBT, en la promocin y acompaamiento
en la creacin de organizaciones que trabajan masculinidades a nivel nacional y en la
aparicin en medios de comunicacin como televisin, radio y prensa como referente
para abordar temas sobre los hombres, las nuevas masculinidades y eliminacin de la
violencia contra las mujeres.
En conclusin, la experiencia organizativa del Colectivo no slo es un referente
de la resistencia patriarcal en Colombia, sino que se convierte en claro ejemplo de los
trnsitos y compromiso poltico de las organizaciones profeministas en la regin.

82

CAPTULO IV
NUEVAS MASCULINIDADES COMO RESISTENCIA AL PATRIARCADO

Al terminar este debate, el hombre definido por la cultura hegemnica qued por lo menos desdibujado.
Tantos y tan diversos hombres no pueden quedar reducidos a una definicin que elimina la vida.
Javier Ruz
Construir nuevas masculinidades es bsicamente un proceso de humanizacin.
Javier Ruz

Nuevas masculinidades como discurso de resistencia


En este captulo examino las nuevas masculinidades como discurso de resistencia.
Centro el anlisis en el giro epistemolgico, tico y poltico que implica adoptar las
nuevas masculinidades como categora poltica en el Colectivo.
Inicio el anlisis con la hiptesis de que si bien se ha construido al patriarcado
como categora analtica que explica de manera universal la experiencia de los
hombres (Lerner, 1990; Moreno, 2007) y define el contenido de la masculinidad como
totalidad, la evidencia cotidiana y cientfica demuestra que la diversidad de experiencias
de la masculinidad desborda su posibilidad explicativa (Fuller, 1997; Gutmann, 1998;
Scott, 1999; Viveros, 2006), en tanto que la masculinidad ms all de ser una nocin
fija y esencial es al mismo tiempo la posicin en las relaciones de gnero, las prcticas
por las cuales los hombres y mujeres se comprometen con esa posicin de gnero, y los
efectos de estas prcticas en la experiencia corporal, en la personalidad y en la cultura
(Connell, 1997: 35). En esa medida, es necesario establecer la distincin entre el
patriarcado y el ser varnhombremasculino despojndolo de su uso tautolgico, en
tanto que, si asumimos como transparente, obvio por s mismo, quines son los
`hombres y en nuestros estudios asumimos de manera implcita que son machos
biolgicosmasculinosheterosexuales, estamos entonces asumiendo un ideologema
central del sistema sexognero que llamamos patriarcal, que supuestamente nos
interesa conocer y denunciar (Nez, 2008: 56).
Y tal y como expliqu al desarrollar la discusin terica acerca de las
identidades de gnero, asumo el ser hombre como proceso de construccin y la
masculinidad campo de representaciones en permanente disputa (Connell, 1997), por
tratarse de elaboraciones heterogneas e inestables. Por ello propongo un anlisis de la
categora hombre y masculinidad ya no como trminos transparentes sino como parte
de las luchas al nivel de la representacin y de la organizacin de las distinciones de

83

gnero (Nez, 2004: 13) sobre la base de que el proceso de construccin de `los
hombres como sujetos genricos no es homogneo y coherente (Nez, 2004: 29) y
las masculinidades son mltiples (Kimmel, 1992; Connell, 1997; Viveros; 2002). En ese
sentido, localizo los discursos del Colectivo como significados que hacen parte de la
lucha por las representaciones del ser hombre y las nuevas masculinidades como
posicionamientos que se resisten a ser generizados y asociados permanentemente al
modelo hegemnico patriarcal, en esa va y de acuerdo con Haraway, encuentro que la
negativa a convertirse o a seguir siendo un hombre o una mujer `generizados es una
insistencia eminentemente poltica (Haraway, 1995: 26).

Nuevas masculinidades como alternativa al patriarcado


Existe alguna diferencia en la comprensin de las masculinidades si se hace desde el
patriarcado o desde las nuevas masculinidades? Cules son los efectos prcticos de
abordarlo desde una u otra posicin para los procesos organizativos y el manejo
temtico? La respuesta desde la experiencia del Colectivo es categrica: s. Aunque el
patriarcado como categora para el anlisis del sistema social de dominacin es
completamente pertinente, abordar el trabajo sobre masculinidades desde el patriarcado
ofrece un marco interpretativo y explicativo limitado en funcin de la comprensin
contempornea de los modos en que es construida la masculinidad y cmo los sujetos
de manera situada le dan sentido a su ser hombre, como lo explican Pineda y Hernndez
el concepto de patriarcado, como concepto surgido desde enfoques estructuralistas en
las ciencias sociales, fue dominante en la conceptualizacin de gnero por mucho
tiempo, lo cual, dado que haca nfasis en la unidad de poder social y cultural que
ejercen los hombres, no dio espacio para la diversidad y el examen de las
contradicciones en los distintos grupos de hombres. La identificacin de los hombres
como patriarcas dejaba poco espacio para analizar sus costos y limitaciones en el orden
patriarcal e impeda el reconocimiento del carcter mltiple y fragmentado de las
identidades masculinas (Pineda y Hernndez, 2006: 156).
El siguiente testimonio ilustra de manera clara la necesidad del cambio y la
interpelacin que se le hace al Colectivo por una apuesta que no se explique desde el
patriarcado, sino que efectivamente se convierta en alternativa frente a ste.
Hasta el momento la puerta de entrada del Colectivo siempre haba sido sealar al
patriarcado para contrarrestarlo o ir en contra de, o deconstruirlo. Para este momento en el
2010 el tema de los hombres tiene un posicionamiento distrital y ya se ha agotado en el
distrito la mirada que estamos haciendo. Particularmente en varios escenarios yo hago
esas entradas y empiezan a cuestionarme y me dicen `pero ven vos ests en contra del

84

patriarcado pero lo primero que hacs es hablarme de patriarcado y entonces qu? Qu


me ests proponiendo? Entonces terminas ms que validando, perpetuando el discurso del
patriarcado, Entonces por qu no pasamos de ah? (Huertas, 2012, entrevista).

Esta

interpelacin

conduce

necesariamente

la

pregunta

cmo

estaba

conceptualizando el patriarcado el Colectivo? De la revisin de ms de treinta


documentos37, realizados entre el 2000 y el 2009, encuentro que el Colectivo delimita
de manera explcita al patriarcado a partir de su efecto en la estructura social, pero
particularmente a partir de los procesos de subjetivacin y los modelos de hombres y
mujeres que produce.
En Colombia, hombres y mujeres nos criamos en un sistema patriarcal de gnero. El
patriarcado desarrolla un libreto que aplica en la crianza y socializacin, crea un modelo
excluyente: en el modelo de Hombre, el sujeto se caracteriza por ser independiente,
proveedor, autosuficiente, fuerte de carcter, dominante, ganador, protector dueo, de
la vida pblica, controla emociones, el dolor, es violento. En el modelo de Mujer, el
sujeto se caracteriza por ser dependiente, al servicio de, abnegada, sumisa, est para ser
protegida, su lugar es la vida domstica, es sentimental, est para el sacrificio, tiene
permiso para ser expresiva y estar vinculada a lo emocional y afectivo, pero esto se ve
como una debilidad: lloronas. Las mujeres son de la casa la casa es el territorio para
el control, la crianza / responsabilidad por hijos/as, su orden e higiene. Los mandatos del
ser hombre se ubican en expresiones populares como: los hombres no lloran, tienen
control emocional, la prohibicin para ser expresivos, temor para vincularse
afectivamente, silenciamiento emocional. Los hombres son de la calle, en el mundo
exterior pueden hacer lo que les d la gana. El ltimo que llegue es una nia, la hombra
hay que demostrarla, se puede ganar, perder o despintar, hay que asumir desafos para
probarla. Porque te quiero te aporrio; condena a la exploracin, a una relacin grata con
el cuerpo, se construyen corazas. Aprenda a ser berraco! Extender hasta lo inhumano, los
lmites del dolor, la resistencia al fro, calor, cansancio, hambre. Un hombre no puede
aguantarse debe descargar no puede decir no! la mujer es un cuerpo recipiente, lo ms
importante es la penetracin, y nada o poco de erotismo (Presentacin CHM, s/f).

A partir de esa elaboracin discursiva, es claro que la concepcin del patriarcado como
identificador de las masculinidades est instalada y desde all se explica la existencia de
los hombres (mujeres y otros sujetos feminizados) como sujetos machistas que son
sistemticamente deshumanizados por el modelo sexo genrico hegemnico. Elemento
que si bien sustenta la resistencia antipatriarcal, descansa sobre una concepcin esencial
del hombre y de la masculinidad sobre la cual se ejerce una supresin a menudo
violenta de la heterogeneidad de lo(s) sujeto(s) en cuestin (Mohanty, 1997: 30).
Concepcin que deja ver su limitada capacidad explicativa, debido a que el patriarcado
como sistema no es incorporado consistente y homogneamente por todos los
individuos, y aunque ofrece una interpretacin del sistema sexo genrico, hasta el
momento no explica las relaciones, identidades y a los sujetos que en sus prcticas, de
37

Entre los cuales se incluyen propuestas e informes de proyectos, textos elaborados para acciones,
reflexiones metodolgicas y conceptuales sobre temas especficos, textos personales y herramientas
educativas como presentaciones en Power Point.

85

manera cotidiana, se resisten al modelo, debido a que una definicin puramente


normativa no entrega un asidero sobre la masculinidad (Connell, 1997: 34).
As, el argumento de Connell sobre si una colectividad de hombres tiene alguna
conexin con el proyecto hegemnico, pero no encarna la masculinidad hegemnica
(Connell, 1997: 39), indica la necesidad de disear una manera de teorizar su situacin,
de producir nuevos modelos tericos, no slo para conocer esa situacin sino para
visibilizarla y profundizarla. Una produccin terica de esa naturaleza abre en el
contexto colombiano, la posibilidad de conjugar las prcticas de las organizaciones de
hombres y el compromiso acadmico de teorizar sobre sus resistencias.
Volviendo a las presentaciones, en stas, reiterativamente se enuncia que frente a
los altos costos y lo restrictivo del patriarcado en la vida de los hombres y las mujeres,
es imperativo construir un modelo alternativo de masculinidad. Demanda profeminista
que no exige nicamente un modelo terico, como lo seala Connell (1995), sino un
modelo prctico de ser hombre y construir la masculinidad, que no se explique a la luz
del modelo regulativo patriarcal. Es importante perfilar otro modelo masculino hay
que hacer una historia distinta! el imaginario masculino requiere construir una nueva
identidad que permita a los hombres asumir una relacin equilibrada con las mujeres y
con otros hombres. De eso depende la construccin de una nueva cultura que libere
tanto a hombres como mujeres, de estructuras sociales de poder que imponen
condiciones autoritarias entre los gneros (Presentacin CHM, s/f).
No obstante en los discursos del Colectivo, no se localiza una propuesta concreta
sobre la construccin de esa nueva identidad, de una nueva subjetividad, de otros
modelos de masculinidad o sobre cmo se puede cristalizar la desconexin con los
imperativos patriarcales que generan la violencia y la deshumanizacin. El siguiente
texto ilustra de manera clara la ausencia de ese proyecto y asimismo la voluntad de
construirlo llegar a cuestionar todo el sistema patriarcal en la vida personal y social, es
enfrentarse a la pregunta por lo alternativo. Ello es lo obvio. Sin embargo las cosas se
complejizan cuando lo alternativo an no tiene nombre ni forma, porque por lo pronto
es un conjunto de sueos de distintas modalidades e intensidades, que se mueven ms
entre las incertidumbres que las certezas (Garca y Ruz, 2009: 70).
Respecto a los efectos prcticos que se derivan del abordaje del modelo
normativo patriarcal, stos se hacen evidentes en los modos de entender y orientar su
trabajo pedaggico y poltico. Por ejemplo, en la Campaa del Lazo Blanco se define
como propsito de la estrategia para el trabajo con hombres movilizar a los hombres
86

desde sus paradigmas de construccin masculina patriarcal y desconectarlos de los


imperativos que los han llevado al maltrato a las mujeres (Huertas y Otros, 2009: 46).
Sin embargo, esa movilizacin y esa desconexin dnde deja a los sujetos? Esto no
quiere decir que el Colectivo, en trminos de su trabajo con grupos y en su participacin
en espacios acadmicos, se quede en el patriarcado como paradigma y categora para
explicar las experiencias masculinas, lo que significa es que para ese momento no haba
articulado una propuesta poltica para cristalizar su resistencia.
Me dicen: `pero es que usted slo habla del patriarcado y claro tienen razn. Entonces
empiezo a mirar de qu tendramos que hablar y ah es donde aparece el concepto nuevas
masculinidades qu tiene eso de nuevo? Y Carlos Ivn desarrolla qu es lo nuevo y yo
empiezo a mirar que desde eso nuevo cmo s toco el patriarcado, pero ya no me doy de
frente contra l, o sea, ya no me interesa darle protagonismo. Lo que me interesa es saber
que la gente tenga conciencia de que esa postura existe, pero lo que ms interesa es que
sepa que hay otras, que hay otras posibilidades para la masculinidad y que es ah donde en
ltimas me interesa llevarlos, a que sin el patriarcado puedan encontrar referencias en sus
creencias, pero que terminen encontrndose en las prcticas de las nuevas masculinidades,
entonces desde ah empiezo a orientar el discurso (Huertas, 2012, entrevista).

Este testimonio sita el giro epistmico y poltico que lleva al Colectivo a instituir las
nuevas masculinidades como discurso y prctica de resistencia al patriarcado, donde si
bien ste sigue siendo localizado como un sistema de predomino cultural de lo
masculino en general, como referente humano, por sobre lo femenino y lo feminizado,
cuyos efectos no se quedan en lo simblico sino que tiene en efecto prctico en el
mundo, en las prcticas de las instituciones y de la gente (Garca, 2012, entrevista), ya
no define, como lo plantea Nez (2004), una condicin ontolgica de `los hombres, y
deja de conferrsele un lugar central para dar cuenta de la realidad llamada `hombres
(Nez, 2004: 27). Como alternativa, se sita a las nuevas masculinidades como
principio tico poltico para la transformacin de las masculinidades y como propuesta
de resistencia al patriarcado.
Por otra parte, el testimonio anterior ofrece la posibilidad de identificar un punto
de interface entre el sujeto colectivo y el sujeto individual, en el sentido que las
producciones acadmicas de sus integrantes, tienen un impacto directo en las
elaboraciones discursivas y metodolgicas en el resto del Colectivo. En este caso, se
evidencia que a partir de las nuevas masculinidades como elaboracin discursiva, tiene
lugar una apropiacin del concepto como sustento para orientar la prctica. De manera
notoria, se adapta a la metodologa taller y se le convierte en prctica, acto a travs del
cual se empieza a llenar de contenido la propuesta alternativa hasta entonces incierta.

87

Llevando el anlisis a otro plano y con el propsito de dar cuenta de este trnsito
en las perspectivas, realizo un ejercicio comparativo entre los discursos con los que el
Colectivo define sus bsquedas y se presenta socialmente. Para este fin contrasto dos de
sus plegables, uno de 2001 y otro de 2011, en ellos se aprecia el cambio cualitativo en la
incorporacin de un lenguaje de naturaleza poltica para situar una posicin
antipatriarcal. En el primero se hace referencia a caractersticas de un tipo de
masculinidad asociada a lo humano, donde si bien se registran elementos centrales del
patriarcado: el androcentrismo y la homofobia, carece de la fuerza poltica que le
imprime al segundo, donde sobresale la claridad e intencionalidad poltica orientada a la
transformacin del patriarcado a travs de dos propuestas, la equidad de gnero y las
nuevas masculinidades. Plegable 1. Nos reunimos para compartir el deseo de ser
hombres ms humanos y solidarios, ms tolerantes y afectuosos. Para ello adelantamos
procesos de deconstruccin de los patrones masculinos de crianza y de socializacin
deshumanizantes, androcntricos y homofbicos en los que hemos crecido (CHM,
2001). Plegable 2. Buscamos adelantar procesos de transformacin del sistema
patriarcal mediante el impulso de la equidad de gnero y de dinmicas de construccin
de nuevas masculinidades, desde una perspectiva relacional de gnero (CHM, 2011).

Nuevas masculinidades como apuesta tico poltica


Sito en tres registros, el establecimiento de las nuevas masculinidades como apuesta
tico poltica alternativa de resistencia al patriarcado. Inicialmente a partir del
reconocimiento al movimiento social de mujeres por su papel transformador de las
relaciones de gnero y porque es gracias a su accin que algunos hombres empezaron a
reaccionar frente al sistema patriarcal (Garca y Ruz, 2009: 33). Por otra parte, debido
a las demandas externas sobre el papel propositivo y de cambio que viene ocupando el
Colectivo a nivel local y nacional, y finalmente a partir de la crtica al uso coloquial del
trmino, que en Amrica Latina ha alcanzado un alto nivel de aceptacin gracias a la
accin, por un lado, de los medios de comunicacin con el anuncio de la crisis de la
masculinidad (Connell, 1997) y la promocin de nuevos modelos como el `nuevo
hombre metrosexual y por otro lado, de la industria cultural con la difusin masiva de
libros de texto sobre la fragilidad del poder masculino y la emergencia de nuevos
hombres (Gomriz, 1992; Faur, 2004; Viveros, 2007). En ese sentido la crtica al uso
coloquial de las nuevas masculinidades se expresa en los siguientes trminos.

88

Hay una versin muy light, muy superficial de las nuevas masculinidades, por ejemplo,
simplemente un hombre que llora es un neo masculino, me parece que desligar la
actuacin personal de preguntarse por la democratizacin del poder, justamente no le da
soporte a que sea un nuevo hombre. Un hombre que al contrario del pasado hoy si
cambia los paales, pero es el mismo sexista de siempre con sus compaeras de trabajo, o
que ahora es ms vanidoso y se hidrata la piel, de ah que para alguna gente la
metrosexualidad es una nueva masculinidad. Hay casos donde por ejemplo, compaeros
pueden ser ms afectuosos con los hijos o involucrarse ms en los espacios de la crianza,
pero ser unos hijueputas con las parejas. Entonces me parece que si dejamos correr
socialmente la idea de que las nuevas masculinidades es cualquier prctica
contempornea de los hombres, se est perdiendo su sentido poltico. Para m, s es un
marco muy exigente en todos los mbitos de la vida, del cambio y la nocin central es el
tema del poder, o si no, no es. Las nuevas masculinidades, no las veo como un punto de
arranque sino como una direccin del cambio, en la cual la pregunta por el poder, por su
renegociacin, democratizacin, por perder espacios de poder, tiene que darse en muchos
mbitos y respecto de muchos comportamientos de la vida y en un intento de buscar
coherencia (Garca, 2012, entrevista).

Por definicin, en perspectiva crtica, las nuevas masculinidades responden a la


pregunta por el poder en la construccin de la identidad de gnero de los hombres, en al
menos dos dimensiones, en el plano relacional de gnero, en todos los mbitos
cotidianos de la vida, con hombres, mujeres y personas con otras identidades como una
forma primaria de relaciones significantes de poder (Scott, 1999), y en el plano
estructural en las relaciones sociales, econmicas y polticas de un contexto histrico y
cultural situado. En consecuencia, lo que hace el Colectivo es la reapropiacin de un
concepto de uso popular y lo carga de sentido poltico. Para ello plantea una discusin
crtica sobre los riesgos que implica asumir dicha perspectiva e identifica tres posturas
para el abordaje de la misma 38.
En primer lugar, subraya el peligro de la novedad, en tanto, las nuevas
masculinidades podran nombrar el conjunto de prcticas de los hombres
contemporneos (Garca, 2009, entrevista). Lo cual se releva como difuso y riesgoso
porque all se puede incluir todo tipo de prcticas, desde lo ms renovador hasta lo ms
retrogrado, incurriendo en el riesgo de caer en el reciclaje de la cultura patriarcal, dada
su alta capacidad de adaptacin a los nuevos discursos y contextos (Viveros, 2007). Un
ejemplo de estas prcticas contemporneas son los hombres metrosexuales, como
sujetos que hacen nfasis en su cuidado fsico y el consumo esttico como rasgo
identitario. La crtica central a esta expresin es que los sujetos no confrontan su
participacin en el poder social y si bien su prctica individual contribuye al cuidado de
38

Esta discusin se establece a partir de dos documentos producidos en el Colectivo, por una parte, la
conferencia-presentacin Principios tico-polticos para la transformacin de las masculinidades
expuesta en 2009 en el Encuentro Nacional de Masculinidades en Bogot, y por el otro, el texto
Masculinidades hombres y cambios. Diagnstico de prcticas patriarcales en organizaciones sociales.
(Manual conceptual), producido por el Colectivo, para la Accin Ecumnica Sueca - Diakonia, en 2009.

89

la vida del sujeto (lo cual es muy valioso y deseable para los hombres), su postura
acrtica, no permite, por ejemplo, cuestionar los ideales estticos que convierten a las
mujeres en objetos sexuales, lo cual produce que su posicionamiento como nuevo
hombre39 carezca de soporte poltico y no aporte al balance del poder.
Otros casos que ilustran el riesgo de entender las nuevas masculinidades como
cualquier prctica contempornea, son por ejemplo, que se podra pensar que un hombre
que busca los productos para su cuerpo, como los que ofrecen las marcas Ego o Axe, es
un nuevo hombre, sin tomar una distancia crtica con los mensajes sexistas que
utilizan estas marcas como estrategias de mercadeo, donde se burla e insulta lo
femenino esencializndolo para legitimar la superioridad masculina. O que un joven que
asume una esttica andrgina, por defecto es un nuevo hombre, aunque ste como lo
indica uno de los sujetos, sea un hijueputa con la novia, en trminos del control, de la
celotipia tradicional, incluso de la agresin fsica (Garca, 2012, entrevista).
La segunda postura, seala caractersticas ms o menos consensuadas de lo que
se encuentra en la literatura y en experiencias en la regin: la (re)conexin emocional,
involucramiento en la crianza, prevencin y erradicacin de la violencia intrafamiliar y
de gnero, entre otras lneas de accin. Podra afirmarse que el Colectivo transit y
comparte estos consensos, no obstante, toma distancia crtica ante la lectura de los
riesgos que implica alinearse con tal postura.
Uno de los mayores peligros de esta posicin es caer en el lugar de lo
polticamente correcto, debido a que en Colombia ser machista no es polticamente
correcto, expresin que en parte se explica por lo que argumenta Faur se percibe cierta
deslegitimacin social del sistema patriarcal, que induce a la creacin de nuevos
discursos sobre la masculinidad (Faur, 2004: 63). Por lo cual, asumir una nueva
masculinidad se convierte en un paraguas que protege de las demandas del movimiento
social de mujeres, el feminismo y las organizaciones de hombres, pero que al no basarse
en un replanteamiento de las relaciones de poder, puede develar que se trata del mismo
sexismo con un ropaje distinto, ms plstico. Entonces lo que devela el Colectivo es que
muchos hombres se esconden en el discurso. Este testimonio ilustra la situacin.
Resulta que hoy en da en el mundo de la izquierda y sobre todo en el mundo de las ONG
todo el mundo echa el discurso de que es equitativo y que est a favor de la equidad de
39

Entrecomillo la expresin nuevo hombre por su carcter problemtico, en el sentido que sugiere que
la produccin de sujetos que cuestionan en sus prcticas el poder hegemnico es un fenmeno
contemporneo, lo cual es totalmente inapropiado, por tratarse de una lectura acrtica que invisibiliza la
experiencia de hombres que histricamente han construido masculinidades que retan las estructuras
patriarcales y han contribuido a su cuestionamiento en lo privado y lo pblico.

90

gnero y nadie es machista, nadie. Entonces son hombres polticamente correctos pero
sus actos? (Garca, 2012, entrevista).

Para Viveros estas representaciones masculinas algunas veces no constituyen sino


adecuaciones a las condiciones sociales contemporneas (Viveros, 2011: 112). En este
caso la distancia crtica del Colectivo consiste en una apuesta por radicalizar la prctica
de cuestionamiento y transformacin de las relaciones de poder, en bsqueda de
coherencia, como lo indica este testimonio: si la pregunta es por el poder, uno no
puede, digamos, hacerlo a pedacitos, o sea, replantearse las formas de actuacin del
poder en relacin de las oportunidades de las compaeras en el espacio laboral, pero ser
homofbico ah (Garca, 2012, entrevista). De manera que ante la asuncin de un
discurso sin soporte en las conductas, advierte sobre las adecuaciones del modelo de
masculinidad hegemnica. Ello sirve de advertencia ante la capacidad de adaptacin y
reciclaje de la cultura patriarcal y, de manera asociada, ante la ineficacia transformadora
de la misma por parte de los procesos que se centran exclusivamente en la promocin de
la colaboracin masculina en los asuntos domsticos o en su expresividad emocional. Si
no se interpela crticamente como tema central la distribucin del poder, podemos
contribuir apenas al camuflaje pragmtico o sensible del modelo (Garca y Ruz, 2009:
34). En definitiva, lo que hace el Colectivo es denunciar el camuflaje del patriarcado en
el discurso de la equidad y en las prcticas de violencia y dominacin sutil que Bonino
(1996) ha denominado micromachismos.
La tercera postura, en la cual el Colectivo conceptualiza y localiza su apuesta
tico poltica, refiere a quienes involucran los consensos de la segunda, pero como un
grupo de caractersticas ms, dentro de un conjunto muy complejo y diverso de
cambios, de posturas y prcticas (y entonces muy exigente), en el cual es inevitable el
abordaje reflexivo y transformador del poder, en todas sus dimensiones, desde lo ms
personal hasta lo estructural. En este caso, el Colectivo establece un imperativo o el
poder es el centro de trabajo o las masculinidades no son nuevas. Esa claridad poltica
es importante, pues el patriarcado tiene una inmensa capacidad de adaptacin (Garca y
Ruz, 2009: 34).
En sntesis, la revisin del Colectivo ratifica categrica y crticamente que no
toda prctica contempornea constituye una nueva masculinidad. Que nombrarse nuevo
masculino, a partir de la reivindicacin de la equidad de gnero como postura
polticamente correcta, sin cuestionar el poder, la dominacin, la complicidad y los
privilegios del modelo hegemnico de masculinidad (Connell, 1997), significa una
91

prctica sexista contempornea, que expresa el reciclaje de la cultura patriarcal


hegemnica. Adicionalmente en una lectura visionaria, el Colectivo advierte sobre el
riesgo no resuelto de quedar entrampados en la idea de pensar que las masculinidades
son exclusivamente a los hombres como las feminidades supuestamente a las mujeres.
[Y se interroga] Queremos nuevas masculinidades en hombres? En hombres y
mujeres? O simplemente nuevas relaciones de gnero? O un complot bien organizado
contra el patriarcado en todas sus formas? (Garca y Ruz, 2009: 71).
En consecuencia, las nuevas masculinidades se fijan como apuesta tico poltica,
ratificando la crtica al patriarcado como sistema cultural de dominacin. La perspectiva
relacional del gnero se convalida como central en la lectura crtica del sistema de sexo
gnero, y se incorpora, de manera sustantiva, una lectura orgnica de las masculinidades
y las relaciones de poder (que concibe las masculinidades ms all de los hombres,
como se desarrolla en el sexto captulo) y se adopta una perspectiva de
interseccionalidad con otros ejes de estas relaciones, como lo son la clase, la etnia y la
sexualidad.
Lo de hombres por nuevas masculinidades es ms dinmico en cuanto da la idea de una
`accin hacia, y en este sentido es ms proactivo y propositivo [] Entonces lo que nos
interesa es mover y posicionar una propuesta que es personal y poltica a la vez, y que
puede tomar todas las formas y maneras que sean posibles para cada hombre, para cada
grupo de hombres, para cada sociedad. Para reivindicar la posibilidad de lo mltiple y
diverso, es que nuestra organizacin se define desde lo plural: `hombreS y
masculinidadeS (Ruz, 2012, entrevista).

Para marcar este nuevo lugar de enunciacin, se define las nuevas masculinidades como
prcticas de vivenciamiento de la masculinidad distantes y crticas frente a los patrones
culturales del patriarcado, no slo en la dimensin personal, sino en la dimensin
estructural, mediante el compromiso con la transformacin del sistema mismo de las
relaciones de gnero en sus dimensiones econmica, poltica, simblica y cultural en un
camino hacia la justicia y la equidad sociales (Garca, 2009).
Establecido este nuevo marco, el Colectivo localiza la prctica como el factor
central para darle sentido poltico a las nuevas masculinidades, argumentando que el
replanteamiento de la masculinidad hegemnica patriarcal o no, no opera a travs de
discursos polticamente correctos, sino por las prcticas corrientes. Las nuevas
masculinidades no tienen que ver tanto con los discursos sino en cmo nos
comportamos (Garca, 2012, entrevista).
Vale la pena entonces, realizar un dialogo con la lectura crtica que Faur (2004)
hace a ciertos planteamientos sobre las nuevas masculinidades como proceso de cambio,

92

porque permite resaltar la reconfiguracin del concepto que introduce el Colectivo en


su construccin. Faur es enftica en afirmar que no existe en los hombres de carne y
hueso tipos `puros de masculinidad y seala que sta y las relaciones de gnero son
dinmicas y se transforman. En ese sentido, registra el dinamismo existente en la
proliferacin de concepciones sobre lo masculino y sita en Colombia y en Argentina
especficamente, invitaciones a construir una nueva masculinidad, bajo diversos
contenidos entre los que destaca: `reaprender a ser hombre, `rehacerse hombre como
bsquedas orientadas a la liberacin de los roles prefijados socialmente para stos.
En ese contexto Faur indica que hablar de nuevas masculinidades, por una parte,
es una tautologa, en tanto la masculinidad siempre est reinventndose, posicin que
comparto, y por otra parte afirma que es una falacia, por dos razones. En el primer
argumento sostiene que las transformaciones a las que hace alusin el trmino no
alcanzan necesariamente ni a todos los hombres al mismo tiempo, ni en todas las
dimensiones, como si se tratara de un `renacer unidireccional y colectivo, debido, entre
otras causas, a que no surgen de una base comn a los hombres. En el segundo
argumento anota que la ausencia del cuestionamiento de las prcticas relativas al poder
entre hombres y mujeres marca el lmite del concepto como propuesta refundacional
de lo masculino. Propuesta que ubica, principalmente, como proveniente de la corriente
mitopotica impulsada en Amrica Latina, por Juan Carlos Kreimer en Argentina.
En el primer argumento Faur hace referencia al alcance de la propuesta de las
nuevas masculinidades y a su origen, sealando que no llega a todos los hombres, ni al
mismo tiempo, ni cubre todas las dimensiones de la vida, ni surge de una base comn,
frente a lo cual cabra preguntarse existe en la historia algn proyecto societal o de
cambio homogneo, que sea incorporado por todos los sujetos simultneamente en
todas las dimensiones de su vida? La respuesta es categrica, no. Lo que s resulta
interesante destacar es cmo se producen las propuestas de cambio y cules son los
marcos explicativos que permiten construir su contenido, toda vez que si bien se sitan
diversos entendimientos sobre lo que debera ser una nueva masculinidad, stos no son
homogneos y muchas veces se tornan contradictorios, de ah la relevancia de la
propuesta conceptual que realiza el Colectivo.
En el segundo argumento Faur seala un elemento central para la crtica a las
nuevas masculinidades: la ausencia de la pregunta por el poder. Factor que marca la
diferencia entre la propuesta mitopotica que refiere Faur y el contenido que desarrolla
el Colectivo, a travs del cual contribuye a (re)significar el concepto mismo, donde las
93

nuevas masculinidades ya no se cristalizan en una masculinidad esencial, sino, en el


cuestionamiento del poder por parte de los sujetos (colectivo y individual) en todos los
mbitos de actuacin a nivel personal, familiar, comunitario, organizacional y a nivel
social y estructural. En conclusin, el aporte analtico que se deriva de la interpelacin
de Faur, radica en sealar que el riesgo que corre cualquier propuesta elaborada sobre la
nocin de las nuevas masculinidades, es abandonar la posicin crtica respecto al poder,
sin la cual sus discursos y prcticas perderan su potencial transformador.
En esa perspectiva un ejercicio que le da piso a las apuestas del Colectivo, sobre
la centralidad del poder en las nuevas masculinidades, es la Carta de Compromisos
(2009). Herramienta de tipo fundacional en la cual recogen su ideario tico poltico
como colectividad y expresan el modelo de sociedad40 que quieren construir desde la
organizacin, con los sujetos que la componen y progresivamente a nivel local y global
con otros hombres, mujeres, organizaciones e instituciones comprometidas con la lucha
antipatriarcal en sus diferentes frentes. La Carta de Compromisos la entendemos como
un documento vivo, en discusin, que nos dota de claridades importantes en nuestros
propsitos de investigacin y accin (Garca, 2012, entrevista).
En ese ideario se cristalizan los planteamientos ticos y polticos que sirven
como carta de navegacin en la construccin de prcticas de resistencia y
desestabilizacin del sistema patriarcal a nivel personal y estructural. O ledo de otra
manera, configura el sustento de las nuevas masculinidades como prctica poltica. De
este documento, fundamental para la construccin de sentidos en el Colectivo, y bajo el
criterio de que las nuevas masculinidades tienen lugar en las prcticas, resalto cuatro
mbitos que el Colectivo considera medulares para la actuacin del sujeto individual y
el sujeto colectivo al interior y al exterior de la organizacin. El primer campo se refiere
a las prcticas a nivel personal.
Aumentar en el mbito de la vida personal nuestra capacidad autocrtica y autorreflexiva,
realizar esfuerzos permanentes de cambio y liberarnos de cargas, competencias y
coacciones sociales que empobrecen nuestra humanidad y, a travs nuestro, la de las
dems personas. Por ejemplo, expresar libremente las emociones y los sentimientos;
cuidar de nuestra salud psicolgica y fsica; desarrollar actitudes de crtica, confrontacin
y superacin activas de las desigualdades, discriminaciones y violencias de gnero; y
cumplir con roles humanos fundamentales que son de nuestra responsabilidad (crianza,
oficios domsticos, cuidado de las y los dems). En el mundo del erotismo, conducirnos a
un reencuentro con nosotros mismos y con otras personas en perspectivas de ejercicio de
la libertad, la autonoma y el libre desarrollo de la personalidad, en un marco innegociable
de garanta, ejercicio y promocin de los derechos sexuales y reproductivos. Apuntamos a
40

El Colectivo busca Coadyuvar a la construccin de una sociedad tica, democrtica, justa, igualitaria,
pacfica, cuidadora del medio ambiente y de las personas, y respetuosa de los derechos humanos civiles,
polticos, econmicos, sociales y culturales (Carta de Compromisos, 2009).

94

un ejercicio sano, responsable, gratificante, sensible, afectivo y placentero del erotismo,


sin las afectaciones de las presiones sociales, el alardeo, la perentoriedad sexual, la
obsesin penetrativa, el acoso sexual, la explotacin sexual de nias, nios y adolescentes
y la prostitucin de personas adultas. Contribuir a cambios positivos en nuestras
relaciones sociales. En el mbito familiar ellas comprenden tanto las relaciones de pareja
como las relaciones paternofiliales: promover la democracia y la equidad, un trato
afectivo y cercano y el dilogo intergeneracional; eliminar la violencia intrafamiliar, la
violencia de gnero y el maltrato infantil y juvenil; solucionar pacficamente los
conflictos y replantear positivamente las relaciones de crianza y socializacin. En todos
los mbitos, problematizar y buscar la superacin del sexismo, el racismo, el clasismo, la
misoginia, la homofobia, la transfobia, el adultocentrismo, la xenofobia y cualesquiera
otras formas de marginacin y exclusin, as como el autoritarismo, la manipulacin y las
violencias. Distanciarnos de posturas de complicidad con el sistema patriarcal, ejerciendo
acciones crticas y movilizando iniciativas de cambio frente a situaciones de autoritarismo
familiar, comunitario, laboral, social, econmico y poltico (Carta de Compromisos,
2009).

El segundo campo refiere a las prcticas a nivel comunitario y social.


Replantearnos los modos, contenidos y poderes en las relaciones inter e intragnero. Entre
hombres, establecer relaciones afectivas y colaborativas, y superar la complicidad en
torno a la manipulacin, la corrupcin, la desigualdad, la competencia, el engao, la
discriminacin y las violencias. Sumarnos a espacios de accin, movilizacin y reflexin
social y de gnero que insten a la construccin de una cultura de paz en todos los mbitos,
promuevan la objecin de conciencia como una alternativa a la guerra, y se distancien de
lgicas militaristas, cruentas y belicistas como supuestas soluciones a los conflictos. Bajo
el horizonte compartido de la equidad de gnero, apoyar en forma decidida y evidente las
reivindicaciones de los movimientos sociales de mujeres, feministas, por la diversidad
sexual y de otros grupos y organizaciones comprometidos con la construccin de
masculinidades alternativas al modelo hegemnico, siempre y cuando no contradigan el
presente ideario (Carta de Compromisos, 2009).

El tercer campo refiere a las prcticas organizativas.


Actuar de manera tica, transparente y democrtica tanto en la condicin de miembros
como en la asuncin de cargos especficos, mantener una actitud abierta y favorable a la
rendicin de cuentas, la alternacin y renovacin democrticas, y realizar un ejercicio
profundo y no formalista de los compromisos y roles asumidos. En ese sentido,
resignificar el concepto de poder: fortalecer los procesos de poder interior, poder
cooperativo y poder habilitante de carcter colectivo, y desestimular las formas de poder
contra s mismos, las dems personas y la naturaleza. Convertir en rasgos cotidianos de
las relaciones entre miembros del Colectivo la puntualidad, la responsabilidad, el respeto,
la igualdad, la transparencia, la honestidad, el dilogo, la sinceridad, la solidaridad, la
fraternidad, la ternura y el afecto. Implementar procesos de pedagoga social con
coberturas e impactos crecientes, que se orienten a promover dinmicas corporales,
emocionales, reflexivas y conceptuales de replanteamiento de la masculinidad
hegemnica (Carta de Compromisos, 2009).

El cuarto campo refiere a las prcticas a nivel de polticas pblicas.


Promover la produccin de conocimientos situados en relacin con las problemticas que
nos convocan y el diseo de metodologas y modelos de interaccin y acompaamiento
orientados a grupos y poblaciones particulares. Y, finalmente, promover formas
configuraciones de Estado, formas de gobierno y modelos de produccin, redistribucin y
desarrollo social y econmico ticos, equitativos, igualitarios, justos, democrticos y
cuidadosos de la naturaleza, que propendan por el mximo desarrollo de las
potencialidades humanas en la perspectiva de una tica del cuidado personal, social y del
planeta (Carta de Compromisos, 2009).

95

La Carta de Compromisos si bien traza un horizonte tico y de prcticas a nivel


personal, organizativo y social, no implica que las nuevas masculinidades como modelo
formule un contenido normativo, con un guion y un repertorio de conductas, que todos
los sujetos deban seguir. Al contrario su argumento es que las prcticas de gnero, son,
como ya se expres, no un punto de llegada, sino una direccin positiva a seguir en el
camino de construir unas nuevas masculinidades (Garca y Ruz, 2009: 73).
Para el Colectivo es claro que la masculinidad no es una categora con un
contenido preestablecido, que los sujetos que se reconocen hombres construyen ese
sentido desde diversas entradas, y que de acuerdo con Scott (1999) el gnero es un
sistema de relaciones significantes de poder que coloca a los sujetos en permanente
tensin entre lo que indica la normativa, sus discursos de resistencia y sus prcticas de
cambio. Lo que implica que ni las relaciones de poder son estticas, ni los hombres ni
las masculinidades representan una esencia y que su prctica no siempre es consistente
frente a la normativa o la resistencia. Posicin epistmica que permite reconocer que
cada sujeto (de manera dialgica con el contexto simblico, social y cultural) decide
cmo llenar de contenido y agenciar su posicin en las relaciones de gnero, sin
desconocer que no todo depende exclusivamente de la agencia del sujeto pues este se
localiza en relaciones de poder a nivel estructural que refieren a las relaciones con las
instituciones sociales (Faur, 2004). As entendidas las nuevas masculinidades, se puede
aseverar que a nivel individual, no hay una nica manera de ser un masculino distinto (y
que aquello se logra en la prctica) y que a nivel histrico, social y cultural, no hay una
nica manera de construir el significado de la masculinidad.
En esa lnea, el argumento de Connell (1995) que indica que el gnero es una
estructura sumamente compleja donde se intersectan lgicas diferentes, permite afirmar
que cualquier masculinidad, como una configuracin de la prctica, se ubica
simultneamente en varias estructuras de relacin, que pueden estar siguiendo diferentes
trayectorias histricas. Por consiguiente, la masculinidad, as como la femineidad,
siempre est asociada a contradicciones internas y rupturas histricas (Connell, 1997:
37). Por lo cual, la accin colectiva y la pertinencia de las nuevas masculinidades como
proyecto poltico radica en las prcticas de cambio que genera en los individuos y su
potencial actora e incidencia en el escenario poltico local y nacional.
Es pertinente sealar que la resistencia del Colectivo al patriarcado se da en dos
planos, a nivel del discurso, en la intencionalidad de saber (a nivel emprico y
acadmico) cmo el sistema socio cultural y las instituciones socializadoras desarrollan
96

multiplicidad de discursos que no son uniformes ni estticos sobre los cuales se


legitima para engendrar un tipo de masculinidad que produce hombres que se sujetan a
unos dispositivos corporales y discursivos especficos, cuyo efecto global es la
produccin de la masculinidad hegemnica como la respuesta corrientemente aceptada
al problema de la legitimidad del patriarcado, la que garantiza (o se toma para
garantizar) la posicin dominante de los hombres y la subordinacin de las mujeres
(Connell, 1997: 39). En consecuencia la estrategia de resistencia del Colectivo a tales
discursos, se localiza en convertir las nuevas masculinidades como categora poltica de
oposicin al modelo de subjetivacin patriarcal de la masculinidad, posicin que no
pretende universalizar las nuevas masculinidades como un modelo paralelo al
patriarcado sino como un lugar especifico de resistencia a ste. De manera que las
nuevas masculinidades se constituyen como un referente alternativo para la lucha
antipatriarcal y no como una simple prctica contempornea de los hombres.
Para finalizar, sealo tres elementos que puntualiza el Colectivo como condicin
crtica para el posicionamiento de las nuevas masculinidades. El primero, alude a la
bsqueda individual y colectiva de coherencia entre los discursos y las prcticas, sobre
la base de que no se trata de sujetos terminados ni de dinmicas organizativas lineales,
se trata, en esos dos niveles, de instalar la pregunta por el uso, (re)distribucin y
democratizacin del poder como principio ordenador de la prctica. El segundo
elemento, es el llamado a no dejar correr socialmente la idea de que las nuevas
masculinidades son cualquier prctica contempornea de los hombres o un discurso
polticamente correcto (equidad de gnero) que puede reciclar el modelo patriarcal, por
lo tanto, exhorta a que cada vez que se citen las nuevas masculinidades como proyecto
poltico, se declare su propsito: el cuestionamiento crtico del poder patriarcal y la
masculinidad hegemnica. El ltimo elemento, indica la necesidad de que los sujetos
tomen distancia crtica y pongan en tensin permanente las nuevas masculinidades
como categora poltica, como condicin para no despojarla de su fuerza transformadora
y para que sta no se reduzca en un discurso inocuo, como lo sintetiza la siguiente
afirmacin yo sospecho mucho del cambio, y creo que hay que hacerlo para
mantenerse vigilante, por eso digo en qu vamos a construir nuevas masculinidades?
tenemos que convertir eso en una vaina real o si no, no (Garca, 2012, entrevista).

97

CAPTULO V
PRCTICAS ORGANIZATIVAS DE RESISTENCIA

En el captulo anterior analic la propuesta discursiva que hace el Colectivo al instituir


las nuevas masculinidades como estrategia poltica de resistencia al patriarcado. Como
se registr, el potencial transformador de las nuevas masculinidades como categora
poltica estriba en el cuestionamiento del poder en las prcticas cotidianas a nivel
individual, relacional y estructural, como principio de accin. En este captulo analizo
los discursos sobre las prcticas con las que el Colectivo encarna las nuevas
masculinidades y cristaliza su apuesta poltica. Para ese efecto el captulo est dividido
en cuatro partes en las cuales analizo las principales prcticas de resistencia del
Colectivo. En la primera parte presento los dispositivos pedaggicos de gnero. En la
segunda, abordo la promocin y acompaamiento de procesos organizativos de
hombres y masculinidades. En la tercera, desarrollo la produccin de conocimiento al
interior del Colectivo. Finalmente, en la cuarta parte, en el apartado (re)pensar lo
organizativo analizo la situacin actual del Colectivo.
Para abordar estos niveles, en primer lugar, encuentro necesario situar las
prcticas del Colectivo como ejercicios de accin poltica, entendida sta como el
conjunto de procesos a travs de los cuales los actores sociales se orientan a la prctica
con el propsito de lograr transformaciones tanto en los espacios formales de
participacin poltica (el estado, los partidos polticos y las polticas pblicas) como en
los espacios organizativos y las disputas sociales por la configuracin de otras
dinmicas y realizaciones frente al poder y la vida. En otras palabras, la accin poltica
puede formularse como todo acto intencional destinado a transformar una realidad
social. En ese sentido acojo la definicin de Zemelman de lo poltico como "la
articulacin dinmica entre sujetos, prcticas sociales y proyectos, cuyo contenido
especfico es la lucha por dar direccin a la realidad social en el marco de opciones
variables" (Zemelman, 1989: 13-80). Concepcin que implica reconocer como
polticos no slo los espacios y actores formalmente `polticos, sino todas aquellas
prcticas y dinmicas sociales que generan vnculos y articulaciones en el campo de lo
social, dado que construyen poder (Torres, 2002: 4).
Desde una perspectiva feminista la accin poltica como ejercicio de poder,
alude a los discursos y prcticas comprometidos con el desmantelamiento del

98

patriarcado, la crtica al poder hegemnico y a la (re)definicin de lo humano a la luz de


criterios de justicia e igualdad real para todos los sujetos.
En consecuencia, asumo la accin poltica como una nocin no determinista sino
expansiva de la prctica que localiza los ejercicios de poder y/o de resistencia al poder
hegemnico. En esa relacin es posible reconocer la agencia del Colectivo a partir de la
generacin y recreacin de saberes, del compromiso colectivo de cambio, en sus
propuestas de educativas de transformacin, y por supuesto, a partir del poder creativo
de su accionar poltico de resistencia, plasmado en la heterogeneidad de estrategias,
innovaciones y prcticas que encarna para alcanzar dichas transformaciones y dar
coherencia a su actuar de acuerdo al horizonte tico poltico que ha trazado.
En ese mismo sentido, advierto, en su propia voz, que si bien el Colectivo se
asienta y afirma en una historia de rupturas y de bsquedas, de deconstrucciones y
construcciones, de desobediencias y transgresiones (Javier Ruz, 2012), no est
desprovisto de incoherencias, tensiones y disputas, pues el ejercicio del poder no es una
accin transparente y exenta de contradicciones, as se trate del ejercicio del poder para
cuestionar y abandonar los privilegios que se derivan de su uso hegemnico sobre el
cuerpo y subjetividades de las mujeres, de sujetos feminizados, de (muchos) hombres y
sobre las estructuras sociales en su sentido ms amplio.
Dispositivos pedaggicos de gnero 41
Los dispositivos pedaggicos de gnero han sido definidos como cualquier
procedimiento social a travs del cual un individuo aprende o transforma los
componentes de gnero de su subjetividad (Garca, 2004: 15). Estos dispositivos
adems de tener origen en la Teora Fundamentada, se nutren de los aportes de Michael
Foucault, Jorge Larrosa y Basil Bernstein, a partir de quienes es posible resaltar su
potencial crtico y transformador de las relaciones de gnero y los procesos de
subjetivacin.
De Foucault, Garca destaca el desarrollo del concepto de dispositivo como
articulador de las nociones de poder y saber, razn por la cual el dispositivo se
constituye en una relacin dinmica de fuerzas (Garca, 2004: 16), caracterstica que a
su vez, le otorga al dispositivo un carcter estratgico en las determinadas relaciones

41

La nocin de dispositivos pedaggicos de gnero, es producto de la teorizacin fundamentada realizada


en el marco del Proyecto Arco Iris: una mirada transformadora a las relaciones de gnero en la escuela.
Investigacin realizada entre 1998 y 2003, en Bogot Colombia, por la Universidad Central.

99

histricas en que tiene lugar. Segn Garca el aporte de Larrosa, quien desarrolla la
perspectiva analtica de Foucault, consiste en sealar que la experiencia de s, como una
correlacin histrica entre dominios de saber, tipos de normatividad y formas de
subjetivacin se puede localizar en una mirada situada histricamente en un dispositivo
pedaggico concreto, los mismos que al ser adoptados como constitutivos de la
subjetividad, convierten a la pedagoga y a la accin pedaggicapoltica como espacio
que produce formas de experiencia de s en las que los individuos pueden devenir
sujetos de un modo particular (Larrosa citado por Garca, 2004: 17). En otras palabras,
el dispositivo habilita espacios de disputa en las relaciones de poder saber, la relacin
con la norma y las formas en que se producen los sujetos.
Para Garca, el aporte de Bernstein, consiste en que segn ste, el dispositivo
pedaggico es un regulador simblico de la conciencia en su selectiva creacin,
posicin y oposicin de sujetos pedaggicos; es la condicin para la produccin,
reproduccin y transformacin de la cultura (Bernstein citado por Garca, 2004: 17).
Se podra concluir entonces, que los dispositivos pedaggicos de gnero van ms
all de los procedimientos sociales y adquieren un valor poltico sustantivo por tratarse
de espacios de disputa de relaciones de podersaber, formas de subjetivacin y modos
de produccin, reproduccin y/o transformacin cultural. Dispositivos que interpretados
as, no slo permiten la identificacin de los mecanismos de sujecin que producen
determinados sujetos y la lectura de las relaciones histricas de opresin y dominacin
entre los gneros, sino que activa todo su potencial al ser interpretados como referente
para la generacin de propuestas de accin poltica y transformacin individual y social,
segn Garca porque a partir del reconocimiento de su carcter estratgico abre
tambin la ventana a la resistencia (Garca, 2004: 18). No obstante, hay que advertir
que la subjetividad no se transforma automticamente con actos de voluntad
estrictamente, sino que estn articulados a las dinmicas histricas de las relaciones de
poder saber y en las transformaciones a las normativas y regulaciones socioculturales.
Ahora bien, partiendo de la nocin de dispositivos pedaggicos de gnero, hago
nfasis en los procedimientos a travs de los cuales en el Colectivo se transforman los
componentes de gnero de la subjetividad, como argumento para efectuar una
ampliacin del trmino, con el propsito de resaltar el carcter poltico de las prcticas
de resistencia que realiza el Colectivo, reformulndolo de la siguiente manera: los
dispositivos pedaggicos de gnero refieren a cualquier procedimiento social
organizativo, artstico, comunicativo y corporal a travs del cual un sujeto individual
100

o colectivo aprende, cuestiona, resiste y/o transforma los componentes (discursivos y


normativos) de gnero de su subjetividad y/o de su contexto sociocultural.
En ese sentido, la utilidad analtica de los dispositivos pedaggicos de gnero, se
amplifica con el concepto de nuevas masculinidades como categora poltica, debido a
que esta ltima pone en cuestin las relaciones de poder y la primera, refleja las
prcticas a travs de las cuales el Colectivo pone en tensin la masculinidad
hegemnica, y en el sentido ms amplio, reta al patriarcado. A continuacin presento
tres de los principales dispositivos hallados en la investigacin: el taller como
laboratorio de cambio, las marchas de faldas y los dispositivos artsticos de resistencia.

El taller como laboratorio de cambio


En el Colectivo, el taller se convierte en un laboratorio de resistencias. Cmo?
Haciendo suya la premisa del feminismo radical acuada por Kate Millet a finales de los
sesenta, a travs de la nocin feminista fundamental (Lauretis, 2002: 14): lo personal
es poltico, nocin central en el trabajo de los grupos de autoconciencia feminista. En
aquel momento histrico, al politizar la vida personal, el movimiento social de mujeres
y los feminismos provocan una de las ms grandes rupturas al sistema patriarcal,
interpretado por primara vez por Millet (1969) como el fundamento de la dominacin
los hombres (dira yo, de lo masculino hegemnico) sobre las mujeres, en todos los
sistemas que estructuran la sociedad.
Con esta crtica, el feminismo derriba la falsa dicotoma entre lo pblico y lo
privado, y por consiguiente la divisin sexual del trabajo entre lo productivo y lo
reproductivo. Particin de la que el patriarcado se ha servido para crear jerarquas y
asignar lugares diferenciados a hombres y mujeres, donde lo pblico representa el lugar
del privilegio (no el nico) y el ejercicio del poder para los hombres, encontrando en
este reparto el soporte para mantener la opresin de las mujeres y lo femenino. Con la
fuerza de la reivindicacin feminista, se subvierten las dicotomas y emerge un nuevo
campo de accin poltica para los sujetos: lo personal. Entonces lo personal se convierte
en escenario para el cambio, para la disputa individual y social y se replantean los
trminos para entender, distribuir y participar en lo pblico y lo privado. As pues,
emerge lo personal como un nuevo campo para situar la lucha contra los dispositivos de
control y subjetivacin hegemnicos. Se convierte lo personal en lugar para la
resistencia.

101

El Colectivo asume lo personal como poltico y profundiza esa ruptura histrica,


con un elemento diferenciador, se trata de hombres y mujeres que se articulan en el
compromiso de cambio desde las masculinidades, desde all cuestionan la dicotoma y
emprenden un proceso de decosntruccin, visibilizando que los discursos (como
guiones) y las normativas (mandatos) de la masculinidad hegemnica niegan a los
hombres la posibilidad de experimentar, participar y construirse como sujetos, a partir
de la incorporacin de elementos inscritos social y culturalmente como dimensiones
simblicamente `femeninas (Nez, 2008: 47), excluyendo de la masculinidad
elementos como la afectividad, la emocionalidad y el cuidado (propio, de otras, otros y
la naturaleza). Fenmeno que el Colectivo denomina proceso de deshumanizacin, en
tanto se precariza y restringe la experiencia de los hombres 42 reales a conductas de
negacin, extirpacin y odio de lo socialmente marcado como femenino (origen de la
misoginia y la fobia a personas homobitrans e inter sexuales), disposiciones a travs
de las cuales se niega la interioridad de los hombres y su potencial humano 43.
El patriarcado ha construido un libreto masculino que traza las pautas para
los procesos de crianza de los hombres que hecho vida cotidiana y rutina se
erige como el modelo deseado. No importa que para lograr acercarse a l, los
hombres deban, en un proceso contra natura, moldear `el cuerpo y el alma
para que les quepa en la identidad. As la estructura cultural patriarcal
establece su dominio (Ruz, 2012, entrevista).

Como respuesta a este modelo deshumanizante, la construccin y consolidacin


histrica de la propuesta metodolgica del Colectivo es amplia y diversa, han sido
mltiples las apropiaciones, innovaciones y desarrollos que se han realizado a partir la
educacin popular (Paulo Freire); el teatro del oprimido (Gustavo Boal); la
bioenergtica (Alexander Lowen); la biodanza (Rolando Toro) y la sicomagia
(Alejandro Jodorowsky). Los ordenadores crticos de la experiencia metodolgica del
Colectivo han sido el cuerpo y el poder, donde el taller como eje estructurante del
42

Nez, argumenta que los `hombres pueden ser excluidos del conocimiento en la medida que no se
conocen a s mismos, como sujetos genricos (Nez, 2008: 47), lo cual genera saberes subyugados
entre los hombres sobre s mismos como sujetos de gnero: saberes sobre el dolor de la relacin con el
padre, la madre o la pareja; sobre el miedo a revelar la sensibilidad socialmente despreciada en los
hombres, como la compasin o el temor al fracaso; sobre el carcter artificioso o performativo de la
`hombra, etc. (Nez, 2008: 48). De ah la pertinencia social, poltica y epistemolgica de abrir
espacios (como el taller) para recuperar esos saberes silenciados, con el propsito de que estos se
conviertan en puente para que los hombres puedan encontrar una relacin entre sus malestares, sus
`problemas sin nombre, y su construccin genrica (Nez, 2008: 47), a partir de la cual, puedan
comprender su posicin en las relaciones de gnero y la transformen.
43
Martn, argumenta que el patriarcado limita la existencia del hombre a una lucha estril por la
adquisicin del mayor poder posible, lucha que al favorecer tan slo a la cspide de la pirmide jerrquica
patriarcal genera necesariamente una frustracin generalizada, origen de mucho sufrimiento psquico y
fsico tanto de los hombres insatisfechos e inseguros como de sus vctimas (Martn, 2007: 12).

102

trabajo se convierte en el lugar por excelencia para la instalacin de dispositivos


pedaggicos de gnero y la articulacin poltica. As el taller trasciende su propio
espacio y se lleva a la vida cotidiana, los pronunciamientos pblicos y las prcticas
sociales, de ah la importancia de conocer en detalle cmo se construye.
La propuesta metodolgica de taller desarrollada por el Colectivo se compone de
cinco

momentos44:

activacin

corporal,

conceptualizacin,

desinstalacin

desbloqueo, transformacin y prcticas para el activismo. En el momento de activacin


corporal, el Colectivo busca comprometer a los sujetos desde lo corporal, emocional y
afectivo; facilitar la conexin con las experiencias personales y locales y descentrar la
razn como la nica dimensin de conocimiento, aprendizaje y cambio.
Buscamos adelantar el trabajo activando de manera fundamental las
inteligencias corporal y emocional de los participantes, para desde all leer y
replantear las explicaciones racionales que tambin justifican los discursos de
la masculinidad convencional (Ruz, 2012, entrevista).

Para Nez pensar una manera alternativa de conocer revela que los hombres igual que
las mujeres, tambin son excluidos del conocimiento hegemnico occidental, cuando
se les niega la posibilidad de conocer de otras maneras: conocer a travs de sus
emociones, de sus dinmicas deseantes, de sus experiencias corporales; en la medida
que son conminados a actuar racionalmente y a despreciar/reprimir las dimensiones
simblicamente femeninas. Cuando se considera que el conocimiento a travs de las
emociones, del cuerpo, del deseo no es cosa de hombres (Nez, 2008: 47). Por lo
cual, aprender y conocer desde lo negado es la primera instancia para la accin poltica.
En el momento de conceptualizacin se introducen las temticas a tratar y se
promueve la deconstruccin de ideas y conceptos, con el propsito de realizar
elaboraciones situadas que permitan activar los saberes y recoger experiencias
significativas en la cotidianidad. Una de las tcnicas utilizadas es el equipaje de gnero.
La tcnica es una metfora que busca graficar cmo el gnero se aprende y es
susceptible de ser desaprendido. El procedimiento consiste en identificar de manera
situada cmo a los sujetos se les ha inscrito en determinadas formas de ser y hacerse
hombres y mujeres. Como si se tratara de un viaje, quien facilita invita a que las

44

La reconstruccin de la metodologa se hace a partir de testimonios, de la revisin de diseos de taller e


informes de los mismos, del trabajo de campo y participacin en talleres con jvenes en Bogot y con
poblacin indgena y mestiza en el municipio de Sincelejo, Sucre. As como la ponencia El cuerpo,
contenido-continente de las masculinidades (2012) y la sistematizacin Nuevas masculinidades y
feminidades. Una experiencia de ciudadana en gnero 2012. El autor de ambos textos es Ruz.

103

personas identifiquen en su experiencia cules contenidos les constituyen como sujetos.


Algunos de los hallazgos con grupos de trabajo en Nario y Bogot fueron:
Se es hombre y punto! Uno es por naturaleza. Se nace hombre Como me
deca mi padre, es el que no llora, el que no juega con muecas, ni tiene el
pelo largo El que pelea y casca ms y no se deja de nadie No tener miedo
a nada ni a nadie El que tiene pene y lo usa para satisfacer la mujer El
que da placer a la hembras El que les pega a las mujeres Es grande desde
pequeo y tiene ms libertad que las mujeres. Es un privilegio El que se
hace cuando trabaja duro (Ruz, 2012: 15-17).

Estos hallazgos, que si bien se producen en Nario y Bogot, dejan ver la presencia de
versiones particulares de la masculinidad hegemnica en diferentes comunidades. En
este punto es imperativo especificar que la masculinidad hegemnica no es una
construccin de carcter fijo, que se repite homogneamente en todas partes, por lo cual,
es preciso decir que cada contexto cultural posee particularidades, que es menester
estudiar para poder dar cuenta de la configuracin de la prctica a travs de la cual los
sujetos encarnan una masculinidad hegemnica o no. En consecuencia, la utilidad
analtica de estas versiones permite identificar algunos elementos crticos sobre la
masculinidad hegemnica, los mismos que si bien no son uniformes ni generizables, si
se constituyen en la prctica genrica que encarna la respuesta corrientemente aceptada
al problema de la legitimidad del patriarcado (Connell, 1997: 39).
En primer lugar, evidencian cierta oposicin en el cmo se produce la
masculinidad, por una lado se hace referencia al ser hombre como una condicin
biolgica donde se es hombre por naturaleza o simplemente se nace hombre, y por otra
parte se marca la normativa que configura un tipo localizado de masculinidad
hegemnica: no llorar, no jugar con muecas, no tener pelo largo, el que pelea y casca
ms, no tener miedo, dar placer a la hembras, pegarle a las mujeres, hacerse hombre
cuando se trabaja duro, entre otras45. Esta aparente contradiccin, entre nacer y hacerse
hombre, revela que el gnero se produce social y culturalmente y es el campo donde se
origina la masculinidad hegemnica, debido a que si bien en el imaginario el ser hombre
se construye sobre la base biolgica (pene), esta condicin no es suficiente y los sujetos
deben cumplir consistentemente con los indicadores socialmente establecidos de dicha

45

Estos hallazgos concuerdan con el trabajo de Faur quien identifica ciertas direcciones hegemnicas
sobre las definiciones de masculinidad, en las cuales los estudios realizados en distintos pases
latinoamericanos durante los ltimos aos coinciden en resaltar entre las caractersticas `esperables de las
masculinidades contemporneas componentes de productividad, iniciativa, heterosexualidad, asuncin de
riesgos, capacidad para tomar decisiones, autonoma, fuerza, disposicin de mando y solapamiento de
emociones (Faur, 2004: 55). Asimismo, es imperativo reconocer que no existe un catalogo de
caractersticas y prcticas fijas que expresen la masculinidad hegemnica (Minello, 2002).

104

masculinidad, a partir de los cuales son evaluados y jerarquizados, produciendo como lo


seala Connell (1995) masculinidades hegemnicas y masculinidades subordinadas.
Al respecto, Connell plantea que las definiciones normativas permiten que
diferentes hombres se acerquen en diversos grados a las normas. Pero esto pronto,
produce paradojas (Connell, 2008: 34), paradojas que se expresan en que realmente
pocos hombres se ajustan a tales prescripciones, porque debido a que las normas
heterosexuales de gnero producen ideales que no pueden alcanzarse plenamente,
podra decirse que la heterosexualidad opera a travs de la produccin regulada de
versiones hiperblicas del `hombre (Butler, 2002: 333).
De all se deriva, que quienes se consideran a s mismos o son considerados
socialmente46 como ms cercanos a la representacin legitima de ser hombre, realicen
operaciones de clasificacin de otras masculinidades frente a la normativa, lo cual
constituye un campo de disputas al nivel de la representacin de lo que significa ser
`hombre, as como el poder de tener el derecho a decidir quin tiene la representacin
legitima de esa condicin (Nez, 2008: 55). El resultado de dicho procedimiento,
como poltica que construye las diferencias, conmina a unos hombres a experimentar la
masculinidad (hegemnica para Connell e hiperblica para Butler) como privilegio, en
detrimento de otros que deben vivirla como subordinacin o feminizacin.
En consecuencia, la feminizacin como poltica de diferenciacin hegemnica la
pueden ocupar sujetos (biolgicamente machos) excluidos de la representacin por su
deseo (homosexuales) o aquellos excluidos por razones de etnia, clase, edad,
nacionalidad (negros, indgenas, pobres, extranjeros, jvenes), entre otros marcadores
de identidad. No obstante, esta subordinacin y feminizacin situada, no excluye que
estos sujetos en otros contextos de relacin, puedan ocupar una posicin hegemnica,
reproduciendo la dominacin de una(s) mujer(es) especfica(s) o la subordinacin de
otro(s) hombre(s). De ah se deriva la necesidad de estudiar ms que los discursos, las
prcticas a travs de las cuales los sujetos se comprometen con una posicin de gnero.
En segundo lugar, la masculinidad hegemnica se contina construyendo como
oposicin dicotmica entre hombres y mujeres, o de acuerdo con Kimmel la
masculinidad hegemnica se construye como huida de lo femenino (Kimmel, 1997: 52).
As, el hombre hegemnico se produce como negacin: no llora, no juega con muecas.
En esta negacin ser hombre implica no ser mujer y establecer la superioridad de lo
46

Scheff sostiene que el control social del gnero tiene siempre una componente evaluativa y, por lo
tanto, da lugar o bien al orgullo o a la vergenza (Soley-Beltrn, 2004: 219).

105

masculino sobre lo femenino, configurando dos de los elementos de la construccin


social de las masculinidades el sexismo y la homofobia (Kimmel, 1998:207).
Sin embargo habra que advertir, que la masculinidad hegemnica goza de
plasticidad y puede adecuarse con facilidad a las nuevas condiciones sociales (Viveros,
2011: 112), porque la identidad masculina patriarcal es dinmica, es decir, se define
por lo que hace (Martn, 2011: 53), lo que significa que un hombre hegemnico
intencionalmente puede llorar, jugar con muecas, llevar el cabello largo o adoptar un
discurso polticamente correcto, sin abandonar su posicin hegemnica. Al mismo
tiempo, es preciso saber que tales conductas no representan necesariamente en todo
contexto, en todo tiempo y en todo hombre, una masculinidad hegemnica.
En tercer lugar, como consecuencia de los factores anteriores la masculinidad
hegemnica se experimenta como privilegio, el cual resulta de sumar: evidencia
biolgica (hombres con pene), cumplimiento consistente de la normativa y superioridad
sobre las mujeres, lo femenino y sobre hombres feminizados. Para Martn la
masculinidad normativa se tiene que validar socialmente porque ser un hombre
(heterosexual) [el parntesis es mo] no implica una posicin poltica concreta ni el
acceso automtico a la hegemona patriarcal (Martn, 2011: 48).
Volviendo al testimonio, a partir de la expresin el hombre es grande desde
pequeo y tiene ms libertad que las mujeres. Es un privilegio, se puede afirmar que
ajustar la existencia individual y social a las disposiciones normativas a nivel simblico
y material que demanda el modelo hegemnico se traduce en comportamientos como la
hegemona, subordinacin, complicidad y marginacin (Connell, 1997: 39) de los
hombres sobre las mujeres y en instituciones que legitiman el patriarcado en
expresiones como la heterosexualidad47 obligatoria, la misoginia y la homofobia.
Otro testimonio ilustra, a nivel de los imaginarios, como los procesos de
hegemona, subordinacin, complicidad y marginacin sirven de soporte a ese sistema
patriarcal. El sujeto informante refiere que si bien el ejercicio es retrico y su finalidad
era revisar imaginarios en un espacio de taller, los sujetos participantes emitan sus
conceptos como si se tratara de experiencias reales, lo cual vlida el taller como
dispositivo para identificar imaginarios y conductas para su transformacin.
47

Guasch, plantea que la heterosexualidad (obligatoria) en tanto que sistema de gestin social del deseo,
tiene cuatro caractersticas bsicas: defiende el matrimonio y/o la pareja estable, es coitocntrica y
reproductiva, define lo femenino como subalterno y lo interpreta en perspectiva masculina, y condena,
persigue o ignora a los que se apartan del modelo, a las sexualidades no ortodoxas. La heterosexualidad
[obligatoria] tambin es sexista, misgina adultista y homfoba (Guasch, 2000: 15).

106

En el primer proyecto que desarrollamos a nivel de ciudad, Conversatorios


Entre Hombres, en 2002, el taller fue muy doloroso pero nos permiti ver
como los hombres siguen movindose sobre parmetros patriarcales,
homofbicos y misginos. En un juego de roles yo preguntaba usted va con
su compaera por una calle y varios hombres los cercan y les dicen que van a
violar a uno de los dos y que usted puede escoger a quin? Las respuestas
muestran contra qu es que nos enfrentamos, por eso nuestro trabajo tiene
ms sentido. Por ejemplo, un hombre dijo `yo que prefera que la violaran a
ella, otro que `peleara para defenderse y a su mujer, un joven dijo `que ni
de vainas l se dejara violar y que si era imposible pelear, que se lo hicieran
a la mujer, pues al fin y al cabo ella no pierde con eso y el hombre si, otro
dijo que `se dejara violar pero que nunca le contara a nadie porque si se
enteraban le iban a decir que se haba vuelto marica. A este muchacho yo le
pregunt, en ese caso qu pensaras de ti mismo, y l respondi `pues me
sentira mal porque dejara de ser hombre. Uno de los ms adultos del grupo
dijo que `l se hara matar antes que dejarse violar, y ah solt algo muy
fuerte, algo as como que se hara matar como se matan a los hombres, con
dolor, con rabia, con dignidad, porque es que cuando yo me dejo matar, estoy
defendiendo al hombre. Otro hombre dice `yo soy hombre y adems soy
negro. Si me dejo violar, estoy poniendo en riesgo no slo mi hombra sino la
historia de hombra de mi raza (Ruz, 2012, entrevista)

En el relato, la masculinidad hegemnica se expresa de cuatro maneras La


subordinacin de la mujer, en todas las respuestas su posicin es subordinada, an en la
respuesta de quien peleara por defenderla, primero est la defensa de la hombra, y en
cualquier caso, se estima preferible que la mujer sufra este tipo de violencia a que sea
un hombre. Supuesto que indica que los sujetos se perciben en posicin de superioridad
respecto a las mujeres y el cuerpo de stas carece de valor en s mismo.
La negacin homofbica, a los sujetos no les preocupa propiamente, ni su
seguridad, ni su salud, si no el hecho simblico de `perder la masculinidad frente a la
posibilidad de una experiencia homosexual, conducta que ratifica la profundidad de la
construccin de la masculinidad como negacin homofbica, al preferir la muerte, por
considerar el contacto homosexual como un agravio al eje primordial de la identidad
masculina: la heterosexualidad normativa.
La muerte hegemnica, en el relato, la masculinidad hegemnica se establece
como un modelo comn a cierto tipo de hombres, en la cual si no es posible defender la
dignidad (lase la poltica normativa de la masculinidad), la conducta esperada sera
elegir la muerte, y ente caso no cualquier tipo de muerte, se tratara de una muerte
hegemnica, es decir, morir como se matan a los hombres, con dolor, con rabia, con
dignidad. Esta variacin de la masculinidad hegemnica, supone que la muerte digna
de un hombre hegemnico es una muerte en defensa de la masculinidad hegemnica
misma cuando yo me dejo matar, estoy defendiendo al hombre. En la lectura

107

relacional de la masculinidad hegemnica, el sujeto que elige conservar su vida, sera


feminizado y automticamente su estatus pasara a ser el de un hombre subordinado.
La hombra racial ampla la existencia de masculinidades hegemnicas, esta vez
atravesada por el componente tnico racial, donde si bien los hombres negros48
pueden ser subordinados frente a los blancomestizos respecto a componentes como la
clase, los primeros pueden ser hegemona al interior del grupo racial. As, este caso
coincide con el anterior (donde la muerte del hombre hegemnico supone la defensa de
todos los hombres) en establecer una suerte de esencia (de la masculinidad) racial,
expresada en que el sujeto considera que en l est representada la historia viril de su
grupo tnico de referencia si me dejo violar, estoy poniendo en riesgo no slo mi
hombra sino la historia de hombra de mi raza.
Retomando el argumento de que la masculinidad hegemnica se contina
construyendo como oposicin dicotmica entre hombres y mujeres, es pertinente decir,
que la masculinidad no se construye nicamente a partir de discursos de negacin. Hay
fuertes mandatos afirmativos sobre lo que un hombre debe ser, sobre lo que hace
efectiva y positivamente diferente a un hombre respecto de aquellos a los que no deber
parecerse (Faur, 2004: 51). En esa perspectiva, otros de los hallazgos en los talleres
con los grupos de trabajo en Nario y Bogot evidencian un movimiento de hombres
entre el patriarcado y el cambio [y] hombres que estn recorriendo masculinidades no
machistas (Ruz, 2012: 21-26), trnsitos en los que si bien los sujetos parten de
reconocer que su masculinidad est inscrita en el modelo hegemnico, hacen nfasis en
los aspectos positivos que refiere Faur como posibilidad y experiencia real de cambio.
Lo anterior deja ver como en el taller se revela cmo se han producido las
subjetividades de los hombres con quienes trabaja, para pasar al momento de
desinstalacin y desbloqueo. Sobre los mandatos identificados en el momento anterior,
se realizan actividades para movilizar y cuestionar esas prcticas y discursos y a partir
de all se retan las pautas patriarcales hiperbolizndolas, con el propsito de generar una
reflexin personal y colectiva crtica sobre sus efectos. En este momento realizan
48

Entrecomillo la expresin hombres negros, para sealar el carcter Interseccional de la masculinidad,


con otras categoras como la raza, que de manera situada confieren o niegan el estatus de masculinidad a
un individuo. Al respecto, Butler plantea que cuando Frantz Fanon afirm que el negro no es un
hombre, llev a cabo una crtica del humanismo que mostr que la articulacin contempornea de lo
humano est tan plenamente racializada que ningn hombre negro puede ser calificado de humano. En
esta utilizacin de la palabra, se frmula tambin una crtica de la masculinidad ya que implica que el
hombre negro es feminizado. Y el alcance de dicha formulacin seria que nadie que no sea un hombre
en el sentido masculino es un humano, con lo que se sugiere que tanto la masculinidad como el privilegio
racial refuerzan la nocin de lo humano (Butler, 2004: 29).

108

actividades corporales que colocan en juego construcciones de poder, fuerza,


dominacin, control y miedo al contacto. Este procedimiento como lo pude
experimentar en los talleres, es de alto impacto en la subjetividad y en los cuerpos,
porque a travs del contacto fsico emergen los dispositivos que estructuran a los
sujetos, los que masculinizan los cuerpos de los hombres y feminizan los de las mujeres,
pero tambin los que se enfrentan y relativizan.
Una de las cosas vitales en el trabajo del cuerpo es cmo un hombre que yo
le pongo en el trabajo el cuerpo, que utilizo el sofisma de la pintura o del
masaje o del juego corporal, para lograr que se toquen y al final despus de 8
horas de taller lo que se le qued a ese hombre fue el primer ejercicio de la
maana, `yo toqu al otro y no soy marica y ese es su gran encuentro del da,
o sea, `ya s que toco al otro y no soy marica y eso me da posibilidad.
Inmediatamente les llevo esa reflexin a las relaciones corporales con sus
parejas e hijos y desde ah empiezan a deconstruir, se meten en otro rollo,
por ejemplo, que no quieren que sus hijos crezcan con las mismas taras y ya
encuentran el sentido poltico de lo personal (Huertas, 2012, entrevista).

En la desinstalacin y desbloqueo emergen experiencias, dolores, violencias, miedos,


reafirmaciones. Se convierte en un momento pedaggico para hacer visible lo invisible,
proceso en el que la resistencia adquiere sentido, por ejemplo, como en el testimonio
anterior cuando un sujeto heterosexual se enfrenta a sus miedos y se permite el contacto
fsico con otro hombre y descubre que su (homo) fobia es socialmente construida y que
el contacto y la expresividad entre hombres es legtimo. En este caso al abordar la
masculinidad desde otro cdigo, emerge en los sujetos una disposicin diferente frete a
su historia personal, se replantea la experiencia heterosexual homfoba y justo en ese
momento, la masculinidad hegemnica empieza a ser interpelada y desarticulada como
el nico referente para la constitucin de sujetos.
Hacer visible lo invisible y reconocer la necesidad del cambio, representa en s
mismo el momento de transformacin. En este momento realizan acciones que
conectan a nuevos criterios de anlisis y a nuevos lenguajes de cuerpo. Son ejercicios
que por su fuerza y significacin tienen incidencia especial en las prcticas posteriores
de las personas. Son experiencias ms que ejercicios en s, por cuanto son actividades
para llevarse puestas. En este campo estn la relajacin, pintura corporal,
autoreconocimiento, el desnudo, los rituales, entre otros (Ruz, 2012).
Una de las tcnicas49 empleadas es la mascarada del machismo. En este
momento introducen elementos del teatro del oprimido y la biodanza. De acuerdo al
tema propuesto los sujetos pintan sus cuerpos, actividad que resulta transformadora en
49

Otras tcnicas en el trabajo corporal son: el auto-reconocimiento con aceite, el desprendimiento de


corazas a travs del barro, y rituales simblicos de cierre.

109

s misma, en tanto que los sujetos vuelven a conocer su cuerpo y le otorgan nuevos
valores de significacin y de uso, convirtindolo literalmente en territorio para el
cambio, donde plasman sus malestares pero especialmente sus deseos de trasformacin.
Empieza entonces un maravilloso juego de cuerpos, mscaras y expresiones.
Unos saltan y bailan sensualmente al son de la msica, otros caminan con
gestos reforzados, casi todos gritan o hablan en voz alta y todos van riendo,
ren de ellos mismos, de las mscaras del machismo que estn dejando salir a
travs de las mscaras de plstico; ren de lo que sale de adentro, de cmo
pueden burlar las pautas del machismo jugando a una especie de carnaval. En
el saln van quedando en el piso la homofobia, la inexpresividad emocional,
afectiva y corporal, tabs al contacto, como si hubiesen estado esperando una
oportunidad para mostrarse a s mismos, que la masculinidad no tiene que ser
una armadura contra la vida. Este juego fue como una pequea celebracin al
derecho masculino a ser seres humanos (Ruz, 2012: 49)

En los talleres, en la interpretacin que hacan los hombres de los cuerpos pintados,
fueron reiterativos los mensajes de hombres queriendo poner fin a la violencia contra las
mujeres, reconcilindose con el mundo afectivo, deseando replantear la paternidad. En
esa perspectiva, fui testigo de los cambios en hombres y mujeres que desde la voz, el
lenguaje corporal y el relacionamiento en el taller, transformaron la inseguridad y (auto)
rechazo fsico en afirmacin y en empoderamiento corporal, llevando a limite sus
historias, como lo comentaban algunas de las mujeres participantes en los talleres en
una comunidad indgena en otra parte sera imposible ver a dos hombres de la
comunidad abrazndose, bailando apretados y dndose un beso.
Por otra parte, segn los testimonios de los miembros del Colectivo y de algunos
participantes de los talleres, el taller como dispositivo pedaggico de gnero, produce
un efecto liberador. Para muchos sujetos se convierte en la posibilidad de confrontar el
estigma social, afirmarse en su deseo y reconocer pblicamente su homosexualidad, ya
no como identidad perversa (Martn, 2011: 20), sino como potencialidad humana.
En el Colectivo primero te dicen, no es malo que seas gay y qu maravilla
que puedas cuestionarte eso y que puedas construirte desde la igualdad, desde
la tranquilidad y el plus es que sales con conciencia (Rojas, 2012, entrevista).

Como lo revela el testimonio, una de las reas ms significativas en las que se producen
cambios es la sexualidad. En el taller se cuestiona la heterosexualidad obligatoria como
la nica forma de expresin del deseo y materializacin de la sexualidad, en un proceso
colectivo donde la comunidad participante, confronta sus propios imaginarios y
creencias, buscando la compresin que devele los discursos y prcticas que excluyen y
marginan ciertas expresiones de la sexualidad, de lo humano. Asimismo, posibilita el
cuestionamiento de la heteronormatividad desde el cuerpo y la sexualidad.

110

Para una lectura de este hallazgo parto del presupuesto de que la masculinidad y
la prctica sexual hegemnica estn centradas en el pene como referente de la virilidad 50
y alrededor de ella se construye el sentido de ser hombre y reafirma la masculinidad
patriarcal. As, el pene, como realidad material, se convierte en falo, como dimensin
simblica del poder y la dominacin. La vivencia ertica se reduce as a una obsesin
penetrativa como prctica asociada a la `perentoriedad sexual, que lleva a percibir
errneamente que no hay relacin sexual si no se ejecuta una penetracin y a centrar el
disfrute en la propia descarga eyaculatoria, ms que en la experiencia del compartir
ertico (Garca y Ruz, 2009: 22). En ese caso la virilidad, se constituye en una forma
hegemnica de la masculinidad (Otegui, 1999: 154).
A partir de ese referente terico, en el taller, a travs del trabajo corporal se
desarrollan actividades para descentrar la masculinidad, el placer y el erotismo del pene,
por ejemplo, con la introduccin del autoerotismo y el masaje en los trabajos de
corporalidad se busca re significar el cuerpo, es decir, resignificar el gnero como
inscripcin corporal, ms all del deseo y una prctica sexual normada. Esta
resignificacin tiene lugar dentro del sistema sexognero, en el que segn Butler, el
sexo se presenta como `lo real y lo `fctico, la base material o corporal en la que
interviene el gnero como un acto de inscripcin cultural (Butler, 2007: 283), re
significacin que, en el sentido primario, indica volver a dotar de significado una
inscripcin cultural de tipo corporal, en este caso el cuerpo del hombre hacia la
erotizacin corporal ms all del pene, prctica con la cual se cuestiona el modelo de
virilidad hegemnico.
En este sentido el proceso de humanizacin por medio de las nuevas
masculinidades que busca el Colectivo hace referencia al reconocimiento del cuerpo de
los hombres ms all de los genitales. En este momento, se busca que el sujeto de
construya su masculinidad a partir de la exploracin y reconocimiento de su cuerpo
como territorio de placer, localizando su potencial ertico en la piel, o en otras palabras,
en todo su cuerpo, ya no en el pene como smbolo del poder patriarcal.
Con mi nueva relacin sentimental, hacer el amor es muy chvere pues antes
simplemente se vea como slo llegar, el beso, el desnudo y pum, pum, pum
y listo se acaba todo. Pero cuando ya me met en las nuevas masculinidades
entonces uno ve cosas diferentes, al principio todo era teora, porque hasta al
momento, todava sigo siendo virgen, s en el tab de la penetracin, pero he
tenido experiencias sexuales con mi nueva pareja que hemos hecho el amor y
han sido excitantes, placenteras, hermosas para los dos. No s cmo ser lo
50

Para Preciado el sexo es una tecnologa de dominacin heterosocial que reduce el cuerpo a zonas
ergenas en funcin de una distribucin asimtrica del poder entre los gneros" (Preciado, 2002:22).

111

otro, pero utilizar todo el cuerpo, llegar a un orgasmo sin necesidad de una
penetracin, es nico. Ahora uno como hombre se siente bien, porque sabe
que lo que est aplicando de la nueva masculinidad es productivo para los
dos, porque podemos dialogar de qu nos gusta y qu no, ir preguntando si
podemos hacer esto o lo otro, poder explorar (Bohrquez, 2012, entrevista).

En este tipo de prcticas se establece una relacin pedaggica, ertica y poltica que
contesta la heterosexualidad obligatoria en tanto experiencia que pretende modelar la
sexualidad a partir del pene y su funcin activa: la penetracin. En consecuencia se
promueve la produccin de una masculinidad (heterosexual) descentrada del pene.
Con los jvenes, hay una apuesta por erotizar todo el cuerpo ms all del
pene, por sentir la piel, el tocarse, el masaje. Cuando invitamos a los hombres
a ese reconocimiento total, los estamos descentrando de su pene y siguen
siendo heterosexuales, pero ya el pene no tiene el mismo protagonismo. Yo
les preguntaba qu ganaban y ellos me mencionaban las relaciones con las
parejas e hicimos trabajos con ellas y decan que una de las cosas que ms les
haba encantado era encontrar un hombre as, que cuando arrancaron, no
tenan experiencias sexuales y que el ejercicio de la contemplacin, del
erotismo, de la mutua masturbacin les haba dado una seguridad total en la
relacin. Una deca, puedo decir que he tenido un orgasmo y no he tenido
una penetracin. Y eso no es slo por ella, sino tambin por l, porque l
logr alejarse de su pene e incorporar todo el deseo, el placer y el erotismo en
el cuerpo. En contraste, cuando yo hablo con un seor de 30 aos, su ser
heterosexual est en el pene, `a m me gustan las mujeres y me gusta penetrar
mujeres, porque no es penetrar cualquier cosa, es penetrar mujeres. Entonces
el pene socialmente sigue teniendo el protagonismo y tenemos que entenderlo
para desmontarlo (Huertas, 2012, entrevista).

En esta accin transformadora no slo se descentra el pene y los hombres humanizan su


cuerpo, sino que en una operacin simblica y material, objetan el lugar figurado del
poder: renuncian al acto penetrador como nica instancia del encuentro ertico,
reconocen el deseo de sus parejas y abandonan el privilegio masculino de la descarga
eyaculatoria como ncleo del placer. En esta prctica, la figura dicotmica hombre
activo mujer pasiva, no es procedente, la perentoriedad sexual se disuelve y los sujetos
en reconocimiento del deseo y el placer mutuo generan relaciones equitativas e
igualitarias, donde a partir del cuestionamiento al poder falocntrico como propiedad
significativa (Connell, 1997: 34) democratizan la sexualidad y las relaciones inter
genricas, de ah que la sexualidad masculina ya no puede seguirse definiendo en base
al puro acto penetrador (Boscn, 2006:33).
Del testimonio resalto dos aspectos, por un lado, cuando uno de los sujetos dice
a m me gustan las mujeres y me gusta penetrar mujeres se materializa la postura
sexista sobre la relacin entre gnero y sexualidad a partir de la cual se confirma la
subordinacin sexual de la mujer, ratificando la vigencia de la heterosexualidad

112

obligatoria, localizada en el pene y la posicin de poder que supone la penetracin del


otro dicotmico: la mujer. Por otro lado, al decir tenemos que entenderlo para
desmontarlo, el sujeto seala la necesidad de comprender cmo se produce el cuerpo,
la sexualidad y el deseo en los hombres, con el propsito de desinstalar el pene, en su
doble sentido, simblico y material, como "resumen, icono y sustancia de la
masculinidad (Otegui, 1999: 154). En esa desinstalacin se cristaliza la efectividad de
los dispositivos pedaggicos de gnero desarrollados por el Colectivo y su crtica a la
ideologa masculina que se materializa en los genitales y se articula con la sexualidad y
el poder" (Ramrez, citado por Viveros, 2002: 60).
Ahora bien, el alcance de estos procesos de cambio no se puede precisar con
exactitud debido a la falta de la sistematizacin de las experiencias pedaggicas y de
implementacin de modelos de evaluacin que permitan dar cuenta de su impacto. No
obstante,

significan

un

importante

avance

en

el

cuestionamiento

de

la

heteronormatividad y representa una fuga en la concepcin tradicional de la


masculinidad. Lo cual adquiere valor poltico como prctica personal y como accin
poltica colectiva en el sentido de que esta crtica al falocentrismo proviene de una
organizacin mixta donde la mayora de los hombres se reconocen como
heterosexuales, lo que indica que no todas las sexualidades hetero se rigen por
principios normativos, lo cual coincide con Martn, cuando argumenta de que se trata
de desafiar la heterosexualidad obligatoria en tanto que es obligatoria y no porque es
heterosexualidad (Martn, 2012: 35). En ese orden de ideas me permito reproducir un
breve dialogo con uno de los integrantes del Colectivo porque resulta indicador sobre la
pertinencia del tema.
LG: es acertado decir que este tipo de talleres son una forma de cuestionar la
heterosexualidad como una prctica centrada en el pene, en el coito [H: claro]
y esto, como una forma de repensar la sexualidad, para producir una
heterosexualidad [H: distinta] que se abre. H: Claro, justamente es eso. No es
el llamado a un tipo fijo de sexualidad, no es la transformacin inmediata,
pero s es la apertura (Huertas, 2012, entrevista).

Est claro que no se trata de ir contra la heterosexualidad, sino de abrir sus significados
y posibilidades no como un cambio que opera de manera inmediata sino que se mueve y
est ligado a las aspiraciones de cambio en las relaciones de gnero, en definitiva se
trata de desafiar la heterosexualidad obligatoria por su carcter impositivo y no por la
prctica heterosexual en s misma (Martn, 2012).
Por otra parte, si bien a travs del cuestionamiento de la heterosexualidad
obligatoria, se logra descentrar la sexualidad del pene, un avance que puede significar
113

muchas ganancias en trminos de la experiencia sexual, el deseo de los sujetos e incluso


de deconstruir la masculinidad, el Colectivo no ha logrado desarrollar el
cuestionamiento pblico de la heteronormatividad como una normativa que excluye a
los sujetos que rompen el imperativo heterosexual, as hombres sexualmente diversos
hagan parte de l. En esa perspectiva, el tema de la diversidad sexual no se ha asumido
como una categora poltica desde la cual generar resistencias al patriarcado.
Regresando al taller, el ltimo momento de prcticas para el activismo, est
conectado con otros dispositivos pedaggicos de gnero orientados a generar incidencia
directa en las comunidades donde se efectan los talleres. En las reas rurales se
realizan marchas, performances y video foros en espacios pblicos, en las reas
urbanas51 como se ver ms adelante el activismo adquiere otras dinmicas.
Parte de los hallazgos que hace el Colectivo en los talleres es identificar tres
diferentes procesos biogrficos en los hombres. En primer lugar identifica a quienes se
reconocen desde el patriarcado y actan de acuerdo a esta interpretacin. En segundo
lugar reconoce a quienes que transitan entre el patriarcado y el cambio, sujetos que en
su prctica consciente o inconscientemente se alejan del modelo hegemnico, en estos
hombres tiene lugar una tensin entre lo tradicional y lo nuevo, entre la herencia
histrica y las demandas de cambio provenientes de las mujeres, los grupos de hombres
y del malestar propio frente a los rgidos parmetros de la masculinidad hegemnica. En
tercer lugar, resalta a hombres en proceso de cambio `empoderndose en nuevas
masculinidades, hombres que reconocen el patriarcado como fuente de opresin
estructural e individual del cual se han beneficiado y al cual es necesario cuestionar,
resistir y transformar a partir del desmonte de sus privilegios. As lo registra Ruz en su
lectura de los hombres que participaron en los talleres de Nario y Bogot.
Tomar conciencia de esta dinmica significa para los hombres, encontrar que
deben renunciar a la superioridad que les ha dado el patriarcado respecto a las
mujeres. O sea que los hombres deben desempoderarse de aquellos
ejercicios de poder discriminatorios, inequitativos y maltratantes. Si han
estado en el poder patriarcal, ahora se trata de renunciar a l [y] poner en otro
lugar lo que sera el poder como experiencia transformadora de realidades
(Ruz, 2012: 8081).

Finalmente pensar el taller como laboratorio de cambio sugiere que las resistencias a la
masculinidad hegemnica tienen un carcter personal y que ste al ser politizado se
expresa en micro resistencias que pueden escalar hacia otros espacios de incidencia
51

El Colectivo ha realizado talleres a nivel local en las veinte localidades de Bogot, a nivel nacional en
31 municipios y en dos Islas. A nivel internacional en Venezuela.

114

poltica. En ese sentido, la estrategia poltica inicial del Colectivo no se ha centrado en


promover grandes cambios estructurales, sino en el trabajo dirigido a sujetos
individuales y colectivos como camino para posicionar su lucha a nivel social y ganarse
un espacio de legitimidad, debido, entre otras razones, a que en Colombia la
masculinidad y el patriarcado se siguen asociados como sinnimos (Ruz, 2012,
entrevista) y los hombres como grupo social generizado son objeto de sospecha y
desconfianza (Guasch, 2006: 107). Pese a ello, el Colectivo se convierte en un actor
social que se legitima a travs de la experiencia personal de cambio de sus miembros y
de los sujetos que se han dejado interpelar por sus preguntas y apuestas.

Marchas de faldas (como trastocamiento)


En el Colectivo las marchas de faldas como dispositivo pedaggico de gnero surgen en
el trabajo del taller y buscan subvertir los dispositivos de gnero que legitiman el orden
simblico de lo masculino y lo femenino hegemnico. Como lo refiere esta afirmacin
son ejercicios de contestacin pblica a un modelo patriarcal heterosexista (Garca,
2012, entrevista). El siguiente testimonio da cuenta de su origen.
Uno de los jvenes, Oscar, es quien propone la marcha de faldas, en un taller
planteo que las construcciones de gnero venan siendo construidos como un
pndulo, todo mundo ve el movimiento, se mete, pero nadie lo altera. Y
Oscar dice, ah lo que tenemos que hacer es un trastocamiento, y le pregunto
y eso qu es? Y dice: como el pndulo se mueve as [de un extremo al otro]
llega y lo toca, entonces el pndulo pierde su forma. Y cmo sera eso? l
me dice pngase falda! Usted se pone falda y ver que rompe. Un da lo
hacemos y evidentemente sucede. La primera marcha que se hace de
trastocamiento de gnero, consista en que las chicas llevaban corbata y los
hombres falda. Lo que veamos era que las mujeres pasaron invisibles, la
corbata no fue un elemento que moviliz a quienes nos vean, la falda s. Lo
que empezaba a suscitarse en la gente eran preguntas, caras de asombro
(Huertas, 2012, entrevista).

Segn los testimonios, los objetivos generales de las marchas pueden identificarse en
tres grupos, en primer lugar cuestionar en el espacio pblico la continuidad de la
masculinidad hegemnica y el sistema patriarcal. En los recorridos se utilizan consignas
como El machismo deshumaniza! Y Cuidado el machismo mata! En segundo lugar,
denunciar la violencia contra las mujeres y reivindicar sus derechos, por ejemplo, el
derecho a la igualdad, a decidir sobre sus cuerpos, a una vida libre de violencias.
Algunas de las consignas empleadas son Del tipo que sea, no a la violencia contra las
mujeres!, Cuando una mujer dice no, es no! En tercer lugar, promover la equidad de
gnero y la construccin de nuevas masculinidades. Algunas de las consignas utilizadas

115

son Que lo vengan a ver, que lo vengan a ver, somos un Colectivo de hombres que
lucha con la mujer! Por el no maltrato a la mujer y por nuevas masculinidades!
De acuerdo con Butler, para quien el gnero es el resultado de un proceso
mediante el cual las personas recibimos significados culturales, pero tambin los
innovamos (Butler, 2007: 58), la funcin de las marchas de faldas como trastocamiento
es establecer una relacin directa con elementos de orden simblico. En ellas, el
Colectivo apela e interpela a las personas y la cultura a partir de los significados
socialmente construidos para las categoras hombre, mujer, masculinidad y feminidad, y
altera tales representaciones y los roles asignados a cada sujeto en funcin de esa
significacin que les precede, intentamos cambiar y poner en cuestin la manera
correcta de asumir la masculinidad en nuestra sociedad (Ruz, 2012, entrevista).
Fotografa N.o 1
Marcha de faldas como trastocamiento

Fuente: Archivo del Colectivo

De manera tal que el trastocamiento como dispositivo se instala en la lnea de


continuidad de los imaginarios y mandatos de lo que socialmente tiene que ser y hacer
una persona (heterosexual) de acuerdo a su `sexo biolgico, para lucir como un
individuo coherente entre su sexo y su gnero, y los desencaja para desestabilizar su
continuidad simblica.
Lo que genera el impacto es la lectura que se da desde el sentido comn, por
los referentes que tenemos de la falda. Porque socialmente la falda es mujer,
entonces cuando la colocamos en no violencia contra las mujeres
rpidamente se instala, cuando lo colocamos en hombres con falda es una

116

manera de resistencia o de interpelacin a, y el sentido comn lo coge, se


trastoca el flujo del pndulo (Huertas, 2012, entrevista).

La instalacin de la falda en hombres que comnmente usan jean o pantaln trastoca,


desborda la correlacin esttica del hombre heterosexual. En la calle, en el cruce
momentneo de hombres con falda y espectadores en un mismo plano espacio temporal,
se activa el dispositivo a travs de la imagen incoherente de la apariencia masculina
acompaada del mensaje de no violencia contra las mujeres. Articulacin que adquiere
un alto valor como prctica de resistencia, en tanto es un dispositivo que busca, por un
lado desestabilizar la esttica del modelo hegemnico de masculinidad y generar una
confusin subversiva al sacarlo de su lugar comn y, por el otro, porque introduce un
nuevo posicionamiento social, hombres con falda que se manifiestan pblicamente
contra la violencia hacia las mujeres. Fenmeno sin registro en el mbito de las luchas
sociales en Colombia y del cual el Colectivo es pionero.
Ponerse una falda es atreverse a hacer algo que toda la vida ha estado vedado,
es que los hombres no hemos usado falda. Por eso que un hombre se coloque
una falda en una cultura machista como la colombiana, no es cualquier cosa.
Nosotros no lo hacemos por ridiculizar lo femenino, al contrario, lo hacemos
para reclamar los derechos de las mujeres. Por eso la recepcin que tenemos,
la gente que nos ve en falda no nos dice: ve ah van las locas maricas, sino
que el impacto que produce ver hombres en faldas y adems gritando, no ms
violencia contra las mujeres, no ms violencia contra los hombres, es un
impacto muy fuerte (Hernndez, 2012, entrevista).

En el Colectivo existen dos modalidades de marcha, por una lado se realizan marchas de
trastocamiento con un tema especfico, el ms emblemtico es el rechazo a la violencia
contra las mujeres, pero se han introducido progresivamente temas como cultura de paz,
la equidad de gnero y las nuevas masculinidades. Por ejemplo en la marcha
Septimazo52 del desmachismo, algunas de las consignas utilizadas fueron: Somos
hombres y mujeres jvenes de Bosa y Rafael Uribe, promocionamos con nuestras vidas
una cultura de paz, desde nuevas maneras de ser hombres y mujeres! No queremos
irnos a la guerra: objecin por conciencia!. La otra modalidad, hace referencia a las
marchas amplias (con o sin falda) que se insertan en las agendas del activismo local y
global, como los 16 das de activismo contra la violencia de gnero, entre los cuales se
realiza actividades el Da internacional de la No Violencia contra las Mujeres.
52

La relevancia de tomarse la Avenida Sptima, radica en que esta avenida ha tenido la connotacin de
ser escenario histrico de los cambios sociales y polticos de Bogot. All funcionan entidades
gubernamentales y financieras y se concentra el poder poltico y eclesistico Colombiano: Presidencia de
la Repblica, Palacio de Justicia, Capitolio Nacional, Alcalda Mayor. Del poder eclesistico se encuentra
la Catedral Primada, el Cabildo Eclesistico y el Palacio Arzobispal. En su conjunto este escenario fsica
y simblicamente representa el poder hegemnico del Pas.

117

Otras fechas de activismo son la conmemoracin del Da Internacional de los


Derechos de las Mujeres, el 8 de marzo, la primera Marcha de las Putas realizada el 25
de febrero de 2012, las marchas organizadas por el movimiento LGBTI, como la
Marcha de la Ciudadana LGBT, en julio y la marcha del Orgullo Gay, en junio, y
recientemente la iniciativa promovida por la Red Colombiana de Masculinidades de
celebrar el 20 de agosto el Da de las Masculinidades por la Equidad de Gnero, la
primera la versin se celebr en 2011 y para 2012 organiza con la Red un encuentro
nacional llamado `Da de los hombres transformando el machismo. Es pertinente
resaltar que el activismo del Colectivo no se concentra en Bogot, simultneamente
promueve y acompaa la realizacin de marchas en ciudades como Arauca, Pasto,
Cartagena, Buenaventura, Neiva y Villavicencio.
Los impactos de las marchas pueden leerse en dos sentidos, a nivel personal
colectivo y su impacto en lo sociocultural. A nivel personalcolectivo, los testimonios
refieren que es un acto que abre espacios de reflexin y lleva un mensaje de cambio
social, el cual, para algunos implica resignificar su propia vida.
El slo hecho de irse con una falda y gritar consignas, insertarte en las calles
en una lgica diferente, uno se siente raro y percibido, y me siento bien
porque es parte de una forma de vida, porque es como decir: aqu adquiere un
sentido mi vida, porque estoy en una lgica diferente, estoy insinuando otra
manera de asumir la vida y otra sociedad de no violencia (Nez, 2012,
entrevista).

En esta prctica, la interpretacin individual de la lucha antipatriarcal y el propsito de


asumir una nueva masculinidad, ya no es slo discurso, se convierte en un modo de
mostrar desde el cuerpo y la accin poltica que hay otras formas de construccin vital,
de relacionamiento y de hacer ciudadana. De construccin vital porque el patriarcado y
la masculinidad hegemnica dejan de ser los referentes de construccin como sujetos.
De relacionamiento, porque se promueve la equidad entre los gneros y la eliminacin
de la violencia contra las mujeres y entre los hombres. De hacer ciudadana, porque se
interpela a la sociedad colombiana sobre las pautas de socializacin y el ordenamiento
de las relaciones de gnero que favorecen la masculinidad hegemnica y porque se
promueve otros tipos de subjetividades orientadas a construir una sociedad no violenta,
a construir una cultura de paz, expresada en el renuencia de los jvenes a formar parte
de cualquier ejercito.
Otra de las historias que evidencia la fuerza y el impacto personal de este
dispositivo, es la siguiente.

118

Para m la primera vez que me puse un falda, eso fue excitante, fue lo
mximo, me senta Estoy haciendo una transgresin del putas! es muy
parecido a la primera vez que me desnud frente a un colectivo, claro las
entradas son distintas, pero haberme desnudado o haberme puesto falda eso
fue victorioso, es nico. Para los muchachos, por lo que ellos nos cuentan, es
crucial: si yo soy capaz de hacer esto, soy capaz de hacer lo que sea. Porque
es que no lo hacen en un cuarto encerrado, sino que lo hacen en pblico,
protestando contra la violencia hacia las mujeres y entre nosotros, contra la
cultura patriarcal colombiana (Hernndez, 2012, entrevista).

A nivel del Colectivo, esta prctica materializa los procesos internos de trabajo
personal, ratificando desde el cuerpo y la actuacin personal el compromiso conjunto de
cambio. Con las marchas de Faldas el Colectivo trastoca el imaginario del modelo e
incide polticamente en el espacio pblico, sealando por una parte, problemticas
especficas: visibiliza al patriarcado como origen de la dominacin y violencias contra
las mujeres, la violencia entre los hombres y la inequidad y desigualdad de gnero y por
otra parte, genera propuestas alternativas para vivir la masculinidad.
Internamente se ha posicionado como una experiencia de incidencia poltica,
participar con la falda ratifica el compromiso de cambio y se convierte en una
ventana para resistirnos al patriarcado, porque despus de que un joven
transgrede el imaginario del hombre hegemnico, la construccin de una
nueva masculinidad toma forma y ese descubrir que se puede cambiar y que
lo estn haciendo es un acto supremamente poderoso, ya no vuelven a ser los
mismos, eso los empodera para el cambio (Ruz, 2012, entrevista).

Este testimonio, por un lado recuerda que los procesos de cambio son el resultado de
acciones intencionadas iniciadas en los talleres, en espacios formativos, la convivencia
cotidiana, participacin en compaas y en las acciones colectivas mismas, donde los
sujetos se permiten ir identificando en s mismos y en la cultura las mltiples facetas del
patriarcado y lo hegemnico y, a partir de esa identificacin, emprenden diversos
caminos para su desinstalacin.
S es un acto de resistencia porque efectivamente se est rompiendo el
estereotipo en un acto simblico, pero detrs hay muchas cosas que la gente
no sabe, como que detrs del hecho de que los hombres anden con falda hay
toda una construccin de una identidad distinta, que se han roto paradigmas
acerca de la dominacin, el poder, la violencia (Sarmiento, 2012, entrevista).

As pues, las marchas de faldas se configuran como un trnsito del espacio del taller al
espacio pblico, de la resistencia personal a la resistencia pblica. Por otro lado, el
posicionamiento interno que han adquirido las marchas de faldas como una experiencia
corporal de incidencia poltica afirma, renueva y resignifica la identidad del Colectivo
y de los sujetos con ste y por ese medio ampla el repertorio de resistencias que
dotan de sentido organizativo la lucha antipatriarcal.

119

A nivel sociocultural precisar el impacto de esta prctica excede el alcance de


esta investigacin, no obstante, en un ejercicio autocrtico el Colectivo se interroga por
su impacto. Esta crtica se basa, por un parte, en que existe el riesgo de no lograr
comunicar el contenido de la prctica debido al contexto de la calle (ruido, trnsito) y
por otra parte, porque si las personas no acceden a este sentido se corre el riesgo de
perder la intencionalidad poltica antipatriarcal que lo origina y el impacto esperado.
Estas crticas sealan la necesidad de ajustar las estrategias a nivel pedaggico y
poltico a fin de poder trasmitir efectivamente no slo una imagen transgresora de la
masculinidad (un hombre con falda), mensaje que corre el riesgo de quedarse en una
interpretacin hegemnica reducida a una manifestacin de hombres travestis, sino de
comunicar el contexto y las reivindicaciones polticas que sustentan dicho acto.

Dispositivos artsticos de resistencia


El arte ha estado asociado al Colectivo como un dispositivo de resistencia que desde
diversos lenguajes, sensibilidades y maneras de construir sentido, contribuye a
cuestionar simblica y materialmente las relaciones de poder hegemnicas, a re
significar los cuerpos y producir nuevas subjetividades. En este aparte me centro en el
performance, como una de las expresiones que mayor presencia tiene en la puesta en
escena pblica del Colectivo, especficamente a dos de ellos: Una barrera contra las
violencias y Las cadenas del patriarcado en los hombres.
Una barrera contra las violencias se realiz el ocho de agosto de 2011, la accin
fue promovida por el Colectivo pero en ella convergieron diferentes actores, jvenes del
proyecto `Frontera tras frontera, derechos sin fronteras53, el Colectivo Antrax Stencil y
la Red Nacional de Mujeres. El performance consisti en la produccin de una barrera
humana, compuesta por 14 hombres jvenes semidesnudos que en silencio, uno al lado
del otro, formaron una lnea frontal sobre un espacio pblico simblico: el Eje
Ambiental, cerca a la escultura de Policarpa Salavarrieta54, lugar emblemtico de las
resistencias del movimiento social de mujeres. Los sujetos cubrieron de color violeta
sus cuerpos como representacin simblica de las luchas histricas del feminismo Un
violeta que ha acompaado las luchas, las reivindicaciones, las conquistas de las
mujeres y con ellas de la humanidad (Huertas, performance, 2011). Con color amarillo,
otro de los sujetos escribi sobre esta muralla de cuerpos: una barrera contra las
53
54

Iniciativa derivada de la Campaa del Lazo Blanco. El proyecto es liderado por jvenes del Colectivo.
Herona de la independencia de Colombia alcanzada en 1810.

120

violencias. As permanecieron por un breve lapso de tiempo mientras eran observados


por quienes transitaban la va.
El performance como expresin artstica busca irrumpir en la linealidad de una
realidad determinada e inscribir un mensaje provocador, transgresor. En este caso el arte
urbano, es el lenguaje para encarnar simblica y materialmente una reivindicacin
poltica: resignificar los cuerpos de los hombres como portadores de mandatos y
estereotipos de la masculinidad hegemnica y convertirlos en vehculos para
transformar creativamente el poder en prcticas de defensa de los derechos de las
mujeres, visibilizar la emergencia de nuevas construcciones sobre la experiencia poltica
de la masculinidad y la necesidad social de romper el silencio y complicidad masculina
a travs del pronunciamiento pblico contra las diversas violencias.
Fotografa N.o 2
Performance Una barrera contra las violencias

Fuente: Romn Huertas

En este performance se pone en disputa la construccin hegemnica de la masculinidad,


al disponer los cuerpos significados social e histricamente como iconos del dominio y
la violencia masculina, para inscribir otros contenidos tanto corporales como
simblicos. Contenidos que sitan la existencia de procesos corporales y de
subjetivacin que se distancian de la normativa y se cristalizan en prcticas como:
reivindicar la legitimidad de la diversidad de experiencias de construccin de la
masculinidad; pronunciarse pblicamente frete a las violencias que experimentan las
mujeres y establecer que la lucha por el respeto y proteccin de sus derechos no es un
asunto exclusivo de stas; convocar a otros hombres a iniciar procesos de cambio de la
121

masculinidad hegemnica y a romper el silencio y la complicidad frente al fenmeno


endmico de la violencia; renunciar al privilegio social que supone un cuerpo masculino
y disponerlo para comunicar el mensaje explicito de no violencia y el simblico de que
otros usos del cuerpo permiten desinstalar los mandatos patriarcales, por ejemplo,
romper la prohibicin del contacto y el reconocimiento corporal entre hombres, por
fuera de cualquier sancin sobre la sexualidad.
En esa perspectiva, es preciso decir que el carcter del performance como
prctica de resistencia, no se queda en la accin, sino que posee, por un lado, efectos
posteriores que son socialmente incalculables, y que segn Butler, son una parte de su
promesa subversiva, tanto como lo son los efectos que planeamos de antemano (Butler,
1993: 338), y por el otro, es el resultado de procesos previos de desbloqueo,
desinstalacin y transformacin. En esa direccin el siguiente relato resulta muy
interesante porque evidencia que efectivamente las resistencias obedecen a procesos
individuales y colectivos de replanteamiento, que debido a la exigencia que implica esta
transgresin para la historia personal, permite precisar el contenido de cambio que
representa este tipo de prcticas.
Con los muchachos hicimos un taller donde bamos a ser lo ms amorosos
posibles para poder trasgredir los mandatos que tenemos frente al cuerpo, la
idea era irnos desnudando nosotros mismos, o sea ir desnudando a otro
hombre y ser ms amorosos, darnos un abrazo desnudos, darnos un beso
desnudos, acariciar una persona desnuda, entonces eso fue un trastoque muy
grande, o sea qued sorprendido, ver tantos hombres que se acariciaban de tal
forma que pareca algo, no s, armnico, algo diferente. As se fue cayendo
ese tab de desnudarse mental y fsicamente y la experiencia cada vez se iba
alimentando y los muchachos se iban quitando ms cosas de la cabeza, iban
dejndose fluir ms. Entonces cuando hablamos de la barrera contra las
violencias todos dijimos hay que hacerlo porque esto no puede seguir as
como est (Bohrquez, 2012, entrevista).

Ahora resulta pertinente preguntarse cmo un dispositivo que convoca la no violencia


implica la deconstruccin del cuerpo masculino? Esta experiencia permite analizar la
importancia del cuerpo y el desnudo en los procesos del Colectivo, donde si bien existe
consenso sobre su importancia, concurren diversas posturas sobre hasta dnde ir y cmo
se debe experimentar. La discusin gira en torno a pensar el desnudo como un acto
fundacional a nivel simblico por el cual todos deberan pasar, para otros debe asumirse
como un acto al que deben llegar quienes lo decidan de acuerdo a su proceso y
finalmente los que piensan que no es necesario llegar al desnudo en el trabajo colectivo.
En las tensiones derivadas de tales lecturas, el cuerpo pas de ser un instrumento
a ser contenido y a ocupar un lugar central en la metodologa y apuestas polticas del

122

Colectivo. Como instrumento, inicialmente el cuerpo se us como vehculo para que los
sujetos comprendieran racionalmente las causas y efectos de la masculinidad
hegemnica. En contraste, el cuerpo como contenido y centralidad de los procesos de
crtica y cambio, pone el nfasis ya no en la racionalidad discursiva sino en la prctica,
es decir, el cuerpo se convierte en lugar para cuestionar, trastocar y transformar las
relaciones de gnero hegemnicas. En consecuencia, es en un cuerpo resignificado
donde es posible construir nuevas masculinidades como resistencia al patriarcado.
En el performance, la deconstruccin del cuerpo masculino se convierte en la
respuesta poltica, a travs de la cual los sujetos que realizan la barrera contra las
violencias, deslegitiman la masculinidad hegemnica, en la bsqueda de desinstalar los
mandatos inscritos en sus cuerpos, como lo expres uno de ellos antes de realizar el
performance hacer un barrera de cuerpos contra las violencias es la manera de nosotros
hacer resistencia frente a los mandatos del cuerpo (Huertas, 2012, entrevista).
En esa perspectiva, el soporte tico poltico de este dispositivo artstico no reside
en el acto mismo de desnudarse e intervenir el cuerpo, sino en el proceso de
replanteamiento de la construccin corporal y del entendimiento crtico que hacen los
sujetos de la normativa como regularizacin del cuerpo y sus usos, en el marco de la
heterosexualidad obligatoria, la misoginia y la homofobia. Por consiguiente, que un
grupo de hombres realice actos corporales orientados al movimiento, la danza, el afecto,
la caricia, el abrazo y el beso de y entre cuerpos desnudos, en lugar de disponerse para
la agresin, la confrontacin y el dao, resulta un acto subversivo de la normativa, se
sale de los lmites del contacto fsico y la expresividad aceptada socialmente entre
hombres y de esa manera, en esa dimensin, se disuelve el vnculo entre la construccin
del ser hombre y el patriarcado. En definitiva, all se plantea una disputa en torno a los
significados del ser hombre (Nez, 2004: 22).
El performance Las cadenas del patriarcado en los hombres, se realiz como un
acto de repudio a los feminicidios en Colombia y en particular al asesinato de Rosa
Elvira Cely, una mujer bogotana de 35 aos, estudiante de bachillerato nocturno y
trabajadora informal, que el 24 de mayo de 2012 en el Parque Nacional en Bogot fue
violada, torturada, apualeada y posteriormente empalada, por Javier Velazco 55. Rosa
Elvira sobrevivi al ataque, pero cinco das despus muri en un hospital de esa ciudad.

55

Javier Velazco fue capturado y actualmente la Fiscala General de la Nacin lo acusa de los delitos de
acceso carnal violento, tortura agravada y homicidio agravado.

123

En respuesta a este acto, las organizaciones sociales encabezadas por el


movimiento social de mujeres, convocaron para el tres de junio a la marcha Ni una
ms! como jornada duelo y dignidad por Rosa Elvira y todas las mujeres vctimas de
violencia. En esta marcha el Colectivo realiz dos acciones: el performance Las
cadenas del patriarcado en los hombres y el comunicado No ms mujeres asesinadas,
ni ms hombres asesinos! (Anexo 2).
El performance lo realizaron durante la marcha cinco hombres jvenes y un
grupo de nias y nios. Los cuerpos de los cinco jvenes estaban semidesnudos, slo
una tela que deca el machismo deshumaniza cubra sus genitales. El resto de sus
cuerpos representaba con sangre y hematomas las heridas producidas por el modelo
patriarcal, algunos de los cuerpos fueron intervenidos con mensajes como `el machismo
mata `estamos emputados y `vergenza. En sus rostros portaban mscaras que
expresaban dolor, llanto, tristeza e indignacin. Durante el recorrido los hombres
estaban unidos simblicamente por pesadas cadenas que representan el patriarcado,
cuatro de ellos tiraban del quinto figurando la fuerza y complicidad del mismo. El grupo
de nias y nios acompaaban los movimientos de los jvenes con carteles que decan
`tristeza, `dolor, `desilusin, `agona, `pudor y `angustia. Una vez en el punto final
de la marcha, integrantes del Colectivo leen al aire libre el comunicado 56.
En este caso el performance como dispositivo artstico de resistencia se conjuga
con una accin directa a travs del pronunciamiento pblico y, en ambos casos, se hace
una crtica explcita al patriarcado como sistema que produce muerte y pretende
encadenar indisolublemente la vida de mujeres y hombres. Por una parte la metfora de
las cadenas, visibiliza los mandatos, discursos y prcticas que legitiman al patriarcado
como referente de ordenamiento de las relaciones de gnero, lo que vendra a ser la
definicin del concepto de masculinidad hegemnica descrito por Connell (1995). En
ese sentido, ante un acto de dominacin y podero masculino, en el cual se discrimina,
somete y margina a las mujeres y lo femenino en el cuerpo de Rosa Elvira, se ratifica la
misgina a travs de la jerarquizacin de lo masculino sobre lo femenino y el
feminicidio como la expresin directa del poder hegemnico que ejercen algunos
hombres sobre el cuerpo y vida de las mujeres.

56

El comunicado circul por las redes sociales y alcanz amplia difusin y respaldo por organizaciones
que trabajan con hombres y masculinidades en Amrica Latina y el mundo. La Red MenEnage lo tradujo
al ingls y al portugus y lo difundi entre sus miembros a nivel mundial.

124

Por otra parte, en la trama de esas relaciones hegemnicas de poder, el


Colectivo, desde el cuerpo y la voz, rompe la complicidad masculina y, ms all
condenar el acto, denuncia al sistema que lo sostiene, ratificando la afirmacin
Connelliana de que ni hombres, ni mujeres, estn encadenados a los modelos de gnero
que han heredado (Connell, citado por Martn, 2011: 54). En este sentido el aporte
sustantivo del Colectivo va en dos direcciones. La primera, anunciar que la
masculinidad hegemnica no es un destino y que los hombres no estn condenados a
repetir el modelo que los ha producido. El segundo, ampliar la comprensin de las
masculinidades como un tema de poltica pblica, porque si bien las diferentes
manifestaciones de la violencia basada en el gnero hacia las mujeres representan un
problema de seguridad y de salud pblica, el abordaje de la problemtica se limita a la
atencin a las vctimas sin problematizar directamente al patriarcado, su soporte cultural
y el andamiaje institucional que lo reproduce, es decir, se queda en los efectos ms
visibles, pero no atiende las causas del mismo ni involucra a los principales actores.
En esa lnea argumentativa, el Colectivo publica un segundo comunicado el 20
de junio, producido en respuesta a las anomalas en el caso de Rosa Elvira 57. En este
pronunciamiento titulado Ni un feminicidio ms! Pero van a seguir ocurriendo!
(Anexo 3) el Colectivo puntualiza su posicin de rechazo a las violencias contra las
mujeres y advierte sobre la continuidad de este fenmeno argumentando que mientras
no se convierta la masculinidad hegemnica en tema de la agenda pblica del pas, los
feminicidios van a seguir sucediendo. En ese sentido, realiza un anlisis donde expone
por un lado, cmo se produce el tipo de masculinidades como la que encarna el asesino
de Rosa Elvira, y por el otro, cmo el sistema cultural mantiene las bases patriarcales
para que los actos feminicidas se sigan repitiendo.
Para el Colectivo en ese contexto particular, la muerte de Rosa Elvira, no es un
crimen pasional, como lo quisieron presentar algunos medios de comunicacin 58, sino
que se trata, del punto de llegada de un modelo hegemnico de masculinidad en el que
los hombres de Colombia son socializados y que de no ser replanteado continuar
reproduciendo, a travs del feminicidio y otras formas de domino, su hegemona.
57

Segn diversos medios de comunicacin, entre otros el diario El Tiempo, el caso de Rosa estuvo
plagado de irregularidades y omisiones por parte de las autoridades y responsables de su atencin. Se
cuestiona, por ejemplo, por qu no se brind la atencin inmediata y slo fue ubicada casi dos horas
despus? (Rosa se comunic desde su celular entre las 4:20 y 4:30 de la maana a la lnea de emergencias
y fue encontrada sobre las seis), por qu la ambulancia que la recogera llega 35 minutos despus? por
qu no se le traslad al hospital ms cercano (seis cuadras) y se le llev a uno a 15 minutos?
58
Ver articulo El de Rosa Elvira un crimen pasional. Visitado 22 de junio de 2012
http://www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-350276-el-de-rosa-elvira-un-crimen-pasional

125

Asimismo, el Colectivo seala en el comunicado este feminicidio constituy un punto


de llegada de un hombre especfico en cuya historia y proceder muchos hombres
evidentemente no nos sentimos interpretados (Comunicado CHM, junio 20 de 2012),
apuntalando que no slo se distancia del modelo que produce ese tipo de actos, sino que
contribuye, de acuerdo a Connell, a profundizar el problema de legitimidad planteado al
patriarcado por el feminismo, el cual se basa en la crtica a las relaciones de poder en el
sistema de gnero, cuyo principal eje es la subordinacin general de las mujeres y la
dominacin de los hombres (Connell, 1997: 37).
De esa manera el Colectivo le resta legitimidad al patriarcado, como
constituyente de las masculinidades y le abre fisuras, que se convierten en posibilidades
reales para la construccin de nuevas masculinidades, reafirmando la hiptesis
Connelliana de que es la posicin hegemnica en un modelo dado de relaciones de
gnero, una posicin siempre disputable (Connell, 1997: 39). De ah que el
pronunciamiento pblico se constituye en una opcin poltica, a travs de la cual el
Colectivo cuestiona y resiste los componentes discursivos y normativas de gnero
existentes en su contexto sociocultural. Los pronunciamientos pblicos que hace el
colectivo se hacen de manera contundente, porque tambin son actos de resistencia,
porque estamos siendo contundentes en denunciar, cuestionar y decir no a la violencia
independiente de quin y de dnde venga (Sarmiento, 2012, entrevista)59.

Promocin y acompaamiento de procesos organizativos de hombres y


masculinidades

La promocin y acompaamiento de procesos organizativos de hombres y


masculinidades ha sido uno de los escenarios para escalar la lucha antipatriarcal hacia
otras regiones y al nivel organizativo nacional. En mbito local identifico dos de sus
estrategias para acompaar procesos e impulsar activismo en masculinidades. En primer
lugar, el Colectivo promueve la creacin de organizaciones como el grupo Jvenes por
59

En el Colectivo existen otros dispositivos artsticos de resistencia que por razones de espacio solo
menciono: Vibranzas grupo de hombres realizaban montajes donde fusionaban el desnudo y la danza con
el propsito de provocar reflexiones y crticas al patriarcado a travs del lenguaje corporal; Piel de Lobo,
banda de rock que interpretaba canciones alusivas al fin de la violencia y a la promocin de la equidad de
gnero; cine foros; grafitis y estncil, en esta lnea, derivado del proceso de la Campaa del Lazo Blanco,
surge el Colectivo ntrax Estncil, con quienes el Colectivo realiz su primer grafiti y se intervino por
primera vez los muros de Bogot con el mensaje Cuidado el machismo mata; diseo de camisetas,
orientadas a la eliminacin de la violencia contra las mujeres y la construccin crtica de nuevas
masculinidades, el texto emblemtico del Colectivo es El machismo deshumaniza.

126

Nuevas Masculinidades de Bogot y grupos de Promotoras Juveniles en el marco de la


Campaa del Lazo Blanco. A nivel nacional sus acciones tienen cuatro reas de
incidencia. La primera, est orientada al desarrollo de procesos de formacin y
acompaamiento con el propsito de crear grupos de hombres para trabajar las
masculinidades.

Los

acompaamientos

consisten

en

realizacin

de

talleres

experienciales, formacin conceptual y asesoras en procesos organizativos y


metodolgicos. Hasta ahora ha impulsado la constitucin de organizaciones en las
ciudades de Bucaramanga, Armenia, Pereira, Ibagu, Sincelejo y Villavicencio.
Asimismo ha apoyado con acciones educativas a organizaciones como el Colectivo
Pelaos de Cartagena, la organizacin Taller Abierto de Cali, el grupo Machos Afectivos
de Manizales, el Grupo de Hombres de Casitas Bblicas en Bogot y las organizaciones
campesinas ASPROAS en Simit, ASOCAFE en Santa Rosa y ASAP en Caramanta.
En la segunda rea foment la creacin de la Red Colombiana de
Masculinidades por la Equidad de Gnero en 2010. Organizacin que agrupa a otras,
conformada actualmente por veinte organizaciones, con el propsito de aportar a la
equidad de gnero; a la construccin de la igualdad y la justicia sociales, profundas y no
formalistas, y a la eliminacin de desigualdades y violencias basadas en el gnero o en
la sexualidad. El papel del Colectivo en la conformacin de la Red fue decisivo porque
sirvi de puente entre las diversas organizaciones, gestion las condiciones logsticas
para realizar el encuentro donde se formaliz y desde entonces hace parte de su
coordinacin colegiada.
En la tercera, promueve la apertura de espacios de participacin nacional para el
fortalecimiento organizativo, la formacin acadmica y el posicionamiento poltico del
tema. En 2007 realiza el primer encuentro nacional de jvenes por nuevas
masculinidades, con la participacin de jvenes de 16 ciudades, en 2009 realiza el
segundo encuentro. En 2012 realiza el segundo encuentro de la Red Nacional de
Masculinidades.
La cuarta rea de incidencia se relaciona con la participacin en redes globales
para la equidad de gnero. Adems de la Campaa del Lazo Blanco, el trabajo del
Colectivo es reconocido por Promundo y Save the Children, organizaciones de amplia
trayectoria internacional, promotoras de la consulta regional para Latinoamrica y el
Caribe de la iniciativa MenEnage Boys and men for gender equiality, que se realiz en
Mxico en 2007. La red es una alianza global de organizaciones de la sociedad civil y
Naciones Unidas que buscan involucrar a los hombres en la promocin de la equidad de
127

gnero y de la salud y bienestar de mujeres y hombres. Como reconocimiento a la


experiencia del Colectivo, especialmente frente a la Campaa del Lazo Blanco, ste es
nombrado como punto focal de la red para Colombia. Como resultado de este espacio
de incidencia poltica, se promueve en Colombia la conformacin de la Red de
Masculinidades No Hegemnicas. As en compaa de cinco organizaciones sociales de
Bogot, se organiza en 2009 el primer Encuentro de Masculinidades Compromisos por
la Equidad de Gneros.
Este caso, marca una prctica de resistencia histrica para los procesos
organizativos en el trabajo con hombres y masculinidades en Colombia. Este escenario
representaba la primera oportunidad en que las organizaciones, personas y entidades que
trabajan masculinidades se reunan para construir procesos de articulacin y proyeccin
poltica. En el ltimo da del evento el Colectivo realiza un pronunciamiento pblico
donde se excluye de ese espacio por considerar, sobre acontecimientos sucedidos en el
proceso de gestin de la alianza para la realizacin del evento y durante el mismo, que
los intereses que all se exponan no constituan un ejercicio coherente de
cuestionamiento de relaciones de poder y la bsqueda de equidad e igualdad, y que en
su lugar, lo que estaba latente era el inters de algunas de las entidades organizadoras (la
mayora sin ninguna experiencia en la temtica) de realizar mercadeo social con el tema.
Esta ruptura, devela que detrs de la construccin de una organizacin de
masculinidades no hegemnicas, se haba tejido un proceso claramente hegemnico y
excluyente donde las organizaciones y personas participantes no slo no participan sino
que eran convidadas a legitimar una estructura que estaba predefina antes de ser
configurada de manera ampliada 60. A raz de este suceso, cuatro meses despus, catorce
organizaciones involucradas directamente en procesos con hombres y masculinidades
conforman la Red Colombiana de Masculinidades por la Equidad de Gnero.
En trminos generales la promocin y acompaamiento de procesos
organizativos de hombres y masculinidades como prctica de resistencia, contribuye a
superar el cerco patriarcal como una accin que excede al sujeto colectivo y se extiende
al nivel nacional, en la tarea de visibilizar la produccin de otros tipos de masculinidad
60

Dos de las irregularidades que se dieron en el evento son, que sin que se hubiera convocado a una
construccin colectiva, parte de las entidades organizadoras ya haban producido un texto que pretendan
fuera avalado por los asistentes, para ser presentado al pas como una declaracin colectiva. Por otra
parte, sin discutir en lo ms mnimo sobre el sentido de la organizacin, sta ya contaba con una
estructura de funcionamiento autodesignada por entidades y personas que ni tenan experiencia en el
tema, ni haban sido elegidas como representantes y no contaban con el respaldo de organizaciones con
amplia trayectoria en el tema.

128

no hegemnica y en la promocin de alianzas para avanzar en la movilizacin de la


masculinidad como un tema en la agenda poltica colombiana.
Produccin de conocimiento
A veces al interior hemos tenido la discusin, por ejemplo, uno de los
cofundadores piensa que el Colectivo no es para pensar ni echar carreta, sino
para actuar! Tuvimos discusiones muy intensas, yo le deca: escribir por
ejemplo es actuar, no es menos actuar que otra cosa, lo que pasa es que son
leguajes distintos pero al escribir o al hacer debate pblico ests actuando. En
su perspectiva es un poco raro porque parece que escribir o lo acadmico, es
de una naturaleza distinta (Garca, 2012, entrevista).

La produccin de conocimiento es un rea que se ha desarrollado paralelamente a las


acciones de educacin, activismo y participacin en procesos organizativos. Como lo
indica el testimonio hay una tensin entre perspectivas sobre el valor de las prcticas.
En esta tensin se expresa la crtica proveniente de organizaciones que trabajan con
hombres y masculinidades en la regin, sobre la distancia entre activismo y academia,
brecha que qued expuesta en el Congreso Iberoamericano de masculinidades y equidad
CIME 2011, realizado en Barcelona, donde segn Gonzlez, el propsito de unir
activismo y academia se vio descontextualizado por fuertes posiciones dicotmicas
entre ambas (Gonzlez, 2011).
Asimismo, en la revisin bibliogrfica para esta investigacin se constat que
entre la creciente produccin sobre estudios de masculinidad en la regin, los procesos
organizativos y las prcticas de activismo son temas marginales, son referenciados
como experiencias pero no son integrados, salvo excepciones61, como objeto de estudio
por parte de investigadores/as ni por centros de investigacin universitarios. La mayor
parte de las reflexiones que pretenden documentar e integrar prcticas y teora son
producidas al interior de las mismas organizaciones a travs de sistematizaciones,
ponencias, consultoras e informes de proyectos62.
No obstante, en el Colectivo, activismo y academia se han alternado durante
toda su trayectoria. S hay una incorporacin de los desarrollos tericometodolgicos
en los trabajos, talleres, conferencias e informes que hacemos (Huertas, 2012,
entrevista). Es decir, en el Colectivo se hace una reapropiacin prctica de los
desarrollos conceptuales, como se vio en el caso de la incorporacin de las nuevas
masculinidades como construccin terica y prctica poltica.
61
62

Un ejemplo es El sentido de ser hombre como categora poltica en Mxico, de Figueroa (2010).
Entre estas se encuentra el trabajo de Patrick Wells y la Red masculinidades de Nicaragua.

129

Primero cruc el concepto de nuevas masculinidades con presentaciones y lo


incorpor a los ejercicios de taller. Yo arranco con un trabajo de cuerpo que
lo que hace es evidenciar t construccin masculina. Hago una primera
nocin conceptual sexognero patriarcado. Hago un trabajo posterior de
transformacin, para que la gente genere construccin, hagan propuestas
como grupo y cierro con nuevas masculinidades (Huertas, 2012, entrevista).

Por otra parte, sin embargo, la falta de sistematizacin de las experiencias al interior del
Colectivo ha limitado las posibilidades de producir un pensamiento autnomo sobre las
masculinidades y las prcticas de resistencia.
[] eso no lo hemos escrito no lo hemos sistematizado no hemos logrado
entonces derivar las lecciones aprendidas, o las inquietudes o los debates,
entonces ah no se ha ido al punto de construir un pensamiento, justamente
colectivo (Garca, 2012, entrevista).

Para efectos explicativos clasifico la produccin de conocimiento en el Colectivo en tres


dimensiones, las cuales estn articuladas a los procesos de educacin como un nivel de
intervencin y accin poltica.
Saberes cotidianos. Se entienden los saberes colectivos e individuales como una
dimensin significativa del conocimiento a travs de la cual no slo se reconocen las
experiencias de cada sujeto o comunidad, sino que, se emplean para generar procesos de
reflexin crtica que desencadenen acciones de transformacin. Instancias para la
construccin colectiva de conocimiento a partir de los saberes cotidianos son las
tertulias, talleres y espacios de reflexin colectiva como reuniones y asambleas.
Recientemente la interaccin a travs de las redes sociales virtuales (Facebook) se ha
configurado como un espacio para circular saberes, difundir y articular acciones.
Investigacin y materiales educativos. La relacin del Colectivo con la
investigacin est ligada a las trayectorias educativas y profesionales de sus miembros,
a nivel educativo, en la realizacin de tesis de pregrado y posgrado, a nivel profesional,
en la realizacin de investigaciones en el marco de instituciones educativas o de
desarrollo social63. Un hallazgo muy interesante es que tanto en los testimonios como en
las investigaciones publicadas los investigadores hacen referencia explcita a su
participacin como miembros del Colectivo, estrategia de reconocimiento que indica la
relacin entre los procesos de investigacin y activismo. Dicha relacin se expresa en
un doble sentido, en las posibilidades para los investigadores de nutrirse con las
experiencias que desarrolla la organizacin y en que sta interpreta y se apropia de sus

63

Una prctica que nutre la produccin de conocimiento de los miembros del Colectivo, es la realizacin
de consultoras independientes, en muchos casos, asociadas o derivadas de su relacin con el Colectivo.

130

producciones como un acumulado para el Colectivo, a partir de las cuales cualifica sus
acciones y orientaciones tico polticas.
Por parte del Colectivo, la sistematizacin ha sido la modalidad de investigacin
a la cual se ha recurrido para recoger algunas de sus experiencias. Esta produccin se
sita ms en el marco de las estrategias educativas y polticas de las organizaciones
sociales para producir saberes y presentar resultados, que en la investigacin social
academicista donde el saber no cientfico ocupa un lugar secundario. En ese sentido, la
generacin de conocimiento basado en la experiencia adquiere un valor de resistencia al
conocimiento acadmico hegemnico, en tanto all se privilegia como una expresin
legitima del conocimiento los saberes, historias, preguntas y prcticas de los sujetos
reales, ms que la racionalidad epistmica de la academia. Hasta el momento el
Colectivo ha publicado cuatro sistematizaciones (ver Textos producidos por el
Colectivo Hombres y Masculinidades) que reflexionan sobre las relaciones y
experiencias entre nuevas masculinidades y nuevas feminidades (2012), entre
masculinidad y transmasculinidad (2011), entre masculinidad, juventud, desplazamiento
y eliminacin de violencia contra las mujeres (2009 y 2007).
Por su lado, la produccin de materiales educativos, representa la mayor
proporcin de elaboraciones del Colectivo. En esta rea ha publicado, entre otros,
materiales sobre transmasculinidad, gnero y primera infancia, masculinidades y nuevas
masculinidades, a travs de los cuales ha posicionado temas y debates a la vez que da
sustento conceptual y pedaggico a sus procesos educativos.
Ahora bien, un ejemplo de la relacin conocimiento prctica poltica lo localizo
en la siguiente experiencia en tres momentos, los dos primeros de orden investigativo
educativo y el tercero de orden prctico. En primer lugar, a partir de la consultora
Masculinidades y feminidades en nios, nias y adolescentes desvinculados de los
grupos armados irregulares (Muoz, 2008), realizada por uno de los integrantes del
Colectivo en la cual se aborda la problemtica del conflicto armado en Colombia y su
impacto en las identidades de gnero, se genera un marco de referencia para la
comprensin de este fenmeno en clave de masculinidades. En segundo lugar, a partir
del texto Masculinidades, hombres y cambios. Manual conceptual (2009), producido
por el Colectivo, se ampla la nocin de masculinidades y se introduce el concepto de
nuevas masculinidades.
En tercer lugar, al Colectivo se le convoca desde la Alta Consejera para la
Reintegracin, con el objetivo de explorar la posibilidad de que se articulen en un
131

proyecto orientado a trabajar masculinidades con los hombres inscritos en los procesos
de desmovilizacin y reintegracin de los grupos armados. En los primeros contactos, la
lectura de la Alta Consejera sobre el proceso de desmovilizacin era que un hombre
cuando entrega el arma y se saca el uniforme ya es un nuevo masculino (Huertas,
2012, entrevista). Ante este escenario, el acumulado de los procesos de investigacin y
activismo del Colectivo se tradujo en una postura crtica frente a tales lecturas.
Ellos hablan de nuevas masculinidades y la referencia era: como t ya no
tienes un arma y trabajas para llevar la plata a la casa y tienes familia, ya eres
un nuevo hombre. Nosotros le decimos no, que pena pero no. Que las
aproximaciones que tenamos en masculinidades en escenarios de guerra era
que se exacerban unas dimensiones de esa masculinidad tradicional que se
sustenta las relaciones de poder, en la sumisin, en la condicin de autoridad
y esto conlleva a la dominacin en sus diversas formas y eso no se quita
quitndose el uniforme. Entonces revisamos lo que ha pasado con los
desmovilizados despus del proceso y sealamos: maltrato infantil, maltrato a
mujeres, suicidios, lesiones personales lo cual indica que se estn replicando
las mismas lgicas de la guerra en trminos de masculinidad, entonces
nuestra posicin crtica es que, ustedes en el proceso no estn tocando
elementos vitales de la construccin de la masculinidad de esos hombres que
son guerreros (Huertas, 2012, entrevista).

Se puede concluir entonces que la articulacin conocimiento y accin poltica es una


relacin posible y necesaria tanto para quienes investigan como para quienes militan en
el activismo. Para los primeros porque en las resistencias que realiza el Colectivo y en
los procesos de cambio de los sujetos que participan en sus diversas acciones, hay
evidencia emprica suficiente para producir marcos explicativos ms amplios y crticos
sobre las masculinidades, las relaciones intra e intergenricas, sobre la relacin entre lo
trans y la masculinidad, entre nuevas masculinidades y masculinidad hegemnica, en
fin, sobre las relaciones de poder que cuestionan y desbordan el sistema sexo gnero, y
porque se convierte en la posibilidad de transformar no slo la relacin activistas
acadmicos, sino la academia misma (VidalOrtiz, 2011:16). Para los segundos,
porque la produccin de conocimiento sobre la prctica de los sujetos colectivos puede
potenciar las dinmicas organizativas y por defecto la resistencia misma.
Apertura y participacin en espacios acadmicos. El Colectivo promueve la
realizacin de espacios acadmicos para la reflexin y formacin (interna y abierta)
sobre los desarrollos tericos clsicos y contemporneos en teora de gnero, feminismo
y estudios de masculinidades. En ese sentido en el Colectivo se asume que "una manera
de enfrentar al patriarcado es conocindolo (Huertas, 2012, entrevista). Con ese
argumento y con la idea de posicionar social y acadmicamente el tema de la
masculinidad, ha promovido espacios como diplomados, seminarios y encuentros

132

distritales y nacionales. Entre estos se destaca la realizacin (diseo, coordinacin y


ejecucin) del diplomado Gnero y Masculinidades (2008), el cual se constituy, a
nivel nacional, en el primer espacio de esa naturaleza orientado a abordar
exclusivamente las masculinidades desde una perspectiva relacional de gnero. En 2012
realiz el seminario sobre masculinidades, en este se abordaron temas como patriarcado,
feminismo y masculinidades, movimiento LGBTI y masculinidades trans, cuerpo,
violencia social y conflicto armado. En 2009 fue coorganizador del Encuentro de
Masculinidades, el cual cont con la participacin de acadmicos y activistas nacionales
y de cinco pases latinoamericanos. En el 2000 realiz, en alianza con la universidad
Javeriana, el Primer Encuentro Distrital de Hombres, con el cual buscaban generar un
espacio de reflexin pblica sobre un tema que hasta ese momento slo se haba
abordado al interior de algunos espacios acadmicos en universidades, como la
Nacional de Colombia y su Red de Masculinidades.
No obstante, la experiencia no es homognea ni generalizada. La produccin de
conocimiento a nivel de investigaciones, sistematizaciones o materiales educativos, es
realizada por un grupo reducido de miembros, lo que ha generado un desbalance en las
relaciones de poder saber y en la aproximacin y abordaje de los temas, lo cual se
traduce en dos aspectos problemticos respecto a la formacin acadmica y poltica de
algunos miembros y a la representatividad y a la articulacin en espacios polticos
diversos. Frente a la formacin acadmica y poltica el siguiente testimonio refleja
como el desconocimiento alimenta estereotipos y limita la comprensin crtica de los
aportes del feminismo a la lucha antipatriarcal.
A uno de los pelaos lo invitan a una reunin donde haban unas mujeres
feministas y les dieron tres vueltas, porque el man no tena conocimiento de
esa historia, o sea, tena todos los estereotipos sobre el feminismo. Y despus
de eso l dice: necesito saber de esto, necesito saber cmo hago para no meter
la pata, porque adems represento al Colectivo (Garca, 2012, entrevista).

A nivel Colectivo, no existe plena claridad sobre los aportes del feminismo a los
estudios de masculinidades y al trabajo con hombres. De manera diferenciada en
algunos sujetos hay conocimiento, pero a nivel colectivo, persisten tensiones sobre el
pensamiento y la prctica feminista, en algunos casos no se diferencia una de otra y se
toman prcticas de mujeres feministas como el total del pensamiento feminista.
Interpretacin que genera preconceptos y reproduce estereotipos sobre la teora
feminista, lo cual a su vez genera, un distanciamiento acrtico y ste un
desconocimiento de los debates, propuestas y reivindicaciones feministas.

133

Razn por la cual es imperativo para el Colectivo y contexto regional reconocer


de manera colectiva que la revisin crtica de las relaciones de poder hegemnicas no
sera posible sin el feminismo como pensamiento y prctica poltica, tarea que demanda
su comprensin histrica, epistemolgica, tica y poltica, porque son sus desarrollos
tericos los que han permitido repensar y redefinir la masculinidad, visibilizar a los
varones como actores dotados de gnero y propiciar el surgimiento de nuevos
movimientos sociales en torno a estas reflexiones (Viveros, 2007: 33).
Este reto, es un doble llamado, por una parte para los sujetos que trabajan
masculinidades a acercarse y conocer las propuestas feministas, las cuales seguramente
pueden fortalecer los procesos de resistencia. Por otra parte para el movimiento social
de mujeres y mujeres feministas a acercarse y reconocer crticamente las iniciativas de
los hombres que deciden resistir al patriarcado, desmotar sus privilegios y configurar
escenarios para la construccin real de igualdad y equidad. No se trata de suspender la
mirada crtica sino de potenciar las prcticas y acciones que amplen la resistencia y
cualifique la accin poltica. Al desencializar a los hombres como sujetos fijados al
patriarcado y superar los estereotipos sobre el feminismo, las posibilidades de accin,
alianzas y luchas conjuntas se multiplican para materializar el propsito feminista de
una sociedad y un mundo posible para todos los sujetos.
Respecto a la participacin en espacios polticos diversos, emerge una
preocupacin respecto a la representatividad que se hace del Colectivo.
Un poco lo dramtico, es que slo unas pocas personas logran tener o bien la
certeza o bien la confianza colectiva para representar la posicin del
Colectivo, porque en las generaciones ms jvenes esa claridad de qu decir
polticamente en los espacios externos es mucho ms dbil. Ah es donde es
complicado, entonces cmo construimos, no posturas homogneas, es cmo
nos damos debates en colectivo (Garca, 2012, entrevista).

En la perspectiva crtica de las nuevas masculinidades, esta tensin por la legitimidad de


la representacin, expone un rea no fortalecida del proceso del Colectivo, que debe
mirarse con cuidado. Es comprensible que la formacin y conocimientos en la
organizacin sean heterogneos, que existan dinmicas, tiempos y trayectorias
individuales, no obstante, as como la construccin de nuevas masculinidades tiene
como imperativo el cuestionamiento del poder a travs de la prctica, es preciso generar
los escenarios para la construccin colectiva de saberes y reflexiones mnimas, que
permitan comprender, por un lado, campos tan diversos como el feminismo y por otro,
donde se habilite a los sujetos para la representacin de su proyecto poltico.

134

De lo contrario, podran reproducirse formas de particin jerrquica donde se


legitiman unas formas de agencia (por ejemplo, de quienes tienen mayor produccin
acadmica o de quienes poseen mayor experticia y manejo de la propuesta metodolgica
del Colectivo), en detrimento de otras (que no cuentan con los recursos de conocimiento
ni experticia metodolgica), igualmente legitimas en tanto parte del Colectivo. Por otro
lado, hay que reconocer, como parte de los elementos que complejizan esta tensin, que
los criterios explcitos o implcitos para acceder a lugares de representatividad, gestin o
ejecucin de actividades y proyectos, generalmente estn asociados a la apropiacin de
los propsitos, principios y valores que dan identidad a la organizacin y a la capacidad
demostrada para asumir responsabilidades de coordinacin [, representacin, gestin y
ejecucin] (Torres, 2002: 23).

(Re) pensar el Colectivo


La pregunta por el sentido de lo organizativo, sita un campo de disputas y
reconfiguracin de la prctica donde es posible localizar como las estrategias de
resistencia, no slo son dinmicas y heterogneas, sino que reflejan la revisin crtica de
las relaciones de poder y cmo son reinterpretadas en el contexto organizativo
antipatriarcal del Colectivo. En esa dinmica (re) pensar el sentido de lo organizativo se
configura a partir de tres tensiones.

Es el Colectivo una organizacin patriarcal?


En trminos de las lgicas organizativas se sabe que la masculinidad hegemnica se
plasma tambin en el diseo [y prcticas] de las organizaciones (Faur, 2004: 97). En el
Colectivo esta pregunta refleja una tensin que emerge de la lectura crtica sobre cmo
se define la participacin en proyectos de desarrollo social y/o proyeccin organizativa,
en los cuales se visibiliza la permanencia de un grupo reducido de sujetos en espacios
laborales, de representatividad, toma de decisiones y articulacin externa. Situacin que
interpela la falta de claridad en los procedimientos internos para definir este tipo de
agencia e interroga sobre si esas prcticas se ajustan a los principios de democracia,
alternacin y renovacin consagrados en la Carta de Compromisos que tutela tica y
polticamente al Colectivo. De manera que la pregunta por el poder, como elemento
central de la produccin de nuevos sujetos individuales y en este caso, del sujeto
colectivo, se incrusta en el centro de la lgica organizativa, bajo la pregunta somos una
estructura patriarcal?
135

En este debate hay posturas diversas que reconocen en el Colectivo una


estructura horizontal y otras que sealan en algunas prcticas jerarquizaciones de
carcter hegemnico, como se pude apreciar en los siguientes testimonios.
En el Colectivo realmente es muy horizontal todo, desde mi experiencia la
cooperacin entre nosotros es muy grande y la cosa de la no competencia es
muy importante, este es un espacio muy tranquilo donde no hay problemas de
protagonismo (Rojas, 2012, entrevista).
De alguna manera la estructura organizativa del Colectivo en algunos
momentos tiende a ser hegemnica. Eso se est pensando, se est poniendo
en debate para poder cambiar la estructura (Sarmiento, 2012, entrevista).

Esta tensin no se ha resuelto, en tanto es un territorio de disputa permanente por el


ejercicio no hegemnico del poder, pero como lo argumenta uno de los sujetos, en
estos casos la pregunta por la democracia y por mantener el sentido del Colectivo se
hace ms importante en este momento, la diferencia es que antes esas dinmicas
pasaban y no se reflexionaban, lo positivo es que hoy las estamos discutiendo, y ms
importante an, las discutimos en colectivo (Garca, 2012, entrevista).
Interpreto esta tensin desde dos perspectivas, por un lado como una prctica
organizativa de resistencia con un alto valor poltico, en el sentido que da cuenta de una
mirada crtica frente a las relaciones de poder al interior del Colectivo, como lo expresa
uno de los sujetos, porque seamos un grupo que trabaja las nuevas masculinidades no
significa que no tengamos contradicciones e inconsistencias, significa que las tenemos y
trabajamos para superarlas (Ruz, 2012 entrevista). Autocrtica que se materializa en la
revisin y replanteamiento de los procedimientos y mecanismos de actuacin en el
Colectivo, como condicin para garantizar la plena participacin en la toma de
decisiones. Por otro lado, se configura como un ejercicio de bsqueda de coherencia
entre los modos de actuar hacia fuera y hacia adentro, ante al riesgo de reproducir
relaciones jerrquicas, procesos excluyentes y la distribucin asimtrica de los
beneficios del trabajo colectivo. En otras palabras, la reflexividad frente a las
actuaciones colectivas, es tambin una accin poltica de resistencia a la
masculinizacin de la organizacin desde una perspectiva hegemnica.

Club de amigos o empresa? una falsa disyuntiva


El proceso de crecimiento cuantitativo de integrantes, la ejecucin sostenida de
proyectos de desarrollo social, el posicionamiento a nivel local y nacional de la
estrategia de las nuevas masculinidades y las preguntas por las oportunidades laborales

136

al interior de la organizacin, constituyen el escenario que pone en tensin al Colectivo


sobre cmo orientar su desarrollo organizativo, en el sentido que expresa el siguiente
testimonio, en la asamblea alguien propone: yo creo que nosotros ya debemos de dejar
de ser un club de amigos y tenemos que ser una empresa (Garca, 2012, entrevista).
Son dos las posturas que entran en este debate inicial, por una parte, est la
posicin de no priorizar las relaciones de proximidad (amistad) y compromiso de
cambio personal, sobre las cuales se ha construido el Colectivo, para convertirlo en una
empresa social. Por otra parte, estn las posiciones que ratifican la necesidad de afirmar
ese compromiso de cambio a travs de las prcticas personales de acompaamiento
humano y transformacin de las relaciones de poder, esta postura es reacia a la
posibilidad de hacer mercadeo social con la organizacin.
Uno de los muchachos dice: no me sentira cmodo, ah yo me saldra porque
no quiero estar en un grupo que solamente tiene una postura capitalista como
la de cualquier otro (Garca, 2012, entrevista).

Esta aparente disyuntiva se relativiza con el argumento de que no necesariamente se


tendra que tomar decisiones con base en esas dos posiciones y en el debate se genera
una posicin alternativa.
Es falsa la disyuntiva de que somos amigos o empresa, porque hay posiciones
diferentes, unos piensas que debe ser un grupo de amigos que se quieren,
otros una cosa para vivir y otros creemos que no hay que oponer una cosa o
la otra. Ahora, para construir eso que no es disyuntivo, sino que puede ir
junto pero revisado crticamente, necesitamos avanzar en el fortalecimiento
organizativo, sin entrar en la lgica capitalista del mercado, a la cual nos
oponemos, y avanzar en los procesos de acompaamiento humano, porque es
muy importante no abandonar eso por los proyectos, que tengamos la
bsqueda especfica de acompaarnos en nuestras actuaciones del mundo y
en nuestras angustias. Adems as fue como comenzamos, y creo que eso ms
que los proyectos y la posibilidad de vivir del Colectivo, es lo que nos
mantiene, ahora nuestro reto es Cmo conciliar, cmo hacer para que los
proyectos, no nos daen el espritu colectivo? (Garca, 2012, entrevista).

A partir de este escenario problematizador se moviliza la estructura y lgica


organizativa del Colectivo, de ah que la falsa disyuntiva se revierte en procesos de
cambio que impactan directamente su dinmica, donde ste no se mercantiliza lo cual
sera una profunda contradiccin respecto a su proyecto poltico pero si desarrolla
estrategias para redefinir criterios y mecanismos para garantizar la participacin y el
manejo democrtico de responsabilidades y oportunidades que se deriven de la gestin.
En el pensamiento de Connell (1997), esta prctica podra configurarse como una
accin directa de resistencia a la generacin de posiciones de privilegio, toda vez que

137

los privilegios individuales sobre las lgicas colectivas, son considerados como uno de
los patrones imperantes en la masculinidad hegemnica (Connell, 1997: 39-41).
Tres estrategias centrales de esta reconfiguracin son: la elaboracin colectiva
de la Carta de Compromisos, a travs de la cual se reconfigur su arquitectura tica y
poltica. La segunda estrategia es la creacin de la figura de Direccin Pedaggica, con
el propsito de atender dos puntos crticos, formalizar la metodologa del Colectivo
como prioridad para poder validar las experiencias pedaggicas y para que los modelos
puedan ser apropiados colectivamente y, sobre esta base, puedan ser llevados fuera y
permita consolidar espacios de formacin y reflexin con el propsito de que todas las
personas en el Colectivo tengan herramientas tericas y prcticas para conceptualizar,
discutir y estar en condiciones de asumir su representacin en espacios formales de
participacin, con el feminismo y en otros procesos sociales como el sector LGBT
(Huertas, 2012, entrevista). La tercera estrategia es el fortalecimiento de la junta
directiva como un organismo colegiado de planeacin, gestin y articulacin para la
cualificacin de los procesos internos de participacin y desarrollo organizacional.
A la luz de estas reestructuraciones, es vlido preguntar cul es el sentido del
Colectivo?, si convertirse en una empresa no se considera como una opcin (coherente)
sobre qu definicin organizativa articulan su accionar? Una de las respuestas que
recoge la postura de la mayora de los sujetos entrevistados, es la siguiente.
El Colectivo no es si tenemos un contrato con una agencia de cooperacin o
quin trabaja en ellos, no es lo que hacemos con proyectos contratados, eso
es una parte, pero el Colectivo es lo que hacemos en torno a los hombres y al
gnero, a la equidad y la igualdad, en las relaciones o no democrticas entre
las personas en todos los espacios donde estamos presentes los miembros. Es
realmente qu repercusin social tenemos hacia adentro y hacia afuera. Esta
es otra manera de definir el Colectivo y creo que ah nos encontramos la
mayora (Garca, 2012, entrevista).

En esa definicin de lo Colectivo, se privilegia el trabajo personal (emocional, corporal


y afectivo) como prctica poltica de resistencia al modelo hegemnico de
masculinidad, tanto en las acciones de los miembros del Colectivo como de las
comunidades y sujetos con quienes se adelantan procesos educativos.
En el Colectivo lo primordial son las personas, ms que buscar los grandes
cambios, el fuerte del Colectivo son las personas, y no son las personas
importantes, los duros por all en las universidades y todo eso, sino que es la
gente cotidiana y me parece que ah se hace un trabajo mucho ms fuerte,
real, porque se transforma desde lo que uno es, desde lo que la gente es, y ah
se producen micro revoluciones cotidianas humanas (Rojas, 2012,
entrevista).

138

Establecido ese significado de la organizacin, ese rasgo distintivo, a su vez, es objeto


de cuestionamiento externo (desde sectores de la academia y feministas) donde se
critica la reduccin de la prctica organizativa al plano personal, en desatencin de
temas polticos de carcter estructural ligados a las luchas sociales histricas como las
luchas campesinas, indgenas, de las mujeres, de la poblacin LGBT, en temas como
desigualdad, injusticia, pobreza, conflicto armando, desplazamiento, derechos humanos,
entre otros. Crtica que concuerda con Connell en que las polticas de masculinidad no
se pueden preocupar slo de interrogantes sobre la vida personal y la identidad. Deben
preocuparse tambin de asuntos de justicia social (Connell, 1997: 44).

De lo personal a lo estructural
Pasar de lo personal a lo estructural en el Colectivo, es una tensin que expresa no slo
un demanda externa como se vio anteriormente, sino un debate interno sobre la prctica
poltica del Colectivo. Histricamente desde su definicin estatutaria y como se ratifica
en el ideario tico poltico, la lucha contra el patriarcado la han concebido en dos
planos, en lo individual y en lo estructural. Realizando una mirada retrospectiva, podra
aseverar que el nfasis colocado en lo primero, priorizado como una dimensin
imperativa para iniciar el trabajo con hombres y masculinidades, le rest campo de
accin al segundo. No obstante, a partir de la definicin de las nuevas masculinidades
como categora poltica que exige el cuestionamiento del poder hegemnico a nivel
personal, el Colectivo se interroga sobre cmo hacer la transicin de un plano al otro.
En esa perspectiva, actualmente en el Colectivo la discusin sobre cmo
materializar el propsito de resistir al patriarcado en su dimensin ms amplia, se abre
en funcin de las siguientes preguntas cmo escalar el trabajo poltico personal que se
ha realizado a nivel comunitario y organizacional poltico estructural? Cmo
trascender de la identificacin de la masculinidad hegemnica en los sujetos, de re
significar los cuerpos, desarrollar procesos de conciencia crtica frente al impacto
relacional del patriarcado y de construir nuevas masculinidades, a los problemas de pas
desde una perspectiva de gnero? Cmo alcanzar mayor incidencia poltica?
En los relatos aparece que el inters por los debates de carcter nacional siempre
han acompaado al Colectivo, no obstante, la incursin en ese nivel de actuacin ha
sido limitada, all el avance que destaca es la produccin de conocimiento como una
lnea de prctica acadmica que ha reflexionado sobre la violencia y las masculinidades
en Colombia y sobre los impactos de gnero que produce el fenmeno del
139

desplazamiento en hombres y mujeres. Con todo, esta lnea no se ha consolidado como


un campo de generacin de conocimiento sostenido en el tiempo, ni de referencia para
la toma de decisiones en polticas pblicas. En este aspecto el Colectivo es autocritico y
claro en reconocer sus lmites.
El Colectivo tiene 15 aos y cundo movi asuntos jurdicos o de polticas
pblicas trascendentales para el pas? Creo que se ha quedado ms en el
escenario de la actuacin directa con poblaciones con grupos de hombres, y
con un bagaje muy bacano, porque es con la diversidad del pas que hemos
trabajado: con indgenas, afros, campesinos, con rurales, con urbanos, con
jvenes, nios, tercera edad, pero no se ha logrado mover el campo
estructural del pas. Con eso no estoy renegando de maneras en las que creo
que el colectivo s ha aportado, pero hay que reconocer los alcances o los
lmites de ese impacto, tranquilamente (Garca, 2012, entrevista).

Con el reconocimiento de alcances y lmites del accionar del Colectivo, aparecen


preguntas como un reclamo ascendente sobre cmo abordar las problemticas de la
realidad colombiana en temas como conflicto armado, desplazamiento, procesos de
desmovilizacin. En esa direccin una versin relacional que problematiza el sentido
organizativo del Colectivo, la necesidad de incursionar en estas problemticas y la
implicacin de no hacerlo, la aporta el siguiente anlisis de uno de los sujetos.
En un pas como Colombia con el conflicto que tiene, eso nos marca
necesariamente, nos crea una demanda, un compromiso social diferente.
Cul es el sentido poltico de un colectivo que no trascienda al tema del
conflicto armado, que no ponga en la discusin de la agenda pblica el tema
de las masculinidades y de de gnero o de las desigualdades en el ingreso o
en la injusticia social? Hay cosas de pas con las cuales uno no puede hacer
simplemente el taller de cuerpo, entonces las preguntas del poder, el conflicto
armado, el contexto y de las polticas pblicas adquieren otra relevancia para
el Colectivo, pero si nos quedamos solamente en el movimiento mitopotico,
si no trascendemos la pregunta por el poder que nos hacemos a nivel personal
a las relaciones de poder estructural qu sentido tiene nuestra accin?, es
decir, ahora en la historia no podemos permitirnos el lujo de pensar que el
conflicto armado y las dems problemticas estn all afuera, mientras
nosotros nos abrazamos (Garca, 2012, entrevista).

Este anlisis plantea tres aspectos, que no redefinen la orientacin del Colectivo dadas
las diversas posturas existentes, pero s abren el espectro de reflexin sobre los retos y
perspectivas de actuacin organizativa. En primer lugar, subraya la necesidad de
abordar las problemticas sociopolticas colombianas no como una externalidad sino
como el contexto que implica y define la actuacin misma del Colectivo. En segundo
lugar, reclama insertar en la agenda poltica nacional, lecturas crticas que aporten
nuevos abordajes, por ejemplo, a fenmenos como el conflicto armado, que siendo un
escenario que produce masculinidades hegemnicas, no ha contado con una produccin
terica crtica importante desde los estudios de masculinidad que exponga la hegemona

140

y el impacto de gnero en las construcciones del estado, en la definicin de discursos


nacionalistas, en la lgicas militares, blicas y de paz de los actores armados. En tercer
lugar, exhorta a trasladar el postulado de lo personal es poltico a la poltica pblica, es
decir, capitalizar el potencial transformador de las prcticas de resistencia personal
colectiva a travs de la participacin en escenarios de debate pblico y toma de
decisiones de orden nacional.
Estas transformaciones en la orientacin poltica del Colectivo no se han dado,
el valor analtico de registrar esta tensin radica en evidenciar que la dinmica
organizativa no es esttica y que la bsqueda por la coherencia no se queda en el plano
de lo personal, escala lo organizativo y probablemente a lo macro social. Por lo pronto,
en el Colectivo ya surgen debates que movilizan las diversas posiciones hacia el
horizonte de lo poltico estructural. Actualmente se est discutiendo la posibilidad de
desarrollar trabajos de atencin directa a hombres agresores y de adelantar procesos
educativos con hombres y mujeres excombatientes de grupos paramilitares y
guerrilleros. Asimismo, se plantea interrogantes sobre cmo potenciar su labor
pedaggica poltica, a travs del replanteamiento de sus estrategias, con el propsito de
ampliar su impacto y ajustar su actuacin a la demanda del contexto actual.
Cmo trascendemos el taller inmediato con una poblacin, en el que
podamos mover el tema de la expresividad emocional y conectarnos con
discusiones polticas ms amplias? Cundo haces la interface de ese trabajo
de la sensibilidad directo a las preguntas por el poder estructural? Cmo
ligas una cosa con la otra? Cmo escalar los espacios de resistencia del
taller, del performance, de las marchas para mover ms estructuras? (Garca,
2012, entrevista).

Finalmente, las tensiones y preguntas que permiten repensar organizativamente el


sentido del Colectivo, son actos constitutivos que en su enunciacin transforma sus
dinmicas. De ah, que la permanente revisin de los discursos y las prcticas con las
cuales se acta interna y externamente, se configura como un campo de resistencia a las
lgicas hegemnicas del poder, a travs de la cual conjura el riesgo, siempre presente,
de reproducir en la lucha antipatriarcal los rasgos del sistema que se combate, por lo
cual las actuaciones del sujeto individual y el colectivo no estn exentas de examen
crtico permanente, ya que por lo general los sujetos y las organizaciones no ven cmo
sus pensamientos y acciones mantienen a otras personas subordinadas (Collins, 1990:
6).

141

CAPTULO VI
MASCULINIDADES Y HOMBRES CON EXPERIENCIAS DE VIDA TRANS

En este captulo, voy a problematizar la relacin entre masculinidades y


transmasculinidades, por tratarse del escenario donde mayores transgresiones y
cuestionamientos se hacen al sistema patriarcal y a la supuesta imposibilidad de los
hombres de salir de l. Asimismo porque las trans masculinidades se configuran como
un nuevo campo de anlisis para los estudios de masculinidad y un nuevo escenario
para la reflexin y las prcticas de resistencia de las organizaciones que trabajan con
hombres y masculinidades en Latino Amrica. Para alcanzar este propsito, en primer
lugar, recojo la discusin entre la perspectiva clsica de la transexualidad y la
perspectiva crtica de la transgeneridad, como contexto para situar la compresin actual
de la transmasculinidad. En segundo lugar realizo un lectura relacional de las prcticas
del Colectivo y su relacin con hombres con experiencias de vida trans a la luz del texto
Transmasculinidades y sexualidades `generizadas de Salvador VidalOrtiz. Las
preguntas que orientan este anlisis son cul es la relacionan entre nuevas
masculinidades y transmasculinidad? y cul es la relacin entre el Colectivo
(organizacin no trans) con la transmasculinidad y EntreTrnsitos (organizacin
trans)?

Transexualidad, transgeneridad y (trans) masculinidad


Las masculinidades, hegemnicas o no, estn inscritas en el sistema sexognero64,
sistema descrito como plataforma que organiza y legitima la opresin de las mujeres a
travs del gnero como construccin cultural de la diferencia sexual o segn Butler, en
la matriz heterosexual que designa la rejilla de inteligibilidad cultural a travs de la
cual se naturalizan cuerpos, gneros y deseos. [] modelo discursivo/epistmico
hegemnico de inteligibilidad de gnero, el cual da por sentado que para que los
cuerpos sean coherentes y tengan sentido debe haber un sexo estable expresado
mediante un gnero estable (masculino expresa hombre, femenino expresa mujer) que
se define histricamente y por oposicin mediante la prctica de la heterosexualidad
obligatoria (Butler, 2007: 292 nota 6).

64

Para una lectura materialista del sistema sexo/gnero ver Rubin (1997) El trfico de mujeres: notas
sobre la economa poltica del sexo. Para una lectura posestructuralista ver Butler (2007) en El gnero
en disputa el apartado El intercambio crtico del estructuralismo.

142

Por su parte, la transmasculinidad, se inscribe en la categora de lo transgnero o


transgeneridad. Para Butler hace parte de la nueva poltica de gnero como una
combinacin de movimientos que engloban al transgnero, la transexualidad, la
intersexualidad (Butler, 2006: 17). Esta nueva poltica desestabiliza el sistema sexo
gnero desnaturalizando la relacin sexognerodeseo como efecto coherente y
estable, sosteniendo que tanto el sexo como el gnero son socialmente construidos y no
existe una correlacin entre stos y de stos con el deseo.
Para Cabral el concepto de transgeneridad designa a un conjunto de discursos,
practicas, categoras identitarias y, en general, formas de vida reunidas bajo su
designacin por aquello que tienen en comn: una concepcin a la vez materialista y
contingente del cuerpo, la identidad, la expresin de s, el gnero y la sexualidad, es
decir, un rechazo compartido a la diferencia sexual como matriz natural y necesaria de
subjetivacin (Cabral, 2006). El autor sostiene que en Amrica Latina la
transgeneridad y ms an la transmasculinidad 65 ocupan un lugar marginal tanto en las
ciencias sociales y el feminismo, como en los discursos biomdicos, psicolgicos y
jurdicos que toman la transexualidad para explicar en su conjunto el fenmeno trans.
Razn por la cual en este debate no puede tomarse la transexualidad como sincdoque
de la diversidad de experiencias y trnsitos de la transgeneridad, porque mantener esa
poltica de invisibilizacin significara aniquilar el reconocimiento mismo de la
posibilidad de variaciones genricas no susceptibles de reduccin al esencialismo
sexuado y sexual (Cabral, 2008: 5).
Cabral desarrolla este debate argumentando que existe una perspectiva clsica de
la transexualidad que esencialmente se emplea para representar lo trans y una
perspectiva crtica de la transgeneridad, que lucha por una diferenciacin. En la primera
la conjugacin identitaria `hombre trans se definira, a la luz de teorizaciones
psicolgicas, biomdicas y jurdicas, como una persona asignada al gnero femenino al
nacer, de presunta bioanatoma femenina, inscripta legalmente y socializada como una
nia, quien a pesar de ser social y jurdicamente identificada como una mujer, se
identifica como un hombre; se tratara, adems, de una persona que manifestara de
65

Para Cabral en el mapa de la (auto) representacin de la transmasculinidad se encuentran


identificaciones de sujetos como trans, hombres trans, transexuales de mujer a varn, transgneros o
transexuales masculinos. Segn el autor, algunos de los imaginarios ms recurrentes sobre los
transmasculinos, y que por falta de investigacin no se han rebatido, es la existencia de un reducido
nmero de mujeres que realizan el trnsito comparativamente con personas transfemeninas, el
presupuesto de la homogeneidad al interior de los grupos-organizaciones y de la experiencia de los
sujetos transmasculinos y la presuncin de heterosexualidad como orientacin sexual que atrapa su deseo.

143

modo permanente e insistente tanto el rechazo por su morfologa corporal como el


deseo de modificarla a travs de intervenciones quirrgicas y hormonales, con la
finalidad de vivir plenamente y con reconocimiento jurdico en el gnero masculino.
La definicin clsica de la transexualidad aadira, adems, la heterosexualidad como
rasgo constitutivo (Cabral, 2008: 6).
Para Cabral a la luz de estas formas de saberpoder y, a partir de la reduccin de
lo transgnero a lo transexual casi siempre se toma el caso de las mujeres trans, se
instituye el deseo de semejanza morfolgica como el indicador de un `trnsito
verdadero y en marcador de la subjetividad de las personas trans. Dado que el modelo
sexo gnero fija la identidad de gnero en los genitales de las personas, los trnsitos
corporales (tratamientos e intervenciones hormonas, faloplastias, vaginectomas,
salpingoooferectomas, histerectomas, mastectomas), se convierten en condicin para
el trnsito jurdico del cambio de sexo. El acceso a dichos procedimientos, en la
mayora de los casos por razones econmicas, implica la patologizacin de los sujetos,
lo cual resulta absolutamente restrictivo y legitima el orden binario de gnero. De ah,
segn Cabral, que un cambio verdadero slo se vuelve inteligible en un contexto donde
no slo la transexualidad sature la comprensin de los fenmenos trans, sino donde la
diferencia sexual binaria como valor se traduzca en un cierre normativo atroz sobre las
posibilidades sexuales y reproductivas de las personas (Cabral, 2008: 9).
En esta misma perspectiva, segn Cabral, la crtica feminista a la transexualidad,
se preocupa por la apropiacin de la diferencia sexual y cataloga a mujeres y hombres
trans a las primeras como `invasores de los espacios femeninos/feministas,
completamente `diseados por el establishment mdico patriarcal; a los segundos,
como `mujeres mutiladas y transformadas por el mismo sistema como meros ejemplos
de su capacidad tecnolgica 66 (Cabral, 2008: 4). Cabral critica tales concepciones, por
un lado, rechazando el confinamiento de las masculinidades vividas en anatomas XX
(femeninas) a meras expresiones de la opresin de gnero, la falsa conciencia, la
reproduccin de los patrones relacionales de la heterosexualidad o la lesbofobia
(Cabral, 2008: 5). Y por otra parte, sealando que esta prctica reduccionista est
fundamentada en concepciones feministas fuertemente perfeccionistas en relacin al
deseo, la identidad y la expresin de gnero de aquellas personas asignadas al gnero
66

En la paradoja transgnero, Cabral, plantea que la transgeneridad ha sido tambin juzgada y


condenada por atentas lectoras de Rosi Braidotti, Luce Irigaray o Teresa de Lauretis bajo el cargo de su
origen extranjero, reduciendo la produccin transgenrica regional a una mera manifestacin cipaya de
saberes `del Norte (Cabral, 2006).

144

femenino al nacer y socializadas como mujeres concepciones que juzgan, en funcin


de ideales regulativos tico polticos, aquello que sera correcto o incorrecto en materia
de identificacin y expresin (Cabral, 2008: 5).
De esta postura se deriva que las transmasculinidades sean reducidas a un simple
efecto de la opresin patriarcal, al repudio de lo femenino, a la bsqueda de un `trnsito
verdadero sobre la semejanza morfolgica como valor y norma para acceder a los
privilegios de la masculinidad hegemnica y a una sexualidad lsbica como supuesto
esencial (es decir, al no ser considerados legtimamente como hombres, la prctica
sexual con una mujer no sera heterosexual, sino lsbica). Razones por las cuales para la
mayora de los sujetos transmasculinos en Amrica Latina la transexualidad persiste
como el nico principio de inteligibilidad disponible (Cabral, 2008: 8). Reduccin que
sumada a la matriz heterosexual que naturaliza la diferencia sexual como destino,
produce un campo de abyeccin para los sujetos transmasculinos, que ms all de la
medicalizacin y patologizacin, clausura la diversidad de las experiencias
transmasculinas sobre el cuerpo, el deseo, la identidad y la expresin de gnero
(performance para Butler).
En esa lnea argumental, los aportes de la perspectiva crtica de la transgeneridad
se sintetizan en tres aspectos. En primer lugar, su premisa central es que no hay
encadenamiento necesario entre cuerpo sexuado y s mism* (o identidad). Tales
encadenamientos son, en cambio, contingentes (Cabral, 2008: 7). Con este argumento,
la transgeneridad cuestiona la relacin causal de la secuencia cuerpo, gnero y deseo y
desnaturaliza la bioanatoma como destino. En trminos butlerianos, interpela la matriz
heterosexual, como rejilla de inteligibilidad cultural. En ese movimiento, al sealar la
contingencia de la relacin cuerpo, gnero y deseo, abre para los sujetos posibilidades
mltiples de expresin y relacionamiento genrico y sexual, que exceden la coherencia
de los cuerpos y la estabilidad de un gnero.
En este punto, Cabral realiza una importante precisin y advierte que tales
posibilidades se afirmen como mltiples no significa, sin embargo, que la
transgeneridad implique (una vez ms, necesariamente) una salida del gnero; su
trabajo puede ejemplificarse mejor, en muchos casos, como un estallido interior de la
pureza y la distincin categorial la que se proponen aquellos que se identifican, por
ejemplo, como hombres con vagina (Cabral, 2008: 7). Esta claridad indica que si bien,
los transgnero contravienen el sistema sexo gnero, su realizacin no implica
necesariamente una exterioridad del gnero, sino deshacerse de los anudamientos
145

necesarios que nuestra cultura dispone entre corporalidad, identidad, expresin,


sexualidad, etc. (Cabral, 2006). En consecuencia, su potencial subversivo reside en
instalarse en ese contexto y desestabilizar su rgimen normativo, por ejemplo, con la
identificacin de hombres sin pene.
En segundo lugar, la perspectiva crtica de la transgeneridad interpela tanto la
vigencia cultural del heterosexismo hegemnico como los compromisos corporal,
deseante e identitariamente esencialistas del homocentrismo de gays y lesbianas y del
feminismo67 (Cabral, 2008: 7). En otras palabras, se opone a cualquier poltica
normativa con formulaciones esencialistas, que prescriba y/o regule un modo
particular de experimentar los trnsitos: de expresar el gnero, de habitar los cuerpos y
gestionar el deseo. Un ejemplo, lo proporciona el siguiente testimonio.
El feminismo es una cosa muy bella, pero no es mi lucha, porque me he
sentido agredido. S que mucho de lo que soy hace parte de estas luchas
feministas, pero tambin me estoy parando desde otros escenarios por esas
prcticas tan normativas que he visto. En varios encuentros no dejaban entrar
a mujeres trans, porque tenan pene, es como un asunto esencialista, no eres
mujer porque tienes pene. Esto no va para ningn lado si seguimos pensando
que las mujeres son mujeres porque tienen vagina. En otra oportunidad en
Guatemala, a un chico trans se la montaron todo el tiempo y lo encerraron
entre varias en el bao y le dijeron que l no poda estar all, porque en su
cuerpo estaba la hegemona, porque es un hombre trans. A m me han dicho
muchsimas veces y me pasa todava, usted es un hombre trans porque se
avergenza de ser mujer (Rojas, 2012, entrevista).

En tercer lugar, a partir de la transgeneridad como categora de anlisis, interroga la


matriz de subjetivacin que produce ciertos sujetos y cuestiona supuestos como la
heterosexualidad obligatoria de las personas trans, los mandatos biomdicos de
semejanza morfolgica, la patologizacin como bsqueda de un `trnsito verdadero, la
rgida y dicotmica relacin cuerpo, gnero y deseo y fundamentalmente, cuestiona la
dependencia de la versin esencial de la transexualidad como explicacin de la
transmasculinidad. Es decir, reclama para la transgeneridad un espacio autnomo para
producir de manera situada sus propias versiones de las experiencias y trnsitos de los
sujetos transmasculinos. Versiones que superan las representaciones del binario
genrico y sexual, y reconocen la existencia de transmasculinidades gozantes en el
deseo, ms all de los cuerpos, identidades, sexualidades y trnsitos donde se site.

67

Cabral reconoce en esta postura el trabajo de Kate Bornstein (Gender Outlaws. On Men, Women, and
the Rest of Us), Sandy Stone (The Empire Strikes Back. A Posttransexual Manifesto), Susan Stryker
(My Words to Victor Frankenstein from the Village of Chamounix. Performing Transgender Rage) y
Beatriz Preciado (Manifiesto Contra-Sexual).

146

En consecuencia, dice Cabral, all donde el sujeto transexual de las teoras


psicobiomdica, jurdica y biotica se presentaba como constituido por la
transexualidad como un mandato inapelable, la transgeneridad introduce elementos
decisivos de eleccin, volviendo realidad expresiones subjetivas anteriormente
impensables: autnomas y crticas. Pero, al mismo tiempo, esta afirmacin de
autonoma crtica ha funcionado y funciona como un virus incesante al interior de la
diferencia sexual `natural en tanto performa subjetividades que desmienten las leyes
del binario inscripto en la carne (Cabral, 2008: 7).

El Colectivo y la transmasculinidad
La relacin del Colectivo con el tema de la transmasculinidad inicia en 2010 con la
entrada a la organizacin de dos hombres transmasculinos. Con ellos, como miembros,
comienza un proceso de alianza, intercambio y acompaamiento con el colectivo Entre
Trnsitos, organizacin creada en 2009 como respuesta a la necesidad de visibilizar,
reunir, reconocer y crear lazos fraternos entre hombres trans masculinos. Entre otros
objetivos, EntreTrnsitos se dedica a trabajar en la construccin de masculinidades
libertarias en los hombres trans, alejndonos del patriarcado, el machismo, la misoginia,
la homofobia, entre otros (Rojas, 2011: 6). Cabe anotar que uno de estos hombres
trans, es cofundador y actualmente uno de los cuatro coordinadores de este colectivo.
Podra decirse, a la luz de los aportes de Cabral, que la relacin entre
masculinidad y transmasculinidad es una relacin compleja, problemtica, porque si
para muchos sujetos el trnsito hacia lo masculino implica su desestabilizacin, para
otros como lo veremos, implica la apertura de puntos de encuentro. Confluencia que
profundiza la complejidad de esta relacin, pero fundamentalmente abre dos lneas de
convergencia poltica. Por un lado, significa la desencializacin de la masculinidad y la
transmasculinidad como categoras, excluyentes, que designan conjuntos homogneos y
estticos, por el otro lado, la lucha conjunta por resistir y transformar el patriarcado.
Para el Colectivo, esta tarea se realiza a travs del cuestionamiento del ejercicio
hegemnico del poder sobre la vida de mujeres, hombres y sujetos en trnsito y para
EntreTrnsitos, a travs del cuestionamiento del sexo como categora natural, el gnero
como diferencia cultural del sexo y el deseo como contino del binario esencial.
Para desarrollar esas lneas de prctica y convergencia poltica, resulta pertinente
el texto de VidalOrtiz Transmasculinidades y sexualidades `generizadas,
documento donde realiza una fuerte crtica al Colectivo, de la cual parto para dar cuenta
147

de la incorporacin de la transmasculinidad como parte de sus prcticas de resistencia


antipatriarcal.
En su texto VidalOrtiz realiza una lectura comparativa de hombres transexuales
en Estados Unidos y de hombres transmasculinos en Colombia, tomando como
referente a EntreTrnsitos. En este trabajo VidalOrtiz parte de la nocin de identidad
de gnero como categora relacional, para exponer cmo las sexualidades y las
masculinidades de sujetos trans son generizadas o impactadas por representaciones de
gnero, con el propsito de visualizar las experiencias trans no como resignificantes de
esquemas binarios de gnero, sino como transformaciones de dicho sistema (Vidal
Ortiz, 2011: 4).
VidalOrtiz ampla la crtica de Cabral a la invisibilidad de los hombres trans en
el feminismo, y seala que las experiencias de hombres transmasculinos respecto a sus
trnsitos y sexualidades han sido superficialmente abordadas por no decir ignoradas
tanto en los estudios de gnero como en los estudios de masculinidades. Sealamiento
completamente cierto, tanto para Colombia como para Latinoamrica. En ese contexto,
EntreTrnsitos es la primera organizacin y experiencia de trabajo en el tema de la
transmasculinidad en Colombia, y el artculo de VidalOrtiz se constituye en uno de los
primeros aportes a su abordaje acadmico, ciertamente por fuera de los estudios de
masculinidades. La ausencia de conocimiento y la carencia organizativa, no significa
que los hombres trans no existan en este pas, sino que como lo expuso Cabral, siendo
marginal la produccin de conocimiento sobre la transexualidad en Amrica Latina, la
reduccin de lo trans a la transexualidad invisibiliza por completo otras experiencias y
sujetos trans. De ah la perspectiva crtica que asumen ambos autores.
No obstante hay que sealar que Cabral reclama la apertura y la construccin de
un cuerpo de conocimiento que d cuenta de la transgeneridad y particularmente de la
transmasculinidad como campos autnomos que van ms all de los discursos
biomdicos, psiquitricos y jurdicos patologizantes, sin embargo, en este trabajo Vidal
Ortiz utiliza la transexualidad y la transmasculinidad sin distincin para referirse a
hombres transexuales (en Estados Unidos) y hombres con experiencia de vida trans
(Colombia).
La crtica que VidalOrtiz realiza a la relacin entre el Colectivo como
organizacin de nuevas masculinidades no trans y EntreTrnsitos, se puede resumir en
tres puntos. En el primero seala que la colaboracin entre estas organizaciones
beneficia ms a los no trans que a los trans.
148

Desde el surgimiento de la equidad de hombres (notransexuales) en


temticas de gnero, los hombres trans han participado de talleres y grupos
con hombres no trans, para repensar los temas de las masculinidades no
tradicionales. Sin embargo poco nfasis se le ha dado a las experiencias de
dichos hombres trans en su relacin con su cuerpo, lecturas de gnero y
sexualidad, y masculinidades en relacin a sus sexualidades
(desafortunadamente estas colaboraciones han beneficiado ms a los hombres
no trans que a los trans) (VidalOrtiz, 2011: 2).

En segundo lugar, identifica un proceso de fascinacin de las personas no trans, por la


experiencia corporal de los trans, sealando el poco nfasis que se hace en sus
experiencias corporales, de gnero, sexualidad y masculinidad. En tercer lugar, sostiene
que a partir de la prctica educadora de los sujetos trans a los no trans, se invisibiliza el
privilegio de los espacios centrales y hegemnicos que ocupan los grupos de nuevas
masculinidades no trans, es decir, el Colectivo.
Entre Trnsitos particip de trabajo sobre nuevas masculinidades con un
grupo de hombres no trans en Bogot. Los performances y presentaciones
sobre su colaboracin ofrecen claramente una fascinacin de los no trans con
los trans por su experiencia corporal. En el caso de Bogot, los hombres trans
producen un espacio que es retante y educativo pero que a su vez puede
invisibilizar los asuntos centrales para sus miembros. Denoto este caso como
ejemplo pues ilustra la nocin de que las minoras deben ser siempre las
que educan a la gente en espacios centrales, o hegemnicos, a su vez
invisibilizando el privilegio que tienen dichos espacios de enunciacin
hegemnicos (en este caso, los grupos de nuevas masculinidades no trans)
(VidalOrtiz, 2011: 15).

En primera instancia encuentro pertinente hacer claridad sobre la afirmacin Desde el


surgimiento de la equidad de hombres (notransexuales) en temticas de gnero, los
hombres trans han participado de talleres y grupos con hombres no trans (VidalOrtiz,
2011: 1). Aseveracin que para el caso colombiano no es apropiada, por dos razones,
porque en Colombia el surgimiento de organizaciones de hombres que trabajan por la
equidad de gnero se sita en la dcada del noventa, y como se seal en el segundo
captulo, en Bogot han existido diversas iniciativas de trabajo con hombres, pero en
ninguna se referencia la participacin de hombres trans. Y porque EntreTrnsitos, es la
primera organizacin de hombres trans de la que se tiene registro en Colombia y su
relacin con el Colectivo inicia en 2010.
Asimismo, en la argumentacin de VidalOrtiz no es claro en qu consiste el
beneficio de las organizaciones no trans. Al parecer, ste se relaciona con el fenmeno
de fascinacin de los hombres no trans con las masculinidades y sexualidades trans, el
cual se centra en que los trans deben educar y concientizar a los no trans sobre sus
experiencias. VidalOrtiz relaciona esta fascinacin, con la fascinacin de los

149

`movimientos de nuevas masculinidades 68 en las dcadas de los ochenta y noventa,


donde se exotizaba la experiencia de los hombres homosexuales, por su potencial de
cambio, y la contrasta sealando que el tiempo ha demostrado que los hombres gay
pueden reproducir el sexismo y misoginia, y que de hecho, reproducen, en comunidades
gay, masculinidades tradicionales, encarnaciones que fusionan el sexo con el gnero, y
cuerpos que inspiran una lectura hegemnica (VidalOrtiz, 2011: 3). El temor de
VidalOrtiz consiste entonces, en que la relacin entre colectivos de no trans y trans que
trabajan por masculinidades no tradicionales, se reduzca por un lado a legitimar las
posiciones hegemnicas y los privilegios de los no trans, y por el otro, al trabajo
educativo sin fruto de los trans, a la invisibilizacin de sus necesidades y a la
reproduccin de la secuencia sexo, gnero y deseo heteronormada.
No obstante, los hallazgos que dan cuenta de la relacin entre masculinidades y
transmasculinidades, entre el Colectivo y EntreTrnsitos, permiten sustentar que si
bien terica o conceptualmente esta relacin parecera imposible excluyente tanto
desde una perspectiva conservadora (hegemnica) o de una progresista (queer), los
sujetos reales (trans y no trans) se encuentran, retan al patriarcado, a la teora y
fundamentalmente, como sujetos colectivos e individuales, se transforman.
Realizando una lectura relacional de la postura de VidalOrtiz y las prcticas del
Colectivo, encuentro las siguientes evidencias, que no slo controvierten sus crticas,
sino que ilustran acciones conjuntas de resistencia al patriarcado. La relacin formal del
Colectivo con EntreTrnsitos se inici con la alianza para realizar el proyecto
Masculinidades Transgresoras. Proyecto formulado de manera conjunta por miembros
de las dos organizaciones, con l buscaron pensar y analizar los modelos de
masculinidad que siguen los hombres trans y cmo se construyen, al momento de
asumir un trnsito y de leerse como un hombre qu modelo siguen, si siguen los
tradicionales o si se piensan de maneras distintas (Rojas, 2012, entrevista).
Adicionalmente, la iniciativa se orient al fortalecimiento organizativo de Entre
Trnsitos. El proyecto se ejecut durante 2010 y se clausur a inicios de 2011.
De acuerdo a los testimonios de la coordinacin del proyecto por parte del
Colectivo (Karen Sarmiento) y de EntreTrnsitos (Camilo Rojas) y de los resultados
publicados en la sistematizacin del mismo (Sarmiento, 2011), los aportes que se
68

Segn Ochoa, en Latinoamrica no se habla, ni se puede hablar, de un movimiento de masculinidades,


sino de procesos organizativos y experiencias de trabajo. Ahora y cada vez tenemos iniciativas que se van
interconectando, se van afianzando saberes y estableciendo alianzas con la academia, otros sectores y
luchas sociales, pero lamentablemente an no somos un movimiento social (Ochoa, 2010, Entrevista).

150

derivan de la realizacin de la alianza para EntreTrnsitos, y que sirven de argumentos


para debatir las crticas de VidalOrtiz, son de tres tipos.

Situacin de los hombres con experiencias de vida trans


Sobre la situacin de los hombres trans se constat que no hay conocimiento
(acadmico, ni socio econmico) preexistente sobre las diversas realidades que
experimenta esta poblacin, que no existen procesos organizativos que recojan y
visibilicen sus necesidades especficas y en consecuencia la defensa y reivindicacin de
sus derechos es casi inexistente.
En trminos socioculturales, el proyecto permiti identificar desde las
experiencias de los treinta sujetos que participaron, en su mayora hombres trans, los
siguientes elementos. Familias transmasculinas, la primera conclusin fue que el
transito no es exclusivo de quien transita, sino que involucra su entorno (Dupuis, 2011:
13). As el colectivo identific que la mayora los sujetos se relacionan y construyen
familias no convencionales, hallazgo que permiti determinar que familia son todas
aquellas relaciones que construimos con otros sin importar lazos sanguneos, ni
apellidos, ya que en ellas se encuentra cario, afecto y apoyo (Cifuentes, 2011: 32). En
algunos cosos el trnsito se vive en familia al contar con el apoyo de madres, padres y
hermanos, en otros, el rechazo de la familia se convierte en violencias y para algunos en
ruptura y alejamiento del grupo nuclear. Se encontraron casos donde algunos sujetos
llegaron a experimentar situaciones de calle y violencia contra s mismos.
Clase social y sistema de salud. Se identific que la mayora de los participantes
no cuenta con afiliacin al sistema de salud, lo cual se traduce en condiciones de
vulnerabilidad muy altas; por ejemplo, se constat que la mayora nunca se haba
realizado una citologa debido a los prejuicios del personal de salud, que la mayora
se auto medica hormonas principalmente y que del total de participantes slo cuatro
asisten a un especialista y sus empresas promotoras de salud cubren los tratamientos y
procedimientos para el cambio de sexo. Aqu se establece una diferenciacin radical en
la situacin socioeconmica, pues de estas personas slo una posee los medios propios
para solventar su atencin y tres aportan al sistema de salud, pero los dems, no tienen
acceso a tratamientos de calidad, por una parte, gracias a los estereotipos sociales y por
otra parte, porque el sistema de salud cataloga las intervenciones de reasignacin de
sexo como procedimientos estticos, dejndolos por fuera de los planes mdicos, a los
que slo acceden quienes cuentan con los recursos para solventarlos (comprarlos).
151

En ese mismo sentido, se identificaron tres barreras fundamentales para el


acceso a la salud. La primera, el maltrato por parte del personal de salud, quienes no
reconocen los trnsitos de los sujetos tratndoles como mujeres. Por ejemplo, algunos
referencian vergenza e incomodidad en las revisiones mdicas, porque adems de
evidenciar una poltica gestual de rechazo, a algunos se les ha reprendido por el uso de
fajas para ocultar los senos. Lo cual produce malestar, restringe la presentacin de
gnero de los sujetos y que stos se alejen del sistema de salud. La segunda, para lo
sujetos que transitan (tratamiento hormonal) a la transexualidad (reasignacin de sexo),
es requisito la patologizacin para poder acceder a tratamiento especializado. Deben
obtener el diagnstico psiquitrico de "disforia de gnero, pero este proceso puede
tardar hasta tres aos, haciendo imposible el acceso oportuno a la atencin mdica. En
tercer lugar, el sistema de salud cuenta con muy pocos especialistas. Se encontr que el
Hospital de San Jos, especializado en cirugas, slo realiza una faloplastia al ao.
Trabajo y escuelas sexuadas. La situacin del empleo indica que las barreras de
acceso a trabajos son fuertes, llevando a muchos a encubrir su trnsito, el mismo que al
ser descubierto, genera maltratos y despidos. Este caso se agrava con el hecho de que en
Colombia slo quien concluye la reasignacin de sexo, puede modificar los datos de
identificacin legal, es decir, como lo plantea Cabral (2008), la transgeneridad se reduce
a la transexualidad, excluyendo a quienes transitan de mujer a hombre sin someterse a
intervenciones quirrgicas. La imposibilidad de cambiar el registro legal dificulta el
acceso a un trabajo, con otro gravante, en Colombia los hombres deben pagar servicio
militar obligatorio, por lo cual para acceder a un trabajo o graduarse de una universidad
se exige la libreta militar. De ah tambin se deriva que los pocos hombres trans que
acceden a la educacin superior deben someterse a la asignacin binaria biologista para
poder concluir sus estudios. Respecto a la educacin secundaria (bachillerato), los
sujetos deben exponerse a un sistema educativo heteronormado hostil a la diversidad y
renunciar al nombre cultural con el que asumen el trnsito.
Respecto a las experiencias de trnsito, se encontr que es una realidad que la
mayora de los hombre trans experimentan procesos de rechazo a su cuerpo frente a la
imposibilidad de no tener pene, de no poder acceder al procedimiento quirrgico de
reasignacin de sexo, lo cual implica la patologizacin voluntaria como puente para
finalizar el trnsito o la transicin verdadera desde la perspectiva clsica.
Un hallazgo central fue identificar que muchos de los hombres en trnsito se
insertan en los patrones normativos patriarcales por ejemplo la heterosexualidad
152

obligatoria como estrategia de asimilacin y movilidad social slo quieren estar


tranquilos y que no los jodan, estn cmodos ah (Rojas, 2012, entrevista). Al respecto
se identificaron dos posiciones, en la primera, los sujetos asumen una identidad
heteronormativa como decisin autnoma, con el propsito de encontrar tranquilidad
frente a la exclusin y violencia de la que son/podran ser objeto y para realizar un
ejercicio satisfactorio de la masculinidad tradicional, para pasar 69.
Un gran resultado que sali tristemente, es ver cmo los chicos s se
construyen desde esa heteronormatividad como decisin, esa es su decisin!
Porque para esta sociedad es fcil adecuarse a ser hombre y si sigues estas
normas jams van a pensar que eres trans (Rojas, 2012, entrevista).

En ese sentido, VidalOrtiz (2011) concuerda con SoleyBeltrn (2004) al sealar que
pasar al nuevo gnero, implica el desarrollo de estrategias para lograr que el paso
permita la `adecuada presentacin de gnero, lo problemtico de esas estrategias es que
suelen convertirse en controles estrictos de la performance pblica. Para SoleyBeltrn
la estrategias de aceptacin topan con mecanismos coercitivos, tales como el castigo, la
violencia y la abyeccin social que ponen de manifiesto los dispositivos destinados a
proteger la MH [Matriz Heterosexual] y su orden binario del gnero como marco
regulador de todos los sujetos (SoleyBeltran, 2004: 229). VidalOrtiz encontr en su
estudio que con el tiempo, los mecanismos de control se flexibilizan e incluso luego de
varios aos, esa autoregulacin se empez a perder (VidalOrtiz, 2011: 12).
En la segunda posicin, algunos sujetos no reconocen otras formas legtimas de
construir la (trans) masculinidad, estableciendo la transmasculinidad hegemnica
normativa como el modelo a seguir. Al respecto Butler (2007) plantea que el trnsito no
es suficiente como accin desestabilizadora, pues es susceptible de ser asimilado por la
hegemona cultural. La parodia por s sola no es subversiva, y debe de haber una forma
de comprender qu es lo que hace que algunos tipos de repeticin pardica sean
verdaderamente trastornadores, realmente desasosegantes, y qu repeticiones pueden
domesticarse y volver a ponerse en circulacin como instrumentos de hegemona
cultural (Butler, 2007: 270).
En esa lnea de anlisis otro hallazgo significativo es que la construccin de una
transmasculinidad hegemnica, ha llevado a que muchos sujetos no se identifiquen con
la diversidad sexual como referente ni organizativo ni poltico y menos con la teora
69

Soley-Beltrn, emplea la expresin `To pass (pasar) o `passing en ingls, para referirse a los procesos
donde se trata de aparecer como aquello culturalmente instalado-legitimo con el propsito de integrarse
socialmente. Pasar puede aplicarse, por ejemplo, a la integracin de gnero, racial o de clase. (SoleyBeltrn, 2004: 213).

153

queer, ya que se consideran a s mismos como hombres tradicionales, hegemnicos.


Por otra parte esa transmasculinidad hegemnica produce tensiones y disputas donde los
trnsitos a masculinidades no hegemnicas pierden legitimidad (se refiere a quienes
coordinan el colectivo) y ponen en riesgo la representacin convencional de la
masculinidad y la asimilacin tranquila al sistema social esos son unos maricas ah y
estn ridiculizando lo que son los hombres y para ellos el ser hombre es no ser marica
(Rojas, 2012, entrevista).
En este caso la transmasculinidad hegemnica puede ser entendida en dos
versiones, como la respuesta `legitima al problema del trnsito de mujer a hombre
desde la perspectiva clsica de la transexualidad, donde el `trnsito verdadero como
deseo y realizacin de la semejanza morfolgica, implica la patologizacin (disforia de
gnero) y la intervencin quirrgica (reasignacin de sexo). La otra versin, ms
cercana a la nocin de masculinidad hegemnica tradicional, se localiza en el trnsito
con o sin tratamientos hormonales o intervenciones quirrgicas donde los sujetos se
identifican con el modelo hegemnico de ser hombre y se comprometen con esa
posicin como proyecto de gnero; donde de modo similar al caso de los hombres
(biolgicos) hegemnicos, asumen como principio organizador de la prctica (entre
otras caractersticas), el repudio a la homosexualidad y la diversidad sexual como
campo de abyeccin.
Respecto a la sexualidad, se encontr que para muchos de estos sujetos la vida
sexual es falo cntrica y otros no tienen vida sexual, entre otras razones, debido a la
negacin sobre el cuerpo (por la no posesin de pene como semejanza morfolgica
como realizacin de `transito verdadero) y al miedo a la exposicin, pero
especialmente a que el tema de la sexualidad trans es un tema clandestino, silenciado,
incluso para los mismo sujetos en trnsito. Nos dimos cuenta que a muchos hombres
trans le da pena y miedo hablar de su sexualidad, incluso muchos decan que nunca
haban tenido intimidad con nadie porque les daba vergenza mostrar sus cuerpos o que
descubran que tienen senos y vagina (Cifuentes, 2011: 39). En este mismo campo se
encontr que la relacin entre sexualidad y reconocimiento est profundamente ligada,
se identific que en algunos casos los sujetos se afirman como hombres trans a partir de
relaciones heterosexuales, en otros casos esta proviene de relaciones homosexuales
donde otro hombre (no trans) valida la masculinidad. No obstante las posibilidades y
variaciones entre sexo, gnero y deseo son mltiples y adquieren sentido en diversos

154

momentos del trnsito, por ejemplo, como en los casos donde hombres transmasculinos
sostienen relaciones con mujeres trans o mujeres lesbianas.
Por otra parte se encontr que hay sujetos que construyen transmasculinidades
no normativas o alternativas y asumen posturas crticas frente a la heterosexualidad
obligatoria, a la construccin de cuerpos binarios y a la gestin dicotmica del deseo.
Esta crtica y la deslegitimacin de los trnsitos hacia masculinidades no hegemnicas
por parte de quienes se han asimilado, provoc el distanciamiento y/o salida del
colectivo de varios de stos.
En su conjunto estos hallazgos permitieron a EntreTrnsitos empezar a
diagnosticar la situacin de los hombres con experiencias de vida trans en Bogot y a
reorientar el trabajo y realizar nfasis en aspectos que no haba considerado. Una de las
contribuciones ms importantes se refiere a cmo entender el carcter mismo de los
trnsitos inicialmente pensbamos el trnsito como la manera de ser, y nos dimos
cuenta de que hay muchas maneras y muchos trnsitos, muchas circunstancias que
vuelven las experiencias tan diversas (Rojas, 2012, entrevista).
Este aprendizaje signific el replanteamiento de algunas estrategias y la
construccin de nuevas perspectivas de intervencin. Por un lado, reconocer que hay
diversidad de vivencias, tiempos, dinmicas y trnsitos hacia lo masculino, es decir que
ni la masculinidad ni la transmasculinidad son nociones fijas, y que es la (trans)
masculinidad que estn construyendo lo sujetos sobre la cual se debe trabajar, no sobre
un tipo de transmasculinidad determinada por la academia (lo queer), los saberes
biomdicos (hormonizacin, patologizacin, cambio de sexo) o sujetos particulares. Por
el otro lado, este reconocimiento se tradujo en cambiar la auto identificacin como trans
a denominarse hombres con experiencias de vida trans, debido a que muchos de los
sujetos no se reconocen como trans y porque en s mismo constituye una estrategia
situada de resignificacin, inclusin y expansin de lo trans.
Las maneras de nombrarse e identificarnos es mltiple: algunos se narran
como hombres transexuales, otros como transgnero, unos ms radicales
como hombres, slo hombres; otros no quieren denominaciones o categoras,
slo transitan sin buscar un fin (Cifuentes, 2011: 39).
[] cuando se habla de experiencias de vida trans en uno, no te enmarca de
una manera tan directa, no te define ah, si yo tuve una experiencia trans,
independiente de cmo sea, la tuve o la tengo, porque para muchos el trnsito
es toda la vida. Para otros es ya, yo transit, me hice todas las operaciones y
ya. Para otros es vestirse masculinamente y ya. Por lo cual realmente el
asunto de las experiencias es mucho ms rico que limitarte a ser un hombre
trans (Rojas, 2012, entrevista).

155

Tomando en cuenta la diversidad de los trnsitos, pero tambin los riesgos de la


construccin de transmasculinidades hegemnicas, en el proceso de ejecucin del
proyecto EntreTrnsitos se propone mostrar otras experiencias y las miles de
posibilidades que existen dentro de la masculinidad y de construirse como un hombre
(Rojas, 2012, entrevista). De manera que no slo identifica las realidades de los sujetos
sino que introduce temas ejes temticos de los talleres de reflexin que, para muchos,
nunca se haban abordado de manera colectiva (sexualidad, imaginarios y
construcciones corporales, relaciones afectivas, sistema patriarcal, pautas de crianza y
socializacin, sistema sexognero, imaginarios de gnero, experiencias de vida trans y
masculinidades libertarias, incidencia social y poltica) con el propsito de ampliar el
marco interpretativo de las masculinidades y las experiencias de vida trans, y por esa va
encontrar sus voces y visibilizar la diversidad de los trnsitos.
La apuesta que hemos hecho es pararnos desde otro punto de la masculinidad
y decir podemos ser hombres pero no tenemos que ser ese tipo de hombres
que nos lastima tanto a todos. Se puede ser sin ser violentos, sin ser
machistas, sin tener que construirse como lo dice la biologa que tiene que ser
un hombre. Sino que se puede ser como uno quiera (Rojas, 2012, entrevista).

Fortalecimiento organizativo de EntreTrnsitos


Para EntreTrnsitos la alianza con el Colectivo se puede interpretar en dos niveles,
como proceso de cooperacin, no de beneficio utilitarista y como una experiencia de
aprendizaje mutuo, no como un simple fenmeno de fascinacin de los sujetos no trans
hacia los hombres con experiencias de vida trans, como sugiere VidalOrtiz. A nivel de
la cooperacin, esta se establece desde la elaboracin conjunta del proyecto, donde el
Colectivo aporta el conocimiento temtico de las masculinidades, la experiencia en la
gestin de proyectos, el respaldo institucional (asume la responsabilidad legal por la
ejecucin del proyecto) y el compromiso poltico de construir masculinidades
alternativas, reconociendo que hasta el momento no haban abordado ni conceptual, ni
poltica, ni de manera experiencial las masculinidades trans.
El Colectivo ha sido crucial para EntreTrnsitos, toda la colaboracin y
enseanza en asuntos de gestin, metodolgicos y los aprendizajes en
talleres. Mostrarnos su experiencia y su trayectoria ha sido muy importante.
Ha sido increble todo lo que ha pasado en Entre Trnsitos, `Masculinidades
Transgresoras fue hagamos esto juntos, formulemos el proyecto, diseamos
los talleres, pero ustedes tienen la autonoma de hacer con el proceso lo que
consideren mejor, pero siempre estando presente todo el tiempo. Es como esa
la manera de actuar, desinteresada del Colectivo, del compromiso sin querer
tener popularidad sino porque realmente creen en los procesos y en nosotros
(Rojas, 2012, entrevista).

156

Acompaamiento que significa que el Colectivo reconoce la autonoma y la necesidad


de que EntreTrnsitos emprenda y consolide sus bsquedas y apuestas. Y que Entre
Trnsitos reconozca al Colectivo al como un actor legtimo en la lucha antipatriarcal y
como aliado en su proyecto poltico.
A nivel de aprendizajes, los aportes del Colectivo se dan en dos sentidos, en el
primero, desde el tratamiento temtico y especficamente desde la construccin de
masculinidades alternativas, razn por la cual se materializa la alianza entre los
colectivos, debido a que las bsquedas de EntreTrnsitos estn orientadas a ampliar el
marco de referencia de las masculinidades desde una perspectiva no hegemnica.
Creo que es este asunto de pensarse las masculinidades no desde cuerpos
biolgicamente hombre y masculinidades alternativas, nos une, entonces en
eso hay un aporte gigante porque es algo que nunca se haba pensado el
movimiento trans. Creo que el hecho de hacer parte del Colectivo y de
trabajar conjuntamente, y de creer en estas apuestas, es la oportunidad de
aprender ms y de vivenciar otras realidades y otras experiencias que nos
compete tanto al Colectivo Hombres y Masculinidades como a Entre
Trnsitos porque ambos no estamos de acuerdo con el sexismo, la
heteronormatividad y el patriarcado (Rojas, 2012, entrevista).

Sin duda el principal aporte que realiza el Colectivo consiste en ampliar la reflexin
sobre las masculinidades que los hombres trans estaban construyendo hasta ese
momento. As el Colectivo parte de las inquietudes de EntreTrnsitos sobre cmo
abordar la construccin de masculinidades por fuera del marco normativo, y como lo
ilustra el siguiente testimonio, ms que prescribir un modelo, genera un contexto
explicativo de cmo se con figura la construccin patriarcal de la masculinidad, las
posibilidades de resistencia a la misma y orienta la revisin crtica de las
masculinidades que se configuran en la prctica de los hombres trans, como punto de
partida para su afianzamiento o transformacin.
En los talleres los aportes del Colectivo eran qu modelos de masculinidad
se quieren construir? Qu modelos hay? Cmo podemos comprender
crtica y contextualmente los modelos existentes en las masculinidades que
tienen unos y otros? Entonces la propuesta del Colectivo es esta, nosotros nos
basamos en ciertas caractersticas para formar hombres distintos, por ejemplo
las nuevas masculinidades, pero no para decir qu debe hacer cada sujeto,
sino para que cada quien se forme como una persona distinta, eligiendo las
caractersticas que quiera. Ahora bien Ustedes cmo lo hacen? sentmonos a
reflexionar alrededor del ejercicio de la masculinidad y eso cmo est
impactando sus vidas, sus trnsitos (Sarmiento, 2012, entrevista).

En segundo lugar, los aportes del Colectivo en trminos del aprendizaje se dan como un
ejercicio de ensame y yo tambin te enseo (Sarmiento, 2012, entrevista).

157

Planteamiento que indica que no se trata de una relacin unilateral y jerrquica, sino de
un proceso de muto aprendizaje, como lo refleja el siguiente testimonio.
Llegamos a la conclusin de que no tenamos que decir sobre masculinidades
trans, pero lo que sentimos es que tenamos que ser corresponsables y darle
una respuesta al sntoma que surge, porque el fenmeno est ah, y darle la
espalda sera decirle a estos pelados no, stas masculinidades son slo para
los que tienen pene, los otros no pueden ser masculinos distintos, y no.
Entonces exploramos con ellos, ese primer proyecto fue una exploracin.
Nosotros orientamos metodolgicamente y temticamente unas cosas pero
todo el tiempo fue un dilogo, frente a lo que leamos, lo que veamos, si lo
comprendamos o si no (Huertas, 2012, entrevista).

Respecto a la invisibilizacin de las necesidades de los trans sealada por VidalOrtiz,


EntreTrnsitos reconoce que los aportes del Colectivo han sido centrales para abordar
la experiencia corporal (un tema que como se registr es problemtico para la
comunidad trans) y recuperar diversas experiencias de trnsito de los hombres trans. En
los diez talleres que se realizaron en el proyecto, se coloc un especial nfasis en el
reconocimiento y reconciliacin con el cuerpo, la sexualidad (tema vedado) y a la
recuperacin de la historia personal. nfasis que contribuy, segn los testimonios, a
avanzar en la configuracin de un espacio autnomo para que los hombres trans puedan
encontrar su voz, reconocer sus procesos, necesidades, apuestas y proyectarse
polticamente. EntreTrnsitos cogi fuerza a partir del proyecto de Masculinidades
Transgresoras, gracias al apoyo del Colectivo (Rojas, 2012, entrevista).
Sin duda uno de los mayores avances en el fortalecimiento organizativo de
EntreTrnsitos consiste, a partir de la experiencia conjunta de construccin
metodolgica, en la exploracin y desarrollo de una metodologa propia de trabajo para
abordar el tema de las transmasculinidades y para relacionarse con los diversos cuerpos,
sexualidades, identidades genricas y trnsitos que confluyen en el colectivo. []
EntreTrnsitos siguiendo algunas directrices de lo que veamos en Colectivo
empezamos a crear una metodologa propia de trabajo (Rojas, 2012, entrevista).
Producto de la capacidad de desarrollar estrategias ajustadas a las realidades y
necesidades de los hombres trans, emerge una reflexin muy importante a nivel
organizativo, educativo, epistemolgico y poltico, se formula una crtica a la teora
queer como posible lugar de compresin de la experiencia trans, por tratarse de una
construccin acadmica sumamente elitizada, a la cual no se tiene acceso abierto, y que
para el caso de los hombres trans se homologa a las barreras de clase que impiden el
acceso a la atencin mdica especializada. En ese sentido, la postura de EntreTrnsitos
se conecta con la perspectiva crtica de transgeneridad, por su bsqueda de lenguajes y
158

marcos explicativos autnomos desde los saberes, experiencias y cotidianidad de los


mismos hombres trans.
Yo siento que en eso yo he sido muy claro, yo no quiero hablar un discurso al
que solo tenga acceso gente que est en la universidad y gente que tiene plata
para hacer la maestra de estudios de gnero, de esa manera yo no puedo
llegarle a la gente con la teora queer, con Beatriz Preciado y Judith Butler.
Realmente me parece desgastante, la gente tambin tiene derecho a no tener
que conocer eso para estar bien. Entonces el hecho de pararme desde la
cotidianidad de los chicos, desde donde ellos se leen, desde esa masculinidad
que siempre han querido independientemente de cmo sea o cmo la
construyan, desde ah es que quiero hacer el cambio. Porque s es muy linda
la teora, pero para m es ms importante la praxis y estar con la gente desde
la igualdad y la equidad entre pares (Rojas, 2012, entrevista).

Pero esta bsqueda de voz propia para narrar e interpretar la transmasculinidad no es


homognea y al interior de EntreTrnsitos hay quienes comprenden sus procesos desde
la teora queer y desde ese mismo lugar de enunciacin cuestionan y deslegitiman la
relacin de las transmasculinidades con las masculinidades de hombres no trans y
especficamente al Colectivo como grupo de nuevas masculinidades.
En EntreTrnsitos, hay muchas posturas, por ejemplo hay un chico que se
para siempre desde la teora queer. Para l este asunto es poco relevante, pero
yo siempre le he dicho: no puedes juzgar algo que no conoces, cuando ests
ac y mires, pues haz tu anlisis, tu vivencia, tu prctica lo que necesites,
pero uno de entrada no puede juzgar procesos tan importantes y que
realmente para EntreTrnsitos ha sido tan cruciales. Con l creo que es
porque tampoco ha habido la oportunidad de estar ms cerca. Pero la postura
general es que para nosotros es fundamental el Colectivo Hombres y
Masculinidades y de hecho que yo haga parte del Colectivo y que el otro
coordinador tambin quiera hacer parte de manera oficial, demuestra lo
convencidos que estamos de esto (Rojas, 2012, entrevista).

No obstante esta crtica, la legitimidad de la relacin entre masculinidades y


transmasculinidades radica en los cambios personales de quienes han participado de los
espacios de taller compartidos, como se ver ms adelante. Otro aporte significativo
para los procesos internos del colectivo, y que acerca las luchas de ambas
organizaciones, fue haber instalado la pregunta por la heteronormatividad como una
institucin patriarcal.
[] el hecho de pensarse unas masculinidades distintas nos hace cuestionar
tambin nuestra heterosexualidad, y el hecho de que sea una heterosexualidad
decidida ya es toda una ganancia, ya no es como soy hombre soy
heterosexual!, y listo, si no por qu soy heterosexual? Porque me dijeron o
porque pens que as tena que ser o porque realmente lo siento? Creo que la
gran mayora que estamos en el colectivo, s nos cuestionamos mucho la
manera de operar de las relaciones, y aceptamos que puede ser de una manera
heterosexual pero no heteronormativa. Creo que el problema no es la
heterosexualidad sino la heteronormatividad que se sigue, en la que se est o
en la que estuvimos inmersos alguna vez, pero es como todo como la
homosexualidad, como la bisexualidad (Rojas, 2012, entrevista).

159

Esta claridad poltica establece un puente entre las posturas polticas del Colectivo y
EntreTrnsitos al desencializar la sexualidad hetero como la fuente de la exclusin y
opresin normativa patriarcal, al concebirla como una de las opciones legtimas para
experimentar el deseo, pues no hay una nica heterosexualidad sino muchas (Martn,
2011: 12). En este campo, el punto de convergencia entre masculinidad no hegemnica
y transmasculinidad se localiza en el compromiso de generar procesos de reflexin y
conciencia crtica frente al reconocimiento del deseo ms all de la naturalizacin de la
nocin de la sexualidad binaria occidental, bajo el presupuesto de que tanto hombres
construyendo nuevas masculinidades como hombres transmasculinos pueden ocupar
posiciones hegemnicas por fuera de la heterosexualidad. En definitiva `el problema no
es la heterosexualidad sino la heteronormatividad, de ah la pertenencia de la invitacin
de Martn de distinguir cuidadosamente entre la heterosexualidad, que puede ser
perfectamente antipatriarcal y aliada de las personas LGTB, de la normatividad
patriarcal que nos oprime a todos, heterosexuales incluidos (Martn, 2011).
Finalmente puede afirmarse que la relacin entre ambas organizaciones es frtil
y rinde sus frutos, muestra de ello es que para 2012 los colectivos renuevan la alianza
con un segundo proyecto llamado `Transformarte, iniciativa orientada a fortalecer
organizativamente a EntreTrnsitos y a posicionar polticamente el tema en Bogot,
con la cual se espera, en sus dos aos de duracin, llevar a travs del arte el tema de las
transmasculinidades a poblaciones trans y no trans.
Experiencia personal de vida trans70
La experiencia que yo he tenido en el Colectivo me ha cambiado la vida en muchos
aspectos. Creo que responde como a muchas inquietudes que tena respecto a mi
experiencia de vida trans, a construirme como un hombre y pensarme como un hombre
distinto, no como un hombre desde la hegemona. Yo pensaba que me iba a construir
como un hombre y no iba a ser machista y ya, e iba a colaborar en la casa con las
labores y que le iba a colaborar a mi mam y que iba a ser respetuoso con las mujeres
y listo. Pero realmente encontrarme al Colectivo y llegar al Colectivo fue
transformarme mucho en diferentes aspectos, creo que uno fundamental fue el aspecto
corporal, porque es una realidad que la mayora de los hombre trans, tienen un
70

Este relato de Camilo Rojas (2012, entrevista), ilustra el impacto real de la vinculacin entre las
experiencias de trabajo desde las masculinidades que promueve el Colectivo y la experiencia directa de la
transmasculinidad que vive uno de sus integrantes.

160

rechazo terrible frente a su cuerpo, a no tener pene, no poder operarse porque no hay
plata y necesitas patologizarte y decir que ests enfermo para poder hacerlo. Entonces,
yo dije pues no! toca hacer algo y tengo que hacer algo por m porque yo no quiero
que esa sea m realidad y creo que me sirvi muchsimo primero haber salido del closet
otra vez y asumir que era un hombre bisexual, adems de ser trans y fue como
liberarme. Yo antes nunca me desnudaba en ninguna parte, yo deca: no puedo, y poder
estar en un espacio de taller de pintura corporal con la confianza que senta y poder
desnudarme fue algo increble y creo que en ese momento pude reconciliarme con mi
experiencia trans y reconciliarme con mi cuerpo, y no slo pensarme sino asumirme
como un hombre dentro de la diferencia y entender que mi cuerpo no choca con otros
cuerpos masculinos, que realmente la masculinidad la encarna cualquier cuerpo, si
tienes pene, si tienes vagina, si tienes las dos, realmente no hay mucha diferencia y esto
yo lo logr llegando al Colectivo, antes haba tenido acercamientos y cosas pero nunca
haba sido tan directo y no me haba enamorado del trabajo corporal. S, fue como
renacer. En ese momento yo empec a sentir el cambio, que primero tengo que
cuidarme y tengo que cuidar a los dems. Por eso desnudarse es tambin como
desnudar los miedos, los prejuicios, los dolores, todas estas cosas silenciadas y cuando
uno ya sana esas cosas, uno genera en su entorno como otras esperanzas, otras
posibilidades y uno empieza a ser ms consciente de uno mismo, del entorno, de las
condiciones en las que se vive, en las que estamos en la sociedad y en pequeos actos
uno empieza a demostrar la transformacin y la gente dice que es una cosa muy
estpida, pero el hecho de que las labores en la casa sean equitativas, que no tengas
prioridades por ser hombre, que tengas exactamente lo mismo y que est la conciencia
del cuidado, en esas cosas se empieza a ver el cambio. Por eso estar en el Colectivo y
compartir tanto mi experiencia como otras vivencias me sirvi para leer mi cuerpo y mi
trnsito no como simplemente en el reconocimiento sexual, como para tirar y ya, o para
estar cmodo, sino para posicionarme desde una masculinidad distinta, con un cuerpo
que encarna una masculinidad distinta, y tambin est el hecho de sentirme tranquilo
con la vida que eleg, por eso reconciliarme con mi cuerpo fue como poder permitirme
ser yo.

Masculinidades (trans): aprendizajes y tensiones


Para el Colectivo la relacin entre masculinidad y transmasculinidad significa un nuevo
escenario para continuar problematizando sus configuraciones tico polticas. Ya se vio,
161

desde la perspectiva de EntreTrnsitos, que la relacin colaborativa entre ambas


organizaciones, no slo es posible sino que adems genera aportes que fortalecen sus
apuestas y experiencias organizativas. Ahora resulta pertinente revisar las implicaciones
de esa relacin para el Colectivo, con el fin de establecer cmo problematiza sus
paradigmas de masculinidad y las tensiones que genera. La primera reaccin del
Colectivo ante la entrada de un hombre transmasculino estuvo marcada por la sorpresa,
no como fascinacin, sino como reto y reconocimiento externo al trabajo realizado hasta
el momento.
[] interesante que en ese escenario de la diversidad, apareciera una apuesta
por la construccin masculina alternativa y que furamos nosotros el
referente, o sea, que llegarn a nosotros como referente eso me pareca muy
potente, porque ms all de construir hombres con pene en masculinos
diferentes, lo que me interesa a m que cambie es la masculinidad, la
construccin de masculinidad, entonces si desde el escenario de la diversidad,
aquel que quiera identificarse con lo masculino, y trasciende el masculino
tradicional, genial, porque es justamente ah donde la cultura se transforma,
es ah donde podemos entrar a quebrar, a hacer los puntos de quiebre a esa
cultura, entonces, por eso yo digo, s de una! adems es la posibilidad de
asumir a ese como masculino (Huertas, 2012, entrevista).

No obstante, es necesario precisar que aunque en el Colectivo, en espacios amplios de


participacin como las asambleas, no ha habido oposicin a la entrada de hombres trans,
en diferentes testimonios aparece la existencia de silencios y preguntas no formuladas
sobre las implicaciones de integrar la transmasculinidad como parte del repertorio del
Colectivo.
Se da la pregunta y no hay una respuesta de no, no hay como decir no, pero si
hay posibles resistencia, preguntas y dudas encubiertas (Huertas, 2012,
entrevista).
[] en los ms jvenes hay cierto temor a enterarse demasiado acerca de lo
que sera una masculinidad, por ejemplo, como la que se piensa en Entre
Trnsitos, hay como cierta resistencia a eso, porque a pesar de que estn
construyendo una masculinidad alternativa, digamos que estas construcciones
son problemticas porque a pesar de lo alternativo que pretenden ser si hay
cierta prevencin (Sarmiento, 2012, entrevista).

En este plano, de fascinacin o exotizacin de las experiencias trans, esta tensin


plantea la necesidad de emprender procesos educativos y reflexivos sobre la nocin de
masculinidades trans, no necesariamente orientados por sujetos trans, al interior del
Colectivo. Porque efectivamente las realidades y posturas existentes no son
homogneas, como tampoco lo son los recursos analticos y de conocimiento sobre la
transgeneridad y menos sobre la transmasculinidad, porque como lo afirm VidalOrtiz,
efectivamente la masculinidad trans no hace parte de los repertorios analticos de los
estudios de masculinidad y de las organizaciones no trans en Colombia y la regin.
162

En ese sentido el Colectivo es autocrtico y admite que efectivamente aunque


con un proyecto finalizado y otro en ejecucin, en los cuales han alcanzado logros
importantes en trminos del fortalecimiento de EntreTrnsitos y de identificar
reflexiones y cambios interesantes en las personas directamente involucradas en el
proyecto, el tema de la transmasculinidad no se ha abordado con la suficiente atencin y
en los espacios necesarios que permitan convertirlo a nivel discursivo en patrimonio
general del Colectivo, como lo evidencia este testimonio, Yo siento que ah nosotros
no hemos aprovechado ese escenario, no le hemos dado la trayectoria que deberamos
darle, es decir, como colectivo no hemos realizado unas jornadas para meterle el diente
al modelo heterosexista, a la diversidad sexual, a lo trans (Garca, 2012, entrevista).
Por esta razn, es que presento la experiencia de la transmasculinidad como una prctica
y no como un discurso de resistencia estructurado al interior del Colectivo.
Pero entonces qu ha implicado para el Colectivo asumir la transmasculinidad
como una categora interpretativa de la masculinidad? Las implicaciones las identifico
en dos dimensiones ntimamente ligadas: en la necesidad de aplicar un ajuste
metodolgicoconceptual y en problematizar la nocin misma de masculinidad (y de
gnero) desde la cual interpreta y orientan sus acciones. El siguiente testimonio ilustra
ambas situaciones.
Yo lo veo desde lo propositivo, porque si estos hombres trans ya llegan
convencidos de que el patriarcado no es, entonces lo que tengo es que
pensarme qu les voy a decir para alimentar la necesidad que ellos tienen de
un referente distinto. Para nosotros implica pensarse los temas y las
metodologas para poder acompaar el proceso de exploracin y construccin
con EntreTrnsitos, porque, por ejemplo, habitualmente en los talleres
recojo los imaginarios que tienen los hombres sobre el pene, pues con l
aparecen elementos muy potentes para movilizar estructuras. Pero en Entre
Trnsitos hay discursos que elaboran desde sus construcciones frente a la
transformacin corporal en donde dicen no, no queremos pene, queremos ser
masculinos, pero ser masculino para nosotros no pasa por tener pene.
Entonces cuando vengo a trabajar con ellos lo que haca antes no aplica, sus
lecturas de la construccin de masculinidad estn en otras dimensiones, en
otros lugares del cuerpo si se quiere, y entonces encuentro que tiene ms
sentido para ellos la barba, y para algunos su lucha es por tener barba. Esto
nos da una retroalimentacin de lo que implica el pene como icono de la
masculinidad con los hombres hetero y eso me pone a m a pensar. Entonces
ese horizonte que tenamos de masculinidad se rompe (Huertas, 2012,
entrevista).

En trminos del ajuste metodolgicoconceptual, para el Colectivo, integrar la


transmasculinidad implica revisar orgnica y crticamente su repertorio como paso
previo para ajustar los temas y propuestas metodolgicas que les permitira trabajar de
forma incluyente con hombres trans. Este proceso de revisin se localiz en las personas

163

que participaron en la formulacin del proyecto, en su coordinacin y en la realizacin


de los talleres, de ah que ese momento no se puede describir como una experiencia
colectiva de replanteamiento de la masculinidad. Situacin que pone en evidencia que
efectivamente en las construcciones del Colectivo no slo no se consideraba la
transmasculinidad en el mapa de las masculinidades, sino que efectivamente su
perspectiva de la masculinidad an estaba regida por el paradigma sexogenrico.
Respecto a la problematizacin de la nocin de masculinidad, Connell plantea
que para entender el gnero, entonces, debemos ir constantemente ms all del propio
gnero (Connell, 1997: 38). A partir de esa idea, es posible afirmar que quiz la
experiencia ms confrontadora para el Colectivo y su nocin de masculinidad, es la
relacin con la transmasculinidad. Confrontacin que no slo desestabiliza el horizonte
de la masculinidad que tena el Colectivo, sino que, como lo recoge uno de los
testimonios, la presencia de EntreTrnsitos desmonta el piso de la masculinidad
(Sarmiento, 2012, entrevista).
Para el Colectivo ir ms all del gnero significa decodificar las nociones de
gnero, identidad, sexo y sexualidad, para poder comprender la existencia de
masculinidades en hombres sin pene. Cuando el Colectivo reconoce la construccin del
gnero por fuera de la evidencia biolgica, subvierte sus propios marcos de referencia y
ensancha la nocin misma de masculinidad; disolviendo la relacin causal entre sexo,
gnero y deseo, erosionando as un principio central en la poltica heteronormativa
patriarcal la cual sostiene que el gnero no slo presupone una relacin causal entre
sexo, gnero y deseo: tambin seala que el deseo refleja o expresa al gnero y que el
gnero refleja o expresa al deseo (Butler, 2007: 81).
[] la masculinidad puede tener otras caractersticas que no necesariamente
estn incluidas en la forma del cuerpo, y para ser hombre no necesito ser
heterosexual (Sarmiento, 2012, entrevista).

De este nuevo posicionamiento se derivan planteamientos que subvierten la relacin


masculinidadhombrespene

(heteronormatividad)

como

una

relacin

natural,

estableciendo que la masculinidad no es un dominio exclusivo de los hombres y que la


existencia de hombres sin pene es tan legtima como la de aquellos sujetos que gracias a
los dispositivos de socializacin devienen hombres a partir de la posesin de un aparato
reproductivo socialmente asignado a lo masculino.
[] aunque no lo hayamos pensando colectivamente, lo que hemos venido
haciendo es desencializar el cuerpo masculino (Hernndez, 2012, entrevista).

164

[] el trabajo con hombres no tiene que ver necesariamente con cmo se


nace (Garca, 2012, entrevista).
No es una esencia natural que la masculinidad est solamente en hombres con
pene (Ruz, 2012, entrevista).

Pensar masculinidades en hombres sin pene, no slo rompe las reglas del gnero,
configura un nuevo escenario de resistencia antipatriarcal, donde tanto los sujetos que
realizan el trnsito como los construidos en la masculinidad, colapsan la legitimidad del
rgimen normativo. Los primeros desestabilizando la estructura misma del sistema, los
segundos, desnaturalizando cualquier esencia ontolgica de la masculinidad. As desde
diferentes posiciones y operaciones, los colectivos trasgreden la masculinidad como
categora histricamente ligada al patriarcado.
Una expresin concreta de la deslegitimacin del rgimen normativo desde el
Colectivo es la sexualidad. Por una parte, a travs de la prcticas formativas en talleres
establece una crtica a la heteronormatividad centrada en el pene como significante de la
masculinidad y eje de la prctica sexual, como se registr en el capitulo anterior. Por
otra parte, separa la identidad de gnero y la sexualidad como campos de la experiencia
humana que exceden cualquier forma de regulacin cultural o poltica, en otras palabras,
el Colectivo reivindica la gestin del deseo no heterosexual como derecho, y en lugar de
interpretarlo como abyeccin, lo legitima como diversidad al interior de la
masculinidad, ms all de que una posicin hetero u homosexual puedan encarnar
prcticas hegemnicas de poder.
El Colectivo se ofrece como un espacio amplio y abierto donde yo puedo
llegar con mi particularidad, con mi especificidad y all lo vivo, yo s que
tengo el espacio de aceptacin, de entendimiento, de comprensin, de
acompaamiento (Ruz, 2012, entrevista).
El Colectivo es un espacio plural o libre para vivenciar e incluso referir,
hablar, relatar el tema de la sexualidad de la gente y del gnero. Lo que s es
cierto, y esto es importante, es que no se casa con una presuncin de
heterosexualidad (Garca, 2012, entrevista).

La experiencia de la sexualidad en el Colectivo ms que un discurso es una prctica,


donde no slo confluyen hombres biolgicos, hombres trans y mujeres, sino que tiene
lugar la diversidad de experiencias del deseo, sin que se establezcan relaciones de
hegemona y subordinacin de las masculinidades (feminidades) en razn de la prctica
sexual.
Yo no dira que es un colectivo gay, ni dira que es un colectivo heterosexual,
ni que es un colectivo bisexual, yo lo ubicara como lo ubica el Javier Omar
es un espacio abierto, creo que es un espacio plural o libre para vivenciar e
incluso referir, hablar, relatar el tema de la sexualidad y del gnero de la

165

gente. Lo que s es cierto, y eso es importante, el Colectivo no se casa con


una presuncin de heterosexualidad. [] Yo dira que s hemos roto con la
presuncin de heterosexualidad (Garca, 2012, entrevista).

Este testimonio es de utilidad para despejar la pregunta y desdibujar la imagen instalada


en algunos sectores sociales (feministas, organizaciones LGBTI), sobre si las
organizaciones que trabajan con hombres y masculinidades son eminentemente
heterosexuales? Asimismo permite hacer un llamado a revisar planteamientos
generalizantes y esencialistas como los de VidalOrtiz al suponer que los grupos de
nuevas masculinidades71 (VidalOrtiz, 2011: 15) estn conformados por hombres,
heterosexuales, por defecto normativos. Planteamientos a travs de los cuales se
desconoce el valor y los aportes de las luchas de resistencia al patriarcado desde
organizaciones que inicialmente empezaron sus acciones trabajando con hombres y
masculinidades. Experiencias como las del Colectivo han llevado ms all esa
propuesta, por lo cual podra considerarse una organizacin que trabaja masculinidades,
en el sentido ms amplio y renovado del trmino.
En ese sentido, desde la evidencia emprica y las prcticas cotidianas del
Colectivo es posible desmontar las versiones estereotipadas y acrticas que asumen que
la masculinidad es un tema exclusivo de hombres, qu en ella slo participan hombres,
que stos son heterosexuales y en que en la mayora de casos son heteronormativos.
Al respecto es imperativo realizar cinco precisiones para ampliar la compresin
de este fenmeno. Primera, que en la produccin de las masculinidades participan a
nivel personal, institucional y sociocultural (Connell, 1997) tanto hombres como
mujeres y personas en trnsito. Segunda, que a nivel regional en las organizaciones que
trabajan con hombres y masculinidades hay presencia de hombres sexualmente diversos
y, como en el caso del Colectivo, de hombres que van ms all del binario de gnero.
Tercera, que la gestin heterosexual del deseo no es conditio sine qua non de la
heteronormatividad. Cuarta, que desde la posicin de sujetos auto identificados como
heterosexuales tambin se producen discursos y prcticas de resistencia al patriarcado,
porque si bien la posicin de gnero: hombre heterosexual, parece representar una
posicin de poder y privilegio axiomtica, en el Colectivo sta es disputada y
reinventada como una posicin de resistencia, cuestionamiento y renuncia a los

71

Vidal-Ortiz, nombra acrticamente con la etiqueta nuevas masculinidades a las organizaciones que
trabajan con hombres y masculinidades, desconociendo la amplia diversidad de enfoques que existen en
las experiencias organizativas de la regin, donde las nuevas masculinidades constituyen slo una
perspectiva, la cual no es asumida por todas las organizaciones.

166

ejercicios de dominacin y a los privilegios que se pueden derivar de ella. Quinta, en


vista de que la teora y el activismo queer adquirieron relevancia poltica al insistir en
que

el

activismo

antihomofbico

puede

ser

ejercitado

por

cualquiera,

independientemente de su orientacin sexual (Butler, 2004: 22), limitar o deslegitimar


la prctica poltica de una organizacin sobre la presuncin de una posicin
hegemnica, es un acto que refleja, como lo evidencia Cabral para el caso de la
transgeneridad, concepciones fuertemente conservadoras en funcin de ideales
regulativos tico polticos sobre la legitimidad y efectividad de la oposicin de los
hombres al patriarcado.
Por otra parte, es necesario decir que si bien el Colectivo, rompe la presuncin
de heterosexualidad (normativa) y se representa como un espacio plural y libre de
modelamientos para la experiencia del gnero como lo certifica la presencia de
hombres transmasculinos y de la sexualidad como lo constata la presencia de
hombres homo, hetero y bisexuales, no politiza el tema de la sexualidad como una
reivindicacin con amplios efectos sociales y polticos. Se experimenta como prctica
interna y como parte del desarrollo organizativo, con proyectos, pero no es el tema de
incidencia poltica externa. En el Colectivo esta categora no trasciende como discurso
poltico para reivindicar el lugar de la prctica ertica como una resistencia a la
normatividad y fundamentalmente para el acceso a derechos. Ahora bien, todas las
organizaciones no pueden enfocar y desarrollar consistentemente todos los temas, en esa
medida, esta observacin es un llamado a visibilizar el tema como un potencial eje de
lucha antipatriarcal, capitalizando la experiencia interna, en la cual ya opera esa
desestabilizacin.
Volviendo a la problematizacin de la nocin de masculinidad, si partimos de
que la masculinidad hegemnica segn Connell es la configuracin de prctica
genrica que encarna la respuesta corrientemente aceptada al problema de la legitimidad
del patriarcado, la que garantiza (o se toma para garantizar) la posicin dominante de
los hombres (Connell, 1997: 39), se podra concluir que el Colectivo al romper las
reglas de la normativa patriarcal (la secuencia sexo, gnero, deseo) reconociendo la
masculinidad en hombres sin pene, no slo quiebra el planteamiento de la masculinidad
hegemnica deslegitimando su valor social, sino que abre el espectro de la masculinidad
como una categora poltica que excede la biologa como principio autoevidente, la
presentacin de gnero binaria y la gestin del deseo hetero, homo o bisexual.

167

En esa lnea argumental encuentro que la nocin de masculinidad que se


configura a travs de la prctica del Colectivo se define en los mismos trminos que lo
hace Viveros, como una construccin cultural performativa que se materializa en
condiciones diferenciadas de clase, edad, raza [, sexo, deseo, sexualidad] y etnicidad
que se interrelacionan entre s (Viveros, 2011: 113), o en sus propias palabras la
masculinidad es una superficie que se abre (Garca, 2012, entrevista). En esa
reformulacin de la masculinidad hay que tener en cuenta como lo ha sealado el
feminismo que la masculinidad se construye en relacin con las identidades y prcticas
femeninas (Viveros, 2007: 34), no obstante, como lo revela la relacin del Colectivo
con la transmasculinidad, es necesario incluir las descripciones y anlisis de los
hombres con experiencia de vida trans como parte del estudio de los hombres y las
masculinidades, teniendo en cuenta que la masculinidad no slo se construye en
relacin con las identidades y prcticas de mujeres y hombres (asignados socialmente)
sino que tambin se (re) plantea en relacin a hombres con experiencia de vida trans.
Para concluir, es pertinente afirmar que las luchas, apuestas y proyectos polticos
del Colectivo y EntreTrnsitos ms que excluirse y reproducir relaciones jerrquicas,
contribuyen a consolidar sus procesos organizativos y a ampliar los marcos
interpretativos para comprender la transmasculinidad, tanto desde la perspectiva crtica
de la transgeneridad como de los estudios de masculinidad. Por otra parte es preciso
establecer que la relacin entre masculinidades y transmasculinidades debe localizarse
en las prcticas y experiencias concretas donde sujetos y colectivos trans y no trans
producen nuevas subjetividades a travs de las cuales unos se resisten al modelo y otros
lo desbordan.
Claro est que la relacin entre masculinidades y transmasculinidades no es
simple ni est exenta de contradicciones, que ms que certezas genera preguntas que
interrogan la posicin del Colectivo frente a la transmasculinidad y la relacin de los
sujetos con ese nuevo referente de la masculinidad. Finalmente tomo algunas de las
preguntas que emergieron de los testimonios, para alimentar la discusin sobre
masculinidades y transmasculinidades como un campo que se abre qu implicaciones
sociales y polticas plantea el reconocimiento de la masculinidad en hombres con
experiencia de vida trans? Qu implica esta relacin para los hombres del Colectivo y
de la regin? En qu parte del espectro de masculinidad los resita? Cmo se
relaciona lo trans con las nuevas masculinidades? Eso cmo me toca a m? Ahora de
qu hablamos cuando hablamos de masculinidades?
168

CAPTULO VII
CONCLUSIONES
Despus de este recorrido, pensar las nuevas masculinidades como discurso y prcticas
de resistencia al patriarcado, no slo implica ampliar la nocin misma de la
masculinidad, sino convertirla en categora poltica. Como lo adverta Viveros el
proceso de transformacin de las representaciones y prcticas de los varones no ha sido
homogneo ni desprovisto de contradicciones (Viveros, 2011: 112), y en el Colectivo
Hombres y Masculinidades esta experiencia no es distinta, son mltiples las tensiones y
contradicciones que emergen cuando se trata de resistir al poder hegemnico y
renunciar al privilegio. Sin embargo, como se demostr en las pginas anteriores,
romper el cerco patriarcal y deconstruir la masculinidad hegemnica como rasgos
definitorios de la identidad, sita al Colectivo como un actor legitimo en la disputa por
la representacin (alternativa) de las masculinidades y demuestra que los hombres y las
organizaciones que trabajan la masculinidad estn desmontando los privilegios y estn
dejando de ser cmplices de la dominacin social de los hombres sobre las mujeres y lo
feminizado. Es as como en estas prcticas, la masculinidad ya no es huida de lo
femenino, complicidad y homofobia sino presencia antipatriarcal.
En ese sentido las principales contribuciones, para los estudios de
masculinidades, que permiten entender de qu manera las organizaciones de hombres
como actores sociales experimentan, reflejan, resisten o negocian las relaciones sociales
que produce el patriarcado y la masculinidad hegemnica y cules son las discusiones,
fracturas y renuncias que han incorporado como sujetos colectivos, se definen en los
siguientes trminos.
Ser hombre, varn u hombre trans no es una simple coordenada del sistema de
gnero, son posicionamientos polticos, modos de construir identidades y cuerpos, son
posiciones que hacen de la identidad genrica una categora poltica, pero no basta con
ser hombre, varn u hombre trans, para los sujetos del Colectivo reconocerse hombres
implica la conviccin de asumir una posicin crtica contra el patriarcado, diluir su
vinculacin con lo hegemnico y reapropiarlo en la configuracin de nuevas
masculinidades. En el Colectivo los hombres (trans), asumen una postura crtica con el
trmino varn, por considerarlo una expresin que simboliza las caractersticas del
modelo hegemnico.

169

Una perspectiva que contrasta, y confirma la tensin por la representacin de las


masculinidades como un campo en permanente disputa, se localiza en el Colectivo
Varones Antipatriarcales de Argentina, para quienes enunciarse como varones, implica
una disidencia, una ruptura con lo que ha significado ser hombre, un quiebre con los
privilegios y la carga histrica de opresin patriarcal que el feminismo ha denunciado
sobre esa posicin de gnero, en este caso ser varn adquiere un sentido completamente
poltico de despatriarcalizacin, en la perspectiva de cuestionar la estructura patriarcal y
desmontar los privilegios que produce. En esta disputa el aporte que realiza cada
colectivo es que la produccin del ser hombre, varn u hombre trans como categora
poltica, implica instalar una pregunta por el poder: por las posiciones que ocupan unos
y otras en las relaciones de gnero, por cmo se producen sujetos con capacidad crtica
de leer su lugar en el sistema o salirse de l, por sujetos con capacidad de renunciar a
los privilegios patriarcales y transformar sus relaciones personales, sociales, inter e
intragenricas.
As, ser hombre con nuevas masculinidades, varones antipatriarcales y hombres
con experiencia de vida trans no es una esencia, no es una definicin normativa, son
lugares de enunciacin de mltiples experiencias de lo masculino. En consecuencia no
hay una ontologa o una nocin homognea que describa y represente unvocamente los
significados de las masculinidades. Por lo cual es necesario entender estas posiciones
como parte de las luchas al nivel de la representacin y de la organizacin de las
distinciones de gnero (Nez, 2004: 13), por una parte, para reconocer la emergencia
de masculinidades alternativas y por la otra, para contribuir a disolver la relacin
esencial hombremasculinidadpatriarcado. En esa medida, es preciso establecer la
distincin entre el patriarcado y el ser varnhombremasculino para no reducir la
experiencia de los ltimos en funcin del primero.
Esa distincin, en el Colectivo, a nivel del discurso se configura a travs de las
nuevas masculinidades como propuesta tico poltica para la transformacin de las
masculinidades y como accin poltica para resistir al patriarcado. En ese contexto las
nuevas masculinidades se formulan como el cuestionamiento crtico permanente del
poder patriarcal y la masculinidad hegemnica, cuyo ncleo son las prcticas cotidianas,
es decir, las nuevas masculinidades no se hacen inteligibles en los discursos sino en las
prcticas.
Ante el riesgo que representa la (in) coherencia entre el discurso (lo dicho) y la
prctica (lo actuado), dos de los peligros centrales que se le presentan a esta categora
170

son, en primer lugar, dejar correr socialmente la idea de que toda prctica
contempornea constituye una nueva masculinidad y, en segundo lugar, que nombrarse
nuevo masculino, a partir de la reivindicacin de la equidad de gnero como postura
polticamente correcta, sin cuestionar el poder, la dominacin, la complicidad y los
privilegios del modelo hegemnico de masculinidad, significa una prctica sexista
contempornea que refleja la plasticidad de la cultura patriarcal hegemnica.
A nivel de las prcticas, el Colectivo no slo legitima un proyecto tico poltico,
sino que abre los significados de la masculinidad desestabilizando frontalmente la
poltica heteronormativa, aunque no el sistema sexognero, de ah emerge una
interpelacin para el Colectivo, extensiva a las organizaciones de la regin que trabajan
con hombres y masculinidades por qu mantener el sistema sexognero, reconociendo
a nivel organizativo que esta forma de ordenamiento social, no slo es arbitraria
(Connell, 1997), sino excluyente y restrictiva de la experiencia humana de los sujetos?
Ahora bien, a pesar de que el Colectivo se mantiene en dicho ordenamiento es desde
all, desde adentro, que pretende desestabilizar la heteronormatividad, en este sentido
son diversas las prcticas que rompen el estrecho margen de lo normativo.
La eliminacin de la violencia contra las mujeres como un eje central en la
lucha antipatriarcal, tensiona la construccin dominante de la masculinidad en al menos
tres aspectos. En primer lugar, en establecer que la lucha por el respeto y proteccin de
derechos de las mujeres no es un asunto exclusivo de stas, modificando radicalmente el
papel histrico de victimarios a defensores. En segundo lugar, en localizar la existencia
de procesos corporales y de subjetivacin que se distancian de la normativa y se
cristalizan en acciones como: a) disponer los cuerpos (a travs de performances,
marchas de faldas) significados social e histricamente como iconos del dominio, la
guerra y la violencia masculina, para realizar actos corporales intencionados a la
denuncia, al movimiento, la danza, el afecto, la caricia, el abrazo y el beso de y entre
cuerpos masculinos desnudosintervenidos, en lugar de disponerlos para la agresin y el
dao, y b) romper el silencio y la complicidad masculina a travs del pronunciamiento
pblico de los hombres contra la violencia en cualquiera de sus manifestaciones e
invitar a otros a comprometerse con esta causa. En tercer lugar, en identificar que la
violencia no es natural, ni definitoria de todos los ejercicios de la masculinidad y
contrario a la prescripcin de la dominacin de las mujeres se busca la igualdad de
derechos y la equidad real en todos los mbitos de la vida.

171

La experiencia de la sexualidad ms que discurso una prctica. En Amrica


Latina la discusin sobre si los procesos organizativos de hombres y masculinidades son
espacios heterosexuales, deja ver una mirada acrtica, generizante y esencialista que
supone que los grupos de nuevas masculinidades estn conformados por hombres,
heterosexuales, normativos. Como si el tema de la masculinidad se restringiera a los
hombres y que todos estos fueran heterosexuales y hegemnicos.
En la experiencia del Colectivo no slo confluyen hombres, hombres trans y
mujeres, sino que tiene lugar la diversidad de experiencias del deseo (heterosexual,
homosexual y bisexual). Sustento emprico que permite sostener que en la produccin
de las masculinidades participan a nivel personal, institucional y sociocultural tanto
hombres y mujeres como personas en trnsito. Que a nivel regional en las
organizaciones que trabajan con hombres y masculinidades donde la perspectiva de las
nuevas masculinidades representa una de las opciones, no todas hay presencia de
hombres sexualmente diversos y de hombres que desbordan el gnero binario. Que la
gestin heterosexual del deseo no es condicin de la heteronormatividad, en tanto que
hombres gay y mujeres lesbianas tambin reproducen la normativa. Que desde la
posicin de sujetos auto identificados como heterosexuales, se producen procesos
subjetivacin que contestan el rgimen normativo y, generan discursos y prcticas de
resistencia.
Descentrar a los hombres del pene, como experiencia pedaggica de
resignificacin del cuerpo y la sexualidad. En la matriz heterosexual (Butler, 2007: 292
nota 6) el cuerpo se reduce a las zonas ergenas, por consiguiente la masculinidad y la
prctica sexual hegemnica estn centradas en el pene como reflejo de la virilidad y
alrededor de ella se produce el sentido de ser hombre, a travs de la prctica de la
heterosexualidad obligatoria. En el taller se moviliza ese principio normativo y se
orienta al (re) conocimiento del cuerpo de los hombres como territorio de placer ms
all de los genitales. Como se document, en las experiencias concretas de los sujetos
del Colectivo, se objeta el lugar simblico y material del poder: se renuncia al acto
penetrador como nica instancia del encuentro ertico, se reconoce el deseo de sus
parejas y se abandona el privilegio masculino de la descarga eyaculatoria como ncleo
del placer. En esta prctica, la figura dicotmica hombre activo mujer pasiva, no
procede, la perentoriedad sexual no determina el comportamiento y los sujetos en
reconocimiento del deseo y el placer mutuo, generan relaciones equitativas e
igualitarias, a partir de las cuales se democratiza la sexualidad y la relacin de gnero.
172

Prctica que indica que no todas las experiencias heterosexuales se rigen por principios
normativos y permite deslindar lo masculino heterosexual liberal de lo masculino
patriarcal (Martn, 2011: 106).
Ampliar la nocin de la (trans) masculinidad. El colectivo apertura un nuevo
campo de intervencin y reflexin, al interior de las organizaciones que trabajan con
hombres y masculinidades en la regin, pensarlas masculinidades trans, pensar la
masculinidad en hombres con experiencias de vida trans. Y sealo que al interior de los
grupos, porque desde la perspectiva acadmica ya se ha planteado la existencia de
masculinidades sin hombres, como sucedi en el III Coloquio de Estudios de Varones y
Masculinidades realizado en Medelln Colombia (2008), donde Halberstam, present su
opera prima, en la cual plantea la existencia de masculinidades femeninas (2008). La
diferencia en este caso, se centra en origen de esa incorporacin, porque es una
organizacin latinoamericana que trabaja con hombres y masculinidades la que
introduce el tema y con l se problematiza la concepcin tradicional de la masculinidad.
La ampliacin del concepto de masculinidad implica ir ms all del gnero
organizado de forma binaria para comprender la existencia de masculinidades en
hombres sin pene; significa retar la matriz heterosexual negando la existencia de la
relacin causal entre sexo, gnero y deseo. A travs de esa ruptura, se subvierte la
relacin masculinidadhombrespene como una relacin natural, estableciendo que la
masculinidad no es un dominio exclusivo de los hombres y que la existencia de sujetos
que transitan de mujer a hombre es tan legtima, como la identificacin de los sujetos
que al nacer son asignados socialmente como machos y devienen hombres. De ese
modo, no slo colapsa la legitimidad del rgimen normativo y el soporte de la
masculinidad hegemnica, sino que se abre el espectro de la masculinidad como una
categora poltica que excede la biologa como principio autoevidente, la presentacin
de gnero binaria y la gestin del deseo hetero, homo o bisexual. En definitiva la
masculinidad se abre, en el Colectivo, desnaturalizando cualquier esencia ontolgica de
la masculinidad y, en los transmasculinos, desestabilizando la estructura misma del
sistema. As, desde diferentes posiciones y operaciones, se contesta la masculinidad
como categora histricamente ligada al patriarcado.
En relacin con los procesos organizativos de hombres y masculinidades en la
regin, donde se identific la existencia de cuatro escenarios que configuran sus
intereses (la eliminacin de la violencia contra las mujeres; la pregunta por el ser y
hacerse hombre y la deconstruccin del modelo hegemnico de masculinidad;
173

construccin de escenarios de equidad entre los gneros; resistencia al patriarcado), el


trabajo reflexivo, educativo y de accin poltica con hombres trans, se perfila como un
quinto escenario para el anlisis crtico de la masculinidad.
No obstante, a estos nuevos posicionamientos desde la prctica interna, que
rompen la presuncin de heterosexualidad (normativa) y convierten a la organizacin en
un espacio plural, libre de modelamientos para la experiencia del gnero y la
sexualidad, el Colectivo no politiza el tema de la sexualidad, no lo trata como un tema
de incidencia poltica externa, el cual tiene amplios efectos sociales y polticos sobre las
polticas de reconocimiento y redistribucin (Fraser, 1997).
(Re) pensar la organizacin. El sentido del Colectivo, como un proceso
dinmico de configuracin de la prctica, se renueva a travs de la tensiones y preguntas
que interrogan la coherencia entre el discurso y la prctica, en el Colectivo se
reproducen las lgicas dominantes y jerrquicas del poder hegemnico; es una
organizacin patriarcal; debe convertirse en empresa o quedarse en el plano de lo
personal, obviando lo estructural. De ah, que la insistencia de la revisin permanente de
los discursos y las prcticas con las cuales se acta interna y externamente, se configura
como un campo de resistencia a las lgicas hegemnicas del poder, a travs de la cual se
busca conjurar el riesgo latente de reproducir en la lucha antipatriarcal los rasgos del
sistema que se combate, por lo cual el examen crtico permanente de las relaciones de
poder confiere a la masculinidad el carcter de categora poltica.
Por otra parte, desde la experiencia de los procesos organizativos de hombres y
masculinidades en Amrica Latina se identific la necesidad de que los estudios
feministas y de masculinidad incorporen en sus agendas acadmicas el anlisis situado
de las relaciones que establecen las organizaciones que se oponen al patriarcado con el
feminismo, en por lo menos tres dimensiones. La primera, pueden ser los hombres
sujetos del feminismo? Debate contemporneo que cobra cada vez mayor relevancia y
complejidad, porque si bien muchos sectores feministas y hombres reconocen esta
posibilidad, hechos como los acontecidos en el XII Encuentro Feminista
Latinoamericano y del Caribe realizado en 2011 en Colombia, donde no se permiti la
participacin de hombres en el evento, profundizan la discusin. En segundo lugar, es
necesario indagar por cmo las organizaciones estn integrando o no el feminismo en su
trabajo con masculinidades. En tercer lugar, establecer puntos de (des)encuentro,
tensiones polticas, diferencias epistemolgicas y resistencias de las organizaciones

174

tanto con la teora feminista como con la prctica feminista del movimiento social de
mujeres.
Para finalizar, el Colectivo enuncia las nuevas masculinidades como proceso de
humanizacin centrado en la prctica cotidiana, lo cual podra traducirse en permitirse
para s, para otras y para otros vivir la vida sin marcos definitorios restrictivos sobre lo
que pueda ser el mismo gnero, el sexo o la sexualidad. En ese sentido la experiencia
contempornea de la masculinidad empuja hacia futuros posibles para los cuerpos, para
los sujetos. Por lo pronto y mientras se mantenga una sociedad patriarcal que dispone
sobre la vida y lo humano, las prcticas de resistencia a ese modelo, expresan el
compromiso personal y colectivo de romper su cerco, para construir la equidad y la
igualdad real, por lo tanto asumir las nuevas masculinidades como categora poltica,
implica, apropindome de las palabras de Butler vivir una vida polticamente, en
relacin con el poder, en relacin con los otros, en el acto de asumir la responsabilidad
del futuro [] requiere una cierta capacidad de apertura y de desconocimiento; implica
ser parte de un proceso cuyo resultado ningn sujeto puede predecir con seguridad.
Tambin implica que habr y deber estar en juego cierta combatividad y discusin
sobre el rumbo (Butler, 2004: 65).

175

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181

ENTREVISTAS
Sujetos, Colectivo Hombres y Masculinidades
Romn Alexis Huertas (2012)
Camilo Bohrquez (2012)
Camilo Rojas (2012)
Carlos Ivn Suarez (2012)
Javier Omar Ruiz (2012)
Jos Manuel Hernndez (2012)
Karen Rodrguez (2012)
Rafael Nez (2012)
Activistas y expertos/as en masculinidades
Hugo Huberman, (2011)
John Bayron Ochoa, (2011)
Douglas Mendoza, (2012)
Devanir Silva Concha, (2012)
Luciano Fabri, (2012)
Mara Viveros, (2012)
DOCUMENTOS
(Colectivo Hombres y Masculinidades)
Acta N 007 asamblea ordinaria, (2009)
Estatutos Colectivo, (2003)
Plegable (trptico) Colectivo, (2001- 2011)
Programacin Tertulias de los sbados, (2007)
Barrera contra las violencias, Presentacin Power Point, (2011)
Campaa Lazo Blanco Propuesta 2006, Presentacin Power Point, (2006)
Campaa mundial de lazo blanco, Presentacin Power Point, (2007)
CHM Masculinidades liberadoras, Presentacin Power Point, (2011)
El machismo no nos deja gozar de la sexualidad, Presentacin Power Point, (2009)
Explorando una pedagoga con jvenes, Presentacin Power Point, (2007)
Hombres en faldas Boza, Presentacin Power Point, (2012)
Las armaduras de los caballeros 2, Presentacin Power Point, (2007)
Masculinidad en educacin, Presentacin Power Point, (2011)
Masculinidad y violencia, Presentacin Power Point, (2007)
Masculinidades que caminan, Presentacin Power Point, (2008)
Proyecto Fronteras tras fronteras, derechos sin fronteras 2012. Colegio Clemencia
Holgun de Urdaneta IEDCHU. Localidad Rafael Uribe, Bogot, (2012).
Proyecto, Encuentro de Jvenes por nuevas masculinidades, (2009)
Proyecto Diplomado Gnero y Masculinidades, (2008)
Informe conversatorio sobre masculinidad y sexualidad Agencia Espaola de
Cooperacin internacional AECI, (2009)

182

ANEXOS

Anexo 1.
Tabla No. 1
Mapeo principales organizaciones que trabajan con hombres y masculinidades en
Amrica Latina.
Norte Amrica
Pas/
Organiza
cin

Organizacin de base
-

Mxico

Pas/
Organiza
cin

Colectivo de hombres
nuevos de la Laguna A.C.
-1998Grupo
de
Hombres
Renunciando
a
su
Violencia (Xalapa) -s/fMasculinidades Chiapas
-2010Masculinidades
alternativas
para
el
desarrollo Humano A.C.
-2010-

ONG
Coriac -1993/2006Salud y Gnero A.C.
-1992- Hombres por la equidad
A.C. -2005- Asociacin Mexicana de
Estudios de Gnero de los
Hombres A.C. -2005- Diversidades A.C. -2005- Gnero y Desarrollo A.C.
Gendes -2008- Corazonar A.C. -2006- Varones
Mxico
(Psicologa y Educacin
Integral A.C.) -2009- GEA
no
violencia
masculina (Puebla) -2008- Enfoque de igualdad A.C.
-2011Centro Amrica
-

Redes
-

Organizacin de base

Movimiento de hombres
por relaciones equitativas
y
sin
violencia
MHORESVI. -2006Cmplices por la equidad
(MenEngage Mxico)
-2009Red Mexicana Hombres
en
Accin
A.C.
(Villahermosa) -2010-

ONG
-

Costa
Rica

Instituto WEM para la


accin,
educacin
e
investigacin
de
la
masculinidad, pareja y
sexualidad -1999-

Redes
-

Lazo Blanco Costa Rica


-2010-

Red Iberoamericana y
Africana
de
Masculinidades
RIAM
-1996Otras iniciativas
- Foro
Permanente
de
Estudios
sobre
Masculinidades -2007- Biblioteca virtual sobre
masculinidades -2009- Masculinidades
en la
radio (programa radial)
-2008-

Cuba
-

El
Salvador

Guatemal
a

Hombres
violencia
-2000-

contra
la
El Salvador

Centro Bartolom de las


Casas.
Programa
de
Masculinidades Escuela
Equinoccio
-2007Observatorio
de
Masculinidades -2008Masculinidades
CD4
( Programa de Prevencin
Integral
de
CONTRASIDA) -2010Incide Joven s/f-

MenEngage
-2010-

Guatemala

183

Nicaragu
a
-

Grupo de Hombres contra


la Violencia de Jalapa,
Nueva Segovia
Movimiento campesino
contra la Violencia de las
comunidades rurales de
Chinandega
Asociacin Nova Odisea
-2008-

Puerto
Rico

Varones
Contra
Patriarcado -2011Homvres

Puntos de Encuentro
- 1991Cantera -1988Grupo de Hombres contra
la Violencia (Managua) 1993- luego Asociacin
Hombres
contra
la
Violencia
(nacional)
-2000Centro de Prevencin de
la
Violencia CEPREV
-1997-

La red de hombres en pro


de la salud reproductiva
Chimaltenango -2010Hombres a favor de salud
reproductiva
de
las
mujeres Solol
Red de Masculinidad por
la Igualdad de Gnero
REDMAS -2007Campaa MENCARE en
Nicaragua (Coalicin Men
Care campaa Global de
Paternidad)
MenEngage Nicaragua
Campaa del Lazo Blanco
Nicaragua

el

Sur Amrica
Pas/
Organiza
cin

Organizacin de base
-

Colectivo de Varones
Antipatriarcales (La Plata,
Buenos Aires y Mendoza)
-2009-

ONG
-

Varones -

Redes
-

Argentina
-

Brasil

Construyendo
Masculinidades
Violencia

Sin

Chile

Colombia

Colectivo Jvenes por la


Igualdad de Gnero 2010kolectivo Poroto
Colectivo Manos
Hombres libres y familia
Masculinidades
y
Desarrollo
Local
la
Pintana
Colectivo de hombres y
masculinidades
de
Valparaso
Vivir sin Machismo
Colectivo
Pelaos
Funsarep (Cartagena).
Grupo
Impulsor
de
Nuevas
Identidades
Masculinas
(suroeste
antioqueo).

Instituto Papai -1997Promundo


MarkoMonteiro
Antropologa
gnero e masculinidade
Cultura Salud
Pronovif
CoSeCh
Comit
de
Servicio
Chileno

Colectivo Hombres y
Masculinidades (Bogot).
Centro Interdisciplinario
de Estudios en Gnero,
CIEG, Universidad de
Antioquia (Medelln).

Campaa del Lazo Blanco


Argentina - Uruguay
-2009Organizacin
Latinoamericana
de
Masculinidades OMLEM
Red
Argentina
de
Masculinidades por la
equidad -2012MenEngage Argentina
Campaa del Lazo Blanco
Brasil
Menengage Brasil
Campaa del Lazo Blanco
Campaa del Lazo Chile
EME masculinidades y
equidad de gnero
Red
Entrelazando
(MenEngage) Chile

Campaa
del
Lazo
Colombia
MenEngage Colombia
Red
colombiana
de
masculinidades por la
equidad de Gnero

184

Ecuador

Movimiento de hombres
de Medelln
Grupo de Masculinidades
de
la
Corporacin
Educativa
Combos
(Medelln).Nuevas
masculinidades
ms
hombres menos machos
(Ccuta)
Colectivo
Nuevas
Masculinidades
Universidad Industrial de
Santander (Bucaramanga).
Colectivo Masculinidades
Arauca
Grupo de Masculinidades
Caribe.
Colectivo Caminos de
Aethos (Bogot).
Colectivo Ms Hombres
Menos Machos (Ccuta).
Grupo
Nuevas
Masculinidades
Diversidad
Humana
(Barrancabermeja).
Grupo de Hombres de
Casitas Bblicas (Bogot).
Hombres de la Iglesia
Menonita
(Armenia,
Ibagu y Pereira).
Machos
Afectivos
(Manizales).
Cascos
Rosa
o
neomasculinos
Taller de masculinidades
Comuna Hormiga
Magenta masculinidades
Masculinidades
y
Diversidad Sexual

Colectivo
Montevideo

Machos

INPPARES
Programa
Gnero
Programa de hombres que
renuncian a su violencia
Construyendo
Masculinidades
sin
Violencia
Trodos
Crculo
de
hombres

Uruguay

Venezuela

Red
Colombiana
Masculinidades
Hegemnicas;

Campaa del Lazo Blanco


Ecuador
Masculinidad-es Ecuador

Per

de
No

Red
Peruana
de
Masculinidades
Red de Hombres contra la
Violencia de Ica

Mesa de Masculinidades
Montevideo
Campaa del Lazo Blanco
Argentina - Uruguay

Fundacin Venezuela en
Masculino FUNVEMAS

Fuente: Leonardo Garca (2012).

185

Anexo 2. Comunicado Colectivo Hombres y Masculinidades. Junio 3 de 2012.


Bogot.
NO MS MUJERES
ASESINADAS,
NI MS HOMBRES ASESINOS!
El Colectivo Hombres y Masculinidades /
Campaa del Lazo Blanco de No Violencia contra las Mujeres
Repudiamos la agresin moral, sexual y el asesinato de Rosa Elvira Cely, y por eso marchamos
para expresar nuestra indignacin y vergenza, y en particular con este caso que por su
crueldad, muestra los niveles de degradacin a los que estamos llegando en esta sociedad
patriarcal / machista como la nuestra.
As mismo repudiamos los millones de casos que ocurren contra miles de mujeres que
en nuestro pas, sufren vejaciones y abusos de todo tipo, violaciones y muerte, debido a un
sistema de gnero que favorece, tolera y multiplica estas situaciones, y que sean los hombres los
agresores.
Repudiamos los cientos de casos de mujeres quemadas con cido o gasolina, las
abusadas en el marco de la guerra, las maltratadas en los transportes pblicos, las atropelladas
en los comerciales y programas sexistas de televisin, las discriminadas en las leyes, los centros
educativos, los sitios de trabajo, y las desaparecidas.
Repudiamos las muchas polticas sociales y pblicas que por no respetar a plenitud los
derechos de las mujeres, se hacen cmplices de un sistema de gnero que es deshumanizante
tanto para las mujeres como para los hombres.
An es tiempo de detener este crculo de muerte en el que a los hombres se nos educa en
masculinidades violentas, insensibles, inequitativas, y a las mujeres en feminidades sumisas,
sometidas, resignadas
No ms mujeres violadas, ni asesinadas ni excluidas! Esta es una lucha que el
movimiento social de mujeres viene dando desde siempre, y con la que desde hace varios aos
miles de hombres (activistas o no), venimos comprometidos.
Y para que no haya ms hombres violadores, abusadores, feminicidas, el trabajo de
muchas organizaciones de hombres ha venido demostrando que si no se transforman los
modelos de masculinidad dominantes, se seguirn generando los hombres que seguirn
cometiendo atropellos contra las mujeres y contra otros hombres.
Por ello el Colectivo Hombres y Masculinidades en Bogot, y en el pas la Red
Colombiana de Masculinidades por la Equidad de Gnero, convoca a la sociedad y al Estado
para que de manera sistemtica y permanente, en el sistema educativo, los programas sociales,
los medios de comunicacin, la formacin poltica y en los proyectos de desarrollo comunitario,
se implementen acciones de deconstruccin del modelo patriarcal de la masculinidad, y se
promuevan y favorezcan construcciones de masculinidades alternativas en todo el sentido de la
palabra.
NO MS MUJERES ASESINADAS, NI MS HOMBRES ASESINOS!

186

Anexo 3. Comunicado Colectivo Hombres y Masculinidades. Junio 20 de 12.


Bogot.
NI UN FEMINICIDIO MS!
PERO VAN A SEGUIR OCURRIENDO!

Dolorosamente la realidad del pas sigue registrando feminicidios. Ocurrieron antes de Rosa Cely y
siguen ocurriendo despus del de ella. El diario El Espectador (Colombia), el 3 de junio de 2012 retoma
los siguientes datos del Instituto de Medicina Legal: En Colombia cada hora son violadas dos mujeres,
ocho son golpeadas cada hora y una muere cada tres das. Entre enero y mayo/12 ya van 500
feminicidios. En estos momentos estn ocurriendo estos casos y maana tambin
La indignacin social toc techo con el caso de Rosa Elvira, tanto por las caractersticas del
crimen como por el contexto social, judicial e institucional (silencios y omisiones), que rodearon el
hecho. Este feminicidio constituy un punto de llegada de un hombre especfico en cuya historia y
proceder muchos hombres evidentemente no nos sentimos interpretados. Pero este hecho es tambin el
punto de llegada de un modelo de masculinidad en el que todos los hombres del pas hemos sido
formados. De esta manera, Javier Velasco, el feminicida, es un mximo en el rango de lo que es un
comn denominador: las distintas violencias contra las mujeres.
Hubo un punto de partida. El de Velasco es una historia de desafectos, maltratos y paradigmas de
masculinidad tolerantes y auspiciadores del maltrato contra las mujeres. Una historia de socializacin
(hogar, escuela, iglesia, trabajo, medios de comunicacin, amigos), similar a la de los hombres
colombianos (y latinoamericanos), que crecen bajo mandatos del modelo masculino patriarcal que van de
la mano, por supuesto, de un sistema educativo, social, cultural y jurdico patriarcalizado que lo alienta y
sostiene.
Bajo este modelo de masculinidad los mandatos son de ste estilo: un hombre no debe llorar ni
ser sensible; debe tener el mando; no puede ser expresivo de los sentimientos ni las emociones (excepto la
rabia o la ira); debe saber que el ltimo que llegue es una nia (las mujeres son lo ltimo) o que un
hombre no puede aguantarse (sexualmente), y por ello, en caso de guerra cualquier hueco es trinchera.
Este tipo de moldeamientos del ser y del comportamiento masculino, instala a los hombres en una
plataforma de hombra desde la cual construyen su masculinidad.
Estos son los comunes denominadores de las hombras que si no se modifican hacia referentes
distintos de masculinidades, seguirn afectando a las mujeres y claro que a los mismos hombres. Si no se
modifica, seguirn haciendo parte de la historia social los feminicidios (incluso con empalamiento como
en el caso de Rosa y en el muchas mujeres al amparo del conflicto armado), y seguirn siendo vulneradas
las mujeres con los piropos, los manoseos en los buses, los chantajes afectivos, los golpes, las violaciones
y las mltiples exclusiones y sometimientos sociales, polticos, legales, religiosos, econmicos.
Los movimientos de mujeres han luchando insistentemente contra todo estos tipos de violencias.
Pero an as las violencias no paran. Y no van a parar mientras que a los hombres no se les involucre en
procesos de largo alcance de redefinicin de sus pautas de masculinidad.
Estos procesos son personales y sociales. En el primer caso muchos hombres venimos trabajando
por la construccin de masculinidades ms humanizantes y humanizadas. Esto es lo que el Colectivo
Hombres y Masculinidades, ha venido haciendo en el pas a travs de la reflexin crtica y permanente de
las hombras, cosa que ha acompaado con movilizaciones pblicas, acciones educativas y publicaciones.
Aunque es un trabajo importante an contina siendo de muy poca incidencia social.
En el segundo caso, es responsabilidad del Estado y de las entidades que adelantan acciones
sociales, culturales y polticas, desarrollar programas con el objetivo explcito de desmontar los
paradigmas culturales patriarcales de la masculinidad y de promover otros referentes orientados a la
construccin de equidad entre los gneros y hacia una tica del cuidado.
As, las mujeres podrn encontrar no slo hombres solidarios con sus luchas, sino hombres, por
miles y millones que ya no participarn con ellas en sus marchas de dolor, porque ya no sern para
visibilizar estos dramas sino para celebrar, conjuntamente, la vida en igualdad y en equidad.
SE HACE IMPERATIVO QUE LAS POLITICAS PBLICAS MOVILICEN
MODELOS NO PATRIARCALES DE MASCULINIDADES!

187

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