Etica Juridica Sin Metafisica
Etica Juridica Sin Metafisica
Etica Juridica Sin Metafisica
S/N METAFIS/CA
NORBERT HOERSTER
Universidad de Maguncia
l,Existen principios de un comportamiemo social recto que sean fundamentables con la raz6n? De la respuesta a esta cuesti6n fundamental
de la filosofia moral depende, en ultima instancia, todo 10 que se refiere
a los componentes eticos de la filosofia juridica es decir, la etica
juridica: l,Existen argumentos raciotiales que hablan en favor d.el orden
juridico y en contra de la anarquia? Y en caso afirmativo, l,es posible
mostrar cuales han de ser las caracteristicas de las instituciones y normas
fundamentales de un orden juridico tal? l,Existe, al menos en sus rasgos
esenciales, un derecho "recto" que este dada de antemano al derecho
positivo?
En 10s ultimos afios, dos importantes juristas alemanes, Karl Larenz
y Wolfgang Fikentscher, han presentado profundas investigaciones
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No hay duda que las normas y los valores serian racionalmente fundamentables si pudieramos 'admitir que son elemento constitutivo de la
realidad. Pues en este caso el sujeto hombre podria, al menos en principio, conocerlas y en este sentido formular acerca de ellos enunciados
fundados, verdaderos. Tal es 10 que sucede, por ejemplo, en el caso de
los objetos de la percepci6n sensible: Son parte de un mundo dado de
antemano al sujeto, independientes en su existencia del sujeto que los
percibe. Consecuentemente existe un metodo racional para adquirir conocimientos sobre ellos. Hay criterios intersubjetivamente obligatorios
que permten distinguir entre enunciados verdaderos y falsos acerca de
ellos. Y cuando un determinado individuo -siempre 0 en una situaci6n
concreta- no percibe un objeto objetivamente existente 0 10 percibe incorrectamente nos encontramos frente a algo que en principio, puede
ser explicado: 0 bien el individuo correspondiente 0 bien la correspondiente situaci6n presenta datos anormales que son los responsables de
esta percepci6n falsa. Asi, por ejemplo, el defecto fisico de la ceguera
puede impedir a alguien percibir 6pticamente los objetos. Y, ademas,
tambien es, en principio, posible el hecho de que a,qui se trate de un defecto que limte la capacidad de percepci6n y que se pueda lograr que asi
10 comprenda quien 10 padece.
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l,Que sucede, en cambio con las normas y los valores? l,Son parte de
una realidad objetiva? Manifiestamente no pertenecen a aquella clase de
objetos que podemos percibir con nuestros cinco sentidos; no caen
dentro del ambito de la experiencia empirica. Pero con esta constataci6n
-por cierto bien trivial- no queda respondida nuestra pregunda inicial. Pues de ninguna manera puede admitirse sin mas que 10 unico que
interesa es una realidad objetiva, reconocible s6lo como objeto de la experiencia empirica. La afirmaci6n contraria no es mas que una petitio
principii arbitraria. Quien desprejuiciadamente desee investigar nuestra
cuesti6n tiene que estar dispuesto a tomar en serio la posibilidad de que
existan realidades objetivas que el sujeto cognoscente aprehende de manera distinta a la puramente empirica. Ejemplos de estas realidades
extraempiricas, "metafisicas", serian la existencia de Dios, la inmortalidad del alma humana, determinados objetivos 0 metas inmanente de!
acontecer hest6rico 0, precisamente, un reino de valores y normas objetivamente existentes.
Sin embargo, tomar en serio la posibilidad de una cosa no puede significar aceptarla sin mas como reaL. El que la correspondiente realidad
objetiva efectivamente se de como objeto de! conocimiento humano
puede s6lo resultar de un exameh detallado crftico, de todos tos argumentos retevantes en pro y en contra. POr !as razones que habre de dar a
continuaci6n, estoy convencido de que en e! caso del tema que aqui nos
ocupa, es decir,el de la realidad objetiva de valoreS y normas, un examen de este tipo conduce a un resu1tado negativo.
Los enunciados sobre valores y normas tienen como contenido el
que debe aspirarse a determinados objetos, es decir, deben realizarse determinadas acciones. Quien, por ejemplo, dice que la propiedad es
buena (valor propiedad) 0 que es correcto cump!ir las promesas (normativamente) dice con ello que debe aspirarse a mantener la propedad 0
que las promesas deben ser cump!idas. De aqui se sigue: Los correspondientes enunciados pueden ser enunciados de conocimiento, enunciados
acerca de una realidad efectivamente existente si el deber de aspirar a a!go 0 e! deber de hacer algo son elementos de una realidad efectivamente
existente. Ademas, estos elementos del deber ser de la rea!idad tienen
que ser aprehendibles por el sujeto cognoscente a traves de una especie
de intuici6n interna ya que, como se expusiera mas arriba, e1 todo caso
no son accesibles empiricamente. l,C6mo deben juzgarse criticamente
estos presupuestos de un objetivismo de las normas?
Es una verdad trivial que los juicios de va!or (valoraciones) al igual
que los juicios sobre normas (normacines) juegan un papel enorme-
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Tercero, hay que pensar, por u1timo que, al menos dentro de nuestro
cultural, durante largo tiempo fue usual que, al menos las normas mas importantes, fueran concebidas como mandamientos de un
creador divino del universo. Mientras tanto, la moral de conciencia de la
mayoria de las personas (aun en el caso de numerosos creyentes) de
nuestro circulo cultural ha abandonado la concepci6n de un legislador
divino. Sin embargo, la concepci6n objetivista de las normas vinculada
a aquella parece haber sobrevivido, en un sentido vago, ala concepci6n
especifica.
ambto
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otra forma similar, sin que por ello uno tenga que depender de una objetividad efectivamente existente, ello efectivamente existente quede refutada. Siempre seria concebible que hubiera normas objetivamente, dadas de antemano, cognocibles en principio y que efectivamente, en todo
caso, ellas fueran conocidas por algunas personas (quizas por los fil6sofos) y utilizados como fundamento de los propios juicios de deber ser
(normaciones). Esto es concebible, pero quien sostenga que ello es realmente asi tiene que correr con la carga de la argumentaci6n debido a la
prescindibilidad de su aseveraci6n 0 suposici6n para la explicaci6n de
los fen6menos que aqui se discuten (ver supra). En realidad, algunos de
los mas grandes pensadores de la historia de la filosofia occidental (tales
como Plat6n, Arist6teles, Tomas de Aquino y Kant) han intentado asumir esta carga de argumentaci6n a traves de la formulaci6n y fundamentaci6n de teorias eticas metafisico-objetivas. Naturalmente, estas teorias
merecen ser tomadas seriamente en cuenta y analizadas detalladamente.
Mientras tanto, ello se ha llevado a cabo en innumeras investigaciones;
el resultado es, como suele suceder en la filosofia, controvertido. Aqui
tan s610 puedo expresar mi convencimiento de que las teorias eticas objetivistas que conozco (especialmente la de los mencionados clasicos)
-iteorias que se contradicen fuertemente entre si!- no estan en condiciones de resistir un analisis critico: Los problemas que provocan son
mas numerosoa y dificiles que los que pueden solucionar. La suposici6n
de valores y normas objetivas, independientes del sujeto valorante y accesibles a traves de un acto del conocimiento, son dificilmente conciliables con una imagen cientifico-racional del mundo. La manifiesta falta de un metodo universalmente aceptado del (supuesto) conocimiento
en este ambito es s610 uno de los problemas que aqui se presentan. En
cambio, la concepci6n de valores y normas como expresi6n exclusiva de
valoraciones y normaciones humanas, es decir, en ultima instancia, de
intereses humanos, puede prescindir de todo postulado metafisico e incorporarse sin fisuras en una teoria empirica dd hombre y de la vida humana en sociedad.
i,Que se infiere a partir de esta perspectiva no metafisica, empirista,
con respecto a nuestra pregunta inicial acerca de la posibilidad de una
fundamentaci6n racional de las normas? Se infiere que las normas tan
solo son fundamentables racionalmente en tin sentido limitado, hasta
un cierto grado. Esta respuesta requiere una explicaci6n mas detallada.
Es un fenomeno regular el que las normas, tal como son sostenidas
en la vida practica y politica, son sostenidas por quienes las propician en
una estrecha conexion con determinadas suposiciones facticas. Esta conexi6n puede tener diferentes dimensiones. Por 10 pronto, esta la di-
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mensi6n de que la norma x es s610 sostenida porque es considerada como un medio adecuado para la obtenci6n del fin y. En la medida en que
de facto no 10 sea, es infundada: Quien la sostiene, en la medida en que
se comporte racionalmente, habra de abandonarla. Pero el contexto de
fundamentaci6n entre norma y factum no necesita consistir en una relaci6n directade medio-fin como esta. Tambien puede pensarse el caso en
el que la norma puede por cierto producir el objetivo deseado, pero tener efectos secundarios que podrian perjudicar otros objetivos que son
evaluados como mas importantes. Tambien en este caso la correspondiente norma es, desde su propio punto de vista, infundada. Y, finalmente, independientemente de toda relaci6n medio-fin, pueden figurar
como presupuestos para sostener una norma determinadas suposiciones
de existencia factica. Quien, por ejemplo, exige que uno debe comportarse de acuerdo con la voluntad de Dios 0 conforme a leyes inmanentes
del transcurso de la historia, exije algo infundado en caso de que Dios 0
las mencionadas leyes en verdad no existan. Bajo este presupuesto,
quien sostiene la norma es comparable al nino que reflexiona acerca de
c6mo puede lograr que 10 quiera la liebre de Pascua.
De todo esto resultan para el problema de la fundamentaci6n de las
normas las siguientes consecuencias: 1. La ratio tiene una funci6n importante en el ambito de las normas. Puede demostrar que una norma es
fundada 0 infundada en la medida en que puede demostrar que los diversos presupuestos facticos de esta norma son correctos 0 falsos. 2. Cada norma, fundamentada 0 no en este sentido, tiene un elemento -el
elemento del deber hacer- que, en principio, es inaccesible al conocimiento ya la fundamentaci6n racional. Sin embargo, precisamente por
ello puede inducir a error en grado considerable el estigmatizar a este
elemento (tal como a menudo sucede, especialmente cuando se polemiza
en contra de una concepci6n no metafisica de la norma) como irracional. Es tan poco irracional (antirracional) como, por ejemplo, el sentimiento de amor por una persona es, en tanto tal, irracional. Mas
correcto seria designarlo como arracional es decir, no racional, extra racional. 3. Una norma no puede estar fundada 0 infundada en un sentido
objetivo, sino siempre desde el punto de vista de un sujeto que sostiene
esta norma. Por ello, la misma norma puede estar fundamentada para
Ay ser infundada segun B, cuando Ala vincula con suposiciones facticas correctas y B con suposiciones facticas incorrectas. Naturalmente,
esto presupone que AyB consideran hechos diferentes. como normativamente relevantes; esto significa: sostienen diferentes premisas normativas y, por 10 tanto, desean cosas diferentes.
Pero esta posibilidad esta siempre dada a causa del
elemeno
arra-
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cional irreducible de toda norma. Por 10 tanto, el que entre las normaciones fundamentadas de diferentes individuos pueda producirse un
consenso intersubjetivo es, en principio, una cuesti6n abierta cuya respuesta en algunos casos puede ser positiva y en otros negativa.
Con respecto al problema de la fundamentaci6n de las normas, Larenz y Fikentscher no comparten manifiestamente la concepci6n que
acabo de esbozar. En sus consideraciones, ambos parten de posiciones
esencialmente objetivistas. l,Cuales son sus argumentos para estas posiciones? Por 10 pronto, Larenz polemiza fuertemente en contra del "concepto positivista de la ciencia" segun el cual no es posible un conocimiento de las pautas eticas del derecho recto. De esta manera "se arroja
ala bas ura una tradici6n filos6fica milenaria"(2). Sin embargo, el mismo admte que "no hay una via segura para el conocimiento de 10 'absolutamente' valido, correcto"(3). Mas aun, escribe: "Tan s6lo podemos
sostener que nuestras aseveraciones son aceptables para aquellos cuya
comprensi6n delmundo y del derecho esten integradas en el circulo cultural de Occidente. Quien sale de eI, por convertirse, por ejemplo, en
budista, 0 pertenece a otro circulo cu1tural, acepta como validas posiblemente otras categorias y valores fundamentales"(4). Con todo,
dentro del desarrollo juridico de nuestro circulo cu1tural occidental podemos confiar en que el derecho positivo respectivo se encuentra "en el
camino hacia el derecho recto"(5) (hacia la "idea del derecho"(6 y nos
otorga el "descubrimiento progresivo de los criterios de 10 recto"(7).
En Larenz no he logrado descubrir argumentos para esta prerspectiva hist6rico-filos6fica, inspirada manifiestamente en Georg Wiihelm
Friedrich Hegel.
En cambio, la mayor parte de su escrito esta llena de aseveracones
detalladas segun las cuales las deas rectoras de nuestro actual ordena(2) Op. cit. pag. 16. Larenz ignora totalmente que con respecto a esta cuesti6n tambien
existe una "milenaria tradici6n filos6fica" (cfr. mis breves referencias con respecto al texto al que corresponde la nota 15).
(3) Op. cit. pag. 182.
(4) Op. cit. pag. 32.
(5) Op. cit. pag. 25.
(6) Cfr. op. cit. pag. 29.
(7) Op. cit. pag. 184.
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miento estatal republicano federal tienen que ser consideradas como las
correctas. Pero, "que sucede con estas ideas rectoras cuando se las compara con las que regian en nuestro pais durante los afios 1933-1945 y a
las cuales el mismo autor revisti6 con la plastica f6rmula "La sangre
tiene que convertirse en espritu y el espiritu en sangre"(8)? No cualquiera habra de poseer la ilustrada sabiduria como para considerar a esta u1tima simplemente como uno de aquellos estadios en los cuales la
"idea del derecho" -en este caso en su camino desde Weimar hasta la
Republica de Bonn- se da a conocer manifiestamente al agradecido observador. Manifiestamente es el privilegio del fil6sofo educado por Hegel el saber no s610 interpretar los valores obligatorios para el Occidente
sino que tambien, con esta interpretaci6n, cualquiera que sea 10 que
pueda suceder politicamente, se encuentra siempre a la a1tura de la epoca(9). Aquel para quien la verdad de la filosofia de Hegel no sea nada
evidente en absoluto por diversos motivos (tanto intelectuales como morales) habra de encontrar poco atractiva esta perspectiva. Quizas frente
al hegeliano Larenz habra de preferir como interlocutor para analizar el
"derecho recto" que conjuntamente desean descubrir, el dialogo con un
budista, extrafio por cierto a su circulo culturaL.
Fikentscher recorre una via algo diferente a la de Larenz. Segun el, el
etico del derecho se convierte de manera totalmente expresa en metafisico del derecho, en te610go del derecho. Considera que la decisi6n de
cuestiones valorativas juridicas, aun las de naturaleza verdaderamente
banal, necesariamente esta enraizada en una "imagen del hombre" y
"desde la 'imagen del hombre' el paso a la condicionalidad religiosa de
esta imagen del hombre es s610 una cuesti6n de honestidad intelectual".
"Quien valora", continua Fikentscher, "necesita una 'religio', un punto arquimedico en el que pueda colocar la palanca de su
valoraci6n"(10). Con aprobaci6n cita la frase atribuida a Felix Kaufmann: "Toda cuesti6n juridica es, cuando se baja dos escalones mas en
su fundamentaci6n, una cuesti6n religiosa" (11).
Fikentscher 10 fundamenta asi: "Pues la valoraci6n es s610 posible
cuando uno se liga a algo". El circulo de la argumentaci6n 10 cierra la
correspondiente nota al pie de pagina: "Religio = ligar, de ligar, doblar
hacia abajo y atar (por ejemplo, un pampano)".
(S) Karl Larenz, "Volksgeis und Rechl" en Zeitschrijt jr Deutsche Kulturphilosophie 1. (l954), 42.
(9) Con respecto a este contexto ver E. Topitsch, Die Sozialphilophie Hegels als
Heilslehre und Herrschajtsideologie, 1967.
(LO) Op. cil. pag. 405.
(II) Esta y las dos siguientes citas en op. cil. pag. 653.
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logro reconocer una conexi6n 16gica de este tipo entre el cancter pecaminoso del hombre y la exigencia de derechos fundamentales estatales
-por suerte, segun pienso, para estos ultimos. Pues la imagen del
hombre teoI6gico-cristiana, que aqui es sostenida como base necesaria,
esta ligada a una serie de presupuestos que, desde el punto de vista de
una imagen cientifico-racional del mundo no me parecen realizables en
modo alguno(14). En ambos puntos (conexi6n entre caracter pecaminoso y exigencia de derechos fundamentales como asi tambim fundamentabilidad de la primera) el lector puede, desde luego, tratar de obtener
un mejor conocimiento a traves de la lectura de la argumentaci6n de
Fickentscher que se extiende a 10 largo de cientos de piginas.
l,Existen algunas normas que sean intersubjetivamente fundamentables, normas que de esta manera pudieran servir a la fundamentaci6n
intersubjetiva, por 10 menos de algunos elementos de un orden juridico?
De acuerdo con la concepci6n que he sostenido en 1, una fundamentaci6n intersubjetiva de una determinada norma x es posible en la medida
en que x, de acuerdo con la situaci6n de las cosas, sea adecuada para
promover los intereses 0 los objetivos de diferentes sujetos (personas).
Basicamente, es posible distinguir tres tipos de casos en los cuales esta
condici6n se cumple. El primer ,grupo de casos, el mas simple, se da
cuando diferentes personas persigien fines identicos en todo sentido: Si
tanto A como B desean un aire mas limpio en la Zona del Ruhr, para
ellos estara intersubjetivamente fundamentada una norma que prohiba
la contaminaci6n del aire en la Zona del Ruhr. (En todo caso, esta norma, en la medida en que persigan este objetivo, estariprimerafacie fundamentada. La complicaci6n que suele presentarse en este tipo de casos,
es deCr, que presumiblemente AyB persiguen tambien otros fines que
al menos en cierta medida tienen como consecuencia secundaria inevitable la contaminaci6n del aire, no sera aqui considerada).
El segundo grupo de casos se da cuando los objetivos de diferentes
personas si bien no son identicos, sin embargo estan creados de manera
tal que,de facto, la misma norma sirve para su realizaci6n: Asi por
(14) Con respecto a los argumentos filos6ficos mas importantes en pro y en contra de
los presupuestos basicos de la fe cristiana, ver N. Hoerster (comp.), Glaube und Vernunjt.
Texte zur Religionsphilosophie, 1979.
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ejemplo, una norma que prohibe la caza libre sin sujeci6n a condici6n
alguna sirve tanto el objetivo del amigo de los animales A que no
quisiera que se diseminase la fauna cuanto el objetivo del amigo del
hombre B a quien le importa que la gente pueda pasear por el bosque sin
peligro alguno. Con el tercer grupo de casos nos encontramos finalmente cuando los objetivos de diferentes personas, si bien son identicos por
10 que respecta al asunto no 10 son en 10 que respecta para quien ha de
obtenerse este asunto: Si, por ejemplo, A aspira a su propia supervivencia -la superviciencia de A- y Bala suya propia -la supervivencia de B- aestos dos objetivos (identicos en su valor abstracto pero no
en su concreci6n) sirve en igual medida una norma que prohiba matar.
Estos tres casos de grupos se refieren a casos en los cuales, en principio, existe la posibilidad de fundamentar intersubjetivamente las normas. Pero aqui, en virtud del enfoque de fundamentaci6n que he sostenido, resulta la siguiente limitaci6n: La intersubjetividad de la respectiva fundamentaci6n abarca exactamente a aquellas personas que tienen
el objetivo correspondiente y a nadie mas. En los tres ejemplos que he
mencionado mas arriba las normas estan intersubjetivamente fundamentadas para AyB. El que ademas 10 esten para C y D 0 para todos
los miembros de la respectiva sociedad es una cuesti6n que queda pendiente. Su respuesta depende de que C y D 0 todos los miembros de la
respectiva sociedad, 0 todos los hombres, tengan de facto los mismos
objetivos.
Como 10 han mostrado, 0 al menos insinuado, los tres tipos de fundamentaci6n intersubjetiva de normas tienen relevancia tambien en contextos especiales de fundamentaci6n juridico de normas. Sin embargo,
es el tercer tipo el que resulta ser especialmente util con respecto a los
elementos jundamentales de un orden juridico cuya fundamentaci6n
tiene que estar en el punto central de todos los esfuerzos etico-juridico.
En el resto de este trabajo quisiera mostrar hasta que punto esta aseveraci6n es correcta y c6mo podria darse en detalle una fundamentaci6n
etico-juridica bien lograda. Para presentar de la manera mas dara posible la figura de la fundamentaci6n que aq'ui interesa, he de recurrir a
un ejemplo concreto, es decir, el de la ya mencionada prohibici6n general del homicidio.
A fin de poder ver las razones que hablan a favor de una imposici6n
juridica de la prohibici6n general d~ matar desde el punto de vista intersubjetivo, habremos de imaginarnos brevemente una situaci6n de con vivencia humana totalmente desprovista de normas. Se trata aqui de la realzaci6n de un experimento puramente mental cuya funci6n es total-
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mente independiente del hecho de que una situaci6n de este tipo haya alguna vez existido en la realidad hist6rico-social 0 pueda alguna vez existir. (De acuerdo con mis consideraciones presentadas en 1, parto aqui
tambic~n de que al hombre no le estan dadas normas objetivas en sentido
ontol6gico, es decir, independientes de la voluntad de otros hombres 0
de la sociedad). En una tal situaci6n sin normas sucederia manifiestamente, entre otras cosas, 10 siguiente: A veces muchas personas tendrian
el deseo de matar a algun congenere, por ejemplo, por razones de rivalidad. La probabilidad de que deseos de este tipo se llevaran efectivamente a la practica seria bien grande. Pues los hombres -en tanto victimas
y actores potenciales- estan creados por la naturaleza de manera tal
que, de una manera relativamente facil, pueden quitarse reciprocamente
la vida.
Esto vale tambien para el caso en que la victima sea muy superior al
actor en capacidades y posibilidades (en "poder"). Pues las diferencias
entre los hombres no son ni siquiera lan grandes que impidan que practicamente cualquiera (aun el mas debil) en un caso favorable (por
ejemplo, en colaboraci6n con otras personas debiles) pueda matar a
cualquier olro. Esto significa: Cada uno tiene una buena oportunidad
(aun cuando no igualmente grande) de matar y -a la larga 0 la cortade ser muerto.
Esta situaci6n seria considerada por todos como desagradable. Pues
cada cual tiene un fuerte interes en su propia supervivencia, al igual que
en la supervivencia de los miembros de su familia y de sus amigos. Mas
aln, para no pocas personas este interes y su realizaci6n habni de ser
considerado como presupuesto para la realizaci6n de todos los demas
intereses futuros y por 10 tanto habra de ocupar una posici6n de especial
primacia. Bajo estas circunstancias, cada cual tiene una buena raz6n para desear, con el objeto de proteger la propia vida, que se establezca
normativamente la prohibici6n general de matar. Y en verdad este deseo
se basa en la siguiente evaluaci6n de intereses: Renuncio a la imposici6n
de mi ocasional interes en matar y, a traves de esta renuncia, adquiero la
seguridad de un interes que es para mi mas importante, es decir, el de no
ser muerto. Naturalmente, una estrategia de este tipo puede conducir a
la meta s610 en la media en que yo no este s610 con esta evaluaci6n de intereses. Pues la efectiva seguridad de mi interes de no ser muerto esta ligado ala renuncia a matar por parte de los demas. Con otras palabras:
para cada individuo vale la pena renunciar a matar s610 bajo el presupuesto de que la renuncia general a matar sea el contenido de una norma
aceptada por todos y que, al menos en terminos generales, sea eficaz.
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tar) porque estos intereses puedan no ser compartidos por absolutamente todos. La pregunta planteada mas arriba en el sentido de si alguien
(aun cuando represente a la mayoria) tiene el derecho de imponer sus
normas a otro, fue formulada de manera poco dara. Si "derecho" ha
de ser entendido aqui en el'sentido tecnico del llamado "derecho subjetivo" (un derecho a algo, al que corresponde un deber por el otro lado),
la respuesta reza "no" ya que desde mi punto de vista subjetivista no
puede existir un derecho de este tipo en un sentido pre 0 suprapositivo
(en el que necesariamente tendria que ser entendido el derecho en cuestion). Pero si con "derecho" se quiere tan solo significar que alguien
puede hacer algo determinado, de que a este hacer no se le oponen normas de ningun tipo, entonces naturalmente la respuesta reza "si"; pues
no hay normas suprapositivas que estuvieran dadas de antemano a este
sujeto y en la situacion en cuesti6n todava no existen normas positivas.
Asi entendido, A tiene perfectamente el derecho de abogar por y B el
derecho de abogar contra la vigencia de una prohibici6n general de matar y hasta luchar por sus respectivas posiciones. Quien haya de imponerse aqui es en realidad una cuesti6n de poder. En esta constelaci6n no
se modifica esencialmente nada despues que los en ella interesados
logran la vigencia social (institucionalizaci6n) de la prohibici6n de matar. Desde su punto de vista, B sigue teniendo buenas razones para combatir en su validez la prohibici6n -que ahora esta normada positivamente, es decir, existe realmente- y en la medida en que no le atemoricen sus sanciones, violarla cuando asi 10 desee. Todo esto puede parecer
algo extrafto a quien no haya puesto nunca en du da la usual concepci6n
de una fundamentaci6n objetivista de las normas. Sin embargo, desde el
punto de vista practico-politico no tiene por que preocuparse: Tal como
ha si do creada la naturaleza humana, la inmensa mayoria de nuestros
congeneres seguira teniendo un interes primordial en la supervivencia y
sabra evitar la permisi6n del matar. Por otra parte, no es posible combatir a los pocos terroristas con una forma objetivista de fundamentaci6n de 1as normas. Deberiamos dejar de contraponer a un orden juridico basado en e1 poder otro orden juridico que supuestamente estaria 1egitimado por un derecho superior. Si se entienden las cosas correctamente, todo orden juridico se basa en e1 poder 0, dicho mas exactamente, en una vo1untad que esta vinculada con el poder de su realizaci6n. En
este sentido, el poder puede ser identico con la opresi6n por parte de
unos pocos, pero no tiene que serlo necesariamente. Un orden juridico
que en sus fundamentos sirva practicamente 10s intereses de cada cual y
que por 10 tanto base su validez en el poder decada cual, esta tan bien
fundamentado como puede estar10 a1go en el ambito de la praxis y de 10
normativo.
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Estoy convencido que de manera totalmente analoga a la de la prohibici6n de matar puede fundamentarse ntersubjetivamente toda unacsere de requerimientos fundamentales de un orden juridico en el sentido
mas amplio de la palab'ra. Pienso, poi ejemplo, en normas con los siguientes contenidos: garantia del minimo de existencia econ6mica; protecci6n de la integridad fisica; protecci6n de por 10 menos, una cierta
medida de libertad de movimiento y de acci6n; garantia del cumplimiento de los contratos. Naturalmente, esta suposici6n deberia ser examinada cuidadosamente con respecto a cada una de estas normas como asi
tambien con respecto a todo otro posible candidato. Con todo, ya a primera vista deberia dar que pensar el hecho de que manifiestamente ninguna forma de sociedad en la historia ha demostrado ser estable a largo
plazo cuando al menos en sus rasgos basicos y en beneficio de una gran
parte de la poblaci6n estas normas no han tenido validez.
En todo estos casos, un presupuesto esencial de la estrategia de fundamentaci6n que he defendido es el hecho de que el hombre, en tanto
ser natural, esta sometido a limites bastante estrechos en su preocupa(15) Ver sobre todo, H.L.A. Hart, "Eine empirische Version der Naturrechtslehre" en
N. Hoerster (comp.), Recht und Moral. Texte zur Rechtsphilosophie, 2 8 edici6n 1980,
pags. 94 y ss. como asi tambien John L. Mackie, Ethics, 1977 y del mismo autor, Hume's
Moral Theory, 1980. Esta ultima obra, en virtud de su aguda exposici6n y desarrol1o ulterior de la sorprendentemente actual teoria de Hume, tiene enorme importancia para los
problemas filos6ficos bisicos de una etica juridica libre de consideraciones metafisicas.
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ci6n por los intereses de sus congeneres. Esto no significa de manera alguna, tal como por ejemplo supona Hobbes, que el hombre no pueda
seguir mas que motivaciones egoistas. Pero significa que aquellas motivaciones a1truistas de las que en principio es capaz por 10 general s610 seran eficaces en el campo pr6ximo a aquellas y que usualmente no alcanzaran la intensidad de las motivaciones egoistas. Sin este presupuesto realista, en.realidad, normas como las mas arriba mencionadas serian superfluas: En un acuerdo entre todas las partes, los hombres respetarian
sin mas y sin distinci6n alguna los intereses respectivamente mas importantes de sus congeneres.
Pero, podria preguntar alguien en este contexto. (.son efectivamente
tan frecuentes y tan graves los conflictos interhumanos en los respectivos ambitos que es necesario contar para su soluci6n con normas firmemente institucionalistas? ;,No respetariamos por 10 general la vida y la
integridad fisica de personas que no nos son proximas, tambien en el caso de que se eliminara la prohibici6n de matar? A primera vista puede
parecer que tal es el caso. Pero no debemos olvidar 10 siguiente. Una
estrCta prohibici6n moral y juridica de matar (en el sentido de una
prohibici6n de matar arbitrariamente) ha estado siempre firmemente
arraigada en nuestra tradici6n. Ha pertenecido siempre a los elementos
basicos de las normas sociales, que toda nueva generaci6n aprende a internalizar de la manera mas natural a traves de la educaci6n y la socializaci6n. POr 10 tanto, para poder describir realistamente la hip6tesis de
una desaparici6n de la prohibici6n de matar institucionalizada con todas sus consecuencias, tenemos no s610 que imaginar como eliminada la
correspondiente prohibici6n juridica de. matar que vale en nuestra sociedad, sino tambien la prohibici6n moral que tambien vale en nuestra
sociedad y en verdad, ambas como eliminadas en un largo perfodo de
tiempo. ;,Podriamos bajo este presupuesto seguir estando seguros de
que el experimento de eliminar las normas correspondientes habra de
llevarse a cabo inofensivamente?
.En este caso hipotetico podemos ver algo fundamental: Las normas
juridicas fundamentables intersubjetivamente van acompafiadas -funcionalmente y tambien en gran medida en la realidad- por las correspondientes normas de un moral social generalmente aceptada que refuerzan aquellas. Asi pues, de acuerdo con la concepci6n aqui sostenida, el derecho y la moral social estan al servicio del mismo fin, es decir,
la protecci6n general de intereses individuales. Desde luego, este enunciado formulado tan generalmente requiere una limitaci6n con respecto
ambos tipos de normas. En las consideraciones que aqui he presentado
se ha podido percibir en mas de un pasaje que la presente concepci6n
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