Psicoanalisis y Medicina, 1966
Psicoanalisis y Medicina, 1966
Psicoanalisis y Medicina, 1966
Jacques Lacan
Psychanalyse et mdecine. La place de la psychanalyse dans la
mdecine. Conferencia durante una mesa redonda del Collge de
Mdecine, en La Salptrire, el 16 de Febrero de 1966 y debate
posterior. 1
Para las abreviaturas que remiten a los diferentes textos-fuente de esta traduccin, vase, al final, el Anexo 1. Las notas, as como lo incluido entre llaves, es de
la traduccin.
En primer lugar, he tratado de introducir en mi servicio cierta escucha analtica de los padres y tambin de los nios, escucha que modifica quiz la
marcha de la investigacin semiolgica y, eventualmente, la teraputica.
Luego de tres aos, ah est el equipo; se porta bien, los nios tambin, y
pienso que, a despecho de las dificultades inherentes a la vida de un grupo,
todava podemos progresar durante un largo tiempo.
Encontr ms dificultades para responder a las demandas que me llegaban
de los mdicos de los otros servicios, pues reina una gran confusin sobre lo
que es el psicoanlisis.
Las primeras demandas que me fueron dirigidas eran del dominio de la psicologa y de la psicometra, lo que no tiene nada que ver con el psicoanlisis. Es cierto que el rol del psicoanalista no es suministrar datos cifrados en
mquinas electrnicas. Se trata de otra cosa y hablamos desde otro lugar.
Progresivamente, pude obtener que me sean formuladas preguntas precisas
para cada caso que se trataba de dirigir al psicoanalista, o al psi... no se saba
qu.
Mucho mejor, me llegaron algunas demandas de otro registro, y creo que he
podido establecer, con nuestros amigos Royer y Klotz, una colaboracin que
apunta ms lejos.
No es por azar que esas demandas llegaron de un servicio de nefrologa,
donde el mdico est confrontado con los problemas de la vida y de la muerte, del deseo de vida y del deseo de muerte, los que conciernen esencialmente a los psicoanalistas. Tampoco es por azar que se haya establecido una colaboracin con Klotz, puesto que tambin los trastornos endcrinos son,
muy a menudo, trastornos funcionales cuya causa no siempre es una lesin
orgnica, sino que frecuentemente plantean problemas de otro orden.
Cul va a ser el lugar del psicoanlisis en la medicina? Es lo que vamos a
tratar de discutir hoy. Les propongo que en primer lugar preguntemos a los
seores Royer y Klotz cules son, sobre el plano terico, los problemas, las
cuestiones que desean formular a los psicoanalistas, y sobre cules criterios
se basaran eventualmente para dar un lugar al psicoanlisis en la medicina.
Luego pasaremos al campo de aplicaciones prcticas y veremos cmo, en la
vida cotidiana, los psicoanalistas se insertan entre los equipos de mdicos.
Le pedir a la Sra. Raimbault que nos informe acerca de la manera con que
ella se ha integrado en el equipo del Sr. Royer, y al Sr. Lacan, quien nos hace el honor de estar hoy aqu, cmo piensa poder responder a estas cuestiones.
Doy ahora la palabra al Sr. Kotz, para los problemas tericos.
Sr. KLOTZ No es todos los das que uno tiene la posibilidad de poder interrogar a analistas de la clase de los que estn en esta mesa. Voy entonces a
entrar inmediatamente en lo vivo del asunto y formular a mi colega Lacan
algunas cuestiones preliminares.
Mi primera cuestin es la siguiente:
No cree que los mdicos veran con mejores ojos el recurso al psicoanlisis
si la prctica de ste estuviera democratizada? S bien que las consultas de
especialistas son todas muy costosas, pero cada especialista acepta dispensar
su ciencia o su talento en consultas hospitalarias. Al contrario, el carcter
dispendioso de las consultas es considerado por la mayora de los analistas
como una de las condiciones necesarias del xito de la cura psicoanaltica.
Hacen de eso una cuestin de principio. A priori, uno est siempre tentado a
dudar del valor de un principio demasiado cmodo o demasiado ventajoso.
A propsito de esto, por otra parte, es interesante citar este texto proftico
de Freud, quien escribe: no debiendo estar las enfermedades neurticas
abandonadas a los esfuerzos impotentes de caridades particulares, se edificarn establecimientos, clnicas, que tengan a su frente mdicos psicoanalistas calificados donde se esforzar, con la ayuda del anlisis, a que conserven su resistencia y su actividad a hombres que, sni eso, se abandonaran a la bebida, a mujeres que sucumben bajo el peso de frustraciones, a
nios que no tienen otra eleccin que entre la depravacin y la neurosis.
Estos tratamientos sern gratuitos. Quiz se precisar mucho tiempo antes
de que el Estado reconozca la urgencia de estas obligaciones, las condiciones actuales pueden demorar notablemente estas innovaciones y es probable que los primeros institutos de este gnero sern debidos a la iniciativa
privada, pero un da u otro la necesidad de esto habr de ser reconocida. 2
Mi segunda cuestin es la siguiente:
No cree usted que, para aproximar la enseanza del psicoanlisis a la enseanza de la medicina, y, por consiguiente, para aproximar esas dos disciplinas, conviene democratizar la enseanza del psicoanlisis? Actualmente, un
psicoanlisis didctico cuesta al alumno alrededor de 100.000 viejos francos
por mes, y esto durante un tiempo variable que va de 2 a 4 aos, trmino
medio. Independientemente del hecho de que esta forma de enseanza es
fundamentalmente antidemocrtica, veo en ello otro escollo. Un ser humano
que se haya impuesto semejante sacrificio financiero, que deber a veces entregarse a una segunda ocupacin subalterna para cumplir con sus obligaciones respecto de su analista, no puede no estar marcado por esas circunstan-
Traduzco segn cita en francs el Sr. Klotz. El lector confrontar el prrafo en:
Sigmund FREUD, Nuevos caminos de la terapia psicoanaltica (1919 [1918]),
en Obras Completas, Volumen 17, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1979, pp.
162-163.
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En resumen, si los mdicos vacilan todava en recurrir ms a menudo al anlisis psicolgico de las causas de las enfermedades internas, esto es quiz
porque, por algunas de las razones expuestas arriba, el psicoanlisis les parece que no ha salido de la fase mgica de su desarrollo histrico; es preciso
ayudarlo a encaminarse hacia su fase cientfica. No es necesario, para hacer
esto, favorecer la integracin de los datos psicoanalticos, valorables en el
marco de un mtodo de anlisis psquico que sera verdaderamente global,
abierto, pluri-factorial y autnticamente cientfico?
Sra. AUBRY Creo que para los problemas teraputicos que resultan de la
aplicacin del anlisis, responderemos ms bien en un segundo estadio. Si
el Sr. Royer quiere tomar la palabra?
cas psicoanalticas de una manera desinteresada, de alguna manera funcionarizada, es decir, del todo diferente a la expuesta recin por Klotz. En
qu medida se puede integrar a los psicoanalistas, a grupos o a unidades de
investigacin para trabajos de este tipo que, si se comprueban fructferos,
debern a mi entender extenderse a otros dominios de la medicina? Esta es
una cuestin precisa que yo les planteo, pues intil es decir que mi idea de
hacer entrar a un psicoanalista en un grupo de biologa clnica no encontr
un entusiasmo extraordinario en la administracin del INSERM.
Este ejemplo propone una nueva cuestin, que es la del psicoanalista de investigacin, y me gustara tener la opinin de ustedes tambin sobre este
punto.
Sra. AUBRY Antes de proseguir el debate sobre el lugar del psicoanlisis en la medicina y las aplicaciones prcticas que la experiencia de la Sra.
Raimbault pondr en evidencia, tengo que decir una palabra sobre los problemas de formacin de los analistas y del modo de enseanza del psicoanlisis, aunque eso no concierna totalmente al asunto que nos preocupa hoy.
La respuesta de Royer es al mismo tiempo una respuesta al Sr. Klotz; encontraremos posibilidades no dispendiosas de ejercicio del psicoanlisis en
la medida en que se haga un lugar al psicoanlisis. En los Nios Enfermos
hay alrededor de 25 psicoanalistas que trabajan a ttulo de sustitutos, pues
les he dado la posibilidad de hacerlo y los locales de mi consulta estn ocupados a tiempo completo, aunque mi servicio se diga de tiempo parcial.
Seiscientos nios aproximadamente pasan por l cada mes. En el marco hospitalario, un nmero enorme de establecimientos permiten, al menos en lo
que concierne a los nios, hacer tales tratamientos; ahora hay institutos mdico-pedaggicos en los que el psicoanlisis ha encontrado su lugar, consultorios, hospitales de da: la mutual de los estudiantes y la M.G.E.N. han hecho esfuerzos considerables, as como los hospitales psiquitricos. Me parece que ste no es un problema ms que en la medida en que no se le da su
lugar al psicoanlisis.
En lo que concierne al modo de enseanza, creo que jams hemos rehusado
formar a un sujeto apto por motivos de orden pecuniario. Por otra parte, no
creo que se pueda pretender que es fcil realizar estudios, cualesquiera que
sean, cuando no se tiene dinero, eso sera una mala broma, y todos sabemos
que los hijos de obreros son muy poco numerosos en las Facultades y la enseanza superior. Ese es por consiguiente un problema que desborda ampliamente el del psicoanlisis y, en el caso particular, creo que eso no debe
ser tomado en consideracin.
Como nota editorial precediendo la primera intervencin de Lacan en la mesa redonda, LEF informa:
Es bajo este encabezado {Psychanalyse et Mdecine} que se le haba pedido a Jacques Lacan que participara en una mesa redonda del Collge de Mdecine, el 16 de Febrero de 1966, teniendo lugar la reunin en la Salptrire.
En primer lugar, ofrecemos la primera intervencin de Jacques Lacan.
Observemos que ste se atuvo a que el texto se atuviera estrictamente al
discurso que improvis. No aport al registro de la banda magntica ms que un
aadido, el que se encontrar de la referencia del sujeto del goce a la del clebre
mito o Banquete: referencia que slo hay que entender, hay que decirlo, por el poco lugar que tiene en el presente de las preocupaciones mdicas.
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terminadas, pero despus de todo, qu tiene que ver eso con lo que
llamaremos la posicin tradicional del mdico?
El mdico es requerido en la funcin de sabio fisilogo, pero todava sufre otros reclamos: el mundo cientfico vierte entre sus manos
el nmero infinito de lo que puede producir como agentes teraputicos
novedosos, qumicos o biolgicos, que pone a disposicin del pblico,
y demanda al mdico que, como un agente distribuidor, los ponga a
prueba. Dnde est el lmite donde el mdico debe actuar, y a qu debe responder? A algo que se llama la demanda.
Dir que es en la medida de este deslizamiento, de esta evolucin que cambia la posicin del mdico por relacin a los que se dirigen a l, que llega a individualizarse, a especificarse, a valorizarse retroactivamente, lo que hay de original en esta demanda al mdico. Este desarrollo cientfico inaugura y pone cada vez ms en el primer plano ese nuevo derecho del hombre a la salud, que existe y ya se motiva
en una organizacin mundial. En la medida en que el registro de la relacin mdica con la salud se modifica, donde esa especie de poder
generalizado que es el poder de la ciencia da a todos la posibilidad de
venir a demandar al mdico su ticket de beneficio con un objetivo preciso inmediato, vemos dibujarse la originalidad de una dimensin que
yo llamo la demanda. Es en el registro del modo de respuesta a la demanda del enfermo que est la chance de supervivencia de la posicin
propiamente mdica.
Responder que el enfermo viene a demandarnos la curacin no
es responder nada en absoluto, pues cada vez que la tarea precisa, que
hay que cumplir con urgencia, no responde pura y simplemente a una
posibilidad que se encuentra al alcance de la mano, pongamos: a unas
maniobras quirrgicas o a la administracin de antibiticos (e incluso
en esos casos queda por saber lo que resulta de ello para el porvenir),
hay, fuera del campo de lo que es modificado por el beneficio teraputico, algo que permanece constante, y todo mdico sabe bien de qu se
trata.
Cuando el enfermo es enviado al mdico o cuando lo aborda, no
digan que espera de ste pura y simplemente la curacin. Pone al mdico en la prueba de sacarlo de su condicin de enfermo, lo que es totalmente diferente, pues esto puede implicar que l est totalmente
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*el anlisis*
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PEC y PTL: *ha revelado sus verdaderas dimensiones y sus verdaderas estructuras*
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nexiones, cuyos nudos, debe conocer, y que no son los temas corrientes de la filosofa y de la psicologa. Los que estn en curso en cierta
prctica investigadora que se llama psicotcnica, donde las respuestas
estn determinadas en funcin de ciertas cuestiones, ellas mismas registradas en un plano utilitario, tienen su precio y su valor en unos lmites definidos que no tienen nada que ver con el fondo de lo que est
en la demanda del enfermo.
Al cabo de esta demanda, la funcin de la relacin con el sujeto
supuesto saber, revela lo que nosotros llamamos la transferencia. En
la medida en que ms que nunca la ciencia tiene la palabra, ms que
nunca se sostiene ese mito del sujeto supuesto saber, y eso es lo que
permite la existencia del fenmeno de la transferencia en tanto que remite a lo ms primitivo, a lo ms arraigado del deseo de saber.
En la poca cientfica, el mdico se encuentra en una doble posicin: por una parte, se las tiene que ver con una investidura energtica cuyo poder no sospecha si no se le explica, por otra parte, debe poner esta investidura entre parntesis, en razn misma de los poderes de
los que dispone, de los que debe distribuir, del plano cientfico donde
est situado. Lo quiera o no, el mdico est integrado a ese movimiento mundial de la organizacin de una salud que se vuelve pblica y,
por este hecho, le sern propuestas nuevas cuestiones.
En ningn caso podr motivar el mantenimiento de su funcin
propiamente mdica en nombre de un privado, que sera del resorte
de lo que se llama el secreto profesional, y no hablemos demasiado de
la manera con que es observado, quiero decir en la prctica de la vida
a la hora en que se bebe el cognac. Pero no es eso el resorte del secreto
profesional, pues si fuera del orden de lo privado, sera del orden de
las mismas fluctuaciones que socialmente han acompaado la generalizacin en el mundo de la prctica del impuesto a las ganancias. Es
otra cosa la que est en juego; es propiamente esa lectura por la cual el
mdico es capaz de conducir al sujeto a lo que transcurre dentro de
cierto parntesis, el que comienza en el nacimiento, que termina en la
muerte, y que comporta las cuestiones que van de uno a la otra.
En nombre de qu tendrn los mdicos que estatuir el derecho
o no al nacimiento? Cmo respondern a las exigencias que confluirn muy rpidamente con las exigencias de la productividad? Pues si
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Sra. AUBRY Sr. Royer, tiene usted algo para decir antes de la exposicin de la Sra. Raimbault?
Sr. ROYER Me excuso por volver a tomar la palabra tras la breve intervencin del Sr. Lacan.
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Cf. Evangelio segn San Mateo, 329: Si, pues, tu ojo derecho te es ocasin de
pecado, scatelo y arrjalo de ti....
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Sra. AUBRY No creo que jams hayamos considerado al Sr. Royer como
un distribuidor de medicamentos, y, si trato de precisar el pensamiento del
Sr. Lacan, l probablemente ha querido decir que se era un peligro que acechaba al mdico.
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La reproduccin fotocopiada que hace PEC del texto publicado en los Cahiers
du College de Mdecine se interrumpe aqu.
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Sra. AUBRY Yo creo, Sr. Royer, que la manera con que el psicoanlisis
ha sido puesto al servicio de su equipo de investigacin aclarar esta discusin, y me gustara que la Sra. Raimbault nos diga algunas palabras al respecto. 18
Sra. RAIMBAULT Debo decir en primer lugar que mi posicin en el servicio del Sr. Royer ha estado facilitada por el hecho de que l no me ha demandado ningn esfuerzo teraputico, sino que simplemente me pidi que
me integrara a su equipo de especialistas investigadores como otro especialista investigador. Eso es, pues, en la prctica, lo que le propuse, y lo que
hemos hecho juntos desde hace un ao y medio.
Yo adopt de entrada una posicin diferente de la del psicoanalista tal como
puede caricaturizrselo como siendo aqul que busca una psicognesis de
preferencia especfica para trastornos orgnicos o funcionales; mi objetivo era ms bien la relacin mdico-enfermo-enfermedad. En la prctica, me
coloqu en una posicin complementaria a la de los otros investigadores
participando en todas las actividades del servicio, ya sea en la sala con las
visitas, en el curso de las discusiones cientficas y clnicas dirigidas por el
Sr. Royer, o en la consulta externa. Por otra parte, escuch a padres e hijos
con la oreja analtica. Es decir, con una actitud y referencias muy diferentes del interrogatorio mdico o mdico-psicolgico habitual.
En las reuniones semanales del servicio, que agrupan al equipo y los corresponsales de Pars y de Provincia, expuse esas entrevistas de manera tan fiel
como fuera posible. Esto revel a los mdicos la importancia del discurso
del nio enfermo y de su familia, develando un vivido de la enfermedad al
que no corresponda sino de manera lejana la visin cientfica objetiva
que ellos mismos tenan de ella. La diferencia entre lo que hemos llamado,
con el Sr. Royer, la enfermedad endgena (la enfermedad autgena de Balint) y la enfermedad vista por el mdico, apareci como una de las fuentes
de dificultades en la relacin mdico-enfermo: el diagnstico global que
debe integrar y articular los cuatro polos del problema: nio-familia-mdico-enfermedad y servir de base a la discusin de la conducta teraputica.
En el curso del ao, entonces, proseguimos esas discusiones y, con los mdicos, nos pareci que podamos desprender algunas nociones en cuanto a la
visin endgena de la enfermedad en los padres y en los nios, en los casos
de enfermedades crnicas letales.
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les: el de la informacin, a dar por el mdico a la familia, en cuanto a la naturaleza de la enfermedad y a su pronstico fatal. Dos tipos de actitudes se
desprenden: unos prefieren advertir a los padres, otros reservan su pronstico hasta el final. El carcter apasionado de las controversias que tuvieron lugar, el hecho de que los argumentos se utilizaban con toda buena fe para justificar una u otra de estas actitudes, incitaron a algunos a tratar de delimitar,
ms all de esas racionalizaciones, su verdadera determinacin, y a reconocer que cada cual utiliza, ante ese problema especfico es decir, la angustia de su propia muerte y de la del otro sus mecanismos de defensa personales. De hecho, que el mdico tenga tal o cual actitud no parece ser el factor primordial para el enfermo y su familia. Ms importante parece ser el hecho de que el mdico acte demasiado a menudo de la manera estereotipada,
en funcin de sus presupuestos personales.
Para resumir, digamos que a partir de una demanda de los mdicos en lo que
concierne a la repercusin de la enfermedad crnica sobre el nio y las causas de las dificultades de la relacin mdico-enfermo, el trabajo del equipo
se orient hacia la toma en consideracin del discurso del nio enfermo y de
su familia, el anlisis de ese material, y la explotacin que puede hacerse de
ste con fines teraputicos.
Si el nio enfermo y su familia son considerados como sujetos a escuchar,
este material no podra ser aislado del dilogo en el cual se inserta. Seremos
llevados entonces a estudiar de manera anloga el discurso de los mdicos.
En efecto, el mdico no puede ser considerado como una mquina de diagnosticar, un robot teraputico: es un sujeto tomado, como todos los sujetos,
en un discurso inconsciente, que determina su respuesta al sujeto enfermo,
es decir, su conducta en la teraputica.
que es vista desde el exterior, por el mdico, desde ese punto de vista
que hace un momento llam cientfico. La enfermedad endgena recubre todos esos problemas que yo indicaba, los de la demanda y del
fondo que ella encubre. Para poder resolverlos e intervenir all de una
manera apropiada, no basta con adelantarse en una formacin apresurada. Al considerar la difusin actual de la teora de la relacin mdico-enfermo, vista de una manera ms o menos aproximativa como psicoanaltica, y lo que ella permite en algunos casos como intervenciones intempestivas, *en ciertos casos* 19 una no-iniciacin es preferible
a una demasiado grande. 20
Sr. WOLF Quisiera preguntar si el Sr. Lacan no ha revelado inconscientemente me excuso una parte del problema que se plantea a los mdicos que se confrontan con los psicoanalistas, lo que todava no sucede muy
a menudo en la prctica.
Este problema reside en el hecho de encontrarse, de alguna manera, desposedo (ya que, como lo ha dicho el Sr. Royer, nosotros queremos considerarnos como unos mdicos completos, y no como distribuidores de pldoras),
frustrado en esa especie de relacin con el enfermo de la que se tiene la impresin que el psicoanalista va a desviarlo. Y, en esta medida, eso puede
volver a las relaciones tanto ms difciles cuanto que, siendo el anlisis, por
definicin, algo relativamente esotrico (por otra parte, de ningn modo
quiero decir que eso sea por culpa de los psicoanalistas), los mdicos estn
tanto ms excluidos de ste. Quiz la experiencia de la Sra. Raimbault responde precisamente a este problema, en la medida en que es un xito.
Sr. LACAN Estoy muy contento por la intervencin del Sr. Wolf.
Ocurra lo que ocurra con mi inconsciencia, hay que emplear esa palabra en el sentido corriente del trmino, y no es del inconsciente freudiano que se trata, es siempre una gran inconsciencia servir as una
tajada ms o menos transversal de algo que requiere ser expuesto con
todo tipo de escalonamientos.
19
*a veces*
20
En este punto, LEF seala: Aqu, una nueva intervencin permite a Jacques
Lacan otra respuesta. La nueva intervencin, que PTL tampoco reproduce, es
la que sigue, del Sr. Wolf.
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en todo caso no por m, asistir a lo que sera exagerado llamar mi curso, sino a mis comunicaciones y a mi seminario. 22
22
de la
ESCUELA FREUDIANA DE BUENOS AIRES
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Anexo 1:
FUENTES PARA EL ESTABLECIMIENTO DEL TEXTO, TRADUCCIN
Y NOTAS DE ESTE TEXTO DE LACAN 23
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