La Fe Explicada
La Fe Explicada
La Fe Explicada
TEOLOGIA
PARA NUESTRO TIEMPO
La fe explicada
III
Edicin
SAN PABLO
'
J . -
Ttulo original:
L A IDENTIDAD D E LOS LAICOS
Edicin autorizada por SAN PABLO COMUNICACION SSP
Madrid (Espaa), a E D I C I O N E S PAULINAS, S.A. D E C.V. (Mxico)
INTRODUCCIN
.U.'J
Puede imprimirse
Guillermo Gndara E .
Provincial de la Sociedad de San Pablo
Mxico, D.F. 10-1-1996
Nada obsta
Victoriano Cira P.
Censor
Mxico, D.F. 15-1-1996
Primera cicin, 1 9 %
3'edicin, 2(K)0
HACE YA bastantes aos, cuando termin los estudios teolgicos, tuve la tarea de ensear religin en un par de centros y tuve que redactar unos apuntes con los que impartir
las clases. A l poco tiempo emprend la tarea de la enseanza
en una facultad de teologa, por lo que hube de dedicarme a
ella de otra forma, compaginndola con la investigacin. No
dej, sin embargo, el trabajo pastoral con los jvenes, que
todava mantengo.
Y justamente ahora me piden redactar una obra que sirva
de manual de catcquesis o enseanza de religin al tiempo
que de libro de teologa para seglares y sacerdotes. Me veo,
pues, en la tarea de aunar en una obra la teologa y la pedagoga adecuadas.
Se me ha pedido sintetizar la fe y la moral suministrando
ideas claras y fundamentando las certezas de la fe, pero
hacindolo al mismo tiempo con un mtodo fronterizo, es
decir, un mtodo que tenga en cuenta la sensibilidad moderna e, incluso, las objeciones que el hombre moderno pone a
la fe. No es fcil hacerlo, no slo porque requiere un conocimiento a fondo de toda la teologa, sino porque a veces se
tiene que usar un mtodo que no deja de ser arriesgado.
El mtodo de la teologa tiene que ser deductivo, en el
sentido de que toma los datos de la fe de la Sagrada Escritura y la tradicin, pero usaremos tambin el mtodo inductivo
en la medida de lo posible: trataremos de dialogar con la
mentalidad moderna. Sabemos que la modernidad no puede
ser la clave del discernimiento de nuestra fe, pero s se puede pedir a la teologa que se haga con sensibilidad moderna.
5
SIGLAS
CEC
CFT
Ce
DS
DV
GS
Gaudium et spes.
LG
Lumen gentium.
PG
PL
PO
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Sacrosanctum concilium.
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PRIMERA PARTE
,.1.1
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La fe que profesamos
CAPTULO 1
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LA EXISTENCIA D E DIOS
' ! :
12
haber enterrado los ideales nobles de su juventud. Y la felicidad no se compra. Obsesionado por sus ambiciones y lleno
de estrs, comprueba que fracasa muchas veces en el amor;
en el fondo se dice que ha renunciado a lo mejor de s
mismo, a sus ideales de juventud y confiesa que su vida est
vaca.
Y, qu hace cuando sospecha de su enorme vaco interior? No tiene otro recurso que no pensar, para no enfrentarse con l. Ese es el hombre moderno: lo tiene todo desde el
punto de vista material, pero con un vaco interior que raya
en la angustia y la depresin, por lo que trata de no pensar y
vivir en la experiencia del momento.
Nadie como V. E. Frankl ha dado con la clave del hombre moderno'. Relacionado con Freud, de la misma ciudad
que l (Viena) y judo como l, ha descubierto que la dimensin ms profunda del hombre no es el sexo, como pretenda Freud. El sexo es una dimensin importante del hombre qu duda cabe, pero la dimensin ms profunda del
hombre desde el punto de vista psicolgico es la trascendente: el hombre necesita una razn para vivir, para sufrir, para
dar lo mejor de s mismo, para morir. Y cuando carece de
esta razn, enferma; y enferma de la enfermedad tpica de
nuestro tiempo, la angustia.
En todas las pocas ha sufrido el hombre: ha sufrido de
peste, guerras, hambre o fro. Estas enfermedades han sido
ya superadas en gran parte, pero la enfermedad de hoy es la
angustia, el inmenso vaco que el hombre actual lleva en el
fondo de su corazn.
La felicidad deca V. E. Frankl no se puede buscar
nunca directamente; slo puede venir como consecuencia de
haber entregado lo mejor de nosotros mismos por una causa
noble. El hombre est equivocado respecto de la felicidad:
la quiere comprar, y resulta que es consecuencia de dar lo
mejor de s mismo por un ideal noble. Como carece de ideales para dar lo mejor de s, se cierra por ello a la posibilidad
de la felicidad. Oa decir a un matrimonio cristiano: El
' V. E. FRANKL,
FizzoTTi, De Freud a
13
14
Confesiones
V I , 6,9.
15
mismo?, cul es su origen y su meta? Son preguntas insoslayables. Por eso deca Pascal que slo hay dos clases de
personas coherentes; los que gozan de Dios porque creen en
l y los que sufren porque no le poseen.
Es cierto que estos interrogantes, en s mismos, no son
una prueba de la existencia de Dios. Si de la bsqueda de
sentido por parte del hombre concluyramos que Dios existe, llegaramos a l como postulado. Por lo tanto, es preciso
dar certezas racionales de que Dios existe; no nos basta el
deseo de Dios. Sin embargo, este deseo de sentido ltimo,
este interrogante sobre la vida y la muerte que lleva en s
mismo el hombre de todos los tiempos, es el planteamiento
adecuado al problema de Dios: el problema de Dios tiene
sentido para el hombre, pero no podremos demostrar con
ello la existencia objetiva de Dios. De un deseo no nace la
certeza de la existencia de la realidad deseada. Ese deseo en
el fondo no es una prueba de que el infinito existe, sino de
que el hombre tiende al infinito.
h' . '
',
'
16
YEPES,
17
' Cf J. A .
SAYS, Ciencia,
,,
'
Corresponde a la quinta va de santo Toms. Es la ms accesible al sentido comn y, tambin, la que ms abundantemente ha sido utilizada en la historia del pensamiento humano. Scrates, Cicern y Sneca la emplearon.
Cmo podemos admitir que el orden increble que existe en nuestro mundo, en los planetas, las galaxias, los animales, el hombre, pueda ser producto del azar? M. Planck
deca a propsito del orden de este mundo: Lo que nosotros tenemos que mirar como mayor maravilla es el hecho
de que la conveniente formulacin de esta ley produce en
todo hombre imparcial la impresin de que la naturaleza
estuviera regida por una voluntad inteligente^.
A pesar de lo concluyeme de esta prueba, no faltan quienes cuestionan su validez apelando para ello a cuestiones
como el clculo de probabilidades y usando un concepto
equvoco de casualidad. El concepto de casualidad puede
hacer referencia al orden, y este orden puede ser convencional u objetivo.
Orden convencional es el que nosotros hemos convenido
llamar orden. Podramos haber hecho la colocacin de otra
forma. Cabe que un orden as se explique por azar? Es
posible que, echando al aire las veintiocho letras del alfabeto, recortadas en cartn, caigan ordenadas? Existe sin duda
" M. PLANCK, Religin und Naturwissenschaft, Leipzig 1942, 24.
19
la posibilidad terica de que salgan ordenadas, aunque prctic^amente es muy difcil. En este tipo de orden, por lo tanto,
cabe hacer un clculo de probabilidades.
En el orden objetivo, por el contrario, no es posible dicho clculo, es aquel que tenemos cuando elementos de suyc)s dispares y que no dicen relacin intrnseca entre s, estn sin embargo unidos de forma estable y permanente para
realizar una funcin compleja como puede ser la visin en
el ojo.
Ahora bien, en este orden encontramos una funcin, un
proyecto, una idea: la visin. Y all donde hay una funcin,
uii proyecto, una idea, necesariamente tiene que haber una
inteligencia que lo haya pensado.
Se podra recurrir a la teora de la evolucin diciendo
que los proyectos que encontramos en la vida vegetal y animal son fruto de la misma, consecuencia de un largo proceso que ha culminado en ellos. Ciertamente no hay inconveniente para un catlico en aceptar la teora de la evolucin
por lo que respecta al cuerpo humano. Pero una cosa es
afirmar el hecho de la evolucin, que muchos cientficos
aceptan, y otra que se haya logrado encontrar los factores
ltimos que la expliquen.
Nadie recurre ya hoy en da a la teora de Darwin que
explicaba la evolucin de las especies por la adaptacin selectiva de los animales al medio ambiente. Se conoce la
existencia del cdigo gentico (algo que Darwin desconoca) y se sabe que se mantiene inalterable, de modo que por
seleccin natural slo se podran explicar factores secundarios de las especies.
Hacia finales de 1930 se formula, por ello, el neodarwinisnio, tambin conocido como teora sinttica, la cual combina las mutaciones genticas al azar con la seleccin natural. Es la teora mayormente seguida hoy en da': en el
proceso de reduplicacin de los genes, hay mutaciones
genticas que surgen al azar y de las que, una vez logradas,
la seleccin conserva las tiles y elimina las dems.
del evolucionismo,
Madrid 1991*.
F. C R I C K , /e i / s W / N u e v a York 1981. i . V i
21
3.2.
Prueba de la contingencia
Hasta ahora hemos concluido la necesidad de una inteligencia ordenadora; ahora, con la prueba de la contingencia, llegamos a saber que esa inteligencia es creadora, pues esta
prueba parte del hecho de que los entes de este mundo, en
cuanto entes, no tienen en s mismos la explicacin de su
ser.
Esta prueba es ms metafsica que la anterior, pues mientras aquella parta de un orden que es experimentable, esta
parte de la consideracin de que los entes de este mundo, en
cuanto tales, no tienen en s mismos la explicacin ltima
de su existencia, y necesitan de una causa que se la haya
dado.
Antes de entrar en el ncleo de la prueba, aclaremos los
trminos que vamos a utilizar: un ser contingente es el que
no tiene en s mismo la razn de su existencia, es decir, que
existe de hecho, pero no por derecho propio. Existe, pero
poda no haber existido. Existe porque ha recibido de otro la
existencia.
Ser necesario es aquel que existe porque tiene en s mismo la razn de su existencia, existe sin haber recibido de
otro la existencia y, en consecuencia, existe siempre, sin
principio ni fin, sin depender nunca de nada ni de nadie. E l
ser necesario no puede recibir de otro la existencia pues, si
la recibiera, ya no existira necesariamente.
Es claro que el ser contingente, por definicin, necesita
de un ser necesario para existir; sin el apoyo, sin la nodriza
de este ser necesario, no podra mantenerse en la existencia.
El ser necesario, por el contrario, como no depende de nadie
y tiene en s mismo la razn de su existencia, puede existir
sin seres contingentes. Estos deben su existencia al ser necesario, causa de ellos; el ser necesario, en cambio, no debe
su existencia a nadie.
Un ser contingente no se puede explicar por otro contin'
r-
23
gente ni por una cadena de contingentes, pues toda la cadena quedara en ltimo trmino sin explicacin; y ta explicacin tltima de un ser contingente, o de una cadena de contingentes, es el ser necesario. Evidentemente, de existir este
ser necesario, sera Dios, creador de todos los contingentes.
Evidentemente, todo io que comienza a existir es contingente, pues recibe de otro !a existencia. Todo lo que termina es tambin contingente, pues si tuviera en s la razn
de su existencia, no dejara de existir. Son, pues, contingentes los hombres y los animales.
Para probar la contingencia de este mundo, partimos de
su finitud, demostrando que ser finito es igual a ser contingente. Todos los cientficos aceptan la finitud de este mundo cada vez ms mensurable, pero adems es un hecho evidente dado que, al estar compuesto de partes materiales, da
una suma tambin finita, pues la suma es siempre finita.
Asimismo, este mundo, al estar compuesto de partes materiales, da un resultado tambin parcial. Donde hay partes, el
resultado nunca ser infinito.
El ser infinito coincide con el ser necesario porque, si
tuviera en otro la razn de su ser, tendra una dependencia,
y toda dependencia es una limitacin imposible en un ser
infinito. A su vez, el ser necesario coincide con el infinito,
pues, al tener en s mismo la razn de su ser y de su obrar,
no puede tener limitacin alguna. No puede obrar para recibir perfecciones de las que carezca, porque si as lo hiciese,
obrara necesitado de algo, obrara por necesidad, y ello no
es posible en quien tiene en s la razn de su ser y de su
obrar. Si el ser necesario obrase para recibir algo, sera dependiente, dependera de algo extrnseco a l, y esto no es
posible en quien tiene en s la razn de su ser y de su obrar.
El ser necesario, porque existe necesariamente, existe sin
necesidad de nada, y no obra para recibir algo. No hay nada,
pues, de lo que el ser necesario carezca, es infinito. Infinitud, por supuesto, no significa una dimensin espacial, sino
plenitud de ser, es una condicin metafsica.
As pues, el ser infinito coincide con el necesario y el
necesario con el infinito. Pero si esto es as, el ser finito
coincide con el contingente y el contingente con el finito.
24
'
'
les que hay en el ser humano que nos hace postular la existencia del alma.
El hombre tiene un conocimiento por el que percibe las
manifestaciones sensibles de las cosas; pero al mismo tiempo trasciende dicho conocimiento, puesto que percibe con
su inteligencia la realidad en cuanto tal y dice: ah hay una
realidad. Este tipo de conocimiento va ms all de lo sensible y lo trasciende.
Cuando el hombre afirma que percibe una realidad, lo
hace con una intuicin intelectual que prescinde en ese momento de toda nota sensible que configure dicha realidad.
Es un conocimiento abstracto (abstrae de la materia) o espiritual, base de todo conocimiento intelectual. A partir de la
captacin de lo real en cuanto real es como el hombre forma
los dems conceptos abstractos. Conceptos como ser, verdad, bondad, belleza, persona y vida, no tienen nada de materiales.
Debe haber, por lo tanto, en el hombre un principio que
sea capaz de formar tales conceptos. Son conceptos que no
tienen nada de extensin, de mensurable. En ellos no se
puede distinguir una parte derecha y otra izquierda, prescinden de cualquier medida y estn ms all del tiempo y del
espacio. La bondad como virtud no es de ayer ni de hoy, ni
de aqu ni de all.
Los animales no llegan al aprendizaje como tal, pues es
un hecho espiritual que se realiza mediante la abstraccin.
Por ello todo lo que el hombre aprende no lo transmite a sus
hijos por la generacin. En cambio, todo lo que el animal
conoce por instinto se comunica en los genes; no as lo que
ha aprendido por adiestramiento, que se basa slo en asociacin de imgenes y sensaciones, y no lo podr transmitir
consciente y voluntariamente a sus descendientes. Ha sido
un aprendizaje pasivo, un adiestramiento (por asociacin de
imgenes y sensaciones), no aprendizaje por el camino de
una inteligencia, de la que carece.
El ser humano utiliza el smbolo de una palabra con el
fin de designar con ella una realidad concreta. En este lenguaje la palabra es smbolo de la cosa significada. La palabra es material, pero su significado es espiritual.
2fi
27
4.
Me permito decir que ninguna otra explicacin es sostenible; ni la unicidad gentica con su fantsticamente imposible lotera, ni las diferencias ambientales que no determinan
la unicidad de cada uno, sino que meramente la modifican.
Esta conclusin tiene un significado teolgico inestimable. Refuerza fuertemente nuestra creencia en el alma humana y en su origen prodigioso por creacin divina. Se reconoce no slo el Dios trascendente, el Creador del cosmos, el
Dios en el que crea Einstein, sino tambin el Dios amoroso
al que debemos nuestro ser".
El deseo de inmortalidad que hay en el hombre no es por
s solo una prueba de la inmortalidad del alma. Es un signo,
pero no una prueba (un deseo no es una prueba); a no ser
que el razonamiento lo llevemos hasta el final, es decir,
hasta demostrar que tal deseo surge de un alma espiritual,
pues entonces fundamos el deseo en la ontologa del alma.
Conclusin
29
PARA H A C E R L O V I D A
Preguntas para el trabajo en equipo
1) Crees que el ser humano puede llegar a no sentir
inquietud alguna por el problema de la existencias
de Dios?
2) Cules son los motivos que conducen hoy al agnosticismo?
3) Hay argumentos convincentes de la existencia de
Dios?
4) Podemos tener certeza de la existencia del alma?
5) Puede entenderse la dignidad espiritual del hombre sin la existencia de Dios?
Bibliografa
ARTIGAS M . ,
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30
33
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CAPTULO 2
REVELACIN: DIOS S E C O M U N I C A
E L HOMBRE puede conocer la existencia de Dios por medio de su razn, pero sigue preguntndose: Si Dios existe,
por qu no se comunica? Por qu no nos dice cul es el
sentido de la vida, del mal, del dolor? Por qu no nos habla
del ms all?. Son tantos los puntos que el hombre no
puede aclarar por s mismo! Y, al abrir los ojos, ve un panorama de religiones diversas que pretenden tener la verdad.
Qu garanta tenemos de que haya una religin que responda
a la intervencin misma de Dios? Todo cambiara si, en medio de las tinieblas, tuvisemos la misma luz de Dios.
1.
Ll.
No es nada fcil definir el hinduismo, pues es ms un conjunto de religiones que una religin propiamente definida.
Carece adems de una ortodoxia que nos pueda permitir definirlo perfectamente. Adems, ha ido acumulando experiencias e influjos de otras religiones a lo largo de la historia.
Dentro de l existen corrientes filosfico-religiosas como la
samkya, mimamsa y vedanta y existen tambin en l corrientes testicas populares como son el visnuismo, el sivasmo y
el saktismo.
Hablando de hinduismo en general, podramos decir que
naci cuando los arios llegaron a la India en el segundo
milenio antes de Cristo, acercndose a la cuenca del Ganges,
donde se instalaron definitivamente.
35
.2.
Budismo
'
en A A . V V . , El Dios cristiano.
Salamanca 1 9 9 2 ,
204.
87
Buda prescindi de lo divino; por ello se califica al budismo de religin agnstica en cuanto que margina a Dios.
Propiamente, carece de oracin de peticin, de oracin que
le relacione con un ser divino diferente.
El budismo niega la existencia real de la persona: no
admite la existencia del alma humana (ib).
A l carecer de una nocin personal de Dios, carece tambin del concepto de pecado como violacin del amor. Es,
ms bien, una doctrina de la liberacin humana, realizada
por las propias fuerzas. La salvacin se busca prcticamente
en la pura interioridad, de modo que el mal del mundo sigue
fatalmente presente en el exterior. Se concibe la eternidad
no como expansin de la persona, sino como una absorcin
en el todo.
A Buda nunca le consideraron Dios sus seguidores. El
propona un camino de perfeccin que cada uno poda seguir con sus propias fuerzas e independientemente de l.
Pero en la historia del budismo posterior se dio una evolucin, particularmente en el llamado Mahayana o gran vehculo, en el cual a Buda se le considera un ser csmico, ms
o menos divinizado. La salvacin se logra aqu con la ayuda
de otros nuevos Budas o seres iluminados. Entre estos adquiere un relieve especial Amida. Se trata de un Buda a
quien se implora con verdadera devocin (ib).
1.3.
Islam
38
Haggad introducida en Arabia por tribus judas^ y el cristianismo lo conoci por medio de sectas arrianas y docetas
refugiadas en Arabia^.
El islam nace en Arabia a principios del s. V I I de nuestra
era, cuando Mahoma, sintiendo la llamada a predicar el monotesmo entre los suyos, comienza en La Meca su propaganda. Islam, significa obediencia, sumisin (a Dios:
Al).
Mahoma haba nacido en un ambiente politesta y defendi el ms absoluto de los nonotesmos. Apelaba a las visiones que haba recibido del mismo Dios, al tiempo que por
ellas pretenda ser el culmen de las revelaciones que Dios
haba hecho desde Abrahn hasta Jess. El gran tema de la
predicacin de Mahoma en La Meca es la conversin a Al,
Dios nico, creador y remunerador. Admite tambin la fe en
la resurreccin, el juicio final, el paraso y el infierno. l es
el profeta de Al. Admite que Dios ha hablado por medio de
Abrahn, los profetas y el mismo Jess, pero segn l los
judos y cristianos han corrompido la verdadera religin,
que l viene a restaurar definitivamente (Corn 2,130-141).
La novedad del islam respecto del cristianismo consiste,
ms bien, en la negacin de algunos misterios. De Jess, a
quien el Corn considera un profeta extraordinario, nacido
de la Virgen Mara (3,47), niega que haya muerto realmente
en la cruz (4,157 y 171) y que sea realmente Dios, afirmando que Jess profetiz la venida de Mahoma (61,6). Lo que
se ha conservado de la predicacin de Mahoma se halla en
el Corn, que es la compilacin de fragmentos conservados
por escrito o de memoria por sus primeros compaeros.
Los deberes religiosos del islam son reconocer a Al,
recitar cinco veces al da una oracin en direccin a La
Meca, limosna, ayuno en el mes del ramadn y peregrinacin
a La Meca, al menos una vez en la vida. Los musulmanes
tienen los viernes una reunin religiosa en la mezquita. La
msica y las imgenes quedan prohibidas en el culto. La
poligamia es permitida.
* L . R U B I O , Islam, en A A . V V . , El Dios cristiano,
Mb, 463.
739.
39
2.
Dios, efectivamente, ha hablado. De hecho, ha rolo el silencio y las tinieblas con la luz de su palabra. Vio los caminos
tortuosos que segua el hombre para encontrar la verdad y
se decidi a hablar, tendindonos su mano providente.
* Corn
45,25.
40
17,90-94; 21,5;
1 8 , 9 5 ; 25.8-11;
-
'
2.1.
Vocacin de Abrahn
'
'
41
Abrahn crey en Yav, el cual se lo reput por justicia (Gen 15,6). Esta es la maravilla, y Dios considera su fe
como un acto de justicia, es decir, como un acto de santidad, por lo cual Abrahn pasar a la historia como el tnico
hombre del que el Antiguo Testamento dice que era amigo
de Dios (Is 41,8).
A Abrahn y a su descendencia promete Dios la tierra,
pero le promete, al mismo tiempo, algo ms importante: ser
su Dios y el Dios de los suyos (cf Gen 17,2-8). El rito de la
circuncisin ser la seal de esta alianza con Dios (cf Gen
17,11-14), de esta pertenencia de Israel a Dios, que ha comprometido su fidelidad con los descendientes de Abrahn.
Sin embargo, llega para Abrahn la segunda prueba: Dios
le pide sacrificar a Isaac, al hijo de la promesa que ha nacido milagrosamente de Sara estril. Se viene todo abajo?
Se aparta Dios de su fidelidad? Abrahn obedece, cree y
responde de nuevo a la llamada de Dios (cf Gen 22,1-14),
confirmndose como padre de todos aquellos que confan en
Dios hasta el fin y a pesar del curso adverso de los acontecimientos, nuestro modelo en la fe (Heb 11,17-19).
2.2.
Paso del
mar^B^^'
A la llamada de Dios a Abrahn sigue una nueva intervencin de Dios: va a consolidar su descendencia como pueblo
elegido por medio de una alianza que, esta vez, ser hecha
con todo el pueblo.
Los descendientes de Abrahn, por diversas vicisitudes,
haban tenido que emigrar a Egipto. Por la historia sabemos
que tribus empujadas por el hambre y la sequa emigraban a
la frtil tierra del Nilo. Los israelitas vivan en Egipto, pero
el sello de su vocacin les impeda asimilar las costumbres
de los egipcios. Eran sometidos a trabajos forzados y comenz por primera vez en la historia el dolor de este pueblo. Eran empleados como esclavos en la construccin de
las ciudades de Pitn y Ramss. como relata el xodo (cf
x 1,11). Nos encontramos en el reinado de Ramss I I (12901223 a.C.). Y el clamor de los israelitas llegaba hasta Dios.
42
43
Es cierto que muchas de esas plagas constituyen feninfinos naturales de las orillas del Nilo. Sin embargo, es preciso
adiinnfWrTTramTsacin l u i l a g i o a ^ Dios ante su pueblo
en la utilizacin de esos fenmenos en cuanto a la poca,
duracin e intensidad de los mismos^ pues de otro modo no
se entiende que tales fenmenos pudieran impresionar al faran y a los suyos, as como a los mismos israelitas que
aceptan a Moiss como el representante de Yav. El pueblo
judo cree en Yav y en Moiss su servidor a causa de los
prodigios que ha visto (Ex 14,31).
- n El paso del mar Rojo debi de tener lugar en una lengua
de mar, en un momento en el que las aguas se retiraban por'
ete'cfo de una marea baja acentuada por un viento solano,
rovocado por Dios'.
Este acontecimiento, comenta A. Richardson, es el acontecimiento decisivo del AT, como lo es la resurreccin de
Cristo en el NT: Sin el milagro del mar Rojo no habra
existido una religin yavista, ni un Israel, ni un Antiguo
Testamento^.
L a f e d e s r a & l nace de estas intervenciones poderosas de
Dios en su historia: Algn dios intent jami venir a bsuuiitu una uJCtrTcle en medio de otra nacin por medio de
pruebas, seales, prodigios y guerra, con mano fuerte y tenso brazo, por grandes terrores, como todo lo que Yav vuestro Dios hizo con vosotros, a vuestros mismos ojos, en Egipto? (Dt 4,34).
A veces se suele decir, infundadamente, que el pueblo
judo no tiene una concepcin del milagro como signo que
supera la capacidad natural del hombre o la criatura. Pero
los hebreos usan, para hablar del milagro, el trmino ifla't
(signo imposible para el hombre).
En el AT los judos piden pruebas a los profetas que se
presentan como enviados de Dios. Moiss, por ejemplo, pide
y obtiene de Yav el signo que le probar a l mismo que
* C f A . C o L U N G A - M . G A R C A C O R D E R O , Biblia
424ss.
' Ib, 463.
'
" A . RICHARDSON, Las narraciones
44
evanglicas
comentada
I , Madrid
1977,
45
Alianza
Aqu comienza la vocacin de Israel como pueblo. El pueblo de Abrahn se forma como pueblo cuando sale de Egipto y camina, atravesando el mar Rojo, por el desierto hacia
la tierra prometida.
Este pueblo, que en Egipto llevaba una vida de esclavitud, se forma en el desierto como pueblo de Dios, convirtindose en el pueblo de su eleccin. As relata Ezequiel la
46
Mesianismo
'
48
" a i s 53,4-6.11.
49
,1.
SO
i-^'
v-.. - o . ' .
'
'
3.
53
54
Tenemos, pues, la palabra personal de Dios entre nosotros, y por ello mismo ya no hay que esperar otra revelacin
pblica de Dios'^. En Cristo, tiene el hombre, todo hombre,
la mayor, ms plena y definitiva luz sobre Dios y el sentido
de la vida. Juan Bautista, profeta de Cristo, no era l la luz
cf Jn 1,8), Cristo es la luz verdadera que ilumina a todo el
que viene a este mundo (Jn 1,9). La ley fue dada por medio de Moiss; la gracia y la verdad nos han llegado por
medio de Jesucristo (cf Jn 1,17). La revelacin definitiva ha
llegado con Cristo y termina propiamente cuando mucre el
ltimo apstol, testigo de Cristo.
Pero alguien podra preguntar con toda lgica: qu garanta tenemos de que Cristo sea Dios? Quin nos asegura
que la revelacin cristiana es un hecho histrico? Son preguntas absolutamente legtimas, e incluso imprescindibles.
El cristianismo no es una filosofa o una gnosis, sino la
intervencin histrica de Dios por medio de su Hijo para
salvar a la humanidad, y es lgico que nos interesemos por
el hecho histrico de Cristo. De momento vamos a ver las
dimensiones de la revelacin cristiana y la naturaleza de la
.i .
55
56
TVansmisin de la revelacin
Indudablemente, Cristo no mand escribir su mensaje, sino
que quiso predicarlo por toda la tierra, haciendo discpulos
suyos (cf Mt 28,19-20). En un principio la Iglesia no pens
en ponerlo por escrito. Es hacia el ao cincuenta cuando
Pablo escribe sus primeras cartas, y los evangelios sinpticos
no sern escritos hasta el ao setenta, siendo el evangelio de
Juan el ms tardo, hacia el ao cien.
Por ello es preciso caer en la cuenta de que la tradicin
(entendida no slo como transmisin oral, sino como la vida
57
toda de la Iglesia en su predicacin, misin, liturgia, organizacin, etc.) es anterior a la Sagrada Escritura. Es ms, se
podra decir que el Nuevo Testamento ha nacido del seno
mismo de la tradicin y que no se puede por ello desvincular de la misma.
Adems, Cristo dej a los apstoles y a sus sucesores el
encargo de ensear su palabra con autoridad y la garanta
del Espritu Santo prometido. Por tanto. Sagrada Escritura,
tradicin V magisterio son tres realidades que no se pueden
separar
Pe Verbutn KTj^ La interpretacin autntica de
la palabTa de UiOl (que sil jios ha transmitido por la Sagrada
Escritura y la tradicin) corresponde al magisterio, y toda
interpretacin individual de la misma habr de hacerse en el
seno de la Iglesia y bajo la gua de la autoridad del magisterio.
Alguien podra pensar, sin embargo, que esta mediacin
de la tradicin y, sobre todo, del magisterio, podra entorpecer la experiencia directa y viva de la palabra de Dios. J. J.
Rousseau, el pensador de la Ilustracin, sola decir: Cuntos mediadores entre Dios y yo!^'. Es el problema permanente de la mediacin de Dios y el hombre.
Esta objecin que parece haber descubierto el hombre
moderno resulta tan vieja como el cristianismo. Fue algo
que se fragu con particular intensidad con la Reforma de
Lulero y que tuvo consecuencias enormes. Lulero, atormentado por su experiencia personal de angustia ante el temor
de su condenacin, entendi que el hombre est totalmente
corrompido por el pecado original y que por ello no es capaz de guardar los mandamientos. El hombre se salva slo
por la fe en Dios". As, Dios, con su misericordia, disimula
sus pecados y le cubre con ella, aunque no lo transforma
interiormente.
Pero, a partir de este principio, entendi Lulero que la
razn humana, como todo lo humano, est tambin corrompida y que toda mediacin humana es por ello mismo fuente
^' J. J. ROUSSEAU, La profession de fot du Vicar Savoyard, en Oeuvres I I ,
P a r s 1856-1863, 1,4,89.
El justo vive de la fe ( R o m 1,17).
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A
58
de corrupcin. Por ello busc interpretar la Sagrada Escritura sin mediacin alguna (libre examen), defendiendo una
interpretacin individual.
Qu sucedi? Que la palabra de Dios qued sometida,
en adelante, al subjetivismo individual, siendo as inalcanzable en su verdad objetiva y universal.
El magisterio de la Iglesia, instituido por Cristo y dotado
de la asistencia del Espritu Santo, es la garanta de la autntica interpretacin de la Escritura. El cardenal Newman, convertido al catolicismo, calificaba de institucin providencial el magisterio de la Iglesia que haba recibido de Cristo
la misin de mantener la verdad en todo tiempo".
Inspiracin de la Biblia
59
La objecin es absolutamente legtima, pero tiene tambin una respuesta clara: antes de creer en la inspiracin de
la Sagrada Escritura (de la que me habla la Iglesia) es preciso saber si lo que narra esa misma Escritura es, histricamente hablando, cierto o no. Antes de creer en la inspiracin, es preciso tener claro desde el punto de vista histrico
que Jess existi y que era el hijo de Dios. En esta aproximacin histrica podemos usar la Sagrada Escritura, pero
sin dar por supuesto que est inspirada, sino simplemente
como fuente de informacin histrica que debemos analizar
con criterios histricos.
Para fundamentar la fe, se puede hacer un estudio de lo
que dicen los evangelios sobre Cristo y la Iglesia desde un
punto de vista histrico-crtico y, una vez que tenga claro la
existencia de Cristo, su divinidad y la fundacin de la Iglesia, asumir ya la inspiracin de la Escritura de la que habla
la Iglesia.
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ibliografa
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60
61
PARA H A C E R L O V I D A
misma personalidad del hombre en una salvacin impersonal, deja insatisfecha en el fondo la exigencia de la salvacin como amor interpersonal entre Dios y el hombre,
entre todos los hombres, incluso.
Ni en el hinduismo ni en el budismo existe el concepto
de un Dios personal. La salvacin consiste en ellos en el
desprecio e indiferencia ante el mundo que consideran negativo. Muy diferente es la concepcin positiva que el cristiano tiene del mundo como creacin de Dios. El Dios del
islam, por su parte, es el Dios fuerte y omnipotente, pero no
es el Dios de la misericordia y del amor, el Dios que comparte el mal con el hombre en el mundo y lo salva por su
Hijo.
Si ese Dios personal se ha manifestado en la historia, es
preciso que se haya dado a conocer como tal. Si alguien
pretende tener una revelacin de Dios, ha de darnos garanta
de esa revelacin. Si Dios entra en la historia, es preciso
que se presente como tal ante los hombres.
Y, en este sentido, en el AT, junto con la idea ms pura y
trascendente de Dios, encontramos los signos de la intervencin divina, pero todos estos signos tienen adems una clara
direccin, en cuanto que todo el AT es una clara profeca
sobre Cristo. El judo Rafael Stern era uno de los poetas
judos ms conocidos de Israel. Superviviente del campo de
concentracin de Auschwitz, haba dado toda su vida a la
causa de su pas y diriga un hotel. Tuvo dudas sobre su
propia religin, la juda, y se tom unas vacaciones en las
orillas del lago de Tiberades, para leer a fondo los profetas.
La providencia hizo que se llevara tambin unos evangelios.
Cuando termin de leerlos, saba que era cristiano. Todo lo
([ue l conoca del AT desembocaba en Cristo con la misma
naturalidad que desemboca un ro en el mar. No hay otra
.salida para el AT. Sin Cristo queda truncado, porque no es
otra cosa que la pedagoga de Dios que conduce a la revelacin en su Hijo.
Habr que pedir, por tanto, a Cristo que nos d las credenciales de su misin, el signo que le acredita como hijo de
Dios en persona. De momento, nos encontramos en medio
(te una tradicin, la cristiana, que nos ha engendrado en la
63
'
.i.
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CAPTULO 3
CREACIN
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V"
1.
Creados en Cristo
El Dios que ha creado todo es un Dios que quiere comunicar al hombre su intimidad. La creacin se presenta en la
64
65
2.
Las criaturas
^ . ,,
En virtud de la creacin, toda realidad tiene una consistencia propia por la cual se diferencia de Dios, al tiempo que
sigue recibiendo de l su ser. La criatura en tanto existe en
cuanto que en lodo momento est ligada a Dios creador por
' C f E f 1,4-5.10.
^ E n hebreo kabod (gloria) es el peso de Yav que se derrama y comunica.
^ S A N IRENEO, Adv. haer. 4,20,7.
66
68
3.
La creacin y la ciencia
<
X I I , en Humani generis, dice sobre dicha teora: El magisterio de la Iglesia no se opone a que el tema del evolucionismo, en e! presente desarrollo de las ciencias humanas y
de la teologa, sea objeto de investigaciones y discusiones
de peritos en uno y otro campo. Siempre, desde luego, que
se investigue sobre el origen del cuerpo humano a partir de
una materia ya existente y viva, porque la fe catlica nos
obliga a mantener la inmediata creacin de las almas por
Dios (DS 3896).
,
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La mujer es de la misma dignidad que el hombre: esto
es lo que significa el gnero literario de la costilla sacada
del costado de Adn. La mujer no es un ser inferior, como
se poda pensar en aquellas culturas.
La persona fue creada de hecho en amistad con Dios,
es decir, en gracia, con una armona interior perfecta y exento
de la muerte (cf CEC 374-378). De la afirmacin de que la
creacin ha tenido lugar en Cristo se desprende que el primer ser humano fue creado de hecho en gracia. Esto es lo
que significa la imagen del paraso. El paraso no es un
jardn concreto que se pueda encontrar en Oriente.
, ,
La Biblia no pretende, pues, hacer afirmaciones de tipo
cientfico (a eso no conduce la revelacin de Dios), aunque
s nos ensea verdades sobre Dios y el hombre vlidas para
todos los tiempos y en medio de un ropaje literario (gnero
literario) que ya no es el nuestro.
La ciencia experimental tiene, pues, una autonoma sin
ms lmites que la defensa propia del hombre y de la moral,
siempre al servicio del hombre y controlada por los principios morales.
4.
La providencia de Dios
71
PARA H A C E R L O V I D A
'
Bibliografa
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72
M.,
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1
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1.
74
CAPTULO 4
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PECADO ORIGINAL
1.
76
2.
77
conoce como literatura sapiencial, a la que preocupaban temas como la felicidad del hombre y el sentido de la vida.
Lo que el autor se pregunta es cmo se explica todo el mal
que existe en el mundo y que hace clamar al cielo, porque
sabe que no puede venir de Dios.
/
El autor, bajo la inspiracin de Dios, deduce que el mal
ha venido al mundo como consecuencia de un pecado cometido en los orgenes que tuvo una importancia decisiva. El
relato del Gnesis pertenece al gnero etiolgico (que busca
la causa). No es que el autor bblico haya conocido directamente lo que ocurri o que !e llegara por transmisin oral,
sino que hace una reflexin, sin duda inspirada por Dios.
El pecado de Adn no consisti en coger una manzana.
En el Gnesis no se habla de manzana (que surgi en la
teologa del s. X I I ) . El pecado del primer hombre consisti
en un acto de orgullo y rebelin contra Dios, en cuanto
pretendi determinar, por s solo y al margen de Dios, el
bien y el mal, pues esto es lo que significa la prohibicin de
comer del rbol de la ciencia del bien y del mal.
Se podra preguntar si no se tratara aqu, como en los
otros gneros literarios, de una representacin simblica de
lo que es todo pecado humano. Sin embargo la intencin del
autor sagrado es narrar una causa histrica que explique lo
que ocurre a la humanidad.
Es cierto que el nombre de Adn viene de adamah (tierra, ser sacado de la tierra) y significa el ser humano (es
un singular colectivo). Pero, como comenta L . Ligier, Adn
por s solo era todo el gnero humano y no necesitaba otro
nombre para distinguirlo personalmente. Tiene, por tanto, el
valor de nombre propio, como aparece en el libro de Job
que le llama el primero de los hombres (Job 15,7). Ya en
Gen 5,2-3 aparece Adn como nombre propio: Le dio el
nombre de hombre (Adn) el da que lo cre, y Adn vivi
ciento treinta aos'.
Pablo. L a Sagrada Escritura hay que leerla como una
' C f L . LiciER, Pech
1960, 165.
78
d'Adam et pech
3.
Qu ensea la Iglesia
sobre el pecado original?
79
80
5) Este pecado se borra con la cruz de Cristo, cuyos mritos se nos aplican en el bautismo, necesario tambin para
los nios en orden a borrar en ellos el pecado contrado.
Pero queda en el hombre la concupiscencia (desequilibrio
interior que afecta a las facultades tanto fsicas como espirituales).
Se trata por lo tanto de un pecado en el que el hombre
nace y que no ha cometido personalmente. Es por ello un
pecado en sentido anlogo. Pero es una alienacin de Dios,
una esclavitud, una ruptura de la comunin con Dios, una
incapacidad de amarle sobre todas la cosas, una muerte del
alma.
Aunque el primer hombre tuviera los dones que recibi
de Dios, ello no dejara huellas en ta historia. La Iglesia
nunca ha dicho que el primer hombre tuviera una ciencia
infiisa (algo defendido por la escolstica), ni que tuviera
conocimientos tcnicos sobrehumanos. La exencin de la
muerte y del sufrimiento, as como de la concupiscencia,
posedos en un corto perodo de tiempo, no pudieron dejar
nunca huella en la historia: el primer hombre fue creado en
Cristo, pero el desarrollo de la creacin estaba por hacer. El
hombre necesita a Cristo para recuperar la amistad con Dios
y la victoria sobre el pecado y la muerte! Sin Cristo el hombre termina incluso cometiendo pecados personales, pues por
la concupiscencia interior no puede cumplir todas las exigencias de la ley natural sin la gracia.
condicin, expresa que, por el hecho de ser engendrado, el hombre cae bajo
el pecado original, prescindiendo de c m o sea la causa de la transmisin. C f
J. A. SAYS, Antropologa
del hombre cado. El pecado original,
Madrid
1991, donde se demuestra que Trento lo entiende como c o n d i c i n . Por ello,
el monogenismo no est necesariamente implicado en la fe de Trento.
Es cierto que la Humani generis dijo que no vea c m o hacer compatible
U doctrina del pecado original con la teora del poligenismo ( D S 3897), pero
'tambin es cierto que no cierra la puerta a una posible inteligencia. E s claro
lor otro lado que el Catecismo de la Iglesia catlica prescinde totalmente de
a cuestin de monogenismo-poligenismo. E n cualquiera de las dos hipte*
lis, la transmisin del pecado original sigue siendo un mislerio.
81
4.
Un misterio de fe
Bibliografa
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82
83
PARA H A C E R L O V I D A
'^
85
CAPTULO
JESUCRISTO
].
De Cristo tenemos sobre todo el testimonio de los evangelios, pero tenemos tambin alguna noticia suya en fuentes
no cristianas.
Fuentes no cristianas. Encontramos fuentes no cristianas
que hablan, a principios del s. I I , de los llamados cristianos como aquellos que profesan la fe en Cristo, considerado como Dios. Entre ellas podramos citar la carta de Plinio
el Joven que, en el ao 112, escribe al emperador Trajano.
Pero de ms importancia en cuanto a las coordenadas
histricas de Cristo es el testimonio del famoso historiador
87
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Mb, X X , 9 , 1 .
89
el Cristo por
los evangelios.
Salamanca
Estos criterios han echado por tierra el viejo mito, sostenido por la escuela de Bultmann, de que la comunidad primitiva invent el ncleo de los evangelios, presentando a
Jess de forma totalmente distinta de lo que histricamente
fue.
En sntesis, la exgesis catlica no admite que la comunidad primitiva haya ejercido en el acontecimiento Jess (vida
y mensaje) una accin creadora y deformante hasta el punto
de constituir una especie de pantalla opaca que impida todo
acceso a la realidad de Jess. Opina, por el contrario, que
disponemos de criterios vlidos, crticamente elaborados, que
nos permiten escuchar, si no las "mismas palabras de Jess"
(obsesin del siglo pasado), al menos el mensaje autntico
de Jess y alcanzar unos hechos "sucedidos de verdad" que
pertenecen a Jess de Nazaret^.
2.
Orgenes de J e s s
1982.
90
91
92
1975
I.K
93
estaba en hacerlas contar de manera aislada, pues el problema consista en demostrar que los acontecimientos de la vida
de Jess eran continuacin de la vida sagrada, es decir, que
tenan un contenido divino. Esta es la razn por la que los
autores de los evangelios pusieron en relacin dichos acontecimientos de la vida de Cristo con los grandes temas del
AT'^
No es solamente Lucas el que habla de la concepcin
virginal. Lo hace tambin Mateo, que la da por supuesta.
Para Mateo el problema radica, ms bien, en mostrar que,
no viniendo Jess de Jos, pertenece sin embargo a la estirpe de David. Y lo muestra del modo siguiente: a pesar de
que afirma que Jess naci de Mara y no de Jos rompiendo el modelo de toda la genealoga, segn el cual tendra que haber dicho: Jos engendr a Jess, dice en cambio: Jacob engendr a Jos, el esposo de Mara de la que
naci Jess (Mt 1,16), Jos tom a su cargo a Jess, lo
llev a su casa y le puso nombre. Es decir, ejerci con l hi
paternidad legal. Y esto es precisamente lo que intenta dejar
claro Mateo, para mostrar as que Jess es de la estirpe de
David, pues la concepcin virginal, la da por supuesta.
La exgesis moderna lee tambin Jn 1,13 as: La cual
no naci de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de
hombre, sino que naci de Dios. La cual se refiere a hi
palabra, pues el versculo siguiente dice; Y la palabra se
hizo carne. De modo que esta y slo tiene sentido si va
en conexin con una frase anterior, tambin en singular'**.
El testimonio de los evangelios es, por tanto, unnime
(criterio de fuente mltiple); y no vale el argumento de l;i
influencia de mitos paganos (segn los cuales los dioses
conceban de mujeres humanas), pues para un israelita im
cabe imaginar siquiera que el Dios trascendente, Yav, tengii
una relacin semejante. Por otro lado, no es posible apelar
al AT como aplicacin de un gnero literario que invente l.i
}.
1
J . DANILOU, LOS evangelios de la infancia, Barcelona 1 9 6 7 , 2 4 .
'* C , Pozo, Mara en la Escrilura y en la fe de la iglesia, Madrid 197'J,
9 1 , C f I . DE LA POTTERIE, La madre de Jess y la concepcin
virginal del iiin
de Dios, Madrid 1 9 7 9 .
94
haer
3 , 2 1 (PG 7 , 9 4 6 ) .
95
96
1 9 , 1 0 ; Mi
18,12-14.
lodas las cosas. En efecto, Cristo dijo: No me habis elegido vosotros a m, sino que yo os he elegido a vosotros
(Jn 15,16). Y el telogo del amor, Juan, dice as: En esto
consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios,
lino en que l nos am primero ( U n 4,10).
La vida personal de Jess es precisamente este abandono
en las manos del Padre, en su providencia paternal. Por eso
nos pide que no andemos preocupados por el da de maana,
por la comida o el vestido, que tras todo eso andan preocupados los paganos: Buscad primero el reino de Dios y su
Justicia y todas esas cosas se os darn por aadidura (Mt
6,33).
El Reino tiene, pues, esta primera dimensin de la paternidad de Dios en Cristo. Pero, por otro lado, significa la liberacin del pecado, del sufrimiento y de la muerte, es decir, de
llis grandes servidumbres que pesan sobre la humanidad desde
cl pecado de Adn y de las que el hombre no se puede
liberar por sus propias fuerzas.
Pero Cristo no se limita, a anunciar el Reino que llega.
Mino que ! mismo se identifica con l. Hay una equivalenciii constante entre entregarlo todo por Cristo o por causa
del Reino, seguir a Cristo y aceptar el Reino'^ Con su llegailu, predicacin y milagros ha llegado definitivamente el Reino: Decid a Juan: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son curados, los muertos resucitan, los pobres son
evangelizados (Le 7,22-23; Mt 11,5).
Una idea de Orgenes expresa esto con exactitud: Cristo
es la autobasileia'^ es decir, l mismo es el Reino en
persona. Quien le acoge, quien se convierte a l, ha recibido
el Reino. Dice P. Faynel: Este es uno de los datos fundamentales de toda la predicacin de Cristo. Acceder al Reino
es sencillamente seguir a Cristo y arriesgar la vida por l. Y,
I la inversa, negarse a seguir a Cristo es perder la vida y
excluirse uno mismo del Reino^".
Los milagros de Cristo, signo y realizacin del Reino,
' " C f M I 19,29; Me 10,29.
ORGENES, In Malh. 1 4 ( P G 13,1197).
P. F A Y N E L , a / ^ / e j i o 1, Barcelona 1982, 56.
97
vienen as a efectuar en el mundo la liberacin de la servidumbre del maligno y de la muerte que comenz con el
pecado de Adn y que ahora encuentra una oposicin fundamental en la victoria de Cristo. Cristo tiene conciencia de
ello, pues se presenta frente al maligno como el ms fuerte, que encadena al fuerte y lo despoja de su poder^'.
Jess tiene conciencia de vivir un combate personal con el
maligno.
El Reino sufre todava una tensin. Ya ha llegado de hecho y a l pertenece todo el que se convierte a Cristo, pero
no ha sido todava consumado, pues lo ser cuando sea vencido definitivamente el mal con la segunda venida de Cristo
(cf Rom 8,18ss): Cristo ha roto el tiempo y ha abierto el
cielo.
El Reino implica tambin la lucha contra la injusticia
social, dado que es pecado y fruto de pecado". El cristiano
deber aceptar que desde la gracia, es decir, desde la condicin de hijo de Dios y desde la liberacin del pecado que
hemos recibido como don, deber luchar contra la injusticia
como una implicacin del Reino. Otra cosa ser aceptar que
todo logro humano en lo social sea por s mismo reino de
Dios, pues cabe una cierta realizacin de la justicia social
en medio el pecado y al margen de Dios.
Con el Reino ha llegado para el hombre la nica y definitiva oportunidad para la salvacin. De aceptar a Cristo en
este tiempo y convertirse a l depende su salvacin. Por eso
Cristo habla con un sentido de urgencia escatolgica.
Los pobres y el Reino. El estilo del Reino lo cifra Cristo
en el estilo de las bienaventuranzas. Nos limitamos slo a la
primera: Bienaventurados los pobres, porque de ellos es el
reino de los cielos (Mt 5,3), por ser la clave de las dems.
El concepto de pobre presenta una clara evolucin en el
AT". En los primeros libros hay una exaltacin de los bic-
98
to, e! evangelio debe conducir a superar las diferencias sociales entre los hombres. Jesucristo, que clama contra los
ricos que defraudan a los pobres o simplemente viven con
lujo al lado de la miseria de los otros (cf Le 6,24-26), llama
bienaventurados a los pobres porque estn en la condicin
ideal para recibir la gracia, el amor y la predileccin divina.
El rico se apega fcilmente al dinero y cae con facilidad en
la autosuficiencia, por lo que est lejos de comprender que
el amor de Dios sea el valor supremo de la vida para l.
Este es el peligro de las riquezas, que tanto seala Lucas.
Frecuentemente la riqueza es el gran obstculo para el
Reino: Ningn criado puede servir a dos seores: odiar a
uno y amar a otro; o se aficionar a uno y despreciar a
otro. No podemos servir a Dios y a las riquezas (Le 16,13).
En Lucas la advertencia a los ricos es ms fuerte y expresiva: Ay de vosotros los ricos, que ahora estis repletos, que
ahora res (Le 6,24). El pobre, en cambio, est en una situacin ideal para dejarse amar por Dios y ver en ello el
valor supremo.
Lucas sabe tambin, como Mateo, que lo importante es la
pobreza espiritual, lo que se ve, por ejemplo, en el magnficat (Le 1,48-52) y en pasajes como Le 14,11 y 18,14.
As pues, no hay diferencia esencial entre Mateo y Lucas,
si bien sealan matices diferentes. Mateo subraya, ms bien,
el aspecto de la disponibilidad para Dios. Pobre de espritu es el humilde, el que est abierto a Dios, el que se deja
amar por l. Es la infancia espiritual para entrar en el Reino
(cf Mt 18,lss), la condicin de los pequeos (cf M i 19,30).
Rico es el que descansa totalmente en s mismo, en una
seguridad proporcionada tanto por bienes materiales como
por la estima que tiene de s mismo. El rico es el que est
f lleno de s mismo, el que est ocupado en lo suyo, el que
lo sabe todo, el mayor de edad, el que tiene puesta toda
su confianza en sus dotes, en sus posibilidades, en sus criterios. Rico es el que se salva a s mismo, el que no se deja
salvar, el que no se deja amar por Dios.
Pobre de espritu, en cambio, es el que tiene un espacio
libre para recibir al Seor. Es el oprimido, el despreciado, el
recortado en sus posibilidades, el calumniado, en la medida
100
102
4.
'
103
105
106
107
121.
108
Barcelona 1975.
milagros hechos delante de todo Israel, como la multiplicacin de los panes o la resurreccin de Lzaro, que fue
comprobada por los judos de Jerusaln (cf Jn 12,18).
Adems, los evangelios fueron escritos cuando todava
vivan los contemporneos de Jess, que podran haber negado sus milagros, de haber sido falsos. De hecho nadie, ni
siquiera los enemigos de Jess, negaron que Jess realizara
prodigios. Los fariseos no los pueden negar y usan el recurso de atribuirlos al poder del diablo (cf Mt 12,26-27). Es
curioso que una tradicin juda que aparece en el Talmud
babilnico^' hable tambin de los milagros de Cristo atribuyndolos a la magia.
Pero la historicidad de los milagros de Cristo queda
garantizada no slo por el hecho de que aparecen en todas
las fuentes que componen los evangelios, sino porque, si se
les compara con los relatos helnicos de milagros, aparece
una evidente diferencia con ellos (argumento de discontinuidad).
Fue R. Bultmann el que defendi la tesis de que los realos evanglicos estaban influenciados por los relatos helnicos: lleg a decir que los milagros de naturaleza (los que
no son curaciones, como la multiplicacin de los panes) son
un calco de los helnicos.
Sin embargo, en la Vida de Apolonio de Tiana (contemporneo de Cristo, pero cuya vida fue escrita por Filostrato
en el 217, en un ambiente polmico contra el cristianismo),
los milagros que aparecen son fantasas, a veces tan pueriles
como la de una mujer que haba tenido siete partos difciles,
ln un nuevo embarazo, pide Apolonio al marido que se introduzca en la habitacin de su mujer, portando una liebre
viva atada a su cintura, y que d vueltas en torno a su cama
con ella. En un momento determinado, la soltar y as nacer el nio con toda facilidad".
Solamente encontramos en ella el caso de un milagro
serio: Apolonio resucita en las afueras de Roma a una mu^' Sanedrn 43a,
" H . CousiN, Relatos
Vm, 64.
y paganos,
Estella
109
"
Ib, 6 6 - 6 7 .
110
en K . RAHNER, Sacramenum
mundi IV.
L . M O N D E N , O.C,
1974,
604.
evanglicas
sobre milagros,
Madrid
111
de Dios sino el corazn del hombre. Cristo lo dice claramente: Si no me creis por lo que os digo, creedme al
menos por las obras (Jn 10,38).
5.
Quin es Jesucristo?
Jess conmocion a todo Israel por su palabra y sus milagros. De su forma de ensear decan; Este s que ensea
con autoridad, y no como los escribas (Me 1,22). Jams
usaba la frmula de los profetas: As dice Yav, sino esta
otra: En verdad os digo; frmula nica que, estilsticamente
hablando, es una invencin de Jess, ya que nadie usaba el
amen (en verdad) por delante de la frase, sino al final,
para ratificar algo con lo que se estaba de acuerdo^*'.
Lo mismo ocurra con sus milagros. Un milagro como la
multiplicacin de los panes suscit la fiebre mesinica de
Israel (los judos esperaban que el mesas habra de repetir
los milagros del xodo, en concreto el del man). Por ello
dicen: Este es verdaderamente el profeta que deba venir al
mundo (Jn 6,14).
Pero, qu es lo que pretende Jess? Qu es lo que busca en el fondo? De dnde proviene esa autoridad? Uno que
se encuentra con Cristo tiene enseguida la sensacin de que
lo pide todo. Y lo ms sorprendente es que parece pedirlo
todo a cambio solamente de una mirada, como ocurri en el
caso del joven rico (cf Me 10,17-22), como suceda cada
vez que le peda a alguien que le siguiera. Pero, quin es
Cristo? Por qu mira as?
La pregunta la hace Jess. Fue en Cesrea de Filipo, al
norte de Galilea, donde se encuentra una de las fuentes del
ro Jordn, muy cerca del monte Hermn. Despus de la
predicacin de Galilea, Jess se retira a ese lugar fresco y
agradable con los suyos y les pregunta: "Quin dic la
gente que soy yo?". Ellos responden: "Unos, que Juan el
3. JEREMAS, Teologa
112
La raz de la protesta se encuentra precisamente en la circunstancia de que una persona histrica pretende para s una
justificacin decisiva para la salvacin^^.
Jess no se limita a mostrar el camino, a ensear la verdad, a ser el ejemplo de los hombres, sino que llega a identificarse personalmente con el camino, la verdad y la vida
(cf Jn 14,6).
Lo mismo ocurre cuando Jess pide creer en su nombre y
hacer.todo en su nombre. Un judo deba hacer todo en nombre de Yav; ahora Cristo pide para su propio nombre la
misma fe que Yav peda en el AT''^ Todo ha de hacerse en
su nombre'": En verdad os digo que si dos de vosotros
conviniereis sobre la tierra para pedir algo, os lo dar mi
Padre que est en los cielos. Porque donde estn dos o tres
congregados en mi nombre, all estoy yo en medio de ellos
(Mt 18,19-20). Un judo entiende inmediatamente que Jess,
con estas palabras, se arroga la misma gloria del nombre de
Yav.
Lo inaudito es que Jesucristo no se limita a anunciar la
llegada del Reino, sino que se identifica personalmente con
l. Por eso se atreve a perdonar los pecados y a legislar, dos
poderes exclusivamente divinos.
En efecto, Jesucristo se coloca por encima de la ley, lo
cual no poda hacer ningn profeta: Hasta ahora se os ha
dicho..., pero yo os digo (Mt 5,27). Recuerda J. Jeremas
que en el judaismo contemporneo de Jess se deca: El
que escucha la palabras de la Tora (la ley) y hace buenas
obras, est edificando sobre un slido fundamento"^. Ahora
dice Jess: Todo el que oiga mis palabras y las pone en
prctica, ser como el hombre prudente que edific su casa
sobre roca (Mt 7,24).
Lo mismo ocurre con el sbado. Jess suele hacer milagros en sbado para mostrar que es dueo del sbado (cf Me
114
46.
95.
Jn 8,24.58; 13,19.
115
116
117
YO
SUJETO
E n la imagen, tenemos una especie de mariposa estilizada:
un elemento central que mueve dos alas. Pues bien, podramos definir as a Jesucristo: un nico yo, un n i c o sujeto
(eso es lo que significa persona en Calcedonia) con dos
alas que mueve como instrumentos suyos: el ala divina (la
dejamos abierta, para que se vea que es infinita) y cl ala
humana (finita como la nuestra). L a s dos naturalezas estn
ntegras, poro no separadas, ni confundidas, sino unidas en
la persona. Antes de la encarnacin, s l o exista esc yo con
el ala divina. E n la e n c a r n a c i n , ha tomado el ala humana.
Cristo ha tenido una psicologa humana igual que la nuesIru, igual en todo excepto en el pecado (Heb 4,15). Ha
conocido como hombre la alegra, el sufrimiento, la soledad... Ha tenido una ciencia adquirida, en cuanto que tuvo
que aprender al modo humano. Ha tenido tambin, en cuanto hombre, una ciencia infusa, con conocimientos de tipo
lobrenatural que no se pueden explicar por el aprendizaje
(resurreccin, parusa, etc.), pero son conocimientos que,
como en los profetas, estaban limitados al ejercicio de su
misin. Si se le pregunta la fecha del fin del mundo, responde que no la sabe (cf Me 13,32). No ha querido aprovecharse
lie su condicin divina para deslumbrar, limitndose a saber
eomo hombre lo que era necesario para el cumplimiento de
hu misin.
119
6,
Jess fue condenado a muerte por el parlamento de su pueblo, el sanedrn. Fue condenado por blasfemo, por decir que
era el hijo del hombre que vendra sobre la nube (cf Mt
26,64). Caifas se desgarra las vestiduras: Ahora todo est
claro, este hombre haba subvertido nuestra sociedad, pero
est claro que no viene de Dios, pues no puede venir de l
un blasfemo.
La acusacin ante Pilato es clara: Nosotros tenemos una
ley y segn esta ley debe morir, porque se tiene por hijo de
Dios (Jn 19,7). A Pilato le importa muy poco una motivacin de tipo religioso y por ello los judos, que conocen su
psicologa, como un hombre que est en Palestina por imperativos del escalafn y sus ambiciones, ponen en juego su
carrera al decirle: Si sueltas a ese, no eres amigo del Csar,
todo el que se hace rey se enfrenta al Csar (Jn 19,12).
Pilato no entenda que aquel hombre, con la apariencia
que tena, pudiera ser un subversivo. Por ello le pregunta:
Eres el rey de los judos? (Jn 18,33). Pero Pilato lo conden..., se jugaba su carrera ante el Csar. No crea en nada,
no saba qu era la verdad, pero saba una cosa: se jugaba su
carrera. Es el personaje ms abyecto de toda la pasin. A l
menos los judos condenaron a Jess porque crean en algo.
Quiz sea Pilato el personaje de la pasin del Seor que
mejor cuadra con el hombre de hoy, que condenara a Cristo
no porque crea en algo, sino porque pone en juego su bienestar y su comodidad.
Pero, qu saba Cristo de su muerte? Pudo darle un
sentido redentor? Es frecuente or hoy en da que Cristo fue
condenado porque su programa poltico-social choc con las
autoridades de su pueblo, se dice que no saba que iba a
120
121
"
"
"
"
122
C f L e 12,50, Me 10,38.
C f Me 8,31; 9,31; 10,33 y paralelos.
Azotes, en la tereera prediccin (Me 10,33).
C f Mt 13,57; L e 4,24; Jn 4,44.
123
En la Biblia el pecado aparece como una realidad misteriosa que ofende a Dios en s mismo. El mismo trmino que
se usa para designar la infidelidad conyugal (zanah) se emplea tambin para describir la infidelidad a Yav'^ La experiencia vivida por Oseas de la infidelidad de su esposa la va
a emplear Yav para expresar, por medio del profeta, el dolor que le produce la infidelidad de su pueblo. Es la misma
idea que vemos en Ezequiel.
En el AT se da una doble imagen para expresar el pecado
como ofensa a Dios: el adulterio" y la imagen del hijo que
abandona al padre (cf Os 11,3-4).
En el NT, en la parbola del hijo prdigo (cf Le 15,1132), se describe ei pecado como ofensa de un hijo a su
padre. La alegra del padre en el momento del retorno del
hijo nos ayuda a comprender la profundidad de su tristeza
en su marcha de casa. Jess con esta parbola ha querido
descubrir los sentimientos de su Padre respecto del pecador.
Dios ha querido tener con nosotros una relacin gratuita
de amor paternal, mostrarse como Padre, salir de s mismo y
crear con el hombre una nueva relacin, por encima de todo
derecho de este como criatura.
Lo que hace el hombre con el pecado es impedir a Dios
que consume su amor como Padre. El pecado rechaza a Dios
como Padre, no le deja ser Padre. Esto, naturalmente, no
causa ningn dao efectivo en la naturaleza divina, pero le
impide darse como Padre o, mejor, consumar su comunicacin como Padre. El nico que resulta efectivamente daado
por el pecado es el propio hombre, que con l se esclaviza y
destruye, pero tambin es verdad que por el pecado Dios no
ha podido consumar su amor paternal. En este sentido hay
en el hombre un poder sobre Dios: su libertad pecadora y se
podra llegar a decir que, en alguna manera, Dios se h;i
puesto a merced del hombre.
La ofensa efectiva de Dios no cabe pero, sin embargo, el
pecado le afecta, porque le llega a su corazn la negativa
del hombre y le impide llevar a cabo su plan, no le dcjii
'* C f Jer 2,20; 3,6.8; Ez 16,15.16.17; Os 2,7; 4,12.
" C f Ez 16,16; Dt 31,16; Is 57,3; Os 2,6ss.
124
consumar su amor. Hay, por tanto, en el pecado una dimennirtn teolgica que nos impide reducirlo a una falta tica o
moral.
Desde aqu podemos entender lo que Cristo hace en la
cruz: corresponder al amor no correspondido del Padre, por
propia iniciativa suya. Cristo, que conoce a fondo la hondura del amor despreciado del Padre, ha venido a la tierra
piira decirle s, para corresponder a su amor y pedirle que
no retire su amor a los hombres. El Padre no quera ya ni
micrificios ni oblaciones de animales, entonces Cristo dice:
Heme aqu, vengo a hacer tu voluntad (cf Heb 10,6-7). Y
el Padre, complacido con ello, se ha volcado sobre su Hijo y
nos ha amado en l. As puede decir Pablo que en Cristo
tenemos ya la garanta del amor del Padre: Quien no perilon a su propio Hijo, sino que por nosotros lo entreg,
cmo no nos dar todas las cosas, juntamente con l?
(Rom 8,32); la prueba de que Dios nos ama es que Cristo,
dicndo todava pecadores, muri por nosotros (Rom 5,8).
lin efecto, cuando todava estbamos sin fuerzas, en el tiempo sealado, Cristo muri por los impos (Rom 5,6-7).
Muri por los impos. Ese es Cristo en la cruz, fracasado, despreciado, desecho de la humanidad, hombre de dolores, avezado al sufrimiento, como uno ante el cual se oculta
rl rostro, era despreciado y desestimado (Is 53,3-4).
Este Cristo de la cruz ser escndalo para los judos y
necedad para los gentiles (cf ICor 2,2). Sin embargo, este
Cristo fracasado no deja en paz a ningn hombre. Hay en l
demasiada paz en medio de tanto suplicio, demasiada ternu(II en medio de tanta agona, demasiado silencio en el que es
U verdad. Todo haba terminado en un fracaso, en el ms
upantoso de los fracasos.
As muere Jess. Todo ha terminado en un espantoso fraCdso. A l pie de la cruz slo hay unas mujeres, su madre
Mlre ellas. Los dems han huido. Cmo quedarse en la
iiu/.? Sus discpulos no podan esperar una cosa as. Aunque
Ir haban odo hablar de su muerte, no lo podan creer. Esperaban que al final ocurriera algo. El que haba hecho tanliis milagros, no podra terminar en la cruz. Pero Jess haba
puerto, condenado por la ley, por la sentencia del Altsimo.
125
^ J. J. ROUSSEAU, Emile,
126
7.
Resurreccin de Cristo
127
C f Le 24,13-35; M e 16,12.
" C f Le 24,3(1-50; Jn 20,19-29.
^ Se utilizan t a m b i n de manera frecuente otros verbos como aino y
fancroo (He 10,40; M e 16,9; Jn 21,1.14; Le 24,31), que significan nioslr;ii
se v i s i b l e m e n t e .
" C f He 11,5; 12,9; 18,9ss.
C f I C o r 9 , 1 ; 15,8; Gal l,12ss.
" M . GUERRA, Antropologa
y teologas,
Pamplona 1976, 442.
128
7.2.
Resurreccin
trascendente e histrica
129
7.3.
Historicidad
de los relatos
, ,,:
-,
130
misterio
de Dios
H , Madrid 1 9 7 6 , 3 1 6 .
Ni siquiera respecto del mesas era previsible una resurreccin. Habra sido necesario que en el AT hubiese profecas
claras de una resurreccin tal como la confiesan los apstoles y que, adems, fuesen as entendidas por los doctores de
la ley y los judos piadosos de aquel tiempo. Distinto es
que, una vez conocido el hecho de la resurreccin de Jess,
NC iluminen ciertos pasajes del AT, como el salmo 16, que
Pedro utiliza en su discurso (cf He 2). Por s solo, el AT no
proporcionaba mucha luz en torno a una resurreccin del
mesas que previamente hubiese conocido, adems, una muerte de cruz. Las mismas predicciones de Jess no haban sido
entendidas por sus discpulos.
Ocurre, adems, que los primeros testigos de la resurreccin son mujeres, cuando en la sociedad juda el testimonio
de una mujer no tena valor alguno. Cmo podan inventar
nn detalle as? En los mismos relatos los apstoles aparecen
como hombres sin esperanza alguna, abatidos y deprimidos.
Jess mismo los trata de insensatos y lerdos (Le 24,25),
gente que no esperaba nada. Poda la comunidad primitiva
inventar esto de sus propios jefes?
A pesar del atractivo mtico que poda tener un suceso
Hs, nadie en los evangelios ha cedido a la tentacin de describir el hecho mismo de la resurreccin, como ocurre, por
el coiitrario, en el Evangelio de Pedro, apcrifo. Los relatos
no pueden ser ms sobrios: Le hemos visto, se ha aparecido... No dicen ms. No saben explicarlo, pero no pueden
Kno confesarlo.
W. Pannenberg reprocha a R. Buitmann cuando este dice
que la comunidad primitiva ha inventado los relatos de la
resurreccin: para un judo es absolutamente imposible confesar como mesas a un maldito, a un crucificado, porque
Cristo fue condenado como un maldito segn la ley. Cmo
puede aceptar esto una comunidad juda para la cual el mesas
es el hombre que triunfa con la espada? Sin la resurreccin
no se entiende que uno de los grandes pensadores de aquel
(lempo, Saulo de Tarso, pasara de ser el ms acrrimo perseguidor del cristianismo, a convertirse en su defensor inqueW . PANNENBERG, Fundamentos
de cristologa.
Salamanca 1 9 7 4 .
131
Dimensin salvfica de la
resurreccin
La resurreccin no es solamente el hecho histrico que justifica el cristianismo; Si Cristo no ha resucitado, vana es
nuestra fe, vana tambin nuestra predicacin (ICor 15,14).
Es tambin un hecho salvfico de primer rango, en cuanto
que el mismo Pablo afirma que, si Cristo no ha resucitado,
estamos todava en nuestros pecados (ICor 15,16).
En efecto, la resurreccin de Cristo es, antes que nada, hi
aceptacin del sacrificio por parte del Padre. El Padre acepta el sacrificio de Cristo resucitndolo.
Ahora en Cristo tenemos garantizado el amor del Pa
dre, que nos ama en su Hijo, por su Hijo y con su Hijo. ll
Padre nos ha amado definitivamente en Cristo. Ya no retira
su amor, dejndonos en el destino del pecado y de la muer
te. Se ha sellado ya la alianza definitiva. Slo se condenara
aquel que voluntaria y libremente se ra de este Dios qmpor nosotros ha hecho el ridculo en la cruz y nos ha entre
gado lo ms querido, a su Hijo. A este Dios no se le pued
pedir que ame ms, lo ha dado todo en su Hijo.
132
KibliografTa
Cristo!, t quin eres?, Madrid 1982; Jess liberador, Madrid 1982.
SAYS J. A . , Cristologa fundamental, Madrid 1985; Jesucristo, nuestro Seor, Madrid 1985.
( l A L O T J.,
" Carta
134
a Diogneto
5 (PG 2 , 1 1 7 3 - 1 7 4 ) .
135
t:-
CAPTULO 6
E L DON D E L ESPRITU
1.
La ascensin
Desde la resurreccin, el cuerpo de Cristo ya estaba glorificado, pero antes de la ascensin Cristo habra de tener diversas apariciones a los suyos que les confirmaran en la fe.
Permanece con ellos, con una presencia a la vez gloriosa y
visible, instruyndoles en las cosas del reino (cf He 1,3).
Esta presencia visible termina con la ltima aparicin de
Jess, que entra definitivamente en la gloria divina simbolizada por la nube (He 1,9), desde donde nos enva al
Espritu.
La ascensin no es simplemente una celebracin litrgica
retrospectiva de la gloria alcanzada en la resurreccin, pues
la liturgia celebra acontecimientos salvficos. El CEC dice
de la ascensin que es un acontecimiento histrico y trascendente (cf CEC 660), la transicin de la manifestacin
gloriosa, pero visible, de Cristo a un tipo nuevo de presencia suya en la Iglesia que ser invisible, pero ms eficaz
bajo la fuerza del Espritu. Cristo est desde entonces sentado a la derecha del Padre, es decir, estaba glorificado desde
la resurreccin, pero no ejerce su poder glorioso sino con el
envo del Espritu Santo, despus de haber dejado a los suyos definitivamente. La ascensin es el paso de una presencia visible a otra invisible para ejercer su poder universal y
Malvador en el Espritu.
139
2.
El d o n del Espritu
140
haer. 3 , 7 , 2 ( P G 7 . 9 3 0 ) .
3.
4.
El don de Cristo
142
al Cantar
de los cantares
13,1.
5.
s.l.
Nueva presencia
de Cristo
* P. FAYNEL, La Iglesia
I , Barcelona 1982, 7 3 .
143
/
}
5.2.
Filiacin divina
Unidad de la Iglesia
144
\
pfritu Santo viene a congregar con su fuerza a la comunidad
mesinica que Cristo haba formado y a la cual haba dotado
de una estructura fundamental.
El Espritu no viene a sustituir la predicacin de Cristo
ni su palabra; al contrario, como el mismo Cristo haba anunciado, el Espritu viene a conducirnos a la plenitud de la
verdad, a la verdad total (cf Jn 16,13). l nos hace profundizar y entender cada vez mejor su palabra sin deformarla de
modo alguno. Es as como el Espritu nos conduce a la verdad de Cristo.
El Espritu consolida la jerarqua instituida por Cristo y
la penetra de su fuerza para el ejercicio especfico de la
misin recibida de Cristo (cf Ef 4,11-12). Pero el Espritu
reparte sus dones a todo el pueblo de Dios, de modo que los
dones jerrquicos y carismticos se unan en beneficio de la
nica Iglesia (cf ICor 12,4-11).
Los carismas son gracias especiales con las que el Espritu Santo enriquece y rejuvenece a la Iglesia, como puede ser
el don de santidad, un apostolado eficaz, una misin especial dentro de la Iglesia... El discernimiento de los mismos
pertenece a la jerarqua a quien compete no apagar el Espritu sino probarlo todo y quedarse con lo bueno (LG 12).
Es as como el Espritu, alma de la Iglesia, la renueva
constantemente en la continua fidelidad a Cristo: De la
Iglesia recibimos la predicacin de la fe que conservamos,
bajo la accin del Espritu, como un licor precioso en un
vaso de buena calidad, un licor que rejuvenece y hace tambin rejuvenecer el vaso que lo contiene^
Pentecosts constituye sin duda el ltimo acto de fundacin de la Iglesia. Del mismo modo que Dios model el
cuerpo del hombre y luego le insufl el espritu. Cristo form el cuerpo de su Iglesia con la estructura apostlica, y
luego le infundi en Pentecosts el Espritu Santo en persona. La efusin del Espritu Santo es el signo de la inauguracin de la era mesinica"^. Dnde comenz la Iglesia de
Cristo?, se preguntaba san Agustn. Y l mismo se responde:
* S A N I R E N E O , / l / v . haer. 3 , 2 4 ( P G 7 , 9 6 6 ) .
' P. F A Y N E L . O.C,
72.
145
/
All donde el Espritu Santo baj del cielo y llen a ciento
veinte residentes en un solo tugar>A
Esta Iglesia que naci del designio salvador del Padre,
que Cristo inici en la tierra con su predicacin y que consum en su muerte y resurreccin, es constituida por el Espritu en permanente fidelidad a Cristo y a la espera de su
venida gloriosa. El Espritu no nos toma en sus manos para
separarnos de Cristo sino, justamente al revs, para incorporarnos a Cristo, a su palabra, a su ejemplo y a su vida. Es la
garanta de que permanecemos fundamentados siempre en la
verdad de Cristo (cf Jn 16,13-15).
6.
146
( P L 35,1991).
i ,
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-( .
., , i ,
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,
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i. f ;
,,1 ^
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'
147
7.
E s p r i t u divino
^; r
El Espritu Santo no es una mera fuerza de Dios. Es la tercera persona de la santsima Trinidad. Su carcter divino
aparece en su condicin de Espritu creador (cf Gen 1,2-3).
El hecho de que proceda del Padre y del Hijo prueba que
procede de ambos dentro de la misma Trinidad. Por ello la
Iglesia bautiza desde el principio en el nombre del Padre,
del Hijo y del Espritu.
Cuando el obispo Macedonio de Calcedonia trat de rebajar la condicin divina del Espritu Santo, el concilio I de
Constantinopla (381) defini la divinidad del Espritu: Creo
en el Espritu Santo, Seor y dador de vida, que procede del
Padre. A quien adoramos y glorificamos juntamente con el
Padre y el Hijo. l habl a travs de los profetas (DS 150).
Uno de los argumentos de los santos padres para defender la divinidad del Espritu Santo era recordar que tiene
que ser Dios aquel que nos diviniza. Fueron sobre todo los
padres capadocios los que defendieron la divinidad de! Espritu Santo contra los macedonios. San Basilio deduce la
divinidad del Espritu de su accin sobrenatural en nosotros'^, y con l Gregorio Nacianceno: Si el Espritu Santo
no debe ser adorado, cmo puede divinizarme en el bautismo?'", y tambin: Si ei E.spritu Santo no es ms que un
ser creado, en vano somos bautizados".
del pecado original desde el primer instante de su concepcin en atencin a los mritos de Cristo.
Por eso fue proclamada Inmaculada en 1854 por Po I X :
dogma proclamado por el Papa solemnemente, pero estaba
ya en la conciencia de toda la Iglesia. En Irlanda era fiesta
desde el s. X I .
Cul es la gracia que corresponde a Mara como madre
de Dios? Mara tuvo que estar exenta de todo pecado, pues,
si en ella hubiese habido un momento de pecado, habra
estado alejada de la amistad de Dios y, como deca san
Agustn, por respeto al Seor, no podemos suponer pecado
alguno en Mara. Pero haba una dificultad: si fue creada sin
pecado original no fue redimida por Cristo. La dificultad se
aclar cuando se cay en la cuenta de que ella fue preservada del pecado original precisamente por los mritos de Cristo, con una redencin ms perfecta que la que nosotros tenemos.
Mara y el Espritu ejercen as dentro de la Iglesia una
funcin complementaria: Mara nos conduce a Cristo con su
ejemplo e intercesin, y el Espritu nos engendra en Cristo
por la gracia, que nos vivifica constantemente con sus dones.
E l Espritu Santo y M a r a
5 (PG 29,275).
S A N GREGORIO N A C I A N C E N O , Oral.
" Ib, 4 1 , 9 ( P G 3 6 , 4 4 1 ) .
148
149
Bibliografa
'
150
151
CAPTULO 7
L A TRINIDAD Y L A GRACIA
HEMOS hablado ya del Padre, del Hijo y del Espritu Santo, tal como se han manifestado en la historia de la salvacin (Trinidad econmica, de oikonoma, designio de salvacin), pero ahora nos toca hablar de la Trinidad en s
misma (Trinidad inmanente).
En la historia de la salvacin todo parte de la Trinidad,
presente en la creacin, y todo culmina en la Trinidad, cuando la humanidad salvada se encuentre cara a cara con las
personas divinas. Una obra de un autor francs se llama
precisamente as: De la Trinidad a la Trinidad^. En la misma eucarista comenzamos diciendo: La gracia de nuestro
Seor Jesucristo, el amor del Padre y la comunin del Espritu Santo, para terminar con la bendicin de la Trinidad.
El misterio de la santsima Trinidad es el misterio central de
nuestra fe y de la vida cristiana: Toda la historia de la
lalvacin no es otra cosa que la historia del camino y los
medios por los cuales el Dios verdadero y tnico, Padre,
Hijo y Espritu Santo, se revela, reconcilia consigo a los
hombres, apartados por el pecado, y se une a ellos (CEC
234).
1.
152
dogmatiquc.
De a Trinit
a a Trinil,
Pars
153
154
_
f
* C f D S 8 0 4 , c o n c i l i o de L e t r n I V .
^ Las personas divinas no son realmente distintas de la esencia o naturaleza d i v i n a ni constituyen una cuaternidad j u n t o a ella, sino que radican y
lubsisten o n t o l g i c a m e n t e en ella, como m i yo subsiste y radica en una
naturaleza c o r p r e o - e s p i r i t u a l a la que gestiona.
* D S 8 0 4 (concilio de L e t r n I V ) .
^ T o d o es uno en ellas donde no existe o p o s i c i n de r e l a c i n , c o n c i l i o
lie Florencia ( D S 1 3 3 0 ) .
155
2.
L a gracia
La vida cristiana no es otra cosa que compartir la vida divina en Cristo y compartirla con los hombres en cuanto hermanos en Cristo. La gracia no es algo que Dios da (una
especie de cosa), sino Dios mismo que se nos da en su intimidad intratrinitaria para librarnos del pecado y de la muerte y hacernos hijos en Cristo. Nuestra participacin en la
vida intratrinitaria es posible gracias a la misin del Hijo y
del Espritu. Por ella mantenemos relaciones personales y
diferenciadas con las tres divinas personas.
Es el Espritu Santo el que nos inserta en Cristo y nos
asimila a l y, una vez en l, participamos de su filiacin
divina, de modo que, en l y por l, el Padre nos ama en el
mismo amor con el que ama a su hijo Cristo.
Eso es lo grandioso de la gracia: no es otra cosa que
nuestra participacin en la filiacin de Cristo. El hombre no
es un animal ni slo un ser corpreo-espiritual; el hombre es
introducido en la mismsima vida de Dios, participando en
las relaciones divinas. Yo puedo ser poca cosa, pero a m me
lima el Padre en Cristo, en el mismo amor con que le ama a
l. La gracia no es que Dios cree un amor diverso para
marme a m, sino que el Padre me introduce en la corriente
de amor con la que ama a su Hijo. Esto es la gracia: ser
hijos en el Hijo.
En Cristo entramos en la santsima Trinidad como hijos,
no como padres o como espritus santos. Entramos en la
Trinidad enraizados en Cristo, pues entramos en l, con l y
por l. Por ello la clave de nuestra integracin en Dios trino
es Cristo, clave de nuestra vida cristiana: Mi vivir es Cristo, deca San Pablo (Gl 2,20).
Leyendo a Aristteles, cuando habla de la amistad que el
hombre puede tener con otros hombres, me llam la atencin que se planteara el problema de si el hombre puede
Icner amistad con Dios. Algunos piensan que s, dice el filfiofo^ pero es claro que esto es imposible, puesto que, para
que haya amistad verdadera es preciso que haya una cierta
" c f ARISTTELES, tica
156
a Nicmaco
VIII,5.
157
S.Th.
158
M I .
q.65. a.5).
2.1.
Dimensiones de la gracia
2.2.
Justificacin
amor inaudito y sorprendente de Dios, haciendo la resolucin de amarle sobre todas las cosas y de guardar, por ello,
lodos sus mandamientos.
La justificacin'^ tiene lugar cuando el hombre, solicitado por Dios, se rinde a l. Es aquel momento inefable en el
que el hombre devuelve a Dios el amor con el que inmerecidamente se siente amado por l, resolvindose a guardar
sus mandamientos y aborrecer el pecado. Es la fe que se
hace coherente, al decidir dejarse amar por Dios y amarle
sobre todo, guardando sus mandamientos. La caridad (la gracia) aparece as como el mismo desarrollo de la fe.
Con la justificacin se llega a la gracia habitual o santificante, por la cual el hombre queda totalmente integrado en
Dios: en amistad plena con Dios. Por ella queda el hombre
convertido en hijo suyo, libre de pecado (mortal) y heredero
del cielo.
Cuando el hombre est anclado en Dios, amndole sobre
todas las cosas y evitando el pecado en consecuencia. Dios
trino habita en (gracia increada), de modo que viene a
.ser una criatura nueva (gracia creada). La transformacin
interior que experimenta el hombre en el que Dios habita
plenamente estriba no slo en el hecho de que queda libre
del pecado, sino en que queda divinizado, vive al modo divino. Tiene ya con Dios unas relaciones personales e ntimas que superan lo que le corresponde como hombre, es
decir, el conocimiento mediato y analgico que tiene con
Dios y el amor que le tiene desde fuera, como es el propio
de una criatura que ama a su Creador sin entrar en su intimidad. Ama y conoce como Dios ama y conoce.
Cuando el hombre vive en gracia, es hijo en el Hijo,
compartiendo el amor directo e ntimo que va del Padre al
Hijo por el Espritu. La gracia nos permite entrar en la intimidad divina intratrinitaria, participando del conocimiento y
del amor que Dios tiene de s mismo, superando as lo que
nos corresponde como criaturas: el conocimiento externo y
mediato de Dios a travs de las criaturas.
. ,
Esta participacin en el conocimiento y amor divinos.
Sobre este tema, cf concilio de Trento ( D S 1520ss).
161
.suficiente
Gracia actual
<
Gracia
^eficaz
/
(siempre <
.increada
elevante
y sanante)
Gracia habitual
\a
0 santificante
/
3.
'
Virtudes teologales
3.2.
3.1.
Fe
^-''^
La fe es entrega y confianza en Dios, el reconocimiento dtque slo en Cristo podemos ser justificados y, por ello mis
mo, es la renuncia al intento de salvarnos por nosotros mismos. Significa aceptar la existencia y la salvacin como don
162
Esperanza
:;;,.:'; O
'
La fe, en cuanto orientada a las promesas de la salvacin, se
convierte en esperanza. No se puede separar fcilmente la fe
de la esperanza. La fe implica un apoyarse en Dios superan" C H . P G U Y , Palabras
cristianas,
363
3.3.
Caridad
'
Ib, 26.
164
165
Bibliografa
C o u T n F., El misterio de Dios Trinidad,
FLICK M.-ALSZEGHY Z . , El evangelio de
Valencia 1993.
la gracia, Salamancii
1993.
H., La gracia de Cristo, Barcelona 1966.
SAYS J. A . , La gracia de Cristo, Madrid 1993.
ScHMAUS M . , Teologa dogmtica I : La Trinidad
Madrid 1960.
RoNDET
166
de Dios,
168
CAPTULO 8
LA IGLESIA DE CRISTO
1.
2.
L a Iglesia de la Trinidad
i >
170
'
Nos interesa, sobre todo, ver si la Iglesia responde a la intencin de Cristo, recordando la frase de A . Loisy: Jess predic el reino de Dios, y fue la Iglesia la que vino^ Es
cierto que Cristo fund simplemente un movimiento espiritual sin darle una estructura? Cul era su intencin?
Jess, junto con l a predicacin del Reino, busca al mismo tiempo la formacin de una comunidad. Tuvo conciencia
de ser el mesas, y no se concibe el mesas al margen de la
comunidad mesinica. Sin embargo, cuando Jess piensa en
la Iglesia, no parte de cero. El Reino llega para el viejo
Israel que era el pueblo de Dios y, ante el rechazo que hace
de l, nace el nuevo Israel que lo acoge en la fe. Por ello
Jesucristo se dirige en primer lugar a las ovejas perdidas
de la casa de Israel (Mt 10,6), al pueblo que estaba en las
tinieblas (Mt 4,16), de modo que la Iglesia en el N T no es
otra cosa que la comunidad que ei Reino se crea ante el
rechazo de Israel.
Cristo ha querido reunir a todo Israel como la gallina a
Nus polluelos (Le 13,34), pero no han querido, y por ello
dice en la parbola de los viadores homicidas: Se os quilar el reino de Dios para drselo a un pueblo que rinda sus
frutos (Mt 21,43). Los primeros invitados a la boda no han
querido entrar, por eso Jess convoca a todos los que se
encuentran por los caminos (cf Mt 22,1-6).
^ A. Loisy, L'evangile
e 'glise,
: >
171
4.1.
Institucin
de los doce
'
172
173
174
Al instituir la eucarista, que perpeta entre nosotros el sacrificio de la cruz. Cristo institua en los apstoles un nuevo
sacerdocio que tendr el encargo de hacer presente su misma oblacin en la cruz, por la que se santifica la Iglesia (cf
ICor 11,23-26).
Tambin confiere Cristo a los suyos el poder de perdonar
los pecados: Recibid el Espritu Santo; a quienes perdonis
los pecados les sern perdonados. A quienes se los retengis, les son retenidos (Jn 20,23). El perdn de los pecados
o su retencin es real, tiene valor delante de Dios.
Se trata, por otro lado, de una misin que ha de durar
hasta el final de los tiempos (cf Mt"28,20), pues la misin
de Cristo es la misin definitiva y perpetua de salvacin
para toda la humanidad.
4.2.
Ministerio
de Pedro
175
sabor indudablemente semtico: Barjona, carne y sangre, poder del infierno, llaves del reino de los cielos,
atar y desatar son expresiones y trminos semticos. Si
leyramos el texto en arameo, veramos que Jess emplea el
trmino kefas tanto para designar a Pedro como para decir
que sobre esa piedra edificar la Iglesia. En arameo es masculino y vale tanto para designar a la persona como a la
piedra.
Pedro, que ha sido el primero en confesar a Jess, ser la
roca que sustente a la Iglesia. Todos los embates del infierno no podrn contra ella. Las puertas significan el poder, ya
que las puertas de una ciudad eran la parte ms fortificada
de la misma. El Hades, sede de los muertos, sobre todo de
los malvados, viene a significar el imperio de Satans.
Llaves del reino (la expresin cielos en Mateo es
sustitutoria de Dios) es una expresin semtica que significa la investidura del jefe de palacio, el que administraba la
corte en nombre del rey. El texto da a entender que la intencin de Cristo es dejar a Pedro como vicario suyo en la
tierra".
El poder de atar y desatar, antes concedido a los apstoles, ahora Cristo lo confiere aqu a Pedro solo, elegido para
ser la roca de la Iglesia, sobre la cual se edificar el cimiento de los apstoles. Si aqu dice Cristo que el poder del
infierno no podr contra la roca, en Le 22,31 Cristo ruega
para que la fe de Pedro no desfallezca ante los embates de
Satans y pueda confirmar a sus hermanos en la fe. Entre
ambos textos hay un claro paralelismo.
Es significativo que un telogo protestante como G. Bornkamm haya escrito: En la interpretacin de las palabras
sobre Pedro y la Iglesia, la teologa romanocatlica y la
protestante se han aproximado entre s desde hace tiempo.
La "roca" no es ni Cristo, como ya pensaba Agustn, y tras
l Lutero, ni la fe de Pedro, ni el oficio de la predicacin,
como lo entendieron los reformadores, sino el mismo Pedro
como director de la Iglesia'^
" J . C O L L A N T E S , O.C.,
H . F R E S , Teologa
176
fundamental, Barcelona 1 9 8 7 , 4 8 3 .
G.
92.
B o R N K A M M , Je.5
177
178
H . F R E S , O.C.,
485.
M . D E T U Y A , O.C,
369.
disciple,
92.
488.
179
4.3.
De la eucarista
pentecosts
Cada vez ms se reconoce en la eucarista un momento clave en la serie de actos con los que Cristo fue colocando las
bases de su Iglesia. Si Cristo ha venido a constituir el nuevo
pueblo de Dios que prolongue en la historia al pueblo de
Israel, lo hace sobre todo en el momento en el que instituye
la eucarista como sacramento de la nueva y definitiva alianza.
El antiguo pueblo de Israel se constituy sobre la alianza
que Dios estableci con l, simbolizada en el rito que Moiss realiz al asperjar la sangre de los animales sobre doce
piedras que representaban a las doce tribus de Israel y sobre
otra central que representaba a Dios, diciendo: Esta es la
sangre de la alianza (x 24,8).
Ahora Cristo establece el nuevo pueblo de Dios sobre la
base de la nueva y definitiva alianza que se sella con su
sangre: Esta es mi sangre de la alianza que ser derramada
por todos para el perdn de ios pecados (Mt 26,28 y Me
14,24). Lucas y Pablo hablan de la nueva alianza (Le
22,20 y ICor 11,25) en conexin con la profeca de Jeremas sobre la nueva alianza que Dios busca sellar con su
pueblo (cf Jer 31,31-34).
La Iglesia ha visto tambin en la cena pascual de Cristo
la institucin del nuevo sacerdocio; sacerdocio que no es
una delegacin de la comunidad, sino participacin en el
mismo y tnico sacerdocio de Cristo. Hay slo un sacrificio
y un solo sacerdocio: el de Cristo (cf Heb 9,11). La eucarista no podr ser sino el nuevo sacrificio de Cristo que se
hace presente en el hoy de la Iglesia, y el sacerdocio de los
que ofrecen este sacrificio no podr ser sino participacin
en el nico sacerdocio de Cristo.
Si la eucarista ha de durar hasta el final: Haced esto en
memoria ma, cada vez que comis este pan y bebis este
cliz, anunciis la muerte del Seor hasta que venga (ICor
11,26), ha de durar hasta el final el pueblo de esta nueva
alianza as como el sacerdocio que renueva todos los das el
sacrificio del altar, para hacer presente entre nosotros el sacrificio redentor de Cristo.
J
Fue en su muerte donde Cristo entreg su Espritu, para
180
Es sabido que el concilio quiso emplear el verbo subsiste, y no es, con el fin de evitar la idea de una igualdad
absoluta y excluyeme entre la Iglesia catlica y la fundada
por Cristo, en el sentido de que fuera de la catlica no existieran en otras Iglesias algunos elementos de la Iglesia fundada por Cristo. Es cierto, dice el concilio, que fuera de la
Iglesia catlica se encuentran elementos de santificacin que,
como dones propios de la misma Iglesia de Cristo, empujan
a la unidad catlica (cf LG 8). En la Iglesia catlica se
encuentra por ello la plenitud de los medios de salvacin
con los que Cristo enriqueci a su Iglesia.
Habra que evitar pensar que la verdad se encuentra en la
Iglesia catlica de tal modo que en las otras Iglesias no
exista ningn elemento de verdad o que las notas de la unidad o la santidad, por ejemplo, se encuentren en ella de
modo tan perfecto que no necesiten un continuo perfeccionamiento.
5.1.
La Iglesia es una
Nadie puede afirmar coherentemente que Cristo fund varias Iglesias. Cristo muri para reunir en uno a los hijos de
Dios que estaban dispersos (cf Jn 11,52). Jess ya haba
expresado este deseo con anterioridad: Tambin tengo otras
ovejas, que no son de este redil; tambin a esas tengo que
llevarlas y escucharn mi voz y habr un solo rebao, un
solo pastor (Jn 10,16).
Pero es sobre todo en la oracin sacerdotal donde vemos
a Cristo pedir al Padre por la unidad de su Iglesia: Que
todos sean uno. Como t, Padre, en m y yo en t i , que ellos
tambin sean uno en nosotros (Jn 17,21). Para ello ha dado
a los suyos la gloria, es decir, el resplandor y el poder de su
amor eterno: Yo les he dado la gloria que t me diste, para
que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y t en
m, para que sean perfectamente uno (Jn 17,22-23). Pero la
unidad tiene, adems, una funcin de signo ante el mundo:
Que todos sean uno..., y el mundo conozca que t me has
enviado y que yo les he amado a ellos como t me has
182
183
5.2.
La Iglesia es santa
5.3.
La Iglesia es catlica
184
A . L A N G , O.C. I I , 2 1 6 .
S/nrn.
esenciales
8,2; P G 5,713.
de la Iglesia,
en Mysterium
Salulis
185
186
presente la Iglesia universal, que no es una especie de federacin de Iglesias particulares, como si fuese la suma de todas
ellas. La Iglesia universal no es una suma ni tampoco una
superiglesia que se realice por encima de las Iglesias particulares, sino que se da en ellas y en cada una de ellas en la
medida en que poseen la totalidad de los medios de salvacin, entre los que tiene particular relieve la conexin con
la Iglesia de Roma. Las Iglesias particulares y las locales
hacen manifiesta y visible la catolicidad de la Iglesia.
J Ahora bien, las Iglesias locales que se han separado de
Roma o han perdido alguno de los medios de salvacin no
son ya clulas que realicen la Iglesia universal. Han perdido
la catolicidad, como es el caso de la Iglesia protestante,
anglicana u ortodoxa. En ellas no se realiza el misterio total
de la Iglesia, aunque conserven algunos elementos positivos
de salvacin (palabra de Dios o algunos sacramentos vlidos). Por esto afirma Y. Congar: Es un hecho que, fuera de
la Iglesia catlica, no se reconoce una estructura eclesiolgca
propia de la Iglesia universal^^
5.4.
Apostolicidad
i-
416.
" Ib, 5 4 7 .
18"
.
//
//
//
l|
'
perpetuarse en el mundo mientras haya un solo hombre capaz de acoger el mensaje de salvacin.
En esta sucesin ningn obispo concreto sucede a un apstol concreto, sino que es el colegio episcopal el que sucede
al colegio apostlico; slo el obispo de Roma sucede
personalmente a Pedro. Y en esta sucesin, que es fundamentalmente una sucesin colegial, un obispo en tanto realiza su funcin episcopal en cuanto que la ejerce en comunin
con las otras Iglesias particulares presididas por Pedro.
La sucesin apostlica opera por la consagracin e imposicin de las manos, que confiere el don del Espritu Santo
para la triple tarea de ensear, regir y santificar que se confiere al obispo.
"
189
I
locados al frente de su Iglesia, Clemente sostiene que estn
legtimamente constituidos y que, por lo tanto, no pueden
ser depuestos. Jesucristo fue enviado de parte de Dios, dice,
y los apstoles provienen de Cristo, y fueron ellos los que,
por las ciudades por las que pasaban, iban colocando a los
que eran las primicias con instrucciones precisas de que
fueran sustituidos en caso de muerte".
Fue en medio de la crisis gnstica (s. I I ) cuando se plantea formalmente la cuestin de la sucesin apostlica. Los
gnsticos, a la hora de sostener sus doctrinas, apelaban a
una tradicin secreta, transmitida por medio de maestros que
entroncaban directamente con los apstoles. No hubo ms
remedio que recurrir a la tradicin apostlica autntica, mantenida por la sucesin de obispos en cada Iglesia. Hegesipo
fue el primero en utilizar esta argumentacin. Tertuliano c
Ireneo, hicieron lo propio. Dice Tertuliano: Que ellos (los
herejes) comiencen presentando la genealoga de sus Iglesias; que presenten las listas de los obispos para probar que,
con una sucesin ininterrumpida desde el principio, su primer obispo tiene como predecesor y fundador a alguno de
los apstoles o de los varones apostlicos. Porque es precisamente a s como las Iglesias apostlicas presentan sus
credenciales; es as como la Iglesia de Esmirna nos hace ver
a Policarpo instalado por Juan; es as como los romano.s
apelan a la ordenacin de Clemente por parte de Pedro; y es
as como, a su vez, las dems Iglesias nos muestran a aquellos que fueron establecidos en el episcopado por otros apstoles y mantiejien por ello sarmientos de la semilla apostli
ca'.
Es as como se estructuran las listas de la sucesin apost
tica. Se trata de una sucesin de hombres que entronca con
los apstoles y que haban recibido de ellos la facultad apostlica de regir las Iglesias y de ser maestros de las mismas.
Estos son los obispos locales que aparecen como maestros
ordenados.
^Sah reneb^insiste de modo particular sobre ^el^arctri^
sacramental recibido de la ordenacin, que constituye la garanTia'de la enseanza autntica. Elabora listas citando, por
ejemplo, los casos de las Iglesias de Esmirna y Roma. Y
concluye: Nosotros nos apoyamos en esta tradicin que viene de los apstoles y que se conserva en las Iglesias mediante la sucesin de los obispos'".
Otro tanto podramos decir del reconocimiento prctico
de la primaca de la Iglesia de Roma. Esta Iglesia, por medio de Clemente, sucesor de Pedro, interviene en la crisis de
Corinto, hecho que muestra una primaca excepcional de
Roma en relacin con las otras Iglesias^^. Lo mismo se debe
afirmar del tono extraordinariamente ponderativo que emplea Ignacio de Antioqua a propsito de la Iglesia de Roma
(s. I I ) : Que preside en la caridad y est condecorada con el
nombre del Padre".
San Ireneo nos ofrece un dato de suma importancia. Segn el obispo de Lyon, para tener garanta de que una doctrina es verdaderamente apostlica, habra que hacer una
investigacin de la doctrina conservada en las Iglesias de
origen apostlico. Pero ese sera un mtodo arduo y difcil.
Hay otro ms sencillo y eficaz que es recurrir a la doctrina
de la Iglesia romana: Con esta Iglesia, en virtud de su
autoridad superior, es preciso que concuerde toda la Iglesia,
es decir, todos los fieles del mundo, pues en ella se ha conservado la tradicin que viene de los apstoles por los fieles
de todas partes^^
La recogida de los libros del NT es obra de la tradicin.
El mismo A. Harnack reconoci cmo, a finales del s. I I , se
impuso en Roma un canon de los libros del NT, siguiendo el
criterio de la apostolicidad y la catolicidad; criterio que poco
B poco fue seguido por otras Iglesias a causa de su valor
inmanente y la fuerza de la autoridad de la Iglesia romana.
Esta es, pues, la apostolicidad de la Iglesia: el mantenimiento, en comunin con las Iglesias presididas por Pedro,
^' S A N I R E N E O , elv. haer. 4 , 2 6 , 2 y 3 3 , 8 ( P G 5 , 8 5 ) .
J . C O L L A N T E S , O.C, 1 , 5 5 0 .
" S A N IGNACIO D E A N T I O Q U A , Ad Rom. 1 , 8 ( P G 5 , 6 8 5 ) .
"
42-44.
T E R T U L I A N O , De praescr. haer. 3 2 ( P L 2 , 5 2 ) .
190
S A N I R E N E O , Adv. haer. 3 , 3 , 2 ( P G 7 , 8 5 0 ) .
191
6.
192
R.
^' S A N AGUSTN, Conlra epist. Maniq. 4 , 5 ( P L 4 2 , 1 7 5 ) .
Qu es la Iglesia?
" R. LATOURHLLE, Iglesia III. Motivo de credibilidad, en R. L A T O U R E L L E Diccionario de teologa fundamental, Madrid 1992, 648-649.
" A . L A N G , O.C. I I , 218-219.
FisiciiELLA,
193
194
6.2.
Este pueblo de Dios lo forman todos los fieles, tanto seglares como religiosos o pastores. La Iglesia no es el clero ni
es del clero, la constituyen todos los fieles de Cristo. Se ha
dado a veces la tendencia a identificar a la Iglesia con la
jerarqua, cuando la Iglesia la componemos todos los bautizados por el hecho mismo de ser bautizados. Es cierto que
dentro del pueblo de Dios hay diferencias esenciales en las
funciones que se ejercen, pero todas ellas se ejercen en el
pueblo de Dios y para el pueblo de Dios, de modo que todo
el pueblo posee una responsabilidad inalienable en la Iglesia: evangelizar y santificarse en la Iglesia.
Todos los fieles han sido incorporados a Cristo en el mismo Espritu por el bautismo, de modo que por l se hacen
partcipes del sacerdocio del Seor en la triple funcin de
sacerdotes, profetasvre^S'-,0'C-c-C
o s e l e s son sacerdotes en cuanto queTosiniembros del
,pueblo de Dios, sellados por el carcter bautismal, son nacin santa y consagrada que ha de ofrecerse a Dios como
hostia viva y aceptable (Rom 12,1). Es sobre todo en la
eucarista, culmen de la vida cristiana, donde ejercitan este
sacerdocio, llamado sacerdocio universal o bautismal, al ofrecerse como vctimas junto con Cristo al Padre. Toda su vida
es sacerdotal, de santidad, y tiene que culminar en la eucarista.
El Vaticano I I lo ha expresado as: Cristo Seor, pontfice tomado de entre los hombres, a su nuevo pueblo lo hizo
reino de sacerdotes para Dios y su Padre. Los bautizados
son consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo en
la regeneracin y por la uncin del Espritu Santo, para que
por medio de todas las obras del hombre cristiano ofrezcan
sacrificios y anuncien las maravillas de quien los llam de
las tinieblas a la luz admirable. Por ello todos los discpulos
de Cristo, perseverando en la oracin y en !a alabanza a
Dios, han de ofrecerse a s mismos como hostia viva, santa
y grata a Dios; han de ser testimonio de Cristo en todo lugar
y, a quien se lo pidiese, han de dar tambin razn de la
esperanza que tienen en la vida eterna X J ^ ^ ^ ^
En ser testigos de Q^sto_es^dndej;aST^ misin profti-'
ca. Profeta es el que habla en lugar de Dios (profemi). El
196
6.3.
197
I
tener !a primera sin est^ conexin e integracin con Roma
es para la eclesiologa una regresin"".
Lo deca as la Congregacin de la doctrina de la fe:
Los fieles catlicos deben confesar que, por el don de la
divina misericordia, pertenecen a aquella Iglesia que Cristo
fund y que es dirigida por los sucesores de Pedro y de los
dems apstoles, bajo cuya potestad permanecen ntegras la
institucin y la doctrina primigenias de la comunidad apostlica as como el patrimonio perenne de la verdad y de la
santidad de la misma Iglesia"*^.
Por ello no cabe pensar que la Iglesia de Cristo no sea
otra cosa que una especie de suma (dividida ciertamente,
pero una en cierto sentido) de las Iglesias y comunidades
eclesiales, ni se puede mantener lealmente que la Iglesia de
Cristo no subsista hoy en parte alguna, de modo que slo
pudiera ser entendida como un fin que deben buscar todas
las Iglesias y comunidades.
7.
Estructura J e r r q u i c a de la Iglesia
*' Y. C O N G A R , O . C , 415.
198
199
7.1.
200
frmula del Vaticano I , cuando afirma que la autoridad universal del papa es episcopal, ordinaria e inmediata'"''. No
quiere decir que el papa sea un obispo de los obispos, sino
que posee la misma autoridad que todosellos cuando interviene en un asunto. Que su:^autoridad2^^inmediata}quiere
decir que puede intervenir caHa^Vz^qu^^ responsabilidad
lo requiera, ya se trate de un simple fiel, ya de los mismos
obispos, sin que a esta accin suya pueda interponerse
intermediario alguno y ante cuyo poder el papa se viera
obligado a retroceder. Que esta^utoridad sea ormaria^no
quiere decir que deba ejercerse "ft C^'Tnslante, en"iodas
partes y de cualquier manera, sino que puede ejercerla siempre que le parezca necesario.
Pero la autoridad del papa no anula sino que confirma la
autoridad de los obispos (cf LG 27), corroborando o corrigiendo, cuando la necesidad lo requiera.
La autoridad del colegio episcopal es tambin suprema y
universal. No es una autoridad en competencia con el papa,
pues el colegio no existe como tal si no incluye al papa
como miembro preeminente y director del mismo.
Esta suprema potestad la ejerce el Concilio ecumnico de
forma solemne, necesitando el concilio por su parte ser
corroborado por el papa; pero esta misma potestad colegial
puede ser ejercitada por los obispos dispersos por el mundo
a una con el papa con tal que la cabeza del colegio los llame
a una accin colegial, o por lo menos apruebe la accin
unido a ellos o la acepte libremente para que sea un verdadero acto colegial (LG 22).
E n s e a m o s y declaramos que la Iglesia romana posee, por disposiciftn del Seor, el primado de potestad ordinaria sobre todas las otras Iglesias, y que esla potestad de jurisdiccin del romano pontfice es verdaderamente episcopal e inmediata. A esta autoridad estn ligados por un deber de
subordinacin jerrquica y de verdadera obediencia los pastores y fieles de
tiialquier rilo y dignidad que sean, tanto individualmente como todos junios ( D S 3053).
201
7.2.
La misin confiada por Cristo a los apstoles y a sus sucesores para que todos los hombres lleguen a la salvacin por
medio de la fe, el bautismo y el cumplimiento de los mandamientos"'', est garantizada por la promesa del Espritu Santo que Cristo envi a los suyos el da de Pentecosts"*". Esta
misin contiene la triple funcin de ensear, santificar y
regir. ^
.
--m~^=^
^ E l ^ i c i o de santificar^ertenece al obispo, pues es administrador de la g r ^ i a del supremo sacerdocio (cf LG 24),
particularmente en la eucarista, que es el centro de la Iglesia particular que l p r e s i d e . ^ .
-s.
El obispo tiene tambin ^ o f i c i o d e r e g i p Rigen los obispos como legados de Crist7las iglesias particulares que se
les han encomendado, con sus consejos, sus exhortaciones y
ejemplos, pero tambin con su autoridad y potestad sagrada... Esta potestad es propia, ordinaria e inmediata, aunque
el ejercicio ltimo de la misma est regulado por la autoridad suprema (LG 27). En virtud de esta potestad los obispos tienen el derecho y, ante Dios, el deber de legislar sobre
sus subditos en lo referente al culto y al apostolado.
Por ltimo, los obispos y el papa tienen tfCoSl53fiIsc/;fax>EI magisterio de los obispos y el papa, asistidos por el
Espritu, constituye la garanta que Cristo ha dado a su Iglesia para que se mantenga siempre fiel a su palabra.
El magisterio de un obispo en su dicesis o el del papa
cuando habla a su dicesis o a todo el mundo en una encclica, por ejempjo, no es infalible. Sin embargo, es magisterio autntico, es decir, un magisterio ejercido con la autori
dad de Cristo, de modo que los fieles tienen obligacin diaceptar y adherirse a su doctrina: Los obispos, cuando en
sean en comunin con el romano pontfice, deben ser res
petados por todos como los testigos de la verdad divina y
catlica; los fieles, por su parte, tienen obligacin de acep
tar y adherirse con religiosa sumisin de espritu al parecci
C f Mt 28,18; Me 16,15-16; He 26,17ss.
C f He 1,8; 2,Iss; 9,15.
202
203
Compete tambin la infalibilidad al otro sujeto de suprema potestad en la Iglesia, que es el colegio de los obispos
reunidos en concilio. Esto puede ocurrir cuando tienen intencin de definir dentro de un concilio ecumnico o cuando
estando dispersos por el mundo, pero manteniendo el vnculo de comunin entre s y con el sucesor de Pedro, convienen en un mismo parecer como maestros autnticos que exponen como definitiva una doctrina en los casos de fe y
costumbres (cf LG 25). Es el magisterio ordinario y universal de los obispos.
^ . C m o aceptar la infalibilidad del papa y de los obispos?
Cmo unos hombres pueden pretender ser infalibles en un
mundo donde no hay una instancia que se presente como
tal?
En medio de un mundo donde, en el fondo, el escepticismo ha contagiado tambin a los creyentes, es un verdadero escndalo la conviccin de la Iglesia de que hay una
Verdad con mayscula, que esta Verdad es reconocible,
expresable y, dentro de ciertos lmites, definible tambin con
precisin; es un escndalo que comparten tambin catlicos
que han perdido de vista la esencia de la Iglesia, que no es
una organizacin nicamente humana, y debe defender un
depsito que no es suyo, cuya proclamacin y transmisin
\e que garantizar a travs de un magisterio que lo vuelva
\ proponer de modo adecuado a los hombres de todas las
Vpocas^".
La nica forma posible de comprender el problema es a
travs de la palabra de Dios que tenemos entre nosotros. En
filosofa lo primero es la idea humana que articula, despus,
la palabra que la explica. En teologa, lo primero es la palabra de Dios que se nos ha revelado y, luego, la idea que
trata de explicarla. El magisterio no es sino la garanta que
Dios mismo nos ha dado para que la palabra de Dios nos
llegue limpia e ntegra.
Deca el cardenal Newman: Supongamos que sea volunIglesia al definir una doctrina de fe o de costumbres. Y, por tanto, que tales
definiciones del romano pontfice son irreformables por s mismas y no poi^
ta aprobacin de la Iglesia ( D S 3073).
^" J . RATZINGER, Informe sobre la fe, Ivladrid 1985, 28.
Apologa
205
8.2.
Si la Iglesia es sacramento universal de salvacin, lo es porque slo ella realiza la salvacin de Cristo en el mundo. De
la misma manera que Cristo es el nico mediador entre Dios
y los hombres (cf ITim 2,4-5) y no tenemos otro nombre en
el que podamos ser salvados (cf He 4,12), la Iglesia es el
sacramento, la prolongacin sacramental de esa salvacin de
Cristo. Es el nico sacramento capaz de darnos la filiacin
divina y la liberacin del pecado.
Cristo es la nica fuente de la salvacin, y Cristo y la
Iglesia forman una sola cosa: lo que podemos decir de Cristo como mediador nico de la salvacin es aplicable tambin a la Iglesia, cuerpo en el que se prolonga y consuma el
misterio de su cabeza. Por eso ha enseado el Vaticano II
que la Iglesia peregrina es necesaria para la salvacin. En
efecto, slo Cristo es mediador y camino de salvacin, y se
hace presente a todos nosotros en su cuerpo, que es la Iglesia (LG 14).
Esto es lo que significa la formula extra ecclesiam nulla
salus (fuera de la Iglesia no hay salvacin): no hay otro
medio objetivo de salvacin, puesto por Cristo, que la Iglesia. No se niega que fuera de la Iglesia haya personas de
buena voluntad que puedan salvarse. De hecho, cuando el
jansenismo trat de entender la frmula de manera rigurosa
fuera de la Iglesia no hay gracia, fue condenado por
el magisterio (DS 2429).
Ya haba dicho san Agustn: Aquel que defiende su opinin, aunque sea errnea y perversa, sin animosidad perti208
naz, sobre todo cuando dicha opinin no es fruto de su audaz presuncin, sino herencia de unos progenitores seducidos y arrastrados por el error; si busca la verdad escrupulosamente, pronto a abrazarla en cuanto la conozca, no debe
ser clasificado entre los herejes". Y el Vaticano I I complementa: Los que inculpablemente desconocen el evangelio
de Jesucristo y su Iglesia y buscan con sinceridad a Dios y
se esfuerzan bajo el influjo de la gracia en cumplir con las
obras de su voluntad, conocida por el dictamen de la conciencia, pueden conseguir la salvacin eterna. La divina providencia no niega los auxilios necesarios para la salvacin a
los que, sin culpa de su parte, no llegan todava a un conocimiento claro de Dios y, sin embargo, se esfuerzan, ayudados
por la gracia divina, en conseguir una vida justa. La Iglesia
aprecia todo lo bueno y verdadero que entre ellos se da
como preparacin evanglica y otorgado por el que ilumina
a todos los hombres para que al fin tengan la vida (LG 16).
Juan Pablo I I , en la encclica Redemptoris missio, viene a
recalcar la misma doctrina. No hay otro camino de salvacin establecido por Dios que el de Cristo y el de la Iglesia
que lo perpeta: Los hombres no pueden entrar en comunin con Dios sino por medio de Cristo y bajo la accin de
Espritu Santo". Fuera de los lmites visibles de la Iglesia
acta tambin el Espritu en los hombres de buena voluntad,,
pero la gracia que un no cristiano puede recibir nace de la
Iglesia, y a ella tiende por su propio dinamismo.
No podemos olvidar que, aun admitido esto, un no cristiano vive en una situacin de precariedad y penuria respecto a los medios de salvacin: carece de la palabra de Dios y
de los sacramentos, as como del carcter sacramental por el
que el bautizado queda configurado con Cristo. Por esto la
Iglesia no puede olvidar la experiencia de san Pablo: Ay
de m si no evangelizare! (ICor 9,16).
"
S A N A C U S T I N , Episl.
43,1 ( P L 3 3 , 1 6 0 ) .
missio, 5 .
209
9.
Bibliografa
CoLLANTES J., L Iglesia de
CoNOAR Y , La santa Iglesia,
210
211
PARA HACERLO
VIDA
212
unH. EccI.
2,503 ( P L 4,519).
213
CAPTULO 9
EL PROBLEMA DEL
MAL
Qu es el mal?
A l tratar el problema del mal en confrontacin con la existencia de Dios, es preciso definir antes, con la mayor objetividad y desapasionamiento, qu es el mal.
N . B E R D I A E V , Esprit
1933,
el libert.
Essai
de pllosophie
chretinne,
Pars
175-176.
215
^ S A N T O T O M S DE A Q U I N O , De
' S A N AGUSTN, Co/i/c.
* Ib,
malo q . l ,
a.2.
3,7,12.
7,12,19.
' S A N A G U S T N , De
civ.
Dci
* C H . JOURNFT, El mal, Madrid 1 9 6 5 , 2 4 . Leibniz se d e s v i de esta conc e p c i n del mal, al identificar el mal mctafsico con la finilud: las crialuriis
son malas ya de entrada, porque no son infinitas. E n esta c o n c l u s i n influy
la idea de Leibniz de que s l o el mundo mejor es un bien, en relacin al cual
todo mundo menor es un mal en s mismo y metafsicamcnte. Se identifica
as el mal con la simple imperfeccin (cf C H . IURNET, O . C , 1 1 0 ) . No se
puede admitir que el mundo, por ser finito, sea un mal. E l libro del Gnesis
dice que D i o s vio todo lo que haba hecho y era muy b u e n o (Gen 1,31).
Las cosas de este mundo tienen el ser recibido de Dios por creacin, y la
creacin no puede ser una fuente de mal. L o finito s l o es relativamenic
malo en cuanto que le falta la plenitud de lo Infinito, pero, en lo que tiene de
ser, es bueno.
216
2.
L a respuesta de la razn
217
4.
L a respuesta de la revelacin
4.L
4.2.
XXVII.
219
4.3.
PARA HACERLO
VIDA
Bibliografa
M . , El misterio del mal, Madrid 1981.
El mal, Madrid 1965.
SAYS J. A . . Ciencia, atesmo y fe en Dios, Pamplona 1994,
363-382.
GuERRF.RO J.
JOURNET C H . ,
220
222
CAPTULO 10
E L FIN D E L
CAMINO
de
no
va
de
no
lo
es
de
1.
1.1.
J
|
^ Ib, 40.
224
225
226
1.2.
Resurreccin
de los cuerpos
228
229
2.
Vida eterna
2.1.
Cielo
230
hay secretos ni sorpresas. Con Dios, verdad y belleza infinitas, el hombre tendr la sensacin de una plenitud infinita,
pero siempre nueva, pues no podr acabar nunca con su
disfrute por lo ilimitado de Dios.
Hay en Navarra una leyenda en torno al monasterio de
Leyre que narra las dudas sobre el cielo de un viejo abad
llamado Virila. Pensaba que el cielo era aburrido. Y ocurri
que, oyendo a un pjaro cantar en una fuente, se detuvo all
un rato, embelesado por la belleza de la escena. A I cabo de
poco tiempo, volvi al monasterio y no lo pudo reconocer:
lodo haba cambiado. Haban pasado trescientos aos. A l
tampoco le reconocieron. Entonces comprendi lo que es el
cielo.
En el cielo estaremos acompaados de la presencia de
todos los bienaventurados, compartiendo con ellos el gozo
de nuestra salvacin. Ahora estn los santos, la Iglesia triunfante que intercede continuamente por nosotros. La Escritura emplea, sobre todo, la imagen del banquete de bodas para
expresar la alegra del cielo: Lo que ni el ojo vio, ni el
nido oy, ni al corazn del hombre lleg, lo que Dios prepar para los que le aman (ICor 2,9).
Aunque en el cielo no habr generacin humana ni la
exclusividad del amor que tiene aqu el matrimonio, llegaremos a conocer a los nuestros y a gozar de su amistad, tan
perfecta y dilatada en Cristo que no tendr sombra alguna
de exclusividad y parcialidad. El amor ser profundo e ntimo, universal y completo. La visin de Dios impedir que
nuestro gozo quede empaado por la condenacin de algn
ser querido. En la contemplacin del Infinito no es posible
resquicio alguno de tristeza.
2.2.
Purgatorio
La Iglesia^ha mantenido y definido la existencia del purgatorio. Segn Benedicto X I I gozarn de Dios los que hayan
partir de 2Mac 12,43ss y I C o r 3,12-15.
231
purificado lo que tenan que purificar en el purgatorio'^ Pablo V I lo ensea en el Credo del pueblo de Dios 28. Y se
habla tambin de l en el Catecismo de la Iglesia catlica:
Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios, pero
imperfectamente purificados, aunque estn seguros de su eterna salvacin, sufren despus de su muerte una purificacin,
a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegra del cielo (CEC 1030).
La Iglesia llama purgatorio a esta purificacin final de
los elegidos que es completamente distinta del castigo de
los condenados. La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe
relativa al purgatorio sobre todo en los concilios de Florencia
(cf DS 1304) y Trento (cf DS 1820; 1580) (CEC 1031).
Deca el cardenal Ratzinger que, si no existiera el purgatorio habra que inventarlo, porque hay pocas cosas tan
espontneas, tan humanas, tan universalmente extendidas (en
todo tiempo y en toda cultura) como la oracin por los pro
pios allegados difuntos^\
Pero el purgatorio tiene una clara razn de ser: el pecadn
deja una serie de huellas que es preciso curar. Esto e,s
justamente, el purgatorio: la oportunidad de reconvertir toda
nuestra persona antes del encuentro con Dios. No podemos
entender el purgatorio como un infierno en pequeo o uii
castigo de Dios; es la necesidad misma de purificacin de
aquellas heridas que el pecado deja en nosotros, a no ser
que hayamos muerto ya santos y purificados. Aun arrepentidos de nuestros pecados, necesitamos esta purificacin e intercedemos con Cristo por nuestros difuntos.
2.3.
Infierno
232
Cf
DS
233
234
2.4.
Juicio final
'
2.5.
esperanza de ser liberado de la servidumbre de la corrupcin y de ser transformado en la gloria de Cristo (cf Rom
8,19-23): este mundo no va a ser aniquilado, sino que participar tambin de la gloria de Cristo.
El cielo no ser por tanto una realidad fsica, sino un
estado de felicidad para nuestro cuerpo, ahora glorificado, y
nuestro espritu. All encontraremos tambin los frutos buenos de nuestra diligencia, transformados, limpios de toda
mancha y purificados, cuando Dios sea todo en todos (el
CEC 1050).
El cielo no es un sitio, es Dios encontrado por el hombre:
Dios es "la realidad ltima" de la criatura. Como alcanzado es cielo; como perdido, infierno; como examinante, jui
CO; como purificante, purgatorio. Es aquel donde lo finilu
muere y por lo que para l y en l resucita'^.
Ser, pues, la consumacin de la historia, la victoria defi
nitiva sobre el sufrimiento y la muerte. Ignoramos el mo
monto en que esto suceder. Sabemos que tendr lugar con
la segunda venida del Seor y que el mundo participara
entonces de la gloria de su resurreccin: Y v i un cielo y
una tierra nueva (Ap 21,1). Mara Santsima, asunta ya cii
cuerpo y alma a los cielos, es una anticipacin de la trans
formacin gloriosa que tendremos tambin nosotros. Micn
tras tanto, la Iglesia sigue luchando en el mundo por esa
patria feliz y contina todava la lucha contra el maligno,
aunque lo podamos ya vencer en Cristo.
Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deber pa
sar por una prueba final que sacudir la fe de numerosos
creyentes (cf Le 18,8; Mt 24,12). La persecucin que aconi
paa a su peregrinacin sobre la tierra (cf Le 21,12; Jn 15,1'
20) desvelar el "Misterio de iniquidad" bajo la forma de
una impostura religiosa que proporcionar a los hombre,
una solucin aparente a sus problemas mediante el precio de
la apostasa de la verdad. La impostura religiosa suprema e .
la del Anticristo, es decir, la de un pseudomesianismo en
que el hombre se glorifica a s mismo colocndose en l i
H.
U . voN
B A L T H A S A R , en
J . F E I N E K - J . T I I T S C H - F . B C K L E , Frageii
236
3.
Existe la reencarnacin?
ii,<
237
Bibliografa
CABA J., Resucit Cristo, mi esperanza, Madrid 1986.
Di\iz MACHO A., La resurreccin de Cristo y del hombre
segn la Biblia, Valencia 1977.
Pozo C , Teologa del ms all, Madrid 1982^; La venida del
Seor en la gloria, Valencia 1993.
RATZINGER J., Escatologia,
Barcelona 1980^
PARA H A C E R L O VIDA
238
6,2-3
( P G 5.692-693).
239
240
SEGUNDA PARTE
Sacramentos
CAPTULO 11
SACRAMENTOS
1.
sacramento
del encuentro
con Dios,
San
243
3.
3.1.
evang. 7 , 7 ( P L 3 5 , 1 4 2 8 ) .
247
Signos de la Iglesia
248
84.
249
El sacerdote ministerial, configurado con Cristo en cuanto cabeza del cuerpo mstico, puede obrar in persona Christi,
es decir, que representa a Cristo mismo en cuanto cabeza
del cuerpo mstico. De esta forma, est al servicio del
sacerdocio bautismal. Por el carcter bautismal el seglar pertenece a Cristo, quedando incorporado a su cuerpo mstico
como miembro. Y es sacerdote en el sentido de que tiene
que consagrar toda su vida a Cristo y ejercer de mediador
entre Cristo y el mundo.
4.
En los sacramentos la Iglesia recibe ya la prenda de la gloria futura, participa ya en la vida eterna aguardando la venida del Seor y pidiendo que vuelva (cf CEC 1130): Ven,
Seor Jess era una de las exclamaciones de la Iglesia antigua en sus celebraciones (ICor 16,22).
CAPTULO 1 2
SACRAMENTOS
DE L AINICIACIN
CRISTIANA
Bautismo
251
v e s t i d o s ( e l h o m b r e v i e j o ) , d e m o d o q u e e r a b a u t i z a d o des-
n u d o , y a l s a l i r , reciba l a v e s t i d u r a b l a n c a q u e s i m b o l i z a b a
l a n u e v a v i d a q u e haba r e c i b i d o e n C r i s t o . Se e x p r e s a as
t o d o el s i m b o l i s m o d e l h o m b r e v i e j o q u e m u e r e c o n la m u e r t e
de C r i s t o y r e s u c i t a c o n l a l a v i d a n u e v a ( c f E f 4 , 2 1 - 2 4 ) .
1 c r i s t i a n o r e n u n c i a b a as a l a v i d a d e p e c a d o , a l afn de
p o d e r o d i n e r o , p a r a s e g u i r la v i d a n u e v a e n C r i s t o .
1.1.
Simbolismo
Este a g u a c o n la q u e i a I g l e s i a b a u t i z a es c o n s a g r a d a c o n
una oracin de epclesis ( i n v o c a c i n al Espritu) p a r a q u e
descienda s o b r e e l l a e l p o d e r d e l Espritu S a n t o y e l b a u t i z a do nazca d e l agua y d e l Espritu.
del agua
E l a g u a , e n e l m u n d o j u d o , posee e l d o b l e s i m b o l i s m o de
1.2.
ser a l a v e z i n s t r u m e n t o d e s a l v a c i n y d e destruccin. E l
Gracia
bautismal
a g u a , c o m o c r i a t u r a de D i o s , es f u e n t e de v i d a y f e c u n d i d a d ,
La g r a c i a q u e se c o n f i e r e e n e l b a u t i s m o t i e n e l a d o b l e d i -
I mcnsin d e l i b r a r n o s d e l a e s c l a v i t u d d e l p e c a d o o r i g i n a l y
s i m b o l i z a l a v i d a , e l a g u a d e l m a r es tambin
los p e c a d o s p e r s o n a l e s ( d i m e n s i n s a n a n t e ) y h a c e r n o s h i j o s
smbolo de muerte.
en C r i s t o y m i e m b r o s de la I g l e s i a ( d i m e n s i n e l e v a n t e ) .
romano
a) Liberacin
e n l a bendicin
pecados
DS 1316). E n efecto,
l i b e r a d o de l ; i
permanece
e s c l a v i t u d d e l faran f u e r a i m a g e n d e l a f a n i i l i a d e l o s buu
tizados.
P o r e l b a u t i s m o , todos
los
cados p e r s o n a l e s , as c o m o t o d a s l a s p e n a s d e l p e c a d o ( c f
D i o s , q u e h i c i s t e pasar a p i e e n j u t o p o r e l m a r R o j o . i
Oh
los
del pecado:
'
no
nada q u e les i m p i d a e n t r a r e n e l r e i n o de D i o s ,
ni e l p e c a d o d e A d n , n i e l p e c a d o
c u e n c i a s d e l p e c a d o , l a ms g r a v e de l a s c u a l e s es l a s e p a r a cin de D i o s ( C E C 1 2 6 3 ) .
z a r e n l a s a g u a s d e l Jordn. E m p r e n d e as e l c a m i n o del
s i e r v o de Y a v q u e c a r g a c o n l o s p e c a d o s de l a h u m a n i d ; n l
ta liberacin d e l p e c a d o y de su i n s t i g a d o r e l d i a b l o ( c f C E C
e l Espritu q u e se cerna s o b r e l a s a g u a s de l a p r J n K i . i
creacin, desciende
a h o r a s o b r e C r i s t o , q u e i n i c i a l a nueva
c r e a c i n , a l t i e m p o q u e e l P a d r e m a n i f i e s t a a Jess c o n m
el H i j o amado ( M t 3,16-17).
1237),
p o r l o q u e p r o n u n c i a s o b r e l v a r i o s e x o r c i s m o s . U n -
[ido c o n e l l e o d e l o s catecmenos o b a j o l a i m p o s i c i n d e
a m a n o d e l m i n i s t r o , e l c a n d i d a t o r e n u n c i a explcitamente a
Satans, p a r a pasar as a c o n f e s a r l a f e d e l a I g l e s i a .
C r i s t o se haba r e f e r i d o a su pasin c o m o b a u t i z o c o n 11
q u e tena q u e ser b a u t i z a d o ( c f M e 1 0 , 3 8 ) . Y J u a n ve en r l
b ) Adopcin
filial:
[que l i b e r a a l h o m b r e d e l p e c a d o o r i g i n a l y de l o s p e c a d o s
d o l a f i g u r a d e l b a u t i s m o y l a eucarista'. C r i s t o , q u e h a h i . i
Bcrsonales,
fcediante
252
el
nos hace
hijos adoptivos
de Dios
en Cristo
Espritu S a n t o . N o s i n t r o d u c e as e n e l s e n o
k i s m o d e l a santsima T r i n i d a d , c o n f i r i n d o n o s , j u n t o c o n
253
1.3.
la g r a c i a s a n t i f i c a n t e , l a s v i r t u d e s i n f u s a s d e l a f e , l a espe-
Necesidad
del bautismo
r a n z a y l a c a r i d a d , as c o m o l o s d o n e s d e l Espritu S a n t o .
Aqu comienza
la v i d a f i l i a l
d e l c r i s t i a n o . Es la nueva
v i d a e n C r i s t o q u e c o n f i e r e e l d o n d e l Espritu y q u e t i e n e
en e l r i t o u n g e s t o e s p e c i a l m e d i a n t e l a uncin c o n e l santo
crisma, leo perfumado y consagrado
p o r e l Espritu, q u e
s i g n i f i c a e l d o n d e l Espritu. E l b a u t i z a d o , e n e f e c t o , es un
u n g i d o d e l Espritu.
c ) Incorporacin
a a Iglesia.
E l b a u t i z a d o q u e d a incor i
Se p u e d e s a l v a r u n o tambin p o r e l b a u t i s m o d e s a n g r e :
por haber s u f r i d o e l m a r t i r i o en v i r t u d de la fe. O p o r el
b a u t i s m o d e d e s e o , o b i e n p o r q u e se tena e l d e s e o e x p l c i t o
de r e c i b i r el b a u t i s m o , o b i e n p o r q u e , i g n o r a n d o e l e v a n gelio, pero l l e v a n d o una v i d a digna ( c o n la gracia), c u m p l e
la v o l u n t a d de D i o s segn l l a c o n o c e : S e p u e d e p r e s u m i r
que s e m e j a n t e s p e r s o n a s habran d e s e a d o explcitamente e l
bautismo si hubiesen c o n o c i d o su necesidad ( C E C 1260).
p o r a d o a la I g l e s i a en c u a n t o q u e , p o r el b a u t i s m o , p a r t i c i p a
del sacerdocio
d e C r i s t o y se hace p o r e l l o m i s m o
escogido, sacerdocio
linaje
r e a l , nacin s a n t a , p u e b l o a d q u i r i d o ,
para a n u n c i a r l a s a l a b a n z a s de a q u e l q u e o s ha l l a m a d o de
las t i n i e b l a s a s u l u z a d m i r a b l e ( I P e 2 , 9 ) .
E l b a u t i s m o i m p r i m e as e n e l c r i s t i a n o u n s e l l o i n d e l e b l e
(carcter) de su pertenencia a C r i s t o , en c u a n t o q u e le c o n f i g u r a c o m o m i e m b r o de s u c u e r p o mstico, le c o n s a g r a
pani
L a I g l e s i a confa l o s nios m u e r t o s s i n b a u t i s m o a l a
m i s e r i c o r d i a de D i o s , pues s u deseo de q u e todos l o s h o m bres se s a l v e n y e l cario de C r i s t o p o r l o s nios n o s p e r m i ten p e n s a r q u e h a y a u n c a m i n o de salvacin p a r a l o s nios
que m u e r e n s i n b a u t i s m o ( c f C E C 1 2 6 1 ) .
e l c u l t o c r i s t i a n o y l e c a p a c i t a p a r a d a r t e s t i m o n i o d e uii;i
v i d a s a n t a . C o n este s e l l o q u e d a m a r c a d o p a r a l a v i d a e t c i n a . E s t e s e l l o n o l o b o r r a ningn p e c a d o p o s t e r i o r , a u n q u e el
p e c a d o i m p i d a d a r al b a u t i z a d o f r u t o s d e s a l v a c i n .
E s t e carcter le c o n f i e r e a l b a u t i z a d o u n a s e r i e de d e n -
L a n e c e s i d a d d e l b a u t i s m o es t a l , q u e u n a p e r s o n a n o
b a u t i z a d a p u e d e b a u t i z a r vlidamente s i t i e n e l a intencin
de hacer l o q u e la I g l e s i a hace y e m p l e a l a frmula b a u t i s mal ( c f C E C 1256).
, ,
E l b a u t i s m o es n e c e s a r i o p a r a l a s a l v a c i n : L a I g l e s i a n o
c o n o c e o t r o m e d i o q u e e l b a u t i s m o para a s e g u r a r l a e n t r a d a
en l a b i e n a v e n t u r a n z a e t e r n a ; p o r eso est o b l i g a d a a n o
d e s c u i d a r l a misin q u e ha r e c i b i d o d e l Seor d e h a c e r " r e nacer d e l a g u a y d e l Espritu" a t o d o s l o s q u e p u e d e n ser
b a u t i z a d o s . D i o s ha v i n c u l a d o l a salvacin a l s a c r a m e n t o
del b a u t i s m o , p e r o s u intervencin salvfica n o q u e d a r e d u c i d a a i o s s a c r a m e n to s ( C E C 1 2 5 7 ) .
E s t e carcter n o l o p o s e e u n p a g a n o n o b a u t i z a d o , a u n
1.4.
q u e a l p u e d a l l e g a r l a g r a c i a d e C r i s t o p o r c a m i n o s q u i
Bautismo
de los nios
, ,
D i o s c o n o c e . A s el n o b a u t i z a d o se e n c u e n t r a e n inferortl;i'l
L a prctica d e b a u t i z a r a l o s nios est a t e s t i g u a d a e x p l c i -
de c o n d i c i o n e s , e n c u a n t o q u e n o s l o c a r e c e d e l a p a l a b r a v
de l o s s a c r a m e n t o s , s i n o q u e n o t i e n e la incorporacin V M
t a m e n t e d e s d e el s. I I . S a n A g u s t n l l a m a a d i c h a prctica:
b l e a C r i s t o p o r l a q u e a d q u i e r e c o m o u n a p r o m e s a de p r o -
C o s t u m b r e d e n u e s t r a m a d r e l a I g l e s i a . L a razn f u e l a
teccin d i v i n a ( c f C E C 1 1 2 1 ) .
c o n c i e n c i a q u e la I g l e s i a haba a d q u i r i d o d e q u e l o s nios,
si b i e n n o t i e n e n p e c a d o s p e r s o n a l e s , n a c e n c o n e l p e c a d o
o r i g i n a F . P o r o t r o l a d o , influa l a c o n c i e n c i a d e q u e r e c i b e n
* S A N A G U S T N , De nupt. el cons.
254
1,20,22 { P L 4 4 , 4 2 7 ) .
255
l a g r a c i a i n e s t i m a b l e de ser h i j o s de D i o s y m i e m b r o s d e l
2.
Confirmacin
c u e r p o mstico de C r i s t o .
Es c i e r t o q u e e l nio todava n o t i e n e f e . S u r g e as u n a
o b j e c i n f r e c u e n t e : N o sera m e j o r d e j a r a i nio s i n b a u t i z a r h a s t a q u e , de m a y o r , p u d i e r a h a c e r u n a o p c i n
perso-
nal?.
S i n e m b a r g o , a l nio q u e se deja s i n b a u t i z a r n o se le
d e j a en u n a situacin n e u t r a l , pues p e r m a n e c e
e n situacin
de p e c a d o o r i g i n a l y alienacin de D i o s .
L a c o n f i r m a c i n es tambin u n s a c r a m e n t o de la i n i c i a c i n
c r i s t i a n a q u e l l e v a a s u p l e n i t u d la g r a c i a b a u t i s m a l : a l o s
b a u t i z a d o s e l s a c r a m e n t o de la c o n f i r m a c i n les u n e ms
ntimamente a la I g l e s i a y les e n r i q u e c e c o n u n a f o r t a l e z a
e s p e c i a l d e l Espritu S a n t o . D e esta f o r m a se c o m p r o m e t e n
m u c h o ms, c o m o autnticos t e s t i g o s de C r i s t o , a e x t e n d e r y
d e f e n d e r la fe c o n s u s p a l a b r a s y o b r a s ( L G 1 1 ) .
2.1.
proteccin y s u g r a c i a .
El Espritu
prometido
E s c i e r t o q u e de m a y o r t o d o b a u t i z a d o t i e n e la r e s p o n s a b i l i d a d de h a c e r s u y a la g r a c i a r e c i b i d a , p e r o e l n o b a u t i z a d o
El
est y a de h e c h o c o n d i c i o n a d o h a c i a u n a o p c i n n e g a t i v a .
L o s p a d r e s q u e d a n a sus h i j o s l o m e j o r en el p l a n o m a t e -
Espritu S a n t o
estaba
destinada
haba s i d o p r o m e t i d o p a r a l o s
slo
al mesas, s i n o
a todo
el
tiempos
pueblo
r i a l , n o p u e d e n o l v i d a r l o q u e es i n d i s p e n s a b l e e n la v i d ; i
mesinico ( c f E z 3 6 , 2 5 - 2 7 ) . C r i s t o p r o m e t i la efusin d e l
i n t e r i o r y deben comprometerse
c o n e l l o a u n a educacin
Espritu, y f u e en Pascua c u a n d o , de la e n t r e g a de C r i s t o a l
y s o l i t a r i o : se c r e e en la
d o n d e l Espritu.
posterior.
La
fe n o es a l g o i n d i v i d u a l
D e s d e e l p r i n c i p i o la I g l e s i a confera e l d o n d e l Espritu
I g l e s i a y c o n la I g l e s i a , y es la I g l e s i a la q u e t o m a la tarca
de e d u c a r a ese nio e n la fe p o r m e d i o de l o s p a d r i n o s . 1-1
m e d i a n t e la i m p o s i c i n de las m a n o s ( H e 8 , 1 5 - 1 7 ) \
nio v i v e la fe c o m o v i v e t o d o l o dems: en d e p e n d e n c i a de
l o s a d u l t o s , p o r eso s u e x i s t e n c i a t i e n e q u e estar s o s t e n i d ; i ,
e n t o d o m o m e n t o , p o r l a fe de l o s m a y o r e s .
Se s u e l e a p e l a r a l r e s p e t o de la l i b e r t a d d e l nio. P e r o l:i
2.2.
A
La uncin
la i m p o s i c i n de las m a n o s la I g l e s i a
primitiva
aadi
l i b e r t a d n o q u e d a daada c u a n d o se la p o n e en c o n d i c i o n e s
m u y p r o n t o la uncin c o n l e o p e r f u m a d o ( c r i s m a ) , de m o d o
p a r a s u m e j o r e j e r c i c i o , de la m i s m a m a n e r a q u e la l i b e r ( ; i i l
que
n o q u e d a l a s t i m a d a p o r q u e se le d e n a u n a p e r s o n a t o d a s \,\
c r i s m a c i n , m i e n t r a s q u e e l n o m b r e de c o n f i r m a c i n , en
la I g l e s i a l a t i n a , s u g i e r e la funcin de c o m p l e t a r a l b a u t i s m o
(cf C E C 1289).
P e r o si e l i g e el c a m i n o c o n t r a r i o a la fe ( a l g o q u e habr \W
en la I g l e s i a
de O r i e n t e se l l a m a a este
sacramento
L a uncin t i e n e u n r i c o s i m b o l i s m o , pues e l a c e i t e es
r e s p e t a r ) , d i c h a e l e c c i n n o dejar de ser u n m a l o b j e t i v n
s m b o l o de a b u n d a n c i a , alegra y a g i l i d a d (uncin
L a salvacin es a l g o q u e l i b r e m e n t e se e l i g e , p e r o q u e n o si
crea c u a n d o se e l i g e , p o r q u e es u n h e c h o c o n f e r i d o g r a t u i i i i
AT
u n g i d o p o r a n t o n o m a s i a sera e l mesas ( q u e j u s t a m e n t e s i g -
eran u n g i d o s sobre
n i f i c a u n g i d o : Christos
todo
los profetas
de l o s
y r e y e s , p e r o el
s i g n i f i c a u n g i d o en g r i e g o ) . C r i s t o
256
257
es e l u n g i d o de D i o s c o n e l Espritu S a n t o , y e l c r i s t i a n o es
u n u n g i d o de C r i s t o . L l a m a r s e c r i s t i a n o es l l a m a r s e u n g i d o .
En
el r i t o r o m a n o , el obispo extiende
la m a n o s o b r e e l
c o n f i r m a n d o c o m o s i g n o d e l d o n d e l Espritu y h a c e la u n cin d e l s a n t o c r i s m a en la f r e n t e , d i c i e n d o : R e c i b e p o r
esta seal e l E s p r i t u .
E l b a u t i s m o y la confirmacin f o r m a b a n j u n t o s en la I g l e sia
p r i m i t i v a e l r i t o de la cristianizacin, la iniciacin e n el
m i s t e r i o de la I g l e s i a y la incorporacin al m i s t e r i o de C r i s to. E n o r i e n t e s i g u e n s i e n d o d a d o s j u n t o s l o s d o s s a c r a m e n t o s ,
de m o d o q u e la confirmacin la c o n f i e r e e l m i s m o
sacerdote
q u e b a u t i z a . E n o c c i d e n t e se s e p a r a r o n p o r e l d e s e o de res e r v a r al o b i s p o e l a c t o de c o n f e r i r la p l e n i t u d d e l b a u t i s m o
( c f C E C 1 2 9 0 ) . E n o r i e n t e se destaca ms la u n i d a d de la
iniciacin c r i s t i a n a , m i e n t r a s q u e en o c c i d e n t e se r e s a l t a la
conexin del c r i s t i a n o c o n el o b i s p o ( c f C E C 1292).
Perpeta
la g r a c i a
g u a r d a c o n este m i s t e r i o : m i e n t r a s e l b a u t i s m o se r e l a c i o n a
directamente
c o n la m u e r t e y resurreccin
de C r i s t o , la
c o n f i r m a c i n t i e n e s u unin c o n e l m i s t e r i o de pentecosts\
La gracia
2.3.
de la confirmacin
L a confirmacin l l e v a a s u p l e n i t u d la g r a c i a d e l b a u t i s m o
como
Pentecosts es la fiesta de la f e c u n d i d a d de
Pascua.
E s t o s i g n i f i c a u n a m a y o r a b u n d a n c i a d e l Espritu en n o s o t r o s , q u e n o s u n e ms f i r m e m e n t e a C r i s t o introducindonos
ms a f o n d o en la filiacin d i v i n a .
Este s a c r a m e n t o
supone
adems u n m a y o r
perfecciona-
m i e n t o d e l carcter b a u t i s m a l , en c u a n t o q u e n o s c o n f i g u r a
ms a f o n d o c o n e l s a c e r d o c i o
dos
como
miembros
de C r i s t o . S o m o s c o n s t i t u i -
de la I g l e s i a
en poder,
recibiendo
testigos
de C r i s t o , para c o n f e s a r v a l i e n t e m e n t e e l n o m b r e de C r i s t o
y para n o s e n t i r j a m s vergenza de la c r u z ( C E C 1 3 0 3 ) .
Este s a c r a m e n t o , q u e en el r i t o l a t i n o l o c o n f i e r e e l o b i s p o o u n d e l e g a d o s u y o a l o s j v e n e s e n la e d a d d e l u s o de
la
r a z n , e x i g e p a r a s u r e c e p c i n , adems d e l e s t a d o
de
g r a c i a , u n a a d e c u a d a preparacin.
histrica, en c u a n t o q u e es en pentecosts
cuando
e j e r c e p a r a la I g l e s i a su p o d e r s o b e r a n o de e n v i a r a l Espri
t u , as la confirmacin s i g n i f i c a p a r a e l c r i s t i a n o la p a r t i c i
pacin p l e n a d e l Espritu: E n l a c o n f i r m a c i n s o m o s real
m e n t e " c o n s t i t u i d o s en p o d e r " c o m o m i e m b r o s de ia I g l e s i ; i ,
y en n u e s t r a c a l i d a d de h i j o s de D i o s , p a r t i c i p a m o s en l;i
I g l e s i a v i s i b l e de la p l e n i t u d d e l Espritu y de la misin d i l
Espritu p r o p i a de e l l a , y p a r t i c i p a m o s de este m o d o e n el
m i s t e r i o de pentecosts d e l m i s m o C r i s l o ^
* P A B L O V I , Const. apost. D i v i n u m consorlium naturae.
' E. ScHlLLEotF-CKX, Cristo, sacramento del encuentro
Sebastin 1966, 182.
" I b . 183.
3.
Eucarista
H a b l a r de l a eucarista es h a b l a r d e l c e n t r o m i s m o de la v i d a
c r i s t i a n a , de la c l a v e de n u e s t r a fe y de n u e s t r a v i d a en
Cristo.
A
f i n a l e s d e l s. I V , en u n a c i u d a d d e l n o r t e de
frica
l l a m a d a A b l t e n e , u n g r u p o de c r i s t i a n o s , q u e v i v a n l a e u c a rista en casa de u n t a l E m r i t o , f u e s o r p r e n d i d o y l l e v a d o a
los j u e c e s . E s t o s le p r e g u n t a n a E m r i t o s i I g n o r a las penas
q u e estn r e s e r v a d a s
a l o s q u e d e j a n c e l e b r a r la eucarista
en sus casas. R e s p o n d i : S , l o s, p e r o q u i s i e r a d e c i r u n a
cosa:
l a s casas,
p e r o la eucarista n o , p o r q u e s i n la eucarista n o
el d i n e r o ,
podemos
seguir"'.
L o q u e a q u e l h o m b r e s e n c i l l o saba o Intua de este m i s -
con Dios,
S;iii
t e r i o , ha q u e d a d o e x p r e s a d o
' Passio
258
sancti
Dativi, Saturnini
en e l V a t i c a n o I I d e l s i g u i e n t e
presbyteri
e aoruin 12.
259
I.;
m o d o : E n la santa eucarista se c o n t i e n e t o d o e l b i e n e s p i -
l l e g l a h o r a ( L e 2 2 , 1 4 ) . E l m i s m o Seor m e n c i o n a la p a s -
r i t u a l de la I g l e s i a , es d e c i r . C r i s t o en p e r s o n a , n u e s t r a pas
cua: H e deseado v i v a m e n t e
cua y p a n v i v o , q u e , en s u c a r n e v i v i f i c a d a y v i v i f i c a n t e por
el Espritu S a n t o , d a v i d a a l o s h o m b r e s q u e de esta f o r m ; i
son
ta c o p a
invitados y estimulados
a o f r e c e r s e a s m i s m o s , sus
despus de c e n a r " ,
comer
esta p a s c u a c o n v o s o -
q u e era la t e r c e r a
copa
l l a m a b a c o p a de b e n d i c i n , p o r q u e se una a la
se
solemne
E n la eucarista u n o n o se e n c u e n t r a s l o c o n C r i s t o en
p e r s o n a , s i n o c o n su m i s m o s a c r i f i c i o r e d e n t o r , p a r a h a c e r l o
suyo y ofrecerlo
a l P a d r e e n s u n o m b r e , y g a n a r as p a r a el
m u n d o t o d a la g r a c i a q u e n e c e s i t a : N u e s t r o S a l v a d o r , en la
un t r a s f o n d o e n e l m e m o r i a l j u d o .
a) Las palabras
c r i f i c i o eucarslico de s u c u e r p o y su s a n g r e , p a r a p e r p e t u a r
por
los siglos,
hasta s u v u e l t a , e l s a c r i f i c i o
de la c r u z y
tres sinpticos'"". S i n e m b a r g o , el r e l a t o e s c r i t o ms a n t i g u o
c o n f i a r as a s u esposa a m a d a , la i g l e s i a , el m e m o r i a l de su
es e l q u e P a b l o n o s trae en s u p r i m e r a C a r t a a l o s c o r i n t i o s .
m u e r t e y resurreccin, s a c r a m e n t o de p i e d a d , s i g n o d e u n i -
E s c r i t a e n t r e l o s aos 5 4 - 5 7 , en e l l a P a b l o hace r e f e r e n c i a a
d a d , v n c u l o de a m o r , b a n q u e t e p a s c u a l en el q u e se r e c i b e a
la predicacin q u e transmiti a l o s c o r i n t i o s en t o r n o a l o s
C r i s t o , e l a l m a se l l e n a de g r a c i a y se n o s da u n a p r e n d a de
aos 5 0 - 5 1 . T r a n s m i t e la d o c t r i n a s o b r e la eucarista c o n e l
la g l o r i a futura ( S C 4 7 ) .
procedimiento
rabnico
de
la pardosis
(transmisin)'^,
Institucin
de la eucarista
tuan t r a d i c i o n e s antiqusimas ( c f I C o r
11,23-25).
L o s r e l a t o s s o b r e la institucin de l a eucarista p r o v i e n e n
Jess c e l e b r la pascua segn e l r i t u a l j u d o . D e h e c h o , aun
de dos t r a d i c i o n e s : la de M a t e o - M a r c o s
c u a n d o J u a n d i c e q u e la cena
de Jess c o n s u s discpulos
pesar
de sus d i f e r e n c i a s ,
coinciden
y la de
Pablo-Lucas.
sin embargo
en l o
t u v o l u g a r antes de la f i e s t a de p a s c u a " , l o c i e r t o es q u e l . i
esencial. T i e n e n
pan, entregado
y se h a l l a r i t u a l m e n t e I n f l u i d a p o r e l l a .
estn e x e n t o s de t o d a aadidura s u p e r f l u a . R e f l e j a n s i n d u d a ,
Est.i
larde'", cuando
260
un colorido
el
p o r v o s o t r o s , la a l i a n z a , e l m e m o r i a l , e t c . ) y
p o r su concisin y s e n c i l l e z , e l u s o litrgico q u e de e l l a s se
haca.
L o q u e Jess ha h e c h o en la ltima cena es t o m a r e l r i t o
de la bendicin d e l p a n y p r o n u n c i a r s o b r e l unas p a l a b r a s
sorprendentes
y n u e v a s : E s t e es m i c u e r p o q u e se d a p o r
2 6 . 3 0 ; Me
14.26.
'
:
<
'
i-,
261
v o s o t r o s . I g u a l m e n t e , Jess ha a p r o v e c h a d o la t e r c e r a c o p a
y sobre
ella
ha d i c h o de n u e v o :
E s t e cliz es l a n u e v a
a l i a n z a de m i s a n g r e . Y, en a m b o s c a s o s , Jess ha aadido:
H a c e d e s t o en m e m o r i a m a .
b ) Significado
realiza
esta
cena
de los gestos
como:
y palabras
de Jess. Jess
cin de la eucarista n o se p u e d e d e c i r l o m i s m o . E n l a s
frases de s e n t i d o s i m b l i c o , l o q u e se c o m u n i c a es u n a e n s e -
e l da a n t e r i o r a s u m u e r t e en la c r u z ;
m u e r t e q u e v a a c o n s u m a r de f o r m a d e f i n i t i v a la a l i a n z a de
D i o s c o n l o s h o m b r e s . M o i s s haba t o m a d o
t i d o e l m a n d a t o de reiteracin: H a c e d esto en m e m o r i a m a .
la s a n g r e
de
u n o s t o r o s para s e l l a r la a n t i g u a a l i a n z a , d i c i e n d o : E s ta es
E n t r a m o s as e n e l c o n c e p t o
de memorial.
El memorial
la s a n g r e de la a l i a n z a q u e Y a v ha h e c h o c o n v o s o t r o s ( E x
judo (zikkarou)
2 4 , 8 ) . A h o r a C r i s t o d i c e s o b r e la c o p a de b e n d i c i n : E s t e
de D i o s , s i n o q u e l o s har presentes e n la n u e v a c i r c u n s t a n -
es e l c l i z de la n u e v a a l i a n z a en m i s a n g r e ( I C o r
11,25).
H e aqu la n u e v a a l i a n z a a n u n c i a d a p o r Jeremas, la a l i a n z a
pasado y s u s c i t a e l a g r a d e c i m i e n t o e f e c t i v o d e l p u e b l o h a c i a
d e f i n i t i v a , s e l l a d a esta v e z n o c o n la s a n g r e de t o r o s , s i n o
D i o s , q u e l o ha l i b e r a d o de la e s c l a v i t u d de E g i p t o , c o m p r o -
n o se l i m i t a b a a e v o c a r l o s h e c h o s s a l v f i c o s
c o n la s a n g r e d e l m i s m o C r i s t o . L o q u e las p a l a b r a s de C r i s -
mete a D i o s m i s m o a r e c o r d a r , a h a c e r r e v i v i r para s u
to d a n a e n t e n d e r es q u e l es e l c o r d e r o i n m o l a d o c o n c u y a
p u e b l o , de m o d o e f i c a z , l o s p r o d i g i o s q u e l l e v a c a b o en e l
s a n g r e se c e l e b r a la n u e v a y d e f i n i t i v a a l i a n z a .
E n e f e c t o , l o s sinpticos h a b l a n de la s a n g r e q u e v a a sei
Dios.
d e r r a m a d a . L a versin de M a t e o y M a r c o s v i e n e a d e c i r qui*
Este m e m o r i a l r e c i b e en e l N T u n s e n t i d o n u e v o , p o r q u e
va a ser d e r r a m a d a p o r l o s muchos"^ ( h e b r a s m o q u e s i g -
en la eucarista ya n o se hace s i m p l e m e n t e p r e s e n t e la l i b e -
n i f i c a p o r t o d o s ) , a l u d i e n d o c o n e l l o a la funcin d e l sier
racin de D i o s , s i n o e l s a c r i f i c i o m i s m o r e d e n t o r de C r i s t o
en la c r u z ( c f 1 3 6 4 ) .
i n o c e n t e , haba de c a r g a r c o n l o s
p e c a d o s de I s r a e l . E l s i e r v o se e n t r e g a tambin p o r l o s m u
c h o s ( c f Is 5 3 , 1 1 - 1 2 ) .
C r i s t o i n s t i t u y e la eucarista c o m o m e m o r i a l de s u s a c r i f i c i o en la c r u z . Se sita en e l m a r c o
C o n l a s a n g r e de C r i s t o tendr l u g a r e l s a c r i f i c i o u o b l a
de la cena
pascual
m o m e n t o s antes de m o r i r en la c r u z . E n la cena p a s c u a l se
consuma el c o r d e r o q u e se haba i n m o l a d o en el t e m p l o y,
( c f M a l l , 1 0 s s ) . Es e l s a c r i f i c i o q u e se ofrecer a Y a v en
de esta f o r m a , se p a r t i c i p a b a en la p a s c u a . A h o r a ,
t o d o l u g a r , el s a c r i f i c i o d e l h i j o de D i o s , h e c h o h o m b r e .
l o m a e l p a n y e l v i n o de la a n t i g u a p a s c u a y l o p o n e e n
E s t e es, pues, e! c o n t e x t o
de l o s g e s t o s y p a l a b r a s di-
Cristo
relacin d i r e c t a c o n su c u e r p o y s a n g r e q u e se v a n a i n m o l a r
p o r n o s o t r o s en la c r u z , dndolos a c o m e r
f u n d a m e n t a l para h a c e r n o s s o b r e e l s i g n i f i c a d o p r o f u n d o di-
d i c i e n d o : E s t o es m i c u e r p o , e s t o es m i s a n g r e . S i l e s
las m i s m a s : las p a l a b r a s de C r i s t o t i e n e n u n v a l o r
pura
m e n t e s i m b l i c o , de m o d o q u e l o q u e Jess h i z o e n la lli
la n u e v a p a s c u a s e l l a d a en s u s a n g r e . L o s j u d o s n u n c a p a r -
m a cena
sera u n a m e r a r e f e r e n c i a
a los suyos
a l s a c r i f i c i o q u e va ii
t i c i p a b a n en la pascua m e d i a n t e u n m e r o s m b o l o , s i n o m e -
c o n s u m a r en la c r u z o, p o r e l c o n t r a r i o , t i e n e n u n c o n t e n i t i o
d i a n t e la consumicin de la vctima ( e l c o r d e r o ) q u e se h a -
r e a l ? Cul es e l a l c a n c e de l o q u e C r i s t o h i z o en la cena?
ba i n m o l a d o en el t e m p l o .
Mt 26,28; M e 14.24.
262
P o r eso la I g l e s i a ha e n t e n d i d o s i e m p r e de f o r m a r e a l l a s
p a l a b r a s de C r i s t o : E s t o es m i c u e r p o , esto es m i s a n g r e ,
263
p o r q u e s i n la p r e s e n c i a r e a l de C r i s t o c o m o v c t i m a q u e se
da a c o m e r n o habra participacin r e a l e n e l s a c r i f i c i o de la
nueva y definitiva alianza.
L a ltima cena v i e n e a ser u n a anticipacin s a c r a m e n t a l
de l o q u e v a a o c u r r i r en la c r u z . C r i s t o , b a j o e l s i m b o l i s m o
d e l p a n y d e l v i n o , o f r e c e y a s u c u e r p o y s a n g r e al Padre y.
b a j o ese m i s m o s i m b o l i s m o , l o s da a c o m e r a l o s s u y o s , dim o d o q u e p o r esta c o m i d a se h a g a n partcipes de s u entrega
s a c r i f i c i a l , e n t r e g a q u e se v a a c o n s u m a r de f o r m a c r u e n t a
en la c r u z .
c ) Aportacin de Pablo y Juan. Esta participacin r e a l i s ta en e l s a c r i f i c i o de C r i s t o p o r m e d i o de la eucarista es la
que d e f i e n d e P a b l o en su p r i m e r a C a r t a a l o s c o r i n t i o s . T n i
ta aqu de si u n c r i s t i a n o p u e d e c o m e r la c a r n e i n m o l a d a ;i
l o s d o l o s . D e s u y o , d i c e , se p u e d e c o m e r , p o r q u e l o s dolo.s
n o e x i s t e n . S l o en c a s o de v e r d a d e r o escndalo para o t r o s
habra u n v e r d a d e r o m o t i v o p a r a abstenerse ( c f I C o r 1 0 , 2 8 33).
N o se p u e d e , s i n e m b a r g o , t o m a r p a r t e e n l o s banquetes
oficiales paganos que tienen lugar i n m e d i a t a m e n t e d e s p u r .
d e l s a c r i f i c i o , pues e s t o constituira u n a c t o de v e r d a d c i . i
idolatra, n o p o r q u e se e n t r e en comunin c o n l o s dio.scs,
q u e n o e x i s t e n , s i n o p o r q u e se e n t r a en c o m u n i n c o n r l
d e m o n i o ( c f I C o r 1 0 , 2 1 ) . N o p u e d e e n t r a r en comunin con
el d e m o n i o el q u e p o r la eucarista est en comunin c o n l.i
s a n g r e de C r i s t o : E l cliz de bendicin q u e b e n d e c i m o s ,
no es acaso comunin c o n la s a n g r e de C r i s t o ? E l p a n q u e
p a r t i m o s , no es acaso comunin c o n el c u e r p o de C r i s t o ? ( I C o r 1 0 , 1 6 ) . A s , p u e s , e l p a n y el cliz s o n participacin
en e l c u e r p o y la s a n g r e de C r i s t o . Y j u s t a m e n t e p o r esi.i
participacin nace la u n i d a d de l o s c r i s t i a n o s c o m o u n solo
cuerpo ( c f I C o r 10,17).
S i g u i e n d o esta interpretacin, P a b l o a f i r m a q u e q u i e n
c o m e el p a n y bebe el cliz i n d i g n a m e n t e se hace reo i m
slo d e l c u e r p o , s i n o de la s a n g r e d e l Seor ( c f I C o r 1 1 , 2 7 )
P o r e l l o e x h o r t a a l o s f i e l e s a d i s c e r n i r e l c u e r p o d e l .Se
o r , a r e c i b i r l o d i g n a m e n t e so pena de i n c u r r i r en conden.i
cin ( c f I C o r 1 1 , 2 8 - 2 9 ) .
264
3.2.
Eucarista como
sacrificio
La eucarista es el m i s m o s a c r i f i c i o de C r i s t o en la c r u z q u e
ha d e j a d o a la I g l e s i a para q u e esta l o haga s u y o y se o f r e z ca c o n C r i s t o al P a d r e , g a n a n d o as p a r a la I g l e s i a y e l m u n do todas las g r a c i a s q u e n e c e s i t a . Es la f u e n t e de la g r a c i a ,
c o m o l o es el s a c r i f i c i o r e d e n t o r de C r i s t o .
a) La fe de la Iglesia. L a I g l e s i a p r i m i t i v a entendi d e s d e
un p r i n c i p i o q u e e l s a c r i f i c i o eucarstico era e l s a c r i f i c i o
p e r f e c t o de la era mesinica q u e se ofrecera a Y a v en t o d o
lugar ( c f M a l ] , 1 0 s s ) : Y e l d o m i n g o , al r e u n i r o s , r o m p e d e l
pan y d e c i d la eucarista despus de h a b e r c o n f e s a d o v u e s tros d e l i t o s , a f i n de q u e sea p u r o v u e s t r o s a c r i f i c i o . T o d o
quel q u e t u v i e r e c o n t i e n d a c o n s u a m i g o n o se rena c o n
nosotros hasta q u e estn r e c o n c i l i a d o s , p a r a q u e n o se m a n che v u e s t r o s a c r i f i c i o . P o r q u e e s t o es l o q u e d i j o e l Seor:
" E n t o d o l u g a r y t i e m p o ofrzcase a m s a c r i f i c i o l i m p i o ,
p o r q u e s o y g r a n R e y , d i c e e l Seor, y m i n o m b r e es a d m i r a ble e n t r e l o s g e n t i l e s " " .
L o s santos p a d r e s r e c u r r e n c o n f r e c u e n c i a a este t e m a .
Didach
14,1-3.
265
V e n e n e l s a c r i f i c i o eucarstico e l c u m p l i m i e n t o d e t o d a s l i n
profecas y f i g u r a s s a c r i f i c i a l e s d e l A T . R e s a l t a n e l carcu-t
s a c r i f i c i a l d e la eucarista p o r su u n i d a d c o n el d e l a c r u z .
Qu iz s e l t e x t o ms f a m o s o sobre l a u n i d a d d e l s a c r i l u i "
de l a eucarista c o n e l d e l a c r u z es u n t e x t o de s a n J u i i n
Crisstomo, a t r i b u i d o a san A m b r o s i o
en la E d a d
mediii,
d e c i s i v o para c o m p r e n d e r e l carcter s a c r i f i c i a l de la m i s i i
P u e s , qu? A c a s o n o p r e s e n t a m o s
oblaciones
lodos hr.
das? C i e r t a m e n t e , p e r o a l h a c e r l o h a c e m o s c o n m e m o r a c i n i i
d o d i s t i n t o , a u n q u e r e l a t i v o al de l a c r u z . F u e u n d e s e n f o (|ue de la eucarista q u e h o y y a ha s i d o s u p e r a d o .
E l m a g i s t e r i o ltimo de l o s p a p a s , e l V a t i c a n o I I y e l
Catecismo de la Iglesia catlica c o n f i e s a n s i n a m b a g e s q u e
el s a c r i f i c i o de l a m i s a es e l m i s m o de la c r u z : la eucarista
es u n s a c r i f i c i o p o r q u e r e p r e s e n t a ( h a c e p r e s e n t e ) e l s a c r i f i c i o d e l a c r u z ( C E C 1 3 6 6 ) , de m o d o q u e e l s a c r i f i c i o de,
t > i s t o _ y _ _ e l s a c r i f i c i o d e l a eucarista s o n u n nico saexiLcio>> ( C E C 1 3 6 7 ) .
fue ofrecida
u n a sol.i
vez... S i e m p r e o f r e c e m o s e l m i s m o c o r d e r o , n o h o y u n o v
maana o t r o , s i n o s i e m p r e
el m i s m o . Y
p o r esta razn el
s a c r i f i c i o es s i e m p r e u n o ; de l o c o n t r a r i o , y a q u e se o f r e t i
e n m u c h a s p a r t e s , tendra tambin q u e h a b e r m u c h o s C r i s
tos.
P e r o d e ningn m o d o , s i n o q u e e n t o d a s p a r t e s es u n o r l
C r i s t o , q u e est e n t e r o aqu, y e n t e r o all, u n s o l o
cuerpo
C o m o C r i s t o , q u e se o f r e c e e n m u c h a s p a r t e s d e l a t i e r r a es
u n s o l o c u e r p o y n o m u c h o s c u e r p o s , as tambin es u n o t i
s a c r i f i c i o . N u e s t r o pontfice es a q u e l q u e o f r e c i l a hosti;i
que n o s p u r i f i c a . Y a h o r a o f r e c e m o s tambin a q u e l l a m i s n i . i
h o s t i a q u e e n t o n c e s f u e o f r e c i d a y q u e j a m s se consumir,
esto se hace e n m e m o r i a de l o q u e e n t o n c e s sucedi: " H ; i
ced esto en m e m o r i a ma". N o hacemos otro s a c r i f i c i o , como
l o haca e n t o n c e s e l p o n t f i c e , s i n o q u e s i e m p r e o f r e c e m o s
el m i s m o , o m e j o r , h a c e m o s c o n m e m o r a c i n d e l s a c r i f i c i o ' "
E l c o n c i l i o d e T r e n t o , c u a n d o q u i s o s a l i r al p a s o d e l ; i
d o c t r i n a p r o t e s t a n t e q u e negaba q u e l a eucarista fuese s a c r i f i c i o , respondi d i c i e n d o q u e e n l a eucarista se hace present
(rcpraesentatur)
el s a c r i f i c i o de C r i s t o en la c r u z ( c f D S
1740).
E s c i e r t o q u e , despus, l a teologa perdi esta p e r s p e c t i
va y , c o n e l afn d e e x p l i c a r c o n t r a l o s p r o t e s t a n t e s q u e l : i
eucarista es s a c r i f i c i o , acudi a u n a nocin g e n e r a l d e s a c r i f i c i o p a r a m o s t r a r q u e as se r e a l i z a e n l a eucarista. D e este
m o d o se entenda q u e l a eucarista es s a c r i f i c i o , u n s a c r i f i S A N JUAN CRISSTOMO,
266
om.
17 in Hcb.
3 ( P G 5,713).
b ) Explicacin
teolgica.
el s a c r i f i c i o d e C r i s t o e n la c r u z es nico y d e f i n i t i v o s a c r i f i c i o d e e x pi a c i n p o r l o s p e c a d o s . P o r l o t a n t o , s i l a m i s a es
s a c r i f i c i o de e x p i a c i n , t i e n e q u e s e r e l m i s m o de la c r u z
pues, de ser d i s t i n t o , e l de l a c r u z n o habra s i d o nico y
definitivo.
E l p r o b l e m a es m o s t r a r c m o u n s a c r i f i c i o q u e t u v o l u g a r
hace d o s m i l aos se hace
presente
aqu. L a r e s p u e s t a l a
t e n e m o s en la p r o p i a c a r t a : e n e l l a v e m o s q u e e l s a c r i f i c i o
de C r i s t o es u n s a c r i f i c i o histrico y de e x p i a c i n ,
perfecto
y d e f i n i t i v o , nico, i r r e p e t i b l e y e t e r n o . C r i s t o se e nt re g d e
una v e z p o r t o d a s e n l a c r u z ; p e r o esa e n t r e g a f u e a c e p t a d a
p o r e l P a d r e e n v i r t u d de la resurreccin, de m o d o q u e d e
una f o r m a g l o r i o s a p e r d u r a e t e r n a m e n t e e n e l c i e l o .
C o m o el sacerdote
7,23-25).
q^ue e l s a c r i f i c i o d e C r i s t o ,
que A C ^ r p e t a _ e n _ e r ^ ^
m e d i d a e n q u e se hace_prc_sen_te_la misma_yjctma
(bajo las
e s p e c i e s eucarsticas) y e l m i s m o s a c e r d o t e (Cristo"), p u e s s u
267
accin e t e r n a m e n t e
I g l e s i a , al i g u a l que Mara al p i e de la c r u z , p a r t i c i p a en el
s a c r i f i c i o de C r i s t o para r e d i m i r a l m u n d o .
s a c r i f i c i a l pasa a h o r a p o r l a mediacin
d e l s a c e r d o t e o f e r e n t e : la m i s m a v c t i m a , e l m i s m o
sacerdo-
A la eucarista v a m o s a r e d i m i r a l m u n d o . A e l l a l l e v a mos n u e s t r o p r o p i o s a c r i f i c i o ( r e p r e s e n t a d o en el p a n ) p a r a
o f r e c e r l o c o n C r i s t o al Padre. A e l l a d e b e m o s l l e v a r t o d a
nuestra v i d a , s a c r i f i c i o s , t r a b a j o s , y de esta f o r m a r e d i m i m o s a l m u n d o . S i a la eucarista n o l l e v o m i p r o p i o s a c r i f i c i o , se c o n v i e r t e e n t o n c e s en u n a b u r r i d o espectculo. S l o
cuando v a m o s a m i s a para r e d i m i r al m u n d o con C r i s t o vct i m a es c u a n d o la p o d e m o s e n t e n d e r y v i v i r .
te y la m i s m a accin s a c r i f i c i a l . S l o c a m b i a la f o r m a e x t e i
n a . A s p u e s , p o r q u e el s a c r i f i c i o de C r i s t o se perpeta en el
c i e l o , es p o r l o que se p u e d e hacer p r e s e n t e e n e l a l t a r .
3.3.
La presencia
eiicarstica
direc-
'
puede
N u n c a se r e p i t e el nico s a c r i f i c i o de C r i s t o s i n o que lo
h a c e m o s p r e s e n t e r e p e t i d a s v e c e s para p a r t i c i p a r de l. U n . i
h e c h o p r e s e n t e el s a c r i f i c i o de C r i s t o s o b r e e l a l t a r , l . i
vez
I g l e s i a l o hace s u y o p a r a o f r e c e r l o a l P a d r e y o f r e c e r s e a si
m i s m a c o m o vctima j u n t o con C r i s t o ( c f C E C
1368).
esta f o r m a , la i g l e s i a p u e d e hacer s u y o e l s a c r i f i c i o de
De
la eucarista n o
hace s i n o p r o l o n g a r
nosotros
la
.) . I ,
;i
J u a n nos da a e n t e n d e r q u e el p a n v i v o b a j a d o d e l
cielo
encarnacin.
entre
.- c^: . ; : . ,
Cris
t o y, a l o f r e c e r l o a l P a d r e , p u e d e g a n a r p a r a s m i s m a y p a i . i
e l m u n d o las g r a c i a s q u e
s i n la p r e s e n c i a r e a l de C r i s t o c o m o v c t i m a , n o se
e n t e n d e r q u e eucarista sea el m i s m o s a c r i f i c i o de l a c r u z ;
necesita.
s a n g r e ) q u e p a r a la
l i t u r g i a ( p a r t i c u l a r m e n t e la eucarista) es la f u e n t e y el c u l n u n
encarnacin: E l
de la v i d a c r i s t i a n a . E s el c u l m e n p o r q u e e n e l l a t i e n e que
eucarista es, p o r t a n t o , la p r o l o n g a c i n s a c r a m e n t a l
encarnacin.
al Padre. Y
es
tambin la f u e n t e ,
porque
de
ah
( J n 1,14). L a
de la
nace l,i
g r a c i a q u e n e c e s i t a m o s p a r a la v i d a c r i s t i a n a . E s as c o m o l.i
268
V e r b o se h i z o c a r n e (sarx)
S A N IGNACIO DE A N T I O O U I A , Ad
Sminu
7,1
(PG
5,713).
269
a ) Presencia
real, pero
no fsica.
E n este s a c r a m e n t o t e -
n e m o s u n a p r e s e n c i a e s p e c i a l de C r i s t o , p u e s C r i s t o n o est
p r e s e n t e en l s i m p l e m e n t e p o r s u accin, c o m o e n l o s o t r o s
s a c r a m e n t o s , s i n o c o n t o d o su ser, p u e s t o q u e es l a p r o l o n g a c i n s a c r a m e n t a l de la encarnacin. N i n g n p r o b l e m a h a bra s i la p r e s e n c i a d e C r i s t o e n este s a c r a m e n t o fuese u n a
p r e s e n c i a p o r su accin. P e r o la I g l e s i a c o n f i e s a , de a c u e r d o
c o n las p a l a b r a s de C r i s t o , q u e este s a c r a m e n t o es e l c u e r p o
d e l Seor. C m o e n t e n d e r esto?
L o s s a n t o s p a d r e s solan y a a d v e r t i r a l o s f i e l e s q u e n o
c o n f i a r a n en las a p a r i e n c i a s d e l p a n y d e l v i n o , s i n o en las
p a l a b r a s de C r i s t o , l a s c u a l e s t i e n e n t a l f u e r z a q u e c a m b i a n ,
t r a n s f o r m a n , t r a n s e l e m e n t a n e l p a n y e l v i n o en e l c u e r p o
y l a s a n g r e de C r i s t o , p o r q u e la v i r t u d q u e r e a l i z a esto es l.i
m i s m a v i r t u d de D i o s o m n i p o t e n t e q u e a l p r i n c i p i o d e l t i e n v
p o cre el u n i v e r s o de l a n a d a .
S o n m u c h o s l o s t e s t i m o n i o s q u e p o d r a m o s a p o r t a r . Baste
c i t a r u n o , de s a n _ A m i i i s i o , o b i s p o de Mn:_CQnye.DZm o n o s de_que esto ( e l p a n consagrdoXnp^esJji_que la natu
r a f e z a ' f o r m , sino__lo_Ja_-bgndiciD-COii&agfQ^
f u e r z a _ _ d ^ la h e n d i c i n _ ^ s _ m a y o r
y q u e la
q u e l a de J a _ j i a t u r a l e z a .
p o r ^ x a n - l i L t o d i r i n n a u n la m i s r n a n a t u r a l e z a se c a m b i a ,
P o r l o t a n t o , la p a l a b r a de C r i s t o q u e ha p o d i d o h a c e r de l:i
nada l o q u e n o exista, no p u e d e acaso c a m b i a r las cosas
q u e y a e x i s t e n en l o q u e n o eran? Pues n o es m e n o s dar i
las c o s a s su p r o p i a n a t u r a l e z a q u e cambirsela^".
F a u s t o de R i e z (s. V I ) , c o n s u homila Magnitudo,
h a b l a y a de conversin s u b s t a n c i a l , t u v o u n i n f l u j o
que
decisivo
en l a E d a d m e d i a . C o n c i l i o s ^ c o m o Ip^s d o s R o m a n o s ( 1 0 5 9 v
1 0 7 9 ) , L ^ r a n e n s e j V L X L Z L l ) , Gansanza ( 1 4 1 5 ) , Florenci;i
( 1 4 3 9 ) y T r e n L O J e c a l c a r o n la doe4FHia4ela p r e s e n c i a r e a l y
lajmisuslaiicicifl.
C m o e n t e n d e r esta conversin? C o n l o s s e n t i d o s c a p l ; i
m o s l a s cosas de este m u n d o en sus p r o p i e d a d e s
sensibk-s
ms
P o r n u e s t r a i n t e l i g e n c i a c a p t a m o s que s o n u n a r e a l i d a d , t s
S A N AMDROSIO. De
270
tnyst. 9 . 5 0 - 5 2 ( P L 1 6 , 4 2 2 - 4 2 4 ) .
decir, q u e t i e n e n u n a s u b s i s t e n c i a p r o p i a , q u e e x i s t e n i n d e p e n d i e n t e m e n t e de n o s o t r o s : E s t e ' e s e H s e r q u e l a s c o s a s h a n
r e c i b i d o de D i o s p o r creacin. Pues b i e n , esto es l o q u e
c a m b i a en la iransustanciacin: las e s p e c i e s eucarsticas ( l o
que e x p e r i m e n t a m o s d e l p a n y d e l v i n o ) h a n p e r d i d o s u p r o pia autonoma o n t q l g i c a p a r a n o ser s i n o s i g n o m e d i a d o r
de u n a n u e v a r e a l i d a d , la d e l c u e r p o y s a n g r e de C r i s t o . H a
c a m b i a d o e l s u s t e n t o o n t o l g i c o , m i e n t r a s s i g u e n las m i s mas a p a r i e n c i a s o fenmemos^'.
C u a n d o h a b l a m o s de c o n v e r s i n s u s t a n c i a l de ningn
m o d o queremos s u p r i m i r el m i s t e r i o , sino precisamente s i t u a r l o en sus i m p l i c a c i o n e s : n o p o d e m o s c r e e r s i n u n c o n t e n i d o y s i n saber l o q u e c r e e m o s . A n t e l o q u e p e r c i b e n n u e s tros s e n t i d o s p o r u n l a d o y l o q u e la fe n o s d i c e p o r o t r o n o
p o d e m o s r e p r i m i r e n n u e s t r o i n t e r i o r la p r e g u n t a espontnea: qu s o n en r e a l i d a d l o s e l e m e n t o s eucarsticos c o n s a g r a d o s ? S i a f i r m a m o s en s e r i o q u e l o q u e aparece c o m o p a n
y v i n o es e n r e a l i d a d e l c u e r p o y la s a n g r e de C r i s t o , l l e g a m o s a la conversin s u s t a n c i a l .
C r i s t o e n t e r o , es d e c i r , s u c u e r p o , s a n g r e , a l m a y d i v i n i d a d , estn p r e s e n t e s b a j o c u a l q u i e r a de l a s e s p e c i e s de p a n y
v i n o p u e s t o q u e C r i s t o n o est a h o r a m u e r t o s i n o g l o r i f i c a d o , y t o d o s u ser c o r p o r a l se h a l l a u n i d o a su d i v i n i d a d .
A s i m i s m o , C r i s t o e n t e r o est e n c a d a u n a de las p a r t e s e n
que se p u e d a d i v i d i r e l p a n y el v i n o . L o q u e se m u l t i p l i c a n
son las e s p e c i e s eucarsticas, n o e l c u e r p o de C r i s t o , nico y
comn d e n o m i n a d o r de t o d a s e l l a s en v i r t u d de la c o n s a g r a cin.
N u e s t r o p r o b l e m a c o n la p r e s e n c i a eucarstica de C r i s t o
nace d e l h e c h o de q u e i m a g i n a m o s la p r e s e n c i a de este c u e r p o
y, a l h a c e r l o , n o s la r e p r e s e n t a m o s de f o r m a fsica '(tambin
nos i m a g i n a m o s a D i o s P a d r e c o n u n r o s t r o de a n c i a n o ) . S i n
e m b a r g o , e l c u e r p o de C r i s t o p r e s e n t e en este s a c r a m e n t o es
su c u e r p o r e s u c i t a d o y , c o m o t a l , n o t i e n e d i m e n s i o n e s fsicas n i o c u p a l u g a r . Se t r a t a de u n c u e r p o e s p i r i t u a l i z a d o ( c f
I C o r 15,40ss).
Hay
tambin
otra limitacin
de nuestra
imaginacin:
Ecclcsia 25 ( 1 9 6 5 ) 1 3 0 9 .
271
i m a g i n a m o s l a c a u s a l i d a d de D i o s c o m o la n u e s t r a , q u e es
u n a c a u s a l i d a d c o n f i g u r a t i v a d e las cosas ( c a m b i a m o s su
f o r m a ) . N o , l a c a u s a l i d a d de D i o s es c r e a d o r a . D i o s o b r a a
o t r o n i v e l , y s l o d e l d e p e n d e q u e las cosas e x i s t a n y
d e j e n de e x i s t i r ; s l o e l d a l a s u b s i s t e n c i a a t o d o i o q u e
e x i s t e y s l o l p u e d e c a m b i a r l a (transustanciacin).
L a I g l e s i a f u e t o m a n d o c o n c i e n c i a d e esta p r e s e n c i a , d e
m o d o q u e e n e l s. X I I I , U r b a n o I V , c o n l a b u l a Transsiurus
( 1 1 - 1 0 - 1 2 6 4 ) proclamara l a f i e s t a d e l C o r p u s C h r i s t i . Y es
por esta poca c u a n d o se c o m p u s o e l h i m n o , a t r i b u i d o a
santo T o m s , Adoro te devote, l l e n o d e p i e d a d y p r o f u n d i -
b ) Presencia
pennanente.
M s all de l o s lmites d e la
celebracinTLcirTstica. ^ s t ^ c o n v i c c i n ha n a c i d o , s i n duda
a l g u n a , de l a confesin de q u e l a eucarista es l a c a r n e d e l
Seor; afirmacin q u e d e s d e u n p r i n c i p i o corri e n b o c a de
los c r i s t i a n o s c o m o u n e c o p e r e n n e y v i v o d e las p a l a b r a s de
Cristo.
En clara correspondencia, la Iglesia p r i m i t i v a exhortaba
solcitamente a l o s f i e l e s a c o n s e r v a r c o n s u m a d i l i g e n c i a la
eucarista q u e l l e v a b a n a l o s e n f e r m o s . Exista tambin hi
c o s t u m b r e d e l l e v a r s e a casa l a eucarista p a r a c o m u l g a r en
l o s das e n l o s q u e n o se poda a s i s t i r a l a celebracin
eucarstica. L o s f i e l e s crean q u e p e c a b a n s i algn f r a g m e n t o
caa p o r n e g l i g e n c i a ^ ^ y N o v a c i a n o r e p r u e b a a l q u e saliend o d e l a celebracin d o m i n i c a l y l l e v a n d o c o n s i g o , c o m o .se
s u e l e , l a eucarista, l l e v a e l c u e r p o s a n t o d e l Seor de aqu
para a l l , c o r r i e n d o a l o s espectculos y n o a c a s a " . Esiii
c o s t u m b r e de l l e v a r s e a casa l a eucarista estaba ms j u s t i f i cada e n t i e m p o de persecucin o en caso d e v i d a monstica.
L o s r e s i d u o s q u e q u e d a b a n de l a eucarista p a r a e l da s i g u i e n t e e r a n c o n s i d e r a d o s c o m o f u e n t e de salvacin. C i r i l o
de A l e j a n d r a s o s t i e n e q u e e n este caso n i se a l t e r a C r i s t o . . . , n i se m u d a s u s a g r a d o c u e r p o , s i n o q u e p e r s e v e r a en l
la f u e r z a , la p o t e n c i a y l a g r a c i a v i v i f i c a n t e " .
H o y e n da e x i s t e l a prctica e n l a I g l e s i a de l l e v a r l;i
comunin a l o s e n f e r m o s . A u n c u a n d o l o s f i e l e s d e b e n p r o
c u r a r c o m u l g a r e n la m i s m a celebracin eucarstica, l o s sa
c e r d o t e s d e b e n d a r l a comunin i n c l u s o f u e r a de l a m i s a a
l o s f i e l e s q u e l a p i d e n c o n causa j u s t a " .
" ORGENES, Sohre el xodo 1 3 , 3 ( P G 1 2 , 3 9 1 ) .
" NOVACIANO. De spect. C S E L I I I , p. 8.
"
C I R I L O DE ALEJANDRA, Epist.
272
ad Calos.
( P G 76,1075).
mysterium 3 3 . a .
dad:
.i
..
a l m i s m o V e r b o e n c a r n a d o q u e estos n o p u e d e n v e r y que
s i n e m b a r g o se l i a h e c h o p r e s e n t e d e l a n t e de n o s o t r o s s i n
haber dejado los cielos^^
Este c u l t o , r e c u e r d a J u a n P a b l o I I " , d e b e m a n i f e s t a r s e en
t o d o e n c u e n t r o n u e s t r o c o n e l Santsimo S a c r a m e n t o , t a n t o
c u a n d o v i s i t a m o s las i g l e s i a s , c o m o c u a n d o l a s s a g r a d a s especies son llevadas o administradas a los enfermos. Son m u y
d i v e r s a s las f o r m a s c o m o la I g l e s i a expresa este c u l t o a C r i s t o
s a c r a m e n t a d o : p l e g a r i a s p e r s o n a l e s ante e l santsimo, h o r a s
de adoracin, e x p o s i c i o n e s b r e v e s o p r o l o n g a d a s , b e n d i c i o nes eucarsticas, c o n g r e s o s , la procesin d e l C o r p u s , de t a n ta r a i g a m b r e en n u e s t r a p a t r i a .
E n este s e n t i d o , l a animacin y r o b u s t e c i m i e n t o d e l c u l t o eucarslico s o n u n a p r u e b a de esa a u t e n t i c a renovacin
q u e e l C o n c i l i o se ha p r o p u e s t o y de la q u e es e l p u n t o
central... L a Iglesia y el m u n d o tienen una gran necesidad
d e l c u l t o eucarstico. Jess nos espera en este s a c r a m e n t o
d e l a m o r . N o e s c a t i m e m o s t i e m p o p a r a i r a e n c o n t r a r l o en la
adoracin, en la contemplacin l l e n a de fe y a b i e r t a a r e p a rar las g r a v e s f a l t a s y d e l i t o s d e l m u n d o . N o cese n u n c a
nuestra adoracin ( i b ) .
3.4.
Banquete
eucarstico
274
I I I , q.73,
el misterio
q.3.
y el culto
L a eucarista n o s l o s i m b o l i z a l a u n i d a d de la I g l e s i a ,
s i n o q u e la c r e a , p o r q u e , a l i n c o r p o r a r n o s a C r i s t o p o r l a
comunin, n o s i n c o r p o r a m o s p l e n a m e n t e a s u c u e r p o mstico. N o deja de ser s i g n i f i c a t i v o q u e e l m i s m o trmino c u e r p o
mstico, que en un p r i n c i p i o designaba al cuerpo m i s t e r i o so de C r i s t o p r e s e n t e en este s a c r a m e n t o ( e n la E d a d m e d i a ) , pasara a d e s i g n a r al c u e r p o de l a I g l e s i a .
3.5.
Prenda de resurreccin
de In
S A N IGNACIO DE A N T O O U A , Ad Epiies.
S A N IRENEO,/ti/v. haer
20,2.
275
d e r e m o s q u e ha l l e g a d o e l m o m e n t o
nuestra carne.
d e l a resurreccin de
Preguntas p a r a el t r a b a j o en e q u i p o
1) Cules s o n l o s e f e c t o s p r i n c i p a l e s d e l b a u t i s m o ?
2 ) P o r qu h a y q u e b a u t i z a r a l o s nios y d e j a r q u e
e l i j a n de m a y o r e s ?
3) Ests c o n v e n c i d o
de que, c o m o c r i s t i a n o bautiza-
d o y c o n f i r m a d o , t i e n e s la o b l i g a c i n d e
confesar,
d e f e n d e r y p r o p a g a r t u fe?
4) C m o p u e d e ser la eucarista s a c r i f i c i o s i n o h a y
o t r o q u e e l d e C r i s t o e n la c r u z ?
e n e l b a u t i s m o y se c o n s u m a e n
la eucarista, f u e n t e y c u l m e n de l a v i d a c r i s t i a n a . E l c r i s t i a n o nace e l da e n q u e l a c o m u n i d a d c r i s t i a n a le r e c i b e e n s u
seno c o n e l a g u a de l a regeneracin e n C r i s t o . E s e es u n da
de f i e s t a para e l b a u t i z a d o y para t o d a l a I g l e s i a .
5) Cul es l a d i f e r e n c i a de l a p r e s e n c i a d e C r i s t o e n
la eucarista y e n l o s o t r o s
sacramentos?
L a I g l e s i a p r e s t a su fe a l nio q u e se b a u t i z a , l o b a u t i z a
e n s u fe y l o r e c i b e e n su s e n o p a r a e d u c a r l o e n l a f e . S l o
6) H e m o s de e n t e n d e r d e f o r m a fsica l a p r e s e n c i a d e
as es p o s i b l e e l b a u t i s m o , p o r q u e n o se t r a t a d e nada m g i c o , d e u n r i t o q u e se c e l e b r e s i m p l e m e n t e
C r i s t o e n l a eucarista?
por imperativo
s o c i a l o p o r c o s t u m b r e . Ese nio es e n g e n d r a d o
en la fe de
C r i s t o y es l a I g l e s i a , p o r m e d i o d e l o s p a d r i n o s , l a q u e se
e n c a r g a de q u e esa s e m i l l a v a y a c r e c i e n d o y m a d u r a n d o .
P o r e l l o , l o s p a d r e s h a n de s e r c o n s c i e n t e s d e l c o m p r o m i -
Bibliografa
CAML-I.OT
so q u e a d q u i e r e n a l b a u t i z a r a s u h i j o . B a u t i z a r l e y n o h a -
T . , Bautismo
D . , Hay
en
la
teologa
Barcelona 1 9 6 1 .
contempornea,
GRASSO
y confirmacin
que
seguir
bautizando
a los
nios?.
Salamanca 1 9 7 8 .
JEREMAS J . , La ltima cena. Palabras
SAYS J . A . . La presencia
1 9 7 6 ; El misterio
SEBASTIN F., Bautizar
de Cristo
eucarstico,
de Jess, M a d r i d 1 9 8 0 ,
en la eucarista,
Madrid
Madrid 1986.
en la fe de la Iglesia,
Madrid 1976.
b l a r l e despus d e C r i s t o , b a u t i z a r l e y n o ensearle a r e z a r ,
b a u t i z a r l e y n o t r a n s m i t i r l e l a v i d a c r i s t i a n a , es t r a i c i o n a r e l
compromiso
b a u t i s m a l . E l nio b a u t i z a d o
tiene derecho a
d e s c u b r i r a C r i s t o e n el s e n o d e l a I g l e s i a
y de su f a m i l i a .
Es su p r i n c i p a l d e r e c h o c o m o b a u t i z a d o .
P e r o f c i l m e n t e l o s p a d r e s c r i s t i a n o s se d e s e n t i e n d e n d e
sus o b l i g a c i o n e s ,
porque ellos m i s m o s n o v i v e n en f a m i l i a
su v i d a c r i s t i a n a . V a n c u m p l i e n d o c o n las f e c h a s y l o s r i t o s ,
p e r o se i n h i b e n a l a h o r a de t r a n s m i t i r l a f e . D e j a n q u e e l
muchacho
haga
l a o p c i n de f e s i n l a preparacin
conve-
n i e n t e . D e s c u i d a n l a formacin r e l i g i o s a y d e d i c a n t o d o s s u s
afanes a la preparacin h u m a n a y p r o f e s i o n a l , p a r a l a q u e
no r e p a r a n e n s a c r i f i c i o s , m i e n t r a s q u e d e j a n a s u h i j o d e s a m p a r a d o de l o q u e ms n e c e s i t a p a r a s u v i d a ; l a f e .
276
277
CAPTULO 13
, ^i
SACRAMENTOS DE LA CURACIN
" i " ; > .1
ENTENDEMOS por sacramentos de la curacin los sacramentos de la penitencia y la uncin de los enfermos. El
sacramento de la penitencia nos devuelve la gracia recibida
en el bautismo y perdida por el pecado, y el sacramento de
la uncin nos conforta con la gracia de Cristo en el momento de la enfermedad.
1. Sacramento de la penitencia
y de la reconciliacin
Una objecin frecuente ante al sacramento de la penitencia
es: Por qu no me puedo confesar directamente con Dios
y obtener su misericordia sin confesar los pecados a un
sacerdote? No basta la sinceridad y la confesin interior?.
El espritu intimista de nuestra poca, la alergia a la institucin y el subjetivismo que todo ello implica se ven reflejados en esta pregunta. Pero el hombre sabe que ei pecado
es una ofensa a Dios que nos ha dado a Cristo como perdn
de nuestros pecados, y se pregunta dnde encontrar ese perdn.
T. Gorischeva, comunista y profesora de la Universidad
de Leningrado, divorciada y liberal, haba perdido el sentido
de la vida y se refugi en una academia de yoga con el fin
de encontrar el relax y el equilibrio perdidos. All daban
unas oraciones escritas como mero ejercicio de concentracin menta!, y a ella le toc el padrenuestro. Leyendo que
Dios es Padre y perdn, desfil delante de s toda su vida de
pecado y busc el rostro paterno de Dios sin que nadie le
278
279
280
Barcelona 1987.
pcmlciicia,
Madrid 1 9 9 1 , 4 7 .
283
286
penitencia,
Madrid 1 9 8 4 n 3 1
287
Por ello cambi la disciplina de la Iglesia, debido al influjo de monjes de las Islas britnicas, que evangelizaron el
centro de Europa en el s. VIII. A partir de su influjo, se fue
imponiendo la prctica que ahora tenemos.
Sin embargo, a pesar de los cambios, la estructura del
sacramento ha mantenido los elementos esenciales: la contricin, la confesin y la satisfaccin (cf CEC 1448).
En la actualidad hay tres formas de recibir el sacramento:
289
290
de Pablo VI.
do ha ofendido. Por ello tiene un sentido reparador en cuanto que quiere corresponder al amor de Dios ofendido por
nuestros pecados. Pero tambin la penitencia viene a restaar las heridas producidas por nuestros pecados en nosotros
mismos, a superar el desequilibrio y el apego a las cosas del
mundo que todo pecado deja en nosotros. No basta la conversin: No es bastante apartarse de las malas obras y venir a las buenas si, de todo lo malo que se hizo, se olvida
satisfacer a Dios por el dolor de la penitencia, el gemido de
la humildad, el sacrificio del corazn contrito y las limosnas.
Finalmente, el sacrificio voluntario tiene un sentido corredentor. En la actual situacin de pecado y de gracia, en
virtud de la comunin de los santos, el cristiano puede ofrecerse a s mismo, por sus ayunos y penitencias, para cooperar por otros y ganar para ellos las gracias que necesitan. De
la misma forma que el pecado de uno ofende a toda la comunidad de los santos, la santidad y penitencia de uno ayuda a otros. Deca Po XII: Es un misterio tremendo y que
jams se meditar bastante, el que la salvacin de muchos
dependa de las oraciones y de las voluntarias mortificaciones de los miembros del cuerpo mstico de Jesucristo'. Es
muy poca la penitencia cannica que tenemos asignada
(abstinencia los viernes no convertible en los viernes de
cuaresma, y un par de ayunos), pero es claro que el cristiano
no puede limitarse a ello.
2. Uncin de los enfermos
i " >r ;i M . ;
El reino de Dios que Cristo trajo tiene la doble dimensin
de conferirnos la paternidad divina en Cristo y librarnos del
pecado y de la muerte. Cristo lucha contra la enfermedad y
la muerte, introducidos por el pecado original contrario a su
plan salvfico. La providencia divina no ha querido suprimir
el dolor, pero nos ha dado la gracia para luchar contra l.
Esto es el sacramento de los enfermos, la uncin.
" Po XII, Myslici corporis 19.
291
en el hospital o en la Iglesia, y es conveniente que se celebre dentro de la eucarista y, an mejor, precedida del sacramento de la penitencia (cf CEC 1517).
2.2. La gracia de este sacramento
Con la sagrada uncin de los enfermos y con la oracin de
los presbteros, toda la Iglesia entera encomienda a los enfermos al Seor sufriente y glorificado para que los alivie y
los salve. Incluso los anima a unirse libremente a la pasin
y muerte de Cristo; y contribuir as al bien del pueblo de
Dios (LG 11).
La gracia de este sacramento consiste fundamentalmente
en que el enfermo recibe la fuerza de Dios para luchar contra la enfermedad. La enfermedad supone muchas veces la
angustia, el repliegue sobre s mismo, y expone incluso a la
rebelin contra Dios. En los ltimos momentos es un combate autntico. El sacramento confiere una gracia especial al
enfermo que le ayude a superar su situacin con fe y confianza en el Seor.
La uncin puede incluso ayudar al enfermo a sanar, si
Dios lo desea as (cf CEC 1520). La Iglesia ora por el enfermo, pero este, ofreciendo su dolor en Cristo, contribuye a su
propia santificacin. Confiere tambin el perdn de los pecados si el enfermo no ha podido obtenerlo por el sacramento de la penitencia. Se puede realizar tambin con el que
acaba de morir, suponiendo que todava quede algo de vida
en l.
La gracia de este sacramento viene a ser una autntica
preparacin para el paso a la vida eterna. Al enfermo, junto
con la uncin, se le da la eucarista, como vitico, es decir,
para el viaje decisivo que en ese momento emprende.
.
',
Cf He 9,12; 14.3.
292
293
'
294
.1
-yy.h
, ,
Vivimos en un mundo que ha perdido la conciencia de pecado; un mundo que no quiere or pronunciar esta palabra. Es
el gran tab de nuestro tiempo, porque se piensa que limita
el ansia de libertad que tiene el hombre y porque, aunque se
cree en Dios, el hombre se forja una idea de l como lejano
y ausente, que deja al hombre la libertad de determinar por
s mismo el bien y el mal.
Y, sin embargo, todo hombre sabe cundo obra rectamente o no. Todo el mundo sabe, en su conciencia ntima, que
robar, defraudar, aprovecharse de un cargo para enriquecerse,
est mal. Por qu, si no, hablamos de corrupcin? Todo el
mundo sabe que matar a un nio en el seno de su madre es
un dao grave e irreparable. Todo el mundo se avergenza
cuando descubren que ha mentido, que no ha dicho la verdad, que ha manipulado a los dems. Todos los hombres
sienten remordimientos por hacer sufrir a los padres, por
haberles gritado o no tratado con respeto. Todos sentimos
ganas de pedir perdn despus de habernos dejado llevar
por la ra. Y, en los momentos ms ntimos, todo el mundo
reconoce que hay soberbia en su vida, envidia, lujuria...
S, el pecado existe. Lo que ocurre es que hace falta una
buena dosis de humildad para reconocerlo. Por eso el hombre se aparta de Dios, porque sin Dios se encubre mejor el
pecado. En el fondo, la prdida de Dios va asociada en muchos casos a una conducta inconfesable, porque hay cosas
que no se hacen nunca delante de un padre.
Se piensa incluso que Dios limita la libertad. Pero Dios
no es as. Dios slo llama pecado a lo que me esclaviza y
295
CAPTULO 1 4
296
297
humana, como criatura de Dios, es buena en s; pero trastornada por el pecado, o mejor, trastornado el corazn del hombre, encuentra su plena posibilidad en la redencin de Cristo.
1.1.
La vocacin al matrimonio se inscribe en la naturaleza misma del hombre y de la mujer, segn salieron de la mano del
Creador: Dios, que ha creado al hombre por amor, lo ha
llamado tambin al amor, vocacin fundamental e innata de
todo ser humano. Porque el hombre fue creado a imagen y
semejanza de Dios (cf Gen 1,27) que es Amor (cf U n 4,8.16).
Habindolos creado Dios hombre y mujer, el amor mutuo
entre ellos se convierte en imagen del amor absoluto e indefectible con que Dios ama al hombre (CEC 1604).
El relato ms antiguo de la creacin (Gen 2) presenta la
ntima unin querida por Dios en la pareja. La mujer ya no
pertenece al rango de los animales. Con el recurso literarin
de la costilla se hace comprender de manera plstica que la
mujer es de la misma dignidad que el hombre, nacida de sn
entraa. As Adn exclama, al verla, que lo que tiene delante
es hueso de mis huesos y carne de mi carne (Gen 2,23), la
ayuda semejante que no encuentra en los animales y que es
la cura de su soledad y pobreza antropolgicas. Los dos
formarn una sola carne (cf Gen 2,24) en el sentido de la
fusin ms profunda de su cuerpo y de su espritu, que supone la pertenencia total y recproca y el abandono de lo.s
propios padres.
El otro relato de la creacin (cf Gen 1) es ms escueto en
su descripcin, pero no menos profundo, cuando dice quiDios cre al ser humano a su semejanza, a imagen de Dios
los cre, macho y hembra los cre (Gen 1,27). La imagen
no es privilegio del hombre o de la mujer, sino del ser hu
mano que comprende lo masculino y lo femenino como dos
modos de ser. La diferencia sexual forma parte de esta ima
gen, de modo que no puede ser considerada como un aspee
to fsico y accidental. Esto no quiere decir que en Dios haya
sexo; se es imagen de Dios porque la sexualidad es una
298
1.2.
' i . ' ,
a) Dimensin personal. El amor conyugal tiene, lgicamente, una dimensin fsica que, por ello mismo, no deja de
ser profundamente personal. En efecto, la sexualidad humana, dada la estrecha unidad del cuerpo y el alma, configura
lo ms ntimo de la persona humana y confiere una forma
de sentir, pensar, querer, reaccionar e imaginar distinta en el
caso del hombre y de la mujer.
La sexualidad de la mujer est determinada por su vocacin a la maternidad. A l conferirle Dios esta dignidad de la
maternidad, todo su ser est configurado por una especial
sensibilidad. La mujer tiene una gran capacidad para el amor,
la generosidad y el sacrificio, superior a la del hombre segn los psiclogos. De la sensibilidad de !a mujer depende,
en gran medida, el calor del hogar y la educacin de los
hijos.
Es comprensible, por tanto, que la mujer llegue al sexo
fundamentalmente a travs del cario. Es difcil que una
mujer busque el sexo por el sexo. Esto no quiere decir que
el mundo masculino sea ajeno a la necesidad de cario, ni
mucho menos. Tanto en el hombre como en la mujer el sexo
por el sexo crea soledad, pero la necesidad de cario es en
la mujer una condicin ms imperiosa.
El eros, que originariamente significaba amor de complementariedad (slo de forma derivada ha adquirido un sentido peyorativo), supone complementariedad afectiva de la
masculinidad y la feminidad. El lenguaje del sexo no llena
al hombre ni a la mujer si no como vehculo de amor. En el
sexo bien entendido encuentra el hombre la ayuda seme299
jante que no poda encontrar en los animales y que descubre en la mujer creada por Dios, hueso de sus huesos y
carne de su carne (Gen 2,23).
Por ello, el amor sexual tiene que estar integrado en una
dimensin de comunin y complementariedad entre el hombre y la mujer, por la que el hombre encuentra en la mujer
ta ternura, la belleza y la fina sensibilidad con que Dios la
ha dotado. En la mujer, por su parte, predomina la necesidad de cario, proteccin y el sentimiento de ser amada.
El amor conyugal, ms an que la atraccin fsica, es la
bsqueda de una plenitud que implica la complementariedad
de la masculinidad y la feminidad.
b) Instrumento de amor El sexo, para que pueda llenar al
ser humano, tiene que ser un instrumento de amor, con unas
caractersticas claras e innegables.
En primer lugar, el amor conyugal es un amor de totalidad. Es un lenguaje de entrega total y sin reservas, un amor
por el que se entrega la totalidad del cuerpo y la mayor
intimidad de la persona sin reserva alguna. Puesto que es
entrega total del cuerpo, es tambin e indisolublemente entrega de la totalidad de la persona. Slo as tiene sentido el
amor conyugal, puesto que tiene en s mismo un dinamismo
de totalidad en virtud del cual uno ama al otro sin reserva
alguna ni corporal ni sentimental: Es un amor total, esto
es, una forma singular de amistad, con lo cual los esposos
comparten generosamente todo, sin reservas indebidas o clculos egostas^
Siendo un amor total, tiene que ser un amor definitivo.
Un amor que tiene reservas en el tiempo no puede ser un
amor total. Deca Juan Pablo I I que el que no es capaz de
amar al otro cnyuge de por vida no es capaz de amarle de
verdad ni un solo da. La donacin de la totalidad del cuerpo y de la persona slo tiene sentido cuando se trata de una
donacin nica y perpetua. La totalidad del amor es indivi
sible y no puede programarse como amor cuando incluye la
temporalidad.
^ PADLO V I , Humanae
300
vtae
9.
9.
301
cromosomas que as se propagan y transfieren a sus descendientes. Es un fenmeno puramente biolgico: divisin de
cromosomas, eso es la procreacin. Pero en el hombre no
slo tenemos esa dimensin biolgica. Hay en toda persona
generada algo que no proviene de sus propios padres: el
alma espiritual, directamente infundida por Dios en la vida
humana.
i
'
1.3.
'
"
I I''
. \.
302
coiisortio,
M a d r i d 1981*.
Casados en Cristo
303
1.5.
Iglesia
domstica
cristianas eran islotes de vida cristiana en medio de un mundo no creyente (cf CEC 1655). Frecuentemente se celebraba
(incluso clandestinamente) la eucarista en sus casas.
Ah ha nacido el concepto de la familia cristiana como
Iglesia domstica (LG 11), pues de esta unin conyugal
procede la familia, en la que nacen los nuevos ciudadanos
de la sociedad humana, que por la gracia del Espritu Santo
quedan constituidos por el bautismo en hijos de Dios para
perpetuar el pueblo de Dios con el paso del tiempo. En esta
Iglesia domstica los padres han de ser con sus hijos los
primeros predicadores de la fe, tanto con su palabra como
con su ejemplo, y han de fomentar la vocacin propia de
cada uno, y con mimo especial la vocacin sagrada (LG 11).
La Iglesia no podra existir sin la familia cristiana. La
experiencia ensea, adems, que cuando se pierde la familia
cristiana, la descristianizacin est ya consumada. Por s misma, la familia es la clula bsica de la sociedad, es en la
familia donde despierta el nio como hombre y se percata
de que est con los otros, comenzando por el padre y la
madre.
La familia es el nico lugar donde el hombre es amado
por s mismo, la nica institucin que crea futuro. Sin familia no hay futuro para la humanidad, porque es la ms fundamental comunidad de vida y amor y es en ella donde se
estructura la persona humana: El hombre no puede vivir
sin amor. Permanece para s mismo un ser incomprensible,
su vida est privada de sentido si no se le revela el amor, si
no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace
propio, si no participa en l vivamente*^.
Los miembros de la familia aprenden a vivir compartiendo los bienes, las alegras y los sufrimientos. Es la gran
escuela de la vida, porque el nombre llega a su plenitud
mediante el don sincero de s mismo.
Por otro lado, la familia cristiana es el lugar privilegiado
de la evangelizacin, porque en ella hace ei nio la primera
experiencia de Dios como Padre y de la Iglesia como madre.
Regenerado por el bautismo, con la educacin en la fe, el
* JUAN P A B L O 11, Redcmptor
homints,
M a d r i d 1 9 7 9 ^ n. 1 0 .
305
La secularizacin (el intento de vivir como si Dios no existiese) ha llegado tambin por desgracia al matrimonio, que
se entiende cada vez menos como una vocacin y cada vez
ms como una apuesta de amor del cual el futuro dir si es
slido o no.
El emparejamiento entre homosexuales no puede equipararse al matrimonio vlido entre un hombre y una mujer no
slo porque se revela incapaz de conducir a la procreacin,
sino porque, no pudiendo integrar la complementariedad de
lo masculino y lo femenino, resulta una apuesta frgil c
inestable.
La convivencia de una pareja, hombre y mujer, no casados, es tambin contraria a la esencia misma del amor conyugal, ya que este tiene una dimensin social y pblica en
cuanto implica la necesaria proteccin de los derechos de
ambos y de los nios que puedan nacer. El amor conyugal,
por su propia profundidad, rebasa los lmites de la esfera de
lo meramente privado, es algo que interesa a toda la sociedad y con claras repercusiones en la misma.
La Iglesia considera el matrimonio civil de los bautizados como matrimonio no vlido porque es algo que contradice su vocacin cristiana. Sin embargo, este caso no puede
equipararse al de los que conviven sin vnculo alguno, ya
que en ellos hay at menos un cierto compromiso a un estado
de vida concreto y quizs estable, aunque a veces no es
extraa a esta situacin la perspectiva de un eventual divorcio... A pesar de todo, tampoco esta situacin es aceptable
para la Iglesia. La accin pastoral tratar de hacer comprender la necesidad de coherencia entre la eleccin de la vida y
la fe que se profesa, e intentar hacer lo posible para convencer a estas personas a regular su propia situacin a la luz
de los principios cristianos^.
^ JUAN P A B L O I I , f'amiliaris
306
consorlio
82.
Cuando se hace imposible la convivencia entre los esposos, la Iglesia admite la separacin fsica sin que los cnyuges queden libres para una nueva unin. La Iglesia y la
comunidad parroquial ayudarn en estos casos*a una posible
reconciliacin. Caso distinto es el de los divorciados cristianos que acceden a un nuevo matrimonio civil que la Iglesia
no puede reconocer como vlido. Por ello no pueden acceder a la comunin eucarstica (cf CEC 1650).
Estos divorciados casados podran acceder a la comunin
slo en caso de no tener relaciones sexuales pues, si bien
pueden tener una amistad no cabe una amistad conyugal
(matrimonio), ya que sigue siendo vlido el matrimonio anterior. Pero la Iglesia tampoco los abandona: Respecto a
los cristianos que viven en esta situacin, y que con frecuencia conservan la fe y desean educar cristianamente a
sus hijos, los sacerdotes y toda la comunidad deben dar prueba de una autntica solicitud, a fin de que aquellos no se
consideren como separados de la Iglesia, de cuya vida deben y pueden participar en cuanto bautizados (CEC 1651).
Diferente es la situacin de un matrimonio anulado por
la Iglesia. En este caso la Iglesia no destruye el vnculo,
sino que anuncia que ah no haba un autntico matrimonio,
que era por lo tanto nulo por un determinado impedimento
(existencia de un matrimonio anterior vlido de uno de ios
cnyuges, edad prematura, coaccin y falta de libertad,
consanguineidad, impotencia, etc).
De la situacin actual se deduce la necesidad de formar
convenientemente a los esposos en las exigencias de la vida
matrimonial y cristiana, ayudndoles a comprender que es
una vocacin en Cristo, una vocacin a la santidad.
1.7.
308
cocUbatus
24.
piano del signo del amor de Cristo a la Iglesia. La virginidad, en cambio, se sita en el plano de la misma realidad
significada: es comunin con Cristo esposo sin mediacin,
sin estructura sacramental. Cuando en el cielo cesen los sacramentos, cesar ei matrimonio (cf Mt 22,30), no as la
virginidad que permanece inalterada. Por ello la virginidad
tiene ese significado escatolgico.
La virginidad es un polo necesario dentro de la Iglesia,
ayuda a los cnyuges a mirar a lo definitivo, al tiempo que
el matrimonio instaura a la Iglesia en la unidad familiar
(Iglesia domstica); ayuda a los casados a no apegar el corazn a ninguna realidad humana, al tiempo que el matrimonio asume una realidad tan humana como el amor entre las
personas. No habra clibes si no hubieran sido engendrados
del matrimonio, pero no habra matrimonio cristiano autntico
si no apreciara como un don inestimable la vida de aquellos
que han elegido la mejor parte porque se han quedado con
Cristo (cf Le 10,42).
2.
2.1.
(CEC 1545).
- C f Hcb 5,3; 7,27; 10,1-12.
309
C f C E C 1589.
310
.'.I'
". ^
2.2.
-a
2.3.
'
..y
311
312
2.4.
El sacerdocio ministerial es una participacin en el sacerdocio de Cristo en cuanto cabeza de la Iglesia. Propiamente de
este sacerdocio participan los presbteros y los obispos. El
diaconado est ms bien destinado a servirles y ayudarles,
pero los tres son conferidos por medio de la ordenacin.
El episcopado posee la plenitud del sacramento del orden
que, de manera eminente y visible, hace las veces de Cristo,
maestro, pastor y sacerdote. Por la consagracin episcopal y
la comunin jerrquica con la cabeza de la Iglesia que es el
Papa y los miembros del colegio episcopal (cf LG 22). Aunque tienen la tarea pastoral de la Iglesia particular que les
ha sido confiada, en unin con los dems hermanos en el
episcopado, viven la solicitud por todas las Iglesias.
Esta misma funcin ministerial de los obispos ha sido
encomendada, en grado subordinado, a los presbteros, para
ser los colaboradores del orden episcopal, de modo que, dependiendo de los obispos, participan de la autoridad con la
que el propio Cristo construye, santifica y gobierna a su
pueblo, as como de la universalidad de la misin confiada
por Cristo a los apstoles. Los sacerdotes forman, junto con
el obispo, un nico presbiterio y, ejerciendo su ministerio en
dependencia del obispo y en comunin con l, le hacen presente en las comunidades locales de fieles (cf CEC 1567).
Los diconos reciben tambin la ordenacin mediante la
imposicin de manos para realizar un servicio y no para
ejercer el sacerdocio (LG 29), quedando as configurados
mediante el carcter con Cristo, que se hizo servidor de
todos.
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.
2.5.
^ s, /
ma definitiva por todos los fieles de la Iglesia. Cabe promocionar a la mujer dentro de la Iglesia en otros terrenos
legtimos.
2.6.
Celibato
sacerdotal
En la Iglesia latina existe para los sacerdotes la ley del celibato, que comenz en el concilio de Elvira (Espaa, a principios del s. I V ) y se consolid definitivamente en el concilio
de Trento. Es una ley eclesistica que, en principio, podra
ser cambiada. El mismo Pablo, que recomienda a sus seguidores apostlicos el celibato, confiesa que sobre ello no tiene
precepto del Seor (ICor 7,25).
Cristo invit a los suyos a dejarlo todo el da que los
llam. Y de hecho lo dejaron todo, barcas, mujer y negocios
(cf Me 10,28). Pablo recomienda y prefiere lo mismo. Es
cierto que la recomendacin de Pablo est enmarcada en la
espera de una parusa prxima, pero esa situacin de interinidad vale para la nuestra, pues desde que el Reino ha
irrumpido en el tiempo, todo ha quedado relativizado en
favor de! valor absoluto del Reino.
El celibato de los sacerdotes tiene aqu una razn de ser.
Si su sacerdocio no es una delegacin de la comunidad, sino
una configuracin personal con Cristo, cmo no identificarse con l en el estilo de vida que llev y eligi? Si la
virginidad es la alianza esponsal con Cristo sin mediacin
alguna, cmo no la ha de vivir el sacerdote que se identifica justamente con Cristo en su sacerdocio? Cmo no ha de
entregarse a la Iglesia como l, sin condicionamiento alguno? El sacerdote no ama a nadie en particular porque ama
demasiado a todos los hombres.
El celibato se entiende slo desde un amor apasionado
por Cristo que se lanza en la fe, con la confianza de que l
mismo nos sostendr: No se pueden probar las distintas
posibilidades opuestas, para luego vivir lo que mejor le cuadra a uno. No se experimenta nada de veras y plenamente
hasta que no se deja realmente lo contrario... Slo se puede
experimentar que el celibato es una manera santa de vivir la
315
K.
316
RAHNER,
E celibato
del sacerdote
secular,
Bibliografa
ADNCS P , El matrimonio, Barcelona 1969.
GALOT J., Sacerdote en nombre de Cristo, Toledo 1990.
IRABURU J. M . , El matrimonio cristiano, Pamplona 1990.
JUAN PABLO I I , Familiaris consortio, Madrid 1981*^.
LARRAUE J. L . , El matrimonio cristiano y la familia, Madrid
1986.
fJ
317
PARA H A C E R L O V I D A
un sin sentido el que uno de sus hijos quiera seguir el camino de la consagracin a Cristo.
Pero Dios sigue llamando a crear familias cristianas,
autnticas, que rompan la monotona de un mundo sin sentido, que se ocupen ante todo de transmitir la fe a sus hijos.
Muchas parejas jvenes viven ese ideal y viven una alegra
innegable en medio de un mundo triste y materialista. Son
autnticas Iglesias domsticas, como las de los primeros cristianos que abran sus puertas a la fe. All donde se predica a
Cristo y se vive de Cristo, surge la vocacin a servirle de
forma especial. La vocacin comienza cuando uno, sintiendo la atraccin por el matrimonio, por una profesin determinada y por la vida civil, comienza a sentir tambin de
modo inexplicable que, de dejarlo todo por Cristo, va a tener una paz y una alegra increbles.
Esta llamada necesita para su discernimiento una vida de
profunda oracin. Slo desde la oracin se puede ver con
claridad. Necesita tambin del acompaamiento de un sacerdote o una persona experimentada que vaya interpretando y
orientando, sin interferir los planes de Dios. Y al final ser
la Iglesia la que discierna si hay autntica vocacin, al aceptar al candidato en su seno por medio de sus pastores o
congregaciones concretas.
TERCERA PARTE
Moral
321
CAPTULO 15
FUNDAMENTOS DE LA MORAL
Sentido de la libertad
324
325
1.3.
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'
.
"-
327
1.4.
' ''
329
Una fundamentacin as dara lugar a un amplio subjetivismo. Por ello se ha postulado una fundamentacin objetiva de los valores en el ser. Pero, de qu ser se trata? El
valor tiene que basarse en el ser, pero no en el ser en cuanto
ser. En otras palabras: el poder servir de fundamento al valor no es propio de cualquier ser. Efectivamente, el valor
fundamental es aquel que es digno de ser buscado por
s mismo. Pues bien, solamente un ser que es para s mismo fin, puede ser amado por los dems como fin**. Indudablemente, este valor fundamental de ia tica es la persona.
La persona radica en una naturaleza corpreo-espiritual
de la que emanan exigencias fundamentales. Lo que la satisface constituye un autntico valor para ella. Es, en este sentido, un valor objetivo. Valor es el bien, lo que completa y
realiza las exigencias de la naturaleza humana. Podemos hablar, por tanto, de valores, si los entendemos en este sentido
objetivo, como aquello que conviene y es un bien para nuestra naturaleza humana. De otro modo, los pretendidos valores son algo meramente subjetivo.
Habr valores universales, vlidos para todos, en este
sentido. Y habr tambin valores particulares de una cultura
debidos ms bien a la sensibilidad propia de cada pueblo o
persona. A la hora de fundamentar la tica en los valores,
estos han de ser aquellos que corresponden a las exigencias
fundamentales de la persona humana.
1.5.
Pecado
'
'
330
laun.
1.6.
Vida social
2.
Perspectiva sobrenatural
'
jfi
2.1.
Ley en Pablo
332
333
, ,i
,; ^ '
2.2.
Vida sobrenatural
'
335
Santidad
cristiana
336
CAPTULO 1 6
D E B E R E S C O N DIOS
1.
Los mandamientos
a Dios. Aliora, con Cristo, es posible llevar a cabo esa vocacin de santidad que anidaba en el declogo, el amor de
Cristo hace posible su cumplimiento.
dejar de ser filial, ha de ser tambin de adoracin: La adoracin del Dios tnico libera al hombre del repliegue sobre s
mismo, de la esclavitud del pecado y de la idolatra del
mundo (CEC 2097).
2,
a) No tendrs otros dioses. Esto significa que no podemos tener dolos en nuestro corazn, no slo los dolos de
los falsos dioses, sino los dolos de nuestro prestigio, fama,
comodidad, placer etc. Idolatra que consiste en divinizar
lo que no es Dios. Trtese de dioses o de demonios (por
ejemplo, el satanismo), de poder, de placer, de raza, de los
antepasados, del estado, del dinero, etc. (CEC 2113). El
mandamiento de adorar al nico Seor da unidad al hombre
y lo salva de una dispersin infinita (cf CEC 2114).
Contra la adoracin y confianza que debemos a Dios va
la supersticin, que consiste en concebir de forma mgica
ciertas prcticas o signos religiosos esperando de ellos un
efecto automtico al margen de la disposicin interior y la
confianza que debemos a Dios. Creer en el horscopo (no la
mera lectura por curiosidad) y conformar la vida con l va
tambin contra la confianza que debemos a Dios. Contraria
tambin a la religin es la magia, por la que se pretende
domesticar potencias ocultas para ponerlas a nuestro servicio u obtener un poder sobrenatural sobre el prjimo.
Particular atencin merece el espiritismo, que en una medida u otra afecta a no pocos jvenes de hoy en da que se
dejan llevar por la curiosidad al menos. Este pretende poner
a los hombres en comunicacin con los espritus del otro
mundo. Hoy en da es un fenmeno muy complejo que
incluye magnetismo, telepata, reencarnacin, etc. Ciertos
hechos pueden explicarse por magnetismo, vibraciones musculares o telepata, y para aquellos fenmenos que no encuentran alguna explicacin natural, no es de descartar una
posible intervencin diablica. En todo caso sabemos por la
fe que cabe una intervencin de los santos en nuestra vida
por su intercesin ante Dios por nosotros. Los muertos por
s mismos no intervienen (cf Le 16,19ss).
Primer mandamiento
El primer mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas: Amars al Seor, tu Dios, con todo tu corazn, con
toda tu alma y toda tu mente (Mt 22,37). Este mandamiento lo entenderamos mejor como dejarse amar por Dios,
pues el amor no est en que nosotros hayamos amado a Dios
sino en que l nos am primero ( U n 4,10). Dios ama de
tal modo al hombre que incluso quiere ser correspondido
por l, y le afecta personalmente la falta de amor.
Esto supone que el hombre ha de confiar en Dios de tal
modo por la fe que ha de poner todas sus preocupaciones en
sus manos, dejndose llevar por su providencia paternal. A
Dios le solemos dar todo menos nuestras preocupaciones,
que nos guardamos para nosotros, porque sabemos que no
son pecado, pero sobre todo porque no confiamos en Dios.
A veces Dios permite situaciones lmite en nuestra vida
que nos ponen al borde mismo de la desesperacin. Son
situaciones en las que uno tiene que elegir entre la desesperacin o el abandono en las manos de Dios. Es as como se
profundiza nuestra fe y se afianza nuestra confianza en Dios.
Amar a Dios sobre todo significa confiar en l por la fe,
dejar nuestro futuro en sus manos por la esperanza y amarle
como un nio. Todo lo que vaya contra la fe, la esperanza y
la caridad que le debemos a Dios como las dudas voluntarias de fe, la desesperacin, la indiferencia, la ingratitud, la
tibieza, ofenden a Dios porque ofenden al amor que l nos
tiene.
Pero el amor a Dios tiene que ser tan profundo que, sin
340
2.2.
'I
'
Segundo mandamiento
Tercer mandamiento
342
343
Bibliografa
,,
Ma-
drid 1992.
PoupARD P., Fe y atesmo en el mundo, Madrid 1990.
344
345
PARA H A C E R L O V I D A
346
347
CAPTULO 1 7
M^.
1.
Familia y sociedad
II-II,
q. 01, a. 1.
349
La familia, en sus derechos y obligaciones, es una instancia anterior al Estado, es "la clula original de la vida
social". El Estado o la sociedad intervienen para cumplir las
actividades que la familia no puede cumplir como son la
educacin, el trabajo, la seguridad social, etc., segn el principio de subsidiariedad.
La importancia de la familia para la vida y el bienestar
de la sociedad (cf GS 47) entraa una responsabilidad particular de esta en el apoyo y fortalecimiento del matrimonio y
de la familia. La autoridad civil ha de considerar como deber grave "el reconocimiento de la autntica naturaleza del
matrimonio y de la familia, protegerla y fomentarla, asegurar la moralidad pblica y favorecer la prosperidad domstica" (GS 52) (CEC 2210).
La comunidad poltica tiene el deber de honrar a la familia, asistirla y asegurarle especialmente:
la libertad de fundar un hogar, de tener hijos y de educarlos de acuerdo con sus propias convicciones morales y
religiosas;
la proteccin de la estabilidad del vnculo conyugal y di. la institucin familiar;
la libertad de profesar su fe, transmitirla, educar a sus
hijos en ella, con los medios y las instituciones necesarios;
el derecho a la propiedad privada, la libertad de iniciativa, de tener un trabajo, una vivienda, el derecho a emigrar;
conforme a las instituciones del pas, el derecho a la alen
cin mdica, a la asistencia de las personas de edad, a los
subsidios familiares;
la proteccin de la seguridad y la higiene, especialmenic
por lo que se refiere a peligros como la droga, la pornn
grafa, el alcoholismo, etc.;
la libertad para formar asociaciones con otras familias y
de estar as representadas ante las autoridades civiles (el
FC 46) (CEC 2211).
^ ,,-
350
||l 2.
'
'
I
1
3.
Lr;
\ ,
351
jos, los padres tienen el derecho de elegir para ellos la escuela que corresponda a sus propias convicciones y que mejor les ayude en su tarea de educadores cristianos (cf CEC
2229). Han de educar, sobre todo, a sus hijos en las virtudes, dndoles buenos ejemplos. La educacin en la fe debe
comenzar desde su ms tierna infancia, enseando a sus hijos a orar y descubrir su vocacin de hijos de Dios. Han de
iniciarles tambin en la solidaridad y responsabilidad humanas y proveer siempre a sus necesidades fsicas y espirituales.
Los padres deben orientar y respetar el derecho de los
hijos a elegir una profesin y un estado de vida, acoger y
respetar con alegra la vocacin de uno de sus hijos a la
vida consagrada o al ministerio sacerdotal.
4.
353
CAPTULO 1 8
'
L A V I D A : '/i ; .1..
'y^'^'h;,'
1.
Homicidio voluntario
Lo que condena el quinto mandamiento es el homicidio directo y voluntario. El que mata o el que voluntariamente
coopera con l comete un crimen gravsimo. Tambin es
culpable el que hace algo con intencin de provocar indirectamente la muerte de una persona.
1.1.
Aborto
'
Por ello no queda justificado en ningn momento ni en ningn modo el asesinato de una vida inocente.
El aborto no queda justificado ni en el caso de violacin
de la mujer, ni en el caso eugensico (para evitar un ser
humano con malformaciones fsicas) ni por razones teraputicas (para evitar la muerte de la madre). En cualquiera de
los tres casos se busca la muerte de un inocente, aunque sea
con fines buenos'.
La cooperacin formal en un aborto constituye una falta
que la Iglesia sanciona con pena cannica de excomunin,
de modo que este pecado queda reservado para su absolucin al obispo, penitenciario o sacerdotes autorizados. Con
ello la Iglesia no restringe el perdn, sino que quiere mostrar pedaggicamente la gravedad del crimen cometido.
El embrin es considerado persona desde su concepcin,
por lo que tiene que ser defendido en su integridad. Cabe
hacer en l intervenciones teraputicas por motivos serios y
proporcionados, pero no se pueden producir embriones humanos destinados a ser explotados o hacer en ellos intervenciones no propiamente teraputicas, sino tendentes a seleccionar a los seres humanos en cuanto al sexo u otras
cualidades prefijadas (cf CEC 2275).
1.2.
L3.
Eutanasia
2.
Propiamente es la muerte directa y provocada de un enfermo o anciano con el fin de privarle del dolor fsico o psquico, bien por la decisin de otra persona o del propio enfermo. Esto siempre es un asesinato y es, por tanto, un pecado
grave.
Otra cosa es la aplicacin de medios teraputicos encami' Otra cosa es el llamado aborto indirecto, es decir, cuando se trata de ini
dilema entre ta vida de la madre y el feto. En este caso cabe dar a la madri'
toda medicina que necesita para salir adelante en su salud como si no estuviese en esta situacin, aunque se prevea que, de ese modo, indirectanieiiUpuede morir el nio. No se hace nada directamente para matar al nio ni, pi>r
supuesto, se quiere en modo alguno su muerte. Es algo l e g t i m o segn el
principio de doble efecto.
356
Suicidio
experimentacin en el ser humano no es moraimente legtima si hace correr riesgos desproporcionados o evitables a la
vida o a la integridad fsica o psquica del sujeto (cf CEC
2295).
El trasplante de rganos es moral si cuenta con el consentimiento del donante y si ios peligros que corre el donante
son proporcionados al bien que se busca en el destinatario
(cf CEC 2296). Exceptuados los casos de prescripciones
mdicas de orden estrictamente teraputico, las amputaciones,
mutilaciones, o esterilizacin directamente voluntarias de personas inocentes son contrarias a la ley moral (CEC 2297).
Ayudar a los moribundos en los ltimos momentos fsica
y espiritualmente es un deber humano. Los cuerpos de los
difuntos han de ser tratados con respeto y es una obra de
misericordia enterrar a los muertos. La Iglesia permite l;i
incineracin cuando con ella no se cuestiona la fe en l;i
resurreccin de los cuerpos (cf CEC 2301).
Los secuestros, la tortura y el terrorismo son contrarios
al respeto a la persona y a su dignidad.
3.
Legtima defensa
El amor a s mismo constituye un principio fundamental tilla moralidad. Es por tanto legtimo hacer respetar el propio
derecho a la vida. El que defiende su vida no es culpable tli'
homicidio, incluso cuando se ve obligado a asestar a su agresor un golpe mortal (CEC 2264). Ya no es el caso de hi
muerte de un inocente, sino de la muerte de un agresor iii
justo. Se trata de la colisin de dos derechos y prevalece r l
derecho del inocente atacado.
3.1.
Pena de muerte
'
se vaya eliminando progresivamente la pena de muerte, sustituyndola por medios incruentos, por ser estos ms acordes con la dignidad de la persona y las exigencias del bien
comn.
Pueden darse casos en los que la pena de muerte sea el
nico medio disponible de autodefensa en una circunstancia
concreta, urgente, dramtica. No en vano, la mayora de las
constituciones europeas, incluida la espaola (art. 15) admiten la posibilidad de la pena de muerte para casos de guerra.
En el plano privado, una persona podra dejarse matar
renunciando a la legtima defensa, pero el problema es el de
un gobernante que tiene el deber de defender la vida de la
nacin, lo cual no va contra la caridad cristiana, porque esta
no va contra la justicia.
3.2.
Guerra
Las autoridades tienen el derecho de imponer a los ciudadanos las obligaciones necesarias para la defensa nacional
(cf CEC 2310), y los ciudadanos la obligacin de contribuir
a la defensa del pas (cf CEC 2240). Cabe la objecin de
conciencia por motivos estrictamente morales o de conciencia, pero con la obligacin de servir de otra forma a la comunidad nacional (cf CEC 2311).
Las acciones de guerra han de ajustarse, en todo caso, al
derecho de gentes y a las convenciones internacionales. El
genocidio reviste una particular gravedad, as la carrera de
armamentos que, ms all de la justa medida de defensa,
contribuye a aumentar el riesgo. La produccin y el comercio de armas debe ser regulado internaclonalmente, por encima de intereses privados o colectivos.
Bibliografa
'
' M
PARA H A C E R L O V I D A
El cristiano tiene una concepcin sagrada de la persona humana que dimana en el fondo de su fe en Dios, creador de la
misma a su imagen y semejanza. Dios le infunde un alma
espiritual e inmortal que hace que el hombre, como valor
trascendente a la pura materia, no pueda ser utilizado nunca
como medio de nuestros propios fines. La persona humana
trasciende la pura materia y por ello no puede ser instrumentalizada.
En este campo^ nos podemos dejar llevar por el sentimiento y justificar la muerte de un enfermo terminal que
sufre lo increble; el aborto en una situacin de embarazo no
deseado; el suicidio en una situacin lmite. Somos muy
sensibles a la finalidad que damos a nuestros actos y terminamos justificando fcilmente con ella lo que no se puede
aceptar. Es fcil apelar a la compasin en estos casos lmite,
pero no podemos olvidar que la persona humana no es nunca nuestra.
Si el fin justifica los medios en alguna ocasin, la justificara siempre, y caera la moral, porque la moral cae cuando
cae un principio fundamental.
En la medida en que el hombre pierde la fe en Dios,
pierde tambin la conciencia del carcter sagrado de la persona humana. Cuando se elimina a Dios como autor del
valor trascendente de la persona, es muy fcil negar el derecho natural. Y suprimido el derecho natural como anterior al
derecho positivo del Estado, abrimos la puerta al totalitarismo.
Es la fe en Dios la que nos mantiene despiertos ante el
361
valor trascendente de la persona humana. La tragedia comienza precisamente el da en que se deja a Dios fuera de l;i
moral, como fundamento ltimo de la dignidad de la persona, dando entrada as a un positivismo moral que decide los
valores en el consenso del parlamento. Sin embargo, hay
valores que son anteriores al parlamento, porque radican en
la dignidad primera de la persona humana.
Nos estamos jugando el futuro de nuestra democracia.
No cabe el fundamentalismo de quien niega el derecho poli
tico y social a quien no piensa como l. No cabe tampoco el
positivismo liberal que no admite que, antes de toda legisla
cin positiva, hay valores que radican en la persona humana
y que toda democracia debe reconocer. Habr que conseguii
la unidad de todos aquellos que comparten la fe en esl;i
dignidad de la persona y quieren eliminar toda ley injusta
que la destruya.
CAPTULO 1 9
AMOR Y SEXUALIDAD
362
363
pblico. No se puede banalizar el sexo, pues en l la persona se entrega de una forma total, por lo que jugar con el
sexo es jugar con el ser humano, trivializar a la persona
misma.
c) Por ltimo, el sexo tiene una dimensin procreativa,
en cuanto que por l los padres se convierten en colaboradores con Dios para el nacimiento de la persona humana. Hay
algo que proviene de los padres (los cromosomas); pero, al
mismo tiempo, el alma humana slo puede provenir por creacin directa e inmediata de Dios.
El sexo humano tiene as una dimensin trascendente de
la que carece el sexo animal: la sexualidad de la persona,
por las exigencias mismas que manan de su esencia, tendr
que integrar estas tres dimensiones que Dios le ha conferido.
Es evidente, por ejemplo, que la prostitucin va contra la
dignidad misma de la persona que se prostituye, que la unin
sexual entre un hombre y una mujer fuera del matrimonio es
gravemente contraria a la dignidad del amor que tiene que
ser fiel, exclusivo y definitivo; la violacin va contra la
justicia ms elemental; el adulterio es tambin un pecado
grave contra la justicia, al igual que el incesto (relacin
carnal entre parientes).
1.
1.1.
Sexualidad extraconyugal
Masturbacin
365
1.2.
Homosexualidad
G. HIGUERA, La homosexualidad,
^ Ib, 3 6 .
366
367
sea pecado, constituye de suyo una tendencia hacia un comportamiento intrnsecamente malo desde el punto de vista
moris
Es en el terreno de los actos, que no en ei de la condicin, donde recae la responsabilidad moral, dado que los
actos homosexuales son intrnsecamente desordenados^, privados como estn de su finalidad esencial.
La libertad de los actos homosexuales debe ser juzgada
con prudencia, pero la ausencia de libertad no puede ser
gencralizable y se debe evitar la presuncin infundada y
humillante de que el comportamiento homosexual est siempre y totalmente sujeto a coaccin y sea por ello no libre:
En realidad tambin en las personas con tendencia homosexual se debe reconocer aquella libertad fundamental que
caracteriza a la persona humana y le confiere su particular
dignidad^.
Qu hacer entonces con una persona homosexual que
posee dicha condicin en contra de su propia voluntad? El
homosexual debe vivir una vida digna y casta como la que
vive un soltero. La gracia de Dios podr permitirle evitar la
actividad homosexual: Sustancialmente, estas personas estn llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, uniendo al sacrificio del Seor lodo su sufrimiento y dificultad
que puedan experimentar a causa de su condicin^. Como
los dems cristianos estn llamados a vivir la castidad.
Hay que acoger a esas personas en el seno maternal de la
Iglesia y de los sacramentos, acudiendo al sacramento de la
penitencia cada vez que lo necesiten. Deben ser tratados
como criaturas de Dios con la misma dignidad fundamental
que los dems, comprendidos y acompaados, y ha de hacerse todo lo posible por buscar su curacin.
Mb, 9.
^ CONGREGACIN PARA LA DOCTRINA DE LA FE. Persona humana 9.
"Ib, 1 1 .
Mb, 12.
368
prematrinwniales
del estudio del carcter del otro y del aprendizaje del verdadero amor. Eso es lo que garantiza el xito futuro. El sexo
por s mismo no garantiza todo esto. Es ms, cuando se le
priva de su significado total es por s mismo ambiguo y
fuente de inseguridad, y slo pierde esta condicin cuando
se hace expresin de una comunin total, definitiva, fiel y
exclusiva, abierta tambin a la vida.
Los novios, dado que no pueden expresar todava la totalidad de su amor, se encuentran en una situacin que en
realidad no difiere de la de los no casados en general, por lo
que han de reservar para el tiempo del matrimonio las
manifestaciones de ternura especficas del amor conyugal
(CEC 2350).
2.
Sexualidad conyugal
Mtodos artificiales son mecanismos y preparados hormonales que impiden la fecundidad de un acto que de suyo
podra ser fecundo. Es en este sentido como hay que interpretar la Humanae vitae cuando dice: Cualquier acto matrimonial debe quedar abierto a la transmisin de la vida y
cuando habla de inseparable conexin de los dos significados (procreativo y unitivo) del acto conyugal", pues de
sobra sabe la encclica que no todos los actos que se realizan dentro del ciclo de la mujer son de suyo fecundos y
abiertos a la vida'^ La apertura a la vida de todo acto ha de
entenderse como no obstruccin de un acto que de suyo la
producira. Algunos de los mtodos artificiales son abortivos.
La planificacin natural familiar se refiere, por el contrario, a las tcnicas para conseguir o evitar los embarazos
372
373
El recurso a los mtodos naturales de control de nacimientos es algo cualitativamente diferente, ya que haciendo
el acto en el perodo infecundo de la mujer, en realidad se
est haciendo algo que Dios, en su infinita sabidura, haba
previsto. No es un acto de rebelin contra Dios, ni un impedimento de su accin creadora, es seguir el camino que El
mismo ha establecido y con el que ha dado a la mujer espacio suficientemente infecundo para que se pueda realizar el
significado unitivo del amor conyugal cuando el procreativo
ya no es posible por las circunstancias de la vida. La significacin moral, por tanto, de los dos mtodos es completamente
diferente.
Los obispos espaoles en un documento a los veinticinco
aos de la Humanae vitae han escrito lo siguiente: La unin
sexual de los esposos, en los perodos fecundos de su vida
matrimonial, no es ms que el preludio de la parte ms importante de la procreacin: el acto creador de Dios mismo; o
sea, la intervencin trascendente y puntual de Dios que, conjuntamente con el encuentro ntimo de los cnyuges, llama a
la vida a un nuevo ser. Por eso, si los esposos eligen libremente interceptar artificialmente la fecundidad de los procesos biolgicos, no slo se niegan al dinamismo de esos procesos, sino que dan un no a Dios, fuente primera del amor y
de la vida... Recurriendo a los das agensicos de los ritmos
de la fecundidad, los esposos no se erigen en dueos y seores del don de ba vida, sino que actan como cooperadores
de Dios'^.
Se ha objetado a la doctrina de la Iglesia que, en realidad, supedita el amor humano a unas leyes puramente
biolgicas, pero la realidad es que la biologa humana no es
pura biologa como la de los animales, sino que tiene una
dimensin trascendente, en cuanto que en los perodos frtiles de la mujer implica una colaboracin con Dios, que interviene mediante la creacin del alma humana.
Es cierto que la intencin, con unos mtodos u otros, es
la misma, pero la moralidad afecta no slo a la intencin,
374
375
376
^v'
internacio,
377
pueden tener ms hijos y les insta a conocer y aplicar mtodos naturales de regulacin que son seguros y de fcil aplicacin. Hoy en da, el problema es ms de desinformacin y
pereza que de medios y recursos.
Se suele objetar tambin que la Humanae vitae no tiene
en cuenta las necesidades demogrficas de nuestro tiempo
que exigen una regulacin de nacimientos ante los problemas de superpoblacin. Sin embargo, a esos problemas se
puede atender con mtodos naturales y seguros. De todos
modos, el problema demogrfico se desenfoca a veces, pues
el problema de crecimiento no suele ser de los pases ricos
que son los superpoblados, sino de los pobres, los cuales
tienen derecho a un crecimiento. A veces tienen recursos no
explotados todava y lo que necesitan es ayuda para su explotacin. Imponerles por ello desde los pases ricos una
tasa de nacimientos, cortando sus posibilidades de crecimiento y desarrollo, no deja de ser una nueva forma de neocolonialismo. Ms que pildoras, necesitan recursos para su desarrollo que no suelen recibir. Ms injustificable ain es
pretender la limitacin de nacimientos mediante el aborto.
Esto responde al deseo de salvar la civilizacin del bienestar
mediante la cultura de la muerte.
3. Limpieza interior
La virtud de la castidad comienza en el corazn de la persona, que ha de tener limpio el corazn, hasta tal punto de que
el noveno mandamiento prohibe desear la mujer del prjimo.
El pudor es no slo necesario, sino conveniente. Responde a un instinto de autodefensa que juega un papel de proteccin, como lo juega el miedo con respecto al instinto de
supervivencia y, en este sentido, el pudor es positivo, aunque puede naturalmente ser exacerbado o reprimido con una
mala educacin: Es como la conciencia vigilante en defensa de la dignidad del hombre y del amor autntico. Tiende a
reaccionar ante ciertas actitudes y a frenar comportamientos
378
- M
', ,
379
consecuencias
381
4)
5)
6)
BibliografTa
CAFFARRA C ,
Biblia, Madrid 1 9 9 1 .
nio, Madrid 1 9 9 2 ^
y del matrimo-
de la sexualidad, Madrid 1 9 9 4 ^
y responsabilidad, Madrid 1 9 7 8 .
Lo que hemos visto hasta ahora pertenece sin duda al dominio de la castidad, virtud que consiste en que cada uno viva
en su propio estado (casado, soltero, virgen, etc.) las exigencias que implica el orden establecido por Dios en el campo de la sexualidad. Ahora bien, la castidad no es slo una
virtud que se limita a evitar las faltas, sino algo que tiene
un sentido eminentemente positivo, sobre todo para el cristiano.
La castidad no puede limitarse al cumplimiento de unas
normas, sino que tiene como fin fundamental hacer puro el
corazn de la persona, de manera que pueda madurar y purificar su amor, dando lo mejor de s misma. La castidad slo
tiene sentido en aras de un amor verdaderamente generoso y
desinteresado. En cualquier nivel que se viva (casado o soltero) slo tiene sentido en el amor y para el amor. Purifica
las intenciones del corazn y eleva los sentimientos con el
fin de hacer del amor el don desinteresado y altruista de s.
Esto es verdad para todo ser humano, pero para el cristiano
hay algo que, en la castidad, eleva todava ms el sentido y
la finalidad de su esfuerzo.
La castidad entre cristianos se convierte en signo de amor
y amistad con Cristo: No sabis que vuestro cuerpo es
templo del Espritu Santo que est en vosotros y que habis
recibido de Dios, y que, por tanto, no os pertenecis? Habis sido comprados a precio, glorificad, pues, a Dios en
vuestro cuerpo (ICor 6 , 1 5 . 1 8 - 2 0 ) .
La castidad es la noble virtud que nos permite amarlo
todo con un corazn limpio. Y ese es justamente el secreto
383
384
HoRMAERT,
385
rista y el sacramento de la penitencia que afirma la sensibilidad de conciencia y nos da la gracia sacramental para la
victoria. Esa gracia victoriosa nos la concede como ningn
otro medio el sacramento de la eucarista, donde est presente Cristo resucitado en su victoria: Sin m no podis
hacer nada.
Ah est Cristo, que quiso acompaarnos como nico pan
de vida que puede saciar nuestro corazn humano. Todo este
espritu que caracteriza a la pureza, hecho de humildad y de
fidelidad, encuentra en Mara, nuestra madre, no slo un
modelo sino la continua intercesin por nuestra pureza.
Siendo el sexo algo fuertemente obsesionante, no hay mejor terapia que tener la cabeza llena de ilusin, entregndose
con toda el alma al estudio, al trabajo, al deporte, a la autntica amistad. Tener un concepto positivo del otro sexo
y haber aprendido el arle bello y delicado de saber mirar
limpiamente a los ojos del otro. Uno experimenta as que
hay valores infinitamente superiores al sexo.
CAPTULO 20
JUSTICIA
1.
La virtud de la justicia
386
387
388
mitn a !as asociaciones y a cada uno en particular conseguir lo que le es debido segn su naturaleza y vocacin.
mente en la bsqueda del lucro y hacen de la ley del mercado una ley absoluta, rechazando la intervencin del Estado
en favor de la justicia y de los menos favorecidos.
La Iglesia defiende en la prctica un sistema social y
econmico que, aceptando la propiedad privada de los medios de produccin y los beneficios legtimos que de ella
puedan provenir, sostiene tambin el derecho sindical de los
trabajadores a defender sus legtimos intereses y propugna
la intervencin del Estado en la regulacin de la economa.
El espritu cristiano nos debe hacer sentir una urgencia
clara: mientras haya en la humanidad personas con grave
necesidad, el cristiano, que puede llevar una vida digna en
lo econmico y lo social, deber siempre renunciar al capricho y al lujo. Son cosas que no le pertenecen.
La Iglesia valora positivamente la iniciativa empresarial
que es fuente de trabajo y de bienestar para la humanidad,
siempre y cuando no haga del lucro y de la ganancia la
clave de la actividad econmica. Es deseable incluso hacer a
los obreros partcipes, en la medida de lo posible, de los
beneficios de la empresa.
391
rico tiene, como primera desgracia, a menos que sea un santo o un genio, la de no conocer nunca la pobreza, que es la
parte ms vasta y ms vlida de la vida humana^.
2.
392
Salamanca
1 9 6 4 , 9.
3.
395
Bibliografa
H-FN-.R J.,
drid 1974.
396
397
CAPTULO 2 1
SERVICIO A LA VERDAD
>
'/SiiifO.
1. Servir a la verdad
El octavo mandamiento nos manda servir a la verdad. Y servir a la verdad significa buscarla, amarla, decirla y hacerla.
Lo primero que tiene que hacer el hombre, es buscar la
verdad. El ser humano sabe por experiencia que est inquieto hasta que la encuentra. Slo en ella encuentra el reposo,
porque, en el fondo, est hecho para la visin de Dios, que
es la verdad. Slo en la visin de Dios encontrar el descanso definitivo para su bsqueda de la verdad; pero, mientras
tanto, cada hallazgo de verdad supone un anticipo de lo que
busca. Y no hay nada ms grande para el hombre que el
encontrar la verdad trascendente que necesita para su vida y
su salvacin.
La mayor pasin de la persona es la pasin por la verdad,
porque est hecha para la verdad, el bien y la belleza; de ah
que experimente tanto gozo cuando encuentra la verdad que
oriente su vida.
Pero el hombre tiene que amar la verdad. Jugar con la
verdad, particularmente la verdad de salvacin, frivolizar
con ella, disimularla, o esconderla, es jugar con el hombre
mismo y con su salvacin.
Por ello el ser humano, y particularmente ei cristiano,
sufrir por la verdad, sufrir cuando se la distorsiona, se la
rebaja o envilece. El cristiano entiende que es ms fcil
comprender el pecado hecho por debilidad que el traicionar
la verdad de salvacin, porque cuando la persona no vive
para la verdad, no es propiamente un ser humano, puesto
que ha vendido lo mejor de s mismo.
Decir la verdad es otra de las exigencias de la veracidad.
398
399
incurrido el acusado (cf Prov 18,5); comprometen gravemente el ejercicio de la justicia y la equidad de la sentencia
pronunciada por los jueces (CEC 2476).
La maledicencia y la calumnia. Todo hombre tiene derecho al propio honor y a la propia reputacin, por lo que el
juicio temerario y, sobre todo, la maledicencia y la calumnia
constituyen una falta, a veces grave, contra la justicia y la
caridad, que exige tambin una adecuada reparacin.
Respeto a la verdad: La caridad y el respeto de la verdad deben dictar la respuesta a toda peticin de informacin
o de comunicacin. El bien y la seguridad del prjimo, el
respeto de la vida privada, el bien comn, son razones suficientes para callar lo que no debe ser conocido, o para usar
un lenguaje discreto. El deber de evitar el escndalo obliga
con frecuencia a una estricta discrecin. Nadie est obligado
a revelar una verdad a quien no tiene derecho a conocerla'
(CEC 2489).
El secreto de confesin por el que el confesor est obligado a guardar en secreto los pecados del penitente es absoluto. Y en ocasiones obligan tambin gravemente secretos
profesionales (mdicos, militares, etc.), salvo los casos
excepcionales en los que no revelarlos podra causar al que
los ha confiado, al que los ha recibido o a un tercero, daos
muy graves y evitables nicamente mediante la divulgacin
de la verdad (CEC 2491).
Los medios de comunicacin social, con tanto influjo en
la actualidad, tienen que estar lgicamente al servicio de la
verdad, la libertad y la justicia, pero tambin tienen unos
lmites imprescindibles, salvando la justicia y la caridad, en
todo momento y respetando escrupulosamente las leyes morales, los derechos legtimos y la dignidad del hombre (cf
CEC 2494): Se debe guardar la justa reserva respecto a la
vida privada de la gente (CEC 2492).
El cristiano tiene que dar testimonio de su fe y de los
valores del evangelio. Testimonio en griego se dice martira,
por lo que debe el cristiano estar dispuesto, en algunas ocasiones lmite de la vida a ser mrtir del evangelio.
Cf Si 27,16; Prov 25.9-10.
401
CUARTA PARTE
Oracin
403
CAPTULO 2 2
ORACIN
1.
Necesidad de la oracin
407
408
409
410
La oracin ha de ser tambin accin de gracias y alabanza. La accin de gracias parte de todo corazn agradecido
ante los dones de Dios: En todo dad gracias, pues esto es
lo que, en Cristo Jess, quiere de vosotros (ITes 5,18).
Ante tanto olvido de Dios, ante tanto desagradecimiento,
tanta autosuficiencia, el cristiano tiene que hacer de su vida
una perenne accin de gracias que ha de culminar en la
eucarista, la cual es justamente eso; accin de gracias.
5.
F o r m a s de oracin
411
6. Vida de oracin
No se puede tener una vida de oracin si nti damos unos
tiempos determinados para ella. Sin una aicncin cxplciia y
amorosa a Dios es imposible tener su presencia duranic cl
da. Al contrario, es el tiempo especial dedicado a Dios en
la oracin la clave para poder encontrarle en los aconlccimientos del da.
La oracin es un trato personal de amor y tiene que
expresarse como tal. Sin ese tiempo explcito se pierde el
sentido de la presencia de Dios. No puede durar el amor sin
expresarse. Mantengamos el trato con Dios, pues de lo contrario perdemos el sentido de su presencia y terminamos con
las manos vacas.
Cuando no se tiene tiempo para la oracin, es seal de
que no se tiene espritu de oracin. La oracin no se hace
cuando se tiene tiempo, sino que se loma el tiempo de estar
con el Seor con firme decisin de no dejarlo. Es entonces
cuando toda la vida puede ser oracin.
Cuando existe esa comunicacin con Dios que es la oracin, toda la vida adquiere un nuevo significado y, entonces,
hasta en la calle se puede tener el sentido de la presencia de
Dios: Me he acostumbrado tanto a la presencia de Dios en
m deca G. de Larigaudie, que siempre y desde el fondo de mi corazn, me sube una oracin a flor de labios. Esta
oracin, apenas consciente, ni siquiera cesa en la somnolencia que acompasa la marcha del tren o el ronroneo de una
hlice, no me abandona ni en la exaltacin del cuerpo o el
alma, ni en la agitacin de la ciudad o en la tensin del
espritu durante una ocupacin absorbente. Es, en mi interior, como un lago infinitamente manso y transparente, que
no pueden alcanzar los remolinos de la superficie^
Deca Ch. Pguy que cuando uno reza se hace nuevo
cada maana y es como si recreara todo el mundo y todo cl
cristianismo"*. Para muchos la oracin de la maana es la
mejor, porque nuestro espritu n o est todava aturdido por
* G . DE LARIGAUDIE, Buscando a Dios,
Cf CH. PGUY, Palabras cristianas.
412
Salamanca 1 9 6 9 , 4 7 .
Salamanca 1 9 6 4 , 9 9 .
413
las prisas o el agobio del da. Buena hora tambin para hacer la oracin es la de la noche, pero cada cual ha de buscar
para s aquella hora que le sea particularmente propicia.
Tambin es importante encontrar un lugar adecuado como
una Iglesia, un sagrario, un rincn de oracin (la propia
habitacin, si es adecuada), a fin de estar en lo secreto ante
nuestro Padre. Tambin paseando se puede sentir con todo
el corazn el misterio de Dios. A lo largo del da pueden
surgir del corazn pequeas manifestaciones (jaculatorias),
como cuando en lo secreto le decimos a Dios: Aydame,
dame paciencia, o gracias. Descabezando zanahorias,
masticando una brizna de hierba, afeitndose por la maana,
se le puede decir a Dios sin cansarse, sencillamente, que se
le quiere. Y esto vale tanto como los torrentes de lgrimas
que no pudieron arrancarnos los libros de piedad".
Con la oracin no slo tenemos el sentimiento de la presencia de Dios, sino que en ella sacamos fuerza para una
entrega callada al trabajo, para la disponibilidad total, para
saber sufrir el desprecio, defender valientemente la verdad y
la justicia o luchar contra el amor propio. Si se ora como se
vive, es porque se vive como se ora (cf CEC 2725).
Pero debemos ser vigilantes: el tentador hace todo lo
posible por separar al hombre de la oracin, de la unin con
Dios (CEC 2725). El maligno sabe que sin oracin no tenemos ms fuerza que la debilidad de nuestras pobres manos y que nos queda cuerda para poco rato.
Otra dificultad nos viene de la misma mentalidad del mundo C]ue busca en el sensualismo, en el confort y en la utilidad la clave de la vida. El ambiente pesa sobre nosotros
mucho ms de lo que suponemos. No es posible ser cristiano sin apartarnos, sin romper con el mundo en tiempos de
oracin y soledad con Dios. No todos estamos llamados a
vivir una vida monstica, pero s a hacer de algunos momentos del da un desierto de oracin. Sin oracin, Dios no
se nos entrega ni disfrutamos de l.
A veces puede tambin llegarnos la tentacin en forma
de desaliento, de fracaso en la oracin, de aceda, que es
414
415
CAPTULO 23
417
418
419
420
422
5. Devocin a Mara
La devocin a Mara tiene que tener algunas actitudes clave.
En primer lugar, la de veneracin. A Mara no le debe
un culto de latra porque no es Dios, pero tiene una dignidad
nica: la de ser madre de Dios y cooperadora de Cristo en la
obra de ta redencin. San Agustn la saluda as: Oh bienaventurada Mara, verdaderamente dignsima de toda alabanza! Oh Virgen gloriosa, madre de Dios! Oh madre sublime, en cuyo vientre estuvo el autor del cielo y de la
tierra!. Mara, cuando llevaba en su seno al hijo de Dios,
era el templo de Yav, que vaciaba de sentido al viejo templo de Israel.
Debemos a Mara un amor filial: La madre de mi Dios
es mi madre, deca san Ambrosio. No debemos avergonzarnos de ser nios con Mara: Si no os hacis como nios...
(Me 10,15). La clave de nuestro crecimiento espiritual es
que cada da seamos ms nios, confiar cada da ms en
Dios.
Nuestra devocin a la Virgen tiene que tener el sentimiento de imitarla en sus virtudes: La santidad ejemplar de
la Virgen mueve a los fieles a levantar los ojos a Mara, que
brilla como modelo de virtud ante toda la comunidad de los
elegidos. Se trata de virtudes slidas y evanglicas: la fe y
la dcil aceptacin de la palabra de Dios, la obediencia magnnima, la sincera humildad, la caridad solcita, la sabidura
reflexiva, la piedad con Dios que impulsa a cumplir alegremente los oficios de la religin, piedad que lleva a tener un
423
nimo agradecido por los beneficios recibidos, a ofrecer dones en el templo y a orar en la comunidad de los apstoles;
la fortaleza de alma en el destierro y en el dolor, la pobreza
llena de dignidad y de confianza puesta en Dios, el vigilante
cuidado de su Hijo desde la bajeza de la cuna hasta la ignominia de la cruz, la providente delicadeza, la pureza virginal, el amor conyugal fuerte y casto. De estas virtudes de la
Madre se adornarn sin duda los hijos, que con firme empeo contemplan sus ejemplos para reproducirlos en su propia vida'.
Otra actitud que debemos a Mara es la de la invocacin:
la invocamos porque es madre de Dios y madre nuestra.
Tiene ante Cristo una intercesin cualificada, superior a la
de todos los santos:
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa madre de Dios.
No desoigas la oracin
, de tus hijos necesitados.
Lbranos de todo peligro,
, Virgen gloriosa y bendita.
Pgs.
5
7
Introduccin
Siglas
Primera parte
LA FE QUE PROFESAMOS
Es la oracin ms antigua que tenemos de la Virgen, procede del s. III. Es la oracin de la Iglesia misma que se
acoge al amparo de Mara.
NDICE
r.i
' l i
.i'',.!
I. ,.!;
1.
1.
2.
3.
4.
La existencia de Dios
La pregunta por el sentido de la vida
Del atesmo al agnosticismo moderno
Pruebas de la existencia de Dios
Conclusin
30
30
31
2.
1.
2.
3.
4.
5.
6.
35
35
40
53
55
57
59
11
11
16
19
28
60
61
62
425
cultus 57.
3.
1.
2.
3.
4.
Creacin
Creados en Cristo
Las criaturas
La creacin y la ciencia
La providencia de Dios
Pgs.
65
65
66
69
70
72
72
73
4.
1.
2.
3.
4.
75
75
77
79
82
Pecado original
La experiencia del mal y del pecado
Qu dice la Sagrada Escritura?
Qu ensea la Iglesia sobre el pecado original? ..
Un misterio de fe
Jesucristo
Qu sabemos histricamente de Cristo?
Orgenes de Jess
El mensaje de Cristo: la llegada del Reino
Signos del Reino
Quin es Jesucristo?
Qu saba Cristo de su muerte?
Resurreccin de Cristo
83
83
84
87
87
91
95
103
112
120
127
135
135
136
6.
1.
2.
3.
139
139
140
141
426
4.
5.
6.
7.
8.
El don de Cristo
Misin del Espritu
Dones del Espritu
Espritu divino
El Espritu Santo y Mara
141
143
146
148
148
149
15()
151
7.
1.
2.
3.
La Trinidad y la gracia
El misterio de la santa Trinidad
La gracia
Virtudes teologales
153
153
L*^?
162
166
166
167
8.
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
169
169
170
171
172
181
193
198
206
210
La Iglesia de Cristo
Objeciones contra la Iglesia
La Iglesia de la Trinidad
La Iglesia y la intencin de Cristo
Jess funda la Iglesia
Cul es la Iglesia verdadera?
Qu es la Iglesia?
Estructura jerrquica de la Iglesia
La Iglesia, sacramento universal de salvacin
La comunin de los santos
210
211
212
215
215
216
427
Pgs.
3. La respuesta de la razn
4. La respuesta de la revelacin
Preguntas para el trabajo en equipo
Bibliografa
Para hacerlo vida
10. El fin del camino
1. La certeza del ms all
2. Vida eterna
3. Existe la reencarnacin?
217
218
220
220
221
223
224
230
237
238
238
239
Segunda parte
SACRAMENTOS
'
11.
1.
2.
3.
4.
Sacramentos
La redencin de Cristo contina
Cristo, sacramento original de Dios
Signos de Cristo y de la Iglesia
Sacramentos de la vida eterna
243
243
243
246
250
12.
1.
2.
3.
251
251
257
259
276
276
277
291
2*M
294
295
297
297
3(N
317
317
318
Tercera parte
MORAL
i .i: ^
323
323
333
339
339
340
344
345
346
349
349
351
351
352
17.
1.
2.
3.
4.
429
18.
1.
2.
3.
La vida
Homicidio voluntario
Respeto de la vida y la salud fsica
Legtima defensa
Pgs.
355
355
357
358
360
360
361
19.
1.
2.
3.
4.
363
364
371
378
380
Amor y sexualidad
Sexualidad extraconyugal
Sexualidad conyugal
Limpieza interior
Indisolubilidad del matrimonio y don del hijo
382
382
383
20.
1.
2.
3.
4.
387
387
392
393
395
Justicia
La virtud de la justicia
Respeto a los bienes ajenos
Actividad econmica y social
Solidaridad entre las naciones
396
396
397
399
399
400
Pgs.
Cuarta parte
ORACIN
22.
1.
2.
3.
4.
5.
6.
Oracin
El hombre de hoy y la oracin
Necesidad de la oracin
Qu es orar?
Dimensiones de la oracin
Formas de oracin
Vida de oracin
405
405
406
407
410
411
413
23.
1.
2.
3.
4.
5.
417
418
419
421
422
423
430
431