Amor Romántico, Amor Patriarcal y Violencia Machista. Una Aproximación Crítica Al Pensamiento Amoroso Hegemónico de Occidente. Mónica Saiz

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FACULTAD DE CIENCIAS

ENCONOMICAS Y EMPRESARIALES

MSTER UNIVERSITARIO EN ESTUDIOS FEMINISTAS

AMOR ROMNTICO, AMOR PATRIARCAL Y VIOLENCIA


MACHISTA. UNA APROXIMACIN CRTICA AL
PENSAMIENTO AMOROSO HEGEMNICO DE OCCIDENTE.

NOMBRE Y APELLIDOS: MNICA SAIZ


MARTNEZ
TUTORA: LUISA POSADA KUBISSA
FECHA DEFENSA: 25 DE SEPTIEMBRE DE 2013
CURSO ACADMICO: 2012-13

NDICE

1. INTRODUCCIN

2. ASPECTOS TERICOS Y METODOLGICOS DE LA INVESTIGACIN

2.1. Objetivos

3. ESTADO DE LA CUESTIN: AMOR ROMNTICO Y DISCURSO FEMINISTA


3.1. Conceptualizacin del amor romntico

5
5

3.2. Amor romntico y crtica feminista

10

3. 3. Algunas consideraciones actuales sobre el modelo de amor


romntico

25

4. AMOR ROMNTICO Y VIOLENCIA MACHISTA

32

4.1. La violencia machista en las relaciones de pareja

32

4.2. Relacin entre amor romntico y violencia machista


en las relaciones de pareja

39

5. CONCLUSIONES

47

6. BIBLIOGRAFA

50

1. INTRODUCCIN
El amor es fuente de una amplia produccin comunicativa en el orden de la
vida cotidiana individual y social. En el mbito acadmico es principalmente tema de
estudios psicolgicos y filosficos. Sealan Sarah Corona y Zeyda Rodrguez que el
amor, ubicado en lo profundo del ser y vinculado con el mundo emotivo, ntimo,
inmaterial, pareciera ser una emocin autnoma, incontrolable, natural, sin nexos con
la construccin social de la cultura. Por ello, para estas autoras, pensar el amor en las
ciencias sociales es esencial como una forma de aceptar la subjetividad en el campo de
los estudios culturales. El anlisis de lo amoroso puede proporcionar pistas para
comprender el amor, no slo como estado interno, sino como la relacin de la
experiencia ntima con las instituciones, la sociabilidad y el poder (2000: 49).

Este trabajo parte de la idea de que el modelo de amor romntico, tanto por su
conceptualizacin como por la educacin y experiencias amorosas que promueve,
forma parte intrnseca de la subordinacin social de las mujeres con respecto a los
hombres. Este patrn de amor entre parejas heterosexuales responde a una
construccin social patriarcal propia de Occidente en los ltimos siglos, que jerarquiza
la estructura social en funcin del sistema sexo-gnero, convirtiendo a las mujeres en
objetos de amor resultantes de esta relacin de poder. En el presente trabajo se ofrece
la revisin del pensamiento amoroso instaurado en la Modernidad en Occidente, a
partir de algunas de las lecturas feministas acerca de esta concepcin amorosa. Desde
sta se intenta esclarecer cul es el origen de esta construccin sociocultural, as como
mostrar la relacin de este modelo de amor con la violencia machista ejercida en las
relaciones de pareja en la actualidad.
El concepto de amor romntico no slo no es ajeno a la socializacin de gnero
sino que es impulsado y sostenido por sta y la construccin social de este tipo de
amor se ha fraguado desde una concepcin patriarcal asentada en las desigualdades
de gnero, la discriminacin hacia las mujeres y la sumisin de stas a la
heterosexualidad como nica forma de relacin afectivo-sexual (Ruiz Repollo, 2009:
46). As, como resultado de este pensamiento hegemnico nos encontramos ante el
reto feminista de analizar el amor y cuestionar un sentimiento del que parece
socialmente se tiene miedo de racionalizar y perder as toda su magia. Este malestar
provocado por la indagacin en una de las principales verdades occidentales, el
amor, es probablemente una de las razones que explican que se haya producido
comparativamente poca reflexin cientfica al respecto, al menos desde un punto de
vista crtico (Esteban, Mari Luz, 2008: 158). En el mbito cientfico han primado las
lecturas naturalizadoras y esencialistas desde teoras biolgicas y psicolgicas que han
dado la espalda a la concepcin constructivista de este fenmeno. As, el
reduccionismo y determinismo de estas aproximaciones, que hablan de las emociones
como si fueran hechos dados y universales, pre-culturales, generan y refuerzan ideas
que consolidan el orden social desigual imperante donde las mujeres nos hemos
llevado la peor parte.

Desde este trabajo asumiremos la tarea de racionalizar el amor y trataremos de


visibilizar los principios patriarcales que los sustentan y que conforman parte del
aparato ideolgico del patriarcado en su intencin de doblegar a las mujeres a travs
de las relaciones de pareja. Igualmente trataremos la doblegacin ms extrema, la
violencia machista, en estas relaciones como consecuencia de este pensamiento
misgino sobre el que descansa el amor romntico.
Entender que el amor no es una cuestin personal sino poltica es el primer
paso para la superacin de la construccin patriarcal de la identidad de las mujeres ya
que desde dicha cultura se expropia a las mujeres de la autoridad para
autoidentificarse.

2. ASPECTOS TERICOS Y METODOLGICOS DE LA INVESTIGACIN


Actualmente, la violencia machista se ha convertido en una cuestin con una
dimensin pblica mayor que en otras pocas lo que ha fomentado la existencia de
una gran cantidad de interpretaciones sobre ella, que se realizan desde diferentes
instancias. La idea del presente trabajo no es aportar un anlisis ms sobre el tema,
sino plantear una reflexin sobre un asunto que nos afecta a todas las personas en
alguna medida y que, en el caso de las mujeres, resulta una de las muchas variantes
que sustentan la violencia. Me refiero al modelo de amor romntico de nuestra cultura
occidental y a sus consecuencias en las relaciones de pareja actuales. Intentar
analizar brevemente este modelo para poder plantear tras el anlisis que dicho
modelo es uno de los factores (evidentemente no el nico) que favorece y sustenta la
violencia machista.
As, en este Trabajo Fin de Master se pretende estudiar el modelo de amor
romntico desde una perspectiva feminista y sociolgica para poder llegar a entablar
una relacin ltima entre este patrn amoroso y la violencia machista ejercida en las
relaciones de pareja heterosexuales en el marco occidental. Partimos de la hiptesis
de que este modelo de amor, instaurado en el imaginario colectivo de las sociedades
occidentales, ha ido conformando la subjetividad de las mujeres desde la Modernidad
ubicndolas, a travs de la interiorizacin de determinados valores y percepciones que
responden a la lgica sexo-gnero, en situaciones de vulnerabilidad ante la violencia
machista.
Desde la perspectiva constructivista que envuelve el presente trabajo,
evidenciaremos el carcter sociocultural del amor romntico y su gnesis patriarcal
para llegar a entender su relacin con la violencia que los hombres ejercen hacia las
mujeres en las relaciones de pareja. Para poder llegar a ello, en primer lugar
llevaremos a cabo una revisin de los principios ideolgicos patriarcales que fundaron
este modelo de amor que nos har entender su carcter misgino, a continuacin
ofreceremos un reconocimiento de la crtica feminista que suscit dicho modelo
(desde su origen hasta nuestros das pasando por las distintas etapas histricas) y
finalmente reflexionaremos sobre la relacin de este patrn amoroso con el
terrorismo patriarcal. As, se intentar llevar a cabo un proceso de conocimiento lo

ms completo posible acerca del fenmeno sociolgico de lo que hemos denominado


amor patriarcal.
El mtodo de trabajo para poder llevar a cabo esta investigacin es la revisin
bibliogrfica que nos permitir realizar una recopilacin sistemtica de la informacin
publicada relacionada con nuestro tema a estudiar. Ser imprescindible realizar una
evaluacin crtica de la informacin seleccionada para finalmente, disponer de una
adecuada recopilacin de datos y poder desarrollar con xito la investigacin.
Una vez realizado el seguimiento terico a travs de la bibliografa pertinente,
trataremos de entablar relaciones entre los conceptos clave de nuestra investigacin:
amor romntico, patriarcado y violencia machista.

2.1. Objetivos.
General:
Relacionar el amor romntico con la violencia ejercida contra las mujeres en las
relaciones de pareja heterosexuales a partir de la construccin de un discurso
feminista que lo fundamente cientficamente.
Especficos:
Conocer el origen histrico y cultural del modelo de amor romntico.
Trascenderla la lectura biologizada y psicologizada del concepto de amor
romntico.
Visibilizar cmo el amor se nos muestra como algo personal y privado pero es
una cuestin social y poltica.
Establecer una relacin entre el modelo de amor romntico y las relaciones de
poder entre los sexos desde una perspectiva social.
Reflexionar sobre el modelo como constructor social patriarcal a partir de los
discursos feministas clsicos y modernos que hacen alusin al mismo.

3. ESTADO DE LA CUESTIN: AMOR ROMNTICO Y DISCURSO FEMINISTA.


3.1. Conceptualizacin del amor romntico
Lo que consideramos ms ntimo y personal, lo que pensamos que est en el
fondo de nuestros sentimientos, expresos y silentes, tiene que ver con el mundo en
el que estamos, con la compleja red de roles en que las personas estamos inmersas,
con los valores impuestos, con el tipo de sociedad y la poca que nos toca vivir. Los
sentimientos no son naturales y universales, ni siquiera el del amor. De hecho cambian
en la historia, en la geografa. As, los amores que han implantado y siguen imponiendo
sistemas jerrquicos y de dominacin, segn el sexo, tampoco son naturales e
inmutables (Pereda, 2001: 13-14). Por ello, y haciendo justicia a las mujeres y a nuestra

situacin de subordinacin en el imaginario del amor con respecto a los hombres,


quisiera visibilizar el entramado de ideas misginas, cultivadas en la mente de los
hombres occidentales en la Modernidad, que dieron lugar al elevamiento de un ideal
amoroso donde las mujeres se han llevado la peor parte.
El amor en Occidente ha evolucionado a lo largo de los siglos y ha adquirido
diferentes significaciones en cada momento histrico, pero no ser hasta el siglo XVIII
cuando nos encontremos con lo que denominamos amor romntico. Dicho siglo
otorg a la cultura occidental un nuevo discurso sobre el amor, asentado en el
pensamiento ilustrado, que elogiaba las relaciones virtuosas y complementarias entre
los hombres y las mujeres, a travs del amor conyugal cuyas caractersticas sern
tratadas a lo largo del presente trabajo. Una de las caractersticas ms importantes de
este discurso amoroso es que convirti al amor en un sentimiento que se representaba
inscrito en la naturaleza humana como una disposicin interior e ineludible que
predeterminaba la relacin entre los sexos. Cualidad que justificaba la distribucin
arbitraria de los roles de gnero y la relacin de poder entre los mismos. Este amor
virtuoso que dotaba de facultades a hombres y mujeres, encontraba su opuesto en el
amor sin cualidad el cual no se justificaba en ninguna condicin valiosa de la persona,
sino que se produca por razones insustanciales y efmeras. Eran amores sin
fundamento de los que surgan relaciones carentes de durabilidad y sin objetivo
apreciable ms all del disfrute del placer de los cuerpos (Morant Deusa, Isabel y
Bolufer Peruga, Mnica, 1998: 278). Es a partir del siglo XVIII cuando amor y
matrimonio forman una solucin indisoluble en las relaciones entre los sexos, dando
respuesta a un nuevo paradigma amoroso heteronormativo que vendr a construir
nuevas formas sutiles de doblegacin para las mujeres. Pero, en palabras de Celia
Amors el amor y la familia no parecen estar hechos para la emancipacin de la
mujer. (1985: 74).
Para emprender este trabajo es clave romper con la concepcin esencialista del
amor y comprender que no es un sentimiento universal, atemporal e inmutable, que
por el contrario, es fruto de un contexto sociocultural definido que lo configura. Por
ende, a continuacin haremos una pequea revisin de cmo este sentimiento
socializado ha adquirido diferentes acepciones en Occidente en los distintos
momentos histricos hasta llegar a la Modernidad, perodo en el que nos centraremos.
Con respecto a la relacin amor-matrimonio, vnculo a partir del cual se funda
la ilusin del amor romntico, la historia nos desvela cmo el amor durante siglos se
daba fuera de esta institucin y las relaciones amorosas entre mujeres y hombres se
daban bajo otros marcos ideolgicos. Si nos remontamos a la antigua Grecia, las
relaciones afectivas (heterosexuales, pero sobre todo homosexuales) estaban
fuertemente relacionadas con la esfera sexual y el placer estaba separado del
matrimonio donde las mujeres deban ser fieles a su marido y el sexo tena como
finalidad la procreacin dentro del matrimonio. Igualmente en el imperio Romano, el
placer ertico estaba separado del matrimonio y ligado a conquistas espordicas y
puntuales. En la Alta Edad Media vemos cmo el amor surge en los crculos cortesanos
de Provenza bajo el denominado amor corts como caracterstica de las aventuras
sexuales de los aristcratas, en una poca en la que la sexualidad era de poca

trascendencia para el matrimonio por lo que los hombres y algunas mujeres solan
tener amantes con quienes s compartan un apego amoroso. (Bosch, Esperanza, A.
Ferrer, Victoria, Ferreiro, Virginia, Navarro, Capilla, 2013: 123). El matrimonio como
nos recuerda M Isabel Gascn, ha sido a lo largo de la historia la cdula bsica sobre
la que se asentaba la sociedad, manteniendo unas estructuras que aseguraban el
orden y el buen funcionamiento del entramado social: garantizando la reproduccin
biolgica y social de los individuos, permitiendo establecer la legitimidad de la madre y
los/as hijos/as y asegurando la legitimidad del linaje y la transmisin patrimonial, pero
el amor quedaba excluido de estos planteamientos (2009: 18). Es con la llegada del
amor romntico cuando el matrimonio se convierte en una demostracin de amor con
la reestructuracin social que esto conlleva.
As, en los dos ltimos siglos el amor ha tenido un papel central en Occidente
en la configuracin del individuo moderno, mediante la delimitacin entre lo externo y
lo interno y el afianzamiento de la toma de concienciacin individual. De esta forma,
los antiguos lazos comunitarios se diluyen y la familia (centrada en la pareja conyugal)
se convierte en un espacio de responsabilidad y valores cargado de sentimientos,
colocando la pasin amorosa en el centro de la reproduccin del sistema social, para lo
que era necesario una cierta domesticacin de la sexualidad (Esteban Galarza, Mari
Luz; Medina Domnech, Rosa; Tavora Rivero, Ana, 2005). Todo ello dentro de un
sistema de heterosexualidad obligatoria y compulsiva como el que ha llegado hasta
nuestros das1. Un proceso donde la reformulacin del sujeto y la redefinicin de las
desigualdades entre mujeres y hombres han estado y estn estrechamente articuladas.
(Esteban Galarza, Mari Luz; Rosa; Tavora Rivero, Ana, 2008: 59-73).
Y en qu estaba basado este nuevo ideal patriarcal de relacin amorosa?
Isabel Morant y Mnica Bolufer, sealan que en este nuevo amor deba intervenir la
inteligencia y el criterio moral del hombre y de la mujer ya que es un amor que evala
las cualidades de la persona amada, que lo hacen deseable, y donde la razn de ellas
se compromete (1998: 112). Bajo el juicio de la razn y de la inteligencia se legitimarn
los mandatos de gnero establecidos arbitrariamente por los hombres ilustrados. Un
sentimiento amoroso, por tanto, que al ser reconocido y reproducido conceda calidad
moral a la persona que amaba, reforzando y exaltando sus hbitos. As, el discurso
sexista del amor fue aceptado socialmente en tanto en cuanto dotaba a los seres
humanos de cierta trascendencia. De esta manera, con este nuevo razonamiento, el
pensamiento ilustrado tena bien justificado y atado el sino de las mujeres en la
sociedad, Isabel Morant y Mnica Bolufer (1998: 211) nos recuerdan, recogiendo las
palabras de J. Marchena, que:

A las mujeres se las capacitaba para las funciones de terneza y amor, es decir,
para las obligaciones morales y sentimentales que se les otorgaba, en teora
una superioridad moral basada en su natural empata, en la capacidad que se
1

La concepcin de heterosexualidad compulsiva ha sido reflejada por Adrienne Rich en su artculo


Compulsory Heterosexuality and Lesbian Existence. University of Georgia. 1980; por Judith Butler en su
libro Cuerpos que importan. Edicin Paids. Buenos Aires. 2002; y por Anna G. Jnasdottir en su libro El
poder del amor. Le importa el sexo a la Democracia?, Edicin Feminismos. 1993.

las atribua de conocer el corazn humano y conectar con las emociones


ajenas, sintindolas como propias, y en su entrega en el amor (1990).
Se estipul lo que debera ser deseable en las damas, lo que se esperaba de
ellas y lo que estaban obligadas a ser para el alzamiento de un mundo mejor sostenido
en la razn humana. Se reclamaban mujeres cuidadoras donde los futuros ciudadanos
ilustrados encontraran reposo y atencin. En esta lnea, el mismo Rousseau sostuvo
que si a los hombres les competa la razn, la reflexin abstracta, a las mujeres,
capaces de comprender como nadie los sentimientos ajenos, les correspondera el
mbito de la moral, y seal mejor que ella filosofarn ellos acerca del corazn
humano, pero ella leer mejor en el corazn de los hombres (1983: 539).
En Francia, donde ms se escribi en el siglo de las Luces desde un punto de vista
filosfico sobre el amor, se public la Enciclopedia de Diderot y d Alembert que
diferenciaba el amor razonable y ordenado de la nueva sociedad de los desrdenes
anteriores de la pasin:
Las costumbres no tienen nada que temer al amor; ste no puede sino
perfeccionarlas; es el amor el que hace al corazn menos duro, el carcter
ms sociable, el humor ms complaciente. Amando las gentes se
acostumbran a plegarse a la voluntad, al deseo de la persona querida, se
adquiere el feliz hbito de gobernar los deseos, de controlarlos y reprimirlos,
de conformar los gustos y las inclinaciones a los compromisos, a los tiempos,
a las personas, pero las costumbres no estn igualmente seguras cuando
alguien est inquieto por los accesos carnales que los hombres groseros
confunden con el amor (Enciclopedia, voz Amor) (1751: 72)
El arma del pensamiento ilustrado era la razn, desprovista de contenido
preestablecido y convertida en un seguro instrumento de bsqueda hacia la felicidad
en la tierra y de mejora de la especie humana. Una percepcin entusiasta pero no
basada en un fro racionalismo, sino en el convencimiento de que era la sensibilidad,
una aptitud para la emocin, una potenciadora de la razn. Como defina la
Enciclopedia de Diderot y d Alembert, el amor que entrara por los sentidos,
perfeccionara al ser humano y su raciocinio. Un amor depurado y refinado donde cada
cual desarrollara las cualidades que le eran propias de su naturaleza sexual, llevndose
las mujeres la peor parte de esta apreciacin. As, siguiendo esta lnea naturalista, los
autores de la Ilustracin se dirigan a las mujeres en un tono amable y les asignaban
atributos y funciones diferentes y en muchos casos antagnicas a las de los hombres.
Lo hacan exaltando el valor moral y la utilidad que no slo sus cualidades sino esas
diferencias con respecto a los varones eran deseables para la sociedad. Si en tiempos
anteriores la discriminacin social se llevaba a cabo de manera explcita,
representando a lo femenino como una versin disminuida e inferior del hombre,
con la Modernidad la mujer se presentaba como un ser diferente al hombre, no
inferior, sino complementario con caractersticas admirables de su naturaleza. Isabel
Morant y Mnica Bolufer (1998: 212) explican cmo el pensamiento ilustrado atribuy
a las mujeres una condicin ms sensible que pasional (caracterstica que en pocas
pasadas era adjudicada a las mujeres como la perdicin de los hombres),
representndolas como aptas para amar de forma sincera y constante, concedindolas

por tanto ms responsabilidad que a los hombres en el trato amoroso. Estas mismas
historiadoras rescatan como ejemplo de este discurso el ensayo publicado por A. L.
Thomas en 1772, Essai sur le caracteres, les moeurs et l esprit des femmes, que est en
la lnea de la literatura filosfica y las novelas de la poca, donde el autor afirmaba que
las mujeres eran de una naturaleza sensitiva particular, que estaban hechas para el
amor tierno y sacrificial y que encontraban en ese sentimiento el encanto y el
inters de su vida, la clave de su existencia moral. (1998: 212). As pues, la filosofa
que desarroll A.L. Thomas es un fiel ejemplo del pensamiento que se estaba gestando
en las lites cultivadas del siglo, responsables de la revolucin intelectual que dara
paso a la Modernidad y con ella, al nuevo sentido de la vida, un sentido de la vida que
fragmentaba al ser humano por su condicin sexual y otorgaba a las mujeres el sino de
la esclavitud amorosa, donde la violencia machista tambin se vio legitimada en
discursos como el de Rousseau el cual sostena:
Si el destino de la mujer es agradar y ser subyugada, se debe hacer agradable al
hombre en vez de incitarle; en sus atractivos se funda su violencia, y por ello es
preciso que encuentre y haga uso de la fuerza (). De ah el acometimiento y la
defensa, la osada de un sexo y el encogimiento del otro, la modestia y la
vergenza con que la naturaleza arm al dbil para que esclavizase al fuerte
(Rousseau, 1983: 500-501).
Evidencia as, la relacin de poder entre el fuerte y la dbil y justifica el uso de
la violencia ante lo que Rousseau consideraba, la provocacin de las mujeres.
Manifestaba por ende, que una de las cualidades de la virilidad era la violencia y
haciendo honor a ella debera usarla hacia su esposa si fuera preciso. La inferioridad de
las mujeres respecto a los varones lo justificaba y su eterna minora de edad y
consecuente obediencia y sumisin a los esposos lo perpetuaba. En palabras de la
filsofa feminista Luisa Posada La violencia contra las mujeres entra como referente
normativo en el discurso de la modernidad (Posada, 2001: 15).
Las distintas y naturalizadas caractersticas propias de mujeres y hombres que
subyacen del modelo dicotmico masculinidad-feminidad, y la idea de
complementariedad de los mismos, fueron desde donde se alz la unin heterosexual
determinante para la Modernidad. Parece que de esta manera quedaba zanjada la
vieja polmica de los sexos opuestos y sobre la inferioridad de los mismos, puesto que,
segn afirmaban los pensadores ilustrados, ya no habra jerarqua sino
complementariedad entre ellos. El mdico francs Joseph Vigarous se haca eco de
Rousseau y afirmaba que hombre y mujer son el mismo ente dividido en dos mitades
separadas; a la una le acompaa la fortaleza y la rudeza, y a la otra la debilidad y
dulzura: estas cualidades aisladas, nada son por s, pero reunidas se sostienen y
templan mutuamente (Vigarous, 1807: 9). Con esta concepcin de
complementariedad de los sexos en el terreno amoroso no hara falta coaccionar a las
mujeres para llevar a cabo sus obligaciones en relacin a los hombres, sino que
asumiendo estas convicciones incuestionables, por la naturalizacin de las mismas,
esto es, simplemente siguiendo las indicaciones de su propia naturaleza, se
acomodaran sin violencia a los nuevos papeles. Jean-Jacques Rousseau, expresara la
hembra es hembra durante toda su vida, o por lo menos durante toda su juventud;

todo la atrae hacia su sexo, y para desempear bien sus funciones precisa de una
constitucin que se refiera a l (Rousseau, 1983:504). De esta manera, adjudicaran a
las mujeres cualidades que se consideraban propias de su cuerpo reproductor como la
ternura, el cuidado, la atencin de los dems, la educacin de las emociones, en
definitiva, la servidumbre emocional hacia la humanidad y ms concretamente hacia
los hombres. A partir de este momento, como explica Amelia Valcrcel (2004: 22),
quedarn solidificadas muchas de las nociones comunes, en el mal sentido, que
manejamos en la actualidad y que se nutren del discurso misgino de aquella poca,
donde se descalifica a la totalidad de las mujeres a base de suponerle rasgos
menospreciables generalizados para todas. En palabras de Marcela Lagarde,
El amor burgus invent a las madresposas () mujeres especializadas en ser
madres y ser esposas, mujer cuyo sentido central en la vida es encontrar un
buen hombre o malo () para hacer la vida con l, y para tener hijos con l, y
para hacer una familia con l. Son tres los mandatos de las madresposas: ligarte
sexo-afectivamente con un hombre, realizar la maternidad y fundar una familia.
En la modernidad las madresposas ya hacen tambin otras cosas, pero esas
otras cosas que hacen son de pegoste, no son lo vital para ellas. Lo vital para su
identidad femenina son estos tres mandatos (2005: 401-402).
No se trata ni mucho menos de establecer una relacin negativa entre mujer y
maternidad, sino de visibilizar cmo esta relacin es una construccin social que ha
sido naturalizada aumentando as las probabilidades de la opresin de las mujeres y su
situacin de vulnerabilidad social.
Igualmente, con este amor romntico estamos ante un pensamiento amoroso
que conlleva una ideologa que, como argumenta Mari Luz Esteban, aunque puede
adoptar diversas formas dependiendo de los contextos, tiende a enfatizar y dirigir la
emocionalidad como virtud humana situada muy por encima de otras (solidaridad,
justicia, libertad, etc.) tendiendo a acentuar el amor frente al resto de facetas. (2011:
44). Este pensamiento propio de la modernidad se convierte as en uno de los ejes
centrales de la vida, y se comienza a creer en un amor que incita a la bsqueda de la
trascendencia, incluso de la felicidad, a travs de ste y sus mandatos.
Pero este modelo de amor hasta ahora descrito no fue el nico, no domin sin
contestacin ni debate. Aunque acabara formando parte del sentido comn de la
burguesa liberal del siglo XIX, estuvo en liza con otros planteamientos que rebatan la
diferencia entre los sexos.

3.2. Amor romntico y crtica feminista.


Este modelo de amor romntico encontrara las rplicas en las posturas que
ponan en cuestin esta diferencia entre los sexos y que abogaban por la igualdad.
Sostenan que la razn, rasgo distintivo de la especie, perteneca por igual a ambos
sexos y negaban las cualidades morales e intelectuales que la naturaleza conceda a las

10

mujeres limitndolas a una vida cuya existencia deba de estar centrada en los asuntos
privados. As nace el feminismo y con l la crtica al amor romntico impuesto por la
Modernidad Occidental y que intentaremos recoger en este apartado.
No olvidemos que el amor, en su vnculo con el matrimonio y la familia sufre
una institucionalizacin que reserva a las mujeres la adjudicacin de determinadas
funciones sociales, psicolgicas y afectivas, y les priva y sanciona ante el ejercicio de las
competencias que les son consideradas como opuestas a las suyas. Esta dicotoma
reguladora de la existencia de los hombres y las mujeres en aras de un orden social,
ser puesta en cuestin por grandes tericas y activistas feministas desde el siglo XVIII
hasta nuestros das. Irremediablemente el amor romntico es el que ha llegado hasta
nosotras, el que nos ha tocado vivir, y su larga vida no se merece menos que la revisin
de sus crticas por parte de la teora feminista. Si el estado de enamoramiento parece
un fenmeno engaoso y fascinante por natural y universal, lo que no lo puede
parecer tanto es el tratamiento que hemos ido dando a este complejo sentimiento
(Pereda, 2001: 9). As, las feministas que hablan sobre el amor en las parejas
heterosexuales evidencian estos tratamientos como sexistas y discriminatorios para las
mujeres, y ofrecen una perspectiva liberadora de las cadenas del amor.
La crtica feminista que deconstruye el pensamiento del amor romntico vara
en funcin del contexto social, econmico y poltico de la autora. As, veremos una
evolucin en el discurso la cual est sujeta a dichos cambios contextuales, pero
permanecer en todo momento un denominador comn, lo crtica a lo que
denominaremos la divisin sexual del amor. Con esta conceptualizacin2 pretendo
clarificar que cuando hablamos de amor estamos hablando de mucho ms de lo que se
entiende por amor, estamos hablando de un problema social y poltico. El amor en
nuestra cultura occidental no significa lo mismo para las mujeres que para los
hombres, no conlleva una relacin de reciprocidad, por el contrario la redistribucin de
la carga amorosa compete en mayor medida a las mujeres por el mero hecho de serlo,
lo cual aboca a vidas en desigualdad. Cuando hablamos de amor, hablamos de
patriarcado y cuando hablamos de patriarcado, hablamos de una distribucin desigual
del poder entre hombres y mujeres. El amor no debe ser analizado exclusivamente
como una emocin sino que ha de ser observado como un elemento clave de un
entramado heteropatriarcal mucho ms complejo. Toda teora reduccionista sobre el
amor como sentimiento propio de las experiencias personales, es un intento de
mantener un orden social impuesto que subordina a las mujeres.
Somos herederas del modelo de amor romntico, explicado anteriormente,
pero tambin de todo un legado feminista y una lucha de insumisin terica al
respecto en el que nos detendremos para darle su lugar y visibilizar alternativas.
Comenzaremos nuestra revisin con Mary Wollstonecraft (1759- 1797), autora del
texto Vindicacin de los derechos de la mujer e iniciadora del feminismo del siglo XVIII.
M. Wollstonecraft, filsofa inglesa que vive en el contexto de la Ilustracin, ya habla de
amor y de las relaciones de pareja entre mujeres y hombres polemizando con el
2

Apunta la filsofa feminista Celia Amors en su obra Hacia una crtica de la razn patriarcal (1985) que
conceptualizar es politizar y advierte sobre la importancia de analizar bien tericamente una realidad
determinada para poder luchar acertadamente contra sus causas.

11

discurso ilustrado. M. Wollstonecraft recoger a travs de esta obra escrita en 1972,


los debates de su poca, y defender con una slida argumentacin la igualdad de la
especie y como consecuencia la igualdad entre los gneros; la lucha radical contra los
prejuicios; la exigencia de una educacin igual para nios y para nias, y la reclamacin
de la ciudadana para las mujeres (Cobo, 1995: 24)
M. Wollstonecraft en la lnea de su discurso, defender sus ideas contrarias a lo
que supone el matrimonio para las mujeres y ser defensora del amor libre. Pero Qu
entenda por amor libre? Lo que M. Wollstonecraf conceba por amor libre no es lo que
entendemos en la actualidad tras la evolucin conceptual del trmino, en lo que ella
crea era en nuevas relaciones matrimoniales donde las mujeres fueran iguales que los
hombres. Hablaba en trminos de libertad en tanto en cuanto las mujeres pudieran
gozar de sta dentro del matrimonio, ni la exclusividad ni la monogamia se
cuestionaba por el momento. Ella consideraba que las mujeres al seguir este modelo
de amor estaban expuestas a las decepciones que necesariamente haban de sentir al
resumir todas sus expectativas en l. Como hemos comentado, no olvidemos que las
mujeres tenan como nico sino el matrimonio y la familia. Isabel Morant y Mnica
Bolufer (1998: 217) nos acercan al discurso de M. Wollstonecraft con respecto al amor,
al matrimonio y a la familia (pilares de la poca), y explican cmo la filsofa inglesa
vea este tringulo como algo extremadamente nocivo para las mujeres. Y apuntan que
no slo lo consider as por la inevitable distancia que entre realidad y deseo interfera
en las experiencias de cualquier persona, sino fundamentalmente porque esa relacin
sentimental entre los sexos, en los trminos que establecan los ideales romnticos de
la poca, constitua un intercambio desigual que haca del amor de las mujeres un
amor sumiso. Vio entonces en el matrimonio y en el amor romntico que lo justificaba
un engao que solo poda conducir a las mujeres al olvido de s mismas para buscar el
bienestar del esposo. M. Wollstonecraft entendi por tanto, que eran virtudes pasivas
que consistan en anularse como persona, amoldndose a los gustos y deseos del
hombre con el que viva. Pero tambin supo ver, que la ruptura de las mujeres con
este papel de esposas complacientes les podan suponer dolorosos conflictos con las
normas sociales y con su propio yo. Como vemos, M. Wollstonecraft ya habla de
problemticas que hoy seguimos intentando resolver desde el feminismo como la
culpa, la vergenza y la penalizacin social.
M. Wollstonecraft ser una de las pioneras en romper con la lnea del
naturalismo ilustrado y declarar que:
Es vano esperar virtud de las mujeres mientras no sean en algn grado
independiente de los hombres; es vano esperar esta fuerza de un afecto
natural que les haga buenas esposas y madres. Mientras sean absolutamente
dependientes de sus maridos sern astutas, mezquinas y egostas, y los
hombres a los que satisface el afecto de un perro faldero no tiene mucha
delicadeza, el amor no se puede comprar Si los hombres generosamente
cortaran nuestras cadenas y se alegraran con nuestra compaa racional en vez
de una obediencia esclava, entonces encontraran en nosotras unas hijas ms
observantes, unas hermanas ms afectuosas, unas esposas ms fieles Les

12

amaremos con afecto verdadero porque habremos aprendido a respetarnos a


nosotras mismas (Wollstonecraft, 1792).
En confrontacin con la concepcin esencialista, intenta convencer a los
hombres de que una mujer virtuosa no es la que el amor romntico define, no es la
buena madre y esposa. La mujer virtuosa es mucho ms que eso, es una persona
independiente con sus propios deseos, con la misma capacidad que los hombres para
decidir sobre su destino. Vea en la dependencia de las mujeres con respecto a los
varones la construccin de una personalidad femenina nociva para ellos, para ellas y
para el verdadero amor, entendiendo ste como el experimentado de manera
recproca, en condiciones de libertad. La aceptacin de las mujeres, por parte de los
hombres, como perritos falderos en las relaciones amorosas, era la aceptacin de un
amor ficticio donde las mujeres jams se respetaran a s mismas y por tanto no
podran amar.
Esta lnea crtica acerca del matrimonio y la subordinacin de las mujeres en el
constreido espacio de amor institucionalizado, la encontramos ms adelante tambin
en Harriet Taylor (1807-1858) y John Stuart Mill (1806-1873), quienes todava tampoco
cuestionarn la estructura matrimonial en s, sino las caractersticas de las relaciones
amorosas que se dan dentro de ste. Ambos denunciarn la discriminacin de las
mujeres en el matrimonio y vern en l las trampas del ideal de amor romntico que lo
amparaba. John Stuart Mill antes de contraer matrimonio declarar:
Estando a punto () de entrar en relacin de matrimonio (); y siendo todo el
carcter de la relacin matrimonial tal y como la ley establece, algo que tanto
ella como yo conscientemente desaprobamos, entre otras razones porque la
ley confiere sobre una de las partes contratantes poder legal y control sobre la
persona, la propiedad y la libertad de accin de la otra parte, sin tener en
cuenta los deseos y la voluntad de sta, yo, careciendo de los medios para
despojarme legalmente a m mismo de esos poderes odiosos, siento que es mi
deber hacer que conste mi protesta formal contra la actual ley del matrimonio
(). Es mi voluntad e intencin, as como la condicin de enlace entre nosotros,
el que ella retenga en todo aspecto la misma absoluta libertad de accin y la
libertad de disponer de s misma y de todo lo que pertenece o pueda
pertenecer en algn momento a ella, como si tal matrimonio no hubiera tenido
lugar. (Stuart Mill, 2000: 14)
Vemos en este pensamiento la denuncia de la falta de libertad y de decisin por
parte de las mujeres con respecto a su propia vida y de la perniciosa dependencia que
les une a los varones. Esta declaracin se refleja en 1832 en el ttulo que recoge Los
ensayos sobre el matrimonio y el divorcio donde J. S. Mill y H. Taylor indagan una
nueva forma de entender y vivir las relaciones de pareja que no supongan la esclavitud
de la mujer sino un vnculo entre iguales. En 1866, J. Stuart Mill que ocupaba un
escao en el parlamento ingls, present seis argumentos para la aprobacin del voto
femenino entre los que se encontraba el de Convencer a los esposos. Aqu hablar
del matrimonio como un autntico infierno. Ana de Miguel, filsofa que ha estudiado a
J.S Mill desde la perspectiva feminista, explica como el filsofo ingls intentar disuadir

13

a los hombres para que renuncien a la esclava sexual y domstica que tienen en sus
hogares. Para ello, les conducir a reflexionar sobre el tipo de relacin amorosa que se
establece con un ser inferior, en tanto en cuanto las mujeres carecan de estudios y de
un trabajo digno que les permitiera desarrollarse intelectualmente y como seres
maduros. Les har ver qu tipo de relacin amorosa se puede mantener con una
persona cuyo nico objetivo en la vida es conquistar al hombre, cuyo nico fin es el
matrimonio. Hablar de este vnculo como algo que solo poda conducir a la asfixia de
los esposos (2003). Finalmente, y siguiendo con la reivindicacin de la emancipacin
de las mujeres, en 1869, escribir su obra feminista ms importante, La sujecin de la
mujer, donde sigue dejando claro su total rechazo al matrimonio y a la idea de la
complementariedad que lo rega. Igualmente J. S. Mill denunciar el riesgo de las
mujeres dentro del matrimonio a ser humilladas, agredidas y asesinadas (y sin poder
denunciarlo). Ana de Miguel, seala que ya el pensador ingls aluda a la violencia
machista en las relaciones de pareja denunciando cmo en la Inglaterra del XIX un
respetable caballero poda matar a su esposa sin temer ningn castigo legal por ello.
Pero igualmente Ana de Miguel seala que aunque ya se reconoca de manera
implcita la violencia que los hombres ejercan contra las mujeres en el mbito
domstico, no se tematizara como un problema separado y especfico de reflexin.
Sostiene que las denuncias contra la brutalidad masculina en los hogares aparecern
como adjetivos o la compaa inseparable de una condicin que se lleg a calificar de
esclavitud (Miguel, Ana de, 2005: 5).
Harriet Taylor y John Stuart Mill recogieron la herencia de la primera ola del
feminismo y asentaron las bases del sufragismo que, en palabras de Ana de Miguel
(2005: 5) centraron buena parte de sus esfuerzos en la lucha por sacar a las mujeres
de las jaulas doradas del matrimonio.
Tras las sufragistas nos topamos con el contexto de la revolucin industrial
donde las mujeres comienzan a compatibilizar las tareas domsticas con el trabajo
asalariado y con ello, llegan otras demandas y discursos feministas. Se abre un discurso
feminista obrero, que manifiesta que la situacin de las mujeres obreras no tiene nada
que ver con la de las mujeres burguesas, estando atravesadas por diferentes
circunstancias. Y efectivamente as era, aunque en temas como en el del amor podan
encontrarse en puntos comunes. A pesar de que el ideal de amor romntico naci en
la burguesa, segn la crtica marxista, para asegurar la transmisin de los bienes en el
seno familiar, es un modelo que calar a toda la sociedad, incluida a la clase proletaria.
Flora Tristn (1803-1844), feminista socialista que marcar la divisin entre el
feminismo ilustrado y el feminismo de clase, tambin es una de las pensadoras
feministas que nos aporta crtica sobre los asuntos del matrimonio y la situacin de las
mujeres en el contexto amoroso. Podramos decir que F. Tristn como socialista hace
una crtica al matrimonio burgus, denunciando las relaciones de conveniencia y como
ilustrada sabr apuntar a la educacin diferencial que discriminaba a las mujeres en el
contexto amoroso. Ella reconoce que el matrimonio es un camino engaoso para ellas
las cuales buscan en l una vida acomodada. As, discrepa sobre el imaginario colectivo
que se haba levantado en torno a las relaciones amorosas y al matrimonio,
considerando que eso no era verdadero amor. Yolanda Marco, su autobigrafa seala

14

que Flora era plenamente consciente de que el matrimonio significaba la apropiacin


de la mujer por parte del hombre, as, para ella era algo antagnico al amor.
Rechazaba que las promesas del corazn fueran asimiladas a los contratos que tienen
por objeto la propiedad.
Igualmente Flora Tristn aade a su crtica del modelo de amor de pareja el problema
de la violencia en los hogares. Public en 1843 Unin Obrera3, donde describi las
condiciones de vida familiares en el proletariado francs, condiciones que ella conoca
de primera mano. En esta obra sostiene:
Hay que haber visto de cerca estos hogares obreros (sobre todo los peores)
para hacerse una idea de la desgracia que sufre el marido, del sufrimiento que
padece la mujer. De los reproches, de las injurias se pasa a los golpes, despus
a los lloros, al desaliento y a la desesperanza (Tristn, 2002: 120-1).
Para Tristn la desigualdad sexual en la relacin de pareja, fruto de la educacin
diferencial, siempre genera violencia en los hogares. Ms adelante, en 1846 publicar
La emancipacin de la mujer, donde se manifestar rudamente contra la inferioridad
matrimonial del sexo femenino y ataca la hipocresa del ambiente. Ver en la
educacin igualitaria la solucin al problema. As, el discurso de la feminista socialista
de corte educativo confronta con la tesis del marxismo del momento que consideraba
que la igualdad entre hombres y mujeres vendra con la cada de la supraestructura
capitalista y con la eliminacin de la propiedad privada, como todos los males del
mundo. En este contexto marxista, las camaradas feministas se desmarcan y
sostendrn que el sistema patriarcal no termina de la noche a la maana con la
superacin de un sistema capitalista. Vean en este plan una forma de simplificar el
problema y de seguir manteniendo las relaciones de poder entre hombres y mujeres.
Y por supuesto, tampoco vean que el problema del amor se resolviera de la misma
forma.
Una de las feministas ms importantes en esta lnea discursiva fue la rusa
Alexandra Kollontai (1872-1952) la cual sostena que los varones y las mujeres tenan
completamente interiorizado un sistema patriarcal que tendran que desaprender para
incorporar una nueva moral sexual. Aunque se eliminara la propiedad privada si estos
valores seguan vigentes la discriminacin de las mujeres se perpetuara. (Miguel
lvarez, Ana de, 2001: 43). Este hervidero de ideas marxistas acerca de la supresin de
la propiedad privada como solucin para una sociedad igualitaria, ser importante en
el discurso crtico del amor de A. Kollontai ya que es con el que entrar a debate para
la construccin de su paradigma amoroso. Vea en sus camaradas marxistas una
postura reduccionista donde se estaba obviando todo el entramado del sistema
patriarcal (el pensamiento misgino socializador de largos siglos de historia, la
educacin diferencial, los mandatos de gnero, etc.), y apuntaba al amor como una va
para la derrota de dicho sistema. Consideraba que el amor (cargado de ideologa) era
una herramienta socializadora que guiaba la vida de hombres y mujeres y que por
tanto, al modificarlo cambiara las relaciones de poder entre los sexos, establecindose
una nueva sociedad. Propone la deconstruccin de este tipo de amor para la
3

Folleto donde se sintetiza su ideario o programa de reformas a favor de la clase proletaria; obra
fundamental de la biblioteca de Marx.

15

consecucin de una comunidad nueva sujeta a una nueva moral sexual. Para A.
Kollontai la moral sexual responde a una estructura socioeconmica por lo que amar
es una cuestin poltica. Sus reflexiones ponen de manifiesto la idea de que el amor no
es algo exclusivo de la experiencia individual sino que debe ser un proyecto poltico,
social, econmico y comunitario. Un tajante alegato para su poca que acabar
conectando con el discurso feminista radical de los venideros aos setenta en EE.UU. y
con muchas de las posturas de hoy en da.
A. Kollontai plantear nuevas formas de relaciones amorosas e invitar a las
mujeres a poner el amor en segundo plano y lo har a travs de dos obras, La mujer
nueva y la moral sexual, publicada en 1918, y El amor en la sociedad comunista,
publicada en 1921. Estos escritos dejan constancia de la evolucin cualitativa de su
propio discurso, ya que en La mujer nueva y la moral sexual hace una aguda y
profunda crtica al problema del amor y de la moral sexual burguesa y, dos aos ms
adelante, en El amor en la sociedad comunista, el tema adquiere segn J. Andrade una
mayor significacin, porque ya no se trata de una crtica de la moral de una sociedad
agotada, sino de la creacin de un nuevo tipo de vida (2000: 10).
En estas obras observamos como el pensamiento feminista va evolucionando, y el
tema concreto del amor adquiere otras connotaciones. Lo que en el siglo XVIII se
entenda por amor libre queda superado con el discurso de A. Kollontai que no
pretende cambiar las reglas de juego del matrimonio, sino eliminarlo. Llega una nueva
idea de amor libre. En palabras de Ana de Miguel,
Segn el diagnstico de Kollontai la unin libre surge como una alternativa al
matrimonio legal y para muchas sufragistas, abandonadas al individualismo
burgus, se plantea como la gran solucin a la crisis sexual. Cada mujer ha de
luchar para vivir en libertad su historia amorosa (). El llamado amor libre es,
debe ser algo ms que un mero cambio de lazos formales o externos de la
pareja, debe implicar un cambio en el contenido mismo de las relaciones () La
unin libre debe basarse en el respeto y reconocimiento mutuo de la
individualidad y la libertad del otro (2001: 47)
A. Kollontai contempla la crtica del amor por parte de las sufragistas como algo
moderado que no cambiara las cosas, la cuestiona por ser un planteamiento que slo
quiere cambiar la forma pero no el contenido. Ella sin embargo, ve dos efectos nocivos
del matrimonio que justifican su erradicacin, el primero, su indisolubilidad,
concepcin que niega la variabilidad de la psique humana, el poder equivocarse, y el
segundo, su carcter de propiedad, de posesin absoluta. Seala que la idea de la
posesin no deja libre al `yo`, no hay momento de soledad para la propia voluntad, y,
si a esto se le aade la coaccin ejercida por la dependencia econmica, ya no queda ni
siquiera `un pequeo rincn` propio. (2000: 70). Ambos principios suponan un
atentado contra la libertad y el desarrollo personal de las mujeres. As, propone la
unin libre como nueva forma de relacionarse donde se niegan los derechos de
propiedad que el amor burgus conceda sobre el cuerpo y el alma de la persona
amada e invita a amar sin exclusividad. La unin libre supondr mutuo respeto a la
individualidad y a la libertad del otro/a, lo que entraa el rechazo de la subordinacin

16

de las mujeres dentro de la pareja y de la hipocresa de la doble moral. (Kollontai,


2000: 68).
A. Kollontai hablar del Eros sin alas, para referirse el amor libre en
colectividad y del Eros alado, para aludir al opresor amor romntico, y sostiene en El
amor en la Sociedad Comunista:
El Eros sin alas no engendra noches de insomnio, no hace vacilar la voluntad,
ni llena de confusin el fro trabajo del cerebro (). El amor individual que
constituye la base del matrimonio, que se concentra en un hombre o en una
mujer, exige una prdida enorme de energa psquica (). El hombre y la mujer
no () buscan una unin pasajera para satisfacer sus instintos sexuales, sino
que comienzan de nuevo a vivir novelas de amor, con todos los sufrimientos
y el xtasis amoroso que acompaa al alado Eros. (Kollontai, 2000: 111).
El carcter exclusivista del amor engendraba una serie de dramas psicolgicos
dolorosos e insolubles. As, esto haba calado en la sociedad en general y haba
grabado en la cabeza de las gentes la idea de que el amor, incluso de manera
recproca, daba el derecho de poseer exclusivamente el corazn del ser amado. Con
esta perspectiva, A. Kollontai propone la alternativa del amor camadera que tiene
un carcter disoluble y de no exclusividad, por lo que implica el establecimiento de
mltiples relaciones amorosas y sexuales. A. Kollontai escribir:
La nueva sociedad comunista est edificada sobre el principio de la camadera, de
la solidaridad (). La solidaridad la constituyen tambin los lazos sentimentales y
espirituales establecidos entre los miembros de una misma colectividad (). El
rgimen social edificado sobre el principio de solidaridad y colaboracin exige,
sin embargo, que la sociedad en cuestin posea, desarrollada en alto grado, la
`capacidad de potencial de amor` (2000: 126)
Su manera de entender el amor era otra absolutamente contraria a la
existente. El proletariado deba de ver en el sentimiento de amor no lazos
matrimoniales de dominio y de familia, sino lazos que contribuyeran al
desenvolvimiento de la solidaridad colectiva. Por ende, al plantear este nuevo modelo
reflexionar sobre la mujer nueva y el problema del amor, donde no ignora los
conflictos que esta nueva vida puede suponer para las mujeres. Habla de una mujer en
transicin, que est todava en la lnea fronteriza entre la mujer del pasado y la que ha
de llegar a ser. A. Kollontai sealar que su personalidad ser fundamentalmente
conflictiva porque los nuevos pensamientos han nacido ya en nosotros pero los
antiguos no han muerto todava. En realidad los conflictos amorosos continan
jugando un papel importante en las mujeres clibes aunque sea por razones distintas a
las del pasado. (Kollontai, Alejandra, 1980: 23-4). Esta observacin de Kollontai puede
ponerse en relacin con el sincretismo amoroso, del que habla en la actualidad
Marcela Lagarde, refirindose a las mujeres que a pesar de su formacin moderna
estn imbuidas en ideologas tradicionales, romnticas y de ruptura e innovacin
progresista o transgresora, de manera simultnea (2006: 383). Tanto Kollontai como
Lagrade consideran que las mujeres, a pesar de intentar conciliar el amor con la

17

participacin en la vida pblica y activa, seguimos siendo idealistas y seguimos


queriendo amar y que nos amen segn los mitos tradicionales que han alimentado
nuestras fantasas. Por ello, nos cuesta tanto situar realmente el amor en un segundo
plano respecto al propio proyecto de vida. Esta incapacidad tal y como ha tematizado
la teora feminista, no es, sin embargo, un problema personal sino el resultado del
sistema de dominacin patriarcal y de la explotacin de la capacidad de amor de las
mujeres (Jnasdottir, 1993).
A. Kollontai sumar a este conflicto con nosotras mismas el conflicto que la
mujer nueva tendr con los varones los cuales no querrn renunciar a su posicin de
poder sobre las mujeres. As ignorarn en ellas su condicin de sujetos e individualidad
(1980: 23-4). Pero para A. Kollontai esto no es un obstculo que invalide su proyecto
de emancipacin, en palabras de Ana de Miguel:
A. Kollontai advertir que la mujer nueva no est ya dispuesta a pagar el
precio de renunciar a s misma, de disolverse en el amor, de adaptarse incluso
interiormente al ideal del ser amado. Las mujeres se han vuelto exigentes y
poco conciliadoras con los varones. Ya no les basta con ser su reflejo, ahora
exigen que tambin ellos sean testigos de su vida espiritual. La necesidad de
amor permanece, el contenido del sentimiento se ha transformado. Miguel
lvarez, Ana de (2001: 51).
A. Kollontai se mostr muy optimista y en muchas cosas no se ha equivocado,
efectivamente, las mujeres hemos dado pasos de gigante en los asuntos del amor, en
nuestra autonoma y en nuestra independencia, pero todava queda mucho para
deconstruir completamente un problema que es coyuntural y que no slo depende de
la actitud y aptitud de las mujeres. La concepcin patriarcal del amor es un problema
que an est por resolver.
Durante la primera mitad del siglo XX, autoras como Margaret Mead y, sobre
todo, Simone de Beauvoir siguieron ocupndose en sus obras sobre el amor.
Margaret Mead (1901-1978) es la primera antroploga en consolidar la
sexualidad como un hecho sociocultural (Tcherkzoff, 2000: 1) cuando escribe en 1928
Adolescencia, sexo y cultura en Samoa donde, como hizo A. Kollontai, critica el amor
romntico occidental, ligado al cuarteto monogamia, exclusividad, celos y fidelidad. M.
Mead ensalzar las virtudes de la socializacin y la organizacin samoana (mucho ms
amplia y difusa de la que se da en el entorno de la familia nuclear occidental), donde
no se potencia la especializacin del sentimiento amoroso ni el sexual, y no se educa
para encauzar a las personas a una nica pareja sexual .
Pero sobre todo fue Simone de Beauvoir (1908-1986) la que, con su obra
publicada en 1945, El Segundo Sexo, hizo una crtica ms profunda y compleja sobre el
amor, haciendo aportaciones claves en este tema que sirvieron de inspiracin a
distintos grupos feministas en los aos sesenta y setenta.

18

Considera esta filsofa feminista que, desde el momento en que la mujer es


definida como la Otra4, su vida queda inscrita en la dependencia, la fragilidad y la
inmanencia, mientras que el hombre, por oposicin, le correspondera la
independencia, la fortaleza y la trascendencia, lo que le lleva a dominar el mundo. Esta
dicotoma impregna la vida de las mujeres haciendo que el amor no adquiera el mismo
sentido para ellas que para los hombres. En el captulo de La enamorada, la autora
comienza diciendo:
La palabra amor no tiene el mismo sentido para uno que para otro sexo ()
Algunos hombres han podido ser en algn momento de su existencia amantes
apasionados, pero ninguno se puede definir como un gran enamorado ()
nunca se abandonan totalmente; aunque caigan de rodillas ante su amante, lo
que desean es poseerla, acapararla; siguen siendo en el corazn de su vida
sujetos soberanos; la mujer amada slo es un valor entre otros; quieren
integrarla en su existencia y no ahogar en ella su existencia entera. Para la
mujer, por el contrario, el amor es un abandono total en beneficio de un amo
(2005: 810).
Beauvoir al hablar de la enamorada est conceptualizando, est definiendo a
las mujeres y est situndolas en la vulnerabilidad y la doblegacin. Habla de las
enamoradas de manera genrica refirindose a las mujeres que entablan relaciones de
exclusividad con un hombre y las define como seres cuyo fin ltimo es amar. Para la
mujer el centro del mundo no es el lugar donde est ella, sino aquel en que se
encuentra el amado (). Mientras ame, mientras sea amada y sea necesaria para el
amado, se sentir totalmente justificada: goza de paz y felicidad (Beauvoir, 2005:
821). La felicidad suprema de la enamorada por tanto, es ser reconocida por el hombre
amado como parte de l mismo. De esta manera las mujeres se alejan de s mismas,
dejando de lado sus aspiraciones y metas propias, las cuales permiten la superacin de
la persona. Llega incluso a hablar de la angustia que sufren las mujeres al asumir el
control de sus propias vidas (2005: 812). Sin embargo, no ver en los hombres el
enamoramiento que implica precisamente esta renuncia personal, por el contrario,
ver en ellos intenciones de posesin y sometimiento de la mujer amada. Igualmente,
amar a la mujer no es el centro de su vida sino una parte ms de la misma. Concluye
que los hombres tienen la suerte de ser educados para emprender caminos duros y
seguros (2005: 812).
Con esta educacin diferencial en el amor las mujeres quedan atrapadas en el
amante desarrollando una dependencia a la que han sido destinadas. En palabras de
Simone de Beauvoir:
En realidad, no se trata de una ley de la naturaleza. Lo que se refleja en la
concepcin que tienen el hombre y la mujer del amor es la diferencia de su
situacin (). Encerrada en la esfera de lo relativo, destinada al varn desde su
infancia, acostumbrada a ver en l un soberano al que no le est permitido
igualar, lo que suea la mujer que no ha aniquilado su reivindicacin de ser
humano es superar su ser hacia uno de estos seres superiores, es unirse,
4

Considerando el mundo como androcntrico.

19

fusionarse con el sujeto soberano; para ella no hay ms salida que perderse en
lo que considera absoluto, lo esencial (2005: 812)
Beauvoir atiende al contexto social, poltico y econmico en la que se
encuentran las mujeres donde se hacen seres dependientes de los hombres quedando
atrapadas en ellos. Beauvoir acuar el trmino de ser para el otro para explicar
como la historia y el presente han construido a las mujeres como un bloque de
idnticas respondiendo a una identidad femenina tradicional que encuentra su deseo
es servir y responder a las exigencias del amante. As, insiste en la idea de que slo si la
mujer existiera para-s podra tener unos fines propios sin intermediarios (2005:
836). Veremos ms adelante como Marcela Lagarde en la actualidad toma de
referente esta conceptualizacin de seres-para-otros en su crtica al amor patriarcal.
Beauvoir introduce un tema muy importante como es el de la dependencia en
el amor romntico, que veremos en siguientes apartados, cmo es determinante en la
problemtica de la violencia machista. Explica como las mujeres llegamos a la
dependencia a travs del endiosamiento de los hombres, de su idealizacin, algo que
tambin viene de la educacin. Hace una relacin del amor con la religin y argumenta
que al igual que adoramos a un dios donde encontramos lo absoluto, lo esencial,
adoramos al hombre el cual se nos presenta como una realidad suprema (2005: 810).
Entender as que muchas mujeres sentirn satisfaccin nicamente por el hecho de
amar y ser correspondidas, as se sentirn a salvo y protegidas. Pero la paradoja de
todo esto es que se entregarn al otro para ser salvadas y acabaran por negarse
totalmente. En palabras de Simone de Beauvoir, Engaada la mujer se refugia en lo
eterno. Divinizada por el amor del amo, cree haber sido siempre divina y haber estado
destinada al dios: ella sola (2005: 827). As, la dependencia se establece de una
manera sutil y no desptica. No caeramos en las trampas del amor con el ejercicio de
la fuerza directa de un tirano, es necesario por tanto este proceso de idealizacin
donde todo queda justificado.
Beauvoir apelar a la libertad de las mujeres y concluir que El da en que sea
posible a la mujer amar desde su fuerza, no desde su debilidad, no para huir de s, sino
para encontrarse, no para abandonarse, sino para afirmarse, entonces el amor ser
para ella como para el hombre fuente de vida y no de peligro mortal (2005: 837).
Pasados unos aos de la publicacin del Segundo Sexo, llegamos a la segunda
mitad del siglo XX donde, sobre todo a partir de los aos sesenta, coincidiendo con la
expansin del feminismo, el movimiento europeo y norteamericano pone en el centro
de su crtica las relaciones amorosas heterosexuales. Esta obra de Beauvoir influir
decisivamente en algunos grupos radicales norteamericanos surgidos a finales de esta
dcada que observarn en las relaciones de pareja relaciones de poder patriarcal. Al
hilo de la consigna de lo personal es poltico, para las feministas radicales, la opresin
de las mujeres no se deba exclusivamente al capitalismo y a las relaciones de poder
propias de este sistema, para ellas el patriarcado no estructuraba nicamente el
mbito pblico sino tambin las relaciones interpersonales. (Esteba, 2011: 141-142)

20

Todos los pasos que las mujeres haban dado en el espacio pblico se desandan
para de nuevo ser encerradas en los hogares bajo viejas y conservadoras ideologas.
Seala Alicia H. Puleo que Betty Friedan, reconociendo su deuda con Simone de
Beauvoir, exigi la universalizacin de los principios liberales para extender sus
beneficios a las mujeres: libertad, autonoma y realizacin personal (1996: 281).
La psicloga social feminista Betty Friedan (1921-2006), interesada por el
forjamiento del yo de las mujeres, publica La mstica de la feminidad en 1963, y
habla del problema que no tiene nombre cuya causa se hallaba en la mstica de la
feminidad de corte funcionalista y psicoanaltico generadora de alienacin. El
problema al que se refera la autora en esta obra es al encarcelamiento psicolgico y
social que padecan las mujeres en los aos cincuenta en su rol de esposas y madres.
La mstica de la feminidad afirma que el valor ms alto y la nica misin de las mujeres
es la realizacin de su propia feminidad fundamentada en dichos roles. Las mujeres en
estos aos de postguerra, se vieron abocadas a un destino no elegido, de nuevo,
preparado por el patriarcado, crecer y madurar para amar al otro. ngeles J. Perona se
refiere a la obra de Friedan y seala:
Las mujeres aparecen definidas y narradas nica y exclusivamente como
amas de casa: esposas y madres; a esto se reducen las fuentes de su
identidad personal. Adems, se consideran de suyo desinteresadas por todo
lo que ocurre fuera de los muros del hogar, por todo lo que tiene que ver con
la cosa pblica. Tal y como lo presenta Friedan, estas mujeres eran vctimas
de lo que hoy llamaramos una heterodesignacin, esto es, una designacin
de su identidad que las mujeres no se haban dado a s mismas, sino que les
vena ya elaborada e impuesta por otros (2005: 18).
Friedan sigue la lnea de Simone de Beauvoir al explicar que bajo la presin
socializadora, las mujeres se alejan de s mismas para amar y cuidar a los hombres bajo
espacios institucionalizados como el matrimonio y la familia. As, la dicha suprema de
las mujeres la encontraran en el reconocimiento por parte del amado y de la sociedad
que vea en esta heteronormatividad algo ms que deseable. De nuevo el tringulo de
amor, matrimonio y familia aparece en el discurso poltico como estrategia de
crecimiento econmico y reorganizacin social tras la guerra.
Como venimos viendo a lo largo del presente trabajo, la doblegacin de las
mujeres no se impone desde la tirana, sino que se ha llevado a cabo a lo largo de la
historia de maneras muy sutiles, haciendo alusin a lo virtuoso, a lo socialmente
deseable, a lo que nos honra, al amor. As, en estos aos cincuenta, la literatura (arma
patriarcal histrica) gestara innumerables libros acerca de cmo ser una feliz esposa y
madre, la educacin se responsabilizara de ensearles los ntegros valores femeninos,
los medios de comunicacin de vender la feminidad para llegar a la madurez. En
definitiva, la sociedad norteamericana se articul a todos los niveles y en todos los
espacios para conseguir la adaptacin de la mujer a esta feminidad que hunda a las
mujeres en la soledad y la depresin. Friedan sostendr:

21

No se trata de algo inherente a la condicin femenina, a pesar de lo que digan


los especialista. El sufrimiento humano siempre tiene un motivo; quiz este
motivo no ha sido encontrado por no haber sabido hacer las preguntas exactas
o no haber insistido bastante () S de tantas mujeres que se esfuerzan en no
or esa voz interior de protesta, porque la realidad no se ajusta al lindo cuadro
que de la feminidad pintaron los expertos. Creo, realmente, que esta es la
primera clave del misterio: el problema no puede plantearse en los trminos
aceptados, en los que se han basado cientficos para estudiar a la mujer, los
medios para tratarla, los moralistas para aconsejarla, y los escritores para
describirla. Las mujeres a las que atormenta este problema, en las que esta voz
resuena, han vivido siempre dedicadas a la persecucin de la perfeccin
femenina (2009: 50).
Como sucedi con la llegada de la Modernidad en Occidente en el siglo XVIII, en
esos aos cincuenta la ciencia no discuta sobre si las mujeres eran superiores o
inferiores con respecto a los hombres, simplemente eran diferentes y
complementarias por razones naturales. La ciencia, la mxima sabidura, no poda
estar equivocada, por lo que la angustia, la soledad y el malestar que sentan las
mujeres era incomprensible hasta para ellas mismas, Qu estaban haciendo mal?,
todo era perfecto. Friedan ve en la ciencia androcntrica y esencialistas una de las
claves de la construccin patriarcal de la feminidad, la cual emita discursos que la
justificaban como lo hicieron los ilustrados. Segn ngeles J. Perona, Friedan para
interpretar la situacin estudiada reivindica la herencia de las feministas ilustradas, y
recoge de este legado una importante referencia: la definicin de la identidad de las
mujeres, que rompe con la lnea naturalista de la reproduccin y del cuidado. Apela a
las mujeres como seres humanos completos, capaces de hacer y pensar libremente
(2005: 20-21).
Inmediatamente despus a Betty Friedan nos encontramos con los
movimientos feministas norteamericanos de los aos setenta, que no bebern de la
corriente precisamente de Betty Friedan por verla moderada en su discurso ya que
entienden que no quiere acabar con el sistema sino integrar a las mujeres en ste. En
1967 las feministas radicales no se sentirn cmodas con el discurso de Friedan y
elaborarn su propio discurso poltico donde Simone de Beauvoir si encontr su lugar.
Esta influencia Beauvoir se observa en dos grupos que centraron su atencin en el
amor, The Feminists y The New York Radical Feminist. The Feminists, una organizacin
fundada en 1968 por Ti-Grace Atkinson, consideraban que el amor era un dispositivo
ideolgico, una forma de falsa conciencia que serva a los intereses de los hombres de
la clase dominante al impedir que las mujeres se unieran con su propia clase sexual.
Estar enamorada actuaba como una autodefensa contra la verdad dolorosa de la
subordinacin al ofrecer a las mujeres el engao de que son a la vez donantes y
receptoras. (Langford, W, 1999: 5) As, propugnaban la destruccin del amor
entendido como una institucin sustentadora de las clases sexuales sujetas a
relaciones de poder. Un segundo grupo, tambin de inspiracin beauvouriana, The
New York Radical Feminist, fundado por Shulamith Firestone y Anne Koedt en 1969, se
centr sobre todo en las dinmicas de poder masculino y la sumisin femenina dentro
de las relaciones heterosexuales. Criticaban las polticas del ego las cuales

22

aseguraban el mantenimiento del amor en el centro de las instituciones del


matrimonio, la maternidad y el intercambio sexual (Langford, W, 1999: 7)
En este mismo ao, en 1969, y bajo la ideologa de que lo personal es poltico,
Kate Millet publica su libro Poltica Sexual, en donde el amor tambin ser un tema
central. Y sostiene:
Suele darse por sentado que los conceptos del amor romntico y del amor
corts han suavizado considerablemente el patriarcado occidental. No hay que
exagerar, empero, la influencia ejercida por tales conceptos. Basta comparar la
caballerosidad tradicional con la naturalidad del machismo o de la conducta
oriental, para apreciar que no representa sino una concesin, un generoso
resarcimiento ofrecido a la mujer para salvar sus apariencias (). Para el grupo
dominante, poner a sus subordinados sobre un pedestal no es sino un juego.
Los historiadores que han estudiado el amor corts subrayan que el xtasis de
los poetas no tuvo efecto alguno sobre la situacin legal o econmica de las
mujeres, y apenas modific su estatus social. De acuerdo con el socilogo Hugo
Beisel, el amor corts como el amor romntico constituyen privilegios
otorgados por un varn dotado de plenos poderes. Ambos han oscurecido el
carcter patriarcal de la cultura occidental y, al atribuir a la mujer virtudes
irreales, la han relegado, de hecho, a una esfera de accin limitada como
coercitiva (1975: 49).
De esta manera explica cmo el concepto de amor romntico es un
instrumento de manipulacin emocional que los varones pueden explotar libremente
ya que el amor es la nica condicin bajo la que se autoriza ideolgicamente. A travs
de la exaltacin de lo femeninamente genrico (construido por el patriarcado) queda
reforzada la identidad de las mujeres, que en este juego de amor romntico, siempre
ha estado subordinada a la de los hombres, y as, las relaciones de poder entre los
sexos quedan perpetuadas. Los hombres no pierden ninguno de sus poderes y las
mujeres nos mantenemos sumisas pero en un pedestal. Shulamith Firestone seguir la
misma idea al entender la adoracin de las mujeres en el amor como una farsa y dir
que el romanticismo no es ms que un instrumento cultural de poder masculino, cuya
finalidad es mantener a las mujeres en la ignorancia de su condicin (1976: 186).
Como sostienen Esperanza Bosh, Victoria A. Ferrer, Virginia Ferreiro y Capilla Navarro,
esa confusin entre amor, dominacin, control y abuso de poder es consustancial al
sistema patriarcal, y est directamente relacionada con la necesidad de mantener la
sumisin de las mujeres y el gran engao de la superioridad masculina (2013: 13)
En una entrevista concedida por Millet a Lidia Falcn en 1984, Millet declarar:
El amor ha sido el opio de las mujeres, como la religin el de las masas. Mientras
nosotras ambamos, los hombres gobernaban. Tal vez no se trate de que el amor en s
mismo sea malo, sino de la manera en que se emple para engatusar a la mujer y
hacerla dependiente, en todos los sentidos. Entre seres libres es otra cosa. (El Pas,
1984).

23

En esta misma lnea, Shulamith Firestone (1945-2012), en su obra publicada en


1970, La dialctica del sexo, habla del amor y del contexto de desigualdad en el que se
da y sugiere que:
El amor es en esencia un fenmeno mucho ms simple y que se complica,
corrompe u obstruye por medio de un desequilibrio de poder (). Los efectos
destructivos del amor slo aparecen en un contexto de desigualdad. Si tenemos
en cuenta, pues, que la desigualdad entre los sexos ha sido una constante
histrica, a pesar de las posibles variaciones de grado, comprenderemos por
qu la corrupcin presentada por el amor romntico se ha convertido en la
caracterstica distintiva del amor entre los sexos (1976: 163-164).
Para la autora el amor se ha construido desde el patriarcado como todos los
terrenos de la vida por lo que es un mecanismo para perpetuar las relaciones de poder
entre los sexos y las castas sexuales. Entender que el amor es, en su esencia, de otra
manera y ha sido contaminado por la dominacin masculina. Entiende que al
referirnos al amor romntico se est hablando de un amor corrompido por este
contexto de poder por lo que es una forma enfermiza de amor.
Bajo la mirada del feminismo radical el cual consideraba que la opresin de las
mujeres no estaba tan slo en el sistema econmico sino en el sistema social de
gnero, afirmaba que, la dependencia de las mujeres con respecto a los hombres, por
tanto, no se sostenan slo desde la dependencia econmica sino que era necesario
generar otras que quedaran justificadas moralmente. Como su referente, Simone de
Beauvoir5, dar importancia a la dependencia de las mujeres en los asuntos amorosos,
al ver en sta un dispositivo para la sumisin de las mismas en el mundo. As, Firestone
entenda que a mayor independencia econmica ms despliegue de romanticismo por
la amenaza que sufra el patriarcado. Sostiene que el romanticismo se desarrolla en
proporcin al grado de liberacin de las mujeres respecto a su biologa (1976: 185).
Para Firestone el tema del amor y su estudio desde el feminismo era
fundamental para desmontar el entramado patriarcal, de hecho sostendr que el
pnico que sentimos cada vez que algo amenaza al amor, es una buena pista para
comprender su importancia poltica (1976: 159). Pensaba que exista una falta de
estudio, de hablar sobre ello desde otras perspectivas, con el fin de mantener intacta
la ideologa heteronormativa. Y entenda que un libro sobre feminismo radical que no
tratara del amor, sera un fracaso poltico, porque el amor, ms quiz que la gestacin
de los hijos, es el baluarte de la opresin de las mujeres (1976: 159). Ms adelante,
entraremos a valorar este dficit de teorizacin sobre el amor que ya denunciaba
Firestone.
Pero llegamos a los aos ochenta y noventa y salvo valiosas excepciones, la
crtica feminista en torno al amor se debilita (Esteban, 2013: 144) Naomi Weisstbin
apunta que para las feministas escribir respecto al sexo se volvi ms aceptable que
hacerlo sobre el amor y rara vez entraron en el tema del amor heterosexual de frente.
5

Sulamith Firestone le dedica La dialctica del sexo a Simone de Beauvoir a la que se refiere como la
que ha conservado su integridad

24

Ms bien surgieron dos corrientes que centraron el debate. Una de ellas


prescinda de los hombres de manera tajante y estaba enfocada a la explicacin
revolucionaria de cmo una mujer poda amar a otra mujer sin la menor reserva. Y la
otra corriente, anunciada la llegada de un hombre nuevo que estaba cambiando y
entonces, para qu hablar de ello? (2002: 29-46).
Llegamos as a finales del siglo XX, principios del siglo XXI, y nos topamos con
tericas feministas como Mari Luz Esteban, Marcela Lagarde, Anna G. Jnnasdttir,
Clara Coria, Esperanza Bosch, Victoria A. Ferrer, Virginia Ferreiro, Capila Navarro,
Graciela B. Ferreira, entre otras, que s han seguido teorizando sobre el amor
romntico en nuestra cultura occidental. En el siguiente apartado abordaremos
algunos de los discursos actuales acerca del amor romntico para ms adelante
adentrarnos en la relacin que tiene con la violencia machista. Indagaremos sobre
cmo el amor patriarcal oculta formas de violencia sutil contra las mujeres, sin soslayar
los ejercicios de violencia extrema.

3. 3. Algunas consideraciones actuales sobre el modelo de amor romntico


En los aos noventa el antroplogo William Jankowiak propuso cuatro
elementos que seran comunes en las relaciones de amor romntico: idealizacin,
erotizacin del otro o la otra, deseo de intimidad y expectativa de futuro (1994: 4).
Una formulacin pretendidamente universal que la tomamos para este trabajo, no
tanto porque dichos elementos no estn o no puedan estar presentes en otras formas
de amor (materno/paterno, filial, amistad), sino por el tratamiento especfico que
tienen dentro de la sociedad occidental cuando se refieren al amor sexual. 6 Por lo que
lo singular de cada tipo de amor y de cada marco histrico o geogrfico concreto no
sera la clasificacin de los elementos sino las formas que adquieren, su organizacin,
su jerarquizacin y la importancia que cada cultura pone en cada uno de ellos. Todo lo
cual condiciona el aprendizaje y la vivencia del amor en cada sociedad. As, la tradicin
social y cientfica desarrollada en Europa y Norteamrica en los ltimos dos siglos,
respondiendo a este patrn amoroso, ha podido cambiar en sus formas pero no en su
carga ideolgica la cual ha llegado hasta nuestros das.
Dentro de este marco amoroso, cierto es que no podemos hablar de las
mujeres en bloque incluso dentro de nuestra propia cultura occidental, y entender que
todas las mujeres viven el amor de la misma manera bajo exactos patrones de
pensamiento y conducta. La posibilidad de eleccin y el aumento de la
individualizacin han procurado transformaciones en el modelo de amor romntico,
tomando fuerza nuevas formas de pareja y nuevos pactos. Ahora bien, el hecho de que
estos nuevos modelos coexistan no quiere decir que la ideologa hegemnica acerca
del amor romntico est en crisis. En el imaginario colectivo las separaciones siguen
considerndose un fracaso personal y se aspira a una pareja duradera que nos
6

Ha de considerarse que esta definicin del amor romntico presenta principalmente dos problemas: el
primero, el riesgo de caer en etnocentrismos y falsas universalidades a la hora de conceptualizar y
definir el amor desde una visin transcultural; y el segundo, la dificultad de traducir categoras relativas
a las emociones de unas culturas a otras.

25

complemente como seres humanos y nos llene esa carencia que hemos de cubrir en
nuestro proyecto de vida. En las relaciones que las mujeres establecen con sus parejas,
y tambin en las relaciones que los hombres establecen con las mujeres, existe
siempre un conflicto que puede llegar a definir la vida de la pareja. Es el conflicto entre
el mito y la realidad el cual se produce ya que la mayor parte de las mujeres cultivamos
una mitologa amorosa como pieza fundamental de nuestra concepcin del mundo. La
sociedad fomenta activamente entre las mujeres una mitologa amorosa. Estos mitos
juegan en contra de las mujeres en las relaciones reales y las colocan en situaciones de
vulnerabilidad y doblegacin con respecto a los hombres en particular y con respecto
al mundo en general.
Marcela Lagarde explica que existen tendencias importantes de mujeres
contemporneas que se rebelan o se oponen a estos esquemas del amor para toda la
vida separando amor, sexualidad y procreacin (no esperar al hombre de tus sueos, el
contar con varios amores en una biografa amorosa, encuentros breves, separaciones,
divorcios, etc.) lo cual es sntoma de que van recorriendo su propio camino y
avanzando en nuevos modelos (2008). No obstante, a pesar de que la sociedad va
aceptando aparentemente estas nuevas formas, sigue siendo muy crtica con las
mujeres cuyos patrones de vida no encajan en el imaginario (amor romntico centrado
en la pareja conyugal) etiquetndolas de solteras con un tufillo de estigma. As, a
pesar de las nuevas posibilidades que las mujeres tienen para erigir su propio proyecto
vital (impensable en siglos pasados), la sociedad sigue culpabilizndolas si no
responden a los mandatos de gnero propios de este pensamiento amoroso y por
generar nuevas frmulas de desorden social. No olvidemos que hablamos de un
desafo al amor patriarcal cuya organizacin social es la base del patriarcado
occidental contemporneo. El amor hace referencia a las capacidades de los seres
humanos (poderes) para hacer y rehacer su especie () como existencias sociosexuales individualizadas y personificadas (Jnasdttir, 1993: 311). Por ende, cuando
las mujeres deciden salirse de los papeles que les son propios suponen una amenaza
al sistema y son castigadas socialmente con la crtica, la discriminacin y el exilio social.
La heteronormatividad que impregna la moral pblica vela por la estructura7 que a su
vez determina las identidades sociales y los destinos de los cuerpos sexuados. Pero las
mujeres podemos considerarnos cada vez ms trasgresoras atrevindonos a vivir de
otras maneras, adquiriendo la calidad de pactantes y construyendo nuevos paradigmas
amorosos, en el cual seamos humanas y ciudadanas. Con el paso del tiempo y lo
aprendido por la historia apostamos por nuevos vnculos que nos fortalezcan y que no
nos mantengan en la opresin.

Pierre Bourdieu habla de las estructuras estructurantes por ser estructuras a partir de las cuales se
producen los pensamientos, percepciones y acciones de los individuos. As, la heteronormatividad como
estructura social transmite unos pensamientos, percepciones y acciones dirigidas a la reproduccin de la
misma, dndose una correspondencia entre las estructuras externas y las internas, quedando as
legitimada. Al salirte de este marco socializador la penalizacin y el castigo social se convierte en una
realidad.

26

Paralelamente a esta idea Marcela Lagarde desvela lo que ella denomina el


sincretismo amoroso8 y explica cmo tambin una gran mayora de mujeres
contemporneas renen caractersticas de dos tipos de condiciones de gnero que la
antroploga denomina tradicionales y modernas, fusionndose en una subjetividad
femenina que las convierte en mujeres sincrticas, esto es, a pesar de su formacin
moderna estn imbuidas en ideologas tradicionales, romnticas y de ruptura e
innovacin progresista o transgresora, de manera simultnea. (2006: 368-370)
Efectivamente, las mujeres modernas nadan entre dos aguas, a pesar de ser mujeres
de hoy en da que plantean nuevos modelos de relacin, la inmensa mayora de las
mujeres estn inmersas en ideologas tradicionales y romnticas al mismo tiempo, de
esta manera seguimos atrapadas en el amor, lo que la antroploga mejicana denomina
los cautiverios de las mujeres (1989). Mitos, religiones, leyes, ideologas, arte y
ciencia, han sido destinados a esculpir lo que consideran su sexualidad y su manera de
amar. La cultura sigue reproduciendo a mujeres acomodadas a una cultura de
dominacin bajo el velo del amor. As, la transformacin de la cultura es fundamental
para hacer ilegtimos los contenidos tradicionales del amor. Mientras no cambie la
cultura y por tanto en nuestra socializacin no nos construyamos de otra manera, las
mujeres seguiremos perpetuando este sistema de poder que nos doblega. Vivimos en
una sociedad que nos ubica de manera diferente, desigual y jerrquica a las mujeres y
a los hombres, lo que influye de manera decisiva en la conformacin de la subjetividad
de las mujeres. Entendiendo el concepto de subjetividad definido por Almudena
Hernando el modo en que las mujeres internalizados, actuamos y reproducimos un
conjunto de valores y actitudes a travs de las cuales nosotras mismas contribuimos a
perpetuar esta situacin de desigualdad respecto a los hombres. (2000: 10).
Desde el discurso hegemnico de las instituciones interconectadas (Estado,
Iglesia, Escuela, Familia), desde la literatura, el teatro, el cine, los medios de
comunicacin, etc., en definitiva, desde cualquier artefacto social y cultural y a travs
de la socializacin se construyen y perpetan las identidades (subjetividades)
dicotmicas y jerarquizadas (femenino/masculino) donde las mujeres son vistas como
seres incompletos con necesidades naturales de amar para completarse, por tanto
dependientes, mientras que los hombres son percibidos como autosuficientes,
completos, universales e independientes. Desde estos modelos se organizan las
relaciones y se potencia en las mujeres la subordinacin a travs de la importancia del
poder afectivo, especialmente a travs de la relacin de pareja. Marcela Lagarde
apunta en este sentido,
La opresin de las mujeres encuentra en el amor uno de sus cimientos. La
entrega, la servidumbre, el sacrificio y la obediencia, as como la amorosa
sumisin a otros, conforman la desigualdad por amor y son formas extremas de
opresin amorosa. (2008: 2).
En esta misma lnea la antroploga feminista Beatriz Monc, a travs de un trabajo
etnogrfico sostiene que,
8

Recordemos que se ha sugerido ya aqu cmo esta idea est presente en el pensamiento de Alejandra
Kollontai que adverta del conflicto que las mujeres tendran consigo mismas cuando tienen una mirada
en lo que son y otra en lo que les gustara ser.

27

El amor que todo lo arrasa se lleva por delante buena parte de la humanidad
de las mujeres: su razn, su entendimiento, su albedro y su poder de
autogestionar. Educadas para gustar y seducir, para amar y obedecer a quienes
aman (porque el amor es poder y las relaciones de gnero vienen marcadas por
l(2013: 167/697).
Las mujeres y los hombres tenemos por tanto representaciones del mundo
interior y exterior diferente que nos marca y nos pone lmites y metas distintas y todo
ello ocurre en gran medida por lo que la sociedad y su cultura correspondiente
adscriben a uno y otro gnero. Como sostiene Charo Altable Vicario cada sexo y cada
cultura, tienen su propio edificio, red o mapa de representaciones y vivencias (2005:
155). Teresa del Valle tambin defiende este papel de la sociedad y de la cultura en la
construccin de este edificio de emociones y vivencias y seala la importancia de las
emociones y de las relaciones afectivas en esta socializacin (2002: 19-48).
Pero esta construccin histrica del amor es obviada por la ciencia occidental,
hegemnica y androcntrica al explicar en la mayora de los casos las emociones desde
teoras cientficas que predican que las emociones responden a la biologa, las
hormonas o las sustancias qumicas en general, y que stas son quienes gobiernan y
hacen evolucionar los sentimientos y deseos. Se produce de esta manera y en palabras
de P. Bourdieu una deshistorizacin9 que evidencia por tanto una falta de teorizacin
acerca del amor como constructo social, precisamente por la concepcin que se tiene
del mismo como algo natural en los seres humanos. Nos encontramos ante una actitud
esencializadora del sentimiento amoroso que refuerza la perpetuacin del sistema
patriarcal y la doblegacin de las mujeres en el amor. Como ya denunciaron algunas
feministas ilustradas y como apuntaron Betty Friedan, Simone de Beauvoir, Shulamith
Firestone, etc., la ciencia es androcntrica y patriarcal en la teorizacin del amor y esto
ha sido determinante para la asimilacin y el conformismo del sistema social y
nuestras propias vidas. Veamos a continuacin con ms detenimiento esta parte del
problema el cual es crucial para la deconstruccin cientfica del amor romntico y el
cambio social.

3.3.1. Dficit de la teorizacin del amor desde perspectivas no esencialistas. El amor


como objeto de estudio para una propuesta feminista.
El dficit de teorizacin es propia de cmo la historia del pensamiento en
Occidente ha configurado al ser humano y sus emociones, esto es, con una separacin
radical entre la emocin y la razn, respondiendo as a la perspectiva de la ciencia
androcntrica que insiste en la estructuracin y jerarquizacin del mundo a travs de
binarismos dicotmicos como la razn/emocin. As, esta predisposicin a naturalizar,
a esencializar, y a idealizar (romantizar) el amor, est estrechamente relacionada por
tanto con la propia construccin de la ciencia y de la forma de categorizar y observar
9

P. Bourdieu denuncia en su obra La dominacin masculina, 1998, los mecanismos histricos


responsables de la deshistorizacin y de la eternizacin relativas de las estructuras de la divisin sexual y
de los principios de divisin correspondientes.

28

de la misma. De esta manera, adentrarse en la deconstruccin del amor como algo


natural y esencial es un ejercicio crtico y de humildad cultural al mismo tiempo, no
porque deje de manifiesto que el enamoramiento como tal es sobre todo una ficcin
cultural, que lo es, sino porque pone sobre la mesa los peligros de este tipo de
ficciones que no hacen ms que sustentar desigualdades sociales, y aboga por
evaluarlas, redimensionarlas y/o transformarlas en otras ms igualitarias y justas, lo
que no significa en absoluto que tengan que ser menos pasionales (Esteban, 2008:
157-172). Shulamith Firestone sostena que hay una razn que explica esta falta de
anlisis: Las mujeres y el amor son pilares bsicos. Examinadlos y estaris amenazando
la estructura misma de la cultura (1976: 159).
El problema principal de estas teoras biologicistas y/o psicologicistas es, como
apunta ngel Martnez Hernez que,
Presupone una jerarqua en el orden de las cosas. En la base se encuentran los
procesos biolgicos que ejercen su determinacin en la vida humana. Sobre
esta base se disponen las conductas individuales y los procesos psicolgicos en
tanto que fenmenos dependientes. Sobre este segundo estrato descansan las
relaciones sociales y la produccin cultural de smbolos y representaciones
compartidos (2007: 13).
Pero las crticas antidetermismistas a estas teoras esencialistas no estn
integradas y complejizadas para dar una respuesta, apoyndose en Lewontin, Rose y
Kamin (1990), Martnez Hernez argumenta que:
A diferencia de los deterministas biolgicos que construyen sus edificios
tericos a partir de argumentos simplistas y de mecanismos nicos para
entender fenmenos diversos () los antideterministas deben trabajar con una
perspectiva global para tratar un mundo de relaciones entre los genes, el
medio ambiente y la sociedad que, inequvocamente, adquiere una mayor
complejidad. (2007: 15).
El estudio constructivista de las emociones parece no representa una amenaza
terica al pensamiento biologicista por la falta de estudios sistmicos e integrales.
Parece que a pesar de sus aportaciones tericas y etnogrficas y de su abordaje de las
mismas no como estados psicolgicos sino como prcticas sociales y culturales, no ha
conseguido contrarrestar la fuerza de las aproximaciones biologicistas y psicologicistas.
Menos an en lo referido al amor, donde una crtica contundente a las visiones
esencialistas ms generalizadas precisara de una construccin terico-conceptual
mucho ms reflexiva y ambiciosa, adems de una comparacin transcultural bien
contextualizada y profunda de la experiencia diversa y compleja de los vnculos
afectivos entre las personas (Esteba, 2008: 157-172).
La naturalizacin del amor supone por tanto un obstculo importante para una
aproximacin culturalista a las relaciones de gnero, como la que se pretende desde la
perspectiva feminista (Esteban, 2005). Comunicacin presentada dentro del Simposio
Cambios culturales y desigualdades de gnero en el marco local-global actual. X

29

Congreso de Antropologa F.A.A.E.E., Sevilla. 2005. Y retomando la idea de


deshistorizacin que plantea P. Bourdieu, referente a la naturalizacin y eternalizacin
de las estructuras de la divisin sexual y de los principios de divisin correspondientes,
se puede concluir que el amor ha sufrido esa deshistorizacin a travs de una ciencia
androcntrica y esencialista en aras de un orden social patriarcal que perpeta los
sistemas de dominacin masculina. As, el estudio del amor por parte del feminismo,
que trabaja de manera integral en el anlisis objetivo de una sociedad organizada
segn el principio androcntrico, se convierte en un instrumento amenazador del
orden social impuesto ya que desmonta toda esa idea impregnada en la sociedad de
que el amor es algo irracional, catico y apoltico. El anlisis crtico hacia nuestra
propia tradicin occidental y la accin de desmantelamiento de los discursos acerca
del amor romntico en un sistema heteronormativo, supone la posibilidad de accin
para deconstruir el modelo que oprime a las mujeres y de su legitimacin cientfica.
Apunta Celia Amors que el tomar conciencia de una estafa vital en nombre
de una ideologa () va de la mano del darse cuenta de la estafa epistemolgica de la
pseudouniversalidad con que se nos presenta el saber cientfico (2005: 11). Es
fundamental una crtica feminista a la ideologa del amor desde una epistemologa que
la sostenga no slo con el fin de dotarla de rigor para despus deconstruirla sino con el
objetivo de generar alternativas y trascender el modelo imperante. El feminismo ha de
hacerse cargo de esta necesidad.
Segn Mari Luz Esteban, para que el amor se convierta en objeto de estudio
debe ser encuadrado y conceptualizado tericamente, existiendo dos mbitos
fundamentales de problematizacin y de consideracin para el anlisis:
Todo lo que tiene que ver con el tratamiento cultural, histrico y cientfico del
amor como emocin y su papel en los procesos de individualizacin y
construccin de la subjetividad, esto es, romper con la naturalizacin de la
emocin.
La importancia del amor en la generacin y la perpetuacin de la desigualdad
de gnero. Apreciacin que est estrechamente relacionada con la anterior al
establecerse dichas desigualdades a partir de la construccin de las identidades
dicotmicas y jerarquizadas de masculinidad y feminidad. (2005)
Establecer estas conceptualizaciones nos permitir profundizar de forma
articulada en la corporalidad, la contextualizad y la complejidad de eso que llamamos
amor, con sus distintas dimensiones: ideolgica, cognitiva, simblica, interactiva,
relacional, moral Una definicin que nos posibilita trascender una definicin del
amor como meros sentimientos o determinados estados internos, que al final nos
remite a la lectura biologizada y psicologizada y en definitiva a una visin etnocntrica
del ser humano, ya que presupone la superioridad de los propios valores y
costumbres culturales con respecto a otros grupos y, por tanto, en un contexto de
poder y desigualdad, la exclusin o infravaloracin de lo ajeno. (Maquieira, 2001:
128). Mari Luz Esteban insiste en la idea de que:

30

Deconstruir y reconceptualizar el amor no es necesario solo para ser ms


conscientes de nuestras trampas culturales e intentar eliminarlas, sino porque
posibilita profundizar en la crtica al etnocentrismo, es decir, mejorar la tarea
antropolgica. Algunas etnografas en torno al amor romntico realizadas en
culturas distintas nos aportan resultados muy diversos e incluso paradjicos
para el debate feminista y la crtica al etnocentrismo que estamos
proclamando. (2008: 167)
Mari Luz Esteban se basa en la idea de Duby de que el anlisis del amor ha de
emprenderse siempre en relacin con otros componentes del sistema social (1990), y
en la concepcin de Coria de que las formas de disfrutarlo y padecerlo son sociales y
cobran sentido dentro de contextos histricos concretos (2001). As, explica que para
que las emociones como el amor se hayan convertido en objeto de estudio ha sido
necesario atender a las siguientes aportaciones del conocimiento:
El inters de la historia por lo cotidiano: la produccin histrica se ha
interesado en atribuir a lo cotidiano una importancia clave en el conocimiento
de la historia humana, es decir, en hacer una historia que sea relevante para
nuestras historias (Martn Gaite, 2001). Una cuestin que el feminismo ha
sabido dotar de mayor profundidad poltica al destacar el carcter poltico de lo
personal. Gracias a las aportaciones del feminismo radical lo que era
considerado parte de la privacidad y de lo personal pasa a convertirse en una
cuestin de responsabilidad pblica y poltica.
La idea de que el significado de las emociones puede ser colectivo y/o
individual y se personifica frente y en relacin a los/as otros/as y en contextos
especficos dentro de un sistema cultural, un entorno social y material
concreto, con valores, relaciones sociales y condiciones econmicas
determinadas. Es ms, desde la antropologa, hablar de emociones no slo es
hablar de sentimientos, sino que se incluye tambin las dimensiones cognitiva,
moral e ideolgica, es decir, los contextos de produccin y reproduccin de los
sentimientos (1987: 6-41).
El cuestionamiento de las perspectivas dicotomas tradicionales propias del
pensamiento occidental de los siglos XIX y XX que separan mbitos como los de
sentimiento\pensamiento, razn/emocin, mente/cuerpo, individuo/sociedad,
hombre/mujer, sujeto/objeto, etc., y que han limitado la reflexin sobre los
diferentes fenmenos humanos. (1987: 37). El feminismo terico al contestar
las dualidades patriarcales, los estudios post-coloniales, al refutar la
universalidad de la razn occidental, el postestructuralismo o el desarrollo de la
propia psicologa social, vienen destacando estos vnculos ya indisolubles entre
la estructura interna del sujeto y la estructura externa.
Se apuesta por tanto desde el feminismo por la superacin de este modelo de
amor romntico a travs de su anlisis desde una perspectiva integral (cultural, social,
psicolgica, filosfica, etc.) que nos ayude a la toma de conciencia individual y
colectiva de que el poder histrico, el de las concepciones culturales y el de la
ideologa nos han conformado. Por tanto, si permutamos todos estos indicadores
seremos capaces de generar nuevos vnculos amorosos basados en la igualdad que

31

reformen la estructura social construida sobre los cimientos de las relaciones de poder
entre los sexos.

4. AMOR ROMNTICO Y VIOLENCIA MACHISTA


4.1. LA VIOLENCIA MACHISTA EN LAS RELACIONES DE PAREJA
a) La naturalizacin de la violencia machista.
Las Naciones Unidas acept en la IV Conferencia Mundial de 1995, una
definicin la cual se entiende por violencia contra las mujeres: todo acto de violencia
basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado
un dao o sufrimiento fsico, sexual o psicolgico para la mujer, as como las amenazas
de tales actos, la coaccin o la privacin arbitraria de la libertad, tanto si se producen
en la vida pblica como en la vida privada (Informe salud y gnero, 2005).
Observamos que se trata de una definicin extensiva, una aceptacin que quiere dar
cabida a todos los tipos de violencia que las mujeres del mundo sufren, sea cual fuere
el contexto en el que ste se produce. Sin querer obviar la gravedad de estos otros
tipos de violencia, en este trabajo nos centraremos en la violencia que se produce en la
pareja o ex pareja y al hablar de violencia machista nos estaremos refiriendo
exclusivamente a sta. Una violencia de gran gravedad dado su carcter estructural y
el contexto en el que se produce (Plazaola-Castao, 2004, 122).
Siguiendo nuestra lnea de trabajo, donde estamos evidenciando y
denunciando la construccin patriarcal del amor romntico en Occidente desde la
llegada de la Modernidad, denominaremos a esta violencia que se da dentro de las
relaciones de pareja, violencia machista o violencia patriarcal10. Es un tipo de violencia
que no se ejerce de manera aislada en cada una de las relaciones de pareja donde se
da, sino que desciende de todo un sistema y una estructura social, poltica y
econmica. Es una violencia estructural que llega a desarrollarse en mayor o menor
medida segn el contexto y en el caso de las relaciones de pareja, la violencia se vuelve
incluso ms grave por ejecutarse en nombre del amor, legitimndose y tolerndose en
muchos casos. Michael P. Johnson en 1995 acu el trmino terrorismo patriarcal
para explicar con esta conceptualizacin que es el hombre el moral y conductualmente
responsable de esta violencia, y que al emplear dicho trmino lo que hacemos es
colocar en el centro de atencin al perpetrador y a la naturaleza sistmica e
intencional de esta forma de violencia (Bosch y Ferrer, 2002: 35). As, el presente
trabajo se enmarca en esta lnea de pensamiento.
Como estamos viendo, la naturalizacin de lo que se ha considerado la
condicin femenina y masculina, en lo referente al modelo de amor romntico,
subyace de la idea de esencializacin de tales condiciones a un nivel ms general,
aplicable en distintos rdenes de la vida. As, de esta ideologa expandida a lo largo de
10

En algunos foros de discusin sobre el tema, como por ejemplo en la lista de distribucin sobre
violencia de Mujeres en red, algunas de las participantes, como la profesora Josune Aguinaga, han
aportado esta posibilidad terminolgica (Bosch y Ferrer, 2002: 35).

32

los tres ltimos siglos en Occidente, tambin nacen algunos discursos acerca de la
violencia machista como algo natural en los hombres. Se legitimaba y excusaba
dndole carta de naturaleza al convertirla en algo intrnseco de la psicologa masculina.
De esta manera, el modelo de amor romntico, basado en la dominacin de los
hombres sobre las mujeres (un acto de violencia en s mismo, junto con la idea de la
naturalizacin de la violencia machista formaron un combinado perfecto para la
legitimacin de las relaciones de pareja basadas en el control y la violencia de los
hombres sobres las mujeres.
Ya en el siglo XVIII con la construccin de las identidades masculina y femenina,
en el marco de una nueva sociedad patriarcal Rousseau lleg a afirmar:
La blandura es la prenda primera y ms importante de una mujer; destinada a
obedecer a tan imperfecta criatura como es el hombre, tan llena a veces de
vicios y siempre cargada de defectos, desde muy temprano debe aprender a
padecer hasta la injusticia y a soportar los agravios de su marido sin quejarse;
debe ser flexible, y no por l, sino por ella. La acritud y la terquedad de las
mujeres nunca logran otra cosa que agravar sus daos y el mal proceder de sus
maridos, los cuales saben que son stas las armas con las que han de ser
vencidos (1762: 9)
Este discurso espeluznante de Rousseau deja claro que los hombres por su
condicin natural, ejercen violencia contra las mujeres, y aun siendo esto algo injusto
es inevitable precisamente por esta concepcin natural. Igualmente, responsabiliza a
las mujeres de provocar esta violencia con su terca forma de ser y las invita al
padecimiento y al aguante, haciendo honor a su blandura y carcter flexible.
Desgraciadamente no fue el nico en dar rienda suelta a esta ideologa. A esta forma
de naturalizar la agresividad masculina se sum tambin buena parte del aparato
terico del psicoanlisis, durante los siglos XIX y XX, el cual ha supuesto un refuerzo de
las ideas patriarcales. Para Freud, el masoquismo era tanto una condicin relacionada
con la excitacin sexual, como una expresin de la naturaleza femenina, siendo lo
femenino sinnimo de pasivo y lo masculino sinnimo de activo. Los psicoanalistas
ms ortodoxos todava hoy atribuyen a la psicologa femenina un carcter masoquista,
basado en la constatacin de su debilidad fsica, la posibilidad de ser violada, las
experiencias fsicamente dolorosas de la menstruacin y el parto, y su supuesto papel
pasivo en el acto sexual. (Alberdi y Matas, 2002: 66)
Pero la explicacin de la violencia machista como rasgo natural y fundacional
del ser viril aparece y se expande en Occidente, fundamentalmente en el siglo XX, con
una enorme fuerza de conviccin a travs de las ciencias mdicas y psicolgicas. Se
explica la conducta de los hombres como derivacin de la agresin natural del gnero
masculino y el sometimiento de las mujeres como rasgo tambin natural vinculado a la
pasividad de la hembra humana (Alberdi y Matas, 2002: 65). A esta forma de
naturalizar la agresividad masculina tambin ha contribuido la antropologa y la
sociobiologa de inspiracin darwinista que, buscando los orgenes de la diferenciacin
de gnero, encuentra en la evolucin la explicacin de las diferencias masculinas y
femeninas. Estas teoras explican la conducta violenta de los hombres en trminos de

33

ajuste evolutivo y sealan que la agresin es una tcnica de supervivencia de los


pueblos cazadores primitivos en su lucha por el predominio del territorio y las
hembras. La violencia por tanto, queda justificada como resultado de la competicin
entre machos por imponer sus genes en la prole. Sostienen que en el momento en el
que un varn se siente amenazado en su territorio de reproduccin, reacciona
violentamente. Los sociobilogos tambin argumentan que los machos por tanto, son
mucho ms propensos a sentir celos sexuales extremos ya que su paternidad no est
garantizada (Daly y Wilson, 1988).
Un ejemplo actual del desarrollo de estas teoras es el de Helen Fisher, que
explica la agresividad masculina en trminos de evolucin desde las formas ms
primitivas de sociedad. Segn este planteamiento, la necesidad de proteger al grupo y
satisfacer sus necesidades de alimento les ha llevado a los hombres a utilizar la
agresin y la fuerza y aquellos entre los que estas cualidades han tenido mayor
desarrollo son los que han destacado y han logrado sobrevivir, con lo que han
trasmitido esos rasgos a sus descendientes. Tambin la evolucin de las mujeres se
realiza, a travs de su adaptacin a las tareas de la maternidad. Las caractersticas
femeninas como la pasividad y la domesticidad, que identifica la psicologa como
rasgos propios de las mujeres en las sociedades occidentales modernas son, segn
Fisher, resultado de la adaptacin milenaria de las mujeres a las tareas de la
reproduccin y la crianza que les han sido tradicionalmente encomendadas (Fisher,
1999).
En estas teoras que han ido justificando la naturaleza violenta de los
hombres, ms la naturalizacin de las relaciones de poder en el modelo de amor
romntico podemos reconocer la intervencin del aparato ideolgico del patriarcado
el cual ha situado en su estructura a unos como dominadores y violentos, y a otras
como subordinadas, masoquistas y pasivas. A los hombres violentos como seres que
responden a sus condiciones naturales de virilidad, y a las mujeres pasivas y sumisas
como seres que responden a su delicadeza, templanza y tendencia innata al cuidado.
Una relacin complementaria que responde a la interpretacin del mundo de forma
binaria y jerrquica, esto es, se ha decidido con este pensamiento cientfico
androcntrico y patriarcal que si la masculinidad implica agresividad, violencia y
dominacin, la feminidad supone docilidad, ternura y sumisin. As, mientras exista
una correlacin histrica y cultural entre masculinidad, violencia, agresividad y
dominio, fomentando este tipo de comportamiento como prueba de virilidad, las nias
y las mujeres incorporaremos elementos como la pasividad, la sumisin o la
dependencia que nos hacen precisamente ms vulnerables al padecimiento de
comportamiento violentos y a la asuncin del rol de vctimas (Bosch, Esperanza, A.
Ferrer, Victoria, Ferreiro, Virginia, Navarro, Capilla, 2013: 19).
Por tanto, desde nuestra perspectiva constructivista, no se puede negar que
estamos ante una realidad social estructurada funcionalmente en un sistema de
dominacin y violencia patriarcal, donde los actores sociales se relacionan entre s
siguiendo y reproduciendo los valores adquiridos y las posiciones ocupadas. As, la
violencia machista sera uno de los brazos del patriarcado y una expresin extrema e
instrumental para perpetuar este sistema de dominacin. En palabras de Lori Heise:

34

Es un fenmeno muy complejo, profundamente arraigado en las relaciones


de poder basadas en el gnero, la sexualidad, la propia identidad y las
instituciones sociales. Cualquier estrategia para eliminar la violencia de
gnero debe, por tanto, confrontar las creencias culturales y las estructuras
sociales que la perpetan (1997: 29).
La virilidad en la identidad masculina ha sido un principio histrico, segn el
psiquiatra Luis Rojas Marcos (1998) y es una de las variables que sustentan la violencia
machista. Nuestra sociedad habra construido tres firmes racionalizaciones culturales
para justificar la violencia masculina contra las mujeres: el culto al macho, la
glorificacin de la competitividad y el principio diferenciador de los otros. De esta
manera, efectivamente el machismo ms rancio glorifica los atributos de mayor dureza
atribuidos a la masculinidad: la imagen del hombre agresivo, implacable, despiadado,
seguro de s mismo y sin concesin alguna a lo sentimental. Al mismo tiempo esta
cultura machista va a aprovechar el discurso del potencial biolgico agresivo
masculino para producir y justificar hombres duros y violentos (Bosch, Esperanza, A.
Ferrer, Victoria, Ferreiro, Virginia, Navarro, Capilla, 2013: 20). Si bien la violencia
machista es multicausal, siendo una problemtica grave y compleja, no debemos
olvidar que hay determinados valores que an existen en nuestra sociedad que la
sostienen.
As, la violencia machista hay que entenderla desde una perspectiva
macrosociolgica ya que si no existiera todo un caldo de cultivo cultural, cientfico,
terico, poltico, etc., no tendra lugar. El que hombres y mujeres estn en una posicin
desigual dentro de la relacin de pareja y que las mujeres sean vctimas de la
agresividad viril no es el resultado de una mera relacin txica.

b) El ciclo de la violencia machista en las relaciones de pareja


A partir de la dcada de los aos setenta del siglo pasado, se desarrollaron
diferentes teoras (sociolgicas, psicosociales, ecolgicas, multidimensionales, etc.)
para explicar y entender la violencia (Gelles, 1979). Muchas de estas teoras surgieron
como reaccin opuesta a las teoras previas que atribuan a las mujeres, casi
exclusivamente, la responsabilidad de la violencia machista que sufran. En la
actualidad se cuenta con mltiples modelos explicativos acerca del inicio y
mantenimiento de la violencia machista. Concretamente los modelos que explican la
presencia de la violencia pueden dividirse en modelos tericos generales, que abordan
el problema de la violencia desde una perspectiva sociocultural (teoras sociolgicas), y
modelos tericos ms especficos que lo explican desde una perspectiva psicolgica.
(Amor, 2000).
Segn el modelo ecolgico (Corsi, 1994: Dutton, 1988), modelo con el que
conectamos desde este trabajo de perspectiva constructivista y sistmica, la realidad
familiar, social y cultural estn organizadas como un todo articulado, como un sistema

35

compuesto por diferentes subsistemas que se articulan entre s dinmicamente. As,


cuando estudiamos el problema de la violencia machista debemos tener en cuenta los
contextos en los que se encuentran las personas, donde se desarrollan y cual es su
entorno ecolgico. Sin embargo, dada la complejidad de este tema, no sera apropiado
descartar ninguno de los modelos, aunque sean consideradas reduccionistas por
algunas/os autoras/es, ya que no conviene descartar las aportaciones que se hayan
realizado desde las diferentes perspectivas.
Ms all de los diferentes modelos tericos que explican la violencia machista,
lo que s se puede advertir es que dicha violencia es un instrumento til para quien
dispone de l, los hombres. Es una pauta de conducta aprendida e intencionada que
busca el objetivo de doblegar a las mujeres. No busca causar un determinado dao, el
objetivo buscado, su verdadero logro es poder controlar y dominar a las mujeres
(Lorente Acosta, Migue, 2009: 44). Por eso la violencia machista no hay que observarla
simplemente como actos de violencia mantenidos en el tiempo (que tambin lo son),
sino como toda una compleja estrategia basada en violencias constantes que alcanzan
su punto lgido con los episodios de violencia fsica. Toda esta estrategia busca el
aleccionamiento e introducir el miedo y el terror en las mujeres, para dejar claro quien
manda. Los maltratadores van tejiendo la tela de araa para atrapar y retener a sus
presas, tejiendo la tela para alimentar su identidad masculina basada en su virilidad. En
palabras de Simone de Beauvoir:
Para todos los que tienen complejo de inferioridad, (la violencia) se trata de
un blsamo milagroso: nadie es ms arrogante, agresivo o desdeoso con las
mujeres que un hombre preocupado por su virilidad (2005: 59-60)
Para entender esta violencia patriarcal de dominacin en las relaciones de
pareja, presentar de manera sistematizada las violencias que la configuran11 y, para
ello, har uso de la literatura sobre el tema (Barragn, 2006; Consejo de Europa, 1997;
Chillida, Gornriz y Soleto, 2007) esquematizndolo en la siguiente tabla:

Violencia psicolgica

Accin,
normalmente
de
carcter verbal, que provoca
dao psicolgico o puede
provocar dao psicolgico en las
mujeres, actuando sobre su
capacidad de decisin. Influye el
empleo de mecanismos de
control y comunicacin que
atentan contra su integridad
psicolgica, su bienestar, su
autoestima o su consideracin,
tanto pblica como privada,

11

Despreciar lo que hace o dice,


hacer que se sienta culpable,
tratarla como si fuera una
esclava, hacer comentarios
desatentos sobre su fsico,
humillarla o denigrarla en
pblico o privado, crearle mala
reputacin, obligarla a rendir
cuentas sobre sus relaciones o
contactos con otras personas,
obligarla
a romper sus
amistades, prohibirle hablar con

Tambin sealan la violencia estructural, la violencia espiritual, la violencia poltica o institucional, la


violencia simblica y la violencia social, de las que no hablaremos por no encontrarse dentro de la
relacin de violencias en las relaciones de pareja.

36

ante las dems personas.

personas del otro sexo, mostrar


celos de sus amistades, limitarle
su espacio vital o no respetarlo,
bromas con contenido machista
y denigrante, infravaloracin de
sus aportaciones o ejecuciones,
insultos pblicos o privados,
amenazas,
intimidacin,
chantaje emocional, amenazas
de suicidio de la pareja si
manifiesta
su
deseo
de
separarse.

Violencia fsica

Toda
accin
realizada
voluntariamente que provoque
o pueda provocar dao o
lesiones fsicas en las mujeres
que lo padezcan. Incluye el uso
de la fuerza fsica o de objetos
para
atentar
contra
su
integridad fsica y/o su vida.

Empujones, tirones de pelo,


bofetadas, golpes, patadas,
pellizcos, mordiscos, mutilacin
genital, tortura, asesinato

Violencia sexual

Cualquier atentado contra la


libertad sexual de las mujeres
que afecte a su integridad fsica
o afectiva, por el que se les
obligue contra su voluntad a
soportar actos de naturaleza
sexual
o
a
realizarlos,
prevalindose de una situacin
de poder, empleando engaos,
coacciones, amenazas o el uso
de la fuerza.

Bromas, expresiones groseras,


cualquier acto o relacin sexual
no consentida, cualquier acto
que considere humillante o
doloroso,
obligar
a
prostituirse.

Violencia econmica

Desigualdad en el acceso a los


recursos econmicos y/o las
propiedades compartidas.

Negarle y/o controlar su acceso


al dinero propio o comn,
generar
dependencia
econmica, impedir que acceda
a un puesto de trabajo (y/o
disponga de sus ganancias), a la
educacin o a la salud, negarle
los derechos de propiedad

Estas violencias son las que se hallaran ms directamente vinculadas con las
relaciones de pareja y amor romntico. (Bosch, Esperanza, A. Ferrer, Victoria, Ferreiro,
Virginia, Navarro, Capilla, 2013: 247). Dichas violencias son ejercidas por los hombres
hacia sus-mujeres a travs del ciclo de la violencia (Leonor Walker, 1979). Este
patrn cclico consiste en debilitar psicolgicamente a las mujeres, ensearles la
indefensin, la inseguridad en s mismas y la culpabilidad. A esto hay que aadir el
mandato de gnero que llevan las mujeres incorporado de salvar su relacin

37

amorosa como cuidadoras emocionales12. A travs de este ciclo de la violencia las


mujeres se van deteriorando cayendo en lo que antes hemos denominado la tela de
araa. Veamos en qu consiste este ciclo:
Fase 1. Acumulacin de tensin.
La tensin es el resultado del aumento de conflictos en la pareja. El maltratador
es hostil, aunque an no lo demuestra con violencia fsica, y la vctima trata de calmar
la situacin y evita hacer aquello que cree que disgusta a su pareja, pensando que
puede evitar la futura agresin. Esta fase se puede dilatar durante varios aos. En esta
situacin el comportamiento de las mujeres es de negacin y racionalizacin d elo
ocurrido que se expresa en la justificacin de su pareja. Su estado emocional es tan
precario que le puede llevar a situaciones de depresin y ansiedad que la incapacitan
para valorar lo que est sucediendo, ya que su energa est en la evitacin de un mal
mayor.
Fase 2. Explosin violenta.
Es el resultado de la tensin acumulada en la primera fase. En esta segunda
etapa se pierde por completo toda forma de comunicacin y entendimiento y el
maltratador ejerce la violencia en su sentido amplio, a travs de agresiones verbales,
psicolgicas, fsicas y/o sexuales. En esta fase ambos operan con una perdida de
control y con un gran nivel de destructividad del hombre hacia la mujer, donde l
primero comienza queriendo ensearle una leccin a la mujer. Aqu las mujeres
comienzan a pensar que cualquier cosa que diga o haga puede provocarle por lo que
se sentir culpable. La confianza y la creencia en ella misma cada vez se va mermando
ms.
Fase 3. Arrepentimiento.
Durante esta etapa la tensin y la violencia desaparecen y el hombre se
muestra arrepentido por lo que ha hecho, colmando a su-mujer de promesas de
cambio. Esta fase se ha venido a llamarse tambin de luna de miel, porque el
hombre se muestra amable y carioso, emulando la idea de la vuelta al comienzo de la
relacin de afectividad. A menudo las mujeres conceden al agresor otra oportunidad,
creyendo firmemente en sus promesas. Esta fase hace ms difcil que la mujer trate de
poner fin a su situacin ya que, incluso sabiendo que las agresiones pueden repetirse,
en este momento ve la mejor cara de su agresor, lo que alimenta la esperanza de que
ella le puede cambiar. La ambivalencia afectiva de la pareja provoca en la mujer un
estado profundo de confusin, inseguridad y distorsin de la realidad. Es en esta fase
donde nos agarramos a ese modelo de amor romntico mostrando apego a las
vivencias de amor, sintiendo culpabilidad si rompemos la relacin, etc. Se percibe as
misma como la responsable del bienestar emocional de la pareja.
Tras esta fase de arrepentimiento volver la fase de tensin y se repetir de
nuevo el mismo ciclo mientras se mantenga la relacin de pareja.

12

Como vemos esto no est muy alejado del discurso de Rousseau en el siglo XVIII que hemos recogido
en el apartado anterior.

38

Segn Leonor Walker este modelo es aplicable, no a todas, pero si a muchas mujeres
que sufren estas relaciones de violencia, apuntando que pueden existir peculiaridades
en cada pareja (1998: 57). No vamos a entrar a explicar este ciclo de manera detallada,
se ha expuesto con la intencin de comprender cmo en este ciclo de violencia lo que
el maltratador tiene a su favor es la subjetividad y la identidad femenina genrica (que
favorecen el aguante de las mujeres), y como el modelo de amor romntico (cargado
de valores sexistas) se convierte en su mejor coartada. Parece que seguimos en la idea
de siglos pasados de que las mujeres somos las responsables del cuidado emocional y
todo aquello que tenga que ver con ello lo asumimos como algo propio,
incorporndolo como parte de nuestra identidad. Si las mujeres aguantan dichas
relaciones, a parte de por la complejidad del proceso psicolgico que conlleva, en el
que no pararemos en el presente trabajo, lo hace en gran parte por todos los valores y
creencias que con este modelo de amor hemos interiorizado.
En nuestro contexto cultural las desigualdades sexistas se basan en ltima
instancia, en la asignacin de diferentes derechos y obligaciones a las personas en
funcin del sexo y a la imposicin de una concepcin de roles de gnero que supeditan
a las mujeres a los hombres y les menguan su capacidad de autonoma. As pues, la
concepcin del amor que est insertada en el imaginario social es, a menudo,
transfondo de la violencia de gnero. Esta concepcin se basa en la idea del amor
romntico: un amor ideal, un amor de entrega total a una persona que muchas veces
construimos a nuestra medida, sin tener que ver con la realidad y que choca con la
necesidad de construir espacios para el ejercicio de la libertad individual. Asimismo,
dentro de esta concepcin cultural se considera que los afectos y los conflictos forman
parte de una relacin normal de pareja, sin embargo, esta forma de entender la
relacin puede llevar a muchas mujeres a construir su vida amorosa sobre la base de
una confianza ciega fruto de la idealizacin de la relacin y en consecuencia a
adaptarse, tolerar o negar conductas y situaciones que desembocan en un autntico
maltrato, en una violencia psquica y/o fsica (Caro Blanco, 2008: 216).

4.2. RELACIN ENTRE AMOR ROMNTICO Y VIOLENCIA MACHISTA EN LAS


RELACIONES DE PAREJA.
La violencia machista se presenta en la vida de muchas mujeres disfrazada de
amor, con lo que nos encontramos as, ante un lobo disfrazado de cordero. Destapar
este entramado para visibilizar la trampa en la que caemos las mujeres, forma parte
del proceso de deconstruccin de la violencia patriarcal en manos del pensamiento
feminista. Mientras el modelo de amor romntico tenga aceptabilidad social, es ms,
mientras se haga apologa del mismo (a travs de canciones, pelculas, anuncios de
televisin, prensa, novelas y una gran cantidad de productos culturales) y mientras se
autorice desde la ciencia androcntrica, la lacra social de la violencia machista jams
ser erradicada. No hablamos slo de buenos tratos o malos tratos dentro de la
pareja, hablamos de una deconstruccin del sistema de valores en la sociedad. No
podemos pretender acabar con la violencia si no atajamos el problema de raz como
venimos explicando. La violencia machista no es algo aislado, proviene de una
violencia estructural por lo que, en palabras de M Ins Snchez, en el momento en el

39

que mantenemos y transmitimos una estructura social basada en el sexismo, en la


superioridad de lo masculino frente a la desvalorizacin de lo femenino, estamos
apoyando conductas que favorecen la violencia y su perpetuacin (2009: 67). As,
existiendo en el modelo de amor romntico una divisin sexual del amor y por tanto,
siendo un amor sexista, la violencia machista es un mecanismo ms para el
mantenimiento de la relacin de poder.

a) La construccin patriarcal de la subjetividad femenina, un indicador de


vulnerabilidad ante la violencia machista.
La violencia contra las mujeres ha sido una constante a lo largo de la historia,
tratamos de interpretarla y de buscar soluciones, pero si no buscamos en sus races, si
no desentraamos las verdaderas razones que la generan, todo ser intil.
Una de las violencias contra las mujeres ms preocupantes por la capacidad
que tiene de entrar en nuestras vidas sin apenas darnos cuenta es la violencia machista
en las relaciones de pareja. Nos encontramos ante todo un proceso de sutilezas que se
implanta en la vida de las mujeres teniendo como excusa el modelo de amor
romntico imperante. Un proceso muy complejo donde la construccin patriarcal de la
subjetividad femenina juega un papel fundamental. As, desde este trabajo asumimos
el establecimiento de la relacin entre el amor romntico y la violencia machista como
anlisis de una de las causas de la misma. Entendemos pues, que la subjetividad
femenina, construida a partir del imaginario colectivo de un amor patriarcal (modelo
de amor romntico), resulta un indicador de vulnerabilidad para las mujeres ante la
violencia machista en las relaciones de pareja, esto es, en las relaciones donde se
ejerce violencia machista, las mujeres responden a unos indicadores de vulnerabilidad
que subyacen a una subjetividad genrica, y que facilitan la entrada y el
mantenimiento de la violencia.
Muy lejos de mi intencin responsabilizar a las mujeres de esta violencia, por el
contrario quiero sealar al sistema patriarcal y a los hombres que, como hemos visto
en apartados anteriores, han puesto mucho empeo (con la construccin del
pensamiento cientfico, con la literatura, con la educacin, con los productos
culturales, etc.) en que la subjetividad femenina se erigiera para perpetuar la
dominacin masculina. Igualmente con este planteamiento, no quiero entrar en la
percepcin de las mujeres como vctimas dentro de las relaciones de violencia, sino
como mujeres capacitadas para trasgredir los mandatos de gnero y tomar las riendas
de sus propias vidas. As lo que pretendemos al buscar la relacin entre el amor y la
violencia machista es analizar dicha relacin para entenderla, entenderla para poder
cambiarla, cambiarla para trasgredir el modelo y trasgredirlo para una transformacin
colectiva. Nosotras como personas libres y autnomas tenemos la responsabilidad de
comprendernos, escucharnos y empoderarnos13. Se pretende dar una visin
liberadora entendiendo que parte del cambio est en nosotras mismas, sin con ello
13

El empoderamiento es el proceso por el cual las mujeres incrementan su capacidad de configurar sus
propias vidas y su entorno, una evolucin en la concienciacin de las mujeres sobre si mismas, en su
estatus y en su eficacia en las interacciones sociales.

40

obviar la deconstruccin de la subjetividad masculina lo cual formara parte de este


proceso liberador, pero considero corresponde a los hombres llevarlo a cabo. Cada
cual ha de hacerse agente activo de su propio cambio para que ste sea real y no un
espejismo. As como las mujeres hemos sido protagonistas de nuestras propias
transformaciones, los hombres deben ser protagonistas de las suyos. La parte de la
subjetividad masculina y su deconstruccin debe estar a su cargo. En cualquier caso, la
parte que asumo, en este trabajo, es la parte que nos corresponde a nosotras las
mujeres. Como seala Marcela Lagarde:
Si las mujeres dejramos de fantasear tanto, ya les hubiramos puesto un
hasta aqu a muchsimos hombres. Como poltica amorosa, nos urge a las
mujeres convocarnos a dejar de fantasear, convocarnos a la realidad. Y
movilizarnos para hacer visible la realidad, la realidad ntima en la que est
involucrado el amor (). El primer territorio para expropiarle al patriarcado es
nuestra propia subjetividad. Esta es la poltica feminista del amor (2008: 431432).
Para poder explicar lo que supone en la subjetividad de las mujeres (que es en
la que nos vamos a centrar en este trabajo) este amor romntico, har uso de un
esquema planteado por Marcela Lagarde14, donde hace una diferenciacin entre lo
que este modelo de amor romntico implica para las mujeres (como mandato de
gnero) y lo que ella considera un nuevo paradigma amoroso, un modelo igualitario,
donde las mujeres tuviramos la calidad de pactantes (Ramrez Salgado, 2012:5):

DEBER SER
(Modelo de amor romntico)

Ser para los otros.

EXISTENCIA
(Nuevo paradigma amoroso)

Ser yo misma.
Ser para m.
Para vivir con los otros.

El amor como cuidado.

Cuidar de m y cuidar de los otros en la


reciprocidad.

Yo como ofrenda.

Intercambio entre mortales.

14

Recogido por Raquel Ramrez Salgado en El amor de pareja como forma de opresin y violencia
contra las mujeres (parte 3). Disponible en http://www.mujeresnet.info/2012/05/amor-parejaopresion-violencia.html. (Consultado: 3-07-2013)

41

Sacralizacin de los hombres.

Humanizacin de los hombres.


Reconocimiento de su identidad.
Eliminacin de la servidumbre voluntaria, del
sacrificio y la ofrenda.

Deseo por el otro para que constate mi existir.

Deseo por el otro-la otra por su diversidad.

Cuerpo objeto-para los otros.

Cuerpo-eros-para m.

Escisin de eros y amor.

El eros y el amor pueden confluir.

A partir de este esquema donde Marcela Lagarde diferencia entre el deber


ser y la existencia15, plantearemos lo que consideramos los indicadores de
vulnerabilidad, esto es, variables que aumentan la probabilidad de vivir relaciones
donde se ejerza violencia machista.
Aqu presentamos los indicadores del deber ser como indicadores de
vulnerabilidad en situaciones de violencia machista en tanto en cuanto responden a
valores patriarcales de sumisin, que las mujeres vamos colocando en nuestra
subjetividad a travs del proceso de socializacin patriarcal. As, interiorizamos un tipo
de relacin con el otro que no hace otra cosa que alejarnos de nosotras mismas y nos
aliena. A travs de estos indicadores, a los que denominaremos indicadores de
vulnerabilidad, las mujeres estamos ms expuestas a situaciones de violencia machista
en las relaciones de pareja y a permanecer en ellas, sin embargo, los indicadores de la
existencia como el mismo concepto indica, dotaran a las mujeres de nuevos valores
para el autocuidado y el amor hacia una misma, herramientas fundamentales para
hacer frente al terrorismo patriarcal. Entendamos por tanto los indicadores de
existencia como un camino hacia un proyecto tico de nuestro tiempo, un proyecto
alternativo de amar en libertad. En palabras de Marcela Lagarde, este cambio de
enfoque significa un cambio de valores. Significa que cada una se valora as misma y no
se coloca en condiciones de inferioridad amorosa, sino en condiciones de ser sujeta del
amor (2008: 453).
Hemos de hacer frente a una socializacin que perpeta la desigualdad social
en el amor y que puede conducirnos en el peor de los casos a relaciones de violencia
15

Marcela Lagarde con esta confrontacin de modelos de amor viene a concretar lo que a lo largo del
feminismo ya grandes tericas expusieron desde diferentes discursos y posiciones, como hemos visto en
apartados anteriores, denunciando la opresin de las mujeres y visibilizando alternativas de liberacin
en el amor.

42

machista. El peligro de la socializacin en el amor es precisamente su carcter


automtico, esto es, interiorizamos los valores, las expectativas de una misma, las
conductas que se esperan de nosotras, de los dems, las normas, etc. sin pararnos a
reflexionar sobre si lo que interiorizamos es lo mejor para nuestras vidas. Aprendemos
los modelos hegemnicos por imitacin y/o refuerzo conductual da a da sin ponerlos
en cuestin. As las mujeres somos socializadas para la perpetuacin de la desigualdad
social y para su naturalizacin. Un ejercicio sutil de asentamiento de poder que no
hallara resultado si fuera impuesto. En palabras de Amelia Valcrcel,
Cualquier sistema de poder siempre implica violencia, porque no existe ningn
poder que sea admitido de modo espontneo por aquellos sobre los que se
ejerce. Cuando la apariencia de espontaneidad, de naturalidad, se alcanza, es
que ya se ha logrado lo principal, esto es, que ese poder sea admitido
completamente. (2008: 19).
Esta socializacin diferencial es la herramienta que facilita la esencializacin, es
sta la que establece, en un proceso constante de retroalimentacin, la creencia de
que nios y nias son por naturaleza diferentes y estn llamados a desempear
distintos papeles en la vida y en sus relaciones amorosas. Como sostiene Coral Herrera,
en la actualidad las narraciones de los cuentos, las pelculas o las canciones y
productos culturales en general, influyen sobre nuestras expectativas y creencias
mediante un sistema de seduccin (muy ligado al consumo) que aumenta an ms la
influencia y penetracin de los mensajes que contienen (2011: 167). As, suavemente,
las mujeres vamos conformando nuestra subjetividad, colocndonos en espacios de
vulnerabilidad y violencia. Las barreras que la sociedad impone a las mujeres son
interiorizadas por stas pasando a formar parte de sus barreras internas las cuales, a
su vez, permiten que las barreras externas se mantengan (Gloria Poal, 1993). No es un
ejercicio impositivo de poder, en palabras de Simone de Beauvoir las mujeres en lugar
de obedecer a unos tiranos () prefiere servir a un dios; opta por desear tan
ardientemente su esclavitud que se le aparecer como la expresin de su libertad, se
esforzar por superar su situacin de objeto inesencial asumindola radicalmente
(2005: 810).
Carmen Sez Buenaventura (1993: 254) destaca la importancia de la
socializacin en la fabricacin de la individualidad. Una socializacin jerrquica que
va a potenciar rasgos psicolgicos diferenciales entre hombres y mujeres: una
psicologa de la prepotencia para los hombres y una psicologa de la debilidad y la
derrota para las mujeres, dentro de un proceso en el que a travs de la comparacin
continua se llegar a una desigualdad genrica permanente y a la creencia de que
como subordinada una de las principales tareas es conocer las caractersticas y
necesidades de los superiores. Sostiene la autora que los nios en la socializacin
aprenden pautas intelectivas, emocionales, simblicas, actitudinales, etc.,
facilitadoras del ejercicio de unas habilidades o poderes dominantes por parte de unos
(nios-hombres) y de otras habilidades no atribuidas, vividas o concebidas como
poderes por parte de otras (nias-mujeres) orientadas hacia la adecuacin y
aceptacin y soporte de los primeros en general (1993: 249).

43

Si desde los planteamientos de Sez Buenaventura podemos pensar en un tipo


de socializacin que, a la par que hace a las mujeres frgiles e indefensas, potencia a
los hombres como individuos, podemos ver en Mabel Burin, cmo ve en la funcin de
las mujeres de sostener y garantizar el cuidado de los hombres, es la causa de la
adjudicacin del poder de los afectos a las mujeres y seala que ellos pasaron a ser
proveedores econmicos, en el mbito extradomstico; ellas proveedoras de afectos,
al interior del hogar, en los vnculos de intimidad para ellos el poder racional; para
ellas el poder de los afectos (2003: 36).
Estos elementos de la conformacin de la subjetividad de las mujeres
promueven el desarrollo de sistema de valores que hacen surgir deseos especficos en
nosotras como el deseo de amar para cuidar del otro. As, la adscripcin al poder
afectivo llevar a las mujeres a establecer un tipo de relaciones ntimas que van a
convertirse en la principal fuente para construir sus identidades; relaciones entre
dominadas y dominadores que Jane Baker Miller (1992: 107) define como afiliacin
servil. Servil en la medida que el inters de las mujeres no girara alrededor del
conocimiento de sus propias emociones, necesidades o intereses, sino en el
descubrimiento de las necesidades de los otros, creyendo que en la medida que
atienda lo que los otros necesitan va a tener garantizado su amor. La autora acua el
concepto del yo en relacin, concepto que viene a expresar todo el repertorio de
valores patriarcales, expuestos en el cuadro anterior, interiorizados por las mujeres.
Esto no deja de ser un proceso donde las mujeres aprendemos a ejercer la
dependencia con respecto a los hombres, indicador de gran relevancia en las
relaciones de violencia machista. Nora Levinton (2000). Reformula a lo largo de su
estudio sobre el superyo femenino el lugar que va a tener las necesidades de apego en
la construccin del mundo relacional de las nias y plantea cmo estos modelos de
relacin tan tempranos, caracterizados por la dependencia, van a reaparecer
posteriormente en las relaciones de pareja.
Mari Luz Eteban y Ana Tvora concluyen a travs de un estudio, que una de las
consecuencias principales de esta desigualdad social es potenciar la construccin de un
vnculo que podemos llamar vnculo subordinado, el cual se caracteriza por la
ubicacin de las mujeres en un grupo de carencia o de necesidad. El desarrollo de la
dependencia hacia el amor del otro es por tanto, un elemento clave en la construccin
de su identidad. La necesidad de ser querida y la angustia por no serlo van a estar
presentes en las vidas de las mujeres, con el sometimiento como una manera de
asegurar el amor al otro. Y afirman igualmente las autoras que con esta dependencia
se dan tambin miedos al propio proceso de individuacin de las mujeres, siguiendo
enganchadas a la esperanza de este amor que dificulta colocar en el centro la relacin
con una misma, con sus soledades y sus capacidades (2008: 66-68).

b) De la construccin de la subjetividad femenina a la violencia machista.


Antes de llegar a cualquier tipo de violencia explcita en las relaciones de
pareja, previamente se da una situacin de violencia sutil, fundamentalmente
psicolgica, que va preparando el terreno, que va confundiendo a las mujeres hasta el

44

punto de justificarla. Violencia que se mantiene a lo largo de toda la relacin porque


sin ella no se mantendra toda la estructura de violencias (fsica, econmica, ambiental,
sexual...). sta tiene como objetivo desestabilizar a las mujeres e imponer las pautas de
comportamiento del violento a travs de una sensacin de desequilibrio. As, para que
esta violencia encuentre su lugar y se asiente es necesario que las personas a la que va
dirigida, en este caso, las mujeres, aguanten. Como se dice vulgarmente, aguanten
todo lo que le echen. Clara Coria habla de la dimensin perversa del aguante la
cual aparece asociada con el amor y es ejercida sobre todo por las mujeres. Sostiene
que muchas de ellas en su infinita capacidad de aguante, cuidadosamente alimentada
durante siglos16, sostienen muy convencidas que aguantan la violencia de sus
compaeros por amor y la postergacin de sus desarrollos personales por amor.
De esta manera, la dimensin perversa del aguante asociada con el amor aparece en
una cantidad de comportamientos encubridores, que han sido incorporados como
naturales, y que consisten en transformar los abusos provenientes del exterior en
autoabusos. Seala Clara Coria que cuando hacen del `aguantar` una virtud que
favorece a otros en detrimento de s mismas estamos en presencia de una dimensin
perversa del aguante. As, el aguante es una de las tantas manifestaciones de la
opresin que supone tolerar presiones, contener emociones, silenciar opiniones,
inhibir acciones, posponer anhelos y realizar una cantidad inimaginable de acomodos
al servicio de aplacar (2001: 101). Y tales actitudes de las mujeres ante el otro se
reforzaran si nosotras comprendemos por nuestra socializacin que debe ser as.
Existen teoras explicativas sobre la permanencia de las mujeres en las
relaciones de violencia las esquematizaremos a continuacin para entender las dudas
y los miedos a los que se enfrentan las mujeres. Dudas que como veremos, estn
estrechamente relacionadas con la construccin de la subjetividad femenina a la que
hemos sido sometidas (Amor, Bohrquez y Echebura, 2006: 129-154)

Teora

Autores

Caractersticas

Teora de costes y beneficios

Pfouts, 1978

Las mujeres deciden abandonar o seguir


la relacin de pareja despus de
considerar las ventajas y desventajas
percibidas en funcin de las posibles
alternativas que se la presentan.

Modelo de la inversin

Rusbult, 1983

Las mujeres analizan su grado de


compromiso en la relacin de pareja a
partir de tres factores: grado de
satisfaccin, alternativas e inversin
realizada en recursos materiales y
psicolgicos.

16

No olvidemos lo expuesto en el apartado Conceptualizacin del amor romntico del presente


trabajo.

45

Teora de la trampa psicolgica

Brockner y Rubin, 1985


Strube, 1997

Las mujeres tienen la esperanza de que


cese la violencia hacia ella y cree que
invirtiendo ms esfuerzos y tiempo
puede lograr una relacin de pareja
armoniosa.

Modelo del proceso de toma


de decisiones en mujeres
maltratadas

Choice y Lamke, 1997

Las mujeres toman una decisin en


funcin a dos preguntas:
Estar mejor fuera de la
relacin?; y
Ser capaz de salir de ella con
xito?

Estas cuatro teoras ponen de manifiesto los miedos y las dudas de las mujeres
cuando se encuentran en relaciones de violencia, y desvelan que dichos miedos giran
entorno a temas relacionados fundamentalmente con su identidad como seres para
otros. As, por un lado las mujeres se enfrentan al miedo de romper una relacin de
pareja en la que ha puesto todas sus expectativas de felicidad y desarrollo personal
(proyecto para lo que ha sido socializada); y por otro, se enfrentan a la situacin para
la que la sociedad no le ha preparado, abandonar la relacin en aras de un proyecto de
vida para s misma, autnomo e independiente (recordamos adems que el propio
patrn cclico de la violencia ir aumentando la dependencia del otro y la inseguridad
en una misma, lo cual dificultar an ms la salida). El aferrarse a una vida en pareja
aun siendo perjudicial para ella misma, es una muestra de la inseguridad que sentimos
las mujeres ante un proyecto de vida propio y alternativo.
Podamos decir as, que los indicadores de vulnerabilidad, anteriormente
sealados, alimentaran este aguante, convirtindose as en una ventaja para los
violentos y en una amenaza para las mujeres reduciendo sus miras hacia otras
alternativas de xito fuera de la relacin. Si no planteamos nuevos modelos de vida
autnoma difcilmente podremos vislumbrar salidas al laberinto de la violencia
machista. As, tomar conciencia de que esta dimensin perversa del aguante ha
logrado instaurarse naturalemente en la subjetividad femenina a travs de los
indicadores de vulnerabilidad ya es un gran paso y es de vital importancia para la
liberacin de las mujeres.
Los indicadores de vulnerabilidad (deber ser: ser para los otros, el amor como
cuidado, yo como ofrenda, sacralizacin de los hombres, deseo por el otro para que
constate mi existir, cuerpo-objeto para los otros, escisin de eros y amor) frente a los
indicadores de existencia (ser yo misma, ser para m, cuidar de m y cuidar de los
otros en la reciprocidad, intercambio entre mortales, humanizacin de los hombres,
reconocimiento de su identidad, eliminacin de la servidumbre voluntaria, del
sacrificio y la ofrenda, deseo por el otro-la otra por su diversidad, cuerpo-eros para m,
el eros y el amor pueden confluir) conducen a las mujeres a niveles bajos de
autoestima y sta a su vez conduce a situaciones de fragilidad: en palabras de Graciela
B. Ferreira las conduce a la autorenuncia a la existencia personal y al sacrificio de la
46

autonoma individual (1995: 181). As, como ya se ha sealado, no hay nada como la
vulnerabilidad para que la violencia se cuele en nuestras vidas casi sin darnos cuenta.
Pensemos como smil en lo que sucede cuando nuestro cuerpo sufre una bajada de
defensas, la probabilidad de coger enfermedades incrementa. Pues lo mismo sucede
con la violencia machista, a mayor nivel de vulnerabilidad y menos autoestima, mayor
probabilidad de que esta llegue a nuestras vidas. Segn Graciela Ferrerira uno de los
aspectos que favorece el enganche con los hombres es la baja autoestima o
desvalorizacin (1995: 177). A lo que aado que el propio modelo de amor romntico
lleva implcito este sino para las mujeres ya que estas condiciones de menoscabo hacia
su persona se encuentran incorporadas en el mismo.
Frente a los indicadores de vulnerabilidad, frente al aguante y a la violencia
machista estn los indicadores de la existencia los cuales suponen para las mujeres
el nuevo proyecto tico de amar en libertad. Y seala Marcela Lagarde que para un
proyecto propio es imprescindible la conciencia de ciudadana que consiste en estar
convencidas de que tenemos derecho a tener derechos. As, entiende la ciudadana no
slo como conciencia sino como autoidentidad. Y entiende que los derechos no
dependen nicamente de la sociedad, el estado o las personas concretas que lo
reconocen, sino de que una misma se los reconozca y los instale en su propia vida
(2008: 451)
Sin olvidar que las mujeres no somos idnticas y vivimos situaciones de vida
diferentes, entendemos que el camino no es igual para todas en el amor, pero no
obstante, habra algo comn en este nuevo proyecto, el encontrarnos a nosotras
mismas ya que segn las principales especialistas, en el caso de las mujeres, y a pesar
de los indudables cambios acaecidos en las ltimas dcadas en las sociedades
occidentales, todo lo que tiene que ver con el amor, las creencias, los mitos, sigue
apareciendo con particular fuerza en nuestras vidas, convirtindose en eje vertebrador
y en parte prioritaria de nuestro proyecto de vida (Altable, 1998; Ferreira, 1995;
Lagarde, 2005; Sanpedro, 2005) As, la consecucin del amor y su desarrollo sigue
siendo el eje entorno al cual gira de modo completo o casi completo la vida de muchas
mujeres.
A modo de conclusin y como afirma Marcela Lagarde, el nuevo camino para
las mujeres en el terreno del amor requiere de varias condiciones, la primera,
protagonizar mi propia vida, segundo, instalar yo misma mis derechos en mi
subjetividad y tercera, instalar en mi existencia todo aquello que est en mi
subjetividad (2008: 451-452).

5. CONCLUSIONES
El amor romntico es un producto cultural del pensamiento ilustrado propio de
la Modernidad en Occidente que emprendi la tarea de doblegar a las mujeres
en aras de un orden social que perpetuara el poder masculino. As, este modelo
de amor, como todas las construcciones creadas social y culturalmente, est

47

atravesado por una ideologa hegemnica. Como hemos podido comprobar en


este trabajo las principales caractersticas de la ideologa burguesa, grmen del
modelo de amor romntico y patriarcal, eran las de un sistema basado en la
pareja monogmica, heterosexual, regulado, entre adultos y orientado a la
procreacin y a la renuncia de la autonoma y libertad de las mujeres. Una
forma de relacin que fomentaba y sigue alimentando en nosotras la
dependencia, la bsqueda de seguridad y la necesidad del otro. La insistente
educacin sentimental de las mujeres desde la Ilustracin hasta nuestros das
sigue centrada fundamentalmente en el discurso patriarcal de las virtudes
propias del sexo femenino, el cuidar al otro y el sacrificio en nombre del amor.
Como sostiene Marcela Lagarade estamos cautivadas por el cautiverio. Es n el
terreno del amor donde mejor se expresa en encantamiento de las mujeres en
torno a valores, preceptos y mitos que son patriarcales (2005: 432).
A pesar de los cambios profundos conseguidos en el siglo XX por el movimiento
feminista, las mujeres, en mayor medida que los hombres, asumen ese modelo
de amor y de romanticismo que nos hace ordenar nuestra biografa y nuestra
historia personal en torno a la consecucin del amor. Muchas mujeres buscan
an la justificacin de su existencia dando al amor un papel vertebrador de la
misma, concedindole ms tiempo y ms espacio imaginario y real. A lo largo
de los ltimos tres siglos la socializacin diferencial en el amor ha sido clave
para mantener las relaciones de poder entre los sexos y perpetuar la identidad
de gnero que nos subordina.
La manera que tenemos de relacionarnos en el espacio de lo personal no deja
de ser un reflejo de un sistema fundamentado en las relaciones de poder entre
los sexos. As, el amor en Occidente es una emocin construida sobre las bases
de dominacin poltica, econmica y social propias de un sistema patriarcal y se
reproduce y retroalimenta desde estos espacios.
Igualmente la ciencia androcntrica y las perspectivas biologicistas y
esencialistas acerca del amor nos han hecho pensar que tales peculiaridades
eran inmutables por su carcter natural. Por ende, dicha ciencia es un buen
aliado del patriarcado desde donde las conceptualizaciones acerca del amor
siguen etiquetando y discriminando a las mujeres. Hoy por hoy nos
encontramos con el reto de hacer frente a disciplinas, como la psicologa y la
biologa, que han generado las patentes sobre el estudio del amor que nos
han hecho flacos favores. Es tarea del feminismo seguir abriendo nuevas lneas
de investigacin interdisciplinares donde las ciencias sociales tengan cabida. Es
de vital importancia entender el amor desde una perspectiva constructivista
para acabar con la doblegacin de las mujeres en los asuntos amorosos. Como
hemos podido comprobar el feminismo s ha generado un discurso crtico que en
todo momento, en los diferentes contextos histricos, se ha enfrentado al
pensamiento hegemnico y machista, pero bajo mi punto de vista el trabajo que
queda por hacer en este campo de conocimiento an es mucho.
El ideal de amor romntico en las relaciones de pareja ya es una relacin de
violencia machista en s misma en tanto en cuanto, como se ha tratado de

48

explicar a lo largo del presente estudio, supone una redistribucin desigual del
amor y una subordinacin de las mujeres en el establecimiento de una relacin
de poder entre los sexos. As, la construccin de la subjetividad femenina a
partir de un imaginario de amor patriarcal ya es un acto de violencia
machista17. La existencia del imaginario patriarcal de amor romntico es
determinante en la construccin de la subjetividad tanto masculina como
femenina y en su relacin con la violencia machista en las relaciones de pareja.
En la subjetividad masculina por el poder que les transfiere a los hombres de
control sobre las mujeres, y en la subjetividad femenina por la situacin de
doblegacin en la que nos coloca. No nos encontramos ni mucho menos ante
un amor inocente.
Habiendo excluido en esta investigacin el tratamiento de las diferentes
violencias que este modelo lleva implcitas, ya que no era el caso que nos
ocupaba, podemos concluir lo siguiente: el que las parejas heterosexuales
establezcan su relacin a partir de los principios de amor romntico no significa
que vaya a darse el ejercicio de la violencia machista en ella. Por el contrario, lo
que s podemos afirmar es que, cuando se da una relacin de violencia
machista el tipo de relacin responde en gran medida al modelo de amor
romntico.
El posible camino de investigacin que podemos seguir en este campo para no
cesar en la fundamentacin cientfica acerca de la relacin entre el modelo de
amor romntico y la violencia machista, es el estudio en profundidad de la
historia de la violencia patriarcal y el contexto de los modelos amorosos con los
que se relaciona. Es de vital importancia generar un pensamiento riguroso
acerca de esta materia para as, desmontar los falsos mitos de amor en los que
nos socializamos y dar luz a otros discursos que enfrenten al pensamiento
hegemnico. Y por supuesto, con todo ello, para mejorar la intervencin con
las mujeres que sufren las violencias machistas en manos de sus parejas. Hay
un proyecto alternativo para amar en libertad, se llama feminismo. Y slo a
travs de ste podemos seguir investigando para devolver a las mujeres lo que
el patriarcado nos ha usurpado, la libertad de decidir cmo amar al otro.

17

Violencia que Pierre Bourdieu categoriza, en su obra La dominacin masculina, como violencia
simblica explicando que sta es la fuerza que ejerce el mundo social sobre cada sujeto imprimiendo
en su cuerpo un verdadero programa de percepcin, apreciacin y accin que, en su dimensin sexuada
y sexuante funciona como una naturaleza. As, las mujeres, cuerpos sexuados, asumen su
correspondiente lugar en la sociedad como dominadas por lo hombres, respondiendo a la histrica y
arbitraria redistribucin de poder entre los sexos. As, podemos decir que donde hay dominacin, hay
violencia.

49

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