Amor Romántico, Amor Patriarcal y Violencia Machista. Una Aproximación Crítica Al Pensamiento Amoroso Hegemónico de Occidente. Mónica Saiz
Amor Romántico, Amor Patriarcal y Violencia Machista. Una Aproximación Crítica Al Pensamiento Amoroso Hegemónico de Occidente. Mónica Saiz
Amor Romántico, Amor Patriarcal y Violencia Machista. Una Aproximación Crítica Al Pensamiento Amoroso Hegemónico de Occidente. Mónica Saiz
ENCONOMICAS Y EMPRESARIALES
NDICE
1. INTRODUCCIN
2.1. Objetivos
5
5
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5. CONCLUSIONES
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6. BIBLIOGRAFA
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1. INTRODUCCIN
El amor es fuente de una amplia produccin comunicativa en el orden de la
vida cotidiana individual y social. En el mbito acadmico es principalmente tema de
estudios psicolgicos y filosficos. Sealan Sarah Corona y Zeyda Rodrguez que el
amor, ubicado en lo profundo del ser y vinculado con el mundo emotivo, ntimo,
inmaterial, pareciera ser una emocin autnoma, incontrolable, natural, sin nexos con
la construccin social de la cultura. Por ello, para estas autoras, pensar el amor en las
ciencias sociales es esencial como una forma de aceptar la subjetividad en el campo de
los estudios culturales. El anlisis de lo amoroso puede proporcionar pistas para
comprender el amor, no slo como estado interno, sino como la relacin de la
experiencia ntima con las instituciones, la sociabilidad y el poder (2000: 49).
Este trabajo parte de la idea de que el modelo de amor romntico, tanto por su
conceptualizacin como por la educacin y experiencias amorosas que promueve,
forma parte intrnseca de la subordinacin social de las mujeres con respecto a los
hombres. Este patrn de amor entre parejas heterosexuales responde a una
construccin social patriarcal propia de Occidente en los ltimos siglos, que jerarquiza
la estructura social en funcin del sistema sexo-gnero, convirtiendo a las mujeres en
objetos de amor resultantes de esta relacin de poder. En el presente trabajo se ofrece
la revisin del pensamiento amoroso instaurado en la Modernidad en Occidente, a
partir de algunas de las lecturas feministas acerca de esta concepcin amorosa. Desde
sta se intenta esclarecer cul es el origen de esta construccin sociocultural, as como
mostrar la relacin de este modelo de amor con la violencia machista ejercida en las
relaciones de pareja en la actualidad.
El concepto de amor romntico no slo no es ajeno a la socializacin de gnero
sino que es impulsado y sostenido por sta y la construccin social de este tipo de
amor se ha fraguado desde una concepcin patriarcal asentada en las desigualdades
de gnero, la discriminacin hacia las mujeres y la sumisin de stas a la
heterosexualidad como nica forma de relacin afectivo-sexual (Ruiz Repollo, 2009:
46). As, como resultado de este pensamiento hegemnico nos encontramos ante el
reto feminista de analizar el amor y cuestionar un sentimiento del que parece
socialmente se tiene miedo de racionalizar y perder as toda su magia. Este malestar
provocado por la indagacin en una de las principales verdades occidentales, el
amor, es probablemente una de las razones que explican que se haya producido
comparativamente poca reflexin cientfica al respecto, al menos desde un punto de
vista crtico (Esteban, Mari Luz, 2008: 158). En el mbito cientfico han primado las
lecturas naturalizadoras y esencialistas desde teoras biolgicas y psicolgicas que han
dado la espalda a la concepcin constructivista de este fenmeno. As, el
reduccionismo y determinismo de estas aproximaciones, que hablan de las emociones
como si fueran hechos dados y universales, pre-culturales, generan y refuerzan ideas
que consolidan el orden social desigual imperante donde las mujeres nos hemos
llevado la peor parte.
2.1. Objetivos.
General:
Relacionar el amor romntico con la violencia ejercida contra las mujeres en las
relaciones de pareja heterosexuales a partir de la construccin de un discurso
feminista que lo fundamente cientficamente.
Especficos:
Conocer el origen histrico y cultural del modelo de amor romntico.
Trascenderla la lectura biologizada y psicologizada del concepto de amor
romntico.
Visibilizar cmo el amor se nos muestra como algo personal y privado pero es
una cuestin social y poltica.
Establecer una relacin entre el modelo de amor romntico y las relaciones de
poder entre los sexos desde una perspectiva social.
Reflexionar sobre el modelo como constructor social patriarcal a partir de los
discursos feministas clsicos y modernos que hacen alusin al mismo.
trascendencia para el matrimonio por lo que los hombres y algunas mujeres solan
tener amantes con quienes s compartan un apego amoroso. (Bosch, Esperanza, A.
Ferrer, Victoria, Ferreiro, Virginia, Navarro, Capilla, 2013: 123). El matrimonio como
nos recuerda M Isabel Gascn, ha sido a lo largo de la historia la cdula bsica sobre
la que se asentaba la sociedad, manteniendo unas estructuras que aseguraban el
orden y el buen funcionamiento del entramado social: garantizando la reproduccin
biolgica y social de los individuos, permitiendo establecer la legitimidad de la madre y
los/as hijos/as y asegurando la legitimidad del linaje y la transmisin patrimonial, pero
el amor quedaba excluido de estos planteamientos (2009: 18). Es con la llegada del
amor romntico cuando el matrimonio se convierte en una demostracin de amor con
la reestructuracin social que esto conlleva.
As, en los dos ltimos siglos el amor ha tenido un papel central en Occidente
en la configuracin del individuo moderno, mediante la delimitacin entre lo externo y
lo interno y el afianzamiento de la toma de concienciacin individual. De esta forma,
los antiguos lazos comunitarios se diluyen y la familia (centrada en la pareja conyugal)
se convierte en un espacio de responsabilidad y valores cargado de sentimientos,
colocando la pasin amorosa en el centro de la reproduccin del sistema social, para lo
que era necesario una cierta domesticacin de la sexualidad (Esteban Galarza, Mari
Luz; Medina Domnech, Rosa; Tavora Rivero, Ana, 2005). Todo ello dentro de un
sistema de heterosexualidad obligatoria y compulsiva como el que ha llegado hasta
nuestros das1. Un proceso donde la reformulacin del sujeto y la redefinicin de las
desigualdades entre mujeres y hombres han estado y estn estrechamente articuladas.
(Esteban Galarza, Mari Luz; Rosa; Tavora Rivero, Ana, 2008: 59-73).
Y en qu estaba basado este nuevo ideal patriarcal de relacin amorosa?
Isabel Morant y Mnica Bolufer, sealan que en este nuevo amor deba intervenir la
inteligencia y el criterio moral del hombre y de la mujer ya que es un amor que evala
las cualidades de la persona amada, que lo hacen deseable, y donde la razn de ellas
se compromete (1998: 112). Bajo el juicio de la razn y de la inteligencia se legitimarn
los mandatos de gnero establecidos arbitrariamente por los hombres ilustrados. Un
sentimiento amoroso, por tanto, que al ser reconocido y reproducido conceda calidad
moral a la persona que amaba, reforzando y exaltando sus hbitos. As, el discurso
sexista del amor fue aceptado socialmente en tanto en cuanto dotaba a los seres
humanos de cierta trascendencia. De esta manera, con este nuevo razonamiento, el
pensamiento ilustrado tena bien justificado y atado el sino de las mujeres en la
sociedad, Isabel Morant y Mnica Bolufer (1998: 211) nos recuerdan, recogiendo las
palabras de J. Marchena, que:
A las mujeres se las capacitaba para las funciones de terneza y amor, es decir,
para las obligaciones morales y sentimentales que se les otorgaba, en teora
una superioridad moral basada en su natural empata, en la capacidad que se
1
por tanto ms responsabilidad que a los hombres en el trato amoroso. Estas mismas
historiadoras rescatan como ejemplo de este discurso el ensayo publicado por A. L.
Thomas en 1772, Essai sur le caracteres, les moeurs et l esprit des femmes, que est en
la lnea de la literatura filosfica y las novelas de la poca, donde el autor afirmaba que
las mujeres eran de una naturaleza sensitiva particular, que estaban hechas para el
amor tierno y sacrificial y que encontraban en ese sentimiento el encanto y el
inters de su vida, la clave de su existencia moral. (1998: 212). As pues, la filosofa
que desarroll A.L. Thomas es un fiel ejemplo del pensamiento que se estaba gestando
en las lites cultivadas del siglo, responsables de la revolucin intelectual que dara
paso a la Modernidad y con ella, al nuevo sentido de la vida, un sentido de la vida que
fragmentaba al ser humano por su condicin sexual y otorgaba a las mujeres el sino de
la esclavitud amorosa, donde la violencia machista tambin se vio legitimada en
discursos como el de Rousseau el cual sostena:
Si el destino de la mujer es agradar y ser subyugada, se debe hacer agradable al
hombre en vez de incitarle; en sus atractivos se funda su violencia, y por ello es
preciso que encuentre y haga uso de la fuerza (). De ah el acometimiento y la
defensa, la osada de un sexo y el encogimiento del otro, la modestia y la
vergenza con que la naturaleza arm al dbil para que esclavizase al fuerte
(Rousseau, 1983: 500-501).
Evidencia as, la relacin de poder entre el fuerte y la dbil y justifica el uso de
la violencia ante lo que Rousseau consideraba, la provocacin de las mujeres.
Manifestaba por ende, que una de las cualidades de la virilidad era la violencia y
haciendo honor a ella debera usarla hacia su esposa si fuera preciso. La inferioridad de
las mujeres respecto a los varones lo justificaba y su eterna minora de edad y
consecuente obediencia y sumisin a los esposos lo perpetuaba. En palabras de la
filsofa feminista Luisa Posada La violencia contra las mujeres entra como referente
normativo en el discurso de la modernidad (Posada, 2001: 15).
Las distintas y naturalizadas caractersticas propias de mujeres y hombres que
subyacen del modelo dicotmico masculinidad-feminidad, y la idea de
complementariedad de los mismos, fueron desde donde se alz la unin heterosexual
determinante para la Modernidad. Parece que de esta manera quedaba zanjada la
vieja polmica de los sexos opuestos y sobre la inferioridad de los mismos, puesto que,
segn afirmaban los pensadores ilustrados, ya no habra jerarqua sino
complementariedad entre ellos. El mdico francs Joseph Vigarous se haca eco de
Rousseau y afirmaba que hombre y mujer son el mismo ente dividido en dos mitades
separadas; a la una le acompaa la fortaleza y la rudeza, y a la otra la debilidad y
dulzura: estas cualidades aisladas, nada son por s, pero reunidas se sostienen y
templan mutuamente (Vigarous, 1807: 9). Con esta concepcin de
complementariedad de los sexos en el terreno amoroso no hara falta coaccionar a las
mujeres para llevar a cabo sus obligaciones en relacin a los hombres, sino que
asumiendo estas convicciones incuestionables, por la naturalizacin de las mismas,
esto es, simplemente siguiendo las indicaciones de su propia naturaleza, se
acomodaran sin violencia a los nuevos papeles. Jean-Jacques Rousseau, expresara la
hembra es hembra durante toda su vida, o por lo menos durante toda su juventud;
todo la atrae hacia su sexo, y para desempear bien sus funciones precisa de una
constitucin que se refiera a l (Rousseau, 1983:504). De esta manera, adjudicaran a
las mujeres cualidades que se consideraban propias de su cuerpo reproductor como la
ternura, el cuidado, la atencin de los dems, la educacin de las emociones, en
definitiva, la servidumbre emocional hacia la humanidad y ms concretamente hacia
los hombres. A partir de este momento, como explica Amelia Valcrcel (2004: 22),
quedarn solidificadas muchas de las nociones comunes, en el mal sentido, que
manejamos en la actualidad y que se nutren del discurso misgino de aquella poca,
donde se descalifica a la totalidad de las mujeres a base de suponerle rasgos
menospreciables generalizados para todas. En palabras de Marcela Lagarde,
El amor burgus invent a las madresposas () mujeres especializadas en ser
madres y ser esposas, mujer cuyo sentido central en la vida es encontrar un
buen hombre o malo () para hacer la vida con l, y para tener hijos con l, y
para hacer una familia con l. Son tres los mandatos de las madresposas: ligarte
sexo-afectivamente con un hombre, realizar la maternidad y fundar una familia.
En la modernidad las madresposas ya hacen tambin otras cosas, pero esas
otras cosas que hacen son de pegoste, no son lo vital para ellas. Lo vital para su
identidad femenina son estos tres mandatos (2005: 401-402).
No se trata ni mucho menos de establecer una relacin negativa entre mujer y
maternidad, sino de visibilizar cmo esta relacin es una construccin social que ha
sido naturalizada aumentando as las probabilidades de la opresin de las mujeres y su
situacin de vulnerabilidad social.
Igualmente, con este amor romntico estamos ante un pensamiento amoroso
que conlleva una ideologa que, como argumenta Mari Luz Esteban, aunque puede
adoptar diversas formas dependiendo de los contextos, tiende a enfatizar y dirigir la
emocionalidad como virtud humana situada muy por encima de otras (solidaridad,
justicia, libertad, etc.) tendiendo a acentuar el amor frente al resto de facetas. (2011:
44). Este pensamiento propio de la modernidad se convierte as en uno de los ejes
centrales de la vida, y se comienza a creer en un amor que incita a la bsqueda de la
trascendencia, incluso de la felicidad, a travs de ste y sus mandatos.
Pero este modelo de amor hasta ahora descrito no fue el nico, no domin sin
contestacin ni debate. Aunque acabara formando parte del sentido comn de la
burguesa liberal del siglo XIX, estuvo en liza con otros planteamientos que rebatan la
diferencia entre los sexos.
10
mujeres limitndolas a una vida cuya existencia deba de estar centrada en los asuntos
privados. As nace el feminismo y con l la crtica al amor romntico impuesto por la
Modernidad Occidental y que intentaremos recoger en este apartado.
No olvidemos que el amor, en su vnculo con el matrimonio y la familia sufre
una institucionalizacin que reserva a las mujeres la adjudicacin de determinadas
funciones sociales, psicolgicas y afectivas, y les priva y sanciona ante el ejercicio de las
competencias que les son consideradas como opuestas a las suyas. Esta dicotoma
reguladora de la existencia de los hombres y las mujeres en aras de un orden social,
ser puesta en cuestin por grandes tericas y activistas feministas desde el siglo XVIII
hasta nuestros das. Irremediablemente el amor romntico es el que ha llegado hasta
nosotras, el que nos ha tocado vivir, y su larga vida no se merece menos que la revisin
de sus crticas por parte de la teora feminista. Si el estado de enamoramiento parece
un fenmeno engaoso y fascinante por natural y universal, lo que no lo puede
parecer tanto es el tratamiento que hemos ido dando a este complejo sentimiento
(Pereda, 2001: 9). As, las feministas que hablan sobre el amor en las parejas
heterosexuales evidencian estos tratamientos como sexistas y discriminatorios para las
mujeres, y ofrecen una perspectiva liberadora de las cadenas del amor.
La crtica feminista que deconstruye el pensamiento del amor romntico vara
en funcin del contexto social, econmico y poltico de la autora. As, veremos una
evolucin en el discurso la cual est sujeta a dichos cambios contextuales, pero
permanecer en todo momento un denominador comn, lo crtica a lo que
denominaremos la divisin sexual del amor. Con esta conceptualizacin2 pretendo
clarificar que cuando hablamos de amor estamos hablando de mucho ms de lo que se
entiende por amor, estamos hablando de un problema social y poltico. El amor en
nuestra cultura occidental no significa lo mismo para las mujeres que para los
hombres, no conlleva una relacin de reciprocidad, por el contrario la redistribucin de
la carga amorosa compete en mayor medida a las mujeres por el mero hecho de serlo,
lo cual aboca a vidas en desigualdad. Cuando hablamos de amor, hablamos de
patriarcado y cuando hablamos de patriarcado, hablamos de una distribucin desigual
del poder entre hombres y mujeres. El amor no debe ser analizado exclusivamente
como una emocin sino que ha de ser observado como un elemento clave de un
entramado heteropatriarcal mucho ms complejo. Toda teora reduccionista sobre el
amor como sentimiento propio de las experiencias personales, es un intento de
mantener un orden social impuesto que subordina a las mujeres.
Somos herederas del modelo de amor romntico, explicado anteriormente,
pero tambin de todo un legado feminista y una lucha de insumisin terica al
respecto en el que nos detendremos para darle su lugar y visibilizar alternativas.
Comenzaremos nuestra revisin con Mary Wollstonecraft (1759- 1797), autora del
texto Vindicacin de los derechos de la mujer e iniciadora del feminismo del siglo XVIII.
M. Wollstonecraft, filsofa inglesa que vive en el contexto de la Ilustracin, ya habla de
amor y de las relaciones de pareja entre mujeres y hombres polemizando con el
2
Apunta la filsofa feminista Celia Amors en su obra Hacia una crtica de la razn patriarcal (1985) que
conceptualizar es politizar y advierte sobre la importancia de analizar bien tericamente una realidad
determinada para poder luchar acertadamente contra sus causas.
11
12
13
a los hombres para que renuncien a la esclava sexual y domstica que tienen en sus
hogares. Para ello, les conducir a reflexionar sobre el tipo de relacin amorosa que se
establece con un ser inferior, en tanto en cuanto las mujeres carecan de estudios y de
un trabajo digno que les permitiera desarrollarse intelectualmente y como seres
maduros. Les har ver qu tipo de relacin amorosa se puede mantener con una
persona cuyo nico objetivo en la vida es conquistar al hombre, cuyo nico fin es el
matrimonio. Hablar de este vnculo como algo que solo poda conducir a la asfixia de
los esposos (2003). Finalmente, y siguiendo con la reivindicacin de la emancipacin
de las mujeres, en 1869, escribir su obra feminista ms importante, La sujecin de la
mujer, donde sigue dejando claro su total rechazo al matrimonio y a la idea de la
complementariedad que lo rega. Igualmente J. S. Mill denunciar el riesgo de las
mujeres dentro del matrimonio a ser humilladas, agredidas y asesinadas (y sin poder
denunciarlo). Ana de Miguel, seala que ya el pensador ingls aluda a la violencia
machista en las relaciones de pareja denunciando cmo en la Inglaterra del XIX un
respetable caballero poda matar a su esposa sin temer ningn castigo legal por ello.
Pero igualmente Ana de Miguel seala que aunque ya se reconoca de manera
implcita la violencia que los hombres ejercan contra las mujeres en el mbito
domstico, no se tematizara como un problema separado y especfico de reflexin.
Sostiene que las denuncias contra la brutalidad masculina en los hogares aparecern
como adjetivos o la compaa inseparable de una condicin que se lleg a calificar de
esclavitud (Miguel, Ana de, 2005: 5).
Harriet Taylor y John Stuart Mill recogieron la herencia de la primera ola del
feminismo y asentaron las bases del sufragismo que, en palabras de Ana de Miguel
(2005: 5) centraron buena parte de sus esfuerzos en la lucha por sacar a las mujeres
de las jaulas doradas del matrimonio.
Tras las sufragistas nos topamos con el contexto de la revolucin industrial
donde las mujeres comienzan a compatibilizar las tareas domsticas con el trabajo
asalariado y con ello, llegan otras demandas y discursos feministas. Se abre un discurso
feminista obrero, que manifiesta que la situacin de las mujeres obreras no tiene nada
que ver con la de las mujeres burguesas, estando atravesadas por diferentes
circunstancias. Y efectivamente as era, aunque en temas como en el del amor podan
encontrarse en puntos comunes. A pesar de que el ideal de amor romntico naci en
la burguesa, segn la crtica marxista, para asegurar la transmisin de los bienes en el
seno familiar, es un modelo que calar a toda la sociedad, incluida a la clase proletaria.
Flora Tristn (1803-1844), feminista socialista que marcar la divisin entre el
feminismo ilustrado y el feminismo de clase, tambin es una de las pensadoras
feministas que nos aporta crtica sobre los asuntos del matrimonio y la situacin de las
mujeres en el contexto amoroso. Podramos decir que F. Tristn como socialista hace
una crtica al matrimonio burgus, denunciando las relaciones de conveniencia y como
ilustrada sabr apuntar a la educacin diferencial que discriminaba a las mujeres en el
contexto amoroso. Ella reconoce que el matrimonio es un camino engaoso para ellas
las cuales buscan en l una vida acomodada. As, discrepa sobre el imaginario colectivo
que se haba levantado en torno a las relaciones amorosas y al matrimonio,
considerando que eso no era verdadero amor. Yolanda Marco, su autobigrafa seala
14
Folleto donde se sintetiza su ideario o programa de reformas a favor de la clase proletaria; obra
fundamental de la biblioteca de Marx.
15
consecucin de una comunidad nueva sujeta a una nueva moral sexual. Para A.
Kollontai la moral sexual responde a una estructura socioeconmica por lo que amar
es una cuestin poltica. Sus reflexiones ponen de manifiesto la idea de que el amor no
es algo exclusivo de la experiencia individual sino que debe ser un proyecto poltico,
social, econmico y comunitario. Un tajante alegato para su poca que acabar
conectando con el discurso feminista radical de los venideros aos setenta en EE.UU. y
con muchas de las posturas de hoy en da.
A. Kollontai plantear nuevas formas de relaciones amorosas e invitar a las
mujeres a poner el amor en segundo plano y lo har a travs de dos obras, La mujer
nueva y la moral sexual, publicada en 1918, y El amor en la sociedad comunista,
publicada en 1921. Estos escritos dejan constancia de la evolucin cualitativa de su
propio discurso, ya que en La mujer nueva y la moral sexual hace una aguda y
profunda crtica al problema del amor y de la moral sexual burguesa y, dos aos ms
adelante, en El amor en la sociedad comunista, el tema adquiere segn J. Andrade una
mayor significacin, porque ya no se trata de una crtica de la moral de una sociedad
agotada, sino de la creacin de un nuevo tipo de vida (2000: 10).
En estas obras observamos como el pensamiento feminista va evolucionando, y el
tema concreto del amor adquiere otras connotaciones. Lo que en el siglo XVIII se
entenda por amor libre queda superado con el discurso de A. Kollontai que no
pretende cambiar las reglas de juego del matrimonio, sino eliminarlo. Llega una nueva
idea de amor libre. En palabras de Ana de Miguel,
Segn el diagnstico de Kollontai la unin libre surge como una alternativa al
matrimonio legal y para muchas sufragistas, abandonadas al individualismo
burgus, se plantea como la gran solucin a la crisis sexual. Cada mujer ha de
luchar para vivir en libertad su historia amorosa (). El llamado amor libre es,
debe ser algo ms que un mero cambio de lazos formales o externos de la
pareja, debe implicar un cambio en el contenido mismo de las relaciones () La
unin libre debe basarse en el respeto y reconocimiento mutuo de la
individualidad y la libertad del otro (2001: 47)
A. Kollontai contempla la crtica del amor por parte de las sufragistas como algo
moderado que no cambiara las cosas, la cuestiona por ser un planteamiento que slo
quiere cambiar la forma pero no el contenido. Ella sin embargo, ve dos efectos nocivos
del matrimonio que justifican su erradicacin, el primero, su indisolubilidad,
concepcin que niega la variabilidad de la psique humana, el poder equivocarse, y el
segundo, su carcter de propiedad, de posesin absoluta. Seala que la idea de la
posesin no deja libre al `yo`, no hay momento de soledad para la propia voluntad, y,
si a esto se le aade la coaccin ejercida por la dependencia econmica, ya no queda ni
siquiera `un pequeo rincn` propio. (2000: 70). Ambos principios suponan un
atentado contra la libertad y el desarrollo personal de las mujeres. As, propone la
unin libre como nueva forma de relacionarse donde se niegan los derechos de
propiedad que el amor burgus conceda sobre el cuerpo y el alma de la persona
amada e invita a amar sin exclusividad. La unin libre supondr mutuo respeto a la
individualidad y a la libertad del otro/a, lo que entraa el rechazo de la subordinacin
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fusionarse con el sujeto soberano; para ella no hay ms salida que perderse en
lo que considera absoluto, lo esencial (2005: 812)
Beauvoir atiende al contexto social, poltico y econmico en la que se
encuentran las mujeres donde se hacen seres dependientes de los hombres quedando
atrapadas en ellos. Beauvoir acuar el trmino de ser para el otro para explicar
como la historia y el presente han construido a las mujeres como un bloque de
idnticas respondiendo a una identidad femenina tradicional que encuentra su deseo
es servir y responder a las exigencias del amante. As, insiste en la idea de que slo si la
mujer existiera para-s podra tener unos fines propios sin intermediarios (2005:
836). Veremos ms adelante como Marcela Lagarde en la actualidad toma de
referente esta conceptualizacin de seres-para-otros en su crtica al amor patriarcal.
Beauvoir introduce un tema muy importante como es el de la dependencia en
el amor romntico, que veremos en siguientes apartados, cmo es determinante en la
problemtica de la violencia machista. Explica como las mujeres llegamos a la
dependencia a travs del endiosamiento de los hombres, de su idealizacin, algo que
tambin viene de la educacin. Hace una relacin del amor con la religin y argumenta
que al igual que adoramos a un dios donde encontramos lo absoluto, lo esencial,
adoramos al hombre el cual se nos presenta como una realidad suprema (2005: 810).
Entender as que muchas mujeres sentirn satisfaccin nicamente por el hecho de
amar y ser correspondidas, as se sentirn a salvo y protegidas. Pero la paradoja de
todo esto es que se entregarn al otro para ser salvadas y acabaran por negarse
totalmente. En palabras de Simone de Beauvoir, Engaada la mujer se refugia en lo
eterno. Divinizada por el amor del amo, cree haber sido siempre divina y haber estado
destinada al dios: ella sola (2005: 827). As, la dependencia se establece de una
manera sutil y no desptica. No caeramos en las trampas del amor con el ejercicio de
la fuerza directa de un tirano, es necesario por tanto este proceso de idealizacin
donde todo queda justificado.
Beauvoir apelar a la libertad de las mujeres y concluir que El da en que sea
posible a la mujer amar desde su fuerza, no desde su debilidad, no para huir de s, sino
para encontrarse, no para abandonarse, sino para afirmarse, entonces el amor ser
para ella como para el hombre fuente de vida y no de peligro mortal (2005: 837).
Pasados unos aos de la publicacin del Segundo Sexo, llegamos a la segunda
mitad del siglo XX donde, sobre todo a partir de los aos sesenta, coincidiendo con la
expansin del feminismo, el movimiento europeo y norteamericano pone en el centro
de su crtica las relaciones amorosas heterosexuales. Esta obra de Beauvoir influir
decisivamente en algunos grupos radicales norteamericanos surgidos a finales de esta
dcada que observarn en las relaciones de pareja relaciones de poder patriarcal. Al
hilo de la consigna de lo personal es poltico, para las feministas radicales, la opresin
de las mujeres no se deba exclusivamente al capitalismo y a las relaciones de poder
propias de este sistema, para ellas el patriarcado no estructuraba nicamente el
mbito pblico sino tambin las relaciones interpersonales. (Esteba, 2011: 141-142)
20
Todos los pasos que las mujeres haban dado en el espacio pblico se desandan
para de nuevo ser encerradas en los hogares bajo viejas y conservadoras ideologas.
Seala Alicia H. Puleo que Betty Friedan, reconociendo su deuda con Simone de
Beauvoir, exigi la universalizacin de los principios liberales para extender sus
beneficios a las mujeres: libertad, autonoma y realizacin personal (1996: 281).
La psicloga social feminista Betty Friedan (1921-2006), interesada por el
forjamiento del yo de las mujeres, publica La mstica de la feminidad en 1963, y
habla del problema que no tiene nombre cuya causa se hallaba en la mstica de la
feminidad de corte funcionalista y psicoanaltico generadora de alienacin. El
problema al que se refera la autora en esta obra es al encarcelamiento psicolgico y
social que padecan las mujeres en los aos cincuenta en su rol de esposas y madres.
La mstica de la feminidad afirma que el valor ms alto y la nica misin de las mujeres
es la realizacin de su propia feminidad fundamentada en dichos roles. Las mujeres en
estos aos de postguerra, se vieron abocadas a un destino no elegido, de nuevo,
preparado por el patriarcado, crecer y madurar para amar al otro. ngeles J. Perona se
refiere a la obra de Friedan y seala:
Las mujeres aparecen definidas y narradas nica y exclusivamente como
amas de casa: esposas y madres; a esto se reducen las fuentes de su
identidad personal. Adems, se consideran de suyo desinteresadas por todo
lo que ocurre fuera de los muros del hogar, por todo lo que tiene que ver con
la cosa pblica. Tal y como lo presenta Friedan, estas mujeres eran vctimas
de lo que hoy llamaramos una heterodesignacin, esto es, una designacin
de su identidad que las mujeres no se haban dado a s mismas, sino que les
vena ya elaborada e impuesta por otros (2005: 18).
Friedan sigue la lnea de Simone de Beauvoir al explicar que bajo la presin
socializadora, las mujeres se alejan de s mismas para amar y cuidar a los hombres bajo
espacios institucionalizados como el matrimonio y la familia. As, la dicha suprema de
las mujeres la encontraran en el reconocimiento por parte del amado y de la sociedad
que vea en esta heteronormatividad algo ms que deseable. De nuevo el tringulo de
amor, matrimonio y familia aparece en el discurso poltico como estrategia de
crecimiento econmico y reorganizacin social tras la guerra.
Como venimos viendo a lo largo del presente trabajo, la doblegacin de las
mujeres no se impone desde la tirana, sino que se ha llevado a cabo a lo largo de la
historia de maneras muy sutiles, haciendo alusin a lo virtuoso, a lo socialmente
deseable, a lo que nos honra, al amor. As, en estos aos cincuenta, la literatura (arma
patriarcal histrica) gestara innumerables libros acerca de cmo ser una feliz esposa y
madre, la educacin se responsabilizara de ensearles los ntegros valores femeninos,
los medios de comunicacin de vender la feminidad para llegar a la madurez. En
definitiva, la sociedad norteamericana se articul a todos los niveles y en todos los
espacios para conseguir la adaptacin de la mujer a esta feminidad que hunda a las
mujeres en la soledad y la depresin. Friedan sostendr:
21
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23
Sulamith Firestone le dedica La dialctica del sexo a Simone de Beauvoir a la que se refiere como la
que ha conservado su integridad
24
Ha de considerarse que esta definicin del amor romntico presenta principalmente dos problemas: el
primero, el riesgo de caer en etnocentrismos y falsas universalidades a la hora de conceptualizar y
definir el amor desde una visin transcultural; y el segundo, la dificultad de traducir categoras relativas
a las emociones de unas culturas a otras.
25
complemente como seres humanos y nos llene esa carencia que hemos de cubrir en
nuestro proyecto de vida. En las relaciones que las mujeres establecen con sus parejas,
y tambin en las relaciones que los hombres establecen con las mujeres, existe
siempre un conflicto que puede llegar a definir la vida de la pareja. Es el conflicto entre
el mito y la realidad el cual se produce ya que la mayor parte de las mujeres cultivamos
una mitologa amorosa como pieza fundamental de nuestra concepcin del mundo. La
sociedad fomenta activamente entre las mujeres una mitologa amorosa. Estos mitos
juegan en contra de las mujeres en las relaciones reales y las colocan en situaciones de
vulnerabilidad y doblegacin con respecto a los hombres en particular y con respecto
al mundo en general.
Marcela Lagarde explica que existen tendencias importantes de mujeres
contemporneas que se rebelan o se oponen a estos esquemas del amor para toda la
vida separando amor, sexualidad y procreacin (no esperar al hombre de tus sueos, el
contar con varios amores en una biografa amorosa, encuentros breves, separaciones,
divorcios, etc.) lo cual es sntoma de que van recorriendo su propio camino y
avanzando en nuevos modelos (2008). No obstante, a pesar de que la sociedad va
aceptando aparentemente estas nuevas formas, sigue siendo muy crtica con las
mujeres cuyos patrones de vida no encajan en el imaginario (amor romntico centrado
en la pareja conyugal) etiquetndolas de solteras con un tufillo de estigma. As, a
pesar de las nuevas posibilidades que las mujeres tienen para erigir su propio proyecto
vital (impensable en siglos pasados), la sociedad sigue culpabilizndolas si no
responden a los mandatos de gnero propios de este pensamiento amoroso y por
generar nuevas frmulas de desorden social. No olvidemos que hablamos de un
desafo al amor patriarcal cuya organizacin social es la base del patriarcado
occidental contemporneo. El amor hace referencia a las capacidades de los seres
humanos (poderes) para hacer y rehacer su especie () como existencias sociosexuales individualizadas y personificadas (Jnasdttir, 1993: 311). Por ende, cuando
las mujeres deciden salirse de los papeles que les son propios suponen una amenaza
al sistema y son castigadas socialmente con la crtica, la discriminacin y el exilio social.
La heteronormatividad que impregna la moral pblica vela por la estructura7 que a su
vez determina las identidades sociales y los destinos de los cuerpos sexuados. Pero las
mujeres podemos considerarnos cada vez ms trasgresoras atrevindonos a vivir de
otras maneras, adquiriendo la calidad de pactantes y construyendo nuevos paradigmas
amorosos, en el cual seamos humanas y ciudadanas. Con el paso del tiempo y lo
aprendido por la historia apostamos por nuevos vnculos que nos fortalezcan y que no
nos mantengan en la opresin.
Pierre Bourdieu habla de las estructuras estructurantes por ser estructuras a partir de las cuales se
producen los pensamientos, percepciones y acciones de los individuos. As, la heteronormatividad como
estructura social transmite unos pensamientos, percepciones y acciones dirigidas a la reproduccin de la
misma, dndose una correspondencia entre las estructuras externas y las internas, quedando as
legitimada. Al salirte de este marco socializador la penalizacin y el castigo social se convierte en una
realidad.
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Recordemos que se ha sugerido ya aqu cmo esta idea est presente en el pensamiento de Alejandra
Kollontai que adverta del conflicto que las mujeres tendran consigo mismas cuando tienen una mirada
en lo que son y otra en lo que les gustara ser.
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El amor que todo lo arrasa se lleva por delante buena parte de la humanidad
de las mujeres: su razn, su entendimiento, su albedro y su poder de
autogestionar. Educadas para gustar y seducir, para amar y obedecer a quienes
aman (porque el amor es poder y las relaciones de gnero vienen marcadas por
l(2013: 167/697).
Las mujeres y los hombres tenemos por tanto representaciones del mundo
interior y exterior diferente que nos marca y nos pone lmites y metas distintas y todo
ello ocurre en gran medida por lo que la sociedad y su cultura correspondiente
adscriben a uno y otro gnero. Como sostiene Charo Altable Vicario cada sexo y cada
cultura, tienen su propio edificio, red o mapa de representaciones y vivencias (2005:
155). Teresa del Valle tambin defiende este papel de la sociedad y de la cultura en la
construccin de este edificio de emociones y vivencias y seala la importancia de las
emociones y de las relaciones afectivas en esta socializacin (2002: 19-48).
Pero esta construccin histrica del amor es obviada por la ciencia occidental,
hegemnica y androcntrica al explicar en la mayora de los casos las emociones desde
teoras cientficas que predican que las emociones responden a la biologa, las
hormonas o las sustancias qumicas en general, y que stas son quienes gobiernan y
hacen evolucionar los sentimientos y deseos. Se produce de esta manera y en palabras
de P. Bourdieu una deshistorizacin9 que evidencia por tanto una falta de teorizacin
acerca del amor como constructo social, precisamente por la concepcin que se tiene
del mismo como algo natural en los seres humanos. Nos encontramos ante una actitud
esencializadora del sentimiento amoroso que refuerza la perpetuacin del sistema
patriarcal y la doblegacin de las mujeres en el amor. Como ya denunciaron algunas
feministas ilustradas y como apuntaron Betty Friedan, Simone de Beauvoir, Shulamith
Firestone, etc., la ciencia es androcntrica y patriarcal en la teorizacin del amor y esto
ha sido determinante para la asimilacin y el conformismo del sistema social y
nuestras propias vidas. Veamos a continuacin con ms detenimiento esta parte del
problema el cual es crucial para la deconstruccin cientfica del amor romntico y el
cambio social.
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reformen la estructura social construida sobre los cimientos de las relaciones de poder
entre los sexos.
En algunos foros de discusin sobre el tema, como por ejemplo en la lista de distribucin sobre
violencia de Mujeres en red, algunas de las participantes, como la profesora Josune Aguinaga, han
aportado esta posibilidad terminolgica (Bosch y Ferrer, 2002: 35).
32
los tres ltimos siglos en Occidente, tambin nacen algunos discursos acerca de la
violencia machista como algo natural en los hombres. Se legitimaba y excusaba
dndole carta de naturaleza al convertirla en algo intrnseco de la psicologa masculina.
De esta manera, el modelo de amor romntico, basado en la dominacin de los
hombres sobre las mujeres (un acto de violencia en s mismo, junto con la idea de la
naturalizacin de la violencia machista formaron un combinado perfecto para la
legitimacin de las relaciones de pareja basadas en el control y la violencia de los
hombres sobres las mujeres.
Ya en el siglo XVIII con la construccin de las identidades masculina y femenina,
en el marco de una nueva sociedad patriarcal Rousseau lleg a afirmar:
La blandura es la prenda primera y ms importante de una mujer; destinada a
obedecer a tan imperfecta criatura como es el hombre, tan llena a veces de
vicios y siempre cargada de defectos, desde muy temprano debe aprender a
padecer hasta la injusticia y a soportar los agravios de su marido sin quejarse;
debe ser flexible, y no por l, sino por ella. La acritud y la terquedad de las
mujeres nunca logran otra cosa que agravar sus daos y el mal proceder de sus
maridos, los cuales saben que son stas las armas con las que han de ser
vencidos (1762: 9)
Este discurso espeluznante de Rousseau deja claro que los hombres por su
condicin natural, ejercen violencia contra las mujeres, y aun siendo esto algo injusto
es inevitable precisamente por esta concepcin natural. Igualmente, responsabiliza a
las mujeres de provocar esta violencia con su terca forma de ser y las invita al
padecimiento y al aguante, haciendo honor a su blandura y carcter flexible.
Desgraciadamente no fue el nico en dar rienda suelta a esta ideologa. A esta forma
de naturalizar la agresividad masculina se sum tambin buena parte del aparato
terico del psicoanlisis, durante los siglos XIX y XX, el cual ha supuesto un refuerzo de
las ideas patriarcales. Para Freud, el masoquismo era tanto una condicin relacionada
con la excitacin sexual, como una expresin de la naturaleza femenina, siendo lo
femenino sinnimo de pasivo y lo masculino sinnimo de activo. Los psicoanalistas
ms ortodoxos todava hoy atribuyen a la psicologa femenina un carcter masoquista,
basado en la constatacin de su debilidad fsica, la posibilidad de ser violada, las
experiencias fsicamente dolorosas de la menstruacin y el parto, y su supuesto papel
pasivo en el acto sexual. (Alberdi y Matas, 2002: 66)
Pero la explicacin de la violencia machista como rasgo natural y fundacional
del ser viril aparece y se expande en Occidente, fundamentalmente en el siglo XX, con
una enorme fuerza de conviccin a travs de las ciencias mdicas y psicolgicas. Se
explica la conducta de los hombres como derivacin de la agresin natural del gnero
masculino y el sometimiento de las mujeres como rasgo tambin natural vinculado a la
pasividad de la hembra humana (Alberdi y Matas, 2002: 65). A esta forma de
naturalizar la agresividad masculina tambin ha contribuido la antropologa y la
sociobiologa de inspiracin darwinista que, buscando los orgenes de la diferenciacin
de gnero, encuentra en la evolucin la explicacin de las diferencias masculinas y
femeninas. Estas teoras explican la conducta violenta de los hombres en trminos de
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Violencia psicolgica
Accin,
normalmente
de
carcter verbal, que provoca
dao psicolgico o puede
provocar dao psicolgico en las
mujeres, actuando sobre su
capacidad de decisin. Influye el
empleo de mecanismos de
control y comunicacin que
atentan contra su integridad
psicolgica, su bienestar, su
autoestima o su consideracin,
tanto pblica como privada,
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Violencia fsica
Toda
accin
realizada
voluntariamente que provoque
o pueda provocar dao o
lesiones fsicas en las mujeres
que lo padezcan. Incluye el uso
de la fuerza fsica o de objetos
para
atentar
contra
su
integridad fsica y/o su vida.
Violencia sexual
Violencia econmica
Estas violencias son las que se hallaran ms directamente vinculadas con las
relaciones de pareja y amor romntico. (Bosch, Esperanza, A. Ferrer, Victoria, Ferreiro,
Virginia, Navarro, Capilla, 2013: 247). Dichas violencias son ejercidas por los hombres
hacia sus-mujeres a travs del ciclo de la violencia (Leonor Walker, 1979). Este
patrn cclico consiste en debilitar psicolgicamente a las mujeres, ensearles la
indefensin, la inseguridad en s mismas y la culpabilidad. A esto hay que aadir el
mandato de gnero que llevan las mujeres incorporado de salvar su relacin
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Como vemos esto no est muy alejado del discurso de Rousseau en el siglo XVIII que hemos recogido
en el apartado anterior.
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Segn Leonor Walker este modelo es aplicable, no a todas, pero si a muchas mujeres
que sufren estas relaciones de violencia, apuntando que pueden existir peculiaridades
en cada pareja (1998: 57). No vamos a entrar a explicar este ciclo de manera detallada,
se ha expuesto con la intencin de comprender cmo en este ciclo de violencia lo que
el maltratador tiene a su favor es la subjetividad y la identidad femenina genrica (que
favorecen el aguante de las mujeres), y como el modelo de amor romntico (cargado
de valores sexistas) se convierte en su mejor coartada. Parece que seguimos en la idea
de siglos pasados de que las mujeres somos las responsables del cuidado emocional y
todo aquello que tenga que ver con ello lo asumimos como algo propio,
incorporndolo como parte de nuestra identidad. Si las mujeres aguantan dichas
relaciones, a parte de por la complejidad del proceso psicolgico que conlleva, en el
que no pararemos en el presente trabajo, lo hace en gran parte por todos los valores y
creencias que con este modelo de amor hemos interiorizado.
En nuestro contexto cultural las desigualdades sexistas se basan en ltima
instancia, en la asignacin de diferentes derechos y obligaciones a las personas en
funcin del sexo y a la imposicin de una concepcin de roles de gnero que supeditan
a las mujeres a los hombres y les menguan su capacidad de autonoma. As pues, la
concepcin del amor que est insertada en el imaginario social es, a menudo,
transfondo de la violencia de gnero. Esta concepcin se basa en la idea del amor
romntico: un amor ideal, un amor de entrega total a una persona que muchas veces
construimos a nuestra medida, sin tener que ver con la realidad y que choca con la
necesidad de construir espacios para el ejercicio de la libertad individual. Asimismo,
dentro de esta concepcin cultural se considera que los afectos y los conflictos forman
parte de una relacin normal de pareja, sin embargo, esta forma de entender la
relacin puede llevar a muchas mujeres a construir su vida amorosa sobre la base de
una confianza ciega fruto de la idealizacin de la relacin y en consecuencia a
adaptarse, tolerar o negar conductas y situaciones que desembocan en un autntico
maltrato, en una violencia psquica y/o fsica (Caro Blanco, 2008: 216).
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El empoderamiento es el proceso por el cual las mujeres incrementan su capacidad de configurar sus
propias vidas y su entorno, una evolucin en la concienciacin de las mujeres sobre si mismas, en su
estatus y en su eficacia en las interacciones sociales.
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DEBER SER
(Modelo de amor romntico)
EXISTENCIA
(Nuevo paradigma amoroso)
Ser yo misma.
Ser para m.
Para vivir con los otros.
Yo como ofrenda.
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Recogido por Raquel Ramrez Salgado en El amor de pareja como forma de opresin y violencia
contra las mujeres (parte 3). Disponible en http://www.mujeresnet.info/2012/05/amor-parejaopresion-violencia.html. (Consultado: 3-07-2013)
41
Cuerpo-eros-para m.
Marcela Lagarde con esta confrontacin de modelos de amor viene a concretar lo que a lo largo del
feminismo ya grandes tericas expusieron desde diferentes discursos y posiciones, como hemos visto en
apartados anteriores, denunciando la opresin de las mujeres y visibilizando alternativas de liberacin
en el amor.
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Teora
Autores
Caractersticas
Pfouts, 1978
Modelo de la inversin
Rusbult, 1983
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Estas cuatro teoras ponen de manifiesto los miedos y las dudas de las mujeres
cuando se encuentran en relaciones de violencia, y desvelan que dichos miedos giran
entorno a temas relacionados fundamentalmente con su identidad como seres para
otros. As, por un lado las mujeres se enfrentan al miedo de romper una relacin de
pareja en la que ha puesto todas sus expectativas de felicidad y desarrollo personal
(proyecto para lo que ha sido socializada); y por otro, se enfrentan a la situacin para
la que la sociedad no le ha preparado, abandonar la relacin en aras de un proyecto de
vida para s misma, autnomo e independiente (recordamos adems que el propio
patrn cclico de la violencia ir aumentando la dependencia del otro y la inseguridad
en una misma, lo cual dificultar an ms la salida). El aferrarse a una vida en pareja
aun siendo perjudicial para ella misma, es una muestra de la inseguridad que sentimos
las mujeres ante un proyecto de vida propio y alternativo.
Podamos decir as, que los indicadores de vulnerabilidad, anteriormente
sealados, alimentaran este aguante, convirtindose as en una ventaja para los
violentos y en una amenaza para las mujeres reduciendo sus miras hacia otras
alternativas de xito fuera de la relacin. Si no planteamos nuevos modelos de vida
autnoma difcilmente podremos vislumbrar salidas al laberinto de la violencia
machista. As, tomar conciencia de que esta dimensin perversa del aguante ha
logrado instaurarse naturalemente en la subjetividad femenina a travs de los
indicadores de vulnerabilidad ya es un gran paso y es de vital importancia para la
liberacin de las mujeres.
Los indicadores de vulnerabilidad (deber ser: ser para los otros, el amor como
cuidado, yo como ofrenda, sacralizacin de los hombres, deseo por el otro para que
constate mi existir, cuerpo-objeto para los otros, escisin de eros y amor) frente a los
indicadores de existencia (ser yo misma, ser para m, cuidar de m y cuidar de los
otros en la reciprocidad, intercambio entre mortales, humanizacin de los hombres,
reconocimiento de su identidad, eliminacin de la servidumbre voluntaria, del
sacrificio y la ofrenda, deseo por el otro-la otra por su diversidad, cuerpo-eros para m,
el eros y el amor pueden confluir) conducen a las mujeres a niveles bajos de
autoestima y sta a su vez conduce a situaciones de fragilidad: en palabras de Graciela
B. Ferreira las conduce a la autorenuncia a la existencia personal y al sacrificio de la
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autonoma individual (1995: 181). As, como ya se ha sealado, no hay nada como la
vulnerabilidad para que la violencia se cuele en nuestras vidas casi sin darnos cuenta.
Pensemos como smil en lo que sucede cuando nuestro cuerpo sufre una bajada de
defensas, la probabilidad de coger enfermedades incrementa. Pues lo mismo sucede
con la violencia machista, a mayor nivel de vulnerabilidad y menos autoestima, mayor
probabilidad de que esta llegue a nuestras vidas. Segn Graciela Ferrerira uno de los
aspectos que favorece el enganche con los hombres es la baja autoestima o
desvalorizacin (1995: 177). A lo que aado que el propio modelo de amor romntico
lleva implcito este sino para las mujeres ya que estas condiciones de menoscabo hacia
su persona se encuentran incorporadas en el mismo.
Frente a los indicadores de vulnerabilidad, frente al aguante y a la violencia
machista estn los indicadores de la existencia los cuales suponen para las mujeres
el nuevo proyecto tico de amar en libertad. Y seala Marcela Lagarde que para un
proyecto propio es imprescindible la conciencia de ciudadana que consiste en estar
convencidas de que tenemos derecho a tener derechos. As, entiende la ciudadana no
slo como conciencia sino como autoidentidad. Y entiende que los derechos no
dependen nicamente de la sociedad, el estado o las personas concretas que lo
reconocen, sino de que una misma se los reconozca y los instale en su propia vida
(2008: 451)
Sin olvidar que las mujeres no somos idnticas y vivimos situaciones de vida
diferentes, entendemos que el camino no es igual para todas en el amor, pero no
obstante, habra algo comn en este nuevo proyecto, el encontrarnos a nosotras
mismas ya que segn las principales especialistas, en el caso de las mujeres, y a pesar
de los indudables cambios acaecidos en las ltimas dcadas en las sociedades
occidentales, todo lo que tiene que ver con el amor, las creencias, los mitos, sigue
apareciendo con particular fuerza en nuestras vidas, convirtindose en eje vertebrador
y en parte prioritaria de nuestro proyecto de vida (Altable, 1998; Ferreira, 1995;
Lagarde, 2005; Sanpedro, 2005) As, la consecucin del amor y su desarrollo sigue
siendo el eje entorno al cual gira de modo completo o casi completo la vida de muchas
mujeres.
A modo de conclusin y como afirma Marcela Lagarde, el nuevo camino para
las mujeres en el terreno del amor requiere de varias condiciones, la primera,
protagonizar mi propia vida, segundo, instalar yo misma mis derechos en mi
subjetividad y tercera, instalar en mi existencia todo aquello que est en mi
subjetividad (2008: 451-452).
5. CONCLUSIONES
El amor romntico es un producto cultural del pensamiento ilustrado propio de
la Modernidad en Occidente que emprendi la tarea de doblegar a las mujeres
en aras de un orden social que perpetuara el poder masculino. As, este modelo
de amor, como todas las construcciones creadas social y culturalmente, est
47
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explicar a lo largo del presente estudio, supone una redistribucin desigual del
amor y una subordinacin de las mujeres en el establecimiento de una relacin
de poder entre los sexos. As, la construccin de la subjetividad femenina a
partir de un imaginario de amor patriarcal ya es un acto de violencia
machista17. La existencia del imaginario patriarcal de amor romntico es
determinante en la construccin de la subjetividad tanto masculina como
femenina y en su relacin con la violencia machista en las relaciones de pareja.
En la subjetividad masculina por el poder que les transfiere a los hombres de
control sobre las mujeres, y en la subjetividad femenina por la situacin de
doblegacin en la que nos coloca. No nos encontramos ni mucho menos ante
un amor inocente.
Habiendo excluido en esta investigacin el tratamiento de las diferentes
violencias que este modelo lleva implcitas, ya que no era el caso que nos
ocupaba, podemos concluir lo siguiente: el que las parejas heterosexuales
establezcan su relacin a partir de los principios de amor romntico no significa
que vaya a darse el ejercicio de la violencia machista en ella. Por el contrario, lo
que s podemos afirmar es que, cuando se da una relacin de violencia
machista el tipo de relacin responde en gran medida al modelo de amor
romntico.
El posible camino de investigacin que podemos seguir en este campo para no
cesar en la fundamentacin cientfica acerca de la relacin entre el modelo de
amor romntico y la violencia machista, es el estudio en profundidad de la
historia de la violencia patriarcal y el contexto de los modelos amorosos con los
que se relaciona. Es de vital importancia generar un pensamiento riguroso
acerca de esta materia para as, desmontar los falsos mitos de amor en los que
nos socializamos y dar luz a otros discursos que enfrenten al pensamiento
hegemnico. Y por supuesto, con todo ello, para mejorar la intervencin con
las mujeres que sufren las violencias machistas en manos de sus parejas. Hay
un proyecto alternativo para amar en libertad, se llama feminismo. Y slo a
travs de ste podemos seguir investigando para devolver a las mujeres lo que
el patriarcado nos ha usurpado, la libertad de decidir cmo amar al otro.
17
Violencia que Pierre Bourdieu categoriza, en su obra La dominacin masculina, como violencia
simblica explicando que sta es la fuerza que ejerce el mundo social sobre cada sujeto imprimiendo
en su cuerpo un verdadero programa de percepcin, apreciacin y accin que, en su dimensin sexuada
y sexuante funciona como una naturaleza. As, las mujeres, cuerpos sexuados, asumen su
correspondiente lugar en la sociedad como dominadas por lo hombres, respondiendo a la histrica y
arbitraria redistribucin de poder entre los sexos. As, podemos decir que donde hay dominacin, hay
violencia.
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