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Contenido

Editorial
Lecturas

Rafael Rondn Narvez


Catalina Julia Artesi
Arturo Almandoz
Francisco Salazar
Orlando Rodrguez B.
Ali E. Rondn
Carlos E. Herrera
Einar Goyo Ponte

Testimonios

Nicols Curiel
Hugo Pags

Textos

Jos Ignacio Cabrujas


Entrevista

Pg.

......................................................................................................................................... 3
Las Cabrujeras de Francisco Rojas Pozo................................................................................7
Un Gardel venezolano? El da que me quieras, de Jos Ignacio Cabrujas...........................17
Postales caraqueas de Cabrujas.......................................................................................25
Profundo de Jos Ignacio Cabrujas: Una lectura..................................................................33
La frustracin como constante en los personajes teatrales de Jos Ignacio Cabrujas...............39
Prodesse et delectare: Ars poetica de Jos Ignacio Cabrujas en Tv........................................43
El eterno Jos Ignacio Cabrujas: Algunos referentes para su universo escritural......................57
La msica en la dramaturgia de Jos Ignacio Cabrujas........................................................65
Carta via Air-Mail a Jos Ignacio Cabrujas..........................................................................81
As me contaron a Cabrujas...............................................................................................83
Biografa Cabrujiana.........................................................................................................89
El teatro en Venezuela (extracto).........................................................................................90

Carlota Martnez B.

Una amistad, una pasin y una despedida:


Entrevista a Romn Chalbaud sobre Jos Ignacio Cabrujas................................................101

Galera Fotogrfica

..................................................................................................................................... 111

UNEARTE por dentro


Miguel Issa
Carlos Paolillo
Carlos Paolillo
Carlos Paolillo
Humberto Orsini
Nstor Viloria
Carlota Martnez
Rommel Herrera

Un ao de nuestro arribo a Plaza Morelos........................................................................137


Compromiso perpetuo.....................................................................................................137
La ruta de los precursores................................................................................................138
Visiones patrimoniales.....................................................................................................138
Homenaje a Aquiles Nazoa en los 90 aos de su nacimiento.............................................139
Un ao de programacin musical en UNEARTE.................................................................140
Profundo y otras muestras teatrales en UNEARTE...............................................................141
Proyecto Expositivo: Maestros. La Vocacin de ensear, una forma de hacer........................141
THEATRON 1

Editorial

El arte no es un espejo
en el que nos contemplamos
sino un destino en el que nos realizamos.

Octavio Paz
La obra no existe sino en presente, como dilogo,
no se da de una vez por todas sino que est
perpetuamente en proceso de hacerse.

Jess Soto

partir del esfuerzo creador, serio y constante de los hombres y


mujeres que han hecho del quehacer teatral un compromiso,
primero consigo mismos y luego con el tiempo que les ha to
cado vivir, el teatro venezolano ha ido definiendo un perfil, un
comportamiento y una identidad a travs de su historia.

Sin embargo, entre estos hombres y mujeres existe uno
en particular que ha llamado nuestra atencin y al que hemos
querido rendirle un merecido homenaje: Jos Ignacio Cabru
jas. Actor, dramaturgo, director, cronista y guionista de cine y
televisin, este creador multifactico, por encima de todo, fue
un hombre de ideas que, a partir de su amplia cultura y cono
cimiento de la idiosincrasia del venezolano, realiz obras que
trascienden en el tiempo. stas son referencia obligada, sello,
quemadura en la piel, porque se nos brindan cargadas de
promesas en la medida que son una invitacin a pensarnos
como parte de una cultura y de un quehacer artstico particu
lar. Y es as pues, que el inters renovado por esta figura de
nuestro teatro, ha sido capaz de convocar a un nmero nada
despreciable de investigadores y autores que, a travs de lec
turas detenidas y acuciosas de su obra, configuran puntos de
vista enriquecedores que develan aspectos an escasamente
trabajados. De igual manera, incluimos en este nmero algu
nos testimonios que muestran la cara del hombre en su espacio
privado, ms all del creador.

Por su parte, la galera fotogrfica recoge imgenes per
durables de Cabrujas y de algunas de sus obras. No se podan
pasar por alto, algunos de sus propios textos, seguramente de
inters para el lector.

Esperamos, a travs de este homenaje, estar sirviendo a
la tarea de generar conocimiento que contribuya con el desa
rrollo de nuestro teatro y a la grata tarea de mantener viva la
figura del maestro
THEATRON 3

Agradecimientos
Al Consejo Editorial y autoridades de la UNEARTE, por su sin
cero entusiasmo ante la propuesta de dedicar este nmero de
la revista a Jos Ignacio Cabrujas.

Al profesor Rafael Rondn Narvez y dems miembros
de la Comisin organizadora del evento CABRUJAS Y SUS
MLTIPLES ROSTROS en Homenaje al maestro, a propsito
de los 70 aos de su nacimiento, realizado en la UPEL, en el
marco de las 6 Jornadas de Literatura en el ao 2008, y al
facilitar los contactos con algunos de los colaboradores quienes
presentan en este nmero las ponencias ledas en dicho en
cuentro.

A todos los colaboradores de esta edicin, quienes
generosamente pusieron a nuestra disposicin el producto de
aos de trabajo investigativo sobre la obra de Cabrujas y de
esta manera hicieron posible esta publicacin.

A Acarantair Escalona, Jeny Ramrez, Alfredo Sandoval
y Manuelita Zelwer por su esmero y dedicacin a las actividades
de trascripcin de una seleccin de materiales.

A la Seora Miriam Dembo, quien gentilmente cedi
parte del material grfico de este nmero de la revista al igual
que al Centro de Documentacin de la Compaa Nacional de
Teatro.

A la profesora Carlota Martnez B. por el empeo y
dedicacin puesto en las labores de documentacin y coordi
nacin editorial. A todo el equipo editorial y de diseo grfico
de UNEARTE

4 THEATRON

Lecturas

Las Cabrujeras de Francisco Rojas Pozo


Rafael Rondn Narvez

esulta inslito que dentro de los departamentos de literatura


de nuestras universidades, tanto en los programas como en
los productos de investigacin, no se le d cabida substancial
al teatro. Los currculos contienen una presencia superior de
otros gneros. No solamente ocurre con los programas y las
investigaciones, sino asimismo con las obras canonizadas por la
tradicin. El escenario es comn en Latinoamrica. Adolfo Prieto
lo constataba en 1997:
En las fuentes examinadas aparecen, ciertamente, estudios
sobre algunos de esos textos, pero en ningn caso los mis
mos concentran el nmero de adhesiones que muestran los
estudios consagrados a exponentes de la lrica, la narrativa o
el ensayo. (p. 111)


Se refera Prieto a las fuentes que revis para dictar un
seminario de posgrado en la Universidad Nacional de Rosario,
Argentina. Ellas representan uno de los mecanismos con los
cuales se articula el canon literario del continente. Entre los dis
positivos para legitimar las obras estaran el reconocimiento de
los crticos, la publicacin en los catlogos editoriales, la inclusin
en lo programas de educacin y la obtencin de premios.

Por poner ejemplos, revisemos un proyecto editorial como
el de Biblioteca Ayacucho, uno de los ms influyentes para
construir el canon de las obras latinoamericanas. Si se hace
una revisin somera en su catlogo, se nota la poca presencia
de dramaturgos hispanoamericanos. Lo mismo sucede con otra
muestra referida a la investigacin literaria. En la Universidad
de Brown se realiz el significativo simposio Venezuela: cultura
y sociedad al final de siglo el 29 de octubre de 1991. All
se reuni un grupo de investigadores de la literatura del pas.
Posteriormente, las ponencias e intervenciones se reunieron en
un libro referencial. Salvo la excepcin honrosa del estudio
sobre Isaac Chocrn, el teatro venezolano estuvo ausente.

Esta son muestras al azar que podran sustentar esta imagen


que tenemos.

Esta ausencia es llamativa, tomado en cuenta la importan
cia de nuestra dramaturgia y la presencia de figuras relevantes
como Csar Rengifo, Isaac Chocrn, Romn Chalbaud, Rodolfo
Santana, por solo citar algunos. Ms impresionante se torna esta
escasez de trabajos crticos, cuando se trata de la obra dram
tica de uno de los intelectuales ms poderosos del pas y quien
expres las mltiples facetas del venezolano, como lo fue Jos
Ignacio Cabrujas.

Esta poca presencia obedecera a mltiples razones. Quiz
una de ella tenga que ver con las propiedades caractersticas de
la obra dramtica, que, como ha visto Mara del Carmen Boves,
est integrada por dos tipos de texto. Uno, que ella denomina
literario, es decir, el que est constituido por los parlamentos,
pero tambin por ciertas acotaciones que no tienen un fin utilitario
para la escenificacin. Y otro que llama espectacular, compuesto
por un conjunto de indicaciones, estn en la acotaciones o en
el mismo dilogo, que permiten la puesta en escena del texto
dramtico y adquieren en el escenario expresin en signos no
verbales (pp. 296-297).

El texto dramtico se consumara totalmente en el momento
de la representacin, cuando el signo lingstico se trasforma en
oral, pero adems se actualizan una serie de otros signos que
tienen un origen lingstico. Dada esta peculiaridad, quien se de
dique al comentario o al anlisis de las obras teatrales no puede
reducirse al texto escrito y publicado. Para una mayor profundi
dad y pertinencia debera analizar tambin la presencia de otros
signos, es decir, la manera cmo se actualiza el texto dramtico.
Leonardo Azparren Gimnez lo precisa as: La polisemia de un
texto dramtico slo se puede verificar en el escenario (p. 249).
Uno podra pensar que este tipo de investigacin requiere de un
THEATRON 7

conocedor de los productos textuales y los signos lingsticos,


adems de una cultura que le permita analizar los otros sistemas
de signos.

En el caso venezolano, de la crtica y el anlisis teatral se
han encargado algunos investigadores venidos de instituciones
dedicadas a las artes escnicas como: Leonardo Azparren
Gimnez, Orlando Rodrguez, Luis Chesney, por solo nombrar
algunos. A los ms conocidos crticos de de la literatura del
siglo pasado quiz podra aplicrsele la sentencia de Prieto: la
indiferencia por la literatura dramtica visible en muchos de los
crticos adiestrados en la veneracin de la hegemona del texto
(p. 111).

se dedicaba a uno de los gneros ms controversiales de la


televisin como es la telenovela.

Sin embargo, este panorama fue cambiando. Su presencia
no solo como libretista, sino en otras esferas de la intelectuali
dad como la del articulista de peridico, le fueron otorgando
una imagen diferente dentro de los grupos que al principio lo
miraban de soslayo. A esto contribuy, tambin, el cambio de
concepto que tuvo de la telenovela como producto cultural. Una
transformacin a la cual l mismo contribuy. A pesar de eso,
pocos estudios sobre su obra se haban realizado al momento
de su muerte. Uno que ha quedado como pionero es el trabajo
de Leonardo Azparren: Cabrujas en tres actos (1983).


Otro aspecto que podra in

Sin embargo, este paisaje ha
fluir en la poca atencin prestada al
ido
cambiando
luego de su muerte.
Cabrujeras (1995) es una obra notable,
dramaturgo, tendra que ver con la
Durante estos ltimos quince aos,
desarrollada bajo el patrocinio del Centro
polmica presencia de Cabrujas en
hemos acudido a una revisin del tra
de Investigaciones Lingsticas y Literarias
el mundo intelectual y la relacin que
bajo intelectual de Cabrujas. Y durante
Hugo Obregn Muoz del Instituto
estableci con la imagen. Acostumbra
estos convulsionados aos de nuestro
Pedaggico de Maracay
dos a una relacin del escritor con la
transcurrir nacional, es cada da ms
palabra escrita y con los espacios que tradicionalmente ocupa
frecuente escuchar las frases cunta falta nos hace Cabrujas
en una sociedad, la presentacin de Cabrujas en el mundo tele
o qu hubiera dicho Cabrujas. Esa presencia es ahora ms
visivo, y sobre todo su relacin con las telenovelas, configuraron
aorada, porque en los momentos de crisis es cuando ms hace
en cierto sector la imagen desfigurada del intelectual. l mismo
falta un autor.
observ este primer rechazo:

Su obra ha sido revisada bajo la inquietud angustiante
Cuando comenc a trabajar en TV me criticaron: El intelectual
de estos das. Con motivo del aniversario nmero setenta del
de izquierda que traiciona la causa, vendindose a una emisora
dramaturgo, se hicieron varios homenajes. Uno desarrollado por
para darle rating y meterse un bille te Eso fue tormentoso, me
la Fundacin para la Cultura Urbana y otro por el Instituto Peda
afect muchsimo. (2010: 621)
ggico de Caracas. Adems, han aparecido artculos y libros.
Igualmente, durante este ao, se recopil en dos tomos su obra

Si bien anteriormente otros intelectuales haban participa
dramtica, actividad realizada por Leonardo Azparren Gimnez y
do en el medio (la presencia de Arturo Uslar Pietri sigue siendo
patrocinada por la Universidad Simn Bolvar. Esto contribuir a
emblemtica) lo cierto era que en ese momento el joven letrado
promocionar su obra y facilitar sus textos al futuro investigador.
8 THEATRON

Consulta laboriosa hasta ahora, pues algunas obras no haban


sido editadas y solo amigos cercanos a Cabrujas guardaban los
textos originales.

Cabrujas en el estudio de Jorge Rojas Pozo


Toda esta introduccin la hacemos para contextualizar la im
portancia que tiene el libro que vamos a comentar, uno de los
ms valiosos aportes sobre la obra dramtica de Jos Ignacio
Cabrujas. Un texto que Francisco Rojas Pozo realiz durante aos,
pero que vio su aparicin despus de la muerte del dramaturgo.
Cabrujeras (1995) es una obra notable, desarrollada bajo el
patrocinio del Centro de Investigaciones Lingsticas y Literarias
Hugo Obregn Muoz del Instituto Pedaggico de Maracay.

A continuacin, revisaremos algunos aportes ofrecidos
por Rojas Pozo al estudio de la obra dramtica de Cabrujas.
Glosaremos algunas de las ideas del trabajo, pero agregando
todo lo que su lectura puede despertar en nosotros.

Uno de los primeros asuntos que plantea Rojas Pozo es
clasificar por periodos la obra de Cabrujas, para lo cual propone
cuatro etapas bien definidas.

1era etapa. Contenido histrico social


Rojas Pozo ubica las obras inciales del dramaturgo y refiere sus
contactos con el Taller Universitario de Caracas y la importancia
que tuvo esta agrupacin para la renovacin y el desarrollo del
gnero en el pas.

En ese contexto, las ideas de Bertolt Brecht marcaron a
varias generaciones y sus aportes se concretaron no solo en la

utilizacin de los elementos tcnicos como el distanciamiento,


sino tambin en lo referente a la visin poltica o ideolgica. El
investigador hace un recorrido por la escena del teatro latino
americano de esos aos y destaca el vnculo con lo histrico
y social. Recuerda que los movimientos ideolgicos no solo
afectaban la poltica, sino tambin la forma de concebir y hacer
teatro en el continente. El profesor ve una relacin del joven
Cabrujas con una corriente influyente del teatro latinoameri
cano. Un teatro que muchas veces estuvo supeditado a ideas
de transformacin social y que por eso en algunos momentos
le dio ms importancia a los contenidos comprometidos que
a la utilizacin del instrumento expresivo.

Rojas Pozo ubica la tradicin del teatro venezolano
cuando aparecen en escena las primeras obras de Cabrujas.
Resalta, en ese ambiente, la labor pionera de la propuesta
teatral de Csar Rengifo. Afirma que aunque ste se adhiri
a la corriente de lo real y social, supo adaptarla al escenario
nacional, por ello se convirti en uno de los renovadores del
gnero en Venezuela.

Para analizar las obras de este periodo, Rojas Pozo toma
como ejemplo dos obras emblemticas de la poca: Juan Francisco de Len (1959) y El extrao viaje de Simn El Malo (1962).
En ambas, ve como el dramaturgo utiliza la historia a travs de
un discurso claramente comprometido y crtico de la sociedad. Al
respecto afirma: En esta, su primera etapa, la historia se siente,
es intencionalmente manipulada Y Luego:
Cabrujas, en sus primeras piezas, asume que esta manera de
darle sentido teatral al mundo sobre la base ideolgica o el
expresarlo en funcin de una militancia poltica, constitua su
compromiso como escritor ante un pas posible (p. 50)

Sin embargo, no ve una copia del teatro pico:


THEATRON 9

Pero tambin es el ejercicio que le permite a Cabrujas asimilar


tendencias y entrenarse en el oficio de dramaturgo. Se examina
la historia y las proposiciones brechtianas. El resultado: La
nacionalizacin del teatro pico. (p. 60)


Igualmente, Rojas Pozo distingue en esta poca algunos
rasgos que sern caractersticos y constantes de la obra cabrujia
na: el humor, el sarcasmo, la importancia temtica de la historia
y su caracterstica como hombre integral de teatro: dramaturgo,
actor y director.

2da etapa. Cambio o transicin


Para Rojas Pozo la obra que marca el periodo de transicin es
Fisole (1967). En este caso, observa como la influencia de las
teoras brechtianas se difuminan frente a las propuestas del teatro
del absurdo. Este aspecto lo ve sobre todo en la manera como
se plantea la incomunicacin dentro de la obra, pero asimismo
observa la utilizacin de un lenguaje diferente.

Como se sabe, la obra la escribe luego una experiencia
sombra: con Herman Lejter fue apresado durante algunos das,
sin saber nunca de qu se le culpaba. La transfiguracin esttica
de esta incidente fue Fisole, la cual trata sobre dos personajes
llamados significativamente Uno y Otro, que se descubren ante
el absurdo de estar presos. Desde la crcel aoran no solo la
libertad sino un mundo mejor y lejano.

Para Rojas Pozo el cambio de la propuesta de Cabrujas
no solo se refiere al tema mismo, sino a la manera en que el
dramaturgo genera una revisin de la expresin teatral que
hasta ese momento vena desarrollando. Frente a la utilizacin
de un lenguaje directo, hay aqu un planteamiento potico que
se concretara en la utilizacin de imgenes y recursos fnicos
10 THEATRON

propios de la poesa, igual que en los recursos retricos como


la metonimia.

3era etapa. Teatro idiosincrsico


Para Rojas Pozo, sta es la etapa de madurez. En ella incluye
las obras que le dieron ms reconocimiento de la crtica y del
pblico. De esta manera, comenta todas las piezas que van
desde Profundo (1971) hasta El americano ilustrado (1986).
A travs del anlisis de cada una de ellas va tejiendo algunas
caractersticas recurrentes.

Al caracterizar esta etapa, tambin la denomina como
de identificacin nacional y as resume las ideas sobre este
tpico:
Se afinca en particularidades intuitivas del dramaturgo y en la
delimitacin de las estructuras colectivas e individuales que se
enmarcan en una cultura, para expresarlas teatralmente de ma
nera que inquieten nuestra nacionalidad con un sobrecogedor
humanism o en el cual caben contradicciones. (p. 81)


En Profundo, por ejemplo, pero igualmente en otros textos,
identifica la presencia de la imaginacin popular impregnada
por una manera arcaica de ver el mundo. No siempre esto se
manifiesta, como en la obra citada, con elementos propios de
una religiosidad provincial, sino tambin en la presencia de la
imaginacin popular de sus personajes.

Otros aspectos propios de este periodo tendrn que ver con
la relacin entre la ficcin dramtica y los datos representados.
En este sentido, ve la inclusin de toda una carga simblica,
pero tambin icnica, perteneciente a ciertas caractersticas de
la identidad venezolana. Con respecto a esto, dice: Se hace

presin sobre el contexto al reactualizar smbolos, costumbres


y percepciones de la historia cotidiana para hacerse situacin
teatral (p. 87). Sin embargo, este tipo de preocupacin ser
vista bajo la mirada crtica. Para ello se vale, como afirma Rojas
Pozo, de su humor demoledor.


Ese estilo literario propio de Cabrujas trasciende los di
logos mismos y se extiende sobre el texto espectacular. Es por
ello, por lo que Rojas Pozo anota que sus acotaciones muchas
veces no son herramientas propiamente utilitarias para la puesta
en escena, sino para crear atmsferas.


Uno de los elementos que se concreta en este periodo

Podramos anotar que este carcter oral est igualmente
es la configuracin del lenguaje inconfundible de Cabrujas,
en sus textos periodsticos. Uno de sus artculos ms recorda
caracterizado por su apego a la sonoridad. Para apoyar su
dos, aquel que se refiere a Claudio Fermn, utiliza elementos
argumento, Rojas Pozo recuerda una declaracin del propio
propios de la oralidad e incluye figuras retricas como la
intelectual: cuando escribo una obra de teatro. Lo que tengo
onomatopeya.
dentro de m es meramente un sonido
Para abordar la propuesta dramtica
(p. 26). Esto lo hace reflexionar sobre
4ta etapa. Nuevos caminos?
de
Cabrujas,
Francisco Rojas Pozo la divide
el vnculo de sus textos con una de sus
en cuatro etapas. La primera, la denomina
grandes pasiones: la pera. Por eso,
Para el momento de aparecer su libro,
de
contenido histrico social La segunda
compara sus dilogos y monlogos
ya Cabrujas haba escrito y dirigido su
etapa,
denominada
de
cambio
o
transicin,
como arias ejecutadas por cada uno
ltima obra: Sonny, diferencias sobre
se concreta en Fisole (1967)... La tercera
de sus personajes: En Cabrujas es fre
Otelo, el moro de Venecia (1995);
etapa,
que
va
desde
Profundo
(1971)
hasta
cuente disponer de las escenas como
sin embargo, Rojas Pozo se detiene
si se pensaran opersticamente, de tal El americano ilustrado (1986), es de madurez. exclusivamente en el comentario de
En la ltima etapa, Rojas Pozo, demarca
forma que los monlogos son ms bien
Autorretrato de artista con barba y
la
apertura hacia otras vas, pues en ella
arias por aproximacin (p. 27).
pump (1990). El anlisis le sirve para
elabora un tratamiento escnico diferente
demarcar lo que podra ser la apertu
relacionado con el performance

Sin embargo, nosotros tambin
ra de otros caminos en la dramaturgia
podramos vincular esta sonoridad
de Cabrujas.
con el lenguaje oral y coloquial. Uno podra ver cmo ese
aspecto se manifiesta en el ritmo de las frases, en el giro sor

Un comentario de Nicols Curiel puede orientar y confirmar
presivo que toman sus textos, derivado del carcter digresivo
lo que Rojas Pozo mantuvo en 1995. Curiel al referirse a Cabru
propio de la oralidad. Estos saltos de temas, pero tambin de
jas, afirma: en ti la visin del dramaturgo fue ms decisiva que
tonos, hacen sorpresivos, pero tambin atrayentes los parla
la del regista (Cabrujas, 2010: 657). Esto concuerda con una
mentos de sus personajes. Pero asimismo est la inclusin de
de las caractersticas que a lo largo del texto observa Rojas Pozo:
toda una carga efectiva marcada por los decticos, la funcin
la importancia que tienen los dilogos en la obra de Cabrujas.
emotiva del lenguaje y la inclusin de un lxico coloquial que
algunas veces se enfrenta y choca con la rimbombancia de

Ve en Autorretrato la relacin entre la estructura teatral
otras frases de los personajes.
de la obra y el tema. Puesto que se trata de un reconocido artista,
THEATRON 11

Cabrujas elabora un tratamiento escnico diferente, el cual


Rojas Pozo relaciona con el performance, es decir, con los
aportes que han tenido las artes plsticas en sus relaciones
con las estticas teatrales.

El investigador se refiere a una de las caractersticas que
Cabrujas haba mantenido en sus obras anteriores, es decir,
las acotaciones que son ms adecuadas para crear atmsferas
que para marcar directrices tcnicas para la puesta en escena.
Definindose en el montaje de la obra realizada por el grupo
Theja, advierte toda una rica gama de atmsferas sugeridas
que evocan la plstica reveroniana, y cmo las escenas y los
cuadros se relacionan con la trama e incluso interrumpen la
lnea horizontal de sta.

televisivos y pudo lograr as uno de los xitos pocos comunes de


la intelectualidad, es decir, alcanzar un pblico mayoritario sin
banalizar la propuesta esttica.

No fue apocalptico ni integrado, segn la frase de
Umberto Eco, porque para Cabrujas no haba una distin
cin entre ambas formas de concebir la cultura. Una obra
como El americano ilustrado lo evidencia desde el comienzo,
cuando las figuras emblemticas de Marx y Engels salen
a escena, dialogando en alemn. Frente a esta irrupcin,
Cabrujas desarrolla la escena donde los hermanos Lander
conversan sobre las pretensiones del menor de desposarse
con Mara Eugenia.

Arstides: (A Anselmo) Son las seis! Venus resplandece!

Cabrujas y la cultura

Anselmo:

Uno de los aspectos importantes de la obra cabrujiana es la


integracin de los diferentes registros culturales que impregnan
todo su teatro, sobre todo en las obras de sus ltimas etapas. Co
nocedor profundo de la historia venezolana, desde sus primeros
textos elige figuras de la historia para recrearlos sobre el escenario
y de esta manera ponerlos a dialogar con el presente.

Arstides: Mara Eugenia


En sus obras del periodo idiosincrsico, la mixtura entre
la cultura ilustrada y la popular se realiza de una manera nica
y genial. Se podra pensar que su produccin intelectual est
nutrida por las experiencias de los primeros aos en Catia,
donde adems de la formacin ilustrada lo marc el imagi
nario popular de los vecinos, del beisbol, el boxeo, el bolero
y la pera.

Anselmo:


En este sentido, recordamos cmo fue uno de los primeros
escritores, con Salvador Garmendia, que no temi a los espacios
12 THEATRON

Anselmo:

Cmo se llama la doncella que aguardamos?

No empieza mal. Hija de quin?

Arstides: De un mayorista quesero. Son valencianos. El padre


exuda gruyere y es de apellido Lozada.

Conocindote se tratar de alguna ratona


desdentada.

Arstides: Puede ser que haya nacido entre cuajos y pepsinas,

pero te juro que logr remontarse. Estoy ante una


versin local de Helena de Troya. (2010: 338)


Esta muestra evidencia una de las caractersticas ms
resaltantes de Cabrujas, presente en sus mejores obras del
periodo idiosincrsico, la transicin sin pausas de lo solemne

a lo burlesco o de los registros culturales cultos a los ms


populares e incluso prosaicos. Entre esos registros se debaten
sus personajes y en esa transicin reside uno de los efectos de
la comicidad de sus textos.


Uno podra ver cmo Cabrujas utiliza algunos elementos re
tricos con una caracterstica muy propia. Entre otros, podramos
hablar del sarcasmo. En el caso de su obra teatral se nota cuando
desmonta la precaria existencia de sus personajes. Esto sucede
con figuras representativas como Cosme Paraima, Po Miranda,
Arstides Lander. Muchas veces, esta visin crtica se expresa con
sarcasmo por los mismos personajes, ante la circunstancias de
verse a s mismos. Las palabras expresan reproche y frustracin.


Cuando incurre en lo prosaico, muchas veces se apropia
de referencias de una cultura nacional. Esa observacin del
carcter local la advirti Rojas Pozo. Refirindose a Profundo,
explica que a pesar de tratar un asunto regional, Cabrujas
evade cualquier conexin evidente con lo localista y se aleja

Ya que el texto mismo no declara de manera tan explcita
del carcter costumbrista. Lo que es destacable es el hecho
el sentido ltimo y terrible de las palabras, en sus obras el sar
de que las costumbres evidenciadas no implican una vuelta al
casmo requiere de la entonacin ajustada de los actores. Como
costumbrismo (p. 82). Una de las tcticas para retirarse, es
lo vio Rojas Pozo, la obra de Cabrujas se centra en el lenguaje
su carcter desacralizador, o lo que es lo mismo la degrada
de sus personajes y muchas veces cre esas representaciones
cin de la lgica de lo primitivo. Ese papel desacralizador se
para actores amigos como Fausto Verdial y Rafael Briceo.
concreta sobre todo en la utilizacin
del humor y en estrategias como el

Otro aspecto presentado a lo
caractersticas resaltantes de Cabrujas
sarcasmo, la irona, la parodia.
largo
de su ensayo es el uso funda
son la transicin, sin pausas, de lo solemne
mental de la parodia. Es evidente que
a lo burlesco y de los registros cultos
mucha de la obra cabrujiana, tanto
a los ms populares e incluso prosaicos
Sarcasmo, parodia e irona
la dramatrgica como la periodstica,
se sustenta en ella. Una primera instancia de ese imitacin con
Esa visin tan crtica de sus personajes teatrales y de su obra en
sentido burlesco, podramos hallarla en el mbito interno de sus
general hace que difcilmente se halle un elemento didasclico.
mismos textos.
A este respecto, es interesante ver como una propuesta que en
un primer momento fue marcada por un sentido ideolgico

Siguiendo lo expresado por Azparren, observamos que
y por una iniciativa casi proselitista, como afirma Rojas Pozo,
en su produccin dramtica existe siempre el teatro dentro del
devenga en una visin menos convencida por la moraleja y el
teatro. As podramos ver el acto religioso en Profundo, el acto
tono ejemplarizante.
cultural en la obra del mismo nombre, el acto poltico en El da
que me quieras. Habra que agregar, adems, la observacin de
Si en el lapso socio-histrico, Cabrujas se ligaba a un texto
Rojas, cuando afirma que en Una noche oriental hay un acto
de factura brechtiana comprometido con la lucha de clases,
cultural democrtico. Y para mantener la propuesta de estos
ahora esta manera contradictoria de mover a su personajes se
dos estudiosos, uno podra completar la idea, observando que
interpreta como una visin no dogmtica del mundo, incluso
en su ltima obra los personajes hacen la presentacin de un
de ruptura con los viejos principios. (p. 96)
acto de boxeo.
THEATRON 13


En todos estos ejemplos, la representacin dentro de la
representacin se encamina hacia la caricatura. La inclusin
tiene la intencin evidente de parodiar ese tipo de codifica
cin. Cuando Cabrujas acude a la tipologa estructural de
esas representaciones, hace uso de tonos, lxico, acciones,
vestuario y escenografa que caracterizan esas representacio
nes; pero el tono pardico funciona para distanciarse de lo
que all ocurre. Al final, ese alejamiento crea una ambiente
propicio para la chanza y la risa, pero ms importante an,
para la reflexin crtica.


Rojas Pozo haba demarcado, sin explicitarlo completa
mente, la relacin entre la obra dramtica y la escritura poltica
del peridico: Es curioso detectar que cuando Cabrujas en
su ejercicio periodstico hace un retrato da algn persona
je del acontecer nacional lo describe como un personaje
teatral(izable) (p. 15). Por eso, uno podra leer sus textos
periodsticos como si de una representacin se tratara, pues
mostraba a las figuras que dominaban el acontecer nacional
como personajes caricaturescos.


El tono pardico, que es por esencia burla de los temas,
las palabras o el estilo de otros, se convierte en auto irona
cuando los personajes se refieren a s mismos. Ese tono no
solo se refiere a la representacin, sino a la misma vida de
los personajes. Podra decirse que esto se aplica a los mismos
personajes emblemticos de Cabrujas.

El estado del disimulo


En esta doble instancia entre lo que soy y lo que represen
to se produce el sentido pardico. En el momento cumbre del
conflicto, ellos terminen develando la falsedad de sus ideales,
prcticas y valores. El espectador ve en una primera instancia
el tono caricaturesco de la representacin que ejecutan, pero
luego termina advirtiendo el sentido trgico que tiene, porque
revela que esa caricatura es una forma de asumir la vida. El
vivir es una farsa y lo peor, es que ellos mismos no se la creen,
por eso la existencia pierde sentido.

Rojas Pozo ve esa oposicin, cuando los personajes
se delatan en un momento lmite de sus conflictos lo que
los ubica como personajes ante una toma de conciencia;
dejar de parecer para ser, aunque esto signifique aceptar la
derrota (p. 16).

14 THEATRON

Esta relacin entre el articulista y el dramaturgo, nos hace virar


hacia una ltima observacin. Pensamos que las propuestas
de la obra dramtica de Cabrujas no estn alejadas de sus
reflexiones como hombre pblico, es decir, poltico. A travs
de sus artculos se advierte la coherencia entre sus conceptos
sobre el pas y los de su propuesta teatral.

A tal propsito, podramos revisar una de las entrevistas
ms importantes que se le hiciera: El estado del disimulo. Es
curioso que sea una transcripcin de una conversacin; pero,
habra que decir que Cabrujas no solamente era un excelente
escritor. Muchos de los que lo conocieron recuerdan su domi
nio de la palabra oral.

En la entrevista, Cabrujas profundiza sobre un aspecto
decisivo de la identidad nacional que define la condicin ciuda
dana y especficamente su relacin con el Estado. Esa identidad
colectiva puede asociarse con una de las frases ms lapidarias
de sus personajes expresada por Guzmn Blanco en El americano ilustrado. Ante la llegada de la delegacin inglesa, le dice
a Arstides: Procedamos con cierta dignidad, doctor Lander,
como si nos parecisemos a algo. (2010: 389)


Que el dramaturgo se preocupara por el Estado no es
extrao. Desde sus inicios su visin ideolgica lo orient por
la crtica de las instituciones. Posteriormente, esta visin se
convirti en menos dogmatica, pero igual mantuvo su pre
ocupacin alerta y cuestionadora sobre la marcha social y
poltica del pas. Siempre polmico, pero igual de acucioso,
Cabrujas expresa que los venezolanos no creen en las reglas
ciudadanas que desde el Estado se han construido, pero que
aparentan cumplirlas. Fingimos respetar la legalidad. El motivo
fundamental de este disimulo es que no creemos en las normas,
porque ellas no se generan de un pacto entre los ciudadanos,
sino en un ejercicio retrico impuesto por el poder de unos
cuantos caudillos.

Coda
Cada poca actualiza y lee las obras de acuerdo a las ne
cesidades y circunstancia que les toca vivir. El proceso de
convertir a Cabrujas en clsico es ineludible y debemos estar
agradecidos por ello. El camino para adquirir esa condicin
se ha comenzado hace unos aos y trabajos como el de Rojas
Pozo contribuyen a que esto suceda. Escribi un libro revelador
sobre la obra de Cabrujas y seguramente, continuar siendo
una referencia para analizar la obra dramtica de este autor.
Como todo anlisis, est abierto a nuevas visiones y revisiones
de la obra cabrujiana. Algo necesario en estos momentos.


Rojas Pozo mostr, adems, lo importante que significa

Como se sabe, el Estado es una de las formas sociales
el trabajo desplegado desde las universidades y lo pertinente
ms poderosa de representacin.
que resultan estas investigaciones para
Sin embargo, la apreciacin crtica
pensamos que la obra dramtica de
conocer al pas y a sus figuras emble
de Cabrujas no se dirige al carcter
Cabrujas no est alejada de sus reflexiones
mticas. Tambin propicia la reflexin
convencional de esa entidad. Mal
como articulista, es decir,
sobre lo que debe ser la tarea de la
pudiera un hombre de teatro juzgar
de su ideario poltico
revisin inteligente de un canon, no
ese aspecto que convierte los signos
construido como una imposicin, sino
en un pacto. Lo que Cabrujas cuestiona es la farsa con la
como una gua para propiciar las lecturas de las obras dentro
que vivimos nuestra ciudadana y nuestra relacin con el
de la realidad viva y cambiante de nuestra identidad
Estado. Nadie cree en los pactos y convenciones, y no cree,
fundamentalmente, porque el Estado es una entidad abstrac
ta y etrea que no ha sido construida de acuerdo con una
realidad, donde no ha habido una consulta que permite al
ciudadano participar: Redactar una Constitucin fue siempre
en Venezuela un ejercicio retrico (1987). Y aqu retrico
adquiere el sentido de dos aspectos criticados continuamente
por Cabrujas: la solemnidad pomposa y el carcter postizo
y falso. Bajo estas reflexiones, se dimensionan en su valor
exacto muchos de los textos dramticos de Cabrujas y nos
hacen pensar en el fuerte contenido poltico que ellos tienen
para entendernos como sociedad.
THEATRON 15

Referencias





AZPARREN GIMNEZ, L. (2006). Estudios sobre teatro venezolano.


Caracas: Universidad Central de Venezuela.
BOVES. M. C. (1997). Posibilidades de una semiologa del teatro.
En: Mara del Carmen Boves (Comp.) Teora del teatro. Madrid: Arco
libros, 295-322.
CABRUJAS, J.I. (2010). (Compilacin y estudio preliminar Leonardo
Azparren Gimnez). Obra Dramtica. Tomos I y II. Caracas: Editorial
Equinoccio, Universidad Simn Bolvar.
CABRUJAS, J.I. (1987). El estado del disimulo. Relectura. Espacio entre
escritores y lectores [pgina web]. Disponible: http://www.relectura.
org/cms/content/view/362/80/. [Consulta 2010, Junio 6].
PRIETO, A. (1998). Canon y literatura latinoamericana 1997. En:
Susana Cella (Comp.), Dominios de la literatura. Acerca del Canon.
Buenos Aires: Losada, 107-113
ROJAS POZO: F. (1995). Cabrujeras. Un estudio sobre la dramtica
de Jos Ignacio Cabrujas. Maracay: Universidad Pedaggica Experi
mental Libertador.

16 THEATRON

Un Gardel venezolano?
El da que me quieras, de Jos Ignacio Cabrujas
Catalina Julia Artesi

o voy a polemizar en este trabajo sobre el origen de Carlos


Gardel, que ha llevado a tantos relatos contradictorios y
diversos acerca de su figura y de su trayectoria, porque a
esta altura se ha convertido en un mito que trasciende las
fronteras de Latinoamrica.

Tal es lo que observo en las expresiones teatrales del
siglo XX, donde diferentes autores y teatristas se han apropia
do de su figura brindando nuevas interpretaciones, segn la
esttica y el momento histrico de cada artista. Para algunos,
las alegoras impas se dan porque vivimos en una poca
secularizada y los mitos religiosos ya no mantienen su poder
(Scheines: 26). Efectivamente, su imagen crece en obras
teatrales muy dispares. Cito algunas a modo de ejemplo:
Matatangos y Disparen sobre el zorzal (1978), del autor chi
leno Marco Antonio de la Parra; del dramaturgo venezolano
Jos Ignacio Cabrujas: El da que me quieras (1979), y, del
uruguayo Vctor Manuel Leites: El chal de Gardel (1985).

Selecciono para esta exposicin la pieza de Jos Igna
cio Cabrujas pues, con su apropiacin de esta figura mtica,
revela una Venezuela sacudida por la dictadura del general
Juan Vicente Gmez. Sin embargo, los aos han pasado y
la pieza mantiene su vigencia, ya que en su cosmovisin no
solo habla de las crisis ideolgicas de finales de los 70.

De modo que organizo mi estudio as: primero, abor
do el mito gardeliano y sus alcances; luego, me detengo
en el estudio de este singular dramaturgo venezolano, y, en
especial, en el anlisis de su pieza El da que me quieras.
Finalmente, intento una reflexin acerca de esta obra y su
vigencia, cuando en los comienzos del tercer milenio las
utopas en Latinoamrica pugnan por resurgir, a pesar de la
globalizacin.

Imgenes para un mito


Abordo el origen del trmino mito para que nos ubiquemos.
Para los griegos era un relato de origen, fundante, que impreg
naba la vida cotidiana, en el cual sobresala la figura ejemplar
de un hroe o de una herona. En la poca actual, aquellos
relatos suenan lejanos y perdidos, aparentemente distantes en
esta era donde todo se volatiliza y se transforma gracias a una
tecnologa hipersofisticada. Pareciera que al hombre de hoy
no le preocupan las figuras arquetpicas. Sin embargo, y como
lo expres en el comienzo, los mitos populares son cada vez
ms importantes en la actualidad latinoamericana. Como la
globalizacin ha producido fragmentacin y ha profundizado
las crisis de las identidades regionales y nacionales, las figuras
del deporte, de la msica y de otras manifestaciones culturales
cobran dimensiones muy especiales para el ser humano comn,
quien se identifica y reconoce un nosotros en los valores que
encarnan sus dolos. Parecera, entonces, que el que ejerce ms
resistencia es el que atae a las culturas populares, quizs por
su tradicional adscripcin al territorio y a las identidades locales
(Flores Ballesteros: 141).

Esta es la base para comprender por qu la imagen de
Carlos Gardel, y otras personalidades de gran popularidad, se
han convertido en arquetipos fundamentales de la sociedad. Si
bien su porte parece representar al hombre del Ro de la Plata sin
distinciones de clases o de sectores culturales, atraviesa espacios
y tiempos para convertirse en una figura atemporal, que aglutina
y vincula hombres y mujeres de regiones diferentes. Cmo siente
el hombre caribeo a una figura tanguera como la de Gardel?
Por qu en mbitos trasandinos, cuya identidad cultural no es
la porteidad rioplatense, lo reconocen como propio? Estas y
muchas preguntas ms podramos hacernos a esta altura y sin
duda surgiran posiciones y respuestas contradictorias, generando
THEATRON 17

una gran polmica sobre la rica diversidad cultural que posee


la Amrica del Sur.

La imagen flmica sin duda deriv en un estereotipo: el
joven apuesto, gran cantante, sonriente y mgico aparece una
y mil veces en aquellas pelculas que filmara en Estados Unidos,
por las cuales se afianz su figura dentro y fuera del continente
americano. Sin embargo, muchos aspectos de su vida no se co
nocan: Carlos Gardel, con su conciencia clara de lo que hacia
y lo que significaba, favoreci este estado de atemporalidad con
su tradicional reserva (Scheines: 29). Sus impactantes imgenes
cinematogrficas dejaron para la posteridad una figura cristali
zada que an, hoy en da, suele aparecer as cuando todos los
24 de junio se lo homenajea en cada aniversario por su muerte
en Medelln.

En esto tambin influy la situacin especial en la que se
produjo su desaparicin, porque en forma totalmente inespe
rada, en el momento en que se hallaba de gira, para retornar
a Argentina, el destino?, la vida? Lo sustrae del tiempo que
transcurre y que desgasta (Ibid.). En la repeticin de las secuen
cias flmicas, sus admiradores lo ven eternamente igual a aquel
que lleg al xito habiendo sido un hombre de origen humilde.
As aparece en Cuesta abajo (Gasnier, 1934), El da que me
quieras (John Reinhardt, 1935) y otras ms.

En Cuesta abajo apareca junto a la tpica mujer fatal en
carnada por la actriz Mona Maris y en dicho film sobresala la
escena de comedia musical sofisticada concretada con Rubias
de New York. Y si bien su trabajo actoral no era muy bueno,
su imagen de cantor arrollador era preponderante.

Destaco el contexto histrico en el cual surgi, porque
ayuda a comprender los alcances de este mito popular. Tanto
en la Argentina como en el resto del mundo se viva una honda
18 THEATRON

crisis econmica por el crack de Wall Street acaecido en 1929.


Pero adems, pervivan las consecuencias de la Primera Guerra
Mundial. En la Argentina, en Venezuela y en otros pases de Lati
noamrica las dictaduras militares dominaban; en sus gobiernos,
la corrupcin y la represin eran herramientas comunes para
someter al pueblo. Entonces, para el hombre comn a pesar de
las miserias cotidianas la figura de Carlos Gardel se converta
en la imagen total y le permita mantener otras aspiraciones.

Pero como todo mito, sus caras son mltiples, por eso
ha recibido diversos apodos: El mago, El que cada da canta
mejor, El mudo, y muchos ms. Desde el imaginario social
aparecen con cada nombramiento otros zorzales, tantos que
no se los pueden abordar a todos. Por eso es que su imagen
escnica se expande hacia las salas, encarnndose en las pro
ducciones de nuestros dramaturgos.

Jos Ignacio Cabrujas (1937-1995)


Como ha ocurrido en otras latitudes de nuestro continente,
la dcada del 60 ha sido el momento clave para la escena
sudamericana, pues los teatros universitarios se haban convertido
en semilleros donde los artistas podan experimentar, indagando
los nuevos lenguajes posibles para generar un teatro con voz
propia; aunque era inevitable la influencia de Bertolt Brecht y de
las vanguardias absurdistas europeas.

En este contexto cultural surgieron grandes dramaturgos y
hombres de teatro en Venezuela: Romn Chalbaud, Jos Ignacio
Cabrujas y Csar Rengifo, quienes fundaron el Nuevo Teatro
venezolano. Mientras tanto, en la Argentina sobresalan Osvaldo
Dragn, Roberto Cossa y Carlos Somigliana como los exponentes
del realismo crtico. En otras latitudes de la regin ocurra algo
similar, pues la idea no era caer en el hermetismo metafsico de

los absurdistas sino que era necesario situar al pblico en su


propia realidad, aunque lo cotidiano ya no deba ser un espejo
de la realidad. Tal lo visto en Profundo, Acto Cultural y en El da
que me quieras, todas de Cabrujas.

mgico e inesperado. Coincido con Leonardo Azparren Gimnez


(1988: 24) cuando indica que sus obras no se encuadran en
el realismo crtico maniquesta. Su ltima pieza data de 1995:
Sonny/ Diferencias sobre Otelo, el moro de Venecia, acerca de
un boxeador venezolano, cuya relacin intertextual con la pieza
de William Shakespeare resulta obvia; no obstante, algunos la
consideran su testamento existencial sobre los celos.


Pero lo interesante es que Jos Ignacio era un hombre
multifactico actor, director, dramaturgo, ensayista y perio
dista, pero esto no le alcanz y se dedic con gran destreza
a la realizacin de guiones, a tal punto que llev a su mximo

Como lo hiciera Bertolt Brecht en sus obras, toma dis
esplendor el cine y las telenovelas de su pas. Quizs esta mul
tancia abordando la historia de acontecimientos pasados
tiplicidad no le permiti profundizar en su labor teatral y por
para reflexionar sobre el presente. Aunque se aleja del teatro
este motivo sus obras posteriores no fueron tan importantes.
histrico documentalista mediante el humor, la irona y la
Sin embargo, sus cualidades de hombre de teatro observador
exageracin, recursos que desarticulan los esquematismos del
de las problemticas venezolanas
realismo cannico.
lo ayudaron a concretar una visin
Jos Ignacio Cabrujas pues,
satrica de los tipos y situaciones
con su apropiacin de esta figura mtica,
de la vida cotidiana en los centros
Mitos de la modernidad:
revela una Venezuela sacudida
urbanos, arrastrando la pesada car
melodas y cine
por la dictadura del general Juan Vicente
ga del analfabetismo histrico que
Gmez. Sin embargo, los aos han pasado
siempre ha padecido la poblacin
Es indudable que en el siglo pasado se
y la pieza mantiene su vigencia,
venezolana (Azparren Gimnez,
gestaron dos gneros de la msica po
ya que en su cosmovisin no solo habla
1988: 96) como en Acto Cultural.
pular de alcance universal: el tango y el
de las crisis ideolgicas
En El americano ilustrado (1987)
jazz. Ambos surgieron desde contextos
cuestiona el poder presidencial venezolano, representado en
marginales, el primero en la Amrica del Sur y el segundo, en la
el General Guzmn Blanco.
del Norte. De manera que se dispersaron por todo el mundo,
generando nuevas mitologas dentro del campo popular. Ya

En sus obras, no deja de mostrar el choque y las con
en pleno siglo XXI, se han fortalecido renovndose mediante
tradicciones de sus personajes, quienes sufren el fracaso en
mltiples fusiones.
sus relaciones afectivas y, a su vez, esto choca con sus visiones
polticas. Este venezolano medio que nos pinta sufra de tal

La pieza El da que me quieras tuvo gran notoriedad en
impotencia que a veces pareca evadirse de su realidad. Tales
su primer estreno en el Teatro Alberto de Paz y Mateos, del
aspectos contradictorios me recuerdan a los planteos de Antn
Nuevo Grupo, el 26 de enero de 1979, dirigida e interpretada
Chjov en sus piezas dramticas, donde sus protagonistas no
por el autor en el rol de Po Miranda. Renueva el xito en cada
podan enfrentar la realidad cruda que les tocaba vivir en la etapa
reestreno, ya sea en su pas de origen como en otros teatros
final del zarismo. Solo que Cabrujas seala las paradojas, lo
de habla hispana.
THEATRON 19


Jos Ignacio Cabrujas titula la pieza tomando el nombre
Cuesta abajo dirigida por Garnier; Sus ojos se cerraron que
homnimo de uno de los tangos ms populares de Carlos
la interpret en El da que me quieras y Rubias de New York,
Gardel, quien lo interpret y compuso la msica, con letra de
en El tango en Broadway (1934). El nico tema que no es del
Alfredo Le Pera; pieza musical que cobr mayor popularidad
do Gardel-Le Pera: el shimmy Tut-Ankh-Amn (1924), cuya
cuando se la utiliz para la pelcula. Como en la Argentina
letra es de Cancio Milln y la msica de Jos Bohr, ambos
lo hiciera Roberto Cossa con Gris de ausencia (1981) quien
autores uruguayos.
parti del tango Canzonetta gris de ausencia para realizar su
obra, nuestro autor venezolano tambin recurre a formas de la

Volviendo a la cuestin estructural, observo que en ambos
msica popular, el tango y el jazz, en el proceso de construccin
movimientos los ttulos de las canciones refieren a figuras de
de su pieza. Tanto, que la divide formalmente en dos tiempos y
diversa ndole. En el caso de Rubias de New York, las mujeres
en cada uno coloca el ttulo de un tema musical de la pelcula
descritas en la cancin representan mitos populares provenientes
que dirigiera John Reinhardt. El primero lleva el nombre de
de los medios masivos, arquetipos femeninos hollywoodenses
Rubias de New York, y, el segundo, Tut-Ankh-Amn. El hecho
de la poca. En Tut-ankh-amn, se apropia de un mito his
de utilizar la denominacin musical
trico extico como lo fuera la figura
para organizar el mundo dramtico
del gran faran egipcio, que sigui
El hecho de utilizar la denominacin
unido a los nombres de las piezas
musical para organizar el mundo dramtico generando otras tramas mticas cuan
musicales nos brinda una matriz
do se descubri su tumba. Considero
unido a los nombres de las piezas
mtico-musical que aporta semnti
que ambas letras constituyen claves
musicales nos brinda una matriz
camente connotaciones simblicas;
de lectura para cada secuencia dra
mtico-musical que aporta semnticamente
en principio, a cada secuencia, y, en
mtica pues tematizan y anticipan el
connotaciones simblicas; en principio,
un sentido global, a toda la pieza.
desarrollo del conflicto.
a cada secuencia, y, en un sentido global,
De modo que el autor al igual
a toda la pieza
que en otras producciones suyas

Si tomamos la primera, las mu
aborda los mitos y creencias de los venezolanos. Por un lado,
jeres que se describen constituyen estereotipos que la industria
las quimeras polticas provenientes de una Rusia sovitica en
del cine de entonces construa y exportaba a todo el mundo. En
franca decadencia y, por el otro lado, el cruce con un mito
el film, se acenta esta visin en especial en la escena donde
cuya dimensin simblica es muy rica, por las mltiples con
Gardel cantaba dicho tema. Tales imgenes constituan los mo
notaciones que posee la figura de Carlos Gardel.
delos que las jvenes humildes soaban ser en aquel entonces,
especialmente si eran las preferidas por el gran cantor. Segn

Pero no solo parte de la pelcula que mencion antes,
el ensayista y poeta argentino Horacio Salas la condicin era
tambin selecciona las canciones que aparecen dentro de la
que Gardel no deba casarse pues el ideal no se comparte
obra. Noto que las ha elegido por haber sido muy famosas estas
con alguien corporizado, sino con la totalidad (...). Por eso se
producciones de Carlos Gardel rodadas fuera de la Argentina.
acepta (...) que sea amado por muchas mujeres (p. 155), como
De los tangos compuestos con Le Pera, toma Amores de estu
ocurra en la pelcula El tango en Broadway con Betty, July, Mary
diantes que fuera cantada en el film rodado en la Paramount,
y Peggy. Salas expresa ms adelante: Todo hace suponer que
20 THEATRON

el supermacho Gardel, como una suerte de propietario de un


harn de mujeres tontas, mudas y siempre sonrientes, reparte
sus favores entre el rubio cuarteto de manera indiscriminada,
incansable y equitativa (p. 156).

As, en el tiempo primero de El da que me quieras, cuando
las mujeres estn por irse al teatro para ver actuar a Gardel, Jos
I. Cabrujas explicita por primera vez la analoga entre las Anzzar
y las cuatro figuras femeninas de Hollywood que rodeaban al
dolo, en este caso representado por la figura de Plcido:

Elvira:

Mara Luisa va a ir y esta noche ser una gran noche.


Pasarn cincuenta aos y ser una gran noche. Yo
estar muerta, y seguir siendo una gran noche...

Matilde:

Cmo Rubias de New York...?

Elvira:

Como Mary, Peggy, Betty y Julie...

Matilde:

...Rubias de New York... Cabecitas adoradas que


vierten amor...

Elvira:

Dan envidia a las estrellas...

Matilde:

Yo no s vivir sin ellas...

Plcido:

(Entra Plcido)
(Canta) Mary, Peggy, Betty y Julie, Rubias de New
York... Cabecitas adoradas que vierten amor.

Matilde:

Dan envidia a las estrellas!

Elvira:

Yo no s vivir sin ellas...!

Plcido:

Mary, Peggy, Betty y Julie de labios en flor.

Matilde:

Pon el disco, Plcido! Esta noche, en la sexta fila


del Principal, van a estar sentadas las tres rubias de
New York!

Plcido:

(Mientras dispone el disco) Es como el cristal la risa


loca de Julie... Es como el cantar, de un manan
tial.

Elvira:

Turba mi soar, el dulce hechizo de Peggy, su mirada


azul, honda como el mar.

Plcido:

Deliciosas criaturas perfumadas, quiero el beso de


sus boquitas pintadas1.


El jbilo interno de esta escena se corresponde con la apo
teosis del afuera, donde la poblacin expresaba su admiracin
mediante el estallido de cohetes en las calles de Caracas.

En el caso del shimmy Tut-ankh-amn, se alude en el
inicio de la cancin a los efectos que produca la imagen mtica
entre las mujeres de alta condicin econmica de entonces, y
se ironiza acerca de sus consecuencias en los mbitos esnob:



Al aparecer Tut-Ank-Amon
hizo entre las damas sensacin
que hasta la moda toma con soda
al pobre faran. (El subrayado es mo)


Incluso en el cierre del tema, la voz potica satiriza dichas
modas dentro de ese mundo sofisticado, caricaturizando a
tales mujeres:

1 Las citas de El da que me quieras pertenecen a la edicin de Monte vila, Caracas,1989.

THEATRON 21

Hoy las seoras es fatal


soando con Tut-Ank-Amon
buscan la voz piramidal
con una piedra dentro del colchn. (El subrayado es mo)


En la pieza, se alude a esta moda extica en la escena ini
cial del primer movimiento donde Matilde consulta a su hermana
mayor, Elvira, acerca de su vestuario para concurrir al teatro. En
dicho dilogo, la duda es si se coloca o no el turbante, acce
sorio que formaba parte del estilo oriental que imperaba. Las
mujeres toman su vestuario como parte de una caracterizacin
cinematogrfica mediante referencias a diferentes figuras del
cine, incluyendo la imagen de Tango Bar cuando l est en el
barco y ella sube la pasarela, tal lo expresado por Matilde.

del jazz que protagonizara Al Jolson la voz ms popular de los


Estados Unidos en los veinte (Salas: 16).

Me hago eco de lo que expresa Sergio Pujol (sf.), quien
tambin muestra las repercusiones de estos cambios:
En una justa valorizacin de su significado sociocultural, Simon
Collier afirma que a Carlos Gardel debemos ubicarlo en un
mismo nivel con Maurice Chevallier, Al Jolson y Bing Crosby,
emergentes todos ellos de una sociedad de masas que asiste
a un proceso de acelerada internacionalizacin y comerciali
zacin que somete a sus productos a la gratificacin de vastos
sectores de la poblacin mundial.


Esto demuestra la importancia de los mitos de origen me
ditico. A tal punto que se establece una metfora escnica muy
rica mediante un entramado mtico-simblico donde la compe
tencia ideolgico-cultural del lector-espectador latinoamericano
resulta fundamental para comprender el sentido de la pieza. La
polismica escnica sugiere diversas lecturas, podra ser que el
mundo representado fuera una sincdoque de Venezuela, pero
tambin sera una forma de testimoniar la influencia de los mitos
forneos en Latinoamrica. En cuanto a la cancin, funciona
como una anticipacin, con esta alusin al turbante preanuncia
el motivo del segundo movimiento dramtico y enlaza la primera
y la segunda parte.


En dicha transformacin, la figura de Alfredo Le Pera tuvo
mucha importancia, pues fue l quien escribi muchos de los
tangos-cancin que Gardel interpret y tambin confeccion los
guiones de sus pelculas (Salas: 165). Con este Gardel meditico,
se da tambin lo que Sergio Pujol reconoce como un dilogo
complicado entre dos paradigmas singulares: la tradicin represen
tada por el repertorio criollo y la modernidad, encabezada por el
tango-cancin, primero, y el cancionero internacional, despus, que
atravesaron toda Latinoamrica en la dcada del 20 al 30: Con
voracidad moderna, arrojado sin prejuicios a una constelacin de
mediaciones disco, filme, radio, foto, artculo periodstico, etc.,
el cantante se inserta conscientemente en un complejo tejido cultural
que corre entre tradicin y modernidad (Pujol).


Considero poco casual la eleccin de Jos Ignacio Ca
brujas, pues los musicales corresponden a otro perodo en la
carrera de Carlos Gardel. Se trata del pasaje del personaje criollo
ligado al repertorio rioplatense a la conformacin de la
nueva imagen internacional de el zorzal. Esto se debe a que en
el cine sonoro de aquella poca los cantantes se convertan en
las estrellas principales. La pelcula paradigmtica fue El cantor


De este cruce cultural vivido por las mujeres y los hombres
de las ciudades de esa poca, da cuenta Cabrujas en su obra
y lo plantea a partir de la apropiacin que realizaron y realizan
los venezolanos del mito gardeliano. De este proceso hallo im
genes de la Venezuela de entonces pero tambin reconozco, en
este conflictivo dilogo cultural, la problemtica de la identidad
latinoamericana.

22 THEATRON


Retomando la cuestin dramtica, el segundo movimien
to de la pieza, encabezado por el shimmy Tut-Ankh-Amon,
quiebra la comedia asaineteada y el realismo-costumbrista del
primer momento dramtico. En esta secuencia, aparece la figura
fantasmal de Carlos Gardel que ejerce un influjo en el mundo
dramtico porque El mago modifica la realidad representada
mediante su figura y su voz.


Cabrujas recurre a lo real maravilloso donde lo mgico
irrumpe en un contexto cotidiano, espacio donde la subjetividad
parece gobernar la realidad representada; ya que el clima2
expresionista y fantstico crea otra realidad, tal vez proyectada
al modo arltiano como una manera de superar el fracaso y la
frustracin de la crisis del 30. Sin embargo, el corte temporoespacial resulta brusco, el hechizo ha desaparecido despus de
la medianoche. Dicha elipsis, revela las mltiples contradicciones
de la realidad venezolana, casi dira de toda Latinoamrica. Los
contrastes entre el afuera y el adentro, la Venezuela pblica signa
da por la dictadura y la Venezuela ntima; la confrontacin entre
las utopas revolucionarias y los sueos de los seres comunes;
el dilogo polmico entre el criollismo y el nacionalismo ante
la Modernidad, traslucen una dialctica desde donde surgen
diversas paradojas.


En la didascalia inicial el hablante dramtico bsico in
troduce un clima fantstico con tintes expresionistas dentro del
plano real: La sala y el patio de las Anczar a las doce de la
noche. Elvira enciende la luz de la sala. Con ella, han entrado
Mara Luisa y Matilde. Vienen del Teatro Principal, despus de
asistir a la apoteosis de Gardel. Estos ndices temporo-espaciales
en el universo dramtico evidencian
se establece una metfora escnica
una interiorizacin del conflicto pues,
muy rica mediante un entramado
el espacio escnico la sala de los
mtico-simblico donde la competencia
Anczar se desrealiza.


Mientras los mitos del cine nor
teamericano sealaban en aquel mo
ideolgico-cultural del lector-espectador
mento que el hombre latinoamericano
latinoamericano resulta fundamental

Con la primera escena, surge
solo poda triunfar en la Amrica del
para
comprender
el
sentido
de
la
pieza
la referencia a la letra del shimmy
Norte, este mismo fenmeno de la
mencionado. Estas caraqueas se
modernizacin recurra a arquetipos
trasladan a un espacio mtico convirtindose en sujetos que
sofisticados, como el caso del faran y la moda que se impona.
transforman su rutina provinciana:
Pero este modelo no regional que generaban, a su vez revelaba
un decadentismo en los centros hegemnicos de la cultura.
Matilde: Ebria, como la Borgoa en Pars! Ebria...! Absoluta
y definitivamente ebria! Tutankamn! Tutankamn! Cuando
cant Tuth-ank-amn, ah, Elvira?, yo me sent una vestal de
bandeja, cadena y perro lobo! Y me dieron ganas de subir al
escenario con la nica intencin de rescatarlo de las aguas
al igual que la madre de Moiss en el Penltimo Testamento.
Dios del Sina! Qu humedad de hombre!


Dichos aspectos juegan de diferentes maneras porque Ca
brujas, hombre conocedor de los medios masivos de comunica
cin, muestra tambin sus contradicciones. Adems, nos presenta
un mundo signado por la ambigedad y por la subjetividad del
hombre latinoamericano pues el final de la pieza es abierto. El
clima chejoviano de la segunda parte y la intertextualidad con el

2 Remitimos a la novela histrica que escribiera el autor argentino Pedro Orgambide, Un tango para Gardel, que public Editorial Sudamericana en el 2003. En el captulo La
noche del Bisonte, el ttulo alude al sobrenombre del dictador Juan Vicente Gmez; all tambin se muestra el impacto que produjo el zorzal criollo en Caracas. Adems
Orgambide especula con una supuesta ayuda econmica a la resistencia venezolana.

THEATRON 23

realismo mgico del boom latinoamericano introducen mltiples


lecturas y abren interrogantes, pues el mundo de ensoacin
instala lo inverosmil y lo posible.

Si bien es cierto que hay una aguda crtica a la dictadura
de Gmez, al nacionalismo provinciano y al atraso, tambin
resulta paradjico que los venezolanos solamente despierten
de su modorra mediante los mitos del cine. Adems, con este
Gardel resignificado desde lo venezolano, Jos Ignacio Cabrujas
nos habla de exilios internos y externos, de otras distancias, de
los fracasos en las grandes urbes latinoamericanas, de las uto
pas soadas. Pienso en la imagen de Mara Luisa extendiendo
la bandera roja sovitica como un adorno, smbolo de todos
aquellos deseos perdidos, los personales y los polticos.

El final abierto interroga al pblico de entonces pero
tambin al de hoy, cuando el poder poltico impone un discurso
unvoco y desconoce las diversidades culturales e ideolgicas.
Con esta nueva versin de la globalizacin se han profundiza
do las crisis identitarias de otro modo en Venezuela y en toda
Latinoamrica. Ya no se trata de un continente marcado por las
dictaduras, sino de pases atravesados por otras maneras de vivir
la democracia; que construyen sus identidades, que revisan los
cruces entre la tradicin, lo urbano y la nueva modernidad, los
regionalismos y las nacionalidades
El contenido de este trabajo forma parte de una ponencia presen
tada en el marco del homenaje a J. I. Cabrujas, UPEL 2008.

Referencias

AZPARREN GIMNEZ, L. (1988, Spring). El americano ilustrado de


Cabrujas. LATR, 21/12, University of Kansas, Center of Latin American
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24 THEATRON

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www.todotango.com/spanish/gardel/ cronicas/rubias.html. [Consulta:
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viejo mito de Amrica. En Osvaldo Pellettieri (Comp.). Radiografa
de Carlos Gardel. Buenos Aires: Editorial Abril, 25-33.

Postales caraqueas de Cabrujas


Arturo Almandoz

e presentan a continuacin cuatro postales extradas de la ter


cera parte de la investigacin sobre la ciudad en el imaginario
venezolano (Almandoz, 2002; 2004), en la que la visin de
Cabrujas es entrecruzada con la de algunos autores de su
generacin, o con la de otros que abordaron los procesos ur
banos que atrajeran a Jos Ignacio. No es, por cierto, la visin
urbana de la crnica periodstica y los abundantes artculos
de opinin que produjera en los ltimos aos, sino ms bien
la que se extrae de uno de sus clsicos teatrales, as como de
ensayos y entrevistas. Como en la mayor parte de la investi
gacin de la que se deriva, la ponencia trata de contextualizar
las imgenes urbanas en el marco de los cambios espaciales
y culturales de Caracas y la sociedad venezolana.

En casa de las Anczar


El viaje a la Unin Sovitica haba coronado las ensoaciones
de varios intelectuales de la izquierda venezolana, cuya pere
grinacin a las ciudades de Europa oriental buscaba recono
cer y confirmar lo que, desde la remota Latinoamrica, sola
ser venerado como materializacin de la utopa marxista. As
ocurrira en cierto modo a Jos Ignacio Cabrujas, quien des
pus de presentar su Juan Francisco De Len en el VII Festival
Mundial de la Juventud y los Estudiantes, en la Viena de 1959,
emprendera viaje a Mosc. La gran expectativa del joven dra
maturgo y director era llegar a la plaza Roja y el Kremlin, que
equivala a decir el centro del ms alto pensamiento poltico de
izquierda y del poder de las fuerzas progresistas del mundo,
apoteosis de una postal que imagina Ildemaro Torres a nombre
de su copartidario del Movimiento al Socialismo:
() sucedi al anochecer y a la imagen fantstica de las cpu
las doradas reflejando la luz de esa hora, se sumaba el hecho
increble de estar ante el mausoleo en que yacan, uno al lado

del otro, Stalin con su uniforme de mariscal y Lenin vistiendo


el mismo abrigo negro de tantos leos y esculturas que legara
el realismo socialista. Cada viajero y a su manera, tratando
de demostrar cun familiares le eran ese lugar y esa historia,
y aos despus he llegado a pensar que en aquella ocasin,
testigo l de la exaltacin de los dems y viviendo la suya, y
tal vez con todos incorporados en sus recuerdos, debe haber
vislumbrado por primera vez a Po Miranda, ese camarada de
la bandera cuidadosamente atesorada en un bal a la espera
del instante supremo, y que enfrentado a su frustracin dijera:
A lo mejor nac 50 aos antes de lo debido... o a lo mejor se
me extravi el mundo..., ese personaje que es espejo invalo
rable y sntesis magnfica de muchos de nosotros, de cuanto
hemos sido y credo.


Aunque recreado en la postrera opresin de la dictadura
gomecista en 1935 ao bien definido en la obra por la vi
sita de Carlos Gardel a Caracas, que sirve de ancdota a la
trama el Po Miranda referido por Torres es el personaje de
El da que me quieras (1979), suerte de antihroe criollo que
encarna, me atrevo a decir, la pervivencia y el desencuentro
peripatticos con la utopa marxista, entre la revoltosa gene
racin a la que perteneciera su autor. Permitindonos una
licencia teatral en una investigacin que se basa en el ensayo
y la novela, tan solo recordemos que el excntrico sueo del
desazonado personaje haba sido llevar a su novia sempiterna,
Mara Luisa Anczar, a cultivar un koljosz de remolachas en
Ucrania, en antesala de la visita algn da al Kremlin, para
contemplar a Stalin en bienaventuranza. Pero en la epifana
del inefable Gardel en la casa parroquiana de las Anczar, la
noche de su concierto en el Principal, su embrujo cosmopolita
convoca para trastocar y replantear, durante la velada surrea
lista, los mitos familiares y culturales, nacionales e ideolgicos.
Al final de la trama magistral, huyendo del cataclismo desenca
denado por aquel portento masculino que ha socavado toda
THEATRON 25

idolatra sovitica, Po confiesa a los circunstantes el fracaso


anticipado de su utopa amorosa en tierras del marxismo.
No hay nada en Ucrania. No s dnde queda Ucrania. No
hay Unin de Repblicas Socialistas Soviticas. No hay
Trotsky No hay Stalin! No hay Lenin! No hay nada!
(Cabrujas, 1997: 82).

Catia: hogar, barrio y oeste

Algo del objetualismo y de la marcada segregacin de aquella


Caracas con la que se haban encontrado Salvador Garmendia,
Gonzlez Len y otros escritores venidos de provincia, se respira
ba tambin en la que naciera y creciera Cabrujas, en la que el
centro y oeste estaban en proceso de integracin, diferencindose

Como hacindose eco quizs del Jos Ignacio de la
a la vez del este burgus. Teniendo a Jos Ignacio de Poleo a
bohemia venezolana, el desengao de Po Miranda es, en
Buena Vista, en una esquina hoy perdida entre Miraflores y el
cierto modo, la confesin de una generacin que, si todava
palacio Blanco, pero mudndose a los cuatro aos a Catia,
se rebelaba contra el imperialismo yanqui, conoca tambin
el propio itinerario de la familia Cabrujas es indicativo de una
los desmanes del Calibn sovitico.
movilidad espacial, social y cultural
Es tambin el grito anticipado de una
esta postal del Kremlin y del mundo
de la clase media baja despus del
generacin de Pos que, a la cada
comunista aporta claves para completar
gomecismo; de entonces databa ese
del muro de Berln y de la URSS,
no solo la relacin entre burguesa y
proceso de oestizacin del centro
se enfrentara a una nada utpica,
proletariado, entre derecha e izquierda
que puede captarse en un episodio
hasta que las ideologas izquierdistas
y otras tantas antinomias del polarizado
infantil que marcara la sempiterna
mutaran y se reinventaran a finales
mundo de los sesenta y setenta, sino
incomprensin cabrujiana ante la urbe
del siglo XX. Al mismo tiempo, la
tambin nos ayuda a recrear algo
desconcertante.
visin izquierdista de El da que me
del clima ideolgico y geopoltico
quieras parece retrotraer al tiempo
que envolviera al dramtico proceso
Un da, en mi infancia, extravi el
gomecista y bolchevique a la vez,
de urbanizacin sin desarrollo
dinero del pasaje y tuve que caminar
buena parte de las tensiones que se
en la Venezuela cabrujiana.
desde el centro hasta el Oeste, en
sucederan en las dcadas por venir,
una peripecia de seis horas. Recorr la
incluyendo la Guerra Fra y los excesos econmicos y polti
patria, que como todo el mundo sabe, queda a media cuadra
cos de las dcadas ulteriores. En sus insalvables contrastes
de la Plaza Bolvar, atraves las bisuteras del viejo cine Rialto
y brechas con Amrica Latina y Venezuela en particular, esta
donde sola comprar caramelos, presenci el enigma del fakir
postal del Kremlin y del mundo comunista aporta claves para
Urbano, un ciudadano quiteo que sola ayunar en una urna
completar no solo la relacin entre burguesa y proletariado,
de vidrio, y la ciudad me desemboc como piedra errtica en
entre derecha e izquierda y otras tantas antinomias del po
el arcano sector Federal, donde podan contemplarse ngeles
larizado mundo de los sesenta y setenta, sino tambin nos
de prominentes pezones y banderas de bronce conmemora
ayuda a recrear algo del clima ideolgico y geopoltico que
tivo, amn de un pajarraco marmreo que, segn mi padre,
envolviera al dramtico proceso de urbanizacin sin desa
representaba el futuro y tal vez la nacionalidad. Atraves la
rrollo en la Venezuela cabrujiana.
estacin del ferrocarril, tan naturalista como Nan, e ingres
26 THEATRON

en el sector de lo que sola llamar Josefa Cabrujas, la vida,


esto es, prostitutas y maricas. (1999: 92)


Allende las consabidas expresiones del humor negro
cabrujiano, trasunta la consternacin que produjera la relativa
complejidad de aquel ddalo rocambolesco en la mirada infantil,
que era, no olvidemos, capitalina y no provinciana, como s lo
era la de Garmendia o Gonzlez Len. Con el limitado sentido
de orientacin que la temprana edad permita, guiado sobre todo
por la contundente sucesin de imgenes a lo largo de aquella
marcha hacia el Hades, Jos Ignacio se dej rodar en su rumbo
al Oeste, hasta que concluyera en la calle Argentina, entre 5
y 6 avenida, Quinta San Francisco, es decir, hogar (Ibid.: 93).
Ese hogar era Catia, urbanizacin popular que no solo tena una
cultura barrial en el sentido identificado por la novelstica de Gar
mendia, sino incluso comunitario y feudal, tal como se aprecia en
el relato que Cabrujas diera a Socorro, sobre cmo se articulaba
esa comunidad fronteriza, delimitada por su propio imaginario
y objetualidad, con respecto al centro y el este caraqueos:
Todo suceda en un lugar que era capaz de autoabastecerse;
si yo recuerdo esa etapa de la plaza Prez Bonalde, lo primero
que se me viene a la mente es que el resto de la ciudad no
significaba nada para m. Es ms, raras veces nos movamos
de Catia; era una comunidad totalmente fronteriza, amura
llada, sin proponrselo porque nadie hizo ese discurso, pero
eso era lo que ocurra. Yo me recuerdo caminando por el
centro, por los Dos Caminos, por Los Chorros, pero eso eran
excursiones, eso era turismo, me mova la curiosidad pero
no me involucraba y nadie all se involucraba con el resto de
la ciudad. Catia se autoabasteca de smbolos, de mitos, de
vivencias; claro que no de estmulos culturales, para eso bamos
a El Silencio y al Centro Simn Bolvar, bamos a la librera de

Argenis Rodrguez. Pero no haba nada all interesante, haba


cosas que comprar que no las haba en Catia, en Catia no
haba libreras (Socorro: 63)


Es una descripcin que confirma el sentido comunitario y
segregado del barrio, pero a la vez habla de la inevitable y com
prensible dependencia cultural del oeste con respecto al centro
capitalino; destaca tambin la connotacin de excursin que
el este mantuviera, en una especie de relacin suburbana que
resuena asimismo en los paseos colegiales de Ana Isabel, una
nia decente (1949), residente de La Candelaria, en la novela
de Antonia Palacios (pp.79-93); por supuesto que no era as ya
para los acomodados habitantes de La Florida o del Country, tal
como resplandece en las novelas burguesas de Vallenilla Lanz
hijo, cuyas boyantes familias se haban instalado en esas mismas
urbanizaciones desde finales del gomecismo1. Pero incluso el
mismo Jos Ignacio tuvo muy pronto que despojar al este de
esa condicin suburbana, aunque no dejara de representar
un hemisferio segregado con respecto a su distrito residencial:
cuando comenzara a estudiar en el colegio San Ignacio, donde
ninguno de los nios viva en el degredo del oeste, Cabrujas
pudo a diario experimentar la segregacin de aquella ciudad
como una primer a esquizofrenia que reconocera ante Socorro
muchos aos despus.
Cuando era muy pequeo mi mam me iba a buscar a las
cuatro de la tarde y de all me llevaba al autobs, cerca de Cao
Amarillo, y llegbamos a Catia. Cuando ya llegbamos a la
avenida Sucre que no se llamaba as, sino Calle Principal
empezaba a notarse el mundo buhoneril, el de las lucecitas
mortecinas, y todo se defina cuando llegbamos a la parada
de autobs, que era la ruta hacia Catia, porque haba una venta
de fritos () A partir del frito empezaba Catia (p. 75)

1 Las novelas de Laureano Vallenilla Lanz, hijo, son All en Caracas (1948) y Fuerzas vivas (1963). He tratado de reconstruir este proceso de urbanizacin hacia el este, utilizando
algo del imaginario de la novela y la crnica de viajes, en Almandoz (2006: 255-260).

THEATRON 27


Resulta por dems significativo que los buhoneros y las
fritangas, dos imgenes tan asociadas al centro-oeste caraqueo
pero que se haran caractersticas de la metrpoli por venir en
general fueran los lmites sensoriales establecidos por la ima
ginacin infantil entre las dos ciudades de la rutina diaria. Por un
lado estaba Catia como epicentro de ese hemisferio oeste, adon
de se regresaba despus del colegio, mundo carnal marcado
por la msica de Celia Cruz y la Sonora Matancera, dominio
barrial poblado de perdedores, entre los que se encontraban la
pandilla de amigos de la plaza Prez Bonalde, rudos, vulgares,
agresivos, astutos Por otro lado estaba, en las horas diurnas
e iluminadas del colegio jesuita, ese hemisferio este donde se
estudiaba, donde estaba la gente que haba triunfado en la
vida, que tena modales finos, como Henry Lord Boulton y su
familia, cuya exquisita domesticidad fue visitada por Jos Ignacio
gracias a su afortunada esquizofrenia colegial (Ibid.: 76-80). Por
eso, a pesar de los afectos y las querencias ms primarias, Catia
era una mala vida, en el sentido garmendiano, de la que haba
que migrar, como lo hara pronto Jos Ignacio, acompaado de
personajes novelescos, pero sin romper las segregaciones social
y funcional entre el centro que se haca oeste, por un lado, y el
este burgus y bohemio, por el otro. Porque allende la migracin
y las dimensiones de la segregacin, oeste y este permaneceran
como dos cts de ascendencia proustiana, mutatis mutandis, ya
que marcaran los sustratos ms fundamentales de la memoria
y psicologa del sujeto narrativo y ensaystico en su odisea por
la Caracas secular.

Entre Armendriz e Infante


Los caraqueos contemplaron la mitologa de estrellas de
Hollywood en los palacios de cine, esa tipologa descendiente
del movie palace norteamericano, que desde los aos 1920
haba despuntado en Nueva York y Chicago, San Francisco y
28 THEATRON

Los ngeles; en las amplias plateas y balcones, ya equipados


con aire acondicionado, una suntuosa decoracin combinaba
la magia futurista del Art Deco con raros motivos tomados de
exticas civilizaciones cuyos descubrimientos arqueolgicos
causaban furor en aquellos aos locos, desde lo egipciaco y
chino, hasta lo maya y azteca. Si bien Caracas ya tena cines
relevantes desde la era gomecista el Candelaria (1916), el
Rialto (1917) de Gustavo Wallis, el Capitol (1921), el Ayacucho
(1925), el Principal (1931) y el vila (1931) fue en las dcadas
de los cincuenta y sesenta cuando los palacios de cine capitalinos
permitiran a los venezolanos recrear la nrdica modernizacin a
travs del panten de estrellas norteamericanas. Ubicados en los
centros principales y los grandes ejes de circulacin caraquea,
el Hollywood (1941), de Rafael Bergamn; el Junn (1952) y el
Metropolitano (1953); pero sobre todo el Radio City (1953),
muy a lo Rockefeller Center neoyorquino, as como el Teatro
del Este (1956) en los bajos de un rascacielos corporativo de
Martn Vegas y Jos Miguel Galia que realzaba la pequea city
de Plaza Venezuela fueron todos prototipos de los palacios
metropolitanos, donde los filmes eran estrenados para un gran
pblico que se extasiaba ante una modernidad venezolana y
gringa a la vez (Barrios: 20-27).

Mientras tanto, salas ms modestas y barriales del oeste
y centro proyectaban, en matins y vespertinas, otras ramas
genealgicas de esa mitologa ante auditorios diversos; el Baby
(1943) de Prado de Mara, el Jardines (1943) de El Valle, el Lux
(1943) de Chacao y otros de esos cines parroquiales llegaran a
constituir ms del 75 por ciento del total del servicio capitalino,
cuyo apogeo se alcanzara a partir de 1957, con 80 recintos
(Ibid.: 18, 26). En esas salas modestas de San Agustn o El Valle
haban visto algunos de Los topos (1975) de Liendo, antes de
adentrarse en la guerrilla, los westerns o las pelculas de accin,
aquellos duelos de pistola y pual donde confrontbanse los
hroes duros y sus parientes villanos: Marlon Brando, Yul Brynner,

Anthony Quinn, John Wayne y Jack Palance; pero cuando discu


tan quin era el mejor actor, los panas llegaban a la conclusin
de que desde que el mundo es mundo no ha habido un actor
ms cojonudo que Kirk Douglas. (Liendo: 197).

historias sepias de Seora ama y La malquerida, de Mara Candelaria y El rebozo de Soledad, en las que protagonizaba el bigotudo
Armendriz con Dolores Del Ro, no exclua cierta modernizacin
y urbanizacin latinoamericanas, que el cine mexicano tambin
proyect ante la masa venezolana. Ese registro fue notado por

Por su parte, en el cine Prez Bonalde, la audiencia de
el pblico de Catia a propsito de la transformacin de Infante
Catia vio Casablanca y otros clsicos norteamericanos, como la
quien, a diferencia de Jorge Negrete, supo urbanizarse iconogr
infaltable saga de Tarzn; pero fueron las pelculas mexicanas,
fica y temticamente: Tras un breve perodo en que hizo de cha
con frecuencia programadas en el cine Espaa o el Esmeralda
rro, Infante entendi muy bien que necesitaba un mundo nuevo,
donde los porteros dejaban pasar a los imberbes a la censura
que no poda seguir de charro, entonces se puso su chaquetita
B la que ms parece haber marcado a la patota de Jos Igna
de cuero y empez a vivir los dramas urbanos (Ibid.: 62), not
cio. Con toques cursilones y factura ms pobre que las pelculas
Cabrujas sobre aquellos cuates que buscaban ahora parecerse
gringas, era como otra visin del mundo que proyectaban en el
a James Dean y Paul Newman. Algo de esa metamorfosis tuvo
hemisferio oeste de la ciudad, contan
tambin la Del Ro en dramas poste
do una historia y mitologa charras que
riores a Mara Candelaria, donde se
teniendo a Jos Ignacio de Poleo
eran muy latinoamericanas a la vez.
convierte en ama de casa de modernos
a Buena Vista, en una esquina hoy perdida
Bien resumira Cabrujas la influencia
apartamentos en las colonias centrales
entre Miraflores y el palacio Blanco,
ideolgica de ese cine a propsito de
pero mudndose a los cuatro aos a Catia, de Ciudad de Mxico y otras metr
Armendriz e Infante, sin olvidar em
polis. Tambin lo hara Mara Flix
el propio itinerario de la familia Cabrujas
pero su contraste con el sobrio estilo
despus del clasicismo rural de Doa
es indicativo de una movilidad espacial,
del clsico protagonizado por Bogart
Brbara, escapando de los fotogramas
social y cultural de la clase media baja
y Bergman:
blanquinegros y proyectndose en un
despus del gomecismo
tecnicolor que se despliega ahora en
Esa sobriedad, esa economa conmovedora no es la que tena
una pantalla tan vasta como su urbanizada ambicin; en Estrella
propiamente Pedro Infante o Pedro Armendriz, ese macho
vaca, por ejemplo, la Flix se rode de la ms sofisticada icono
telrico, el ms bello latinoamericano que ha existido, el nico
grafa que poda ofrecer el Mxico de los cincuenta, en un papel
orgullo racial que puede tener Amrica Latina. Sin embargo, Ar
de trepadora que pareciera en parte autobiogrfico, pero que
mendriz no nos gustaba tanto como Pedro Infante; Armendriz
podra tambin haber sido extrado de personajes de La regin
representaba el mundo indgena y lugareo, lo veamos con
ms transparente (1958), de Carlos Fuentes.
inquietud social; Pedro Armendriz, que era la nica concrecin
real del indio pulposo que pintaba Diego Rivera, contribuy
mucho a que nos hiciramos comunistas (Socorro: 61)


Ms all de la concienciacin telrica e ideolgica a lo
Rivera, el romanticismo provinciano y machista que marcaba las

Ciudad desmemoriada
Cabrujas ofreci a finales de los ochenta una visin desconcertada de
la identidad y el sentido patrimonial de Caracas, sin por ello dejar de
THEATRON 29

reconocer su entraable pertenencia a esa ciudad donde la palabra


Jimnez, concretamente en aquel 1956 en que fuera demolida su
antiguo era apenas una irona. La certeza de la pertenencia no
casa natal, catstrofe que pareciera iniciar, para el sujeto y habitante,
solo vena de haber nacido de Poleo a Buena Vista, 11-B, o de ha
esa falta de historicidad que caracteriza a la capital, como tambin
bitar las calles de Santa Rosala y Catia, sino tambin por tempranas
al pas venezolano; por ello concluy:
extraezas ante lo que pareca extranjero; por ejemplo ante aquella
celebracin proveniente de su remota memoria infantil, en la que
Para vivir en esta ciudad no necesitamos de ningn momento
una cincuentena de musies parloteaban en ingls y sin ttulos
que tenga a bien la gentileza de recordarnos su historia. La
desde el tercer piso del cntrico edificio de Pan Am, probablemente
historia, la nica historia posible, somos nosotros, y la ciudad
el da de la capitulacin nazi ante los aliados en 1945, en una
comienza y recomienza un martes cualquiera como el pajarraco
juerga manifiesta que el nio Jos Ignacio supo ya reconocer como
de los romanos, despus de una nueva resurreccin. El pasado,
ajena. Pero aquella entraable Caracas parroquiana del centro y
nunca me hizo falta, para vivir en ella. (Cabrujas, 1999: 96)
del oeste infantiles, trocose en ciudad muerta que solo viva en la
consciencia del sujeto como un relato

Las implicaciones de este ltimo
en el cine Prez Bonalde, la audiencia
de fe, porque en la ya devenida metr
aserto no solo remiten, aunque de ma
de Catia vio Casablanca y otros clsicos
poli petrolera se vivira de hecho en una
nera antittica, a las admoniciones que
norteamericanos, como la infaltable saga
ciudad nueva, siempre nueva, siempre
tambin en los ochenta propalaran Uslar
reciente, pero que solo puede conocer de Tarzn; pero fueron las pelculas mexicanas, (1981, por ejemplo) y Liscano (1999),
se a travs de una nueva arqueologa con frecuencia programadas en el cine Espaa sino tambin remiten a anteriores episo
(Cabrujas, 1999: 89-95). Es la visin de o el Esmeralda donde los porteros dejaban dios del debate sobre el patrimonio, que
pasar a los imberbes a la censura B
una ciudad desmemoriada que, como
incluye las diatribas de Picn Salas (pp.
la que ms parece haber marcado
recordndonos la propia ancdota del
228-263) y Briceo Iragorry (1984), de
a la patota de Jos Ignacio...
Jos Ignacio que no poda ubicar la
Enrique Bernardo Nez (1988; 1991)
casa de su nacimiento, nos da tambin
y Guillermo Meneses (1995), ante aquel
el sujeto narrativo de Los topos:
progreso a rajatabla y sin antiguallas, aunque ahora Cabrujas pa
reciera verlo desde la irnica resignacin de otra generacin.
Han pasado diez aos! La casa donde invent mis sueos
juveniles ya no est, tampoco hay otra en su lugar, la han
demolido y solo quedan sus escombros. Es un espectculo
frecuente en una ciudad que se traga a s misma y vomita
edificios, superbloques, supermercados, superavenidas
(Liendo: 189)


Apelando a antiguas imgenes pompeyanas que a primera
vista enfatizan el contraste con la mocedad caraquea, Cabrujas
escenific nuestra erupcin del Vesubio en la arrasadora era de Prez
30 THEATRON


Pero esa Caracas ahistrica, donde el pasado no hace falta,
tambin se emparentaba con Pompeya porque ambas dejaron de
estar insertas en la historia y pasaron a tener un musestico valor de
cotidianidades detenidas, lo que las hace legibles solo a travs de
inusitadas formas de excavacin, que en el caso nuestro sera la
arqueologa del derrumbe. Emulando a aquellos que se jactan
de pertenecer a grandes pueblos constructores, como los romanos,
Cabrujas proclam, con sarcstico orgullo, formar parte de una na
cin de grandes derrumbes, un pueblo demolicionista que hizo del

escombro un emblema. Ese es el paisaje que he visto, por no decir,


que en el fondo, mis ojos no han visto ningn paisaje (Ibid.: 96-97).
Como exponente capital de un pueblo demoledor, Caracas le fue
confesada a Socorro como lugar de paso y concepto provisional
desde sus mismos orgenes coloniales y condicin geolgica, lo que
imposibilita toda consolidacin de los recuerdos, comenzando por
la ubicacin del lugar donde naci el autor.
Siempre he pensado que Caracas es una ciudad donde no puede
existir ningn recuerdo. Es una ciudad en permanente demolicin
que conspira contra cualquier memoria; se es su goce, su espec
tculo, su principal caracterstica. En algn momento de mi vida me
he horrorizado ante esa situacin; hoy no. Hoy pienso que es una
legitimidad, y as como hay pueblos que construyen, hay otros que
destruyen. Hay pueblos que tienen en la destruccin un sentido de
vida, como algunos lo encuentran en la construccin. El caraqueo
es un pueblo demoledor, no por nada, slo por ser fiel a su propia
historia. Esta es una ciudad de terremotos, los sismos han jugado
un papel preponderante en la forma de desarrollo de la ciudad,
la propia naturaleza es la primera causante de la destruccin del
proyecto de la ciudad. Pero aparte de eso, Caracas responde a
un ideal, algo que est por verse. Caracas siempre fue un lugar
de paso, un lugar intermedio, en sus orgenes no fue un sitio
para quedarse, apenas un trnsito para ir hacia el sur: pasar por
aqu y seguir avanzando. Quedarse en Caracas fue siempre una
desgracia, entonces esta ciudad fue construida con un concepto
provisional, todos los edificios de la Conquista y an de la Colonia
son muy simples y apenas parecidos a lo que quieren representar
pero sin llegar a ser nada. (Socorro: 53)


Esa suerte de pecado original de haber sido Caracas un
punto de avanzada territorial aunque no lo fuera para ir hacia
el sur, sino ms bien hacia oriente, donde la penetracin territorial
haba quedado inconclusa, despus del toque inicial a Cuman
(Gasparini, 1968, por ejemplo) permiten a Cabrujas adoptar

una actitud ms irnica y postmoderna con respecto al ya antan


alegato de los cronistas que presenciaron la primera mutacin me
tropolitana Nez, Meneses, Briceo Iragorry cuyas culposas
y desesperadas denuncias trat de articular, repito, como un primer
estrato de consciencia patrimonial en Venezuela (Almandoz, 2004:
141-162). A diferencia de aquellos cronistas conservadores, que lo
fueron hasta cierto punto de los techos rojos que vean desaparecer,
hay ms bien en Cabrujas una laxitud final frente a ese desconcierto
y la desarticulacin del paisaje, resignacin proveniente no solo
de haber crecido ya dentro de la Venezuela urbana y la Caracas
metropolitana, as como de sumergirse dentro de la arqueologa
del derrumbe, sino tambin de la plena aceptacin de esa certeza
universal que termina siendo el babelismo caraqueo. Un recorrido
a travs de ste reconoce una nueva identidad venezolana, a la vez
que permite a Cabrujas ofrecer un colorido mural de la urbe definales
de los ochenta:
Animo el da con un caf italiano, honradamente sudado en una
Gaggia sobre el mostrador de una panadera de portugueses, cuya
especialidad es el pan gallego. Suelo comprar la prensa en el kiosco
de un canario, prematuramente invlido, y saludo la santamara
de mi charcutero de Treviso, apasionado por las especialidades
catalanas. Recorro la buhonera del Cementerio con la certeza de
no atisbar nada autctono, y escucho en mi reciente memoria la
ponderacin de un vendedor de cuchillos cuzqueo, realmente
impresionado por lo el que l denomina, el eterno filo alemn.
Ingreso en una autopista que bien puede conducirme a Detroit, y
selecciono el opus 3, nmero 11, de telrico Vivaldi. Me aparto
en un atajo y desemboco en el guzmancismo de El Paraso, en el
crespismo devenido en taller mecnico, en el castrismo militar. Una
musa romana me saluda, siempre y cuando sea capaz de entender
el yeso y no andar con demasiados miramientos. Estaciono frente
al automercado Cendrillon, regentado por unos madeirenses, y
saludo a la conserje dominicana en el trance de regresar a su patria,
por una gravedad nonagenaria. (1999: 107-108)

THEATRON 31


Es una posicin ms acorde ya con el multiculturalismo de la
bablica urbe venezolana, que asomaba, en la vspera de la muerte
de Cabrujas, algo de los procesos de globalizacin que la metrpoli
finisecular exhibiera en contextos ms desarrollados (King, 1991;
Clark, 2000, por ejemplo), despus del agotamiento de la antinomia
cultura/civilizacin que haba recorrido el siglo XX; a diferencia de lo
que sostuvieran ensayistas como Liscano y Uslar, en tanto orculos
del medio intelectual venezolano de comienzos de los noventa, el
abandono de la bsqueda por la identidad urbana y la memoria
patrimonial haba sido apurado quizs por la cada de la URSS en
1989, la cual tanto haba significado para el utopismo comunista
de la generacin de Cabrujas. Por ello la visin de ste represent,
para el pblico venezolano que tanto lo siguiera en las columnas de
prensa y su presencia en los medios, la aceptacin final al tiempo que
el reconocimiento pionero del fin del debate sobre cultura, civilizacin
e identidad, proclamado por una voz lder de una intermedia gene
racin de intelectuales postmodernos y poscomunistas que haban
finalmente aceptado la desmemoria y el derrumbe como una nueva
naturaleza urbana y cultural. Las generaciones siguientes solo tendran
que partir de ese hecho multicultural
El contenido de este trabajo forma parte de una ponencia presen
tada en el marco del homenaje a J. I. Cabrujas, UPEL 2008.

Referencias


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1936 a los pequeos seres, prlogo de Carlos Pacheco. Caracas:
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32 THEATRON

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El Nacional, Caracas, B9.
USLAR PIETRI, A. (1981, Julio 27). La ciudad como caos. El Nacional,
Caracas.

Profundo de Jos Ignacio Cabrujas: Una lectura


Francisco Salazar
La vida es corta y el arte es largo
Alirio Palacios

IProfundo o el fracaso de un pas poco profundo

Faltaban unos escasos dos o tres minutos para que en medio


de la ansiedad extrema tpica de los estrenos, indicramos al
tcnico de iluminacin de la Sala Jos Flix Ribas la entrada del
primer cuadro de luces. El pblico que colmaba la sala esperaba
excitado el acontecer de la msica, el escenario, las voces, el
vestuario y la magia de la pera. En esta ocasin era Orfeo y
Eurdice, de Christopher Willibald von Gluck.

Corra la segunda mitad de la dcada de los ochenta,
Jos Ignacio Cabrujas asuma la responsabilidad de la direccin
escnica, y ya faltaba poco, sabamos que su orden para dar
comienzo a la funcin no se hara esperar. Entonces entra Jos
Ignacio a la cabina, sonriente, pletrico, radiante, intensamente
emocionado: Tengo 50 aos y soy un hombre rico, famoso,
exitoso, lo deca convencido, alegre, amoroso y al mismo tiempo
agradecido, humilde y hasta con cierta vergenza. Dems est
decir que la funcin fue todo un acontecimiento.

A nadie se le ocurrira pensar que Jos Ignacio no haya
sido un hombre al que la vida colm de innumerables xitos,
eso estara al margen de cualquier consideracin. Y no poda
ser de otra manera, dada su aguda inteligencia, su generosa
cultura y su inagotable talento. Aunque no lo hubiese desea
do, aunque se hubiese propuesto ser un fracasado, en eso
al menos hubiese fracasado. Si este tema del fracaso fue un
asunto de consideracin en su vida personal, no lo sabemos;
si fue captulo pertinente a la concepcin de los personajes
de sus obras, rebasa profusamente las dimensiones de este
artculo; lo que s queremos indicar es, que sin lugar a dudas,
este tema es asunto esencial de su produccin dramtica: El
tema que me importa es el fracaso, escribe en carta enviada
a la Embajada de Venezuela en Alemania en 1991, y en ese
mismo documento explica porqu: Un hombre se refugia en

una idea, la proclama como parte de s mismo y se adhiere a


ella. Al hacerlo cree pertenecer, cree hacerse cierto. Pero esa
idea jams lo explica ni lo hace pertenecer a nada, porque en
el fondo no tiene nada que ver con su vida (2009:19). Y nada
ms verdico, ninguna idea explica ningn hombre, quizs
pueda proporcionar alguna ilusin de pertenencia, pero nada
ms, tan solo una suerte de refugio, que con algo de suerte e
inteligencia, le haga al menos vislumbrar la danza fantstica de
la caverna de Platn. Y, sin embargo, la necesidad de aferrarse
a una idea puede llegar a tener tal dimensin de contundencia
que conduzca a ese hombre a la demencia de querer imponerla
a otros. El desatino de confundir idea con verdad. Una verdad
que no es tal porque en el fondo nada tiene que ver con su
vida (Ibid).

Y sigue: De eso he escrito en casi todas mis obras, por
lo menos aquellas que van ms all de Profundo estrenada en
1971. En el mismo documento, mas adelante: Mis perso
najes son la consecuencia, a veces extrema, de una imitacin:
una familia busca un tesoro y debe hacerse religiosa, fantica,
ideolgica, debe suspender sus deseos, su propia vida, para
encontrarlo (Profundo). Profundo es la metfora de un pas
fracasado, pospuesto, incapaz, sucedneo, donde las cosas
parecen ser lo que no sonporque en el fondo nada tiene
que ver con su vida (Ibid.).

en el fondo
La peligrosa obsesin de querer tocar fondo, de intentar explicar
el Destino de un pas, de un pueblo, de un continente que se le
vuelve irreal, elusivo, extraviado. Ibsen Martnez, su amigo en
traable, nos comenta en el prlogo que escribi para la primera
edicin de El Mundo segn Cabrujas, lo siguiente: La nuestra
es, y lo entiendo como Cabrujas quiso entenderlo y transmitirlo,
THEATRON 33

una sociedad fracasada. Una sociedad todava hoy postcolonial


que se precipit en el fracaso sin haber alcanzado cabalmente
esplendor alguno () En nuestra gesticulacin de fracasados
felices y elocuentes, Cabrujas hall el tema casi obsesivo de su
escritura (p.12).

sus cosas. La metfora es magnfica: desde antes heredamos


un tesoro ahora oculto, una labor hecha con sabidura, pero
a la cual ahora no tenemos acceso, la hemos confundido. Ya
se ha hablado del tesoro de Profundo como una metfora de
la riqueza petrolera que cambi para siempre el devenir de
la conciencia colectiva del pas Venezuela. Y si bien nuestra

El platillo del fracaso es de difcil digestin, la realidad
historia ha estado signada por la regresin psicoptica del
contempornea lo rechaza con asco. Nuestra sociedad apues
herosmo militarista, siempre ha habido gente que ha querido
ta al xito con hambre desesperada y alberga casi ningn
saber hacer las cosas, pero ese signo histrico se vuelve
espacio para pensar el fracaso. Somos obsesiva y fatalmente
confuso, informe con el advenimiento de la riqueza fcil del
triunfalistas. El fracaso propio siempre ser culpa de otro o de
mene, del stercus demonis, impidindose as la posibilidad
las circunstancias y nunca un rasgo de mi propia condicin. Y
de comprender el posible legado ancestral que nos per
esa incapacidad reflexiva, esa opacidad psquica ante el fra
mitiera saber hacer las cosas. Esa comprensin implica
caso deviene en desastre, pero nunca
la asuncin consciente de nuestro
siempre
ha
habido
gente
que
ha
querido
en tragedia, ya que lo trgico implica
estruendoso fracaso nacional, pero
saber hacer las cosas, pero ese signo
una reflexin, implica un movimiento
eso no ha sido posible, nadie quiere
histrico
se
vuelve
confuso,
informe,
hacia dentro que permita a su vez
mirar de cerca ese desecho y mucho
con el advenimiento de la riqueza fcil
una elevacin en nuestro nivel de
menos recogerlo.
del
mene,
del
stercus
demonis,
conciencia y por lo tanto, de nuestra
impidindose as la posibilidad
madurez y responsabilidad.

El incomparable Rafael Cadenas
de comprender el posible legado ancestral
(1979) nos reta a esta reflexin, su
que nos permitiera saber hacer las cosas poema titulado Fracaso comienza

Es una condicin que nos vuelve
incapaces para detectar la realidad de
con estas lneas memorables:
la vida natural tal y como ella es, y nos hace parciales, secta
rios, intolerantes, inmaduros, superficiales, en pocas palabras,

Fracaso, lenguaje del fondo, pista de otro espacio
inconscientes e irreflexivos, hebefrnicos, los fracasados felices

ms exigente, difcil de entreleer es tu letra.
y elocuentes de Ibsen (Ibid.).

Cuando ponas tu marca en mi frente, jams pens

en el fondo
Los personajes de Profundo buscan un tesoro enterrado en
el fondo, bien adentro como dice uno de ellos por el
Padre Olegario, religioso cuyos orgenes se pierden en las ne
bulosas del pasado familiar, gente de antes que saba hacer
34 THEATRON

en el mensaje que traas, ms precioso que todos


los triunfos. (p. 131)

Y el maestro Rafael Lpez-Pedraza las comenta:


Desde sus comienzos, nos hace saber que fracaso es lenguaje
del fondo y nos dice a las claras que su conciencia sale de ese
mbito tan profundo de nuestro propio ser, adonde lo conden

la represin histrica, donde hay otros espacios y otras luces


de ms difcil lectura y vivencia. Llamemos as a la depresin.
Pero tomemos nota de lo que surge de esa depresin: una joya
cara, que no podemos tomar como baratija que se vende en el
marcado libre a cualquiera, sino como joya muy bien labrada
en el alma. (p. 134)

fondo, de alqumicamente transformar ese estircol en una


joya cara, de poder entre leer el precioso mensaje del que
nos habla Cadenas.


Pero eso no es posible, los Alamo, nuestros representantes
en la ficcin de Jos Ignacio, no pueden bajar tan profundo.
Esa misma noche continan sus dilogos como si nada hubiese

Sin embargo hay gente que insiste en querer saber ha
pasado. A todo se acostumbra uno. Ya ni mal huele, verdad?,
cer las cosas. Tanto Cadenas como Lpez nos compensan,
dice Buey, y Magra le responde: No. Se han olido cosas peores
nos sealan y de alguna manera nos conducen. Y tambin
(p. 210). Ya no es posible abandonar la fantasa del tesoro de la
lo hace Cabrujas.
inminente aparicin del espritu redentor del Padre Olegario; ma
ana regresar La Franciscana para seguir alimentando la fantasa

Despus de insistir durante seis meses, excavando en el
que los distancia de s mismos. Los lamo nos conmueven en su
cuchitril del fondo de la casa los
miseria, como debera conmovernos la
Manganzn
quiere
desenmascarar
integrantes de la familia lamo, des
miseria de lo que Cabrujas ha querido
el disimulo, rasgar el teln de la hipocresa, representar con ellos.
plazados, postergados, humillados,
confrontar a todos con su nica realidad,
fanatizados de la mano de La Francis
la de la vacuidad del Hueco. Jos Ignacio
cana; en el clmax mismo del asunto,
denunciando el fracaso de su pas
cuando ya no hay duda la pala da
II Manganzn:
postergado, sucedneo, incapaz
entonces contra algo metlico, la caja
la voz profunda del autor?
de
entenderse
y
de
transformar
del tesoro est ah, perono, no se
el desastre en tragedia
trata de la tal caja del realero no, la
Intentar agotar con honestidad las
pala ha dado con la tubera de aguas
posibilidades y resonancias que nos
negras, contra la cloacay el olor es nauseabundo, insoporta
ofrece Profundo, ameritara un espacio bastante mayor del que
ble. Elvirita trata de escapar por que tiene ganas de vomitar,
alberga este artculo. Tan solo hemos querido apuntalar asuntos
La Franciscana la retiene y declama: Se ofrece! Es un olor que
que consideramos medulares de esta indispensable obra. Antes
1
se ofrece! Se respira! (p. 209).
de concluir, quisiramos acercarnos un poco al posible significado
que pareciera asomarse en uno de los personajes, hablamos de

Este personaje de La Franciscana, que los ha tiranizado
Manganzn.
durante seis meses convirtindolos en sbditos de una idea,
ahora, tambin de manera tirnica, los invita a asumir su pro

Cada uno de los caracteres de esta obra encierra una signi
pia podredumbre. No existe tal tesoro, lo que hay es porquera.
ficacin importantsima, pero es Manganzn el que quizs se acer
Es la oportunidad de trocar el desastre en depresin, de tocar
que ms a eso que se suele llamar el personaje protagnico.
1 Todas las citas de Profundo estn tomadas de Cabrujas, J.I. (1972).

THEATRON 35

El protagonista al menos en la tragedia clsica es el que debe


agonizar, el prot-gonos, el que a travs de los sucesos que le
corresponde vivir realiza el encuentro con su Destino e induce
la catarsis con su correspondiente conclusin trgica.

y as tener el derecho de desenterrar el tesoro, no termina de


creerse la farsa, l quiere el realero, para la Capilla se justifica
inmediatamente, pero necesita que su mujer Lucrecia le repita
una y otra vez la historia de cuando a ella se le apareci el
espritu del Santo Padre Olegario, necesita convencerse, pero
siempre se queda dormido. Y cuando Buey le cuenta que tuvo
una revelacin en la que el Padre Olegario le seala que l es
El Bueno y que, por lo tanto, le toca la labor de desenterrar,
Manganzn deja salir con estrpito la rabia acumulada desde
hace seis meses y all maldice y se vuelve sacrlego.


No pretendemos irresponsablemente poner a dialogar la
obra de Cabrujas con algo que desde muchos puntos de vista
se vuelve tan remoto como la tragedia clsica, pero no hay duda
de que Manganzn es el personaje alrededor del cual pivotea el
movimiento de la obra. l es el elegido para rescatar el tesoro
escondido, y para poder ser digno de
ello, debe someterse a una serie de

Luego de que La Franciscana
El platillo del fracaso es de difcil digestin,
sacrificios. Ante todo ha de guardar
lo regaa y humilla por estos acon
la realidad contempornea lo rechaza
un inexplicable voto de castidad que le
con asco. Nuestra sociedad apuesta al xito tecimientos, Manganzn tiene un
impone La Franciscana: a pesar de que
memorable momento en el cual, en
con hambre desesperada y alberga casi
duerme desnudo en la misma cama
un estado parecido a un trance dice:
ningn espacio para pensar el fracaso.
con su esposa Lucrecia, le toca man
Las cosas llegarn a su trmino, y
Somos obsesiva y fatalmente triunfalistas.
tenerse en estado de pureza virginal.
El fracaso propio siempre ser culpa de otro cuando todo parezca perdido, cuando
Adems, palea da y noche la tierra
la mano del hombre no pueda ms,
o de las circunstancias y nunca un rasgo
del hueco y para colmo debe hacerlo
entonces, Dios pondr la suya, y lo
de mi propia condicin.
vestido de Nio Jess. Manganzn es
arreglar todo en un abrir y cerrar de
Y esa incapacidad reflexiva, esa opacidad
aparentemente el nico que procura
psquica ante el fracaso deviene en desastre, ojos, como de la maana a la tarde
tener un trabajo productivo, tiene un
(pp.199-200). Es como si el personaje
pero nunca en tragedia, ya que lo trgico
pequeo negocio de venta de peri
sealado, el escogido, se convirtiera
implica una reflexin
dicos, pero es increpado a abando
en la voz de Dios, en el intermediario
narlo, para qu peridicos?, pregunta La Franciscana, como
de la Divinidad, pero l es absolutamente inconsciente de ese
diciendo para qu trabajar si pronto vamos a tener el tesoro en
hecho. Cuando La Franciscana y Buey sorprendidos e incrdulos,
nuestras manos?, si aqu tenemos ya prontito nuestro Dorado,
lo increpan a revelar de dnde sac tal prodigio de profundidad,
nuestro petrleo, nuestro Kino, nuestro golpe de suerte que nos
Manganzn lo niega, no fue l el que habl y entonces sobre
permitir vivir como ricos de ahora en adelante y no tener que
viene el caos. Nuestro personaje sintindose presionado estalla
trabajar ms.
y decide profanar el lugar sagrado, el hueco axial, orinndose
en l, gritando: No hay nada! No hay nada! All en el hueco,

Pero Manganzn se rebela, no est muy convencido, se
no hay nada All no hay nadaNi un clavo, ni una tuerca
pregunta, se cuestiona, se siente mal, no duerme y a pesar de
vieja Nada! Tierra! Tierra! Es un hueco para mear Es un
que tiene que ser casto y estar rezando para poder ser El Bueno
meadero! Sirve para mear! (p. 201).
36 THEATRON


Y se orina, y en plena representacin de la Santa
Historia Sagrada del Nacimiento de Dios Nuestro Seor
de Judea, exclama que l no es el elegido, que no va
a hacer ninguna Capilla, que lo nico que quiere es la
plata y que todo es una mentira, Yo no puedo hacer otra
cosa (205), dice.

Pareciera estar dndose cuenta de algo, como si dijera,
ese es mi Destino, yo no puedo hacer otra cosa. Es la obra
intentando hacerse consciente. Manganzn quiere desenmas
carar el disimulo, rasgar el teln de la hipocresa, confrontar
a todos con su nica realidad: la vacuidad del Hueco. Jos
Ignacio denunciando el fracaso de su pas postergado, su
cedneo, incapaz de entenderse y de transformar el desastre
en tragedia.

Ya al final, Manganzn le dice a Lucrecia en la intimidad
del cuarto: Eso est debajo. Debajo de la cloaca. Por eso no
lo vieron.

Es verdad Manganzn, la cosa es ms profunda. Hay
que llegar a la cloaca pero todava bajar ms an, all est el
verdadero tesoro, el de la conciencia, el de tu conciencia, el
de nuestra conciencia nacional tan aplazada, tan postergada,
tan enterrada. All debajo de la cloaca, como t dices antes del
sueo: Profundo profundo profundo

III A manera de eplogo: Vissi darte, vissi damore


Lo que va a ocurrir en este momento sucedi el 19 de marzo de
1965. Mara Callas cantaba por ltima vez en el Metropolitan
Opera Hause y el pblico reciba entusiasmado, delirante a una
de las leyendas del siglo XX. La grabacin que ahora escucha
rn forma parte de la historia...el tenor es Franco Corelli.


Con estas palabras, pronunciadas con una emocin ade
cuadamente contenida, Jos Ignacio Cabrujas introduce una
de las ms conmovedoras ediciones de su programa pera
Dominical. Dispuesto a estremecernos a su manera, no solo con
la romntica historia de Floria Tosca y Mario Cavaradossi, sino
rindiendo homenaje a la Divina Callas digna ella y su vida de un
libreto que Puccini hubiese podido inmortalizar con su msica,
Jos Ignacio insiste, reitera, remarca de manera obsesiva en su
presentacin, el aria Vissi darte, interpretada por Callas en
distintas oportunidades.
Mxico 28 junio de 1952 10 de agosto de 1953 Scala
de Miln la Tosca de Victor de Sabata, un verdadero acon
tecimiento cinco aos ms tarde, auditorio de la BBC de
Londres bajo la direccin de John Pritchard nos leg tal vez
la ms esplndida de sus interpretaciones de Vissi darteVissi
darte viv del arte

Vissi darte, vissi damore,


non feci mai male ad
anima viva!
Con man furtiva
quante miserie conobbi
aiutai.
Sempre con f sincera
la mia preghiera
ai santi tabernacoli sal.
Sempre con f sincera
diedi fiori aglaltar.
Nellora del dolore
perch, perch, Signore,
perch me ne rimuneri cos?
Diedi gioielli della Madonna
al manto,
e diedi il canto agli astri,

Viv del arte, viv del amor


Nunca he hecho mal a
alma viva!
Con mano furtiva
A cunta miseria conoc he
ayudado.
Siempre con fe sincera
mi plegaria
a los santos altares elev.
Siempre con fe sincera
Llev flores al altar
En la hora del dolor
por qu, por qu, Seor,
Por qu me pagas as?
He dado joyas para el manto
de la Madonna,
y he dado mi canto a las
THEATRON 37

al ciel,
che ne ridean pi belli.
Nellora del dolor
perch, perch, Signor,
ah, perch me ne
rimuneri cos?

estrellas, al cielo,
que brillan tan hermosos.
En la hora del dolor
por qu, por qu, Seor,
Ah, por qu me
pagas as?


Como Floria Tosca, como Mara Callas, tambin Jos
Ignacio vivi del arte, para el arte, y como ellas, para el arte
efmero de la escena

38 THEATRON

Referencias



CABRUJAS, J.I. (1972). Profundo. Caracas: Ed. Nuevo Tiempo.


(2009). El Mundo segn Cabrujas. (Investigacin y
compilacin de Yoyiana Ahumada). Caracas: Editorial Alfa.
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Derrota. Caracas: Fundarte.
LPEZ-PEDRAZA, R. (2000). Ansiedad Cultural, Conciencia de Fracaso. Caracas: Editorial Festina Lente.

La frustracin como constante en los personajes teatrales


de Jos Ignacio Cabrujas
Orlando Rodrguez B.

a frustracin constituye un tema que se ha ido planteando en el


teatro venezolano desde el siglo XIX, intensificndose en el XX.
Encontramos un primer caso en 1873 cuando el intelectual Ni
canor Bolet Peraza da a conocer su sainete A falta de pan buenas
son tortas. En l se narra el caso del sastre de apellido Zrcetelas
que expresa su deseo de ser nombrado Ministro de Hacienda al
informarse de que un vecino, del cual desconoce sus valores y
meritos, ha sido nombrado por el gobierno ministro en alguna de
las carteras. El sastre, casi analfabeto, aspira al cargo ministerial
porque como muchos cree que cualquier ciudadano puede tener
esas aspiraciones aunque carezca de la preparacin adecuada,
y claro, finalmente lo que consigue es que lo designen como en
cargado de la maestranza del ejrcito para fabricar el vestuario
de los militares.

Visin amarga de la realidad que aparece desde los primeros
aos de la centuria pasada. Es en el ao 1910 cuando un joven
intelectual, Rmulo Gallegos, da a la imprenta su primera obra
teatral, El Motor, que solo en 1993 fue estrenada en el Teatro Na
cional. All est la presencia del protagonista, el maestro escolar,
Guillermo Orosia, que ha diseado y construido una mquina
voladora, que no pasa de estar en el aire treinta o cuarenta me
tros para caer en tierra al ser derribada por un militar ignorante
que no comprende el experimento. Y se completa el fracaso de
Orosia porque basado en los planos de Leonardo da Vinci, se
da cuenta de que la carencia de motor impide la realizacin de
su proyecto.

Puede agregarse adems, que rechaza la posibilidad de
apoyo del General-Presidente, Gmez en ese momento, que
determina no solo ese rechazo, sino adems su total frustracin.
Conviene recordar que en esa obra se habla de cine, pocos
aos despus de su creacin, al igual que la aviacin iniciada en

1903 por los hermanos Wright, que convertira a este escritor en


una figura destacada en la dramaturgia latinoamericana que se
desarrollaba en esos aos en el continente, a lo que se suma la
calidad de su elaboracin.

El segundo corresponde a la obra El da de Antero Albn,
de Arturo Uslar Pietri, uno de sus textos teatrales de mayor impor
tancia, publicado a mediados del siglo XX, donde Antero Albn,
el protagonista, sufre de una verdadera ludopata, buscando de
manera enfermiza, mediante los juegos de azar y loteras, la solu
cin para sus problemas econmicos y asegurar su vida futura. Al
ganar el premio mximo en la lotera, es incapaz de administrar
ese dinero del cual se aprovecha como administrador el designado
para ello. Sin bienes, su esposa lo insta a trabajar y a explotar un
terreno que posee en el campo. Ella ir a trabajar la tierra, pero
Antero se quedar en la mesa de los juegos de azar, negndose
a realizar el esfuerzo diario del trabajo agrcola.

Y el tercer caso lo constituye la obra de Jos Ignacio
Cabrujas Profundo (1971), donde el autor nos muestra como
una familia, incluso pidiendo el apoyo en la religin decide
excavar dentro de un edificio buscando un entierro, esperan
do encontrar monedas antiguas y otros valores, crendose
muchas ilusiones y luego del esfuerzo de las excavaciones lo
que encuentran al final es una cloaca.

El resultado es la frustracin colectiva. El dramaturgo tena
una visin amarga de la realidad nacional, y con ese excelente
humor que lo caracterizaba, ocultaba la frustracin que domina
ba las conductas de la mayor parte de los personajes creados.
Cabrujas en algn momento seal: A m siempre me interes el
tema de la frustracin, del derrotado, del que balbucea y fracasa
y no saber por qu.1

1 Todas las citas estn tomadas de Cabrujas, J.I. (2010).

THEATRON 39


Los personajes de Profundo, desembocan en la frustra
cin ante el fracaso de su excavacin y la figura de la cloaca
que cierra la historia. Todos ellos imaginan el xito de la bs
queda, hacen planes y creen tener el apoyo de los santos y
dems figuras celestiales, a los cuales piensan hacer valiosas
donaciones y homenajes, que son reemplazados por esta frus
tracin colectiva cuyos efectos angustian a todos, Magra, Buey,
Lucrecia, Manganzn, La Franciscana y Elvirita, personajes de
la obra.

En Acto Cultural (1976), los integrantes de la Sociedad
Louis Pasteur para el fomento de las artes, las ciencias y las
industrias de San Rafael de Ejido, realizan estos actos. Pero,
quines son sus integrantes? Todos miembros de la direc
tiva de la sociedad. Al mismo tiempo, son seres frustrados.
Su vida en el interior del pas es rutinaria, sin perspectiva de
cambio. El tiempo transcurre sin situaciones que permitan
desarrollar sus vidas y sus aspiraciones. Parecera que las
horas del da y de la noche se desenvuelven repitindose sin
alteraciones. Herminia y los recuerdos gratos de su difunto
esposo Petit, constituyen el fuerte de su rutina. Y los otros per
sonajes femeninos, dentro de su individualidad experimentan
sus respectivas frustraciones, las cuales se agudizan en los
dirigentes masculinos Cosme Paraima y Amadeo Mier. Del
primero recordemos sus palabras:
Cosme: (A Amadeo): No hay nadie que viva una vida en este
pueblo que se levante y diga buenos das y sea buenos das
y signifique bondad y maana. Ni siquiera Purificacin. Qu
hicimos? Algo muy grande hicimos para merecerlo. Quin
nos encerr aqu? Quin nos odiaba tanto? Lo sabes t?
(Acto Cultural Segundo Tiempo)


Otro tanto le corresponde al presidente de la Sociedad
Louis Pasteur, Amadeo Mier:
40 THEATRON

Amadeo: Iba a decir eso que a nadie le importa. Tengo tantos


aos diciendo conferencias (A los invitados) los martes a
las ocho, sobre cualquier cosa, con tal de ordenar cualquier
tema Tantos aos! Tantos temas! Conveniencia del
cultivo cafetero en los solares abandonados de San Rafael
Necesidad del cultivo de truchas en la fuente del Ateneo de
Escuque Estudio comparativo entre Dios y el General Cipria
no Castro Es increble como despus de veinte aos nadie
me escucha porque suponen que digo una conferencia Ni
siquiera las frases ms banales qu s yo buenos das
hace frio buenas noches. La gente, todo ellos piensan que
voy a hablar del frio o de la posicin de los astros. Y no es as.
A veces me provoca saludar sin ninguna otra eficacia. (Acto
Cultural Primer Tiempo).


La frustracin de los personajes de Acto Cultural es
completa.

Al abordar El da que me quieras (1979), no encontramos
con un personaje, Po Miranda, protagonista, que acumula en s,
la trayectoria de los mayores fracasos. Lo seala taxativamente
en el Primer Tiempo:
Po: Ahora, hazme el favor de escucharme, porque voy a
hablar de este asunto por ltima vez. (Pausa) En treinta y
ocho aos de mi vida he sido maestro de escuela, cajero de
imprenta, secretario de un comprador de esmeraldas en el rio
Magdalena, espiritista, seminarista, rosacruz, masn, ateo,
librepensador y comunista Y ahora te voy a explicar por qu
soy comunista! Cuando era nio, en Valencia, mi santa madre,
Ernestina viuda de Miranda, enfermera jubilada del Hospital
de Leprosos, lectora perpetua de El Conde de Montecristo,
se ahorc en su habitacin. (subrayado aadido por el autor
del artculo) (El da que me quieras Primer Tiempo. Rubias
de Nueva York)


Para justificar su trayectoria alude a la causa fundamen
tal de su conducta, variando el comportamiento y asumiendo
distintas ideologas que culminan en el comunismo del cual no
pasa de adquirir conocimientos elementales, logrando contagiar
a algunos miembros de la familia Anczar, enamorando a Mara
Luisa, ofrecindole una futura vida en la Unin Sovitica (1935),
mintiendo al indicar que ha enviado una carta al intelectual
francs Romain Rolland solicitando interceder por la pareja
Mara Luis y Po para incorporarse a un koljoz (granja colectiva)
en Ucrania.

En la obra se indica que Po desde hace once aos acude
a la casa de los Anczar diariamente a compartir la mesa en
el almuerzo. Todo terminar por desmoronarse con ocasin
de la sorpresiva visita del cantante argentino Carlos Gardel
que se est presentando en Caracas y Po Miranda, luego de
confesarse en voz alta de sus falsedades, abandona el hogar
de la familia caraquea.

A esta frustracin de Miranda, se suma la jefa de esa
familia, fracasada en su posible matrimonio y dominada
por el cargo burocrtico en el correo en una tarea rutina
ria y casi esclavizante. Mara Luisa, la eterna novia de Po,
ingenua y creyente an de las falsedades provenientes del
que fue su pareja, seguir creyendo o mantiene su fe en la
simbologa a travs de la bandera de la hoz y el martillo
que coloca sobre el divn para que permanezca all hasta
el siguiente da.

Es indudable que la imaginacin, el talento y el fino
humor que caracterizaba a Cabrujas alcanza su ms alto nivel
en esta obra, representada por distintos elencos en Venezuela,
en numerosos pases de Amrica Latina y en Espaa en el
Primer Encuentro de Teatro Amrica Latina Espaa, donde
fuimos testigos en 1980 de las ovaciones con que respondi

el pblico en las ciudades de Valencia y Madrid, entre otras,


aplaudiendo de pie la interpretacin de esta obra, ante un
Cabrujas sorprendido por el xito que se repeta en los distin
tos lugares, y que solo atinaba a grabar los vtores y aplausos.
De sus diecisis obras recopiladas, sin duda alguna, El da
que me quieras, constituye el texto de mayor recepcin por el
pblico hispanoamericano, y alcanzando la mayor cantidad
de ediciones. (Al producirse su presentacin en Chile, don
los derechos de autor en contribucin a la resistencia que
creca ante la dictadura que rechaz el pueblo chileno en
votacin popular de 1990).

Cuando escribe El americano ilustrado (1986), desa
rrolla una temtica que ya haba intentado en Venezuela
barata (1965-966), cuyo texto lo haba conservado Nicols
Curiel. All se planteaba la trayectoria del diputado liberal
Arstides Lander al cumplir treinta y cinco aos, la presencia
del Presidente Guzmn Blanco, el problema de las presiones
de Inglaterra exigiendo el pago de la deuda que Venezuela
tena con la nacin europea en fin, un intento no logrado,
alargado innecesariamente y fragmentado en varios cua
dros. Si se compara con su obra posterior en el tiempo, El
americano ilustrado, Venezuela Barata se presenta como
un boceto y no un texto definido como lo fuera veinte aos
despus El americano ilustrado, referente a Guzmn Blanco,
que deja de ser protagonista, desplazado por la presencia de
tres hermanos Lander: Anselmo, Arstides y con importancia
menor Rosamunda, quienes constituyen el tro protagnico,
donde se centra el argumento principal y donde tambin el
presidente Guzmn Blanco, como el conflicto con Inglaterra,
se expone como temtica secundaria.

La frustracin en este caso se muestra como una pro
puesta definitiva en el desarrollo de las conductas de los
hermanos Lander.
THEATRON 41


En el caso de Anselmo, sacerdote que alcanza el obispado,
pero que interiormente est dominado por su lascivia y alusiones
permanentes sobre la vida sexual y alcances libidinosos que lo
llevan a despojarse de la sotana, abjurar de su condicin clerical y
lanzar lejos el crucifijo que alguna vez fue bendecido por el Papa
Len X. Su hermana Rosamunda, monja, rechaza los hbitos y
se incorpora a la vida laica.

Anselmo:

Ellas son mi contribucin, seor Presidente, Por


qu no? al pago de estas dieciocho millones de
libras esterlinas que al parecer adeudamos, porque,
mirndolo bien, valen algo, por ejemplo, una vida
o, incluso, cierto peso de plata como es el caso de
este crucifijo que alguna vez bendijo nada menos
que Len X y que Maria Elvira de Lander, la madre
del nuevo Ministro, adquiri en un anticuario en el
Trastvere, con la corriente explicacin (Arroja a los
pies de Mac Shelley el crucifijo de Len X); la nacin
debe once libras menos, Excelencia!
En cuanto al gorro, lamento haber olvidado su
nombre original entre tantas cosas que olvid, pero
declaro que hubo una cierta ambicin en mi vida de
positada en esta frgil modestia. Ahora, espectculo
inefable, seores, oportunidad histrica e irrepetible,
me permito renunciar a ella y al ttulo de Eminencia
que adorn mi cabeza.
(Lo arroja a los pies de Maria Eugenia).

Maria Eugenia (Desesperada): Anselmo!


Anselmo:

Como as mismo a la refrescante sotana, siempre


estival, calurosa en el pecho y segn tradicin po
pular o murmullo de esquina, un tanto ninfesca a
medida que desciende y resalta las caderas.

42 THEATRON

(Se despoja de la sotana).


(El americano ilustrado Segundo Acto)


En cuanto al tercer hermano. Arstides, poltico y funciona
rio, es llamado por Guzmn Blanco a ejercer como Ministro de
Asuntos Exteriores, una de sus grandes ambiciones, y es enviado
a Europa para arreglar lo referente a la deuda con Inglaterra.
Se entiende que ha cumplido su misin, pero que termina all
su cargo ministerial. Es felicitado por Guzmn Blanco pero es
consciente que el porvenir se ve cerrado. Ve un revlver y lo toma
llevndolo a la sien. Aprieta el gatillo pero no est cargado y lo
deja en el lugar de donde lo tom.

Arstides

(Sonre): No pasa nada.


Celebremos!


La frustracin ha llegado al mximo. A lo largo de la pro
duccin dramtica de Jos Ignacio Cabrujas, la frustracin se
convierte en constante de la mayora de sus obras, visin que
domin en sus contenidos, morigerada por la dualidad humor
profundidad, caracterstica rectora de su teatro

Referencias

CABRUJAS, J. I. (2010). (Compilacin y estudio preliminar Leonardo


Azparren Gimnez). Obra Dramtica. Tomos I y II. Caracas: Editorial
Equinoccio, Universidad Simn Bolvar.

Prodesse et delectare:
Ars Poetica de Jos Ignacio Cabrujas en Tv
Al E. Rondn
No le tuvo miedo a la caja boba y se sumergi
en las aguas pantanosas del melodrama caribeo,
revolucionando el gnero, desde la propuesta de un
lenguaje vivo; sacudindole el polvo a la virginidad y
sosera de la protagonista, recurriendo a la pera, en
fin, para concebir una ars poetica que dot al oficio
de los negros de Dumas de dignidad y pasin.
Yoyiana Ahumada

ay un hilo que une a Scherezade, contando historias noche tras


noche, y con ello aplazando su sentencia de muerte, con las pan
tallas de televisores de todo el mundo, emitiendo dos, tres, cinco
y hasta seis captulos de diferentes telenovelas al da. Ese hilo es
el mismo que pasa por la abuela que cuenta cuentos a los nietos,
o el pregonero que en siglos pasados iba de pueblo en pueblo
narrando hechos, acontecimientos, relatos (Mazzioti:13).

Esa especie de hilo de Ariadna, que nos habla de la vi
gencia de la narracin, subraya la persistencia del relato a travs
de los tiempos. Todos los presentes en este recinto tenemos la
experiencia de haber escuchado y haber contado historias. La
narracin es parte de la cultura, pues en todas las culturas hay
historias, circulan relatos, sucesos, ancdotas.

Ese mismo hilo que antes una a los que con ojos encen
didos alrededor de la fogata escuchaban los relatos de algn
viajero, las canciones de un juglar o, ms cerca en el tiempo,
preparaban sus sillas alrededor del radio hoy nos congrega
frente al televisor. Me refiero a quienes disfrutan de los cuentos,
a todos los que comparten la pasin del relato, por escucharlo,
por seguir una narracin.

Hoy en da esos relatos circulan en TV y la telenovela tal
como la llamamos en esta parte del mundo no es ms que la
actualizacin del melodrama clsico, la nueva forma de atraer
espectadores. Ahora bien, hace varias dcadas esos relatos de
ficcin merecieron una especie de condena por parte de los
estudiosos de la comunicacin:

Se privilegiaba la informacin sobre la ficcin, porque


apelaba a la razn, porque haca pensar, porque era til.
En el caso de la ficcin, sta quedaba relegada al lado
de la fantasa, del escapismo, del entretenimiento. Eso era
visto como algo muy negativo.

En segundo lugar, tambin se condenaba (se ridiculizaba y


minimizaba) el hecho de que alguien encontrara placer en
ver esos relatos. Se estigmatizaba a los espectadores como
a seres idiotizados y vampirizados por la telenovela.


Menos mal que toda Edad Media tiene su Renacimiento
y pronto algunos tericos se dedicaron a analizar el lugar de
la recepcin en el proceso comunicativo y se demostr que la
audiencia no era tabula rasa, pues no reciba los mensajes de
la misma manera en que haba sido pensado el relato desde la
emisin. Las escuelas de estudios culturales, la sociologa de De
Certeau y de Bourdieu, la semitica, la antropologa, la etnogra
fa de la comunicacin y otras disciplinas aportaron una mejor
visin de los procesos de lectura, comprensin y apropiacin de
los textos audiovisuales (Ibid.: 13-14).

En Amrica Latina desde el campo universitario se gener
una corriente fuerte de investigacin sobre la telenovela, sus ma
trices culturales y sus usos sociales. Los estudios de Jess MartnBarbero, Ana Mara Fadul, Mara Inmacolata Vasallo de Lpez,
Guillermo Orozco, Daniel Filho, Nora Mazziotti, Nestor Garca
Canclini, Carlos Monsivis, Manuel Bermdez y Oscar Moraa
sobre melodrama y las mediaciones que existen entre un texto y
THEATRON 43

sus lecturas abrieron nuevos horizontes a lneas de investigacin


que hoy miran a la telenovela desde distintas pticas.

El hecho de que en una diminuta aldea de Galicia sus
habitantes decidieran erigir una estatua a la herona de Simplemente Mara la obra fue cancelada en su totalidad gracias
a los generosos donativos por suscripcin de quienes seguan
la telenovela argentina; la circunstancia de que a la actriz
mexicana Vernica Castro se le recibiera una vez en Mosc
con honores reservados a cualquier primer mandatario en vi
sita oficial a Rusia debido a los cien millones de espectadores
que alcanzara la transmisin de Los ricos tambin lloran en la
patria de Dostoievski; o la incredulidad en el semblante del
brasileo Rubens De Falco cuando en visita promocional a la
antigua Pekin, hoy Beijing, tuvo noticia de que unos cuatro
cientos cincuenta millones de personas vean La esclava Isaura
todos los das a las 6:00 p.m., no debera sorprendernos. Son
evidencia irrefutable de que el lenguaje del melodrama, la
apelacin a las emociones en el discurso telenovelesco y la
pasin por la narracin llegan muy lejos. Tan lejos que como
dice Delia Fiallo: una novela que t escribes para Venezuela
puede tener xito en Santo Domingo, Grecia, Turqua y Japn,
porque todos somos seres humanos y respondemos a las mis
mas emociones. se es todo el secreto (Mato).

Eso nos lleva al melodrama, un gnero dramtico que
surgi en Alemania a finales del siglo XVIII y que consista,
simplemente, en que la accin que ocurra en el escenario era
acompaada por msica, por una orquestica. En cuanto a su
sentido etimolgico, viene de melos y drama. Melos es meloda,
msica. Su historia nos revela que es un gnero eminentemente
popular. Quienes lo crearon lo hicieron provenir del mundo
del circo, del entretenimiento plebeyo; el gusto popular era ir a
verlos como parte de una feria de circo. Mezclaba la represen
tacin de farsas y entremeses con el espectculo de acrbatas,
44 THEATRON

prestidigitadores y titiriteros. Nace el melodrama entonces como


espectculo imponente y trivial, sentencioso e ingenuo, solemne
y bufn, que respira terror, extravagancias y jocosidad (MartnBarbero: 41).

Dice Cabrujas en Y Latinoamrica invent la telenovela:


Planteaban dramitas del tipo: botan a la muchachita de su
casa porque qued embarazada. Ella no tiene dnde vivir;
vemos en el escenario al padre botando a la nia y gritndole
tres o cuatro palabras. Simultneamente, suenan los tambo
res y ella dice: no pap, no me botes! Entonces comienza
a sonar una flauta dulce mientras ella camina triste por
aquel lugar que acenta el drama que ella estaba viviendo,
sus sentimientos de tristeza y de agobio. Y, cuando vuelve a
aparecer el pap, suenan los timbales. Esto era una cosa sin
sustancia, baratsima, para el pueblo bajo () los melodramas
eran creaciones dramticas muy del pueblo, propia de lugares
tursticos, donde una pequea orquesta y pocos actores hacan
posible la observacin de un drama sobre temas absolutamente
sentimentales. (p. 116)

Caractersticas del Melodrama


Personajes definidos. El melodrama es maniqueo: ste


es bueno, ste es malo. La comunicacin con el pblico
exige esa rectitud en el carcter de los personajes para que
pueda entender inmediatamente que ella es la buena y el
otro es el malo. Por eso los personajes tipo son un avaro
puro, el sacerdote, el poeta, etc.

Sentimientos poderosos: l la ama a ella sin vacilaciones,


ella odia a muerte a la protagonista. Son sentimientos
definidos, sin matices.

El triunfo del bien sobre el mal: la bondad triunfa al triunfar


el protagonista o la protagonista. El desenlace tiene que ser
dichoso, feliz, en todo caso ser el triunfo de la justicia.

Visin descriptiva del pueblo rstico y de los hombres


simples; combinada con un carcter cmico que coexiste
con el tono trgico de los protagonistas.


Al escritor culto no le agrada el cuento de la muchachita a
quien el padre echa de la casa porque est embarazada y que
la historia se enrumbe por ese caminito y con esa musiquita.
Sin embargo, se es el esquema y con ese esquema podemos
hacer maravillas; siempre y cuando tengamos el sentimiento,
con la potencia que ese sentimiento tiene en la realidad, y que
cuando el sentido que le queramos conectar tenga la misma
potencia.

Debemos saber que la cultura popular funciona as y
acercarnos a ella sin prejuicios, con la cara limpia para ver,
entender, escuchar. Esto forma parte importante del oficio: hay
que or a la gente y observarla. Nuestro oficio est marcado por
lo sentimental, en las vidas que creamos hay muchos amores:
de la mam por su hija, del padre por su hijo, de l por ella,
de ella por l, de la gente del barrio por la mujer sufrida, del
sacerdote por sus feligreses. Encontramos el amor y sus hijos:
el odio, la envidia, las malas acciones, y eso es lo que tenemos
que colocar en la balanza a nuestro favor.

Sobre la renovacin de la telenovela Cabrujas se explaya
al sostener que hay que buscar arte en la telenovela que se
traduzca en poesa, belleza, pero no olvidar que:
1.

Es preciso acabar con tantos agobios: la protagonista queda ciega,


despus la ponen presa. Aunque sta es la tentacin fcil, el gran
recurso de la novela es crear personajes que, a pesar del agobio

de sus situaciones se expresan con encanto. Nuestro pueblo no se


solidariza con el hroe trgico, lo quiere pcaro y vivaz, ligero que
no es superficial.
2.

La audiencia quiere ver algo ameno tambin, que se hable de cosas


interesantes y que informen sobre la propia vida.

3.

El televidente quiere verse en trminos de una gracia y un humor que


lo invade todo. El humor es una salida muy adecuada.

4.

Mantener el polo de la sublimidad-trascendencia, por ejemplo, que


haya una meta sublime como la cruzada contra la corrupcin, pero
aadindole nuevas expresiones de la cultura como la tecnologa o
la ecologa que implican una nueva manera de ver las cosas y que
harn ms verosmil la historia.

5.

Hacer nfasis en la construccin de un galn que tenga tanto peso


como la protagonista.

6.

Darle mayor peso a las subtramas secundarias para que no recaiga


todo solo sobre la historia de amor.

7.

Exigirle ms a los actores, hacerles ver que se trata no solo de


memorizar sino de interiorizar, profundizar, emocionarse y que
esto forme parte del proceso de construccin de personajes, tanto
que se logre ese momento mgico cuando el actor se apodera del
personaje. (Ibid.: 132)


Todas esas crticas formuladas por Cabrujas como
asomo de declogo hacia la depuracin de la creacin de
telenovelas en el pas, no pueden considerarse banales. Para
dar an mayor contundencia a sus aseveraciones valdra la
pena refrescar ahora lo que pensaba de la industria en los
pases vecinos; es decir, de la competencia misma que debi
enfrentar Venezuela al momento de liderar el negocio en
THEATRON 45

la produccin y comercializacin de sus dramticos hacia


Europa y el resto del mundo. Nos referimos a la dcada de
los 90 cuando de cada seis telenovelas latinoamericanas
exhibidas en la Pennsula Ibrica, cinco eran venezolanas:
Cristal, Topacio, La Dama de Rosa, La intrusa y Seora. Veinte
millones de personas no solo vean telenovelas venezolanas
sino que esas transmisiones provocaron discusiones, denun
cias, sorpresa y un reencuentro con una cultura que tiene su
mismo origen (Uribe: 140).

La Telenovela en Latinoamrica

Brasilea
Comienza a hacer novelas en los aos 70, funcionando bajo esque
ma de productores de espacios. De longitud an ms breve que
las mexicanas, es el producto de un monopolio industrial del grupo
TV-Globo que enfatiza abundancia de exteriores, uso de tecnologa
de la imagen y muy buena produccin.

Argentina
Se ubica ms cerca del melodrama puro por la influencia italiana.
Usan un patetismo que tiende a lo cmico y que hace llorar. El tono
es popular sin llegar a plebeyo como la mexicana, ni marginal como
la venezolana, ms bien dirigido a la clase media.


Venezolana
En una industria tan incierta y lucrativa como la de los cu

Ha usado magistralmente el tema de los desposedos. Audien
lebrones donde la tentacin de repetir las frmulas clsicas
cia tpica que cautiva con esta temtica a
siempre est presente, ste era el
Visiblemente
complacido
por
la
atencin
emigrantes pobres que viven en EE.UU.
mapa que vea Cabrujas al pensar
que suscitaran sus obras, sus escritos
y Europa, provenientes de Iberoamrica,
en nuestros vecinos:

como hombre de televisin, Cabrujas prefiere


dejarles a otros la tarea de la reminiscencia.
No sin antes a clarar que accede
a la nostalgia, pero de a poquito

Mexicana
Estereotipada en ciertos tpicos de
la vida. Le da mucha importancia
relativa a personajes maduros: la
madre siempre es buena y adems posesiva, la mayora de sus
personajes son populares y vienen de la tradicin mexicana que
cre el cine. Longitud promedio es de 80-100 captulos. Canales
de TV pasan promedio de seis telenovelas al da. Su rea de
influencia: Centroamrica y mundo chicano en EE.UU.

Cubana
Pionera en el continente e influy en orgenes de la venezolana. Delia
Fiallo adopt conceptos cubanos, pero su trabajo fue tan original que
termin convertida en verdadera ideloga de la telenovela. Duracin
promedio: ms de 200 captulos.

46 THEATRON

Asia y frica. Costos de produccin son


competitivos y canales de EE.UU. prefie
ren importarlas a producirlas. Apela a un
tipo de comunicacin que sintoniza con el
vaco cultural producido en la audiencia
por efecto de las vanguardias. Se basa en la adopcin de un
concepto del venezolano derivado de las premisas de gerentes
de TV transformados en cancerberos de los millones de dlares.
El escritor debe sumergirse en lo que no huele bien, afrontar lo
vulgar aunque choque con lo que lee. Aceptar la cultura popular
primitiva y brbara: acostumbrarse a convivir con la frustracin y
el xito. El producto final tiene que ser popular porque se es su
ncleo filosfico. (p. 182)


Visiblemente complacido por la atencin que suscitaran
sus obras, sus escritos como hombre de televisin, Cabrujas
prefiere dejarles a otros la tarea de la reminiscencia. No sin antes

aclarar que accede a la nostalgia, pero de a poquito. Cance


riano al fin, el guionista toma en cada una de sus telenovelas
lo que podra haber sido un ejercicio del gnero sentimental
inaugurado por Delia Fiallo en nuestro pas y le otorga tanto
un peso moral, como una perspectiva social. Sus mejores
dramas escritos para la pantalla chica no estn desprovistos
de carcter. Poseen con frecuencia un vigor agresivo y un sen
tido convincente de la complicada vida urbana en Venezuela.
La insistencia, casi tcita, de que el estilo visual debe surgir
orgnicamente de su narrativa es notoria. Hay un retrato de
la cultura local donde el funcionamiento a media mquina
de las instituciones pblicas, la corrupcin, el machismo, la
liberacin femenina, y una venganza como senda a tomar
por el hroe o la herona est llena de tangentes, intersec
ciones y vas alternas. Saciada esa sed de justicia triunfar el
amor y la telenovela llegar a su final catrtico.

En una entrevista concedida a la Comisin para la
Reforma del Estado (COPRE), que se ha convertido en re
ferencia ineludible para los estudiosos del tema poltico ve
nezolano, Cabrujas describi al Estado con una sinceridad
demoledora:
El concepto de Estado es simplemente un truco legal que jus
tifica formalmente apetencias, arbitrariedades y dems formas
del me da la gana. Esta sociedad familiar que no acepta de
serciones a la cervecita cotidiana, que convierte a Gonzlez en
Gonzalito, esta sociedad de cmplices ha hecho de la nocin
del Estado un esquema de disimulos. Vamos a fingir que la
Corte Suprema de Justicia es un santuario de la legalidad. Pero
en el fondo todos sabemos cmo se bate el cobre, cul es la
verdad, de qu pie cojea cada quien. (Hernndez)


Y fue precisamente en esa nacin de inmensa riqueza
petrolera, con posibilidad de elegir democrticamente a sus

gobernantes y una nutrida clase media con altos niveles de


formacin acadmica que an no logra construir sino una
caricatura de la modernidad, fracaso histrico incapaz de
reconocerse en el espejo de la civilizacin que, por lo tanto,
permanentemente gestualiza para mostrarse como lo que no
es; fue all, en esa nacin, donde Cabrujas se sent a escribir
historias de amor que redimieran a sus compatriotas del ro
paje del engao, de la chchara intrascendente, de la pose,
el desplante y la simulacin de la vida gris y apocada a la que
llegamos irremediablemente condenados a tantos aos de la
Independencia y tantos de la Federacin.

El pulso del melodrama


A continuacin, quisiera citar textualmente el Sumario estructural
para melodrama ideado por el mexicano Jess Calzada, quien
suele utilizarlo con sus alumnos en Televisa como ejemplo de
los elementos y la secuencia narrativa que debera cumplirse
mientras se escribe una telenovela. En el libro Lgrimas a pedido
encontramos el siguiente esquema:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.

Captulos 1-3. Planteamiento


Captulos 4-5. Interrogante central
Captulos 5-10. Detonador dramtico
Captulos 10-35. Eleccin del rumbo
Captulos 35-40. Cambio de planes / Punto nodal
Captulos 40-60. (***) Progreso
Captulos 60-65. Metfora de avance
Captulos 65-75. Punto sin retorno
Captulos 75-80. Segmento de reposo
Captulos 80-90. (***) Complicaciones y aumento de riesgos
Captulos 90-100. Esperanzas perdidas / Punto nodal 2
Captulos 100-110. Reconocimiento e impulso final
Captulos 110-115. Clmax

THEATRON 47

14. Captulos 115-118. Desenlace


15. Captulos 119-120. Final / La generosidad del triunfo
(***) Nota: los asteriscos identifican los segmentos susceptibles de expansin.
(lvarez: 51-53)


Aplicando ahora la propuesta de Calzada a una teleno
vela de Cabrujas como La Duea (1985) habra que aclarar de
entrada que dicha produccin est inspirada en la historia El
Conde de Montecristo (1845), de Alejandro Dumas. Ambientada
en la Caracas gomecista, concretamente entre 1920 y 1940, el
relato cuenta la vida de Adriana, una joven a la que todos creen
hurfana, pero en realidad es la hija de amores contrariados
entre una dama de sociedad y un bohemio anarquista. La nia
fue cedida para su crianza a una familia adinerada cuyo jefe es
Alejandro Tllez. Adriana crece en la mansin Tllez como una
criada ms.

La protagonista convive bajo el mismo techo con las
dos hijas de Tllez, una de las cuales se enamora y com
promete con Mauricio, un flamante capitn del ejrcito de
familia adinerada y vnculos con el gobierno militar de turno.
Ese romance tan conveniente para ambas familias no tendr
final feliz, debido a la pasin arrolladora que surge entre
Adriana y Mauricio. Esto sera El plantemiento. Veamos
ahora como evolucion la historia segn la secuencia de
Jess Calzada:
2.
3.

4.

Eleccin del rumbo: Mauricio decide confesar ante su


familia el amor que siente por Adriana; los dos jvenes
quieren casarse, vivir juntos. Las familias se enteran, con
el consiguiente escndalo, pero l y Adriana estn con
vencidos de que su amor es para siempre.

5.

Cambio de planes / Punto nodal 1: Adriana desaparece;


Mauricio no lo sabe, pero su madre (Purificacin Burgos) y
Alejandro Tllez se han puesto de acuerdo para internarle
en un manicomio y borrarla del mapa. Ella est embara
zada Mauricio no lleg a enterarse y pierde al beb
al comenzar ese cautiverio, que se prolongar gracias al
financiamiento de Tllez y Purificacin a los captores.

6.

Progreso / Metfora del avance: Mauricio busca a Adria


na; cada vez est ms convencido de su amor por ella.
Est dispuesto a renunciar a la vida militar y a desafiar la
sociedad entera por defender su amor. Pero la muchacha
no da seales de vida.

7.

Punto sin retorno: Las dos familias le hacen llegar a Mau


ricio pruebas falsas de que Adriana se escap con otro
hombre, y que solo jug con los sentimientos del joven
capitn para obtener informacin y secretos militares que
luego dara a sus adversarios polticos. Las mentiras se re
piten, Adriana no aparece por lo que un abatido Mauricio
recapacita y accede a casarse con Mara Eugenia, la hija
de Tllez.

8.

Segmento de reposo: Pasan los aos; Adriana se dete


riora fsica y mentalmente durante el cautiverio, mientras
Mauricio asciende en la milicia tras su casamiento. Tiene
hijos con Mara Eugenia y mantiene un romance oculto
con su cuada. No es feliz. Alejandro Tllez disfruta de
una fortuna inusitada: el verdadero padre de Adriana

Interrogante central: Podrn Adriana y Mauricio vencer los


obstculos familiares y sociales que impiden su amor?
Detonador dramtico: Mauricio cae en cuenta de que se
enamor de Adriana, aunque est comprometido con otra.
Ella le corresponde, pero sabe lo que significa enfrentarse
a la nica familia que conoci, aun sabiendo que no es
la suya.

48 THEATRON

(Esteban Rigores) un bohemio muy rico, pero perseguido


por el rgimen militar, le haba confiado a su hija antes de
escapar del pas junto a valores equivalentes a diez millones
de dlares para la futura manutencin de la muchacha.
Antes de internarla, Tllez logra que Adriana le firme un
poder. Ella no saba que en realidad le estaba cediendo
todo su dinero y convirtindolo en uno de los hombres
ms ricos del pas.
9.

Complicaciones y aumento de riesgos: Las esperanzas de


Adriana parecen estar totalmente perdidas: dentro del ma
nicomio se llena de llagas y piojos, apenas emite gruidos,
sufre de artritis prematura. Solo la ampara Mercedes, una
mujer encarcelada por su marido y despojada de sus hijos,
quien a pesar de su propia tragedia se conduele de ella; a
ambas las acompaa Bruno, un activista poltico que fue
recluido en el manicomio por oponerse al gobierno, y que
terminara enamorndose de Adriana. En una visita oficial
al manicomio, Mauricio que ya es coronel se topa
con la andrajosa Adriana, quien al reconocerlo despus
de tantos aos, bufa desde el rincn en el que est tirada;
l no la reconoce.

10. Esperanzas perdidas / Punto nodal 2: Mauricio se ha con


vertido en un hombre amargado y cnico, que no puede
olvidar la traicin de la nica mujer que am. Adriana es
una muerta en vida, que nunca lleg a entender por qu
le hicieron tanto mal. Pero un incendio repentino pro
vocado por Bruno en el manicomio permite que los tres
escapen: l, Mercedes y Adriana. A ella le dan por muerta
(all finalmente Mauricio se entera de cul fue su suerte),
mientras la verdadera Adriana se pone a salvo; desfigurada
y afectada por la artritis, se va en busca de su verdad. En
Pars se reencuentra con su padre Esteban Rigores y
le cuenta los horrores que debi padecer; Adriana cree

eso s que Mauricio tambin fue cmplice de sus


captores. Adriana nunca volver a ser la misma: tiene un
brazo irremediablemente deformado por la artritis, y luego
de la prdida de su primer embarazo qued estril.
11. Reconocimiento e impulso final: Adriana no solo sobrevi
vi, sino que quiere vengarse al enterarse de lo bien que
en apariencia les ha ido a quienes le hicieron dao.
Su padre le da todo el dinero necesario para que ejecute
su venganza. Ahora es una nueva mujer, curada de las
llagas externas, que vuelve a instalarse en Caracas con otro
nombre (Ximena Senz) y con todo el aplomo adquirido
tras la dura prueba que debi vivir; a su vestuario se incor
pora un fino bastn para disimular la artritis que le qued
como secuela del encierro. De ahora en adelante, empieza
a planificar cmo destrozar, uno a uno, a quienes la
convirtieran en una mujer resentida. Para conocerlos los
invita a una cena a la que aunque nadie en la ciudad
sabe quin es ella todos asisten por pura curiosidad.
12. Clmax: Adriana empieza a darse cuenta de que sus ene
migos son ms frgiles de lo que pensaba; les descubre
secretos y miserias, pero sigue adelante con el plan. En
el proceso de venganza, se da cuenta de que an ama
a Mauricio, aunque insiste en castigarlo por no haberla
buscado durante sus aos de encierro. Si bien hace
sucumbir a sus enemigos (Tllez se suicida, la mujer de
ste se ahorca, Purificacin Burgos sufre una apopleja al
ver publicados por toda la ciudad sus orgenes oscuros,
etc.), Adriana est cada vez ms lacerada: quiere volver
a ser la mujer sencilla que una vez fue, conectarse con
sus afectos (una vieja criada de los Tllez que fue como
su madre y la nica que nunca dej de buscarla) y vivir
su amor por Mauricio, mxime cuando descubre que l
tambin fue engaado.
THEATRON 49

13. Desenlace: El amor triunfa: Adriana y Mauricio se reen


cuentran, ya que l descubre su verdadera identidad;
ella le dice que lo ama todava. Adriana le cuenta todo
lo que le pas y Mauricio la escucha perplejo. Aunque
enamorado, l se confiesa destruido por la culpa; dice
que no le alcanzar la vida para reponerse de tanta
desgracia, que su propia madre le haya mentido y no
entiende por qu tuvo que sucederle a ellos. En esa
conversacin, Mauricio le pide tiempo para curarse de
tan terribles heridas. Ella lo comprende.
14. Final: Adriana se marcha a una casa a orillas del mar,
con los criados que la vieron crecer en la mansin de
los Tllez. Con la cara limpia de maquillaje, sin zapatos
ni bastn, deja de lado su disfraz de mujer poderosa y
mundana que nunca fue realmente, y se acerca a sus
orgenes, a la esperanza, al amor.

Acabamos de ver de qu manera el Sumario estructural
para melodrama, creado por Calzada, se cumple a cabali
dad a lo largo de La Duea. Aplicado quizs a La Seora de
Crdenas, Natalia de 8 a 9, Soltera y sin compromiso, Chao
Cristina, Seora, Silvia Rivas divorciada, Gmez, Emperatriz, Las
dos Dianas, El paseo de la Gracia de Dios o a cualquiera de
sus no menos clebres adaptaciones de la literatura venezolana
Campeones, de Meneses; Doa Brbara, La trepadora, Pobre
negro, Canaima y Sobre la misma tierra, de Gallegos; Boves,
el urogallo, de Herrera Luque seguramente obtendramos
idnticos resultados.

Por otro lado, en una telenovela como La Duea estn
presentes varios plots o tramas que conforman los relatos
bsicos, de acuerdo a la clasificacin de Lewis Herman,
basada en Las 36 situaciones dramticas de George Polit.
Ellas seran:
50 THEATRON

1.
2.
3.
4.
5.
6.

Plot de Amor: Una pareja que se ama es separada por


alguna razn, se vuelve a encontrar y todo acaba bien.
Plot cenicienta: Es la metamorfosis de un personaje de
acuerdo a modelos sociales vigentes.
Plot tringulo: El caso del tringulo amoroso.
Plot del regreso: El hijo prdigo que vuelve a la casa pa
terna.
Plot venganza: La reparacin de una injusticia por la propia
mano.
Plot sacrificio: El hroe o la herona se sacrifica por alguien
o por algo. (Mazziotti)

Teora de Atencin de la Tele Audiencia


Y si como sostuviera Paul Ricoeur (1979), una buena met
fora siempre nos ensea algo nuevo de la realidad, al final
de La Duea una Adriana Rigores desafiante y esperanzada
reconstruir su identidad con la memoria de su cuerpo, el ham
bre de su alma y los sueos de quien nos contara su historia.
Cabrujas conoca los escritos de Oscar Moraa, sus estudios
como terico de la comunicacin y el famoso esquema de los
tres anillos. En el caso de la telenovela, Moraa aseveraba
que su audiencia comenzaba por el crculo pequeo; es decir,
por quienes ven una telenovela llueva, truene o relampaguee.
Luego, haba un segundo crculo que la sigue ocasionalmen
te; la ve, pero sin mtodo ni insistencia. Cualquier telenovela
promedio acapara ambas audiencias. El tercer crculo es aquel
conformado por quienes no ven telenovelas, pero se engan
chan contagiados por la emocin de una sociedad entera; en
otras palabras, el rating pasa del 70%, algo no acostumbrado
en televisin. Aunque al momento de nuestra investigacin
no disponamos de los picos de audiencia alcanzados por La
Duea, sabemos que La Seora de Crdenas se encaram
as se dice en televisin en los 88-89%. Hubo hasta una

manifestacin de amas de casa que fueron al canal a hablar


con el autor y advertirle lo que ocurrira si al final de la novela
Pilar le perdonaba tanta sinvergenzura a Alberto Crdenas y
volva con l (Rondn, 2005: 205).

manera tan visceral, porque recin ha descubierto el engao


del cnyuge con otra fmina bella y ms joven. A partir de ese
terremoto la madre a dedicacin exclusiva, esposa de 8 a 9 y
mujer cuando los ratos de ocio se lo permitan, experimentar
una transformacin propia de los aos 80. Natalia se nos
convierte en la nueva mujer vital, emprendedora, capaz de salir
In Memoriam
al mercado laboral pisando con pie de plomo, porque ha des
tronado al hroe guerrero que no supo dignificarla, amarla,
El demo que acabamos de ver fue exhibido hace apenas un
respetarla como ella lo mereca (Villasmil). Por supuesto que
mes en Barcelona, Espaa durante el VI Congreso Mundial
todo eso tiene que ver con los cambios culturales y sociales
de la Telenovela. Si algo caracteriza al video de escasos siete
introducidos por el feminismo en Amrica Latina, pero adems
minutos es la perfecta correspondencia lgica o continuidad
nos habla de un machismo tradicional minimizado, desinflado
temtica, si as lo prefieren entre escenas de La Seora de
al lado de esa hembra que ahora saborear el triunfo econ
Crdenas grabada en 1977 y su ver
mico sin la estereotipada sumisin al
sin de 2003. Una cajita de fsforos
macho riguroso en el vestir, sibarita
Sus mejores dramas escritos
en manos de la cnyuge de Alberto
para la pantalla chica no estn desprovistos en el comer y beber, practicante del
Crdenas con el tro de vocablos Te
hedonismo en lo sentimental y sexual
de carcter. Poseen con frecuencia
quiero Fanny serva de indicio
(Roura: 33).
un vigor agresivo y un sentido convincente
para poner a Pilar tras el rastro de
de la complicada vida urbana en Venezuela.
una flagrante traicin amorosa. El

Pero hay que ir ms lejos. Ver
La insistencia, casi tcita, de que el estilo
reclamo de otra esposa en Natalia
daderamente memorable nos resulta
visual debe surgir orgnicamente
de 8 a 9, grabada originalmente en
la escena del hospital en Soltera y sin
de su narrativa es notoria.
1980, alcanza igual vehemencia en
compromiso (2006) donde coinciden
la pelcula homnima para TV de 2004. En esta oportunidad,
la amante y la esposa de Tirso Maldonado. All en la habitacin
los parlamentos en boca de Marina Baura o Rudi Rodrguez
del pcaro de marras presenciamos un dilogo que implica una
esgrimidos ante sus contrafiguras masculinas Gustavo Rodr
tica y una ertica. Conocida en el medio como la famosa es
guez o Luis Fernndez, anuncian una declaracin de guerra;
cena de la arepa, la esposa y la querida se enfrentan, se insultan
sin embargo, la reaccin de los maridos ronda los predios
por el macho con carita de yo no fui all en medio como el fiel
de la incredulidad. No solo aluden al affaire con verdadero
de la balanza. Atrapado en semejante temporal, al pobre solo
temperamento anglosajn, por no decir que reaccionan con
se le ocurre preguntarle al mdico por su reposo. Una salida
tibia indiferencia, sino que no entienden a qu viene tanto
verdaderamente cantinflrica, por decir lo menos. Pues bien,
dramatismo tropical por parte de las fminas. En otras pala
all est tambin nuestra memoria social y cultural expresada
bras, Juan Carlos no ve en el impasse razn alguna para tanta
performativamente: en lo verbal, bajo el chiste, los insultos, bajo
histeria por parte de Natalia. Aclaremos, eso s, que en ambas
la forma del carnaval, en lo corporal, mediante los modos de
versiones el personaje protagnico femenino reacciona de
hablar y la sexualidad.
THEATRON 51


Otro mnimo ejemplo de cmo la reconstruccin de la
memoria social y cultural entra en pugna con la realidad sera
Gmez (1980). Carlos Gardel (Jean Carlo Simancas) canta
Mano a mano para el dictador andino (Rafael Briceo)
al comienzo de la telenovela. Es una escena de antologa
llena de candor, receptividad, entrega y sinceridad; es cierto,
pero tampoco podemos ignorar que la visita del morocho
del abasto aade a la historia de Venezuela otra capa de
significado, ritmo e identidad. El mayor mito de la cultura
suramericana le canta a la pezua militar que oprimiera a
los venezolanos durante 27 aos consecutivos, continuos,
casi indefinidos como quien dice. Aos en los que aqu se
hablaba sin que necesariamente nos escuchramos los unos
a los otros. La oralidad, aunque porosa y pegada al cuerpo
del sujeto que se representa, parte del deseo de modernizar
la lengua con los modismos regionales, por eso Gardel se
vuelve contador de historias y en la suya se describe como
pibe o carricito que alguna vez soara con cantarle al
Benemrito. La mirada de Cabrujas deja clara la necesidad
de crear nuevas formas de acercarse a la memoria de un
pasado cultural ms all de las fronteras de la nacin-estado
(Garca Canclini; Oyarzn; Richard).

La escena de Dulce Mara Acevedo (Caridad Caneln)
agradecindole al abogado su ayuda en Chao Cristina (1983)
se ha combinado con la versin de 2005 donde la ex presi
diaria (Daniela Alvarado) es la personificacin de una realidad
social apabullante. Si en su vida tras las rejas esa jovencita
encarnaba la precariedad, lo sucio, la intemperie, un cuerpo
en trminos bajtinianos sujeto y objeto de placer fsico; al
salir en libertad intenta definir y redefinir su identidad como una
Dulcinea. Dulce es ahora un cuerpo clsico, distante, hermoso,
depurado, consciente de su valor y dignidad como ser humano.
As lo que comenz siendo metonimia de las condiciones de
vida de los menos privilegiados termina trastocado en artificio
52 THEATRON

cervantino de Cabrujas; ahora el personaje ya no habla con


vocabulario que denuncia asco, desprecio, irritacin, regodeo
con lo vulgar. Don Quijote siempre supo que su excelsa Dul
cinea no era otra que la grotesca Aldonza Lorenzo y Cabrujas
siempre supo que esta Dulce Mara de cara lavada tambin
tena derecho a una vida mejor, hermosa y honesta.

Y ahora le toca el turno al humor. Durante la inau
guracin de Autolavados California, Gabriela Surez
(Jeanette Rodrguez) enciende el mecanismo que baar de
agua jabonosa a Tito Clemente (Carlos Mata). Esto ocurre
al comienzo de La Dama de Rosa (1986). Luego en 1998
Coraima Torres cometer el mismo error en la humanidad
de Eduardo Serrano. Pero como deca Leonardo Favio en
alguna cancin de los 70 Son las cosas del amor y el
empresario terminar irremediablemente enamorado de
aquella jovencita fresca, bella, ertica y protagonista de una
seduccin por cierto nada convencional.

Debo ponerme en mi sitio, Mara, le responde la madre
a su hija al final de Seora (1988) al tiempo que aade con la
humildad del momento: Constitucin Mndez no te deja una
herencia hija, sino un consejo y el televidente entiende que
perdida toda esperanza de recuperar al hombre amado ahora
en brazos de su hija, el personaje de la villana se ve obligado a
ver y escuchar aquella realidad que tanto se negaba a aceptar
que su territorio-hombre ha sido dignamente conquistado
por su rival y ha llegado la hora de arrepentirse sinceramente
de sus crueldades, de dejar en manos del Destino la felicidad
de la nueva pareja. Sofisticada en el peinado, elegante en el
vestir, con algo de exceso en el maquillaje; agresiva en el pro
ceder, en las palabras y en la gestualidad pues nadie se atreve
a contrariarla; a esa misma mujer deslumbrante Cabrujas le
niega la posibilidad de encontrar a otro hombre o de reconci
liarse con el que la quiso toda la vida, pero que ella despreci

en favor del protagonista. No sin cierta crueldad el autor de


este final del que encontramos antecedentes en la novela
La regenta de Clarn no castiga a la mala del cuento con
la muerte que en este caso equivaldra a una liberacin, sino
que la obliga a vivir sola, con el deber de perdonar a todos
incluso a su violador, del que nacera la hija que le ha
traicionado y al que, ya muerto ella deber llevarle flores.
La mala de la telenovela termin entonces abandonada a
su suerte y la mayor paradoja de todas nos llega anunciada
en su nombre. Se llama Constitucin, pero el nico derecho
que le queda al final de la contienda que marc su vida es
el de contemplar la felicidad de los dems, felicidad en la
que ella por cierto ya no podr
Hay un retrato de la
participar (Roura: 59).

de luz y fuerza que sana y eleva, pero responsable directo


de las agresiones, enfrentamientos y violencia carcelaria que
laceraron su alma, fumar la pipa de la paz? Como en el
poema de Cavafys, todo puede cambiar por un s o por un
no. Amanecer y veremos.

Voces y rostros de una pasin

Como si todo eso fuera poco, en las telenovelas de Cabrujas


Venezuela le mostr al resto del mundo lo mejor de su planta
actoral. A las luminarias de ayer como Doris Wells, Miguel
ngel Landa, Marina Baura, Gus
cultura local
tavo Rodrguez, Toms Henrquez,
donde el funcionamiento a media mquina
Luis Salazar, Eduardo Gadea Prez,
de las instituciones pblicas, la corrupcin,

A juzgar por las promociones
Carlos Olivier, Enrique Benshimol,
el machismo, la liberacin femenina,
que hemos visto hasta ahora de Toda
Arturo Caldern, Carmen Julia l
y una venganza como senda a tomar
una dama, la nueva versin de Sevarez, Mara Cristina Losada, Ma
por el hroe o la herona est llena
ora, esa ira que trae Valeria Aguirre
ra Teresa Acosta, Rafael Briceo,
de tangentes, intersecciones y vas alternas.
(Christina Dickman) entre pecho y
Amalia Prez Daz, Rosita Vsquez,
Saciada esa sed de justicia triunfar el amor Carlos Mata, Gladys Cceres, Virgi
espalda al enterarse de que nunca
y la telenovela llegar a su final catrtico.
le dictaron sentencia y aun as pas
lio Galindo, Eduardo Serrano, Jean
siete aos presa, augura tiempos
Carlo Simancas, Ral Amundaray,
difciles para Miguel Reyes (Ricardo lamo): el fiscal que ma
Amanda Gutirrez, Mariela Alcal, Caridad Caneln, Mari
nej su caso. En otras palabras, el plot venganza (reparacin
sela Berti, Daniel Alvarado, Carlos Mrquez, Hctor Myerston,
de injusticia por la propia mano) ha sido servido cuando la
Flavio Caballero, Freddy Galavis, Anna Castel, Maricarmen
herona le espeta a su compaera de celda: Me ests oyen
Regueiro, Carlota Sosa, Victoria Robert y Guillermo Dvila,
do, mi sangre? Cuando yo salga de aqu yo cobro! Y el
pronto se aadiran los rostros de Danielita Alvarado, Carlos
televidente se pregunta: Qu va a hacer ese pobre cristiano
Montilla, Jeanette Rodrguez, Coraima Torres, Roxana Daz,
ahora para recuperar la confianza y el cario de ella, vctima
Luis Fernndez, Rudi Rodrguez, Chantal Baudaux, Marlene
de un sistema judicial tan descarnadamente perverso? Tendr
De Andrade, Marjorie de Souza, Flavia Gleske, Nohely Ar
guramo para pedirle que cambie esa mirada sartriana y
teaga, Ricardo lamo y Christina Dickman entre otros. Con
olvide esa orga de caos y arbitrariedad leguleya que por poco
semejante magma Cabrujas se dio a la tarea de emular al
la destruye? Y ella advirtindose a s misma que, ms pronto
mejor historiador por aquello de recrear el pasado y apelar
que tarde, necesitar la ayuda de gente como l, un hombre
a la ventriloqua.
THEATRON 53


En efecto, como se puede leer en el prtico a Y Latinoamrica invent la telenovela:
Cabrujas quiso que el melodrama, ese gnero destinado a ser
masa, a sonar como pueblo, tuviera mejor sonido. Porque si de
algo carece la telenovela es de buena voz, casi siempre suena
mal, pocas veces est bien escrita. Suele ser redactada bajo un
manual de instrucciones de baja estofa que reparte el mundo
entre villanos y sufridos, cenicientas desclasadas y galanes de
alcurnia. Donde se dicen el amor con escasez, estirando una
chata metfora de prncipe y doncella hasta el hartazgo. All, en
la mdula del discurso del amor, fue donde Cabrujas comenz
la transgresin, lo que en trminos tcnicos llamamos el dilo
go de la escena. Los personajes de Cabrujas, as de sencillo,
as de importante, comenzaron a hablar distinto, disertaban,
cuestionaban, Dios mo, pensaban! Sonaban inteligentes, so
naban sobre todo humanos. Uno comenz a creerles tanta
pasin, tanto desencuentro y equvoco. El castellano comenz
a respirar con decencia, se ufan de s mismo, hizo cabriolas
y msica, incluso, hizo esttica () El gnero, que suele ser
tremebundo y retrico, se puso verosmil. Lo que pasaba, los
percances, las situaciones, eran de verdad. Eran cotidianos.
Con su tanto de pera, con su mundo de melodrama, con su
siempre de mentira, pero eran hijos legtimos de la picaresca
venezolana algunos, del desconcierto social otros, de la eclc
tica clase media muchos, de San Agustn a los Palos Grandes,
insuflados por Vctor Hugo o Alejandro Dumas, pero nunca
cartn, nunca anime; respiraban, se les hinchaban las venas,
tenan sangre y coherencia. (pp. 15-16)

Va pensiero
Ya desde la antigedad se pensaba que el arte precisaba una
funcin, deba cumplir con un cometido. El escritor latino
54 THEATRON

Horacio en el 20 a.C., en su epstola Ars Poetica, sealaba


que el arte deba prodesse et delectare (guiar hacia la virtud
de manera amena), es decir, unir lo til y lo agradable. Esta
misin de ensear deleitando ha sido una constante en el
desarrollo de la literatura tanto oral como escrita, del
teatro y tambin est presente en otras artes, como la pintura,
la msica y el cine.

En el caso de las telenovelas del maestro Jos Ignacio
Cabrujas el tema que nos trajo hoy a este auditrium
habra que volver a las palabras ledas en la Librera Monte
vila durante el homenaje realizado por la Fundacin ICREA
en noviembre de 1995, a pocas semanas de su muerte. All
rodeado de libros y amigos de los libros en un rincn del
Complejo Cultural Teresa Carreo, el poeta Leonardo Padrn
dibuj su elega, todo un itinerario de pasiones que llevara el
verbo de ese caraqueo a las pantallas de televisores en el
resto del mundo:
Yo le debo mucho a Jos Ignacio Cabrujas. Y no estoy
hablando del hombre de teatro, ni del cronista memorable.
Siento como lo dijo Claudio Nazoa en el velorio de Jos Ig
nacio, que se nos muri el Zorro, nuestro justiciero particular,
nuestro impecable vengador. Pero hablo, en estos fragmentos
de la emocin, estrictamente de un oficio que l me ense a
adorar desde el da que me asom a sus telenovelas. Desde
entonces yo comenc a entender este vapuleado y vapu
leante oficio. Supe que se poda ser sentimental en voz alta
y durante meses, sin ser mediocre ni vergonzoso. Supe que
no solo era factible sino urgente oponerse a la esttica de la
seora Fiallo y su lamentable legin de repetidores. Que en
la misma caja donde nos podemos estupidizar tambin nos
podemos reinventar. Sent que vea una cosa nueva, oa una
cosa nueva, que mi inteligencia se gratificaba. Ver a Gustavo
Rodrguez hablando con Beethoven, rumiando su despecho

ante un Beethoven que sonaba indiferente en el reproductor


del carro, era buscar un ardid, procurar un interlocutor para
sencillamente desmaarse con un monlogo de altos ribetes
teatrales. Era proponer. Era preferir Caldern de la Barca a
Ins Rodena. Y as, pisa pasito, como quien no hace. Cuando
Tito Clemente desmontaba en frase su amor por La Dama
de Rosa ah haba un ejercicio de la sensibilidad, ah haba
galanura clsica pero tambin ingenio, escena 5 del captulo
80, pero tambin antologa y aplauso. Cuando en Las Dos
Dianas, Julio Pereira le regal un cuarto lleno de arena de
mar a Nohely Arteaga para sugerirle el estruendo de su co
razn, ah haba una considerable cantidad no solo de arena
sino tambin de poesa. Cuando Caridad Caneln pensaba
en voz alta, odiaba en voz alta, se asuma en voz alta, ah
haba escritura, rigor, propuesta. Haba texto, seores, un
escritor detrs de las palabras, buscndolas, sudando en
mitad de ellas, eligiendo las mejores, respetando el laberinto
de nuestros odos.


Obviamente hay un dejo de gratitud en el comentario de
Padrn hacia el legado de Cabrujas. Nos est diciendo que
adems de escribir, el creador de La Dama de Rosa saba escu
char para as ver e imaginar lo imposible dentro de lo cotidiano.
Escuchaba a la gente, la observaba minuciosamente para luego
filosofar en el mbito histrico, musical, culinario, literario o cul
tural como una conciencia partcipe, compartida, como la espina
dorsal de un dilogo que entablaba con el televidente. Escribi
cualquier cantidad de libretos originales o adaptados, solo o
al frente de un equipo de libretistas para ese nico espacio
de la televisin en el cual los venezolanos aprendimos a vernos,
para ese gnero programtico con caractersticas propias, con
temas melodramticos donde el amor juega papel fundamental
y desarrolla mltiples historias en torno a una trama principal.
No le tuvo miedo a esa estructura de obra abierta que le permite
escribirse a diario sobre la pantalla (Uribe: 128).


Siendo uno de los programas televisivos ms vilipen
diados, pero, sin lugar a dudas, un gnero latinoamericano
por excelencia, la telenovela debe hacerse cada da mejor
sin necesidad de transformarla en maestrica de escuela. El
dramaturgo no tena empacho alguno al repetir: muchas
crticas son atinadas, justas y necesarias. Pero para m escribir
una telenovela no resta mritos, ahora hay quienes critican
sin haber visto un captulo, alegando que esto es sirvientero y
mediocre. Si el mensaje no ha subido de nivel, es porque aqu
la pelea es entre caimanes. Una lucha a muerte entre RCTV y
Venevisin () No me quiero dar de insatisfecho. El problema
es concreto y debo replantear mis telenovelas manteniendo
lo popular. Con las telenovelas defiendo mi derecho a ser
plebeyo, no le tengo miedo al ridculo ni a lo balurdo. No
me importa lo que digan los intelectuales ni los socilogos
(Ibid.: 138). Esa valenta, ese coraje como suelen decir los
mexicanos, ese perseverar en la escritura para TV le vena
seguramente de quien recordaba que el mundo del arte tiene
su raz ms slida en la fuente de los sentimientos, desde las
pasiones ms vulgares hasta las manifestaciones ms sublimes
del goce esttico. Y eso, damas y caballeros segn acotara
Marina Baura hace poco en el video al referirse al trato de
Cabrujas con sus actores es bsicamente lo que viene a
nuestra memoria cuando uno intenta describir el ars poetica
de ese canceriano que con 57 aos sobre sus hombros tuvo
tiempo para pergear centenares de crnicas, catorce piezas
teatrales, doce guiones cinematogrficos y veinte telenovelas.
Ese humor, ese desenfado, ese sarcasmo, ese testimonio del
esfuerzo sostenido por abrir caminos a favor de una televisin
menos chambona certeramente.

Era bonito, era agradable era bueno

El contenido de este trabajo forma parte de una ponencia presen


tada en el marco del homenaje a J. I. Cabrujas, UPEL 2008.
THEATRON 55

Referencias









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URIBE, N. (1992). La Telenovela: Amiga o enemiga? Temas de
Comunicacin, No 2, 121-147.
VILLASMIL, E. (2007, Junio 7). Nos gusta un chisme bien contado:
Al E. Rondn. Panorama, Maracaibo, Facetas No 934.

56 THEATRON

El eterno Jos Ignacio Cabrujas:


Algunos referentes para su universo escritural
Carlos Herrera

ngresar al universo dramtico gestado por Jos Ignacio Cabru


jas Lofiego (17 de julio de 1937 21 de octubre de 1995) es
indudablemente un reto fascinante para cualquier intelectual,
lector o artista de la escena. Uno de los referentes ms eximios
de la dramaturgia venezolana entre 1959 y 1995, siendo para
algunos acadmicos uno de los autores ms singulares que ha
producido el pas cuya obra ha calado con honda huella dentro
de la gran produccin teatral de la nacin. Su corpus dramtico
(obras de teatro), sin ser dilatada en relacin con autores como
Csar Rengifo, Romn Chalbaud, Jos Gabriel Nez y quizs,
el ms prolfico de todos, Rodolfo Santana, por solo citar cuatro
de los ms conspicuos a lo largo de la contemporaneidad del s.
XX y parte del XXI, sigue suscitando un alto inters en el mundo
acadmico, en el mbito de la representacin teatral venezolana
y ha calado hondamente en el tramado imaginativo de nues
tra sociedad. Tanto sobre su fascinante personalidad como su
magntica obra (en prosa y teatro) se han forjado un sinfn de
entendidos, anlisis y aproximaciones que ya cercanos al cierre
de esta primera dcada de la presente centuria se acrecienta en
tal modo que provoca ardorosas polmicas, sesudas interpreta
ciones, enjundiosas monografas, y dismiles tratados acadmicos
que van de parcos trabajos de grado a tesis de doctorales.

Cabrujas fue un dramaturgo cuya produccin teatral es
crita (teatro, guiones televisivos, textos performnticos y artculos
de prensa) no se le podra calificar de inabarcable pero s, casi
en su totalidad impregnada de esa aguzada singularidad de
ver donde muchos no fueron capaces de ver. Para uno de sus
amigos y admiradores como lo fue el escritor Ibsen Martnez, la
imagen de Jos Ignacio Cabrujas era la de ese versado scholar en politologa y otras supercheras cuya irradiacin ha sido
permanente, tanto en los que orbitaron cerca de l como en
aquellos que fueron impactados profundamente por su pensa
miento y accin teatral. Es por ello que Martnez afirma, dentro
del prlogo para El Mundo segn Cabrujas (compilacin de la

casi totalidad de los artculos de este escritor desde los setenta


hasta 1990, realizada por la periodista Yoyiana Ahumada),
que en este excelso ciudadano la intelectualidad nacional supo
engastar el arquetipo de intelectual pblico, en un autor genui
namente influyente. Y ello no tiene que sorprender, Cabrujas
con lo que fue su maravillosa capacidad de percibirnos logr lo
que pocos han hecho: aprehender parte del sentir idiosincrtico
social venezolano a travs de una obra sincera que no requiri
sino de un grupo pequeo pero medular de obras teatrales tras
las cuales personajes y tramas el venezolano del s. XX, y lo que
ser buena parte del s. XXI, podrn armarse de un sentido nico
de lo que ha sido la constitucin anmica del espritu psico social
de su ser.

Hay pocos estudiosos de su vida y obra que no hayan
llegado al consenso unnime que l y su obra representan la voz
imprescindible que se ausent cuando ms el pas esperaba su
asombroso discurrir. La escena nacional quizs est siendo una
de sus viudas ms solitarias porque en ella y sobre ella, este autor
fue capaz de mantener ese filoso ejercicio dialctico demoledor
de ideas decimonnicas que las ms de las veces pareca fluir
en su verboso pero medular pensamiento, trazado en decenas
de agudos artculos que estuvieron hacia finales de los aos
setenta del s. XX estructurados tras el llamativo pseudnimo de
Sebastin Montes, incisivo seudnimo que ya de por s implicaba
el detonante de un cido humor y un sarcasmo corrosivo, sobre
lo que el pas le mostraba como forma y fondo desde las visuales
de lo poltico hasta el horizonte de lo social.

Por ello, ser siempre un reto tratar de descifrar, no solo los
profundos misterios de su personalidad, sino las fronteras precisas
englobadas en una produccin teatral que apenas sum catorce
ttulos, los cuales en su gran mayora han sido representados
en la escena nacional y seguirn generando una arquitectu
ra de interpretacin particularmente compleja. Cabrujas fue
THEATRON 57

y seguir siendo referente inocultable. Ello queda expresa


mente determinado cuando se efecta una mnima topografa
de lo que su obra (prosa y teatro) gener en la sociedad aca
dmica y artstica de este pas. Curiosamente este mismo autor
supo auto examinarse y exponerse ante los ojos ajenos cuando
el historiador Rafael Arriz Lucca, en una entrevista asentada
en el libro Venezuela en Terapia Intensiva de la Editorial Alfa
(2003) y citada en la compilacin realizada por Ahumada (El
Mundo segn Cabrujas), le hace radiografiarse diciendo sobre el
poder, la televisin y el teatro: Pero el poder me ha enseado.
La televisin me ha enseado a escribir teatro, me ha hecho un
mejor escritor de teatro porque me ha enseado a conocer a la
gente, a la imagen de la gente. En ese mismo tono se sincer
ante su entrevistador definiendo su mirada como autor: Como
dramaturgo me siento ms cmodo. La televisin es un cami
no, es una costura, es demasiado amplia o cuando coloca el
logro ms culminante que ciment las columnas vertebrales de
sus obras/personajes ms notorios al expresar que: A m me
gustan los pequeos fracasados, no los grandes fracasados. No
me gustan los exitosos sino los que abordaron el fracaso como
una profesin de la vida (p. 308).

Y no hay que ser ratn hemerogrfico o el bho devorador
de libros para aproximarse al hombre que se defina a s mismo,
al intelectual que trataba de explicar (se) al pas o, al observador
ciudadano que sondeaba los vaivenes de lo socio poltico cultural
cuando l se saba que tambin era parte del complejo universo
social de esta nacin. Individuo pensante, artista comprometido
y ciudadano actuante en la Venezuela cambiante del periodo
de cierre de las tres ltimas dcadas del s. XX. Solo basta buscar
aqu y all, en algn estante de librera para que cualquier lector
acucioso ms que curioso se acerque sin trabas al dramaturgoprosista y leerlo de forma directa con solo adquirir el trabajo de
compilacin generado por la paciencia investigativa de Yoyiana
Ahumada de lo que fue ese vital corpus de prosa, delineado
58 THEATRON

en artculos que Cabrujas suscribiese durante los aos setenta


en la revista Punto en Domingo. Como corpus central del libro
aparece una seleccin de los artculos de El Diario de Caracas
en su columna El pas segn Cabrujas, desde 1988 hasta 1994,
y uno adicional de El Nacional que recorre la democracia cuarto
republicana y se asoma a las primeras trazas de la llamada quin
ta repblica. Un libro esencial para comprenderlo y percibirlo,
para mostrarlo y revelarse de forma difana, gracias al esfuerzo
gestado por la Editorial Alfa en su Coleccin Hogueras intitulado
El Mundo segn Cabrujas, lanzado al mundo de los lectores en
el ao 2009.

Buena parte de su dramaturgia logr ver vida impresa y
estar al alcance de directores, actores, estudiantes y del mundo
acadmico. Si bien se sabe que su produccin an est por com
pendiarse globalmente, el universo de la obra cabrujiana aspira a
que se le pulse y se le unifique en un estudio cartogrfico preciso
a fin de situar donde est cada coordenada de sus escritos, sean
stos de obras de teatro, artculos de prensa o estudios de su
vida y obra. Supone un esfuerzo titnico, demanda un examen
pulcro y desinteresado capaz de auscultar con exactitud cada
aspecto de su legado y de lo que de su legado se ha analizado y
entendido. Todos estos ngulos hacen que la labor de pesquizaje
implique saber que hay an ttulos inditos difciles de hallar, a
fin de armar el rompecabezas general del pensamiento de este
creador y artista. Lo cierto es que en las manos y mentes de otros
intelectuales e investigadores se hallar la lnea ms aproximada
al universo cartogrfico de la obra esencial de un autor y una
de las intelligentzias ms complejas y brillantes del siglo XX ve
nezolano tal y como lo afirm la propia Yoyiana Ahumada en
la presentacin de la compilacin arriba indicada.

Nuestro presente necesita ms que nunca todo el pen
samiento de este Jos Ignacio Cabrujas ya que como Rafael
Oso Cabrces, en su crnica dominical (publicada dentro del

encartado Todo en Domingo del diario El Nacional de fecha


11-07-2010), afirma: l quera mucho a este pas, de hecho
hablaba sobre cunto lo quera, pero de un modo problemtico
como corresponde a una persona con valores, con independen
cia de criterio y con criterios slidos sobre lo que le interesaba.
Este Cabrujas se nos ha ido revelando de a poco o de a mucho
segn el pasar del tiempo.

Su obra en ese presente habla y repercute sin que l mis
mo lo hubiese planificado. El futuro que l quizs imaginaba
estaba cimentado en su visin de un presente concreto y en
la comprensin de un pasado bien macerado. Y no es que el
Cabrujas que llegamos a conocer nos hubiese abandonado
fsicamente aquella luctuosa tarde del ao 1995 cuando pasaba
unos das de descanso familiar en la Isla de Margarita, sino que
la trascendencia de su pensamiento, la reflexiva vitalidad de su
posicin ante su pas y sociedad aun sigue instituyendo esa po
tencia de hombre/individuo que supo auscultar a este pas, de
un intelectual que avanz hacia la mejor de las comprensiones
de futuros imperturbables, pero que no por ello aspir jams a
que se le santifique como seal de poseer un grupo de verdades
cerradas. Si l fue tan franco con su hablar y su pensar, por
qu endiosarlo?, para qu colocar de forma crptica sus ideas
sobre esta sociedad? Lo justo es percibirlo y aprehenderlo tal
y como el se auto percibi dicindonos: Vivo en un mundo
sucedneo, donde las cosas en lugar de ser, se parecen: calles,
edificios, cdigos, constituciones, sistemas educativos y recetas
de cocina (p. 19). Ese Cabrujas ntimo que muy de fondo no
quiso que lo ensalzaran en demasa, hacia 1996 expresara en
torno a lo poltico de este pas:
() o al menos, lo que queda se ha liberado de sus reden
tores. El pas que vivimos intenta ahora nada menos que su
supervivencia inmediata despus de pagar el vano esfuerzo de
una sntesis () No somos reducibles, ni descifrables. No hay

civilizacin y barbarie, ni democracia y dictadura, ni socialismo


redentor ni capitalismo malvado al menos como opciones de
nuestras horas. No hay sntesis, porque hasta el momento he
mos sido incapaces de escribir un buen libro capaz de analizar,
no digo un siglo, una dcada de lo vivido (pp.265-266).


Quizs esas frases se puedan convertir en oportunas pistas
para no construir de la figura de JIC una especie de parnaso
extraviado y menos aun de erigirle algn acartonado monumento
marmreo que con el pasar de las dcadas terminen por desfi
gurarlo a los ojos y entendimiento de la misma sociedad que l
tanto hurg.

Cualquiera que aspire a endiosar su personalidad o de
tratar de colocar su corpus dramaticus en un cierto Olimpo ureo
solo podra conseguir manchar ese firmamento radiante de las
reflexiones que sostendra la personal clarividencia de ideas de
Cabrujas, porque l mismo lo ratificara muy subtextualmente
cuando dej hilado lo siguiente: Somos barrocos porque so
mos incapaces de expresarnos y entendernos, y encontrarnos en
esa manera amontonada de representar la realidad el smbolo
de nuestra frustracin. Somos barrocos porque no sabiendo
relatarnos, la necesidad nos obliga a describirnos. Somos los
fantsticos ilusos de la ideologa, porque el da y la hora no nos
dicen absolutamente nada. Nuestra trascendencia, es decir,
aquello que hemos dejado atado, aquello que significa, es elu
siva y sobre todo extraviada (p. 266); por tanto ese Cabrujas
que supo mirar su tiempo lega a este nuevo ciclo temporal la
inefable sabidura que uno podra ejercitar como pregunta para
lo que se hila dentro de cada circunstancia socio poltica o socio
cultural. Acaso se hace necesario hacer trascendente ciertas
explicaciones?, creo que no, porque si no estaramos hollando la
senda de seguir y proseguir hacindole ese flaco favor a nuestra
memoria de pas. Quizs aquello que zahera ms ntimamente
a este hombre/creador/intelectual era su visin sobre el papel
THEATRON 59

jugado por los mitos y el Estado, inquietudes que plasmara en


frases que se pueden extraer de sus artculos La viveza criolla.
Destreza, Mnimo esfuerzo o Sentido del humor y sobre todo, el
preclaro escrito El estado del disimulo. En uno, nos dice: Los
venezolanos hemos generado mitos en relacin con nosotros
mismos, porque los venezolanos somos admiradores de los
mitos, porque no entendemos nuestra historia (p. 249), en el
otro hace contexto y subraya eso de lo histrico para afinar el
piso de esa potencial absurdidad de dependencia con la esfera
del Estado al decir que:
Han pasado siglos y todava me parece vivir en un campa
mento. Quin sabe si al campamento le sucedi lo que suele
ocurrirle a los campamentos: se transform en un hotel. Esa es
la mejor nocin de progreso que hemos tenido: convertirnos en
un gigantesco hotel donde apenas somos huspedes. El Estado
venezolano acta generalmente como una gerencia hotelera
en permanente fracaso a la hora de garantizar el confort de
los huspedes () El gigantesco hotel necesitaba la frmula
de un Estado capaz de administrarlo. (pp. 47-48).


Jos Ignacio busc entender esa historia que tanto le dola
y que no esperaba de ella ms de lo que le permitiese asimilar;
para Cabrujas MITO y ESTADO (ambas en maysculas) fueron
y seguirn siendo mnadas que tienen ese sello de ser
inexpugnables en su sentido explicativo para la percepcin/en
tendimiento prctico del da a da de esos ciudadanos de finales
del s. XX como del actual.

El valor es sencillo: hay que proveernos de la mirada de
alguien ms perspicaz que maneje estos ttems de contenido y
ver cmo evitar que de su sntesis hagamos ese falso acto cultural
en que permanentemente parecemos obrar. La punzante crtica
y la profunda visin de esta polis y los comportamientos de los
habitantes hacen que pocos sean los elegidos para descifrarlas.
60 THEATRON

JIC fue uno de ellos. Que seamos consecuentes en saber viven


ciar respuestas sensatas y generar preguntas inteligentes que nos
hagan progresar, se podra decir que era la aspiracin medular
para lo que fue la dinmica de este escritor/creador y esto tiene
al parecer, un dejo histrico que no resulta fcil de sacudirse:
Venezuela, en ese sentido, es un pueblo especial dentro de
nuestro continente; es un pas que no ha tenido la consciencia
de su propia historia, es un pas en gestacin. Venezuela es
un pas no posicionado, nadie en el mundo sabe qu quiere
Venezuela, qu proyectos, qu ambiciones, qu deseamos
() Aqu lo que hay es un lento, dramtico y desesperado
esfuerzo de una sociedad por asumirse a s misma, en un
territorio y dentro de unas costumbres y unos cdigos que ni
le corresponden, ni la expresan y, en ocasiones, ni siquiera la
suean. (pp. 250-256).


Ese es el sentido de la urdimbre que ha marcado a este
pas, a esta sociedad y a sus instituciones en palabras ms, pa
labras menos desde lo que se puede extrapolar de las reflexiones
cabrujianas: la ominosa densidad de la apariencia. Cabrujas
quiso evitar que lo percibisemos sin caer el teln de una pera
bufa donde el pblico no sabe si rer, llorar o aplaudir, en todo
caso, aparentar cualquiera de esas acciones, pero con el tino de
aparentar una seguridad y disfrute bien colocada. Pero JIC nunca
esper que nos contentaramos con ser pasivos espectadores de
una pera bufa, ni que el llanto mojase la platea y menos an,
que la risa opacase las durezas de la realidad, sino que ms
bien al bajar el teln de cada ciclo de realidad, el estado del
disimulo fuese cada vez menor. Por qu no asumir la maravilla
de rectificar? Si hay ese sentido de girar hacia algn grado de
positividad social e individual resultara bastante probable que
en el horizonte se empiecen a dibujar criterios y dignidades ms
prstinas que a la postre podran incluso dar el salto vital a una
herencia de ciudadanos, hombres e individuos mucho ms

comprometidos no con cualquier canto de sirenas para tratar


de arreglar o compensar alguna transitoriedad sociopoltica
o sociocultural, sino con pasar a convertirse en ese hombre
honesto que ya no tiene porqu disimular para evitar ser visto
como un pendejo ms.

reconocible que junto a la edicin de la casi totalidad de sus


obras teatrales permiten colocar un ladrillo ms a la estructura
de comprensin de este dramaturgo venezolano.


Sabemos que la obra de este insigne autor no es fcil de
ver en las marquesinas y sin embargo cada lectura correcta o

Lo que s importa es que la mirada cabrujiana se rastrea
no permite que el ciudadano del aqu y ahora, el estudiante
en la escena nacional y en las decenas de artculos y trabajos
de secundaria, el profesor universitario o sencillamente, ese gran
dedicados a su legado. Los ltimos meses del 2010 podran
pblico/espectador/lector siga atento a lo que posiblemente
considerarse como una etapa notable tanto para su pensamien
sean las cartas y orculos que destellan tras cada sentencia de
to, como para el rescate de las obras de quien una vez fuese
lo que alguna vez aprehendi de su personal realidad este Jos
inscrito como miembro de la Santsima Trinidad de la drama
Ignacio Cabrujas y trate de desentraarlo detrs de su cida
turgia venezolana. Su pensar curiosamente ha retomado un
prosa o a travs de los eternos parlamentos de sus personajes
sentido y pertinencia que asombra al
ms asombrosos. Bajo cualquiera de
conocedor de lo que fue el verdadero
sus obras representadas est la rbrica
Cabrujas fue y seguir siendo
hacer del Cabrujas artista. El nefito y
de su ideologa y su sentir por lo nues
referente inocultable. Ello queda
el acadmico saben de l con menos
tro. Su pensamiento e influencia para
expresamente determinado cuando
o con ms justicia, pero la historia de
este nuevo tiempo socio cultural sigue
se efecta una mnima topografa
lo que l signific se asienta ms all
siendo de inters para acadmicos o
de lo que su obra (prosa y teatro)
de cualquier boom que se irradie de
estudiantes universitarios; cada pieza
gener en la sociedad acadmica
alguna representacin de sus obras
cabrujiana es reto y osado intento
y artstica de este pas.
ms conspicuas, por ejemplo, un caso
para iluminarnos e iluminarle como
ilustrativo se deriv de la escenificacin de Profundo (en 1971 en
pensador de un tiempo que parece seguir diciendo cosas al que
la sala Alberto de Paz y Mateos con su propia direccin) y reto
se acerque desde la postura de director, actor o diseador con
mada en una produccin enmarcada como trabajo de grado en
el pretendido de otorgarle vida escnica a alguno de sus textos.
la Sala Anna Julia Rojas por graduandos de la UNEARTE (junio
Incluso, en el remontar las menos montadas o explorar las incg
de 2010), ms el relevante hecho que la Editorial Equinoccio de
nitas de sus piezas inditas estar la posibilidad de ese universo
la Universidad Simn Bolvar, en su coleccin Papiros Recorridos,
proverbial que reta al retador y para botn, slo una muestra:
hubiese retomado con un alcance denso algunas de las caras
Venezuela barata (1965-66) o El tambor mgico (1971).
vitales para aprehender la base de la cual emergi este escrito
teatral y como contextualizarlo dentro del universo cabrujiano.

JIC fue y aun sigue siendo ese autor/intelectual que
Dos montajes distantes en pocas dismiles y por instituciones
sigue siendo palpado por nuestra sociedad que est marcada
con distintas vocacin, una artstica, otra acadmica, pero ambas
por el sino de lo olvidadizo. Pero su legado ha estado a la
sintonizadas con el reto de provocar (y seguirlo haciendo) al p
mano de todo aquel que desee proveerse de forma directa de
blico receptor en la decodificacin de un ideario particularmente
su pensar/comprender un pas y su sociedad y aquellos que
THEATRON 61

le siguen estudiando prosiguen gestando ms y ms anlisis


tanto de sus obras poco conocidas hasta de las rendijas ms
singulares de sus corpus de opinin. Es todo un abanico que
abren compuertas y nunca cierran acotaciones. Ha sido una de
las ofrendas intelectuales ms rutilantes de los ltimos treinta
aos en Venezuela y por tanto, cualquier estudio, artculo o
reflexin sobre lo que fue su vida y obra, permitir a futuros
venezolanos entender con mayor diafanidad lo que JIC aport
en su existencia vital como creador.

Y sin embargo, tratar de abarcar de forma sistemtica la
dimensin del eterno Cabrujas es uno de los retos ms excitantes
desde cualquiera campo desde donde se coloque la lupa de
anlisis de sus obras; se puede afirmar que supera con creces
el filo de todo buen escalpelo y tambin que incidir ese corpus
dramtico y de reflexiones en forma de artculos siempre estar
ah para estudiantes, acadmicos, crticos o sencillamente un des
prejuiciado lector pueda detectarlo en fuente directa o indirecta,
porque quin con ms de sesenta aos de vida en este pas no
ha sabido algo particular sobre la vida Jos Ignacio Cabrujas?
Creo que hasta los ms novatos que hacen sus pininos en el
mundillo de lo escnico lo presienten, no como una sombra
eclipsada sino como fulgente estrella en el firmamento de los
connotados del cosmos literario y meditico de esta Venezuela.
Qu hombre o mujer de esta nacin en permanente transfor
macin no habr ledo o entrado en contacto con la fuerza de
sus opiniones asentadas en decenas y decenas de artculos que
supo rubricar con agudeza? Quin no ha odo la influencia
que marc sobre las telenovelas? Quin en este 2010 no
sabe que existe un personaje llamado Po Miranda o Cosme
Paraima aunque nunca haya ledo sus amargos parlamentos
de fracasados? Quin en estos aos no ha sido tocado en
el horizonte de algn medio impreso, radial o televisivo con
alguna mnima referencia de su nombre? Pues, estoy seguro
que casi todos! Hombres, mujeres y en especial, de estas nuevas
62 THEATRON

generaciones que se forman en distintos centros de arte teatral


como la UNEARTE orientada a la formacin superior para las
artes. Todos sin excepcin estn teniendo la suerte de volver la
mirada a lo que Jos Ignacio Cabrujas nos leg.

Eso es lo que hace al hombre trascender a su poca, su
tiempo e insertarse dentro del imaginario nacional, tal como
era hecho verificable que quienes tuvimos la suerte de ser sus
alumnos o trabajar con l comprendamos que posea un po
deroso imaginario desde el cual irradiaba un dibujo con pocas
enmendaduras de lo que era el cambio de esta sociedad, de
sus individuos, del pas y sobre todo, del concepto de la palabra
nacin. JIC fue espejo e imagen de su tiempo; para aquellos que
lo miraban actuar desde y fuera de las tablas nunca fue un ser
atormentado, ni menos aun anclado a un nostlgico pasado;
supo prever el presente sin excesos de ironas, sarcasmos o de
un pastoso cinismo. Siempre agudo con cido humor y pres
tancia de ideas como si l hubiese entendido que desde estas
coordenadas dependiese el futuro de armar la imagen del pas
que tanto am.

Sus contradicciones siguen siendo un universo dentro de
otro universo. Sus interrogantes de artista e intelectual tienen la
gloria que buscaron interpretar el alma y consciencia nacional,
sin que l haya tenido que ostentar los gloriosos ttulos que
otros detentan.

A Cabrujas se le puede considerar como hito insoslayable
y referente para las letras nacionales del pasado y del presente
siglo. No es cuestin de magnificarlo, sino tratar de colocar
algunas coordenadas de referencias para acercarse a su obra
y la comprensin de la misma. El creador fue hombre accesible
y llano le recuerdo cuando fui asistente de direccin de dos
de sus piezas como lo fueron una reposicin de El da que me
quieras o en el estreno original de El americano ilustrado;

nunca dej que se le desfigurase su reputacin de primero ser


artista, ser hombre-ciudadano y despus, prstino intelectual;
asequible en la charla o al pedrsele tal o cual opinin sobre el
acontecer nacional, cuando fumaba endemoniadamente y entre
inhalacin y exhalacin su voz profunda e inaudible deca cosas
puntuales y sin ambages.

el crtico y teatrista, Luis Alberto Rosas Aparicio, quien hacia


2004 present para la Escuela de Artes de la Facultad de
Humanidades y Educacin de la U.C.V., su trabajo de grado
titulado Sonny, diferencias sobre Otelo, el moro de Venecia,
de Jos Ignacio Cabrujas, y Otelo, el moro de Venecia, de
William Shakespeare. Analogas y diferencias sobre un mismo
tema: Anlisis estructural; el trabajo de grado efectuado en

Ese es el creador e intelectual que admir y que me mag
2000 por Yoyiana Ahumada Licea para aspirar a su ttulo de
netiz; no el Dios ureo que situaba verdades y enunciaba
Magster en literatura Latinoamericana de la U.S.B., Venezuela:
sentencias a diestra y siniestra. Fue hombre de tablas que supo
La obra inconclusa de Jos Ignacio Cabrujas. De esta misma
ofrecer lo ms autntico de su comprensin y ofrecerse a los
autora, unos aos ms tarde (2007) se puede consultar su
dems en ideas siempre atadas al
impreso Cabrujas: Ese ngel terrible
mundo social del cual se nutra. Me
editado por la Fundacin para la
Ingresar al universo dramtico
atrevo a confirmarlo (desde mi ptica) gestado por Jos Ignacio Cabrujas Lofiego Cultura Urbana. Tenemos del cate
como un verdadero animal de teatro
drtico Leonardo Azparren Gimnez,
es indudablemente un reto fascinante
que imbuido de sapiencia, entrega y
su libro Cabrujas en tres actos (1983)
para cualquier intelectual, lector o artista
consciencia fue y creo que lo sigue
publicado por la desaparecida edi
de la escena. Uno de los referentes
siendo uno de los ms penetrantes
torial del El Nuevo Grupo.
ms eximios de la dramaturgia venezolana
ojos de la venezolanidad que ha pari
entre 1959 y 1995 siendo para algunos
do esta Caracas.
acadmicos uno de los autores ms singulares Otro elemento cardinal de con
sulta estara ubicable en el aporte
que ha producido el pas cuya obra

Pero, como siempre la figura y
dado por Gleider Hernndez cuyo
ha calado con honda huella dentro
talante de JIC se debe saber estudiar de la gran produccin teatral de la nacin libro, del ao 1979, Tres dramaturgos
a travs de la luz de su propia obra
venezolanos de hoy: R. Chalbaud - J.I.
y de quienes la analizaron. Este exiguo ensayo forma especie
Cabrujas - I. Chocrn, vio tambin luz impresa en las ediciones
de mapa inconcluso que podra apoyar al lector sobre cules
de El Nuevo Grupo.
fueron y dnde estn parte de sus obras, quin se ocupo de
suscribirlas y, sobre todo, dejar en negro sobre blanco que la

En el nmero N 100, 21 del ao 1986, la extinta re
presente entrega es solo un elemento ms que aspira aportar
vista Imagen que publicaba el CONAC, se halla el aporte de
una traza a su legado como dramaturgo. He ah que se puedan
Carlos E. Herrera con su artculo El americano ilustrado. El
mencionar los trabajos de grado rubricados por De Sousa V.
campo editorial tambin ofrece de la mano de Francisco Rojas
Claudy y Pages G. Hugo Rafael, con su Descubriendo a Jos
Pozo, en el ao 1995, su libro Cabrujeras. Un estudio sobre la
Ignacio Cabrujas (1999) y Anlisis del discurso ideolgico en tres
dramaturgia de Jos Ignacio Cabrujas que fuese impreso por
obras de Jos Ignacio Cabrujas (1999) que se pueden consultar
la Universidad Pedaggica Experimental Libertador de Maracay
en la Multiteca de la UNEARTE. Estn los referentes escritos por
(Edo. Aragua).
THEATRON 63


Sobre la prosa suscrita por el propio JIC sabemos que est:
Prlogo a La Memoria de los inconfesables y constatable por la
editorial Tiempo Nuevo (1972). Su aguzada entrevista titulada
El estado del disimulo, publicada en Estado & Reforma de la
Comisin Presidencial para la Reforma del Estado (COPRE).
Nmero especial Heterodoxia y Estado del ao 1987. La pu
blicacin de la entrevista que le efectuase la periodista Milagros
Socorro a travs de la editorial Tres Voces de la Fundacin para
la Cultura y las Artes (Fundarte, 1994) bajo el ttulo Catia. En el
ao 1988, la Fundacin Polar editara La ciudad escondida en
su serie En Caracas. Como colofn, sera de alta utilidad para
un lector investigador acercarse al texto Y Latinoamrica invent
la telenovela editada por la casa Alfadil Ediciones, en 2002.

Las obras de Jos Ignacio Cabrujas pueden ser rastreables
desde Juan Francisco de Len (1959) por Ediciones Pancho El
Pjaro de la Sociedad Dramtica de Maracaibo; Fisole (1967)
publicada el ao 1971, en 13 autores del nuevo teatro venezolano con seleccin y presentacin de Carlos Surez Radillo para
la casa editorial Monte vila Editores de Caracas. Tambin se
puede sumar, La sopa de piedras dentro de la Antologa de la
Dramaturgia infantil venezolana 1951-2002 en el Tomo I y que
fue recopilada por Armando Caras para el Fides, Caracas.
Por otro lado, podra citarse Profundo en 1972 y 1982 por la
Editorial Tiempo Nuevo, S. A. Caracas y Monte vila Editores,
Caracas. Est La soberbia milagrosa del General Po Fernndez
en Los siete pecados capitales que publicase en 1974 Monte
vila Editores, Caracas. Acto cultural en El teatro de Cabrujas de
la editorial Pomaire/Fuentes con prlogo de Orlando Rodrguez
(1991). El da que me quieras por el Fondo Editorial Fundarte,
Caracas 1979. El americano ilustrado de 1991 en El teatro de
Cabrujas de la Editorial Pomaire.

Solo algunos ttulos entre los varios publicados de algunas
de la piezas ms connotadas de este autor y sin embargo ya se
64 THEATRON

sabe que para 2011 posiblemente la Editorial Equinoccio de


la Universidad Simn Bolvar tentativamente edite buena parte
de las piezas inditas de JIC entre las cuales cabra mencionar:
En nombre del Rey (1963) y Camino a Santiago (?) aparte de
textos performnticos de los aos setenta. Sabemos que esta
minscula cartografa podr ser ampliada; ya para el ao 2011,
saldr bajo la luz editorial textos que se daban como perdidos,
artculos que poco se conocen e, incluso, trabajos de catedrti
cos o preocupados estudiosos de su obra. Una cartografa que
deber siempre contar con esos textos puntuales de la obra
dramtica cabrujiana, donde su exquisita prosa seguir siendo
norte y brjula para cualquier lector/estudioso que entienda que
de este autor se pueden expandir ms y ms coordenadas que
apuntalen con precisin la justa dimensin de uno de nuestros
ms altos valores teatrales y literarios de la actual Venezuela
contempornea

Referencias

CABRUJAS, J.I. (2009). El Mundo segn Cabrujas. (Investigacin y


compilacin de Yoyiana Ahumada). Caracas: Editorial Alfa.

La msica en la dramaturgia de Jos Ignacio Cabrujas


Einar Goyo Ponte

o fue un secreto para nadie la pasin por la msica, y en particu


lar por la pera, que Jos Ignacio Cabrujas profesaba, senta y
converta en devocin prctica diaria y rigurosa. Era pues, difcil,
que tal afinidad y pulsin de vida quedara fuera de su escritura,
de su vida creativa, de su imaginario escnico. La forma progre
siva como la msica ira llenando su dramaturgia y su manera
de hacer arte es el objeto de este escrito.

Hasta hace unos meses no contbamos con una edicin
digna ni de su obra completa, ni del grueso de ella. Sus ltimas
obras, por ejemplo, desconocan la imprenta. Ya en el momen
to en que iniciamos estas lneas, la editorial Equinoccio de la
Universidad Simn Bolvar (2010), bajo el cuidado del Prof.
Leonardo Azparren Gimnez, ha corregido esta ingratitud, por
lo cual, gracias a ella y al trabajo del Prof. Francisco Rojas Pozo
(1995), podemos hacer las referencias fidedignas a los textos
de casi toda su obra.

Msica brechtiana
As, podemos testimoniar que en esa primera etapa, que muchos
crticos han calificado de brechtiana, Cabrujas asume uno de los
recursos distintivos del Teatro Social del autor alemn: la inclusin
de la msica en el texto teatral, como partitura que complementa
y activa diversos niveles de representacin, haciendo ms eficaz
el llamado Distanciamiento crtico, introducido por Bertolt Brecht
en el teatro del siglo XX. Cercano al alemn, quien lo llev a
sus ltimas consecuencias en La pera de tres centavos, Mahagonny o Los siete pecados capitales, creando un nuevo gnero
pardico-msico-teatral; Cabrujas lo utiliza en El extrao viaje
de Simn el malo, con su carga satrica y corrosiva.

Desde las mismas acotaciones iniciales es notable una
particular y muy concienzuda indicacin acerca del uso que debe

drsele a la msica, la cual fue compuesta, por cierto, nada


menos que por Aldemaro Romero, segn informa la edicin
crtica de Azparren Gimnez:

Prlogo
Msica. Temas festivos de profundo aire circense. Preferiblemente melodas de organillo destemplado que ubiquen al
espectador en la atmsfera tragicmica de la pista. En el centro
del espacio de accin un pequeo tovivo gira al comps de
su propia msica. ()
Esta primera secuencia de la accin durar breves segundos.
En un principio la msica general absorber la del pequeo
Tovivo. Luego ir decreciendo hasta borrarse y dar paso a esta
ltima. (2010, Tomo I: 191)


Ms adelante la obra va desarrollndose en difano
estilo brechtiano, con la inclusin de canciones. La primera de
ellas, utilizada en forma quizs satrica, es la Serenata, de Jos
Antonio Prez Daz, popularizada por Marco Tulio Maristany
y Alfredo Sadel, entre otros, entre los aos 40 y 50, y que se
utiliza como parodia de un aria de pera, mediante la cual el
personaje de Simn expresa su arrepentimiento, ya anunciado
en los brechtianos carteles, y cuyo carcter pardico subrayan
los comentarios doloridos del personaje que interrumpen la
cancin a cada momento.

Ms adelante, encontramos las canciones de tpico corte
brechtiano, es decir, canciones conceptuales, cuyo tema es una
situacin, una condicin, un problema o una institucin. As
encontramos la cancin del matrimonio, la de la burocracia y
la del arte de gobernar, de textos irnicos y burlescos, con rimas
elementales e intencin satrica.

Antes de la edicin de Azparren Gimnez, ya conoca,
gracias a una compilacin editada por el Prof. Efran Subero,
THEATRON 65

bajo el ttulo de Teatro escolar, de 1970, la Farsa en un acto,


de Jos Ignacio Cabrujas, llamada El tambor mgico, la cual,
como el nombre ya revela, est directamente relacionada con
la msica. Sigue habiendo en ella toques brechtianos, donde el
tamborcito, que es el protagonista, sirve de instrumento de rebe
lin y desenmascaramiento a travs de la magia de su msica. Y
aunque tenamos noticia de ella, no conocamos la edicin, hasta
ahora, de otra miniatura del mismo corte escolar-juvenil, La sopa
de piedra, registrada en la edicin de marras, como procedente
de la dcada 1960-1970, y desgraciadamente con un descuido
editorial en el ttulo pues se la presenta en el prlogo con su
nombre correcto, pero cuando vamos al texto la encontramos
como La sopa de letras. Tambin en ella cumple la msica un rol
escnico y dramtico, pues la estructura de la obra, breve en su
propuesta de un acto, conserva su estilo brechtiano de contenido
y compromiso social, as como la forma del distanciamiento,
donde la msica funciona como elemento casi extrateatral, que
enfatiza la ruptura de continuidad y la introduccin de elementos
extradramticos dentro de la dinmica del espectculo.

Msica indita
Esta nueva edicin de la obra dramtica de Cabrujas nos
confronta con obras que se crean perdidas o con nuevos ha
llazgos como la Venezuela barata (1965-1966), sin noticia de
representacin, circunstancia de la cual surgira, aos despus
una de sus obras cumbres, El americano ilustrado, pues esta
primera obra contiene ya los personajes de Arstides Lander y su
esposa Mara Eugenia, en la Caracas del gobierno de Antonio
Guzmn Blanco, de quien Lander es, como en la obra posterior,
un funcionario, atrapado de pronto en la coyuntura de la im
pagable deuda externa venezolana con Inglaterra. Pero, como

bien seala Azparren, en el prlogo a la edicin, el rescate de


esta obra plantea la revisin de su produccin dramtica, y
reafirma la divisin de sta en un primer perodo que llamaramos
comprometido, de teatro poltico-social, de corte brechtiano,
y una segunda parte, donde domina el lenguaje personal, las
inquietudes y desesperaciones particulares del dramaturgo1,
con la temtica del fracasado y de la distancia entre el habitante
de esta equivocacin de la historia, relumbrante frase de un
personaje de El da que me quieras, y sus coordenadas sociales,
culturales y, por supuesto, histricas.

En la bsqueda decidida de ese lenguaje personal se en
marca definitivamente Venezuela barata, y la msica, tambin,
comienza a aparecer con un sello especialmente cabrujiano, que
ya no har sino crecer y evolucionar como materia dramtica
hasta el final de su escritura.

Hay una tendencia, claramente operstica, en la utilizacin
autnoma de la msica en esta obra. Las canciones que atra
viesan la pieza no tienen el sentido de Verfrendungseffect que
apuntramos en El extrao viaje, sino una complementariedad
dramtica, que colabora a definir al personaje y a ilustrar la
situacin dramtica, por sincrona o por irona. Mara Eugenia
Lander canta canciones del siglo XIX en espaol y en francs,
que refieren al dilema interno de su esposo, y al mismo tiempo
revelan la melancola ntima de ella ante la imposibilidad de
comprender las complicaciones de Arstides. As, por ejemplo,
la Cancin de Pierrot que canta en el Cuarto cuadro. En el
prximo hay una reproduccin amoroso-pardica de una sen
sible escena de la pera El trovador, de Giuseppe Verdi, aquella
en la que los soldados del Conde de Luna, comandados por
ste se aprestan a raptar a Leonora del convento donde ha ido
a profesar los votos, desolada por la supuesta muerte del gitano

1 El sustantivo es del propio Cabrujas. En la nota que escribiera para el programa de mano del estreno de El americano ilustrado seala que Como otras piezas que he escrito [la
obra] insiste en algunas desesperaciones que tienen que ver con nuestra particular historia (1986).

66 THEATRON

Manrico. Sobre el coro de los soldados en sotto voce, se oponen


los cantos tras bastidores de las religiosas, y terminan haciendo
contrapunto. En Venezuela barata, el Obispo escucha el toque
del ngelus seguido del himno federal, y sentencia:
EL OBISPO: La msica de Dios y la msica del diablo. (Ibid.:
461)

de sta, siempre con el mismo resultado: los diputados repiten


sus parlamentos en tono cada vez ms alto. Arstides hace una
ltima intervencin por encima de ellos, cual tenor en plena
cabaletta, y entonces sobreviene un silencio, tras el cual suena el
vals El placer, y la escena se calma, dando paso a la prxima
donde se celebra un baile en el club El Gato Negro. Uno de
los personajes que intervienen en este cuadro tiene apellido de
compositor de zarzuelas: Sorosabal.


Con lo cual se inicia la reproduccin de la escena verdiana:
las monjas cantan, y del otro lado van creciendo los cantos libera

Y la escena final tiene un acendrado aroma al Mozart de La
les que amenazan con colgar a los curas de los rboles. Arstides
flauta mgica (1791), pera inspirada en los misterios masnicos,
entra al convento en medio de esta escena mientras la misma
y llena de sus simbolismos. En ella, como aqu, al iniciarse el Acto
va ascendiendo en intensidad, hasta
II hay una reunin entre los Hermanos
que a los cantos de alabanza y ruego
y el Gran Maestro Sarastro, quienes
No fue un secreto para nadie
se opone el Oligarcas, temblad! y
elevan un canto mstico O Isis Und
la pasin por la msica, y en particular
se anuncia a la multitud arremetiendo
Osiris, dioses egipcios del culto solar,
por la pera, que Jos Ignacio Cabrujas
contra las puertas del convento. En
preparndose para una ceremonia de
profesaba, senta y converta en devocin
El trovador, la escena concluye con
iniciacin, la misma a la que someten
prctica diaria y rigurosa. Era pues, difcil,
la llegada de Manrico, sobreviviente,
a Arstides en Venezuela... Este insiste
que tal afinidad y pulsin de vida
con sus tropas, que vienen a frustrar el
en
sus obsesiones y desasosiegos y
quedara fuera de su escritura, de su vida
rapto de De Luna, y a consumarlo ellos
los Hermanos repiten letnicamente
creativa, de su imaginario escnico
victoriosamente, por su lado.
Sol, Sol, Sol, Sol. La obra resulta
as un extraordinario ejercicio de estilo para lo que vendr a

El cuadro siguiente est estructurado como una gran esce
continuacin, y para la cada vez ms incisiva presencia de la
na coral operstica. Se titula Escndalo en el Capitolio Federal, y
msica en la escritura cabrujiana.
lo protagonizan los diputados de los bandos liberal y conservador,
cada uno con sus respectivas rplicas al otro. Al inicio del cuadro
los diputados vocalizan incluso, como calentando la voz para el
Msica hipercultural
conjunto que les tocar interpretar de inmediato. En mitad del
enfrentamiento polifnico, entra Arstides, con actitud de solista
De all pasamos a Fisole, de 1967, una obra que marcaba,
y dirigindose a los espectadores, entona un aria suya, la cual
hasta ahora, un viraje expresivo en la dramaturgia cabrujiana.
da paso a un contrapunto violento entre sus antiguos partidarios
Escrita a partir de una experiencia carcelaria, de ribetes pol
y quienes recin lo acogen en sus filas. En algn momento lgido
ticos, la obra tiene resonancias beckettianas, pero remitidas
de la obra, llega a sonar una orquesta para ejecutar acordes
a una realidad muy particular, que aunque nunca tiene una
de intencin dramtica o conclusiva. Son tres las intervenciones
referencia local objetiva, revela por contraste de ausencia un
THEATRON 67

desarraigo, una alienacin y un sentido de asfixia, represen



Sigue cronolgicamente La soberbia milagrosa del general
tado en la ensoacin desesperada de los dos personajes
Po Fernndez, la cual forma parte del espectculo Los siete pepor paisajes lejanos en tiempo y espacio. Es una de las pie
cados capitales, que por encargo del director Antonio Constante,
zas ms crpticas y personales de su autor, y quizs del teatro
escribieran a siete manos Cabrujas, Chocrn, Chalbaud, Lerner,
venezolano, por la referencialidad cultural tan vasta, erudita
Monasterios, Britto Garca y Trujillo, estrenada en julio de 1974,
y diramos exquisita. Un ejemplo de ello lo da la escogencia
en Caracas.
de la intertextualidad musical de la pieza, la cual se especifica
fundamentalmente en las didascalias, las cuales, en las edi

La obra es una joya en miniatura, sobre todo porque revela a
ciones existentes (Nuevo Grupo, 1977; Equinoccio, 2010), se
un Cabrujas absolutamente dueo de su idiolecto. Son mltiples las
transcriben como Notas para la representacin. Entre todas
referencias e intromisiones musicales: la pareja del general se llama
las referencias cosmopolitas e hiperculturales de las que rebosa
Eurdice, como la herona del mito ms versionado en la historia
la obra, la musical principalmente es la de El barbero de Sevilla,
de la pera, el de Orfeo. No ms se inicia la obra, Po Fernndez
de Gioacchino Rossini. Sin embargo,
pide a la orquesta tocar el Preludio de
Jean Carlo Simancas clavado all
en una extraa y hermtica seleccin,
El oro del Rhin, de Richard Wagner;
en
el
dintel
de
la
puerta
de
la
casa
en
gesto
lo que se transfiere de la popular
Cristemis, la otra concubina del Ge
pera rossiniana no son sus famosas entre sacramental y estatuario y la hermosa neral tiene el nombre de la hermana de
cancin del cantante argentino se expanda
y encantadoras arias o cavatinas, sino
Electra, que si bien es una tragedia de
por
la sala, y aunque tantas veces escuchada, Sfocles, es tambin una famosa pera
un par de incidentales recitativos, o
en aquel contexto, en aquella magia,
sea aquellos fragmentos musicales
de Richard Strauss, y la referencia ms
resonaba
de una manera absolutamente
de la pera que representan los
entraable es la de su padre, el fagotista
indita,
y
prometa
una
esperanza,
dilogos, ergo el avance dramtico
de la banda municipal, iniciador de Jos
que ninguna de las obras de Cabrujas pudo Ignacio en los misterios de la pera. Al
de la accin, por contraste con las
transmitir deliberadamente jams.
arias, dos o concertantes, donde sta
final de la obrita Po Fernandez dice:
suele congelarse o autorreferenciarse.
Aparecen en el ltimo tiempo de la obra cantados por un solo
Pdele al maestro Cabrujas que toque el fagot. Es un cataln
personaje, a cuyo actor se le exige reproducir los tonos de voz
experto en los vientos. (Ibid., Tomo II: 103)
de los dos personajes (uno masculino y otro femenino) de la
escena de la pera. All podra insinuarse una suerte de subtexto
reflejo de la misma obra cabrujiana, compuesta solo de dos
Ravel, la pera y un fagot
personajes, quienes alternan parlamentos o monlogos, cuyo
desenlace solo conduce a un final cerrado, sin solucin. Por lo
La prxima obra con inserciones provenientes del mundo
dems, la relacin entre la naturaleza o psicologa de Rosina y
musical y de la pera es Acto cultural, de 1976. De nuevo,
Fgaro (tales son los personajes del Barbero, aqu implicados)
el problema de la cultura y su real y genuina influencia en la
o la accin de la escena en la que intervienen con la trama de
vida cotidiana de una idiosincrasia como la latinoamericana
Fisole es prcticamente nula.
y en particular la venezolana.
68 THEATRON


La msica aparece en la retahla de alusiones e imgenes
que trae a colacin el personaje de Herminia Briceo: con
menciones a Maurice Ravel, a armonas, partituras e instru
mentos musicales:


Los personajes, en un momento de la obra, entonan un
Stabat Mater, dulcemente, segn la didascalia. Y entonces
vuelve a insertar la referencia musical a su padre, esta vez en la
voz del personaje de Francisco Xavier:

Petit, Petit era el arte, de origen francs, por supuesto. Petit,


tan recordado, tan imprudente en eso de morirse, ntimo de
Maurice Ravel. Todo es arte Herminiaera l hablando as y
llamndome Hermini2 todo es arte y ritual Los rituales
de Petit! La ablucin, el despojo, la partcula porque no era
tomar champagne que cualquiera toma era el manejo de
la presin, el dedo, la cultura. Y yo encontrndome a cada
momento del da! Cmo no va una a llorar a un hombre as?
Encontrndome como un documento perdido en cada rincn de
Petit y especialmente en las axilas de Petit. La vida entera se me
hizo un escondrijo, una vida japonesa en los detalles de Petit.
Me habl de armona, pero ms que hablarme, me orquest
como una partitura seca que se llena de oboes, de clarinetes y
violas de gamba y arpegios (Primer Tiempo) (Ibid.: 107)

Y de pronto, Reina Antonieta, es llorar lo nico que se me


ocurre. Llorar por estas pequeas repugnancias. Por ti, por
m. Por nuestros muertos y nuestras iniciativas. Por mi padre
el sastre de Ejido. Por las mnimas equivocaciones que aqu
se cometieron, por el olor de los panes y el fagot de la Banda
Municipal. (Primer Tiempo) (Ibid.: 145)


Luego es la pera la que se cita en un parlamento de Cos
me Paraima, quien relata un pintoresco y pecaminoso episodio
de la vida ntima del poblado de San Rafael de Ejido:
La presidenta del Ateneo de Escuque! Cada vez que el Go
bernador se la lleva a los matorrales de la laguna ella canta
un aria de Lucia di Lammermoor, justamente cuando estn
a punto de llegar a una conclusin ms o menos definitiva.
Una noche, sin embargo, se encontraron en el Departamento
de Ornatos y Festejos Populares de la Gobernacin y toda la
gente que estaba en la Plaza Bolvar pens que haba pera.
(Segundo Tiempo) (Ibid.: 151)

Msica de alucinacion dirigida


A Acto cultural y su xito en la escena criolla les sigui El da
que me quieras (1979), quizs la obra teatral de mayor impacto
emotivo en el pblico venezolano de toda la historia del teatro
nacional, fenmeno que se repite cada vez que se repone, y ello
viene directamente asociado a la insercin de una figura venida
del imaginario y la fonografa ms arraigadamente popular:
Carlos Gardel y su asociacin con un momento particularmente
neurlgico de la historia cotidiana (o culinaria, segn la expresin
de Azparren Gimnez3) venezolana: el contenido, congelado,
expectante, agobiado 1935, ltimo ao de la dictadura gome
cista y segn la famosa frase de Mariano Picn Salas, el ltimo
de nuestro siglo XIX. La msica aqu no solo interfiere o comenta
o enmarca la accin, como vimos en los ejemplos anteriores,
sino que estructura la obra.

Los dos tiempos que dividen la pieza llevan sendos ttulos
de dos shimmys de Gardel: Rubias de New York y Tut-ankh-

2 En la edicin de Equinoccio (2010), suprimen el acento sobre el nombre del personaje, el cual se lee en todas las ediciones anteriores (El Nuevo Grupo, 1976; Monte Avila, 1990
y Pomaire, 1991), con el cual se estara representando el habla francesa del personaje referenciado de Petit.
3 En Cabrujas en tres actos (1983).

THEATRON 69

amn. Luego, a medida que la ancdota se va desenvolviendo,


la msica gardeliana va sembrando significaciones, crendolas,
apropindose de la resonancia de estas canciones y tangos tan
entraables para el sentir latinoamericano.

Elvira

(Llora): Y el mundo qued ausente... (Breve pausa)


Qu traje vas a ponerte esta noche?

Matilde:

El blanco de organza con lacitos negros... (Insiste)


Todo era tan sacrificado... como si Rosita Moreno
cumpliera una orden bolivariana... como una palo
ma que va a transformarse en sopa... sin preguntas...
como si ella te dijera: As como nosotros... as es
nuestra ley, nuestra alegra... ahorrar tomate en la co
cina... creolina en el piso y dolor en el hombre...

Elvira:

Deberas ir de negro. Ese empeo tuyo en vestirte


de blanco. Ya tienes veintisiete aos.

Matilde:

Y l miraba por la ventana... Te acuerdas, ta Elvi


ra?

Elvira

(Llora): S.

Matilde:

Y hablaba de las alas...

Elvira

(Describiendo el decorado): A la derecha haba un


Cristo... a la izquierda...

(Recuerda): Por qu tus alas tan cruel quem la


vida...?

Matilde:

Por qu esa mueca siniestra de la muerte...?

Elvira:

...un armario de caoba...

Elvira

Matilde:

...y junto al armar io, el colchn de Moreno...

(Llora): ...de la suerte... no de la muerte... Ah est


el disco. (Ibid.: 37)

Elvira:

Nunca lo v...

Matilde:

Porque l cantaba: Sus ojos cerraron...

Matilde

(A Elvira): Entonces, la locomotora se movi y


l cerr los ojos y cant Lejana tierra ma... y
todos los que estbamos all queramos convertir
nos en una cadena muy larga, desde La Guaira
hasta el Ro de la Plata, una cosa completamente
panamericana e infinita y que l caminara sobre
nuestras espaldas y regresara a su lejana tierra suya
para abrazar a su madre, y a Rosita Moreno, y al
presidente Justo y, en general, a la vida. (Primer
tiempo)4 (1990: 26)


Ms adelante, para desviarse y curarse de los malos
recuerdos que asaltan a Elvira, y de la tristeza que las acecha
ante la inminente partida de Mara Luisa con su novio Po
Miranda, Matilde evoca e instaura las imgenes y el avatar
flmico de la pelcula gardeliana, cuando ste canta Sus ojos
se cerraron:

Matilde


Y las dos cantan el tango, mientras ponen el disco. Elvira
sale y Matilde se queda cantando con el gramfono. A una
indicacin concertada con la cancin, entra el cuarto de los
Anczar, Plcido.

4 Tambin encontramos discrepancias textuales entre la edicin Equinoccio y las dems en El da que me quieras, en desmedro de la primera, por ello continuamos citando desde la
edicin Monte vila.

70 THEATRON


Hacia el final del Primer Tiempo, justo despus de la gran
anagnrisis, en la que Po Miranda confiesa que jams ha envia
do ninguna carta a su supuesto benefactor Romain Rolland para
que les gestionara su feliz incursin en la Unin de Repblicas
Socialistas Soviticas, tras el estupor decepcionado de Elvira,
vuelve la msica a funcionar como catarsis, que comienza siendo
irnica pues la jocosidad del nmero musical contrasta con la
tristeza del personaje, pero va elevando a los protagonistas de
su marasmo, de su rutina, de su culinario apocamiento para
animarlos y devolverles la esperanza.

Plcido:

Mary, Peggy, Betty y Julie de labios en flor.

Matilde:

Pon el disco, Plcido! Esta noche, en la sexta fila


del Principal, van a estar sentadas las tres rubias de
New York!

Plcido

(Mientras dispone el disco): Es como el cristal la risa


loca de Julie... Es como el cantar de un manantial.

Elvira:

Turba mi soar el dulce hechizo de Peggy, su mirada


azul, honda como el mar.

Elvira:

Mara Luisa va a ir y esta noche ser una gran noche.


Pasarn cincuenta aos y ser una gran noche. Yo
estar muerta, y seguir siendo una gran noche...

Plcido:

Deliciosas criaturas perfumadas, quiero el beso de


sus boquitas pintadas.

Matilde:

Cmo Rubias de New York...?

Elvira:

Elvira:

Como Mary, Peggy, Betty y Julie...

Matilde:

...Rubias de New York... Cabecitas adoradas que


vierten amor...

Frgiles muecas del olvido y del placer, re su ale


gra... como un cascabel.
(Rubias de New York se escucha a todo volumen
en el saln de las Anczar). (Ibid.: 48-50)

Elvira:

Dan envidia a las estrellas...

Matilde:

Yo no s vivir sin ellas...

Plcido

(Entra Plcido)
(Canta): Mary, Peggy, Betty y Julie, Rubias de New
York... Cabecitas adoradas que vierten amor...

Matilde:

Dan envidia a las estrellas!

Elvira:

Yo no s vivir sin ellas...!


Y los personajes empiezan a cantar con Gardel para
concluir una escena deliciosa, donde los personajes cantan y
montan un espontneo nmero musical, que obtiene siempre un
invariable aplauso del pblico, y contribuye a crear la atmsfera
precisa para el mgico final del Primer Tiempo, la aparicin del
propio Gardel en el jardn de las Anczar.

Sin embargo el clmax envuelto en un aura verdaderamente
hechizante, verdadero milagro escnico, excepcional en el teatro
venezolano, por aquello de la alucinacin dirigida de la que
hablaba Ibsen Martnez5, es el final de la obra. Luego de la noche
que Gardel brinda con las Anczar en su casa, luego de la con
fesin y renuncia de Po, Gardel canta El da que me quieras.

5 En el Prlogo a la edicin de Monte vila (1990), p. 12.

THEATRON 71

Nunca olvidar el efecto de aquellas primeras representaciones


dirigidas por Armando Gota, en el que la hermosa escenografa
de Gmez Fr, y la iluminacin detenan literalmente el tiempo.
Jean Carlo Simancas clavado all en el dintel de la puerta de
la casa en gesto entre sacramental y estatuario, y los dems
personajes congelados vindolo u oyndolo; un par de ellos en
gesto de abrumacin, lloraba, y la hermosa cancin del can
tante argentino se expanda por la sala, y aunque tantas veces
escuchada, en aquel contexto, en aquella magia, resonaba de
una manera absolutamente indita, y prometa una esperanza,
que ninguna de las obras de Cabrujas pudo transmitir deli
beradamente jams.

Bolero forzado


Las referencias musicales, como se entender, en este
marco, son numerosas. Beethoven, Tchaikovsky, Mozart, Ravel
y hasta un presumible Sibelius entran a travs de la radio, en
precisa alusin a lo que fue una prctica de la industria de la
Radiodifusin venezolana hasta inicios de los aos 70: emitir
msica clsica en ocasiones especiales como muertes de pre
sidentes o personalidades, Semana Santa y golpes de estado.

La msica popular tiene


un protagonismo mayor. El personaje
de Happy, animador emigrado de la dictadura
de Batista en Cuba hace mencin
de los Lecuona Cuban Boys, de Mara Grever
y la cancin Jrame, como ilustracin
del golpe del strapa isleo.

De este hallazgo que signific El da


que me quieras, Cabrujas sigui con
Una noche oriental, donde vuelve a
unir el mundo de la msica popular,
con un cono un poco ms local, y otra
coordenada histrica nacional. Esta
vez son Felipe Pirela y el fin de la dictadura de Prez Jimnez.
La inclusin de Pirela en esta obra luce un poco forzada. Solo
haciendo un empeoso ejercicio de imaginacin podemos ubi
car al que despus fuera llamado El bolerista de Amrica en la
Caracas del 23 de enero de 1958, que es exactamente cuando
tiene lugar la pieza. Para ese entonces su desempeo se limitaba
a cantar con grupos de mediana fama entre Maracaibo y la ca
pital. No sera sino hasta 1960 cuando la Billos Caracas Boys,
reconstituida ella misma despus de la dictadura, lo reclutara en
sus filas, y que comenzara su estelar carrera. Es verdad que en
Una noche oriental no hay ninguna mencin directa a su fama o
trayectoria, pero el nmero musical estelar de la obra, el bolero
Por la vuelta (originalmente un tango de Tinelli y Cadcamo,
72 THEATRON

versionado al ritmo caribeo), no sera popularizado por Pirela


hasta despus de separarse de la orquesta de baile, exactamente
en 1966. Por lo tanto es un amable anacronismo, que deshace
un poco el efecto heredado de El da que me quieras, donde
historia y ficcin engranaban extraordinariamente.


La msica popular tiene un pro
tagonismo mayor. El personaje de
Happy, animador emigrado de la
dictadura de Batista en Cuba hace
mencin de los Lecuona Cuban Boys,
de Mara Grever y la cancin Jra
me, como ilustracin del golpe del
strapa isleo.


La segunda intrusin de la msica culta en la obra es de la
Scheherezade, de Nikolai Rimsky-Korsakov, pues como los per
sonajes dueos, socios y artistas de un cabaret caraqueo,
estn ensayando el espectculo musical con el que inaugurarn
al da siguiente, el cual da nombre a la obra, utilizan unos compa
ses del inicio del poema sinfnico del ruso para comenzarlo.

Ms adelante Pirela canta el bolero de Juan Bruno Tarra
za, Alma Libre, sin mayor incidencia dramtica. Es como un
nmero musical sin los contenidos ni de El extrao viaje, ni
de El da que me quieras. Mucho ms impacto tiene la inclusin
de Vieja luna, de Orlando de la Rosa, pues al terminar de ser

cantada por el personaje de Mara Regina, suena el telfono en


la barra. Pirela lo atiende y se lo pasa al Coronel Vergara, el
dueo del local, quien apenas escucha lo que le dicen del otro
lado de la lnea, anonadado comunica que oficialmente el
gobierno acaba de caer. Y termina el Primer Acto.

En el Segundo Acto, el personaje de Happy declama un
parlamento atravesado de referencias musicales que alude a la
necesidad de continuar la vida a pesar de la inestabilidad poltica,
pero con un color local caribeo:

El mismo amor, la misma lluvia,/ el mismo, mismo loco afn


(...)/ Despus de un tiempo nuevamente/los dos brindamos
por la vuelta... (Ibid.: 316-317)


Y luego el final de la obra gira en torno a una ejecucin
coral del bolero Somos, de Mario Clavel, bordado por las
declaraciones principistas y personales a propsito de la hora
histrica:

Mara Regina:...A mis maricos presentes y, por qu no?, tambin

Entonces, no digo squense las manos de los bolsillos,


Coronel...? Pezua!, digo. Vaya, qu pasa? Aqu est el hijo
predilecto de Cienfuegos...! (Con actitud de animador) Qu
tienen? Qu est sucediendo? El trpico tiene la misma vereda
y el mismo cocotero, el mismo arrullo de palmera, el mismo
arrebol de tus mejillas, el mismo rub de fresa, las mismas
perlas en la misma boca. O es que vamos a cerrar el local?
Alguien lo est pensando?6 (2010, Tomo II: 308)


La pieza deriva hacia una manifestacin de esperanza
ante el horizonte de la democracia que se vislumbra, y hasta el
Coronel Vergara, conectado con el gobierno, se solidariza con
los sentimientos de sus compaeros. En ese marco de concordia
y buenos augurios es que Pirela se decanta por el bolero Por la
vuelta, en un intento del dramaturgo por repetir el efecto de la
obra anterior con la cancin que le da ttulo. Ms all del ana
cronismo y del hecho de que en puridad se trata de un tango,
transcribimos aqu parte de su letra para que podamos apreciar
la sincrona buscada con la situacin anmico-dramtica:

Afuera es noche y llueve tanto./Qudate siempre, me dijiste./


Hoy tu mirada es como un manto,/ un manto tibio de amistad
(...) La historia vuelve a repetirse,/ mi muequita triste y rubia./

ausentes..., tambin lejanos...


Somos
Despus que nos besamos,
con el alma y con la vida...

Eugenio:

Firmo al pie! Y otorgo...!


Te fuiste por la noche
de aquella despedida...

Happy:

Y declaro...!
Y yo sent que al irte...
mi pecho sollozaba...

Vergara:

Por qu no?
La confidencia triste
de nuestro amor as...

Benito:

Nadie ha dicho la ltima palabra...


Somos un sueo imposible
que busca la noche...

Leonor:

Y, en general, el da y la vspera del da...


Para olvidarnos del mundo
del cielo y de todo...

6 Volvemos a las referencias a la edicin de la editorial Equinoccio.

THEATRON 73

DArcy:

Patricio:

En un concepto de absoluta densidad, tengo una vida


enterrando la cabeza en la almohada...Y quiero,
por lo menos, vislumbrar el techo...!
Somos en nuestra quimera
ardiente y querida...
(Grita) Enano...!
Dos horas que el viento
junt en el otoo...

Flor de Fango: El Motivo de mi princesa. Manejaba un



autobs...!
Somos dos seres que en uno
amndose mueren...

Mara Regina (Comenta): Y llamo la atencin a los



especialistas...
Para guardar en secreto
lo mucho que quieren...

Happy:

Iniciativa cultural!
Pero qu importa la vida
por esta separacin...

Eugenio:

Y por la otra, y por la otra, y por la otra...


Somos dos gotas de llanto
en una cancin...

Todos:

Nada ms eso somos... Nada ms...


(Ibid.: 324-326)


Porque acaso la historia latinoamericana se interpreta
adecuadamente a ritmo de bolero.

74 THEATRON

pera cumbre
Entonces, en 1986, estren El americano ilustrado, que es la
obra ms operstica de cuantas escribiera, y en diferentes nive
les: Arstides, el personaje principal, silba y evoca la obertura
de la pera Tannhuser de Wagner, como marco de su cortejo
a Mara Eugenia, quien se convertir en su esposa; pero unos
parlamentos antes de su aparicin el mismo personaje de
Arstides cita al Otello, de Arrigo Boito y Giuseppe Verdi, en
la frase: Son las seis! Venus resplandece!, que es lo ltimo
que dice el personaje titular de la pera en el Acto I, como
frase clmax del do de amor. Ms adelante, en la segunda
escena, convienen una cita ella y el hermano de Arstides, el
cura Anselmo Lander en una funcin de pera del Ernani, de
Verdi, cuyo argumento versa sobre tringulos pasionales, los
cuales como se ver constituyen una de las subtramas de la
obra, de parte de los dos hermanos y Mara Eugenia.

Los ttulos de los tiempos y cuadros de la obra son to
mados de los ttulos de la Sinfona Fantstica, del compositor
francs Hctor Berlioz, concretamente del primer, cuarto y
quinto movimientos. Reveries, passions, del primero, para
titular el Primer Acto; y Marche aux supplice y Sogne dune
nuit de Sabbat, en los dos cuadros del eplogo. La sinfona
de Berlioz plantea un programa narrativo en el cual asistimos
a los delirios de un artista, en pleno xtasis de opio, cuando
en las visiones que se le suscitan ve a su amada transformarse
en imgenes seductoras y diablicas, mientras se ve testigo de
su propia ejecucin en la guillotina, para despus asistir a la
noche de sabbat, al aquelarre infernal en el que se disuelve su
alma. El americano ilustrado nos relata la historia de alguien
que se traiciona a s mismo al cumplir sus cuarenta aos,
vendiendo su alma por un cargo de prestigio en el gobierno
de Antonio Guzmn Blanco.


Cuando aparece el personaje de Guzmn Blanco, en el
sea cuando Inglaterra exige el territorio de Guyana como pago
Acto II, las referencias se redoblan: Arstides y l se saludan
de la deuda, ingresan a reunirse con los ya siete personajes,
con los versos iniciales de un aria de Hamlet, del compositor
la esposa y la hermana de Arstides, quienes tambin han
francs Ambroise Thomas. Y en esa misma escena Cabrujas
sido invitadas por Guzmn, con lo cual, momentos despus,
intenta una de sus ms audaces sincronas con la estructura
el Presidente da por concluida la conversacin diplomtica.
operstica. La base es, a nuestro criterio, la pera Litaliana
Todos salen a ver unos fuegos artificiales, menos Anselmo y
in Algeri, de Gioacchino Rossini, la cual hace concluir su
Arstides, quienes discuten acerca del nombramiento, el cual
Primer Acto con un delirante septeto, en el que los perso
Anselmo considera una traicin al partido liberal, en el cual
najes, que van acumulndose progresivamente, terminan
Arstides ha militado toda la vida, contra lo cual ste replica
cantando monoslabos onomatopyicos, como expresin
que conoce la pasin secreta de su hermano por su esposa.
de la locura o perplejidad en que los sume la situacin que
El desenlace, otra vez, con los nueve personajes en escena es
viven. Otro referente podra ser Las bodas de Fgaro, de
que Monseor se despoja de sus hbitos para escndalo de
Wolfgang Amadeus Mozart, cuyo
los presentes, como arenga sobre la
Finale I, tambin represent en su
decencia y la honestidad incluidas.
Autorretrato de artista con barba y pump,
momento un alarde compositivo:
representa un viraje tremendo
hacer evolucionar la accin a lo
en la dramaturgia cabrujiana...
largo de ms de veinte minutos, sin
Los silencios imprevistos
Este bellsimo texto tambin se encuentra
interrumpirla con recitativos, sino
amparado por la msica, aunque
con msica cantable, en sucesin
Autorretrato de artista con barba y
de manera distinta a las ya conocidas
de dos, tros, cuartetos, quintetos,
pump representa un viraje tremendo
o desarrolladas por el dramaturgo.
sextetos hasta llegar a un septeto
en la dramaturgia cabrujiana. No solo
De hecho la obra contempla la ejecucin
final, sin solucin de continuidad.
se aleja de sus personajes constantes,
de msica en vivo por un ensamble
obsesivos con los cuales haba aus
de seis instrumentistas...

En El americano ilustrado, Acto
cultado, y hasta diramos que hasta
II, van entrando los personajes de Eloy, quien conversa con el
traducido el alma idiosincrtica nacional, sino que se plantea
criado hind de Guzmn Blanco en el Saln del Sol de Junn.
una renovacin de su propio lenguaje al tiempo que propone un
Entra enseguida Arstides y de inmediato Guzmn Blanco.
modo de hacer teatro, indito en Venezuela. Un teatro psicolgi
Despus de una larga conversacin el Presidente hace entrar
co profundo que explora el mundo interior de uno de los artistas
en el saln al diplomtico ingles y a su intrprete trinitario,
ms geniales y rompedores de nuestra historia esttica: Armando
que vienen a tratar el asunto de la deuda de Venezuela con
Revern. El lenguaje, la propuesta escnica, el ritmo dramtico,
Gran Bretaa. Sin embargo, la incipiente conversacin es
la secuencia de las acciones y situaciones estn condicionadas
interrumpida por la llegada del Monseor Anselmo Lander,
por la psique alterada del pintor y la aparicin y desaparicin
quien ha sido invitado de sorpresa al nombramiento de su
de sus fantasmas y obsesiones, en un alegato singular, y hasta
hermano como Ministro plenipotenciario de Asuntos Exteriores.
el momento irrepetido en el teatro venezolano, sobre la libertad
La supuesta negociacin prosigue y en el momento cumbre, o
y el tormento de la creacin artstica.
THEATRON 75


Este bellsimo texto tambin se encuentra amparado por
la msica, aunque de manera distinta a las ya conocidas o
desarrolladas por el dramaturgo. De hecho la obra contem
pla la ejecucin de msica en vivo por un ensamble de seis
instrumentistas, sobre una partitura compuesta por William
Blanco, que sin embargo no revela mayores especificidades de
interpretacin con respecto al texto. Un viejo danzn ambienta
varias de las escenas como en representacin del recuerdo de
antao de Revern. La obra contempla la proyeccin de varias
pelculas mudas, las cuales son amenizadas por el piano que
toca el personaje de Pimentel Recorte. Otra escena exige la
recreacin de la parodia de una corrida de toros. All la m
sica debe aludir a un pasodoble o pasello. A esto se limita la
msica en Autorretrato..., una obra en la que el dramaturgo
mortific su propio estilo al extremo de casi desterrar la msica
o las menciones a ella como texto y subtexto a los que nos
tena acostumbrados.

En esa misma lnea aparece Sonny, diferencias sobre
Otelo, el moro de Venecia, la obra que cierra la produccin
dramatrgica cabrujiana. Y este final, en lo que refiere al tema
que estamos a punto de culminar tiene visos de paradoja, pues
esta obra, inspirada o escrita a partir de la clebre tragedia
shakesperiana, fue tambin origen de, por lo menos dos fa
mosas peras italianas: la una, no demasiado popular hoy en
da, pero s rescatada por los crticos filolgicos, es el Otello,
de Gioacchino Rossini, estrenada en 1816, y la ms reputada
de todas, la versin verdiana, con libreto de Arrigo Boito, la
cual data de 1883. Ambas eran harto conocidas y deleitadas
por Jos Ignacio Cabrujas, como puede dejar constancia la
memoria de sus programas radiales emitidos por Radio Na
cional de Venezuela en los aos ochenta del siglo pasado.

De tal manera, que en esta obra de tan evidente filiacin
operstica pudiramos esperar quizs la mayor incidencia de la
76 THEATRON

msica, y del gnero lrico, de toda la dramaturgia cabrujiana.


Pero no es as, y a nuestro juicio, tal eleccin es absolutamente
deliberada. Cabrujas quera su versin de la tragedia shakes
periana. No quera relanzar las peras italianas a travs de
ella, no quera tampoco a Verdi resonar a travs de su texto,
ni mucho menos a Rossini. Todava en 1995, quera Cabrujas
experimentar, hacer ejercicios dramticos y de estilo, no escribir
desde s, ni exhibirse en sus personajes ni tramas. Apostaba a
una visin honesta, muy personal de la figura de el moro de
Venecia. Para ello tena que despojarse hasta de s mismo, de
sus gustos, de sus obsesiones, de sus inclinaciones. La lectura
cabrujiana ubica a su Otelo en La Guaira venezolana, y todo
transcurre en un ambiente de boxeadores, sparrings y seconds,
popular y arrabalero como lo promueve la realidad de ese
deporte en nuestro pas.

No obstante, ni la msica ni la pera estn totalmente
ausentes de la obra. Como detalle excepcional, es el nico
drama cabrujiano que cuenta con una msica original com
puesta por su hermano Francisco, y contempla en su didas
calia numerosas acotaciones donde la msica juega un papel
importante. Valgan un par de ejemplos: La pelea de Sonny
contra el campen cubano que abre la obra solicita ser repre
sentada por una msica para cada round, salvo el primero.
El segundo est marcado en ritmo de mambo, el tercero es
un adagietto, y la victoria del protagonista est ribeteada por
una estrepitosa guaracha de la victoria sudamericana y del
Caribe. En una segunda instancia tendramos la presencia de
un hombre orquesta que plena la segunda escena del Primer
Acto introduciendo fragmentos del Danubio Azul, acordes
de remate y una marcha nupcial.

La msica popular atraviesa todo el Primer Acto y
desaparece en los dos siguientes: la guaracha de la victoria
deriva en comparsa cuando la accin se traslada al barrio

guaireo, luego hay una charanga bordeando el rapto de


la Inmaculada/Desdmona por parte del Otelo/Sonny; el
tango Madreselva llora la muerte de Anastasia Contreras,
cuyo lamento oculta el escape de los amantes; Olga Guillot
es la referencia del despecho de Rodrigo por la Inmaculada
nunca obtenida; la boda de la pareja protagonista es ilumi
nada por un guaguanc clsico. El Segundo Acto abre con
la ceremonia oficial de honores de la prefectura y la alcalda
al nuevo campen. Ello es inaugurado con un danzn, que
se baila con todo y coreografa. Leo Marini y Maring son
el argumento central de las disculpas del Yago/Santiago con
su Emilia; la fiesta del barrio por la boda y el reconocimiento
a Sonny abarca desde un Cha-cha-cha, con chancleteras
cubano-guaireas hasta nuevas intervenciones del hombre
orquesta cada vez ms entrometidas en la historia. Despus
de la Guaracha del alacrn, en la mitad del Segundo Acto,
la msica desaparece misteriosamente.

Hay sin embargo unas alusiones importantes a las peras
que se ocupan del tema de Otelo dispersas a lo largo de la
obra, pero no son directamente musicales, salvo la ltima. La
primera sucede en el primer encuentro entre Sonny e Inma
culada, y es compartida tambin con El americano ilustrado:
Sonny seala una estrella en el cielo y dice, como su hipotexto
verdiano: Es Venus. Y resplandece. En otro parlamento amo
roso del Segundo Acto hay otra cita del libreto de Boito. Sonny
dice ante la declaracin de amor de su esposa: Entonces, que
venga la muerte y me hable en francs. En la pera Otelo
responde: Venga la morte! e mi colga nellestasi di questo
amplesso il momento supremo. (Que venga la muerte! Y
me coja en el xtasis de este abrazo el momento supremo). La
ltima referencia agrega la msica pero se aleja en el texto.
Es la famosa Cancin del Sauce, que canta Desdmona
en el original shakespeareano, y que recrearn genialmente
con melodas y patetismo arrobador tanto Rossini como Verdi,

siendo fieles al texto ingls. Cabrujas conserva la procedencia


de la criada Brbara que le enseara la cancin a Inmaculada,
pero se desva completamente en el texto. El sauce desaparece,
y el dolor de la doncella abandonada se transforma en una
nostalgia de antigua felicidad entre dos amantes que ya solo
son recuerdo. Lamento de un amor sin huellas, sin recuerdos,
sin historia. Inmaculada como todas las Desdmonas, lo canta.
El Ave Mara que ora en Verdi tambin desaparece.

As, sin un aria, sin un ltimo acorde, como el del Otello, sin un trmolo infinito, como el de La forza del destino,
ni un anatema en do, como el del Trovatore, todos ellos tan
verdianos y queridos, termin la sinfona inconclusa de la
dramaturgia cabrujiana.

Lejos de Brecht y al lado de Shakespeare. Pero no de el
moro de Venecia que quizs busc homenaje, sino sobre los
labios inesperados del prncipe Hamlet.

Estas lneas buscaron desmentir ese inadecuado silencio
y subrayar la multitudinaria sonoridad de una muy pequea
parte de la obra escnica de Jos Ignacio Cabrujas
El contenido de este trabajo forma parte de una ponencia presen
tada en el marco del homenaje a J. I. Cabrujas, UPEL 2008.

THEATRON 77

Referencias






AZPARREN GIMNEZ, L. (1983) Cabrujas en tres actos. Caracas:


Ediciones El Nuevo Grupo.
CABRUJAS, J. I. (1990) El da que me quieras / Acto cultural. Caracas:
Monte vila.
______________. (2010). (Compilacin y estudio preliminar Leonardo
Azparren Gimnez). Obra Dramtica. Tomos I y II. Caracas: Editorial
Equinoccio, Universidad Simn Bolvar.
______________. (1986) Programa de mano de la obra El americano
ilustrado. Caracas: Teatro Alberto de Paz y Mateos, El Nuevo Grupo,
Conac, Fundarte.
CABRUJAS, J.I., Chalbaud, R. y Chocrn, I. (1977) Teatro. Caracas:
Ediciones El Nuevo Grupo.
ROJAS POZO, F. (1995) Cabrujeras. Maracay: Centro de Investiga
ciones Lingsticas y Literarias Hugo Obregn Muoz.
SUBERO, E. (Comp.). (1970) Teatro escolar. Caracas: Ediciones
Tricolor.

78 THEATRON

Testimonios

DE: Nicols Curiel


PARA: Jos Ignacio Cabrujas

uando naciste en la escena venezolana prendido de mi mano


con tu Juan Francisco de Len, no pensaste que tu escritura
dramtica no seguira despus los criterios de Jean Vilar y Gor
don Craig, que evidentemente estaban detrs de esa puesta en
escena ma.

Como en Chaplin o ahora en Woody Allen, que para realizar
sus encuadraturas en la pantalla no se ocupan de Viva Mxico, tu
teatro no toma en cuenta la esttica eisensteiniana que me pre
ocupaba a m. Tu reino es el de la palabra justa para pintar a tu
gente, y el marco de tus personajes es el de un sainete prodigioso
de creatividad y sabidura con el corazn por delante.

Siempre fue esa tu tendencia a pesar de que en el Teatro
Universitario (T.U.), lo primero era el espectculo y el director-regista
lo primordial. Era el reino del Director. Era mi reino.

No fuiste nunca ortodoxo ni en poltica ni en arte, ni siquiera
cuando pretendiste ser brechtiano en la poca de Simn El Malo,
cuando te pones pantalones largos y te vas con Romn Chalbaud y
el Teatro-arte, y formas tienda aparte despus con El Nuevo Grupo
e Isaac Chocrn, instaurando con ellos el teatro de texto.

Quiero decir, en ti la visin del dramaturgo fue ms decisiva
que la del regista, pero en cambio fuiste regista a tiempo completo
en tus creaciones opersticas y te vi hacer T.U. en tu puesta en escena
del Don Juan, de Mozart.

Nunca fuiste brechtiano felizmente! Yo quera para ti ms
Chjov que Brecht y creo que result, solo que en una forma muy
original y con el hecho de por medio de que eras venezolano e
hijo de canario.

Necesitamos un bigrafo acucioso y amoroso para que
cuente quien eras. Nadie sabe todava toda tu importancia. T eras,
evidentemente, ms importante que tu teatro que yo considero y
conmigo muchos el ms alto legado del teatro venezolano de
esta poca.

Va Air Mail

Alguien coment incluso a pesar de la variedad de obras
tuyas llevadas a escena que tu produccin dramtica no era
prolfica y eso me hace pensar en Juan Rulfo, quien con un solo
librito universaliz la literatura latinoamericana contempornea.

Pero t, repito, eras ms importante que tu teatro e ibas
a madurar, an ms, esos tejidos increbles de tu inteligencia.
Algunos textos tuyos lo anunciaban ya y podran ser bblicos en
su sabidura decantada y en ir mucho ms all de la mentalidad
del venezolano y su comportamiento de este fin de siglo.

No hay nada ms entraable para m que tu Po Miranda.
Era yo, todos nosotros, ms nosotros que t, que no pretendiste
jams ser un bolchevique. Era como yo, que en mis 20 aos guan
teaba los rostros de mis compaeros venezolanos asombrados,
porque yo deca era miembro del Partido Comunista Francs
y s conoca personalmente a Romain Rolland y me tuteaba en mi
clula de partido con Joliot-Curie, el inventor de la pila atmica.

Cuando la plenitud de la utopa de nuestra generacin
comenzaba ya a resquebrajarse, contribuiste a poner las
cosas en su sitio y hacer ms entraables los recuerdos y la
memoria con ese clsico del teatro venezolano que es El da
que me quieras.

Asombraste tambin con tu maravillosa voz oscura, co
locada, como decimos en la profesin y tuviste tus arrestos de
primer actor en un Ricardo III inolvidable, y luego actuaste en
tus propias obras como en el personaje de Po y en otros, y en el
cine y conmigo desde el personaje del hijo de Juan Francisco de
Len o el Jos o el maldito nmero mil de Los fusiles de la Madre
Carrar o el villano gerente de las compaas que maniobraba
el sindicato obrero de Pozo Negro o el joven gemelo de Noche
de Reyes y tantos otros.

Detrs y delante del escenario hasta como apuntador en
oportunidad del Arlequn servidor de dos patrones, en donde yo
interpretaba el Arlequn y perda continuamente la letra.
THEATRON 81


Con una destreza natural pasabas de uno a otro desempe
o en los oficios principales del teatro. Luego te descubriste direc
tor en teatro dramtico y en teatro lrico, en lo que descollabas
porque eras un erudito en el arte de la pera y el bellcanto.

Si haba que presentar o defender alguna causa del teatro
en una tribuna escrita o hablada eras t el escogido porque
eras t quien deca mejor.

Siempre afirmabas que tus mejores momentos fueron
los que compartiste con nosotros en el T.U. Y andabas por all
dicindolo hasta hacernos pensar que ramos una especie de
Escuela, porque reaccionbamos en forma parecida ante ciertos
estmulos en el arte de vivir y en el de hacer teatro. Siempre traas
a cuento con orgullo que yo tena que ver contigo y la expansin
de tu vocacin y que yo era tu nico y gran maestro.

Hoy sera necesario recurrir al bigrafo tuyo, ese que de
seamos, para que analizara hasta dnde yo lo fui contigo. Pero
la verdad de todo es que cuando llegaste a m al T.U. ya traas
ese talento especial que, conmigo o sin m, iba a rebotar contra
el cielo tarde o temprano.

Cuando te di la tarea de escribir Yo, William Shakespeare
ya yo estaba convencido. Tu primer a cot del texto, al abrir era:
Tres toques de clarn. Entran los actores a ocupar un asiento
que los denuncia como gente provisoria. El servidor de escena
iza una bandera. El resucitado Gower elige sus palabras.

Tenas 20 aos. Dejemos al tiempo lo que sigue me
dije, pero ya se reconoca la elegancia del decir para ejecutar
en escena.

Y despus vino aquello de que te convertiste, con el pasar
del tiempo, en la conciencia de todos nosotros los venezolanos
y, a travs de tus columnas de prensa siempre en clave de humor
y con mucho amor, tronabas sobre las injusticias y las torpezas
de nuestra manera de vivir y convivir en esta sociedad inmersa
en un ridculo equvoco histrico.

Y bien, termino aqu. Quiero que recuerdes hoy a tus com
paeros para quien escribiste tus textos de los primeros tiempos,
pensando en la voz ronca del uno o el timbre sonoro del otro...
y que pienses tambin en los otros que no suban a la escena
pero que eran esenciales:

El Rector de la U.C.V., Francisco de Venanzi, Israel Pea
ausentes. La Federacin de Centros Universitarios, los mdi
cos, ingenieros, arquitectos y otras profesiones universitarias, que
fueron del T. U. presentes. Alberto de Paz y Mateos, Carlos
Augusto Len, Santiago Magarios ausentes. Guillermo
82 THEATRON

Feo Calcao, Antonio Aparicio, Arturo Uslar Pietri, Adriano


Gonzlez Len, Rubn Monasterios presentes. Jos Ratto
Ciarlo ausente. Lorenzo Batalln presente.

Todos los otros. Polticos, acadmicos, poetas, pintores,
hombres de Estado, ministros, diplomticos, hombres y mujeres
del teatro venezolano, hombres y mujeres del comn, amigos
del T. U. presentes.

Los pintores: Luis Guevara, Jacobo Borges, Pedro Len
Zapata, Pern Hermini presentes.

Los del dispositivo escnico y decoradores: Isabel Lpez,
Jos Salas, Omar Granados, Vctor Valera, Hernndez Guerra
presentes. Los msicos de escena: Luca Guitlitz, Miguel
ngel Fster, Adriana Moraga presentes. Vinicio Adames,
Raimundo Pereira ausentes.

Los tcnicos y tramoyistas: Antonio Sabater, el maestro Luis
Lara, Chalita el inefable, Efran Marcano, Segundo Snchez, Tito
Graffe, Julio Balan, Pedro Oliver, Elas Lpez presentes.
Los amigos: Beln Lobo y Rodolfo Izaguirre, Antonio Constante
(por afecto a lvaro de Rossn y a Rita Aloisio del T. U.), Hernn
Vallenilla, Ovidio Rodrguez, es decir, Napolen Bravo pre
sentes. Las mujeres sobre la escena y detrs de ella: Eva Ivanyi
(por afecto a ti Jos Ignacio), Anayansi Jimnez, Adela Inserpi,
Yolanda Avendao, Mercedes Garbizu, Zoraida Bello, Isaura
Corrales, Evelyn Maneiro, Isabel Torres, Sonia Hecker, Rebeca
Torres, Teresa Contreras, Clara B. Revis, Corina Prez, Gerardi
Trocones, Ligia Pastori, Lesbia Delgado, Mireya Delgado, Areane
Hecker, Romelia Agero, Elisa Reymi, Ksenia Tregubov, Nirma
Prieto, Arausi Rodrguez, Justa Eva Smith, Irma Salas, Sonia
Gmez presentes. Conchita Rossn ausente.

Los protagonistas sobre la escena: Herman Lejter, Elizabeth
Albahaca presentes. lvaro de Rossn ausente. Alberto
Snchez, Juan Catal presentes. Eduardo Mancera au
sente. Enrique Len, Asdrbal Melndez, Gustavo Rodrguez
presentes. lvaro Velazco ausente. Mara Cristina
Losada, Democracia Lpez, Alicia Ortega, Nelly Barbieri, Lucio
Bueno, Eduardo Gil, Yolanda Quintero, Haydee Balza, Antonio
Llerandi, Erub Cabrera, Eduardo Serrano presentes. Ricar
do Salazar ausente. Gianfranco Inserpi, Augusto Dugarte,
Ildemaro Torres, Po Rodrguez presente.

Jos Ignacio Cabrujas... Ausente?... Presente hoy, Jos
Ignacio... Presente siempre
Nicols Curiel
Octubre 1998

As me contaron a Cabrujas
Hugo Pags

an pasado ya casi 11 aos desde que junto a mi compae


ra de estudios Claudy De Sousa tuviera el honor de iniciar
una investigacin maravillosa que nos permiti descubrir el
lado humano de un personaje extraordinario, un seor de
las letras, un intelecto recordado hoy por hoy como pilar de
nuestra sociedad. Un pensador necesario en estos tiempos
convulsos que vivimos, un personaje que tuvo a bien dedi
carle una columna semanal al pas, Jos Ignacio Cabrujas,
el Maestro Cabrujas.

Esta investigacin nos llev a conocer a maravillosas per
sonas que hoy en da recuerdo con respeto y aprecio, algunos
ya desaparecidos, otros an con nosotros, pero todos con algo
en comn, un eslabn de amor que los unir por siempre, un
amor respetuoso, un amor comn por el Maestro. Cuando se
hizo manifiesto el deseo poco convencional de hablar de Jos
Ignacio el hombre, el padre, el hijo, el hermano, el amigo, al
gunos lo recibieron con beneplcito, otros con extraeza, pues
sucede que casi siempre al hablar o investigar sobre grandes
personajes de la historia, pretendemos saber del genio, de
su obra, de su formacin, pero pocas veces conocemos sus
gustos, sus temores, sus complejos, sus caprichos, pocas veces
conocemos lo que en esencia hace al ser humano. Sabemos
que fue un hombre de letras, un hombre culto, ledo, sabio en
muchos sentidos, pero pocos estamos al tanto de que comenz
a escribir sus primeras ideas en la azotea de su casa de Catia,
en un cuaderno rojo bermelln que haca las veces de diario y
confidente, en ese lapso que antecede a la adolescencia. Fue
en esa azotea donde leyendo Los Miserables llor por primera
vez a causa de una lectura y comprendi el poder emocional
de las palabras y de una historia bien contada, fue all donde,
a muy temprana edad, decidi que sera escritor.
En el patio de la casa haba una mata de guayaba, que sola
ser utilizada por Jos Ignacio como medio de acceso para subir

a la azotea, (...) Iba en busca de la soledad de ese sitio, para


leer, meditar, soar, y escribir en su cuaderno rojo bermelln,
cuanto se le ocurriera en sus momentos de desahogo. Desde
all, sentado, bajo un techo improvisado, poda mirar a la gente
que iba y vena... (p. 27)


Pocos sabemos que en los aos cincuenta, con apenas
16 aos y siendo estudiante del Liceo Fermn Toro, estuvo
detenido por la Seguridad Nacional (S.N.) por ms de tres
meses y que fue torturado por su supuesto vnculo con los
movimientos clandestinos contra la dictadura de Marcos
Prez Jimnez, y que en ese captulo de su joven existencia
fue ejemplo de sus compaeros de detencin y lder nato del
grupo, segn cont su entraable amigo Julio Csar Mrmol
en la sala de su clido apartamento de Colinas de Bello
Monte una tarde nostlgica abarrotada de recuerdos.
En esa poca estudibamos los dos juntos el 5 ao de
bachillerato, fue una pasin protestar contra las disposi
ciones del Ministerio de Educacin, estaba en el poder
Prez Jimnez, ramos dos muchachos inquietos, de idea
les liberales, pero sobre todo, la protesta se inici por un
problema de evaluacin de exmenes, de la manera de
examinar una materia... (...) ...se mostraron muy feroces
en la represin de lo que no era ms que un bochinche
estudiantil, con peinillas nos pegaron mucho, muy fuerte,
incluyendo a las mujeres... En toda esa situacin con la
S.N., Jos Ignacio siempre demostr una dignidad impresio
nante, indominable, indoblegable, un valor a toda prueba,
mientras muchos fanfarrones que hablaban de valenta,
de lucha por el pas, de abajo la dictadura!, all, en esa
situacin, hasta lloraron del miedo; Jos Ignacio fue muy
firme, muy valiente, sereno, digno, muy no bajo la cabeza
jams, fue el mejor ejemplo para todos, recuerda Julio
Csar Mrmol. (p. 28)

THEATRON 83


Muy pocos conocen la suerte que tuvimos como apren
dices de bigrafos al poder entrevistar a la nica persona que
lo recordaba de nio, su madre, la inolvidable Doa Matilde
Lofiego, su admiradora nmero uno, como gustosamente se
proclamaba. Quien adems tuvo a bien recordar con nosotros
la infancia de su hijo mayor, ante la mirada adusta de Martha
Cabrujas, su hija, quien al ver la nostalgia que nuestras preguntas
provocaban en su madre, frunca el ceo y nos recordaba celosa
la delicada salud de la seora, quien desapareciera fsicamente
al ao siguiente de nuestra aventura y que, segn supimos luego,
se sinti muy feliz al leer nuestro humilde pero sentido trabajo
Descubriendo a Jos Ignacio Cabrujas. Un hombre... Un artista...
Una Conciencia...

Descubrimos tambin que hablar de Jos Ignacio era
ms bien una necesidad para muchos. Era como si estuvieran
esperando que alguien viniera a preguntarles acerca de l, de
cmo era, de qu le gustaba hacer y con quin; era como si
todos y cada uno se sintieran ntimos, mejores amigos, hijos;
todos parecan estar tocados por una nostalgia que rayaba en
lo mgico, una nostalgia que convierte al recordado en algo
casi mtico en la mirada de quien cuenta lo que saba de l.
Se sentan libres de hablar de un amigo y no de un genio, se
sentan privilegiados de contar que a Jos Ignacio le gustaba
cocinar pasta para los amigos un domingo por la tarde escu
chando a Pavarotti.
Recuerda su querido amigo Romn Chalbaud: Una vez est
bamos en mi casa y Jos Ignacio estaba preparando una carne
bastante complicada, que iba acompaada de una salsa, que
deba estar bastante tiempo al fuego. Entre conversaciones y
tragos Jos Ignacio iba y vena, hasta que en una de esas tantas
charlas, escuchamos una explosin en la cocina; todos salimos
corriendo a ver qu suceda. Era que la olla de presin donde
herva la salsa con la carne, haba estallado, se le haba pasado

84 THEATRON

el tiempo y el techo estaba cubierto de salsa al igual que el


resto de la cocina, por todo el lugar haba llovido asado, fue
muy gracioso; nos divertamos mucho. (p. 68)


Son inolvidables los ojos verdes de Orlando Urdaneta
llenos de lgrimas en su camerino de la Sala Doris Wells de
la Casa del Artista, minutos antes de salir a escena hablando
de su amigo, contando ancdotas jocosas. O la mirada per
dida en quien sabe qu momentos de Elba Escobar, en la sala
de su casa en una montaa cercana a Los Teques, una tarde
hermosa llena de lgrimas bonitas e historias contadas con
amor. No se hablaba del escritor, del erudito, se hablaba de
un amigo incomparable. Con Jean Carlos Simancas nos toc
rernos, pues es de un humor exquisito y record situaciones
especialmente graciosas en su apartamento de la Alta Florida,
cerca del que habitaba para ese entonces Mim Lazo, quien
entre lgrimas nos habl de un amor incomparable y de una
admiracin casi divina.

Lo rico de este asunto fue romper las barreras de la entre
vista comn y compartir la complicidad de los entrevistados que
con mirada pcara nos pedan muchas veces que apagramos el
aparatico ese (la grabadora), para que no quedara constancia
de alguna verdad incmoda. As nos pas con su viuda Isabel
Palacios, quien al principio de esta aventura estaba reticente
a conversar de todo lo que se poda conversar, guardando
con celo, historias del hombre a quien am profundamente y
a quien le dio un hijo. Isabel tuvo momentos difciles, dudas e
incomodidades que estuvieron a punto de suspenderlo todo,
pues en su rol de Tutora de Contenido, poda o no aprobar lo
que se narrara; mucho trabajo nos cost convencerla de que
solo queramos contar a Jos Ignacio y no desfavorecer lo que
l en s mismo significa para la historia de este pas. As pues del
recelo pasamos a la complicidad y en su hermosa casa Pepeli
to, supimos del romntico, del soador, del padre, del amigo,

del apasionado. Supimos de los amores que marcaron su vida,


Ofelia Surez, Eva Ivanyi e Isabel Palacios, quienes tuvieron a
bien abrir sus corazones para contarnos cmo las am a cada
una en su momento y, segn ratifica la misma Isabel, cmo jams
olvid a ninguna de las tres mujeres ms importantes de su vida.
Con ellas vivi casi la misma cantidad de tiempo: una decena
de aos de amor para cada una. Nos toc enterarnos que con
Democracia Lpez, vivi en dictadura y su corto matrimonio de
apenas cuatro aos, dej un hijo, hoy desaparecido, llamado
Juan Francisco. Supimos de amores secretos que no se cuentan,
pero se descubren en los ojos de quien los sinti. Supimos que
am a Diego como un pap abuelo y disfrutaba de l tanto como
poda, con un orgullo grandote que se le colaba en los ojos.
Entre relaciones laborales en La pera de Caracas, fue
naciendo una relacin romntica, segn recuerda la Seora
Isabel, ella estuvo mucho tiempo dudando el hecho de asumir
una relacin seria con quien para ella era una eminencia, un
imposible; segn sus propias palabras. A m me toc decidir,
y decid que s; entonces viv con el Maestro Cabrujas, a quien
an siendo novios, lo llamaba as y l a m, Seora Palacios.
Para conquistarme, Jos Ignacio se vali de su verbo, de sus
conocimientos, de su romanticismo. As pasaron algunos me
ses y ya estbamos en mi casa rodeados de discos de pera
y msica clsica, haciendo un inventario y contando las ms
de 2.000 copias que ambos tenamos. Siempre he pensado
que Jos Ignacio era un ser encantador, y apasionado, sola
hablarme del mucho amor y respeto que senta por sus ante
riores parejas. Adoraba contarme sobre Adela, sobre su vida
con Ofelia y lo mucho que am a Eva; l deca que ella era
una mujer muy especial. Siempre las record como las mejores
amigas. (p. 77)


Quienes lo amaron como ser humano, sufrieron su
inoportuna partida de manera descarnada; para aquel entonces

cuando hablbamos haban pasado menos de 4 aos de su


despedida y el dolor era reciente. Unos culparon al cigarrillo,
que pareca ya una extensin de su mano, pues como supimos
preguntando, l lo consideraba en su vida, un personaje ms, un
personaje que adopt siendo apenas un adolescente tmido de
anteojos grandes y voz encantadora. Otros culparon al trabajo,
a su entrega desmedida al teclado para crear, a ese exceso de
ideas que necesitaban salir, y que a veces diez dedos no eran
suficientes para plasmarlas todas en las hojas de la mquina de
escribir o en el disco duro de una computadora. Otros dijeron
que fue demasiado amor lo que lo hizo excederse en eso de
escribir, pues de hecho andaba en ello cuando la muerte se
present, apenas terminando el primer episodio de su ltima
idea para televisin: Nosotros que nos queremos tanto. Luego
de culminar su primer captulo y enviarlo por fax a su amiga
entraable Mim Lazo, decide relajarse con un bao de piscina,
que sera el ltimo de su prolfera vida creativa.
Elba Escobar, recuerda: Era el velorio de un escritor, de el
escritor... en el ambiente hubo algo como lorquiano, s, algo
mgico. ramos todas plaideras, todas nos sentamos viudas.
Las actrices y las mujeres que lo amaron como hombre. Era
un dolor con respeto, no hubo excesos... a Jos Ignacio nunca
le gustaron los excesos... Lo hemos llorado mucho... an lo
lloramos... (p. 101)


La gente que lo ley durante aos en su columna semanal
El Pas segn Cabrujas suele decir: Qu opinara Cabrujas de
esto?, refirindose a cualquier evento de la actualidad, sobre
todo en lo concerniente a lo poltico y lo social. De verdad se
hace necesaria su opinin Maestro, de verdad se aora leerle.
Hoy cuando la televisin de nuestro pas dej de marcar la pauta
en el gnero de los dramticos se le extraa Maestro, porque hay
quien lo imita, pero se queda en eso, en un ftil intento de contar
la vida como la contaba usted. Hace falta su teatro, su manera
THEATRON 85

de decir, menos mal que nos dej un Acto Cultural, y siempre


hay alguien que se atreve a interpretar El da que me quieras,
menos mal que dej su letra para que quienes lo admiramos,
podamos refugiarnos en algo que nos recuerde a ese pas que
se qued atrs.
Jos Ignacio nombraba a Diego en sus artculos como si todo
el mundo lo conociera, se preocupaba por el pas que iba a
heredar su hijo y as lo publicaba. Toda Venezuela se enter del
nacimiento de Diego, de sus cumpleaos y de qu quera Jos
Ignacio para su hijo cuando l ya no estuviera..., recuerda la
Seora Isabel. (p. 93)


Siempre estar agradecido con la vida por la oportunidad
que me dio de vivir esta experiencia. An recuerdo con nostalgia
aquella tarde cuando, caminando por Montalbn, Claudy y yo,
discutamos sobre un posible tema para un futuro trabajo de
grado, fue all que alguien me sopl al odo: Escribe sobre Jos
Ignacio, y menos mal que lo escuch, menos mal que le hice
caso a ese no s qu cuando me susurr, menos mal que se lo
dije en voz alta a mi compaera sentimental para la poca, y a
los dos se nos eriz el cuerpo de inmediato y la magia nos toc
para siempre. Gracias Claudy una vez ms por acompaarme
a escribirle al Maestro. Gracias.

En ocasiones los amigos bromean y me dicen: T sabes
ms de Cabrujas que los que lo conocieron, nada ms lejos de
eso, nada ms desacertado, yo no tuve el honor de conocerlo,
a mi nada ms me lo contaron.

Mis respetos Maestro

86 THEATRON

Referencias

PAGS, H. y DE SOUSA, C. (1999). Descubriendo a Jos Ignacio


Cabrujas. Un Hombre... Un Artista... Una Conciencia...Tesis de grado.
Instituto Universitario de Teatro. Caracas.

Textos

Biografa cabrujiana

n la edicin de mis obras de teatro figura una pequea biografa.


Muy poco podra agregar. Nacer en Caracas, en 1937, es en
el fondo un punto de vista. Nunca hice de manera sistemtica
estudios que tuviesen que ver con el escenario. Es este sentido soy
un emprico. Me crea brechtiano en 1959, pero en el fondo no
lo era. Me he credo esto o lo otro, hasta entender que deseaba
escribir un teatro real, parecido a las cosas que me importan.
Real, en cuanto a m mismo y no realista ni nada por el estilo.
El tema que me importa es el fracaso. Un hombre se refugia en
una idea, la proclama como parte de s mismo y se adhiere a
ella. Al hacerlo cree pertenecer, cree hacerse cierto. Pero esa
idea jams lo explica ni lo hacer pertenecer a nada, porque en
el fondo no tiene nada que ver con su vida. De eso he escrito
casi todas mis obras, por lo menos aquellas que van ms all
de Profundo, estrenada en 1971. Nunca he sido nacionalista,
ni me interesa lo latino-americano como una caracterstica
distintiva. Me importa Latinoamrica solo como consecuencia
de una historia no decidida por sus habitantes. Me resulta fasci
nante saber que nuestras maneras de sociedad, nuestras ideas,
provienen de otras partes del mundo y fueron vividas por otros
hombres, de primera mano. Vivo en un mundo sucedneo,
donde las cosas en lugar de ser, se parecen: calles, edificios,
cdigos, constituciones, sistemas educativos y recetas de coci
na. Mis personajes son la consecuencia, a veces extrema, de
una imitacin: una familia que busca un tesoro y debe hacerse
religiosa, fantica, ideolgica, debe suspender sus deseos, su
propia vida, para encontrarlo (Profundo). Una sociedad cultural
en la provincia festeja sus cincuenta aos de existencia, sin saber
por qu existen ni qu sentido tienen como representantes de la
cultura. Descubren as que sus vidas nada tienen que ver con lo
que representan (Acto cultural). Un comunista no logra resolver
una relacin, una situacin amorosa con su prometida desde
hace diez aos (El da que me quieras). Un intelectual vaca

todos sus significados y se descubre incapaz, estupefacto ante lo


que lo rodea (El americano ilustrado). Un pintor genticamente
psictico convierte su locura en compaa (Autorretrato de artista
con barba y pump).

No suelo definirme como un escritor de teatro, sino como
un hombre de teatro. All he sido director y actor durante treinta
aos. Parte de los cuales fueron dedicados a El Nuevo Grupo,
una entidad teatral que fund junto con dos importantes drama
turgos latinoamericanos: Isaac Chocrn y Romn Chalbaud. En
la actualidad dirijo el Teatro Profesional de Venezuela, destinado
a los trabajadores organizados.

Mis obras han sido representadas, casi siempre para mi
sorpresa, en diversos pases, El da que me quieras en muchos
pases de America Latina, en Espaa, en Portugal, en Inglaterra
y en Alemania. Acto cultural en Brasil, en Estados Unidos y a
partir de noviembre de este ao, en Pars, Autorretrato de artista
con barba y pump, en Berln y prximamente en Estocolmo.
No s muy bien qu es lo que ha sido representado de ellas,
puesto que las escrib en trminos absolutamente regionales.
Nunca he credo en un teatro universal. El teatro me parece un
arte fundamentalmente regional, dirigido a unos hombres en
particular, escrito en un idioma determinado, pero sobre todo
en una manera de hablar y gesticular determinada.

Tambin he escrito cine y televisin de manera sistemtica.
La televisin en Amrica Latina determina casi exclusivamente la
comunicacin en esta parte del mundo. No se trata solamente
de una cuestin de cantidad. La televisin representa en estos
pueblos una calidad de comunicacin nica.

Esto es lo que hago. No s si lo que soy

1 Carta enviada por Jos Ignacio Cabrujas a la Seora Olivia Gordones. Bonn, Embajada de Venezuela en Alemania, 1991. Extrada de: Cabrujas, J.I. (2009). El Mundo segn
Cabrujas (investigacin y compilacin de Yoyiana Ahumada). Caracas: Editorial Alfa.

THEATRON 89

EL teatro en Venezuela1 (extracto)

parte
Primera
J. I. Cabrujas:

Probablemente sea el escenario el mejor sitio para


contar una historia. Cuatro tablas y una pasin, dijo alguna vez
el gran Lope de Vega. Queremos hablar con pasin de esas
cuatro tablas en una ciudad de cuatrocientos aos.
(Sonido de voces, risas)

Con Espaa lleg el teatro, pero como en Espaa per
seguan al teatro, se puede decir que con Espaa llegaron los
enemigos del teatro. Sobr el tiempo para hacer teatrillos, ta
blados cercanos a las plazas, sitios de feria y diversin. Entonces
se continu escuchando al gran Lope como si nada hubiera
cambiado, porque el teatro era un invento espaol que no bus
caba a Amrica ni entenda a Amrica. Las luchas municipales
personificadas en los alcaldes ultrajados, las bravuconadas de
Don Juan, y las disquisiciones teolgicas entre la justicia y la culpa
y el orgullo, y la caridad y la gula, continuaron siendo temas del
da. Teatro era cosa de gran fiesta, con el permiso de Monseor
el da del Santo Patrono, el da de Corpus, el da de la Victoria,
el da del Rey. Lo cotidiano era provisional y el escenario es un
lugar difcil mientras resulte provisional.

Por otra parte, los indgenas realizaron ceremonias teatrales
de extrao sentido. Maquillajes de onoto, gritos destemplados
e invocaciones al sol, pero a esto se le llam hereja, cosas de
infieles, nada. A ratos se habl del teatro, cuando discutan el
Capitn General y el Obispo. A partir de all hay un espacio en
los archivos; por eso resulta difcil hablar de un tabladillo donde
la representacin de algn Jerusaln o de algn nacimiento,
de los teatrillos desmontables alrededor de la Plaza Mayor,
del tablado permanente al oeste de la plaza, del tablado de El

Conde donde se representaron autos sacramentales. Despus


comenz Prieto el Grande era actor, haca finales de 1700
y cuando representaba Fuenteovejuna, deca Gobernador en
lugar de Comendador. Pero en El burlador de Sevilla, frente al
fantasma de Don Gonzalo, Prieto luca sus enormes facultades,
emocionando a la modesta poblacin.
Rafael Briceo: Vlgame Dios, todo el cuerpo se ha baado
de un sudor, y dentro de las entraas se me hiela el corazn!
Cuando me tom la mano, de suerte me la apret... que un
infierno pareca. Jams sent tal calor! Un aliento respiraba
organizando la voz, tan fro que pareca infernal respiracin.
Pero todas son ideas que da la imaginacin. El temor y temer
muertos es ms villano temor, que si un cuerpo noble, vivo,
con potencias y razn, y con alma no se teme, quin cuerpos
muertos temi? Maana ir a la capilla donde convidado soy,
porque se admire y espante Sevilla de mi valor!

J. I. Cabrujas: Y nada ms. La guerra. Antes, el barn de Humboldt

dej constancia del asunto escnico en Caracas: las mujeres a


la derecha y los hombres a la izquierda, como en los colegios
mixtos; la plebe al descubierto recibiendo sol. Los espectadores
comen hallacas mientras ven teatro, se toma aloja, una especie
de cerveza. Humboldt comenta algo acerca del tono histrinico,
la falsedad de los actores y el psimo gusto del pblico. Pero,
por lo dems, el ilustre viajero no comprende el problema. No
poda exigirse a los habitantes de aquellos corralones otra cosa
que levantar la imagen del teatro. Solitarios, penados de sole
dad, bohemios de calles tristes, msicos, artesanos, actores de la
pequea noticia. Gente que al fin y al cabo aceptaba lo nfimo
como norma de vida. All se quedaron porque no pretendieron
otra cosa, pero fieles a su estatura.

1 Cabrujas, J.I. (texto, narracin y direccin) (1967). El teatro en Venezuela (grabacin en disco). Coleccin Caracas 400 aos. Disco n 6. Caracas: Ediciones especiales del Crculo
Musical. Transcripcin de Acarantar Escalona.

90 THEATRON


Pero el teatro era tambin un producto del saln. En las
casas de patio amplio se representaban los grandes dramas:
Hamlet, Atalie, Fedra. Representaciones privadas con un vestuario
sorpresivo elaborado por las abuelas.

Se jugaba a la cultura los sbados por la noche.

(Sonido de campanas de iglesia. Toque de muertos)


Los comienzos del drama nacional son absolutamente
profilcticos. Con motivo del homenaje a Balmis, introductor
de la vacuna antivarilica en Venezuela, Andrs Bello escribe
y estrena un juguete escnico llamado Venezuela Consolada.
Oigamos el eplogo:
Bertha Moncayo: Y yo, que el testimonio ms brillante debo
hacer de ternura al Soberano, qu mejor alabanza puedo
darle, qu monumento ms precioso y grato levantar sus ojos,
que su nombre con inefables letras estampados en los amantes
pechos de mis hijos?... S! Yo te ofrezco, yo te juro, Carlos, que
guardarn los pueblos tu memoria, mientras peces abrigue el
mar salado, cuadrpedos la tierra, aves el aire y el firmamento
luminoso los astros! Yo te ofrezco cubrir estos dominios de
celosos y dciles vasallos que funden su ventura y su alegra
al prestar obediencia a tus mandatos! Yo te ofrezco derramar
sobre estos pueblos, que tus leyes respetan, prosternados, fe
cundidad, riqueza y lozana, dorados frutos, nutritivos granos!
Yo te jur tambin, que con perenne aclamacin repetirn sus
labios: Viva el digno monarca que nos libra de las viruelas!
Viva el cuarto Carlos! Hombre, mujer, infante; todo mortal
que pise estos confines cante a Carlos bienhechor. Publique
Venezuela que quien de nuestro clima lanz la atroz viruela
fue su paterno amor!

(Sonido de rfagas de rifles)

J. I. Cabrujas: Los dramas serios, escritos por Heraclio Martn de la

Guardia, por Eloy Escobar, por Anbal Domnici, Flix Soublette,


Jos Mara Manrique, Eduardo Blanco, Elas Calixto Pompa,
Manuel Antonio Martn, etc., tendan a desarrollarse en Pars,
o en Roma o en Venecia. Y si acaso utilizaban un decorado
nacional, el ambiente era tan falso como la tela del escenario.
Dramas de ocasin, podramos llamarlos, representaciones
sabatinas de mediana existencia. En el fondo es como hablar
del mismo autor.

Y despus... Despus comienza la crisis. El general Pez,
por ejemplo, representa Otelo. La noticia es sorprendente, pero,
despus de todo, nada tiene de particular ver al Presidente en
un escenario; la situacin tiene su lgica. Cuando se comenta
este hecho surge siempre una especie de reserva: Por qu? Un
hombre tan serio...! Y en este camino nos privamos de un anlisis.
El general Pez represent el papel de Otelo en la ciudad de
Valencia, haciendo el general Soublette la difcil caracterizacin
de Yago, simplemente porque el teatro careca de sentido. No
se trata de un delirio, no se trata de una particularidad especial;
se trata de un irrespeto cnsono con el sentido de la escena que
para ese entonces poseamos.

La representacin tiene lugar, como se ha dicho, en la
ciudad de Valencia. Se realiza a beneficio de algo, y esta escena,
particularmente, levanta un singular Bravo! mientras desciende
una modesta sbana que hace las veces de teln.
Rafael Briceo: Qu? Qu es eso? Crees que habra
siempre una vida de celos, cambiando siempre de sospechas a
cada fase de la luna?... No! Una vez que se duda, el estado del
alma queda fijo irrevocablemente. Cmbiame por un macho
cabro el da en que entreguen a mi alma sospechas vanas y
en el aire, semejantes a las que sugieren tu insinuacin. No me
convertir en celoso porque se me diga que mi mujer es bella,

THEATRON 91

que come con gracia, gusta de la compaa, es desenvuelta


de frases, canta, toca y baila con primor. Donde hay virtud,
estas cualidades son ms virtuosas. Ni la insignificancia de mis
propios mritos me har concebir el menor temor o duda sobre
su fidelidad, pues ella tena ojos y me eligi. No, Yago. Ser
menester que vea antes de dudar; cuando dude, de adquirir
una prueba; y adquirida que sea, no hay sino lo siguiente:
dar en el acto un adis al amor y a los celos.

sofs. Porque cuando ha propuesto a su mujer o a sus hijas el


separarse, le han dicho con imperio: Alto all, que ahora no
ms empezamos a gozar! Y sin embargo esas nias, que no
son feas, se van quedando para tas. Pues como no, ninguno
es tan tonto que se case con bailarinas de profesin.
La otra visita fue doa Ramona del Collazo, otra insulsa, que
tiene siete hijas no muy bonitas, pero en fin, regulares. A sta le
ha dado por lo mismo, y adems no sale de la iglesia rezando
rosarios y haciendo promesas a los santos para que se les ca
sen sus hijas, y stas... pobrecitas!, valindose de las pobres
mendigantes a quienes socorren, exigindoles que se cuelguen
de los santos, y de San Antonio especialmente, para que les
d el marido. Miren que sistema. Esto de da, y de noche los
bailes a escurrir. De da beatas y de noche jum!

(Suena el vals Las brumas del mar)

J. I. Cabrujas: Don Adolfo Briceo Picn escribe diversas obras

histricas que al ser publicadas en 1903 reciben el ttulo de Teatro


Andino: El tirano Aguirre, Ambrosio de Alfinger, que lleva
como subttulo Los alemanes en la conquista de Venezuela,
Sacrificios por la Patria y El amor filial componen el volumen.
Hemos seleccionado este monlogo correspondiente a El amor
filial. Se queja en l don Jos, un hombre pobre enfrentado a
vicisitudes regionales:

La otra fue... Ay, pues no recuerdo... Ah, si! Doa Chiquinquir


Otalora. sta si que bien baila. Notando que hay pocos matri
monios y muchas nias solteras, y siendo madre de tres hijas
muy jovencitas an, y teniendo muchas riquezas, ha resuelto
echar el mundo a volar. Ah! Qu trajes, qu adornos! Qu
prendas las que carga! Qu lujo tan estupendo! Esto, seores,
a mi pobre entender, solo sirve para desarrollar en las dems
la envidia, el odio, y a exponerse a la calumnia. Quin se
atrever a proponerles matrimonio para sostenerles semejante
tren? Pues algn tonto, no me queda duda. Esas tres madres
locas han pervertido a mi pobre Juana. Y ahora qu hago?
Cmo hacerla volver a sus buenas ideas?

Rafael Briceo: Estamos frescos. Mi mujer tan juiciosa, mi


buena Juana, se ha vuelto loca. Estoy confundido. De dnde
ha salido mi esposa con tales ideas? Ella siempre tan sumisa,
acatando mi voluntad, que era la suya... (Suspira) Ay... La
paz de esta familia se ha trastornado. Quin ha podido
infundirle semejantes ideas tan contrarias a su manera de
pensar? Reflexionemos. Ayer estuvieron aqu algunas visitas
de seoras, s. Una ellas fue doa Gertrudis de Solozo. Mujer
extranjera de esta tierra que tiene ocho hijas, y pasadas la
mayor parte. De un carcter muy complaciente, as como su
marido; que no faltan en todas las fiestas y reuniones con sus
hijas, y que escurren hasta el ltimo valse de los bailes. Y dicen
que cuando un baile no amanece no estuvo bueno. Su pobre
marido, que es un Juan de Lanas, da risa verlo a las cuatro de
la madrugada muerto de sueo como un pavo echado en los

92 THEATRON

(Suena msica caonera)

J. I. Cabrujas: Entramos ahora dentro del sainete. All estaba en

Briceo Picn. Por ejemplo, esa referencia al baile que no es


baile si termina antes de la madrugada, o esa otra a San Antonio
casamentero. All est; se es el sainete. Definido en el diccionario

como pieza dramtica jocosa y popular. Pero claro est, esta


definicin del diccionario no es acertada, porque El burgus
gentilhombre, por ejemplo, es una pieza dramtica de carcter
jocoso y popular. No. Diramos mejor: una pieza dramtica,
jocosa, popular y agresivamente parroquial. El sainete nace
de la necesidad exterior de vestir, comer, tener dinero, justificar
el arte en la relacin compra-venta. Cmo puede el teatro
modificar la realidad? De ninguna manera seria. La realidad es
independiente del hecho escnico que la capta, pero sentirse
un fragmento de la vida social, andar por la calle y decir: esa
gente es mi relacin y yo los invito, y ellos pagan por lo que yo
hago, ser un servicio pblico de risa o de emociones justifica
al escenario. El sainete lo consigui, a su manera, claro est,
pero lo consigui. Jocoso, popular y agresivamente parroquial.
Lo pag la parroquia que se vio reflejada; lo pag el hombre
que de pronto tuvo la necesidad de emplear un sbado por la
noche en verse a s mismo, verse epidrmico, verse ligero, verse
simplemente. No fue un arte segn el criterio desinteresado y
comercial en segunda instancia del concepto. Fue comercial
en primera instancia, y no disimul la intencin. Se dirigi a
consumidores. El sainete es un producto, tiene su etiqueta, su
marca de fbrica, su mercado.

las compaas espaolas que hacen obras de Antonio Garca


Gutirrez y se ren de la pomposa Ctedra de Canto y Decla
macin. Qu estupidez, academias, qu tontera! Chspa,
talento como el torero! Quin ha visto una ctedra de toreo?
La ctedra se lleva por dentro. El que es, es, y el que no es, no
es. A dnde vamos a parar! Quiere usted actuar? Cmo,
ha estudiado usted? Y qu ha estudiado, teatro? Por Dios, si
el teatro no se estudia! El teatro se lleva en la sangre! Gracia,
mucha gracia. Derroche gracia, improvise. Sea astuto, sea zo
rro, sea viejo, sea maoso. Nunca se termina de aprender este
oficio. Resabioso como el gran actor Don Pepe Ortal, a quien
no le descifraba usted la obra sino cuando se levantaba el teln,
porque ensayaba el papel como si se tratase de un secreto de
alta poltica. Esos s eran actores.

Las frases hechas de esta profesin de frases hechas,
donde la palabra mediocridad quiere a veces confundirse con la
palabra experiencia, llovan sobre aquellos primitivos estudiantes
obligados a recitar poemas tontos, enmarcados en normas, algo
parecido a esto:
Rafael Briceo: Oriental, de Jos Zorrilla. (Suena msica de
pianola) Corriendo van por la vega / a las puertas de Granada,
/ hasta cuarenta gomeles / y el capitn que los manda. / Al
llegar a la ciudad, / parando su yegua blanca, / le dijo ste a
una mujer / que entre sus brazos lloraba: / Enjugue el llanto,
cristiana... / Enjugue el llanto, cristiana... / Enjugue el llanto,
cristiana, / no te atormentes as, / que tengo yo, mi sultana, /
un nuevo Edn para ti. / Tengo un palacio en Granada, /tengo
una fuente dorada / con ms de cien surtidores, / y en la vega
del Genil / tengo parda fortaleza, / que ser reina entre mil /
cuando encierre tu belleza.
Chas, gracias.

(Suena msica caonera: Flora)

J. I. Cabrujas: Podemos precisar determinadas fechas. Escojo,


por ejemplo, 1879 como punto de desarrollo del sainete. En
ese ao Manuel Mara Fernndez escribe: El que despabila,
pierde. Es el inicio.

(Sigue sonando msica caonera)

J. I. Cabrujas: Hablemos ahora de los actores. Funciona en

Caracas la denominada Ctedra de Canto y Declamacin.


Declamacin es el nombre que recibe el arte del actor. Pasan

(Suena msica caonera)


THEATRON 93

J. I. Cabrujas: Pero cada ao, el da 24 de diciembre, haba una

cena en el escenario del Teatro Nacional, por ejemplo. Y all se


reunan los estudiantes de declamacin y se dedicaban al extra
o juego de recitar un absurdo. Una pieza improvisada en el
momento, donde se hablaba de caballos verdes y de patas de
camas voladoras. Era un desahogo. Cuando ingresaron al teatro
fueron sometidos a un proceso de burla. Se comenzaba por lo
que esa antigua generacin de actores llamaba: lo denigrante,
y por supuesto conseguan dar una idea de esto al decir: la
mesa est servida o el chocolate est listo.

Mientras tanto, el pblico acuda a la taquilla. Y para aquel
entonces, comenz a preocupar la diferencia entre teatro y es
pectador, o dicho en forma ms general, entre teatro y pueblo.
La misma definicin del escenario exige de lo popular como
intencin, y si agregamos la existencia del empresario detrs de la
taquilla tendramos claro el cuadro. La gente de teatro comenz
a distinguir entre escritores serios y espectadores como los que
acudan a ver el juguete escnico Jugar con dos cartas.

(Suena msica caonera)


El actor y la crtica. El pentagrama, El laurel, El entreacto,
Sonrisas y flores, La serpentina, El teatrino, El binculo, Flores y
sonrisas, Carcajadas y flores, nombres de semanarios teatrales
de la poca sainetesca. Hagamos ahora un entreacto crtico.
Reseemos distintas actuaciones en el Teatro Municipal, Teatro
Nacional, Teatro Calcao y Teatro Caracas.

El actor y la crtica (Anuncia).

El actor:
Rafael Briceo: Oh, veleidosa! Oh, ingrata! Cmo pudiste
comprometerme?

La crtica:
J. I. Cabrujas: Don Rafael Villasmil nos luci un tanto exage
rado en la representacin.

94 THEATRON

El actor:
Rafael Briceo: Vmonos, hijo, aqu no nos quieren!
La crtica:
J. I. Cabrujas: Querramos sugerirle al actor Fernando lvarez
que en los mutis utilice una voz ms convincente.

El actor:
Rafael Briceo: Carato de acupe. Ay, vieja, cuntos aos!
La crtica:
J. I. Cabrujas: Estas reminiscencias folklricas deben ser ac
tuadas con ms sinceridad. ngel Insiz se entretiene mirando
a sus amigos en los palcos.

El actor:
Rafael Briceo: Ser o no ser. He all el dilema.
La crtica:
J. I. Cabrujas: Qu obra tan maravillosa! El estreno de Hamlet
nos deja pasmados!
(Suena msica de pianola).

J. I. Cabrujas: Tampoco puedo dejar de referirme al teatro saine

tesco del interior, fenmenos extraos en Valencia y Maracaibo,


ciudades de aficin. El teatro de Puerto Cabello recibe cuadros
de pera y en Valencia y en Maracaibo existen actores para
representar obras francesas del seor Len Bouden (?), por ejem
plo: Los dos sargentos franceses o Las dos hurfanas francesas,
o Amor astuto, Pualada en el alma, La malhecha (?), Risotada
sangrienta. Todo esto es el teatro zuliano de fin y principio de
siglo. Curiosa constancia, el viejo ejemplo de Rafael Prieto haba
encontrado aqu una extraa aplicacin; por ejemplo en Los dos
sargentos franceses:
Rafael Briceo: Oh, noche fascinante! Oh, rboles de espec
trn (?) Oh, tierra soleada! Oh, amigo! Oh, plazoleta de
mis dulces das infantiles! Oh, recuerdos amontonados como
las pginas amarillentas del lbum familiar! Oh, aquellas
manos rugosas que acariciaron mis carrillos! Oh, madre!...

Ahora que te traigo a mi memoria cual visin juvenil que me


hizo partir y olvidar el hermoso color de la arena lacustre. Oh,
sueos nunca realizados! Oh, aroma inconfundible de las
fritangas preparadas por manos rusticas! Oh, luna solitaria,
mulita de agua ardiente para cultivar despechos! Aqu estoy,
he llegado!

J. I. Cabrujas: Parroquial, s. El teatro popular es en Venezuela

un producto de la parroquia. Preocup siempre la diferencia


entre teatro y espectador. Y lgicamente se distingui entre la
llamada gran literatura y la necesidad de vivir con los ingresos
de la taquilla. Asociarse a la fama literaria poda resultar fatal.
De all que se establecieran las siguientes conclusiones: Primero,
los poetas no pueden escribir teatro; segundo, el escenario es
una cosa, y la cultura es otra cosa. Qu pide el espectador?
Su presencia en el escenario: sus muebles, sus trajes, sus calles,
su casa y por supuesto, su comida.
Romn Chalbaud: Misia Nicasia, me trajo por ah el quesitoe
mano?
Rafael Briceo: Sopa andina pal que se enfra.
Romn Chalbaud: Ay, dgame aquellos papeloncitos de o
Leandro!
Rafael Briceo: Caracha, misia, y por qu no embotella
usted ese carato?
Romn Chalbaud: Regreso de la Ciudad Luz, doctor Mendizbal,
y sigo insistiendo que una buena empanada de caraota
no tiene comparacin.
Rafael Briceo: Ay, pap! Como si en tu vida no hubieras
visto una catalina...
Romn Chalbaud: La comida espaola es buena, pero compa
rada con una refrita criolla...
Rafael Briceo: Jaleta, jaleta, jaleta! Quin quiere jaleta?
Romn Chalbaud: Jaleta, jum!, ser yo gobierno.
Romn Chalbaud: Nicasio, psame pa`ca ese cortao!

Portada de programa de la coleccin Carlos Salas. Tomado de: Cabrujas, J. I. (texto, narracin
y direccin). El teatro en Venezuela (grabacin en disco). Coleccin Caracas 400 aos. Disco
n 6. Caracas: Ediciones especiales del Crculo Musical. 1967.

Rafael Briceo: Ese seor Bismark, cmo que no come


completo?

Romn Chalbaud: Caray, misia, esto es lo que se llama un


mondongo por cuotas!

Rafael Briceo: El Presidente me da una beca para ir a Alemania


y estudiar la tcnica de los motores de compresin.

Romn Chalbaud: Felicitaciones. (Aplausos).


Rafael Briceo: S, pero yo no voy.
Romn Chalbaud: Por qu?
Rafael Briceo: Porque, qu me hago yo sin mi carne frita?
Porque musi lo que come es salchicha.
(Suena un pasodoble criollo)

THEATRON 95

J. I. Cabrujas: Era una corriente de teatro popular determinado

por la explotacin de la costumbre, el producto de los sainetes


espaoles. Recordar es algo amable y al fin y al cabo todo
hombre folklrico tiene su problema y deja su leccin. sta
es la historia de un teatro y de unas fronteras. La cuestin
central era identificar al sitio como apenas era y necesitaba
encontrarse inmediatamente. Y si el escenario refleja los
pueblos, puede decirse que aquel escenario reflejaba a aquel
pueblo. Lo dems es cosa de siglos.

Segunda parte
Rafael Briceo: Ayayay!... A que me rasco voy, caray, y
con aguaecoco! Caray! Est amaneciendo. Yo me tomo
un cafecito. Caray! Estoy de a pulla! Ayayay! Pedazo de
bicha! Caray, malhaya un cigarro. (Bocina de carro) Jupa!
Mucha vista, mucha vista, chaufer! Caray! Si no me
aparto me pisa ese trueno! Palo de trueno, carrizo! Ayayay,
Caracas, la ciudad de los paisajes y la ciudad de puentes.
Bella como las flores campesinas. Adis, negra, pa dnde
vas tan sola?
A dnde voy a ir? Pal mercado.
Ponme a fumar, mijita, y te canto una melopea.
Zapatea pa otro lado que a m no se me acerca ningn
hombre, y menos un arrastrao como t!
Ah, bueno, pues, no te calientes. Ayayay! Dame una locha
y no te digo ms nada.
Tome, pero no siga bebiendo.
Gracias princesa! Mira, debido a tu generosidad voy a
abrirme una cuenta en el banco.
Adios, y que te nazcan plumas.
Ayayay! La dona inmvile cuar piuma ar vento... Oye,
cafetero, dame de...
(se difumina el sonido)

96 THEATRON

J. I. Cabrujas: La actitud culinaria admite a veces una referencia

a lo patritico elaborada con el mismo sentido. El fervor por


la historia, la referencia a los hroes y a la geografa local
produce escenas de difcil interpretacin. Amor por amor es un
buen ejemplo. Leopoldo Ayala Michelena persigue, a veces con
desesperacin, el color ambiental y el optimismo ante el futuro
del pas. Quiere sentirse el habitante de un cine. Necesita un
pasado y persigue una constancia:
Romn Chalbaud: Hola, don Lucas.
Rafael Briceo: All adentro, robndoles un poco de caf y mu
cho de ambiente de hogar que me es tan necesario...
Romn Chalbaud: Tiene rato aqu? Yo estuve por su casa bus
cndole. Quera viera esto antes de enviarlo.
Rafael Briceo: Ya lo vi! y estoy entusiasmado. Djame
abrazarte! (Palmadas)
Romn Chalbaud: Gracias, don Lucas.
Rafael Briceo: xito seguro.
Romn Chalbaud: Lo cree usted?
Rafael Briceo: Lo aseguro.
Romn Chalbaud: Si la fe atrae el triunfo, y si fe es esta armona
entre la obra terminada y uno mismo, que produce
alborozo, que parece mano que calma la fatiga del
esfuerzo, presiento que triunfar!
Rafael Briceo: Fe, tienes una: la verdadera en ti mismo!
Romn Chalbaud: Acrisolada por Laura, don Lucas. La plenitud
de virtudes de esa mujer ha sido inspiracin de mi
espritu a colmarse en ideales hasta ella.
Rafael Briceo: Lo has conseguido!
Romn Chalbaud: Todava me falta. Cuando me complete ser
un inmenso ritmo de alma el nuestro.
Rafael Briceo: Si ya ese ritmo rebasa de ustedes hacia
el ambiente de esta casa. Y en todas esas lneas
serenas y audaces has reflejado tu voluntad de
infatigable luchador.

Romn Chalbaud: Son fervor de admiracin por los forjadores


de la Patria; aunque en pequeo quiero parecrmeles;
devolver en obra sus enseanzas. Desde muy nio reciba
las lecciones de nuestra historia en suspenso, como algo
religioso. Aquellos hombres, sobre todo Bolvar, plasmado
con poderosa voluntad y radiante de herosmo en realida
des picas; sus ideales de adolescente. Esos ideales que
casi todos tienen en la poca del fuego y del entusiasmo,
y que despus cobardemente dejan tronchar por la vida,
me han hecho sentir siempre la deuda de un canto, de
una oracin. De esto que hago hoy, don Lucas.
Rafael Briceo: Ay, muchacho! Veo que has tenido magnifico
profesor espiritual de fortaleza.
Romn Chalbaud: Dos, don Lucas: Bolvar y el vila.
Rafael Briceo: Eso!
Romn Chalbaud: Meditando en poca de su vida me he abis
mado contemplado la serena cumbre de ese monte.
Rafael Briceo: Y quin sabe si tambin l, caraqueo, mirar
desde la cumbre de ese monte le hizo nacer la necesi
dad de hacer una cumbre de su vida!

J. I. Cabrujas: Despus, Ayala Michelena hace memoria del asunto

local y remata la escena con este parlamento de Don Lucas,


sumamente interesante por lo que tiene de doloroso:
Rafael Briceo: Hija, por Dios! Vlgame la memoria e a
Telsfora, la artista de (...?) y mondongos! En el hotel, para
darle gusto a los pindongos extra civilizados, la han dado por
musiuar todas las comidas. Las oyeras enfatuarse pidiendo sopas
en francs, carnes a la inglesa... Y como yo no he aprendido
lenguas porque no me ha dado la gana, pues me basta con la
ma criollamente venezolana, resulta que no s traducir los condi
mentos musi... y me quedo sin saber lo que estoy comiendo.

(Suena msica de pianola)

J. I. Cabrujas: El xito es una consecuencia de lo popular. Esta

afirmacin puede aplicarse a cualquier historia de cualquier


teatro, pero en Venezuela no puede hablarse de una diferen
ciacin de espectador. Ac los cultos, los de drama serio; all
el gran pblico que quiere divertirse simplemente. El hombre
habituado al teatro buscaba, como es lgico, una identificacin
en cualquier nivel. Prefera el sainete, porque el sainete tena que
ver con l, y as entenda el escenario como una prolongacin
de lo cotidiano, an cuando se hablara de Bismark. Al fin y al
cabo existan relaciones.
Rafael Briceo: La cosa con Bismark se est poniendo bien
fea.

Romn Chalbaud: Y eso por qu, General?


Rafael Briceo: Bueno, porque ese hombre no sabe nae
guerra. Yo dije una vez, y pongo de testigo al Mocho
Barrios, que general con casco de hierro no es general.
Y menos con esa pullita que se pone ese hombre en la
cabeza. A m no me parece serio, por ms que tenga
ese bigotote.
Romn Chalbaud: As es la cosa, Mariscal?
Rafael Briceo: As es la cosa! Y hgame el favor de no elevar
me, porque segn creo nunca he hecho campaa con
uste! Prosiguiendo! Cundo vio usted a Crespo con
esa pazguat, jum? Cundo se puso pullita el catire
Salazar. Como base y principio, general que es general
no se retrata. Pero toda la facha del tal Bismark la tiene
la lengua enred que habla. Jeje! Si Crespo hablara
esa cosa, otro gallo habra cantado en Verdn.
Romn Chalbaud: Cmo es eso, General?
Rafael Briceo: Mi amigo, el general criollo no ser de acade
mia, pero le sobra de aquello que en ciertos hombres
machos se multiplica por cuatro. Usted cree que yo
cojo por el norte del mentado ro Loira? Qu va! Porque
como dijo Napolen, est bien ser macho, pero con

THEATRON 97

totora. Yo, para m, que ah intervino la masonera, por


que si no, de qu otra manera se puede explicar?
Romn Chalbaud: Si usted lo dice...
Rafael Briceo: Cmo que si yo lo digo! Mire, mi amigo, esa
toma de Verdn es, aqu entre nos, igualita a la batalla
del Mato Rabipelado. Slo que el Mocho estaba ms
lejos, pero ah est. Yo que me le acerco, y el hombre
que se me espabila! Bueno, te estoy hablando de una
tropa recin formada.
Romn Chalbaud: Claro, claro!
Rafael Briceo: Lo que pasa es que Dios sabe lo que hace. Jum.
Pngame usted al venezolano en Alemania, para que
vea a esos musis atarantados. Dgame a este servidor
con un caonzote Cr (?).
Romn Chalbaud: Ja, dgame eso, pues...
Rafael Briceo: Me vera usted de un solo trancazo en Pars,
montado en la llamada torre infiel...
Romn Chalbaud: Eiffel, Coronel, Eiffel.
Rafael Briceo: Bueno, eso traduce, y no me degrade ni me
enmiende la plana porque sino le disparo un verazo!
igame mejor esta estrategia. Usted conoce Ver
dn?
Romn Chalbaud: No, General, no.
Rafael Briceo: Bueno, yo tampoco. Pero eso no viene al caso.
Yo estuve echndole el ojo al mapa de mi sobrino para
darme cuenta de la tipografa del asunto.
Romn Chalbaud: Y cmo encontr esa tipografa, General?
Rafael Briceo: Oiga, no se dice tipografa, se dice topografa!
Aprenda mejor a hablar.
Romn Chalbaud: Ta bien. Cmo encontr la topografa?
Rafael Briceo: Bueno. Usted conoce al Bau (?)
Romn Chalbaud: Tengo all un primo...
Rafael Briceo: Bue... Igualita al Bau, pero sin el cerro de ms
acata. Y ah est la cosa. Usted entra por la derecha
callato, callato, y se recuesta al ro. Al que hable se

98 THEATRON

afusila! Ms all est la tropa de ese cabezaeame, al


que mientan Mariscal Puchi, y por la izquierda se va a
encontrar con otro colorado ingls. Y como buen ingls,
vendedor por cuota. Pa donde va usted?
Romn Chalbaud: A meteme debajoe la cama, porque eso
debe ser una plomazn muy fea.
Rafael Briceo: Civil!

(Suena msica de pianola)

(...)

J. I. Cabrujas: Esto ha pretendido ser una visin superficial de lo

que no quiere ser superficial. El producto de una angustia, una


emocin, una identificacin. Manifestamos una vez ms que
cualquier estudio, cualquier necesidad, cualquier posicin frente
al escenario debe partir de una verdad. Verdad en el teatro no
es justicia. Verdad en el teatro no es tesis. Verdad en el teatro es
sinceridad. Nuestro pasado de pjaro, de maulas, de platillos
tpicos, abord lo sincero. Pero uno en uno los actores, los di
rectores y fundamentalmente los autores hemos esquivado este
riguroso planteamiento, y ahora comenzamos a sentir temor
ahora cuando los asientos comienzan a llenarse. Qu vamos
a ofrecer?

(Pasos que se alejan)

Entrevista

Una amistad, una pasin y una despedida:


Entrevista a Romn Chalbaud sobre Jos Ignacio Cabrujas
Carlota Martnez

ras dejar el carro de contrabando en el estacionamiento de


un supermercado cercano, con la intencin de ser puntuales,
nos dirigimos a paso de garzn soldado al edificio donde
vive Romn. Ubicada a media cuadra de la conocida Plaza
La Estrella de San Bernardino, la edificacin ya treintona,
nos recibe acogedoramente. El vigilante desde la casilla pide
nuestros datos con amabilidad y luego nos invita a esperar
hasta que alguien venga por nosotros. Sentados en los ban
cos de piedra ubicados en la planta baja disfrutbamos del
verde refrescante de un hermoso jardn que se nos brindaba
generosamente en una maana suavemente soleada, cuando
aparece una seora bonachona y entrada en aos que nos
conduce hasta el apartamento.

Camino a la biblioteca donde Romn nos espera para
la conversacin que sostendremos en torno a Jos Ignacio
Cabrujas, la mirada recorre brevemente la abigarrada geo
grafa con que el maestro ha ido construyendo un universo
propio e idntico a s mismo, en el que se mueve con destreza
como se desplazara un nio sabio y ciego. Libros, fotogra
fas, objetos significativos, y cientos de pelculas de todas las
pocas y rincones del mundo nos pican la curiosidad. Un
poco ms all, desde un patiecito aledao, nos observan
silenciosamente un par de perros que son los ngeles guar
dianes del lugar.

Con el nimo de ir entrando en materia le reitero a
Romn lo que ya le haba adelantado telefnicamente
que la revista Theatron ser re-editada por la Universidad
Nacional Experimental de las Artes y que los nmeros 20 y
21 sern dedicados a Jos Ignacio Cabrujas, con quien l
tuvo una larga y fructfera amistad. Al iniciara nuestra con
versacin formulo una pregunta obligada:

CM. Romn, cundo conociste a Jos Ignacio?


RCh. En un festival de teatro. El Teatro Universitario present en
el Teatro Nacional una obra de Jos Ignacio. l actuaba
como Juan Francisco de Len. Era un joven dramaturgo
y en ese momento estaba muy influenciado por Bertolt
Brecht, evidentemente. A m me gust muchsimo la obra,
y cuando termin fui a los camerinos a conocerlo, y all
inmediatamente, empez nuestra amistad.

CM. Estamos hablando de qu poca? Qu estaba suce


diendo en ese momento?

RCh. Comenzaba la dcada del 60, y todos los que pensba

mos de manera liberal (que ramos de izquierda) fuimos


separados de nuestros trabajos. Por mucho tiempo yo
haba desempeado una labor en varios canales de tele
visin...

CM. O sea que ya t venas trabajando en la televisin?


RCh. Desde el ao 53, cuando empezaba la televisin, porque
yo haba hecho primero cine ya en el ao 51.

CM. Y Jos Ignacio?...


RCh. No, todava no. Recuerdo que yo llegaba a las puertas

de Radio Caracas y me decan: Viene a poner una


bomba? (risas). No haba manera de trabajar. Lo primero
que fundamos fue el TAC, el Teatro Arte de Caracas en los
altos del Cine Radio City. Eso lo hicimos con las uas. Si a
m me llamaban para hacer una obra de teatro yo meta
a Jos Ignacio como actor, a Herman Lejter y a Eduardo
Mancera a quienes no nos daban trabajo...
THEATRON 101

CM. La gente del T.U...

a terminar La Tirana. Jos Ignacio y yo escribiendo junto


con Jarns. Ya el canal estaba cansado de Jarns y Muoz
Rico que eran los que haban estado escribiendo La Tirana
durante ao y medio. Bueno, terminamos la novela y yo la
diriga. Nos contrataron, eso fue lo que se llam durante el
gobierno de Rafael Caldera el perodo de la pacificacin.
Pero t no te imaginas, en los pasillos de Radio Caracas
cuando la gente nos vea nos decan: Y ustedes van a
trabajar aqu! Los comunistas!

RCh. Yo dirig El gesticulador de Rodolfo Usigli, en la sala Juana

Sujo que estaba ubicada en el Teatro Los Caobos y llam a


Jos Ignacio que cuando empez era malsimo actor, era
Frankestein... (risas) caminaba as, tieso por el escenario
(risas). Esa foto somos Jos Ignacio y yo nos seala una
foto de dos payasos que custodian el lugar desde la pared
posterior al escritorio.

CM. No me digas! Qu maravilla! Y eso? indago.


RCh. Qu por qu estamos vestidos de payasos? porque
pidieron para un comercial de televisin que necesitaban
dos payasos, y nosotros necesitbamos plata. Fuimos y nos
ofrecimos y nos dieron el trabajo. Cuando el director de la
cua del comercial lleg y vio que ramos Jos Ignacio y
yo le dio una vergenza enorme porque eran dos payasos
que se tenan que pegar bofetadas...

CM. Claro, como todo nmero de payasos... pero


RCh. Recuerdo que era una seora que estaba sentada en su

casa en un gran plano general y en el televisor se vean


los payasos, el televisor se vea chiquitico y los payasos
ms pequeos todava. No tenamos primeros planos,
pero tuvimos que caernos a golpes, y darnos las tpicas
bofetadas de los payasos. Eso fue a finales de los aos
sesenta. Pero lo cmico fue que despus en la cua, cuan
do estbamos todava vestidos de esta manera lleg Jos
Antonio Gutirrez (Telaraa), que lo haban nombrado
Jefe de Produccin en Radio Caracas Televisin, quien
vino a decirnos que ya ellos estaban convencidos de que
uno no iba a poner una bomba (risas) y que iban a abrir
las puertas para que nosotros entrramos a trabajar all,

102 THEATRON

CM. Si, haba un anticomunismo muy fuerte durante todos esos


aos. A esa dcada se le llam la dcada violenta.

RCh. Bueno el mismo odio que hay ahorita contra la gente de

izquierda se suscit en aquel momento. Lo vean a uno


con terror. En toda esa etapa de los aos sesenta fue pues
cuando se gener nuestra gran amistad, la cual con el
tiempo fue creciendo enormemente.

En el ao 63 Abigail Rojas, que era un director de fo


tografa quien tena equipos para hacer comerciales,
documentales y cuas, un da nos dijo: si ustedes escriben
un libreto yo pongo todos mis equipos y 30.000 bolvares
(que era algo de plata en aquella poca) para hacer una
pelcula. Y as escribimos Cuentos para mayores que se
realiz tambin durante ese ao. Nosotros no cobr
bamos ni un centavo, pero igual, el asunto era hacer la
pelcula porque uno ama lo que hace. Como en esos
aos Jos Ignacio y yo no tenamos trabajo, pensando
que iba a salir otra gente que nos iba a dar dinero para
hacer una pelcula, escribimos seis guiones de cine, y
uno de ellos Das de poder lo acabo de filmar. Tena
cincuenta aos de escrito. Lo habamos escrito en 1961y
yo lo consegu cincuenta aos despus, y dije: pero
esto merece la pena filmarse. Lo mand a la Villa del

Cine y fue el primero que aprobaron. Porque el guin


es realmente bueno, tanto que despus de cincuenta
aos tiene vigencia. Pero, nosotros escribimos cinco
guiones ms que por ah los tengo. Tambin escribimos
una adaptacin de Las memorias de Mam Blanca,
de Teresa de La Parra, para cine, que yo la tengo; una
adaptacin de Chuo Gil que se la lemos a Uslar Pietri y
otro guin para cine sobre una novela original de Jos
Ignacio que se llamaba Musi, y que l nunca termin
de escribir.

RCh. ...Bueno, Jos Ignacio escriba. Yo en cambio nunca acep

t escribir. Bueno, al principio yo escrib una telenovela


cuando los programas los hacan las publicidades, y no
los canales como ahora. Por ejemplo, Colgate Palmolive
me contrat y yo escrib una novela que la diriga Juana
Sujo. Entonces eran corticas, duraban un cuarto de hora
a la una de la tarde (risas)... Cuando empez todo aquel
boom de la novela larga a m, por supuesto me dijeron
que escribiera, pero yo nunca acept escribir porque yo
saba que eso, durante todo el tiempo era una cosa terrible.
Bueno, yo ponchaba todas aquellas novelas y a veces, le
CM. Jos Ignacio no era propiamente un escritor de novelas, no
quitaba el audio a lo que estaba ponchando porque me
parece ser que se interesara por ese gnero literario...
pareca espantoso. Y a veces protestaba pero, era intil.
Sin embargo, haba que trabajar y te
RCh. Exacto, y as entramos en la
pagaban por hacer aquello.
...lo interesante de Jos Ignacio
televisin, en el mundo de

es que en las adaptaciones que trabaj


la televisin. Bueno, y yo me
CM. Y Jos Ignacio? Hblame un
conmigo de La Quema de Judas,
hago una pregunta: De qu
poco de su experiencia.
El Pez que fuma y Sagrado y Obsceno
va a vivir uno? Uno tiene que
era maravilloso... Est todo re-escrito...
vivir... y uno sabe que est
RCh. Luchamos desde adentro para
Esa es una clase de cine sobre
haciendo concesiones por
mejorar la televisin... Eso s hicimos.
la adaptacin de una obra
que, desgraciadamente, en
Aprovechamos la llegada del presiden
la televisin, y usted lo sabe
te Herrera Campins que habl de la
muy bien, uno no puede hacer lo que uno quiere y lo
televisin cultural... Me entiendes?... para lograr por fin
que uno opina que se debe hacer pues lo rechazan los
en Radio Caracas imponer que se hiciera una televisin
seores que estn detrs de los escritorios que son lo
cultural. Pero, esa lucha no la hicimos solamente Jos Ig
que mandan...
nacio y yo, la hizo Doris Wells junto con nosotros, la hizo
Salvador Garmendia, Fausto Verdial, la hizo Ibsen Martnez
CM. Jos Ignacio, era un poco ms joven que t?
que estaba empezando...
RCh. Ocho aos.

CM. Ibsen Martnez?

CM. Ocho aos ms joven que t y cmo perciba l, que era

RCh. Ibsen era un dialoguista de Jos Ignacio cuando co

tambin un hombre de izquierda en aquel momento, el


tener que trabajar en la televisin?

menz. Nosotros luchamos y entonces, se empezaron


a comprar todas las novelas de Rmulo Gallegos. A m

THEATRON 103

me mandaron a casa de Guillermo Meneses que era


muy amigo mo, y se le compraron La balandra Isabel y
Campeones. Y de esa forma hicimos aquella televisin
cultural que fue una etapa maravillosa verdad?... Un
da nos llam, a Jos Ignacio y a m, Luis Guillermo
Gonzlez quien era la mano derecha de Prez Belisario
y nos dijo: Ya ustedes no van a seguir haciendo eso,
porque ustedes son muy intelectuales, hemos contratado
y abri una puerta a Arqumedes Rivero! Vena de
Venevisin con todas las novelas de Delia Fiallo que se
haban hecho en blanco y negro, y se le haban pagado
millones para hacerlas en colores. Pero, entonces no
sotros ramos intelectuales, as dicho con un... Con un
desprecio... Hoy en da, ellos dicen que hacan progra
mas maravillosos, pero programas maravillosos porque
nosotros insistimos en hacerlos.

CM. Te refieres a una mejora o renovacin del gnero. En qu


sentido?

RCh. ...Bueno, La seora de Crdenas que se hizo justamente en


esa misma poca, cuando sali Doa Brbara, y yo hice
Boves el Urogallo... Estaban mejor escritas. Estas novelas
no eran excesivamente melodramticas, no eran cursis...

CM. Dices que no eran cursis...


RCh. ...No eran disparatadas, no las escribas para subir cerro,

como decan ellos (los directivos del canal): No, pero


eso no sube cerro!, me entiendes?, lo decan con des
precio. Por supuesto pensando que esa gente no puede
pensar y no puede apreciar una cosa que pueda estar
bien escrita... La prueba est en que cuando empezamos
a hacer las pelculas, en la televisin les daban un rating
enorme: La quema de Judas... El Pez que fuma... Sagrado
y Obsceno tenan un rating asombroso, que le ganaba a
Radio Rochela que era lo que ms rating tena. Pero no
nos dejaban a nosotros tomar las riendas para mejorar
la televisin. Porque hay un Dios que no s en qu pas
est, que impide que la gente mejore: No, a la gente le
gusta la porquera, y hay que tirarle porquera, pues que
se agachen y se revuelquen en el fango!

CM. Ya haba comenzado Jos Ignacio a escribir la telenovela


cultural?

RCh. ...No, porque es que antes de la telenovela cultural tuvo

que escribir La Tirana y otras cosas que no eran telenovela


cultural. En qu ao lleg Herrera Campins?

CM. En el 83 fue el Viernes Negro...


RCh. Exacto.

Romn ha mandado a traer para todos caf y agua. En


tre comentarios al margen hacemos una breve pausa en
nuestra conversacin. Una vez ms me detengo a mirar
la fotografa donde Romn esta con Jos Ignacio vestidos
de payasos. Le sugiero que la saquemos en la revista, y
est de acuerdo. Es realmente de antologa.

Para continuar le pregunto a Romn sobre El Nuevo Grupo.


All tuve la fortuna de disfrutar de obras como El da que

CM. l llega en el ao mil novecientos ochenta y uno...


RCh. Por eso... entonces fueron muchos aos de escribir cosas

que no eran realmente culturales. Pero Jos Ignacio, la


pluma de Jos Ignacio era mucho mejor que las cosas que
generalmente se hacan. El s trat de mejorar el gnero.
Trat de mejorarlo y lo logr...

104 THEATRON

me quieras, Acto Cultural, y El americano ilustrado de Jos


Ignacio. Tambin una obra de Romn, Los ngeles Terribles
y una de Isaac Chocrn, La Revolucin. En la primera Jos
Ignacio funga de director y en la segunda de actor.

RCh.

CM.
RCh.

CM.

Nuevo Grupo. En ese entonces, todos montbamos


en El Ateneo porque era lo nico que haba. Pero no
sotros decidimos buscar un lugar como sede y estaba el
teatro que en esa poca se llamaba Teatro de Cmara,
que las Contreras haban construido all en esa cosa
Toda esa etapa de los sesenta, bueno, para m fue el na
que ellas tenan en comodato y nos haban alquilado
cimiento de esa maravillosa amistad. Despus yo llev a
carsimo, ocho mil bolvares de aquella poca. T
Jos Ignacio a El Nuevo Grupo...
sabes lo que eran ocho mil bolvares?, ms los avisos
de prensa, ms la escenografa y lo que nosotros reci
Ya exista El Nuevo Grupo? En que ao exactamente se
bamos del INCIBA era una cifra que no era mucho...
funda este grupo?
bueno no era tampoco que no nos alcanzaba para
todo eso. Y sin embargo, estuvimos ah veinte aos y
El Nuevo Grupo se fund en el 67 y cuando yo lo llev, a
despus alquilamos la casa de enfrente de oficina y
alguna gente de El Nuevo Grupo
en el garaje hicimos la Sala Juana
no le gustaba porque decan:
Sujo donde se estren Acto Cultural
...yo dira que primero fue un gran amigo
Esa gente de izquierda!, t
de Jos Ignacio.
que era lo ms importante y despus,
sabes...
un gran ciudadano, en el sentido
CM. Entonces posteriormente, t invi
de que a l le importaba mucho el pas
Ya t tenas contacto con la
tas a Jos Ignacio a entrar a El Nuevo
y la gente. Eso lo mova,
gente de El Nuevo Grupo?
Grupo?
una gran preocupacin por el pas,

RCh. Bueno imagnate, yo haba

por su pas.

estudiado con Isaac Chocrn en la primaria, en la


Experimental Venezuela... Pero Isaac se fue a Londres y
despus a Estados Unidos y cuando l vuelve ya noso
tros ramos conocidsimos, Jos Ignacio y yo. Y l aqu
(Chocrn) en Venezuela haba escrito la novela Pasajes,
haba escrito tambin una obra de teatro, Mnica y el
florentino que la dirigi Romeo Costea. Pero, nadie lo
conoca como Isaac Chocrn. l empieza su carrera
aqu realmente es con Asia y el lejano Oriente. Para
ese momento todava no estaba Jos Ignacio. Cuan
do estrenamos Asia y el lejano Oriente se gan una
platica y qu hacemos con esa platica? Fundemos
un grupo. Yo fui el que le puse el nombre, yo dije El

RCh. Entr, y bueno, ramos los tres

dramaturgos que estrenbamos nuestras obras ah.


Pero llambamos a otros dramaturgos y directores
que estrenaban sus obras en la sala tambin. Hicimos
concursos, que ganaron muchos dramaturgos nuevos,
y todo eso.

CM. A ustedes se les denomin La Santsima Trinidad...


RCh. Ese fue Lorenzo Batalln...
CM. Lorenzo Batalln...?
RCh. l invent eso en El Nacional...
THEATRON 105

CM. La Santsima Trinidad estuvo unida por cosas esenciales,

pero tambin debi haber habido unas diferencias entre


ustedes, no diferencias en trminos de conflicto. Me refiero
a las caractersticas particulares que identificaban a cada
uno de ustedes Qu identificaba a Jos Ignacio? Qu
los una esencialmente y qu los diferenciaba?

RCh. Yo pienso que lo interesante de Jos Ignacio en El Nuevo

Grupo era que escriba unas maravillosas obras que se


estrenaban ah. l no participaba mucho en el asunto
se de las reuniones de directivas o en discusiones sobre
todas esas cosas burocrticas. Yo tampoco participaba
mucho, porque acurdate que yo tambin trabajaba
en televisin que era una cosa muy absorbente. Yo me
desapareca y buscaba las horas para poder ensayar...
Los aspectos burocrticos muy necesarios los llevaban un
poco Isaac y Miriam Dembo. Ellos eran quienes llevaban
y buscaban compaas, que si la Leche Silsa pagaba
la escenografa, por ejemplo. Tambin estaba despus
Esther Bustamante, que era la hermana de Isaac. Pero
Jos Ignacio era el escritor fundamentalmente.

(...)

Bueno y adems era un gran amigo. bamos juntos al


cine. Y un da l me dijo: Yo quiero aprender a es
cribir guiones de cine, y entonces yo le dije: Es muy
fcil, t pones a la izquierda todo lo que se ve y a la
derecha todo lo que se dice. Eso es todo, qu ms te
puedo ensear? (risas). Porque lo dems ya t lo tienes
adentro. Y, bueno es verdad. Hay unas crnicas donde
Jos Ignacio habl de que yo y que le haba enseado
a escribir guiones, y yo no le ense a escribir guiones.
Eso es inherente a la persona que escribe. Porque esa
cosa de que a la izquierda y a la derecha es mentira.

106 THEATRON

Hoy en da hay guiones que no lo ponen a la izquierda


sino que son todos como guiones literarios y despus el
director hace el guin tcnico. Pero lo interesante de Jos
Ignacio es que en las adaptaciones que trabaj conmigo
de La Quema de Judas, El Pez que fuma y Sagrado y
Obsceno era maravilloso. Cuando fuimos a adaptar La
Quema de Judas, donde l haca el papel del periodista,
ya habamos hecho doscientas representaciones, cien en
el Ateneo y las dems en el interior del pas. Nos senta
mos; Jos Ignacio fumaba un cigarro aqu, otro cigarro
all, otro en el cenicero; se desaparecan los fsforos;
yo pona cuatro cajas de fsforos, porque yo fumaba
tambin, y al rato no estaban y era que l se las meta en
los bolsillos (risas), o un yesquero, t sabes. Finalmente,
Jos Ignacio me dijo: Cuntame La Quema de Judas.
Claro, fue muy inteligente porque l lo que me quera
decir era que tenamos que escribir un guin sobre La
Quema de Judas que no era la obra de teatro.

CM. Eso es importante...


RCh. Sper importante. Y entonces me dijo: Aqu est la obra
de teatro, vamos a botarla en el pipote. Y se pregun
taba: Por qu escribimos? De qu se trata? Ah, se
trata de esto y de aquello. Y los personajes son stos.
Ahora vamos a escribir un guin de cine sobre eso.
Y cuando t ves La Quema de Judas y ves Sagrado y
Obsceno y El Pez que fuma no tienen los dilogos de
la obras de teatro. Est todo re-escrito, bueno, tienen
algunos dilogos originales, pero en general est todo
re-escrito para cine. Las referencias, digamos, son las
mismas, los mismos personajes, la misma historia, pero
son pelculas. Es otra cosa, ah puedes ver la diferencia.
Esa es una clase de cine sobre la adaptacin de una
obra teatral a la pantalla.

CM. Jos Ignacio tambin fue actor, no?

RCh. S, yo fui testigo de cmo se hizo actor: Briceo estaba

ensayando Los ngeles Terribles y lo metieron preso, por


cosas polticas...

CM. As se inicia Jos Ignacio como actor?


RCh. Bueno, no. El se inicia como actor en El Teatro Univer

(...)

Yo fui testigo tambin de la ltima vez que trabaj Jos


Ignacio Cabrujas como actor. Llevamos La Revolucin
a Nueva York; la presentamos en La Casa de las Amricas en Madrid con mucho xito y fuimos a Barcelona
a un teatro que no me acuerdo exactamente cmo se
llamaba, un teatro como El Municipal. Acurdate que
Jos Ignacio fumaba muchsimo, de eso muri...

Y entonces, en el segundo acto de La Revolucin con


el teatro lleno, en Barcelona de Espaa, Jos Ignacio
sitario. Despus yo lo empiezo a llamar para papeles
se qued afnico en la mitad de la obra. Tuvimos que
pequeos dentro las cosas que me llamaban a m para
bajar el teln, y regresarle el dinero al pblico. Y fue la
dirigir. Y tambin llamaba a Herman Lejter, a Mancera,
ltima vez que Jos Ignacio trabaj como actor por culpa
a Luis Salazar, a Hilda Vera, a todos los que estaban sin
del maldito cigarro. Porque a Jos Ignacio, nosotros le
trabajo. Pero, yo no vea que l tuviera un gran talento
decamos: No sigas fumando y l
como actor y la sorpresa fue
deca que haba dejado el cigarrillo,
cuando meten a Briceo preso
...yo no vea que l tuviera
pero vena aqu a almorzar y, de
y haba que montar Los ngeles
un gran talento como actor y la sorpresa
pronto, en pleno almuerzo se paraba
Terribles. Haba que estrenar
fue cuando meten a Briceo preso
y se iba para el bao. Y a m un da
porque ya estaba anunciado
y haba que montar Los ngeles terribles...
se me ocurri seguirlo y vi salir humo,
y todo. Faltaban tres semanas
Aquello fue sensacional...
o sea. Entonces yo le dije: A quin
para el estreno. Haba que es
se gan el premio al mejor actor...
ests engaando t? Por qu nos
trenar a como diera lugar. Y no
dices que no fumas y te paras de la desesperacin?
sabamos si Rafael Briceo sala o se quedaba all un
Y de eso muri una cosa terrible! T sabes lo que es
ao preso, acurdate cmo eran las cosas... en los aos
haber perdido ese actor?
sesenta. Entonces yo dije: Jos Ignacio, tienes que hacer
el papel, tienes que hacer el papel, y l: Yo? S, vamos,
CM. Y se senta Jos Ignacio bien haciendo cine, le
vamos a ensayar. Aquello fue con Amrica Alonso, Luis
gustaba...?
Abreu y Eduardo Serrano. Aquello fue sensacional. Jos
Ignacio se convirti en actor en Los ngeles Terribles y se
RCh. Le gustaba muchsimo. Y trabaj como actor en Sagrado
gan el premio al mejor actor. Porque esa composicin
y Obsceno y en La Quema de Judas, tambin haca un
que l hizo de Zacaras, y despus en La Revolucin de
petejota, uno de la polica.
Isaac Chocrn que yo tambin dirig, fueron trabajos
excelentes.
CM. Por lo que se puede apreciar toda la primera etapa de
Jos Ignacio fue mucho el teatro, la dramaturgia, la
THEATRON 107

actuacin no? Despus l transita por el medio tele


visivo, y hace cine. Era verstil como creador. Y hacia
el final se da a conocer como un excelente cronista. Es
este hombre reflexionando sobre el pas a travs de la
crnica periodstica Qu era Jos Ignacio realmente
para ti? Cul es ese espritu que lo mueve? Qu sientes
t, que esencialmente movi a Jos Ignacio durante su
vida? Qu lo conduce, incluso a ese periodismo, a esa
crnica por la que lo recuerdan actualmente una gran
cantidad de venezolanos quienes incluso ni han ledo
sus obras?

RCh. Primero, era un gran amigo y adems un hombre de un

talento enorme. Yo lo vi crecer, porque yo lo vi nacer, vi


a ese muchacho universitario que escriba teatro, y cmo
fue ascendiendo, ascendiendo y convirtindose al final
en lo que lleg a ser. De tal manera, que yo dira que
primero fue un gran amigo que era lo ms importante
y despus, un gran ciudadano, en el sentido de que a
l le importaba mucho el pas y la gente. Eso lo mova,
una gran preocupacin por el pas, por su pas.

CM. Y ya para cerrar esta conversacin Romn, yo creo que

los venezolanos estamos atravesando un trnsito histri


co que obliga al venezolano a mirarse, y a mirar el pas.
Ms all de la polarizacin, es difcil que el venezolano
se pueda sustraer a esta necesidad de mirarse, de mirar
el pas y se muri Jos Ignacio, y nos dej hurfanos y
hambrientos de su columna periodstica, de su mirada
y su pensamiento en El pas segn Cabrujas. Entonces
te pregunto en qu forma crees t que hace falta
este hombre de la cultura y el pensamiento que fue
Cabrujas?

108 THEATRON

RCh. Bueno, yo creo que primero, hacen falta sus obras. Ya en

la madurez hubiese escrito sus mejores obras, evidente


mente. Y despus, a mucha gente le hace falta leer las
crnicas de los domingos y lo que l escriba. Porque era
un poco el pulso de lo que estaba viviendo el pas, bien
en contra o bien a favor, como t dices. Entonces hace
mucha falta eso. Jos Ignacio nos pertenece a todos, a
la derecha, a la izquierda y al centro. Su inteligencia no
le hubiera permitido mentir

Galera Fotogrfica

Jos Ignacio Cabrujas (Cesario) y Freddy Marco Chacn (Don Tobas). Noche de Reyes de William Shakespeare. Director: Nicols Curiel. Teatro Universitario UCV, 1959. Tomado de: Cabrera, E.
Nicols Curiel. Tiempos de teatro. Fedeteatros, Caracas, Venezuela.1993.

THEATRON 111

Amrica Alonso, Eduardo Serrano, Jos Ignacio Cabrujas y Luis Abreu. Los ngeles terribles de Romn Chalbaud. Director: Romn Chalbaud. Teatro Universitario UCV, 1967. Tomado de: Gracia,
M. El teatro venezolano visto por Miguel Gracia. 1966 - 2001. CELCIT, Caracas, Venezuela. 2004.

112 THEATRON

Destacan: Jos Ignacio Cabrujas (en primer plano) y Enrique Porte (detrs, a la izquierda). La pera de los 3 centavos de Bertolt Brecht. Director: Hermn Lejter. Teatro Universitario UCV. 1970.
Tomado de: Gracia, M. El teatro venezolano visto por Miguel Gracia. 1966 - 2001. CELCIT, Caracas, Venezuela. 2004.

THEATRON 113

De pie:
Jos Antonio Gutirrez,
Jos Ignacio Cabrujas y
Mara Cristina Losada
Sentados:
Csar Daz,
Mara Garca y
Rafael Briceo
En el suelo:
Mara Eugenia Domnguez
To Vanya de Antn Chjov
Direccin:
Jos Antonio Gutirrez
El Nuevo Grupo.
1970
Fotografa:
Samuel Dembo

114 THEATRON

De pie:
Jos Antonio Gutirrez
Sentados:
Mara Garca y
Jos Ignacio Cabrujas
To Vanya de Antn Chjov
Direccin:
Jos Antonio Gutirrez
El Nuevo Grupo
1970
Fotografa:
Samuel Dembo

THEATRON 115

Jos Ignacio Cabrujas


y Mara Eugenia Domnguez
To Vanya de Antn Chjov
Direccin:
Jos Antonio Gutirrez
El Nuevo Grupo
1970
Fotografa:
Samuel Dembo

116 THEATRON

Rafael Briceo
y Jos Ignacio Cabrujas
La Revolucin
de Isaac Chocrn
El Nuevo Grupo
1971
Fotografa:
Samuel Dembo

THEATRON 117

En primer plano:
Arturo Caldern
Profundo
de Jos Ignacio Cabrujas
El Nuevo Grupo
1971
Fotografa:
Samuel Dembo

118 THEATRON

Sentados:
Gustavo Rodrguez
y Mara Teresa Haiek
De pie:
Jos Ignacio Cabrujas
La mxima felicidad
de Isaac Chocrn
El Nuevo Grupo
1974
Fotografa:
Samuel Dembo

THEATRON 119

Rafael Briceo
y Mara Cristina Losada
Acto Cultural
de Jos Ignacio Cabrujas
El Nuevo Grupo
1976
Fotografa:
Samuel Dembo

120 THEATRON

De izquierda a derecha: Tania Sarabia, Perla Vonasek y Mara Cristina Losada. Acto Cultural de Jos Ignacio Cabrujas. El Nuevo Grupo. 1976. Fotografa: Samuel Dembo

THEATRON 121

De izquierda a derecha: Perla Vonasek, Rafael Briceo, Mara Cristina Losada, Fausto Verdial y Tania Sarabia. Acto Cultural de Jos Ignacio Cabrujas. El Nuevo Grupo. 1976. Fotografa: Samuel
Dembo

122 THEATRON

Gloria Mirs y Fausto Verdial. El da que me quieras de Jos Ignacio Cabrujas. El Nuevo Grupo. 1976. Fotografa: Samuel Dembo

THEATRON 123

Tania Sarabia, Freddy Galavs y Amalia Prez Daz. El da que me quieras de Jos Ignacio Cabrujas. El Nuevo Grupo. 1976. Fotografa: Samuel Dembo

124 THEATRON

Jean Carlos Simancas (de pie al centro) y Luis Rivas (a la derecha). Sentada: Amalia Prez Daz. El da que me quieras de Jos Ignacio Cabrujas. El Nuevo Grupo. 1976. Fotografa: Samuel
Dembo

THEATRON 125

Jos Ignacio Cabrujas


y Doris Wells.
Casa de muecas
de Henrik Ibsen
El Nuevo Grupo
1979
Fotografa:
Samuel Dembo

126 THEATRON

Jos Ignacio Cabrujas


y Doris Wells.
Casa de muecas
de Henrik Ibsen
El Nuevo Grupo
1979
Fotografa:
Samuel Dembo

THEATRON 127

Jos Ignacio Cabrujas


y Doris Wells.
Casa de muecas
de Henrik Ibsen
El Nuevo Grupo
1979
Fotografa:
Samuel Dembo

128 THEATRON

Jean Carlos Simancas y Luis Rivas. El da que me quieras de Jos Ignacio Cabrujas. Director: Jos Ignacio Cabrujas. El Nuevo Grupo. 1979. Tomado de: Gracia, M. El teatro venezolano visto por
Miguel Gracia. 1966 - 2001. CELCIT, Caracas, Venezuela. 2004.

THEATRON 129

Homero Montes
y Marlenis Torcatis
Profundo
de Jos Ignacio Cabrujas.
Director: Enrique Len
Sociedad Dramtica de Aficionados
de Maracaibo
1982
Tomado de: Gracia, M. El teatro
venezolano visto por Miguel Gracia.
1966 - 2001. CELCIT, Caracas,
Venezuela. 2004.

130 THEATRON

Armando Zambrano, Yolanda Ahumada, Javier Paredes, Ricardo Salazar, Julie Restifo y Francis Rueda. Acto cultural de Jos Ignacio Cabrujas. Director: Ugo Ulive. Compaa Nacional de Teatro,
1986. Tomado de: Gracia, M. El teatro venezolano visto por Miguel Gracia. 1966 - 2001. CELCIT, Caracas, Venezuela. 2004.

THEATRON 131

Fausto Verdial y Hctor Myerston. El americano ilustrado de Jos Ignacio Cabrujas. El Nuevo Grupo. 1986. Fotografa: Samuel Dembo

132 THEATRON

Fausto Verdial y Freddy Galavs. El americano ilustrado de Jos Ignacio Cabrujas. El Nuevo Grupo. 1986. Fotografa: Samuel Dembo

THEATRON 133

Fernando Gmez,
Aura Marina Larrazbal,
Luis Fernndez, Guillermo Surez
y Manola Garca Maldonado
Autorretrato de artista
con barba y pump
de Jos Ignacio Cabrujas.
Director: Jos Simn Escalona
Grupo Theja
1990
Tomado de: Gracia, M. El teatro
venezolano visto por Miguel Gracia.
1966 - 2001. CELCIT, Caracas,
Venezuela. 2004.

134 THEATRON

UNEARTE por dentro

Un ao de nuestro arribo
a Plaza Morelos
Un balance de la presencia en Plaza Morelos no permite ofrecer esta pequea reflexin donde ofrecemos logros en la cap
tacin de nuevas audiencias y beneficios a
nuestra ciudadana.
Llegando a los 100.000 espectadores en
nuestros espacios nos percatamos de los
logros obtenidos y de la responsabilidad
que tenemos ante las artes en nuestro pas.
La programacin de las salas en el CECA
de Plaza Morelos han permitido generar
un espacio catalizador y de confrontacin
de las artes.

Desde que iniciamos este camino
se han atendido en casi un 100% las so
licitudes artsticas, institucionales y comu
nitarias que han llegado a la Universidad.
La programacin ha estado sustentada
en las Compaas Nacionales de Teatro,
Danza y Msica; en las muestras de las
ctedras en las reas de msica, danza,
teatro y plstica generadas en la UN
EARTE; en agrupaciones independientes,
y en distintas escuelas de artes del pas,
todo ello sumado a los mltiples proyectos
institucionales que permanentemente visi
tan nuestros espacios.

Ha sido un reto y an contina
sindolo. Estamos en permanente revisin

y la idea es capacitarnos para cada vez


mejorar nuestra vocacin de servicio ante
nuestra sociedad.

En este artculo ofrecemos una
breve reflexin de algunos de los eventos
programados durante el ao
Miguel Issa
Vicerrector del Poder Popular

Compromiso perpetuo
En 1959 Jos Ledezma descubri el arte
del movimiento al presenciar en el Teatro
Nacional una representacin de Medea,
de Grishka Holgun. En ese momento, el
joven qumico industrial nacido en Mara
cay decidi seguir con conviccin los pos
tulados de la danza contempornea que
desde ese entonces orientaron su vida.

La conmemoracin del 50 ani
versario de vida artstica de Ledezma
tuvo lugar la semana pasada en la Sala
Anna Julia Rojas de UNEARTE, con la
presentacin de una muestra coreogr
fica que reuni algunas de sus obras de
los aos setenta y ochenta, as como una
exposicin documental sobre su vida y
obra artstica, todo bajo la significativa
denominacin de Movimiento Perpetuo.

Intrprete destacado en los descon
certantes inicios de la danza moderna en

Venezuela, coregrafo reconocido y esen


cialmente maestro de varias generaciones
de bailarines, Ledezma ha transitado du
rante medio siglo por los laberintos de la
danza experimental con personalidad y
perseverancia.

Los proyectos institucionales de
la Escuela Venezolana de Danza Con
tempornea, Fundacin de Danza Con
tempornea, Danzas Venezuela, Sonia
Sanoja Danza Contempornea, Teatro
de la Danza Contempornea, Ballet Na
cional de Venezuela Ballet del Inciba,
Compaa Nacional de Danza, Taller
Experimental de Danza de la UCV, Ballet
Arte y Taller de Danza Contempornea,
hoy conocido como Taller de Danza de
Caracas, hicieron slida su labor de
bailarn, creador y docente.

El Taller de Danza de Caracas
es por todas las razones su ms grande
obra. Fue un invalorable tiempo dedi
cado sin desvos a un ideal superior.
Est claro que el movimiento exhaustiva
mente tratado es lo nico fundamental
en la danza de Ledezma. Como autor de
formas corporales no le interesa el arte
por el arte, pero tampoco al servicio de
algo que no sea el arte.

Con frecuencia se discute sobre la
pertinencia de la danza contempornea
como lenguaje esttico. Para Ledezma
THEATRON 137

se trata de una manifestacin sin lmites y


solo hay que conocerla y vivenciarla para
poder expresarla a plenitud. La danza es
la secuencia de movimientos armonizados
que comunican y proyectan algo y la sa
bidura en la utilizacin de sus elementos
es lo que determina su vigencia o ago
tamiento como vocabulario.

de algunos indicios de sus tempranas


y desconocidas incursiones en las artes
plsticas y el teatro.


Movimiento Perpetuo incluy la re
posicin coreogrfica a cargo de Rafael
Gonzlez, discpulo de Ledezma, de cinco
de sus ms significativas obras, represen
tativas de distintos perodos y aproxima
ciones al hecho coreogrfico: Al final de
la tarde (Rachmaninov, 1977), Amarillo,
azul y rojo (Alfredo del Mnaco, 1981),
Vrtigo ertico (Tangerine Dream,1982),
Incidente dramtico (Henry Purcell, 1984)
y Acertijo (Alberto Roberts, 1988). Un
dispositivo audiovisual concebido por el
video artista Reinaldo Gudez a partir de
viejos registros flmicos y fotogrficos, in
tervino con efectividad el desprovisto es
pacio escnico.

Carlos Paolillo


La referida exposicin documen
tal ofreci una visin integral a travs
de fotos pertenecientes a Miro An
ton, Brbara Brndli, Nelson Garrido,
Miguel Gracia y Vctor Levinson, as
como de materiales de prensa, progra
mas de mano, catlogos y videos, so
bre la presencia de Ledezma durante 50
aos en la danza venezolana, adems
138 THEATRON


El trayecto de Jos Ledezma por
la danza cuenta ya medio siglo. Las con
secuencias de este compromiso son pal
pables y trascendente

La ruta de los precursores


La llegada de la modernidad a la danza
venezolana a principios de los aos cin
cuenta del siglo pasado, supuso un cam
bio radical en la consideracin del arte
del movimiento en el pas, hasta ese mo
mento orientado por incipientes formas
clsicas y gestos tradicionales populares
escenificados.

Las primeras evidencias en Ven
ezuela de un lenguaje corporal alterna
tivo, en sintona con las tendencias mun
diales, trajeron estupor en las escasas
audiencias de la danza e incluso en los
propios bailarines, apartados de estos
influjos transformadores.

Unas dcadas atrs, Caracas
haba presenciado con ojos reservados a
Trtola Valencia, la bailarina espaola de
danza libre que interpretaba bajo el signo
revolucionario de Isadora Duncan y Ruth

St. Denis. Tambin al Ballet de Kurt Jooss


con su obra La mesa verde, creada en
medio de las dos guerras mundiales,
portadora de un agudo alegato contra
la violencia.

Ambos hechos representan an
tecedentes lejanos de la danza contem
pornea nacional, movimiento que estara
llamado a trascender su propio mbito y
convertirse en referencia dentro del con
texto latinoamericano. Las informaciones
iniciales tradas por Grishka Holgun sor
prendieron a muchos y fueron rechazadas
por otros tantos. Significaron, sin embar
go, las bases de una actividad que alcan
z sus mayores niveles de desarrollo y di
versificacin durante los aos 80 y 90.

Las remotas clases de biomecni
ca que Holgun imparti a un curio
so grupo de estudiantes de teatro, se
convertiran en el punto de partida de
una verdadera gesta de conviccin y
persistencia que, finalmente, superara
sus estadios de incomprensin, hasta
llegar a un notable desempeo profe
sional especializado y formar parte del
establecimiento de las artes escnicas
nacionales.

El impulso de Grishka trajo con
secuencias. De su mano emergieron otras
voces. La de Sonia Sanoja, reveladora y
hermtica a un tiempo, que pregonaba

con lucidez la gravedad de su cuerpo y


la levedad de su espritu. Su expresin
adquiri connotaciones de gesto primi
genio y contemporneo, convirtindose en
iconografa de una danza latinoamericana
en bsqueda de identidad.

Tambin la de Graciela Henrquez,
quien dara un vuelco impensado en su
carrera de bailarina clsica para compro
meterse, definitivamente, con una conside
racin del cuerpo que exalta los valores
de lo espontneo y lo cotidiano, lejos de
convenciones formales y muy cerca de la
experiencia humana.

Jos Ledezma, Juan Monzn y
Rodolfo Varela, representan una gen
eracin de bailarines que retaron los
prejuicios e hicieron prevalecer sus inter
eses por un cuerpo orgnico y vigoroso,
lejos de afectaciones y teatralidades y en
conexin con los postulados del abstrac
cionismo en la creacin.

Finalmente, Marisol Ferrari trajo
del sur las certezas y las exigencias de
una danza reivindicativa de lo social lati
noamericano desde una perspectiva uni
versalizada.

Estas voces fundamentales coin
cidieron en una misma escena, la de la
Sala Anna Julia Rojas de UNEARTE, en
el programa Visionarios. Precursores de

la Danza Contempornea en Venezuela,


que indag y recre siete obras maestras
pertenecientes a estos autores. Singular
encuentro de creadores que acrecent su
propia historia
Carlos Paolillo

Visiones patrimoniales
La danza contempornea resulta comple
ja de llevar a la dimensin de patrimonio.
Surge de necesidades expresivas canali
zadas a travs de tendencias estticas es
pecficas correspondientes a un momento
concreto. La experimentacin y el riesgo
buscan influir y transformar, no procuran
la inmortalidad y la trascendencia.

Mirar una obra de danza contem
pornea con ojos revisionistas supone
no desvincularla de su mbito originario
de creacin. Solo as se obtendr una
aproximacin justa a sus motivaciones y
alcances. Ese ejercicio permite, adems,
una valoracin histrica de sus aportes y
sus influjos.

El reciente programa Visionarios.
Precursores de la danza contempornea
en Venezuela (Sala Anna Julia Rojas de
UNEARTE), centr su inters investiga
tivo en siete creadores surgidos entre
finales de los aos cuarenta y principios
de los setenta, un tiempo revelador para

la danza escnica nacional que conoci


de posibilidades impensadas de inda
gacin coreogrfica.

Cada obra escenificada dentro de
este programa tuvo su impulso y su razn
de ser particular en el momento de ser
concebida. Reunidas todas en un mismo
espacio, sin mayores nfasis cronolgicos,
retratan un tiempo de descubrimiento, de
sarrollo y diversificacin para la danza na
cional y su insercin dentro de las tenden
cias mundiales del arte del movimiento.

Giros negroides (1959), de
Grishka Holgun, habla de comienzos y
de una danza que privilegia ante todo el
sentido expresivo del gesto. Su referencia
anecdtica, as como la claridad y sen
cillez de su estructura, son caractersticas
en las que se asienta el valor documental
de esta obra.

Con Cuerdas, simple medida.
Coreogego (1977), Sonia Sanoja logra
un elevado instante de densidad concep
tual y riqueza plstica. Profundo ritual es
cnico que integra corporalidad genuina
con singular sentido potico y escultrico
de la danza.

Contornos (1968), de Rodolfo Va
rela, refiere a mpetu juvenil y bsqueda
inicial dentro del movimiento abstracto.
El sentido de esquema, previsto y preciso,
THEATRON 139

gua esta obra, liviana de espritu y limpia


en su dibujo coreogrfico.

Solo el cuerpo dispuesto en el es
pacio y el tiempo interesa a Jos Ledez
ma para expresarse. Trazos (1985) es un
ejemplo slido de manejo con libertad y
exhaustividad del elemento espacial en la
escena y de una energa corporal, en este
caso masculina, vital e irrefrenable.

Los planteamientos de Marisol
Ferrari exaltan impulsos gregarios. Yanomami (1985) recrea las realidades de un
colectivo, donde lo grupal orienta el dis
curso corporal lleno de referencias que no
llegan a convertirse en vocabulario literal
ni narrativo.

Movindome (1974), de Juan
Monzn, contiene la esencialidad del uniper
sonal. Un bailarn en desbandada encuen
tra, finalmente, un espacio para el sosiego y
el regocijo. Una misma frase es repetida en
tres tiempos musicales distintos, con distintas
intencionalidades y complejidades.

En el submundo de creencias
populares latinoamericanas vinculadas al
amor, con sus santos y sortilegios mestizos,
penetra Graciela Henrquez en Oraciones
(1980). Ceremonial de humor y perver
sin, que desarrolla a travs del cdigo
teatral un lenguaje idneo para su contro
vertido concepto.
140 THEATRON


Siete obras de igual nmero de au
tores cimeros en cuerpos y sensibilidades
juveniles del todava novedoso siglo XXI
Carlos Paolillo

UNEARTE rinde homenaje


a Aquiles Nazoa en los 90 aos
de su nacimiento
Un merecido homenaje a Aquiles Nazoa
tuvo lugar en la sede de la Universidad Na
cional Experimental de las Artes, UNEARTE,
en la Plaza Morelos. La jornada se realiz
en el marco de los programas de hom
enaje que hace la UNEARTE para exaltar
la obra de los creadores de las artes y las
letras venezolanas. En este caso el agasa
jado fue el gran poeta y humanista Aquiles
Nazoa para celebrar, en la fecha del 14
de mayo, los 90 aos de su nacimiento.
El espritu del evento lo expres Humberto
Orsini con las siguientes palabras:

A Aquiles por su permanencia en
el tiempo, por haber amado tanto como
am Hans Cristian Andersen a Jenny Lind
el ruiseor de Suecia, por haber amado
las cosas ms sencillas, por haberle cantado a aquellos a quienes nunca nadie
les cant, por haber descubierto la grandiosidad de lo pequeo, por haberle cantado al perro callejero y a la astucia de la
cucaracha, por haber credo en Charles
Chaplin y en los poderes creadores del

pueblo, por habernos hecho rer y llorar,


y por haber logrado sin quererlo que lo
amramos y lo recordramos eternamente. Humberto Orsini.

Programa del evento: El jueves 20 de mayo

a las 5 p.m. se inaugur en los Espacios


Abiertos de la UNEARTE, una exposicin
con 25 fotografas de Aquiles acompa
ado de sus familiares, de amigos, de
colegas y de tantas personas queridas.
Las fotos para esta exposicin fueron se
leccionadas por Claudia Nazoa conjunta
mente con Humberto Orsini, curador de
la exposicin. A la apertura asistieron Ma
rio Nazoa, Claudio Nazoa, la rectora de
UNEARTE, Emma Elinor Cesn, Ildemaro
Torres, Juan Carlos Nez, numerosos
profesores de UNEARTE, amigos de Aqui
les, periodistas y numeroso pblico. En el
espacio se oy la voz de Aquiles hablando
sobre El hombre y su dualidad, uno de
sus programas de televisin.

Crditos: Texto y Curadura: Hum
berto Orsini. Museografa y montaje: Edwin
Erminy con la asistencia de Nubia Sojo.
Fotografa: Luz Marina Sierra. Diseo Grfico:
Ismael Gil. Coordinacin general: Nubia Sojo
y Yesenia Camacho.

El mismo da a las 6 p.m. se real
iz en la Sala A del tercer piso, un conver
satorio, presentado por la Rectora Emma
Elinor Cesn, el cual cont con los ponentes

Ildemaro Torres y Juan Carlos Nez, con


intervenciones de Humberto Orsini, Ma
rio Nazoa, y la interesante participacin
de unos 8 asistentes que en su mayora
conocieron al homenajeado. En medio
del emotivo ambiente de amistad y cario
que se cre, la Rectora ofreci llevar a
Consejo Acadmico la propuesta de dedi
car un nmero de la revista THEATRON a
Aquiles, y que se bautizara con su nombre
la Sala de Conciertos de UNEARTE.

El viernes 21 de mayo en la Sala
Horacio Peterson, se realiz a las 7 p.m.
un recital de poemas y obras cortas de Aq
uiles Nazoa con la intervencin de los pro
fesores: Alfredo Sandoval, Alexander Ri
vera, Arnaldo Mendoza, Costa Palamides,
Humberto Orsini, Julia Carolina Ojeda,
Lus Domingo Gonzlez, Manuelita Zel
wer, Marcos Zuniaga, Miguel Issa, Trino
Rojas, Nair Borges y William Escalante. La
direccin estuvo a cargo de Lus Domingo
Gonzlez y la produccin general fue de
Nubia Sojo.

Varios aspectos de la msica en UNEARTE.

Varios aspectos de la msica en UNEARTE.


El sbado 22 de mayo en la Sala
Horacio Peterson, a las 7 p.m. se realiz la
Lectura Dramatizada del poema dramti
co, titulado Byron a Missolonghi, escrito
por Aquiles y dedicado a la vida y muerte
de su amigo Oswaldo Orsini, estudiante
de arquitectura, actor teatral y guerrillero
muerto en Aroa en 1962. Las actuaciones
estuvieron a cargo de Idelson Sojo, Lidsay
Castro y Roco Pea. Bajo la direccin de
Luis Domingo Gonzlez y la asistencia de
Jess Villarroel
Humberto Orsini

Un ao de programacin
musical en UNEARTE
En agosto de 2009 retorn la msica a
la Sala de Conciertos, luego de un largo
silencio musical la Universidad Nacional
Experimental de las Artes reactiv la pro
gramacin musical en el ahora llamado
CECA Plaza Morelos. Una programacin
permanente que cuenta con dos lneas

Varios aspectos de la msica en UNEARTE.

THEATRON 141

bien definidas en las cuales el pblico


caraqueo puede orientar sus preferen
cias musicales, los das mircoles a las
7 p.m. se presenta Msica de hoy en
UNEARTE y los domingos a las 11 a.m.
Recitales en domingo.

Msica de hoy en UNEARTE es un
espacio en el que confluyen todas las corri
entes musicales que se generan en la cultu
ra urbana. La programacin fue estrenada
por el cantautor venezolano Jos Alejandro
Delgado, el son y la salsa de las noches
caraqueas se hizo presente en el sonido
de la agrupacin Conjunto Latino de In
novacin; expresiones musicales como el
reggae desbordaron la sala con la presen
cia de Jahbafana; la msica venezolana
reson con personalidades y agrupaciones
como Cecilia Tood, Rafael Ruiz, Ricardo
Sandoval, Las voces risueas de Carayaca,
Terracanto, Guataca Con-fusin, entre mu
chos otros. As mismo numerosas agrupa
ciones de jazz han hecho sonar su propues
ta en la Sala de Conciertos de UNEARTE,
entre las ms destacadas se encuentran
Biella Da Costa y Combolution.

Recitales en domingo es un es
pacio en el que solistas y ensambles
de msica de cmara han sido los pro
tagonistas. Importantes ciclos de canto
lrico como Msica del Mundo y De
lo lrico a lo popular no es lo mismo pero
es igual, as como la realizacin de
142 THEATRON

numerosos recitales de guitarra clsica.


En lo que respecta a la msica de c
mara se ha contado con la presencia de
acreditadas agrupaciones como Con
clave y Multifona.

Otro aspecto de gran relevancia es
el aporte que el CECA Sarteneja (Msica)
ha dado a la programacin permanente
de la Sala de Conciertos, en este sentido
destacan las ctedras de los profesores
Luis Zea (guitarra clsica), Igor Lavrov (pi
ano), Olga Lpez (piano), Carlos Sanoja
(ensamble de jazz), Orlando Cardozo (en
samble de msica venezolana), entre otras;
as mismo han participado el Ensamble
Acadmico de Cmara de UNEARTE di
rigido por el profesor Rubn Guzmn y el
Ensamble de msica del siglo XX de la c
tedra de la profesora Beatriz Bilbao.

un ao llevando a la comunidad caraque


a una programacin musical de calidad
y gratuita
Nstor Viloria
Profesor de UNEARTE

Profundo y otras muestras


teatrales en UNEARTE


Finalmente es preciso destacar
que la UNEARTE est prxima a cumplir

Tras varios meses de ensayo, los alumnos


del 9 semestre de las distintas menciones
del rea de teatro coronaron el esfuerzo
realizado con el montaje de la obra Profundo de Jos Ignacio Cabrujas. Bajo la
direccin del profesor Francisco Salazar los
estudiantes dieron lo mejor de s en el rea
actoral, en la produccin y en el diseo de
la imagen escnica, en el marco de una ac
tividad acadmica de corte profesional que
pone a prueba las habilidades y destrezas
adquiridas por stos a lo largo de la ca
rrera. A travs de un proceso investigativo

Profundo de Jos Ignacio Cabrujas.

Profundo de Jos Ignacio Cabrujas.

Profundo de Jos Ignacio Cabrujas.

de la obra de Cabrujas el conjunto se fue


acercando con esmero y dedicacin a las
imgenes escnicas que conmovieron al
pblico asistente a la Sala Ana Julia Rojas
de la UNEARTE. La muestra fotogrfica
recoge momentos de la obra que seguro
sern de grata recordacin.

Profundo de Jos Ignacio Cabrujas.

Profundo de Jos Ignacio Cabrujas.

Profundo de Jos Ignacio Cabrujas.


Continuando con las muestras de
trabajo de los distintos semestres de ac
tuacin de la UNEARTE, a lo largo del
curso los alumnos del 4y 5 semestre,
dentro del lema Aprender Haciendo que
gua nuestras prcticas universitarias de
preparacin para las artes, van preparan
do estas muestras de trabajo bajo la gua
de docentes especialistas en las distintas
reas de la formacin. Para este ao la se
leccin de las obras fue variada y la asis
tencia del pblico respald con creces el
esfuerzo realizado por los estudiantes
Carlota Martnez

Dististas muestras finales de Ctedra de Actuacin y Expresin


Corporal, mencin Teatro.

Discursos del hacer


El legado de ensear,
una forma del hacer
Proyecto Expositivo: Maestros. La vocacin
de ensear, una forma de hacer. Lugar: Espacios Clidos. Inauguracin: Jueves 13
de mayo de 2010, 7 pm.
La presente muestra pretende reflejar los
mrgenes, procesos y recorridos de quienes
tienen la responsabilidad de transmitir los
conocimientos, experiencias y valores pro
pios de la creacin plstica. Esos procesos
meditativos, del rigor conceptual-formal y
de la espacializacin de la idea estn pre
sentes en ese momento ntimo en el que se
transfiere la enseanza.

Ver a todos estos maestros reuni
dos, con sus discursos y tcnicas disimiles,
nos da una perspectiva de la complejidad
y los dilatados discursos artsticos. Supone

Dististas muestras finales de Ctedra de Actuacin y Expresin


Corporal, mencin Teatro.

THEATRON 143

Parte de los artistas expositores el da de inauguracin.

Otro aspecto durante la muestra.

El pblico en la exposicin.

una mirada y una referencia importante


(como legado) para quienes se forjan
en el pensamiento creativo, herederos
directos de tradiciones del hacer. Estas
tradiciones estn conectadas, a su vez,
con planteamientos que engloban lo hu
mano. Pero hay implcito en ese proceso
de enseanza, responsabilidad de estos
creadores, que las tradiciones no sean
monolticas; stas son tal y sobreviven
porque se van adecuando y adaptando
a cada generacin, son cambios que en
riquecen lo formal y lo conceptual. Nos
ensean que el proceso creativo es lento y
complejo. Reflexin continua.


La importancia de esta muestra
radica en que ella refleja el principio de
la enseanza, el ejemplo, trabajo y ms
trabajo. Una obra es porque hay tra
bajo, no puede haber reflexin sin esta
operacin, pues el artista reflexiona con
la materia. En este sentido el principio de
la enseanza se agudiza, ese trabajo es
el objeto del artista, como mdium, para
recoger miradas de un acontecimiento
desde puntos de vistas distintos, lo trans
forma en otro lenguaje para ser ledo
desde distintas partes del pensamiento:
emocin, razn e intuicin. Pues el que
recibe la enseanza (estudiantes del ta
ller) la completa con la elaboracin de
un discurso interior, para discurrir hacia
su autonoma perceptiva. Esta experien
cia se extiende tambin hacia los espec
tadores que la van completando en una
mirada interrogativa, pues estos son intr
pretes potenciales. La interpretacin es la
puerta donde el otro, el que mira desde
afuera se hace creador. Y se es el punto
de encuentro de quien recibe el legado
de los formadores, inicia su lenguaje in
terpretando la realidad a travs de los
elementos que componen la materia.
Aprende y ensea desde adentro.

DArago, Mieteck Detyniecki, Manuel


Espinoza, Ricardo Ferreira, Teresa Ga
baldn, Nan Gonzlez, Maruja Herrera,
Javier Level, Consuelo Mndez, Beln
Parada, Juan Pedro Posani y Luz Mara
Valera


Esta panormica contiene algunos
cdigos en los que se pueden entrever los
mbitos, de esos complejos, dinmicos y
reflexivos lugares de la creacin y experi
mentacin: taller del artista, taller de ense
anza, y el de la obra en s.

Esta variedad de miradas es una
conversacin esperada y necesaria,
desde esta Universidad, para recoger los
fragmentos de tradiciones (con el que
cada cual dialoga) en cada uno de es
tos procesos individuales, que se hacen
colectivos en el discurso de los que legan
la experiencia, que se hace comunidad
cuando se develan las interpretaciones
en los objetos.

Rommel Herrera

El pblico en la exposicin.

Artistas Participantes: Guillermo Abda

la, Esso lvarez, Mara Eugenia Arria,


Ina Bainova, Corina Briceo, Theowald

El pblico en la exposicin.

Esta revista se termin de imprimir en el mes de noviembre de 2010, en los talleres de Grficas Lauki C.A., en Caracas.
En su composicin se emplearon tipos de la familia Futura Light y Futura Light Itlica tamaos 8, 10, 12, 14 y 16, y Helvtica Extra-Compressed tamaos 10, 12, 14, 16, 18, 30 y 66.
Para la tripa se us papel Lumisilk 150 grs., y para la portada Sulfato 0,12 con plastificado mate por el tiro. De esta edicin se imprimieron 1.500 ejemplares.

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