Memoria Individual y Colectiva
Memoria Individual y Colectiva
Memoria Individual y Colectiva
Titulo
en la narracin y el recuerdo
Betancourt Echeverry, Daro - Autor/a;
Autor(es)
En:
Bogot
Lugar
Editorial/Editor
2004
Fecha
Coleccin
Temas
Tipo de documento
http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/Colombia/dcs-upn/20121130052459/memoria.pdf
URL
Licencia
http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.0/deed.es
Memoria individual,
memoria colectiva
y memoria histrica.
Lo secreto y lo escondido
en la narracin y el recuerdo
talo Calvino
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De una u otra manera se nos presenta aqu una mezcla de lo que podramos llamar memoria individual, memoria colectiva y memoria histrica. La
memoria est, pues, ntimamente ligada al tiempo, pero concebido ste no como
el medio homogneo y uniforme donde se desarrollan todos los fenmenos
humanos, sino que incluye los espacios de la experiencia.
La memoria individual existe, pero ella se enraza dentro de los marcos de
la simultaneidad y la contingencia. La rememoracin personal se sita en un
cruce de relaciones de solidaridades mltiples en las que estamos conectados.
Nada se escapa a la trama sincrnica de la existencia social actual, y es de la
combinacin de estos diversos elementos que puede emerger lo que llamaremos
recuerdos, que uno traduce en lenguaje.
La conciencia no es jams cerrada sobre ella misma, no es solitaria. Nosotros estamos en direcciones mltiples, como si los recuerdos se situaran en un
punto de seal o de mira, que nos permite ubicarnos en medio de la variacin
continua de los marcos sociales y de la experiencia colectiva histrica. Es lo
que tal vez explica por qu en los periodos de calma o de fijacin momentnea
de las estructuras sociales, los recuerdos colectivos son menos importantes que
dentro de los periodos de tensin o de crisis.
El recuerdo se sita as como la frontera, como el lmite, en la interseccin de varias corrientes del pensamiento colectivo, hasta el punto que nos
resistimos a remover (traer) los recuerdos, los eventos que nos conciernen slo
a nosotros.
La obra de Halbwachs (1968) nos ayuda a situar los hechos personales
de la memoria, la sucesin de eventos individuales, los que resultan de las
relaciones que nosotros establecemos con los grupos en que nos movemos y
las relaciones que se establecen entre dichos grupos, establecindose as una
distincin, como en seguida veremos:
Memoria histrica: supone la reconstruccin de los datos proporcionados
por el presente de la vida social y proyectada sobre el pasado reinventado.
Memoria colectiva: es la que recompone mgicamente el pasado, y cuyos
recuerdos se remiten a la experiencia que una comunidad o un grupo pueden
legar a un individuo o grupos de individuos.
Dentro de estas dos direcciones de la conciencia colectiva e individual se desarrolla otra forma de memoria:
Memoria individual: en tanto que sta se opone (enfrenta) a la memoria
colectiva, es una condicin necesaria y suficiente para llamar al reconocimiento de los recuerdos. Nuestra memoria se ayuda de otras, pero no es
suficiente que ellas nos aporten testimonios.
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Creemos que la memoria individual, la memoria colectiva y la memoria histrica se construyen desde la experiencia. En este sentido nos apoyamos en la
nocin de experiencia, a partir de la tradicin y la costumbre desarrollada por
E. P. Thompson32.
En efecto, para l en los procesos de construccin de la conciencia representa un papel muy significativo la nocin de experiencia, en sus dos momentos
fundamentales: la experiencia vivida y la experiencia percibida. La primera involucra aquellos conocimientos histricos sociales y culturales que los individuos,
los grupos sociales o las clases ganan, aprehenden al vivir su vida, elementos
que se constituyen en los nutrientes de sus reacciones mentales y emociones
frente al acontecimiento. De otra parte, la experiencia percibida comprende
los elementos histricos, sociales y culturales que los hombres, los grupos, las
clases, toman del discurso religioso, poltico, filosfico de los medios, de los
textos, de los distintos mensajes culturales, en una palabra, del conocimiento
formalizado e histricamente producido y acumulado.
La experiencia surge espontneamente en el ser social, pero ella no brota
sin pensamiento; surge porque los hombres son racionales, piensan y reflexionan
sobre lo que les acontece a ellos y a su mundo; dentro del ser social se produce una serie de cambios que dan lugar a la experiencia transformada; dicha
experiencia produce presiones sobre la conciencia social, generando nuevos y
mejores cuestionamientos (Thompson, 1981: 16-65).
De otra parte, es bueno dejar de lado los planteamientos de Dubet, que al
estudiar la experiencia social en accin, nos dice que la nocin ms comn de
experiencia es ambigua y vaga, fundamentalmente porque evoca dos fenmenos
contradictorios que de todas formas vale la pena ligar.
En primer trmino, la experiencia es una manera de comprobar, de ser
invadido por un estado emocional suficientemente fuerte, de tal manera que
el actor no se pertenece verdaderamente, pudiendo entonces descubrir una
subjetividad personal. De esta manera permanentemente se habla de experiencia esttica, amorosa, religiosa, etc., pero esta representacin de lo vivido
es tambin ambivalente: de un parte, aparece como total individual hasta el
extremo de inefable, misteriosa e irracional, manifestacin romntica del
ser nico y de su historia particular. De otro lado, la experiencia puede ser
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Entrevistas y relatos
Ahora bien, una serie de charlas, conversaciones, dilogos, narraciones y entrevistas realizadas entre 1990 y 1995, con diversos personajes de poblaciones
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de la cordillera Occidental del Valle del Cauca, en el marco de una investigacin de largo aliento sobre las organizaciones de tipo mafioso, modernizacin
violenta y criminalidad enriquecedora 1965-1997, despertaron algunas reflexiones sobre las relaciones existentes entre recuerdos, relatos, experiencias
e historia. Nos vamos a referir tan slo a algunos apartes de dichos relatos,
para develar algunos de los aspectos velados y escondidos de los recuerdos
que se han tratado de esbozar en la primera parte. Veamos un fragmento del
relato de Pecas:
Vea, esto es una organizacin muy compleja que maneja mucho billete y que para uno
entrar en ella se necesita que lo enganchen a travs de alguien de mucha conanza, ojal
mediante un traqueto que apenas est empezando, para que uno logre ganarse la amistad, para que le suelten a uno trabajitos, misiones, etc. Alguno de los trabajos puede ser
directamente sobre asuntos de narco un ocio bien, como para pintar una casa, cuidar
una nca, etc. Entre otras cosas, la semana pasada estuve cuidando una quinta del patrn
en el lago Calima...33.
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romntica del pasado y del presente. Yo agregara que hay en muchos de los
trabajos que recurren a este tipo de fuentes un exagerado y crtico culto al
pueblo, como respuesta a las visiones heroicas y elitistas de las historias patrias.
La afluencia de trabajos de todo tipo, que recurren sin ninguna criticidad a las
fuentes orales, a mi modo de ver, caen en un populismo peligroso, en tanto
que al esforzarse por ver al pueblo, sus lderes y protagonistas en sus acciones
como triunfantes, sobredimensionan sus acciones y sus luchas, interpretando
como revueltas y triunfos lo que es resistencia o contestacin, lo que en ltimas genera derrotismo y cansancio entre los mismos sectores sociales que se
pretenden reivindicar.
Autores como Samuel, Thompson, Burke, Hall, White y Joutard35, entre
otros, han insistido en los mltiples problemas que presenta el uso de las fuentes
orales. El que trabaja las fuentes orales es ms militante que historiador; es un
romntico que se encuentra al pueblo tal y como es, sin la pantalla de los libros;
los archivos orales son provocados y construidos en muchos casos con preguntas
que contienen las respuestas; no son lo mismo los espacios masculinos que los
femeninos; no es lo mismo el relato para el paisano, o para con quien se tienen
afinidades culturales, ideolgicas, polticas, etc., que para con extraos; el sitio
o el lugar de la entrevista o el relato tiene mucha ms importancia que la que
comnmente se le asigna.
Como lo anota Joutard, hay que asumir en su totalidad la subjetividad de
la constitucin del documento:
Asumir la subjetividad quiere decir, en primer lugar, indicar claramente las condiciones
de cada proyecto, o sea la perspectiva general buscada, la gua implcita o explicita de la
entrevista, las circunstancias precisas de cada encuentro, preparacin del informante, lugar
de la grabacin, participaciones secundarias, desarrollo e incidentes. Esta es la primera
serie de informaciones que deberan gurar en la libreta de encuesta del historiador, y es
una vez ms una prctica tomada de la etnologa. Esta libreta incluir tambin todo lo
que no se graba, gestos del interlocutor, ambiente, detalles signicativos; por ejemplo, el
caso de una historia de vida, fotos y papeles de familia mostrados por la persona, o en el
caso de trabajo sobre el recuerdo de acontecimientos histricos, bibliotecas que se poseen
sobre el problema tratado, diarios ledos... (Joutard, 1986: 303-304).
Ahora bien, no vamos a discutir aqu los problemas tcnicos y las inhibiciones
que generan en la persona entrevistada la grabadora, la cmara fotogrfica o de
video, o la postura frente a los que plantean que se debe usar solamente la libreta
de apuntes, o tomar versin oral del relato para ser posteriormente contado.
Con todo, lo que se observa a primera vista es que el trabajo con las fuentes
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