Lecturas 07 El Oso y La Monja
Lecturas 07 El Oso y La Monja
Lecturas 07 El Oso y La Monja
El oso y la
monja
El sentido de la
Vida Religiosa
hoy.
Timothy Radcliffe, op
Esta reflexin tiene ya varios aos no obstante mantiene toda su frescura y vigencia.
Es del P. Timothy Radcliffe (Ingls, Maestro General de la Orden de los Predicadores
Dominicos de 1992 a 2001)
y la ofreci en octubre de 1998 a los Superiores Mayores de Francia. Que la disfruten!
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2. La intriga y el tiempo
Permtanme que comience hablndoles de mi oso. Hace un ao, los muros de
Roma estaban llenos de carteles que representaban a un gran oso en clera. Y
la inscripcin en el cartel deca: La forza del prezzo giusto (la fuerza del justo
precio). Mientras esperaba al autobs, tuve toda la posibilidad de contemplar
este oso que capta bien la historia de la modernidad.
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que permite guardar a distancia la cuestin principal. Una vida puede tener su
propio significado por el hecho de enamorarse, casarse, tener hijos y nietos. O
bien, la historia de otro encontrar su sentido en una carrera, ascendiendo los
grados de la promocin, haciendo fortuna e incluso ganando la notoriedad. Se
pueden contar muchas historias para dar un modelo provisional y un sentido a
nuestra estancia en a tierra. Y esto es justo y bueno. Pero nuestros votos no
nos ofrecen este consuelo. Nosotros no tenemos matrimonio para dar forma a
nuestra vida. No tenemos carrera. Nos encontramos desprovistos ante la
cuestin: La vida humana, qu sentido tiene?.
Pero no basta con sentarse y esperar la venida del Reino. Los hermanos ms
jvenes no estn a veces de acuerdo conmigo, sin embargo hay que levantarse
cada maana para hacer algo. Hasta los monjes y las monjas tienen que hacer
algo! Recuerdo haber preguntado un da a un hermano, especialmente
perezoso, qu haca. Me respondi que l era un signo escatolgico, que
esperaba la venida del Reino.
Cmo valorizamos lo que hacemos ahora? La mayor parte de entre nosotros
pasan sus das en actividades tiles, ensear, trabajar en los hospitales, ayudar
en las parroquias, ocuparse de los olvidados. Cmo nuestra vida cotidiana
habla de la historia de la humanidad?
Volvamos de nuevo a aquella joven monja. Es de noche y ella canta ese canto
lleno de emocin y fuerza vital. Es de noche cuando canta las alabanzas
a Dios. Incluso en la oscuridad, entre comienzo y fin, podemos encontrar
a Dios y glorificarlo. Ahora es la hora. Mientras esperaba ser asesinado, Jess
dice a sus discpulos: En el mundo encontrarn dificultades y tendrn que
sufrir, pero tengan nimo, yo he vencido al mundo (Jn16,33). Es ahora la hora
de la victoria y la alabanza.
Lo que esto inspira es un nuevo sentimiento del tiempo. Lo que da su forma al
tiempo no es la historia de la inevitable progresin hacia la riqueza y el xito.
La forma oculta de nuestra vida es el crecimiento en la amistad de Dios, en
cmo lo encontramos en el camino y decimos Amn. No es slo el final de la
historia lo que le da un sentido. El modelo de mi vida es el encuentro
con Dios y mi respuesta a su invitacin. Es lo que hace de mi vida no una
simple sucesin de acontecimientos sino un destino. Como ha dicho Cornelius
Ernst: El destino es la llamada y la invitacin del Dios de Amor a que le
respondamos mediante un consentimiento creador y lleno de amor. Incluso en
las tinieblas, en la desesperanza, cuando nada tiene sentido, podemos
encontrar al Dios de Vida. Como escriba un filsofo judo: Cada instante
puede ser la pequea puerta por la que el Mesas puede entrar. La historia de
nuestras vidas es la historia de ese encuentro con el Dios que viene en la
oscuridad como un amante. Es lo que celebramos al glorificarle.
Los momentos ms emocionantes que he vivido en estos seis ltimos aos han
sido posibilidades de compartir con mis hermanos y hermanas la alabanza
de Dios en las circunstancias ms difciles: en un monasterio de Burundi,
despus de haber viajado a travs de un pas desgarrado por la violencia
tnica; en Irak, en espera de las bombas; en Argelia, con nuestro hermano
Pierre Claverie antes de su asesinato. Es esencial para la vida religiosa que
cantemos las alabanzas de Dios, incluso en las tinieblas. Cantamos los Salmos,
el tehillim, el libro de las alabanzas. Medimos la jornada por las horas del oficio
divino, por la liturgia de los salmos, y no solamente por las horas mecnicas
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del reloj. Siete veces al da te glorifico. Pues, bien, al menos dos veces la
mayor parte de nosotros.
El ritmo regular de la alabanza es ms que un simple optimismo, confiando que
todo ir bien al final. Proclamamos que, desde ahora, en el desierto, el Seor
de la Vida viene a nosotros y da forma a nuestra vida. En este sentido, la vida
religiosa debera ser verdaderamente proftica, pues el profeta es el que ve
cmo el porvenir hace irrupcin en el presente. Como dice Habacuc: Aunque
la higuera no eche sus brotes, ni den su fruto las vias; aunque falle la cosecha
del olivo, no produzcan nada los campos, () yo me alegrar en el Seor,
tendr mi gozo en Dios mi Salvador (3, 17-18).
Recientemente he hablado con los promotores de Justicia y Paz de la Orden en
Amrica Latina. Es una nueva generacin, no viejos sesentones como yo.
Jvenes, hombres y mujeres, que tienen un sueo en su vida. Yo esperaba
encontrarlos desanimados, vista la situacin econmica que empeora, la
violencia que crece, la desintegracin social en su continente. En absoluto!
Dicen que es precisamente ahora, cuando todas las utopas han desaparecido,
cuando el Reino parece ms lejos que nunca, cuando nosotros, religiosos,
debemos cumplir nuestra misin. Nadie ms podra soar ahora. Pero batirse
hoy en favor de un mundo ms justo, mientras que se tiene la impresin de no
progresar, significa que hay que ser una persona de profunda oracin. Como ha
escrito nuestro hermano brasileo Fray Betto, hay que ser un mstico hoy para
creer en la justicia y la paz.
3. La accin
Hay un segundo contraste que me gustara marcar entre la historia del oso y la
de la monja, con relacin a cmo suceden las cosas. Cul es el motor de la
historia? Qu es lo que hace avanzar el relato? Necesitamos a la vez una
trama y unos hechos.
Hemos visto ya que el oso representa la competicin para sobrevivir. Lo que
anima la historia es esa competicin en la que el dbil perece y el fuerte
prospera. Ya estudiemos la evolucin o la economa, es exactamente as como
pasan las cosas. Es el principio bsico de la historia moderna. El motor que
impulsa la historia es la libre competicin que elimina al anormal, al
desesperado, al no viable.
Pero, una vez ms, vemos ah una contradiccin. Pues este oso simboliza la
libertad misma que est en el corazn de la modernidad: libertad de
competencia en el libre mercado, donde cada uno es libre para escoger lo que
quiere. Sin embargo, hemos visto que esta libertad es, tambin, en cierta
medida, ilusoria. Porque estamos en medio de una transformacin general del
mundo que nos hace impotentes y que nadie es capaz de detener, una
transformacin que destruye las comunidades y devora el planeta. As se
encuentra en el corazn de la historia moderna una doble contradiccin. Se nos
ofrece el progreso y encontramos la pobreza; se nos ofrece la libertad y nos
encontramos impotentes. Qu otra historia puede encarnar la vida religiosa?
Pero, consideremos otra vez a esta monja joven que canta su canto de amor en
la oscuridad. Representa otra manera de contar. La historia que celebra es la
de un hombre abatido por los fuertes pero que vive para siempre. El gran oso
de Roma y de Jerusaln devora al pequeo hombre de Galilea. Lo que
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La preparacin de semejante testimonio consiste ciertamente en que toda comunidad religiosa es un lugar donde se aprende cmo ir al mundo a travs de
la muerte y de la resurreccin. Una comunidad religiosa debe ser un lugar
donde aprendamos a morir y a resucitar, un lugar de transformacin. No somos
los prisioneros de nuestro pasado. Podemos crecer en santidad. Podemos morir
y ser renovados.
Esto no ocurrir probablemente si huimos el afrontar la muerte de nuestras
propias instituciones. Hoy, en Europa occidental, muchas congregaciones,
comunidades, monasterios y provincias deben hacer frente a la muerte. Hay
muchas estrategias para evitar esta verdad. Se puede beatificar a un fundador,
lanzar importantes programas de construccin, escribir magnficos documentos
sobre proyectos que nunca se pondrn en marcha. Cuando enviamos hermanos
y hermanas a Filipinas, Colombia, Brasil, es con un repentino y nuevo celo
misionero o porque queremos vocaciones para sobrevivir? Si no podemos
afrontar la perspectiva de la muerte qu tenemos entonces que decir del
Seor de la Vida? Un da visitaba un monasterio de dominicas en Inglaterra con
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4. El actor
Por ltimo, no hay historia sin actores, sin personajes. Cada historia debe tener
su hroe. Y qu mejor imagen del yo moderno podramos encontrar que
nuestro oso, en clera y solo? Pero el yo moderno est en crisis. Este nuevo
sentimiento de lo que significa un ser humano es fundamental para la era
moderna; un yo separado y autnomo, desprendido y libre, y en fin de cuentas:
solo. Es el fruto de una evolucin que dura hace siglos, en que los lazos
sociales se han disuelto y donde lo privado se ha hecho posible e incluso un
ideal. Es nuestro hroe desde la poca de Descartes. Lo vemos en
cualquier western americano, figura solitaria.
La crisis de la modernidad es en parte debida a que este yo moderno
encierra una contradiccin. Porque no podemos ser un yo absolutamente
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verdadero para los jvenes que vienen hoy a la vida religiosa, que con
frecuencia han llegado a la fe en Dios recientemente. Una rana, por ejemplo,
no puede vivir, reproducirse y tener un futuro ms que si dispone de todos
elementos indispensables de su ecosistema: un estanque, sombra, diversas
plantas, mucho barro, y otras ranas. Ser religioso, es escoger una forma de
vida extraa y cada uno de nosotros necesitar su entorno que lo sostenga:
oracin, silencio, comunidad. Sin ello no podremos crecer. Por eso, un buen
superior es un ecologista que ayuda a sus hermanos a construir los entornos
necesarios para su buen desarrollo. Pero los ecosistemas no son pequeas
crceles que nos cortan del mundo moderno. Un ecosistema permite a una
forma de vida florecer y reaccionar de manera creativa a otras formas de vida.
Necesitamos ecosistemas que sostengan en nosotros el sentido del tiempo
pascual, el ritmo del ao litrgico que nos lleva de Adviento a Pentecosts.
Necesitamos comunidades que estn marcadas por sus ritmos, por sus marcos
de celebracin y de ayuno. Necesitamos comunidades donde no nos limitemos
a recitar por obligacin algunos salmos antes de ir a trabajar, sino donde
sostengamos en nosotros mismos a aquel que, incluso en el desierto, terminar
por cantar las alabanzas. Necesitamos construir comunidades en las que
podamos compartir nuestra fe y nuestra desesperanza, con el fin de ayudarnos
mutuamente a atravesar el desierto. Necesitamos comunidades en las que
poder lentamente renacer como hermanos y hermanas, hijos del Dios vivo.
La monja canta en la oscuridad, como Domingo cantaba caminando en el sur
de Francia. Esa es la vocacin cristiana. San Agustn nos deca: Sigan el camino. Canten mientras caminan. Es lo que hacen los viajeros para aligerar su
carga (). Canten un cntico nuevo. No dejen que nadie venga a repetir sin
cesar los viejos estribillos. Canten cantos de amor de su pas (). Como cantan
los viajeros, y cantan con frecuencia durante la noche. Todos los ruidos que
oyen alrededor son espantosos. Pero cantan incluso cuando tienen miedo de
los bandidos. O de los osos!
P. Timothy Radcliffe, op.
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