EMERGENCIA EDUCATIVA (Benedicto XVI) PDF

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Benedicto XVI: Hay que dar respuesta a la emergencia

educativa
Discurso a la Plenaria del Episcopado italiano

27 de mayo de 2010 | 2780 hits


CIUDAD DEL VATICANO, jueves 27 de mayo de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuacin el
discurso que el Papa Benedicto XVI dirigi hoy por la maana a los miembros de la Conferencia
Episcopal Italiana (CEI), que se encuentran reunidos en Asamblea General.
*****
Venerados y queridos hermanos,
en el Evangelio proclamado el pasado domingo, Solemnidad de Pentecosts, Jess nos prometi:
El Parclito, el Espritu Santo, que el Padre enviar en mi nombre, os lo ensear todo y os
recordar todo lo que yo os he dicho (Jn 14, 26). El Espritu Santo gua a la Iglesia en el mundo y
en la historia. Gracias a este don del Resucitado, el Seor permanece presente en el transcurso de
los acontecimientos; en el Espritu Santo podemos reconocer en Cristo el sentido de las vicisitudes
humanas. El Espritu Santo nos hace Iglesia, comunin y comunidad incesantemente convocada,
renovada y relanzada hacia la realizacin del Reino de Dios. En la comunin eclesial est la raz y
la razn fundamental de vuestra reunin y de mi estar una vez ms con vosotros, con alegra, con
ocasin de esta cita anual; es la perspectiva con la que os exhorto a afrontar los temas de vuestro
trabajo, en el que estis llamados a reflexionar sobre la vida y sobre la renovacin de la accin
pastoral de la Iglesia en Italia. Agradezco al cardenal Angelo Bagnasco las corteses e intensas
palabras que me ha dirigido, hacindose intrprete de vuestros sentimientos: el Papa sabe que
puede contar siempre con los obispos italianos. En vosotros saludo a las comunidades diocesanas
confiadas a vuestros cuidados, y extiendo mi pensamiento y mi cercana espiritual a todo el pueblo
italiano.
Confirmados por el Espritu, en continuidad con el camino indicado por el Concilio Vaticano II, y en
particular con las orientaciones pastorales de la dcada apenas concluida, habis elegido asumir
la educacin como tema principal para los prximos diez aos. Este horizonte temporal est
proporcionado por la radicalidad y la amplitud de la demanda educativa. Y me parece necesario ir
hasta las races profundas de esta emergencia para encontrar tambin las respuestas adecuadas a
este desafo. Yo veo en l sobre todo dos. Una raz esencial consiste me parece en un falso
concepto de autonoma del hombre: el hombre debera desarrollarse solo por s mismo, sin
imposiciones por parte de los dems, los cuales podran asistir a su autodesarrollo, pero no entrar
en este proceso. En realidad, es esencial para la persona humana el hecho de que llega a ser ella
misma slo desde el otro, el yo se convierte en s mismo slo desde el tu y desde el vosotros,
est creado para el dilogo, para la comunin sincrnica y diacrnica. Y slo el encuentro con el
tu y con el nosotros abre el yo a s mismo. Por ello la llamada educacin antiautoritaria no es
educacin, sino renuncia a la educacin: as no nos es dado lo que nosotros debemos dar a los
dems, es decir, este "tu" y "nosotros" en el que el yo se abre a s mismo. Por tanto un primer
punto me parece este: superar esta falsa idea de autonoma del hombre, como un yo completo en
s mismo, mientras que llega a ser yo tambin en el encuentro colectivo con el tu y con el
nosotros.
La otra raz de la emergencia educativa yo la veo en el escepticismo y en el relativismo o, con
palabras ms sencillas y claras, en la exclusin de las dos fuentes que orientan el camino humano.
La primera fuente debera ser la naturaleza segn la Revelacin. Pero la naturaleza es
considerada hoy como algo puramente mecnico, y que por ello de su ser no procede orientacin

alguna. La Revelacin se considera o como un momento del desarrollo histrico, y por tanto
relativo, como todo el desarrollo histrico y cultural, o se dice quizs hubo revelacin, pero no
abarca contenidos, slo motivaciones. Y si callan estas dos fuentes, la naturaleza y la Revelacin,
tambin la tercera fuente, la historia, deja de hablar, porque tambin la historia se convierte slo en
un aglomerado de decisiones culturales, ocasionales, arbitrarias, que no valen para el presente y
para el futuro. Es fundamental por tanto volver a encontrar un concepto verdadero de la naturaleza
como creacin de Dios que nos habla; el Creador, a travs del libro de la creacin, nos habla y nos
muestra los verdaderos valores. Y despus tambin volver a encontrar la Revelacin: reconocer
que el libro de la creacin, en el que Dios nos da las orientaciones fundamentales, est descifrado
en la Revelacin, est aplicado y hecho propio en la historia cultural y religiosa, no sin errores, pero
de una manera sustancialmente vlida, que cada vez hay que desarrollar y purificar. As, en este
concierto por as decirlo entre creacin descifrada en la Revelacin, concretada en la historia
cultural que siempre va adelante y en la que volvemos a encontrar siempre el lenguaje de Dios, se
abren tambin las indicaciones para una educacin que no es imposicin, sino realmente apertura
del "yo" al "tu", al "nosotros" y al "Tu" de Dios.
Por tanto las dificultades son grandes: volver a encontrar las fuentes, el lenguaje de las fuentes,
pero siempre conscientes del peso de estas dificultades, no podemos ceder a la desconfianza y a
la resignacin. Educar no ha sido nunca fcil, pero no debemos rendirnos: minusvaloraramos el
mandato que el Seor mismo nos ha confiado, llamndonos a apacentar con amor a su rebao.
Despertemos ms bien en nuestras comunidades esa pasin educativa, que es una pasin del yo
por el "tu", por el "nosotros", por Dios, y que no se resuelve en una didctica, en un conjunto de
tcnicas ni tampoco en la transmisin de principios ridos. Educar es formar a las nuevas
generaciones, para que sepan entrar en relacin con el mundo, fuertes en una memoria
significativa que no es slo ocasional, sino acrecentada por el lenguaje de Dios que encontramos
en la naturaleza y en la Revelacin, por un patrimonio interior compartido, por la verdadera
sabidura que, mientras reconoce el fin trascendental de la vida, orienta el pensamiento, los afectos
y el juicio.
Los jvenes tienen una sed en el corazn, y esta sed es una demanda de significado y de
autnticas relaciones humanas, que ayuden a no sentirse solos ante los desafos de la vida. El
deseo de un futuro, hecho menos incierto por una compaa segura y afidable, que se acerca a
cada uno con delicadeza y respeto, proponiendo valores firmes a partir de los cuales crecer hacia
metas altas pero alcanzables. Nuestra respuesta es el anuncio del Dios amigo del hombre, que en
Jess se hizo cercano a cada uno. La transmisin de la fe es parte irrenunciable de la formacin
integral de la persona, porque en Jesucristo se realiza el proyecto de una vida lograda; como
ensea el Concilio Vaticano II, "quien sigue a Cristo, el hombre perfecto, se convierte tambin l en
hombre" (Gaudium et spes, 41). El encuentro personal con Jess es la clave para intuir la
relevancia de Dios en la existencia cotidiana, el secreto para empearla en la caridad fraterna, la
condicin para levantarse siempre de las cadas y moverse constantemente a la conversin.
La tarea educativa, que habis asumido como prioritaria, valora signos y tradiciones, de los que
Italia es tan rica. Necesita lugares crebles: ante todo la familia, con su papel peculiar e
irrenunciable; la escuela, horizonte comn ms all de las opiniones ideolgicas; la parroquia,
fuente del pueblo, lugar de experiencia que inicia a la fe en el tejido de las relaciones cotidianas.
En cada uno de estos mbitos es decisiva la calidad del testimonio, va privilegiada de la misin
eclesial. La acogida de la propuesta cristiana pasa, de hecho, a travs de relaciones de cercana,
lealtad y confianza. En un tiempo en el que la gran tradicin del pasado corre el riesgo de quedarse
en letra muerta, somos llamados a acercarnos a cada uno con disponibilidad siempre nueva,
acompandolo en el camino de descubrimiento y asimilacin personal de la verdad. Y haciendo
esto tambin nosotros podemos redescubrir de forma nueva las realidades fundamentales.
La voluntad de promover una renovada etapa de evangelizacin no esconde las heridas por las
que la comunidad eclesial est marcada, por la debilidad y el pecado de algunos de sus miembros.
Esta humilde y dolorosa admisin no debe, sin embargo, hacer olvidar el servicio gratuito y
apasionado de tantos creyentes, a partir de los sacerdotes. El ao especial dedicado a ellos ha

querido constituir una oportunidad para promover su renovacin interior, como condicin para un
ms incisivo empeo evanglico y ministerial. Al mismo tiempo, nos ayuda tambin a reconocer el
testimonio de santidad de cuantos a ejemplo del Cura de Ars se consumen sin reservas para
educar en la esperanza, en la fe y en la caridad. A la luz de esto, lo que es motivo de escndalo,
debe traducirse para nosotros en una llamada a una profunda necesidad de volver a aprender la
penitencia, de aceptar la purificacin, de aprender por una parte el perdn, pero tambin la
necesidad de la justicia" (Benedicto XVI, Entrevista con los periodistas durante el vuelo a
Portugal, 11 de mayo d 2010).
Queridos hermanos, os animo a recorrer sin dudar el camino del compromiso educativo. Que el
Espritu Santo os ayude a no perder nunca la confianza en los jvenes, os empuje a salir a su
encuentro, os lleve a frecuentar sus ambientes de vida, incluyendo el constituido por las nuevas
tecnologas de comunicacin, que ya permean la cultura en todas sus expresiones. No se trata de
adecuar el Evangelio al mundo, sino de sacar del Evangelio esa perenne novedad, que permite en
cada tiempo encontrar las formas adecuadas para anunciar la Palabra que no pasa, fecundando y
sirviendo a la existencia humana. Volvamos, por tanto, a proponer a los jvenes la medida alta y
trascendente de la vida, entendida como vocacin: llamados a la vida consagrada, al sacerdocio, al
matrimonio, sepan responder con generosidad a la llamada del Seor, porque slo as podrn
coger lo que es esencial para cada uno. La frontera educativa constituye el lugar de una amplia
convergencia de intenciones: la formacin de las nuevas generaciones no puede, de hecho, no
importar a todos los hombres de buena voluntad, interpelando la capacidad de la sociedad entera
de asegurar referencias afidables para el desarrollo armnico de las personas.
Tambin en Italia la poca actual est marcada por una incertidumbre sobre los valores, evidente
en la dificultad de tantos adultos de mantener los compromisos asumidos: esto indica una crisis
cultural y espiritual, tan seria como la econmica. Sera ilusorio esto quisiera subrayarlo pensar
en responder a una ignorando a la otra. Por esta razn, mientras renuevo la apelacin a los
responsables de los asuntos pblicos y a los empresarios a hacer todo lo que est en sus
posibilidades para amortiguar los efectos de la crisis ocupacional, exhorto a todos a reflexionar
sobre los presupuestos de una vida buena y significativa, que fundan esta autoridad que por s sola
educa y vuelve a las verdaderas fuentes de los valores. A la Iglesia, de hecho, le preocupa el bien
comn, que nos compromete a compartir recursos econmicos e intelectuales, morales y
espirituales, aprendiendo a afrontar juntos, en un contexto de reciprocidad, los problemas y los
desafos del pas. Esta perspectiva, ampliamente desarrollada en vuestro reciente documento
sobre Chiesa e Mezzogiorno (La Iglesia y el Sur de Italia, n.d.t.), encontrar una profundizacin
posterior en la prximaSemana Social de los catlicos italianos, prevista en octubre en Reggio
Calabria, donde, junto a las mejores fuerzas del laicado catlico, os empearis en marcar una
agenda de esperanza para Italia, para que "las exigencias de la justicia sean comprensibles y
polticamente realizables" (Enc. Deus caritas est, 28). Vuestro ministerio, queridos hermanos, y la
vivacidad de las comunidades diocesanas a cuya gua habis sido puestos, son la mayor
seguridad de que la Iglesia seguir ofreciendo responsablemente su contribucin al crecimiento
social y moral de Italia.
Llamado por gracia a ser Pastor de la Iglesia universal y de la esplndida Ciudad de Roma, llevo
constantemente conmigo vuestras preocupaciones y vuestras esperanzas, que en los das
pasados deposit con las de la humanidad entera a los pies de la Virgen de Ftima. A ella va
nuestra oracin: "Virgen Madre de Dios y nuestra queridsima Madre, que tu presencia haga volver
a florecer el desierto de nuestras soledades y brillar el sol sobre nuestras oscuridades, haga volver
la calma despus de la tempestad, para que todo hombre vea la salvacin del Seor, que tiene el
nombre y el rostro de Jess, reflejado en nuestros corazones, por siempre unidos al suyo.
Amn (Ftima, 12 de mayo de 2010). Os doy las gracias y os bendigo de corazn.
[Traduccin del original italiano por Inma lvarez
Libreria Editrice Vaticana]
(27 de mayo de 2010) Innovative Media Inc.

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