CARO BAROJA, J. 1971 - La 'Realeza' y Los Reyes en La España Antigua
CARO BAROJA, J. 1971 - La 'Realeza' y Los Reyes en La España Antigua
CARO BAROJA, J. 1971 - La 'Realeza' y Los Reyes en La España Antigua
ESPAA
ANTIGUA
JULIO CARO BAROJA
I
A modo de introduccin
1.
55
56
Plat. Pol. 262 d-e. El extranjero habla con la autoridad consiguiente. Respecto a lo dicho de los latinos, vase
Cicern, Besp. I 37, 58.
10 Dictionnaire philosophique
IV, Pars, 1821, 507-508 (tomo XXXII de la edicin de Perronneau y Crioux).
11 Mrope, acto I, esc. III.
57
58
Estr. I 2, 15 (23).
Estr. XVII 2, 2 (821).
59
JULIO
CARO
BAROJA
consider que el cambio social que se produca cuando se pasaba de una organizacin social basada en
las relaciones de sangre, es decir, del rgimen gentilicio, al fundado en la contigidad local, o sea el
Estado propiamente dicho, constitua una de las
grandes revoluciones sociales acaecidas a la Humanidad
No cabe duda de que la ley de la sangre
no es la misma que la ley de la tierra, que el parentesco y la territorialidad presentan acomodos
distintos en pocas remotas, produciendo formas de
gobierno distintas. Surgirn as, en tales acomodos,
aristocracias y monarquas segn los casos.
Insistieron otros autores en estudiar los rasgos
o caracteres religiosos sobre los que se fundaba la
misma institucin monrquica. Los egiptlogos, los
asirilogos, los indlogos hicieron grandes descubrimientos a este respecto y llevaron el momento
de la aparicin de las monarquas a fechas insospechadas antes; los fillogos estudiaron de modo
comparativo el complejo vocabulario relacionado con
las mismas. Y, en fin, all por los aos de 1877 antroplogos como Morgan aseguraban de modo categrico que la realeza no puede haber aparecido
antes de la etapa que l llamaba de civilizacin y
tampoco antes, en consecuencia, de la aparicin de
la escritura. Esto es ir demasiado l e j o s y ms
desde un punto de vista estrictamente antropolgi-
60
CO
porque, como se saba incluso antes de que
Morgan dogmatizara a este respecto, tipos muy definidos de realeza se descubran entre los pueblos grafos, negros, de Africa ^o, tipos que tampoco se ajustaban a la sentencia volteriana y que han
dado mucho que hacer a los antroplogos e historiadores de las religiones contemporneas, como se
ver a continuacin.
3.
Aos despus de que apareciera la obra ms famosa, general y sistemtica de Morgan, pero en poca en que haca furor el mtodo comparativo, asociativo, aplicado a la Antropologa, public Frazer
su enorme tratado The Golden Bough
que parte
de la idea de buscar en la magia los orgenes de la
realeza o Kingship. La magia primitiva, mezclada con la religin, ms moderna, de modo peculiar.
En esquema, la tesis de Frazer es la que sigue.
Muchas comunidades primitivas estn interesin the Lives
is M O R G A N : Ancient Society or Researches
of Human
Progress
from
Savagery
through
Barbarism
through Civilization,
publicado en 1877.
20
F R O B E N I U S , en escritos de juventud, utiliz y a testimonios portugueses sobre el reino del Congo de fines del siglo
XV (Die Reiche Kongo, Dongo, Loango. Der
Zusammenhang
in ihrer Begrndung
und Geschichte,
en Ausfahrt
von der
Vlkerkunde
sum Kulturproblem
I, Francfort, 1925, 98-105.
Y los exploradores de Africa del siglo XIX, como Speke,
describieron con bastante detalle estados monrquicos.
21 La primera parte, en dos volmenes, se titula The
Magic Art and the Evolution of Kings. La tercera edicin,
relmpresia muchas veces, es de Londres, 1911.
61
62
El rex Nemorensis
35.
ca la Humanidad entera puesta a creer y a expresar sus creencias en ritos sombros o poticos, en
espritus vegetales.
Las ideas de Frazer se divulgaron mucho entre
1910 y 1920
El vegetacionismo hizo furor. Despus empezaron a tener menos secuaces y hacia
1930 ya haban entrado en un perodo de regresin
absoluta. Hoy constituyen un venerable monumento
de la erudicin britnica ; pero parecen menos defendibles que las de Polibio o Aristteles. Hay que reconocerlo, aunque sea con tristeza, como yo lo hago
ahora.
Porque los que, all en la adolescencia, leamos
con avidez e inquietud romntica la prosa solemne
y florida del antroplogo y humanista escocs, tuvimos que enteramos luego, algo mohnos en verdad, de lo que escribieron sus crticos, que no fueron
pocos. Los hubo, en efecto, que salan del campo de
las mismas antigedades clsicas; otros del de la
Egiptologa, otros del del folklore europeo; los
ms duros, al fin, fueron los que, dando un viraje
contra las tendencias de anticuario en Antropologa, combatidas por Malinowski de modo general,
trataron en particular de algunos de los casos fundamentales en la construccin frazeriana. As, por
23
63
JULIO
CARO
BAROJA
EVANS PRITCHARD:
of the Nilotic
27
64
EVANS
PRITCHARD:
O. C ,
36.
En suma, los espritus vegetales no nos explicarn los orgenes de la realeza. Las teoras de
los que algn helenista ingls llam irnicamente
los vegetarianos no nos pueden servir de clave
universal. Pero no cabe duda de que abrieron un camino hacia campos inexplorados y de que a las secas
razones de los historiadores y juristas, ocupados en
el anlisis de las teoras polticas, aadieron unos
elementos de profundidad no poco enigmticos. De
esta suerte, hoy, para estudiar los orgenes de la
realeza en general o en particular, tendremos que
hacer lo que hizo Cicern al exponer los de la realeza en Roma: a fabulis ad facta ueniamus
Las
fbulas no se pueden echar por la borda; hay que
estudiarlas en toda su profundidad.
Consideran los antroplogos con inquietudes histricas ^, as como los arquelogos preocupados por
ajustar las investigaciones que son ms de su incumbencia a criterios sociolgicos y econmicos
que la institucin real como tal se empieza a dar
en las edades del Cobre y del Bronce ms primitivas
con un desenvolvimiento especial de las ciudades.
n 2, 4.
28
Resp.
29
30
K R O E B E R : Anthropology,
G O R D O N C H I L D E : What
Nueva York, 1 9 4 8 ,
Happened
in History,
704-707.
Har-
65
Ciertos de los reyes del Antiguo Oriente fueron reyes divinos y acaso dieron el primer modelo, como
en tantas cosas el Oriente lo dio, a los pueblos occidentales, europeos. No ha de desterrarse tampoco
la idea de que algunas de las formas rituales e institucionales de las que Frazer puso de relieve y asoci, acaso con excesiva confianza, hayan tenido oscuros procesos de difusin que explicaran ciertas
semejanzas rituales muy concretas registradas en
pueblos muy lejanos entre s tanto en el tiempo
como en el espacio. En todo caso, la idea de que
existen los reyes divinos, los reyes vicarios de
Dios y los reyes sacerdotes y legisladores desde la poca de los egipcios, los sumerios, los babilonios y los cretenses es algo que se impone a antroplogos e historiadores de tendencias muy varias y
que tambin relacionan su existencia con la de ciertas formas y niveles econmicos, aunque no sea con
la rigidez de Morgan
Habr ocasiones en que los
etngrafos nos hablarn de Konigskulturen propiamente dichas
Se hallar, por ejemplo, en el
frica oriental y central de nuestros das una variedad considerable de sistemas polticos en que la
realeza desempea un papel fundamental y donde
sufre variaciones sensibles y se ajusta a reglas complejsimas, imposibles de estudiar de modo paralelo
en los textos antiguos que nos hablen de la misma
31
Des Menschengeistes
Erwachen,
WachBerlin, 1951, 317-325.
DiTTNER en T I S C H N E R : Vlkerkunde,
Francfort, 1 9 5 9 ,
THURNWALD:
175.
66
33
F O R T E S - E V A N S P R I T C H A R D : African
Political
Systems,
Oxford, 1940.
34
U n estudio excelente es el de H I L D A K U P E R : An African Aristocracy.
Rank among the Swazi, Oxford, 1947.
35
Cf., por ejemplo, G L U C K M A N : Custom and Conflict in
Africa, Oxford, 1955, 27-53.
38
N A D E L : A Black Byzantium:
the Kingdom of the Nupe of Nigeria, Oxford, 1942.
67
par
Pero los egiptlogos han llegado ms all,
han encontrado especificado en el estudio de los textos egipcios el carcter divino de los reyes histricos en forma que no tiene lugar a dudas. Son encarnaciones de Horus. Se coloca la entronizacin del
primero de la primera dinasta hacia el ao 3200 a.
de J. C , as es que desde entonces, por lo menos,
esta forma peculiar de realeza ha de ser considerada como un modelo que puede haber inspirado a
otras instituciones del mismo modo como se supone
que ciertos de los ritos funerarios egipcios inspiraron los de otros pueblos posteriores
2. Ms he aqu que, en cambio, el soberano de
los pueblos histricos ms antiguos de Mesopotamia
se nos presenta no como dios, sino como un vicario de la Divinidad. Antes del diluvio los sumerios
fundaron varias ciudades junto con la ms famosa,
Ur. En sus anales parece que se asevera ^ que, despus del cataclismo, descendi otra vez del cielo
la realeza. En fechas remotsimas nos encontramos,
pues, con dos sistemas distintos en relacin con el
asunto del origen de la realeza en s y la natu-
87 Herd. I I 144.
88 De todas formas, entre algunos historiadores de l a
Antigedad que fueron grandes egiptlogos a l a vez, los hay,
como E. M E Y E R en los prolegmenos de su historia famosa
{Histoire de VAntiquit I, tr. fr., Pars, 1 9 1 2 , 6 2 - 6 8 , 2 5 - 2 8 ;
comprese con el cuadro rgido de la realeza egipcia en I I
1914,
69
70
40
WOOLLEY:
O.
41
WOOLLEY:
O. C,
C,
42
GURNEY:
102.
24.
The Hittites,
71
JULIO
CARO
BAROJA
46
Sigo el examen sugestivo de
nel mondo antico, Miln, 1 9 6 3 , 9 - 4 0 .
47
48
before
49
50
72
N
450-451.
SINCLAIR HOOD:
LEVI:
La lotta
politica
73
74
57
FREEMAN:
Comparative
Politics,
Londres, 1 8 7 3 , 1 3 7 1 8 8 en especial. E s lstima que no se conserve la obra de
Suetonlo De regibus, en tres libros, sobre los reyes de Europa,
Asia y Africa. Ausonio, Ep. XDC, da algunas noticias acerca
de ella.
58 IV 5 - 7 y las descripciones que siguen.
75
76
II
El primer rey histrico y la primera
monarqua peninsular
1.
Los
RASGOS
79
Viterbo, son dos lagunas inmundas que han ofuscado con sus vapores kis antiguas Historias
Espaolas. Aceptemos una parte de esta afirmacin del abate Masdeu " sin meternos en ms honduras. El catlogo de Annio de Viterbo, es decir, el falso Beroso * queda fuera de la historia antigua ; y el hipercrtico abate destierra, adems, algo que Mariana,
Ferreras y otros aceptaron. Algo sobre lo que volveremos: varios textos de los griegos impostores,
maestros de todo y para todo.
Pero vamos al fondo de la cuestin. El primer
rey de que se nos habla en fuentes muy antiguas,
no como de un rey de toda la pennsula (cosa que el
falso Beroso estableci, en relacin con los de su
lista, quiz para satisfacer las ansias restauradoras,
unitarias, de los Reyes Catlicos), sino como de
3
J U A N F R A N C I S C O D E M A S D E U : Historia
crtica de Espaa y de la cultura espaola II, Madrid, 1784, 1.
i Berosi sacerdotis
/ Chaldaici, antiqvitatvm
Italiae
ac
totivs or-/ bis libri quinqu, Commentarijs
loannis Annij /
Viterbensis,
Theologiae
professoris
illustra-/ti,
adiecto
nunc
primum ndice lo-/cupletissimo,
& reliquia eius
argu-/menti
authoribus,
quorum no-/mina
sequenti pagella vi-/dere
licet.
// Aeditio vltima, ceteris longe / castigatior.
//
Antverpiae,/
In aedibus loan Steelsi / M.D.LII. E s t a edicin conserva la
dedicatoria a los Reyes Catlicos. El libro VIII (pgs. 290307) lleva el ttulo que sigue: lAber loan. Annii Sacrae
Theologiae professoris.
De primis temporibus,
& quatuor ac viginti regibus Hispaniae <& eius antiquitate.
Se divide en veintisiete captulos. Los reyes son Tubal, Iberus, lubalda,
Brigus,
Tagus, Betus, Gerion, Trigeminus,
Hisplus, Hispanus,
Hercules Lybicus, Hesperus,
Italus Atlas, Sycoris, Sicanus, Sicellus, Liusus, Siculus, Testa, Romus, Platuus, Coccus,
Erythrus y Mellicola
Gargoris.
o Annlo de Viterbo, G. Nanni (1432-1502), public los
textos aludidos en 1497. U n o s le consideran falsario deliberado; otros creen que fue el primer engaado.
80
Diod. IV 17, 2 (
5 ;).
Estr. III 2, 14 = Anacr. fr. 16 . Aunque todos los tex
tos que se citan han sido examinados directamente, indicar
en las notas el lugar que ocupan en las Fontes
Hispaniae
Antiquae
(F.H.A.) de Schulten. Este, en I 184.
81
'' 5
' '
,
yo no d eseara para m ni el cuerno d e Amltea ni
reinar ciento cincuenta aos en la d ichosa Tarteso ^.
Gran felicidad y longevidad extraordinaria se
atribua a los tartesios, y sobre tod o a m s reyes
( ), segn el comentario de
Estrabn mismo. Y H erdoto, al que recuerda Es
trabn tambin en este pasaje de su Geografa, dice
por su parte :
,
,
, <) ,
llegados Tarteso hicieron amistad
con el rey d e
los tartesios, d e nombre Argantonio, que d omin d u
rante ochenta aos y vivi ciento veinte.
Los que llegaron a Tarteso e hicieron tal amis
tad fueron los focenses, y de acuerdo con el estudio
de los viajes de stos habr que colocar la vida de
Argantonio del ao 670 al ao 550 a. J. C. y su rei
8
Traduccin de G A R C A Y B E L L I D O : Espaa y los espaoles hace dos mil aos segn la Geografa
de Strbon,
Madrid, 1945, 116.
9 Estr. l. c.
10 Herd. I 163 (en I 165 se indica que Argantonio liaba
muerto cuando los foceos dejaron su pas bajo la presin
de los persas; F.H.A. II 26).
82
83
84
LOS
REYES E N LA ESPANA
ANTIGUA
pues, Argantonio sigue siendo el smbolo de la felicidad de un reino o de un reinado y los poetas tardos lo recuerdan incluso aadindole aos de existencia^''. Es, en fin, una figura propia para hacer
comparaciones tpicas.
2.
23
Sillo Itlico, m 396-397, pero le hace vivir tres siglos
y lo considera como rey guerrero (Arganthoniacos
armat
Garteia nepotes. / Rex proauis fuit humani ditissimus
aeui /
ter denos deoies emensus 'belliger annos). Si el poeta no inventa esto, debe de provenir de una tercera fuente.
24
S C H U L T E N : Tartessos
66-67.
25
S C H U L T E N : Tartessos,
2. ed., 32, 37, 5 1 , 94.
28 Estr. Xn 4, 2; Arganthus
en Prop. I 20, 33.
85
1953,
S C H U L T E N : Tartessos,
2."
P A L L O T T I N O : Etruscologia,
189-195.
3 1 Arist. Pol. 1 2 8 0 a.
32 Diod. V 2 0 , 4 , sobre su control de Occidente e intento
de colonizar l a s islas del Atlntico.
86
LOS R E Y E S
E N LA ESPANA
ANTIGUA
87
38
88
88
89
JULIO
CARO
BAROJA
90
lat.
VI 11 dice que
seclum
91
LA COMPOSICIN DE UN REINO
92
LOS REYES
E N LA ESPANA
ANTIGUA
Cf.
PINEDA:
O. C,
188
a -189
b (lib.
IV,
cap.
XIV,
II,
93
53.
-s
GLOVER:
The
Ancient
WorU,
Harmondsworth,
1966,
74
S C H U L T E N : Tartessos,
2.' ed.; sotare la ciudad, pgs.
117 y 202. El mismo, en su edicin de Avieno (F.H.A. I 75-76),
considera originales los versos 265 y 266; 267 hasta el punto;
284-291, 296-303 y 308-309; y los dems, como interpolaciones.
75 Arlst. Pol. 1281 o.
76 Clc. Resp. I 25, 39 (Agust. Bp. CXXXVIII 10).
94
95
96
LOS REYES
E N LA ESPANA
ANTIGUA
sacados de otras fuentes, com el de Aiyucrrvri, ciudad de los ligures cercana a Tarteso 2, que se pone
en relacin con la existencia del Ligustinus lacus^'^.
4." Estas ciudades se hallan asentadas en territorio amplio. En la primera edicin de su obra ya dio
Schulten el mapa adjunto, que reflejaba la extensin
del reino de Tarteso hacia el ao 520 a. J. C. ; reproducido en la segunda, est basado sobre todo en el
texto del periplo seguido por Avieno **.
5." Dentro de los territorios que comprende el
reino se nota la existencia de varias gentes o grupos
tnicos de orgenes diversos al parecer: Hiberi''^,
Tartess propiamente dichos", Cilbiceni^'', Cynete^^,
libiofenicios y fenicios", Massieni o Mastieni'^^, Bastetani o BastuW^''^, Gymnetes^^^, Maesesses^"^, Etma-
92
F.H.A. I 190.
Av. Ora mar. 284.
S C H U L T E N : Tartessos,
1." ed., mapa I I ( I de la 2. ed.).
Comprese con el mapa de F.H.A. I .
95 Av. Ora mar. 248-255. El ro Hiberus aqu es el Tinto.
9 Muchas menciones de stos en general: Avieno 113,
179 y 463, lmite en general. Ms circunscritos, el
Tartes(si)us
ager (223-224, 254, 332, 423, 428).
7
Av. Ora mar. 255, 303, 422.
98
Av. Ora mar. 201, 205, 223.
99
Av. Ora mar. 421, 459.
100
Av. Ora mar. 422, 450, 452.
101 Estos no aparecen en Avieno.
102 Av. Ora mar. 464.
10
No aparecen en Avieno; S C H U L T E N : Tartessos, 2. ed.,
207 considera que son gentes del Interior basndose en Llvlo
9
94
X X V I I I 2.
104
Av.
105
Av.
loe
97
107
S C H U L T E N : Tartessos,
2. ed., 40-41, sobre la fundacin de los tirsenos de A s i a Menor y sus movimientos; 125,
sobre la destruccin. E s t a s partes del libro son muy abundantes en conjeturas.
108
S C H U L T E N : Tartessos,
2. ed., 209. Las adscripciones
tnicas son frecuentemente problemticas.
109
S C H U L T E N : Tartessos,
2. ed., 127, 209, 276.
110 Estr. V I 1, 13.
98
III
La constitucin mtica de un reino
1.
102
421.
103
104
233-236,
105
2.
13
17
HB.
473-474.
106
107
JULIO C A R O
BAROJA
HAHN:
25
GORDON C H I L D E :
O. C,
80-81,
95,
que apareci en
etc.
26 El peligro de emplear a troche y moche ciertas palabras es grande. Qu revoluciones son stas que duran hasta
miles de a o s ?
2T
Sobre todo en las de Obulco y Abra: cf. A N T O N I O V I V E S Y E S C U D E R O : La moneda
hispnica
I I I , Madrid, 1 9 2 4 ,
108
LOS REYES
E N LA ESPANA
ANTIGUA
TALASOCR A C I A S
Ahora bien, resulta que la parte del mito correspondiente a la organizacin social del regnum de Habis corresponde tambin a lo que otros mitos dicen
de organizaciones o planificaciones semejantes. Rmulo establece las tribus
Teseo organiza la vida
urbana de Atenas propiamente dicha*". Pero en el
caso de Habis la organizacin, segn el texto, se refiere no a una urbs, sino a siete urbes en que dividi
la plebe: ab hac et ministeria seruia populo interdicta et plebs in septem urbes diuisa est^^.
Organizar las vidas urbanas separando al populus
propiamente dicho, como clase aristocrtica y superior, de la plebs es propio de muchas sociedades antiguas desde los sumerios. Puede considerarse que el
populus, en este caso, lo constituan los dominantes,
los que, venidos de fuera, sometieron a los autctonos
5 4 - 6 2 (Obulco: lminas XCIV-XCVIII del atlas), 6 3 - 6 4 (Abra:
lmina XCVIII). Sobre el ciclo numismtico andaluz, cf. G MEZ M O R E N O en pgs. 1 7 2 - 1 7 4 de Divagaciones
numismticas,
en o. c. I
157-174.
109
110
LOS REYES
E N LA ESPANA
ANTIGUA
42
43
Ez. XXVII 12 y
BLAZQUEZ:
O. C,
XXXVin
15-21,
1 3 (F.H.A.
I 175).
resume muy bien los argu-
mentos.
44
D O N A L D H A R D E N : The Phoenicians,
Londres, 1 9 6 2 , 6 4 ,
159-160, 169,
etc.
45
J . y C H R . H A W K E S : Prehistoric
Britain, Londres, 1 9 4 7 ,
111
*T
Av.
48
49
Estr. III 2 , 4 .
Recurdense los cantos
S C H U L T E N : Tartessos,
112
Ora
mar.
113-114.
^-i de la Odisea.
ed., 1 8 1 - 1 8 3 .
2.
113
56
114
CHADWICK:
O. C,
161.
CHADWICK:
O. C ,
162.
115
ricin ms intensa de elementos mediterrneos orientales y del Egeo en el arte y la Arqueologa de ciudades como Tarquinia, etc.
Esta orientalizacin
general no deja de darse tambin ms a Occidente
Pero siempre hemos de contar con unos procesos
ms antiguos. Para los griegos, lo mismo que para
los romanos, las empresas martimas de los etruscos
fueron esencialmente actos de piratera. Estrabn
insiste en que gran parte de su falta de fuerza poltica se debi a estas empresas irregulares. Cicern, de modo sentencioso, dir que fueron hombres
de mar latrocinandi cama
Los cretenses fueron
considerados, en cambio, como organizadores del primer poder naval griego, representados por Minos,
seor de los mares y legislador a la par
Pero sigamos con nuestro folklore monrquico
antiguo. Otra leyenda ilustrativa es la de Ccrope.
Segn Estrabn, fue el que, sobre el suelo del tica,
fund otras doce ciudades, que luego redujo Teseo
a una, Atenas
Acto algo distinto, a mi juicio, al
de repartir un pas en grupos gentilicios, como el que
se ilustra con el ejemplo del legislador San, que
dividi un pueblo ya conocido en cinco <pAai y a
1
HUGH
HENCKEN:
Tarquinia
Londres, 1 9 6 8 , 1 1 3 , 1 2 5 , etc.
2
BLZQUEZ:
O. C,
and
Etruscan
Origins,
211.
63 Estr. V 2 , 2 .
64 Cic. Resp. n 4 , 9 .
65 Diod. I V 6 0 , 3 . Pero los posteriores consideraban la
piratera como profesin honrosa. Cf. Cic. Besp. I I I 9 , 1 5 .
6 6 Estr. I X 1 , 2 0 .
116
cada una dio el nombre de uno de sus hijos agrupando, es verdad, las habitaciones
La historia de Roma nos muestra, por otra parte, cmo una ciudad ordenada ya por tribus, etc.,
se va haciendo duea y seora de las tierras cercanas primero; cmo despus extiende sus dominios
sobre la pennsula Itlica y cmo, en ltimo trmino, alcanza a dominar una proporcin considerable
del orbe conocido por los antiguos. Pero en la Antigedad ms remota, antes de este majestuoso proceso de sinecismo, se conoci la desintegracin de
distintas unidades estatales. Las leyendas recordadas anteriormente se reeren a la fundacin en bloque de varias ciudades realizada por monarcas cretenses, tirsenos o tartesios recordados por los griegos. Despus, cada ciudad vive con rey aparte o una
ciudad domina a varias, pero no a todas las que
constituan el primer conjunto. El proceso que se
da en la Espaa antigua, de modo que se examinar
ms tarde, tiene otros antecedentes remotos, como,
por ejemplo, el de Sumer al que se aludi al principio
Queda la historia de aquellas gentes muy
lejos de nuestro mundo occidental. Pero independientemente de esto se puede sostener que, en los
albores de la Historia, las fuertes monarquas orientales, fundadas sobre tambin fuertes principios religiosos, dieron un primer modelo de sinecismo o
de lo que despus haba de volver a ocurrir en Occi-
87
es
Diod. V 48, 1.
Cf. pgs. 69-70.
117
118
4.
71
72
73
74
76
Tartessos,
2." ed., 70-77.
Av. Ora mar. 263-264; cf. tambin 304.
Estr. III 5, 4.
Just. XLIV 4.
Virg. Aen. VII 662 y Lido, De mens. I 10.
SCHULTEN:
119
120
5.
ORDINES
121
bien Estrabn
y aceptando que esto corresponde
a un rgimen de castas muy elaborado
en el que
los reyes por cierto salen de la segunda, es decir, la
militar, no de la superior, religiosa. Otros pueblos
se dividiran en seis rdenes, como los egipcios, segn Herdoto
y Diodoro
Otros en cinco, como
los rabes
Otros aun en cuatro. A este respecto
conviene recordar que, segn algunos, los nombres
de las tribus de Atenas no venan de los nombres
de los hijos de Ion, como crean Herdoto
y Eurpides
sino que provenan de las cuatro actividades
a que, por va hereditaria, estaban adscritos sus
miembros: los "OTTAtitss seran as no descendientes
de Hoples , sino ios dados a la profesin de las armas ;
los ' A p y a S E s , artesanos; los VsXovrss, labradores;
los A y i K o p s i s , pastores "o. Estas tribus, clasificadas
por actividad, pasaron de cuatro a diez "i. Tambin
hay memoria de divisin en cuatro entre los iberos
del Caucaso
Aun se hallaran divisiones en tres en
Estr. XV 1, 38-40.
Segn V I N C E N T A. S M I T H : The Early History of India, Oxford, 1904, 126 n. 1, h a y mala informacin sobre el
ordo en el testimonio de Megstenes. El problema es complejsimo; cf. J. H. H U T T O N : Caste in India:
Its
Nature,
Function and Origins, Cambridge, 1946.
3 Herd. II 164.
86 Diod. I 173-174.
8V Estr. XVI 4, 25.
88 Herd. V 66.
89 Eurp. Ion 1576.
90 Estr. VII 7, 1 establece la divisin con independencia
de los nombres. Plutarco, Vita Sol. 23, l a ajusta a ellos.
91 Herd. V 66.
92 Estr. XI 3, 6.
S4
122
es
94
9.'
9
07
Diod.
Arist.
Arist.
Arist.
Arist.
V 45, 34.
Pol. 1328 b 1329 b; tambin 1291 b.
Pol. 1329 b.
Pol. 1329 1329 b.
Pol. 1329 b.
123
98
99
100
124
Tartessos,
Cf. pg. 70.
Diod. V 60, 3.
SCHULTEN;
2. ed., 210.
IV
Reyes y rgulos o reyezuelos
1.
Los
127
128
129
130
131
2.
PROCESOS DE FRAGMENTACIN
20
21
Liv. X X V i n 1 5 (F.H.A.
Liv. X X V I I I 2 0 (F.H.A.
22
Schulten:
Tartessos,
III 138).
III 145).
2." ed., 1 4 0 . Comprese con G -
el bronce de As-
l U 161)
Epi-
grafa prlatina
de la pennsula
Ibrica,
Barcelona, 1968,
20-21, cuyo mapa de distribucin reproducimos aqu.
133
134
3.
CIUDADES Y REINOS
Blzquez2.
2
Sobre sus caractersticas, A . G A R C A Y B E L L I D O : LM
arquitectura
entre los iberos, Madrid, 1945, 62-74 (Galera),
de
74-82 (Toya); J. M. B L Z Q U E Z en pg. 255 de Economa
los pueblos prerromanos
del rea no ibrica hasta la poca
de Augusto, en Estudios de economa antigua de la pennsula
Ibrica, Barcelona, 1968, 191-269. Cf. tambin G M E Z M O R E N O en pgs. 364-367 de Monumentos
arquitectnicos
de la
provincia de Granada, en o. c, 347-390 (Galera: siguiendo a
Cabr).
135
30
A N T O N I O V I V E S Y E S C U D E R O : La moneda
hispnica
II,
Madrid, 1924, 166-175 (nm. 94; lminas L X V I I I - L X X I del
atlas). Sobre las monedas de Cstulo, tambin CJOMEZ M O R E N O :
Divagaciones
numismticas
172-173, con lmina 41.
31
A N T O N I O G A R C A Y B E L L I D O : Ars Hispaniae
I , Madrid,
s . a., 248.
32
Cf. H E R B I G : S. V. Sphinx, en Bealenc. I I I , Stuttgart,
1929, 1703-1749.
136
siado desparpajo
sino de un territorio bastante
ms amplio con varias ciudades, de las cuales una
es la capital propiamente dicha.
Los autores romanos supusieron alguna vez que,
en tiempos en que exista la monarqua entre los
etruscos, haba un rey que, por razn de mayor poder, dignidad y prestigio, tuvo primaca sobre los
dems
Hoy los etrusclogos insisten, en cambio,
sobre su desunin poltica ''\ La unin religiosa de
los duodecim populi Etruriae no tiene, de acuerdo
con este punto de vista, mayor significacin que la
que tenan los juegos y reuniones panhelnicas de
Delfos, etc. Pero observemos, por otra parte, que en
el mundo homrico, al tiempo de la misma guerra
de Troya, entre varios reyes aliados y parientes
paaiAeTaTos^** que es Agamenn, rey
aparece un
de Micenas precisamente. Las apariciones de reinos
pueden deberse al cese del reconocimiento de una
categora suprema antes reconocida o a derrotas. En
el caso de Tarteso juzgo que el imperio a que alude
Schulten (y que yo tambin creo que existi) fue
establecido no tanto en funcin de una categora
real genealgica (esto pudo servir para organizarlo)
como en funcin de la existencia del ro como arteria
comercial, como eje econmico con una ciudad o
emporio estratgicamente colocado cerca de su des-
3
34
H"
.>
30
PALLOTTINO:
I 69.
FINLEY:
O. C,
158-160.
137
embocadura y otros a lo largo de su curso, navegable segn indicaba Estrabn hasta Crdoba; no
hasta Cstulo
A este respecto vale la pena de que ahora recordemos unas observaciones de Cicern sobre las concentraciones urbanas del Mediterrneo y sobre las
ciudades martimas en especial. Tenan aquellas su
fisonoma propia, sus ventajas e inconvenientes
Entre los segundos estaba el de los peligros imprevisibles, los ataques enemigos por va martima, con
barcos que aparecan de repente
Al lado de esto juzgaba Cicern que tambin
eran ms fcil presa de la corrupcin en las costumbres. En ellas se mezclaban las lenguas, los usos y
las instituciones; no podan stas funcionar en su
integridad*". Ejemplos de ciudades martimas con
todos sus vicios e inconvenientes haban sido Cartago y Corinto. Sus pobladores no cultivaban los
campos, no manejaban las armas; todo lo dominaba
el deseo de navegar. El lujo y la molicie se unan a
esta inquietud
El hombre de la ciudad martima
es inquieto, mudable; su pensamiento recorre el mundo, aunque est quieto
Grecia, tanto la insular como la peninsular, estuvo siempre contina el grave romano dominan Estr. III 2, 3.
38 Cicern desarrolla sus ideas a partir del punto
vista ms especulativo de Arist. Pol. 1304 b 19 ss., etc.
39 Cic. Resp. II 3, 6.
40 Cic. Resp. II 4, 7.
41 Cic. Resp. II 4, 7-8.
42 Cic. Resp. II 4, 7.
138
de
4.
43
44
4r.
Cic. Resp.
Cic. Resp.
Cic. Resp.
II 4, 9.
II 4, 9.
n 5, 10; II 6, 11.
139
II 1 5 6 1 5 7 ) .
140
LOS
REYES EN
LA ESPANA
ANTIGUA
Estr. III
BO
61
2
4,
2.
141
142
hos
princi
5.
Los
ed.,
139,
le l l a m a
rey.
143
144
71
2
73
74
se con
145
75 Liv. X X X V i n 16 y Just. X X V 2.
76 Pero hay personajes que apetecen ser reyes y producen
la Inquietud consiguiente, como el padre de Verclngtorlx (Csar, De bello Gali. VH 4, 1). El hijo es llamado rey por los
suyos (ibid. V H 4, 5). Las circunstancias son distintas y
condicionan el nombramiento.
77 Liv. XXXIV 11 {F.B.A. Ul 182).
146
LOS REYES E N LA E S P A N A
ANTIGUA
147
86
8
XXVI
87
148
6.
NOBIBRES
149
93
F.H.A.
I I I 117-118.
5
98
150
Herd. I 7 y V 7 4 .
Ap. III. 2 .
151
llercauonia
Illercaonia
e Illurgauo
y sus pobladores : Ilercaones^^^, Ilergauonenses^^^ o Illurgauonenses
En zona ibrica tambin hallaremos memoria de unos Illuersenses^'^'^ o Ilursenses^^^ ; y parece
que, por otra parte, hay que relacionar estos nombres con otros aquitanos correspondientes a ciudades (ciuitas luronensium) "-^ y antropnimos
En
el Sur hallaremos Iluro^^^, Ilurco ""j Illurcis^^'', Ilor 1 1 ^ , ciudades conocidas, y tambin hay memoria
de un nombre real relacionable con stos. En efecto,
en el ao 193 cautiv Flaminio al rey Hilernus o Ilernus, derrotado cerca de Toledo o Toletum dirigiendo
una confederacin de vetones, vacceos y celtberos"". Un ao despus, el 192, tom la ciudad de
105 Muniicipium)
Hibera lulia llercauonia Dertosa en monedas del tiempo de Tiberio (F.H.A. III 79).
106 Liv. fr. de XCI (F.H.A. IV 187-188).
107
Cf. n. 110.
108 Liv. ibid.
109 Liv. XXII 21 (F.H.A. III 68).
110 Cs. De bello ciu. I 60, 2 y 4 (F.H.A. V 47).
111 Bronce de Ascoli (C.I.L. I 2, 709).
112 Plin. N.H. III 24.
113 Oloron, en la prouincia Nouempopulana,
segn la noticia de las provincias y ciudades del Imperio (395-423), donde los nueve pueblos son doce. Cf. o. c. en la nota que
sigue.
11-4 Y aun nombres de dioses como Deo / Iluroni en Mondllhan; cf. J. S A C A Z E : Inscriptions
antiques
des
Pyrenees,
Toulouse, 1892, 291-292 (n." 238). Sobre las ciudades de la
Novempopulana, o. c , 546-547.
118 Plin. N.H. III 22.
118 Plin. N.H. III 10. Cf. GMEZ MORENO: El
municipio
urconense, en o. c, 391-401.
117
C.I.L.
118 Plin. N.H. III 9.
119 Liv. XXXV 7, 6 (F.H.A. III 196).
152
153
154
7.
CONSECUENCIAS
En suma, a travs de datos escasos y fragmentarios en verdad puede sostenerse que la realeza fue
ya conocida por los pueblos del Sur de la pennsula
Ibrica en poca indeterminada de la Edad de Bronce.
Antes de que aparecieran las dinastas de los reyes
tartesios, objeto de mitos y leyendas, debieron de
existir monarcas cargados de atributos religiosos,
como parecen abonarlo las grandes cmaras sepulcrales del Sur, tan emparentadas con las de zonas
orientales del Mediterrneo i^.
All tambin parece que se elaboran mitos histricoculturales acerca del significado de estos reyes,
mitos que recuerdan asimismo los relativos a otros
pueblos del Mediterrneo preclsico. La institucin
real llega all como un signo ms de civilizacin superior, cosa que es reconocida por los griegos, siempre ms objetivos y observadores que los romanos,
pese a su desprecio global hacia todos los brbaros.
Pero, entre los siglos VI y III a. J. C . es claro que
las monarquas meridionales cambian de configuracin y se fragmentan; y as, fragmentadas, nos las
12
G A R C A Y B E L U D O : Hispania
Graeca I 1 - 4 2 comenz
planteando la relacin. Pero recordemos hechos m s antiguos
en los fastos de la Arqueologa en general. Ntese la expresin
que ya en 1 9 0 5 , hablando de los grandes sepulcros de Antequera, utiliz G M E Z M O R E N O (cf. Arquitectura
tartesia:
la necrpoli de Antequera, en o. c, 1 0 5 - 1 3 0 ) ; y, aunque desde la fecha
a la que se pueden atribuir aqullos a la de los primeros testimonios histricos sobre Tarteso hay al parecer bastante distancia, no cabe duda de que puso de relieve la existencia de un
conjunto histrico-cultural relacionable.
155
JULIO
CARO
BAROJA
156
PUEJBLOS D O N D E P A R E C E H A B E R S E REGISTRADO E L
REGIMEN MONRQUICO
I)
II)
III)
IV)
V)
VI)
VII)
VIII)
Turdetanos
Trdulos y otros
Oretanos
Bastetanos
Carpetanos
Contstanos
Edetanos
Ilergetes
157
136 Estr. I 3, 2:
,
5 5 ; ;
. Comprese con el texto y a aducido
de Diod. IV 60, 3 : oOros ;
; .
158
car en causas polticas ms complejas que las sealadas por algunos grandes historiadores del siglo
XIX, que siguieron a otros clsicos.
En los grados que seala Cicern dentro de la sociedad, los que quedan constituidos por los hechos de
pertenecer a la misma gente (gens), nacin (natio) y
lengua (lingun) son, segn P^*, menos importantes
que el de pertenecer a la misma ciudad (ciuitas). Este
sentimiento explica en gran parte las fragmentaciones de los estados muy antiguos y las rivalidades
entre ciudades de origen parecido; rivalidades que
pueden darse tambin entre familias de la misma
ciudad por deseo de sostener una hegemona o apoderarse del mando.
Pero habremos de admitir antes la existencia de
estados menos particularistas y basados en otros intereses generales.
159