Simbolizacion Schkolnik

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Revista Uruguaya de Psicoanlisis 2007 ; 104 : 23 - 39

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El trabajo de simbolizacin.
Un puente entre la prctica psicoanaltica
y la metapsicologa
Fanny Schkolnik1

La ampliacin del campo psicoanaltico a partir del trabajo


con pacientes cuya conflictiva desborda lo que podramos
considerar como propiamente neurtico ha dado lugar a un
creciente inters por el tema de la simbolizacin. Un necesario
replanteo metapsicolgico se fue dando tanto en relacin a la
estructuracin psquica como al encare psicopatolgico y la
prctica del psicoanlisis. Pero al mismo tiempo se fueron
desplegando distintos modos de concebir esta nocin, dando lugar
a dificultades de comunicacin en el marco de la misma
comunidad psicoanaltica. Mi inters por el tema empez a partir
de los interrogantes que surgan en la tarea de anlisis, en
particular, con pacientes que me enfrentaban a dificultades que
me impedan continuar trabajando orientada a las manifestaciones
de lo inconciente reprimido. Fue as que me acerqu a diversas
lecturas que me llevaron a conectarme con la propuesta de muchos
analistas actuales, vinculadas a lo que entienden como carencia
representacional en el caso de pacientes cuyos trastornos se ponen
de manifiesto en el rea del acto o de la percepcin. (10 a) (2).
Tambin encontr que solan adjudicarse estas carencias solamente
a las patologas narcisistas y a las psicosis. Planteos que me

1. Miembro Titular de A.P.U.- Francisco Muoz 3013/ 401-Tel. 7070261. Montevideo.


E-mail: [email protected]

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resultaron estimulantes para intentar una mayor aproximacin a


estos problemas y para ubicarme en mi propia perspectiva. En
este sentido, entend que era importante repensar el concepto de
representacin tal como lo utilizamos en psicoanlisis.

El problema epistemolgico de la representacin


Sabemos que la utilizacin de un concepto que proviene de
otras disciplinas, constituye una dificultad epistemolgica que
tiene que ver con los nuevos sentidos que surgen como
consecuencia del contexto diferente en el cual queda incluido el
trmino que se est manejando. De ah que la nocin de
representacin que proviene de la filosofa, punto de origen desde
el cual se han ido desgranando las distintas entidades cientficas y
humansticas, requiere una necesaria reformulacin para que
podamos ubicarla en la metapsicologa, que constituye el
fundamento terico propio del psicoanlisis. Cualquier concepto
empleado en determinado mbito terico, al incorporarse a una
disciplina distinta se vincula con otros que son propios de ese
nuevo espacio y sufre transformaciones que dan lugar a cambios
desde el punto de vista de su significacin. Esto es sin duda fuente
de desencuentros y malos entendidos entre quienes se manejan en
la misma disciplina y plantea importantes dificultades en el dilogo
que se establece a nivel interdisciplinario (3). Por eso, hay que
tener en cuenta que si bien el aporte de otras disciplinas nos
enriquece, no nos tiene que llevar a perder la especificidad del
contexto terico en que nos movemos.
Es imprescindible entonces ubicar el concepto de representacin en el marco del psicoanlisis. Esto supone el reconocimiento de que en esa trasposicin adquiere un nuevo significado,
desde el momento en que pasa a formar parte de una conceptualizacin que habla de un aparato psquico cuyo funcionamiento
est sustentado esencialmente en la nocin de inconciente con la
consiguiente divisin del sujeto descentrado del plano de la
conciencia. Desde esta perspectiva, lo representable y lo

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irrepresentable tendrn que ser pensados en funcin de una


concepcin del psiquismo que establece una ruptura
epistemolgica con la filosofa de la conciencia en la que nace la
nocin de representacin.
Las definiciones de representacin que surgen de la filosofa
subrayan, por un lado, la idea de una reproduccin en la conciencia
de las percepciones, presentes o pasadas (4), y por otra parte
consideran que la representacin es la imagen mediante la cual se
conoce la cosa (1). Es decir que a partir de estos planteos habra
que aceptar que la memoria reflejara verdaderamente los
acontecimientos vividos y que a travs de la representacin se
podra acceder a un conocimiento que se dara exclusivamente a
nivel de la conciencia.
Hay dos elementos de la conceptualizacin filosfica que me
parecen fundamentales para encarar el problema: la idea de que
la representacin tiene que ver con el conocimiento de las cosas
del mundo y la vinculacin que se establece entre la representacin
y las percepciones, presentes o pasadas, que de alguna manera
hacen marca en el psiquismo. Pienso que podemos aceptar que la
representacin para el psicoanlisis tambin se vincula con la
memoria y el conocimiento, pero teniendo en cuenta que esa
memoria y ese conocimiento estn en estrecha relacin con un
aparato psquico movido por el deseo, que hunde sus races en el
inconciente.
Desde nuestra perspectiva, lo percibido no se refleja directamente en la representacin, sino que se procesa, traduce o metaboliza en funcin de una dinmica pulsional que depende de las
vivencias que se dan en el encuentro con el otro.
Este encuentro primordial est en el origen de la pulsin dado
que es a partir de l que se produce la transformacin de lo
biolgico en psquico en funcin de la cualidad del investimento
de ese otro, que a la vez introduce al sujeto en el mundo del
lenguaje y la comunicacin.
Los mensajes que vehiculizan deseos inconcientes del otro
originario juegan un papel fundamental en las caractersticas de
lo que se inscribe en el psiquismo, pero tambin habrn nuevas

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inscripciones a partir de situaciones vitales diversas en relacin


con otros significativos.
Por otra parte, en cuanto a su vinculacin con el conocimiento, la nocin de inconciente nos lleva necesariamente a una
distinta perspectiva respecto a los aportes que provienen de una
psicologa de la conciencia, porque la tarea de conocer compromete
a todo el aparato psquico, aunque en apariencia se manifieste
slo a nivel conciente. La experiencia analtica nos ensea que lo
inconciente juega un importante papel tanto en los deseos como
en las limitaciones respecto al conocimiento. Y al mismo tiempo
hay que tener en cuenta que en nuestra concepcin del
conocimiento mantienen toda su vigencia las afirmaciones de Freud
en cuanto a que, en su naturaleza real, tanto las cosas del mundo
externo como las del mundo interior, son incognoscibles. ( 5 f )
Las conocemos en base a la forma en que se representan en
nosotros, con las inevitables distorsiones a que da lugar el conflicto
entre lo pulsional y las limitaciones que imponen el yo y el superyo.
El concepto que se maneja de representacin en el propio
campo del psicoanlisis es diferente segn los autores. Esto ha
llevado a muchos analistas a buscar sustituirlo por la nocin de
significante que a mi modo de ver tampoco resuelve las cosas,
porque al proceder de la lingstica tambin da lugar a los ms
diversos malentendidos. Sin embargo, creo que los aportes de
algunos autores franceses han contribuido a profundizar en la
comprensin y caracterizacin de esas primeras inscripciones que
se dan en el psiquismo, antes del acceso al lenguaje y que persisten
en lo inconciente sin ser traducidas, sin quedar disponibles al
trabajo de la represin.
As, por ejemplo, Rosolato (9) habla de significantes de
demarcacin, para dar cuenta de las marcas que quedan en la
memoria de las impresiones, sensaciones o experiencias, que por
corresponder a la poca previa a la adquisicin del lenguaje, o
por su intensidad excesiva, no pueden ser puestas en palabras.
Tambin Laplanche (8 b) se refiere a estas marcas, caracterizndolas como pre-inconcientes, trabajando con el modelo freudiano
de la carta 52 (5 a), en el cual los llamados signos de percepcin

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constituyen una primera transcripcin de las percepciones, por


completo insusceptibles de conciencia y articulada segn una
asociacin por simultaneidad. Y para referirse a estas primeras
marcas Laplanche habla de significantes enigmticos, anteriores
al establecimiento del yo. Son significantes porque hacen signo,
tienen efectos en el psiquismo y en el vnculo con el otro. En esta
lnea de reflexin plantea que con la represin originaria se
constituye el yo y un resto no traducido de significantes enigmticos
des-significados que dan lugar al inconciente. Con la represin
secundaria, en su doble movimiento de desinvestidura y contrainvestidura a nivel del preconciente, se dar la incorporacin de
nuevos significantes des-significados a lo inconciente, que a su
vez encontrarn la barrera defensiva impuesta por dicha contrainvestidura.
Con estos y otros planteos sobre el significante, desde su
ubicacin metapsicolgica hasta el alcance que puede tener en la
clnica, se enriquece la concepcin que podemos tener acerca de
las distintas inscripciones en el psiquismo, que en el encare
freudiano han quedado ubicadas en un alto nivel de abstraccin
que hace difcil la posibilidad de utilizarlas como instrumento
terico en la tarea prctica.
Pero an teniendo en cuenta las complejidades que nos plantea
el uso del concepto de representacin, yo pienso que no hay un
sustituto mejor y que tiene la ventaja sobre otros del peso
metapsicolgico adquirido por pertenecer a los orgenes de la
teorizacin freudiana y haber acompaado durante todos estos
aos los distintos desarrollos tericos de diferentes autores
psicoanalticos. Podemos entonces rescatarlo para el psicoanlisis
en tanto consideremos que con esta afirmacin nos estamos
refiriendo a las diversas inscripciones que se dan a partir de los
primeros contactos con el otro. Desde el momento en que las
marcas de lo percibido son investidas por la pulsin habr
inscripciones, que aunque no siempre est disponibles para ser
procesadas por un trabajo psquico de simbolizacin que lleve a
la emergencia de sentidos, de una u otra forma darn lugar a
diversas manifestaciones a nivel de la clnica.

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Por eso creo que si bien nuestra prctica clnica nos lleva
muchas veces a pensar en una carencia representacional, con una
afirmacin as nos alejamos de la dimensin propiamente psquica
para ubicarnos en un registro fenomenolgico, admitiendo que
muchas vivencias no traspasaran el umbral de lo perceptivosensorial. Lo que suele calificarse como irrepresentable tendra
que ver entonces, tal como yo lo entiendo, con una falla en las
posibilidades de simbolizacin por dificultades de establecer a
nivel del psiquismo las traducciones necesarias que permitan
realizar los encadenamientos representacionales que instauren un
registro metafrico que habilite la resignificacin a travs de la
palabra. Aunque tambin es cierto que a partir de la relacin con
el otro el sujeto ya est necesariamente inmerso en un mundo de
lenguaje.

Qu entendemos por simbolizacin?


Hablar de simbolizacin implica entonces, de acuerdo a mi
criterio, (11 d) el trabajo psquico a partir las vivencias que se
dan en el encuentro-desencuentro con el otro y que en base a los
movimientos metforo-metonmicos a nivel representacional
configuran cadenas de representaciones mediante las cuales se
constituye lo que podramos concebir como una verdadera malla
que permite la circulacin del afecto. Una malla siempre disponible
para una permanente reestructuracin y movilidad. El trabajo de
simbolizacin supone la ligazn libidinal necesaria para mantener
esa malla, para que puedan darse los cambios que permitan al
crecimiento psquico, pero a la vez la desligazn, las rupturas
que posibiliten el establecimiento de nuevos lazos. Lo no
simbolizado es lo que no cambia. Ya sea porque hay un exceso de
ligazn, con lazos inamovibles, o porque una desligazn tambin
excesiva no permite establecer las redes y estructuras simblicas
susceptibles de organizar de alguna manera lo que proviene del
otro y de lo pulsional, habilitando la resignificacin y la
consiguiente apertura al sentido. Por otra parte, esa malla siempre

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presenta hilos sueltos, ligazones que no se pueden establecer,


representaciones que slo corresponden al registro perceptivomotriz o que se mantienen reprimidas sin poder establecer lazos
con la palabra.
En cuanto al papel de la simbolizacin en la constitucin del
psiquismo, me parece importante subrayar los aportes de
Laplanche, Green y Rousillon que me han sido importantes en
ese sentido.
Laplanche (8 b) se refiere a la importancia del otro para
promover la transformacin de los montajes sensorio-motrices del
infans propios del mbito biolgico a las representaciones y afectos
que caracterizan al psiquismo. En su planteo destaca la
trascendencia de los mensajes enigmticos que provienen de lo
pulsional inconciente del otro que instauran una situacin
traumtica y sexual originaria que implanta los significantes
enigmticos como primera inscripcin del vnculo originario. Las
caractersticas de este encuentro primordial con el otro sern
fundamentales para favorecer o no las transformaciones que estn
en la base del trabajo de simbolizacin.
Por su parte Green ( 6 a ) maneja la idea de una construccin
de la ausencia de la madre, en presencia de ella, alucinacin
negativa de la madre como estructura encuadradora del yo para
habilitar el proceso de simbolizacin y subjetivacin. Al borrarse
como objeto primario de fusin la madre habilita el investimento
de otros objetos. Tal como yo lo entiendo, Green parte de la nocin
de alucinacin negativa para considerar las posibilidades o
limitaciones de la investidura libidinal en relacin a lo que entiende
como funcin objetalizante, vinculada a la pulsin de vida ( 6 b ).
Con ella, se promueven relaciones de objeto, transformando
estructuras en objetos y dando lugar a un trabajo psquico que se
sostiene en una investidura significativa. Mientras que en el caso
de los distintos destinos patgenos habra un predominio de la
funcin desobjetalizante, vinculada a la accin desligante de la
pulsin de muerte
Y Rousillon (10 c ) subraya el papel simbolizante del objeto,
por su disponibilidad libidinal para ser usado en ese necesario

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trabajo de presencia-ausencia que permite precisamente construir


la ausencia. En el marco de ese vnculo se da lo que l califica
como simbolizacin primaria, que promueve la transformacin
del signo de percepcin en representacin cosa y el de
simbolizacin secundaria, vinculado a la traduccin de esta ltima
en representacin palabra. Tambin plantea que las dificultades
en el proceso de simbolizacin primaria daran lugar a entidades
psicopatolgicas que desbordan el registro propio de las neurosis
y que califica como patologas identitario-narcisistas.

Perspectivas psicopatolgicas
La importancia que en las ltimas dcadas ha pasado a tener
la diferencia entre lo inconciente escindido y lo reprimido est
muy vinculada a una mayor experiencia clnica que ha dado lugar
a importantes avances en el conocimiento de cmo inciden los
diferentes niveles de simbolizacin en los destinos patgenos de
las fallas estructurales del psiquismo y en las caractersticas de
las distintas entidades psicopatolgicas.
En las patologas que desbordan lo propiamente neurtico
nos encontramos en la clnica con expresiones de un modo de
funcionamiento que catalogamos como arcaico, que en alguna
medida ya Freud lo tena en cuenta al referirse a los fenmenos
residuales.(5g ) Lo arcaico no es lo originario sino la expresin
en el a posteriori, en un psiquismo ya constituido, de fallas a nivel
de la represin originaria y una fuerte desmentida de la alteridad
que da lugar a la persistencia del narcisismo primario, afectando
la instauracin de la represin secundaria y la constitucin del
yo. La tendencia a la indiscriminacin da lugar a vnculos
fusionales y un conflicto marcado tanto por el pnico del encierro
en lo fusional como por la posibilidad de ruptura con el objeto. A
este se le suman en la clnica las actuaciones, la intolerancia a las
frustracin, las manifestaciones de una sexualidad pre-genital y la
agresividad frecuentemente orientada al masoquismo (11 e).
En la modalidad de funcionamiento neurtico, lo fallante est

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en la represin secundaria y las manifestaciones a nivel de la clnica


responden al retorno de lo reprimido. La sexualidad est marcada
por los deseos incestuosos propios del Edipo que entran en
conflicto con la prohibicin. El narcisismo secundario centrado
en las aspiraciones de completud es un narcisismo flico que
plantea dificultades para aceptar los lmites y a la vez encuentra
el lmite en la amenaza de castracin. Y sus manifestaciones
sintomticas constituyen formaciones de compromiso que se
despliegan en el registro de lo que Rousillon calificara como
simbolizacin secundaria.( 10 c )
Si mantenemos la idea de que lo que no cambia, la falta de
movilidad en el psiquismo habla de una falla en la simbolizacin,
tenemos que aceptar que las limitaciones en las posibilidades de
simbolizacin no corresponden slo a las patologas que
desbordan el mbito propio de las neurosis sino que estn
presentes en todas las patologas. Acaso el carcter repetitivo del
sntoma en el paciente neurtico no nos est mostrando lo coagulado, lo que no cambia, dando cuenta de una simbolizacin
fallante? Pero es cierto que en la repeticin vinculada al retorno
de lo reprimido, los caminos para alcanzar con el anlisis un
procesamiento y movilizacin de eso coagulado, estn en cierto
sentido ms disponibles.
En el caso de lo desmentido y escindido, que tambin suele
estar presente en alguna medida en pacientes neurticos, nos
enfrentamos a dificultades ms importantes en las posibilidades
de simbolizacin, al comprometerse el registro metafrico,
imprescindible para el trabajo elaborativo que permanentemente
tiene que realizar el psiquismo. Retomando el concepto de
representaciones-meta que Freud utiliz en sus primeros trabajos
( 5 b ), concibindolos como elementos inductores cuyo papel
sera el de guiar el curso de las asociaciones, me he planteado que
la carencia de dichas representaciones a nivel del preconciente
sera, en el caso de lo escindido, un importante obstculo para la
organizacin de las secuencias representacionales que se
establecen en el proceso de simbolizacin. Tiene que ser el analista
quien proporcione dichas representaciones.

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Freud se acerc a pensar en los trastornos de simbolizacin


en sus planteos acerca de las neurosis actuales, particularmente al
referirse a la neurosis de angustia (5a) hablando de una angustia
libremente flotante que aunque se fije a alguna representacin
dando lugar a una fobia, no establece una cadena representacional.
No hay posibilidad de reconducir a otra representacin ms
originaria, ni al conflicto que da lugar a los sntomas.
Ya desde hace algunos aos me ha parecido importante abordar lo desmentido y escindido en las neurosis, coexistiendo con lo
reprimido (11b). Si bien la estructuracin psquica se realiza en torno
a una represin originaria que permite la discriminacin yo no-yo, su
carcter fallante hace que el narcisismo flico que apunta al deseo de
completud, propio de la represin secundaria, en este caso est
acompaado por un narcisismo arcaico vinculado a la desmentida
de la alteridad. Junto a las manifestaciones clnicas del retorno de lo
reprimido nos encontramos con diversas expresiones sintomticas
de lo escindido, que se caracterizan por la falta de lmites, la confusin,
la indiscriminacin en los vnculos y la tendencia a las actuaciones
muchas veces acompaadas por una llamativa puerilidad.
En los fronterizos, las perversiones, los pacientes psicosomticos y otros cuadros que se incluyen entre las llamadas
patologas narcisistas, el narcisismo arcaico juega un papel
fundamental, dado que se estructuran bsicamente en torno a la
desmentida de la alteridad, de la castracin y de la muerte. Aunque
la escisin del yo les permite acercarse parcialmente a un
funcionamiento ms neurtico, no deja de ser una escisin fallante;
en alguna medida lo arcaico no queda limitado slo a un mbito
de la vida psquica del sujeto (11d).
En las psicosis, pienso que un punto de partida posible para
entender los importantes trastornos de simbolizacin es lo que
deca Freud en el Caso Schreber: lo abolido adentro retorna desde
el exterior. Lo no simbolizado, vinculado a lo ominoso y mortfero
vivenciado en la relacin con el otro, retorna en el delirio. Pero el
delirio ya es un intento de curacin, lo verdaderamente psictico
es lo abolido adentro, lo no simbolizado, lo forcludo, como
propone Lacan ( 7 ).

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El trabajo de simbolizacin en el anlisis


Podramos decir que el encuadre, la transferencia, la abstinencia y la interpretacin, constituyen los pilares del mtodo psicoanaltico que mantienen una permanente interrelacin entre s y
contribuyen a sostener el trabajo de subjetivacin que nos proponemos en el anlisis. El manejo que hacemos de ellos debe
contemplar la suficiente flexibilidad para atender las caractersticas
propias de las distintas entidades psicopatolgicas y la singularidad
de cada paciente.
Muchos autores sealan que el encuadre sigue el modelo del
sueo, en cuanto a la restriccin perceptiva y motriz, instaurando
la prohibicin del incesto y el parricidio, el necesario lmite, en
presencia del otro invisible e intocable, que a su vez posibilita el
trabajo con imgenes visuales y el despliegue de la actividad
representativa a travs de la palabra en el anlisis. Green sostiene
que esta metaforizacin polismica caracteriza a la especificidad
de lo que l entiende como asociacin psicoanaltica ( 6 c ).
Rousillon tambin destaca el papel simbolizante del encuadre por
los lmites que establece y la posicin del analista que se ubica
fuera de la vista del paciente. Adems, seala que la disimetra
divn-silln, junto a la frecuencia de las sesiones, contribuye a la
construccin de la neurosis de transferencia manteniendo el
proceso vivo e intenso.( 10 b )
La abstinencia, estrechamente ligada al encuadre, implica
tambin una restriccin en las variables que pueden darse en el
vnculo. La regla, a la vez permisiva y de obligacin, opera tanto
para el paciente como para el analista. Y en este doble movimiento,
pulsional y restrictivo se generan las condiciones ms apropiadas
para promover ese proceso fermental del interjuego de las
transferencias en base a una actitud comprometida y libidinal del
analista con el paciente y el anlisis.( 11 c ).
Por otra parte, atendiendo a que desde el punto de vista
etimolgico la interpretacin se vincula a interrogacin,
interrupcin e interseccin, podemos pensar que verdaderamente
da cuenta de la actitud del analista que interroga, interrumpe y

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corta el discurso del paciente, para permitir que pueda salir de la


repeticin y se ubique en otras perspectivas. Se abre as la
posibilidad de reformulaciones y cambios en la relacin que se
establece entre los distintos elementos de la estructura psquica,
as como en la relacin con el otro.
Tambin me parece importante interrogar el concepto de
construccin que, a mi modo de ver, slo puede separarse de la
nocin de interpretacin en un plano descriptivo, pero no en cuanto
a sus efectos. Esa tarea de construccin est vinculada a las
ligazones que debe realizar el analista para relacionar distintos
tiempos, espacios y vnculos del paciente, con lo que se actualiza
en la transferencia. Se establecen as nuevos nexos, que permiten
el acceso a una historia distinta a la que se constituy como
resultado de un complejo interjuego entre los propios deseos
inconcientes del paciente y los de su contexto familiar.
Es en este sentido que podramos plantearnos que el trabajo
de interpretacin apunta por momentos a la deconstruccin, para
desarmar las construcciones ms o menos coaguladas del paciente
y, por momentos, requiere una labor de ligazn imprescindible
para promover la resignificacin y la simbolizacin, dando lugar
a posibilidades asociativas obstaculizadas por defensas de distinto
tipo (represin, desmentida, escisin). En ese espacio del anlisis en el cual circulan las transferencias, el trabajo psquico de
ambos participantes da lugar a un verdadero entrecruzamiento
representacional que abre la posibilidad de cambios en la dinmica
psquica del analizando (11a).
Un punto a tener en cuenta es el modo de intervencin del
analista de acuerdo a las caractersticas psicopatolgicas del
paciente. En las neurosis, si bien en alguna medida nos
encontramos tambin con lo escindido, lo cierto es que trabajamos
fundamentalmente con el retorno de lo reprimido. Los planteos
de Freud en sus trabajos de tcnica pienso que nos acercan a los
fundamentos de la interpretacin en el marco de la transferencia
cuando nos dice: proporcionamos al paciente la representacinexpectativa conciente por semejanza con la cual descubrir en s
mismo la representacin inconciente reprimida(5e). En el marco

El trabajo de simbolizacin. Un puente entre la prctica ... - 35

de los lmites que impone el encuadre y el calor de transferencia,


las palabras del analista pueden llegar a vencer por momentos las
resistencias que dan lugar al discurso defensivo, impidiendo la
aproximacin a lo inconciente para posibilitar una reconstruccin
ms verdadera.
Pero en el caso de patologas en las que predomina el funcionamiento arcaico no se trata slo de vencer las resistencias. Hay
que establecer puentes, realizar ligazones que permitan
recomponer esa malla fallante que no permite el acceso al sentido.
Tenemos que ofrecer representaciones-meta ( 5 b ), que
normalmente ejercen una atraccin sobre las otras representaciones
orientando el curso de las asociaciones, para facilitar ligaduras en
una malla que no permite el necesario encadenamiento
representacional. Laplanche (8 a ) propone que la atraccin que
ejercen estas representaciones-meta se debe a que representan
los fantasmas inconcientes, basndose en lo que dice Freud al
referirse a ellas como representaciones de deseo que responden a
la experiencia de satisfaccin. En el caso de estos pacientes la
carencia de dichas representaciones a nivel del preconciente
requiere que sea el propio analista el que en alguna medida las
proporcione para promover atraccin sobre las otras por efecto
de la transferencia. La tarea de simbolizacin e historizacin se
har relacionando situaciones y vivencias desconectadas entre s
y a la vez estableciendo los necesarios lmites para favorecer la
discriminacin.
Pero ms all de las caractersticas propias de las distintas
patologas, el proceso de anlisis y sus objetivos quedan en ltima
instancia relacionados con las posibilidades de simbolizacin.
Buscamos crear las condiciones para que el paciente se conecte
con lo propio a partir del encuentro con otro distinto al originario,
que a la vez favorece la actualizacin de vivencias del pasado. Lo
nuevo y lo viejo se condensan para intentar que, en la medida de
lo posible, se logre la resignificacin con posterioridad y el
procesamiento psquico de lo reprimido y escindido.

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Fanny Schkolnik

Resumen
El trabajo de simbolizacin.
Un puente entre la prctica psicoanaltica y la metapsicologa
Fanny Schkolnik
En el trabajo se destaca el creciente inters por el tema de la
simbolizacin en psicoanlisis a partir de la experiencia con
pacientes en los que se destacan las manifestaciones clnicas de lo
escindido, que desbordan el modo de funcionamiento propiamente
neurtico.
A partir de una ubicacin epistemolgica del concepto de
representacin la autora sostiene la vigencia de este concepto para
el psicoanlisis, sin dejar de admitir las complejidades que eso
implica y la riqueza de los aportes de autores que lo sustituyen por
la nocin de significante.
Se plantea que las marcas de lo percibido en el psiquismo
dado que estn investidas por la pulsin. constituyen siempre
alguna forma de representacin. No correspondera hablar de
ausencia representacional. Lo que muchos califican como
irrepresentable tendra que ver con la incidencia en el psiquismo
de representaciones que por sus limitaciones en la traduccin y
resignificacin daran lugar a fallas de simbolizacin de distinto
orden.
Al trabajar este concepto se apunta a reflexionar acerca de
las consecuencias de los trastornos de simbolizacin en la
psicopatologa y su papel en la prctica psicoanaltica.

Summary
The work of symbolization.
A bridge psychoanalytic practice and metapsychology
Fanny Schkolnik
This article emphasizes the growing interest on the topic of
symbolization in psychoanalysis from the experience with patients

El trabajo de simbolizacin. Un puente entre la prctica ... - 37

where clinical manifestations of splitting is significant and exceeds


a neurotic operational mode.
Starting from an epistemological location of the concept of
representation the author claims the validity of this concept in
psychoanalysis, taking into account the difficulties and
complexities at stake, and the richness of other authors proposals
where it is substituted by the notion of significant.
The marks of perceptions in the psyche, invested by the drive,
always become some sort of representation.
It would not be suitable to speak of a lack of representation.
What many refer to as irrepresentable corresponds with the
incidence in the psyche of representations that, due to their
limitations in translation or re-signification, give place to a failed
symbolization of a different kind.
The work on this concept aims to estimulate reflection about
disorders of symbolization in psychopathology and its role in the
analitical practice.

Descriptores: SIMBOLIZACIN / REPRESENTACIN


ENCUADRE PSICOANALTICO /
LO ARCAICO / RESEA CONCEPTUAL

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