Dante Salgado Ensayistica OP

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Salgado, D. (2004). Ensaystica de Octavio Paz (1era ed.). Mxico: UABCSPraxis. (pp.

12-55)

[Pgina 12]

El ensayo y el gnero argumentativo

Salgado, D. (2004). Ensaystica de Octavio Paz (1era ed.). Mxico: UABCSPraxis. (pp. 12-55)

[Pgina 13]
En busca de una definicin
La definicin de ensayo es una aventura arriesgada. Es un
trmino que no admite aseveraciones conclusivas; es una clase de
texto que desde su nacimiento formal, en el siglo XVI con Michel de
Montaigne, ya dejaba entrever que no se sujetara a frmulas fciles o
vagas descripciones. El ensayo va mucho ms all de un discurso
difcil de clasificar o de la simple caracterizacin que en los ltimos
aos ha recibido y que trata de ubicarlo como un molde que admite, en
apariencia, todo lo que no puede clasificarse en los gneros naturales
conocidos.
La misma denominacin es plurivalente en nuestra lengua.
Martn Alonso, en su Enciclopedia del idioma, ofrece varias
acepciones adems de la que nos ocupa como clase de texto:
operacin para averiguar la calidad de una mena o la ley de una
moneda; prueba privada de una pieza de teatro o msica antes de
representarla en pblico; escrito breve; y, gnero literario1. Aunque no
se trata, de hecho, de una definicin, es [Pgina 14] importante
sealar que Martn Alonso se refiere a un escrito en s y a un gnero
nominado de la misma manera; ambos para l son ensayos. No nos
ayuda a saber, de cualquier manera, en qu consiste o el escrito breve
o el gnero mismo, se limita a informarnos que existen con ese
nombre. No debemos exigirle demasiado porque aun a quienes se han
dedicado a la teora del ensayo les resulta dificil construir una
clasificacin y una definicin que logre ser absolutamente satisfactoria.
Estamos frente a un molde huidizo: por momentos indefinible.
Sin embargo, hay suficientes elementos que nos auxilian en la
bsqueda de la definicin de ensayo. Existen algunos que pueden
ayudarnos a vislumbrar qu clase de texto tenemos enfrente. El propio
Michel de Montaigne, en uno de sus ensayos clsicos y multicitado,
reflexion sobre sus tentativas que denomin ensayos y que podemos
utilizar como una primera aproximacin:
El juicio es cosa til a todos los temas y en todos
interviene. Por tal causa, en estos Ensayos lo empleo en
1

Martn Alonso, Enciclopedia del idioma, Mxico, Aguilar, 1991, Tomo II, Pg. 1739.

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toda clase de ocasiones. Si trato de cosa que no entiendo,


con ms razn ensayo el juicio, sondeando el vado a
prudente distancia, de modo que, si lo encuentro
demasiado [Pgina 15] hondo para mi estatura, me quedo
en la orilla. El reconocer el lmite de donde no se puede
pasar es un efecto del juicio, y aun aquel de que el
susodicho juicio se alaba ms. Otras veces miro si a una
cosa vana o balda podr el juicio darle cuerpo y apoyarla
y afincarla. Y aun en otras ocasiones lo paseo por un tema
elevado, pero manido, donde, por lo muy trillado que el
camino est, nada puede el juicio encontrar, sino slo
seguir ajenas huellas. En este caso es su tarea elegir entre
mil el camino que ms le convenga, diciendo luego que
ste o aqul ha sido el mejor elegido. Escojo al azar el
primer argumento con que doy, porque todos los considero
buenos por igual y nunca me propongo seguirlos enteros,
ya que no veo el conjunto de nada. Entre las cien partes y
caras de cada cosa, me atengo a una, ya para rozarla, ya
para rascarla un tanto, ya para penetrarla hasta los
huesos. No examino las cosas lo ms amplia, sino lo ms
hondamente que yo s; y con frecuencia suelo asirlas por
algn aspecto inusitado. Me aventurara a tratar con ms
profundidad alguna materia si me conociera menos y me
engaase en mi impotencia. Pero, conocindome, siembro
aqu una frase y all otra, como muestras de una pieza,
separadas, y sin propsito ni designio. No me he obligado
a hacer algo bueno, ni siquiera a atenerme a m mismo,
sino que varo cuando me place, entregndome a mis
[Pgina 16] dudas e incertidumbres y a mi soberana
maestra, que es la ignorancia.2

En esta cita, extensa pero necesaria, dej Montaigne las bases de la


ensaystica que, a lo largo de los siglos subsecuentes, fue cobrando
mayor importancia.
2

Michel de Montaigne, "De Demcrito y Herclito" en Ensayos completos, Mxico, Porra, 1999,
pg. 249 ("Sepan cuntos...", 600)

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Para el padre del ensayo, ste es un ejercicio del "juicio". No hay


temas predilectos: todos son buenos a cuenta que se conozcan los
lmites del juicio. Y es preferible irse a fondo que ampliamente sobre
un asunto. Nada obliga, en el ensayo, a no variar cuando as lo decide
el que escribe y el tema viene ms por el azar que por una decisin
premeditada.
Montaigne se limit a crear el ensayo; los estudiosos han
buscado explicarlo formalmente: desentraar cules son las reglas
internas que rigen esta clase de texto que suele moverse entre la
ciencia y la literatura, pero que posee personalidad propia.
Montaigne describi cmo operaba su pensamiento a la hora de
escribir ensayos; al hacerlo propona, querindolo o no, las primeras
normas [Pgina 17] de operacin de este discurso, que si bien han ido
variando por los cambios naturales que vive la humanidad, en esencia,
como tratar de ir demostrando en las siguientes lneas, se han
mantenido, y el modelo creado por el seor de la Montaa se sigue
utilizando para el ejercicio del juicio.
En la tradicin hispnica del ensayo hay un escritor con los
mritos suficientes para considerarlo un clsico de esta clase de texto:
Jos Ortega y Gasset. l tambin, como Montaigne, advierte al lector
sobre sus disquisiciones; en ellas encontramos elementos importantes
para tratar, ms que de definir al ensayo, de delimitarlo:
Estos ensayos son para el autor corno la ctedra, el
peridico o la poltica, modos diversos de ejercitar
una misma actividad, de dar salida a un mismo afecto.
No pretendo que esta actividad sea reconocida como
la ms importante en el mundo; me considero ante m
mismo justificado al advertir de que es la nica de que
soy capaz [...] Se trata, pues, lector, de unos ensayos
de amor intelectual. Carecen por completo de valor
informativo; no son tampoco eptomes son ms bien
lo que un humanista del siglo xvii hubiera denominado
salvaciones. Se busca en ellos lo siguiente: dado un
hecho un hombre, un libro, un cuadro, un [Pgina
18] paisaje, un error, un dolor, llevarlo por el
camino ms corto a la plenitud de su significado.
Colocar las materias de todo orden, que la vida, en su

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resaca perenne, arroja a nuestros pies como restos


inhbiles de un naufragio, en postura tal que d en
ellos el sol innumerables reverberaciones.3
Se trata de ver distintos ngulos de una misma cosa: el tema,
como en Montaigne, puede ser cualesquiera: desde el hombre mismo
hasta un cuadro o un libro; la excusa para que el juicio "vagabundee"
es lo de menos, lo importante es provocar que la luz del entendimiento
reverbere sobre el asunto elegido y sea capaz de proyectar sobre el
lector necesidades similares de atencin de las que gener en el
escritor.
Corno en el caso de Montaigne, tampoco se trata de una
definicin intencionada de qu es el ensayo; pero el hecho de que
Ortega y Gasset justifique su labor de ensayista nos permite apreciar
qu significa para este autor esa tarea de tomar un asunto y buscarle
el mayor nmero de lados posibles; y aunque l diga que no busca
que sea reconocida como la ms importante, y en un gesto [Pgina
19] mayor de modestia advierta que es de la nica (fue es capaz,
destaca, sobretodo, su inocultable intencin de "ejercitar el juicio".
A medida que se ha cobrado conciencia del ensayo, se ha
advertido tambin la dificultad para aprehenderlo conceptualmente.
Las explicaciones, la teora que en aos recientes se ha generado en
torno a esta clase de texto, dicen mucho sobre la importancia del
mismo.
Inici, deliberadamente, con un par de citas de dos escritores
fundamentales de la historia del ensayo, que si bien no definen a
cabalidad a este discurso, representan un punto de arranque para
repasar algunas de las ideas que tericos contemporneos han
elaborado para definir al ensayo o, mejor dicho, para explicarlo.
He utilizado, de manera indistinta, el concepto de clase de texto o de
ensayo para referirme al escrito en s y no he hablado de gnero para
aludir al texto en particular, como s lo hace Martn Alonso en su
definicin, por ejemplo, porque creo, siguiendo las ideas desarrolladas
por Mara Elena Arenas Cruz,4 que el ensayo no debe ubicarse
3

Jos Ortega y Gasset, Meditaciones del Quijote, Edicin de Julin Maras, Madrid, Ctedra, 1998,
pg. 44 (Letras Hispnicas, 206)
4
Mara Elena Arenas Cruz, Hacia una teora general del ensayo. Construccin del texto
ensaystico, Cuenca, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 1997.

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[Pgina 20] como uno de los gneros que ella llama naturales o
transhistricos, como son la lrica, la pica y la dramtica, sino que
debe colocarse al ensayo, corno clase de texto, dentro de un cuarto
gnero, tambin natural y transhistrico, que ella denomina
argumentativo:
Desde nuestro punto de vista y con el fin de situar el
ensayo en un marco genrico adecuado, resulta
actualmente impostergable la necesidad de ampliar el
paradigma genrico a cuatro categoras, con el fin de
poder perfilar una completa teora de los gneros
literarios que d cuenta de ese conjunto de clases de
textos no mimticos y de carcter argumentativo pero de
esencial vocacin artstica que tradicionalmente han
estado ausentes de la Poticas.5

En este cuarto gnero, adems del ensayo, se encuentra el


dilogo, la epstola, la miscelnea, la glosa, el artculo de opinin, la
literatura paremiolgica, la oratoria, el prlogo y el tratado.
Una de las dificultades que presenta el ensayo en su definicin y
clasificacin frente a los textos llamados ficcionales se debe a que,
segn [Pgina 21] Toms Albaladejo, est "situado en lo literario y en
lo no literario, mantiene una vinculacin plena con el arte del lenguaje
y en gran medida es definido en funcin de ste".6 Esta situacin
atiende Arenas Cruz cuando plantea clasificar al ensayo, junto con
otras clases de textos, en un gnero argumentativo.
Arenas sostiene que el ensayo ha sido considerado un tipo de
escritura ancilar con relacin a la literatura y que este menosprecio ha
provocado errores de ptica frente al ensayo.
Su clasificacin del discurso ensaystico como una "clase de
texto" obedece a una idea de "reglas" que rigen, en general, al gnero
argumentativo: "La clase no es ms que la codificacin de unas reglas
bsicas, sin carcter normativo, a partir de las que es posible

Ibid., pg. 22.


Toms Albaladejo, "Prlogo" a Hacia una teora general del ensayo de Mara Elena Arenas Cruz,
Opus cit., pg. 13.
6

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relacionar unos textos con otros".7 Al utilizar el trmino "clase de texto"


le permite incluir los literarios y los no literarios.
Para Arenas Cruz las clases de textos del gnero argumentativo
deben poseer, al menos, dos caractersticas fundamentales: [Pgina
22]
a) constitucin histrica; y
b) funcionamiento pragmtico.
El primer inciso se refiere al hecho de que toda clase de texto es
el resultado de la convencin, dentro de la literatura, en una
comunidad social y cultural especfica; mientras que el inciso b) est
referido directamente al a), pues las condiciones histricas
condicionan las pragmticas, que se entienden como "un tipo
particular de accin comunicativa, cuya articulacin de reglas
expresivas y referenciales, determinada y avalada por la tradicin
literaria, permite concebir la obra, comunicarla y que sea
adecuadamente leda".8
As, la clase de texto es un modelo cognitivo que sirve para la
creacin y recepcin de un producto textual en el marco de las
convenciones de la comunicacin literaria. Ya he mencionado qu
clases de textos compondran, a partir de la propuesta de Arenas
Cruz, el cuarto gnero llamado argumentativo. Es necesario decir que
este gnero, para la autora en cita, es natural, pues agrupa una serie
de produccin textual de carcter eminentemente reflexivo que tiene
una relacin estrecha [Pgina 23] con la conciencia humana y que no
se puede agrupar con las categoras ficcionales.
La nica matizacin que se impone es la necesidad de
establecer una gradacin de literariedad, que sirva para
delimitar dentro de cada clase los textos ms artsticos de
los ms didcticos o informativos.9
Las clases de textos argumentativos obedecen a reglas internas
propias, desde dos mbitos: uno, el sintctico-semntico (cmo se
7

Arenas Cruz, Opus cit., pg. 20.


Ibid., pg. 21
9
Ibid., pg. 28.
8

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dice y qu se dice), y el pragmtico (quin lo dice, a quin y con qu


intencin).
Arenas Cruz propone cuatro parmetros para describir el gnero
argumentativo:
mbito del referente (base semntica y relacin texto-realidad): Una
de las caractersticas ms singulares de las clases de texto
argumentativo con relacin a este mbito es que no se trata de textos
de la imaginacin como los de ficcin, sino que tienen una referencia
en la realidad efectiva: dependen de un modelo de mundo de lo
verdadero; asimismo, el autor implcito depende directamente [Pgina
24] y est subordinado al autor real; el discurso desarrollado es
responsabilidad directa del autor que "narra" pero tambin del autor
que "firma" el texto. Esta es una caracterstica muy importante en el
ensayo, pues no deja duda de la posicin asumida por el escritor.
En este sentido, hay otro terico del ensayo que ha desarrollado de
manera particular este ,unto, Carlos Piera, quien sostiene que lo
importante en el ensayo es que el "yo" que habla es el que suscribe y,
as, deja constancia del adecuado o inadecuado ejercicio de la
responsabilidad social del ensayista al momento de emitir sus juicios.
Para Piera, el rasgo fundamental del ensayo contemporneo es que
se trata de una clase de texto que reivindica la conciencia individual,
es decir, el ensayo es el espacio donde la prosa se presenta sin
necesidad de justificacin.10
Para Arenas Cruz el sujeto de la enunciacin articula un discurso
real y autntico que puede ser sometido a un enjuiciamiento tanto por
su carga de verdad como de falsedad as como por su sinceridad o
deshonestidad; advierte que, en [Pgina 25] el conjunto de clases de
textos argumentativos, existe un "pacto de lectura" en el que el lector
da por hecho que el autor implcito, al que identifica plenamente con el
autor real, se est conduciendo con verdad, es decir, que sus
aseveraciones admiten ser sometidas a juicio. Ya Montaigne, como lo
ver en un punto posterior, adverta a sus lectores que sus Ensayos
eran un libro de buena fe.

10

Carlos Piera, "La conveniencia de la prosa" en Revista de Occidente, nm. 116, Madrid, enero
de 1991.

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En este mbito del referente hay otro elemento importante,


adems de la carga implcita de verdad de la clase de texto
argumentativo, el ensayo debe poseer la categora de lo verosmil:
As, el referente del texto argumentativo est formado por
elementos tomados directamente de la realidad efectiva
(tanto natural como cultural), que es la que rige su verdad
o falsedad, pero tambin y sobre todo, por las
interpretaciones que el autor hace de dicha realidad, las
cuales no son ni verdaderas ni falsas, sino meramente
verosmiles.11
La verosimilitud de una argumentacin recaer en la posibilidad
del lector de confrontar lo ledo frente a las opiniones generales de la
comunidad [Pgina 26], mismas que el emisor deber tomar en cuenta
si quiere persuadir a su auditorio. La argumentacin, siempre
subjetiva, no tiene la obligacin de la demostracin, pues se mueve
siempre en el terreno de lo probable, de lo creble.
mbito sintctico-semntico (tipo de superestructura y modelo de
presentacin lingstica): Tambin la llama Arenas Cruz la
superestructura argumentativa y la presenta con dos componentes
indispensables: a) la tesis o presentacin del asunto, y b) su
justificacin argumentada, aun con pruebas no demostrativas; de este
segundo ingrediente depende la credibilidad del tema y la persuasin y
adhesin del lector.
mbito de la comunicacin (plano de la enunciacin autorial): Este
es un plano problemtico para el gnero argumentativo, porque las
clases de textos que lo componen difieren sus modos de presentacin
lingstica, sin embargo, a partir de este mbito se estudian esos
modos y las peculiaridades de las distintas situaciones enunciativas.
Ninguno de los diferentes modos de presentacin
lingstica que pudiramos catalogar (narracin,
representacin, exposicin, argumentacin, [Pgina 27]
11

Arenas Cruz, Opus cit., pg. 32.

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descripcin, instruccin, etc.) sirve por s mismo para


definir una clase de textos en el plano del enunciado,
pues no es infrecuente encontrar varios de ellos en un
mismo texto.12
Sin embargo, el rasgo predominante en el gnero argumentativo
es el equivalente al modo retrico-gramatical, es decir, aqul mediante
el cual el sujeto de la enunciacin informa, comenta, interpreta. As, la
exposicin argumentada, valga la redundancia, sera la que prevalece
en este gnero, sin descartar la posibilidad de que, simultneamente,
pudieran aparecer otros modos de presentacin discursiva.
Si, desde el punto de vista de la enunciacin, el gnero
argumentativo es esencialmente mono- lgico, porque el monopolio
del discurso lo tiene siempre el escritor, es un gnero que tiende a ser
dialgico por la posicin que asume el sujeto que enuncia frente al
lector al que se dirige y perfila sus disquisiciones. Ms adelante tendr
oportunidad de ampliar este punto, cuando repase los rasgos
esenciales de la clase de texto ensaystico en particular, [Pgina 28]
En el mbito de la enunciacin autorial existe una intencin
persuasiva por parte del sujeto de la enunciacin, apoyada en un
esquema retrico clsico que contiene tres elementos: el docere, con
el que se pretende influir intelectualmente en el lector; el delectare,
que busca, sobre todo, hacer atractivo el discurso y al que lo produce,
y el movere, que, mediante presin psicolgica, mueve al receptor
para que se incline a favor de las ideas expuestas en el texto.
El hecho de que, en las clases de textos del gnero
argumentativo, prevalezca la actitud discursiva o comentativa sobre la
narrativa deviene en que la posicin del escritor respecto a su
enunciacin tiende a ser subjetiva y personalizada. Asunto que
tambin repasar en lneas posteriores.
mbito de la actitud recepcional: Est relacionado al
comportamiento y participacin del receptor o lector de las clases de
textos argumentativos. Esta clase de textos busca, sobre todo, que el
lector tome partido por las ideas o posiciones desarrolladas en el
discurso argumentativo; para que se produzca esa respuesta
12

Ibid., pg. 37.

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perlocutiva del receptor tiene que haber una curiosidad previa por
parte de l hacia el texto y el tema. Si hay una respuesta del lector,
aunque sea de adhesin [Pgina 29] o rechazo, de solidaridad o
discrepancia, implicar su participacin en la discusin que el texto
plantea.
Es indispensable la respuesta del lector para constituir el
carcter dialgico, del que hablaba en lneas anteriores, y para que se
complete el proceso comunicativo textual perlocutivo.
Arenas Cruz, en un esfuerzo de sntesis terica, ha elaborado,
ms que una definicin, una descripcin del gnero argumentativo, del
cual forma parte, como clase de texto, el ensayo:
Los principios internos generales o condiciones-marco
que caracterizan al gnero argumentativo son los
siguientes: el referente textual est integrado por
elementos semnticos verdaderos y por interpretaciones
verosmiles de los mismos; la situacin de enunciacin
autorial es monolgica y con diversos grados de
personalizacin de la materia, por tanto, proyectada en
un dilogo explcito con un t gracias al predominio de la
actitud comentativa o experiencial; en el enunciado
predomina el modo lingstico de presentacin
expositivo-argumentativa y la fusin sincrtica entre el
autor real y el sujeto de la enunciacin, de manera que
su acto de lenguaje se considera serio y sus frases
pueden ser enjuiciadas en su valor de verdad o
falsedad; [Pgina 30] su construccin textual est
determinada por la presencia en la macroestructura de
una superestructura argumentativa que organiza las
partes del texto y delimita su contenido; de sta depende
el tono textual apelativo-persuasivo y la respuesta
perlocutiva del receptor que aqul determina.13
No est de ms puntualizar que esta caracterizacin es general y
su propsito es slo orientador, ya que debe considerarse el hecho de
que cada clase de texto del gnero argumentativo se manifiesta de
13

Ibid, pg. 44.

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manera muy singular, ha tenido un origen y una evolucin individual y


est sujeto a variaciones tambin particulares.
Las clases de textos argumentativos han tenido una funcin
tradicional como vas de comunicacin del pensamiento humanista y,
a diferencia del pensamiento puramente racional, utilizan no slo la
razn, sino tambin el ingenio para reflexionar y presentar sus
argumentos, que estn en el terreno de lo verosmil. El gnero
argumentativo explota las mltiples opciones que proporciona el
lenguaje metafrico y figurativo, no slo para seducir al lector, sino
tambin por un [Pgina 31] prurito esttico que busca decir de la mejor
manera sus expresiones que no se atienen a una sistematicidad en el
orden expositivo, sino que buscan el mejor efecto argumentativo que
mueva al lector a posicionarse del lado del expositor.
Escribe ensaysticamente quien compone experimentando,
quien rueda su tema de un lado para otro, quien pregunta,
palpa, prueba, quien atraviesa su objeto con reflexin,
quien vuelve y revuelve, quien desde diversos lugares
parte hacia l y en su atisbo intelectual rene lo que ve y
prefabrica lo que el tema bajo la escritura deja ver en
ciertas condiciones logradas.14
En el gnero argumentativo pervive una absoluta libertad de
argumentacin en la que el escritor utilizar los recursos que estime
pertinentes, aun los de la ambigedad del lenguaje, para convencer a
su lector. El orden de su razonamiento obedecer exclusivamente a
sus intuiciones y a su propia capacidad reflexiva. Los temas son todos
los del hombre comn, por tanto, slo de esta manera pueden
abordarse sin que le parezcan ajenos al destinatario de los mismos.
[Pgina 32]
Las clases de textos argumentativos ofrecen un campo extenso
de posibilidades expositivas, desde las puramente didcticas y
moralizantes, hasta las que persiguen slo exponer una posicin
personal, o las que buscan ofrecer informacin o presentar una crtica.

14

14 Max Bense, "Ober den Essay and seine Prosa", Merkur 3, Baden-Baden, Jg. 1, H. 3. Mrz,
1947. Mecanuscrito traducido al espaol por Marta Pia Zentella, pg. 4.

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El carcter humanista del gnero argumentativo le permite no


tener que plantearse la bsqueda de la verdad a travs de la razn,
sino simplemente debatir ideas en el mbito de lo razonable.
El ensayo en particular deviene en nuestro tiempo como un
inmejorable instrumento de comunicacin que, por su naturaleza,
facilita la reflexin de ideas de las distintas disciplinas humansticas
apoyndose no slo en argumentos verosmiles, sino tambin en las
herramientas que proporciona la retrica para persuadir y convencer.
Sobre los orgenes del ensayo
No obstante que de manera formal se considera a Michel de
Montaigne el padre del ensayo, hay evidencias, como deca el propio
Francis Bacon, de que "la palabra es nueva aunque el tema es viejo".
Si bien es cierto que a finales del siglo XVI la palabra referida a esa
clase de texto llamado por Montaigne ensayo es nueva, tambin lo es
[Pgina 33] que no podramos hablar de ensayos, propiamente dichos,
antes de Montaigne. Existen textos que s deben considerarse como
antecedente, necesario y explicable, de lo que Montaigne ide y
redact en su torre, pero que no tienen los elementos que
posteriormente caracterizaran a esta clase de texto argumentativo.
Se trata, como mencion en lneas anteriores, de textos que
forman parte de un cuarto gnero, aunque no reconocido abierta y
totalmente por la crtica, cuya caracterstica es la argumentacin en
sus distintos niveles: moralizantes o didcticos, y cuya existencia
prefiguraba la creacin, a finales del siglo XVI, de lo que Michel de
Montaigne llam ensayos.
Francis Bacon, a quien, junto con Montaigne, se considera
creador de esta clase de texto, hizo hincapi en que al menos haba
dos obras en la antigedad que deban considerarse propiamente
ensayos: las Epstolas a Lucilo de Sneca y las Vidas paralelas de
Plutarco. Sin embargo, hay tericos15 que manifiestan su discrepancia
con Bacon, aduciendo que si bien esas obras son precedentes
importantes no llegan a ser propiamente [Pgina 34] te ensayos como
se conciben a partir de los ltimos aos del siglo XVI. Jos Luis
Gmez-Martnez dice que: "Hay que esperar a las tendencias
humansticas del Renacimiento en un proceso de descubrir al
15

Cfr. Teora general del ensayo de Jos Luis Gmez-Martnez y la obra citada de Mara Elena
Arenas Cruz.

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individuo, ya que el carcter subjetivista y la proyeccin constante del


ser del escritor en sus ensayos no es concebible en la poca
medieval".16 El ensayo debe mostrar, necesariamente, no slo los
pensamientos del ensayista, sino tambin el mecanismo, el proceso
del pensar mismo, hecho que se dar, hasta finales del XVI con los
escritores ya sealados.
Un elemento, de suma importancia, caracterstico del ensayo es
el "yo". El narrador de los ensayos siempre se va a identificar con el
sujeto que firma el escrito. La individualidad es inobjetable.
No puedo olvidar una frase de Borges, que cobra relevancia en
esta disputa sobre el origen del ensayo, en el sentido de que los
grandes escritores crean a sus precursores; me parece que con el
ensayo se da un fenmeno similar: una vez que el genio del gascn
cre el ensayo, los estudiosos [Pgina 35] posteriores han intentado
buscarle precursores. Arenas Cruz ha construido una satisfactoria
explicacin para aclarar por qu lo producido antes de Montaigne no
puede considerarse como ensayos, en el sentido en que lo entendi el
propio Montaigne, sino que se trata de clases de textos que comparten
con el ensayo aires de familia por tratarse de textos de un mismo
gnero, el argumentativo:
Resulta incuestionable afirmar que el ensayo hunde las
races de su origen precisamente en las clases de textos
argumentativos que se recuperan en el renacimiento corno
cauces de comunicacin ideales para la enseanza, dentro
del marco de renovacin educativa del humanismo. El
ensayo surge como sntesis genial en una forma expresiva
original de algunos de los elementos formales presentes
en las clases argumentativas del sistema literario vigente a
finales del siglo XVI.17
Si es necesario puntualizar que Montaigne no slo no
desconoca a sus "precursores", sino que aprovech cabalmente lo
que ahora denominamos tradicin, pero le dio un giro, un vuelco,
[Pgina 36] que reorient al gnero argumentativo y le dio una nueva
clase de texto: el ensayo.
16
17

Jos Luis Gmez-Martnez, Teora general del ensayo, Mxico, UNAM, 1992, pg. 24.
Arenas Cruz, Opus cit., pg. 73.

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La diferencia ms notable que se establece entre el ensayo y sus


textos precursores es la intencin de uno y otros; mientras que los
ltimos buscan moralizar o ensear, el ensayo slo pretende, en
palabras de Gmez-Martnez, problematizar.
[Montaigne] empieza a sustituir la simple moralizacin por
la pintura de s mismo, ponindose como ejemplo real y
prctico de los problemas morales sobre los que
reflexiona. En este proceso, lo que Montaigne busca es
conocerse a s mismo a travs de un mtodo intelectual,
ensayarse a s mismo, en el sentido de experimentarse o
ejercitarse; como consecuencia, el yo pasa, poco a poco, a
un primer plano y se infiltra en toda la obra, constituyendo
uno de los rasgos ms importantes que perdurar en el
ensayo como clase de textos.18
Como simple ancdota comento que tanto Arenas Cruz como el
bigrafo francs Jean Lacouture19 sostienen que Montaigne estuvo a
punto de no crear el ensayo y utilizar uno de los [Pgina 37] moldes
existentes en la poca, pero su insatisfaccin personal por las formas
conocidas, y su capacidad genial, lo llev a confoimar un nuevo molde.
Lacouture, por su parte, atribuye a la muerte del amigo entraable,
Ettiene de La Botie, el hecho de que no hubiera utilizado la epstola,
por ejemplo, para verter sus ideas, toda vez que se qued sin un
destinatario de su estatura intelectual. De cualquier manera, las
especulaciones sobre el asunto slo pueden manejarse como notas
curiosas.
En lengua castellana hay un escritor, tambin del siglo XVI, que
debe tomarse en cuenta: Fray Antonio de Guevara; sus Epstolas
familiares (1542) son, a decir de la crtica, ejemplos inmejorables de
textos que anuncian la proximidad del ensayo pues consiguen una
comunicacin ntima con el lector y los temas son, como en el caso de
Montaigne, de diversa ndole.
Sin embargo, en los pases de habla hispana el desarrollo del
ensayo, con tal nombre, tuvo un avance disparejo. Hubo mucha
18
19

Ibid., pg. 65.


Jean Lacouture, Montaigne a caballo, Mxico, FCE, 1999 (Breviarios, 532)

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resistencia a utilizar la palabra empleada por Montaigne y Bacon, no


obstante que en nuestro idioma existe desde mucho tiempo atrs; en
el mundo hispano se tradujo de otra manera, tratando de explicar el
contenido de la obra de Montaigne; se utiliz [Pgina 38] "discursos",
"experiencias", "propsitos", "comentarios", "gustus", entre otros.
Arenas Cruz plantea una hiptesis muy atractiva para explicar por qu
el ensayo no pudo arraigarse en Espaa, o aun crearse ah, desde el
siglo XVI:
[La Inquisicin] actuando como un instrumento destructor
de la independencia y el progreso, impidi el nacimiento de
una clase de textos que implicaba el escepticismo, la
polmica y la afirmacin incondicional de la personalidad
individual, es decir, un determinado modo de conocer la
realidad.20
Aunque en el Poema de Mio Cid hay pruebas del uso de la
palabra ensayo, ser hasta la masificacin de los peridicos y revistas
cuando esta clase de texto cobra un auge inusitado y es,
particularmente, durante los siglos XIX y XX cuando toma carta de
naturalizacin en nuestros pases.
El romanticismo, con su fuerza individualista y su fe en la
persona, es un movimiento propicio para el cultivo de esta clase de
texto. No es raro que sea a partir del surgimiento de las ideas [Pgina
39] romnticas cuando el ensayo se vuelve ms importante.
En nuestros pases, proclives a la censura y herederos de la
contrarreforma espaola, no era de fcil arraigo un molde creado para
ejercitar el juicio con absoluta libertad. Hay evidencia plena que en
nuestro continente se instala de manera permanente durante los aos
previos al proceso de independencia de las colonias espaolas. El
gnero argumentativo, en particular el ensayo, viene a la perfeccin
para divulgar y refutar ideas. Jos Joaqun Fernndez de Lizardi debe
tenerse entre sus precursores, mientras que entre los idelogos de la
Independencia americana, que lo utilizaron para esa causa, deben
contarse a Simn Bolvar y Jos Mart, entre otros.

20

Arenas Cruz, Opus cit., pg. 81.

Salgado, D. (2004). Ensaystica de Octavio Paz (1era ed.). Mxico: UABCSPraxis. (pp. 12-55)

El nmero de escritores contemporneos que se han dedicado a


la escritura del ensayo es muy importante, mltiples antologas dan
cuenta de ello.21 No es mi intencin destacar quines se han servido
de esta clase texto para desarrollar sus ideas y proponer nuevos o
viejos puntos de vista, [Pgina 40] sino precisar que de ese grupo me
interesa, por la naturaleza del presente trabajo, Octavio Paz.
Caractersticas del ensayo
El autor: Desde la advertencia misma del libro de Ensayos de
Montaigne, de 1580, se ha fijado una condicin inquebrantable para
el escritor que asume esta clase de texto: el individualismo. Ya dije
que el Renacimiento fue muy importante para el desarrollo del "yo" en
la escritura; Michel de Montaigne asume a plenitud esta condicin
personalista:
He aqu un libro de buena fe, lector [...] Al hacerlo [...] No
he tenido en la menor consideracin tu servicio ni mi gloria
[...] Lo he dedicado al uso particular de mis parientes y
amigos [...] Aqu se leern a lo vivo mis defectos e
imperfecciones y mi modo de ser, todo ello descrito con
tanta sinceridad como el decoro pblico me lo ha permitido
[...] As, yo mismo soy el tema de mi libro...22 [Pgina 41]
Para Liliana Weinberg, esta protesta de "buena fe" que hizo el
gascn universal, al inicio de su libro, representa la clave del ensayo:
"La primera forma de autentificar el ensayo es la autenticidad del
intento".23 La buena fe, agrega Weinberg, comprende tanto la
perspectiva del ensayista como su capacidad de juicio que no se
apoya en un principio de autoridad sino en la subjetiva forma de

21

Cfr. El ensayo hispanoamericano del siglo XX, compilador John Skirius, Mxico, FCE, 1997; El
ensayo en Hispanoamericano, Edicin de Alberto M. Vzquez, Mxico, El colibr, 1972; El ensayo
mexicano moderno preparado por Jos Luis Martnez, Mxico, FCF., 1993; Breve historia del
ensayo hispanoamericano de Jos Miguel de Oviedo, Madrid, 1991; Fuentes de la cultura
latinoamericana, compilado por Leopoldo Zea, Mxico, FCE, 1995, entre otros textos.
22
Montaigne, Ensayos completos, Opus cit., pg. XXVII.
23
Liliana Weinberg, "Al lector" en El ensayo, entre el paraso y el infierno, Mxico, UNAM-FCE,
2001, p. 15.

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reflexionar sobre la condicin humana. La versin del mundo que


ofrece el ensayista es la que le dicta su personalsima experiencia.
El ensayo es, ante todo, interpretacin: de todo lo que nos rodea
pero tambin del "yo" que interpreta. Para Weinber, Montaigne
"descubre esta posibilidad de inflexin del yo",24 rasgo distintivo de la
nueva clase de texto que forj el seor de la Montaa.
Importa, en el ensayo, que el autor se comprometa con el texto:
que suscriba lo que dice en su escritura; caracterstica esencial que
contrasta con otras clases de textos en donde el "yo" narrativo, por
ejemplo en la poesa, no puede asociarse [Pgina 42] con el autor del
poema, mientras que en el ensayo es ineludible la responsabilidad del
autor: el "yo" narrativo es el mismo que firma lo escrito.
El ensayo [...] es el discurso ms eminente de la crtica y
de la interpretacin, de la exegtica y la hermenutica,
formas todas ellas que en buena medida se presuponen y
delinean modos operativamente similares, por lo comn
anlogos y hasta identificables, del principio que
determina la reflexin discursiva.25
La intencin del ensayista es seducir al lector, convencerlo de
sus opiniones y de sus argumentos hacindolo partcipe del debate
que sostiene en el papel; tiene que hacer gala de lo que Aulln llama
dialctica interior para conseguir ser ledo: su objetivo es el lector, a
quien se dirige directamente, sin rodeos. Por ejemplo, en la cita
inmediata que hice de Montaigne, aunque l mismo diga que no le
importa ni la gloria de escritor ni considere el "servicio" del lector, es
evidente que al redactar la nota inicial pensaba justamente en lectores
distintos a sus parientes y amigos; otro dato interesante al respecto es
que [Pgina 43] para la poca en que escribe resulta destacable que
haya visto ms de una impresin de su obra: el haber vencido las
dificultades de edicin es un indicio de que s le importaba que lo
leyeran. En la cita que hice de Ortega y Gasset tambin hay una
actitud similar a la de Montaigne, Ortega se dirige al lector para

24
25

Weinberg, "Decticos y ensayo" en El ensayo..., Opus cit., p. 30.


25 Pedro Aulln de Haro, Teora del ensayo, Madrid, Verbum, 1992, p. 24.

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prevenirlo de sus ensayos, as lo compromete no slo con el contenido


de la lectura, sino tambin con el ejercicio que implic la escritura.
El ensayista quiere que el lector comparta tanto las reflexiones
como el proceso mental que hace posible dicha comunicacin. La
intencin del ensayo, dice Gmez-Martnez, es problematizar un
asunto:
Las reflexiones codificadas en el ensayo se generan en
la confrontacin de dos sistemas, a la vez antagnicos y
dependientes entre s: el discurso axiolgico del estar
(valores que dominan y diferencian a la vez una poca
de otra), y el discurso axiolgico del ser (la conciencia
del autor de su historicidad, de estar viviendo ante un
horizonte de posibilidades e imposibilidades que
modelan su libertad). El ensayo hace del choque de
estos dos sistemas axiolgicos el tema de su reflexin.
Su
objetivo
es,
por
tanto,
problematizador,
26
deconstruccionista.
[Pgina 44]
As, el ensayista problematiza un asunto para provocar al lector,
para que ste se interese en su escritura y participe junto con l en
esa desconstruccin. Es imprescindible para el autor lograr la
"complicidad" del lector; el ensayo tiene esta caracterstica: el autor de
ensayos busca que el lector haga suyas las disquisiciones contenidas
en el texto, que participe en la argumentacin que dio pie a la
reflexin.
El tema: Cul es el tema de los ensayos? Existe un tema que
caracterice a esta clase de texto? La respuesta a estas preguntas es,
aunque suene paradjico, que el tema del ensayo son todos los temas
y que si algo caracteriza al ensayo es precisamente que no hay tema
desdeable, aun el ms aparentemente banal o cotidiano puede darle
la oportunidad al ensayista de lucir su capacidad reflexiva y
argumentativa. Montaigne dijo, en el ensayo "De Demcrito y
Herclito", que cualquier tema es bueno:

26

26 Gmez-Martnez, Opus cit., pg. 36.

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Escojo al azar el primer argumento con que doy, porque


todos los considero buenos por igual y nunca me propongo
seguirlos enteros [...] No examino las cosas lo ms amplia,
sino lo ms hondamente que yo s...27 [Pgina 45]
El tema es la excusa que tiene el ensayista para "pasear" su
juicio sobre un asunto. La importancia del terna radica en la capacidad
individual del que escribe de volverlo actual, atractivo. El inters que el
tema logre despertar en el lector ir en proporcin directa a la astucia,
la singularidad y la destreza del ensayista sobre el tema elegido. Sin
embargo, la actualidad del tema no tiene que ver con la nocin
cotidiana de historia, sino con la proximidad con el lector: en la medida
en que el receptor del texto se sienta parte del mismo le parecer
actual aunque el ensayista hable de los viajes intergalcticos o de los
hombres del neoltico. La capacidad del escritor de universalizar un
tema es su mejor arma para hacerlo actual. No podemos desdear
que el concepto "actual" debemos ligarlo al de oportunidad; no
obstante, son las circunstancias propias del discurso ensaystico las
que determinan esa misma oportunidad y, sobre todo, la aceptacin de
quien lo lee.
Montaigne mismo dict un lineamiento, sobre el tema,
indispensable en el ensayo: debe tratarse a profundidad, hasta donde
la propia capacidad del ensayista sea capaz de llegar; esta actitud no
implica necesariamente agotar el tema. Ahora bien, los temas del
ensayo suelen ser cotidianos, [Pgina 46] incluso domsticos; el que
se trate de lugares comunes no resta posibilidad al ensayista de, como
dice Ortega y Gasset, hacer que el sol d en ellos "innumerables
reverberaciones". Conseguir mirar de otra manera lo mismo es misin
del ensayista; si bien es cierto que no hay nada nuevo bajo el sol, s es
posible, a travs del ensayo, hacer que nuevos ojos se posen sobre lo
trivial o lo obvio con la luz de la reflexin y de un renovado espritu de
observacin. Tambin, podra agregar que es necesario amar el tema
para, como pide Ortega y Gasset, poder llevarlo "por el camino ms
corto a la plenitud de su significado".
La originalidad de los temas del ensayo no debe buscarse en los
temas mismos, sino en el tratamiento individual que el ensayista
27

Montaigne, Opus cit., pg. 250.

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ejercita sobre ellos. Es, en buena medida, la personalidad del escritor


la que va de por medio en la eleccin y desarrollo de un tema; su
cosmovisin ser definitiva en la presentacin de sus argumentos,
pero a su favor opera que: "No slo cuenta con el da que transcurre
ante sus ojos; tiene tambin a su disposicin los diez mil aos de la
humanidad para reflexionar".28
[Pgina 47] La estructura: Una de las caractersticas del ensayo
ms sealadas por la crtica es la de su estructura laxa. No debe
entenderse, sin embargo, que se trata de cualquier discurso escrito en
prosa. Sobre todo, es oportuno sealar que esta estructura debe
compararse con otras, particularmente con el tratado, la monografa o,
el artculo cientfico, por ejemplo; mientras que stos necesitan de un
mtodo para escribirse y tienen, de alguna manera, un fin pedaggico,
el ensayo no requiere ms que la libertad del autor. El ensayista,
contrariamente al tratadista, no necesita un orden externo en la
exposicin de sus ideas, basta con que sean comprensibles al lector y
ste se sienta atrado por ellas, si as sucede ser seal de que el
ensayo conserva su orden interno, por dems necesario. El tratadista
buscar presentar al lector sus hallazgos, sus conclusiones, mientras
que el escritor de ensayos argumenta para "problematizar" un asunto
en el que el lector tendr la ltima palabra. En cierta medida, el tratado
obedece a una estructura mecnica, impuesta, y el ensayo sigue slo
las intuiciones de su creador. La estructura del ensayo es abierta: el
ensayista puede detenerse donde lo juzgue pertinente porque su
objetivo no es agotar un tema, sino "iluminarlo". [Pgina 48]
Ese callejeo por donde transita el ensayista le permite
recoger situaciones de la macroestructura que forma su
medio. Recoger situaciones es el acto de practicar la
inteligibilidad, es decir, asir los smbolos asimilados por
una cornunidad regidos por el consenso y, posteriormente,
efectuar una transformacin o traslacin interpretativa29.
Otro rasgo esencial en la estructura del ensayo, comparada con
la de otras formas de discurso, consiste en que el ensayista es, ante
28

Gmez-Martnez, Opus cit., pg. 94.


Marta Pia Zentella, Modelos geomtricos en el ensayo de Octavio Paz, Mxico, UNAM-Praxis,
2002, p.74.
29

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todo, un escritor: buscar siempre que las cosas que dice estn lo
mejor estticamente presentadas que l pueda, mientras que en los
discursos didcticos, que he puesto de ejemplos, el objetivo que
persiguen es mostrar resultados, independientemente de cmo se
redacten. En la estructura del ensayo el "yo" es fundamental, incluso
por encima del tema mismo; no sucede as con el tratado en donde el
"yo" puede diluirse frente a la informacin expuesta. Sin embargo, no
debemos engaarnos: aun si se caracterizara al ensayo como una
clase de texto independiente es manifiesta su ambivalente postura
frente a [Pgina 49] otras clases de textos: en qu momento la lrica
est o no presente en esta clase de texto?, o hasta dnde llega la
veracidad o verosimilitud de la informacin manejada por el ensayista?
Desde luego que el ensayo no elimina, al contrario, la posibilidad de
que quien escriba domine su tema y, aun, sepa ms de lo expuesto en
sus disquisiciones ensaysticas; tampoco puede afirmarse, sin caer en
el error, que el ensayo no toma prestados, de los otros gneros y
clases de textos, los recursos que considera pertinentes; pero aun en
este intercambio, el ensayo es fiel a su objetivo: argumentar para
problematizar.
Rasgos generales: El ensayo es una manifestacin de la libertad que
ejerce el ensayista al buscar nuevos ngulos de observacin a los
ternas comunes. El ensayo problematiza un tema para que otros
continen la discusin de las ideas. El ensayo, de esta manera, parte
de algo ya trabajado: interpreta las posiciones de otros; su punto de
arranque es la intuicin del ensayista, sobre sta recaer en buena
medida el xito o fracaso del texto ensaystico.
El ensayo, al no buscar una investigacin original,
necesariamente, no otorga un valor predominante a la exactitud de los
datos que maneja [Pagina 50] ni a los pies de pgina que suelen
puntualizar y ahondar la informacin en otra clase de textos: la eficacia
del ensayo no est en la precisin de los datos, sino en la manera
como los utiliza el ensayista para argumentar sus puntos de vista y
seducir al lector. De hecho el ensayo, de manera deliberada, busca no
"saturar" a su receptor con informacin innecesaria. Este rasgo, tan del
ensayo, es posible gracias a otro tambin caracterstico de l: la
subjetividad; el ensayo es un puente eficaz entre el ensayista y el
lector. El ensayo es la expresin genuina, en primer lugar, de una

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experiencia individual, de una personalsima cosmovisin. El ensayista


hecha por delante su "yo" y su experiencia y conocimiento del mundo.
Lo que nos "secuestra" en la lectura de un ensayo es, precisamente, la
particularidad con que es tratado un tema, ms que el tema mismo. La
verdad del ensayo se limita a la verdad de su autor; la grandeza no
estar en sus hiptesis comprobadas a travs del mtodo cientfico,
sino en la intensidad con que su espritu se vuelque sobre la pgina a
la hora de la escritura.
El ensayo es el espejo del alma del ensayista, pero tambin de
sus circunstancias. El ensayo es el reflejo del trabajo intelectual de su
creador pero tambin de la sociedad en la que vive. Incluso, [Pgina
51] una de las crticas ms fuertes que recibe esta clase de texto, por
quienes no lo entienden, es por su "falta" de objetividad, por sus
"imprecisiones", y por la "subjetividad" en las opiniones del ensayista.
Sera terrible para el ensayo y para quienes lo cultivan intentar, de
pronto, ser "objetivos": provocaran una mutacin irreversible en esta
clase de texto; dejara de ser simplemente ensayo, para convertirse en
cualquier otra cosa. Un rasgo esencial del ensayo es la subjetividad.
Otro de los puntos que se desprenden del carcter subjetivo del
ensayo es el tono confesional y la carga ms o menos autobiogrfica
que manifiesta. No debemos pensar por ello que se trata de un rasgo
egocentrista del autor, sino un elemento ms que nos permite
distinguir mejor el estilo de quien escribe. Este tono impreso en el
ensayo le permite presentarse como un dilogo y no como un
monlogo. As, el lector interviene en la discusin como parte
importante del proceso de comunicacin. Debe de tener, sin embargo,
una buena dosis de coloquialismo para no dejar fuera de las posibles
interpretaciones al receptor.
De este carcter especficamente dialogal se deriva la
peculiar intencin o tono textual global de los textos
orientados bajo los principios de modelizacin de las
clases de textos del gnero [Pgina 52] argumentativo; en
general, dichos textos se unifican por su tono apelativo
respecto al destinatario del texto.30

30

Arenas Cruz, Opus cit., pg. 40.

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La apelacin se entiende, retricamente, como persuasin


argumentativa que busca la adhesin del receptor a las posturas
enunciadas y problematizadas en el texto. El ensayo no tiene un fin
didctico corno objetivo central, por lo que tampoco expone una
verdad indiscutible y ltima; as, el lector puede oponer sus propias
ideas, ms all de que se trate slo de generalidades.
Para que el ensayo sea eficaz, en el desarrollo de estas
caractersticas o rasgos generales que he referido, necesita tambin
una equilibrada dosis de espontaneidad y meditacin. De manera
general puedo decir que son tres los momentos de su escritura: a)
meditacin y eleccin del tema; b) escritura (con su necesaria carga
de espontaneidad); y c) una posible correccin final. Sin embargo, y en
esto est muy prximo a la literatura, una vez iniciada la escritura, la
pluma debe correr al parejo de las intuiciones y la experiencia del
ensayista; el "yo" debe volcarse y dejar entrever de qu materia est
hecho el escritor: no [Pgina 53] de otra manera podemos reconocer
el estilo personal con el que se firma de manera implcita cada ensayo.
Este mecanismo de escritura es el que permite, y aun facilita, el
que diversos temas, ajenos al principal que se trata, puedan colarse
en el texto ensaystico y as el autor pueda ir y venir por diversos
asuntos sin que podamos reprochrselo como una falta o un error en
la escritura. Este recurso permite entrever el carcter fragmentario del
ensayo, que lejos de ser una mengua en su estructura, es otro de sus
rasgos caractersticos. Ya lo deca el propio Montaigne:
Si trato de cosa que no entiendo, con ms razn ensayo el
juicio, sondeando el vado a prudente distancia, de modo
que, si lo encuentro demasiado hondo para mi estatura,
me quedo en la orilla.31
Esta aseveracin del gascn refleja una actitud frente a la
escritura que puede extenderse a la vida misma. Esa reaccin del
seor de Montravel es producto, ni ms ni menos, que de la propia
condicin humana; en castellano tenemos un dicho [Pgina 54] que
evidencia la misma actitud precautoria: "no hay borracho que coma
lumbre". El hombre se detiene, por instinto, en el lmite de su
31

Montaigne, Opus cit., pg. 249.

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capacidad. En el ensayo, este rasgo no es otra cosa que otro


argumento para seguir sumando caractersticas de su individualidad y
para dejar constancia de su inequvoca procedencia humanstica, con
virtudes pero tambin con limitaciones.
El ensayo intenta sugerir, influir en el lector; para tal fin se vale
de cualquier recurso que tenga a mano, a sabiendas que no debe
probar nada, sino desarrollar ideas. Pero necesita, invariablemente, un
lector que complete el dilogo, que participe de manera activa en la
discusin (sabemos que fue hasta la masificacin de los medios
impresos, cuando el ensayo gan, asimismo, ms lectores). El hecho
de que el ensayo sea escrito y el lector pueda detenerse las veces que
quiera en su lectura traslucen, precisamente, este carcter dialgico
del que ya he hablado.
Pero debo aclarar que la libertad del ensayista tiene un lmite: no
puede, ni debe alejarse de la verdad; esta condicin lo ubica en una
posicin limtrofe con la literatura y con la ciencia. Cierto es que la
imaginacin del ensayista es fundamental en su escritura, pero no es
ficcin lo que est creando, sino textos que problematizan ideas. La
[Pgina 55] vena potica del escritor de ensayos debe ponerse al
servicio de esta clase de texto del gnero argumentativo, pero sin
sacrificar la autenticidad de la informacin por la forma.

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