Estudio Bíblico de Gálatas 6 - 6-11 PDF

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29/1/2015

Estudio bblico de Glatas 6:6-11

Estudio bblico de Glatas 6:6-11


Glatas 6:6-11
Continuamos hoy estudiando este captulo 6, de la epstola del apstol San Pablo a los Glatas. Este versculo 6 es
probablemente uno de los ms directos y terminantes que uno puede encontrar en la Biblia. Pablo habl de una manera
muy franca. Escuchemos lo que dijo en el versculo 6:
"El que es enseado en la palabra haga partcipe de toda cosa buena al que lo instruye".
La palabra que aqu se utiliza para partcipe, es en realidad la palabra griega "koinoneo", que quiere decir "compartir";
tomar parte y compartir las cosas de Cristo juntos. Pablo estaba diciendo directamente que si una persona les serva para
su beneficio espiritual, ellos a su vez deban servirle con toda clase de bienes materiales. Si Dios lo ha bendecido a usted
con provisiones materiales y usted est siendo bendecido espiritualmente por alguien, entonces usted debera servir a tal
persona proveyendo para sus necesidades materiales. Esa actitud de compartir no es una obligacin, sino que est basada
en el principio de la gracia. En las relaciones humanas, si usted va a una tienda a comprar alimentos y pasa por la caja sin
pagar lo que se ha llevado, se enfrentar con problemas. En el mbito de las relaciones entre cristianos, hay mucha gente
que recibe un servicio espiritual y no siente la necesidad de ayudar materialmente a aquellos que dedican todo su tiempo a
prepararse para ensear la Palabra de Dios. Y las Sagradas Escrituras dicen claramente que debemos compartir lo que
materialmente hemos recibido de Dios con aquellos que nos instruyen en lo que Dios quiere ensearnos. Pablo sigue
diciendo en el versculo 7:
"No os engais; Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre siembre, eso tambin segar"
Aqu tenemos uno de esos destacados pasajes de la Escritura, que pensamos necesita ser considerado en la actualidad.
Pablo est presentando aqu un gran principio, una ley inmutable que opera en todas las esferas de la vida. En el sector de
la agricultura, una persona siembra trigo, y eso es lo que cosecha, trigo. Puede sembrar arroz y entonces cosechar arroz.
Usted nunca puede conseguir peras del olmo, por ejemplo. El principio que tenemos entonces es que lo que usted
siembra, eso es lo que va a cosechar. En la esfera de lo moral, usted tambin cosechar lo que siembre. En el Evangelio
de Mateo 13, el Seor Jesucristo cont acerca de un sembrador que sali al campo a sembrar. Y tambin destac que un
segador sali a cosechar.
El principio establecido en este versculo es inmutable, invariable, inalterable y no puede ser revocado. No se puede
modificar en ninguna de sus partes y es aplicable a cada esfera, a cada sector y rea de la vida. Por ello, lo que se cosecha
pertenecer al mismo tipo de semilla que se siembra. En ese sistema no se producen errores ni mutaciones que alteren la
relacin de lo que se siembre y lo que se coseche. En antiguas tumbas de Egipto se encontraron semillas de trigo que
haban sido colocadas en ese lugar hace cinco mil aos. Y sabe usted lo que pas? Cuando uno siembra esas semillas
an puede cosechar trigo. La semilla no perdi su propia identidad de pertenecer al trigo en los cinco mil aos que
pasaron. Y as sucede con cada semilla, no importando sus complejas caractersticas, su estructura o su aspecto.
Hay muchos grandes personajes de la Biblia que sirven como una ilustracin para este principio. Uno de ellos fue Jacob,
cuya historia est relatada en Gnesis 27 al 29. All se nos relata la forma en que Jacob enga a su padre. Siendo el
hermano menor de la familia, se disfraz de tal manera que pareciese su hermano mayor, Esa, que era un hombre
velludo criado al aire libre. Y lo hizo para poder recibir la bendicin que le corresponda al hijo mayor. Cubri sus manos y
brazos con pieles de cabrito, y se visti con las ropas de Esa. Y de esa forma logr engaar a su padre. Pero al
descubrirse el engao y ante la reaccin de venganza de Esa tuvo que huir de su hogar y se fue a vivir con su to Labn.
En un principio pareci que se haba salido con la suya, al engaar a su padre con total impunidad. Pero Dios dijo,
estimado oyente, que lo que el hombre siembre, eso tambin segar. No va a segar algo parecido, similar, sino que
cosechar algo idntico. Qu es lo que ocurri entonces? Bueno, Jacob se enamor de Raquel, la hija menor de Labn, y
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despus de hablar con Labn y llegar a un acuerdo con l, trabaj siete aos por ella. Transcurrido ese perodo, tuvieron
la fiesta de bodas, y cuando l levant el velo del rostro de la novia, qu fue lo que encontr? Que la novia no era
Raquel, la hija menor de Labn sino que era Lea, la hija mayor, que no era tan hermosa como Raquel. Pensamos que este
joven Jacob, en su luna de miel aprendi una leccin, y esa leccin fue que l haba engaado a su padre, habiendo
simulado ser el mayor cuando en realidad era el menor. Y ahora su to le entreg su hija mayor, cuando l pens que se
estaba casando con la menor. Fue evidente que estaba cosechando lo que haba sembrado. Haba engaado a su padre, y
al final result engaado por su to. Ah estaban a la vista las consecuencias.
Recuerda usted a Acab y Jezabel? Estudiamos su historia en Primera de Reyes 21. Planearon un complot criminal para
quedarse con la via de Nabot. Se trataba de una hermosa via codiciada por el rey Acab. Pero Nabot no quera venderle
esa propiedad. Pero como Acab y Jezabel eran nada menos que el rey y la reina, normalmente ellos se apoderaban de lo
que queran, llevaron a cabo su conjura, y Jezabel hizo matar a Nabot y tomaron posesin de la via. Y entonces,
pensaron que se haban salido con la suya. Pero el profeta Elas le anunci al rey Acab: "En el mismo lugar donde
lamieron los perros la sangre de Nabot, los perros lamern tambin tu sangre, tu misma sangre". (1 Reyes 21:19, por si
usted quiere leerlo). Bueno, humanamente hablando, uno no poda creer que eso poda suceder. Acab habr pensado:
"Bueno, en ese caso, yo me mantendr lejos de ese lugar". Pero al continuar leyendo la historia y las andanzas de ese rey
uno puede enterarse que l fue herido fatalmente en una batalla y le dijo a su cochero que lo sacara del lugar de la batalla.
Mientras lo haca, la sangre de sus heridas caa por el costado del carro. As que despus de la batalla su cuerpo fue
trasladado a Samaria y all, en el estanque de la ciudad lavaron el carro y los perros lamieron la sangre del rey. All
precisamente, donde Nabot haba sido asesinado, cumplindose al pie de la letra la profeca comunicada por el profeta
Elas. (Si usted quiere comprobarlo, puede leer el desenlace del episodio en Primera de Reyes 22).
Otro ejemplo de carcter inexorable de este principio de la siembra y la cosecha fue Pablo. El apstol estuvo presente en
la lapidacin de Esteban, el primer mrtir de la iglesia cristiana; l quiz hasta pudo haber sido uno de los promotores de
esa ejecucin. Pues bien, despus de su conversin en el camino a Damasco, cuando fue a visitar las ciudades de Listra y
Derbe en el pas de Galacia, fue apedreado. Alguien podra haber pensado que por haberse convertido a Cristo, al ser
personados sus pecados, Pablo no iba a cosechar lo que haba sembrado. Pero Dios ha establecido que lo que el hombre
siembre, eso tambin segar. Y ya hemos visto que ese principio permanece vigente.
Eso ha sido cierto en la vida de muchas personas. Lord Byron dijo: "Mi vida est en una plida hoja, los frutos y las flores
del amor ya han pasado; pero el gusano, la llaga y el dolor son solamente mos".
Un conocido predicador, el Sr. Mel Trotter, quien antes de su conversin estaba dominado por la bebida, estuvo visitando
una vez la ciudad de Nashville, en los Estados Unidos, y una noche se reunieron varias personas y fueron juntas con l a
un restaurante. Algunos pidieron helados, otros batidos o tartas, pero el predicador se limit a pedir agua mineral. Todos
comenzaron a hacerle bromas y a preguntarle por qu no peda algo ms especial. Y su respuesta fue: "Cuando el Seor
me dio un nuevo corazn en mi conversin, l no me dio un nuevo estmago. Y estoy pagando por esos aos en los
cuales me entregu a la bebida". Es intil evadirse de esa ley universal, que es una de las consecuencias del pecado: Todo
lo que el hombre siembre, eso tambin segar. Es que nadie puede engaar a Dios ni burlarse de l, ni salirse con la suya.
Cunto desearamos que los jvenes fueran conscientes de la veracidad y realidad de este principio. En la actualidad
muchos estn tomando drogas, y entregndose al placer de un sexo fcil y de un amor libre de todo tipo de compromisos
y responsabilidades. Y por supuesto, algunos de ellos ya han comenzado a cosechar las consecuencias de esa bsqueda
insaciable de placer. El deterioro fsico y diversas enfermedades, como el sida, por ejemplo, han alcanzado proporciones
de epidemia en algunas regiones del mundo. Por qu? Porque Dios ha dicho que todos los que pretendan pasar por alto
sus principios, pensando que el placer del pecado compensa y no deja en la vida graves resultados, no se saldrn con la
suya y tendrn que sufrir graves consecuencias, bajo la forma de un gran deterioro fsico y mental de efectos irreversibles,
tanto en el nivel personal como en el social. Incluso los enormes avances de la medicina no logran remediar esas graves
consecuencias. Cuando usted se rebela contra las leyes del Creador y siembra todo lo que el pecado y la maldad humana
ofrecen engaosamente como placeres incomparables, cosechar en su dolorosa experiencia propia lo que el pecado
realmente es y comprobar que conduce inevitablemente a la destruccin mental y fsica. Algunas de estas personas se
han convertido a Cristo liberndose de las drogas antes de que ellas produjeran un desgaste fsico y mental irreversible. El
cambio operado en ellas por el poder de Dios les ha permitido restaurar su vida a una cierta normalidad. Con todo, su
experiencia les permitir contar a los dems que su etapa anterior no mereci la pena. Leamos ahora el versculo 8, de
este captulo 6 de la epstola a los Glatas:
"Porque el que siembra para agradar a su naturaleza pecaminosa, de esa misma naturaleza segar corrupcin; pero el
que siembra para agradar al Espritu, del Espritu cosechar vida eterna".
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Aqu la conclusin "Cosechar vida eterna" incluye al fruto del Espritu Santo en esta vida aqu en la tierra y la perspectiva
gloriosa de la vida eterna.
Creemos que muchos creyentes, en realidad, deberan temer el regreso del Seor Jesucristo por los Suyos; porque ser
entonces cuando nosotros deberemos presentarnos ante el Tribunal de Cristo, para rendir cuentas de las cosas que hemos
hecho en nuestra vida aqu en la tierra. Y estimado oyente, puede que usted sea salvo, pero podra resultarle bastante
embarazoso el momento en que tenga que dar cuenta de su vida al Seor. El apstol Juan, en su primera carta 2:28,
menciona el hecho de que ser posible que un creyente se sienta avergonzado al encontrarse ante la presencia del Seor.
Si usted va a vivir cediendo el control de su vida a los deseos de su naturaleza pecaminosa, producir lo nico que dicha
naturaleza puede ofrecer, como ya hemos visto. Eso no significa que ese creyente perder su salvacin, pero s significa
que perder su premio, lo cual har que ese da del encuentro con el Seor traiga vergenza y pesar. Por ello el apstol
Juan aconsej en dicho pasaje Bblico: "permaneced unidos a Cristo, para que cuando se manifieste, tengamos confianza,
para que en su venida no nos alejemos de l avergonzados".
Tenemos tambin el otro lado de este asunto. Dios puso una luz roja, pero despus coloc una la luz verde. Aqu tenemos
unas palabras de consuelo y estmulo. Veamos lo que dice este versculo 9, del captulo 6, de la epstola a los Glatas:
"No nos cansemos, pues, de hacer bien, porque a su tiempo cosecharemos, si no nos damos por vencidos".
Un padre dijo en cierta ocasin: "Estoy preocupado por mis hijos. La marea est en contra mo; la escuela est en mi
contra; otros padres parecen oponerse tambin a m, e incluso algunos de mis amigos. Pero yo quiero educar
correctamente a mis hijos". Pues bien, estimado oyente, si sa es su preocupacin, le animo a que siembra la semilla
correcta. Tenga paciencia, y usted cosechar lo que haya sembrado. A pesar de la incomprensin y oposicin de otros, de
los problemas y de las dificultades, contine sembrando la Palabra de Dios. Escuche la promesa de Dios en Isaas 55:10 y
11: "Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve all, sino que riega la tierra y la hace germinar y
producir, y da semilla al que siembra y pan al que come, as ser mi palabra que sale de mi boca: no volver a m vaca,
sino que har lo que yo quiero y ser prosperada en aquello para lo cual la envi".
Recordemos que Abraham crey a Dios y anduvo con Dios en la tierra de Canan. En esos tiempos el cananeo, que era
malvado e idlatra, estaba en la tierra. Al hogar de Abraham lleg luego su hijo Isaac. Cuando ste creci y se convirti
en un joven, su padre le llev a la cumbre del Monte Moria. En obediencia al mandato de Dios, Abraham se prepar para
ofrecer a su hijo como un sacrificio. Sin embargo, Dios no le permiti hacerlo. As que Abraham sembr agradando al
Espritu y cosech la vida eterna.
Jocabed era la madre de Moiss. A causa de los tiempos crticos en que aquel pueblo vivi, ella dise un plan para salvar
la vida de su hijo, que al fin fue adoptado por la hija de Faran. Dios dispuso que Jocabed fuese la nodriza del nio
mientras l era joven. Indudablemente ella instruy al nio acerca de Dios, del llamado de Dios a Abraham y de Su
propsito para Israel. Entonces ello vio crecer a su hijo como un egipcio. Todo el sistema de Egipto estaba en contra de
ella; la cultura, los placeres, la filosofa y la religin de ese pas. Pero lleg un da cuando Moiss rechaz los placeres y los
pecados de Egipto, y sali de esa posicin para ocupar su puesto con el pueblo de Dios. As que Jocabed cosech lo que
haba sembrado.
Luego tenemos otro ejemplo de este principio en la vida de David. Su pecado fue muy evidente y muchos piensan que l
fue una persona muy malvada y cruel. Pero el pecado no fue una de las caractersticas de la vida de David. Es interesante
comprobar que una mancha de tinta negra en un mantel blanco puede verse desde una considerable distancia. Pero una
mancha de tinta negra en un traje negro pasar desapercibida. Otros reyes de ese mismo perodo fueron tan malvados y
crueles que, cuando tal como David cometieron un pecado, ste no se destac. Pero en la vida de David, su pecado
permanece como una mancha notable. David tena un corazn que amaba a Dios. Incluso en la confesin de su pecado,
revel su hambre y sed de Dios. Pero el rey David sembr pecado y cosech una terrible cosecha en las vidas de sus
propios hijos.
Es que, estimado oyente, cosechamos lo que sembramos. Por lo tanto, el apstol incluy estas palabras de estmulo: "9No
nos cansemos, pues, de hacer bien, porque a su tiempo cosecharemos, si no nos damos por vencidos".
Luego el apstol Pablo continu diciendo en el versculo 10, de este captulo 6:
"As que, segn tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y especialmente a los de la familia de la fe".
Aqu el dio un paso ms diciendo que tenemos que hacer el bien. Ahora, reconocemos que el mensaje integral de algunas
creencias religiosas tiene su nfasis principal en hacer el bien. Pero aqu hay que aadir que se necesita tener el
fundamento correcto bajo esas buenas obras. Y ese fundamento correcto es el evangelio de la gracia de Dios y el vivir
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controlado por el Espritu de Dios. Cuando uno vive sujeto al Espritu, se produce en nuestra vida el fruto del Espritu.
Entonces, estimado oyente, usted va a hacer el bien. De esa manera usted har el bien a todas las personas, y
especialmente a los otros cristianos.
Ahora llegamos a la ltima de las grandes secciones de la carta a los Glatas, titulada:

Una conclusin firmada


Esta seccin comienza aqu en el versculo 11 del captulo 6, y se extiende hasta el versculo 18. En esta parte final
tenemos tres escrituras. La primera, es la letra misma del apstol Pablo. Leamos el versculo 11:
"Mirad con cun grandes letras os escribo de mi propia mano".
Las letras grandes con las que Pablo escriba, no se refieren a una carta larga. Esta carta a los Glatas tiene solo 6
captulos, mientras que la carta a los Romanos (que trata prcticamente el mismo tema) tiene 16 captulos. As que sta
no puede ser calificada como una carta extensa. Lo que aqu se dijo fue que l escribi con letras de gran tamao, lo cual
es propio de personas con una vista deficiente. Este detalle confirma que el "aguijn en el cuerpo" mencionado en
Segunda de Corintios 12:7 consista en un problema en sus ojos. Recordemos que en esta misma carta en 4:15 les dijo a
los Glatas que si ellos hubieran podido, se habran sacado los ojos para drselos y fue l quien escribi la Carta a los
Glatas.
Cuando Pablo escribi la Carta a los Romanos, la dict a un secretario. Y al finalizar dicha carta le dijo a su secretario: "si
quieres incluir tus saludos, hazlo". Y as, en Romanos 16:22, tenemos el saludo del secretario en los siguientes trminos:
"Yo Tercio, que escrib la epstola, os saludo en el Seor".
Sin embargo, cuando Pablo escribi a los Glatas, estaba enfadado. Haba odo que estaban mezclando el evangelio con la
ley y cuando esto se hace, el evangelio de la gracia de Dios es totalmente destruido. Entonces, no pudo esperar a que
llegara el secretario. As que se sent y les escribi l mismo. Y como no poda ver claramente, les escribi con letras
grandes. Sus comentarios fueron breves y concisos, debido al gran tamao de las letras. Y es por eso que les dijo a sus
lectores: "mirad con cun grandes letras os escribo de mi propia mano".
Concluimos hoy recordando el principio que ha ocupado una parte importante de nuestra meditacin Bblica de hoy. Los
ejemplos histricos que hemos considerado nos confirman que de Dios nadie puede burlarse pisoteando sus principios
irrevocables. Por ello estableci para todos los rdenes de la vida, que todo lo que el hombre siembre, eso tambin
segar. Estimado oyente, antes de que sea demasiado tarde le invitamos a dar el paso de fe de aceptar la gracia de Dios a
favor suyo revelada en la obra del Salvador en la cruz. Esa decisin har que l comience a romper las ataduras de su
vida, que comience a vivir en la libertad que otorga el colocarse bajo el control del Espritu Santo, y que comience a
sembrar para cosechar las bendiciones de una vida de autntica calidad aqu en la tierra, y la vida eterna.
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