Estudio Bíblico de Gálatas 6 - 6-11 PDF
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despus de hablar con Labn y llegar a un acuerdo con l, trabaj siete aos por ella. Transcurrido ese perodo, tuvieron
la fiesta de bodas, y cuando l levant el velo del rostro de la novia, qu fue lo que encontr? Que la novia no era
Raquel, la hija menor de Labn sino que era Lea, la hija mayor, que no era tan hermosa como Raquel. Pensamos que este
joven Jacob, en su luna de miel aprendi una leccin, y esa leccin fue que l haba engaado a su padre, habiendo
simulado ser el mayor cuando en realidad era el menor. Y ahora su to le entreg su hija mayor, cuando l pens que se
estaba casando con la menor. Fue evidente que estaba cosechando lo que haba sembrado. Haba engaado a su padre, y
al final result engaado por su to. Ah estaban a la vista las consecuencias.
Recuerda usted a Acab y Jezabel? Estudiamos su historia en Primera de Reyes 21. Planearon un complot criminal para
quedarse con la via de Nabot. Se trataba de una hermosa via codiciada por el rey Acab. Pero Nabot no quera venderle
esa propiedad. Pero como Acab y Jezabel eran nada menos que el rey y la reina, normalmente ellos se apoderaban de lo
que queran, llevaron a cabo su conjura, y Jezabel hizo matar a Nabot y tomaron posesin de la via. Y entonces,
pensaron que se haban salido con la suya. Pero el profeta Elas le anunci al rey Acab: "En el mismo lugar donde
lamieron los perros la sangre de Nabot, los perros lamern tambin tu sangre, tu misma sangre". (1 Reyes 21:19, por si
usted quiere leerlo). Bueno, humanamente hablando, uno no poda creer que eso poda suceder. Acab habr pensado:
"Bueno, en ese caso, yo me mantendr lejos de ese lugar". Pero al continuar leyendo la historia y las andanzas de ese rey
uno puede enterarse que l fue herido fatalmente en una batalla y le dijo a su cochero que lo sacara del lugar de la batalla.
Mientras lo haca, la sangre de sus heridas caa por el costado del carro. As que despus de la batalla su cuerpo fue
trasladado a Samaria y all, en el estanque de la ciudad lavaron el carro y los perros lamieron la sangre del rey. All
precisamente, donde Nabot haba sido asesinado, cumplindose al pie de la letra la profeca comunicada por el profeta
Elas. (Si usted quiere comprobarlo, puede leer el desenlace del episodio en Primera de Reyes 22).
Otro ejemplo de carcter inexorable de este principio de la siembra y la cosecha fue Pablo. El apstol estuvo presente en
la lapidacin de Esteban, el primer mrtir de la iglesia cristiana; l quiz hasta pudo haber sido uno de los promotores de
esa ejecucin. Pues bien, despus de su conversin en el camino a Damasco, cuando fue a visitar las ciudades de Listra y
Derbe en el pas de Galacia, fue apedreado. Alguien podra haber pensado que por haberse convertido a Cristo, al ser
personados sus pecados, Pablo no iba a cosechar lo que haba sembrado. Pero Dios ha establecido que lo que el hombre
siembre, eso tambin segar. Y ya hemos visto que ese principio permanece vigente.
Eso ha sido cierto en la vida de muchas personas. Lord Byron dijo: "Mi vida est en una plida hoja, los frutos y las flores
del amor ya han pasado; pero el gusano, la llaga y el dolor son solamente mos".
Un conocido predicador, el Sr. Mel Trotter, quien antes de su conversin estaba dominado por la bebida, estuvo visitando
una vez la ciudad de Nashville, en los Estados Unidos, y una noche se reunieron varias personas y fueron juntas con l a
un restaurante. Algunos pidieron helados, otros batidos o tartas, pero el predicador se limit a pedir agua mineral. Todos
comenzaron a hacerle bromas y a preguntarle por qu no peda algo ms especial. Y su respuesta fue: "Cuando el Seor
me dio un nuevo corazn en mi conversin, l no me dio un nuevo estmago. Y estoy pagando por esos aos en los
cuales me entregu a la bebida". Es intil evadirse de esa ley universal, que es una de las consecuencias del pecado: Todo
lo que el hombre siembre, eso tambin segar. Es que nadie puede engaar a Dios ni burlarse de l, ni salirse con la suya.
Cunto desearamos que los jvenes fueran conscientes de la veracidad y realidad de este principio. En la actualidad
muchos estn tomando drogas, y entregndose al placer de un sexo fcil y de un amor libre de todo tipo de compromisos
y responsabilidades. Y por supuesto, algunos de ellos ya han comenzado a cosechar las consecuencias de esa bsqueda
insaciable de placer. El deterioro fsico y diversas enfermedades, como el sida, por ejemplo, han alcanzado proporciones
de epidemia en algunas regiones del mundo. Por qu? Porque Dios ha dicho que todos los que pretendan pasar por alto
sus principios, pensando que el placer del pecado compensa y no deja en la vida graves resultados, no se saldrn con la
suya y tendrn que sufrir graves consecuencias, bajo la forma de un gran deterioro fsico y mental de efectos irreversibles,
tanto en el nivel personal como en el social. Incluso los enormes avances de la medicina no logran remediar esas graves
consecuencias. Cuando usted se rebela contra las leyes del Creador y siembra todo lo que el pecado y la maldad humana
ofrecen engaosamente como placeres incomparables, cosechar en su dolorosa experiencia propia lo que el pecado
realmente es y comprobar que conduce inevitablemente a la destruccin mental y fsica. Algunas de estas personas se
han convertido a Cristo liberndose de las drogas antes de que ellas produjeran un desgaste fsico y mental irreversible. El
cambio operado en ellas por el poder de Dios les ha permitido restaurar su vida a una cierta normalidad. Con todo, su
experiencia les permitir contar a los dems que su etapa anterior no mereci la pena. Leamos ahora el versculo 8, de
este captulo 6 de la epstola a los Glatas:
"Porque el que siembra para agradar a su naturaleza pecaminosa, de esa misma naturaleza segar corrupcin; pero el
que siembra para agradar al Espritu, del Espritu cosechar vida eterna".
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Aqu la conclusin "Cosechar vida eterna" incluye al fruto del Espritu Santo en esta vida aqu en la tierra y la perspectiva
gloriosa de la vida eterna.
Creemos que muchos creyentes, en realidad, deberan temer el regreso del Seor Jesucristo por los Suyos; porque ser
entonces cuando nosotros deberemos presentarnos ante el Tribunal de Cristo, para rendir cuentas de las cosas que hemos
hecho en nuestra vida aqu en la tierra. Y estimado oyente, puede que usted sea salvo, pero podra resultarle bastante
embarazoso el momento en que tenga que dar cuenta de su vida al Seor. El apstol Juan, en su primera carta 2:28,
menciona el hecho de que ser posible que un creyente se sienta avergonzado al encontrarse ante la presencia del Seor.
Si usted va a vivir cediendo el control de su vida a los deseos de su naturaleza pecaminosa, producir lo nico que dicha
naturaleza puede ofrecer, como ya hemos visto. Eso no significa que ese creyente perder su salvacin, pero s significa
que perder su premio, lo cual har que ese da del encuentro con el Seor traiga vergenza y pesar. Por ello el apstol
Juan aconsej en dicho pasaje Bblico: "permaneced unidos a Cristo, para que cuando se manifieste, tengamos confianza,
para que en su venida no nos alejemos de l avergonzados".
Tenemos tambin el otro lado de este asunto. Dios puso una luz roja, pero despus coloc una la luz verde. Aqu tenemos
unas palabras de consuelo y estmulo. Veamos lo que dice este versculo 9, del captulo 6, de la epstola a los Glatas:
"No nos cansemos, pues, de hacer bien, porque a su tiempo cosecharemos, si no nos damos por vencidos".
Un padre dijo en cierta ocasin: "Estoy preocupado por mis hijos. La marea est en contra mo; la escuela est en mi
contra; otros padres parecen oponerse tambin a m, e incluso algunos de mis amigos. Pero yo quiero educar
correctamente a mis hijos". Pues bien, estimado oyente, si sa es su preocupacin, le animo a que siembra la semilla
correcta. Tenga paciencia, y usted cosechar lo que haya sembrado. A pesar de la incomprensin y oposicin de otros, de
los problemas y de las dificultades, contine sembrando la Palabra de Dios. Escuche la promesa de Dios en Isaas 55:10 y
11: "Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve all, sino que riega la tierra y la hace germinar y
producir, y da semilla al que siembra y pan al que come, as ser mi palabra que sale de mi boca: no volver a m vaca,
sino que har lo que yo quiero y ser prosperada en aquello para lo cual la envi".
Recordemos que Abraham crey a Dios y anduvo con Dios en la tierra de Canan. En esos tiempos el cananeo, que era
malvado e idlatra, estaba en la tierra. Al hogar de Abraham lleg luego su hijo Isaac. Cuando ste creci y se convirti
en un joven, su padre le llev a la cumbre del Monte Moria. En obediencia al mandato de Dios, Abraham se prepar para
ofrecer a su hijo como un sacrificio. Sin embargo, Dios no le permiti hacerlo. As que Abraham sembr agradando al
Espritu y cosech la vida eterna.
Jocabed era la madre de Moiss. A causa de los tiempos crticos en que aquel pueblo vivi, ella dise un plan para salvar
la vida de su hijo, que al fin fue adoptado por la hija de Faran. Dios dispuso que Jocabed fuese la nodriza del nio
mientras l era joven. Indudablemente ella instruy al nio acerca de Dios, del llamado de Dios a Abraham y de Su
propsito para Israel. Entonces ello vio crecer a su hijo como un egipcio. Todo el sistema de Egipto estaba en contra de
ella; la cultura, los placeres, la filosofa y la religin de ese pas. Pero lleg un da cuando Moiss rechaz los placeres y los
pecados de Egipto, y sali de esa posicin para ocupar su puesto con el pueblo de Dios. As que Jocabed cosech lo que
haba sembrado.
Luego tenemos otro ejemplo de este principio en la vida de David. Su pecado fue muy evidente y muchos piensan que l
fue una persona muy malvada y cruel. Pero el pecado no fue una de las caractersticas de la vida de David. Es interesante
comprobar que una mancha de tinta negra en un mantel blanco puede verse desde una considerable distancia. Pero una
mancha de tinta negra en un traje negro pasar desapercibida. Otros reyes de ese mismo perodo fueron tan malvados y
crueles que, cuando tal como David cometieron un pecado, ste no se destac. Pero en la vida de David, su pecado
permanece como una mancha notable. David tena un corazn que amaba a Dios. Incluso en la confesin de su pecado,
revel su hambre y sed de Dios. Pero el rey David sembr pecado y cosech una terrible cosecha en las vidas de sus
propios hijos.
Es que, estimado oyente, cosechamos lo que sembramos. Por lo tanto, el apstol incluy estas palabras de estmulo: "9No
nos cansemos, pues, de hacer bien, porque a su tiempo cosecharemos, si no nos damos por vencidos".
Luego el apstol Pablo continu diciendo en el versculo 10, de este captulo 6:
"As que, segn tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y especialmente a los de la familia de la fe".
Aqu el dio un paso ms diciendo que tenemos que hacer el bien. Ahora, reconocemos que el mensaje integral de algunas
creencias religiosas tiene su nfasis principal en hacer el bien. Pero aqu hay que aadir que se necesita tener el
fundamento correcto bajo esas buenas obras. Y ese fundamento correcto es el evangelio de la gracia de Dios y el vivir
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controlado por el Espritu de Dios. Cuando uno vive sujeto al Espritu, se produce en nuestra vida el fruto del Espritu.
Entonces, estimado oyente, usted va a hacer el bien. De esa manera usted har el bien a todas las personas, y
especialmente a los otros cristianos.
Ahora llegamos a la ltima de las grandes secciones de la carta a los Glatas, titulada:
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