Alberto Acereda - Del Criollismo A La Urgencia Existencial. Fatalidad y Angustia en Tres Cuentos de Horacio Quiroga

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Del criollismo a la urgencia existenciaL

Fatalidad y angustia en tres cuentos de Horacio Quiroga


ALBERTO ACEREDA

Arizona Slate University (Estados Unidos)

Horacio Quiroga (1878-1937) constituye una figura clave para el desarrollo


del gnero cuentstico hispanoamericano del siglo XX. Sus relatos se enmarcan en
una tradicin eenrica que bajo la raz modernista y criollista avanza
paulatinamente hacia las variantes de un mundo literario preocupado por la
existencia humana. La personalidad, la vida y la obra de Quiroga ha venido siendo
objeto de ponderados estudios y hoy ya contamos con un nutrido conjunto de
trabajos crticos que, desde diferentes vertientes y acercamientos, ha mostrado el
importante valor de Quiroga l . A pesar de esta creciente bibliografa, falta por
estudiar con mayor detenimiento la urgencia existencial que, en el marco de un
sentimiento de angustia vital, transpiran muchos de los cuentos de Quiroga. Desde
su innato criollismo Quiroga forja una cuentstica que es anuncio de una visin
angustiadamente existencial del papel del hombre en el mundo. Nuestro estudio se
centra en la articulacin trgica que Quiroga dispone en sus relatos como
representacin literaria de una personal urgencia existencial que cuaja en los
constructos temticos de fatalidad y angustia. Tres relatos de Quiroga ("La gallina
degollada", "El hombre muerto" y "El hijo") permiten demostrar tal articulacin as
como sus conexiones con algunas de las ideas que aos despus compondrn el
Ilamado "existencialismo" filosfico. Paralelamente, estos relatos quiroguianos son
testinnonio de una cuentstica de trascendente universalidad, ms all de las barreras
del criollismo localista 2 . En Quiroga, tal criollismo se conjuga con una b squeda de
La bibliografia sobre Quiroga es bastante desigual pero ofrece algunos trabajos cuyo inters
obliea su mencin. Como libros de conjunto sobre su vida y su obra deben tenerse en cuenta los de N.
Jitrik (1959). E. Rodrteuez Moneeal (1961 y 1968). E. Martnez Estrada (1966). N. Bratosevich
(1973). as como el volumen de estudios coordinado por A. Flores (1976), y la reedicin de la clsica
bioerafa de P. Orgambide (1994). Una visin de conjunto del estado bibliogrfico sobre Quiroga se
halla en el trabajo de L. Fleming-Figueroa (1995). A todo ello cabe aadir las aportaciones de M.
Saleado (1975). R. Shoemaker (1978). C. J. Alonso (1993) y E. L. Pasteknik (1997). as como las
referencias generales que a modo de introduccin se hallan en varias de las ediciones de Quiroga.
concretamente las de R. Lazo (1980). A. Souto (1980) y la ms completa de J. Lafforeue (1993).
2 Sobre la literatura criollista. son muy iluminadores los trabajos de L. Cardozo (1979). R. L.
Acevedo (1982. captulo 6). C. Alonso (1989) y el reciente estudio del cuento criollista a careo de F.

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preocupaciones vitales humanamente compartidas y es ah donde su obra alcanza


un sentido de angustiada urgencia existencial. La angustia de existir derivada de la
fatalidad humana que hay en el criollismo de Quiroga puede conectarse con algunas
de las teorizaciones que sobre el criollismo postul en 1956 Arturo Uslar-Pietri,
sobre todo en cuanto al carcter trgico de lo criollo:
Es literatura pasional expresada en tono alto y pattico. Sus hroes son trgicos.
La pasin y la fatalidad dirigen su marcha hacia la inexorable tragedia. Ms que el
amor, es su tema la muerte. Sobre todo la muerte violenta en sobrecogedor aparato.
Este gusto por el horror, por la crueldad y por lo emocional llevado a su mxima
intensidad, da a la literatura hispanoamericana un tono de angustia. Lo cual la hace, a
veces, una literatura pesinnsta y casi siempre una literatura trgica... La vida no est
concebida como relacin mudable, variada y equilibrada, sino como fatalidad
absorbente y trgica". (74, las cursivas son nuestras).
Es en este mbito de lo criollo como formulacin de lo trgico donde nos
interesa particularmente estudiar los cuentos de Quiroga. A la luz de esta visin
trgica, angustiada y fatal que de lo criollo literario da Uslar-Pietri se comprende
mejor la dimensin universal y trascendente de Quiroga y el anuncio existencial de
algunos de sus cuentos. Una parte de la crtica quiroguiana ha venido observando
las tensiones vitales del autor. En el prefacio a una traduccin al ingls de los
cuentos de Quiroga, G. D. Schade apunt el inters de Quiroga por penetrar "the
frontiers of profound dissatisfaction and despair felt by man" (xii). No Jitrik, por
su parte, seal el constante sentimiento de la muerte en Quiroga y su visin del
hombre como "ser solitario, inemie y desterrado" (123), hasta el punto de
diferenciar entre una muerte figurada y una muerte real, sentida del propio Quiroga:
muerte como nica realidad por la que el autor trasciende a lo metafisico de los
problemas del hombre. La recurrencia del tema del fin de la existencia en sus
cuentos llev a Jitrik (131) a plantearse si acaso la muerte no fue para Quiroga lo
ms importante y hasta la razn ltima de nuestra presencia en el mundo. Estos
atisbos crticos deberan, sin duda, ser ampliados y escudriados en el marco de las
ideas filosficas y literarias del momento, as como en las circunstancias biogrficas
del propio Quiroga.
La visin que del hombre tiene Quiroga como ser abocado a la muerte se
enmarca dentro de lo que algo despus comporta buena parte del existencialismo
filosfico como visin de la presencia trgica del hombre en el mundo. En la
mezcla de la dimensin trgica de lo criollo literario y la propia tragedia biogrfica
de Quiroga cuaja un talante angustiadamente existencial del que da testimonio su
cuentstica. El criollismo de Quiroga es fatalista, trgico, sentido vvidamente,
Burgos (1998). Respecto al enmarcamiento de Quiroga en el mbito del criollismo y el cuento
hispanoamericano, vale la pena consultar las aportaciones de J. M. Oviedo (1989 y 1992), as como el
trabajo de E. Pupo-Walker (1981, reeditado en 1995).

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criollismo de dentro, Ileno de angustia y nunca de vano exotismo colorista. Hombre


complejo y agresivo, anrquico y extravagante, despreocupado e imprevisor.
Quiroga pas casi toda su vida entre Urualay y Argentina, y all conoci el
ambiente criollo, el monte, la selva y la naturaleza de su tierra. Sin embargo, su
visin de ese mundo se Ilen de tragedia. Con apenas tres meses, su padre muri
trgicamente en un accidente de caza. Con diecisiete aos, su padrastro se suicid
con un rifle y el joven Quiroga descubri su cuerpo. En plena juventud murieron
dos de sus tres hermanos. Con veinticuatro aos, Quiroga mat accidentalmente de
un disparo a su mejor amigo Federico Ferrando. Con treinta y siete aos su primera
esposa se suicid con una sobredosis de medicamentos tras una agona ocho das.
Con cuarenta y nueve aos volvi a casarse pero su segunda esposa lo abandon. Al
borde ya de los sesenta aos, asqueado y desengaado de la vida y con cncer de
prstata, Quiroga acab suicidndose con cianuro en un Hospital de Buenos Aires
sin dejar siquiera una nota de despedida. No extraa, por tanto, que su obra revele
una obsesin por la muerte violenta y que en todo o casi todo lo que hizo Quiroga
aparezca el fatalismo, la tragedia y la angustia como sentido ltimo del ser humano.
Al margen de un temprano libro modemista de versos y prosas artsticas, de un
par de novelas y una pieza teatral, los cuentos de Quiroga, desde El crimen del otro
(1904) hasta su postrer Ms all (1935), son ejemplos de un talante trgicoexistencial. Sus cuentos ms clebres son precisamente los que lindan en el tema
con el misterio, el horror, lo fantstico, todo ello a menudo en un marco selvtico y
natural que dota su obra de una dimensin universal: el ser humano en medio de la
naturaleza csmica. La actitud vital de Quiroga resulta en la contemplacin de la
tierra como algo ancestral y etemo, una especie de determinismo tel rico, por el que
el hombre se configura a imagen del mbito geogrfico que habita. La geografa
americana aparece como catica, monumental, inabarcable. Es como si el espacio
americano natural rechazara al hombre y dejarse habitar. En esa lucha, la naturaleza
selvtica sale casi siempre vencedora y ah surge la tragedia. Los personajes de sus
cuentos estn marcados por la fatalidad de la tierra y la obsesin por la muerte
violenta. La esttica de Quiroga se aparta de lo externo en favor de la trascendencia
de los temas y se constituye en un criollismo universalizante donde importa la
ligazn del ser humano con su entorno: la fatalidad vital humana que desemboca en
la muerte, en lo trgico-existencial, como ocurre en muchos de sus cuentos. Aqu
atenderemos a los tres ya referidos por recalar todos en un tema com n que ilustra
nuestra hiptesis: la angustia de Quiroga ante la trgica muerte, producto de la
fatalidad que desemboca en una urgencia existencial. En los tres cuentos aparece tal
urgencia y en los tres es tambin patente un escepticismo ante la soledad del
hombre en el mundo, cuestiones que entroncan con el existencialismo filosfico y
literario en su vertiente ms pesimista.
Antes de proceder al anlisis de estos tres relatos de Quiroga, se impone
sealar que entenderemos por urgencia existencial el inters consciente o
inconsciente por tratar universalmente la cuestin del ser humano en el mundo, su

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temor, angustia o inquietud por la especulacin sobre los fundamentos ltimos del
ser y el conocer. Es verdad que los presupuestos filosficos del existencialismo no
aparecen con rigor hasta bien entrado el siglo XX de la mano de Martin Heidegger
(Sein und Zeit, 1927), Gabriel Marcel (Journal Mtaphysique, 1927), Karl Jaspers
(Philosophie, 1933) o Jean-Paul Sartre (L'Etre et le Neant, 1942). Tambin es cierto
que tales presupuestos Ilegaron a Hispanoamrica fundamentalmente con Eduardo
Mallea en la dcada de los aos cuarenta. Pero no lo es menos, sin embargo, que
muchos de esos postulados del existencialismo contemporneo ya se haban
anunciado en la filosofia decimonnica, en Arthur Schopenhauer, en Friedrich
Nietzsche o en Soren Kierkegaard, y en lengua espaola ya desde Miguel de
Unamuno y su "sentimiento trgico de la vida", autores e ideas a los que Quiroga
pudo tener acceso. Con anterioridad a Quiroga, la literatura hispanoamericana ya
contaba desde el Modemismo con un tratamiento de esta preocupacin existencial
(el Rubn Daro trgico de "Lo fatal") que alcanza a las vanguardias (con Csar
Vallejo o Pablo Neruda, quienes en la dcada de los aos treinta publican libros de.
tono existencialista como Poemas humanos (1939) o Residencia en la tierra (1933
y 1935), respectivamente). Esta preocupacin por el hombre y el sentido de su
existencia en el mundo se emparenta con lo que Occidente conoci filosficamente
como "existencialismo". Seg n ste, la esencia del individuo reside en su existencia
y slo l es responsable de sus acciones. La creacin de la propia tica del individuo
coincide en buena medida con la constante preocupacin de Quiroga por labrar su
propia vida y hasta su propia tica esttica. Esta ltima es comprobable en sus
escritos tericos sobre el cuento: "Manual del perfecto cuentista" (1925), "La
retrica del cuento" (1928) y "Ante el tribunal" (1930). Por ello, Quiroga anuncia y
participa de la urgencia existencial en la literatura hispanoamericana. Tal urgencia
propiamente dicha Ilega de la mano del argentino Eduardo Mallea, quien desde
Nocturno europeo (1934), y, sobre todo, a partir de La bahia del silencio (1940)
mostr una concepcin angustiada de la vida y una preocupacin por la soledad de
la existencia humana3 . Muchas de las ideas que hallamos en Mallea y en la vertiente
3 Al cerrar "Trptico personal (1940-1949), de Notas de un novelista (1954). Eduardo Mallea
resume su propia actividad de narrador y se observa en l una raz criollista que busca tambin, como
en el caso de Quiroga. una dimensin trascendente. universal y trgicamente existencial: "He escrito
mucho sobre los hombres de mi pas y sobre sus tierras, sus ilusiones y sus sueos. He viajado por
otros pases y por otras literaturas. Y de ese modo mi deuda se fue haciendo tan grande, que pens no
descansar hasta no concluir... una especie de ferviente epstola o largo cuento contado a todos los
anzigos del mundo... en que estuviera recogida la historia de unas almas cuyo destino me pareci
admirable o cuyos sueos compart o cuyas tragedias me hicieron pensar o cuyos insomnios o cuyos
dramas encerraron para m una significacin misteriosa y extrafia. Estoy a bordo de esa larga
narracin. Y espero contarla hasta que ya no tenga fuerzas y los personajes aparezcan alejndose,
como el espritu de los hroes muertos. en la antigua tragedia." (29-30, la cursiva es nuestra).
Tambin. una de las novelas cortas de Mallea reunidas en La ciudad jztnto al ro innzvil (1936) se
titula precisamente "La angustia" y muchos de sus ensayos reunidos en El sayal y la prpura (1941)
tienen ese mismo tono de angustia y tragedia. citndose incluso a filsofos como Pascal. Kierkeeaard.
Nietzsche y Unamuno, obvios antecedentes del existencialismo contemporneo.

DEL CRIOLLISMO A LA URGENCIA EXISTENCIAL

II

metafisico-existencial de la literatura hispanoamericana del siglo XX estn ya en


forma embrionaria en los cuentos de Quiroga, tal y como intentaremos demostrar.
Un anlisis de los cuentos de Quiro g a permite comprobar la recurrente
articulacin temtica de lo fatal, lo trgico y lo angustiado en un marco criollo que
Quiroga trasciende. Nos acercaremos cronolgicamente a tres de sus cuentos para
verificar tal urgencia existencial. "La gallina degollada", cuento publicado en la
revista portea Caras y Caretas en 1909 y luego incluido en el volumen Cuentos de
amor, de locura y de muerte (1917), es el relato de un crimen. Cuatro nios con
deficiencias mentales acaban matando a su hermana pequea, tal y como haban
visto hacer poco antes a la sirvienta al degollar una gallina. Se trata de un cuento de
terror que recoge el tema de la muerte y la fatalidad producida aqu por la locura de
cuatro nios anormales. Desde el inicio, Quiroga crea tensin en el relato: "Todo el
da, sentados en el patio, en un banco, estaban los cuatro hijos idiotas del
matrimonio Ma77ini-Ferraz. Tenan la lengua entre los labios, los ojos est pidos, y
volvan la cabeza con toda la boca abierta." (9) 4 Es una descripcin en la esttica de
lo feo, lo anormal, seguida de la referencia temporal del atardecer, la luz cegadora
del sol declinando en el patio y la presentacin de esos nios como seres bestiales,
anticipacin del desenlace final. Esos cuatro idiotas se presentan de modo trgico y
animalizado por Quiroga y destaca ya un elemento premonitorio que augura el
desenlace: su facultad imitativa y su gusto por los colores. La atraccin por el color
rojo del atardecer coincide con el mismo color de la sangre de la gallina que luego
los idiotas ven al ser degollada por la sirvienta. La visin de esa sangre genera en
los cuatro nios el inconsciente deseo de asesinar a Bertita, su hennana pequea,
cuando sta se presenta sola en otro atardecer, y en el mismo patio que al inicio del
cuento. En ese instante, Ilega Bertita y Quiroga intensifica el avance de los idiotas
hacia el cerco donde est la nia. La creciente tensin del relato se plantea a modo
de historia de terror que Ilega ahora a su desenlace final cuando la nia, frente al sol
y la cresta del muro y las montaas, es confundida con una gallina y acaba siendo
degollada por los hermanos: "Uno de ellos le apret el cuello, apartando los bucles
como si fueran plumas, y los otros la arrastraron de una sola piema hasta la cocina,
donde esa maana se haba desangrado la gallina, bien sujeta, arrancndole la vida
segundo por segundo." (12). Este final trgico del relato lo ha logrado Quiroga
mediante una intensa colocacin del argumento: el infortunio y desavenencia de los
padres que no logran tener hijos sanos y la expresa mencin a la "angustia" de esos
padres tras el nacimiento de la nia: "Naci as una nia. Vivieron dos aos con la
angustia a flor de alma, esperando siempre otro desastre" (11, la cursiva es nuestra).
Al final, cuando ya gozan de una nia sana, la fatalidad y la locura de los cuatro
idiotas acaba matando traq icamente a la hija'.
4 Desde aqu, todas las citas de los cuentos de Quiroga remiten a la edicin de R. Lazo
(1980).
5 Sobre este relato, son especialmente interesantes los estudios de M. Caetano (1978). L.

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El segundo cuento, el titulado "El hombre muerto", puede considerarse como


uno de los ms hbilmente dispuestos por Quiroga. Se public en el diario La
Nacin de Buenos Aires en 1920 y luego en el libro Los desterrados (1926).
Quiroga relata la muerte de un hombre que despus de trabajar en medio de la
naturaleza muere por un accidente. Este hombre, tal vez un colono, muere por
casualidad, por un accidente improbable: al cruzar una cerca de alambre de p a,
resbala y se clava en el vientre su propio machete. El cuento narra el accidente y las
reflexiones de ese hombre agonizante desde el momento del percance hasta su
muerte. El valor de este relato radica en la tragedia, en la fatalidad y la angustia del
ser agnico que contrasta con la actitud fra, objetiva y carente de emocin con que
Quiroga presenta la narracin. Se cuenta el accidente sin apenas dolor, sin
compasin, en medio de la indiferencia de la naturaleza que rodea al hombre. El
cuadro es esttico: un hombre tendido en el suelo con un machete clavado en su
vientre; pero se torna dinmico con los pensamientos del hombre agonizante. Se
trata, como ha visto Hernndez en otros relatos de Quiroga, de una modalidad
descriptiva cercana a la tcnica cinematogrfica. En su agona el hombre se
asombra ante la indiferencia de la naturaleza mientras evoca unos cuantos detalles
de su entorno que humanizan el cuento y lo dotan de una dimensin trgicoexistencial: un muchacho que pasa, su caballo que espera, y su mujer y sus dos
hijos que corren hacia l en el momento de su muerte. La maestra de Quiroga y la
tcnica perfecta de este relato son observables ya desde la primera frase del cuento:
"El hombre y su machete acababan de limpiar la quinta calle del bananal." (81). No
se dice "El hombre con su machete", sino "El hombre y su machete",
personificando al machete como otro personaje trgico. Esto contrasta con la
condicin annima del protagonista, de quien no sabemos siquiera el nombre: es
slo el hombre muerto. Inmediatamente despus del accidente, Quiroga se interesa
por describir la posicin del hombre en el suelo, posicin que arquetpicamente
puede recordar la del nio en el vientre de la madre, antes de nacer: "Estaba como
hubiera deseado estar, las rodillas dobladas y la mano izquierda sobre el pecho"
(81). Podra buscarse una relacin entre el concepto de vida por venir (la del feto) y
la conciencia de la muerte por venir (la del hombre): el hombre entre la vida y la
muerte, el "ser-para-la-muerte" del existencialismo de Heidegger. Precisamente,
Sein und Zeit (E1 ser y el tiempo) de Heidegger concede especial importancia a la
cuestin temporal en relacin con el ser humano, su esencia y su existencia.
Asimismo, en "El hombre muerto" de Quiroga hallamos una recurrente
preocupacin por el tratamiento del tiempo, siendo constantes y precisas las
referencias temporales, hasta darse incluso en el relato la hora exacta del da. Esa
obsesin por el tiempo coincide con la idea de la normalidad de ese da, un da
como cualquier otro: "At n?... No han pasado dos segundos: el sol est
exactamente en la misma altura; las sombras no han avanzado un milmetro" (81).
Pearson (1986) y en el contexto de la locura cabra conectarse con las ideas expuestas por M. E.
Wona-Russell (1996).

DEL CRIOLLISMO A LA URGENCIA EXISTENCIAL

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Y poco despus: "Es la calma de medioda; pronto deben ser las doce" (82). Y
seguidamente: "Es el muchacho que pasa todas las maanas hacia el puerto nuevo,
a las once y media. Y siempre silbando..." (82). Todo, en fin, sigue igual excepto el
hombre que empieza ya a ser angustiadamente consciente de su fatalidad, dndose
aqu una magistral mezcla de la voz del narrador y la voz del yo, el hombre que
muere: "Nada, nada ha cambiado. Slo l es distinto." (82) Y contin a: "Desde hace
dos minutos su persona, su personalidad viviente, nada tiene ya que ver ni con el
potrero" (82), para proseguir: "Ha sido arrancado bruscamente, naturalmente por
obra de una cascara lustrosa y un machete en el vientre. Hace dos minutos: Se
muere" (82). Y otra vez, el tiempo: "Sabe bien la hora: las once y media" (82). Es el
tiempo clave en la concepcin metafsica que de la existencia nos quiere dar
Quiroga: ''Todos los das, como se, ha visto las mismas cosas. Muy fatigado,
pero descansa slo. Deben de haber pasado ya varios minutos... Y las doce menos
cuarto" (82). Esta precisin temporal, mezclada con la idea de cotidianeidad, y a la
vez del juego entre cansancio y descanso, alcanza tintes de angustia y fatalidad
trgica. Es una escena que vuelve a recordar la posicin inicial y el horror radica en
el fro relato de la experiencia inmediata tras la muerte, la conciencia del fin y la
visin del hombre de su propio cuerpo yacente y muerto: "Y al pie de un poste
descascarado, echado sobre el costado derecho y las piernas recogidas, exactamente
como todos los das, puede verse a l mismo, como un pequeo bulto asoleado
sobre la gramilla-- descansando, porque est intly cansado..." (83). Las dos ltimas
lneas del cuento muestran al hombre tendido, el que ya ha descansado. "El hombre
muerto", en suma, tambin trasciende lo meramente local y criollista y presenta una
dimensin universal que nos Ilena de angustia y temor. Adems, aunque la historia
tiene lugar en la selva de Misiones, Quiroga apenas emplea un lenguaje regional,
sino que opta por un lenguaje sencillo, sobrio que intensifica el relato. El gran logro
de Quiroga es su capacidad de dar categora universal a un hecho particular (la
muerte de un hombre cualquiera) y en busca de una reflexin existencial sobre el
valor de la vida y la muerte6.
Otro de los ejemplos que configura la temtica trascendente de urgencia
existencial dentro de la prosa de Quiroga es "El hijo", cuento publicado en el diario
La Nacin en 1928 e incluido en el libro Ms all (1935). Como en "La gallina
degollada", "El hijo" tiene tambin el elemento natural del sol como testigo del
inicio y final de la historia: "Es un poderoso da de verano en Misiones con todo el
sol, el calor y la calma que puede deparar la estacin." (127) El cuento se cierra
tambin con un sol testigo de la muerte final del hijo: "Su hijo bien amado yace al
sol, muerto desde las diez de la maana" (130). La historia va desde la felicidad
6 Este relato es de los ms comentados del autor. Especial inters tienen, cronoleicamente.
los trabajos de S. Menton (1964). J. E. Etcheverri (1976). I. Huyke-Freiria (1979). J. Alazr-aki (1981:
73-78). M. A. Araneo (1982). G. Videla de Rivero (1983-84). J. McIntyre (1989). A. M. Llurba
(1991). R. Paoli (1992: 959-968) y R. Varela-Cabezas (1998).

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inicial del padre y el hijo de trece aos hasta el accidente fatal y la muerte del nio
por un infortunio de caza. Quiroga, sin embargo, anticipa los tormentos morales y
las alucinaciones del padre. El sonido de un disparo rompe la calma del lugar, pero
inicialmente, el padre no asocia el disparo con la muerte de su hijo. La sospecha de
la verdad le va inquietando paulatinamente hasta llegar a la desesperacin. El padre
se da cuenta de que su hijo no regresa y empieza su tragedia y su alucinacin. La
angustia del padre queda recogida no slo mediante la colocacin de los signos
suprasegmentales (aqu puntos suspensivos) a lo largo del cuento, sino tambin a
travs de la mencin explcita de la palabra "angustia" por Quiroga: "Nada se
ganara con ver el color de su tez y la angustia de sus ojos" (129, el subrayado es
nuestro). Despus, tras la llamada desesperada del padre, el narrador reincide:
"tapmonos de misericordia los odos ante la angustia que clama en aquella voz"
(129, la cursiva es nuestra). Finalmente, el hombre encuentra a su hijo, pero
Quiroga nos hace caer en la trampa. Compartimos la alucinacin del padre y
aceptamos como real el encuentro del nio vivo y el dilogo padre-hijo. En su
alucinacin, el padre regresa a casa con su hijo en brazos: "El hombre vuelve a casa
con su hijo, sobre cuyos hombros, casi del alto de los suyos, lleva pasado su feliz
brazo de padre. Regresa empapado de sudor, y aunque quebrantado de cuerpo y
alma, sonrie de felicidad..." (129-30). En este instante del relato, y tras varios puntos
suspensivos, llega la sorpresa en final inesperado porque todo es una alucinacin y
el hijo ha muerto realmente: "Sonrie de alucinada felicidad... Pues ese padre va
solo. A nadie ha encontrado, y su brazo se apoya en el vaco. Porque tras l, al pie
de un poste y con la piemas en alto, enredadas en el alambre de p a, su hijo bien
amado yace al sol, muerto desde las diez de la maana" (130). Es la muerte final,
trgica, fatal, angustiosa, muerte que Quiroga nos relata con tal intensidad que
llegamos a coincidir con la visin alucinada del padre. Con la fatalidad del
accidente, Quiroga reitera su testimonio humano de urgencia existencial y nos
invita a una personal reflexin sobre la existencia del hombre en el mundo7.
Si recapitulamos todo lo dicho hasta aqu se entender que en los tres cuentos
estudiados hemos hallado la presentacin de tres situaciones concretas cuyos
protagonistas mueren. El relato de tales hechos arranca en cada caso de un sentido
de fatalidad desarrollada desde los modemos parmetros de una urgencia
existencial derivada, a su vez, de una cosmovisin angustiadamente trgica. La
intensidad del relato se logra mediante el suspense que genera cada uno de estos
accidentes en su fatalidad misma. Es por ello por lo que el mundo presentado por
Quiroga en su ficcin resulta una transposicin del escepticismo innato de su autor
ante la condicin humana y una constatacin postrera de su pesimista urgencia
existencial. El relato de cada uno de los cuentos presenta un accidente fatal: muerte
de la nia Bertita, herida y muerte con el machete del hombre, muerte accidental del
7 Existen varios estudios dedicados a este cuento v merecen destacarse los de M. A. Saleado
(1971). J. Alazraki (1981: 68-69) y R. Paoli (1992: 968-974).

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hijo al disparrsele la escopeta. En los tres casos hay tambin una falta de ayuda
porque el protagonista ya est muerto cuando en su entomo le llega la ayuda. El
padre Ma77ini no puede evitar el asesinato de su hija por los cuatro hijos idiotas; el
hombre muere por la herida del machete justo cuando ve que su esposa y sus hijos
se acercan a l; el hijo de trece aos muere y el padre descubre el cuerpo cuando ya
es tarde. Las tres muertes, adems, ocurren cerca de un alambrado o un muro,
simbolo inequivoco de la limitacin del ser humano frente a la grandeza y el poder
de lo csmico y la naturaleza. Sin embargo, mientras la muerte de la nia es
exteriorizada por Quiroga, las otras dos muertes, la del hombre y la del hijo, son
interiorizadas, casi como muertes propias y a la vez como muerte universal del
hombre. En los tres relatos, en fin, Quiroga hace especial insistencia en la angustia
humana ante la muerte, angustia que el mismo Quiroga debi de sufrir y que hasta
le Ilev a su propio suicidio como consecuencia ltima de su urgencia existencial.
Nuestra inicial hiptesis de la posibilidad de analizar y entender la prosa de
Quiroga bajo los parmetros de la angustia, la fatalidad y, en ltimo tnnino, la
urgencia existencial queda corroborada en los tres cuentos analizados. Pero lo que
resulta an ms iluminador es el hecho de que tales parmetros analticos son
aplicables de igual manera a otros relatos de Quiroga, desde los cuentos tempranos
como "El almohadn de plumas" (1907) hasta el ttulo inismo de su ltimo libro
(Ms all, 1935), como anuncio del final de su vida. Incluso en algunos de sus
cuentos para nios, como "Juan Darin" (1920), es visible la amargura existencial
de Quiroga en busca de la imposible comunin entre el hombre y la naturaleza
salvaje. Es la angustia que se constata tambin en otros relatos de indudable calidad
como "A la deriva" (1912), "Los inmigrantes" (1912) o "El desierto" (1923),
narraciones todas con una angustiada muerte final de los protagonistas y con la idea
de la vida como trgico fluir hacia la muerte. El filsofo contemporneo Sergio
Rbade caracteriz recientemente lo existencial sobre la base de la tragedia y al
remitirse a Schopenhauer encontramos en sus palabras un eco de la trgica fatalidad
de los cuentos de Quiroga: "El verdadero sentido de la tragedia es la comprensin
de que lo que el hroe expa no son pecados individuales, sino el pecado original, la
culpa de vivir." (29). Mucho de todo esto es visible en varios cuentos de Quiroga.
Por ello, junto a la filiacin criollista de Quiroga, el anlisis particular de estos tres
relatos confirma la necesidad de leer a Quiroga como una de las grandes figuras del
cuento hispanoamericano del siglo XX, y sobre todo como uno de los autores cuya
preocupacin como ser humano en el mundo representa un anuncio de la angustia
vital que unos aos despus iba a confonnar parte del existencialismo filosfico.
Horacio Quirou es, por tanto, un narrador que trasciende el encasillamiento
histrico-literano. Sus relatos son testimonio de una b squeda de lo universal, un ir
del interior personal dolorido a lo exterior universalizante y trascendente. Por detrs
de la angustia y la fatalidad de los personajes de Quirow encontramos la urgente
voz existencial y trgica de su autor, el continuo e inalterable afn de intensidad, de
suspense y de conciencia creadora que revela su prosa.

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ALBERTO ACEREDA

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