Intersticios 41. Intención, Contexto y Cultura: El Encuentro Hombre Mundo
Intersticios 41. Intención, Contexto y Cultura: El Encuentro Hombre Mundo
Intersticios 41. Intención, Contexto y Cultura: El Encuentro Hombre Mundo
FILOSOFA
ARTE
RELIGIN
ntersticios
ISSN 1665-7551
Intencin, contexto
y cultura: el encuentro
hombre-mundo
ntersticios
FILOSOFA ARTE RELIGIN
La revista Intersticios del programa acadmico de Filosofa, Coordinacin de Humanidades, Direccin Divisional de Ciencias Administrativas, Sociales y Humanidades, de la Universidad Intercontinental, es un proyecto editorial que se interesa en fomentar
el encuentro y la profundizacin de las ideas que nos anteceden, as como en producir y desarrollar nuevas vertientes de pensamiento y discusin. Cada uno de sus volmenes recorre y suscita las zonas de encuentro de la filosofa (seccin monogrfica),
el arte y la religin (tercera seccin) consigo mismos y entre s, al tiempo que busca no slo la convivencia entre la filosofa de
la cultura, la hermenutica filosfica, el pensamiento de inspiracin cristiana y la tradicin clsica (Dossier), sino tambin un
nuevo resultado terico irreductible a cada una de las lneas por separado. ste es nuestro perfil terico, que insiste en el tema
principal de la apertura al decir del otro, como reto comn a estas mismas expresiones tericas que as contienen en su propio
estatus discursivo la mltiple determinacin de los intersticios: los mismos que la revista en su conjunto reconoce como la
marca tensional de los tiempos de hoy, y para la que la filosofa, el arte y la religin no pueden menos que promover un plus
de sentido y creatividad.
ntersticios
FILOSOFA ARTE RELIGIN
Rector
Mtro. Bernardo Ardavn Migoni
Vicerrector
Mtro. Hugo Antonio Avendao Contreras
Direccin General Administrativa y Financiera
C.P. Sergio Mrquez Rodrguez
Direccin General de Formacin Integral
Mtro. Arturo de la Torre Guerrero
Direccin Divisional de Ciencias Administrativas, Sociales y Humanidades
Mtro. Sergio Snchez Iturbide
Coordinacin de Humanidades
Mtro. J. Martn Cisneros Carbonero
Los artculos presentados en esta publicacin son sometidos a
doble dictamen ciego. El contenido es responsabilidad exclusiva
de sus autores.
Intersticios se incluye en los siguientes ndices: Clase (Citas
Latinoamericanas en Ciencias Sociales y Humanidades), Conaculta
(Consejo Nacional de la Cultura y las Artes), Filos (Base de datos de
Revistas de Filosofa), Centro de Recursos Documentales e Informticos de la OEI, Latindex (Sistema Regional de Informacin en
Lnea para Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa
y Portugal) y ebsco (Elton B. Stephens Company).
Precio por ejemplar: $120.00 MXN
Suscripcin anual (dos nmeros): $240.00 (residentes en Mxico)
$ 45.00 USD (extranjero). Ms gastos de envo.
Correspondencia y suscripciones:
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C.P. 14420, Mxico, D.F. Tel. 5573 8544 ext. 4446, Fax 5487 1356
[email protected]
Se permite la reproduccin de estos materiales, citando la fuente
y enviando a nuestra direccin dos ejemplares de la obra en que
sean publicados.
Asistente editorial: Maricel Flores Martnez
Revisin de estilo: Eva Gonzlez Prez,
Anglica Monroy Lpez y Lizette Pons Martn del Campo
Portada: Javier Curiel
Intersticios es una publicacin semestral de la UIC Universidad Intercontinental A.C. / Editor responsable: Camilo de la Vega Membrillo /
Nmero de certificado de la reserva otorgado por el Instituto Nacional de Derechos de Autor: 04-2003-031713005200-102 /Nmero de
Certificado de Licitud de Ttulo: 12786 / Nmero de Certificado de Licitud de Contenido: 10358 Asignacin del ISSN: 1665-7551/ Domicilio: Insurgentes Sur nm. 4135 y 4303, Santa rsula Xitla, C.P. 14420, Tlalpan, Mxico, D.F. /Distribuidor: UIC, Universidad Intercontinental
A.C., Insurgentes sur 4135 y 4303, Santa rsula Xitla, C.P. 14420, Tlalpan, Mxico, D.F. / Imprenta: Magdalena Gonzlez Gmez (1200+
impresin sobre demanda), Andorra nm. 29, int. 2, col. Del Carmen Zacahuitzco, C.P. 03550, Mxico D.F., Tel. 5521 8493 / La edicin de
este nmero consta de un tiraje de 500 ejemplares que se terminaron de imprimir en junio de 2014.
ndice
Presentacin
Sabine Knabenschuh
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65
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II. DOSSIER
Desde mis ojos estn mirando los ojos del otro. tica trinitaria en Bajtn
Beatriz Gutirrez Mueller
Perfeccin moral, educacin y tica en el pensamiento de Rosmini
Jacob Buganza
91
107
125
133
139
PRESENTACIN
a seccin monotemtica del presente nmero de Intersticios tiene su origen en una actividad acadmica: la realizacin de una mesa
redonda titulada Intencin, contexto y cultura: el encuentro hombremundo, efectuada (en la Universidad del Zulia, Venezuela) por parte del
Crculo Wittgensteineano-Maracaibo/Venezuela, grupo de estudios cuyos
objetivos son incentivar la investigacin innovadora en el rea de los estudios sobre y desde la filosofa de Ludwig Wittgenstein y temas afines, realizarse como grupo de investigaciones autnomas dentro de un amplio marco
de cooperacin, difundir los resultados de las diversas investigaciones por
medio tanto de publicaciones como de eventos acadmicos y, por ltimo,
expandir paulatinamente el alcance del grupo desde el nivel de proyeccin
regional hasta el internacional.1
Las ponencias ledas y discutidas en aquella ocasin se convirtieron,
previa revisin y en algunos casos ampliacin, en los artculos que el
presente tomo recoge. A su vez, la secuencia de los textos (la cual mantiene
el orden original de las ponencias en que se basan) no es fortuita: obedece
al deseo de presentar, bajo un denominador comn, un hilo de argumentacin que atraviese la compilacin entera. Dicho de otra manera, los discursos individuales cada uno con su tema especfico constituyen sucesivos peldaos de un discurso comn acerca de la temtica compartida.
En este orden de ideas, el artculo de Ygor A. Fuentes U., Sobre las
creencias. Fundamentalismo, relativismo o contextualismo wittgensteineano?, representa el primer paso de tal discurso grupal. Centrndose en
los conceptos wittgensteineanos de creencia y certeza, Fuentes trata de
encontrar un equilibrio entre los matices tanto relativistas como funda1
Los interesados pueden comunicarse con el Crculo a travs de la direccin electrnica
[email protected].
PRESENTACIN
mentalistas que en algn momento se asignaran a Wittgenstein en la literatura secundaria. Al basarse para ello en el complejo nocional gramticaespacio lgico, su conclusin es la que caba esperar: la justificacin del
conocimiento se convierte en algo que, a lo sumo, podra considerarse
una evaluacin dentro del marco conceptual en el que las tentativas de
conocer se originan, motivo por el cual atribuye a la filosofa wittgensteineana un contextualismo cercano a un relativismo muy peculiar.
Retomando dicha idea de contextualismo, el trabajo de Sabine Knabenschuh (mi propia contribucin), Holismo vs. contextualismo. Reflexiones en torno a una epistemologa cultural, somete esa misma concepcin a una crtica comparativa: en vista del boom que ltimamente ha
experimentado la nocin de holismo, procura aclarar si una epistemologa idnea para los requerimientos del siglo xxi habra de caracterizarse
por rasgos propiamente contextualistas o ms bien holsticos. Con el fin de
contestar tambin esta pregunta de la mano de Wittgenstein, se resaltan las
sucesivas modificaciones de su idea de contexto, la diferencia certezassaberes y, como eje del mecanismo epistmico, el modo de articular la
experiencia inmediata. Semejante recorrido desemboca en tomar la filosofa wittgensteineana como fuente inspiradora para una visin holstica
que podra convertirse en una epistemologa culturalmente orientada.
Con ello, el discurso ha tomado ya un claro rumbo hacia el mbito de
lo cultural; y en este sentido se conecta el artculo de Rafael Balza-Garca,
Pensando el contexto. La cultura como realizacin epistmica. El autor
destaca la accin, por cuanto es ella la que, por un lado, manifiesta las
posibilidades de comprensin del ser humano y, por otro, ilustra el marco
en el cual las llamadas ciencias sociales tratan de visualizar los principios
reguladores de la conducta simblica humana y de las culturas resultantes.
Como eje de las concernientes reflexiones, se maneja la relacin nocional
percepcin-contexto. No es de extraar, por tanto, que el trabajo termine enfocando, a modo de corroboracin de la propuesta anterior, la cultura
misma como sistema epistmico.
Explorados hasta aqu los rasgos generales de la temtica comn, la
argumentacin contina con una mirada hacia algunas facetas especficas
especialmente importantes. La primera de ellas se analiza en la contribucin de Ana G. Aguilar Prieto, Experiencia inmediata: Fundamento del
encuentro hombre-mundo?. Volviendo a la polmica pregunta por los
fundamentos de los diversos factores que constituyen una cultura humana, el trabajo de Aguilar se centra en el dinamismo vital de tales factores;
acercamiento que ineluctablemente ha de llevar a una consideracin de
la experiencia inmediata y su articulacin. Y en virtud de que la perspectiva wittgensteineana respecto de la conexin experiencia inmediataIntersticios, ao 19, nm. 41, 2014, pp. 7-14
PRESENTACIN
10
PRESENTACIN
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Palabras clave
gramtica, espacio (lgico), Putnam, certeza, Weltanschauung, persuasin
Keywords
grammar, (logical) space, Putnam, certainty, Weltanschauung, persuasion
15
rencia y relativismo, publicado en Cmo renovar la filosofa.1 No obstante, para sustentar nuestro discurso, nos referiremos a otros captulos del
mismo libro, como Materialismo y relativismo y Wittgenstein: sobre
la creencia religiosa. Adems, para argumentar una posible superacin
del relativismo, emplearemos algunas de las principales fuentes wittgensteineanas (e. gr., Observaciones filosficas, Investigaciones filosficas y Sobre
la certeza, entre otras), contrastando nuestra interpretacin de ellas con la
de Putnam.
Wittgenstein: sobre referencia y relativismo se divide en dos partes no muy claramente relacionadas. La primera, sobre referencia, sirve
de continuacin al captulo precedente, Wittgenstein: sobre la creencia
religiosa. Putnam se propone tratar de ubicar una teora (causal) de la
referencia y, dentro de los inconvenientes que se presentan a semejante
empresa, se halla, en particular, el problema de la referencia en el lenguaje
religioso, el cual parte del supuesto o la insinuacin wittgensteineana de
que el lenguaje religioso es no cognitivo; es decir, que el lenguaje religioso
(en sentido fregeano, podemos adelantar) no tiene referencia.
Dedicaremos nuestro anlisis casi de modo exclusivo a la segunda parte del captulo en cuestin (i. e., sobre el relativismo; sin embargo,
agregaremos algunas lneas ms del tema de la referencia, en la medida en
que, primordialmente, es necesario aclarar por qu Putnam yuxtapone dos
temas que, a primera vista, no parecen guardar relacin.
III
Para analizar el problema de la referencia en el lenguaje religioso, Putnam se basa en las lecciones que acerca de creencia religiosa Wittgenstein
imparti en Cambridge aproximadamente en el verano de 1938.2 No
obstante, como el mismo Putnam admite, el tema de la referencia aparece
en este contexto como una digresin, aunque ciertamente no casual. El
austriaco introduce el famoso ejemplo de la expresin, o el pensamiento
de mi hermano en Amrica para discutir el tema de la referencia. Puede
una teora de la referencia explicar la naturaleza causal de un pensamiento
como ste? Al menos no las teoras tradicionales. Mi hermano en Amrica puede compararse con El ojo de Dios o El juicio final; ninguna
de las tres, aunque son enunciados de diferente tipo (el primero pertenece
al lenguaje ordinario, mientras que los dos ltimos son parte del lenguaje
religioso), posee una referencia no se refieren a ningn objeto.
Hilary Putnam, Cmo renovar la filosofa (trad. Carlos Laguna), Madrid, Ctedra, 1994.
Ludwig Wittgenstein, Lecciones y conversaciones sobre esttica, psicologa y creencia religiosa (trad. Isidoro Reguera), Barcelona, Paids, 1992.
1
2
16
17
IV
Putnam aduce un ltimo pasaje de las lecciones wittgensteineanas sobre
creencia religiosa para introducir su anlisis del problema del relativismo.
En el mencionado pasaje, se pretende dejar claro que la lnea divisoria
entre creencia religiosa y creencia cientfica no siempre est muy marcada.7 Al respecto, Wittgenstein nos insta a pensar en lo que sucedera, por
ejemplo, en una sociedad primitiva diciendo:
llegamos a una isla y all encontramos creencias, a algunas de las cuales nos
inclinamos a llamar religiosas [] Tienen proposiciones y hay tambin
enunciados religiosos.
Estos enunciados no seran diferentes slo con respecto a su contenido.
Contextos enteramente diferentes los convertiran en creencias religiosas, y
fcilmente pueden imaginarse estadios intermedios a los que nunca sabramos si llamar creencias religiosas o creencias cientficas.8
Creo necesario incluir los dos prrafos que siguen antes de comentar
este pasaje. Putnam los omiti, supongo que por razones prcticas; empero, considero que ambos terminan de aclarar no slo la subsiguiente
explicacin de Putnam, sino la argumentacin wittgensteineana frente al
debate clsico entre fundamentalismo y relativismo. Sin ms prembulo,
el pasaje contina as:
Ustedes podran decir que ellos razonan equivocadamente.
En ciertos casos, diran que ellos razonan equivocadamente, queriendo
significar con ello que nos contradicen. En otros casos, diran que ellos no
razonan en absoluto o que Se trata de un tipo completamente distinto de
razonamiento. Diran lo primero en el caso de que ellos razonaran de modo
semejante a nosotros e hicieran algo que correspondiera a nuestros errores.9
Como bien anot Putnam, en este pasaje el filsofo viens est si
se quiere denunciando la arrogancia de la cultura occidental frente a
otros modos de cultura que solemos llamar primitivos. En lugar de percatarnos de las abismales diferencias entre el juego de lenguaje (entindase
visin de mundo) primitivo y el nuestro, declaramos de inmediato, a
partir de nuestra propia visin de mundo, la inferioridad de lo extrao.10
Cfr. H. Putnam, op. cit., p. 234.
L. Wittgenstein, op. cit., p. 135 y cfr. H. Putnam, op. cit., p. 234.
9
L. Wittgenstein, idem.
10
Vid., a este respecto, la crtica de Wittgenstein a Frazer en L. Wittgenstein, Observa7
8
18
Esta denuncia wittgensteineana parece convertir al austriaco segn Putnam en un defensor acrrimo del relativismo cultural.11 Sin embargo,
nuestro filsofo norteamericano no parece estar muy de acuerdo en que
pueda atribursele semejante calificativo; en principio, porque, habiendo
suscrito una buena parte de las ideas wittgensteineanas, le preocupa ser
tildado l mismo de relativista y, en segundo lugar, incorpora una serie de
pasajes de Sobre la certeza en los cuales Wittgenstein parece propiciar el
combate entre culturas. Es decir, cada miembro de una cultura, en este
caso la occidental, se revelar e intentar imponer su visin de mundo
como la correcta frente a las otras.
Me permitir citar in extenso los pasajes en cuestin para contrastar la
interpretacin de Putnam con la nuestra:
608. Es incorrecto que gue mi conducta por las proposiciones del fsico?
He de decir que no tengo ninguna buena razn para ello? No es precisamente eso lo que denominamos una buena razn?
609. Supongamos que encontramos algunas personas que no lo consideran una razn concluyente. Cmo nos lo deberamos imaginar? En lugar
del fsico, consultan al orculo. (Es por lo que los consideramos primitivos.)
Es incorrecto que consulten al orculo y se dejen guiar por l? Si decimos
que es incorrecto, no partimos de nuestro juego de lenguaje para combatir
el suyo?
610. Y, tenemos o no derecho a combatirlo? Por supuesto, apoyaramos
nuestra manera de actuar en todo tipo de frases hechas.
611. Cuando lo que se enfrenta realmente son dos principios irreconciliables, sus partidarios se declaran mutuamente locos y herejes.
612. He dicho que combatira al otro pero, no le dara razones? Sin
duda; pero hasta dnde llegaramos? Ms all de las razones, est la persuasin. (Piensa en lo que sucede cuando los misioneros convierten a los
indgenas.)12
19
20
21
sin emprica, pero de una manera especial. Y esto debido a que nuestras
afirmaciones empricas no son todas del mismo tipo, dado que es posible
aislar una proposicin as y transformarla, de proposicin emprica, en
norma de descripcin; en otras palabras, se convierte en algo semejante
a una proposicin gramatical.14 Por ello, optaremos por denominar a ese
tipo de proposiciones y al espacio (lgico) correspondiente espacio empricogramatical.
En sntesis, hablando en trminos proposicionales, disponemos de dos
tipos generales de proposiciones: las empricas [1] y las abstractas [2]. Las primeras se dividen en hiptesis [H] y proposiciones genuinas [Pg]. Por su parte, las
abstractas se clasifican en matemticas [M] y gramaticales del lenguaje ordinario
[G]. Ahora bien, con base en nuestros postulados, hay otro tipo de proposiciones que pertenecen tanto a [1] como a [2]; es decir, las proposiciones empricogramaticales [EG], concretndose la relacin [1 EG 2] en relaciones del
tipo [EG G] y [EG H] / [EG Pg] y quedando a un lado una eventual
relacin directa con las proposiciones [M] que integran el sistema gramatical
especficamente matemtico. Todos estos tipos de proposiciones se manifiestan
en espacios lgicos diversos, y por medio de stos, se identifica el correspondiente mtodo de verificacin aplicable para cada una de las proposiciones concretas que se pretendan articular. As, ese mtodo de verificacin determinar, en
ltima instancia, el sentido y la pertinencia de todas nuestras proposiciones.
VI
Si bien en un principio la proposicin El agua hierve a 100 C se consider como una hiptesis, ahora es parte de nuestras certezas, es una proposicin emprico-gramatical; no es necesario recurrir una y otra vez al
fsico, a la ciencia, para verificar dicha proposicin sencillamente porque,
al ser parte de nuestras certezas, no la ponemos en duda. En este contexto,
al contrario de lo que cree Putnam, Wittgenstein no est atribuyendo ningn carcter de infalibilidad a la ciencia. En algn momento, nos servimos
de ella, pero un nio no aprende cientfica y experimentalmente que el
agua hierve a 100 C, lo asume como una regla, una certeza que, a menos
que haya algn tipo de friccin con el tiempo, no es necesario ni razonable
poner en duda.
Cuando el austriaco habla de dar razones, y esto lo explica muy bien
Putnam,15 no se refiere a la razn (digamos, en sentido kantiano), sino a
tener motivos para creer algo, lo cual implica que no hace falta recurrir al
fsico para confiar en la proposicin El agua hierve a 100 C. Todo lo
14
15
22
Resumen Este trabajo intenta aclarar si una epistemologa del siglo XXI habra
de caracterizarse por rasgos holsticos o contextualistas, es decir, enfocar principalmente la constitucin del todo en virtud de la parte o
la integracin de la parte en el todo. La respuesta se esboza desde el
pensamiento de Ludwig Wittgenstein, al resaltar las diversas nociones
de contexto, la dicotoma certeza-saber y la conceptualizacin de la
experiencia inmediata. Todo ello proporciona una va hacia un holismo vital, el cual, al develar el pluralismo de nuestros modos de conceptualizacin y comprensin, lleva al reconocimiento simultneo de
compatibilidades e inconmensurabilidades entre diferentes modelos
cognoscitivos e idiosincrasias culturales.
Abstract This paper attempts to clarify whether an epistemology of the twenty-first century should be characterized by holistic or contextualist
features, i. e., to mainly focus on the constitution of the whole by virtue of the part, or on the parts integration in the whole. The answer
is outlined from Ludwig Wittgensteins thought, highlighting the
various notions of context, the certainty-knowledge dichotomy and
the conceptualization of immediate experience. All of that provides a
path towards a vital holism, which, by unveiling the pluralism of our
conceptualization and understanding ways, leads to the simultaneous
recognition of compatibilities and incommensurabilities between different cognitive models and cultural idiosyncrasies.
*
Centro de Estudios Filosficos Adolfo Garca Daz, Crculo Wittgensteineano, Universidad del Zulia, Venezuela.
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Palabras clave
Wittgenstein, contexto, certeza, saber, experiencia inmediata, cultura
Keywords
Wittgenstein, context, certainty, knowledge, immediate experience, culture
25
26
austraco desde cuatro ngulos variables, interconectados y slo parcialmente correspondientes a determinadas pocas, que representan diferentes
modalidades de la idea de contextualidad.
Presumo que tal desarrollo se constituy de la siguiente manera:
Partiendo de la conviccin de que su objeto de estudio haba de
ser el lenguaje (lo cual dio lugar a una visin abstracta de la relacin lenguaje-mundo), Wittgenstein lleg a percatarse de que,
para superar las limitaciones de esa visin, era necesario ampliar
sus reflexiones a lo que constituye propiamente nuestro lenguaje
(en respuesta a una preocupacin por el trasfondo epistmico de
dicha relacin);2
enfoque ste que a su vez le proporcion los suficientes elementos nuevos como para interesarse, primero, en el mismo lenguaje
como actividad (acercndose as a la praxis desarrollada delante de
tal trasfondo)
y, segundo, en la historicidad que ha de co-determinar sta (lo que
equivale a preguntarse por los valores epistmicos dentro del marco de semejante praxis y por el rol que en la atribucin de stos
adquiere el acervo cultural).3
Todo ello entendible como un movimiento de lo esttico a lo dinmico, de lo sistmico a lo (sistmico)vital y de la organizacin conceptual
a los mecanismos sincrnicos y diacrnicos que influyen sobre sta desemboca, como queda dicho, en una visin de contextualidad modulada en
cuatro frecuencias diferentes: la combinatoria, la epistmica, la situacional
y la epistmico-histrica.
En este orden de ideas, las Observaciones filosficas, por ejemplo (junto
con los dems textos transitorios), perteneceran segn los resultados
de varios estudios ya efectuados4 bsicamente al segundo de esos apartados; as como, en principio, el Tractatus logico-philosophicus correspondera
2
Cfr. especialmente S. Knabenschuh, En torno a la experiencia: L. Wittgenstein y
C.I. Lewis, Aret. Revista de Filosofa, vol. XIV, nm. 2, Pontificia Universidad Catlica
del Per, Lima, 2002, pp.211247; El mito de la fase verificacionista de Wittgenstein,
Revista de Filosofa, nm. 48, Universidad del Zulia, Maracaibo, 2004, pp.742; La fenomenologa de Wittgenstein: cuestiones terminolgicas, Episteme NS, vol. 25, nm. 1,
Universidad Central de Venezuela, Caracas, 2005, pp. 128; Gramtica como principio
experiencial: el holismo vital de Wittgenstein, pp. 75-94.
3
Uno de los pocos comentadores que han tratado especficamente esta faceta histricocultural del pensamiento wittgensteineano es David Stern; cfr., por ejemplo, Heraclitus
and Wittgensteins River Images: Stepping Twice into the Same River, Monist, vol. 74,
nm. 4, 1991, pp. 579-604, disponible en <http://trial.epnet.com>.
4
Cfr. Las investigaciones de S. Knabenschuh citadas en las notas de este artculo.
27
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inmediata, en pedestales de nuestras tentativas de conocer.7 En ambos casos sostiene, se trata de proposiciones que nos constan [feststehen]8
y que, as, pertenecen al andamiaje [Gerst] de todo nuestro razonar y
argumentar en torno al mundo emprico,9 que pertenecen a una visin del
mundo y actan como goznes de nuestros movimientos epistmicos dentro del marco de sta: [L]as preguntas que hacemos y nuestras dudas estriban en que ciertas proposiciones se encuentran exceptuadas de la duda [en
que stas son,] por as decir, los goznes sobre los cuales se mueven aqullas
[] Mi vida consiste en darme por satisfecho con unas cuantas cosas.10
Aqu reaparece con toda claridad aquella certeza cuyas dos facetas
nocionales son la contextualizacin vital y la funcin gramatical.11 Es en
este sentido que Michael Kober atribuye (de forma acertada) a las proposiciones en cuestin el rol de normas epistmicas adquiridas en el contexto
de una praxis.12 Ciertamente, se trata de normas siempre tentativas, puesto
que no puede excluirse nunca lo que cabra llamar la certeza fallida. Ser
con vista en ello que en Sobre la certeza, finalmente, se formula lo que las
Observaciones filosficas haban dejado an implcito: el que no slo nuestros conocimientos sino tambin nuestras certezas resultan ser, en todo
momento, provisionales.13
c) A fin de dar solidez a este captulo, hemos de retomar ahora con
ms detalle la articulacin de la experiencia inmediata, aclarando el rol
epistmico que se le asigna, y la evaluacin epistemolgica que subyace
a tal asignacin. De qu manera se integra lo inmediatamente experimentado en nuestra vida epistmica si, por un lado, no consiste en meros
estmulos, pero, por otro, tampoco nos autoriza a afirmar (ni siquiera con
la provisionalidad que ello implicara) que sabemos algo?
Dirijamos nuestra atencin a los ejemplos paradigmticos que aparecen con distintas variaciones en los textos wittgensteineanos de los
aos treinta: las proposiciones del tipo veo una mancha roja y las del tipo
tengo dolor de muelas. Ya el hecho de que tales tipos de proposiciones
se equiparen bajo un denominador comn es revelador, pues implica la
inclusin, en el campo de la experiencia inmediata (emprica), de un tipo
de sensibilidad que podra adscribirse bien sea al mbito de la sensacin,
bien sea al de los sentimientos, que por tanto establece un puente entre
Cfr., por ejemplo, ibidem, 12, p.119; 154155, p.152.
Cfr., por ejemplo, ibidem, 112, p.143.
9
Cfr., por ejemplo, ibidem, 211, p.162.
10
Ibidem, 341, p.186; 344, p.187.
11
Cfr., por ejemplo, ibidem, 340, p.186.
12
Cfr. Michael Kober, Gewiheit als Norm. Wittgensteins erkenntnistheoretische Untersuchungen in ber Gewiheit, Berln, Walter de Gruyter, 1993, pp.212215.
13
Cfr. la imagen del ro, G, 9697 y 99, p.140.
7
8
29
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representacin del [= en el] espacio visual representa un objeto, y no contiene ninguna insinuacin de un sujeto.17 En otras palabras, la inmediatez de
las percepciones y sensaciones corporales no ha de confundirse, en tanto
que presenten contenidos concientizables, con una supuesta subjetividad
o privacidad de stos.
La caracterstica esencial de la experiencia inmediata es ms bien una
inherente seguridad, confianza o certeza vital, manifiesta en las aserciones
experienciales que proferimos en todos los mbitos de nuestra vida a
partir de las situaciones que Wittgenstein denomina perspicazmente situaciones de familiaridad [Wohlbekanntsein / Wohlbekanntheit]: un reposar
[ruhen] en algo que percibimos o sentimos sin cuestionar ni analizarlo.18
Sentimos ste es el mensaje tal certeza vital especialmente en el trato
directo con los sucesos (aunque como muestra Sobre la certeza, tambin en el manejo de ciertas informaciones aceptadas), a la vez que sentimos, respecto de nuestros criterios de pertinencia, una certeza gramatical.
Y la funcin de semejante doble (o triple) certeza dentro del marco de
nuestra vida epistmica no es otra sino la de servirnos (aunque siempre en
forma provisional) de punto de apoyo; no, ciertamente, para cumplir la antigua promesa de mover el mundo, pero s para interrogarlo una y otra vez.
Con ello tambin se aclara el misterioso postulado wittgensteineano
de que el anlisis fenomenolgico (la consideracin de las articulaciones de la experiencia inmediata) apunta a lo esencial [das Wesentliche] de
nuestro lenguaje y de nuestra episteme vital.19 Recalcando que el lenguaje abstracto (especficamente, el matemtico) no constituye un lenguaje
que tenga una gramtica, sino que es gramtica20 (de modo que no puede
alcanzar el factor vital de nuestros contactos con la realidad), y que las
articulaciones hipotticas conllevan una insalvable distancia epistmica entre expectativa y cumplimiento (lo cual impide que expresen la esencia de
dichos contactos), Wittgenstein insina que la potencialidad de mostrar lo
esencial de los encuentros hombre-mundo no puede recaer sino sobre las
articulaciones de la experiencia inmediata.
Desde luego, no faltar quien, en atencin a tales consideraciones,
(re)plantee la pregunta de si no hay, despus de todo, alguna clase de fundacionalismo en la filosofa antifundacionalista de Wittgenstein. Veamos: lo
que muestran las investigaciones gramaticales wittgensteineanas es un prinPB, 71, p.100 (nfasis mo).
Cfr., por ejemplo, L. Wittgenstein, Philosophische Grammatik (1969), en L. Wittgenstein, Werkausgabe, t. 4, Rush Rhees (ed.), Suhrkamp, Frncfort, 1984, I 115116, pp.
165166. En adelante PG, seguido de parte (I o II), pargrafo y pgina.
19
Cfr. por ejemplo, PB, 1, p.51.
20
Cfr. por ejemplo, ibidem, 178, p.218; 114, p.135.
17
18
31
cipio funcional que consiste en la flexibilidad de nuestros dispositivos conceptuales a ser aplicados segn una u otra manera de ver; y como entre todas ellas
hay una, la inmediata, la cual nos conecta con la realidad sin necesitar otra
cosa que la mera ubicacin gramatical, all ese principio se manifiesta podramos decir por definicin. Vindolo as, el mecanismo de la captacin
y articulacin de lo inmediatamente experimentado puede considerarse, en
efecto, fundamental: no como garanta inferencial o soporte ontolgico,
pero s como raz vital.21 Darle a semejante perspectiva el nombre de fundacionalismo sera cuestin terminolgica.
Lo que puede afirmarse con seguridad es que aquello llamado ocasionalmente por Wittgenstein la red a la cual pertenece la proposicin o el
entorno gramatical de la proposicin22 constituye una suerte de contexto
elemental o esencial, previo a toda contextualidad combinatoria (o lgicoformal) y de toda contextualidad situacional (o pragmtica). Insinuacin
que considero nos autoriza a hablar de un holismo vital.
III
Quisiera reforzar lo expuesto con una breve mirada crtica a lo que la literatura secundaria ha aportado sobre el particular, pues debe reconocerse
que la idea de un holismo wittgensteineano no es nueva. El problema
consiste en que pocas veces queda claro lo que viene siendo precisamente
la pregunta central del presente trabajo: si lo que se pretende descubrir
es un contextualismo o propiamente un holismo (en las acepciones antes
esbozadas).
La misma terminologa empleada en los diferentes estudios suele
reflejar esta situacin de indeterminacin conceptual. As, ya se ha hablado tanto del desarrollo progresivo de una en el Tractatus incipiente
21
Cfr., al respecto, Philosophie, en James C. Klagge y Alfred Nordmann (eds.),
Philosophical Occasions 19121951(1993), Indianapolis/Cambridge, Hackett Publishing
Company, 1994, 88, p. 168: La palabra fundamental, all donde siquiera tiene una
significacin [Bedeutung], no puede [] significar nada metalgico o filosfico. La
investigacin de la gramtica es fundamental en el mismo sentido en que podemos llamar fundamental al lenguaje [por ser,] digamos, su propio fundamento. Tambin, L.
Wittgenstein, Wittgensteins Lectures. Cambridge 1930-1932 [ed. de Desmond Lee ], Basil
Blackwell, Oxford, 1980, B IV, p.34: Nunca llegamos a proposiciones fundamentales en
el curso de nuestras investigaciones; nos topamos con [get to] el lmite del lenguaje que nos
impide seguir haciendo preguntas. En este contexto, Roger F. Gibson llega a atribuir a la
imagen del ro de Sobre la certeza un fundacionalismo relativo, dejando sin embargo claro que tal fundacionalismo no habra de entenderse como opuesto a una visin holstica.
Cfr. Roger F. Gibson, Quine, Wittgenstein and Holism, en Robert L. Arrington y HansJohann Glock (eds.), Wittgenstein and Quine, Routledge, Londres/Nueva York, 1996, p.93.
22
PG I, 101, p.149; 104, p.153 (nfasis mo).
32
33
de uniformidad [holism of uniformity] tractariano. La idea nueva puntualiza fue que experimentamos cada parte del lenguaje en sus relaciones con otras partes vecinas.32 Idea que el mismo Pears parece aprobar
plenamente cuando concluye que [e]s un importante rasgo holstico de
nuestro uso del lenguaje el que, efectivamente, tengamos nocin de dnde
nos hallamos, en cada momento, en el espacio lgico.33
Lo valioso de esta interpretacin consiste en evidenciar que el holismo
wittgensteineano tal como empez a desarrollarse en la poca de las Observaciones filosficas es una visin, no de una totalidad completa, cerrada
o sistmica (como lo formulara, por ejemplo, Michael Kober),34 sino de
una diversidad de modos de organizacin conceptual interrelacionados
que slo adquieren un carcter de totalidad en virtud de compartir una
dinmica de ubicacin.
Este factor tambin fue percibido y expresado mediante un precioso (pero, como tal, intraducible) juego de palabras por David McCarty:
para Wittgenstein escribe comprender [understanding] es ms bien
algo as como [un] estar ubicado [standing]. Al estar ubicado, uno toma
una posicin o adopta una perspectiva dentro de un escenario [setting]
objetivo. El marco [setting] operativo [a su vez,] es lo que opto por llamar
el mecanismo del lenguaje.35
Bien mirada, tal observacin incluso va ms all de la idea de Pears,
por insistir en algo que nunca debera olvidarse al tratar de captar la naturaleza de las investigaciones gramaticales de Wittgenstein: la dependencia de cualesquiera perspectivas que podamos adoptar, tanto de un escenario objetivo (las potencialidades manifestativas de la realidad), como de
un marco operativo (nuestras potencialidades de acercarnos al mundo).36
Ahora bien, reflexiones como las de Pears y McCarty nos ayudan a seguir aclarando el panorama ya antes bosquejado. En efecto, la red gramatical configurada por las relaciones internas wittgensteineanas (tal como se
expresan en las articulaciones de la experiencia inmediata) parece constituir,
como habamos dicho, un contexto elemental o vital cuya dinmica invita a
una visin holstica (ms que contextualista) de nuestras posibilidades de
ubicarnos en diversos ngulos ante el mundo. Una visin que es propiamente holstica, porque supera la idea de la mera insercin en contextos
(sean stos combinatorios o situacionales), subrayndose ms bien que la
captacin y articulacin puntual obedece a un mecanismo de variacin de
Ibidem, pp.170171.
Ibidem, p.173.
34
M. Kober, op. cit., p.50.
35
D. C. McCarty, op. cit., pp.72-73.
36
Cfr. tambin ibidem, p.78.
32
33
34
35
PENSANDO EL CONTEXTO.
LA CULTURA COMO REALIZACIN EPISTMICA
Rafael Balza-Garca*
38
PENSANDO EL CONTEXTO
Palabras clave
certeza, cognicin, percepcin, etnoepistemologa, sociedad, antropologa
Keywords
certainty, cognition, perception, ethnoepistemology, society, anthropology
39
40
PENSANDO EL CONTEXTO
41
6
A este respecto, el texto ya clsico de Kroeber y Kluckhohn es ilustrativo sobre el
centenar de definiciones que pueden existir para dicho concepto. Cfr. A. Kroeber y K. Clyde,
Culture. A Critical Review of Concepts and Definitions, Nueva York, Vintage Books, 1963.
7
M. Reale, El concepto de cultura, sus temas fundamentales, Filosofa de la cultura,
Madrid, Trotta, 1998, p. 37.
8
Es tanta la presunta ambigedad semntica del concepto cultura, que antroplogos como Adam Kuper han querido eliminarlo del lxico antropolgico: cuanto ms se
considera el mejor trabajo moderno de los antroplogos en torno de la cultura, ms aconsejable parece el evitar semejante trmino hiperreferencial y hablar con mayor precisin de
conocimiento, creencia, arte, tecnologa, tradicin, o incluso ideologa. A. Kuper, Cultura,
la versin de los antroplogos, Barcelona, Paids, 2001, p. 12. Sobre esto, vale decir que la cultura no es slo lo expresado por Kuper, visin clsica, sino es la constituyente de nuestro
campo vital; el modo como toma forma nuestro campo visual y perceptivo. Reducirla a
algunos de los conceptos mencionados es ignorar su importancia epistmica como conformadora de nuestra Weltanschauung.
9
Denys Cuche, La nocin de cultura en las ciencias sociales, Buenos Aires, Nueva Visin,
1999, p.10.
42
PENSANDO EL CONTEXTO
43
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46
PENSANDO EL CONTEXTO
47
48
PENSANDO EL CONTEXTO
Es, ms bien, una organizacin de todo eso. Es la forma de las cosas que
la gente tiene en su mente, sus modelos de percibirlas, de relacionarlas o
de interpretarlas.28
Ahora bien, sin embargo, pese al cambio de perspectiva, arropando lo
social con lo mental, el acento recae en lo cognitivo antes que en lo epistmico, limitando en parte una real constitucin de una etnoepistemologa.
Pero, aunque implicara anexarle algunos elementos ms vinculados con la
constitucin epistmica de nuestro mundo vital, por ejemplo, las formas
de articularse la relacin hombre-mundo, recoge preocupaciones no enfrentadas en una perspectiva social.
La idea de cultura desde la antropologa cognitiva (y en parte simblica) reduce lo pblico (y epistmico) a un subjetivismo formal, desarrollando esquemas, diagramas o taxonomas lingsticas asociadas con lo que
el hombre piensa o tiene en la cabeza. Su inclinacin a una descripcin
de los elementos cognitivos por medio de los cuales el hombre conoce y se
comporta, coloca lo social y lo epistmicamente relevante en un segundo
plano. Como especifica Clifford Geertz:
Designada de varias maneras, etnociencia, anlisis componencial o antropologa cognitiva [] esta escuela de pensamiento sostiene que la cultura est
compuesta de estructuras psicolgicas mediante las cuales los individuos o
grupos de individuos guan su conducta, por lo que tiene como principal
regla metodolgica la exposicin de reglas sistemticas, una especie de algoritmia etnogrfica que, de ser seguida, hara posible obrar, como, o pasar
(dejando a un lado la apariencia fsica) por un nativo. De esta manera, un
subjetivismo extremado se vincula con un formalismo extremado, y el resultado no ha de sorprender: un violento debate sobre si los anlisis particulares
(que se realizan en la forma de taxonomas, paradigmas, tablas, rboles y
otras ingenuidades) reflejan lo que los nativos realmente piensan o si son
meramente hbiles simulaciones, lgicamente convincentes, pero sustancialmente diferentes de lo que piensan los nativos.29
49
como demarcador de reglas mentales que los individuos deben asimilar para ser parte de un sistema cultural, la pregunta que emerge es si la
cultura, y la mente, puede ser explicada desde actos y prcticas sociales
como extensiones de lo que hacemos internamente. Objetivar la mente tal vez implique confundirla con determinados contenidos o prcticas,
como quiz pensar que saberes y prcticas poco complejas representen
formas mentales poco evolucionadas o, ms an, podra hacernos creer
que la mente es algo sui generis que puede entenderse a partir de esquemas.
Por otro lado, aunque es una lnea por dems interesante, una propuesta en ese sentido tampoco especifica o describe la diferencia entre cognicin, certeza, saber y creencia; y mucho menos describe o explica
los mecanismos epistmicos sobre los cuales stos se constituyen. No hacer
tal distincin, por ejemplo, puede llevarnos a pensar que la constitucin
cultural obedece a una construccin de esquemas, conocimientos o verdades en nuestra mente, como si todo lo que hiciese el hombre tuviese
un telos justificativo y se iniciara en las redes sinpticas. Tal vez abarcar la
cultura desde aspectos epistmicos reducira el uso del concepto de mente
como algo psicolgico encerrado en el cerebro humano. Lo epistmico, en
gran medida diferente de lo psicolgico y su nfasis en lo mental, muestra el funcionamiento cultural y la articulacin hombre-mundo desde
aspectos como la percepcin y la cognicin sin reducirlos a un subjetivismo mental o formal. Diferente de ello, la articulacin y configuracin
del mundo desde elementos epistmicamente relevantes se presenta desde
la vida pblica y no slo mental. Adems, lo epistemolgico describira
el mecanismo por el cual las culturas componen sus esquemas vitales,
no tratando la idea de esquema como un elemento subjetivamente formal. La pregunta, en tal caso, debera ser, entonces, por los mecanismos
epistmicos con los que funciona una cultura para permitir a los hombres
saber y creer. Cmo es la relacin hombre-mundo para que en lo posible
podamos vivir la cultura y saber. Por lo pronto, es clara la intencin de la
antropologa cognitiva, al menos en manos de sus fundadores: describir y
explicar las relaciones sociales, los objetos y las creencias culturales a travs del
modo como son organizadas y dispuestas en la mente humana.
Al menos cuatro aspectos son rescatables de esa manera de entender
la cultura, siempre y cuando se tomen desde lo epistmico. Uno, la cultura
representa un esquema organizativo; dos, los individuos dentro de una
cultura deben saber algo para ser miembros de una sociedad. Pero este
saber no es un saber racional ni mental, sino enteramente social y constitutivo, no hipottico ni justificativo (certezas vitales); tres, la experiencia
(y las vivencias) se le debe a dichos esquemas y no a la realidad, por lo que
las reglas que nos dan una imagen del mundo no son justificadas por lo
dado; cuatro, la pregunta por el funcionamiento y los mecanismos por los
Intersticios, ao 19, nm. 41, 2014, pp. 37-56
50
PENSANDO EL CONTEXTO
51
emprico a ellos escrutando los hechos, y no disponiendo entidades abstractas en esquemas unificados.30
Geertz entiende que existen tramas de significacin en las que se hallan insertas las personas y que, por tanto, el anlisis de la cultura ha de
ser [...] no algo propio de una ciencia experimental en busca de leyes,
sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones.31 El trabajo del
antroplogo se convertira, as, en un trabajo hermenutico, intentando
reconstruir lo que los otros hacen. En ese sentido, se abandona la idea
de una antropologa plenamente terica que busca crear unidades de anlisis aplicables a cualquier contexto cultural. Todo anlisis se reduce a una
interpretacin de contextos, a los usos de los smbolos y, a partir de all, a
crear el mbito propio de la antropologa. Y no busca ese mbito en una
formalidad ni en contenidos subliminales, como sera el caso de Vctor
Turner, otro antroplogo simblico para quien la vida de los smbolos en
las acciones de los sujetos tambin es importante, pero reduciendo sta a
unidades mnimas32 a interpretar desde la exgesis nativa y los contenidos
subliminales. Por el contrario, Geertz ubica la exgesis en el uso y no en lo
que considera que es la interpretacin del nativo. Abandonar la esperanza
de hallar la lgica de la organizacin cultural en alguna esfera de significacin pitagrica, no significa abandonar la esperanza de encontrarla de
alguna manera. Significa volver nuestra atencin hacia aquello que da vida
a los smbolos: su uso.33
Ahora bien, aunque la posicin de Geertz sobrepasa un simbolismo y
un cognitivismo mental, estructural e internalista, pues, siguiendo al Wittgenstein de las Investigaciones, pasa del sujeto a los usos pblicos que el sujeto otorga a los smbolos y a los significados, su obra sigue careciendo o
eludiendo de una descripcin epistmica (para otros explicacin) de los
mecanismos que hacen posible precisamente el uso o el funcionamiento
de los smbolos; lo cual no sucede, pese a su reduccionismo mental, en
autores como Lvi-Strauss y Dan Sperber. Si algo ciertamente hay que reconocer tanto en la obra de Lvi-Strauss como en la de Sperber,34 es su clara tendencia a mostrar funcionamientos y mecanismos (dispositivos) que
expliquen de qu modo los smbolos y la vida cultural nos condicionan y
nos definen. En ese sentido, hay una distancia casi obvia: la de ubicar, por
C. Geertz, op. cit., p. 30.
Ibidem, p. 20.
32
A este respecto, vid. la diferencia entre smbolos dominantes y smbolos instrumentales
en Vctor Turner, La selva de los smbolos, Madrid, Siglo XXI, 1999.
33
Ibidem, p. 334.
34
Vid. Dan Sperber, El simbolismo en general, Barcelona, Anthropos, 1988.
30
31
52
PENSANDO EL CONTEXTO
53
54
PENSANDO EL CONTEXTO
Es el sistema (lgico) el que aparece primero como condicin epistmica necesaria. El conjunto aparece antes que la parte y el individuo se
ubica como ubicacin del sistema y del orden lgico. Este aspecto es
37
A este respecto, cfr. S. Knabenschuh de Porta, Apuntes epistemolgicos al Tractatus
wittgensteineano: en torno al espacio lgico, Revista de Filosofa, nm. 36, Universidad del
Zulia, Maracaibo, 2000, pp. 3146; Del espacio lgico a los espacios de incertidumbre.
Wittgenstein, 19291933, Revista de Filosofa, nm. 39, Universidad del Zulia, Maracaibo,
2001, pp.724. Para una revisin sobre la aplicacin de las ideas wittgensteineanas al anlisis
cultural, vid., por ejemplo, Lenguaje, comprensin y cultura: la epistemologa paralctica
de Wittgenstein, Actas del III Congreso Iberoamericano de Filosofa Pluralismo, edicin
electrnica (cd), Universidad de Antioquia, Medelln, mesa redonda Pluralismo epistmico. Reflexiones del Crculo Wittgensteineano, Maracaibo, Venezuela, sesin 1, ponencia
3. Compatibilidad vs. conmensurabilidad. La gramtica wittgensteineana ante un reto
(inter)cultural, en S. Rivera y T. Bassols (comps.), Wittgenstein en espaol II, Buenos Aires,
2010, pp. 175-199.
38
L. Wittgenstein, op. cit., 105 y 141. Las cursivas son mas.
55
Ibidem, 166.
56
PENSANDO EL CONTEXTO
EXPERIENCIA INMEDIATA:
FUNDAMENTO DEL ENCUENTRO
HOMBRE-MUNDO?
Ana G. Aguilar Prieto *
58
Palabras clave
Wittgenstein, fenomenologa, certeza vital, filosofa de la psicologa, conocimiento, verificacin
Keywords
Wittgenstein, phenomenology, vital certainty, philosophy of psychology, knowledge, verification
n nuestra vida cotidiana, con frecuencia hablamos de lo que sabemos1 y en tal contexto pareciera que distinguimos entre lo
cientfico y lo no cientfico. Pareciera, adems, que hablar de ciencia implica hablar de una cierta solidez el estereotipo del cientfico recluido en
su laboratorio, experimentando y confirmando sus teoras con rigidez matemtica puede persuadir a muchos de ver en la ciencia la ms fiable fuente
de lo que llamamos conocimiento. Sin embargo, en el mbito cientfico
encontramos cuestionamiento constante de hiptesis, as como la necesidad de experimentacin y verificacin para poner a prueba aquello que la
imaginacin del cientfico ha ideado como respuesta a una inquietud; en
otras palabras, la ciencia no constituye verdad absoluta.
Por otro lado, los mtodos cientficos dependen del objeto en cuestin
y, en este sentido, pareciera que podemos conseguir mayor precisin en el
estudio de objetos fsicos, externos, pertenecientes a la realidad objetiva
que est ah afuera, y no a objetos metafsicos2 o religiosos; ellos no dejan
espacio para la prueba cientfica al modo de las ciencias naturales en tanto
que su objeto no puede asirse. Por tanto, vamos tan lejos como nuestra
visin nos deje ir, tan lejos como objeto y mtodo lo permitan, aunque en
la actualidad parecen expandirse las posibilidades de comprender mejor la
realidad, ya sea fsica o metafsica, a partir de los encuentros entre distintas
disciplinas. Los llamados ejes transversales en las investigaciones establecen una tendencia que cambia la idea neopositivista del conocimiento y la
ciencia surgida en el seno del Crculo de Viena.
Es a propsito de tal concepcin de la ciencia que en nuestro primer
acercamiento a una lectura libre de los textos de Wittgenstein surge la interrogante acerca de la naturaleza de la distincin entre ciencias naturales
1
2
En este caso, nos referimos a aquello para lo cual podemos dar explicacin.
Empleamos aqu el adjetivo en sentido lato.
59
60
Entonces, llamamos experiencia al encuentro en el que se da esa aprehensin sensible de la realidad. Ahora bien, qu es propiamente la experiencia inmediata? Hemos aclarado que no nos referimos a la idea de
experiencia del empirismo ingls; en principio, conviene entenderla como
algo ms complejo que una mera captacin de los datos de los sentidos. Se
trata de aquella relacin subjetiva que la conciencia intencional de la fenomenologa husserliana establece con el mundo? A ello debemos responder negativamente; la experiencia inmediata de la cual habla Wittgenstein
conlleva una menor carga subjetiva que la vivencia descrita en la fenomenologa de Husserl y tampoco podemos considerarla concepto exclusivo
de la psicologa, a pesar de ser parte del entramado epistmico del sujeto.
Dos perspectivas previamente ensayadas6 revelan ms detalles sobre la
naturaleza del concepto en discusin: el primero pretende manifestar las
conexiones reales entre la experiencia inmediata y la filosofa de la psicologa siguiendo la sugerencia de Wittgenstein y el segundo, lo que la primera
tiene propiamente de fenomenolgico.
II
En primer lugar, la articulacin de la experiencia inmediata conlleva en s
el uso de trminos psicolgicos en ocasiones referidos a realidades externas,
tales como mi hermano est en la otra habitacin o a realidades internas como tengo dolor de muelas.7 Cuando nuestro autor plantea los
ejemplos arriba mencionados, el criterio de verificacin propuesto por el
neopositivismo no aplica, puesto que en ambos casos la verificacin de la
proposicin la establece la experiencia misma. Experiencia y verificacin
6
Sobre experiencia inmediata, he presentado ponencias en diferentes eventos de carcter filosfico; a saber "Apuntes sobre la experiencia en Wittgenstein: un acercamiento a la
filosofa de la psicologa", 4to. Ciclo de Ponencias del Crculo Wittgensteineano, Universidad del Zulia, 2008; "La experiencia inmediata en Wittgenstein. Acercando fenomenologa y filosofa de la psicologa", III Congreso Iberoamericano de Filosofa, Universidad
de Antioquia, 2008; "Experiencia: un problema psicolgico o fenomelgico? Propuestas a
partir de Wittgenstein", 6to. Ciclo de Ponencias del Crculo Wittgensteineano, Universidad
Catlica Cecilio Acosta, 2008; "Experiencia inmediata y accin: notas sobre lo psicolgico", Simposio del Crculo Wittgensteineano en el marco del VII Congreso Nacional de
Filosofa, Universidad Central de Venezuela/Universidad Catlica Andrs Bello, 2010; "Accin y contexto: sobre experiencia inmediata y lo psicolgico", 11 Ciclo de ponencias del
crculo Wittgensteineano, Universidad del Zulia, 2010; "La experiencia de movernos en el
mundo: Wittgenstein para estudiantes", Universidad Dr. Jos Gregorio Hernndez, 2011; y
"experiencia y vida: hermenutica Wittgensteineana", Universidad del Zulia, 2012.
7
La referencia a este tipo de ejemplos es constante en Wittgenstein. Los adoptaremos
ac como ejemplos paradigmticos en la medida en que sea conveniente para ilustrar las
conexiones entre uno y otro tipo de proposicin.
61
son simultneas: a la vez que sucede una ocurre la otra. Wittgenstein nos
lo hace ver cuando, en sus recurrentes ejemplos, revela que nuestro propio
lenguaje trabaja en funcin de dicha simultaneidad. En esa inmediatez, la
muestra as: La pregunta es si tiene sentido decir: slo A puede verificar
la proposicin A tiene un dolor, yo no puedo. Pero qu sera el que ello
fuera falso y que yo pudiera verificarla?: puede ello significar otra cosa
que el que yo debiera sentir dolor? Pero, sera eso una verificacin? No
olvidemos: es un sinsentido decir que yo debo sentir mi o su dolor.8 Una
vez extrada la respuesta acerca de la verificacin de la articulacin de la
experiencia inmediata, podemos intentar otro camino, a saber la forma
de aprender a usar trminos como dolor, que se muestran tan resistentes
a la definicin. Es plausible pensar que una aproximacin al concepto de
experiencia inmediata resulta apropiada desde la filosofa de la psicologa:
el aprendizaje de trminos como dolor es una experiencia del sujeto.
Siguiendo a Wittgenstein, podemos decir que cada pregunta presupone el mbito en el cual tiene lugar su respuesta. Ahora bien, esta propuesta
exhibe una dificultad: los trminos psicolgicos, que carecen de correlato
material, no pueden funcionar de la forma simple en la que lo hacen los
nombres en una primitiva funcin del lenguaje (el juego del nombrar). A
esos trminos no podemos asignarles una realidad como la de los objetos
extramentales. El uso de un nombre puede ser transmitido incluso mediante una definicin ostensiva, pero nuestros sentimientos y percepciones
sobrepasan la simpleza de ese intento.
La dificultad de definir estos trminos resulta sospechosa si pretendemos que la funcin del lenguaje sea nombrar; no obstante, la solucin se
vislumbra desde el cambio en la actitud de la pregunta: en lugar de imponer una interpretacin afirmando lo que un trmino psicolgico debera
hacer, observar su comportamiento en su juego de lenguaje original para
as entender su funcionamiento, en virtud de que la frase descripcin de
un estado anmico caracteriza un cierto juego.9
Teniendo en cuenta que, segn Wittgenstein, para un gran nmero
de palabras su significado radica en su uso, debemos preguntarnos si el juego de lenguaje originario en este caso es la psicologa. La respuesta es no;
la psicologa los toma prestados. De ah que afirmemos que la articulacin
de la experiencia inmediata no corresponde al mbito de la psicologa,
sino de lo psicolgico. As pues, estos trminos se insertan en una compleja dinmica contextual que les da significatividad. Al recordar ahora la
8
L. Wittgenstein, Observaciones filosficas, Alejandro Tomasini Bassols (trad.), Mxico,
Instituto de Investigaciones Filosficas-Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 1997
(1975, versin original), p. 82.
9
L. Wittgenstein, ltimos escritos sobre filosofa, p. 15, n. 50.
62
pregunta inicial sobre la distincin entre las ciencias, detectamos una diferencia que, si bien puede resultar meramente accidental, algo nos revela
acerca de esa distincin: las ciencias naturales crean una terminologa que
solemos trasladar a la vida diaria, mientras que las ciencias sociales, como
la psicologa, no la crean, sino que la toman prestada del mbito vital, con
lo cual centramos nuestro inters en el punto clave: no se trata ya de distincin entre ciencias, sino, ms bien, de un intento por ver con ms claridad
cmo funcionan nuestros mecanismos epistmicos. Es propio del sujeto
el manejo de los contenidos de la experiencia inmediata en su interaccin
con el mundo, pero no le es propio convertirlos en objeto de ciencia.
En atencin al enunciado de la experiencia inmediata, conviene resaltar que el hecho de que su verificacin sea tener la experiencia misma
lo ubica en el espacio de las certezas, aquello en lo cual no cabe siquiera
la posibilidad de duda. Luego de escuchar a nuestro interlocutor, seguramente no le pediramos explicaciones. Como decamos, los enunciados de
experiencia inmediata son certezas y, con ms exactitud, certezas vitales.10
En este sentido, son un punto de partida, un provisional piso firme desde
el cual puedo preguntar.
III
Nuestra segunda perspectiva propuesta es la de la fenomenologa. El propio Wittgenstein emplea el trmino para referirse a su preocupacin por
los enunciados de experiencia inmediata.
Si pensamos en la tradicin fenomenolgica, Ludwig Wittgenstein no
es el primer nombre que viene a nuestra memoria, pero es, curiosamente,
l quien escoge la etiqueta una especie de fenomenologa para aplicarla a
su filosofa. Fenomenologa que de ninguna manera pretende descubrir
esencias, sino destacar lo esencial para la vida, como encuentro hombremundo en el cual est implicado lo objetivo.
Para Husserl, el conocimiento se da como una mostracin intuitiva y
una separacin analtica de las diferentes especies de fenmenos. Esto es, un
aspecto intuitivo, que es la relacin directa del objeto con el sujeto o con la
conciencia cognoscente, y un aspecto reconstructivo en el cual la conciencia, despus de haber hecho la reduccin fenomenolgica, haber hallado
lo esencial del fenmeno y haber retornado a s misma, puede elaborar el
conocimiento. Husserl determina as que el darse est en el plano de la
evidencia, diciendo de sta que la evidencia es esta conciencia que efectivamente ve, que capta su objeto mismo directa y adecuadamente; que
10
Sabine, Knabenschuh de Porta, En torno a la experiencia: L. Wittgenstein y C. I.
Lewis, Aret. Revista de Filosofa, vol. XIV, nm. 2, Lima, 2002, p. 222.
63
64
66
n este trabajo, se intentar exponer las posibilidades de aplicacin de algunas nociones wittgensteineanas a ciertas reas de la
filosofa; en especfico, la de visin de aspectos en la hermenutica. Para
ello, nos fundamentaremos en el tradicional enfrentamiento entre la hermenutica de tendencia univocista, propia de la lnea positivista, y por otro
lado, la de tendencia equivocista, propia de la lnea relativista, tambin
llamada posmoderna. La primera se caracteriza por su actitud cientificista
y por su intento de bsqueda de un lenguaje exacto, vale decir, textual; y
la segunda, por su actitud e intento de considerar como vlidas todas las
interpretaciones.
En ese sentido, la nocin wittgensteineana de visin de aspectos se nos
presentar como un instrumento vlido para equilibrar de manera dinmica ambas posturas, al permitir que un texto o fenmeno pueda interpretarse
de diferentes modos, segn la perspectiva y el contexto desde el que se
encuentre un sujeto.
Para nuestra reflexin, se establecer un marco de comparacin/contraste entre los trminos: unvocos, equvocos y analgicos1 desde una
perspectiva hermenutica, y las nociones ver y ver aspectos expuestas por
Wittgenstein. De tales concepciones, se extraern puntos de relacin y diferenciacin que permitirn proponer una posible aplicacin de la nocin
de visin de aspectos para la interpretacin y comprensin de textos.
Desde ese punto de vista, partiendo de lo explicado por Wittgenstein, nos preguntaremos si los conceptos ver y ver aspectos pueden ejercer
funciones similares a las de los trminos analgicos entre las tendencias
univocista y equivocista, llegando a considerar que el concepto de visin de
aspectos puede compararse a un trmino analgico, en cuanto a servir para
comprender y juzgar mejor las diferencias y semejanzas de los conceptos;
sin caer por ello, en los extremos de la reduccin simplificadora de tipo
univocista o de la exclusin empobrecedora de tipo equivocista, ampliando, as, el margen de las interpretaciones de un texto; es decir, sin perder
la posibilidad de abrirnos a la verdad textual, esto es, la de las posibles
lecturas del texto, pero conservando una jerarqua de acercamientos a una
interpretacin delimitada o delimitable.
En este orden de ideas, la analoga se nos despliega como un procedimiento dialgico que permite distinguir semejanzas y diferencias de
Para este trabajo, se parte de la propuesta analizada en Mauricio Beuchot y Germn
Marqunez Argote, Hermenutica analgica y filosofa latinoamericana, Bogot, El Bho,
2005.
1
67
68
Ibidem, p.33.
69
Ibidem, p.34.
Ibidem, p.35.
70
requiera y donde venga al caso, para no forzar los textos que nicamente
acepten la una o la otra, y, sobre todo, para una lectura ms rica de aquellos
que consientan las dos. Como resultado de esto, pasamos a una interpretacin ms rica, pero de igual modo aceptable.
Por otro lado, es preciso considerar que el significado de un texto puede partirse en dos: sentido y referencia; el sentido es lo que captamos o comprendemos cuando escuchamos o leemos una expresin, y la referencia, es
aquello a lo que la expresin remite, lo que designa, sea cosa o estados de
cosas, son los objetos que seala. Desde un acercamiento wittgensteineano,
podra decir que el sentido sera equiparable al concepto de ver aspectos, y
la referencia, al simple ver. Entonces, si aplicamos la visin de aspectos a un
texto, observamos que ayuda a captar el sentido sin renunciar a la referencia o incluso privilegiar el sentido sin relegar la referencia.
Desde esta perspectiva, dira que la hermenutica se inclina ms por
el sentido, pues viene a travs de la coherencia o convencin y relega la
referencia, porque proviene de la correspondencia y la verificacin, ya que
en la lnea del sentido hay una tendencia a la equivocidad porque ste
resulta de cada mente o sistema; en cambio, en la lnea de la referencia,
existe una tendencia a la univocidad debido a que pertenece a la pretensin
cientificista.
Ahora bien, en el caso de la analoga, como postura intermedia, sin
pretender una relacin referencial biunvoca entre las palabras y las cosas,
se evita el caer en el rechazo de toda referencia y se acepta una referencialidad ms dinmica, aunque suficiente. No pretende que la referencia sea
inequvoca, pero tampoco le niega toda adecuacin a lo real.
Desde este punto de vista, la interpretacin es resultado de la compresin tomada como un proceso, cada vez ms profundo, ms penetrante
en el significado del texto. Por tanto, la hermenutica trata de mitigar la
dicotoma entre comprender y explicar; por lo que, tanto la hermenutica
como el ver aspectos intentarn comprender el sentido de un texto, es decir, del fenmeno o conjunto de objetos que se toman como tal.
Con la nocin de visin de aspectos, Wittgenstein abre la posibilidad
de oscilar entre los extremos univocistas y equivocistas cuando plantea al
ver simple como una sola forma de interpretar un objeto y, al ver aspectos,
como la posibilidad de interpretarlo de diferentes modos, aunque para
ello el objeto no haya cambiado y siga mantenindose como es. Se hace
susceptible de ser comprendido de otras maneras sin que por eso llegue a
propiciarse una especie de relativismo; de all que, para poder tener visin
de aspectos, debe partirse del simple ver.
III
Intersticios, ao 19, nm. 41, 2014, pp. 65-75
71
72
El ver aspectos como proceso interpretativo se muestra al ser identificado como un espacio de concepcin. Adems, el ver como es un proceso
mnemnico, en tanto que refleja la necesidad de introducir la memoria
y el recuerdo como espacios de contraste y como lugar de presencia de la
cosa ausente; qu quiere decir eso?, que la visin de aspectos slo es posible en la medida en que se aparta del objeto mismo y se ubica en un plano
de representacin que tiene como sustrato el tiempo.
Para aclarar esto ltimo, recordemos lo expuesto sobre la relacin de
la visin de aspectos con su objeto. Jos Gianotti advierte que el lenguaje del aspecto retira del lenguaje su referencia directa al estado de cosas
existentes, mientras que el problema acerca de su referencia se resuelve en
la estructura interna de sus partes.6 Esto es, la visin de aspectos, como
indica el mismo Wittgenstein, no tiene como objeto directo la cosa de
la cual se habla; si se especificara una cosa como el sustrato del ver como,
entonces la visin de aspectos ya no sera tal, sino un simple ver, en el que
se establece una sola coordenada entre la figura y lo que se figura, porque
anteriormente el ver era el sealamiento directo de una cosa:
Todos sabemos que un cubo claramente pintado se ve de manera tridimensional. Tal vez uno no pueda ni siquiera describir lo que ve de otra forma
que no sea tridimensionalmente. Y es claro que alguien podra ver esta figura
como algo plano. Ahora bien, alguien que ve la figura alternativamente de
una u otra forma tiene una vivencia del cambio de aspecto. Qu es, entonces, lo sorprendente en relacin con esto?, precisamente esto: que aqu la
informacin ahora veo no puede ser ya una informacin del objeto percibido, porque, anteriormente, veo en esta figura un cubo era una informacin del objeto que ahora estoy viendo.7
73
al afirmar que no se trata de ver la figura como uno entre una infinidad
de cuerpos de los que esa figura es proyeccin, sino que, Ms bien, la veo
alternativamente como uno y como otro cuerpo9 sin tener un elemento
perceptual fijo.
Tal comprensin de lo que implica una visin de aspectos desde su
referencia nos hace entender que el ver como aplicado a la hermenutica
no se explica afirmando que es un modo diverso de ver el texto, sino alternativo en el que se dice algo sobre un mismo texto en comn, pero en
forma distinta, dejando en claro que no se trata de tener una referencia directa con l, sino una relacin de concepciones acerca de ese mismo texto.
En la propuesta wittgensteineana, descubrimos que, para poder ver
aspectos, es indispensable partir de una base que de alguna manera represente una gua primera, como nos lo sugiere Wittgenstein en los pargrafos
326, 330 y 331:
No tiene sentido empezar enseando a alguien esto parece rojo. Ms bien,
esa persona debe decir esto de manera espontnea, una vez que ha aprendido
lo que significa rojo; esto es, la tcnica para usar la palabra.
Tenemos la inclinacin a imaginar este asunto como si la sensacin visual fuera un nuevo objeto que el nio conoce, una vez que ha aprendido
los primeros juegos de lenguaje primitivos con percepciones visuales. Me
parece rojo y cmo es lo rojo? As. Al mismo tiempo, debe sealar el
paradigma correcto.
Si he aprendido a realizar una actividad determinada en cierto lugar (por
ejemplo, he aprendido a ordenar el cuarto) y tengo un dominio de esta
tcnica, de aqu no se sigue que deba tener la capacidad de describir la disposicin del cuarto, aunque notara cualquier modificacin que se hiciera en
l y podra tambin describirla.10
En el caso de la hermenutica, la visin de aspectos parte del significado simple del texto para luego recrear nuevas tcticas de interpretarlo.
Aprendemos primero a ver el texto, y sobre eso, sentamos las posibilidades
reflexivas de observar y confrontar diversas visiones de l. Se va, de igual
modo, del esquema a la imagen; de un ver y de cierta forma una visin
continua a una interiorizacin de mltiples miradas.
Para aclarar lo que se viene diciendo, me parece iluminador lo que
Wittgenstein explica acerca de la relacin entre imaginacin, ver y ver
aspectos. El asunto bsico de este autor al relacionar estos tres elementos
es hacer notar que el proceso de la imaginacin se dirige a establecer un
9
10
74
nuevo vnculo entre la cosa que se ve y quien la percibe, todo esto, por medio de un contexto vital, el cual abre nuevas posibilidades de significacin
entre el texto (lo interpretado) y el interpretante.
Slo en el proceso imaginario podemos encontrarnos en la posibilidad
de ir del ver al ver aspectos. As, nicamente vemos aspectos cuando descubrimos, imaginativamente, conexiones vitales o posibilidades fenomnicas
nuevas. Por ello, debe aprenderse a mirar los fenmenos en un estado de
perplejidad impulsando la voluntad a no ser resistente a los cambios, sino a
asumirlos; eso es estar en un estado de sorpresa y de aceptacin de sta mediante la imaginacin, la cual nos involucra ms all de un simple mirar.
Cabe recordar que la imaginacin est sujeta a la voluntad debido
a que ella es un proceso interno que involucra una accin, y no se trata
exclusivamente de recibir una sensacin, como sera el caso del ver; esto
lleva a Wittgenstein a comentar en el aforismo 111 que el concepto de
imaginar es como el de hacer, ms bien que como el de recibir y, por esto,
imaginar es un acto creativo.11 O, como lo aclara en el aforismo 69 cuando diferencia entre una figura-visual y una figura-imagen: uno se imagina
algo de manera diferente de como esto aparece, puesto que en el primer
caso, uno dice: Mira exactamente all!; en el segundo: cierra los ojos!.12
Por ello imaginar algo puede compararse con una actividad. (Nadar),
pues cuando nos imaginamos algo, no observamos.13
Y ms adelante especifica que Ms bien, uno de estos conceptos se
asemeja a una accin, y el otro no. La diferencia es como la que existe entre
ver que mi mano se mueve y saber que la estoy moviendo (sin verla).14
Que las figuras visuales vengan y vayan no es algo que tena que ocurrir en
nosotros, porque estn ah, por lo que no nos sorprende y decimos Mira
all! Entonces, Wittgenstein aconseja que no ahuyentamos impresiones
visuales; ahuyentamos imgenes,15 ya que stas son producto de una accin sujeta a una voluntad.
De esta manera, Wittgenstein establece que la imaginacin es voluntaria, puesto que es un acto que amerita conciencia sobrepuesta a actos
meramente primitivos o instintivos y a la memoria involuntaria, entendindola como noesis, un lugar que posibilita, mas no necesita, conciencia
para ser. Y el recuerdo, no habitual sino creativo, es voluntario, pues est
atravesado por la imaginacin. Por ende, es interesante cuando Wittgens-
75
16
Resumen El siguiente trabajo intenta mostrar la forma en la que Gadamer modela la estructura del fenmeno de la comprensin a partir de una
concepcin ontolgica manifiesta en la experiencia del arte. Destacamos que lo simblico expresa su valor hermenutico al significar
la permanencia y el sentido de unidad de la comprensin humana,
siendo para esto la funcin simblica del arte, un fragmento particular que promete incorporarse a un todo al que refiere o apunta, con lo
cual permite superar las contingencias del tiempo histrico.
Abstract The next paper aims to show the way Gadamer models the structure
of the comprehension phenomenon from an ontological conception,
manifested in the experience of art. We emphasize that the symbolic
thing expresses its hermeneutic value by meaning the permanence
and the sense of unity of human comprehension, being for this the
symbolic function of art, a particular fragment that promises to incorporate into a whole, to which it refers or points out, and with
which it allows to overcome the historical-time contingencies.
* UNICA/Crculo Wittgensteineano, Universidad del Zulia, Venezuela.
78
Palabras clave
comprensin, ontologa, obra de arte, juego, autorrepresentacin, funcin simblica
Keywords
comprehension, cntology, work of art, game, self representation, symbolic function
79
80
II
Volviendo a los conceptos que debemos revisar, juego entraa una importancia central, puesto que en l giran otras explicaciones referidas al arte
como autorrepresentacin y autoconstruccin.
Gadamer afirma: Cuando hablamos del juego en el contexto de la
experiencia del arte, no nos referimos con l al comportamiento ni al estado de nimo del que crea o del que disfruta, y menos an a la libertad de
una subjetividad que se activa a s misma en el juego, sino al modo de ser
de la propia obra de arte.4
El arte es como la actividad ldica, constitutivo de una forma propia
de ser. El juego posee una esencia diferente e independiente de las conciencias de los que juegan; nos muestra algunas analogas de naturaleza ontolgica que el filsofo alemn atribuye al arte por caracterizarlo precisamente
como creacin ldica en ntima relacin con la naturaleza que recrea, imita y en la que mantiene su propia fuente y raz: El sujeto de la experiencia
del arte, lo que permanece y queda constante, no es la subjetividad del que
experimenta sino la obra de arte misma. Y ste es, precisamente, el punto
en el que se vuelve significativo el modo de ser del juego.5
Para explicar el arte, hacemos uso de los atributos ldicos que lo constituyen. El juego se distingue por ser una especie de movimiento de vaivn
o de danza que posee en s mismo su propia determinacin. El autor coloca como ejemplo el uso lingstico que tiene la palabra juego al aplicarse a
otros mbitos distintos del suyo; por ejemplo, se habla del juego de las luces, del juego de las olas, del juego de las moscas, del juego de las palabras
o del juego de los colores, entre otros citados por Gadamer. Lo caracterstico en la referencia a esos movimientos es que no estn fijados a ningn
objetivo o finalidad; por el contrario, expresan una constante repeticin
que se renueva a s misma de manera autnoma y permanentemente: El
movimiento de vaivn es para la determinacin esencial del juego tan evidentemente central que resulta indiferente quin o qu es lo que realiza
tal movimiento. El movimiento del juego como tal carece en realidad de
sustrato. Es el juego el que se juega o desarrolla; no se retiene aqu ningn
sujeto que sea el jugador. Es juego la pura realizacin del movimiento.6
As, se manifiesta claramente su idea sobre la naturaleza independiente del modo de ser del juego. Es el juego mismo el que se muestra por
medio de sus jugadores; su movimiento ldico se da por s mismo y no
requiere, de manera necesaria, la actuacin de los participantes, stos son
Hans-Georg Gadamer, Verdad y mtodo, Salamanca, Sgueme, 1984, p. 143.
Ibidem, p. 145.
6
Ibidem, p. 146.
4
5
81
parte del todo del que se compone el juego. Por ejemplo, si mencionamos
el juego de los colores, no nos referimos a un color que invada o se yuxtaponga a otros, sino que simplemente se trata de un movimiento o aspecto
unitario en el que aparece una multiplicidad cambiante de elementos.
De acuerdo con Gadamer, podemos afirmar que el juego se juega a s
mismo y no requiere que lo pongan en marcha. El vaivn caracterstico de
su movimiento indica la ausencia de un objetivo o fin que no sea el de su
propia representacin. Los ejemplos que aluden al uso lingstico parecen
establecer, en forma indirecta, que el juego no se refiere a una actividad, sino
a una realidad en s misma: lingsticamente, el verdadero sujeto del juego
no es, con toda evidencia, la subjetividad del que, entre otras actividades,
desempea tambin la de jugar; el sujeto es, ms bien, el juego mismo.7
El juego representa una ordenacin que se manifiesta por s misma.
Su estructura permite al jugador abandonarse y lo libera del deber a la
iniciativa en la que el sujeto se esfuerza por alcanzar los objetivos definidos
en cuanto a su existencia. El juego halla su analoga perfecta en la naturaleza; el movimiento ldico es cualidad suya, que se demuestra mediante su
autorrenovarse continuo. Asimismo, podemos interpretar el movimiento
ldico en la naturaleza cuando decimos, por ejemplo, que los animales
o que el agua y la luz juegan. Y si el hombre juega, lo hace precisamente
porque l en s tambin es parte de la naturaleza.
Ahora bien, en tanto que la naturaleza se establece a s misma como la
forma de un juego que est en continuo renovarse, Gadamer la considera
como un modelo de arte. La naturaleza (y podemos decir que todo es la
naturaleza) logra su propia autorrenovacin que no depende ni se orienta
hacia otros fines que no sea su propia representacin.
Cuando la naturaleza se representa a s misma, se hace y expresa su
aspecto ntico universal, y el juego es, de igual modo, una autorrepresentacin al igual que el juego humano, ya que en su mundo cerrado dentro
de un marco especfico y determinado al cumplimiento de unas aparentes
tareas propias asignadas por los jugadores, no cumple otra funcin que
representar; esto es, se exhibe a s mismo: Podra decirse que el cumplimiento de una tarea la representa. Es una manera de hablar que resulta
particularmente plausible cuando se trata de juegos, pues ste es un campo
en el que el cumplimiento de la tarea no apunta a otros nexos de objetividad. El juego se limita realmente a representarse. Su modo de ser es, pues,
la autorrepresentacin.8
Es una cualidad ntica de todo juego poder hacer su propia autorrepresentacin. Si hablamos de los juegos humanos, donde hay jugadores
7
8
82
Idem.
Ibidem, p. 152.
10
83
Por medio de esta experiencia, no distinguimos entre la representacin y la realidad externa a ella, puesto que, en cuanto se percibe el sentido
del juego que se desarrolla ante uno, esa distincin se borra. En ello consiste el significado del comprender, la transformacin producida se opera
hacia lo esencial con un sentido ontolgico que d unidad de conocimiento, y se supere la fragmentacin de las barreras histricas que haran
incomprensible nuestro pasado.
III
Aunado a lo expuesto, la concepcin de lo simblico, segn como lo concibe Gadamer, ratifica la funcin hermenutica propia del arte. Su interpretacin de la funcin simblica del arte es parte de su esfuerzo por
encontrar permanencia, por construir un puente por donde circule la tradicin histrica. Lo simblico-artstico representa un fragmento particular
de ser que promete incorporarse en un todo al que refiere o apunta, ese
todo alude a la unidad de la comprensin humana y la respuesta a la pregunta por el sentido mismo de la existencia.
Para el filsofo alemn, el smbolo es una muestra de presencia, no de
ausencia, que ofrece, en la forma de representacin artstica, lo que es permanente; en otras palabras, actualiza desde el fragmento o la pieza de arte
el sentido de la unidad complementaria presente en la experiencia del arte.
En la definicin griega de smbolo, se expresa aquello con lo cual se
reconoce a un antiguo conocido. Gadamer desarrolla la potencialidad de
esta idea asocindola con la naturaleza mimtica del arte. El smbolo no
es una alegora; en sta, se dice algo diferente de lo que se quiere decir, al
tener como referencia algo cuyo significado es previamente conocido y que
puede expresarse de manera inmediata. En el filsofo alemn, lo simblico
parte del fragmento, pero tiende a la totalidad manifiesta como un orden
absoluto cuya intuicin esttica o atisbo de significado se da en el sentimiento de lo bello.
En su carcter simblico, la obra de arte nos habla como tal obra, al
ser ella misma insustituible y nica debido a que representa vivamente su
contenido; explicado de otro modo, el arte es, en s mismo, un fragmento
ontolgico de su propio contenido representacional, y no solamente cumple la funcin de apuntar referencialmente. Mediante el smbolo, parece
darse un juego de mostracin y ocultacin, pero, adems, por medio de
11
Ibidem, p. 156.
84
85
del arte a partir de un arte que zanja la tradicin, que con la muerte de
Dios y con la muerte del arte se ha hecho enemigo del pasado?
Gadamer se opone de manera rotunda a estas interrogantes y, con cita
de antemano, sealo la clave argumentativa de su oposicin: la obra de
arte no es, en ningn sentido, una alegora, es decir, no dice algo para que
as se piense en otra cosa, sino que slo y precisamente en ella misma puede
encontrarse lo que ella tenga que decir.13 Junto a lo mencionado anteriormente, cabe profundizar ms en la concepcin del smbolo que asume el
autor para comprender las posibilidades hermenuticas que encierra. Cuando decimos que el propsito de la obra de arte es llevar algo a su representacin, debemos preguntar: qu es eso otro distinto de la representacin o
imagen que integra la obra materialmente y que llega a estar presente en su
plenitud sensible por medio de la representacin? En primer lugar, ese algo
que accede a su representacin no tiene posibilidades de ser concebido de
otra forma que como se muestra de modo tan elocuente en la obra de arte,
de suerte que debemos interpretar que se crea una simbiosis o una unidad
entre lo que llega a ser representado y el juego mismo que compone la esencia de la obra de arte. A esto se aade la segunda clave: la afirmacin de que
la representacin simblica que el arte realiza no precisa de ninguna dependencia determinada de cosas previamente dadas;14 entonces, qu es lo que
se muestra? Para el filsofo alemn, es el encuentro con una experiencia
que evoca un orden de verdad, que slo tiene lugar en la particularizacin,
y se es el sentido que el smbolo posee, que consiste en que en l mismo se
da una paradjica remisin que, a la vez, materializa en s mismo, e incluso
garantiza el significado al que remite.
El smbolo artstico como particularizacin que se autoconforma al
igual que se autoconforma el juego y que no depende de cosas previamente
dadas, ya sea en la tradicin figurativa objetual, ya sea en la forma moderna no objetual-abstracta, exigir siempre nuestro esfuerzo de construccin,
nuestro encuentro con la obra en la forma de la experiencia esttica. Para
Gadamer, es posible tener experiencia esttica mediante el arte no referencial y mantener el sentido de la unidad por la que discurre el pasado
artstico hasta encontrarse con el presente del espectador. Un ejemplo que
puede ayudar a entender el sentido de la unidad y universalidad que se
expresa en el arte es lo que el autor llama la msica absoluta, un verdadero
modelo del arte no objetual; en ella, no puede presuponerse una referencia
determinada que podamos interpretar como su sentido. La msica absoluta ha supuesto un gran logro de la abstraccin de Occidente, lo que, precisamente, ayuda a diferenciar que una pieza sea considerada superficial, de
13
14
86
otra que sea valorada como una gran creacin. En qu se basaran estos
juicios si se carece de elementos referenciales que puedan determinarle un
sentido previamente dado? Para el filsofo alemn, se fundamentan en lo
que el smbolo trae del pasado, smbolo en el sentido de tessera hospitalis
(tablilla del recuerdo), que no es una imitacin, sino un descubrimiento
de la realidad que el smbolo enriquece por las infinitas posibilidades de
combinacin y seleccin de entes y relaciones. Entonces, en la obra de arte
slo puede hallarse lo que ella tenga que decir.
Si conectamos las ideas de Gadamer sobre la funcin ontolgica del
arte explicada mediante conceptos de juego, conformacin y autorrepresentacin, con las potencialidades del smbolo, vemos las posibilidades hermenuticas que surgen desde la experiencia esttica en la dimensin de lo
abstracto, la cual adquiere configuracin esttica propia debido a que la
obra de arte es smbolo por su propia naturaleza autorreferente, sin importar si su lenguaje se acerca o se aleja del referente objetual.
Lejos de ser un adversario de la hermenutica, el smbolo del arte se
convierte en aliado; si el juego se caracteriza por ser un automovimiento,
lo simblico, por ser un autosignificado. De esta manera, por medio de lo
simblico, se facilita el acceso o la vuelta al origen, que es como la travesa
que recorre la contingencia para vencer el tiempo. Mediante lo simblico
en su carcter autorreferente se obtiene la unidad como continuidad y permanencia, que se establece en un sentimiento de reconocimiento inmerso
en la experiencia esttica.
En los trminos de la ontologa que Gadamer propone, sera como
un ir humano a casa, una recuperacin del todo en el que, de manera
simultnea, el arte es un retorno al origen y un despojamiento del tiempo
para hacer surgir lo eterno, sta es la esencia del arte para el autor.
El arte exige de nosotros un gran esfuerzo comunicativo; sobre todo,
en la nueva situacin en la que se hallan tanto el artista como el espectador
sin referentes comunes. El artista ya no se pronuncia en el lenguaje de
la comunidad, pero la autorreferencia de carcter simblico le posibilita
construir su propia comunidad al pronunciarse en lo ms ntimo de s mismo. Desde su experiencia ntima, intenta construir una experiencia para
la comunidad, pretende hacer una comunidad. Gadamer observa que, en
todo proceso esttico, siempre hay un sentido de universalidad perenne
y ello se aprecia en particular en la intencin habitual del espectador de
abrirse a la obra de arte y de intentar apropiarse el lenguaje de sta como
si fuera el suyo.
Este marco de conceptos ontolgicos que da fundamento a los principios hermenuticos alcanza a cualquier situacin esttica, ya sea en la
tradicin del arte figurativo-referencial o en el arte puramente formal y
autorreferente. El proceso hermenutico de dilogo que se da entre el esIntersticios, ao 19, nm. 41, 2014, pp. 77-87
87
pectador y la obra es el mismo en cualquier contexto. Dado que la intencin del filsofo alemn es articular los principios de una hermenutica de
carcter universal, sostiene que lo simblicamente dado est presente en
todas las situaciones, como la presencia de lo representado como elemento
fragmentario que reclama la evocacin de otro complementario que le da
sentido de universalidad y permanencia, aunque deba aprenderse el lenguaje de quien se expresa.
En todo caso, se trata de una comunidad potencial la que surge de la
situacin actual, porque lo fundamental es que el artista nos est queriendo decir algo por medio de su creacin. En el fondo, lo que sale a la luz
es la facultad dialgica del ser humano, y precisamente la situacin que la
experiencia del arte trata de ejemplificar es esa naturaleza comunicante entre los seres humanos que traspasa todas las barreras espacio temporales y
se convierte en la fuente primordial del nexo entre el pasado y el presente.
Todo dilogo como lectura (texto e intrprete) o como sentimiento
esttico (espectador y obra) remite a los principios de la comprensin en
general, al encuentro con la verdad del pasado desde nuestra existencia
presente como forma de autorreconocimiento, como una identidad que se
logra desde la constitucin de una experiencia de alteridad histricamente
mediada.
II. DOSSIER
Resumen La filosofa del acto tico del ruso Mijal Bajtn distingue un pensamiento-juicio de una accin libre y responsable, que un individuo,
con plena conciencia, decide llevar a cabo. Pero no se trata de un acto
unilateral, sino que involucra, al mismo tiempo, de forma interpenetrada, a ese yo, al otro y al lenguaje. Esta tica trinitaria, como
proponemos llamarla, comporta una responsabilidad insoslayable:
cuando un individuo participa en el ser, con el otro, lo hace de un
modo inescrutable: yo me veo a m mismo con los ojos del mundo.
Abstract The philosophy of the ethical act of Russian Mikhail Bakhtin distinguishes a thought-judgment from a free and responsible action that
a fully concious individual decides to pursue. This is not just a unilateral act, rather, it involves at the same time, in an interpenetrated
way: the self, the other, and language. This Trinitarian Ethics, as
we propose to name it, entails an inevitable responsibility: that when
an individual participates in being, with the other, he does it as in a
unique and unrepeatable, irreplaceable and impenetrable mode: I
see myself through worlds eyes.
* Benemrita Universidad Autnoma de Puebla, Mxico.
92
DESDE MIS OJOS ESTN MIRANDO LOS OJOS DEL OTRO. TICA TRINITARIA EN BAJTN
Palabras clave
dialogismo, acto tico, lenguaje, exotopa
Keywords
dialogism, ethical act, language, exotopy
II. DOSSIER
93
literatura.4 A finales de los cuarenta, libre, parti a Mosc donde desempe puestos de poca importancia y, de nuevo en San Petersburgo, llev a
cabo trabajos menores hasta morir de osteomielitis en Mosc.
En Hacia una filosofa del acto tico,5 ya se trazaban las primeras
lneas de su filosofa moral. Bajtn, por aquellos aos veinte, criticaba la insatisfaccin de los filsofos y pensadores escandalizados ante la posibilidad
de que la filosofa se convirtiese en una accin.6 Antes bien, opinaba que
la conciencia individual anhela construir y orientar su mundo, a travs de
un acto tico determinado, concretamente histrico y real, de una forma
participativa y exigente.7
Vamos a explicar la nocin acto tico (postupok, en el original de Bajtn),
fundamental para poder ahondar en la que denominar tica trinitaria
donde participan, en igualdad de condiciones, tres elementos: l, yo y
el lenguaje de ambos, como si se tratara de una pericoresis o de una unin
hiposttica, a la manera en que los antiguos cristianos explicaron el dogma de la Santsima Trinidad.8 Tambin, se har necesario el repaso de va4
De ese tiempo, slo se conoce Experiencia basada en un estudio de demanda entre los
trabajadores de los koljoz.
5
Intitulado as por sus editores rusos, fue escrito hacia 1924, pero jams fue preparado
para publicacin por su autor. Formaba parte de un gran proyecto que Bajtn conceba
como una especie de prima philosophia en forma de filosofa moral, proyecto al que pensaba
dedicar su vida luego de la revolucin rusa. T. Bubnova, Prefacio de la traductora, en
Mijail Bajtn, Hacia una filosofa del acto tico. De los borradores y otros escritos [ed. de Iris
M. Zavala y Augusto Ponzio; trad. de T. Bubnova], Barcelona, Anthropos/Universidad de
Puerto Rico, 1997, p. xiv. Otras investigaciones tan importantes como El problema del
autor, El problema de la actitud del autor hacia el hroe y La forma espacial del hroe,
vieron la luz, la primera, en 1977, y las restantes, en 1978.
6
M. Bajtn, Hacia una filosofa del acto tico, en op. cit., p. 27.
7
Ibidem, p. 28. Cuando una persona cobra conciencia de s misma, intrnsecamente,
encuentra en seguida los actos de reconocimiento y amor de las personas allegadas, de la
madre, actos que le alcanzan desde el exterior. El nio empieza a verse a s mismo por
primera vez como si fuera con los ojos de su madre, y empieza a hablar de s mismo utilizando sus tonos emocionales y volitivos, como si se acariciara a s mismo mediante su primer
enunciado propio. M. Bajtn, Yo tambin soy (fragmentos sobre el otro) [sel., trad. y notas de
T. Bubnova], Mxico, Taurus, 2000, pp. 69 y 70.
8
No pocos han querido ver en Bajtn a un pensador teolgico. Aunque se le vincula
al pensar de la Iglesia ortodoxa rusa, it is difficult to see Bakhtin as the adherent of any
ortodoxy, much less a confessional one, opina Mihailovic quien acota, sin embargo, que no
debe dudarse de cmo emple categoras teolgicas para explicar varias de sus nociones ms
importantes. Mihilovic, uno de los estudiosos que detecta la enorme influencia de categoras
teolgicas en sus estudios, indica en concreto una cercana secuencia hacia la cristologatrinitarismo-logologa jonica with its incarnational model and paradigm of unity within
diversity [which] is his most highly marked use of such conceptions an is particularly evident in his conceptions of novelistic discourse and polyphony. A. Mihailovic, Corporeal
words: Bakhtins Theology of Discurse, Evanston, Northwest University Press, 1997, p. 5.
94
DESDE MIS OJOS ESTN MIRANDO LOS OJOS DEL OTRO. TICA TRINITARIA EN BAJTN
II. DOSSIER
95
desde m mismo sin aportar los valores que sean esencialmente externos
[transgredientes] respecto de esta orientacin vital (es desde su interior
como el hroe acta, se arrepiente y conoce).14
Puesto que el juicio de la conciencia propicia un actuar, el deber ser
surge slo en la correlacin de la verdad, significativa en s misma, en un
momento especfico e histricamente nico. Bajtn alerta que, no por
ello, debe deducirse, entonces, que la verdad [pravda] sea relativa o limitada; por su condicin de pureza, la verdad puede participar responsablemente en el acontecimiento del ser [bytie-sobytie], puesto que el acontecer
de la vida no necesita de una verdad intrnsecamente relativa.15 La verdad
goza de eternidad, y ejemplifica: Amrica exista antes del descubrimiento
de Coln, por tanto, el carcter eterno de la verdad no puede oponerse
a nuestra temporalidad, en cuanto durabilidad eterna, para la cual todo
nuestro tiempo no es sino un momento, un lapso.16 En Autor y hroe
en la actividad esttica (c. 1924), diferencia: para la fsico-matemtica,
espacio y tiempo son tan slo lapsos insignificantes la palabra insignificante se entona valorativamente y ya posee un sentido esttico de
un tiempoespacio infinito y global [], pero desde el interior de una vida
humana adquieren un centro axiolgico nico, con respecto al cual se
plasman, se llenan de carne y sangre.17
Tenemos, pues, que el acto tico se verifica a causa del otro; mi palabra es la ajena, incluso, la sonrisa del ser es una sonrisa reflejada, no es
la sonrisa de uno.18 Esta relacin es dialgica: son dos, con su ideologa
y su lenguaje, comunicndose aun cuando no se vean cara a cara. En esa
reciprocidad dialgica, el alma humana (incluso, la de cada cual) se afirma de un modo emocional y volitivo,19 en un cronos y un topos especfico
(cronotopa) en la historia de los individuos quienes, adems, tienen
cuerpo se encarnaron, alma y espritu, trminos que nos remiten,
de nuevo, a la filosofa cristiana.20
M. Bajtn, Autoridad y hroe en la actividad esttica, Yo tambin soy, pp. 93-94.
M. Bajtn, Hacia una filosofa del acto tico, Hacia una filosofa, p. 17.
16
Ibidem.
17
M. Bajtn, Autor y hroe en la actividad esttica, ibidem, p. 83. Otro paralelismo
con la filosofa cristiana: Dios se hizo hombre, por tanto, era encarnado. La participacin del
hombre en los juicios posibles slo es posible en el tiempo espacio, como si se les otorgara
carne y sangre. Ibidem, p. 66.
18
M. Bajtn, Totalidad temporal del hroe, Esttica de la creacin verbal [trad. de T.
Bubnova], Mxico, Siglo XXI, 1998, p. 122.
19
M. Bajtn, Hacia una filosofa del acto tico, Hacia una filosofa, p. 20.
20
Abordarlos aqu sera largo, pero remito a Totalidad temporal del hroe, donde
quedan explicados y conectados en otra trinidad, de las muchas que us Bajtn. Vid. Esttica
de la creacin verbal, pp. 92-122.
14
15
96
DESDE MIS OJOS ESTN MIRANDO LOS OJOS DEL OTRO. TICA TRINITARIA EN BAJTN
II. DOSSIER
97
etc.):29 Bakhtin envisions communication as a tense equilibrium between the anarchic demands of identity and the imperatives of communal
life. Plurality is as miraculous and it is fragile; its internal coherence is
poised between the two poles of disruptive individualism and a stifling
authoritarian spirit.30
Como acto libre, es responsable y dicha responsabilidad implica que
uno se abstrae de s mismo o renuncia a s mismo, porque en la autonegacin, yo realizo al mximo la singularidad de mi lugar en la existencia.
Como magno smbolo de esta autonegacin est el descendimiento de
Cristo [32 palabras ilegibles]. El mundo abandonado por Cristo jams volvera a ser el mismo en el que l no haba estado, sino que es fundamentalmente otro.31
La tica trinitaria de Bajtn, como aqu le hemos llamado, queda conformada de la siguiente manera: un autor, un personaje y el lenguaje32
equivalentes a un Yo, un T y un lo que nos decimos. Ni uno antes o despus, sino interpenetrados, de ah que Mihailovic haya advertido el prstamo bajtiniano de esta nocin de los conciliares de Calcedonia: en Hacia
una filosofa del acto tico, analiza Mihailovic, el filsofo determina que
el acto tico se realiza sin separarse (without separation) para lo cual habra
necesitado la expresin nerazdelny; emple, antes bien, nesliiannost i nevzaimoptoniknovennost, (non-fusion and non-interpenetration), principio
que considera unquestionably Chalcedonian in provenance.33 En efecto,
el de Calcedonia, en el 451, defini desde entonces la ortodoxia cristolgica en trminos de una unin hiposttica;34 en Cristo hay dos naturalezas unidas sin cambio, sin divisin y sin confusin.35
M. Bajtn, De los apuntes de 1970-1971, Esttica, p. 370.
A. Mihailovic, op.cit, p. 7.
31
M. Bajtn, Hacia una filosofa del acto tico, p. 24.
32
Recurdese que sus formulaciones pertenecieron, mayoritariamente, al campo de la
teora literaria.
33
A. Mihailovic, Corporeal Words, p. 136.
34
Justo L. Gonzlez, Diccionario manual meolgico, Barcelona, Clie, 2010, p. 142.
Cada una de las naturalezas, por medio de diferentes acciones, expresan su verdad, pero
ninguna de las dos disuelve la unin con la otra, afirma Len Magno en su sermn 54,
cuando quiso explicar que no hay competencia entre lo divino y lo humano en Jess. Samuel
Fernndez, El impacto de la historia de Jess en la sistemtica de Calcedonia, Teologa y
vida, Nm. LII, 2011, p. 420.
35
Remito al pie de pgina nmero 37, ibidem, p. 423. Tertuliano argumentaba que eran
tres personas en una substancia o tres hipstasis (sustancias) en una usa, a la manera de las
iglesias cristianas de Oriente. Dicha concepcin se resumi en una frase latina clsica: opera
Trinitatis ad intra sunt divisa, opera Trinitatis ad extra sunt indivisa. Slo la segunda parte
del aserto fue aceptada por san Agustn. Wolfhart Pannenberg, Teologa sistemtica [trad.
de Juan Martnez Camino], vol. II, Madrid, Universidad Pontificia Comillas, 1996, p. 3.
29
30
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II. DOSSIER
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Dios); es aquello con lo que yo no tengo nada que hacer, en lo que yo soy
pasivo, receptivo.41
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II. DOSSIER
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Mientras la muerte no nos lleve al terreno de la inmortalidad, se estar verificando, todo el tiempo, el actuar de una conciencia participativa
y encarnada, de una extensin responsable del contexto de los valores
efectivamente reconocidos desde mi posicin singular.50 La voz propia
implica encarnarse, hacerse ms definido, ms pequeo, ms limitado,
ms tonto.51 De nuevo, las reminiscencias al Jess histrico. El cuerpo
interior, la carne grave [tiazbelaia plot] le es dado al propio hombre,
mientras que el cuerpo exterior del otro es apenas planteado, y debe ser
creado por la propia persona.52 Por tanto, cuando acaece la muerte ya no
hay dilogo o el dilogo posible por el cuerpo se vuelve inmortal, porque
la defuncin es un una inevitable irrealizacin del sentido, el fracaso
semntico53 de toda una vida.
Aqu, la encarnacin de Cristo, como ejemplo mximo de sacrificio
tico, es llevada por Bajtn al extremo, a la manera de la knosis54 cristolgica: Incluso Dios tuvo que encarnarse para poder acariciar, sufrir y
perdonar, abandonando el abstracto punto de vista de la justicia.55 Al
desencarnar:
2012, p. 7, http://revistaneutral.wordpress.com/2012/02/02/maurice-blanchot-y-el-pensamiento-de-la-no-relacion-por-jorge-fernandez-gonzalo/.
50
M. Bajtn, Hacia una filosofa del acto tico, Hacia una filosofa, p. 57.
51
M. Bajtn, De los apuntes de 1970-1971, Esttica, p. 370.
52
M. Bajtn, Autor y hroe en la actividad esttica, Yo tambin soy, p. 72. Apunta a
pie de pgina su traductora que estos conceptos dado, planteado o posible, y creado
(dan, zadan, sozdan) forman otra trinidad bajtiniana ms, fundamental en su antropologa
filosfica y su epistemologa: es una gradacin entre algo que es dado desde antes, algo que
aparece como un deber ser, un propsito, una tarea y algo que es creado de nuevo, pero a
partir de los elementos anteriores. Ibidem.
53
M. Bajtn, Totalidad temporal del hroe, Esttica, p. 118.
54
Knosis, trmino griego, se ha traducido como vaciar. Pablo, en su carta a los filipenses (2, 6-7), exhorta: Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jess, quien, a pesar
de su condicin divina, no hizo alarde de ser igual a Dios; sino que se vaci de s y tom
la condicin de esclavo, hacindose semejante a los hombres. La Biblia de nuestro pueblo
[trad. de Luis Alonso Schkel], Mxico, La Buena Prensa, 2009, p. 1888. Historia aparte
es la de la encarnacin, rechazada en los primeros siglos cristianos y la discusin de si Jess
fue slo divino o histrico o ambos. Vid. Samuel Fernndez, El impacto de la historia,
pp. 410-413.
55
M. Bajtn, Totalidad temporal del hroe, Esttica, p. 116. En otro sentido, pero
como intrprete de esta humanizacin de Dios, la alteridad del Padre se vuelve, de hecho,
la garanta de la relacin, y ello se manifiesta como el acto de caridad absoluta, ya que la posesin de la identidad filial, que Cristo podra considerar como un tesoro celoso, se vuelve
posibilidad efectiva de fe para todos y, por lo tanto, de libertad para todos los hombres. Nicola Reali, Rito, smbolo, sacramento: una lectura teolgico-filosfica [trad. de Eduardo
Gonzlez di Pierro], Devenires, nm. iv, vol. 7, 2003, p. 46.
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Bajtn tiene este momento de muerte57 en la cruz, como la manifestacin ms radical del subjetivismo de Jess, es decir, el conocimiento de un
yo nico: en todas las normas de Cristo se oponen el yo y el otro: el
sacrificio absoluto de s mismo y la gracia para el otro. Pero el yo-para-m
es el otro para Dios, pues:
Dios no se define ya esencialmente como la voz de mi conciencia, como la
pureza de la actitud hacia s mismo, la pureza de una autonegacin arrepentida de todo lo dado en m, ya no es aqul en cuyas manos da miedo caer,
y cuya vista significa la muerte (la condena inmanente de s mismo), sino
el padre de los cielos, que se encuentra por encima de m y puede absolver y
perdonarme cuando yo intrnsecamente no me puedo absolver ni perdonar
por principio ni quedar purificado para conmigo mismo.58
II. DOSSIER
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Palabras clave
perfeccin contingente, filosofa moral, filosofa de la educacin, Rosmini
Keywords
contingent perfection, moral perfection, moral philosophy, philosophy of education, Rosmini
II. DOSSIER
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ms.
5
Idem. Perfecto sin ningn agregado o distincin restrictiva se dice del uno formado en el
modo ms completo por las entidades que son aptas para formarlo, y que nosotros llamamos elementos del orden. Por tanto, en cuanto se observa una unidad formada por muchos, pero estos
muchos no la constituyen tanto como unidad sino en parte, entonces se dice que este uno es
imperfecto, e imperfeccin es la cualidad que de l, bajo este aspecto, se predica. Vid. la cercana de esta idea con la definicin agustina de orden: Ordo est parium dispariumque rerum
sua cuique loca tribuens dispositio, Sancti Aurelii Augustini, De civitate Dei, XIX, 13, 1.
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II. DOSSIER
111
9
Ibidem, n. 1001. Por tanto, se dice perfecto un contingente cuando est realizado en l
no slo el orden esencial, sino tambin el orden accidental que en ste virtualmente se contiene, y que cumple y perfecciona al orden entero. Empero, la perfeccin del ente contingente
que tiene accidentes es siempre accidental.
10
Ibidem, n. 1002. Si este orden no est realizado en ninguna de sus partes, se da la
mxima imperfeccin; si est realizado en parte, pero no del todo, aquella parte que falta de
realizacin es el tanto de imperfeccin que lleva en s mismo.
112
II. DOSSIER
113
la armona de los elementos que constituyen la unidad, esto es, que estn
en orden; vi) el mal se encuentra especialmente en el desorden que tiene
naturaleza de lucha. Esto ltimo es de suma importancia porque engarza
con el essere morale, aplicado al caso del ente inteligente contingente.
A partir de estas reflexiones teosficas, veamos el caso del hombre,
que es el ente inteligente que se educa. En efecto, si las potencias que confluyen en un individuo son las que integran su naturaleza, y si stas se
perfeccionan, entonces se habla de una perfeccin de la naturaleza que,
en nuestro caso, es de la naturaleza humana. Empero y aqu Rosmini
es muy sutil, no necesariamente el perfeccionamiento de tal naturaleza implica el de la persona.12 En efecto, la persona, segn Rosmini,
yace propiamente en sus facultades superiores, aunque ello no quiere decir
que las otras potencias que constituyen la naturaleza humana no posean
la dignidad que tiene la persona como tal. S la poseen, pero de manera
participada. Tanto en el perfeccionamiento de la naturaleza como en el
de la persona, se trata de perfecciones accidentales porque la perfeccin
entitativa ya se halla dada de antemano; esto es, en el orden esencial, la
perfeccin est dada previamente, como dijimos. Pero, en qu consiste
la perfeccin de la persona? Rosmini estima que reside y consiste en el
principio personal, cio nel principio supremo delluomo nel principio
morale. Allincontro perfezione della natura io dico quella che riguarda
qualsivoglia principio attivo che forma parte dellumana natura.13 Por
qu, precisamente, se da esta perfeccin? Qu relacin guardan los distintos elementos que componen la naturaleza humana y a la persona? Para
que haya perfeccin, es esencial que haya ordenacin y sta significa cierta subordinacin de potencias en relacin con otras, pues, de hecho, las
relaciones son fundamentales para la naturaleza del ser, donde se revela
la perfeccin que un ente puede poseer.14 Es evidente afirmara Rosmini que todas las potencias del hombre pueden desarrollarse y que unas
lo hacen ms que otras y algunas ms en pos o en menoscabo de otras. As
sucede, como ya atestiguaba Aristteles y la tradicin que le sigue, con las
potencias animales y las intelectuales, pues hay hombres doctos y perspicaces que no siempre son robustos o sanos. De igual modo, el desarrollo y
perfeccionamiento de las fuerzas intelectivas no va aparejada siempre con
el perfeccionamiento moral del hombre. Para Rosmini, la perfeccin de la
persona radica, sobre todo, en la del principio moral, laddove il coltivamento e sviluppo della parte intellettiva o animale delluomo non forma
Cfr. A. Rosmini, Antropologia in servizio della scienza morale, nn. 851-852.
A. Rosmini, Antropologia soprannaturale, t. I, lib. II, cap. IV, a. 10, p. 350.
14
Lino Prenna, Dallessere alluomo, Roma, Centro Internazionale di Studi Rosminiani
y Citt Nuova, 1979, p. 181.
12
13
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115
que hace confluir en el ser moral a las otras dos formas o categoras supremas del ser.22
Lo anterior no quiere decir, por ningn motivo, que el roveretano
haga caso omiso de las otras potencias humanas. Sera falso, porque, como
bien explica Chimirri:
La educacin, para Rosmini, es sobre todo un proceso de benevolencia, de
discrecin, de prudencia, de formacin de la personalidad entera del individuo como cuerpo, mente, intelecto, corazn, capacidad de autodeterminacin, etc. Privilegiar entonces slo una parte del hombre (por ejemplo,
la voluntad, el entendimiento, el sentimiento, la creatividad, la habilidad
profesional, etc.), quiere decir perder de vista la perfeccin y coadyuvar a
un individuo confuso, desequilibrado, sin disciplina y orden, en conflicto
continuo entre una exigencia y otra.23
116
II. DOSSIER
117
gamaschi, quien da cuenta del cumplimiento del ser ideal y del ser real en el
essere morale. Rosmini mismo advierte este paso, pues en el Sistema filosfico
escribe que el hombre es un ser real, intelectual y moral, por lo cual participa de los tres modos del ser. Pero debido a que la perfeccin moral es la que
completa a las otras, sola es la perfeccin personal, de donde se sigue que la
doctrina de la perfeccin moral es la que reasume en s misma la doctrina
de la perfeccin humana.31 En efecto, esta perfeccin, como dijimos, no es
otra cosa que la perfeccin moral de la voluntad.
Mas una concepcin amplia de la educacin rosminiana comprende
la perfeccin-educacin de la naturaleza y la perfeccin-educacin de la
persona, como ya distinguimos haciendo uso de la Teosofa. En consecuencia, no se descarta el perfeccionamiento del hombre como naturaleza
(no en el perfeccionamiento esencial, ya lo hemos mencionado), porque
naturaleza es todo el hombre; persona es el principio de unidad y de orden
interno de la naturaleza humana, en la cual las varias potencias se configuran jerrquicamente como una pirmide cuyo vrtice es ocupado por
la potencia ms alta: la persona.32 Por tanto, la exclusin del perfeccionamiento de las potencias no personales no est en el marco de la pedagoga
filosfica de Rosmini; simplemente el roveretano subraya la primaca de la
voluntad sobre las otras potencias, de suerte que a ella se ordenan, a ella
se acomodan.
Esto es as porque el principio moral de produccin del bien universal es causado por el elemento personal, que constituye el parmetro para
medir ticamente a los otros bienes, los cuales, slo si estn ordenados de
forma objetiva de acuerdo con la constitucin moral del hombre, participan de la bondad personal. Por tanto, al ser el fundamento el bien moral
y ste,a su vez, el bien que perfecciona la voluntad,33 se sigue, asimismo,
que el fundamento de los otros bienes debe hallarse en la voluntad bien
dispuesta, en la buena voluntad, en la voluntad buena honestamente hablando. Como subraya Prenna, de aqu se desprende que el desarrollo de
las otras potencias del ser humano mantiene las gradaciones de una jerarqua cuyo vrtice es la perfeccin moral. Por ello, la perfeccin de las
potencias es medible por el grado de participacin ordenada que tienen
con la actividad moral de la persona que detenta la normativa conduccin
de las otras actividades.34
Para Rosmini, la perfeccin de la animalidad o del entendimiento
al margen de la perfeccin moral es una perfeccin parcial, casi como si
Cfr. A. Rosmini, Sistema filosfico, n. 212.
L. Prenna, op. cit., pp. 191-192.
33
A. Rosmini, Compendio di etica, n. 3.
34
Cfr. L. Prenna, op. cit., p. 192.
31
32
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II. DOSSIER
119
L. Prenna, op. cit., p. 196. Asimismo, cfr. J. Buganza, El ser y el bien, Stresa, Edizioni
Rosminiane Sodalitas, 2010, 116 pp.; y, de l mismo, Nomologa y eudemonologa, Stresa,
Edizioni Rosminiane Sodalitas, 2013, 302 pp.
39
120
cualifica la voluntad. En cambio, cuando hay armona, hay bondad; es decir, la voluntad es buena moralmente.
Por lo tanto, la educacin de la voluntad radica en cultivar el reconocimiento voluntario del ser, de los entes; reside en reconocer el bien objetivo y no ver a los entes y al ser slo desde la perspectiva subjetiva. Por ello,
las filosofas moral y de la educacin de Rosmini pueden apreciarse como
filosofas en las que el sujeto debe dejarse hablar por el ser; casi puede apuntarse, metafricamente hablando, debe dejar que el ser le hable. Rosmini,
sin la metfora que hemos usado, llama a esto inobjetivacin (innoggettivazione) y consiste en un transportarse a s mismo a lo otro.40 Es como
explica Krienke: el sujeto va de alguna manera al nivel del ser objetivo, se
inobjetiviza a s mismo en el conocimiento.41 En el mbito del conocimiento, el sujeto deja que el objeto se muestre tal cual es, de manera que la
voluntad, si pretende ser buena moralmente, ha de reconocer al ente por lo
que es; debe identificar la intensidad de ser que el ente en cuestin tiene.
A esto ltimo, puede nombrarse tambin inobjetivacin moral, en
el sentido en que lo entiende Prenna; a saber, que este reconocimiento
voluntario prctico es el cumplimiento del itinerario perfectivo educativo hacia el ser-objeto. La inobjetivacin moral completa la inobjetivacin
pura o teortica, es decir, a la sola inobjetivacin contemplativa, que es,
ms bien, pasiva, segn nos parece. La inobjetivacin moral, lo pensamos
as, es, ms bien, activa, de forma que, si se retoma de nuevo a Prenna,
pueda decirse que la inobjetivacin moral es la vida en el ser. Es el cumplimiento del conocimiento por amor: conocimiento amativo. El hombre,
en efecto, no aspira puramente a conocer, sino que quiere amar lo que conoce.
Y debido a que el cumplimiento del conocimiento es el amor, el amor
perfecciona el conocimiento, y el hombre que conociendo ama, encuentra en el
ente amado el bien, trmino pleno de aquel acto del cual l est en potencia.42
Siendo as, el hombre que se inobjetiva moralmente con el ser vive
segn el ser; adquiere, en este sentido, una semejanza con el ser, objeto con
el cual se inobjetiva. De esta manera, el sujeto se modifica perfeccionndose, pues se objetiviza tomando como medida de su ser al ser mismo. El ser
es norma objetiva, el ser es la medida del orden para el hombre. As, gracias
a la inobjetivacin que debe promover la educacin, el hombre trasciende
su propia subjetividad al abrirse al ser, a la objetividad. Y como el ser es
Cfr. A. Rosmini, Teosofia, n. 894.
Cfr. M. Krienke, Antonio Rosmini. Ein Philosoph zwischen Tradition und Moderne,
Mnich,Verlag Karl Alber, 2008, p. 218. Das Subjekt begibt sich in gewisser Weise auf die
Ebene des objektiven Seins, es inobjektiviert sich selbst in der Erkenntnis.
42
L. Prenna, op. cit., p. 197 (los subrayados son textos extrados de la Teosofia de Rosmini).
40
41
II. DOSSIER
121
44
III. RESEAS
l libro Fenmenos religiosos populares en Amrica Latina. Anlisis y aportaciones interdisciplinares, obra compilada por Ramiro Alfonso Gmez Arzapalo Dorantes y Alicia Mara Jurez Becerril, se encuentra
dividido en tres grandes apartados que se articulan de manera lgica y
coherente.
En la primera parte, los investigadores presentan los planteamientos
tericos, que constituyen sugerentes propuestas de anlisis sobre el hecho religioso; en la segunda parte, Estudios etnohistricos y coloniales,
presentan una perspectiva histrica de la evangelizacin y de los procesos
de sntesis ideolgicas, procesos creativos y dinmicos de resignificacin de
elementos culturales propios y ajenos; en la tercera parte, Estudios especficos: diversos casos en Latinoamrica, ofrecen una muestra de las diversas
formas que toma la religiosidad, datos novedosos de gran calidad etnogrfica que muestran la vida religiosa de diversos pueblos y comunidades de
Amrica Latina.
La categora analtica que constituye el hilo conductor de la obra es la
religiosidad popular. Los autores que participan en el libro integran en su
anlisis distintas miradas disciplinares, como antropologa, historia, etnohistoria, sociologa, psicologa social, pedagoga, filosofa y teologa. Esta
diversidad permite un dilogo que, de manera incluyente y complementaria, aporta creativos modelos de interpretacin y anlisis de las formas
*
126
Por tanto, los trminos local/global, tradicin/modernidad (o posmodernidad), etnia/nacin, popular/oficial, supersticin/razn, pagano/religioso, profano/sagrado, falso/verdadero y magia/religin no son ms que
dicotomas construidas desde posturas dominantes para evaluar de manera negativa creencias y prcticas sociales distintas para descalificar formas
propias de organizacin social comunitaria, valores y normas de comportamiento vigentes en comunidades rurales o urbanas, resultado de proce-
1
Mara Elena Padrn Herrera, Devocin al Patriarca San Jos y juegos de poder en
San Bernab Ocotepec Cerro del Judo, Ciudad de Mxico, en Johanna Broda (coord.),
Religiosidad popular y cosmovisiones indgenas en la historia de Mxico, Mxico, Escuela Nacional de Antropologa e Historia, 2009. Tambin, de ella misma, San Bernab Ocotepec.
Religiosidad, organizacin comunitaria y resistencia social de un pueblo en la Ciudad de Mxico,
Mxico, Escuela Nacional de Antropologa e Historia, Tesis de Doctorado en Historia y
Etnohistoria, 2011.
2
Pierre Bordieu, Gnesis y estructura del campo religioso, Relaciones 108, vol. XXVII, 2006, p. 64.
RESEAS
127
128
Cfr. F. Bez-Jorge, op. cit. y Jos Velasco Toro, Santuario y regin. Imgenes del Cristo
Negro de Otatitln, Mxico, Instituto de Investigaciones Histrico Sociales, Universidad Veracruzana, 1997.
5
RESEAS
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130
RESEAS
131
(biolgica, social y cultural). Yumka es un nio travieso, juguetn, enamorado, guardin de bosques y selvas; su trabajo es ordenar las actividades
de los hombres para mantener el equilibrio en el entorno natural.
De igual manera, Martha Adriana Lpez Ros en El sentido dialgico espiritual con Et njxwiiny: el ofrecimiento de tepache en los
mixes registra el agradecimiento mixe por todos los bienes recibidos
(mantenimientos) y los beneficios otorgados a la comunidad: el tepache
ceremonial que se ofrenda a la tierra.
Los rituales para rendir culto a las divinidades muestran formas sociales y culturales que tienen como propsito dar continuidad al principio de
reciprocidad que rige las relaciones sociales:
1) Entre las distintas divinidades y los hombres (santos, guardianes,
lluvia, tierra, aire, sol), se deben venerar a los santos y nutrir a la
tierra para que sigan proporcionando el alimento necesario para
la vida.
2) Entre los santos patronos de los pueblos, se construyen redes rituales, realizadas cclicamente, que integran sistemas de visitas y
correspondencias, de promesas o mandas entre los santos patronos y sus respectivas comunidades.
3) Entre los hombres, dentro de la familia y el linaje, dentro de la
comunidad y entre comunidades, es parte del reconocimiento de
ser persona e identificarse y ser identificado en las comunidades.
4) Entre los vivos y los muertos (rituales, ofrendas y altares del da de
muertos, o de cumplimiento de un ao de fallecido).
Los rituales comunitarios relacionados con los ciclos productivos y
con el ciclo de la vida de los seres humanos (nacimiento, reproduccin y
muerte) cobran pleno sentido en el contexto social y cultural de las comunidades que los realizan y, en relacin con este principio de intercambio
ritual que rige la vida de los pueblos. En los trabajos de Luis Fernando Botero, se encuentran los datos etnogrficos sobre rituales de bautismo y matrimonio; en Ritos de muerte en los chatinos de San Marcos Zacatepec,
Juquila Oaxaca, de Olga Hernndez Ramrez pueden revisarse los rituales
dedicados a los muertos, al igual que en Todos de regreso en casa. Da de
Muertos en popoloca, de Alejandro Gabriel Emiliano Flores.
En el servicio que dan los especialistas rituales, tambin est contenido este principio vital de la vida comunitaria, ya que los lugares destinados
al culto y a la peticin de lluvia de un buen temporal, de buena poca de
siembra y cosecha son propicios para las peticiones, porque ah es donde
habitan las divinidades; tambin estn destinados para pedir la curacin
de los enfermos. Estos sitios son umbrales que permiten el acceso a otro
tiempo y a otro espacio, donde la divinidad mora y puede ser invocada
Intersticios, ao 19, nm. 41, 2014, pp. 125-132
132
para curar o para solicitar un buen temporal. Son lugares propicios para
convocar la manifestacin y la proteccin divina.
Los trabajos de Alicia Mara Jurez Becerril, Mara Cristina Crdova
y Bernardo Romn Macas abordan, de manera particular, datos etnogrficos sobre los especialistas rituales. Alicia Jurez realiza una interesante
propuesta de anlisis al plantear lo que denomina claves estructurales para
el estudio de los especialistas rituales, considerando: a) la designacin (curanderos, sanadores, hueseros, yerberos, chupadores, limpiadores, adivinadores, brujos, tiemperos, granicerosrayados, ahuizotes, entre otros), b)
el llamado, c) el compromiso: el cambio de vida y la retribucin, d) las
herramientas de trabajo, e) la interaccin con las divinidades f ) el paisaje
y los elementos naturales, g) los rituales, h) la colocacin de ofrendas, i)
las oraciones.
Indudablemente, sus reflexiones constituyen un aporte para el estudio
de las actividades de mujeres y hombres de conocimiento.
Otras sugerentes reflexiones sobre la religin y religiosidad estn contenidas en las propuestas tericas de Ramiro Gmez Arzapalo y Antonio
Emmanuel Berthier. El primero, desde la fenomenologa de la religin y
la interculturalidad, realiza una aproximacin al anlisis de la religiosidad
popular con el ttulo Anlisis de las manifestaciones religiosas populares:
aportes fenomenolgicos. El segundo, en el captulo titulado El estudio
de la religin desde la teora de los sistemas sociales de Niklas Luhmann,
analiza la religin insertada en sistemas especficos, donde los participantes
dan sentido a cdigos establecidos. Ambas propuestas abren sugerentes
perspectivas de anlisis para el hecho religioso, planteamientos que debern explorarse con mayor detenimiento a la luz de los datos etnogrficos
que hacen posible enriquecer nuestras reflexiones.
Las creencias, los mitos, los rituales, las ofrendas y las fiestas se objetivan en diversas formas, ya sea en espacios rurales o urbanos, pueblos
campesinos, grupos tnicos o comunidades, ciudades, pueblos y colonias.
Mientras el ser humano contine preguntndose cuestiones trascendentales como el origen del mundo, el significado de la vida, la vida despus de
la muerte, el comportamiento tico y la felicidad personal, las prcticas religiosas tendrn pleno sentido, en tanto que lo sagrado sea imprescindible
en la construccin del sentido de la vida social.
DIVERSOS ROSTROS
DE LA RESPONSABILIDAD
134
RESEAS
135
136
Los casos de negligencia son diferentes y semejantes a la vez; son distintos porque suceden cuando un agente tiene una obligacin, dada una
determinada posicin social (por ejemplo, ser padre de familia), dado un cargo
de responsabilidad (ser un mdico, el portero del edificio o un profesor
universitario), mas son semejantes en que el agente sabe que puede haber
ciertas consecuencias o puede existir cierto riesgo si acta o, ms comnmente, deja de actuar. Adems, nos recuerda Gardea: "Mientras que el desconsiderado corre riesgos irrazonables, la persona negligente no siempre se
da cuenta de que corre riesgos o provoca situaciones de peligro (p.23).
La actitud epistmica puede ser diferente; alguien podra fallar en el cumplimiento de una obligacin y no necesariamente tener conciencia de las
consecuencias de su accin aunque bien es posible que las minimice.
Por ejemplo, un mdico tiene la obligacin de preguntar al paciente si tiene alergias antes de recetarle un medicamento; pero si es negligente y no
lo hace, el enfermo incluso podra morir. Sin duda, diremos que el mdico
es responsable, aunque no haya sido su intencin dar al paciente una medicina a la que era alrgico y ocasionarle dao; sin embargo, es responsable
porque, como mdico, tiene una serie de obligaciones, entre ellas, la de
preguntar al paciente por sus alergias. El mdico sabe cules son las posibles consecuencias de una accin como sa, es decir, tiene conocimiento
de los riesgos pero, por un olvido o descuido, no le pregunta . Cambia la
situacin si pensamos que alguien no cumple con su deber slo porque no
quera cumplirlo, no le interesaba o no le importaba? Opino que s y mucho. Si el agente tiene conciencia de los riesgos que corre si deja de actuar
al tener una obligacin y aun as lo hace, entonces pensaremos que incluso
es ms responsable. Y si no saba en qu consista su deber, aunque debera saberlo dada su posicin? Y si cumple con su deber, pero sin advertir
los riesgos que eso implica? De nuevo, Gardea expone las complicaciones
que tornan ms difcil la adscripcin de responsabilidad en cada situacin.
Un caso interesante en especial es el de la ignorancia, que este autor
analiza a partir del ejemplo de Edipo. Segn la tragedia de Sfocles, Edipo
ignoraba que el hombre al que haba matado era su padre y que la mujer
con la que se haba casado y tenido hijos era su madre, entonces es responsable de haber hecho lo que hizo? Actualmente, muchos opinaran que no,
pues no tena modo de saber que eran sus padres. Edipo no haba actuado
de manera intencional con la creencia de que matara a su padre y se casara
con su madre, sino bajo una descripcin distinta. Por lo general, pensamos
que la gente que acta en esas condiciones (en contextos referenciales opacos, donde la descripcin de una accin cambia de forma radical la valoracin de la accin) no es responsable. Asimismo, concebimos, como Gideon
Rosen, que la ignorancia constituye una razn para no atribuir responsabilidad (por cierto, hay una discusin interesante en trminos similares acerca
Intersticios, ao 19, nm. 40, 2014, pp. 133-138
RESEAS
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Luego fueron otras tres personas a dormirse en donde est la iglesia actual. Al amanecer cada uno de ellos dijo lo que so. El primero que gallinas,
gallos y guajolotes llegaron donde est la iglesia y todos esos animales eran
cosas buenas porque abundan. El segundo so que lleg una banda de cotorros y una banda de loros, eso significaba que en ese lugar se iba a realizar
la misa. El otro anciano so que lleg una banda de palomas de diferentes
colores eso significaba que en ese lugar habr santos y que adems habra
rezos, todos esos sueos eran puras cosas buenas.
Entonces dijeron todas las personas:
Vamos a rozar ese lugar para fundar el pueblo.1
ste es uno de los mitos acerca del proceso fundacional de Santiago Xanica que Damin Gonzlez nos ofrece en su libro Las huellas de la
culebra, obra que se caracteriza no slo por su apoyo en documentos y
fuentes historiogrficas, sino tambin porque parte de la riqueza de esta
investigacin radica sobre todo en las voces de los abuelos, quienes, en
palabras del autor, son los antiguos fundadores y no nicamente a un
grupo generacional;2 es decir, se trata de gente que ha vivido su historia y
cotidianidad en dicha comunidad.
Santiago Xanica es un pueblo enclavado en la sierra, y con pocos
referentes en los documentos escritos, por lo que la tradicin oral se convierte en una fuente inagotable de informacin. En este sentido, Damin
conoci y convivi con algunas personas de las comunidades zapotecas del
sur de Oaxaca. Se trata de un registro etnogrfico de primera mano, de
aquellos que se prolongan por varias temporadas, tal como lo hacan los
clsicos de la antropologa, y que ahora el tiempo acadmico un tanto
catico ya no lo permite.
Segn la investigacin de Damin Gonzlez, el nico dato sobre la
fundacin de Xanica es aportacin de Martnez Gracida, quien en su
Coleccin de cuadros sinpticos de los pueblos, haciendas y ranchos del Estado
Libre y Soberano de Oaxaca, publicado en 1883, apunta que la comunidad
estuvo situada en un principio en el cerro Cajn, pero la falta de agua
oblig a sus pobladores a trasladarse en 1701 al lugar donde se encuentra
actualmente.3 Por ello, considero que la principal inquietud de este excepcional trabajo es aportar datos para la construccin cultural e histrica
Damin Gonzlez Prez, Las huellas de la culebra. Historia, mito y ritualidad en el
proceso fundacional de Santiago Xanica, Oaxaca, Mxico, Secretara de las Culturas y Artes de
Oaxaca, 2014, pp. 85-90. El registro se hizo como parte de las actividades acadmicas de las
que Damin Gonzlez fue responsable de 2003 a 2006.
2
Ibidem, p. 96.
3
Ibidem, p. 76.
1
RESEAS
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a partir de las historias locales y regionales, las cuales enriquecen el conocimiento acerca del proceso fundacional.
A lo largo de esta presentacin, nos abocaremos a la informacin que
nuestro autor recopila y analiza para entender el proceso fundacional de la
comunidad zapoteca de Santiago Xanica a partir de los mitos y los relatos,
as como de los actos rituales, concretados en las ceremonias colectivas
relacionadas con el poder y la produccin agrcola. Algunos de los relatos,
como aclara Damin Gonzlez, tienen mayor contenido histrico o simblico; en algunos casos, incluso, se mencionan diferentes versiones sobre
las fundaciones.4
De esta forma, el anlisis del libro se dirige a comprender las diversas
claves estructurales que conforman el desarrollo fundacional, concebido
por nuestro autor como aquel conjunto de saberes, acciones ritualizadas o no, relatos y situaciones que hacen alusin al momento de origen
y que se proyectan de manera peridica o circunstancial, en un tiempo y
espacio concretos, dentro del territorio de la comunidad.5
Para dar sentido a esta definicin, Damin Gonzlez retoma varios
conceptos tericos. Uno de ellos es el de mito, el cual se convierte en un
trmino clave para analizar la fundacin a partir de las historias locales.
El autor se apoya en las propuestas de Alfredo Lpez Austin, Alicia Barabas, Carl Jung, Mircea Eliade, entre otros, para considerar viable la
idea de ubicar en los relatos y mitos fundacionales el momento de origen, el cual est marcado principalmente por la aparicin de entidades
sobrenaturales.6 En este sentido, coincidimos en que las entidades sagradas se mantienen vinculadas al plano de la cotidianidad a partir de las
marcas que dejan en el territorio comunal o tnico. Tal vez los mitos y los
relatos sobre apariciones de las entidades son los principales medios por
los que las comunidades logran recrear y afianzar su historia. El estudio de
las entidades sagradas requiere un conocimiento general sobre el contexto
dentro del que son referidas como parte de la cosmovisin por medio de
la tradicin oral, la cual se retroalimenta de forma continua y permanece
vinculada al plano de la vida social a partir, con frecuencia, de las marcas o
rastros de su aparicin o manifestacin que imprime en el paisaje, o bien
debido a que trastocan de manera radical la vida de las comunidades a
veces por implorar los recursos como el agua o el maz.
Al respecto, el libro se centra en dos entidades divinas populares;
las denomino de este modo, siguiendo la propuesta de Ramiro Gmez
Ibidem, p. 151.
Ibidem, p. 36.
6
Ibidem, p. 14.
4
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Partieron dos grupos, ninguno con suerte, pero en la siguiente semana mand al ltimo equipo:
7
Ramiro Alfonso Gmez Arzapalo Dorantes, Los santos indgenas: entes divinos populares
bajo sospecha oficial, Mxico, Editorial Acadmica Espaola, 2012.
8
D. Gonzlez, op. cit., p. 33.
9
Ibidem, p. 90.
RESEAS
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Estuvieron buscando de lunes a viernes, pero el sbado bajaron por el rancho viejo. Como avanzaban iban macheteando rboles. Cerca del rancho
lo encontraron. El seor que lo encontr grit. Sacaron el pedazo de tela
y lo llenaron de la sangre del rbol [] En la madrugada fueron a avisarle
al sacerdote que haban encontrado el rbol y ste mand a los dems para
que lo trajeran. Las 45 personas se dirigieron al Cerro de la Virgen. Cuando
llegaron empezaron a cortarlo con hacha. Tardaron un chingo de tiempo
porque estaba grande el rbol. Cuando terminaron de cortarlo no se caa
[] Entonces fueron a avisarle al sacerdote de lo que estaba pasando. Cuando llegaron l les dijo que el rbol ya haba empezado a hacer milagros []
Cuando llegaron les dijo que tenan que hacer una oracin. De esta manera
el rbol fue cayendo [] El sacerdote orden que le quitaran la cscara para
que no pesara. Cuando el Papa se enter que ya lo haban encontrado, mand a llamar a un seor para que hiciera al santo. Cuando termin lo entreg
pero le faltaba su libro y su sombrero. El seor los hizo de sanpancle. En la
noche el santo tir el libro y el sombrero en medio de la iglesia. Temprano
el sacerdote fue a la iglesia [] vio tirados el libro y el sombrero, los levant
y se los puso al santo, pero al da siguiente los volvi a encontrar tirados.
El sacerdote volvi a llamar al seor para que volviera a hacerlos, pero con
la misma madera de cedro. El seor los hizo y los entreg. El sacerdote se
los puso al santo. Al da siguiente fue a ver si se los haba quitado, pero no.
Hasta la fecha los tiene puestos.10
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RESEAS
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18
19
Ibidem, p. 168.
Ibidem, p. 16.
ntersticios
FILOSOFA ARTE RELIGIN
Bases
1. Los artculos debern considerar el perfil
de cada seccin que conforma la revista:
Monogrfica: Ciencia y fe.
Dossier: en relacin con cuatro lneas
de pensamiento: Filosofa de la cultura,
Hermenutica filosfica, Pensamiento
de inspiracin cristiana y Tradicin clsica. El artculo puede versar sobre una
sola de estas lneas, sobre la confluencia de dos, tres o bien las cuatro.
Arte y religin: incluye textos relacionados con esta temtica.
Reseas: pueden ser expositivas o de
comentario; debern versar sobre libros
de filosofa, arte o religin de no ms de
tres aos de haber sido publicados.
2. Slo se aceptar un artculo indito por
autor.
3. Slo se aceptarn artculos en espaol;
los textos que incluyan pasajes en un
idioma distinto debern presentar tambin la traduccin al espaol.
4. No se reciben ensayos o artculos sin
aparato crtico.
5. Los artculos debern tener una extensin mnima de 10 cuartillas y mxima
de 20, escritas por una sola cara en Times New Roman 12, a rengln y medio.
En el caso de las reseas, la extensin
ser entre 3 y 4 cuartillas si es expositiva, y entre 8 y 10 si es de comentario.