Estética Guerrero
Estética Guerrero
Estética Guerrero
Hemos querido sacudir la modorra de los que viven del deleite del arte (de un arte
entendido como fbrica de sueos), y conmover las seguridades de una filosofa
concebida como una gozosa complacencia con el statu quo.
L. J. Guerrero
Mais ds l'instant o le critre d'authenticit cesse d'tre applicable la production
artistique, l'ensemble de la fonction social de l'art se trouve renvers. A son fond rituel
doit se substituier un fond constitu par une pratique autre: la politique.
W. Benjamin
Hay un captulo de la historia intelectual argentina que a pesar de su importancia y
riqueza slo ha merecido hasta el momento abordajes aislados y fragmentarios, sin
hallar an su lugar orgnico en el despliegue de la cultura argentina en el siglo xx. Nos
referimos a la labor de una serie de pensadores que florecieron entre las dcadas de
1930 y 1950, la generacin filosfica que madur entre la muerte de Alejandro Korn y la
renovacin intelectual situada usualmente a partir de la irrupcin de la revista
Contorno. Una etapa con frecuencia reducida doblemente a una larga dcada del treinta
atravesada por la interrogacin ensaystica acerca del "ser nacional", y luego a una
supuesta poltica cultural entre pobre y represiva durante el perodo peronista.1
Afortunadamente, este tipo de lecturas viene siendo complejizado desde diversas
perspectivas. Una de ellas, la sugerida en este trabajo, sera la de una relectura de esta
zona filosfica tan poco explorada. Una zona compuesta por un conjunto de nombres
entre los que habran de incluirse principalmente los de Francisco Romero, Carlos
Astrada, Luis Juan Guerrero, Sal Taborda, Miguel ngel Virasoro, ngel Vasallo,
Vicente Fatone, entre otros. Rpidamente rubricados bajo el rtulo genrico de la
"crtica del positivismo" de la generacin anterior y la emergencia de una "nueva
sensibilidad" espiritualista e inclinada a la especulacin metafsica, se ha soslayado el
estudio de las trayectorias y las obras en las que se tramitaban operaciones
fundamentales para la cultura filosfica en la Argentina, tanto institucionales como
intelectuales. Entre las primeras podra mencionarse una serie de instancias (desde la
fundacin de una sede de la Sociedad Kantiana en Buenos Aires, en 1930, hasta el ya
mtico Congreso Nacional de Filosofa de 1949), que manifiestan la consolidacin de un
espacio legitimado para una labor intelectual antes subsidiaria de otras profesiones (no
olvidemos que aun el propio Korn era mdico de profesin). Entre las segundas se
destacan la fuerte inclinacin hacia la cultura filosfica alemana (mediada, entre otros
factores, por el fuerte impacto de la labor de Jos Ortega y Gasset y su tan influyente
Revista de Occidente) y la lectura crtica de las tradiciones del vitalismo, la
fenomenologa, la filosofa de los valores y el existencialismo. Acaso por aquella
consolidacin institucional y por este dinamismo intelectual, la filosofa de esos aos fue
uno de los lugares privilegiados de reflexin acerca de lo que se denominara en la poca
la "crisis de la cultura", la crisis del liberalismo y los efectos de la guerra, la debacle de
un horizonte civilizatorio y la promesa de una nueva humanidad. Creemos que la
complejidad de esta zona de la cultura argentina an espera abordajes a su altura.
Ciertamente, no es nuestro objetivo aqu subsanar este dficit. En estas pginas slo
ensayaremos una aproximacin a uno de los protagonistas de este ciclo intelectual, Luis
2
Neumann debati personalmente con Guerrero versaron sobre dos asuntos principales:
las posibilidades de insercin laboral para intelectuales emigrados alemanes en la
Argentina y la posibilidad de una colaboracin de Guerrero en la Zeitschrift fr
Sozialforschung, la famosa revista del Instituto. Si bien este en cuentro result
finalmente fallido (no sabemos de ningn intelectual insertado gracias al mismo, y no
apareci ningn artculo en la revista con la firma de Guerrero), resulta claro que no se
debi a la falta de inters de los argentinos ni a la de los frankfurtianos. Sobre el inters
de Guerrero hablaremos a lo largo del captulo. Sobre el inters de los frankfurtianos
debe consignarse un documento notable, una carta del propio Max Horkheimer a
Guerrero, de 1936, en la que expresa:
El Dr. Neumann me ha manifestado su disposicin de publicar en nuestra Revista un
informe bibliogrfico sobre la literatura filosfica y sociolgica de Sudamrica en los
ltimos 3 o 5 aos. Es para m una gran alegra, gracias a su decisin, poder saludarlo a
Ud. como a uno de nuestros colaboradores. Que yo desgraciadamente no haya podido
verlo durante su ltimo viaje por Europa, me ha dolido sinceramente, de manera que
tanto ms me alegra que se establezca ahora entre nosotros, merced a la intervencin
del Dr. Neumann, un vnculo cientficamente productivo. Le estar muy agradecido, que
me comunique, cundo piensa Ud. que su informe estar listo [...].8
Acaso hayan sido estas lneas las que incitaran a Guillermo David a escribir una
afirmacin excesiva: "Luis Juan Guerrero, a quien podramos considerar un miembro
independiente o desgajado de la Escuela de Frankfurt [...]".9 Ms modestamente
podemos afirmar que Guerrero tuvo un trato personal con miembros directivos del
Instituto, no rastreable ms all de 1936, un trato que incluy la invitacin a participar
de la Revista del Instituto. Aunque esto ltimo no llegara a concretarse, nos permite sin
embargo suponer que es ms que probable que date del ao de 1936 -absolutamente
relevante para nuestro asunto, el contacto de Guerrero con la Revista del Instituto, que
acababa de publicar ese mismo ao-, en su nmero V (1), el luego famoso ensayo de
Walter Benjamin sobre la obra de arte en la poca de su reproductibilidad tcnica, el
cual ocupar un lugar de importancia en la posterior Esttica de Guerrero.
De este primer contacto de 1936 podemos entonces suponer que datara el inicio de la
utilizacin por parte de Guerrero de bibliografa de los autores del Instituto para su
labor docente, que recin en 1956 cristalizar en la publicacin de la Esttica. Sin
embargo, ya "en un programa de Esttica de la Universidad de La Plata del ao 1933,
Guerrero, a cargo de esa ctedra, citaba en su bibliografa Der Begriff der Kunstkritik in
der deutschen Romantik",10 la tesis doctoral de Benjamin de 1918 (publicada en 1920).
Esto nos habla de la asombrosa actualizacin terica de nuestro autor, as como de los
fluidos lazos que ligaban a la intelectualidad argentina de la poca con los centros
intelectuales europeos y, en particular, alemanes.11 No debemos olvidar que Guerrero
estuvo en Alemania entre 1923 y 1927, y realiz su doctorado en la Universidad de
Zurich. Desde su regreso a la Argentina, en 1928, concentrar su actividad docente en
las materias de tica, sobre la que versaba su tesis doctoral, psicologa, sobre la que
escribi un manual de mltiples ediciones, y esttica, sobre la que escribi su obra
magna. Vemos entonces que la labor docente, una actividad que mantendr hasta el
final de su vida, complement siempre su labor de produccin intelectual, como ya lo
vimos en el caso de su Esttica. Sin embargo, resulta curioso que el texto benjaminiano
7
sobre la crtica romntica no aparezca en su Esttica, a diferencia del texto sobre la obra
de arte, de donde podemos suponer que si el primero acaso representaba una referencia
erudita sobre un tpico relevante de historia de la esttica, slo el segundo represent
un verdadero estmulo de eficaz orientacin para su pensamiento. El mismo estudio
arriba citado afirma ms adelante que Guerrero "introdujo en su bibliografa en el ao
1933 a Walter Benjamin en su idioma original y sigui ensendolo hasta pasado el ao
1950 en francs"12 (refirindose a L'oeuvre d'art l'poque de sa reproduction
mcanise). Este comentario ofrece una impresin de continuidad sin dar cuenta de las
posibles discontinuidades entre ambos textos benjaminianos, fundamentalmente el
profundo giro materialista realizado por el segundo. A un esteta tan informado y sagaz
como Guerrero seguramente no pueden habrsele pasado por alto los contrastes entre
uno y otro texto de Benjamin, y es para nosotros de mucha relevancia que entre el
"mesianismo romntico" y la correspondiente pretensin de absoluto del primero, y la
"disolucin del aura" en un contexto de secularizacin radical del arte del segundo, la
Esttica de Guerrero haya precisado la colaboracin de este ltimo y ya no del primero.
Finalmente, para abordar la utilizacin de Benjamin en su produccin terica debemos,
como para cualquier caso de "recepcin", poder testimoniar la presencia "emprica" de
Benjamin en su obra, a travs de citas o referencias explcitas, cuya presencia por cierto
no garantiza que estemos ante un uso verdaderamente productivo del corpus
"recepcionado", pero cuya ausencia hara casi inviable hablar de algn tipo de
"recepcin". Es en su Esttica donde encontramos el nombre de Walter Benjamin,
ligado a un texto emblemtico de toda la produccin benjaminiana y ms emblemtico
an de su presencia en nuestro pas, todava en nuestros das: L'oeuvre d'art l'poque
de sa reproduction mcanise, esto es, la primera edicin publicada en versin francesa
(de Pierre Klossowski), citada por Guerrero de la Zeitschrift fr Sozialforschung, V, 1,
1936.13 Esta aparicin tiene lugar en dos momentos centrales, nada menos que en la
apertura y en el cierre del desarrollo de su Esttica. La primera aparicin se da en el
"Historial: Expansin esplendorosa de las manifestaciones artsticas", con el que se abre
la Esttica de las manifestaciones artsticas (e i), pero que por sus caractersticas
particulares funciona en realidad como una apertura a la totalidad del despliegue de su
obra.14 La otra aparicin se registra en "Las voces del xodo", un maravilloso captulo
con el que termina el tercer tomo, la Esttica de las tareas artsticas (e iii), pero que en
realidad opera como cierre de la totalidad del desarrollo de su obra y como balance de la
actualidad del proceso artstico a la luz de los planteos de su Esttica.15 En ambos casos,
la referencia a Benjamin est acompaada por algn comentario que encierra siempre
una aprobacin implcita o explcita de su trabajo. En el primer caso, Benjamin es citado
junto a un estudio del propio Guerrero sobre el mismo tema,16 lo que sugiere una
confluencia de sus respectivos anlisis (y nos enva a ese otro texto de Guerrero, de
1949, para encontrar all las simientes del posterior encuentro ms explcito y
sistemtico con Benjamin en su Esttica). En el segundo caso, la referencia al trabajo de
Benjamin se inicia con una alusin muy importante para nuestro tema: "Todo este
conjunto de problemas [las consecuencias del proceso mundial de expansin tcnica en
el mundo del arte -L.I.G.-] se encuentra desarrollado, de una manera ejemplar, en el
siempre recordado ensayo de Walter Benjamin, L'oeuvre d'art l'poque de sa
reproduction mcanise, en Zeitschrift fr Sozialforschung, tomo vi,17 No. 1, 1936" (e iii,
238). Por ltimo, tambin en el segundo tomo encontramos a Benjamin, slo que la
referencia es all mucho menos central, y su sentido depende de lo ya planteado en e i.18
8
Hay que recordar que, como se sabe, aquella primera edicin del texto de Benjamin no
se corresponde con la versin ms utilizada en nuestros das, que en la mayora de los
casos corresponde a la Zweite Fassung en alemn, la que fuera incluida en los Schriften
editados en 195519 (tomada tambin por las versiones castellanas ms corrientes).20
No pretendemos reconstruir la accidentada historia de la edicin de este ensayo21 sino
slo recordar que aquella primera edicin, adems de sufrir algunas modificaciones y
recortes por parte del grupo editor de la Zeitschrift, guarda otras diferencias, no siempre
recordadas, respecto de la canonizada "segunda versin". Slo destacaremos algunas
diferencias principales: no aparece ni el epgrafe de Valry, ni el importante "Prlogo" y,
adems, algunas expresiones fueron sistemticamente sustituidas, principalmente,
"fascismo" fue reemplazado por "estado totalitario" o "doctrina totalitaria" y
"comunismo" por "fuerzas constructivas de la humanidad". Pero hay que destacar
tambin que esta primera publicacin en francs tiene pargrafos enteros no incluidos
en la "segunda versin" alemana, adems de muchos pasajes ms completos (como todo
un largo prrafo que ampla nada menos que el importantsimo contrapunto entre
inconsciente ptico e inconsciente pulsional).22 De este modo, as como faltan en la
versin francesa pasajes emblemticos de nuestra actual recepcin del ensayo (como la
militante referencia inicial a Marx), encontraremos all tambin frases enteras, y muy
importantes, citadas sin comillas por Guerrero que no se encuentran en la "segunda
versin" alemana (como la explcita recuperacin benjaminiana del sentido materialista
de la aisthesis: "cette science de la perception que les Grecs avaient nomme
l'esthtique"23). Con todo, estas observaciones pertinentes desde una perspectiva
erudita no nos deben hacer perder de vista que el ncleo de las hiptesis benjaminianas
sobre la reproductibilidad (incluido el fundamental "eplogo" poltico) se mantiene en lo
sustancial en ambas versiones.
Para concluir con el registro de la dimensin "emprica" de la recepcin, debemos
realizar dos ltimas observaciones: en primer lugar resulta curioso que no aparezca
ninguna otra referencia a otros artculos de la Zeitschrift fr Sozialforschung a lo largo
de la obra de Guerrero. Ello resulta ms llamativo an si tenemos en cuenta, en segundo
lugar, que sin embargo aparecen en su Esttica los nombres de Theodor W. Adorno y de
Herbert Marcuse, colaboradores centrales de la Revista incluso desde antes de 1936.
Adorno aparece referido al pasar en e iii, p.24 (sin alusin bibliogrfica), y luego en e iii,
p. 215 (notas 8 y 13, correspondientes a las pp. 190 y 202 respectivamente). Se cita en
este ltimo lugar "Ueber das gegenwrtige Verhltnis von Philosophie und Musik (con
traduccin italiana) en Archivo de Filosofa, Roma, 1953", en ambos casos para pensar el
problema de la dialctica tpicamente modernista entre tradicin e innovacin en el
contexto de las "tareas de conduccin" de la tercera Esttica de las tareas artsticas. El
mismo trabajo de Adorno aparece en nota en e ii, p. 66. De Marcuse aparece citado su
importante trabajo "Ueber die philosophischen Grundlagen der Arbeitsbegriffs",
extrado del Archiv fr Sozialwissenschaft, tomo 69, No. 3 (e iii, 138, nota 1,
correspondiente a la p. 117), como estudio de referencia para tematizar una concepcin
hegelo-marxiana del "trabajo" como "praxis", en el contexto de las "tareas de
elaboracin" de la tercera Esttica. Esta presencia del primer Marcuse (el artculo es de
1933, de su etapa de trnsito del heideggerianismo al marxismo) le imprime al texto de
Guerrero una orientacin sociohistrica de su idea de "trabajo" y una perspectiva
general materialista de la existencia humana en el mundo. De manera que en ambos
casos aparecen motivos centrales de lo que luego se denomin "Escuela de Frankfurt".
9
Sin embargo, hay que reconocer que, en primer lugar, Guerrero no rene los nombres
de todos estos autores bajo una rbrica comn, de modo que no reconoce un grupo
intelectual unido por alguna orientacin general, a pesar de haber tenido trato personal
o intelectual con Horkheimer, Neumann, Adorno, Marcuse y Benjamin, adems de con
la Revista en la que ese grupo se nucleaba. En segundo lugar, las presencias tanto de
Adorno como de Marcuse no son determinantes de la orientacin general de su
pensamiento, sino que ms bien vienen a confirmar o a complejizar algn aspecto
parcial de una orientacin ya decidida previamente. En cambio, creemos que ciertos
ncleos centrales del pensamiento benjaminiano s estn en la base de algunas de estas
decisiones fundamentales.
As, podemos decir que hay en Guerrero una "recepcin" fragmentaria y dispersa,
aunque sustantiva, de ciertos autores y aspectos tericos de lo que luego se llam
"Escuela de Frankfurt", aunque sin la unidad de orientacin sugerida por ese nombre.
De ese conjunto no unificado de autores y conceptos, destaca notablemente la
utilizacin productiva del trabajo de Walter Benjamin sobre la obra de arte en la poca
de su reproductibilidad tcnica.
IV. Contexto de refraccin
Como vemos, la inscripcin de Benjamin en el contexto de la recepcin de Guerrero del
trabajo del Instituto de Investigacin Social es pertinente (Guerrero cita a Adorno y a
Marcuse, adems de tener trato epistolar con Horkheimer y personal con Neumann)
aunque slo parcial y relativa. Ms relevante an resulta su inscripcin en el contexto
efectivo del sistema de referencias tericas generales del propio Guerrero, que no ubic
a Benjamin en el marco de una "escuela" que lo excediera, sino ms bien en otro marco,
construido por el propio Guerrero y expresin de la agenda de lecturas filosficas de la
Argentina de esos aos. Pues resulta fundamental para cualquier estudio de recepcin
que cuando se analizan los efectos de la circulacin y la utilizacin del autor
seleccionado, debe enfocarse el universo de autores y corrientes tericas en las cuales se
reinscribe dicho autor, la nueva constelacin de tradiciones y discusiones, como el
primer gran dispositivo de refraccin sobre sus "ideas" "originales", ahora destituidas
como tales, "arrancadas" del contexto de su propia tradicin para ser acercadas a un
contexto "otro" (como vemos, nuestro propio tema tampoco est fuera del universo de
problemas que se abren con el texto benjaminiano). Esa trama intertextual es el primer
"contexto", contingente e inestable, en el que la "recepcin" comienza su insidiosa labor
de traslacin, de traduccin, y tambin de concretizacin.24
Qu nos revela el texto de Guerrero acerca de su propia construccin de un contexto
discursivo? Como ya dijimos, Guerrero es muy prolijo en la explicitacin de sus
referencias tericas. As, en las primeras pginas del Prlogo de su Esttica explicita sus
principales deudas (vase Ei, 13-14) de las cuales recordaremos las siguientes, que nos
parecen las ms persistentes a lo largo de la obra: en primer lugar, Vico y Hegel sern el
marco filosfico ms genrico de su planteo, nombres que luego casi no aparecern
explcitamente pero s estarn siempre presentes en la persistencia de un horizonte de
historicidad de una existencia humana que reclama ser pensada en los productos de su
propia praxis concreta, un ncleo fuerte del pensar de Guerrero. La fenomenologa y, en
particular, el giro operado en ella por Heidegger sern presencias explcitas, decisivas y
permanentes a lo largo del texto. "Las intransigencias de Sartre" y "la comprensiva
10
penetracin de Merleau-Ponty" tendrn un lugar de relevancia, sobre todo MerleauPonty, slo que no tan patente como el lugar que en la Esttica se le otorga al
"impresionismo deslumbrante de Malraux" (e i, 14). As, tenemos que al amparo de
aquellos dos gigantes filsofos del hombre realizndose en su propia historia, la rbita
terica de Guerrero girar principalmente en torno al eje de la fenomenologa,
fundamentalmente en su peculiar versin heideggeriana, aunque tambin en las
derivaciones de dos grandes fenomenlogos franceses como Sartre y Merleau-Ponty. A
ese sustrato fenomenolgico se le suman los estmulos sugeridos por la publicacin,
cercana a la edicin de la Esttica, de dos muy influyentes libros del posterior ministro
de cultura gaullista Andr Malraux: Les voix du silence (1951) y Le muse imaginaire de
la sculpture mondiale (1952), recurrentemente citados por Guerrero. De este conjunto,
la presencia ms insistente en el texto de Guerrero quizs sea la de Heidegger,
principalmente a travs de su Holzwege y, en particular, de sus conferencias de 19351936 publicadas como "El origen de la obra de arte". La notable presencia de Maurice
Blanchot en los desarrollos de Guerrero podra ser inscripta dentro de esta impronta
heideggeriana general. En cambio, Sartre y Merleau-Ponty no actan en la Esttica a la
sombra de Heidegger (como podra imaginar el desprevenido que creyera que Sartre
desembarc en la Argentina recin con Contorno), sino por la propia potencia, sobre
todo, de Qu es la literatura? -del primero- y de la Fenomenologa de la percepcin -del
segundo-. Es decir que el vigor de las teoras de la recepcin y del compromiso de Sartre,
y la insistencia de Merleau-Ponty en el carcter siempre concretamente encarnado del
sentido en un cuerpo histricamente determinado, son orientaciones materialistas con
peso propio en la obra de Guerrero, potencialmente adversas a la orientacin general
heideggeriana. Este cuadro, ciertamente, se completa con una amplsima pero coherente
lista de tericos, muchas veces de excepcional densidad y magnitud,25 a los que
generalmente se recurre para ayudar a resolver problemas importantes pero siempre
parciales, aspectos o momentos de un desarrollo, y nunca para tomar las decisiones ms
generales acerca de la orientacin sistemtica de ese desarrollo, del proyecto esttico de
Guerrero en su totalidad. Con la excepcin, sta ser nuestra hiptesis, de la anmala
presencia de Walter Benjamin, que si bien no es tan asiduamente requerido como
Heidegger o Malraux, como Sartre o Merleau-Ponty, no slo realizar aportes para
plantear cuestiones particulares sino que se situar en lugares estratgicos clave, en la
apertura y el cierre, dando vigorosas pautas para la orientacin general de la Esttica.
En la precisa arquitectura de la Esttica cada captulo y cada pargrafo tienen su lugar e
importancia sistemticos, pero hay algunos tramos de su desarrollo que tienen el valor
de aplicarse a la totalidad de esa arquitectura y de determinar la orientacin general de
la misma. De esos tramos, los de mayor peso determinante son, en primer lugar, el
Prlogo general de la obra ya referido; en segundo lugar, el "Historial" del primer tomo,
que sigue inmediatamente al prlogo y que aunque es el "Historial" correspondiente a
Ei, es decir, a la esttica de las "manifestaciones artsticas", le sirve al autor para
plasmar desde un comienzo su visin general del arte y de su situacin actual; y en
tercer lugar esa suerte de eplogo del tercer tomo, titulado "Las voces del xodo", que
excede la exposicin de las cuatro "escenas" sistemticas de Eiii, y que funciona
claramente como eplogo de la totalidad de la obra. Benjamin no aparece en el Prlogo,
pero s aparece, como ya lo anticipamos, ocupando lugares decisivos de las otras dos
partes generales, el "Historial" del tomo i (e i, 24-27) y "Las voces del xodo" del
11
tomo iii (e iii, 2 y 5). Esto nos ofrece una indicacin importante, pero por ahora slo
externa.
Esta primera aproximacin general al contexto discursivo construido por el propio texto
de Guerrero nos arroja al menos dos resultados preliminares: uno, que estamos ante un
marco de tradiciones fuertemente ancladas en lo que luego se denominar la filosofa
"continental", con una cierta hegemona alemana pero con una ms que atenta mirada
sobre los desarrollos franceses; otro, que se comienza a sugerir la tensin que ser el
tpico terico-esttico central de nuestro artculo, esto es, la oscilacin entre una
esttica tendencialmente idealista o especulativa (paradigmticamente representada en
este contexto por la herencia hegeliana y por la filosofa heideggeriana del arte) y otra
esttica tendencialmente materialista o prctica (sugerida por ahora ms bien
tmidamente a partir de Sartre y Merleau-Ponty y luego consolidada con la presencia de
Benjamin). Acaso no sea un azar que cuando ciertos desarrollos benjaminianos entren
en polmica en el texto, nunca lo hagan contra Sartre o Merleau-Ponty, sino en disputa
implcita o explcita con Heidegger o con Malraux.
Es en este contexto que primeramente deberamos situar en la obra de Guerrero la
circulacin del nombre de Benjamin, un alemn (conocido primeramente por Guerrero
como terico del romanticismo) escribiendo en francs para una revista de exiliados
polticos del nazismo, el esbozo de una crtica radical de los cimientos de las teoras
estticas hegemnicas de su Alemania natal. Benjamin condensa, as, los dos motivos
arriba sealados como caractersticos del contexto terico construido por Guerrero: la
presencia hegemnica de una tradicin de pensamiento alemn fuertemente mediada
sin embargo por la tradicin cultural francesa (en el caso de Benjamin, como se sabe,
esta "mediacin" excede la circunstancial traduccin de su texto sobre la obra de arte), y
la polmica entre una esttica idealista y contemplativa o especulativa, y una radical
renovacin de la esttica en una direccin decididamente materialista que precisamente
viene a exceder los lmites "contemplativos" o "especulativos" de la esttica tradicional,
una transformacin determinada no meramente por una opcin terica sino por
profundos cambios en el sensorium histrico del hombre occidental, nuevos
"requerimientos" y nuevas "promociones" para el arte, que deciden una nueva
orientacin para la totalidad del proceso histrico del arte.
V. Benjamin y el problema
Para internarnos ahora en una problematizacin terica quisiramos valernos aqu de la
imagen ofrecida por Jean-Marie Schaeffer de los perfiles de una "teora especulativa del
arte".26 Slo que para hacerla funcionar en este lugar resultara conveniente pensarla
con cierta flexibilidad. Entre otras razones porque todos los autores aqu tratados
caeran bajo la misma rbrica de "especulativos", una caracterizacin demasiado
totalizadora para nuestros intereses. Por eso hablamos ms arriba de "tendencias".
Asimismo, como ya venimos sugiriendo, la alternativa a esta teora especulativa no
pasar, para Guerrero, por un regreso a Kant, como sugiere la perspectiva ms analtica
de Schaeffer, sino ms bien por un paso de lo especulativo a una visin del arte centrada
en la praxis, o, ms precisamente, a una "esttica operocntrica", en la terminologa de
Guerrero. As, ms que una crtica radical de una "teora especulativa del arte" desde
una esttica neokantiana, en Guerrero tenemos una tensin inmanente al propio texto
entre una esttica especulativa y una esttica prcticamente orientada, en el marco
12
niega), se abre a las otras "direcciones" del proceso artstico criticando aquellas posturas
que hipostasian el aspecto contemplativo en desmedro de los restantes recayendo por
ello en el estril atolladero de la "muerte del arte".
Pues la orientacin general de las crticas a Heidegger apuntar precisamente a la
exacerbacin especulativa de un pensamiento del Ser cada vez menos distinguible de un
simple retorno a una suerte de ontoteologa negativa. Guerrero rechazar las
perspectivas que se obnubilan en un pensar del "Ser total y absoluto (ltimo refugio de
las filosofas de acento mstico, desde Plotino hasta el Heidegger que se insina en sus
obras posteriores)" (e i, 102).29 Por el contrario, para Guerrero, "la obra no es un punto
terminal, ni un 'absoluto', sino un punto de transicin, un lugar de pasaje" (e iii, 44).
Asumiendo acaso los acentos relacionales de la hermenutica heideggeriana (la red de
"remisiones significativas" que constituyen todo sentido), los orienta en una direccin
anti-ontolgica, y nos sorprende con un trmino, pasaje, tan caro al proyecto
benjaminiano.
para quien la tragedia de nuestro arte -de toda nuestra cultura- consistira en tener
que operar en una poca de la que ya se fueron los viejos dioses y a la que todava no han
llegado los dioses nuevos. Tambin Heidegger es de parecida opinin. Nosotros
pensamos, en cambio, que este planteo es inadecuado, o por lo menos lleno de
ambigedades. Para modificarlo tendramos que analizar el largo camino [...] que
conduce del arte vivido como una celebracin, al arte entendido como una mercanca (e
iii, 35).
Ya vamos viendo el modo en que la "crisis de la cultura" no suscit en Guerrero esa
"nueva sensibilidad" de corte espiritualista con la que usualmente se enfrent el "ocaso
de Occidente", sino una postura mucho ms radical, que intentaba ir a la raz histricosocial de esa crisis.
Es en esta direccin que sobre el final de su obra propondr directamente una
"inversin" del planteo heideggeriano: "La calamidad de nuestra poca, para Heidegger,
consiste en el olvido del Ser. Ms ajustado nos parece el camino inverso: la calamidad de
nuestra poca consiste en haber perdido la convivencia espontnea con los entes, en
tener que recuperarla estableciendo un puente por intermedio del Ser" (e iii, 227).
Guerrero plantea (no lejos de la perspectiva de Adorno) que el retorno de las ontologas
no es sino un sntoma de la alienacin de un tiempo capitalista que arrasa, con su fuerza
de "abstraccin", con toda relacin directa y fluida entre los "entes", redundando en la
situacin de soledad y aislamiento del hombre "enajenado" contemporneo que lo lleva
a buscar sustitutos compensatorios igualmente abstractos, como un pretendidamente
trascendente "sentido del Ser". "Es precisamente porque el hombre ha perdido su
vinculacin con los entes, que busca el Ser." Tal es el sentido de la "inversin" de
Heidegger por parte de Guerrero.
A pesar de todo, no se puede desconocer que a Heidegger lo critica tanto como lo utiliza.
Tal como ya lo sugerimos, se vale de las crticas heideggerianas de la metafsica
occidental en su reivindicacin del carcter propiamente "operatorio" de la obra, de la
especificidad de la "obra de arte" (frente a la "cosa" y principalmente frente al
"instrumento"). Esta recepcin y crtica de Heidegger, esta convivencia de Heidegger y
Benjamin acaso podra pasar por una simple incoherencia. Pero podra pensarse
tambin que este hacer comparecer a dos autores notoriamente dismiles (sobre todo en
16
sus orientaciones aunque acaso no tanto en sus diagnsticos) permita hacer vibrar en
una cuerda sabiamente tensada por Guerrero los posibles ecos entre ambos autores en
lo tocante a una comprensin anti-burguesa del arte.30 Heidegger aporta la
comprensin anti-utilitaria del arte (que en ltima instancia est en la base de cualquier
consideracin crtica de su carcter de mercanca), pero Benjamin va ms all,
aportando una concepcin anti-contemplativa -y por ello finalmente antiheideggeriana- del arte actual. Heidegger y Benjamin pueden ser comprendidos en el
todo de la Esttica operatoria bajo la clave de la teora de los "estratos" de significacin,
aportada por la propia Esttica. Pero adems de afirmar que el "estrato" benjaminiano
cubre y otorga su sentido final al "estrato" heideggeriano, la propia concepcin de
"estratos" superpuestos entre s que difieren indefinidamente la postulacin de un
"origen" de esa paciente arqueologa del sentido, se lleva mucho mejor, sin ninguna
duda, con la idea benjaminina de "montaje" que con la bsqueda heideggeriana de un
"origen" para la obra de arte en la telurizante dialctica del "mundo" y la "tierra".31
Por su parte, la intensa gravitacin que los libros de Malraux tienen sobre la
construccin de Guerrero se debe principalmente a la adopcin de este ltimo de la idea
de "Museo Imaginario" del primero, como una idea clave para dar cuenta de la situacin
del arte contemporneo en relacin con la totalidad de su propia historia. Ya de por s la
idea misma de "Museo Imaginario" ha sido sealada como una adaptacin de las tesis
del trabajo benjaminiano sobre la obra de arte, acerca de la reproduccin tcnica y el
consecuente desmoronamiento de la esttica clsica. Hans Robert Jauss ha sealado
que "el Muse imaginaire (1951) de Malraux es, aunque no confesada, una forma de
recepcin del estilo de la de W. Benjamin: la obra original, una vez sacada de su
contexto cultural o histrico, se convierte, precisamente como no original, como objeto
esttico que ha dejado de ser obra, en objeto de disfrute de la consciencia esttica, muy a
menudo calumniada sin motivo".32 La radical excepcionalidad de nuestra era cultural,
tal como se afirma en el "Historial" de E i, es su capacidad de arrancar las mltiples
obras de los ms diversos lugares y tiempos, desligarlas de sus funciones extra-estticas,
y disponerlas a la contemplacin esttica en un progresivo ensanchamiento de la
capacidad de acogimiento esttico de nuestra sensibilidad actual. La "reproduccin
mecnica", con su enorme potencial de "acercamiento" de obras distantes en el tiempo o
en el espacio, tuvo un lugar central en este proceso que desemboca en la constitucin de
un "Museo Imaginario" de la total produccin artstica de la historia del hombre.
Ciertamente transformadas, bsicamente en lminas (y en esto Malraux, a diferencia de
Heidegger, da la bienvenida a la tcnica), las obras de todos los tiempos y lugares
ingresan en esos modelos de "Museo Imaginario" que fueron los gruesos volmenes
atiborrados de lminas escritos por Malraux, Les voix du silence y Le muse imaginaire
de la sculpture mondiale (que quizs tambin funcionaron como modelo para la edicin
de los propios volmenes de Guerrero, que incluyen cada uno su discreto "museo
imaginario" de lminas al final de cada tomo). Gracias al Museo Imaginario, "el
horizonte de la contemplacin artstica de nuestro tiempo es, por primera vez, el mbito
de toda la historia humana" (e i, 64). Es precisamente en este contexto del anlisis de la
"constitucin de un museo imaginario", como reza el ttulo de la seccin, en que aparece
la primera alusin al texto de Benjamin.
Sin embargo, esta pacfica convivencia de Malraux y Benjamin en el captulo de apertura
de la obra ir dando lugar a una tensin en la que finalmente primarn los potenciales
prcticos y comunitarios de la "reproductibilidad" benjaminiana por sobre el
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ambigedad fatal con un potencial totalitario) del arte contemporneo. Analicemos cada
uno de estos pasos.
En primer lugar, entonces, la presencia de Benjamin se articula con otras crticas
realizadas por Guerrero a los diversos ideologemas neorromnticos asestando un golpe
definitivo a la vieja idea de "autenticidad". La "reproduccin mecanizada" rompe con el
gesto tradicional de buscar el valor de una obra en su remisin a su propio "origen". As
como Benjamin seala que las disputas del siglo xix acerca de si la fotografa era un arte
estaban mal planteadas si antes no se adverta que la invencin de la primera haba
modificado por entero el carcter del segundo (gs, I-2, 720), podramos tambin sealar
que la pregunta heideggeriana "qu es el arte?"35 estara mal planteada si antes no se
advierte que la actualidad del arte invalida toda pregunta por la quidditas, por su
esencia. En Benjamin, ms que un qu se oye un cmo, no se busca un origen, sino que
se indaga por el porvenir de un arte que se ha desligado vertiginosamente de todo
origen, de todo criterio de autenticidad. Para decirlo en trminos de Guerrero, la
orientacin para el arte y la esttica la otorga la pregunta por las "tareas" planteada
desde una perspectiva operatoria, y no la pregunta por la "esencia originaria" planteada
desde una perspectiva contemplativa.
Hoy, nos dice Guerrero, esta posibilidad de conectar la obra con un criterio de origen
para sellar la gloria de su autenticidad ya no existe, disuelta por las efectivas condiciones
materiales de produccin y reproduccin del arte. En una de las secciones en las que cita
el trabajo benjaminiano,
nos dice Guerrero que el contenido mismo de la autenticidad, ese hic et nunc de la obra
se ve doblemente cuestionado por la reproduccin mecnica: en primer lugar, "[p]orque
la tcnica de la reproduccin mecanizada nos revela aspectos de la obra original que no
eran accesibles a la desnuda contemplacin. Es decir, que eran impenetrables para
nuestros medios naturales (vista, odo, etc.). Ejemplos: la fotografa de detalles, la
presentacin de temas minsculos, el descubrimiento de obras colocadas fuera de
nuestro alcance sensible, el cine en ralenti, etc." (e i, 66; cf. gs, I-2, 710-711), de manera
que se accede as a una independencia radical respecto del original, inexistente en la
reproduccin manual. En segundo lugar, "[p]orque hoy el original tiene una ubicuidad
extraordinaria. En otros tiempos, slo escuchaba msica sagrada el hombre que
perteneca a una comunidad religiosa, y por tanto, en el recinto de una Iglesia y
ejecutada en un viejo rgano. Hoy la apreciamos por s misma desde nuestra alcoba, por
medio de la radio" (e i, 66; cf. gs, I-2, 711). Estos determinantes tcnico-materiales de la
disolucin de la "autenticidad", que Guerrero asocia "con el advenimiento de las masas y
dems fenmenos concomitantes de la actual vida cultural" (e i, 67), tienen dos
consecuencias inmediatas: "a) Se ha perdido la unicidad del ente esttico, que era una
consecuencia de la nocin tradicional de autenticidad. Hoy slo interesa la obra de arte
en tanto ha sido 'nivelada'" (e i, 67); y b) "Con esta unicidad se ha perdido su integracin
en la tradicin, puesto que, en otros tiempos, el valor nico de la obra de arte consista,
precisamente, en su significado autntico dentro de un culto [...]. Por tanto, se debilita el
poder tradicional del arte (su funcin de testimonio sagrado o histrico) en la misma
medida en que se desarrolla su poder mostrativo" (e i, 68).
A su vez, asistimos hoy a otras dos consecuencias menos inmediatas pero igualmente
radicales, una hacia el pasado del arte y otra abierta a su futuro: en primer lugar,
"[d]estruido el nimbo que antes la rodeaba [a la obra de arte -L.I.G.-], hoy aparece
desnuda en la luz ideal del Museo Imaginario" (e i, 67), de manera que se opera una
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utilizando an hoy aquella primera versin francesa, tal como puede reconocerse en el
uso que recientemente Yves Michaud hace del texto benjaminiano en El arte en estado
gaseoso. Ensayo sobre el triunfo de la esttica, Mxico, Fondo de Cultura Econmica,
2007 (tal como puede reconocerse por el uso de las expresiones "reproduccin
mecnica" o "Estado totalitario", o las nociones de "sueo colectivo", o "ciencia de la
percepcin", todas propias de la primera edicin francesa en la versin de Klossowski).
21 Para lo cual pueden consultarse las Anmerkungen der Herausgeber correspondientes
a este texto, incluido en gs i-3, 983-1063.
22 Vase gs i-2, 231-232.
23 gs i-2, 736.
24 Una labor en la que se ve inevitablemente embarrado, despus de todo, cualquier
lector de cualquier texto, pues quin est en condiciones de restituir el "contexto" de
Benjamin, esa "fuente" original en la que la torpe formulacin escrita coincida con la
transparente plenitud de un sentido supuestamente unvoco para el propio Benjamin?
Quin? Adorno? Scholem? Brecht? Evidentemente, nuestra "marginalidad" slo
acenta efectos constitutivos de toda lectura, de all el potencial crtico -aunque slo
como potencial, y no como esencia de "lo latinoamericano", como a veces se confundede "nuestra" marginalidad: mostrar esa distancia constitutiva de todo proceso
significativo como el espacio de una cierta libertad creadora.
25 Baste pensar, descontando a los ya mencionados Adorno y Marcuse, en E. Souriau,
H. Kuhn, F. Kaufmann, R. Caillois, W. Szilasi, M. Dufrenne, E. Panofsky, R. Ingarden,
M. Weitz, E. Wlfflin, etc., o en la ocasional presencia de tericos que mucho ms tarde
fueron reconocidos en todo su vigor y relieve, como E. Levinas o M. Bense.
26 Vase J.-M. Schaeffer, "La teora especulativa del arte", trad. de Ricardo Ibarluca,
mimeo.
[ Links ] Para una exposicin exhaustiva, vase J.-M. Schaeffer, El arte de la
edad moderna. La esttica y la filosofa del arte desde el siglo xviii hasta nuestros das,
Caracas, Monte vila, 1999.
[ Links ]
27 Guerrero utiliza esta expresin en diversos pasajes. Vase Ei, 13, 19, etctera.
28 La centralidad de este problema se manifiesta en que preside lo que Guerrero
denomina la "antinomia" de la esttica (e i, 42 ss., tambin Eiii, 40 ss.), esto es, la
tensin histricamente irresuelta entre un "arte" que, en el pasado, estaba involucrado
en otros dominios, enraizado en la prctica vital concreta de los hombres, sagrado o
profano, pero en el que la obra no poda pretender auto-exhibirse como tal, no pudiendo
especificar su estatuto "artstico"; y un arte que, en nuestro presente, puede afirmarse en
la especificidad mostrativa de su artisticidad pura, pero al precio de desgajarse del resto
del plexo pragmtico de la vida de los hombres. De all la pregunta, que recorre toda la
Esttica como una de las preocupaciones centrales, por "un patrn de cultura que
permita una integracin de los comportamientos humanos" (e i, 137), un problema que,
segn aclara el mismo Guerrero, "es, otra vez, un tema de nuestra tercera Esttica"
26
(ibid.). En alguna medida, los planteos que ms abajo desarrollaremos acerca de un arte
tcnico (que con la reproductibilidad acenta la artisticidad en virtud de la primaca de
lo mostrativo sobre lo tradicional) a la vez que politizado (pues responde a las candentes
demandas comunitarias de su poca) como el cine, con los que termina la Esttica en la
estela de la "politizacin del arte" benjaminiana, pueden ofrecer pistas para una
solucin de la antinomia de Guerrero.
29 Puede reconocerse aqu una orientacin de distanciamiento de Heidegger paralelo y
similar en sus acentos prctico-materialistas al ms conocido y resonante de Carlos
Astrada, que desplegar su crtica a su propio heideggerianismo inicial por andariveles
anlogos a los de su condiscpulo, colega y amigo Luis Juan Guerrero. Vase el
exhaustivo trabajo de Guillermo David ya citado.
30 Otro tpico recurrente en la Esttica, su impulso antiburgus, puede verse
explcitamente manifiesto en varios pasajes, por ejemplo en e iii, 24, 34, 105, 151,
etctera.
31 Vase M. Heidegger, "El origen de la obra de arte", en Caminos de bosque, Madrid,
Alianza, 1998.
[ Links ]
32 H. R. Jauss, "El lector como instancia de una nueva historia de la literatura", en J. A.
Mayoral (comp.), Esttica de la recepcin, Madrid, Arco/Libros, 1987, pp. 84-85.
[ Links ]
33 El desconocimiento de este segundo sentido de lo "operatorio" es lo que lleva a
Edgardo Albizu a una lectura unilateralmente filosfica de la esttica de Guerrero. Vase
el por otra parte provechoso artculo "La esttica como prima philosophia. El significado
filosfico de la Esttica Operatoria de Luis Juan Guerrero", que tiene el mrito adicional
de ser uno de los pocos estudios recientes sobre Guerrero, incluido en E. Albizu,
Verdades del Arte, Buenos Aires, Jorge Baudino Ediciones, 2000.
[ Links ]
34 Guerrero plantea incluso la prioridad de la e iii sobre las dems: "tanto en un orden
'lgico' o esencial, como en el orden histrico o 'fctico', el comportamiento que
corresponde a la Esttica de las tareas artsticas tiene un carcter primordial. En efecto,
lo primario es el reclamo para obrar artsticamente, la tarea a cumplir, la imposicin de
obrar, la misin impuesta o requerida. Lo secundario es la creacin y ejecucin de la
obra" (e i, 82).
35 Vase M. Heidegger, "El origen de la obra de arte", en Caminos de bosque, op. cit.,
pp. 28, 41, etc. Sobre la "esencia", vase la pregunta por la "esencia esencial" en p. 36.
36 Guerrero llega a plantear incluso que "Mientras la sensibilidad de otras pocas iba
del fragmento al conjunto, hoy marcha a la inversa" (e i, 63). El torso no es para
Guerrero la transmisin defectuosa de una obra del pasado sino precisamente su cifra
como objeto histrico. La importancia de esta emancipacin del fragmento para
Guerrero puede reconocerse en el ttulo de su importante ensayo: "Torso de la vida
esttica actual", ya citado.
27
37 No olvidemos que Guerrero tuvo a su cuidado la edicin de los tres tomos de las actas
del Congreso Nacional de Filosofa de Mendoza de 1949, en el que se incluye el famoso
discurso del presidente Pern, que desarrolla su doctrina de la "comunidad organizada".
Tampoco debemos olvidar que Guerrero prest un apoyo crtico al peronismo, y fue uno
de los docentes que permaneci en la universidad durante el peronismo.
38 La expresin "reproductividad tcnica" (y no "reproduccin mecnica", como tradujo
Klossowski) hace pensar que Guerrero quizs ya habra accedido a los Schriften
benjaminianos editados en 1955 por Suhrkamp.
39 L. J. Guerrero, "Torso de la vida esttica actual", op. cit., pp. 1473-1474.
40 Sobre la insistencia de Guerrero en la "negatividad" del arte contemporneo, vase
tambin Eiii, "Historial", 11: "Funcionalidad negativa del arte de nuestro tiempo".
2014 Universidad Nacional de Quilmes. Centro de Estudios e Investigaciones.
Programa de Historia Intelectual
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