Altazor Emilse Maria
Altazor Emilse Maria
Altazor Emilse Maria
Ahora bien: despus de la palabra comenzamos a abusar creando con ella nuevos entes,
nuevos ontos. Y a esto propiamente se llama creacin; en griego: poesa. Juntando los nombres
de dos objetos que no se dan juntos por s solos, los pobres objetos quedan atados por el conjuro
verbal, sean centauros, sirenas, dragones o verso: mitologa, tica, mtrica.
(Alfonso Reyes, Las jitanjforas)
-Me parece muy bello dijo Alicia-, pero ms bien difcil de entender. Sin embargo,
me llena la cabeza de ideas, aunque no s precisamente de qu ideas se trata.
(Lewis Carroll, Allende el espejo)
Desde tiempos inmemorables el nmero siete tiene mayor importancia simblica que el resto de los nmeros.
Es relevante tener en cuenta que siete son las letras de Altazor (A-l-t-a-z-o-r), pero sobre todo es significativo
LA VISTA
Este Canto puede ser el fin o el principio de una cada o, quiz, el instante en que al
caer se rebota y se sube. Al enfocar su estructura y compararla con las de los cantos
anteriores, observamos varios espacios en blanco en la pgina. stos, que se haban hecho
presentes por primera vez en el Canto VI, invitan al lector a colgarse del paracadas y
compartir con Altazor esta experiencia.
Los sesenta y siete versos del canto ms breve estn distribuidos de manera
irregularmente escalonada, no slo en su espacialidad visual sino tambin, y
simultneamente, en su tono. Son libres y blancos y no forman estrofas. Sin embargo, si nos
que a semejanza de Dios, que cre el mundo en siete das, el poeta -pequeo dios- crea el suyo en siete
cantos.
detenemos a delinear su contorno, como cuando uno descubre figuras en las nubes, podemos
visualizar que el poema dibuja montaas o pirmides truncas, invertidas, dispuestas una
debajo de la otra a modo de electrocardiograma vertical (ver anexo I)-, que dividen el
canto en sectores de ascenso y descenso y que, en su totalidad, forman un bloque vertical,
silueta de un precipicio escarpado cuyo fondo es un grito doloroso y desesperado. Ante la
muerte los rganos se paralizan, los ojos se cierran, la mente se vuela y lo ltimo que
desaparece es el latido del corazn y el lamento o gemido final; pero tambin al nacer se oye
la voz, el llanto que nos seala como vivos, por lo tanto, es posible pensar el ltimo verso
como una comunin entre muerte y nacimiento, el principio y el fin del abismo, un morir y
renacer a una existencia desprovista de lo prescindible, en la que el dejar o volver a existir
estn separados y, a la vez, unidos por la conjuncin o:
Ai a i ai a i i i i o ia (v.67)2
LA MSICA
La musicalidad del bien nombrado Canto VII est dada por la preponderancia y
combinacin de los fonemas voclicos /a/ e /i/, semivoclicos /j/, consonnticos laterales /r/
y /l/ y nasales /n/ y /m/. La lectura del mismo libera una meloda repiqueteante que apela a
los sentidos y que no est relacionada con la mtrica, sino con una combinacin fonticafonolgica y una simbiosis de voces e instrumentos. Por momentos parece escucharse un
tarareo acompaado de tambores:
Laribamba
Larimbambamplanerella
Larimbambamositerella
Leiramombaririlanla
lirilam (34-38)
2
Todas las citas son extradas del texto Vicente Huidobro. Antologa potica, Buenos Aires: Corregidor, 1993.
LA GRAMTICA ENAJENADA
A lo largo del viaje-cada la dimensin meldica adquiere mayor importancia. El
sonido intenta aduearse de todos los espacios mientras desplaza los viejos sentidos.
Aunque en una primera lectura se escuchen en este canto simples ruidos guturales o meros
Vale tener en cuenta que todas estas palabras han aparecido insistentemente en los cantos previos. La estrella,
por ejemplo, se menciona muchas veces en el Canto I, generalmente como metfora de la palabra.
4
De los tantos significados del vocablo M/mitra nos hemos limitado slo a tres acepciones. La primera
corresponde al Dios persa-hind de la luz y la fecundidad cuyo culto, en tiempos de Teodosio I, fue prohibido.
La segunda, se refiere a la toca o adorno de la cabeza entre los persas, de quienes lo tomaron otras naciones. Y
la ltima se relaciona con el cmulo de las rentas de una dicesis o archidicesis, de un obispo o arzobispo.
montaa. Los segundos, los sufijos, como es sabido, mayoritariamente determinan la clase
de palabra. Por ejemplo: ario: sustantivo, auta: sustantivo, mento: sustantivo, ente:
sustantivo o adverbio, ando y endo: gerundio.
Se deduce entonces que el Canto VII es decodificable en trminos de campos
semnticos de imgenes y sonidos, de familias de palabras que han ido pululando en todo el
poemario hasta dar a luz, en el ltimo canto, un nuevo lenguaje.
Al tiempo que la sonoridad, con su carcter protagnico antes mencionado, toma a
su cargo la coherencia y la cohesin textual, la estructuracin sintctica se torna dbil y
vacilante. La predicacin est en la palabra misma, ya no hay oraciones. Adems, si
analizamos los elementos que reaparecen insistentemente y los morfemas similares a los de
nuestra lengua -o a los del francs- diramos que todo el canto est formado por frases
nominales simples, con o sin complemento:
Montesur en lasurido (v.15)
y compuestas
A ai mareciente y eternauta (v.31)
Es decir que la ausencia total de verbos, que ya se registraba en el Canto VI, se
prolonga en el siete. Las nicas formas verbales que pueden reconocerse no estn
conjugadas sino que aparecen en gerundio (lunatando, montaendo y tallerendo).
De nios, cuando aprendemos a hablar, la produccin de la lengua se inicia con frases
nominales, en un beb las primeras palabras generalmente son: mam, pap, agua; ante este
capullo de nuevo idioma, las primeras palabras de Altazor son: i, a, ai. El pequeo hablante,
muchas veces, necesita complementar su produccin con el lenguaje gestual para satisfacer
su necesidad de comunicacin, Altazor se vale de la msica.
Nos resta hablar de los desajustes semnticos. Parecera que en ellos yace el meollo
de la cuestin, el estado alfa del poemario. Ante lo expuesto no podemos afirmar que este
canto sea un poema sin sentido, sino que es plausible entenderlo como el canto ms ldico,
como un juego de palabras, a modo de jitanjfora, que apela al sentimiento y a la
imaginacin; y tambin, por qu no, como parte de un habla glosollica en la que el poetamdium reproduce -en un idioma incomprensible para muchos, con sintaxis y vocabulario
propios-, un oscuro mensaje o una plegaria (Barth en Pollastri 2000: 6).
Adems es imprescindible tener en cuenta la multiplicidad de funciones y destinos
de las palabras, ya que algunas [] crean, otras no crean ni destruyen, y otras destruyen a
fuerza del mucho crear (Reyes, 1969:185). Altazor es la cada de una lengua vieja y la
llegada de una nueva. Es la agona del lenguaje arbitrario, hoy moribundo, que utilizamos
los sujetos sociales:
Abrid la boca para recibir la hostia de la palabra herida (I v.565)
El lenguaje-otro de Altazor no har dao, simplemente traer msica, ser lirismo puro (I
vv.600-605).
Adems, Altazor no slo es el derrumbe de una lengua obsoleta, sino tambin la
cada pulverizadora del Hombre a travs de espacios y edades histricas en la bsqueda
desesperada de fundamento y sentido para la vida. El Canto VII es la materializacin de ese
lenguaje nouveau, es una sinfona semntico-sonora que dice ms que las palabras.
LA LENGUA HALLADA
Existe una notable similitud entre los dos creadores -Huidobro, autor del poema, y
Altazor, creador de un mundo, una poesa y un lenguaje nuevos- reconocida en la voluntad
programtica de alcanzar mediante la expresin potica una lengua sin historia ni prejuicio.
Los dos poetas se funden y esfuman en la creacin del lenguaje larval del Canto VII, en el
surgimiento de un lenguaje universal, tan intraducible o inalterable en la traduccin como la
msica, de all su eminente sonoridad. Sabemos que no fueron azarosos los fonemas,
sonidos y efectos escogidos, lo cual nos ha conducido a dejarles planeando en sus mentes,
en el aire de las posibles interpretaciones, en los puntos suspensivos y dos puntos del ttulo
de este trabajo (...:), una vibrante y particular sensacin: a nosotras, el Canto VII, como dice
Alicia en el epgrafe, nos llena la cabeza de ideas en las que se esconde un etreo
paralelismo entre dicho canto y las canciones precolombinas de la tierra de Huidobro, de
nuestra Latinoamrica, tanto en su letra como en su ritmo 5. Cabe aclarar que no es nuestro
propsito afirmar que haya existido intencionalidad o conciencia alguna del poeta de
expresar el sincretismo que nosotras percibimos -no tenemos elementos para hacer este tipo
de aseveracin- seguramente nuestra lectura est impregnada de la temtica reinante en
nuestro propio entorno, de la distante temporalidad en que la hacemos y de la cercana y
estrecha relacin entre sus y nuestras races. Es por eso que para concluir los invitamos a
escuchar algunos cantos mapuches que provocaron el aleteo de nuestras almas, con la
esperanza de que de este modo puedan entender nuestro parecer. (Ver anexo II)
Altazor y Vicente convergen en un universo de alusionesilusiones: el Canto VII. A
partir de ese aqu y ahora su vuelo asciende plcidamente, dejando una estela en nuestra
literatura, una huella imborrable, que muchos, y durante un largo tiempo, han pisoteado,
menospreciado y ocultado, otros han intentado seguir, pero muy pocos han logrado alcanzar.
Altacente y Vicenzor. Alto Vicente! Se siente el azor!
ANEXO I
Poesa del ver:
Estructura del poema
5
Ante lo expresado, sera redundante aclarar que nosotras no compartimos la acusacin de extranjerizante que
se le ha hecho a Vicente Huidobro por ser bilinge y motivar la experiencia del distanciamiento con la lengua
madre mediante el excitante ejercicio de escribir en otra lengua o lengua-otra.
ANEXO II
Canciones mapuches de Beatriz Pichi Maln. Plata. Canciones de origen mapuche.
Buenos Aires, Acqua Records
Pewen tayl
Kaiaiaia
Kewkeem ajagejay!
Gxgxmtupeym
Cuando grita
Logknonao
Wayni nyeymi kinapa winka
Hermano.
Amutuy mi pei
Para comunicar(se).
Bibliografa
Barth, John. Lost in the funhouse: fiction for print, tape, live voice referido en Laura
Pollastri
El
breve
puente
del
relato
breve
en
http://cuentoenred.org/cer/numeros/no_2/no2_index.html#pollastri visitada 03 de
Junio de 2003.
Cruchaga
Santa
Mara,
ngel.
Conversando
con
Vicente
Huidobro
en
Pizarro,
Ana.
El
creacionismo
de
Vicente
Huidobro
en
Federico.
Introducin
Vicente
Huidobro
en