Gonzalez Hector-Transformar El Trabajo Docente

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Serie Formacin y Trabajo Docente

Reconociendo nuestro
trabajo docente
Un dilogo necesario entre teoras y prcticas
Hctor Gonzlez
Aldo Spessot
Mara Rosa Rinald
Adriana Crespo
Mirta Escalante

Serie Formacin y Trabajo Docente

Reconociendo nuestro
trabajo docente
Un dilogo necesario entre teoras y prcticas

Hctor Gonzlez
Aldo Spessot
Mara Rosa Rinald
Adriana Crespo
Mirta Escalante

Edicin del Instituto de Investigaciones Pedaggicas Marina Vilte


Secretara de Educacin y Estadsticas
Confederacin de Trabajadores de la Educacin de la Repblica Argentina
IIPMV-CTERA
Serie formacin y trabajo docente
Direccin
Silvia Andrea Vzquez
Comit cientfico asesor
Deolidia Martnez, Jos Tamarit, Rubn Cucuzza, Ins Dussel, Delia Lerner

Transformar el Trabajo Docente


Para transformar la escuela
Hctor Gonzlez
Tomar la educacin en nuestras manos
Lo que aqu se expone es una primera sistematizacin de un conjunto de ideas
sobre el trabajo docente construido en diferentes mbitos colectivos de una
organizacin sindical docente -el SUTEBA, sindicato de base de CTERA en
Provincia de Bs. As.- que se nutren del aporte especializado de muchas
compaeras y compaeros de distintas disciplinas -entre las cuales no podemos
dejar de hacer una particular mencin a quien fuera de las primeras que
introdujeron la investigacin de estos temas en nuestra organizacin, Deolidia
Martnez -; y de la lectura y sistematizacin de diversidad de aportes
conceptuales provenientes del campo del trabajo y, en general, de las ciencias
sociales. Ideas que se han ido entramando, complejizando y precisando al calor de
las luchas que las organizaciones sindicales docentes llevaron adelante en las
ltimas dos dcadas contra las polticas neoliberales.
Tener en cuenta el sentido de estas luchas, es un elemento central para entender
el sentido de este conocimiento que sobre nuestro trabajo estamos construyendo.
La educacin, y en particular el trabajo docente, estuvieron en la mira de las
polticas que desde la dictadura militar se fueron desplegando en nuestro pas y en
toda Latinoamrica, y que a partir de los 90 se impusieron hegemnicamente en
nuestro pas. Sobre el sector docente convergieron dos de las estrategias
centrales de tales polticas -la flexibilizacin laboral y el desmantelamiento del
Estado- pensadas ambas para aumentar la tasa de ganancia de los capitales
trasnacionales.

La flexibilizacin laboral busc bajar los costos laborales y elevar el nivel de


explotacin de la mano de obra. Para logarlo se propusieron desarmar todas las
regulaciones que protegan los derechos de los trabajadores. Los docentes, en
virtud de las fuertes luchas que venamos librando, habamos logrado
mantener, en gran parte, esos marcos legales. Las polticas neoliberales
arremetieron contra esas regulaciones calificndolas como rigideces o
privilegios.
El desmantelamiento del Estado a favor de la privatizacin y la
mercantilizacin de toda la vida social apunt a abrir al mercado nuevos
campos para las inversiones y los negocios. En este sentido el Sistema
Educativo era, y sigue siendo, un campo de oportunidades inmenso para el
capital nacional y extranjero.

Para resistir a esto, desde el SUTEBA y la CTERA se fueron desarrollando, entre

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otras, dos estrategias convergentes:

Ligar la defensa de nuestros derechos laborales a la defensa de la educacin


pblica. No slo porque significaba defender nuestras fuentes de trabajo, sino
porque al incluir la pelea por nuestros derechos en una pelea mayor por el
derecho social a la educacin, evitamos que nuestra pelea quedase
sectorializada y por el contrario la fortalecimos como pelea del conjunto de
los sectores sociales. La escuela pblica es la posibilidad estratgica que
tenemos como trabajadores de garantizar para las nuevas generaciones un
mbito pblico y democrtico que las forme en condiciones de sostener y
profundizar estas luchas por la transformacin del pas, que ser en definitiva
lo que garantice los derechos de todos. Ahora bien, ambas luchas -la defensa
de nuestros derechos y la defensa de la escuela pblica- estn ligadas
estratgicamente en un horizonte de transformacin. Cuando decimos
defensa de la escuela pblica, no decimos sostener esta escuela, sino
transformarla. De la misma manera, cuando decimos defender nuestro trabajo
no es defender esta forma de trabajar sino avanzar a una nueva forma de
trabajo.

Para defender y transformar nuestro trabajo y para defender y transformar la


escuela tenemos que conocerlos. De ah la segunda estrategia: producir
conocimientos sobre la escuela y el trabajo docente. El germen de esta
estrategia estuvo ya contenido en una consigna de lucha del SUTEBA que tanta
conmocin produjo en su momento, comienzos de los 90: tomar la educacin
en nuestras manos. Expresaba la decisin poltica de trascender la pelea
reivindicativa y direccionar la lucha hacia la apropiacin colectiva de nuestro
trabajo. Construir conocimiento propio fue uno de los desafos inmediatos que
plante esta estrategia de apropiacin.

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La produccin de conocimiento sobre el trabajo docente: una estrategia de


lucha
Transitado ya un largo camino en este desafo es posible sintetizar en algunos
argumentos las razones que dan cuenta de por qu construir conocimiento sobre
el trabajo docente desde los propios trabajadores de la educacin se ha
convertido en una estrategia de lucha central para esta organizacin sindical.
I.- a razn de ser de un sindicato -como se lo concibe desde la CTERA- tiene como
objeto la defensa de los trabajadores. Los trabajadores tienen que defenderse no
slo por posibles conflictos con empleadores que quieran recortarle o negarle
derechos o salarios que le corresponden. Los trabajadores se defienden
colectivamente organizados en un sindicato porque el conflicto est en la misma
base de la relacin con el empleador: su sometimiento a la condicin de
empleados asalariados.
Una condicin -producto y parte inescindible del proceso histrico por el cual el
modo de produccin capitalista devino hegemnico en el mundo- que est
asentada, fundamentalmente, en el poder del empleador para determinar el
sentido del trabajo, para apropiarse del producto del trabajo y para ejercer el
control sobre el proceso de trabajo.
Por consiguiente, la defensa de los trabajadores no es slo la pelea con el
empleador por mejores condiciones para el empleo asalariado; tiene que ser
necesariamente una pelea estratgica por la re-apropiacin, por parte del
trabajador colectivo, de su trabajo, es decir una lucha por la transformacin del
trabajo.
De ah que la accin sindical docente, tal como la ha entendido CTERA, busca
inscribir la defensa de los trabajadores docentes, peleando por la modificacin de
sus condiciones actuales de empleo, en una lucha por la transformacin del
trabajo docente, entendido esto como la reapropiacin por parte de los docentes
del producto de su trabajo, del sentido de su trabajo y del control sobre su proceso
de trabajo.
II.- Para asumir esta doble dimensin de la defensa colectiva de los trabajadores
de la educacin, la CTERA y muchas de sus organizaciones de base han ido
desplegando, dentro de lo limitado de sus recursos, una concepcin de
organizacin sindical que adems de pensarse como herramienta organizativa y
poltica para generar y sostener con fuerza organizada demandas colectivas por
mejores condiciones de empleo, se construye tambin como espacio donde los
trabajadores docentes colectivamente producen herramientas conceptuales para
disputar la transformacin del trabajo.
Habilitar espacios dentro de la organizacin sindical desde los cuales los docentes
intercambian sus experiencias, reflexionan sus prcticas y producen
conocimiento sobre su trabajo es ya parte de la lucha por la transformacin del

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trabajo.
Por dos razones.

!
!

Porque en el conocimiento que solidariamente se va construyendo hay


reapropiacin de lo colectivamente producido.
Y porque esa reapropiacin, al darse en el marco de la organizacin de los
trabajadores, se transforma en una herramienta que articula y potencia
ambas luchas: por mejores condiciones para el empleo y por la transformacin
del trabajo.

Un ejemplo.
Es una herramienta de lucha poner en primer plano el carcter colectivo del
trabajo docente. Visibilizar lo colectivo del trabajo, confronta fuertemente con
el sentido implcito en la nocin de empleo que reduce el concepto de trabajo a la
realizacin individual de un cierto repertorio de tareas. Esta afirmacin de que el
trabajo docente es siempre colectivo posibilita avanzar en una comprensin
totalizadora de los procesos de trabajo que se llevan adelante en la institucin
educativa.
Disponer de una mirada integral del proceso colectivo que produce la educacin
permite, por un lado, comenzar a des-ocultar los mecanismos de control sobre el
proceso de trabajo de los docentes que la fragmentacin y el aislamiento a que
lleva la nocin de empleo estn encubriendo. Y por el otro, empezar a reconstruir
desde nosotros un sentido del trabajo docente que trasciende los lmites del aula y
la escuela y se conecta con el conjunto de la vida social.
Adems nos permite a los trabajadores docentes comenzar a poner en juego estas
cuestiones a la hora de discutir con la patronal las condiciones del empleo. Nos da
argumentos, por ejemplo, para que la discusin sobre la Jornada Laboral no sea
solamente en trminos de tiempo de trabajo, sino pelear para que esa Jornada
reconozca tiempo para el trabajo colectivo, que es una de las condiciones
posibilitadotas para la re-apropiacin del trabajo.
Redondeando este argumento: los trabajadores necesitamos transformar el
trabajo, pero no podemos transformar lo que no conocemos, tampoco si lo
conocemos slo desde la perspectiva y los intereses de la patronal. Por eso,
producir conocimiento desde la perspectiva y los intereses de los trabajadores
docentes se convierte en herramienta fundamental para la lucha colectiva por la
transformacin del trabajo
III.- Construir una organizacin que defienda derechos para los trabajadores de la
educacin supuso, y an supone, en nuestro pas el desafo de confrontar polticas
que intentan negar o conculcar esos derechos, aglutinando para esa
confrontacin a un sector laboral al que le cost, y le cuesta, reconocerse como

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trabajadores.
Entre los mltiples condicionamientos sociales, culturales e histricos presentes
en este no reconocerse como trabajadores no es menor la incidencia de los
discursos hegemnicos que nombran el hacer docente: esos discursos rara vez lo
nombran como trabajo.
Las palabras siempre vehiculizan estrategias de poder, porque no es que designan
algo del mundo que ya est ah conformado, sino que estn produciendo una
determinada y particular interpretacin del mundo. Y esa interpretacin tiene
efectos de realidad, porque al producirla efectivamente estn conformando al
mundo, en la conciencia del sujeto, de una determinada y particular manera.
No nombrar el hacer docente como trabajo es funcional a la histrica estrategia
del poder de escamotear de la conciencia de los docentes su reconocimiento
como trabajadores.
Por eso, disputar con los discursos hegemnicos la forma como se nombra el hacer
docente es una disputa por la conciencia de los compaeros docentes acerca de su
condicin de trabajadores.
Otro ejemplo.
No es lo mismo, para hablar del hacer docente, referirse al desempeo de un rol
-el ya instalado en el sentido comn rol docente- que conceptualizarlo en
trminos de puesto de trabajo docente.
La nocin de rol est asociada a la idea de conductas esperables a partir de la
ocupacin de un lugar social determinado. Hablar de rol docente pone el acento
en las conductas que se esperan del docente e invisibiliza el trabajo concreto que
realiza; pone en un primer plano al individuo y deja en las sombras los procesos
colectivos de trabajo.
El concepto de puesto de trabajo, por el contrario, permite precisar la definicin
y anlisis del hacer docente. Por un lado articula en una misma descripcin qu
hace el trabajador y cmo lo hace, la forma en que se relaciona con los otros
puestos de trabajo y las condiciones que deben drsele para que pueda realizar
ese trabajo; es decir, ubica claramente el hacer del docente en la materialidad de
la situacin de trabajo. Y al mismo tiempo abre algunas categoras de anlisis,
como carga de trabajo, responsabilidad del trabajo y complejidad del trabajo que
al desagregar los distintos componentes y planos de ese hacer comienzan a dar
cuenta del valor de ese trabajo, es decir empieza a visibilizar para el compaero
la dimensin poltico-econmica del trabajo que realiza.
De ah que nombrar nuestro hacer en trminos de puesto de trabajo se nos revela
como una herramienta no menor en la disputa por la conciencia de trabajo de los
compaeros.
Para esta disputa no alcanza con construir conceptos, ni con el cuestionamiento
crtico puntual a determinados argumentos que estructuran los discursos
hegemnicos. Es necesario construir, y este es el mayor desafo, otra perspectiva
desde la que nombrar, y por lo tanto conformar, el hacer docente: la perspectiva
del trabajo.

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Construir esta otra perspectiva es inescindible del proceso de constitucin del


sector laboral docente en fuerza de trabajo organizada que lucha por la
transformacin del trabajo docente.
IV.- Que los docentes nos reconozcamos como trabajadores es el sustrato
indispensable a todo proyecto de dar fuerza organizada a la lucha por la reapropiacin del trabajo docente.
Pero adems, ese reconocimiento funda la posibilidad de una identificacin de los
trabajadores de la educacin con los intereses del conjunto de los trabajadores.
Esta identificacin es indispensable para que se pueda disputar a la lgica
capitalista el sentido de esa re-apropiacin evitando que quede reducida a una
mera maximizacin del inters sectorial o corporativo.
Identificarnos como parte de la clase trabajadora nos posibilita reconocer que
tenemos derechos como trabajadores de la educacin y al mismo tiempo advertir
que el contenido de nuestro trabajo tiene que ver con la realizacin de algo que el
conjunto de los trabajadores reivindica y pelea como derecho, el derecho social a
la educacin.
Nos lleva entonces a entender dos cosas.
Primera: que la lucha por la transformacin del trabajo docente tenemos que
concebirla en ntima relacin con la disputa por el contenido de este trabajo, que
es la educacin, la transmisin de la cultura humana, la formacin de las nuevas
generaciones
Este contenido puede seguir siendo impuesto -como ha sido en nuestras
sociedades latinoamericanas desde el comienzo de los sistemas educativos- como
una educacin reproductora y legitimadora del orden social existente; o podemos
disputarlo como la reapropiacin por parte de nuestros pueblos de una educacin
pblica, popular y democrtica desde la cual puedan convertirse en protagonistas
de la transformacin de sus sociedades.
En la definicin del contenido del trabajo docente est en juego el horizonte o los
lmites de la transformacin de nuestro trabajo y por eso debemos involucrarnos
en esa disputa.
Pero como en esa disputa tambin est en juego, y centralmente, el sentido
liberador o reproductor que la educacin y la escuela pblica va a tener para el
conjunto de los trabajadores y de los sectores populares, no podemos pensar la
definicin del contenido de nuestro trabajo como algo exclusivo o reservado a los
trabajadores de la educacin, algo as como un coto corporativo, sino como parte
de la tarea histrica del conjunto de los trabajadores por la transformacin del
orden social existente.
La segunda cuestin a que lleva una mirada de la realidad y un posicionamiento en
ella construidos desde la perspectiva del trabajo es a entender que la posibilidad
de que los docentes nos re-apropiemos colectivamente de nuestro trabajo
docente no va a poder darse al margen de un proceso de transformacin del
trabajo en general.

Reconociendo nuestro trabajo docente

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Y para ese proceso de lucha no basta con la fuerza laboral docente organizada, es
necesario construir fuerza social organizada, poder social.
Es por esta perspectiva amplia de la lucha que es an ms importante y
estratgica la disputa por el contenido de nuestro trabajo y por la escuela pblica.
Porque una escuela pblica en tanto sea efectivamente inclusora de los sectores
populares, en tanto sea efectivamente popular en su contenido y en tanto sea
efectivamente democrtica en sus relaciones ser el mbito estratgico que
tenemos los trabajadores de la educacin para la construccin de esa fuerza
social y popular organizada que va a pelear por la transformacin del trabajo, no
slo del trabajo docente sino del trabajo humano.
Y para esa disputa y para esa construccin de poder que la sostenga necesitamos
conocimiento construido desde la perspectiva del trabajo.
Un ltimo ejemplo.
Nos llev mucho tiempo a los trabajadores ver a la escuela en su materialidad,
verla como local de trabajo e identificar las condiciones de la escuela como parte
importante de las condiciones de trabajo, es decir como componentes de la
situacin de trabajo que inciden directa e indirectamente en el trabajo y en la
vida del trabajador.
Necesitamos ahora avanzar un poco ms y concebirla como espacio social de
trabajo, como uno de los espacios donde se produce algo fundamental de la vida
de una sociedad como es la transmisin sistemtica de la cultura humana;
transmisin que se da a partir de procesos de trabajo que involucra a los docentes,
pero tambin a los alumnos, a los no docentes, a las familias, a las organizaciones
de la comunidad.
Ese espacio, a travs de esos procesos de trabajo, puede seguir reproduciendo las
concepciones, formas y valores que sobre el trabajo imponen los sectores de
poder dominantes.
O podemos disputarlo en un sentido transformador, como un espacio donde los
sujetos sociales, todos los sujetos, que en ella participamos nos apropiemos
protagnicamente de nuestro trabajo, y desde esa re-apropiacin podamos
generar formas y valores que aporten a una nueva concepcin y una nueva cultura
del trabajo que transforme de raz la sociedad.

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De qu trabajo hablamos?
Tomando conceptualizaciones del campo de trabajo y reelaborndolas en funcin
de la especificidad del hecho educativo y de las realidades en las que trabajamos,
hemos ido intentando construir una perspectiva de la educacin, de la escuela y
del hacer docente que tiene como eje el trabajo.
Desde qu idea de trabajo lo hacemos?
El trabajo es la actividad especficamente humana por la cual los hombres
mancomunadamente, interaccionan con la naturaleza y producen su propia
existencia.
Con el trabajo producen todo aquello que las sociedades necesitan para
garantizar su existencia. Cosas de orden material como alimentos, viviendas,
vestimentas, medicinas, herramientas y maquinarias, etc.; y cosas de orden
simblico: los distintos lenguajes y sus soportes, las formas de organizarse, las
leyes, los conocimientos, el arte, etc.
Hombres y mujeres se han despegado de su condicin animal y se han construido
como seres humanos mediante el trabajo. Es esta potencialidad humanizante, de
autorrealizacin, que tiene el trabajo lo que, en ltima instancia, reivindican los
trabajadores cuando luchan por un trabajo digno.
Esta perspectiva antropolgica o filosfica del trabajo, se vuelve profundamente
poltica cuando ponemos en un primer plano su intrnseca naturaleza colectiva.
El trabajo que produce la existencia de toda sociedad es necesariamente
cooperativo, colectivo. Porque es trabajando con sus semejantes que el hombre
transforma la naturaleza, las ideas y las relaciones. Y es a partir del trabajo
acumulado de otros semejantes que lo antecedieron que el hombre va
construyendo su existencia y se va construyendo como hombre.
Este carcter colectivo, social, del trabajo lo dota de una particular
potencialidad. El trabajo social es algo ms que la suma de los trabajos concretos
que realiza cada individuo en cada momento histrico: tiene la potencialidad de
producir excedentes, es decir ms de lo que cada individuo de una sociedad
necesita para sobrevivir.
Reconocer este carcter colectivo del trabajo lleva entonces a plantear una
pregunta fundamental: cmo se distribuye el excedente que produce el trabajo
social?. La historia de las luchas de los pueblos gira alrededor de la flagrante
contradiccin entre el carcter colectivo del trabajo, que es lo que ha producido y
produce toda la riqueza material y simblica que conforma el mundo humano, y la
apropiacin privada de esa riqueza a travs de distintas formas en las diferentes
pocas.
La esclavitud, la servidumbre, el robo, el saqueo, fueron algunas de las formas
como histricamente se produjo esa apropiacin privada de la riqueza generada
por el trabajo colectivo.
En todas ellas el mecanismo de apropiacin estaba como por fuera del proceso de
trabajo. El capitalismo logr instalar -e invisibilizar- el dispositivo de apropiacin

Reconociendo nuestro trabajo docente

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en el propio proceso de trabajo mediante la institucin del empleo asalariado.


Sin desechar ninguna de aquellas formas de apropiacin, de hecho hoy sigue
utilizndolas todas, el capitalismo desarroll esta forma especfica de
apropiacin a partir de profundas transformaciones en la concepcin y
organizacin del trabajo humano:
1. Transform las relaciones sociales que se dan en el proceso de produccin
de la existencia social.
Por un lado estn los que ponen la fuerza de trabajo necesaria para los procesos de
produccin, y por el otro, los propietarios de los medios para producir, que son
quienes definen y organizan el trabajo, y se apropian de su producto. Esta divisin
social del trabajo legaliza y naturaliza la apropiacin privada de los medios para
producir. Las mquinas, las herramientas, los conocimientos, las tecnologas -que
no son otra cosa que el producto del trabajo colectivo acumulado en la historiadejan de ser instrumentos al servicio de los trabajadores; son ahora los
trabajadores los que estn a su servicio.
2. Transform el contenido del trabajo.
El capital no organiza el trabajo en funcin de la utilidad social de lo que se
produce, de su valor de uso. Lo orienta a la produccin de mercancas, es decir
productos que tengan un valor de cambio en el mercado. El contenido del
trabajo deja de vincularse con las necesidades del hombre, con su humanizacin.
Incluso, puede quedar al servicio de la destruccin del hombre; en el dominio del
mercado, las armas, los productos contaminantes, las drogas, etc., son tan
mercancas como cualquier otra.
3. Transform el sentido del trabajo.
El capital utiliza el trabajo para producir mercancas, pero al mismo tiempo lo
transforma en una mercanca ms. Compra en el mercado la capacidad de trabajo
del trabajador, la utiliza con la mayor intensidad posible en la produccin de
valores de cambio, se apropia para s del plusvalor que ese trabajo produce, y
cuando yo no le puede sacar ms provecho al trabajador se deshace de l. El
trabajo, entonces, de ser una actividad humanizante, dignificante, de
autorrealizacin, se convierte para el trabajador en un instrumento de su
desgaste, de su sufrimiento, de su indignidad, de su opresin, de su explotacin.
4. Transform el lugar del trabajo en la produccin de la existencia
El trabajo, en su forma de empleo asalariado-mercanca, queda reducido a mera
realizacin individual de actividades valoradas en trminos mercantiles. Queda
oculta para el propio trabajador la dimensin colectiva, cooperativa, creadora de
lazo social de su hacer. Con ello, la construccin de su propia existencia aparece
como responsabilidad exclusivamente individual y librada a su capacidad para
competir en el mercado de empleos. No es que como integrante de un colectivo
social, cada individuo aporta con su trabajo -socialmente til y/o
econmicamente valioso- a asegurar la existencia del colectivo, y ese colectivo
entonces le asegura su existencia; en la sociedad mercantilizada es al revs: la
supervivencia individual est condicionada a si se tiene o no empleo, mejor dicho

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a su capacidad individual de competir en el mercado por un empleo.


Todo este proceso de someter el trabajo humano a las necesidades y a la lgica del
capital, enfrent en cada momento la resistencia de los trabajadores. Para
neutralizarla, desviarla o eliminarla el capital debe valerse permanentemente de
mltiples instrumentos y estrategias, que utiliza en todos los mbitos y
dimensiones de la vida social. Uno de los lugares fundamentales donde se dirime
esa lucha es en el control del proceso de trabajo.
Porque an desposedo de los medios para producir, el trabajador mantiene un
cierto poder sobre su proceso de trabajo. Su capacidad de trabajo, sus
habilidades, sus conocimientos, su voluntad, son lmites para la voracidad
explotadora del capital. Una estrategia para quebrar ese poder del trabajador
sobre su proceso de trabajo ha sido la tajante escisin y jerarquizacin entre
concepcin y ejecucin del trabajo, entre trabajo intelectual y trabajo manual,
entre teora y prctica.
Con esta escisin, y otras estrategias convergentes, el capital intenta:
! Excluir al trabajador del sentido de su trabajo, que se le presenta entonces
como la realizacin de un cierto repertorio de tareas parciales, ms o menos
coordinadas con otras, pero sin poder aprehender en su totalidad el proceso de
produccin en el que est involucrado.
! Ocultar al trabajador la dimensin colectiva del trabajo que hace. Como el
trabajo colectivo incrementa el rendimiento de la fuerza productiva, con ese
ocultamiento el capital logra apropiarse gratuitamente de esa mayor
productividad del trabajo.
! Enajenar al trabajador, como trabajador colectivo, del producto de su
trabajo. Lo que produce se le vuelve ajeno en un doble sentido: no le
pertenece y no se reconoce l mismo como productor de ese producto.
! Expropiar al trabajador colectivo de un tipo particular y especfico de
produccin que se realiza en el conjunto de los procesos de trabajo: el
conocimiento. La ciencia, la tcnica, los conocimientos sobre el mundo en
general, que han sido colectivamente construidos en la historia por sucesivas
generaciones interaccionando con el mundo, no slo son usufructuados como
propiedad de algunos -el empresario, el cientfico, el especialista- sino que
son utilizados por el capital para explotar ms a quien fue su productor: el
trabajador.

Reconociendo nuestro trabajo docente

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La disputa en el trabajo docente


La confrontacin entre el capital y el trabajo se dirime en todos los mbitos
sociales, entre ellos la escuela. La concepcin, la organizacin y el control sobre
el trabajo docente forman parte de esa disputa.
No nos fue fcil a los docentes advertir que estbamos involucrados en esta
disputa. Bsicamente porque nos cost ver lo que hacemos como trabajo y vernos
a nosotros mismos como trabajadores de la educacin. Si bien existieron desde
fines del siglo XIX muchos maestros que asumieron la reivindicacin de sus
derechos, mayoritariamente es a partir de los aos 60, y en un contexto de fuertes
luchas del movimiento obrero, cuando muchos docentes -en particular aquellos
que se incorporan al trabajo en escuelas de las barriadas populares- comienzan a
cuestionar la visin del apostolado, o la del funcionario obediente, o la del
profesional asptico que eran las hegemnicas hasta ese momento.
Reconocindose, en su situacin de asalariados, como parte de los que con su
trabajo construyen el pas, comienzan a asumirse como trabajadores de la
educacin. Retomando histricas experiencias de protesta docente, empiezan a
denunciar las arbitrariedades que sufren, a plantear sus reivindicaciones y a hacer
suyas las estrategias de lucha del movimiento obrero: se organizan en sindicatos,
debaten y resuelven en asambleas, realizan paros, se movilizan en las calles.
Este reconocerse como trabajadores implic centralmente para los que
trabajamos en la educacin pblica- identificar al Estado como la patronal y a lo
que hacemos en las escuelas como un trabajo productivo.

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El Estado como la patronal en la educacin pblica


Se rompa as con la idea del docente como funcionario del Estado. Esta idea
del docente como casi una prolongacin, un apndice del Estado tiene que ver
probablemente con el lugar que se le dio al sistema educativo en la
conformacin del Estado Nacional en la segunda mitad del siglo XIX. La
instalacin de un determinado tipo de Estado, cuya matriz an subsiste, fue
primero obra de las armas: el genocidio de las montoneras federales dej el
poder poltico en manos de los intereses oligrquicos ligados al puerto de Bs.
As., el genocidio de los pueblos originarios permiti la apropiacin de los
territorios necesarios para el modelo agroexportador ligado a la divisin
internacional del trabajo, y el genocidio de los hermanos del Paraguay
destruy el embrin de un proyecto alternativo en Latinoamrica.
Una vez establecidas a sangre y fuego las bases de ese proyecto de pas, se
envi al ejrcito de guardapolvos blancos para civilizar a la barbarie.
Magisterio y profesorado surgieron con una relacin laboral asalariada, pero
con tareas diferenciadas; en los primeros, el Estado delegaba la tarea de
formar ciudadanos disciplinados al modelo que se instalaba, en los segundos la
de formar a la clase dirigente. Ambos estaban sujetos a un rgido orden
jerrquico que tena en su cspide a un aparato de administracin escolar que

Serie Formacin y Trabajo Docente

normativizaba toda la vida escolar. El docente deba subordinarse, con lealtad


y neutralidad, a las finalidades de un Estado del cual era un servidor.
La ruptura de esta identificacin con el Estado, de esta casi simbiosis, que ha
sido un proceso muy arduo y en muchos compaeros an algo no saldado, no
implic mecnicamente la cabal asuncin de lo que implica reconocerse como
un trabajador. Pero la progresiva identificacin del Estado como patronal
permiti comenzar a desnaturalizar las condiciones de la escuela y
reconocerlas como parte sustancial de las condiciones de trabajo.
Pas mucho ms tiempo hasta poder empezar a reconocer que esas
condiciones de trabajo estn ntimamente ligadas a las condiciones de
aprendizaje de los alumnos.
Advertir esta vinculacin permiti dar un salto cualitativo en la lucha docente:
posibilit unir la lucha por el trabajo con la lucha por la educacin pblica. Y
unir ambas luchas en una perspectiva de transformacin social, cultural y
econmica que tiene a la transformacin del Estado como eje fundamental.
Este es probablemente uno de los ncleos ms potentes del pensamiento
colectivamente construido desde la CTERA en todos estos aos de resistencia
al neoliberalismo: no hay transformacin efectiva de la educacin, en el
sentido de poner las escuelas al servicio de los intereses de nuestro pueblo si
no hay paralelamente una transformacin efectiva de las condiciones, la
organizacin y la concepcin del trabajo docente, y ninguna de estas dos cosas
es posible si no hay una transformacin efectiva del Estado.
El trabajo docente como trabajo productivo
Una segunda implicancia que tiene reconocernos como trabajadores es que
nos posibilita situar lo que hacemos en las escuelas en el campo de la
produccin, del trabajo productivo en el sentido de trabajo creador. Situarnos
como productores nos lleva a una pregunta que rara vez solemos hacernos los
docentes y que sin embargo es crucial desde la perspectiva del trabajo. Es la
pregunta sobre qu producimos. Avanzar en la dilucidacin de esto es crucial
para poder encarar el tema del valor del trabajo docente. Si los docentes no
tenemos claro qu producimos mal podemos disputar el valor de nuestro
trabajo, que es algo bien distinto del salario que recibimos. Y necesitamos
preguntarnos sobre lo que producimos para poder identificar, en la diferencia
entre el valor que econmicamente tiene nuestro trabajo y el salario que nos
pagan, los dispositivos especficos de explotacin en el trabajo docente.

Reconociendo nuestro trabajo docente

21

La invisibilizacin del trabajo en la escuela


No resulta, por lo tanto, casual que la palabra trabajo y los conceptos del campo
del trabajo hayan estado prcticamente ausentes en la bibliografa pedaggicodidctica de las instancias de formacin y en el discurso que habitualmente
nombra lo que hacemos en las escuelas.
Las palabras no indican meramente un significado, imponen una interpretacin
del mundo. Las palabras tienen detrs estrategias de poder, porque no slo
imponen interpretaciones del mundo, en el mismo acto de interpretarlo lo estn
conformando de una determinada manera. Las palabras son, por lo tanto, campos
de batalla donde se dirimen estrategias de poder.
La ausencia de la palabra trabajo y de los conceptos del campo del trabajo en el
discurso pedaggico que forma a los trabajadores de la educacin y que regula el
hecho educativo, tienen que ser vistos como parte de las estrategias de poder
que, en el campo especfico de la educacin, busca subsumir el trabajo docente y
a los trabajadores docentes a los intereses y necesidades del capital.
Esas estrategias de poder nombran, y por lo tanto conforman, lo que hacemos con
otras palabras. Retomaremos lo que a manera de ejemplo exponamos antes sobre
la forma como se nombra nuestro hacer.
En las ltimas dcadas se hizo habitual referirse al rol docente. La palabra rol
parece aludir al papel que desempea un actor en una obra teatral y fue tomada
por la sociologa funcionalista para dar cuenta de las conductas de los individuos
en una sociedad donde cada individuo tiene un lugar, un status, que est
jerrquicamente vinculado con otros; el rol sera el conjunto de conductas predeterminadas para ese status. Desde esta perspectiva, el rol docente parece
quedar definido en trminos de conductas esperables.
As, en la profusa bibliografa sobre el tema tiende a describrselo en trminos de
un largo listado de deber ser -transmisor del deseo de saber, promotor de la
motivacin, facilitador del aprendizaje, flexible para afrontar
imprevistos, etc.- y no en trminos de actividades especficas a realizar en la
materialidad de un contexto espacio-temporal determinado. Como no hay
definidas tareas concretas, en muchos casos el docente termina en las escuelas
haciendo cualquier tipo de tareas.
Otra entrada importante del concepto de rol en la educacin es a travs del
discurso de la psicologa. All, el concepto de rol suele estar articulado a un
contra-rol: existe el rol hijo en tanto existe el rol padre y viceversa, el rol docente
implica recprocamente el rol alumno. Esta manera de nombrar nuestro trabajo lo
focaliza y circunscribe al vnculo con el alumno. Con ello, adems de legitimar la
extendida idea de que trabajamos solamente cuando estamos con el alumno, se
est invisibilizando la extensin y complejidad del proceso de trabajo que
realizamos y deja en la sombra todas las otras relaciones de trabajo que implica el
trabajo educativo.
La reforma neoliberal en los 90 instal con fuerza otra nominacin: el

22

Serie Formacin y Trabajo Docente

profesional docente. Se trat de una operacin discursiva que intent seducir a


la docencia -en nuestro pas mayoritariamente proveniente de los sectores
medios- con un cono muy caro al imaginario social desde los tiempos de mhijo
el doctor. El seductor discurso encubra otras intenciones. En primer lugar, al
poner como punto nodal de la reforma la profesionalizacin de los docentes,
estaba afirmando implcitamente la culpabilidad de stos en el mal
funcionamiento del sistema educativo; preparaba as el terreno para la
reconversin del trabajo docente. Esta reconversin -que abrira a su vez un
mercado de cursos de capacitacin privados- se asentaba en el predominio de la
racionalidad tcnica que trae aparejado el concepto de profesional: la tarea del
docente sera solucionar problemas instrumentales mediante la seleccin de los
medios tcnicos idneos. En segundo lugar, se tomaban slo aquellos aspectos del
concepto de profesional que eran funcionales a las transformaciones
neoliberales, en particular la responsabilidad. Actuar profesionalmente
implicara responsabilidad por los procesos y sobre todo por los resultados del
aprendizaje y la calidad de la educacin. Al poner al docente como responsable
de los problemas que suceden en la escuela, queda invisibilizada -y por lo tanto sin
cuestionar- la responsabilidad que tienen, entre otras, las polticas educativas y
las decisiones que toman los gobiernos sobre la distribucin de los recursos. No
casualmente la instalacin de la idea del profesional responsable acompa el
proceso de des-responsabilizacin del Estado hacia la educacin.
Nombrar lo que hacemos en trminos de desempeo de un rol o del ejercicio de
una profesin est suponiendo, fundamentalmente, la operacin de llevar la
mirada al ser del docente ms que a su hacer, focalizar en sus atributos
personales y conductas y dejar en las sombras la materialidad de las actividades
que desarrolla, colocar en un primer plano al individuo e invisibilizar los procesos
colectivos de trabajo.
Desde la perspectiva que venimos construyendo, pensar en trminos de puestos
de trabajo aparece como un instrumento fecundo a la hora de disputar lo que
hacemos en las escuelas y el valor de lo que producimos. Es necesario extendernos
sobre ello.

Reconociendo nuestro trabajo docente

23

El concepto de puesto de trabajo docente


El concepto puesto de trabajo permite integrar en una unidad de anlisis qu
hace el trabajador, cmo lo hace, qu condiciones materiales deben drsele para
que lo pueda hacer y cul es el sentido de ese puesto en relacin a la organizacin
del conjunto de los procesos de trabajo.
Esta estrecha articulacin del sujeto del trabajo con el contenido del trabajo y
con la dimensin material y organizativa de los procesos de trabajo -que el
concepto de puesto de trabajo habilita- es fundamental a la hora de disputar las
condiciones de trabajo y el propio sentido de este trabajo.
A los efectos de esta disputa, el puesto de trabajo docente puede ser analizado
desde tres categoras:

!
!
!

Carga
Responsabilidad
Complejidad

Carga de trabajo
Es la cantidad objetiva de trabajo que un trabajador realiza en la jornada laboral.
En el caso del trabajo docente, y por el ya sealado hecho de que una parte de su
proceso de trabajo ha quedado histricamente por fuera de la jornada laboral, es
necesario considerarla en tanto cantidad y calidad de energa que el docente
invierte a lo largo de todo su trabajo. A los efectos analticos la carga de trabajo se
puede discriminar en:
Carga fsica: Es el esfuerzo fsico que debe poner el docente en su trabajo. Esta
carga es necesario valorarla segn cada puesto de trabajo. Hay puestos -como en
el caso de un docente de Educacin Especial que trabaja con alumnos con
problemticas motoras, o los maestros de taller en algunas especialidades
tcnicas- en que la carga fsica es muy importante. En general, cuanto menor es la
edad de los alumnos mayor es la carga fsica del docente. En los puestos de trabajo
docentes es necesario, adems, desagregar la particular relevancia que tiene la
carga vocal, auditiva y visual, en tanto la utilizacin de la voz, la escucha y la
mirada son centrales para llevar adelante los procesos de comunicacin con los
alumnos sobre los que se basa la enseanza. Por supuesto, en esta utilizacin de la
voz, la escucha y la mirada no hay slo carga fsica, y ello se retomar ms
adelante.
Carga mental: Es la energa psquica que le demanda al docente la realizacin de
su trabajo. No slo la que le implica la situacin de estar interactuando con un
grupo de alumnos -y la permanente toma de decisiones que ello conlleva- sino
tambin todos los procesos mentales que supone desarrollar la totalidad de un
proceso de trabajo que se despliega antes, durante y despus de la intervencin
con los alumnos. Proceso en el cual se producen, adems, interacciones con otros

24

Serie Formacin y Trabajo Docente

sujetos (compaeros que ocupan los otros puestos de trabajo en la escuela,


familiares de los alumnos, etc.) con los consiguientes procesos de manejo de
informacin y toma de decisiones.
Es un trabajo que requiere la utilizacin articulada de conocimientos de distinto
tipo (didcticos, disciplinares, sobre los sujetos, sobre los grupos, sobre el
contexto, etc.) para dar respuesta a situaciones constantemente diferentes.
Porque los alumnos siguen procesos distintos, de ah que en la interpretacin de
los datos que provienen de las situaciones de clase como en las decisiones que se
toman no se pueden seguir patrones fijos preestablecidos sino que las acciones a
encarar deben pensarse en cada caso y sus resultados tienen que ser sometidos
cada vez a procesos de evaluacin.
Esta carga mental se agudiza a menudo por factores que tienen que ver con
deficiencias en la organizacin del trabajo. Por un lado, el trabajo en las escuelas
suele verse interrumpido por interferencias con otro tipo de tareas y obliga a un
esfuerzo mayor al tener que reemprenderlo continuamente. Por otro, siendo un
trabajo colectivo -donde distintas personas desarrollan distintos procesos de
trabajo y/o distintos momentos de un mismo proceso- a veces sucede que no estn
suficientemente definidas las tareas y responsabilidades de cada puesto de
trabajo, lo cual se traduce en lagunas de informacin -y esto acenta las
situaciones de incertidumbre- o en desconocimiento de hasta qu punto pueden
llegan las responsabilidades de cada uno, y ello vuelve ms arduo el proceso de
toma de decisiones.
Carga psico-afectiva: Al igual que otros tipos de trabajo -como el de enfermero,
psiclogo, mdico, etc.- el trabajo docente supone un vnculo con los sujetos con
quienes se trabaja. En el trabajo docente ese vnculo es indispensable para que se
puedan producir los procesos de enseanza y aprendizaje; la energa especfica
que demanda generar y sostener ese vnculo es parte sustancial de la carga de
trabajo del docente.
Ahora bien, la naturaleza de ese vnculo est en directa relacin con el sentido del
trabajo de educar; de ah que esa energa que sustenta lo que anteriormente se
consider en trminos de carga vocal, auditiva y visual ser cualitativamente
distinta segn est orientada a generar en los alumnos, por ejemplo, vnculos de
dependencia o de autonoma.
Posicionados en la disputa por un sentido liberador para nuestro trabajo, podemos
decir que no es que la carga vocal es solamente porque utilizamos la voz para
explicar o dar consignas, sino que dialogamos con nuestros alumnos. Y no es que
hay carga auditiva porque estamos pasivamente expuestos al bullicio que
producen los alumnos; es porque en nuestra relacin con ellos hay una intensa
actividad de escucha. Y la carga visual no es solamente porque miramos a los
alumnos para que no se hagan dao o no hagan dao a otros -como plantea el
Cdigo Civil- sino que es una mirada de cuidado en el ms amplio y humano
sentido de esa palabra, es una mirada humarizante.
Y no es que el docente dialoga con sus alumnos, que los escucha y que los hace

Reconociendo nuestro trabajo docente

25

objeto de una mirada de cuidado humano solamente por una cuestin de


caractersticas personales de ese docente, sino porque ese dialogo, esa escucha y
esa mirada es inherente al trabajo que l realiza.
El concepto de carga de trabajo, con los desagregados que posibilita, es una
herramienta de primer orden para dar cuenta analticamente de lo que en la
percepcin cotidiana se nombra genricamente como poner el cuerpo. En
mucha de la bibliografa sobre el trabajo, el acento, en la consideracin de esta
categora, est puesto en el desgaste, lo que circunscribe el anlisis al
problema de las condiciones de trabajo y su vinculacin con la salud laboral. A los
efectos de un anlisis desde la perspectiva del valor del trabajo es necesario
reivindicarla tambin como quantum de energa vital que el trabajador pone en su
trabajo. Una energa puesta no en virtud de una caracterstica personal o de una
disposicin moral o tica del docente sino como requerimiento inherente al tipo
de trabajo que realiza. Esta mirada es sobre todo importante a la hora de analizar
los puestos de trabajo docentes en relacin a los contextos. Porque la devastacin
producida en las familias y en las comunidades por las polticas neoliberales de los
90, y que ha implosionado en las escuelas, ha incidido fuertemente en la carga del
trabajo docente.
Esto lleva, por un lado, a la necesidad de poner en un primer plano la
consideracin de la carga de trabajo -fsica, mental y psico-afectiva- de los
distintos puestos de trabajo docente a la hora de discutir con la patronal
cuestiones como el nmero de alumnos a cargo (o de personal, en el caso de
puestos directivos) y la disponibilidad de tiempos, espacios y recursos para llevar
adelante el trabajo.
Pero adems, a dimensionar, en trminos de valor, el significado que hoy tiene en
la realidad social esta energa vital puesta por el colectivo docente de las escuelas
pblicas, en tanto estas escuelas son, para muchas comunidades y alumnos, los
nicos espacios donde hay trabajadores que ponen el cuerpo para habilitar
espacios de dilogo, de escucha y de mirada que generan y sostienen vnculos
sociales.
Responsabilidad
Todo puesto de trabajo se valora por el nivel de responsabilidad que demanda del
trabajador. En el caso del trabajo docente, adems de la responsabilidad laboral y
administrativa -que tiene que ver con el cumplimiento de lo prescripto para cada
puesto de trabajo en funcin del lugar que los distintos puestos tienen en la
organizacin del proceso de trabajo- por ser un trabajo donde no se trabaja con
objetos sino con otros sujetos cobra particular relevancia lo que se podra
denominar responsabilidad social. Esta abarca tanto la responsabilidad que
significa hacerse cargo del acompaamiento del alumno en su proceso educativo
en un momento fundamental de su proceso de vida, como la que como trabajador
colectivo, es decir como conjunto de los docentes de una institucin y de un pas,

26

Serie Formacin y Trabajo Docente

asume en la formacin de las nuevas generaciones de ciudadanos.


Esta categora aparece como muy inasible en el estudio del trabajo docente. No
debe ser menor en esta dificultad la incidencia de algo que ha estado operando
muy fuertemente en la subjetividad docente que es lo que se conoce como
responsabilidad civil, que alude a la responsabilidad de guarda educacional
que le adjudica el Cdigo Penal a la escuela, y traslativamente a su personal, en
tanto la familia deja all a un menor de edad. An cuando desde el ao 1997, la
modificacin del artculo 1117 limita la responsabilidad civil de los docentes,
trasladando la responsabilidad a los propietarios de las escuelas (dueos en el
caso de establecimientos privados, gobiernos en el caso de las escuelas pblicas),
lo que ha quedado fuertemente instalado es la definicin jurdica del concepto,
que liga la responsabilidad a la culpa por un dao causado. Entonces, mientras en
cualquier trabajo la responsabilidad inherente al puesto de trabajo es una
herramienta en manos del trabajador para valorizar su trabajo, en el nuestro,
como resultado de los miedos instalados alrededor de la responsabilidad civil,
esa enorme responsabilidad de cuidado del cachorro humano que asumimos
cotidianamente cuando la sociedad nos entrega a nios, adolescentes y jvenes
para su formacin, paradjicamente se ha convertido en una herramienta de la
patronal para el control de nuestro proceso de trabajo.
Complejidad
Est dada por el tipo de decisiones que tiene que tomar el trabajador para la
resolucin del trabajo asignado y por la cantidad de cuestiones sobre las que tiene
que operar y de variables que en ellas tiene que manejar.
En un primer nivel de visibilidad es posible identificar dos fenmenos que hoy dan
cuenta de la complejidad del trabajo docente: la aceleracin de los cambios en
los diferentes campos disciplinares y la no menor vertiginosidad y profundidad de
las trasformaciones en los contextos sociales y culturales en los que trabajamos y
su correlato en los sujetos con los que trabajamos. Ambos fenmenos plantean
crecientes dificultades, incertidumbres y desafos a la hora de tomar las
perentorias decisiones que demanda el aqu y ahora del trabajo educativo.
Pero profundizando la mirada, es posible advertir que en el tratamiento de la
complejidad se estn poniendo en juego cuestiones nodales que hacen al propio
sentido del trabajo docente. En esa medida, la discusin sobre la complejidad de
nuestro trabajo se constituye en uno de los lugares donde los trabajadores de la
educacin tenemos que dar la mayor disputa. No slo porque en la determinacin
de las decisiones a tomar en nuestro trabajo se dirime, en buena medida, el
control del proceso de trabajo docente. Tambin, y fundamentalmente, porque la
naturaleza y alcance de esas decisiones expresan y legitiman ciertas formas de
concebir el objeto de nuestro trabajo, que es el conocimiento, los sujetos con los
que interactuamos, es decir el sujeto social alumno, y el tipo de relaciones que
establecemos con ellos y que establecen ellos entre s. Concepciones que, en

Reconociendo nuestro trabajo docente

27

ltima instancia, estn determinando el contenido y el sentido del trabajo


docente.
Para dar un ejemplo: concebir el conocimiento como una cuestin de creaciones
mentales, individuales y acabadas, y al sujeto-alumno como alguien que las
acumula e integra en su cabeza, ubica al trabajo docente en la esfera de la
transmisin, entendida sta, por un lado, como la accin unidireccional de
poner un determinado saber disciplinario ya producido en contacto directo con
un individuo que pasivamente lo va a ir incorporando, y, por otro lado, como una
esfera distinta y distante de la de produccin de esos saberes. Esta idea del
trabajo docente como transmisin puede tener una variable ms positivista,
centrada en el conocimiento, y entonces su complejidad estar vinculada con la
cuestin de la administracin dosificada y graduada de fragmentos de la
estructura del saber; o una versin ms iluminista, con mayor acento en lo que se
pretende del alumno, donde la complejidad va a estar relacionada al problema de
cmo lograr la sujecin del individuo alumno al modelo que se transmite.
La perspectiva que venimos abordando nos permite argumentar otras
significaciones para esos conceptos y disputar por lo tanto un sentido
radicalmente distinto al trabajo y con ello una notable resignificacin de lo que
implica su complejidad.
Desde una mirada centrada en el trabajo, el conocimiento se nos presenta -en
tanto tiene su raz en la interaccin que mancomunadamente los hombres
establecen con el mundo para la produccin y reproduccin de su existenciacomo producto de procesos de trabajo humano. Procesos necesariamente
colectivos, donde el aporte individual funda su condicin de posibilidad en lo
acumulado histricamente y en lo que colectivamente se despliega
sincrnicamente como mundo humano en construccin.
Produccin que, precisamente por ser social e histrica, no es un conjunto
homogneo sino tan contradictorio y conflictivo como las relaciones sociales que
han enmarcado su produccin; que no se presenta en formas puras o
exclusivamente mentales, sino que est impregnada de determinados valores,
sensibilidades, modos perceptivos, disposiciones del cuerpo, instituciones, etc.;
y que no est cosificada en entidades acabadas sino inmersa en una dinmica de
dialctica transformacin.
As entendido, el conocimiento no existe sino en la relacin que las sucesivas
generaciones humanas y los diversos sectores sociales establecen con esa
produccin.
Focalizada la mirada en esta situacin relacional en la que est inscripto el
conocimiento, la transmisin ya no puede ser vista ni como algo unidireccional ni
como una instancia sin ninguna relacin con la esfera de la produccin. Por el
contrario, para transmitirse, el conocimiento necesariamente tiene que ser recreado cada vez, y esa re-creacin supone sujetos que asumen un activo
involucramiento. Esto es as por cuanto ese conocimiento necesariamente tuvo en
su origen un inters suscitado por interrogantes, problemas o conflictos

28

Serie Formacin y Trabajo Docente

planteados por el mundo, y estuvo ligado a una voluntad de darles respuesta, y por
lo tanto no es posible su transmisin si no se produce una situacin relacional
donde se actualice, se vuelva a contextuar aquel interrogante, problema o
conflicto en el aqu y ahora , y si no se logra movilizar el inters y la voluntad de los
sujetos en el desarrollo de los procesos de trabajo necesarios para tal reproduccin.
Esta mirada del conocimiento, de los sujetos alumnos y de sus relaciones, que
surge de la perspectiva del trabajo, define al trabajo docente claramente en la
esfera de la produccin: la produccin de una indita situacin relacional que
posibilita, cada vez, a las nuevas generaciones participar activamente en el
desarrollo de procesos de trabajo colectivo que vuelven a producir y recrear el
conocimiento histricamente acumulado.
La complejidad de un trabajo as definido hay que analizarla, entonces, en
relacin a lo que implica la diversidad de dimensiones sobre las que operar y la
multiplicidad de decisiones a tomar, necesarias para producir y mediar en ese
encuentro entre:
! Por un lado, un acumulado de conocimientos, que incluye tambin valores,
normas, creencias, instituciones, formas organizativas, prcticas sociales,
modos perceptivos, sensibilidades, en sntesis, el mundo de la cultura; un
mundo que es el producto de procesos colectivos de trabajo humano; un
mundo no acabado, no cerrado, sino en continua transformacin; un mundo -y
esto es algo relevante a nuestro trabajo- que fue producido para ser vivido, no
para ser enseado, es decir, que no est organizado para que de manera
directa las nuevas generaciones puedan apropiarse de l sino que para esa
apropiacin requiere de procesos de mediacin.
! Y por el otro, sujetos -sociales e individuales- tambin inacabados, en
permanentes procesos de cambio; sujetos inscriptos en contradictorias
relaciones sociales que les determinan su participacin en el mundo de la
cultura humana; sujetos que en tanto partcipes de esa cultura no llegan a esta
relacin vacos sino portando conocimientos, valores, normas, creencias,
instituciones, formas organizativas, prcticas sociales, modos perceptivos y
sensibilidades; sujetos que slo se apropiarn comprometida y creativamente
de ese mundo en la medida en que se involucren intelectual, afectiva y
volitivamente en esa tarea.
En la produccin de esta situacin de encuentro est el qu de nuestro trabajo. La
multiplicidad y diversidad de decisiones que implica ese especfico proceso de
mediacin entre los procesos de trabajo que produjeron y producen el mundo, y el
proceso de trabajo por el cual un sujeto -individual y social- activamente se
apropia de lo producido colectivamente por la humanidad, da cuenta de la
enorme complejidad del trabajo docente.

Reconociendo nuestro trabajo docente

29

La disputa de los puestos de trabajo


La utilizacin de las categoras de carga de trabajo, responsabilidad del puesto de
trabajo y complejidad del trabajo permite un doble movimiento en el anlisis del
hacer docente: por un lado, desplegar el trabajo docente en mltiples
dimensiones y, al mismo tiempo, articular el sujeto de ese trabajo con el
contenido del trabajo y con la dimensin material y organizativa de los procesos
de trabajo.
Lo que este anlisis puede ir produciendo se transforma en poderosa herramienta
sindical en la disputa concreta sobre los puestos de trabajo docente; disputa que
tiene, por supuesto, un eje central en lo salarial y otro en el conjunto de variables
que se identifican como condiciones y medio ambiente de trabajo, pero que es
necesario darla tambin cuando se discute con la patronal cuestiones
fundamentales como:
Salud laboral
Como en otros planos, los trabajadores de la educacin histricamente tardamos
en reconocer la vinculacin que las condiciones en que desempeamos el trabajo
tienen con nuestra salud. La pelea alrededor de la salud laboral supone una ardua
tarea de desocultar concretamente la relacin entre condiciones y medio
ambiente del trabajo y las condiciones de vida del docente. Comenzar a
identificar y a dimensionar los componentes que en trminos de carga,
responsabilidad y complejidad tienen cada uno de los puestos de trabajo va a
permitir poner a la luz y precisar esas relaciones. Al mismo tiempo, permitir
despejar cierta simplificacin que a veces circula, acerca de que el trabajo
enferma, y comprender que lo que enferma es desempearse en puestos de
trabajo cuyos requerimientos de carga, responsabilidad y complejidad no tienen
garantizadas las condiciones adecuadas.
Capacitacin Docente
Reivindicada sta como derecho del trabajador a que la patronal garantice su
formacin -continua, sistemtica y en servicio- para afrontar cambiantes cargas
de trabajo, responsabilidades y complejidades de puestos de trabajo que, por su
ntima vinculacin con el contexto social, estn atravesados por una permanente
dinmica de cambios.
Esta afirmacin sobre la responsabilidad central de la patronal -el Estado en el
caso de la Escuela Pblica- en la capacitacin de los trabajadores de la educacin,
en absoluto puede reducirse a la demanda de que nos vengan a capacitar. Esto
implicara ubicarse en el lugar de objetos de la capacitacin. Asumirse como
sujetos de la propia formacin supone demandar que la patronal garantice
espacios, tiempos y recursos para que los trabajadores de la educacin, en
funcin de su particular entorno laboral y de las necesidades de los diferentes
puestos de trabajo, puedan producir una reflexin crtica sobre su prctica, el

30

Serie Formacin y Trabajo Docente

dilogo con diversidad de experiencias de trabajo y enfoques tericos, y la


elaboracin colectiva de propuestas superadoras.
Formacin Docente
Es fundamental pensar la formacin docente no desde pretendidos perfiles
deseables sino desde la concepcin del hacer educativo como un hecho de
trabajo. Una formacin que capacite a un trabajador docente para afrontar
puestos de trabajo que demandan semejante carga de trabajo, responsabilidad y
complejidad como las antes sealadas, y no que ste quede librado a utilizar como
pueda sus recursos personales en el cumplimiento de un abstracto declogo de
deber ser. La formacin integral de un trabajador, no slo para los
requerimientos del actual empleo docente sino conciente y capacitado para la
disputa por los puestos de trabajo que una educacin verdaderamente pblica,
popular y democrtica necesita.
Organizacin del trabajo
La forma en que el trabajo est organizado en las escuelas suele estar
naturalizada, como algo que siempre fue as y siempreser as. Queda, por lo
tanto, invisibilizada para los que all trabajan. O en todo caso aparece como algo
tcnico y por lo tanto neutro. Pensar el hacer docente en las escuelas en
trminos de puestos de trabajo, permite develar esta dimensin de organizacin
de trabajo que tiene la institucin escolar. Una organizacin que tiene una
primera y fundamental determinacin en la escisin concepcin / ejecucin sobre
la que est organizado todo el trabajo en nuestro sistema de produccin:
funcionarios y especialistas en un nivel central conciben, disean, organizan y
planifican la educacin, y los docentes en las escuelas ejecutan.
Esta escisin entre concepcin y ejecucin se articula con otra estrategia de larga
historia en la educacin: fragmentar la mirada sobre la escuela, presentndola
como la yuxtaposicin de esferas separadas y aparentemente independientes. Lo
que cotidianamente es vivenciado por los protagonistas como una unidad de
sentido, se les presenta en el discurso pedaggico como objetos de anlisis sin
conexin entre s y pensados a su vez desde disciplinas, lgicas e incluso
terminologas diversas. As, la consideracin de lo curricular -planes, programas,
contenidos, criterios y estrategias didcticas, etc.- discurre por vas distintas a
aquello que se denomina organizacin escolar -distribucin de los tiempos,
espacios y recursos- y ambas cuestiones parecen tener poco que ver con los temas
referidos a lo administrativo, los papeles, lo burocrtico-, ni a los modos
como se relacionan y comunican las personas, ni a las formas como se vincula la
institucin con la comunidad circundante; finalmente, poco o nada de todo esto
parece tener relacin directa con el plano ms general de la cultura y de la
poltica.
Estas miradas compartimentadas de la escuela la fragmentan como objeto de
anlisis y con ello dificultan la posibilidad de que los trabajadores tengan

Reconociendo nuestro trabajo docente

31

conciencia del sentido y el producto del trabajo que all desarrollan.


Utilizar el trabajo como categora en el anlisis de la escuela, permite comenzar a
construir una mirada integral sobre la misma que devele cmo la dimensin
curricular -el qu, el cmo y el para qu del proyecto educativo que la escuela
pretende llevar adelante- est inextricablemente vinculada a la organizacin
escolar -las formas en que se concreta la relacin entre los sujetos, los espacios,
los tiempos y los recursos-, cmo ambas, a su vez, estn asentadas en la
organizacin y las condiciones de los procesos de trabajo que los distintos sujetos
desarrollan; y cmo todas ellas, en tanto conforman un espacio social especfico,
estn dialcticamente relacionadas con las formas que en cada momento
histrico asume la lucha social.
Desnaturalizar la organizacin del trabajo implica tambin renovar la mirada
sobre la naturaleza y contenido de los puestos de trabajo existentes sobre los que
esa organizacin se asienta. Frente a los profundos cambios que se vienen dando
en los contextos, requerimientos y dinmicas del trabajo en las instituciones
educativas, la estructura de puestos de trabajo y la conformacin de cada uno de
ellos permanece rgida, cristalizada en el momento histrico en que surgi. Esto
genera crecientes y conflictivos desajustes que son absorbidos finalmente por los
trabajadores que ocupan los puestos existentes. Una mirada integral de la
institucin educativa posibilita fundamentar y disputar la creacin de nuevos
tipos de puestos de trabajo en las escuelas y la reestructuracin de los existentes,
en funcin de esos nuevos requerimientos, contextos y dinmicas que atraviesan
el trabajo educativo.
Jornada laboral
La histrica invisibilizacin del trabajo en la escuela tiene probablemente su
expresin ms acabada en la naturalizacin de algo que para el resto de los
trabajadores resulta cuanto menos inslito: que los docentes realizan una parte
sustancial de su hacer por fuera del tiempo de trabajo por el cual cobran el
salario.
Recuperar en toda su amplitud el concepto de trabajo y restituirlo en el centro de
la mirada sobre la escuela lleva a demandar una jornada laboral que reconozca,
en principio, todo el trabajo que actualmente se realiza fuera del local de
trabajo y del tiempo pago, y que incluya por lo tanto: tiempo de trabajo
individual, frente a alumnos y fuera de la clase (planificacin, bsqueda de
materiales, evaluaciones, etc.), tiempos para el trabajo institucional y la
produccin pedaggica colectiva, y tiempo tambin para el descanso y el
procesamiento de la enorme carga que este trabajo tiene.
La pelea por una jornada laboral as planteada no slo es fundamental para que se
reconozca como trabajo -y por lo tanto se lo pague- lo que actualmente los
docentes realizan fuera de ese tiempo reconocido. Se vuelve estratgica cuando
se advierte que en su definicin se est dando la madre de todas las batallas en
la disputa sobre nuestro trabajo: el control sobre el proceso de trabajo.

32

Serie Formacin y Trabajo Docente

Porque en el control del proceso de trabajo se juega la apropiacin del producto


de nuestro trabajo.
De ah la importancia estratgica que tiene para la lucha docente la disputa de la
jornada laboral ligada a la discusin sobre el proceso de trabajo docente.

Reconociendo nuestro trabajo docente

33

Proceso de trabajo docente


As como la ausencia de una conceptualizacin acerca del puesto de trabajo
obstaculiza o directamente impide un anlisis pormenorizado e integral de ese
hacer en trminos de un trabajo productivo y colectivo, no menor efecto
invisibilizador tiene la ausencia de un anlisis que supere los lmites en que se
mueve hoy el empleo docente y contemple la integralidad del proceso de trabajo
docente.
Mientras la nocin de empleo fija la mirada en la actividad puntual que el docente
en tanto individuo realiza, el concepto de proceso de trabajo est refiriendo a un
trabajo colectivo que lleva adelante el docente en trminos de trabajador
colectivo.
Visto as, como trabajo de un trabajador colectivo, el proceso de trabajo docente
est sujeto, como ya se seal, a una primera y determinante escisin que deja
por fuera de la escuela una parte sustancial del mismo: la concepcin, diseo,
planificacin y organizacin del trabajo. Queda para los que trabajan en las
escuelas la actividad de ejecutar. Al quebrar la integralidad del proceso de
trabajo, se le est reconociendo al trabajador docente solamente la ejecucin de
una empobrecida porcin de ese proceso.
Esta caracterizacin no implica poner en cuestin la necesaria divisin tcnica del
trabajo -sera absurdo pensar que cada docente se deba hacer cargo de todo ese
complejsimo proceso-; lo que denuncia es la divisin social del trabajo que se
ha impuesto sobre esa divisin tcnica. Social porque es en tanto trabajador
colectivo que al docente se le ha jibarizado su proceso de trabajo, y social
porque esa divisin est en funcin de impedir una apropiacin colectiva de lo que
ese trabajador colectivo produce.
En este marco, la escisin concepcin-ejecucin se revela como el sustento
fundamental del control sobre el proceso de trabajo. Su naturalizacin dificulta
enormemente al docente la percepcin de la manera como se le recorta,
empobrece e individualiza su proceso de trabajo. Incluso logra ocultarle la
existencia misma de ese control, como dan cuenta expresiones tan habituales en
las salas de profesores como Yo cierro la puerta del aula y ah hago lo que
quiero. El hago lo que quiero queda fuertemente relativizado cuando se lo
mira desde la integralidad, extensin y complejidad de un proceso de trabajo del
cual l ha sido excluido.
El control sobre el trabajador se manifiesta asimismo cuando -efecto tambin de
la escisin concepcin-ejecucin en el proceso de trabajo- se instala en el sentido
comn de la sociedad, y en muchos casos de los propios docentes, una distinta
valoracin entre el supuesto saber experto y actualizado del que seran
propietarios especialistas y funcionarios del nivel central, y los conocimientos
del docente que trabaja en las escuelas, conocimientos que esos mismos tcnicos
y funcionarios definen como pobres y obsoletos. Esta desvalorizacin del saber
docente, adems de ser funcional a la desvalorizacin salarial del sector, legitima

34

Serie Formacin y Trabajo Docente

el dejar a los docentes afuera de los debates que se dan sobre su trabajo y de las
decisiones que se toman sobre la direccionalidad de las transformaciones
educativas que se emprenden; debates y decisiones que quedan en manos de los
que saben.
Esta escisin del proceso de trabajo a nivel estructural tiene su correlato en la
forma como se entiende el trabajo al interior de la escuela.
All, el proceso de trabajo que se le reconoce al docente est circunscrito al que
deviene de su intervencin individual en el aula. Y an esta intervencin se la
piensa recortada a la actividad de enseanza, sin tomar en cuenta la relevancia de
las otras actividades que en forma simultnea y/o alternada el docente lleva
adelante en el aula. Por ejemplo, todo lo que tiene que ver con la conduccin del
grupo humano con el que trabaja: no ensea a un alumno sino a un colectivo
ms o menos numeroso de sujetos con diversidad de intereses, diversidad no slo
frente al objeto de conocimiento que el docente les propone sino tambin frente
a los intereses particulares de sus pares. Coordinar esa diversidad humana para
orientarla productivamente a un trabajo colectivo, lejos de ser aleatoria es
consustancial al desarrollo efectivo de los procesos de apropiacin del
conocimiento que se estn pretendiendo. Demanda, por lo tanto, multiplicidad
de estrategias y acciones que insumen considerable energa y tiempo de trabajo.
Esta actividad cobra una particular relevancia en determinados puestos de
trabajo -por ejemplo los vinculados al nivel inicial, al primer ciclo de la primaria,
al primer ao de la secundaria, a la educacin de adultos, etc.- donde hay que
conducir el proceso de conformacin misma del grupo, es decir lograr que esa
agrupacin de individuos pueda ir construyendo los lazos bsicos para
reconocerse y funcionar como un equipo de trabajo.
Y an es posible considerar, dentro de las actividades que se desarrollan en el aula
-adems de las relativas a la conformacin del grupo de alumnos, la conduccin
grupal y la enseanza - una actividad que hoy en muchos contextos demanda
considerable preocupacin y energa que es la gestin del espacio del aula:
control de las condiciones sanitarias y de seguridad, atencin a la regulacin de la
iluminacin y la temperatura adecuadas, verificacin de la disponibilidad de los
recursos y materiales de apoyo para la clase (desde un proyector o un mapa, a
tener una tiza y un borrador, o simplemente sillas suficientes para l y sus
alumnos), etc.
Todo este conjunto de actividades forma parte slo de uno de los momentos del
proceso de trabajo -el de intervencin en el aula-, momento que es, como ya se ha
dicho, el nico que se le reconoce laboralmente al docente.
Pero su proceso real de trabajo, abarca mucho ms que esa etapa de intervencin.
Y aunque el discurso pedaggico actualmente en boga habla profusamente sobre
la importancia de actividades como la seleccin de contenidos, la planificacin, la
evaluacin, la reflexin sobre la prctica, el trabajo en equipo, la participacin
en el proyecto institucional, etc., la realidad del tiempo de trabajo reconocido
como tal que tienen la mayora de los puestos de trabajo que existen en las

Reconociendo nuestro trabajo docente

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escuelas, determina que rara vez existan tiempos, espacios y recursos para hacer
posible tal proceso de trabajo dentro de la jornada laboral.
Lo cual no significa que individual y colectivamente los docentes no realizan parte
de ese proceso. Lo hacen pero por fuera de la jornada laboral, invirtiendo en ello
su tiempo personal e incluso, muchas veces, tiempo de los miembros de su ncleo
familiar. Hay aqu una formidable masa de trabajo no remunerado de la que se
est apropiando la patronal gracias a su estrategia de fragmentar e
individualizar el trabajo.
Pero hay an otro fenomenal despojo del que el trabajador docente est siendo
objeto a causa de ese control sobre su proceso de trabajo. Al quedar fijado en un
recortado lugar le es muy difcil para l percibir la totalidad del proceso de
trabajo del que forma parte. Y no ver esa totalidad le dificulta tomar conciencia
del carcter colectivo de ese proceso -y con ello de la potencia de la organizacin
colectiva para enfrentar ese control- pero le impide tambin la cabal
comprensin de qu es lo que colectivamente los trabajadores de la educacin
estn produciendo.
Porque solamente desde una visin de la integralidad del proceso de trabajo que
implica la educacin se hacen evidentes las varias dimensiones que tiene esa
produccin. En particular, la produccin quizs ms especfica de este trabajo: el
conocimiento sobre la educacin.

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Serie Formacin y Trabajo Docente

Expropiacin del producto del trabajo docente


Decamos antes que la jibarizacin del proceso de trabajo opera en cuanto a
que no se le reconoce al trabajador docente -individual y colectivo- ms que el
tiempo para la intervencin en la clase. Con esto se lo excluye, a nivel de sistema
educativo de manera absoluta y en el nivel de la institucin escolar en una gran
medida, de las instancias de concepcin, organizacin y planificacin del trabajo;
o se logra, en el mbito ulico, que esas instancias queden muy empobrecidas y
adems que sean realizadas por el trabajador en tiempo no remunerado.
Pero el control sobre el proceso de trabajo que se logra con esta jibarizacin va
an ms all: hace desaparecer casi por completo de la conciencia del
trabajador toda una parte del proceso en el que est involucrado.
El proceso de trabajo docente suele ser linealmente presentado como el trnsito
entre la concepcin del trabajo (las polticas educativas, los diseos curriculares,
el proyecto institucional, el proyecto de aula, etc.) y la intervencin en la
situacin concreta de trabajo (en la conduccin de las escuelas, en la enseanza a
los alumnos, etc.).
Y ah aparenta concluir.
No suele aparecer una instancia de evaluacin; no la evaluacin de los
aprendizajes de los alumnos, que forma parte de la instancia de intervencin, sino
la evaluacin de todo el proceso de trabajo: qu se logr, o no, o en qu medida,
con lo que se concibi, organiz, planific y desarroll en la intervencin
institucional y ulica?; qu aprendizajes y conclusiones se pueden extraer de la
reconstruccin y anlisis crtico -individual y colectivo- de todo lo que se hizo?
Menos aparece una instancia de sistematizacin: qu problemticas comunes,
qu ncleos conceptuales o de accin, qu direccionalidades, se pueden abstraer
de lo evaluado por los trabajadores de una institucin o de varias instituciones?
Finalmente, nunca aparece la instancia de sntesis, elaboracin y formalizacin
de los saberes que fueron construidos colectivamente a lo largo de la concepcin,
organizacin, planificacin, intervencin, evaluacin y sistematizacin del
trabajo.
En la ausencia de estas instancias en el proceso de trabajo del docente se revela
claramente la exclusin del trabajador de la posibilidad de apropiarse de algo que
l, individual y colectivamente, ha producido a lo largo de su trabajo de educar,
que lo ha producido en el cotidiano trabajo que lleva adelante en cada institucin
educativa y en el sistema en su conjunto, su produccin ms propia: el
conocimiento pedaggico.
La fragmentacin e individualizacin del trabajo docente, al recortar el proceso
de trabajo nicamente a lo que empieza y termina en la intervencin individual en
el aula, legitima la ausencia de tiempo de trabajo remunerado, espacios
colectivos y recursos para que los docentes puedan efectivamente apropiarse del
conocimiento que producen.
Ahora bien, que se excluya al trabajador docente de esa parte vital del proceso de

Reconociendo nuestro trabajo docente

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trabajo no significa que la evaluacin, sistematizacin y formalizacin de lo que


colectivamente se produce en las escuelas y en el sistema educativo no se realice.
Se realiza, pero como no est a cargo del trabajador docente queda en otras
manos. Y generalmente en otra esfera: en la del mercado.
Como sucede en el resto del empleo asalariado, el control del proceso de trabajo
docente est fundamentalmente puesto al servicio de crear las condiciones para
expropiar al trabajador de una parte sustancial de lo que produce con su trabajo.
No slo excluyndolo de esas instancias, tambin dificultando que reconozca su
propia produccin.
Sin conciencia de lo que est produciendo, el conocimiento pedaggico se le
aparece como algo ajeno. Tan ajeno que, lejos de verse como productor de la
pedagoga, se coloca como consumidor. Y as, muchas veces, frente a dificultades
o necesidades que se le presentan en un trabajo que realiza en forma aislada,
recurre a ese conocimiento que en forma de libros o cursos de capacitacin est
disponible en el mercado, sin percibir que en lo que est comprando est el
producto del trabajo que como trabajador colectivo se le ha expropiado.

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Serie Formacin y Trabajo Docente

Transformacin del trabajo docente y distribucin de la riqueza


En lo hasta aqu expuesto puede dimensionarse el carcter de madre de todas las
batallas que adquiere la disputa por la concepcin y el control del proceso de
trabajo docente. Convergen all nuestros intereses como trabajadores de la
educacin -en cuanto a que estamos disputando la integralidad del proceso que
realizamos y la apropiacin del producto de nuestro trabajo- pero tambin
nuestros intereses como parte de la clase trabajadora y como integrantes de esta
sociedad -en cuanto se est dirimiendo el sentido y el contenido de nuestro
trabajo que no es otra cosa que la educacin de nuestro pueblo-.
Es una disputa que marca el horizonte de nuestras luchas colectivas por el trabajo
pero que se juega en cada pelea puntual por lograr arrancarle a la patronal
mejores condiciones para el empleo actualmente existente.
La progresiva conquista de Paritarias Docentes en muchas jurisdicciones y en el
nivel federal ha dado una nueva dimensin a la lucha docente. La habilitacin de
espacios de discusin y negociacin con la patronal estatal sobre los puestos y las
condiciones de trabajo plantea a los trabajadores y a la organizacin sindical un
desafo indito. Son espacios que hay que pelear y sostener ya no slo con la
fuerza organizada sino tambin con propuestas y alternativas que disputen en
concreto la concepcin, la organizacin y el control del trabajo docente.
Pero, como sostenamos en el comienzo de esta exposicin, en tanto la lucha por
nuestro trabajo no est escindida de una lucha ms amplia por el trabajo en esta
sociedad, requiere de mucho ms que nuestra fuerza sectorial; necesita fuerza
social organizada, poder social.
Esta conviccin fue la que llev a la CTERA a participar activamente junto con
otras organizaciones sindicales y sociales en la creacin de un instrumento que
aportara a la construccin de esa fuerza social: la Central de Trabajadores
Argentinos.
Una de las banderas que aglutina y moviliza esa construccin es la demanda de
distribucin de la riqueza.
Desde nuestro lugar de trabajadores de la educacin organizados, luchar por la
distribucin de la riqueza es pelear por la transformacin de nuestro trabajo, que
es pelear por la transformacin de la escuela.
Transformar la escuela en un espacio social de trabajo, que asuma la naturaleza
colectiva del trabajo y del producto del trabajo que en ella realizamos no slo los
trabajadores docentes sino tambin los alumnos, los no docentes, las
comunidades, confronta con las concepciones que naturalizan la apropiacin
privada de todo lo que el trabajo colectivo produce, en particular la cultura y el
conocimiento.
Pero va ms all.
Porque, en tanto la escuela est estrechamente vinculada, por sus procesos de
trabajo, con la sociedad en la que est inserta, esta vinculacin puede tener un
sentido reproductor de las concepciones, formas y valores que sobre el trabajo

Reconociendo nuestro trabajo docente

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imponen los sectores de poder dominantes; o puede, por el contrario, generar un


sentido transformador para el trabajo humano.
Concebir la transformacin de la escuela en trminos de la construccin efectiva
de un espacio social posibilitador del trabajo colectivo y sistemtico de
apropiacin, recreacin y produccin de la cultura y el conocimiento, significa
inscribir decididamente la pelea por la transformacin del trabajo docente en la
lucha por la distribucin de la riqueza y en la histrica disputa por un trabajo no
deshumanizante sino emancipador.

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