Simplificar La Ortografía
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Botella al mar para el dios de las palabras: el discurso de Garca Mrquez en Zacatecas
que dio origen a la polmica. El Premio Nobel de Literatura intervino en la apertura del
Primer Congreso Internacional de la Lengua Espaola y sus ideas crearon una
formidable polmica que ha traspasado el mundo de los expertos y de los gramticos y
se
ha
ampliado
a
los
que
leen
o
escriben.
Entrevista concedida por Garca Mrquez a Joaqun Estefana: Gabo aclara , antes de
partir hacia La Habana, sus puntos de vista sobre el asunto con el director de la
Escuela de Periodismo Universidad Autnoma de Madrid/ EL PAS, Joaqun Estefana ,
de
la
que
l
es
profesor.
A mis doce aos de edad estuve a punto de ser atropellado por una bicicleta. Un
seor cura que pasaba me salv con un grito: Cuidado! El ciclista cay a tierra. El
seor cura, sin detenerse, me dijo: Ya vio lo que es el poder de la palabra? Ese da lo
supe. Ahora sabemos, ademas, que los mayas lo saban desde los tiempos de Cristo, y
con
tanto
rigor,
que
tenan
un
dios
especial
para
las
palabras.
Nunca como hoy ha sido tan grande ese poder. La humanidad entrar en el tercer
milenio bajo el imperio de las palabras. No es cierto que la imagen est desplazndolas
ni que pueda extinguirlas. Al contrario, est potencindolas: nunca hubo en el mundo
tantas palabras con tanto alcance, autoridad y albedro como en la inmensa Babel de la
vida actual. Palabras inventadas, maltratadas o sacralizadas por la prensa, por los
libros desechables, por los carteles de publicidad; habladas y cantadas por la radio, la
televisin, el cine, el telfono, los altavoces pblicos; gritadas a brocha gorda en las
paredes de la calle o susurradas al odo en las penumbras del amor.
No: el gran derrotado es el silencio. Las cosas tienen ahora tantos nombres en
tantas lenguas que ya no es fcil saber como se llaman en ninguna. Los idiomas se
dispersan sueltos de madrina, se mezclan y confunden, disparados hacia el destino
ineluctable de un lenguaje global.
La lengua espaola tiene que prepararse para un ciclo grande en ese porvenir sin
fronteras. Es un derecho histrico. No por su prepotencia econmica, como otras
lenguas hasta hoy, sino por su vitalidad, su dinmica creativa, su vasta experiencia
cultural, su rapidez y su fuerza de expansin, en un mbito propio de diecinueve
millones de kilmetros cuadrados y cuatrocientos millones de hablantes al terminar
este siglo. Con razn un maestro de letras hispnicas en los Estados Unidos ha dicho
que sus horas de clase se le van en servir de intrprete entre latinoamericanos de
distintos pases. Llama la atencin que el verbo pasar tenga cincuenta y cuatro
significados, mientras en la repblica del Ecuador tienen ciento cinco nombres para el
rgano sexual masculino, y en cambio la palabra condoliente, que se explica por s
sola, y que tanta falta nos hace, aun no se ha inventado. A un joven periodista francs
lo deslumbran los hallazgos poticos que encuentra a cada paso en nuestra vida
domstica. Que un nio desvelado por el balido intermitente y triste de un cordero,
dijo: ``Parece un faro''. Que una vivandera de la Guajira colombiana rechazo un
cocimiento de toronjil porque le supo a Viernes Santo. Que Don Sebastin de
Covarrubias, en su diccionario memorable, nos dejo escrito de su puo y letra que el
amarillo es el color de los enamorados. Cuntas veces no hemos probado nosotros
mismos un caf que sabe a ventana, un pan que sabe a rincn, una cereza que sabe a
beso?
Son pruebas al canto de la inteligencia de una lengua que desde hace tiempos no
cabe en su pellejo. Pero nuestra contribucin no debera ser la de meterla en cintura,
sino al contrario, liberarla de sus fierros normativos para que entre en el siglo veintiuno
como Pedro por su casa.
En ese sentido, me atrevera a sugerir ante esta sabia audiencia que
simplifiquemos la gramtica antes de que la gramtica termine por simplificarnos a
nosotros. Humanicemos sus leyes, aprendamos de las lenguas indgenas a las que
tanto debemos lo mucho que tienen todava para ensearnos y enriquecernos,
asimilemos pronto y bien los neologismos tcnicos y cientficos antes de que se nos
infiltren sin digerir, negociemos de buen corazn con los gerundios brbaros, los ques
endmicos, el dequesmo parasitario, y devolvamos al subjuntivo presente el esplendor
de sus esdrjulas: vyamos en vez de vayamos, cntemos en vez de cantemos, o el
armonioso muramos en vez del siniestro muramos. Jubilemos la ortografa, terror del
ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de
lmites entre la ge y jota, y pongamos ms uso de razn en los acentos escritos, que al
fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lgrima ni confundir revolver con
revlver. Y que de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos espaoles
nos
trajeron
como
si
fueran
dos
y
siempre
sobra
una?
Son preguntas al azar, por supuesto, como botellas arrojadas a la mar con la
esperanza de que les lleguen al dios de las palabras. A no ser que por estas osadas y
desatinos, tanto l como todos nosotros terminemos por lamentar, con razn y
derecho, que no me hubiera atropellado a tiempo aquella bicicleta providencial de mis
doce aos. [ Declaraciones de Garca Mrquez para La Jornada, Mxico, 8 de abril de
1997]
Entrevista
Estefana
Joaqun
concedida
por
Garca
Mrquez
Joaqun
Estefana