Cuentos para Trabajar Miedos

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EL PAIS DE TUS MIEDOS

Relato ganador
Haba una vez una nia que se llamaba Julia. Julia tena miedo de muchas
cosas. Tena miedo en la oscuridad, tena miedo de quedarse sola, tambin
tena miedo cuando vea a mucha gente, tena miedo de los perros, de los
gatos, de los pjaros, de los desconocidos, tena miedo al agua de la piscina y
de la playa, tena miedo del fuego, de los truenos, de las tormentas, tena
miedo de los monstruos de los cuentos, tena miedo de ponerse enferma, o de
que su mam enfermara, tena miedo de ir al cole, de caerse o hacerse dao
jugando
Tena tanto miedo que nunca sala de casa para no caerse, enfermar,
encontrarse con algn perro o persona desconocida. Pasaban los das y Julia
miraba por la ventana, vea jugar a los nios y nias, vea como corran y se
divertan. Su mam le deca: por qu no vas a jugar con ellos? Pero Julia se
senta muy triste porque tena mucho miedo y no quera salir de casa. Llegaba
la noche y Julia temblaba de miedo en su cama, todo estaba muy oscuro y no
se oa nada, le daba miedo el silencio y la oscuridad de la noche, as que se
levantaba y, sin hacer ruido, se meta en la cama de sus paps, all se senta
protegida.
Una noche, mientras dorma entre mam y pap, la cama comenz a temblar,
se mova tanto que Julia se despert sobresaltada. Terremoto, hay un
terremoto! Sus paps parecan no notarlo. Julia se puso de pie en la cama,
comenz a saltar y gritar para despertar a sus paps, entonces un gran agujero
se abri en el centro. Julia cay dentro y bajo por un tobogn que le dej en un
bosque tenebroso y oscuro. Se levant del suelo y mir a su alrededor: dnde
estoy? Est muy oscuro, tengo miedo. Mam! Pap! Venir a por m! Nadie
pareca orla, as que Julia pens que tena que salir de ah, se levant y
comenz a andar. Enseguida encontr un camino y decidi seguir andado por
l para ver dnde le llevaba. Qu silencio, no se oye nada! Tengo miedo!
Julia se acordaba de mam y pap, se senta sola y tena ms miedo an.
Cansada de andar se sent junto a un rbol, se senta tan triste que empez a
llorar.

Entonces oy un ruido uuhhhh! ohohoho! uuuhhhh! Julia miraba a un lado


y a otro y no consegua ver nada, un gran pjaro volaba sobre su cabeza, Julia
temblaba de miedo. El pjaro desapareci, volvi el silencio. Por un momento
Julia dej de temblar, pero entonces oy ladrar a un perro, pareca que estaba
furioso, luego otra vez volvi el silencio Julia cerr los ojos y se dijo a s
misma: no tengo miedo, no tengo miedo, no tengo miedo, no tengo miedo, no
tengo miedo Cuando abri los ojos, tena delante de ella un gran perro
negro. Julia se qued paralizada, el miedo no le dejaba ni parpadear, tena
ganas de gritar, de llorar, de pedir ayuda, pero el miedo no le dejaba moverse,
ni hablar, ni gritar, ni siquiera poda llorar.
El perro se acerc an ms, se sent frente a ella y le dijo:
- Me tienes harto! Estoy cansado de que seas una miedica, nunca he conocido
a una nia con tantos miedos. Eres la Reina del Miedo!
Julia segua paralizada y con la boca abierta, pero no de miedo sino de
asombro, le estaba hablando un perro! O, mejor dicho, le estaba regaando
por tener miedo? Julia no daba crdito a lo que vea y oa.
- Es que no vas a decir nada? Se te ha comido la lengua un gato? Ah, se me
olvidaba que tambin te dan miedo los gatos!
- Quin eres t?
- Qu quin soy? Soy Dog, el guardin de tu bosque.
- Mi bosque? Julia miraba a su alrededor, observando el bosque en el que se
encontraba.
- S, tu bosque, el bosque de tus miedos. Aqu viven todos tus miedos: los
perros, los gatos, los pjaros, los monstruos, la oscuridad, el silencio, los ruidos,
la soledad, las tormentas, el agua, los truenos Este es el bosque ms grande
que conozco! Me das demasiado trabajo!
No puedo controlar un bosque tan grande! Tienes que hacer algo.
- Pero, no entiendo, quin ha creado este bosque?, por qu dices que es mo?
y que yo te doy mucho trabajo?

- Te lo voy a explicar ms despacio Hola! Soy Dog, soy el perro que guarda el
bosque de tus miedos, este bosque lo has creado tu solita, aqu vas metiendo
todas las cosas, animales y personas que te dan miedo. Es un bosque muy
grande, demasiado grande, porque tienes miedo de demasiadas cosas.
Quieres que te lo ensee? Sgueme.
Dog y Julia recorrieron el bosque y Julia pudo ver todas las cosas, animales y
personas que le daban miedo. Despus de haberlo visto todo, se sent en un
claro del bosque. A su alrededor tena nubes negras, perros, gatos, pjaros,
tormentas, desconocidos, fuego y tantas cosas que le daban miedo.
- Estoy cansada de que me sigan todas estas cosas. Puedes decirme qu
tengo que hacer para no tener miedo?
- Al miedo hay que asustarle! le dijo Dog.
- Asustar al miedo? Y eso cmo se hace?
- Muy fcil. T cmo asustas a un amigo?
- Me escondo y, cuando no se lo espera, salto y con cara de monstruo le grito:
Buuuuhhh!!
- Muy bien! Pues eso mismo tienes que hacerle al miedo.
- Pero, dnde est el miedo?
- Espera, que ahora mismo te lo traigo.
Dog desapareci entre los rboles y al poco rato apareci trayendo consigo
algo muy grande que vena tapado con una tela negra. Julia se qued con la
boca abierta.
- Que me trae el miedo! pens.
Y al instante se puso a temblar. Dog coloc delante de ella aquel bulto tan
grande

le

dijo:

- Preprate! Julia volvi a quedarse paralizada. He dicho que te prepares!


Confa en m! Pon cara de monstruo y preprate para darle un buen susto al
miedo. Cuando ests lista, dmelo y le descubro.

Julia se arm de valor, puso la cara ms fea que haba puesto nunca, levant
las manos como si fueran garras y grit muy muy fuerte Buuuuuhhhhh!!!!
Al instante Dog retir la tela que cubra al miedo y sorpresa! Julia se vio
reflejada en un gran espejo, como se vio tan fea y haciendo de monstruo, le dio
un ataque de risa
- JajajajaJajajaja! Pero qu broma es sta? Si soy yo!
- No es ninguna broma, Julia le dijo Dog. El miedo no existe, lo creas t
misma. Volvers a tener miedo?
- Miedo? De quin? De m misma? No!, pero si yo no doy miedo. Buuuhhh!
gritaba Julia frente al espejo. Jajajajajaja! Nunca me haba redo tanto.
Mientras deca esto, los animales empezaron a desaparecer, las tormentas, el
fuego, el agua, y tambin el bosque; el bosque empez a hacerse pequeo,
muy pequeo.
- Gracias, Julia! le dijo Dog.
- No! Gracias a ti, Dog! Por ensearme al miedo.
A la maana siguiente, Julia se despert en su habitacin, su mam extraada
fue

buscarla

- Julia, no has venido esta noche a nuestra cama!


- S, mam, pero ahora soy valiente y pens que poda dormir sola en mi
cama.
A partir de aquel da, Julia dej de tener miedo y volvi a ser feliz, a salir a la
calle, a jugar con sus amigos e incluso lleg a tener varias mascotas. Recuerda:
al miedo hay que asustarle.
Paco Lpez Muoz

GLUF, EL MONSTRUO AZUL


Primer finalista
Patapapluuuum! Se escuch un enorme ruido en la habitacin de Leyre y
mam

fue

corriendo:

- Qu ha pasado?
- Vers, mam, yo estaba jugando y de la caja de los muecos ha salido un
monstruo muy grande de color azul que se ha asustado al verme y se ha
escondido debajo de la cama.
- Y t no te has asustado cuando sali ese monstruo?
- Claro que no, por qu me tengo que asustar? Es muy guapo y suavecito. Solo
quiero jugar con l, pero me parece que l no quiere.
- Bueno, tengo una idea, vamos a agacharnos y le buscamos bajo la cama para
que

nos

conozca.

- Hola, seor monstruo, me llamo Leyre y tengo 3 aos, quieres jugar conmigo
y con mam? Me gusta tu color, aunque mi color preferido es el rosa. Tengo
puzles y un tren, y pinturas...
Qu te gusta ms?
De repente, debajo de la cama asom una cabecita azul, peluda, con tres ojos
y

una

boca

enorme:

- Hola, yo me llamo Gluf y me dan mucho miedo los nios.


- Por qu te doy miedo? Mira, mira mi cara, soy muy buena.
- Pero no tienes pelo en la cara, eres pequeita, de color carne, con dos
ojos...no te pareces a m,
por eso me asustas un poco.
- A m me gustas as, tambin me gusta mam aunque sea grande y con el
pelo marrn, y el abuelo que lo tiene de color blanco y la perrita Pi que es
negra y con cuatro patas. No tienes que asustarte, todos somos distintos, pero
podemos

jugar

muy

bien.

Dame

tu

mano

que

yo

te

enseo.

Una pequea mano peluda con seis dedos sali bajo la cama y agarr la de
Leyre. Entonces Gluf not su calor, vio la alegra en la cara de la nia y su
sonrisa y cuando ella le bes supo que iban a ser grandes amigos, que podran
jugar juntos y se le pas el miedo.
Esa tarde corrieron por la casa, hicieron puzles, saltaron a la comba y cuando
ya estaban muy cansados se sentaron a merendar. Leyre decidi que le
presentara a sus amigos del cole y Gluf le ense a sus amigos monstruos de
muchos colores, grandes y pequeos, peludos y sin pelo. Desde entonces los

nios y los monstruos juegan juntos, se cuentan cuentos y se lo pasan muy


bien. Ya no se asustan por ser distintos y todos estn mas contentos.
Raquel Lana Soto

MONSTRUOS JUGANDO AL ESCONDITE


Segundo

finalista

Eran pasadas las 12 de la noche, rika dorma tranquilamente en su cuna y


pap se encontraba en la habitacin del ordenador. rika se haba dormido
apenas una hora antes y pap suspiraba aliviado porque por fin la nia
empezaba a descansar.
De repente rika rompi a llorar de una forma en la que nunca pap haba odo.
Corri hacia la habitacin y la encontr sentada en la cuna con las mejillas
surcadas por las lgrimas y llorando desconsoladamente. Pap la cogi en
brazos y le pregunt:
- rika, mi vida, qu te ocurre, por qu lloras mi amor? Como no saba hablar
bien todava, seal con su dedito las cortinas de la habitacin. Pap se gir y
vio que se movan ligeramente, pero adems donde ella sealaba se
encontraba tirado un pantaln suyo, que estaba tapado en gran parte por la
cortina, slo sobresaliendo un trozo del pie. Comprendi que rika se asust al
pensar que ah haba algo escondido. Sent a rika en la cuna y dijo:
- Cario, no te asustes, ah no hay nada, adems si fuese un monstruito no
tendras que tenerle miedo, y sabes por qu? Hace mucho tiempo, en una
ciudad muy muy lejos, vivan todos los monstruitos juntos. En esa ciudad
tenan de todo; tenan parques, tenan piscinas y muchas cosas ms, pero lo
que no tenan eran lugares para que los monstruitos nios jugaran sin molestar
a los monstruitos paps y mams, as que los monstruitos nios pensaron que,
para poder jugar sin molestar y que no les castigaran, lo mejor era jugar fuera
de

la

ciudad.

Su juego favorito era el escondite, les encantaba esconderse, detrs de las


cortinas, debajo de las camas y donde ms les gustaba era en los armarios.
Pero, claro, como estaban jugando fuera de la ciudad, no tenan esos sitios
para jugar, as que uno de los monstruitos nios le dijo al resto: tengo una
gran idea, por qu no nos escondemos en las casas de las otras ciudades? All
s que podramos escondernos como nos gusta. Todos los monstruitos nios
entusiasmados decidieron que as lo haran. Como siempre, uno se qued
contando para que los dems se escondieran, cuando hubo acabado de contar
empez a buscar a los dems monstruitos nios, pero a mitad del juego
empezaron a sonar muchos llantos, llantos de nios, los nios de las casas se

haban asustado al ver a los monstruitos escondidos, pues pensaban que se


escondan para asustarles, pero esa no era la intencin de los monstruitos
nios, as que se marcharon muy tristes sin poder jugar. Eso mismo ocurri la
noche siguiente, y la siguiente y as todas las noches, hasta que un da los
monstruitos nios ya enfadados dijeron: si ellos creen que queremos
asustarlos, pues eso haremos. Veris qu divertido va a ser ver la cara de esos
nios.
As ocurri, todos los nios eran asustados y cada vez lloraban ms y ms, sin
dejar descansar a sus paps y mams, hasta que un da uno de esos paps se
dio cuenta de qu suceda y fue a la ciudad de los monstruitos a hablar con los
paps y mams monstruitos. Les dijeron lo que sus hijos hacan y entre los
paps y mams acordaron que los monstruitos nios no asustaran a ms
nios, pero a cambio los paps y mams deberan ensear a los nios a no
llorar para as no estropear el juego de los monstruitos nios.
Por eso, cario, no debes asustarte aunque sea un monstruito, simplemente
estn jugando al escondite, y si lloras, seguro que a ese monstruito nio lo
encuentran y entonces les estropeas el juego, y eso a ti no te gustara que te
lo hicieran, verdad? rika comprendiendo la historia, se tranquiliz un poco
ms, y desde entonces cuando crea ver un monstruito nio escondido en un
armario, debajo de la cama o detrs de las cortinas, no lloraba, se rea
pensando que ella tambin se escondera ah para que no la encontraran.
Jero Rodenas

El nio que tena miedo del miedo


Tercer finalista
- Pap, mam! repeta el nio desde su nueva habitacin.
Los adormilados padres, que para dormir a su hijo ya haban intentado el
cuento, la nana y el ruego desesperado ("por favor, durmete, que maana no
va a haber quien te levante!") respondieron a un tiempo
- Qu te pasa?
- Que tengo miedo!
Finalmente lleg el temido da, por parte de los padres, en que su hijo
pronunciase esas dos palabras juntas: tengo miedo. Haban procurado, desde
que naci, que el miedo no le encontrara, pero le encontr. As que se
levantaron,

entraron

en

la

habitacin

preguntaron

su

pequeo:

- De qu tienes miedo?
- Del monstruo.
- Y, dnde est?
- Ah, debajo de la ropa.
Los padres levantaron la ropa y nada.
- Se ha metido dentro del armario al veros asegur el nio.
Los padres abrieron el armario y nada.
- Est debajo de la cama! - susurr como si la amenaza ms terrible del
mundo

pudiera

orles.

Los padres miraron debajo de la cama, cada uno por un lado, y slo se vieron el
uno al otro, aguantndose la risa y tambin los bostezos.
- No hay ningn monstruo, campen - afirm el padre, con la vana esperanza
de

que

su

hijo

le

creyera.

- Pues lo haba afirm el hijo con la seguridad de que su padre le iba a creer.

si

vuelve?

La madre mir al padre con complicidad. Haba llegado el momento de revelar


a su hijo un secreto que perteneca a su familia desde haca muchas
generaciones, y que pasaba de padres a hijos cada vez que el miedo les
encontraba. As que le dio un palmadita en el hombro, un carioso beso en la
mejilla, y se fue a dormir diciendo: "A por l, tigre". El padre respir
profundamente, cogi un taburete verde y se sent junto a la cama de su
pequeo.

- Voy a contarte una historia...


-Otro cuento? - interrumpi el pequeo.
- No, una historia que...
- Es de monstruos?
- Algo as, es una historia que nuestra familia lleva contando...
- Salgo yo?
- Si me dejas hablar, te la contar.
- Perdn- se disculp el nio, impaciente como todos los nios, emocionado
como todos los nios. Y se sent en la cama, tapndose con su sbana hasta
las orejas, dispuesto a escuchar como slo saben escuchar los nios. Y el padre
comenz su historia.
- Hace miles de aos, los humanos fueron testigos del combate que mantenan
los semidioses por el dominio de la Tierra. Por un lado, los Gemidas se haban
comprometido a mantener el equilibrio natural del mundo y protegan a los
mortales de las amenazas que provenan del lugar situado detrs de la Sombra
Oscura, territorio de los Necrmidas, que odiaban a los mortales por haber
recibido la Tierra como su morada.
- Los quines hacan qu cosa y los como-se-llamasen-los-otros que venan de
no-se-dnde iban a hacer qu, pap?- pregunt el nio, que no haba entendido
nada.

- Que los buenos luchaban contra los malos respondi el padre, recordando
que l tampoco supo comprender aquellos nombres hasta que fue ms mayor.
Y uno de los ms malos se llamaba Somncubus, un semidios que, desterrado a
la Sombra Oscura por su codicia, juro que se vengara de los mortales y que su
venganza sera tan terrible que todos los Poderes del Universo tendran que
arrodillarse ante l.
Usando un conjuro prohibido que haban ocultado bajo siete hechizos los
Santos Sabios, Somncubus cre un sentimiento que slo l podra controlar: el
miedo. Y us su poder para inspirar ese sentimiento entre todos los mortales
mientras dorman. Y antes de que la Luna diera paso al Sol, el miedo se haba
vuelto

tan

poderoso

que

ni

el

mismo

Somncubus

pudo

dominarlo.

- Y qu le hizo? Lo mat?, le hizo sangre?- pregunt el nio, cada vez ms


interesado

en

la

historia.

- Lo encontraron con los ojos muy abiertos, temblando y llorando, acurrucado


en una cueva de la que, dicen, nunca ms sali. El miedo se instal en el
corazn de las personas y, durante dcadas, domin su voluntad para que no
se atrevieran a hacer muchas de las cosas que hacan antes de su llegada:
dejaron de pasear solos por el bosque, dejaron de guardar cosas en los altillos
de sus casas. Incluso dejaron de relacionarse con otras personas por miedo a lo
que les podran hacer. Y la peor parte se la llevaron los nios.
- Nosotros? Por qu, pap, por qu?, eh?, por qu?
- Porque, cuando dorman, convertan su miedo en imgenes de monstruos que
impedan su descanso y les provocaban un amargo llanto. Y cuando aquellos
nios se convirtieron en adultos, al crecer viendo esas imgenes en sueos, las
transformaron en seres reales que escaparon de su imaginacin y el mundo se
llen de feroces dragones, trolls deformes y malolientes y todo tipo de seres
espantosos que aguardaban en la oscuridad, se escondan en los armarios o
dorman

bajo

las

camas.

- En serio? el nio escuchaba a su padre con suma atencin, pues le afectaba


directamente, ya que l estaba convencido de que un monstruo se haba
colado

en

su

habitacin.

Sigue,

sigue,

porfi.

- Los semidioses no saban qu hacer. Estaban desolados, pues el mundo que


haban jurado proteger se estaba destruyendo a s mismo por culpa del miedo.
Entonces, un muchacho joven, casi un nio, tuvo una idea: junt varias hojas
grandes (las ms grandes que pudo encontrar) y las cosi con una cuerda de
camo. Y con su invento bajo el brazo, pidi ser escuchado por los

Gemidas...
-

Por

quines?

pregunt

el

hijo.

- Por los buenos aclar el padre, y continu. ... ser escuchado en la siguiente
Asamblea y proclam: esto que veis puede vencer al miedo. Lo llamo Valor. Los
semidioses sonrieron incrdulos, pues no entendan como un montn de hojas
podan vencer al miedo, que ya haba derrotado a un poderoso semidios como
Somncubus, haba dominado el corazn de los hombres y amenazaba el
equilibrio del Universo. Entonces el joven pregunt a la Asamblea cul era su
mayor temor. Y mientras ellos le contestaban: ser desterrados como
Guardianes de la Tierra, el joven les dibujaba en las hojas, marchando con la
cabeza baja y el rostro triste. Cuando hubo terminado el dibujo, lo mostr. Y
entonces...
-

Qu....qu?

preguntaba

el

nio

aferrado

su

almohada.

- Unas luces oscuras salieron de los corazones de los semidioses, como rayos
en una tormenta. Y todas aquellas luces se estrellaban contra el montn de
hojas quedando encerradas. Y cuando las luces terminaron, el miedo haba
desaparecido.
- Qu guay! exclam el nio, pensando que sera fantstico poder tener unas
cuantas de esas hojas. El padre se sent en la cama, junto a su hijo, y le
pregunt
-

Claro!

si
-

le

apeteca

respondi.

or

se

el

acurruc

resto
bajo

de
uno

la

de

sus

historia.
brazos.

- Fascinados por el invento ordenaron a los rboles que hicieran brotar millones
de hojas y encargaron al joven muchacho que los convirtiera en "valores". Uno
para cada corazn temeroso. Entonces l explic que eso era algo que tena
que hacer cada persona por s misma, pero los semidioses (que no tenan
demasiada paciencia) insistieron en que l deba ir pueblo por pueblo
explicando

el

modo

de

acabar

con

el

Miedo.

- Por todos los pueblos? pregunt el nio, solidarizndose con el protagonista,


que

tambin

era

casi

un

nio.

- Por cada pueblo de cada provincia de cada pas respondi el padre.


- Por todo el mundo? - insisti el nio, casi indignado por el encargo de los
semidioses. - Eso mismo pregunt yo dijo el padre, recordando su propia
indignacin. Era imposible que le diera tiempo a recorrer el mundo entero y
menos en aquella poca que no haba ms transporte que un caballo.
Imposible!
- S es posible matiz el nio Con magia. El padre se trag un gesto de
envidia porque a l, cuando era pequeo, no se le ocurri esa respuesta.
- En efecto. Los semidioses le ayudaron con magia. Fue entonces cuando los

Necrmidas Los malos acusaron a los Geo..., a los buenos, de modificar la


Ley

de

los

Qu

Santos

ley

era

Sabios.

esa,

pap?

- Se deca que los semidioses no podan interferir en las decisiones de los


humanos. Si la idea era del muchacho ellos no podan ayudarle concedindole
la magia de estar en cualquier lugar del mundo slo con pensarlo. Reclamaron
su derecho a imponer condiciones en la misin que haban encargado al
muchacho.
- Cules? pregunt el nio extraado, ya que, como todo nio sabe, los malos
no tienen derecho a nada, salvo que los buenos les dejen, que para eso son los
buenos que, como dice su madre, "a veces de tan buenos parecen tontos".
- Que las hojas de rbol slo pudieran encontrarse en el interior de una cueva
oscura como la noche, que el muchacho slo pudiera explicar una vez la forma
de usarlas a quienes quisieran escucharle y le creyeran, y, por ltimo, que una
vez hubiera recorrido la Tierra explicando el modo de vencer el miedo, perdiera
la magia que le haban concedido y volviera a ser un muchacho normal.
Qu fastidio! protest el nio pensando en lo chulo que sera tener magia. l
podra

hacer

tantas

cosas

si

tuviera

magia.

qu

pas,

pap?

- El muchacho recorri la Tierra en poco ms de un mes, explicando en todos


los idiomas (que curiosamente hablaba a la perfeccin), a quien quiso
escucharle, que si queran vencer al miedo deberan entrar en la cueva oscura,
encontrar
-

Qu

el

valor

miedo!

dibujar
Entrar

en

las
en

hojas
una

aquello

que

cueva

teman.
oscura.

- Ese era el plan de los Nec... de los malos. Pensaban que nadie se enfrentara
a sus temores para encontrar el valor, pero se equivocaron. Cada vez ms y
ms personas dibujaban sus monstruos y vencan sus miedos. Con el paso de
los aos, las hojas de rbol se convirtieron en hojas de papel; la cuerda de
camo, en grapas o cola de contacto, y los valores, en libros. Y as nacieron
los cuentos sobre monstruos, ogros, dragones, fantasmas... La gente fue
dibujando sus miedos en libros para que desaparecieran. Y colorn colo...
- Venga ya! exclam el nio, terriblemente decepcionado al or la conclusin
de la historia. Todo este rollo para decirme que quieres que lea cuentos?
-No, hijo, quiero que los escribas y, sobre todo, que los dibujes. As, el monstruo
que de tu ropa salt al armario y se escondi debajo de tu cama desaparecer
para

siempre.

-Ya, seguro dijo entre dientes el nio, cruzado de brazos, con los morros bien
apretados.
Entonces el padre sali un momento de la habitacin para entrar en el "cuarto-

donde-nunca-se-debe-entrar-porque-ah-estn-las-cosas-de-los-paps" y sali
con un pao viejo en las manos. Volvi a sentarse en el taburete verde y le
puso

el

pao

en

las

piernas

su

hijo.
brelo.

El nio desenvolvi el pao y dentro se encontr con un montn de grandes


hojas de rbol, cosidas por una cuerda de camo. Apenas poda creer lo que
estaba viendo. Aquello pareca tener miles de aos y estaba lleno de dibujos de
seres

monstruosos.

- Dibuja a tu monstruo y maana volveremos a guardarlo. Vale, hijo?


El padre estaba saliendo de la habitacin cuando el nio, al fn, se atrevi a
preguntar:
-

Pero,

Y su padre le gui un ojo y respondi: "Magia.


Paco Ros

cmo?

Miedo por ser diferente


Cuarto

finalista

Jaime viva con sus padres en una bonita casa con jardn a las afueras de una
gran ciudad. Por las maanas iba al cole en el autobs que le recoga en la
puerta y por las tardes se entretena jugando con su baln, sus coches y sus
piezas de construccin en el jardn. Las horas le pasaban volando mientras
disfrutaba saltando en la hierba, a pesar de que Mam a veces le regaase por
estropearle los geranios. Ella cuidaba de sus flores y sus tres rboles frutales
con ilusin, pero le costaba subirse a la escalera y cargar con las ramas secas.
Un

da

dijo

pap

en

la

cena:

- Hoy ha llegado a la fbrica una persona buscando trabajo. Pareca muy triste
y cansado. Ahora no tenemos puestos libres, pero como le he visto grande y
fuerte se me ha ocurrido ofrecerle cuidar del jardn para que mam pueda
descansar

un

poco.

Qu

te

parece?

- Creo que es una idea muy buena! As podr ayudarme con la poda pues casi
no

llego

las

ltimas

ramas

de

los

rboles.

A la semana siguiente, mientras Jaime jugaba con un tren entre las piedras del
jardn,

lleg

pap

le

dijo:

- Mira Jaime, quiero presentarte a Yumadi, nos ayudar a cuidar del jardn.
Yumadi, tmidamente, extendi la mano para saludarle. Jaime se qued muy
quieto, mirando con ojos grandes y asustados al gran hombre que tena
delante. No se atrevi a abrir la boca y despus de unos segundos sin moverse
sali corriendo hacia la casa. Se meti en su cuarto y cerr la puerta. No quiso
salir hasta la hora de la cena y no sin antes preguntar si se haba ido ya ese
seor

tan

raro.

Durante

la

cena,

pap

le

pregunt:

- Jaime, por qu no has querido saludar al nuevo jardinero? Se ha quedado un


poco

triste

cuando

te

ha

visto

huir

sin

decir

nada.

- Es que me da miedo! exclam sorprendido de que no le entendiesen- No


habis

visto

que

es

todo

negro?

- Claro que s! dijo mam. Hay gente de otras razas y de otros colores, pero
lo importante es que sean personas buenas y, en este caso, ha venido con
ganas

de

trabajar.

Pues

no

me

gusta!

Adems,

es

feo!

- Jaime, eso lo dices porque le ves diferente, pero tienes que aprender que no
todos

somos

iguales

no

por

eso

somos

peores

personas.

Ese da Jaime se acost enfadado con sus padres, enfadado con Yumadi y hasta
enfadado con el jardn por tener que necesitar que viniera alguien de fuera a
cuidarlo. Se senta incomprendido, le atemorizaba la imagen de ese hombre de

manos grandes que le miraba con ojos saltones. No y no! No ser su


amigo!,

pens

justo

antes

de

dormirse.

Al llegar del colegio al da siguiente, Yumadi estaba ya subido a una escalera


con las tijeras de podar y salud al nio con la mano cuando pas a su lado.
Jaime se dirigi directamente a la casa y se meti en su cuarto sin merendar.
Despus de un rato, aburrido por no salir fuera, se asom a la ventana y vio
como Yumadi haca un montn con las ramas secas, despus se fij en el
cuidado que pona en plantar unas petunias y finalmente se entretuvo vindole
regar los setos. La tarde se le hizo as ms entretenida, aunque no sali al
jardn

pesar

de

que

Pap

le

anim

varias

veces.

La tarde siguiente Jaime se encerr tambin en su dormitorio, pero cuando esta


vez se asom a la ventana se encontr en su alfizar una rama de hierbaluisa
que, con su fuerte olor a limn, llenaba toda la habitacin de un fresco
perfume. Al mirar hacia el jardn Yumadi le salud con su gorra. Jaime sonri,
pero no se atrevi a salir al exterior. Dos das despus, Jaime se anim a ir al
jardn con su coleccin de muecos articulados. Mientras jugaba con ellos,
miraba de reojo cmo Yumadi iba de un lugar a otro acarreando macetas,
tierra, semillas y agua. Le sorprenda su agilidad y su fuerza y, al mismo
tiempo, la delicadeza con la que trataba a las plantas. Al final de la tarde, pudo
ms la curiosidad y se acerc mirndole con intensidad. Yumadi no deca nada,
pues se daba cuenta de que el nio necesitaba tomarse su tiempo. Despus de
pensrselo
-

Por

mucho,
qu

tienes

los

Jaime

ojos

los

dijo:

dientes

tan

blancos?

Yumadi se ech a rer, pero al ver la cara de susto de Jaime, le respondi con
suavidad:
- Mis ojos son castaos, casi negros, pero te parecen blancos porque contrastan
con el color oscuro de mi piel. Mis dientes s que son blancos de verdad!
-

Nunca

haba

visto

nadie

as

- En mi pas, Etiopa, somos todos as. Mi mujer y mis hijos tambin son
negros.
-

Tienes

hijos?

Pero,

dnde

estn?

- Muy lejos, - dijo Yumadi con tristeza. Espero volver a verles algn da.
A partir de esa tarde, Jaime volvi a jugar en el jardn. Le gustaba sentirse
acompaado cuando extenda sus juguetes entre los arbustos. De vez en
cuando se acercaba a Yumadi a preguntarle sobre su pas y su familia, le
pareca muy interesante todo lo que le contaba sobre ese lugar tan lejano y
misterioso, sobre todo por poder contrselo luego a los amigos de su clase con
todo

lujo

de

detalles.

Unos

meses

despus,

pap

se

acerc

Jaime

le

dijo:

- Esta tarde Yumadi vendr con su hijo mayor. Su familia acaba de llegar desde
su pas y la madre tiene que cuidar del beb pequeo. Espero que te portes
bien

con

l.

Qu

emocionante!

Despus de tanto hablar de ellos iba a conocerles. Al llegar del colegio Jaime
fue directamente al jardn a buscar al nuevo visitante lleno de curiosidad.
Encontr a Yumadi junto a los acebos y a un nio delgadito con el pelo muy
rizado sentado a su lado. Jaime se acerc y exclam muy contento:
-

Hola!,

cmo

te

llamas?

De repente el nio rompi a llorar agarrndose a las piernas de su padre. Jaime


no

entenda

nada.

Yumadi

intentaba

consolarlo

dicindole:

- Se llama Melaku. Todava no habla tu idioma, pero espero que lo aprenda


pronto

para

que

seis

buenos

amigos.

Mam lleg en ese momento y cogiendo suavemente de la mano a Jaime le


dijo:
- Mira, hijo, te acuerdas de que cuando lleg Yumadi a esta casa t te
asustaste mucho y no queras hablar con l? Pues a este nio le pasa algo
parecido. Acaba de llegar de un viaje muy largo y todo es nuevo para l. Yo
creo que incluso le asusta ver a personas de piel tan blanca y tan distintas de
las

que

conoce.

- De verdad? dijo Jaime a quien le costaba entender que un nio tuviese


miedo de l. Entonces Jaime se fue a su cuarto a buscar en la caja de juguetes
su tren favorito. Lo llev al jardn donde Melaku segua enroscado a las piernas
de su padre secndose las lgrimas. Le tendi el juguete, pero el nio miraba
hacia abajo sin querer cogerlo. Jaime se lo dej en la tierra y se ech unos
pasos hacia atrs sentndose en una roca. Al principio Melaku no se atreva a
levantar los ojos, pero despus de unos minutos mir al tren, despus a Jaime
y, luego, otra vez al tren. Muy despacito se puso de pie y lentamente se acerc
al juguete cogindolo con cuidado. Jaime no deca nada, pero le observaba
sonriente.
Jaime volvi a la casa a por su pelota, su barco pirata y sus coches de carreras
y lo puso todo alrededor de Melaku. La mirada del nio se ilumin con alegra y
al poco rato estaban los dos jugando sin darse cuenta de que ni siquiera les
haca falta hablar el mismo idioma. Esa noche, cuando su padre se acerc a
darle

un

Lo

Vendr

beso
has
Melaku

de

buenas

hecho
maana

noches
muy
a

le
bien,

jugar

dijo:
hijo.
conmigo?

- S. Adems, as podrs seguir ayudndole a perder su miedo a lo nuevo y


desconocido.
Aquella noche Jaime durmi feliz por haber encontrado a un amigo tan
diferente y especial.
Marta Garca Rodrguez

Edgar, el monstruo alado


Quinto

finalista

Anita era una nia muy lista, pero se senta muy sola. Sus padres trabajaban
todo el da y an no la llevaban al colegio, pese a tener 5 aos. Su abuela,
Mara, le haba enseado a leer, y le encantaba. As que ella viva entre libros y
fantasa, aprendiendo muchas cosas y aprendiendo a evadirse de la realidad,
viviendo miles de aventuras a travs de tan apasionadas lecturas. Pero eran
aventuras, que una vez terminado el libro, saba nunca existieron, lo que la
apenaba mucho. Ella haba ledo la Historia Interminable, y ansiaba encontrar
un da un libro como aquel, un libro que la transportara al mundo donde los
cuentos,

se

hacan

realidad.

Pero su nico amigo, Damin, el vecinito de al lado, le deca que despertara,


que eso no era posible porque solo eran letras. Solo letras? Y cmo nadie
poda coincidir en escribir sobre las mismas criaturas una y otra vez? Muchos
escritores hablaban de monstruos, hadas, centauros, unicornios, dragones y
ogros, algo tena que ser verdad. Y esa fe ciega es lo que despert a Edgar.
Edgar era un monstruo alado, que haba dormido durante los siglos. Haba sido
hechizado por una malvada bruja, y solo la fe ciega de un ser humano en los
seres mgicos podra despertarlo. Anita ese da lloraba desconsolada. No
entenda cmo la dejaban tanto tiempo sola, cmo no poda ir al colegio, para
tener ms amigos y conocimiento, y se senta muy mal. Lloraba sobre la
medallita de dragn que le regal su abuelita para su cumpleaos. Y la
medalla

empez

brillar

intensamente

con

chispas

de

colorines!

Anita, lejos de asustarse, dej de llorar. Se sec las lgrimas y sigui hacia
donde le guiaba esa bella luz. La guiaba al tico! All se escuchaban gruidos y
batir de alas... Se atrevera a abrir la puerta? Pues s, se atrevi. Abri la
puerta y subi las escaleras de entrada al tico. Y solt un grito enorme!, All
haba un terrible monstruo plateado que gritaba y giraba sobre s mismo!. Con
un
-

grito,

el

No

enorme
te

ser
asustes,

par

la

Anita.

mir

fijamente.

Soy

Edgar.

Saba su nombre!, como saba su nombre?, estara soando? Se frot los


ojos, pero no, segua all, mirndola con esos ojos amarillos, que la
atemorizaban.
-

Necesito

tu

ayuda.

Acrcate,

por

favor.

Volva a dirigirse a ella y su voz se haba tornado melodiosa. Y si quera que se


acercara para comrsela? No, ya lo habra hecho, el tico era pequeo y la
habra alcanzado fcilmente. Se acerc temblorosa y le pregunt qu quera.

Destame

Anita

se

las

alas

para

atrevi

que

pueda

habl

volver

al

aquel

Reino

Imaginario.

ser

temblorosa.

- El Reino Imaginario?, qu reino es ese?. Y quien o qu eres t?


- El Reino Imaginario es el lugar que los nios han construido con su
imaginacin durante los siglos. All, todas vuestras criaturas imaginarias,
nacemos y vivimos. Yo soy el monstruo de la abuela, tu abuelita Mara, me cre
y lo fue pasando de generacin en generacin a travs de un cuento
inventado. Mara te lo cont en un cuento miles de veces. El monstruo que
imaginabas miles de veces que sala de tu cama y te llevaba volando lejos de
aqu. Me llamo Edgar. Y no soy malvado, no temas, como frutas del bosque. Me
hechizaron y me qued dormidito aqu. Pero t me has despertado. Solo que
mis alas siguen atadas con un hilo mgico que solo t puedes cortar. Date
prisa,
-

se

va

apretando

me

hace

cmo
Usa

lo
tu

mucho

dao.
corto?

imaginacin.

Anita cerr los ojos y se imagin unas tijeras mgicas de oro, cuando abri los
ojos, las tena en su mano. Anita ri encantada, se acerco a Edgar, pero era tan
alto que no llegaba. Entonces, cerr los ojos y se imagin una planta que la
levantaba hacia las alas de Edgar. Imaginado y hecho. La planta brot del suelo
y la levant. Anita cort el hilo y Edgar extendi las alas. Eran diminutas!
Cmo podan hacerle volar? Pero luego pens: es un monstruo de plata, est
en mi tico, he creado unas tijeras de la nada, y un ascensor vegetal. Pues
claro

que

puede

volar!

Estaba muy contenta, pero, y ahora qu? Edgar la miraba como si pudiera
leerle
-

la

mente.

Sube,

Anita.
dnde

vamos?

- Quiero que veas lo que los nios habis creado con vuestra imaginacin,
quiero ensearte mi mundo, vuestro mundo. A donde vais en vuestros sueos y
juegos.
Anita mont en su lomo y se agarr a su cuello. Un circulo mgico se abri ante
ellos al pronunciar Edgar: Escantimplopletuplena. Entraron en l y pasaron
por un tnel de Arco Iris. Lo que all vio la llen de alegra. Todos los seres
mgicos conocidos y por conocer, estaban all! Y tambin aprendi que nuestra
imaginacin era la que haca que aquellos seres se comportaran de un modo u
otro. No haba ogros ni monstruos malos, si no queramos que fueran. Nuestra
imaginacin poda volverlos buenos, malos, altos, bajos, como quisiramos. Y
todos esperaban un nio o nia, incluso un adulto, que quisiera ser su amigo,

su creador de aventuras. No haba que tenerles miedo, solo saber jugar con
nuestra imaginacin. Anita vivi muchas aventuras con Edgar y otros amigos,
pero eso ya es otra historia.
Mara P

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