Comentarios de Textos Geograficos
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COMENTARIO DE TEXTOS
GEOGRFICOS
(Historia y crtica del pensamiento geogrfico)
SP tiQ TC C A lU iS GONZAi
LA FWDAD, MICE
COMENTARIO
DE TEXTOS
GEOGRFICOS
(Historia y crtica
del pensamiento geogrfico i
Joaqun Bosque Maurel
Francisco Ortega Alba
0S758d
P rim era edicin en lengua castellana 1995
Q ^q
CS0=S
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ISBN 84-281-0856-0
D epsito Legal: B-29.011-1995
Portada:
H um b o ld t en su estudio en O ranienburger Strasse, Berln.
A cuarela de Eduard H ildebrandt, 1856.
oikos-tau
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r-^
ndice
In tr o d u c c i n .....................................................................................................................................................
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2. La pluralidad g e o g r f ic a .................................................................................................................
2.1 Saberes y prcticas g e o g r fic a s...........................................................................................
2.2 Concepciones g eo g r fica s........................................................................................................
2.3 Las tradiciones geogrficas ..............................................................................................
2 .4 Niveles de anlisis e s p a c ia l ...................................................................................................
2.5 Los contenidos de la geografa ...........................................................................................
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Bibliografa ........................................................................................................................................................
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1. E s tr a b n ..............................................................................................................................................
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5. B ernardo V a re n io .............................................................................................................................
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6. Alejandro de H u m b o ld t.................................................................................................................
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7. Eliseo R e c l u s .....................................................................................................................................
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Introduccin
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Unidos ante el desarrollo del nazismo alemn. Cambios y transformaciones que fueron
agudizados por la Segunda Guerra Mundial y han llegado a ser considerados como
una verdadera ruptura en la evolucin de la ciencia geogrfica.
Entonces se inici una nueva etapa se insistir una vez ms en una Nueva Geo
grafa (New Geography) caracterizada por la heterogeneidad en los objetivos y
en los mtodos frente a la mayor unidad anterior. Heterogeneidad visible tanto
espacialmente, al producirse la oposicin entre las escuelas francesa tambin
europea? y anglosajona, sobre todo norteamericana, tanto cronolgica como instramentalmente, con una rpida sucesin de nuevos presupuestos muy diferentes entre
s pese a su pertenencia a una nueva y similar lnea de pensamiento. Mientras, en
Francia, los principios de la Geografa clsica mantuvieron y mantienen su total
vigencia, y slo a comienzos de los aos setenta se iniciaron ciertos cambios que
no excluyen la preeminencia de la tradicin vidaliana, la Geografa anglosajona ante
rior a los aos cincuenta entr en una aguda crisis e inici profundos cambios a raz
del trmino de la Segunda Guerra Mundial.
Adoptando el ao 1950 como una fecha clave, se ha llegado a convenir en que
entonces un importante nmero de gografos anglosajones entre los que se des
tacaron Fred K. Schaefer (1904-1953), William Bunge y David Harvey, adems
del grupo sueco de Lund, se plantean la exigencia de un cambio conceptual profun
do a partir de las bases de una Geografa nomottica, deductiva y general opuesta
a la ciencia geogrfica ideogrfica, inductiva y regional dominante hasta entonces.
Frente a los planteamientos tradicionales o clsicos de Harsthome se imponen dos
principios bsicos, considerados por muchos revolucionarios, la preocupacin por
el establecimiento de leyes generales y la capacidad de predecir las lneas fundamen
tales del proceso espacial.
Y todo ello partiendo de la idea, muy repetida por los nuevos gegrafos, de que
existe en la naturaleza ms orden del que aparece a primera vista, aunque ese orden
no se descubre hasta que se busca (Capel, 1971). En funcin de su carcter nomottico y neopositivista su bsqueda parte de la existencia de unos hechos reales y
concretos cuya evaluacin exige una cuantijicacin rigurosa, favorecida por el impor
tante papel alcanzado por un conjunto de nuevas tecnologas (Estadstica, Inform
tica, Teledeteccin), cuyo uso generalizado ha dado lugar al apelativo de cuantita
tiva concedido a menudo a la New Geography. Una filosofa enunciada ya, en
plenos aos treinta, por Walter Christaller (1893-1969) y que dio lugar a un impor
tante precedente, muy bien recibido por las nuevas tendencias y por muchos de sus
seguidores, sobre todo en los Estados Unidos.
Sin embargo, no faltan las sombras y por ello las crticas han sido numerosas.
Por una parte, los gegrafos clsicos se han referido a la deshumanizacin provo
cada por el afn teortico y, ms an, por la preocupacin cuantificadora. Este hecho,
como el olvido del medio fsico y la minusvaloracin de los factores histricos, ha
sido subrayado frecuentemente (Orlando Ribeiro, 1972). Pero, adems, la crtica, y
no la menos dura y agria, ha surgido desde dentro, desde los mismos que, inicial
mente, fueron los adalides de la nueva geografa. Este es el caso, entre otros, de
David Harvey (1977); tras sealar que la llamada revolucin cuantitativa surgi como
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2. LA PLURALIDAD GEOGRFICA
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to del valor, funcin o utilidad del saber. Se entiende como estrictamente utilitaria
y beligerante en favor del grupo que la utiliza y manipula.
Finalmente, la Geografa turstica o popular, la que Lacoste llama geografa
espectculo, es una mezcla variopinta de geografa del poder al menos de los gran
des grupos econmicos que controlan el turismo y de geografa vulgar o popular,
enciclopdica y esteticista. Su vertiginoso auge favorecido por la generalizacin del
turismo y el advenimiento de la cultura de la imagen, es visible en el desarrollo de
los documentales cinematogrficos y televisivos y la existencia de una pltora de revis
tas o boletines de viajes y paisajes. Y que son, en cierta forma, herederas de las viejas
y an exitosas enciclopedias ilustradas derivadas de la nacida en Francia en el
siglo XVIII. Tampoco es ajena a este proceso la creciente ideologa ecologista.
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de las leyes estocsticas, afirma que una sociedad se mueve bajo los efectos de la
presin material igual que una corriente de gas; y, por lo regular, sus individuos res
ponden a la presin, pero, en cualquier momento, un individuo cualquiera puede
estar movindose como un tomo de gas en sentido contrario o a travs de la corrien
te. Con ello, la sustitucin de las leyes normativas por la idea de tendencias probabilsticas permiti una visin nueva del comportamiento humano en el cual era
posible acomodar tanto el libre albedro como la determinacin (Haggett, 1976).
Durante muchos siglos, el proceso cientfico exiga el deterninismo matemtico
en la formulacin de sus leyes, por lo que las disciplinas que incluan hechos de dudoso
cumplimiento y prediccin slo probable (idiogrficas), no eran consideradas cien
cias en el sentido en que lo eran las hegemnicas ciencias fsicas (nomotticas). Pero,
con las teoras de Plank, Heisenberg y Bertalanffy, a lo largo del siglo XX se fue
ron admitiendo como plenamente cientficas las leyes estocsticas y la existencia de
una cierta indeterminacin en la prediccin. Como seala Prigogine (1983), las estruc
turas disipativas, tan comunes en los sistemas complejos abiertos, pueden seguir
trayectorias diferentes e impredecibles a partir de situaciones iniciales idnticas.
De todas formas, la concepcin idiogrfica insiste en el carcter histrico de los
hechos humanos y en la inexistencia de una autntica repeticin de la historia. En
definitiva, sostiene la irrepetibilidad o excepcionalismo corolgico por la combina
cin heterognea y abigarrada de variables, matices, concausas y relaciones en cada
lugar concreto.
La oposicin entre ciencias ideogrficas y nomotticas, nacida con Kant (Capel,
1971), aflorar de forma recurrente a lo largo de toda la historia contempornea de
la geografa, enfrentando por una parte los dualismos que hacen irreductible el hom
bre, sujeto de conocimiento cientfico y objeto de ese conocimiento, con los monis
mos que consideran, desde Darwin (Stoddart, 1986), al hombre uno ms de los esla
bones de la evolucin y, por tanto, tan susceptible de ser objeto de estudio cientfico
como cualquiera de los otros elementos de la serie.
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BIBLIOGRAFA
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torial A riel, 1, 377 pgs.
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y 39. M adrid, A lianza E ditorial, 375 y 350 pgs.
El conjunto de textos que siguen en total, veintinueve es sin duda muy obje
tivo en su seleccin y muy limitado en su nmero. Poda ser de otra manera, dada
la complejidad y diversidad de la evolucin sufrida por el pensamiento geogrfico
y su nada simple contenido. Sin duda que podan ser otros los gegrafos selecciona
dos y muy distintos, en cada caso, los textos escogidos. Aparte de que, dado el carcter
y el tamao de esta obra, no ha sido posible incluir textos completos como era en
principio el deseo de los autores. En cualquier caso se ha procurado y creemos
que se ha conseguido ofrecer una imagen clara del pensamiento de cada uno de
los gegrafos seleccionados y, ms an, procurar que, pese a los cortes y pausas intro
ducidos, la legibilidad de los textos fuese mxima. Los ensayos biogrficos y biblio
grficos que acompaan la aportacin de cada gegrafo no slo pretenden facilitar
la comprensin de cada texto sino, ante todo, la situacin de cada autor en su poca
y entre sus colegas. Y, ms an, permitir entender los planteamientos y la evolucin
conceptual de cada uno de los cientficos estudiados.
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Pese a las muchas lagunas existentes sobre la vida de Estrabn, se sabe lo bas
tante sobre l para poder comprender e, incluso, explicar su obra. Su existencia trans
curri durante los reinados de Augusto y Tiberio en Roma, en pleno inicio y con
formacin de la pax romana sobre el Mundo Mediterrneo, fundamento y centro
de la Tierra entonces conocida. Estrabn parece que naci (Aujac, 1969) entre los
aos 64 y 63 a.J.C., en Amseia, ciudad del Pontos, antigua regin del Asia Menor
prxima a la costa meridional del Ponto Euxino, hoy Mar Negro; la antigua urbe
subsiste con el nombre de Amasya y es capital de la provincia turca del mismo nombre.
Perteneca a una distinguida familia griega procedente de Creta por va materna y
era capadocio por parte de padre, habiendo estado muy ligados sus antepasados a
los reyes del Ponto, Mitrdates Evergeta y Mitrdates Eupater. Su situacin familiar,
que le hizo enorgullecerse de ser griego, favoreci su educacin muy cuidadosa y
esencialmente helenstica. Estudi primero en Nysa, cerca de Efesos, con el gra
mtico Aristdemos, y ms tarde, en Roma, con Xnarcos y Tyrannion, todos ellos
pertenecientes a la escuela peripattica, aristotlica. Sin embargo, pronto se acen
tu y predomin la influencia estoica, junto a Polybios y Poseidonios, visible en sus
escritos, aunque se desconoce cmo y quin le introdujo en ella (Garca Bellido, 1945).
Fue un viajero significativo dentro de los lmites del Imperio Romano. Hacia el
ao 29 a.J.C. viva en Roma, aunque pudo haber estado antes en la ciudad imperial.
En el 24 viaja a Egipto, que recorre desde Alejandra hasta la frontera con Etiopa.
El mismo afirma haber recorrido gran parte del mundo conocido, desde Cerdea
hasta Armenia y desde el Mar Negro hasta el Sahara. No parece en cambio que reco
rriese personalmente la Pennsula Ibrica. Se benefici para ello de la pax roma
na, que al multiplicar las redes de caminos y facilitar el intercambio comercial y
cultural por tierra y mar favoreci sus investigaciones geogrficas e histricas. Por
otra parte, gracias a su proximidad a la clase gobernante, su viaje a Egipto lo hizo
en el squito de Aelius Gallus, jefe de una expedicin militar enviada por Augusto
contra los rabes, lo que le dio acceso a toda clase de informes privados y pblicos
sobre los diferentes pases del Imperio y acerca de muy distintas embajadas y expe
diciones a todos los rincones del mundo mediterrneo y sus confines. Su educacin
y su vida, por tanto, le permiti una informacin considerable y poco accesible a
otros gegrafos e intelectuales de su poca.
Estrabn se sabe que, al menos, escribi dos obras importantes. Una, de ndole
histrica que titula Memorias histricas, estaba dividida en 43 libros, de los que
slo han llegado a nosotros algunos fragmentos, siendo decisiva en su redaccin la
influencia del historiador Polibio, a quien sigue muy de cerca. Pero, en realidad,
Estrabn es conocido por su Geografa, llegada casi ntegramente a nuestros das,
tras haber alcanzado un extraordinario influjo en su tiempo. Aunque la huella de Poli
bio es clara incluso se ha dicho que Estrabn pretenda, con su Geografa, cons
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Seleccin de textos
truir una obra que hiciera juego con la Historia de Polibio, sus planteamientos
difieren mucho. Mientras en este ltimo la Geografa es un saber complementario
de la Historia, en Estrabn la pretensin de independizar la Geografa de la Histo
ria es evidente. Incluso sostiene que esta ltima es slo una ciencia auxiliar de la
primera. La primaca de la Geografa sobre la historia y las restantes ciencias exactas
y naturales se debe, segn Estrabn, a su carcter prctico y sus fines utilitarios.
As, afirma el mismo autor que la Geografa trata de cosas tiles para las cosas
de gobierno y, por ello, su obra es de todo punto necesario que... est adaptada
al hombre de Estado y sea igualmente til al pblico (1,1). Con ello, la Geogra
fa de Estrabn sera uno de los ms antiguos ejemplos de lo que, recientemente,
se ha llamado la geografa de los estadistas y de los estados mayores (Lacoste, 1976).
La Geografa de Estrabn est dividida en 17 libros. Los dos primeros (Pro
legmenos) tienen un carcter general y terico, constituyendo una de las primeras
historias del pensamiento geogrfico que se conocen, y siendo especialmente impor
tante el primero, que publicamos aqu por dicha razn. Los quince restantes son una
descripcin meditada y racional de la mayor parte del mundo conocido en el siglo
I a. de J.C., que se inicia en la Pennsula Ibrica y termina, tras rodear el Medite
rrneo, en Marruecos. Los libros 18 y 19, no conocidos ni conservados, debieron
referirse al Africa atlntica e islas adyacentes. Se supone que Estrabn escribi su
Geografa entre los aos 29 y 7 antes de Cristo y que, luego, hacia el ao 18 de
la era cristiana, la retoc superficialmente.
La obra estraboniana se ha conservado en copias muy corruptas de los siglos XI,
XIII y XIV, aunque en Espaa (El Escorial) slo existe una copia posterior (1423).
La primera edicin latina es de 1471 y la primera edicin moderna se debe a Kramer (1844-1852). El libro III, sobre Espaa, se traduce ya al castellano en el siglo
XVIII (Juan Lpez, 1787), existiendo una versin de 1900 debida a Antonio Blzquez, de la Real Sociedad Geogrfica, y otra, la mejor, de Antonio Garca Bellido
(1945). Los Prolegmenos se publicaron traducidos en 1980 y es la base de nuestra
edicin.
BIBLIOGRAFA
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8. Por lo dems, que la Tierra habitada sea una isla, se deduce en primer trmino
por los sentidos y por la experiencia. Pues por donde quiera ha sido posible a los
hombres llegar hasta los confines de la Tierra, se encuentra el mar, al cual llama
mos Ocano; y donde ha sido imposible comprobarlo con los sentidos, lo demues
tra la razn. En efecto, el lado oriental, que se encuentra junto a los indios, y el occi
dental, que se halla junto a los iberos y los maurusios, son enteramente navegables
desde hace tiempo por la parte meridional y septentrional; la parte restante, que no
ha sido navegada por nosotros hasta el presente, porque nadie se ha comunicado con
los dems que navegan por las partes contrarias, no es muy grande, si se la determi
Seleccin de textos
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na a base de las distancias que corresponden por la parte opuesta y que son accesi
bles a nosotros.
No es verosmil que el mar Atlntico est dividido en dos partes y separado por
istmos tan angostos que impidan la navegacin circular, sino que es ms probable
que confluya y sea continuo. Los que han emprendido la navegacin circular y lue
go se volvieron, afirman haber regresado, no porque se halle interpuesto algn con
tinente que impida la navegacin ulterior, sino a causa de la falta de medios y por
el aislamiento, pues el mar era no menos navegable. Esto est ms de acuerdo con
lo que ocurre en el Ocano, o sea, lo que se refiere al flujo y al reflujo. As, pues,
en todas partes ocurren las mismas variaciones de altas y bajas mareas, o bien la
diferencia no es mucha, como si este movimiento procediese de un solo mar y d e ,
una sola causa.
12. Muchos son los que han afirmado que para estos estudios son necesarios ml
tiples conocimientos. Hiparco, en sus escritos contra Erasttenes, ensea muy bien
que, siendo el estudio de la geografa conveniente a todos, as al que no est instrui
do como al que est dedicado a esta disciplina, no es posible adquirira sin la deter
minacin de las observaciones de los astros y de los eclipses. Por ejemplo, no es
posible establecer si Alejandra de Egipto es ms septentrional o austral que Babi
lonia, y en qu intervalo, sin la consideracin de las inclinaciones. As mismo, nadie
podr conocer con exactitud las regiones ms o menos ubicadas hacia el Oriente o
hacia el Occidente, sino por medio de la determinacin de los eclipses del Sol y de
la Luna.
34
toda la Tierra habitada. Ahora bien, esta descripcin interesa a aquellos para quie
nes no es lo mismo que esto sea de una u otra manera, conocido o desconocido.
Porque se podr gobernar mejor cada lugar si se conoce la amplitud y ubicacin de
la regin y las diferencias que posee, as en su clima como en s misma.
21. Es necesario considerar ahora algunas nociones que estn a la mano, a saber,
aquellas que son tiles al hombre de Estado y al jefe de un Ejrcito. Porque es incon
veniente que ste, de tal manera, ignore lo que se refiere al cielo y a la posicin de
la Tierra, que una vez constituido en un lugar donde se produzca alguna variacin
en el cielo respecto a lo que suele ocurrir generalmente en otra parte, se descon
cierte y prorrumpa en aquellas palabras:
Amigos, no sabemos en qu parte est el Poniente
y en cul la Aurora, ni por donde se oculta en a Tierra,
el sol que alumbra a los mortales,
ni por dnde se levanta.
Tampoco es necesario que investigue todo tan minuciosamente, que todo lo conoz
ca, ya sea en cuanto afecta a la vista o bien en su misma naturaleza, a saber, los
Ortos, los Ocasos y el paso simultneo por el mismo meridiano, las alturas de los
Polos, los signos que se encuentran en el cnit y todas las dems variaciones de este
gnero que ocurren de acuerdo con la variacin de los horizontes y, al mismo tiem
po, de los crculos rticos. Por lo contrario, de algunas cosas debe despreocuparse
por completo, a no ser en razn de la especulacin filosfica, y prestar fe a otras,
aunque no conozca sus causas, pues esto es propio solamente del filsofo y no es
este estudio de un hombre de Estado o no lo es siempre.
Seleccin de textos
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Son escasas las noticias que existen sobre la personalidad y la vida de Ruy Gon
zlez de Clavijo. En cambio, hay gran seguridad en su relacin con una Embajada
del rey Enrique III de Castilla a Tamorln. y el hecho de haber escrito un minucio
so relato sobre los acaecimientos de tal Embajada, relato conocido por ios nombres
de Embajada a Tamorln o Viaje a Samarcanda.
Natural, casi sin lugar a dudas, de Madrid, no existe documentacin alguna sobre
el nacimiento de Clavijo, que pudiera situarse en torno al sexto decenio del siglo
XIV. Perteneca a una familia de noble abolengo y muy bien situada en la Corte de
los Trastmara. Por ello, es casi normal que Ruy Gonzlez de Clavijo desempeara
importantes y significativos puestos, quizs, en la Corte del rey Enrique II (1369-1379),
fundador de la dinasta, y de su hijo Juan I (1379-1390), en las que fue Camarero,
y, sin lugar a dudas, en la de Enrique III (1390-1406), donde desempe cargos rele
vantes y obtuvo la suficiente confianza para llegar a ser Embajador real y jefe de
una misin tan delicada como la realizada en la Corte del ltimo gran khan mogol
Timur Leng, es decir Timur el Cojo (1395-1404), tambin conocido con el nombre
de Tamerln o Tamorln, segn los textos castellanos de los siglos XV y XVI. Incluso,
alcanz el reinado de Juan II (1406-1454), ya que muri en 1412, posiblemente en
Madrid donde fue enterrado en la Capilla Mayor del convento de San Francisco el
Grande en un mausoleo que se conserv hasta 1580. Parece ser que fue un caballero
de considerable cultura, buen orador como atestiguan noticias de la poca y gran
escritor segn prueba su relato de la Embajada a Tamorln (Lpez Estrada, 1943),
obra que sin duda le ha asegurado la posteridad.
La clave de la vida de Gonzlez de Clavijo se encuentra, por tanto, en la Emba
jada enviada por Enrique III al Gran Khan de los mogoles, y cuya sede estaba en
Samarcanda. Tal Embajada est enmarcada en la compleja situacin internacional
del momento tanto en Europa como en el Prximo Oriente En esta ltima regin,
el siglo XTV se caracterizar por la desintegracin del Imperio Bizantino ante la presin
ejercida por los turcos otomanos. A finales de la centuria, el sultn otomano Bayaceto (1389-1402) asediaba Constantinopla cuando los ejrcitos del khan mogol Timur
Leng penetraron en Asia Menor y derrotaron en Angora (1402) a Bayaceto, que muri
en el cautiverio. Con ello, la agona de Constantinopla se retras medio siglo, pro
vocando a la par que los reinos cristianos del Oeste europeo, a quienes preocupaba
el avance otomano, tratasen de entablar relaciones con Tamorln. Este fue el caso
del rey de Castilla D. Enrique el Doliente que envi sucesivamente dos embajadas
diferentes (L. Surez, 1966). La primera de ellas, en relacin con otras al Gran Turco,
a los reyes musulmanes de Tnez y Fez y al emperador de Alemania, estuvo a car
go de Payo Gmez de Sotomayor y Hernn Snchez de Palazuelo que presenciaron
la victoria del mogol sobre Bayaceto, regresando seguidamente a Castilla junto con
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un enviado del mismo Tamorln, dos damas cristianas que se encontraban cautivas
en Oriente y numerosas cartas y presentes.
En respuesta a estas cartas y presentes, el rey de Castilla decidi una nueva emba
jada al khan mogol formada por Ruy Gonzlez de Clavijo, Fray Alonso Pez de Santa
Mara, Gmez de Salazar, Alonso Fernndez de Mesa y otros servidores suyos, junto
con el enviado de Timur Leng, Mohamed Alcax, que regresaba a Samarcanda. El
viaje, iniciado en mayo de 1403 y finalizado en marzo de 1405, contorne desde el
Puerto de Santa Mara el litoral meridional europeo hasta Constantinopla, desde donde
sigui la costa del Asia Menor en el mar Negro hasta Trebisonda; desde aqu, pene
tr por Armenia (Erzerum) y bordeando el Cucaso meridional, atraves Persia (Tehe
rn) y, finalmente, llegar a Samarcanda, en la actual Asia central rusa. Tras perma
necer cerca de tres meses, de septiembre a noviembre de 1404, iniciaron el regreso
aproximadamente por la misma ruta de ida, arribando a Gnova a comienzos de enero
de 1406 y a la misma corte del rey de Castilla, en Alcal de Henares, el 24 de mar
zo del mismo ao.
Ruy Gonzlez de Clavijo, autor del minucioso y pormenorizado relato del largo
y accidentado recorrido, casi un diario de todas las grandes y pequeas vicisitudes
habidas en cerca de tres aos de viaje, recoge con curiosidad, gran detalle y mucho
cuidado numerosas referencias no slo de los diferentes pases recorridos sino de
su historia, de sus costumbres, de sus habitantes y no slo de aquellos que ocupa
ban los puestos de relieve sino tambin de los ms humildes. Sin duda, debe encla
varse en ese conjunto de libros de viaje medievales del que II milion de Marco
Polo es un modelo, y del que el Viaje a Samarcanda no desmerece en absoluto.
Adems de constituir un ejemplo que se ha repetido en la literatura espaola antes
y despus de l, como demuestran tantos relatos de los viajeros de Indias, o bien
los Viajes de Pero Tafiir (1436) y los Viajes por Marruecos, Trpoli, Grecia y Egip
to de Al Bey el Abassi (Domingo Bada, 1814). La obra de Clavijo se populariz
enseguida y, al dar a conocer la figura casi mtica de Tamorln, favoreci la crea
cin de un conjunto de noticias, ancdotas y sucesos que sobre ese personaje se atri
buyeron, sin razn, al mismo Ruy Gonzlez de Clavijo. La primera edicin, aparte
de las numerosas copias manuscritas que circularon durante los siglos XV y XVI,
la llamada edicin prncipe, se public en Sevilla, en 1582, y fue debida al historia
dor y erudito Gonzalo Argote de Molina, que aadi un discurso sobre el viaje y
la vida de Clavijo. Una segunda edicin apareci exactamente dos siglos ms tarde
y estuvo a cargo de Antonio de Sancha, que incorpor una vida de Tamorln debida
a Garca de Silva (1618). Posteriormente, aparecieron traducciones al ingls (1859
y 1928), as como otra al ruso (1881) (Lpez Estrada, 1943).
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Seleccin de textos
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Metelin....... e la dicha villa de Metelin es poblada en otero alto, que es junto con
trayan otrosy veinte mil camellos; a estas gentes andan con sus ganados por todas
las tierras del Seor e davan derecho al Seor en cada ao tres mili gamellos, e quince
mil carneros por que paciesen con sus ganados en Su tierra. E quando los dichos
embajadores ally llegaron, los mayorales destas tiendas salieron a ellos e leuaronlos
a vna tienda, e fizieron les traher de la mucha leche e natas e del pan, segund se
usanga.......
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por aldea, e de aqui tom nonbre Samaricante. E el auastamiento desta tierra non
es solamente de viandas, mas de panos de seda e de setunis e camocanes e cendals
e galres e gargeuels que se se fazen ally muchos, e forraduras de pea e seda e espe
cera e colores de oro e de azul e de otras maneras, por lo qual el Seor auia grand
voluntad de enoblesger esta ciudat, ga en quantas tierras el fu e conquist, de tan
tas fiso leuar gente que poblasen en esta ciudat e en su tierra sealadamente de maes
tros de todas artes. De Damasco leu todos los maestros que pudo auer, asy de panos
de seda de muchas maneras, como los que fazen arcos en que ellos tiran e armeros
e los que labran el vidrio e varro, que los auia all los mejores del mundo; e de la
Turqua e lev vallesteros e otros arteses quantos y fall, e alhanes e plateros e can
teros e de todos los menesteres que quisyerdes, fallaredes en esta ciudat. Otrosy leu
maestros de yngenios e lonbarderos dlos que fasen las cuerdas para los yngenios;
e estos senbraron canamo e lino, quelo nunca obo en esta tierra fasta agora. E tantas
gentes fueron las que aesta ciudat feso traher de todas las generaciones, asy omnes
commo mugeres, que dezian que eran ms de cient e ?inquenta mili personas; e en
esta gente que asy leuaban auia muchas naciones, asy commo turcos e alarbes e moros
de otras naciones e xristianos armenios e griegos catlicos e nastorynos e jacobynos e dlos que vautisan con el fuego en la fruente, que son xristianos de ciertas
openiones que enla ley an; e destas gentes auia tantas que non podan cauer enla ciudat
nin en las plagas e calles e aldeas que defuera della auuia, e so rboles e en cauas
auia tantos que era marauilla.
E trosy esta ciudat es muy abastada de muchas mercaduras que enlla bienen de
muchas partes; e de Ruxia e de Tartalia ban cueros e lientos, del Catay panos de
seda, que son los mejores que en aquella partida se fasen, sealadamente los zeytunis, que disen son los mejores del mundo e sin labores; e otrosy viene almizque,
que non lo ha enel mundo saluo en Catay; otrosy balaxes diamante, que los mas que
son en esta partida, de ally vienen, e aljfar e ruybaruo e otras muchas especias........
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(Traduccin del latn de Jos J. Calrols).
Sobre Hispania y su comparacin con la Galia
En lo que se refiere a abundancia de vino, grano y carnes, Hispania es superada
por la Galia, pero vence a sta en lo tocante a la calidad y el sabor de aquellos.
La Galia es frtil gracias a sus copiosas lluvias; los hispanos hacen uso, sobre todo,
de aguas de regado, para lo cual excavan a lo largo de enormes distancias canales
y acequias que traen desde los grandes ros. Esta no sufre como aquella los rigores
de los vientos septentrionales y fros: de ah que produzca en abundancia aceite, miel,
azafrn, arroz, rubia, minio, grana, azcar, esparto, romero, lavanda, limones, alca
parras, dtiles, cidras y granadas, as como otros frutos aromticos.
Los hispanos son de constitucin caliente y seca, y su tez es oscura; los galos
son ms fros y hmedos, blandos de carne y de tez blanquecina. Las mujeres galas
son ms frtiles que las hispanas. Los galos son de complexin ms grande, mien
tras que los hispanos son ms duros de cuerpo y tienen una cintura estrechsima.
Los galos luchan con ms arrojo que habilidad y en las guerras se fan ms de
la fuerza que de la astucia; con los hispanos ocurre al contrario.
En Hispania siempre se ha alabado la rapidez de los caballos a los que jinetes,
provistos de armaduras ligeras y con las piernas encogidas montan con gran esme
ro, ejercitndose en torneos y todo tipo de simulacros de lucha con ms frecuencia
que los galos. Con todo, tambin son muy apreciados los jinetes catafractarios de
los galos.
Los galos tienen el rostro campechano; los hispanos son taciturnos, porque estn
muy acostumbrados al disimulo. Aquellos son gente alegre, vivaz y amiga de las comi
lonas y rehuyen toda forma de esa hipocresa y seriedad tan cultivadas por los desan
gelados hispanos. En efecto, stos son menos sociables y bastante ceremoniosos en
los banquetes, dndose no se qu aires de gravedad, cosa que deja indiferentes a los
galos.
Los galos beben el vino puro, mientras que los hispanos lo diluyen con mucha
agua. Entre aquellos se acoge a los forasteros con gran afabilidad, no se les niega
ninguna atencin y en cuanto al sustento se les ofrece todo tipo de manjares prepa
rados. Entre los hispanos el comportamiento es penoso e incivilizado, de tal modo
que el que llega extenuado del camino se ve obligado a procurarse la comida pidiendo
por las calles. Ello hace que los hispanos no frecuenten tanto los caminos ni estn
muy dispuestos a derrochar su dinero con tanta generosidad para comprar alimen
tos, ni tampoco sean muy amigos de mostrarse as de serviciales, hasta el punto de
que un aldeano no se dignar hacer el ms mnimo esfuerzo por noble alguno si no
lo considera oportuno.
La lengua de los hispanos es ms grave, mientras que la gala es ms dulce. Entre
aquellos la forma de hablar de los castellanos es la ms elegante y la ms utilizada
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por el comn de las gentes. En la Galia es difcil saber en que ciudad se habla ver
daderamente en galo, ya que se trata de una lengua ms propia de la nobleza y gente
de palacio que de alguna localidad en concreto. La lengua hispana se halla, cierta
mente, ms cerca de la latina.
Hispania es ms extensa, pero se encuentra menos poblada. Es ms rica en oro
y plata, pero no en comercio de mercancas; adems, los reyes no recaudan tantos
tributos en sta como en aquella. En la Galia no hay prcticamente trozo de tierra
sin cultivar, mientras que en Hispania son numerosas las zonas incultas y desiertas.
La captura de aves y la caza abundan ms en la Galia y son muchos los que se ali
mentan de aves de corral, an cuando haya que comprarlas ms caras.
En Hispania los mercaderes llevan a la Galia paos de seda y de cualquier otro
gnero, lanas, azafrn, azcar, arroz, aceite, alumbre, semillas de tintes, piedras pre
ciosas y aromas trados de las Indias. De la Galia se trae a Hispania trigo, telas de
lino, hilo, glasto, tambin llamado, pastel, libros y muchas otras mercaderas de menor
envergadura, como puales, espejos, agujas, etc.
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tando y trajinando. Lo que hace estas tierras ser habitadas, y algunas muy pobladas,
es la riqueza de Minas, que se halla en ellas, porque a la plata y al oro obedece todo.
En stas por ocasin de las Minas y algunas poblaciones de Espaoles y de Indios
muy crecidas, como es Potos, y Huancavelica en el Per, las Zacatecas en Nueva
Espaa. De Indios hay por todas las serranas gran habitacin, y hoy da se susten
tan, y aun quieren decir, que van en crecimiento los Indios, salvo que la labor de
Minas gasta muchos, y algunas enfermedades generales han consumido gran parte,
commo el Cocoliste en la Nueva Espaa, pero en efecto de parte de su vivienda no
se ve, que vayan en disminucin. En este extremo de tierra alta, fra, y seca hay dos
beneficios que he dicho de pastos y Minas, que recompensan bien otros dos que tie
nen las tierras baxas de costa, que es el beneficio de la contratacin de mar, y la
fertilidad de vino, que no se da fino en estas tierras muy calientes.
Entre estos dos extremos hay la tierra de mediana altura, que aunque una ms
o menos que otra no llegan ni al calor de la costa, ni al destemple de puras sierras.
En esta manera de tierra se dan sementeras bien, de trigo, cebada y maz, las cuales
no se dan en tierras muy altas, aunque s en baxas. Tiene tambin abundancia de
pastos y ganados, frutas, y arboledas se dan assaz y verduras. Para la salud y para
el contento es la mejor habitacin, y asi lo ms que est poblado en Indias, es desta
cualidad. Yo lo he considerado con alguna atencin en diversos caminos, y discur
sos que he hecho, y hallado por buena cuenta, que las provincias y partes ms pobladas
y mejores de Indias son de este jaez. En la Nueva Espaa (que sin duda es de lo
mejor que rodea el Sol) mirese, que por do quiera que se entre, tras la costa luego
se va subiendo subiendo, y aunque de la summa subida se toma a declinar despues,
es poco, y queda la tierra mucho ms alta que esta la costa. Assi est todo el contor
no de Mxico, y lo que mira el Volcan, que es la mejor tierra de Indias. Assi en
el Per Arequipa, y Huamanga, y el Cuzco, aunque algo ms, y otra algo menos,
pero en fin todo es tierra alta, y que de ella se baja a valles hondos, y se sube a tie
rras altas, y lo mismo me dicen de Quito, y de Santafe, y de lo mejor del Nuevo
reino. Finalmente tengo por gran acuerdo del hacedor, proveer, que cuasi la mayor
parte desta tierra de Indias fuese alta, porque fuese templada, pues siendo baxa ftiera muy calida debajo de la Zona Trrida, mayormente distando del mar. Tiene tam
bin cuasi cuanta tierra yo he visto en Indias, vecindad de tierras altas por un cabo,
o por otro, y algunas veces por todas partes. Tanto es esto, que muchas veces dije
all, que desaba verme en parte, donde todo el Horizonte se terminase con el cielo
y tierra tendida, como en Espaa en mil campos se ve, pero jamas me acuerdo haber
visto en Indias tal vista, ni en Islas ni en Tierra Firme, aunque anduve bien ms de
setecientas leguas en largo. Ms como digo, para la habitacin de aquella regin fue
muy conveniente la vecindad de montes y sierras, para templar el calor del Sol. Y
asi todo lo ms habitado de Indias es del modo que est dicho, y en general toda
ella es tierra de mucha hierba, y pastos, y arboleda, al contrario de lo que Aristte
les y los antiguos pensaron. De suerte que cuando van de Europa a Indias, se mara
villan de ver tierra tan amena y tan verde, y tan llena de frescura, aunque tiene algunas
excepciones esta regla, y la principal es la tierra del Per, que es extraa entre todas,
de la cual diremos ahora.
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BIBLIOGRAFA
VARENLO, Bernardo. Geographie Generalis, in quo affectiones generales Telluris explicantur. Amsterdam, L. Elzevir 1650 (Segn M. Bowen). (Traduccin del
ingls de Pilar Bosque Sendra).
Captulo I
Geografa: Definicin, divisin, mtodo y otros comentarios preliminares
De siempre ha existido la costumbre de que aquellos que hablan globalmente de
una ciencia o una disciplina tengan que hacer unos comentarios preparatorios sobre
las condiciones, mtodo y propiedades de dicha doctrina. Creo que hay algo de razn
en esto, siempre que se haga sin sofismos, porque con tal informacin el lector pue
de tener una idea de la disciplina en conjunto, o por lo menos de sus argumentos,
y puede llegar a comprender la actuacin del gegrafo. As pues, en este primer cap
tulo, vamos a hacer algunos comentarios preparatorios sobre la constitucin de la
geografa y sobre su naturaleza.
Definicin
La geografa, considerada una de las ciencias matemticas mixtas, ensea esas
afecciones de la tierra y sus partes que dependen de la cantidad, es decir, la forma,
la situacin, el tamao, el movimiento, los fenmenos celestes y otras propiedades
similares.
Algunas personas la consideran estrictamente como la descripcin de las regio
nes de la tierra y de su distribucin. Otras, por el contrario, la amplan en demasa
y aaden una descripcin poltica de las regiones individuales. stas, sin embargo,
lo hacen con la excusa de mantener y alentar el inters de los lectores, quienes por
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nieve, vientos y otros hechos atmosfricos. Porque, aunque estos tambin se pue
den referir como propiedades de la tierra, como tienen una buena relacin con las
cuatro estaciones del ao y con el movimiento del sol, los hemos incluido por dicha
razn en la clase de hechos celestes. Sexto, la salida de las estrellas, la aparicin
y el movimiento de las mismas en el horizonte. Sptimo, las estrellas que pasan
por el znit del lugar. Octavo, el movimiento total o la velocidad de ste en cual
quier lugar, lo que segn la hiptesis de Copmico ocurre por rotacin en una sola
hora. Se podra aadir, de acuerdo con los astrlogos, una novena afeccin; estos
sitan sobre cada regin uno de los doce signos del zodaco, con un planeta para
cada signo. Siempre he considerado que esta doctrina no tiene valor, ni tampoco le
encuentro fundamento alguno; sin embargo, al final de la geografa especial revisa
remos esta distribucin.
Esto es todo en cuanto a las afecciones celestes. Denomino terrestres a los aspectos
que se encuentran dentro de la regin; de estos, yo cuento diez. Primero, lmites
y fronteras. Segundo, forma. Tercero, tamao. Cuarto, montaas. Quinto, aguas,
es decir, ros, fuentes, bahas del mar. Sexto, bosques y desiertos. Sptimo, fer
tilidad y esterilidad, con todo tipo de productos. Octavo, minerales o productos
de la minera. Novena, animales. Dcimo, la longitud de un lugar, que se podra
aadir a la primera propiedad, es decir a las fronteras.
A la tercera afeccin que hay que tener en cuenta en las regiones individuales,
la llamo humana, y depende de los hombres, es decir, de los habitantes de la regin.
Tambin se pueden diferenciar diez. Primero, la talla de los habitantes, su apa
riencia y color, la duracin de la vida, el origen, la comida y bebida. Segundo,
las fuentes de ingresos y ocupacin de los habitantes, el comercio y las mercan
cas que dicha regin enva a otras. Tercero, sus virtudes, vicios, conocimien
tos, inteligencia, escuelas, etc. Cuarto, sus costumbres sobre nacimientos, matri
monios, funerales, etc. Quinto, el habla o el lenguaje empleado por los habitantes.
Sexto, la organizacin poltica. Sptimo, religin y asuntos eclesisticos. Octavo,
ciudades y lugares ms famosos. Noveno, acontecimientos histricos notables.
Dcimo, hombres famosos, artesanos, e invenciones de los habitantes de la regin
individual.
Estas son las tres clases de afecciones que hay que explicar en la geografa espe
cial, aunque los de la tercera clase no son exactamente geografa, sino algo que hay
que conceder a la tradicin y a la conveniencia de los estudiantes. Adems de stas,
aadiremos a la geografa especial muchas secciones sobre la aplicacin prctica de
la geografa.
En la geografa general, sin embargo, de la que tratamos en este libro, primero
consideramos las afecciones absolutas de la tierra y la construccin de las partes.
A continuacin, consideraremos en general las propiedades celestes, que luego se
aplicarn en la geografa especial a las regiones individuales. Pr ltimo, en la par
te comparativa se sealarn esos asuntos que resultan de la comparacin de un lugar
con otro.
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San Antonio de Cuba, vuelven al Ocano Atlntico por el canal de Bahama, des
pus de haber cumplido un gran movimiento de rotacin entre Veracruz, Tamiagua,
la embocadura del Ro Bravo del Norte y la del Mississip. Estas aguas al unirse
al Ocano hacia el Norte, forman lo que los navegantes llaman el Gulf-Stream, esto
es, un ro veloz de aguas calientes que se apartan cada vez ms, siguiendo una lnea
diagonal, de las costas de la Amrica del Norte. Los buques que, desde los puertos
de Europa, navegan hacia estos parajes y no estn seguros de la longitud a que se
encuentran, pueden orientarse, tan presto como tocan al Gulf-Stream, con slo sen
cillas observaciones de latitud, gracias a la oblicuidad de esta corriente, cuya situa
cin ha sido por primera vez determinada exactamente por Franklin, Williams y
Pownall.
A partir del paralelo 41, el ro de agua caliente, que gana siempre en anchura
a medida que pierde su velocidad, se desva sbitamente hacia el Este, y va a tocar
casi el lmite meridional del gran banco de Terranova. He observado que en este sitio
la temperatura de sus aguas contrasta ms que en ninguna otra parte con las inme
diatas, enfriadas por el contacto de las arenas. Antes de llegar a las ms occidenta
les de las Azores, el Gulf-Stream se divide en dos brazos, uno de los cuales, al menos
en ciertas estaciones del ao, se dirige hacia Islandia y Noruega, el otro hacia las
Canarias y las costas occidentales de frica del Norte. Este movimiento del Atln
tico, que con ms pormenor he descrito en mi Viaje a las regiones equinocciales,
explica cmo, a despecho de los vientos alisios, son acarreados troncos de rboles
dicotiledneos desde Amrica del Sur y las Indias Orientales, hasta las costas de las
Islas Canarias. He hecho en las inmediaciones del banco de Terranova, un gran nme
ro de experiencias acerca de la temperatura del Gulf-Stream. Esta corriente trae con
gran rapidez, las aguas calientes de las latitudes bajas a las regiones ms prximas
al Norte; de lo que resulta que la temperatura es en 2 o 3 grados Reaumur ms ele
vada que la de las aguas inmviles que la rodean y que forman en cierto modo las
playas de esta corriente pelgica de agua tibia.
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4. Sartorius van W altershausen, P hysisch-geografphische Skizze von Island, 1817, pgs. 22-35.
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XXXIX. EL PROGRESO
El verdadero progreso es la conquista del pan
y de la instruccin para todos los hombres
Tomando en un sentido absoluto, la palabra progreso no tiene significado puesto
que el mundo es infinito y que, dentro de la inmensidad sin lmites, permanecemos
siempre por igual alejados del principio y del fin. En el movimiento de la sociedad,
teniendo que descomponerse en aquellos de sus elementos constitutivos que son los
individuos, qu progreso en s podemos determinar para cada uno de los seres cuya
curva total se termina en unos cuantos aos, del nacimiento a la muerte?
64
Por su lado, los abuelos y los padres alabadores del tiempo ido contribuan con
los dioses y los reyes a denigrar el presente en comparacin con el pasado y a pre
juzgar en las ideas la fatalidad de la regresin. Los nios tienen una tendencia natu
ral a considerar a sus padres como seres superiores y esos padres procedieron igual
con los suyos; el resultado de todos esos sentimientos, posndose en las mentes, como
aluviones en los bordes de un ro, tuvo por consecuencia el hacer un dogma de la
decadencia irremediable de los hombres. An en nuestros das, acaso no es una
costumbre general, la de discurrir en prosa o en verso acerca de la corrupcin del
siglo?
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En nuestros das, los diversos grupos tnicos civilizados estn ya de tal manera
penetrados de dicha idea de unidad humana que se encuentran, por decirlo as, inmu
nizados en contra de la decandencia y de la muerte. A menos que sucedan grandes
revoluciones csmicas, cuya sombra no se ha proyectado an ante nosotros, las nacio
nes modernas escaparn en lo sucesivo a esos fenmenos de ruina, definitiva en apa
riencia, que se han producido en tantos pueblos antiguos. Ciertamente, las trans
gresiones polticas, anlogas a las transgresiones marinas en las playas, tendrn lugar
en las fronteras de los Estados, y esas mismas fronteras desaparecern en numero
sos lugares en espera del da en que cesen de existir en todas partes.
La conquista del pan, tal como lo exige el verdadero progreso, debe ser realmente
una conquista. No se trota simplemente de comer, sino de comer el pan debido a
su derecho de hombre y no a la caridad de algn seor o de un convento rico... Los
hombres libres se ven de frente y la primera condicin de esta franca igualdad es
que los individuos sean en lo absoluto independientes, cada quien hacia cada quin
y ganando su pan mediante los servicios mutuos.
66
la humanidad entera; no es que sea posible evitar los sufrimientos, los accidentes,
las enfermedades y la muerte misma, sino que el hombre, asocindose al hombre
para una obra de la cual comprende el alcance y segn un mtodo del que conoce
los efectos, puede tener la certidumbre de orientar hacia lo mejor a todo ese gran
cuerpo humano del cual su propia clula individual no es sino algo infinitamente
pequeo...
As pues, con toda confianza podemos responder a la pregunta que surge de lo
ms profundo del corazn humano. S, hemos progresado desde aquel da en que
nuestros antepasados salieron de las cavernas maternales, en el curso de unos cuan
tos millares de aos que constituyen un corto perodo consciente de nuestra vida.
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extraordinario xito y una gran revelacin al romper con la tradicin geogrfica ante
rior, estrictamente libresca, memorstica, nominalista y en exceso supeditada a la
historia. Se preocupa, sobre todo, por el conocimiento directo de la realidad, por
el trabajo emprico en el campo, dedicando sus vacaciones a recorrer casi toda Europa,
el norte de frica, Mxico, Estados Unidos y Canad. Su traslado a la Escuela Nor
mal Superior de Pars no rompe esta lnea de conducta, sino todo lo contrario, y su
xito contina, comenzando a reunir un conjunto de discpulos a los que no tardar
en unir a su labor. Este es el caso de Marcel Dubois, Camena dAlmeida y L. Gallois,
primero, y despus A. Demangeon, E. de Martonne y R. Blanchard. A la vez, anu
da fuertes relaciones cientficas con otros colegas, sobre todo cientficos gelogos
(Margerie), botnicos (Fleurus) y naturalistas, pero tambin filsofos (Boutroux)
e historiadores (Lavisse), sin olvidar a colegas gegrafos extranjeros, como Ratzel
y Davis, entre otros (Grau, 1978 y Nicols-O, 1981).
Esta preocupacin acadmica y docente ir acompaada por una serie de publi
caciones, aparecidas con lentitud al principio y algo aceleradas con el tiempo. En
esta obra escrita se perciben con nitidez dos etapas un tanto distintas. La primera,
hasta la fundacin de los Armales de Gographie (1891), tiene un carcter esen
cialmente pedaggico, como era lgico dada su preocupacin por conseguir unos
instrumentos que permitiesen atender a la enseanza que deseaba difundir. As, su
primera obra importante, tats et Nations de l Europe (1889) recoge sus lecciones
de clase, teniendo similar carcter su Atlas Gnral (1894) y el Cours de Go
graphie en siete volmenes que codirigir con Camena dA lmeida (1897), y en el
que l mismo realizar el dedicado a Francia. Y en ningn momento olvidar esta
lnea de trabajo que, con un afn de llegar al gran pblico culto, lo mismo que a
los especialistas, le llev a la preparacin y sistematizacin de una gran Geografa
Universal, una de las mejores realizaciones de la escuela geogrfica vidaliana, que
no pudo ver iniciada pero que se realiz, entre 1927 y 1948, de acuerdo con sus ideas,
por sus discpulos ms directos, encabezados por L. Gallois.
En la segunda etapa, prevalecer la preocupacin investigadora, sin olvidar la
docente. Pero, en realidad, aunque su obra propia y directa no falta y es fundamen
tal, su labor cientfica se apoya muy especialmente en sus propios alumnos y, en defi
nitiva, en la docencia, en las numerosas tesis doctorales por l dirigidas y encauza
das, exponente principal de lo que pudiera denominarse la tendencia regional,
emprica, posibilista y de base histrica, de la Geografa francesa. As nacer y se
forjar bajo la batuta de Vidal la escuela geogrfica francesa, con ese conjunto de
grandes tesis regionales que se iniciar con La Picardie (1905) de A. Demangeon,
La Flandre de R. Blanchard y Les paysans de la Normandie (1908) de J. Sion,
y culminar con Les Pyrnes mditerranennes (1913) de M. Sorre, entre otras
muchas (Floristn, 1955), no siempre dirigidas por el mismo Vidal pero todas influidas
por su espritu geogrfico (Vidal, 1896 y 1913). En todo caso, su Tableau de la
Gographie de la France (1903) constituye un ejemplo modlico de cmo realizar
la sntesis regional y ello a pesar de que, por su origen como introduccin a la His
toria de Francia de Lavisse, ofreca limitaciones al someterse a un esquema rgido
de regiones histricas y campesinas que ignoraban las cambios introducidos por el
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Acabamos de hablar del aislamiento que resulta de las condiciones naturales pero
existe tambin un aislamiento deseado, metdico, cartesiano. Es el que buscan algunos
civilizados para emanciparse de las cortapisas de una sociedad molesta, y para lle
var a cabo determinada actitud social o religiosa. Esto fue lo que hicieron en 1847,
en Estados Unidos, los que fueron a buscar en las soledades del Lago Salado la libertad
de organizarse a su gusto, que les era negada en los estados del Este. En los valles
ms alejados del Altai, en la frontera de China, o incluso ms all del crculo polar,
en los claros de la gran taiga siberiana, colonias de raskolnisks pasaron as sus
vidas, aisladas, ignoradas; y nicamente mucho ms tarde, la colonizacin actual,
que los vuelve a empujar hoy a su retiro, ha revelado su existencia. Podemos citar,
adems, algunos pequeos pueblos de anabaptistas que se crearon una existencia aparte
en valles retirados situados alrededor del Donon? No sera del todo justo negar a
estos intentos momentneos de liberacin un alcance ms general. A qu otro sen
timiento podran haber obedecido los puritanos que, en el siglo XVI, abordaron las
costas de Massachusetts? Y no bastara con hojear Herodoto para encontrar en las
antiguas colonizaciones ejemplos anlogos? Hemos llegado as a una serie de hechos
interesantes de los que se puede decir, ciertamente, que los progresos de las comu
nicaciones hacen cada da ms difcil su existencia. Indudablemente, existe el incon
veniente de que el campo disponible para estas experiencias se restringe sin cesar.
Estos fenmenos de geografa social han sido susceptibles de engendrar una serie
de consecuencias cuya originalidad no es a menudo ms que un regalo para el soci
logo, pero que, en ciertos casos, han servido de caldo de cultivo a nuevas socieda
des que se estaban iniciando.
Este estudio, del que acabo de esbozar algunos rasgos, podra resumirse as: la
vida geogrfica del globo se refleja en la vida social de los hombres. En estas for
mas de civilizacin se encuentran expresadas las causas generales que actan en toda
la superficie de la tierra: situacin, extensin, clima, etc. Estas engendran unas con
diciones sociales que presentan, por supuesto, diversidades locales, pero que son com
parables en zonas anlogas. Se trata pues de una geografa: la geografa humana o
geografa de las civilizaciones.
Sin embargo, el hombre, con respecto a la naturaleza, no tiene una relacin de
dependencia equiparable a la de los animales y las plantas. Con todo, cmo puede
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ocurrir que las condiciones de vida, contradas en ciertos medios, adquieran tal con
sistencia y fijeza que se conviertan en formas de civilizacin, en verdaderas entida
des que pueden incluso en determinadas circunstancias ser trasladadas a otro sitio?
Recordemos que la fuerza de la costumbre desempea un gran papel en la naturale
za social del hombre. Si en su deseo de perfeccionamiento ste se muestra esencial
mente progresista es, sobre todo, dentro del camino que se ha trazado anteriormen
te, es decir, dentro del mbito de las cualidades tcnicas y especiales que las
costumbres, cimentadas por la herencia, han desarrollado en l. Un instrumento de
una tribu salvaje manifiesta una ingeniosidad cuya aplicacin a otros objetos habra
sido el principio de una civilizacin superior, pero este progreso no ha ocurrido. En
efecto, el hombre no se deja desviar fcilmente de sus tradiciones; y a menos que
violentas y repetidas sacudidas lo arranquen de ellas, se parapeta en el gnero de
vida que se ha creado. A la larga se encierra en una prisin que se ha construido
l mismo, sus costumbres se convierten en ritos, reforzados por creencias y supers
ticiones que ha inventado en su apoyo.
Todos los estudiosos sobre estos complejos problemas de las relaciones del hombre
y la tierra, nunca podran darle demasiada importancia a esta consideracin que expli
ca, por la naturaleza, anomalas de las que a menudo se sacan objeciones. Es fre
cuente que entre las virtualidades geogrficas de una regin, algunas, que parecen
evidentes, permanezcan estriles, o no tengan ms que efectos tardos. En tal caso
es necesario preguntarse si correspondan al gnero de vida que otras cualidades o
propiedades del suelo haban enraizado anteriormente. China, que ha obtenido un
gran partido de su suelo, siente repugnancia, precisamente por respeto hacia el ali
mento que de l ha obtenido, ante la idea de explotar las riquezas, enormes sin embar
go, de su suelo. Portugal, posea una admirable posicin martima, pero esta venta
ja fue poco menos que nula hasta el siglo XVI para este pueblo de pastores y
agricultores.
Ocurre a menudo que estas formas de civilizacin, por su grado de rigidez, cons
tituyen tipos que pueden diferenciarse geogrficamente, posibilitando su agrupacin,
clasificacin y subdivisin. Este trabajo es el que practican las ciencias naturales,
pero, no sera posible que la geografa humana se inspirara tambin en ellas? Esta
forma de geografa se inscribe en el plano de la geografa general; sin duda puede
objetarse a esta idea que existe el riesgo de inducir a generalizaciones prematuras.
Ahora bien, si existe la posibilidad de este peligro, es necesario entonces recurrir
a algn medio para prevenir esto. No podra aconsejarse nada mejor que la realiza
cin de estudios analticos, de monografas en las que las relaciones entre las con
diciones geogrficas y los hechos sociales fuesen observados de cerca, dentro de un
restringido campo previamente seleccionado.
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cionado con la difusin del darwinismo, no cabe duda que en el proceso de arraigo
del ambientalismo/determinismo en Huntington tuvieron un papel esencial sus expe
diciones cientficas, tanto arqueolgicas como geolgicas y geogrficas, por Asia,
que motivaron su reflexin, discutible y discutida, sobre la evolucin histrica de
Asia, y origen ya en 1907 de su gran primer libro, con consideraciones reiteradas
muchas veces despus (Huntington, 1915 y 1945). Su deterninismo, indudable, no
coincide con el de Ratzel y Semple, ya que tiende a reducirlo y limitarlo a un papel
significativo de los ciclos climticos junto a la seleccin natural y al desarrollo cul
tural de los pueblos, y en especial de su propio pas. ste es el argumento principal
de la que, para muchos, es su obra bsica, Civilizacin y Clima (1915), con un
leiv motiv que se mantendr hasta Las Fuentes de la Civilizacin (1945), su ltimo
libro, junto con otros anteriores que l mismo indica en el prlogo de este ltimo.
En cierta forma, la obra de Huntington puede incardinarse en una filosofa de la
historia, a menudo ms imaginativa que creadora, en la que cabe incluir a Herder,
Max Weber, Spengler y, por encima de todos, a Toynbee (Spate, 1952).
Esta lnea de investigacin y trabajo le conducir a una temtica prxima, la del
origen y evaluacin de las razas (1924), as como a una preocupacin por la mejora
biolgica del hombre y sus posibilidades futuras (1935), que sin duda ha tenido indu
dables repercusiones, no siempre cientficas y a menudo muy negativas socialmen
te, en los problemas raciales y socioculturales de su pas antes y despus de la Segunda
Guerra Mundial. Y todo ello con una penetracin acadmica que est bien visible
en la mayora de sus numerosos textos universitarios, hechos siempre en colabora
cin con otros gegrafos, como Williams, Valkenburg y Visher (1922 y 1940), cuyo
determinismo provoc agudas y fuertes crticas (Goerge, 1952). No obstante, en toda
su obra hay que resaltar su profunda seriedad, su cuidadosa metodologa e instru
mentacin tanto estadstica como bibliogrfica y su pretensin, no siempre alcanza
da, de encontrar nuevos caminos tanto en la comprensin y explicacin de los pro
blemas como en la bsqueda de nuevas tablas de valores, ya sean cientficos, a menudo
conseguidos, o bien morales, casi siempre muy discutibles.
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para gozar del sol, y donde sus races pueden extenderse ampliamente en una tierra
profunda, suelta y bien fertilizada. Ms an, mientras uno se encuentra cargado de
ramas muertas y enredaderas e infectado con insectos y otros parsitos, el otro se
mantiene bien podado, raspado y regado.
A pesar del cultivo ms cuidadoso e inteligente, un rbol de la ms fina especie
puede no producir buena fruta. Demasiada o escasa lluvia, calor prolongado o nubo
sidad constante; heladas cuando empieza a florecer o vientos molestos y granizos;
todos estos factores pueden resultar desastrosos. El mejor rbol sin agua vale menos
que el peor rbol con temperatura y lluvias propicias. Su salud se ve arruinada y
no puede producir fruta. Igual que antes, en este caso, la gran necesidad del rbol
es salud en el ms amplio y completo sentido. Un buen clima, un buen cultivo y
una buena alimentacin son solamente los medios de darle al rbol la perfecta salud
y permitir as el ms completo desarrollo de su herencia. De ello se desprende que
la herencia y la salud son los dos grandes factores que determinan la calidad del fruto.
Los otros factores, a saber: alimentacin, clima, parsitos o cultivo son importantes
nicamente en cuanto sean medios por los cuales se modifiquen la salud y posible
mente la herencia.
El fruto que conocemos con el nombre de civilizacin, depende tambin de estas
mismas condiciones? A m me parece que s. Pocos dudaran de que una raza con
una magnfica herencia mental y fsica y dotada de perfecta salud fuera capaz de
acrecentar indefinidamente la herencia cultural recibida de sus antepasados y por ende
llegar a la ms alta civilizacin. Pero si se le diera esa misma herencia cultural a
una raza enfermiza con una dbil herencia, tanto intelectual como fsica, es casi seguro
que constatara una degeneracin. Aparte de la herencia biolgica, los factores prin
cipales en la determinacin de la salud son el clima, el alimento, las enfermedades
parasitarias y un estadio de cultura popular, que corresponde al cultivo en el rbol.
Ms an, estos mismos cuatro factores, mediante su poder de seleccionar ciertos tipos
para la conservacin y otros para la destruccin, y quizs a travs de su poder de
causar mutaciones, se encuentran entre los principales agentes en la determinacin
de la herencia. El clima ocupa el primer puesto, no porque sea el ms importante,
sino solamente porque es el ms fundamental. Es fundamental a causa de su vital
influencia en la cantidad y calidad del alimento del hombre y de la mayora de sus
otros recursos; desempea un importante papel en la limitacin de la distribucin
y virulencia de los parsitos, que causan la mayor parte de las enfermedades; y
mediante su efecto sobre las ocupaciones, modos de vivir y hbitos humanos, se cons
tituye en uno de los principales determinantes de la cultura. Por otra parte, ni el ali
mento ni la enfermedad, ni la cultura tienen efecto apreciable alguno sobre el cli
ma, si bien es cierto que pueden modificar su influencia. Ms an, aparte de su efecto
indirecto a travs del alimento, enfermedades y modo de vivir, el clima tiene ade
ms un efecto directo sobre la salud. De todo lo dicho se desprende entonces que
si bien el clima no es ms importante que otros factores en la fijacin del grado relativo
de progreso en distintas partes del mundo, es ms fundamental en el sentido de que
es una causa ms bien que un resultado de los otros factores.
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Son pocos los que dudan que el clima tiene una importante relacin con la civi
lizacin; pero la mayora lo consideran menos importante que la herencia racial, el
alimento apropiado o las buenas instituciones representadas por el Estado y el hogar.
Nosotros nos damos cuenta de que en el extremo Norte o en los desiertos no habi
tan poblaciones densas y progresistas por la sencilla razn de que la dificultad de
conseguir un medio de vida perturba a los hombres y los mantiene aislados. Noso
tros sabemos que los naturales de la zona trrida son lentos y atrasados, y estamos
casi universalmente de acuerdo en que ello est relacionado con el calor constante
y hmedo.
La posibilidad de que exista una conexin tal entre el clima y la historia ha inte
resado profundamente a un gran nmero de investigadores. Por ejemplo, Kropotkin
ha descrito en forma vivida el modo en que una gradual desecacin de Asia oblig
a penetrar en Europa a las hordas de brbaros, cuyas invasiones constituyen una carac
terstica tan importante en las Edades Prehistricas. Si es cierto que el cambio del
clima del pasado al del presente se ha realizado por oscilaciones, ms bien que por
un cambio progresivo en una sola direccin, y si ha habido ciertos perodos de cambios
bastante bruscos y extensos, aunque temporales, como parece probable, entonces la
relacin entre los acontecimientos histricos y las vicisitudes climticas puede ser
ms ntima de lo que parecera creble en otra forma. En verdad, tan pronto como
hube trazado un contorno preliminar de la curva de los cambios climticos ocurri
dos en los tiempos histricos, apareci como si muchas de las grandes naciones de
antao hubieran surgido o cado, en armona con las condiciones favorables o des
favorables del clima. En pocas de sequa no solamente se ven obligadas a emigrar
las gentes de las regiones ms secas, especialmente si son nmadas, sino que la ari
dez cada vez mayor, an de los lugares ms favorecidos, tales como Grecia, debe
causar una crisis econmica y por ende engendrar el hambre, la miseria y un des
contento y desorden generales. Un viaje realizado recientemente a China, que brin
d la oportunidad de poder estudiar los hombres y las invasiones brbaras que han
afligido a ese pas durante dos mil aos, ha contribuido grandemente a la ya copio
sa demostracin de la verdad de mi punto de vista. Tambin ha contribuido a acen
tuar la conexin extraordinariamente ntima entre la miseria econmica y el descon
tento poltico, relacin que es evidente en regiones adelantadas como Estados Unidos,
Australia y Europa, as como en pases atrasados como China, Persia, India y Mxico.
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BIBLIOGRAFA
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Es evidente que la uniformidad de la geografa en el sentido de una ciencia corolgica o geogrfica no se puede concebir a partir de la unidad del paisaje, sino que
slo tiene que ver con el carcter de los pases, paisajes y localidades. Eso constitu
ye dos relaciones que se corresponden lgicamente con una especial consideracin
histrica de las cosas. En primer lugar, la diversidad entre un lugar y otro, que corres
ponde a la evolucin en el tiempo y al contexto de los fenmenos adems de una
conexin de los territorios que se relacionan, es decir, la presencia de sistemas y
complejos geogrficos, por ejemplo, los sistemas fluviales, el sistema de la circula
cin atmosfrica, sistema de comunicaciones y otros. Ningn fenmeno de la super
ficie terrestre puede ser considerado de forma aislada, sino que slo puede ser com
prendido por su situacin en relacin a otros territorios. La segunda relacin representa
la imbricacin causal de los diversos reinos de la naturaleza que coinciden en un
mismo lugar con sus diversas manifestaciones. Manifestaciones que no estn rela
cionadas con otras manifestaciones del mismo lugar o cuya relacin no conocemos,
y que no forman parte de la investigacin geogrfica. En cambio, merece la pena
estudiar hechos de la superficie terrestre que se distingan localmente y cuya dife
renciacin local tiene una importancia geogrfica. La meta de la concepcin corolgica estriba en averiguar el carcter de los pases y lugares mediante la compren
sin de la coexistencia y las relaciones entre los diversos reinos de la naturaleza y
sus distintas manifestaciones, incluso comprender la superficie completa de la tie
rra como distribucin natural en continentes, regiones, paisajes y lugares. Slo al
estudiar ambos aspectos se revela el contenido de la geografa. De igual forma, no
se puede comprender la esencia de la historia sin estudiar el desarrollo temporal de
los hechos y las relaciones entre los diversos estadios de desarrollo. Sin embargo,
en esta concepcin corolgica, la delimitacin de la materia pide que se reflexione
sobre el contexto causal de los fenmenos; con un volumen mayor de conocimien
tos pueden ser adquiridos o perdidos toda una serie de hechos geogrficos, segn
lo cual la valoracin subjetiva de las diferentes conexiones causales repercutir en
el volumen de los estudios geogrficos. Sin embargo, esta fluctuacin afecta tam
bin a las ciencias histricas y sistemticas, por ello no existe ninguna objecin contra
la delimitacin de la disciplina. Esto no se refiere tampoco a hechos singulares sino
siempre a una serie completa de hechos concebidos como causas o efectos de otras
series de hechos. La geografa no constata despus de comprender las condiciones
geogrficas, sino que desde un principio describe las situaciones geogrficas antes
de estudiar las causas. Puede ocurrir tambin que tenga que mencionar hechos cuyas
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interconexiones causales no son claras. Esta concepcin supone una gran diversificacin de la materia que aumenta cada vez ms porque cuantos ms conocimientos
se poseen ms se observa la dependencia de los hechos constatables de las caracte
rsticas del lugar, manifestndose en el carcter geogrfico. La geografa actual engloba
procesos, formas y relaciones de los fenmenos, realidades de la vida intelectual y
de la naturaleza; sin embargo toda esta serie de elementos se unifican bajo el punto
de vista corolgico, obviando as muchos caracteres que son precisamente lo ms
importante para las ciencias sistemticas e histricas. No se pueden ignorar, no slo
todos los sistemas de relaciones parecidas existentes en la Tierra o aquellas en cuyas
diferencias locales no se observa an ninguna regla de distribucin, sino que tam
poco se pueden olvidar aquellas realidades cuya especificidad local no tiene nada
que ver con las realidades de otros lugares. No se conceder apenas importancia al
magnetismo terrestre en la ciencia regional, y en general, tampoco los minerales ten
drn que constituir materia geogrfica aunque exista una topografa de los minera
les; slo algunos debern ser tenidos en cuenta por su importancia para el hombre.
Existe la opinin de que si se tiene en cuenta de esta forma el valor del hombre,
entra en la geografa un elemento distorsionador. Pero slo se trata de un caso de
la regla general de que un fenmeno es importante tambin para otros fenmenos
en lo referente a la delimitacin geogrfica de la materia. En el estudio geogrfico
no es casi necesario mencionar las clases inferiores de las plantas y animales por
que estn distribuidas por toda la Tierra, influyendo as muy poco en el carcter del
paisaje. Slo algunas situaciones generales de la vida estatal, popular y social, de
la cultura material e intelectual, estn claramente relacionadas con la naturaleza de
las regiones, mientras que la configuracin individual de estas situaciones, por ejemplo
los detalles de la constitucin y administracin, la organizacin de la vida econmi
ca, social e intelectual, los productos concretos del arte, literatura y ciencia, apenas
estn condicionados geogrficamente, por lo que no ejercen un efecto sobre la geo
grafa. El estudio geogrfico no toma en consideracin a las personas, ya que el entor
no geogrfico no les influye demasiado; las obras humanas que, antes que nada, sean
actuaciones de personas singularmente consideradas, slo pueden ser concebidas remi
tindolas a las profundas causas fundamentales de la geografa.
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186-191
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De aqu procede la geografa humana. Desde los dos maestros citados (Ratzel
y Vidal de la Blache), que tuvieron mulos en Italia y en Inglaterra, la geografa
humana ha recorrido mucho camino. Es una descripcin del mundo humano, del
mundo del hombre, es una descripcin de lo actual. Ahora bien, el paisaje humano,
o si se prefiere el paisaje humanizado, se ha transformado con una rapidez prodi
giosa. Desde hace medio siglo, el mundo se ha transformado debido a las adquisi
ciones de la tcnica de una forma que no hubiramos podido imaginar hacia 1914.
Ha habido lo que los matemticos llaman una aceleracin. Si me atreviera a seguir
utilizando el lenguaje de los matemticos, dira que la curva del progreso tcnico
tiene la apariencia de una curva exponencial. Podemos concebir todo tipo de ilusio
nes y creer que el poder del hombre es infinito, que es capaz de transformar la faz
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y no sabemos captarlas todas. De todas las radiaciones que llegan al lmite externo
de nuestra atmsfera, no sabemos an utilizar ms que una parte nfima, la que lle
ga a nuestro nivel. E, incluso, sta no sabemos utilizarla completamente; en conse
cuencia, existe, parece, un amplio margen. Pero para razonar as tenemos que hacer
un acto de fe en la continuidad de nuestro progreso tcnico, ya que la utilizacin de
las nuevas fuerzas, de las que no sabemos servirnos, supone nuevos descubrimien
tos del hombre.
Creo que ste es el beneficio que un gegrafo puede obtener de una meditacin
sobre la compleja nocin de medio, de la que hay que aprehender la riqueza para
comprender a la vez las adaptaciones de 1a actividad humana al medio y tambin
los lmites que pone el medio al poder y a la actividad de los hombres. Es un dato
esencial.
Y
an hay ms. El gegrafo no estudia hombres aislados. Lo que tiene ante s
son grupos humanos cuya actividad se incorpora, por llamarlo as, al medio, gru
pos humanos que estn organizados, que tienen como dicen los socilogos una
fuerza de coalescencia ms o menos grande, que estn unidos por lazos ms o menos
estrechos. El gegrafo se ve obligado de nuevo a dirigirse a otros especialistas, los
etngrafos, los socilogos, que le ensean cmo hay que considerar la estructura
de estas sociedades primitivas y tambin de las sociedades contemporneas ms
evolucionadas.
Su objeto consiste en hacer inteligible la vida de los hombres dentro de este uni
verso, en hacerla comprender con un sentimiento de simpata. Hemos descubierto
el globo, pero an no hemos descubierto a toda la humanidad. Nos hemos encon
trado frente a civilizaciones, frente a culturas, como se dice en ocasiones, diferen
tes. Porque lo admirable es la prodigiosa diversidad de las creaciones del genio huma
no. Nos hemos encontrado frente a civilizaciones extremadamente diversas, que hacen
intervenir las ms variadas fuerzas; unas se caracterizan porque subrayan determi
nados aspectos del pensamiento religioso, otras del pensamiento filosfico, otras se
caracterizan por una conducta tica ms marcada, como la civilizacin china, por
ejemplo; otras tienen, adems, un carcter esttico, otras un carcter nis propia
mente agrcola, y otras ms propiamente industrial. La diversidad es infinita. Lo
propio de nuestras civilizaciones es Occidente, de lo que debemos estar orgullosos,
lo digo claramente, es que hacen intervenir a todos los poderes y todas la facultades
del hombre, que son eminentemente progresivas y que han permanecido durante
mucho tiempo, hasta estos tiempos de desmesura, a la medida del hombre. Pero haba
otras civilizaciones que han moldeado las almas de centenas de millones de hom
bres en el mundo. Nos han sido desveladas, y encontramos que posean una gran
riqueza tambin, que eran formas particulares de la humanidad y que revelaban una
diversidad, una abundancia de vida espiritual, un tesoro de inspiracin que es algo
prodigioso y que constituye un tema de meditacin capaz de enriquecernos.
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insistiendo incluso en la primaca del trabajo de campo, aunque sin olvido de una
significativa preocupacin epistemolgica, iniciada en los Seminars de Salisbury y
nunca perdida (Sauer, 1956 y 1974). Sin embargo, durante sus aos de Michigan,
introduce sutiles cambios que, partiendo del pensamiento de E. Semple y A.P. Brigham, le lleva a una lcida preocupacin por la accin destructora del suelo por
el hombre, origen de numerosos trabajos de mbito local y regional, as como de
una institucin estatal de defensa del medio, la Michigan Land Econoinic Survey.
Esta lnea, siempre ms o menos viva, culminar, en 1955, en su decisiva presencia
e intervencin en el Symposium on Mans Role in Changing the Face of the Earth
(Sauer, 1956).
Paralelamente, desarrollar su obra fundamenta!, y comienzo, casi revoluciona
rio, de la Geografa Cultural, The Morphology ofLandscape. publicada recin lle
gado a Berkeley y por la misma Universidad califormana. Son indudables las influen
cias de los gegrafos germanos, Hettner y Passarge. as como la del antroplogo
A. Kroeber, pero tampoco deben descartarse las de E. Semple, G. Marsh y A.P.
Brigham, ni la del contexto acadmico, social e intelectual del Missouri de su juventud,
campesino y tradicional (Kenzer, 1985). Partiendo de la oposicin natura! y cultu
ral, llegar a afirmar el protagonismo del paisaje como sntesis formal de la inter
vencin del hombre cultural sobre el medio natural. El anlisis, descripcin,
comprensin y explicacin de ese paisaje cultural ser desde ahora el objetivo de
la Geografa, que l mismo calificar de Cultural (Sauer, 1931). Un anlisis esen
cialmente histrico, a travs de las diferentes etapas determinantes del actual paisaje
cartografiado con cuidado, y que justificar a la larga su constante preocupa
cin por la articulacin de una cuidada metodologa que buscaba sus races en la
formalizacin del pasado de cada paisaje. Su discurso presidencial ante la Asocia
cin de Gegrafos Americanos (Sauer, 1941) iniciar una serie de investigaciones
que buscarn las races temporales de la realidad geogrfica, y no exclusivamente
formal, sino tambin social e intelectual, de Estados Unidos, del Suroeste norte
americano y de la Amrica hispana (Sauer, 1952). Sus ltimas publicaciones, y en
especial The Early Spanish Man (1966), tendrn ese carcter.
Y
todo ello, en una actitud que rebasaba el campo de la geografa y pretenda
la integracin con otras ciencias y otros cientficos, como l preocupados por el futuro
de la Humanidad a causa de su misma irresponsable actitud. De aqu su amistad
y colaboracin con Lewis Mumford, y su proximidad intelectual a J. Huxley, N. Shaler
y A. Toynbee (Ooson, 1981).
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El campo de la geografa
De acuerdo con esta definicin del terreno del conocimiento, el primer inters
debe ser por los fenmenos que constituyen la seccin de la realidad ocupada por
la Geografa, y el segundo por el mtodo de determinar el orden de los mismos.
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nocido que se interesan por una gran categora de fenmenos. El autor de la divi
sin primaria del conocimiento ha sido la experiencia humana, no la investigacin
del especialista. La Botnica es el estudio de las plantas y la Geologa de las rocas
porque estas categoras de hecho son evidentes para cualquier inteligencia que se preo
cupe por la observacin de la naturaleza. En el mismo sentido, el rea o el paisaje
es el campo de la Geografa, porque sta es una seccin de la realidad importante,
sinceramente dada, no una complicada tesis. La Geografa asume la responsabili
dad en el estudio de las reas porque existe una curiosidad comn sobre tal tema.
El que cualquier nio de escuela sepa que la Geografa suministra informacin sobre
los diferentes pases es suficiente para establecer la validez de dicha definicin.
Ninguna otra disciplina se ha apropiado el estudio del rea. Otros investigado
res, como los historiadores y los gelogos, se pueden interesar por los fenmenos
de rea pero, en tales casos, admiten utilizar los hechos geogrficos para sus pro
pios fines. Aunque se estableciese una disciplina diferente bajo el nombre de Geo
grafa, no por eso se destruira el inters por el estudio del rea; el tema exista mucho
antes de que se crease el nombre. La literatura geogrfica, en el sentido de corologa, se inicia en textos de las primeras sagas y mitos, impregnados del sentido de
lugar y de la lucha del hombre contra la naturaleza. El mapa, un smbolo inmemo
rial, constituye la expresin ms precisa del conocimiento geogrfico. Los griegos
escribieron relatos geogrficos denominados periplos, perodos y perigesis mucho
antes de que se utilizase el nombre de Geografa, y sin embargo el nombre actual
tiene ms de dos mil aos. Los tratados geogrficos aparecen muy numerosos entre
los primeros libros impresos. Las exploraciones han constituido los dramticos via
jes de reconocimiento de la Geografa; y las grandes sociedades geogrficas, con
toda justicia, han concedido un lugar de honor a los exploradores. Hic et ubique
es el lema al que siempre la Geografa ha respondido. La universalidad y la persis
tencia del inters corolgico y la prioridad que la Geografa tiene con respecto a este
campo son las bases en las que se asienta el caso para la definicin popular.
Por lo tanto, nos debemos contentar con la simple connotacin de la palabra griega
que la disciplina utiliza como nombre y que quiere decir, muy adecuadamente, cono
cimiento del rea. Los alemanes lo han traducido como Landschaftskunde o Ln
derkunde, conocimiento del paisaje o de las tierras. El otro trmino, Erdkunde, la
ciencia general de la tierra, est cayendo en desuso con gran rapidez.
Es im posible realizar la idea de una ciencia general de la tierra; la G eografa slo puede ser
una ciencia independiente com o corologa, es decir, en calidad de estudio de la variada expresin
de las diferentes partes de la superficie terrestre. En p rim er lugar, es el estudio de las tierras; la
geografa general no es la ciencia general de la tierra, ya que ms bien presupone las propiedades
y procesos generales de la tierra, o bien los tom a de otras ciencias, a la vez que se orienta hacia
la variada expresin espacial de los m ism os.3
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Casi todos los gegrafos modernos estn de acuerdo en que la geografa no pue
de adaptarse a la divisin convencional de estudios naturales y sociales; la geogra
fa en conjunto no slo encaja en cualquiera de estos dos grupos, sino que tampoco
puede dividirse en dos, en geografa natural y humana. Sin embargo, no es la posi
cin de la geografa lo ilgico. La distincin de los hechos naturales respecto de los
humanos slo es posible en teora; en realidad, ambos grupos estn entrelazados.
La geografa, al igual que la psicologa, es la prueba del carcter arbitrario que tie
ne la divisin convencional de la ciencia.
Naturalmente, hay gegrafos que afirman estar interesados slo en los aspec
tos fsicos de la geografa, pero ser difcil, y habr que esperar mucho tiempo,
encontrar alguno que no contribuya con estudios publicados sobre aspectos huma
nos del tema. Por fortuna, cuando dichos investigadores se interesan por un espacio
en particular, se olvidan casi por completo de que se llaman gegrafos fsicos y
proceden a estudiar todos los rasgos conectados con el rea.
En realidad, es algo equvoca la afirmacin de que el puente entre las ciencias
naturales y las sociales lo constituye la geografa. Aunque Penck ha utilizado esta
analoga bastantes veces, el mismo autor sera uno de los primeros en insistir que,
si bien existe un abismo entre los dos grupos, dicho abismo es obra del hombre e
inexistente en la realidad que la ciencia estudia. An as, no podemos aceptar su pos
terior deduccin de que el concepto de leyes cientficas se ha desarrollado nica
mente a un lado de tal abismo artificial y que se necesita el puente de la geografa
para llevar dicho concepto a las ciencias sociales situadas en el otro lado (10, p. 54;
11). En realidad, las leyes cientficas no necesitan puentes. Por otro lado, Penck puede
querer decir que las leyes cientficas en las ciencias sociales se pueden desarrollar
sobre bases slidas slo si estn conectadas, a travs de la geografa, a las ciencias
naturales. Incluso en este sentido es una afirmacin excesiva, ya que las ciencias socia
les tienen otras conexiones con los hechos y las relaciones del mundo fsico, espe
cialmente a travs de la fisiologa humana y la psicologa (cf. Kraft, Die Geograp
hie als Wissenschaft, p. 12).
Cualesquiera que sean las conclusiones que se puedan obtener con respecto a
esta cuestin, no hay que considerar la geografa como un vnculo entre los dos grupos
de ciencias, sino ms bien como un campo continuo en el que se entrecruzan todas
las ciencias sistemticas relacionadas con el mundo. Por lo tanto, no hay dos sino
muchas facetas, como Schlter observ, la diferencia de mtodo entre los estudios
del clima y de las formas del relieve es, en muchos aspectos, mayor que la diferen
cia que aparece entre los estudios fitogeogrficos y los agrarios (Die Erkunde in ihrem
Verhltnis..., p. 145 ss.).
Lo ms que la clasificacin convencional nos puede ensear sobre la naturaleza
de la geografa es que sta comparte por necesidad las dificultades o limitaciones
que son la herencia de las ciencias sociales; y que, por otro lado, participa de la asom
brosa facilidad con que se pueden determinar los hechos y relaciones siempre que
en estos no intervenga el factor humano. Puesto que el progreso de la pasada gene
racin ha destrozado la fe en los principios absolutos propios de los cientficos deci
monnicos, sabemos que no hay diferencia de clase, sino de grado, entre los dos
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Bosque Sendra).
Ha llegado el momento para la geografa humana de afirmarse, tras medio siglo
de investigaciones fructuosas. Afirmarse, es decir, reivindicar su autonoma mediante
su objeto y su mtodo, llegar hasta un pblico ms amplio a travs de publicaciones
menos confidenciales, quizs incluso intentar tener una influencia ms directa en el
comportamiento de las sociedades humanas y de las naciones. Hasta el momento,
a pesar de que el pequeo nmero de especialistas que se dedican a ella tienen una
conciencia relativamente clara de la finalidad de sus estudios, no se puede decir que
gocen de una amplia audiencia y de un slido crdito. Nuestra ciencia se ensea peli
grosamente lo que es un mal y un bien al mismo tiempo durante varios ciclos
de enseanza, desde la clase elemental hasta la Universidad. Qu hay de sorpren
dente en que la geografa, tan comnmente introducida en el caudal intelectual des
de la edad escolar, haya arrastrado pesadas herencias, conservando peligrosos pre
juicios, fijando su misma materia en rgidos programas y hbitos? Actualmente, hay
una gran distancia entre el grueso de las tropas y la vanguardia de los gegrafos pro
fesionales. Quisiera contribuir a atenuar este desfase sometiendo a discusin algu
nos puntos fundamentales.
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slo en Espaa, sino fuera de ella, en relacin con la UGI y el Consejo de Europa,
entre otras.
Su entrega a la docencia no excluy, sino todo lo contrario, una rica y profunda
labor investigadora. Y que, en la Universidad madrilea, capt y form un colecti
vo de discpulos y colaboradores a lo largo de ms de treinta aos, casi doscientas
memorias de licenciatura y ms de treinta tesis doctorales , ncleo originario de
la que pudiera denominarse escuela madrilea de Geografa y que no se limita a la
capital nacional sino que se extiende a otras Universidades de la Meseta, Valladolid, Salamanca y Cceres y, en cierta forma, al Pas Valenciano. En esta gran labor,
su presencia en el Instituto Elcano fue muy esencial y decisiva, sobre todo a travs
de la Revista Estudios Geogrficos, la primera en Espaa. La obra cientfica de
Tern es no slo importante sino numerosa, consta de 19 libros y folletos, 32 artcu
los de revista, 39 notas, 3 traducciones y 9 colaboraciones en planes de urbanismo.
A travs suyo, se ha creado una huella precisa, tangible y brillante y no slo en la
comunidad geogrfica espaola sino tambin en el conjunto del mundo cultural espa
ol. Fue miembro de las Reales Academias Espaola y de la Historia.
La formacin geogrfica de Tern est muy ligada al pensamiento vidaliano, aun
que conoci bien la bibliografa germana y pronto manej y recomend los autores
anglosajones. Por todo ello, practica y realiza una geografa integral en la que la sntesis
regional, hecha con brillantez, es frecuente (Tern, 1958 y 1963), pero considerada
con tal profundidad que le exigi una precisa e intensa especializacin que, sin olvi
do de los aspectos fsicos (Tern, 1977), alcanz sus mejores logros en geografa huma
na, tanto en el mundo agrario (Tern, 1947) como en el urbano (Garca Ballesteros,
1981; y Ros, 1985). Pero sus excelentes trabajos empricos se apoyaron en una cui
dada y sistemtica reflexin epistemolgica que, sin duda, ha producido algunas de
las ms bellas y transcendentes pginas en esta lnea aparecidas en Espaa. Aun man
tenindose cerca de la tradicin francesa, sus aportaciones son valiosas y origina
les; por ejemplo, cuando expresa, ya en 1966, una preocupacin por la defensa de
la Naturaleza que entonces estaba iniciando Sauer en los Estados Unidos (Tern, 1966)
y al plantear la exigencia de una profundizacin epistemolgica y conceptual (Tern,
1957, 1960 y 1964) que lleve a primar los estudios de Geografa General como base
para un cultivo de los estudios regionales, no distante de su aplicacin a los proble
mas territoriales (Tern, 1961).
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su nmero y densidad hacia >or;/ont;'s de agrandada amplitud y
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a espacio:-, que organiza;.! y componen. coa arreglo a dispositivo;-.
. pr - gresiva eficacia y a exigencias cautas culturales e.e .ascendente valor y significacin.
Esta homtnizacin del (
.n n o el aimpimien-ri v deapege di. -a capa
cidad rccic;! e; snlee.ida ct. . .
>a -;rradicacin o no ionio sap-??ts .aade
la de ser un comunitario ('! w e >alis) y a cava esencia es inherente, como afir
ma Bergson co su definido'
H . , faber, el crear m-trAa! y momlnei'-e, jabricar cosas v fabricarse as: e 'sin-.
Es un proceso que carpiera cari la tai1a de un
guijarro argumento en el que se bas eilharti de Chai'din erra anbuu' humana
condicin al Siisaafliopus pekinensis--, y culmina en el panorama le as realida
des ya osadas \ de las prra.etHe.s para c: fanro prximo. per iar. arvreaciones
de la ciencia nsico-maicrnat.ca ea ais dirao.. desarrolkar
En 1864 George Perkins Marsh, en su oh a Man and Nature or fnysiO.. <J:agraphy us Modified b\ Hunum Action dio (a voz de alarma co3'si>erasu2o ai norvraae
como un agente destructivo, y en tVM. oraro "nedrich1formulaba asa: sorta que,
con el expresivo nombre de Ma kbvvraahar:;. ;>.. .i reeuga.l;>. drepLc.-, pe; .a caai 'res
en su discutida clasificacin i; aaatia de ios decaer lantirreje.-es de a seop'aaa
humana, entre los crales hace rigirar ios e oeKpaevM" -estr:ac;ia? d aaeSo, que
C. Vaaux estudia bajo e ep(E;raie da eesKossi? "'Cairas yC.
1. l'Ticirich. H .:
68. n C y'.
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i.w.chaji. ^'levni:
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eoppdoco, t:nuo sir. c: d^:;j ...>.. di-iro: paso j/ pooerar en d.; :oeoladdad de la: clases
podeonanfes, p..'r; '.od::noa'., ,<. na.-pr de i:i degur.da Guerra M undial, or ia poica
0^ a i P*eo-dPrrie. Oa',. a,.p a . pr-ar,.,a'a> , orop o;:;.s
>aoo:n<doi: urdaaa h^n
;r.;rrijj<: o^:.; ei;a.,sdVi pac a;eaaza r lu'.j iodos jos paoao densamenk (adiado^ v arhaaoad'-: o ea arocaso de ai'daoi/aeida.
I...a vdaneaea)a d:onaaa '.:a a; amoo. de a ea.add ' ' "ecido, ea h n ^ a raeioa.i y tcnica, a aadaaeei 'as origeoaias de 1:1: oajoa
y .aas daditatie, a a.,
Oa corregir di figura de ds. ciapad y a vivienda urba
1 o una fabrica de hab
an. -r proposita -.a c:'paaruir na: ro:edad r;ajor iaiepr's.a en gvuno.s vecinales y
.re nae..a Oiu., ueao y airaaiva e anaaaa.e Ue a vida aoudiana de sus morauorey.
.0; slaneaaaa: exencda Pe los contam os urbanos al dominio regional, nacional
a d;eP.oo 'nia: otea:-a.a, es uro: ernpresa *:aor':edda sobre a base de un cDnocimieusj aienidica, aa'ia vea :,:aa, psad/ndu y seguro de: medio na toral, de sus ntimas rela
ciones y eyes estructurales; de una tcnica de eticada, nocin sta que con las; de
oreo a; sania y d rsarroT.:o parecen haber sustituido a ia ue progreso, en cuya definiead: entraban o;nss eoioponvaites quL no eran os de ouro aaneler eeoianaeo. Plardna.aid: esa:'"-a asaoratia,.., a indicativa, dirigsmo
ismo orgaid/ado, todas
rsass PesignaCiOjres ae ia nuefe tor:na de entender
cir la economa de un
pas fesponden a a.aas ndsmos motivos.
..
C dvp-, r ;. ;
s u i'r 'v .'lu iio n d e 1 Ca.urtnhi' -Vwa a i 'i e . Pan>;. ! 9 M , p. Oo. F.d. dspdd>)dt, V .v o a id 'm
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dencia con los otros aspectos del paisaje natural y con la misma actitud transforma
dora y destructora del hombre. En fin, la Tierra es un planeta vivo (1981), en el que
el equilibrio ecolgico es esencial, por lo que todo esfuerzo cientfico y cualquier
planteamiento que conduzca a conservar esa vida en equilibrio es imprescindible
(Tricart, 1982).
La doctrina as construida ha estado siempre ligada a una actitud responsable y
activa, de constante aplicacin prctica, a travs del Instituto de Geomorfologa Apli
cada. Sus trabajos, como director o como colaborador, de ordenacin territorial
abarcan numerosas regiones mundiales como frica Occidental, Brasil, Venezuela,
Per, Chile, Argentina, aparte numerosas porciones de la misma Francia y de otros
pases europeos. Pero, adems, su inquietud ha llegado al estricto campo acadmi
co y a la formacin de expertos universitarios mediante la publicacin de manuales
preocupados por la renovacin metodolgica e instrumental (Tricart, 1968 y 1978).
As, en conclusin, la aplicacin de la geografa en beneficio de la sociedad consti
tuye una constante en la vida y en la profesin de Jean Tricart.
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una monografa. La geografa regional se encontraba inerme ante los problemas gene
rales que se planteaban: criterios de delimitacin, dimensin ptima, equipamien
tos necesarios, etc. Los medios de accin se dirigieron, por ello, a los economistas,
que acababan de descubrir la regin; despus de haber reflexionado mucho tiem
po sobre lo absoluto, o sobre hiptesis espaciales, pero preindustriales (Von Thmen), comenzaron a elaborar esquemas regionales; el gran iniciador parece haber
sido el alemn Lsch. Posteriormente, en Estados Unidos la regional science adqui
ri grn importancia, y ha vuelto ahora a Europa de la mano de Leontieff y Walter
Isard, que han encontrado adeptos entusiastas y eficaces entre los economistas fran
ceses. Estos han aplicado a la realidad regional su especfica aptitud para la genera
lizacin, y la han dotado de un vocabulario tras el que existen estructuras y meca
nismos precisos. Sin embargo, el espacio de los economistas no es el mismo que
el de los gegrafos, por lo que esta nueva y apasionante va que se abre para la inves
tigacin aplicada, no puede consistir simplemente en la substitucin de unos por otros.
Franois Perroux ha demostrado claramente que el economista se dedica a deslo
calizar los hombres, las cosas y las actividades, expresando las distancias fsicas
en precio y en tiempo, mientras que el gegrafo estudia la organizacin de un espa
cio diferenciado, individualizado. Partiendo de un modelo lo ms simple y abstrac
to posible, el economista lo complica gradualmente; parte de lo general a lo parti
cular y aborda finamente con dificultad un caso concreto. El gegrafo parte de casos
particulares, localizados, complejos pero poco extensos; intenta luego ampliar el con
junto de sus observaciones y comparaciones a fin de concebir una organizacin pla
netaria del espacio; de esta forma, se ve obligado a generalizar, a caer en la abstrac
cin y parece que se sale de su papel. Puede imaginarse fcilmente una fructuosa
conjuncin, en direccin convergente, de estas dos disciplinas en un nivel espacial
que sera la regin. Las diferencias de ptica y vocabulario han hecho difcil el con
tacto, y sin embargo se han llevado a cabo intentos, sobre todo despus de la Prime
ra Guerra Mundial, en Alemania, Polonia y la U.R.S.S. donde los gegrafos han
buscado generalizar sistemticamente la nocin de regin. La aportacin francesa
ha sido ms tarda.
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Las cuestiones que debemos planteamos son la siguientes: Existen grandes ciu
dades tpicas, es decir, ciudades inequvocas y no slo por comprobacin estadsti
ca? Cmo se distribuyen por la tierra? Cual es su emplazamiento caracterstico?
Existe, de alguna forma, relacin entre el nmero de ciudades y el paisaje o pobla
cin de una regin o nacin consideradas? Existe para cada ciudad unas instalacio
nes tpicas en dominios bien delimitados?
Una vez hecha esta precisin queda como tarea, como verdadera funcin de la
ciudad, proveer a una esfera rural ms o menos grande, de bienes y servicios tpica
mente urbanos. A esta misin se dedican los comerciantes, los artesanos, las pequeas
industrias (Gewerbe), los individuos de profesiones liberales (mdicos, notarios,
etc.). Igualmente se sitan en las zonas urbanas la escuela, el teatro, las telecomuni
caciones, las oficinas de administracin, etc.
El que los lugares en que se sitan estas instituciones u ocupaciones tpicamente
urbanas sean aldeas, pueblos o ciudades de derecho, no representa papel alguno
en absoluto; de la misma manera tampoco es factor determinante el nmero de
habitantes.
La formas de colonizacin autnticamente urbanas deben denominarse para
disponer de un nuevo e inequvoco concepto lugares centrales (ms adelante indi
caremos la explicacin de este concepto). Por su parte debern llamarse bienes y
servicios centrales tanto los bienes urbanos como las organizaciones de servicios
tpicamente urbanas.
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tras que el punto medio la ciudad se desarrolla con posterioridad, como conse
cuencia de la diversificacin del trabajo. Aunque ste es el caso ms comn, tambin
puede comprobarse el caso opuesto; pinsese, por ejemplo, en Norteamrica.
Podemos utilizar como ejemplo de un lugar central la simple villa que no tiene
otra funcin que ser el punto medio local de una pequea zona rural (Marktflecken).
Esta zona se extiende de tal manera que en una hora de camino se puede llegar al
lugar central. Est limitada, por tanto, por un crculo cuyo radio ronda los cuatro
o cinco kilmetros. Este pequeo foco de mercado se encuentra por doquier en Europa
Occidental. En Alemania tiene 800 habitantes en zonas agrcolas puras. Las distan
cias entre estos lugares de mercado se sitan alrededor de 7 kilmetros.
Siguiendo la distribucin uniforme de las zonas centrales en el sistema de hex
gonos, los lugares centrales ms prximos a los anteriores, y de mayor rango, los
Amtsorts.' distan entre s 12 kilmetros (7 X 35). El nmero normal de habitan
tes de estos ltimos asciende a 1.500.
Igualmente, existen lugares centrales de rango ms elevado cada uno con sus
correspondientes distancias recprocas (cada vez ms altas conforme ascendemos en
la importancia o rango de los lugares). Entre ellos podemos citar, en importancia
creciente las Kreisstdtchen (cabezas de partido) separadas entre s por 21 kil
metros y con unos 3.500 habitantes; las Bezirksstdte (capital de distrito) con una
distancia entre ellas de 36 kilmetros y 9.000 habitantes; las Ganstdte (ciudades
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2. N . del T. Las traducciones referentes a las denom inaciones de los distintos tipos de pueblos y ciudades es
aproxim ativa, pues no siem pre se corresp o n d en a trm inos espaoles precisos, p o r ello se indican los originales en
alem n.
3. N. del T. A la poblacin del lugar central hay que aadir las d e los enclaves de poblacin que se incluyen
e n la celdilla de la que es punto m edio. P b r ello, estas cifras son m ucho m s elevadas que las indicadas antes.
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fos siempre aspiran a que los hechos que estudian sean importantes. Ahora bien,
la importancia slo puede ser juzgada en relacin con algn otro fenmeno; por lo
tanto, el establecimiento de esta relacin indica que ya se ha formulado una teora.
Los llamados en Geografa simples descriptores no salen al mundo con mentes vacas;
poseen, por el contrario, el sentido de rea y una intuicin espacial bien desarrolla
da. Esto quiere decir que poseen una teora aunque est formada de un modo vago,
sea implcita o quiz se encuentre en el subconsciente. De este proceso de descrip
cin emerge una teora que se va haciendo ms explcita y rigurosa. No hay duda,
la descripcin, por su propia naturaleza, es un hecho cientfico.
An as hay diferencias reales en el modo de operar entre los interesados en la
descripcin y los interesados en la ciencia. Aunque los primeros, al utilizar esque
mas clasifcatenos, trabajen con teoras implcitas, se dedican con mucha ms energa
a inventariar, ultimando as sus clasificaciones, y su trabajo, por lo tanto, se vuelve
repetitivo. Estos descubren tantas categoras y gneros en sus clasificaciones, cuan
tas necesitan, esperando que algn da, de alguna forma, alguien encuentre estos resul
tados invalorables. Como contraste, los cientficos se concentran ms sobre las ideas
y la imaginacin. Irnicamente, estn mucho menos interesados en las estadsticas,
en el sentido que stas tienen en el World Almanac, que los que describen. Los
cientficos, sin embargo, estn muy vinculados a las matemticas, a menudo con
matemticas de alto grado de abstraccin, que aparecen como marco de sus teoras.
Imaginan ms y repiten menos.
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Pero no existen leyes para lo nico, y es intil, por lo tanto, tratar de buscar leyes
o predicciones histricas o geogrficas.
Hartshome introduce varias pruebas en apoyo de la posicin de la unicidad, a
las que hay que responder. En primer lugar, afirma que la geografa se halla en des
ventaja porque a menudo se encuentra con un nmero limitado de casos. La solu
cin, aunque no es fcil, radica en producir una teora ms general, y, por lo tanto,
ms casos. Antes de Newton, nadie pensaba que la cada de una manzana y el movi
miento de la luna fuesen casos similares.
Pero la ciencia, desde hace mucho, ha dejado de pretender que puede explicar
deform a total. Como se ha dicho antes, no se esfuerza por conseguir una preci
sin absoluta, sino que sustituye la exactitud por la generalizacin. Cualquier esfuerzo
dedicado a explicaciones completas debe terminar en la consideracin de los acn-
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hasta rasgos mucho ms amplios, llegando incluso hasta las semejanzas cualitativas.
El razonamiento por analoga conlleva la suposicin de que existe semejanza de rela
ciones o atributos entre algn fenmeno o aspecto del mundo real, por el que nos
interesamos, y un anlogo o modelo. La suposicin bsica es la de que es muy posible
que dos anlogos tengan ms propiedades en comn que si no existiera ningn pare
cido, y que el conocimiento adiciona! referente a uno establecer, as, algunas bases
para poder predecir la existencia de propiedades similares en el otro. Un modelo
o anlogo, por lo tanto, debe formar parte de un mbito de conocimientos ms familiar
que el sistema al que se aplica. Es decir, el problema se traduce a trminos ms fami
liares o convenientes de manera que un modelo til corresponda a un fenmeno ms
simple y accesible, observable y controlable, de desarrollo ms rpido o de formu
lacin ms fcil; fenmeno del que se pueden deducir conclusiones que, a su vez,
podrn ser de nuevo aplicadas al sistema original o mundo real.
En general, se puede decir que dos cosas cualesquiera, ya sean acontecimien
tos, situaciones, criaturas u objetos, son anlogos si se parecen hasta cierto punto
en las propiedades, comportamiento o manera de funcionar, de modo que, en la prc
tica, el trmino modelo se usa de forma muy libre para cubrir una amplia escala
de grados de parecido. Esta amplia escala puede hacer que el constructor de modelos
utilice como anlogos ejemplos tan variados como una situacin o acontecimiento
pasado en el mundo real, una simplificacin matemtica, o una construccin de cuer
das y alambre.
Es obvio que el uso de modelos en cualquier proceso mental conlleva dificulta
des y peligros muy claros, de los cuales se tratar en los apartados siguientes. Sin
embargo, este uso puede ser muy productivo siempre y cuando no haya razones para
creer que los puntos de semejanza entre el modelo y la situacin del mundo real son
inaplicables al tema en cuestin, o no se sepa a priori que los dos modelos se dife
rencian hasta el punto de no permitir semejanza alguna en la propiedad especfica
que es objeto de la prediccin.
A pesar de los peligros de la analoga, los cientficos fsicos la han utilizado bas
tante en el pasado ya que, por lo general, se pueden comprobar las conclusiones
con experimentos u otras observaciones; pero los cientficos sociales, que no pue
den realizar estas comprobaciones, han sido ms cautos en su uso. Una de las excep
ciones ms obvias ha sido el desarrollo de la fsica social, en donde se utilizan los
principios fsicos como modelos del comportamiento del hombre en la sociedad; as,
por ejemplo, el tamao de las ciudades o la distancia entre ellas han sido estudiados
segn el punto de vista de la ley de la gravedad de Newton; la igualdad de las clases
sociales y las razas se ha visto dentro de! contexto de un modelo termodinmico como
una tendencia hacia la entropa social; y, de la misma forma, el estado poltico y
la sociedad humana son tratadas por los darwinistas sociales a la luz del modelo org
nico suministrado por la teora de la evolucin. Aunque muchos de estos intentos
han fracasado, por razones que se vern ms adelante, otros han demostrado su vala
como instrumentos importantes para el anlisis y la investigacin. Como Bunge ya
ha sealado, uno de los rasgos de la metodologa geogrfica es que la idea de la uni
cidad del fenmemo geogrfico (la nocin ideogrfica) ha retrasado la aplicacin
136
generalizada de la teora de los modelos, aunque fuese muy utilizada como medio
de explicacin y anlisis en disciplinas en las que era menos obvio su empleo.
Por ltimo, desde el punto de vista de la definicin, es importante diferenciar
entre los modelos y las teoras. La analoga es a menudo una feliz fuente de hipte
sis para posteriores investigaciones inductivas, pero por s sola no prueba nada. Un
modelo se convierte en una teora sobre el mundo real slo cuando se logra introdu
cir una parte de ese mundo en dicho modelo, y esto se consigue tanto al evitar el
descarte de un exceso de informacin en el momento de la abstraccin (vase el
siguiente apartado) como al desarrollar una interpretacin rigurosa de los resulta
dos del modelo en trminos del mundo real. Como teora, (un modelo) ... puede
ser aceptado o rechazado segn lo bien que funcione. Como modelo, slo puede ser
correcto o equivocado segn bases lgicas. El modelo debe satisfacer solamente los
criterios internos; la teora debe adems satisfacer los criterios externos. En resu
men, razonar por analoga es un paso hacia la construccin de teoras, con lo que
un modelo prometedor ofrece implicaciones suficientemente ricas como para sugerir
nuevas hiptesis y especulaciones en el campo primario de la investigacin.
Seleccin de textos
137
138
BIBLIOGRAFA
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Seleccin de textos
139
Las ms fascinantes terrae incognitae son las que se encuentran en las men
tes y los corazones de los hombres. Con estas palabras, John K. Wright puso fin
en 946 a su discurso presidencial ante la Asociacin de Gegrafos Americanos. El
presente trabajo analiza la naturaleza de estas terrae incognitae, y la relacin que
existe entre el mundo exterior y la imagen del mismo que guardamos en nuestras
mentes.1
1. W right, John K. Terrae Incognitae: The Place o fth e Im agination in Geography, A nnals o fth e Association
o f Am erican G eographers, vol. 37v 1947, pp. 1-15, en la pgina 15. La frase The World O utside a n d the Pictures
in O ur H eads, es el ttulo del p rim er captulo de la obra de L ippm ann, W aiter: Public O pinin, Nueva York,
M acM illan, 1922. C om o sugiere mi subtitulo, ste no es un estudio del significado o los m todos de la geografa,
sino m s bien un ensayo sobre la teora del sab er geogrfico. Los tratados m etodolgicos de H artshom e analizan
y desarrollan los principios lgicos de procedim ientos com o si la geografa fuese una ciencia profesional, com o l
dice una fo rm a de sa b er que es diferente d e los m todos con que conocem os p o r instinto, intuicin, deduccin
a p rio ri o revelacin. (H artsh o m e, R ichard, Perspective on the N ature o f G eography, C hicago, Rand M xN ally
para la Association o f A m erican G eographers, 1959, p. 170). Por otro lado, mi investigacin epistem olgica se ha
interesado por to d o el pensam iento geogrfico ya sea cientfico o no: com o se adquiere, transm ite, altera, e integra
en sistem as conceptuales, y la form a en que el horizonte de la geografa vara entre los individuos y los grupos.
E n particular, ste es un estudio de lo que W right llam a geosofa: la naturaleza y la expresin de las ideas geogr
fic a s ya sean p a sa d a s o presentes ... las ideas geogrficas, tanto verdaderas com o fa lsa s, d e todo tipo d e personas:
no slo gegrafos, sin o granjeros y p o eta s, novelistas y pintores, beduinos y hotentotes (Terrae Incognitae>>,
p. 12). C om o no es m uy probable que los gegrafos reciban influencias subjetivas en otro sitio ... que no sea en
sus discusiones sobre com o debera se r la geografa cientfica, (ib id .), la epistem ologa ayuda a explicar las razo
nes y el m odo de los cam bios m etodolgicos.
2. Sparks, Jared, m anuscrito en Sparks C ollection (132, Misc. Papers, vol. I, 1808-14), H arvard College Library;
citado en Brown, R alph H . A Plea fo r G eography, 1813 Style, A nnals o fth e Association o f A m erican G eograp
hers. Para encontrar visiones sim ilares del siglo X IX vase mi artculo George Perkins M arsh on the N ature a n d
P urpose o f G eography, G eographical J o u rn a l, vol. 126, 1960, pp. 413-17.
140
3. Peattie, R oderick, G eography in H um an D estiny, N ueva York, G eorge W. Steqrt, 1940, pp. 26-7. R ichard
H artsh o m e indica que en el sentido m s am plio, todos los hechos de la superficie terrestre son hechos geogrfi
cos. The N ature o f G eography: A C ritical Survey o f Current Thought in the l i g h t o f the Past, L ancaster, P a ., A sso
ciation o f A m erican G eographers, 1939, p. 372. Sobre los intereses y las capacidades de los gegrafos vase W hita
ker, J. Russell The Way lies O pen, A n n a ls o f the A ssociation o f A m erican G eographers, vol. 44 , 1954, p. 242;
y M eynier, A ndr, Reflexions su r la specialisation chez les G ographes, N orois, vol. 7, 1960, pp. 5-12.
La m ayora d e las ciencias fsicas y sociales son, tanto en teora com o en prctica, m s generales y form alistas
q u e la geografa. Las excepciones son disciplinas que, al igual que la G eografa, son en alguna m edida hum ansti
cas; principalm ente la antropologa y la historia. El tem a d e la antropologa est tan diversificado com o el de la
geografa, y refleja m s ntim am ente las preocupaciones diarias del hom bre; sin em bargo, la investigacin antropo
lgica an se concentra en especial en esa pequea y lejana fraccin de la hum anidad (primitiva o iletrada, tradi
cional en la cultura, hom ognea en la organizacin social) cuyas form as de vida y visiones del m undo son lo m enos
parecidas a las nuestras propias. B erndt, R onald M ., The Study o f M an: an A ppraisal o f the Relationship betw een
Social a n d Cultural Anthropology a n d Sociology, O ceania, vol. 31, I960, pp. 85-99. A unque m s inclinada al detalle
y ms interesada en la unicidad del contexto que la geografa, la historia tam bin abarca ms asuntos de inters com n
(en especial los hechos y los sentim ientos de los individuos); pero debido a que el verdadero cam po de la historia
se encuentra en el pasado, datos m s histricos son secundarios, derivados. A p esar de que la geografa no p u e d e
se r exactam ente contem pornea (Jam es, Preston E ., Introduction: the F ield o f G eography, en Am erican G eo
graphy: Inventory a n d Prospect, Siracusa, U niversity Press p ara la A ssociation o f A m erican G eographers, 1954,
p. 14), la geografa p o r lo general se centra en el presente; la observacin directa del m undo tiene un im portante
papel en la geografa, y uno nfim o en la h istoria. En teora, por lo m enos, lo lejano en el espacio est en todas
partes (sobre la faz de la tierra) y nos es accesible personalm ente; lo lejano en el tiem po nos es accesible slo a
travs de recuerdos y aparatos.
4. Q uine, W.V.: The Scope a n d Language o f Science, British Journal fo r the Philosophy o f Science, vol. 8,
1957, pp. 1-17, en la pgina 1.
Seleccin de textos
141
el error, los hechos concretos y las relaciones abstrusas, las leyes claras por s mis
mas y las tenues hiptesis, los datos extrados de las ciencias naturales y sociales,
de la historia, del sentido comn, de la intuicin y de la experiencia mstica. Algu
nas cosas parecen agruparse en el espacio, seguirse en el tiempo, o estar relaciona
das en las causas; la jerarqua de los lugares urbanos, la marcha anual de las tempe
raturas, la posicin de la industria. Otras caractersticas de nuestro universo compartido
parecen nicas, amorfas o caticas: la poblacin de un pas, el carcter preciso de
una regin, la forma de una montaa.5
Por muy variada que sea la composicin del mundo, existe un acuerdo general
sobre su carcter y la forma cmo est ordenado. Las explicaciones de los fenme
nos particulares son diferentes segn sus autores, pero sin una conformidad bsica
sobre la naturaleza de las cosas, no habra ciencia ni sentido comn, acuerdos ni
discusiones. Ni siquiera el hereje ms extremado puede rechazar la esencia de la
opinin reinante; hasta el disidente ms total sigue operando con una sumisin par
cial al consenso existente seala Polanyi, ya que el revolucionario tiene que hablar
en trminos que la gente pueda comprender.6
En teora se puede comprobar la mayor parte del saber pblico. Yo s poco sobre
la geografa de Suecia, pero otros estn mejor informados; si yo estudiase lo sufi
ciente sera capaz de aprender ms o menos lo que ellos saben. No s leer los carac
teres de los peridicos chinos, pero no dudo que significan algo para los chinos. Puesto
que se supone que existe un mundo comn, es necesario que los medios, utilizados
por otras personas para simbolizar el saber, tengan significado y que se puedan
aprender.
El significado del discurso geogrfico, en particular, no est limitado a los ge
grafos; sino que est compartido por millones de aficionados por todo el mundo.
Algunos aislados primitivos siguen sin conocer nada del mundo exterior; otros muchos
conocen poco ms all de sus propios pases y modos de vida; pero la mayora de
los habitantes de la tierra conocen al menos los rudimentos de la imagen comparti
da del mundo. Hasta los ms legos en cuanto a ciencias estn al corriente sobre los
elementos de nuestra geografa, ya sea por instinto o por experiencia: las relaciones
normales entre la figura y el suelo, el encuadre caracterstico de los objetos sobre
la faz de la tierra; la textura normal, el peso, la apariencia y el estado fsico de la
tierra, el aire y el agua; la transicin regular del da y la noche; la particin de las
reas segn los individuos, las familias o los grupos.
5. Sobre diversas com binaciones de hechos y relaciones geogrficas, vase W right, John K ., C rossbreeding
G eo g m p h ica l Q uantities, G eographical Review, vol. 45, 1955, pp. 52-65. Sobre la variedad de datos que com pren
den el saber en general vase C am ap , R udolph, Form al a nd Factual Science en Feigl, H e rb e rt y B rodbeck, M ay
(dir.): Readings in the P hilosophy o f Science, N ueva York, A ppleton-C entury-C rafts, 1953, pp. 123-8. Popper, Karl
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142
7.
W hittlessey, D erw ent, The H orizon o f Geography, Annals o f the A ssociation o f Am erican G eographers, vol.
Seleccin de textos
143
Sin abandonar en ningn momento sus principios tradicionales, nacidos con Paul
Vidal de la Blache, la Geografa francesa no ha dejado en manera alguna de adap
tarse a las nuevas tendencias geogrficas iniciadas despus de la Segunda Guerra Mun
dial. En este sentido no cabe olvidar, sino todo lo contrario, el papel desempeado
por determinados colectivos cientficos como el Grupo Chadule, radicado en Grenoble y Estrasburgo, respecto a la geografa cuantitativa, y la revista Hrodote (1976),
con Yves Lacoste a la cabeza, para las preocupaciones radicales y tercermundistas,
al menos en sus comienzos. Un papel similar, aunque mucho ms amplio y difuso,
desempe la revista L Espace Gographique desde su aparicin en 1972. Y en todos
los casos es notable, aunque no decisivo, el influjo de la geografa anglosajona (Claval,
1986). Alguien muy ligado a esta ltima publicacin es Armand Fremond, uno de
los varios gegrafos que, como Claval, Dollfuss, Reynaud y Bailly, entre otros, y
tras la crisis universitaria del 68, inician el camino del cambio y la bsqueda de nuevas
fronteras en la geografa francesa (Bailly, 1984).
Armand Fremont naci en Havre (Seine Inferieure) en 1933. Tras sus estudios
primeros en su ciudad natal, los ampli en Caen, pasando despus a la Escuela Normal
Superior de Saint Cloud, doctorndose en 1968, con un estudio sobre ganadera nor
manda. Como era frecuente en Francia, primero ense en el Liceo Camot de Dijon
(1956-1958), incorporndose despus a la Universidad de Caen, donde permaneci
entre 1960 y 1981. Director cientfico en el Centre Nationale de la Recherche Scientifique en Pars entre 1985 y 1989, se ha mantenido desde entonces en el campo con
creto de la investigacin geogrfica, primero como Rector de la Academia de Grenoble (1985-1989) y, en la actualidad, con el mismo rango en la de Versalles. Entre
ambas rectoras, existe (1989-1991) un intermedio poltico-administrativo en el Minis
terio de Educacin.
Tras un perodo inicial en un campo muy prximo a la Geografa regional fran
cesa, con sus estudios sobre el Oeste francs y, sobre todo, acerca de Normanda,
muy pronto, al calor de ciertos principios anglosajones y escandinavos introducidos
en Francia durante el paso de los aos sesenta a los setenta, se replantea la existen
cia de la regin, objetivo tpico de la Geografa francesa, como un espacio vivido,
visto y sentido por los hombres. Insiste especialmente en que la evolucin de la
regin est asociada a la vida social de los hombres, a la vez que traduce el cambio
radical de las relaciones entre los lugares y los hombres. Y todo ello, aade en su
libro La rgion, espace vcu (1976), teniendo como fondo el debate sobre la ordena
cin del territorio, que, en realidad, es mucho ms poltico que tcnico. En esa mis
ma lnea, pero ampliando su mbito de estudio al conjunto del territorio francs,
ha continuado despus, como puede percibirse en su posterior y excelente obra France,
144
gographie d une socit (1988). Una obra que, adems, est ntimamente ligada al
desarrollo de una visin social de la geografa, de la consideracin de la Geografa
como una ciencia social (Fremont, 1984).
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Redescubrir la regin
En plena actualidad, la regin se ha convertido en objeto poltico, material operacional para tcnicas, terreno de descontento para reivindicaciones o revueltas, dis
curso para los hombres polticos en activo. Francia, hipercentralizada en Pars bajo
la accin tenaz de los Capetos, los Borbones y de los altos funcionarios de las rep
blicas contemporneas, se desprende sbitamente de las veleidades regionales en la
segunda mitad del s. XX. Los administradores dividen el hexgono en veintiuna regio
nes a las cuales los comits de expansin, las misiones regionales y ahora los con
sejos, intentan sucesivamente dar vida. El 27 de abril de 1969, el general De Gaulle
se juega y pierde el ms arriesgado de todos los referndums sobre la creacin de
las regiones. Paralelamente, bretones, vascos, occitanos, alsacianos, corsos reivin
Seleccin de textos
145
Para avanzar en el conocimiento de las relaciones de los hombres con los luga
res que constituyen la regin y que parecen ser el objeto fundamental de la geogra
fa ya no es suficiente agregar un concepto a los otros como factor principal de dis
criminacin; es la perspectiva de estudio lo que es necesario modificar. Sin duda
alguna, despus de haber recibido las aportaciones de la historia, de las ciencias natu
rales, de la economa, la geografa podra seguir y ha sido ya felizmente fecundada
por las enseanzas de la sociologa; el estudio de las relaciones sociales enriquece
el conocimiento del espacio humanizado mientras se desarrolla una geografa social.
Todas estas concepciones son estimables e incluso indispensables. Pero, sin embar
go, es preciso admitir que, si se considera la estructura de la regin como un siste
ma particular de la relacin que une hombres y lugares en un espacio especfico y
que la geografa es el estudio de las relaciones, el enfoque debe gravitar precisamente
sobre stas. Ahora bien, el hombre no es un objeto neutro en el interior de la regin,
como frecuentemente se podra deducir de la lectura de ciertos estudios. El hombre
percibe desigualmente el espacio que le rodea, emite juicios sobre los lugares, es
retenido o atrado consciente o inconscientemente, se engaa o se le engaa... Del
hombre a la regin y de la regin al hombre, las transparencias de la racionalidad
son enturbiadas por las inercias de las costumbres, las pulsiones de la efectividad,
los condicionamientos de la cultura, los fantasmas del inconsciente. El espacio vivido,
en todo su espesor y complejidad aparece as como el revelador de las realidades
regionales. Estas tienen mucho de las componentes administrativas, histricas, eco
lgicas, econmicas, indudablemente, pero tambin, y ms fundamentalmente, psi
colgicas. La regin no es pues un objeto que tenga alguna realidad en s, como tam
poco el gegrafo o cualquier otro especialista no son analistas objetivos de un universo
10
146
Seleccin de textos
47
148
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4. HARVEY, op. cit.
Seleccin de textos
149
go, que dichas leyes dicen muy poco o nada sobre los procesos, y que por esta razn
es necesario que la teora geogrfica se vuelva hacia otras ciencias sociales y consi
dere los postulados sobre el comportamiento humano que stas proporcionan. Con
el fin de comprender la estructura espacial, debemos por lo tanto, conocer al menos
parte de las anteriores decisiones y conductas que disponen los fenmenos en el
espacio.
Un gran nmero de mecanismos de conducta estn correlacionados en el espa
cio; evidente por ejemplo en los estudios que usan el concepto del flujo de informa
cin, en el que el emisor y el receptor de dicha informacin pueden ser identifica
dos con respecto a la posicin y en el que la eficacia del mecanismo puede relacionarse
con la posicin relativa.5 Tambin est claro que el nmero de estudios en Geogra
fa centrados en el almacenaje mental de la informacin espacial est aumentando.6
Los estudios sobre mapas mentales y sobre espacios de accin, por ejemplo, llevan
implcitas las relaciones con los movimientos y actividades que dan lugar a la estruc
tura espacial, pero no puede comprenderse dicha estructura sin poseer algn cono
cimiento sobre la percepcin de la realidad espacial, lograda por la mente humana.
A esto se debe el hincapi que varios artculos de este volumen hacen sobre los meca
nismos sociales y psicolgicos que muestran claras correlaciones espaciales y/o impli
caciones estructurales del espacio. En este sentido, el trabajo se diferencia de otros
artculos realizados en Geografa sobre la percepcin del medio ambiente, en los que
haba menos inters por los mecanismos de conducta correlacionados espacialmen
te y ms por la medicin de las actitudes ante los estmulos del medio ambiente.7
Algunos anlisis preliminares del comportamiento en el espacio han sealado la
existencia de dos niveles de investigacin diferentes pero complementarios. El nivel
bsico consiste en la bsqueda de postulados y modelos relevantes que describan
los procesos de conducta sin tener en cuenta la estructura espacial en que se produ
ce el comportamiento. Es decir, se buscan las normas de eleccin, movimiento e
interaccin que son independientes del sistema espacial en que tienen que funcio
nar. Dichas normas, en lugar de constituir una estadstica descriptiva de la conducta
real de un sistema, deberan suministrar las bases para futuras teoras.
El segundo nivel relaciona los parmetros que describen la conducta real dentro
de un rea con las estructuras espaciales especficas existentes dentro de la misma
rea. Un excelente ejemplo de este nivel se ve en el uso hecho por Hgerstrand de
los campos medios de informacin, en los que los parmetros del campo se basan
5. La literatura sobre la difusin espacial contiene num erosos ejem plos de dichos m odelos: vase, por ejem plo,
HG ERSTRA N D , Torsten: On the M onte Carlo Sim ulation o f D iffusion, European Journal o f Sociology, V I, 1965,
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6. U n caso m uy claro de dichos estudios es la literatura sobre el m apa m ental: vase, p o r ej. G O U LD , Peter
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150
en datos reales de interaccin para ese sistema espacial en cuestin.8 Dichos par
metros, como Rushton ha sugerido en esta obra, probablemente estn relacionados
con la estructura espacial de las ocasiones de interaccin en cada sistema espacial
especfico.9 En tales circunstancias, el comportamiento en el espacio est limitado
por la estructura existente y no se debera utilizar para explicarla.
Consideraremos esta distincin crucial, y creemos que hay que tenerla en cuen
ta cuando se examina el progreso realizado en este tema de investigacin. Sin embargo,
esto no quiere decir que habra que desarrollar el primer nivel y excluir el segundo.
Ciertamente, el trabajo de Hgerstrand sobre la difusin de las innovaciones estaba
basado en una valoracin cuidadosa y muy realista de los procesos que generan las
estructuras espaciales observadas en sus reas de estudio. De esta manera, forj las
bases para otros estudios en los que los contactos interpersonales en el espacio, que
inician el proceso de difusin espacial, se pueden predecir con independencia de la
estructura espacial existente. Adems, algunos estudios en el segundo nivel, en especial
cuando se llevan a cabo en contextos espaciales varios y diferentes, subrayan el que
los procesos de conducta (no importa el nivel de investigacin en que se descubrie
ran) pueden emplearse junto con los postulados espaciales, y as formular una teo
ra con sentido.10
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152
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153
nes entre los hombres y entre el hombre y su hbitat. 2) El origen de este mal se
encuentra en las naciones desarrolladas, y el nico tratamiento posible tambin se
debe buscar all. El fallo final se puede hallar en el carcter de nuestra religin lai
ca: la fe ciega en la bondad del crecimiento cuantitativo. 3) El Sndrome de Creci
miento (al que nos referiremos as por falta de mejor trmino) tiene implicaciones
geogrficas de orden mayor. Estas se pueden ignorar slo con peligro de juzgar mal
la crisis o de prescribir el tratamiento equivocado, ya que apenas hemos comenzado
a saber lo que son.
Una cuarta idea esta implcita. Una solucin genuina del dilema demografadesarrollo, ante el que se encuentran las naciones ms pobres, no ser posible hasta
que las potencias ricas y poderosas, pero enfermas intermitentemente, se pongan de
acuerdo en reconocer sus demonios particulares y en exorcizarlos. Los problemas
que el primer grupo tiene (con la excepcin de unos cuantos afortunados) seguirn
amargndoles hasta que los mdicos visitantes se curen a s mismos y a sus propias
naciones.
Puede que esto sea una empresa temeraria ya que, quijotescamente, va en contra
de la tradicin y del uso comente de las disciplinas geogrficas y demogrficas, pone
en duda casi todas las prioridades actuales de las mismas y el empuje de la investi
gacin y de la instruccin, y se lanza por delante de los slidos anlisis factuales
y formulaciones tericas que deberan preceder a exhortaciones programticas como
las que aparecen a continuacin. Exige, lo que es mucho peor, una nueva estima
cin radical de nuestros sistemas de valores, no slo como cientficos sociales sino
como ciudadanos del mundo. En resumen, defiende un campo de estudios comple
tamente nuevo que aun los talentos y los posibles intereses de gegrafos, demgra
fos, eclogos, y otros cientficos, y uno nuevo adems en cuanto al compromiso,
que asuma la responsabilidad consciente de la administracin global de la tierra.
154
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156
Winch (1975, 25) lo describe de la forma siguiente: Suponemos que los individuos
tratan de llevar al mximo la utilidad, y la definimos como aquello que los indivi
duos pretenden maximizar. De forma similar, podemos suponer que la sociedad trata
de extremar el bienestar, y lo podemos definir como aquello que la sociedad trata
de maximizar. La naturaleza de la utilidad o el bienestar se encuentra basada en
los juicios de valor hechos por los individuos o la sociedad interesados.
Si esto es cierto, podemos precisar algo ms lo que implica bienestar, y pode
mos especificar las clases de cosas sobre ias que la sociedad establece juicios de valor
en general. Esto, normalmente, se hace de forma simblica utilizando una funcin
de bienestar social (FBS), que es tan slo una demostracin de las cosas de las que
depende el bienestar. Aunque con una forma indefinida, una FBS es, en teora, capaz
de producir cuantificaciones de la deseabilidad de los estados alternativos de la socie
dad, siempre que se valoren los trminos de la ecuacin y las necesarias declaracio
nes de relacin. El que dicho enfoque operacional pueda ser casi imposible de lle
var a la prctica no impide que la FBS nos conduzca hacia las cosas que hay que
tener en cuenta al enjuiciar los estados alternativos de la sociedad. Tambin puede
ayudar a definir las condiciones necesarias y suficientes para mejorar el bienestar
y conseguir un estado ptimo.
Una FBS se puede escribir de varias formas. Si B representa el nivel de bienestar
y U el nivel de utilidad de los miembros individuales de la sociedad (1, 2, ..., m),
entonces el bienestar se puede expresar como la funcin de los niveles individuales
de utilidad tal y como sigue:
B = B ( U U2,
UJ
(1)
(2)
(3)
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157
q lm,
qg),
qgm)
(4)
(5)
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BIBLIOGRAFA
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Teniendo en cuenta los enormes cambios de a superficie terrestre, sta t:ene que
ser continuamente reexplorada. El hombre es la n*ca especie que no slo ha revo
lucionado el paisaje biolgico sino que adems ha abierto brechas reales en la geo
morfologia y climatologa del planeta. El cambio mas importante en el paisaje terrestre
no es tal que pueda percibirse en una fotografa area, sino en un cambio de lo que
valoramos.
Casi siempre se ha subestimado a los pobres del mundo; estos no son de valor,
no cuentan. Por ejemplo, en mi pas, Estados Unidos, se ha calculado que cinco
millones de negros no aparecen en ningn censo (o muestreo electoral, o programa
mdico de la Seguridad Social, o cualquier otro informe). Igualmente, la poblacin
india americana (o lo que queda) est muy mal calculada; la ltima conjetura es de
medio milln, lo que supera en mucho los clculos anteriores. Durante algn tiem
po, los demgrafos de este pas no aceptaban los censos dados por la China comu
nista. Los misioneros y otros expertos haban estimado que la poblacin era unos
mil doscientos millones a falta de una relacin completa, e incidentalmente, por
lo tanto, haban subestimado los efectos del hambre las guerras, las enfermedades
y otros accidentes. Quiz se vea que una tcnica de regresin eleva el nmero pro
porcional de pobres, en comparacin con las estadsticas oficiales de las Naciones
i
162
Unidas con lo que, por lo menos, el mapa base del terreno de Jos pueblos ser casi
correcto.
Las ideas, al igual que las especies que sobreviven desde hace tiempo, merecen
una atencin mucho ms cuidadosa, y por lo general lo que dicen es medio verdad,
como mnimo. El perderse tiene races biolgicas; es decir, mucho antes de que el
hombre fuese humano, incluso antes de que fuese un pez, el perderse era muy a menu
do una enfermedad letal. El cerebro humano, estrictamente construido por los pro
cesos de supervivencia con el objetivo de sobrevivir, no habra desarrollado todo
ese tratamiento espacial por simples propsitos decorativos. Tanto literal como figu
radamente, la humanidad debe encontrarse ahora o desaparecer de la faz de la Tierra.
Es decir, la exploracin a la que se enfrentan los gegrafos hoy en da es mucho ms
vital que la de Coln...
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164
pero tambin en Amrica (Cuba, Venezuela, Coiomb a). Y que haba contado con
el apoyo de en idades tan destac das como el Inst'tut d't des du Dveloppmen
conomique et Social> de la Un ve sidad d P
y el D partmen* of Urban Studies and Pa ang del Massachu s tt n tit t of T nology Una actividad que le ha
hecho ser Consultor de las Naci n Unida ,
a Orga i acin Internacional del
Trabajo, de a Organizacin de Es d s Ame
nos y de la Unesco, aparte sus
asesoras pa a diferentes gob erno om Arg
Gui ea B ssau y Venezuela. Y
que justifica u investidura como <d cto hono causa > por las Universidades de
Toulouse (1980), F deral de ahia (1986 Buei Aires 19 2) y Complu ense de
Madrid (199 ).
En estos mismos momentos, a e onouda ca i ad ac d 'm c a e investigadora de
Milon viene contrastada y comp etad por sus tare como ase or en su Estado natal
y, en general en todo el or es e b s eo No
bal e e no de los mejor s cono
cedores del mundo intertrop ca y n experto de Ta m ndia. en lo que se refiere
al tema del Tercer Mundo de su problema
n espec
os de su desbordante
y explosivo mundo urbano. Una ac v dad que e ta con 1 apoyo muy valioso de
la Asociagao Nacional de Pos G dua o e Pe qu sa em Planejamento Urbano e
Regional en la que ha ostentado y ostenta cargos directivas.
El protagonismo de Milton Santos en el estudio y la aplicacin de la Geografa
est respaldado y justificado por sus investigaciones de ms de cuarenta aos. Y cier
tamente la bondad del primero est avalado por la calidad de su obra cientfica. Una
obra que ha dado ya el fruto de casi una cuarentena de libros y unos dos centenares
de trabajos menores en extensin, nunca en valor, artculos de revistas cientficas
de todo el mundo, amn de sus numerosas memorias e informes tcnicos.
En tres lneas principales se han movido y se mueve las investigaciones del
gegrafo bahano. Primero, el mundo urbano en general y, ms en concreto, el suda
mericano; despus, los problemas del subdesarrollo y sus implicaciones sociales,
econmicas y polticas; y, finalmente, la bsqueda de un nuevo paradigma geo
grfico, en el que, junto a los estrictos temas conceptuales, en los que un maestro
innovador y sensible, se interesa por el fenmeno tan espacial y, por tanto geogrfi
co, de la globalizacin y sus consecuencias tan arrolladoras y en pleno cambio en
nuestros das.
Sin embargo, en el fondo de todas ellas trasciende una inquietud comn, la solucin
a travs del estudio del espacio geogrfico de las desigualdades y de las injusticias
que hoy atenazan a la Humanidad. En definitiva, como afirma en la conclusin de
Por una geografa nueva, una de sus obras ms importantes y con mayor impacto
incluso fuera de los crculos propios de nuestra disciplina, los gegrafos, junto a
otros cientficos sociales e deben pr -parar para sentar !.as base1, de un espacio
verdaderamente humano, un spaci q una los homb s p~r y p ra s trabajo,
.. .un espacio mater a me e rabaja o por e ho bre per n ara que se vuelva
contra l.. .>
Esta lnea bsica de pensamiento y de traba o pue e segu r e n toda la obra de
Santos, aunque quiz pudiera concretarse en tres bro , muy diferentes en sus obje
tivos primarios a inque similares en su fondo y publ cados en tres momentos muy
Se'e
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distin s de s > vida. El primero fue <?G agrafa y econom a urbanas en los pases
subd sarrollados , aparecido primero en franc- (1970) y luego traducido al caste
llano (1973). A go posterior es su esplendida reflexin sobre el p oblema del d sarrollo a n:ve mundial, LE space P.rtag, publ cado en Pars (1975) y en Londres
(:978) pero no en Espaa. Y finalmente, como culminacin y comienzo a la vez de
pasado y de futuro, Por una Geografa .ueva >(Sao Paulo, 1979, Pars 1984, Mad d,
1990 C n este ltimo libro, se ha n ciado un rimero de nuevos esplndidos t abaj s q j inc den y profundizan n aque : - Espacio y Mtodo (Sao Paulo 198 y
Barce o a 1986), O Espago do Ciaadao> (Sao Paulo, 1987 , y Tcnica, Espa o,
Tempo. Clobali agao e meio tc co-c entifico-irformacin l (S o Paulo, 994).
La
alidad de ia obra de Milton S ntos es ndudabl Prim ro por el hecho
de que a rti a de la geograf a como c e ca y como mt d es hoy preocupaci n
genera i a a, y no solo de sus dir ctos culti adores, los gegrafos, ino de todos lo
c entif o soc ales Adems, porque el an isis del espacio se ha onvertido en un
o jetivo r -enci: 1 para la transformacin ordenada y justa de qu enes o utilizan y
menudo uran mal. Finalmente, porque estos planteamientos estn 1 gados es neta
mente a la conversin de la Tierra en una unidad global, sin cuya consideracin no
ser posible superar ios problemas que hoy atenazan, como fruto de esa totalidad,
a una Tierra hasta hace poco dividida y mal compartimentada.
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166
Vivimos con una nocin del Territorio heredada de una Modernidad incompleta
y de su legado de conceptos puros que han atravesado los siglos tantas veces intocados. Es el uso del territorio, y no el territorio en s mismo, quien hace de l objeto
de anlisis social. Se trata de una forma impura, un hbrido, una nocin que, por
eso mismo, carece de una constante revisin histrica. Lo que tiene de permanente
es que se trata de nuestro cuadro vital. Su comprensin es, por tanto, fundamental
para alejar el riesgo de alienacin, el riesgo de prdida del sentido de la existencia
individual y colectiva, el riesgo de renunciar al futuro.
En una palabra, caminamos, a lo largo de los siglos, de la antigua comunidad
individual de los lugares con el Universo, a la comunidad hoy global. As. la inter
dependencia universal de los lugares es la nueva realidad del Territorio. En ese lar
go camino, el Estado-Nacin fue un marco, una divisoria de aguas, que entroniz
una nocin jurdico-poltica del territorio derivada del conocimiento y de la conquista
del mundo, pasando finalmente desde el Estado Moderno y el Siglo de las Luces
a la era de la revalorizacin de los recursos llamados naturales.
Hoy, la naturaleza es histrica..., inclusive el llamado medio ambiente. Su valor
local es relativo o, en todo caso, relativizado. Antes, era el Estado, en ltimo tr
mino, quien defina los lugares de Colbert a Golbery dos nombres paradigmti
cos de la subordinacin eficaz del Territorio al Estado. El Territorio era la base, el
fundamento del Estado-Nacin que, al mismo tiempo, lo moldeaba. Hoy, viviendo
una dialctica del mundo concreto, evolucionamos de la nocin, tomada antigua,
de Estado Territorial a la nocin postmodema de la transnacionalizacin del
territorio.
Pero, as como antes todo no era territorio estatizado, hoy todo no est estric
tamente transnacionalizado. En los mismos lugares donde los vectores de la mundializacin son ms operativos y eficaces, el territorio habitado crea nuevas siner
gias y acaba por imponer al mundo una revancha. Su papel activo nos hace pensar
en el inicio de la Historia, aunque nada sea como antes. De ah la metfora al retomo.
Pero, una vez ms debemos insistir en la relevancia actual del papel de la cien
cia, de la tecnologa y de la informacin. Al tratar del territorio, no basta hablar de
mundializacin o globalizacin si deseamos profundizar en el proceso de cono
cimiento de los aspectos de la realidad total.
El territorio son formas, pero el territorio usado son objetos y acciones, sinni
mo de espacio humano, de espacio habitado. El mismo anlisis de la fluidez al ser
vicio de la competitividad, que hoy rige las relaciones econmicas, pasa por ah.
Por una parte, tenemos una fluidez virtual, ofrecida por objetos creados para facili
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tar esa fluidez y que son, cada vez ms, objetos tcnicos. Pero los objetos no nos
dan una fluidez virtual, porque la real procede de las acciones humanas, que son
cada vez ms acciones informadas, acciones normatizadas.
A partir de esa realidad se encuentran hoy en el territorio nuevos elementos ade
ms de la vieja categora que es la regin; y ello procede de la nueva construccin
del espacio y del nuevo funcionamiento del territorio a travs de lo que denomina
mos horizontalidades y verticalidades. Las horizontalidades son los dominios
de la contigidad, de aquellos lugares vecinos reunidos por una continuidad territo
rial. Las verticalidades estaran formadas por puntos distantes unos de otros, liga
dos por todas las formas y proyectos sociales. A partir de ello debemos retomar de
Franois Perroux la idea, que l leg a los gegrafos y fue introducida en el Brasil
por uno de sus discpulos, Jacques Boudeville, de espacio banal. La idea del espacio
banal debe ser planteada, hoy ms que nunca, en oposicin a una nocin que actual
mente gana terreno en las disciplinas territoriales, la de red.
Las redes constituyen una realidad nueva que, de alguna forma, justifican la expre
sin de verticalidad. Pero ms all de las redes, antes que las redes, a pesar de las
redes, despus de las redes, con las redes, existe el espacio trivial, el espacio de todos,
todo el espacio, porque las redes constituyen apenas una parte del espacio, el espa
cio de algunos.
El territorio, hoy, puede estar formado por lugares contiguos y por lugares en
red. Son, todava, los mismos lugares que forman las redes y que constituyen el espa
cio trivial. Son los mismos lugares, los mismos puntos, pero conteniendo simult
neamente funcionalizaciones diferentes, quizs divergentes y opuestas.
Ese acontecer simultneo, hecho posible gracias a los milagros de la ciencia, pro
voca nuevas solidaridades como la posibilidad de un acontecer solidario, a pesar de
todas las posibles diferencias, entre las personas y entre los lugares. Y que, en rea
lidad, aparece de tres maneras distintas en el actual Territorio: un acontecer hom
logo, un acontecer complementario y un acontecer jerrquico.
El acontecer homlogo es el de las reas de produccin agrcola o urbana, moder
nizadas a travs de la informacin especializada y que llevan los comportamientos
a una racionalidad presidida por esa misma informacin lo cual origina actividades
similares y genera contigidades funcionales, origen de los contornos de las reas
as definidas. El acontecer complementario es el de las relaciones entre campo y ciu
dad, as como el de las relaciones interurbanas, adems de ser consecuencia de las
necesidades modernas de la produccin y el intercambio geogrficamente prximos.
Finalmente, el acontecer jerrquico es uno de los resultados de la tendencia a la racio
nalizacin de las actividades y resulta de una organizacin que tiende a la concen
tracin y obliga a la existencia de unos principios organizativos producidos en un
sentido concreto, relacionado con la vida de los hombres y con la vida del espacio.
En todos los casos, la informacin juega un papel parecido al que en un pasado
no remoto tena la energa. Antiguamente, sobre todo antes de la aparicin del hombre,
lo que reuna a las diferentes porciones de un territorio era la energa derivada de
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slo baila, habla y piensa, como pueden hacer los otros animales, sino que es capaz
de meditar sobre sus actos y evaluarlos de forma crticn Desde la perspectiva cien
tfica, muchos temas en sociologa y en geografa humana ya sean los vnculos
entre machos, la territorialidad, o a arquitectura se pueden reducir casi a hechos
de etologa animal. La perspectiva humanstica se concentra sobre las actividades
y los resultados que son propios de !. especie humana.
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la duracin de un grano establece unos lmites que los otros no pueden traspasar sin
causar algn tipo de cambio. Por las razones ya indicadas, se produce un tipo espa
cial de relacin entre los granos que pueden denominarse de formacin. Esta clase
de relaciones se muestra como relaciones laterales o como relaciones de antes _ydes
pus Estamos acostumbrados a interpretar las relaciones laterales como espaciales
y las relaciones de antes y despu:- como temporales El problema d. formacin
cons:derado en su totalidad es que cada grano se sita en abertura: espacio-temporales
creadas por las relaciones laterales, y de antes y despus dentro de universo de todo
los g;anos existentes dentro de la reg:n del mitada
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GEOGRFICA FRANCESA. A. B u ttim e r
7. GEOGRAFA
DE
LAS
ACTIVIDAD ES
TERCIARIAS. Una reinterpretacin de la
teora de los lugares centrales. Beavon
8. LOS C LIM AS DE ESPAA. Capel M olina
9. ESTADSTICA PARA GEGRAFOS. Ebdon
10. GEOGRAFA Y M ATEMTICAS EN LA
ESPAA DEL SIGLO XVIII. H orado Capel
2
3
C O LEC C I N
E L E M E N T O S DE G E O G R A F A
VOLMENES DE 14 x 2 0 cm
1.
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7.
8.
9.
10.
BIOGEOGRAFA. Lacoste-Salanon
GEOMORFOLOGA. Georges Viers
GEOMORFOLOGA U RBAN A. Johnson
C LIMATOLOGA. Georges Viers
GEOGRAFA RURAL. Hugh D. Clout
GEOGRAFA H U M AN A. David M. S m ith
GEOGRAFA DE LA UTILIZACIN DE
LAS AG UAS CONTINENTALES. Bethem ont
GEOGRAFA ECONMICA. Paul Claval
GEOGRAFA POLTICA. Sanguin
GEOGRAFA FSICA. Cuchlaine A. M . King
C O LEC C I N
T A LL E R
DE G E O G R A F A
VOLMENES DE
13'5 x 2 1'5 cm
C O LE C C I N
P R C T IC A S
DE
G E O G R A F A
VOLMENES DE 2 2 x 2 3 cm
1. PRCTICAS
DE
GEOGRAFA
Profesores Complutense de M adrid
FSICA.
M A N U A L E S DE G E O G R A F A
VOLMENES DE 21 x 2 6 'S cm
1. GEOGRAFA
GENERAL.
FSICA
Y
H U M A N A . Yves Lacoste y Raymond Ghirardi
1 3 5 x 19 cm
1. LA CONSTRUCCIN DE LA GEOGRAFA
H U M A N A . M assim o Quaini
2. IDEOLOGA,
CIENCIA
Y
GEOGRAFA
H U M A N A . Derek Gregory
3. M A R X IS M O Y GEOGRAFA. M . Quaini
4. A N A R Q U IS M O Y GEOGRAFA. M argulies
OTRAS
O B R A S DE G E O G R A F A
Y T E M A S A F IN E S
AGRICULTURA
l,a agrologa - Boulaine
A rboles de jardn Paella
La edafologa - A ubert y Boulame
Enemigos animales de las plantas cultivadas y fores
tales - Bonnem aison
Enferm edades de las h o rtalizas - M essiaen y Lafon
F rutic ultu ra
C outanceau
Los herbicidas y su em p le o - D etroux y G ostm char
Los in s e cticida s DaiQZ
La lechuga - Autores vanos
M alas hierbas [D iccion ario )
Gueli
M ate ria orgnica del suelo - Kononova
a,.as de l..s fk-res y de las plantas ornam entales
- Pape
a g u a d a s toxico iog a s im o m a 'o lo g ia y terapia
K' mm r
Reguladores de c ie c irm e n io - Au;ores varios.
Silos y graneros - C otton
V r 'ie ^ a d e s a m e ric a n a - de m an. a r a
Rave
d 's c la p o r.
Vegetacin a'-u -itica - Bef nardi y D^an
A ^ Q ,IT - CTURA
Las vir . de lo veqet les - Somm e eyns
La o q u i'e c ura de las 0
M un tan o a
K,l:cin Ignaz D .em zenhoier y el barroco tiohem i.j
Norberg-Schulz
El Nio y a A rq u itec tura
M untaola
RudoH Schm dier - Gebhard
Topognesis U no - M un ta ola
Topogenesis Das - M untaola
Topogenesis Tres M untaola
AS~RONOM A Y ASTRONUTICA
In.c a c :.:' a ra a stro n ut ca - M atei; Sancho
In ,-iac c f a .a as t'o n o n v a
M u rd e n
BE l .A S a r t e s
Ca fs r i pa :'le i e s ham es Tolra
El cub sm . Srul'az
La eg iptologa
Sauneron
La estet-Cu n d us tna l H uism an y Patnx
H istoria de !a fo to g 'a fa
Keim
Igualada. Una histoi>a en im atges
lorras
In trod uc c in a la m sica pop - Skoff Targue
La s im b oia qid - Beigbeder
El surrealism o
Duplesis
El vestid a a n tigu a y m ed ie va1 - M Beaulieu
El vestid o m oderno y con te m p orn ea - M Beaulieu
Vilassar de M ar d o cum e nta l histo rie Casanovas
BIOGRAFIA
C arlos Q u in to - Lapeyre
C onfesiones de un p u b lic ita rio - O g ilvy
Hom enaje a Bertrand Russell - Schoenm an
M ao y la revolucin china
Ch'n
Seis te s tim o n io s de la m e d icin a ibrica Cid
BIOLOGA
Biogeografa - Lacoste y Salanon
Biologa social Bouthoul
C ibe rn tica y biologa - G oudot-Perrot
C on trol b io lg ico de plagas y m alas hierbas Samways
Dmanuca de la com p ete ncia y la depredaci n Hassell
La fe cun da ci n - Caries
Feromonas de insectos - 8rch & Haynes
Las ferom onas sexuales de lep id pte ro s - Pedro
D om ingo
La ge n tica de las p o bla cion es - Binder
Id e n tific a c i n de caros fit fa g o s - F. Garca M ari
Las m tersexualidades G. D reyfus
M ecanism os de control de los seres vivientes Bayliss
Los ohgoelem entos G o ud ot y Bertrand
Oxgeno(s) - Puig M uset
Principales caros fitfagos en Espaa - F. Garca Mari
La qum ica de los seres vivien tes Javillier y Lavollay
Reguladores de cre c im ie n to en la pro du cci n veg e
tal L u ckw ill
La vida sexual - Chauchard
BOTNICA
A lca lo ide s y plantas alcaloideas - M oreau
rbo les de jardn Paella
M alas hierbas (D ic c ion ario! - Gell
Plagas de las flores y de las plantas ornam entales
Pape
Reguladores de c re cim ie nto - Autores vanos
Vegetacin acu tica - B em ardt y Oiani
Los vnus de los vegetales
Somm ereyns
CARTOGRAFIA
La carto grafa - Fernand Joly
M apas y diagram as - M o n kho use y W ilkm son
La topo grafa M erlm
CIENCIAS ECONMIC AS
/A do nd e va el c a p ita lis m o 7 - Tsuru y otros
La ayuda a los pases s ub desarrollados - Luchaire
Cananas P o b la ro n y ag ric u ltu ra en una sociedad
dependiente
Burnel
"E l Cap<ta" de Karl M arx
Cafe-o
El c ap ital en a reona de la dis trib u c i n Garegnaru
El cap italism o Cotta
C ap italism o Piuue V ij i
CIENCIAS POLITICAS
Abd el Krim y la guerra de l Rif - W oolm an
Am rica Latina de 1B80 a nuestros das - Carmagnam
La autoridad - Marsal
El Capital de Karl M arx - Cafiero
El c ap italism o - Cotta
Carlos Q uinto - Lapeyre
El com u nism o y los in te lectu ale s franceses Caute
El c o n flic to e lim o so vi tico - Lvesque
Cub - Lam orP
El Frente Popular Lefranc
Geografa p o ltica Sangum
G obierno y a d m in istra ci n en ;a Un on S ovitica
Schapiro
La guerra - Bouthoul
Hnler v e! nazism o - Glande David
La info rm a cin - Terrou
Las n stitu cio n e s po ltica s del A frica negra
Descham ps
Introduccin a las diferentes interpretaciones del mar
xism o - Fages
El izquierdism ^ - Arvon
El m agism o - M aim or
M arx. ! derecho y el estado C erro- , Miliba- d, Pou
ant -as y Tadic
El M ercado C om n J F. Den au y (j Drue ne
Los m o.-m en-os cla n de stino s en mopa - Miche.
M ussolini y el fa scism o Guichonnet
El nazism o 1918-1945 - Tho rn to n
Los negros en Estados U nidos - Fohlen
El nuevo so cia lism o - Dobb
La opm ion pblica
Sauvy
Poltica vaticana - Bull
Praudhon y M arx, una c o n fr o n ta ro n G urvitch
La publicida d p o l't'c a - Izquierdo
La Revalucion Francesa Soboul
El s .n d c a 's m -) en el m undo Lefranc
Los sis'e m as electorales C o:teret y Eme;
I soc alisrno refo rm ista - Lefranc
ec ca del per idism o Gai Un d
CL MATOLOGA
Las chmas en Espaa C.,pe M olina
Breviario de C lim atolog a - M erc Marn
C lim atologa
V e rs
In trod uccin a la clim a to lo g a Pagney
La m eteorologa Viaut
DEMOGRAFA
Breviario de dem ografa A. Cabr Pa
C anarias: Poblacin y a g ricu ltu ra en una sociedad
dependiente
Burnel
D iccio na rio de dem ografa Raland Prpssat
Las etmas
Bretn
Lmites de la vida hum ana Sauvy
Los m todos en dem ografa Pressat
Las m igraciones hum anas
DoHot
Los Pirineos Viers
Poblacin m un dial y recursos naturales - Stam p
Las probabilidades y la vida Borel
DEPORTES
La con du ccin de auto m vile s Rives
La espeleologa Trombe
HStona del de po rte G illet
Tcnica de los deportes Dauven
DERECHO
La antropologa crim inal Grapm
La crim inologa
C eccald'
El derecho en Estados U nidos Tune
Los derechos naturales M arciwset
H Islam
Sourdel
Marx, el derecho y el estado Cerroni, Miliband. Poulantzas y Tadic
DICCIONARIOS
D iccionari deis sants - Rouillard y Teilhard de Chardm
D iccionario de ciencias de la educacin - M ialaret
D iccionario de dem ografa - Roland Pressat
D iccionario de dificu lta d e s m ate m ticas resueltas
L. Rodrguez y M a L. Rodrguez
D iccionario de econom a - Seldon y Pennance
Diccionario de la evaluacin y de la investigacin edu
cativas De Landsheere
D iccio na rio de m anagem ent
Brech, Johannsen,
R obertson
D iccio na rio de pedagoaia
Foulqme
D iccionario de psicopeaagogia v psiquiatra del nio
Latn
D iccio na rio de los santos Rouillard y Teilhard de
Chardm
D ic c io n a rio de t rm in o s g e o g r fic o s
F. J.
M onkhouse
M alas hierbas (D iccion ario) Guell
DOCUMENTOS Y REPORTAJES
Abd el Krim y a g e ra del Rif - W oolm an
A u schw itz Poliakov
Cabnls. El pobl i els hom es Tolra
Cananas: Pobiacion y a g ricu ltu ra en una sociedad
dependiente
Burnel
La escla vitud en los EEUU Stam pp
H.tler y el nazism o C laude David
l-.i'.u .da Una histo ria en im atges Torras
La insu rre cci n del g h e tto de Varsovia Borwicz
INGENIERA Y MECNICA
C onstruya su propia casa - Cater y Crabtree
La con du ccin de a u to m vile s - Rives
La esttica in d ustrial Huism an y Patrix
La resistencia de los m ateriales Delachet
JARDINERA
rboles de jardn - Paella Bonastre
Plagas de las flore s y de las plantas ornam entales
- Pape
LINGUISTICA
El esperanto - Janton
La fo nologa - D uchet
Geografa de las lenguas - Bretn
In gles para em presarios - Baty
Las lenguas rom nicas - C am proux
La ling stica - Perrot
Sin taxis del francs
Guiraud
Teora y practica de la lengua espaola
M aria de Bor
LITERATURA
La literatura hispanoam ericana - Joset
Sociologa de la literatura - Escarpit
MANAGEMENT
D iccio na rio de m anagem ent Brech, Johannsen,
R obertson
Economa y sociologa de la industria Florence
La empresa m oderna - Jos M de la Poza Lleuda
Estructura organizativa y direccin empresana' - Jos
M.a de la 'Poza Lleida
La filoso fa del m anagem ent - Sheldon
La fu n ci n ad m in istrativa de la empresa - Jos M.a
ile la Poza Lleida
H acerle i e r y hacerlo saber Revila
..a Vistor.a del m anagem ent - U rw ick y fcirech
La info rm a tica
Lherm itte
Ingls para em presarios Baty
In trod uccin a la econom a em presarial - Savage y
Small
M anagem ent c ie n tfic o Taylor
M anagem ent de la fu si n de em presas - M ace y
M ontgom ery
M anagem ent su naturaleza y s.a nificad a - Brech
M atem ticas para la em presa - Battersby
M ade'o s m atem icos y m anagem ent del m arketing
- Buzzeil
Organizacin c- empresas
0 Shaughnessv
Organizacin d-' la pro du cci n Jose M 1' de la Poza
Lle'da
Organi7acitm y m anagem ent Yinll
Perspectivas em presariales y be ne ficio i La te oria de
la em presa' Shackle
P lanificacin de la em presa - Argenti
P lanificacin y previsin J. M. de la Poza Lleida
Tcnicas del m anagem ent - Argenti
Vanguardism o com e rcia l - J M. de la Poza Lleida
La vida econm ica de la em presa - Suavet
M RKETING
Anlisis de los canales de distribucin y organizacin
com ercial - N epveu-N ivelle
La crea tivid ad en la em presa - Aznar
Espaa vende mal - Izquierdo Navarro
Estrategia del pro du cto - Thom pson
Lanzam iento de pro du ctos - Nepveu-Nivelle
El m rketing
Dayan
M odelos m atem ticos y management del m arketing
- Buzzell
La nueva publicidad - W atts
El servicio y la post-venta - Nepveu-Nivelle
La tercera sociedad - Izquierdo Navarro
El vendedor silen cio so - Pilditch
La venta a presin - S p illard
MEDICINA. PSICOLOGIA Y PSIQUIATRA
La adolescencia - Debesse
A lcaloides y plantas alcaloideas - M oreau
La alergia - Halpern
La alim en taci n humana - Lalanne
El am or - Bumey
La ansiedad y la angustia - Le Gali
La antropologa crim ina l - Grapm
La autoridad
Marsal
Cociente intelectual y diferencias individuales Joaquim J Vea i Bar
Los com plejos - M ucchiei
El con cep to de s m ism o - Ren L'Ecuyer
El con trol del dolor - Prescott
La droga Phcier y T huillier
Las enferm edades de la n u trici n - Drot y GouryLaffont
Las enferm edades venreas - Graeiartsky
Las epidem ias Harant
La fa tiga - Chauehard
La fe cun da ci n - Caries
Freud. A ntologa sistem tica - Dierkens
La grafologia - Hertz
El ham bre - Cpde y Gounelle
La hipnosis
Baruk
H ipnosis y sugestin - Chauehard
H istoria de la ciruga - D'A llam es
El inco nscie nte fillo u x
In icia cin a la [sicologa m oderna - C astellan
La inteligencia - D ieron
Las inte rsexualidades
D reyfus
Lm ites de la vida humana - Sauvy
Mecanismos de control de los seres vivientes - Bayliss
La m em oria
Flores
Las m entalidades Bouthoul
N aturaleza del cncer - S u tto n
N europediatra - F. C orom inas Beret
Los nios inadaptados - Perron
La piel - Blum
Plaguicidas, toxicologa. sinto m ato log ia y terapia
Klim mer
lasla
Tecmcas de expresin - Guia para a redaccin y presernac-:-' de i' b a ^is cie n tifi-'o s, n fo 'in c s teen,
l>is v tesa'a s Coir.es
Tcnicas y -ecursos audiovisuales
M a;las Casas
Las tcn cas del tiem p o de estudio personai Joan
Riarr i Vendrell
La tecnolo ga en ir. enseanza de la historia
leci-ioiniiia ne i. i urriainzacion educativa E M ascort
eoria v te r.-t1.'- i o '1 i.1, ensenanz.i Hay.'.ooi v Sutton
ngua espannia De B c ja Solo
le:.; .le la la m a n
ims Font
to ra er< catal A rtel v Plaqu
BenrJei Koppitz
m De Landsheere
los trastornos aei lenguaje Porot
Volver a !ee- V. D. Batalla M. T Valle.io y P. Vzquez
Xucs 'ia m p ', guspires Urup Pedfa'forca
PROFESIC^ES Y OFICIOS
C om o elegir ta p e ra
p:-,-fe.-,on - Botdas
Cm o elegir profesin - Bordas
Eleccin dw c a re ra y profes'On - Bordas
Tcnicas ae asesoram iento .'n onentat.in prolesion j i Toibc-rt
T e c n o k ig ij dt l >i;jid(' de pu m o F R ancia
POESIA
37 poem as de Mao Tse-Tung Chen
PUBLICIDAD V RELACIONES PBLICAS
C onfesiones de un p u b licita rio
Ogilvy
Establecim iento y con trol del -presupuesto da p u bli
cidad
C o n tn i
H acerlo bien v hacerlo saber Revrlla
La ind ustria de la persuasin - Pearson y Tjrner
La nueva publicidad - W atts
Pldoras publicita rias
Stebbins
La publicida d - D Ptas y Veidiet
La torcer a suciedad
Iz q u -fid o Navairr.
QUIM ICA
Alalo ces y- plantas alcaloideas - M oreau
Anlisis qum vcu cu a lita tivo - Duval
Los herbicidas y su em pleo - Detro;Jx y G ostncha'
Los in se cticida s - Dajoz
plaquiC)d3s- 'o x,:o lo g''3 , S 'jirjm a to io g la y terapia
Rummer
La qum ica de los seres v iv :c-r-.es Jav;llie.r y Lavollay
La quirr,,ca del vino - Carla*Reguladores de ':re cim ien to Auto ie s vanos
RELIGIONES Y MITOS
i ,i 1)1 ue-i;a t ,:U)U
iiife io n a ii u n :; sant. Rfunllard v Tuilf'.ai.'l de Chardin
i m i lonai ni ue los i.actoc
R ouillaid >, Iia ll-axl de
CiMldlII
i-, iiM i-nti mu Castellao
as .|i;k ,i'. ;ie religin Livet
s con cilio s - iVetz
La Inquisicin Testas
el Islam Sourdel
Los jesutas - G uilleim ou
E! Opus De: Dom im que Le Tourneau
El pensanvento cn stia n o - Rousseau
Poltica vaticana - Buli
La Reforma Stcuffer
La suni'o loga
Beigi'e der
i tr p
SOCIOLOGIA
snn vno i Grapm
ales de- la educacin
to
Debesse Y
M ia'a ret
B u 'ie ijia -.o.-ial
B o ulh uu l
acin y ag ricu ltura en una sociedad
dependiente Burnel
.aroque
la empresa
5 M arguiset
l.a .lion a
i' 'liciei \ i iH.'illier
Olivier
i a e c n iif,mia ne i.i n iio rm a ci i! - Toussaint
de a industria - Florence
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' ,aan,! a a i-'aic v is -1 iVqiaerdo Navarro
t n a n a i'K 'i.i
i.M merdo Navarro
t ,o.iii i ven,le mai i.'QUieido Nava'ro
H uism an y Patrix
fa hum ana Claval
' ii'i-iin is itio ineneu Cam pm any
'.a oeiiiH ii a oc ,ism n o d a c io n e s - Binder
(. oq-"f"-) ' p'-r.orina urbanas en lot, pases subdeSantos
a po bla cion oeorge
al del m un do George ,
ue up un t:ca ue las m inoras - Pierre George
La guerra - Bouthoul
H bito!, econom a y soc.edad Forde
El ham bre Cpde y G ounelle
H istof ia de la sociologa - Bouthoul
t a in fo rm a ro n Terrou
Las m iersexualidades D reyfus
fc! izguierdism o - Arvon
Lim ites de la vida hum ana
Sauvy
Las iTientalidades - Bouthoul
Las m igraciones hum anas
D ollot
Los negros en Estados U nidos
Fohlen
Los mnos inadaptados Perron
E n ;;ev(' so., alisn io Dohh
La o!'.;ecor. de con cien cia
C a ttc a 'n
Ld cp n.on pt'jbiica Sauvy
La or.entacion escolar y profesional - Reucfin
Los Pirineos Viers
La polucin atm o sf rica - Cbovm y Roussel
La pro m o cion socia l - Thuil'im
La psicologa argonir.rca J.c u u e s L- ij'a t
f ! , i . . i ; . ro c De -oritet *'
l.a Revolucin l- anee'K Sohutu
S ch um jjete r p e rM i'ic o social H a'ie;
El sind icalism o eri el m undo Lefrar,c
Sociedades en m u ta cin George
La sociologa in d ustrial M ottez
S ocioioga de la lite ia tu ra - Escarpa
S ociologa de las revoluciones D ecoufle
Sociologa de la vejez - Pailiat
Tardan con tra Robot Juan Tusqueis
ca tercera sociedad
izquierdo Navarro
Las toxicom anas - Porot
La vida sexuel - Chauchard
La v,da sovi tica - F rom ent-M eunce
TEATRO
Li te atiO iiuv Corv;n
La te. ri,i a t.'.nra! d r B e rtoli B rernt
Llesueh
URBANIS MO
La calidad rjol m edio am b ie nte urbano Perl o f
C entros urbanos peatonales - Brambil'.a y Longo
C iudades y t?spacio - Low don W 'ngo
La c o n s tru c c i n de! u rb a n is m o en A le m a n ia
t1871-1914' Piccm ato
El espacio co le c t'v o de a ciudad Ceias;
Geografa v econom a urbanys en os pases subdesarrollados - Santos
Geografa y planeam iento urbano y regional - Wiison
Geografa urbana - Johnson
M odelos de onalisis te rrito ria l - Hall
M fle lo s vie 'd esarrollo vitbano - H am s
Las nueva! ciudadvs en o m undo Cha'm u
u 'je n \o -; >, (iie to d o onia di' i: " pian m ^tio p o lu a n o
Serr nusa
Planificacin del uso dei suelo ufbano Chapm
Poder y pla n d 'ca cicn urb an stica Ceccarelli
Principio s y prctica del urbanism o - Keeble
S ste m a s m e trop olita no s en las nuevas ciudades Sracco
Transporte y suelo urbano - Lowdon W mgo
VARIOS
C onstruya su propia casa - Cater v Crablree
O xg en olsi - Puig M uset
Tecnoloyd del tejido de ou nto - F Barrera
V IAJES Y FXPLORACIONES
H istoria de las e\p!u > acion et D escham ps
E'l prim e: d e scub rim ien to ce Am erica Jones
ZOOLOGIA Y ZOOTECNIA
A n im a les de A m erica Takeo Ishida
A'.-.imales de Aoia y Oceana - Takeo ishida
Anm ales de ucopa y frica - Takeo Ishida
Enemigos animales de las plantas cultivadas y fo re s
tales - Bonnem aison
La fe cun da ci n - Caries
El hom bre con tra el anim al Fiasson
Los 'n on os antropoides Goustard
Pjaros de A m rica, Oceam a y A n t rtid a - Takeo
Ishiria
Fajaros de Fvropa. As'a y frica Takeo Ishida