Representaciones Sociales de Una Utopía Fascista
Representaciones Sociales de Una Utopía Fascista
Representaciones Sociales de Una Utopía Fascista
METRPOLIS: REPRESENTACIONES
SOCIALES DE UNA UTOPA FASCISTA.
Guralnik, Gabriel Eduardo y Pidoto, Claudio.
Cita: Guralnik, Gabriel Eduardo y Pidoto, Claudio (2013). METRPOLIS:
REPRESENTACIONES SOCIALES DE UNA UTOPA FASCISTA. V Congreso
Internacional de Investigacin y Prctica Profesional en Psicologa XX
Jornadas de Investigacin Noveno Encuentro de Investigadores en
Psicologa del MERCOSUR. Facultad de Psicologa - Universidad de
Buenos Aires, Buenos Aires.
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Introduccin
En 1927 seguan vivos los ecos de la catstrofe que signiic para
Europa la Primera Guerra Mundial (1914-18). El movimiento gigantesco y constante de millones de personas (y no slo en los frentes
de batalla), y el uso de la ciencia y la tecnologa al servicio de la
muerte haban llevado a una nueva dimensin las hasta enconces
incipientes ideas de lo masivo. Al mismo tiempo, la Revolucin
Sovitica, aianzada ya tras una dcada de su estallido, supona al
mismo tiempo una esperanza (para sus simpatizantes) y una amenaza (tanto para los sectores dominantes como para los sectores
de menores recursos que haban sido sistemticamente aterrados,
por aquellos, con la fantasa de que las revoluciones, en sus pases,
los privaran de las pocas -tal vez casi nulas- libertades de las que
se supona que gozaban.
En ese contexto se estrena, en Alemania, la pelcula Metrpolis.
Considerada uno de los clsicos de todos los tiempos (en 2001 se
la incluy como parte del patrimonio de la humanidad) , esceniica
una accin que transcurre en el ao 2026. El tiempo de la accin,
y muchos elementos tecnolgicos inexistentes en 1927, la ubican
en el gnero conocido como ciencia-iccin (cf). Recordemos que
Como es natural, Para las clases dominantes, los principales atractivos del fascismo eran su condicin de salvaguardia frente a los
movimientos obreros, el socialismo, el comunismo y el satnico y
ateo bastin de Mosc (Hobsbawm,2005:179). Pero la cuestin result ser mucho ms compleja. Sin entrar en mayores anlisis (que
excederan este trabajo), una descripcin tipolgica del fascismo debera incluir, al menos, las caractersticas siguientes: antiliberalismo,
anticomunismo, anticonservadurismo, estructura econmica nacional integrada (regulada y pluriclasista), nacionalismo extremo (incluyendo el objetivo de un imperio), movilizacin de masas, evaluacin
positiva y uso de la violencia, exaltacin de la juventud, importancia
de la estructura esttica de los mitines, y tendencia a un estilo de
mando personal, autoritario y carismtico (Payne,2001:13). Un cctel
atractivo no slo para los sectores dominantes, sino para muchos
trabajadores que preferan ver el pluriclasismo, el nacionalismo, la
movilizacin y la seguridad que les brindaba el lder, en lugar de
condiciones objetivas de explotacin que pudieran subsistir. Algo que,
en una investigacin psicolgica, siempre debera tenerse en cuenta:
el posicionamiento subjetivo se impone, con frecuencia, por sobre el
razonamiento sobre condiciones que (en una deinicin muy ingenua)
se podran llamar objetivas.
Gradualmente, otras naciones europeas generaron sus propias versiones de regmenes autoritario-populistas, inspirados ms o menos en el ejemplo de la Italia de Mussolini. Algunos, como la Espaa
de Franco, slo pueden caliicarse de dictaduras, y poco les cuadra
la deinicin de fascismo, ms que como insulto. Otros, como la
Hungra de Horthy, tuvieron sus momentos cercanos al fascismo
italiano, aunque sin llegar a su grado de adhesin.
En el caso del nacionalsocialismo alemn, las medidas de corte socialista superaron incluso a las de Mussolini (Guralnik,2010:87-88).
Pero el racismo nazi alejaba a Alemania de lo que el fascismo haba sustentado durante toda la dcada de 1920, y an despus:
En fecha tan tarda como 1937, durante una visita de Mussolini a
Berln, haba una cosa que preocupaba a los nazis: Mussolini no
era antisemita Algunos nazis pensaban que Hitler deba hablar a
Mussolini sobre la cuestin e instarlo a que fuera antisemita. Hitler no quera que l sintiera que se estaba inmiscuyendo en los
asuntos internos italianos: hacerlo resultara contraproducente
(Ridley,1999:336-337). Mucho antes de ese encuentro en Berln,
durante una visita en 1932 del destacado autor Emil Ludwig, Mussolini airm: En Italia no existe el antisemitismo Los italianos de
origen judo han demostrado ser buenos ciudadanos y combatieron
valientemente en la guerra (Ridley,1999:263). No deberamos olvidar tampoco que fue el propio Mussolini quien intercedi ante
Hitler para que Freud pudiese abandonar Viena cuando, en 1938,
los nazis la ocuparon (Jones,1985:550).
Nada de lo anterior puede redimir los crmenes de fascismo, incluyendo los muchos que cometi antes de su alianza con Hitler.
Pero es importante situarse en la poca, y no analizar simplemente
el fenmeno ex-post. Cualquiera sabe de lo que Mussolini o Hitler
eran capaces ahora, pero no todos lo sabian en 1927 (de hecho,
Hitler ni siquiera estaba en el poder). Y la Italia de Mussolini fue
capaz de convocar grandes grupos de jvenes, que creyeron ver en
su rgimen una solucin, simultneamente, contra los abusos del
capitalismo sin freno y contra los peligros del socialismo sovitico.
Es un gran historiador marxista quien nos recuerda lo que ocurra
con el fascismo en aqul momento: En los aos treinta pareca la
fuerza del futuro (Hobsbawm,2005:119).
Metrpolis: la utopa fascista transformada en obra de arte
En 1927, el fascismo italiano estaba en su apogeo. Hitler, que mucho
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BIBLIOGRAFIA
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Conclusiones
En 1927, el nico lugar del mundo en el que el cerebro y las manos trabajan (supuestamente) en armona, mediados por el corazn, es Italia. El corazn puede ser el Duce, o el fascismo en su
conjunto. La diferencia no parece tan relevante, pues, en cierto modo,
el Duce es el fascismo. Se explicitan en la obra, de tal modo, procesos
de tematizacin que objetivan, en todo discurso, la estabilizacin
de los sentidos, induciendo imgenes de situaciones o maneras
de ser de las cosas y del mundo.... (Moscovici y Vignaux, 2003:10).
El que no todos los que vieron Metrpolis hayan comprendido
la metfora de elogio al fascismo italiano, sobre todo cuando este
rgimen dej de existir, no es excusa para ignorar que la metfora existe, y es clara en su poca. Algo que, en fecha tan temprana como 1946, observ Kracauer: Externamente podra parecer
que Freder ha convertido a su padre; en realidad, el industrial ha
superado a su hijo. La concesin que hace equivale a una pliza
de apaciguamiento que no slo evita que los trabajadores ganen
su causa sino que le permite apretarlos frreamente entre sus garras rindindose a Freder, el industrial adquiere ntimo contacto
con los trabajadores y de esta manera est en condiciones de inluir
en su mentalidad En efecto, la peticin de Mara de que el corazn medie entre la mano y el cerebro podra muy bien haber sido
formulada por Goebbels. El tambin apelaba al corazn en inters
de la propaganda totalitaria Toda la composicin denota que el
industrial acoge al corazn con el propsito de manejarlo; que no
abandona su poder sino que lo expandir sobre una regin an
no se haba anexionado: el reino del alma colectiva la disciplina
mecnica y anticuada ser sustituida por la disciplina totalitaria
(Kracauer,1985,155-156).
Fritz Lang emigr de Alemania a los EEUU cuando se instaur la
dictadura de Hitler. Sin embargo, Metrpolis (cuyo argumento no
era de Lang, sino de Thea von Harbou) haba sido correctamente
interpretada por el Fhrer: Lang cuenta que inmediatamente despus de la llegada de Hitler al poder, Goebbels lo mand a buscar:
Me dijo que muchos aos antes, l y el Fhrer haban visto mi
pelcula Metrpolis en una ciudad pequea y Hitler le haba dicho,
en esa oportunidad, que me quera para hacer pelculas nazis (Kracauer,1985:156).
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