Oswald y El Asesinato de JFK
Oswald y El Asesinato de JFK
Oswald y El Asesinato de JFK
ISSN: 1578-4282
http://revista.ujaen.es/rae
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I. Introduccin histrica1
El 22 de noviembre de 1963, durante una visita oficial, el presidente de Estados Unidos
John Fitzgerald Kennedy es asesinado en Dallas. Es un presidente joven, en su tercer ao
de mandato, que se ha caracterizado por un discurso abiertamente liberal, un programa
econmico de relanzamiento, la promocin de las minoras y, sobre todo, una estrategia
internacional conciliadora que ha trado la esperanza hacia el entendimiento de los bloques
capitalista y comunista, en plena Guerra Fra. Su poltica pacifista hacia la URSS contrasta
con la del mandato de su predecesor, el republicano Dwight Eisenhower,2 durante la cual
los bloques antagnicos se haban consolidado y tanteado en terrenos de juego alternativos
como Berln, Cuba, Formosa o el Congo, por no mencionar la Guerra de Corea.
Kennedy aboga en todo momento por posturas flexibles frente a las diferencias ideolgicas, aunque vive momentos difciles en cuanto a poltica exterior. El desastre de Baha
Cochinos en 1961 le supone una seria advertencia de que no ha de confiar en los informes
de determinados rganos de su Gobierno, como la CIA. Por ello, Kennedy monta su propio
grupo de confianza en materia de relaciones exteriores. Soluciona favorablemente crisis
como la del muro de Berln y se manifiesta en contra de la intervencin militar en Vietnam,
pero todava ha de hacer frente al momento de mxima tensin de la Guerra Fra: en octubre
de 1962 se produce la Crisis de los misiles de Cuba, mediante la cual ambas fuerzas estn
a punto de entrar en combate. Slo la hbil gestin diplomtica del gabinete de Kennedy
evita el desastre.
La misma tarde del 22 de noviembre de 1963, fallecido ya Kennedy, se anuncia la detencin del presunto asesino, un tal Lee Harvey Oswald, a quien tambin se acusa de matar al
oficial J. D. Tippit poco despus de hacer lo propio con Kennedy. Oswald afirma, en cuanto
tiene un micrfono delante, que no ha matado a nadie y que es un cabeza de turco, un chivo expiatorio (Im just a patsy). Nunca se celebrar un juicio contra l, porque el da 24
Jack Ruby, un conocido dueo de clubs nocturnos de Dallas con contactos con el crimen
organizado, asesina a Oswald en el stano de la comisara de polica de Dallas, delante de
toda la prensa.
Con motivo de esclarecer los hechos que rodean la muerte de Kennedy, se forma la llamada Comisin Warren, que tras meses de investigaciones elabora un extenssimo informe
de miles de pginas cuya conclusin es que Lee Oswald mat al presidente actuando en solitario. No obstante, pronto surgen figuras como Mark Lane o Jim Garrison, que intentaron
demostrar, a fuerza de luchar contra los elementos, que el asesinato de Kennedy fue producto de una conspiracin y no de la locura de un asesino solitario. Sin embargo, siempre han
topado con la firme oposicin del Gobierno estadounidense.
Segn Garrison, por ejemplo, Kennedy firm su sentencia de muerte durante el episodio
de la Crisis de los misiles de Cuba. Garrison (1996: 489-490) se atreve, adems, a ofrecer
un perfil de los verdaderos culpables del asesinato:
Creo que estaba instigado y planificado desde haca tiempo por anticomunistas
fanticos de la Comunidad de Inteligencia de Estados Unidos; que fue
1 Este trabajo fue realizado en el curso del Mster en Relaciones Internacionales de la Universidad CEU-San
Pablo (Madrid) bajo la supervisin del Dr. ngel Barahona Plaza, Decano de la Facultad de Humanidades de
la Universidad Francisco de Vitoria (Madrid), a quien agradezco su entrega, paciencia y permanente disponibilidad.
2 Eisenhower no representa al ala ms dura de su gobierno, ya que l se alejaba de los extremismos. La firmeza
anticomunista estuvo protagonizada por su secretario de Estado John Foster Dulles en poltica exterior y por el
senador Joseph McCarthy en el mbito interno. Este ltimo persigui, alcanzando niveles inquisitoriales, a todos
los sospechosos de colaboracin con el comunismo dentro de los Estados Unidos.
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masa social respecto al chivo expiatorio y las repercusiones apaciguadoras que el sacrificio
conlleva.
Hemos visto cmo Oswald es inculpado y asesinado tan slo dos das despus de la
muerte de JFK; en el momento en que Oswald muere, Estados Unidos tiene ya un nuevo
presidente. Se acepta unnimemente a Oswald como autor de los hechos, se monta una
parafernalia con el nombre de comisin investigadora para darle un carcter oficial a dicha
versin del asesinato y se restablece la normalidad en la sociedad estadounidense. Se puede
decir que el sacrificio del chivo expiatorio ha calmado a los dioses, dentro de las luchas
mimticas en que se cimienta la sociedad.
El asesinato de Oswald, por tanto, se convierte en canalizador del odio producido por la
lucha mimtica entre el hombre y el otro. En este suceso histrico se pueden distinguir
dos luchas antagnicas: una de ellas es la de capitalismo frente a comunismo, que Kennedy
est solventando a travs de la diplomacia (incluso los momentos ms tensos, como la Crisis
de los misiles), lo que no ha gustado nada en determinados sectores de su propia administracin. Y eso nos lleva al segundo antagonismo: la lucha por el poder interno entre Kennedy
y sus verdaderos asesinos. En este caso, Kennedy es el otro, aqul cuyo poder es deseado.
Canetti (2006: 347) dice que el momento de sobrevivir es momento del poder, y que la
forma ms baja de supervivencia consiste en matar. Matar al que se cruce en tu camino,
para sentir que sigues existiendo y el otro ya no. Pero el otro no debe desaparecer, porque
a la sensacin de triunfo del hombre le hace falta que su rival siga presente como cadver.
Parece como si no bastara con sacar a Kennedy y a sus ideas de corte pacifista del poder;
el deseo no es vencerle, sino matarle. Es, quiz, esta idea tan visceral de borrar del mapa
al otro lo que normalmente nos lleva al sentimiento de frustracin ante lo inalcanzable de
nuestro deseo. Esta vez, sin embargo, el hombre ante el otro resulta vencedor, porque Kennedy muere. Y con l, su estrategia poltica.
Es aqu la rivalidad con el otro ms importante que el objeto deseado? Da la sensacin
de que, en este caso, el inters poltico prima sobre quin sea el que lo ejerza, con lo que
debemos hablar de antagonismo entre intereses polticos; pero stos, evidentemente, estn
defendidos por seres humanos. Tenemos, por tanto, una lucha antagnica entre dos grupos
(Kennedy y sus rivales dentro de su propio Gobierno) cuyo objeto de deseo es el poder de
ejercer de una forma ms o menos violenta otra lucha mimtica superior: la de Estados
Unidos frente a la Unin Sovitica. Al fin y al cabo, es en la rivalidad mimtica, segn Girard (1996: 38), donde se asienta la sociedad, aunque no de forma voluntaria: La sociedad
humana comienza a partir del momento en el que, alrededor de la vctima colectiva, se crean
las instituciones simblicas, es decir, cuando la vctima se hace sagrada. Se puede observar
tal afirmacin, en este caso, en el caso del comunismo, la vctima colectiva de la sociedad
americana: se le ha otorgado un carcter tan malficamente sagrado que, cuando hace falta
crear un chivo expiatorio al que culpar de la muerte de JFK, se le disfraza de comunista. Es
el enemigo perfectamente reconocible, el diablo personificado, la figura a la que temer, el
malo de las pelculas de Hollywood.
La diferencia en este caso concreto, sin embargo, es que el chivo expiatorio no ha sido
elegido al azar entre la multitud, sino que ha sido previamente fabricado y modelado para
tener todos los atributos del perfecto cabeza de turco. Ante el descabezamiento de la jerarqua que supone un magnicidio, es necesario para los asesinos crear de forma rpida y efectiva un chivo que cumpla el arquetipo del perfecto culpable: ser el sacrificio a los dioses
para que todo vuelva a la normalidad. Con este fin, se escoge a un completo desconocido
y se le da el perfil tpico de enemigo pblico de la sociedad estadounidense de la poca:
comunista.
Garrison descubri que determinados sujetos relacionados con organizaciones anticastristas y con contactos con la CIA suplantaron la figura de Lee Oswald ya en enero de 1961
y hasta 1963, incluyendo una supuesta aparicin en la embajada sovitica en Mxico. Mien-
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tras tanto, se enviaba al verdadero Oswald a Nueva Orlens para que participara en actividades que le hicieran parecer un comunista activo. Segn Garrison (1996: 491-493), Oswald
fue manipulado por la CIA durante largo tiempo antes del asesinato, y es incluso posible
que l creyese que estaba trabajando para el Gobierno en el momento del atentado. Tras el
asesinato de JFK, Oswald fue inmediatamente detenido y tachado de comunista, aportando
como pruebas sus actividades en Nueva Orlens y posibles suplantaciones de su persona.5
Cuando la masa busca un culpable o una vctima que sacrificar para apaciguar a los
dioses y que stos reestablezcan el orden anterior, normalmente se elige a un sujeto perteneciente a una minora. En una comunidad de blancos ser el negro; en una comunidad de
negros ser el blanco. En una comunidad catlica ser el judo o la bruja; en una comunidad
cerrada ser el extranjero, el recin llegado. Citando a Girard (2002: 26), los miembros de
la multitud siempre son perseguidores en potencia pues suean con purgar a la comunidad
de los elementos impuros que la corrompen, de los traidores que la subvierten.6 En la sociedad estadounidense de los aos cincuenta y sesenta, en plena Guerra Fra, el elemento
impuro que corrompe a la comunidad es el comunista. McCarthy saba un rato de ello.
Pero, al tratarse de un golpe de Estado, los usurpadores deben ofrecer un chivo expiatorio con rapidez, pues Girard (2002: 23) advierte que el colapso de las instituciones hace que
se cuestionen las diferencias jerrquicas establecidas, con lo que el sistema entero queda
expuesto. Es necesario, por tanto, restablecer el orden con la mayor celeridad, pues el golpista no pretende una revolucin, sino la usurpacin del poder. Para el golpista, la principal
amenaza de su estabilidad (Kennedy y su discurso pacifista, en este caso) ya ha sido eliminada. Pero, para conseguirlo, ha sido necesario asustar a la masa, y eso se puede volver un
arma de doble filo para el asesino. En palabras de Girard (1996: 35), la comunidad, en su
estado de pnico, se ha lanzado a la caza del chivo expiatorio y se ha polarizado mimticamente sobre el ciudadano ms prestigioso, y tambin el ms envidiado de todos. Nada ms
normal, en cierto sentido, que la transformacin de un rey en chivo expiatorio. Por ello,
el problema para el magnicida es que, si la multitud que ahora est rugiendo colrica en el
restaurante ante la imagen de Oswald en el televisor no queda satisfecha con el chivo expiatorio, se acabar alzando contra el rey, y el rey ahora resulta ser el propio magnicida.
Por consiguiente, para que la masa no se convierta en esa multitud homicida que arrasa
con todo en perodo de crisis (principalmente, con los que ocupan los cargos ms altos),7 se
le ha de ofrecer inmediatamente al perfecto culpable, metdicamente fabricado y preparado
durante los ltimos aos, y su inmolacin traer de nuevo el orden y la paz. Ha llegado el
momento de ofrecer a Oswald en sacrificio.
Delante de las fuerzas policiales que le custodian y de los medios de comunicacin
all presentes, Jack Ruby le dispara a bocajarro en el estmago y lo mata. En el momento
del disparo, el coche que esperaba a Oswald no estaba colocado en el lugar correcto, lo
que hizo que Oswald y los policas que le rodeaban prcticamente se pararan a esperarle,
convirtiendo al sospechoso en un blanco casi fijo e indefenso.8 Con Oswald muerto, el
5 Garrison pone como ejemplo que la documentacin sobre el supuesto viaje de Oswald a Mxico fue aportada
al completo por la CIA, incluyendo informes, fotografas de un hombre que claramente no es Oswald y grabaciones de conversaciones telefnicas con la embajada de la URSS de un hombre cuya voz no es la de Oswald.
6 Ms adelante, Girard (2002: 27) afirma que la acusacin de envenenamiento [asesino loco comunista, en este
caso] permite desplazar la responsabilidad de unos desastres perfectamente reales [magnicidio] a unas personas
cuyas actividades criminales nunca han sido realmente descubiertas (Oswald).
7 Canetti (2006: 354) seala que la sensacin de peligro por parte del poderoso es siempre muy vvida, ya que
ningn soberano puede estar siempre seguro de la obediencia de todos sus sbditos. Esta afirmacin recuerda
al comportamiento paranoico de Laurent Kabila descrito por Stearns (2011: 267-284) con respecto a su posible
asesinato a manos de alguno de sus subalternos. Paradjicamente, tal desenlace acab ocurriendo en realidad.
8 Lane, 1966: 228. Sobre cmo pudo entrar Jack Ruby en un stano atestado de policas y perpetrar el asesinato,
ver op.cit.: 233-242.
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caso se considera cerrado. Los dioses han recibido su sacrificio; esto mitigar su furia y nos
dejarn tranquilos. El orden volver a nuestra comunidad. La sociedad, por tanto, acepta el
sacrificio del chivo expiatorio, de manera consciente o inconsciente se deja satisfacer por
las absurdas explicaciones y pruebas que rodean los asesinatos y la investigacin. Y lo hace
a cambio de volver a sentirse segura, a cambio de no volver a sentirse bajo amenaza.
Protesta la comunidad ante el asesinato de Oswald? Alguien tiene la ms ligera sospecha al or el alegato de Ruby, que asegura haber cometido el crimen para ahorrarle a la pobre
viuda el mal trago de soportar el juicio? Y hablando de juicios: reivindica alguien, aun a sabiendas de que es ya intil, el derecho que tena Oswald a un juicio justo?9 Por qu todo el
mundo se da por satisfecho con el deplorable informe de la Comisin Warren?10 Y, despus
de cuatro aos, cuando Garrison comienza a averiguar que determinados individuos con
conexiones con la CIA (Guy Bannister, David Ferrie y, principalmente, Clay Shaw, a quien
llega a conseguir procesar, aun sin xito) estn relacionados con el asesinato de Kennedy,
por qu se le convierte en enemigo pblico?
Son tantas las ganas de superar el momento de pnico, que la sociedad est dispuesta a
olvidar lo que ha visto y a no prestar atencin a lo evidente. No ve gato encerrado, o no quiere verlo. Lane (1966: 41) habla de la voluntad de agradar al tribunal de la gente a la hora
de hacer una declaracin, y que no es sorprendente el encontrar con frecuencia un marcado
deseo de atenerse a la versin del Gobierno. Por ejemplo, durante su declaracin ante la
Comisin Warren, Jacqueline Kennedy dijo que su versin de los hechos era diferente a la
que se haba publicado en la prensa, pero que estaba dispuesta a admitir que estaba equivocada.11 Teniendo en cuenta que la sociedad ha vuelto a la normalidad y que todo funciona
otra vez como antes, se ha debido matar al verdadero culpable; no hay que seguir indagando. Para qu buscar nuevos sacrificios, si con el de Oswald se ha calmado ya a los dioses?
Finalmente, el pleno xito del magnicidio queda reflejado en los ms que posibles asesinatos que se producen en los aos sucesivos y que estn relacionados con la muerte de JFK
y la implicacin de Oswald. Testigos clave de la talla de David Ferrie, Clay Shaw y Jack
Ruby mueren en extraas circunstancias, algunos poco antes de ser llamados a testificar. Es
una situacin que recuerda a las reflexiones de Canetti (2006: 354-355) sobre la conducta
del poderoso, que siente su poder ms en peligro cuantas ms rdenes suyas se cumplen, y
se ve necesitado de ejecutar una vctima tras otra para mantener su dominio. Y cada cierto
tiempo prosigue Canetti- necesitar de ejecuciones como sa, ms frecuentes cuanto mayores sean sus dudas. Los ms leales, sus sbditos ms consumados, por as decirlo, son los
que han muerto por l.
Durante el resto de la dcada de los 60, sbditos consumados como Ferrie, Shaw o
9 J. Edgar Hoover, jefe de la Comisin Warren, expres pblicamente su desagrado por el hecho de que el
propio Lane (1996: 13) se ofreciera ante la Comisin a representar a Oswald, ante el desinters de la misma
de demostrar si Oswald era o no realmente el culpable del asesinato. Su culpabilidad era un hecho que se daba
por sentado, y la Comisin slo pretenda esclarecer el porqu del delito. Lane lamenta, ms adelante (op.cit.:
243): Cuando Ruby silenci a Oswald, no slo asesin a un hombre indefenso, sino que tambin nos priv a
todos, de una vez para siempre, de las pruebas que Oswald pudiera ofrecernos de su inocencia o culpabilidad.
Sin embargo, cuando la Comisin nos neg cierta informacin de parecido valor, apenas s hubo protestas.
10 Las investigaciones de la Comisin son tan evidentemente arbitrarias y ridculas que su validez oficial asusta.
Por citar un ejemplo de sus procedimientos, Lane (1966: 49) resalta que en el interrogatorio de Jacquie Kennedy,
que sostuvo a su marido en brazos durante todo el trayecto hacia el hospital, en ningn momento se le pregunt
por qu tipo de heridas haba sufrido su esposo. Ella misma dio, voluntariamente, detalles sobre dichas heridas,
pero la transcripcin de la declaracin los sustituye por un escueto Referencia a las heridas causadas. Por lo
visto no eran importantes dichos detalles, sobre todo para esclarecer la cuestin esencial del punto (o puntos)
de origen de los disparos.
11 Lane aade que otro testigo lleg a declarar que haba odo un disparo ms de los que fueron hechos. l haba
odo cuatro disparos, mientras que la versin oficial mantena que slo se haban efectuado tres.
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Ruby mueren en beneficio del mantenimiento del poder; porque el poder est plagado de
dudas ante los hallazgos sobre la verdad que la sociedad, y en particular Jim Garrison, estn
realizando paulatinamente. Y las muertes tienen un efecto rebote: aqullos que quedan vivos y podran tener algn tipo de informacin contra el nuevo poderoso sienten demasiado
miedo de correr el mismo destino como para hablar.
Sucede as un sentimiento similar al que provoc Domiciano en su banquete fnebre;
los supervivientes implicados saben lo que les suceder si delatan al verdadero asesino, con
lo que se sienten a su merced. Al igual que aqullos a quienes enga Domiciano, se sienten
como muertos, porque se les est perdonando la vida. Como dice Canetti (2006: 355-357),
el emperador puede llevarlos de la vida a la muerte y traerlos de vuelta a la vida, como
quien dice, y se regodea una y otra vez en ese juego, que incrementa al mximo su sensacin de poder. Para que se llegue a esta macabra situacin, no obstante, es necesario que el
poderoso se haya salido con la suya la primera vez, que es la que le da tanto el poder como
la conciencia de poder (y del peligro que ste conlleva). Esa primera vez es el asesinato
de Kennedy, que tuvo el mejor de los resultados al quitarle de en medio y contar con Lee
Oswald como perfecto chivo expiatorio.
IV. Conclusiones
En unas declaraciones para la NBC en 1967, Garrison declaraba: En el mundo real, en
el que ustedes y yo vivimos, los cuentos de hadas son peligrosos. Son peligrosos porque no
son ciertos; aquello que no es cierto es peligroso, y es an ms peligroso cuando el cuento
de hadas es aceptado como realidad slo porque tiene un sello oficial de aprobacin, o porque hombres de honor proclaman que deben ustedes creerlo, o porque elementos poderosos
de la prensa les digan que el cuento de hadas es cierto.12 Garrison califica como cuento
de hadas la mconnaissance de este suceso, el engao que todos aceptan y que incumbe la
ocultacin del complot magnicida contra JFK detrs del sacrificio de Lee Harvey Oswald.
Si entendemos que Oswald es el chivo expiatorio del magnicidio de JFK, hemos de
admitir en l las caractersticas que Girard (2002: 57) le concede al chivo expiatorio: la
inocencia de la vctima, la polarizacin colectiva contra ella y la finalidad colectiva de dicha
polarizacin. Adems, los perseguidores se obcecan en la lgica de la representacin persecutoria y no son capaces de salir de ella. Es perfectamente posible que Oswald fuese inocente del crimen, de la misma forma que su demonizacin en la sociedad americana durante
las ltimas dcadas ha dejado patente la polarizacin colectiva contra l. Del mismo modo,
el hecho de que la versin oficial del asesinato contine siendo la que seala a Oswald no
ya como asesino, sino como nico culpable, es prueba de la incapacidad de la multitud para
salir de la lgica persecutoria y encontrar la causa final. Ahora bien, teniendo en cuenta
que la muerte de Oswald persigue el beneficio del verdadero asesino, podemos hablar de
una finalidad colectiva en el caso del sacrificio de Oswald? La respuesta es afirmativa,
porque el fin colectivo sigue siendo apaciguar el caos que amenaza al conjunto de la sociedad, acabar con el miedo que el loco comunista ha causado en la sociedad estadounidense
al matar a su propio presidente (si el chivo expiatorio ha sido capaz de matar al presidente,
es capaz de matar a cualquiera).
He aqu, sin embargo, donde entra el cuento de hadas de Garrison, porque el personaje
que se monta alrededor del nombre de Lee Harvey Oswald, el loco comunista, no es ms
que un montaje. La desgracia de Oswald, por tanto, es doble: no slo es elegido para ser el
chivo expiatorio, sino que dicha eleccin no es espontnea, como suele ocurrir en otras situaciones caticas que no tienen un culpable definido (por ejemplo, un brote de peste).13 Los
12 Se puede encontrar el vdeo de la declaracin completa de Garrison para la NBC, grabada en respuesta a un
programa en el que se le critic, en http://www.youtube.com/watch?v=Hqo2c_SxQag
13 Tampoco son elecciones basadas en supersticiones absurdas, improvisadas por la masa en situaciones de caos
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autnticos asesinos, sean quienes sean, eligen a Oswald como cabeza de turco y preparan
cuidadosamente su imagen como tal, para que no quepa ninguna duda de que l es el culpable, la reencarnacin del mal. Se ejerce contra l una campaa perfectamente orquestada
por los verdaderos conspiradores, porque saben que al crimen le suceder el caos, y que la
comunidad exigir sangre hasta que la obtenga, de una forma u otra.
En este caso, por tanto, la comunidad ejerce ms que nunca de marioneta; se la dan
todos los deberes ya hechos, ni siquiera se la deja perpetrar el sacrificio. En algunos casos
se procura que el sacrificio sea llevado a cabo por todos para que todos compartan tanto
la victoria como la culpa;14 esta vez, no. La comunidad vive una permanente ilusin, un
cuento de hadas en el que el verdadero culpable lo hace todo: el asesinato, la usurpacin
del poder, el sacrificio y la campaa de desinformacin para justificar los asesinatos. Lo
nico cierto de toda la historia es que, durante la lucha antagnica por el poder, tres personas mueren: Kennedy (el rival), Tippit (un desafortunado polica cuya muerte forma parte
de la inculpacin del chivo expiatorio) y Oswald (el autntico cabeza de turco). Se podra
incluso decir que los tres son chivos expiatorios de todo este complot.
Y es que el ltimo bucle de la historia, que puede dar para otro anlisis, es contemplar
la figura de Kennedy no desde el antagonismo del hombre frente al otro, sino como otro
chivo expiatorio, al igual que Oswald. Quiz resultara una asimilacin un poco ms retorcida, pero resulta inquietante analizar esta posibilidad desde las palabras de Girard (1996:
32-35): No hay ms enemigos, no hay ms venganza, ya que, en el chivo expiatorio, se ha
matado al enemigo absoluto. Y si el enemigo absoluto de la comunidad es aqul que ha
trado el cambio a la propia comunidad, esto es, ese presidente joven que emplea polticas
innovadoras, protege a las minoras y parece estar pactando con el enemigo? Y si el cambio
se interpreta no como esperanzador, sino como desestabilizador? Era Kennedy el hombre
que haba trado la peste a su comunidad? Seguimos leyendo y encontramos: [...] Si el
malestar que ha precedido, si el sufrimiento, han sido bastante grandes, el sobrecogimiento
va a ser tal que la comunidad va a interrogarse sobre su buena suerte. [...] La comunidad va,
pues, a volverse de nuevo hacia su chivo expiatorio. A la idea de que ste puede destruir la
comunidad se aade, de ahora en adelante, la de que puede reconstruirla. Es la invencin de
lo sagrado. Nadie critica, hoy en da, la intachable figura de John F. Kennedy, a quien se
toma como ejemplo en la sociedad americana pero quien, en su momento, tuvo un mandato
con luces y sombras tanto en poltica exterior como interior, y que quiz habra pasado a la
historia como un presidente ms, de no haber sido asesinado. Y adems, quiz haya que leer
desde otro punto de vista el pasaje sobre la transformacin de un rey en chivo expiatorio
que comentbamos ms arriba... Sera acaso su muerte, y no la de Oswald, aqulla que
trajo de vuelta el orden y la paz a la comunidad?
Bibliografa
CANETTI, Elas
Masa y poder. Obra completa I. Barcelona: Debolsillo (2 ed.).
2006
en busca de un chivo expiatorio, como sucede a la muchedumbre embelesada por los delirios de la desquiciada
seora Carmody en la novela La Niebla, de Stephen King.
14 Kapuciski (2004: 178) habla en estos trminos sobre el genocidio de Ruanda: La mayora no muri
abatida por las bombas y las ametralladoras, sino que cay descuartizada y machacada por armas de lo ms
primitivo: machetes, martillos, lanzas y palos. Y es que los lderes del rgimen no perseguan un nico obetivo,
la solucin final. Tambin era importante cmo conseguirlo. Se trataba de que en el camino hacia el Ideal Supremo, que consista en eliminar al enemigo de una vez para siempre, se crease una comunin criminal entre el
pueblo; de que, a consecuencia de una participacin masiva en el genocidio, surgiese un sentimiento de culpa
unificador [...].
169
FERNNDEZ, Antonio
2000
Historia Universal, vol. IV: Edad Contempornea. Barcelona: Vicens Vives.
GARRISON, Jim
1996
JFK. Barcelona: Ediciones B.
GIRARD, Ren
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Cuando empiecen a suceder estas cosas... Conversaciones con Michel Treguer.
Madrid: Encuentro.
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KAPUCISKI, Ryszard
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Juicio precipitado. Crtica del Informe de la Comisin Warren respecto a los
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2011
Dancing in the Glory of Monsters. The Collapse of the Congo and the Great War
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