Notas para Refrescar Nuestra Memoria Sobre Un Fantasma

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, d Julio Cortzar

ColaboraClon e
Ch Guevara,
k
Ernesto
~ tf Enrique Qltus 1,
Mario Bene e 1, fni
Humberto costM:~u~1 Vzquez
Juan Ge~madabriel Celaya,
Monta\ban,
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Rafael Ba\\ester~s, Fidel Castro


Belkis Cuza Ma e Y
.

Mauricio Ciechanower:

5.. (t.l.

:\;~~"AV/t

./~(jJq ~:f.l~~

si fucunos bl3Sileos diamos:

~~ .'./<?j.,? (t,,;~ ~~

EL MAS GRANDE FESTIVAL %t~~::'~~ ~,,~~


DE BOLERO DEL MUNDO

./o~~.~

Jorge Semprn

LA
MONTANA
BLANCA
Un adelanto de:
Al

~GO~
"Una Sociedad en Manos del Opus' Dei" 'O'
EMILIANO PEREZ CRUZ: Una entrevista desde Sonora

35

NOTAS PARAREFRE'SCAR
NUESTRA MEMORIA
SOBRE UN FANTASMA

Con la colaboracin de Julio


Cortzar, Ernesto Che Guevara,
Mario Benedetti, Enrique OltU31ci~
Humberto Costantini, Juan
Gelman, Manuel Vzquez
Montalbn, Gabriel Celaya~ Rafael
Ballesteros. Bel1cis Cuza Ma~~ ti
Fidel Castro.

LLAMADO CHE QUE


.RECORRE [LOS AIRES
DE] AMERICALATIN~_
(En algn lugor de &pao, mediados de octubre del

67J

Yo estoy con el Che, y usted?


GABRIEL CELAYA

[Fines de noviembre, principios de diciembre de 1956J

Salimos, con las luces apagadas, del puerto de


Tuxpan en medio de un hacinamiento infernal de
materiales de toda clase y de hombres. Tenamos
muy mal tiempo y, aunque la navegacin estaba
prohibida, el estuario del ro se mantena tranquilo. Cruzamos la boca del puerto yucateco, ya
poco ms, se encendieron las luces. Empezamos
la bsqueda frentica de los antihistamnicos
contra el mareo, que no aparecan; se cantaron
los himnos nacional cubano y del 26 de Julio,
quiz durante cinco minutos en total, y despus
el barco entero presentaba un aspecto ridculamente trgico: hombres con la angustia reflejada
en el rostro, agarrndose el1estmago. Unos con
la cabeza metida dentro de un cubo y otros tumbados en las ms extraas posiciones, inmviles y
con las ropas sucias por el vmito. Salvo dos o
tres marinos y cuatro o cinco personas ms, el
resto de los ochenta y dos tripul~ntes se marearon. Pero el cuarto o quinto da el panorama general se alivi un poco. Descubrimos que la va
de agua que tena el barco no era tal, sino una
llave de los servicios sanitarios, abierta. Ya habamos botado todo lo innecesario, para aligerar
el lastre.
La ruta elegida comprenda una vuelta grande
por el sur de Cuba, bordeando Jamaica, las islas
del Gran Caimn, hasta el dest:IDbarco en algn
lugar cercano al pueblo de Niquero, en la provincia de Oriente. Los planes se cumplan con bastante lentitud; el da 30 omos por radio la noticia de los motines de Santiago de Cuba, que haba provocado nuestro gran Frank Pais, considerando sincrqnizarlos con el arribo de la expedicin. Al da siguiente, primero de diciembre, en
la noche, ponamos la proa en lnea reda hacia
Cuba, buscando desesperadarneute el fa-o de Cabo Cruz, carentes de agua, petr6leo y comida. A
1_ dos de- la madrugada, $'Jn una noche'negra,

36

de temporal, la situaci6n era inquietante. Iban y


venan los vigas buscando la estela de luz que no
apareca en el horizonte. Roque, exteniente de la
marina de guerra, subi una vez ms al pequeo
puente superior, para atisbar la luz del Cabo, y
perdi pie, cayendo al agua. Al rato de reinciada la marcha, ya veamos la luz, pero el asmtico caminar de nuestra lancha hizo interminables las ltimas horas del viaje. Ya de dia arribamos a Cuba por el lugar conocido por Belic, en
la playa de Las Coloradas.
Un barco de cabotaje nos vio, comunicando telegrficamente el hallazgo al ejrcito de Batista.
Apenas bajamos, con toda premura y llevando lo
imprescindible, nos introducimos en la cinaga,
cuando fuimos atacados por la aviaci6n enemiga.
Naturalmente, caminando por los pantanos cubiertos de manglares no ramos vistos ni hostilizados por la aviaci6n, pero ya el ejrcito de la
dictadura andaba sobre nuestros pasos.
.
Tardamos varias horas en salir de la cinaga,
adonde la impericia e irresponsabilidad de un
'compaero que se dijo conocedor, nos arrojaba.
Quedamos en tiena firme, a la deriva, dando
traspis, CGIlStituyendo un ejn:ito de sombras,
de fantasm., que caminaban ~ sigufelldo el .

impulso de algn oscuro mecansmo squico. Haban sido siete das de hamb~ y de mareo continuos durante la travesa, mImados a tres das
ms, terribles, en tierra. A los diez das exactos
de la salida de Mxico, el 5 de diciembre de madrugada, despus de una IIl8fcha nocturna interrumpida por loS desmayos y las fatigas y los descansos de la tropa, alcanzamos un punto co~oci
do parad6jicamente por el nombre de Alegra de
Po. Era un pequeo cayo de monte. ladeando un
caaveral por un costado y por otros abierto a
unas abras, inicindose ms lejos el bosque cenado. El lugar era mal elegido para campamento,
pero hicimos un alto para pasar el da y reiniciar
la marcha en la noche inmediata.
A las cuatro de aquella tarde, sin aviso previo,
sin siquiera sospecharlo, son el primer disparo
seguido de una sinfona de plomo que se cern
sobre nuestras cabezas, todava no acostumbradas a ese viril deporte. Algn compaero cy6 y,
personalmente, tuve la delsagradable impresin
de recibir en mis carnes el bautizo simult4neo de
fuego y sangre. Salimos de alli como pu~.
cada uno por su cuenta o en gruPOS. y era intil
la voz del Jefe sin contactO CX)~ los cilpi~ y

mezcladas las patrullas. Recuerdo que el comandante Almeida me dio un empujn, por causa de
mi poca disposicin para caminar, y gracias a su
voz imperativa, me levant y segu la marcha,
creyendo estar en los ltimos momentos de ni vida. Como en una. imagen caleid0sc6pica., pasaron hombres gritando, heridos pidiendo ayuda,
combatientes escondiendo los cuerpos detrs de
las delgadas caas de azcar como si fueran troncos, otros atemorizados pidiendo silencio con un
dedo sobre la boca en medio del fragor de la metralla, y, de pronto, el grito ttrico: "Fuego en el
caaveral".
Con Almeida a la ~beza salvamos una guardarraya, caminando, caminando hasta llegar al
monte espeso. Marchamos hasta que la oscuridad
de la noChe y los rboles -que nos impedan ver
las estrel1as- nos detuvieron, sin estar muy lejos
del lugar del encuentro. Dormimos amontonados. Todo estaba perdido, menos las armas y dos
cantimploras que traamos Almeida y yo. En esas
condiciones marchamos durante nueve das interminables de sufrimiento, sin probar bocado
alguno cocinado, masticando hierbas o algo de
maz crudo y hasta cangregos vivos que ingirieron los ms valientes como Camilo Cienfuegos. En esos nueve das la moral se desmoron totalmente y, despreciando los peligros, fuimos a
comer a un boho. All se produjo el desplome de
algunos. Las noticias eran malas, por un lado,
pero alentadoras por otro: a la cantidad de crmenes que nos asociaban, agregaban la nota de
esperanza: Fidel estaba vivo. Los espelUznantes
cuentos de los campesinos nos impulsaron a dejar
las armas largas bien guardadas y tratar de cruzar, con las pistolas solamente, una carretera
muy controlada. El resultado fue que todas las
armas dejadas en custodia se perdieron, mientras
nosotros .nos encaminbamos hacia el lugar de la
Sierra Maestra, donde estaba Fidel.
Aproximadamente a los quince dias del desastre nos unimos los sobrevivientes en pie de lucha
de aquellos 82 "nufragos" del "Granma" como
nos definiera d. compaero Juan Manuel Mrquez. Eramos unos diecisiete hombres. El recuento de las vctimas era doloroso y extenso; el
propio Juan Manuel Mrquez; "Nico" Lpez
-:-gran compaero obrero-; Juan Smith, Capi-

tn de la vanguardia; Cnddo Gonzlez, ayt


dante de Fidel y revolucionario sin tacha. En fin,
la lista era amplia y casi constantemente se le
agregaba un nuevo hombre que haba cumplido
cabalmente la sentencia de Fidel: "En el ao de
1956 seremos libres o seremos mrtires".
ERNESTO GUEVARA

[En algn lugar de Argentina, octubre de 1967J

A lo mejor es una fiebre que DO cura


A lo mejor es rebelin y est viviendo.
HUMBERTO COSTANTINI

[En la Sierra Mamra, agoao de 1958J

Se asigna al comandante Ernesto Guevara la misin de conducir a la provincia de Las Villas, desde la Sierra Maestra, una columna rebelde, y
operar en dicho territorio de acuerdo con el plan
estratgico del EjI'cito Rebelde.
La columna 8 llevar el nombre de Ciro Redondo, en homenaje al heroico capitn muerto
en accin.
Se concede al comandante Ernesto Guevara el
cargo de jefe de todas las fuerzas rebeldes del Movimiento 26 de Julio que operan en la provincia.
La Columna No. 8 "Ciro Redondo" partir de
Las Mercedes, entre 24 y 30 de agosto.
La Columna No. 8 tendr como objetivo estratgico batir incesantemente al enemigo en territorio central de Cuba, e interceptar hasta su total
paralizacin el movimiento de tropas enemigas
por tierra desde Occidente a Oriente. Fidel Castro. Comandante en jefe.
Che: Te mand entregar los 7 garandscon 100 balas ada uno para que devuelvas 7 cristbal sin
balas.
No te complazco en lo del antitanque porque
los voy a necesitar muy seriamente.
FlDELCASTRO

[En algn lugar de Pari8, octubre 1967J

Yo tuve un hermano.
No nos vimos nunca
Pero no importaba.
Yo tuve un hermano'
que iba por los montes
mientras yo dorma.
Lo quise a mi modo,
le tom su voz
libre como el agua,
camin de a ratos
cerca de su sombra.
No nos vimos nunca
pero no importaba,
mi hermano despierto
mientras yo dorma.

Mi hermano mostrndome
detrs de la noche
su estrella elegida.
JULIO CORTAZAR

[Enero de 1959, La HabanaJ

En Cuba se corta la mentira de que no se poda


hacer una revolucin contra el ejrcito. Es la ms
clara leccin de que se puede combatir 'a fuerzas
regulares, con las tropas formadas por campesinos, obreros e intelectuales. Esta es una experiencia vital en la lucha contra otras dictaduras.
ERNESTO GUEVARA

[En La Habana, hablando de 106 primeros aos 60, una


noche de Jina del 67J

Qu puedo decir del Che que no hayan dicho?


Que recuerdo aquella noche en que lo conoc a
la luz de las hogueras.
Que en un tiempo fuimos enemigos y sin em37

".

.
......
. . ..
.".. .-... . -~. ..
.'

"

bargo yo lo admiraba.
Que despus ped trabajar precisamente con
l. y un da puse mi mano sobre su hombro en se-
al de afecto y me dijo:
- Y esa confianza?
y cay mi mano.
Que pasaron los das y un da me dijo:
-Sabes? No eres tan hijo de puta como me
haban dicho -y remos y fuimos amigos.
Qu puedo decir del Che que no hayan dcho?
Que una vez le pregunt:
-Nunca has sentido miedo?
y me contest:
-Un miedo atroz..
Que en pleno sectarismo, y en su presencia, un
extremista atac al 26 de Julio y despus de pensarlo dos veces me atrev:
-Es cierto que no sabamos nada de marxismo
y que no pertenecamos al Partido, pero quizs
gracias a eso fue que derrocamos a Batista.
y me dio la razn.
Que cuando yo era un sectario a la inversa y
atacaba injustamente a un viejo comunista, el
Che me situaba en mi lugar.
Que una vez alguien criticaba la falta de comida y l dijo que no era cierto, que en su casa se
coma razonablemente.
-Quizs recibes una cuota adicional-le dje,
medio en serio, medio en broma.
Al otro da nos llam para decirnos:
-Era cierto, hasta ayer recibamos en casa
una cuota adicional.
Qu puedo decir del Ch que no hayan dicho?
Que recuerdo las madrugadas en los portales
del Ministerio de Industrias, cuando bromebamos esperando la hora de partir para el trabaj~
voluntario.
Que vena por las noches a Jacepln y despus
de las agotadoras reuniOnes jugaba una partida
de ajedrez con los escoltas, mientras nosotros lo
rodabamos y l cantaba bajito y muy desentonado viejos tangos de su niez.
,
Que al principio era muy estricto en eso de las
mujeres, pero que despus termin diciendo que
no le cuidaba la portauela a nadie.
Que recuerdo la noche en que muri mi madre, cuando no ramos muy aJbigos y los ~ue s lo
habian sido me evitaban. Recuerdo, repito, que
lleg en la madrugada a la funeraria y me puso la
mano en el hombro, como yo a l aquella vez. Y
estuvo hablando conmigo muchas boras hasta
que ya fue de -da.
Que despus, cuando ya no trabajaba con l,
segua sintiendo el deseo de verlo y cada cierto
tiempo iba a su oficina y bablbamos interminablemente. Manresa peda caf. El se tiraba en el
suelo sobre" la alfombra, fumando tabacos.
Cuan'doel aire acondcionado estaba roto abria la
ventana y se quitaba la camisa. Arreglbamos el
mundo.
38

~-

-Bueno, vete, polaquito -me deca.


.
Pero ramos viejos noctmbulos y yo no me Iba
hasta que amaneca y bajbamos juntos en el elevador, l quejndose de que yo le baca perder el
tiempo.
Qu puedo decir del Che que no bayan dicho?
Qu todava no he podido reunir valor para ir
a ver a Aleida y mirar a los muchachos.
Que cuando vi las fotos de Bolivia, l ~ado
sobre la tarima, con el torso desnudo, recorde las
noches en que l yaca igualmente sobre la alfombra de su oficina, en el Ministerio de Industrias, con una mirada que traspasaba las cosas,
con un brillo en los ojos como reflejo de estrellas,
de estrellas del Sur.
Qu puedo decir?

..

..

..

el seno de la Asamblea General de las Naciones


Unidas. En la primera de ellas, se denunci la
preparacin de mercenarios y la situacin de
aviones bombarderos en Guatemala; y la segunda, que se conoci boy, fue un memorndum elevado por el propio Primer Ministro cubano, Fide1
Castro, donde denuncia los propsitos inmediatos de los Estados Unidos de invasin a Cuba. La
pregunta es: qu comentarios me pudiera usted
agregar sobre estas dos denuncias de Cuba?
COMANDANTE GUEVARA. -Bueno el romentaro es el de todo el mundo. Yo, como casi
todos, creo que vendrn, y tambin creo que, yo
considero como todo' el mundo, que no podrn
salir. (Ovacin)

ENRIQUE OLTUSKI

[En Lo HabaruJ, mayo de 1961J


[En

HabaruJ, fines de 1960J

Por ejemplo, Cuba no paga las,deudas anteriores


al ao 59. Por qu Cuba no paga esas deudas?
Porque, fjense qt,le se establece el control de
cambios en diciembre 4 del ao 1959, entonces,
una compaa, vamos a poner una compaa
equis, que tena una cuenta"abierta, y un crdto
ilimitado en el tiempo, con su casa filial en Cuba,
que le tenan dado material el ao 57, y no se lo
baban cobrado entre el 57 y el 4 de diciembre
del 59, el da 5 de diciembre del 59 ya quieren
que le paguen todos los atrasos.

Es decir, era una poltica clara de discriminacin y de desconfianza que no podamos admitir.
Si ellos haban tenido confianza en Batista para
darle los crdtos tan largos, tenian que tenerla
en nosotros. No desconocimos la deuda, no, dijimos simplemente que durante el ao 60 no las
. pagaramos, y cumplimos nuestra palabra, (Risas)
ERNESTO GUEVARA

lEn La Habono, fine3 de 19fK))

JIMENEZ. -Comandante Guevara, en los ltimos das se ban hecho dos denuncias de Cuba en
Ir

Por ejemplo, la cocacola cubana, tena ms o me"nos catorce productos, algunos de ellos secretos,
que venan directamente de la matriz norteamericana. Entonces nosotros bemos tenido que reinventar la cocacola, y el sabor es as as ...
ERN~STO

[En

GUEVARA

HabaruJ, 26 de mayo de 1964J

Estimado Ordaz:
Acuso recibo de la Revista. Aunque tengo muy
poco tiempo, me parecen muy interesantes los temas y tratar de darle una leda.
Tengo otra curiosidad: Cmo pueden imprimirse 6,300 ejemplares de una revista especializada,
cuando ni siquiera hay esa cantidad de mdcos
en Cuba?
Me salta una duda que lleva a mi nimo a los umbrales de una sicosis neuro-eeonmica: Estarn
las ratas usando la revista para profundizar sus
conocimientos siquitricos o templar sus estmagos; o tal vez cada enfermo tenga en su cabecera
un tomo de la publicacin?
En todo caso bay 3,000 ejemplares de ms en el
, .
.

,
nmero de la tirada; te ruego que pienses sobre
esto.
ERNESTO GUEVARA

{E" Barcelo,uz. octubre de 1967J

Lee la carta. Algunos prrafos parecen dirigidos directamente a los difamadores:


"'Siento que he cumplido la parte de mi deber .
que me ataba a la Revolucin Cubana en su territorio y me despido de ti, de los compaeros, de tu
pueblo, que ya es mio.

motor de la revolucin en su partido


no tiene otro descanso que su muerte
que renuncie al descanso
y sobreviva

"Hago formal renuncia de mis cargos en la Direccin del Partido, de mi puesto de Ministro, de
mi grado de Comandante, de mi condicin de
cubano. Nada legal me ata a Cuba, slo lazos de
otra clase que no se pueden romper como los
nombramientos...

MANUEL VAZQUEZ MONTALBAN

FIDEL CASTRO

Y si el revolucionario

[En la Habana. octubre de 1965J

Hay una ausencia en DUestro Comit Central, de


quien posee todas las virtudes necesarias en el
grado ms alto para pertenecer a l... Alrededor
de esto el enemigo ha podido tejer mil conjeturas,
ha tratado de confundir y de sembrar la cizaa y
la duda, y pacientemente, puesto que era necesario esperar, hemos esperado.
Muestra una carta de despedida escrita por el
Che.
-No fue' ruesta la fecha, puesto que esta carta
era para ser leda en el momento en que lo considersemos ms conveniente -dice-, pero ajustndonos a la estricta realidad fue entregada el
primero de abril de este ao, hace exactamente
seis meses y dos das.

(En Espaa, octubre de 1967J

y paso
por

,la
noche
soando hora tras hora,
montaas bolivianas.
El dia ya pas, Maana
Che Cuevara,
., vuelta a la traicin
de esta pobreza
~FAEL BALLESTEROS

[En Bolioia, 1961]

Mayo 15
Da sin novedad.
Mayo 16
Al comenzar la caminata, se me inici UD clico
fortsimo con vmitos y diarrea. Me lo cortaron
con demerol y perdi la nocin de todo mientras
me llevaban en hamaea; cuando despert estaba
muy aliviado pero <:8gado como un nio de pecho. Me prestaron un pantaln, pero sin agua,
hiedo a mierda a una legua. Pasamos todo el da
all, yo adormilado. Coco y el ato hicieron una
exploracin encontrando un camtno que tiene
rumbo sur-norte. Por la noche lo seguimos mientras hubo lun..a y luego descansamos. Se recibi el
mensaje No. 36, de donde se desprende el total
aislamiento en que estamos.
ResUmen del mes
El punto negativo es la imposibili<bd de hacer
contacto con Joaqun, pese a nuestro peregrinar
por las serranas. Hay indicios de que ste se ha
movido hacia el norte.
Desde el punto de vista militar, tres nuevos combates, causndoles bajas el Ejrcito y sin sufrir
ninguna, adems de las penetraciones en Pirirenda y Caraguatarenda, indican el buen xito. Los
perros se han declarado incompetentes y son retirados de la circulacin.
Las caractersticas ms importantes son:
1b) Falta total de contacto con Manila, la Paz, y
Joaqun, lo qu~ nos reduce a los 25 hombres que
constituyen el grupo.
.
39

Noticia del mes: el apresamiento y fuga del Loro,


que ahora deber incorporarse o dirigirse a la
paz a hacer contacto.
El Ejrcito dio el parte de la detencin de todos
los campesinos que colaboraron con nosotros en
la zona de Masicuri: ahora viene una etapa en la
que el terror sobre los campesinos se ejercer desde ambas par~ aunque con calidades diferentes; nuestro triunfo significar el cambio cualitativo necesario para su salto en el desarrollo.
ERNESTO GUEVARA

[En Buenos Airea, despus de octubre del 67]

pero
ahora
el comandante Cuevara entr a la muerte
y all andar segn se dice
JUAN GELMAN

[En &rceloa, despus del 9 de octubre de 1967]

adis viejos
sta es la definitiva
no lo busco pero est dentro del clculo
adis Fidl
sta es la definitiva
bajo los cielos de la gran patria de Bolvar
la luna de Higueras es la luna
de Playa Cirn
soy unrevolucionario cubano
soy un revolucionario de Amrica
seor coronel
soy Ernesto del Che Cuevara
dispare
ser tan til muerto como vivo.
2) Falta completa de incorporacin campesina,
anque nos van perdiendo el miedo y se logra la
admiracin de los campesinos. Es una tarea lenta
y paciente.
3) El partido, a travs de Kolle, ofrece su colaboracin, al parecer, sin reservas.
4) El clamoreo del caso Debray ha dado ms beligerancia a nuestro movimiento que 10 combates victoriosos.
5) La guerrilla va adquiriendo una moral prepotente y segura que, bien administrada, es una
garanta de xito.
.
6) El Ejrcito sigue sin organizarse y su tcnica
no mejora substancialmente.
.
"

-~ \: ~ ~.. ~

..... .---.
..... - .--.....

. --::

MANUEL VAZQUEZ MONTALBAN

[En Montevideo, despuh del 9 de octubre-de 1967]

As estamos
consternados
rabiosos
aunque.esta muerte sea
uno de los absurdos previsibles
da vergenza mirar
los cuadros
los sillones
las alfombras
sacar una botella del refrigerador
teclear las tres letras mundiales de tu
nombre
en la rgida mquina
que nunca
nunca estuvo
con la cinta tan plida.
MARIO BENEDETTI

[En La Habana, despus del 9 de octubre de 1967]

Que todos digan que le han muerto,


porque a un fantasma no se le mata fcilmente
y quien descubra el cadver
es que no tiene f.

40

PACO.LUNA:
"Una Sociedad
en Manos
del

Opus Dei"

G e

ti

e
m

\.

Emiliano Prez Cruz

o es un tipo comn en la Ciudad del


Sol (HermosUlo, Sonora). Y esta singularidad que lo caracteriza le ha
ocasionado no pocas discriminaciones. Francisco Luna Preciado,
Paco Luna o, para los cuates el Frank Moon: psiclogo, cronista del barrio con mucho chuqui sabor y sano rencor social; reportero, cuentista,
letrista de canciones grabadas por el grupo Machaca ensemble, futbolero, tcher etl la Escuela
de Altos Estudios de la Universidad de Sonora,
fustigador de la moralinera clase media
-racista- hermosillense; polmico conferenciante, bailador de cumbias, msica tropical y
rancheras, igual goza las canciones de Ramn
Ayala y sus Bravos del Norte que aquellas de Rigo
Tovar y su Costa Azul; lo mismo prepara (enfebrecido) una carne asada, que suda la cruda
con una pancita estilo Jalisco o unos sopes bien
chilosos.
Es el Paco Luna, el mismo que provoca afinidades o rechazos por igual, que calza tenis con
agujeros en la suela, viste pantaln de mezclilla,
saco a cuadros negros y blancos, camisa nortea,
sombrero de jipijapa y anteojos estilo Lennon con
cristales color violeta. Estigmatizado como cholo
por las buenas conciencias locales, asume el despectivo y lo revira escribiendo de los de abajo, de
los- barrios marginales existentes en su ciudad,
desmitificando al Grupo Sonora y sus acciones, a
la carne asada y a la burguesa sonorense, a la religiosidad de dientes pa'fuera.
Para el Fr.nk Moon la poesa, aunque no la
ejerce con frecuencia, es una actitud de vida que
se opone a la que se garrapatea derramando melcochosos versos, caducos antes de nacer, con me-

diocres reminiscencias romnticas y modernistas.


Dice el Frank: "Para hacer poesa en Sonora hay
que estar alerta o termina uno de versero; ni modo de hacerle a la poesa Hereford a la que le
entran los muchachitos gorditos hijos de papi.
Afortu.nadamente, en Sonora, entre la raza nueva, entre los jvenes, se est produciendo una
poesa que busCa explicar la vida desde lo cotidiano, desde los chingadazos, desde la calle; influenciados, por ql,l no decirlo? a raz de la difusin de la poesa que actualmente se hace en
Mxico".
-Claro que han surgido tantos poetas como
pcheres-, seala Paco-, pero ninguno es Fernando Valenzuela, carnal; podramos decir que
no ha surgido entre nosotros el poeta mayor, aunque los hay buenos como Abigal Bojorquez o Alicia Muoz Romero que van ms all del cnon de
la poesa simposona, de la poesa Hereford pues.
Los jvenes estn incorporando el lenguaje coloquial, las formas d~ la poesa contempornea para hacer los poemas del calorn, bien distintos a
los de los cena-culos, a los del buen gusto y las veladas literarias.
-En qu medios pueden los escritores de Sonora publicar SUS trabajos?
-Pues est la revista de la Escuela de Letras o los
suplementos dominicales de los diarios. Pero una
labor editorial que se dedique a elaborar libros
de poesa, no existe o difcilmente se mantiene.
Pese a que nuestro estado es muy rico, sigue pesando ms un tractor o una vaca que la cultura o
la literatura en especial. "Agrgale que donde
editan est el compadrito de la comadrta que no
la hace pero cmo se quieren con las otras romadres que les hacen bulla y tambin quieren

publicar. Dije que no hay que ser versero, porque


en Sonora y en general el provincia caemos en la
fcil dificultad de escribir poesa y andarse con
que t escribes? Pues yo tambin. Ahhh, qu
bueno: t me lees, yo te leo; t me la chaqueteas,
yo te la chaqueteo.
"Agrgale las etiquetas: si escribes crnicas, si
le haces al periodismo, entonces no puedes ser
poeta ni novelista ni cuentero. Lo que ustedes hacen en algunos peridicos y revistas, all har
unos tres aos era mal visto, decan que eran temas muy populacheros, que por ser periodismo
no podan arribar a la literatura. Ysi me interesa
llegarle a la historia, ah pues tampoco puedes ser
historiador. Te ponen piedritas en el camino,
aunque al final tengas que imponerte, por: tu trabajo".
-Qu tipo dP trabas, de piedritas, te 'ponan
para estigma" Ar tu labor? (El Paco es del barrio
del Mariacl. , eminentemente popular, como los
teTTUlS que este periodista aborda en sus crnicas).
-Simplemente piedritas morales, carnal. Censura. No cualquier cuento te aceptan, por
aquello del stablishment: imagnate decir, escribir coloquialmente en una sociedad donde la cultura y los medios de comunicacin en general estn manejados por el Opus Dei: estn instalados
en el siglo pasado, bajo reglas puritanas, religiosas. No consideran a la literatura como una
sensibilidad que se ejerce de tiempo completo y
busca expresarse por todos los medios. Pero esta
misma actitud motiva a romper gneros, estilos,
a romperle la madre a la inmoralidad literaria
dominante que le rinde culto a la carne asada y a
los tenis Nick o a los Convers, tractores y vacas,
41

pero no a la sensibilidad. Y conste que no es privativo de la provincia: se da en el Defe tambin,


tan provinciano como so. Yo creo que ahorita se
est dando el encontrn literatura institucional
contra literatura de la n~ta.
-Este mano a ~no en qu mbito Be da, cul
es su escenarior
-Pues nuestro estado, Sonora, con una sociedad
que brinca de la vaquera a la modernidad industrial, a la fbrica. Eso conlleva que todos los valores existentes en la cultura de la carne machaca
se vean resquebrajados por las nuevas expresiones
que trae la masificacin de la sociedad, de la universidad, la instalacin det la planta Ford y las
huelgas que en ella se han c!ado.
"La modernidad apareja otra moralidad, otros
cdigos, otros valores signados por la crisis que
atravesamos: ya lleg el momento en que el sonorense no se distingue por el "yo como carne y los
guachos, los sureos, los'chilangos, comen gusanos y hierblU", tan racista y despectivo como se
manifiesta. Ahora no: todo mundo est comiendo
frijoles (los mentados parralitos), a pesar o por la
industrializacin de la franja fronteriza: territorio libre para chingar al que se deja".

Despus de estudiar la preparatoria, FrancisCo


Luna viene a la ciudad de Mxico e ingresa a la
ENEP-Iztacala para estudiar sicologa. Le toca
vivir en carne propia la confrontacin rancho
grande-monstrupolis. Concluye los estudios y
vuelve a su tierra natal. De ah, como a tantos
otros que pasan la Plisma experiencia, le cuelgan
e(sanbenito de sonoguacho, de norteo achilangado; casi cas} traidor a la patria... chica. Pero
saca juventud de su pasado y se pone a trabajar.
- Volver a Sonora me signific un reencuentro
con la moralidad del barrio de una ciudad fronteriza, donde se da un trastocamiento del lenguaje como aqu en l~ barrios del Defe: el cal
est ms apegado a las vivencias, al afn de
sobrevivencia; signific encontrarme con los camaradas desempleados, con el hacinamiento, la
escacez de recursos; ya creci la ciudad y ahora
tienes que rilrtela en la calle porque no todos los
vecinos se conocen como antes.
"En cuanto al estigma por ser del sur o por haberte educado en la capital, es una expresin ideolgica que surge que grupos de poder muy particulares que tratan de fomentar el regionalismo
para controlar la conciencia de nuestros paisanos. No deja de ser curioso que en Sonora discriminen al que naci o estudi en el Defe y llega a
estas tierras, y en cambio le siguen haciendo homenajes al padre Kino, un gtiey que ni mexicano
era. Ora s que como dicen: ah se v.e la falsedad:
se desprecia a un mismo compatriota y al padre
Kino le erigen monumentos, le dedican calles y
corridos en un estilo de catolicismo ms pragmtico que la puta madre.
-La gente joven de Sonora cmo reacciona: estn prendido&, aplatonadO&, les vale lo que suceder
o

-Pu~ hay de todo. Ah tenemos que los burguesitos siguen todava bulevareando en el carro
de papi, creyepdo que por el solo hecho de compartir cuentas bancarias con sus progenitores
allende el Ro Bravo, ya se ganaron un lugar y
sobre todo un respeto entre todos nosotros. La raza del barrio, los pfebes, estn jalando porque la
vida misma los est arrastrando. En la literatura
tambin se da eso y ah tienes a la intelectualidad
clase media que se mam desde temprana edad a
Garca Mrquez y que ahora es fan de Silvio
Rodrguez, jugndole al revolucionario de caf,
radicales chies... Ni pa'cundo que la raza le llegue a la nueva trova cubana: prefiere a Ramn
Ayala, al Ohico Che, al mismo Rigo Tovar, al
Heavy Metal o al rock mexicano; el Tri tiene gran
aceptacin y tambin Jaime Lpez porque en
buena medida en el barrio nos sentimos los mequetrefes norteos. La raza jQdi~a responde.a su
condicin de estar jodido, 9ue'ya es una .condi:
42
o

cin nacional, una identidad nacional y no es


chiste: noms hay que ver cmo est la raza en
Chiapas, Nayarit, el Defe, por donde uno le bus-~
que, p'arriba o p'abajo, tambin entre los chicanos.
Francisco Luna estudi en el sur de los Estados
Unidos. Estuvo en la entraa del mostro y no se
da golpes de pecho pero tamporo se traga la verba aquella del American way oJ lije: "A la sociedad chicana hay que medirla con los mismos
parmetros de las clases sociales: el intelectual
trata de consolidar una posicin dentro del ~iste
ma, aunque sea universitario; el chicano de
barrio, y hablo del sur de Tucson, Arizona, del
sur de Los Angeles, trata de aferrarse a sus races
mexicanas. pero sin perder de vista que ya est del
otro lado. Claro que los intelectuales tambin
cubren este aspecto, pero dndole esa cobertura
de turrn o de ice cream que le da un sitio privilegiado entre la raza del barrio que sigue comiendo
sus nopalitos con jamn o""'COn parralitos: "los frijoles como salvadores del mundo", escribe algn
poeta chicano.
-Pero nosotros que estamos ac, en Mxico o
ms all: en el Distrito Federal, queremos obtener una visin del chicano y los estudiosos dicen:
ay s, vamos a verlos, vamos a estudiarlos; y le
llegan los investigadores, a pelo, sin entender
completamente el idioma que ellos manejan y
descubren que el chicano ms jodido anoa en su
carrote. Entonces, yo creo que se les ve con una
visin muy romntica e incluso se habla de ayudarlos, cuando son ellos quienes deberan alivianarse. Nosotros no tenemos ni para qu investigar a los chicanos ni tratar de descubrirlos, si
nunca se han escondido".
Ganador de un premio literario -don Edmundo Valads estaba en el jurado- con su
cuento "Qut;tzalcatl", Paco Luna ha incursionado en la investigacin histrica. Algunos de sus
poemas se han incorporado a la Poesa sonorense
contempornea, antologa de Alonso Vidal editada por el gobierno del estado; Gerardo COI:nejo,
rector del Colegio de Sonora incluy el cuento
"Los reyes vagos" en el volumen de relatos titulado Cuntame uno. Actualmente escribe una novela y recopila las crnicas publicadas en el extinto diario InJarmacin para publicarlas en forma
de libro. Tambin se incluyen poemas suyos en
una antologia de poetas de la frontera norte; su
gusto por la historia le viene desde los tiempos de
estudiante:
.
~

- Es que lees filosofa, lees historia, y descubres


estas disciplinas perfectamente ordenadas a la
versin institucional; en nuestro estado se hace la
apologa de los tiburones de la colonizacin y la
historia degenera en historieta. Entonces uno
quiere darle otro tratamiento con la idea de recuperar un pasado y una vida concreta, sabiendo
de antemano para qu y para quines quiere uno
dar su versin, que de ninguna manera es para
aquellos que estn haciendo labor para colarse a
la historieta oficial.
"Cosas, intereses como stos motivan a 'escribir
y a no quedarse en un slo gnero del conocimiento o de la creatividad. Creo como dice Canetti, que hay que darle voz a los que no la
tienen; creo que el escritor debe tener esa capacidad de metamorfosis de la.que habla este seor, y
no chillar por la imposibilidad de tener a la mano
el ms reciente libro de Milan Kundera. Mientras
haya quienes se duelan de esta situaci6n que nos
mantiene al mrgen deJas novedades y de las
modas editoriales, uno tiene que andar hacindole al Milan Kulero y ejercer el mirad, culeros,
vuestra obral con la sensibilidad, la perspectiva
del nuevo estilo periodstico que se hace en Mxico y que ya no se basa nicamente en el olfato reporteril, sino que incorpora herramientas- de
otras disciplinas para explicamos y transformar
~ta realidad. l:so es lo que yo pienso, camal".

LA
GUERRA
CIVIL
ESPAOLA
YLOS
POETAS
Enrique Cortazar

on la Guerra Civil en Espaa


(1936-39) se da una .serie de cambios, de encuentros y desencuentros, de rupturas en la poesa
de ese momento. Muchos escritores, casi todos desde el exilio, incorporan a su temtica lo poltico. No pocos del llamado grupo
potico de 1927, adems de padecer el exilio, se
vern profundamente influidos en sus temas y su
tono con los bruscos cambios que los avasallan.
El surrealismo ser el camino por donde Alberti y
Emilio Prados transiten hacia la poesa contestaria y de contenido poltico. Alberti declara: "Antes mi poesa estaba al servicio de unos pocos.
Hoy no. Lo que me impulsa a ello es la misma razn que mueve a los obreros y a los campesinos, o
sea, una razn revolucionaria".
Todos, con excepcin de Dmaso Alonso, ~
rardo Diego y Vicente Aleixandre, se dispersan
por el mundo llevando en su quehacer potico el
compromiso de denunciar una realidad que los
expuls de su seno, re8lidad que asesin~ a Garca
Lorca y encarcel a Miguel Hernndez y Jos
Hierro. Aun el mismo Guilln, considerado como
el poeta ms incontaminado de realidad, el ms
asptico y puro de todo el grupo, dejar que la
historia como tiempo de desolacin y muerte se
filtre en las ltimas etapas de su impecable Cntico. De los tres que permanecen en Espaa despus de la Guerra, slo uno est con Franco: ~
rardo Diego, creacionista militante y gran admirador de nuestro Vicente Huidobro. Los otros dos
dan la cara inteligentemente al rgimen opresor
con dos libros publicados el mismo ao: 1944.
Ao en que predomina una poesa de evasin inspirada en Unamuno y Garcilaso: poesa religiosa
y de pulcritud formal que deja impune y a salvo
el rgimen guerrerista de Franco. Dmaso Alonso publica HijO& de la ira y Vicente Aleixandre
Sombra del paraso. Con ambos libros se reinicia
en Espaa una poesa que rompe con ese tono
clsico y evasivo de los garcilasistas. Dmaso
Alonso escribe poemas, en un ambiente atestado
de sonetos religioss, con lenguaje coloquial y hasta prosaico en total contradiccin con dichos sonetos, lenguaje en el que entrevera el presente
doloroso:
Madrid es una ciudad de ms de un mJll6n de
cadveres (segn las ltimas estadfsticas).
veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo
en este nicho en el que hare 45 aiai que me
pudro...
(Fragmento del poema "Insomnio". cW libro
';
Hif03 de", fTu.)

Aleixandre, por

su,parte,~no desmiente

la poca

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Aunque hay un lapso en la paginacin,
no falta ningn texto.

Los hombres tienen liambre. .

Los hombres tienen miedo.

'.
(Fragmento del-poema "A vuestro servici,?")
,

'.

y en 1947 publian un libro cuyo ttulo ~ala


claramente una oposicin expresiva ante el amaneramiento y refinada sofisticacin formal de los
garcilasistas; el libro se titula Tranquilamptte
hablando. All nos dice expresamente en el poema "Mi intencin es sencilla (difcil)", uno de los
primeros de este libro:
No quisiera hacer versos,
quisiera solamente contar lo que me pasa
(que es lo que nun<i4 pasa),
escribir unas cartas ~estinadas a amigos...

y en contra abiertamente de los garcilasistas


afirma en el mismo poema:Tengo compaeros que escriben poemas buenos
y otros que se Cal1an~o maldicen sin tino;
pero todos me aburren (aunque los admiro),
y todos me ocultan lo nico que importa...

y concluye el poema diciendo:


'" yo que me repudro y, tontamente muero,
no puedo callarme,.
no puedo aguantarl~
digo lo que quiero,. y
s que con decirlo sencillamente ac(erto.

de injusticia que se vive; su libro es una elega, la


aoranza del pasado como un tiempo perdido.
Hay dolor por esta prdida pero sin implicaciones religiosas. Y as se refiere en Sombra del paraso a la ciudad que ya no est ms, ciudad que
es vivencia de un pasado grato, ahora trgicamente suspendido:
...ciudad madre y blanqusima donde viv y recuerdo
anglica ciudad que, ms alta que el mar, presides
sus espumas....
....a la ciudad voladora entre monte y abismo,
blanca en los aires, con la calidad del pjaro suspenso
que nunca arriba Oh ciudad no en la tierral
(Fragmento del poema "Ciudad del paraso")

En este mismo momento la mayora de los poetas jvenes pertenecientes a la


a generaae
to ignoracin del 36, con la m'
ban en sus textos la realicIa
e. Leopoldo
Panero, quien antes de la guerra fue liberal y que
incluso estuvo en la crcel, pero que logr salir
libre gracias a las influencias de su madte con
Franco, en consonancia total con los requerimientos poticos del rgimen cant en pulcro soneto:
Todo amor es tu sombra. Dios viviente,
silenciado fluir que en sueos mana,
perpetuamente, bajo el alma humana,
como pasan las aguti por el puente.

y concluia su soneto diciendo:


.y casi desprendido al contemplarte
en mi ntima visin de lejana,
.
piadosamente, las strellas miro.

y el poeta Jos Garca Nieto, en un soneto perfectamente construido, pero de pobrsimo contenido, nos narra su subida a la catedral de Toledo,
alejndose de la tierra, caracterstica esencial de
est~ poetas. Dicen as las dos ltimas estrofas:

Subir, subir. Y esperar. Y oscuro


sentirme en Dios. encarcelado y puro,
n60 de Dios, de pronto en cada miedo.

y en la cima del viento y la maana,


esperar que se rompa en la campana
el pecho silencioso de Toledo.

Umese Jos Garca Nieto, Leo)oldo Panero,


Dionisio Ridruejo, Luis Rosales o Jos Luis Cano,
fueron en su mayora estos poetas del grupo del
36 vctimas de ciertas circunstancias: los ricos
hallazgos vanguardistas o los intensos afanes puristas de sus mayores (grupo del -27) que tanto
sorprendieron, no les dejaba mucho que decir; y,
por otro lado, la guerra y el estado de opresin los
confin hacia temticas y fortnas, que no tocaban para nada una realidad que impona el grito.
Ellos se decidieron por el sifencio. Pero no por el
silencio total que pudiera sigttificar un acto de
protesta, sino por el silencio que oculta la realidad golpeante y desesperanzadora qe se viva,
cantando a una "realidad" ultraterrenal. Leopoldo Panero dice as en las ltimas dos lneas de su
soneto"Arte potica":
... ms que decir palabras ser su propia fragancia,
y estar callado dentro del verso; estar callado...
~

Por su parte Gerardo Diego, tal vez con algo


de culpa, pues es el nico del grupo del 27 que es-.
t con Franco, dice:
Callar, callar. No callo porque quiero.
Callo porque la pena se me impone,
para que la palabra no destrone
ni ms hondo silencio verdadero.

Mientras estos poetas garcilasistas tienen los


ojos en el cielo e ignoran voluntariamente el aqu
y el ahora, hay otros poetas que como Aleixandre
y Alonso, ven 1" tierra y, en sta, su realidad ms
inmediata. Uno de ellos, Juan de Leceta (seudnimo usado por Gabriel Celaya), ve el mundo desolado que lo rodea, capta en su lente potico el
sentido catico de la realidad, as en 1944 escribe:
.. .Ios obreros trabajan y maldicen a ratos.
- Un cigarro, buen bombre?
Buen hombre qae ha escupido su silencio.
Buen hombre me ha plantado
con sus ojos claros todo su desprecio.

Qu lejos estn d la evasin 'del intimismo o


de la contemplacin nsti&a, .poetas como Leceta
-Celaya o Jos Hierro. ESte, al salir de la crcel,
despus de cinco aqs de cautiverio sienao apenas
un joven de 22 aos, escribe su libro titulado Alegra. Es, al igual que Se da en Leceta-Celaya, un
canto a la integridad vital de un mundo en el que
se entremezclan odio y amor, dolor y optimismo.
En Hierro, su "Alegra en nombre de.!a vda", es
la afirmacin gozosa de saberse de pe y con saludable energa en una realidad 'que ha matado a
millones de seres. Se da pues en ambo$ poetas el
abrazo, pese a todo, con un mundo que si- bien ha
sido ingrato les otorga el invaluable don de poder
continuar. Escribe Celaya:
I
Hay una alegra -oioiT- que enouelve y junID
m pentJ.f, mis errorel, m f'tJ6 y mi miedo.

Aunque ambos poetas sern de contextura diferente. Celaya es deudor de Neruda surrealista,
Hierro est ms en deuda con Juan-Ramn Jimnez; en ambos se da ese impulso inicial que los
identifica: la maravilla-cotidiana de estar vivos,
la aceptacin integral del mundo y el deseo de
llamar a las cosas por su nombre sin afeites o
am,.aneramientos formales, mucho menos con
ocultamientos,
'
Despus de entronizar a la alegra en sus textos
vendr la esperariza, la cual adquirir el rang .
de deber moral y tarea artstica. En estJl propuesta Celaya rompe con el poeta solitario, y hace nacer al poeta solidario, al poeta con los otros, l1la~
no a mano, codo a codo, construyendo un mejor
futuro. En este afn ir acompaado por grands
voces: Otero, Nora, el propio Hierro. En 1955
Celaya con el optimismo y la esperaJlZl1. hechos
compromiso solidario y fe potica, gnta: "La
poesa es un arma cargada de futuro".
Independientemente del deterioro posterior de
la llaynada poesa social, de la poesa como ostrumento para el cambio revolucionario, Celaya,
como nos dice acertadamente Angel Gonzlcz t
"Desborda COD
plitud, por todos los costados,
el estrecho te
en que la poesa social ha sido
confinada tanto por sus detractores como por la
lI;layora de sus cultivadores".
En el pequeo coro que valientemente, y paso
a paso, se levanta contra la evasin y el silencio
cmplice, destaca la voz de Celaya, siendo la ms
alta que en su momento se opone en forma y CODtenido a los gareilasistas; voz que por su f~a,
sifM:eridad y sabidura potica sigue, vigente. 7
'

J"

Siempre hay tiempo para la ternura


Vctor Manuel y Ana Beln.
CBS Columbia

Serenata inmol'tal, volumen I


Diversos intrpretes
Laser Internacional

Esta noche vendrs

Vilcki Cllrr
Sello: CBS Columbia
Algn mrito deba de tener este 1bun de la cantante norteamericana
que incursiona en SUl, versiones en el
idioma de Cervantes. No nos cost
mucho esfuerzo detectarlo, y pa.~
mos el dato al costo con destino a los
oyentes de este elep: sirve, sin nin.guna dificultad, paca desentraar el
misterio de <-'()mo producir temas
mm,icales a ni,'el indlLrial. En serie.
El <Iue hall la frmula cuenta con
nombre y apellido: Jos Luis Perales,
el hispano que le puso firma autoral
a la decena de composiciones que tiene a su cargo la Carro Plaga de lugares comunes, de rimas facilonas. " de
la serie de elementos absolutam~nte
indispensables para estas lides cancioneras: separaciones y reencuentros, amor, pasin, dolor, ali"io, y
todas las imgenes dizque poticas o
letrstica... ima~nables sin ningn tipo de esfuerzo ni peligro de imprevistas jaquecas.
La cursilera \' lo telenovelesco,
con la habitual uota de balada comercial apta para estos casos. Si' el
lector desea saber cmo las lleva al
disco ViJckj Carr, sta es una inmejorable oportunidad. Al menos, ya se
halla prevenido. (Me)
fa

..

Para quienes peinan canas, un verdadero empacho musical. Para todos


aquellOSJllA..e,l al comps de algn bolero, tuvierob la dicha -o la desgracia- de entablar una relacin que
pudo haber culminado en el a1~ar,
una serie de recuerdos gratos... o de
los otros.
Hay para todos los gustos. Tomar
nota: f.JOS Santos, Los tres caballeros,
Los Montejo, Los hermanos Martioez Gil (a quienes, hace poco, acaba
de bomenajear Osear Chvez en todo un lbum), Los Panchos, Los Tres
ases, Los duendes, Los tres diamantes, hasta completar diez y seis gruROS que se sacan chispas, como en
otras pocas de bonanza.
Sumarle a estos participantes en el
elep algunos de los ttul~ convocados (sin ir ms lejos, Reglame esta
noche, Novia mJ, Sin ti, Usted, Poquita fe. La barca, Chacha linda, y
ah queda el listado) y se tendr una
idea del conteniddo de este lbum.
Nostalgia para los ms aejos audito'res; conocimiento de una etapa clave
en la historia del bolero, para los
ms novatos.
Grabacion~ originales que le
otorgan, an ms si cabe, ese sabor
de inexorable paso del tiempo a todas estas versiones. Tiempo que no
ha podido, no obstante, arrasar con
voces y guitarras que en su momento
dictaron ctedra en un gnero siempre poblado de figuras artsticas protagnicas de primer nivel. Quienes
tienen buena memoria, al amparo de
los nombres y ttulos citados, pueden
dar fe de esa poca de oro en la cancin popular. Gran parte de ella se
encuentra recogida .en este long
play. (Me)

Algo habr que agradecer al bombardeo sistemtico del que ha sido


objeto el tema La puerta de Alcal,
perteneciente a este lbum: que despus de muchos aos, entre quince y
veinte digamos, se conozca -de rebote parte nfima de la produccin
de Vctor Manuel. Infima si, pero algo es algo diria el del vaso medio lleno.....
Con cerca de una veintena de eleps en su trayectoria, el cantante espaol ha irrumpido con esa composicin en las emisoras netamente comerciales de nuestro pas. Aunque
no tengan la misma difusin (ni so.arlo) las restantes obras contenidas
en el long play que nos ocupa, habr
que poner el grito de atencin al par
de ellas que llevan la firma de Chico
Buarque (una impecable versin
blusstica de Barrio de la Cruz, por
ejemplo), y otras tantas del mismo
Vctor Manuel que, entre l y su esposa Ana Beln, se encargan de volcar con propiedad y buen gusto. Las
ventajas -en ciertos C3S0S- de imponer por reiteracin y cansancio
una de las composiciones integrantes
de un disco: al menos, el auditor deber soplarse las que completan esa
labor cuando adquiera su ejemplar
discogrfico,
Es posible que, de esa forma, logre
constatar que el cantautor hispano
no es un improvisado o una estrella
recin elaborada por el sello graba~
dor al que pertenece-o Que hay todo
un historial tras de s, mediana o nulamente conocido por el gran pblico.
Claro, eran otros tiempos: aquellos, sin ir ms lejos, en que el rgimen franquista no permita su salida
al aire su indispensble difusin, a
raz de su pertenencia al partido Comunista espaol....
Soplan otros vientos, indudablemente, para los materiales de Vctor
Manuel y su compaera. (Me)

Pablo Milans canta a Nicols


GuilIn
A cargo del cantante cubano.
Polydor, con licencia ECREM de La
Habana.
Una magnfica traslacin del octogenario poeta cubano, gracias a la doble faena -musicalizador e intrprete- de uno de los lderes notorios
de la Nueva Trova en la tierra de Fidel.
Una decena de pginas que dan
cuenta del reconocible ritmo de la
poesa negra y del folldore al que generalmente acudiera el notable creador de Sngoro Cosongo y El son entero. Siempre, como teln de fondo,
su preocupacin social y poltica.
Siempre, el lenguaje directo y vigoroso: antes de la revolucin cubana, expresando la aflicin y la esperanza; luego de ella, festejando con
el verbo y la palabra, su desarrollo y
evolucin, su peculiar enfoque del
amor y la solidaridad.
Pablo Milans le otorga eficaz msica de fondo a esas palabras contenidas, entre otras, en De que callada
manera, en Responde t y en Burgueses, en Mariposa y en Pasan das,
o en Ho Chi Min y Tengo. La elocuencia de su voz, el infaltable complemento guitarrsco, le brindan esa
particular afinidad sonora a la suma
de textos de Guilln.
Esa misma estrecha labor con
aquel instrumento con el que cumpliera gran parte de su inicial trayectoria, brinda la oportunidad de reencontrarse -con el Pablo Milans intimista y alejado de los ncleos musicales acompaantes de los ltimos
aos. Es posible acceder entonces,
mediante este fugaz retomo a las
fuentes, al notable artista que, en estas condiciones solitarias o flanqueado por agrupamientos con reducidos
elementos, cumple idnticas labores
en cuanto a calidad del producto-discogrfico terminado.
En esta ocasin, por partida doble: en su tarea de musicalizador de
los versos de Nicols Guilln y, una
vez ms, como indudable primera figura en el terreno vocallatinoameri-.
cano. (Me)

LA
MONTAA
BLANCA

Antoine se halla al fondo del estudio, no la ha vislo todava. Se Umpia los dedos manchados de
pintura azul con un trapo.
-rAntoinel
Se vuelve hacia Franca.
-Has estado trabajando toda la noche?
-prepnta ella.
Ella aira.
-He tenninado -dice.
Un cuadro de dimensiones reducidas -unos
treinta centmetros por veinte, a juzgar por una
primera ojeada- descansa sobre un caballete,
all al fondo. Ella slo lo ve por detrs.
Franca inicia un movimiento. El la detiene
con un ademn.
-Espera -dice-, el soll
En efecto, el sol.
Ac;ba de salir por detrs de las colinas, afuera,
ms arriba del ro. Un rayo acaricia la amplia
cristalera del estudio. Su luz desfleca la blancura
cruda de una cortina, la hace resaltar, se va extendiendo; pero an no ha llegado al lugar donde
se expone el lienzo.
Ella re, despreocupada. Demasiado, quiz.
-Y qu ms da?
Ella observa, sorprendido, sin duda, pOr tanta
ligereza.
-He pintado por la noche -dice-, pero la
luz, en el ocano. Tienes que ver el cuadro a plena claridad.
Ella comprende, est conforme, esperar.
-Qu ttulo le has puesto? -pregunta.
El se ruboriza, como si le hubiera hecho una
pregunta indecente. Indiscreta, por lo menos.
Como si le obligara a una respuesta que fuera lo
uno o lo otro. Demasiado tmida, al menos.
-Marina clara -dice por fin.
Ambos esperan, separados por un charco de sol
que va extendindose.
Ella ha olvidado que an lleva en la mano una
tarjeta postal, en la que se reproduce un cuadro
de Joaqun Patinir. La ha cogido de un mueble,
al entrar en el estudio.
En todos los libros de arte, en los catlogos
franceses, aquel cuadro del maestro flamenco se
llama Le passage du Styx. Pero en el envs de la
tarjeta poda leerse: El paso de la laguna Estigia.

~.'

Jorge Semprn

Captulo uno de una novela


que est haciendo mucho
ruido en Europa

Semprn, autor de El
desvanecimiento, la Autobiografa
de F eclerico Snchez, E~.1a.rgo viaje
y de los guiones de Z, L4 confesin
y Las rotas del sur, acaba de
publicar en Espaa La montaa
blanca, novela que pronto
aparecer distribuida. en Mxico a
precios inaccesibles en edicin de
Alfaguara.

Igual que en el Museo 'del Prado, por lo demS,


Franca lo recuerda. Por qu el ro Estige se
converta en laguna en la denominacin castella:.
na del cuadro? Era un enigma. ~n cualquier caso, debajo de la ilscripciri impresa en letras maysculas, una traduccin al ingls y al frnces
pareca confirmar que el Estige haba dejado de
ser un ro. Le passage de la laguna stigienne.. . The
eromng oi the Stigitm laggon: he aqu lo que
proclamaba la tarjeta. Laguna, pues, doblemente, en aquella traducci6n bilinge, perentoria,
pero sospechosa. No pareeia, en efect, que Stigienne fuera adecuado. Imposible comprobarlo
en aquel mismo instante. Aunque hubiera habido
algn diccionario eq el estudio de Antoine, no
era el mejor momento para consultarlo. Pero
"stigienne" no le sonaba nada bien a Franca. (1).
Franca mira el rostro anguloso, los altos pmulos salientes de Antoine. El le sonre tmida- .
mente. Ella espera, el tiempo pasa. El sol toma
posesin de11ugar.
-Ven -le dice l-, ahora..
Ella se adelanta, rodeada de un halo luminoso
en el que giran mirladas de n!tnsculas partculas
de polvo baadas de sol.
Se ha parado d~lante del cuadro que Antoine
termin de pintar ~oche.
Lo contempla detenidamente. Una especie de
ternura la invade; le late el corazn. Marina clara, no hay duda. Reacciona, sale de su arrobo.
Durante un segun<lo apoya la cabeza en el hombro de Antoine que est a su lado. No dice nada.
Qu podra decir? Basta con llenarse los jos con
todos aquellos azules de cielo y de mar... Hay
que empaparse de ellos, nada ms. .
Antoine se fija en la tarjeta postal que ella lleva
en la mano. Se la coge, lee en voz alta, de un tirn.
"Madrid, 6 de abril. Saludos de Judith. Acabo
de presentarle mis respetos. Despus, como de
costumbre, he comprobado que el azul Patinir sigue siendo lo que era. Lo que sola ser (2) Azul fijo, azul loco; inusable; todo nuestro. Todo1vuestro".
Dos iniciales maysculas para firmar aquel
breve mensaje: J.L.
Da la vuelta a la tarjeta, mira la reproduccin
del cuadro de Patinir. Frunce los labios, asqueado.
- Los colores son de echarse a llorar -dice-.
La Estigia ha perdido el misterio de sus azules...
El cielo ya no tiene su luz de tormenta. Es una
reproduccin psimal

49

,
~ira

la tarjeta encima de la mesa.


.......No creo que sea por la fidelidad de la reprodu~in -dice el1a-, por lo que Juan ha elegido
esta tarjeta 001 Pradol
El ha cerrado los ojos un segundo, con una es~ie' de mueca. O de rictu'i doloroso. Luego la
mira, moviendo la cabeza.
"-Precisamente. por qu?
Se han alejado del cuadro que Antoine termin
de-pintar anoche. Algo se mueve entre ambos. En
la lejana, sin duda, ms all. Algo equvoco o
nebuloso, no es imposible.
. -Por qu te ha mandado Juan esta tarjeta?
---:-in'iiste l.
La sbita frialdad de su voz evoca el peligro.
AJgo se paraliza dentro del pecho de Franca, all
ear debajo del seno izquierdo.
_-.:.,..Nos.. -replica con sequedad.
.. Pero el cambio de tono es inconsciente. Quisiera permanecer serena.
. LC6mo?
. -,.Q.l! Juan nM ha enviado esa tarjeta a los dos ,
Tpr~
.: Haciendo hincapi en el plural.
.' El vuelve a coger el rectngulo de cartn. Ve
st!s dos nombres 'iCritos con una grafa minucio:
sa, perfectamente legible, en la parte derecha de
la tarjeta. Franca/Antoine de Stermaria. La direccin debajo, claro, como debe ser.
-En efecto -dice.
-Se vuelve hacia ella. con la mirada an ensombrecida.
-Judith, sin embargo, a quin... ?
Ella lo interrumpe, con la ale,.,a de una evidencia inofensiva.
-Pero vamos, Antoine! Judithl La Judith
de'Coval
I -Precisamente -dice l.
r

El sol naciente ha invadido ahora todo el estu.dio. El sUencio se hace ms denso. Pero Franca
. desea saber a qu atenerse. Quiz haga mal.
-A dnde quieres ir a parar? -pregunta.
La tarjeta haba llegado hacia dos semanas.
Franca la haba puesto junto al plato de su marido, con el resto del correo, a la hora del desayuno. El la haba ledo. Haba sentido inmediatamente la impresin deslumbrante. pero confusa.
de hallarse ante un lenguaje cifrado cuyo cdigo
no conoca.
No era la primera vez.
El itinerario al que Juan se refera como habitual-"despus. como de costumbre"- , desde la
sala dedicada a la pintura negra de Goya. en
do~ est la Judith. hasta la sala cuarenta y
tres. en el piso de arriba, en donde pueden verse
los Patinir, los Hosco y algunos Brueghel el Viejo.
a qu corresponda?
Jams. en todo caso, haba hecho l aquel recorrido por el Prado en compaa de Juan. Jams
hablaron de ellos. Era verosmil que hubieran
hablado de Joaqun Patinir. Seguro. incluso. despus de tantos aos de conversacin sobre pintura. A causa del azul. probablemente. Y cmo no
ibkn a hablar de Goya? Y de Malram tambin,
cuando haJ>laban de Coya: era trivial. Pero nunca haban hecho aquel recorrido juntos. ni en la
vida ni en una conversacin. Jams haban aludido a ello.
Con qu oscura referencia, pues. jugaba el
texto de Juan. tan breve, tan elptico incluso, porhallarse seguramente cargado de sentido?
Mira a Franca.
-Aqu es donde quiero ir a parar -responde.
E indica el cuadro con el dedo, Marina clara.
Ella suspira o respira, hondamente. Restablece la
situacin conyugal.
-Voy a hacer caf para los dos -dice jovial.
El le acaricia el lbulo de la oreja.
-Qu estupenda idea, Franca!
Pero la sigue reteniendo junto a l. habla sin
mirarla.
-Es para ti -dice-. Un regalo de cumpleaos.

SO

Ella contempla el cuadro. Admira otra vez su


perfeccin sin nfasis.
-Me lo supona. sabes? -dice sonriente.
Pero una angustia apunta. sbita. ponindole
un nudo en la garganta. y afluye seguidamente.
-No me gusta pensar en la edad que tengo
-dice.
En un murmullo que podria ser un grito susurrado.
El da unos pasos. reacciona. recobra SU seguridad.
-~Qu tontera! Hay que festejarlo, Franca!
La edad triunfal Adems, he invitado a Juan.
Uegar esta tarde.
Ella contiene una especie de sollozo. se vuelve
de espaldas para ocultar su turbacin; luego. se
vuelve otra vez hacia l.
-A Juan? Pero. por qu?
El re, contento de su efecto. Apenado de que
sea tan evidente.
~IPero vamos. Franca! El mismo da en que
t naciste, tal da que maana, el 25 de abril de
1942. har cuarenta aos, Juan y yo nos conocimos en Niza. Es un doble aniversario: t tienes la
eaad denuestra amistad. No es eso una fiesta?
Ella lo mira. se esfuerza por sonrer.
-Es una fiesta -dice-. Voy a ha~ caf.
Despus me ocupar de todo. Te sentirs orgulloso de m.
-Siempre -dice l.
Se miran. Saben inmediatamente que acaban
de recordar lo mismo. Se siente l de verdad orgulloso? Franca mueve la cabeza y se va.
Elle habla. en cuanto ve que ha llegado al umbral de la puerta; no antes.
-Juan vendr con una de sus amiguitas -dice
Antoine-. Ha insistido en traerla. Una tal Nadi-

. neo
Es imposible. piensa ella. Que Juan haya insistido, por lo menos. Pero no reacciona. no se vuelve. no tiembla. Su voz es neutra, casi anodina,
cuando responde:
-Seremos cuatro en total. Un nmero redondo. est bien.

El cuadro est sobre el caballete. nadie lo mira.


Antoine se ha alejado un poco. Revuelve unos pa-

la cultura en

MEXICO

p.

~~ la Cl'~.~~

Dirtor GennaI: Jos


Llergo
Dineto.-: Paco Ignacio Taibo U
jefr t rrdrin: Geranio de la Torre
Diario: Beatriz Mira
1Wtlcin: Francisco Prez Aroe,
Mauricio Ciechanower, Rogelio
Vizcaino, Emiliano Prez ruz, Luis
Hemndez, Cosme Omelas, Jorge
Belarmino Femnclez TomM, Jess
Anaya Rosique, Alldrs R.uz, Orlando
Ortz, Vctor RonquiDo, Jom Manuel
Payn, Ilctor R. de la Vega, Carlos
Puig, Angel Valtierra, Pilar Vsquez,
Armando Castellanos. Ciro Gmez
Leyva, Miguel Bonasso
'numrcocin cnfiC'Q: Paloma Saa

peles. unas fotografas. al otro extremo del estudio.

Marina clam, haba dicho.


An no saba que iba a llamarlo as cuando
Franca le haba preguntado. Haba tratado, a lo
largo de muchas horas consagradas con intensidad a su trabajo. frenticas a veces y abundantes
en ideas; otras, en cambio, desprovistas de toda
alegra, sedientas, asoladas, taciturnas -como si
la calma chicha canicular hubiese cado, sofocante, sobre un paisaje marino del que soaba
mostrar a un mismo tiempo la extraordinaria vacuidad vertical y el infinito estremecimiento
cromtico-, haba tratado simplemente de captar todos los matices del azul.
Pero nadie mira el cuadro que ha pintado para
Franca, al cumplir sta cuarenta aos.
Marina clara. por qu no?
Antoine, despus de haber salido Franca. haba
vuelto a coger la tarjeta postal. Tal vez haba
ledo mal. o interpretado mal. al menos. Quiz
aquel texto fuera del todo inocente. Pero, por
qu reaccion ella con tanta violencia, con tanta
angustia contenida?
Apart esta pregunta otra vez. Por qu abandonar los amargos deleites de la sospecha por una
certeza determinada, cuando la sospecha remueve la sangre y nos prueba que an estamos vivos?
Vuelve la tarjeta postal.
La reproduccin del pQMJ de la lagUtUJ Estigia
es detestable. en efecto. Se dirige hacia el mueble'
estantera que ocupa toda una pared del estudio.
En seguida encuentra lo que buscaba. Hay que
<lecir que Franca tiene el instinto del orden. de la
clasificacin, de las nomenclaturas. Antoine encuentra, en la carpeta' dedicada a este fin. las fotografas que haba mandado hacer de los cuadros de Patinir, en cierta poca. Por el azul. naturalmente. Saca de la misma una subcarpeta de
plstico translcido, ambarino. que contiene las
fotos del. PalO.
Se instala a una larga mesa. a plena luz. Pero
se contiene y no enciende an ningn cigarrillo.
La primera fotografa reproduce el cuadro en

su conjunto. Antoine la compara con la tarjeta


postal (Printed in Spain-Ediciones Artsticas,
OJfo-Los Mesejo, 23-Madrid 7). En la tarjeta se
pierden todos los valores cromticos del cuadro.
Desaparecen los contrastes o bien resultan inspidos. Las capas laminadas de luminosidad interna que tiene la pintura se aplanan, caen en 10
monocromo y en 10 monocorde. Las riqusimas
gamas de azules viran a 10 lvido: blanco dudoso,
verde desvado, bilioso.
La segunda fotografa del cuadro reproduce
un detalle del mismo muy ampliado. Un fragmento del paisaje de la orilla feliz, paradisaca,
de la Estigia. Unos seres humanos, en la inocencia de su desnudez, se pasean alIado de ngeles
con las 'alas abiertas, vestidos stos con pesados
atuendos de brocado y de seda, ricos en adornos
dorados. Entre los rboles cargados de frutos tornasolados corren en libertad cie'Vos y cervatillos.
Antoine toma una lupa y trata de encontrar,
en la ampliacin de aquel fragmento del cuadro
de Patinir, el conejo saltarn que no puede faltar.
Parece ser, en efecto -recuerda haber ledo esta
afinnacin en algn libro de historia de( Arte-,
que siempre hay un conejo escondido, bajo las
frondosidades pintadas con minucia, en todos los
cuadros del maestro flamenco.
Hoy, sin embargo, no consigue Antoine descubrir el conejo simblico. Por 10 menos en aquel
fragmento que est observando con lupa.
Interrumpe su contemplacin, se levanta; camina basta el ventanal del estudio. Contempla el
valle del Sena bajo un sol de abril.
Hace tiempo, cuarenta aos atr~, tal da que
maana -aunque no era domingo-, haba encontrado a Juan sentado en un escaln, delante
de su puerta, en Niza.
Antoine regresaba de dar un paseo a la orilla
del mar. ,.Qu est haciendo usted aqu?",
baba preguntado al desconocido. "Leo Paludes", haba respondido el muchacho. Era cierto;
estaba leyendo Paludes. Haba vuelto el delgado
volumen con el ffu de que Antoine pudera leer el
ttulo. Era Paludes.
Ambos se haban echado a rer, con una alegria inmediatamente compartida. Una especie de
flechazo de complicidad literaria. O masculina,

ms primitiva. Despus, Juan se haba levanta.. '.


do.
En el descansillo, mientras Antoiri~ buscaba la
llave, le baba explicado en dos palabras la razn
de su presencia alli. Tena que reunirse con un tal
Daniel -slo el nombre emerge del olVido,
mientras contempla el valle del Sena-, que tena en la ciudad una galera de arte. Le haban
dcho que Antoine podra ayudarle a encontrar
su direccin personal: la galera pareca estar
cerrada. Era bastante urgente. ,
Antoine de Stermaria haba abierto la puerta.
Haba comprendido de qu se trataba. Era factible, l posea los medios -baha dcho- para
hacerle llegar un mensaje a Daniel (se ha olvidado ya de quin era Daniel; r~uerda que poda
transmitirle un mensaje, eso es todo), pero aquello le llevara todo el da.
Despus, en la espaciosa estancia completamente desnuda,-austera hasta llegar a ser inconfortable -al menos hasta la expresin de un desprecio soberano, aunque plcido, por parte de los
objetos y muebles- que haba all para comodidad
del posible ocupante, comodidad si duda precaria-, iluminada por la luz sutil, aromtica, de
un doble horizonte invisible, pero latente, martimo y alpestre, en la lejana, haba visto a Juan,
parado delante del cuadro que l estaba pintando
en aquel mes de abril.
.
Cuando Antoine, ahora, contemplando en
apariencia el valle del Sena, velve a ver estas
imgenes en su memoria, bien alcancen stas su
plenitud o se difuminen -o tambin se vean rodas por lo negro, la nada, como pelcula infla:
mable que fuera consumindose en volutas de
brasa a partir de lps bordes del marco-, se ve a s
mismo con el aspecto que hoy tiene, con su edad
verdadera. Un hombre de sesenta aos, en suma,
se mantiene apartado y contempla a aquel jovencsimo desconocido, plantado ante el cuadro que
l, el bombre viejo, est pintando. Permanece in,mvil mucbo tiempo, el desconocido que lea Paludes. Pero Antoine no puede ver su mirada, cautivada por el paisaje rojo. Puede ver el paisaje
pintado, la esp"'da del joven' desconocido, sus
hombros y su nuca, visiblemente agarrotados,
tensos, en una postura casi desiquUibrada, con

, todo el cuerpo incnado bacia eHienzo, objeto


de aquella mirada que puede suponerse minuciosa. Fascinado?
Dnde se encontrar boy el cuadro?
Antoine se aparta del ventimal. Apenas se' ha-'
ba fijado en el paisaje que desciende bacia el ro
en suave pendiente irregul(ll', CQrtada poi unos
cerros cubiertos de csped y bosquecillos de rboles. No se baba fijado en un conboy de gabarras
que navegaba por, el Sena. Ni tampoco haba
odo el son de la campana, all lejos,- ~ la derecha, en direccin a Freneuse. El espcio ante
su mirada, recortado pOr el marco del ventanal,
no haba sido ms que una especie de pantalla
para reflejar las imgenes de su recuerdo.
Se aparta de ellas, ahora.
Se pregunta dnde estar el paisaje rojo. Siente
el repentino deseo de contemplarlo, es un deseo
muy fuerte. Violento, inclus. Recuerda que el
lienzo pertenece a un Coleccionista amricano.
Imposible, por lo tanto.# Por 10 menos de inmediato.
.
Antao, para terminar, Juan.se haba d~do la '
vuelta. Su mirada expresaba una especie de jbi-,
10. Haba redo, con risa breve, triunfante. '
-Es un comienzo, no es as? :-haba dcho-. O un re-comienzo? .
#
Recalcando la primera slaba.
.
Era exacto, algo nuevo comenzaba en el trabajo de Antoine con aquel cuadro. Una' manera
nueva de explorar el munqo, la pintura, las relaciones entre uno y otra. Pero el desconocido
-Juan Larrea no le dira su nombre hasta ms
tarde, varias boras ms tarde, despus de una
conversacin en apariencia desbilvanada,.que girara sin cesar en tomo al paisaje rojo, en un torbellino de ideas, de alusiones, de referencias- no
le haba dado tiempo p'ara responder. El mismo
haba explicado, perentorio, a pesar del tono
aparentemente interrogativo de sus palabras, por
qu el rojo del cielo y del agua -en aquel pisaje
tan lleno de cielo, sobre la sangradera rectilnea
de un canal-, por qu aquel rojo era forzosamente originario, inaugural.
Pero est oyendo la voz de Franca. Al parecer,
,
el caf est ya listo.
Cuando l quere saber, sabe muy bien en qu
momento del ao pasado pudieron encontrarse
en Madrid.Te vienes conmigo a Toledo?", le
haba preguntado a Franca. "A Toledo, a Espaa?", dijo ella. "No, a Toledo de Obo". Ella se
sorprend, sacudiendo su corta melena. "Seor!
A Oho! Eso sale en las pelculas de vaqueros,
no es as?" Ella miraba mientras tomaba el t a
sorbitos. "Hay all un museo ~uy boRito; segtt1
parece. En cualquier caso', tiene un Greco sober:'
bio". Ella 10 observaba, perpleja: "Vas a ver los
Greco a Toledo de Oho, en lugar de ir a Toledo,
el de Espaa? No resulta eso un tanto complicado? Snob, incllUO?" Y aadi inmediatamente:
"Adems, no estoy muy segura da que me guste
El Greco!" "Yo tampoco", dijo l. Se ech a rer.
"EJg>Ongo en abril, en Toledo, el de Oho. Lo
habas olvidado?" A la vista estaba que lo haba
olvidado. Lo senta muchsimo.
Pero no haba querido ir con l a Toledo, de ,
Obo. Durante tres das seguidos no haba conseguido comunicar con ella por telfono desde all.
Segn dijo ella despus, hubo problemas con la
lnea. Pero l sabe, naturalmente, cuando quere
saber. Por lo general, no quiere. De repente,
aquella tarjeta postal resucita sus adormecidas
sospechfS. O ms bien su aficin a los desastres.
Vuelve a coger la tarjeta del PQ$O de la laguna
Estigia. Juan llegar en seguida, despus de comero Le hablar de ello, est decidido.
Notas al leo

(1) La ninfa Estige dio su nombre a un ro infernal, ctyas aguas se remansan formando una laguna. En
Espaa se ha generalizado el nombre de la laguna:
Estigia, en lugar del ro Estige, como sera de espeoraro (N. de la T.)
(2) En castellano en el original.

51

...

+~

-J----...:....---~___:__---------------

NO A' LAGUNA MUERTE


(Crnica de una marcha mojada)

Francisco Prez Arce

an-

. Eramos bien poquitos cuando empezamos a


dar detrs del tambor Y de la muchacha bonita
de vestido blanco jarocho. Pero ya en Paseo de la
Reforma la columna creci con los muchos que
t!$peraban por ah dispersos. con sus playeras
amarillas estampadas con el sol sonriente y la leyctnda: "Laguna Verde? Ni madres'"
Es 19 septiembre. son las cinco de la tarde y no
parece que vaya a llover, hay un clima agradable.

2
En das pasados arreci la campaa publicitaria
de la eFE. Se suceden las planas enterti en todos
los diarios. Estn gastando millones de pesos porque sienten que es la recta final. Quieren convencer a toda (lOSta de que Laguna Verde es sinnimo de modernizacin y progreso. Su ms reciente
ocurrencia habla de los &anceses. Dice que los
franceses aman la vida y en su pas operan 49
plantas nucleares. Curioso argumento que asoma
desde una ventana porfiriana: de Francia viene
la cultura, la buena vida, la luz.
En Italia los ciudadanos irn a las urnas en noviembre para decir SI o NO a la energa nuclear.
Los italianos tambin aman la vida y tendrn la
oportunidad de decidir su futuro, ellos dirn si
quieren correr los riesgos que representan las centrales nucleares, o no; si quieren un ambiente un
poco ms radiactivo, o no; si quieren heredar a
las generaciones venideras basureros radiactivos
o no. Pueden contestar que s. pero van a ser ell~
quienes decidan. Podrn valorar los argumentos
a fvor y en contra. Los italianos vivieron la
emergencia de Chernobyl y presenciaron una polmica larga entre pronucleares y antinucleares.
Despus hubo elecciones y los Verdes, por primera vez, ocupan posiciones en el parlamento.
Es probable un triunfo de los antinucleares y entonces este pas mediterrneo, que tiene frontera
con Francia, el pas ms nuclearizado, y con Austria y con Yugoslavia y frontera marina con Espaa y Albania y Grecia; este pas abandonar el
camino nuclear sumndose a Suecia, que ya opt
por un NO definitivo a las nucleares. Los suecos
aunque no lo diga la CFE, tambin aman la vi~
da.
Las franceses como los italianos. como los suecos, como los mexicanos, adems de amar la vida, tienen derecho a decidir su propio futuro. decidir los riesgos que cada pueblo quiera correr,
los costos que cada pueblo quiera pagar.

52

Hoyes 19 de septiembre, dos aos despus de los .


temWorescat~fiox.Nu5tracolumnavae~

cabezada por una manta enorme: NO A LAGUNA MUERTE. Vienen muchos veracruzanos. Pero f:ambin vinieron de Michoacn, que ya tuvieron un round contra los nucleares cuando una'
vez dijeron que les gustaba Ptzcuaro para nu.cleoelctrica; pero ah si no se pudo, la gente de
la zona respondi inmediatamente con UDJl opo- .
sicin vigorosa. Tambin viene caminando
mucha gente del DF. intelectuales la mayora,
profesores y estudiantes, y la colonia de jarochos
radicados en la ciudad de Mxico.
Desde la plataforma del Angel de la Independencia se puede ver que la columna ha crecido
mucho. En las mantas dominan los tonos pastel:
verdes y amarillos y anaranjados. Algunos danzan al ritmo del tambor. El aire es tibio y en algunos tramos ms que manifestacin parece paseo dominguero. Por ah anda Porfirio Muoz
Ledo hacindose ver. Nadie le hace fiestas, pero
tampoco lo rechazan. Frente a la embajada de
Estados Unidos se hace una parada larga y alguien utiliza el aparato de sonido para tirarse un
largo exhorto antinuc1ear dirigido al pueblo norteamericano y una condena a las compaas de
los grandes negocios atmicos. Negociantes de la
muerte.

La otra marcha es enorme. La encontramos precisamente en la Alameda, frente a la plaza donde


una vez estuvo el hotel Rtz, que hoy se llama
plaza de la solidaridad. Ellos vienen de Tlaltelolco, son los de la asamblea de los barrios, los del
CUD, las del sindicato de costureras. "Uranio
poI viviendas s" es el grito que nos conecta. Nos
abren un espacio y avanzamos, ahpra somos parte de ellos, 'somos la misma manifestacin las
consignas se mezclan, la fuerza se contagia, ~l coraje, el grito. Somos una sola grn manifestacin
que avanza hacia el Zcalo cuando nos cae encima la tormenta. Esta vez no cesa, arrecia.

Marchamos en medio de la tormenta. El Zcalo


nos espera con su iluminacin tricolor espectculo extra a cargo de .as fiestas paqias: La rolumna es fuerte y continuar entrando durante
horas. El Zcalo no se llena porque la tormenta
nos disuelve. Uegamos al Zcalo y muchos se
van, los dems nos apretamos, los oradores apresuran el mitin cuando todava estn entrando
contingentes. Ya pasaron dos oradores, el mitin
est casi necesariamente terminado cuando entra
el ltimo contingente, son los estudiantes del
CEU; son muchos, no tantos como otras veces
pero muchos. Son un grupo que inspira fuerza.'
Los portales estn todos llenos. La lluvia va a
La comisin de la OlEA acaba de realizar su visiseguir
durante horas. Estoy empapado hasta los
ta de inspeccin a LV Y ha dado de manera preli- _
Son las ocho de la noche. Empezamos a
huesos.
minar su visto bueno. Dice que la planta es sufi.caminar
a las cinco. No es el cansancio sino el fro
cientemente segura (aunque un poco anticuada,
lo
.que
pesa.
Entro a un caf y me siento en la
reconocen). Falta el informe final que se entregabarra.
La
taza
de caf me calienta las manos. A
r en un mes, pero sin duda dar luz verde a la
mi lado una adolescente escurre agua por todos
carga del reactor. Faltan diez para las 'doce: LV
lados. "Cmo se mojaron tanto?", nos pregunta
est a punto de entrar en operacin.
un parroquiano. "Venamos en la manifestacin".
A la muchacha le ofrece una chamarra seca y pa5
labras de aliento. El mesero sirve ms caf con
Es 19 de septiembre y estamos entrando a una de
leche. Todos los parroquianos estn terriblemente
secos. Entramos en calor. El vecino nos dice que l
las zonas ms afectadas por los sismOs del 85. Esvive por ah, a unas cuadras y que todos los das va
tamos recordando la catstrofe de entonces y ada ese mismo caf. Ah estaba, en ese mismo banco
vertirnos los riesgos de desgracias futuras, que
ante
la misma barra servido por el mismo mesero'
pueden evitarse. A quien quiera escuchar. El ciehace dos~, a la hora del temblor. Relata que se
lo se nubla y de repente nos cae encima un aguaqued quieto hasta que la tierra dej de moverse y
cero. La marcha sigue, ahora las mantas son paluego sali a la chamba; en el camino se dio roenta
raguas mltiples. El agua no le quita alegra a la
de la ~a. La memoria no puede deteoelse
columna (ni mucha gente). La lluvia cesa cuando
estamos por entrar a la avenida Jurez. Nos com~a de lo que sucedi p~te el 19 de ~
tiembre de hace dos aai. Porque hoy que marchaponemos un poco. Las mantas se levantan de
mos contra Laguna Verde, por muchos motivos tenuevo por si alguien las quiere leer. El .~ire es
otra v~ tibio.
nemos presente aquella catstrofe-

remcls ver por ah{ una pancarta del


Instituto Nacional de la Senectu~
alguna otra de los jubilados y pensionados del ISSSTE, y una tercera
de los atrevidos viejitos del Parque
Hundido que amenazan con constltufrse en asociacin civil 0011 el propsito de legaliz la dedicacin a resolver crucigramas y agruparse oficialmente entre todos aquellos que le dan duro y duro a las partidas de ajedrez... Pero no. Nada de
eso hubo. Fue una ilusin ptica noms. Slo una
mala pasada de nuestra desenfrenada imaginacin.
.
La eulpa la tienen las cabecitas blancas, y las
entrecanas, y aquellas otras que ya apuntan para
el lado geritrico, o de infancia de la vejez, segn
como se mire el vaso medio vacio o medio lleno
de aos, que se constituyeron en clara mayora
visible y contable durante los rutilantes das de la
penltima semana de septiembre en que se desenvolvi el Festival del Bolero, con inicio en el teatro Reforma y continuacin en el Auditorio Nacional. Cinco das de duracin, eon siete funciones en total.
Iy qu funcionesl, dira mi ta Flora. Si se hubiera enterado de esta seguidilla boleristica (raudamente, a subirse al primer avin directo de Argentina a D.F., sin importarle un rbano la crisis econmica y la plancha enchufada). Se habra
puesto a bailar en una pierna (de jbilo, no al
comps,de algn bolero, obviamente presi~ente)
de haberse notificado de los nmeros artsticos
cubanos y mexicanos participantes en la cartelera
de la serie de recitales programados: que Chucho
Martnez Gil, que Csar Portillo de la Luz y Jos
Antonio Mndez, que Tito Guizar, Chalo Cervera y Mario Ruiz Armengol, que Martha Valdez y
Amparo Montes, que Elena Burke, la Margie
Bermejo y la Tania Libertad, que Osear Chvez,
y Los Tres Caballeros, y Los Tres Ases, y Jos
Sabre Marroquin... Basta, basta. Stop. Y aclaremos que queda gente afuera de este listaje, por si
todo fuera cuestin de apantallar an ms a la
potencial clientela.
Quienes conocen la habitual mode3tia de los
brasileos, sin ir ms lejos, pueden estar seguros
que, de haberse realizado est~ celebracin
bolerstica en Ro de Janeiro o Sao Paulo, pongamOS por caso, en el estadio Maracan por
ejemplo, habra sido recatadamente promocionado como "o mais grande festival de bolero
do mundo... e alrededores'.'.
Como su realizacin se verific en Mxico, se
lo denomin algo ms sencillamente por cierto
-Festival del Bolero-Mxico/Cuba.

H~ye

El

Estruendo:
Por UBa Semana

Rein El
Bolero
Mauricio Ciechanower

Un poco ms, y a lo mejor


En varias ocasiones, durante la semana festivalera, se dio por sentado desde el escenario
-categricamente y con una preciSin digna de
mejores causas- que el pastel de cumpleaos del
bolero contiene 101 velitas (se insisti en que el
primero de ellos data de 1886), un dato al que seguramente se opondran, levantando su dedito
disidente, algunos musiclogos e investigadores
que ubican su origen-siempre con el conveniente
quizs de por medio- en la regin oriental de Cuba, algn otro con cierta precisin en el tercio final del siglo pasado (sin especificar fecha exacta)
en la trova tradicional de Santiago de Cuba,
mientras un reputado diccionario musical de fa- . _.
ma mundial, el Oxford, se sirve consignar hasta a
los de Puerto Rico como poseedores del acta de
nacimiento original del gnero.
No es tan sencillo, pues, asegurar sus orgenes
sin temor a errarle. Lo que s tiene mucho menos
margen para la discusin y la polmica -podra
decirse que existe opinin unnime al respectoes que su etapa de esplendor se ubica all por la
dcada de 1940, merced a su alto nivel de produccin autoral, a la cantidad de intrpretes que

le dieron brillo y difusin masiva, y a su tremen-'


da aceptacin como gnero bailable.
Estadsticas exactas al margen, es ms que probable, casi seguro, que gran cantidad de parejas
danzantes han dado inicio a su relacin afectiva
(en cuntos casos habra de desembocar, por
suerte u para desgracia, en el terreno matrimonial) al comps de alguna versin discogrfica
del Tro Los Panchos, de Los Tres Ases, de Los
Montejo o del solista o agrupamiento que fue~a.
y otra comprobacin de la que podrn dar fe
miles de danzarines o de observadores imparciales, respecto de aquellas mismas parejas de
balle. Todas ellas se encargaron, a travs de los
aos, de otorgarle patente de invencin internacional a eSa suerte de Teora de la Relatividad
danzante que logr imponer el bolero en su captulo bailable: aquel que ha sido posible constatar, fehacientemente, cada vez que las parejas
han roto todos los esquemas geogrfico-geomtricos ballando en imposibles y microscpicos
centmetros cuad,ados de espacio al comps de
~ualquier versin boleristica, recontra bien apretaditos y requetejuntitos... Ningn otro .g~ero

ha logrado tamao poder de simbiosis en los en:


cuentros cercanos deeste tipo, fusin y pegamento corporal, COJ;OO el consegumo-por el bci1ero: .

Tu me acostumbraste

El pblico concurrente a esta semana mexicano-cubana tuvo oportunidad de exteriorizar su entusiasmo, haciendo catarsis con enorme expresividad y mucho mayor .recato que el de los espectcul<l& de ambiente rockero, por ejemplo. Su
propia versin libre estuvo impregnada de grititos tenues y coquetos alarditos (gente seria, de
edad, en su gran mayora, no olvidemos), mediante irrefrenables suspiros ante los primeros
compases de los ttulos ms conocidos, o coreando y tarareando cu~do las circunstancias as lo
aconsejaban, o cuando los intrpretes sobre el escenaro se ponan de acuerdo en iJlcentivarlos para lograr el acompaamiento colectivo, o la ~
cializacin de la cosa.
En todos esos instantes fue-posible comprobar
el enorme grado de idolatra que genera en este
tipo de con~urrencia el solo enUllciado de nombres de monstruos y prceres de la cancin popu- .
lar como Alvaro Carrillo, Ernesto Lecuona,
Agustn Lara, Mara Grever, Go~o Curiel,
Consuelo Velzquez, Bola de Nieve, Gabriel
Ruiz y todos aquellOs, el enorme resto, que se vio
convocado en cada una de las interpretaciones de
sus temas ms difudidos. Y no es para menos: como bien lo apuntaba el nobel Garca Mrquez
-luego de intentar su incursin infructuosa en el
gnero- es ms sencillo (al menos para l)
soplarse la escritura de una novela que lograr
completar un texto de tres minutos para bolero...
y qu decir. en igual sentido, de la inmediata
respuesta del auditorio ante la menor provocacin de los primeros versos de muchas de las composiciones que se dieron cita con su afieja carga
de fama y difusin a cuestas; las compuertas del
entusiasmo y el xtasis se abran, puede decirse
que en forma automtica, tan slo con escuchar
una frase-c1ave, prometedora de las glorias mayores que habran de sobrevenir a continuacin:
entonar No quiero que te vaYa8/ la noche e3tQ
muy fro, Sabr Dios/ si tu me quieres o me engaas, o La puerta se cerr detrs de ti/ y nunca
ms volviste a aparecer, o No quiero que te vayas/ la noche est muy fro, o Un poco m&/ y a lo
mejor nos comprendemos luego, o Amor mio/ tu
rostro querido... (hace falta seguir con el repertorio?), era entrar de lleno en el delirio, en la
contemplacin de los rostros cargados de ensoacin, en los recuerdos y la evocacin, en tiempos
pretritos en que reinaba la felicidad y la palabra
crlIis era un trmino inexistente en el vocabulario
cotidiano, apenas una mencin de lo que ocurra
en otros lados pero no aqu... y el bolero dominaba la escena, y se apropiaba de los inquilinos auditivos con su enorme cuota de romanticismo..
S. En verdad, aquellos eran otros tiempos.
Qu lindo ha sido volver a entonizarlos, y a lo
largo de todita una semana, nada menos.

Semana del descanso bblico para los innumerables pares de odos saturados y bombardeados
por el habitual exceso sealado po: la simblica
agujita indicadora de decibeles.
Semana del bolero vertido quedamente, casi a
modo de susurro, dejado caer en el ambiente escnicb y en el recinto de Paseo de la Reforma y de
Chapultepec con toda la levedad requerida por
su plcido contenido.
La super electrificacin instrumental, los amplificadores y las bocinas a todo trapo, la canalizacin va sofisticados equipos de sonido, quedaron relegados a un segundo plano. Al menos,
transitoriamente.
Durante cinco da de la penltima semana de
septiembre, y siete funciones, con el bolero ha
triunfado el sentimiento de la msica popular
con perfiles de sosiego y remanso.
Aleluya.

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La cabeza de Jurez, una marcha


bajo la lluvia y el ascenso popular
en el valle de Mxico
Paco Ignacio Taibo II
ace 120 aos, Benito Jurez
teDa la cabeza ocupada en las
continuas rebeliones y asonadas
que impedan la reconstruccin
de un pas asolado tras una d~
n de aos de guerra casi continua.
Hoy, la c a . de Jurez, es objeto de las pre
ociJpacio~ de muchos miles de mexicanos, 80gustids por una ciudad asolada por temblores,
pequeas catstrofes fisicas, una crisis econmica
galopante y una adn;nistracin antipopulu,
Un predio de 100 hectreas en la regin de las
:olvaneras del oriente de la ciudad, llamado La
~beza de Jurez, es el centro de la atencin y fo~ del conflicto entre un creciente movimiento
pop~ar y las autoridades responsables de ~arle
salida a la crisis de vivienda del valle de Mxico:
SEDUEyDDF.
.
El marco: una ciudad de Mxico con UD dficit
de un milln doscientas mil'viviendas, donde la
posibilidad de acceso al suelo para un 70% de la
poblacin~ pasa atravs de los fraecionadores
I clandestinos de propiedades irregulares, donde
no hay planes de urbanizacin, donde los lotes se
venden dos o tres veces y puede resultar que no
tengan salida a la calle, donde no hay servicios ni
. reas vdes.
El movimiento urbano popular, el nombre oficial de eso que se conoce habitualmente como "la
lucha de las colonias", es producto de la accin
de organizaciones de la periferia de la ciudad
desde principio de los aos 70 por senicios y
contra los fraccionadores clandestinos. Tiene
detrs de. s no pocos xitos, ligados todos ellos a
la organizacin popular; pero sus peleas por
agua, luz, escuelas y espacios para la autogestin, es cosa de nunca acabar. La tendeacia del
movimiento es hacia la bsqueda de crditos y la
lucha por urbanizaciones colectiv~.
Los sismos del 85 radicalizaron la situacin y
aumentaron la movilizacin popular; las 100 mil
familias en la calle (de las que 8 mil continan sin
vivienda), la participacin solidaria de la poblacin, las increbles experiencias de autooonstruccin, la presin popular y los planes gube~
mentales, el surgimiento de la Coordnadora
Unica de Damnificados que viene a sumarse a la
CONAMUP en el espacio de las org~iooes
populares democrticas, son resultados de ello.

En 1987, nuevas organizaciones se suman a la


lucha, y la movilizacin popular crece. Pedro
Moctezuma, uno de los portavoces de la CONAMUP fija los objetivos de las movilizaciones en:
servicios, vivienda, organizacin democrtica de
base que pasa por la asamblea y en choque con
los aparatos pristas de control; y el nmero de
movilizados en los primeros nueve meses del tr7,
en 350 mil mexicanos a lo largo del valle de Mxico, ba 'o diferentes niveles de intensidad y con
- muy variadas demandas.
Son cinco las organizaciones que impulsan este
movimiento: la regional del Vall de Mxico de
la CONAMUP, la Coordinadora Unica de Damnificados (CUD), la Asamblea de los Barrios de la
ciudad de Mxico (que ha puesto en todos los peridicos al famoso super barrio), la CoordinadoYa de Luchas Urbanas y la Coordinadora de Colonias y Pueblos del Sur.
.
El movimiento se encontraba adems reanimado por las movilizaciones internacionales que
se realizaban por el ao de los sin techo decretado
por la ONU.
Los acontecimientos en el 87, se desenvolvieron a una velocidad inusual: en enero se celebr
en el DF el Foro Nacional de los sin Techo, en
abril naci la Asamblea de los Barrlos en medio
de movilizaciones, el3 de julio 25 mil solicitantes
de vivienda se congregaron ante el DDF bajo la
lluvia; un proyecto unitario de guerra social por
la vivienda fue lanzado
El programa nacional de vivienda del tr7 eDgia
la identificacin de los espacios habitables del
valle de Mdco, las reservas territoriales. Se
hablaba de 7 mil hectreas de las cuales 500 podrlan utilizarse de inmediato, pero la SEDUE no
proceda a la identificacin de los terrenos. La
CONAMUP propuso entonces la urbanizacin
popular en reas de esta reserva que pertenecen
al DDF y que no tendran que ser expropiadas.
El Z1 ~ julio se hizo la propuesta y ante las vueltas que daban las autoridades que adems fijaban varias condiciones (que no fuera en el Ajusco
ni en Cha1co, que.DO fuera en zonas altas ni bajas, que no hubiera problemas de drenaje, que
fuera terreno regular y dentro de los sealamientos de la ley), los solicitantes localizaron un predio e hicieron su contraoferta:
La cabeza de Jurez en el oriente de la ciudad,

100 hectreas que podran resolver los problemas


de habitacin de 10 mil familias y que cumplan
las condiciones exigidas. La oferta de las organizaciones populares incluy proyectos de autoconstruccin.
El 13 de septiembre en un cine abarrotado se
funda el movimiento de solicitantes de vivienda
Benito Jurez, dentro del movimiento de solidaridad y vinculado a la lucha general de las coordinadoras urbanas. Ese mismo da salen en manifestacin hacia el predio y llegan seis mil penonas..

El 19 de septiembre las coordinador1lS populares llaman a una manifestacin que conmemora


la reaccin popular ante el temblor del 85. Esta
va a ser el punto ms alto de la movilizacin. Un
centenar de miles de habitantes de los barrios
. ms miserables del DDF salen a la calle, ya pesar
de una tremenda tormenta, llegan hasta el Zcalo empapados y gritando.
Mujeres, nios, jvenes de los barrios, una
nueva composicin de la izquierda mexicana en
la calle. Grupo tras grupo, colonia y barrio y
grupo de damnificados, saliendo de la negra noche de esta ciudad spera y mentirosa, inundada
y maravillosa en la que vivimos todos los das.
La manifestacin sorprende hasta a las coordinadoras convocantes; es la muestra del ascenso
del movimiento popular y de su radicalidad. Una
semana ms tarde, el 26 de septiembre, nace el
Foro Metropolitano, una organizacin que rene
a las cinco coordinadoras. El en, seis mil faroiJias
se renen en la Cabeza de Jurez.
el run run de una invasin, que de producirse sera la invasiD de tierras urbanas ms
grande de la historia reciente del DF.
Qu hubiera hecho Jurez hace 120 aos ante
esta movilzacin? Seguramente no les hubiera
contestado a los solicitantes, que no pueden darles el predio para que autoconstruyan porque se
"constituira un feudo". Un feudo de organi~ den.ocltica? aUn feudo de mganizacin
popular que trata de resolver sus problemas de
vivienda? A eso le temen las autoridades que
tienen a su cargo resolver los problemas de vivienda del valle de Mxico?
Un predio de 100 hectreas, en el polvoriento
oriente de la ciudad de UDoo, que podra resolve!' los problemas de babitaei6n de 10 mil familias, llamado La aIbeza de Jua, ser testigo en
los prximos meses de sorpceodentes acontecimientos.

Corre

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