La Educacion Entre La Memoría y La Esperanza
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Educere,
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Universidad de los Andes
Venezuela
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LA EDUCACIN ENTRE
LA MEMORIA Y LA ESPERANZA
Se trata de
esperanza...,1
aprender
la
TRASVASE
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Bibliografa
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Notas
1 De las palabras iniciales del Prlogo en Ernst Bloch, El principio esperanza 1 [1959], Aguilar, Madrid, 1977, XI.
2 Jos Mart, Poesa completa, Alianza, Madrid, 2001, 53 [Isamelillo, 1882]
3 Del poema Desde el origen, en M. Benedetti, El mundo que respiro, Visor, Madrid, 2001, 124.
4 A. Rivera, La revolucin es un sueo eterno [1987], Suma de letras, Barcelona, 2000, 132 (Cuaderno 2, I)
5 E. Fromm, La revolucin de la esperanza [1968], FCE, Mxico, 1970, 24-25.
6 Cf. P. Freire, Pedagoga del oprimido [1970], Siglo XXI, Madrid, 1992, 108.
7 Cf. E. Fromm, Anatoma de la destructividad humana. [1973], Siglo XXI, Madrid, 1980, 3.
8 Es el sugerente enfoque, tan deudor de Hannah Arendt como de Emmanuel Lvinas, a quienes aaden las aportaciones de Ricoeur, que sostienen
F. Brcenas y J.-C. Mlich en La educacin como acontecimiento tico. Natalidad, narracin y hospitalidad, Paids, Barcelona 2000 (vase sobre
todo pp. 142-147)
9 Cf. E. Fromm, La revolucin de la esperanza, op. Cit. 21.
10 En el poema Esperas, en Mario Benedetti, El mundo que respiro, op. Cit. 67.
11 Cf. E. Bloch, El principio esperanza III [1959], Aguilar, Madrid, 1980, 498.
12 Cf. E. Bloch, El principio esperanza I, op. Cit. 100.
13 Para ms detalles, Cf. J. A. Prez Tapias, Cambios de paradigmas en el pensar utpico, Dilogo filosfico, 44 [1999]. 180-210.
14 Pienso que la opcin por la justicia es la que da concrecin a los hechos a la aguda distincin entre la espera (pasiva) y la esperanza (esperar
activo) que entre nosotros tanto debe el mdico y ensayista espaol Pedro Lan Entralgo (Cf. La espera y la esperanza, Revista de Occidente,
Madrid, 1962)
15 Sobre la esperanza afirmacin, contra la muerte, del sentido de la exigencia a partir de la responsabilidad en una exigencia que se sabe mortal,
puede verse E. Lvinas, Humanidad del otro hombre [1972], Caparrs, Madrid, 1993, 78-79.
16 Citado por E. Fromm en La revolucin de la esperanza, op. Cit. 155.
17 E. Benjamn, Tesis de filosofa de la historia [1939], en Id., Escritos interrumpidos I, Taurus, Madrid, 1989, 175-176.
18 Hacemos referencia a la aportacin de Jacques Delors, La educacin o la utopa necesaria al Informa de la UNESCO preparado por la Comisin
Internacional sobre la educacin para el siglo XXI, que l presida, publicado bajo el ttulo La educacin encierra un tesoro, UNESCO/Santillana,
Madrid, 1996, 14-37.
19 Cf. J. A. Prez Tapias, El aguijn apocalptico y la filosofa de la historia, Dilogo Filosfico, 43 (1999), 71-88.
20 Sobre la nocin de un progreso disruptivo, que gravita sobre la discontinuidad de nuestro tiempo histricoantropolgico, como la consonante con
el postulado del progreso, Cf. J. A. Prez Tapias, Filosofa y crtica de la cultura [1995], Trotta, Madrid, 2000, cap. 14.
21 Cf. F. Brcenas y J.-C. Mlich, La educacin como acontecimiento tico, op. Cit. 31.
22 Cf. IB. 26-27.
23 Cf. T. W. Adorno, Educacin para la emancipacin, op. Cit. 17.
24 Cf. R. Musil, El hombre sin atributos, Seix Barral, Barcelona, 1993.
25 Sobre ese olvido evasivo, puede verse Paul Ricoeur, La lectura del tiempo pasado: memoria y olvido, Arrecife/Univ. Autnoma, Madrid, 1999, 5859.
26 Respecto al planteamiento de Nietzsche es importante reparar en que crtica a la historia dirigida contra el historicismo positivista decimonnicono aboga sin ms por el olvido, sino ms exactamente por que se sepa justa y oportunamente tanto qu olvidar como qu recordar (Sobre la
utilidad y el perjuicio de la historia para la vida [II Intempestiva] [1874], Biblioteca Nueva Madrid, 1999, 45). Nietzsche, que recusa un conocimiento
del pasado al que se sacrifica al vida en el presente, afirma a la vez que todo hombre o pueblo necesita, segn sus metas, fuerza y necesidades,
un cierto conocimiento del pasado [ib. 67]; el problema radica en qu se considera que sea digno de saberse del pasado, digno de ser
conservado, lo cual solo lo puede saber el que en el presente construye el futuro, pues slo l tiene derecho a juzgar el pasado (ib. 93-95). sa,
como ya dijimos, es la cuestin: juzgar la historia y no erigirla a ella, tras pretender justificarla, en tribunal inapelable para ser juzgados por ella
pretensin, por lo dems, que ha albergado todos los dictadores que en la historia ha habido-.
27 Cf. Paul Ricoeur, La mmoire, lhistoire, loublie, Seuil, Paris, 2000, 105 ss.
28 Recuerdo en este momento dos artculos sobre la crisis que se est viviendo en Argentina, publicados en la prensa espaola, y que se complementan
como anverso y reverso de lo que ha de ser concreto ejercicio de la racionalidad crtico-utpica. Me refiero al del escritor Toms Martnez, apareci
en El Pas (14.01.02) bajo el ttulo Una lectura de las ruinas, y al del periodista Pepe Eliaschev, que tambin vio la luz en El Pas (23.01.02) bajo
el rtulo Argentina: una resurreccin posible
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