La Retirada de La Metafora
La Retirada de La Metafora
La Retirada de La Metafora
estoy bien informado, dos en Estados Unidos y uno aqu mismo, coloquios
internacionales e interdisciplinares, lo cual es tambin significativo (el de Davis en
California tiene por ttulo Interdisciplinary Conference on Metaphor).
Cul es el alcance histrico o historial (en cuanto al valor mismo de historialidad o
de epocalidad) de esta preocupacin y de esta convergencia inquieta? De dnde
viene esta presin? Qu est en juego? Qu pasa hoy con la metfora? Otras
tantas cuestiones de las que simplemente quisiera sealar su necesidad y su
amplitud, dando por supuesto que no podr hacer aqu ms que una pequea seal
en esa direccin. La asombrosa juventud de este viejo tema es considerable y a
decir verdad un poco apabullante. La metfora -tambin en esto occidental- se retira,
est en el atardecer de su vida. Atardecer de la vida, para vejez, es uno de los
ejemplos escogidos por Aristteles, en la Potica, para la cuarta especie de
metfora, la que procede kata ton analogon; la primera, la que va del gnero a la
especie, apo genous epi eidos, tiene como ejemplo, como por azar: He aqu mi
barco parado (peos de moi ed esteke), pues estar anclado es una de las formas
de estar parado. El ejemplo es ya una cita de la Odisea. En el atardecer de su vida,
la metfora sigue siendo un tema muy generoso, inagotable, no se lo puede parar, y
yo podra comentar indefinidamente la adherencia, la prepertenencia de cada uno de
estos enunciados a un corpus metafrico, e incluso, de ah elre-tazo, a un corpus
metafrico de enunciados a propsito de este viejo tema, de enunciados metafricos
sobre la metfora.
Detengo aqu este movimiento.
La otra razn que me ha atrado hacia la expresin viejo tema es un valor de
agotamiento aparente que me ha parecido necesario reconocer una vez ms. Un
viejo tema es un tema aparentemente agotado, desgastado hasta el hueso. Pero
este valor de desgaste (usure), y por lo pronto de uso (usage), este valor de valor
de uso, de utilidad, del uso o de la utilidad como ser til o como ser usual, en una
palabra, todo ese sistema semntico que resumir bajo el ttulo del uso (us), habr
desempeado un papel determinante en la problemtica tradicional de la metfora.
La metfora no es quiz slo un tema desgastado hasta el hueso, es un tema que
habr mantenido una relacin esencial con el uso, o con la usanza (usanza es una
vieja palabra, una palabra fuera de uso hoy en da, y cuya polisemia requerira todo
un anlisis por s misma). Ahora bien, lo que puede parecer desgastado hoy en da
en la metfora es justamente ese valor de uso que ha determinado toda su
problemtica tradicional: metfora muerta o metfora viva.
Por qu, entonces, retornar al uso de la metfora? Y, por qu, en ese retorno,
privilegiar el texto firmado con el nombre de Heidegger? En qu se une esta
cuestin del uso con la necesidad de privilegiar el texto heideggeriano en
esta poca de la metfora, retirada que la deja en suspenso y retorno acentuado del
trazo que delimita un contorno? Hay una paradoja que agudiza esta cuestin. El
texto heideggeriano ha parecido ineludible, a otros y a m mismo, cuando se trataba
de pensar la poca mundial de la metfora en la que decimos que estamos, mientras
que el caso es que Heidegger slo muy alusivamente ha tratado de la metfora
como tal y bajo ese nombre. Y esa escasez misma habr significado algo. Por eso
hablo del textoheideggeriano: lo hago para subrayar con un trazo suplementario que
para m no se trata simplemente de considerar las proposiciones enunciadas, los
temas y las tesis a propsito de la metfora como tal, el contenido de su discurso
cuando trata de la retrica y de este tropo, sino realmente de su escritura, de su
tratamiento de la lengua, y ms rigurosamente, de su tratamiento del trazo, del trazo
economa de este coloquio), est en la primera lnea de la nota 19: Esto explica la
desconfianza que le inspira a Heidegger el concepto de metfora [subrayo: el
concepto de metfora]. En El principio de razn insiste sobre todo en la oposicin
sensible/no-sensible, rasgo importante pero no el nico ni sin duda el primero en
llegar ni el ms determinante del valor de metfora.
No es esta reserva lo bastante neta como para excluir, en cualquier caso a
propsito de este punto, tanto el ncleo terico comn (aparte de que no hay aqu,
por razones esenciales, ni ncleo ni, sobre todo, ncleo terico) como la connivencia
entre las dos parejas consideradas? A este respecto me atengo a lo que se dice
claramente en esta nota. Lo hago por mor de concisin, pues en realidad toda La
mitologa blanca pone en cuestin constantemente la interpretacin corriente y
corrientemente filosfica (incluida en Heidegger) de la metfora tomo transferencia
de lo sensible a lo inteligible, como tambin el privilegio atribuido a este tropo
(incluido por parte de Heidegger) en la desconstruccin de la retrica metafsica.
Segundo rasgo. Toda la lectura de La mitologa blanca propuesta en La metfora
viva se anuda en torno a lo que Ricoeur distingue como dos afirmaciones en el
apretado entretejimiento de la demostracin de Jacques Derrida (pg. 362; trad.
cast. modificada, pg. 386). Una de ellas sera, pues, sta de la que acabamos de
hablar, a saber, dice Ricoeur, la unidad profunda de la transferencia metafrica y de
la transferencia analgica del ser visible al ser inteligible. Acabo de subrayar que
esa afirmacin concernira al uso y a lo que llama Ricoeur la eficacia de la metfora
gastada. En un primer momento, Ricoeur haba reconocido que el juego trpico
de La mitologa blanca a propsito de la palabra usure* no se limitaba al
desgaste como erosin, empobrecimiento o extenuacin, al desgaste del uso, de lo
usado o de lo gastado. Pero despus Ricoeur no sigue teniendo en cuenta lo que l
mismo llama una tctica desconcertante. Esta no responde a una especie de
perversidad retorcida, manipuladora o triunfante por mi parte, sino a la estructura
intratable en la que nos encontramos de antemano implicados y desplazados. As,
pues, Ricoeur no tiene a continuacin nada en cuenta esa complicacin y reduce
todo mi objetivo a la afirmacin que precisamente pongo en cuestin, lejos de
asumirla, a saber, que la relacin de la metfora con el concepto y en general el
proceso de la metaforicidad se podran comprender bajo el concepto o el esquema
del desgaste como devenir-usado o devenir-gastado, y no como usura en otro
sentido, como produccin de plusvala segn otras leyes que las de una
capitalizacin continua y linealmente acumulativa; lo cual no slo me ha llevado a
otras regiones problemticas (por decirlo rpidamente, psicoanaltica, econmicopoltica, genealgica en el sentido nietzscheano) sino tambin a desconstruir lo que
hay ya de dogmatizado o de acreditado en esas regiones. Ahora bien, Ricoeur
dedica un largo anlisis a criticar este motivo de la metfora gastada, a demostrar
que la hiptesis de una fecundidad especfica de la metfora gastada est rebatida
fuertemente por el anlisis semntico expuesto en los estudios anteriores [...] el
estudio de la lexicalizacin de la metfora, en Le Guern por ejemplo, contribuye
mucho a disipar el falso enigma de la metfora gastada... .
Tambin aqu es en la medida en que suscribo esa proposicin por lo que no estoy
de acuerdo con Ricoeur cuando me atribuye, para rebatirlos, sa es su expresin,
enunciados que yo mismo haba empezado poniendo en cuestin. Ahora bien, he
hecho eso constantemente en La mitologa blanca, e incluso, en un grado de
explicacin literal por encima de toda duda, desde el Exergo (desde el captulo
titulado Exergo), y despus de nuevo en el contexto inmediato de la nota sobre
Heidegger, en el prrafo mismo donde se encuentra la llamada de esa nota.
El Exergo anuncia realmente que no se trata de acreditar el esquema del uso, sino
ms bien de desconstruir un concepto filosfico, una construccin filosfica edificada
sobre ese esquema de la metfora gastada, o que privilegia por razones
significativas el tropo llamado metfora:
Haba tambin que someter a interpretacin ese valor de desgaste. Este valor
parece mantener un vnculo sistemtico con la perspectiva metafrica. Se lo
reencontrar por doquiera que se privilegie el tema de la metfora. Es tambin una
metfora que lleva consigo un presupuesto continuista: la historia de una metfora
no tendra esencialmente el ritmo de un desplazamiento, con rupturas,
reinscripciones en un sistema heterogneo, mutaciones, separaciones sin origen,
sino la de una erosin progresiva, de una prdida semntica regular, de un
agotamiento ininterrumpido del sentido primitivo. Abstraccin emprica sin extraccin
fuera del suelo natal [... ]. Este rasgo -el concepto de desgaste- no forma parte, sin
duda, de una configuracin histrico-terica estrecha, sino, ms seguramente, del
concepto mismo de metfora y de la larga secuencia metafsica que aqul determina
o que lo determina. Es en sta en lo que nos vamos a interesar para empezar (pg.
256).
La expresin larga secuencia metafsica lo seala bien, no se trataba para m de
considerar la metafsica como una unidad homognea de un conjunto. No he
credo nunca en la existencia o en la consistencia de algo as como la metafsica. Lo
recuerdo para responder a otra sospecha de Ricoeur. Si me ha podido ocurrir, al
tener en cuenta tal o cual fase demostrativa o tal situacin contextual, que llegue a
decir la metafsica, o la clausura de la metafsica (expresin que constituye el
blanco a que apunta La metfora viva), tambin he propuesto muy a menudo, en
otros lugares pero tambin en La mitologa blanca, la proposicin segn la cual no
habra nunca la metafsica, no siendo aqu la clausura el lmite circular que
bordea un campo homogneo sino una estructura ms retorcida, estara tentado de
decir actualmente segn otra figura: invaginada. La representacin de una
clausura lineal y circular rodeando un espacio homogneo es justamente -y ste es
el tema en que ms insisto- una autorrepresentacin de la filosofa en su lgica ontoenciclopdica. Podra multiplicar las citas, a partir de La diffrance, donde se deca
por ejemplo que el texto de la metafsica no est rodeado sino atravesado por su
lmite, sealado en su interior por el surco mltiple de su margen, huella
simultneamente trazada y borrada, simultneamente viva y muerta (pg. 25). Me
limito a estas pocas lneas de La mitologa blanca, en las cercanas de la nota
(pg. 274):
Cada vez que define la metfora, una retrica implica no slo una filosofa sino una
red conceptual en la que se ha constituido la filosofa. Cada hilo, en esta red,
configura, por aadidura, un giro, se dira una metfora si esta nocin no resultase
aqu demasiado derivada. Lo definido est, pues, implicado en el definiente de la
definicin. Como es obvio, no se produce aqu ningn requerimiento de algn tipo
de continuum homogneo que remitira sin cesar a la tradicin a s misma, tanto la
de la metafsica como la de la retrica. Sin embargo, si no se comenzase prestando
atencin a tales presiones ms permanentes, ejercidas a partir de una muy larga
cadena sistemtica, si no se hiciese el esfuerzo de delimitar su funcionamiento
general y sus lmites efectivos, se correra el riesgo de tomar los efectos ms
derivados por los rasgos originales de un subconjunto histrico, de una configuracin
metfora (Greisch, pgs. 441 y sigs., Ricoeur, pg. 359). Suscribira bastante de
buen grado esa afirmacin. Queda sin embargo por determinar el sentido y la
necesidad que ligan entre s esa denuncia aparentemente unvoca, simplificadora y
reductora del concepto metafsico de metfora y por otra parte la potencia
aparentemente metafrica de un texto cuyo autor no quiere ya que se comprenda
como metafrico, precisamente, y tampoco bajo ningn concepto propio de la
metalingstica o de la retrica, aquello que en ese texto pasa por alto y pretende
pasar por alto a la metfora. La primera respuesta esquemtica que voy a proponer,
bajo el ttulo de la retirada, sera la siguiente. El concepto llamado metafsico de la
metfora pertenecera a la metafsica en cuanto que sta corresponde, en la
epocalidad de sus pocas, a una epoch, dicho de otro modo, a una retirada que
deja en suspenso el ser, a lo que se traduce frecuentemente por retirada, reserva,
abrigo, ya se trate de Verborgenheit (estar-oculto), de disimulacin o de
velamiento (Verhllung). El ser se retiene, se esquiva, se sustrae, se retira (sich
entzieht) en ese movimiento de retirada que es indisociable, segn Heidegger, del
movimiento de la presencia o de la verdad. Al retirarse cuando se muestra o se
determina como o bajo ese modo de ser (por ejemplo como eidos,segn la
separacin o la oposicin visible/invisible que construye el eidos platnico), sea que
se determine, pues, en cuanto que onts on bajo la forma del eidos o bajo
cualquier otra forma, el ser se somete ya, dicho de otro modo, por as decirlo,
sozusagen, so to speak, a un desplazamiento metafrico-metonmico. Toda la
llamada historia de la metafsica occidental sera un vasto proceso estructural en el
que la epoch del ser, al retenerse, al mantenerse ste retirado, tomara o ms
bien presentara una serie (entrelazada) de maneras, de giros, de modos, es decir,
de figuras o de pasos trpicos, que se podra estar tentado de describir con ayuda
de una conceptualidad retrica. Cada una de estas palabras -forma, manera, giro,
modo, figura- estara ya en situacin trpica. En la medida de esta tentacin, la
metafsica no sera solamente el recinto en el que se habra producido y
encerrado el concepto de la metfora, por ejemplo a partir de una determinacin del
ser como eidos: ella misma estara en situacin del ser como eidos: ella misma esta
trpica con respecto al ser o al pensamiento del ser. Esta metafsica como trpica, y
singularmente como desvo metafrico, correspondera a una retirada esencial del
ser: como no puede revelarse, presentarse, si no es disimulndose bajo la
especie de una determinacin epocal, bajo la especie de un como que borra
su como tal (el ser como eidos,como subjetividad, como voluntad, como trabajo,
etc.), el ser slo podra nombrarse dentro de una separacin metafrico-metonmica.
Estaramos tentados entonces de decir: lo metafsico, que corresponde en su
discurso a la retirada del ser, tiende a concentrar, en la semejanza, todas sus
separaciones metonmicas en una gran metfora del ser o de la verdad del ser. Esa
concentraccin sera la lengua de la metafsica.
Qu pasara entonces con la metfora? Todo, la totalidad del ente. Pasara lo
siguiente: se la tendra que pasar por alto sin poder pasarla por alto. Y esto define la
estructura de las retiradas que me interesan aqu. Por una parte, se debe poder
pasarla por alto puesto que la relacin de la metafsica (onto-teolgica) con el
pensamiento del ser, esa relacin (Bezug) que seala la retirada (Entziehung) del
ser, no puede ya llamarse yaliteralmente- metafrica, desde el momento en que su
uso (y digo el uso, el hacerse-usual la palabra y no su sentido original, al que nadie
se ha referido jams, en todo caso yo no) se ha establecido a partir de esa pareja de
oposicin metafsica para describir relaciones entre entes. Como el ser no es nada,
como no es un ente, no podr decirse o nombrarse more metaphorico. Y en
movimiento que no puedo reconstruir aqu aparece la frase: Das Denken baut am
Haus des Seins (El pensamiento trabaja en [la construccin de] la casa del ser),
dado que el ensamblamiento del ser (Fuge des Seins) viene a asignar, a
ordenar (verfgen) al hombre que habite en la verdad del ser. Y un poco ms
adelante, tras una cita de Hlderlin: La expresin sobre la casa del ser (Die cede
vom Haus des Seins) no es una metfora (Ubertragung) que transfiera la imagen
de casa hacia el ser, sino que [se sobreentiende: a la inversa] es a partir de la
esencia del ser adecuadamente pensada (sondern aus dem sachgemss
gedachten Wesen des Seins) como podremos algn da pensar qu son la casa y
el habitar.
Casa del ser no actuara, en este contexto, a la manera de una metfora en el
sentido corriente, usual, es decir, literal de la metfora, si es que lo hay. Este sentido
corriente y cursivo -que entiendo tambin en el sentido de la direccin- trasladara un
predicado familiar (y aqu nada es ms familiar, familiarizado, conocido, domstico y
econmico, suele creerse, que la casa) hacia un sujeto menos familiar, ms
alejado, unheimlich,que se tratara de apropirselo mejor, de conocerlo, de
comprenderlo, y que se designara as mediante el desvo indirecto por lo ms
prximo, la casa. Pero lo que pasa aqu, con la quasi metfora de la casa del ser, y
lo que pasa por alto a la metfora en su direccin cursiva, es que el ser dejara o
prometera dejar pensar, a partir de su retirada misma, la casa o el hbitat. Cabra la
tentacin de utilizar todo tipo de trminos y de esquemas tcnicos tomados de tal o
cual metarretrica para dominar formaliter lo que se asemeja, de acuerdo con una
inslita Ubertragung, a una inversin trpica en las relaciones entre el predicado y
el sujeto, el significante y el significado, el vehculo y la materia, el discurso y el
referente, etc. Cabra la tentacin de formalizar esa inversin retrica en la que, en
el tropo casa del ser, el ser nos dice ms, o nos promete ms sobre la casa que
la casa sobre el ser. Pero se dejara escapar entonces lo que pretende decir el texto
heideggeriano en este lugar, lo que ese texto tiene, si se quiere, de ms propio. Por
medio de la inversin considerada, el ser no se ha vuelto lo propio de ese ente
supuestamente bien conocido y familiar, prximo, eso que se crea que era la casa
en la metfora corriente. Y si la casa se ha vuelto un poco unheimlich, eso no es
por haber sido reemplazada en el papel de lo ms prximo por ser. As, pues, el
asunto no est ahora en una metfora en el sentido usual, ni en una simple inversin
que permute los lugares de una estructura trpica usual. Tanto ms porque este
enunciado (que no es por otra parte un enunciado judicativo, una proposicin
corriente, del tipo constatativo S es P) no es tampoco un enunciado entre otros que
se refiera a relaciones entre predicados y sujetos nticos. En primer lugar porque
implica el valor econmico de la morada y de lo propio que intervienen con
frecuencia o siempre en la definicin de lo metafrico. Despus, aquel enunciado
habla ante todo del lenguaje y, consecuentemente, en ste, de la metaforicidad. En
efecto, la casa del ser, se habr podido leer ms arriba en la Carta sobre el
humanismo, es die Sprache (lengua o lenguaje):
Lo nico (Das Einzige) que el pensamiento que pretende expresarse por primera
vez en Sein und Zeit quisiera alcanzar, es algo simple (etwas Einfaches). En
cuanto tal [simple, nico], el ser permanece misterioso(geheimnisvoll), la
proximidad simple de una potencia que no fuerza. Esta proximidad west [es, se
esencializa] como die Sprache selbst...
veicus, que remite quizs a oikos y al snscrito veca [casa], lo sealo con reservas
y provisionalmente). La vecindad es as una relacin (Beziehung), estemos atentos
a esta palabra, que resulta de que uno atrae (zieht) al otro a su proximidad para que
se establezca en sta. Alguien podra creer entonces que, tratndose de Dichten
und Denken, esa relacin, ese trazo que atrae al uno a la vecindad del otro, se
denomina as segn una bildliche Redeweise (forma figurada de hablar). Eso
sera efectivamente tranquilizador. A menos, nota entonces Heidegger, que mediante
eso hayamos dicho ya algo de la cosa misma, a saber, de lo esencial que queda por
pensar, a saber, la vecindad, mientras que permanece todava indeterminado para
nosotros qu es Rede, y qu es Bild y hasta qu punto die Sprache in Bildern
spricht; e incluso nsi ste en general habla de esa manera.
III. Precipitando mi conclusin en este tercer y ltimo rasgo, quisiera ahora llegar no
a la ltima palabra, sino a esa misma palabra plural rasgo (trait). Y no llegar sino
volver a ella. No a la retirada de la metfora sino a lo que podra en principio parecer
la metfora de la retirada. No habra en ltima instancia, detrs de todo este
discurso, sostenindolo ms o menos discretamente, retiradamente, una metfora
de la retirada que autorizara a hablar de la diferencia ontolgica y, a partir de sta,
de la retirada de la metfora? A esta cuestin aparentemente un poco formal y
artificial se podr responder, tambin muy rpidamente, que cuando menos eso
confirmara la de-limitacin de lo metafrico (no hay meta-metafrico porque no hay
ms que metforas de metforas, etc.) y confirmara adems lo que dice Heidegger
del proyecto metalingstico como metafsica, y de sus lmites, o de su imposibilidad.
No me voy a contentar con esta forma de respuesta, aun cuando, en principio, sea
suficiente.
Hay -y de forma decisiva en la instancia del hay, del es gibt que as se traducehay el trazo, un trazarse o un trazado del trazo que opera discretamente, subrayado
por Heidegger pero cada vez en un lugar decisivo, y lo bastante incisivo para
dejarnos pensar que nombra justamente la firma ms grave, grabada, grabadora, de
la decisin. Dos familias por as decirlo, de palabras, nombres, verbos y
sincategoremas, vienen a aliarse, a comprometerse, a cruzarse en este contrato del
trazo en la lengua alemana. Est por una parte la familia
deZiehen (Zug, Bezug, Gezge, durchziehen, entziehen), por otra parte la
familia de Reissen (Riss, Aufriss,Umriss, Grundriss, etc.). Que yo sepa esto no
se ha advertido nunca, o al menos no se ha tematizado a la medida del papel que
juega ese cruce. Esto es ms o menos un lxico, puesto que llegar a nombrar el
trazo o la traccin diferencial como posibilidad del lenguaje, del logos, de la lengua y
de la lexis en general, de la inscripcin hablada tanto como de la escrita. Este quasiarchi-lxico se le impone muy pronto a Heidegger, me parece a m al menos, y bajo
la reserva de una investigacin ms sistemtica, desde El origen de 1a obra de
arte (1935-1936). Pero con vistas a esta primera localizacin, nos limitamos a tres
tipos de observaciones.
1. Sealemos en primer lugar algo sobre el trazo que avecina. La vecindad
entre Denken y Dichten nos daba acceso a la vecindad, a la proximidad de la
vecindad, de acuerdo con un camino que, al no ser ms metafrico que literal,
replanteara la cuestin de la metfora. Pero el trazo que avecina, digamos, el
trazo que aproxima, el trazo propio que relaciona (bezieht) el uno con el
otro Dichten (que no debe traducirse sin precauciones porpoesa) y
pensamiento (Denken) en su proximidad que avecina, que los parte y que los
dos com-parten, ese trazo o rasgo comn diferencial que los atrae recprocamente,
aun sellando su diferencia irreductible, ese trazo es el trazo: Riss, trazado que se
abre paso haciendo una incisin, que desgarra, seala la separacin, el lmite, el
margen, la marca (Heidegger nombra en alguna parte la marca
fronteriza, Mark como lmite, Grenz,Grenzland, pg. 171). Y este trazo (Riss) es
un corte que se hacen, en alguna parte en el infinito, los dos vecinos, Denken und
Dichten. En la entalladura de ese corte, se abren, podra decirse, el uno al otro, se
abren desde su diferencia e incluso, por servirme de una expresin cuyo uso he
intentado regular en otro lugar (enGlas), se recortan en su trazo y en consecuencia
en su retrazo respectivo. Este trazo (Riss) de recorte relaciona al uno con el otro
pero no pertenece a ninguno de los dos. Pero eso no es un trazo o rasgo comn o
un concepto general, ni tampoco una metfora. Del trazo habra que decir que es
ms originario que los dos (Dichten yDenken), que entalla y recorta, que es su
origen comn y el sello de su alianza, mantenindose en eso como singular y
diferente de los dos, si un trazo pudiese ser algo, si pudiese ser propiamente y
plenamente originario y autnomo. Pero un trazo, si bien abre el paso de una
separacin diferencial, no es ni plenamente originario y autnomo, ni, en cuanto que
abre paso, puramente derivado. Y en la medida en que un tal trazo abre el paso de
la posibilidad de nombrar en la lengua (escrita o hablada, en el sentido corriente de
estas palabras), l mismo no es nombrable en cuanto que separacin, ni
literalmente, ni propiamente ni metafricamente. No tiene nada que se le aproxime
en cuanto tal.
Al final de la segunda parte de Das Wesen der Sprache, acaba de sealar
Heidegger de qu modo, en el es gibt das Wort es, das Wort, gibt, pero de tal
manera que la joya (Kleinod) del poema que se est leyendo (Das Wort, Stefan
George), que el poema da como un presente y que no es sino una cierta relacin de
la palabra con la cosa, esa joya innombrada, se retira (das Kleinod entzieht
sich). El es gibt retira lo que da, no da ms que retirando; y a quien sabe renunciar.
La joya se retira en el asombroso secreto, donde secreto (geheimnisvoll)viene a
cualificar lo asombroso (das Erstaunende, was stauner lsst) y designa la
intimidad de la casa como el lugar del retiro (geheimnisvoll). Volviendo a
continuacin al tema de la vecindad entre Denken y Dichten, a su alteridad
irreductible, Heidegger llama a la diferencia entre ellos tierna, delicada (zart) pero
clara, tal que no se debe dejar lugar a ninguna confusin. Denken y Dichten son
paralelos (para alleln), el uno al lado o a lo largo del otro, pero no separados, si es
que la separacin significa estar alejados en la carencia de relacin(ins
Bezuglose abgeschieden), no sin la traccin de ese trazo (Zug), de ese Bezug que
los relaciona o que los traslada el uno hacia el otro.
Cul es, pues, el trazo de ese Bezug entre Denken y Dichten? Es el
trazo (Riss) de una encentadura, de una apertura que traza, que se abre paso (la
palabra Bahnen aparece frecuentemente en este contexto con las figuras
del Bewegen), de un Aufriss. La palabra encentadura (entame), de la que me he
servido mucho en otro momento, me parece la ms apropiada para
traducir Aufriss, palabra decisiva, palabra de la decisin en este contexto, de la
decisin no voluntaria, y que los traductores franceses vierten bien por trabajo
que abre, bien por grabado.
Encentadas, las dos paralelas se cortan en el infinito, se recortan, se hacen una
entalladura y se sealan de alguna manera la una en el cuerpo de la otra, la una en
el lugar de la otra, el contrato sin contrato de su vecindad. Si las paralelas se
cortan (schneiden sich) en el infinito (im Un-endlichen), ese corte, esa
entalladura(Schnitt), no se la hacen a s mismas, sino que recortan sin tocarse, sin
afectarse, sin herirse. Solamente se encentan y son cortadas (geschnitten) en la
tradicin han fijado siempre su esencia en tal o cual aspecto o predicado. Heidegger
hace punto y aparte y abre un nuevo prrafo: Die gesuchte Einheit des
Sprachwesens heisse der Aufriss (La buscada unidad de la esencia de
la Sprache se llama la encentadura). Heidegger no dice: yo decido arbitrariamente
bautizarla encentadura, sino que se llama, en la lengua que decide,
encentadura. Y mejor, con ese nombre, eso no se llama, eso nos llama a...
Prosigamos: Der Name heisst uns [Este nombre apela a que nos] fijemos
[erblicken, como en Satz vom Grund, en el momento de la declaracin sobre la
metfora] ms distintamente(deutlicher) en lo propio (das Eigene) des
Sprachwesens. Riss is dasselbe Wort wie ritzen (Trazo es la misma palabra que
rayar) (pgs. 251-252).
Ahora bien, prosigue Heidegger, frecuentemente slo conocemos el Riss bajo la
forma devaluada(abgewerten) que tiene en expresiones como rayar una pared,
desbrozar y roturar un campo (einen Acker auf-und-umreissen), para trazar
surcos (Furchen ziehen) a fin de que el campo albergue, guarde en l (berge) las
simientes y el crecimiento. La encentadura (Aufriss) es la totalidad de los
trazos (das Ganze der Zge), elGefge de esta
Zeichnung (inscripcin, grabacin, firma) que ensambla (articula, separa y
conserva junta) de parte a parte la apertura de la Sprache. Pero esta encentadura
se mantiene velada (verhllt) en tanto que no se advierte propiamente (eigens) en
qu sentido se habla de lo hablado y del hablar. El trazo de la encentadura est pues
velado, retirado, pero es tambin el trazo que rene y separa a la vez el velamiento y
el desvelamiento, la retirada y la retirada de la retirada.
3. Acabamos de notar que el trazo hace contrato consigo mismo, retirndose,
cruzndose, recortndose a travs de esas dos circunscripciones vecinas
del Reissen y del Ziehen. El recorte cruza y une entre ellas, tras haberlas atrado a
la lengua, las dos genealogas heterogneas del trazo, las dos palabras o familias
de palabras, de logias. En el recorte, el trazo se seala a s mismo al retirarse,
llega hasta borrarse en otro, a reinscribirse en ste paralelamente, en
consecuencia, heterolgicamente, y alegricamente. El trazo es retirada (Le trait
est retrait). Ni siquiera puede decirse ya es, no puede ya someterse la retirada a la
instancia de una cpula ontolgica cuya posibilidad est condicionada por aqulla
como por el es gibt. Como hace Heidegger conEreignis o Sprache, habra que
decir de forma no tautolgica: el trazo trata o se trata, traza el trazo, en
consecuencia retraza y re-trata o retira la retirada, hace contrato, se contrata y
establece consigo mismo, con la retirada de s mismo, un extrao contrato que no
precede ya, por una vez, a su propia firma, y que en consecuencia la
quita. Todava tenemos, aqu mismo, que realizar encentar, trazar, tratar, acosar no
esto o aquello sino la captura misma de este cruce de una lengua en otra, la captura
(a la vez violenta y fiel, pasiva sin embargo y que deja a salvo) de este cruce que
une Reissen y Ziehen, traducindolas ya en la llamada lengua alemana. Esta
captura afectara al capturador mismo, al que lo traduce a la otra, puesto
que retrait, en francs, no ha querido decir nunca, segn el uso, re-trazamiento.
Para encentar esta captacin comprensiva y este trato o esta transaccin con la
lengua del otro, subrayar todava lo siguiente: que el trato acta, est actuando ya
en la lengua del otro, dira en las lenguas del otro. Pues hay siempre ms de
una lengua en la lengua. El texto de Heidegger en el que parece que por primera
vez, que yo sepa, se nombra (en el sentido de heissen) ese cruce del Ziehen y
del Reissen, es El origen de la obra de arte, en ese lugar preciso donde la verdad
se llama no-verdad: Die Wahrheit ist Un-wahrheit. En la no-retirada de la verdad