El Matrimonio Según San Pablo
El Matrimonio Según San Pablo
El Matrimonio Según San Pablo
Introduccin
El ambiente en que vivan los primeros matrimonios cristianos no estaba hecho,
desde el punto de vista de la vida conyugal y de la disciplina sexual, para facilitarles la
existencia. Las ms mnimas razones provocaban divorcios tanto en judos como en
paganos;1 la prostitucin y la fornicacin eran prcticas corrientes sin que las
conciencias se perturbasen, la homosexualidad ya no suscitaba indignacin, 2 y los
abortos y las exposiciones (abandonos) de hijos no deseados haban tomado
proporciones enormes. El cuadro que san Pablo dibuja de las costumbres sexuales de
sus contemporneos no es exagerado, lo encontramos pintado en forma casi idntica de
la pluma de algunos moralistas paganos de la poca. 3 As pues, los matrimonios
cristianos estaban llamados a ser testimonio en un mundo en que el amor y el
matrimonio estaban destrozados.
San Pablo pide a los matrimonios cristianos que, a pesar de sus dificultades y de sus
tentaciones y en medio de las indulgencias de la poca (cf. Ef. 5:4s.), lleguen a ser lo
que son en el Seor (Ef. 5:2223; Col. 3:18s.). Aunque se muestra extremadamente
comprensivo (cf. 1 Co. 7:11, 12s., 15, 28, 32ss., 35, 40) no es menos firme, pues la obra
del Espritu es una realidad capaz de milagros. Sin ninguna duda, san Pablo no habra
aceptado, a causa del Espritu que ha hecho de los cristianos nuevas criaturas, que la
Iglesia admitiera la corrupcin de los matrimonios cristianos por falta de amor,
adulterio, frigidez o perversiones sexuales. Para l, ningn matrimonio cristiano habra
estado irremediablemente viciado, ninguno habra podido morir antes que muriese uno
de los esposos. Si hubiera admitido lo contrario habra dudado del poder del amor y del
perdn de Dios, y no habra podido proseguir su ministerio apostlico de reconciliacin
en medio de una generacin maligna y perversa (Fil. 2:15).
Un matrimonio cristiano no es mejor que un matrimonio profano. Slo est situado
en otra parte; all donde se conoce el misterio del matrimonio porque se conoce el amor
y la fidelidad de Jesucristo para su Iglesia. Esto quiere decir que el matrimonio cristiano
*
tiene por deber revelar la verdad a todo matrimonio, como la Iglesia tiene por deber
revelar la verdad al mundo. Estar casado es un ministerio, un carisma (1 Co. 7:7).
Es esencial que los cristianos vivan su matrimonio lo ms concienzudamente posible
(1 Co. 7:3ss., 33; Ef. 5:28s.; 1 Ts. 4:4s.), ya que si el matrimonio cristiano tiene por
deber revelar la verdad del matrimonio, no tiene el derecho de falsear su propio
matrimonio tratando, por ejemplo, de elevarlo a un nivel transubstanciado y
espiritualizado.4 Es necesario sin farisesmo, sino como ejercicio de un ministerio
misionero que los matrimonios cristianos sean, para los que no lo son, un juicio y una
promesa a la vez.
Se podra definir el ministerio del matrimonio cristiano en el mundo como un
ministerio de profetismo sacramental. El matrimonio cristiano erige, para la gloria de
Dios y la paz del mundo, los diferentes elementos del matrimonio, dejndolos subsistir
en toda su profundidad como un signo visible del origen y del destino divino de todo
matrimonio, revelando as su misterio. El matrimonio cristiano es, entonces, uno de los
aspectos esenciales del testimonio de la Iglesia en el mundo. En su doctrina y en su
disciplina conyugal, la Iglesia se juega su fidelidad.
Hasta estos ltimos tiempos los exegetas protestantes interpretaban de manera
contradictoria la nocin paulina del matrimonio. Es probable que el lector se sienta
desconcertado viendo que, segn san Pablo, la Iglesia se juega su fidelidad en su
doctrina y en sus ordenanzas conyugales. Quizs tambin quede sorprendido al
constatar el empleo decisivo que el apstol hace de la creacin de la primera pareja,
como la narra el segundo captulo de Gnesis, para desarrollar su doctrina del
matrimonio. Se asombrar ms al ver el cuidado minucioso que san Pablo pone en
insertar su doctrina del matrimonio en el contexto ms vasto de la cristologa y de la
eclesiologa. Este asombro tambin ha sido mo a lo largo de la redaccin de este
estudio.
Nuestro protestantismo se ha acostumbrado ya a una secularizacin cada vez ms
perentoria de su enseanza sobre el matrimonio cristiano. No es que el pensamiento de
Pablo como judo nos contrara tanto, sino lo que ahora consideramos marginal a lo que
l deca del matrimonio. Es imposible, ciertamente, restaurar la disciplina conyugal que
conoca la Iglesia naciente. No se aplica una disciplina de militantes a una Iglesia en
la que la mayora de sus miembros no son cristianos ms que de nombre. Sin embargo,
la Iglesia se encuentra en un estado tal de retorno a las fuentes que no est fuera de
lugar invitarla a reexaminar tambin su doctrina del matrimonio.
creacin, la afirmacin de Dios que no es bueno que el hombre est solo (Gn. 2:18)?
No es necesario decir, ms bien, que es bueno para el hombre renunciar a su mujer?
Este trmino bueno (kaln), que aparece en 1 Corintios 7:1 y que reaparece en el
versculo 8 y dos veces en el 26, 7 no significa bueno desde el punto de vista moral,
como si el celibato fuese meritorio; significa, ms bien, sano, normal, idneo,
conveniente, autntico, logrado.8 La cuestin, incluso a los ojos de los exaltados
corintios, no es, pues, saber si vale ms, moralmente, estar casado que estar soltero, sino
si el matrimonio como tal no ha caducado realmente, por causa de la irrupcin del en
futuro.
San Pablo reconoce en su respuesta que la situacin de la creacin ya no es
apremiante para la economa regida por el Espritu; es decir, que el matrimonio ya no es
la nica manera para el ser humano de salir de su soledad. Est la Iglesia, el cuerpo de
Cristo, del cual los creyentes son miembros, y que les arranca del desequilibrio, del
aislamiento.9 Para el cristiano, miembro de la Iglesia, la soledad del primer Adn ya no
existe.10 El matrimonio ya no es, pues, el destino normal de todo hombre y de toda
mujer. Llega a ser carisma (don) segn 1 Corintios 7:7, y este carisma se siente y se
impone por el grado de sensualidad de cada fiel.11
Para poner fin a su soledad se abren para el cristiano dos caminos: el consentimiento
al celibato como forma de servicio cristiano en la Iglesia, y el matrimonio. Sin embargo,
el celibato no puede justificarse por el deseo de estar solo, por egosmo o por
menosprecio al sexo, ni sobre la base de un dualismo metafsico que vera en las
exigencias corporales otros tantos obstculos para la pureza de la vida cristiana y del
66 Si se aceptase leer e interpretar este captulo en esta perspectiva la
nica que permite comprender por qu, en los versculos 1724, el apstol
se pone, de pronto, a hablar de la circuncisin y de la esclavitud se
evitaran muchos errores. Y el estudio de 1 Co. 11:116, y tambin de Ef.
5:2233, seran librados de una pesada hipoteca. Muchos torcimientos en la
interpretacin de este captulo provienen del hecho de que ha sido
escudriado durante siglos por solteros, para quienes el matrimonio, no
pudiendo ser su vocacin, apareca como una tentacin y una cada. Antes
de hablar del supuesto menosprecio de san Pablo por las mujeres y el
matrimonio, sera necesario volver a leer tranquilamente Ro. 16:116.
77 Comprese tambin el kal de los versculos 37s.
88 Grundmann, art. kal, ThWbNT, III, pp. 539ss. El tob de Gn. 2:18 (LXX kaln)
tiene el mismo sentido. Vase tambin J. Hring, La premiere pitre de saint
Paul aux Corinthiens, Neuchtel et Paris 1949, ad. loc.
99 Tanto ms que, segn la frmula audaz y exacta de O. Cullmann, el
apstol concibe el hecho de pertenecer a la Iglesia como una relacin
corporal. (La dlivrance anticipe du corps humain dapres le Nouveau
Testament, Hommage et Reconnaissance, Recueil de travaux publis a
loccasion du soixantieme anniversaire de Karl Barth, Cah. thol. H.S. 2,
Neuchtel-Paris, 1946, p. 39).
1010 J. Hring, op. cit., ad 7:1
nunca del celibato una orden apremiante ni un estado que haga despreciable el
matrimonio.
Esto es vlido tambin para los que ejercen para la Iglesia y en la Iglesia un
ministerio que absorbe toda su existencia. San Pablo no guarda rencor a Cefas, a los
apstoles y a los hermanos del Seor por hacerse acompaar por una hermana como
mujer (1 Co. 9:5), y sabe que tiene el mismo derecho (exous).15 Aunque Pablo renuncia
a este derecho, su manera de vivir no es una ley para cada ministro.
Conviene aadir unas palabras respecto a aquellos que son solteros por no haber
encontrado un cnyuge. Una cosa es segura tambin para ellos, que su soledad ha
acabado por causa de su integracin en la Iglesia. Una segunda cosa es igualmente
clara: el Seor espera de ellos un servicio en la Iglesia que dar a sus vidas un sentido
positivo y les quitar la impresin de ser estriles o de estar de ms. Sin embargo, el
apstol no habla de ellos expresamente en ninguna parte, e incluso parece ignorar su
caso (1 Co. 7:9).
Me pregunto pasando de la disciplina eclesistica a la cura de almas si san
Pablo no escribe 1 Corintios 7:2835 tambin con la intencin de consolar a quienes
estn forzados al celibato por la razn de que nadie desea compartir con ellos las
alegras y las penas de la vida, o porque los que lo desearan, siendo de afuera, son
una imposibilidad para ellos. Ante estos desfavorecidos Pablo exalta la grandeza y la
belleza, como tambin la libertad, del celibato, y pide a la Iglesia que no los
menosprecie, sino que se les d un ministerio que pueda satisfacerlos. En este mismo
pasaje (1 Co. 7:2835), lleno de afecto pastoral, el apstol muestra tambin la ventaja,
para una Iglesia expuesta al peligro, de tener un cuerpo de clibes. Estos, estando libres
de todo lazo humano, pueden sustituir a los cristianos casados y cubrirlos, como un
escudo cubre un cuerpo, atrayendo sobre s los dardos del enemigo.
stas son las razones por las que el celibato debe ser rodeado de honor y
reconocimiento en la Iglesia, sin sobrepasar, no obstante, el lmite ms all del cual
por hablar con san Ireneo llegara a ser un reproche al Creador.16
aislamiento y de encontrar un sentido a una parte esencial de ellos mismos que sufre por
su vacuidad, como el aburrimiento punzante de Adn enumerando los animales del
paraso (cf. Gn. 2:20b), viene de Dios. Dios hace nacer en ellos esta splica, cuyo
otorgamiento ser el matrimonio. No hay, pues, ninguna vergenza en desear casarse, ya
que este deseo es una splica legtima que Dios escucha y que, incluso, suscita.
b. Si San Pablo en Efesios 5:31 cita, a propsito del misterio conyugal, el relato del
primer matrimonio, entiende que todo verdadero matrimonio es contrado a la imagen
del matrimonio del Isch (hombre) y la Ischa (mujer), narrado en el segundo captulo de
Gnesis. Es decir, que Dios por su activa voluntad es quien trae la esposa al esposo para
que l no la tome, sino que la reciba de su mano.
c. Si San Pablo explica el matrimonio a la luz de las relaciones epitalmicas (referente a
las nupcias) de Cristo y la Iglesia (Ef. 5:2233), es evidente que el origen del
matrimonio humano es el mismo que el de los esponsales entre el Seor y su pueblo.
d. San Pablo jams considera el matrimonio como un pecado. Es, ms bien, una forma de
obediencia cristiana, de sumisin a la voluntad de Dios.
Pero cmo se manifiesta en la Iglesia esta voluntad divina de unir un hombre y una
mujer? Por un lado, por los votos de los cnyuges y, por otro, por el ministerio de la
Iglesia que asiente a estos votos. Parece que para san Pablo, este asentimiento incluso
precede al voto de los esposos y lo autoriza. Un nuevo matrimonio de una viuda, por
ejemplo, debe hacerse en el Seor (1 Co. 7:39). Lo mismo debe de ser para los otros
matrimonios de cristianos.
No es exagerado pensar que en todo matrimonio cristiano prototipo del cual es el
de Gnesis 2 (cf. Mt. 19:4ss. y paralelos; Ef. 5:31) este papel del amigo de bodas,
desempeado por Dios mismo en el relato de la creacin, forma parte regular del
matrimonio, y el que desempea este papel acta en nombre de Dios. Dios mismo
forma, por su ministerio, un nuevo matrimonio. Por consiguiente, la Iglesia ha tenido
razn al establecer liturgias de matrimonio, en las que se repite lo que sucedi en el
paraso, y en cuyo curso Dios, por medio de su lugarteniente 18, da una mujer a un
hombre y un hombre a una mujer. Incluso es necesario decir que por tal acto la Iglesia
no acta de manera optativa, sino si los esposos se reconocen como destinados el uno
para el otro de manera causativa. No se trata, pues, solamente de una bendicin
nupcial,19 sino de la formacin de un matrimonio en nombre de Dios. Esto quiere decir
1717 Traduccin de J. Hring de hyprakmos.
1818 Que puede ser el padre de la esposa, o, ms comnmente, el ministro
de la Iglesia.
1919 En el sentido de voto piadoso que el trmino bendicin ha tomado en
el protestantismo moderno. Se sabe que para la Biblia la bendicin es, al
contrario, un acto cargado de poder. Incluso quizs sera posible ver en la
celebracin litrgica de un matrimonio una especie de exorcismo del poder
sexual humano pervertido por la cada. Segn 1 Ti. 4:3ss., el matrimonio
forma parte, en efecto, de lo que Dios ha creado, de lo que los hombres
pueden usar con accin de gracias. Ahora todo esto puede ser santificado,
cerrado en el nombre de Dios, sacado de la retencin del Maligno, por la
Palabra de Dios y la oracin. La liturgia del matrimonio no solamente forma
un matrimonio, sino que tambin lo santifica. La Iglesia resguarda este
matrimonio, por la Palabra de Dios y la oracin, del dominio del Separador,
del dibolos. Llega a ser un lugar en que el Diablo no tiene ms lugar (tpos),
pretensin de ser admitido (cf. Ef. 4:27).
2020 Quizs sera posible decir, comparando 2 Co. 11:2 y Ro. 15:16, que
expresan el mismo hecho por medio de dos imgenes diferentes, que la
Iglesia, uniendo a los esposos, consagra, dedica, remite la mujer al hombre.
Teniendo en cuenta Ef. 5:25, la mujer no se enajena en el matrimonio ms
que su marido, ya que el esposo debe entregarse (paraddmi) a su mujer.
Uniendo un hombre y una mujer, la Iglesia, en el nombre de Dios, retira a
cada uno su autosuficiencia; por lo que ya no son dos (Mt. 19:6a)
despus.
2121 Cuando uno de los cnyuges de un matrimonio ya constituido llega a
ser miembro de la Iglesia, este voto es reclamado implcitamente, sobre
todo de parte del cnyuge que no es creyente (1 Co. 7:12s.).
introduce en un nuevo estado, en una situacin que los califica hasta lo ms profundo de
ellos mismos. Por esto se sella generalmente con sangre.22
En la Biblia, toda verdadera alianza se contrae bajo la invocacin de Dios, al cual se
le reconoce por adelantado el derecho de vengar al aliado engaado y castigar con toda
su ira al aliado culpable. La alianza no es, pues, solamente un contrato horizontal, una
asociacin humana de la que podramos retirarnos, sino que es una manera de dedicarse
el uno al otro, entregndose tanto a las promesas como a las amenazas de Dios, testigo
de la alianza. Al entrar por voto en el estado conyugal23 de manera parecida a como se
entra en el voto de celibato renunciamos a nosotros mismos y nos volvemos a
encontrar solamente ms all de nosotros mismos en inalterable conjuncin con otro
ser.24 Precisamente porque la alianza conyugal es reflejo de la alianza Cristo-Iglesia es
que son necesarios estos votos. En primer lugar, para significar delante de la Iglesia que
los esposos quieren hacer de su matrimonio un reflejo del Cristo total; en segundo lugar,
porque la unidad entre Cristo y la Iglesia no est fundada ni sobre una violacin ni sobre
una seduccin y, por ultimo, para que la Iglesia sepa que puede confiar estos esposos el
uno al otro sin temor, ya que no quieren unirse al margen del cuerpo de Cristo.
Constituidos as en matrimonio por la voluntad de Dios, el consentimiento de la
Iglesia y sus propios votos los cnyuges llegan a ser una sola carne, un solo y
mismo ser, una unidad que no puede ser rota mas que por la muerte. Idnticos con ellos
mismos, ya que esta unidad no los confunde 25 ni mezcla lo que cada uno debe
representar en el matrimonio (Ef. 5:2233), los que llegan a ser una sola carne son
transformados por esta conjuncin y marcados por ella.26 Esta sola carne, para san
Pablo, como sin duda para Gnesis 2, se constituye en el momento de la unin sexual y
persiste a partir de entonces.
Ahora bien, toda unin sexual constituye un matrimonio (1 Co. 6:15ss.). Entonces
es necesario preguntarse si lo que hemos visto hasta aqu no queda desmentido por el
hecho de que la unin sexual, como tal, es constitutiva del matrimonio. Que necesidad
hay, pues, de la voluntad de Dios, del consentimiento de la Iglesia y del voto de los
cnyuges, si una unin tan pasajera como la unin con una prostituta remueve todo un
mecanismo metafsico y hace lo mismo que lo que en la Iglesia precede y consume un
matrimonio legtimo y sensatamente durable? 1 Corintios 6:15ss. nos ensea, en efecto,
que no es posible en la Iglesia, a pesar de la real libertad cristiana (1 Co. 6:12),
menospreciar la importancia de una unin sexual fuera del matrimonio hecho en el
Seor, pues el que consume tal unin peca contra su propio cuerpo (1 Co. 6:18), es
decir, le aparta de su verdadero destino, que es glorificar a Dios (1 Co. 6:20; cf. v. 13b).
Apartando su cuerpo de su verdadero destino se aparta de s mismo, puesto que no es
posible para un hombre desolidarizarse de su cuerpo para convertirse en un espectador
indiferente. Por consiguiente est comprometido por lo que hace su cuerpo. Por esta
razn, una unin sexual de trasgresin tiene el mismo poder fijativo que una unin
sexual santificada. Califica como matrimonio a los que la llevan a cabo, los fija 27 el uno
al otro, a pesar de que slo tenan la intencin de tratarse superficialmente. A pesar
suyo, son en lo sucesivo, para Dios y su Iglesia, esos seres complejos, que son capaces
de formar un matrimonio, permanecen unidos, incluso cuando los culpables han credo
separarse el uno del otro.
Sin embargo, no tendramos razn de pensar que los matrimonios formados de esta
manera tienen una duracin indefinida. El perdn de Dios puede romperlos. En efecto,
segn san Pablo puede haber un perdn para los fornicadores que se arrepienten. 28 Pero
mientras que este arrepentimiento no haya tenido lugar, la Iglesia debe considerar a
estos cristianos impdicos, como ligados a otro cuerpo que no es el de Cristo. Por ello,
la Iglesia debe rehusar, por una parte, tener con ellos la comunin eucarstica (1 Co.
5:911; cf. Heb. 12:16); por otra, se debe advertirles que si no vuelven a hallar su
integracin en el cuerpo de Cristo, o sea, si no se arrepienten de la sola carne que han
formado fuera de la Iglesia, no podrn heredar la vida eterna (1 Co. 6:9; cf. 1 Co. 10:8;
Ef. 5:5) pues estn haciendo la obra de la carne trmino sarx tomado aqu en su
acepcin de poder opuesto al Espritu de Dios una obra sin otro porvenir que el juicio
de Dios (G. 5:1921; cf. Heb. 13:4).
Una ruptura no es suficiente para acabar con tales relaciones, sino que tambin es
necesario el perdn de Dios. Sin embargo, no se trata de pensar, segn san Pablo, que
tales matrimonios no son, en el fondo, demasiado graves, ya que el perdn de Dios
permite repetirlos. Pecar para que la gracia abunde es una abominacin (Ro. 6:1ss.) y el
perdn de Dios no es una medida de tolerancia que funciona fcilmente, sino un milagro
de amor que le cuesta su Hijo. Por eso, slo cuando se conoce a Dios es posible
abstenerse de la fornicacin (1 Ts. 4:3ss.) e incluso descartar esta idea (Ef. 5:3).29
base que no sea este amor y este don de s, el matrimonio perdera su profundo sentido y
correra el peligro de ser un rapto o una seduccin.
b. La unin Cristo-Iglesia se sita en un cuadro santificado, e incluso sagrado, protegido
del poder del Maligno, exorcizado.34 Lo mismo sucede con el matrimonio cristiano.
Constituyndose a su verdadera imagen, el matrimonio es la consagracin hacia su
autntico destino, de un hombre y de una mujer que tienen este carisma (1 Co. 7:7).
Santifica a los esposos, o ms bienpara permanecer ligados a nuestro texto santifica
a la mujer, estando ya santificado el hombre por la renuncia (don) que hizo de s mismo.
Tomando por mujer a tal mujer la sita y la realiza de manera definitiva 35 llegando a ser
su salvador (v. 23). Este trmino extremo no debe asustarnos si se recuerda que el
matrimonio debe ser reflejo de la relacin Cristo-Iglesia. En efecto, el griego tolera que
se explique salvador (str) por el que apacigua, guarda, protege de los demonios,
cuida, conduce a la meta, alegra.36 As, el marido santifica a su mujer conducindola a
su verdadero destino. Pero tambin la mujer realiza a su marido. Gracias a ella l puede
dejar a su padre y a su madre (v. 31), es decir, transformarse en adulto. As como la
Iglesia es el plrma (plenitud) de Cristo (Ef. 1:23), la que lo completa y lo acaba, de la
misma manera la mujer es el plrma de su marido. De este modo, el matrimonio
cristiano es como dicen las liturgias antiguas un santo estado.
c. Dentro del estado conyugal, los derechos y los deberes de los cnyuges corresponden
igualmente a los que unen a Cristo y su Iglesia. Puesto que Cristo se ha dado a ella, la
Iglesia puede contar con la fidelidad, el tiempo, los bienes y los cuidados de su Seor.
Cristo tambin tiene el derecho de esperar de la Iglesia fidelidad y amor, ya que le est
destinada y consagrada (parstmi). Sin embargo, en Efesios 5 Pablo habla de los
deberes, ms que de los derechos de los cnyuges. Es deber del esposo mantener y
cuidar a su mujer, como lo hace Cristo con la Iglesia (v. 29). En resumen, encontrando a
3333 Se puede cotejar con esta observacin Gn. 2, donde el Isch llega a ser
tambin el seor de su mujer solamente por el don de s. Llega a ser su
seor, puesto que puede darle un nombre; pero esta nominacin es don de
s, ya que el nombre que le da es su propio nombre en femenino (Ischa). As
tambin entre nosotros la mujer, despus de su matrimonio, lleva el nombre
de su marido. Esto no indica, en primer lugar, que est ligada a l, sino que
l se ha dado a ella.
3434 No podramos subrayar suficientemente el hecho de que san Pablo
escoge trminos del culto, de los sacrificios, de los sacramentos y de los
exorcismos para hablar de la Iglesia que llega a ser la esposa de Cristo:
hagiaz; katharizo; lotron; rhma, parstmi; splos; rhyts; momos.
3535 Es importante notar que san Pablo se refiere expresamente al bautismo
(v. 26). La teologa bautismal resuena muy netamente en su doctrina del
matrimonio. La referencia al bautismo, que es nico y no se repite nunca, es
una indicacin ms referente a la indisolubilidad del matrimonio.
3636 W. Bauer y Menge-Guthling, Griechisch-deutsches Hand- und
Schulwrterbuch, 9 ed., Berlin, 1913, s.v. sozo y soter.
a una costumbre del ambiente, sino que interviene para adaptar el cristianismo entre los
paganos a la Iglesia-madre de Jerusaln. Si se observa que san Pablo se refiere, al
principio y al final de esta seccin a la tradicin apostlica, se puede suponer que est
utilizando un texto disciplinario arameo y lo traduce al redactar su epstola. As se
explicara no solamente el estilo abrupto de este pasaje, sino tambin la presencia de los
difciles trminos dxa (gloria, v. 7) y, sobre todo, exous (autoridad, v. 10). En efecto,
estos trminos son ms fciles de explicar en arameo.40
Sea como fuera, el apstol, de acuerdo tambin aqu con los Doce, ensea que el
hombre precede a la mujer en el matrimonio, pues Dios lo cre en primer lugar (v. 8, 9).
El hombre, pues, es la kefal, la cabeza de la mujer (v. 3), lo cual significa quien la
explica.41 En Efesios 5 san Pablo llama a la mujer el cuerpo (sma) del hombre. En 1
Corintios 11:7, queriendo decir lo mismo, la denomina su gloria (dxa), es decir, la que
lo expresa. El hombre resplandece en su mujer, como Cristo resplandece en la Iglesia.
Esto quiere decir que ella le revela, le hace presente. Se sabe bien que un hombre no
puede hacer nunca una confesin ms completa de lo que l es que presentando la mujer
que ha escogido. La mujer es, pues, el cuerpo del matrimonio en la medida en que es su
gloria, y el hombre es la cabeza del matrimonio en la medida en que lo sostiene. Ante el
trasfondo cristolgico del matrimonio humano, estas consideraciones pierden lo que
podran tener de halago para el hombre o de desprecio para la mujer, y llegan a ser para
los esposos la afirmacin de una gracia maravillosa: poder ilustrar el milagro de la
salvacin. Estas consideraciones deberan, pues, hacer nacer el arrepentimiento y la
accin de gracias, ms bien que la sonrisa o la rebelin.42
4040 Si se admite, con Hring y otros, que dxa es una falta del copista por
dgma = dywgn = copia (notemos, sin embargo, que la mayora de los
exegetas no se alarman excesivamente por esta expresin, dxa, y dan de
ella interpretaciones que parecen vlidas), y que exousa = siltona = reticulum
capitis, una especie de velo, el klumma que san Ireneo y otros han ledo en
nuestro pasaje.
4141 Cuando se conoce la realidad de la Iglesia, que tampoco tiene su razn
de ser sino en la cabeza, Cristo, no se acusar ms al apstol de hacer a la
mujer no-esencial, de quitarle su realidad propia, lo que en alemn se
llamara su Eigentlichkeit.
4242 El problema del velo de la mujer cae fuera de nuestro tema. Notemos
solamente que si la mujer, cuando desempea un papel mediador (vuelta
hacia Dios en nombre del mundo en la oracin, o vuelta hacia el mundo en
nombre de Dios en la profeca, v. 4), debe de tener la cabeza cubierta (es
decir, cubrirse a la juda, no se trata del velo oriental), es que, sin duda, su
cabeza, o sea, el hombre, est visiblemente presente a su lado. Se
expondra a las trampas del Diablo si no se refiriera, por su velo, a su
marido como su cabeza (o al ministro?) Algunos ven, en efecto, en los
ngeles del v. 10 los ministros de la Iglesia. Pero se podr encontrar alguna
vez el sentido exacto de este texto?
cnyuge cristiano liberado (v. 15) poda volver a encontrar la paz contrayendo otro
matrimonio.
b) En este pasaje hay dos ideas que ni siquiera se le ocurren al apstol. En primer lugar,
no imagina que est aconsejando a los solteros; habla a los casados. Para los
creyentes es evidente que tienen que buscar un cnyuge en las filas de la Iglesia, pues la
pertenencia a la Iglesia tiene prioridad sobre la pertenencia al mundo. Tampoco imagina
que la posible ruptura sea en el sentido inverso, es decir, que el hermano o la hermana
abandonen la Iglesia para permanecer unidos al cnyuge no creyente si ste no quiere
vivir como matrimonio mixto, pues la fe tiene prioridad sobre el amor.
Este pasaje muestra que los matrimonios mixtos tienen tambin un alcance
tipolgico, pero no son tpicos de la unin entre Cristo y la Iglesia, sino de la relacin
entre la Iglesia y el mundo. Veamos esto:
En primer lugar, no corresponde a la Iglesia salir del mundo; su deber es
permanecerle fiel. Su preocupacin y su deber es hacer todo lo que pueda, por amor del
mundo, para que ste no la rechace. Esta fidelidad al mundo est limitada, sin embargo,
por la fidelidad de la Iglesia a su Seor. Encontramos, pues, mutatis mutandis,
exactamente la misma situacin que en un matrimonio mixto. No corresponde al
cnyuge cristiano acabar con su matrimonio, pero si el cnyuge incrdulo rechaza al
creyente o quiere forzarlo a la apostasa ste debe aceptar el divorcio.
En segundo lugar, esta posible colusin entre la Iglesia y el mundo no es
contagiosa para la Iglesia, sino, al contrario, para el mundo. De la misma manera, la
unin sexual52 en un matrimonio mixto no compromete la unidad del cnyuge creyente
con su Seor. Cristo, en efecto, ha vencido a los demonios y no les teme. As pues, el
reino de los demonios, y no el Seor y su reino, es rechazado por tal matrimonio.
Rechazado porque, gracias a la conservacin de este matrimonio, el cnyuge no
creyente est colocado misteriosamente bajo el beneficio de la obra del Espritu (v.
14).53 Desde esta perspectiva hay que comprender el v. 16: la conservacin de tal
matrimonio permite esperar, an dbilmente, que finalmente el cnyuge no creyente de
santificado llegue a ser santo, es decir, se haga bautizar en vista de su salvacin (cf.
tambin 1 P. 3:1s.). La fe de uno de los cnyuges es, as, para el que no la tiene, una
salvaguardia y una esperanza a la vez. Encontramos aqu uno de los elementos
esenciales de la doctrina bblica del sacerdocio universal, a saber, que el mundo es
salvaguardado gracias a la presencia, a su lado, de la Iglesia y a su intercesin, y, a pesar
de su rebelin, orientado misteriosamente hacia la salvacin.54
1.