Rutas de La Crítica Genética

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Rutas de la crtica gentica

por Graciela Goldchluk (CriGAE, en el CTCL, IdIHCS UNLP-CONICET)


1. Algunos fundamentos
La situacin de la crtica gentica en unas Jornadas que convocan a
Rutas de la lingstica es peculiar, ya que es una disciplina que nace
como parte de los estudios literarios. Podramos incluso pensarla
como la parte maldita de los estudios literarios, no tanto porque se
ocupa de los desechos, lo que queda del proceso creador, sino por el
gasto intil que supone el anlisis de enormes masas documentales
para lograr alguna hiptesis sustentable. Sin embargo es el camino de
esa materialidad que la crtica gentica vuelve a reivindicar para los
estudios literarios donde se cruza con los estudios del lenguaje. No es
con cualquier perspectiva de los estudios lingsticos, sino con una
que entienda la lengua en su enunciacin, en sus dilogos y en su
dispersin. Con aquella mirada ms dispuesta a fijarse en las
diferencias que en homogeneizar un constructo abstracto, con la que
est dispuesta a prescindir de la bsqueda de la unidad y se fascine
en cambio con la multiplicidad cambiante, que vaya a buscar
tensiones y sepa que una lengua se estabiliza alrededor de una
ciudad capital o de una iglesia, que seale una toma de poder y no
una lengua madre (Deleuze-Guattari 1997: 104). Necesitamos esas
lecturas para poder hacer hablar a nuestros manuscritos, para no
condenarlos a la repeticin de un texto consagrado, cuya unicidad es
de todos modos muy discutible, y en cambio ver la vida que bulle en
su superficie.
Para definir el objeto de esta disciplina acudimos a lida Lois:
El objeto de anlisis de la crtica gentica son los
documentos escritos por lo general y preferentemente,
manuscritos que, agrupados en conjuntos coherentes,
constituyen la huella visible de un proceso creativo (2001:
2).
Esta afirmacin aparta la crtica gentica de toda una historia
de usos de manuscritos y de documentacin encaminada hacia la
1

fetichizacin de los textos. Si la literatura es un acto creativo de


comunicacin artstica, un acontecimiento que se realiza en un
soporte

inestable,

cambiante,

como

pueden

ser

las

distintas

ediciones, publicaciones diversas o realizaciones performticas, la


modernidad erigi la ilusin de un texto nico que habra que
alcanzar para acceder a una verdad all revelada, y el hallazgo de
manuscritos

sirvi

histricamente

para

afianzar

una

autoridad

interpretativa. Como tantas veces, una sentencia de Borges revela


este mecanismo:
Presuponer que toda recombinacin de elementos es
obligatoriamente inferior a su original, es presuponer que el
borrador 9 es inferior al borrador H ya que no puede haber
sino borradores. El concepto de texto definitivo no
corresponde sino a la religin o al cansancio. (1974 [1932]:
239; destacado en el original.)
La cita pertenece a Las versiones homricas, es una reflexin
sobre la traduccin y fue recopilado en el libro Discusin, que
precisamente tiene este epgrafe de Alfonso Reyes: Esto es lo malo
de no hacer imprimir las obras: que se va la vida en rehacerlas. Me
interesa la impugnacin borgeana al texto definitivo en tanto lo
coloca del lado del engao (es este porque el cansancio lo determin,
no por ser el mejor o el que ms me gusta, sino el que en ese
momento creo que ya no puedo corregir ms), o del lado de la
religin, que presupone monotesta. El texto definitivo, con toda la
carga de irona que Borges es capaz de soterrar, sera la palabra
divina revelada. Por supuesto, esta palabra divina difcilmente
corresponda al autor, sino ms bien a los editores o exgetas.
Al afianzarse en esta nueva materialidad que implica el anlisis
de manuscritos como huellas visibles de una creacin concebida
como un proceso multidireccional, la crtica gentica se aparta en
primer trmino de la textologa, llegando a cuestionar la nocin
misma de texto, y evita del mismo modo la tentacin de buscar en los
manuscritos modernos una manifestacin de la persona del autor.
Desde el lado de la sociologa de la cultura, Roger Chartier advierte:

Los autores no escriben los libros, ni siquiera los suyos. Los


libros, manuscritos o impresos, son siempre el resultado de
mltiples
operaciones
que
suponen
decisiones,
competencias y tcnicas muy diversas (2008: 35).
La crtica gentica va un paso ms all cuando encuentra en su
forma de mirar los manuscritos, una manera de mirar toda escritura.
De ese modo no se trata slo de los libros que circulan, sino que toda
produccin textual requiere esa perspectiva. Es por eso que un texto
aparentemente tan enigmtico como Rizoma, utilizado como
prlogo por Deleuze-Guattari para su Mil mesetas (1997: 9-33), se
convierte casi en un vademcum de la crtica gentica a travs de los
principios enunciados para el rizoma: conectividad y heterogeneidad
en

implicancia

mutua;

multiplicidad

no

por

adicin

sino

por

sustraccin de lo uno; ruptura asignificante con movimientos de


desterritorializacin y reterritorializacin.
En el mismo texto encontramos una definicin de libro que, en
armona con la observacin de Chartier, funciona para entender los
procesos de escritura.
Un libro no tiene objeto ni sujeto, est hecho de materias
diversamente formadas, de fechas y de velocidades muy
diferentes. Cuando se atribuye un libro a un sujeto se est
descuidando ese trabajo de las materias y la exterioridad de
sus relaciones. Se est fabricando un buen Dios para
movimientos geolgicos (1997: 9).
Lo Uno, adherido a la posibilidad de recuperar un origen como
modo de acumular poder de interpretacin, es objeto privilegiado de
crtica en este modo de acercamiento a la gnesis de una obra a
travs de una mirada que se reclama especfica para objetos
especficos, que se niega a homologar el estudio de manuscritos
medievales

(copias

apgrafas

de

un

nico

texto

ilusorio

realizaciones de textualidades que podran, y acaso deberan, ser


consideradas en su diversidad), con el de estos objetos nuevos que
son los manuscritos modernos como huellas de una creacin; restos
arqueolgicos que un escritor deja tras de s cuando el texto est
publicado, que nacen de ese modo no antes de la publicacin, sino
3

despus: en ese gesto de la firma que se imprime en el libro y que


fabrica estos materiales sin firma, cuando el escritor ya autor de su
libro decide no suprimirlos, no borrar todos los archivos previos de su
computadora, no tirar los papeles a la basura. O sin tomar la decisin
expresa de guardarlos ni de destruirlos, acta como Bartleby:
preferira no hacerlo1.

2. Crtica gentica como disciplina de fines del siglo XX


La historia institucional de la crtica gentica tiene una fecha de
nacimiento en 1982, en Pars, donde se funda el ITEM (Institut de
Textes et Manuscrits Modernes) como necesidad para estudiar fondos
documentales del siglo XIX. Ya en 1983, da comienzo el proyecto
multinacional ALLCA XX (Archivos de la Literatura Latinoamericana y
del Caribe del Siglo XX), como respuesta al legado del guatemalteco
Miguel ngel Asturias. En 1984 coinciden dos fechas en Buenos Aires:
por

un

lado,

Ana

Mara

Barrenechea

publica

en

editorial

Sudamericana los borradores que Julio Cortzar le haba obsequiado,


con el ttulo de Cuaderno de bitcora de Rayuela; al mismo tiempo, se
firma un acuerdo de edicin que da comienzo a la Coleccin Archivos,
con un proyecto de publicacin simultneo en Amrica y en Europa. El
segundo tomo de esta coleccin sera la edicin por

lida Lois

publicaba de Don Segundo Sombra (1988), y presentaba ya en ese


momento un prototipo de edicin en soporte digital que se
concreatara aos despus con inclusin de un CD interactivo en el
tomo de El beso de la mujer araa (2002).
1 El famoso personaje del cuento de Melville Bartleby, el escribiente se consume
por ser incapaz, progresivamente, de tomar ninguna decisin ni cambiar en nada el
estado de las cosas. Resulta significativo que la primera emisin de su clebre
preferira no hacerlo corresponda al requerimiento de revisar su transcripcin de
un libro de contabilidad, donde cada tachadura debera ser resuelta hasta quedar
anulada como tal, hasta que todas las copias de la oficina sean idnticas y no
evidenciaran ninguna duda. No es ajena a nuestra percepcin la traduccin de
Borges de esta nouvelle, cuya publicacin original en el peridico Putnams Monthly
puede ser consultada hoy por Internet
http://digital.library.cornell.edu/cgi/t/text/pageviewer-idx?
c=putn;cc=putn;q1=bartleby;rgn=full%20text;idno=putn0002-5;didno=putn00025;view=image;seq=554;node=putn0002-5%3A15;page=root;size=100

Esta simultaneidad responde a una crisis del estructuralismo que


haba llevado al lmite la nocin de texto, que este nuevo enfoque
cuestiona. Al mismo tiempo, son momentos de surgimiento de los
estudios culturales, donde la literatura corre el riesgo de convertirse
en un discurso entre otros. Despojada de todo sentido esencialista o
trascendental, la crtica gentica encuentra en los propios conflictos
discursivos

que

se

dilucidan

en

las

tachaduras,

reemplazos,

amplificaciones y silencios de los manuscritos, la elaboracin de una


clave lingstica donde la sociognesis define su accin. Sin dejar de
lado la especificidad literaria, los aspectos lingsticos despliegan
toda su potencia interpretativa. Al mismo tiempo, la deconstruccin
comenzaba a desplegar un programa que tiene puntos de contacto
con la crtica gentica, especialmente en las reflexiones de Derrida
sobre la escritura y el archivo. Estas coincidencias llevan a un
encuentro donde el filsofo se declara como un borrador (je suis un
brouillon) para los geneticistas expertos que lo convocan a una mesa
redonda. Con esta mirada nos acercamos a los manuscritos,
conformamos

nuestros

archivos

constatamos

al

menos

dos

hiptesis. Estos documentos nos muestran que no hay un origen


nico que lleve a un texto inevitable, sino una multiplicidad de
afectaciones con la que se construye un camino posible, un estado de
archivacin que es la obra publicada (y las diversas formas en que
se hace pblica una obra). Nos muestran tambin que que no hay una
nica lengua, sino un murmullo incesante de dialectos entre los que
el escritor se abre paso para imponer una voz o para lograr la
sustraccin de esa voz.
3. La crtica gentica en la Universidad Nacional de La Plata
como desarrollo de comienzos del siglo XXI
La historia de la crtica gentica en la UNLP es inseparable de las
consecuencias que tuvo la apertura democrtica en la Universidad,
que

permiti,

entre

otras

cosas,

el

regreso

las

aulas

de

personalidades como Ana Mara Barrenechea y lida Lois, y a la vez

motiv cambios en los planes de estudio y aperturas de los


contenidos de las materias a nuevas perspectivas tericas.
En nuestro caso, el Instituto de Filologa de la UBA public en
1994 un nmero dedicado a crtica gentica coordinado por lida Lois,
en el que se daban a conocer por primera vez en espaol artculos de
Louis Hay, Almuth Grsillon, Jean-Luis Lebrave, entre otros. El mismo
ao, Ana Mara Barrenechea dictaba un seminario que sera decisivo
para el desarrollo de un grupo de investigacin en La Plata que se
dedicara en un comienzo al estudio de manuscritos de Manuel Puig,
bajo la direccin de Jos Amcola. A partir de ese seminario comenz
un dilogo ininterrumpido con lida Lois, quien introdujo esta
perspectiva en la que fuera su ctedra de Filologa Hispnica en la
Facultad de Humanidades de La Plata. A partir de su influencia crece
el inters por el estudio de manuscritos y gnesis de escritura en la
formacin

de

grado

(licenciaturas)

posgrado

(maestras

doctorados).
Es necesario detenerse en el desarrollo particular que esta
disciplina tiene en la Facultad de Humanidades de la UNLP, que se
caracteriza por el desarrollo sostenido de proyectos de investigacin
interdisciplinarios. Es en el grado donde la perspectiva geneticista
debe introducirse, ya que supone una mirada diferente sobre la
literatura y su interaccin con los estudios del lenguaje que no se da
en otro momento de la carrera. Cuando lida Lois dej La Plata para
dedicarse de lleno al Archivo Alberdi en el marco de la UNSAM (una
Universidad creada como parte de la ampliacin democrtica de los
estudios superiores), nos convoc a Angelita Martnez para asumir lo
que significa una lengua en perpetuo devenir y a m para continuar la
lnea de la crtica gentica. Es tambin ese dilogo el que llev a
incluir un seminario de crtica gentica en la Maestra de Anlisis del
discurso de la UBA, que dirige Elvira Arnoux, y otro en la Maestra de
escritura y alfabetizacin de la UNLP, dirigida por Mirta Castedo.
Al disolverse el grupo de investigacin que tena como
objetivo la publicacin de El beso de la mujer araa, concretada en

2002, continu trabajando hasta la actualidad con el Archivo de


manuscritos de Manuel Puig, incorporado en su totalidad a la CriGAE
(rea de investigacin en Crtica Gentica y Archivos de Escritores),
conformada a partir de 2011. En la definicin citada: El objeto de
anlisis de la crtica gentica son los documentos escritos por lo
general,

preferiblemente,

manuscritos-

que,

agrupados

en

conjuntos coherentes, constituyen la huella visible de un proceso


creativo, se condensa la doble tarea de la crtica gentica de
preservar, estudiar y editar manuscritos de autor, y de articular una
poltica de archivo que tenga en cuenta que el manuscrito por s solo,
ni ningn otro documento en s mismo, son garanta de una
revelacin sobre el proceso creativo.
4. Reflejos de la crtica gentica en trabajos de investigadores
jvenes
La afirmacin de Levaillant (1985: 30) el borrador ya no es la
preparacin del texto, sino su otro, que Lois (2001: 18) subraya en su
apartado sobre la fase hermenutica, seala una ruptura fundamental
con una orientacin textualista que tiene aos de tradicin y ha
producido ediciones crticas interesantes. No negamos ese aporte,
muchas veces fundado en una paciente reconstruccin que pone a
disposicin textos poco difundidos o de difcil comprensin sin el
aparto crtico que la sustenta2, pero sostenemos una diferencia. Una
edicin gentica tendr como objetivo principal dar a conocer el
proceso de creacin, y esto reordena el material y lo dispone de
manera diferente al de las ediciones crticas, que utilizan los
manuscritos para resolver posibles erratas y agregar datos que
puedan despejar dudas acerca de la fecha de elaboracin o alguna
referencia enciclopdica, todos en cuerpo menor a pie de pgina o al
final del captulo, con el imperativo de no interrumpir el fluir
2 Dos trabajos de Mara Rosa Lojo y su equipo pueden dar cuenta de la importancia
de estas ediciones: la edicin de Luca Miranda, de Eduarda Mansilla
(Iberoamericana/ Vervuert, 2007) y la del Diario de viaje a Oriente, de la coleccin
EALA (Ediciones Acadmicas de Literatura Argentina Siglos XIX y XX), Corregidor,
que alberga tanto ediciones crticas como critico-genticas.

horizontal del rengln. El diseo de la hoja, que en ediciones


genticas y crtico-genticas impone la presentacin de columnas
paralelas, la posibilidad de dar centralidad a un texto descartado por
el autor, la consideracin de cada proceso escritural en su propio
desarrollo y la bsqueda de soluciones particulares que respeten los
principios de legibilidad, exhaustividad y mnemonicidad (Colla 2005:
160), contrasta con el uso de manuales de crtica textual construidos
bajo la concepcin de un Urtext que habra que rescatar, y el registro
de variantes en posicin subalterna con respecto al texto final o
definitivo3. De este modo, la afirmacin en la que nos hemos
detenido: el borrador ya no es (nest plus) la preparacin del texto,
da cuenta de esta mirada previa segn la cual el borrador habra
resultado un estadio imperfecto del texto, un momento de un camino
que llevara de manera ineludible al texto publicado. Al suspender esa
relacin de causalidad y esta temporalidad lineal, el manuscrito se
desarrolla en un tiempo y una lgica heterogneos; es otro, pero no
es ajeno, establece con ese otro estado de archivacin, con esa otra
huella de creacin que es un texto publicado en alguna de sus
posibilidades, un dilogo. No va a narrar la historia del texto ya que
no es su causa directa, pero en cambio podr mostrar un campo de
tensiones irresueltas. Pero adems, si el borrador es el otro del texto,
hay una cantidad de otros que tambin pueden entrar en dilogo:
pelculas, canciones, cartas, episodios biogrficos y cuanto monstruo
heterogneo quiera ingresar en el coto antes protegido de la
literatura. En la prctica de investigacin, esta distincin ha sido
productiva.
3 Siguiendo los principios mencionados, los trabajos emprendidos por geneticistas
abordan tambin el establecimiento de un texto confiable y, entre otras cosas,
depurado de erratas, pero nunca considerado final ni definitivo. Esa instancia
convierte las ediciones genticas (que slo se deberan ocupar de dar a conocer
procesos escriturarios sin privilegiar un momento de archivacin sobre otro) en
crtico-genticas. La necesidad de establecer un texto responde tambin a las
exigencias crticas del geneticismo, que pretende abrir el archivo y mostrar nuevas
posibilidades de lectura. Surge entonces otra diferencia, no slo presenta una nueva
concepcin de la escritura y por lo tanto de la edicin, sino que en su apuesta por
dar a leer el archivo pretende cambiar el lugar del arconte, que deja de ser el
guardin del sentido Ante la ley del texto para Kafka, solo el ltimo de los
guardianes.

Cito la tesis de licenciatura de Vernica Stedile Luna (2014) que


indag la escritura del cuerpo de Violeta Parra, donde enuncia una
relacin particular con el folklore:
El trabajo de Violeta Parra en tanto compositora, cantora,
escritora, artista plstica, se enuncia, entonces, en la labor
recopilatoria que llev adelante hasta el ao de su muerte;
esto supone que el folklore tradicional chileno se convierte
en el espacio que nunca abandona y del que sin embargo se
separa.
Si
hubiera
slo
inscripcin
no
habra
desplazamiento, y si se tratara slo de operar con el
material de la tradicin habra posicionamiento en otro lugar
de enunciacin.
Para pensar ese problema [la experiencia de la escucha
como espacio de enunciacin] es que se conform el
siguiente corpus escriturario: Cantos folklricos chilenos
(CFCh), libro de edicin pstuma que incluye cincuenta y
ocho cantos recogidos por Violeta Parra, []; Dcimas
autobiogrficas (DA), autobiografa en versos tambin de
edicin pstuma; y las cartas recopiladas por Isabel Parra en
El libro mayor de Violeta Parra. Lo que podra pensarse
como tres escrituras: la de transcripcin, la autobiogrfica y
la epistolar, conforman, sin embargo, un estrecho
enlazamiento en el cual no pueden separarse segn su
pertenencia genrica, si lo que se pretende es estudiar el
vnculo entre escritura autorial y folklore tomando el archivo
como poltica de lectura. Escrituras a las que no les es ajeno
el universo de la obra visual: arpilleras, leos, esculturas,
mscaras con materiales reciclables; aunque este trabajo no
pueda abordar su anlisis, es preciso mantenerlas dentro de
esta zona de recorridos que se traza a travs del cuerpo.
Si hubiera slo inscripcin no habra desplazamiento, afirma
Luna. Si un discurso autorial se inscribe en la voz del folklore para
tomar la autoridad de la tradicin, o si el folklore aparece como fuente
de la cual la autora tomara temas, tonadas o formas mtricas, nada
cambiara. No habra desplazamiento y por lo tanto no habra
afectacin, se tratara de un intercambio de favores destinado
principalmente a un proceso de autorizacin. Lo que vemos ac es
que ese corte con una tradicin hermenutica que fcilmente asimila
el manuscrito con el texto permite, al volver a pensar las relaciones,
el surgimiento de lo nuevo. Si el manuscrito fuera slo la preparacin
de lo conocido, podramos acudir a l con el objetivo de enriquecer

una edicin por medio de la suma de ms elementos que volveran a


afirmar una y otra vez lo mismo, cuando de lo que trata la crtica
gentica es precisamente de sustraer la idea de lo uno del texto. Lo
que nos muestran los manuscritos es que el texto nunca fue uno, no
lo es en sus mltiples apariciones (citas, escritura en las redes
sociales, ediciones peridicas, fascculos, libros) y no lo es en relacin
con el archivo de creacin que deja detrs, pero que no destruye.
Aquello que insiste en su obstinada alteridad.
Otra consecuencia evidente se da en el terreno de la
temporalidad: sacar al borrador del camino teleolgico implica pensar
en los diferentes tiempos que conviven en la escritura, no porque la
crtica gentica se quiera desentender de la historia, sino porque
adscribe a una historia que para ser tal se libere del tiempo de la
culpa (Hamacher 2012: 133). Si el manuscrito no es ms la
preparacin del texto es tambin porque en la realizacin de ese
texto estn presentes mltiples contextos posibles y es necesario,
para evitar repetir lo mismo de manera ampliada por un poder
arcntico, mantener una disposicin de lectura que nos permita
vislumbrar, en estos vestigios, aquellos que manifiestan una ruptura
con la determinacin4. La historicidad de este enfoque se ocupa de
analizar huellas materiales de la creacin y se aleja de un positivismo
que quisiera otorgar a estos documentos la posibilidad de ser
portadores de una verdad autoevidente. No se conforma, por lo tanto,
con fechar un manuscrito; sin embargo sabe que esa tarea es
fundamental y debe realizarse para empezar a pensar, aunque al
mismo

tiempo

sabe

tambin

que

la

operacin

de

ubicacin

cronolgica se realiza a partir de un tipo de pensamiento que debera


quedar en suspenso, a la espera. Sabe, lo ha comprobado, que no
slo conviven en una misma hoja de papel diferentes momentos de
escritura, sino que el propio destino de lo que llamamos pre-texto,
4 Pueden denominarse histricos y ser reconocidos como histricos slo aquellos
contextos en los cuales su determinacin se suspende por coercin o casualidad
dando lugar a una causalidad determinada de alguna otra manera. (Hamacher
2012: 133)

10

una vez puestos a pensar en una gnesis de escritura, es posterior a


la conformacin del texto con el que se lo relaciona, sin embargo,
como precedente. Esta peculiar forma del anacronismo se evidencia
en lo que Juan Pablo Cuartas llama, junto con Catherine Malabou, la
plasticidad en espera.
Cuartas (2014) desarrolla en su tesis de grado Los comienzos de
Mario Bellatin: tiempo y consistencia en Efecto invernadero algunos
de los problemas que le trae el trabajo con un escritor vivo que sigue
operando sobre los mismos manuscritos que supuestamente haba
dejado atrs. Descubre, en su reflexin, que esta operacin no
difiere, al menos en su resultado, con el eventual hallazgo de un viejo
manuscrito que revele y exija repensar algn aspecto de la obra de
un escritor ya fallecido
La gran dificultad que implica trabajar con los papeles de un
escritor vivo radica en la movilidad de su firma. Esto
significa que una obra, cuya singularidad an no ha
encontrado el lmite que impone la vida biolgica que es
soporte de una firma, el escritor que la gesta, an est
sujeta a trazos significantes ms recientes o a escrituras
pretritas que adquieren un papel nuevo. Papel est en
cursiva porque ms all de que una escritura pueda volver a
ser reescrita, transcripta, en un papel literalmente nuevo, lo
que intentamos destacar es la nueva actuacin que esa
vieja escritura tiene segn la decisin creativa del escritor
que, en nuestro caso, toma un relato o fragmento de
escritura del pasado y lo echa a andar en una nueva
configuracin. Cabe agregar que esta operacin no difiere,
al menos en su resultado, con el eventual hallazgo de un
viejo manuscrito que revele y exija repensar algn aspecto
de la obra de un escritor ya fallecido: los manuscritos tienen
una temporalidad propia, que apunta ms hacia el porvenir
que al pasado. Pero no porque prefiguren en lo enunciado
alguna situacin futura. El manuscrito no alberga huellas
visibles de un futuro previsto, ninguna huella que colabore
en una lectura de los manuscritos como partes de un
proyecto pensado, meditado, y que desde un comienzo
asigna papeles a cada uno de los diferentes momentos de
escritura, sino que cada manuscrito contiene en s una
plasticidad que exige, primero, tomar la forma o caer bajo la
jurisdiccin de un conjunto mayor (una novela por ejemplo)
y, segundo, afectar de alguna manera ese conjunto mayor al
que lo vinculamos. Catherine Malabou, en La plasticidad en
11

espera, hace una interesante reflexin sobre los exvotos


anatmicos. Estos eran esculturas de cera o metal en los
que los fieles reproducan heridas u rganos enfermos, y que
depositaban en el interior de las iglesias, o cerca de
divinidades benefactoras, a la espera de la curacin. Lo que
Malabou aprovecha en esta prctica es un concepto de
plasticidad que va ms all de la pura inscripcin en la cera
o la pura pasividad de la cera para receptar el sntoma: la
cera capta la forma del sntoma pero, al mismo tiempo, la
consagra, y lo hace captando el tiempo del sntoma, e
incluso la entera inscripcin del sntoma como economa
temporal, pura articulacin entre un estado de hecho,
pasado o presente, y la espera abnegada de un porvenir,
transformacin o sanacin. (Malabou 2010: 86) La cera, y
para Malabou, toda escritura, tiene la capacidad inherente
de revelar lo invisible.
Es esa espera abnegada de un porvenir lo que vamos a
buscar a los documentos que exhumamos y lo que impulsa nuestras
investigaciones.
Estas tomas de posicin estratgicas son los primeros pasos
necesarios de una labor paciente desarrollada en este caso por
jvenes graduados en el contacto directo con los archivos de dos
escritores latinoamericanos, Violeta Parra y Mario Bellatin, quienes a
su vez presentan dos modos radicalmente diferentes de inscribir su
firma en el complicado conjunto que llamamos Amrica Latina. Esta
relacin con lo latinoamericano (analizado en cada una de las tesis
aludidas) opera un poco al modo en que hemos visto en algunos de
nuestros manuscritos, donde funciona la lgica de lo simul, ms que
la del simil (Antelo 2008: 130), no slo en trminos de temporalidades
superpuestas5, sino tambin en tanto presencias coexistentes. En
estos papeles, en las diversas huellas recogidas, no slo no se ve un
texto nico que ira desarrollndose del caos al orden, sino que lejos
de encontrarnos con el ejercicio de una voz plena que ira
5 Quiere decir, entonces, que la esencia del tiempo es una co-existencia
intempestiva, que se activa en el tiempo presente de la lectura y que la
temporalizacin del anacronismo crtico equivale a una participacin temporal en la
temporalidad, es decir a una hiper-temporalizacin infinita y temporalizada del
evento, y de ello se desprende, en ltima instancia, que no es el tiempo lo que
define la crtica cultural. Lo que define la temporalidad cultural es, al contrario, el
con, su sintaxis o composicin, su uso, su poltica. (Antelo 2008: 132)

12

progresando en el desarrollo de una lengua que la exprese,


encontramos un murmullo incesante de dialectos entre los que el
escritor se abre paso para articular una voz, o hacer presente la
sustraccin de esa voz, la ausencia irreparable de un origen.
5. Tesis de la Universidad Nacional de La Plata que abordan la
crtica gentica como perspectiva
Cuartas, Juan Pablo (2014). Los comienzos de Mario Bellatin: tiempo y
consistencia en Efecto invernadero. (Tesis de grado). Tesis de
licenciatura. Disponible en http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/
Goldchluk, Graciela (2003). Intertextualidad y gnesis en los textos
mexicanos de Manuel Puig. Guiones, comedias musicales y novelas
(1974-1978).
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Disponible
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http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.157/te.157.pdf
Hafter, Lea Evelyn (2012). La presencia del cine en la literatura hispnica
del siglo XX. Confluencias y cruces de lenguajes . Tesis doctoral.
Disponible en
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.804/te.804.pdf
Rasic, Mara Eugenia (2013). La escritura potica de Arturo Carrera: la
creacin de un espacio como posibilidad de la obra. Tesis de licenciatura.
Disponible en http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.874/te.874.pdf

Stedile Luna, Vernica (2014). He encontrado una nueva forma de ser


humano : La escritura del cuerpo como intervencin poltica y cultural
en la potica de Violeta Parra. Tesis de licenciatura. Disponible en
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/library?a=d&c=tesis&d=Jte987

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