Cajigas-Rotundo La Biocolonialidad Del Poder

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El giro decolonial: reflexiones para una diversidad epistmica ms all del capitalismo global / compiladores Santiago Castro-Gmez y Ramn

Grosfoguel. Bogot: Siglo del Hombre Editores; Universidad


Central, Instituto de Estudios Sociales Contemporneos y Pontificia Universidad Javeriana, Instituto Pensar,
2007.
308 p.; 24 cm.
1. Geopoltica 2. Ciencia poltica 3. Colonialismo 4. Movimientos sociales - Amrica Latina I. Castro-Gmez,
Santiago, 1958-, comp. II. Grosfoguel, Ramn, comp.
320.12 cd 21 ed.
A1113502
CEP-Banco de la Repblica-Biblioteca Luis-ngel Arango
La presente edicin, 2007
Siglo del Hombre Editores
Cra. 32 N 25-46 Bogot D.C.
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Universidad Central,
Instituto de Estudios Sociales Contemporneos (IESCO-UC)
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la Editorial.

NDICE

Prlogo. Giro decolonial, teora crtica y pensamiento heterrquico ....

Santiago Castro-Gmez y Ramn Grosfoguel

El pensamiento decolonial: desprendimiento y apertura.


Un manifiesto ...............................................................................

25

Walter D. Mignolo

Interculturalidad y colonialidad del poder. Un pensamiento y


posicionamiento otro desde la diferencia colonial ........................

47

Catherine Walsh

Descolonizando los universalismos occidentales:


el pluri-versalismo transmoderno decolonial desde Aim Csaire
hasta los zapatistas.......................................................................

63

Ramn Grosfoguel

Decolonizar la universidad. La hybris del punto cero


y el dilogo de saberes...................................................................

79

Santiago Castro-Gmez

Colonialidad del poder y clasificacin social .......................................


Anbal Quijano

93

Sobre la colonialidad del ser: contribuciones al desarrollo


de un concepto.............................................................................. 127
Nelson Maldonado-Torres

La biocolonialidad del poder. Amazona, biodiversidad


y ecocapitalismo............................................................................ 169
Juan Camilo Cajigas-Rotundo

El bambuco y los saberes mestizos: academia y colonialidad


del poder en los estudios musicales latinoamericanos ................... 195
Carolina Santamara Delgado

Las polticas del conocimiento y la colonialidad lingstica


y epistmica ................................................................................. 217
Fernando Garcs

Lectura no eurocntrica de los movimientos sociales


latinoamericanos. Las claves analticas del proyecto
modernidad/colonialidad .............................................................. 243
Juliana Flrez-Flrez

Ese indiscreto asunto de la violencia. Modernidad, colonialidad


y genocidio en Colombia ................................................................ 267
Mnica Espinosa

Antropologa y colonialidad ................................................................ 289


Eduardo Restrepo

Los autores........................................................................................ 305

LA BIOCOLONIALIDAD DEL PODER


Amazona, biodiversidad y ecocapitalismo
Juan Camilo Cajigas-Rotundo

Recientemente, Arturo Escobar propone un balance del proyecto latinoamericano modernidad/colonialidad, destacando sus lneas de argumentacin
generales, basadas en una crtica a la modernidad que evidencia su inherente carcter colonial (Escobar, 2003, p. 77). Escobar propone ampliar los
horizontes de este proyecto a partir de la inclusin de tres terrenos frtiles
de discusin: la perspectiva de gnero, las economas alternativas y la perspectiva de la ecologa poltica. Segn Escobar, el programa de investigacin
modernidad/colonialidad necesitara una nueva arena de discusin: el patrn
de poder colonial sobre la naturaleza. Avanzando en esta direccin, quiero
mostrar que los discursos moderno/coloniales no solamente producen subjetividades y territorialidades, sino tambin naturalezas, es decir, es posible
evidenciar una colonialidad de las naturalezas. Propongo, entonces, una
lectura de la naturaleza que, por un lado, evidencia los dispositivos poscoloniales presentes en las actuales luchas por la definicin de la biodiversidad,
y que, por el otro, escapa a las posturas que reifican y esencializan a las poblaciones locales implicadas en este conflicto. Por ello considero importante
ampliar la nocin propuesta por Anbal Quijano de colonialidad del poder,
basada slo en la articulacin de las poblaciones indias y africanas, a las
jerarquas laborales del sistema-mundo. Utilizar la nocin de biocolonialidad
del poder, para referirme a la actual produccin de la naturaleza en el marco
del capitalismo posfordista.
En este trabajo abordar el problema de la biodiversidad en el contexto
de la globalizacin hegemnica, entendida como la fase actual de una colonialidad de larga duracin. Para esto delinear una cartografa cognitiva,
utilizando como eje dos relatos que sintetizan las posiciones occidentales y
las amaznicas (organizaciones indgenas/bosquesinas1) en torno a la bio1

En la zona del sur del trapecio amaznico, en donde se centra el presente estudio, se
presentan cada vez ms asentamientos constituidos por varias etnias: ticunas, cocamas,

169

diversidad como campo de conflicto. Con respecto a la primera, me referir


al relato de la escasez y, en relacin con la segunda, al relato de la abundancia. Ambos relatos surgen de epistemologas diferentes, que establecen
entre s relaciones de subordinacin y resistencia, y articulan polticas de biodiversidad.

LA

VISIN GLOTONA Y EL RELATO DE LA ESCASEZ

La modernidad trae consigo una particular construccin de naturaleza


determinada por el auge y consolidacin del capitalismo como una forma
especfica de las relaciones sociedad-naturaleza. Esta construccin tiene
sus comienzos en la formacin del sistema-mundo en el siglo XVI, cuando
Europa se constituye en centro de una red planetaria de saber/poder. En
sta, y a partir de la Ilustracin, la naturaleza se encuentra escrita en un
lenguaje matemtico que es vlido para todo lugar y tiempo, es universal
y necesario, perdiendo as cualquier atributo y valor que pueda tener en s
misma ms all de los intereses humanos; ya no hay telos fin ltimo en
la naturaleza, sino solamente en la accin humana. Newton consolida el
paradigma de la fsica como estudio de las leyes universales que rigen los
fenmenos mediante el determinismo (causalidad simple) y la reversibilidad
(retroceso del movimiento). El humano, en esta dimensin, es sujeto de un
conocimiento objetivo, se encuentra despojado de cualquier carga afectiva y
tiene total control sobre su racionalidad. La realidad es reducida a lo uniforme, descolorido y simple, es objeto, algo que se contrapone al sujeto, y que
puede ser observado de manera neutral por ste; lo real es una mquina,
es un reloj puesto en funcionamiento por un relojero trascendental. De otro
lado, siguiendo a Bacon, el conocimiento es poder, sirve para algo, tiene un fin
especfico. De ah que exista una estrecha ligazn entre la ciencia y la tcnica
y, de manera directa, entre la ciencia y el mercado capitalista.
Esta particular construccin de naturaleza, justificada por la filosofa
moderna desde Descartes hasta Kant, lleva inscrita una antropologa de
la mirada, es decir, un particular desarrollo de los sistemas de ubicacin
visual en el espacio; sistemas que posibilitaron el predominio sociocultural
del rgano de la visin y determinaron la articulacin del conocimiento. El
materialismo y el realismo proveyeron, con su ocucentrismo, otro matiz de
yaguas, ocainas, yukunas, makuna, uitoto, adems de colonos; lo cual est produciendo
un tipo particular de relaciones intertnicas e interraciales, categorizadas con la nocin de
sociedades bosquesinas; nocin que privilegia el modo de subsistencia (vivir de la selva
y el ro) sobre el origen tnico (Echeverri y Gasch, 2004). Las sociedades bosquesinas se
caracterizan por la existencia de grupos de solidaridad (mingas, fiestas, ceremonias), una
cultura local (donde coexisten formas tradicionales y objetos del mercado), un lenguaje
(espaol loretano en Per, amaznico en Colombia), una economa de carcter pluriactivo
y anrquico (se alternan actividades de subsistencia, relacionadas con el mercado laboral
y el consumo mercantil), lo que constituye, a nuestro parecer, una articulacin disidente
de las economas regionales, nacionales y transnacionales.

170

la importancia de la visin en la mstica cristiana. Esta mirada fue secularizada y pragmatizada para los fines de expansin capitalista, y se ve reflejada
en el desarrollo de la cartografa, como mecanismo de control colonial sobre
las tierras de ultramar (Mignolo, 1995). La matematizacin de la perspectiva
permiti, as, el control sobre los espacios geogrficos coloniales y sus gentes. Lo cual supone la ubicacin intensificada de un punto de observacin
atemporal, universalizable. Segn Castro-Gmez, esta hybris del punto cero
posibilita el establecimiento de criterios jerrquicos sobre los sistemas de conocimiento endgenos de los grupos dominados.
Me refiero a una forma de conocimiento humano que eleva pretensiones de objetividad y cientificidad, partiendo del presupuesto de que el observador no forma parte
de lo observado. Esta pretensin puede ser comparada con el pecado de la hybris,
del cual hablaban los griegos, cuando los hombres queran, con arrogancia, elevarse
al estatuto de dioses. Ubicarse en el punto cero equivale a tener el poder de un Deus
absconditus que puede ver sin ser visto, es decir, que puede observar el mundo sin
tener que dar cuenta a nadie, ni siquiera a s mismo, de la legitimidad de tal observacin. Equivale, por tanto, a instituir una visin del mundo reconocida como vlida,
universal, legtima y avalada por el Estado. Por ello, el punto cero es el del comienzo
epistemolgico absoluto, pero tambin el del control econmico y social sobre el mundo.
Obedece a la necesidad que tena el Estado espaol (y luego todas las dems potencias
hegemnicas del sistema mundo) de erradicar cualquier otro sistema de creencias
que no favoreciera la visin capitalista del homo oeconomicus. Ya no podan coexistir
diferentes formas de ver el mundo, sino que haba que taxonomizarlas, conforme a
una jerarquizacin del tiempo y el espacio. Todas las dems formas de conocer son
declaradas como pertenecientes al pasado de la ciencia moderna; como doxa que
engaa los sentidos; como supersticin que obstaculiza el trnsito hacia la mayora
de edad (Castro-Gmez, 2005b, p. 63).

Pero ahora, con el advenimiento del capitalismo global, esta estrategia de la


mirada moderno/colonial puede ser complementada con su transformacin
en los discursos posmodernos del desarrollo sostenible, que toman como un
hecho natural la escasez. A la hybris del punto cero, propia de la sociedad
capitalista/industrial, se le aade ahora la gula de la visin, como forma de
observacin poscolonial.
La acumulacin de capital, posibilitada por el saqueo y explotacin de
las colonias, gener y contina generando, en los centros del sistema-mundo, una sociedad del confort basada en el consumo de bienes suntuarios.
Este confort supone la produccin de cuerpos articulados a partir de un
irrefrenable estado de sobre-excitacin, que se encuentra en la base de la
reproduccin del capital a partir del circuito de produccin y consumo (Virilio, 1996). Ahora bien, el confort y la sobreexcitacin producen la gula de
la mirada, es decir, la bsqueda insaciable de nuevas fuentes de consumo.
La gula de la mirada se hace evidente en los discursos del desarrollo sostenible y, en general, en el proceso de ambientalizacin y conservacin de la
naturaleza (Escobar, 1996). El desarrollo sostenible surge en el contexto
de incertidumbre que a partir de los aos setenta produce, por una parte,
el incumplimiento de las promesas del desarrollo en los pases perifricos y,
171

por otra, las contradicciones propias de la economa capitalista en relacin


con el medio biofsico, la justicia social y la realizacin personal. As las cosas, comienza a construirse, ya no una naturaleza, sino el ambiente en
relacin directa con las exigencias de la sociedad post-industrial.
A partir de los aos setenta se presenta un giro en la idea de desarrollo,
que busca conciliar la dinmica de crecimiento del capital con los lmites
de los sistemas biofsicos, emergiendo as la idea del desarrollo sostenible.
Acuerdos internacionales (lase, imperiales), como el de Estocolmo 72 y La
Comisin Bruntland, entre otros, establecen regulaciones globales para el
control y manejo adecuado de la naturaleza, que se concretan en una gestin
y planificacin ambiental. Sin embargo, aqu el ambiente es construido a
partir de una representacin propia de los contextos sociales de la opulencia
y de su particular visin glotona. Esta gula de la mirada genera, por tanto, la
representacin de la escasez, es decir, el discurso segn el cual el progreso
material se define como una superacin de aquellas cosas que nos faltan
para alcanzar un determinado nivel de vida. Desde este punto de vista, la
naturaleza es mirada como fuente inagotable de recursos para saciar la glotonera y garantizar el aumento constante de los niveles de consumo.
A finales de los aos ochenta, la comisin Brundtland propone la estrategia
del desarrollo sostenible, enunciada como la conservacin de los recursos
naturales para el bienestar de las generaciones futuras. Sin embargo, el documento de la comisin deja un amplio margen de ambigedad sobre el tipo
de bienestar que se persigue, y sobre quines son y en dnde vivirn esas
generaciones futuras. La situacin del mundo en aquella poca ya empezaba
a marcar el progresivo aumento de situaciones de riesgo latente para las sociedades opulentas del norte: inmigraciones, contaminacin ambiental, prdida
del Estado proteccionista y de bienestar, entre otras. Estos fenmenos son
consecuencia de las acciones colonialistas que el mismo desarrollo expansivo
del capitalismo implic: la cara oscura de la modernidad. Por eso se habla hoy
del efecto boomerang (Beck, 2002), que anuncia la prdida de la era de la
seguridad, la confianza y la certeza del desarrollismo, tan caracterstica de
los discursos de la posguerra. De esta seguridad se pasa en los aos setenta
al abismo de la incertidumbre, en sintona con la denominada condicin
posmoderna (Lyotard, 2004). El crecimiento econmico enfrenta, ahora, una
crisis de naturaleza, dada la degradacin de varios sistemas biofsicos en el
mundo por la sobreexplotacin productiva, y una crisis de justicia, dadas
las asimetras de poder e inequidades que implica la cara colonial (endgena
y exgena) de las relaciones mundiales capitalistas.
Frente a la situacin de los lmites del desarrollo emerge, entonces, la
perspectiva fortaleza del norte (Sachs, 1999, p. 25), que garantiza la seguridad del modo de vida de los pases ricos frente a la incompetencia, la ignorancia, la sobrepoblacin y la insostenibilidad que caracterizan a los pases
del sur. Se buscaba con ello mantener la era de la seguridad y la opulencia,
a travs de la reconfiguracin del lugar de la naturaleza en la maquinaria
172

del capital. Contrario a lo que perseguan y persiguen los movimientos sociales ambientalistas centrados en la reformulacin radical del capitalismo,
con tal de conservar la naturaleza, esta perspectiva, agenciada por las elites
corporativas del primer mundo, reformula la naturaleza con tal de conservar
el capitalismo. La naturaleza, ahora ambientalizada, queda resignificada,
reaxiomatizada y recapturada por la lgica del capital global.2 A partir del
desarrollo de tecnologa verde sera posible mantener niveles altos de productividad y crecimiento econmico, aunque con menos contaminacin y
consumo de recursos naturales. En esta perspectiva jams se ponen en duda
los fundamentos de la productividad y el economicismo, que constituyen el
a priori de la sustentabilidad. La naturaleza es capital natural, al igual que
el trabajo es capital humano.
De otro lado, la mirada glotona que genera escasez, dados sus niveles de
consumo, ve un agotamiento de las fuentes biofsicas en el sur, agravada
por el problema de la sobrepoblacin. Las imgenes satelitales registran
progresivamente cmo las poblaciones pobres del sur destruyen los bosques
tropicales por el uso de tcnicas de agricultura tradicional, particularmente
la tumba y quema. Desde esta mirada colonial, la falta de crecimiento econmico, de educacin tecnolgica y la ausencia de planificacin social son
los factores que llevan a la degradacin ambiental del sur. Por eso, slo la
transferencia de ciencia y tecnologa y, en general, de los dispositivos del desarrollo, solucionarn realmente esta problemtica. El norte es representado,
entonces, como el lugar de la razn, la estabilidad, la limpieza, la opulencia
y la excelencia, en contraste con un triste sur, lugar de atraso, insalubridad,
violencia, tecnologas obsoletas y capital insuficiente. Frente a este sur, cada
vez ms peligroso y acechador de las fronteras de la prosperidad material
y cultural, propias de la verdadera civilizacin, se hace necesario controlar
la inmigracin y plantear una poltica de la distribucin de los riesgos ambientales. Mantener a las poblaciones del sur encerradas en sus propias
fronteras, y convertir sus territorios en un botadero de la contaminacin
industrial producida por el norte, al mismo tiempo que los recursos naturales y los conocimientos tradicionales all presentes se elevan a la categora
de patrimonio inmaterial de la humanidad, se convierte en un imperativo
biopoltico del imperio (Hardt y Negri, 2004). En los discursos hegemnicos
del desarrollo sostenible, la degradacin ambiental es causada por la pobreza
de las poblaciones del sur, pero nunca cuestionan realmente los altos niveles
de consumo del norte: el glotn slo ve su hambre, es esclavo de su ansiedad;
ha perdido la nocin de sus propios lmites (la hybris).

En este sentido, aparecen estrategias como la ecoeficiencia, que perpetan el reduccionismo propio de la visin economicista hegemnica, segn la cual, todo se soluciona con
tecnologa, ya que mediante el auge de las ciencias y tcnicas ingenieriles ambientales
sera posible producir ms con menos.

173

ECOCAPITALISMO

Y SOCIEDAD DE CONTROL

En este punto ubicamos la biotecnologa como aquella subdisciplina que


produce la recombinacin de informacin gentica. En este sentido, puede
decirse que la biotecnologa tambin pertenece al campo de las nuevas tecnologas de la informacin, y forma parte de aquello que Hardt y Negri han
denominado la lgica del capitalismo posfordista. Desde los aos cincuenta,
campos como la biotecnologa y la ingeniera gentica inauguran una era
postnatural (Escobar, 2002), generando hipercuerpos e hipernaturalezas3
que median en la lgica misma de lo orgnico de lo vivo, produciendo
artificios que terminan estrechamente ligados a la lgica del capital global.
Estos desarrollos cientficos plantean la posibilidad de construir entidades
hbridas, producto de la recombinacin de su constitucin gentica. Grandes
proyectos, como el del genoma humano, la clonacin reproductiva de animales
y de tejidos, operan a partir de la posibilidad de manipular las secuencias
genticas. Segn estas tecnologas, es posible hacer cortes transversales en
las secuencias de informacin del ADN, para luego, mediante un proceso de
cut and paste intracelular, incrustar en redes celulares madre cdigos genticos halgenos (Capra, 2003).
La naturaleza histrica que construye la modernidad, al ser matematizada
y desencantada, perdi cualquier fuente de valor intrnseco: ya no era physis,
flujo de vida que anima los seres (mundo greco-romano), pero tampoco era
ens creatum, creacin divina que refleja los atributos de Dios (mundo cristiano-feudal). Al ser objetivizada en el mundo burgus-mercantil, la naturaleza
es convertida en una instancia externa, susceptible de ser instrumentalizada, manipulada segn imperativos tcnicos, y degradada, en ltimas, a la
categora de recurso. Adems de ser objeto de intervencin cientfico-tcnica, la naturaleza moderna queda inscrita en el proceso de constitucin y
consolidacin de los Estados nacionales que, tanto en Europa como en las
periferias, orientaban la produccin industrial, guiados por una economa de
tipo fordista (Coronil, 1997).
A partir de los aos sesenta, esta naturaleza moderna comienza a ser
transformada con otros discursos que la ambientalizan, de acuerdo con los
imperativos del ecocapitalismo, como nuevo axioma del aparato de captura
3

Las biotecnologas plantean la constitucin de hipercuerpos, en el sentido de que es posible modelar sus caractersticas y potencialidades; hablamos del fin de la naturaleza
orgnica del cuerpo animal humano, ya que lo orgnico pareciera ser trascendido por
lo artificial. Igualmente, hablamos de hipernaturalezas, ya que la biotecnologa tambin
presenta aplicaciones en el campo de la industria agrcola. La pretensin, en este caso, es
la de construir alimentos modificados genticamente, que respondan a ciertos vectores
de produccin biopoltica: alimentos ms resistentes a las plagas, que tengan un tiempo
mayor de durabilidad, y que provean de ms elementos a los hombres sobreexcitados.
Las grandes industrias de la alimentacin, como Monsanto, pretenden el control sobre
toda la cadena de produccin alimenticia, desde las semillas, que son transgnicas, hasta
la circulacin en los centros de abastecimiento urbanos, impidiendo la independencia y
autonoma de las poblaciones rurales.

174

capitalista/colonial. En su primera fase (aos sesenta y setenta) se hacen


evidentes las contradicciones inherentes del ecocapitalismo, es decir, el crecimiento econmico desbocado; y el circuito de produccin supone el agotamiento de estas mismas condiciones materiales de productividad: la fuerza
de trabajo y la naturaleza. Entre ms se esfuerza por aumentar sus niveles
de productividad y eficiencia, rediseando el espacio urbano, transformando
los mecanismos de contratacin laboral y las tecnologas agroindustriales, el
capital destruye cada vez ms y agota sus propias condiciones de posibilidad
(O Connor, 2004).
Pero con la emergencia, en los aos ochenta, de la sociedad del conocimiento y de la economa de tipo posfordista, basada en la produccin inmaterial,
el ecocapitalismo entra en una fase posmoderna (Escobar, 2002; OConnor,
1994). En efecto, con el auge de la biotecnologa y la ingeniera gentica,
asociadas a las llamadas industrias de la vida, la naturaleza deja de ser un
recurso natural, en la medida en que ya no es una instancia externa, sino
que comienza a estar situada en un plano de inmanencia, articulado a partir
de la lgica misma de reproduccin del capital. El nuevo giro consiste en que
el capital axiomatiza (Deleuze y Guattari, 2000) la constitucin interna de lo
vivo, a travs del modelamiento y el diseo gentico. Si a la forma moderna
del capital le corresponde una colonizacin molar de la naturaleza, a la forma posmoderna le corresponde una colonizacin molecular, que constituye
hipernaturalezas o tecnonaturalezas.
Es necesario resaltar que el ecocapitalismo se desenvuelve en el mbito de
los regmenes biopolticos posmodernos, propios de la sociedad de control,
que aspira a intensificar la manipulacin de las diferentes dimensiones de
la vida, tanto humana como no humana. La naturaleza moderno-capitalista
estaba vinculada con la sociedad disciplinaria y sus particulares aparatos
biopolticos, que de manera trascendente homogeneizaba los cuerpos humanos y su cuerpo inorgnico la naturaleza. En la sociedad de control,
en cambio, el poder acta de manera inmanente y reticular, redimensionando la axiomtica del capital y su particular produccin de subjetividad
y naturaleza. El poder se expande, se minimaliza, alisando el estriaje que
caracterizaba a la sociedad disciplinaria (Hardt y Negri, 2002). En este plano,
la naturaleza es reaxiomatizada a travs de una maquinaria, ya no industrial sino posindustrial y ciberntica, productora de tecnologas biopolticas
(observacin satelital, ciberespacio, biotecnologa) que actan de manera
rizomtica, molecular. De ah la emergencia de naturalezas hbridas, donde
lo artificial y lo orgnico se confunden. Sintetizando, a partir de los aos
ochenta, el ecocapitalismo entra en una fase posmoderna que, en el contexto
de la sociedad de control, transforma y construye la naturaleza a travs de tecnologas biopolticas de carcter rizomtico.
Ahora bien, estas caractersticas del ecocapitalismo se manifiestan de
manera particular en el contexto del sistema-mundo posmoderno/poscolonial (Mignolo, 2002), a travs de los proyectos globales de conservacin de la
175

biodiversidad y uso del conocimiento tradicional. Esto nos lleva a reflexionar


sobre el modo como las polticas del conocimiento y de la biodiversidad conllevan nuevas formas de colonialismo. En este sentido nos referiremos a la biocolonialidad del poder.

LA

BIOCOLONIALIDAD DEL PODER: ECOLOGAS POLTICAS DEL CONOCIMIENTO

Y LA BIODIVERSIDAD CULTURAL

El ecocapitalismo es una manifestacin de la emergencia de un nuevo sistema de relaciones econmicas, culturales, jurdicas, polticas y sociales, que
algunos autores denominan el Imperio o la sociedad-red (Hardt y Negri, 2002,
Castells, 2000). La cibercultura, la produccin de subjetividades centradas
en el consumo, el paso de una economa fordista, basada en la produccin
de objetos, a una economa posfordista, centrada en la produccin inmaterial (conocimiento e informacin), el auge de las nuevas tecnologas, son
algunas caractersticas de este tipo de sociedad, que ha sido identificada con
la globalizacin hegemnica, es decir, con la expansin final y abismal de la
lgica del capitalismo en el espacio-tiempo mundial.
De otro lado, los estudios denominados poscoloniales, subalternos y posoccidentales, realizados desde Asia, frica y Latinoamrica entendidos no
slo como espacios geogrficos sino como lugares que activan el pensamiento
crtico-emancipador, han venido articulando una perspectiva que hace
evidente la cara colonial de la expansin capitalista y de su proyecto cultural.
Particularmente, desde Latinoamrica se realiza una crtica a la modernidad,
comprendindola como un proceso histrico de carcter colonial y de larga
duracin, que adquiere forma a partir del descubrimiento de Amrica.
La modernidad y la colonialidad son vistas como dos caras de una misma
moneda, es decir, como parte integral de un sistema, caracterizado por la
heterogeneidad estructural, que posibilita una distribucin asimtrica del
poder y se concreta en el saqueo y la sobreexplotacin de las colonias. Como
lo ha mostrado Quijano, la modernidad lleva consigo una serie de patrones
coloniales de produccin de subjetividad, articulados a partir de la idea de raza
(pureza de sangre), que posibilitaban la subordinacin tnica y epistmica de
las poblaciones subyugadas. En efecto, la colonialidad del poder operaba en
el contexto del sistema-mundo moderno/colonial a travs de la colonizacin
del imaginario de las formaciones epistmicas negras y amerindias, basadas
en los sistemas ancestrales y holistas de conocimiento.
Ahora bien, al hablar de la emergencia del Imperio o la consolidacin de
una sociedad-red que le da forma, la pregunta por la colonialidad del poder
adquiere una nueva dimensin que podra denominarse bio-colonial. Despus
de hacer un seguimiento a la formacin del ecocapitalismo que potencia la
visin glotona y voraz, a travs de los discursos del desarrollo sostenible,
abordaremos ahora la cuestin de la naturaleza y, en particular, el proyecto
de la biodiversidad, para comprender las nuevas articulaciones de la di176

ferencia colonial en el sistema mundo posmoderno/poscolonial (Mignolo,


2002; Castro-Gmez, 2005b). Para el caso que nos compete, la biodiversidad,
es necesario identificar los actores sociales que, desde sus intereses particulares, constituyen mecanismos para producirla y controlarla. Estos actores
sociales se encuentran ubicados en puntos estratgicos del sistema-mundo
posmoderno/poscolonial, y a partir de ah generan mltiples construcciones
discursivas de la biodiversidad. Hablaremos, entonces, de una biodiversidad
hegemnica, construida por los actores dominantes del Imperio, y de una
biodiversidad contrahegemnica, construida por actores como las organizaciones amaznicas, a las cuales me referir ms adelante.
En este sentido, la produccin hegemnica de la biodiversidad, actualizada
por las elites corporativas y las empresas transnacionales dominantes, se
concretiza mediante los regmenes jurdicos globales del Imperio. Acuerdos
internacionales, como los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados
con el Comercio y el Convenio Internacional de la Diversidad Biolgica, entre
otros, hacen especial nfasis en la nocin de escasez, de prdida de los recursos naturales, o disminucin de la biodiversidad, y proponen soluciones
de tipo tecnocientfico, potenciadas por el auge de las ciencias de la vida. A
partir de este discurso, las poblaciones y ecosistemas propios de los pases
en desarrollo del sur comienzan a cobrar un nuevo significado. De ser vistos
como obstculos para el desarrollo, dadas sus peculiaridades biolgicas
y culturales, ahora pasan a ser vistos como guardianes de la biodiversidad, debido al potencial de sus conocimientos ancestrales (Castro-Gmez,
2005b; Ulloa, 2004). Es en este sentido que hablamos de la biocolonialidad del
poder.
La biocolonialidad del poder se hace evidente, de manera particular, en
la serie de acuerdos internacionales que desde los aos noventa propenden
por la normativizacin global que protege las producciones e innovaciones
cientficas y la propiedad intelectual. Instrumentos jurdicos imperiales, como los denominados TRIPS (Trated Related Aspects of Intellectual Property),
protegen el conocimiento cientfico/empresarial como mecanismo que permite
sacar provecho econmico del trabajo creativo, ligado a la produccin de las
industrias de la vida y al manejo cientfico de la biodiversidad; sin embargo,
a la vez generan nuevos mecanismos de subordinacin de los sistemas de
conocimiento no-occidentales, y de su particular construccin de naturaleza
(Lander, 2002).
Los TRIPS regulan los derechos de propiedad industrial referidos a marcas de fbrica, indicaciones geogrficas, dibujos o modelos empresariales,
patentes, secretos industriales y derechos de obtentores vegetales. Estos
derechos permiten patentar material biolgico modificado, posibilitando la
privatizacin de la vida. Las patentes son otorgadas si la solicitud cumple
los requisitos de novedad, altura inventiva y aplicabilidad industrial. Para el
caso de la biotecnologa, es posible conceder patentes si se aslan genes o se
los modifica, ya que esto otorgara un valor agregado al producto del trabajo
177

creativo. En la dcada de los ochenta fue concedida una patente, por parte
de la corte suprema de los Estados Unidos, a Ananda Chakravarty, quien
trabaj sobre una variedad de bacteria del gnero pseudomonas, capaz de
analizar el petrleo crudo (Shiva, 2001). Si bien, el tema de las patentes se
remite al siglo XIX, cuando fue otorgada una patente a Louis Pasteur sobre
un tipo de levadura, a partir de este momento el campo de lo patentable ha
crecido: plantas nuevas con reproduccin asexual (1939), nuevas plantas
con reproduccin sexual (1970), mamferos transgnicos no humanos (1988),
compuestos naturales purificados, incluso del cuerpo humano (2000) (Lander, 2002, p. 76).
Sin embargo, los TRIPS no respetan aspectos como la identificacin y
territorializacin del acceso a los conocimientos tradicionales y al material
biolgico, entrando en contradiccin directa con el margen de defensa que
abren otros acuerdos internacionales, como el CDB (artculo 8J, que propende
por el reconocimiento y respeto de los conocimientos e innovaciones locales),
y con las disposiciones que pretenden garantizar la soberana nacional sobre
la biodiversidad, presentes en acuerdos andinos, como las decisiones 391
y 486 de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), as como la distribucin
equitativa de los beneficios producto del uso de la biodiversidad (Gmez-Lee,
2004). Partiendo de estos acuerdos legales (TRIPS en relacin directa con
megaproyectos jurdicos como el ALCA y el TLC), se concreta un marco para
la comercializacin de los componentes de la biodiversidad a travs de los
ttulos de propiedad intelectual. De acuerdo con estos, las industrias de la
vida (farmacuticas, empresas cosmticas, de alimentos, agroindustriales
y de energa) entran a controlar la base biolgica y ecosistmica de la reproduccin social. Hasta el momento, el 93% de las patentes ha sido otorgado a
Estados Unidos, la Unin Europea o Japn, y tan slo el 3% ha sido concedido
a pases en desarrollo (Hernndez, 1999). Es evidente la tendencia hacia la
concentracin global del poder y del conocimiento, y hacia el establecimiento
de nuevas formas (posmodernas) de colonialidad.
Los tratados imperiales sobre biodiversidad y propiedad intelectual privilegian una nocin cientificista/empresarial del saber, esto es, individual,
fragmentaria, compartimentalizada, ciberntico-mecanicista y patriarcal.
Esta formacin del saber proyecta sobre la naturaleza un conjunto de campos
analticos sobre los cuales se levantan ciertos objetos de conocimiento, que
aparecen como entidades aisladas entre s, desconociendo sus interrelaciones
(Capra, 2003). As, la tecnociencia biopoltica constituye la vida orgnica como
una mquina ciberntica. Con todo, en estos tratados no se tiene en cuenta, de
manera integral, el carcter colectivo de las formaciones de saber y sistemas
de conocimiento propios de los pueblos no occidentales. Este tipo de saberes
slo son tenidos en cuenta en la medida en que sirven como catalizadores
en las empresas de bioprospeccin y biopiratera, es decir, en la medida en
que proveen de informacin sobre el uso y la ubicacin de material biolgico
susceptible de comercializacin. De ah que en estos tratados se d un lugar
178

a los conocimientos tradicionales y folclricos (Comit Intergubernamental


sobre Propiedad Intelectual y Recursos Genticos, Conocimientos Tradicionales y Folclor, 2000). Se privilegia entonces el conocimiento individualizado
y masculino, posedo por sujetos particulares dentro de las comunidades,
los chamanes, obviando que este conocimiento es producto de una tradicin
cognitiva local, articulada a partir de interacciones complejas con los ecosistemas, donde las mujeres juegan un papel de suma relevancia a travs de las
diversas prcticas agro-silvo-pastoriles (Van der Hammen, 1992).
A pesar de los esfuerzos realizados por actores estatales y no estatales,
representantes de la sociedad civil de los pases mega-biodiversos, para consolidar un sistema de proteccin sui generis de los conocimientos tradicionales,4 en la actualidad no son definitivos, ni los mecanismos jurdicos que
garantizan la proteccin para los conocimientos tradicionales, ni la mejora en
las condiciones materiales de existencia de las poblaciones locales, a partir
de la reglamentacin autnoma y suficiente de sus territorios ancestrales.
Este tipo de conocimiento y sus territorios figuran en el imaginario imperial como reservas de biodiversidad, que son patrimonio inmaterial de la
humanidad. De nuevo, es ambiguo el uso del trmino humanidad. De
quin y para quin es la biodiversidad? Quines son la humanidad? Estas
asimetras de poder/conocimiento generan nuevas formas de subordinacin
dentro del Imperio, lo que nos lleva a explorar las nuevas articulaciones de
la diferencia colonial. En los apartados que siguen haremos un seguimiento
de esta discusin, tomando como locus de enunciacin la Amazona colombiana, que dentro de la cartografa epistmica trazada, proyecta el relato de la
abundancia.

AMAZONAS

IMAGINADAS: NUEVOS DORADOS Y OTROS INFIERNOS VERDES

La regin amaznica tiene 7,8 millones de Km2, que equivalen al 60% del
territorio de Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Per, Surinam y
Venezuela. Representa el 44% de la superficie de Amrica del Sur y es igual
al 73% del territorio de Europa. Su superficie equivale al 70% de todos los
bosques tropicales del mundo, concentrando aproximadamente el 60% de la
biodiversidad del planeta. Alberga el 20% del agua potable del planeta y el 10%
de la biota universal: tiene ms de 60.000 especies vegetales, 300 mamferos
4

La Decisin 391 de la CAN (entr en vigencia el 17 de julio de 1996) desarrolla un rgimen


comn sobre acceso a los recursos genticos con vigencia en Bolivia, Colombia, Ecuador,
Per y Venezuela. Cabe destacar que es la primera norma comunitaria que regula estos
temas a nivel mundial. Reconoce el derecho de autonoma de los pueblos indgenas al
sealar, en el cap. II, que los pases miembros deben reconocer y valorar la facultad para
decidir de las comunidades indgenas, afroamericanas y campesinas sobre sus conocimientos, innovaciones y prcticas tradicionales, asociados a los recursos genticos y a sus
productos derivados. Consagra, adems, el derecho a obtener beneficio a favor del proveedor
del componente intangible, en el artculo 35, y en el artculo 2 obliga a prever condiciones
para una participacin justa y equitativa en los beneficios derivados del acceso (Gmez
Lee, 2004, p. 189).

179

y 2.000 peces. La amazona colombiana constituye el 35% de su extensin


total, y all viven 52 grupos tnicos que han habitado la selva milenariamente
(aprox. 10.000 aos antes del presente) (Franco, 2002; Meggers, 1989).
Debido a su importancia ecolgica, cultural y geopoltica, la amazona
ha sido y ser el lugar de origen de mltiples imaginarios, articulados a los
discursos que justificaban la colonizacin. Aqu se evidencia cmo los imaginarios y smbolos tienen una eficacia prctica (Palacio, 2003, p. 8): desde el
siglo XVI, con los conquistadores que buscaban oro para la naciente potencia
hispano-lusitana (primer centro del sistema-mundo moderno/colonial), y
con los misioneros que perseguan la conversin de las almas salvajes para
el catolicismo (en lucha contra el avance del protestantismo en Europa),
siguiendo en el siglo XIX, con los comerciantes de quina y caucho,5 hasta
llegar al siglo XX, con los cocaleros y mineros, que concretan el anclaje de
las materias primas del Amazonas con el modo de produccin propio del
capitalismo fordista/colonial, basado en la sobreexplotacin de la mano de
obra indgena y campesina. A lo largo de este periplo extractivista, el imaginario predominante ha sido el de El Dorado, y su contracara, el infierno
verde. Pero, comenzando el siglo XXI, la biodiversidad cultural del Amazonas
emerge como el ltimo Dorado o paraso ecolgico para las fuerzas imperiales, y como un nuevo infierno verde para las poblaciones tradicionales,
que enfrentan el proceso de reapropiacin de la regin en el contexto de un
nuevo capitalismo, basado en la produccin inmaterial y en la colonizacin
molecular de lo orgnico.
En el marco de la biocolonialidad del poder, el ltimo Dorado son los
conocimientos ancestrales de los bosquesinos amaznicos sobre el manejo
de los ecosistemas selvticos y su diversidad de especies y lneas genticas.
El acceso a estas nuevas fuentes de reproduccin del capital global en la
amazona colombiana comienza a estar garantizado a travs de dispositivos
posmodernos globales y estatales de control, como son las polticas ambientales de orden nacional y regional,6 las polticas militares-econmicas, como
5

Desde el siglo XIX, el proceso civilizatorio (que se estructura en la metfora de la civilizacin)


adelantado en Colombia tena por objeto la civilizacin de la tierra caliente; proyecto que
implicaba, bsicamente, la colonizacin de reas baldas, a partir de la consolidacin de
actividades extractivas (Palacio, 2004, p. 9). Primero con la extraccin de la Quina, uno de
los remedios para el imperio (Nieto, 2000), y luego con el caucho para la industria inglesa,
se adelanta esta campaa, en la que la ideologa liberal del progreso convierte al territorio
amaznico en el verdadero Dorado. En nombre de este progreso se cometi uno de los
ms grandes etnocidios de la amazona colombiana: aproximadamente 30.000 indgenas
fueron exterminados en los seringales controlados por la Casa Arana, asociada al capital
ingls, en la empresa Peruvian Amazon Company (Pineda, 1985).

La Poltica Nacional de Biodiversidad contempla tres ejes de accin: conocer, conservar y


utilizar. Utiliza como presupuestos la soberana nacional sobre la biodiversidad, la existencia de componentes tangibles (molculas, genes, ecosistemas, poblaciones) e intangibles
(conocimientos e innovaciones), la distribucin equitativa de los beneficios obtenidos por
la comercializacin de la biodiversidad, la necesidad de preservar la biodiversidad dado su
carcter dinmico, la importancia de la proteccin a los derechos de propiedad intelectual,
tanto individuales como colectivos, y la necesidad de generar un enfoque intersectorial y

180

el Plan Colombia, y el Tratado de Libre Comercio (TLC). Estos diseos globales buscan despejar el territorio amaznico de actores sociales indeseados
(lderes comunitarios, guerrillas, indgenas organizados polticamente), para
poder disponer libremente de los recursos genticos all presentes.
Sin embargo, la otra cara colonial del ltimo Dorado es el infierno verde, es decir, nuevas formas de esclavizacin y destruccin de los pueblos
indgenas. Esta metfora presenta la amazona, ya no como un lugar idlico,
pleno de riquezas naturales, sino como el lugar del asesinato, la barbarie y la
muerte, tanto para los colonizadores como para los colonizados.7 Mi tesis es
que la biocolonialidad del poder configura en la amazona nuevos infiernos
verdes, acordes con la actual fase del capitalismo global. Citar tres ejemplos
infernales: el patentamiento del yag, el relato del cortacabezas y la toma de
muestras de sangre, realizada por la Pontificia Universidad Javeriana en su
proyecto Expedicin Humana.
El ya famoso caso de la patente otorgada por el Departamento de Patentes
y Registro de Marcas de los Estados Unidos (USPTO) al ciudadano norteamericano, Loren Miller, otorgndole derechos sobre una supuesta nueva
variedad del yag descubierta por l, ser nuestro primer ejemplo infernal.
La Organizacin Indgena de la Cuenca Amaznica (COICA) solicit la suspensin de la patente en marzo de 1999, y esta solicitud fue inicialmente
aceptada, pero no porque se reconociese el yag como herencia cultural de
los pueblos indgenas o el derecho colectivo de los pueblos amaznicos sobre
sus conocimientos tradicionales. El argumento fue que la planta presentada
como nueva variedad de yag ya haba sido registrada por el departamento
de botnica de la Universidad de Michigan.8 Ante la suspensin temporal,
el seor Miller interpuso una apelacin, argumentando haber cumplido con
los requisitos exigidos por la oficina para registrar su descubrimiento como
novedad. La oficina devolvi la patente al solicitante el 17 de abril de 2001,
un plan de accin global. Este plan da continuidad a los lineamientos generales del CDB,
pero no toma en cuenta mecanismos como la Decisin 391 de la CAN (Convenio Andino
de Naciones) y sus proyectos de generar mecanismos sui generis de proteccin del conocimiento tradicional.
7

La metfora del infierno verde fue popularizada por el escritor colombiano Jos Eustasio Rivera, en su obra, La Vorgine. Esta metfora se encuentra asociada con fenmenos
particulares de la historia amaznica colombiana, como son la derrota de los empresarios
colombianos por la casa Arana en los conflictos caucheros de comienzos del siglo XX, la
peruanizacin de las regiones amaznicas y, particularmente, la esclavizacin y destruccin
de los pueblos indgenas (Palacio, 2003, p. 96). Tanto el imaginario del Dorado como la
metfora del infierno verde parecieran tener una secuencia histrica: el Dorado hace
su aparicin con las economas mineras del siglo XVII, mientras que el infierno verde
aparece con las economas caucheras de comienzos del siglo XX. Sin embargo, aqu slo
quiero evidenciar cmo estos dos imaginarios coexisten y se inscriben en prcticas poscoloniales contemporneas, emergentes en la amazona colombiana.

Segn la legislacin sobre propiedad intelectual de los Estados Unidos, un invento o descubrimiento no puede ser patentado si ha sido previamente publicado en un medio cientfico
en cualquier pas, mnimo un ao antes de la fecha en que se haya hecho la aplicacin para la patente.

181

argumentando que un tercero, en este caso la COICA, no poda cuestionar la


decisin final de la oficina de patentes porque, segn la legislacin americana,
este derecho solamente lo tiene el titular (Gmez Lee, 2004, p. 34).
Este hecho posee graves implicaciones, dada la importancia que esta planta
sagrada tiene para las culturas del yag9 y la prdida del control sobre las
formas de uso de la planta y sobre sus formas tradicionales de conocimiento.10
En la sociedad del conocimiento, el yag no es visto como herencia cultural
de los pueblos indgenas, sino como informacin gentica susceptible de
ser patentada y comercializada. La investigacin cientfica fomentada por
empresas multinacionales encuentra gran inters en componentes qumicos
del yag, como la harmalina que, dados sus efectos inhibidores de enzimas,
resulta un potencial anti-depresivo para uso en psiquiatra (Zuluaga, 1999,
p. 15). Adems de esto, fenmenos nacionales y transnacionales, como el
neo-chamanismo, el curanderismo y algunas tendencias new age, han constituido un enorme mercado espiritual que le da nuevos usos al yag, gracias
a los efectos teraputicos que esta planta tiene para consumidores vidos de
experiencias psicodlicas, o para personas en busca de prcticas alternativas de salud.11
El segundo infierno verde al que queremos hacer referencia son los testimonios y relatos que algunos bosquesinos del sur del trapecio amaznico
colombiano narran sobre las agresiones de que vienen siendo objeto por parte
de un ser extrao, que ellos denominan el cortacabezas. Segn cuentan
los pescadores, en las noches se observan unas luces de colores que son
producidas por un aparato volador, una especie de murcilago o guila
que los ataca y los hipnotiza para sacarles los rganos. A las vctimas se les
saca la cabeza completa: una cabeza que incluye corazn, hgado, riones,
vsceras y rganos sexuales. Las cabezas, segn el relato, son conservadas
en aparatos que las mantienen con vida. Este relato ha trascendido, incluso
9

Dentro de las culturas del yag, tambin denominado ayahuasca, natema o ambiwaska,
se encuentran los Kams (Valle del Sibundoy), los Siona (ro Putumayo), los Cofanes (ros
Putumayo, San Miguel y Guamuez), los Coreguaje (ro Orteguaza), los murui-muina (ro
Caquet), los Inganos (valle del Sibundoy) y los siona, los secoya y los ashuar (piedemonte
ecuatoriano).

10

Estudios de caso sobre esta comercializacin de la biodiversidad amaznica, particularmente


sobre el Yoco, planta de alto poder estimulante, en Bolvar (2005) y Echeverri (2004).

11

Frente a las consecuencias negativas de la inscripcin del yag en circuitos comerciales


nacionales y globales de medicina alternativa, prcticas de sincretismo religioso y actividades biotecnolgicas, los taitas yageceros decidieron organizarse el 7 de junio de 1999,
en Yurayaco, Caquet, como la Unin de Mdicos Indgenas Yageceros de la Amazona
Colombiana (UMIYAC), a partir de la siguiente agenda poltica: evidenciar la continuidad
de la cultura del yag entre sus etnias y la importancia que el yag puede tener para los
no-indgenas como una alternativa real de salud, si se aplica dentro de los parmetros tradicionales de uso; exigir la inmediata suspensin de la patente otorgada en Estados Unidos
y el reconocimiento de la autonoma legal de sus formas de salud; promover mecanismos
de certificacin de la prctica de medicina tradicional y un cdigo de tica propio; adelantar
la construccin de hospitales de medicina indgena, al servicio de personas interesadas
(Daz, 2000, p. 7).

182

a esferas oficiales. Segn Rosendo Ahu, presidente de la Asociacin de Cabildos Indgenas del Trapecio Amaznico (ACITAM), en carta dirigida al presidente de Colombia, lvaro Uribe, el 18 de enero de 2005:
En esta zona el pueblo indgena viene sufriendo violaciones de varias ndoles; aqu no
es la violencia y la guerra, quiero anotar que mis compaeros indgenas pescadores
desde hace aproximadamente tres aos atrs se han sentido perseguidos por alguien,
y ese alguien la gente lo ha denominado cortacabezas, y ms de un pescador en este
sector se ha escapado de esa persecucin, y por eso en estos momentos los pescadores
andan armados por seguridad y defensa personal y en grupos; mas sin embargo no ha
habido desaparecido hasta el momento; solicitamos al Estado y al gobierno nacional
para que asuma responsabilidad de hacer investigacin pertinente sobre este caso a
travs de las instancias competentes. (Cure, 2005, p. 74)12

En la tipologa elaborada por los bosquesinos, existen tres categoras de


cortacabezas: los gringos, que se caracterizan por los rasgos fsicos de la
raza blanca (ojos claros, rubios, altos), por ser los jefes y agresores supremos,
y por estar vinculados a actividades de turismo ecolgico e investigacin
cientfica; los blancos no gringos, mestizos que tambin son turistas o investigadores, no viven permanentemente en la zona y estn aliados con los
gringos; y, por ltimo, los paisanos, bosquesinos que comienzan a tener
un comportamiento extrao, trabajan como obreros, adquieren cosas suntuarias y han sido engaados por los gringos (Cure, 2005, p. 122). Segn los
bosquesinos, quienes pilotean los aparatos voladores no son los paisanos
ni los mestizos, sino los gringos, que venden rganos humanos indgenas a
personas enfermas o viejas de los pases ricos, pues aunque stos tengan un
gran desarrollo tecnolgico, son seres dbiles y enfermizos que necesitan de
los rganos saludables posedos por los indgenas, dada su buena alimentacin. Los gringos cortacabezas son vistos por los indgenas como sujetos
socialmente inferiores, ya que no respetan las reglas de reciprocidad en el
intercambio social, presentan un comportamiento extrao (no se relacionan
con los paisanos, usan aparatos, no hablan espaol ni comen los mismos
alimentos) y establecen una relacin unilateral donde persiguen exclusivamente el beneficio de la sociedad que representan. Segn los testimonios, los
rganos extrados son empleados para hacer robots, robar conocimiento o
para transplantes (Cure, 2005, p. 83). Para los indgenas, la accin del cortacabezas obedece a una forma de intercambio entre naciones ricas y pobres:
se salda la deuda externa con los rganos humanos indgenas.
El relato del cortacabezas, que se ha convertido en una preocupacin
para los pobladores locales, nos remite a la construccin de discursos contrahegemnicos en el contexto de la biocolonialidad del poder. A travs de este
relato los bosquesinos, en especial los Ticunas, articulan una comprensin
autnoma de su posicin en relacin con la presencia de actores ligados a
12

En el trabajo de campo que realic, durante los aos 2002, 2004 y 2005, en la zona, recojo
varios testimonios acerca del cortacabezas.

183

la globalizacin (investigadores, turistas) y, en particular a lo que ellos mismos denominan una segunda mafia, es decir, en relacin con fenmenos
visibles en la zona, como el ALCA y el TLC13 (Cure, 2005, p. 105). A partir
de estos anlisis, y de mis investigaciones en la zona, quiero resaltar una
interpretacin del relato del cortacabezas, que lo sita en el contexto de las
actividades de biopiratera14 que se adelantan en la pan-amazona, centradas
en el trfico ilegal de pieles y fauna viva, plantas y, quizs tambin, rganos
humanos. No es descabellado interpretar este relato como una crtica a los
adelantos de la biomedicina en el primer mundo, centrada en la clonacin
de tejidos, transplantes de rganos y reproduccin in vitro, que posibilitan
la constitucin de lo que anteriormente se denomin hipercuerpos, as como
de la presencia militar de los Estados Unidos en la zona, a travs de la ubicacin de radares de la DEA en las inmediaciones de Leticia. El cortacabezas
actualiza, en el contexto de la biocolonialidad del poder, un nuevo infierno
verde en la amazona colombiana.
Por ltimo, dentro de este espectro de prcticas infernales cabra citar el
caso de la toma no consentida de muestras de sangre en varias comunidades
indgenas del pas, incluida la amazona, realizadas dentro del proyecto Expedicin Humana, llevado a cabo por el instituto de gentica vinculado a la
facultad de medicina de la Pontificia Universidad Javeriana. Los indgenas
no fueron informados sobre los verdaderos objetivos de tales muestras, pues
slo se les dijo que investigaban para ayudar con programas de salud (Reichel, 1999). El ex-senador, Lorenzo Muelas, denunci este hecho y lo vincul
con la posible exportacin de muestras de genes humanos hacia centros de
investigacin internacionales, lo cual recuerda el ya mencionado relato del
cortacabezas. En palabras de Lorenzo Muelas:
13

Segn uno de los testimonios: [...] se rene una serie de miedo alrededor de esas amenazas, entonces uno dice, eso de aqu, por ah dice ya est iniciando; porque si es un tratado
que es un contrato de libre comercio, pienso de que todos nosotros somos riqueza para
el pas, por qu? porque en estos momentos cuando dicen que los indgenas son los que
protegen la naturaleza, pues lgico, nosotros estamos cuidndole al Estado una riqueza
que es la biodiversidad... y si el Estado piensa disolver los resguardos, dnde van a quedar
esos recursos naturales. Lo mismo nosotros ya no tendramos un valor, el Estado hara
lo que quiera con nosotros... Si no fuera as, yo te pregunto Salima, por qu el crimen se
organiza con rganos de indgenas y no del mismo blanco?, por qu? Entonces muchas
veces por lo que uno recibe, dice oiga, verdad, es cierto entonces que el gobierno no nos
tiene una norma, una proteccin como humanos sino solamente una medio proteccin
porque nosotros formamos parte del Estado como riqueza, y los pases europeos, los pases
multimillonarios o capitalistas, pues ellos tambin estn mirando en nosotros.... y como
ahorita se est creando tanta ciencia, qu cosas no hay... en los forum nos dicen que el
sentido del TLC va dirigido a exterminarnos a nosotros... TLC es el mismo ALCA y el ALCA
es una asociacin que crean algunos pases capitalistas, especialmente Estados Unidos,
para el libre comercio de Las Amricas. Pero qu pasa, el ALCA se debilita ante la oposicin
de los pases panamaznicos, o sea nosotros... el TLC es sobre todo favorecindole a los
pases capitalistas, ms que todo a las multinacionales (Cure, 2005, p. 79).

14

Entiendo por biopiratera, la extraccin ilegal de muestras de material biolgico (plantas,


muestras genticas), y de conocimientos tradicionales, a travs de dibujos, diseos, grabaciones, mapas, etc. (Shiva, 2001).

184

Sentimos que las comunidades indgenas han sido engaadas, que hubo una violacin a
nuestros derechos, al obtener nuestra sangre para unos propsitos que nunca nos fueron comunicados y al hacer uso de ella en asuntos que nunca nos fueron consultados,
y para los cuales, por lo tanto, nunca otorgamos nuestro consentimiento [...] Ustedes
insisten en que no hay nada incorrecto en su proceder, que estos son procedimientos
cientficos normales, pero nosotros leemos su comportamiento en otra perspectiva
y sentimos que ha habido un irrespeto por nuestra integridad como pueblos y una
violacin de nuestros derechos como seres humanos. Pensamos que ustedes le siguen
dando continuidad a esa vieja prctica de utilizar a los indgenas como conejillos de
indias, como ratas de laboratorio. (Citado por Reichel, 1999, p. 184)

Frente a todos estos abusos, varios sectores de indgenas colombianos


han decidido poner en moratoria cualquier clase de proyecto de investigacin
dentro de sus territorios, hasta tanto no se den las condiciones legales que
garanticen la proteccin a sus derechos colectivos fundamentales. Estos
sectores argumentan que, en virtud de la Constitucin colombiana de 1991,
las organizaciones locales estn en capacidad de decidir qu tipo de investigacin es pertinente para sus objetivos de proteccin y fortalecimiento cultural y territorial.

LA

ECOSOFA DE LA MULTIPLICACIN DE LA VIDA Y EL BIOPODER

DE LA ABUNDANCIA

En contraste con la visin glotona propia del ecocapitalismo voraz y su relato


de la escasez, la episteme de los bosquesinos amaznicos15 nos remite al
relato de la abundancia. Este relato surge del conocimiento situado y encarnado, agenciado por los bosquesinos en su singular interaccin con los
ecosistemas selvticos. Conocimiento en el que no se establecen relaciones
dualistas entre mente/cuerpo, pensamiento/accin y sociedad/naturaleza.
Hablamos, entonces, de un pensamiento corporal, es decir, de un pensamiento
activado en la consustancializacin con plantas-conocimiento (el tabaco que
enfra y la coca que endulza), y que concreta una ecosofa de la multiplicacin
de la vida.16 El relato de la abundancia emerge como una idea-fuerza que
sustenta la definicin de biodiversidad movilizada por las organizaciones
indgenas bosquesinas amaznicas, para quienes biodiversidad significa reproducir.
15

Aqu asumo una visin general, que me permite hacer relevante en un pensamiento
amaznico bosquesino el relato de la abundancia. El cual sobresale en las interacciones
con los agentes que movilizan los discursos conservacionistas, basados en el relato de la
escasez.

16

El trmino ecosofa es empleado por Kaj Arhem (Arhem, 2004) para referirse a los saberes
que estructuran el manejo humanizado de la selva por parte de los pueblos makuna del
noroeste amaznico. El trmino filosofa de la multiplicacin de la vida lo tomo de Juan
lvaro Echeverri (Echeverri, 1993, p. 98; 1997, p. 280), y se refiere a la relacin entre palabra y reproduccin de la vida social y ecolgica de los pueblos uitoto. Luego, ecosofa de la
multiplicacin de la vida pretende ser una categora hbrida que da razn del pensamiento
amaznico.

185

A contrapelo del discurso hegemnico de las ONG ambientalistas y de las


instituciones estatales y globales, los bosquesinos amaznicos sostienen la
nocin de inagotabilidad de las fuentes naturales. Las personas con las que
convers (en su mayora uitotos, ticunas y ocainas) tenan claro que la madre del agua (la boa) hace que siempre haya peces y que los animales no se
acaban sino que se van adentro de la selva, alejndose del olor humano.
Tales enunciados forman parte de lo que aqu asumo como una singular
ecosofa de la multiplicacin de la vida,17 que articula el relato de la abundancia. Esta forma de hacer-conocer mundo, de enactuar mundo,18 no
ve la escasez como un hecho aislado, particular, susceptible de planificacin
y predeterminacin, sino como parte de los ciclos vitales de destruccin-regeneracin propios del territorio.
La ecosofa de la multiplicacin de la vida es una topo-loga inscrita
en las prcticas de manejo del territorio. Est centrada en el cuidado de la
vida a travs del carcter soteriolgico, medicinal, eficaz de la Palabra. El
conocimiento ancestral (sciencia mtica de los orgenes, palabras del padrecreador buinaima) se cristaliza en las palabras que operan como una
techn en los diferentes mbitos de re-produccin en la vida social: palabra
de comida, palabra de canastos, palabra de curacin, palabra de cuentos,
palabra de baile, palabra de cacera, palabra de cosecha. Estas palabras
surgen en espacios rituales donde la gente se consustancializa o connaturaliza con las plantas de poder/conocimiento: palabra de coca-dulce y
tabaco-fro, agenciada por el padre-cosechador, y palabra de yuca, palabra
de man, propias de la madre-cosechadora. Adems, territorio no es slo
el espacio fsico, los recursos naturales o la naturaleza (estas son construcciones culturales occidentales basadas en la dicotoma sociedad/naturaleza y civilizado/salvaje); en este caso, territorio es el cuerpo del sabedor, el
cuerpo de la mujer, la fuerza de danueo, madre-tierra-dadora-de-vida (en
el pensamiento uitoto). Por ende, la reproduccin de la vida en el territorio
depende de la diplomacia csmica agenciada por el sabedor19 en relacin con
17

Esta filosofa tiene su contexto especfico en la cosmologa y prcticas uitoto. Sin embargo,
aqu extiendo esta nocin a las sociedades bosquesinas de la zona, y particularmente a
la agenda ecopoltica de las organizaciones amaznicas (AZCAITA, ACITAM, entre otras),
dado que tambin la encuentro presente entre los bosquesinos, si bien, con las variantes
especficas de cada etnia; tambin porque la considero una herramienta conceptual que
puede dar razn y apoyar la diferencia cultural, econmica y ecolgica de estas organizaciones, en el campo de lucha por la biodiversidad.

18

La expresin enactuar mundo es de Francisco Varela, y hace referencia a una comprensin


contextual, situacional y encarnada del acto de conocer. En este sentido, la realidad no
es una representacin de una instancia exterior pre-dada, sino que es una pre-sentacin,
una co-produccin posibilitada por la interaccin entre las estructuras biolgicas de los
organismos y las fluctuaciones del entorno. Ms que representar un mundo, los seres vivos
alumbramos un entorno; y para el caso humano, este alumbramiento, este despertar,
se realiza inscrito en una particular membresa lingstica y cultural que nos permite
construir, de cierta forma, una sintaxis del mundo enactuado (Varela, 2001).

19

Esta figura tiene diferentes denominaciones en las etnias amaznicas: taita, pay, nmarama, entre otros, pero en trminos generales cumple una funcin semejante en estos

186

subjetividades-otras que co-habitan en el territorio.20 Los bailes rituales y el


acontecimiento nocturno del poder de la palabra-obra en el mambeadero,21
posibilitan el agenciamiento de la funcin csmica, de la cosmopoltica de la
gente. A travs de esta cosmopoltica colectiva, los sabedores controlan el
territorio mediante una articulacin chamanista (Van der Hammen, 1992),
en la que es posible activar potencia de vida, soplar los multiversos22 y,
por tanto, reproducir, medrar a plenitud y generar abundancia que se cristaliza en las cosechas, en la fertilidad de las mujeres, en la salud de la gente
(Urbina, 1986). El relato de la abundancia tiene, entonces, como contexto,
esta ecosofa de la multiplicacin, que garantiza la reproduccin de la vida
humana y no humana en el territorio; por eso nos referimos al biopoder de
la abundancia23 como la autoproduccin de las condiciones y significados de
la existencia humana, inscritas en una localidad especfica.
Lo que aqu llamo una ecosofa de la multiplicacin de la vida articula la
posicin poltica de las organizaciones amaznicas colombianas, que para la
Agenda Regional de Biodiversidad,24 propusieron el eje de accin reproducir,

modelos de naturaleza: establece puentes de comunicacin entre los mbitos humanos y


no humanos.
20

En la ontologa amerindia amaznica cada entidad es una subjetividad, ya que la humanidad es un trasfondo inmanente a todos los seres: la gente-pez y la gente-tapir mambean,
hacen bailes rituales, cosechan, practican sus costumbres. Lo que vara es el punto de
vista que se asume activando una cierta corporalidad: devenir-jaguar, devenir-boa, devenir-espritu. La ontologa es constante, mientras que el conocimiento encarnado es variable.
Los acontecimientos dependen del punto de vista que se active, de la corporalidad que se
asuma. La cualidad subjetiva no est monopolizada por ninguna entidad en particular;
hay mltiples subjetividades, mltiples naturalezas, pero una misma condicin cultural
humanizada (Viveiros de Castro, 2002, p. 345).

21

El mambeadero es un espacio ritual ubicado en el centro de la Maloca (casa tradicional


amaznica), en el que se establece una reflexin nocturna sobre las actividades transcurridas en el da, guiada por el sabedor, quien relaciona esos hechos con el corpus mtico
del grupo, mientras se consumen de manera ritual la coca y el ambil. Al estar situados
en el centro de la Maloca, los mambeadores se ubican simblicamente en el vientre de la
madre mtica.

22

Soplar es uno de los actos chamanistas por excelencia. Consiste en la exhalacin fuerte
de sustancias como el tabaco y el aguardiente sobre el cuerpo de una persona enferma o
del objeto necesitado de curacin (alimentos, herramientas, etc.). En esta accin, el chamn concentra la potencia de vida y la transmite a travs de la sustancia exhalada para
neutralizar las enfermedades o las cargas negativas presentes en el objeto.

23

Tomo aqu la distincin que hacen Hardt y Negri entre biopoltica y biopoder. La biopoltica
hace referencia al poder sobre la vida escenificado por el Imperio, mientras que el biopoder
es la capacidad de autoproduccin vital de la multitud (Hardt y Negri, 2002). En el contexto
actual y futuro de lucha por la naturaleza (agua, diversidad ecosistmica, territorios de
subsistencia) considero a las organizaciones bosquesinas amaznicas como multitud.

24

La agenda regional de biodiversidad es parte de un conjunto de actividades inscritas dentro


de la poltica nacional de biodiversidad. La fase de diagnstico de la agenda se realiz en
Leticia, en el mes de junio de 2005, con el apoyo de Corpoamazona y el Instituto Humboldt. Busca comenzar a movilizar un diagnstico sobre el estado de la biodiversidad en
la zona, desde las actividades cientficas (modificacin gentica, bancos de germoplasma),
actividades comerciales (ecoturismo, etnoturismo, productos no maderables), hasta la

187

como parte fundamental de la poltica y definicin misma de la biodiversidad;


para ellos:
Biodiversidad es la armona entre el hombre y la naturaleza de manera espiritual.
[Es] el manejo que se da por el pensamiento, la palabra y la obra. El pensamiento
es el anciano que es la fuerza espiritual de la palabra. La palabra es autoridad. [Lo
que] obra es la fuerza que es la juventud. Hay que conservar lo que no se puede tocar.
Hay que preservar lo que se puede tocar. Conceptos que se deben profundizar con los
mayores en los mambeaderos y malocas del yag. Conocer encierra conservar para
generar vida [el resaltado es mo].25

En la agenda poltica de este biopoder de la abundancia que las organizaciones amaznicas denominan reproducir, se sitan los siguientes aspectos y objetivos:26 la necesidad de emplear lenguajes comprensibles para los
actores locales, es decir, traducir y socializar el lenguaje especializado de las
polticas nacionales y globales de biodiversidad, rompiendo con la hegemona
de lo escrito frente a lo oral; fortalecer mecanismos como el autogobierno y la
autogestin ambiental, a travs de la figura jurdica de los resguardos, para
ejercer un control territorial autnomo frente a los actores armados y otros
actores regionales, nacionales y globales; mejorar la organizacin interna
definiendo responsabilidades, funciones y perspectivas; promover la investigacin propia para fines propios, es decir, apropiarse y establecer un dilogo
crtico con los discursos y actividades cientficas ligadas a la conservacin de
la biodiversidad, para fortalecer prcticas de manejo tradicional de los ecosistemas; apoyar la educacin propia, como mecanismo de defensa contra el
discurso dominante que promueve la homogeneizacin cultural; respetar la
diferenciacin cultural y espiritual interna de las etnias amaznicas, a travs
de la consolidacin de los planes de vida; y, por ltimo, aumentar de manera
controlada la poblacin indgena. No se trata, entonces, slo de conservar la
biodiversidad, sino tambin la cosmovisin de los pueblos amaznicos.
Otro aspecto apremiante de esta agenda es el de las polticas de proteccin y recuperacin del conocimiento tradicional.27 Como se ha dicho, para
agenda poltica de las organizaciones indgenas, y la poblacin minoritaria en la zona, es
decir, campesinos y afrodescendientes.
25

Testimonio de Claudino Prez, vocero de la mesa indgena en la Agenda Regional de Biodiversidad llevada a cabo en Leticia, junio de 2005 (grabacin magnetofnica).

26

Para hacer estas afirmaciones me baso en mi trabajo como activista en un proyecto de


educacin ambiental, adelantado en el ao 2002 en el municipio de Puerto Nario, Amazonas, con la Fundacin Omacha (centrada en la conservacin de mamferos acuticos).
Sobre esta fundacin ver: www.omacha.org. Tambin me baso en el trabajo de campo que
realic, durante los aos 2004 y 2005, en Leticia, en algunas comunidades cercanas (Km.
6 y 11) y en Puerto Nario. En su fase de campo, esta investigacin fue financiada por la
fundacin colombo-holandesa, Tropenbos.

27

En este apartado recojo algunas propuestas del seminario Propuestas de Polticas de


Proteccin y Recuperacin del Conocimiento Tradicional, organizado en Leticia, Amazonas, por la Fundacin Tropenbos y el Instituto de Investigacin de Recursos Biolgicos
Alexander von Humboldt, en el mes de noviembre de 2004.

188

estas culturas conocer encierra conservar para generar vida, vida humana y no-humana. El conocimiento, la palabra y las prcticas de manejo del
entorno forman parte de esta ecosofa de la multiplicacin de la vida; los
conocimientos tienen una palabra-comn, transmiten un saber heredado
desde lo ancestral, desde la organizacin que el padre-creador dej inscrita en el territorio y que ha sido actualizada por las prcticas milenarias
de las culturas amaznicas. Por eso, en el contexto de la biocolonialidad del
poder, las organizaciones bosquesinas reclaman una valoracin compleja
de la naturaleza y el conocimiento, es decir, una valoracin que no reduce
estas instancias a la lgica exclusiva del capital, sino que obedece a una
visin holista y compleja del mundo, donde territorio y conocimiento son
instancias de una multivocalidad que abarca lo humano y lo no-humano,
en busca de concretar el sueo de la abundancia. Por otra parte, las organizaciones critican el individualismo de la visin economicista occidental,
particularmente la figura de los derechos de propiedad intelectual. Critican
que el conocimiento sea propiedad privada; lo que est en direccin opuesta
a su cosmovisin. Para ellos el conocimiento es colectivo, palabra-comn
inscrita en el territorio. De ah que uno de los medios de proteccin de estas
formaciones de saber sean los derechos colectivos de propiedad intelectual,
aunque emplear esta nocin implique aceptar, hasta cierto punto, la lgica
jurdica del Imperio que se critica. Sin embargo, tienen la esperanza de que
las luchas generadas por la interaccin global de fuerzas puedan llegar a
decolonizar al Imperio, en particular en lo referente a la biodiversidad y el conocimiento tradicional.

EPLOGO:

GNOSIS DE FRONTERA, DIVERSIDAD EPISTMICA

Y CIENCIA POST-OCCIDENTAL TRANSMODERNA

Los voceros de las organizaciones bosquesinas amaznicas son claros al


delimitar qu es lo negociable y lo innegociable en el tema de la conservacin
de la biodiversidad: hay que conservar lo que no se puede tocar; hay que
preservar lo que se puede tocar. Es decir, nos remiten al proceso de la mediacin intercultural, en el que se respetan los lmites y se profundiza en las
posibilidades, manteniendo sagrado lo sagrado, secreto lo secreto y cientfico
lo cientfico, pero sin descuidar los espacios comunes que concreten un dilogo epistmico transmoderno y post-occidental. Para el caso amaznico viene
emergiendo una propuesta de ciencia post-occidental (Reichel-Dolmatoff,
1999, p. 188), a partir de las experiencias de las ONG integracionistas,28 que
proyectan, entre otras cosas, una poltica basada en los siguientes aspectos:
28

Aqu me refiero, en trminos generales, al trabajo que vienen realizando, desde la dcada
del noventa del siglo XX, organizaciones como la fundacin Tropenbos, la fundacin Omacha-Centro de Interpretacin Nanutama (fondo del ro), y la fundacin Gaia. Las denomino
ONG integracionistas, porque manejan una poltica de integracin y compromiso real con
los bosquesinos amaznicos.

189

participacin real y efectiva, no simulada ni consultiva, de los actores locales;


generacin de estrategias conjuntas de largo plazo, que tienen en cuenta
la nocin cclica del espacio-tiempo; potenciamiento de una perspectiva
ecofeminista, que privilegia lo afectivo, generando compromisos puntuales;
empleo de lenguajes claros y articulados a las prcticas cotidianas. Todas
estas propuestas se centran en el establecimiento de un dilogo entre el conocimiento local (ecosofas) y el conocimiento cientfico occidental, para el
beneficio y la continuidad del primero, aceptando las transformaciones del
segundo. Dilogo que, siguiendo a Reichel-Dolmatoff y a Mignolo, denomino
post-occidental, y que hace contrapeso a la hegemona del conocimiento
cientfico/empresarial presente en las polticas globales y estatales de biodiversidad.
Explorar en la prctica concreta estos espacios liminares, trasegando
umbrales, obliga a cuestionarse por lo que es y pueda llegar a ser el conocimiento en un mundo donde sean posibles la democracia y la diversidad
epistmica. Pienso concretamente en una ciencia transmoderna29 y postoccidental amaznica, centrada en lo comn, en la reproduccin de la vida
en el planeta Tierra, a partir del biopoder de la abundancia. La necesidad
de superar la crisis ambiental actual nos coloca en un espacio intercultural
privilegiado, que actualiza una gnosis de frontera (Mignolo, 2000) en la cual
es posible atender a otros modelos de naturaleza y su visin multidimensional
del conocimiento y la mente (afectivo, corporal, espiritual, mtico, concretorazonable). La ciencia post-occidental transmoderna est en construccin y
contina tejiendo definiciones no eurocentradas de saber, dando continuidad al proyecto descolonizador; esta ciencia renuncia, tanto al atomismo y
al fundamentalismo culturales como al universalismo abstracto occidental,
cruzando umbrales ms all de los dualismos fundamentalistas, y articulando estrategias nmadas.
En este sentido, por ejemplo, la ecosofa de la multiplicacin de la vida y
las ciencias de la complejidad (como desarrollo cientfico occidental, mas no
eurocntrico)30 pueden co-devenir a travs de una episteme post-occidental
basada en lo catico, en lo relacional, en lo holista, en la conectividad que
repercute para nosotros en nuevas estrategias tecnocientficas y culturales
que concretan una conciencia ecolgica global. En la era actual y por venir
se hace cada vez ms relevante pensar/imaginar mundos socio-culturalesambientales emergentes; mundos donde hay espacio para todos/as; mundos
donde la potencia de vida triunfe sobre el poder de corrupcin; mundos que
de nuevo concreten el ensueo de la abundancia.

29

El trmino transmodernidad lo tomo de Enrique Dussel, quien lo emplea para referirse


a una interaccin cultural que vaya ms all de los cnones hegemnicos impuestos por
la modernidad (Dussel, 2000).

30

Por ciencias de la complejidad me refiero, sobre todo, a los trabajos de Ilya Prigogine,
Gregory Bateson, Fritjof Capra, Francisco Varela y Edgar Morin, entre otros.

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