Jordi Vallverdú Segura Tecnociencia y Religión
Jordi Vallverdú Segura Tecnociencia y Religión
Jordi Vallverdú Segura Tecnociencia y Religión
RESUMEN
La evidencia de la interrelacin entre ciencia y religin se remonta a obras tan importantes
como la de Weber, Duhem o Luhmann. En plena era de la informacin, las religiones no
tan slo usan las tecnologas de la comunicacin en vistas al proselitismo sino tambin las
herramientas tecnocientficas ms sofisticadas para apoyar sus creencias. El caso de la controvertida Sndone de Turn y la utilizacin para su datacin de la tcnica AMS del
radicarbono (C14), a mediados de los aos ochenta del siglo XX, nos ofrece un caso especial
de dinmica de la experimentacin y de las variables cognitivas calientes que aparecen en el
momento de la dilucidacin de las anomalas, incertidumbres o recurrencias que aparecen
en el caso.
PALABRAS CLAVE: C14, sndone, epistcnica, tecnologa, resurreccin.
We can find evidence about relationships between science and religion in the works of
Weber, Duhem or Luhmann. Today, in the middle of the information era, religions use not
only communication technologies for their proselytist purposes, but they also use most
sophisticated technoscientific tools to support their beliefs. The controversial case of the
Turin Shroud and the use inside that case of the AMS radiocarbon technique (C14), in the
80s of 20th Century, offers us a special case of the dynamics of experimentation and talk us
about the hot cognitive variables which appear when the anomalies, uncertainties and reanalysis are scrutinized.
KEYWORDS: C14, Shroud, epistechnics, technology, resurrection.
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ABSTRACT
que medio comprehensivo de la verdad, resultaban del todo ineficaces una vez eran
sobrepasados por su objeto de estudio, especialmente en el caso de la divinidad, su
uso negativo ofreca una puerta de salida a los tericos: si no podan expresar mediante stos la verdad de las cosas y del ser, su limitacin daba cuenta de lo inexpresable e incognoscible, sin tener por ello que recurrir a la fe. El lenguaje vena a ser
un instrumento no de demostracin sino de apertura casi mstica hacia el sentimiento de lo inefable, siguiendo de cerca la antigua lnea platnica presente en la
Carta VII.
En nuestros das, vemos cmo el papel de puente hacia lo trascendente ha
recabado en cierta medida en la tecnociencia, heredera epistmica de la era
logocntrica (que se justificaba a partir tan slo de la palabra, aunque fuera revelada), prodigndose un inters especial por lo que denominaramos fetichismo epistcnico12, es decir, mostrar una actitud de pseudoadoracin ante los resultados
obtenidos tecnolgicamente, siempre que coincidan con las esperanzas previas. En
el caso a tratar, el de la sndone de Turn, el papel epistemolgico del lenguaje es
reemplazado por los instrumentos (en especial los del Carbono 14, en adelante C14) que parecen dar fe de una realidad ulterior nunca afirmada por los mismos,
claro est, mas por ellos certeramente evocada. La Iglesia catlica nunca llegar a
afirmar que con sus instrumentos la ciencia demuestre la existencia de un dios
resucitado, aunque s considere que la veracidad de la sndone conduzca hacia semejante idea, amparada por la fe, ante lo inexplicable de su singularidad. Vemos,
pues, que la tecnociencia resuelve lo inexplicable dando paso a la religin, nunca
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1
El trmino epistechnique (epistcnica, segn mi traduccin) fue acuado por Mario
Bunge en el artculo Technology as applied science, Technology and Culture, vol. 7, 1966, pp. 329347, dentro de su reflexin sobre las caractersticas de la ciencia, que se dividira en pura (purely
cognitive) y aplicada (esto es, la tecnologa, como applied science). Con la intencin de ofrecer
nuevas vas de reflexin dentro de la filosofa de la tecnologa, Bunge emplea el vocablo con tal de
proponer una reflexin sobre el valor epistemolgico inherente a la tcnica, supeditada sta en su
pensamiento a la ciencia, que es el nico dominio de lo certeramente verdadero y cognoscible. Si
bien no comparto las ideas de Bunge respecto a la supeditacin (y secuencia temporal posterior) de
la tcnica a la ciencia (existen casos histricos que refutan este planteamiento; vase por ejemplo la
relacin entre las mquinas de vapor y la formulacin de las leyes de la termodinmica), la idea de
epistcnica atribuye un papel epistmico superior a la tecnologa de lo que haba sido considerado
por autores anteriores.
2
Este concepto no remite a planteamientos luditas o antitecnolgicos como los de D.F.
Noble (La locura de la automatizacin, Alikornio, Barcelona, 2001), sino que est ms bien cerca de
autores como Derrick De Kerckove y su concepto de fetichismo tecnolgico. Mi punto de partida
consiste en constatar el papel exageradamente principal atribuido a los artefactos tecnolgicos en el
transcurso de la polmica y dinmica cientfica, sin que sean tenidas en cuenta una cantidad ingente
de elementos que tambin toman parte en la prctica cientfica y que determinan las vas de clausura
de las controversias existentes. Las mquinas no funcionan siempre bien ni aportan datos puros al
caso. Una visin que afirme lo anterior debera ser tomada como una visin fetichista y reduccionista
de la tecnociencia y el saber que obtenemos de ella. El instrumento desempea un papel fundamental en la prctica cientfica actual, pero se encuentra inmerso en un marco experimental y conceptual
mucho ms amplio.
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Ejemplos de esta segunda y clsica opcin los tenemos en William CECIL DAMPIER, Historia de la Ciencia y sus relaciones con la filosofa y la religin, Tecnos, Madrid, 1972; J.H. BROOKE. et
al. (eds.), Science and Religion: Some Historical Perspectives (Cambridge Studies in the History of
Science), Cambridge University Press, Reino Unido, 1991; Bernard I. COHEN, Science and the Founding
Fathers, W.W. Norton & Company, Nueva York, 1995; G.B. FERNGREN et al. (eds.), The History of
Science and Religion in the WesternTradition: An Encyclopedia, Garland Publishing, EEUU, 1995;
Amos FUNKENSTEIN, Theology and the Scientific Imagination from the Middle Ages to the Seventeenth
Century, Princeton University Press, Princeton (EEUU), 1985; D.C. LINDBERG, D.C. & R.L.
NUMBERG, God and Nature: Historical Essays on the Encounter Between Christianity and Science,
University of California Press, EEUU, 1986; Rodger B. MILES, Rodger B., Science, Religion and
Belief: The Clerical Virtuosi of theRoyal Society of London, 1663-1687, Peter Lang, Nueva York, 1992.
4
Alexander KOYR, From the Closed World to the Infinite Universe, Harper and Brothers,
Nueva York, 1957; Thomas S. KUHN, The Structure of Scientific Revolutions, The Chicago University
Press, EEUU, 1962.
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2. LA SNDONE DE TURN
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Debemos no obstante tener en cuenta la multidisciplinariedad que da forma a un nuevo
paradigma. En el caso del evolucionismo, requiere ste del apoyo de la geologa, una disciplina con
lazos estrechos con el pensamiento religioso (Stephen JAY GOULD, Rocks of Ages: Science and Religion
in the Fullness of Life, Ballantine Books, EEUU, 2002). Peter J. BOWLER (Evolution: The History of an
Idea, University of California Press, Calidornia, 1989), al describir la poca heroica de la geologa
(s. XIX), remarca las estrechas relaciones entre el pensamiento geolgico y el teolgico, al tomar los
primeros el relato bblico del Gnesis como punto de partida para explicar las caractersticas objetivas
del mundo (C.C. GILLISPIE, Genesis and geology: a study in the relations of scientific thought, natural
theology, and social opinion in Great Britain, 1790-1850, Cambridge University Press, Cambridge,
1951). En el caso de la geologa, nacionalismo e imperialismo son factores imbricados en el propio
desarrollo de la disciplina.
6
Jo 19:38-42, 20:1-18; Lc 23:50-56, 24: 1-12; Mc 15:42-47; Mt 27:57-61. Existe no
obstante otra literatura de textos no oficiales, denominados deuterocannicos o apcrifos, los cuales
contienen versiones mucho ms imaginativas. Remito a la edicin crtica bilinge a cargo de Aurelio
de SANTOS OTERO, Los Evangelios apcrifos, BAC, Madrid, 1988.
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7
Lynn, PICKNETT & Clive PRINCE, El enigma de la Sbana Santa. La revelacin de una
verdad escandalosa, Martnez Roca, Barcelona, 1996.
8
Remito a las tempranas obras de Modesto HERNNDEZ VILLAESCUSA (La sbana santa de
Turn. Estudio cientfico-histrico-crtico, Ed. Henrich y Cia., Barcelona, 1903) y Giuseppe ENRIE (La
santa sindone rivelata dalla fotografia, ed. Societ Editrice Internazionale, Torino, 1933) para entender el contexto histrico y conceptual de la discusin.
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Aunque el grupo estaba constituido por cientficos de diversas disciplinas e ideologas,
los resultados parecan ratificar el carcter extraordinario del sudario (especialmente en lo relativo a
la presencia de sangre real o pigmentos artsticos, posicionndose en la defensa de la presencia de la
primera de las substancias), por lo que daban pie a una aceptacin de la reliquia como algo verdadero, es decir, una prueba de la resurreccin de Jesucristo. Algunos de sus mienbros trabajaron con
mayor libertad una vez fuera del grupo, como es el caso de McCrone.
10
Segn palabras de Joan Janney en un reportaje de la Associated Press, 11 de octubre de
1981.
11
PURSER et al., Radiocarbon dating using electrostatic accelerators: Negative ions provide
the key?, Science, vol. 198, 1977, pp. 508-510.
12
Se trataba de la aplicacin del VP-8 image analyzer, un sistema computerizado de
tridimensionalizacin de imgenes que haba sido utilizado por los cientficos de la NASA para
obtener modelos fidedignos de la superficie de la luna y para su uso topogrfico general. La visin de
una imagen tridimensional que poda ser la del profeta del cristianismo, algo as como una mscara
mortuoria completa aparecida dos milenios ms tarde, surti un enorme efecto sobre la sobrecogida
comunidad cristiana, de la misma manera que las fotografas de Secondo Pra haban iniciado todo
este polmico proceso en torno a la sndone.
13
Barbara CULLITON, The Mystery of the Shroud of Turin Challenges 20th-Century
Science, Science, vol. 201, 1978, pp. 235-239.
14
Raymond DRAKOFF et al., The Mystery of the Shroud, Science, vol. 201, 1978, p. 774.
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sario esclarecer el tema de una forma definitiva. Los artculos de Culliton13, Drakoff14
y Gorkin15 en Science, de Gilbert16, Accetta17, Pellicori18 y Jumper19 en Applied Optics
y de McCrone20 y Schafersman21 en Microscope persiguen una aproximacin racional, metodolgicamente clara y libre de prejuicios al estudio de la sndone, desde
mltiples disciplinas cientficas22. Tambin los qumicos se interesaron por el problema, segn Schwalbe23, e incluso lleg el asunto a manos de los antroplogos24.
En este punto, ya en el ao 1986, la comisin vaticana accedi a la prueba aunque
exigiendo un protocolo de experimentacin eficaz y definitivo que sera estrechamente controlado. Un congreso celebrado en Turn en 1986 (entre el 29 de septiembre y el 1 de octubre)25 ofreci el primer protocolo de investigacin, que propona analizar la sndone mediante la tcnica del AMS y la del small gas-counter,
llevadas a cabo en siete laboratorios (5 de AMS y 2 de small gas-counter) destacados
bajo la supervisin coordinadora del British Museum. Burleigh et al .26, del laboratorio de investigacin del British Museum, haban finalizado poco antes un estudio
para demostrar la validez de las tcnicas a utilizar, concluyendo que era necesario el
uso paralelo de diversas tcnicas y laboratorios de experimentacin (4 AMS y 2 de
small gas-counter), con tal de obtener mayor fiabilidad en los resultados. No obstante, el arzobispo de Turn, el cardenal Ballestrero, aconsejado por su asesor cientfico el profesor Luigi Gonella (de la Politcnica de Turn), junto con el consenti-
15
Robert A. GORKIN, Light on the Shroud?, Science, vol. 201, 1978, pp. 1.079-1.080.
Robert GILBERT et al., Ultraviolet-visible reflectance and fluorescence spectra of the
Shroud of Turin, Applied Optics, vol. 19, nm. 2, 1980, pp. 1.930-1.936.
17
J.S. ACCETTA et al, Infrared reflectance spectroscopy and thermographic investigations
of the Shroud of Turin, Applied Optics, vol. 19, nm. 2, 1980, pp. 1.921-1.929.
18
S.F. PELLICORI, Spectral properties of the Shroud of Turin, Applied Optics, vol. 19,
nm. 2, 1980, pp. 1.913-1.920.
19
Eric J. JUMPER, Scientific investigation of the Shroud of Turin, Applied Optics, vol. 19,
nm. 2, 1980, pp. 1.909-1.912.
20
McCrone aport un mtodo previo a la AMS, el Nuclear Track Dating Method, que
tampoco fue aceptado por la comisin de Turin ni el Prof. Aper de Lovain-la-Neuve. Vase Walter
MCCRONE, Light Microscopical Study of the Turin Shroud I, Microscope, vol. 28, 1980a, pp. 105-113;
bdem, Light Microscopical Study of the Turin Shroud II, Microscope, vol. 28, 1980b, pp. 115-128.;
bdem, Microscopical Study of the Turin Shroud III, Microscope, vol. 29, 1981, pp. 19-39.
21
Steven SCHAFERSMAN, Are the STURP Scientists Pseudoscientists?, Microscope, vol.
30, 1982, pp. 233-235.
22
John H. HELLER et al., On the Turin Shroud, Current Anthropology, vol. 24, nm. 4
(August-October), 1983, pp. 537-538, con rplicas de Meacham.
23
L.A. SCHWALBE et al., Physics and Chemistry of the Shroud of Turin (A summary of the
1978 investigation), Analytica Chimica Acta, vol. 135, 1982, pp. 3-49.
24
William MEACHAM, The Authentification of the Turin Shroud, Current Anthropology,
vol. 24, nm. 3, 1983.
25
William MEACHAM, Radiocarbon Measurement and the Age of the Turin Shroud:
Possibilities and Uncertainties, Proceedings of the Symposium Turin Shroud-Image of Christ, HongKong, March 1986.
26
Richard BURLEIGH et al., An intercomparison of some ams and small gas counter
laboratories, Radiocarbon, vol. 28, nm. 2A, 1986, pp. 571-577.
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32
Jim BARRETT High magnification close-up of a shroud fiber, [Documento en lnea]
[1996, Spring] Disponible en: http://www.uthscsa.edu/mission/spring96/linen.htm . Consultado
en abril de 2003.
33
H.E. GOVE, Progress in Radiocarbon Dating the Shroud of Turin, Radiocarbon, vol.
31, nm. 3, 1989, pp. 965-969.
34
Thomas J. PHILLIPS, Shroud irradiated with neutrons?, Nature, vol. 337, 1989, p. 594.
Con rplica de R.E.M. Hedges.
35
Segn el biofsico francs Jean-Bautise Rinaudo, investigador de medicina nuclear en
Montpellier, el hecho resulta todava ms fcilmente explicable: el cuerpo habra emitido una irradiacin de protones y neutrones, formando los primeros la imagen y los neutrones la modificacin
de la estructura del tejido, falseando los resultados de antigedad. Esta pintoresca argumentacin
puede consultarse en la web del Centro Espaol de Sindonologa: http://www.linteum.com/espanol/
sindone/edad.htm. La informacin que recojo fue procurada el 28 de abril de 2003.
36
Clyde HABERMAN, Despite Tests, Turin Shroud Is Still Revered, The New York Times,
1989, June 11th, p. 8.
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En este punto se dan los primeros intentos de reajustar los resultados obtenidos con tal de justificar las esperanzas depositadas. El mejor modo consisti en
buscar errores en las mediciones y la metodologa utilizada por los laboratorios.
Barret32, por ejemplo, recuerda las investigaciones del grupo de cientficos prosindonistas del Health Science Center de la Universidad de Texas, los cuales afirmaron
la improcedencia de los resultados obtenidos por la AMS, toda vez que las muestras
no haban sido correctamente limpiadas de hongos y bacterias que, consecuentemente, habran falseado los resultados. Gove33, por el contrario, lleg a culpar a los
cientficos STURP de haber daado electromagnticamente la sndone con sus investigaciones, con lo que se podra haber influido en los resultados obtenidos en los
anlisis de grupos posteriores. Gove opinaba que tal prctica (el dao consciente de
la sndone) era debida a la voluntad por parte de los miembros del STURP de crear
espacios de conflicto en el debate experimental metodolgico, si se llegaba al caso
de necesitar una cortina de humo para eludir resultados definitivos sobre la autenticidad o falsedad de la sndone. Los lleg a denominar zelotas religiosos. Tambin
se apel a un incendio que sufri la capilla que albergaba la sbana durante la Edad
Media, que habra provocado que el tejido de la sndone hubiera sido expuesto a
altas temperaturas y al contacto con humo, lo que conllevara una alteracin de su
estructura. Tal alteracin estructural modificara los resultados esperados en el caso
que la sbana hubiera sido perfectamente preservada.
Un fsico del laboratorio de altas energas de la Harvard University lleg
incluso a afirmar que, puesto que la resurreccin fue de hecho un caso nico e
irrepetible, nunca podr ser accesible al escrutinio cientfico34, adems de proponer
una teora sobre la incidencia energtica del cuerpo resucitado en el lino, que habra
visto alterada de este modo su estructura atmica, dando como resultado la lgica
pero en el fondo errnea medicin del C-14, en 198835. Por si fuera poco, el 11 de
junio de 1989 apareci un artculo en el New York Times 36 en el que se dudaba de la
fiabilidad de la datacin mediante el C-14, adems de citar el testimonio de un
monje francs que deca tener evidencia del fraude de la prueba, puesto que un
37
El cardenal Ballestrero manifest tal opinin en una entrevista a Die Welt del 5 de setiembre de 1997, donde afirm que los cientficos haban realizado negligentemente las investigaciones, lo qual explicaba la falsa datacin.
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38
NRC, Understanding Risk. Informing Decisions in a Democratic Society, National Academy
Press, EEUU, 1996.
39
Implementado en la UE durante los inicios del ao 2002 por la European Environment
Agency, con Late lessons from early warnings: the precautionary principle 1896-2000, como
Environmental Isue Report, nm. 22, Denmark: EEA.
40
Con su modelo Explanatory Coherence by Harmony Optimization, Thagard intentacontemplar la variety of factors that go into determining the explanatory coherence of a hypothesis
en Paul Thagard, Conceptual Revolutions, Princeton University Press, EEUU, 1992, p. 63.
41
En su Compromise Model de 1993 que recoge el tema de las variables cognitivas
calientes, en Philip KITCHER, The Advancement of Science, EEUU, 1993. Ver tambin Timonty
SHANAHAN, Kitchers Compromise: A Critical Examination of the Compromise Model of Scientific
Closure, ans Its Implications for the relationship Between History and Philosophy of Science, Studies
in the History and Philosophy of Science, 28(2), 1997, pp. 319-338.
42
Dorothy NELKIN, Controversy: Politics of Technical Decisions, Sage, London, 1979.
43
Allan MAZUR, The Dynamics of Technical Controversy, Communications Press, Washington, DC, 1981.
44
G. MARKLE, & J. PETERSEN, Controversies in Science and Technology: a Protocol for
Comparative Research, Science, Technology and Human Values, 6(34), 1981.
45
Harry COLLINS, The Seven Sexes. A Study in the Sociology of a Phenomenon, Or the
Replication of Experiments in Physics, Sociology, 9, 1975; Harry COLLINS, An Empirical Relativist
Programme in the Sociology of Scientific Knowledge, en K. KNORR-CETINA & M. MULKAY, M.
(eds.), Science Observed, J.W. Arrowsmith, Bristol, 1983.
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La razn del anlisis sobre la clausura de una controversia consiste en reconocer, analizar y evaluar el distinto papel de los factores epistmicos y no-epistmicos
en el desarrollo y clausura de esos litigios. Si la prueba del C-14 deba clausurar la
controversia a travs de un argumento (o experimento) clave, esto no sucedi, por
diversos motivos: existe una gran diversidad de intereses no epistmicos en el caso,
no ha sido posible establecer un protocolo de investigacin aceptado por todos los
participantes, el reconocimiento del valor de los instrumentos empleados difiere
radicalmente segn el grupo investigador implicado... Ms que una sola controversia, parece que nos encontramos ante un campo de controversias50 que abarcan
diversos mbitos, en los que se escudan los prosindonistas una vez el resultado de la
prueba del C-14 no les resulta certero (debido a presuposiciones no-epistmicas
sobre la naturaleza del objeto a estudiar). Ante la complejidad de una investigacin
cientfica, uno puede entablar discusiones minuciosas sobre todos y cada uno de los
elementos y partes del proceso de investigacin con tal de diluir los resultados finales. El lema divide et impera renace con pleno sentido como arma de disuasin
epistmica, algo que autores como Harry Collins han definido como el experimenters
regress (Collins51; Jasanoff52), es decir, la posibilidad razonable de revisar ad nauseam/
ad eternum los procesos y pasos implicados en el diseo, ejecucin y anlisis del
experimento, lo que nos conducira a un bucle insalvable que impedira el juicio
racional. Lo cierto es que la continua modificacin de los protocolos de investigacin y la revisin de las tcnicas implicadas en el anlisis de la sndone impiden un
consenso sobre un mismo tema, puesto que existen diversas lneas de debate en
paralelo. Bijker53 nos dira que las tcnicas implicadas en el caso no han sido estabilizadas y que, por tanto, al depender la resolucin del caso del acuerdo sobre el
correcto funcionamiento de las mismas, su clausura no es posible. Pero sabemos,
tras el anlisis del caso, que incluso un correcto y consensuado uso de la tcnica
clave (C14) no conllevara una clausura por argumento clave54, puesto que coexis-
46
Harry COLLINS & Trevor PINCH, Frames of Meaning, Routledge, London, 1982.
Tristam Jr. H. ENGELHARDT et al. (eds.), Scientific Controversies (Case studies in the resolution
and closure of disputes in science and technology, Cambridge University Press, EEUU, 1987.
48
J. PETERSEN & G. MARKLE, Controversies in Science and Technology, en D. CHUBIN
& E. CHU (eds.), Science in the Making of Standards, Kluwer Academia, Dordrecht, 1987.
49
Thomas BRANTE et al. (eds.), Controversial Science (From Content to Contention), State
University of NY, EEUU, 1993.
50
Jordi VALLVERD, Marc Teric de les controvrsies cientfiques: el cas de la sacarina, UAB:
Bellaterra [Tesis doctoral], 2002.
51
Harry COLLINS, The experimenters regress as philosophical sociology, Studies in History
and Philosophy of Science - Part A, 33(1), 2002, pp. 149-156.
52
Sheila JASANOFF, What Judges Should Know about the Sociology of Science, Jurimetrics
Journal of Law, Science and Technology, vol. 32 (Spring), 1992, pp. 345-359.
53
Weibe, E. BIJKER et al. (ed.), The Social Construction of Technological Systems: New Directions
in the Sociology and History of Technology, The MIT Press, EEUU, 1987.
54
DAVID MERCER, David, Understanding Scientific/Technical Controversies, Science and
Technology Policy Research Group. Occasional Paper No.1, EEUU [documento electrnico fechado en
47
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ten diversas tcnicas, expertos y disciplinas, adems de una buena dosis de sesgos
no-epistmicos. Es decir, estamos ante un caso donde se desarrolla un buen nmero
de controversias paralelas e interconectadas (un campo de controversias) que impiden una nica resolucin.
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6. CONCLUSIONES