1 PB
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* Este artculo forma parte del trabajo de grado titulado La feminizacin del lazo social contemporneo: una lectura psicoanaltica, dirigido por el profesor Pio Eduardo
Sanmiguel A., Maestra en Psicoanlisis, Subjetividad y Cultura, Universidad Nacional
de Colombia.
** e-mail: [email protected]
Ilustraciones: Lorenzo Jaramillo
Efectos de la
feminizacin del lazo
social hoy: incidencias
del objeto a en el
discurso
Effets de la fminisation
du lien social
aujourdhui. Incidences
de lobjet a sur le
discours
Effects of Feminization
in Todays Social Link:
the Impact of the
Object a in the
Discourse
Palabras clave:
| f e c h a d e r e c e p c i n : 3 0 / 0 3 / 2 0 13 . f e c h a d e a c e p t a c i n : 12 / 0 4 / 2 0 13 .
Desde el Jardn de Freud [n. 13 , Enero - Diciembre 2013 , Bogot] issn : ( impr e s o ) 1657-3986 ( en lne a ) 2256-5477, pp. 335-352.
discourse, feminization,
feminine logic, patriarchal ordering,
segregation.
Keywords:
artculo de investigacin
335
L
En Psicologa Social se han acuado dos
trminos fundamentales para abordar
la problemtica del gnero: la ideologa
(actitudes de gnero, actitudes del rol
sexual, sexismo) y la identidad (identidad
derivada de la pertenencia grupal, como
autopercepcin en trminos masculinos y
femeninos y, por ltimo, como esquema
del yo), siendo la primera el resultado de
prejuicios sociales y de los intereses de la
tecnologa de gnero o de control de los
cuerpos. Itziar Fernndez Sedano et al.,
Sexismo, Masculinidad-Feminidad y
Factores Culturales Revista Electrnica de
Motivacin y Emocin REME 4
(2001). Disponible en: http://reme.uji.
es/articulos/amoyam4101701102/texto.
html (consultado el 27/04/2009).
1.
2.
336
La
En principio cabe sealar que bien sea como ideologa o como identidad1, histricamente es evidente una tendencia a definir a las mujeres como hombres rebajados o
fallidos, como lo extranjero y lo natural, lo irracional, lo subordinado a la norma, lo
que est del lado de la inmanencia, del trabajo de conservacin y de transmisin de la
vida2. Estas acepciones reflejan una contradiccin fundamental con respecto al lugar
que las mujeres tienen en el discurso (de los hombres y de ellas mismas), lugar que si
bien remite a una serie de ideales de igualdad y de derecho defendidos pblicamente,
tropieza con el rechazo a su realizacin en lo cotidiano, como si de una afrenta al
orden cultural se tratara. Tal situacin suele homologarse a la de las minoras tnicas,
sexuales/de gnero, religiosas o de las comunidades tradicionalmente segregadas por
sus condiciones de vulnerabilidad, con el agravante de que incluso en esos contextos
pueden llegar a recibir un tratamiento an ms degradante.
Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas,
Escuela de Estudios en Psicoanlisis y Cultura, Revista de Psicoanlisis
3.
4.
5.
6.
[efec tos de l a feminiz acin del l a zo so cial hoy: incidencia s del obje to a en el discur so]
Desde el Jardn de Freud [n. 13 , Enero - Diciembre 2013 , Bogot] issn : ( impr e s o ) 1657-3986 ( en lne a ) 2256-5477, pp. 335-352.
337
8.
Ibd.
338
El
11. Rubn
Villalpando-Moreno, en Mar
Molina, Ciudad Jurez, el fracaso de
la civilizacin. 360 mujeres asesinadas,
600 desaparecidas, en El Inconformista
Digital (Madrid, 9 de diciembre del
2003). Disponible en: http://www.
elinconformistadigital.com/modules.php
?op=modload&name=News&file=articl
e&sid=684 (consultado el 10/10/2012).
12. Mario
13. Judith
14. Franoise
Thbaud, Introduccin,
en Georges Duby y Michelle Perrot
(dirs.). Historia de las mujeres, t. 5. El
siglo XX. (Madrid: Taurus, 2003), 32.
15. Michel
andre a mojic a mojic a [efec tos de l a feminiz acin del l a zo so cial hoy: incidencia s del obje to a en el discur so]
Desde el Jardn de Freud [n. 13 , Enero - Diciembre 2013 , Bogot] issn : ( impr e s o ) 1657-3986 ( en lne a ) 2256-5477, pp. 335-352.
339
16. Manuel
18. El
Freud, De la historia de
una neurosis infantil (1918 [1914]),
en Obras completas, vol. XVII (Buenos
Aires: Amorrortu, 2002), 29-46.
21. Sigmund Freud, El problema
econmico del masoquismo (1924),
en Obras completas, vol. XIX (Buenos
Aires: Amorrortu, 2002), 168.
22. Jacques
340
y castr acin
En lo que respecta a su articulacin con la castracin, cabe decir que esta se establece
a partir de la concepcin freudiana, segn la cual feminizarse consiste en la prdida del
atributo masculino por excelencia: el falo. Si bien la castracin aparece inicialmente
en relacin con la sustitucin del padre por parte del hijo18, su conceptualizacin en
trminos de la amenaza de castracin, su articulacin como complejo con el nudo
edpico y su emplazamiento como elemento nuclear de las neurosis termina facilitando
el enlace con una posicin femenina y con la asuncin de una aspiracin pasiva hacia
el padre.
Para ilustrar lo anterior vale la pena mencionar tres citas puntales: a) Ttem y
19
tab , donde el anlisis del afn del hijo por ponerse en el lugar del padre a partir de
referencias antropolgicas permite a Freud cernir el papel de la angustia de castracin
en la subjetividad, revelndola en su carcter de testimonio culposo de la aspiracin
incestuosa del joven; b) De la historia de una neurosis infantil20, donde, a partir del
anlisis del sueo de los lobos, Freud relaciona la castracin y la actitud pasiva hacia el
padre y c) El problema econmico del masoquismo, donde, al hablar de las fantasas
masoquistas femeninas, Freud delimita la feminizacin en estos trminos: es fcil
descubrir que ponen a la persona en una situacin caracterstica de feminidad, vale
decir, significan ser castrado, ser posedo sexualmente o parir21.
En Lacan esta significacin de la feminizacin como castracin se expresa con
claridad en algunos de sus trabajos iniciales, ms precisamente en su anlisis sobre el
caso del Hombre de los lobos22; posteriormente, en virtud de la formalizacin de su
abordaje del Edipo y la institucin del falo como significante, se produce en su obra
un desplazamiento que da nuevo sentido a esta equivalencia, articulada esta vez en
Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas,
Escuela de Estudios en Psicoanlisis y Cultura, Revista de Psicoanlisis
el campo del deseo y el amor. Al plantear la castracin como lo que crea la carencia
con que se instituye el deseo23 en contraposicin a la amenaza de castracin (ubicada
ahora como base de la normatizacin sexual), puede abordarse la feminizacin en
trminos de la asuncin de un sujeto atravesado por el deseo, en procura de un objeto
que paradjicamente no es su fin, sino su causa. La posicin del amante da cuenta
de esta modalidad de feminizacin, que consiste en dejarse castrar para entrar en
relacin con su objeto de deseo.
Ahora bien, estos efectos de feminizacin se distancian de la referencia a la
emasculacin como forma de feminizacin en lo real. Al respecto, es ilustrativo revisar
el historial del seor Schreber24, donde su delirio de mudanza en mujer sostenido
en la representacin (fantasa) de lo hermossimo que es sin duda ser una mujer
sometida al acoplamiento25 da cuenta de una feminizacin que trasciende el carcter
normativo de la referencia al padre edpico, para desplegarse en la lnea de una pieza
de goce sexual [] No era ya una libertad sexual masculina, sino un sentimiento sexual
femenino; adoptaba una actitud femenina frente a Dios, se senta la mujer de Dios26.
Este empuje a la mujer es abordado por Lacan como un sustituto originado en la
imposibilidad de ser el falo que falta a la madre, lugar que por requerir la intervencin
de la ley simblica y del significante que la representa est vedado para el psictico.
A propsito del caso Schreber, Lacan seala que en razn de esta imposibilidad, al
psictico solo le queda la solucin de ser la mujer que falta a los hombres27; el delirio
de emasculacin, entonces, es ubicado en el lugar del soporte del deseo (inexistente
para el psictico) como efecto de una degradacin imaginaria de la alteridad, del cual se
sigue la transformacin en mujer como obligacin lgica frente al desencadenamiento
psictico.
De lo anterior puede deducirse que la feminizacin relacionada con la emasculacin es fundamentalmente un fenmeno imaginario, una forma de encarnar el
lmite justamente por la ausencia de lmite caracterstica de la psicosis28. En este punto
puede plantearse con claridad la diferencia entre el goce presente en esta manifestacin
psictica y lo que Lacan denominar goce femenino: mientras en el primer caso se trata
del goce fragmentario de un Otro para el que el psictico es objeto, en el segundo lo
que est en juego es un goce del cuerpo fuera de lo simblico (que sin embargo es su
lmite, su borde), articulado a la relacin con un Otro deseante, radicalmente diverso,
ajeno. Precisamente, la ausencia de un significante que suture la incompletud de ese
Otro abre la puerta a un modo de satisfaccin que no se reduce al uso del objeto para
cerrarla, sino que supone una vivencia de lo inefable del ser29.
23. Jacques
24. Sigmund
Freud, Puntualizaciones
psicoanalticas sobre un caso de
paranoia (Dementia paranoides)
descrito autobiogrficamente (1911
[1910]), en Obras completas, vol. XII
(Buenos Aires: Amorrortu, 2002).
25. Ibd.,
14.
26. Ibd.,
30.
27. Jacques
28. Luis
29. Vale
andre a mojic a mojic a [efec tos de l a feminiz acin del l a zo so cial hoy: incidencia s del obje to a en el discur so]
Desde el Jardn de Freud [n. 13 , Enero - Diciembre 2013 , Bogot] issn : ( impr e s o ) 1657-3986 ( en lne a ) 2256-5477, pp. 335-352.
341
E fectos
en el discurso
30. Sigmund
342
31. Jacques
32. Ibd.
33. Jacques
34. Lacan,
35. En
[efec tos de l a feminiz acin del l a zo so cial hoy: incidencia s del obje to a en el discur so]
Desde el Jardn de Freud [n. 13 , Enero - Diciembre 2013 , Bogot] issn : ( impr e s o ) 1657-3986 ( en lne a ) 2256-5477, pp. 335-352.
343
36. Claude
37. Lacan,
38. Lacan,
39. Esta
afirmacin se da en el marco de
una crtica planteada por Michel Sauval
al abordaje del psicoanlisis y nuestra
poca, especialmente a partir del aforismo
que se expone a continuacin. Michel
Sauval, El psicoanlisis lquido, Revista
Acheronta 25 (2008). Disponible en:
http://www.acheronta.org/acheron25.
htm (consultado el 27/10/2012).
40. Jacques
Lacan, Radiofona, en
Psicoanlisis, radiofona y televisin
(Barcelona: Anagrama, 1977), 26.
344
tejer la estructura del mito del amo, encumbrado en el lugar de agente, a condicin
del desconocimiento de su verdad y de la imposibilidad de acceder a la satisfaccin
que produce su operacin. Esta estructura, afectada por la incidencia de la ciencia,
desplaza al amo al lugar del cuestionamiento y ubica al sujeto como agente volcado
a la tarea de conectarse con la verdad de su ser. Esta nueva relacin responde al
discurso histrico, donde la pregunta por lo femenino se perfila con toda claridad en
cuanto se hace visible la limitacin del amo para dar cuenta de s mismo y su falla se
instituye como causa de deseo. Tal vez por el hecho de que las mujeres histricamente
fueran identificadas como objetos producidos por la matriz del amo, por ejemplo en
el intercambio de mujeres por mujeres entre tribus36, estas se erigen simultneamente
como voceras de esta pregunta por la verdad del ser y encarnacin de su enigma. Vale
la pena subrayar aqu que este movimiento no hace del discurso histrico un discurso
femenino; al contrario, la queja del sujeto agente se despliega como protesta viril que,
paradjicamente, al interrogar al padre y al orden flico, lo legitima.
El saber producido en el marco de este discurso ha dado lugar a la produccin
de una cantidad de instrumentos objetos gadget que devienen en elementos
del discurso, y que en la medida en que hacen parte de un discurso del discurso
cientfico determinan una forma de vnculo social37. Estos objetos, aparatos producidos
por la ciencia, cuya funcin es la de recuperar y dar soporte al goce, permiten una
relacin entre el sujeto y el Otro construida bajo el supuesto de una satisfaccin posible
de lo que el hombre desea. Es lo que en el seminario 17 ubicaba ya como las letosas,
neologismo que define como: los pequeos objetos a minscula que se encontrarn
ah, sobre el asfalto en cada rincn de la calle, esa profusin de objetos hechos para
causar su deseo, en la medida en que ahora es la ciencia quien lo gobierna38.
Con este panorama, en el que la ciencia domina el deseo, el objeto no aparece
en el discurso como causa sino ms bien como instrumento de goce, como artefacto
preparado por la ciencia para develar la verdad de lo real del ser y enmascararla,
obturando el deseo a travs de la produccin constante de objetos e instrumentos de
consumo. Estos son los gadgets, objetos de brillo efmero que circulan ya sea como
restos de gasto o como objetos de desecho que son reemplazados rpidamente por
otros; objetos disponibles y re-ponibles que retornan como objetos intiles, como
restos inservibles, imposibles de reinsertar en el aparato discursivo y con los que no
se sabe qu hacer.
Esta reflexin sobre el objeto contextualiza una afirmacin de Lacan que se ha
constituido en marca fundamental atribuida por los psicoanalistas al discurso contemporneo39: bastara el ascenso al cenit social del objeto llamado por m pequea a40.
Este movimiento, efecto de la angustia y la exigencia-de-ser caracterstica del discurso
Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas,
Escuela de Estudios en Psicoanlisis y Cultura, Revista de Psicoanlisis
D iscurso
41. Ibd.
42. Jacques
(consultado el 10/11/2012).
43. Aristteles,
Metafsica Libro V,
en Obras de Aristteles vol. 10,
Patricio de Azcrate (comp.) (Madrid:
Biblioteca Filosfica, 1875).
44. Lacan,
Radiofona, 26.
[efec tos de l a feminiz acin del l a zo so cial hoy: incidencia s del obje to a en el discur so]
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345
45. Jacques-Alain
46. Vase
48. Vase
49. Massimo
52. Jacques-Alain
346
prr. 11.
D iscursos
sin padre
54. Askofar,
La perversion gnralise, 6.
La traduccin es ma.
[efec tos de l a feminiz acin del l a zo so cial hoy: incidencia s del obje to a en el discur so]
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un Otro gozador y sin falla retorno del padre primordial de Ttem y Tab donde
la pregunta por el deseo singular no tiene condiciones para formularse.
Ahora bien, qu consecuencias tiene este circuito en el lazo social? El reforzamiento de la excepcin paterna, expresado a travs de esta figura del Otro, propicia la
instalacin de un conjunto cerrado y totalitario representado por los consumidores,
que aglutinados en torno al imperativo de goce se homogeneizan en la incorporacin
del objeto, escamotean la instancia del encuentro con la alteridad para acceder al goce
por la va del amor y del deseo. En ese sentido, se entiende que esta forma de lazo
social, al excluir la dimensin de la falta, realiza lo que otras formas de lazo muestran
como imposible: al excluirse la diferencia sexual se excluye tambin la posibilidad
de que no existe relacin entre los sexos, sustituyendo la imposibilidad como vrtice
ordenador de la estructura, por la imposibilidad.
Bajo el prisma de estas elucidaciones, la exclusin y la segregacin se presentan
como signos de lo que esta lgica universalista del consumo no contempla. Los
sujetos-objetos que terminan esforzados hasta los mrgenes testimonian la diferencia
que el discurso capitalista no consiente y que se intenta conjurar permanentemente
a travs de la fabricacin de objetos, que nuevamente relanzan el circuito enajenante
del consumo. Las mujeres, una por una, en funcin de su estatuto de objeto causa de
deseo conllevan algo de la alteridad que justamente la excepcin paterna clausura. Dada
esta condicin se entiende que, paradjicamente, los efectos del objeto refuercen la
promocin de la violencia y la ruptura de los semblantes que median el vnculo social,
en lugar de cuestionar estas prcticas.
La
la proporcin sexual, del deseo de hac(s)er de los dos sexos Uno, esboza los avatares
de heterogeneidad del lugar donde el sentido est ausente y la palabra es ms bien
efecto de agujero.
En este punto, cabe remitirse a la relacin posible entre feminizacin y fin de
anlisis para proponer, a partir de algunas comunalidades entre dicho fin y la posicin
femenina, una cierta feminizacin del sujeto como saldo de la conclusin de la cura.
Freud define bellamente el fin de anlisis como el momento en que analista y paciente
ya no se encuentran en la sesin de trabajo analtico55 en este fatigoso proceso de
liquidacin de los sntomas, angustias e inhibiciones del sujeto, que implicara adems
el levantamiento de las represiones y la eliminacin de las resistencias, la confrontacin
con la castracin resulta ser el escollo ms importante y la verdadera puerta de salida
del anlisis. Freud subraya que este axioma opera tanto para hombres como para
mujeres, quienes frente a la envidia de pene y la actitud pasiva hacia otro hombre se
revuelven con la ms intensa resistencia. Resulta interesante en este punto evocar la
expresin desautorizacin de la feminidad, con la que Freud denomina este fragmento
tan asombroso de la vida anmica de los seres humanos56.
La relacin entre feminidad y fin de anlisis tambin es sealada por Lacan,
quien va ms all de la idea de la represin de la feminidad, articulndola como
privacin del falo y, finalmente, formalizndola desde una perspectiva distinta a la
salida edpica. Abordar lo femenino a la luz de la conceptualizacin de los registros real,
simblico e imaginario permite entender que de lo que se trata es de la inexistencia de
un significante que d cuenta del ser de la mujer en el registro simblico. Bajo estas
premisas, el enigma situado por Freud como un tema pendiente para el psicoanlisis57,
se revela como un resto irrepresentable frente al cual cada sujeto deber producir
algo que le permita soportar lo insoportable de ese encuentro con la falta del Otro.
El fin de anlisis supone ese encuentro, que tiene lugar cuando el sujeto logra
separarse de los ideales que comandaron su existencia en los que busc la respuesta
a la pregunta por su ser, para reconducir su deseo al objeto que lo causa: hacer del
objeto a soporte de su falta y de su particular modalidad de goce. La decantacin de
ese objeto no solo le permitir precisar lgicamente aquella escena que construy como
versin de lo que sera el goce absoluto, su fantasma; de cara a una nueva relacin
con el Otro en donde el afn de una respuesta d lugar a la pregunta, el objeto a se
produce como causa de un deseo indito que Lacan llam el deseo del analista58.
Es el fin de anlisis una realizacin de la feminidad? Hay un efecto de feminizacin en la conclusin de la cura? Frente a este punto Serge Andr plantea que ms
que una forma de aprehender lo femenino, el fin de anlisis devela el engao derivado
de la naturaleza misma del significante: la existencia de dos sexos, uno masculino que
55. Sigmund
56. Ibd.,
252.
57. Vase
58. El
andre a mojic a mojic a [efec tos de l a feminiz acin del l a zo so cial hoy: incidencia s del obje to a en el discur so]
Desde el Jardn de Freud [n. 13 , Enero - Diciembre 2013 , Bogot] issn : ( impr e s o ) 1657-3986 ( en lne a ) 2256-5477, pp. 335-352.
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busca su garante en uno femenino siempre en otro lado []. En esta ptica, la feminidad
vale, en la produccin de sentido, como la mayor utopa del significante59. Lo anterior
nos advierte contra la tentacin de identificar el deseo del analista con la feminidad
y ms bien permite discernir lo que uno y otra sealan, a saber, la inconsistencia del
Otro, la imposibilidad de dar ms sentido al sentido, el fraude del significante60.
Bajo la premisa de la transformacin del vnculo y de la economa del goce
derivada de la modificacin del lugar del operador paterno, la incidencia del discurso
analtico en los lazos sociales contemporneos apunta fundamentalmente a una relacin
con la falta, depurada del sufrimiento correlativo al engao significante. Si bien esta
lectura no promete la solucin a los grandes desafos que plantea la poca a las mujeres,
s propone al menos una vuelta alternativa sobre el problema del goce y los bienes
que no cede a una tica utilitarista del usufructo montada sobre la suposicin de una
cuantificacin masiva de la satisfaccin, pero que tampoco se limita a llorar la prdida
del padre como horizonte normativo. Si el problema central de la feminizacin es el
encuentro con el S( ) entonces la insercin de lo femenino en el mbito pblico no
es asunto exclusivo de las mujeres, sino un posicionamiento singular, uno por uno, que
tendra efectos en lo poltico, del orden del cuestionamiento de los fundamentalismos,
de las idealizaciones, los autoritarismos.
Para concluir, baste decir que esta lectura de la feminizacin social, en modo
alguno supone un rechazo a la ciencia, ni la promocin de un estilo de vida en contra,
como ha sido la eleccin de mltiples movimientos sociales. El inters por lo que
algunos analistas denominan prcticas de borde o esos efectos de poesa que desde
la singularidad constelan las modalidades de lazo hoy, inspira el compromiso con una
lgica del no-todo desegregativa61.
B ibliogr fa
59. Serge
61. Vase
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