Los Orígenes de La Izquierda Ecuatoriana PDF
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IZQUIERDA ECUATORIANA
LOS ORGENES DE LA
IZQUIERDA ECUATORIANA
Diagramacin:
Abya-Yala
Editing
ISBN:
9978-04-716-6
ndice general
PREFACIO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
INTRODUCCIN GENERAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Captulo I
EL CONTEXTO: Ecuador 1895-1930
1.1. Introduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.2. El cacao y la poca cacaotera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.2.1. La poca cacaotera y la regionalidad. . . . . . . . . . . . . . . . .
1.2.2. Las ciudades: el nuevo escenario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.3.- Las clases sociales y los grupos sociales . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.3.1. Los gremios quiteos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.3.2. Los gremios costeos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.3.3. Los sectores medios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.3.4. El indigenado y el campesinado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1.4.- El Estado y su modernizacin espasmdica . . . . . . . . . . . . . .
1.4.1. La crisis de lealtad: burocracia, ejrcito y modernizacin .
1.4.2. Los espasmos de la modernizacin politica y social . . . . . .
1.4.3. Los esbozos de la organizacin partidaria y la modernizacin
1.4.4. La diferenciacion funcional del Estado . . . . . . . . . . . . . . .
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Captulo II
EL SOCIALISMO, AMRICA LATINA Y EL MUNDO
2.1. Introduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2. Marxismo y Anarquismo en Amrica Latina . . . . . . . . . . . . . .
2.3. Marx y Amrica Latina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.4. La Internacional Comunista y Amrica Latina . . . . . . . . . . . .
2.5. Las relaciones organizativas de la IC en Amrica Latina . . . .
2.6. El VI Congreso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.7. Las consecuencias. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.8. Nota Final . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Capitulo III
CULTURA POPULAR Y PROTOSOCIALISMO
3.1. Introduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3.2. 1922: Actores e Ideologa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3.3. Mito y movimiento social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3.4. Ideologa terica, ideologa popular . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Captulo IV
EL PARTIDO SOCIALISTA ECUATORIANO: 1926-1931
4.1. Introduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
4.2. La arqueologa imaginaria de la izquierda . . . . . . . . . . . . . . . .
4.3. Los primeros grupos organizados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
4.4. La Asamblea Nacional Socialista: fundacin del PSE . . . . . . .
4.4.1. Esquema organizativo del PSE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
4.4.2. Manifiesto, Programa.Lnea General. . . . . . . . . . . . . . . . .
4.4.3. Los temas ideolgicos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
4.4.4. El Interregno: 1926-1928. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
4.5. La divisin del PSE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
4.6. Nota Final. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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CONCLUSIONES. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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APNDICE METODOLGICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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BIBLIOGRAFA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Prefacio
Este trabajo fue realizado como Tesis de postgrado para la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Sede Ecuador, el ao de
1989, en el contexto del Diploma Superior en Ciencias Sociales, con
mencin en Ciencias Polticas, que la Sede realiz los aos de 1987 y
1988. Desde entonces han pasado tres aos, hasta la revisin final que
el autor hizo de este texto, revisin que no cambi los contenidos, pero que intent mejorar aspectos puramente formales del texto. En este
lapso, el autor termin su Maestra en Ciencias Polticas (1989-1991)
en la misma FLACSO-Ecuador, y tom cursos en el programa de Ph.D
en Ciencias Polticas de la Universidad de York, en Toronto, Canad.
Evidentemente, el nivel de la formacin actual del autor le hace
observar con cierta distancia algunos de los elementos tericos y ciertas interpretaciones contenidas en este texto, pero consider tambin
que el trabajo deba permanecer en su forma original, ya que expresaba un momento de reflexin y la culminacin de una temtica que haba venido trabajando durante los aos ochenta, referida a la izquierda
y el movimiento obrero ecuatorianos.
Cuando se finaliz este escrito, en mayo de 1989, el deterioro de
la situacin de los pases denominados socialismos reales era impresionante; al momento de esta ltima revisin general al texto (diciembre de 1992), la desconstitucin del sistema social en aquellos pases ha
finalizado, tomando la forma de un retorno a la economa de mercado,
al capitalismo. El comunismo, que hace 75 aos, mediante el Partido
Bolchevique, realiz la Revolucin de Octubre, parece haber ido a parar al basurero de la historia, dejando tras de s una secuela de frustracin y desesperanza.
Las lites dominantes y los Estados Occidentales no pueden dejar
de expresar su regocijo ante la cada del Bloque del Este, y los cantos
triunfales del capital resuenan por todas partes. Sin dejar de reconocer
el carcter extremadamente autoritario, incluso brutal, del Estado que
el estalinismo logr consolidar en esos pases, quedan al menos dos
preguntas que hacer, la primera hace relacin a inquirir si aquella experiencia fue realmente una expresin del socialismo y sus valores, y la
segunda se concentra en la cuestin de si la cada de estos regmenes sacraliza automticamente al capitalismo y sus inequidades.
En esta lnea de reflexin, la respuesta es en ambos casos, para el
autor, negativa: el socialismo no puede consistir en la exaltacin del dominio del Estado sobre la sociedad, en la negacin de los derechos polticos de las personas y la implementacin de un sistema corrupto e
ineficiente, que cre las condiciones de nuevas inequidades sociales y
formas de estratificacin, protegidas por el manto del discurso ideolgico que legitimaba la dominacin en nombre de los ideales socialistas.
Asimismo, el quiebre de aquel modelo autoritario de sociedad no
hace ms deseable que antes el modelo de desarrollo propuesto por el
capitalismo, al menos en lo que la experiencia latinoamericana puede
constatar. Durante los aos ochenta hemos asistido a la ejecucin de
los llamados ajustes estructurales, el desmonte de los sistemas proteccionistas y de seguridad social, la orientacin creciente de la sociedad a satisfacer las demandas del mercado. En estos aos se han hecho
ms evidentes que nunca las consecuencias funestas de estas polticas,
que han colocado a una nocin abstracta, ideologizada del mercado
por encima de los intereses de las grandes mayoras, reduciendo sus ya
pobres niveles de vida, cerrando los canales de participacin poltica,
congelando la posibilidad de crear alguna vez un autntico sistema democrtico y destruyendo la capacidad institucional para resolver las
demandas de los pobres, para buscar un desarrollo ms equitativo, una
sociedad ms justa.
En este contexto, la utopa socialista sigue teniendo sentido, y la
cada de los socialismos reales presta la base para redimensionar el
proyecto, para enfatizar a su interior los contenidos democrticos, los
aspectos libertarios, el respeto a la diversidad y autonoma de la sociedad y de los individuos.
El anarquismo plante un posible modelo alternativo a la estatolatra propia de los socialistas autoritarios. Sin embargo, el beneficio de
inventario que se puede hacer del conjunto de ideas socialistas tambin
afecta al anarquismo y sus propuestas: no es imaginable pensar en la
desaparicin absoluta del Estado, as como tampoco del Mercado, pero
se puede sostener con cierta seguridad la necesidad de hacer que los dos
mecanismos de organizacin econmico-poltica se subordinen a los
intereses de la sociedad, a la bsqueda de equidad y a la satisfaccin de
las necesidades bsicas de la poblacin, que incluyen aspectos de am-
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Introduccin general
El propsito del presente trabajo es dar cuenta de los procesos sociales y polticos que dieron origen a la izquierda marxista en Ecuador,
procesos que acaecieron a principios de siglo, particularmente durante
los aos veinte y treinta. Tambin se propone entender las razones por
las que la izquierda marxista sufri su primera diferenciacin, entre socialistas y comunistas.
La izquierda ecuatoriana ha tenido una presencia continua en la
sociedad desde aquellos aos; la importancia de comprender los procesos formativos de este sector, de reconocer los puntos de inflexin
terica, polticas, planteamientos y prcticas se vuelve muy relevante
para entender los procesos polticos globales, la cultura poltica y las
transformaciones institucionales que se dieron en el pas hasta nuestros das.
En efecto: la izquierda impuls en gran parte los procesos de ampliacin normativo-institucional desde los veintes, tanto por va de la
accin partidaria directa como por medio de su gran influencia en las
organizaciones sociales, los primeros sindicatos de trabajadores y campesinos y la prioridad que dio a la organizacin de los estratos sociales
subalternos. Tambin tuvo una presencia significativa en el sistema poltico, especialmente durante las dcadas del cuarenta y cincuenta, canalizando partes importantes de las demandas de aquellos sectores subalternos que contribuy a organizar.
Sin embargo de lo anterior, la izquierda marxista ecuatoriana no
pudo articular un proyecto societal de largo alcance ni provocar una
transformacin integral acorde con el sentido que postul tericamente: se limito a ser un actor relativamente menor, es decir no hegemnico, pero importante, y a mantener su influencia poltica sobre los grupos subalternos, sin poder expandirla al conjunto de la sociedad, para
de esta manera carecer de la posibilidad de constituirse en una alternativa viable de poder.
En parte estas limitaciones pueden ser atribuidas a los procesos
de divisin y a la carencia de una perspectiva terica capacitada para
interpretar las complejidades de la sociedad nacional, en cuyo diagnstico la izquierda ecuatoriana ha avanzado hasta hoy muy poco.
Si bien las divisiones al interior de la izquierda tuvieron como referente terico las discusiones internacionales, se debe sealar que estas fueron en realidad funcionalizadas a procesos interiores de diferenciacin que se encontraban en curso, o preexistentes al interior de las
fuerzas conformantes de este sector poltico; con ello se intenta evitar
el percibir las contraposiciones entre las fracciones de la izquierda marxista ecuatoriana como si hubiesen sido simplemente el resultado del
mero reflejo especular de aquellas diferencias presentes en el contexto
internacional.
Por el contrario, en estos procesos de diferenciacin poltica es
perceptible una apropiacin del discurso terico externo para dar
cuenta de la problemtica interna y legitimar as determinadas posiciones polticas: las divergencias se encuadraron en torno a referencias
tericas internacionales, y por ello no se desarroll un pensamiento
que pudiese dar cuenta endgena de estas diferencias y que, por ello,
pudiese aportar a una mejor comprensin de la sociedad, comprensin
destinada a posibilitar su transformacin en sentido socialista.
En lo que se refiere a la interpretacin de los procesos de constitucin de los diversos partidos de la izquierda marxista, se ha tendido
a priorizar un acercamiento principalista. El fundamentalismo terico1 y la adscripcin a un modelo universalista y acabado relevara a
los intelectuales orgnicos, entendidos en la acepcin gramsciana del
trmino, de la necesidad de realizar un anlisis explcito de los procesos
y dinmicas constitutivas de la sociedad, de los actores, las relaciones
entre los mismos y sus opciones polticas, y consecuentemente impidieron elaborar una interpretacin de las prcticas diversas y la multiplicidad de escenarios en las que los sectores de izquierda tuvieron que
actuar.
Los trabajos existentes acerca del proceso de constitucin y la primera diferenciacin de la izquierda marxista ecuatoriana se han sometido en general a un esquema interpretativo relativamente inflexible e
incluso ideologizado, que tiende a alojar apologas de las estructuras
partidarias en que militase el investigador, como es el caso de los trabajos de Pedro Saad, Manuel Agustn Aguirre, Oswaldo Albornoz y Elas
Muoz Vicua, entre otros que sern ampliamente citados a lo largo de
este trabajo.
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monoltica y esttica, cuya permanencia en la izquierda ecuatoriana es constante hasta nuestros das.
El trabajo consta de cuatro captulos y un apartado de conclusiones. En el capitulo primero se describe el contexto y las condicionantes
estructurales que enmarcan a la izquierda ecuatoriana en sus primeras
fases: el proceso de conformacin de las urbes, los momentos de consolidacin, ampliacin y modernizacin espasmdica del Estado5 a
lo largo del perodo 1895-1930, poca relevante a los objetivos del estudio; en este captulo se presenta tambin un recuento analtico-descriptivo de los actores sociales subalternos y su activacin poltica en
el mismo perodo.
En el segundo captulo se introduce el anlisis de las relaciones
del pensamiento marxista, particularmente la versin leninista y estalinista de la IC, con respecto a Latinoamrica, para as dar cuenta tanto de las transformaciones de la percepcin de este organismo, como
de sus procesos interiores (en tanto afectaron las polticas de la izquierda latinoamericana), y las caracterizaciones que la izquierda marxista
ecuatoriana adopt acerca de nuestro continente y pas, las cuales influyeron directamente en las prcticas polticas que llev a cabo.
En el tercer captulo se analizan los procesos constitutivos de la
izquierda en la perspectiva de ser una opcin societal y poltica generada endgenamente, focalizando la atencin en los aspectos culturales, las interacciones entre ideologa, simbologa, mito, teora y pueblo, cuando aparece la izquierda como actor poltico relevante en el escenario nacional.
El ltimo captulo se dedica a analizar el primer PSE (19251931), su conformacin, los fenmenos y procesos que llevan a su divisin, lo cual se inscribe dentro de lo que denominamos anlisis institucional, que en este trabajo se entiende como complementario con
el captulo anterior, el cual enfatiz en una lectura cultural del proceso poltico.
En el apartado correspondiente a las conclusiones se presentan en
su integridad los elementos desarrollados previamente, relacionndolos tanto con el proceso histrico global de la izquierda como con los
problemas actuales que esta enfrenta y las discusiones tericas en proceso, para as dar cuenta de las implicaciones que esta tesis tiene respecto a la comprensin actual de la izquierda ecuatoriana. Se acompaa
un apndice metodolgico, que presenta de manera sinttica el proceso de construccin de este trabajo.
Finalmente, algunos conceptos bsicos a ser utilizados en este trabajo deben ser explicitados en sus significado, para evitar confusiones al
lector. Por clases subalternas o estratos subalternos se entiende a los
sectores sociales que no se encuentran inscritos en el bloque de poder,
es decir, aquellos grupos que se encuentran desplazados tanto de la discusin de las opciones polticas que se abren, cuanto en la toma de decisiones final, y que se encuentran en una relacin de subordinacin respecto a las lites econmicas y sociales: subordinacin que se manifiesta en la existencia de relaciones de dependencia de estos sectores subalternos respecto a los grupos o sectores hegemnicos en el plano social,
poltico y econmico, sea en relacin a la estructura de la propiedad o al
Estado, caracterizados por un status social jerrquicamente inferior.
Se utiliza esta nocin correlativamente con la de grupo social subalterno, ya que el tipo de insercin y relacin con los grupos y clases
hegemnicas no slo se da en el espacio de la produccin (dependencia econmica) sino tambin en el plano de las identidades sociales autoreferidas (dependencia ideolgica), como por ejemplo sera el caso
de los llamados sectores medios o clase media, cuya identidad subjetiva no se corresponde con una identidad simtrica a nivel de la produccin. (Laclau, 1986: 126-130)
Por modernizacin se entiende a tres planos distintivos de cambio: social, econmico y poltico, en los cuales a) a nivel econmico
existe penetracin y desarrollo de relaciones mercantiles crecientes y el
aparecimiento de la industria, aunque sea incipiente; b) se desarrollan
los grupos sociales conexos con una creciente importancia de las urbes
en las funciones de control y reproduccin del sistema social global:
existen fenmenos de movilidad social y creacin de nuevos actores sociales; y, c) a nivel poltico implica y designa el proceso de racionalizacin, diferenciacin funcional de las estructuras del Estado y la ampliacin (aunque sea limitada tambin) de la participacin poltica, para
englobar en la produccin de legitimidad a los nuevos estratos sociales
producidos por las modernizaciones econmicas y sociales. (Huntington, 1973)
Este concepto requiere ser despojado de toda connotacin teleolgica, y debe ser ubicado mas bien como una serie de transformaciones que no llevan a un estadio superior, ms desarrollado de las re-
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laciones polticas (en contraposicin con un estado tradicional previo), sino como una adaptacin reactiva y transformacin tendencial
(matizada) hacia formas sociales de relacin propias de la penetracin
capitalista, del despliegue del mercado y sus correlatos institucionales.
En este trabajo, el concepto integracin se utiliza para denotar
el proceso por el cual se construye un espacio comn entre grupos sociales y economas regionales antes dbilmente articulados entre s,
aunque coexistentes en una misma formacin poltica. Esto implica un
proceso de relacin creciente y un estado de diversidad entre diferentes microsociedades. As, integracin, en el caso ecuatoriano, se concibe como el proceso de construccin (tarda) del espacio nacional (Deler, 1987), de fusin de los escenarios adyacentes en un escenario
concurrente de carcter nacional.6
Notas:
1
5
6
Captulo I
El impacto social y poltico de las transformaciones liberales, sumado al crecimiento de la exportacin de cacao, a lo largo de las dos
primeras dcadas del siglo, son elementos de gran importancia para
entender las transformaciones que sufre el Ecuador en la etapa comprendida entre 1895 y 1930, poca en la que aparece la izquierda socialista (anarquista y marxista) en el pas.
Los intensos procesos migratorios, secuelas de la lucha liberal en
busca del poder y de las medidas de los gobiernos liberales despus de
1895, se vieron tambin favorecidos por un contexto econmico expansivo, hasta fines de la dcada del diez.
Esto permiti el desarrollo de la urbe de Guayaquil (aunque Quito tambin tiene tasas altas de crecimiento en los mismos aos), desarrollo que implic la transformacin de antiguos sectores sociales, como el artesanado, el cual en estos aos sufre una intensa diferenciacin
social interna, con el desarrollo simultneo de procesos de acumulacin de capital y proletarizacin, todo lo cual incide sobre las solidaridades gremiales dentro del taller, as como signific el aparecimiento
de otros nuevos sectores sociales: trabajadores dependientes de las incipientes industrias de servicios, sectores urbanos relacionados con la
exportacin de la pepa de cacao en sus fases terminales, entre otros.
En este captulo se analiza los procesos econmicos, sociales y polticos relevantes para la comprensin del contexto en el cual emerge la
izquierda ecuatoriana, contexto signado por el auge y la cada del cacao, por el crecimiento rpido de las urbes principales -Quito y Guayaquil-, los procesos de diferenciacin social en general y al interior de los
gremios y organizaciones artesanales. Por ello se penetrar tambin en
el proceso de emergencia de los denominados grupos medios o clases medias, relacionado a su vez con el crecimiento de las urbes y la exportacin. Tambin la integracin primaria del espacio nacional y la
ampliacin y modernizacin espasmdica del Estado en dos momentos clave de estos aos: 1895 y 1925.
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Como se ha dicho, la poca en la que se origina la izquierda ecuatoriana se corresponde con el auge y cada de la agroexportacin cacaotera, cuando emergen poderosos sectores sociales y econmicos ligados a esta actividad, quienes organizaron los primeros bancos del
pas y consolidaron el tipo de insercin del Ecuador en el mercado
mundial, como productor de mercaderas de agroexportacin.
Si bien el cacao ya era un producto de exportacin a fines del siglo XVIII, fue en la poca republicana cuando el empuje de esta actividad impregna definitivamente la economa, la realidad social y la poltica de una manera central. A fines del siglo XIX los sectores agroexportadores ligados al mercado mundial pueden plantearse el objetivo
de redefinir el equilibrio poltico nacional -cuyo eje era el poder terrateniente de la sierra y el control de la fuerza de trabajo en la hacienda
serrana- a su favor, mediante un acceso privilegiado y control del poder estatal.
Una de las caractersticas fundamentales del pas para aquel entonces radicaba en la fragmentacin regional: La entidad poltica que
surgi de la independencia fue un territorio sin nacin, fragmentado
por intereses y poderes locales. La Iglesia era la nica institucin estructurada que mantuvo vnculos en y abarc, ms o menos, todo el territorio, formadora de las lites regionales y que evangelizaba a los indios, a pesar del distinto tipo de apropiacin cultural que del cristianismo hacan las etnias. (Arcos, 1986:280)
La fragmentacin de los grupos regionales de poder era una realidad que se extendi a lo largo de todo el siglo XIX, y que incluso hasta nuestros das no se ha entendido en sus implicaciones globales. Ha-
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to de Guayaquil a Quito, por lo menos hasta la terminacin del ferrocarril en 1908. (Chiriboga, 1988:73)
La dinamia centrada en Guayaquil y la necesidad de mejorar la infraestructura portuaria para facilitar las labores de exportacin de la
pepa de oro, amn de la disponibilidad de dinero, en el contexto de
un creciente comercio de importacin y exportacin, hicieron posible
que el Estado lance desde fines del siglo XIX un programa de mejoras
al puerto, que incluy la construccin del Malecn, calles, avenidas a
ms de programas de salud, tendientes a erradicar paulatinamente las
enfermedades que asolaban la ciudad.
Para la misma poca empiezan a realizarse inversiones en reas
manufactureras, limitadas, y en industrias primitivas, pero que a mediano plazo transformaron la fisonoma social del puerto. Este fenmeno de inversin se increment desde 1914, cuando la amenaza de una
crisis en la exportacin de cacao se visualizaba como inminente. Segn
Chiriboga (1988: 87-88), pueden diferenciarse dos tipos de actividad
industrial, segn el origen del capital invertido en ellas:
...para 1909 se haban instalado nueve ingenios azucareros...adicionalmente promocionaron industrias del calzado, fsforos y cerveza
(industrias vinculadas a los exportadores cacaoteros)... Por otro lado estn aquellas industrias ligadas a los importadores ... galletas, fideos,
chocolate y cigarrillos...2
A estas empresas antes descritas habra que aadirse otras de servicios pblicos: electricidad, tranvas, telfonos, lanchas, etc. Se debe
anotar tambin la expansin permanente de la frontera agrcola, que se
relaciona con la curva ascendente de las exportaciones, atribuible no a
mejoras tecnolgicas, sino a crecimiento territorial de los cultivos y uso
extensivo de mano de obra. (Quintero, 1980: 51)
La sierra central (espacio de transicin entre sierra norte y sierra
sur) se encontraba ms vinculada a la costa y a su mercado, participando por esta razn, aunque de manera limitada- del auge cacaotero, lo
que no sucedi ni con la sierra norte ni con la sierra sur. Sin embargo,
poco a poco, fenmenos de arrastre van involucrando tambin a las
otras regiones serranas, implicando procesos de modernizacin puntual de algunas haciendas, desarrollo del comercio y aparecimiento de
grupos de comerciantes en nmero creciente, aparicin de fbricas
(molinos, textiles, cervecera), bancos regionales, y apertura de casas de
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importacin, dependientes por lo general de matrices costeas dedicadas a esta lnea de negocios. (Chiriboga, 1988: 90)
Desde 1908, ao de la terminacin del ferrocarril, y ms an desde 1914, los circuitos comerciales internos se incrementan, especialmente en lo referido a la circulacin de alimentos. As, se abre un amplio mercado para los productos serranos, por efectos del alza sorpresiva de los precios internacionales de los alimentos, a raz de la primera guerra mundial. Este proceso coincidi con los primeros sntomas
de una inminente crisis de la agroexportacin cacaotera, por lo que sus
efectos fueron, a pesar de amplios, ms limitados de lo que se poda esperar. Evidentemente, la presencia del ferrocarril dinamiza profundamente la posibilidad de la ampliacin del comercio interregional. (Chiriboga, 1988: 91, nota 46)
Esta ampliacin va en ambos sentidos: sierra-costa y costa-sierra;
es as como ciertos productos costeos, particularmente el azcar, penetran en el mercado serrano desplazando al azcar colombiano sin
refinar, que era el que se consuma antes de la inauguracin del ferrocarril. Gracias a ste, la expansin del mercado de azcar costea lleg
hasta la frontera norte del pas.
En este proceso de integracin comercial y mercantil, diversos espacios regionales encuentran comunicacin entre s, y se potencian las
actividades productivas, especialmente en las haciendas situadas a los
mrgenes de la lnea ferroviaria, particularmente aquellas aledaas a la
capital, Quito, que manifestaban un cierto espritu de empresa, al decir de diplomticos extranjeros de la poca. (Arcos, 1986: 277-278)
Contemporneamente a la primera guerra, se abre la crisis del cacao, aunque ya se percibe cierto temor en los exportadores nacionales,
a causa de los altibajos del mercado, desde fines de la primera dcada
del siglo. En 1916 y 1917 las colonias africanas de Inglaterra y Francia
empiezan a enviar su cacao directamente al mercado europeo, con lo
que las exportaciones ecuatorianas sufren un severo golpe.3
La cada de la exportacin cacaotera provoca reordenamientos
reactivos en la economa, de carcter puramente monetario, que permitan mantener la ganancia en sucres para los exportadores: se producen devaluaciones sucesivas en la relacin sucre-dlar, de acuerdo a los
altibajos de los mercados cacaoteros y la cotizacin del producto en el
mercado internacional. La crisis del cacao proyecta sus efectos en todos
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cial de la ciudad, en tanto capital y eje burocrtico del Estado. (Cfr. Carrin, 1987; Bonilla y Pez, 1988: 76)
De esta manera queda conformado el espacio fsico y las condiciones previas al aparecimiento de grupos sociales propios de concentraciones urbanas relativamente grandes (en relacin a las condiciones
de la poca). El incremento de la densidad poblacional en un nuevo escenario urbano presta asimismo la fundamentacin para que los nuevos grupos sociales urbanos articulen sus primeras manifestaciones
polticas.
terior, se produce el ingreso de las ideologas socialistas en el pas, en razn de la integracin creciente del Ecuador en el sistema mundial, y la
correspondiente ampliacin e internacionalizacin (an bastante limitada) que ello supone para la sociedad ecuatoriana. (Cfr. Pez, 1986)
El proceso de crecimiento de los escenarios urbanos, a ms de implicar un aumento sustantivo de las aglomeraciones populares, provoca
tambin una diferenciacin social que fortific a los antes muy dbiles
sectores medios, tanto en trminos de su presencia numrica, como en
referencia a su presencia en los aparatos estatales burocrticos. Estos
grupos se encontraban en una situacin perifrica en relacin al sistema
poltico durante los gobiernos liberal-oligrquicos hasta 1925. La exclusin relativa de estos sectores posibilita a su vez el desarrollo de una intelectualidad cuestionadora, vinculada fuertemente -en las dos primeras
dcadas- al liberalismo radical, inicialmente, y posteriormente al socialismo terico, en particular al recientemente conocido marxismo. Aqu
se puede resaltar una gran diferencia con los sectores artesanales radicalizados, especialmente costeos, que se relacionan con el anarquismo
como tradicin socialista principal, antes que con el marxismo.11
El surgimiento de los grupos medios y la transformacin de los
sectores artesanales se relaciona con la diversificacin productiva y el
inicio del desarrollo de un mercado nacional, cuyas races pueden encontrarse en la dinamia econmica posibilitada (contradictoriamente)
tanto por el auge como por la crisis cacaotera . Por supuesto, este crecimiento y presencia de nuevos actores no fue homognea en todo el
espacio nacional: la fragmentacin regional defini diversos escenarios sociales, pero al mismo tiempo existan lgicas integradoras, que
aunque primitivas, esbozaban la posibilidad de constitucin de un escenario de rango nacional, donde se pudiesen expresar y procesar los
conflictos y demandas que la nueva organizacin social emergente implicaba a nivel global.
En lo que se refiere a los sectores subalternos, esta fragmentacin
se manifestaba claramente en la ndole diversa, en el espacio ideolgico, organizativo y de identidad, de los mismos, de acuerdo a la regin
en que se encontrasen. En el caso de la organizacin gremial, esta era
de distinto tipo en Quito y Guayaquil; por otra parte, la presencia del
llamado problema indgena en la sierra la diferenciaba netamente de
la costa en este aspecto. No es menos importante tampoco el sealar
que estas diversidades de conformaciones histricas e ideolgicas revir-
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tieron en las discusiones que se realizaron dentro del movimiento gremial en referencia al posible carcter de las primeras organizaciones artesanales de nivel nacional.
Se encuentran dos lgicas que se presentan de manera simtrica,
aunque con relaciones contradictorias: orgenes diversos, demandas
relativamente distintas, por una parte; organizacin a nivel nacional o tendencias hacia la creacin de organizaciones nacionales-, por otra
parte. De esta manera la fragmentacin de los sectores subalternos dificultaba la generacin de un proyecto socialista que los interpelase indistintamente como sujetos privilegiados -y unitarios, es decir con
cierta homogeneidad- en el discurso contestatario. 12
Los orgenes del movimiento gremial serrano, en particular quiteo, se encuentran directamente vinculados a la Iglesia Catlica y sus organizaciones mutuales, gremios adscritos a las cofradas eclesiales (Pez,
1986: 32). En 1892 fue fundada la Sociedad Artstica e Industrial de Pichincha (SAIP), de carcter gremial. Inclua organizaciones de artistas
(msicos, escultores, pintores), sastres, plateros, carpinteros, zapateros,
hojalateros, herreros y mecnicos, talabarteros, sombrereros y peluqueros; en 1896, la SAIP fue clausurada en razn de su filiacin conservadora, que le hizo chocar con el recientemente constituido poder liberal.
En su origen, la SAIP se relacion directamente con los sectores posteriormente agrupados en el Centro de Obreros Catlicos (COC), heredero de la tradicin gremialista de la Iglesia, fundado en 1906.
La SAIP fue una federacin compuesta fundamentalmente por
Maestros de los talleres artesanales quiteos, que trataban de defender
la produccin artesanal nacional frente a la importacin de manufacturas y la baja de barreras arancelarias postuladas por los librecambistas. Estas demandas del mundo artesanal confluan con los intereses de
algunos sectores terratenientes, ya que el espritu del progreso les haba llevado a impulsar un incipiente desarrollo industrial, por lo que
resulta ingenuo afirmar que estos sectores fueron simplemente instrumentalizados por los dirigentes polticos conservadores, quienes mantuvieron la direccin de la SAIP de manera prcticamente total desde
1895 hasta 1925. (Durn, 1988: 174-177 y Luna, 1988: 1-20)
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Asimismo, las representaciones guayaquileas tampoco provenan de los gremios artesanales clsicos: dos de ellas eran de asalariados, otras dos de pequeos comerciantes y la restante de trabajadores
en general. Esto evidencia grandes diferencias entre las organizaciones
representadas en el Primer Congreso Obrero Nacional, de acuerdo a
los clivajes regionales y el grado de desarrollo de las economas urbanas en cada caso.15
En el Segundo Congreso Obrero Nacional, celebrado en 1920,
apareci el problema del contenido y sentido de la palabra obrero y
de quienes podan ser los representantes legtimos de los trabajadores16. A este II Congreso solo podan asistir quienes fuesen previamente calificados en su condicin de obreros, lo cual desplazaba a los
doctores de la posibilidad de asumir representaciones gremiales.
Otro punto muy importante fue la discusin sobre la relacin de los
obreros con los sectores populares: mientras los artesanos quiteos se
queran diferenciar claramente de los otros grupos populares, los trabajadores guayaquileos se identificaban con ellos.17
Tanto costeos como serranos manifestaban una identidad de
principios en lo referido a la necesidad de la redencin de la raza indgena, desde una perspectiva paternalista, ya que los indgenas no
eran siquiera tomados en cuenta al momento de conformarse las Sociedades Protectoras de la Raza Indgena planteadas en el Congreso
(Durn, 1988: 182-191). Este tema es clave, ya que en aquellos aos se
produjo un incremento sustancial del conflicto social en el agro serrano: se puede entonces percibir un distanciamiento entre las percepciones de los sectores artesanales urbanos respecto a los grupos subalternos citadinos, de acuerdo a sus orgenes regionales, pero simultneamente una actitud de incomprensin compartida respecto a lo indgena; los grupos subalternos urbanos y rurales se encuentran distanciados. En el caso de los artesanos asistentes al II Congreso Obrero, ellos
participaban del diagnstico tradicional de las lites dominantes acerca de las etnias.18
Tanto las organizaciones artesanales como obreras y las asociaciones de empleados (dependientes del Estado) carecan de espacios
organizativos de integracin a nivel nacional: la regionalidad era el
marco, tanto ideolgico como organizativo, para su desarrollo. Incluso
la Institucin Militar, las Fuerzas Armadas, no eran percibidas como
un aparato de carcter nacional, ya que la alta proporcin de oficia-
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los intentos armados de algunos grupos polticos (la aventura de Jacinto Jijn y Caamao en 1924) y los movimientos al interior de las Fuerzas Armadas, institucin que haba crecido significativamente durante
las primeras dcadas del siglo.
Los sectores populares, aunque de manera espasmdica y segmentada, intentaron nuevas vas de expresin, al igual que los grupos
medios (empleados, intelectuales y estudiantes), proceso en el cual llegaron a fuertes enfrentamientos con el Estado y los grupos sociales dominantes, que se expresaron claramente en el carcter de las luchas sociales de los aos veinte y treinta.
Maiguashca seala la influencia profunda que tuvieron los cuadros militares en la formacin de la mentalidad de los sectores medios
en los aos veinte y treinta. Este importante grupo de empleados desafi ...por otras vas...la relacin secular entre dominantes y dominados, tal como lo hicieron en otras formas, los artesanos, los obreros fabriles y los trabajadores rurales (1988: 22).
As, el grupo de empleados militares se transform en el eje social
de las peticiones de racionalizacin del Estado, que por supuesto implicaba primeramente la burocratizacin de la carrera militar, en un
contexto en que las relaciones patrimoniales y clientelares impregnaban a la institucin armada23 El choque entre el sistema clientelar y los
empleados militares se produjo con particular fuerza dentro de los grupos de nuevos cuadros de la oficialidad, que pugnaban por establecer
la carrera en base al mrito individual y mediante canales institucionales y reglamentados. El clientelismo reinante creaba condiciones que
bloqueaban la posibilidad de transformar y racionalizar a la institucin, lo que llev a la oficialidad baja y media a impulsar un proyecto
de carcter reformista, la Revolucin del 9 de julio de 1925.
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dicin catlica que define a este racismo de una manera especial: el indio es, a pesar de todo, hermano en Cristo. Arcos seala, no sin irona, que esto estaba motivado tambin en necesidades pragmticas, ya
que los indgenas eran ...la nica e insustituible fuerza de trabajo. As,
la sociedad defini a lo indio como un arquetipo negativo de la propia cultura nacional (Ibid: 274).
En esta situacin, diversas gamas de sujetos sociales y grupos sociales se instituan (es decir se reconocan a si mismos como tales) pluralmente, de modo concurrente con frecuencia, pero muy pocas veces
de manera recproca, lo que produjo la parcelacin extrema de conciencias y conflictos, como analiza Carlos Franco (Cfr. 1983) en referencia al caso peruano, anlisis que puede ser extendido a nuestro pas,
donde tambin coexistan
...movimientos indgenas milenaristas, rebeliones antilatifundistas, movilizaciones bajo el mando de caciques polticos locales, demandas regionalistas y anticentralistas, dirigidas por los seores de la tierra,
reclamos por el salario y/o por la determinacin de la jornada de trabajo, protestas circunscritas localmente contra la presencia de compaas
extranjeras, levantamientos contra el fisco. (Franco, 1983: 141)
Todo ello expresaba la heterogeneidad de condiciones de vida, intereses y conciencia de los diversos grupos sociales. Los sectores sociales subalternos, probables portadores de lo nacional, se deban interpelar recprocamente, se deban sumar para conseguir tanto la construccin de la nacin como para lograr ampliar los espacios de participacin poltica e impulsar la bsqueda de un proyecto societal alternativo. Se requera para ello de una alianza interclasista, interregional e
intertnica para conseguir estos objetivos, como haba planteado Maritegui. (Ibid ant.: 152-153)27
El trmino mismo modernizacin se presta a muchos cuestionamientos, pero no tanto en lo que se refiere a su capacidad explicativa de algunos aspectos de los procesos sociales y polticos28, sino en
tanto prescribe una visin de sentido, teleolgica, cargada de valores
sesgados respecto al deber ser de la sociedad.
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Con respecto a los grupos bsicos que las teoras de la modernizacin ubican como centrales para apoyar un proceso de modernizacin del Estado, la burocracia y el ejrcito -o la institucin militar-, cabe realizar algunas precisiones. A raz del proceso de diversificacin estatal que acaeci entre 1900 y 1910, los empleados estatales empezaron
a constituirse como un grupo con personalidad propia (Maiguashca,
1988: 19). Estos empleados se articularon a redes clientelares, en primera instancia, para garantizar condiciones favorables para sus ascensos burocrticos 30, dentro de la lgica propia del modelo liberal-oligrquico.
Pero desde 1920, el cuestionamiento a esta orientacin parti de
los propios empleados estatales, los cuales se vieron afectados en sus
intereses por la depreciacin monetaria creciente y el impacto de la
misma sobre los grupos de ingresos fijos, a resultas de la crisis cacaotera; as se produjo la ya mentada crisis de lealtad que segn Maiguashca (1988: 19 y s.s) ser uno de los elementos fundamentales que permiten comprender el comportamiento de los grupos burocrticos y militares en los veinte y treinta. A esta crisis de lealtad se suma otra crisis, de
autoridad paternal, que afectaba a los estratos artesanales e indgenas
y campesinos, grupos subalternos no ligados directamente al Estado.
En el caso de la Institucin Militar, el ejrcito que apareci a raz
de la revolucin liberal se encontraba igualmente marcado por el caudillismo y caciquismo en su organizacin institucional. Como la misma
Revolucin Liberal, estaba conformado por una coalicin de fuerzas de
diversas proveniencias e intereses, desde las montoneras costeas hasta
los ejrcitos informales de los liberales serranos, como puede ser ejemplificado en los casos del coronel -posteriormente general- Julio Andrade o los ejrcitos del coronel Carlos Concha en Esmeraldas y Manab.
Las primeras reformas que plante Alfaro en el poder fueron dirigidas a negociar las nuevas relaciones entre Iglesia y Estado, y tambin
a posibilitar la construccin del ferrocarril: parece que Alfaro no quiso
en realidad romper con la Iglesia, sino solamente obligarla a que acep-
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De esta manera, las transformaciones logradas en el plano poltico, en la relacin Iglesia-Estado cerraron el paso a las transformaciones
sociales liberal-radicales, ya que Plaza ofreca garantas al latifundismo
serrano para poder concentrar su ataque especficamente contra la
Iglesia Catlica: ya no se habla de la abolicin del concertaje como reivindicacin central e impostergable del liberalismo, sino que -por el
contrario- esta reforma se condicionaba a los intereses terratenientes.
(Ibid: 130)
El bloque liberal que haba ascendido al poder en 1895, con el
apoyo de los sectores agroexportadores costeos y de algunos sectores
populares movilizados al calor de la alfarada33, sobre la base de un proyecto poltico democrtico-radical, que pona su acento en la reivindicacin del derecho a la posesin de la tierra y la supresin de las instituciones como el concertaje, fue reemplazado por una alianza de intereses entre los sectores dominantes clsicos, sobre la base de la aceptacin de un programa de modernizacin poltica limitada y la congelacin de los procesos de modernizacin social inducidos desde el Estado. (Ayala, 1988: 120-123)
Sin embargo las bases de este nuevo modelo de ejercicio del poder,
las posibilidades de que este acuerdo se estabilice, eran an dbiles, por
lo menos hasta 1912. En 1906, Alfaro retom el poder, luego de la llamada campaa de los 20 das, un tpico pronunciamiento militar que
le abre paso al Estado, con el apoyo coyuntural de diversos sectores:
Alfaro triunf esta vez contra el grueso de la burguesa (agrooexportadores cacaoteros, banqueros costeos, importadores, N.d.A.) y el
latifundismo, con el respaldo del Ejrcito, de amplios grupos populares
(especialmente artesanos guayaquileos, N.D.A.), de los intelectuales
radicales del liberalismo, as como con el apoyo de un sector minoritario de la burguesa34 con intereses en la industria y, desde luego, la ayuda definida de la compaa del Ferrocarril, dirigida por Mr. Harrnman.
Es preciso adems anotar que Don Eloy recibi aqu el apoyo coyuntural de un sector del latifundismo serrano, con intereses en la industria
y necesitado de proteccionismo. (Ayala, 1988: 132)
As pues, la atribucin de intereses estructuralmente definidos o
ecuaciones simplistas (burguesa igual proyecto modernizador; latifundistas igual reaccin feudal y tradicionalismo) e unidireccionalmente realizados, se presenta como errnea. Arcos (1986: 269-271) critica este tipo de aproximaciones en la interpretacin que Agustn Cueva hace de la poltica y del Estado en este perodo, criticndolo por su
modelo, en que a las fracciones agroexportadoras les correspondera de
facto una visin liberal-modernizante, en tanto que a los latifundistas
serranos una posicin feudalizante-conservadora.
Al interior de la plantacin agroexportadora, pese a las tendencias
conducentes al desarrollo y consolidacin de relaciones capitalistas en
el plano de la produccin, en la mayora de las explotaciones se mantuvieron relaciones sociales tradicionales, precapitalistas35, en tanto que
en la hacienda serrana se puede observar una tendencia a introducir
nuevas tcnicas a fin de aprovechar mejor las ventajas asociadas a la
ampliacin del mercado interno36 (Cfr. Arcos, 1986).
Por otra parte, era necesario recobrar el empuje poltico para la
realizacin y culminacin del ferrocarril, cuya terminacin se vea
amenazada, comprometiendo al Estado, que haba dedicado ingentes
recursos para este proyecto 37. El ferrocarril fue inagurado el 25 de julio de 1908, en medio de la expectacin general, que crea en que producira efectos cuasi taumatrgicos y milagrosos 38.
El gobierno alfarista tuvo que retroceder en la implementacin de
una Ley de Proteccin Industrial, debido a la presin de los comerciantes, e incluso se produjeron enfrentamientos con los intelectuales radicales en 1907, a lo que se sum una creciente prdida de liderazgo en el
Ejrcito por parte de Alfaro y su grupo, con lo cual se anunciaba su cada y posterior arrastre de 1912:
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Alfaro se comprometi no solo con un programa de secularizacin del Estado, sino de franco avance modernizador que inclua desarrollo industrial, la organizacin obrera-artesanal y, hasta cierto punto, la liberacin de los campesinos de las arcaicas relaciones de produccin. Esto le enajen el apoyo del grueso de la burguesa comercialbancaria y del latifundismo, lanzndole de vuelta a buscar el respaldo
de una compleja y contradictoria alianza, que inclua al incipiente sector industrial de la burguesa, a una minora terrateniente, a los intelectuales histricos del liberalismo, al Ejrcito, a las bases populares liberales y a la Compaa del Ferrocarril. Esta alianza no poda durar
mucho y fue descomponindose aceleradamente hasta que cay en pedazos cuando Alfaro dej el poder en 1911. (Ayala, 1988: 137)
1.4.3. Los esbozos de organizacin partidaria y la modernizacin
Durante estos aos, y en el contexto de un tipo particular de modernizacin estatal, se empieza a plantear la necesidad de crear partidos polticos con un mayor grado (relativo) de institucionalizacin,
que no fuesen una mera suma de fracciones desarticuladas, para de esta manera organizar de mejor manera la participacin poltica y el acceso de los distintos grupos sociales e ideolgicos al Estado. Hasta entrados los aos veinte, no se instaurara esta modalidad moderna, con
mayores ingredientes de racionalizacin e institucionalidad como la
forma dominante de relacin entre los partidos polticos y el Estado, pero ya en 1906, sobre la base de la movilizacin de sectores artesanales
que apoyaban a Alfaro, se plante la necesidad de organizar el llamado
Partido Liberal-Obrero, que puede ser considerado como un antecedente radical a posteriores organizaciones liberales de izquierda. 39
Este proyecto de partido se encontraba ligado a los sectores radicales del liberalismo y planteaba la promulgacin de una Ley de Trabajo que reglamentase las relaciones laborales y consagrase la igualdad de
los trabajadores, sin distingos de ninguna clase, lo que de hecho constitua un cambio de la conciencia gremial, particularista y cerrada, hacia un sentido moderno de igualdad ante la Ley; el programa tambin
postulaba el igualitarismo entre gneros se manifestaba contra el regionalismo y el concertaje y peda la sistematizacin de las estructuras
partidarias en la poltica, adems de la subordinacin de las actividades polticas de los miembros del PLO a la dirigencia de las organizaciones, pero con una caracterstica peculiar: lo poltico dependera de
lo sindical, y la Confederacin Obrera del Guayas (COG) sera el eje articulador del proyecto. Tras este programa era evidente la presencia de
sectores liberales sindicalistas, liderados por el ciego Albuquerque. 40
Pero este esbozo de organizacin partidaria, dependiente del naciente sindicalismo, no dara frutos y se devanecera a corto plazo41.
Una vez muertos los Alfaro, se consolid la alianza que ya se haba perfilado durante el primer gobierno de Plaza, precisamente con este personaje como centro articulador en trminos de liderazgo poltico. Empez de esta manera la poca dorada de la bancocracia, y el Estado adquiri un marcado acento oligrquico, cuyo eje de poder era el Banco
Comercial y Agrcola: esta es la llamada etapa Liberal-Plutocrtica, en
la que se consolid la hegemona de la fraccin bancaria guayaquilea,
ligada a la agroexportacin cacaotera, en alianza con algunos sectores
conservadores serranos.42
Sin embargo, los sectores urbano-artesanales movilizados por el
liberalismo radical, pasaron a constituirse como actores sociales relativamente institucionalizados, con canales de expresin, un grado de organizacin autnoma estable y en expansin, e incluso intentando
transformarse (tempranamente) en actores polticos. El mecanismo de
la huelga empez a ser utilizado no solo con tintes reivindicativos de
aspectos econmicos, sino tambin polticamente (Pez, 1986: 37); el
movimiento gremial lentamente se fue impregnando de concepciones
sindicalistas, el pensamiento socialista empezaba a infiltrarse en las organizaciones de trabajadores por va de los asalariados extranjeros del
ferrocarril y de los marinos que recalaban en el puerto de Guayaquil, ligados a organizaciones internacionales de trabajadores, algunas de ellas
extremadamente contestatarias, tales como la Industrial Workers of the
World (IWW). (Pez, 1986: 38-51)
En el campo tambin se manifestaban condiciones crecientes de
conflictividad social, altamente desestabilizadoras durante la dcada
del diez y principios del veinte. El tem regional tiene un fuerte peso especfico al momento de estudiar el sentido de esta conflictividad, de
acuerdo a cada espacio microregional, como sucedi en el caso de las
montoneras llamadas Revolucin Conchista, que tomaron su nombre
del cacique que las lideraba, el hacendado-coronel Carlos Concha. As
pues, la dominacin plutocrtica liberal postalfarista no fue incuestionada, sino que, por el contrario, tuvo algunas fisuras, que en 1922 se hi-
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cieron an ms evidentes, en un contexto de cuestionamiento por parte de los grupos subalternos urbanos.
El incipiente proyecto de la modernizacin estatal fue expresado
en el Ejrcito por los oficiales medios y bajos, quienes tambin cuestionaron el modelo liberal-oligrquico de dominacin, mediante la Revolucin Juliana de 192543. El crecimiento de los sectores sociales subalternos, asociado al desarrollo urbano y el lento proceso de integracin
del mercado nacional (que aunque incipiente no dej de ser significativo), plante la necesidad de reformular los mecanismos institucionales de procesamiento de conflictos, necesidad que fue reconocida incluso por el ltimo de los presidentes del perodo liberal-oligrquico,
Gonzalo S. Crdova, en su programa de gobierno. 44
Cuando se produjo la Revolucin Juliana, esta se manifest como
un proceso de transformacin institucional influido por el pensamiento socialista45, que para aquel entonces (desde 1922, a raz de la huelga
y la masacre en Guayaquil) haba tenido un impacto creciente en distintos sectores: el movimiento gremial, la intelectualidad de clase media e incluso la oficialidad baja y algunos mandos medios del ejrcito,
que pugnaban por la institucionalizacin y la modernizacin del Estado y la sociedad.
Para Ricardo Paredes, primer Secretario General del PSE, fundado en 1926, quien realiz una interpretacin retrospectiva (tres aos
despus, durante el VI Congreso de la Internacional Comunista) de la
Juliana, este movimiento haba sido dirigido contra la plutocracia financiera y los grandes propietarios terratenientes, los funcionarios corrompidos del Estado y los jefes del Ejrcito, lo que se certificaba, siempre segn Paredes, en la transferencia de algunos monopolios privados al Estado, y en la expropiacin de tierras. Paredes lleg incluso a
percibir una vocacin antiimperialista en la juliana, que adems impuls tambin la organizacin obrera. (VI Congreso, 1978: 182-183)
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de la ciudad son las viviendas de los obreros que trabajan en una incipiente industria localizada a la entrada sur. (Vsquez, 1988: 215)
Un proceso comparable, en algunos aspectos, al descrito por Alberto Flores Galindo (1982)
en el caso peruano y su movimiento artesanal-obrero, a principios de siglo.
El tipo de organizacin artesanal implicaba una relacin de dependencia del aprendiz y obrero respecto al maestro del Taller; Maiguashca se refiere originalmente a la ruptura de las solidaridades patriarcales en la relacin especfica entre los estratos dominantes (en particular
terratenientes) y los grupos sociales subalternos. En este caso, se asume que esta crisis de solidaridad patriarcal acaece tambin en el espacio del taller artesanal y de sus jerarquas tradicionales, que empiezan a ser contestadas por aprendices y obreros.
Existen por otra parte procesos de rango continental, tales como la Reforma Universitaria de
Crdoba, que tambin impactaron fuertemente en la conciencia de estos sectores medios, los
que demandan crecientemente acceso a la participacin poltica: El radicalismo de Irigoyen,
en Argentina, y el gobierno de Legua en Per lograron expresar limitadamente esta creciente presencia de los sectores medios en la poltica, con intereses y fuerza propias.
En la lnea en que se centra la argumentacin, el conjunto de los sectores subalternos (y no
solo el proletariado industrial) seran los destinatarios privilegiados del discurso socialista, al
igual que del discurso populista. Lo que diferenciara a estos dos discursos no sera el receptor, sino el sentido potencial del sujeto a ser construido desde el discurso. Una lnea argumental complementaria indica que en los procesos reales la constitucin del sujeto populardemocrtico desde el discurso socialista ha sido muy difcil, debido precisamente al reduccionismo de clase manifiesto en las interpelaciones de la izquierda marxista al momento de
construir el discurso socialista. (Laclau, 1986: 112-126)
Cabria sealarse que Albuquerque era tambin Maestro Masn, fundador de la Logia Luz del
Guayas # 10, en un contexto en el que los liberales radicales (en particular los Alfaros) tambin pertenecan a la Orden Masnica, y en momentos en que el enfrentamiento con la Iglesia es un asunto central. Habra que recordarse tambin que en el arrastre de los dirigentes
liberales alfaristas en 1912, el hecho de su pertenencia a la masonera fue uno de los elementos que movilizaron al populacho, bajo la direccin de algunos sacerdotes. De esta manera,
la asimilacin de Albuquerque al anarquismo parecera formar parte ms del conflicto Iglesia-Masonera, particularmente intenso a principios de siglo, antes que ser en realidad una
adscripcin ideolgica del sastre cubano.
Este hecho implica que el movimiento gremial guayaquileo se encontraba ms desarrollado que su similar quiteo y serrano, ya que sus delegaciones estaban compuestas nicamente por trabajadores y artesanos, sin incluir a los llamados doctores, que eran generalmente
dirigentes conservadores provenientes de los estratos sociales altos.
Debe aclararse tambin que el concepto obrero en su utilizacin para la poca se hallaba
bastante indefinido, ya que se incluye en el mismo a organismos seccionales, gremios artesanales, trabajadores asalariados e incluso a intelectuales conservadores, provenientes de las lites polticas y sociales serranas (los llamados doctores). As, se debe andar con mucho cuidado al adoptar sin beneficio de inventario el trmino obrero para referirse a los trabajadores de la poca.
Es importante sealar que los dos primeros congresos obreros se producen en fechas patrias:
el 10 de agosto de 1910 y el 9 de octubre de 1920, coincidiendo con los centenarios de algunos hechos emancipadores. Esto es relevante, ya que el movimiento artesanal y de los trabajadores empieza a identificar una nocin de patria, un sentido nacional-mestizo an incipiente. Las actas del II Congreso Obrero Nacional estn reproducidas extensivamente en Pensamiento Popular Ecuatoriano,tomo # 13 de la coleccin de pensamiento ecuatoriano, Banco
Central-CEN, Quito, 1981.
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Esto ser de importancia central para entender los procesos de 1922, en que la movilizacin
obrera del 15 de noviembre y los das previos, que tiene ms que ver con una protesta popular generalizada, de la multitud, antes que con una movilizacin proletaria. Esto se posibilita precisamente porque los sectores gremiales y protosindicales guayaquileos trazan lneas de comunicacin e identidad con el conjunto de los sectores populares y ejecutan un
discurso originado en los gremios, pero con capacidad de interpelar al conjunto de sectores
populares subalternos, a la multitud.
En 1922 se public la obra clsica de Po Jaramillo Alvarado El Indio Ecuatoriano, que si bien
manifestaba continuidades importantes con el diagnstico tradicional, que identificaba al
indgena con el subdesarrollo y la barbarie, empieza a abrir nuevos espacios de reflexin sobre lo indgena. La misma literatura indigenista en los treinta y cuarenta, fuertemente influida por el pensamiento socialista y comunista sigui expresando este distanciamiento pattico respecto a lo indgena, como sucede en el texto clsico de Jorge Icaza Huasipungo. (Cfr.
Pez y Bonilla, 1988)
La nocin de PROYECTO SOCIETAL est tomada de Heinz Sonntag, e implica la produccin de discursos en competicin, que incluyen; a) un diagnstico de la realidad social; b) un
horizonte de deseabilidad, es decir una imagen-objetivo, y c) la postulacin de los medios
para lograr lo anterior. Por ejemplo, los indios comuneros levantaban un proyecto que miraba hacia atrs, buscando el retorno al pasado, la reconstruccin de la lgica tnico-comunitaria, mientras los obreros fabriles visualizaban el socialismo, un proyecto de futuro, como su objetivo. Las clases subalternas, a pesar del desarrollo organizativo que se resea, no
lograron conseguir la masa crtica necesaria para irrumpir organizadamente en la poltica
nacional (Maiguashca, 1988: 28-29), aunque en su participacin fragmentada y espasmdica lograban desequilibrar poderes regionales e incluso, ocasionalmente, el poder nacional.
As, la embrionaria clase media de aquel entonces se encontraba compuesta de una heterognea gama de sujetos sociales; desde profesionales, artesanos medianamente acomodados y
aristcratas decadentes hasta comerciantes medianos (y estudiantes N.d.A) en un contesto
tal que la economa nacional...no lograba... quebrar las bases mismas del proyecto terrateniente y abrir un mercado interior (suficientemente integrado (N.d.A) que posibilitase el nacimiento sin distorsiones tipolgicas de las clases sociales propias del capitalismo ... (Bonilla y Pez, 1988: 76). Por otra parte el significativo nfasis que la revolucin liberal haba
puesto en la expansin de la educacin tambin fue un factor central en la conformacin de
los sectores medios.
La Reforma Universitaria de Crdoba se produce entre 1918 y 1919, en un contexto de cuestionamiento global a la Universidad Tradicional, ligada al bloque de poder oligrquico-terrateniente. Esta Reforma plantea la participacin de la naciente clase media, la reformulacin
de los programas universitarios y cuestiona incluso la actitud de la Universidad ante la sociedad nacional. Por boca de sus idelogos, la reforma es definida como bolchevismo escolstico, que se extiende por todo el continente como un reguero de plvora en sus consecuencias. (Cfr. Bonilla y Pez, 1988)
Por supuesto, esa marcha al pueblo tena contenidos muy diferentes a la de los Narodnikis
rusos de mediados del siglo XIX. No se trataba de reivindicar los valores populares y la creatividad de la resistencia campesina, sino de llevar la luz desde fuera, de salvar al campesinado e indigenado.
El patrimonialismo y el clientelismo denotan una forma de administracin institucional que
prioriza las relaciones familiares y personales antes que los criterios de mrito en la distribucin de prebendas y ascensos; tambin la accin dominante de cliques poderosas y corruptas en la administracin institucional. El control que se estableca sobre los empleados militares no obedeca a sistemas racionalizados y procesados de manera burocrtico-institucio-
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nal, sino que dependa de lazos y sistemas de interaccin de carcter tradicional y articulaciones familiares y polticas.
En el sentido que a esta expresin es atribuido por Carlos Arcos en el artculo antes citado
(1986), es decir en tanto los latifundistas y hacendados empujaron una inversin creciente en
la industria, tanto a nivel de la modernizacin agraria como de la produccin de manufacturas -textiles fundamentalmente- para el mercado interno.
Para muestra basta un botn: en el peridico del PSE, La Hoz -ya controlado por la fraccin
comunista- #2, de septiembre de 1931, consta un reclamo indgena en Tigua, en el que los denunciantes de una masacre piden al Congreso Nacional se les haga justicia ...que nos devuelvan lo que hemos dejado en la hacienda, que se nos permita volver a nuestro huasipungo,
en el que han trabajado nuestros mayores tantos siglos. Se volver sobre este texto en el captulo 4.
En los comentarios a la ponencia de Milton Luna aqu citada (1988) sobre el rol de la multitud en los aos treinta, Hernn Ibarra defini como sociedad de castas al Ecuador de los
veinte y treinta, tambin mediada por elementos provenientes de otras consideraciones, como lo regional y lo de clase. Por lo dems, una visin similar es la que presenta Flores Galindo (1982) con respecto a la sociedad peruana de los tiempos de Maritegui, enfatizada en
otro texto posterior del mismo autor, en el que al hablar del racismo, define a una Repblica sin ciudadanos (Cfr.Flores Galindo, 1987).
El paso de los actores sociales a actores polticos es un tema complejo. Los primeros pueden
ser considerados como aquellos grupos situados en la sociedad, que cumplen funciones definidas en el plano econmico, y que mantienen y recrean permanentemente su identidad
mientras especializan sus funciones. Los actores polticos seran ... clases, grupos o sectores
y organizaciones cuya activacin poltica permite a sus dirigentes una participacin constante en el proceso poltico nacional. (ODonnell, 1973: 43). En este concepto, la activacin poltica consiste en la presentacin de demandas al sistema poltico. El proceso de constitucin
de los actores polticos puede integrar uno o varios actores sociales; estos no son necesariamente actores polticos: requieren de un discurso que los interpele y constituya como sujetos polticos (Laclau, 1986: 112-126)
Si se concibe a la modernizacin poltica en los trminos que plantea Huntington (Cfr.1972),
esta podra explicar algunos aspectos de las transformaciones sufridas por el Estado y el sistema poltico ecuatoriano en la primera mitad del siglo. Para Huntington, la modernizacin
econmica (la penetracin y desarrollo del capitalismo), la modernizacin social (el aparecimiento de nuevos grupos, la complejizacin de la sociedad y la creciente movilidad social
posibilitada por la modernizacin econmica) no necesariamente coinciden temporalmente
con loa modernizacin poltica. El problema del orden en las sociedades en cambio sera la
produccin de una institucionalidad eficiente para procesar los diversos conflictos polticos
que se presentan en aquellas sociedades que tienen un ritmo intenso en sus transformaciones sociales y econmicas. Esta modernizacin poltica, implicara: a) la racionalizacin
del Estado; b) la diferenciacin funcional creciente de los organismos estatales y de las instituciones sociales y representativas; y, c) la ampliacin de la participacin poltica hacia los
nuevos grupos o cubriendo a sectores antes excluidos. Desde esta perspectiva, como se trata
a continuacin en el texto, se puede observar algunos de los procesos en el Estado y la Sociedad ecuatorianos, utilizando elementos de juicio que se arrancan de la perspectiva de la modernizacin, pero dejando de lado la lectura teleolgica de los mismos.
Es importante sealar que esta forma histrica de la modernidad es solamente una de las posibles maneras en que los valores de lo moderno pueden expresarse. Est limitada y sesgada
por elementos como el extraordinario nfasis en la racionalidad instrumental-formal, por
ejemplo. Es posible pensar en otras modernidades posibles, como el riqusimo pensamiento
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de Habermas plantea, dentro de un proceso de liberacin y expansin de la accin comunicativa libre de dominacin.
Los procesos de racionalizacin y diversificacin funcional tambin pueden tener arritmias
considerables en su desarrollo. En este caso, la diversificacin funcional, la ampliacin estatal, no se corresponde a una racionalizacin de sus estructuras en algunos aspectos clave:
las redes clientelares y no los criterios meritocrrticos y burocrticos son los mecanismos de
ascenso en el servicio pblico.
El proyecto presentado por Andrade tiene entre sus considerandos y justificaciones un autntico diagnstico del ejrcito liberal y de lo que -a juicio del general- debera ser: El ejrcito liberal, deca, se est formando. Es preciso que lo sea sobre bases tcnicas de estricta sujecin a la disciplina militar, que le permitan desenvolverse al margen de las disputas civiles,
como un instrumento exclusivamente destinado al mantenimiento de las fronteras nacionales, al mantenimiento de la paz y orden internos...Es urgente tecnificarlo, neutralizarlo, apartarlo de banderas polticas y caudillajes, dotarle de una doctrina de procedimiento al servicio de la legalidad...La clique alfarista del ejrcito no disimul su hostilidad al proyecto; tampoco Don Eloy...(Andrade, 1962: 23)
Sin embargo, durante la primera presidencia de Alfaro se llevaron a cabo otro tipo de transformaciones, que incluan el cambio de los aranceles aduaneros, la resurreccin de la institucin colonial del Patronato, mediante la cual se defina un cierto control de la Iglesia por
parte del Estado, control que prohiba al clero participar en poltica. (Ayala, 1988: 130)
Los sectores populares movilizados fueron muy diversos: desde los campesinos de las haciendas costeas, armados por sus hacendados y que obedecan directamente a su liderazgo, hasta los artesanos guayaquileos, e incluso uno que otro dirigente artesanal serrano, a los que se
aade la participacin de ciertos sectores indgenas (habra que mencionar al coronel Alejo
Sez, lder tnico en Guamote) en el agro serrano, apoyando a la alfarada por la va armada.
Lo mismo que para los sectores subalternos, se debe matizar bastante esta definicin de
burguesa para caracterizar a los sectores dominantes costeos vinculados a la explotacin
cacaotera. No basta su integracin al mercado mundial para definirlos como tal, estrictu sensu, como ya se acotar posteriormente
Para certificar esto, Arcos cita a Chiriboga, a efectos de demostrar empricamente esta funcionalizacin de formas precapitalistas en una produccin exportable con realizacin en el
mercado mundial, antes que remitirse a atribuciones teorticas acerca de un supuesto comportamiento poltico sobredeterminado por la posicin estructural de los grupos sociales.
Ampliacin que, justo es decirlo, aparece en formas muy limitadas y dbiles, resultado de las
concentraciones urbanas en crecimiento y la expansin de las necesidades y capacidad de
consumo de los grupos medios y altos, esencialmente, no necesariamente de los grupos populares.
En los aos de 1916 a 1922, cuando la parte ms costosa del ferrocarril estaba ya terminada,
y pagada en gran parte, segn un informe de la misin Kememer se gastaron 23 millones de
sucres en cinco ferrocarriles...ello significaba alrededor de dos aos de ingresos fiscales para
la poca (Chiriboga, 1988: 96-97)
Quito, la terminal de la lnea frrea, as como todo el pas, vivi das de regocijo y de fiesta
...pero el ferrocarril dejaba al gobierno con una monstruosa deuda por pagar y sin consigna
fundamental, tanto ms que la obra no tuvo los efectos casi milagrosos e inmediatos que se
esperaban(Ayala, 1988: 133)
Ver La Redencin Obrera, rgano de la Asociacin de Estudios, 1906, Guayaquil, en la que se
plantea el programa del antedicho Partido Liberal-Obrero, en un contexto de clara vinculacin al proyecto de la fraccin Alfarista, con el apoyo de la COG y personajes como Albuquerque.
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El contenido del proyecto del Partido liberal-obrero tiene una fuerte influencia de la idea de
partidos obreros en Europa, donde probablemente Albuquerque la recogi, durante su viaje
a Francia en la ltima dcada del siglo XIX, aos en que la socialdemocracia y el sindicalismo revolucionario (desde distintas pticas) tratan de representar a los intereses de los sectores obreros. (Valarezo y Martnez, 1986: 9 y Pez, 1986: 33-36)
Esto probablemente se debe a la debilidad del discurso del PLO, que no logra interpelar a
los sectores que trata de representar, cuya identidad se mantiene en el plano (an incipiente,
incluso en este aspecto) de actor social, que apenas empezaba a transitar del gremialismo al
sindicalismo, y no poda estar activado an como actor poltico, procesos que unos aos despus se produjeron, en el contexto de la crisis del cacao.
En las sociedades de capitalismo perifrico, en contextos de cambio y modernizacin, los
procesos de ampliacin institucional y del sistema poltico se asientan sobre una base que recupera elementos sociales y de dominacin preexistentes para su reproduccin, conviviendo
con ellos. La negociacin entre las fracciones de poder reduce los efectos de la ampliacin poltica y el disenso a los parmetros de acuerdo diseados de manera que sean funcionales tanto para el sector tradicional -relativamente desplazado- como para los grupos moderados
del nuevo bloque en el poder, capaces de concertar la alianza.(Cfr. Einsestadt, 1972)
Razn por la cual este movimiento militar ha sido definido por Adrin Bonilla como Una
ventana a la modernidad, en vista de los grandes cambios institucionales que produjo en el
Estado. (Cfr.Bonilla, 1987)
La legislacin social an carece de un sentido orgnico que satisfaga las aspiraciones obreras y del proletariado campesino, y por esta falta de un Cdigo del Trabajo, contemplamos
que quedan sin eficiencia prctica algunas de las reformas anotadas, como las referentes al
concertaje (formalmente abolido en 1918, N. d. A.), las que garantizan indemnizaciones por
accidentes de trabajo; y que faltan en nuestra legislacin aquellas que versan sobre la proteccin en los casos de enfermedades profesionales, de la invalidez de los obreros, las que reglamentan el inquilinato y las casas higinicas, as como las referentes al trabajo de las mujeres
y de los nios, a las provisiones de mdicos y medicinas para las poblaciones rurales, y, en fin,
las que protegen los derechos de los obreros... (Orellana, 1930: 148)
En realidad, en la Revolucin Juliana se pueden encontrar muy diversas influencias ideolgicas: desde la que es posibilitada por la presencia de la Misin Militar Italiana, con muchos
elementos del corporativismo de los fascios Mussolinianos, hasta la de algunos oficiales vinculados a la Orden Masnica, pasando tambin por sectores militares vinculados a los primeros grupos socialistas y marxistas del pas.
En la poca liberal los cinco ministerios eran los siguientes: del Interior, de Guerra, de Relaciones Exteriores, de Instruccin Pblica y de Hacienda. Los nuevos ministerios julianos subdividieron las competencias del Ministerio del Interior, fundamentalmente. (Ayala, 1988:
150-151 y Orellana, 1930: 158)
Que impedan la terminacin unilateral del contrato de Trabajo y la relacin laboral.
Captulo II
El propsito de este captulo es examinar brevemente los procesos mediante los cuales la corriente socialista penetr y se constituy
en Amrica Latina, los problemas tericos y polticos de los que tuvo
que dar cuenta al momento de caracterizar las sociedades de nuestro
continente, tan diferentes de los contextos sociales que presidieron el
nacimiento del moderno socialismo en la Europa del siglo XIX.
El objetivo trazado es el de ligar el proceso poltico e histrico de
la izquierda marxista en sus marcos mundial y latinoamericano, para
comprender los modelos a los que se refirieron las posteriores discusiones al interior de la izquierda marxista ecuatoriana en sus procesos de
diferenciacin, al igual que los problemas tericos bsicos a los que intent dar respuesta, que fueron fundamentalmente tres: a) la definicin de los actores, la base social de la transformacin socialista propuesta; b) la caracterizacin del tipo de sociedad en el que se inscriba
el proyecto poltico de la izquierda marxista; y, c) a consecuencia de los
dos primeros puntos, el modelo orgnico del partido a ser construido,
punto clave para posibilitar la transformacin socialista.
En torno a aquellas caracterizaciones primarias fue que el proyecto poltico tom forma y sentido: todas ellas estaban atravesadas por el
estado de la cuestin, es decir, por las caracterizaciones elaboradas en
aquel momento histrico a nivel mundial. Cabe sealar que debido a
la formacin relativamente tarda del PSE, en 1926, la mayora de estas
cuestiones ya haban sido discutidas arduamente al interior del movimiento socialista y comunista mundial, pero an no se haban resuelto de manera categrica, es decir, no se haba organizado todava un esquema conceptual que absolviese los tres momentos antes citados, por
lo menos hasta 1928, en que el VI Congreso de la Internacional Comunista abord las tres temticas y las resolvi, con la participacin en las
discusiones del representante del PSE, su Secretario General, Ricardo
Paredes.
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das y fragmentadas. El Estado republicano no transform tampoco esta relacin del Estado Colonial frente a las sociedades latinoamericanas, por el contrario, la mantuvo y profundiz en algunos aspectos
(Cfr. Flores Galindo, 1987).
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los modelos organizativos por medio de los cuales se supona podramos llegar a condiciones similares a las del ansiado, perpetuamente
buscado, modelo europeizado, en el que por lo dems coincidan tambin las lites sociales y polticas dominantes 4.
Si Marx y Engels escribieron bastante poco -y en general de manera errnea- sobre Amrica Latina, Lenin escribi an menos que sus
maestros. En sus trabajos, particularmente en el clsico El Imperialismo, Fase superior del capitalismo (1916) (Lenin, 1961: 698-798), perciba a nuestros pases como en estado intermedio, en trnsito hacia
una condicin de colonias absolutas, y no hacia una cimentacin de su
independencia; la autonoma poltica de nuestros pases era una veleidad imperial para mantener un estatus ilusorio y engaoso, con clara
tendencia a la degradacin, segn la interpretacin leninista. (Caballero, 1987: 109)
Una vez que se dio el triunfo de la Revolucin Rusa, en 1917, el
naciente Estado Sovitico se encontr sometido a una serie de retos,
desde la intervencin extranjera hasta la guerra civil, lo que hizo que el
bolchevismo se aisle del resto del mundo en la prctica, concentrndose en los acuciantes problemas de la supervivencia inmediata, antes que
en postular lneas generales para el movimiento revolucionario a nivel
mundial. Sin embargo, en 1919 se logr reunir en Mosc una primera
conferencia de partidos socialdemcratas radicales y filobolcheviques,
que en realidad era ms cercana a una reunin de emigrados que a un
Congreso de partidos reales, los que fundaron la Internacional Comunista (IC), Comitern o Tercera Internacional. (Cfr. Claudin, 1977)
Su objetivo declarado era el de constituirse en el Estado Mayor
de la revolucin mundial, de la cual la revolucin rusa aparentemente
no era ms que el inicio, en un contexto en que la revolucin mundial
pareca no solo posible, sino tambin inminente en el escenario europeo, particularmente en Alemania, pas que se encontraba en una situacin catica una vez finalizada la Primera Guerra Mundial 5.
Para 1921 la IC catalog a los pases latinoamericanos como meras colonias, siguiendo en esto a Lenin: a los ojos de la IC resultaba ridculo que se hablara de la supuesta independencia de estos pases. En
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Es por eso que se ha sealado que la tctica de la IC para los leninistas latinoamericanos estuvo desde un principio caracterizada por un
vaco de la vocacin de poder en sus practicas: un estigma irnico con
que los comunistas fueron calificados por sus enemigos en la izquierda,
durante las dcadas del treinta y cuarenta. (Caballero, 1987: 125)
Dentro de la lgica secuencialista de la revolucin mundial, la IC
tena perfectamente claro que el dirigente natural de una revolucin en
el hemisferio occidental deba ser la clase obrera norteamericana, su
Partido Comunista, que tendra sobre s la misin de ensear a sus
hermanos menores latinoamericanos, a su clase obrera menos desplegada, a sus partidos comunistas: ...en lo que podra llamarse el calendario de la revolucin socialista mundial, la revolucin [latino]americana estaba destinada lgicamente a ser la ltima (Caballero,
1987: 127).
A pesar de que esta era la corriente dominante del pensamiento
de la IC, que se expresaba en casi todas sus definiciones ms importantes, ya desde el II Congreso un comunista hind, Roy, plante que el
derrumbe del capitalismo vendra al perder este las colonias, es decir
que la revolucin proletaria en los pases ms desarrollados sera simultnea y hasta dependiente respecto a la revolucin en sus colonias;
el mismo Roy, en el IV Congreso indic que la supuesta unidad del
mundo colonial era en realidad una ficcin, ya que este mundo estaba compuesto por la heterogeneidad: haba pases con una burguesa
poderosa, otros en la que esta era dbil, e incluso algunos donde no
exista. (Caballero, 1987: 42-45 y Schlessinger, 1977: 43-73)
Sera en el VI Congreso de la IC, en 1928, cuando se cuestione el
calificativo -o la subsumisin- de los pases latinoamericanos como
parte del mundo colonial o semicolonial, cuando la IC descubre Amrica, por va de las discusiones que se produjeron a su interior, particularmente en las intervenciones de Ricardo Paredes, representante del
PSE en aquel Congreso, quien acu la categora pases dependientes para referirse a nuestras sociedades, como se ver posteriormente.
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VI Congreso. Se public el peridico La Correspondencia Sudamericana como rgano oficial del Secretariado; su mayor hazaa parece
haber sido la reunin de la Primera Conferencia Sudamericana de Partidos Comunistas en Buenos Aires, 1929, accin que tambin puede ser
percibida como su canto de cisne, ya que en 1930 este organismo se
sumi en la clandestinidad, siendo reemplazado por el llamado Boureau Sudamericano.
Este cambio fue resultado de la derrota de la llamada oposicin
de derecha, liderada por Nicolai Bujarin al interior del PCUS, la consolidacin de Stalin en el poder, el trnsito de la poltica aperturista de
la NEP al llamado tercer perodo, el ultrasectarismo, monolitismo y
la tctica clase contra clase. (Caballero, 1987: 50-54)
En el rgano propagandstico del Boureau destacaba el inters
por Chile y Argentina, Colombia, y, desde luego, Mxico, e incluso por
Nicaragua, en aquel momento sometida a una invasin norteamericana. Por el contrario, negativamente, destac el muy pobre o casi nulo
inters por los pases andinos (Flores Galindo, 1982: 22).
Este rgano periodstico ya no llevaba el nombre de La Correspondencia Sudamericana, sino el de Revista Comunista que trat de
convertirse en un rgano de expresin terica, dejando de ser un peridico de perfil informativo. En lo que se refiere a esta intencin declarada de transitar hacia la elaboracin terica, el nico cambio se dio
en el primer nmero, donde se publicaron dos artculos producidos
por el mismsimo Stalin9.
La composicin nacional de los dirigentes del Boureau tampoco
era muy latinoamericana. Segn informantes que tuvieron relacin
con esta estructura poltica, participaban soviticos, polacos, checos,
tunecinos, italianos y ...la minora la constituamos los dirigentes de
los partidos de Amrica del Sur (Caballero, 1987: 56-57 y Alba, 1964:
197-218).
La reorganizacin del secretariado Sudamericano fue sorpresiva
para los dirigentes comunistas de la zona (Caballero, 1987: 58). Este
proceso habra tenido ms que ver con los resultados de los conflictos
acaecidos en Rusia y la derrota de la fraccin bujarinista, miembro de
la cual era Jules Humbert-Droz10, el emisario de la IC para Amrica Latina. Una vez se consolid esta transformacin, es decir, una vez estalinizados los partidos latinoamericanos, el Boureau se sumergi en el
clandestinaje, sus publicaciones se volvieron ms espordicas.
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Chiang-Kai-Shek, y la lucha de Nicaragua contra las tropas norteamericanas; por otra parte, se discuti la etiqueta de semicoloniales que
se les atribua a los pases latinoamericanos. Debe anotarse que los partidos de los pases conosureos, a pesar de su mayor desarrollo industrial e integracin nacional, y a pesar de la existencia de un capitalismo
que aunque perifrico poda ser concebido como autnomo, parecan
ms dispuestos a aceptar -mediante sus representantes y en lo que les
concerna- la etiqueta de semicoloniales. (Caballero, 1987: 113)
El discurso de Jules Humbert-Droz referido a latinoamrica, negaba de manera prcticamente terminal la existencia en nuestros pases de una clase burguesa de carcter nacional; las Tesis del Congreso
van incluso ms lejos que Humbert-Droz en su apreciacin del carcter del continente, ya que dicen que si bajo la influencia de Inglaterra
nuestros pases podan ser considerados semicolonias, bajo la influencia norteamericana no podamos ser ms que simples colonias, debido al desarrollo de una dependencia creciente y ms estrecha. (Caballlero, 1987: 116)
A raz de esta caracterizacin de las sociedades latinoamericanas,
la Tesis sobre la situacin y tareas de la IC (VI Congreso, T.1, 1978: 127)
anotaba que la principal tarea de los comunistas en los pases de Amrica Latina era la de organizar Partidos Comunistas y reforzarlos, cuestin que era aclarada con mayor fuerza en la tesis 59 (Ibid: 129), donde se dijo que la lucha contra las desviaciones de derecha deban colocarse en primer plano, lo que presupone una lucha sistemtica contra la actitud conciliadora hacia la corriente de derecha en el seno de
los PC. Esta fue la partida de nacimiento de la actitud ultrasectaria
que, en nombre de la bolchevizacin y la lucha contra la derecha, aisl
a los partidos comunistas, dividiendo a los movimientos socialistas,
propugnando una tctica sectaria, de ultraizquierda: el tercer perodo
y la lucha de clase contra clase12.
Las tesis de la IC sobre el Movimiento Revolucionario en las colonias y semicolonias (entre las que se encontraban catalogados los pases latinoamericanos), constataban el reemplazo de Inglaterra por Estados Unidos en el rol imperial, que someta a estas semicolonias al servilismo de una dependencia financiera que llegaba a ser intervencin
militar desembozada (caso Nicaragua, Tesis 6) y sealaba la lucha nacional de liberacin que haba empezado en latinoamrica contra el
imperialismo norteamericano, y que era conducida y llevada a cabo en
su mayor parte por la pequeaburguesa ya que la burguesa13 ingresaba directamente en el campo contrarevolucionario.
As, las revoluciones pequeoburguesas -como habra sido el
caso de la Juliana en Ecuador- formaban parte de este proceso de resistencia al imperialismo, lo que no evit que en la Tesis 34 se haya planteado como obligacin ineludible de todo PC en los pases coloniales y
semicoloniales el separarse con la mayor nitidez de todos los partidos
y grupos pequeoburgueses, tanto en el plano organizativo como polticamente. (VI Congreso..Tomo 1, 1977: 218). La Tesis 40 abundaba en
el mismo sentido, cuando exigi la independencia poltica y organizativa como cuestin prioritaria en la que deban concentrarse los PC.14
Esta Tesis se coaligaba con la posibilidad -y necesidad- de una
alianza de todos los pases semicoloniales y coloniales con la URSS, para generar ...un autnomo y libre desarrollo econmico y cultural, eludiendo el estadio de la dominacin del orden capitalista o incluso el
desarrollo de relaciones capitalistas en general (Ibid: 194, nfasis del
autor), con lo que se abri el campo a la posibilidad de un vuelco de las
revoluciones democrtico burguesas en las colonias hacia revoluciones
socialistas, por lo menos en las colonias ms adelantadas, con el respaldo y apoyo de la victoriosa revolucin sovitica15.
Por supuesto que estas caracterizaciones programticas dependan en grado sumo del tipo de adscripcin que se otorgase a los pases
latinoamericanos en el contexto de la jerarqua mundial de naciones:
metidos en un mismo saco con los pases de Asia y Africa, la caracterizacin de semicoloniales o coloniales era muy poco justa en relacin a la situacin de nuestros pases, y fue precisamente la necesidad
de una reflexin y afinamiento terico ms exacto lo que produjo la
discusin ms rica que se dio en el marco de la IC sobre latinoamrica:
la discusin sobre la necesidad de ensayar una nueva categora analtica que nos diferenciase del resto de pases perifricos; la categora DEPENDENCIA, presentada por Ricardo Paredes, en lo que Caballero
(1987: 87) ha definido como uno de los ms largos y fructferos discursos de un latinoamericano en una asamblea del Comitern.
En el discurso de Humbert-Droz (VI Congreso, 1977: 301) se seal claramente que la adscripcin a la categora semicolonial de los
pases de Amrica Latina era resistida por los representantes del continente:
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En general, en su primer contacto con nosotros, cuando les decimos: la situacin de vuestro pas es la de una semicolonia, y en consecuencia debemos considerar los problemas que les conciernen desde
el punto de vista de nuestra tctica colonial y semicolonial, nuestros
compaeros de Amrica Latina se indignan (Ibid, 301).
Luego de esto, Humbert-Droz pas a demostrar el carcter semicolonial que se atribua a nuestros pases, argumentando la inexistencia de una economa capitalista independiente del imperialismo. Esto
se articulaba con la lucha de clases tambin: los latinoamericanos, particularmente los andinos y mexicanos, ponan un acento fuerte en el
problema de la raza indgena, que no era tal para la IC: Este problema
de la lucha de los indgenas contra los blancos se confunde en realidad
con la lucha de los campesinos contra los grandes terratenientes (Ibid,
1977: 310).
A nombre de la delegacin latinoamericana, en el Informe que la
susodicha delegacin hizo sobre el Programa de la Internacional Comunista, habl Ricardo Paredes16, quien dijo que el Programa es bueno en el fondo, ya que su estructura es correcta y facilita la lectura. A
pesar de ello, plante que ciertos puntos podran ser ampliados, tratados de modo menos esquemtico. Constat que exista una mayor
atencin en este Congreso a las realidades no europeas: ya que la base
internacionalista es mejor que las anteriores, en las que haba una
cierta manera europea de tratar todos los asuntos mundiales, sin embargo de lo que deba darse ms nfasis a los problemas de los pases
semicoloniales y coloniales (VI Congreso, 1978: 176).
Seal que para ello era necesario aclarar las formas de dominacin imperialista, diferentes en los diversos pases coloniales y semicoloniales, el modo como se desenvuelve el capitalismo nacional, sus
realidades y relaciones especficas con el imperialismo (Ibid ant. :177):
por esto, destac la percepcin de capitalismo nacional, en contraposicin con la versin de la IC que no reconoca su existencia; este capitalismo nacional intentaba crear su propia industria, a contracorriente del imperialismo, segn Paredes. (Ibid: 178)
De esta manera se haca necesario establecer distinciones ms finas entre los pases coloniales, semicoloniales,y aquellos que a falta de
un mejor trmino pueden ser llamados dependientes. Los problemas
de la lucha proletaria deban ser encarados de un modo diferente, por
lo tanto. Con respecto a la afirmacin de Humbert-Droz sobre el carc-
ter de la lucha campesina, Paredes manifiest que se ha sobreestimado la cuestin campesina, con lo que se han subestimado las fuerzas
proletarias17. De esta manera, Paredes postul un nuevo tipo de categora, adjunta a los tres tipos de pases, los pases dependientes, que
estn penetrados econmicamente por el Imperialismo, pero que conservan una independencia poltica bastante grande (Ibid ant, 179)18.
Defini como colonias en trminos estrictos a Cuba, Nicaragua y
Panam, en tanto que Brasil19 y Argentina eran -para Paredes- capaces,
por su gran tamao, de resistir ms la dominacin econmica y poltica. Su ubicacin geogrfica y la existencia de la competicin interimperial tambin habran sido argumentos en favor de una autonoma relativa; Mxico, por su parte, resista de manera heroica a la penetracin
imperialista, debido a la gran fuerza econmica y poltica que posea, lo
que le otorgaba un margen mayor de maniobra frente al Imperio, a pesar de su cercana al mismo.(Ibid ant: 178)
La particularidad de los pases latinoamericanos qued as sealada, y adems subdividida en situaciones econmico-polticas diversas. El imperialismo cambia, para Paredes, el desarrollo normal del capitalismo en nuestros pases, y por ello hace que este desarrollo revista
un carcter diferente al de Europa en el perodo de expansin y desarrollo del capitalismo de libre competencia20, por otra parte, constat
que los pases retrasados en su industrializacin se hallaran mejor situados para construir el socialismo (en lo que se remita a la nacionalizacin de las tierras) con lo que el obstculo principal al socialismo no
se encontrara en el campo, sino en el pobre desarrollo industrial en pases con alta poblacin indgena, como Mxico, Per, Ecuador y Bolivia,
en los cuales la importancia de la poblacin indgena era grande, ya que
por su nmero y tradiciones comunitarias estn en mejores condiciones para la edificacin del socialismo en el campo (Ibid: 180-181)21
Aadi que el problema de los indios no poda ser comprendido
solamente desde la perspectiva calsista, sino que tambin deba ser
visto como el de una raza oprimida. En este sentido, Paredes propuso
que se trate especficamente del tema en el Programa. Las diferencias
que manifest con respecto a las caracterizaciones de la IC no se limitaron solamente al carcter del campesinado, ya que las revoluciones
pequeo-burguesas poseen su fisonoma propia y son de gran inters
para la causa del proletariado (Ibid: 181), porque durante su desarrollo son capaces de remover profundamente la estructura social, y hacen
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rango distinto a las que haban sido caracterizadas por la IC; plante
nuevamente la existencia de una burguesa nacional, y afirm que la IC
pensaba en la lucha antimperialista, descuidando la lucha contra las
burguesas nacionales, que para Paredes, en verdad existan, y eran un
poder real24. (Ibid ant.:353-355)
En los discursos de Nicolai Bujarin (Clausura de la discusin del
Programa), Otto Kuuisinen (Los problemas de los movimientos revolucionarios en las colonias), Palmiro Togliatti (La Socialdemocracia y el
problema colonial), no se hizo referencia directa a las Tesis de Paredes,
ya que fueron discursos que fueron presentados, en su mayora, previamente al Informe de Paredes. Togliatti rebati incluso la posibilidad
del desarrollo del capitalismo en las colonias, refirindose al caso de
Amrica Latina; tambin cuestion que haya existido un margen de
maniobra de los Estados latinoamericanos que al presente, debido al
avance del imperialismo van perdiendo poco a poco [independencia
poltica] a la par que involucionan polticamente (Ibid: 182); por su
parte, Lozovsky, Secretario de la Internacional Sindical Roja (ISR), sostena que los cambios de forma de la explotacin colonial no implicaban cambios en la relacin imperialista-colonial...es por eso que l consideraba errneo el intento de dividir a las colonias en categoras...(Ibid: 393-394).
De esta manera, concentrando el pensamiento de la IC, HumbertDroz manifest las tareas para Amrica Latina, que consistan en generar hegemona proletaria en el movimiento revolucionario25 latinoamericano, es decir, desbancar a la pequeo-burguesa de su direccin
poltica (Ibid: 317) y conseguir -entre los ms importantes- los siguientes objetivos polticos:
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na manera el discurso de todos los participantes: la diversidad de situaciones reales implica reconocer una cierta relatividad en torno a la
cuestin de los adversarios y de los aliados de los movimientos revolucionarios; esta discusin, en 1929 brilla por su pobreza ya que no
existi una reflexin sobre las formaciones nacionales ni sobre las clases explotadoras o los posibles bloques de sectores subalternos (Zapata, 1987: 135).
Si se toma en cuenta que los fundadores de los partidos comunistas latinoamericanos fueron en esencia pequeoburgueses radicalizados (Caballero, 1987: 29), retoos de la intelligentsia de la clase media y no astillas de la clase obrera y de su historia (Como dice Hobswambm [1978: 18] refirindose a los comunistas europeos), destaca
an ms la debilidad de los planteamientos de la Comitern referidos a
la proletarizacin y bolchevizacin partidaria.
En la poca que emergi el trmino socialfascismo para describir a los opositores socialistas dentro del movimiento obrero, o a los
pocos socialistas que fueron quedando dentro de los originalmente
amplios partidos latinoamericanos (como el PSE y el PSR Colombiano), este trmino se enlaz con el despreciable carcter pequeoburgus que se les atribuy29.
Cabe sealarse que hasta Marategui utiliz esta categora poltica de socialfascismo, a raz de la ruptura con el APRA y Haya de la Torre, ante la propuesta aprista de un Estado regulador-contralor de la inversin extranjera, lo que caus que Maritegui diagnostique un viraje a la derecha del APRA, asumiendo as una identidad de APRA y fascismo; los rasgos revolucionarios que Maritegui haba atribuido a las
clases medias hasta 1927 fueron minimizados, aunque sigui rescatando la contribucin imprescindible de los intelectuales honestos, matiz extrao poco tiempo atrs (Flores Galindo, 1982: 82-83), pero el
pensador peruano nunca lleg a considerar a todos los intelectuales como traidores en potencia, como si lo hizo la IC (Ibid: 100).
As, la IC desconfiaba totalmente de la pequeo-burguesa y de los
intelectuales, tesis complementaria a la ya tradicional visin peyorativa
e igualmente desconfiada acerca del campesinado30 por parte de los impulsores de una poltica esencialmente obrera y de la bolchevizacin:
de esta manera, Humbert-Droz apareci en Buenos Aires con una nueva tesis: los campesinos no eran tales, sino trabajadores de las reas rurales, es decir, en buen romance, proletarios agrcolas, ya que si se les
pagaba de algn modo -salario, especie o como sea- deban ser considerados trabajadores agrcolas, no campesinos (Caballero, 1987: 156).
Esto se enlazaba con el problema de las naciones indgenas, para
las que la Comitern propugn la dictadura del proletariado indio, que
sera el resultado de la constitucin previa de un Estado Indio Burgus (Alba, 1964: 203), enfoque que Codovilla repiti, asumiendo mecnicamente los textos estalinistas sobre el problema de las nacionalidades, contraponiendo las tesis sacralizadas del Secretario General del
PCUS a las posiciones de Maritegui y sus tesis acerca de la nacin a ser
creada y la participacin indgena en ella.
A consecuencia de lo antes sealado, a pesar de la incongruencia
de las Tesis y Anlisis, resultaba que la inmensa mayora del proletariado estaba formada por obreros agrcolas, conservando el proletariado
urbano fuertes lazos con el campo, lo que habra sido, siempre segn
la IC, parte de su fuerza, ya que posibilita y ampla la base de la alianza obrero-campesina, as como -simultneamente- un peso negativo,
un lastre que se manifiesta en ...su debilidad ideolgica...su falta de organizacin y conciencia de clase (La Correspondencia Sudamericana,
mayo 1929 y Caballero, 1987: 156-157).
As, el proletariado, a ms de aislado, desconfiaba por igual de sus
aliados potenciales, la pequeo-burguesa y el campesinado, y an de si
mismo, al constatar los fuertes lazos que lo unan con los campesinos
(Caballero: 1987: 157). Los partidos Comunistas por ello no pudieron
evitar una fuerte tendencia al sustitusmo: el Partido suplanta a la nfima clase obrera31, manifestando simultneamente un voluntarismo
extremo para la creacin de condiciones revolucionaras, ya que los comunistas
...reciban dos mensajes, a los cuales de una forma u otra podan
responder: ignorar su propia debilidad y combatir a los traidores. En
otras palabras, la leccin del sectarismo. (Ibid: 150-151)
Este captulo ha puesto su acento en describir los procesos ideolgicos e institucionales que transformaron la percepcin de la IC y los
partidos de esta regin adscritos al Comit acerca de Amrica Latina.
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La importancia de esta recensin radica en que la variable de pertenencia a la IC y la obediencia irrestricta a sus organismos de direccin mundial y regional se transform en un tema central de discusin
en la divisin del primer PSE, sucedida en 1931. La bolchevizacin del
PSE y del PSR colombiano formaron parte de las polticas emanadas
desde del CEIC en Mosc, en un momento en el que el triunfo de Stalin despleg las bases antes sentadas del monolitismo, el terrorismo burocrtico y el fin de la crtica dentro del movimiento comunista mundial por largos aos.
El desarrollo particular del socialismo en nuestros pases fue as
limitado a una camisa de fuerza burocrtica que determin los parmetros terico-prcticos de la accin revolucionaria, desde una perspectiva homogeneizante y centralizada. Como se ver posteriormente,
el origen de nuestra izquierda nacional provino de la sumatoria compleja de una serie de elementos y tradiciones ideolgicas de muy diversa procedencia, en un marco nacional pobremente articulado, donde la
diversidad regional, social y tnica acotaba campos de conflicto altamente diferenciados y levemente unificados a nivel nacional.
La superposicin de una ideologa homogeneizante, que privilegiaba a un actor prcticamente inexistente en el pas -el proletariado
industrial-, a lo que se sum la poltica suicida, sectaria y aislante de la
poca del socialfascismo, provocaron la disolucin del primer PSE,
que, como aqu se argumentar, era un organismo poltico de carcter
y origen completamente ajenos a la matriz leninista en que finalmente
fue encorsetado.
Notas:
1
Es importante sealar que el socialismo puede ser concebido como un atajo a la modernizacin. El socialismo leninista, y su secuela, el estalinismo, serian un camino alternativo para la industrializacin, que organiza y moviliza centralizadamente los recursos de capital y
trabajo, reestructurando las relaciones sociales de manera autoritaria, desde arriba, para concentrar el conjunto de recursos sociales y producir procesos de industrializacin intensivos.(Cfr. Huntington: 1973) Los costos polticos de la movilizacin forzada de los recursos
globales de la sociedad, exigen la aplicacin de un grado intensivo de coercin sobre la sociedad. Esto puede explicar el tipo de rgimen poltico que establece el estalinismo, un autoritarismo extremo, pero es necesario enfatizar que esta versin del socialismo real no realiza las ofertas de democratizacin y profundizacin del control de los procesos sociales por
parte de la sociedad misma. Por el contrario, desnaturaliza este objetivo, al otorgar al Estado
un poder absoluto sobre la sociedad.
En contextos como los de los pases ms desarrollados en Europa, donde los contenidos democratizadores de las revoluciones burguesas se haban desplegado, produciendo democracias burguesas desarrolladas, afirmadas en sociedades con altos grados de integracin, mientras el movimiento sindical y de trabajadores haba ido acumulando fuerzas crecientemente
durante todo el siglo XIX, y donde los procesos del desarrollo capitalista produjeron cambios
radicales en las sociedades, la posibilidad de la accin democrtica en la bsqueda del socialismo fue cobrando fuerza, frente a las opciones revolucionarias a lo largo del siglo XIX, otorgando sentido a las prcticas parlamentaristas de la II Internacional.
Cabe hacerse otra precisin: los textos menos conocidos de Marx, los marginales a la corriente fundamental del marxismo, los puntos de fuga a los que Aric se refiere, fueron conocidos de manera bastante tarda, mediante las eruditas traducciones de Rizanov, fines de la dcada de los treinta del presente siglo, y no en espaol, con lo que la pertinencia real de conocer estas discusiones sobre Marx y Amrica Latina no hace relacin al marxismo que se conoci en los origenes del movimiento socialista latinoamericano, sino que son, en suma, curiosidades de fillogo que enriquecen una reflexin complejizante sobre el marxismo, pero
que no pueden dar cuenta ni de las concepciones ni de las prcticas de los marxistas latinoamericanos de antes de 1970. Otra cuestin importante es que dentro del paradigma marxista estas anomalias fueron normativizadas en su momento, reafirmndose el cuerpo central de la teora marxista, su ncleo paradigmtico, como afirma Gouldner en su brillante
obra Los Dos marxismos (1980).
Las nociones positivistas de progreso y la contradiccin civilizacin contra barbarie expresan algunos elementos ideolgicos centrales de la visin de las lites respecto al deber ser
de nuestros pases; los primeros marxistas no hicieron ms que cambiar algunos elementos
de esta visin, pero manteniendo la misma perspectiva apologtica de la ciudad, el industrialismo, el progreso y la civilizacin. Evidentemente, las lites dominantes enfatizaban el
contenido capitalista del progreso, mientras que los grupos socialistas lo definan como socialista, pero asumiendo que el capitalismo -tal y como su Maestro lo haba planteado- era
de todas maneras un ordenamiento social superior, progresivo y necesario.
La Monarqua alemana cay en noviembre de 1918; en 1919 se dio la primera insurreccin
de los espartaquistas, dirigidos por Rosa Luxemburgo y Karl Liebcknet, que fue aplastada. A
pesar de la derrota y la muerte de los dos dirigentes, el movimiento comunista alemn sigui
activo, y la situacin prerevolucionaria se mantuvo. En 1923 el PC Alemn intent por segunda ocasin la toma del poder por la va armada, siendo nuevamente derrotado. En Hungra, en 1919, durante pocos meses, Bela Kun y la izquierda radical controlaron el poder; es
la misma poca del llamado perodo consejista de Gramsci, con grandes movimientos
obreros en Turn. En general toda Europa -salvo talvez Inglaterra- se encontraba convulsionada, y las expectativas revolucionarias eran muy grandes.
La alianza del Frente Unico desde las bases era dirigida a lograr espacios de unidad con los
obreros socialdemcratas, cuyos dirigentes seguan siendo calificados como traidores. Esta
poltica fue contempornea a la NEP (Nueva Poltica Econmica) y la apertura limitada a cierto tipo de relaciones mercantiles en el agro, para salir del estancamiento agrario de la poca
del comunismo de guerra, pero manteniendo y profundizando el monopolio de poder y
control poltico por parte del PC, dentro de la Unin Sovitica. Por lo dems, el Estado Sovitico, una vez perdidas las ilusiones acerca de la revolucin mundial, trat de reinsertarse en el
sistema de Estados que abandon en 1917. Posteriormente, de manera correlativa al triunfo
de Stalin sobre los otros dirigentes bolcheviques, y a los inicios de la dictadura del georgiano,
se transit hacia la teora del socialfascismo, en un contexto de agotamiento de la NEP, teora que supona la identidad intrnseca de la socialdemocracia y el fascismo (los llamados hermanos gemelos), la teora de lucha de clase contra clase y el ultraradicalismo que aisl y fa-
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natiz de manera extrema al movimiento comunista. Una vez que Hitler y el nazismo triunfaron en Alemania, un nuevo cambio estratgico se produjo en la IC: se plante el Frente Popular, mediante el cual los comunistas entraron en alianzas con todos los grupos y sectores/clases sociales, en miras a detener al fascismo. Esta tctica fue ensayada, segn Caballero en
latinoamerica (1987) incluso antes que en Francia o Espaa.
En el Primer Congreso, existi una participacin ilusoria, mediante el PC italiano; en el Segundo Congreso estuvo el PC mexicano, pero sus tres delegados eran extranjeros (entre ellos
se encontraba Roy, el hind); en el III Congreso, se hicieron presentes 2 delegados mexicanos y uno argentino; en el IV Congreso estuvieron presentes los partidos de Argentina, Chile, Brasil, Uruguay y Mxico, pero algunos delegados latinoamericanos seguan siendo extranjeros; en el V Congreso estuvieron representados los delegados de Argentina, Brasil y
Mxico, pero slo el delegado brasileo era en realidad de esa nacionalidad. (Caballero, 1987:
67-68) (Cfr. Los cuatro primeros congresos...1977)
Algunos de estos partidos eran ficticios, membrecas falsas a la IC, simples membretes, tal como fue el caso del PC Venezolano, partido que en realidad no fue fundado hasta mucho despus.(Cfr. Caballero, 1978)
Stalin no era precisamente el terico ms lcido del movimiento comunista internacional.
Se puede afirmar, conforme Caballero lo hace (1987: 56-57) que el cambio del sentido en los
peridicos de la IC en Sudamrica fue negativo y regresivo.
Humbert-Droz, sin embargo, sobrevivi a la derrota bujarinista, mediante el ejercicio de la
autocrtica, es decir dimitiendo abyectamente de todas sus anteriores opiniones y solicitando el perdn del partido, que le fue concedido. Sigui trabajando para la IC durante los aos
treinta (Cfr. Carr, 1987).
La bolchevizacinera concebida como la organizacin de todos los partidos de la IC de
acuerdo al modelo bolchevique, que haba demostrado su efectividad revolucionaria. Cabe,
sin embargo, hacer una precisin en el sentido de que la evolucin institucional y estatutaria del Partido Bolchevique fue bastante particular. El partido de antes de 1917 (e incluso
aquel que tom el poder) puede ser visto como una suerte de federacin negociada de tendencias y grupos (Cfr. Cohen, 1976), visin bastante alejada del monolitismo que empez
a ser relievado desde el V Congreso de la Comitern, en el marco de las peleas fraccionales de
Stalin, Zinviev,Kmenev contra Trotsky (1924-1925). El proceso de bolchevizacion aludi
as a un proceso de centralizacin autoritaria dentro del bolchevismo, en miras a reducir y
extirpar las tendencias cuestionadoras, sentido que aflor ya desde 1921, en vida de Lenin,
con su apoyo y el de Trotsky.
Esta tctica de lucha contra la derecha tuvo su razn de ser en los procesos internos del PCUS
y en la forma en que finalmente se resolvi la ltima discusin abierta que se dio a su interior -y por extensin en la IC- entre las fracciones del centro estalinista y la derecha bujarinista, tema sobre el cual existe una extensa bibliografa, entre otros los trabajos de Cohen
(1976) Reiman (1982) y Deutscher (1976). La discusin poltica se sald con el triunfo del
terrorismo monoltico de Stalin, que se extendi como prctica a la IC y al conjunto del movimiento comunista mundial. En el caso del Ecuador, implic la ruptura del primer PSE,
cuando los comunistas desbancaron a los sectores socialistas -motejados de socialfascistasde la direccin del Partido, que posteriormente fue transformado en PCE (1931).
Debe recordarse que la burguesa latinoamericana haba sido declarada inexistente en su
condicin de burguesa nacional por la IC en este Congreso.
La profunda contradiccin entre estos planteamientos se hizo evidente en el PSE, tal como
se evaluar en el capitulo 4, al romper lo que eran los movimientos pequeoburgueses a
los que se aadi posteriormente el mote de socialfascistas. En un pas con un proletariado virtualmente inexistente el movimiento comunista se conden al aislamiento.
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No se sabe como habra de darse semejante vuelco en Amrica Latina, si no exista burguesa nacional, no se poda dar una revolucin democrtico burguesa; si la pequeoburguesa
era la que lideraba este proceso, el proyecto comunista, obligado a diferenciarse radicalmente del anterior, e incluso contrapuesto a l, mal poda dar cuenta de esta transformacin. En
todo caso, es la perspectiva de una alianza exterior con la URSS la que posibilitara el trnsito directo al socialismo, no un proceso interior, en el que, por el contrario, pens Maritegui.
(Cfr. Flores Galindo, 1982)
Es interesante observar que Paredes habl como delegado de los Partidos Socialista y Comunista del Ecuador, cuando este ltimo no exista orgnicamente, habiendo sido fundado recin en 1931, una vez dividido el primer PSE.
Queda poco claro si esta anotacin de Paredes se remite tambin a otorgar mayor peso a lo
tnico, sin mencionarlo directamente. Cabe tambin sealarse que el problema campesino,
el carcter de la revolucin agraria y el problema de las razas, ntimamente ligado al anterior,
fueron los ejes de conflicto entre la Comitern y Maritegui.(Cfr. Flores Galindo, 1982)
Se podra argumentar que Paredes puede ensayar la nocin dependencia porque en su realidad nacional, la ecuatoriana, el grado de inversin externa en la economa (sea en las formas de enclaves mineros o la agroexportacin) era muy baja: grupos capitalistas endgenos
desarrollaron el cacao y el sistema financiero, siendo la presencia directa del capital extranjero de perfil muy bajo (Cfr. Chiriboga, 1988)
Los tres primeros pases habran sido colonias en sentido estricto, porque la presencia militar norteamericana era abierta; en lo que se refiere a Brasil y Argentina hay contradicciones,
ya que en otros momentos del discurso, Paredes los califica tanto de colonias como de dependientes, alternativamente.
En el caso de Vctor Ral Haya de la Torre, l pensaba que el imperialismo en latinoamrica
es la primera etapa, no la ltima, del capitalismo, lo que implica asumir condiciones diferentes del capitalismo en nuestros pases respecto al europeo (Cfr. Franco, 1983), esto permite
trazar una lnea de continuidad con el pensamiento de Paredes.
En este caso, son obvias las similitudes con las conclusiones ensayadas por Maritegui poco
tiempo antes. La diferencia se encontrara en que para Paredes estos elementos de socialismo
campesino se encontraran subordinados al Estado proletario en la construccin socialista.
Esta afirmacin sobre la reforma agraria se relaciona con el hecho de que la comunidad campesina (o indgena) es percibida como si fuese una base real para la construccin del socialismo en los pases andinos. Entonces, la reforma agraria, al fraccionar la propiedad comunitaria y crear pequeos propietarios individuales no solo era incorrecta, sino tambin contradictoria con los intereses del socialismo. Por otra parte, la propuesta implicaba tambin una
gran distancia con el modelo de granjas estatales, ya que la organizacin societal misma sera la que provea de la base suficiente para viabilizar la produccin comunitaria.
En realidad el delegado Contreras, que fungi como representante mexicano, era el comunista italiano Vittorio Vidali, quien posteriormente ganara fama en la Guerra Civil Espaola.
En un texto reciente de Liss (Cfr.1985), llamado Marxist Thought in Latin America se hace una evaluacin bastante completa de los pensadores que podran adscribirse a esta lnea
ideolgica en la regin; constan idelogos de las ms diversas proveniencias nacionales, salvo de Ecuador, pas que ni siquiera es mencionado en el texto, a pesar de la gran relevancia
de las propuestas de Ricardo Paredes en el VI Congreso de la IC. Otras discusiones relevantes sobre el problema nacional durante los treintas, entre Joaqun Gallegos Lara y Jorge Hugo Rengel tampoco encuentran espacio, as como se carece de referencias al trabajo terico
de Manuel Agustn Aguirre en los cuarenta y cincuenta, solo en lo que atae a la intelectualidad marxista de la vieja guardia en Ecuador.
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El concepto de hegemona que se utiliz al interior de la IC era muy distinto del posterior
concepto gramsciano; se refera al liderazgo revolucionario en condiciones de retraso relativo, que requiere de alianzas con el campesinado y no se remita al desarrollo del espacio cultural y simblico al que Gramsci se refiri, al liderazgo intelectual y moral del proyecto socialista dentro de la sociedad.
Si la Comitern no hubiera empezado a bolchevizar los Partidos Comunistas, dice Vctor Alba
(1964:192) y hubiera permitido un mayor margen y espacio para que estos adaptaran a su realidad nacional las consignas procedentes de Mosc, es posible que hubiese surgido en latinoamrica una escuela de pensadores realmente revolucionarios, lo que podra ser comprobado en la presencia de pensadores como Maritegui, o incluso Paredes en el VI Congreso.
La caracterizacin de Ecuador como un pas semifeudal y semicolonial fue un lugar comn
en la izquierda de origen comunista (PCE y PCMLE) hasta finales de los aos setenta; en este aspecto, el peso de las concepciones tericas cominterianas llega hasta entonces. En el aspecto organizativo, el modelo del Partido, dura hasta nuestros das.
Claudn, en su obra (1977) relata con harta irona cmo la IC descalific a la direccin del
PC alemn en 1928-29, acusndoles de no renunciar a la funesta mana de pensar (1977:
107), cosa que describe en un captulo cuyo ttulo podra ser parafraseado para Amrica Latina Para qu una teora de la revolucin alemana si existe Stalin y la poltica leninista?.
Este trmino de socialfascismo se universaliz en 1929. Los PC y las fracciones comunistas
dirigieron una campaa para destruir la influencia socialista e intelectual entre los trabajadores de la poca; se prioriz la lucha contra los fascistas disfrazados antes que frente a los
verdaderos fascistas.
Esta desconfianza al campesinado tambin se desarroll impregnada de las condiciones soviticas del momento: era el instante en que Stalin lanz la primera fase de su poltica de colectivizacin forzosa en reemplazo a la NEP: ello implic enfilar las armas contra el antiguo
aliado -el campesinado- para lograr la llamada acumulacin socialista primitiva (Ver Cohen, 1976 y Reiman, 1982)
El sustitusmo llega a extremos profundos dentro del mismo Partido: el Comit Central
reemplaza al Partido, el Bur Poltico al Comit Central; la fraccin mayoritaria al Bur Poltico y el Secretario general a la fraccin mayoritaria, como Trotsky haba diagnosticado, ya
en 1905, acerca de las tendencias implcitas dentro del modelo leninista de Partido.
Captulo III
En este captulo se aborda el movimiento social de 1922 en Guayaquil, pero no desde el plano histrico-descriptivo, sino que se tratar de reconstruirlo mediante el anlisis del discurso1 ejercitado por los
actores a lo largo de estas jornadas.
El movimiento de 1922 se caracteriz por ser la primera gran
movilizacin de los sectores urbanos subalternos, bajo un discurso hegemnico originado en el movimiento gremial, que planteaba el cuestionamiento a la situacin global de la sociedad guayaquilea, todo ello
en medio de la erosin rpida de la primaca liberal-plutocrtica, y en
el contexto de la crisis cacaotera.
Esta movilizacin fue la culminacin de un proceso de creciente
diferenciacin social y la constitucin de nuevas alternativas organizativas al interior de los gremios artesanales, que se encontraban transitando del gremialismo al sindicalismo. Adems de estos condicionantes socio-organizacionales, la penetracin de las ideologas del movimiento obrero internacional tambin se profundiz desde mediados de
la dcada del diez: el anarquismo penetr en primera instancia, y posteriormente lleg el marxismo.
La crisis de la economa agroexportadora empuj a grandes sectores poblacionales a una baja sensible de sus niveles de vida: los precios de los alimentos se dispararon, y la burguesa agroexportadora,
mediante el Estado2, arbitr una serie de medidas, especialmente de carcter monetario, para recuperar sus ganancias, a pesar de la baja del
precio del cacao en el mercado mundial. Para ello se devalu la moneda de acuerdo a las oscilaciones del precio de la pepa en Nueva York, lo
cual afect principalmente a los grupos asalariados, que vieron recortados significativamente sus ingresos reales en un contexto inflacionario.
A lo largo de los primeros aos de los veinte, una creciente marea
de cuestionamiento en todos los grupos subalternos, e incluso en algunos sectores propietarios3 se puede percibir; la prensa gremial amplia
su tiraje y auditorio (Pez, 1986: 35-50), y se radicaliza, a causa de la
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Estos elementos del simbolismo aqu estudiados no tienen en rango explicativo per se de los orgenes sociales de la contestacin urbana,
sino que se encuentran asociados y vinculados a los elementos estructurales, sociales e ideolgicos previamente sealados en este trabajo
(Ver cap. 1). Aparecen, entonces, como formas concurrentes con los
otros elementos de la crisis, incluso subsumidos en ellos, pero profundamente importantes al momento de explicar las modalidades concretas mediante las que los actores sociales vinculan y combinan diversos
elementos ideolgicos y simblicos en un todo operativo, mediante la
construccin de un discurso que los interpela, identifica y subjetiva,
permitiendo as la potencial creacin de actores polticos nuevos.
As pues, este trabajo parte de que no se puede entender las jornadas de 1922 acudiendo a la explicacin de que es la simple irrupcin
de una ideologa de clase, ni tampoco la constitucin del actor poltico
proletariado. Por el contrario, aqu se estudia este proceso social como la expresin de una interpelacin construida desde abajo, que identific -y cre- a un gran actor popular tras sus discursos y banderas.
Este cambio de ptica en la lectura de un proceso social concreto
puede aportar elementos para cuestionar la visin ortodoxa acerca de
las caractersticas originarias, populares, en las que se manifestaron las
primeras ideologas socialistas en el pas, las cuales no aparecieron como la irrupcin de un actor social (y poltico) prefigurado y tampoco
como un discurso universal emitido por ese mismo actor, o por grupos
de intelectuales iluminados, sino, por el contrario, ligadas al proceso de
construccin autoreferida de los actores populares, y a la elaboracin
de un discurso especfico, histrica y culturalmente (adems de econmica y socialmente) situado.
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embargo el anlisis del movimiento social de 1922 lleva a otras conclusiones, insinuadas embrionariamente en otros trabajos (Cfr. Pez, 1986
a y b, 1987), en las que las definiciones estructuralistas lineales -desde
la perspectiva del autor- se ven cuestionadas intensamente por la evidencia emprica y requieren una reformulacin profunda, que permite
la apertura al uso de categoras como la de multitud aqu propuesta.
No se puede desconocer las matrices culturales, la historicidad
concreta en la cual se despliegan los procesos y actores sociales, cuestiones que los marcan con sus signos singulares, tanto en el plano discursivo como en lo remitido a las formas organizativas que adoptan.
Tampoco se puede descartar apriorsticamente el potencial disruptor
de la cultura popular en condiciones de caresta y crisis econmica sostenida, tal como bien lo ha sealado E.P. Thompson en su trabajo sobre la economa moral de la multitud (1979: 43-45).
Esta historicidad y el despliegue de las modalidades culturales
singulares -y autnomas- no se compadece con la visin universalista
que define los contenidos y contornos polticos e ideolgicos del discurso10 y las acciones de las clases y sectores subalternos, especialmente la clase obrera, como absolutos transhistricos, dependientes solamente de la posicin estructural de los grupos sociales ante la produccin y la estructura del mercado11.
Visiones ms sofisticadas del marxismo ya han desechado esta
cruda divisin de la ideologa o conciencia social en verdadera (identificada con los intereses del proletariado en tanto clase universal) y
falsa (todo lo dems), especialmente desde Gramsci, quien tiende un
puente sobre el tremendo abismo que Luckacs y otros han creado entre los Elegidos y los no elegidos...Hace hincapi en la importancia de
estudiar de nuevo y en profundidad cada situacin histrica, incluyendo la ideologa apropiada al caso.. (Rud, 1981: 28-29).
La ideologa popular, as vista,12 no es un asunto definido exclusivamente en referencia a una clase o grupo social determinado; por el
contrario, es la resultante de la fusin de varios elementos previos, a
ms de los coyunturales, de experiencias sociales y referentes histricos
articulados en lo que Rud (1981: 33-34) define como ideologa inherente, una especie de leche materna ideolgica, basada en la experiencia directa, la tradicin oral o la memoria colectiva.
De esta manera, hay que tener siempre presentes las ideas ms
sencillas y menos estructuradas que atraviesan las prcticas y discursos
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proceso histrico de la raza negra (o de color) desde sus orgenes africanos, recuperando el referente mtico del amor libre, sus orgenes
ideales y su potencial liberador hacia el futuro22. (El Cacahuero, 1 de
octubre de 1922)
Los enemigos -la raza blanca- originan la explotacin, la opresin,
la guerra, la Moral (contrapuesta a la tica natural), la tcnica, la civilizacin derrochadora y criminal, inventan la Poltica, la Religin y el Capital. La raza negra sera la raza elegida, la que produzca el inminente
mundo del futuro, portadora de la autntica libertad, al decir de Vliz.
No sobra decir que este discurso racista no tiene mucho que ver
con el socialismo en cualquiera de sus variantes (anarquismo o marxismo). Sin embargo, consta por testimonios de la poca su impacto social, al igual que el antes mentado artculo !Sangre!, que anunciaba la
San Bartolom Social como mecanismo de reivindicacin proletaria
y obrera, como va expedita hacia el nuevo orden, el mundo nuevo. Esta yuxtaposicin de distintos mitos revela el abigarramiento del discurso radical de la poca, donde diversas vocaciones confluan en un contexto social agitado que mal puede afirmarse produca un discurso
proletario o una ideologa obrera como elemento centrales y articuladores del discurso cuestionador.
La teora socialista en verdad empieza a penetrar en estos tiempos, en Guayaquil, fundamentalmente, pero las bases discursivas, el
sentido global, el tono de la prensa gremial tienen menos que ver con
lo que se concibe como ideologa socialista que con una amalgama de
reacciones ante la caresta y la crisis, mucho ms cercanas a la economa moral de la multitud (Cfr. Thompson, 1979), la ideologa inherente (Cfr. Rud, 1981) y el milenarismo y mito (Pez, 1987).
Sin embargo, la particularidad del primer movimiento social urbano de gran magnitud en el pas, de la primera Huelga General, representa el espacio privilegiado donde desde abajo, desde los sectores sociales subalternos, particularmente los gremios en proceso de trnsito
al sindicato, se produjo una ideologa popular que pudo articularse discursivamente a la ideologa terica anarquista, en formas complejas,
heterogneas e inestables, que prestaron un campo de accin privilegiado a la posible construccin de una voluntad transformadora de carcter socialista, con amplia resonancia en los sectores subalternos guayaquileos.
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elementos del largo plazo cultural, las modalidades histricamente dadas en que han establecido sus percepciones y referencias de identidad,
sus concepciones de lo justo e injusto, su economa moral, su ideologa inherente,para usar los trminos de Thompson y Rud 24
El anlisis del mito y su expresin, tanto en el discurso como en
las prcticas, debe ser entonces entendido como un elemento concurrente a otras circunstancias de orden estructural, sociales, ideolgicas y polticas. Lo que interesa es abordar las articulaciones interdependientes
entre estos fenmenos para entender este movimiento social urbano,
situado en un momento de crisis y transicin sociales, cuando se desestructura un modelo de acumulacin, aparecen nuevos actores sociales
en un contexto de crisis de subsistencias, social, poltica y simblica: las
ya referidas crisis de autoridad paternal y de lealtad (Maiguashca,
1988: 1-25).
Por otra parte, estos fenmenos concurrentes deben ser pensados
en su dinamia y correspondencia en el contexto de una sociedad nacional mltiplemente fracturada y heterognea: solamente en Guayaquil
se manifestaron los fenmenos de protesta con estas caractersticas. En
el primer captulo se hizo referencia al clima de cuestionamiento durante los diez y veinte, cuestionamiento diverso, mltiple, situado regionalmente. En este contexto, los diversos discursos cuestionadores
presentan elementos mticos discernibles, en condiciones en las que la
pobre integracin nacional acotaba campos de conflicto altamente diferenciados, lo que posibilita la expresin de lenguajes y discursos diversos para formular la protesta popular, dependientes de condicionantes estructurales a nivel macro, pero con particularidades y modalidades dependientes de los contextos histricos y culturales diversos.
No se focalizan en este trabajo aquellos movimientos, porque no
son tan relevantes en los procesos constitutivos de la izquierda marxista ecuatoriana, mientras que el movimiento de 1922 es altamente importante en ese proceso.
Notas:
1
El anlisis del discurso es una entrada muy reciente para el anlisis de los procesos sociales.
El desarrollo de la lingstica, la semitica y la etnometodologa, entre otros campos del saber, han posibilitado la comprensin de la coextensividad del mbito discursivo respecto de
la realidad social. (Cfr. Laclau, 1985 y Laclau y Mouffe, 1987). En este trabajo se trata al dis-
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curso en sus trminos ms generales, como enunciacin dada de un sentido (en este caso de
lo social), con una gran diversidad de componentes. Por ello, se enfatiza en aspectos de orden simblico y mtico, que se encuentran inscritos en discursos aparentemente secularizados, como sera la ideologa anarquista o ciertas formas particulares de apropiacin del marxismo.
Esto no significa que este trabajo adhiere a una teora instrumentalista del Estado, en el que
este -de manera necesaria- sera un representante directo de los grupos dominantes. En el caso de la sociedad ecuatoriana de principios de siglo, los grupos bancarios y agroexportadores logran colonizar al Estado de manera temporal y de suyo precaria. Luego de su cada
del poder, otros grupos sociales logran influir en la decisin y proceso poltico, en un complejo y variable campo de fuerzas polticas, cuya dificultad de estructuracin estable se manifest en la larga crisis poltica de los treinta. Con esto tampoco se niega el hecho claro de
que el Estado es un factor central de la reproduccin global del sistema social, y que por lo
tanto los diversos grupos tienen un acceso diferencial al mismo, siendo los sectores ms poderosos los que tienen una mayor capacidad de influencia en las polticas estatales, sin poder
tampoco determinar el conjunto de las mismas, es decir, sin poder usar al Estado como mero instrumento de sus intereses.
Este es el caso de el intento militar de los grupos conservadores en 1924, liderados por Jacinto Jijn y Caamao.
La conformacin de la GAT hizo que el organismo sindical anarquista -la Federacin de Trabajadores Regional Ecuatoriana (FTRE), que haba sido fundado en octubre de 1922, abandone en sus manos la direccin efectiva de la huelga general, posibilitndose as la moderacin de las demandas. Para un estudio en profundidad del tema, vase (Pez, 1986 e Ycaza,
1984).
La cifra de muertos nunca ha sido aclarada por las diversas fuentes. El Gral. Marcos Gndara Enrquez, miembro de la Junta Militar de 1963, niega la misma y afirma que es el resultado de una informacin exagerada por parte de los historiadores y literatos izquierdistas. Los
argumentos del general Gndara son dignos de tomarse en cuenta, dada la incertidumbre en
torno a los datos reales, al menos en lo que se refiere al nmero de vctimas, ya que la masacre en efecto si existi.
No se profundiza en este trabajo en el anarquismo ecuatoriano, ya que ha sido tema de otro
libro del mismo autor. Cabe sealarse que el anarquismo ecuatoriano tuvo, en estas etapas
primigenias, un carcter mltiple y contradictorio, aunque, segn autores como James Joll o
George Woodckock, se debera hablar mejor de los anarquismos antes que de el anarquismo
Aunque, como se ver posteriormente, otros grupos sociales, en particular la inteligencia de
la clase media tambin aportaron con sus propias dinmicas a la conformacin de la izquierda radical ecuatoriana.
Como ya se ha sealado, la FTRE (Federacin de Trabajadores Regional Ecuatoriana), de
vertiente anarcosindicalista, apenas fue fundada el 15 de octubre de 1922, un mes antes de la
movilizacin popular, cuya espontaneidad rebas totalmente la capacidad de control y direccin de la FTRE, organizacin que entreg en manos de la GAT la direccin del movimiento, el 7 de noviembre de 1922.
En los momentos en que este trabajo estaba siendo escrito, una investigacin del socilogo
Freddy Rivera, que se encontraba en sus fases finales, constat la relevancia de lo tnico en
la conformacin de la clase obrera en las fbricas textiles en la provincia de Imbabura. La
identidad- clase se ve ampliamente cuestionada, en referencia a la identidad-etnia, incluso en
espacios fabriles mucho ms desarrollados, y frente a una sociedad bastante ms integrada,
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con un mercado mucho ms desarrollado, como era la del Ecuador de fines de los aos
ochenta.
Se utiliza la concepcin de discurso en la perspectiva planteada por Laclau (Cfr. 1985). Segn esta visin, la realidad social y la identidad de los actores son objeto de construccin permanente por va del lenguaje -en su forma mayor: el discurso-, que cumple as funciones que
van mucho ms all de simplemente dar cuenta de la percepcin de un actor determinado;
por el contrario, el discurso tendra la posibilidad poitica de generar actores, mediante la interpelacin, creando y agregando voluntades polticas. Esta posicin cuestiona y trata de superar los entrampamientos conceptuales que resultan de la aplicacin del llamado reduccionismo de clase en la interpretacin de la produccin de las ideologas sociales.
En esta visin, el capitalismo es visto asimismo como una estructura con significados fijados,
no es matizado en las formas y modalidades histricas concretas en que se constituye en cada caso, as como tampoco se sealan las diferencias que ello implica respecto al tipo ideal
trazado por Marx en El Capital, que por su parte no deja de ser un estudio de caso limitado,
el anlisis de una situacin histrica especfica (Inglaterra), como el mismo Thompson ha sealado en otra de sus obras (Cfr. 1963).
Cuando se hace referencia a la ideologa popular es necesario indicar que en general las
ideologas son el resultado de la combinacin de elementos ideolgicos de orden diverso y
de mltiples orgenes (Cfr. Laclau, 1985), lo que implica que existe la posibilidad de diversas
combinaciones o grupos de combinaciones, donde uno -o varios-de los elementos ideolgicos puede concurrir en diversas configuraciones. Por ello se utiliza el concepto ideologa popular y no ideologa de clase, puesto que se define con l un mbito ms comprehensivo.
En el caso de los procesos discursivo-ideolgicos relacionados con el punto que se trata aqu,
fueron fundamentalmente los complejos ideolgicos de los sectores artesanales radicalizados
aquellos que se transformaron en el eje discursivo de la movilizacin popular, al lograr unir
partes o elementos del discurso terico anarquista con expectativas y percepciones originadas en el largo plazo de la cultura. En este trabajo no se introduce una delimitacin estricta
de las diversas combinatorias ideolgicas, sino que se remite al agregado mayor, aquel que
se expres en las jornadas de 1922, designndolo como ideologa popular.
...estos artculos (los de primera necesidad, N. del A) son producidos en el pas, y sin embargo con el pretexto de la maldecida guerra europea subieron los precios y ahora permanecen
subidos: con el pretexto de la guerra subieron el valor de la leche, carne, el pltano y el carbn vegetal, como si esos artculos hubieran sido importados de Bremen, Liverpool o San Petersburgo (El Proletario, 12 de junio de 1921)
Se debe insistir el carcter de la apropiacin del socialismo por los actores gremiales de entonces, en particular del anarquismo: una apropiacin que parta no tanto de la lectura de los
tericos y la identificacin con su discurso, como de las percepciones transmitidas mediante
formas orales en lo que se ha llamado cultura poltica de malecn (Cfr, Pez, 1986a)
Refirindose al populismo, un trabajo reciente alude a la necesidad de penetrar en los planos
simblicos de las prcticas polticas, para lograr su mejor comprensin de las mismas desde
las Ciencias Polticas, as, los estudios sobre el populismo ...deben complementarse con anlisis de la cultura poltica en el Ecuador, de la simbologa popular, de los mitos que crean y
recrean las movilizaciones populistas...Es necesario complementar los anlisis cuantificables,
basados en conceptos de racionalidad instrumental, con interpretaciones del mundo ritual,
simblico y normativo, que por su misma naturaleza no pueden explicarse con los conceptos de racionalidad instrumental (De la Torre, 1989:140)
En el mismo sentido: El quid es, pues, que nunca debemos exagerar la correlacin entre movimientos religiosos y polticos, ni ignorar sus frecuentes concurrencias. Si bien tanto los mo-
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vimientos religiosos como los polticos eran respuestas al mismo sufrimiento, los primeros
respondan, a veces, adems a los fracasos de la poltica terrenal (Gouldner, 1983:132).
Norman Cohn (1983: 205-222), en el contexto de su estudio sobre el milenarismo en la
Edad Media se refiere al anarquismo mstico, cuyas imgenes son muy parecidas a aquellas ensayadas durante el movimiento de 1922, como se procede a detallar posteriormente.
Cabe preguntarse si la fe en el progreso no hace relacin al espritu religioso antes que al
espritu definido como cientfico: la ciencia es tambin mitologizada en el proceso social.
Como seala agudamente Garca Pelayo (1964: 41 y 42), no hay que dejarse impresionar
por el vocablo cientfico. En primer trmino, cientfico, en el contexto del siglo XIX, es algo que tiene de todo menos de neutral, es, sociolgicamente visto, y polticamente explotado, un concepto polmico, orientado contra un enemigo concreto, constituido por las creencias religiosas y por el conjunto de instituciones polticas, sociales y de otra especie, que se
consideraban estructuralmente vinculadas a ellas, y a las que Chateaubriand haba simbolizado como el trono y el altarla creencia cientfica haba sustituido en buena parte a la
creencia religiosa cientfico otorgaba, de acuerdo tambin con las creencias vigentes, esa
certidumbre que es momento integrante del mito poltico, pues lo cientfico (en la imagen
de la poca) supona el conocimiento cierto de un sistema de relaciones necesarias de causas
y efectos que conduce implacablemente a un resultado determinado
Una seleccin de textos de utilidad para el lector y que sirve de referencia a lo anterior, donde se encuentran reproducidos extensivamente los textos antes citados se encuentra en Pez,
1986), aunque el trabajo no penetra en este tipo de anlisis mtico.
Lo que no obsta para reconocer claramente la enorme pertinencia de lo mtico incluso en el
discurso ms racionalizado, como, nuevamente, seala Garca Pelayo (1964:47-48) Salvo la
unidad entre lo natural y lo sobrenatural tpica del antiguo mito del reino y, en general, de
la visin mtica todas las dems fusiones y superaciones se encuentran representadas, no
en imgenes pero s en palabras cargadas de sentido, en estas ideas marxistas sobre el tiempo que cancelar la historia de este enLas canciones proletarias, como, por ejemplo, La
Internacional, La Joven Guardia o La Varsoviana, recogen y transfieren definitivamente a la
vida emocional el viejo mito del reino. Negras tormentas y oscuras nubes impiden ver la verdad y la luz, pero, por fin, se ha hecho la claridad y la revolucin marcha arrolladora. Aunque les espere el dolor, la muerte y el destierro, se levantarn los parias de la tierra y se invertirn los fundamentos de la ordenacin del mundo de tal modo que los que hoy no son nada sern en el futuro todo. La salvacin ya no est en dioses, ni en reyes ni en tribunos, sino
en la misma clase obrera, que mediante su herosmo y sacrificio, actuar como redentora de
todo el gnero humano. Se trata de una dura lucha, destinada a destruir totalmente el pasado, pero es la lucha final, ms all de la cual se establecer la paz, la hermandad y la sociedad
universal cuya patria es la tierra entera. Y as de nuevo, aunque en nueva forma, nos encontramos con el tema de la plenitud de las gentes, del espacio y de los tiempos
Diferente del mito de la clase, que tambin remite a la accin social prioritaria de un grupo
elegido -el de los hijos del Ideal-, el mito de la raza se manifiesta meridianamente en textos del mismo Narciso Vliz. Vase el artculo Por la raza negroide, reproducido in extenso y comentado largamente en Pez (1986).
Un interesante smil de este artculo se puede relatar referido a la ideologa del Ras Tafari,
originada en Jamaica hacia 1930, cuyas doctrinas bsicas son: a) Los negros son las tribus de
Israel exiliadas como castigo por sus pecados a las Indias Occidentales; b) el malvado blanco es inferior al negro y, c) en el prximo futuro el hombre negro ser vengado al ser servido por el blanco al que har pasar por los mismos sufrimientos que l ha causado al negro.
(Garca Pelayo, 1964: 61)
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La importancia de la cultura artesanal ha sido remarcada por Aric (1980b), entre otros.
Ms recientemente, trabajos de Historia Oral han relievado estos procesos en el Per y Bolivia entre las capas artesanales. Entre otros trabajos, tenemos Obreros frente a la crisis, de Wilma Derpich y Cecilia Israel, para el caso peruano (Fund. Ebert, Lima, 1987), mientras en el
caso boliviano tenemos el trabajo de Zulema Lehm y Silvia Rivera Los artesanos libertarios y
la tica del trabajo (Ed. Gramma, La Paz, 1988). Para el Ecuador lo ms importante producido hasta ahora es la tesis de Maestra en Historia de Milton Luna para FLACSO-Ecuador,
Economa, Organizacin y Vida cuotidiana del artesanado en Quito, 1890-1930.(1986)
Como ya se ha resaltado, el discurso que organiz la protesta popular en 1922 provino de una
base gremial, a la que adhirieron intelectuales populares de orgenes diversos (Cfr. Pez,
1986), discurso manifiesto en gran cantidad de peridicos, que unificaba niveles de ideologa terica (anarquismo), la economa moral -base de la protesta- e ideologa popular tras la
hegemona de una perspectiva transformadora fuertemente marcada por elementos mticos:
un discurso involuntario, resultante inesperado de la fusin dinmica de los elementos antes
sealados. La movilizacin de 1922 no abarc solo a los obreros de entonces (en verdad artesanos en su inmensa mayora), sino tambin a amplios sectores populares que fueron interpelados por las demandas y el discurso ejecutado desde los gremios en transformacin,
desde la FTRE y los grupos organizadores anarquistas. El mito acerca del 15 de noviembre de
1922 como bautismo de sangre de la clase obrera se bas en el amplio carcter movilizador
de este discurso que, se insiste, no proviene del proletariado ni de la clase obrera, sino de
sectores artesanales en contacto con las simbologas, prcticas, concepciones y actitudes del
pueblo guayaquileo.
Captulo IV
1926 - 1931
4.1. Introduccin
El Partido Socialista Ecuatoriano, fundado en 1926, fue el organismo donde confluyeron las diversas tendencias y grupos primigenios
del movimiento de la izquierda ecuatoriana, y tambin fue el punto de
origen de la ms temprana divisin histrica de la izquierda, entre comunistas y socialistas. La influencia que tuvieron las polticas de la Internacional Comunista y sus organismos regionales en el proceso de
escisin fue de importancia central en esta primera diferenciacin.
La llamada Revolucin Juliana gener el contexto propicio para la organizacin del PSE, en el marco de la cada del poder de los sectores dominantes vinculados a la agroexportacin cacaotera, la crisis
del estado liberal plutocrtico, lo que abri un espacio de modernizacin del Estado y ampliacin del sistema poltico, y permiti la fundacin del PSE.
En general, el conjunto del sistema partidario adquiri su carcter
institucional durante los veintes,1 estando muy presentes las consecuencias de las jornadas de 1922 en todos los sectores polticos. El Partido Liberal se constituy bajo nuevos trminos en 1923, en tanto que el Conservador lo hizo en 1925. El Partido Socialista, por su parte, apareci
precedido por las movilizaciones gremial-populares de principios de los
veinte; estas movilizaciones, en especial la de 1922, haban generado interpelaciones operativas en la poblacin, al integrar diversas fuentes
ideolgicas y articularse en el continuo de la simbologa popular.
Los sectores medios tambin aportaron para la constitucin del
primer PSE. Excluidos de la participacin poltica en el Estado liberaloligrquico postalfarista, algunos grupos entre estos sectores se apropiaron del lenguaje marxista para dar continuidad a una tradicin liberal-radical relativamente vieja; en otros casos, la apropiacin del discurso leninista fue la ms importante. En estos grupos filocomunistas
el principal problema era el como desligarse de toda referencia al liberalismo radical y crear una identidad particular que simultneamente
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quierdismo. Todo ello culmin en 1931 con la ruptura del PSE y la fundacin del Partido Comunista, realizndose as la primera divisin de
la izquierda4 marxista ecuatoriana.
Este captulo dar cuenta de los orgenes remotos del proyecto socialista en el pas, haciendo una somera revisin de la relevancia de algunos pensadores previos a la fundacin del PSE, para as entender cmo se insert el PSE en el debate ideolgico nacional de principios de
siglo, debate al cual se refiri en primera instancia, antes que la homogeneizacin comunista alterase las percepciones de la izquierda marxista acerca de su historia y orgenes.
A continuacin se estudiarn los primeros grupos organizados,
pequeos y dispersos, que aparecieron en la dcada del veinte, a posteriori de 19225 y las modalidades de relacin que se trazaron entre ellos,
la forma en que confluyeron en la asamblea fundacional del PSE. Luego se pondr atencin en el trabajo que el nuevo partido realiz entre
1926 y 1928, para posteriormente referirse al proceso de divisin del
PSE hasta 1931.
es la repblica democrtica (Internacionalista, 1976: 187-188), mediante -y he aqu el dato curioso- el ejemplo organizativo de la Asociacin Internacional de los Trabajadores (AIT) o Primera Internacional,
como vanguardia liberal6 (Ibid: 189).
De esta manera, el 9 de julio de 1876 se fund la Sociedad Republicana, pero en el discurso inagural que pronunci Juan Montalvo se
manifestaron con claridad las distancias que separaron este intento liberalizante de las concepciones socialistas: el ambateo diferenci claramente los objetivos de la Internacional de los postulados de la Comuna de Pars 7, insurreccin a la cual asisti como espectador (Ibid: 191),
y que le provoc honda repugnancia. A pesar de ello, en algunos peridicos de Guayaquil aparecieron artculos en los que se manifestaba solidaridad con los principios radicales de la AIT8.
Este antecedente de una presencia efmera y casual de menciones
a la AIT no puede ser un indicio cierto de socialismo en Juan Montalvo, escritor a quien se lo ha localizado como inscrito o emparentado
cercanamente en la corriente romntica, en su vertiente liberal radical
(Roig, 1982: 51-52).
Otro pensador de quien se ha insistido en su adhesin al socialismo, aunque de manera tarda, es Jos Peralta, idelogo de los sectores
liberales de vertiente alfarista. Oswaldo Albornoz Peralta, descendiente
del ministro liberal y dirigente comunista, ha rastreado estas supuestas
vinculaciones en su actitud favorable al indio (1972:32), su antimperialismo manifiesto (Ibid:152-153) y su actitud favorable a la organizacin de los trabajadores (ibid: 102-103). Sin embargo, investigaciones
recientes han puesto atencin en que el discurso socializante no implica, ni mucho menos, una tendencia socialista en Peralta:
Algunos analistas, impresionados por el empleo que Peralta hace de los trminos proletario, burguesa, capitalismo, socialismo,
pueblo, le adjudican una incidencia directa en la formacin de partidos polticos ecuatorianos socialmente avanzados...Consecuentes con
el desarrollo de nuestro trabajo, preferimos incluir este discurso dentro
de la fase peraltiana que calificamos como ltimo esfuerzo por rescatar
el liberalismo doctrinario ante la ofensiva de las nuevas corrientes sociales. (Crdenas, 1989: 79-80)
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llegado a un dictamen final, a pesar de los intentos ideologizados de relacionarlo con una suerte de socialismo ecuatoriano, nacional.
Un tercer pensador importante que ha sido calificado como antecedente o gestador nacional del socialismo ha sido Belisario Quevedo,
quien en realidad fue un positivista que expres en otro discurso, evolucionista desarrollado, los problemas ideolgicos que haban motivado
en otros pensadores (como Peralta) un acercamiento terminolgico al
socialismo. En todo caso, Quevedo conoci bastante ms que Peralta el
discurso y lenguaje socialista (Roig, 1982: 138-146), por lo que en sus
trabajos se expresa un salto del individualismo liberal a una concepcin
ms social de la dinmica global de la sociedad (Plit, 1987: 78-79).
Otra lnea, ella s bastante cercana al socialismo en sus vertientes
utpicas decimonnicas, estara representada por los pensadores gremiales guayaquileos de la dcada del diez, Juan Elas Naula y Virgilio
Drouet, quienes plantearon expectativas de reorganizacin social recuperando elementos owenianos y saint-simonianos (Cfr. Pez, 1986 y
1987): fueron los llamados idelogos populares10, cuya influencia
dentro de los sectores gremiales y populares fue muy grande.
Sin embargo estos pensadores siguen siendo marginales o adyacentes a la gran corriente contestataria que se perfil a fines de los diez
y principios de los veinte en Guayaquil, relacionada con el contexto estructural de la crisis del cacao y la pertinencia de una ideologa terica anarquista que logr amalgamarse de manera activa con el discurso y expectativas mticas populares.
Los primeros grupos organizados de ideologa definidamente socialista filomarxista aparecieron a raz de las jornadas de 1922 y la presencia creciente de un actor social cuestionador, el movimiento gremial
activado en el plano poltico en Quito y Guayaquil, amn de la expansin de las capas medias que se encontraban imposibilitadas de
participar en un sistema poltico de caractersticas cerradas y elitarias,
incapaz de cooptar a los grupos emergentes e integrarlos eficientemente dentro de la institucionalidad existente.
Todo ello se dio en el marco de la crisis del cacao, uno de cuyos
efectos polticos directos fue el quiebre del modelo de dominacin li-
beral-oligrquico11, en un contexto de efervescencia social que se manifest con rasgos ideolgicos socialistas, tanto entre los grupos gremiales guayaquileos como entre los sectores intelectuales quiteos.
El impacto de los sucesos de 1922 fue muy fuerte en todos los mbitos sociales: apareci una vertiente socialista cristiana, liderada por
el terrateniente Juan Manuel Lasso12, un lder de imagen patriarcal,
apoyado por sectores artesanales quiteos en las elecciones de 192413,
en las que el candidato oficial Gonzalo Crdova triunf gracias a un
gran fraude orquestado a su favor desde el poder. (Paz, 1938: 99) (Ayala, 1989b: 9)
La efervescencia social y poltica oblig tambin al cambio de
programas de los Partidos Liberal y Conservador, y a su constitucin
como partidos modernos, ya no ms como un agrupamiento de tendencias ideolgicas mas o menos dispersas, no centralizadas, lideradas
por caciques polticos regionales14. El partido Liberal se reorganiz en
septiembre de 1923, bajo la direccin de Jos Peralta, e integr en su
nuevo programa el problema social como un punto central; el Partido Conservador hizo lo propio en 1925, el 14 de octubre, con la misma
tendencia a enfatizar los aspectos sociales a ser renovados en la legislacin. (Orellana, 1930: 169-170)
El proceso cuestionador, el emerger de nuevos actores sociales y de
una intelectualidad de clase media radicalizada tuvo tambin relacin
con la expansin de la propaganda socialista (anarquista y marxista) a
lo largo de la dcada del diez. En el caso del marxismo, circulaban obras
de Marx y Engels tales como El Capital, Miseria de la Filosofa, el Manifiesto Comunista, Precios, salario y ganancia, Crtica de la Economa Poltica, Anti-Duhring, El Origen de la Familia, la propiedad privada y el Estado, Socialismo utpico y socialismo cientfico, obras de Kautski, Bebel y
los austromarxistas, Labriola, Paul Lafarge, entre otras, en las libreras
Sucre y Espaola de Quito y Guayaquil. (Albornoz, 1971: 120-121)
En 1924 se fund el grupo La Antorcha en Quito, y la Sociedad
Amigos de Lenin en 1925, por influencia de Rafael Ramos Pedrueza, diplomtico mexicano por entonces de misin en la capital15. A lo largo
de su primera etapa, el grupo La Antorcha se dedic a buscar partidarios entre los intelectuales y estudiantes universitarios, bajo la direccin
de Ricardo Paredes y Leonardo Muoz, quienes previamente haban
intentado conversar con obreros y dirigentes de los diversos oficios, sin
obtener ningn resultado...nos oan, se rean, pero al final se negaban
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rotundamente, con negativas llenas de prejuicios, es ms, nos compadecan (Muoz, 1988: 44).
Los inicios del socialismo en Quito contrastan con el proceso que
acaeca en Guayaquil, donde esta ideologa haba penetrado inicialmente en los gremios, por va del anarquismo, que haba organizado
diversos grupos incluso antes de 192216. Cuando se fund el grupo Antorcha en Quito, el 16 de septiembre de 1924, participaron en l 10 personas, todos los cuales pueden ser calificados como intelectuales, puesto que de entre ellos ocho eran estudiantes, uno profesor, y el ltimo librero (Muoz, 1988: 45). Editaron el peridico La Antorcha, cuya
primera etapa dur hasta el 13 de julio de 1925, en que, aprovechando
la situacin creada por la Juliana, se cre formalmente el Ncleo Socialista de Quito, llamndose para el 5 de octubre del mismo ao a una
Gran Asamblea Socialista en la Universidad Central, con objeto de discutir un proyecto de programa (Albornoz, 1971: 124).
En Guayaquil, en marzo de 1926 se produjo la primera Asamblea
Socialista local; en Cuenca funcionaba el Ncleo Socialista del Azuay;
en Riobamba se haba fundado en 1919 el Partido Social-Demcrata;
en Manab exista el Ncleo Revolucionario de Manab, en Tulcn el
grupo socialista La Reforma, y haban otros grupos ms en Loja, Ambato y Otavalo. (Albornoz, 1971: 125)(Pez, 1986: 20-30)
De entre todos estos grupos, La Antorcha era el ms importante, salvo la consideracin sobre los grupos Guayaquileos que se haban desgajado del anarcosindicalismo y mantenan una presencia activa entre los sectores gremiales, lo que contrastaba con el ncleo quiteo, cuyos componentes estudiantes e intelectuales eran del mismo tipo que el resto de grupos del pas; es ms, segn Muoz (1988: 98), los
quiteos organizaron los ncleos provinciales en miras a la futura
Asamblea Nacional Socialista, para lograr que estos enviaran delegados, a pesar de lo que, reconoce, fue de vital importancia el movimiento del Guayas (ibid ant.). Los contactos se multiplicaron, y el ao de
1925 Ricardo Paredes viaj a Guayaquil a tomar contacto con los socialistas e impulsar la formacin del Ncleo Provincial del Guayas17.
La Juliana dio paso a un impulso fuerte a las actividades de los socialistas, especialmente quiteos, debido en parte al apoyo que tenan,
proveniente de uno de los ms importantes polticos del momento:
Luis Napolen Dillon, quien era miembro del gobierno y los ayudaba,
aunque no era afiliado a los grupos socialistas: formaba parte de otra
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discuta el programa, la estructura fundacional propuesta para el futuro Congreso Socialista. En los primeros meses de 1926 se organizaron
los universitarios socialistas y formaron un Frente de lucha contra los
viejos profesores retardatarios, que mostraba remanentes de los vientos de la Reforma de Crdoba, todo lo cual motiv la renuncia de 7
profesores universitarios (Muoz, 1988: 49).
Tambin midieron fuerzas con los conservadores, a raz de la llegada -a principios de 1926- de un sacerdote encargado de hacer propaganda antisocialista. Unos 300 manifestantes (un gran nmero, dadas
las condiciones del momento, segn Muoz) salieron en marcha desde
la Universidad Central, su reducto, hacia la Plaza Grande, que quedaba
a pocos metros, cuando fueron interceptados por ...gentes armadas con
palos, martillos, piedras...Fue algo impresionante este movimiento del
clero y la masa clerical fantica, fue algo aterrador... (Muoz, 1988: 50).
En defensa de los socialistas aparecieron estudiantes y soldados,
militares del Regimiento Bolvar que se movilizaron, protegiendo, literalmente salvando a los manifestantes, conjuntamente con viejos liberales alfaristas que tambin los apoyaron: el incidente fue de tal calibre que hasta las 11 de la noche no se dispersaron los grupos clericales,
es decir, doce horas despus de iniciada la marcha. (Ibid: 51).
De esta manera, sobre la base de un crecimiento apoyado por sectores del gobierno Juliano en su primera etapa, con una base social de
apoyo compuesta fundamentalmente de estudiantes y soldados, jvenes oficiales vinculados a la revolucin de 1925, e interesados en la modernizacin del Estado, la institucionalizacin de las Fuerzas Armadas,
la ampliacin del sistema poltico y la resolucin de los problemas sociales, los primeros grupos socialistas hicieron propaganda, tomaron
contacto entre s y confluyeron en diversas vertientes para la conformacin del primer PSE20 en la Asamblea de 1926.
despreocupan de su ancestral vocacin de casta (Labores, 1926: 2829)22, asistieron tambin un campesino indgena y una mujer. De los
sectores sealados como confluyentes en el primer PSE, el eje organizacional fue constituido por los grupos intelectuales y dirigentes de la
incipiente organizacin obrera artesanal (Ayala, 1988b: 9), de origen
anarcosindicalista estos ltimos.
En los Estatutos del PSE se indic que son miembros del partido
todos los ecuatorianos o extranjeros que suscribiesen el registro (art.1)
y se consideraba como traicin al partido el regionalismo (art.4), lo que
tampoco pudo evitar que la regionalidad aparezca como eje importante de las discusiones durante la ANS y posteriormente; en lo que se refiere a la organizacin del PSE, se pens en la constitucin de Consejos
formados por trabajadores organizados en funciones (art.7)22; estos
Consejos se articularan en Consejos locales, mediante la unin de
consejos de trabajadores de una zona determinada, siendo a su vez los
Consejos Provinciales del PSE el resultado de la suma de Consejos Locales. Segn los Estatutos, todo el poder pertenece a los Consejos,
consagrndose de esta manera una organizacin territorial laxa, no
centralizada23.
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La discusin sobre los temas de la propiedad privada y la afiliacin al Comitern fue donde se pudieron expresar de manera clara tanto la diversidad como la fluidez ideolgica de las tendencias fundadoras. En el primer caso -sobre la propiedad privada-, el debate se llev a
cabo en medio de un gran inters general y alguna preocupacin por
las posiciones que se tomaran a lo largo de la discusin. Los sectores
izquierdistas, segn las actas, predominaban sobre la derecha y el
centro38. Finalmente los dos grupos minoritarios se adhirieron a la
propuesta de la izquierda, que implicaba la socializacin de los medios
de produccin, cambio y distribucin: el socialismo integral fue proclamado con valenta y lo barra aplaudi calurosamente las doctrinas
comunistas proclamadas por algunos (Labores, 1926: 35)
Como consta de la anterior cita, en la misma descripcin se anot la observacin de que slo algunos eran comunistas de entre los
que conformaban la izquierda de la Asamblea, en la que se ubicaron la
mayora de los asistentes. Esto se rebel cuando se discuti el tema colateral de una posible indemnizacin a los dueos de los latifundios en
caso de nacionalizacin o expropiacin: Paredes manifest que era improcedente, en tanto que Jaramillo y Murgueytio, tambin conspicuos
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izquierdistas, se colocaron en la posicin contraria, favorable a las indemnizaciones. Paredes se dio cuenta de la mutabilidad ideolgica de
sus compaeros 39, la que provoc en la votacin que la propuesta de
la expropiacin sin pago perdiera.
Es evidente que desde un primer momento Paredes era quien
ms clara tena la percepcin terica comunista: explic y aclar a la
Asamblea la significacin de las diferencias entre la II y III Internacional, entre posiciones reformistas y revolucionarias, es ms, ofreci
un cuadro de la Unin Sovitica, desde la poca del zarismo, a las personas cuya informacin fuera incompleta o defectuosa (Ibid: 36-37)40.
A pesar de la supuesta mayora izquierdista, el articulo acerca de
una probable no participacin del PSE en los gobiernos burgueses
tambin fue negado (Ibid: 46), al igual que aquellos en los que se hablaba de impedir que el gobierno pudiese establecer contratos con extranjeros capitalistas, puesto que los delegados concluyeron en aceptar
la necesidad de inversin fornea en el pas.
Todo ello se articulaba con otro hecho: el partido era percibido
por los representantes de provincias -menos preocupados por los contenidos tericos- como un canal para proyectar sus demandas hacia el
Estado, tanto las de orden particular como otras ms generales 41, lo
cual implicaba aceptar la institucionalidad vigente, aunque tendiendo
a transformarla.
Todo ello provoc en los delegados una actitud reservada cuando
se discuti la posibilidad de que el PSE ingresase a la IC: se present un
programa, enviado por el grupo Lenin de Ibarra, en cuyo primer
punto se sealaba que el PSE se adscriba a la IC, abrindose de esta
manera un largo e interesante debate sobre el tema, que marcara el futuro del socialismo ecuatoriano. Paredes se pronunci en favor de la
adhesin, mantenindose coherente con sus posiciones a lo largo de la
asamblea, pero Juan Genaro Jaramillo (uno de los aliados de izquierda
de Paredes) seal que a pesar de ser partidario del comunismo, consideraba que el socialismo en el Ecuador deba ser producto de la
unin42, y que de aprobarse el programa de Mosc hubieran quedado fuera los mejores exponentes (Labores, 1926: 45): finalmente, la
adhesin a la IC fue negada en la Asamblea, a pesar de lo que se hizo
constar una adhesin fraudulenta,
...en una hoja sin paginacin de las Labores de la Asamblea Nacional Socialista [que manifiesta] ...En la sesin de clausura se ha olvidado aadir una de las resoluciones...la adhesin del Partido a la III Internacional, propuesta por el camarada Secretario General y aprobada
por unanimidad (Ycaza, 1984: 125).43
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En la sierra Norte se posibilit esta alianza por el doble movimiento clase-etnia, pero la izquierda careca del instrumental terico
para entender esta articulacin, que se expresaba en un lenguaje aparentemente contradictorio, ya que simultneamente a la utilizacin de
la terminologa poltica socialista y el nfasis en el uso de la herramienta de la huelga, defendan sus derechos tradicionales, tales como el huasipungo. 46
Durante estos aos (26-28) se empezaron a realizar los contactos
internacionales con otros partidos socialistas y comunistas. Muoz enviaba peridicos a los partidos de Amrica Latina, Europa y Asia, y
por su parte reciba revistas, peridicos y folletos varios, adems de libros de Lenin, Marx, Engels, Trotsky, Bujarin, Lunacharski, Kollontai,
John Reed, resaltndose el hecho de que el profesorado del Meja era un
vido consumidor de los materiales (Muoz, 1988: 59-60).
Por aquellos aos circulaban algunas revistas a nivel sudamericano, algunas de ellas prosocialistas, tales como Amauta, editada por
Maritegui en el Per, La Revista de Avance, editada en Cuba, Repertorio Americano de Costa Rica, La Vida Literaria y Sur, editadas en
Buenos Aires, revistas cuya incidencia en nuestro pas aparece como
muy limitada. 47
Los contactos internacionales comenzaron a manifestarse en hechos tales como la invitacin al PSE para asistir al VI congreso de la IC
y los festejos del dcimo aniversario de la Revolucin de Octubre, lo
que permite inferir relaciones aunque sea epistolares de sectores del
PSE con el Secretariado Sudamericano de la IC en Buenos Aires. Militantes gremiales, como Manuel Donoso Armas, tambin fueron invitados a Mosc, en este caso a participar en el IV Congreso de la Internacional Sindical Roja (ISR), llamado para 1927. Aparentemente la campaa antimperialista en las pginas de Confederacin Obrera, el diario de la COG que editaba Donoso, fue la razn de esta invitacin. 48
Una vez en Mosc, Donoso se encontr situado de lleno en medio de las discusiones del PCUS entre la oposicin de izquierda y el
duunvirato Stalin-Bujarin, ante la sorpresa del sindicalista ecuatoriano
quien en realidad era un profesor normalista recin graduado que no
sospechaba gran cosa de marxismo. Sin embargo junto a otros representantes latinoamericanos, en particular los peruanos Portocarrero y
Bazn se neg a firmar un comunicado contra Trotsky: as apareci el
primer trotskista ecuatoriano 49.
Entretanto, las ilusiones creadas por el PSE en su fundacin fueron desvanecindose ante muchos militantes: En 1927 abandonaron el
CC -por su propia voluntad- Angel Modesto Paredes (hermano de Ricardo), los hermanos Carlos y Jorge Carrera Andrade, quien al mo-
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mento era secretario general del Partido 50, Nstor Mogolln y Emilio
Uzctegui (Muoz, 1988: 60).
El clima ideolgico al interior del socialismo se iba afirmando en
su potencial conflictividad cada da ms: los contactos internacionales,
el flujo de publicaciones extranjeras, las relaciones con el Secretariado
Sudamericano imprimieron un nuevo ritmo a la discusin ideolgica.
As se iniciaron ciclos de formacin terica para los cuadros del partido, entre los que se programaron conferencias, entre ellas, una dictada
por Enrique Tern (alias Iskra) el 30 de julio de 1928, sobre la dictadura del proletariado, en la que trato de dar cuenta de uno de los ms acuciantes problemas tericos del momento.
Tern, quien luego lider la fraccin socialista propiamente dicha, manifest ciertos desacuerdos con la lnea que en aquel momento
llevaba la IC 51, aunque su ordenamiento terico era bastante ms sistemtico y leninista que en la etapa fundacional del PSE, apenas dos
aos atrs. Atribuy tambin al partido el papel de auxiliar del obrero,
campesino y soldado constituidos en poder: la mitologa partidaria
aun no se desarrollaba, a pesar de lo que Tern defenda tambin la disciplina ms estricta 52.
En este conferencia, posteriormente publicada como documento,
Tern hizo una evaluacin de la clase indgena, evaluacin iluminista,
cuasi liberal, aunque expresada en terminologa marxista: la misin del
Partido sera la de despertar a la tal clase indgena, iluminarla desde
fuera, va propaganda. No presentaba una visin positiva de las probables funciones edificadoras de la comunidad indgena en el socialismo
-cosa evidente para Ricardo Paredes, en aquel momento en Mosc-: el
aprendizaje terico del marxismo es solamente doctrinario, no interpretativo, en este caso.
Cundo regres Paredes de la URSS, a fines de 1928 no dio ninguna explicacin a sus camaradas del partido acerca de sus actividades, limitndose a dictar una conferencia en la Casa del Obrero sobre
la Unin Sovitica y sus avances (Muoz, 1988: 60); ni siquiera ante el
CC explic sus acciones ni las conclusiones polticas del VI Congreso
de la IC.
Desde este momento pudo percibirse la organizacin de las maniobras poltico-burocrticas destinadas a desbancar a los sectores intelectuales del PSE, los inicios de su bolchevizacin, cuyo siguiente paso
fue la reunin del Consejo Central Ampliado del PSE en enero de 1929.
Desde el mes de noviembre de 1928, el CC del PSE, bajo la direccin de Paredes ...comenz una intensa obra de reconstruccin partidaria e inici la formacin de una serie de organismos; se fraccionaron ciertos ncleos socialistas poco dciles de algunas poblaciones
donde el nmero de afiliados haba crecido, dificultando su funcionamiento (Reunin CCA..., 1929: 24) 53. Esta reorganizacin era un paso hacia la consecucin de una estructura leninista, de tipo celular para el Partido, que se perciba como una necesidad por parte de los comunistas 54.
En la reunin de 1929 empez la depuracin dentro del socialismo: se constataron los beneficios de nuestra adhesin a la IC en diversos aspectos: la unificacin ideolgica y disciplinaria, la aceptacin
del programa obligatorio del Comitern que han reemplazado al deficiente Programa y Estatutos de nuestra primera Asamblea (Ibid ant.,
18-19). En realidad, las consecuencias de la afiliacin a la IC haban
provocado muchas discusiones internas, lo que a su vez produjo la paralizacin de la actividad de muchos ncleos provinciales, todo lo cual
sirvi como justificacin para llamar al CCA, donde el aparato central
del Partido poda imponer representaciones mediante diversas maniobras organizativas, como fraccionar ciertos ncleos partidarios, y, por
ello, fue tambin hbil para imponer decisiones (Ibid: 24).
Se plante la proletarizacin del Partido y la necesidad de una
depuracin ideolgica y poltica: el socialismo habra tenido muchos
vicios hasta entonces: primitivismo (hay cerca de 500 tendencias socialistas y cada quien es libre de pensar como le parezca), lo que equivaldra a liquidacionismo del partido 55; criticismo crnico (la poca pasada es una poca romntica, automatismo, reformismo, y el peor
crimen de todos, el intelectualismo:
...no solamente arraigado entre nuestros intelectuales, sino an
entre muchos compaeros obreros. Este intelectualismo se traduce por
la locura de la ilustracin, por la bibliofagia insaciable (Conferencia
CCA...1929: 10).
De esta manera el terico que haba puesto a debate temas tan importantes como el de la dependencia y una caracterizacin alternativa
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de nuestras formaciones sociales, con razonamientos bastante originales y hasta herticos en el contexto de una III Internacional en proceso
de estalinizacin, es decir de monolitizacin, fue el encargado de realizar la depuracin del socialismo ecuatoriano a su regreso al pas.
En un Partido constituido en base a la diversidad de tendencias anarquistas, liberales radicalizados, socialistas cristianos, socialistas
marxistas, socialistas reformistas y comunistas- este proyecto produjo
tensiones graves, que fueron resueltas al estilo de Alejandro frente al
nudo giordiano, con un golpe de la espada burocrtica y el consiguiente reordenamiento de las fuerzas internas del Partido, reordenamiento
dirigido autoritariamente desde el aparato. Los sectores que tenan una
filiacin distinta a la de los comunistas fueron desplazados por efecto
de este reacomodo de fuerzas, mientras los mismos comunistas apenas
empezaban a constituirse como tales mediante las relaciones internacionales 56, aunque se debe reconocer que ya desde la fundacin del
PSE exista un ncleo que se autoperciba como el ncleo de un Partido Comunista dentro del socialismo. Por otra parte, a nivel de la IC
tampoco se consideraba mucho a esta fraccin comunista, la que era
calificada como una seccin aislada de las masas 57.
Con estos antecedentes, Paredes propuso una poltica radicalmente nueva, para enterrar los rezagos romnticos y superar los vicios que le atribua al PSE:
Tenemos que luchar incansablemente, implacablemente contra
la Tradicin, tenemos que hacer un partido nuevo sobre bases nuevas;
tenemos que ir modificando este temperamento nuestro indohispnico, perezoso, tan pronto turbulento como servilmente sumiso, palabrero, lrico, individualista, indisciplinado, profundamente indisciplinado. (Conferencia CCA, 1929: 8)
telectual, base fundamental sobre la que se constituy el PSE -y el mismo PCE-, homogeneizacin de prcticas, ruptura de las tradiciones del
movimiento socialista ecuatoriano, todo lo cual en pocos meses ms se
vio complementado con la teora del socialfascismo, la denuncia del
sorelianismo y populismo de Maritegui y las expulsiones de los intelectuales librepensadores, preludio a la toma formal de la direccin
y el cambio de nombre del PSE por parte de la fraccin comunista 58
La Conferencia de Buenos Aires 59, que tuvo lugar entre el 1 y 12
de junio de 1929, plante en sus resoluciones que en todos los pases de
Amrica Latina existan condiciones para el desarrollo de fuertes Partidos Comunistas, y consider -a pesar de la constatacin anterior, extremadamente optimista- que los PC deban desarrollarse sean cualesquiera las condiciones polticas del pas, aunque sea camuflando su
nombre, pero manteniendo su composicin social e ideolgica (lase
proletarizacin y bolchevizacin); adems propugnaron la organizacin celular en vez de la territorial (Caballero, 1987: 151).
Los comunistas deban evitar el participar en partidos nacionalistas revolucionarios60 o fundar partidos campesinos u obrero-campesinos. En las extraordinarias ocasiones en que se permitiese esto, estaban obligados y sometidos a la disciplina del PC, y deban luchar contra
el oportunismo y reformismo desde dentro de la alianza; as, la nica
posibilidad de acuerdo permitida era para formar los llamados Bloques
Obreros y Campesinos y las conocidas ligas antimperialistas 61 para
realizar desde la base el Frente Unico, por supuesto bajo la hegemona
comunista, evitando al pernicioso socialfascismo. As, como bien seala Caballero (Cfr. 1987), los comunistas abortaban organizaciones de
masas y restringan las alianzas polticas hasta un punto tal que puede
afirmarse que slo podan proponer el aliarse consigo mismos.
Esta Primera Conferencia Comunista Latinoamericana afirm la
necesidad de depurar al PSE, transformndolo en un autntico PC de
obreros y campesinos, aunque esto fuese a costa del aparecimiento de
un Partido Reformista que los una (a los socialistas, n.d.a.). Seran menos peligrosos all que en nuestras filas (Ycaza, 1984:143).
El partido bifronte -un PS abierto a las masas, por una parte,
mientras por otra el liderazgo de la accin poltica se encontraba bajo
la direccin de la fraccin comunista, autopercibida como partido comunista, de accin secreta y hasta sectaria, como afirmo HumbertDroz- perda terreno, apareciendo la necesidad de homogeneizar pol-
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ticamente en torno al grupo leninista los restos del Partido, una vez este hubiese sido depurado de intelectuales y pequeo-burgueses.
Esta supuesta necesidad no obedeca al anlisis particular de cada situacin nacional y partidaria, sino a la imposicin verticalista y
autoritaria de una poltica de extremo aislamiento y sectarizacin, llevada a cabo por la IC y sus organismos regionales62 en el perodo que
va de 1928 a 1934, en el que el triunfo nazi en Alemania hace variar la
lnea poltica hacia el extremo opuesto, las ms amplias alianzas con todos los sectores y partidos, lo que abri una nueva poca en el movimiento comunista mundial, la era del Frentepopulismo, que tambin
se dio en Ecuador.
La divisin del PSE no puede ser atribuida tanto a procesos internos de diferenciacin -que s existan- cuanto al impulso y nuevo sentido que estos cobraron sobre la base de la adhesin a la IC y sus directivas 63. Tan fue as que en Colombia tambin la activa participacin
de la IC llev a la fundacin del PCC en 1930. Hay que recordar que
tanto el PSE como el PSRC haban sido catalogados de la misma manera en el VI Congreso de la Comitern. Esto permite observar la relacin directa de la IC con los procesos de divisin de las Partidos Socialistas pequeo-burgueses, en la era de los tres perodos y el socialfascismo:
...a travs de tales manipulaciones, el Comitern mostraba que
estaba menos dispuesto e interesado en informarse mejor acerca de la
situacin latinoamericana que en imponer sus puntos de vista de la
manera ms rgida posible, sin tener en cuenta el contexto real, la situacin econmica y poltica (Caballero, 1987: 97).
polacas y judas entre los inmigrantes que llegaron a Argentina! (Caballero, 1987: 98-99) Volviendo al PSE, luego de la Conferencia del
CCA, el comit con mayor influencia obrera y popular, el del Guayas,
se manifest en contra de las resoluciones de la tal Conferencia, pero en
aquel momento la composicin social del ncleo no se reflejaba ni tena relevancia en la toma de decisiones polticas, que se hacan por va
burocrtica (Vega, 1984: 181), a pesar del nfasis retrico en la proletarizacin. Sin embargo an permanecieron sectores no comunistas al
interior del PSE, y fue entonces cuando la Conferencia de Buenos Aires
imprimi un nuevo empuje a los procesos de disolucin y cambio en el
socialismo ecuatoriano. 64
Era, en efecto, un nuevo tipo de partido el que la fraccin comunista quera implementar: un modelo que en el curso de su cristalizacin encontr serios reparos en amplios sectores del socialismo, incluyendo su base obrera y las organizaciones sindicales. Manuel Donoso
Armas, de quien ya se ha hablado, tena graves dudas acerca del dominio de la fraccin estaliniana dentro del Partido Bolchevique, e intua
el verdadero significado que tena aquello de la bolchevizacin en los
albores de la era de Stalin, mxime cuando Donoso y su grupo crean
en la aceptacin de la existencia de posiciones diversas dentro del PSE,
dentro de una continuidad histrica coherente con sus orgenes: tanto
socialdemcratas como comunistas podan estar dentro del partido,
como alas derecha e izquierda. Un modelo democrtico que era necesario, en tanto se constataba la realidad del pas, su reducidsima clase obrera industrial, las amplias capas artesanales, la gravitacin de los
intelectuales y la estructura misma del andamiaje poltico-institucional
ecuatoriano.
Durante 1930, el CC del PSE recibi una comunicacin de la IC
en la que se analizaba la situacin poltica del pas y del movimiento
sindical, en donde adems se criticaba a los miembros del CC del PSE,
se lanzaban acusaciones infundadas y malintencionadas contra los socialistas supervivientes del progrom de 1929, quienes redactaron una
circular respondiendo a la carta de la IC:...si bien nosotros ramos
marxista-leninistas, no estbamos de acuerdo con recibir consignas internacionales (Muoz, 1988:61-62). El peridico de la fraccin comunista, La Hoz, llev adelante una campaa de ofensiva creciente contra estos sectores, que siendo marxistas y socialistas no eran comunistas, los cuales fueron paulatina y aceleradamente marginados del PSE.65
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El Partido Socialista Ecuatoriano fundado en 1926 fue una organizacin poltica que tuvo un anclaje real en procesos sociales previos,
posicin que le pudo haber facultado para establecer un proyecto socialista viable en el pas. Se ha argumentado en este trabajo acerca de la
produccin popular de una interpelacin que incluy elementos socialistas en el movimiento social de 1922, se ha remarcado tambin en
la existencia de un espacio conflictual creciente en el agro, serrano y
costeo, y en el hecho de que los sectores medios adoptaron una forma
de jacobinismo que les hizo permeables a establecer acuerdos con
Notas:
1
Para un estudio histrico del conservadurismo y el liberalismo a fines del XIX (como tendencias polticas), se puede consultar el libro de Enrique Ayala (1978), en el que se seala el
hecho del carcter extremadamente laxo, poco institucionalizado de los sectores polticos
hasta la revolucin liberal e incluso durante la poca de la bancocracia.
Lase Estalinista. El leninismo, en su forma sacramental, qua ortodoxia, se transforma en un
acto de fe. Stalin Present la doctrina de Lenin, que era esencialmente sociolgica y experimental, como una serie de rgidos cnones y simples frmulas estratgicas y tcticas para la
salvacin de la humanidad, todas enumeradas con la precisin de un tenedor de libros. Codific y formaliz el leninismo en aquel estilo de espuria sencillez y lucidez que resulta sumamente atractivo a los intelectos de escaso adiestramiento sociolgico (Deutscher, 1976: 257)
Ricardo Paredes, mdico, primer Secretario General del PSE, fue fundador del grupo La Antorcha de Quito, y uno de los primeros intelectuales que manifestaron una clara tendencia
comunista y pro-sovitica al interior del PSE, desde sus inicios. En 1927 viaj a Mosc, por
invitacin hecha al Partido, y all asisti a los festejos por el X aniversario de la Revolucin
Rusa, y posteriormente al VI Congreso de la IC, donde sus intervenciones, reseadas previamente en este trabajo, tuvieron gran importancia. Regres al pas a fines de 1928, abandern-
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dose de la poltica de purificacin del partido, destinada a separar del mismo a los perniciosos (desde la perspectiva comunista) intelectuales. Permaneci como SG del PCE, fundado sobre los escombros del primer PSE, durante poco tiempo; luego se retir a la prctica
profesional, sin abandonar la militancia, aunque su buena estrella dentro de la burocracia del
PCE le haba abandonado. Durante los treinta escribi un libro clsico dentro de la medicina social ecuatoriana, Sangre y Oro en Portovelo, que al mismo tiempo era una denuncia de
la actividad del enclave de la South American Development Co. en Machala. Muri en
1979, sin haber dejado de ser comunista.
La caracterizacin del concepto izquierda, que se utiliza permanentemente en este trabajo,
parte de la autoidentificacin de los actores dentro de este campo. Se coincide en ello con
Manuel Caballero (1982), quien remarca que este concepto no tiene un contenido poltico
sino espacial, y que alude a la ubicacin autoreferida de los actores en el marco de un espectro poltico cuya validez para fines analticos es limitada. El trmino socialismo tiene un
contenido poltico ms explcito, y alude al conjunto de ideologas y prcticas que se originaron en el Movimiento Obrero europeo del siglo pasado: incluye anarquismo, marxismo,
fabianismo, lasalleanismo, utopismos, anarcosindicalismo a su interior. En el caso ecuatoriano, la utilizacin del trmino izquierda en esta poca alude a los sectores sociales y actores
polticos que impulsaban un proyecto de transformacin global en el pas, con mayor o menor nfasis, y engloba por ello a liberales radicalizados, socialistas cristianos, militares prosocialistas, intelectuales marxistas, comunistas, anarquistas y algunos gremios y sindicatos
donde estos grupos haban penetrado. El trmino protosocialismo alude, como se ha sealado, al momento de fusin de distintos elementos ideolgicos en el movimiento de 1922,
con la presencia articuladora del anarquismo.
Aqu no se mencionan sino marginalmente los grupos anarquistas, estudiados in extenso en
Pez (1986).
Cabra sealarse que la AIT o Primera Internacional era una asociacin bastante laxa, originalmente, donde grupos como la llamada Alianza por la Doemocracia Social, de carcter
cercano al liberalismo, tambin participaron. Las afiliaciones a la Internacional podan ser
individuales u organizacionales, y su espectro de concurrentes inclua todas las vertientes del
radicalismo europeo de aquel entonces y los diversos tipos de socialismos existentes, desde
los mutualistas proudhonianos, hasta los anarquistas de la lnea de Bakunin, pasando por los
lasalleanos y llegando hasta los marxistas.
La AIT respald a la Comuna, tanto la fraccin marxista como la bakuninista percibieron
en este proceso un sntoma anunciador de la futura revolucin: quienes quisieron tomar
por asalto el cielo en palabras de Marx, gozaban de absoluta solidaridad por parte de los
grupos socialistas dentro de la AIT: autoritarios y libertarios.
El peridico El Popular de Guayaquil incluy artculos sobre la AIT en sus ediciones de
aquel ao (1876). La reaccin ms fuerte en contra fue liderada por la Iglesia, y consisti en
la inmediata prohibicin -so pena de excomunin- de la lectura, distribucin o conocimiento del mentado peridico (Internacionalista, 1976:205).
...para eso nada ms tentador que recurrir a terminologas revolucionarias tomadas del socialismo naciente, pero siempre entendidas dentro del esquema liberal. Cabra sealarse que
no solo los comunistas han intentado rescatar a Peralta como un socialista ecuatoriano;
tambin la socialdemocracia nacional ha intentado encontrar races histricas e ideolgicas
en este pensador.
A diferencia de Peralta o Quevedo, que eran miembros de la lite intelectual vinculada al poder o a los mecanismos elitarios de la intelectualidad consagrada: Partido Liberal o Sociedad
Jurdico-Literaria, respectivamente.
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En el Estado instaurado despus de 1912 el grupo hegemnico del nuevo bloque en el poder
construy esta hegemona en relacin directa con el poder econmico generado por la exportacin de lapepa de oro; por ello el carcter del sistema de dominacin era extremadamente cerrado, reducido prcticamente a los grupos bancarios guayaquileos, expresin financiera de la dinmica agroexportadora, quienes colonizaron el Estado. La cada de la base econmica del modelo de dominacin, el crecimiento de la sociedad, la diferenciacin social, el aparecimiento de nuevos actores hizo obsoleto un modelo ya debilitado por la crisis
cacaotera, con lo que se abri la posibilidad a la presencia de grupos reformistas militares,
que impulsaron un proyecto modernizante.
los programas polticos de los primeros personajes satisfacan aspiraciones generales, y ms
an, las declaraciones del coronel Lasso, eminentemente socialistas, que llegaron a impresionar la mente del pueblo trabajador y del obrerismo (Orellana, 1930: 139).
Lasso recibi tambin el apoyo del Partido Conservador, lo que caus un dao irreparable
al candidato (Orellana, 1930: 139). Los resultados fueron: Crdova, 173.776 votos; Lasso,
9.275 votos; Intriago, 3.454 votos. El fraude fue evidente dice Orellana (ibid. ant)
Aunque la importancia del caciquismo poltico sigui siendo grande en el sistema partidario
hasta hace muy pocos aos.
Ramos Pedrueza lleg en marzo de 1925 como embajador de Mxico en Ecuador. Personaje
vinculado a la IC, se dedic a la propaganda, por lo que el Ministerio de Relaciones Exteriores pidi su retiro el mismo ao. El 22 de septiembre de 1925 se form la Seccin Comunista del Ecuador de propaganda y accin Lenin, constituida por destacados intelectuales y algunos elementos trabajadores, que pidi su ingreso a la IC, designando como su representante internacional al mismo Ramos Pedrueza. ver SAAD, Pedro, 50 aos de lucha por la liberacin del pueblo ecuatoriano, artculo escrito para Vida del Partido, Revista del CC del
PCUS, marzo de 1976, s/e.
Como se relata extensivamente en otra obra del autor de este trabajo, El Anarquismo en el
Ecuador (1986)
Resulta importante destacar que otros actores tenan una visin distinta del proceso. En una
entrevista del autor con Ignacio Cuesta Garcs, dirigente socialista guayaquileo (junio
1982), este seal que ellos fueron los primeros y los quiteos nos imitaron, con lo cual el
elemento de la regionalidad -quien fue el primero y cun diversas fueron las bases sociales
respectivas- empez a aparecer, cosa que se revel con fuerza en la Asamblea Nacional Socialista (ANS).
Un dato que permite percibir las relaciones del grupo la Antorcha con los jvenes militares
era el hecho de que el peridico del grupo se editaba en la imprenta propiedad de cierto capitn Mio (Muoz, 1988: 47).
No solo pidi apoyo y ofreci cargos a los ex- anarquistas que se trasladaron al socialismo,
como Maldonado. En una hoja volante de los anarquistas de la IWW se seala que a raz de
la insurreccin Mendoza llamo a los miembros de la COG (Puig Villazar) y a Maldonado,
convocando tambin a los anarcos, quienes dijeron que ...hablbamos de la desconfianza
que tenamos de los militares y la repugnancia que nos daba todo lo que ellos nos prometan
(El 9 de julio, Hoja volante onomstica, 9 de julio de 1926)
VERTIENTES FUNDADORAS DEL PARTIDO SOCIALISTA ECUATORIANO
A) GRUPOS POPULARES
B) OTROS SECTORES
1.-Intelectuales quiteos de
1.-Anarcosindicalistas guayaquileos:
gremialismo costeo
clase media.
2.-Socialistas cristianos.
2.-Ncleos de militares Jove-Grupos
artesanales
de Quito
3.-Grupos liberales radicalizados.
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La diversidad de procedencias fue clasificada en las Actas de la ANS en los siguientes tipos:
representaciones provinciales; representaciones de sociedades gremiales (incluyendo el Sindicato de Trabajadores Campesinos de Cayambe), y representaciones de personas que viviendo en Quito, son delegados de sus provincias natales (Labores..., 1926: 28-29).
Refirindose al coronel Juan Manuel Lasso, cuado de Leonidas Plaza. El comportamiento
poltico de Lasso se puede explicar en el contexto de loa alianza de sectores artesanales y terratenientes en defensa de las polticas proteccionistas, pero con la particularidad del nfasis
en aspectos cristianos y socialistas, simultneamente. Hay que recordar que el movimiento
artesanal quiteo siempre se caracteriz por estar muy cercano a organizaciones gremiales
de corte eclescial en sus orgenes.
Las funciones seran: a) agricultores; b) trabajadores; c) trabajadores industriales; d) ferrocarrileros; e) comercio y anexos; f) educadores y periodistas; g) profesiones liberales; h) artistas; i) estudiantes; j) oficios varios (art.8).
Ms an tomando en cuenta que se propuso la libre remocin de los representantes o delegados de los Consejos. La idea era generar un poder construido de abajo hacia arriba, que
cimenta sus caractersticas descentralizadas cuando se anota que todo socio conservar su
libertad individual y podr emitir las opiniones que se le antojen, bajo su responsabilidad.
Nada ms lejano a un modelo vertical-centralista, propio de las organizaciones leninistas.
Resulta interesante, ya que la visin marxista percibe que el capitalismo y su desarrollo tiene contenidos progresivos. La perspectiva del PSE se encontraba ms ligada a percepciones
tradicionales, generadas en el mundo gremial-artesanal frente al desarrollo capitalista.
El indio de la sierra convertido en bestia de carga por la ferocidad de sus amos; el trabajador del litoral, consumiendo su energa para los seores feudales (Labores, 1926:3-6)
En general, el anarquismo plantea sus crticas al capitalismo desde los valores humanistas, lo
que le acerca al liberalismo. Podemos afirentonces afirmar con Rist que la doctrina anarquista es el producto de una fusin curiosa de las ideas liberales con las ideas socialistas. Del
liberalismo toma una crtica econmica al Estado, su exaltacin de la libre iniciativa, su concepcin del orden econmico espontneo. Y toma del socialismo su crtica de la sociedad y
su teora de la explotacin de los trabajadores(Paniagua, 1982:21) .El mismo autor, acto seguido, enfatiza en la crtica moral como caracterstica propia del anarquismo, antes que la
crtica tcnica.
Propuesta de tipo bolchevique, pero contextualizada en un diagnstico enrevesado, mezcla
de concepciones anarquistas -supresin de las clases- y positivistas -funcin central de la
educacin para eliminar el egosmo.
Esto es el Cosmopolitismo, concepcin muy cercana a las posiciones anarquistas.
La raz anarcosindicalista de este postulado es clara. En todo caso no se atribua el papel central al Partido, sino a los sindicatos, incluso dentro del modelo organizativo.
La idea del altruismo instintivo de los grupos sociales parte de nociones cercanas al anarcocomunismo de Pedro Kropotkin, y la crtica a la estructura de la autoridad familiar tambin
tiene claros remanentes cratas.
El Banco Central fue fundado en 1927 por el gobierno de Ayora, en base a las recomendaciones de la misin Kemmemer, dentro del proceso de modernizacin trazado. De hecho siguieron existiendo instituciones financieras y bancarias privadas, pero ya no ms capaces de
emitir su propia moneda, y sujetas al control por parte del Estado.
En el petrleo de Ancn y las minas de oro en Portovelo.
Las diversas articulaciones productivas de las regiones produjeron actores sociales diferenciados en las zonas. Se ha insistido en la pertinencia de los acercamientos culturales para entender las ideologas y las prcticas polticas de los sectores subalternos: un origen regional
diverso, en una sociedad altamente fragmentada y pobremente integrada, distintas insercio-
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En 1930 apareci en La Hoz, rgano central del PSE, seccin de la IC (11 de septiembre #2)
una nota acerca de la conformacin de sindicatos campesinos de los trabajadores agrcolas
de las haciendas de Pesillo, Chimba, los lugares de Muyurcu y San Pablurcu, bajo los nombres de El Inca y Tierra Libre. Los tales trabajadores agrcolas eran en su totalidad indgenas. En el mismo nmero de La Hoz se encuentran reclamaciones de permanencia de estructuras del huasipungo como reivindicacin, cosa que se ver ms adelante. En 1931, segn informes de Galo Ramn, en el pueblo de Cayambe se form una alianza entre los mestizos de la zona con los indgenas encuadrados en las comunidades libres, con objeto de presionar por tierras, alianza que permiti a Rubn Rodrguez ser Presidente del Municipio de
Cayambe el mismo ao. El PSE haba sido el organismo poltico que canaliz el acuerdo. En
lo que se refiere a la organizacin campesina de la costa, se organizaron sindicatos campesinos en la zona de Milagro, Durn, Naranjito, Yaguachi y Taura, aprovechando condiciones
de debilidad coyuntural de los terratenientes.
Maritegui se quejaba de la resonancia muy limitada de su obra en la izquierda latinoamericana (Flores Galindo, 1982: 107). En el caso de Ecuador, la presencia de Maritegui se remita ms a su vena potica que a su influencia poltica, aunque parece que Amauta s se venda en el pas. Respecto a la supuesta influencia de los 7 ensayos, no existen pruebas suficientes al respecto. Ver ALBORNOZ PERALTA, Oswaldo, Maritegui en el Ecuador, en Revista Ecuatoriana de Pensamiento Marxista, # 13, sept. 1989, III poca, Quito, pp. 43-53.
La forma en que fue abordado es anecdtica: Donoso se encuentra con Miguel Contreras,
dirigente del Secretariado Sudamericano de la IC de improviso en una calle de Guayaquil,
emergiendo, literalmente, de la oscuridad de un portal, en una actitud absolutamente conspirativa, conforme relat Manuel Donoso Armas al autor . Una vez reunido el grupo socialista de la COG se decide aceptar la invitacin y enviarlo a Mosc, mientras que para cubrirse, Donoso dice que va a Alemania becado.
Entrevista con el autor, junio de 1982. Donoso afirmaba que l fue a desayunarse de socialismo en Mosc, ya que su nivel de conocimiento de la teora marxista era menos que mediocre. Una vez en Mosc, fue abordado por Beldroz (sic)-probablemente Jules HumbertDroz, quien le propuso el ingreso a la fraccin bujarinista a nivel internacional; por otra parte el estalinista Yaroslavski fue nombrado su partner en el Congreso: fue entonces cuando
le pidieron que firme el comunicado contra Trotsky, cosa a la que se neg de plano. Le indicaron que Ricardo Paredes ya haba firmado el documento y por ello se enter de que Paredes iba como representante del Partido Comunista y Socialista. El PC ecuatoriano an no se
haba fundado, pero ya era una fraccin autnoma dentro del PSE, desconocida para el grueso de sus miembros. Donoso discuti con Paredes acerca de la bolchevizacion del Partido,
y defendi que dentro del socialismo deban mantenerse las tres tendencias: derecha, centro
e izquierda. A su regreso a Guayaquil, Donoso public el Testamento de Lenin, al cual accedi gracias a los trotskistas que tambin se le acercaron, y hacia los cuales tena la mayor simpata. (15 de noviembre, 1982: Tomo II, 105-108). Sobre los delegados peruanos, (Flores Galindo, 1982: 23)
Parece que Carrera Andrade se vio cercado por los comunistas. Habiendo sido invitado a los
festejos del X aniversario de la Revolucin Rusa se qued en medio del viaje, radicndose en
Pars, lo que permiti al grupo comunista realizar una campaa de desprestigio en su contra. Carrera Andrade argumentaba que haba sido boicoteado en su viaje, para permitir que
el delegado ecuatoriano fuese Paredes, comunista comprometido.
Por ejemplo, habla del inmortal Trotsky y se refiri al gran idelogo de la Revolucin...Bujarin. Defini poco ortodoxamente al socialismo y su Estado, al que denomin Estado
Sindical. Dentro del proletariado incluy a los intelectuales y artistas, obreros, campesinos
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y soldados, lo que traa como consecuencia poltica que cuando los intelectuales hablasen de
dictadura del proletariado se refirieran a s mismos en primera persona (Cfr. Tern, 1928)
...slvese el Partido aunque perezcan sus figuras representativas, es la voz de la cohesin, es
la orden por la cual han marchado al ostracismo quienes no se sometieron a la voz de la mayora...(Tern, 1928:8)
Estas afirmaciones deben leerse entre lneas: en realidad se estaba preparando burocrticamente las representaciones al CCA desde noviembre, para garantizar una mayora comunista el momento de tomarse una serie de graves decisiones, que afectaron al PSE de manera integral.
A pesar de esta reorganizacin, el aparato central del Partido se quejaba de que ...la mayor
parte del partido no ha sabido responder a este inmenso esfuerzo del Consejo Central, el que
ha trabajado ms que el resto del Partido (Reunin CCA, 1929: 18-19), aludiendo a las resistencias que la reorganizacin burocrtica provoc en los ncleos afectados.
Se puede percibir cmo ingresa el socialismo dentro del discurso y los neologismos inquisitoriales propios de los Partidos Comunistas, tales como liquidacionismo, con contenidos
peyorativos que desplazan la divergencia poltica al plano de una suerte de moral absoluta y
saber omnicomprensivo, cuyo depositario sera el Partido.
Hasta hace poco ms de un ao el PSE haba vivido aislado del movimiento proletario internacional, paro gracias al envo de un delegado a la Rusia Sovitica ese aislamiento se ha roto (Conferencia CCA, 1929: 12).
El PSE se encuentra formado... sobre la base de adhesiones individuales y colectivas...bajo la
direccin del PC. No es este el mejor tipo de organizacin. El PC ha degenerado en una especie de pequea secta, casi masnica...con un rito especial, absolutamente cerrado, sin reclutamiento de masas...el PC o bien degenera en secta, como en Ecuador, o se disolver simplemente...(Humbert-Droz, Sobre los pases de Amrica Latina, VI Congreso, 1977: 319-320).
Los militantes irreflexivos podan refugiarse en el autoengao de los que abrazan una fe,
pensando que toda orientacin o lnea es correcta y debe defenderse por el mero hecho de
proceder del Partido, quien, por definicin, tiene razn. Los inteligentes, an siendo capaces
de grandes dosis de autoengao, tendan ms bien a adoptar la postura del abogado o funcionario cuyas opiniones no son relevantes para el caso que defiende, o la del polica, que
quebranta la ley para mantenerla mejor (Hobswabm,1978:13). Este comentario puede dar
cuenta parcial de la escisin interna en Ricardo Paredes entre el terico y el apparatchick.
Ver Captulo 2, supra.
Secuela de la traumtica experiencia de la IC con el Kuomintang en China.
En lo que se remite a las ligas antiimperialistas, en la Conferencia del CCA se las seala como un logro partidario. Pero la poltica contra el imperialismo se vio influida por las relaciones variables de la URSS con Inglaterra y Estados Unidos; por ejemplo, en 1927-1928, al empeorarse las relaciones anglo-soviticas, cuando Inglaterra empezaba a ser sustituida por los
Estados Unidos como el mayor enemigo de la revolucin, el Imperio Britnico volvi a ocupar el centro de la propaganda antiimperialista, incluso en Amrica Latina, donde evidentemente los Estados Unidos tenan mayor importancia como imperio en despliegue.
As fue como la Comintern no slo lleg a brillar con la luz reflejada del Partido ruso, sino
que a su vez reflej cada uno de sus alineamientos internos. Tanto fue as, que cualquiera que
intentara comprender la historia de algn Partido comunista meramente en el contexto de
su propio medio ambiente nacional, fracasara en su propsito. No podra explicarse los mltiples cambios de lnea poltica, el eclipse de algunos dirigentes, el surgimiento de otros, o las
reformas en la estructura organizativa (Deutscher, 1976: 366)
Codovilla, en la misma reunin de Buenos Aires, plante la necesidad de que los Partidos deban ser comunistas:...lo que acab diciendo de manera categrica y sin ambagues: el nom-
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bre socialista significa la traicin a los intereses proletarios y la capitulacin ante la burguesa. Sera difcil ser ms claros (Flores Galindo, 1982: 35). Los socialistas peruanos pensaban, por su parte, en un partido de masas, no puramente obrero ni monoltico, as que se
opusieron a Codovilla, quien tuvo que ceder ante la decisin de sus camaradas peruanos de
lanzar un PS (Caballero, 1987: 237).
En 1929 la pugna se agudiz en la cpula partidaria: la poltica ante el Parlamento, la organizacin obrera eran algunos de los temas ms discutidos. En Guayas -donde el ncleo socialista se opuso a las decisiones del CCA-esta pugna se manifest durante ese ao en trminos tales que la ruptura era percibida como algo inminente. Por respaldar al diputado Rigoberto Ortiz, expulsado del Partido, el grupo socialista encargado de la COG fue amonestado
por el Secretario General Paredes mediante una circular en que acus a los dirigentes obreros de desviacionismo (mal poda acusarlos de pequeo-burgueses) al respaldar a Ortiz,
quien, segn Paredes, mantena relaciones estrechas con la burguesa. Ntese otro neologismo estaliniano (desviacionismo) para cuestionar cualquier percepcin poltica diferente a las propugnadas por los aparatos centrales del PSE, bajo control comunista.
En La Hoz, 11 de septiembre de 1930, aparecieron noticias acerca de la purificacin del
Consejo Socialista de Guayaquil, cuyo ncleo estaba relacionado con la COG y la organizacin obrera. En la misma nota se sealaba que tambin en Quito se estaba procediendo a una
reorganizacin y operacin de limpieza, a fin de desplazar a los elementos negativos del
PSE, es decir, a los intelectuales y pequeo-burgueses. Se expuls al senador Uzctegui,
mientras se haca la apologa de Maldonado Estrada, tambin senador, quien denunciaba al
Estado Burgus, en la onda ultraradical del socialfascismo. Los antecedentes anarquistas
de Maldonado lo hicieron especialmente receptivo al ultraradicalismo del Partido, en aquel
momento, porque al mismo tiempo l formaba parte de la Tradicin cuestionada por la
fraccin comunista por boca de Paredes, lo cual produjo posteriormente su separacin de las
filas bolchevizadas.
En el texto de su renuncia rescataban la necesidad de la existencia del PSE; su labor para enfrentar los problemas nacionales, su voz de protesta y accionar. Tambin enfocaban crticamente la afiliacin del PSE a la IC, que no poda confundirse con la sumisin clerical al Papa, aadiendo un juicio acerca de la degeneracin burocrtica que hunde en la dictadura
a la IC, organismo que lanza resoluciones dogmticas elaboradas en un escritorio al pie del
Polo Norte con pretensiones de abarcar nuestras peculiaridades nacionales; a pesar de ello,
los firmantes no dimiten del internacionalismo proletario. Continuaban diciendo que era
necesario recuperar la labor de los intelectuales, ya que eran imprescindibles en la conduccin y buen trmino de la revolucin: los rusos tambin fueron guiados por intelectuales.
Finalizaron sealando la actitud de ciertos elementos que destacaban por su intransigencia
y ciego acatamiento a las imposiciones de la IC, quienes desterraban a todos aquellos que
no pensaran como ellos y encarasen el problema revolucionario de distinta forma, por lo
que, decan, se sentan de ms en el Partido, si este transitaba por la senda del sectarismo, y
ms an cuando su obra era tachada de oportunismo y ellos mismos como agentes de la
burguesa (an no apareca la CIA). Culminaron su Manifiesto diciendo: ...Ya que la IC ha
degenerado en el cumplimiento de su misin y que ciertos sectores del Partido...se manifiesta intransigente para toda crtica y para todo rechazo de las RESOLUCIONES emanadas de
la IC, RENUNCIAMOS PUBLICAMENTE DEL PARTIDO SOCIALISTA ECUATORIANO
DE LA TERCERA INTERNACIONAL COMUNISTA
Informe del SG del CC del PSE, seccin de la IC al II Congreso del PSE.
Conclusiones
El trabajo de reconstruccin del discurso y las prcticas de la izquierda marxista ecuatoriana en sus aos iniciales ha sido concebido
tradicionalmente como un trabajo de orden histrico- apologtico,
realizado desde una perspectiva ideolgica, vale decir, con la intencin
de justificar las distintas tendencias polticas que emergieron a resultas
de la primera divisin que sufri el socialismo ecuatoriano.
Se ha tendido a incluir el estudio de la izquierda ecuatoriana como parte del estudio del Movimiento Obrero y su historia: no se ha reflexionado sistemticamente acerca de su autonoma y especificidad
como proyecto societal, que simultneamente a las fuertes relaciones
organizativas que provoc con el movimiento sindical y gremial, tena
sus propios objetivos y esferas de accin: desde una perspectiva poltica, es el movimiento obrero el que se encuentra englobado en las perspectivas del actor partidario.
La relevancia de estas cuestiones radica en que posibilitan la crtica de algunos supuestos que se han tomado como datos apriorsticos
no sometidos a discusin: la izquierda habra representado al proletariado en su lucha poltica por el socialismo; as puede explicarse las razones de la dependencia analtica de las practicas del actor poltico respecto a un actor social concreto, el proletariado, al que se le atribuyen
funciones sociales e histricas, lo que no sera ms que el reflejo de la
sobredeterminacin estructural, por la cual determinadas posiciones
ante la produccin implicaran comportamientos polticos fijados:
nada ms alejado de una comprensin sistemtica de las funciones,
discursos y prcticas de la izquierda, no slo en Ecuador, sino en cualquier pas del mundo.
Al suponer un actor social homogneo (el proletariado, la clase
obrera) y una ideologa igualmente unitaria, que se arranca de la posicin estructural del actor social, se pierden de vista y se acomodan los
datos de la realidad, las prcticas situadas de los actores, para hacerlas
convergentes con los supuestos del modelo universalista. A lo largo de
este trabajo se ha demostrado que los supuestos de homogeneidad son
imaginarios, y que la constitucin del proletariado como actor social
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cultura y de las percepciones ms arcaicas (en el sentido de tradicionales) acerca del justo precio y la dominacin social legtima.
El discurso mtico emergi entre las costuras del discurso terico,
ligado al anarquismo en su particular versin portea, y debido al tipo
de discurso terico con el que interactu, a sus especificidades, convergi con l de una manera operativa, llena de sentido para los actores, lo
que se revel tanto en la prensa gremial y popular de 1922 como en el
movimiento social del mismo ao.
Por supuesto este discurso mtico era concurrente, y hasta parcialmente subsumido y dependiente de otros factores de orden estructural,
pero es importante remarcar su existencia, ya que la respuesta popular,
la insurreccin y la huelga general no fueron fenmenos mecnicos de
reaccin ante la crisis econmica, sino que cobraron sentido y articularon su discurso sobre las experiencias previas situadas en el ms amplio
contexto de la cultura, y no slo en el nivel de la coyuntura econmica
inmediata.
Un fenmeno cuya incidencia se fue profundizando con el paso
de los aos alude a la proyeccin de la ideologa marxista, en su variante leninista, potenciada en sus efectos y capacidad de convocatoria social por la exitosa revolucin Rusa de 1917 y su expansin como modelo de revolucin realizada, y por tanto, posible. Esto se hace an ms
evidente desde la formacin de la IC, cuya influencia en la izquierda
ecuatoriana ir creciendo, conforme avanzaban los veinte.
La misma IC fue sufriendo mutaciones polticas y organizativas a
su interior durante estos aos: estos procesos de transformacin le hicieron pasar de las primeras etapas, en que se reflexin asumi fundamentalmente el escenario europeo como base referencial, hacia nuevas
interpretaciones, producto de la ampliacin de sus relaciones con otros
pases del mundo. En este contexto, latinoamrica fue la regin que
menos inters provoc en la IC, ya que su lgica y perspectiva eurocentrista, alimentada por la ideologa del progreso y la creencia de la sucesin de estadios sociales, de los cuales el socialismo sera la culminacin, no le permiti creer en las posibilidades de nuestro continente de
llevar a cabo una transformacin socialista.
Los cambios acaecidos en la IC, que tuvieron que ver con las mutaciones de los equilibrios polticos dentro del Partido Bolchevique, la
consolidacin del Estado Sovitico, y, por fin, el fenmeno del estalinismo, marcaron las propuestas y prcticas postuladas por la Comitern en
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bilidad que exista de realizar una elaboracin y una contribucin latinoamericana desde el marxismo revolucionario.
Pero el hombre del aparato se superpuso al terico creativo, y en
el perodo de monolitizacin, bolchevizacin, en la poca del terrorismo burocrtico y la autoridad indiscutida y sacramental de Stalin, Paredes retorn al pas con una concepcin sectaria e inquisitorial acerca
de las diferencias polticas con los otros sectores del socialismo ecuatoriano.
Se increment la intervencin del Secretariado Sudamericano posteriormente del Boureau Sudamericano- de la IC sobre el PSE, aumentando as las presiones conducentes a la depuracin del partido,
mediante la expulsin de todos quienes no comulgasen con las doctrinas del tercer perodo, el socialfascismo y la lucha de clase contra clase.
De esta manera los problemas para definir una identidad terica
homognea se contradijeron con la necesidad de coneptualizar la identidad nacional del proyecto, lo que hubiera podido procesarse de otra
manera, sino hubiese sido por la influencia determinante del estalinismo en la IC. El ejemplo de Maritegui demostr la posibilidad de generar un proyecto nacional y una identidad terica relativamente comn en nuestros pases.
La homogeneidad terica, la identidad ideolgica comn del proyecto socialista se plante desde la ptica ms restringida y sectaria de
la clase, donde no caban cuestionamientos ni diversidades posibles.
Si el problema del partido era el de articular discursivamente una interpelacin y constituir sujetos polticos que pugnasen por el cambio
estructural, confluyendo con otros sujetos sociales en un sistema de
alianzas con otros sectores sociales subalternos, se puede afirmar que
fracas en su tarea. Un punto central en este fracaso fue la fosilizacin
del discurso y su creciente reduccin de un supuesto contenido proletario de acuerdo a lo que rezaba la naciente ortodoxia estalinista, cosa
que se encontraba en completa contradiccin con los orgenes de la izquierda ecuatoriana y en absoluta discordancia con la realidad nacional, producindose as el desencuentro entre el partido que intentaba
representar la heterogeneidad de la formacin social y sus mecanismos
de autopercepcin, organizacin y gestin poltica.
La definicin entre las tendencias se dio entonces en torno a la
discusin de lo nacional y el carcter del proyecto societal autnomo
que pudiese levantar la izquierda. Se debe reconocer que los socialistas
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cir de manera fundamental, la divisin de la izquierda y las [irracionales] opciones polticas de la fraccin comunista dentro del PSE. 4
Otro tema al que alude Cueva es el de la supuesta adhesin de
Maritegui al estalinismo, cuestin que tiene repercusiones en su argumento acerca de la poca influencia de Stalin en la creatividad abortada
de los PC. En efecto, el tema del socialismo en un solo pas era el nico en el que Maritegui poda darle cierta razn a Stalin 5, porque el
resto de la discusin con Trotsky era prcticamente desconocida en latinoamrica.
El Partido Socialista Peruano (PSP) entr en relacin bastante
tardamente con la Comitern (1929), adems de que esta relacin se
dio en medio de tensiones y enfrentamientos6. Maritegui utiliz a
Marx, no le preocup entrar en el mbito de la hereja y jams abdic
de su capacidad y libertad crtica (Flores Galindo, 1982: 102), por lo
cual difcilmente se lo puede encorsetar en la camisa de fuerza de la ortodoxia comunista.
Es ms, la concepcin de Maritegui en el plano organizativo del
socialismo se relaciona ntimamente con el curso que tom el PSE y su
forma de concebir la organizacin partidaria entre 1926 y 19297. El
partido poltico deba ser para Maritegui resultado del movimiento de
masas, no su supuesto, sino un punto de condensacin del mismo. Esto incluye la refundicin del mito como categora operante, en el mundo indgena en especial, como elemento movilizador de la resistencia,
citando a Sorel (Aric, 1988b: LIII y L).
As. el proyecto socialista no era una etapa posterior a la construccin de lo nacional; la identidad socialista deba realizarse en otro
plano, el de la fundamentacin socialista de la temtica y prctica nacional, con lo que la particularidad del socialismo sera la definicin
del objeto nacional, percepcin radicalmente distinta a la de la IC
(Franco, 1983: 164). El criterio para identificar a los socialistas no era
su adscripcin partidaria, sino la calidad de sus prcticas tericas y polticas, dispuestos a entrar en intercambios creativos con otros sujetos
polticos del movimiento nacional (Ibid. ant).
Esto implicaba resignificar los contenidos comunes de los distintos discursos situados parcialmente, es decir, recrear y asumir la diversidad, concebir la poltica como articulacin prospectiva y consciente de lo diverso, desde la sociedad civil y su heterogeneidad, que deba ser aceptada por el partido como la coexistencia de puntos de vista
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Durante los setenta y ochenta, finalmente, la izquierda logro ampliar su influencia en el movimiento social, creando organizaciones
poblacionales, impulsando el sindicalismo y participando, posteriormente, en el proceso de retorno al gobierno civil, mediante mecanismos electorales dentro del sistema poltico. El Partido Comunista logro
hegemonizar de manera absoluta la alianza denominada FADI (Frente
Amplio de Izquierda), que a fines de la dcada de los ochenta sufri
una severa divisin, cuando se formo el partido Liberacin Nacional
(LN) en tanto que el Partido Socialista se reunific, primeramente como Frente Socialista, y posteriormente bajo el nombre histrico de
PSE, transformndose en la mas importante fuerza electoral de la izquierda durante los ochenta. EL PCMLE constituyo un partido electoral en el MPD (Movimiento Popular Democrtico), en tanto que los
sectores mas apegados a la lucha armada impulsaron dos organizaciones, AVC (Alfaro Vive, Carajo) y MPL (Montoneras Patria Libre), las
cuales -especialmente AVC- entraron en enfrentamiento armado con el
Estado, y sufrieron los resultados de una pequea guerra sucia, violacin sistemtica de los derechos humanos, torturas y asesinatos por
parte del gobierno derechista de Len Febres-Cordero.
Pero lo que dej marcada a la izquierda marxista ecuatoriana de
manera indeleble fue el modelo organizativo centralizado, verticalista y
autoritario, tendiente a la homogeneidad burocrtica, que no aceptaba
disensos sin calificarlos de traicin, liquidacionismo, oportunismo intelectualismo y toda una serie de neologismos inquisitoriales
en que era tan rico el lenguaje estaliniano.
El haber postulado partidos homogneos, de cuadros imbuidos y
unificados en un monolitismo grisceo, impidi la expansin social y
poltica de la izquierda marxista, salvo cuando se liber por fuerza de
las circunstancias de aquel modelo -como en mayo de 1944- y pudo cobrar una amplia resonancia social. Se debe sealar que a fines de los setenta la izquierda empez a cuestionar el partido leninista de cuadros
y a lanzar proyectos de masas y frentes amplios unitarios, pero estos
proyectos llevaron dentro de s la inercia burocrtica, la actitud sectaria y los hbitos mentales de una cultura poltica extremadamente autoritaria y vanguardista, propia de la hegemona del pensamiento comunista en el plano ideolgico.
Desde la reconstruccin histrico-poltica de los orgenes de la izquierda ecuatoriana se puede reflexionar abiertamente sobre proble-
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Con ello se alude al hecho de que la poltica no se ha secularizado hasta el punto de hacer soslayables los elementos que aluden a los
sustratos mtico-simblicos, que bien se sabe por la experiencia recurrente del populismo, cumplen una funcin importante el momento
de generar consensos, identidades y agregacin de voluntades. Esto implica resignificar tambin momentos simblicos en el proyecto socialista, desplazar la visin peyorativa de la ideologa popular como falsa
conciencia, pensar en un campo poltico bastante ms amplio, donde
el proyecto socialista tampoco puede pretender el disponer de un depositario ideal y absoluto en ningn sector social ni poltico, sea el proletariado9, la clase obrera o el partido.
En este sentido se han planteado recientemente interesantes
aportes para redefinir los contenidos de la utopa y el proyecto socialista, tales como el ejercitado por Galo Ramn (1988), en el que se discute una utopa socialista plurinacional, construida en torno al Proyecto
Indio como eje articulador. Esto merece algunos comentarios, ya que si
bien el sujeto indgena est siendo construido por va de diversas interpelaciones, provenientes tanto desde sus lites e intelectualidad como
por otros grupos intelectuales, su realizacin debe darse en referencia
a otros sujetos en constitucin, con los que debe reconocerse recprocamente, e identificarse en el plano de los intereses comunes, campo
que puede ser concentrado por elementos socialistas.
No se trata entonces de reemplazar la preeminencia del proletariado en la teora por el destino manifiesto de los pueblos indgenas, no
es cuestin de cambiar de vanguardia o sujeto-referente, sino por el
contrario de multiplicar los posibles sujetos concurrentes en un proyecto popular, democrtico y socialista.
Otro tema importante es precisamente el contraste entre reforma
y revolucin. El tipo de argumentacin que aqu se ensaya aparentemente conduce a privilegiar las transformaciones secuenciales y sumatorias en el contexto de status quo. Tambin podra interpretarse como
un llamado a la organizacin de la sociedad por fuera del Estado y sistema poltico, para luego influir sobre ellos y otorgarles una nueva fisonoma, lo que puede ser visto como un proyecto rupturista. Sin embargo, ninguna de las dos opciones tiene primaca, ya que la viabilidad
de reformas incrementales aparece como muy difcil, en un contexto
signado por la crisis y la retraccin econmica, de fragilidad de la de-
mocracia formal, talvez ms utpica que la transformacin revolucionaria, que por su parte nadie sabe cmo podra darse.
La constitucin de identidades cuestionadoras es posible en un
contexto institucional como el existente, pero solamente lo sera al dar
contenidos nuevos a la forma democrtica, en un proceso poltico de
reconocimiento mutuo y contrastacin de intereses, que parta del socialismo como eje articulador en la ideologa y llegue al socialismo como forma potencial de organizacin societal, forma en constante recreacin de su legitimidad y viabilidad, es decir en continua produccin de hegemona.
Por ello este trabajo ha resaltado la diversidad, la heterogeneidad
as como la posibilidad de reapropiacin que el socialismo tiene de temas como la democracia, lo mtico y lo simblico. Los procesos que
con espectacular rapidez se estn sucediendo en el mundo del socialismo autoritario o socialismo real han fisurado las certezas clsicas del
movimiento socialista: parecera que por fin el fantasma del leninismo
y el marxismo vulgarizado, ortodoxo y pedestre han abandonado a sus
fieles, los cuales han quedado en el abandono, la orfandad terica, sin
proyecto ni discurso que proponer.
La alternativa que se presenta someramente en estas pginas parte de la constatacin de las posibilidades del proyecto socialista y su
sentido trascendente, su voluntad utpica, como sociedad deseable. Es
probable que al redimensionar la diversidad, la democracia y lo simblico en las prcticas el socialismo pueda liberarse del cientificismo y la
voluntad vanguardista, para reconstruir al proyecto socialista desde el
plano donde anida su ms profunda razn de ser y legitimidad: el plano tico.
Notas:
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El discurso ejercitado por los sectores gremiales con influencia anarquista en suma interpel
a grandes grupos populares y los constituy, de manera bastante precaria, en sujetos que incursionaron en la poltica mediante la contestacin. De esta manera qued demostrada la posibilidad de fusionar elementos ideolgicos de orden socialista con formaciones simblicas y
valoraciones populares: se pudo constituir incipientemente un discurso global, creador y novedoso, en condiciones de crisis estructural, movilizacin social y pauperizacin creciente.
CUEVA, Agustn, La Teora Marxista. Categoras de base y problemas actuales, Editorial Planeta, Quito, 1987.
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Para demostrar sus asertos, Cueva cita los casos de los PC de China, Vietnam y Coresa, ejemplos que no son convincentes. Mao no hizo caso a Stalin y la IC en sus propuestas, aunque
no se entramp tampoco en discusiones tericas que hubiesen sido extremadamente peligrosas para su liderazgo dentro del PCCh (Schlessinger, 1977: 119, 112, 121 y s.s)(Cfr. Claudn, 1977)(Carr, 1986:341-399). Los casos vietnamita y coreano se relacionan con guerras de
liberacin nacional de larga data, influenciados ms por el maosmo que por la IC y el estalinismo.
La IC redujo su influencia directa desde 1935 hasta su desaparicin fsica en 1943, pero ya en
1935 la homogeneidad ideolgica era incontestable, el estalinismo se encontraba cimentado
en los aparatos, tendiendo fuertemente a autoreproducirse en la ideologa y conciencia subjetiva de los comunistas.
Ello sin tomar en cuenta que el socialismo en un solo pas fue una idea original de Nicolai
Bujarin (Cfr. Cohen, 1976), y el que Maritegui intentaba fundamentar un proyecto socialista en el Per, es decir, en un pas.
Maritegui nunca neg los aportes de Trotsky y hasta el final de su vida mantuvo su visin
favorable a Sorel; por el contrario, critic las tempranas desviaciones burocrticas de la
Unin Sovitica y se mostr contrario al autoritarismo (Flores Galindo, 1982: 96). El primer intento -del que Cueva se hace eco- de encerrar a Maritegui en la ortodoxia lo hizo Jorge del Prado en 1946, debatiendo con Eudocio Ravines, lo que tampoco implic una reedicin de sus obras. Ya se sabe la poca preocupacin de los PC respecto a la fidelidad histrica
(Ibid ant. :148).
En la carta de respuesta a la anterior de ruptura con Haya de la Torre, Maritegui postula la
necesidad de organizar un Partido Socialista donde puedan colaborar dentro del movimiento con elementos liberales o revolucionarios de la pequeo-burguesa y an de la burguesa
si aceptan puntos de vista conducentes al socialismo (ao 1928, n.d.a) (Basadre Jorge, Introduccin a los 7 ensayos, en Arico, 1988b: 333).
...entendemos como democracia algo ms que medidas que establecen la libertad civil, la
igualdad y el autogobierno para las masas populares...en nuestra concepcin la extensin
real del ejercicio de la democracia y la produccin de sujetos populares crecientemente hegemnicos constituyen dos aspectos del mismo proceso...(Laclau, 1985: 121).
En realidad la discusin sobre el carcter cerrado de clase del socialismo -y de los partidos
socialistas- en referencia a la clase obrera es de larga data: puede encontrarse en Rosa Luxemburgo y sus comentarios crticos a la revolucin rusa en 1918, cuando plante que la socialdemocracia poda transformarse en un partido del pueblo ms que del proletariado. La
respuesta bolchevique y leninista est admirablemente reseada en uno de los artculos de
George Luckacs, publicado en su gran clsico Historia y Conciencia de Clase (1921), en que
rebate las posiciones espartaquistas, mucho ms democrticas y abiertas que el sectarismo
leninista.
Apndice metodolgico
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Bibliografa
ALBORNOZ PERALTA
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1925, Ed. Claridad, Guayaquil.
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