Achoramiento y Peru

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LA CULTURA DEL ACHORAMIENTO

NUEVA ESTRATEGIA DE ASCENSO


SOCIAL
INTRODUCCIN
En el ensayo anterior se introdujo, la categora folclrica de achoramiento, con el
propsito de tipificar mltiples casos de comportamiento individual orientado al logro del
ascenso social que no encajaban dentro del concepto de arribismo.
Condicin indispensable es precisar en detalle el significado y el alcance emprico del
achoramiento como categora de anlisis sociolgico.
Proveniente de la pareja popular urbana, el vocablo achorado deriva probablemente en
choro, que significa ladrn, ratero y por extensin designa tambin algunos atributos
manifiestos del comportamiento delincuencial; prepotencia, agresividad, arbitrariedad,
violencia.
Los personajes identificados como achorados fueron los siguientes: los delincuentes de
los barracones del Callao, lo de las barras bravas, el loco Canebo, el puma Carranza,
los micro-buceros.
Presentacin de los casos
Mercantilizacin del servicio Mdico
En este caso el comportamiento achorado se evidencia como el aprovechamiento inmoral
de medios institucionalizados: el rol del mdico y los conocimientos que comporta; la
institucin del seguro mdico y la obligacin de la empresa de proporcionar un seguro
mdico a sus trabajadores. Mientras que el comportamiento arribista la estrategia de
ascenso social es la adulacin y servilismo a personas, en el comportamiento achorado
es una trasgresin a la tica profesional prescrita por la estructura social para los roles y
status institucionalizados: el cdigo tico del mdico, lo que Durkhein llam la moral
profesional, entendida como un conjunto de deberes.
Oficiales de las Fuerzas Armadas (FF.AA) comprometidos en el
narcotrfico
Desde la posicin de poder que detentan dentro del Estado, miembros de las FF.AA han
utilizado buques, aviones y helicpteros para el transporte de droga. Nuevamente se
comprueba como el comportamiento achorado aprovecha las instituciones para
apoderarse de recursos cuantiosos en beneficio personal.

Jvenes en busca de dinero fcil

Llama la atencin sobre todo la presencia de jvenes de clase media, muchos de ellos
vinculados al ambiente artstico y profesional, que sucedidos por fuertes sumas de dinero
aprovechan su condicin para correr la aventura de enriquecerse a corto plazo. En este
caso se puede apreciar que, ante la escasez de buenas oportunidades de trabajo y
realizacin personal, los jvenes optan por abrirse paso en sus proyectos de vida a travs
de una estrategia delictiva, cuyas consecuencias son nefastas para la salud de las
personas y colectividad.
Conocidos, amigos o familiares convertidos en secuestradores
En los ltimos dos aos, el ms sonado de estos casos fue el secuestro de Mariano
Querol, prominente psiquiatra y docente universitario, residente en una exclusiva zona de
Lima, confes poco despus de haber sido detenido que decidi el secuestro porque su
negocio haba decado y necesitaba invertir ms, justo la suma que haba exigido para
liberar a Mariano Querol. Recientemente, el caso de Nora Ruz de Paredes, viuda del
congresista, asesinada por miembros de su misma familia, confirma la frecuencia de
delitos cometidos dentro del crculo de parientes.
Anlisis de los casos
A primera vista, todos estos casos pueden ser tipificados como casos de achoramiento.
En todos ellos observamos, ante todo, actos que transgreden normas sociales
institucionalizadas. Este rasgo, el de la violencia ejercida sobre las normas, parece estar
en la base de significado de la palabra.
Ms apropiado sera decir que asume una actitud de clculo ante las normas; se aviene a
su cumplimiento si stas coinciden o promueven sus intereses; y las quebranta cuando
constituyen un obstculo para sus metas. En este sentido, la actitud del achorado es
eminentemente pragmtica y de ser necesario, inmoral.
Cabe anotar que la obtencin de uno de ellos suele conducir a la obtencin de los dems.
Las normas y las instituciones no tienen valor en s mismas, sino en cuanto permitan,
dificulten o impidan el acceso a los valores mencionados. Para el achorado de nada vale
ser un buen mdico, militar o empresario o artista, si estos roles no conducen al xito
econmico, medio y signo manifiesto de estima, respeto y reconocimiento social. Si para
conseguir dinero es preciso violentar las normas ticas y legales, estos actos se
justificarn, puesto que conducen a la obtencin del bien ms preciado.
Si bandas tales como la de los Norteos, Destructores o Cheleros, por ejemplo,
asaltan, secuestran, roban y asesinan para obtener dinero, el ms mnimo sentido de
congruencia lgica exigira incluirlos en la lista anterior.
Los suyos no son, pues, actos impuestos por la imperiosa necesidad de sobrevivir, sino
que claramente apuntan en la direccin de afianzar su posicin o de mejorarlas an ms
obteniendo mayores ingresos. Estos casos de achoramiento son, si se quiere, el
equivalente del fenmeno de enriquecimiento ilcito que algunos socilogos

norteamericanos denominan delito de cuello blanco, actos que son interpretados como
dirigidos al logro de un mismo fin.
Procuremos precisar con mayor detalle la configuracin interior del tipo ideal del achorado
y su status terico como categora sociolgica. Nos valdremos para tal fin del deslinde
conceptual entre valores culturales y normas institucionalizadas, formulado por Robert
Merton. Los valores constituyen el conjunto de bienes, culturalmente definidos y
consagrados, cuya posesin o titularidad otorga la distincin de superioridad o
preeminencia social y son considerados como las metas legtimas hacia las cuales los
miembros de la sociedad deben orientar su conducta de logro.
Ante esta presin, los individuos, condicionados por la posicin que ocupan en la
estructura social, adoptan diferentes tipos de adaptacin, los que se constituyen y definen
en funcin de la aceptacin o rechazo de los valores culturales y normas
institucionalizadas. Merton identifica cinco tipos de estrategias adaptativas: conformismo,
innovacin, ritualismo, retraimiento, rebelin.
El innovador es el tipo que nos interesa poner de relieve. Por el contrario, su orientacin
normativa no es precisamente la del rigor tico, en el sentido calvinista o luterano, que
antepone el cumplimiento del beber a toda consideracin o inters ajeno a la moral.
En atencin a las coincidencias bsicas entre el tipo innovador y el achoramiento, cabe
afirmar que este ltimo se caracteriza por ser un patrn conductual de adaptacin o
estrategia de ascenso social, que se orienta al logro de la reputacin econmica o de la
ganancia pecuniaria, mediante el pragmatismo y el mercantilismo.
El presente ensayo tiene importancia remarcar que el pragmatismo y el materialismo no
implican necesariamente los actos que infringen normas. Son ms bien actitudes que
predisponen a ello y que, bajo determinadas condiciones, conducen a transgredirlos,
siempre y cuando el actor los visualice como escollos, frenos, restricciones o
impedimentos al logro del fin perseguido. Este par de conceptos guarda cierta afinidad
con el esquema terico propuesto por Bruno Kelvin para describir el comportamiento
social que involucra la adopcin de decisiones econmicas.
El cumplimiento de las normas sociales es un asunto que el actor somete al clculo del
costo beneficio. Como se puede apreciar el achoramiento podra ser solamente un nuevo
nombre para un antiguo y ahora muy extendido fenmeno social de efectos anmicos.
Toffler nos advierte sobre la base estructural que el capitalismo aporta al comportamiento
anmico llamado de manera folclrica achorado.
Hacia una hiptesis explicativa
Por qu aparece el achoramiento? Cules son las condiciones que inducen a algunos
actores sociales a adoptar esta estrategia de ascenso social? Robert Merton, en la obra
ya citada, propone explicar la conducta innovadora como el resultado de la incongruencia
entre el valor, culturalmente establecido, de xito pecuniario y las restricciones que,

operando en el plano de la estructura socioeconmica, limitan o impiden el ascenso de


algunos grupos sociales hacia posiciones altas.
Merton observa que el sueo norteamericano pese a que la cultura lo proclama como
abierto a todos, independientemente de la posicin socioeconmica de los individuos, no
se puede convertir en realidad para los grupos sociales que, carentes de educacin
superior, recursos econmicos y de influencia, pugnan en vano por acceder a las clases
superiores, tambin constata la presencia innovadores en las clases altas, principalmente
entre quienes se dedican a las finanzas, cuyas operaciones fraudulentas no causan tanta
indignacin pblica como los delitos de las mafias del bajo mundo. En este sentido, la
hiptesis de Merton no es consistente totalmente con el supuesto de los innovadores, solo
se encuentran en la clase baja.
En una lnea argumental similar a la de Merton. Jos Matos Mar tambin se ha ocupado
de esta temtica. En su anlisis del procesos social peruanos durante la dcada de 1980,
comprueba la ocurrencia de diversos casos que, si bien no los designa con el trmino
achoramiento, cabra muy fcilmente incluirlos o asimilarlos a este concepto.
La presin ideolgica que los medios de comunicacin ejercen sobre la poblacin, al
transmitir imgenes de xito social y violacin de normas, invariablemente ligadas al
consumismo, entendido como la gratificacin inmediata y a cualquier precio de un deseo.
Este desmesurado hedonismo se puede consignar tambin como un rasgo estructural de
la mentalidad imperante.
Mientras que la ideologa incita a la adopcin de un estilo modernista, que requiere
adquirir y lucir los ms recientes bienes de consumo, el crecimiento econmico,
concentrado y excluyente, no permite a la mayora de la poblacin realizar tales
expectativas. Como consecuencia de este desencuentro surge el desencanto, la
desilusin, el sentimiento de frustracin o fracaso, ese malestar de ntima insatisfaccin;
al constatar que no se es capaz de ponerse a tono con los imperativos sociales de xito.
stas son las condiciones que permiten el surgimiento de los actos de desborde.
Reafirmando estos vnculos anmicos entre las Empresas y el Estado, y volviendo sobre
la argumentacin de Matos Mar, conviene destacar un aspecto que frente a la teora de
Merton constituye una importante contribucin Matos Mar sugiere que el desborde
nuestras caractersticas especficas, que dependen de la clases social a la que
pertenecen los actores. Como se sabe la inversin pblica, al ofrecer oportunidades de
ganancia a los empresarios, estimula la competencia entre las firmas para obtener la
titularidad de los contratos. Esta institucin, que formalmente cautela los intereses del
Estado, resulta sistemticamente vulnerada por actos de soborno de los empresarios,
dirigidos a la obtencin de la buena pro.
Tomando la hiptesis de Matos Mar y la de Merton, cabe preguntar si las expectativas
frustradas bastan por si mismas para inducir al actor a realizar actos proscritos. Al final de
la accin o antes, si es que desiste de su propsito, el actor suele quedar sumido en un
clima de emociones sufrientes.

Los casos presentados al inicio de este trabajo parecen confirmarla conclusin que
sugiere al anlisis del ejemplo anterior. En todos ellos hemos comprobado que los
transgresores de las normas sociales son personas que, por su prestigio, poder,
conocimiento y posesin de recursos, tiene capacidad para imponer su voluntad sobre la
de los dems.
Tal como ha mostrado Alfred Schutz, la accin en el mundo de la vida cotidiana se basa
en la idealizacin del puedo volver hacerlo. Es decir, en el supuesto o creencia fundada
en la experiencia del actor que las situaciones futuras son tpicamente son similares a las
del pasado y que por ende, cindose al mismo curso de accin que se sigui en
circunstancias pretritas, se verificaran resultados similares resultados en el futuro. En
este caso, el asentimiento que se otorga a la creencia se resquebraja, pierde eficacia o
potencia de arrastre, por as decirlo; y queda abierta la posibilidad de sustituirla por otra
ms confiable.
Podemos ahora reformular la hiptesis inicial. Dado un actor orientado al logro del
ascenso social, mediante la observancia de las normas institucionalizadas pertinentes.
Nuestro planteamiento no asevera que los actos achorados deriven directa y
necesariamente de las frustraciones, segn sostiene Merton y Matos Mar. Se limita a
establecer nicamente que a partir de la frustracin se constituye esa actitud que
llamamos pragmatismo.
A mediados de 1980, ms o menos, empez a escucharse con creciente frecuencia en las
calles, radio, televisin y diarios, la siguiente frase: Tiene razn, pero va preso. Era la
poca en la que proliferaron por doquier los allanamientos de casas y locales pblicos, las
detenciones en la va pblica, los arrestos y hasta secuestros de ciudadanos
supuestamente involucrados en acciones terroristas.
No se requiere de ms comentarios para la paradoja que denota la frase en mencin. As
como de nada vale ser inocente para librarse de ser condenado a prisin; del mismo
modo, tampoco sirve la probidad, la laboriosidad, el cumplimiento de las obligaciones y el
respeto a los derechos ajenos para acceder a un nivel de vida econmica y humanamente
satisfactoria.

PER
1980- 2008
La tesis central de este trabajo describe bien la actitud de la poltica peruana durante las
ltimas tres dcadas. Por ello los peruanos con valores democrticos tienen razn en ver
con preocupacin la eleccin del 2011. En este captulo hago un recuento rpido de las
ltimas tres dcadas ene l Per para mostrar como la conducta de las lites muestra que
son demcratas precarios.
Transitando hacia la dcada del ochenta
Nuestra transicin hacia 1980 encaja perfectamente con la tercera ola de la democracia. A
diferencia de los corporativismos autoritarios de derecha del Cono Sur, el rgimen iniciado
por la revolucin peruana en 1968 fue un curioso experimento por incorporar a las clases
populares al Estado por medio de profundas reformas que afectan drsticamente a los
intereses de las clases altas.
En 1975 en adelante un cambio en la cpula del poder llev a generales ms
conservadores a gobernar. Una asamblea constituyente prepara desde 1978 la transicin
de la democracia. Estos haban demostrado ser imprevisible en sus opciones polticas. Y
en ltimo caso estaban los militares, otra vez controlados por sectores conservadores,
para poner las cosas en orden si se salan de control.
Los aos ochenta o la dcada en la que vivimos en peligro
Inaugur la nueva democracia Fernando Belaunde. La crisis de la deuda, el surgimiento
de Sendero Luminoso y la necesidad de reformar el Estado y la economa miraron la
fuerza del presidente desde el inicio de su mandato fracasa en varios frentes.
El gobierno de Alan Garca (1985- 1990) es tambin un recuento de malas noticias y
graves errores. La hiperinflacin y el terrorismo nos dejaron un pas en ruinas, con un
gobierno que no mostraba capacidad de reaccin. Pero an a pesar de todos estos
problemas, el APRA no restringi su apetito por los puestos polticos.
No es mi intencin hacer un recuerdo de la dcada, sino demostrar que en este periodo
nuestras lites fueron demcratas precarios, pero las pulsiones autoritarias fueron
evidentes entre las lites de derecha e izquierda.

Alberto Fujimori o la derecha precaria

El llega al poder de sorpresa, con los votos de quienes rechazaban a la derecha electoral.
Su triunfo demostr que los partidos polticos de izquierda ya no eran actores polticos
electorales de peso al haber pedido su conexin con la poblacin. Cuando Fujimori cierra
el congreso el 5 de abril de 1992, esta alianza queda sellada en otro episodio propio de
una democracia precaria. Tras la cada de Fujimori, los tecncratas justificaron su
permanencia en el Estado sealando que no conocan ni tenan porque conocer lo que
haca la mano militar y secreta del rgimen.
Tericamente las bases de la democracia y el liberalismo estn sujetas a un amplio
debate intelectual y sin duda resulta empobrecedor que no existan voces disonantes en el
lado conservador.
En los aos posteriores a la cada del fujimorismo observamos cierto equilibrio de poder
que daba mayor estabilidad a la democracia
Ollanta Humala o la izquierda precaria la ilusin del compromiso democrtico de la
izquierda se rompe con el crecimiento electoral de Ollanta Humala, una muestra de esta
conducta estratgica de las lites de izquierda fue lo rpido que se asumi que el
enganche electoral de Humala entre los pobres implicaba que representaba una nueva
agenda poltica, intelectual y de cambios profundos del pas
Algunos analistas, como Alberto Adrianzn, calificaron como intolerantes a quienes
llamaron a Humala autoritario o antisistema.

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