Goce y Pulsión Escópica

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Goce y pulsin escpica

Un esbozo sobre la mirada


"No creemos que la verdad contine sindolo si se le arranca el velo (que la cubre)...para
nosotros es cuestin de decoro no querer verlo todo desnudo, no querer asistir a todas las
cosas, no pretender comprenderlo y saberlo todo. Es verdad que Dios ve todas las cosas?
Preguntaba una nia a su madre. -Por supuesto! Y la nia responda: A m no me parece
decente. Qu leccin para los filsofos!"
Federico Nietszche.
"Dnde en el mundo puede observarse un sujeto metafsico? T dices que aqu ocurre
exactamente como con el ojo y el campo de visin; pero t no ves realmente el ojo. Y nada en
el campo de visin permite concluir que es visto por un ojo. "
Ludwig Wittgenstein
Tractatus Logico-Philosophicus
5.633
1.- Introduccin.
El anlisis de la mirada es una parte fundamental, generalmente soslayada, para la
comprensin del desarrollo y constitucin de sntomas, fobias y otros fenmenos que
tradicionalmente se ubican como psicopatologas (1). El propsito de estas lneas es
desarrollar el tema de la mirada a partir del trabajo de Freud llamado Fetichismo, y de algunos
de sus casos clnicos.(2) Sin embargo, la mayor parte de este anlisis (y la ms interesante) se
desarrolla en la obra de Lacan, fundamentalmente en los seminarios sobre La angustia y Los
cuatro conceptos fundamentales del psicoanlisis (1963-64 y 1964-65 respectivamente) (3)
Adems de las cuestiones relacionadas con la clnica, el tema de la mirada, que estas pginas
solamente esbozan, es decir, marcan un trazo, nos servir para reflexionar acerca de la mirada
en el mundo contemporneo, una mirada omnipresente y mediada por la cmara de video, una
mirada otra que, como pretendo demostrar, le otorga un estatuto indito a la realidad que
vivimos.
2.- La mirada y el objeto fetiche.
En un pequeo artculo sobre el fetichismo, (4) Freud comienza relatando el caso de un
individuo con un extrao caso de fetichismo: estaba "fijado" en elbrillo sobre la nariz (Glanz
auf der Nase). De acuerdo con Freud, el caso tuvo una "sorprendente aclaracin" (aunque no
nos aclare en qu consisti esaaclaracin) cuando cay en la cuenta que el sujeto en cuestin
haba sido de nio angloparlante (5) Lo que estaba en juego en la fijacin del sujeto era la
mirada (glance, en ingls) sobre la nariz (6) O bien, formulado de una manera ms concreta, el
sujeto estaba fijado en la mirada como objeto.Esta ltima afirmacin requiere matizarse.
Tenemos que distinguir el objeto al que el nio ha de renunciar por mediacin de un agente
(7), y el objeto fetiche (fetisso o feitizo, cosa encantada) que encubre la castracin del otro
materno. El primer tipo de objeto introduce al sujeto en la lgica estructurante del fort-da. Es
decir, el sujeto renuncia a un determinado objeto (por ejemplo, sus propias heces, a las que
debe "entregar" como respuesta a la demanda materna y despus a una exigencia social de
limpieza). (8) Por el contrario, el objeto fetiche detiene al sujeto, lo
mantiene fijado, fascinado en un punto determinado, justo antes de la visin del genital
femenino, y que vela el horror de la castracin femenina. El objeto de renuncia (que podemos
llamar de renuncia pulsional) est, entonces inscrito en una lgica diferente de la del objeto
fetiche, lgica que ms adelante mostrar, por lo menos en alguno de sus aspectos, a
propsito del caso princeps en el psicoanlisis infantil: el caso Juanito.
3.- El sujeto escpico.
Lacan trata el tema de la mirada en diversos seminarios, pero es en Los cuatro conceptos
fundamentales del psicoanlisis, en que discute el libro Lo visible y lo invisible del filsofo
Marleu-Ponty, cuando establece una diferencia fundamental entre la mirada subjetivante y la

funcin fisiolgica del ver. La primera est relacionada con el deseo del otro materno, y es la
que introduce al nio en la imagen de un cuerpo propio y unitario. (9). Tal como nos dice Marit
Ferrari: "Lacan propone un primer tiempo en que el sujeto es mirado. En este sentido el sujeto
es cuadro, fotografiado por la mirada que encarnara la luz. El sujeto sera entonces parte del
cuadro, mancha o pantalla." (10). En ese primer momento, el sujeto mira que es mirado por el
otro, en un juego especular, pues as como el nio se mira en el otro materno, ella, la madre,
tambin se mira en esos rasgos que su mirada convierte en un rostro humano. Tal vez no se
ha insistido bastante en esto: para que un nio se convierta en humano, hay que proporcionarle
estructuras humanizantes. A pesar de lo que nos dicen los psiclogos del desarrollo, la
estructura subjetiva no es hereditaria, tampoco innata. Pensemos en lo que Spitz, en los aos
cincuenta, denomin el "sndrome de hospitalizacin", a propsito de esos nios que eran
dejados en el abandono. Algunos tenan una pronta muerte fsica, los dems devinieron
retrasados o autistas. Pero todos enfrentaron la "muerte psquica" antes incluso de haber
despertado a la vida, pues carecieron de una inscripcin en el registro simblico. Ninguno
ocupaba un lugar en el deseo del Otro, pues faltaba la mirada subjetivante.
La mirada es condicin necesaria, pero no suficiente, para la constitucin del sujeto; para que
el cuerpo de un cachorro humano sea algo ms que un "cacho de carne" es indispensable que
en esa mirada exista un corte, algo que ponga lmite a la mirada omniabarcante del Otro; es
necesario introducir a la mirada en la dialctica del fort-da. El juego del "ahora me ves-ahora no
me ves" pone un lmite a la mirada, impidiendo que el sujeto sea devorado por el goce escpico
del Otro.
Por tanto, un doble peligro acecha al sujeto: por un lado, si la mirada falta el individuo no es
inscrito en el registro simblico como sujeto de deseo; si, por otro lado, nada pone lmite a la
mirada, si nada ciega al ojo devorador, nada impedir que el sujeto sea aplastado, borrado por
la voracidad del deso del Otro. No es extrao, desde este punto de vista, que los nios
disfruten tanto del juego del escondite. En l est implcito no slo ocultarse por un momento a
la mirada del otro, sino que tambin est en juego el que otro me busque, como si con ello
dijera "me puedes perder", dandole as un lugar en el deseo de otro.
En conclusin, no basta con la funcin fisiolgica del ver; hay que renunciar a ser visto
siempre. Lo que el nio en proceso de subjetivacin pierde (goce escpico) lo recupera en el
goce del juego. Ahora bien, tambin hay que renunciar a verlo todo?
4.- La mirada: del corte y el trazo a la lgica de la sexuacin.
Freud relacion la pulsin escpica con el afn de saber. En el anlisis del pequeo Juan, en el
que se analiza la constitucin de la fobia de un nio de cinco aos, que es hijo de un discpulo
suyo, podemos observar dos tiempos lgicos: un primer tiempo en que el nio es objeto de la
mirada escudriadora de otro (como objeto de comprobacin de las teoras freudianas sobre
sexualidad infantil), y y un segundo tiempo en que el juanito tiene que vrselas con lo real de la
sexuacin, para acceder a su propia posicin sexuada. Freud resalta la eficacia de la amenaza
de la castracin en el tiempo en que el pequeo Juan puede ver el genital femenino viendo all
lo que falta, lo que no hay. La eficacia de este momento no consiste en que Juanito tenga la
percepcin visual visual de los genitales materno, lo que est en cuestin es que se da a ver
all ms all de lo que se muestra. Cuando, por ejemplo, observa a su pequea hermana a la
hora del bao, comprueba que no tiene Wiwimacher (hace-pip), pero an as, tiene. "Ms
adelante le crecer". Como nos dice Freud: "He aqu, pues, el proceso: el veroncito rehus
darse por enteradode un hecho de su percepcin, a saber, que la mujer no posee pene. No eso
no puede ser cierto, pues si la mujer est castrada, su propia posesin de pene corre
peligro..."(11).
Juanito pasa de la lgica del "todo ser viviente tiene un Wiwimacher", con lo que traza una
primera distincin entre seres animados e inanimados, a la divisin lgica entre hombres y
mujeres. El desplazamiento de un tiempo lgico al otro produce, como efecto, la angustia, que
es una demostracin de que la metfora paterna se instaur con xito. La fobia de Juanito es
un lmite que focaliza y neutraliza la angustia, una apelacin al padre simblico, al padre como
agente de la castracin, para poner un lmite al goce excesivo de la mirada (12).

Juanito no deviene fetichista. No ha erigido un monumento al horror a la castracin. No queda


fascinado por algn objeto (las bragas de la madre o el Lumpf) sino que su mirada se desplaza
hasta desarrollar la fobia a los caballos. Al final, la cura supervisada por Freud hace de la fobia
de Juanito la posibilidad de que devenga un sujeto sexuado.
5.- La mirada en el mundo moderno, Big brother y los "reality shows".
Con todo lo dicho hasta aqu, podemos hacer una reflexin sobre la mirada en el mundo
moderno. En su obra As habl Zarathustra, Nietzsche diagnostica la condicin espiritual de su
tiempo, advirtindonos del peligro que entraa. En la cuarta parte del libro se encuentra al "ms
feo de los hombres", a aqul que ha matado a Dios. Cuando explica su monumental acto,
fuente de la sensibilidad moderna, nos dice: "Sin embargo, l tena que morir. Miraba con ojos
que lo vean todo, vea las profundidades y los abismos del hombre, toda su encubierta
ignominia y fealdad. Su compasin no conoci el pudor: registraba mis repliegues ms
inmundos. Este supercurioso, ese absoluto indiscreto, ese supercompasivo, tena que morir!
Me vea siempre: yo tena que vengarme de semejante testigo, o morir yo mismo. El Dios que
lo vea todo, tambin al hombre, ese Dios tena que morir! El hombre no soporta que
semejante testigo viva." (13) Es una lstima que Nietzsche no abundara en el tema de la
mirada, pues sus breves comentarios sobre este tema estn llenos de inters para comprender
al mundo contemporneo y a la clnica psicoanaltica. Si partimos de la base de que la
condicin de existencia del sujeto es la ceguera parcial del Otro mediante la dialctica del fortda, qu podemos decir del auge de programas tales como Big brother? Desde mi punto de
vista, algo se juega en la renuncia de los tele-videntes a renunciar a querer verlo todo. Acaso
el ojo de la cmara ha suplantado al ojo divino, se que el ms feo de los hombres tuvo
que matar para no morir l mismo? Con la llegada de la televisin a nuestras vidas, nada
escapa a la mirada omni-abarcante de la cmara. Con los avances tecnolgicos en materia de
comunicacin, prcticamente en todo el mundo existe algo digno de ser visto, desde la "guerra
con precisin quirrgica", y los bombardeos a todo color sobre Irak o Afganistn, hasta la vida
de seis insulsos personajes que habitan la casa del "gran hermano" (14) Lo curioso de este
fenmeno es que se da por igual en pases desarrollados y en los del llamado "tercer mundo".
Parafraseando a Walter Benjamin, lo que determina el (mal) gusto por estos espectculos no
es la experiencia de la pobreza, sino que es el empobrecimiento de la experiencia lo que nos
lleva a esta nueva forma de barbarie. (15).
El show meditico alcanza tambin el mbito de la poltica. Todo este ao ha estado marcado
en Mxico por los famosos video escndalos, en los que se muestra a importantes personajes
de gobierno en actos de corrupcin. Lo novedoso no es el acto en s mismo, pues es de sobra
conocida la escasa probidad moral entre la clase poltica, sino la manera en que los medios
masivos de comunicacin transmiten esos hechos, para regocijo de los tele-videntes que han
convertido a la poltica en otro reality-show.
(A este respecto no puedo dejar de mencionar un hecho autobiogrfico, que sirve para ilustrar,
de manera notable nuestro tema: durante la huelga estudiantil que paraliz casi un ao a la
Universidad Nacional Autnoma de Mxico en 1999, recuerdo que despus de estar en las
asambleas, en las marchas y en las discusiones relativas al Congreso Universitario, en las
noches todos corramos a casa para ver la televisin y enterarnos de lo que decan los
noticieros. Lo indignante, a algunos aos de distancia, no es tanto percatarnos de la
deformacin de la informacin y la censura, como el hecho de que necesitbamos, sin
percatarnos de ello, de la mirada otra de los medios de comunicacin.)
El afn de Edipo por querer saber, por pretender verlo todo, lo lleva a cegarse y, con ello, poner
un lmite a lo ominoso, a lo que no es posible de contemplar. El impulso de la cultura moderna
de querer verlo todo, lleva a no ver nada, a un estado de indiferencia en el que slo una gran
tragedia ( como el atentado a las torres gemelas de Nueva York, hecho transmitido
retransmitido hasta el cansancio por los medios) es capaz de sacarnos por un momento del
marasmo por un momento, para luego volver a ser ese personaje de mirada hastiada e
indiferente que contempla, sin ningn pudor y con el control remoto en mano, el desfiladero de
imgenes de los 500 canales a escoger en la t.v. Qu pobreza.

NOTAS:
1.-Utilizo el trmino "psicopatologa" no sin ciertas reservas, dados los debates existentes en
torno a la pertinencia de ste. Vase, por ejemplo, el anlisis que realiza Foucault (Historia de
la locura en la poca clsica. Mxico, 1987. F.C.E. 2 vols.) , quien demuestra que el concepto
de psicopatologa pertenece a una racionalidad que funciona excluyendo y a una verdad que
sirve a proyectos de dominacin.
2.-Todas las referencias a la obra de Freud las he tomado de Obras Completas. Buenos Aires,
2000. Editorial Amorrortu. Sptima reimpresin. Traduccin de Jos L. Etcheverry. 24 vols.
3.-No he podido encontrar una edicin "establecida" (quiero entender "oficial") del seminario
sobre la angustia, pero s una versin mimiografiada que circula en algunos centros de
transmisin del psicoanlisis en Mxico.
4.-Freud, S. Fetichismo. Vol. XXI.
5.-La lengua materna (o bien, que Lacan llama lalangue) era el ingls. Es importante recalcarlo
por el carcter irreductible que posee la lengua materna en nuestra constitucin subjetiva.
6.-Aunque no deje de sorprendernos, tal como afirma Jorge Jinkis (El objeto fetiche en el
campo escpico), que Freud concluya que el objeto fetiche era la nariz, y no el brillo, ni la
mirada.
7.- Cfr. Lacan, J.El seminario. Vol. 4 "Las relaciones de objeto". Buenos Aires, 1997.
8.- En Ms all del principio del placer, Freud sienta las bases para la comprensin de gran
parte de los desarrollos lacanianianos: la dialctica del fort-da (ah-afuera), la compulsin a la
repeticin y la pulsin de muerte, que son fundamentales para comprender el fetichismo, la
nocin de la falta de objeto y, por supuesto, el goce. A propsito de este ltimo, Freud, cuando
analiza el masoquismo, prefigura el displacer neurtico como "un placer que no puede ser
sentido como tal". Cfr. Op. Cit. Tomo XVIII pag, 58.
9.-Cfr. Lacan, J. El estadio del espejo como formador de la funcin del yo (je) tal como se nos
revela en la experiencia psicoanaltica. En Escritos Vol. 1 Mxico, 1995.Siglo XXI.
10.-Ferrari, Marit. Seminario: la direccin de la cura en el anlisis con nios, la pulsin y el
objeto. Quinta clase. Par. 3. www.edupsi.com/dirninos
11.- Cfr. Freud. Op.Cit. Vol. XXI, pag.148.
12.- Lacan introduce la diferenciacin entre los sexos como una cuestin que pertenece a la
lgica del significante. Cfr. La instancia de la letra en el inconsciente freudiano o la razn desde
Freud, en Op.Cit.. Pag. 479. Este desarrollo culminar con la postulacin, en el Seminario An,
la diferencia de la posicin hombre y mujer en relacin con el goce flico.
13.- Nietzsche, F. As habl Zarathustra. Barcelona, 1992. Editorial Planeta- Agostini. Pag. 274.
14.-"Big brother" hace referencia a la novela 1984 del escritor ingls Geroge Orwell, un
narrador que ha forjado alegoras socio-polticas que han sido explotadas por el cine y la t.v.
15.-Cfr. Benjamin, W. Experiencia y pobreza. En Discursos interrumpidos. Mxico, 1989.
Editorial Taurus.
Jorge Aldo Jurado Hernndez
Docente de tiempo completo en el Instituto de Educacin Media Superior del Distrito Federal
(Ciudad de Mxico) en el rea de filosofa. Participa en dos grupos de estudio de psicoanlisis:

uno a cargo de la dra. Marcela Almanza, llamado "infancia drogada", y un diplomado


coordinado por el dr. Hans Seattele, en una institucin denominada "Dimensin psicoanaltica"

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