Concepto de Alma en Agustin
Concepto de Alma en Agustin
Concepto de Alma en Agustin
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Artculo de reflexin, categora: estudio interpretativo, desarrollado en
el marco de la asignatura: La qesti
del subjecte a la filosofia [La cuestin
del sujeto en la filosofa], dentro del
proyecto de investigacin sobre el
pensamiento de san Agustn de Hipona llevado a cabo durante la maestra
en Filosofa y Estudios clsicos de la
Universitat de Barcelona.
**
Licenciada en Filosofa por la
Universitat de Barcelona. Mster en
Filosofa y Estudios clsicos por la
misma universidad. Actualmente realiza su tesis doctoral sobre san Agustn
de Hipona dentro del Programa de
Filosofa Contempornea y Estudios
clsicos de la Universitat de Barcelona,
Barcelona, Espaa, con la co-direccin del Dr. Eudaldo Forment y del
Dr. Ignacio Guiu.
Correo electrnico:
[email protected]
Para citar este artculo use: Saeteros,
T. (2013). Por mi alma subir a Dios.
El concepto de alma de san Agustn
de Hipona. Revista Civilizar Ciencias
Sociales y Humanas, 13(25), 189-210.
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Introduccin
Dentro del tesoro de escritos agustinianos
hay un tema reiteradamente tratado, difcil de
sistematizar y sumamente rico en imgenes sugestivas: el alma humana. Agustn, gran maestro
de interioridad, vuelve sobre s mismo y muestra los resultados de su experiencia. El presente
artculo pretende ser un esfuerzo por presentar
de manera ordenada los distintos aspectos que
preocupan a san Agustn sobre esta cuestin,
enmarcados en su contexto biogrfico y relacionados con las polmicas que en torno a este
tema desarroll contra sus oponentes, quienes
le obligaron a buscar respuestas que se constituyeron en legado para la posteridad. Segn
el esquema que hemos trazado trataremos sobre
la cuestin del alma y su origen, su naturaleza
(y sus facultades), su potencia o grandeza, la
refutacin del dualismo maniqueo, la relacin
alma-cuerpo, la interioridad y trascendencia del
alma (movimientos de reditio, conversio y ascensio), y su tensin hacia Dios.
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Naturaleza
Preguntas qu es el alma, te complacer
fcilmente; pues a mi parecer es una substancia
dotada de razn destinada a regir el cuerpo
(Hipona De, trad. 1951c, XIII, 22)14. sta es
la definicin del alma que proporciona san
Agustn en el De quantitate animae.
Esta explicacin nos aporta varias caractersticas del alma:
Substancia: segn el lenguaje agustiniano, cualquier cosa (realidad), sustancia,
esencia o naturaleza, tiene las siguientes
propiedades: es una, se distingue del resto por su forma propia y no excede el orden natural (tiene su puesto exclusivo en
dicho orden)15.
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nunca deja de ser alma; mas no siempre tiene vida, pues cuando se aparta libremente de
Dios que es su vida, como anotaremos despus, muere; no obstante seguir viviendo. El
modo propio suyo al que se refiere el santo
implica la mutabilidad que le da su condicin
de sustancia inferior.
Y en cuanto a su moralidad, como queda
ms claro en las controversias con los maniqueos, se demuestra que su sustancia es buena,
pues vio Dios que todo era bueno. Si se busca
la causa de la creacin, la mejor y ms pronta
respuesta es: toda criatura de Dios es buena
(Hipona De, trad.1987, 166 [Ad Hieronymum],
V, 15)23. Bondad aunada con libertad, tal es la
constitucin del alma y por ella puede an construirse y moldearse segn su voluntad.
Tambin se presentan los recuerdos fciles, en el orden en que son llamados, se guardan
las impresiones que entran por los sentidos, y
tan poderosa es, que an estando en silencio o
en tinieblas, puede haber en mi interior tal desfile de voces y colores que dibujan una realidad
que no es externa, sino que est en mi propio ser
(cf. Hipona De, trad. 1991, X, 8, 12-13ss).
Por la memoria puedo recordarme a m
mismo y lo que hice o dej de hacer, cmo y de
qu manera; mientras que, a partir de lo pasado
puedo aventurar sucesos futuros para desearlos
o rechazarlos (cf. Hipona De, trad. 1991, X, 8,
12-13ss).
Grande es esta virtud de la memoria, grande sobremanera, Dios mo. Penetral amplio e
infinito. Quin ha llegado a su fondo? ()
Mucha admiracin me causa esto y me llena
de estupor. Viajan los hombres por admirar las
alturas de los montes, y las ingentes olas del
mar, y las anchurosas corrientes de los ros, y
la inmensidad del ocano, y el giro de los astros, y se olvidan de s mismos, ni se admiran
de que todas estas cosas, que al nombrarlas no
las veo con los ojos, no podra nombrarlas si
interiormente no viese en mi memoria los montes, y las olas, y los ros, y los astros, percibidos
ocularmente, y el ocano, slo credo, con dimensiones tan grandes como si las viese fuera.
Y, sin embargo, no es que haya absorbido tales
cosas al verlas con los ojos del cuerpo, ni que
ellas se hallen dentro de m, sino sus imgenes.
Lo nico que s es por qu sentido del cuerpo
he recibido la impresin de cada una de ellas
(Hipona De, trad. 1991, X, 8, 15)25.
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El entendimiento, aquello que principalmente nos distingue de las bestias; supera y est
por encima de todos los sentidos por su amplitud y profundidad (cf. Hipona De, trad. 1986b,
2, 2). A ella se refiere en los Comentarios a los
salmos: Es por su medio [de la mente] que
comprendemos lo que es justo e injusto; distinguimos lo verdadero de lo falso, eso se llama
intelecto (Hipona De, trad. 1950, EN 42, 6)26.
Es la potencia con la cual se comprende la verdad (cf. Hipona De, trad. 1986a, 18, 20). Ensea
que en el nio est como si no existiera, se ha
de estimular y desarrollar a medida que crece en
edad y se va haciendo capaz de razonamiento e
instruccin (cf. Hipona De, trad. 2007, 22, 24,
3). Es un instrumento potente de transformacin de la naturaleza tanto para su propio perfeccionamiento como para su autodestruccin
(cf. Hipona De, trad. 2007, 22, 24, 3).
Pero la inteligencia, adems de ser un
bien propio del hombre, lo tiene como don de
Dios, que ha de saber usar para llegar a l, no
para enorgullecerse con el aprendizaje de las
ciencias, tal como la Escritura narra de los primeros filsofos en un pasaje que Agustn aplica
al soberbio Fausto que saba mucho pero desconoca la Verdad:
Porque con el solo entendimiento e ingenio
que T les diste han investigado [los filsofos] estas cosas, y han descubierto muchas de
ellas, y han predicho con muchos aos de anticipacin los eclipses del sol y de la luna ()
sin que les falle nunca el clculo ().
Adems de esto, han dejado por escrito las reglas por ellos descubiertas, las cuales se ensean hoy da en las escuelas ().
Admranse de estos los ignorantes y quedan
pasmados de tales cosas, y los que las saben
gloranse de ello, y se desvanecen, y con impa soberbia se apartan de tu luz, y desfallecen; y viendo con tanta antelacin el defecto
del sol que ha de suceder, no ven el suyo, que
lo tienen presente, porque no buscan religiosamente de dnde les viene el ingenio con que
investigan estas cosas, y hallando que T las
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Queda an una facultad: la voluntad. Tenemos memoria para retener lo que se ha dicho;
e inteligencia, para comprender aquello que se
recuerda, y a propsito de estas dos facultades,
pregunta el doctor de la gracia: has retenido y
comprendido porque has querido? (Hipona De,
trad. 1983, SR 52, 7, 19)28. Ciertamente es as,
por lo que, concluye Agustn, tenemos voluntad:
Aqu tienes las tres realidades que me he
empeado en hacerte entender a tus odos
y a tu espritu. Las tres se encuentran en ti,
puedes contarlas, pero no puedes separarlas.
Reflexiona, pues, en estas tres realidades: memoria, inteligencia y voluntad, que repito
son enunciadas separadamente, pero operan
inseparablemente (Hipona De, trad. 1983, SR
52, 7, 19)29.
Grandeza
En el dilogo que Agustn mantiene con
Evodio sobre la magnitud del alma, se deja claro que el alma no tiene dimensiones corpreas,
sino que ms bien se ha de discutir respecto de
su potencia, de su capacidad para las actividades que realiza. El anlisis se centra en el alma
humana, pues es la que ms les interesa.
As, qu puede el alma en s misma y
delante de Dios, lo explica Agustn en siete
grados:
En el primer grado, el alma vivifica el
cuerpo terreno y mortal, le da unidad, garantiza su nutricin, conserva su armona y proporcin, no solo en cuanto a la hermosura, sino
tambin en el crecer y procrear (Hipona De,
trad. 1951c, 33, 70)34.
En el segundo, el alma ejerce su poder sobre los sentidos, de un modo especial sobre el
tacto que unifica las sensaciones. Estima lo beneficioso y rechaza lo perjudicial para el cuerpo. Forma el sueo y los sueos a partir de las
imgenes recogidas del exterior.
Se acostumbra a las cosas entre las cuales vive
y de las que se sustenta el cuerpo, y difcilmente se separa de ellas, como si le fuesen
miembros; la fuerza de esta costumbre, no
rota ni por la separacin de las cosas ni por
intervalo de tiempo, se llama memoria35 (Hipona De, trad. 1951c, 33, 71).
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estas cosas y completamente propias del hombre; pero an son comunes a doctos e indoctos,
a buenos y a malos (Hipona De, trad. 1951c,
33, 72)36.
El cuarto grado presenta al alma anteponindose al cuerpo y an al mismo universo,
diferenciando las cosas segn su justo valor.
Es el momento de la purificacin y perfeccin
del alma, aplica el principio de no hacer a otros
lo que no se desea para s, obedece a la autoridad y reconoce la voz de Dios en ella. El alma
est en lucha con el mundo, para no dejarse
seducir por sus halagos. Y esta lucha le abre la
conciencia para soportarse cada vez menos si
est manchada. Espera la muerte con miedo,
un miedo que no puede controlar, a menos que
est cada vez ms desprendida de las cosas de
este mundo y confiada en la providencia y justicia de Dios que todo lo gobierna. A Dios se
encomienda pisima y confiadamente para que
le ayude y la perfeccione en el tan difcil trabajo de su purificacin (Hipona De, trad. 1951c,
33, 73)37.
Slo llegados al quinto grado, el alma
descansa tranquila de las luchas tan feroces de
la vida, est purificada y trabaja solamente para
conservar su limpieza. Tiende verdaderamente
hacia Dios con gran confianza y aspira a contemplar la verdad como premio a sus esfuerzos
(cf. Hipona De, trad. 1951c, 33, 74).
La elevacin del sexto grado, la explica
Agustn con estas palabras:
Una cosa es, ciertamente, purificar el ojo
del alma para que no mire intil y temerariamente y vea mal; otra guardar y robustecer esta misma salud, y otra dirigir ya la
mirada serena y derecha a lo que se ha de
ver (Hipona De, trad. 1951c, 33, 75)38.
El alma ya no se desva ni yerra en la bsqueda de la verdad, su espritu est renovado,
no cede a las pasiones ni busca los bienes perecederos.
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cara a cara, la Verdad, el Bien y la Belleza por las que tanto se ha suspirado.
Examinados los grados del alma, los expone de otro modo ms sucinto y claro, con su
nombre propio, su vnculo con el cuerpo y en
su tensin con la Hermosura. Podemos revisar
estos grados a los que aadimos la accin que,
creemos, se adeca ms al estado del alma, en
la grfica 1.
Animacin
accin sobre el
cuerpo
usa
hermosamente
de otro
Sensacin
alcanza lo otro
hermosamente
por otro
(cuerpo)
Arte
acerca del
cuerpo
acta
hermosamente
acerca de otro
Virtud
para s misma
se ejercita
hermosamente
hacia lo
hermoso
Tranquilidad
en s misma
es estable
hermosamente
en lo hermoso
hacia Dios
Aende
hermosamente
hacia la
Hermosura
delante de Dios
reposa
hermosamente
delante de la
Hermosura
Ingreso
Contemplacin
Fuente: Autor, sintetizando el texto agustiniano. (cf. Hipona De, trad. 1951c, caps. 33-35).
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San Agustn libra a Dios de la responsabilidad del mal explicando en qu sentido el pecador procede y no procede de Dios. Primero,
procede de Dios por la vida que tiene, que no se
la ha dado a s misma sino que es don de Dios.
Y no procede de Dios cuando acta mal por su
libertad; no es impelido a pecar por Dios, pues
la nocin de pecado agustiniana exige que pueda
haber la posibilidad de actuar de otra manera, en
este caso mal, lo cual no es ni siquiera imaginable en Dios (cf. Hipona De, trad. 1986b, 6, 9).
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Respecto a las almas buenas, no pertenecen a la sustancia de Dios, puesto que no son el
Sumo Bien:
Es evidente que las almas no pecan por el hecho de no ser como no pueden ser, razn por
la que ya consta que aquellas almas ficticias
en ningn modo pecan y, por tanto, no existen.
Como admiten que existe el pecado y no hallan a quin atribuirlo, no les queda otra salida
que atribuirlo al gnero de almas buenas y a
la sustancia de Dios. Pero les pone en grandes aprietos la autoridad cristiana (cf. Hipona
De, trad. 1986b, 12, 18). Nunca negaron que
se otorga el perdn de los pecados a quien se
convierte a Dios44.
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Interioridad y trascendencia
Esta gran naturaleza que es el alma, que
nos pertenece y de cuya presencia nos apercibimos de inmediato, dnde est?, cmo puedo
encontrarme con ella?; del deseo de poseernos
enteramente mediante el conocimiento y el
amor, brota de manera espontnea la invitacin
a entrar en el santuario del alma, llegar hasta s
misma, para estar sola en s misma, como dira
Plotino (cf. Trad. 1998, VI, 9, 11, 40). Esta invitacin sirve, sobre todo, para los pecadores a
quienes increpa:
Reentrad en vuestro corazn!, a dnde
queris ir lejos de vosotros? Alejndoos
os perderis. () Reentrad de vuestro
vagabundeo que os ha llevado fuera del
camino; retornad al Seor. l est pronto.
Primero entra en tu corazn, t que te has
vuelto extrao a ti mismo, a fuerza de
vagabundear fuera: no te conoces a ti mismo,
y buscas al que te ha creado! Vuelve, vuelve
al corazn, distnciate del cuerpo; tu cuerpo
es tu habitacin; tu corazn siente tambin
por medio del cuerpo, pero tu cuerpo no tiene
los mismos sentimientos de tu corazn ()
en el interior del hombre habita Cristo, en tu
interioridad te renuevas segn la imagen de
Dios (Ef. 3: 16-17, Biblia) (Hipona De, trad.
2005, 18, 10)51.
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lo mal que se estaba sin Dios60, porque la cercana o lejana de l son el principio y la causa
de todos los bienes o males que sobrevienen al
alma. En efecto, aunque sufra muchos males un
justo, todos devienen bienes para s, puesto que
sabe sobrellevarlos y crecer con las dificultades.
Mientras que para el injusto, hay sufrimiento
incluso en el mismo placer que pretende, y el
aparente bienestar del que goza, no hace ms
que vaciarlo y entristecerlo.
Slo Dios es la alegra y el reposo del
alma (cf. Hipona De, trad. 2007, IX, 2). As lo
experimentara el maestro de retrica en su famosa conversin. Le fue dado buscar a Dios,
luchar y orar, y al fin hallarlo; encontr que l
mismo era su recompensa, reservada como bien
entregado nicamente a los que tienden a l (cf.
Hipona De, trad. 1950, EN 55, 16):
Mal haya al alma audaz que esper,
apartndose de Ti, hallar algo mejor! Vueltas
y ms vueltas, de espaldas, de lado y boca
abajo, todo lo halla duro, porque solo T eres
su descanso. Mas luego te haces presente, y
nos libras de nuestros miserables errores, y
nos pones en tu camino, y nos consuelas, y
dices: Corred, Yo os llevar y os conducir,
y todava all Yo os llevar (Hipona De, trad.
1991, VI, 16, 26)61.
Conclusin
Concluida esta exposicin sobre el concepto del alma en san Agustn de Hipona, observamos que el doctor de la gracia nos llev
ms lejos de lo que esperbamos. Siempre que
Agustn habla, lo hace con el corazn, por eso
sus escritos rezuman vitalidad, fuerza y pasin
por la Verdad que escudria.
En primer lugar, se ha visto con claridad
que la doctrina sobre el alma que ensea la obtuvo de una fuente de primera mano: su propia
alma. A partir del autoconocimiento, de las experiencias vividas por los hombres, de los principios de la argumentacin, de sus disputas con
las herejas de la poca y del apoyo en la filoso-
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Notas
DAM.
Ego quidem ante aliquot annos, cum libros quosdam scriberem de Libero Arbitrio, qui
in multorum manus exierunt, et nunc habentur
a plurimis, quatuor opiniones de animae incarnatione, Utrum ex illa una quae primo homini
data est, caeterae propagentur: an singulis quibusque novae etiam modo fiant: an alicubi iam
existentes, vel mittantur divinitus, vel sponte labantur in corpora.
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Quid enim tam intime scitur, seque ipsum esse sentit, quam id quo etiam cetera sentiuntur, id est, ipse animus?
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Cf. Al respecto su artculo Dios creador, en Oroz & Galindo (2005), en especial la
pgina 279, de donde se tom esta conclusin.
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Anima hominis immortalis est, secundum quemdam modum suum. Non enim omni
modo sicut Deus.
22
Si autem causa creandi quaeritur, nulla citius et melius respondetur, nisi quia omnis
creatura Dei bona est.
23
Cum enim quid dolet in pede, advertit oculus, loquitur lingua, admovetur manus.
Quod non fieret, nisi id quod animae in eis partibus est, et in pede sentiret; nec sentire quod ibi
factum est absens posset.
Venio in campos et lata praetoria memoriae, ubi sunt thesauri innumerabilium imaginum de cuiuscemodi rebus sensis invectarum.
Ibi reconditum est, quidquid etiam cogitamus,
vel augendo vel minuendo vel utcumque variando ea quae sensus attigerit, et si quid aliud
commendatum et repositum est, quod nondum
absorbuit et sepelivit oblivio. Ibi quando sum,
posco, ut proferatur quidquid volo, et quaedam
statim prodeunt, quaedam requiruntur diutius et tamquam de abstrusioribus quibusdam
receptaculis eruuntur, quaedam catervatim se
proruunt et, dum aliud petitur et quaeritur, prosiliunt in medium quasi dicentia: Ne forte nos
sumus?. Et abigo ea manu cordis a facie recordationis meae, donec enubiletur quod volo
atque in conspectum prodeat ex abditis. Alia faciliter atque imperturbata serie sicut poscuntur
suggeruntur et cedunt praecedentia consequentibus et cedendo conduntur, iterum cum voluero
processura. Quod totum fit, cum aliquid narro
memoriter.
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Ipsa est qua capimus iustum et iniustum; ipsa est qua discernimus verum a falso;
ipsa est quae vocatur intellectus.
Dum nos vivere scimus, dum meminisse nos, et intelligere, et velle certissimi
sumus, qui nos naturae nostrae magnos cognitores esse iactamus, quid valeat memoria
nostra, vel intelligentia, vel voluntas, omnino
nescimus.
26
Mente sua enim quaerunt ista et ingenio, quod tu dedisti eis, et multa invenerunt
et praenuntiaverunt ante multos annos, defectus luminarium solis et lunae, [] et non eos
fefellit numerus. Et ita factum est, ut praenuntiaverunt, et scripserunt regulas indagatas, et
leguntur hodie [] Et mirantur haec homines
et stupent qui nesciunt ea, et exsultant atque
extolluntur qui sciunt, et per impiam superbiam recedentes et deficientes a lumine tuo
tanto ante solis defectum futurum praevident
et in praesentia suum non vident (non enim
religiose quaerunt, unde habeant ingenium,
quo ista quaerunt) et invenientes, quia tu fecisti eos, non ipsi se dant tibi se ut serves quod
fecisti [].
Sed non noverunt viam, Verbum tuum, per
quod fecisti eaquae numerant et ipsos qui numerant et sensum, quo cernunt quae numerant,
et mentem, de qua numerant.
27
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Quid dicam de voluntate, ubi certe liberum a nobis praedicatur arbitrium? Nempe
beatissimus apostolus Petrus volebat pro Domino animam ponere: plane volebat; neque enim
Deum id pollicendo fallebat: sed quantas vires
haberet, voluntas ipsa nesciebat []. Scimus
nos itaque aliquid velle, seu nolle: sed voluntas nostra etiam cum bona est, quantum valeat,
quantas vires habeat, quibus tentationibus cedat, quibusve non cedat, si nos non fallimus, fili
dilecte, nescimus.
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206
Cui sese in opere tam difficili mundationis suae adiuvandam et perficiendam piissime
tutissimeque committit.
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Ecce enim cum manifestum sit non peccare animas in eo quod non sunt tales, quales
esse non possunt; unde constat iam nescio quas
illas inductitias nullo modo peccare, et propterea illas omnino non esse: relinquitur, ut quoniam concedunt esse peccata, non inveniant
quibus ea tribuant, nisi bono generi animarum
et substantiae Dei. Maxime autem urgentur
auctoritate christiana: numquam enim negaverunt dari veniam peccatorum, cum fuerit ad
Deum quisque conversus.
Los maniqueos reconocan la necesidad
del arrepentimiento de los pecados. Informa Po
de Luis, en su edicin de la obra, que tenan su
confesin de los pecados los lunes y en particular
el da del bema o fiesta conmemorativa del
martirio de Mans.
44
Quaero ex duobus illis generibus animarum, cuius sit poenitere peccati? Scio quidem neque illius esse posse, qui male facere,
neque illius qui bene facere non potest: quare,
ut eorum verbis utar, si animam tenebrarum
peccati poenitet, non est de substantia summi
mali; si animam lucis, non est de substantia
summi boni. Poenitendi enim affectus ille qui
prodest, et male fecisse poenitentem, et bene facere potuisse testatur.
45
Quod ad corpus administrandum voluntate propria fuerit inclinata, in qua vita corporis, quoniam et iuste et inique vivi potest, quod
46
207
Estos temas de la cada del alma, su desemejanza y su conversin o vuelta sern tratados con detenimiento en un prximo trabajo.
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62
Referencias
209
Oroz, J., & Galindo, R. (1998-2005). El pensamiento de San Agustn para el hombre de
hoy (Vol. 3). Valencia: Edicep.
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210
Abreviaturas
AO: De anima et eius origine
CD: De Civitate Dei
CEF: Contra Epistolam Manichaei quam vocant Fundamenti
CG: De Correptione et gratia
CO: Confessionum
DAM: De duabus animabus
DME: De moribus ecclesiae catholicae et de
moribus manichaeorum
EN: Enarrationes in psalmos
EP: Epistolae
FS: De fide et symbolo