Adela Cortina
Adela Cortina
Adela Cortina
Cortina esa "gobernanza global" mencionada por el Banco Mundial, capaz de dispensar bienes
pblicos globales, tales como un bienestar global, que incluye acceso a la salud, aire puro, agua,
educacin, empleo y trabajo, un sistema econmico mundial abierto e inclusivo, al servicio del
desarrollo humano, un orden legal internacional enraizado en valores compartidos, y tambin
mecanismos capaces de garantizar estabilidad y seguridad humanas es tarea en principio de los
poderes polticos en los niveles nacional, transnacional y global.
En este sentido, la autora opone el enfoque neoliberal donde la sociedad civil es el mercado, y
potenciarla significa apostar por el crecimiento econmico, sin polticas pblicas redistributivas,
seguir las prescripciones del Consenso de Washington, centrado en la liberalizacin, estabilizacin
y privatizacin de la economa al de de una tradicin comunicativa en la cual la sociedad civil se
sita ms all del Estado y del mercado, en la esfera de la opinin pblica, atravesada por las redes
del lenguaje que generan solidaridad. Gentes con especial sensibilidad para percibir el efecto de
poltica y mercado en los ciudadanos, sugieren propuestas de mejora en el espacio pblico forjando
una conciencia social renovadora, reforzando las redes de solidaridad que propician una formacin
democrtica de la voluntad.
La sociedad civil naci como sociedad civilizada, como aqulla cuyos miembros no son siervos ni
vasallos, sino ciudadanos, y tiene por tarea defender su autonoma. Por eso la sociedad civil se
articula en dos caras de la misma moneda: en un Estado, dotado de un poder limitado, pero
suficiente como para defender esa auto- noma, asegurar la provisin de bienes pblicos y ayudar a
la sociedad a obtener prosperidad econmica, integracin social y un sentimiento de identidad
colectiva; y lo que con el tiempo fue recibiendo el nombre en exclusiva de sociedad civil: los
mercados, las asociaciones adscriptivas y voluntarias, y la esfera pblica. No se trata de excluir a
los mercados de la sociedad civil, ni tampoco de identificarlos con ella. Se trata de recordar que
construir una sociedad civilizada es tarea tambin de las organizaciones empresariales y de las
organizaciones cvicas. Que sin el concurso de unas y otras es imposible formar un mundo de
ciudadanos, artfices de su propia vida. En este contexto entra la idea de responsabilidad social de
las empresas, que no es sino una dimensin de la tica empresarial. La tica empresarial no es una
parte de la responsabilidad social, sino justo al revs: la responsabilidad social es una dimensin de
la tica empresarial. La responsabilidad social debe asumirse como una herramienta de gestin,
como una medida de prudencia y como una exigencia de justicia. La empresa verdaderamente
prudente se percata de que, si tiene en cuenta los intereses de los afectados en el diseo de las
estrategias de la empresa, ciertamente les beneficiar, pero tambin aumentar el beneficio del
accionista. Las empresas inteligentes saben que les conviene asumir la responsabilidad social. De
ah que el discurso sobre ella est teniendo un enorme xito en el mundo de las empresas.
La responsabilidad social no consiste en mera filantropa, no se trata de realizar acciones de
beneficencia, desinteresadas, sino en disear las actuaciones de la empresa de forma que tengan en
cuenta los intereses de todos los afectados por ella y sea medible el deseable progreso. La idea de
beneficio se ampla al econmico, social y medioambiental, y la de beneficiario, a cuantos son
afectados por la acti- vidad de la empresa. La responsabilidad social ha de convertirse en una herramienta de gestin. Como herramienta de gestin, debe formar parte del "ncleo duro" de la
empresa, de su gestin bsica, no ser "algo ms", no ser una especie de limosna aadida, que
convive tranquilamente con bajos salarios, mala calidad del producto, empleos precarios, incluso
explotacin y violacin de los dere- chos bsicos. La buena reputacin se gana con las buenas
prcticas, no con un marketing social que funciona como maquillaje de un rostro poco presentable.
Y conviene recordar que todo lo que debe formar parte del ncleo duro de la empresa afecta a su
ethos, a su carcter, no es una adquisicin puntual, que vale para un tiempo, sino que ha de
transformar el carcter de la empresa desde dentro. De eso, justamente, trata buena parte de la tica:
del carcter que es preciso asumir da a da, que dura, no slo un instante, sino en el medio y largo
plazo. La responsabilidad social tiene que formar parte indispensable de la vida de la empresa,
porque ha de incorporarse a su entraa, transformndola internamente. Ahora bien, junto con ser
una herramienta de gestin, y tal como la hemos concebido, es tambin una medida de prudencia.
Como tal, permite convertir a los afectados en cmplices de una aventura que debe perseguir el
beneficio comn en una poca en que la celeridad de los cambios ms aconseja tener amigos que
adversarios, cmplices que enemigos. La empresa inteligente ejerce esa virtud, la ms valorada por
el mundo clsico, la virtud de la prudencia, y toma nota de que sobrevivir en el medio y largo plazo,
generando nuevos clientes, exige implicarlos en la actividad empresarial, hacerles coprotagonistas
de esa actividad, en vez de hacerles sentir que son manipulados por un grupo de directivos y
accionistas, a quienes no interesan en modo alguno sus expectativas hacia la empresa. La prudencia
era la virtud tica por excelencia para el mundo clsico, porque es la que permite articular la recta
razn con el deseo recto, es la que permite discernir cul es el trmino adecuado en cada caso entre
el exceso y el defecto. De ah que sea tarea de la tica ayudar a tomar decisiones prudentes,
generando las predisposiciones, los hbitos necesarios para tomarlas. Esos hbitos, cuando
predisponen a tomar buenas decisiones, se llaman virtudes, o mejor, aretai, "excelencias del
carcter". La empresa excelente, mediante la actuacin continua, se predispone a tomar decisiones
prudentes, una de las cuales consiste en asumir e incorporar a su carcter la responsabilidad social.
Pero con esto no basta, porque lo radical es ir a la raz. Ciertamente, la responsabilidad social, para
serlo, ha de enraizar en el carcter de la organizacin, generando los hbitos necesarios para actuar
de una forma excelente, desde la conviccin de que hacerlo as es lo que corresponde, ejerciendo la
virtud de la prudencia. Y esto le permite no quedar reducida a cosmtica y a burocracia. Pero existe
otro lado insobornable de la tica, que es la justicia. Y la justicia exige, a comienzos del Tercer
Milenio, tener en cuenta que los stakeholders, los afectados por la actividad empresarial, son a la
vez, e indisociablemente, interesantes para la supervivencia de la empresa, e interesantes por s
mismos.
En el principio de siglo dos acontecimientos le han dado una relevancia inesperada a la tica
empresarial. El primero es el hecho de que Kofi Annan, Secretario General de las Naciones Unidas,
propusiera a las empresas, a las organizaciones cvicas y a las laborales un Pacto Mundial en 1999,
ante el Foro Econmico de Davos, con el propsito de extender los beneficios de la globalizacin a
todos los seres humanos.