La Gran Crisis, Armando Bartra

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La Gran crisis

ARMANDO BARTRA /I

E
l mundo atraviesa por una crisis mltiple y unitaria cuyas sucesivas, paralelas o
entreveradas manifestaciones configuran un periodo histrico de indita turbulencia. Lo
nuevo de la Gran crisis radica en la pluralidad de dimensiones que la conforman;
emergencias globales mayores que devienen crticas precisamente por su origen comn y
convergencia:
Crisis medioambiental patente en un cambio climtico antropognico que avanza ms
rpido de lo que se previ a principios de 2007, hace apenas dos aos, pero tambin en la
desertizacin, deforestacin, estrs hdrico, deterioro de los mares, erosin acelerada de la
biodiversidad y contaminacin de aire, suelo y agua dulce (Unesco, La Jornada9/2/08).
Crisis energtica evidenciada en patrones de consumo insostenibles, pues en un
dispendio que es causante mayor del cambio climtico durante la ltima centuria
empleamos ms energa que durante toda la historia anterior, pero visible igualmente en el
progresivo agotamiento de los combustibles fsiles y en la paulatina reduccin de su
eficiencia energtica (Agencia Internacional de Energa, World Energy Outloock, 2006).
Crisis alimentaria manifiesta en hambrunas y caresta causadas por el creciente uso no
directamente alimentario de algunas cosechas (empleo en forrajes y biocombustibles), por
el estancamiento de la productividad cerealera que por casi cinco dcadas dinamiz la
llamada Revolucin Verde y por la especulacin resultante del oligopolio trasnacional que
domina en la rama (FAO, Informe, septiembre 2008).
Crisis migratoria documentada por el xodo de origen multifactorial, cuyo saldo hasta
ahora ha sido ms de 200 millones de personas viviendo fuera de su pas natal, pero
tambin por la criminalizacin que los transterrados sin documentos padecen en los lugares
de destino y por la erosin de las comunidades de origen y la desarticulacin de sus
estrategias productivas de solidaridad intergeneracional.
Crisis blica dramatizada por las prolongadas y cruentas guerrascoloniales de
ocupacin y resistencia que sacuden Chechenia (desde 1994), Palestina, Afganistn (desde
2001), Irak (desde 2003); motivadas por la pretensin de controlar espacios y recursos
estratgicos por parte de las potencias globales y de algunas regionales.
Crisis econmica desatada por la debacle de un sistema financiero desmecatado que
mediante apalancamientos sin sustento pospuso la larvada crisis de sobreproduccin;

descalabro que se ha extendido a la economa material ocasionando masiva destruccin de


capital redundante y de ah a la vida real donde arrasa con el patrimonio de las personas.
Encrucijada civilizatoria
La Gran crisis es sistmica y no coyuntural porque no slo desfonda el modelo neoliberal
imperante durante los pasados 30 aos, tambin pone en cuestin el modo capitalista de
producir y socava las bases mismas de la sociedad industrial.
Si como Braudel llamamos civilizacin occidental a un orden espacialmente
globalizante, socialmente industrial, econmicamente capitalista, culturalmente hbrido,
intelectualmente racionalista y que histricamente se define por su lucha sin fin contra la
civilizacin tradicional (a la que nunca vence del todo porque sta se le resiste tanto desde
fuera como desde dentro), la presente es en sentido estricto una crisis civilizatoria
(Fernand Braudel. Las civilizaciones actuales. Estudio de historia econmica y social. REI,
Mxico, 1994, p. 12-46).
La magnitud del atolladero en que nos encontramos evidencia la imposibilidad de
sostener el modelo inspirador del capitalismo salvaje de las ltimas dcadas. Pero tambin
resulta impresentable un sistema econmico que no es capaz de satisfacer las necesidades
bsicas de la mayora y, sin embargo, peridicamente tiene que autodestruir su capacidad
productiva sobrante. Y cmo no poner en entredicho a la civilizacin industrial cuando la
debacle ambiental y energtica da cuenta de la sustantiva insostenibilidad de un modo de
producir y consumir que hoy por hoy devora 25 por ciento ms recursos de los que la
naturaleza puede reponer.
Los rdenes civilizatorios no se desvanecen de un da para otro y tanto la duracin
como el curso de la Gran crisis son impredecibles. Pero si bien el presente evento
patolgico podra, quiz, ser superado por el capitalismo, la enfermedad sistmica es
definitivamente terminal. Todo indica que protagonizamos un fin de fiesta, un trnsito
epocal posiblemente prolongado, pues lo que est en cuestin son estructuras profundas,
relaciones sociales aejas, comportamientos humanos de larga duracin, inercias seculares.
Otra vez la escasez
Vista en su integridad la presente es una clsica crisis de escasez patente en la devastacin
del entorno socioecolgico operada por las fuerzas productivo-destructivas del sistema. Y
es que detrs de la abundancia epidrmica de un capitalismo que se las da de opulento, pues
por cada dos personas que nacen se fabrica un coche, de modo que la humanidad entera
cabra sentada en los ms de mil millones que conforman el parque vehicular, se oculta la
ms absoluta depauperacin. Un empobrecimiento radical patente en la extrema
degradacin del entorno humano-natural, que nos tiene al borde de la extincin como
especie.
Con su secuela de caresta y rebeliones, las crisis de escasez no han dejado de ocurrir
peridicamente en diferentes puntos del tercer mundo. Pero el primero se ufanaba de que
despus de 1846-48 en que hubo hambruna en Europa, las emergencias agrcolas propias
del viejo rgimen haban quedado atrs. Parece que la industrializacin ha roto a finales del

siglo XVIII y en el XIX, este crculo vicioso, escribe Braudel al respecto (Fernand
Braudel, ibid, p. 30). No fue as. Menos de dos siglos despus del despegue del capitalismo
fabril la emergencia por escasez resultante del cambio climtico provocado por la
industrializacin amenaza con asolar al mundo entero.
La caresta alimentaria reciente no es an como las del viejo rgimen, pues, pese a que
han reducido severamente, por el momento quedan reservas globales para paliar hambrunas
localizadas. En cambio se les asemeja enormemente la crisis medioambiental desatada por
el calentamiento planetario. Slo que la penuria de nuestro tiempo no tendr carcter local
o regional, sino global y la escasez ser de alimentos, pero tambin de otros bsicos como
agua potable, tierra cultivable, recursos pesqueros y cinegticos, espacio habitable, energa,
vivienda, medicamentos...
Los pronsticos del Panel Internacional para el Cambio Climtico (PICC) de la ONU
son inquietantemente parecidos a las descripciones de las crisis agrcolas de la Edad Media:
mortandad, hambre, epidemias, saqueos, conflictos por los recursos, inestabilidad poltica,
xodo. Lo que cambia es la escala, pues si las penurias precapitalistas ocasionaban
migraciones de hasta cientos de miles, se prev que la crisis ambiental causada por el
capitalismo deje un saldo de 200 millones de ecorrefugiados, los primeros 50 millones en el
plazo de 10 aos; se estima que para 2050 habr mil millones de personas con severos
problemas de acceso al agua dulce; y la elevacin del nivel de los mares para el prximo
siglo, que hace dos aos el PICC pronostic en 59 centmetros, hoy se calcula que ser de
un metro y afectar directamente a 600 millones de personas.
En los pasados cuatro aos 115 millones se sumaron a los desnutridos y hoy uno de
cada seis seres humanos est hambriento. Pero en el contexto de la crisis de escasez, que
amenaza repetir el libreto de las viejas crisis agrcolas, enfrentamos un severo margallate
econmico del tipo de los que padece peridicamente el sistema: una crisis de las que
llaman de sobreproduccin o ms adecuadamente de subconsumo.
Estrangulamiento por abundancia, irracional en extremo, pues la destruccin de
productos excedentes, el desmantelamiento de capacidad productiva redundante y el
despido de trabajadores sobrantes coincide con un incremento de las necesidades bsicas de
la poblacin que se encuentran insatisfechas. As, mientras que por la crisis de las hipotecas
inmobiliarias en Estados Unidos miles de casas desocupadas muestran el letrero de Sale,
cientos de nuevos pobres, saldo de la recesin, habitan en tiendas de campaa sumndose a
los ya tradicionales homeless. Y los ejemplos podran multiplicarse.
El contraste entre la presunta capacidad excesiva del sistema y las carencias de la gente
ser an mayor en el futuro, en la medida en que se profundicen los efectos del cambio
climtico. Agravamiento por dems inevitable, pues el medioambiental es un desbarajuste
de incubacin prolongada cuyo despliegue ser duradero por ms que hagamos para
atenuarlo.

La Gran crisis II
Hay quienes ven en la conmocin que padecemos una redicin del crack de 1929. Pero no,
el presente no es un tropiezo productivo ms entre los muchos de los que est empedrado
elciclo econmico. La de hoy es una debacle civilizatoria por cuanto balconea sin
atenuantes el pecado original del gran dinero; la irracionalidad profunda del modo de
produccin capitalista, pero tambin del orden social, poltico y espiritual en torno a l
edificado.
Y este taln de Aquiles sistmico va ms all de que al reducirse relativamente el
capital variable tanto por elevacin de la composicin orgnica como por la tendencia a
minimizar salarios, se reduzca tendencialmente la tasa de ganancia y a la vez la posibilidad
de hacerla efectiva realizando el producto. Ciertamente la contradiccin econmica interna
del capitalismo, formulada por Marx hace siglo y medio, estrangula cclicamente el proceso
de acumulacin, ocasiona crisis peridicas hasta ahora manejables y, segn los
apocalpticos sostenedores de la teora del derrumbe, algn da provocar la debacle
definitiva del sistema. Pero este pleito del capital consigo mismo es slo la expresin
entripada econmica del antagonismo entre el gran dinero y el mundo natural-social al
que depreda.
La contradiccin ontolgica del capitalismo no hay que buscarla en los tropiezos que
sufre el valor de cambio para valorizarse, sino en el radical desencuentro entre el valor de
cambio autorregulado y el valor de uso; en el antagonismo que existe entre la lgica que el
lucro le impone a la produccin econmica y la racionalidad propia de la reproduccin
social-natural del hombre y los ecosistemas. Sin obviar por sabido el agravio cannico
que siempre se le ha imputado al gran dinero: una soez desigualdad por la que en el
arranque del tercer milenio los dos deciles ms bonancibles de las familias poseen 75 por
ciento de la riqueza, mientras en el otro extremo los dos deciles ms depauperados apenas
disponen de 2 por ciento.
Recesin y sobreproduccin
Las perturbaciones endgenas del capitalismo fueron estudiadas de antiguo por Smith, Say,
Ricardo y Stuart Mill, quienes pensaban que el sistema procura su propio equilibrio, y por
Malthus, Lauderdale y Sismondi, quienes aceptaban la posibilidad de trombosis mayores.
Pero fue Marx quien sent las bases de la teora de las crisis econmicas, al establecer
que la cuota general de plusvala tiene necesariamente que traducirse en una cuota general
de ganancia decreciente (pues) la masa de trabajo vivo empleada disminuye constantemente
en proporcin la masa de trabajo materializado (Carlos Marx. El capital. Fondo de Cultura
Econmica, Mxico, 1965. Volumen III, p. 215).
Ahora bien, la disminucin relativa del capital variable y, adicionalmente, la posible
desproporcin entre las ramas de la economa, pueden crear tambin problemas en el
mbito de la realizacin de la plusvala mediante la venta de las mercancas, operacin que,
segn Marx, se ve limitada por la proporcionalidad entre las distintas ramas de la
produccin y por la capacidad de consumo de la sociedad (constreida por) las condiciones

antagnicas de distribucin que reducen el consumo de la gran masa de la sociedad a un


mnimo (Ibid, p. 243). La primera de estas lneas de investigacin inspir a TuganBaranowsky, quien desarroll la teora de las crisis por desproporcin, mientras que Conrad
Schmidt explor los problemas del subconsumo.
Despus de la Gran Depresin de los aos 30 del siglo pasado, Baran y Sweezy
plantearon la tendencia creciente de los excedentes y consecuente dificultad para
realizarlos. No hay forma de evitar la conclusin de que el capitalismo monopolista es un
sistema contradictorio en s mismo escriben. Tiende a crear aun ms excedentes y sin
embargo es incapaz de proporcionar al consumo y a la inversin las salidas necesarias para
la absorcin de los crecientes excedentes y por tanto para el funcionamiento uniforme del
sistema (Paul A. Baran, Paul M. Sweezy. El capital monopolista. Siglo XXI Editores,
Mxico, 1968, p. 90).
Pero Marx vislumbr tambin algunas posibles salidas a los peridicos atolladeros en
que se mete el capital. La contradiccin interna escribi tiende a compensarse mediante
la expansin del campo externo de la produccin (Carlos Marx. Ibid, p. 243). Opcin que
pareca evidente en tiempos de expansin colonial, pero que una centuria despus, en plena
etapa imperialista, segua resultando una explicacin sugerente y fue desarrollada por Rosa
Luxemburgo, al presentar la ampliacin permanente del sistema sobre su periferia, como
una suerte de huida hacia delante para escapar de las crisis de subconsumo apelando a
mercados externos de carcter precapitalista. El capital no puede desarrollarse sin los
medios de produccin y fuerzas de trabajo del planeta entero escribe la autora de La
acumulacin de capital. Para desplegar sin obstculos el movimiento de acumulacin,
necesita los tesoros naturales y las fuerzas de trabajo de toda la tierra. Pero como stas se
encuentran, de hecho, en su gran mayora, encadenadas a formas de produccin
precapitalistas (...) surge aqu el impulso irresistible del capital a apoderarse de aquellos
territorios y sociedades (Rosa Luxemburgo. La acumulacin de capital. Editorial Grijalbo,
Mxico, 1967, p. 280). Esta lnea de ideas sobrevivi a la circunstancia que le dio origen y
ha generado planteamientos como el que propone la existencia en el capitalismo de
una acumulacin primitiva permanente, y ms recientemente el de acumulacin por
despojo, acuado por David Harvey (David Harvey. Espacios del capital. Hacia una
geografa crtica. Akal, Madrid, 2007).
No menos relevante es explicarse el desarrollo cclico de la acumulacin y por tanto la
condicin recurrente de las crisis del capitalismo. Anlisis que por ejemplo permiti a
Kondratiev predecir el descalabro de 1929 (Nikolai Dimitrievich Kondratiev. Los ciclos
largos de la coyuntura econmica. Instituto de Investigaciones Econmicas, UNAM,
Mxico, 1992), que posteriormente fue desarrollado por Schumpeter, entre otros, y que
Mandel ubica en el contexto de las llamadasondas largas (Ernest Mandel. Las ondas largas
del desarrollo capitalista. La interpretacin marxista. Siglo XXI Editores, Madrid, 1986).
El pecado original
Como se ve, mucha tinta ha corrido sobre el tema de las crisis econmicas del capitalismo.
Y no es para menos, pues algunos piensan que en la radicalidad de sus contradicciones
internas radica el carcter perecedero y transitorio de un sistema que sus apologistas

quisieran definitivo, adems de que en los hechos las crisis de sobreproduccin han sido
recurrentes (1857, 1864-66, 1873-77, 1890-93, 1900, 1907, 1913, 1920-22, 1929-32, 1977,
1987, 1991, 1997, 2008-?). Sin embargo, la irracionalidad bsica del sistema no est en los
problemas de acumulacin que enfrenta; sus contradicciones econmicas internas no son
las ms lacerantes, y si algn da el capitalismo deja paso a un orden ms amable y soleado
no ser por obra de sus peridicas crisis de sobreproduccin, sino como resultado del
hartazgo de sus vctimas, sin duda alimentado por los estragos que ocasiona la recesin,
pero tambin por otros agravios sociales, ambientales y morales igualmente graves.

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