Imaginarios Socialistas

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IMAGINARIOS SOCIALISTAS

Claudio Katz1
El socialismo reapareci en Amrica Latina en la ltima dcada en cuatro proyectos
de futuro. En Venezuela adopt un enunciado centenario (socialismo del siglo XXI), en
Bolivia un perfil singular (socialismo comunitario), en Cuba una impronta actualizadora
(renovacin socialista) y en el ALBA una formulacin continental (socialismo
latinoamericano). En todos los casos el horizonte de largo plazo ha sido combinado con
propuestas nacionales (o regionales) inmediatas.
Pero qu significa el socialismo? Cul es el balance de sus experiencias? Cmo
se replantea en estos momentos?
SENTIDO Y PROPSITOS
El socialismo se convirti en un gran movimiento popular a fines del siglo XIX,
cuando encarn un viejo anhelo de emancipacin social. Recogi la vieja aspiracin de los
oprimidos de construir una sociedad de igualdad y justicia.
Los partidarios consecuentes de ese ideal confrontaron abiertamente con el
capitalismo y adoptaron un perfil revolucionario, al comprender que este sistema no puede
ser reformado, ni humanizado. El socialismo se define por oposicin al capitalismo. Es la
anttesis de un rgimen que funciona acrecentando los sufrimientos populares, las tensiones
blicas y la destruccin del medio ambiente.
El proyecto socialista apunta a gestar una sociedad sin opresores ni oprimidos. Esa
meta es incompatible con la explotacin actual que sufren los trabajadores. Aspira a revertir
la desigualdad que recrea un sistema asentado en la competencia para incrementar el lucro.
Postula erradicar progresivamente una rivalidad que socava la convivencia humana,
desatando dramticos choques entre distintos grupos de la sociedad.
El socialismo no se limita a pregonar un genrico ideal pos-capitalista, ni postula
mayor atencin a la dimensin social de las relaciones humanas. Propone una modalidad
especfica de sociedad alternativa, basada en regmenes econmicos de mayor expansin de
la propiedad pblica y sistemas polticos de creciente auto-administracin popular. Pero al
cabo de un siglo perdura la discusin sobre las formas concretas que asumira este
esquema.
Marx percibi un anticipo de esa estructura en la Comuna de Pars, supuso que
emergera en Europa y se expandira posteriormente al resto del mundo. Pero la victoria
bolchevique de 1917 inaugur otro rumbo. Una sucesin de revoluciones triunfantes en
China, Cuba y Vietnam determin el debut de la construccin socialista en los pases
perifricos2.
Este escenario aterroriz a las clases dominantes de todo el mundo, que debieron
otorgar concesiones sociales inditas. El estado de bienestar, la gratuidad de ciertos
Economista, investigador del CONICET, profesor de la UBA, miembro del EDI. Su pgina web
es: www.lahaine.org/katz
1

Dos caracterizaciones de ese proceso en: Bensaid (2003) y Anderson (2002).

servicios bsicos, el objetivo del pleno empleo y el aumento del consumo popular fueron
mejoras impensables en la poca de Marx o Lenin, que fueron aceptadas por los opresores.
En el contexto de recuperacin econmica de posguerra, esas conquistas aparecieron como
consecuencia directa del temor al comunismo que invadi a los capitalistas.
Los grandes avances de posguerra no contuvieron el mpetu de la izquierda. En los
aos 70-80 los emblemas del socialismo eran tan populares, que resultaba imposible
computar cuntos partidos y movimientos reivindicaban esa denominacin. Un nmero
significativo de esas corrientes se proclamaba tambin revolucionaria, para evitar cualquier
confusin con los defensores socialdemcratas del status quo.
OBJECIONES Y COMPARACIONES
La masiva adhesin al proyecto de emancipacin comenz a trastabillar con el
levantamiento en Hungra, las tensiones chino-soviticas, la rebelin de Solidaridad en
Polonia y el cuestionamiento de los regmenes antidemocrticos vigentes en el denominado
bloque socialista.
Hubo intentos de renovacin durante la Primavera Checoslovaca (1968) que fueron
sofocados por las burocracias gobernantes. Las propuestas de rehabilitacin del socialismo
que afloraron en ese perodo se extinguieron en medio del desencanto.
El derrumbe de la URSS y el consiguiente afianzamiento del neoliberalismo
marcaron un giro radical en todos intentos por forjar una sociedad pos-capitalista. Desde los
aos 90 las clases dominantes perdieron el miedo al socialismo y comenzaron a restaurar
los mecanismos clsicos de su opresin, mediante la flexibilizacin laboral, la masificacin
del desempleo y el ensanchamiento de las brechas sociales.
Los viejos argumentos anti-socialistas de endiosamiento del mercado, glorificacin
de la competitividad y justificacin de la precariedad laboral recobraron primaca. Volvi a
imperar la impugnacin del proyecto igualitario, a partir de supuestos antropolgicos que
presentan a la desigualdad como un dato inevitable, a la propiedad como una institucin
invulnerable y al mercado como un pilar intocable de cualquier sociedad humana.
Con esos fundamentos se justifica al capitalismo, ocultando que este sistema
favorece a los acaudalados y afecta a todos los oprimidos. Con los inconsistentes mitos de
la mano invisible y la soberana del consumidor se ha propagado una ideologa que
naturaliza el desempleo, reivindica el egosmo y legitima la explotacin.
Ese pensamiento retoma la presentacin del socialismo que plante Hayek, como un
sistema que anula el funcionamiento natural de la economa. Afirman que este descalabro
irrumpe con la introduccin de la planificacin en desmedro del mercado, la expansin de
empresas pblicas afectando la competencia y la aparicin de estmulos morales a costa del
lucro (Pellicani, 1990).
Esta misma visin fue asimilada en las ltimas dcadas por todos los socialdemcratas, que se adaptaron al neoliberalismo y difunden mensajes apologticos de la
globalizacin.
La severa crisis que estall en el 2008 en las economas capitalistas centrales ha
perturbado ese escenario ideolgico. Los gigantescos desrdenes financieros, comerciales y
productivos que generaron los gobiernos neoliberales superan con creces todo lo objetado
al socialismo. El socorro concedido a los banqueros con fondos pblicos ha implicado
costosos gastos del estado, sin ninguno de los beneficios que introducira el socialismo.
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La convulsin bancaria internacional puso de relieve la inconsistencia de los


argumentos derechistas contra el socialismo estatista. Los objetores del intervencionismo
han recurrido a una gran injerencia en la economa, con propsitos opuestos al proyecto
igualitario. Para rescatar a los banqueros aumentaron la injerencia econmica discrecional
del estado, olvidando todas sus crticas a la obstruccin mercantil. Los cuestionamientos
neoclsicos al socialismo han perdido consistencia a la luz de ese auxilio a los financistas
con recursos del tesoro.
La crisis en curso tambin socava las objeciones que formulan los economistas
heterodoxos al socialismo. Contraponen las desventajas de este sistema con los mritos del
capitalismo regulado y afirman que este modelo supera el descontrol neoliberal, sin padecer
el estancamiento que generara el igualitarismo (Bresser Pereira, 2012).
Pero este contraste choca en la actualidad con la creciente disolucin de las
diferencias que separan a los esquemas controlados y desregulados de capitalismo. Basta
observar la enorme aproximacin de la poltica econmica alemana con su contraparte
norteamericana para notar esas convergencias.
Los tradicionales exponentes del modelo social intervencionista se han convertido
en fanticos neoliberales, que implementan polticas deflacionarias de mayor ajuste. La
crisis ha reforzado la confluencia entre esos dos esquemas, confirmando que estn sujetos a
las mismas contradicciones. Si se opta por uno de esos caminos se terminan aplicando las
recetas propiciadas por el otro.
La crtica al socialismo inspirada en las virtudes del capitalismo regulado elude
reconocer esas tendencias contemporneas. Si fuera tan sencillo optar por ese curso (en
contraposicin a las variantes neoliberales), el esquema heterodoxo ganara espacio. Pero
en los hechos pierde posiciones, ante la dinmica competitiva que gobierna a todas las
modalidades del capitalismo. Este sistema tiende a imponer la primaca de la vertiente ms
rentable y no el curso socialmente ptimo (Husson, 2008: cap 6-7-8).
Algunos cuestionamientos ms benvolos del socialismo suelen destacar que este
proyecto incluye principios morales atractivos pero inaplicables. Pondera sus intenciones
pero cuestiona su viabilidad. Ejemplifica esta inoperancia con el fracaso de la competencia
econmica que intent la Unin Sovitica frente a Estados Unidos.
Esa comparacin olvida que Rusia era una economa semiperifrica en acelerado
desarrollo, que soportaba el sistemtico hostigamiento de la principal potencia del planeta.
Los dos pases nunca estuvieron situados en el mismo plano.
La guerra fra provoc la distorsionada presentacin de Estados Unidos y la URSS
como competidores equivalentes. Esta contraposicin fue iniciada por la diplomacia
norteamericana (no podrn alcanzarnos) y aceptada por los gobernantes rusos (en poco
tiempo los alcanzaremos). En esta pugna qued diluida la diferencia cualitativa que
separaba a dos economas ubicadas en lugares muy distintos del ranking global.
Los integrantes del denominado bloque socialista no lograron consumar el catch up
con las economas centrales, pero superaron ampliamente a sus equivalentes. Si se toma
este ltimo contraste, la balanza se inclinaba en los aos 50 o 60 a favor de los sistemas no
capitalistas, tanto en las tasas de crecimiento como en los ndices de desarrollo humano (Li,
Piovani, 2011).
Rusia estaba mejor que Turqua, China avanzaba ms que la India y Europa del Este
no padeca las desgracias de Amrica Latina. Los resultados de estas comparaciones eran
contundentes no slo en el PBI per cpita, sino especialmente en la calidad de vida. Las
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diferencias eran particularmente abrumadoras en el terreno de la salud (expectativa de vida)


y la educacin (niveles de alfabetizacin y escolaridad) (Navarro, 2014).
SIGNIFICADO Y BALANCE
El desplome de la URSS y sus socios de Europa del Este no obedeci slo a
problemas econmicos. Fue consecuencia de procesos polticos. Los gobernantes de esos
regmenes no apostaban a un desarrollo comunista de la sociedad, sino a su propia
conversin en burgueses. Envidiaban el confort de los millonarios de Occidente e
idealizaban el estilo de vida norteamericano. Cuando encontraron la oportunidad para
reconvertirse en capitalistas, abandonaron el incmodo maquillaje socialista.
La mayora de la poblacin continuaba prefiriendo las mejoras sociales alcanzadas,
pero se mantuvo inactiva y toler el viraje hacia el capitalismo. Esta actitud coron dcadas
de inmovilidad y despolitizaron ciudadana, impuesta por censuras y prohibiciones que
generalizaron la apata popular. Por esta razn, nadie defendi las conquistas sociales del
viejo sistema cuando esos regmenes se auto-destruyeron.
El aplastamiento burocrtico de la actividad popular fue la principal causa de la
restauracin capitalista. Los problemas econmicos ocuparon un lugar secundario.
Ciertamente el sistema cargaba con graves lastres de improductividad, desabastecimiento y
escasa variedad de consumos. Pero no arrastraba ninguno de los dramas del desempleo, el
endeudamiento personal o la explotacin que agobian a los trabajadores de Occidente.
La implosin de la URSS tuvo un enorme impacto sobre el escenario internacional y
la conciencia poltica de los trabajadores. Constituy el principal acontecimiento de las
ltimas dcadas e indujo a algunos historiadores a caracterizar acertadamente la centuria
pasada como un siglo corto, fechado por el surgimiento y desaparicin de ese sistema
(1917-1989) (Hobsbawm, 1998: 552-575).
Esa conceptualizacin del siglo XX es ms adecuada que la mirada de una centuria
larga propuesta por otros analistas. Esta visin adopta el auge y declinacin de Estados
Unidos como principal referencia para conceptualizar un proceso gestado a fines del siglo
XIX y concluido en las primeras dcadas del siglo XXI (Wallerstein, 1992; Aguirre Rojas,
2007).
Al asignarle mayor gravitacin a la pujanza y declive de la potencia hegemnica
que a la existencia de la URSS se pierde de vista la trascendencia histrica de la revolucin
rusa. El mismo problema se verifica cuando se atribuye mayor incidencia en la lucha
popular al proceso de descolonizacin que a la batalla por metas socialistas.
La experiencia legada por el primer ensayo de gestin estatal no capitalista en gran
escala ha sido enorme. Aporta un cimiento para las futuras batallas por objetivos
anticapitalistas. Este proceso necesariamente incluir fracasos, que debern ser revisados
sin sepultar lo realizado. No es muy fructfero suponer que en el futuro los proyectos de
emancipacin empezarn desde cero, sin retomar las enseanzas del pasado.
Comprender por qu razn se desplom la Unin Sovitica es la condicin para
rehabilitar el proyecto socialista. Esa evaluacin exige reconocer la naturaleza no capitalista
que tuvo este ensayo durante un prolongado perodo. Tambin requiere registrar cmo los
ideales socialistas se disiparon con la estabilizacin de una burocracia, hostil al
igualitarismo y a la democracia.
Existen variados enfoques para caracterizar qu fue exactamente la URSS. Era
comunista, socialista, un capitalismo de estado, un estado obrero burocratizado,
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una formacin burocrtica? Revisamos ese problema en nuestro libro sobre el tema, pero
la principal discusin no gira en torno a cul fue la naturaleza exacta de ese sistema. Existe
un amplio campo de situaciones intermedias entre las distintas posiciones en debate (Katz,
2006a: 53-72).
El debate ms importante est referido a la validez de ese intento de construccin
socialista (frustrado por Stalin, Kruschev o Gorbachov). Esa legitimidad se plantea en
polmica con quines interpretan que esa empresa nunca debi ensayarse o que fue
irrelevante, ante la simple continuidad del capitalismo bajo un disfraz de socialismo.
Estos cuestionamientos no se limitan slo a los autores neoliberales o keynesianos
hostiles al objetivo del socialismo. Tambin incluye a pensadores que en su etapa de
izquierda objetaban la sensatez del intento anticapitalista, en un pas econmicamente
retrasado como era Rusia. Partiendo del acertado precepto que el socialismo slo podr
realizarse a escala global, suponan que esa construccin nunca debi comenzar en un pas
subdesarrollado (Sebreli, 1975: 215-242).
Esa visin retomaba la vieja idea social-demcrata de imaginar al socialismo como
un proceso evolutivo, que comenzar en las economas ms avanzadas y se propagar
paulatinamente al resto del mundo. De hecho supona un extrao debut socialista desde
economas opulentas que irradiara luego al conjunto del planeta.
En todas estas controversias es importante distinguir el debut de la conclusin del
proceso transformador. Que la construccin socialista resulte imposible en un solo pas o
regin, no invalida su inicio en donde ese cambio sea necesario. Una transformacin poscapitalista exigir muchas generaciones y deber experimentarse en distintos lugares (Amin,
1988).
Esta discusin remite a viejas controversias sobre la viabilidad del socialismo en la
periferia. La respuesta negativa sola subrayar la ausencia de condiciones materiales para
esa gestacin, omitiendo que el problema se plante en esas regiones por el carcter ms
acentuado de la crisis capitalista. Es un contrasentido afirmar que el socialismo no es
factible en las zonas que ms requieren su instrumentacin.
Esta accin debe probarse en los pases y circunstancias que exijan cambios
revolucionarios. Si estos procesos no empiezan donde son requeridos, el ideal socialista
nunca podr ponerse en prctica.
La construccin de una sociedad igualitaria seguramente exigir muchas
generaciones y supondr un funcionamiento mucho ms complejo que la simple
administracin de las cosas, imaginada en los proyectos iniciales. Pero a travs de
distintas experiencias cobrar forma la construccin pos-capitalista. A pesar de sus
limitados recursos, la mayor parte de las economas perifricas cuenta con importantes
mrgenes para instrumentar programas populares que comiencen a reducir la desigualdad.
REPLANTEOS Y DENOMINACIONES
Los crticos del proyecto socialista impugnan la introduccin de medidas
anticapitalistas en todas las circunstancias. En las coyunturas de intensa crisis suelen
afirmar que la prioridad es resolver la catstrofe econmico-social inmediata y no imaginar
soluciones para el porvenir. En los perodos de alto crecimiento y estabilidad econmica
subrayan el carcter innecesario de cualquier transformacin socialista.
Pero en ambas situaciones omiten las desventuras de pobreza, desempleo y
explotacin que impone el capitalismo. Tambin desconocen que la alternativa socialista
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est concebida para toda una poca y puede comenzar en cualquier fase del ciclo
econmico. Las experiencias del siglo pasado indican que los detonantes de la revolucin
socialista han estado ms ligados a las convulsiones blicas que al derrumbe productivo.
El desenvolvimiento sovitico fue un ensayo frustrado de socialismo que ser
revalorizado con el tiempo. Como ha ocurrido tantas veces en la historia constituy una
anticipacin frustrada, que servir de fundamento a otros intentos de eliminar la
desigualdad. Lo mismo sucedi con la revolucin francesa, que introdujo ideales de
igualdad poltica plasmados en perodos posteriores a su formulacin inicial.
Lo ocurrido en la URSS permite notar que los obstculos para forjar una sociedad
de igualdad, justicia y libertad no son inherentes al gnero humano. No radican en el
egosmo o en un desinters natural del individuo hacia sus semejantes. Son barreras
polticas, sociales e ideolgicas. Bajo el capitalismo esas obstrucciones provienen de la
dominacin ejercida por la minora capitalista y en el modelo sovitico derivaron de la
regimentacin y el papel coercitivo impuesto por la burocracia gobernante.
La frustracin creada por la implosin de la URSS afect duramente la expectativa
socialista de varias generaciones de trabajadores. Pero no es la primera derrota que han
sufrido los oprimidos en su larga batalla contra el capital. La historia de la humanidad se ha
desenvuelto en una sucesin de inesperadas victorias y amargas decepciones. Desde una
mirada de largo plazo, el debut revolucionario de 1917 perdurar como un precedente de la
gesta para liberar al individuo de las cadenas del mercado.
La continuidad de esta batalla exige especificar el ideal buscado y renovar la
utilizacin de la terminologa socialista. Es un error renunciar a este concepto
argumentando que arrastra una pesada carga de distorsiones, a partir de su asociacin con el
rgimen represivo vigente en la URSS. Muchos conceptos sufrieron una deformacin
semejante y nunca fueron reemplazados.
La bandera de la democracia ha sido utilizada para todo tipo de tropelas. Es el
estandarte predilecto del imperialismo para justificar sus intervenciones humanitarias en
todos los rincones del planeta. Esta usurpacin no ha erradicado el uso habitual del
concepto democracia como sntesis de la soberana popular. Lo mismo ocurre con el
socialismo. Al igual que otros principios centrales de la accin poltica, no tiene sustituto
para definir el ideario pos-capitalista. Hay trminos irreemplazables para denotar ciertos
fenmenos.
Transcurridas dos dcadas del colapso de la URSS, el descrdito de los conceptos
socialismo o comunismo ha perdido relevancia frente a su contraparte capitalista.
Especialmente despus de la crisis del 2008, esta ltima denominacin es crecientemente
identificada con el desempleo, la pobreza y la desigualdad. El ingenuo embellecimiento del
capitalismo que intent el neoliberalismo a principio de los aos 90 ha quedado
severamente golpeado.
Retomar la identidad socialista no slo es posible y conveniente frente a la prdida
de credibilidad de los cuestionamientos neoliberales. Tambin es importante para lidiar con
las concepciones fatalistas, que auguran una inexorable continuidad del capitalismo. Esa
visin resalta la inexistencia de horizontes socialistas inmediatos, deduciendo de este dato
la perdurabilidad del rgimen vigente3.
Durante aos el marxismo fue acusado de postular una ley de la historia
determinante del destino socialista. Esta misma objecin debera ser extendida en la
Un ejemplo en: Fiori, (2009).

actualidad a los abogados de la eternidad capitalista. Si no existe un desemboque inevitable


de la evolucin humana en el devenir comunista, tampoco cabe imaginar la interminable
recreacin de un rgimen de competencia por beneficios surgidos de la explotacin.
MARXISMO LATINOAMERICANO
Los balances de experiencias internacionales y regionales socialistas recobraron
inters en Amrica Latina en la ltima dcada. Las victorias de los aos 60 (Cuba), las
derrotas de los 70 (Chile) y las frustraciones de los 80 (Nicaragua) comenzaron a ser
evaluadas en un nuevo escenario. El socialismo ha reaparecido como proyecto en
Venezuela y Bolivia, recupera nuevas modalidades en Cuba y ha sido concebido a escala
regional por el ALBA.
En todos los casos vuelve a reaparecer la necesidad de una confluencia de la
izquierda regional con el nacionalismo revolucionario. Ese empalme es un resultado de la
incidencia del antiimperialismo en todos los proyectos de transformacin social. La batalla
contra el intervencionismo estadounidense determina esas convergencias.
La lucha por el socialismo siempre fue concebida en Amrica Latina en un plano
regional. Pero esta dimensin se torn ms gravitante en los ltimos aos. Salta a la vista
que en la actualidad cualquier proyecto estratgico debe ser planteado a ese nivel. Las
clases dominantes formulan sus polticas en ese terreno y los sectores populares no pueden
restringir sus iniciativas al campo meramente nacional.
En los ltimos aos el ALBA aport una interesante propuesta regional con
horizontes socialistas. Promueve formas de integracin solidaria, contrapuestas a los
Tratados neoliberales de Libre Comercio y diferenciadas del regionalismo capitalista del
MERCOSUR. Postula medidas para avanzar en la soberana financiera (moneda comn),
alimenticia (reformas agrarias y rechazos del agro-negocio) y energtica (Petrocaribe,
Petrosur).
El ALBA incentiva auditoras de la deuda externa, exige acelerar la concrecin del
Banco del Sur, alienta la creacin de un fondo de estabilizacin cambiaria regional y
sugiere coordinar el manejo regional de las reservas y los movimientos de capitales. Este
tipo de medidas podran aportar una base comn para los procesos polticos radicales, que
determinara un slido basamento para un futuro socialista (Katz, 2006b: 65-107).
La unidad popular de Amrica Latina es una meta ordenadora del proyecto socialista
en nuestra regin. Se inscribe en una batalla de dos centurias para conquistar el objetivo
pendiente de la Segunda Independencia.
Al igual que en Europa existe actualmente en Amrica Latina una referencia
estratgica de unidad continental. Pero en el Nuevo Continente esa meta constituye un
objetivo irrealizado de larga data. No surgi como respuesta a guerras interiores por la
supremaca imperial, ni apareci para forjar un bloque competitivo en la disputa global por
los mercados.
El proyecto de unidad latinoamericana tampoco est corrodo por la variedad de
exigencias soberanistas que impera en Europa. Es ajeno a demandas separatistas por
autonomas vulneradas o a rivalidades por la tajada de un presupuesto continental.
La aspiracin unitaria regional en Amrica Latina tiene otras races. Deriva de la
existencia de estructuras nacionales histricamente incompletas y obstruidas por la
dominacin imperial.
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El objetivo de la emancipacin continental fue retomado por los tericos del


marxismo latinoamericano, que reivindicaron la gesta de la Independencia (San Martn y
Bolvar), la frmula de construir Nuestra Amrica (Mart) y la necesidad de considerar las
especificidades nacionales (Mella, Maritegui).
Pero este regionalismo tambin confluye con una veta internacionalista, que el
socialismo latinoamericano desarroll con gran intensidad desde la revolucin cubana. Esta
inclinacin impuls la creacin de organismos revolucionarios continentales como la
OLAS, gener las conferencias Tricontinentales y se verific en misiones de solidaridad
militante en varias partes del mundo. En la ltima dcada este legado reapareci
tangencialmente en las distintas iniciativas que concibi Chvez, para crear alguna
organizacin socialista sucesora de la I, II, III y IV Internacional.
Amrica Latina ha sido tambin desde el 2001 el principal escenario de los Foros
Sociales Mundiales. Esos eventos impulsaron la protesta global contra el capitalismo
mundializado y confrontaron directamente con las cumbres anuales que realizan en Davos
las corporaciones ms transnacionalizadas.
El marxismo latinoamericano actual remarca esta dimensin global del capitalismo
contemporneo y la consiguiente necesidad de acciones comunes de todos los explotados y
subyugados del planeta. Pero tambin percibe que esa confluencia de los oprimidos no
surgir en forma espontnea o contraponiendo solamente los intereses comunes de los
desposedos con las conveniencias globales de los capitalistas.
Las tradiciones nacionales y regionales diferenciadas mantienen una influencia
decisiva y el socialismo actual recupera la necesaria convergencia de procesos de
emancipacin nacional y social. Busca relanzar un proyecto con raigambres nacionales y
respuestas mundiales al capitalismo globalizado. Encarna la mayor esperanza del siglo XXI
y aporta una brjula para todos los pueblos que anhelan la igualdad y justicia.
22-11-2014
REFERENCIAS
-Aguirre Rojas, Carlos Antonio, (2007), Immanuel Wallerstein y la perspectiva crtica del Anlisis
de los Sistemas-Mundo, Textos de Economa, Florianpolis, v.10, n.2, jul/dez.
-Amin, Samir, (1988), La desconexin, Pensamiento Nacional, Buenos Aires.
-Anderson, Perry, (2002), Internacionalismo: un breviario, New Left Review, n 14, Madrid, mayojunio.
-Bensaid, Daniel, (2003), Le nouvel Internationalisme, Paris, Textuel.
-Bresser Pereira, Luiz Carlos, (2012), Five models of capitalism, Revista de Economa
Poltica, vol.32 no.1 So Paulo, Jan./Mar.
-Fiori, Jos Luis, (2009), La crisis econmica, la izquierda y la dinmica geopoltica,
www.sinpermiso.com, 19/4.
-Hobsbawm, Eric, (1998), Historia del siglo XX, Crtica, Buenos Aires.
-Husson Michel, Un Pur Capitalism, (2008), Editions Page Deux, Luasanne.
-Katz, Claudio, (2006a), El porvenir del socialismo, Monte vila, Caracas.
-Katz, Claudio, (2006b), El rediseo de Amrica Latina, Alca, Mercosur y Alba, Ediciones
Luxemburg, Buenos Aires, 2006.
-Li, Minqui; Piovani, Chiara, (2011), One hundred milln jobs for the chinese workers, Review of
Radical Political Economics, vol 43, n 1.
-Navarro, Vicen, (2014), Ha fracasado el socialismo?, www.attac.es, 13/9.

-Pellicani, Luciano, (1990), "La anti-economa colectivista", en Socialismo del futuro, vol 1, n 2,
Madrid.
-Sebreli, Juan Jos, (1975), Tercer Mundo mito burgus, Ediciones Siglo Veinte, Buenos Aires.
-Wallerstein, Immanuel, (1992), Revolution as strategy and tactics of transformation, Amherst,
Fernand Braudel Center, 12/11.

IMAGINARIOS SOCIALISTAS
Resumen
Cuatro modalidades de actualizacin del socialismo en Amrica Latina retoman la
tradicin de un proyecto que promueve la igualdad, la expansin de la propiedad pblica y
la auto-determinacin popular. Los primeros xitos de ese programa atemorizaron a los
dominadores y generaron grandes conquistas sociales.
El socorro de los bancos refuta las objeciones neoclsicas al estatismo socialista y la
adaptacin heterodoxa al neoliberalismo contradice la existencia de variados modelos
capitalistas. La economa sovitica logr enormes avances, pero nunca amenaz la
supremaca estadounidense.
La URSS colaps por las ambiciones de enriquecimiento de sus dirigentes, pero el
intento socialista fue vlido en la secuencia histrica de ensayos igualitaristas. Los
tormentos del capitalismo inducen a recrear esas experiencias, que corresponde denominar
socialistas sin ningn titubeo. Este proyecto implica en Amrica Latina convergencias con
el antiimperialismo y estrategias de unidad continental.

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