Las Teorias Juridicas Post Positivistas - Carlos Maria Cárcoba
Las Teorias Juridicas Post Positivistas - Carlos Maria Cárcoba
Las Teorias Juridicas Post Positivistas - Carlos Maria Cárcoba
Advertencia al ae.:tor
El contenido de 1. presente obr. DO ba sufrido
modificaci6n alguna respecto de l. edicin amc:rior,
CUIl excepci6n d<!l discRo grfico .
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- 1
. NDICE GENERAL
PARTE
CUESTIONES EPISTEMOLGICAS
ISBN , 978-950-20-1908-6
Comentario .......... .... ...... ........................ ......... .. ..... ........ ., ............... ..... .
AbeledoPerrot S.A.
Administracin y redaccin
CAPiTULO
BACHELARD y LA NOCIN
DE OBSTCULO EPISTEMOLGICO
Ventas
XIII
n.
8
10
11
13
15
17
II
RELATIVISMO EPISTEMOLGICO
Comentarios sobre Beyond objetivism
and relativism de R . J . Berstein
l. Peter Winch y las sociedades "otras" ............. .............................
Gadamer: otra ontologa ................. ..............................................
ID. Thomas Kuhn y la inconmensurabilidad de paradigmas ............
n.
20
21
22
VIII
INDICE GENERAL
NDICE GENERAL
24
25
PARTE
CAPtruLOID
27
32
35
39
CAPfruLO VII
DERECHO Y POLTICA
47
t. . . . . . . . .-.. . . . ..
VIII
:
I
TEOR A EGOLOGICA E IDEOLOGA:
.
LOS MRITOS l '
.
DE UN PENSAMIENTO ANTIdIPATORIO
U
.
. "
D pensanuento anticl.patono ..................................................... .
La concepCin egolgica y la funcin de lo~ jueces .................. .
Egologia y hermenutica ..............................~ .............................. .
El anlisis egol6gco de la ideologa ..........L ........................... ..
1. Diversos ensayos y un libro indito ........
2. Encuentro con el marxismo ................................................... .
3. El ajuste fenomnico ....................... ........ !.............................. ..
4. Ideologa e ideologas jurdicas .............:.... .................. ........ ..
5. La rem
. terpretaCJ'
'
. 1 d e1 marxISmo
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n eXistencIa
....................... ..
Coda ......... ,...................................................J .. _......................... .
IV
1.
49
11.
50
nI.
51
IV.
I.
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CAPTULO V
DERECHO Y GLOBALIZACIN
57
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V.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . .. .
93
93
94
97
97
99
100
101
103
104
CAPTUlP VI
PAIO'E 4
81
83
86
87
CAPTULO
ACCESO A LA JUSTICIA:
EXCLUSiN y ACULTURACIN
L El asunto .......... " .......................................................................... .
U. Antecedentes ............ :................................................................... .
m. La situacin actual ....................................................................... .
.l.,
CAPITuLO
79
n.
m.
Comen ti!no
.
.................................... ........ .............. j1.................................
n.
m.
PARTE
FICCIN Y VERDAD
EN LA ESCENA DEL PROCESO
1. Nuevos horizontes epistmicos ................................................... .
Acerca de la "verdad" .............................................................. ... .
Acerca de la ficcin ........................................ ................... ......... .
IV La escena del proceso ..................................................................
IX
107
NDICE GENERAL
INDlCE GENERAL
CAPiTULO IX
n.
125
126
127
129
131
l32
_ . _ . - . _.~. _ _
__
0 ._
CAPTULO
Ii
....................... -...............
134
134
136
138
MARXISMO Y DERECHO
143
144
145
147
149
151
155
XIII
133
XI
-. -
119
116
CAPTULO X
n.
m.
XII
CAPITuLo
XI
CAPiTULO
167
169
171
175
175
178
181
186
XIV
193
195
197
198
200
202
204
206
206
206
208
209
210
214
...
NDICE GENERAL
X1I
215
218
221
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'
CAPITULO XV
l.
HABERMAS: LA VALIDEZ
COMO CONSTRUCCiN DISCURSIVA
l
PRLOGO
225
228
228
230
:432
232
233
237
238
238
'1
CAPITUWXVI
n. La justicia
;241
242
245
-247
251
CAPITULO XVII
:
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,
;
COMPLEJIDAD Y DERECHO
l La nocin de "colnplejidad" ......................:............ :............. ...... .
lL Complej dad sistmica ................................................ ....... .. .........
m. Derecho y complejidad ................................... ............................. .
253
255
261
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ste no es un libro de texto, aunque puede ladmitirse que es, en cambio, un libro de textos, -Expliquemos este juegb de palabras algo pueril.
Queremos decir que las pginas que siguen no!cOIlstituyen un "manual"
clsico de la disciplina jusfilosfica, a travs d~l cuill se intente una difusin ordenada y 'metdica de ideas generales c~paces de introducir al interesado, en las nociones bsicas de dicha disciplina. Se 't rata, en cambio,
de breves ensayos que fueron escritos para facilitar el acceso de e!tudiantes de grado o de postgrado, a problemticas qbe n9 eran comunes en la
literatura especializada disponible o, altemativa~ente, para poner a su alcance el pensamiento complejo; denso, no fcilmente asequible, de ciertos autores fundamentales .
Hay en ellos, entonces, un propsito pedakgico. Sin embargo, hemos procurado soslayar los esquemas simplificluiores que por lo general
trivializan cualquier teona que resulte particulanPente ardua. Tampoco nos
hemos situado en la posicin de quien presenta ideas propias o ajenas
desde una perspectiva asptica. Bsicamente, porque no creemos que tal
perspectiva reahnente exista. Toda descripcin que refiere a la conducta
humana, por honesto que sea el intento de dotarla de la mayor objetividad, constituye una descripcin "cargada". P~ 'nuestra precomprensin
del mundo, por nuestras representaciones cul~~es, nuestras convicciones
religiosas, momIes o ideolgicas. La mayor obje~ividad, en estas materias,
e~ la que proviene de ..a intersubjetividad reflexjiva, ,esto es, de in~rcam
blOS francos y explcItos de naturaleza argumentatlva. En este hbro se
argumenta, sin asepsia y cOn compromiso, para :invitar al lector a pensar,
a dialogar, a razonar, a criticar y eventualment~a ejercer opciones.
Por cierto, no es ste un conjunto inconexp de escritos que, de manera ms o menos prxima, se dedica a la teor~ del derecho y al papel
social de jueces y juristas. Uno de los sentido~ que lo articula, est expresado en el pr9pio titulo: Las teorias jurdicClS Pos/positivistas. Es decir, trata acerca de formulaciones heterogneas 1ue se desarrollan a partir
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XV
PRLOGO
PRLOGO
XIV
Ver
VON WRIOIfT,
XVI
PR.LOGO
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PARTE 1
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CUESTIONES EPISTEMqLGICAS
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COMENTARIO
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Por lo general las Escuelas de Derecho ofrecen una formacin extremadamente deficitaria en el campo de la teoria juridica y social. Predomina en ellas una perspectiva dogmtica, manifiestamente reductiva. Tal
circunstancia es de suyo negativa porque escamotea informacin respecto del entramado de nociones y principios que organizan y estructuran el
saber jurdico, pero sus efectos son aun ms insidiosos en una poca en
que la ley positiva cambia vertiginosamente, al ritmo de las radicales transformaciones del mundo de la postmodernidad. Transformaciones tecnocientficas, pero tambin polticas, econmicas, morales, culturales. Un
conocimiento que no dispone con profundidad y soltura del manejo de
las categorias tericas que le dan sustento, se torna rpidamente obsoleto. Es preciso, por consiguiente, rever planes de estudio, pero mucho ms
importante y estratgico es generar una conciencia distinta acerca del
conocimiento en general y del conocimiento juridico en particular. La
"epopeya" de la purificacin de la leoria ya cumpli su cometido, ahora
hay que emprender otra tarea de signo contrario, esto es, despurificar la
teora para construir, en la interseccin con otros saberes, un paradigma
cognitivo de nuevo tipo, capaz de dar cuenta del papel del derecho en el
marco de la sociedad compleja del siglo XXI.
Aunque los fundamentos epistmicos de las teoras jurdicas, inclwdas las de naturaleza dogmtica, no suelen explicitarse, estn siempre
presentes. De modo que los doctrinarios en SI,lS textos y los docentes en
sus clases, tienen por referencias ciertos principios, algunas categoras y
presupuestos. Las ms de las veces ellos operan de manera inconsciente,
se reiteran porque se han asimilado acrticamente, por tradicin, porque
estaban presentes en las enseanzas recibidas, en los autores consultados.
El derecho en tanto discurso que se despliega sobre un cierto objeto (conjunto de normas, prctica social estilizada, conducta en interferencia intersubjetiva, declinacin de la ley eterna, racional organizaCin de la convivencia social, sistema de expectativas congruentemente generalizadas,
COMENTARIO
CUESTIONES EPISTEMOLGICAS
"
l
.
rencjas las ciencias naturales. En el segundo, se muestra cmo desde hace
ya algunas dcadas, la tradicin newtoniano-positivista es puesta en crisis tanto por el afilado argumento de sus opopentes cuanto por la lcida
heterodoxia de sus seguidores. Por fin, el terqero muestra que el concepto de verdad ha tenido, en la constitucin del !discurso del derecho desde
Roma hasta nuestros das, menor importancia relativa que el concepto de
'
ficcin. En la necesidad de recurrir a otros ruhdamentos
epis"tmicos distintos a los tradicionales, se propone una explicacin acerca de la actividad de los jueces y de la aplicacin del dere<lho, desde las actuales concepciones narrativistas.
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CAPtruLO 1
BACHELARD y LA NOCIN
DE OBSTCULO EPISTEMOLGICO
l . ADVERTENCIA
Este trabajo tiene por objeto presentar algunas de las ideas de Gaston
Bachelard, fundamentalmente las que desarrolla en su libro La formacin
del espritu cientfico.
Se trata de un enfoque de naturaleza epistemolgica, rico en sugerencias y cuyo valor cientfico, al menos en el rea de las ci<mcias sociales, comenz a revalorarse a partir de los aos 70.
En el caso de las disciplinas jurdicas, por otra parte, poco es lo que
se ha explicitado desde el punto de vista epistemolgico en general.
Sin duda, los juristas han trabajado siempre con algm paradigma de
ciencia, pero en escasas oportunidades el mismo se ha hecho temtico.
Las escuelas neopositivistas se presentan actualmente como mejor est.ructuradas a expensas de su adhesin al modelo explicativista, causalista
y formalista. Sus anlisis en tomo de los problemas que suscitan los lenguajes naturales y el desarrollo de las lgicas denticas, descansan en
clitelios epistemolgicos y metodolgicos bien precisados. Sin embargo,
desde nuestro punto de vista, tales criterios no resultan los ms aplos para
una racional reconstruccin del objeto de las ciencias jurdicas. Sin dejar
de valorar los citados esfuerzos tericos, creemos que en algunos sentidos son "incompletos y en otros, manifiestamenteideolgicos.
Nos parece necesario en el campo del derecho y en el de las ciencias sociales en general, superar una produccin terica inspirada por filosofias idealistas de viejo o nuevo cuo y construir una ciencia que, desde
otra perspectiva, conciba al conocimiento como una instancia ms del
proceso de produccin social. En ese camino, ni la pura empiria, ni la
"axiomatizacin de la realidad, sern satisfactorias. El trabajo cientfico
iI
CUESTIONES EPISTEMOLOICAS
contradi~,
n.
.'
10
CUESTIONES EPISTIMOLGICAS
producir la adquisicin de una cultura experimental, derribando los obstculos que la experiencia vital propone. El trabajo del educador deber
dirigirse a desannar y desorganizar previamente el conjunto impuro de
intuiciones bsicas.
De lo dicho surge la necesidad de desarrollar un psicoanlisis de la
razn, planteaba Bachelard, como uno de los caminos necesarios para la
destruccin de los obstculos epistemolgicos insinuados. Queda asimismo claro que esta nocin no es unvoca, que las dificultades apuntadas
son de distinto tipo y gravitacin. En un intento de aventurada sntesis
nos referiremos en particular a algunos de ellos, tratando de reemplazar
en la medida en que sea compatible con la fuerza explicativa de los argumentas, los numerosos y prolijos ejemplos que le dan sustento en la obra
de Bachelard, por otros que hagan operantes las ideas expuestas, en el
campo de las disciplinas sociales.
11
Ver
res, 1967.
POPI' ER,
12
CUESTIONES EPISTEMOLGICAS
13
faJmares.
I
I
I
I
14
CUESTIONES EPISTEMOLGICAS
Bachelard brinda innumerables ejemplos, obtenidos de libros de fisica, de qumica, de medicina, antiguos y modernos, de cmo el obstculo sustancia lista ha servido a la produccin de un conocimiento distorsionado. En su linea de pensamiento, se rechaza drsticamente la actitud
propia del realismo ingenuo y se afinna que desde un realismo cientfico,
la tarea consiste mucho ms que en el descubrimiento de sustancias "nucleares" de las cosas, en la misma constitucin, creacin y determinacin
terica de esa sustancia.
Un buen ejemplo lo ofrece la qumica faxmacolgica: una actitud precientfica estuvo a su juicio implicada en la bsqueda de sustancias que
sirvieran de remedio del ms variado tipo: la raz del cardo santo -segn
la Encyclopedia- era: vomitiva, purgativa, diurtica, sudorfica, expectorante, emenagoga, alextera, cordial, estomquica, heptica, anti apopltica, anti epilctica, anti pleurtica, febrifuga, vermfuga, vulneraria y
afrodisiaca, vale decir diecisiete propiedades farmacuticas. La funeraria
tena siete; el aceite dulce de almendras: nueve; el limn: ocho; la betnica:
siete; el alconfor: ocho, etc. Es decir un sustantivo, la sustancia y gran
nmero de adjetivos, sus cualidades, en este caso farmacolgicas. La ciencia farmacutica moderna ve en cambio en la sustancia una cualidad y
una sola, el ideal es el remedio monofuncional. El sustantivo provisto de
un solo adjetivo. Tal preciSin cualitativa, ese estado de absoluta distincin de la cualidad, aparecer claramente cuando se consideren ciertas
vacunas o sueros precisos,' cuidadosamente numerados, designados mediante un juego de letras exactamente fijados. Se comprende entonces,
cmo el producto cientfico es un momento particular eshictamente definido y una tcnica objetiva. Para determinarlo no se confa en una actvidad sustancial ms O menos sorda, sino que se busca un instante de la
evolucin y en l se fija e inmoviliza la sustancia. Vista as puede decirse
que ella no es sino una concretizacin de ideas tericas abstractas. Sin
tales ideas tericas no podra crearse la sustancia, pues establecer de una
manera permanente una propiedad en un estado estrictamente definido,
implica en verdad crear una sustancia.
El camino del conocimiento cientfico es, entonces, el camino de
la abstraccin. La elaboracin a partir de la experiencia de los fenmenos -siempre empobrecida ,por los obstculos que tratamos- de la constitucin de categoras abstractas, felizmente inspiradas en las objeciones de
la razn.
En esta linea de pensamiento se inscribe sin duda la postulacin
metdica que formulara Karl Marx, casi un siglo antes y que aporta ejemplos para el campo de las ciencias sociales. En prrafos ya famosos de la
15
16
CUESTIONES EPlSTEMOLGlCAS
En qu consiste? En el rol predominante que juega nuestra i.p.tuicin de la vida, nuestro cuerpo como objeto privilegiado.
.
Proyectamos en nuestras explicaciones, la inrnicin de nuestra lpropia existencia vital y ella da fOJnla, estiliza, preconstirnye otras naturalezas, otros fenmenos, a imagen y semejanza de nuestra naturaleza, de lo
que somos nosotros mismos como fenmeno psicobiolgico.
.
Bachelard afirma: " ... en resumen, a las trabas casi nonnales: que
encuentra la objetividad en las ciencias, puramente materiales, ha de agregarse una intuicin enceguecedora que toma la 'vida' como dato claro y
general, que confa en la unidad de su objeto ... se ve entonces constirnirse un verdadero fetichismo de la vida, de comportamientos, que persiste
en pocas y dominios, en las que asombra que no haya producido mayor
escndalo".
El autor circunscribe el anlisis de este obstculo a un rea definida
y lo ejemplifica a travs de diversos equvocos que inciden en las experimentaciones de la fisica.
As, se hacen temticos los conceptos de "enfermedad", de "fecundidad", o de "digestin". En ciertas explicaciones se caracteriza la enfennedad que sobreviene a los metales, que al ser extrados de la tierra
se transforman y al igual que el hombre viejo padecen decrepitud, ",.gr. :
" .. .la herrumbre es mia enfermedad a la que est expuesto el hierro ... " o
"el imn pierde su fuerza magntica cuando est corrodo por la herrumbre", " ...se encuentran imanes que reconquistan parte de su fuerza, cuando se les ha quitado la superficie atacada por la enfermedad~' (Bruno,
1785).
El mito de la fecundidad ha fundado innmeras explicaciones sobre
la existencia de minerales. As, se ha sostenido que las limaduras de hierro "sembfadas" en una mina han servido como fenmeno seminal que al
cabo del tiempo produjeron nuevas cantidades de mineral.
.
Los ejemplos se repiten en las ciencias de la naturaleza, pero tam.bin se registran en las ciencias sociales. Esta concepcin animista; no
subyace acaso en las tesis organicistas de las teoras del Estado? No se
halla presente en las ideas de Hobbes?
y ms ac, concebir a la sociedad como una estructura de funciones
equilibradas~ parece acercamos a una "fisiologfa social" en donde las
conductas anmicas representan estados patolgicos y la sociologja, el
lugar desde donde se elaboran las terapias adecuadas.
Esta concepcin, propia de la sociologa clsica, est cargada de
animismo. Se presenta como conocimiento precientfico y cumple un ;papel
paradigmticamente elusivo del objeto social. Sirve para oscurecerlo,
17
llL
CONSIDERACIONES FINALES
Los obstculos descriptos eran atribuidos por Bachelard a la influen~ia pe~ne~te sobre el alma humana, de los gl-andes temas imaginarios,
ante
18
CUESTIONES EPISTEMOLGICAS
CAPTULO
II
RELATIVISMO EPISTEMOLGICO
Comenlarios sobre Beyond objetivsm
and relativsm de R . J. Berstein
21
CUESTIONES EPlSTEMOLOlCAS
RELAnVISMO EPISTEMOLGICO
-dad. Cuando la explicacin cientfica., cualesquiera fueran sus presupuestos avanz sobre el mundo encantado de los mitos y de las fbulas establ:cidas por centurias, no produjo menor grado de insegurida~, porque
oblig a los hombres a modificar drsticamente sus representaciones del
mundo.
Contemporneamente, la confrontacin entre los modelos del absolutismo y el relativismo cognitivo sigue estando presente en el desarrollo
del debate epistemolgico. Pero el papel dominante que durante ;buena
parte del siglo XX tuvieron las tradiciones objetivistas, se ha visto co~
movido por la heterodoxia de algunos de sus representantes y por la relevancia critica de algunos de sus oponentes.
En este texto que en lo sustancial recoge con afn divulgatorio los
estudios de J. R. Berstein expuestos en Beyond objetivism and relativism
-Blackwell, Oxford, 1987- haremos esquemticas referencias a unos y
otros.
20
1.
11.
Hans Gadamer (Verdad y mtodo, 1960) es un continuador del pensamiento comprensivista propio de la tradicin ale~ana iniciada por Dilthey.
Este autor opone a la ilimitada expansin del i>ensamiento positivista y
cientificista el mrito de una hermenutica que reivindica los logros de la
filosofia prctica aristotlica, de la tradicin mro;ieval que culmina en Vico
y de aspectos d la fenomenologa y el pensarrjiento de Heiddeger.
Gadamer pone en crisis el legado cartesiano y sus dualismos clsicos (mente-cuerpo; sujeto-objeto; naturaleza-s<;>ciedad; cte.) y, con ello,
la bsqueda obsesiva de un fundamento nico y la reivindicacin del
mtodo matemtico ejercitado por una razn abstracta. universal yexenta de contingencias histricas. Segn Gadamer, pescartes se apoya en una
errnea concepcin del ser y, particularmente, d~l ser en el mundo, lo que
acarrea tambin, consecuencias errneas epistfu-icas y metdicas.
22
CUESTIONES EPISTEMOLGICAS
nI.
RELATIVISMO EPISTEMOLGICO
23
24
CUESTIONES EPISTBMOLOICAS
IV.
Las ideas de este singular pensador se divulgan ' en los afios sftenta,
bsicamente a travs de su trabajo denomindo "Contra el mtodo" yde un
bro posterior que titul Por qu no Platn. Se trata de un polemist4-~~oso
e inteligente en buena medida desacreditado por .s~ fuerte perfil 9~lbco.
Propone que junto con las metodologas tradiCionales ~ebe ~ntarse.
al mismo tiempo, con otras que contengan el error como mgredi~nte.
Su al'gumento es que la historia misma de las ciencias muestra que
buena parte de los ms importantes d~scubrimiel1tos son producto.ide fallas metdicas, de desviaciones expenmentales o de meras casual; iades.
La ciencia transmitida ha simplificado y adulterado los procesos re~lmente
acaecidos, impregnndolos de una ,l gica racionalista. Sin embargq. como
dice Bunge, no hay teorlas sino hombres que teorizan. No debe pues
25
RELATIVISMO EP1STEMOLblCO
V.
rI
CONVERSACION
. ricano, de enorme predicamento en el pensam~ento contemporneo, influenciado por el pragmatismo de James y de Pewey, se presenta como
un deconstruccionista antiobjetivista.
Desde su perspectiva, la tradicin moderna,de la epistemologa (Descartes, Locke, Kant) ha quedado embretada eq la metfora de la rcpl'e-
26
CUESTIONES EPISTEMOLGICAS
CAPTULO
III
FICCIN Y VERDAD
EN LA ESCENA DEL PROCESO
28
CUEsnONES EPISTEMOLG1CAS
los hombres; y los sacerdotes que tenan acceso preferente a Sus m.ensajes, reemplazados por individuos especializados en un saber capaz de entender. ex.plicar y predecir el mundo natural.
Este fenmeno impacta en el modo de concebir el derecho y consecuentemente en los sistemas de legitimidad referidos al ejercicio del poder social. Weber lo denomin el "desencantamiento del orden", alexplicar que la potestas secularizada pierde su carcter metafisico y sus anclajes
trascendentales, comenzando entonces la elaboracin de su fundamentacin racional positiva. En sus posiciones ms extremas, esta elaboracin rechaza a la filosofa misma, a la que confunde con pura metafsica
y demanda pruebas a partir de estudios empricos, controlables y susceptibles de repeticin, a los que denominar "ciencia", nico conocimiento
basado en In razn, que pasar a ocupar una posicin prevalen te en la
organizacin modema del conocimiento. Pero, como dice el autor antes
citado, tal perspectiva traia aparejados algunos problemas. En los siglos
anteriores al nacimiento del modelo experimental, tanto la teologa como
la filosofa se ocupaban DO slo de la verdad" sino tambin del "bien".
Desde entonces, este ltimo pas a ser problema exclusivo de la filosofia
(o de la teologfa) y la verdad, problema de la ciencia. Para algunos, el
nico problema, puesto que postularon la inwscemibilidad racional del
bien, como por ejemplo 10 baca Kelsen, en el marco de su relativismo
moral). Dice Wallerstein que la citada distinci6n entre la nocin de verdad y la de bien, es lo que da nacimiento a aquellas "dos culturas" y asocia el conocimiento de la ciencia de modo exclusivo, a la cuestih de la
verdad. Pero en este punto puede identificarse un nuevo problema: quin
decide y cmo, cundo un conocimiento es cienUfico, a partir de !la vertiginosidad de cambios, mutaciones y refutaciones que se materializlUl al
interior de su propio discurso? Se puede pensar que lo hace la comunidad de cientficos involucrados en el campo disciplinario correspondiente, como postula Thomas Kuhn, pero ello implica atribuir el po4~r que
dimana de la verdad, a un muy pequefio ncleo de personas. La R~pbli
ca de los filsofos, reemplazada por la Repblica de los cientlfic:o s par. ticulares. Esta concepcin controvierte el sentido comn. La sociedad percibe de manera constante el estrecho vinculo establecido entre el rgimen
de verdad y el ejercicio del poder; percibe los usos sociales y po1~icos de
la ciencia y reclama la reformulacin de un discurso de saber que ser: capaz
de reconciliar y cOntener, a un mismo tiempo, la idea de verdad y la de
3 KELSEN, Hans, Teora pura del de""cho, UNAM, Mxico, 1986, ps. 7Ly ss.
4 PRIGOGlNE,: I1ya,
29
CUESTIONES EPISTEMOLGICAS
sostenan tales opciones divergentes, no haban alcanzado auu cierta madurez evolutiva en su propia cultura. Los estudios de la complejidad y
los estudios culturales cumplen con la tarea de desmontar estas visiones
eurocntricas, errneas pero funcionales para reproducir estructuras de
hegemona, del colonialismo al imperialismo. Aquellos estudios enfatizan,
en un caso, la creatividad de la naturaleza en el proceso de su autoreproduccin; y en el otro, destacan que los textos son fenmenos sociales
y por ello contextuales e histricos, creados y ledos (es decir, interpretados) en un cierto tiempo y lugar. La construccin del sentido no es monopolizable, y la realidad social se constituye corno mltiple y diversa. Cada
expresin de esa realidad, resulta as, igualmente necesaria para entender
la interaccin humana.
Los fundamentos de las "nuevas ciencias" intentan superar la tensin permanente que desde finales del siglo XIX, prcticamente hasta finales del XX, enfrent, en tanto modelos tericos acerca del conocimiento de lo social, por un lado al explicativismo que subray~ba el paralelismo
lgico entre los procesos humanos y el resto de los procesos materiales,
y por el otro, al comprensivismo (verstehen), que entenda que la "accin
hwnana" no era susceptible de pesarse o medirse, de sterte que demandaba un mtodo diferente para su interpretacin y conocimiento, desde la
empatia de Dilthey, los tipos ideales de conducta de Weber, la socializacin y la perspectiva, introducidas por A. Schutz en la estela de la fenomenologia husserliana, la lingstica del segundo Wittgenstein aportada
por Peter Winch, hasta las tesis hermenuticas de Gadamer, Ricoeur,
Davidson y otros.
Las nuevas ciencias 'proponen una perspectiva epistemolgica distinta,
que denominan "constructivismo radical" 5. El conocimiento deja de ser
entendido ahora como una representacin mental de la realidad y la con~
ciencia como un "espejo de la naturaleza". Dado que toda realidad no
inefable es "realidad comunicada", es preciso entender que lo que est
afuera de la conciencia de los sujetos, es algo mS que pura externalidad,
es tambin comunicacin., esto es, construccin de sentido. Lo que est
"afuera", lo "real", adquiere esa condicin, en un proceso de intercambio
comunicativo que lo constituye como real, porque resulta mediado por
palabras, por significaciones, por historias previas, por smbolos, por valoraciones, por acuerdos, por precomprensiones del mundo. Peflltaseme
un ejemplo ilustrativo. A orillas del Ro Paran, en la ciudad de Rosario,
30
s Ver, entre on'os, VON GLASERFELD, Emst, "La construccin del conocimiento",
en Nuevos paradigmas. cl/l/uro y subjelivldad. Paid6s. Buenos Aires. 2002, p5. 91 Y ss.
6 BACHELARD,
~Im.
31
32
CUESTIONES EPISTEMOLGICAS
FICCiN Y VERDAD EN LA
11.
ACERCA DE LA "VERDAD"
-;
33
9 Ver MAc: CoRMICK, Ne. !,.egal Reasoning an1Legal Theory, CIaren don Press,
Oxford, 1978.
:
34
CUESTIONES EPISTEMOLGICAS
10 Eco, Umberto, Seis paseos por los bosques narrativos, Lumeo, Barcelona.
1996. p. 97 . Los paseos son otras tantas conferencias sobre la narrativa, brindadas en la
Universidad de Harvard, en el marco de las Norlon Lectures, durante abril .de 1993.
35
III.
ACERCA DE LA FICCiN
36
37
CUESTIONES EPISTEMOLGTCAS
Las ficciones no son muy empleadas en el antiguo derecho de Medio Oriente, segn afinnan expertos como Pierre J. 1. Oliviei" 12. Tampoco
en Grecia. Para Vahinger.la ficcin valiosa cientficamente, es hija de la
modernidad, aunque los juristas romanos hicieran de eUa un uso prctico
muy generalizado. Lafictio juris era considerada una construccin a travs de la cual se asumian ciertos actos como acaecidos, con conocimiento
de que ello era falso, a los fines de extender, crear, o explicar una!reg}a
legal, porque la ley as 10 precribia en foOlla irrefutable. Existen nlimerosos ejemplos del uso de las ficciones en diversos institutos del derecho
romano como lo son la per legis actionem y la per formulam, la capitis
diminutio, la jmagjnarium vendita a los fines de la emancipatio, y tantos
ms. Dice Mar: En base a estos procedimientos el derecho civil se forjaba dioses (consagracin), hijos (adopcin), cambiaba la vida en muerte
(muerte civil) y la muerte en vida (restitucin), las personas en ;cosas
(capitis dimnutio) y las cosas en personas (personificacin). Abola la
distancia y el tiempo, para cambiar la ausencia en presencia. En una palabra, las ficciones suministraban un arsenal de tcnicas para eludir los
obstculos que la realidad levantaba frente a las acciones humanas~ proporcionando una autntica alquimia, una potente herramienta para transfonnar la realidad" 13.
Sin embargo, a pesar de que los romanos hicieron el extendido uso
de las ficciones que se aludiera ms arriba, legando al derecho occidental
todo su entramado prctico-operativo, no se preocuparon por elaborar su
naturaleza desde un punto de vista conceptual. Esta tarea les cupo, en
cambio, a los medievalistas quienes debieron "cristianizar" la lgiCa naturalista y pragmtica de la que llegaban cargadas las instituciones romanas. Para ello equipararon la idea de Dios con la de naturaleza e hiCieron
interpretable el sentido del artificio borrando, tanto como fuera PQsible,
la impronta romnica que pretenda subvertir la obra autnoma de la naturaleza, al consagrar simulacros contrarios a la evidencia misma de los
hechos.
Con todo, las ficciones cumplieron un papel estratgico en l~ fundamentacin del orden medieval. Entre otros pensadores clsico~ rcabe
evocar a Juan de Salisbury, quien en su conocido Policraticus estabJeci
una distincin entre persona pblica y prvala vD/untas, lo que le pennita distinguir en el prlncipe, una dimensin pblica y otra prjvada. Ep esta
12 Ver OUVIER. Pierre J. J., Legalfic/ion and legal sc;ence, Rotterdam Uniyersity
Press. 1975.
-.
13 MARI, E. E. , La tearla ... , cit., p . 266.
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~.
14
38
CUESTIONES EPISTEMOLGICAS
Muchos son los auto'res, clsicos y contemporneos que se han ocupado de las ficciones, particulannente de las de naturaleza legal y/o polirica. Hemos citado a algunos en los prrafos anteriores. Agreguemos los
nombres de Van Thomas, Pierre Legendre, Jerome Frank, Lon Fuller, Hans
Kelsen y Alf Ross, entre los ms divulgados entre nosotros. Baste recordar aqu, muy brevemente que Kclsen, al :fm de su vida, modific su punto de vista acerca de la n,aturaleza epistmica de la norma fundamental,
aquella que atribuye unidad y valdez al conjunto de normas. Por muchas
dcadas la pens como una "hiptesis gnoseolgico-trasceodental" o como
una "hiptesis bsica", pero en un ensayo pstumo denominado "La funcin de la Consttucin" entendi que se haba equivocado y que la norma fundamental deba ser considerada en adelante una ficcin perfecta
. en el sentido de Hans Vahinger, es decir, un enunciado no slo falso, sino
tambin autocontradictorio 15.
Por su parte, el derecho contemporneo de Occidente ha aceptado
sin beneficio de inventario la herencia de lafictio juris. Ella est a la base
de sus dos grandes supuestos legitimatorios: que todos los hombres son
iguales ante la ley y que el derecho se reputa conocido por todos. Pero
tambin est en la teora de los conmorientes, en la persona jurdica, en
el carcter de bien inmueble atribuido a un papel que instrumenta derechos reales sobre tal irunueble, en la cosa juzgada, en el carcter de inmuebles por accesin atribuido a ciertos bienes muebles, en la ausencia con
presuncin de fallecimiento, en las obligaciones propter rem o cabalgantes,
en el caso de los mellizos que la ley considera a todos los efectos como
de igual edad, aunque hubieran nacido aun en diversos das (lo que es
clnicamente factible). Cabria distinguir aqu entre ficciones y presunciones, iu~is tantum o iuris ,et de :iure, es decir, las que admiten pruebas en
contrano y las que no lo admiten, para cumplir con un anlisis ms preciso. Sin embargo, no es se el propsito de este texto. A los eventuales
interesados, remito al ya ponderado trabajo de Enrique Mari. Me conformo, a los fines del ltimo y prximo apartado, si he conseguido dejar en
ciaro que el discurso del derecho y la compleja tecnologa (ars juris) en
el que se sustenta, estn basados en un criterio de verdad precario y en
un slido entranlado de ficciones fundadoras u operativas.
ps. 81 y ss.
IV.
39
Para describir y entender la escena del proceso los juristas han apelado tradicionalmente a la idea de "subsuncin". Ella no es, sin embargo,
demasiado explicitada por la doctrina, ni en trminos prcticos, ni en trminos metdicos. Podra pensarse que detrs de esa idea existe alguna
reminiscencia de la nomottica de Hempel y el argumento de que un caso
pertenece a una familia de casos si es posible mostrar que su cobertura
lgica es similar a la de la fanlia en cuestin. La exp!iaacin ms elemental y generalizada, en cambio, postula pensar la subsuncin como una
especie de silogismo lgico de tipo aristotlico en el que la norma jurdica aplicable opera como una premisa mayor, el o los hechos como premisa menor y la sentencia como conclusin. El juez, conocidos los hechos,
a la luz de la/s norma/s procede a calificarlos denticamente y de seguido a condenar o absolver. Sin embargo, si bien se mira el processum
judicandi es muy distinto. Por de pronto el Juez no tiene a su disposicin
los hechos. Ellos han ocunido ya, con anterioridad a su intervencin.
Corno dice Jos Calvo Gonzlez, profesor de la Universidad de Mlaga y
tilla de los ms conspicuos y destacados expositores de las teoras narrativas en el campo del derecho: "El proceso se ocupa de una realidad ya
vivida, y en este sentido plenamente gastada; incumbe a hechos pretritos, hechos agotados que definitivamente quedaron en el pasado, hechos
pstumos, hechos, en suma, donde junto a su presente existencial, tambin su posible verdad fctica est desaparecida" 1".
Dado que los hechos no hablan por si mismos, son mudos. para poder "orlos" procesalmente, agrega el citado autor, es menester reconstruirlos corno narracin. Esto es lo que har el juez. Una tarea de montaje, de
edicin. Pru'a ello tomar primeramente en cuenta los dichos de las partes, produciendo una primera seleccin en la que desecha cierto contenido
factual por considerarlo inelevante y centra la produccin de las pruebas
y el debate argumentativo, en aquel contenido que s considera pertinente
a los fines del proceso. Luego, selecciona tambin las pruebas, autorizando la produccin de algunas y rechazando la de otras. Finalmente organiza un relato de relatos. Porque los elementos probatorios, en su inmensa
mayoda. se presentan como relatos. Los dichos de las partes ya lo son,
pero tambin los de los peritos y los de los testigos, alguna prueba docu16 CALVO GONZLEZ, Jos, "La verdad de la verdad judicial. Constroccin y rgimen narrativo", Rfvisla Imernazionale di Filosofia del Dirillo, Giuffn~. Miln, 1999,
fase. 1, p. 29.
40
CUESTIONES EPISTEMOLGICAS
mental puede tener tambin la forma de un relato, como por ejemplo una
escritura notarial que instrumente una compraventa o un reconociniiento
de estado o una cesin de derechos.
Se trata de diversas textualidades heterogneas y dispares, todas ellas
portadoras de sentido. A los fines de "su relato" el juez debe ecu8Iizar
aquellos sentidos, es decir, debe correlacionarlos, tornarlos consistntes
en aquellos tractos que de una forma u otra., entramarn su propio djscurso. La complejidad de esta tarea y su resultado no poseen garantias : ~go
rtmicas. No hay frmulas matemticas ni lgicas que aseguren que las
elecciones/selecciones del magistrado sean necesariamente certeras, ni
cuando escogi los hechos relevantes, ni cuando iriterpret los diversos
relatos que tuvo a su alcance.
y todava una dificultad ms. Aunque cualquiera de los relatos producidos puede apartarse intencionalmente de los hechos, tal y como han
podido ser conocidos por diferentes narradores (peritos o testigos), tal
apartamiento supone iljcitud y consiguientemente, riesgo de sanciones.
Pero esto no ocurre en relacin con las partes que, como es sabido, no
estn obligadas a decir verdad, ni a declarar 10 que puede ocasion~les
perjuicio, en funcin de consagradas garantas fundamentales propias del
constitucionalismo contemporneo, en el caso al que aludo, la de la intangibilidad de la defensa en juicio. Las partes cuentan "su'" verdad que es
siempre, como sostiene Calvo Gonzlez, una estrategia ru;rrativa de verdad, cuya finalidad por lo general es doble, por un lado afirmar la versin propia y por el otro, esmerilar, reducir, controvertir la de la parte
contraria.
Por otra parte, al tiempo de fonnular su propio relato seleccionando
reorganizando, "editando" la multiplicidad de relatos del proces, el jue;
debe decidir cules son las normas aplicables al caso. Por lo general se
tratar de un set de normas, de un subconjunto normativo que asociar
reglas procedimentales con disposiciones de fondo. Tampoco existen ni
para el caso de las primeras, ni para el de las segundas, criterios mecnicos, ciertos, irrefutables para su determinacin. Una vez ms el juez deber usar estrategias euristicas, en las que su propia intuicin jugar un
papel preponderante.
.
Este juez receptor-narrador se encuentm en algn sentido limitado a
construir una verdad que sea la verdad del proceso, o quiz result~ ms
preciso decir la narracin verosImil del proceso, un.a vez que hemos visto
ya, cun esquiva y precaria es la nocin de verdad y sobre todo la de
verdad histrica., es decir la que se refiere a la ocurrencia de ciertos be'"
chos. El prestigioso historiador estadounidense Hayden White sostiene que
el discurso historiogrfico suele atenerse para su desarrollo a ciertos datos, documentos, registros, etc. Cuando stos faltan en relacin a un tracto
concreto de ese ruscurso, quien lo fonnula r~llena el hiato de la manera
que resulte ms coherente a los fines de reac~var su prosecucin. De tal
modo, que la verdad historiogrfica tiene Ol~ que ver con la coherencia
narrativa que Gon la objetividad del material en que se funda 17. Como deca
Jorge L. Borges: "la verdad mstrica no es
que sucedi, sino 10 que
juzgamos que:sucedi" 18.
.
I
Como quiera que sea, la verosimEtud es un dato en buena medida
contextuaI, que diversos institutos procesale ayudan a delimar, ~omo
por ejemplo el de la traba de la litis, el de l~ hechos alegados y probados, etc. Se trata pues de verosimilitud en un 'mundo posible", como diria
Ecco, en el I?undo posible de Hamlet o en el mundo posible de Lo que el
v~ento se llev o en el mundo posible del expfe. 6345/05 del Juzgado CivIl X, Secretara Y, caratulado "Prez, Juan ~. Garca, Jos s/ordinario".
Ahora bien, aunque los elementos contextualeS son deterfilinantes los ele. mentos paracontextuales juegan su papel en e~ta liturgia. Me refi~ro a los
factores que operan en el imaginario de la soci~ y respecto de los cuales
los jueces, que son seres sociales y que no elaboran sus sentencias solipssticamente, son necesariamente sensibles. ~urante muchos aos se juzg sobre la base de la responsabilidad por culpa, las acciones de quienes
producan daos a terceros manejando auto~otores de manera riesgosa,
corriendo carreras en sendas transitadas pOl!' 9tros vehfculos o por peatones. Cuando ~ste delito se generaliz y com~nz a ser frecuente la ocurrencia de ~ves accidentes y de numerosas vctimas, sin reforma legal
alguna, los Jueces comenzaron a fundar el reproche ya no en la culpa sino
en el dolo even~al, una figura penada de fo~a mucho ms severa. Podran traerse a.cuento muchsimos ejemplos 1s, para poner de manifiesto que cierto horizonte de sentido, vigente en un lugar y tiempo determinado que constituye el universo de las representaciones sociales, se filtra,
se desliza, con la forma de un discurso paratpxtual, al interior de la textualidad del proceso. Esta circunstancia cons~tuye una nueva dimensin
problemtica de la que es menester dar cuepta, para entender la ardua
construccin del discurso de los discursos, a !c uyo cargo se halla el juez.
Su tarea es, finalmente, como ya se ha rucho, constructiva. Y lo es
en mltiples sentidos. Una tarea que guarda Semejanza con la de un di-
10
I
17 WHITB. Hayden, El contenido de la forma, P , ids. Barcelona, 1992.
18 BORGES; Jorge L, "Pierre Menard, RUtor del Quijote", wFicciones", Obras completas, Emec, B.uenos Aires, 1974.
l .
41
42
CUESTIONES EPISTEMOLGICAS
rector de cine que filma diez horas de pelcula y luego edita un film de
dos horas. Estas dos horas son el resultado de una operacin de montaje
en una moviola. Es decir, de un sin nmero de selecciones y de "abducciones", de continuidades y discontinuidades productoras de sentido.
De repeticiones y de silencios, operados aqullas y stos para decir cosas, para expresar, para definir y establecer. Volvamos nuevamente a Calvo Gonzlez, para valemos de su elocuencia. El juez organiza su relato a
travs de un proceso qUe este autor denomina como "ajuste narrativo",
ajuste del material con el que cuenta, esto es, de las versiones de las partes, los dichos de los testigos, las peritaciones, los documentos, los con-
textos y los paratextos. Con todo esto " ... produce el 'ajuste narrativo":
revisa, compara, intersecta, discrimina, rehsa, y tambin prefiere, opta,
elige, e igualmente admite, y enlaza y elabora y armoniza hasta construir
la coherencia narrativa de lo discutido sobre los hechos y, por coherencia
normativa, fabricar el ensamblaje jurdico anudado a ella. Y as dice los
hechos y dice el derecho en un relato, el veredicto, que es verdad judiciar'. Y ms adelante: '<t.as consecuencias de esta detencin o solucin
de continuidad en el estatuto nalTativo de la 'fijacin' o ' esclarecimiento'
de los hechos que proyectivamente vena siendo el de la verdad histrica,
son muy importantes, porque franqueada esa frontera no slo se estabiliza
o dilucida el pasado, sino que el pasado se decide, dando a ver con ello
una manifiesfa voluntad de dominio que afecta el presente y, sobre todo,
alcanza al porvenir en la condicin de cosa juzgada" 19 .
He aqu presentada, la otra de las circunstancias que transforma el
discurso de los jueces en objeto tan singular y trascendente para la vida
social. No slo organiza el relato constructivamente. El modo en que lo
formula "Constituye" la realidad del mundo. Su veredicto (vere - verdad/dictum - dicho) tiene carcter performativo_ Est expresado en un lenguaje que tiene atribuida . la facultad de cambiar el estado de cosas existentes, una vez que las palabras de ese lenguaje han sido exteriorizadas.
El que no era culpable (presuncin de inocencia) pasa a serlo; la discutida propiedad de cierto bien se consolida en cabeza de alguien; el automvil amarillo que choc con el azul, cruz la bocacalle a 70 kmIhora,
etc. La historia no solamente sucede, dice el ya citado Hayden Whte, sino
que tambin es hecha, hecha sin duda por las acciones de los seres humanos en sinlacioncs especficas, pero hecha tambin por aquellos que escriben sobre estas acciones y las dotan de un significado que con frecuen19 CALVO GONZLI!Z,
43
cia es tan "ficcional" como una novela 20 . Los jueces escriben sobre las
acciones humanas, pero lo que escriben produce un efecto peculiar porque el sentido que les otorga las fija, las cristaliza, las torna unvocas, al
tiempo de decirlas con autoridad de cosa juzgada.
Esta visin acerca de la escena del proceso que lo aleja de ficticias
seguridades al no presentarlo ya como el resultado de prolijos y aceitados mecanismos lgicos y nos lo devuelve, en cambio, como compleja
construccin discursiva, problemtica y azarosa, no escapa, sin embargo,
a los marcos de sutiles entramados de racionalidad y razonabilidad, que
la cultura occidental ha constmido por siglos. Siglos de refinamiento de
las tecnologias jurdicas, siglos de socializacin producida por las escuelas de derecho, siglos de un saber especializado, siglos de una cultura
"tribunalicia". La perspectiva narrativista coloca en otro marco conceptual el anlisis de algunas problemticas tradicionales e induce a explotar
el enorme desarrollo de la lingstica contempornea, de la teora del discurso, de la socio-semitica, para el desarrollo de la teoria juridica de
nuestro tiempo. Una teora que slo puede valer como tal, si devela, si
reconstruye, si critica y si adems molesta un poco e incomoda otro tanto. Amn.
\'a,
20 WHlTE, Hayden, en GODOY, Cristina (comp.), Hisloriografla y memoria colecriMio y Dvila, Buenos Aires, 2002, "Prefacio" .
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DERECHO Y POLI1fICA
PARTE
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COMENTARIO
En este captulo se han incluido tres textos que a primera vista puedcn resultar heterogneos. Sin embargo, en realidad, no lo son tanto. En
conjunto se refieren a las dimensiones polticas del derecho.
En el primero, se analiza el tema del "Acceso a la justicia". Bajo esta
denominacin se viene considerando, especialmente en Amlica latina., el
fenmeno socio-cultnral consistente en la existencia de vastos sectores de
la poblacin para los cuales el servicio de justicia resulta una mera entelequia. Ms all de las garantas constitucionales y de los procesos de
reconduccin democrtica de los pases del subcontinente, la marginalidad
extrema, las ban'eras econmicas y culturales, impiden la posibilidad de
que enormes contingentes de personas puedan ejercer sus derechos, llegar con sus reclamos a la jurisdiccin. Como en El proceso de F. Kafka,
los pobres, los marginales, los desheredados, se quedan ante las puertas
de la ley. No pueden transponerlas.
La cuestin tiene una historia especfica en Amrica latina y a ella
se hace referencia. Tambin se seala de qu ignominioso modo las polticas neo conservadoras aplicadas durante la pasada dcada de los noventa, resignificaron perversarmente la exclusin y ocasionaron dafios en el
tejido social en algunos casos irreversibles y, en otros, que llevar muchos afios superar.
En el siguiente texto se analiza el fenmeno de la globalizacin y su
impacto en el mundo del derecho, que resulta interpelado desde cuestiones tan fundamentales como la subsistencia o no de la' categora de Estado-nacin, !lasta las de identidad y ciudadana. La sociedad de nuestra
poca ha incrementado de manera exponencial sus posibilidades de interaccin a travs de las nuevas tecnologas de la informacin y de las
migraciones mas:ivas. Ello implica relaciones sociales ampliadas, en el
complejo marco de la rnultietnicidad y de la multiculturalidad. Todos estos, acontecimientos de nuevo tipo que ya exigen respuestas especficas,
de las que el derecho an carece.
48
DERECHO Y POLTICA
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CAPTULO
IV
ACCESO A LA .JUSTImA:
EXCLUSIN y ACULTUR.k\.CIN
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l. ELASUNTO
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Las tesis dI! F. V ARELA Y H. MAruRANA, destacad!3s cientlficos chilenos, han influido de manera singular en el giro autopoitico adoptado por Nicklas "uhmann para
renovar la formulacin de su tCOTa y de 105 sistemas soda les; ver entre muchos olTOS
textos "La autopoi$is de los sistemas sociales", Zona Abikrta, Madrid, 1995, nro. 70n l,
J
mantiene en todos los niveles de complejidad que tengan que ver con lo
vivo: clulas, organismos, sistema nervioso, comunicacin, lenguaje, conciencia, sociedad. Es decir, no hay discontinuidad entre lo humano, lo
social y sus ralces biolgicas". Este principio es contrario a los que se
derivan de Darwin, pues no otorga preferencia al ms apto. Agrega el autor:
"El amor o, si se prefiere, la aceptacin del otro junto a uno en la convivencia, es el fundamento biolgico del fenmeno social; sin amor, sin
aceptacin del otro junto a uno no hay socializaci6n y sin socializacin
no hay humanidad. Cualquier cosa que destruya o limita la aceptacin del
otro junto a uno, desde la competencia hasta la posesin de la verdad.,
pasando por la certidumbre ideolgica, destruye o limita la posibilidad de
que se de el fenmeno social, por lo tanto, lo humano. Porque destruye el
proceso biolgico que lo genera" 1.
n.
"
DERECHO Y POLTICA
50
ANTECEDENTES
51
ficios de la jw;sdiccin, lo que significaba gozar de las garantias nnimas que el sistema les prometa, sin concedrselas.
Bueno o malo, aquel proyecto de la Alianza para el Progreso naufrag poco tiempo despus en DalIas, COIl el asesinato del Presidente que lo
impulsara, Sin embargo, si algo subsisti fue la proliferacin de centros
de estudio sobre la realidad socio-poltica y cultural de nuestros pases.
As, el sistema de estratificacin social, el rol de las distintas clases y
fracciones de clase, el desarrollo econmico, la dependencia, los marcos
institucionales, las formas de la representacin y, entre otros, el acceso a
la justicia, se constituyeron en temas permanentes de la' agenda pblica
de discusin e investigacin de los cientistas sociales, buena parte de los
cuales se haban formado acadmicamente en las escuelas de derecho, pero
emigraban ahora hacia un tipo de conocimiento que abandonaba la dogmtica tradicional y asumia enfoques multidisciplinarios: antropolgicos,
socio-polticos, econmicos, culturales, educativos, etctera.
Pocos aos ms tarde, se refuerza la centralidad de la cuestin del
acceso, como consecuencia del impacto que producen las investigaciones
dirigidas por Mauro Capeletti y Bryan Garth. El denominado Proyecto
Florentino, desarrollado durante cinco aos, cont con el aporte de ms
de cien investigadores de distintas reas, de treinta diferentes pases y se
public en seis tomos, en el ao 1979. All se analizaba la cuestin de la
pobreza exh'ema y de la exclusin social como obstculos fundamentales, pero se reflexionaba tambin sobre otros tpicos, tales como la emergencia de los llamados derechos difusos y la implementacin de medios
tcnicos que pudieran coadyuvar a mejorar la vinculacin de la ciudadana
. con los tribunales de justicia: v.gr. simplificacin de los procedimientos,
nforrnalismo, mecanismos alternativos de resolucin de conflictos, descentralizacin de la administracin de justicia, ombudsman, etctera.
De modo, pues, que, como queda dicho, el tema del acceso a la justicia o bien mirado, el de la inaccesibilidad de la justicia, ha estado presente en la agenda de las polticas de Estado, desde hace cuatro largas
dcadas.
lIl.
LA SITUACTN ACTUAL
52
DERECHO Y POLITICA
que, segn las estimaciones del organismo, existen hoy en todo el orbe,
250.000.000 de nios trabajando.
I
En suma la segunda dcada infame, ha aumentado la exclusin y la
desigualdad enproporeiones de escndalo. El Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS) de lla Universidad de La Plata, ha encarado 'un importante estudio, el ms bompleto hasta ahora, sobre el mapa de la desigualdad econmica en Latinoamrica, el cual formar
parte del Reporte 2003 del Banco Mundial para la regin. El trabajo abarca
el relevamiento de veinte pases y el directo~ del CEDLAS, Leonardo
Gasparini, en entrevista periodistica reciente (Clarn del 15/6/2003) ha adelantado otros d~os elocuentes. Segn explica, l~ Argentina es actualmente mucho ms desigual que hace treinta aos. Qurante los 50 y 60 pobreza y desigualdad se mantuvieron ms o menbsestables. En los 70 la
participacin en el ingreso del 10% ms pobr~ de la poblacin, era del
orden del 3%, mientras que hoyes inferior al ~'%. En el otro extremo, la
participacin del 10% ms rico, era del 25% en' los 70 y hoy se ,aproxima
al 40%. El ingreso promedio de lma persona en el decil ms rico, era alrededor de di.e z veces superior al ingreso prorttedio de una persona del
decil ms pobre; hoy la diferencia es de ms de cuarenta veces.
Los nmeros y las estadsticas slo sirven ipara coO'oborar el estado
de situacin tantas veces denunciado en estos aos: grandes contingentes
sociales han sido progresivamente privados de ~limentacin bsica, escolaridad elemental, trabajo e interaccin con los sectores socialmente integrados. Nuestro.mundo de intercambios simblicos, de valores y de prcticas societales, es para aquellos sectores, opaco e ininteligible. Y el suyo
de ellos, lo es para nosotros.
La exclusin basada en razones econmi$ era ms fcil de resolver. Se trataba de asumir la decisin poltica de redistribuir, a travs de
recursos dinerarios y no dinerarios (salud, eduCacin, vivienda, etc.), el
producto del esfuerzo social compartido, de fOfma ms equitativa Esta
otra forma de exclusin que hemos llamado cultural, es ms compleja e
insidiosa. Revertir los fenmenos que la expresan, nos llevar. muchos aos
y algunos de los maJes por ella producidos, s~
' ya definitivos. En este
contexto, la falta de acceso a la justicia, no es sino una dimensin ms
del drama que ls pases del tercer mundo, en . ellos el nuestro, deben
enfrentar hoy y oejar atrs para siempre.
1
Hace lmos aos publiqu Ull estudio J en el gue intentaba mostrar que
el derecho de nuestra complejidad epocal, pese a declararse a s mismo
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53
3 CRCOVA.
54
DERECHO Y POl1CA
conocido por todos, sin admitir prueba en contrario (nemine icet ignorare
iure) era, en realidad, un discurso instransparente, de significacin criptica, inaccesible en gran medida, no slo para el lego, lo era tambin para los propios operadores jurldicos, salvo en el acotado universo de sus
especializaciones. Analizaba algunas de las causas del fenmeno y sostena que la ficcin antes aludida resultaba, en el marco de un incesante
incremento de la complejidad social, ms groseramente contrafctica. Aduca que la opacidad de~cripta era, al mismo tiempo, fatalidad y designio. Fatalidad, en cuanto el mundo que vivimos ha aumentado exponencialmente la interaccin social, como consecuencia del impacto tecnolgico
en las comunicaciones y las frecuentes migraciones de masas poblacionales de un pafs a otro, de un continente a otro. A mayor interaccin, ms
sociedad, lo que a su vez demanda mayores prestaciones del subsistema
del derecho, generando inflacin nonnativa, crecimiento de sus operaciones internas y, consecuentemente, un ms alto grado de complejidad y
sofisticacin tcnica. Ello acan'ea intransparencia y hennetismo. Pero en
ese fenmeno hay tambin designio. Porque la falta de instruccin elemental, tanto como la marginalidad es el resultado de la aplicacin de
ciertas politicas; porque el saber juridico monopolizado en pocas manos, significa reparto del poder y eso es producto de decisiones poHticas;
porque el despliegue del der=ho como discurso ideolgico, que promete
lo que en la prctica niega, es recurso de hegemona yeso es decisin
poltica.
Esta otra opacidad producto de la exclusin de nuevo tipo, es ms
brutal porque responde a un modelo elegido y aplicado impiadosamente,
con altibajos, desde 1976. La Argentina ha sido desde entonces, una especie de laboratorio social donde se experimentaron recetas de dominacin vesnicas: primero, el genocidio armado producido por el terrorismo de Estado; ms bU'de, con formas de democracias "gobernadas" 4, el
genocidio socio-cultural de la miseria, del hambre, de las carencias ms
elementales. No es ste problema de un pas, ni siquiera de un continente, es problema global. Resultar ilustrativo evocar algunas ltimas reflexiones de uno de los socilogos ms importantes de nuestra poca.
Zygrnunt Baumann s ha caracterizado este presente como propio de lo que
4 Son aquellas en donde las decisiones politicas se tomnn no en los mbitos institucionalmente sealados sino en otros de tipo corporativo. confesional, etc. Y una vez
producidas, se legitiman pro forma en una parodia de deliberacin, ahora s, en <!quellos
mbitos institucionales.
S Ver "Suplemento Cultura]", diario La Nacin del 4/5/2003 .
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56
DERECHO Y POLTICA
Nosotros, los argentinos, empezamos tambin a tener mayor comprensin acerca de la realidad que nos aqueja, del drama que hemos v:ivido y
del que no hemos salido todavia. Pero, al mismo tiempo, en m~dio de
grandes dolores, de no poca sangre, debilitados y contusos, comeDzamos
a dar a luZ; con esperanzas modestas y con el optimismo del cora,zn, un
proyecto alternativo de pais. Han cambiado los ejes del discurso.: Se habla de inclusin social, de reparacin, de equidad, de decencia en: la funcin pblica, de fro de la impunidad.
Que buena parte del xito de estos anhelos depende de todos; parece
una verdad de razn. Que los operadores jurdicos tenemos allf, u,n papel
estratgico, parece una verdad de hecho,
,,
Habr acceso del conjunto de la sociedad a los beneficios de la jurisdiccin y. con ello, a las garantas fundantes del pacto societal, 'c uando
haya ms sociedad, es decir, ms integracin, ms trabajo, ms sahld, ms
educacin, Como decia Albert CaOlus: "Est la belleza y estn los humillados. Por dificil que sea la empresa quisiera no ser nunca infiel ni a los
segundos, ni a la primera".
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CAP1TULOV
I
DERECHO Y GLOBALIZ.!\CIN
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Durante buena parte del siglo XX, la teor(a jurdica estuvo dominada por dos paradigmas tradicionales, el jusJiaturalismo y el juspositivismo,
con acentuado'predominio de este ltimo que, de la mano de un autor tan
fundamental como Hans Kelsen primero y luegb de Herbert A. Hart o Alf
Ross, babia ocupado un espacio cannico. Estd es, haba conseguido establecer el "canon" de cientificidad, naturalmebte adecuado a sus principios y presupuestos epistmicos y metdicos. $er un buen jurista, pues,
consistia en oC1fparse de las nonnas y de su posible organizacin sistemtica y abordr, entonces, como cuestiones principales, los problemas
de consistencia lgica del sistema, de decibilidad y de completitud.
Se ignorab~ de ese modo que, en el juego del derecho, creacin humana, habia --cOmo en toda creacin humana- algo ms: estrategias, poder, legitimacin. reparto, intereses en pugna, interpretaciones, operadores jurdicos, ideologas, representaciones socildes, valores confrontados.
Sin embargo, para las concepciones basta entonces dominantes, eS,tos asuntos no eran materia pertinente del estudio de l?s juristas, pues stos deblan atender las problemticas de la validez y no de la facticidad. Y estos
dos mundos, el ~e la validez (deber ser) y el d~ la facticidad (ser) no resultaban cODDlet;lsurables.
I
Pero, a principios de los 70, el "malestar ~n la teora" se hizo pro. gresivamente ms intenso y comenzaron a surgrr otros modelos explicativos, otras visiones del derecho, que marcharon a la procura de rearticular
lo jurdico con lo tico, lo poltico, lo econmi~o. lo social. Me refiero a
las tesis de los ~munitaristas como Sandel, TaYlor, Walzer, Buchanan; a
la crtica dworkana al positivismo; al neo contractualismo de Rawls; a la
teora de la accin comunicativa de Habermasi al deconsbuctivismo de
Derrida, a la idea de "campo de saber" y "campo de poder" de Bourdieu;
59
DERECHO Y POLTICA
DERECHO Y GLOBALlZACIN
a la teora de los sistemas autopoiticos de Luhmann; y, por cierto tambin, a las distintas manifestaciones de la critica jurdica y al movimiento
del derecho alternativo y del pluralismo jurdico. Estos ltimos, dispuestos a explorar y explicar las dimensiones antropolgicas, sociolgicas y
polticas de la legalidad y a transformar esta ltima de discurso legitimatorio, en discw'so emancipatorio.
Han transcurrido, desde la poca que evoco hasta el presente, largos
treinta aos y podramos decir que, como estas corrientes lo afinnaban
tempranamente, slo desde una teora jurdica multi y transdisciplinaria
puede intentarse hoy dar respuesta a los desafos de la sociedad compleja
del siglo XXI.
Repasemos alguno~ de esos desafos.
Resulta un lugar comn de la teora poltica y la investigacin historiogrfica de las ltimas pocas, hacer referencia a los procesos de aceleracin del tiempo histrico. El pasado, ya no se cuenta en dcadas sino
en aos. Los seres humanos nacidos en la primera mitad del siglo XX,
hemos sido testigos de transformaciones tan profundas y vertiginosas que,
se afinna. ellas son .comparables con el conjunto de las acaecidas en el
transcurso entero de la'historia del hombre en la Tierra. Es probable que
se trate de una cierta exageracin. Sin embargo, no cabe duda que en pocos
aos se han reconfigurado a escalas inimaginables los horizontes de sentido de naturaleza cientfica, tecnolgica, cultural y civilizatoria.
El fenmeno de la' globalizacin -trmino huidizo y multivoco- ha
implicado segn palabras de Anthony Giddens, una radical transformacin de las nociones conocidas de espacio y tiempo. Por una parte, porque la revolucin tecnoinfomtica ha permitido un incremento exponencial
de los flujos comunicacionales, conectando a los hombres enU'e s a escala planetaria, en tiempo presente (in real time). Tal circunstancia ha producido impactos significativos en diversos planos: econmicos y tecnolgicos, claro est, pero tambin polticos y ticos. Zygmunt Baumann,
uno de los ms prestigosos socilogos de la actualidad, sostiene que el
problema moral pas a ser global.
Se dice que el Holocausto -afirma- concierne a tres categoras de
personas: las vctimas, los victimarios y los testigos . y bien, en el mundo
de hoy, todos somos testigos porque todos somos espectadores. Sabemos,
en el tiempo propio del acontecimiento, lo ocurrido en los ms alejados
rincones del mundo. Conocemos, observamos, el universo entero. Y precisamente por ello, adquirimos algn tipo de responsabilidad respecto del
destino del hombre y de la raza humana. Se trata de la globalizacin de
la responsabilidad . .
58
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DERECHO Y 'POLlTICA
DERECHO Y GLOB~LIZAcIN
esa realidad, resulta entonces, igualmente necesaria para entender la interaccin humana.
He aqui algunos, entre otros tantos, de los desafIos de un mundo en
transfollllaci6n constante.
.
La llamada globalizacin aparece as como un proceso complejo y
contradictorio en cuyo seno operan polaridades ineludibles: universalismo/particularismo; global/local; complejidad sistmica/accin de individuos o grupos.
;
Es en este contexto en donde tambin deben ser pensadas y ~cono
cidas nuevas subjetividades. Cambios en la organizacin de los ~odelos
productivos (del fordismo al just in time); crisis de la representacin politica como consecuencia de la brecha cada vez ms profunda entre representantes y representados. La corrupcin como factor estructuml de la
poltica. Desilusin y retraccin permanente de la participacin Popular,
en un escenario comunicativo mundial en el que se intenta legitimar la
tortura o el crimen como modo de luchar contra otro crimen, el del terrorismo internacional. Esto es, una especie de dialctica del exterminio entre
facciones que, sin embargo, afecta al conjuDto de la humanidad sin discriminacin y sin atenuantes, aunque se tienda con frecuencia el: manto
hipcrita de los llamados "dafios colaterales", que por ser tales se presentan como menos deletreos. En verdad, no IIq)Ortan las victimas. Ni quines, ni cuntas son. No hay distincin entre civiles y combatientes, entre
hombres y mujeres, entre adultos y nios. El sentido de la accin slo se
cuantifica en trminos de eficacia. De eficacia letal, por supuesto.
Pero, mientras estos horrores acontecen, no es menos cierto] que la
humanidad lucha por consolidar y ampliar valores civilizatorios y D9 siempre fracasa en esa tarea, v.gr. el ambicioso programa de intem~ciona
Jizacio de los derechos fundamentales, no ya como declaraciones ms o
menos vacuas, sino como progresivo avance de naturaleza institucional
para la creacin de una jurisdiccin internacional, capaz de juzgai y castigar los crmenes de lesa humanidad. Todo lo cual vuelve a situ~os en
la paradojalidad de nuestro tiempo.
Estas circunstancias incrementan la reflexividad social, es decir; coaccionan a la sociedad a mirarse a s misma y en esa instancia, a d~sechar
la concepcin ideolgica que la mostraba como un proceso "natural".
Lo social es entendido ahora como construccin humana. contingente
y azarosa y la llamada "realidad". como algo ms que pura materialidad
externa. La realidad es tambin sentido, smbolo, significacin. Es.te plus
de materialidad, este agregado de sentido, es construccin (es decir ;artificio. artefacto). Construccin, humana, social, histrica, positiva e iDtcrsub-
jetiva. El conocimiento deja de ser entendido ya, al menos para una importante corriente epistemolgica denominada "constructivismo", como
una representacin mental de la realidad y la ebnciencia como un "espejo
de la naturaleza". Dado que toda realidad no inefable es "realidad comunicada", es preciso entender que lo que est .fuera de la conciencia de
los sujetos, es algo ms que pura extemalidad~ es tambin comunicacin,
esto es, const.rQccin de sentido. Lo que est "fiuera", lo "real", adquiere
esa condicin, ~ un proceso de intercambio cpmunicativoque lo constituye como real; porque resulta mediado por p~bras, por significaciones,
por historias previas, por smbolos, por valoIilciones, por acuerdos, por
precomprensiones del mUndo. Permitaseme uq ejemplo que quiz resulte
ilustrativo. A orillas del Rio Paran, en la ci~dad de Rosario, provincia
de Santa Fe, en la Argentina, se levanta un en()rme monumento a la bandera. Se construy en ese lugar porque, segn!cuenta la historia, el GmI.
Belgrano, creador de la ensea patria, hizo ju~ar a sus soldados lealtad a
la misma. apro;:imadamente en esa zona. Y bi~n. ese monumento es, mirado en su pura materialidad, una combinaci~n de piedra, metal y pao.
Pero na.ce mira y consiguientemente nadie ve, ~u pura materialidad. Aprecia en cambio su valor simblico, es decir el chnjunto de sentidos asociados indiscemiblemente a su materialidad subStante. La realidad del monumento, no es la de la piedra, el metal y el p'afiO, sino la de su carcter
representativo en el imaginario social. Pero ~ carcter proviene de una
construcci.n dI( sentido de naturaleza comunc~liva, en el marco de lUla interaccin social con contexto y con historia. I
Es claro que las representaciones human~s significativas pueden estar "cargadas", como los dados del cubilete. !
Cargadas de contextualidad y hegemona. (por ello, las ciencias sociales deben reformular una nueva teora del imagipario, con los aportes de las
nuevas ciencias y con lUla nueva concepcin d~ lo subjetivo, que advierta
que no existen'ya las estructuras fijas de aotafio; que alIado de los sujetos individuales, se hallan los sujetos colectiv~. los grupos de inters, los
nuevos movimientos sociales. Y que estas identidades de nuevo tipo, conviven en perman~nte rearticulacin (la postmod~idad liquida de Banman n ).
han perdido fijeza y perdumbilidad. La ' teor~ social y tambin la teoria
jurdica, se encuentran, en consecuencia, demandadas a 'ofrecer criterios
hermenuticos,que permitan a los agentes idc!ntificar su propia posicin
en la realidad, tal como afirma, con acierto, Federico Schuster.
La subjetividad resulta asl, a un tiempoJ. ex.acerbada y amenazada,
porque las tradiciones y rutinas han perdido! eficacia para explicar los
procesos en trminos de causalidades lgicaf . Ello reclama, en conse-
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dente. Al contrario, hoy presenciamos una crisis de los modelos universalistas, la progresiva fragmentacin social y el aumento de la marginalidad
y la aculturacin.
iii) La idea del sujeto autoconsciente constructor racional guiado por
el inters econmico, apenas es un dato hipottico y contrafctico de una
teora social que se piensa como un juego. Al contrario, hoy se sostiene
que no es el sujeto el que construye a la sociedad sino sta la que construye al sujeto, haciendo de l, Un "sujeto sujetado" para usar una categora cara al anlisis lacaniano: sujetado por su socializacin, por sus
pulsioDes, por sus agonias. Y a su lado, minadas de nuevas subjetividades: gnero,etnlc.idad, opcin sexual, religin, ideologa, etctera.
En otros trminos, la comunicacin y 111 interculturalidad proyectan
en el espejo en que debemos miramos, la imagen de lo diverso y ello
produce un impacto dilemtico: El derecho a la igualdad, que tanto hemos defendido, comprende tambin el derecho a la diferencia?
Frente a la diferencia: imposicin o dilogo multicultural?
Un solo derecho o pluralidad de derechos?
Derecho como conjunto de nOlmas o como prctica social discursiva?
Estos interrogantes finales que podran multiplicarse en progresin
geomtrica, muestran a la teona y a la dogmtica jurdica, enfrentando
nuevos interrogantes, otras demandas preadas de historicidad, pero tambin de responsabilidad tica. A partir de la modernidad la regla de juego
bsica de organizacin del orden social pas a s.er el derecho. En consecuencia, el conocimiento del derecho, cada vez ms opaco, ms problemtico y complejo, atribuye a quienes de l disponen, tos juristas, los
hombres de leyes, un poder diferenciado respecto de los legos, de aquellos que actan las reglas como imposicin, como costumbre, como hbito. Sin comprender sino vaga y genricamente, en el mejor de los casos,
el sentido de los actos que realizan y que tanta trascendencia poseen para el curso ordinario de sus propias existencias. El saber de los juristas
otorga poder, poder social. Un poder ligado a la comprensin general de
las reglas de juego que organizan los fenmenos que acontecen en el vasto
escenru;o de la interaccin social. Pero el poder, corno sostienen desde
Foucault hasta Luhmann, no puede homologarse con la violencia. No hay
poder sin legitimidad, sin consenso, sin acuerdos . Por ello, el saber de
los juristas que tan alto grado de significacin asume en nuestros dlas,
confronta opciones de natw'aleza tica: O se compromete con los poderes
fcticos que estn amenazando la supervivencia misma del gnero humano, o con el proyecto de una sociedad ms justa y ms humana. Nadie ha
expresado, para mi gusto, con mayor elocuencia esta idea que un notable
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64
DERECHO Y POUTICA
C~PTULO VI
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l. Los ORGENEs
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El ESD, en trminos histricos y materiales, es una creacin del siglo XX que se consolida por espacio de tres dcadas, desde la segunda
postguerra hasta la crisis energtica mundial de mediados de los 70 y la
reorganizacin capitalista que sta provocara. ;
Con modalidades propias y acentuacion~ de una u otra de sus mltiples dimensiones, se corporiz en algunas de las grandes democracias
desarrolladas e institucionalmente estabilizadaskt.e Occidente; aquellas que
Robert Dhal denomin "poliarquas". En los mismos aos 70, se fueron
incorporando paulatinamente al modelo los paises del sur de Europa que,
luego de atravesar prolongados y oscuros per9dos de cro'e les autoritarismos, pudieron reconducir formas mstitucionales propias de las democracias constitucionales. ste fue el caso de Port4gaL, Espaa y Grecia.
Cuando anteriormente se ha afIrmado qu~ el ESD es una concrecin
histrica del siglo XX, no se pretenda ignorar que buena parte de los principios que 10 animan haban estado presentes iya en los debates tericos
del internacionalismo socialista del siglo XIX. Con esta expresin aludo,
en forma intendonalmente imprecisa, a los lispares y controversiales
encuadramientos tericos de la 1, la 28 y la 3' Internacional. El contenido de los debates que ocasionaron, se proyecta:sobre los albores del siglo
siguiente con fuerza incontenible, defIniendo 14fonna histrica que fln~l
mente adquieren las experiencias socialistas pQr una parte y las comuDlstas por la otra; De hecho, el anarquismo qulf relegado a posiciones
minoritarias aunque caracterizadas por un siqgular activismo y fuertes
influencias localizadas. El activismo asociado,i a un tiempo, a la divulgacin ideolgica y a la violencia terrorista; la in:fluencia localizada, referi!
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DERECHO Y pOLnCA
debates mencionados, confrontando con los tericos de la socialdemocracia, por la que sen tia inocultables simpatas y, ms duramente, con los
juristas soviticos del perodo stalinista, como Stucbka, Pashukanis o
Vishinsky l.
JI. NATURALEZA
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y CRISIS DEL
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ESD
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DERECHO Y POLTICA
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ta por sus tropas, a travs del asesinato liso y p'ano de poblaciones civiles
de no combatientes las violaciones al derech internacional de la guerra,
prisiones y torturas ~ue repudian al derecho ck! gentes, como las de la base
de Guantnanio; las mentiras usadas para justificar la invasin; el simulacro de juicio y el posterior asesinato de Saddam Hussein y como corolario, los negociados que produjeron fabulos~ ganancias econmicas para
pequeos grupos de la industria blica y consvuctiva ligados al Presidente de Estados UJdos y a sus colabOTadores i~ediatos, perfectamente acreditados por la prensa frente a la opinin pblica interna e intemacion~.
Todos estos datos, entre otros muchos que po9ran evocarse, han esmenlado la pretensin de Hderazgo del pas del Nqrte. Otros ejemplos pueden
proponerse, para probar el paulatino debilitaDliento de la ola conservadora; la derrota electoral de Azoar y su partido e~ Espaa o de Berlusconi y
el suyo en Italia, las fuertes chances atribuidf1S a la candidata socialista
en Francia. SLmiramos hacia Amrica latina podria afirmarse que el neo
conservadurismo de los 90, apenas sobrevive ~n Colombia. En el resto de
los ~s~s existe estab~lidad democrtica y proyectos polticos y socioeconoUllCOS que repudian las recetas del FMl, del BID o del BM y afirman modalidapes que llamar, a falta hoy <icf una mejor denominacin,
redistribucioni;stas.
~
Alguna de estas situaciones encarna algo similar al modelo del
ESD = Estado de bienestar, tal como fuera diseado a partir de la segunda postguerra~ Mi opinin es cautelosamente. negativa. Muchas circunstancias pueden fundamentarla. En primer lugilr 10 que podramos llamar
"contexto de poca". Desde hace pocos aos atrs han sucedido en el
mundo cambios vertiginosos y profundos frecuentemente aludidos mediante trminos que los refieren y al mismo ticrrtpo los estereotipan: globalizacin, postQlodernidad, multiculturalismo. rodas estas expresiones son
multivocas. La globalizacin, por ejemplo, no: es solamente un fenmeno
asociado a la ~ulacin de los flujos financ~~ros, comporta tambin dimensiones politicas, culturales, tecnolgicas, ~ientificas, productivas, societales y otras.
Destaquemos la que aqu parece impo~ d~ manera ms directa:.U?
orden politico y econmico cuyo soporte es de.tipo global, pone en cnS1S
la nocin tradicional de Estado nacional y las lf unciones a ste atribuidas.
Por otro lado, las facilidades del transporte i~ternacional han permitido
un exponencial incremento de las migraciories masivas. Ello, produce,
como es conoCido. choques y conflictos en~ el universo de sentido de
los grupos migrantes y los existentes en las sociedades receptoras, generando problemticas socio-legales de nuevo tipo, difciles de resolver. No
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DERECHO Y POLTICA
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Si fuera cierto, entonces, que el ESD tal como existi no puede ser
reconducido y que la revolucin conservadora ha sumido al planeta en la
mayor crisis de su historia, cul es el instrumento poltico al que debemos acudir, para lograr la emancipacin humana?
Para ser franco, el pensamiento progresista (por llamarlo de alguna
manera posible) no parece haber despertado an, al menos en e~ ~lano
terico, de la parlisis en que qued envuelto con la calda del SOCIalismo
real, cualquiera hubiera sido la posicin que sustentara respecto de ~sa
concreta experiencia. Lo que queda de "socialismo" en el mundo exhibe
una condicin problemtica. Jos Fernndcz Vega 3 sostiene que China
degener en un capitalismo perfecto que combina riquezas .escandalosas,
bajos salarios y represin a la actividad sindical; algo pareCido al model.o
manchesteriano repugnado por Marx. Corea del'Norte es un estado pohcaco, empobrecido, con recun'entes crisis alimentarias que supera medi~
te la extorsin ejercida a sus vecinos mediante la amenaza de su precano
potencial nuclear. Est regido por un dspota que hered, a la manera
dinstica de la premodernidad, el poder que ejerce.
Cuba ha conseguido el mayor grado de legitimidad al haber conseguido una importante transformacin social en la Isla,,! haber sobrevi.vido a la prdida de sustento externo proveniente en su tiempo de la Umn
Sovitica y al bloqueo econmico y asedio poltico pen;nanente de ~sta
dos Unidos. Pero no ha alcanzado a democratizar el slstema, mantIene
severamente restringidas las libertades bsicas y parece ligad~ en su ~es
tino a W1 liderazgo providencialista que hoy enfrenta horas dlficlles, abnendo muchas incgnitas sobre el futuro del rgimen.
3 FERNNDEZ VEOA,
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DERECl-lO y POL!TICA
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la respuesta es positiva. El dilema reforma o revolucin es falso, enmarcado en la sociedad compleja del siglo XX1.
Los cambios socio-econmicos y polticos demandados por la construccin de un Estado radicalmente democrtico, no pueden ahora imaginarse como subitneos. Sern, sin la menor duda, el resultado eventual y
relativamente aleatorio, de largos y contradictorios procesos. Todo paso
adelante en este camino, es saludable y propiciatorio. Se trata, para decirlo a la manera de Habermas, de privilegiar la accin comunicativa por
sobre la accin estratgica.
Sin embargo, me refiero, claro est, a las acciones orientadas a la
transformacin real de un estado de cosas que ha implicado un retroceso
clvilizatorio a escala plalletaria y no al maquillaje hipcrita que anidaba
en la filosofa del famoso personaje de Giuseppe de Lampeduza.
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En este captulo se ofrecen dos breves ensayos sobre sendos autores, contemporneos entre s y de gran vala. Hans Kelsen, el primero,
con proyeccin unversal y la obra de mayor influencia en el siglo XX.
Carlos Cossio, el segundo, a quien se debe una teora original que tuvo
reconocimiento en el extranjero y que hubiera corrido seguramente mejor suerte, si el autor no hubiera nacido en Thcunin y no hubiera desarrollado su trabajo en un pas muy alejado de los grandes centros mundiales de produccin intelectual.
Se coincida o no con sus posturas no pueden desconocerse en Cossio,
dos grandes mritos. El de haber puesto a la experiencia judicial en el
lugar de privilegio de sus desarrollos teorticos, por una parte; y el de
haber sido incitador incansable de vocaciones, por la otra. Nuestro pas
posee un bien ganado prestigio en el mbito de la filosofia jurdica a nivel internacional, por la calidad de sus producciones y por la cantidad de
destacados estudiosos, de todas las Comentes de pensamiento, que puede
exhibir. Me parece que es incuestionable que le debemos a Carlos Cossio
el impulso inicial y a sus primeros discpulos, los ortodoxos tanto como
los heterodoxos, haber abierto los cauces fundacionales.
Como es sabido Kelsen y Cossio se conocieron. El primero acept
una invitacin del segundo para dar una serie de conferencias en Buenos
Aires. A partir de all, los hechos acaecidos que terminaron ingratamente
con la relacin que los vinculaba, no son muy claros . Se tien con la
impronta subjetiva de quienes, testigos de los mismos, aun hoy pasadas
ya muchas dcadas, los recuerdan y los relatan. Cossio deca que haba
polemizado con Kelsen y refutado algunas de sus ideas, lo que habra
molestado al maestro austriaco. Kelsen en algn escrito desminti esa
versin y afIrm que las crticas del eglogo se formularon in absentia,
tomndose como base las grabaciones de sus conferencias y sin que l
hubiera tenido derecho a rplica. El episodio que se menciona fue muy
sonado en su poca aunque, en verdad, carece de importancia intelectual.
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A lo sumo, muestra que los grandes maestros no estn exentos de pequeas vanidades.
La obra de Kelsen es muy conocida y muy divulgada en nuestro pais,
En la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires se ha ensefiado desde hace dcadas y se ensea todava, entre otros en los cursos de
la ctedra que titularizamos, con cuidado detalle. De modo que se ha elegido una aproximacin a la misma bajo la forma de una biografia intelectual del autor. No disimulamos en el texto el enorme respeto que quena
obra nos inspira, ni las criticas que DOS merece.
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En el anlisis que formulamos de la egologa, nos detenemos en
particular en dos cuestiones que nos parecen de enorme relevancia: la
interpretacin del derecho y en ese marco la referencia a algunas categorias claves, por un lado; por el otro, la relacin del pensamiento de~ Cossio
con el tema de la ideologfa al que dedic varios ensayos y una obra pstuma que permanece indita.
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CAPITULO
Pablo, 1992.
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83
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11.
VIDA y OBRA
2 Ver CAPELLA, Juan R., Materiales para la critica de la filosofa del Btado,
Fontanella, Barcelona, 1976.
3 Conf.WARAr, Luis, "Los presupuesto~ kantianos y neokantianos de la TPD", en
El neo/calltismo en la filosofa del derecho, Revista de la Universidad de Va/paraso, Chile,
1982, uro. 20.
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84
sos Hauptproblem der Staatsrechtslehere (Problemas capitales de. la teona del derecho pblico). Entre 1911 y 1930 ense en la UniversIdad de
Viena. derecho pblico y filosofia del derecho. En 1920, el gobierno le
encomienda la redaccin del proyecto de Constitucin de la Repblica de
Austria y desde ese ao hasta 1929, integra el Tribunal Supremo: Constitucional. Su formacin filosfica inicial abreva de manera fund,amental
en el kantismo y elueokantismo de la Escuela de Marburgo pero, en los
aos. antes indicados, vive con intensidad el clima de poca de la primera
postguerra, signado por la emergencia de lU1 pensamiento filos6fiC? y cientlfico brillante y original, cuyo epitome sera el famoso Circulo de Vi.ena,
presidido por Moritz Schlik y en donde se cruzara con intelectua.les de
la talla de O. Neurath, R. Camap, K. GMel. Ph. Frank, F. Waismann y el
joven Wittgenstein. Era el ambiente donde nacia el psicoanlisi\i; con la
obra de S. Freud, que Kelsen conoci y sobre la que escribi (ver "El concepto de Estado y la psicologa social, con referencia a la teora de las
masas de Freud", en El otro Kelsen, ref. nota 1) y con cuyo autor mantuvo cordiales relaciones. Como se ha sostenido antes, las influencias filosficas del Crculo de Viena y del positivismo lgico, no tuvie~on gran
relevancia en su pensamiento. Recin en la segunda versin de ~u Teora
pura del derecho, publicada en 1960, se aprecia el tratamiento yconsideracin de algunos temas propios de esa corriente; En su obra pstuma,
Teorla de las normas, publicada en 1979 s, sobre la base de la ordenacin
de sus ltimos trabajos realizada por su amigo, discpulo y albacea intelectual Rudolf MetaU y supervisada por los directores del Instituto H .
Kelsen de Viena, Profs. K. Ringhofer y R. Walter, salda cuent~ con el
positivismo lgico y con las con-ientes analticas. Sostiene la inviabilidad
de una lgica de las normas, sebre las que no es posible predicar verdad
o falsedad, dado que ellas expresan jucios del deber ser y no juicios del
ser. Una lgica jurdica, afirma, slo puede asociarse a las proposiciones
normativas, esto es, enunciados descriptivos acerca de las normas, deno- .
minados en la primera versin de la teora pura como "reglas de derecho" .
Los primeros aftos de la trayectoria acadmica de Kelsen son muy
duros; se hallan signados por un clima de di.scriminacin racial: del que
era vctima en su condicin de judo y por penurias econmicas' y familiares. Pero, a principios de los aos 20, su posicin universitaria se ha
consolidado y comienza a hablarse en el mundo de la Escuela Jurdica de
s Dicha obnl ha sido tardamente traducida al castellano, recin en 994: por Edit.
Trillas. Mxico. Curiosamente, tampoco ha sido divulgada, ni especialmente ;estudiada
en nuestro medio.
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en
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87
una exposicin de resultados definitivos, sino una empresa que ha menester de ser llevada adelante, mediante complementos y otras mejoras.
Habr logrado su propsito si es considerada digna de continuacin, por
otros, que no por su autor, que se encuentra ya al fin de sus das" (de la
edicin en espaol de la UNAM, traduccin de R. J. Vernengo, 1979). El
propio Kelsen prueba su aserto al reformular sus ideas respecto de la nonna
fundamental, pocos aos ms tarde, como lIDS arriba se ha sealado.
Viviria doce aos ms y tendria tiempo para escribir otros ensayos y
dejar preparados los materiales correspondientes a su obra pstuma. ya
mencionada, La teora general de las normas .
A los 92 aos fallece, en Berkeley, el da 19 de abril de 19131>.
sino como juicios del "deber ser", distintos y distantes de los juicios del
"ser". De este modo las normas no valen por su existencia, en principio,
sino por su significacin. La validez es su peculiar fOlIDa de existir y la
validez general del conjunto de normas radica, no en un hecho, sino en
una norma que no es nOffila positiva, sino presupuesta. Premisa, punto de
partida, axioma o hiptesis fundamental, como el autor la denomina. Creacin del cientfico, que necesita presuponerla para dar lmidad y fundamentacin al ordenamiento jurdico en su conj unto. Sobre estas bases
Kelscn produce una reconstruccin general del modo de operar del derecho. Anlisis esttico en la descripcin de la nonna y sus categoras fundamentales: sancin, antijuridicidad, deber jurdico, responsabilidad; anlisis dinmico, respecto de las relaciones entre normas. El modo en que
ha tratado los conceptos centrales de una teora general del derecho, no
se discute ya. Su esfuerzo por destruir lo que llam los falsos dualismos,
implicados en distinciones tradicionales entre derecho natural y derecho
positivo, derecho y Estado, derecho pblico y privado, derecho objetivo
y subjetivo, fue eficaz y contundente. El esclarecimiento de la nocin de
personalidad jurdica yla critica a las visiones antropomrficas; la intel'pretacin del derecho como actividad constitutiva de sentido por parte de
los jueces, constituyen todos, aportes singuladsimos y en buena medida,
adquisiciones no revisadas hasta el presente.
m.
Ha sido dicho ya y vale la pena reafirmarlo, que hay una historia del
con?cimiento )uridico que es anterior a Kelsen y una historia nueva y
dlStlnta, a partIr de su obra. Que ella constituye una ruptura episten101gica,
como dira Bachelard, o una revolucin cientfica, como dira Kuhn, respecto de las concepciones que la precedieron (ver Prlogo de Carlos
Cossio a la 'primera traduccin al castellano de La teora pura del derecho, traduCida por Jorge Tejerina y editada por Losada, Buenos Aires,
1941). Pretende fundar una ciencia del derecho autnoma, aun cuando su
objeto carezca de idntica autonolla. El primer paso consiste en un reC0I1e 'metdico: slo las normas jurdicas, enunciados de naturaleza coactiv~ a tra".'s de los ~uales se amenaza. con una sancin la conducta que se
qUIere eVItar,. constl~yen ese objeto. Se asla as al conocimiento jurdico de valoracIOnes ticas o poHticas. El segundo paso, siguiendo a Hume
y a Kant, implica considerar a las normas DO ya como hechos sociales,
6 ' Se bao mencionado en el texto las obras ms importantes, en tanto piezas canso
titUlivas de la concepcin ~eneraJ del autor, respecto de los problemas del derecho y del
Estado. Debe recordarse, sln .embargo, que sus publicaciones son ms de seiscientas traducida~ a ms de veinticuatro lenguas. No pueden dejar de evocarse, adems, su T~ora
COIn':'ntSla del derecho y del Estado, eo la que discute Con el marxismo sovitico; sus
esCritos sobre la democracia y el socialismo, en los que discute con los socialdemcratas
alemanes; sus ensayos sobre I~ obra de Platn reunidos en La ilusin de la justicia; sus
obras sobre derecho internacIOnal, etc. Cuando visit la Argentina en 1949, Ernesto
HERMWA y Hugo. CAMIN OS prepararon en su bomenaje, una completa bibliografa que
conoci una edlc16n de Tea. ya inhallable. Como se seala en nota anterior existe en
castellano, una bbliogafia completa elaborada por Roben Walter.
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Este pensamiento crtico y reconstmctivo abri camino a una excepcional produccin jusfilosfica que, algunas veces, recOITa un sendero
similar aportando nuevos elementos o ensanchando horizontes (Ross, Hart,
Raz, entre muchos ms); otras veces, afinando o haciendo ms profundo
y riguroso el argumento contradictorio (jusnaruralistas modernos, neocontractualistas, cornunitaristas, crticos, etc.).
La naturaleza de este texto impide un desarrollo medianamente razonable de las crticas que hoy pueden formularse a algunas de las ideas
de Kelsen. Me limitar, entonces, a breves referencias respecto de cuestiones centrales.
Al concebir al derecho como un fenmeno de sustrato puramente
normativo y al conocimiento que de l se ocupa, como conjunto de enunciados del deber ser, Kelsen se desembaraza no slo de la metafsica, si,no
tambin de las dimensiones histricas, sociales, ticas y polticas del derecho, incurriendo en un improductivo reduccionismo. El radical deslin-
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Publicado originariamente en Forum, 81\0 XI, 191?4, ps. 583 y ss. Fue traducido
al castellano e incluido en la antologa Derecho y psicolJIJltsis, E . MARl. Hachette, Buenos
Aires, 1987.
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figurarlo (v. 1960, p. 64) "Todas las ideologas -dice- emanan de la voluntad, no de) conocimiento. Su existencia est ligada a ciertos intereses
o ms exactamente a intereses diversos al de la verdad, cualesquiera sean,
por otra parte, su importancia o su valor. Pero el conocimiento concluir
siempre por desgarrar los velos con los cuales la voluntad envuelve las
cosas" (ibdem). Es decir, los velos que la ideologa tiende son siempre
deliberados. Al contrario, la problemtica filosfica de la ideologa de
Marx a Manheim y ms modernamente, Althusser, Thompson, Schaff,
Eagleton, Zizek y cientos ms, resaltan su carcter inconsciente, el tenor
de relacin imaginaria del sujeto con las condiciones materiales de su
existencia, generada en los procesos de socializacin propios de sociedades histricamente escindidas &.
Para cerrar estas notas conviene mencionar que Hans Kelsen tuvo
tantos criticos cuanto gravitantes fueron sus ideas durante todo el siglo
XX. Como l afirmaba, para argumentar acerca de la objetividad de ellas,
recibi ataques a derechas e izquierdas. A stas les dedic ms estudios y
mayor aspereza. Atendi menos las crticas de la derecha, producidas, por
lo general, por un pensamiento ultramontano y sectario que conoca poco
y mal su obra. Un ejemplo, casi pardico, es el de los juicios que le dedica F. A. Hayek, a quien Roberto J. Vemengo ha refutado de manera
contundente 9.
Es cierto que la teora kelseniana, al excluir todo juicio de valor, aun
el que pueda construirse comunicativamente en un proceso de intercambio dialgico, parece fincar la viabilidad social de un orden dado, exclu~
sivamente en su eficacia, lo que conlleva el riesgo de que cualquier forma de ejercicio del poder social resulte legitimada. No es ,menos cierto,
que la formulacin de la teora y la rigurosidad de su autor, constituyeron
un ariete para desmoronar mitos y esencialismos, funcionales para encubrir despotismos, que sus ideas de libertad y tolerancia democrtica, siempre repudiaron.
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CAPITULO VllI
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1. UN PENSAMIENTO ANTICIPATORIO
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La doctrina jusflosfca elaborada por d,arlos Cossio, desplegada
durante largas cuatro dcadas por l y sus ms d~stacados discpulos, entre
los cuales descollaron nombres no s6lo en el ~bito de la teora sino tambin en el de la dogmtica jurdica fue, en muchos sentidos, un pensamiento anticipatorio. Trajo al anlisis y la discusin, cuestiones que seran ternatizadaspor la disciplina de manera exh~ustiva, slo muchos aos
ms tarde.
.
Cuando se reflexiona acerca de la interpietacin del derecho y el
papel de la jurisdiccin, resulta imprescindibl~ evocar los aportes egolgicos que lucen al respecto una Qt'irg inalidad iYuna fuerza prospectiva
sorprende~tes. El hec~o de qu.e stos se hayan presentado por medio de
un lenguaje algo crptico, propio de una filosofla de poca cargada de metafsica., ha obstaculizado su conocimiento por ~arte de los jvenes estudiosos de lajusfilosofia. Sin embargo, sus idea:ly sus intuiciones, despojadas de esa "envoltura", no pierden resonancia. Muy por el contrario~ se
transfonnan en 'inestimables guias para la m~ actual reflexin. Parece
entonces necesario, evocarlas en apretada sint9sis.
II. LA CONCEPCIN EGOLGICA
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La egologa discurri sobre el ro} consttuqvo de la funcin jurisdiccional -sobre el que ms adelante volveremo&.j- con notable anticipacin
teortica en el mbito de las disciplinas juridfcas, bajo el concepto de
pragtognosis o Conocimiento de protagonista, articulando categoras que
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DOS AUTORES FUNDAMENTALES DEL SIGLO XX
EOOLoofA y HERMENuTrcA
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de qu deca realmente la norma era ociosa. Deca lo que el monarca decidiera que decia. Pero, con la cada de la monarqua y el acceso aL poder
de una nueva clase hegemnica, la burguesa, emerge una probleii1tica
de nuevo tipo. Nace el estado de derecho y las relaciones sociales y jurdicas pasan a ser regidas mediante leyes, quedando el soberano sjeto a
stas en semejantes condiciones que las que rigen para los sbdit.o s. De
tal modo, se universalizan el sentido de las normas vigentes y los criterios relativos a su aplicacin por rganos especializados . Es enlonces.
cuando se toma imprescindible prever aquel sentido y estos criterios,
porque tal es la demanda del nuevo modo de produccin que reemplaza
al feudalismo: previsibilidad que neutralice el riesgo, facilitando la inversIn. Es entonces, cuando resulta imprescindible la inteligencia unvoca
de la ley. En consecuencia, el debate pretensamente cientfico ac~ca de
los mtodos, estaba impregnado ms por una preocupacin de nabualeza
ideolgico-politica, que por una cuestin vinculada con el conocimiento.
Nuestro autor afirma que, cuando los burgueses en Francia, hacen su revolucin, toman la Bastilla y comienzan a transformar la sociedad estamental, deben de ~~nvivir largo tiempo con los jueces del Anden Rgime.
Como el poder poltico de la burguesJa revolucionaria se condensa en el
par~en~o y los j?eces no Son ideolgicamente COnfiables, se "i~~enta"
la exegesls, a traves de la cual el recto sentido de la nonna debe buscarse
en la vo~~ntad del le,g!slador, en el parlamento, es decir, en el l~gar de
elaboracl~n programatlca ~n donde se construye el nuevo derecho:para la
nueva SOCIedad y, correlatIvamente, el sentido con el que debe ser final.'
mente, aplicado.
La exgesis .es un mtodo de naturaleza psicolgica, bastant~; endeble, q~e con el tiempo exhibi sus notorias limitaciones (en un cuerpo
co.lectIvo no hay l;IDa nica voluntad; qu papel cumple la voluntaQ de la
mmora; cmo eVitar la esclerosis .normativa); por qu, entonces"buscar
la voluntad del legislador? Porque es alU, en el parlamento, donde estn
condensados los ncleos ideolgicos del proyecto hegemnico. ;
Se pregunta C?ssio en su anlisis, por qu los ingleses recomendaron un mtodo diferente, el de la bsqueda del precedente? EILrealdad, porque haban hecho su revolucin cien aos antes, cuando 01Iverio
CronmwelI hace rodar en el cadalso la cabeza de Carlos 1 de Estuardo. El
precedente en cuesti6n, es el que se gesta en el breve pero definiti~o perfodo durante el cual, con el triunfo de los "cabeza chata", la burguesfa
gana s~ lugar en el Parlamento, para no abandonarlo ya DUllca ms.
Mientras tanto, en Alemania, no haba ocurrido ninguna revolucin
y, por lo tanto, la burguesfa no habfa ganado el parlamento, ni haba ganado
97 .
la administracin del Estado, pero si, en cam"io, la universidad. Los profesores de la universidad provenan de la b~rguesJa; aqu la receta del
modelo interpretativo (ex cathedra) era: "haY que interpretar la ley como
la doctrina diCe que hay que interpretar la le~", doctrina que era producida, claro est, por los profesores de Derecho:.
Las sagaces observaciones de Cossio a~vierten que toda construccin terica acerca del derecho, mantiene sielnpre vinculo s insoslayables
con la probleintca social general. Es decii.con la problemtica de la
circulacin de la ideologa, de la construcci* del discurso poltico, de la
legitimacin y reconduccin de las estructu.r$ de poder. Conclusin sta
a la que importantes sectores de la teora ju~dica (comunitaristas, neocontractualistas, crticos, etc.) arriban recin ;a mediados de los 70 y desarrollan, no pacficamente, desde entonces ~asta la actualidad.
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Cossio reivindicar el tema de la ideologa en su tradicin napolenico-marxista, sosteniendo que tantas vueltas de tuerca sobre el concepto, tanta polisemia, "opera como cortina de humo sobre el planteamiento
de origen, haciendo olvidar 10 que se quiso poner a luz en aquel momento"
(ibidem, 4 bis). Desde su punto de vista, la ideologa queda adecuadamente
ca:acterizada mediante cuatro rasgos fundamentales. En relacin con el
pnm~ro de .ellos. es que plantear su correccin fenomenolgica, que
p~r~l1Ite -opma- superar la falla de origen que la teorla alberga, tal bomo
est expresada, y que conduce a que ella se devore a s misma.
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entendimiento societario, todava puede destacarse en este segundo plano, el mismo engao ideolgico de los juristas, cuyas protestas deneutralidad y cuyas pretensiones de estar por encima de las ideologas del
poder, resultan as, tan enfticas como poco consistentes. En conexin con
este aspecto del problema, no es suficiente, claro est, que el propio jurista proclame, segn lo hace, la inutilidad de toda filosofa del derecho,
si en esta proclama, a su turno como ideologa, slo se enmascara cnicamente, el propsito de bloquear el anlisis de lo que a la neutralidad ideolgica de ese jurista concerniere" (ob. cit., p. 13).
5. La reinterpretacin existencial del marxismo
l.
104
Cossio insistir sobre cuestiones en las que la egologa complementa y supera -segn su criterio- la crtica marxista de las ideologas en
relacin con el derecho, tales como la comprensin de que ste se raliza
como situacin existencial, la que refiere a la creacin intersticial del
derecho por parte de los jueces, etc. Su esfuerzo intelectual, se convenga
o no con el autor, en todo o en parte, es notable. Por la erudicin del
anlisis y por la libertad con la que el pensamiento se despliega. En ese
despliegue, es posible encontrar, adems, el germen de ideas apenas sugeridas, sefaladas al pasar, y que constituyen hoy cuestiones centrales de
la filosofia poltica, como las referidas, por ejemplo, a la construccin
dialogica de la legitimidad (Habermas) o, de otro modo, al fundaIllento
de la accin social racionaL
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V. CODA
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Cossio queda, pues, ratificado en su visin ontologista de laexperiencia social. Una visin que no compartimos y que tiende a desap~ecer
del horizonte de sentido de la filosofia social, poltica: y juridica M nuestra poca. Con todo, y pese a que en las cuatro dcadas transcurridas!desde
que suscribiera sus textos fundamentales sobre la ideologia., se hah producido importantes novedadeS tericas, su pensamiento conserva una
potencia elucidatora singular y aporta categoras para el anlisis que, en
gran medida, han sido retomadas y reformuladas, con provecho, por las
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corrientes criticas del derecho.
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PARTE
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Esta ltima parte da nombre al libro. Se refiere, como mencionramos en el prlogo, a la crisis de los modelos paradigmticos de la teora
jurdica y a la emergencia, a partir de los aos 70 aproximadamente, de
corrientes de pensamiento alternativo que, en un sentido o en otro, procuran restituir la conexin del derecho con otros discursos sociales. El de
la poltica, el de la tica, el de la economa, el de la comunicacin social.
Nuestro enfoque, tambin se ha dicho antes, adhiere a las elaboraciones de la crtica jurdica. En el primer apartado, hemos reunido cinco
ensayos en los que planteamos algunas elaboraciones personales, como
modesto aporte al desarrollo siempre abierto, por propia definicin, de una
teora crtica del derecho. Se revisantainbin al1i, de manera esquemtica, los puntos de vista de las personas con las que emprendimos, hace ya
muchos aos, la tarea comn de pensar el fenmeno de lajurdicidad desde
"otro lugar". Hemos compartido junto a ellos, reflexiones e intercambios
intelectuales y existenciales. Somos deudores de todos. En particular, de
J;:nrique E . Mar, que era el mas bueno y el ms sabio de nosotros y que
nos abandon demasiado pronto.
El anlisis funcional del derecho releva, en uno de los textos, sus
relaciones con la historia, la ideologa y el poder. En otro, se estudian las
distintas perspectivas desde las cuales el marxismo clsico y luego el
marxismo occidental, tematiz la dimensin jurdica, mostrando que anidaba en sus enfoques un errneo reduccionismo que la critica jurdica,
por estar abierta a perspectivas transdisciplinarias, permite superar. Los
ltimos dos textos se refieren a la hermenutica judicial desde distintos
ngulos: en uno relevando tradiciones tercas a las que oponemos nuestros propios criterios; en el otro, volviendo sobre el razonamiento de los
jueces para criticar la idea de subsuncin y presentar las posturas narrativistas y las elaboraciones de la teora del discurso y la semitica del texto.
En el segundo apartado de esta parte, el primer ensayo intenta poner
de manifiesto el reductivsmo implicado en las tradiciones del jusnatu-
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CAPITULO IX
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PRELIMINAR METDICO
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ble de ser conSIderado una "autntica" teora del derecho. Resulta necesario rebatir este argumento. Muy por el contrario, es el carcter reductivo
y por lo tanto insuficiente de esa concepcin, que slo considera la dimensin normativa del fenmeno jurdico, dejando "afuera" esto es declarando i~ertinentes, sus dimensiones ticas, polticas, tele~lgicas:etc.,
l? ~e facIlita el urea de sistematicidad de la que es portadora. Los anhSls finos de algu.n?s de sus representantes ms lcidos, hace ya tiempo,
han puesto en cnS1S esa: equvoca conviccin (ver Guibourg, Ricardo,
Derecho, sistema y realidad, Astrea, Buenos Aires, 1986).
P?f otra parte, ms all de que existan muchos jusnaturalismos, cmo
resuu: lffiportan.cia a una concepcin que arranca con los presocrticos,
a,~avlesa la antigedad y la larga Edad Media y constituye el ncleo poliuco-filosfico de la Modernidad; cmo ignorar el carcter sistemtico
de ~a vastsima o~ra como la de Luhmann, que concibe y explicita una
teona general del sistema social y luego formula desarrollos especficos
para cada uno de los principales subsistemas: la economa, la educacin
el derecho, etctera.
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El aporte que una determinada concepcin hace a la construccin de
una te~ra g~neral (~n este caso la del derecho) se define, en realidad, por
su caracter mnovatlvo, por su capacidad para poner en escena esto es
para develar, nuevas problemticas y, consecuentemente, para' elabora;
respuestas alternativas. Su talante ms o menos sistemtico, remite a una
cue~tin ms cruci~l de naturaleza epistemolgica: Cmo se conoce?
EXlste una sola epistemologa (monismo) o cada rama del saber crea y
desarrolla sus propios protocolos de corroboracin o admisibilidad de los
enunciados que la estructuran (pluralismo)? ste tambin es un debate que
separa aguas en la teora jurdica.
Nosotros asumimos una concepcin pluralista, sobre la que ms adelante volveremos. Baste aqu alertar al eventual lector, acerca de la falacia de autoridad que esconden ciertos argumentos. Una cosa es la coherencia que debe exigirse a cualquier concepcin terica que aspire a ocupar
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En los apartados que siguen propondr algunos ejes que, a xpi juicio son comunes y caracterizan las preocupaciones generales de lps autor~s que han formulado aportes desde la perspectiva critica.
distingui entre un positivismo que denomin "ideolgico", versin extrema, dogmtica y ortodoxa; de un positivisPlo "metodolgico", ms
abierto y flexible, cuya identidad fundam.enta~ consistia en concebir al
derecho como un dato de la realidad, como una! creacin prctica e histrica de la evolucin social. Naturalmente, desd~ entonces, ningn positivista se asumi a s mismo como ideolgico. Sin embargo, unos y otros
compartan ciertos presupuestos epistemolgicbS que la Crtica Jurdica
cuestionaba radicalmente. Por una parte, la clata asuncin de un modelo
de tipo explicafivista, impo~o de las l1~maF ciencias duras~ co~o
nico modo de conocer. La tislca era la mas desarrollada de las ciencias
fcticas, por lo tanto baba que aplicar al condcimiento de lo social ese
modelo, bsicamente el mtodo hipottico deductivo y al mismo tiemp.o
los notorios desarrollos en el campo del conociiniento formal de las lgicas modales. Algunas de estas ideas ya estaban presentes en el nacimiento del positivismo. Recurdensc. las recomendaciones de Augusto Comte,
el "padre" de 1asociologia, en su ya emblemtica obra, no por c~ualidad
bautizada Fsica social: .... .hay que tratar a los hechos como SI fueran
cosas... ". El problema consiste en que los hech~s a los que se refieren las
ciencias sociales en general y el derecho en particular, son conducta humana y sta es dificil de tratar como una cosa, escasamente pesable o
medible. La asuncin de un punto de vista ~p1icativista, implica una
concepcin monista del conocimiento, para la 9ue hay slo un modo de
conocer, predominantemente el de la tisiea (fisicalismo), al tiempo que
un nico enlace entre las proposiciones,. el de naturale~ causa.l (ca~sa
lismo). En el campo del derecho, la asunc1n de estas prem1sas eplstmlcas
por parte de los autores ms representativos, la :ms de las veces implcita ms que explcitamente, condujo a dicotornfasfundantes, entre ser y
deber ser, derecho y moral, derecho y poltica, :etc., que la teora critica,
tambin ha recllzado decididamente.
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Tales dicotomfas,presentes de manera es~cial en la Teora pura del
derecho de H~ Kelsen, pero con leves varan;tes, presentes tambin en
n.
Es posible ubicar la aparicin de la critica jurdica como un movimiento terico de nuevo tipo en el campo del derecho, entre los finales
de los 60 y principios de los 70. Sus manifestaciones eran heterogneas
pero, claramente, compartan algunos ncleos fundamentales de c,arcter
conceptuaL
L Consideraban agotados los grandes paradigmas tericos vi~entes,
el jusnaturalismo en sus distintas versiones y el juspositivismo, tambin
en sus distintas versiones. Ese agotamiento radi~aba en la imposibilidad
de ambos modelos de superar los respectivos reduccionismos que cada
uno de ellos representaba; el de carcter ontologista, en el caso del jusnaturalismo y el de carcter normativista, en el del juspositivismo. Tales
. reduccionismos impedan a cualquiera de dichas concepciones, darcuenta de la complejidad epocal de lo social y, correlativamente de la complejidad del derecho. Al focalizar su atencin de manera exclusiva yexcluyente en alguna de las dimensiones de un fenmeno multfvoco, res~ltaban
fatalmente insuficientes para entenderlo en aquella complejidad y en su .
consecuente diversidad. El derecho de la modernidad tarda es, al mismo
tiempo: una tecnologia elaborada por siglos, un discurso justificatorio
portador de criterios axiolgicos, un modo de transfonnar poder poltico
en prctica societal, un mecanismo a travs del cual se limita el ejercicio
arbitrario de la autoridad y se consagran garantas recprocas nclui,das en
el pacto de convivencia, una ideologa prctica, un saber estilizaqo, etc.
Ninguna posicin reductiva, por importante que sea el dato especfico
sobre el que baga hincapi, podra mostrarse adecuada, al perder d~ vista
la variedad de fenmenos que constituan el objeto de su retlexi;L
2. Con la sutileza que le es propia, Norberto Bobbio, sin du<1a uno
de los grandes juristas y politlogos del siglo XX, comprendiendo estos
lmites, ensay una inteligente defensa del positivismo, con el quesiemprc se identific, aunq,ue desde una perspectiva muy heterodoxa ~e; como
el mismo sosterua con frecuencia, lo acercaba al pensamiento criuCQ l . Asi,
I Afinnaba que un jurista no podla renunciar a la critica y que su respo~bilidad
no se agotaba en la tarea de decir cmo era el dececho, sino en postular, adems, CTJl()
L:
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112
deb[a ser (ver "La funcin promocionaJ del derecho", en !contribUclones a la teora del
derecho". Fernando' Torres Editor, Madrid, 1980). Es rambin significativo en este respecto su ensayo Kelsen y el poder, publicado en castella~o en Cr/icci J,:rdic"., .revista
de doctrina de la Universidad Aut.noma de Puebla. All, guego de un sutil anltsls de la
I
idea de Norma Fundamental, propone reconocer que ctmo fundamento de todo acto
originario de poder, debe identifican;e no la existencia e Wla .hipt~is gn~seolgjca,
sino una fctica relaci6n de fuerzas, capaz de respaldar ,o mediante vlOlencla actual o
potencial.
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desc ripcin. que fue don:n.a:nte dw:ante Val:\as dcadas, --pe.o o..u.e se muestra 'nC:i'-J esclerosada e \nsasfac\.O~-i.a. NatllJ:a\men.te, --pan conc"Ie\a"I S\l -p"IOpsito deben cuestionar y desplazar los puntos de partida metdicos del
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Vuelvo aqu sobre algunas ideas que sobre el mismo asunto he desarrollado de manera ms extensa en un trabajo anterior, mencionado ya en
la nota 3.
l. Como se recordar, en la dcada del 60 la denominada "Alianza
para el Progreso" fue un plan poltico y econmico de Estados :Unidos,
Me he ocupado con mayor detenimiento de las perspectivas criticas en Italia y
en "Teor/as jurldicas alternativas", en Derecho, poltica y magistratura., cit. Para
ampliaciones acerca de los Critica/s... ver pltREz LLBDs, Juan, E/ movimiento Critica!
Le.gal S~~dies, Tecnos, Madrid. 1996; TlISHNET, Marlc, "Critical Legal Studies: aPolitical
HIstory , ,Yale Law Journal, 1991, nro. 100.
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Fran~ia
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de inspiraci6n kennedysta, destinado a reform~lar las bases de sustentacin de .la h~geInona norteamericana en el subqontinente. Propenda a una
reorganlzacln de la dependencia, basada en una mayor integracin mediante la implementacin de las denominadas boliticas desarrollistas, represen~das en 'el Cono Sur por Kutbichek, e* Brasil, y Frondizi, en la
Argent.~. En. los papeles, se trataba. de UD pr:que~ plan Marshall para ~en~ latina, que supondra cODSlderablcs;mverslOnes acompaadas,
al mIsmo tiempo, por una vigorosa modernizacin de las estructuras polticas atadas, pese a las enfticas declaracion~s democrticas y republicanas de nuestras formalmente actualizadas cdnstituciones, a las formas
ms primitivas ~el clientelismo, el caudillismd o el coronelismo.
" Ms a.J1 de las inver~iones reales, de lasj que hubo pocas en la reglOO, una Importante canudad de dinero se d$tinara al fmanciamiento
de investigaciones sobre cuestiones relativas al funcionamiento del Estado, sistemas polticos, organizacin judicial, ~cceso del justiciable a la
jurisdiccin, sistemas informales de resolucin de conflictos, etctera.
.Dichas investigaciones, ligadas en gene~ a las concepciones desarrollistas, que daban fuerte impulso a los estudios empricos refereridos
al fu.nc~on~iento material de las instituciones~ atrajeron a muchos jvenes ]unstas mt~resados en explorar el papel del derecho en el cambio
social. Los estudios de derecho tradicionales, ~en los que predominaban
las visiones formalistas y los modelos especuiativos no constituan un
marco adecuado para esos emprendimientos, r~n po~ la cual muchos de
ellos fueron a la bsqueda de otros marcos dis~iplinarios (la sociologa o
la antropologa jurdicas; la teora poltica); otrosi comenzaron a explorar la
formulacin de paradigmas jurldicos que penrlitieran reflexionar acerca
de las dimensiones sociales del derecho, ausentes, como ya se ha dicho,
en las concepciones jurdicas habituales.
.
2. A inicios de los 70, otro episodio produ!o un fuerte impacto en el
universo conceptual de juristas y cientistas polticos, en especial de quienes adscriban al marxismo. La Unidad PopulaI'~ el frente poltico de Salvador Allende, triunfa electoralmente en Chile y se propone nada menos
que instaurar el socialismo por la via democrtica.
Surge as problemtica llamada de la "tr~icin pacfica al socialismo" que exige revisar, con urgencia, las categoras tradicionales que
bajo la inspiracin de Stuchka, Vchinsky o Pashukanis, reducan el derecho a mero "reflejo" de las relaciones de produ.cciJil o a "expresin de
voluntad" de la clase dominante. Se haca preciilo ahora responder al desafio histrico, y, entender y teorizar la capacid*d que la instancia jurdica poseyera, para funcionar como agente de transformacin.
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NOTAS ACERCA DE LA TEORA CRiTICA DEL DERECHO
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El
discursojuridico, cito
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tas y por las alusiones de uso y manipulacin del primer nivelo sea por
la prctica de 105 abogados, escribanos y 'operadores en general' .
"Finalmente, el tercer nivel es donde se juega el imaginario de una
formacin social. Es el diScurso que producen los usuarios, los sbditos,
los destinatarios del derecho, en un juego de creencias, de desplazamientos y de ficciones.
"Estos niveles constituyen una totalidad de sentido en un proceso de
intertextualidad que registra el efecto de unos en relacin con los otros"
(Discurso normativo y organizacin del poder) 7.
El discurso jurdico se articula con ficciones y mitos. Una de sus
ficciones fundantes es la nocin de "sujeto". Dice Alicia Ruiz: "La estructura del derecho moderno se organiza y se sostiene en tomo a la categora de 'sujeto' . Discutir esta nocin, desmontarla, supone someter a revisin todo el discurso jurdico.
"El sujeto de derecho, libre y autnomo, es una categora histrica
propia de una forma peculiar de lo social y de la poltica de una cierta
organizacin de lo simblico y de un peculiar imaginario socia1. Ese sujeto libre para actuar y con autonoma de voluntad para decidir, corresponde a una manera de conceptualizar al hombre y a su naturaleza.
"El hombre, lo humano, no son realidades dadas que preexistan al
.
discurso que los alude.
"En el derecho siempre hay un hombre interpelado como si su constitucin como tal (como hombre) fuera precedente a ese derecho. Sin
embargo la complejidad de la cuestin reside, justamente, en explicar cmo
el derecho interpela al sujeto que al mismo tiempo constituye.
"Cuando la ley nos nombra como 'padre' u 'homicida' 'comerciante'
'mayor de edad', 'fallido', 'deudor', 'acreedor', en cada ~a de esas rna~
neras de mencionarnos pareciera que nosotros, cada uno de nosotros, existe
ya como sujeto. En este supuesto reside la estructura ficcional que mantiene la integridad del discurso. Es como si en el origen hubiese un sujeto
a~ cual calificar, permiti~, prohibir y fuera por esto que la ley puede aludirlo, otorgarle un lugar en el campo de la legitimidad o excluirlo de l.
"Si en el discurso jurdico la regla de formacin bsica es una regla
de atribucin de la palabra, la distribucin, extensin y caractersticas de
esa autorizacin se corresponde con algn disefio de lo humano, y con
una forma definida de mentar los actos que ejecuta: lo ilicito, lo licito, la
libertad, la responsabilidad, la imputacin, lo doloso, lo culposo, la ubi-
122
7 ENl1!LMAN, Ricardo, en AA. VV., Materiales para una teora crflica del derecho,
Abeledo-Perrot. Buenos Aires, 199 L
".} :
,.
.
j :
124
125
Ello es as, porque como discurso ideolgico elude per(i} tambin alude.
Al ocultar, al disimular, establece al mismo tiempo el espacio de una
confrontacin. Cuando promete la igualdad ocultando la efectiva desigualdad, instala adems un lugar para el reclamo por la igualdad.
"Por el otro lado, como discurso que instituye rganos, consagra prerrogativas y constituye a los sujetos, sacraliza y reconduce el poder. Pero el
poder no es un instrumento o una cosa que unos posean y de la cual los
otros carezcan. Es una relacin, una situacin estratgica en el senolde una
sociedad determinada, como dice Foucault Donde hay poder hay: resistencia, y la resistencia es interior a la relacin de poder. No hay poder sin
dominador, pero tampoco hay poder sin dominado y esta reiacin C1S cambiante, dialctica, histrica. El papel del derecho depende; pues, de una
relacin de fuerzas en el marco del conflicto social. En manos de grupos
dominantes constituye un mecanismo de preservacin y reconduccin de
sus intereses y finalidades, en manos de grupos dominados, un m~anis
mo de defensa y contestacin poltica, por lo tanto, de cambio social. La
problemtica de los derechos humanos, tan conspicua en este momento,
puede proporcionar un ejemplo de lo expresado. Las dec1aracio.nes de
derechos y garantas consagradas por las legislaciones Ilodernas, las ms
de las veces con alcance puramente formales, pudieron ser miraq,as por
esto mismo, con cierto escepticismo. Miradas slo como recurso: ~egiti
mante y tranquilizador que prometia lo que precisamente no otorgaba. Sin
embargo, en momentos de graves crisis, en que los niveles de conflicto se
acentan, ese discurso, meramente ideolgico se transforma en una formidable herramienta
lucha, de denuncia y de resistencia a la opr~sin.
"Este aspecto paradojal del derecho y una concepcin relacionista
del poder son un punto de parlida para nuevas investigaciones en torno al
anlisis funcional del derecho" (Las funciones del derecho) 9.
Las citas que he propuesto precedentemente, muestran tractos del desarrollo de las problemticas a las que aludiera al inicio de este apl1J1ado.
El derecho como prctica social discursiva; la estructura, funciones
y niveles del discurso; su discontinuidad semntica y las operaciones de
poder que estn en la base de su presunta uniformidad; el derecho y su
articulacin con lo ilusorio en la constitucin de categorias estrat~gcas
como la del "sujeto"; su articulacin con la ideologa y el poder!como
relacin, que penniten definir su doble, ,paradojal funcin .
i
Nuevas problcmticas se han sumado a las anteriores, en t~pajos
actuales no slo producidos por los primeros representantes de las corrien-
tes criticas en nuestro pas, sino tambin por ~ extenso nmero de jvenes discpulos o secuaces (en el buen sentid?, de seguidores), que ya
ocupan posiciones acadmicas destacadas y cuentan con una importante
produccin terjca lO. Sin embargo, excederia ~l propsito de estas no~s
hacer un recuento de todas ellas, baste sealar que han abarcado cuestIOnes, tales como las epistemolgicas, el multi-culturalismo, las de gnero
y ciudadana, la relacin derecholliteratura Q ~l tema de la complejidad
del sistema social y su multivocidad comunic~ional, la opacidad del discurso del derecho, etctera.
'
de
9 CRCOVA,
VI.
ha!
Jorge
DoUGLAS PRICE.,
Marcelo
RAFfN,
Patricia
SIlRVAITO!
Lucia
AssEF, 'etcteTl! ,
126
CAPTULO
I. ESTADO DE LA CUESTIN
En su ensayo "Sobre una teora funcionalista del derecho" (Contribuciones a la teora del derecho, Fernando Torres Editor, Madrid, 1980),
Norberto Bobbio distingua dos tipos de estudios en relacin con el discurso jurdico, uno de naturaleza estrucmral, en donde se describa la
organizacin sistemtica de las normas que componan un orden, sus elementos lgicos y sus condiciones de decibilidad, completitud y consistencia, siendo ste un enfoque predominante en la tradicin positivistaanaltica. Por el otro lado, estaban los estudios que el autor denominaba
"funcionales", que procuraban indagar acerca de las finalidades sociales
del derecho, su rol corno instancia de legitimacin del poder y al mismo
tiempo como productor de orden y monopolizador de la violencia. La
norma se tomaba relevante en esta perspectiva como un recursO para controlar el futuro y proveer de ese modo cierto uivel de certidumbre al generalizar expectativas de conducta. Una idea que ya haba adquirido notable desarrollo en las teoras sistmicas, en particular en la obra de Nicklas
Luhmann . En este punto Bobbio pensaba, abandonando su idea de asepsia en la teora que sta
slo deba describir cmo el derecho era sino,
en clave crtica, defllli.r cmo deba ser.
En trabajos anteriores, de 1964 y de 1969, Bobbio se haba detenido
en algunas cuestiones tales como las de las sanciones positivas o los fines promocionales del derecho, que insinuaban el desarrollo ms completo que encararla posteriormente en su ensayo "El anlisis funcional del
derecho" publicado en la recopilacin a cargo de Alfonso Ruiz Miguel
(Femando Torres Editor, Barcelona, 1980) y en el que no slo fOlmula
un prolijo inventario. de las principales cuestiones implicadas por este en-
no
128
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foque, sino que propone, adems, una sistemtica de las funciones y plantea la necesidad de integrar a los tradicionales anlisis de corte estructural. los provenientes de una perspectiva funcional. tal como lo hemos
expresado anteriormente.
'
.
En 1973 , tambin Joseph Raz haba encarado el anlisis de las funciones del derecho y propuesto una clasificacin (Oxford Essays in Jurispru.dence, University Press, reproducido en La autoridad del derecho,
UNA1vI).
Resultar interesante, segD creemos, comparar estos puntos de vista, DO slo por el prestigio alcanzado por los autores citados, sino tambin por la circunstancia de que pertenec.en a tradiciones intelectuales
diversas, lo que hace ms interesante el registro de los numeros'os P1JIltos
de contacto, existentes en sus respectivos enfoques.
Previamente es necesario formular algunos sealamientos. Como
sostiene Raz, esta nocin ha sido descuidada por la filosofia juridica pese a su obvia importancia. Qu razones explican que los jusfllsof9S del
siglo XX, de mayor prestigio, se hayan detenido exhaustivamente en
cuestiones como la completitud del orden jurdico o la distincin ; entre
regla y norma, y no se hayan formulado adems prcgultas tan el~men
tales cuanto significativas, del tipo: qu fines cumple el derecho; para
qu sirve, cul es su utilidad o su funcin en una determinada estructura
social?
,.
Habr que buscar la respuesta, quizs, en cierta tradicin positi vista
(de Ihering a Kelsen) para la que la especificidad del derecho consiste en
su carcter instrumental, en la autonoma de una estructura respe'to de
cualquier fin especfico. Se tratara de atender a la forma en que ciertos
ftnes son perseguidos y no a los fines mismos, que pueden ser variados y
contingentes. Por otra parte los fmes en cuestin podran tambin alcanzarse por otros medios (religin, moral, usos, publicidad, etc.).
.
Es claro que esta manera de pensar descansa en algunos presupuestos que hoy estn en crisis, tales como los de la pureza metdica o ~ idea
de que el fenmeno se agote en sus aspectos exclusivamente normativos
o la nocin de norma fundamental, como hiptesis gnoscolgica fundante
del ordenamiento positivo.
Es tambin claro que el papel del derecho se asla as, artificialmente,
del quc cumplen otros discursos sociales que estn con l entramados,
corno el de la politica o la ideologa. Y si pensamos en el metadiscurso
de naturaleza. cognitiva, aislados entonces los de la sociologa general y
la sociologa jurdica, la antropologa del mismo tipo, la economa,. la
politologa., la tica, etctera.
D~RECHO
129
por
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TI. EL INTERS' ACTUAL DE UN ANLISIS FUNCItNAL
I
130
'PO\l.\ant2.as 'i
de Barce\ona. a Mi.aille).
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LA CLASIFICACiN DE JOSEPH
131
RAz
132
mientos. Se trata de los objetivos que el derecho pretende alcanzar ~ricu1cando ciertos valores, reforzando o debilitando el sentido de autoridad,
propiciando la unidad nacional, etctera,
IV. LAs
133
V. PRlMEROS COMENTARIOS
~atices de corte sistemtico. los autores mencIonados proponen consideraciones semejantes sobre el tema. Ambos su})rayan el papel del derecho
como orden intervinieute y planificador en la~ modalidades de existencia
concreta de la vida social y ambos aluden, aurque paradjicamente, a la
vez eluden, la farticulaci.n de es~e papel con las instancias del poder, de
la ideologa y de la politlCa.
Raz se detiene en la consideracin de ~ funciones directas primarias, relativas ~I proveimiento de servicios d,b redistrib~cin de bienes,
adjudicando iwplcitamente al derecho, un rol democratlzadorde las relaciones polticas y econmicas entre los hom,bres, sin descuidar a la vez
SU costado conservatista, en el anlisis de l~ funciones secundarias, en
cuanto destinaaas al mantenimiento del sistema. Como se ver ms adelante este doble carcter puede presentarse ciemo paradojal pero no necesar'iamente como contradictorio. Por fin, en la descripcin de las que
denomina funciones indirectas, el autor seala elementos que son propios
del dominio de la ideologa en el discurso jutdico.
Por su parte, Bobbio destaca las funcj~nes distributiva y prom 0donal del derecho. En el ltimo aspecto, prqpone el trnsito de un derecho de la punicin a un derecho de la or~nizaci6n, con papeles de
prevencin social y de asistencia, como su,*dneos de los papeles especifica y exClusivamente represivos. En el primer aspecto remarca la
tarea asignada al derecho, de distribuir los re~urso~ disponibles y .al ~a
cerIo denuncia las ideologas liberales de co~ fmlsecular que atnbwan
a la eeonomay a la "man~ invisible del merCado", el monopolio de esta
funcin.
.
Sin embargo, es en el !Ullisis de las funciones positivas, negati.v~s.y
de las disfunciones, donde producen los sealamientos a nuestro JWCIO
ms interesantes. En efecto, en franca pol!nica con el funcionalismo
sociolgico de'tipo parsoniano, para el que las !funciones s6lo pueden te~er
carcter positivo, en tanto procuran la integracin del sistema socl.al,
Bobbio exhibe la ideologa conservadora de ~e pensamiento y .se ubIca
en 10 que, explicitamente, denomina una pe~pectiva crtica "por la que
entiendo -sostiene- cualquier teorla que se pmtee el problema de ver no
~olamente cmo funciona una sociedad, sino: tambin cmo no funciona
como debera funcionar".
i .
..... La respuesta a la pregunta: sobre la ppsitividad ~e funcin del
derecho -agrega ms adelante- puede ser t~talmente dIstmta (a la par-
!a
134
VI.
1. Derecho e historia
La primera cuestin que importarla discutir es la posibilidad de un
anlisis funcional, que prescinda de la detenninacin primero y de la especificacin despus, del marco histrico correspondiente. En otros trminos ser vlido el intento de identificar notas que sean comunes a
cualquier sistema jurclico con prescindencia de las caractersticas de la
formacin econmico-social, al que tal sistema corresponda?
Es cierto que algunas categoras jurdicas han sobrevivido a transformaciones cruciales de las sociedades y que, en consecuencia, un anlisis superficial de la cuestin, podra inducimos a pensar que el vinculum
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:1"0
135
o la obligatio del derecho romano, es una institucin similar a la legislada por nuestro ordenamiento positivo. Ello no pasa de ser un grave mal
entendido.
Porque dicha institucin aparece hoy, reinscripta en un entramado.de
mltiples determinaciones que le otorgan una interpretacin y. una lgJCa
que la ha transformado. Es posible admitir que, en tanto tcDlca de control social el derecho posea alguna especificidad propia, ms all de las
variacione's histricas que correspondan a cada fomlacin social. Pero ello
no puede confundimos. Entre el derecho de los s.umerios y el ~erecho. de
las sociedades capitalistas contemporneas, eXIsten tantas dlferencIas,
como las que existen entre las sociedades histricas que re.sp~cti~~~nte
los generaron. Una institucin, como una norma o una pra~tIC~ Jundlca,
adquieren sentido en el sistema al que pertenecen. El derecho Jugo un p~pel
difererite en el mundo antiguo, respecto del que jug en la Edad Media o
del que juega en el mundo contemporneo. Cada formacin histrica. ha
generado prcticas materiales y culturales heterogneas, en las q~e CIertos discursos sociales adquirieron, segn la etapa, un rol predommante o
un rol subordinado respecto del resto de los otros discursos de la misma
ndole. Pinsese, por ejemplo, en la hegemona del discurso religioso en
la Edad Media.
Es obvio que los autores que hemos tratado, estn considerando las
funciones del derecho, atendiendo a las car:l.cteristicas que ste posee en
las actuales sociedades occidentales. Es ms, habra que sealar, tal vez,
que se estn refiriendo slo a las sociedades cenU'ales o desarrolladas,
porque, ni en los pases del Tercer Mundo ni en ,aquellos q~e h~ alcanzado un desarrollo intermedio o dependiente, sena sencIllo ldentIficar las
as llamadas funciones distributivas o promocionales.
'Hasta este punto es preciso determinar los marcos histricos del
.
anlisis que nos propongamos! Es decir, distinguiendo n.o slo ~poc~ smo
tambin lugares o, en otros trminos, asumiendo las dIferenCIas eXIstentes entre diversas formaciones econmico-sociales. De otro modo el anlisis corre el riesgo de trivializarse.
Que en las clasificaciones que hemos considerado, el referente histrico slo sea un dato implcito, es consecuencia, a nuestro entender, de
la conceptualizacin que en detmitiva se sustenta en relaci~ con la naturaleza del objeto derecho. Es decir, con la idea, con la nOCIn, que explicita implcitamente se tenga del derecho, la que operar como ~e~6.n
de fondo de cualquier anlisis jurdico particular, en el caso, el analts.ls
de las funciones.
136
Quien vea al derecho slo como un conjunto de normas puede hallarse justificadamente inclinado a considerar lateralmente o a no considerar, los correspondientes componentes histricos, aun cuando stos
reingresen fatal y subrepticiamente en su propio discurso, como lo acreditan las distinciones precedentes.
Desde la perspectiva de la teoria critica, en cambio, el derecho se
visualiza como una prctica social especfica que expresa histricam~nte
1.oS conflictos y temi.ones de l.oS grupos sociales que actan en una;fOI~
ll\a.cin social determinada.
. , De tal ~uerte que la variable hi~trica concierne a la propia definiclon del fen~men~. En esta perspectiva pues, las funciones del derecho
slo pueden l~entJfic~rse acertadamente, en la medida en que se especifique la forma~J.n socl~l de que se trate. Lo que correlativamente supone,
recusar ~a utIhdad de Identificar notas generales y abstractas referidas a
las fu~clones que el derecho cumplira en cualquier tiempo, en cualquier
espacIO, en cualquier cultura.
2. Derecho e ideologa
Introduzco aqu otra dimensin en el anlisis de las funciones del
derecho: la dimensin ideolgica.
. El tem~ de una te.o~a de,la ideologa constituye una antigua preocupacIn filosofica (de la 'Teona de los Idola" de Bacon para ac, pasando
por D~s~tt de Tracy, las elaboraciones ID81xistas, las de la sociologa del
conoclmlento! la Escuela de Frankfurt, etc.) y ultimamente su trataniiento se ha enriqu~ido con el aporte de teonas psicoanalticas, lingusticas,
postestructuralistas, etctera.
. Su relacin c.on el derecho, sin embargo, no se encuentra an suficientemente desarrollada 2.
;
.
En este aspect.o la teor~ cr!tica ha puesto UDa especial atencin 'Y ha
mtentado subrayar la especIficIdad de esa relacin. El derecho es una
prctica de l.os hombres, que s~ expresa a travs de un discurso que es
m~s que palabras; que es tambIn comport8lnientos, smbolos, conocimIentos. Es 10 que la ley manda, pero tambin lo que los jueces interpretan, los abo~ados argumen,tan, (.os litigantes declaran, los tericos 'p roducen, Jos legIsladores sanClOnan o los doctrinarios critican. y es' un
. ~ V:arios d.e los tnlbajos qUe integran este libro visitan el tema, con niveleS de
anhsls diferenCIados en extensin y profundidad.
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137
138
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139
140
Pero el poder no es, como afirma Foucault, una cosa o uIi instrumento,
es una situacin estratgica en lUla sociedad determinada donde h~y poder hay resistencia. La resistencia no es exterior sino interior a la relacin de poder. No hay poder sin dominador, pero tampoco hay poder sin
dominado y esta relacin es cambiante, mutable, dialctica, histrica.
La violencia monopolizada por el Estado a travs del derecho,: sustenta las tcnicas del poder y los mecanismos del consentimieJ;lto. P~ro el
poder es siempre una relacin y no se expresa en actos de pura negatiyidad.
Por ello el derecho prohbe pero permite, censura pero obliga a hablar.
En este sentido sostiene Poulantzas (Estado. poder y socialismo, ;Siglo
XXI): ..... Las clases dominadas no tropiezan con la ley s610 como barrera
de exclusin, sino tambin como asignaci6n por su parte del lug~ que
deben ocupar. Lugar que es tambin un espacio de insercin en la red
poltico social, creador de obligaciones pero tambin de derechos ..~ Las
acciones del tEstado que rebasan su simple papel represivo e ideol6gico,
como son sus intervenciones econmicas y sobre todo, 'los compromisos
materiales impuestos por las clases dominadas a las clases dominantes una
de las razones decisivas del consentimiento se inscriben en el texto' de la
ley formando parte incluso, de su estructura interna La ley no se liIriita a
engafiar o enmascar<u", ni a reprimir. obligando a hacer algo o proh.~in
dolo: organiza y consagra tambin reales derechos de las clases dominadas que comportan, inscriptos en ella, los compromisos materialeS; im'
puestos por las luchas populares a las clases dominantes".
El papel del derecho. pues, depende de una relacin de fuerzas ' en el
marco del conflicto social. En manos de los grupos dominantes, constituye un mecanismo de preservacin y de reconduccin de sus intereses y
finalidades, en manos de los grupos dominados, un mecanismo de defensa y contestacin poltica.
La problemtica de los "derechos humanos" felizmente potenciada
a partir de las luchas contra regmenes vesnicos, puede proporcionar
un ejemplo de lo que antes se ha expresado. Estas declaraciones de derechos y garantlas, consagrados por las legislaciones modernas, laS ms
de las veces con alcances puramente formales, pudieron ser mirados por
esto mismo, con cierto escepticismo. Mirados tan slo como un discurso
legitimante y tranquilizador, que nicamente en aspectos muy pardales,
alcanzaba operatividad. Un discurso que prometa lo que precisamente no
otorgaba. Sin embargo, en situaciones de crisis, cuando los niveles del
conflicto se acentan, ese discurso meramente ideolgico, se transforma
en una formidable herramienta de lucha, de denuncia, de resistencia a la
.
opresin.
141
Este aspecto paradojal del derecho y esta; teora relaciorusta del poder, son un proficuo punto de partida, aqu apepas insinuado, para nuevas
investigaciones juridicas y para una ms compleja, y por ello mismo, ms
interesante tarea, en relacin con la proble~tica de las func ~on~s .del
derecho. Problemtica afortunadamente actualifada. porque en mi oplrun,
tratar sobre el derecho no es slo tratar sobre ciertas formas , es, ante todo,
tratar sobre ciertos fines.
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CAPTULO
XI
MARXISMO Y DERECHO
L PRELIMINARES
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144
MARXISMO Y DERECHO;
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En este sentido, como es sabido, asume especial importancia el trabajo de Lenin,incansable &nimador del debate tanto terico como prctico, con obras clsicas como: Qu hacer, Dos pasos adelante... , El programa agrario, etctera.
!
Pero el xito de la revolucin socialista en Rusia fue acompafiado
por el progresivo fracaso de los proyectos del inismo tipo en Alemania,
Austria, Hungra, y ello genera el primer hiato fl,mdamental entre las doctrinas originarias y sus herencias intelectuales, lacidas con posterioridad
a la Primera Guerra Mundial.
Mientras tanto, tras la muerte de Lenin, se produce -<:omo es sabidoun peculiar proceso de burocratizacin del poderen la URSS con el ascenso del stalinismo, expresivamente caracterizad9 por Perry Anderson COD
estas palabras: "Cuando la dominacin de Sta~in lleg a su apogeo, el
marxismo qued reducido a un recuerdo, en Ru~ia. El pas ms avanzado
en el mundo en el desarrollo del materialismo bistrico, que haba aventajado a toda E~opa por la variedad y el vigor ~e sus tericos se convirti en diez aos en un pramo intelectual, slo ~mpresionante por el peso
de la ceDsura y la tosquedad de la prOpagand8'j (Consideraciones ... ).
145
In.
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146
MARXISMO Y DERECHO
ambos con desconfianza y hostilidad. En el autogobie:rno de los productores libremente asociados, aquellos recursos del poder burgus, carecan
de razn de ser (Engels); no quedaba lugar para el derecho en el orden
social futuro (Reisner); era opio para el pueblo (Goichbarg); haba llegado su hora (Stutchk.a); se haba pronunciado sentencia de muerte para la
forma jurdica en general (Pashuk.an.is).
Sin embargo, la prctica de la revolucin mostra.b. lo contrario: la
dictadura del proletariado se materializaba, entre otras, en la forma de
decretos, juzgados para causas ci.viles y penales, tribunales revolucionarios, rganos de procesamiento y ejecucin. En 1918 se sancion la pri.-
IV EL
147
MARXISMO OCCIDENTAL
Retornando a la periodizacin originariamente propuesta, puede afirmarse que es a partir de la segunda dcada de este siglo, cuando surge el
denominado "marxismo occidental".
La generacin inmediatamente continuadora de Marx y Engels, haba nacido en la Europa oriental; ahora, aparece el pensamiento marxista en la Europa occidental. Un pensamiento que va de Luckacs a Colleti
y pasa por Korch, Gramsci; Lefebre, la Escuela de Frankfurt, Sartre,
Goldmann, Della Votpe, Althusser y otros.
A partir de los 70, adems, se produjeron novedades de importancia
con la aparicin de un vigoroso grupo de pensadores anglosajones como
Thompson, Hosbawn, Anderson y ms tarde otros como Elster, Przeworsk,
Wrigth, etc., cuestin prcticamente desconocida hasta principios de los
70. En efecto, con anterioridad, el pensamiento marxista no haba impactado de manera fundamental en Inglaterra o en Estados Unidos. Desde los aos 70 existe una muy seria produccin en esos pases, la que interviene crticamente en las tradiciones culturales del marxismo. Al punto
2
148
i
MARXISMO Y DERECHO
que las expresiones dominantes en Estados Unidos, son las de un "marxismo analtico". que plantea sintesis entre aquella filosofla y el pensamiento materialista: sntesis que implican, entre otras cosas, el abandono
de las visiones holsticas, tpicas del marxismo y, la asuncin, en cambio,
de un individualismo metodolgico y epistemolgico, propio del pensamiento analtico.
Cul es la caracterstica de este marxismo occidental? Fundamentalmente, un divorcio estructural entre el discurso que emite y la prctica
poltica. Estos pensadores a diferencia de los que los precedieron, no Son
hombres que intervienen francamente en la actividad poltica, con excepcin, probablemente, de los primeros que he nombrado: Lukacs, Korch y
Gramsci . .
Sin embargo, la soledad y la muerte de Gramsci en Italia -dice
Anderson- el aislamiento y el exilio de Korch y de Lukacs, en Estados
Unidos y en la URSS, respectivamente, sealan el fin de un marxismo
con arraigo en las masas. De all en adelante, iba a hablar un lenguaje
crptico, a distancia cada vez mayor de la clase social cuyos intereses
histricos pretenda servir y representar, es decir, el proletariado. ..
El marxismo occidental sufre sucesivas derrotas: la del proyecto
socialista fuera de la URSS, la de los frentes popuJares en Espaa y Francia, en la dcada de los 30 y la de no poder organizarse pofticamente de
manera gravitante, despus de terminada la Segunda Guerra Mundial.
Derrotado el fascismo -y a pesar de haber puesto en esa lucha sus
mejores cuadros- no consigue traducir en operacin poltica, en cUotas
de poder poltico, en las sociedades occidentales. el aporte y los sacrificios brindados.
Tales fracasos hacen que este pensamiento se aleje cada vez m' s de
la accin polftica de la clase obrera y se perfile como un pensaUUento
terico, muy riguroso, muy sofisticado e incuestionablemente escptico.
De un esceptisismo que era dificil encontrar en los autores precedentes.
Unos pocos sealamientos ms respecto de este trmino de la relacin en anlisis.
.
El marxismo de occidente, cuya tradicin se expresa en los nombres
ya inventariados, pese a realizar aportes de potente originalidad, a,vanza
menos rpidamente, en un gran nmero de disciplinas, que la cultUra no
marxista contempornea y se concentra, fundamentalmente, en lo que
podramos llamar el estudio de las "superestructuras" -para emple8f esta
dimensin tradicional, tan esquiva, equivoca y compleja-. Pero de llquellos niveles de la superestructura ms alejados de la base material. No
fueron ni el Estado ni el derecho, sus objetos tlpicos de investigacid, sino
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V. MARxiSMO y
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I~
149
DERECHO
J.
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151
MARXISMO Y DERECHO
150
3 Pese a los elogios oficiales provenientes tanto del PCUS como del PC italiano, la
obra completa de Antonio Gramsci se public despus de dos dcadas de su fallecimiento.
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''';, -
152
los mass media, la de sus colegas y las que se acuan en toda interaccin
social. Discursos de saber y discursos de poder que se sintetizan as, en
una unidad constituyente.
Las nonnas resultan, slo una dimensin de un objeto complejo y
no como preten~ el nonnativismo, su exclusiva referencia. Como hemos
sefalado muchas veces, las normas s610 dicen, lo que algunos hombres
dicen, que las normas dicen.
Desde esta perspectiva, dar cuenta de lo juridico es dar cuenta de
una instancia de la vida social y exige una visin global de su estructura,
a fin de reconocer la especificidad de esa instancia. Obliga, en consec\.lencia, a la construccin de una teora de interseccin, una teoria transdisciplinaria que se enriquezca con el aporte de la antropologa, la lingstica, la sociologa, el psicoanlisis, etctera.
Los juristas tradicionales se han ocupado poco del tema de los fines
sociales o funciones del derecho, por las razones que ya hemos analizado. Y ese tema, es el que articula de manera esenCial el derecho .y el
marxismo, como tambin dejamos planteado. Una excepcin la constituyen Joseph Raz en el campo anglosajn y Norberto Bobbio, en el continental europeo. En otro trabajo nos ocupamos de formular un arilisis
crltio'-comparativo de sus posiciones s, y planteamos que ciertas catego. ras del materialismo, permiten desarrollar cuestiones fundamentales; que
en aquellos anlisis se htllaban opacadas.
Qu categoras?: En primer tnnino la de la historicidad. Decimos que no se puede hablar del derecho en un sentido abstracto y genrico; que no es lo miSmo hablar del derecho de los sumerios, que del derecho de las sociedades capitalistas avanzadas; que la idea de que el derecho
puede reducirse a un conjunto [mito de prohibiciones ms una nOnlla de
clausura, slo permite entender, en el mejor de los casos, la dimensin
formal del fenmeno, pero otras dimensiones se pierden. El derecho no
cumple el mismo rol en el mundo medioeval que el que cumple en las
sociedades contemporneas. En aqul la "lgica" de la vida sociai era
provista por el orden religioso al cual, sin dudas, quedaba subordinada la
forma jurdica, atomizada y particularista (se trataba del derecho estatutario); en estas ltimas, secularizadas, racionalizadas y burocratizads, es
el derecho de la ley (abstracto y universal) el que acta como ordenamiento
fundamental, brindando seguridad y previsibilidad, demandas insoslayables del modo de produccin capitalista.
MARXISMO Y DERECHO
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~ :i ~.
153
Es cierto que tnninos y estereotipos noqnativos parecen, en el derecho contemporneo. recogidos en forma directa de la antigedad. Sin
embargo, a poco que se reflexione, se ver qu~ su sentido es radicalmente diverso, Cmo conciliar la idea moderna d~ sujeto de derecho, con la
que posean las sociedades esclavistas? Es q{e cuando nos referimos al
bonus pater familiae del derecho romano, estamos hablando del "buen
padre de familia" del derecho actual? Cualquier jurista sabe hasta qu
punto esta nocin ha evolucionado, es decir, ~e ha transformado, apenas
en las ltimas dos o tres dcadas. Qu decir lde otras como "mujer honesta"? Es qu~ el derecho adquiere su sentidq en un entramado cultural
de mltiples determinaciones. Preciso es, entopces, reflexionar acerca de
sus fines, introduciendo no slo el marco histrico-temporal, sino tambin el territorial. Con frecuencia olvidamos que en nuestros das coexisten culturas y tradiciones jurdicas muy divedas, como es el caso de las
musulmanas y de las orientales, o sin ir tanto lns lejos, de las de rafces
precolombinas.
!
Otra categora soslayada por los enfoques tradicionales, es la que
refiere al papel de la ideologa. La critica juridita concibe al derecho como
una prctica social de naturaleza discursiva, eb el sentido en que los lingistas definen el concepto de discurso. Esto! es, como una produccin
social de sentido. Una prctica social que es flls que palabras, es tambin comportamientos, smbolos, conocimientbs; es lo que la ley ordena,
pero es tambin lo que los jueces sancionan, ~os abogados argumentan,
los tericos producen, los litigantes declaran, ~tctera.
Es un discurso constitutivo, en el sentido pe que transforma la :realidad. Cuando un juez di~e, c.on autorida~ de 9<>sa juzgada, que el. coche
que vena de derecha a Izquterda y transltaba:a 80 kmlhora, tranSItaba a
80 kmlhora aunque, en realidad, hubiera venido de izquierda a derecha y
a 40 kmlhora, porque ste es el efecto constituhvo de una sentencia judicial, el de traIl$formar la realidad. sta es un~ operacin complejisima,
una operacin social que premia, castiga, discripllna, legitima o incrimina,
y claro, no es una operacin neutral. Es una o~~raci~ que se organiza y
se materializa en el sentido en que la hegemo1:ua soclal se produce y se
reproduce.
.
.
Es un discurso ideolgico, el del derech p en tanto produce una representacin i~aginaria de la relacin de los hpmbres con los otros hombres, y de los hombres con la realidad. Nos def lara, por ejemplo, .a todos
iguales ante la ley, con 10 que escon~ el c6di~o de nuestras diferenci.as
efectivas, o decJara el derecho conOCIdo por to(1os, escamoteando la eXIstencia de un monopolio del saber, que es un i~strumento de poder en la
154
sociedad contempornea, de la mayor trascendencia e importancia. Oculta relaciones estructurales, para reproducir formas de la hegemona social. Pero este ocultamiento no se produce slo a partir de la represin,
tambin se produce a partir de la elaboracin del consenso. El derecho
no slo ' amenaza, tambin disciplina; reprime pero "normaliza", en el
sentido foucaultiano.
Ahora bien, como sealara Althusser, la ideologa no es slo desconocimiento, es tambin reconocimiento; elicin, pero tambin alusin. Por
eso, por un lado oculta, pero por el otro fija el lugar de lo que oculta,
constituye el lugar de lo que opaca. As, cuando el derecho nos promete
19ua1~d, no.s~lo nos escamotea la percepcin de nuestra desigualdad real,
blen legltlm~ nuestro reclamo por la igualdad. De tal suerte que el
caracter Ideolgl~o del derecho tiene un doble papel, por Una parte recon?~c.e las relaCIones ~e poder pero, por la otra, al legitimar el reclamo,
pOSIbIlita la reformulaCIn y la transformacin progresiva de las relaciones de poder.
Y, por ltimo, este aspecto, el que concierne a las relaciones de poder, u~ aspecto que en las teoras tradicionales resulta siempre ignorado.
. SI el pod~r .es un instrumento, es una cosa que uno tiene y que otros
no nenen,. lo UOlCO que se puede hacer (como pensaba Lenn) es apoderarse del mstrumento del cual carecemos. Es decir, si la burguesa est
encerrada en su fortaleza., lo que hay que hacer es tomar la fortaleza.
Ha~er la rev.0lucin, es tomar la fortaleza, asaltar la Bastilla, ocupar
el PalacIO de InVIerno. La idea de Gramsci, de Althusser y de otros tericos, en cambio, es distinta. El poder no se piensa como instrumento sino
como una rel~cin. Al interior de esta relacin existe de manera gravitante,
tanto el dOilllnador como el dominado, y lo nico que no puede hacer el
dominador con el dominado es abatirlo, porque se termina la dominacin'
lo nico que no puede hacer el dominador con el dominado es suprrnir~
lo, porque .se termi~a la relacin de poder, se termina su poder. Por 10
~to necesita negocIar y reformular permanentemente esa relacin, la que
J~ega en un sentido progt'esivo o en un sentido conservatista y retardata~1O, ~e acuerdo a la forma en que histricamente ella se materializa, al
mtenor de una formacin social determinada.
Creo que estas premisas permiten mostrar las posibles articulaciones en~e cie~as categora's del discurso marxista y el papel del derecho
e~ l~ ~lda SOCIal, seguran:lI~nte tiles para comprender mejor el desarrollo
hIstOrIe o de nuestras SOCIedades y, con ello, contribuir a perfeccionarlas
en el sentIdo de su progresiva humanizacin.
CAPTULO
XII
tarn.
.~ ,
La pregunta del ttulo es, claro est, puramente' retrica. No tiene una
nica respuesta o las respuestas disponibles son mltiples y para peor ambiguas. Los jueces cuando juzgan hacen muchsimas cosas al mismo tiempo. Ponen en juego todo lo que saben, conceptual o experiencialmente .
Conocen, interpretan, valoran, deslindan, estipulan y, adems, dudan . Como la suya es una tarea humana, resulta fatalmente incierta y compleja.
Con todo, los juristas, en esta poca, tienen alcanzados algunos acuerdos
acerca de 1a naturaleza de dicha tarea. El papel que tradicionalmente se
asign al juez como la "voz de la ley", ese papel pasivo, meramente
cognitivo, ha sido desplazado del eje de discusiones pertinentes en el
campo de la teora. Predominan, en cambio, enfoques en los que la actividad jurisdiccional se piensa como una funcin constitutiva del sentido con
el que el discurso del derecho se despliega y se materializa. Con matices,
alll1que no menores, es lo que sostienen kelsenianos, egolgicos, re.alistas,
buena parte de los jusnaturalistas, criticos y otras variadas' tribus tericas.
Sin embargo, detrs del debate entre estas corrientes y el formalismo extremo, hay un arduo problema de tipo epistemolgico. La actividad jurisdiccional est fundamentalmente determinada por parmetros
lgico-metodolgicos o, al contrario, resultan ms relevantes en su desarrollo aspectos emplricos, que tienen que ver con la realidAd social y los
sistemas de valores, relacionados con un juez situado, es decir, con un
Juez en el mundo, que no est encerrado en una torre de cristal y que, por
10 tanto, resulta atravesado por todas las p:oblemtcas que lo definen,
primero como ser humano y luego como ser social, en un tiempo y lugar
determinados?
156
:gru-
157
cuestin surge coetAneamente con el advenimiE to de "la ley" como tecnologa de regulacin social. Es decir, cuando se acaba el mundo feudal,
al que correspondi el derecho de los pacta, e,l derecho estatutario y las
relaciones juridicas pasan a ser regidas mediante leyes, esto es, mediante
m.e canismos que universalizan el sentido de las nonnas vigentes y los
criterios relativos a su aplicacin por rganos! especializados. Es entonces. cuando se toma imprescindible prever aquel sentido y estos criterios,
porque tal es la demanda del nuevo modo de produccin que reemplaza
al feudalismo: previsin que neutralice el riesg~, facilitando la inversin.
Es entonces, cuando resulta imprescindible la !inteligencia unvoca de la
ley. En consecuencia, el debate pretensamen~ cientfico acerca de los
mtodos, estaba impregnado ms por una prj:ocupaci6n de naturaleza
ideolgico-politica, que por una cuestin vincrilada con el conocimiento.
Cossio sostiene que, cuando los burgueses h~cen su revolucin, toman
la Bastilla y comienzan a transformar la soci~dad estamental, deben de
convivir largo tiempo con los jueces del Ancien Rgime. Como el poder
poltico de la burguesa revolucionaria se co~ensa en el Parlamento y
los jueces no son ideolgicamente confiables,! se "inventa" la exgesis,
a travs de la cual el recto sentido de la nol7I1,'a debe buscarse en la voluntad del legislador. en el Parlamento, es deqr, en el lugar de elaboracin programtica en donde se construye el nu~vo derecho para la nueva
sociedad y, correlativamente, el sentido con ~1 que debe ser finalmente
. do.
I
aphca
.
1
La exgesis es un mtodo de naturaleza ~sicolgica, bastante endeble, que con el tiempo exhibi sus notorias l~mitaciones (en un cuerpo
colectivo no hay una nica voluntad; qu pape~cumple la voluntad de la
minorla; cmo evitar la esclerosis normativa); porqu, entonces, buscar
la voluntad del legislador? Porque es all, en el Parlamento, donde estn
condensados los ncleos ideolgicos del proydcto hegemnico.
Agrega Cossio en su anlisis, por qu los lingleses recomendaron un
mtodo diferente, el de la bsqueda del precegente? En realidad, porque
haban hecho su revolucin cien aos antes, c~ando Oliverio CronmweU
consigue que ruede en el cadalso la cabeza de Carlos 1 de Estuardo. El
precedente en cuestin es el que se gesta en e~ breve pero definitivo periodo durante el cual, con el triunfo de los "c~beza chata", la burguesa
gana su lugar en el Parlamento para no abandonarlo ya, nunca ms.
Mientras tanto, en Alemania, no haba oC}1rrido ninguna revolucin
y, por lo tanto, la burguesia no habia ganado el Parlamento, ni haba ganado la administracin del Estado, pero s, en 4mbio, la universidad. Los
profesores de la universidad provenan de la burguesa; aqu la receta del
158
modelo interpretativo (ex cathedra) era: "hay que interpretar la ley como
la doctrina dice que hay que interpretar la ley", doctrina que era producida, claro est, por los profesores de Derecho.
. Las sagaces observaciones de Cossio, advierten que toda construccin terica acerca del derecho, mantiene siempre vnculos insoslayables
con l~ problemtica social general. Es decir, con la problemtica de la
circulacin de la ideologa, de la construccin del discUrso poltico, de \.a
legitimacin y reconduccin de las estructuras de poder. Conclusin sta
a la que importantes sedores de la teora jurdica (comunitaristas, neocontractualistas, criticos,etc.) arriban recin a mediados de los 70 y desan'oUan, no pacficamente, desde entonces hasta la actualidad .
Mencionemos reductiva y esquemticamente, por ms conocidas, las
posturas de Kelsen sobre el tema que nos ocupa. Como ya se adelant, el
gran jurista del siglo XX, critic las tesis que se inspiraban en la doctrina .
de Montesquieu y propuso entender la actividad interpretativa del juez
como un acto complejo yn el que se conjugaban conocimiento y voluntad, creacin y aplicacin de la ley. Pens la norma como un marco abierto
de posibilidades. El juez conoce la multiplicidad de opciones que ella le
brinda para dar contenido a su sentencia y crea una solucin ad hoc, cuando escoge una de tales opciones. En nuestra legislacin penal el homicidio simple tiene una pena de ocho a veinticinco aos de prisin. Entre
ocho y veinticinco aos, existen 50.000 posibilidades diversas de cpndeoa: ocho afias y un da, Qcho y dos das ... Hay creacin judicial cuando
se escoge una determinada de esas 50.000 posibilidades. S610 dos actos
quedan excluidos de este carcter complejo. El primero, de pura creacin,
es la hiptesis cognitiva o la ficcin, que l llam Griinnorm o nOrma
fundamental. Creacin epistmica del jurista a partir de la cual es posible, segn Kelsen, dotar de unidad a un sistema de normas, pudiendo as
diferenciarlo de otros; y, por otra parte, derivar de ese puoto de partida el
principio general de validez del orden. El segundo, de pura aplicacin, es
el acto a travs del cual la sentencia se ejecuta por medio de un rgano
especializado.
El autor postula la plenitud del orden a partir de concebirlo como un
conjunto finito de prohibiciones ms una norma de clausura (todo lo que
no est prohibido est permitido). De este modo puede afirmarse axiomticamente, que todo acto humano resulta, de manera necesaria, capturado
por la ley como prohibido o permitido, de modo que no existen las lagunas en el derecho. Siempre podr encontrarse alguna solucin. La idea de
laguna no refleja sino la discrepancia del intel-prete con la solucin ofrecida nonnativamente. La teora de las lagunas, sostiene Kelsen,no fue
-.-
t~
.;- .
159
sino un intento de convencer a los jueces de que contaban con menos poder
del que efectivamente tenan, hacindoles creer que s610 creaban derecho
en casos excepcionales cuando, en realidad, lo hacan permanentemente.
Las tesis adquirieron enorme influencia y aunque en algunos aspectos han sido refutadas, no cabe dudas que acierta Juan Ramn Capella
cuando afirina que si en la actualidad podemos apreciar un horizonte ms
lejano que el que Kelsen describi es, entre otras cosas, porque 10 hacemos parados sobre sus hombros.
Dentro de la corriente del positivismo jurdico ha sido trascendente
tambin, el aporte de Herbert L. Hart (1967), autor que incorpora las elaboraciones de la filosofa analtica a la teora del derecho. Fundamentalmente se inspira en Austin y en el primer Wittgenstein. Los tres problemas fundamentales que lo ocupan son: i) la relacin derecho/coercin;
ii) la relacin derecho/moral y iii) la relacin derecholreglas, cuestin esta
ltima en la que realiza sus ms innovativos estudios. En todos esos aspectos matiza las tesis kelsenianas, cuando no toma abierta distancia respecto de ellas. A la tajante cesma entre derecho y moral sostenida por el
pensador austriaco, opone la idea de que el derecho contiene un mlnimum
moral inderogable (1962). Se detiene en el anlisis de las reglas desde la
perspectiva de los lenguajes naturales, aunque no piensa estos ltimos
como mera coleccin de palabras, sino como fenmenos que las palabras
mentan. de donde resulta que el estudio lingstico y la descripcin sociolgica, en Hart, se coimplican. Su propsito no consiste en estudiar la
palabra "derecho", sino el sistema jurdico contemporneo en general,
sobre la base de entender las prcticas sociales que lo sustentan. Le da
un contenido diferente al de Kelsen a la distincin entre reglas primarias
y secundarias. Desde su punto de vista! las primeras establecen las sanciones y las segundas los procedimientos y mecanismos a travs de los
cuales las primeras se modifican. Por ltimo, la llamada "regla de reconocimiento" juega un papel homlogo al de la norma fundamental pero,
a diferencia de sta, no reviste el carcter de una hiptesis cognitiva o
una ficcin, sino que se trata de una norma .superior del sistema, cuyo
carcter de tal es "reconocido" por el conjunto de juristas en funcin de
su pertenencia a una colectividad social, geogrfica e histricamente determi-nada, La validez deviene, entonces, ms que un dato epistmico, un
dato sociolgico, con 10 que se desdibuja la tajante distincin entre el
mundo del ser y el mundo del deber ser, tan enfticamente afirmada por
la teora pura.
Hart introduce una distincin que ha tenido cierta fortuna en la teora, entre 10 que llama "el punto de vista interno" y "el punto de vista
160
161
i
desprenderse de la moral y que esos principioslson tambin de naturaleza
poltica y moral. Juega con la metfora del jue~ Hrcules, con la metfora de un juez omnisciente, capaz de producir lajrecta solucin para el caso
dificil, siempre :y cuando, sea capaz tambin de entender al derecho como
integridad e integracin. Es decir, de entenderque el derecho no es slo
un conjunto de 'nonnas, sino tambin un conj~nto de principios y de valoraciones sociales, de pautas polticas y de criterios morales compartidos, por una sociedad determinada, en un momtnto histrico determinado.
Si el juez realiza ese proceso de ntegracil'n de nonnas, principios y
valores morales, deber hallar, concibiendo 31 derecho como prctica
interpretativa, la respuesta correcta para el crujo. Porque la red del derecho es una red ,sin fisuras, dado que los princ~pios completan, eventualmente, las fisuras existentes. Dworkin, al iguall que otros autores actuales
como Posner, Mc Cormick, Nussbaum, Van R6ermann, por citar slo algunos, acude ala homologia entre el derecho ~ la literatura (1997). Sostiene que el juez realiza su trabajo como si escribiera un captulo de una
novela; de una . novela que no ha sido empe~da por l; que tiene otros
capitulas que la preceden y que, por 10 tanto, desde esa precedencia, determinan el sentido con el que el captulo que a l le toca escribir va a ser
escrito. Utiliza metforas como instrumentos didctico-explicativos: "una
nica solucin 'correcta", "el derecho como *tegridad". "el juez como
Hrcules", "la red sin fisuras".
Las mayores crticas que las tesis de Dworkinhan recibido. como l
mismo reconoce, o las ms slidas, provienen del rnov1miento de los
Critical Legal Studies, en el que militan autor~s como Duncao Kennedy,
Alao Hunt, Robert Gordon. R . Mangabeira Unkei, entre otros, que son la
expresin de la teoria critiCa en el mundo anglosajn . Lo que estos autores argumentan en relacin con sus posicioqes, es que la moral DO es- .
t constituida por un solo principio, la polticalno tiene en cuenta un solo
valor y muchas veces es socialmente necesario elegir entre principios
morales o acciones polticas que reputamos t~ valiosas las uoas como
las otras. A pesar de eso es preciso elegir, opta~. Cuando optamos es porque estamos construyendo el discurso del derecho desde nuestra propia perspectiva, desde ese momento constitutivo de la decisin judicial,
que al fin y al Cabo, siempre elige y selecciona. El hecho de que integremos la solucin con principios, con normas, cqn valores morales y reglas
polticas, no implica que baya una nica manera de producir tal articulacin o un procedimiento unvoco y confiable para entramarlos en la bsqueda de la nica solucin correcta. Las soluciones correctas puedem ser
muchas.
QU HACEN LOS JUECES CUANPO JUZGAN?
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162
163
gan sobre la escena jurdica y contribuyen cada uno a sU: manera, a 'aplicar el derecho'? .. Es en la teora de un derecho mltiple en la que habra
que fijarse; multiplicidad que no significa, sin embargo, anomia y anarqua. Habra que llegar a mostrar cmo el orden jurdico se nutre del
desorden perifrico, o incluso interno, y reproduce a su vez desorden.
Habra que pensar una autonoma que sea al mismo tiempo heteronoIla.
Habra que aadir aun el entrelazamiento incesante de la fuerza y la justicia. En una palabra, es en la teora del derecho como circulacin de
sentido en la que hay que centrarse. Un sentido sobre el cual nadie, ni el
juez ni el legislador, tiene privilegio ... La circulacin del sentido jurdico
opera en el espacio pblico y nadie podda, sin violencia o ilusin, pretender acapararlo . Hay derecho antes de los juristas y lo habr todava
despus de ellos".
El derecho aparece, as, segn se seal antes, como un campo de
sentido, en el que se relacionan multiplicidad de poderes y de actores con
roles diversificados. Hermes no es trascendencia ni inmanencia. Se encuentra entre una y otra (dialcticamente) o en una y en otra (paradojalmente). Hermes remite a la idea de red, a la idea, ms actual, de una base
de datos. El cdigo que la constituye, dice el autor belga, no est en una
causalidad exterior (como la infraestructura econmica de la vulgata marxista), sino en la ley de circulacin del discurso, que se articula entre la
regla (que no es enteramente normativa) y el hecho (que no es enteramente
fctico), entre el orden y el desorden, entre la letra y el espritu.
Las muy sugerentes ideas de Ost, poseen notorios puntos de contacto con criterios que hace ya unos cuantos aos, haba planteado la teora
critica de Buenos Aires (cf. Ruiz, Alicia E . C.; Entelman, Ricardo et al.,
1991).
Pensar el derecho como una prctica social discursiva significa asumir que consiste en algo ms que palabras; que es tambin comportamientos, smbolos, conocimientos. Que es al mismo tiempo, lo que la ley
manda, los jueces interpretan, los abogados argumentan, los litigantes
declaran, los tericos producen, los legisladores sancionan o los doctri~
narios critican y, adems, lo que a nivel de los sbditos opera como sistema de representaciones .
Es posible distinguir tres niveles en la estructura del discW'so jurdico. El primero constituido por las normas, el segundo por las interpretaciones "tcnicas" acerca de las normas, es decir, las que realizan los "operadores del derecho", paradigmticamente los jueces, pero tambin los
abogados, los doctrinarios y otros de menor incidencia, como los martilleros, procuradores, practicones, etc. Por ltimo, el de los sbditos, en el
164
que se condensan con mayor eficacia, los elementos imaginarios, los juegos ficcional.es y los mitos operativos del derecho.
Estos niveles pueden diferenciarse slo con intencin analtica, no
son "lugares" ni momentos definidos, sino instancias de produccin de
sentidos que se interceptan y reconstituyen, condensndose circunstancialmente en una decisin judicial, en \llla ley sancionada, en un contrato o
en cualquier otro producto juddico, para transformarse inmediatamente
en nueva fuente de sentido.
Cuando los jueces, por ejemplo, deben lidiar con los estandares normativos que con frecuencia adolecen de anemia semntica e'mujer honesta"; "buen padre de familia"; "debidos cuidados", etc.) incorporan
sentido a esas expresiones, las completan o complementan; sentidos que,
naturalInente, son mutables e histricos y, por se1"\o, dotan de relativa
estabilidad a las leyes. La complicada operacin que asi despliegan, tiene
dimensiones cognitivas y volitivas, aunque dimensiones siempre sociales.
De tal manera, los alcances interpretativos que operacionalicen, tendrn
en cuenta otros fallos, opiniones doctrinarias, dichos y afirmaciones de
las partes y sus letrados. Pero estarn ausentes sus lecturas filosficas o
psicoanaticas, las opiniones en estado prctico que circulan en los mass
media, la discusin con su cnyuge o con sus hijos sobre el tem~el criteri? de sus amigos ntimos? No lo estarn, porque toda interpretacin es
SOCial (cf. Schutz, Winch, Davidson) y porque las normas y las reglas, en
t~to pfOd~~to lingstico, adquieren sentido no slo por lo que nombran,
8100 tamblen por el uso social que tienen atribuido. Como sostena el
Wittgenstein de "Investigaciones Filosficas", el lenguaje es una construccin social y nos movemos ar interior de)' lenguaje como al interior de
una construccin social. Por eso no hay lenguajes privados. Los sentidos
circulan, constituyendo una vasta red de significaciones, que ya no tienen un centro nico de produccin, sino "posiciones" ms o menos 'estratgicas por su influencia, medida sta, siempre, en trminos circunstanciales e intercambiables.
:.
. Esa cir~ulacin de .los sentidos es la que establece la complejidad
epistemolgIca que Dando Zolo ha caracterizado como un fenmeno de
circularidad cognitiva de los agentes (o sistemas) que se han vueltO conscientes del dato que su propia presencia produce. Ellos, no pueden neutralizar las distorsiones generadas por su actividad cognoscente; en el
campo que a travs de ella pretenden "aprehender". Expresa el autor citado: " ... Los agentes pueden tener en cuenta crticamente -esto es, reflexivamente- la situacin de circularidad en que se encuentran, pero m): pueden desprenderse de su propia perspectiva histrica y social o lib;J1lTse
165
I
1,
CAPTULO
XIll
1. EL MISTERIO DE LA SUBSUNCIN
Cuando un operador juridico (abogado, juez, funcionario) se formula alguna pregunta acerca del razonamiento judicial, salvo en contadas
excepciones, suele buscar la respuesta, ms o menos automticamente, en
la idea de subsuncn. Naturalmente, ello no es natural. Por el contrario,
es absolutamente artificia1. Resulta consecuencia de una educacin jurdica que implant con fuerza esa idea, machaconamente y sin mayores
elucidaciones. En su versin ms elemental, ella explica la actividad llevada a cabo por los jueces, como un proceso de "encanastamiento" mediante el cual, cierta clase de hechos que constituyen un caso particular,
son incluidos o insertados dentro de las previsiones de una nonna o un
subconjunto nOffilativo que describe, en forma abstracta, el caso general;
es decir, el gnero respecto del cual aquel caso particular, resulta ser una
'especie. As, si el juez tiene por probado que el seor X, en medio de una
discusin con el seBor Y, sin que mediaran por palie de ste agresiones
fsicas o verbales, ,extrajo de sus ropas un revolver, dispar contra su interlocutor y le produjo la muerte, no mediando factores de inimputabilidad,
habr de considerar la accin llevada a cabo como subsumda en las previsiones del arto 79 del Cdigo Penal y condenar a X, proceso debido y
defensa legtima de por medio, en su calidad de homicida, a cumplir una
pena de ocho a veinticinco aos de crcel.
Aunque parezca algo extrao, la llamada subsuncin no recibe por
parte de la dogmtica (ni de la teora) mayores explicitaciones. No se
revelan los mecanismos lgico-metodolgicos empleados para incluir el
caso particular, en la premisa genrica de naturaleza normativa. Tampoco
se dice si se es un proceso puramente intelectual o juegan tambin aspectos volitivos que resulten propios de la individualidad del juzgador, o
]68
169
vas 3. Se sigue de lo antedicho que un desarrollo ~e tales caractersticas deber confrontar inevitablemente, con cierto tipo Cje reduccionismos, los de
naturaleza ontologista que sustenta el jusnatura[is~o tradicional y los de naturaleza normativista que sustenta el positivismoiformalista, tanto en la defmicin de "derecho" que cada una de esas corriyotes propone, como en la
manera en que describen el rgimen de produccion de la decisin judicial.
Cuando se articula el terna de la interpretaci6n con el papel de los
jueces, parece necesario recordar que el ms irpportante jusfil6sofo que
hasta: ahora ha producido nuestro pas, nos refe~lmos por supues~o. a
los Cossio, ha n:alizado aportes de una origina1idad y una anhclpa~lOn
sorprendentes. El hecho de que los mismos se hayan desplegado medIante el uso de un lenguaje algo crptico, propio 4e una filosofa de poca
cargada de metafsica., ha obstaculizado su con9cimient'? por parte ~e l~s
jvenes estudiosos de la jusfilosofa. Sin e~blljgo, sus Ide~s y sus intUIciones, despojadas de esa "envoltura", nO' p1erdctn resonanCIa, Muy p~r, el
contrario se transforman en inestimables guias para la ms actual reflexlOn.
Parece entonces necesario, evocarlas en apreta4a sntesis.
c.a;-
n.
LA CONCEPCIN
EGOLOICA
II
."
170
cognoscente". Quera decir que, quienquiera se acercara al fenmeno jurdico con pretensin operativa, 10 hara ubicndose en el lugar del j"uez O
constituyendo al juez en su interlocutor, o preguntndose cmo resolvera. el.juez la cue~tin indagada: el abogado al desplegar su arte y oficio,
el Jurista dogmtico al r~alizar sus anlisis, el jurista terico al construir
su metadiscurso.
.Con la idea misma de "egologa", un conocimiento que parte de la
propIa .conducta y que vuelve reflexivamente sobre ella, el maestro argentino abn en el campo del dereoho, con sugestiva originalidad, un camino
que slo muchas dcadas ms tarde, desarrollaran otras concepciones.
En lo que concierne al tema que nos ocupa, Cossio 4 fue igualmente
proficuo. Clasific a los mtodos de interpretacin del derecho en dos
grandes grupos. En el primero, ubicaba a todos aquellos que crean posible establecer un nico, definido y "verdadero" sentdo de la o las normas objeto de anlisis. Aunque sustentaron distintos criterios eursticos
(gr~aticale~, exegticos, dognlticos, fenomenolgicos, etc.), compartan
un nUSmo entena: el derecho tena una nica lectura adecuada y era intelectualmen~e posible establecerla (con otros presupuestos esa posicin es
hoy sos~emda por R.. Dworkin). Por eso, nuestro autor denominaba a estas comentes como "intc1ectualistas". En el segundo grupo, inclufaslo
a la llamada Escuela del. Derecho Libre y a la teora pura del derecho de
Kelsen, aunqu~ su propia concepcin egolgica y la del realismo americano y escandmavo, deban tambin integrarlo. Caracterizaba a las tesis
~e este segundo grupo como "voluntaristas". En un extremo, un voluntansm.o amorfo que sostena la idea de que era el juez el que dotaba de
s~~ttdo a la norma, mediante un acto de voluntad no sometido a limitaClOn alguna. En el otro, un voluntarismo estructurado (Kelsen) que sealaba que tO?O ~to de creacin de norma era un acto de aplica~in y todo
acto de aph~acJn uno de crea~in, de modo que conocimiento y voluntad c~n?urrIan a f~ de determmar aquel sentido. Estos puntos de vista,
en oplllln de COSSlO, constituan saludables rupturas epistemolgicas en
la teora de la interpretacin en particular y en la teora del derecho en
general.
171
me ocupo con mayor detenimiento de sus ideas 5. Baste sealar aqu que
las sagaces observaciones de Cossio, advierten que toda construccin terica acerca del derecho, mantiene siempre vnculos insoslayables con la
problemtica social general. Es decir, con la problemtica de la circulacin de la ideologa, de la construccin del discurso poltico, de la legitimacin y reconduccin de las estructuras de poder. Conclusin sta a la
que importantes sectores de la teorfa jurdica (comunitaristas, neOCOlltractualistas, crticos, etc.) arriban recin a mediados de los 70 y desarroWm, no pacficamente, desde entonces hasta la actualidad.
~l au.tor.u:abaj de manera especialmente atenta el tema de la interpr~taclnJudlelal en sucesivos ensayos yen una obra pstuma que inexplIcablemente, pelmanece indita. En otro captulo de este mism~ libro
4 CoSSIO, Carlos, La teora ego lgico. Su problema y sus problemas AheledoPerrot. Buenos Aires, 1963.
'
[
'
'"o.
".";..'....
.- t
". -~;
172
173
ensayos de RlCU'do Guastini sobre la materia 6. *te autor, a pesar de adherir en general a ,los conceptos del maestro austriaco, introduce criterios
propios de la filosofia analitica, con los que i~tenta superar las criticas
ms divulgadas dirigidas contra la teora pura. Algunas de sus conclusiones demandaran un tratamiento critico qtJe no es sta la oportunidad para
encarar. Sin embargo, me parece de inters subrayar, que Guastini, pese a
sus sofisticadas elaboraciones, no trepida en rej?;resar a un lugar comn,
sobre cuya vacua poli valencia hemos alertado al principio, me refiero a
la subsuncin. As, en Le fonti del diritto e J1interpretazione (Giuffre,
Miln, 1993), ha sostenido: "Interpretar un hecho signiica incluirlo dentro de una cierta clase de hChos, subsumir el hecho en una norma o calificarlo segn la norma para aplicarle la consecuencia jlJrdica que ella
establece". En Un trabajo recientemente publiqado en nuestro pas (ver
Ideas y derecho, Anuario de la AAFD, afo n,
2, ps. 31 y ss.) insiste
en la idea, al caracterizar un tipo de nterpretapin, entre otros muchos
que diferencia: "La "interpretacin en concretol-o subsuncin- consiste
en aplicar o no aplicar a un caso concreto la norma previamente individualizada (decidida) en el mbito de la interpretacin en abstracto: en
decidir si un caso concreto dado cae o no cae e,n el campo de aplicacin
de la nonna. La interpretacin en concreto, c\Jlndo es ejercida por los
jueces o por la administracin, coincide trivial.n}ente con la aplicacin de
una norma a un :caso concreto".
!
.
Hemos citado a Guastini, porque representa una visin aggiornada
y compleja del pensamiento positivista y anali~co. Aunque discrepo radicalmente con sus tesis fundamentales, su trab~jo me parece muy serio.
La importante formacin intelectual que luce, re permite atisbar algunas
cuestiones sobre las que sera del caso debatir: con mayor profundidad.
Por ejemplo, cuando advierte que la interpre~~n puede pensarse como
una actividad mental, pero en ese caso seria materia de anlisis psicolgico y no de anlisis lgico, de modo que dicha: actividad debe concebirse -opina- con su exteriorizacin, como de na4raleza discursiva, esto es,
como producto literario. La interpretacin seril> pues, la expresin discursiva de una actividad intelectual: sera el discurso del intrprete (conf.
Teora e dogmtica delle fonti (Giuffre, Miln,: 1998). y en un texto inmediatamente anterior, afirma que frente a los muchos sentidos acerca de
*0.
l. ;
6 Entre libros y articulos ellos suman ms de una Jeintena. especlficamente dediCados a la problemtica interpretativa. Sobre la obra de R. Guastini rc:mito al muy completo estudio de la Prof. Maria Concepcin OIMENO PRESA, Interpretacin y derecho,
Universidad Extemado de Colombia, Bogot, 2001.
174
IV.
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2003.
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177
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179
Unido. Ahora bien, la filosofia del derecho, que tambin es una prctica
interpretativa porque tiene por objeto una prctica interpretativa (el derecho), debe encontrar los principios y la teora normativa, que se adecuen
a las instituciones existentes y que sean, adems, los mejores en trminos
valorativos. En tanto prctica cognitiva, eUa transforma la prctica sobre
la que se despliega. Existen tres etapas en la tarea interpretativa: la primera, preinterpretativa, identifica las prcticas interpretativas y sus reglas;
~a s~gunda, ya p~opiamente interpretativa, selecciona los principios que
JustIfican la prcnca; y en la tercera, postinterpretativa, la prctica se transforma al tomar en consideracin la justificacin de la etapa anterior. Si
se usa un criterio interpretativo, el positivismo sostendr un punto de vista con~~ncionalista. acerca de la prctica; el realismo un punto de vista
pragmtico. Dworkin, en cambio, propone un criterio de "integridad", el
cual s~pone reconocer . un conjunto de principios que muestran que la
comun~dad comparte dIcho valor de integridad o integracin. Ese valor
?et~nru.~a la fo.rrna. ~e una compleja operacin que produce la mejor adJudlcacJOn (aphcaclOn) del derecho, es decir, la nica respuesta correcta
~ue ste contiene -y que solo podrn identificar, quienes estn comprometJ~os en una actitud ntegra, que consiste en alcanzar su mejor interpretaClOD moral
Este elemental resumen de las ideas fundamentales del autor de El
imper~o de la justicia se ,expone a efectos de mostrar de qu modo eUas
s~ ennquecen con la vuelta de tuerca que Dworlcin realiza en el trabajo
Citado en nota 6, sobre el que volveremos ms adelante.
algunos de ellos en el apartado anterior. Cabe sumar a los ya mencionados, por ejemplo, a S. Fish, B. Jackson, R. Posner, E. Landows1ci, F. Ost,
M. Van der Kerchove, J. Calvo Gonzlez, D. Carzo, M. Nussbaum, R.
Keveson, y R. West. Entre nosotros a Enrique Mari, Claudio Martyniuk y
Felipe Fucito. En Colombia se destacan las investigaciones crticas de la
profesora de la Universidad Javeriana de Cali, Dra. Beatriz Espinosa Prez.
Se trata, en muchos de estos casos, de mostrar los posibles enlaces
entre el derecho y la literatura, entendida sta en su sentido ms amplio,
es decir, como relato, novela, crnica o narracin. Un enlace externo,
cuando' el relevarniento concierne a "estudios culturales" o socio-semiticos, en el sentido de que el derecho se refiera a la literatura cuando produce normas y regula conductas acerca de cuestiones autorales, o de que
la literatura se refiera al derecho cuando toma a ste como sustancia de
la trama, como en el caso de El proceso, de F. Kafka.
Desde la teora jurdica, 10 que importa es otro tipo de articulacin,
una articulacin Uinterna" como la denomina B . Van Roerdmund 9 , que
permite descubrir notables analogas, en el proceso de produccin discursiva del derecho, por una parte y de la literatura, en sentido amplio, insistimos, por la otra.
Una analoga compleja y multidimensional. Una sentencia es un acto
de naturaleza jurisdiccional, instituido por quien posee imperium . Sin
embargo, se organiza como discurso, del mismo modo que el relato, la
crnica o la narracin se organizan como discurso. Y, pasada en autoridad de cosa juzgada, esto es, devenida irrevisable por algunos de los efectos ficcionales que el derecho acoge como demanda tcnica, constituye
la realidad jurdica de un modo muy semejante al que el novelista constituye la "realidad" de sus ficciones, o el cronista la de su crnica, al privilegiar algn dato, descartar otro, hipotetizar un tercero .
No se afirma por ello, que exista analoga entre ficcin y realidad.
Se seala que la "realidad" est socialmente construida, sobre todo la que
llamamos "realidad social", que es siempre una realidad interpretada. La
realidad social es el resultado de la interaccin humana precariamente
estabilizada, cuyos sentidos se establecen en el intercambio comunicativo entre los individuos. Pero, como es sabido, la comunicacin es un proceso dificil y falible : por la heterogeneidad existente entre emisores y
receptores y por las incertidumbres generadas por el medio empleado :
lenguajes, signos, smbolos.
178
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Ver
VilN ROERDMUND,
180
181
tendindola como un proceso, los trminos que la componen se coimplican y sobredeterminan mutuamente. Un ens;ayo crtico descubre, pone
en evidencia, aspectos no apreciados antes en una obra determinada, supongamos una novela. Ella aparece desde eIf-tonces resignificada. Esa
nueva comprensin de la novela, influye, a su vez, sobre [a siguiente mirada critica que sobre sa o aun otra noyela, se realice ms tarde.
As, ambos niveles interactan y se modalizan;, Una cosa semejante ocurre cuando el jurista o el doctrinario. introduc interpretaciones novedosas y aceptadaS acerca de normas generales ~ individuales. Las resignifican y as resignificadas constituyen otro oojeto de reflexin, distinto
del que;: constituian antes, para las sucesivas~ecturas hermenuticas lO.
Esta circulacin (circularidad) del sentido, no, es viciosa sino virtuosa.
En el caso literario ensancha y profundiza el hqrizonte temtico; en el caso del derecho permite su actualizacin y ad~uacin a nuevas situaciones fcticas qde, es sabido, se modifican en n~estra poca con incesante
vertiginosidad.
,
Admitido lo anterior, debe concluirse que las disciplinas que se ocupan del lenguaje, de la comunicacin, de los signos, del sentido, del' di.scurso, pueden proVecr a los juristas insumas de considerable valor para
actualizar y profundizar sus estudios, tanto como para problematizar (saludablemente) las matrices tericas que empleanlas cuales lucen, muchas
veces, obsolescencias seculares.
!
Como las. relaciones entre derecho y nrujracin son tan vastas los
autores antes invocados han elegido algunas jy desechado otras o han
enfatizado los aspectos considerados ms prodctivos. Repasemos someI
ramente algunos casos.
1
I
II
A.,
182
183
el objeto del derecho, sobre el que versa, se podr entender como externo
o carente de una dimens16n de relevancia jurdica" 12.
3.3. Ronald Dworkin, segn ya se adelantara, ha escrito un clebre
ensayo que se titula "Cmo el derecho se parece a la literatum" 13. " ... Propongo pues -dice- que podemos mejorar nuestra comprensin del derecho si se compara la interpretacin juridica con la interpretacin en otros
campos del conocimiento, en particular en la literatura" (p. 143). Sostiene
la tesis de que los jueces actan como narradores que tienen a su cargo
producir un texto. Este, ya tiene un comienzo que otros jueces han escrito; al capitulo que a l le corresponda producir, le seguirn otros captulos, escritos, a su vez, por otros jueces. Su libertad creativa de intrprete,
resulta as acotada, porque no puede ignorar el entretejido lgico-argumentativo que lo precede, ni dejar de hacerse cargo -al menos en algn
sentido- del que lo suceder. El deber del juez ser el de interpretar la
historia que encuentra, que es dada a su intervencin y no inventar(se)
una historia mejor. Sin embargo -admite Dworkin- no hay frmulas algortmicas que permitan encontrar la solucin adecuada. Ella estar orientada -segn su conocido punto de vista- por la combinacin de normas,
principios y valores polticos que permitan la realizacin de ciertas fmalidades sooiales y no de otras. El derecho, entendido como una prctica
interpretativa ser, en su opinin, " ... una cuestin profusa y profundamente poltica". En el ensayo de referencia destaca el isomorfismo existente entre la tarea del critico literario y la del jurista. El primero, en cuanto
intrprete, debe exhibir -sostiene- la lectura o clave o direccin que, de
mejor manera, revele al texto como una verdadera obm de arte. Claro que
la hemenutica literaria no es tarea unvoca y que habr muchas maneras
posibles de llevarla a cabo. Sin embargo, ninguna de ellas podr, al menos vlidamente, adulterar la obra original. Harnlet podr ser pensado
como un esquizofrnico, o como un edipico, pero no como un personaje
ligero o banal. El juez o el jurista que interpreta, tambin tiene la limitacin de no adulterar el material que analiza: declaraciones de los testigos, confesiones de las partes, alegatos de los abogados, normas aplicables, dictmenes periciales. Por eso, sostiene: " .. .1a opcin respecto a cual
de los varios y distintos sentidos posibles que pueden estar detrs de la
intencin del vocero o de la legislacin es el correcto, no puede remitirse
a la intencin particular de nadie y debe ser decidida, por quienquiera que
est encargado, como un asunto de teora poltica" (p. 169). Tanto en tr-
11
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Ver '"'Una mirada crllca a las naJTIIciones en el campo jwidico", ponencia pre-
12 GARdA AMADO,
013 Ver La decisin
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3.5. Marta Nussbaum, la notable filsofa norteamericana, en un bello libro que s~ denomina Justicia potica 15 P,T0pone que la imaginacin
literaria que ex.alta las emociones y los sentimrentos debe impregnar, aun- .
que no reemplazar,. las reglas que rigen el raz.onamiento jurdico y moral.
..... una tica de respeto imparcial por la dignidad humana no lograr - afirma-- comprometer a seres humanos reales, a 'flenos que stos sean capaces de participar imaginativamente en la vida: de otros, y de tener emociones relacionadas con esa participacin. .:.Aunque estas emociones
tienen limitaciones y peligros, y aunque su funcin en el razonamiento
tico se debe circunscribir cuidadosamente, taptbin contienen una vigorosa 8lUlque parcial visin de la justicia social lY brindan poderosos moti
vos para la conducta justa" ("Prefacio").
3.6. Un punto de vista similar expone ell destacado epistemlogo y
filsofo francs Edgar Mop,n. Poco tiempo ~s Morin, de paso por Buenos Aires, fue reporteado por nuestro colega <Claudio Martyniuk, para el
diario Clarin. Ante una pregunta acerca de si ~a ciencia era la nica forma legtima de acceder al conocimiento, contestaba: "Me pareee que la
ciencia es un modo de conocimiento que tienelsu valor, su modo de verificacin y su bsqueda de objetividad, pero tambin sus limitaciones.. .
Las ciencias sociales no pueden revelar las vi~as personales, los sujetos
con su ambiente, sus pasiones, el odio, el amOr. Pienso que si queremos
comprender el ptundo hwnano, la literatura es fundamental. A travs ~e
las novelas se pueden entender las distintas f~rmas del amor y la ~bl
cin, su papel central en nuestra sociedad. La ~bra de Proust es un eJemplo de un modo de conocimiento ms sutil. Y tambin la poesa, que nos
hace comunicamos con la cualidad potica de la vida. En mi concepto, la
vida es una alternancia de prosa y poesa... ~ienso que no hay un solo
conocimiento que no tenga valor. El que se verifica a travs de las artes,
de la literatura .es un conocimiento ms difici., con ms inertidumbres,
pero concierne ms fundamentalmente a las personas" 16.
SegUn se ver, otros autores tambin comparten tal perspectiva epstmica.
i
3.7. Bert Van Roerdmund 17 explica que, ~do el relato se ocupa del
derecho, muestra la imagen que la sociedad ti~ne de s misma, como orden social ms (, menos justo. De este modo, 10 inarrativo determina (constituye) como imagen autorreferencial, una cierta forma de conocimiento.
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I~ EAGLETON,
nro. 24.
Terry, "La rebelin del lector", Punto de Vis/a, Buenos AireS, 198:5,
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185
IS NUSSBAUM,
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186
4. Conclusiones
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187
do que la conducta social es aprehensible a partir de los procesos de socializacin lingstica. Trae, asi, al campo de las ciencias sociales, la filosofia del segundo Wittgenstein. Gadamer funda el proceso comprensivo en la hermenutica, describiendo la tensa y conflictuante relacin entre
texto y lector, superada en la sntesis interpretativa. Basten estos ejemplos, no exhaustivos, para exhibir la riqueza y complejidad del proceso
que apuramos bajo la idea de comprensin. Todos estos puntos de vista,
agregan algo para la comprensin de la "comprensin". Habra que sumar aun a este campo de complejidad y riqueza conceptwll, los aportes
de la semiologa, la teoria del discurso y el psicoanlisis. Con todo ello,
tomar razn de la variedad y profundidad de las transfonnaciones que
organizan los horizontes de sentido de la postmodemidad o, dicho de otro
modo, la heterogeneidad caleidoscpica que constituye el universo de
nuestras representaciones, en tanto seres humanos situados aqu y ahora.
Los fenmenos se han tomado ms complejos y los instrumentos para explicarlos y comprenderlos no pueden sino acompaar esa complejidad. Los juristas -tanto como el resto de los cientistas sociales- no deberan seguir conociendo con las mismas categoras de las que se valan
veinte o treinta aos atrs (siendo que a menudo lo intentan con las de
hace siglos).
Detengmonos en la materia narrativa. Si fuera cierto, como se afirm ms arriba, que en la trama del derecho (del proceso, por ejemplo) existen mltiples relatos (el de las normas, el de los acontecimientos descriptos
por las partes o los testigos, el de los peritos, los abogados, los doctrinarios
o los jueces) debemos contar, entonces, con recursos conceptuales (tericos) que nos pennitan entenderlos, descifrarlos, tomarlos consistentes., segn la perspectiva en la que estemos ubicados en el juego (el juego del
proceso), en cada caso concreto. La teorfa literaria ensea que la narrativa moderna rompe con la linealidad histrica, reorganizando el tiempo de
manera fragmentaria, discontinua y recursiva. En el proceso judicial pasa
otro tanto, el tiempo va y vuelve. Cada "hablante" organiza el tiempo de
su relato segn su propia disposicin, de atrs hacia delante, del medio
hacia el final, para volver al principio. Es slo la conclusin, el "punto
de cierre" de su discurso, lo que atribuye sentido definido a la secuencialidad elegida. El intrprete tiene que tener la posibilidad de "comprender" y atribuir sentido a la heterogeneidad temporal de los relatos a riesgo, en caso contrario, de que resulten para l, inextricables o patolgicos.
La literatura y tambin la epistemologa contempornea rompen,
adems, con el representacionalismo como modo (excluyente) de conocer. Durante mucho tiempo se pens que acceder a lo real implicaba re-
188
.
I
SOBRE EL RAZONAMIENTO JUDICIAL
presentarlo, como proyeccin hacia el mundo interior y como reflej hacia el mundo exterior. La epistemologa de las ciencias sociales piensa
hoya la representacin, s610 como momento de un proceso cognitivo 'ms
complejo. Alfred Schutz 18 sostendra que lo real puede aprehenderse s lo
como representacin (abstraccin) de la SlUna total de perspectivas desde
las cuales lo real es observado. Dicho de otro modo, ninguna " mirada"
unilateralmente considerada, puede dar cuenta de toda la realidad. La
realidad se constituye socialmente, como suma y articulacin del conjunto de "miradas" posibles. En ese respecto, la literatura pone de manifiesto de manera ejemplar, cmo la trama se despliega siempre desde algn
lugar, desde algn punto de vista. Y tanto la semiologa, cuanto el: psicoanlisis, advierten que aquella contiene mltiples sentidos, que se enhebran y articulan segn puntuaci.ones que se producen desde una heimenutica constitutiva. Esto es, desde una interpretacin que ordena las
secuencias de los significantes y los significados, para elegir algunos de
los mltiples sentidos implicados en la trama. La trama de la noveta,: de la
crnica o del proceso.
.
Un ejemplo puede ayudar a entender lo que a primera vis,ta parece
algo engorroso. La oracin: i) "se casaron y tuvieron bijas", es bien distinta de la oracin: ii) "tuvieron hijos y se casaron" . Entre i) y ) no median
slo secuencias temporales diferentes, median connotaciones mor~les y
jurdicas bien distintas. Las concepciones generales vigentes, las ideologas, los valores, determinan las interconeXiones significativas de l~s tex~
tos y de los relatos y tales concepciones generales son las que se dinaiDizan
a travs de la actividad del intrprete, que en ningn caso es solipsistica,
sino social. No hay un intrprete, sino multiplicidad de intrpretes'. Porque su interpretacin es social, el intrprete es un sujeto sujetado. Tiene
libertad, pero tambin limites. El relato sobre un hecho acaecido resulta
de un material disperso, desordenado y catico. Quien ordena ese material (novelista, cronista, jurista) selecciona, ordena, desecha, omite (y
agrega). La plausibilidad fctica de los acontecimientos descriptos, depende en gran medida de la coherencia narrativa. Pero no slo de su i cohe~
rencia interna, sino tambin de su coherencia con los otros relatos (representaciones, ideologas, valoraciones, precedentes) que circulan! ~n el
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espacio pblico d la comunicacin.
He aquf algunas relaciones significativas, algunos udescubrimiimtos"
temporales o cognitivos, que alcanzamos cuando abrimos nuestra re~exin
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18 SCHUlZ, Alfred, La construccin signgrcaliva del mundo social, Paids, Madrid - Buenos Aires, 1993.
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CAPTULO XIV
l.
UN POCO DE HISTORIA
..... De las dos. partes principales de nuest~a naturaleza, razn y pasin, proceden las dos clases de conocimientos:!matemtico y dogmtico.
El primero est libre de disputas y controversias, cosas en que la verdad
y el inters de los hombres no se oponen entre!si, pero en el segundo no
hay nada que no se pueda discutir, porque comPara a los hombres y trata
a sus derechos y beneficios; de forma que tantas veces como est la razn en contra de un hombre, otras tantas estar l en contra de la razn.
De ello se desprende que todo lo que han escrjto los hombres acerca de
la justicia y de la poltica se halla plagado de ~ontradicciones ... Para reducir esta, doctrina a las reglas y a la infalibilidad de la razn no "existe
otro medio que establecer unos principios bs~cos tales que, al no inspirar desconfianza a la pasin, no sean desplazados; y a continuacin fundamentar, a partir de ellos, la verdad de las casas en la ley natural (que
hasta ahora ha sido establecida en el aire) de mbdo que el conjunto resulte inexpugnable. Ya conoce S.S. por nuestr~ conversaciones privadas
cuAles son estos principios aptos para servir de t1mdamento, pero siguiendo
sus instrucciones han sido aqu ordenados metdicamente... Presento esta
obra a S.S. como la autntica y nica fundameiltacin de semejante ciencia... Sera extraordinariamente beneficioso parr a la Repblica que todqs
los hombres profesaran las opiniones aqu expuestas referentes al derecho y a la poltica".
i
Con estas palabras introducia Thomas HQbbes, en 1640, a la consideracin de su protector el joven Guillermo, lPrincipe de Newcastle, el
texto de la primera de sus grandes obras pol1ticas los Elementos de dere-
194
195
estatus epistemolgico de la categora de "norma fundamental" como ficcin (1987, ps. 81 y ss).
Son muchos los autores que han intentado mostrar, -aunque desde
criterios muy heterogneos- esta continuidad entre los dos grandes paradigmas de ciencia jurdica de nuestro tiempo. Al punto de concebir, s?lo
como verdadero impugnador (de ambos) al tipo de enfoque que, naCIdo
con Aristteles informa luego la concepcin historicista y llega hasta
nuestros das d~ mano de la nueva retrica y de la hermenutica, influyendo, claramente, adems, en el desarrollo de las denominadas corrientes criticas del pensamiento jurdico contemporneo. Un enfoque que
podria denominarse "comprensivo" frente al que es propio. tanto del ~usna
turalismo como del positivismo, al que podra, en cambIO, denonunarse
"explicativo", segn la tradicional distincin que da ttulo a una de las
obras ms signficatvas de G. H. von Wright 3 .
No cabe duda que el intento de los jusnaturalistas de fundar una tica racional, liberada de la teologa y encargada de fundamentar la universalidad de los.principios de la conducta humana, fue una empresa imponente.
Tampoco puede ignorarse, el enorme valor elucidatorio del positivis~o
critico. Sin embargo, la pregunta que debera formularse frente a las ]llsuficiencias, inconsecuencias y aporas de ambos modelos, es si los presupuestos epistmicos sobre los que ellos se asientan, son los adecuados.
No se trata, al formular esta pregunta, de ignorar que, alIado de las cuestiones de esa ndole, corren en paralelo las cuestiones de carcter ~oltico
o, dicho de otra manera, la apreciacin que de las teoras y doctflnas se
realiza en funcin de las consecuencias que ellas ofrecen en el concreto
plano de las relaciones sociales, de la organizacin y distribucin del
poder, de las formas de su ejercicio, etctera .
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y CRiTICA METDICA
El empeo jusnaturalista de construir un orden universalmente vlido, habia implicado una batalla memorable, como ~finna Bobbio 4, contra el principio de autoridad dominante en los estudIOS de derecho. Tambin haba servido, por otro lado, para otorgar fundamento a las formas
ms despticas del absolutismo poltico. Cualquier teoria qu~ 'pret~nda "naturalizar" la vida social no implica sino 1ma forma de legItlmacln y re3
4 80BBIO,
196
produccin de un dcteiminsdo y, ciertamente, contingente modo de reparto del poder social Toda teorla, en cambio, positiva y realista: tiene
la ventaja -aunque no se proponga dar cuenta de la contingencia- de evitar el riesgo de sacralizar lo dado. ste es el caso del denominado: positivismo critico (por oposicin al formalismo extremo) que, sin embargo
exhibe lmites de otro orden, por ejemplo, al identificar legitimidad y legalidad. Por ese camino, la cuestin acerca de los derecho humanos; o de
otro modo, de los prerequisitos mismos de la socialidad en las soCiedades modernas, se toma materia impertinente para la reflexin jurdica o
jusfilosfica.
La cirtica metodolgica que el historicismo formula aljusnaturlismo,
puede, sin dificultad, extenderse al positivismo. Tambin la Critica.;poltica Pero, esta ltima tiene al menos dos caras: una conservadora, que ve
en la abstraccin del derecho racional un componente subversivo; y otra
revolucionaria, que en esa abstraccin ve el recurso ideolgico mediante
el cual se oculta. con la promesa formal de igualdad y libertad, la :efectiva desigualdad de los hombres y las formas histricas de la dominacin.
La critica metodolgica, en cambio -sostiene Bobbi<r- ha tenido wl~ sola
cara. El jusnaturalismo es reo de haber pretendido estudiar el mundo de
la historia con los mismos instrumentos conceptuales con que los :f isicos
han estudiado el mundo de la naturaleza y, al actuar de ese modo~ lo ha
"desnaturalizado".s. A la vez, cuando el positivismo ha puesto como fundamento del derecho, en su afn por distinguir el ser del deber ~er. un
presupuesto gnoseolgico, no ha hecho otra cosa que "despositiviZarlo".
Est claro, pues, que el valor poltico de las teoras no puede ser
consjderado sino en la articulacin de " dispositivos", en el sentido foucaultiano de esta expresin, sobredeterminados histricamente. Dicho d~ otro
modo, que tanto el jusnaturalismo como el positivismo han cumplido,
segn las pocas, papeles ms progresivos o ms conservadores. Pero,. si
desde estc punto de vista el esfuerzo racionlllizador de ambas es.c uelas
debe juzgarse en trminos relativos, subsiste, en cambio, eD trminos
menos relativos, la impugnacin metodolgica.
Una impugnacin que se dirige a una y otra, y que consistirfa, bsicamente, en mostrar que sus limitaciones epistemolgicas les han;impedido enriquecer sus presupuestos y vigorizar su entramado conc~ptual,
como para estar en condiciones de dar cuenta de la creciente complejidad del fenmeno jurdico en el momento actual, es decir, en las SQciedaS 8oBBIO,
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197
des de fin del segundo IDilenio que poseen rasgos, a un mismo tiempo
novedosos, contradictorios y paradojales.
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Una. prueba convincente de tales limitaciones podria estar implicada, actualmente, en la ausencia de represenla4tes paradigmticos de una
y otra tendencia Cada vez es ms dificil encOntrarlos, al menos. en estado "qumicamente puro". Cuando hace poco JIls de diez aos Doxa, la
importante revista jusfilosfica editada en Alicante, Espaa, bajo la direccin de Manuel Atienza, publicaba su primer nmero, pudo comprobarse lo anterior. Se convoc alli a. ms de c~cuenta especialistas p:o;eni entes de distintos enfoques: la teora general del derecho, la 10glca.
jurdica, la inf~rmtica. jurdica, la socio logia ~el derecho, etc. Los haba
europeos y amencanos (en sentid9 amplio); cqnsagrados la mayora, destacadas promesas los menos. Cada uno deba Uar cuenta, de manera muy
breve, de su "biografla intelectual", seil.alaodqcules haban sido sus intereses tericos fundamentales, y cules las llineas de investigacin en
curso. Muy pocos entre todos ellos, adscribierf n a una posicin, digamos,
ortodoxa. Y los que 10 hicieron, la matizaron p'rolijarnente. La mayoria se
ubic en un punto de relativa equidistancia, rcfonociendo los aportes pr~
blemticos de 'las dos corrientes e intentando !diversas formas de sintesJs
o procurando el desarrollo de modelos altem~tivos. .
Por otra parte, son conocidos los problemas que se plantean cada vez
que se pretende sentar las bases de un debate:: racional, en el que medie
inteligibilidad argumentativa y cierto grado d~ conmensw-abilidad de las
diversas posiciones. Mientras que por el ladol del jusnaturalismo se carece en general de estructuracin terica, pero!se sealan acuciantes problemticas vinculadas con los temas de la legitimidad y la justificacin,
por lo general ,consideradas impertinentes por; los positivistas, por el lado
de estos ltimos, nos encontramos con variopintas especies, que aceptan
cada una de ellas, subconjuntos diferentes
premisas, como identificatoras del paradigma que sustentan. Podra: ilustrarse 10 expuesto, con
el trabajo ya lsico que Norberto Bobbio d~.dic al tema (1965). Deca
en el prlogo de su libro: "Ms que alistarme en uno de los dos bandos
he preferido, ~n estas pginas, tratar de aclarr la complejidad de los trminos de la oposicin, la imposi~iIdad de ~educir el problema de sus
relaciones a una sola aItemativa y, en definitiva, demostrar las razones
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198
1. El esquema de Bobbio
Me parece expositivamente provechoso evocar el siempre claro esquema bobbiano, aun a riesgo de detenerme en cuestiones muy conocidas por los especialistas, porque tal esquema ser til en trminos de la
argumentacin que me propongo desarrollar ms adelante. Por otra parte,
como se ver, el mismo es recogido por Nino 6, en la crtica que dirige a
Dworkin y en la que sostiene una postura especialmente relevante a los
fines de .estos anlisis, porque concierne, precisamente, a la posible disolucin de la controversia entre jusnaturalstas y positivistas.
Para el destacado maestro italiano, existen al menos tres sentidos
diversos en que los autores jusnaturalistas han presentado sus puntos de
vista: i) para algunos, especialmente los de tradicin teolgica, el D.N.
seria el conjunto de primeros principios, que estn dirigidos al legislador.
Las reglas, de ste emanadas, deben ser obedecidas ms all de su contenido, porque cuentan con aquel fundamento de lcgitimidad; ii) para otros,
en cambio, seria el conjunto de principios que deiroen la recta razn,
mientras que el derecho positivo, en cambio, el conjunto de dispositivos
prctico-polticos, destinados a expresarla. Una distin.c in que Kant propuso, en trminos de dc~echo preceptivo y derecho perentorio; iii) por
ltimo, para otros el D.N. no sel"ia sino el fundamento de legitimidad de
la potestas atribuida al legislador humano. En esta lnea, la posicin CODSpicuamente desarrollada por el autor, cuya cita encabeza este trabajo.
Al primero de estos puntos de vista se han opuesto todas las teoras
inmanentistas. es decir, las que han buscado fimdamento secular e histrico
al tema del poder. La critica proveniente del historicismo descalifica toda
construccin pretcndidamente natural que apela a fnnulas huecas, susceptibles de ser satisfechas por cualquier contenido e interpretadas de cualquier manera. Cuando cualquier interpretacin es posible, slo ser adecuada la que posea el respaldo de la historia. Esta critica ha sido compartida
tanto por los historicistas de derecha, como por los de izqulerda, por los
positivistas, evolucionistas, utilitaristas, pragmatistas, sociologistas, etc.
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JUSNATURALlSMO VERSUS
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1965, p. 87.
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JurdICO claram.e~te tnbuta~la de la de Bobbio, para destacar luego '-fundado en el anhslS que reahza- que los autores considerados cOomo representantes mximos del modelo, tales como Bentham, Austin, Kelsert' Ross
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y Hart, aceptan algunas de las tesis atribuidas a aqul, pero rechazan otras,
en compleja y dispar combinacin. Al mismo tiempo, sefiala, algunas de
tales tesis son tambin aceptadas por autores luamente no positivistas.
En suma, Ninocree que la nica y central tesis que caracteriza al positivismo es aquella que Bobbio identifica como criterio epistmico, esto es,
que el derecho es un fenmeno social que puede ser identificado por un
observadOor externo y descripto objetivamente, kin recurrir a cOonsideraciones morales acerca de su valOor. Y que Dworkin, considerado actualmente
como lino de los crticos ms caractersticos d~l positivismo, adopta una
estrategia para confrontarlo tan peculiar, que ~ermina discutiendo en un
nivel distinto del nivel en el que razona el positivismo. En consecuencia,
sostiene Nino, la polmica tendera a disolver.se. El trabajo de Nino haba tomado inicialmente, como referencia, l~ recopilacin de artculos
del profesor estadounidense, publicados bajo l~ denOominacin de Taking
Rights Serius/y (Cambridge, Mass., 1977) y fue dado a conocer en la Revista Latinoamericana de Filosofia. La versin;que ms arriba he referenciado, es la que se incluye en el volumen nro. ~8 (1993) de la prestigiOosa
Revista de Ciencias SOociales de la Facultad de Derecho de la Universidad
de Valparaso, Chile, dirigida por el ProL Agustn Squella Nuducci y dedicado a la obra de Dworkin. Nino incorporaen ella un apndice, en el
que se refiere no s610 a las novedades introducidas en el pensamiento
dworkiano con la publicacin de Law s Empite (Cambridge, 1986), sino
a su propia evolucin que marca el abandon~ de las posiciones que lo
vinculaban al tipo de positivismo cuyo aciert;o intent, durante muchos
aos, defender;y distinguir y al que denornin(> a veces "metodOolgico",
siguiendo a Bobbio, y otras -comOo en este caso- "conceptual".
Detengmonos ahora en su consideracilsn ' acerca de las ideas de
Dworkin, en las de este ltimo y en las de al~os otros de sus criticos o
panegiristas. Ello pennitir, una vez ms, coq:,.probar lo enmaraado de
un debate que obliga a los contendientes a relativizar de manera., permanente sus posiciones, a introducir excepciones; distingos y recOonocimientos parciales y atribuir al fin., importancia relcrvante, a una posicin que,
como la del sucesor de H. L. Hart en la ctedra de Jurisprudence de
Oxford, carece, segm creo, de toda contexturh terica, pero que tiene el
enonne mrito de poner por delante de los jus*sOfOostradicionales, cuestiones que durante afiOos se han negadOo a consiDerar o a tomar siquiera en
cuenta, como las que exhiben al derecho corn~ un discurso de poder y lo
describen, consiguientemente, en su articulacin con la poltica; como las
que restituyen la importancia de un anlisis <;omprensivo del fenmeno
jurdico, que complementa y enriquece, sin ex !luir, un anlisis de tipo ex-
202
203
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204
205
importantes desarrollos hechos en el campo de la teoria critica y del llamado derecho alternativo," en pases de America Latina, tales come Argentina, BrasiL, Colombia, Mxico y otros.
'
Comprendo que mi opinin respecto de Dworkin, pueda ser entendida como una inslita pedantera, una actitud injustificadamente pretenciosa. Pero no se trata de ello. No coincidir con un autor consagrado -lo
que en buena medida significa tanto como no coincidir con la opinin de
mucha gente- no es un pecado tan enorme, si uno intenta explicar sus
razones, si admite la posibilidad de estar equivocado y sobre todo' si su
juicio no implica un intento de desvalorizacin del criticado, sino tan slo
una expresin de sus legtimos desacuerdos . En todo caso quiero, !antes
de continuar, dejar redonda y claramente establecido, que las opiniones
polticas de Dworkin me inspiran parciales simpatas y que su empresa intelectual, ' con ' cuyos fundamentos discrepo, ha terminado resultando
muy til.
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206
IV. Los
LMITES DE LOS
, MODELOS TRADICIONALES
1 . .JusnaturaJismo y juspositivismo;
presupuestos comunes y reduccionismos
207
habilita a la autoridad suprema a crear derecho vlido; si se trata, en cambio, de prever la creacin de una nueva norma juridica, se tomar el camino inverso, partiendo de esta primera habilitacin para recorrer seguidamente los siguientes escalones de la jerarqua normativa. Cada norma
se analiza a la vez como aplicacin o individualizacin de la norma superior y habilitacin para el rgano creador de la norma inferior.
"La ordenacin lgica de esta construccin enmascara bastante mal,
en nuestra opinin, la teologa politica implcita que la inspira. En este
punto, Wemer Kravietz ha podido mostrar que la soberana del legislador
(princeps /egibes so/utus) no sera ms que la laicizacin de la suprema
potestas divina, mientras que la articulacin de las normas jurdicas positivas transpondrfa la cascada normativa que, especialmente Santo Toms,
establece entre lex divina, Jex aeterna, ex naturalis y lex positiva. Por lo
dems, el mismo Kelsen, que jams ha cesado de reconsiderar el estatus
de la norma fundamental, tenninar por admitir que una norma debe necesariamente expresar el significado de un acto de voluntad y no slo de
una hiptesis intelectual. Suponer la norma fundamental significa suponer igualmente la existencia de una 'autoridad imaginaria' que 'quiere'
esa norma. Esto es, sin duda una ficcin, pero una ficcin necesaria para
la validacin positivista de los rdenes jurdicos en vigor. Si se quiere asegurar la unidad y la validez de un sistemajuridico, se har 'como si' algn ser imaginario le hubiera dado el impulso inicial".
Este modo de percibir el fenmeno jurdico, que la extensa cita transcripta sintetiza con eficacia, tiene, en particular en el caso del positivismo, consecuencias epistemolgicas muy fuertes, todas ellas ms que cuestionables, segn mi punto de vista. Implica reducir el derecho a las normas
y el conocimiento de ellas, a una operacin deductiva o inductivo-deductiva, lo que supone la eliminacin de todo clculo finalista. Para decirlo
con una expresin de La Torre 16, el desplazamiento de la tpica y la retrica por el silogismo. Los jueces no ponderan razones o principios, se
limitan a aplicar la ley. Ya se ha visto cuntos problemas conlleva la utilizacin de un criterio de demarcacin tan extremo y cuntas concesiones, en trminos de distingos y especificaciones, se han visto precisados
a realizar los representantes de la Escuela, para evitar ciertas aporias. Ms
adelante intentar mostrar que un criterio cognitivo de naturaleza "comprensiva", particularmente a partir del denominado "giro linguistico" operado al interior de esa corriente, resulta insoslayable en el conocimiento
de lo social. Tal criterio, entre otras cosas, pone en crisis la distincin entre
16 LA TORRE.
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209
Algunas de estas categoras de anlisis y otraslcomo las de "ruptura epistemolgica" y la de "obstculo epistemolgico" estaban ya en el programa bachelardiano, y constituyen uoa refutaci~ contundente del proyecto
epistemolgico' neopositivista que influye de manera tan notoria en el positivismo jurdico 17. Cabe todava evocar la lII}portaocia actual de las corrientes no enunciativas del conocimiento, com9 las de Sneed, SteegmulJer
o Moulines, para las cuales las teoras cientifi9as constituyen unos constructos lgico-metodolgicos ms unas reglaf de correspondencia, qu.e
incluyen sus propias condiciones de aplicacip, 10 que significa, en pocas palabras, que UD concepto se torna cientiftco al interior de su propia
prctica terica, que incluye las tcnieas de s~ realizacin.
Como es conocido, el propio Kelsen se o;cup de manera insistente
de la cuestin ideolgica y de las perturbacioles "que ella produca en el
conocimiento. Sin embargo, como me propus, demostrar en una monografa ya remota 18, su idea era notoriamente insuficiente pues asimilaba
el concepto de *deologa al de mentira, al de designio consciente de naturaleza falaz, ligado a un inters o a un juicio subjetivo de valor. Con ello,
perda de vista la cuestin ms interesante, vinculada a la distorsin ideolgica como relacin imaginaria de los hombre:,s con sus condiciones reales de existencia (Marx); como determinacih social de la conciencia
(Maoheim); como, efecto de estructura (Alth~sser); y ms lejos, como
fuentes de error, que afectan el modo de opel'ali del entendimiento humano (los dola de,Bacon); y ms cerca, comope;cepcin y articulacin del
mundo determinada por el lenguaje en tanto proqucto social (Sapir-Whorf).
En mi opinin, las asunciones metodolgiFas del positivismo jurdico, referidas a la neutralidad y la objetividad oel discurso cognitivo, se
constituye en una barrera insalvable para perci"ir los elementos que definen al derecho como discurso del orden y p~a develar los complejos
mecanismos ideolgicos que a su interior, jue~ como garanta de legitimacin y reproduccin de dicho (de todo) orfen.
el mundo del ser y el mundo del deber ser, entre el hecho y el "alor y
permite comprender la funcin reflexivo-recursiva y por ello co-?stitutiva, del discurso de saber respecto del objeto sobre el que se despliega.
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Carlos M., ''Los obsticulos epistemolgicos", Revista de Metodologa de la Universidad de Morn, 1975.
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I ~ CRcaVA, Carlos M., La idea de ideologla en
leoria pura del derecho, Cooperadora, Buenos Aires, j 973.
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210
211
Las te arias de este autor, como ya se ha visto, han tenido un considerable impacto y trascendencia y aunque han cosechado muchas expresiones laudatorias, no han faltado tampoco las crticas, en algunos casos,
22 HABA, Enrique P., "Kirchmano saba meoos ... Pero vio mejor!", Doxa, Alicante, 1993, nro. 14, ps. 269 y ss.
23 HUNT, Atan, "Laws Empire or Legal ImpcriaJism?", en Reading Dworkin Crili-
esta ltima, slo como producto estatal. Tal como lo viene sugiriendo d~sde
las primeras dcadas del siglo XX la socio logia del derecho. (E. Ebrlich),
se registran fenmenos sociales que muestran la emergencJ~ de rd~ne.s
alternativos que no funcionan como morales sino como ~roplam~nte J.undicos y que no tienen su origen en la soberania estatal, smo que lmplican
formas de produccin normativa paralela. En ciertos supuestos, como
consecuencia de la sobrevivencia de OTdenamientos ancestrales o precolomales que mantienen vigencia frente al derecho estatal y frecuentemente
lo derogan; en otros, como resultado de la eficacia transnacional.izada de
la llamada "Iex mercatoria" que permite a las grandes corporaCIOnes regular sus conflictos a travs de si.stemas autonomizados de la auto~idad
de los Estados 19; por ltimo, el fenmeno que algunos han denommado
"pluralismo de tercera generacin" y que hace referenc.ia al nacir~:ento
en el seno de comunidades campesinas o de grupos soclales margmales,
de una legalidad alternativa de cal-actersticas autogestionarias. La cuestin ha sido especialmente estudiada en Brasil 10 y recibida con opt~mis
mo -quiz exagerado a la luz de la experiencia- por sectores que Vleron
en esas prcticas el gennen de un derecho emancipatorio, generador de
relaciones ms libres e igualitarias 21
La cuestin expuesta. con todo, no se resuelve en el mareo de la tradicional controversia monismo vs . pluralismo juridico, porque ella ha
implicado, por lo general, la recurrencia de una visin reductiva de la
juridicidad que slo releva sus dimensiones normativas. No se trata de
seguir pensando al derecho como norrnatividad exclusivamente estatal o
como normatividad estatal y paraestatal, al mismo tiempo. Se trata, en
cambio, de pensar al dei-echo no slo como normatividad. Apelando a la
paciencia del improbable lector, volver en el captulo fmal sobre este
asunto.
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of the Oppressed: the ConstructlOO and
Reproduction of Legality in Pasargada", Law and Scciety Review, 1977, vol. 12; SOUZA
SANTOS, Boaventurll, O discurso yo poder, Sergio Fabris, Puerro Ale~re, 1988.
21 CRCOVA, Carlos M., La opacidad del derecho, Trona, Madnd. 1995.
24 CALVO GAJl.cLA, Manuel, Los fimCJmentos del mtodo juridico. Una revisin crilica, Tecnos, Madrid, 1994.
25 VERNENGO, Roberro J., '"El derecbo como inrerpretaci6n e integridad", Revista
de Ciencias Sociales de /a Universidad de Va/paraso, Edeval, Valparaiso, 1993, nro. 38,
ps. JI Y ss.
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213
las corriente~ orti~as? Cmo referirse a los akpectos epistmicos, sin tomar en conSIderacIn, salvo por las pocas mebciones a Gadamer todo lo
prodUcido por la epistemologia postpositivistk? Cmo no refe;enciar o
tomar en cuenta, el desarrollo actual de las cdrri.entes hermenuticas? La
c?nsecuencia de este bloqueo, es que Dwo~ termina construyendo un
dl~C~rsO. idiosincrtico., Quiz la defInicin que ofrece en la p. 413 de la
edI~In mglesa de Law s Empre, sea buena p$eba de ello. Dice: "El impeno del derec~o est d~finjdo por la actitud ... (ella) es constructiva: apunta, en el espintu de la Interpretacin, a esta~lecer el principio sobre la
prctica, para mostrar el mejor camino a un fu~o mejor, manteniendo la
fe correcta en el pasado". Esta sntesis terica o es la expresin de una
ingenuidad blindada -y digo ingenuidad, en ~l peor sentido- o su autor
es un fmo ironista y, en realidad, se est riendo de todo el mundo.
Pero tal circunstancia ]]0 conmueve a su panegiristas, sino al CODtrario. P.or ejemp~o, su colega, amigo y bigrafo intelectual, Stephen
Guest, dIce en elhbro que le ha dedicado, bajo el sutil ttulo de "Ronald
Dworkin"27 - la traduccin castellana del pre(cio y del capitulo primero,
se halla incluida como apndice, en el nro. 3$ de la revista dirigida por
A~tin Squella y ?e all cito- que: " ...Sin elnbargo, me parece que la
busqueda de los ongenes, en el caso de Dwo{kin, es infructuosa. Es un
f1lsofo por naturaleza. Por esto quiero decir que va directo al problema,
sin una severa bsqueda de lo dicho por otra.spersonas. Tiene una profunda preocupacin por el efecto de la filosofiA. Desea que lo que l dice
sea comprendido y se acte en consecuencia... Oworkin no es un estudioso en el sentido habitual. En los escritos de Dlvorkin 110 aparecen anlisis detallados de lo qz:e otros fil6sofos han dlpho ... la mejor manera de
avanzar en su pensaIDJento es escucharle filospfar en penona. En cierto
modo, tiene el estilo de los filsofos ck caf d~l conlmenle.. .. " 28 (los destacados son mos).
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215
dos, y cuya funcin primordial se vincula con la reproduccin de las relaciones de produccin y de las esferas del imaginario social, que con tales
relaciones se articula.
Parece bastante obvio, que no es ste el sentido con que Dworkin
e~t manejando el concepto. Siendo ello as, no habra sido oportuno o
bIen reemplazarlo o bien hacer explicita la eventual refonnulacin con
que estaba siendo empleado?
En el trabajo ms arriba citado, Vemengo se extraa de que no haya
en Dworkin menciones a las ideas de Carlos Cossio, el conocido jusfilsofo argentino, padre de la teoria egolgica, teora que hunda sus rafees
en el pensamiento fenomenolgico y existencialista y que hace ya cincuenta aos tematizaba, con profundidad y erudicin, el papel constitutivo de la funcin judicial y la naturaleza peculiar de su tarea cognoscitiva.
Cossio llam "pragtognosis" al conocimiento del juez, es decir, conocirruento de protagonista y se apoyaba, como sostiene crticamente Vemengo,
en la versrehen diltheyana. Sin embargo la teora hermenutica ha sufri. do desde entonces una muy interesante evolucin, marcada por lo que se
ha dado en llamar el giro interpretativo (Gadamer) por un lado, y el giro
lingustico (peter Winch, Plimero y D. DavidsoD, ms tarde), por el otro.
La riqueza de este despliegue tampoco parece interesar mucho a Dworkin.
Me referir brevemente a l, con un doble propsito: i) Poner de manifiesto la necesidad de integrar en el campo de las ciencias sociales los
modelos explicativos con los comprensivos, los que, atenta su recproca
vi~encia luego de tan prolongada confrontacin, reclaman de un comproIntSO -como sugiere Bourdieu- para su interactuacin productiva. Con ello,
. mostrar tambin, que el rechazo tradicional de los juspositivistas, respecto
de la comprensin, no es justificado. ii) Poner de manifiesto que el criterio con el que Dworkin trata el tema de la interpretacin, no toma en
consideracin las cuestiones ms interesantes que el desarrollo del pensamiento hennenutico, ha aportado al debate actual de las ciencias sociales.
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216
productores, a partir de sus productos. No se trata de buscar leyes universales del comportanento humano; comprender es comprender a otro sujeto (uo a un objeto); comprender estados psicolgicos de otro. .
He aqu el aspecto problemtico de esta posicin, por qu~ n? to~os
comprenden estados psicolgicos del mismo modo. La empaha unplica
intuicin y no hay dos intuiciones iguales. Max Webe~ retoma l~:t'~rea,
con un salto hacia la objetividad. Propone sumar a los metodos posluvlstas
en las ciencias sociales, que valora, pero que no le permiten bucear en
las profundidades de la accin, los mtodos interpretativos. Pone en el
centro de su sociologa no a los hechos, ni a los individuos, sino a las
accio~es que stos realizan. Ahora bien, las acciones son conductassubjetivas con significacin, con sentido, y se trata de dar cuenta de l. Construye, entonces, sus conocidos "tipos ideales" de accin humana, tip~s racionales de. naturaleza ficticia, que le pennitirn comprender las accIones
reales de los hombres, por comparacin de stas con aquellos tipo~ ideales. A travs de metodologa explicativas y comprensivas, es posibleinterpretar la desviacin o distancia entre realidad y mod~lo y comprender ~?s
motivos de la accin, los fines pretendidos, etc. La ldea de coroprenslOn
se hace ms objetiva, en Weber, pero conserva, aun, datos psicol~gicos.
Importantes novedades en este desarrollo aportar, aos ms t~de,
Alfred Schutz, con su obra La fenomenologa del mundo social, f?dltada
en 1936. Obviamente este autor recibe marcada influencia de Husse~l, pero
rechaza su trascendentalismo intersubjetiva y apela a la idea de "socializacin". Los individuos se constituyen como sujetos en su relacin con
los otros sujetos. Cada sujeto posee su propia perspectiva y la perspectiva es slo un escorzo del fenmeno dado. El fenmeno de que se trate,
est constituido por la totalidad de las perspectivas. La sociedad es, as,
la totalidad de las maneras en que los distintos individuos perciben la
sociedad. La tarea del cientfico es reconstructiva. Debe reconstniir esas
dj~tjntas perspectivas. Cuando lo hace, sin embargo, no acta desde la
perspectiva de un sujeto cotidiano, acta como un sujeto cientlfico y sus
instrumentos de observacin varan, como varian sus modos de razonar, .
opinar y fundar sus opiniones. Los mundos de vi~a.(posicion~s de sujeto,
en tenninologas ms recientes) difieren. La actIVIdad del clentifi,co resulta asi, una construccin de segundo grado, respecto del primef :grado
representado por la vida cotidiana. A travs de ella, es preciso. ac~er. a
las perspectivas de los sujetos implicados en el fenmeno que se ~stud~a
(jvenes, pobres, ciudadanos, jueces, etc). Para ello, es adtnisible fom~l
.oar mtodos cuantitativos y cualitativos; desde encuestas hasta hfstonas
de vida, desde sondeos hasta investigaciones etnogrficas. La realidad so-
217
cal para Schutz, es una realidad interpretadJel mundo social est interpretado por los sujetos que lo hacen y lo viv~n. Comprender es, en este
contexto, una experiencia calificada. Es positlle
advertir no slo la mano
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del otro y el calor que transmite, sino tambitf.-. que ella acaricia.
El momento siguiente de esta periodizacin -en la que sigo la brillante sntesis .de Federico Schuster 2L est ~.epresentado por la obra de
Peter Winch, especialmente The Idea of a S,?cial Science de 1970, que
supone un intento de comprensivismo lingi~tico y que introduce a los
cientficos sociales al conocimiento del Wittgqnsteio de las ''lnvestigaciones Filosficas". Para Wincb, comprender es cpmprender una regla, lo que
slo puede hacerse desde el lenguaje. Es un juego de lenguaje" el que
constituye una totalidad de reglas que brindad sentido a las afinnaciones.
Sentido que est dado, DO slo por 10 que s~ nombra, sino tambin por
los usos del lenguaje en una comunidad deteqinada. El lenguaje es visto, pues, como una construccin social (no hi:-y lenguajes privados).
Las ideas de Schutz combinadas con laf de Winch, muestran a la
socializacin como un fenmeno que consiste, bsicamente, en la adquisicin del lenguaje. Los sujetos se constituyeP como tales, al interior de
un juego de lenguaje. Comprender un lenguaje, implica comprender .u na
forma de vida.:Este giro de la hermenutica, 4iluye el dato psicolgico y
lo objetiva en el lenguaje. En mi opinin, es ~te conjunto de ideas, presentado aqu de manera fatalmente reductiv~ el que representa mayor
inters para la,teorla jurdica y para una ms articulada fundamentacin
de sus presupuestos epistmicos.
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El pensamiento de Gadamer es ms conOCido entre los juristas tericos, probablemente por el inters especfico cIue siempre se le atribuy,
en relacin con la interpretacin de la ley, m~s que con la interpretacin
como mtodo general d conocimiento de lo ~ocial. Para el autor de Verdad y mtodo, la inteIpretacin supone un "acuerdo" entre la objetividad
de un texto yla subjetividad de un lector. Am~oscambian al superarse la
tensin inicial; Todo acto de lectura moviliz~ las ideas previas, los prejuicios y preconceptos del lector que organizan; un esquema propio, al que
no siempre es posible reducir el texto. A travs del proceso interpretativo
es como se teje el acuerdo entre texto y lectok. Gadamer le resta importancia al ideal comprensivista de ponerse en ~l lugar de} otro; para l, la
compre~in es int~rpretacin. Es conocido o~ debate que acerca de los
alcance.s mterpretatIvos en el campo del derec~o, mantuvo con Habermas.
29 ScRUSTBR, Federico, El oficio de i/flleStigOdOYli FacUltad de Filosofa y Letras,
Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 1995.
218
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220
en
32 LA TOAAE,
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del 6rgano que' provenga, carece de legitimid~. Los derechos fundamentales n~ son valores irunutables ni transhistrieos. sino adquisiciones humanas lficorporadas de manera inmanente al pacto de socialidad que el
modelo democrtico y la forma histrica del Estado de Derecho inv~lucran.
~oner en crisis su jerarqua normativa, imPlicri . tanto como poner en crioSJS aquel pacto.
Estos criterjos, reivindican el papel de lo~principjos, tanto como el
papel ce~tral y ,~nstitutivo de la decisi6n judiFial, pero, con un carcter
y contemdo, radicalmente diverso del sustenta\:!o por Dworkin.
.
Muchas. ms ~uestiones seria menester co~entar respecto de su obra.,
pero resl!llta ImpOSIble hacerlo en el marco natralmente restricto de este
tr~bajo. , I:I~ i?tentado mostrar que el debate tradi~iona!. entre jusnaturalismo
y JUSpOSJtlvlsmo es ya, un debate superado. !le tratado de exponer mis
propios puntos de vista, al criticar y confronU\f los modelos tradiciona~e~? tanto como las ideas de Dworkilil, y he dij;ho y ratifico, que a este
ultimo, debe reconocrsele el enorme mrito d~ haber puesto en la agenda de los jusfilsofos, un conjunto de probfemticas que, conocidas y tratadas desde hace dcadas por las ciencias soci~les en general, no haban
conseguido, sin embargo, Cncitar la aten,cin ~e aqullos.
Deseo terminar estos comentarios, con utia breve referencia a otra
perspectiva acerca del derecho, que slo podrlinsinuar, pero con la que
explicito mi posicin respecto de los temas hsta ~quf debatidos, en el
siguiente .Y ltimo apartado.
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221
34 OST,
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222
a partir de ella misma y no como enmienda y complicacin de los modelos simples? No es tiempo de pensar al derecho como circulacin
incesante de sentido, ms que como discurso de verdad? No es tiempo
de advertir la pluralidad y la diversidad de los actores que juegan sobre
la escena jurdica y contribuyen cada uno a su manera, a 'aplicar el Derecho'? .. Es en la teora de un derecho mltiple en la que habra que fijarse; multiplicidad que no significa, sin embargo, anomia y anarqua.
Habria que llegar a mostrar cmo el orden jurfdico se nutre del desorden perifrico, o incluso interno, y reproduce a su vez desorden. Habra
que pensar una autonomia que sea al mismo tiempo heteronomfa. Habrla que aadir aun el entrelazamiento incesante de la fuerza y la justicia.
En una palabra, es en la teora del derecho como circulacin de sentido
en la que hay que centrarse. Un sentido sobre el cual nadie, ni el juez ni
el legislador, tiene privilegio ... La circulacin del sentido jurdico opera
en el espacio pblico y nadie podra, sin violencia o ilusin, pretender
acapararlo. Hay derecho antes de los juristas y lo habr todava despus
de ellos".
El derecho aparece, as, como un campo .de sentido, en el que se
relacionan multiplicidad de poderes y de actoTes con roles diversificados.
Rennes no es trascendencia ni inmanencia. Se encuentra entre una y otra
(dialcticamente) o en una y en otra (paradojalmente). Herrnes remite a
la idea de red, a la idea, ms actual, de una base de datos. El cdigo que
la constituye, dice el autor'belga, no est en una causalidad exterior (como
la infraestructura econmica de la vulgata marxista), sino en la ley de
circulacin del discurso, que se articula entre la regla (que no es enteramente normativa) y el hecho (que no es enteramente fctico), entre el orden
y el desorden, entre la letra y el espritu.
Las muy sugerentes ideas de Ost, poseen notorios puntos de contacto con criterios que hace ya unos cuantos aos, haba planteado la Teora
Crtica de Buenos Aires 35 .
Ante la aparentemente irreductible dicotomia de las teoras en uso,
entre nonnativismo y facticismo, sustentamos la tesis que el Derecho deba
de ser entendido como discurso, con el significado que los lingistas atribuan a esta expresin, esto es, como proceso social de produccin de
sentido. Como una prctica social (en el sentido expuesto en IV, 2.1) dis35 ef. RUlz, Alicia E. c.; "Aspectos ideolgicos de) discurso jurdico", en Male. ria/es para UIUl Teorla crtica del derecho, Abe1edo--Perrot, Buenos Aires. 1991; ENTaMAN, Ricardo, "Discurso jurdico y organizacin del poder''; en MARi, E . el al., Materiales para una ten ra critica del derecho , Abeledo-Perrol, Buenos Aires. 1991 .
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223
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224
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CAPfTULO
XV
l
1I
HABERMAS: LA VAlJIDEZ
COMO CONSTRUCCIN DISCURSIVA
l. ITINERARIO
~TELEcruAL
y PRESUl'UESTOSJooRlCOS
l.
36 ZoLO.
Aires, 1994.
226
relacin personal ms .e strecha. Al mismo tiempo, se interesa por los desarrollos de la filosofa analtica y la filosofa del lenguaje y por la teora
poltica de la democracia. Comparte con sus maestros, una visin critica
acerca de la ciencia social positivista, tanto desde el punto de vista epistemolgico como desde el punto de vista poltico, denunciando la falacia
de su pretendida neutralidad y afirmando la necesidad de construir una
ciencia social emancipadora, en el sentido del proyecto marxiano. Sin
embargo, aunque coincide con las criticas de Frankfurt a la emergencia
de un modelo socio teenocrtico anti-humanista, basado en lgicas instrumentales y en una cultura de masas manipuladora y alienante, rechaza el
radical escepticismo de la "dialctica negativa" y 'comienza la tarea de
estudiar las condiciones de posibilidad y los fundamentos que permitan
tomar realizativas las "promesas incumplidas" de una modernidad que
debe pensarse como "proyecto inacabado". Para ello ser preciso, sostiene, encontrar un concepto de razn ms amplio que el de la sociedad tecnoburocrtica, ms universal y completo, que implique al mismo tiempo una
praxis poltica liberadora.
Con el propsito de desarrollar una teora de la racionalidad de ese
tipo, Habermas cree necesaria la cooperacin de todas las ciencias sociales, la utilizacin de criterios metdicos multi y transdisciplinarios y el
reapropiamiento crtico, del proyecto de la ilustracin. Ese reapropiamiento
critico implica no desconocer las condenas de los pensadores de Frankfurt
respecto de lo que definen como un nuevo modo de la barbarie Oas grandes guerras, los holocaustos nucleares, la alienacin producida por la
cultura de masas, la autonomizacin perversa de las burocracias y del
mercado), no supone dejar de lado los impulsos emancipatorios del marxismo, pero s demanda fundar una nueva racionalidad que permita reconstruir los presupuestos institucionales y normativos de una "dimensin
pblica de la razn", c'omo propusiera Kant. La teora, por tanto debe, al
mismo tiempo, ser reconstructiva, crtica y normativa, enlazando instrumentalidad y deliberacin orientada al consenso: accin estratgica y
accin comunicativa.
Sus ideas habrn de adquirir concrecin modlica en 1981, con la
publicacin de su Teora de la accin comunicativa, pero a ese trabajo de
madurez llega a traves' de numerosos libros, ensayos y al1culos. Una tarea muy vasta en la cual sus posturas definitivas se .van componiendo,
como en un complicado puzzle, poco a poco, a travs de un complejo
proceso de adquisicin y autocorreccin pem1anentes. Antes de entrar en
el anlisis central de estas notas, que refieren a la cuestin de la validez,
convendr hacer una brevsima referencia a los hitos principales de su obra.
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1. La produccin de legitimidad
La Teora de la Accin Comunicativa, es preciso sealarlo con Claridad previo a intentar su esbozo, es una concepcin moderna y eurocntrica
del modo de existencia de la sociedad actual y de Su evolucin. Habermas
.est pensando en la sociedad occidental "avanzada". para decirlo de modo
preciso. Est pensando en las poliarquas de R. Dhal, en el capitalismo
maduro, con instituciones democrticas que, cualesquiera sean sus!dficits, funcionan con cierto nivel de eficacia y apego a las reglas. En democracias que se reconocen a si mismas como sociedades pluralistas,
interraciales e interreligiosas )' que enfrentan una crucial dialctica ,entre
particularismo y universalismo, en la que, consistente con sus premisas
generales, l juega sus cartas a favor ' de este ltimo. Aunque, con la
inocultable y nada superficial debilidad de hacerlo desde la perspectiva
de su propio "mundo de vida". desde la perspectiva de su "cultura situada", en un universo cruelmente fragmentado, desgarrado por conflictos
tnicos, raciales, religiosos y de gnero, entre otros, que no podrn superarse con "guerras justas", sino con reconocimientos recprocos que importen, ante todo, produccin de respeto por 10 diferente y produccin
colectiva de equidad y justicia distributiva.
Volviendo a sus ideas. Se trata de advertir, he aqu lo nuclear de su
posicin. que la sociedad contempornea no expresa s610 una racionalidad instrumental, expresa tambin una racionalidad comunicativa', que
demanda dilogo y buenas razOnes para admitir y ftlOdamentar ciertas
prcticas institucionalizadas. Por cierto que subsisten los riesgos, cada vez
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ms amenazadores, de que el mun,do de vida sei colonizado por los sistemas, que la moro -para subrayarlo en tnnino:s particulares- sea definida por el mercado: Fre.nte a tales ~esgos, Habe~as ~nna el valor e~anci
patoro de la critica deconstructtva, de la denunCIa de 'los mecanIsmos
expoliatorios, en el despliege deliberativo de lri.' interaccin pues, atllma.,
la realidad se construye como sentido en el intercambio dialgico. "La
utilizacin del lenguaje dirigida al entendimie~to constituye el modo original de su uso [...1respecto del cual las utiliz!\ciones instrumentales son
parasitarias".
Dado que con el lenguaje tambin seen~a, slo ciertas condiciones especficas,'que operan como presupuestos. de validez de la comunicacin, conducen a la verdad por consenso. Cofuprensibilidad, veracidad,
rectitud, valor ilocutivo de lo que se dice, caracterizan lo que el autor
denomina la "situacin ideal de dilogo", que d~be entenderse como construccin heurstica, de naturaleza contrafctic4. Este concepto, como el
de la denominada "posicin original" de J. RawIs en su Teoria de la justicia, ofrece variados argumentos a los criti.;J de cada uno. Muchos de
esos argumentos pueden resultar valederos, pdr-o los ms, estn basados
en el equivoco de suponer que los autores pret~nden describir alguna realidad fctica. En el caso de Habermas, se trata!de pensarlas como condiciones trascendentales, nsitas en la naturaleza misma de la comunicacin
humana, que permiten aprehender por compar4cin, el rango de aquellas
situaciones que reclaman para si justificaci6n racional. El mtodo, aunque ms complejo, se asemeja al empleado pdr Max Weber al caracterizar y emplear cognitivamente la nocin de "ti~os ideales".
La desaparicin de las garantas metasocllles por una parte y la progresiva diferenciacin de distintos mbitos espechializados y autonomizados
de la interaccin (economa, poltica, arte, derecho, moral, etc.), por la
otra., construyen diversas concepciones de vi~y una moral postconvencional, que no se basa en convenciones aceptadas, sino que exige argumentos y razones (Kolhberg). El principio de~ discurso, en los trminos
del autor, teoriza los mecanismos cOIDunicac~onales que hacen posible
extraer del intercambio de argumentos y razones, la validez o,legitimidad
de la accin social considerada. Lo hace al se6alar cules son las condiciones de la as llamada "situacin ideal de d~logo": los interlocutores
debern gozar de una situacin igualituia libre de coacciones, poseer
equivalente competencia lingistica, idntica capacidad para introducir
temas ~e la agenda, ~ctuar orientados al consento, resp~tar la fuerza il?cucionana de lo que dicen y aceptar la regla de l~ mayona como sucedaneo
del consenso, duando ste no pueda ser alcan ado en tiempo propio. La
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CONSTRU~C[N DISCURSIVA
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aplicacin.
Ello no implica la confusin entre derech~ y moral, porque los procedimientos jur~dicos cumplen aproximadamente las exigencias de l'lDa
racionalidad procedimental perfecta, toda vez gue se encuentran institucionalizados m~iante criterios independientes que permiten a un no implicado, poder determinar si la decisin tomadil es o no ajustada a derecho. Eno no ocurre con el discurso moral que, pqr esa razn, es el producto
de una racionalidad incompleta o imperfecta. Enjel derecho actual, la moral
se ha integrado al orden bajo formas procedm~tales, esto es, no implica
un contenido normativo determinado, sino un: procedimiento de fundamentacin de contenidos normativos posibles. :
.
Aunque redundante, parece necesario subrayar una vez ms, que el
planteo de Habermas reconstruye, si acaso con" acierto, el funcionamiento de las sociedades occidentales con democra:;ias estables y desarrolladas. Las palabras con las que concluye el trabajo que venimos comentando son especialmente ilustrativas: " ...Autnomo ~s un sistema jurdico slo
en la medida en que los procedimientos instituCionalizados para la legislacin y la administracin de justicia garantiza una formacin imparcial
de la voluntad y del juicio y, por esta via, penkten que penetre tanto en
el derecho como en la poltica, una racionaliqad procedimental de tipo
tico. No puede haber derecho autnomo, sin ~emocracia realizada".
Las realidades del resto del mundo, esas Irealidades que hablan de
marginaciones, discriminaciones, violencias po~ticas o religiosas o tnicas,
de gnero o de opcin sexual, de dependencias: econmicas y de "riesgos
pas", deberan convocar a los filsofos y mo~alistas a un nuevo debate
acerca de la democracia y sobre todo de la d~ocracia
no realizada.
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no de manera exclusiva, permitiendo advertir sus vnculos con consideraciones funcionalistas y explicaciones empricas. La razn comunicativa
presupone las condiciones bsicas de la llamada situadn ideal de dilogo, a partir de las cuales se establecen los procedimientos y no los contenidos concretos que penniten la creacin de nonnas con pretensiones de
validez. La razn prctica cobra aqui un sentido heurstico: ofrece un hilo
conductor para la reconstruccin de los discursos formadores de opinin,
en los que se basa el poder democrtico ejercido como derecho.
De una manera muy clara, lo que no siempre es frecuente, Habermas
defme su programa en d primer capitulo de Facttcdad y validez, constatando la escisin existente respecto del derecho y la poltica, entre las
teoras norrnativistas y las descriptivistas: " .. La tensin entre planteamientos normativistas que siempre corren el riesgo de perder el contacto con
la realidad social, y los planteamientos objetivistas que eliminan todos los
aspectos normativos, puede servir como advertencia para no empecinarse
en ninguna orientacin ligada a una sola disciplina, sino mantenerse abiertos a distintos puntos de vista metodolgicos (participante vs. observador), a diversos objetivos tericos (reconstruccin efectuada en trminos
de comprensin y de anlisis conceptual vs. descripcin y explicacin
empricas), a las diversas perspectivas que abren los distintos roles sociales (juez, poltico, legislador, cliente de las burocracias estatales y ciudadano) ya distintas actitudes en lo que se refiere a pragmtica de la investigacin (hennenutica, crtica, analtica, etc.) . Las investigaciones que
siguen se mueven en este amplio campo". .
As, la reconstruccin encarada se vale tanto de la teora sociolgica
del derecho, como de la teora filosfica de la justicia, asumiendo la tensin insoslayable entre facticidad y validez, entre sociedad y razn y reconociendo las coerciones bajo las cuales se reproduce la vida social, pero
reconociendo tambin el papel de los discursos y de las prcticas que dan
sentido a la autoconciencia de la vida.
En resumen, puede decir, siguiendo a Frege, que los individuos no
son portadores de conciencia, sino de representaciones. Las representaciones son propias de cada uno, al contrario de los pensamientos que, en
lo que a su contenido se refiere, Son los mismos pensamientos para todos
los individuos. Pensamientos y estados de cosas, slo son accesibles en
tanto se pueden exponer, esto es, expresar en oraciones (primer momento
del giro lingfstico) y poseer para los interlocutores idntico significado,
al menos al interior de una comunidad de lenguaje. Son las reglas gramaticales las que permiten entender la forma estable de los sucesos comunicativos y reconocerlos ms all de sus variaciones.
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IV. FINAL
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una nica forma en la c1,1B.l nos interrogamos sobre la validez de una conducta y pedimos para ella consenso y respeto. Su posicin ahora sera
menos trascendental en el sentido kantiano y ms ligada a la filosofia del
lenguaje. l tambin se habra involucrado en el "giro lingstico". Y
concluye Luhmann su comentario con benevolente irona: "Ahora con
relaci6n a la filosofla de la democracia, su modelo es tributario del de la
democracia participativ~, que se afirma en Alemania a partir de los aos
sesenta ... l sostiene que los individuos que vengan a ser alcanzados por
una decisin poltica deben participar del procedimiento para adoptarla,
lo que constituye una idea utpica, como se comprueba considerando slo
el hecho banal de que muchos de esos individuos ni siquiera han nacido
aun" (reportaje en Alter Agora, Revista de la Facultad de Derecho de la
Universidad de Santa Catarina -Brasil-, realizado por el Prof. Willys
Santiago Guerra (F), nro. 1, mayo de 1994).
No menos incisivas han sido las crticas que a la concepcin habermasiana se formularon desde la perspectiva del feminismo filosfico. Con
l han polemizado Nancy Frazer, Carole Bateman, Sheyla Benhabid o
Judith Butler, para citar s610 a algunas de las representantes ms importantes de esa corriente que expresan, de todos modos, puntos de vista muy
disimiles.
No me detengo, por ser ms conocidos en el campo de la jusfilosofia,
en sus debates con Rawls. Dworkin, Taylor. Foucault o Derrida.
Pero este panorama confirma lo dicho al comienzo: Jrgen Habermas
es uno de los intelectuales insoslayables del pensanriento de entre siglos
y sus propuestas contienen un enlace con los ms levantados ideales de
construccin civilizatorla.
ci6n me han sido de gran ayuda los trabajos de Fernando Vallespin, Jos
Maria Mardones, Julio de Zan, Juan A. Garcia Amado y fundamentalmente
de Thomas Mc Carthy, que menciono infra. He citado el ao de publicacin de los trabajos originales del autor en alemn, pero cuanto he transcripto, corresponde a las traducciones al espafiol que, en general, se indican ms adelante. Por ltimo, todas las citas del parg. lII, aparto 2,
corresponden al cap. 1 y al "Prefacio" de la versin espaola de Facticidad
y validez.
DE ZAN, Julio, "Libertad, poder y discurso", Libertad, poder y discurso,
GHELEN,
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V. BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
1. Aclaracin
Las notas precedentes se han ordenado con difusas menciones bibliogrficas, me he visto ol;>ligado a ello por el peculiar estiloexpositvo del
autor. Jrgen Habermas razona de manera envolvente, en forma de "rizoma", dirian Deleuze y Guattari.
A primera vista parece repetirse, pero en cada giro, en cada torsin,
introduce una sutil novedad. De este modo, result ms sencillo una presentaci6n holstica, qu~ intentara dar cuenta de los ejes centrales de su
teoria, que seguirlo en forma ordenada. Para formular mi propia exposi-
HABERMAS, Jrgen,
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239
.,.~.,
MAR DONES, Jos M., "Teoras de la legitimacin del poder hoy. Jiirgen
Habermas y la teoria del discurso", Sistema, Madrid, 1994, nro. 120.
Me CARTHY, Tbomas. La teorla cririca de Jrgen Habermas, Tecnos, Madrid, 1987.
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CAPTULO XVI
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Cuando eo 1971 Jobn Rawis dio a conocbr su Teora de la justicia,
no solo ofreci a las disciplinas jurdico-polticas una obra de enorme
trascendencia sino que, al mismo tiempo, consigui relanzar un debate
entre distintas tendencias y orientaciones filos6ficas que se haban mantenido estancas por dcadas. En efecto, en los anos anteriores, los liberales discutan con los liberales, los marxistas cJ,iJ. los marxistas, los utHitaristas con los utilitaristas. Como efecto ines~erado de su intervencin,
de buenas a primeras, las distintas perspectivaslse volvieron conmensurables, al menos en la significativa medida que supone la expresin de un
1
disenso razonado y fundamentado.
Probablemente no contribuy de manera ;especial a ese 1m, la calidad literaria o el estilo sintctico del pensador Fstadounidense, proclive a
sacrificar tales virtudes en el altar de la claridad expresiva. Rawls, es
montono y reiterativo. Razona de manera rec~Jrsiva, de modo que vuelve redundantemente sobre su propia argume4taci6n. Sin embargo, sus
esquemas conceptual~s, orientados a construir roa leoria normativa de la
sociedad justa, precipitaron una polifona de v~ces que establecieron con
l y con su obra, W1 dilogo proficuo. Herbert Fiart, Gerald Cohen, Ronald
Dworkin, Joseph Raz, Richard Rorty, Jrge~ Habermas, Carlos Nino,
Micbael Walzer: Charles TayJor, Sheldon Wolm, Jacques Bidet, ChantlU
Mouffe, Juditb ~utler, Sheyla Benhabib, Bru~ Acketrnan, Judith s.hkJ.ar
son algunos de los muchos nombres que puede~ mencionarse, entre quienes se han ocupado de sus ideas. A veces para compartirlas introducien-
242
do matices, a veces para polemizar, a veces para criticar con acritud. Como
seguramente advertir el lector avisado, el espectro de. i~t~rlocutores ~en
cionados es en extremo heterogneo. Hay alll pOSltlV1stas, marxistas,
pragmatistas, comunitaristas; feministas ms o menos radic~es, neo aristotlicos, neo conu'actualistas, liberales, y variadas subespecles dentro de
tales especies. Si tanta gente de vala intelectual se ha ocupado de su obra,
no cabe sino concluir en que ella es verdaderamente trascendente y que
ha permitido, como se ha dicho, UD apasionado y apasionante debate acerca
de la legitimidad y la justificacin.
En lo que sigue me propongo formular una breve sntesis de algunos
de los ejes centrales de la concepcin rawlsiana, para contrastarlos luego
con las "criticas de familia" que les formula Habermas, por una parte, y
con las ms controversiales que provienen de Chantal Mouffe.
Los debates que la Teora de [ajusticia suscit, obligaron aRawls a
repasar sus ideas, para precisar algunas o corregir otras. Fue cumpliendo
con ese cometido a travs de diversas conferencias (lecciones) que se
sucedieron desde fines de los 70 y durante los 80. Una buena parte de
ellas, visiblemente cohonestadas, dieron lugar a la publicacin, en 1993,
de Liberalismo poltico, texto en el que revisa algunas posiciones or.igi nales. La sntesis que propondr se basa en este ltimo libro y en partICUlar en su artculo "Poltica, no metafsica", que haba tenido una primera
edicin en Philosophy and Pub/ic Affairss, vol. 4, n. 3, 1985.
243
244
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tidad pblica, est mediada por la tolerancia, eis identidad poltic~ y supone consensos superpuestos. La idea de cillda~os libres implica: a) que
ellos se concibaD'recprocamente como dotados para suscribir una concepcin del bien y para modificarla sobre la base de argumentos razonables;
b) que sean capaces de generar reclamos vlidos; y c) que sean capaces
de autorregularse en materia de pretensiones en! atencin a la solidaridad
y la colaboracin. L~ idea de responsabilidad por los fines -sostiene el
autor- est implcita en la cultura poltica pbl~ca y la podemos apreciar
en la prctica. ;
III.
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245
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LAS CRTICAS DE FAMILIA
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247
d.o ,. parece sa~rificar pretensiones de validez cognitiva; 3) de las dos poSICIones antenores, se seguir una construccin de Estado de Derecho, que
subordina el principio de legitimacin democrtica a los derechos liberales bsicos. Con ello Rawls no acertaria, como pretende, a reconciliar el
valor libertad, con el valor igualdad. Y concluye Habermas con una frase
lapidaria, en la que expresa que la autocomprensin de la filosofia poltica, en el marco de un pensamiento expurgado de anclajes metafisicos, debe
ser modesta pero no equivocada (ob. cit.).
Como es sabido y resulta de alguno de los textos citados anteriormente, las crticas de Habermas fueron objeto de una respetuosa y exten. sa refutacin por parte de Rawls y de una dplica del primero. En esos
textos polmicos, el aire de familia se fue diluyendo y aunque compartiendo muchas nociones, quedaron confrontadas dos visiones. Una, la de
Rawls, que confia en la posibilidad de formular una teora politica de la
justicia para las democracias maduras, en donde la poltica puede ser
concebida como una actividad humana susceptible de abstraerse e independizarse de llJ multiplicidad de interacciones sociales que la influyen y
a las que ella influye; otra, la de Habermas, ell donde la poltica constituye -<:omo afirma Rawls- una doctrina comprehensiva, o dicho de otro
modo, una doctrina con implicancias epistmicas y antropolgicas.
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Al contrario, es el poder el que defwe esas identidades. Dado que la cohe~~cia social implica reprimir algo que la niega, todo sistema de reglas
objetivas demanda, como condicin esencial de la posibilidad de su existencia, una dimensin coercitiva (Nuevas reflexiones :Sobre la revolucin
de nuestro tiempo).
:
El "liberalismo poltico" ofrece la imagen ~e una sociedad en la que
han desaparecido el conflicto, la represin, el poder y la violencia. Pero,
en realidad. esos fenmenos, slo se han ocultcido. Por ej.emplo, a travs
de la distincin entre "simple pluralismo" y "plurhlismo razonable" (J oshua
Cohen). La llamada razonabilidad, es asl la c1a~e de bveda, que permite
al liberalismo legitimar la e"clusin, cuando ea se ba acordado en un
p:o~edimient? ,ubre y .ra~ion~l (v.gr. el velo de ~a ignorancia). Tal proceduwento habIlIta la elimlO8Cln del adversario.lPcrmaneciendo aparentemente neutral. Con qu vara es posible decidir qu sea razonable y qu
no lo sea? Tal ' decisin no es ya, una de~acin de frontera paradigmticamente poltica y, como tal, expresiva de una cierta hgemona?
Lo que en una oomunidad determinada es considerado como razonable
resu~ta siempre ~igado a ju.egos del lenguaje y ~ cambios histricos, dis~
cursJVamente operados. Sm embargo, no por ~1I9 exentos de critica y
eventual modificacin. De lo contrario, tales nbciones de razonabilidad
tenderan a naturalizarse y con ello, a convertirse en inmanentes, que es
exactamente 10 opuesto a lo que acontece en el actual tiempo histrico,
signado por per:inanentes y radicales reconfi~raciones del imaginario
colectivo.
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Juditb Butler ha dicho, que el establecin{iento de prcticas institucion~]izadas, que se siten l~s all~ del poder l~ fuerza, con~tituye un
mecarusmo poderoso que sublima, diSfraza y aDjlphfica su propIa estrategia de poder, mediante tropos de universalidad jnormativa. Ese esfuerzo
est e? ]a base d.e la concepcin rawlsiana. Palf l, los valores de libertad e Igualdad son los nicos a tomar en cuen~, porque, sostiene, partimos de idcas jntuitivas fundamentales presentes en nuestra sociedad. Pero
ni esta idea es tan obvia como afirma ni, por clerto, es inocua. Implica,
en cambio, el resultado de una decisin que excluye a quienes piensan
que otros valores o que. adems de aqullos. otroS valores deberan orientar
tambin el debate pblico acecea del orden desJado.
. En su ~tica a ~wls, Mouffe subraya.la.nepesidad de no bipostasiar
la Idea de dIalogo raCIonal, de devellU sus Irrntes. Cuando se advierte. que
la democracia lioeral no es el resultado necesario de la evolucin moral
de la humanidaq, sino UD conjunto de prtic~ ~ntingentes, lejos de
incurrir en amenazantes relativismos, lo que poqemos es entender que se
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1.
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250
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251
pluralista., que el reconocimiento de que ella incluye aquella tensin entre la lgica liberal y la lgica democrtica, romo constitutiva de s misma y por ello, insuperable. Aun en el marco de una democracia pluralista
los distintos valores se jerarquizan y se ordenan. Un cierto ordenamiento
de valores imposibilita un pluralismo absoluto, lo cual reconduce a la
cuestin de la hegemona y la coercin como elementos constitutivos de
Jo social. Pero si el antagonismo no es negado, si los contenidos y principios de una organizacin democrtica, estn abiertos a la discusin pblica y la argumentacin razonada y razonable, las pulsiones agresivas
pueden desviarse y desactivarse, facilitando una convivencia civilizada.
Porque, finalmente la especificidad de una democracia pluralista 110 reside en la ausencia de dominacin o violencia, sino en el establecimiento
de instituciones, prcticas e intercambios comunicativos, que pennitan
enfrentarlas y limitarlas.
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V. CONCLUSIN
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CAPiTuLo XVII
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COMPLEJIDAD Y DE$CHO
1. LA NOCIN DE "COMPLEJIDAD"
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Se sostiene con frecuencia que los probl~mas de la complejidad social conciernen a las sociedades del capitalisnlo maduro. Sin embargo, el
fenmeno es tambin observable en las nuestras, an cuando no hayan
alcanzado aquel estadio de madurez, porque ~l1as exhiben una realidad
singular, en la que conviven tradicionalismo y jpostmodemidad; miseria y
consumismo; relaciones productivas pre-capit~listas y desarrollos econmico-tecnolgicos de punta; analfabetismo y ~ofisticacin intelectual, en
una caleidoscpica mh.1ura, que se constituye! asu vez, en dato peculiar
de nuestra propia complejidad.
:
Este concepto, el de "complejidad", ha sid9 particularmente estudiado
en el campo de la ciberntica, de la inteligencili artificial y de la teorla de
sistemas en general y aplicado a Jos sistemJ sociales, por autores con
preocupaciones muy diversas \. No siempre c~n el mismo sentido, citon
gran precisin. :De todas formas, es posible afi~ar sin mayor hesitacin,
que los fenmenos de aceleracin histrica, as)c~dos a los descubrimientos cientficos y tecnolgicos de las ltimas dcadas, han ensanchado de
un modo excepcional el univen;o de eleccion~s posibles en el campo de
la interaccin humana. Como recuerda Raymo~d Aron, para llegar a Roma
desde Paris, Napolen emple, prcticamente; el mismo tiempo que habia empleado Csar; y un miembro de la bUr&uesa francesa de la poca
de Luis XIv, disfrutaba de los mismos . recu::,~ que un romano de la cIase alta. Luego, :las diferencias se hicieron, "'i tamente, enormes 2.
.
\ En ZoLO, Danilo, Democracia y complejidad. 'pn enfoque realista, Nueva vi'Sin, Buenos Aires, 1994,puede ~nsultarse una ext~T?iblio~fia (ps. ~31 y ss.) . .
1 ARON, Rayrnond, Dix-hull ler;on5 mr la SOCU!t~ ; ,ndu.JtneJJe. Galhmard, Parls,
1962. En ZoLo, D., Democracia... , cit., p. 34.
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254
255
COMPLEJIDAD Y DERECHO
ciales; desafos, consiguientemente para la teora y los tericos del derecho. Desafos, por ltimo, para la comprensin de tan sofisticados proces-os y de las formas de legalidad que a ellos corresponden, que se toman,
por razones estructurales, progresivamente ms opacas.
Pero, es posible enfocar esta problemtica con una visin menos
impresionista y considerablemente ms abstracta de la complejidad. La
que ha desanollado desde una perspectiva sistmica y autopoitica, Nicklas
Luhmann, cuyos muy elaborados puntos de vista, no han sido aun suficientemente divulgados en nuestro medio.
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256
COMPLEJIDAD Y DEREC:HO
sociales. Lineomientos para una teoria general, Universidad Iberoamerj-cana, Alianza, Mxico, 1991, p. 16).
,
Si el observador observa en el mundo sistemas que se reproducen ,a
si mismos, est obligado a considerarse como uno de eUos, pues, de Jo
contrario, no podria observar su propia observain. Por esta va, la teoria de sistemas se universaliza, volvindose Wl.a teoria del mundo que se
incluye a ella misma y obligndose a co~cebi,r todo,. c~mo si.stem~ o como
entorno. Luhmann sostiene que la soclologla tradiCional, mclulda la pe
Parsoos, sobre la que l mismo se ha apoyado, no pudo formul~ desarrollos de este tipo por carecer de un aparato. terico adecuado. Sm embargo, una epistemologa como la que propone, no se~a vista como ~xtraor
dinaria por las ciencias sociales si consultara a ISSlCOS como Hemz v.an
Foerster, a bilogos como Humberto Maturana o a psiclogos como ~ean
Piaget Y, respecto de quienes critican la posibilidad de bacer extensIVOs
por analoga, conceptos de otras disciplinas tales como los de "reproduccin autopoitica", "clausura operativa" o "evol~cin".' el autor les recuerda su radical relativismo sistmico pero, al IDlsmo tiempo, les recue~da
tambin, que la nocin de "proceso" fue descubierta primero en la jurisprudencia y luego aplicada a la qumi~a..
_
Para no fracasar, la teora de los SIstemas sociales debe transformarse de teora de la accin (weber) en teora de la comunicacin (Luhmann),
pero no como accin de comunicar como transferencia de un sistema a
otro. Tanto la teora de la accin como la de la accin de comunicar, remiten a seres vivientes como conciencia, en la tradicin iluminista que
llega hasta nuestro dias, justamente como "filosofa de la concienc,~".
Luhmann visualiza esta posjcin como tericamente superada; corresponde
a lo que denomina pensamiento "vteroeuropeo" o "paleoe~o~eo", advirtiendo que la realidad social es un estado de cosas ya con~tltUldo y que
la comunicacin de que se trata, es la que establece cada Slstema con su
entorno, precisamente para resolver o atenuar la complejidad del ento~
no. La sociedad se describe, as, como un sistema recproco de comunrcO::iones con sentido. A su vez, el entorno de la sociedad est constitu:i do
por todos los aspectos a los que la comunicacin se ~cfiere, .10 cua.t in:P 1i ca la posibilidad de incluir otros sistemas (no SOCiales, S100 pSlquU?OS,
fsicos, biolgicos, etc.). Los seres humanos re.:'1ultarn, de este modo,
descriptos como parte del entorno de la sociedad; no cabe, por tanto, decir
que la sociedad est "compuesta" de seres humanos (como pretendian
los clsicos) ni de acciones o funciones (segn la tradicin que v~ ,de
Weber a Parsons) ya que en realidad est, efectivamente, compuesta ,de
comunicaciones. Con todo, no se mta de que el hombre, el ser humano,
257
; ~- .'
J El concepto de "sujeto" de sustrato antropoJgi~: se convierte en sistema 8Utorrefcrentc basadQ.en la conciencia y en el lenguaje, ID que plantea importantes Dovedades tericas (cfr. lzuzQul7..A, Ignacio, La sociedad sin hombre.s_ N. Luhmonn o la leorlo
como escndalo, Antbropos, Barcelona, 1990). Para una ~nuy interesante conceptualizacin de la critica del autor a las concepciones "humanistas.. puede verse "Individuo, i.Ddividualidad, individualismo", Zona Abierta, 1995, nro. ~0-71, ps. 53 y ss_
258
259
COMPLEJIDAD Y DERECHO
esas distinciones, sera entonces posible, volver a la poblacin y percibirla como "totalidad concreta".
La observacin es una actividad fundamental de los sistemas autorreferentes mediante la cual, ellos se observan a s mismos y observan su
entorno, para intervenir con procesos que establecen selecciones de las
diferencias. Tales sistemas autorreferentes, pueden ser de tres tipos: sistemas vivos, sistemas psquicos (o personales) y sistemas sociales. Cada
uno se caracteriza por su propia operacin autopoitica. As, la vida y las
operaciones vitales son propias de los primeros; la conciencia, es propia
de los segundos; y la comunicacin. es el rasgo caracterstico de los sistemas sociales. La sociedad, objeto del estudio luhmanniano, es concebida, entonces: como un sistema autorreferente y autopoitico que se compone de comunicaciones. Su ,evolucin se produce temporalmente, a travs
de un proceso constante de diferenciaciones que van creando subsistemas,
tales como el derecho, la economa, la poltica, la religin, la educacin,
etc. Las rel.acionesentre ellos se regula de fOITIla autnoma (aunque no
de forma independiente), por cada subsistema. Por ello, el sistemajurruca no es independiente de otros subsistemas pero tiene una gran capacidad de refonnular en sus propios trminos, conflictos que aparecen en otros
subsistemas. Por ejemplo, retraduce conflictos de tipo econmico en trminos legales, y los regula ulteriormente segn un criterio de naturaleza
jurdica. A su vez. el subsistema econmico, reconstruye interilamente
acciones legales en sus propios trminos. Este fenmeno marca una nueva situacin paradojal: la apertura de cada subsistema, su percepcin
del entorno, se fonda en su clausura, es decir, en la autonoma de sus
operaciones internas. Ellos se constituyen en la medida de su clausura,
es decir, de su diferenciacin del entorno, al que, sin embargo, se abren,
mediante prestaciones selectivas dirigidas a resolver la complejidad creciente del entorno. En esta tarea, los subsistemas especializan el mbito
de sus comunicaciones y de sus selecciones de un modo tal, que cada uno
de ellos resuelve una parte definida de la complejidad del ambiente. Esa
resolucin, es imprescindible a los efectos de suprimir o paliar UD riesgo,
que es propio de la evolucin temporal de la sociedad, que es el riesgo de
la entropa. Luhmann, explica esa evolucin. como un trnsito de sociedades elementales a sociedades altamente diferenciadas. que especializan sus mbitos de seleccin y son enormemente complejas, a la manera
de nuestras sociedades actuales. Las operaciones autorreferentes de los
sistemas no pueden sino apoyarse sobre anteriores operaciones de la misma naturaleza. Por ejemplo" las decisiones polticas, en tanto elementos
del sistema poltico, slo son posibles sobre la base de decisiones politi-
cas anteriores y son consideradas tales, en relacin con una red de decisiones del mismo tipo, que se diferencian de las religiosas, econmicas,
etc. De este modo, el sistema social reduce complejidad, pero en forma
contingente, al seleccionar slo algunas de una multiplicidad de alternativas "funcionalmente equivalentes". Lo que, por otro lado, explica que
sociedades semejantes se den para s soluciones distintas y tengan, por
ello, evoluciones notoriamente diferenciadas. La idea de autonoma de
cada subsslema social, implca adems, que no existe entre ellos relaciones 'jerrquicas", no existe centralidad de uno respecto de los otros.
Todos son igualmente imprescindibles, porque realizan alguna actividad
que resulta crucial para el conjunto, pero sin que se establezcan supremacas. Esa actividad est orientada, tal como se ha reiterado ya, a reducir
complejidad.
La complejidad consistir, entonces, en laforma en que se relacionan
los elementos de un sistema . Cuando la cantidad de stos aumenta, ya no
es posible relacionar cada uno de los elementos, en el mismo momento,
con cada uno de los otros, generando as una simacin de complejidad
Con su prosa habitualmente crptica, Luhmann sostiene: "Complejidad en
el sentido mencionado, significa coaccin de la seleccin. Coaccin de la
seleccin significa contingencia, y contingencia significa riesgo. Cualquier
estado complejo de cosas se basa en una seleccin de las relaciones entre
los elementos, los cuales, a la vez, son utilizados para constituirse y conservarse. La seleccin sita y cualifica los elementos, aunque para stos
fueran posibles otras formas de relacin. Designamos este 'ser posible
tambin de otro modo' mediante un tnnino cargado de tradicin, que es
el de contingencia. La contingencia advierte sobre la posibilidad de error
aun en la mejor posibilidad relacional de los elementos" (ob. cit., p.47)
(bemos introducido correcciones menores en la construccin sintctica del
prrafo, segn resulta de la traduccin correspondiente a la edicin citada porque, en nuestra opinin, ayudan a la comprensin del mismo)4.
" Como el propio Luhmann admite en el prefacio a la traduccin espaola, su texto es dificil. Sin embargo, para quienes no manejamos el idioma del autor, sobrevive la
duda respecto de que parte de responsabilidad cabe atribuirle a l mismo y que parte
concierne a sus traductores. Un buen ejemplo de ello puede encontTarse en la comparacin de la traduccin que realizan del primer capitulo de Sistemas sociales, Santiago LPEZ
PETIT y Dorothee SCHMITZ, para la monografia dedicada a Luhmann, con prlogo de 1.
lzuzQulZA que Paids editara en 1990, con la traduccin de la obra completa, que realizaran S. PAPPE y B. ERKER, bajo coordinacin de Javier TORRES NAI'ARRATB, para la edicin de Universidad Iberoamericana - Alianza, Mxico, 1991. De esa comparacin, surgen inslitas diferencias entre ambas versiones.
260
COMPLEJIDAD Y D~CHO
Una definicin ms "amigab:le" del concepto de complejidad, es propuesta en el glosario que el propio Luhmann elabor para su obra OkQlog/sche Kommunikplion y que fuera traducido por Vernica Muoz Dard
("La teora de los sistemas sociales autopoiticos", Zona Abierta, nro. 2021), en los siguientes trminos: "Un hecho es complejo si consiste en
tantos elementos que stos pueden estar en relacin recproca, slo en forma selectiva. Tanto en el plano operativo como para la seleccin, la complejidad presupone siempre, un proceso de reduccin que fija un modelo
de seleccin de las relaciones, excluyendo temporalmente otras posibilidades de conexin de elementos como meras posibilidades potenciales".
La complejidad ayuda a percibir la diferencia entre sistema y entorno, porque para cualquier sistema el entorno resulta ms complejo. A los
sistemas les falta la "variabilidad requerida" necesaria para poder acompaar cualquier modificacin del entorno. En otros trminos, no hay coincidencia entre sistema y entorno.
Ahora bien, como dice Danilo Zolo, cuanto ms amplio es el nmero
de las posibles elecciones y ms elevado el de las variables que los agentes deben tener en cuenta, en sus intentos de resolver problemas de conocimiento, adaptacin y organizacin, ms compleja se vuelve su situacin
en el medio (Democracia y complejidad, Nueva Visin, Buenos Aires,
1994, p. 11). A su vez, el medio ambiente o entorno, aumenta en complejidad cuanto ms interdependientes se toman sus variables. Ello demanda,
entonces, una mayor informacin para disponer y conlrolar ese entorno.
A este esquema de complejidad en aum.ento, se S\ln1an otros dos elementos, coadyUvantes al mismo fin: por una parte, la denominada inestabilidad o turbulencia del ambiente, que introduce en el campo de la ciencia,
las cuestiones de la imprevisibilidad, el caos, la catstrofe, etc. 5; y p'o r la
otra, el estado de circularidad cognitiva alcanzado por los agentes al registrar la cOmplejidad del medio. Ello les permite advertir que no pueden
captarlo objetivamente, sin incluir la distorsin que su propia presencia
cognitiva produce. Se genera as, lo que Zolo ha llamado complejidad
epistemolgica y para la que ha propuesto una "epistemologfa reflexi','a" 6.
s Ver, en ese sentido, las nociones de "orden a travs del ruido" de H. AnAN ,(En/re el cristal y el humo) o de "estructuras dsipativas" de 1. P!uOOGlNE (La nueva alianza). Tambin, ver BAUlNDlIlR, George, El desorden. La teol'a del caos y las cie'ncias
'
sociales, Gedisa, Barcelona, 1989.
6 No se trata, en realidad, de una novedad epistemolgica. Entre otros autores, el
tema ha sido tratado por Luden GOLDMANN en Las ciencias hllmanas y lafilosofTa, Nueva
Visin: Buenos Aires, 1972, p5. 21 Y ss.
261
Ill.
DERECHq y COMPLEJIDAD
I
Luhmann es notoriamente reacio a des4ender del nivel de alta abstraccin de sus formulaciones. Sin embargo, n su Rechtssoziologie (1983)
sugiere como ejemplo del aumentQ crecientelde la complejidad de un sistema, aunque no lo desarrolle, el implicado ~n la evolucin y progresiva
diferenciacin del derecho occidental.
I
.
Como es sabido, los romanos abarcaban jurdicamente el conjunto
de las relaciones sociales de su poca, a travs de la distincin entre el
jus quiritario (derecho de la ciudad) y elj~ gentium (derecho de gentes/extranjeros); al proceso histrico de difC;,enciacin funcional, fue carrespondiendo tambin un proceso de diferenciacin y progresiva auto.
7
En Edgar MORIN puede encontrarse una idea ~a5tante prxima. El abandono del
crculo vicioso y su reemplazo por la circularidad virt!Josa, es la condicin para la generacin de un pensamiento complejo. La circularidad labre la posibilidad de un mtodo
que permite la in.t eraccin de los tnninos que remiten los unos a los otros productiva
mente, a travs de procesos y cambios de un conociiniento complejo que comporta SU
propia reflmvidad. Ver La mthode, vol 1, Seuil, Pana, 1977, p. 19.
I
1,
262
COMPLEJIDAD Y DERECHO
nomizacin del derecho: el derecho civil, del cual se desprenden el derecho mercantil y ms tarde, el de la uavegacin, el laboral, aeronutico,
minero, fiscal, etc. Cada campo de especializacin, permite abarcar nuevas relaciones y, con ello, seleccionar opciones y reducir la complejidad
del ambiente, a costa de aumentar la propia complejidad de ese campo, al
incrementar su informacin interna, generar estndares interpretativos ad
hoc, etctera.
.
Pinsese en los desafos que a la estructura actual de los sistemas de
decisin jurdica, plantean las innovaciones cientificas y tecnolgicas con
la aparicin de cuestiones c.omo los delitos ambientales; los ilcitos informticos, la regulacin de la telemtica, la robtica, la fecundacin in vitro,
la biotecnologia en general,. etc. Cada UflO de estos campos, de estos elementos del subsistema jurdico se especializa, en un proceso que es constante y que permite controlar la diferenciacin producida en el entorno,
es decir en el universo de las relaciones humanas, tambin ellas, constantemente diversificadas.
Para Luhmmm, ese control se hace efectivo a travs del derecho
moderno positvado, mediante la "generalizacin congruente de expectativas ". Tanlo ms eficaz ser el subsistema juridico, cuanto mayor sea
el grado de su diferenciacin interna. Sin embargo, tal proceso de diferenciacin que supone un correlativo aumento de la complejidad, debe
tener un lnite que impida su autodestruccin, como consecuencia de la
sobrecarga de prestaciones contradictorias requeridas por los otros subsistemas. Ese lmite es el que nuestro autor vincula con fa idea de "justicia ". Ella no remite ya a un criterio tico, sino a un criterio de "consistencia" del sistema en relacin con las decisiones que provee. El sistema
no provee decisiones consistentes, cuando violenta el principio de igualdad es decir, cuando por cualquier operacin propia, prec1uye la posibilidad ulterior de decidir, del mismo modo como ya ha decidido antes, un
caso de naturaleza similar.
Ciertamente, la cuestin que se plantea pasa a ser la de definir cun~
do un caso es igual a otro. Es en este aspecto, en el que la ciencia del
derecho, la Dogmtica Jurdica, cumple un papel sobresaliente, al elabora: conceptos y clasificaciones que facilitan el trabajo del operador juridico, investido de la fundn de decidir. .A,s considerada, la Dogmtica
aparece como lo opuesto de la justicia. Mientras sta expresa la unidad
del sistema, aqulla refleja su complejidad. Dice Pilar Girnnez Alcover:
"'El sistema juridico ha de poder conjugar un alto grado de complejidad
interna para responder a las demandas de otros subsistemas sin colapsarse,
es decir, sin quebrar su propia coherencia interna o la integracin de sus
263
,I
265
COMPLEJIDAD Y DERECHO
imaginacin jurdica, Debate, Madrid, 199~), quien muestra ciertos paralelismos entre la teora autorreferencial y l1a semitica de Greimas, en
tanto horizontes de sentido susceptibles de u~jlizarse para percibir lojuridico de un modo constructivista y registrar la capacidad que posee, para
generar su propia realidad.
;
"Abordar semiticamente el problema ~el sentido ~ice este autor~
prescindiendo de un referente externo al prqpio lenguaje, y observar sistmicamente el dinamismo de circuitos autorreferenciales es una invitacin a revisar las concepciones demasiad~ simplistas de las relaciones
del derecho consigo mismo y con el resto df la realidad social. Los procedimientos operativos del derecho no son lineales y no pueden describirse adecUadamente recurriendo a modelos deductivos o a esquemas
de causa-efecto. La realidad social no co~stituye sencillamente la referencia inmediata del derecho. Es cierto qpe el derecho cuenta con la
realidad, la regula, la modifica y a su vez se ve modificado por ella
Pero se trata de dar cuenta de un modo tchico y a la altura de la moderna epistemologa del sentido de estos fedmenos. Como resultado de
tales aproximaciones emerge el protagonis~o del derecho, considerado
ya sea como 'universo semitico o como si~ema autopoitico" (ob, cit.,
I
p.62).
I
Por cierto, las concepciones recursivas!han sido rechazadas por las
tradiciones positivistas y analticas que veqen ellas perturbaciones del
oroen lgico, concebido lineal y jerrquicmhente, a la manera del sistema kelseniano. que instrumenta una cuidadaldistincin de niveles normativos y de correlativas delegaciones de pode~. Con todo, el propio Kelsen
percibe con agudeza, el fenmeno de que el ~erecho regu la su propia creacin y que en ocasiones produce autoatribuciones de significado, como
cuando los contratantes establecen los antecedentes del negocio jurdico
que crean o cuando el testador describe susr disposiciones de ltima voluntad. S610 puede considerarse fwtdamento de validez de una norma, otra
noena del sistema. En HUt, es a travs de \a Regla de Reconocimiento,
como resulta posible identificar la validez de las reglas del sistema. Alf
Ross en cambio ha rechazado drsticament~ la autorreferencialidad normati~a por oonsiderarla lgicamente inadmisible (El concepto de validez,
CEAL, Buenos Aires, 1969, ps. 49 y ss.)9- I
264
El tema ha sido considerado por Ricardo OUIBOURO en "La autorrcferencia normativa y la continuidad constitucionar', incluido en El lenguaje del derecho: homenaje
o Genaro R. Carr , Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1983. Tambin en NlNo, Carlos S.,
La validez del derecho, Astrea, Buenos Aires, 1985. !
9
266
COMPLEJIDAD Y DERECHO
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267
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