Anthony Giddens Modernidad e Identidad Del Yo
Anthony Giddens Modernidad e Identidad Del Yo
Anthony Giddens Modernidad e Identidad Del Yo
Modernidad
e identidad
del yo
El yo y la sociedad en la poca
contempornea
T ra d u c c i n d e Jos L u is G il A ristu
E d ic io n e s Pennsula
Barcelona
Agradecim ientos
id d k v s
Introduccin
10
M o d e r n i d a d e i d e n t i d a d d e l yo
In tro d u cc i n
11
cales de su fijacin a unas circunstancias locales especficas, recombinndolas a lo largo de grandes distancias espaciotemperales.
La reorganizacin de tiempo y espacio, adems de los mecanismos
de desenclave, radicalizan y universaJizan los rasgos institucionales
preestablecidos de la modernidad; sirven, adems, para transfor
mar el contenido y naturaleza de la vida social cotidiana.
La modernidad es un orden postradicional en el que, no obs
tante, la seguridad de tradiciones y costumbres no ha sido sustitui
da por la certidumbre del conocim iento racional. La duda, un ras- i
go que impregna la razn crtica moderna, penetra en la vida de
cada da y en la conciencia filosfica y constituye un aspecto existencial del mundo social contemporneo. La modernidad institu
cionaliza el principio de la duda radical y recalca que todo conoci
miento adopta la forma de hiptesis, de afirmaciones que pueden
muy bien ser ciertas, pero que en principio son siempre suscepti
bles de revisin y pueden ser abandonadas en algn momento.
Una serie de sistemas de espccializacin acumulada que ejercen
influencias importantes de desenclave constituyen fuentes diver
sas de autoridad, expuestas a menudo a la critica interna y diver
gentes en sus consecuencias. En las condiciones de lo que yo deno
mino modernidad reciente o tarda el mundo de hoy , el
yo, al igual que los mbitos institucionales ms amplios donde
existe, tiene que hacerse de manera refleja. Pero esta tarea habr
de realizarse en medio de una com pleja diversidad de opciones y
posibilidades.
Las nociones de confianza y riesgo son de especial aplicacin
en circunstancias de incertidumbre y eleccin mltiple. La con
fianza es. en mi opinin, un fenm eno genrico crucial en el desa
rrollo de la personalidad y posee una relevancia peculiar y espe
cfica para un mundo de mecanismos de desenclave y sistemas
abstractos. En sus manifestaciones genricas, la confianza est di
rectamente vinculada a la obtencin de un sentimiento temprano
de seguridad ontolgica. La confianza creada entre un nio y sus
cuidadores le proporciona una vacunacin que mantiene a raya
as amenazas y peligros potenciales que comportan las actividades
cotidianas ms triviales. En este sentido, la confianza es el fundaniento de una coraza protectora siempre dispuesta a defender at
yo en sus relaciones con la realidad de cada da. Esta proteccin
12
M o d e rn id a d c id e n tid a d d c l yo
In tro d u cc i n
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14
M o d e rn id a d e id e n tid a d d a \ yo
In tro d u c c i n
]5
^^
M o d e rn id a d e id e n tid a d d e l yo
In tro d u cc i n
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jg
M o d e r n i d a d c i d e n t i d a d d e l yo
Introduccin
19
Second Chances.
Londres, Ban
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M o d e r n i d a d e i d e n t i d a d d e l yo
1, L o s c o n to r n o s d e la m o d e r n i d a d r e c i e n l e
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M o d e r n id a d e i d e n t i d a d d e l yo
Pensemos por ejemplo, en un fenmeno ampliamente analizado por Wallerstein y Blakeslee; la naturaleza mudable de aquellas
familias algunos de cuyos miembros no son consanguneos. Muchas personas, mayores y nios, viven hoy en da en este tipo de
familias que, por lo general, no se han formado, como en pocas
anteriores, a consecuencia de la muerte de un cnyuge, sino
reestructuracin de los lazos matrimoniales tras un divorcio. El
nio con un padrastro o madrastra puede tener dos padres o dos
madres, dos series de hermanos y hermanas, adems de otros ne
xos de parentela complejos, a consecuencia de los mltiples matri
monios de los padres. La misma terminologa ofrece ya_dificultades' debera el nio llamar madre a su madrastra o ms bien dirigrse a ella por su nombre? La dilucidacin de ests problei^ s
puede llegar a ser ardua y suponer un coste psicolgico para todas
las partes; pero tambin existe, desde luego, la oportunidad de
nuevas formas de relacin satisfactoria. Algo de lo que podemos
estar seguros es que los cambios que esto implica no son slo exte
riores al individuo. Los encargados de establecer estas formas nue
vas de lazos familiares extensos debern ser las mismas personas
que se ven directamente involucradas en ellas.
La angustia es el correlato natural de cualquier tipo de peligro.
' Est causada por circunstancias perturbadoras o por la amenaza
de que se produzcan, pero a>uda tambin a dar respuestas adapta-
1, L o s c o n t o r n o s d e la m o d e r n i d a d r e c i e n l e
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M o d e r n i d a d e id e n t id a d d e l y o
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L o s c o n to r n o s d e la m o d e r n i d a d re c ie n t e
27
4,
Anthony Gii>DENS,
M o d e rn id a d e id e n tid a d d e l yo
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1.
L o s c o n to r n o s d e la m o d e r n i d a d r e c ie n t e
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M o d ern id a d e id e n tid a d d el yo
L o s c o n t o r n o ? de la m o d e r n i d a d r e c i e n l c
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M o d e r n i d a d e i d e n t i d a d d e l yo
l.
L o s c o n to r n o s d e la m o d e r n i d a d r e c i e n t e
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E sq u e m a l .
El dinamistno d e la modernidad
M o d e r n i d a d e id e n x id a d d e l yo
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L o s c o n i o m o s d e l a m o d e r n i d a d r e c ie n t e
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1
n
s ^
L o s c o n to r n o s d e la m o d e r n i d a d r e c i e n t e
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La mediacin d e lu experiencia
Prcticamcntc toda experiencia humana es una experiencia me
diada (por la socializacin y, en especial, por la adquisicin del
lenguaje). El lenguaje y la memoria estn intrnsecamrate conecta
dos tanto en ia rememoracin individual como en la institucionalizacin de la experiencia colectiva. Para la vida humana el lengua
je es el medio primordial y original de distanciamiento espaciotemporal, pues eleva la actividad humana por encima de la inmediatez
de la experiencia animal. El lenguaje, segn dice Lvi^Strauss. es
una mquina del tiempo que permite la repeticin de las prcticas
sociales a lo largo de generaciones, al tiempo que hace tambin
posible la diferenciacin entre pasado, presente y fu t u r o . L a pala
bra hablada es un medio, una huella, cuyo desvanecimiento en el
tiempo y el espacio es compatible con la preservacin del significa
do a lo largo dcl espacio y el tiempo gracias al dominio humano de
las caractersticas estructurales del lenguaje. Oralidad y tradicin
estn ntimamente relacionadas entre s de forma inevitable. Segn
seala Walter O ng en su estudio del lenguaje y la escritura, las cul
turas orales se interesan considerablemente por el pasado, que
deja sus huellas en sus instituciones altamente conservadoras y en
&US realizaciones verbales y procesos poticos, que son de carcter
Paul CONNERTON, How S o e es Remember. Cambridge, Cambridge
W u T B ty Prevss, 1989.
^
9.
1979.
1968.
38
M o d e r n id a d e id e n tid a d d el yo
Los c o n to r n o s d e la m o d e r n id a d re c ie n te
39
"l s estos
para lleva
raportanda principal
evar a termino la separacin entre el espacio y el tiempo.
40
M o d e r n i d a d e i d e n t i d a d d e l yo
L o s c o n t o r n o s de la m o d e r n i d a d r e c i c n l e
41
M o d e r n i d a d e i d e n l i d a d d e l yo
42
a s .
incluida la Eu-
Lo' c o n to r n o s de la m o d e r n i d a d r e c ie n t e
45
M o d e r n id a d e id e n tid a d del
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L o s c o n t o r n o s de la m o d e r n i d a d r e c ie n t e
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M o d e r n i d a d e i d e n t i d a d d e l yu
46
tante de la tierra, pero sobre todo para quienes viven en las zona.
geogrficas del corazn de la modernidad.
^ 1 com parar los sistemas prem odem os y modernos, la diferen
cia de relaciones entre conocim iento tcnii^ y profano se refiere a
la posibilidad de acceso de los agentes profanos a la ^ e s je z a e mo m a c i n de los expertos. El conocim iento profesional de las cu l
turas prem odem as tiende a depender de procedimientos y formas
simblicas que se oponen a una codificacin explcita. En los casos
conocim iento =.t codificado, no estar a dtspos.con
de individuos no expertos, pues la instruccin es u ii m onopolio de
c e lo s a L m e guardado^ La - '- g u a r d a
esotrico del conocim iento especializado, sobre todo all donde
e ra T p e c ? o est desvinculado de la destreza y el arte, es proba
blemente la base principal de cualquier rango distintivo alcanzado
por los expertos. En los sistemas m odernos, los aspectos esotento^
T a p rofS ion alid ad tienen poco o nada que ver con su in efaW dad V dependen de una com binacin de entrenamiento > especiali
zacin prolongada (aunque n o hay duda de que algunos
com o los socilogos suelen muy a menudo levantar un muR
de jerga y ritual para proteger sus pretensiones de diferenciacin
tcnica) La especializacin es en realidad la clave del caracter de
los sistemas modernos abstractos. El
1.
L o s c o n to r n o s de la m o d e r n i d a d r e c ie n t e
47
4g
M o d e r n i d a d e i d e n l i d a d d e l yo
L o s c o n t o r n o s d e la m o d e r n i d a d r e c i c n l e
49
-y
M o d e r n i d a d e i d e n t i d a d d c l yo
1.
A nihony G iddns, Central Probem s in S o cia l Theory. 1 9 7 9 , > T he Constilution o fS o cie ty , C am bridge, Polit> Press, 1 9 8 4 ,
52
M o d e r n i d a d e i d e n t i d a d d e l yo
poseen en el nivel de la conciencia prclics presente en la con tinuidad de las actividades de cada da. La conciencia prctica for
ma parte del control reflejo de la accin, pero es no conscierut
ms bien que inconsciente. La mayora de las formas de conciencia
prctica podra no tenerse en mente en el curso de la realizacin
de las actividades sociales, dado que sus cualidades tcitas o bupuestas constituyen la condicin esencial que permite a los actuan
tes concentrarse en tareas prximas. N o existen, sin em bargo, ba
rreras cognitivas que separen la conciencia discursiva de la con
ciencia prctica, com o s las hay entre lo inconsciente y lo
consciente, en trminos generales. L os modos inconscientes de co
nocimiento y control em ocional se oponen, por definicin, a ser
llevados a la conciencia y slo aparecen en ella de form a distorsio
nada o traspuesta.
El y o : s e g u r i d a d o n t o l g i c a y a n g u s t i a e x i s t e n c i a l
53
M o d e r n id a d e id e n tid a d del y o
E l yo : s e g u r i d a d o n t o l g i c a y a n g u s t i a c x i s l e n c i a l
55
Qf^nces o f Mudemity-, y. en su tuer^te original, Erk E rik so n , C h ild h o o d a n d Society, Nuev'a Y o rk , N orton, 1 9 5 0 .
M o d e r n i d a d e i d e n l i d a d d e l >o
4.
D. W. wisvicorr. The
M aturational
Processes
and
2^ El y o : s e g u r i d a d o n t o l g i c a y a n g u s t i a e x i s t e n c i a !
57
normales llevan consigo com o m edio que les permite salir adelante
los asuntos de la vida cotidiana.
E1 mantenimiento de la vida, en un sentido de salud tanto cor
poral corao psicolgica, est inherenteraente sometido a riesgos. El
hecho de que la conducta de los seres humanos se vea influida tan
fuertemente por la experiencia raediada, unido a la capacidad de
clculo que poseen los agentes humanos, significa que toda perso
na puede en principio sentirse abrumada por angustias refe
rentes a los riesgos que implica la raisma tarea de vivir. Ese senti
miento de invulnerabilidad, que bloquea las posibilidades perju
diciales en favor de una actitud generalizada de esperanza, deriva
de la confianza bsica. La coraza protectora es en esencia un sen
timiento de irrealidad ms que una firme conviccin de seguri
dad; consiste en dejar en suspenso en la prctica posibles sucesos
capaces de amenazar la integridad corporal o psicolgica del agen
te. La barrera protectora que proporciona puede ser atravesada,
temporal o ms permanentemente, por acontecimientos que de
muestran la realidad de las contingencias desfavorables que iraplica cualquier riesgo. Q u conductur no ha tenido la experiencia, al
pasar junto a la escena de un grave accidente de trfico, de volver
se tan juicioso corao para conducir a continuacin ms despacio,
durante algunos kilm etros? Un ejem plo com o ste demuestra los
riesgos de la conduccin no en un universo ccntrafctico de p o
sibilidades abstractas, sino de una manera tangible y vivida y sir
ve. por tanto, temporalmente para retirar la coraza protectora.
Pero el sentimiento de relativa invulnerabilidad vuelve pronto y lo
ms probable es que el conductor tienda de nuevo a acelerar,
A l hacer hincapi en la interdependencia entre las rutinas que
se dan por supuestas y la seguridad ontolgica no querem os decir
que el sentimiento de la bondad de las cosas derive de una adhe
sin tenaz a los hbitos. A l contrario, ima sumisin ciega a las ru
tinas establecidas, ocurra lo que ocurra, es seal de compulsin
neurtica. Esta com pulsin tiene sus orgenes en la capacidad del
nio por la razn que sea para abrir un espacio potencial y ge
nerar confianza bsica. Se trata de una com pulsividad nacida de
una angustia no dom eada, carente de la esperanza especfica que
da lugar a com prom isos sociales ms all de las pautas estableci
das. Si la rutina es un elemento fundamental de la autonoma del
M o d e rn id a d e d e n lid a d d cl y o
59
D . W . WiKviCCTT, Creati\ly and is origins, en su o b ra Playing a n d ReH arm ondsw orth, Penguin, 1 9 7 4 , p, 83.
60
M o d e t n i d a d e i d e n t i d a d del yo
2.
g l yo: s e g u r id a d o m o l g ic a y a n g u stia e x is te n c ia l
t\
dos cierta captacin de las cualidades de la realidad exterior com ucho antes. El aprendizaje de las caractersticas de las
personas y objetos ausentes la aceptacin del m undo real en
^anto tal depende de la seguridad emocional proporcionada
por la confianza bsica. El sentimiento de no realidad que puede
amenazar las vidas de aquellos individuos en cuya infancia temprase desarroll escasam ente la confianza bsica puede adoptar
niuchas formas. Estas personas pueden sentir que el m undo objeti
vo u otras personas tienen slo una existencia difusa o ser incapa
ces de mantener un sentido claro de continuidad de la idenridad
del yo.
La angustia se ha de entender en relacin con el sistema de se
guridad global que cl individuo desarrolla y no slo com o un fen
meno situacional especfico ligado a unos riesgos o peligros con
cretos. Segn piensan prcticamente todos los estudiosos del tema,
la a i^ s tiu se debe distinguir del miedo. El m iedo es una respuesta
a una amenaza concreta y tiene, por tanto, un objeto deflnido.
Como dice Freud, la angustia, a diferencia del miedo, no tiene en
cuenta el objeto>: en otras palabras, la angustia es un estado gene*
ralizado de las emociones del individuo. Ms adelante Freud sea
la que la m edida en que se sentir angustia en una situacin dada
depende en buena medida del conocimiento y sensacin de poder
de una persona respecto ai m undo externo.^ Una situacin de
disponibilidad para la angustia es diferente de la angustia en
cuanto tal. pues es una condicin fisiolgica y funcional del orga
nismo para afrontar una am enaza. La disposicin para la accin
es, por as decirlo, lo que facilita una respuesta apropiada ante el
peligro: la angustia misma no es resolutiva y tiende a paralizar ms
que a generar acciones adecuadas.
A l ser la angustia algo difuso, no se fija a nada; carece de tin
objeto especfico, puede llegar a adherirse a cosas, rasgos o situa
ciones que constituyen una respuesta indirecta (si bien inconscien
temente precisa) a lo que originariamente la provoc. Los escritos
de Freud contienen muchos ejem plos de personas que mostraban
6.
7.
62
M o d e r n i d a d e i d e n t i d a d del V
g l yo : s e g u n d a d o n t o l g i c a y a n g u s t i a e x i s t e n c i a l
63
10.
Ibd.'p.
14.
1977 .
64
ye
E y^*
segu rid ad
65
entender fcilm ente los rituales de la \4da cotidiana com o me^nigmos para salir adelante. Esta afirm acin no s i^ ific a que di
chos rituales deban interpretarse en trminos funcionales, como
niedios para reducir la angustia (y. por tanto, para la integracin
social) sino que guardan relacin con la forma de control social
de la angustia. i.a observacin de la indiferencia civil entre per
sonas desconocidas que pasan por la calle, analizada tan brillante
mente por G offm an, sirve para mantener actitudes de confianza
generalizada de las que depende la interaccin en situaciones p
blicas.'^ Esta actitud es una parte esencial de la manera com o se
efecta la m odem idad en la interaccin diaria, segn podemos
obsen'ar com parando este fenm eno con otras actitudes tpicas de
las condiciones premodem as.
La indiferencia civil representa un contrato implcito de reco
nocimiento y proteccin m utuos form ulado por quienes participan
de las circunstancias de la vida social moderna. Cuando una perso
na se encuentra con otra en la calle demuestra que el otro es mere
cedor de respeto al dirigirle una ojeada controlada y, seguidam en
te, al ajustar su mirada, que no constituye una amenaza para i; lo
mismo ocurre con la otra persona. En m uchas situaciones tradiciondes donde los lmites entre conocidos y extraos estn clara
mente perfilados, la gente no posee ritos de indiferencia civil. En
estos casos se evitar mirar al otro o se clavar en l la vista de
una forma que parecera brusca o am enazante en un entorno so
cial moderno.
Los ritos de confianza y tacto en la vida cotidiana, tal como
lan sido analizados por G offm an, son m ucho ms que unos sim
ples medios para salvaguardar la estima de uno mismo y de los derts (o, cuando se utilizan de determinada manera, para atacar o
^ n a r dicha autoestima). En la medida en que afectan a la sustan
cia misma de la interaccin de cada da por el control de los ges
tos corporales y la expresin del rostro y la mirada, y por el uso
del lenguaje tocan los aspectos ms bsicos de la seguridad on
tolgica.
66
Cuestiones existenciales
Ser ontolgicam ente seguro es poseer, en el nivel del inconscente y de la conciencia prctica, respuestas a cuestiones exis.
tenciales fundamentales que se plantea de algim a manera toda
vida humana. La angustia acompaa en cierto sentido a la libertad
del hom bre, segn dice Kierkegaard; la libertad no es una carac
terstica dada de la persona humana, sino que deriva de la adquisi
cin de una comprensin ontolgica de la realidad exterior y de la
identidad personal. L a autonoma que adquieren los seres huma
nos nace de su capacidad para ampliar el mbito de su experiencia
mediada, para familiarizarse con las propiedades de objetos y su
cesos situados fuera del entorno inmediato de la actividad senso
rial. Teniendo en cuenta esto, podemos reinterpretar la descrip
cin de angustia dada por Kierkegaard como la posibilidad de li
bertad.*^ En cuanto fenm eno general, la angustia deriva de \a
capacidad y, de hecho, de la necesidad del individuo de pen
sar con antelacin, de adelantarse a las posibilidades futuras rela
cionadas de manera contrafctica con la accin presente. Pero en
un sentido ms profundo, la angustia c su posibilidad deriva
de la misma fe en la existencia independiente de personas y ob
jetos que im plica la seguridad ontolgica.
La cuestin existencial primordial a !a que el nio da respues
ta en el curso de su desarrollo psicolgico temprano se refiere a
la existencia misma, al descubrimiento de un m arco ontologico de
realidad externa. Cuando Kierkegaard analiza la angustia o te
m or elemental com o ia lucha del ser contra el no ser apunta
directam ente a esta cuestin. Para el individuo hum ano ser es
tener conciencia ontologica,**^ que no es lo mismo que conciencia
de la identidad del yo, por ms ntima que pueda ser la relacin
entre las dos en la experiencia evolutiva del nio. La lucha del ser
contra el no ser es la tarea perpetua del individuo, que no consis-
13.
p. 99.
14. Anthonv G id u en s,
llan, 1981.
El
67
en *<aceptar ia realidad, sino en crear puntos de referencia ontolgi^^ como un aspecto integral del salir adelante en las situa
ciones de la vida diaria. La existencia es un m odo de estar en el
niundo. en el sentido de Kierkegaard. A l realizar la vida de cada
da todos ios seres humanos responden a la cuestin del ser y lo
hacen por la naturaleza de las actividades que llevan a cabo. Como
sucede con otras cuestiones existenciales a las que aludiremos ms
adelante, tales respuestas se dan fundamentalmente en el plano
de la conducta.
En situaciones de prem odem idad. la tradicin tiene una fun
cin ciave en la articulacin de la accin y los marcos onlolgicos;
la tradicin ofrece un m edio organizador de la vida social ajustado
especficamente a los preceptos ontolgicos. En primer lugar, la
tradicin ordena el tiempo de tal manera que restringe la apertura
de los futuros contrafcticos. Las personas de todas las culturas,
incluso de las ms decididamente tradicionales, distinguen futuro,
presente y pasado y sopesan las lneas de accin alternativas en
funcin de consideraciones futuras probables. Pero, segn vimos
en el captulo antenor, all donde predom inen los m odos de prc
tica tradicional, el pasado introduce en el futuro una amplia banda
de prctica autntica. El tiempo n o est vaco y un modo de
ser coherente relaciona el futuro con el pasado. Adem s, la tradi
cin crea un sentimiento de solidez de las cosas que com bina tipicamenre elementos cognitivos y morales. El mundo es com o es
porque es com o debe ser. Por supuesto, en muchas culturas tradi
cionales y en prcticam ente todos los sistemas religiosos raciona
listas aparecen concepciones ontolgicas explcitas (aunque pue
den mantener una relacin muy tensa con la ejecucin de ias misHias prcticas tradicionales).
Un segundo tipo de cuestiones concierne no tanto a la naturale
za del ser cuanto a las relaciones entre el mundo exterior y la vida
humana. Se da tambin aqu un aspecto temporal bsico que opo
ne la fmitud humana a la infinitud temporal o eternidad. Todos
os seres humanos viven en situacin de lo que he denominado en
otro lugar contradiccin exisenciah pertenecemos al mundo inaniniado pero estamos contrapuestos a l en cuanto seres conscientes,
conocedores de nuestro carcter finito. Segn dice Heidegger, el
Dasein es un ser que no slo vive y muere, sino que se da cuenta
68
>0
t*
| yo: seguridad
o n to l g ic a
y a n g u s a existencial
b9
17.
C iias de M a n in [ I e id f o c r r . B eing and Tim e, O xford. Black^ 'cll, 1 9 6 2 ,
PP 1 4 3 -J4 3 .
^
18.
I98S.
So ren
K ie r k e g a a rd ,
70
Vo
71
^2
73
otra, aunque hay elementos de esa nocin comunes a todas las cul
turas. La capacidad para utilizar el yo en contextos cambiantes,
ractersiica de todas las culturas conocidas, es el rasgo ms elej ^ i a l de las concepciones reflejas de la personalidad.
La mejor manera de analizar la identidad del yo en la generali
dad de los casos es contrastarlo con los individes cuyo sentido del
yo est escindido o trastornado. Laing presenta un notable anlisis
de esta cuestin
El individuo, ontolgicamente inseguro, seala
este autor, tiende a presentar una o ms de las siguientes carac
tersticas. En primer lugar, puede faltarle u n sentimiento coherente
de continuidad biolgica. U n individuo puede no llegar a alcanzar
una nocin duradera de su estar vivo. Laing cita a un personaje de
Kafka que dice: Nunca ha habido un tiempo en que me haya sen
tido convencido en mi interior de estar vivo.^ La discontinuidad
en la experiencia temporal es a menudo un rasgo bsico de este
sentimiento. El tiempo puede comprenderse como una serie de m o
mentos discretos, cada uno de los cuales separa las experiencias an
teriores de las siguientes de manera que resulte imposible sustentar
una irnica continua. La angustia por verse borrado, por ser tra
gado, aplastado o abrumado por acontecimientos que nos afecuin
desde fuera suele ser el correlato de estos sentimientos. En segundo
lugar, en un medio externo pleno de cambios, la persona se siente
^ lesivam ente preocupada por aprensiones de posibles riesgos que
m enazan su existencia y paralizada para la accin prctica. El indi
viduo experimenta lo que Laing denomina mortalidad interior,
que deriva de una incapacidad para bloquear los peligros que ace
chan desde el exterior (una incapacidad para mantener la coraza
protectora a la que me refer anteriormente). Las personas sepulta
das por tales angustias buscarn quiz fundirse con el entorno a
fin de evitar convertirse en blanco de los peligros que les acechan.
En tercer lugar, la persona fracasa en su intento de desarrollar o
Plantener confianza en su propia integridad. El individuo se siente
i^ ralm cn te vaco por carecer del calor de una visin amable de
s m ism o.P aradjicam en te, es muv frecuente que el actor someta
21 .
22.
bd, p. 108.
23.
ibid, p. 112.
ye
2.
75
C u e s t io n e s e x is te n c ia le s .
'9
Existencia y ser: la naturaleza de la existencia, la identi
dad de objetos y sucesos.
Finitud y vida humana: la contradiccin existencia] por
la que los seres humanos son segregados por la naturaleza de
s misma debido a su condicin de criaturas sentientes y re
flexivas.
L a experiencia de los otros: cm o interpretan los indivi
duos las caractersticas y acciones de los dems.
.1
76
El cuerpo y e l yo
El yo, naturalmente, esta corporeizado. L a conciencia de la for
ma V propiedades dcl cuerpo se halla en el origen m ism o de las ex
ploraciones primeras del m undo por las que el nio aprende los
rasgos de los objetos y de las dems personas. U n nio no apren
de que algo tiene un cuerpo, pues la autoconcicncia surge de la
diferenciacin corporal, y no al contrario. W ittgenstein. una voz
ms, tiene m ucho que enseam os sobre la relacin entre el cuerpo
y el yo. El nio aprende acerca de su cuerpo principalm ente en
funcin de su im plicacin prctica con el m undo objetivo y con los
dems. L a realidad se capta en la prctica diaria. El cuerpo no
es, pues, una simple entidad sino q u e se experimenta com o un
m odo prctico de solucionar las situaciones y sucesos externos
(M erleau-Ponty insisti tambin en ello). Las expresiones del roS'
tro y otros gestos proporcionan el contenido fundam ental de esta
contcxtualidad o indicialidad, condicin para la com unicacin co
tidiana. Aprender a ser un agente com petente capaz de estar a ia
mism a altura que los dem s en la produccin y reproduccin de
relaciones sociales equivale a estar en condiciones de ejercer un
control continuo y acertado sobre el rostro y el cuerpo. El contro
corporal es un aspecto esencial de lo que no podemos decir cot
77
2 7 . I b t d . p. 2 4 8 .
28. Jb d
78
Modernidad e identidad
d e l .Ve
trol del cuerpo ha de ser. sin embargo, tan com pleto y constante
que todos los individuos resultan vulnerables en momentos de ten
sin, cuando su com petencia se viene abajo y se ve amenazado e
marco de seguridad ontolgica.
El problem a dei cuerpo en la leona social reciente se asocia en
concreto al nom bre de Foucault, Foucault analiz el cuerpo en re
lacin con los mecanismos de poder, centrndose en particular en
la aparicin del poder disciplinario en condiciones de moderni
dad. El cuerpo se convierte en el punto focal del poder y ese po
der. en vez de intentar marcarlo externamente, com o ocurria en
pocas prem odem as, lo somete a una disciplina interna de auto
control. Segn el retrato trazado por Foucault, los mecanismos
disciplinarios producen cuerpos dciles.^ Sin em bargo, por ms
importante que pueda ser la interpretacin que hace Foucaull de la
disciplina, su visin del cuerpo es esencialmente deficiente. No es
capaz de analizar la relacin entre el cuerpo y su actuacin, pues
los identifica a todos los efectos. En esencia, el cuerpo unido l po
der es igual a actuacin. Pero esta idea no es vlida y resulta exce
sivamente simple comparada con el punto de vista desarrollado
antes de l-oucault por Merleau-Ponty y, recientemente, por Goflman. La disciplina corporal es intrnseca al agente social com pe
tente: ms que estar vinculada a la modernidad, es una calidac
Iranscultural; y es adems un rasgo constante del flujo de la con
ducta en la dure de la vida cotidiana. Pero, sobre todo, el contro
rutinario del cuerpo es parte integrante de la naturaleza misma
tanto de la actuacin com o del ser aceptable (fiable) para los otros
com o competente.
Este significado doble del cuerpo respecto a la actuacin pue
de explicar el carcter aparentemente universal de la distincin
yo/mi. El control reglado del cuerpo es un medio fundamental
para el mantenimiento de una biografa de la identidad del yo:
pero al m ism o liem po el yo est tambin ms o menos constante
m ente expuesto a los dems debido a su corporeizacin. La ne
cesidad de tratar simultneamente ambos aspectos del cuerpo, que
tiene su origen en la experiencia temprana del nio, es la principal
razn de por qu el sentimiento de integridad corporal de la
29.
M ichel
F o lc a u i.t ,
1979.
79
80
Modernidad e
id e n tid a d
del
de^p^n
descorporeizada puede sentirse n o im plicada en el
deseo corporal y exp en m en lar los peligros com o si se tratara de
am enazas a otro. D icha persona puede ser en realidad ca p a z d e ca
pear ios asaltos contra el bienestar fsico del cuerpo co n m s faciel de una a n ^ u " T
cap acidad es
i i
crnica
d e la identidad del y o esta tenda de tal m anera que perm ite al indi
vid uo ser testigo de las acciones d e .su cuerpo c o r u T d i s t
m iento neutra . con cm ism o. con od io o con hum or irnico segn
los casos. K ierkegaard escriba sobre estos fenm enos al hablar^ el
encerramiento del y o respecto del cuerpo; las a S i o n e f S i v
e s 'i r r S n S
La descorporeizacin
S p tu t a n te l/ A ^
m encionada en el
cap n u lo an erior. A lgu nos prisioneros de los cam pos d e concentr;,
cion nazis d u r t e la ltim a G uerra M undial, som etidos a horroro
sas presiones lsicas y psicolgicas, experim entaron estados de di
a> e U u e r i r ^ - ? ^
.s c n tT i fu \
- s it u a c i n descrita com o un sueo, irreal o
^ rn o la de un personaje t e a t r a l * - parece haber sido un fenm eo funcional que les perm ita d islan d aree de Jas penalidades fgi31.
S re n K je r k e g a a r d , S ick n ea s U n to D ea th .
l-
gi
1950
85
2.
85
Je
personales, ai igual que pueden serlo diversos tipos
Q obsesiones sexuales. Los regmenes del aderezo individual estn
. f i n i e n t e ligadas a fuerzas fundamentales de la personalidad. El
^'gstido es un medio de autcexhibicin, pero se relaciona directanientc con ei ocultam iento/revelacin por lo que respecta a las
^iQgrafas personales: vincula la convencin con aspectos bsicos
de la identidad.
Q u habremos de pensar del cuerpo en relacin con sus calactersticas sexuales? Nada hay ms claro que el hecho de que el
gnero es un asunto de aprendizaje y trabajo* continuado, ms
que una simple extensin de la diferencia sexual biolgicamente
dada. En cuanto a es le aspecto del cuerpo, podemos volver a los
temas centrales de la m etodologa etnolgica segn ios ha expuesto Garfinkel. La etnom etodologa se ha identificado tan intima
mente con el anlisis conversacional que se olvida fcilm ente que
la obra de Garfm kel se elabor a partir de un inters concreto por
el tratamiento del gnero. El caso de Agnes, el transextial analiza
do en Studies in Ethnomethodology, muestra que ser hombre o
mujer depende del control continuado del cuerpo y sus adem a
nes. D e hecho no hay ni una sola cualidad corporal que distinga a
todos los hombres de todas las mujeres.^^ Slo aquellos pocos indi
viduos que poseen algo parecido a una experiencia plena de ser
miembros de ambos sexos pueden apreciar por entero hasta qu
punto son omnipresentes los detalles de la exhibicin y manejo del
cuerpo por medio de los cuales se hace el gnero.
Motivacin
Segn se explic al principio del captulo, las razones de una
accin forman intrnsecamente parle del control reflejo de la misnia ejercido por todos los agentes humanos. Ms que estar unidas
a m odo de secuencias o agregados las razones son una cualidad
sta n te de la accin. Todo agente com petente se mantiene en
contacto de forma habitual con los principios de su conducta,
35,
1984.
El
87
38.
39.
2.
89
estar com prom etiendo toda una serie de relaciones de confianzi establecidas previamente. La confianza bsica se form a en
n o com o p a n e de la experiencia de un mundo coherente, continuo y seguro. A ll donde se violan estas expectativas se puede
o ^ u c i r una prdida de la confianza n o slo en otras personas
sino en la coherencia del m undo objetivo. Segn dice Helen Lyndy
una vez que esto ocurre nos volvem os extraos en un mundo
donde pensbamos encontrarnos com o en casa. Experimentamos
angustia al dam os cuenta de que no podemos confiar en nuestras
respuestas a cuestiones com o quin soy? cul es mi lugar?*'...
cada ve z que se repite una violacin de la confianza nos volve
mos de nuevo nios inseguros de nosotros mismos en un mundo
ajeno.'*
La vergenza es el lado malo dei sistema motivacionat del
agente. La otra cara de la vergenza es el orgullo o autoestima: la
conm za en la integridad y valor de la crnica de la identidad del
yo. Una persona que alimente con xito un sentimiento de orgullo
por su yo ser psicolgicam ente capaz de sentir que su biografa
est justificada y es unitaria. El mantenimiento del sentimiento de
orgullo tiene efectos que van ms all de la simple proteccin o
realce de la identidad del yo, debido a las relaciones intrnsecas en
tre !a coherencia del yo, sus relaciones con los otros y el sentimien
to de seguridad ontolgica, ms en general. All donde los com po
nentes esenciales de la ideniidad del yo se vean amenazados por
razones anteriormente analizadas, pueden correr peligro otros as
pectos de la realidad del mundo.
El orgullo, fundado en el vnculo social, es continuam ente v\ilnerabie a las reacciones de los dems y la experiencia de la ver
genza suele centrarse en ese aspecto visible del yo que es el
cuerpo. Freud ligaba de hecho la vergenza al miedo a exponer ei
cuerpo y a la desnudez: la vergenza nace de verse desnudo ante
las miradas del observador distante. Sin embargo, el m iedo a ser
visto desnudo es primariamente un fenmeno sim blico que ex
presa la tensin entre orgullo y vergenza en la interaccin social.
El hecho de que la culpa no tenga un correlato positivo correspon41.
H cicn M . L y n d , S h a m e c n d the Search fo r Ideniity. Londres, Rouedge,
1^58, pp, 4 6 -4 7 .
91
E j e d e a c u lp a
E j e d e a v e r g e n z a
S e re fie re a a c t o s d is c o n tm u o s r e la
S e r e f ie r e al te jid o s u p e r f ic ia l d e la
c io n ad o s c o n e l q u e b r a n ta m ie n to d e
id e n tid a d d e l vo.
cd ig o s o ta b e s .
Im p lica p r o c e s o s a c u m i a tiv o s e n
Im p lic a u n a v is i n d e la n a t u r a le z a
lo s q u e s e d a u n d e s a r r o llo d e la a u
d e la c r n i c a d e la id e n tid a d d c l yo
to n o m a p o r e l d o m in io d e la s r e
q u e n o p r o g r e s a n e c e s a r ia m e n te .
p re sio n e s.
E x p o s ic i n d e d e lito s o tr a n s g r e s io
E x p o s ic i n d e r a s g o s o c u lto s q u e
n e s d e m e n o r c u a n ta .
c o m p r o m e t e n la c r n ic a d e la Id e n
tid a d d e l yo.
P r e o c u p a c i n
q u e b ra n ta
P r e o c u p a c i n p o r e l c u e r p o e n r e la
d e c o n d u c ta
p e rtin e n te r e s p e c t o d e l c u e r p o .
c i n c o n lo s m e c a n is m o s d e id e n ti
dad del yo.
S ) t im ie n t o d e a c t u a c i n e q u iv o c a
S e n t im ie n t o d e la p r o p ia in a d e c u a
d a e n r e la c i n c o n e l o t r o a q u ie n
c i n f r e n te a l o tr o a q u ie n s e r e s p e
s e r e s p e la o a m a .
ta o am a.
L a c o n a n z a s e b a s a e n la a u s e n c ia
L a c o n f ia n z a se b a s a e n s e r c o n o
de tr a ic i n o d e s le a l tad .
c id o p o r e l o tr o ; la r e v e la c i n d el
m ie n to
de
por
c d ig o s
el
y o n o im p lic a a r ^ s r i a p o r s e n tir s e
e x p u e s to .
l-a s u p e r a c i n d e l a c u lp a lle v a a u n
L a s u p e r a c i n d e la v e r g e n z a c o n
a i t i m i e n t o d e r e c titu d m o r a l.
d u c e a u n a fia n z a m ie n to d e la id e n
tid a d d e l y o .
3. La trayectoria del yo
lan ctte R m n w
a te r,
yo
p. 1 1,
3.
La trayectoria del yo
95
La conciencia presente, o lo que Rainwater llama el tipo rutijiario c autcobservacin, no nos ha de llevar a una inmersin
constante en la experiencia del momento, Al contrario, es la autn
tica condicin para planear con eficacia. La autoterapia significa
^ intento de vivir cada m om ento en plenitud, pero n o quiere decin expresamente, que hayamos de sucum bir a ia atraccin del
presente. La cuestin Q u deseo para m en este momento? no
equivale a vivir ai da. El arle de estar en el ahora^ genera ese co
nocimiento de uno mismo necesario para planear de antemano y
construir una trayectoria de vida acorde con los deseos ntimos del
individuo. La terapia es un proceso de crecimiento que debe abar
car adems los cambios importantes por los que probablemente
pasar la vida de una persona. Escribir un diario y redactar una
autobiografa de las ideas o de la vida real son medios recom enda
dos para planear el futuro. El diario, sugiere Rainwater, debera
escribirse totalmente para uno mismo, nunca con la idea de mos
trarlo a nadie ms. Es un terreno donde el individuo puede ser
completamente honesto y en el que, al aprender de experiencias y
errores anteriormente anotados, puede trazar el mapa de un proce
so de crecim iento continuado. A i margen de que el diario tenga o
no forma autobiogrfica explcita, el pensamiento autobiogrfico
es un elemento central de la autotcrapia. En efecto, desarrollar tm
senlido coherente de la historia de la propia vida es un m edio primordial para escapar de la esclavitud del pasado y abrirse al futu
ro. El autor de una autobiografa se ve obligado a retroceder tanto
como pueda hacia su infancia temprana y establecer, al mismo
liempo. lneas de posible evolucin que abarquen el futuro.
La autobiografa es una intervencin correctora en el pasado y
no una mera crnica de sucesos ocurridos. Uno de sus aspectos es,
por ejemplo, el de dar pbulo al nio que fuimos. A l volver el
pensamiento atrs hasta alguna fase difcil o traumtica de la in
fancia, la persona habla al nio que fue, consolndolo y sostenin
dolo y ofrecindole consejo. D e este m odo, piensa Rainwater, se
logra superar los sentimientos de si entonces yo,.. y avenirse con
ellos. El propsito fundamental de escribir un material autobio
grfico es el de ayudarse a arreglrselas con el pasado... O tro
(hid.. p . 56,
- La irayettoria dei yo
97
Ibid-, p . 194.
Ofi
.a
fhid,. p. 20Q.
i . ; 4
3.
tr a y e c to r ia d e l y o
99
vheim: en cierto sentido el individuo no existe en las cultu^ tradicionales, donde no se elogiaba la individualidad. Slo con
Tioaricin de las sociedades modernas y, ms en concreto, con la
.^ ^ c ia c i n de la divisin del trabajo, el individuo concreto se
en foco de atencin.^
No hay duda de que estas opiniones encierran algo de verdad.
Pero, pot mi parte, no creo que la existencia del individuo, y
jTiucho menos del yo. sea un rasgo distintivo de la modernidad. No
hay duda de que la individualidad ha sido esrimada con lmi
tes variables en todas las culturas, com o tambin lo ha sido, en
un sentido u otro, el cultivo de las posibilidades individuales. Ms
que hablar en trminos generales de individuo, yo o incluso
identidad del yo, deberamos intentar descomponer estas cues
tiones en detalles ms sutiles. Podem os com enzar por situar algu
nos de los puntos especficos del retrato que traza Rainwater de lo
que es la psicoterapia, los efectos que produce y sus implicaciones.
Ftodemos extraer de su texto los siguientes elementos;
1. B1 yo est visto com o un proyecto reflejo del que es respon
sable el individuo (esta cuestin apareci anteriormente, en el ca
ptulo 1). N o som os lo que somos, sino lo que nos hacemos. No
sera correcto decir que el yo se considera completamente vaco de
contenido, pues existen procesos psicolgicos de autoform acin y
t^cesidades psicolgicas que suministran parmetros para la reor
ganizacin del yo. N o obstante, y por otra parte, lo que el indivi
duo llega a ser depende de los esfuerzos reconstructivos que aco
meta. Tales esfuerzos son algo ms que un mero llegar a conocer
se mejor: el conocim iento de uno m ism o est suborditiado ai
propsito ms incluyente y fundamental de construir/reconstruir
un sentido de identidad coherente y provechoso. La im plicacin de
este tipo de reflexividad en 1a investigacin social y psicolgica es
niuy evidente y constituye una caracterstica general de la perspec
tiva psicoteraputica recomendada.
2. El yo realiza una trayectoria de desarrollo del pasado a un
futuro previsto. El individuo se apropia de su pasado indagando a
8.
1984.
10.
Jo h n O . L y o n s , Tfte n v en tio n o f ih e S t!f, C arbo n d ale, So u th ern llHnoii
U nrversiiy P ress, 1 9 7 8 .
La trayectoria del yo
1 01
Modernidad e identidad
dieta es lo que com emos: en m uchos m om entos crticos del da
m am os decisiones sobre si com erem os o beberem os y qu
exactam ente lo que com am os o bebamos, Si no le agrada la diei^
que m antiene, dispone ya de un nuevo m inuto y un nuevo mom^i
t de eleccin y podr cambiarla, La decisin est en sus i ? '
nos!
L a conciencia del cuerpo recuerda a los regmenes praclicado^
en algunas religiones tradicionales, en especial las orientales,
hecho Rainwater, com o m uchos otros que escriben sobre realiia
C l o n del y o o sobre psicoterapia en la actualidad, recurre a alguno^
de estos regmenes en los program as que expone. Sin em bargo las
diferencias son acusadas. En efecto, la autora presenta la concien
cia del cu erpo com o un m edio para construir un yo diferenciado, v
no para disolver el ego. L a experiencia del cuerpo es una manera
de cohesionar el yo com o una totalidad integrada que le permita
decir al individuo: aqu es donde vivo,
7.
L a realizacin del yo se entiende com o un equilibrio entre
oportunidad y riesgo. D esprenderse del pasado mediante las diver
sas tcnicas de liberacin de los hbitos em ocionales opresivos es
algo que genera una m ultiplicidad de oportunidades para ei desa
rrollo propio. El m undo se llena de posibles vas de ser y actuar en
form a d e com prom isos experienciales que el individuo es capaz de
iniciar desde ese m om ento. No sera correcto decir que la persona
psicolgicam ente liberada afronta el riesgo, m ientras que el yo ms
tradicional nu lo hace; se trata ms bien de la conciencia secular
d el nesgo inherente a las estrategias de clculo que se han de
adoptar en relacin con el futuro.
El individuo tiene que afrontar nuevos azares com o parte obli
gada de su ruptura con las pautas de com portam iento establecidas
(incluido el riesgo de que las cosas puedan quiz ir peor q u e an
tes), O tro libro sobre autoterapia describe la situacin de la si
guiente manera:
Para que su vida cam bie a mejor, deber aprovechar la
oportunidades. Tendr que salir de su rutina, encontrarse con
gente nueva, explorar nuevas ideas y recorrer senderos que no
II.
^ la trayectoria del yo
105
M o d e r n i d a d c i d e n t i d a d de] Vo
bito de las relaciones ntimas (si bien dicho m bito se acepta com
algo de suma im poilancia para el yo), S er sincero con unu misrrt*^
significa encontrarse, pero, dado que se trata de un proceso aciiva
de construccin del yo, ha de estar configurado por objetivos gene
rales (los de liberarse de las dependencias y lograr la plenitud). K
plenitud es en cierta medida un fenmeno moral, pues significa fo
mentar un sentimiento de ser bueno, de ser una persona vallo,
sa: S que en cuanto aum ente mi autoestima, sentir ms inie^
gridad. honestidad, com pasin, energa y amor.'^
9, El proceso de la vida se contempla com o un conjunto de
pasajes. El individuo pasar probablemente, o con seguridad
por ellos, pero dichos pasajes no estn institucionalizados ni van
acom paados de ritos form alizados. Todos ellos implican una pr
dida (y. posiblemente, tambin una ganancia) que com o en e
caso de la separacin marital habr de ser objeto de duelo para
que la realizacin del yo siga su curso normal. Los pasajes de la
Vida dan una especial contundencia a la interaccin entre riesgo y
oportunidad a la que anteriormente nos hemos referido (sobre to
do, aunque no excliLsivamenle, cuando su principal iniciador et el
individuo afectado). Resolver una transicin importante en la vida,
abandonar el hogar, obtener un trabajo nuevo, afrontar el paro, es
tablecer una nueva relacin, m overse p o r terrenos o rutinas dife
rentes, hacer frente a la enfermedad, iniciar una psicoterapia....
todo ello significa correr de forma consciente riesgos interesantes
a fin de aferrar las nuevas oportunidades a las que nos dan acceso
las crisis personales, l a diferencia entre los pasajes de la vida y
otros procesos anlogos en situaciones tradicionales no consist;
slo en la ausencia de un ritual. Ms importante es an el hecho
de que tales pasajes formen parte de la trayectoria reflejam ente ac
tivada de la realizacin del yo y sean superados por m edio de ella.
10. L a linea de desarrollo del yo es m em am ente referencia!:
el nico hilo conector significante es la trayectoria de la vida en
cuanto tal. La integridad personal, com o logro de un yo autntico,
nace de integrar as experiencias de la vida en la crnica del desa
rrollo del yo. de la creacin de un sistema de creencias personales
mediante el cual el individuo reconoce que ante todo se debe leal13,
Ihid..p.79,
5.
La iraycctoria dei yo
105
jgd
mismo. Los puntos de referencia esenciales estn establecidos d^sde dentro, en funcin de cm o el indi\4duo constru^-g/reconsiruye la historia de su vida.
Sobre todo esto se plantean, por supuesto, cuestiones a las que
5^ podra responder. En qu medida son vlidas estas concepcio
nes? Son ideolgicas en algn sentido? Tienen ms que ver con
la psicoterapia que con cualquier otro cam bio que pueda haber
afectado al yo en las condiciones sociales de la m odernidad? De
momento quedan en suspenso estos problemas. Considero justifi
cado afirmar que por ms parciales, inadecxiadas y subjetivas que
puedan ser ias ideas que acabamos de esbozar, indican algo real en
tomo al yo y a su identidad en el m undo contemporneo (el mun
do de la modernidad tarda). A l relacionarlas con las transforma
ciones caractersticas de este m undo podemos ver cm o es posible
que sea as.
'
yo
Ia
3.
trayectoria del yo
107
Se suele pensar que ia nocin de estilo de vida se aplica especfluiente al rea del consumo. Es cierto que el mundo del trabajo
st dominado por la com pulsin econm ica > que los estilos de
j^jpUjportaTniento en el puesto de trabajo estn menos sujetos ai
control del individuo que en las situaciones ajenas al trabajo. Pero,
aunque estas diferencias existen claram ente, sera errneo suponer
que el estilo de vida se refiere nicamente a actividades realizadas
fuera del trabajo. El trabajo condiciona fuertemente las oportunifiades de vida, en el sentido weberiano. El concepto de oportuni
dad de vida se ha de entender en funcin de ia accesibilidad a po
sibles estilos de vida. Ahora bien, el trabajo no est en absoluto se
parado del terreno donde se dan las elecciones plurales, y eleccin
del trabajo y del medio de trabajo son u n elemento bsico de las
orientaciones de estilo de vida en la m oderna divisin de aqul,
que es extrem adam ente com pleja.
Hablar de una multiplicidad de elecciones no supone que todas
ellas estn abiertas a todo el mundo o que las personas decidan
siempre sobre opciones con pleno conocim iento del abanico de al
ternativas factibles. En el trabajo, com o en el terreno del consumo,
existe una multiplicidad de elecciones de estilo de vida para todos
los grupos que se han liberado de las trabas de las condiciones de
actividad tradicionales. Naturalmente, segn ha sealado insisten
temente Bourdieu, las variaciones de estilo de vida entre grupos
son tambin atributos de estratificacin elemental mente estructu
rantes y no slo el resultado de las diferencias de clase en el rei
no de la produccin.'^
Los modelos generales de estilo de vida son, por supuesto, me
nos diversos que la pluralidad de estilos accesibles a las decisiones
diarias e incluso a las estrategias a largo plazo. Un estilo de vida
implica un haz de hbitos y orientaciones y posee, por tanto, cierta
unidad im portante para m antener un sentimiento continuo de
seguridad ontolgica que relaciona opciones en un modelo ms
o menos ordenado. Cualquiera que haya adoptado un estilo dado
de vida habr de considerar forzosam ente que varias opciones son
de carcter ajeno a dicho estilo, com o lo haran otras personas
15.
P ierre B o u r d if .l,
Press. 1 9 8 6 .
M ass., Harvard
University
Modernidad c identidad dl
con quienes interactuara. Por otra parle, ia seleccin o cre a c i n H
estilos de vida est influida por presiones de grupo y por la visibf
lidad de ios modelos de rol, as com o por las circunslancias sodr.
econmicas.
La p to a lid a d de elecciones que se presenta a los individuos en
la situacin de modernidad reciente depende de varios factores El
primero es el hecho de vivir en un orden postradicionaL Actuar en
un mundo de elecciones plurales y comprometerse en l es opjar
entre akem alivas, dado que las m arcas puestas por la tradicin estan ahora en blanco. As, alguien podra decidir, por ejemplo, ig
norar los hallazgos de la investigacin que muestran que una dieta
c^n una elevada proporcin de frutas y fibra y baja en azcar gra
sas y alcohol es beneficiosa fsicam ente y reduce el riesgo de conraer algunos tij^ s de enfermedades. Esta persona podra mante
nerse fiel a la misma dieta de alimentos no fibrosos, grasos y azu
carados que consuman los individuos de la generacin anterior,
Sm embargo, dadas las opciones disponibles en cuestin de dieta
y el hecho de que el individuo tiene al menos cierta idea de ellas,
su conducta form ara tam bin parte de un estilo de vida carac
terstico.
El segundo es lo que Berger denominaba la pluralizacin de
los mundos de vida.' Segn seala este autor, durante la mayor
parte de la historia humana la gente vivi en situaciones sociales
muy estrecham ente relacionadas entre s. Tanto si se trataba de las
condiciones del trabajo, com o del ocio o la familia, el individuo so
la vivir dentro de una serie de entornos com parables (fenmeno
luertem ente reforzado por el predominio de Ja comunidad local en
la m ayona de las cuhuras prem odem as). Las circunstancias de la
vida m oderna son mucho ms diversas y segmentadas. Un elemenlo particular de esa segmentacin es la diferenciacin enlre mbi
tos pblicos y pnvados (pero cada uno de ellos est sujeto igualm ente a una pluraHzacin interna). Los estilos de vida van carac
tersticam ente unidos a un medio de accin especfico y cons
tituyen su expresin. Las opciones de estilo de vida son. pues, a
menudo decisiones que se ven absorbidas por estos medios a ex
pensas de otras alternativas posibles. Al ser caracterstico de los
16.
3.
109
- M o d e rn id a d e i d e n t i d a d dc-l
yo
La trayectoria del yo
111
^ ^
T"
La trayectoria del yo
113
114
' yo
registradas en el ordenador y
otras fo m a s de servicios de contactos demuestran suficientemen
que la eleccin plural es fcil de conseguir, con tal que la persona
este dispuesta a desprenderse de los ltimos v&srigios de la forma
tradicional de hacer las cosas. Slo cuando los lazos han sido elc-idos mas o menos libremente podemos hablar de relaciones en"d
sentido que es^e tennm o ha adquirido recientemente en el lenguaje
no especializado. Los vnculos sexuales razonablemente duradero^
L d r a T ''r
y
hienden a aproximarse hov
da a la relaaon pura. E n condiciones de modernidad reciente v
Z lT l
s p a r.
de
encabezamiento Inseguri
dad emocional en las relaciones y est extrado de la obra de She-
ToM^SEm, Tfc
3.
La trayectoria del yo
M5
j^ite Mujeres y amor. E l estudio de Hite se basa en extensos corecogidos entre m ujeres norteam ericanas sobre sus exencias y sentimientos en relacin con los hombres. sta es la
respuesta de una de ellas:
Por algn motivo, tengo la sensacin de una permanente
insatisfaccin. O bien l no me liama, o cuando me llama no
es romn li co, o cosas por el estilo... Cuando intento hablarle,
hablarle de verdad, siento com o si no lo lograra.,, Parece
como si diera vueltas a la m ism a cuestin de si no debera
I*' upreguntarme: V a todo bien con l (me sigue am ando)?, o
Va todo bien conmigo^ C m o soy yo?. Si soy muy infeli2
y l no quiere hablar conmigo de los problemas o resolver las
* idificuhades, debera decir: Muy bien, todo m archa realm en
te bien, porque l est estupendam ente y sigue ah y an me
quiere? O m s bien habra de decirm e: Esta relacin es te
rrible y la voy a dejar porque no m e hace feliz? El hecho de
quererle hace difcil abandonarlo.
D ebera desear ayudarle a abrirse o tendra que enfa
darm e conm igo m ism a y rom per con l?... E l problem a es
que prim ero dice que se siente vulnerable y est enam ora
do; pero luego lo niega o no act a com o tal sino que se
^com porta con frialdad. M e pregunto si m i m eta es este
, ^hombre, cu este lo que cu este. E s casi com o si alguien me
. estuviera incitando a hundirm e en lo ms profundo del pozo; y luego, cuando he llegado aU (con mis sentim ientos) y
estoy realm ente enam orada y lo consuelo, me dice: Q u
! r. pasa? P o r qu yo? M e he sentido siempre muy herida
pensando para m que no im portaba lo ocurrido y otorgn
dole el beneficio de la duda, debo confiar, debo confiar
sin perm itirm e creer en las seales negativas, pensando que
sim plem ente se senta inseguro o reaccionaba por algo que
yo haba hecho en mi p rop io em peo por parecer invulnera
ble. Siem pre he tenido m ucho m iedo y me he preguntado:
L o resistir alguien?^^
24,
Shere H ii t ,
' ^
ye
3.
I a trayectoria dcl yo
117
'' 8
yo
5,
La trayectoria del yo
119
to r i. L o n d res, Plenum . 19 8 5 ,
L e \ t.
Sien in Transi
M o d e r n i d a d c i d e n t i d a d de .V
V a se , p o r ejem p lo , S h e r e H m . Sexu a l
N ueva Y w k , W a rn e r,
3.
La trayectoria de! yo
121
29.
E n la actu alidad existe u n g ran n m ero d e pu blicaciones sobre codopendencia. esp ecialm en te e n Estados U nidos, q u e abarcan desd e !o r textos tcnicos
hasta las exp licaciones populares y lo s program as terap u ticos. Un ejem p lo rep re
sentativo es el lib ro de M elody BeaTHE, C o -D ep en d en i N o M ore. Nue%'a Y o rk . H a r
p er. 1 9 8 7 .
31 .
C o ffm an riEne num erosas co sas nlercsanies que decir sobre el m anteni-
y
' s individuos la consideran
tan n n p o rtm te ; p o r o tro lad o , supone qu e la privacidad es una necesidad univenial
y son p ocas las veces en qu e sita su explicacin en un co n tex to histrico
Y o rk
rS q " ^
L il ie n f e l d .
123
i
i
m asl.
W f.g sch e id e r-C ru sf,, .eurning to .o\* Yoursel, p. 9 6 (las cursivas son
124
fbd,p.lOO.
3.
125
A n th o n y G
id d e n s .,
Consecfuencc';^ o f Modernity,
p p , 1 1 4 ss.
yo
pp. 1 0 1 .1 0 5 .
127
I 'yo
* >'Q
C u erp o y r e a liz a c i n d e l yo
U trayectoria del yo
129
fomentan a menudo la norm alizacin ms que la diferencia in^ d u a l Pero el hecho de que poseam os una palabra especial,
miiforme. para referirnos a estilos de vestimenta normalizados
en funcin de unas posiciones sociales dadas indica que en otros
mbit^^ la eleccin es relativamente libre. La apariencia se con
vierte en elemento fundamental del proyecto reflejo dei yo, por deQtlo de manera genrica y segn las ideas am eriorm enle anali
zadas.
El porte est fuertemente influenciado por la pluralidad de en
tornos. El individuo no slo debe estar preparado para interactuar
con otros en espacios pblicos, donde se espera que su porte est a
la altura de ciertos criterios generales sobre las exigencias de cada
da, sino que ha de ser capaz de man tener una conducta apropiada
en una m ultiplicidad de mbitos o lugares dWersos. Naturalmen
te. las personas acomodan de alguna manera tanto su apariencia
como su porte a las exigencias percibidas en una situacin particu
lar. Este hecho ha llevado a algunos autores a suponer que el yo
est fundamentalmente escindido (que los individuos tienden a de
sarrollar mltiples yoes en los que no exisle un ncleo interno o
identidad propia). Sin em bargo, una profusa cantidad de estudios
sobre la identidad del yo muestra que esto no es de ningn m odo
as. Ei mantenimiento de constantes en el porte a travs de situa
ciones variadas de interaccin es uno de los principales medios
con que se preserva de ordinario la coherencia de la identidad del
yo. La posibilidad de disociar la identidad del yo se ve refrenada
debido a que el porte mantiene un nexo entre la sensacin de eS
tar com o en casa en el cuerpo propio y la crnica personal. El
porte tiene que integrarse efectivam ente en esa crnica de la per
sona tanto para ser capaz de guardar una apariencia normal
como para sentirse convencido de la continuidad personal en el
tiempo y el espacio; en la m ayora de los casos esto se realiza sin
grandes dificultades (aunque en cualquier momento puedan pro
ducirse tensiones).
En los medios postradicionales de la modernidad reciente, ni la
apariencia ni el porte pueden organizarse com o algo dado; el cuer
po participa de manera muy directa en el principio segn el cual el
yo est por construir. Los regmenes corporales, que afectan direc
tamente a los modelos de sensualidad, son medios fundamentales
Modernidad e identidad
d c l Vo
La trayecloria del yo
131
Ibid.. pp. 2 5 -2 4 .
39.
Ib.. p. 2 5 .
r n
i d
e identidad
d e l Vq
3.
del y o
153
M o d e m i d a d e i d e n t i d a d d c l yj
n'
3. L a t W e c t o r a d e l y o
155
nerviosa, propia de la poca moderna y especialmente caracdel perodo contem porneo (la fase de la modernidad tar
da).
anorexia m irabilis no estaba demasiado extendida entre
las jvenes quinceaeras o de m s edad, com o suele ocurrir hoy en
y tampoco iba ligada al cuhivo de la apariencia corporal sino
que, ms bien, tena que ver con la superacin de los apetitos sen
suales en pos de valores ms elevados. La an orexia nerviosa coiTiien^a con el fenm eno de ias jvenes ayunantes sealado a fi
nales de! siglo X I X , aunque se trata en buena parle de un sndrome
traosicional. de un vestigio provocativo, por as decirlo, de una
cultura femenina religiosa antigua en una poca secularizada.* ^
La actitud anorxica propiamente dicha slo se extendi con
la p a r ic i n del dietismo, en el sentido estricto del trmino,
a partir aproximadamente de la dcada de 1920 hasta la actua
lidad.
El hecho de que la anorexia est tan estrechamente ligada a
una distincin de gnero guarda sin duda relacin con la asocia
cin entre dieta y cam bio de valores en la estimacin de la aparien
cia corporal. La rclacin anterior entre figura corpulenta y pruspcridad haba desaparecido ya prcticamente a finales de las dos o
tres primeras dcadas del siglo X X , Las mujeres com enzaron a in
teresarse por el peso de una form a en que no se sentan afectados
la mayora de tos hombres. C on todo, es importante reconocer que
la dcada de 1920 fue un perodo en que la dieta, en el sentido
amplio del trmino, se relacion por vez primera con ei control del
peso y la autorregulacin de la salud; fue tambin el perodo en
que la elaboracin de alimentos com enz a acelerarse hasta poder
ofrecer una diversidad m ucho m ayor de productos alimenticios,
Hacer dieta, en el sentido estricto de la expresin, es slo una
versin particular de un fenm eno m ucho ms general, el de la
prctica de regmenes corporales com o medio de influir refleja
mente en el proyecto del yo.
Desde este punto de vista, la anorexia y su aparente antnimo,
la sobrealim entacin com pulsiva, se han de entender com o acci
dentes de la necesidad ^y responsabilidad del individuo de
42.
Cf.. en p ariiciiJar, Hilde B r u c h , T he G old en Cage: T he Emergence o f A n o
rexia N en 'osa . Londres, Routledge, 1 9 7 8 .
M o d e rn id a d e id e n tid a d dcl
yo
V Il
d e Larilyn
L a v ^ t e v c e , The
La trayectoria del yo
137
138
M o d e m id a d e id e n tid a d del
yo
1 39
viduo slo se siente valioso en funcin de un rgimen de auto^ggulacin tan com pleto que considera amenazador el mnimo
deslizLa anorexia es un afn por alcanzar seguridad en un mundo de
J ijo n e s mltiples pero ambiguas. El cuerpo estrictamente contro
lado es un em blem a de existencia a salvo en un m edio social abier
to. Com o leamos antes en el relato personal: Ser mujer es un
asunto arriesgado. La elaboracin de una identidad del yo y de
cuerpo se produce en el m arco de una cultura de riesgo, tema que
el prximo captulo tratar de manera ms directa.
14 2
p r in c ip T ' S c T
4.
I 43
3.
N icd s
4.
M a q u ia v e l o ,
Prefere>zces Ber\n. Wissen.^chaftszentnira, 1985; Hdga Nowotny. Eigenzeii- Emstetzung und Strukturierung eines Zeitgefhls. Franlcfurt, Suhrkamp, 1989. cap. II,
4. D e s tin o , r i e s g o
s e g u rid a d
145
6.
vq
4.
acin con el riesgo. Son los momentos en que la llam ada de la/or(uM es enrgica, momentos en que en medios ms tradicionales se
consultaba quiz a los orculos o se propiciaban las fuerzas divi(jas. Cuando se acerca un momento decisivo o se ha de tomar una
resolucin decisiva se recurre a los expertos. D e hecho, es muy co
niente que el examen pericial sea el medio por el que una especial
circunstancia se califica de decisiva, com o ocurre, por ejemplo, en
el caso del diagnstico m dico. Sin embargo, hay relativamente
pocas situaciones en que una decisin sobre lo que se ha de hacer
queda netarneme definida a resultas del consejo de un experto. La
iformacin obtenida de los sistemas abstractos puede ajoidar en
la evaluacin del riesgo, pero quien ha de cargar con los riesgos
correspondientes es el individuo afectado por ellos. Las resolucio
nes decisivas suelen ser difciles de tom ar casi por definicin, debi
do a la com binacin de problem as y consecuencias que las carac
teriza.
Los momentos decisivos amenazan la coraza protectora que
defiende la seguridad ontolgica del individuo, pues quiebran la
actitud de dejar que las cosas sigan com o estn, tan importante
para esa envoltura defensiva. Hav momentos en que el individuo
debe poner rum bo hacia algo nuevo, a sabiendas de que una deci
sin que tome o una direccin que siga tendr la calidad de lo irrerersible o que, al menos, le ser luego difcil volver al antiguo sen
dero. Los momentos decisivos no significan necesariamente afron
tar una alta posibilidad de que las cosas se tuerzan, es decir, una
sene de circunstancias con una gran probabilidad de prdida Lo
que tiende a hacer difcil abordar una situacin de riesgo es ms
bien la escala de penaiizaciones derivadas de que las cosas salgan
mal, Los momentos decisivos ponen de manifiesto riesgos de gra
ves consecuencias para el individuo, comparables a ios que carac
terizan ia actividad colecriva.
148
yo
8,
4,
I49
que las tasas de m ortalidad infantil se haban reducido consideuJjemente en com paracin con las del siglo anterior). Segn un
grfico elaborado para el ao 197, aproximadamente uno de cada
siete lactantes m ora el prim er ao de su vida; en cam bio, en el
grfico correspondiente a 19 77 , cornado com o base de com para
cin, era uno de cada diecisiete. L a lista dada ms abajo recoge al
gunos de los avances en la reduccin de riesgos ms importantes
para la salud realizados entre los aos 190 7-1977 (es decir, los
aos de un anciano que en 19 77 habra cum plido setenta aos):
A gua potable.
Servicios de saneamiento de aguas residuales.
Preparacin higinica de alimentos.
Leche pasteurizada.
Refrigeracin.
Calefaccin central.
Am plia aplicacin de principios cientficos en la nutricin.
Am plia aplicacin de principios de higiene personal.
Erradicacin de ias principales enfermedades parasitarias,
incluida la malaria.
Control de roedores e insectos.
M ejora continua de los cuidados pre y postnatales.
M ejora continua de los cuidados de bebs y nios.
M ejora continua del tratamiento quirrgico.
M ejora continua de la anestesia y los cuidados intensivos.
Am plia aplicacin de !os principios de inmunizacin.
Viabilidad de la transfusin de sangre.
Establecimiento de unidades de cuidados intensivos en los
hospitales.
Difusin continua y mejorada de los procedimientos de
diagnosis.
M ejora continua del tratamiento del cncer.
M ejora continua del tratamiento de la oclusin arterial.
Viabilidad y praclicabilidad de la paternidad planificada.
xMejora y legalizacin de los mtodos de interrupcin del
embarazo.
A ceptacin amplia de la seguridad en el trabajo.
Cinturones de seguridad en los coches.
Ibd.. p.
12.
\5]
24. I % 1 ,
52
vq
12 .
, 5^
tarios pueden intentar ajustar los plazos del capital recibido contra
os riesgos de los negocios para quienes los utilizan. La bolsa es un
terreno terico de reflexividad com pleja (fenm eno que influye di
lectamente en la naturaleza de los azares del ahorro y el prslamo). Hay estudios que indican que los porcentajes de ganancia son
malos prediclores de ganancias futuras o crecim iento de dividen
dos. Algunas teoras aplicadas a la inversin en bolsa consideran
este hecho una prueba de que el m ercado no puede saber qu em
presas utilizarn recursos financieros escasos ms satisfactoria
mente y calculan sus estrategias de riesgo de acuerdo con ello.
Otras sostienen que la retencin de ganancias, adems de otros
factores constatafales, cuentan para llegar a sabero, y adoptan,
nsecuentem ente, diferentes estrategias. El hecho de que la m is
ma poltica de retencin pueda verse inuida por el tipo de teora
aceptada da una m edida de la com plejidad refleja de tal sitacion.
A
11
vq
U r q l u r t y H lilm a n - n ,
155
'
157
Modernidad e identidad di
>Q
N iE y P a u I LAFRERt.
4.
1 59
17.
P . M . BoFFEY. N u clear w a r ,
18.
Scieniists, 2 8 . 1 9 7 2 .
BulUtin o f the
160
U r q v h a k t y H k ilm a n n ,
Rsk Watch, p. 8 9 .
161
La aceptacin acriva de ciertos tipos de riesgo es una parte imrtate del clim a de riesgo. Algunos aspectos o tipos de riesgo
^ ed en estimarse por s mismos (el entusiasm o que puede p rove
e r conducir deprisa y peligrosam ente se asemeja a la excitacin
nue ofrecen ciertas empresas de riesgo institucionalizadas). Fumar,
a pesar de los riesgos conocidos qu e ello com porta, puede dem os
trar cierto envalentonam iento que supone para algunas personas
yna recompensa psicolgica. En la m edida en que esto es as, tales
actividades pueden entenderse com o aspectos de un riesgo culti
vado, del qu e hablaremos ms adelante. Pero en general, la acep
tacin pasiva por parte de am plios sectores de poblacin de los pe
ligros de prcticas com o la de conducir y fum ar al m ismo tiem po
se han de interpretar de form a diferente. Los tipos de interpreta
cin com nm ente expuestos son dos. Uno de ellos dice que las
grandes empresas y o:ros organism os poderosos conspiran para
engallar a la gente sobre los verdaderos niveles de riesgo o se sir
ven de la publicidad y otros m todos de condicionam iento para
conseguir que una parte im portante de la poblacin adopte, a pe
sar de todo, esos hbitos que com portan riesgo. El otro sugiere
que la m ayora de la gente corriente n o es sensible a los riesgos in
dividuales ni a los diferidos (a pesar de que a m enudo reaccionan
iBgeradamente ante los desastres colectivos u otros riesgos ms
visibles). Am bas explicaciones tienden a hacer m ucho hincapi
en los com ponentes aparentemente irracionales de la accin. N in
guna de las dos parece especialm ente convincente, aunque ambas
apuntan sin duda a factores de cierta im portancia. Las principales
influwicias derivan probablem ente de ciertos rasgos caractersticos
de los hbitos de planificacin y estilo de vida. D ado qu e las prc
ticas especficas estn de ordinario vinculadas a un conjunto inte
grado de hbitos de estilo de vida, los individuos no evalan siem
pre, o quiz casi nunca, los riesgos com o elem entos separados,
cada uno en su propio mbito. M s que calcular las implicaciones
de diversos segmentos de conducta arriesgada, la planificacin de
la vida da razn de un paquete de riesgos. En otras palabras, la
aceptacin de ciertos riesgos dentro de unos lmites tolerables,
como consecuencia de la bsqueda de un determ inado estilo de v i
da, se considera parte del paquete general.
Los individuos procuran colonizar el futuro para s mismos
1 ^2
>0
4.
1 6.3
/ nimios detalles: lo mismo puede decirse dbl cuerpo y de la arde tos intereses y proyectos individuales. Para poder
xistir, el individuo tiene que existir e n c a m a d o ,y la carne, que es
vo corporal, ha de ser constantem ente conservada y asistida
(tatito en ia inm ediatez de las situaciones cotidianas com o en la
planificacin de la vida a travs del espacio y el iem po). En cierto
entido, el cuerpo se halla perennemente som etido a riesgos. La
posibilidad de sufrir daos corporales es omnipresente, incluso en
ge; circunstancias m5 familiares. El hogar, por ejem plo, es un lu
gar peligroso: una gran p ro ^ r c i n de lesiones graves estn produ
cidas por accidentes ocurridos en el m edio dom stico. Segn la
ntida expresin de G offm an, el cuerpo form a parte de un im pr
tame instrumental y su propietario lo est poniendo constantem en
te en juego>>.''
Rn el captulo 2 propuse que la confianza bsica es fundam en
tal para la relacin entre las rutinas diarias y las apariencias nor
males. En las circunstancias de la \id a cotidiana, la confianza bsi
ca se expresa dejando en suspenso los posibles sucesos o cuestio
nes que, de lo contrario, podran ser causa de alarma. L o que otras
personas parecen hacer y ser se considera generalmente idntico a
lo que realmente hacen y son. Pensemos, n o obstante, en el mundo
del espionaje que. para su propia subsistencia, no puede aceptar el
abanico de apariencias normales de la manera com o otras perso
nas suelen hacerlo. El espa deja en suspenso una parte de la con
fianza generalizada qu e ordinariamente se otorga a las cosas tal
como son y sufre angustias torturantes por lo que, en otras cir
cunstancias. seran sucesos triviales. Para la persona corriente un
nmero equivocado ser quiz un m otivo menor de irritacin,
pero para el agente secreto se puede convertir en una seal perturtradora que le alarma.
Slo con gran esfuerzo se adquiere un sentim iento de com odi
dad corporal y psquica en las circunstancias rutinarias de la \ida
de cada da, segn reiteramos anteriormente. Si en la mayora de
los casos parecem os menos frgiles de lo que realm ente somos en
las circunstancias en que se desarrollan nuestras acciones, es debi20,
21.
bd^s p- 16 7 .
64
4.
D estino,
riesgo y seguridad
165
ms difusas. En las circunstancias de m undializacin acyal el Umwelt im plica conciencia de los riesgos de consecuencias
qu e representan peligros que nadie puede eludir por comEn las circunstancias de m odernidad, de las que fortu n a ha
u e d a d considerablem ente relegada, el individuo disocia en geneel Urfwelt en acontecim ientos buscados y adventicios. I-as fo r
anas adventicias constituyen un teln de fundu continuo para los
sucesos distintivos que aparecen en prim er trmino y a partir de
los cuales el indi\iduo crea un flujo d e accin estructurado. La di
ferenciacin perm ite tambin a la persona poner entre parntesis
lodo un conjunto de acontecim ientos reales y potenciales, asignn
dolos a un m bito qu e ha de ser an objeto de vigilancia, pero con
un esmero m nim o. El corolario de ello es que en una situacin de
interaccin toda persona da por supuesto que gran parte de lo que
hace deja indiferentes a ios dems (si bien, en las situaciones p
blicas copresentes esa indiferencia deber ser tratada m ediante c
digos de desatencin civil).
Ei individuo normal, a diferencia del paranoico, es, pues, capaz
de creer que ciertos momentos decisivos para su propia vida no
son resultado del destino. A i em prender una accin arriesgada necratam os suerte: pero la suerte tiene, adems, connotaciones ms
amplias com o m edio para relacionar las posibilidades con la fatali
dad (en form a de buena o de mala suerte). Sin em bargo, dado que
la distincin entre lo adventicio y lo que n o lo es resulta difcil de
etablecer en la prctica, cuando ios sucesos o actividades son
nalinterpretados com o en el caso de considerar am aado un
Incidente que afecte a otro, aunque en realidad n o lo est pue
den surgir serias tensiones. El descubrim iento de una confabula
cin puede ser fcilmente causa de alarma (un marido se ve im pul
sado a sospechar infidelidad si descubre que un encuentro aparen
temente casual entre su mujer y un amante anterior no ha sido en
definitiva un encuentro realmente casual). La presuncin de con
fianza generalizada qu e implica el reconocim iento de aconteci
mientos adventicios afecta a las previsiones de futuro as com o a
las interpretaciones ordinarias. En la m ayora de los casos de inte
raccin, la persona supone qtoe los dem s copresentes no desean
Sprovecharsc de su trato normal para llevar a cabo actos m alvo
4.
1 67
rios
viajes en avin son ia form a ms segura de transpone,
ct riesgo de m orir en un accidente de aviacin es de uno por cada
ggO O viajes en lneas aereas regulares (cifra obtenida de dividir
el nuinero total de vuelos con pasajeros en un perodo determina
o de tiempo por el nm ero de vcrimas de accidentes areos du^ l e el mismo)
Se ha llegado a decir que el asiento de un avin
nueve kilmetros de altura es el lugar ms seguro del mundo,
dado el nmero de accidentes que ocurren en el hogar, el trabajo y
otros entornos. Sin em bargo, a muchas personas les aterra volar y
una minora de ellas que cuenta con las posibilidades y los recur
sos para viajar en avin renuncia a hacerlo. Son incapaces de dejar
de pensar qu podra suceder si las cosas fueran mal,
Es interesante ver cm o esas personas estn dispuestas a viajar
p o r carretera sin mayores preocupaciones, a pesar de ser conscien
tes casi en general de que los riesgos de daos graves o m uerte son
ms elevados. El peso de lo contrafctico parece afectarles consi
derablemente (los accidentes de carretera, por ms terribles que
puedan ser, no suscitan, quiz, el mismo grado de pavor que la hi
ptesis de un accidente areo).
El aplazam iento en el tiempo y el alejamiento en el espacio son
otros factores que pueden reducir la intranquilidad que la concien
cia dcl riesgo en cuanto tal podra producir en otras circunstan
cias. Una persona joven con buena salud podra ser suficientemen
te consciente de los riesgos del tabaco, pero transferir los daos
Iprtenciales a un tiempo que parezca enormemente distante en el
futuro por ejemplo, el momento de cum plir ios cuarenta y
fesd ib u jar as eficazm ente dichos peligros. Los riesgos alejados de
las circunstancias diarias de la vida de un individuo com o los
H esgo s de consecuencias graves pueden quedar tambin relega
dos del Umwelt. En otras palabras, los peligros que representan se
ifensideran demasiado distantes de los compromisos prcticos de
a persona com o para que sta ios contemple seriamente com o pol^ ilid a c es.
Sin em bargo, las ideas de destino se resisten a desaparecer por
tt)m plel y mantienen una difcil relacin con opiniones seculari
zadas de riesgo y actitudes de fatalismo. La fe en la naturaleza pro25,
U r q u h a r t y H e i l m a n n , Hi>k W atch. p . 4 5 .
168
4.
169
170
4.
171
'
D estino,
4.
riesgo y seguridad
173
27.
M u rray M e l b
28.
in .
Ibd.
4.
p e s t i n o , r ie s g o y s e g u r id a d
175
uede afrontar desde una buena posicin; los riesgos de conse^ n c i a s graves entran dentro de esta categora. Una interdepen
dencia mayor, qu e implique la existencia de sistemas m undialm en
te fedependienies, significar una vulnerabilidad m ayor cuando se
j^oduzcan catstrofes que afecten a la totalidad de esos sistemas.
Es el caso de cada u n o de los ejem plos m encionados anteriorm en
te El dinero que posee una persona, por poco que pueda ser, est
gonietido a caprichos ds la econom a m undial sobre los que las na
ciones m s poderosas podrian tener escasa influencia. Un sistema
0 ionctario local puede colapsarse por com pleto, com o ocurri en
A lem ania en la dcada de 1920: en algunos casos, que aqu no tra
taremos, podra darse quiz una situacin as en el orden m oneta
rio mundial, con consecuencias desastrosas para miles de millones
de personas. Un sequa prolongada u otros problem as que afecta
ran a los sistemas centralizados de suministro de agua pueden te
ner a veces resultados m ucho ms m olestos que los que podra h a
ber tenido en pocas prem odem as su escasez peridica; igualm en
te, una falta prolongada de energa elctrica trastorna las activida
des normales de una gran nm ero de personas.
L a naturaleza socializada ofrece un ejemplo ilustrativo y de
una im portancia sustancial y considerable de estas caracters
ticas. M cK ibben mantiene, con gran plausibilidad, que ia interven
cin humana en el mundo de la naturaleza ha sido tan profunda y
tan amplia que actualmente podem os hablar de! fin de la natura
leza. La naturaleza socializada es muy diferente del antiguo en
torno natural que exista aparte de las actividades humanas y les
serva de teln de fondo relativam ente inmutable. Se parece a la
antigua naturaleza en el hecho de m anifestarse a travs de lo que
^ n s id e r a m o s procesos naturales (la lluvia, el viento, el calor),
pero no ofrece ninguno de sus consuelos: la retirada del mundo
humano, un sentimiento de perm anencia o incluso de eternidad.
La naturaleza en el sentido antiguo, seala M cK ibben. era ab
solutamente impredecible: las tormentas podan llegar sin previo
aviso, los malos veranos destruir las cosechas y las inundaciones
devastadoras presentarse a resultas de una lluvia inesperada. La
30.
p. 9 6 .
B ill
M ckcbben ,
'
Modernidad e ideniidad de
177
yo
4.
179
'
181
4.
Ig 3
La experiencia secuestrada
L e x p e r ie n c ia s e c u e s tr a d a
187
M o d e r n i d a d e i d e n t i d a d del >0
La experiencia secuestrada
189
J'C
4.
5 Lb e x p e rie n c ia se c u e s tr a d a
19 1
lfifluencia.s institucionales
La tendencia de la m odem idad hacia el control, p or lo que res
pecta a l reproduccin social y a la identidad del yo. tiene ciertas
,,j0 ngecuencias caractersticas en el plano de la experiencia moral.
referir en general a estas consecuencias con la expresin de
jq)eriencia
0
secuestrada. Este fenm eno est directamente ligado
al carcter internamente referencial de la vida social y el yo. C on la
.In d u ra c i n de la m odem idad, los sistemas abstractos tienen un
"*papel cada vez ms omnipresente en la coordinacin de los diver
sos mbitos de la vida diaria. Las perturbaciones externas de es
tos sistemas reflejam ente organizados resultan ser mnimas.
^Podemos trazar ei origen de estos procesos refirindonos a va
rios conjuntos de influencias surgidos durante la fase de despegue
del perodo m odem o perc que se acentuaron progresivamente con
la d icaliza ci n y universalizacin de las instituciones modernas.
La primera, y en cierto sentido la ms importante, es la extensin
del poder administrativo, producida a cabo por la aceleracin de
los procesos de supervisin,^ La expansin de la capacidad de su|rvisin ts el medio principal de controlar la actividad social por
medios sociales. La supervisin da origen a asimetras particulares
de poder y consolida en grado diverso el imperio de algunos gru
pos o clases sobre las dems. Pero seria un error centrarse demaado en este aspecto. M ucho ms fundamental es la intensifi
cacin del control administrativo m s en general; se trata de un fetm enu no dirigido del todo por nadie en particular, pues afecta
l^ ecisam cn tc a las acti\adades de todos. La supervisin acta siem
pre en unin con la reflexividad institucional, incluso en los siste
mas prem odem os. Es la condicin de la reflexividad institucional y,
al mismo tiempo y en cierta m edida, su producto: as es com o ex
presa de una form a institucional especfica esa recursividad carac
terstica de toda reproduccin social. Sin embargo, en sistemas en
que la superv'isin est altamente desarrollada, las condiciones de
reproduccin social se activan cada vez ms a s mismas.
5.
vol. I.
192
Modernidad e i d e n t i d a d de| y
Ls experiencia secuestrada
193
Modernidad e
194
id e n tid ad
del
yo
5.
La experiencia secucsirada
ig 5
196
yo
La experiencia secuestrada
197
Vq
5.
La experiencia secuestrada
1 99
200
1 5 . Da\dd J. R o t k m a n ,
1971.
14,
M ich el F o u c a u l t .
15.
R o th m a n ,
La
experiencia secuestrada
201
Ibd..
p. 15.
202
5.
La experiencia secueslrada
203
ibd., p.
124.
204
La experiencia secuestrada
205
206
N o rb e rt E a s The
La experiencia secuestrada
207
La privatizacin d e la pasin
La salida de escena de ia sexualidad es un fenm eno de privazcin d e la pasin . Pasin era en otros tiempos una palabra re
ferida al xtasis y la devocin religiosa. Se refera justamente a
esos momentos en que el individuo se siente en com acto con fuer
zas csmicas, con un mundo situado m s all de la experiencia co
tidiana. Ms tarde, la nocin de pasin perdi casi por completo
este significado y se seculariz, confinndose principalmente al te
rreno de lo sexual. E slo forma parte del cam bio por el que la selalidad surgi com o fenm eno distintivo, separado del erotismo
ms general y difuso que en otros tiempos sola vincularse a la es
ttica y a la experiencia no socializada.-*
N o existe cultura conocida en la que el com portam iento sexual
se haya practicado lotalmente a las claras y a la vista de todos. No
obstante, abundan las pruebas que indican que en muchas culturas
no modernas y en la Europa prem odem a la actividad sexual no se
mantena estrictamente oculta a los ojos de los dems. Esta visibi20.
21.
208
yo
5.
La experiencia secuestrada
209
210
experiencia secueslrada
211
212
J .Q
5.
La experiencia secuestrada
215
proceso reflejo del yo. Am plias reas de la vida diaria, ordena^s mediante sistemas abstractos, son seguras en el sentido weberiano de que proporcionan un medio de accin calculable. Pero
Iqc mismas rutinas que dan esa seguridad carecen en su mayora
c sentido m oral y pueden llegar a sentirse com o prcticas va
cas o, si no, acabar resultando abrumadoras. Cuando las rutinas
sufren, por alguna razn, una quiebra radical o cuando alguien se
dispone especficam ente a lograr un m ayor control reflejo sobre su
propia identidad, es probable que se produzcan crisis existencia
les. Un individuo puede sentirse particularmente despojado en mojnentos decisivos, pues es entonces cuando los dilemas morales y
pfcdstenciales se presentan en form a apremiante. El individuo se en
frenta, por as decirlo, a un retom o de lo reprimido, pero probaIrfemente carecer de los recursos psquicos y sociales que le per
mitan solucionar los problem as planteados.
Com o ocurre en otros procesos del desarrollo social moderno
sera equivocado entender el secuestro de la experiencia com o algo
envolvente y hom ogneo, pues no lo es, Posee una gran com pleji
dad interna, revela contradicciones y permite posibilidades de re
apropiacin. El secuestro, insistamos, no es un fenm eno que se
5|oduzca de una ve z por todas y no represente un conjunto de
lronteras sin fricciones. El lugar de la opresin, sus caractersticas
excluyentes, com portan normalmente connotaciones de diferencia
cin y desigualdad jerrquica. Las fronteras de la experiencia sefcuestrada son lneas de fractura fuerzas cargadas de tensiones
y dbilmente controladas; o, continuando con las metforas, son
campos de batalla, a veces de carcter directamente social, pero a
* ^ e n u d o situados dentro del terreno psicolgico del yo.
H ay que considerar tambin los efectos de la experiencia me! diada. El contacto con la m uerte y las enfermedades graves puede
ser exiguo, excepto en el caso de los profesionales especializados,
pero en cuanto a experiencias m ediadas es muy comn. La litera
tura de ficcin y los infonnes documentales abundan en materiales
que retratan la violencia, la sexualidad y la muerte. La familiaridad
. con las circunstancias de tales actividades, a resultas de la gran in
fluencia que ejercen los diversos tipos de medios, puede de hecho
ser m ayor que en las condiciones sociales prem odem as. Muchas
formas de arte popular son en esencia relatos morales en los que
M od em id ad e identidad dei i.
E squ em a 3 .
L a e x p e r ie n c ia se cu e str a d a .
5.
La experiencia secuestrada
215
yida cotidiana que ya han perdido vigencia. Sin embargo, esa preo^ p aci n tiende a confirmar la separacin entre la actividad diaria y
las exterioridades donde en otro tiempo estuvieron insertas. Es pro
bable que, alli donde los individuos se enfrentan a exigencias exist^ ciales como en los momentos decisivos experimenten, junto
on un choque, una inversin de la realidad. La inversin de la rea
lidad puede ser, de hecho, con frecuencia una reaccin funcional
;j)Scolgica que alivia las angustias surgidas en esos momentos crudales (es decir, un mecanismo neutralizador inconsciente).
El narcisism o y el yo
; Sennett: narcisismo y trastornos del carcter
Los apartados anteriores suponen que el desarrollo del yo en
la modem idad tarda se produce en condiciones de despojamiento
moral. El proyecto del yo se revigoriza sobre el trasfondo del empofteecim iento m oral al verse excluido de los tipos de experiencia infiamentalcs que relacionan las tareas de cada da e incluso la plani
ficacin de la vida a largo plazo con los problemas existenciales. N o
es de extraar que en tales circunstancias el mbito de las relacio
nes puras. recientemente constituido, pueda llegar a soportar cargas
pesadas por su condicin de rea de experiencia que genera un en
torno moralmente gratificante para el desarrollo de la vida indivi
dual. Representa este fenm eno un encogimiento de la identidad
del yo frente a un mundo exterior recalcitrante? Es indudable que
algunos autores as lo han dado a entender y sus opiniones exigen
una consideracin detallada, dado su carcter influyente.
El yo de la sociedad m oderna es frgil, quebradizo, fracturado,
fragmentado: esta concepcin es, probablemente, ei punto de vista
ms descollante de los debates actuales acerca del yo y la moder
nidad. Algunos de esos anlisis estn vinculados tericamente al
fpostestructuralismo: el yo se contextualiza y dispersa al igual que
el mundo social De hecho, para los actores que escriben a la ma24.
V ase, p or ejem plo, M ichael R . W o o d y Louis A. Z u r c h n e r , T h e D eve^ m e n t o f a Postm odern Self. Nueva Y o rk , G reen w ood, 1 9 8 8 .
xito.^^
El narcisismo, dice Sennett, no debe confundirse con la idea
v u lp r de la admiracin por uno mismo. En cuanto trastorno del
carcter, el narcisism o es una preocupacin por el yo que impide
al individuo establecer lmites vlidos em re el yo y los mundos ex
ternos. El narcisism o relaciona los sucesos exteriores con las nece
sidades y deseos del yo, preguntndose slo t<qu significa eso para
m. El narcisismo supone una bsqueda constante de la identidad
del yo, pero dicha bsqueda se frustra debido a que la averigua
cin inquieta del quin soy, ms que una indagacin alcanza ble
es una expresin de obsesin narcisista. EJ narcisismo se opone a
la e n t r e p requerida para mantener relaciones intimas, que impone
restricciones a las posibilidades con que cuenta el individuo para
reunir las m uchas experiencias exigidas en la bsqueda de la reali
zacin del yo. El narcisism o trata el cuerpo com o instrumento de
gradficacin sensual en v e z de referir la sensualidad a la com uni
cacin con los otros. Bajo el efecto del narcisismo, las relacione.s
ntimas, as com o las vinculaciones ms amplias con el m undo so
cial, tienden a adquirir aspectos intrnsecamente destructivos. Los
horizontes de la actividad personal parecen ridos y poco atrayen
tes a pesar, o mas bien a causa, de una bsqueda constante de sa
tisfaccin. A l mismo tiempo tiende a desvanecerse cualquier senti
miento de dignidad personal o deber cvico. La autenticidad su
planta a la dignidad: la bondad de una accin reside en que sea
autntica en rclacin con los deseos del individuo y pueda mos
trarse a los dems com o tal.
La muerte del espacio pblico es, en opinin de Sennett. una
25.
r
5
La experiencia secuestrada
217
fWd.. p. 2 1 9 .
27.
2 ^
^ La experiencia secuestrada
219
220
yo
L a e x p e r ie n c ia s e c u e s tra d a
a cio n e s crticas
{Hsponen los individuos para participar eficazmente en ella, ha auf mentado con la maduracin de las instituciones modernas, a pesar
de estar cargada de dificultades y reveses. N o se trata de un proce
so de desarrollo lineal. L a privacidad caracteriza extensas reas de
la vida urbana moderna a consecuencia de la disolucin del lugar y
la creciente movilidad. Por otra parte, las reas urbanas modernas
permiten el desarrollo de una vida pblica cosmopolita com o no
era posible en comunidades ms tradicional^ . En efecto, los am
bientes urbanos modernos proporcionan a los individuos una gran
variedad de oportunidades de encontrarse con otras personas con
intereses parecidos y asociarse a ellas y ofrecen tambin ms posi
bilidades de cultivar diversos intereses u ocupaciones en general.
Por lo que respecta a la vida pblica en sentido am plio, de
bemos recordar que la masa de la poblacin en el perodo moder
no temprano goz de pocos derechos de participacin tanto en el
mundo de la poltica com o en el de la economa. En el contrato la
boral del capitalismo clsico, el obrero sacrificaba todo control so
bre su fuerza de trabajo al entrar por las puertas de la fbrica; el
derecho a sindicarse y la im portante am pliacin de puestos de tra
bajo hizo posible el m ovim iento obrero, cuyo desarrollo necesit
un perodo de tiempo muy extenso. D e form a similar fueron nece
sarios m uchos aos para lograr los derechos de pariicipacin pol29.
La experiencia secuestrada
223
224
>0
C h rito p h er
Ibid.. p . 79.
L asch .
Culture o fN a r s s is m . p. 74.
experiencia secuestrada
225
226
>0
*1
La experiencia secuestrada
227
U sos d e la p sicotera p ia
R iE i-F ,
1966.
54.
Ibid., p. 34,
5 5 . Ibid.. p, 35,
228
Modernidad c identidad de
Vq
La experiencia secuestrada
229
jjiecanismo de ajuste. En cuanto expresin de reflexividad generazada muestra plenamente las dislocaciones e incertidumbres que
surgen de la m odernidad. A l mismo riempo, participa en esa com
binacin de oportunidad y riesgo caracterstica del orden de la m o
dernidad tarda. Puede fom entar la dependencia y la pasividad;
pero tambin puede dar lugar al com prom iso y la reapropiacin.
N o obstante, los esfuerzos terapuricos se realizan sobre el
trasfondo del secuestro de la experiencia y los sistemas internamente referenciales de la m odem idad. No es sorprendente que
muchas de las psicoterapias aunque no todas se dirijan principlmente al control, pues interpretan el proyecto reflejo del yo ni
camente en funcin de la autodeterminacin, confirmando as y
basta acentuando la separacin entre tiempo de vida y considera
ciones morales extrnsecas.
6. Tribulaciones del yo
252
yu
Tribulaciones del yo
253
234
5.
Tribulaciones del yo
255
vq
(.
Tribulaciones del yo
237
258
yo
6<
Tribulaciones del yo
239
sobre todo en trminos abstractos. Toda persona reacciona selectivamente anle las diversas fuentes de experiencia directa y mediada
que componen el Vmwelt. Una cosa que jrodenos decir con algu
na certeza es que el mundo fenom nico slo coincide en muy po
cos casos con los ambientes habituales por donde se m ueve fsicatente un individuo. Las localizaciones estn atravesadas de parte
a parte por influencias distantes, tanto si se considera este hecho
como m otivo de inters com o s se acepta simplemente com o parte
rutinaria de la vida social. Cualquier individuo incorpora selectiva
mente a su conducta diaria m uchos elementos de la experiencia
mediada y lo hace de form a activa,, aunque no siempre consciente.
En estos casos no se trata nunca de un proceso aleatorio o pasivo,
al contrario de lo que poda hacer suponer la imagen del efecto
cottage. Un peridico, por ejemplo, presenta un collage de infor
macin, com o lo hace, a escala mayor, todo el conjunto de peridi
cos que pueden estar a la venta en una zona o en un pais concreto.
Sin em bargo, cada lector impone a esta diversidad su propio orden
al seleccionar qu peridico lee si lee alguno y al proceder a
una seleccin activa de sus contenidos.
La apropiacin de inform acin mediada se atiene en cierta m e
dida a unos hbitos preestablecidos y obedece al principio de evi
tar la disonancia cognitiva. O lo que es igual: la pltora de infor
m acin disponible se reduce por m edio de actitudes rutinarias que
' etcluyen o reinterpretan el conocim iento potencialmente perturba
dor. Desde un punto de vista negativo, esta cerrazn podra consi
derarse un prejuicio, el rechazo a mantener seriamente opiniones e
ideas divergentes de las que ya sostiene un determinado individuo;
sin embargo, desde otro ngulo, el hecho de evitar las disonancias
forma parte de la coraza protectora que ayuda a mantener la segu
ridad ontolgica. El contacto habitual con la inform acin mediada,
propio de la vida cotidiana en la actualidad, supone una apropia
cin ventajosa incluso para la persona co n ms prejuicios y de
m ente ms estrecha: es un m odo de interpretar la inform acin en
las rutinas de la vida cotidiana. Naturabnente. existen muchas va
riantes en funcin de la apertura de un determinado individuo a
form as de conocim iento nuevas y de hasta qu punto es capaz de
tolerar ciertos niveles de discordancia. Pero todos los m undos fe
nomnicos son logros activos y se atienen a la m isma psicodinmi-
240
yo
6.
Tribulationes de! yo
241
{
I
242
M o d e r n i d a d e i d e n t i d a d del yo
5.
Tribulaciones del yo
243
guridad ontolgica tiene una basse tan dbil como en el caso del
tradicionalisia rgido. El individuo slo se siente psicolgicamente
seguro en la identidad de su yo en la medida en que otros conside
ran su comportamiento apropiado o razonable.
244
M o d e r n i d a d e i d e n i i d a d du]
g. Tribulaciones del yo
245
yo
247
W , W arrcn W a g a r .
P re ss. 1 9 8 2 .
248
yo
6,
Tribulaciones del yo
249
250
M o d e r n i d a d e i d e n t i d a d del
yo
Tribulaciones del yo
251
252
R o b en
Hodgf, y
David
T r p p ,
5.
Tribulaciones del yo
255
1989. p. 189. C f tam bin ]ohn Fiskr. Undersfanding Popular Culture, Londres,
liiiw ln H yrnan, 1 9 8 9 .
Modernidad e i d e n t i d a d dcl
254
yo
Experiencia personalizada frente a experiencia mercantilizada: la crnica del yo debe construirse en circunstancias
en que la apropiacin personal est sometida a influencias ti
pificadas que afectan a! consumo.
. Tribulaciones dcl yo
255
d e sentido personal.
El mejor punto de partida para entender por qu esto es as es
la omnipresencia de ios sistemas abstractos. La vida cotidiana es
ms previsible de lo que lo fue en circunstancias premodemas. La
previsibilidad se expresa no slo en la creacin de entornos socia
les estables, sino en la continua reflexividad por la que los indivi
duos organizan sus propias relaciones en funcin del mundo social
ms amplio. La amenaza de alta de sentido personal se mantiene
habitualmente a raya porque las actividades lutinarias, en combi
nacin con la conanza bsica, sustentan la seguridad ontolgica.
Las cuestiones existenciales capaces de provocar inquietud son de
sarmadas por la naturaleza controlada de las actividades cotidia
nas en el seno de sistemas internamente referenciales.
En otras palabras, el control sustituye a la moralidad; la capaci
dad para controlar las circunstancias de la propia vida, colonizar
el futuro con cierto grado de xito y vivir entre los lmites impues
tos por los parmetros de los sistemas internamente referenciales
puede permitir en muchos ca50S que el marco social y natural de
las cosas parezca un fundamento seguro para las actividades de la
vida. La misma psicoterapia, como forma ejemplar del proyecto
reflejo del yo, puede convertirse en un fenmeno de control (un
sistema internamente referencial en s mismo). La confianza bsica
es un elemento necesario para mantener una sensacin de sentido
256
E retom o d e o reprimido
Cules son las circunstancias o formas sociales en que se pro
duce el retomo de lo reprimida? Como condiciones de importan
cia primordial podemos enumerar las siguientes:
I.
En los momentos decisivos los individuos pueden verse for
zados a encarar compromisos que la uniformidad del trabajo y los
sistemas abstractos reflejamente ordenados suelen mantener lejos
de a conciencia. Los momentos decisivos perturban necesaria
mente las rutinas, a menudo de manera radical, y hacen que el in
dividuo se vea obligado a repensar aspectos fundamentales de su
existencia y proyectos futuros. Muchas veces los momentos decisi
vos podrn quiz tratarse dentro de los lmites de los sistemas in
ternamente referenciales. Pero en un nmero no menor de casos
plantean dicultades a la persona y con bastante frecuencia a otros
relacionados estrechamente con ella, a quienes obligan a aceptar
consideraciones externas. El concepto de momento decisivo es.
por supuesto, una categora amplia. Pero muchos de esos momen
tos no slo dejan al individuo escaso de recursos sino que, adems,
no es fcil afrontarlos sin apelar a criterios morales/existenciales.
En los momentos decisivos le es difcil al individuo continuar pen
sando puramente en trminos de circunstancia de riesgo o confiar
a medidas tcnicas la valoracin de los posibles procedimientos de
accin.
^ Tribulaciones dcl yo
257
258
Vq
, Tribulaciones
del
yo
259
260
F r a n c e s c o A lb i RONI. M li n g in
Love. N u e v a
Y o rk , R an d o m H o u se, 19S3.
5.
Tribulaciones del yo
261
yunque suelen estar fragmentados y su autoridad sobre el comportatniento es parcial. Adems, algunos de los rasgos tradicionales
de la vida social moderna son de hecho invenciones que datan del
primer perodo de la modernidad.'^ Ms que lazos con un pasado
histrico profundamente sedimentados, son formas de delimitar y
representar las tendencias modernas.
Hoy en da vemos una clara tendencia a intentar restablecer
tradiciones desvanecidas o a instituir, incluso, otras nuevas. Como
dijimos en el captulo anterior, existen serias dudas sobre la posibi
lidad efectiva de recrear una tradicin en las condiciones de la mo
dernidad reciente. La tradicin pierde su sentido a medida que la
tflexividad. unida a los sistemas modernos, penetra en el corazn
de la vida diaria. La institucin de tradiciones nuevas es una cla
ra contradiccin en los trminos. Sin embargo, una vez dicho esto,
la vuelta a las fuentes de la fijeza moral en la vida cotidiana, frente
a la opinin siempre revisable del progresismo moderno, es un
Kimeno de cierta importancia. Ms que una regresin hacia un
rechazo romntico de la modernidad, puede indicar un movi
miento incipiente ms all de un mundo dominado por sistemas
internamente referenciales.
5.
Como fenmeno independiente, en parte, del punto ante
rior, podemos mencionar el resurgir de la fe y las convicciones re
ligiosas. Los smbolos y prcticas religiosas no son slo restos del
pasado; en las sociedades modernas parece haberse extendido bas
tante un resurgimiento de los intereses religiosos o. ms en gene
ral. espirituales. A qu se debe esto? A fin de cuentas, todos y
cada uno de los principales iniciadores.de la teora social moderna,
Marx. Durkheim y Max Weber. crean que la religin desaparece
ra progresivamente con la expansin de las instiluciones moder
nas. Durkheim afirmaba que en la religin hay algo eterno, pero
ese algo no era religin en el sentido tradicional dei trmino:
ciertos smbolos de unidad colectiva perviven de manera ms secu
lar como exaltaciones de ideales polticos.
La religin no slo no ha desaparecido. En tomo a nosotros
observamos la creacin de nuevas formas de sensibilidad religiosa
12.
Eric H o b s b a w m y Terencc
ge, Cambridge University Press, 1983.
R .\ n g e r .
262
Modernidad e idenlidad de vo
l. Tribulaciones del yo
263
266
Qu es la poltica emancipatoria?
Desde el desarrollo relativamente temprano de la edad moder
na en adelante, el dinamismo de las instituciones de ia modemidad
ha estimulado ideas de emancipacin humana y en cierto modo ha
sido impulsado por ellas. En primer lugar, se trataba de emanci
parse de los imperativos dogmticos de la tradicin y la religin.
La actividad humana hubo de liberarse de las trabas preexistentes
mediante la aplicacin de mtodos de entendimiento racional, no
slo en el terreno de la ciencia y la tecnologa sino en el de la vida
social misma.
Si, con la debida reserva para protegemos de una simplifica
cin excesiva, reconocemos tres maneras de abordar la poltica
modema (el radicalismo incluyendo en esta categoria ai marxis
mo , el liberalismo y el conservadurismo), podemos decir que la
poltica emancipatoria ha donnado en todas ellas, aunque de for
ma bastante diversa. Los pensadores polticos liberales, al igual
que los radicales, han intentado liberar a los individuos y. ms en
general, las condiciones de la vida social de las trabas de las prc
ticas y prejuicios anteriores. La libertad se ha de alcanzar median
te la emancipacin progresiva del individuo, en conjuncin con el
Estado liberal, ms que por un proyecto de insurreccin revolucio
naria. El conservadurismo, la tercera categoria, adopta casi por
definicin un punto de vista ms desilusionado respecto a las posi
bilidades emancipadoras de la modemidad. Pero el pensamiento
conservador slo existe como reaccin frente a la emancipacin; el
267
268
269
270
4, |hn R aw is,
5, lrgcn
1987.
H ab erm as.
1972.
Theory o f Communicative Action, Cambridge, Polir>',
271
272
P o ltic a d e la vida
P o lt ic a e m a n c ip a to r ia
1.
2.
cin.
1.
273
Barbara
Polity. 1986, p, 2.
S ic h t e r m a 'n ,
274
9.
Ihd.. p. 6 8 .
275
I
I
276
I
I
277
278
279
28
281
282
283
284
285
Conexiones e implicaciones
Cul es el sentido del trmino poltica en la expresin po
ltica de la vida? En la teora poltica se acepta ia convencin de
reconocer una nocin de poltica ms estrech y otra ms amplia.
La primera se refiere a procesos de toma de decisin dentro de la
esfera gubernamental del Estado; la segunda considera poltico
cualquier modo de tomar decisiones que se relacione con la solu
cin de debates o conflictos en los que choquen intereses o valores
opuestos. La poltica de la \ida es la poltica en ambos sentidos.
El sentido estricto de la poltica pervive gracias a la posicin
central que siguen ocupando los Estados nacionales y su aparato
gubernamental. Un Estado nacional no puede legislar con efectivi
dad sobre cuestiones de polrica de vida como para tomar decisio
nes vinculantes para comunidades sociales ms amplias. As, por
ejemplo, una decisin de controlar la investigacin en ingeniera
gentica en un Estado tendra pocos efectos en el desarrollo global
de este campo. Un gobierno podra decidir eliminar la energa nu
clear de sus propios territorios, pero esta decisin protegera dif
cilmente a su poblacin de una manera aceptable, si los dems pa
ses mantuvieran prximas sus fuentes de suministro de energa nu
clear. Sin embargo, todos los asuntos relativos a la poltica de la
vida implican cuestiones de derechos y obligaciones y el Estado si
gue siendo de momento el principal lugar administrativo donde
esos derechos y deberes se plasman en leyes. Las cuestiones de po
ltica de la vida adquirirn probablemente una importancia cada
vez mayor en el terreno pblico y jurdico de los Estados. Pero no
por ello disminuye la importancia de las demandas de derechos de
286
287
C u e s t io n e s e x i s t e n c i a le s y p o lt ic a d e v id a
mbito
Existencia
Terreno
moral
S u p e n i vencia
y ser
Sistemas
internamente
referenciales
Naturaleza
Cuestiones morales
fundamentales
1. Q u responsabili
dades llenen los seres humanos con la
naturaleza?
2 . Cules stpn \os prin
cipios de la rica msdoainbienlal?
Flnilud
Tra scendencia
Reproduccin
2 . Q u derechos tie
ne el feto?
j.
Vida Individual
V coraunltaria
Cooperacin
Sistem as globales
1.
2 . Qu lm ites se han
de im poner al uso
de la violencia en
los asuntos huma
nos?
Identidad
del yo
Personalidad
Y o y cuerpo
1.
Qu derechos tie
ne el ird h id u o so
bre su cuerpo?
2. Q u diferencias de
gnero se han de
preservar, en caso
de hacerlo?
3. Q u derechos tie
nen lo s animales?
288
289
B r o w n m ille r ,
1975.
15. Cfr. ean B . E ^HTan , W om en an d War. Nueva York, Basic, 1987.
16. Un anlisis complejo de esU cuestin en Carolyn M erchakt , T h e D eath o f
Nature, Mueva York, Harper, 1980.
17. Cfr. Teresa B ren m w , Betw een Feminism a n d Paychuanaiisls. Lowircs.
Routiedgc, 1989.
290
29J
19.
Glosario de conceptos
294
r
Glosario de conceptos
295
ndice de nombres'
C aliforn ia, 2 2 3 .
C lecak , P eler, 2 2 8 .
C olem an . Vcm oT. 1 3 0 - 1 3 2 .
A Jeraania. 175.
Aris Philippe. 2 0 6 .
B aliiit, M ichel. 1 7 0 -1 7 1 .
C h em in . K im , 137.
C hem oW l, 15 7 -1 5 8 .
A ppelbaum . R ichard . 7.
D escartes, R en . 7 0 .
B e c k , U lrich . 4 4 .
Ben sm an , loseph, 122.
B erg er, Peter, 1 0 8 , 1 1 1, 2 4 0 .
B citclh cim , Bruno, f i l .
Blak eslee, San d ra, 2 1 -2 4 , 4 9 , 9 3 .
B lo ch , E rn st. 5 5 .
B lu n t, H elen. 7.
B o ffey . P. M ., 159.
Bone, Anne, 7.
B o tto m o re. T . B ., 2 9 0 .
B ourdieu, P ierre, 107.
B ren n an , T eresa, 7 , 2 8 9 .
Bros^Ti, Louise, 2 7 8 .
F o x, A lan . 3 2 .
Francia, 155.
298
Freud, Sigmund, 17. 6 1 -6 2 . 6 4 . 6H, ^l*
S 2 , 8 4 , 8 7, 8 9 , 1 9 6 -1 9 7 , 20S, 212,
228.
Friedan. Belty, 2 7 3 -2 7 4 .
Fromm, F.rich, 242,
Gans, 1 Icrbcrt, |., 106.
Garfm kel, Harold. 52-55. 5 5 , 77, 85,
259
G t^rtz, Clifford, 176.
Gehlen, Arnold, 234,
Giddens. Anthony. 7. 2 6 -2 8 , 3 7. 4 3 , 51,
5 5 , 6 6 , 7 4 , 8 1 , 1 0 9 . 113, 125, 168,
188, 191.
Giddens. Katy, 7.
Coffm an, Hn-in, 6 5 , 7 7 -7 9 , 122, 145146, 163-1 6 4 , 1 7 0 .2 4 1 , 2 5 9 .
Gold, lohn R .. 40.
G ran Bretaa, 148, 154. 178-179.
G recia, 142.
G rccnc. Liz, 141,
Gutenberg, 38-59.
Habermas, lrgen, 2 3 4 . 2 6 7 , 270,
Hgerslrand. Torsten. 143.
Harre, Rom , 86.
Harvey, 0 . |,, 5 2.
H id c^ cr, M anin. 6 7, 6 9 . 2 8 3 .
Meilmann, K b u s. 1 4 8 ,1 5 4 , 160, 167.
Held, David, 7, 2 7 0 .
Heritage, John, 52.
H ite,Sh ere, 1 1 4 -1 1 5 .1 1 7 , 119-1 2 1 .
Hobsbawm. Eric. 2 6 1 .
Hodge, R obert, 2 5 2 .
HoUich, Sam . 7,
1 [usseri. Edmund. 70.
Inglaterra, 207.
Innis, H aiold, 38.
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ndico de nombres
Klein, Melanie, 87.
Knudtson, Peter, 2 7 9 .
Kohut, Heinz, 90-92.
Kotre, lohn, 187.
I.acan. lacqucs. 81.
Lafrere, Paul, 158.
I.alng, R. D ., 7 3 . 8 0 -8 2 , 1 0 3 , 158.
Lasch, Christopher. 2 1 7 -2 2 2 . 224-22^,
2 3 4 . 2 5 3 ,2 6 5 , 2 8 1 ,
Lawrence, Larilyn, 1 56.
Lvi-Strauss, Claude, 37-58.
Lcv'y, Norman B,, 119.
Lewis, Helen B .. 88.
L if ton, Robert lay. 234.
Lilienfeld, Robert, 122.
Lofland, John, 207,
Londres. 4 0 .
Luhmann. Niklas. 2 0 7 , 2 0 9 , 2 6 0 .
Lynd, Helen M ., 89-90.
Lyons, lohn ., 100,
Macintyre, Alabdair, 74.
Malinowski, B . K., WO.
Maquiavelo, Nicols, 142-143.
Marcuse, Herbert, 198.
Mar.\. Karl. 2 0 3 , 2 1 0 , 2 4 3 . 2 4 9 , 261
267, 269, 290.
M assachusetts, 2 0 0 .
May, Rollo, 6 3 .
M ckibben, Rill, 175-176.
McLuhan, Marshall. 5 8 3^,
M ead. G. H ,. 72.
Mel bin. Murray. 173.
M elucci. ,M b c r lQ . 2 7 6 . 2 8 6 ,
.Merchant. Carolyn, 2 8 9 .
Merleau-Ponty, M aurice, 7 6 . 78.
MeyroAitz. Joshua, 4 0 . 1 10.
Millman, M arcia. 137.
M lotch. Harvey, 7.
Moore, P eler G 152.
Myers, S ,. 153.
ndice de nombres
Pennsylvania, 2 0 2 .
V ers. G ., 90.
2 22
299
Sm ith. Charles W ,. 169.
Solom on, K enneth. 119.
Sours, John A,. 158.
Slacey, Judith, 223* 224,
S ta c k Su lli%'an, Harr>'. 6 2 -6 3 .
Straw son, J. M ., 39.
Suzuki, D a ^ d , 2 7 9 .
Sym onds. A vril. 7.
Taylor, Charles, 74.
Taylor, G abriele, 88.
Thom pson, John, 7.
T illich , Paul. 5 5 , 6 8 .
T om aselli, Sylvana, 114.
Tripp, Da\id. 2 5 2 .
T u a r. Y i-Fu . 4 2 ,
Union Sovitica. 157.
U rqu h an , John, 148, 1 5 4 , 1 6 0 , 1 6 7 .
W agar, W . W arren, 2 4 7 ,
W allerstein, Judith, 2 1 - 2 4 . 4 9 , 93.
W eb er. M ax, 1 0 6 , 1 4 2 , 1 9 7 . 1 9 8 . 2 6 1 .
W egscheider-C nise, Sharon, 105, 123.
125-126.
W eiss, jam es M . A ., 152,
W innicot, D, W .. 5 4 -5 6 . 5 8 -5 9 , 6 3 . 808 i . 158,
W ittgenstein, Ludwig von, 5 1 , 5 6 , 60,
7 0 , 7 6-77.
W ood. M ichael, R ., 21 5 .
W ron g, D ennis, 7 , 106, 2 2 8 .
Yankelovich, Daniel, 2 2 8 .
ZurchriCT, Louis A . 2 1 5 .
ndice
7
9
1. L o s c o n to r n o s d e la m o d e m id a d r e c i e n t e .......................................
21
26
54
37
43
48
E l y o : s e g u r id a d o m o l g ic a y a n g u s tia e x is t e n c ia .......................
51
52
59
66
76
85
93
98
105
114
128
135
D e s t in o , riesg o y s e g u n d a d .....................................................................
141
141
147
160
162
2.
4.
171
176
178
181
L u e x p e r ie n c ia s e c u e s t r a d a ..................................................................
185
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191
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205
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T r ib u la c io n e s d e l y o ................... * . .........................................................
23 i
231
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255
256
7. A p a r ic i n d e la p o l t i t v d e la v i d a ..................................................
265
5.
6-
Q u es la poltica e m a n c ip a to r ia ? ..................................................
Naturaleza de la poltica de la v i d a ..................................................
Poltica de la vida, cuerpo y y o ..........................................................
Vidas personales, necesidades planetarias.......................................
Resumen: el program a de la poltica de la v id a ...........................
Conexiones e im p lica cio n es..................................................................
266
271
274
279
282
285
G losario de c o n c c p o s .............................................................................
ndice de n o m b res.....................................................................................
295
297
M o d e rn id a d e Identidad d e l yo
A n th o n y C id d e n s es p ro e so r de
d e veintp libros
tam os conio
del yo-,
-tilr^ los q u e be
Modcrnidad v d a t id o d
Beyond Left and tghl(1991 )
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0002
Hisforia/Ciencia/Sociedad
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