Zumthor, Paul

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RELAT O ANDINO Y TRADICIONAL ORAL

Relato andino y tradicional oral

Manuel Larr

Las ciencias humanas en general y los estudios literarios, en particular; han visto aparecer con nuevos mpetus dos conceptos que paulatinamente han logrado cierta hegemona, estn presentes en el campo de las
literaturas comparadas, en los llama-dos estudios culturales y en la historia de las mentalidades por citar slo algunas reas; nos referimos a los
conceptos de oralidad y escritura.
Ambos trminos no constituyen una teora 1 y son proyecciones a un
nivel metadiscursivo de constataciones empricas, esto es la existencia evidente de diferencias entre la fugacidad de la emisin oral (dado que en la
comunicacin oral, como dice el dicho, las palabras se las lleva el viento) y la
durabilidad de la emisin escrita (donde es posible retomar cuantas veces
sea necesario al mensaje).
Sin embargo, pese a que de manera general los rasgos bsicos de la
emisin oral y escrita se complementan, rescatndose incluso rasgos secundarios que relativizan la aparente ventaja de lo escrito, cuando se reconoce el grado de fidelidad que posee la emisin oral frente a la infidelidad de
la emisin escrita, lo cierto es que diversas disciplinas humansticas parecieran haber hallado en esta problematizacin de las relaciones entre la
oralidad y la escritura una va privilegiada para repensar nuestra sociedad
y cultura.
Esta operacin nos resulta en s misma positiva para la renovacin de
nuestras categoras y mtodos, pero requiere en grado cada da ms
perentorio de una cierta fundamentacin epistemolgica que depure su
aplicatividad y posibilite una falsacin, indispensable para que su rasgo
conjetural adquiera rango terico y modlico. Sin duda, la operacin
1

Joaqun Martnez Pizarro. Sobre oralidad y escritura, en Lienzo. N 13. Universidad de


Lima: 121.

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propuesta rebasa ampliamente las intenciones de este breve escrito, cuyo


objetivo bsico es servir de introduccin a una primera revisin crtica de
los conceptos de oralidad y escritura, de la amplia bibliografa existente a
la fecha, con nimo de avanzar en la consideracin crtica de dichas
categoras.
Los conceptos de oralidad y escritura provienen de la filologa clsica y
medieval, ms precisamente de los trabajos de Milman Parry y Albert Lord,
y se extendern desde ah a otras reas. Siguiendo a Joaqun Martnez2,
podemos precisar dos momentos en el proceso; el primero, que podemos
calificar como de descubrimiento del mundo oral, abarcara grosso modo
entre 1928 hasta 1962 y el segundo, que denominamos de tipologa de civilizacin, de los aos sesenta a la fecha.
Los autores ms representativos de ambos periodos son: Parry y Lord,
para el primero; Ong, Goody y Zumthor, para el segundo. Veamos rpidamente los rasgos bsicos de sus lecturas.
Milman Parry ingres al tema a travs del uso del epteto heroico en los
poemas homricos, a partir de su reconocimiento como frmula sostuvo
que los poemas homricos haban sido compuestos sin escritura, por ello
poseen un extraordinario carcter oral y tradicional patente en la mezcla
de dialectos y perodos lingsticos de la lengua de Homero, que no sera
ms que resultado de la expansin y difusin de la lengua griega en los
diversos territorios. A partir de estos trabajos la imagen de una
institucionalidad literaria inclume comienza a resquebrajarse: en medio
de los slidos muros clsicos se afincaba la voz del otro.
Albert B. Lord convertir las observaciones de su maestro Parry en
una disciplina, su libro El narrador de cuentos (The Singer of Tales,1960),
dota al sistema oral formulaico de un marco conceptual ms amplio al considerar antropolgica y socialmente la prctica de la composicin oral, lo
que allana el camino para descubrir el territorio del otro: una nueva mentalidad y civilizacin orales. La apertura al comparatismo que acarre slo
vino a complicar an ms el bastin de lo literario, al desvelarse que en esta
endocivilizacin (los bardos analfabetos de Yugoslavia por ejemplo), la propia identidad del texto reside en el relato mismo es decir en el repertorio
de frmulas necesarias para ponerlo en verso, ms que en el contenido.
Para Lord el texto fijo dictado palabra por palabra es incompatible con la
oralidad y neg rotundamente la posibilidad de textos de transicin, pues la
oralidad haba muerto con el advenimiento de la escritura.
2

Artculo citado.

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Como era de esperar, gracias a Lord, la nueva teora oral-tradicional


gan adeptos y se extendi por los mbitos de las investigaciones sobre la
pica y los gneros. Se haca necesario una crtica, la misma que vino a
travs de Francis Magoun, quien negando el automatismo de la composicin oral por ser incompatible con el arte, afirm que donde un texto mostraba riqueza de composicin y originalidad creativa era esencial reconocer su origen literario. Larry Benson en 1966, al rescatar que muchos de
los poemas tradicionales se refieren abiertamente a su origen escrito, niega la ecuacin lenguaje tradicional igual composicin oral, estableciendo
con certeza no slo la existencia de un texto de transicin (fase intermedia
entre oralidad pura y escritura), sino un segundo tipo de texto de transicin: la obra literaria compuesta por escrito en el lenguaje de la tradicin
oral.
El segundo perodo se inicia a partir de los aos sesenta cuando la idea
de oralidad deja de estar ligada exclusivamente a la poesa. Gracias a los
trabajos de Walter Ong, Eric Havelock, Jack Goody y Paul Zumthor, se
comienza a disear los rasgos de una mentalidad y civilizacin orales: a)
falta total de distancia crtica y una relacin irracional con el conocimiento
(consecuencia de una mnemotcnica reiterativa externa, basada en la voz y
el cuerpo); b) la tendencia a adaptar la tradicin a las necesidades pragmticas (una homeostasis pues, para mantener el equilibrio, los hechos consumados son incorporados); c) una temporalidad y espacialidad diferencial en
la actualizacin de su tradicin (uso de mitos y ritos que limitan considerablemente su valor como fuente histrica).
Gracias a los trabajos de Ong y de Zumthor, la imagen rgida e incompatible entre oralidad y escritura de Parry y Lord ha sido modificada. En
la actualidad se distingue: una oralidad primaria de personas que desconocen por completo la escritura 3; una oralidad secundaria, transformada
por la conciencia de la escritura y su uso indirecto, que coexiste con la
escritura y en la que distinguimos la oralidad mixta cuando la influencia de
lo escrito permanece externa a ella y oralidad segunda, propiamente, que
se recompone a partir de la escritura4; y una oralidad terciaria, de individuos letrados y medios electrnicos, que Zumthor llama mecnicamente
mediatizada y diferida en el tiempo/espacio, es decir lo que Marshall
McLuhan en su La galaxia de Gutenberg ha estudiado como oralidad de
los medios masivos de comunicacin.
Paulatinamente el inters se ha ido centrando en la propia escritura, en
tanto elemento esencial de nuestra modernidad cultural. Jack Goody enLa
3
4

Walter Ong. Oralidad y escritura. La tecnologa de la palabra. Mxico: F.C.E., 1987: 15.
Paul Zumthor. Introduccin a la poesa oral. Madrid: Taurus, 1991: 37.

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domesticacin del pensamiento salvaje (The Domesticationl of the Savage


Mind, 1977) seala cmo el autntico conocimiento histrico slo es posible
a travs de la escritura, cuya introduccin es el factor principal de desarrollo en la historia de la civilizacin, siendo la diferencia entre culturas orales
y escritas mayor an que la existente entre las diferentes comunidades
humanas. El aspecto ms revolucionario de la escritura es que permite al
hombre convertir sus conocimientos en objetos, es decir, verlos y someterlos a una crtica objetiva.
En La lgica de la escritura y la organizacin de la sociedad (The
Logic of Writing the Organization of Society, 1986), Goody poniendo nfasis en los medios de comunicacin ms que en los modos de produccin,
analiza el impacto de la escritura en las sociedades humanas e intenta una
explicacin de las diferencias generales de las sociedades con y sin escritura, tomando como marco el amplio nivel de las categoras institucionales de
la religin, la economa, la estructura poltica y el derecho. Confirma el
papel determinante que desempea la escritura en la evolucin humana y
en la bsqueda de formas ms abstractas y universales.
Paul Zumthor en su Introduccin a la poesa oral (Introduction la
posie orale, 1983) criticar las posturas estructuralistas de los aos sesenta y setenta sobre la naturaleza y funcionamiento del texto por no reconocer la validez de lo que no est escrito, aspecto que oscurecieron an ms
al recuperar la antigua tendencia a sacralizar la letra. Una dimensin
medular en su propuesta es recuperar por encima de la construcciones
ideales y entelequias la materialidad de la voz, dado que el lenguaje es impensable sin la voz. Llama palabra al lenguaje vocalizado, fnicamente
realizado por la emisin de la voz, rescatando la enunciacin de la palabra
que adquiere as valor de acto simblico, pues gracias a la voz la palabra
es exhibicin y don, agresin, conquista y esperanza de consumacin del
otro5. Todo su enfoque tiende a precisar el rasgo performativo de la voz
como accin comunicativa.
Nos interesa indicar algunas de las dificultades por las que la nocin de
oralidad, as como los conceptos de historia y discurso ligados a ella, an no
pueden estructurarse como una teora con suficiente coherencia, ms all
de su marcado acento descriptivo.
La primera duda surge en relacin a la traduccin. El trmino ingls
Literacy no slo es difcil de traducir por escritura sino que en los mismos
autores mencionados asume acepciones diversas (alfabetismo o literatura,
por ejemplo). Hay probablemente en el manejo de este trmino desde la
5

Op. cit.: 15.

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tradicin anglosajona una cierta omisin de las funciones que cumple la


inscripcin en muchas culturas o civilizaciones no eurocntricas. Nuestra
realidad cultural andina es un caso donde podemos apreciar la existencia
de literacy diferenciales si atendemos a los tejidos, ceramios e incluso
las piedras, en el contexto de una reciprocidad y un manejo de pisos
ecolgicos entre etnias distintas.
Por otro lado, la idea de la escritura a su vez puede ser desracionalizada,
es decir la tecnologa de la palabra escrita puede ser revertida en manos o
usos operativos de universos cognitivos no occidentalizados. Lo que nos
lleva al problema del sujeto y de la cultura de resistencia, que nuevamente
tienen en el universo andino un terreno interesante de anlisis.
Por el momento algunas cosas quedan claro. Primero, que en toda sociedad las fronteras que dividen lo escrito de lo oral no son fijas ni absolutas; por ms letrada que sea una colectividad llevar a cabo oralmente actividades y transacciones, pero fundamentalmente en la base de su propia
construccin simblica la presencia de la voz ser esencial. En segundo
lugar, confundir los conceptos operativos desarrollados en los estudios contemporneos, en tanto construcciones mentales e ideales, considerndolos
entes existentes, slo nos conduce a una equvoca visin esttica y absolutista. En tercer lugar, todas estas nociones hacen prever que estamos a las
puertas de un planteamiento de orden epistemolgico que sealando que la
escritura no es algo gratuito tiende a relativizar los enfoques que se han
desarrollado desde una aceptacin acrtica del modelo lingstico.
Hablar castellano cuesta caro
Un apretado resumen del relato nos informa que una comunidad de las
alturas de Huanta (Ayacucho) est perdiendo el litigio, por la posesin de la
tierra, que mantienen con el gamonal de la regin. Las leyes estn en castellano, que ellos no hablan, y se han dado cuenta que el tinterillo que pudieron contratar se ha vendido al abogado del terrateniente. Entonces, reunidos en cabildo, deciden comprar castellano en la propia mata, en Lima.
Eligen a los tres ms memoriosos para este fin.
Los tres huantinos llegan a Lima y se alojan en casa de un paisano
acriollado, quien acepta venderles castellano. Este paisano incrementa el
precio de cada palabra cuando se da cuenta que los viajeros desconocen el
valor del dinero. Contando lo poco que han trado, los alojados ven que no
les alcanza para mucho, as que eligen tres palabras que asumen fundamentales: Nosotros (oqayku); Porque queremos (Munaspayku), Eso
mismo queremos (Chaytam munaspaykum). Memorizando cada palabra
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retornan a su tierra, pero en las alturas se topan con un cadver recin


degollado. Apendose de sus mulas se acercan y comienzan a despedir el
alma de ese pobre muerto. En eso llega la Guardia Civil; los policas, entre
insultos, los acusan del crimen. Ellos, que no comprenden esa lengua, sin
embargo perciben el problema y para aclarar las cosas deciden utilizar el
castellano recin comprado. Ante la pregunta de un guardia: Quin mat
a este pobre hombre?, uno de los huantinos responde: Nosotros!; Por
qu lo mataron? interroga el uniformado, Porque queremos!, responde el otro. Ahora irn a la crcel!, concluye el Celador de la Ley, Eso
mismo queremos!, replica el tercer huantino.
Conducidos ante el juez, ste les hace las mismas preguntas que hiciera el guardia, recibiendo por supuesto las mismas respuestas que antes
dieran los huantinos. El juez entonces los condena a 25 aos de crcel. El
narrador de Hablar castellano cuesta caro, relato contado en quechua,
concluye solicitando a los escuchas que se compadezcan de los tres huantinos
llevndoles siquiera un poco de coca a la crcel de Huamanga.
Este no es un texto extrao ni inusual en la narrativa oral andina. Por
el contrario, abundan los relatos sobre el tpico de la incomunicacin lingstica (por ejemplo los publicados por Johny Payne: Cuentos cusqueos
o el testimonio de Mximo Damin en El violn de Isua, recopilado por J.
Gushikn). Un elemento comn une sin embargo a todos ellos: el lograr la
jocosidad y la risa en el auditorio, como en una operacin perlocutiva, no
obstante estarse narrando una frustracin o una desgracia. De ah que en
su mayora estos relatos tomen como actores del suceso a individuos provenientes de zonas ms atrasadas, menos decentes, zonas identificadas
inmediatamente por el receptor del relato que, por tanto, es capaz de leer
las claves que el texto encierra. En rigor estos espacios se hayan ocupados
por el quechua y por la incompetencia de sus usuarios respecto del uso de
la letra.
Asumimos aqu la nocin de la letra como el lugar donde impera
semiticamente la escritura. Si bien en su conjunto en estos textos se relieva
el problema que genera el entrecruzamiento de dos competencias, culturales y lingsticas, parecen subrayar a travs de la risa, la parodia o el sarcasmo, la necesidad de aprehender el funcionamiento e incluso de apropiarse de los mecanismos de dominio del otro, en la medida que la incapacidad
supone la represin, el castigo o incluso la muerte del incompetente.
Otra caracterstica comn a estas narraciones es la de presentar a los
actores en movimiento. Son forasteros que se ubican en el lugar de lo ajeno
sin haberse aclimatado en los mltiples usos del otro espacio cultural. Es-

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tos textos en los que el nivel dialgico interno presentan un grado cero
corresponde a lo que llamaremos relatos de frontera. Entendemos por
frontera al encuentro conflictivo de lenguajes alosmiticos entre s, en los
que an no se han insertado filtros que hagan posible una traduccin. En
este sentido, nos situamos en un punto previo al concepto lotmaniano de
frontera semitica: suma de traductores-filtros bilingales, el paso a travs de los cuales traduce un texto a otro lenguaje (o lenguajes) que se halla
fuera de la semiosfera dada 6.
Los relatos dan cuenta de la separacin y el impacto, al mismo tiempo,
entre dos culturas, dos lenguas, entre oralidad y escritura. Desde el eje de
la recepcin, sin embargo, implican a dos receptores relacionados por un
locus comn: su pertenencia a un mismo sistema cultural, aunque diferenciados por el trnsito realizado al interior de otro espacio por uno de
ellos. Desde esta perspectiva el emisor del relato es aqul cuya competencia le permite la distincin. Se trata, por tanto, de un sujeto enunciatario
que ha atravesado la frontera y se encuentra instalado en el espacio cultural del otro.
En cualquier caso, el discurso desarrolla una ficcin de oralidad primaria, no por el nivel de representacin (son textos para ser dicho, no ledos), sino porque el emisor vocal habla desde la ciudad, esto es, desde su
aclimatacin y aprendizaje eventualmente traumtico. De all precisamente
que pueda distinguir y oponer. Forzando un poco la figura podemos sugerir
que es un Guamn Poma hablndole a sus paisanos. Se trata de uno que ha
aprendido, mal que bien, la letra, la doctrina.
Walter Ong hace una distincin entre oralidad primaria de aquellas
culturas que carecen de todo conocimiento de la escritura y de la impresin, y la oralidad secundaria, es decir de la actual cultura de la alta tecnologa, en la cual se mantiene una nueva oralidad que requiere de aparatos
electrnicos y para cuyo funcionamiento dependen de la escritura y de la
impresin7. Esta ltima es llamada tambin oralidad terciaria por Martnez
Pizarro para distinguirla de aquellas culturas que tienen conciencia de la
escritura, sea por su uso directo o indirecto o por la mera posibilidad de su
uso, y que estaran por lo tanto en un estadio de la oralidad secundaria8.
El relato Hablar castellano cuesta caro se inscribe en el marco de
una oralidad secundaria, no porque el castellano usado corresponda al m-

6
7
8

Juri Lotman. Acerca de la Semiosfera, en Criterios. La Habana, 30 de agosto de 1991: 6.


Op. cit.: 20.
Artculo citado.

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bito de la escritura, sino por la retrica asumida por el guardia civil que
interroga, retrica que ms adelante se reitera en el interrogatorio del juez.
Ms adelante formularemos una propuesta sobre este punto, por el momento nos interesa para su argumentacin continuar con algunas propuestas de Ong.
En principio, nuestro autor discrepa radicalmente del uso del trmino
literatura oral para designar los discursos provenientes de la oralidad
primaria; no se trata nicamente de una cuestin etimolgica letra que
en s misma encierra ya un problema, en tanto que lo etimolgico no se
pierde en cualquier uso del trmino sino ms bien arrastra para s, para la
letra, a la oralidad involucrndola en su espacio discursivo. La distincin es
para Ong mucho ms profunda: son dos entidades diferentes. La oralidad
corresponde al campo del sonido y del odo. Los mecanismos de interaccin
discursiva se producen bajo el imperio de ambos sentidos; por el contrario
la escritura supone el mbito de lo visual, que concentra e individualiza. Por
tanto, sugiere el uso de trminos como vocalidad o en su defecto tradicin
oral.
Se trata, en efecto, de una distincin impostergable para el caso de la
tradicin oral andina ficcional, dada la importancia que asume la voz y el
sonido en los rela-tos y canciones quechuas. En el texto que nos interesa, el
dilogo grado cero entre el guardia civil y los comuneros enfatiza esta distincin entre letra y oralidad. La voz que utiliza en su interrogatorio el
guardia civil: Quin mat a ese hombre? Hablen! -nisqa (dijo) es
percibida por los huantinos como una demanda agresiva de la ley del otro:
Chaysi wantinukunaataqsi hawanakusja mancharisca. (Entonces, asustados, los huantinos se miraron entre s). Por cierto, no se trata aqu exclusivamente del tono de la voz usado en el interrogatorio sino de su combinacin con la lengua del poder conocida por los comuneros. Sonido que los
obliga a utilizar el castellano comprado. Queremos enfatizar aqu que la voz
y el sonido, propios de la oralidad, corresponden a una situacin comunicativa
distinta a la del interrogatorio usado por los representantes de la ley.
Entre la palabra y lo sagrado existen relaciones profundas. Si por un
lado la escritura y la oralidad aislan, la fuerza de la vocalidad articula al
grupo. La divinidad les habla, no les escribe. La palabra se constituye entonces, por su cualidad de sagrada, en frmula. Frmula utilizable en situacin de crisis. Esta dimensin de la oralidad es clara en el uso de las palabras compradas por los huantinos. Ante la crisis desatada por la acusacin
del guardia civil, el castellano aprendido adquiere la caracterstica de valor
en s mismo, equivalente a un objeto de culto. Su aplicacin indiferenciada
en la situacin comunicativa que se plantea en el relato, tanto con el guardia
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como con el juez, evidencia la distancia absoluta entre oralidad y escritura.


El castellano usado por las dos instancias culturales es formulaico, pero el
valor de esa frmula es distinto para cada uno de ellos.
En el relato que analizamos hemos asumido la existencia de un conflicto entre oralidad y escritura, acaso poco visible teniendo en cuenta que
tanto los guardias civiles como los comuneros hacen uso oral de sus respectivos lenguajes. En qu medida las palabras usadas por el guardia civil (y
por el juez, el letrado) suponen una retrica proveniente de la escritura?
Martin Lienhard 9, al tratar el fetichismo de la letra advierte que:
A partir de 1513 un texto nico, concebido especialmente para este objetivo,
realizar la tarea de posesin territorial de los espaoles en Amrica: el requerimiento. Resulta legtimo subrayar que la realiza (performa) porque la formulacin del documento, autoritaria en grado sumo, no admite rplica ni dilogo,
independientemente del consentimiento de los autctonos, la conquista se
realiza a travs del simple acto de enunciar el texto del requerimiento (: 27 ).

El guardia civil hace uso de un requerimiento: su interrogatorio:


quin, por qu, y su conclusin, la supuesta verdad hallada, es parte
de una frmula establecida por las ordenanzas. Se trata, el conjunto de sus
preguntas, de los aspectos bsicos de unparte policial previamente codificado desde la escritura. Esta dimensin se enfatiza casi al final del relato
cuando el Juez (sumo funcionario de la ley, del Cdigo) realiza las mismas
preguntas que el guardia recibiendo, obviamente, las mismas respuestas
de los huantinos. El imperio de la ley escrita se impone sobre la oralidad
del quechua a travs de 25 aos de crcel por la compra parcial del castellano y su uso incompetente.
Hemos sostenido al inicio de este acercamiento al texto que el emisor
del relato es un migrante de la ciudad. Alguien que s ha aprendido a diferenciar y que por lo tanto puede enunciar el grave error de los actores
quechuahablantes. La irona de su texto no apunta a distinguirse de aquellos que no hablan castellano, en tanto se trata de un relato existente y
actuante en muchas modalidades hasta la fecha, no obstante la virtual desaparicin de la clase seorial andina. En rigor, se trata de un sujeto andino
moderno que se ocupa del podero. Ms all del eje puntual del relato: la
necesidad de aprender a hablar castellano, por parte de la comunidad, para
defender sus tierras ante una ley no quechua, el texto plantea el problema
en otro nivel: la incorporacin de la escritura a la realidad cultural andina.
All, en el aprendizaje de la letra, radica el conflicto y su superacin. El
tema (y pensamos que de all su persistencia) se abre a otro mbito tratado
9

Martin Lienhard. La voz y su huella. La Habana: Casa de las Amricas, 1989.

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MANUEL LARR

tambin en la tradicin oral andina: el mito de la escuela como lugar posible


de aprendizaje del poder y su secuela contempornea con la cuestin de los
sacaojos.
Bibliografa
GOODY, Jack
1977
La domesticacin del pensamiento salvaje. Madrid: Akal.
1990

La lgica de la escritura y la organizacin de la sociedad. Madrid, Alianza Editorial.

GUSHIKEN, Jos
1979
El violn de Isua. Lima: UNMSM.
LIENHARD, Martin
1989
La voz y su huella. La Habana: Casa de las Amricas.
LORD, Albert B.
1971
The Singer of Tales. Cambrigde: Harvard University Press.
LOTMAN, Juri
1991
Acerca de la Semiosfera, en Criterios. La Habana, 30 de julio.
MARTNEZ PIZARRO, Joaqun
1993
Sobre oralidad y escritura, en Lienzo. N 13, Universidad de
Lima.
ONG, Walter
1987
Oralidad y escritura. La tecnologa de la palabra. Mxico: FCE.
ORTIZ RESCANIERE, Alejandro
1973
De Adaneva a Inkarr. Lima: INIDE.
PAYNE, Johnny
1984
Cuentos cusqueos. Cusco: CERA Bartolom de las Casas.
ZUMTHOR, Paul
1991
Introduccin a la poesa oral. Madrid: Taurus.

262

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