Naufragios Barquet PDF

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Jes s J .

B a rq u et

N A U F R A G IO S
Tr a n sa c c i o n e s d e f i n d e si g l o
( 1989-1997)

AGRADECIMIENTO:
A la Beca Fulbright, por su apoyo
a este proyecto durante el otoo de
1997 en Bogot, Colombia.

Primera edicin: octubre de 1998.


Jess J. Batquet,1998.
Pintura de la portada: Enigmtica nave, leo de Rafael Soriano
Nmero de catalogacin de biblioteca:
PQ7390.B33N3 1998
ISBN: 968-6331-27-9
D.R.: Edicin, diseo y produccin:
EDICIONES DEL AZAR A.C.
Calle 17 nmero 117
Chihuahua, Mxico, 31000
Tel.: (14) 17-2852
Hecho en Mxico/Made in Mxico

Jess J. Barquet o la poesa


de un nufrago

Jerusaln o La Habana? De qu signo poltico, econmico,


teolgico es la poesa de esta dispora? A qu tabln asirse
para cruzar el Mar Rojo o el Estrecho de la Florida? Estas y
otras preguntas, no siempre retricas, buscaran respuestas
extra o parapoticas, cuando el asunto es enfrentarse a la
obra de un emigrado que hace consciente en sus versos ese
ser, esa identidad traspolada. Sin embargo, en la
textualidad de Naufragios, Jess J. Barquet (La Habana, 1953) no
se est imponiendo respuestas; el poeta no quiere responder,
desea slo preguntar(se/nos), ser capaz de formular en una
interpelacin el tipo de desgarradura de quien emigra, comn a
toda poca y circunstancia. Sus preguntas (y posibles respuestas
extraliterarias) no se formulan a manera de credos o con
estructura inquisitiva fija, gramatical. El cuestionamiento es ms
complejo que una demanda abierta, sin respuesta, puesto que
todo "naufragio" induce a la certidumbre.
Ms importante que lo inquisitivo, es el bosquejo identitario que el poeta traza en sus poemas; se est ante una alteridad (otredad) des-conocida, conocida a medias, conocida
pero no de raz, no completamente asumida, o asumida pero...
Ante tal falta de raz en el sitio donde (tan bien?) se est, el
poema brujulea, olfatea las seales del viento, examina el smismo, y su resultado es la expresin (testimonial incluso)
de un hombre en busca del espacio perdido en el tiempo.
Esta bsqueda humana, que quizs se inici en el minuto
posterior a la expulsin del Paraso, alcanza en Naufragios la
categora de tema o problema expresivo esencial. El poeta
sabe que toca una zona de la literatura cubana tan antigua
como la propia tradicin lrica nacional: la poesa del destierro,
iniciada en la obra romntica de Jos Mara Heredia, convertida en carne de verso en el premodernismo de Juan Clemente
Zenea, y luego alzada a fuego de patria viva en Jos Mart.
Jess J. Barquet es, asimismo, un ensayista notable,
estudioso de la evolucin de la lrica iberoamericana, y sabe
que la poesa del destierro no slo se escribe para el aqu y

ahora circunstanciales, sino tambin para un despus que


incluso supera el lapso vital del poeta. La "otra orilla" de los
cubanos conforma un complejo mundo que traspasa lo
sociolgico, los enigmas de la economa y de la poltica, por
el vehemente trasfondo identitario que lleva implcito. La
expresin potica de ese conjunto no tiene por qu ser resultado pico, poemas de multitudes, totalizacin del fenmeno
de la emigracin (exilio, refugio, dispora...), sino obra testimonial del hombre (y de la mujer) solo(a), que tiene en sus
manos preguntas para las que no siempre caza repuestas.
Conozco al poeta desde que ramos jvenes (e indocumentados). Nos encontramos en la carrera universitaria e
hicimos una amistad tambin "a la carrera"; somos camaradas
versales, pues casi juntos comenzamos a dar a conocer nuestros versos y luego nuestros ensayos crticos, con cierto influjo
matriz en la onda expansiva de Jos Lezama Lima, a quien
Barquet me llev a conocer en carne y hueso una tarde de
1972. Lezama fue para nuestra promocin un maestro "diferente", porque si bien no lo acatamos (imitado) formal ni
estilsticamente, l nos sembr en la poesa la semilla de la
consagracin, del goce trans-versal de lo potico, una suerte
de sacerdocio en el que terminamos siendo Siervos de la
Palabra. La huella de Lezama podr explorarse en nuestras
obras en detalles, frases o alusiones lexicales, independientemente de que luego procursemos otros magisterios, o ningn
otro, en busca de nuestra propia voz. Quizs este conocimiento de raz me autorizara a prologar Naufragios, para el
que no cuento con otras vivencias semejantes, puesto que a
diferencia de Barquet, yo siempre he vivido en Cuba, donde
he escrito lo que un escritor puede llamar su "obra", no sin
desgarraduras, amores, dolores, pasiones, alegras y hasta otros
tipos de naufragios. Por esa amistad juvenil y su condicionamiento histrico, el poeta y yo tenemos en comn una mirada
de esperanza y recelo hacia el futuro. La misma que advierto
en Naufragios.
El ratifica ahora, en este libro ya de madurez, que su
poesa ha sido la expresin de tres temas principales y recurrentes: el amor (y el sexo); el propio hecho potico (metapoesa, influjo lezamiano), y la patria distante (identidad,

condicin de cubano en dispora), este ltimo adquirido,


complementador o unificador de los otros dos. El amor, la
poesa y Cuba a veces se renen incluso en un mismo poema.
Barquet no es un autor de multitud de temas, ni de multitudes, y ni siquiera apela a lectores multitudinarios. Esos tres
asuntos se tejen en la trama casi novelesca (biogrfica) de su
desarrollo potico, pero logran vencer el demasiado yosmo,
el afn testimonial de s o para s, gracias a su conciencia del
arte de la palabra, de la vocacin potica como conocimiento,
como comunicacin y como aprehensin del mundo.
En la poesa de Barquet subyace afn de conocimientos,
aunque no sea obra gnoseolgica, pero ella plantea problemas
esenciales del ser en el mundo, lo cual la acerca a cierta ontologizacin de sus referentes, del propio sujeto lrico, por la
mirada homocntrica del mundo. El poeta se enfrenta a 1a
poesa como gnosis y como ontologa por razones de
identidad, de natural deseo de conocer y hasta de definir su
lugar en el mundo. Si como sugera Hlderlin, el poeta es ya
por s mismo un hombre "raro", desubicado en tiempo y
espacio, mucho ms lo ser si su medio natal se sustituye
bruscamente, con duros impedimentos de regreso al punto
de partida. Vuelve a ser Adn perdiendo el Paraso, y aunque
por cierto no sea paradisaco el mundo que el poeta abandon,
es de cualquier modo su Paradiso.
La poesa de Barquet es hija de esa prdida, de esa
expulsin original, que va ms all del desarraigo de un
territorio. Su signo se identifica con la carencia y no con la
sobreabundancia. O quizs ms bien con la disposicin excntrica, a veces marginalizada del flujo social tenido por "normal", ya sea este el de un ciudadano en su patria o el de un
hombre en su sexo. La poesa es la bsqueda de una identidad
que se sabe otra, por lo que la expresin del ego se di-vierte
o se en-vuelve en un ejercicio del verso, del amor y de la
mirada distante al territorio perdido.
La sexualidad adquiere resortes que algn crtico podra
llamar "sarduyanos", evocando el conocido orbe lrico de
Severo Sarduy, sobre todo el de Un testigo fugaz y disfrazado. Lo
curioso en Barquet es que en este campo expresivo trata de
ser cuanto autntico le sea posible y refiere la sexualidad a la

lucha del individuo en pos de su propia identidad; en El libro


del desterrado (Ediciones del Azar, 1994) ya hablaba de sembrar
"en cada cuerpo / mi Isla", o ms claramente: "En sbanas
de amor o simplemente de placer / dej bien alto / el nombre
de mi patria". La aparente irrespetuosidad (tan vital y hasta
descreda o irnica en su El libro de los hroes, plaquette, 1994)
ya haba sido ensayada con transgresiones formales (poesa
visual, estructural) en Icaro (plaquette, 1985) y vuelve a ser
transgresora en Jardn imprevisible (plaquette, 1997). En verdad,
Barquet no se esfuerza, como Sarduy, por transgredir cnones
y hasta se dira que su palabra es a veces "conservadora",
como se advierte en la serie de cuadernos El libro de las palabras
(1991), El libro de las estaciones (1991) y El libro de los puentes
(1993), los cuales caminaron hacia la conformacin de libro
mayor, unitario en la forma y sin alardes de romper con "lo
establecido", hasta reunirse un Un no rompido sueo (Santo
Domingo, 1994); su sentido transgresivo tiene viejas dudas
cuando llam en 1985 a un poemario Sagradas herejas, y su
voluntad personal ms que transgresiva parece que ha sido
"perifrica", situndose siempre en sitios al margen de los
ejes de la emigracin, sean estos Miami, Madrid, Mxico u
otra ciudad de amplio asentamiento del exilio cubano. Lejos
del escndalo surrealista o de egocentrismos y bsquedas de
originalidad a toda costa, Barquet se alinea junto a la poesa
que es expresin del ser a travs de las palabras. Arte de la
palabra, pero con sustancia de ideas.
Si Mart hallaba en el destierro "dos patrias" ("Cuba y la
noche"), Barquet parece replantearse el decir martiano para
hallar otras dos: Cuba y la poesa. La bsqueda de "lo cubano"
en la poesa tiene doscientos aos, tantos como tradicin
literaria nacional; fue el signo distintivo de los poetas
neoclsicos en las postrimeras del siglo XVIII y agrupador
de los poetas de la revista Orgenes en la dcada de 1940, uno
de cuyos autores quiso fijarla en un declogo hasta que Lezama Lima enunci lo cubano como una fuerza anglica: el
"ngel de la Jiribilla".

Jiribilla, inquietud, anticonformismo,

querer estar donde no se est, aspirar al Ms All del aqu y


ahora e incluso al aqu y ahora del Ms All... parecen ser
signos del cubano. Barquet refleja en su poesa ese "ngel",
si bien carece de la dimensin comunicativa cristiana que

agrup a la mayora de los origenistas. Ese es el signo de la


esencial cubana que se advierte en sus poemas, ms all de
la explicitez de sus mensajes, tan referidos a Cuba. Cuba es la
amada, a veces mirada platnicamente, en la distancia, como
amada inmvil, incluso ms que la cantada por el mexicano
Amado Nervo...
La alusin no viene por los pelos. Barquet ha tenido a
Mxico en la frontera; su dilogo con la lengua natal se ha
volcado al Caribe (conoce muchos pases de la regin), pero
ha tenido en el amor mexicano un dilogo con la hispanidad,
que adscribe su obra al contexto de la lrica iberoamericana
actual. El yo un tanto whitmaniano que observamos en
Naufragios, se atena por ese dilogo hispnico, "latino", en
el que la autobiografa y la experiencia de una parte de su
pueblo en xodo, lo separan bastante de la contextualizacin
cubanoamericana,

de

la

poesa

norteamericana

contempo-

rnea. Barquet no es literiariamente hablando un "cubanoamericano"; su esencia cubansima se respira constantemente


en sus versos, por lo que el asunto de identidad tiene en sus
pginas una connotacin decisiva.
No existe una puerta definitiva en la que tocar y hallar al
poeta dentro. Pareciera una reencarnacin de Alvar Nez
Cabeza de Vaca, el emigrado, el explorador, el desaparecido,
el que nunca encontr esa puerta suya definitiva. Nuevo
Mxico pudiera ser esa puerta, si no fuese frontera. La poesa
de Barquet apel a la imagen de la frontera, del margen, de
lo que est alejado del centro, incluso hacindose vivencia
del poeta. New Mxico es un sitio raro donde se sobrevive:
llueve no como all; hay ros, sucios, contaminados, pero no
como el de all; montaas?: "chocarrera / y grisura natural"... Falta el lezamiano "arco invisible de Vinales", o las
prolongadas no peligrosas madrugadas habaneras, o el amor
camageyano,

porque Barquet,

nacido

en

la Capital,

ha

tendido siempre a radicar sus bsquedas en las periferias, en


"el

interior".

En

New

Mxico

slo

el

crepsculo

parece

entusiasmar al poeta, lo abserva entre "amarillos y rojos


guerteznajerianos",

tratando

con

el

inventado

adjetivo

de

encontrarle referentes "nuestro-americanos", para lo cual no


enia que hacer grandes esfuerzos, porque en el fondo de su
subyace la del elegiaco Julin del Casal...

Todo crepsculo es elegiaco, y all encontramos la otra


dimensin de Naufragios: la elega. Barquet canta a la muerte
del da como a la eternidad; como todo poeta, quiere hacer
eterno lo efmero; l "piensa el universo" mientras el da se
"amulata", hasta entregarse a la negritud (africana) de la
noche. Entonces, en la dimensin nocturna, toma conciencia
de su condicin efmera, vuelve sobre lo elegiaco:
Parpadeo otra vez y reaparecen.
Parpadeo una vez ms y ya no estn.
O ya no estoy.
Es una poesa que sigue siendo conversacional, aunque
presenciemos un dilogo ensimismado: quien habla solo
quiere hablar con Dios un da, ms o menos as lo afirma
Antonio Machado. Barquet postula, verbaliza, detalla; el tono
es conversacional y slo se atena por su sentido elegiaco.
Su expresin a veces se torna neorromntica, por el aliento
emotivo, la efusin sentimental, la queja, y hasta por la aprehensin distanciada del mundo, como sufriente, sintindose
lejano, extrao, extranjero... El libro perfila la inarmona personal, usa palabras "antipoticas": conmiseracin, accesibilidad, regurgitaciones; la emotividad parece ahogar al conversador. Esta suerte de contradiccin ("la contradiccin de la
poesa", que deca Lezama) se resume en Naufragios: la bsqueda del yo en un espacio propio. Naufragios llega a su cima
identitaria en el poema XLVII, donde lo posedo, incluso la
propia vida, se torna alteridad, otredad, al grado de que es
preciso definirla como para sostenerla, agarrarla "en su
definicin mejor":
Esta (no otra)
Es (est siendo)
(tuya, de ti) tu
vida (esta ventisca
que tu lectura borra
con su respiracin).
Despus de este poema, el libro se torna un "volver",
un regreso de pjaros; intertextualiza sutilmente "volvern
las oscuras golondrinas" o con menos sutilezas: "buscando
hallar tal vez an vivo / el concurso / de mis modestos
esfuerzos". Intertextual, Barquet inicia su libro con Cabeza

de Vaca y casi lo cierra con el Che Guevara, dos caminantes,


buscadores, seres sin puerta propia en la que tocar...: hombres
de trnsito (de transicin), cada uno lleva en s su propio
naufragio. El poeta ha iniciado su textualidad "aferrado a un
tabln" en el que se va; conluye evocando pjaros que
vuelven... La visin del nufrago es la metfora del mar.
Con Naufragios, Barquet completa casi un ciclo que El
libro del desterrado haba iniciado y que quizs alcance para una
triloga. Con este nuevo libro ratifica su lugar entre los poetas
ms connotados de las promociones posteriores a la llamada
Generacin del Cincuenta de la emigracin y de toda la poesa
cubana, entre ellos (los emigrados) Juana Rosa Pita, Jos
Kozer, Isel Rivero, Bellas Cuza Male y Reinaldo Garca Ramos
entre los de ms edad, o Gustavo Prez Firmat, Alina
Galliano, Rafael Bordao, Orlando Gonzlez Esteva y Carlota
Caulfield entre los de promocin comn con el propio
Barquet. Este "contexto" aguarda an una mayor dimensin:
el de la poesa cubana in situ, o dondequiera que sea escrita,
rodeada de agua por todas partes, rodeada de Cuba hasta la
saciedad.
Jess J. Barquet ser un da un poeta de obra comentada
en la Historia de la Literatura Cubana; ser conocido

reconocido en su propio pas, tanto como ahora injustamente se


le desconoce. Su nombre representar, para los estudiosos, a
buena parte de la poesa de la emigracin de la mitad final del
siglo XX, en su inevitable extensin hacia el XXI. Entonces ya
no ser un nombre distante para los que residan en el territorio
nacional cubano. Por ahora, el poeta hace el amor y la poesa
para ser leda tambin con agrado; teje el tiempo como manto
de Penlope siendo l mismo, a la vez, su propio Ulises que
marcha al destierro como su odisea. Naufragios pudo, asimismo,
llamarse "Vida de Ulises", o "Isla en el Acto", o "El peso (el dlar)
de la Isla"... Y el poeta, como nsula, balsa, tronco de rbol, se
desplaza en el mar, entre crepsculos, observando una poca
desconcertante, dolorosa, romntica, infeliz y ardiente... El
poeta errante, repartido, sigue vivo en busca de La Casa; no
sabe si su retorno sera a una Nueva Jerusaln o a otra Habana
distinta de la que alguna vez dej detrs suyo, perdindose en
el horizonte del mar. Ni siquiera es cierto ahora si regresar. De

lo que s puede sentir seguridad es de que lo har su poesa


por l. La Poesa, la Palabra, vuelve al Paraso.
Virgilio Lpez Lemus
La Habana finisecular, diciembre de 1997
.

para ricardo, gabi y las rosis


y a estos pueblos que ya no saben del mar

a machado por sus campos de castilla,


a daro, silva, njera y casal

Ah! Cundo querr el Destino


que yo pueda en mi camino
reposar?
Julin del Casal

LLEGADA

Los que quedamos escapados, desnudos como nascimos y


perdido todo lo que traamos y aunque todo vala
poco, para entonces vala mucho, por toda esta
tierra anduvimos desnudos, y a manera de serpientes
mudbamos los cueros dos veces en el ao.
Alvar Nez Cabeza de Vaca

LLEGU
o naufragu? le pregunto
a un compatriota en harapos
y aferrado a un tabln.

TRANSACCIONES

He estado en crceles, en campos


de refugiados, en aeropuertos esterilizados
donde mostrando documentos mudos
no necesitaba decir quin no era.
He estado en ciudades donde nadie
an despus de hacerme el amor varias veces
me conoca, en trenes atestados de jvenes
manoseados hasta la siguiente parada, en ruinas,
palacios, jardines, crematorios
repletos de turistas temerosos de perder
el ltimo autobs de regreso al hotel.
He comprado mi ropa en grandes almacenes,
almorzado en restaurantes de buffet,
conducido horas enteras por autopistas
abiertas como tneles de una sola va.
He dormido a pierna suelta y sin preocupaciones
con extraos que una azafata trasatlntica
sent sin previa consulta junto a m.
He hecho el amor en los baos, en los asientos
traseros de las guaguas, a la orilla de cualquier
carretera interestatal, y an no s si he llegado
a descubrir en mi piel los trazos de una entrega,
las marcas no importa si jirones
de alguna identidad que slo a m pertenezca
aunque me la devuelvan por inservible e imperfecta
en cualquier casa de cambio
internacional.

YO CAMIN, YO SUPE, yo deca


frases como rboles, amaba
hombres como abrigos. Era
mi tierra y yo la caminaba
y la saba.

SAN FRANCISCO-NEW ORLEANS


para manlo, al partir

Esto,
eso
que sobrevuelo
desde el Pacfico inhspito hasta el Golfo acogedor
es hoy por hoy
no lo fue ayer, no s maana
mi patria:
montaas, desiertos, depredadoras nieves,
ros inmensos obligando a construir
innumerables puentes, grandes ciudades de ilusin
mas sin furia, objetos y mquinas sin fin, colores
diversos que recombinar cada da...
no logran
sin embargo reemplazar
ni como consuelo imitar
una breve tarde habanera escapando de la lluvia y
besndonos premonitoriamente quizs
en todos los andenes.

NEW MXICO
Aqu vislumbro campo, y vivir.
Jos Marti, New York

He venido a quedarme detenido,


fijo en el aire, que no pasa,
en un espacio donde no me reconozco
sino por negacin.
Esas montaas
no sern nunca los Andes, esas arenas
nunca sern el Sahara, ese ro
aunque sucio tambin y mal interpretado
jams ser el Almendares, ni yo
este lugar que constituye mi cuerpo
podr hacerme ser aqu
el que una vez era.
Algo
que hoy slo puedo concebir como un viaje
por mares y ciudades e historias
me ha depositado aqu sin yo haberlo esperado,
en un aqu que nicamente me afirma
por negacin.

PAISAJES DE
LA NUEVA MXICO

I sal yo de la villa de la NouvelleOrlans a la Nueva Mxico a los 12 das


del mes de agosto de 1991 i en llegando
pens de escribir, despus que tomare
vezindad i hiziere casa para mi morada,
muy puntualmente de da en da todo lo
que hiziesse, viesse i acaesciesse en essas
dichas tierras novomexicanas, como
adelante veris con el ayuda de Jess,
Nuestro Seor.

I
Y vertiendo gran lluvia, fue rompiendo,
Con truenos grimosssimos los montes,
Los valles, cerros, riscos y collados.
Gaspar Pre2 de Villagr

A veces, muy pocas, llueve


y creemos que todo se va a acabar
en un instante:
rfagas, bofetadas de agua en el cristal
de la ventana, truenos, rugidos
de viento que vienen a romper
el eterno silencio y su monotona
de paisaje lunar...
A veces
cuando ya ni lo esperamos, llueve
dira tropicalmente si fuera caricia
y no esta furia o venganza apocalptica contra la
tierra
desencajada y seca como sus habitantes.
Corren raudales unos breves segundos
y tal como se desat, la lluvia
cesa de pronto y nos devuelve a la calma
ms absoluta,
cuando apenas haba renacido en nosotros
la fe de que todo podra volver a empezar
aunque fuera un instante.

II

Sobre este breve lago por supuesto artificial


sin rastro de jardn japons
ni aves de extica tradicin
sino slo dos patos de ripioso plumaje
y an ms penoso caminar,
se refleja, tornndolo en cristal
undoso y todo lo dems, la
siempre cambiante y plena puesta del sol de New Mxico
a eso de las seis y media de la tarde:
paleta ail, suaves brochazos de luz roja
expandindose, desintegrndose aqu y all
como comparsas de un drogadicto carnaval
cuya msica slo imaginamos.

III

Con orgullo tal me hablan de montaas y lagos


que cuando salgo a contemplarlos
en nada corresponden con su descripcin: chocarrera
y grisura natural. Slo el ocaso
sangra magnfico y reverberante desde el horizonte
robndonos poco a poco el paisaje hasta dejar
nicamente la noche
en que ya nada vemos ni necesitamos ver
ms que su enorme sbana negra ocultando
aquello que siempre cremos fue mejor.

IV
LEYENDA
"De estos condados no le llegaron modelos ni a
Michelangelo ni a Praxiteles. Ni estos pueblos
conocieron nunca sus estatuas: sin poder contemplar
otro cuerpo o imagen que el de su esposo durante el
coito, las mujeres slo lograban concebir despus
empeoradas versiones de ellos mismos, aun de mayor
espanto y desproporcin.
A estas tierras jams llegaron, en cantidad hoy
da acariciable, ni los nostlgicos moros ni los
respingados etopes a reformular, con perfumes ajenos y
dimensiones inditas, la malhadada raza: sta qued en
s misma, espejendose, si cncava si convexa, hasta el
agotamiento.
Nadie oblig nunca aqu a abrir ms las puertas de
las casas, las piernas de la Aurora, los labios de la
vida. De la excesiva selva, de los bazares de esencias
y sus profundos olores, slo saban lo que de forma
antisptica se deca, a veces, en la radio y la
televisin.
Y las mujeres seguan sin tener qu mirar.
Fue entonces que el paisaje decidi compensarlas
repartindoseles en cientos de vividos colores: al
anochecer, mientras los hombres hacan su mnima
ejecucin sobre ellas, los ojos de las fminas
escapaban de su escasa costumbre y se lanzaban a
contemplar los arduos, los grandiosos amarillos y rojos
y naranjas por todo el firmamento de su nueva piel
derramados.
Casi podra asegurarlo: sobre estos desiertos no
hablaron nunca los griegos ni los cubanos."

V
CREPSCULO EN NEW MXICO

No s: Ser un derroche
de fiesta, de colores,
o un estertor?
Renazco o agonizo?
0 es acaso lo mismo?

VI
PIEL MEJOR

Me siento a pensar el universo


a veces, cuando cae la tarde
y el cielo se deshace en cambiantes
amarillos y rojos gutierreznajerianos.
Coloco el butacn ms blando
junto al cristal de la ventana
y dejo a mi vista perderse en los colores
y formas de un diseo mayor que
nada, creo yo, me reclama.
Pienso el universo sin tener un motivo
y mucho menos un propsito aparente.
Me acomodo y protejo con un libro
en caso de tedio y deseos de leer
que no abro, con una pluma
que sola en mis dientes se recrea
poniendo msica al paseo
incansable
de mis ojos
por esa piel mejor que se amulata
unos minutos despus.
En xtasis, nocturno, detrs de la ventana,
enciendo alguna luz que me ayude a
seguir pensando el universo:
La noche
cae
totalmente
por su peso
y dos o tres estrellas rielan en su mar.
Las
veo parpadear

mas
parpadeo yo y se me pierden
dentro de un cosmos que para m ya es oscuro.
Quizs pienso me estn ahora, sin yo verlas, mirando:
viendo mi luz artificial, el butacn
plausible, mi libro sin abrir, el cristal
antisptico, mi necia pluma entre los dientes,
y se hayan puesto con algn motivo
para m inescrutable
a pensar la humanidad.
Parpadeo otra vez y reaparecen.
Parpadeo una vez ms y ya no estn.
O ya no estoy.

VII

La noche es lo mejor de New Mxico.


Aventaja al ocaso por su mayor duracin
y porque, borrndose ella,
no necesito yo borrarla,
borrarme.

VIII

Encender la luz para verme que existo


en el espejo del cuarto donde tambin se refleja
la blanca pared tras de m,
cual contumaz infinito.

IX

A veces no s cul
astronmica razn la provoca
baja a visitarnos blanca
como una hostia a punto de comulgar,
la Luna: Plato inmenso,
se posa
humilde en la cima de alguna montaa
y desde all proclama su accesibilidad
por varios das.
Ocurre entonces
que todo el paisaje es ella:
Luna gobierna sobre todas las casas,
sobre todos los rboles y todas las montaas
que luego la noche se encarga de borrar
sin detrimento alguno.
El propio cielo nocturno se vuelve azul
con su presencia, nosotros mismos
otros tal vez, pero cmo saberlo
si unos das ms tarde Luna
se va y nos deja slo la respuesta
de otra pregunta que nunca supimos formular.

X
de agua satisfechos.
Gaspar Prez de Villagr

Ayer vi el mar en mi ventana:


cristal azul que se extenda,
nube pescando entre cien pjaros
vocingleros,
el sol ponindose en su seno.
Ayer en mi ventana
vino a posarse el mar
sin recogerse las alas.

XI

A veces,
por la falta de mar,
me parece
estar mirando el sol
con cara de esquimal.

XII

Si al menos hubiera una foto del mar


en algn pasqun de la "Sisbarro Ford Dealer",
o algn olor a salitre, a hmeda putrefaccin
o a veraneante yodo en los cines del centro,
o alguna lluvia recurrente con alusivos mensajes
de ascenso y ftida condensacin!
Entonces me habra sido ms fcil imaginar el resto
sin tanta necesidad de borrar
una a una
estas fatales evidencias del desierto
en la piel de mis manos
y en mis asonantados
ojos.

XIII

Hoy no hay paisaje salvo estos zapatos


a medio desatar y que la extrema
sequedad ha hecho curtirse
tempranamente y demasiado.

XIV

Mir un rbol, sus ramas


temblorosas crecer contra el espacio,
su verde enmudecer ante la serrana,
sus flores esparcir un aroma amarillo
de rojos por doquier, su tronco fuerte
proponerme una sombra larga que conmigo creca
sola y una
frente al vasto desierto donde no est
sino un cactus.

XV

Talado.
Como un rbol, talado,
junto a otros ms
predecibles
desastres.

XVI
SUBURBIO DE JARDN

Tras el cristal de mi ventana han puesto un


Jardn.
Yo haba pedido mares, tormentas de estacin,
y me pusieron rosas, arbustos deshijados,
tijeras y un latn para las hojas secas.
Que un camin las recoge, que no me preocupara.
(Haba sido modesto al nunca sugerir
un volcn an latente, cualquier ro
a punto de crecer, pero trajeron
un rbol acabado de podar y unas orugas
con la imposible pretensin de habitarlo...
Y todava queran que yo aqu me quedara
a vivir o a pretender que viva!)
Tap el cristal en seguida con postales
del Iguaz, del Nigara,
del Orinoco y tres indios
impasiblemente fumando en el
Amazonas.

XVII
Other echoes
Inhabit the garden. Shall we follow?
T.S. Eliot

Salgo al Jardn que, segn dicen,


habitan ciertos ecos.
Camino por las piedras y las plantas
que nada tienen que decirme: acaso
insectos, viento y slo un sol
en derredor que el no-mar calma,
es todo lo que encuentro.
Algunas veces llueve
y salgo a ver si la humedad despierta
o hace chirriar los poros de una piel
insospechada. Pero nada.
Ciertos ecos habitan, segn dicen,
mi Jardn,
pero yo no los veo. En ocasiones
pienso que por buscarlos
tanto
tampoco veo el Jardn,
ni logro disfrutar este inatento
paseo por sus vanas
lecciones irredentas

XVIII
THE LAND OF ENCHANTMENT
Y, assi, por aquel bosque ameno todos
Fuimos con mucho gusto discurriendo
Gaspar Prez de Villagr

Ven a ver
los pjaros cantar,
la breve yerba
alegre despuntar,
la fresca brisa
a todos despeinar.
Ven a ver,
ven a gozar.
Sobre la falda verdefrtil
de este valle y sus goces
(vern que miento, me invento
un paisaje leal) suceden
hospitalarias cosas:
Aves
multicolores delfines
descienden
a fecundar en bandadas
de pasos breves antlopes
y flores.
Riachuelos rumorosos
serpeando van por cauces nemorosos
arrullando las glogas y los sembrados.
Bajan de tarde las ninfas a abrevar
rmel de labios en rpido cristal en el ro,
y olvidan temerosas y huidizas tras de s
etlicos bordados y restos de picnics.
Gergicos pastores soados por Sir Wilde
olmpicos si atletas aquejados de alguna
enfermedad ms venrea que su propia belleza
encuentran en el clamo de esta tierra en fortuna
su Rebao mejor: susurran, en sordina

la fauna y varia flora comienzan a llorar,


de sus glorias pasadas, las ovejas
de placer olvidadas escuchndolos.
Todo aqu es quietud, mesura, lujo, voluptuosidad.
Ven a ver
los pjaros cantar,
la breve yerba
alegre despuntar,
la fresca brisa
a todos despeinar.
Ven a ver,
ven a gozar
en Nuevo Mxico.

XIX
para cea, testigo
cuando se golpea violentamente en los cristales
y nadie nos explica por qu
Jos Javier Villarreal

Ave en su vuelo, volabas,


pajarillo en el asma segura de tu virtud,
desde el valle o su sueo de mar saltabas
de aire en aire, feliz, sin necesidad de luz,
hasta venir a golpearte secamente en el cristal
de mi ventana: ni un ay, ni un testimonio,
ni un suspiro siquiera que entregar a tus iguales,
muerto all en mi patio, sin ms, de la vida
exabrupto despojo
contra el que nada podemos hacer.

XX

Tiene que haber un orden,


un ritmo aunque secreto
que armonice las voces,
una cadencia aunque imprevista
que est animando la cada
de las hojas.
Tras tanto insecto muerto
por las aceras,
y tanta rubia flama
entre las cosas,
tiene que haber un gesto
muy superior,
un placentero y suave centro
conciliador.
Pues no nos satisface que sea un caos
ni un laberinto en que perderse pertinaz,
el universo,
sino que exista un plan,
ntidamente un plan que a todas luces nos incluya
de alguna forma, aunque torpe, ventajosa,
Como sola ser,
como solamos creer.

XXI

Sal al Jardn
a ver la yerba
que trajeron de no s dnde,
crecer.

XXII

Hay patio y sol, hay ternura


en la forma de alto ciprs de esta brisa
vespertina. Se oyen los carros
a lo lejos, un ruido
como de manantial transparente
que utilizamos de espejo.

XXIII
VOCES DE AUXILIO

Nunca antes me haba detenido


a escuchar esos ruidos que nos llegan
tejidos en el viento:
Mozart discutiendo con Salieri las formas de su
mediocridad,
la apagada voz de Scrates bajo la capucha evitando el
incitante rostro de Fedro,
Lezama recitndome "Los dioses", Aschenbach en el
agnico aliento de la playa ms hermosa,
Hitler dirigiendo sus cmaras de gas como un nio que
se ensaa con un ave cada,
Escipin ordenando violaciones e incendios seminales,
Santa Teresa saludando al Nio en la escalera,
Lao-Ts expresando en el exilio de su lengua oriental
el ser y el no ser del universo,
Ginsberg clamando por un sexo sin fin, Whitman
alertando multitudes, su fantasa acariciando
hermosos camaradas semidormidos,
Vallejo reclamando ms espadas, Goethe ms
luz, Galileo ms
movimiento, Lupo ms
crculos en los giros de la luz
y en la esperanza del hombre,
Herclito queriendo fijar como yo desesperadamente su
imagen en la mvil fatalidad de las aguas,
la horca de Esenin, el humillo suicida que sobrevivi a
Maiacovsky y al ambiguo Casal,
Pasternak escribiendo disidencias contra la nieve,

Velzquez expulsando de su arte a los reyes,


Pasolini muriendo de placer lumpenproletario en su
Ostia,
por Tampa, Cayo Hueso y Nueva York el eco azul de
aquel hombre que hablaba como flor...
Eternos en el viento esos ruidillos
que slo apenas ayer, en medio
del camino de la vida,
he aprendido a escuchar
y detenerme.

XXIV

Cuntos aos tard


en percibirlos,
qu me pas en el camino
de la vida...
Hoy por primera vez,
despus de tantos aos de exilio y conmiseraciones,
como si hallara una hipsipila
o una liblula vaga y matinal,
he visto frente a casa
a los nios partir para la escuela.
Iban con sus mochilas y unas ropas chillonas
y sencillas, hablaban entre s, gesticulaban
con esmero al caminar, y yo me preguntaba
cuntos aos tard
en percibirlos,
qu me pas en el camino
de la vida...

XXV

Hoy, a diferencia de otros das


y otras regurgitaciones,
prefer asomarme a mirar el horizonte.
No alcanzo a verlo desde adentro: grises
edificios de asfalto, ruidos, colores a medio
desvestir, anuncios de productos
mucho ms perentorios se interponen
entre su magisterio y mis fronteras.
Por eso tuve hoy que convencerme
de salir al balcn a contemplar,
como una desmembrada joven virgen de Dal,
esa raya sangrante y perfectamente horizontal
que por su geometra
hemos llamado el horizonte.
Fiel a su sustancia,
inmvil, extendido,
all estaba aguardndome.
Se alegr al verme
solazado con sus taciturnos tonos, sus parabienes
de quietud, y semejante a un pauelo
me cubri
suavemente
los ojos
con una paz que no podra calificar de ceguera.
Con sorpresivo aliento reparador resta
los heridos fragmentos de mi previa mirada,
me reconstruy algn cuerpo una naranja, una vasija
rfica de Redn o la cada sombra de una isla

o de una boca en mis labios comulgante,


y me entreg por un instante noms
la soledad de todos
hecha una gran compaa.
Luego con ndice y pulgar retir como si acariciara
camaradas dormidos sus entretelas, sus temas,
de mi piel hasta volverme
otra vez a la noche
y a mi blanca guarida, paredes, de husped
vertical.

XXVI
LUNA DE ESPEJO (ARS POTICA)

A vista de mis manos


bajan en calma
las cuencas de la noche
a llenar su vaco
con el mo.
Aguas de nada, viento
detenido
en un papel que evaprase
travestido de negro
su reverso y el mo.
Escribo (abismos,
trazos, carbones)
palabras como "noche",
"desierto", "verde", "nada".
El papel se rebela
y me vaca
la cara.
Fosas mudas los
ojos, sordas las fosas
nasales: no veo, no oigo,
no sepo a nadie
(su piel ajena es cuerva
asonante
que devora mis alas)
ni a nada.
Y subo
a vista de la noche
hasta encontrarla:

piel en mi piel, su luna


imagnemela as
slo por unos das
llena,
redonda,
ma.

XXVII
CUANDO NADA ESPERABA
parajeannetts, que saba
que ste sera el ltimo eclipse del milenio
26 de septiembre de 1996

"Por un mes esperamos la llegada


de la luna llena. Nos asomamos
y slo fue su eclipse.
Volteamos a mirar al otro lado,
donde nada esperbamos,
y una franja azulrojiza sobre el horizonte
nos rescat la luz y la paciencia
hacia un milenio ms",
as est escrito.

XXVIII
para celia

Antes,
soaba que volaba.
Hoy,
sueo que necesito algo
para volar.
Pero an me veo entre las nubes.

XXIX
Ya llega octubre
y mi casa se dispone a esperar
sus dos lunas.
Una,
para beber, comer y dar posada.
La otra,
para hacernos amor, Amor,
cada vez que lo quieras.

XXX
para morbi

El breve amor
tuyo
sobre el rosal
infrtil
le ha trado una gil
floracin
de musitados lirios

XXXI

Hay un baldo que va a iniciar la fiesta,


terrenos ridos de amor buscando enamorarse,
escuelas de lo yermo, bachilleres de lo estril
a punto de graduarse en programas intensivos
de fertilidad. Hay
tanto y tanto desierto que es casi un mar de fondo,
tanto cactus senil, ni apagased, espinoso,
incitndonos a descansar a su sombra. Hay
nada: escuetas
filigranas de lo oscuro, soledad primordial,
inicio (sub-inicio) de la especie,
invitndonos a participar de su
fiesta.

XXXII
Hoy tir
mi primera piedra
de nieve.

XXXIII

Sal al Jardn...:
hilillos de gargantas secas forcejeando
por perseverar en su verde.
Tomo nota: Tampoco hay
roco.

XXXIV

Treme el agua, el agua de mi madre


cuando lloraba sin que se la oyera,
el agua grande de los ros que nio
no me atreva a atravesar y ahora
se ha secado.

XXXV
ALMUERZO SOBRE LA YERBA

Salgo de casa a ver


a veces
la lluvia
caer. Tomo
un avin trasatlntico
un viernes por la noche
y llego a la Sicilia
,
,
mediterrnea,
a la Riviera
francesa,
con also de retraso
y mucho de cansancio
por recompensar
el mismo sbado en la tarde:
Llueve
ya lo saba
magistralmente sobre
los jovenazos amigos del David
de Michelangelo,
en los paisajes
postimpresionistas
de la Ru de Montparnasse.
Los veo a ambos desteirse, deslavarse
con tanta agua ilusionista
hasta quedar
en puro msculo en mis ojos: Sobre
la yerba
verdehmeda borrones dispersos
por el lienzo
descansan
tres robustos baistas d'Avignon
en su piel sastre superior,
sin tonos, sin color, reciennacidos.

Convdanme a pasar
la noche en su museo
al aire libre apenas me preguntan
nombre, oficio y voy
veloz hacia su cuadro pues maana
domingo
debo partir
en el primer avin de la maana
rumbo a casa,
hasta otro viernes ms
con aviso de lluvias y tal vez
esta vez
serpientes encantadas.

XXXVI

Llegaron tras la lluvia las creencias


de que un sol realizable secara
la piel semimojada
que desat en nosotros
este viaje vertical,
esta jornada.

XXXVII

A veces cuando viajo de regreso a la casa


paso junto a una montaa en la que se proyecta
una sombra del carro,
y me sorprendo alegrndome
de que esa sombra viajera
que siempre marcha conmigo
sea yo que voy dentro,
aun cuando nadie me vea.

XXXVIII
ANNIMO

No me enrol en los hermosos ejrcitos del Csar,


no enamor a Cleopatra sobre las quietas aguas del
Nilo,
tampoco toqu emocionado las purulentas llagas de
Lzaro
ni fui invitado con los dems a la ltima cena con
Jess.
No me entusiasm en su momento con el asombrado
Diario de a bordo
ni me sent con Moctezuma a tomar chocolate bajo el
sol.
No visit a Marat en su enfermiza baera
ni asist a las sesiones del iluminado Marqus.
No atestig ni en contra ni a favor del victorioso
Osear Wilde.
No me alc con los barbudos en la Sierra ni presenci
el asesinato de John FK.
No me sent a beber con Roque Dalton en su U Fleku
ni Marilyn ni John Lennon me dedicaron nunca ninguna
cancin.
Pero di testimonio de m cuando la historia no era
todava
la Historia:
Salt de cueva en cueva,
pint animales extraos y misteriosos objetos
voladores,
cuid yo solo del fuego, dese a las mujeres
del prjimo y tambin a mis prjimos,
mat para vivir as, sin nombre fijo ni patria que me

reclamara,
sin tiempo:
pura flama vital que el primer escribano
dizque para ayudarme
con un plumazo en la piedra o en la pgina
apag.

XXXIX
Voy a leer mi Historia,
voy a leer el paraso que no pudimos construir,
la nochebuena o vspera que no pudimos celebrar
en compaa de amores y familia.
Voy a leer los libros que relatan mi vida,
mi vida entre otras tantas que imaginaban milagros
venideros. Voy a asomarme a cuatro
o cinco interpretaciones errticas, a dos
o tres documentos apcrifos.
Voy
a dejar que me narren, me ulisen, me odiseen,
me excusen en papel o me condenen y absuelvan
hasta secarme como un grano de sal,
al sol,
tirado al margen del camino.

XL
he narrado
el viento; slo un poco de viento.
Aurelio Arturo

No es la intrincada
red de sus hilos
ni la araa o su vctima
quien cuenta,
sino los filamentos
de aire mo que entre ellos
se les escapa.

XLI
VOZ: Mar!
Qu me importan las perlas!
ECO: Perlas!
Aunque el mar quede lejos.

XLII
TRASGRESIVA
para morbi

Me has robado
del Jardn
una rosa.
Me has dejado
sin la extrema
inquietud
cotidiana
de cortarla
y drtela
yo mismo.

XLIII

Fui a decirles que el viento inexistente


haba levantado algunas tejas
de la casa, que el agua vengativa
haba destrozado las alfombras,
que muy pronto ese espacio de augurio y bonhoma
que creyeron perenne y heredable
sera slo dos piedras sin motivo
ni ilusin de estar
sobre la tierra.

XLIV
VECINDADES

Cuidaban del jardn con parsimonia,


regaban cada planta, cada cristal
de sus ventanas brillaba desde afuera
y desde adentro. Una vez que entr
invitado por ellos, la casa era toda un sol
en torno al cual giraban levemente sus vidas
en equilibrada pureza.
Los viejecillos me mostraron
con gran orgullo su cuarto, el recibidor,
la terraza, el comedor de seis almas, la cocina
impoluta, el desvn, sus
motivos.
Una semana despus, a toda esa paz
le sobrevino un alud
de cajas grises malamente numeradas, un
entra-y-sale de gentes, el gato que regresa, el
viejo que muri, la viuda que hoy
se muda.
Un cartel en la puerta nos anuncia
que est en venta lo que fuera el horcn
de sus vidas; desde el jardn la yerba
ha comenzado a invadir
mis dominios

XLV

No he hecho nada: he dejado


al Jardn
defenderse por s solo, sacar
sus propias espinas frente al sol.

XLVI

No siento ya mi casa: rbol de m,


mi propia tierra soy, sin menester
races ni agua donde abrevar
este cansancio de cinco pies y algo
en que cabalgo
piel contra piel estos desiertos
que tanto dudan en predicar
mi nombre.

XLVII
Despus de la tormenta,
con los ojos an anegados en polvo,
pude ver las palabras que la arena
se empe en reservarme.
En medio del desierto,
cuatro emblemas de m, cuatro consignas
que le mientras un eco
antiguo me aclaraba
su sentido:
Esta (no otra)
es (est siendo)
(tuya, de ti) tu
vida (esta ventisca
que tu lectura borra
con su respiracin).

XLVIII
Setting forth, and not returning.
T. S. Eliot

No has de bajar al Hades.


Si quieres conocer el fin de tus errancias,
el frgil mrmol blanco en que acabarn tus huesos,
si quieres ya saber cundo en tu Itaca
en los brazos por fin sers de tu Telmaco
si este viaje tan largo ha valido la pena,
no has de bajar al Hades.
El mar ha ido escribiendo en la palma de tu mano
toda tu biografa.
Lete all y vers que
Telmaco ya es hombre y con certeza
de otros hombres ser,
que tus dedos han puesto en otros cuerpos de amor
su atenta geografa, que la fe que volcaste
alguna vez en las aguas, oh viajero
no sabas mucho de Dios pero esperabas
que el mestizo torso del mar te proveyera,
se hizo niebla en la niebla
mayor
de toda lejana, y que esa muerte de hoy
que as acaricias
y que tan sabiamente te acaricia
es para ti en su respuesta ms que el Hades,
ms que el propio
Tiresias.

XLIX

Ahora acaba el invierno y me pregunto


si los pjaros que llevaban
tanta curiosidad en su ida
tomarn el mismo camino
de regreso.

De paso me trajeron las palabras.


Por primera vez sencillas, imprescindibles
palabras como "cama", "algodn", "abrigo" o
"amigo" con quien "acostarse" y "dormir".

LI

Para all para marzo o para abril regresan


los pjaros
a hacer sus nidos en las tejas de mi casa.
El primer ao busqu
alguna forma fcil de impedirlo,
pero los nidos eran demasiado ocultos
como para que slo con dificultad los aprendiera.
Hoy ya han ganado en claridad
y cada marzo o cada abril espero
la llegada
de los pjaros.

LII

Y ahora pasa
est pasando
un cometa.
El cielo se desvive
en provocarnos
emociones fuertes:
astros fijos, eclipses,
rabos de nube, brochazos
de algn audaz Restaurador
deambulan por su vasta ortografa,
mientras los hombres van muy dcilmente
de la casa al trabajo, del trabajo
a la casa.
Yo slo
tomo nota, anoto solo
el texto corregido
del universo,
buscando hallar tal vez an vivo
el concurso
de mis modestos esfuerzos.

marzp-abril 1997

LIII
para gabi

Fuera del tiempo,


en medio de las guerras y los desastres
ms naturales,
siempre hay una mano
de mujer acariciando
el creciente revolotear del futuro
en su vientre.

LIV
Dicen que vuelven,
que mientras exista el rbol
donde descansaron en la ida,
los pjaros remontan el mismo camino
de regreso.

REGRESO

Tierra del lmite y sin lmites,


aparece y desaparece
como una segunda piel.
Lo Poesible (r.m.)

CIUDAD JUAREZ-EL PASO

He visto varias veces


las fotos
de una vieja ciudad que hoy est dividida.
He visto su tranva una vez deambular
por ambos lados,
un puente simple, de madera, abierto
para pasear sobre el ro
que en vez de cicatriz era entonces lazo
de vida.
Miro esas fotos y pienso en mi antiguo pas
y en mi gente de hoy,
divididos.

NO VIAJO YA EN ESTE TRNSITO que va


del trabajo a la casa, de la casa al trabajo.
Para viajar salto hacia otros espacios
donde un abrupto y marginal sucederme
no contine desproveyndome. Y paso
por ellos
sin identidad definida ni oficio desgastador,
sin amistades ni lazos
de familia: Pura tangencia
ocasional, volatinero puente de la vista
y el odo, pasajero sin riel ni vigencia
en ninguna memoria, mero bulto desnudo
hasta el momento mismo de regresar...
Y aun despus del regreso, del eficaz
y rutinario traslado
de la casa al trabajo y del trabajo a la
falaz espacio del lenguaje
la Casa.

LA CASA

Fui a ver la Casa


que se est construyendo en la frontera:
lejos de la ciudad, del polvo y las inundaciones
una mansin azul que contrastaba
con la rocosa aridez del terreno.
Pregunt a los vecinos de ambos lados
pero nadie me pudo hablar de sus constructores,
sino que cada maana, al levantarse,
comprobaban, sin entender, el penetrante
olor de una pintura fresca, la reciente
aparicin de una pared o un alero
que antes estn seguros no estaba.
Pero nunca han visto a nadie construirla:
nadie les ha pedido caf en las maanas de fro
o un jarro de agua fresca para mitigar la jornada,
ninguna luz en la noche, apenas ni un sonido
en sus alrededores,
mientras que la Casa se haca
para que alguien alguna vez la habitara:
un empresario arruinado, tres braceros de paso,
una familia con hijos, dos ancianos de mucha discrecin
o un amigo del dueo para cuidarle los perros.
Alguien no importaba quien fuera
pero no este vaco
que pude observar instalndose ayer
en la hermosa mansin que se est construyendo
en la frontera.
El Paso-Ciudad ]urez 1996

RAFTING
Jbilo, fiesta,
dos llantas
de camin amarradas
con precariedad.
La rocn antes bandera
hoy remo y mucha fe,
tanta o ms que
el mar.
1994

CONTENIDO
Prlogo:
Jess J. Barquet o la poesa de un nufrago

Dedicatoria

15

LLEGADA
"Llegu"
Transacciones
"Yo camin, yo supe"
San Francisco-New Orlens
New Mxico

21
22
24
25
26

PAISAJES DE LA NUEVA MXICO


I
II
III
IV: Leyenda
V: Crepsculo en New Mxico
VI: Piel mejor
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI: Suburbio de jardn
XVII
XVIII: The Land of Enchantment
XIX
XX
XXI
XXII
XXIII: Voces de auxilio
XXIV
XXV
XXVI: Luna de espejo (Ars potica)
XXVII: Cuando nada esperaba
XXVIII
XXIX
XXX
XXXI
XXXII

29
30
31
34
35
37
32
38
39
40
41
42
43
44
45
46
47
48
50
51
52
53
54
56
57
59
61
62
63
64
65
66

XXXIII
XXXVI
XXXV: Almuerzo sobre la yerba
XXXVI
XXXVII
XXXVIII: Annimo
XXXIX
XL
XLI
XLII: Trasgresiva
XLIII
XLIV: Vecindades
XLV
XLVI
XLVII
XLVIII
XLIX
L
LI
LII
LIII
LIV

67
68
69
71
72
73
75
76
77
78
79
80
81
82
83
84
85
86
87
88
89
90

REGRESO
Ciudad Jurez-El Paso
"No viajo ya en este trnsito"
La Casa
Rafting

93
94
95
97

NAUFRAGIOS

de Jess J. Barquet
se imprimi en la
ciudad de Chihuahua,
Mxico, en los primeros
atardeceres otoales de 1998.
Sus acabados finales
se realizaron en
Encuademaciones ARI.
Edicin: (r.m.)

Hacindose eco de las crnicas de Alvar Nez Cabeza de Vaca


y Gaspar Prez de Villagr sobre el actual suroeste estadounidense, los Naufragios de Barquet constituyen una inquietante
relacin potica de sucesivos paisajes fsicos y humanos cuya
condicin pica radica en la difcil insercin de la sensibilidad
insular y caribea del autor en el otro espacio del desierto
nuevomexicano: su pica es esa lucha por fijarse en un espacio
ajeno que "lo afirma por negacin". Como un Adelantado
guerrillero de lo absoluto segn Julio Cortzar,
Barquet lucha por descubrir y conquistar para s mismo y sus
cmplices lectores un territorio de esencias, mientras resiste
a la vez que desmistifica con su poesa a los cantos de
sirena de las tarjetas tursticas y del conformismo resultante
del American way of life.
Ricardo Aguilar Melantzn

JESS J. BARQUET (La Habana, 1953). Como poeta ha


publicado los libros Sin decir el mar (1981), Sagradas
herejas (1985), El Libro del desterrado (1994) y Un no
rompido sueo (1994; 2do. premio de "Poesa
Chicano/Latina 1993"), as como las plaquettes Icaro
(1985), ElLibro de los hroes (1994) y Jardn imprevisible
(1997). Como ensayista gan el premio "Letras de Oro" por
Consagracin de La Habana (1992) y el premio "Lourdes
Casal de Crtica Literaria 1998" por Escrituras poticas de
una nacin (indito). Lleg a los Estados Unidos en 1980
va Manel. Desde 1991 es profesor de literatura
hispanoamericana en la Universidad Estatal de Nuevo
Mxico en Las Cruces. En 1998, Naufragios obtuvo
Mencin de Honor en los concursos internacionales de
poesa "Gastn Baquero" y "Frontera Pellicer-Frost".

Esta obra ha sido creada en formato electrnico (pdf) para ser distribuida
por Palabra Virtual con la autorizacin de su autor.

ntologa de poesa hispanoamericana


http://palabravirtual.com

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