Eric Van Young-Haciendo Historia Regional
Eric Van Young-Haciendo Historia Regional
Eric Van Young-Haciendo Historia Regional
Originalmente fue presentado con el ttulo Doing regional history methodological and theoretical
considerations en la VII Conference of Mexican and US Historians, Oaxaca 1985. Fue traducido al
castellano y publicado con el mismo ttulo en el anuario del IEHS, Universidad Nacional del Centro de la
Provincia de Buenos Aires, Tandil No.2, 1987, pp 255-281. Traduccin de Graciela Malgesini.
1
Muchos en realidad, la mayora de los trabajos referidos a la historia regional mexicana no especifican
qu entienden por regin, pero se basan en una especie de definiciones por acumulacin Por ejemplo, Allen
Wells, en su excelente libro Yucatan`s gilded age: haciendas, henequen and international harvester,
Alburquerque, 1985, considera a Yucatn como una regin singular, sin intentar ninguna justificacin
conceptual para tal definicin, lo cual conduce a ciertas dificultades de manejo con lo que denomina
diferenciacin econmica intrarregional (noroeste versus sudeste) que, realmente, parece ser ms una
diferenciacin interregional. Claude Morin, en su amplio y estimulante trabajo sobre Michoacn, Michoacn
en La Nueva Espaa del siglo XVIII: crecimiento y desigualdad en una, economa colonial, Mxico, 1979,
acepta que el concepto de regin puede significar algo distinto para un economista que para un socilogo o
gegrafo (p. 175), pero luego opta por estudiar esa regin de acuerdo con la definicin poltico-administrativa
de sus lmites, lo que lo lleva a dificultades similares a las de Wells. Otro estudio reciente de importancia el
de Mark Wasserman, Capitalists, caciques and revolution: the native elite and foreign enterprise in
Chihuahua, Mxico, 1854-1911, Chapel Hill, 1984, emplea la palabra regin con distintas acepciones en 21
oportunidades durante sus primeras cuatro pginas, pero define el trmino no muy convincentemente
como congruente con las fronteras polticas del estado de Chihuahua. Por otro lado, en su artculo "An
approach to regionalism", en Richard Graham y Peter Smith (comps.), New approaches to latin american
history, Austin, 1978, Joseph Love realiza un tratamiento interesante de las regiones, basado en lo que el
llama regiones uniformes y nodales (i. e. regiones formales y funcionales respectivamente). Sin embargo,
Pierre, Goubert, Local history, Daedelus, otoo, 1971, pp. 113-114. Cardoso est en desacuerdo con el
anlisis de Goubert, insistiendo en la imposibilidad de aplicar al nuevo mundo los modelos de espacio y
poblacin desarrollados para el viejo, dado que la Amrica Latina colonial estaba marcada por la movilidad
social y econmica, las migraciones, el trasplante de poblacin, por las fronteras mviles de tipos diversos",
pero podra decirse que no por lo cotidiano o diario; Cardoso, Local history, pp. 4, 5, 8. Goubert habla
generalmente en un tono despectivo de la historia local/regional, denominando ciencia social,
pequeoburguesa al enorme torrente de historia regional de anticuario del siglo XIX francs, agregando que
en este gnero historiogrfico la Historia se transforma en un juego donde los inocentes amateurs de la
historia local proveen a otros con materiales que encuentran tiles (op, cit., pp. 115-116). Por otra parte,
Gonzlez habla afectuosamente de la tradicin historiogrfica local y de sus practicantes no profesionales, en
Teora de la microhistoria , pp. 31-36.
9
John K. Chance, Place and class in colonial Oaxaca, Stanford, 1978, pp. 112.113, 175; David A. Brading,
Miners and merchants in bourbon Mexico, 1763-1810,Cambridge, 1971, pp. 248-250; Van Young, Hacienda
and market, pp. 34-36; S. F. Cook, Las migraciones en la historia de la poblacin mexicana: datos modelo
del occidente del centro de Mxico, en Bernardo Garca Martnez (comp.), Historia y sociedad en el mundo
de habla espaola; homenaje a Jos Miranda, Mxico, 1970, pp. 355-378.
10
Carol A. Smith, "Analyzing regional social systems", en Smith (comp.), op, cit., vol. 2, pp. 4-7. Sobre
Redfield, vase tambin, De la Pea, Los estudios regionales..., pp. 54-57.
Berry, Geography of market centers, p. 3 y Carol A. Smith, Examining stratification systems through
peasant marketing arrangements: An application of some models from economic geography Man (New
Series), nm. 10, 1975, pp. 95-122. En esta conexin, seguramente, no ha sido accidental que gran parte del
libro de Berry est dedicado a un anlisis geogrfico-histrico del sistema de emplazamiento central del
sudoeste de Iowa. Para un intento muy interesante de aplicar algunos elementos de la teora de ubicacin a la
estructura econmica azteca y colonial del valle de Mxico, vase Ross Hassig, Trade, tribute, and
transportation: the sixteenth-century political economy of the valley of Mexico, Oklahoma, 1985.
12
Sin embargo, ste no es el caso necesariamente. El trabajo de Chance, Race and class in colonial Oaxaca,
sin colocarse explcitamente en el marco de la teora de ubicacin establece claramente el papel de las
elementos espaciales en la cambiante composicin socio-tnica de la regin de Oaxaca y de la ciudad de
Antequera. Vanse tambin las consideraciones tericas de Carol A. Smith en Exchange systems and the
spacial distribution of elites: The organization of stratification in agrarian societies en Smith (comp.), op. cit.
vol, 2, pp. 309-374.
13
Una serie de estudios estimulantes sobre este tema se podr ver en el vol. 2 de Carol A. Smith (comp.),
Regional analysis, especialmente en los ensayos generales introductorios de la compiladora y de Stephen M.
Olsen, en el de Gordon Appleby sobre el Puno peruano y en el extenso ensayo final de la editora. Vase
tambin De la Pea, "Los estudios regionales", p. 76 y ss.
Con respecto a este ltimo punto, uno tendera a comentar que la fuerte tendencia al regionalismo en la
historia mexicana (y tambin en muchos otros pases en desarrollo) y la regionalidad concomitante
sobredesarrollada si pudiramos llamarla as son frecuentemente sntomas de economas desarticuladas.
Casi del mismo modo, la falta de una estructura de clases fuertes y su tpico reemplazo por castas, estratos u
otras estructuras marcadamente segmentadas, pueden ser vistos como un sntoma de articulacin social dbil.
Considerada desde esta perspectiva, buena parte de la experiencia histrica mexicana ha sido una lucha por
reemplazar la definicin regional de sociedad por una definicin de clases, a pesar de que tericamente, los
dos conceptos no son mutuamente excluyentes.
15
En las palabras de Carol A, Smith, Regional economic systems, p. 6, Las regiones pueden ser: definidas
formal o funcionalmente; en el primer caso, enfatizando la homogeneidad de algn elemento dentro del
territorio, en el ltimo, enfatizando los sistemas de relaciones funcionales dentro de un sistema territorial
integrado. Marcel Bataillon tambin efecta la misma distincin, poniendo un acento especial en la presencia
de ciudades o lugares centrales en las regiones funcionales; Las regiones geogrficas de Mxico, Mxico, 6a.
ed., 1982, pp. 197-208 y passim.
16
Primeramente intent desarrollar una tipologa olla a presin/embudo en Van Young, Regional agrarian
structures and foreign commerce in nineteenth-century Latin America: A comment, American Historical
Association, Annual Meeting, Nueva York, 1979; vase tambin Van Young, On regions, a comment,
Para una coleccin generalmente interesante y abarcadora de ensayos sobre el desarrollo del capitalismo
agrario latinoamericano en general y de las economas de exportacin en particular, vase Kenneth Duncan e
Ian Rutledge (comps.), Essays on the development of agrarian capitalism, in the nineteenth and twentieth
centuries, Cambridge, 1977; muchos de estos ensayos, particularmente, el concluyente, de Magnus Mrner,
tocan aspectos tratados en este artculo. Las formas puras sugeridas por la dicotoma olla a presin/embudo
existen slo en el laboratorio de la mente, obviamente, ya en la prctica las situaciones histricas reales no
son tan simples como indican los modelos. Por ejemplo, en el caso de las regiones exportadoras o embudo, las
economas de subsistencia intrarregional y de comercializacin de alimentos pueden ligarse al sector
exportador, comprometiendo entonces al modelo de embudo "simple". Una instancia de esto podra ser el
sector de produccin ganadera y de alimentos, esclavista y no esclavista, asociado con la economa azucarera
en el Brasil colonial y del siglo XIX, vase Stuart B. Schwartz, Colonial Brazil, c. 1580-1750. Plantations
and peripheries y Dauril Alden, Late colonial Brazil, 1750-1808 ambos en Leslie Bethell (comp.), The
Cambridge history of Latin America, Cambridge, 1984, vol. 2, pp. 423-500 y 601.660, respectivamente.
Stanley J. Stein, Vassouras; a brazilian coffee country, 1850-1900, Cambridge, 1957 y Ceiso Furtado, The
economic growth of Brazil: A survey from colonial to modern times, Berkeley, 1965. Por otra parte, las
regiones que son aparentemente instancias del modelo olla a presin y que parecen experimentar cierto tipo
de desarrollo interno, pueden vincularse dbil o indirectamente con las economas dinmicas externas o con
sus sectores econmicos. Por ejemplo, la apertura del noroeste mexicano y el dinamismo de la economa de la
minera de placa del oeste de Mxico (orientada hacia la exportacin), parecen tener mucha relacin con el
desarrollo econmico de la regin de Guadalajara a fines del periodo colonial; vase Van Young, Hacienda
and market, pp. 142.149 y passim.
La influencia determinante del espacio y de los costos de transporte sobre la produccin econmica es el
tema principal de la teora de ubicacin clsica, que mayormente deriva del trabajo de Johann Heinrich Von
Thnen`s isolated state, P. Hall, Londres, 1966. Para una aplicacin interesante de las ideas de Von Thnen
en Mxico, vase Ursula Ewald, The Von Thnen principle and agricultural zonation in colonial Mxico
Journal of Historical Geography, nm. 3, 1977, pp. 123-133. Entre los gegrafos, Claude Bataillon, luego de
una crtica elocuente y perspicaz a la teora de las regiones naturales (o geogrficas) en Mxico, parece
enfatizar la funcin de produccin como la mayor variable definitoria de la regionalizacin (op. cit, pp. 198 y
ss.). Este mismo nfasis parece subyacer en la discusin de la "escala" urbana y del poder productivo de la
esfera de influencia [de una ciudad dada] Jorge E. Hardoy y Carmen Aranovich, The scale and functions of
spanish american cities around 1600: An essay on methodology' (comps.) en Richard B. Schaedel, Jorge E.
Hardoy y Nora Scott Kinzer (comps.), Urbanization in the Americas from its beginnings to the present, La
Haya, 1978, pp. 63-97.
19
Berry, op, cit, p. 1. Para citar a Carel A. Smith: "El excedente es un producto del intercambio, no un factor
de produccin, dado que su nivel depende de los medios empleados para extraerlo, no slo de los usados para
producirlo" ("Exchange systems and spacial distribution of elites", P. 312). Las relaciones mercantiles, como
principio central de estructuracin de las regiones, son particularmente apropiadas para las sociedades
campesinas preindustriales, o sustancialmente preindustriales, aun donde existan formas importantes de
produccin no campesina. Su adecuacin al anlisis regional en las sociedades industrializadas, donde las
relaciones de produccin tienden a adquirir una posicin dominante, es an un problema pendiente. Sobre este
punta, vase Smith, Examining stratification system, p. 96. Como se ver ms adelante, y como es
naturalmente obvio en un nivel emprico, los sistemas de produccin y mercantil son difciles de separar en
realidad, dado que a menudo el tipo de produccin es, antecedente del tipo de sistema de mercado.
20
Por supuesto, existe un cuerpo historiogrfico enorme sobre estos ciclos ecnomicos y los efectos sociales y
polticos vinculados con las exportaciones de bienes primarios, incluyendo los estudios de caso y los ms
La discusin sobre el Morelos colonial y poscolonial se basa sustancialmente en Cheryl E. Martin, Rural
society in colonial Morelos, Albuquerque, 1985, y en Guillermo de la Pea, A legacy of promises: agriculture,
politics and ritual in the Morelos highlands of Mexico, Austin, 1981. El material sobre Yucatn ha sido
extrado de Robert W. Patch, Agrarian change in eighteenth-century Yucatnen Hispanic American
Historical Review, nm. 65, 1985, pp. 21-49; Arnold Strickon, Hacienda and plantation in Yucatan: An
historical- ecological consideration of the folk-urban continuum in Yucatn en Amrica Indgena, nm. 25,
1965, pp. 35-63. y Allen Wells, Yucatan`s gilded age, que el autor me facilit gentilmente antes de imprimir.
La discusin sobre la regin colonial de Guadalajara se basa enteramente en mi tesis de doctorado, Rural life
in eighteenth-century Mxico: The Guadalajara region, 1675-1820, 2vols., University of California,
Berkeley, 1978, y la del Michoacn colonial, en Claude Morin, Michoacn en la Nueva Espaa del siglo
XVIII op. cit.
22
De la Pea, A legacy of promises, pp. 25-26. Vase tambin las consideraciones sobre esta caracterstica de
los sistemas regionales dendrticos en Carol A. Smith, How marketing systems affect economic
opportunity, pp. 133-138 y Exchange systems and the spacial distribution of elites, pp. 336-337.
Comprese adems con el anlisis de Gordon Appleby hablando de las zonas exportadoras de lana del
altiplano peruano en la era moderna, en Export monoculture and regional structure, in Puno, Peru en Smith
(comp.), Regional analysis, vol. 2, pp. 291-307: Cuanto ms tierra concentrada en pocas manos, menor
cantidad de comerciantes necesarios para servir a los productores y mayor nmero de comerciantes locales
asaltados por las grandes casas mercantiles en los centros de nivel ms alto, y, consecuentemente, mayor el
grado de primaca exhibido en el rea de exportacin (p. 294).
Sobre el mercado de la ciudad de Mxico para el azcar de Morelos, vase un artculo interesante de
Horacio Crespo, El azcar en el mercado de la ciudad de Mxico, 1885-1910 en Horacio Crespo (coord.),
Morelos cinco siglos de la historia regional, Mxico, 1984, pp. 165-222, passim. Los cuadros de Crespo (p.
204) indican que slo cerca de 4% de la produccin azucarera total de Mxico se exportaba en promedio,
entre 1893 y 1911, partiendo de un umbral casi sin exportaciones en 1899/1900, a un elevado 8% una dcada
despus. Gran parte de la produccin azucarera durante el periodo colonial se destinaba tambin al consumo
interno dentro del centro del virreinato mismo, principalmente al mercado de la ciudad de Mxico; sobre este
punto, vase Gisela von Wobeser, Las haciendas azucareras de Cuernavaca y Cuautla en la poca colonial,
en Crespo (coord.), op. cit, pp. 107-113, passim. Las exportaciones azucareras del Mxico colonial a Europa
fueron (aunque no siempre) generalmente no rentables, debido a los altos costos de transporte comparados
con los de los productores caribeos y brasileos; vase mi ensayo indito, The Cortes ingenio at Tuxtla: a
study in economic decline (1970). Sobre la falta de regularidad logartmica como una medida de la primaca
urbana, vase Willian P. Mc Greevey; A statistical analysis of primacy and lognormality in the size
distribution of Latin American cities, 1750-1960 en Richard M. Morse (comp.), The urban development of
Latin America, 1750-1920, Stanford, 1971, pp. 116-129. La regularidad logartmica significa que el tamao
de la poblacin de una ciudad se relaciona con su rango en una jerarqua urbana; i.e., la segunda ciudad es la
mitad del tamao de la primera, la tercera es un tercio de la primera, etc. Los cuadros de Mc Greevey (p. 121,
cuadro 2) indican que la ciudad de Mxico demuestra el ms temprano y notable grado de primaca urbana
[i.e. falta de regularidad logartmica), entre las capitales de ocho pases latinoamericanos (Mxico, Cuba,
Chile, Argentina, Brasil, Per, Venezuela y Colombia).
24
Sobre la concentracin de la tierra y la agresiva expansin de las haciendas azucareras, ver Martin, op. cit;
De la Pea, A legacy of promises, Ward Barrett, The sugar hacienda of the marqueses del Valle, Minneapolis,
1970; Arturo Warman, We come to object: the peasant of Morelos and the national state, Baltimore, 1981;
John Wornack, Zapata and the mexican revolution, Nueva York, 1969 y numerosos ensayos que figuran en la
compilacin de Crespo, op. cit.
25
De la Pea, A legacy of promises, pp. 29-37, discute acerca de la heterogeneidad social y la economa
diversificada asociada en las zonas altas de Morelos en el periodo colonial, particularmente en Tlayacapan y
algunos otros pueblos, y contina describiendo los efectos reduccionistas de la expansin azucarera en los
bajos durante el siglo XIX, sobre esta regin (pp. 66-68). Martn (op, cit, pp. 124-155) describe los efectos
reduccionistas del resurgimiento del azcar sobre la importante variedad social que se haba desarrollado en
la regin de los bajos azucareros hasta mediados del siglo XVIII y concluye que la cultura del azcar y sus
disposiciones econmicas asociadas explican la falta de simbiosis caracterstica entre las grandes unidades
productivas y los campesinos en otras reas del Mxico central (pp. 215,216). Para un anlisis an ms radical
de la homogeneizacin y de la simplificacin social bajo el impacto de la cultura del azcar en la costa
peruana nortea, vase Peter F. Klaren, Modernization, dislocation and aprismo: origins of the peruvian
aprista party. 1870-1932, Austin, 1973. Klaren describe la creciente concentracin territorial, la destruccin
de una clase de granjeros pequeos, prsperos e independientes, la disrupcin de la estructura urbana
comercial por la intrusin de las plantaciones azucareras en las relaciones locales de intercambio y la
emergencia de un proletariado rural, vulnerable a la dislocacin social y a la anomia; sobre la ausencia de
Quiz el territorio norteo de Yucatn bajo la exportacin del henequn durante los siglos
XIX y principios del XX resulte un caso ms claro de regin embudo o dendrtica. El boom
del henequn de Yucatn es un caso interesante porque a diferencia de la zona azucarera
de Morelos en la poca colonial y el siglo XIX, donde el bien exportable estaba presente
casi desde comienzos de la era colonial all dicha industria del periodo de auge exportador
fue creada ex nihilo y tuvo un ciclo relativamente corto. Antes que el henequn alcanzara la
hegemona en la ltima mitad del siglo XIX, la pennsula era esencialmente perifrica, una
genuina economa aislada. En un excelente artculo reciente y en otro trabajo anterior,
Robert Patch ha descrito la dinmica bsica de la economa colonial en trminos
llamativamente similares al resto de Nueva Espaa. Aqu los elementos bsicos fueron la
recuperacin demogrfica indgena, la presin sobre la tierra, los enormes establecimientos
rurales, los mercados de ganado y cereales urbanos, etc.: en suma, una o muchas
situaciones de olla a presin que constituan una cantidad de pequeos complejos
regionales. 26 Poco despus, lo que en cualquier otra parte puede haber sido un ciclo
exportador, adquiri la loma de "un episodio" en Yucatn, segn la frase de Howard
Cline. 27 Se trataba del desarrollo de la industria azucarera a lo largo de la frontera sudeste
durante el periodo 1750-1850. A pesar de la orientacin hegemnica de este sector hacia la
produccin para el mercado interno peninsular, ya se comenzaban a ver los efectos de la
lgica interna de la economa de escala y del duro rgimen laboral que prefiguraban la del
henequn. 28 Mientras que sera una exageracin decir que la situacin de la pennsula
cambi radicalmente junto con el advenimiento y rpido crecimiento de la industria
henequenera despus de mediados del siglo, es verdad sin embargo que la industria de la
fibra cambi la estructura econmica de Yucatn y, con ella, la estructura interna de las
regiones yucatecas. La produccin de fibras en el noreste de la pennsula, organizada
principalmente a lo largo de lneas de enormes establecimientos altamente capitalizados, se
cuadruplic durante la dcada de 1870, con un efecto predecible sobre el tamao global y la
organizacin de la fuerza de trabajo. Hacia 1900, cerca 75% de la superficie cultivada de
Yucatn segn clculos oficiales se dedicaba al cultivo del henequn y de la mitad a tres
grupos socialmente mediadores y la anomia, comprese con De la Pea, A legacy of promises, pp. 66-68 y
passim.
26
Patch, Agrarian change in eighteenth-century Yucatan, passim. Patch finalmente destaca (pp. 48-49) las
causas internas del cambio en la economa colonial, debidas primariamente al crecimiento de la poblacin, y
sugiere que la economa peninsular se reorient hacia el exterior slo con el henequn, Strickon (Hacienda
and plantation in Yucatn, p. 44) seala que los exiguos ingresos por exportaciones de Yucatn a comienzos
del siglo XIX derivaban de una economa ganadera extensiva, comercializada como carne fresca y otros
productos en Cuba. Nancy Farriss, en Maya society under colonial rule: the collective enterprise of survival,
Princeton, 1984, ha descrito las adaptaciones sociales de la sociedad indgena al rgimen econmico colonial.
Para algunas comparaciones interesantes con el periodo colonial temprano de Centro Amrica, vase, Murdo
J. MacLeod, Spanish Central America: a socioeconomic history, 1520-1750, Berkeley, 1973.
27
Howard F. Cline, The sugar episode in Yucatan, 1815-1850 Interamerican Economic Affairs, nm. 1,
1947-48, pp. 79-100.
28
Wells, Yucatan gilded age, p. 24. Strickon, Hacienda and Plantation in Yucatn, p. 50, afirma que la zona
de plantaciones produca suficiente azcar para exportar desde la pennsula, a fines de los aos 1830. Welb,
op. cit, p. 22, contina diciendo que aun con una divisin subregional del trabajo, las exportaciones
peninsulares totales -incluyendo el azcar- eran menores, comparadas con el valor total de la produccin de
subsistencia (i.e., la agricultura tradicional basada en el maz).
29
Morin, Michoacn en la Nueva Espaa, p. 144. La evidencia que aduce Morin con respecto al comercio de
sal en otro prrafo (p. 147), para probar el alto grado de comercializacin en el obispado con relacin a los
mercados externos, no es convincente, dado que la sal -aun en el vicio mundo y aun en las economas no
monetizadas- era un artculo tradicionalmente comercializado a larga distancia por su alto valor unitario si
algo deba comerciarse, seguramente era la sal. Sin embargo, la mayor parte de la produccin algodonera era
exportada desde ese obispado (p. 145). Uno de los problemas que presenta el libro de Morin, a pesar de ser
muy bueno, es precisamente el no diferenciar suficientemente regiones coherentes dentro del obispado de
Michoacn, el cual carece de sentido como entidad en y por s mimo. No obstante, los argumentos tentativos
que empleamos sobre las regiones, basndonos en el trabajo de Morin, parecen, justificarse sobre la base de
que la mayora de sus datos abarcan el obispado en su conjunto -y como el conjunto no debe haber excedido
la suma de las partes- sus cifras representan el funcionamiento de las regiones componentes, grosso modo.
34
Morin, op. cit, p. 153. La presencia o ausencia de periodicidad mercantil en los sistemas de emplazamiento
central es importante por tratarse de un indicador de la naturaleza y del grado de la jerarqua urbana
intrarregional, del grado de oportunidades de consumo, y del grado de vinculaciones laterales en los niveles
ms bajos e intermedios de la jerarqua. Para una discusin sobre la periodicidad y su importancia, vase los
numerosos trabajos de Carol A. Smith ya citados, adems de varios de los ensayos de la coleccin que editara
Regional analysis, especialmente el de Willian Skinner; vase tambin G. William Skinner, Marketing and
social structure in rural China (parte I) en Jack M. Potter, May N. Daz y George M. Foster (comps.), Peasant
society: a reader, Boston, 1967, pp. 63-97. Para un resumen del argumento de la periodicidad, ver Hassig,
Trade, tribute and transportation. La discusin terica de Smith sobre los sistemas de emplazamiento central,
a los que se refiere en un artculo (Exchange systems and the spatial distribution of elite) como a estructuras
mercantiles administradas o parcialmente comercializadas (donde establece, sin embargo, los
lineamientos esenciales para el tratamiento de los casos empricos en Mxico), es notablemente desajustada.
En trminos generales, su sofisticado anlisis no tiene en cuenta: 1) las relaciones interregionales; 2) las
regiones/sociedades agrarias en las que la produccin de bienes primarios exportables no est en manos de los
campesinos productores, pero en las cuales stos experimentan una relacin simbitica con los productores de
artculos de gran escala (i.e., haciendas y plantaciones) (sobre este punto, vase su discusin en op. cit., pp.
336. 337), 3) la diferenciacin intra- e inter-regional a travs del tiempo (i.e., su anlisis es esttico). Con
respecto a los sistemas solares de emplazamiento central, stos no son incompatibles con la existencia de una
periodicidad mercantil, a pesar de estar caracterizados por una jerarqua urbana trunca (generalmente de dos
niveles) y un marcado grado de primaca regional urbana.
35
Morin, Michoacn en la Nueva Espaa, pp. 145, 153 y ss.
36
Van Young, Rural life in eighteenth-century Mxico, cuadro 1-1-3, p. 518; la fuente es la Biblioteca del
Estado (Guadalajara), Archivo Fiscal de la Audiencia de Nueva Galicia, vol. 218; los valores se derivan de las
cifras de las alcabalas sin incluir fincas e igualas, con base en una tasa general del 6%. Por contraste con la
regin de Guadalajara, una de las nicas peculiaridades del Bajo en la misma poca era su red urbana menos
sesgada, la cual desplegaba una dimensin de distribucin de sus pueblos con regularidad logartmica; John
Wibel y Jesse de la Cruz, Mxico, en Morse (comp.), The urban development of Latin America, p. 98; ver
tambin Alejandra Moreno Toscano, "Regional economic and urbanization: Three examples of the
relationship between cities and regions in New Spain at the end of the XVIII century, en Schaedel, Hardoy y
Kinzer (comps.), Urbanization in the Americas, pp, 399-424 y Richard Morse, The urban development of
colonial spanish America en Bethell (comp.), The Cambridge history of Latin America, vol. 2, pp. 67-104.
37
Para un comentario general sobre la estructura regional solar, vase Carol A. Smith, Regional economic
systems, en Smith (comp.), Regional analysis vol. 1, pp. 3-63, especialmente pp. 36 y ss. Smith pone cierto
nfasis en que las comunidades campesinas en (...) 1os hinterlands (de una ciudad primaria) se especializan,
cada una, en un producto distintivo para el mercado. En la regin de Guadalajara, esta especializacin exista
por cierto, pero sera un problema intrincado medir su significado relativo.
38
Van Young, Rural life in eighteenth-century Mexico pp. 519-527 y vase tambin mi artculo indito,
Rural middlemen in bourbon Mexico: The Guadalajara countryside in the eighteenth century", American
Historical Association, Annual Meeting, Washington, 1982.
39
Ibid.
Enrique Florescano e Isabel Gil Snchez, 1750-1808: La poca de las reformas borbnicas y del
crecimiento econmico, Cuadernos de trabajo del Departamento de Investigaciones Histricas, Instituto
Nacional de Antropologa e Historia, Mxico, 1974, p. 148 y ss.; Morin, Michoacn en la Nueva Espaa,
passim.
41
El informe de Abascal est publicado en E. Florescano e I. Gil Snchez (comps.), Descripciones
econmicas regionales de Nueva Espaa. Provincias del centro, sureste y sur, 1766-1827, Mxico, 1976, pp.
108-132, Provincia de Guadalajara. Estado que demuestra los frutos (...) en el ao 1803; posiblemente est
basado en los registros de diezmos y de impuestos a las ventas. He dispuesto de otra forma los datos de
Abascal y hecho algunos clculos por mi cuenta, concluyendo en una quiebra brusca de la produccin y el
comercio regionales a partir de varios sectores/industrias de la economa, como se ve a partir de los datos del
cuadro. Justamente, no est claro lo que Abascal entenda por la denominacin Provincia de Guadalajara,
aunque posiblemente se refiriera a la intendencia, una unidad mayor que se sobrepona a la regin de
Guadalajara, como he tratado de definirla (Van Young, Hacienda and market, pp. 11-27); por lo tanto, mis
clculos son slo una aproximacin poco precisa. En consecuencia, las cifras no contemplan el contrabando
dentro o fuera de la regin. Abascal proporciona una cifra para comercio, en su rubro importaciones, de 2
241 000 pesos, pero de los totales se ve claro que sta en una cifra diferente del total de las importaciones
especificadas, bajo las categoras de agricultura, ganadera, etc., y debe haberse tratado de bienes
manufacturados. Por lo tanto, es justificable dejar esta cifra fuera de los clculos, cuando se deducen las
exportaciones netas (exportaciones brutas ramos importaciones brutas en todas los ramos, excepto comercio).
Sustrayendo el valor del comercio (2 241000 pesos) de las exportaciones netas, (2 684 000 pesos)
obtenemos la cifra de 443 000 pesos, el comercio total positivo para ese ao. Luego la dividimos entre el
producto bruto regional (8 729 000 pesos) produciendo un balance, comercial positivo de 5% del PBR,
partiendo de una poblacin regional cerca de 500 000 habitantes, (posiblemente, una base un poco
conservadora); para la poblacin, vase Van Young, Hacienda and market, pp. 36-37 y las cifras all citadas.
Con respecto a la produccin regional de maz y al papel de las exportaciones maiceras en el total regional,
mis clculos son demasiado generales. El informe de Abascal estima la produccin total de maz de la
provincia en 1 860 000 fanegas para 1803, de las cuales se exportaban unas 444 700 (no se sugiere hacia
dnde), o sea, cerca de 24% [a 1 pesa/fanega]. Con un clculo total de unas 500 000 personas, el monto real
Ramo
(sector/
industria)
Valor de
la produ
cin total
Valor total
Valor total
de las impor de las ex
portaciones portaciones
Valor neto
de lo ex
portaciones
1%
2%
Agricultura
Ganadera
Industria
Asta/cuero
Textiles
Minerales
3.051.000
1.341.000
1,320.000
407.000
1.620.000
990.000
151,000
69.000
128.000
136.000
12.000
743.000
261.000
555.000
71.000
172.000
872.000
2,5%
19%
42%
17%
11%
88%
9%
3%
6%
1%
2%
10%
904.000
261.000
624.000
199.000
308.000
884.000
Este, mismo punto ha sido tratado con frecuencia, ms recientemente por Richard Morse, The urban
development of colonial spanish America pp. 80 y ss.; por David A. Brading, Bourbon Spain and its
american empire en Bethell (comp.), Cambridge history of Latin America, vol. 1. pp. 380-439 y por James
Lockhart, Social organzation and social change in colonial spanish America en ibid., vol. 2, pp. 265-319.
43
El excelente artculo de Hctor Lindo Fuentes, La utilidad de las diezmos como fuente para la historia
econmica", Historia mexicana, vol. 30, 1980, pp. 273-289, apunta a la elevada correlacin dentro de los
movimientos de precios en varias regiones de Nueva Espaa, basados en series de precios disponibles para el
siglo XVIII. Pero tambin admite que tales movimientos aparentemente simpticos pueden deberse en gran
parte a los efectos de factores climatolgicos fortuitos u otros fuera del mercado, como al arbitraje de los
precios dentro de los mercados interregionales (p. 277). Por otro lado, el tipo regional olla a presin/solar
podra mostrar una marcada pesadez o viscosidad en sus respuestas a travs de los precios, dado que estos
sistemas son tpicamente sujetas de obligaciones no mercantil (i.e. polticas) y, por su naturaleza, estn unidos
dbilmente a otras regiones; sobre este punto, vase Carol A. Smith, Regional economic systems p. 336. Mi
trabaja sobre la regin de Guadalajara indica un desarrollo de mercado relativamente tardo, casi totalmente
intrarregional en su alcance, prcticamente sin introduccin de artculos de consumo bsico desde el exterior,
aun en tiempos de crisis severa, Hacienda and market, caps. 3-5. Entonces, si se infiere de una correlacin
alta de los movimientos del precio del producto bsico, que los precios estaban arbitrndose a larga escala, el
mercado interregional resultara como de concluir que porque dos pacientes tienen temperatura alta ambos
sufren de la misma enfermedad. Morin, Michoacn en la Nueva Espaa, pp. 195.201, trata este punto muy
claramente al notar la amplia variacin de precios de una localidad a otra dentro del obispado, y la lentitud de
sus movimientos: Otros ejemplos podran confirmar la existencia de mercados locales en los que los precios
se presentan en forma anrquica, en desacuerdo con la imagen de un espacio unificado por una red de
intercambio en la cual los precios casi no se diferencian ms que en funcin de gastos de transporte. Estas
desigualdades revelan una integracin muy defectuosa, pues los intercambios de un lugar a otro no obedecen
a la regla de la minimizacin de los costos y de la mxima utilidad" (p. 196). Concluye Morin: A pesar del
volumen del intercambio y de la importancia de los mercados, y con todo y que la actividad comercial se
ampla incesantemente, la circulacin de bienes sigue recurriendo a tcnicas y medios sumamente distintos de
los mecanismos de una economa de mercado (p. 201). [En castellano en el original, N. del T.]