Navidad. Encuentro Con La Esperanza. Dossier Centro Nueva Tierra

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navidad

ENCUENTRO
CON LA
ESPERANZA
mIRADAS Y
PALABRAS
EN CLAVE
TEOLGICA,
FILOSFICA
Y POLTICA

diciembre de 2014 / N 6 / Ao 2

La eternidad entra en
el tiempo
El tiempo
se hace historia
En la historia Dios se hace humanidad
Miradas y palabras
sobre la NAVIDAD
en clave
teolgica, filosfica y poltica

Dossier Nueva Tierra


Diciembre de 2014
Ao 2 / N 6
Navidad 2014
Produccin y seleccin
de textos:
Susana Ramos
Diseo:
Sebatin Prevotel
Foto de tapa:
Patrick Haar
www.nuevatierra.org.ar
facebook.com/centronuevatierra

Tiempo de volver a
habitar la vida
Tiempo para
aBRIR
la esperanza

unque haya fuerzas contrarias no se puede dejar de insistir


por un lado y reconocer por otro, el impacto histrico de la
Navidad como manifestacin de la vida. Aun cuando mucho
de su significado quede velado por la apuesta comercial, lo cierto
es que aun en medio de esa escalada, tiene una reserva de sentido
que a muchos no nos deja indiferente. Hay en este acontecimiento
una trascendencia que atraviesa los avatares y los credos, porque
lo que all se expresa como encarnacin es un acontecimiento que
bien puede ser considerado patrimonio de la humanidad.
Un acontecimiento que es en s mismo encuentro y provoca encuentro, reunin, invitacin, comensalidad, banquete, fiesta. Y es
tambin interpelacin, porque cuando la fiesta es slo para algunos, no se puede decir que haya Navidad.
Pensar y experimentar la Navidad como un tiempo de nacimientos es una condicin de posibilidad que espera una sucesin de
actos creadores individuales y colectivos. Actos que expresen un
amor capaz de hacer nacer y un compromiso con lo nacido. As la
NAVIDAD nos pone en clave de protagonistas, de co-creadores de
un tiempo para volver a nacer. Y no slo para hacerle lugar a los
nacimientos, sino para ir en busca de lo que nace, para salirle decididamente al encuentro a lo que viene.

Para encarnar el tiempo nos asiste hermosamente Octavio Paz,


cuando dice:
La temporalidad es el hombre mismo y que, por tanto, da sentido a
lo que toca. El tiempo no est fuera de nosotros, ni es algo que pasa
frente a nuestros ojos como las manecillas del reloj: nosotros somos
el tiempo y no son los aos sino nosotros los que pasamos. El tiempo
posee una direccin, un sentido, porque es nosotros mismos. El ritmo realiza una operacin contraria a la de relojes y calendarios: el
tiempo deja de ser medida abstracta y regresa a lo que es: algo concreto y dotado de una direccin. Continua manar, perpetuo ir ms
all, el tiempo es permanente trascenderse. Su esencia es el ms y
la negacin de ese ms.
El tiempo afirma el sentido de un modo paradjico: posee un sentido el ir ms all, siempre fuera de s que no cesa de negarse a
s mismo como sentido. Se destruye y, al destruirse, se repite, pero
cada repeticin es un cambio. Siempre lo mismo y la negacin de
lo mismo. As, nunca es medida sin ms, sucesin vaca. Cuando el
ritmo se despliega frente a nosotros, algo pasa con l: nosotros mismos. En el ritmo hay un ir hacia, que slo puede ser elucidado si, al
mismo tiempo, se elucida qu somos nosotros. El ritmo no es medida,
ni algo que est fuera de nosotros, sino que somos nosotros mismos
los que nos vertemos en el ritmo y nos disparamos hacia algo. El
ritmo es sentido y dice algo. As, su contenido verbal o ideolgico
no es separable.
Rituales y relatos mticos muestran que es imposible disociar al ritmo de su sentido. El ritmo fue un procedimiento mgico con una finalidad inmediata: encantar y aprisionar ciertas fuerzas, exorcizar
otras. Asimismo, sirvi para conmemorar o, ms exactamente, para
reproducir ciertos mitos: la aparicin de un demonio o la llegada de
un dios, el fin de un tiempo o el comienzo de otro.
Doble del ritmo csmico, era una fuerza creadora, en el sentido literal de la palabra, capaz de producir lo que el hombre deseaba:

el descenso de la lluvia, la abundancia de la caza o la muerte del


enemigo.
En todo cuento mtico se descubre la presencia del rito, porque el
relato no es sino la traduccin en palabras de la ceremonia ritual: el
mito cuenta o describe el rito. Y el rito actualiza el relato; por medio
de danzas y ceremonias el mito encarna y se repite: el hroe vuelve
una vez ms entre los hombres y vence los demonios, se cubre de
verdor la tierra y aparece el rostro radiante de la desenterrada, el
tiempo que acaba renace e inicia un nuevo ciclo.1
Con los relatos que les compartimos queremos alimentar y acompaar este tiempo de iniciticos partos histricos donde la vida
viene pujando y busca seguir naciendo y extendindose hasta que
nada ni nadie quede excluido de celebrar, no slo la liturgia o el memorial, sino la ms plena navidad, la que se hace abrazo que borra
las fronteras que nos dejan al margen de soar, imaginar y trabajar
por la dignidad de todos y todas.
Porque en esta dignidad igualitaria est la posibilidad y la apuesta
para gestar nuevas opciones y decisiones que nos sigan comprometiendo con una transformacin creativa e inclusiva, abierta y
trascendente, es decir capaz de ir ms all de todos los cercos que
quieran que la fiesta sea para pocos.
Feliz Navidad Feliz vida para todos y todas.
Susana Ramos
Centro Nueva Tierra

1. Octavio Paz, El ritmo. El arco y la lira, Mxico, Fondo de Cultura Econmica,


1995.

Ecce puer
(He aqu)
Hugo Mujica

En aquella poca apareci un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo.
Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen. Jos,
que perteneca a la familia de David, sali de Nazaret,
ciudad de Galilea, y se dirigi a Beln de Judea, La ciudad
de David, para inscribirse con Mara, su esposa, que estaba
embarazada. Mientras se encontraban en Beln, le lleg el
tiempo de ser madre; y Mara dio a luz a su Hijo primognito,
lo envolvi en paales y lo recost en un pesebre, porque no
haba lugar para ellos en el albergue.
Lucas2, 1-7.

Navidad es nacimiento, nacimiento de la vida eterna en la


Vida mortal, de lo infinito en la
finitud: la muerte ya tiene vida,
la finitud se abre ya infinito.

I.
Nativitas, Natalis, Navidad,
nacimiento, aparicin, gnesis,
alumbramiento, luz... Vida en la
vida.

La trascendencia se recoge intimidad, la inmanencia estalla


trascendencia.

Lo envolvi en paales y lo
recost en un pesebre porque no haba lugar para
ellos en el albergue.

El Dios que nos da la vida nace


en la vida para hacer de la vida
el lugar desde el cual darse, para
hacer de la vida de cada uno un
lugar donde nacer, donde darnos a la luz eterna.

Nace al margen: para que nada


quede fuera de l, para que lo
central no sea el centro sino lo
abrazado por Dios, para que no
haya lugar que sea externo a l.
Nace al margen, al margen de
todo lugar donde se debe nacer para que no haya marginado que no est cerca de l, para
que no haya margen que lo separe de ningn ser, para estar al
lado de los que nacieron como
naci l; los que viven como l
naci, los que son dejados afuera por los que tenemos un lugar
en la sociedad, los que tenemos
puertas para cerrarles a los que
son como l fue.

Mientras se encontraban
en Beln, le lleg el tiempo
de ser madre; y Mara dio a
luz a su Hijo primognito,
lo envolvi en paales y lo
recost en un pesebre.

Desde arriba, desde lo alto, se


puede abarcar con la mirada, se
puede legislar con mandatos,
ordenar con decretos, pero no
se puede sostener sobre las
propias espaldas aquello que no
se busca dominar sino redimir: la humanidad, de la cruz
de cada hombre, el pesebre de
cada corazn.

Nace pobre y marginado: en


la debilidad material y social.
Nace nio: nace

Nace en un pesebre: en lo ms
bajo, para que no haya cada al
fondo de la cual no nos est esperando, en el fondo de l a cual
no podamos volver a elevarnos
con l.

En la precariedad biolgica y
afectiva, necesidad de leche y
de amor, llanto que reclama caricias, impotencia que necesita proteccin, comienzo que
pide esperanza... humanidad.

del espritu, sino de encarnar el


espritu en nombre de la vida.

Elige el camino humano, el titubeante paso de la debilidad


para hacer de la debilidad el camino hacia Dios, para hacer de
ella una fuerza, la fuerza de la
flexibilidad, la docilidad a Dios,
a los dems, a las circunstancias, a la vida y otra vez a Dios.

La carne ya no es terrestre,
sino que ha sido verbificada,
afirmaba San Atanasio. Un Dios
que se muestra en la carne para
que la carne muestre a Dios,
para que la carne y el espritu
l l e g u e n a ser uno, lleguen a
reunirse en el amor. Dios se
hizo hombre para que el hombre se haga Dios, dej escrito
el mismo San Atanasio, pero,
se haga hombre a imagen de
ese Dios, del Dios que acept
serlo, del Dios que nos acompa, que est desde entonces
con nosotros hasta el fin de los
das, de los das que son los escalones de la eternidad.

Nace en la debilidad porque la


debilidad es conciencia de necesitados, espacio de hermandad, lazo de solidaridad, necesidad de necesitados.
Elige la debilidad como camino
porque elige la humanidad, la
realidad humana, porque quiere darse desde nuestra realidad.
No es un Dios que se abaja, es
un Dios que acompaa. Un
Dios que nos iguala, no a todos
iguales, a cada uno nico.

II
Ahora, desde que Dios es hombre, todo es posible porque
en todo nos posibilita el encuentro con l, porque ya no
estamos solos, porque aun la
soledad humana estar en adelante habitada por l, porque
las lagrimas humanas corrieron
por su rostro humano, la dicha
del hombre inund su corazn
de hombre, porque aun hasta

Y el Verbo se hizo carne y


habit entre nosotros...

Nace de la carne, nace de carne


y tiempo, de huesos y eternidad, de sangre y lagrimas, rostro y risas, silencio y palabras,
para decir que la carne puede
ser gesto del espritu, que el espritu se manifiesta carne. Para
ensearnos que no se trata de
despreciar la carne en nombre

Foto: Patrick Haar

bin, para los que miran hacia


lo alto, una estrella entre otras
estrellas...Es una historia que
nada tiene de espectacular, una
historia simple, como los cuentos para nios, como suelen ser
las historias de amor, del amor
cuando es simple, cuando no se
lo tiene en cuenta. Es la historia
de un nio, un nio que naci en
medio de todo eso que nosotros
no elegiramos para que nazca
un hijo nuestro, un escenario
demasiado sombro como para
dar a luz, es la historia que ensea que no hay oscuridad que
no pueda llegar a ser luz... como
la cruz lleg a ser resurreccin.

al infierno humano descendi


su compasin.
A partir de ese momento la
historia divina puede ser la
nuestra, porque la nuestra fue
la de l, porque abraz nuestro origen para llevarnos en su
destino.
Es la historia de un nio, para
al escucharla volvamos a nuestra niez, volvamos a ser como
nios, volvamos al asombro de
ser.
Un pesebre, un bebito, una pareja y algunos pastores, tam-

III
Se les present el ngel del
Seor, y la gloria del Seor
los envolvi en su luz; se
llenaron de temor. El ngel
les dijo: No temis, pues os
anuncio una gran alegra,
que lo ser para todo e l
pueblo: os ha nacido hoy,
en la ciudad de David, un
salvador, que es el Cristo
Seor; y esto os servir
de seal: encontraran un
nio envuelto en paales
y acostado en un pesebre.

Navidad es un misterio tan


simple que confunde, ese es el
parpadeo de una estrella, una
estrella ms, que gui a los pastores que eran los impuros,
a los reyes magos que eran los
paganos, los gui tras el anuncio: encontrarn un nio, y,
en ese nio - en lo menos extraordinario, en lo ms ordinario-, vislumbraron el milagro
de los milagros: un Dios que no
era Dios sino hombre, que no

era poder sino debilidad; vieron un Dios nio, vieron que la


eternidad es la eternidad de un
eterno nacer. Vieron el misterio,
insondable y aterrador, de un
Dios que necesita los brazos
de una mujer que lo cobije, un
Dios que se entrega a las manos
de los hombres, un Dios que renuncia a su omnipotencia de
Dios.
Un Dios que se muestra necesitado de amor para que cada
acto de amor nos rena con l,
un Dios al cual nos gua una estrella, la que solo los que miran
hacia lo alto llegarn a ver, un
Dios que nos habla desde el
llanto de un nio, el llanto que
solo los que se inclinan para escuchar el murmullo de la debilidad llegarn a escuchar.

10

(Fragmento de KENOSIS,
sabidura y compasin
en los evangelios. Editorial MAREA, 2009).

LA ENCARNACIN,
MIRANDO A LAS MUJERES
Matilde Gastalver*

Fotografa: Ana Caligaris

No ha llegado el tiempo de
atreverse a releer los relatos
de la infancia, el anuncio de la
Encarnacin, la concepcin de
Jess y su nacimiento, en clave
de la autntica Mara?
Es posible que el Evangelio nos
d pistas para no quedarnos con
una imagen femenina desencarnada, asexuada, tan sumisa, de
Mara, que oculta su libertad, su

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decisin, su vigor, lo ms propio


del ser mujer.
Dos relatos evanglicos se inician con un alumbramiento, y
antes de l, necesariamente, el
amor de una pareja, y una relacin sexual. No ser as para
abrirnos a la reflexin de algo
tan humano como es la vida de
pareja, la relacin entre dos que
se han de amar.

Atrevmonos a leer desde la


piel de la mujer para dejar que
el Evangelio interpele algo tan
humano como es la sexualidad
desde la propia mujer, queriendo hacer justicia a lo que ella es
en s, con sus propios derechos
de gozo, de felicidad. Tal como
anuncia el ngel: Algrate, mujer!
Quizs nos toca a las mujeres,
a las telogas, a las creyentes
o no, de cualquier religin, de
cualquier estatus, de cualquier
inclinacin sexual, recuperar a
la autntica Miryam.
Sera muy atrevido que estos
bellos textos nos sirvieran para
afrontar las vivencias ms ntimas de la mujer y valorar si
nuestra vida sexual ha sido rica
o pobre, satisfactoria o frustrante, si lo es para la mayora o no
de las mujeres a lo largo de la
historia e incluso hoy. Si nos hemos sentido deseadas y respetadas, descubiertas y abarcadas
lenta y respetuosamente, con el
mimo y cuidado con el que se
cogen los jazmines para que no
pierdan el aroma de sus flores,
o arrebatadas y manejadas, sin
delicadeza ni cuidado, desde la
falta del respeto que no produ-

ce placer ni gozo ni satisfaccin


ni sirve para el crecimiento y la
autoestima, que no acrecienta
el amor ni el deseo, y que, en tal
caso, se acepta en silencio y sumisin frustrante.
No es ya el momento de que
sean los hombres quienes hablen de algo tan nuestro como
es nuestra sexualidad, es hora
de que dejen de decirnos cmo
ha de ser sta, y si ha de tener
como nico fin la maternidad.
Se acusa a las infieles y se las
lapida, se juzga a las que se enfrentan a la pobreza desde la
prostitucin, se hacen conjeturas de lo que le llev a uno a matar a su ex pareja en un arrebato
de celos, pero poco se reflexiona
desde lo que viven las mujeres,
de lo que sienten aun en el seno
de una familia normal (a qu
llamamos normal?)
Vamos pues a Mara, Miryam
en hebreo, de origen egipcio
mer-imen la amada de Amon
(en tal caso con connotaciones
pasivas). Los hebreos tomaron
el nombre y le cambiaron su significado Iam-mir, de iam, mar
y mir, espejo (sigue apuntando a la pasividad). Pero no es

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Fotografa: Sebastin Miquel

el cielo el espejo del mar, no es


del cielo de donde recibe el mar
sus tonos, viniendo a ser ste en
verdad su espejo?
Quizs no fue tan pasiva
Miryam como la historia de la
Iglesia nos la ha querido legar
porque existe otro significado
hebreo para este nombre: la rebelde y contumaz, que significa,
la que se mantiene firme en sus
comportamientos ideas o inten-

ciones, a pesar de castigos, advertencias o desengaos.


Por qu no va a ser igual de
bello el elegir, en lugar de
esperar ser elegida o reflejar,
en lugar de ser reflejo? Por qu
no ha de tener la misma o ms
importancia ser virgen que no
serlo? Slo puede haber una
diferencia despus de perder
la virginidad: la satisfaccin
y plenitud o la frustracin de

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sentirse slo utilizada para el


gozo ajeno. Y en cualquiera de
los dos casos, se sobreentiende
que lo que ha de seguir es la
maternidad.
No cobra humanidad el Evangelio y nos cuestiona la nuestra
si nos atrevemos a estas nuevas
preguntas: cmo sera Miryam,
la madre de Jess? Cmo fue
Jos con ella, delicado, enamorado, pendiente del gozo y satisfaccin de Miryam o slo de l
mismo? Cmo la am y respet antes y despus de su primera relacin sexual? La besara
en los ojos antes de besar su
cuerpo entero? La mirara con
orgullo enamorado o la ocultara con un hiyab, chador, niqab,
abaya, haik, melhafa o burka?
Se implicara en la maternidad y ternura necesaria para
el crecimiento sano de Jess,
querindose mantener igual de
enamorado?
El recuerdo ms bello que guardo de la pelcula de Mel Gibson
sobre la pasin de Cristo, es la
escena donde Miryam, viendo caer a Jess por el peso de
la cruz, trae a su recuerdo la
primera cada de Jess siendo
nio, la forma en que lo toma

en sus brazos y le besa. Toda su


ternura. Llora porque su hijo se
ha hecho dao y a ella le duele
su dolor. Qu bellas imgenes
que nos traen al recuerdo nuestras propias vivencias de maternidad!
Tendramos que recuperar a
Mara para darnos cuenta de
que quizs nos hemos equivocado, que Mateo y Lucas nos quieren contar algo que an no hemos descifrado. La concepcin
de Jess no pudo ser de otra
forma de como siempre ha sido
cualquier concepcin: sagrada y
misteriosa.
En ella se hace presente el Dios
origen y creador delicado de
la vida, de cada vida, irrepetible, nica. Y la vida surge del
seno de una mujer que deba de
haber gozado. Y eso es puro porque todo lo que surge de Dios es
puro y bello. Quienes no ven as,
no ven como Dios.
Me quiero quedar con esa reflexin de nacimiento de Jess, de
su encarnacin, de su nacimiento no virginal (o todo lo virginal
que siempre es un nacimiento).
Y quiero vivir la Navidad no
como nos la ofrecen las gran-

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des superficies, pero tampoco


como nos ensean los dogmas
del pasado, sino como nos ensea el Evangelio para hoy, con
la relacin que nos muestra de
Jess con todas y tantas mujeres, siempre desinhibido, libre,
acogedor, respetuoso.
Jess amante de las mujeres,
sin miedo a las mujeres, sin verlas ni como enemigas ni como
rivales, ni como objeto morboso
de un deseo. Sin estigmas. No,
simplemente, amadas como
compaeras.
Dnde hizo Jess este
aprendizaje en una sociedad
agraria como la juda del siglo
primero, de una aldea como era
Nazaret? Qu vera y vivira en
su propio hogar? No lo sabemos.
Nada podemos afirmar que no
sea ms que especulacin. Pero
yo quiero creer que Jess am a
las mujeres y las respet tanto,
porque fue lo que vio siempre
en su humilde casa de Nazaret.
Ojal la jerarqua de la Iglesia
tambin aprenda a mirar a las
mujeres como haca Jess, qui-

zs entonces en lugar de convertirlas en vrgenes, las acepte


sin ms como tales y le duelan
todas las vejaciones histricas
que han tenido que vivir y siguen viviendo tantas mujeres.
Sin duda tendr que pedir perdn porque ella ha contribuido
mucho y sigue hacindolo cuando cierra espacios para impedir
el anuncio de gozo: Algrate
mujer, llena de gracia!
Acercarnos as a la Navidad es
recuperar el protagonismo creador que Dios otorga a la mujer,
el valor de la sexualidad enriquecedora, la vivencia de la maternidad si es deseada y el fruto de nuestras entraas; vida y
carne nuestra para siempre. As
Jos ocupar un lugar ms importante; nadie le suple, ni Dios,
que le ha otorgado su virilidad
como don, para vivirla con respeto y entrega engendradora de
vida, y en todo ello Dios se encarna porque Dios es amor.
*(Teloga mallorquina, casada tiene una hija y un hijo).

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La navidad contada
a la generacin
del bicentenario
Nstor Borri

1- La navidad tienepoco que ver


con lo navideo. En muchos
sentidos, podra decirse que es,
prctica e histricamente, lo contrario.
2- Se trata de una fiesta con su
propia severidad y dramatismo,
que rememora unos sucesos en
los arrabales del poder concentrado. Por ms que, y justamente
porque desde siempre, el poder
concentrado haya tratado de
apropiarse de las fiestas (concentrarlas, recuperarlas, neutralizarlas). El sentido de la navidad
es bsicamente el de un radi-

cal descentramiento. Dicho de


otro modo, remite a la interrupcin o, ms exactamente, a la posibilidad histrica, la gestacin
de esa posibilidad histrica de
la interrupcin de la lgica dominante (hoy activada sobre el
dinamismo sin lmites de la mercancay el consumo).
3- Las fiestas articulan el tiempo y son nudos de la memoria.
Anudamientos. La navidad
ms precisamente natividad- es
una fiesta retroactiva, una reflexin posterior a unos hechos
y una experiencia, y al mismo

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tiempo remitida a un anterior,


a un precedente.La retroaccin
es a partir, bsicamente de la
fiesta que conocemos como
Pascua (por otro lado, fiesta de
Primavera, de llegada a la madurez de la fertilidad), y el antecedente es una fiesta solar (invernal), del sol naciente. Sobre estas
fiestas csmicas y telricas, experiencias humanas e histricas,
de procesos sociales y polticos,
buscaron luego en el calendario
de los das, momentos y relatos
en los que sostener una rememoracin.
4- El mesianismo (categora
fuertemente poltica, situada y
singular) es la cuestin central
de esta fiesta. En el lenguaje coloquial y en la vulgata antipoltica, mesianismo es una palabra
que ha corrido una suerte parecida a populismo. Esperanza (experiencia) mesinica y pueblo
son categoras hermanas, que
hablan una con otra. La navidad
habla de las condiciones de nacimiento de lo que luego se experimenta como una experiencia
mesinica popular.
5- No es difcil, pero al mismo
tiempo es inhabitual, encontrar
detrs de navidad ms fcil-

mente de la natividad- la cuestin de lo nacional. Lo nacido,


la nacin, lo nativo. Lo que se
puede asignar a haber nacido.
Decir que la navidad es una
fiesta nacional y popular podra
ser asomarse al terreno resbaladizo de la literalidad y el trazo
grueso (que no falta en los ambientes militantes ni en aquellos
que lo critican). Pero tambin
es un vector que podra, justamente, descentrar, trascender,
romper los significados superficiales y cosificados (o incluso
la insignificancia, la recada en
la repeticin consignista o en
memorias muertas e imitativas)
de las categoras en cuestin,
tan presentes, tan sentidas y tan
reiteradas. Ponindolas en la estela de las largas esperanzas las
memorias densas e intensas, el
pensamiento profundo y la hondura existencial que transita no
slo nuestra historia, sino cada
vida y la experiencia de humanidad que hay en cada momento
donde se renueva la posibilidad
del compromiso, la vivencia del
tiempo como tiempo cumplido y
tiempo rasgado por la promesa,
temas mesinicos si los hay.
6- El tiempo, su sentido, su dimensin promisoria, la inte-

17

rrogacin del mismo que hace


la esperanza, la convocatoria
anuncio, seales, cantos, indicios- a la esperanza que el tiempo
hace, es la cuestin. La remisin
a las condiciones, a los que antes
esperaron, y, fundamentalmente
la subjetivacin hacerse carne,
hacerse sujeto, estar sujeto a la
carne y al deseo- es la cuestin
de la navidad. La subjetivacin
e historizacin de un tiempo, remitindolo y remitindonos a su
momento de nacimiento, a sus
condiciones de crecimiento, de
gestacin, a su momento original y surgente: si uno se detiene
un poco, si interrumpe la lgica
dominante de las significaciones
religioso-mercantiles (significados religiosos mercantilizados,
significados mercantiles sacralizados) y por otro lado toma
distancia de los significados sin
espesor, inerciales, no es difcil
ver como estas cuestiones de
fondo aparecen incendiadas en
momentos luminosos, pero que
interrogan fuertemente en los
momentos oscuros , encendindose en el remolino de soledad
y lucha, de dilema y, a veces de
tragedia, no en el sentido de catstrofe sino en el de momento
decisivo, que corta el tiempo
(cortamos y contamos el tiempo

por la navidad original, por eso


acompaa la fiesta del ao nuevo).
7- La idea de un nio en el centro de la fiesta ha derivado, por
motivos diversos pero que sera
bueno desandar, en unainfantilizacin de la misma. Se trata
de una fiesta con su propia severidad y trgica tambin. La dimensin de ternuray de alegra
infantil es una de las mas atacadas y captadas por la lgica y
la gramtica mercantil y por las
versiones pietistas y piadosas de
la religin, as que no es casual
que esto suceda (tampoco es
casual que el aparato discursivo
haya terminado poniendo un
hombre adulto, un anciano comercial, en el lugar donde estaba
el nio: ms funcional an). La
ternura y lo infantilcomo punto
de partida de la esperanza mesinica tiene de todos modos un
valor a ser rescatado. La seal va
en direccin a poder volver a hablar de cero, pronunciar nuevamente el mundo y el tiempo tambin. Tal es lo que hace un nio
que nace. As, en la misma lnea,
es una fiesta familiar, pero sera
bueno encontrarle su msica
como fiesta de las generaciones
y de lo generativo, del momento

18

de creacin, original, gentico,


de los procesos. Y la renovacin
de la tarea de generar.
8- Fiesta de lasluces, de la oscuridad que hay que atravesar, del
compromiso, el movimiento y la
economa que hay que hacer con
lo necesario para que vuelva la
luz. La fiesta juda de Januc
candelbrica, de lmparas, de
inauguracin y re-inauguracinvecina y compaera de sta, trae
el mismo mensaje. En otra punta
de las tradiciones y luces, ponerles luces y colores a los arboles
en pleno invierno, el rbol que
se arma y colorea y enciende,
rbol que se florece y fructifica ritualmente-enva un mensaje sobre esto: la luz y el tiempo
bueno viene, vienen los frutos
y vendrn las cosechas, se alargarn los das y terminaran las
oscuridades. Eso es certero. Pero
tan certero como eso es que hay
que hacer algo; hay un entrar en
el ciclo, con una responsabilidad
especfica para que eso suceda.
Gestos mnimos, consentimiento, apuesta, renovacin de la presencia, accin. Los ciclos estn,
pero para que sean nuestros ciclos somos nosotros los que, actuando, debemos decirles s.

9- Fiesta de lo venidero, de lo
que antes de hacer liberacin y
lucha, hizo infancia y crecimiento, cuna y sobre todo larga memoria y movimiento de muchos:
mujeres que esperan en sus
pueblos, recordando la historia,
profetas casi vencidos, ciegos de
tanto escrutar, sabios cansados
de mil caminos siguiendo luces
imposibles, trabajadores errantes de la periferia, que en medio
del agotamiento no dejan de tener una lnea de atencin a mensajes de gloria y de paz que pudieran llegarles, lugar para hacer
abajo y luces arriba, aliento de
los animales de siempre y olor
a tierra, eventos oscuros que brillarn, palabras que se susurran
antes de los gritos de dolor, de
alegra o de lucha, justicias singulares hecha por mucha gente
que posibilita que el tiempo no
sea un mero continuo, sino una
historia para un pueblo, universal, una y otra vez descentrado.
Tiempo de la oportunidad y de la
promesa, tiempo evidente y cotidianamente gestado por mucha
gente, en muchos lugares que,
cuando llega el momento, reconoce lo que vale la pena y, como
dice el viejo texto, sabe saborea y conoce y reconoce una
gran alegra.

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UNA NAVIDAD
QUE NOS ENCANTE
Benjamn Gonzlez Buelta, sj

1. El Dios que viene


En la Navidad no slo recordamos que Dios vino hasta nosotros en Jess de Nazaret.
Celebramos tambin que sigue
llegando a nuestra realidad,
pues Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo consigo
(2 Cor 5,19), y hoy sentimos la
necesidad lacerante de
reconciliar muchas dimensiones personales y sociales que
nos desgarran.
Contemplamos al Hijo de Dios
nacido en las afueras de Beln, para descubrir qu es lo que
hoy nos quiere decir esa presencia siempre viva y actual, por
dnde pasa en este momento
concreto esa fuerza de reconci-

liacin y de reencantamiento de
la existencia que nos trajo Jess
y que sigue fluyendo desde Dios
hasta todos nosotros sin receso
y sin exclusin ninguna.
Al mirar a Jess recin nacido
en la pobreza y desplazado fuera de las pequeas comodidades
preparadas para l por Mara y
Jos en Nazaret, ya no podemos
apartar de nuestros sentidos a
todos los otros nios y personas
que estn hoy en una situacin
parecida. Al lado de ellos se situ Jess desde el primer momento de su vida, y al lado de
ellos sigue. En un mismo golpe
de vista, los vemos a todos en el
mismo paisaje.
Ellos son la situacin humana
que nos permite entender mejor
la profundidad del descenso del

20

Hijo de Dios para ofrecernos la


liberacin, en una relacin de
insuperable cercana. Ellos nos
ofrecen el lenguaje y la geografa para hablar hoy de Jess
como novedad que llega hasta
nosotros.
2. Un desplazado
naci en Beln
Todos asistimos asombrados a
los xodos individuales, familiares o tnicos que se producen en
nuestro tiempo. La emigracin
expelida por la pobreza del Sur y
succionada por las imgenes de

la abundancia del Norte, los pases rotos de Europa del Este, que
en parte se han dispersado por
la Europa occidental, los desplazamientos internos de las grandes naciones del Sur pobre por
razones econmicas o por las
guerras tnicas de exterminio,
nos muestran una poblacin a la
deriva, des-centrada, que busca
un nuevo reajuste para poder
sobrevivir.
En Beln, lugar teolgico del
nacimiento de Jess, fueron
sorprendidos por el parto Mara
y Jos cuando tuvieron que po-

21

nerse en camino por orden del


Imperio. Viajaron en circunstancias difciles, pues Mara ya
estaba en estado avanzado de
gestacin. Adems, llegados a
Beln, para ellos no haba sitio
en la posada y tuvieron que refugiarse en una cueva de animales en las afueras de la ciudad
(Lc 2,7). Dios quiso que su Hijo
naciese en la incertidumbre de
la pobreza.
Jacky Mamou, Presidente de
Honor de Mdicos del Mundo,
expresaba recientemente que
existen en el mundo 22 millones
de nios refugiados o desplazados por causa de la violencia
(Le Monde Diplomatique, sept.
2001). Es slo un dato vertiginoso de la profundidad del problema de la infancia pobre en el
mundo.
Pero en la escena del nacimiento de Jess, tal como nos lo presenta el evangelio de Mateo, a
este dato del nacimiento en Beln, se aade la matanza de los
inocentes por Herodes y la huida clandestina a Egipto, de noche (Mt 2,14), de Mara y Jos.
Esta matanza cuadra bien con
Herodes, un hombre sanguinario. Al desplazamiento hasta

Beln por una orden del poder


imperial, aade Mateo el de la
persecucin y la huida a Egipto
por orden del poder judo. Jacky Mamou, en el mismo artculo, afirma que en la guerra de
Ruanda fueron eliminados en
pocas semanas 250.000 nios.
Los nios no slo padecen la
violencia, sino que estn siendo
entrenados en muchos pases
para participar de la violencia
de los adultos. Los nios soldados son actualmente ms de
300.000.
Se les captura desde pequeos,
y en un ambiente mgico-religioso, con la ayuda de drogas y
todo tipo de coacciones, se les
condiciona para que avancen
delante de los solados en los
terrenos minados. Los entrenan
para torturar y matar. A los que
pasan la prueba les asignan un
arma ligera de las que se ofertan
actualmente en el mercado. Los
intentos para marcar estas armas de manera que se les pueda
seguir la pista en su distribucin
en los mercados internacionales
han resultado fallidos.
A la luz de estos datos contemplamos hoy el nacimiento de
Jess, que nos revela la solida-

22

ridad de Dios con las vctimas,


y de una manera especial con
los nios pobres del mundo, sometidos a desplazamientos que
los desarraigan y condenados
a vivir durante toda la vida con
los recuerdos de la sangre y del
horror.
3. En Jess
conocemos a Dios
El nacimiento entre los pobres
marca a la persona de Jess
para toda la vida. No es un dato
externo, sino que el Hijo de Dios
aprender a ver la sociedad
desde el abajo y el afuera
marginado del mundo. Desde
esa proximidad con los pobres
se formar la persona en la que
podemos saber cmo es el Dios
en quien creemos y cul es el
mensaje que nos trae. Juan afirma que la palabra de Dios se
hizo carne (Jn 1,14). Carne
tiene aqu el significado de debilidad. Jess fue una persona
sometida a la debilidad de toda
existencia humana, fue realmente un ser humano como nosotros, se hizo uno de nosotros.
Pero los suyos no lo acogieron
(Jn 1,11).

Pablo radicaliza la afirmacin de


Juan: se vaci de s y tom la
condicin de esclavo (Flp 2,7).
No fue un hombre ms, sino un
esclavo que fue ejecutado en la
cruz, con la muerte propia de
los hombres de nfima calidad
en el imperio romano. La solidaridad de Dios con los ltimos,
contemplada ya desde el nacimiento, es un dato irrefutable de
los evangelios, como tambin lo
es el rechazo que Jess experimentar en su vida de profeta
que anuncia la llegada del reino
de Dios. Dios aparece en una
existencia sin poder social, que
no se impone, sino que presenta
en su propia persona vulnerable la cercana salvadora de Dios
para todos, sin exclusin alguna. En la existencia expuesta
de Jess, encontramos la propuesta de Dios.
No podemos acercarnos a Beln con nuestras ideas preconcebidas sobre un Dios omnipotente, para ver si Jess cuadra
con ellas. Es todo lo contrario.
Nosotros nos acercamos a Jess
para descubrir cmo es Dios. En
Jess, Dios se nos revela cercano, expuesto, pobre y humilde. ste es el Dios de Jess. A
lo largo de su vida, Jess se ir

23

explicitando a s mismo como


Palabra de Dios encarnada en
sus acciones, signos y palabras.
Dios no ha querido ser simplemente una palabra que se escucha, como nos haba hablado
antes por medio de los sabios y
profetas del Antiguo Testamento, sino una vida que se encuentra, que es percibida por todos
los sentidos como proximidad
llena de ternura, que habla al
corazn, a la fantasa y a las dimensiones ms misteriosas y
dinmicas de la persona, que
slo se despiertan cuando se
encuentran dos personas que se
comunican y se aman.
4. El itinerario de
la encarnacin
Dios cre la vida desde el caos
y la tiniebla por la Palabra y por
el Espritu. Con su Palabra, Dios
fue llamando por su nombre propio a cada criatura para que saliese a la existencia, hacindolas
a todas nicas y diferentes. Por
su Espritu, todos hemos recibido el mismo aliento de Dios que
nos une desde nuestras ltimas
races (Gn 1,1-31) y que posibilita que todos, con todas nuestras
diferencias, dialoguemos y nos
construyamos en el encuentro.

Todos somos originalidades orquestadas en la misma meloda


del Espritu.
Llegada la plenitud de los tiempos, Dios se comunica con
nosotros de una manera ms
explcita para revelarnos la salvacin que nos ofrece, que ya
est corriendo por las venas de
la historia y que es mucho ms
honda que nuestros pecados y
sufrimientos. Y se hace una persona humana que es, toda ella,
su Palabra. Dios cabe en nuestra
historia y en una vida humana,
porque la vida de cada persona
est abierta desde siempre al
Dios ilimitado. Jess es la vida
abierta a Dios sin interferencia
alguna, y por eso mismo es la
vida humana llevada a su mxima expresin. Jess nos propone un dilogo con Dios que ya
se realiza dentro de l en plenitud.
Para ser realmente uno de nosotros, tena que entrar en nuestra
historia naciendo de una mujer
que lo acogiese y lo amase incondicionalmente antes de existir, uniendo su destino al de su
hijo, pasase lo que pasase con
su vida. Por eso Dios no puede
imponerse. Dialoga con Mara y

24

le pide permiso. Y el dilogo es


asombroso: Mara es una pobre
y joven virgen, campesina de
Nazaret, un pueblo pequeo de
la Galilea desprestigiada por su
contaminacin religiosa. Slo
desde el dilogo puede Dios hacer una propuesta salvadora que
respete la libertad de Mara, que
nos respete a todos en nuestra
humanidad. Slo en el dilogo
con Dios puede verse Mara en
los ojos de Dios y descubrir en
ellos toda su dignidad, porque,
mientras se mirase slo en los
ojos de sus
vecinos de Nazaret, aquella joven slo poda verse como un
ser insignificante, marginado
por su condicin de mujer, de
joven y de pobre. En la visita a
su prima Isabel, Mara dir que
el Seor la ha mirado (Lc 1,48), y
ella se ha encontrado a s misma
en esos ojos.
Mara no desaparece absorbida
en la experiencia religiosa de
la anunciacin, perdida su capacidad de dilogo con Dios, y
expone su dificultad: Cmo
suceder eso, si no convivo con
un varn? (Lc 1,34). La imposibilidad de Mara ser la posibilidad de Dios. El Espritu Santo

llegar hasta Mara. Por eso el


descendiente de Mara ser llamado Hijo de Dios (Lc 1,35).
Mara es pura acogida de la obra
de Dios, de tal manera que su
hijo ser plenamente de lo alto,
y al mismo tiempo ser plena
entrega de todo lo que ella es, y
Jess ser tambin plenamente
de la tierra.
La palabra de Dios no se encarna slo en el s de Mara. La
genealoga de Lucas parte del
mismo Adn. Toda la historia
humana est orientada hacia
Jess desde su inicio, y desde
l llega la salvacin a todos los
siglos pasados y futuros. La genealoga de Mateo se remonta
hasta Abrahn, pues Jess se
encarna en la historia de la fidelidad de Abrahn y de sus
descendientes. En ese pueblo
recibir Jess su identidad de
judo y una tradicin que l
acoger como algo vivo que l
mismo llevar despus a su plenitud. En Jess, Dios pudo decir
por primera vez nosotros, los
nacidos de mujer, los que entramos en este mundo por la geografa marginal. Nosotros, los
amenazados por Herodes, los
esclavos del Imperio. En Jess
tambin pudimos decir noso-

25

tros los hijos de Dios, los que


llevamos su vida corriendo por
el espesor material de nuestros
sueos y de nuestras venas. En
Jess, el nosotros de Dios y el
nosotros de la humanidad se
pronunciaron juntos sin interferencia alguna. se es el horizonte de la perfecta

que Dios nos quiere comunicar.


La contemplacin es para viajar
al fondo de la realidad, porque
ah se puede descubrir al Dios
encarnado.

encarnacin, hacia el que tambin nosotros nos movemos.

Ejercicios Espirituales que se


acerque a la realidad con todos
los sentidos abiertos. En la tierra, los sentidos son golpeados
por el horror de las diferencias
humanas que no se complementan, sino que se agreden y
se matan, blasfeman y crean los
infiernos (EE 106-108). Por los
mismos sentidos se acercar a
nosotros cada vez con ms nitidez, una presencia ms honda
que las superficies desgarradas,
la cercana del Dios encarnado
en ese nio pequeo que es el
misterio de la humildad de Dios,
que nos salva de una manera tan
sorprendente que desconcierta
nuestro imaginario religioso y
sosiega la prisa que atraviesa de
codicia nuestra interioridad y
nuestro cuerpo. En la pgina en
blanco de nuestra admiracin
contemplativa, Dios ir escribiendo la novedad salvadora de
su encarnacin en cada momen-

5. El acercamiento
contemplativo
La contemplacin de Jess no
puede escamotear la realidad.
Dios ha respetado lo real y se ha
encarnado aceptndolo completamente tal como es, dialogando con las situaciones y con las
personas. El viaje de Nazaret a
Beln, el abusivo edicto imperial, la cueva de la exclusin, los
pastores, la violencia contra los
nios asesinados... nos invitan a
mirar la dureza de la situacin
en la que Dios se encarna. En
esa realidad, el Hijo de Dios se
hace Palabra dirigida a nosotros.
Diluir la dureza de la realidad
con barnices que la disfracen y
la escondan, o con reflexiones y
espiritualidades que nos evadan
de ella, es devaluar el mensaje

En la contemplacin de la encarnacin, San Ignacio le propone al que hace los

26

to preciso de nuestra biografa


personal y de nuestra historia.
Al final del da, despus de contemplar el misterio de la encarnacin y del nacimiento del Hijo
de Dios, se nos regalar poder
gustar... la infinita suavidad y
dulzura de la divinidad, del nima y de sus virtudes y de todo
(EE 124). Al encontrarnos con
Dios entre nosotros, sintonizamos con su presencia salvadora
por los caminos del respeto y de
la cercana. l est donde no lo
pensamos y no lo descubrimos
normalmente, porque nuestros
sentidos estn muy condicionados para deslizarse por las superficies seductoras.

Construyamos el Beln en nuestra casa. Dnde est hoy Dios


as nuevamente encarnado?
(EE 109). Qu color tiene su
rostro? Quines son los pastores cercanos que lo descubren
primero? Cules son los Magos
lejanos que inician el largo viaje
de su bsqueda en otra cultura y
en otra religin diferentes de la
suya y que, cuando encuentran
al nio, regresan a su tierra por
un camino que no pasa por los
intereses de Herodes? Quines
son Mara y Jos, que asumen
el cuidado de esa esperanza naciente, ese brote recin nacido
en el tronco del pueblo cortado
de raz? (Is 11,1).

27

6. El encantamiento
de nuestra realidad
Todos sabemos que por la sangre de nuestra sociedad se ha
infiltrado mucho desencanto.
En gran medida, el desencanto
llega de la cada de las utopas
que prometan una sociedad
ms justa para los pobres del
mundo. Pero no es sa la nica
razn. Nuestras sociedades,
al haber abolido las ayudas de
la tradicin y relativizado las
creencias, obligan a sus miembros, por decirlo de algn modo,
a buscar refugio, en caso de adversidad, en las conductas mgicas, los sustitutos fciles, la queja recurrente (Pascal Bruckner,
La Tentacin de la Inocencia,
Anagrama, Barcelona 1966, p.
17).
Ms adelante aade: El ocio, la
diversin, la abundancia material constituyen a su nivel una
tentativa pattica de reencantamiento del mundo (p. 45). El
invento del consumismo, con
sus luces brillantes y sus disfraces sugerentes, no puede suplir
la necesidad de poesa y de encanto que nos llega de los misterios hondos de la vida. El consumismo, cuando se apagan las

luces de los deslumbrantes centros comerciales y se han roto ya


los coloridos papeles de regalo,
se convierte en un gel de aroma
desgastado que se nos pega a
los sueos y no nos deja volar.
La contemplacin del misterio
encarnado es un camino diferente. Si omos cantar ngeles sobre
los nios pobres del mundo y
vamos a mirar sin prisa lo que
nos anuncian, si vemos posarse
una estrella sobre los campamentos de los nios soldados y
la seguimos de alguna manera
hasta otras culturas y religiones,
para comprometernos con ella,
tal vez podamos descubrir que
hay una vida ms profunda que
la miseria impuesta, que los desencantos que le dan la espalda
y que los maquillajes que la disfrazan. Tal vez podamos sentir
la dignidad y la fuerza de la vida,
el misterio de la existencia, que
desafa las situaciones y emerge
siempre nueva, aunque sea con
la debilidad de un brote germinal. Este descubrimiento nos
puede transformar, y as podremos aportar a nuestro mundo
un poco de encanto sustancial
que sobreviva al apagarse de las
luces de la fiesta.

28

Shalom.
Es paz
y es
ms que paz
Meditacin de navidad de Jon Sobrino
San Lucas dice que unos ngeles se aparecieron a los pastores
y decan: Gloria a Dios en las
alturas, y en la tierra paz a los
hombres de buena voluntad.
San Lucas escriba en griego y
por eso, para hablar de paz usa
la palabra eirene que significa
ausencia de violencia, de guerra todo ello muy bueno y necesario. Pero la palabra hebrea
es shalom. Significa un bienestar de los seres humanos entre
s, basado en la justicia y la verdad, y que reverbera en fraternidad y gozo. Y no tiene nada que
ver con la pax romana,la quietud resignada que producen los
imperios.
De este shalom nada dicen y
nada saben los supermercados y
similares. Algo o mucho- puede
quedar en algunas tradiciones

navideas de todos los tiempos:


el gozo de reunirse en familia.
En esos das puede haber incluso signos de reconciliacin. Desafortunadamente es todo menos
obvio mencionar a Jess de Nazaret en estos das de navidad.
Los supermercados no saben
que hacer con l, incluso las iglesias con frecuencia- se quedan
en el nio Dios, sin aadir que
ese nio lleg a ser el Jess que
sali de su casa, se fue al Jordn a escuchar a Juan y apareci junto con el pueblo para ser
bautizado, el que anunci a los
pobres la venida del reino, sinti
compasin por ellos hasta revolvrsele las entraas, los san y
los defendi de sus opresores,
se enfrent con stos y por ello
muri crucificado.

29

Para los creyentes esto es elabecede nuestra fe, pero puede estar inexplicablemente ausente
los das de navidad. No as en
las tradiciones navideas de los
Evangelios. Jess de Nazaret no
est ausente. En el Magnificat:
Derrib a los potentados de
sus tronos y exalt a los humildes. A los hambrientos colm de
bienes y despidi a los ricos sin
nada. El anciano Simen proclama con gozo que ya puede
morir en paz, pues sus ojos han
visto al salvador que iluminar a
todos los pueblos, y aade que
ser seal de contradiccin a
fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.
Cuando Dios quiere no ser slo
Dios. Los das de navidad son
feriados, y ello posibilita el descanso y el acercamiento dentro
de la familia. Debiera posibilitar
tambin la reflexin: en definitiva qu somos nosotros si se
nos dice que ese nio es Dios.
La respuesta no es fcil, pues
la pregunta introduce a los creyentes en el misterio de Dios. Y
a todo el mundo, tambin a los
no creyentes, los relatos de navidad debieran hacerles pensar
en qu consiste el misterio de lo

humano. Conocemos a muchos


hombres y mujeres concretas, y
nos conocemos a nosotros mismos. Sabemos de lo bueno y de
lo malo de los seres humanos.
Sabemos de sus posibilidades
y sus limitaciones. Pero lo ms
hondo nuestro se nos escapa. Y
es que navidad dice que en un
ser humano se ha hecho presente el misterio de Dios. En Jess
ha aparecido la benignidad de
Dios, dice la carta a Tito. Los seres humanos estamos transidos
de Dios, somos portadores, en
carne, pequea y limitada, del
misterio de Dios.
Hoy se ve cmo renace siempre
ese misterio de la vida, el misterio de Dios, all donde hay un
gran amor. Cada quien sabr qu
piensa del misterio del ser humano, de ser l y ella hombre y
mujer sobre esta tierra. Navidad
nos invita a pensarnos desde el
misterio de Dios. Y esta audacia
de los creyentes est posibilitada por una audacia mayor, que
es el mensaje de navidad: Dios
puede y tiene que- ser pensado
desde lo humano, porque, antes, decidi empequeecerse
y mostrarse en un ser humano
como todos nosotros, Jess de
Nazaret.

30

Navidad:

esperanza de
plenitud

Juan Luis Herrero del Pozo

a Navidad, ya inminente, invita a muchas cosas,


algunas obscenas e hirientes como el desmadre del
consumo en honor del Pobre de
Yahv Pero invita igualmente
a la contemplacin subversiva Qu duda cabe que en este
cambio de poca, en que todo se
mueve, incluso lo ms sagrado
(tambin en el cristianismo) la
Navidad debe cesar en su papel
de parntesis en la carrera hacia
el caos! Y ello cabalmente me
induce a una reflexin spera en

homenaje al cumpleaero que


recordamos con inmenso afecto, aquel Profeta que asesinaron
por lo insoportable de su mensaje. La expresin Nio-Dios
sintetiza la forma tradicional de
entender a Jess. Cometiendo
un grave anacronismo se interpret al pie de la letra y como relato histrico aquel metafrico
cuadro lrico-pico del llamado
Evangelio de la Infancia. Los
seguidores y seguidoras de Jess, deslumbrados con sobrada
razn- por el impacto de su des-

31

concertante figura, colocaron


en el atrio de su trayectoria humana una reflexin catequtica
para ensalzarlo por encima del
mismsimo Csar. Lo que para
ellos era exordio pico en clave
de homenaje de fe lo hemos interpretado nosotros como protocolo histrico de su nacimiento e infancia.
Para Dios nada hay imposible:
mejor que cualquier faran, Emmanuel, el Dios con nosotros
tiene por padre no a un simple
mortal sino al propio Dios. La
comunidad creyente inventa un
edicto imperial para sustituir la
humilde aldea de Nazaret por la
ciudad de David, el rey fundador. Una seal brilla en el firmamento del lejano Este y pone en
movimiento hacia Judea a tres
magnates. La corte de Herodes
se conmueve y los padres de Jess retoman el camino del Egipto, refugio primero luego pesado
yugo de sus ancestros. Tambin
los sencillos pastores reciben
su mensaje celeste y convergen
con los orientales en la pleitesa
al enviado de Dios. Es suficiente para completar el cuadro. De
los varios escritos laudatorios,
la comunidad desestim otros
ms barrocos, trufados de por-

tento, los que denominamos


apcrifos, reteniendo slo el de
ms frugal grandeza. Completa
el cuadro el toque que hoy consideraramos de nio repelente- de un Jess imberbe dando
lecciones bblicas a los sesudos
doctores de la capital. Y, por fin,
suavizado el trnsito de la ficcin a la realidad, el primo de
Jess, el austero Juan, lo introduce en la saga de los grandes
profetas, mediante la teofana
del Jordn
Sobre semejante catequesis
potica menudo beln hemos
montado! Sin duda, nos sirvi
durante siglos para suplantar
la magia de las celebraciones
paganas. Pero hoy la magia nos
devuelve la moneda suplantando a su vez al hijo pobre de Mara con las orgas del consumo.
Y as, entre mito y despilfarro,
hemos sacado de quicio la sencilla y razonable realidad. Lo
que era atrio potico de la vida
de un ajusticiado contribuy a
hacer de Jess el mayor dios del
Olimpo y hoy pretexto de una
bacanal. Sin embargo cmo
debieron ser las cosas de su infancia? Puesto que el mito no se
deja manejar bien, hagamos un
simple ejercicio de buen senti-

32

do para hacernos una idea de la


infancia de Jess de cuyos casi
nicos 30 aos de vida apenas
disponemos de un solo elemento histrico. De estar vivos an
Jos y Mara cuando la comunidad ms cercana a ellos comenz a fabular religiosamente
con el evangelio de la infancia,
ellos fueron de los primeros en
aprender a interpretar en clave
de fe a su hijo asesinado.
Al admirar estos das a mi primer nieto mamando, he pensado en Jess: frgil, ausente
la mirada, siempre dormido. El
contacto con el entorno se har
lentamente y los mayores veremos sonrisa en la primera mueca. Ms adelante Jess correte
con algn vecino, estorb ms
que ayudo a su padre en la labor, se sorprendi con esa bola
de masa de harina morena que
se iba hinchando hasta que Mara le cont lo de la levadura. Ya
adolescente, sinti estremecerse su cuerpo a la vista de alguna
muchacha. Transcurrieron los
aos en todo semejante a nosotros. En qu mistificacin
apoyara Pablo su salvedad menos en el pecado? Ni el ms
mnimo eco encontr en el interior de Jess la tentacin? No es

desdoro que su libertad se construyera, como la de cualquiera,


en el esfuerzo titubeante. Nada
en el Jess recin nacido, como
en ningn otro humano, estaba
predefinido, predestinado ni siquiera por Dios. Jess no estaba
programado. Jess pudo no llegar a ser lo que devino. Su libertad lo construy.
Por eso erraba de medio a medio
el cardenal Ratzinger cuando,
con pretensiones de cientfico,
afirmaba en el 2000 Segn mis
conocimientos de biologa, una
persona trae consigo, desde el
comienzo, el programa completo del ser humano, que luego se
desarrolla. Ratzinger confunde
en el genoma humano programa e informacin y se carga obtusamente la libertad. Desde la
informacin de nuestro genoma
cada uno de nosotros elabora,
crea libremente su propio programa. Ese es precisamente el
enigma del nio que contemplamos en la cuna, el de estar
abierto a su yo futuro, incierto
y abismal. Ah es donde cabe
extasiarse, contemplativo, ante
el Nio, y ante cualquier infante: Qu decidir ser? Ninguna
apoteosis, ni ninguna cruz se
proyectaban sobre aquel pese-

33

bre. Lo de la espada que te atravesar el corazn de Simen a


Mara era o una obviedad o una
proyeccin teolgica del futuro
sobre el presente. Jess, pues,
ni nace Dios (un cuadrado no es
un crculo) ni lo deviene propiamente sino que es constituido
hijo de Dios por la resurreccin
(Rom 1,4), desvelando de tal
suerte lo que ocurre a cada uno
de nosotros en nuestra muerte.
Aprendi a orar de sus padres,
descubri al Dios de Abraham
en la sinagoga, asimil a Yahv
ms a la jovialidad de Jos que
a las manos ensangrentadas
del Sacerdote del Templo y comenz a llamarle secretamente
pap, un pap especial que
daba de comer a los pajarillos,
granaba las espigas, iluminaba
los amaneceres. Todo tan natural, tan sencillo, tan simplemente humano. Colaborador en
el hogar, impaciente en alguna
ocasin, fiel con los amigos,
sensible con las mozas Todo

tan sencillo y humano! Lo que


no le impeda rebelarse y protestar contra tanta injusticia y
marginacin. Al contrario, si
por algo comenz a destacar fue
por esto Y as le fue.
Reflexionando as estos das y
reconstruyendo espiritualmente los primero das y aos de
Jess he comenzado a reconciliarme con unas fechas que
cada ao me desazonaban ms.
Y he podido recuperar un nuevo sentido, el de la verdadera
encarnacin de Dios que me
gusta formular as: Slo Dios es
grande. Lo humano es slo humano pero cuanto ms humano,
ms divino. Por eso, Jess fue
gran revelador de Dios, por ser
plena y cabalmente humano. Si
algo especfico podemos celebrar en Navidad es que, como
en el nacimiento de Jess, en lo
ms sencillo e insignificante de
nuestra existencia se encierra
una gran esperanza de plenitud.

34

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